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    ()Este ensayo se nutre en buena medida de las discusiones y aportaciones del II Seminario Internacional sobre

    Polticas Econmicas ante la Globalizacin, convocado por la Universidad Autnoma de Madrid, la Universidad

    de La Corua y el CEGADEMEX de la Facultad de Economa de la UNAM, que tuvo lugar en la Fundacin Ortegay Gasset en Madrid, Espaa, en abril de 2006 y cuyos trabajos se han reunido en el libro El Estado ante la

    globalizacin. Polticas macroeconmicas, migraciones y empleo(Marcial Pons, Madrid, 2007).

    RESUMEN

    El discurso terico econmico dominante en las

    ltimas dcadas ha venido enfatizando la primaca

    del mercado frente al Estado como instrumento

    de ordenacin de la vida econmica, en todas

    sus mltiples facetas. Tras este enfoque analtico,

    arropado de un instrumental matemtico que le

    confiere una apariencia de ciencia exacta, se

    esconde un trasunto ideolgico que, auspiciando

    una determinada forma de organizacin poltica y

    social, denosta cualquier forma de intervencin

    pblica a favor de objetivos colectivos tales como

    el logro de ciertas cotas de igualdad socioeco-

    nmica, a travs de instrumentos que generen

    bienestar colectivo. En este artculo se asume,

    en sus reflexiones, cmo el discurso neoliberal ha

    impregnado en profundidad las actuaciones de la

    poltica econmica que ha impulsado la actual fase

    de laglobalizacin econmica; fase caracterizada

    EL ESTADO PARA

    UNA GLOBALIZACIN

    NO EXCLUYENTE ()

    Santos M. Ruesga(Universidad Autnoma de Madrid)

    Ciro Murayama(Universidad Nacional

    Autnoma de Mxico)

    por un avance acelerado en la apertura comercial

    de las naciones y un desarrollo espectacular de

    los movimientos financieros en la escala mundial,

    con resultados excluyentes para numerosos grupos

    sociales. En ese contexto se aboga por la recupe-

    racin intelectual e ideolgica de un Estado, cuya

    intervencin en la esfera econmica se entiende

    imprescindible en aras de unas relaciones inter-

    nacionales ms equilibradas y ms cercanas a un

    devenir que incorpore el discurso de la tica, de

    los valores universales a las relaciones entre las

    naciones y entre los ciudadanos, en una perspec-

    tiva no excluyente.

    PALABRAS CLAVE:

    estado, globalizacin, neoliberalismo,

    tica, exclusin.

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    8 ABSTRACT

    During the last decades, the economic mainstream

    discourse has been stressing on the preeminence

    of the market over the state as an instrument to

    organize economic life in its manifold aspects.

    Under this analytical perspective, wrapped by

    mathematical tools that give it the appearance

    of an exact science, there is an ideology that,

    by giving support to an specific way of social and

    political organization, underestimate any public

    intervention towards collective aims such as re-

    ach socioeconomic equality by tools that create

    collective welfare. This article think about how the

    neoliberal discourse has deeply impregnate the

    action of the political economy in the current phase

    of economic globalization; phase characterized

    by an acceleration of the commercial opening

    of nations and an extraordinary development of

    financial movements at global scale, but at the

    same time, with outputs that shows high level of

    exclusion among numerous social groups. In this

    context there is an advocacy for an intellectual and

    ideological recovery of a state whose intervention in

    the economic sphere is understood as essential for

    more balanced international relations and closer

    to a non-excluding future that incorporate both

    ethical discourse and universal values to relations

    among nations and citizens.

    KEY WORDS:

    state, globalization, neoliberalism, ethic, exclusion.

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    91 A MODO DE PREMBULOEl inicio del siglo XXI se caracteriza, en las diversas regiones del orbe, por

    una creciente incertidumbre que, con frecuencia, es inseguridad individual ycolectiva, en medio de la cual el bienestar social y la convivencia pacfica ycivilizada, como grandes objetivos polticos de la humanidad, se desdibujanen el horizonte. Las expectativas de una era mundial de paz, que podranhaberse desprendido del fin de la tensin bipolar de la Guerra Fra, son sustitui-das por la certeza de una nueva ola de conflictos surgidos tanto de diversasexpresiones fundamentalistas de corte religioso o nacionalista como de

    la incapacidad global para generar condiciones adecuadas de vida para elgrueso de la poblacin mundial; el crecimiento econmico, all donde lohay, a pesar de estar lejos del dinamismo que alcanz en la poca doradade la segunda posguerra del siglo pasado, no deja de poner en riesgo la

    viabilidad ambiental del planeta, a grado tal que la agenda comn tiene altema del sobrecalentamiento global y sus efectos econmicos en uno desus primeros lugares; la globalizacin econmica, que es factible gracias alos avances tecnolgicos y a decisiones polticas que propician el aumentode la interdependencia de la actividad econmica en la Tierra, es a la vezun acelerador de las consecuencias negativas del capitalismo y, a diferenciade lo que podra inferirse de los presupuestos de la teora econmica

