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 EL GERONTAGOGO COMO PROFESIONAL EN LA INTERVENCIÓN SOCIOEDUCATIVA CON PERSONAS MAYORES.  Profa. Inmaculada Montero García  Departamento de Pedagogía. Universidad de Granada. RESUMEN Esta comunicación plantea la necesidad creciente que existe en nuestra sociedad,  por atender los aspectos socioeducativos en torno a las personas mayores. En relación a ello, el Gerontagogo se presenta como profesional que, desde una actuación interdisciplinar, pero desde una perspectiva fundamentalmente educativa, pretende colaborar en la atención a este sector poblacional, de forma adecuada al contexto y a las demandas que puedan presentarse. El fin último: conseguir procesos conscientes y racionales que, de manera reflexiva, conlleven una toma de decisiones sobre determinados aspectos de la realidad o sobre uno mismo, siendo el protagonista, el  propio mayor. PALABRAS CLAVE  Educación; Mayores; Gerontagogía; Gerontagogo; Paradigma; Reflexividad;  Autodeterminación. I. INTRODUCCIÓN A lo largo de estos últimos años, hemos visto resurgir nuevos planteamientos, que desde una óptica más o menos progresista, buscan enfatizar la vertiente socioeducativa con las personas de más edad. Parece que ahora más que nunca, este sector de la  población siente mayores necesidades de "educarse", de encontrar un sentido propio al momento concreto en el que viven, de buscar nuevos cauces de intervención social y desarrollo personal. Puede que sea cierto, que hayamos tenido que atravesar los umbrales del siglo XXI, para darnos cuenta de la importancia que tiene considerar la educación desde sus dos características más consustanciales, como son la pluralidad (educación "para todos") y su continuidad (educación "durante toda la vida"). Es evidente, que esta nueva perspectiva puede responder a causas muy diversas y,  por supuesto, no siempre fáciles de delimitar. Aunque no es nuestra intención que esta

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EL GERONTAGOGO COMO PROFESIONAL EN LA INTERVENCIÓN

SOCIOEDUCATIVA CON PERSONAS MAYORES.

 Profa. Inmaculada Montero García

 Departamento de Pedagogía. Universidad de Granada.

RESUMEN

Esta comunicación plantea la necesidad creciente que existe en nuestra sociedad,

 por atender los aspectos socioeducativos en torno a las personas mayores. En relación a

ello, el Gerontagogo se presenta como profesional que, desde una actuación

interdisciplinar, pero desde una perspectiva fundamentalmente educativa, pretende

colaborar en la atención a este sector poblacional, de forma adecuada al contexto y a las

demandas que puedan presentarse. El fin último: conseguir procesos conscientes y

racionales que, de manera reflexiva, conlleven una toma de decisiones sobre

determinados aspectos de la realidad o sobre uno mismo, siendo el protagonista, el

 propio mayor.

PALABRAS CLAVE

 Educación; Mayores; Gerontagogía; Gerontagogo; Paradigma; Reflexividad;

 Autodeterminación.

I.  INTRODUCCIÓN

A lo largo de estos últimos años, hemos visto resurgir nuevos planteamientos, que

desde una óptica más o menos progresista, buscan enfatizar la vertiente socioeducativa

con las personas de más edad. Parece que ahora más que nunca, este sector de la

 población siente mayores necesidades de "educarse", de encontrar un sentido propio almomento concreto en el que viven, de buscar nuevos cauces de intervención social y

desarrollo personal. Puede que sea cierto, que hayamos tenido que atravesar los

umbrales del siglo XXI, para darnos cuenta de la importancia que tiene considerar la

educación desde sus dos características más consustanciales, como son la pluralidad

(educación "para todos") y su continuidad (educación "durante toda la vida").

Es evidente, que esta nueva perspectiva puede responder a causas muy diversas y,

 por supuesto, no siempre fáciles de delimitar. Aunque no es nuestra intención que esta

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Sabemos pues, que esta pretensión es difícil, por ello no vamos a plantear

objetivos que, sin lugar a duda, son complejos. Nos conformamos con arrojar un poco

de luz sobre la confusión que parece dominar dicha cuestión, con el fin de llegar a una

mayor comprensión acerca del mismo.

Como hemos dicho, no es momento de entrar en discusiones sobre lo apropiado

o no de la terminología. Los referentes sólo tienen sentido si son capaces de descubrir y

desvelar la importancia del verdadero significado que los trascienden. Por ello, vamos

 brevemente a repasar los términos que han estado asociados al mundo de la vejez y las

connotaciones que conllevan.

De todos los vocablos que han designado a la Tercera Edad en relación a la

educación, quizás el más conocido por todos sea el de Gerontología, y en nuestro

ámbito, el de la Gerontología Educativa. PETERSON en 1976, fue uno de los

 primeros autores que trató de convenir una definición ajustada del término: “es el

estudio y la práctica de las tareas de enseñanza dirigidas a y acerca de las personas

envejecidas y en proceso de envejecimiento”. Incluye tres aspectos distintos pero

relacionados: (1) las tareas educativas para personas de mediana edad o mayores; (2) la

educación del público general o de uno específico en torno al envejecimiento y los

mayores; y (3) la preparación educativa de las personas que están trabajando ya o

 pretenden hacerlo en actividades de profesionales o para-profesionales de atención a los

mayores, añadiendo algunos años más tarde una concepción más positiva al respecto:

“la gerontología educativa es un intento de aumentar y aplicar lo que se conoce acerca

de la educación y el envejecimiento con el fin de alargar y mejorar la vida de las

 personas mayores” (PETERSON, 1980). 

Junto con otros autores posteriores, PETERSON sentó las bases para que la

Gerontología Educativa fuera entendida de manera global como referente de todo lo que

tiene que ver con la educación de un sector de población cada vez mayor.Unos años más tarde, el profesor André LEMIEUX pensó en el término

geragogía  refiriéndose al aprendizaje de los mayores con déficits reconocidos por la

geriatría. Pero dada su raíz etimológica y las connotaciones que conllevaba, referidas al

campo de la salud, era preciso delimitar la atención educativa sin necesidad de recurrir a

deficiencias físicas, psíquicas o sensoriales. Fue entonces, cuando este investigador

canadiense desarrolla el término que hoy representa la educación de las personas de más

edad, la gerontagogía como “ciencia aplicada que tiene por objeto el conjunto demétodos y de técnicas seleccionadas y reagrupadas en un corpus de conocimiento

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orientado en función del desarrollo del discente mayor ” (LEMIEUX, 1986).

Etimológicamente proviene del griego “geron" (viejo, mayor), y "ago" como verbo o

"agogía" como sustantivo (conducir/conducción), que viene a significar “conducir a un

viejo”. Así pues, el criterio edad es lo que diferencia la gerontagogía de la pedagogía.

Su carácter es pues, esencialmente práctico, y hace referencia a todo un conjunto de

métodos, técnicas, etc., reagrupados en un nuevo concepto de conocimientos que da

sentido al carácter específico de la educación en los sujetos de más edad.

Pero, como en el caso de muchas otras disciplinas, la Gerontagogía se enmarca

dentro del ámbito de lo social y, por tanto, conlleva la necesidad de considerar los

 procesos educativos, en contextos determinados, a partir de circunstancias concretas

sociales, históricas, culturales y evolutivas; sabedores de que, dependiendo de esa

idiosincrasia y de su adaptación a la misma, dichos procesos pasarán a ser más o menos

completos, lo cierto es que, a los que nos consideramos "educadores", todavía nos

cuesta reconocer que detrás de toda persona existe algo único, que nos obliga a

considerar más detenidamente esos factores que la dotan de un significado y un estilo

distinto a la hora de ser aprendiz y maestro (porque de todos aprendemos, y más aún de

los mayores). Desde esa perspectiva, creo que tiene sentido hablar de "espacio científico

híbrido" como defiende el profesor Mariano SÁNCHEZ, desde donde dar cabida a

distintas ciencias que, con carácter interdisciplinar, sustentan y explican la intervención

educativa con las personas de más edad.