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    an dominante, ms mercado y ms comercio no se han traducido enconvergencia del bienestar en las naciones ni entre ellas. De ah que la mi-gracin internacional est generando tensiones crecientes para los pases

    receptores, con un auge de los discursos y las polticas antimigrantes, co-mo para los pases expulsores de mano de obra, que se van convirtiendoen exportadores de capital humano y, en esa medida, en subvencionadoresde las naciones ms desarrolladas; la migracin, a su vez, se conjuga conel tema de la seguridad de los pases sin duda uno de los asuntos mssignificativos de la era que inici tras los horrores del 11/S y del 11/M perotambin con el del respeto a los derechos humanos, pues las escenas detrfico y comercio de hombres, mujeres y nios, nos recuerdan que incluso

    prcticas que podran considerarse propiamente esclavistas siguen siendouna constante en nuestros das. No tendra caso seguir extendiendo la listade los problemas y desafos que encaran las sociedades de esta poca, perosirvan los ejemplos anteriores para hacer una pregunta central: cul de losgrandes retos contemporneos de la humanidad puede ser enfrentado sinun proyecto comn, sin un amplio contrato social, es decir, prescindiendodel papel del Estado, entendido como punto de convergencia democrticade los intereses ms amplios y comunes de los ciudadanos?

    2 LA RECUPERACIN INTELECTUAL DEL ESTADOEl desafo, desde nuestra ptica, consiste en recuperar al Estado como un

    espacio comn, pblico, valga subrayar no privado, a partir de cuya accinsea posible volver a colocar como metas generales de las naciones temascomo el pleno empleo, el bienestar, la inclusin social, la universalizacinde derechos, el ejercicio de la ciudadana en regmenes democrticos no

    slo formales sino en sus contenidos, que los aos de ajuste econmico yde adelgazamiento del Estado hicieron aparecer como objetivos caducos ofuera de tiempo y lugar.

    El mercado, lo saban bien los economistas clsicos, permite asignar demanera eficiente los recursos escasos, genera incentivos para que los in-dividuos maximicen sus beneficios y sus utilidades; pero el mercado, comotambin lo ha evidenciado el pensamiento econmico de mayor alcance,no genera por s mismo equidad, ni es capaz de romper las trampas delsubdesarrollo y, en ltima instancia, necesita de regulacin para asegurarsu propio funcionamiento. Por ello sera iluso, a la par que irresponsable,pretender que sea slo el libre funcionamiento del mercado el que pueda

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    generar dinmicas de equiparacin de rentas al interior de los pases y entreellos, el que pueda establecer marcos protectores del medio ambiente, oel que haga valer los derechos humanos por encima de las pretensiones

    estrictamente mercantiles de quienes hoy lucran con el trfico de personaslo mismo desde Amrica Latina o Asia hacia los Estados Unidos que de fricaa la Unin Europea.

    A contracorriente de la visin poltica que sostiene que la presencia delEstado es,per se, una restriccin para la libertad econmica que sera laopinin de un liberalismo a ultranza, la discusin que debera rescatarsees aquella que se hace cargo que sin la presencia de un Estado que haga

    viables las garantas y libertades de todos los individuos, slo terminan por

    ser ejercidas las libertades de unos cuantos, de los que tienen ms poderlanse holdingstransnacionales, poderes fcticos, individuos con elevadariqueza a cargo de lesionar las garantas individuales y los derechos delos ms, tal como acontece en el panorama econmico internacional en laactualidad.

    Como sealamos en otro lugar: si nunca fue verdad el hecho de que elmercado sea la libertad hoy es menos verdad que nunca. Los apstoles deldiscurso neoclsico padecen una enfermedad frecuente en los creyentes detodas las clases, sean religiosos o laicos, es la ceguera del creyente, cuandoalguien cree a pies juntillas en alguna cosa ya no puede ver de lo contrario asus creencias (Sampedro, 2002: 11). Ni siquiera mira, no le interesa, vivecon arreglo a sus creencias. Esto es una cuestin importante a consideraren el terreno de las ciencias sociales. Porque en este campo acadmico conbastante frecuencia se suele considerar como cierto lo que los cientficossociales creen mayoritariamente que es cierto, aunque no lo puedan contrastarempricamente al modo en que se hace en las ciencias naturales. Se estdesarrollando, bajo el paradigma neoclsico, una economa autista que al

    decir de Ronald Coase1, lo que analiza e interpreta poco tiene que ver conel mundo real. (Ruesga, 2006: 86-87).