Sin duda, la novedad de la gerontagogía, es la referencia al carácter educativo

del mayor como un aspecto más de la persona, que en su modo de ser y actuar demanda

unas necesidades que han de ser interpretadas desde su vertiente personal y social, en

conexión con sus intereses y capacidades. En el contexto de esa evolución aparece la

intervención educativa, entendiendo la educación como desarrollo permanente y

continuo, característica inmanente de la persona, que va mucho más allá de lo queentendemos por enseñanza-aprendizaje, proceso más intencional y estructurado.

Así, la gerontagogía podría entenderse como herramienta de trabajo, que

utilizada de manera más o menos innovadora pero siempre adecuada a nuestro ámbito

de actuación, permite potenciar y dotar a cada persona, de las habilidades necesarias

 para que pueda desempeñar un papel propio en su contexto, que en muchos casos será

transformador y crítico, otras veces ayudará a la persona en su adecuación al entorno,

 pero siempre partirá de los diferentes condicionantes que la posicionan en el mismo. Deahí la importancia de adaptar nuestras formas de trabajo a las necesidades y los fines

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que los mayores plantean. Da igual el significante que utilicemos para explicar este

 proyecto. Lo importante es tener claro el fin y los medios que vamos a utilizar para

conseguirlo.

III.  EL GERONTAGOGO DENTRO DEL PARADIGMA SOCIO-

CRÍTICO

Como se deduce de lo expuesto, no es fácil delimitar las competencias del

gerontagogo, como no lo es tampoco definir en qué consiste exactamente eso de la

gerontagogía. Pero como defendimos al principio de la comunicación, parece más que

evidente que los tiempos corren, al igual que los años, aunque quizás no con tanta

 premura, y que, al que siente la necesidad, se le debe responder, dejando a un lado (si es

 posible), los posibles beneficios que pueda egoístamente acarrear esto para la sociedad.

Si el gerontagogo, se nutre en su intervención del carácter interdisciplinar y

fundamentalmente socio-educativo de la gerontagogía, está claro que no puede

identificarse con un educador social, un trabajador social, un "pedagogo" de la vejez, o

un terapeuta, aunque tenga un poco de todo ello. Pero para fundamentar y entender sus

competencias, sería conveniente partir antes de un breve análisis acerca de los distintos

modelos de formación de los profesionales, que se derivan de los tres paradigmas

científicos dominantes.

Según el profesor SÁEZ, el paradigma tecnoacadémico  entiende el

 profesionalismo como un proceso que pretende mejorar la efectividad de una actividad

 profesional concreta, de cara a conseguir los resultados definidos institucionalmente. Su

criterio fundamental es la aplicación. Por lo tanto, desde este planteamiento, un buen

gerontagogo siempre será un gran ejecutor, capaz de aplicar técnicamente el

conocimiento teórico a la solución de problemas prácticos. Normalmente será la teoría

la que dirija su acción mediante el conocimiento prescriptivo. La pretensión de este paradigma es lograr objetivos cuantitativos, neutrales y reglados, entendiendo la

educación básicamente como proceso instructivo. Se correspondería con lo que CARR

denomina ideología profesional , donde el rol del educador es el de manager ,

maximizando el logro efectivo de los objetivos para responder a una sociedad

fundamentalmente meritocrática.

Sin embargo, desde el punto de vista del paradigma interpretativo o

fenomenológico, el profesional no es un mero aplicador del conocimiento, sino que semueve a través de valores éticos y códigos deontológicos. Así, sus competencias parten

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de las habilidades que debe desarrollar para enfrentarse a situaciones problemáticas por

medio de la reflexión. Su base de conocimiento son las experiencias y el estudio de los

significados y acciones que éstas comportan. A diferencia del anterior, el gerontagogo

no sería tanto un ejecutor como un facilitador que pretende llegar a la comprensión de la

realidad. Su ideología es la humanista, considerando a los alumnos como depositarios

de una parte del conocimiento que se transmite.

Considerando el paradigma crítico, hablamos del profesionalismo como

 proceso de desarrollo profesional, que favorece una comprensión crítica y reflexiva de

las formas en que las estructuras políticas, sociales y económicas, influyen en la

 profesión. Esto, llevado al campo educativo, supone un método dialéctico en base a

experiencias y problemas, que requiere una implicación y un compromiso en la

construcción personal del medio social. El gerontagogo pasa a ser un intelectual

transformador que tiene como fin último la autodeterminación del educando. Podemos

decir que en la actualidad, se configura como ideología progresista, al pretender una

mejora en el desarrollo social y la búsqueda de una sociedad más igualitaria.

Sin duda, en la realidad estos tres paradigmas no se manifiestan de forma

aislada. Tan sólo se expresan así para favorecer el análisis siempre interrelacionado, de

los contextos en los que nos movemos. Lo que sí permiten es concretar nuestros

objetivos. Si lo que perseguimos es que las personas lleguen a ser más conscientes de su

situación y, por tanto, más libres para poder elegir y actuar en consecuencia, deberemos

trabajar desde una óptica ante todo interpretativa y transformadora. Esto obliga en cierta

manera a considerar al gerontagogo como facilitador y animador, el cual, a través de

una metodología acorde con las personas a las que se dirige (y por tanto, muchas veces

adaptada a cada cual en particular, con las dificultades que ello conlleva), sea capaz de

 potenciar el diálogo para relativizar ideas, ampliar puntos de vista, fomentar y ampliar

el nivel cultural y posibilitar, en definitiva, la comunicación intra e interpersonal.De otra parte, si la persona está decidida a convertirse en un sujeto activo, será

conveniente establecer distintas opciones que le permitan interactuar con la realidad

desde su contexto y su propia forma de entender el "cambio social". Aquí cobraría

sentido la labor de "orientador" del Gerontagogo, a la hora de coordinar y facilitar la

información que realmente convenga a cada persona. Sin dejar a un lado su trabajo

como animador para crear ambiente, de forma tal que favorezca la participación, la

escucha activa, las diferencias ideológicas... en suma, que fomente el diálogo como

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herramienta clave que permita intercambiar significados para poder actuar

consecuentemente con ellos.

Su papel será siempre el de facilitar situaciones de confrontación cognitiva desde

la participación dinámica del mayor y, a su vez, "no dar por supuesto nada"; esto leconvierte ante todo en un profesional flexible ante la heterogeneidad de circunstancias,

 perspectivas y situaciones, con las que se va a encontrar en ese proceso. Pero es

importante no perder nunca de vista la finalidad, el objetivo último que se persigue con

su implicación , que no es otro que el de conseguir que sean los propios mayores

quienes, a partir de una comprensión del contexto y la situación en la que viven, sean

capaces de modificar por sí mismos ese entorno. Claro está, este proceso debe provenir

de una reflexión consciente y responsable, que suele conllevar dificultades importantes

a la hora de llevarla a cabo. En su puesta en práctica, es donde tiene más sentido hablar

de la labor del gerontagogo, como profesional que, haciendo uso de los recursos y las

metodologías más convenientes, facilita el mayor grado de desarrollo personal. Desde

estos planteamientos, está claro que la persona nunca será mero receptor y destinatario

del conocimiento, sino más bien el elemento crítico que da sentido y significado a la

interacción, que de forma activa construye y reconstruye en su propio medio.