    Los excesos del paradigma neoliberal, sin embargo, cada vez son msevidentes y cobra aliento la recuperacin del papel del Estado. Como hasealado el economista Carlos Tello (2007), ya diez aos antes en 1997,en plena globalizacin, el Banco Mundial afirm, en su Informe sobre eldesarrollo mundial. El Estado en un mundo en transformacinque ...lasenseanzas de los grandes xitos conseguidos (...) desde la industrializacinde algunos pases en el siglo XIX hasta el crecimiento milagroso alcanzadoen la posguerra por Asia Oriental (...) lejos de respaldar la teora del Estadominimalista, demuestran que el desarrollo exige la existencia de un Estado

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    eficaz (...) La historia ha demostrado una y otra vez que el buen gobierno esuna necesidad vital, no un lujo. Sin un Estado eficaz, es imposible alcanzarun desarrollo sostenible, ni en el plano econmico ni en el social (Banco

    Mundial, 1997). Para 2002 la Comisin Econmica para Amrica Latina y elCaribe (CEPAL) sostuvo que Uno de los ms serios errores hechos en el ltimocuarto del siglo XX fue el de promover una sola solucin (...) que se apoyabaen el principio de la liberalizacin plena del mercado. La tendencia a equipararuna integracin exitosa al mundo globalizado con la liberacin econmica, noconsidera el hecho de que muchas estrategias exitosas no se han apoyado enuna apertura total al mercado sino, ms bien, en varios caminos para armar,articular un crculo virtuoso entre el Estado y el mercado (CEPAL, 2002:

    102). De igual forma, en 2004 el programa de las Naciones Unidas para elDesarrollo (PNUD) propone la necesidad de un Estado capaz de conducirel rumbo general de la sociedad, procesar los conflictos conforme a reglasdemocrticas, garantizar eficazmente el funcionamiento del sistema legal,preservar la seguridad jurdica, regular los mercados, establecer equilibriosmacroeconmicos, fortalecer sistemas de proteccin social basados en losprincipios de la universalidad y asumir la preeminencia de la democraciacomo principio de organizacin social. La reforma del Estado tendra queorientarse a resolver la pregunta sobre qu tipo de nacin aspira a construiruna determinada sociedad (PNUD, 2004: 28).

    As, el debate que aqu se sugiere sobre el Estado es, por supuesto, detipo econmico, pero no slo econmico: tambin quiere contribuir a unareflexin poltica y tica sobre cmo encontrar respuestas satisfactorias,comunes e incluyentes, a los mltiples problemas que hoy encaran las so-ciedades iberoamericanas.

    Es por lo anterior que el primer imperativo para conseguir una recuperacininstitucional del Estado y su papel, consiste en hacer una recuperacin

    intelectual de la necesidad del Estado en las economas y en las sociedadescontemporneas despus de varias dcadas de desempeo econmico ysocial mediocres, que coincidieron con una victoria de las ideas que hacandel Estado un obstculo ms que una herramienta y una condicin paraprocurar e inducir bienestar colectivo.

    Y, como apunta el profesor De Juan (2006: 48) todo hubiera sido ms fcil(y real) de haberse admitido la naturaleza tica del ser humano. Conscientesde que hay bienes pblicos y asuntos de inters general se delega a losrepresentantes polticos elegidos la capacidad para atenderlos de la mejormanera posible. Se confa en su capacidad para comportarse de formatica, superando sus propios intereses particulares (en caso que entraran

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    en conflicto). Se les delega incluso la facultad de que aprueben normas quevayan contra los intereses concretos del grupo que representan o el de todala comunidad poltica, por defender ciertos valores ticos que los polticos y

    el electorado consideran prioritarios.Si bien las realidades locales de las economas latinoamericanas y de la

    Unin Europa distan de parecerse, hay una historia comn: menos Estado nose ha traducido en mejora en el desempeo de la actividad, en un crecimientoms sostenido y equilibrado y en la consecucin de objetivos sociales. Enel caso latinoamericano, y mexicano en particular, el largo estancamientode la economa nos coloca en una situacin donde ya es evidente que elmercado, por s mismo, no generar puntos de inflexin hacia un nuevo ciclo

    de crecimiento y ampliacin de las economas: o es el Estado y los gobiernoslos que apuestan por crecer, por generar inversin, empleo y redistribucin oparecemos estar condenados a lo que el profesor Cordera ha bautizado comoel estancamiento estabilizador (en contraste con el periodo de desarrolloestabilizador que permiti la modernizacin de la economa mexicana enlas dcadas centrales del siglo XX) (Cordera, 2007).