Como ya apuntábamos antes, la decisión de transformar o no el entorno siempre

es personal. Lo que no quiere decir que siempre sea libre. No podemos sustraernos a las

 presiones que suelen provenir de situaciones que, debido a circunstancias más o menos

complejas, ofrecen resistencia a esos cambios. Ante todo, después de consolidarse

durante mucho tiempo como únicas alternativas. Son dificultades que, a mi entender,

 provienen del paradigma socio-crítico. Debemos ser conscientes de que sólo podremos

obtener resultados, si la propia persona está convencida y cree en la necesidad de

implicarse y participar en los procesos de cambio que pretende esta perspectiva. Crear

esa necesidad, con la intención de ampliar las miras en el otro porque se apuesta por su

competencia y posibilidades de actuación, será positivo siempre que contemos con las

herramientas adecuadas que nos permitan después responder a esas demandas. Otras

veces tendremos que rendirnos ante negativas que de ningún modo nos pueden

desilusionar, ante todo si provienen de un proceso consciente de elección. No siempre la

 persona está dispuesta a modificar su comportamiento, y mucho menos los modos o las

concepciones que dan sentido a su vida. Si esto es así, lo importante será que en el

mayor coincidan pensamiento y acción; es decir, que sus modos de actuación sean en la

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mayor medida posible, reflejo de lo que él quiere y desea conseguir. El problema que se

deriva del paradigma socio-crítico, es que no siempre es posible generar alternativas que

 posibiliten una intervención en el contexto. En este caso, deberíamos tener en cuenta

nuestra actuación, para no caer en utopías o enfrentamientos incompatibles con la

realidad. Puede que, en este caso, la estrategia más adecuada sea facilitar procesos de

adaptación que permitan a la persona desenvolverse lo más consecuentemente posible

en su entorno, facilitándole ante todo nuevos modos de afrontar determinados

conflictos. A veces, será lo único (y no por ello insignificante), que se pueda modificar

y, ante todo, hemos de ser realistas (nunca conformistas).

IV.  CONCLUSIONES

Como puede derivarse de todo lo expuesto, es bastante evidente la dificultad que

el paradigma socio-crítico presenta dada la pretensión de sus objetivos, y por ende, lo

que esto supone en el trabajo del gerontagogo como profesional. Hay que reconocer que

aún queda mucho por delimitar y, por supuesto, la respuesta final la tendrán los

mayores, que al fin y al cabo son los protagonistas de estos nuevos planteamientos. Lo

que está claro es que nunca existen respuestas unívocas a una realidad tan cambiante y

diversa como la que conllevan las ciencias sociales en el plano interpersonal: lo

importante al elegir un paradigma educativo u otro, es partir de las necesidades de los

implicados. Y ese análisis de la realidad sólo podremos realizarlo teniendo en cuenta la

interpretación que ellos mismos hacen de su situación, de lo que quieren saber, sentir o

descubrir. Por ello será necesario entender al gerontagogo como profesional que, ante

todo, sea capaz de mantenerse siempre a la escucha atenta de la realidad, a las

necesidades que, de manera explícita y a veces latente, son sentidas por los mayores. A

 partir de ahí habremos de escoger los modos de actuación que en mayor medida

faciliten la intervención de ellos, porque de lo que se trata es de conseguir que sean losverdaderos protagonistas en el cambio que significa siempre "aprehender" las cosas

desde perspectivas individuales o colectivas, pero siempre independientes. Esos

 procesos de reflexión deberían ser facilitados, impulsados y orientados, hacia la propia

autodeterminación. Y en esa labor, el Gerontagogo tiene mucho que decir, ahí es donde

realiza su labor más distintiva en relación al resto de profesionales que trabajan en el

campo de las personas de más edad, y en la continua retroalimentación de su actuación

es donde tendrá sentido hablar de la calidad educativa y profesional.

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