    Y es que, en esta lnea cabe apuntar que si bien en la ltima dcada delpasado siglo las reformas estructurales emprendidas en diferentes pasesemergentes o en desarrollo han contribuido a dotarles de mayores dosisde estabilidad econmica, reduciendo los riesgos de hiperinflacin, de alta

    volatilidad del tipo de cambio, de dficit pblicos crnicos, de crecimientoeconmico anmico, de crisis de Deuda externa, de prdida de competitividaden los mercados exteriores o de graves crisis financieras, situaciones que lesaquejaron con anterioridad a muchos de estos pases, estas reformas nohan sido suficientes ni para mejorar las condiciones de vida de la poblacinen general, ni para reducir la desigualdad, ni para aumentar la competitividadexterior de muchos de estos pases (Ruesga, Cordera, Murayama y Snchez,

    2007: 13). Es ms, en muchos casos las reformas institucionales siguensiendo frgiles, como demuestran la persistencia de la corrupcin, la inefica-cia e ineficiencia en la prestacin de servicios pblicos esenciales (educacin,servicios sociales, etc.), la baja calidad de las Administraciones pblicas, engeneral, y el descontento de los votantes, el cual magnifica los cambios delnea de gobierno a la menor oportunidad, impidiendo, de esta forma, enmuchos casos la continuidad y estabilidad en las polticas reformadoras em-prendidas por gobiernos anteriores y su sostenibilidad. (Ibidem)

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    3 LA HACIENDA PBLICA EN LA GLOBALIZACINEn Europa, cunden los desafos que genera la cada vez mayor inseguridad

    econmica de los individuos (empleo inestable, poblaciones en fase de

    envejecimiento que ser ms difcil mantener en el futuro por el incrementode los costos en la seguridad social mientras se estrecha la base de ingresos)

    justo despus de una fase de contraccin del Estado y, en particular, delEstado de bienestar.

    Es precisamente ahora cuando se necesita ms de esa red de proteccinestatal en Europa, y es tambin cuando se hace necesaria una respuestainstitucional al no crecimiento que dej tras de s como legado la puesta enmarcha implacable de las polticas surgidas del consenso de Washington en

    Amrica Latina.En este sentido, no deja de ser un reto formidable la financiacin del

    Estado, o de los Estados, en plural, en el contexto de deslocalizacin dela actividad econmica que implica menores capacidades de control y deimposicin fiscal para las haciendas tributarias nacionales. Lo anterior porquemientras que el tributo responde a una concepcin nacional, vinculada alEstado moderno, la globalizacin provoca que alguno de los fundamentos dela soberana tributaria del Estado entre en crisis.

    Por un lado, la competencia de la organizacin tributaria para imponer,recaudar y exaccionar, de manera coactiva (esencia de todo fenmeno im-positivo) se encuentra limitada por la frontera al no ser competentes losfuncionarios pblicos ms all de las fronteras estatales; por otra parte, lasbases tributarias ms mviles, empezando por el capital financiero y llegando,ahora, hasta la mano de obra menos cualificada que, temporalmente, sedesplaza a otros Estados para obtener ingresos, superan los obstculosfronterizos y escapan a los instrumentos de control nacional clsicos,desafiando a los diferentes modelos de intervencin administrativa en materia

    de control de cambios.Esta contradiccin entre soberana tributaria nacional y bases impositivas

    crecientemente internacionalizadas no es resuelta, adems, por los fenmenosde integracin econmica, al constituirse el poder tributario como uno de losltimos baluartes del poder nacional, sin que los Estados cedan el mismo a lasinstituciones internacionales, tal y como ha demostrado la larga y complicadahistoria de la armonizacin fiscal en la Unin Europea.

    En un horizonte de amplio aliento sera factible superar esta contradiccinconservando las competencias nacionales de las Haciendas Pblicas aunqueello no est exento de dificultad. Existen propuestas que pretenden coordinar

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    el sistema tributario con la realidad socio-econmica, como sucede con lasideas para desarrollar gravmenes internacionalizados (tasa Tobin) o elpapel de la OMC respecto de ciertos regmenes tributarios privilegiados que

    distorsionan la competencia y los flujos de mercancas a nivel mundial.A la luz de estos retos, como se ha sugerido en algn lugar, la hacienda

    pblica del siglo XXI debe de entenderse y concebirse como internacional, ariesgo, caso contrario, de dejar de cumplir con el papel que histricamentese la ha conferido (Carbajo, 2007). El tema es de la mayor importancia,pues el Estado es viable y existe en tanto tiene capacidad tributaria; es decir,estamos hablando de un asunto sensible incluso para la misma supervivenciadel Estado.

    4 DERECHOS FUNDAMENTALES Y GLOBALIZACINLa necesidad de atender los nuevos desafos que enfrentan las diferentes

    economas tambin exige una revisin de la experiencia histrica y delos resultados, diversos, que han obtenido las naciones que tambin handesplegado estrategias particulares. En particular, en el grueso de Amri-ca Latina ha quedado atrs la simbiosis de proteccionismo econmico yautoritarismo poltico aunque tambin existi liberalismo econmico engobiernos no slo autoritarios sino dictatoriales, pero es evidente que ellono es suficiente para abatir los rezagos, sobre todo en el mbito social, quesiguen lacerando al bienestar en el subcontinente. La mera frmula mercado

    y democracia, como lo evidencian los informes del Programa de las NacionesUnidas para el Desarrollo, no basta para generar bienestar y, en el extremo, lapersistencia de la pobreza y la desigualdad ponen en riesgo la sustentabilidadmisma de los regmenes democrticos.

    Puede asegurarse que ninguno de los problemas a los que se enfrentala consolidacin de la democracia en Amrica Latina, tiene la densidad y laprofundidad de la ausencia o no aplicacin del derecho en varios captulosque resultan fundamentales para la convivencia armnica de la sociedad.Persiste en niveles alarmantes la inseguridad, la corrupcin, la impunidad: laautoridad vacila en aplicar la ley y los ciudadanos se resisten a cumplirla. Enese terreno tan delicado, se identifica cotidianamente una enorme falla queerosiona la convivencia democrtica, que puede enunciarse en la carencia deun autntico Estado de derecho que efectivamente brinde garantas accesiblespara el conjunto de los ciudadanos y norme su conducta.

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    No se trata de las debilidades de un cdigo o de las equivocaciones quepuedan cometer los encargados de administrar la justicia, de la corrupcinfocalizada o de la impunidad, sino de subrayar la mala situacin general de

    lo que algunos estudiosos llaman el estado de legalidad.Guillermo ODonnell acu el trmino ciudadana de baja intensidad para

    referirse a esa situacin donde los ciudadanos son iguales al momento devotar, pero no as ante la polica o frente al sistema de justicia.

    Un elemento que puede ayudar a comprender las diferencias que hayentre los habitantes del mismo pas para ser iguales en la realidad entanto ciudadanos, tiene que ver con la manera en que, histricamente, sefue accediendo al ejercicio de distintos derechos sociales. Como seala

    desde una perspectiva general Gerardo Pisarello en un claro abandonode los principios de generalidad y abstraccin que inspiran la nocin de leyen el Estado de derecho clsico, las intervenciones del Estado social semuestran propicias a la multiplicacin de espacios de legalidad atenuada

    y decisionismo administrativo. Tienen lugar, ciertamente, intervenciones afavor de sectores vulnerables hasta entonces privados de beneficios realesde la ciudadana. Pero son sobre todo aquellos grupos organizados, capacesde presionar corporativamente en las instituciones estatales, los principalesbeneficiarios de las polticas sociales. () Con el capitalismo fordista comotrasfondo, la proteccin legal de los derechos sociales se subordina en granmedida a la garanta de los derechos laborales y se concede, de maneraselectiva (Pisarello, 2003: 29), generando desproteccin para aquellos queno consiguen acceder a la ciudadana a travs del mercado laboral formal.

    En los aos del desarrollo conducido por el Estado en Amrica Latina, alejercicio real de ciudadana se acceda en buena medida a partir del ingresoal mercado laboral formal, entonces en expansin. Es ese el caso del accesoa la salud en Mxico donde el sistema desde sus orgenes () qued dividi-

    do entre aquellos que tenan derechos en salud legalmente definidos, a losque se llam derechohabientes, y aquellos que eran sujetos de la accinasistencial del Estado, con derechos poco precisos, que eventualmente sedenominaron poblacin abierta. (Frenk, et al, 2004).

    As, si bien como principio general pudiera afirmarse que la extensindel Estado social contribuye a reforzar los elementos ms progresistas de lademocracia liberal, el esquema de arreglos corporativos sobre los que puedellegar a asentarse expone a las principales organizaciones vinculadas a lareivindicacin de los derechos sociales (partidos de masa y sindicatos) aseveros procesos de oligarquizacin que acaban por separarlas de sus basessociales, convirtindolas, en muchos casos, en una prolongacin burocratizada

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    de las instituciones estatales (Pisarello, 2003: 30). De esta forma, a pesardel impacto e trminos igualitarios e incluyentes, la prestacin de derechossociales durante el Estado social tradicional no deja de desarrollarse en un

    entorno preado de componentes paternalistas y clientelistas (Ibid.).Si la extensin de los derechos sociales y, por tanto, el acceso a la

    ciudadana en el modelo corporativo generaba una dinmica de inclusin paradeterminados colectivos y exclusin para el resto, el proceso de retraimientodel Estado, que tuvo lugar como respuesta a la crisis de la deuda de iniciode los aos ochenta, aument el grado de vulnerabilidad individual y dificultan ms la conformacin de una ciudadana extendida.

    As, en virtud del estrecho vnculo entre prestaciones laborales y pres-

    taciones sociales, la flexibilizacin de las primeras conduce a la negacin delas segundas. (...) De este modo, la deslocalizacin y la destemporalizacinde las relaciones laborales ponen a descubierto los lmites de inclusin delEstado social tradicional. El aumento de la precariedad y de la desocupacinestructural desnuda la brecha existente entre los trabajadores relativamenteprotegidos de una minora de trabajadores estables y los inexistentes oresiduales derechos sociales reconocidos a una gran mayora de excluidos ode precarios partcipes del mercado laboral formal, desde las mujeres hastalos inmigrantes pobres, pasando por toda una serie de colectivos (nios,campesinos, desempleados de larga duracin, personas con discapacidadesfsicas o mentales) que pasan a engrosar una suerte de infraclasecon escasasposibilidades de insercin (Pisarello, 2003: 31).

    En este sentido no deja de ser paradjico que mientras que en el tramofinal del siglo XX en Amrica Latina ocurra la tercera ola democratizadora,en la que se formalizaba la vida poltica, incorporando a la arena electorala corrientes excluidas durante dcadas de la vida institucional, se vivi unproceso de informatizacin del mundo del trabajo, del principal vehculo

    para el acceso a la ciudadana. As, se sentaban las bases objetivas para laigualdad poltica a partir del ejercicio del derecho al sufragio efectivo, perose erosionaban las condiciones de seguridad material de los individuos y sefracturaba la senda ascendente en la movilidad social que haba tenido lugaren las primeras dcadas de la segunda mitad del siglo XX.

    Bien vistas las cosas, el proceso que por economa de lenguaje se hadenominado como neoliberalismo o bien como las polticas econmicasenmarcadas dentro del consenso de Washington o del pensamiento nicoen su versin latinoamericana, ha tenido como uno de sus efectos co-laterales el estrechamiento de los canales de acceso a la ciudadana plena.Por un lado, porque al generar un aumento en la desigualdad social, reduce

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    la autonoma individual y colectiva de muy amplias capas de la sociedad y,por otro, porque tampoco contribuye a crear polticas pblicas de alcanceuniversal, incluyentes, sino que stas han sido reemplazadas por polticas

    focalizadas, asistenciales, ms que como instrumentos para el desarrollo yde alcance universal. Lo que se tiene, as, con los programas de combatea la pobreza dirigidos a los grupos en situacin de pobreza extrema, en uncontexto de aplicacin de polticas econmicas que no generan crecimiento,es una poltica social de mnimos, residual, de baja intensidad.

    De esta manera, mientras se privilegian estrategias para la estabilidadeconmica nominal, que se traducen en escaso crecimiento, en reducidageneracin de empleo y de atona de la inversin productiva, la estabilidad y

    los indicadores macroeconmicos reales empleo, pobreza y productividadpermanecen estancados (Murayama, C., 2006). La aplicacin de estaspolticas en los ltimos lustros, como seala ODonnell, no es neutro en lo quese refiere a la vigencia de los derechos: La furia antiestatalista de los aospasados (facilitada por el disfuncional elefantismo que haban adquirido lasburocracias estatales en no pocos pases de la regin) llev a la indiscrimina-da eliminacin de agencias estatales, o a su apresurada y desfinanciadadescentralizacin, de maneras que han afectado gravemente el cumplimien-to de funciones bsicas del Estado, incluso en lo que respecta a la vigenciade elementales derechos civiles y sociales (ODonnell, 2004: 177).

    La prdida de ciudadana, implica, a su vez, un proceso de debilitamientodel Estado mismo y, por consecuencia, la posibilidad de un mayor grado demultiplicacin de la influencia de los poderes no formales en un escenariode globalizacin.

    El fenmeno de la globalizacin, por otra parte, gravita sobre las capa-cidades de los Estados nacionales en general y, por ello, pone en juego a lapervivencia del Estado de derecho tal como se ha conocido hasta la fecha.

    Como seala Ferrajoli todo el proceso de integracin econmica mundialque llamamos globalizacin bien puede ser entendido como un vaco de de-recho pblico producto de la ausencia de lmites, reglas y controles frente a lafuerza, tanto de los Estados con mayor potencial militar como de los grandespoderes econmicos privados. A falta de instituciones a la altura de las nuevasrelaciones, el derecho de la globalizacin viene modelndose cada da ms,antes que en las formas pblicas, generales y abstractas de la ley, en lasprivadas de contrato, signo de una primaca incontrovertible de la economasobre la poltica y del mercado sobre la esfera pblica (Ferrajoli, 2003: 22).

    Pero el reconocimiento de la globalizacin como fenmeno inevitable, ylos desafos que plantea al Estado, no implica asumir que la era del Estado

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    nacin ha quedado o debe quedar atrs, pues precisamente en la medidaque las desigualdades se han reducido (...) esto ha ocurrido en el interiorde las naciones, como resultado de la capacidad del Estado de regular

    polticamente las fuerzas del mercado a nivel nacional (Volger, 1986, citadopor ODonnell, 2004: 173).

    Habra que reconocer que la identidad comn, colectiva, en ese Estadodeseable no es otra que la igualdad real en derechos, para que las libertades ylas diferencias individuales puedan practicarse y potenciarse. Una constitucinno sirve para representar la voluntad comn de un pueblo, sino para garantizarlos derechos de todos, incluso frente a la voluntad popular. Su funcin no esexpresar la existencia de un demos, es decir, de una homogeneidad cultural,

    identidad colectiva o cohesin social, sino, al contrario, la de garantizar, atravs de aquellos derechos, la convivencia pacfica entre sujetos e interesesdiversos y virtualmente en conflicto. (Ferrajoli, 2001; 28).

    En esta perspectiva, para ODonnell (2004: 182), el punto que podrafijar el norte de la discusin de qu Estado debera ser la bsqueda de unEstado para una nacin de ciudadanos(as); es decir, como interpelador ypromotor de ciudadana, no como invocador de una comunidad orgnicamentedefinida que, como bien sabemos en Amrica Latina, puede ser eficazmentemanipulada por diversos autoritarismos.

    5 LA MONEDA Y LAS FINANZASUna moneda simboliza nuestro libre albedro escribi Borges en El

    Zahir, pero sin duda globalizacin y volatilidad monetaria son trminos anindisociables. En el campo de las finanzas las decisiones privadas, porparte de tenedores del dinero en una plaza determinada, pueden acarrear

    efectos significativos sobre las reservas nacionales de distintos pases, noslo perifricos, y cambiar el ciclo econmico y las posibilidades de un cre-cimiento sostenido. De nuevo, en el terreno de las finanzas es indispensablereplantearse el papel del Estado, como se hizo en su momento cuando huboun compromiso compartido, explcito, entre las distintas naciones, paraasegurar una fase extensa de creacin y difusin de riqueza global, es decir,con los acuerdos que construyeron la arquitectura financiera internacionalde la segunda posguerra. As, si bien hay que reconocer las limitacionesdel Estado nacin para hacer frente a las fuerzas de las finanzas, por ellomismo hay que redefinir el concepto de soberana nacional, en nuevasformas institucionales que, a escala supranacional, favorezcan la soberana

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    compartida. Solamente fortaleciendo el poder poltico se podr recuperarla capacidad reglamentaria de las autoridades monetarias y, con ellas, ladimensin pblica del dinero (Garca de la Cruz, 2007).

    No obstante, experiencias como la mexicana y, en algn grado, la queexperiment Argentina con su sistema bancario en la dcada de los noventa,evidencian que la internacionalizacin de la banca sin las polticas monetariasadecuadas y sin una efectiva regulacin estatal (o supraestatal coordinada omejor compartida) puede generar sectores financieros incapaces de contribuiral desarrollo de las naciones donde se despliegan. Sin banca privada y sinintermediacin financiera que canalicen de manera eficiente el ahorro, nohay posibilidades de allegar recursos a la actividad productiva, pero un sector

    financiero privado con altos niveles de rentabilidad no implica, por s mismo,que se estn generando condiciones virtuosas para el crecimiento ni parasu sostenibilidad, por lo que son necesarias nuevas reformas institucionalesque generen regulacin ms eficaz de los sistemas financieros que seacapaz de romper el crculo vicioso de ganancias privadas y prdidas pblicasque se ha vivido de manera reiterada en distintos pases de Amrica Latinaen las ltimas dcadas y vincule, efectivamente, los distintos instrumentosfinancieros con el objetivo de la inversin privada y, por consiguiente, con eldesarrollo mismo de las economas.

    6 LA COHESIN SOCIALUn espacio multinacional que constituye el referente global ms ambicioso

    para combinar eficiencia y bienestar econmicos es la Unin Europea, dondela cohesin social es un objetivo explcito de las polticas econmicas. En elespacio de la UE, si bien los pases miembros ceden algunas atribuciones al

    mbito comunitario, tambin es cierto que la dimensin pblica y el papeldel Estado o, mejor, de los Estados no se ha soslayado y, al contrario, laspolticas pblicas supranacionales, como las que se que hacen viables losobjetivos de cohesin a travs de la redistribucin de recursos pblicos entreregiones segn su grado de desarrollo, vienen jugando un papel indispensableen el devenir de este proceso de integracin econmica regional. No obstan-te, la UE contina enfrentando problemas como la desigualdad en el nivel de

    vida, el dficit de trabajoexpresado por las tasas de empleo y las tasas deparo, el dficit de productividad que compromete su capacidad de crecimientosostenido y el dficit medioambiental, que se suman a nuevos obstculospolticos para, por ejemplo, cristalizar un texto constitucional comn. Una

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    vez ms no deja de ser relevante el hecho de que, para edificarse como unaautntica tarea y meta colectiva, la actualizacin de la vigencia de dicho modelosocial precise, necesariamente, de la revisin de la actuacin del conjunto de

    las instituciones pblicas, que implica una mejor y mayor coordinacin, y quepasa, finalmente, por un replanteamiento del tipo de poltica econmica queel Estado ha de desplegar, pero en ningn momento por la declinacin delempeo estatal para desplegar estrategias de desarrollo, como s ha llegadoa ocurrir con frecuencia en otras latitudes (Gonzlez Laxe, 2007).

    Uno de los fenmenos que cruzan a las sociedades contemporneas de lamano de la etapa actual de la economa es la transformacin del empleo y dela nocin que de l se tena hasta hace unas dcadas. La senda ascendente

    del trabajador, vinculado al sector secundario, que trabajara a lo largo desu ciclo vital productivo para un mismo empleador, acumulando experiencia

    y con ello tambin prestaciones y derechos, hasta alcanzar la jubilacin,es una excepcin en el panorama laboral actual. Ahora, una persona pormayor cantidad de credenciales escolares que acumule- sabe que trabajaraen unos cuantos aos para distintos patrones, en actividades muy distintasentre s, que la edad se vuelve cada vez ms un handicapen contra y que eldesempleo acecha de manera permanente. Es decir, que el empleo para todala vida ha sido sustituido por una vida de incertidumbre laboral en un tiempoen el que, a la vez, no deja de crecer la expectativa vital de los individuos,pero tambin su necesidad de recursos para afrontar los costes asociadosa los servicios de cuidado y de salud de las personas de la tercera edad. Enel mundo desarrollado pocas veces se haba prefigurado un escenario detanta exigencia para los sistemas de seguridad social desempleo temporalfrecuente, jubilacin temprana o paro de larga duracin para los mayores de55 aos y, al mismo tiempo, en los pases en vas de desarrollo, tampocose haba encarado un escenario, producto en buena medida de la transicin

    demogrfica, que arrojara una poblacin con un alto componente de personasde la tercera edad sin que se haya edificado un sistema de proteccin socialamplio. Cmo hacer frente a esos desafos? Se ha sealado (MartnezNoval, 2007) que no ser a travs de las respuestas que ofrece el mercadopara afrontar el riesgo econmico a gran escala, en boga hasta hace unoscuantos aos, como los esquemas de privatizacin de los fondos de pensiones.Por el contrario, dado que el capitalismo es congnitamente inestable nose puede dar la espalda a la necesidad de crear mecanismos sociales deproteccin. As, frente a la inseguridad econmica el contrapunto no es otroque la seguridad social, que implica la proteccin frente al desempleo o elinfortunio, la proteccin frente al riesgo cierto que supone la vejez.

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    Ahora bien, la experiencia de las ltimas dcadas demuestra que haydiferentes alternativas para encarar el crecimiento de la inseguridad eco-nmica que caracteriza al tipo de globalizacin que viven las economas

    contemporneas. As, el resultado de los procesos de insercin en la econo-ma mundial de los pases asiticos dista mucho de los resultados pocoalentadores que se obtienen en el grueso de las naciones de Amrica Latina.En un contexto de liberalizacin financiera, de inestabilidad e incertidumbre,las estrategias estatales para impulsar el desarrollo y crear colchonesinternos de seguridad frente a los choques externos resultan determinantes deldevenir del bienestar de las poblaciones (Moreira Cunha y Bichara, 2007).

    Repensar y recuperar al Estado, es una de las pocas rutas de que dis-

    ponemos al inicio del siglo XXI para contrarrestar la inseguridad global quese reproduce de manera fractal: afecta a las regiones, a los pases, a lascolectividades humanas pero tambin a los ciudadanos de las sociedadescontemporneas en lo individual, tanto las naciones pobres como de aquellasque se han vuelto receptoras de pobres.

    Se trata, en definitiva, de que asumiendo que en las sociedades organizadasbajo principios mercantiles, como es el caso, difcilmente los comportamientosticos individuales afloran de forma espontnea o voluntaria con carctergeneralizado aunque a veces ocurre de forma excepcional, resulta precisoacudir a la institucionalizacin de acuerdos entre los diferentes agenteseconmicos, para, desde fuera del mercado, incorporar a la regulacin desu funcionamiento reglas y normas que garanticen la practica de la tica enlas relaciones socioeconmicas. Lo que significa que el Estado como garantede estos acuerdos establezca las instituciones pertinentes de hecho y dederecho a tales efectos. Se trata, en definitiva, de caminar a la bsqueda deun ptimo no mercantil, de la optimizacin de valores ticos. Y ello se ha dedefinir en la dimensin espacial precisa, en cada circunstancia y momento,

    de tal modo que no se alteren las posiciones relativas de competencia enlos mercados por parte de las empresas, o de los territorios econmicos enlos que se asientan stas (Ruesga, 2007), redefiniendo, eso s, pero noanulando, sino al contrario enalteciendo, el papel del Estado en la regulacinde la actividad econmica.

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    NOTAS1La economa es un sistema terico (entindasematemtico) que flota en el aire y tiene poco que

    ver con lo que sucede en el mundo real (tomadode Ruesga, 2006: 75).

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