El Grotesco Criollo y Mateo

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El grotesco criollo y mateo Mateo (1923), de Armando Discépolo, pertenece por calificación del autor, al “grotesco criollo” fue una obra reconocida por sus propósitos y logros y por su vigencia que mantiene con los años. Esta obra teatral mantiene con la inmigración y los trastornos en el núcleo social primario, la familia, una intrínseca relación. El termino grotesco aparece por primera vez en 1916, año en el que Chiarelli estrena su obra en Italia- la máscara y el rostro-pieza que su autor clasifica como “grotesco intre atti”.sin embargo, habrá que esperar hasta la llegada de Luigi Pirandello para que la especie se convierta en una de las expresiones las desazonantes del nuevo teatro universal. La fusión es la que logra la sensación de lo tragicómico y de fine lo grotesco de un personaje, de una situación, de un conflicto. En nuestro país cuando se habla de grotesco el nombre de Discepolo es muy citado. Según un crítico llamado Luis Ordaz, el sentido renovador del teatro de nuestro dramaturgo, lo llevo a crear lo que después ha sido calificado de grotesco criollo. Numerosos autores coinciden en que Discépolo fue influido por Pirandello, ambos ingresan al teatro del “disconformismo”. En la argentina, el grotesco surge como una síntesis entre lo nuestro y lo europeo. Sus rasgos más característicos- lo cómico y lo trágico compartiendo un mismo espacio- llegan a vincularse íntimamente. En sus obras coexisten y se compenetran risa, llanto, alegría y dolor. Nuestro autor acentúa esas líneas en tanto asimila la versión europea y su marco englobante, el expresionismo. Discépolo registra la realidad en la que estuvo inmerso y vivió y como síntesis amarga capto el fracaso absoluto de los sueños y las esperanzas que los personajes de sus obras tenían al viajar hacia América, en este caso a Argentina. Como sabemos, toda obra literaria tiene un gran “contenido de verdad”, por más que el universo al cual nos adentremos al leer una novela o cuento o al ser espectadores de una pieza teatral sea un mundo ficticio creado por el autor. Por ejemplo, al leer Martín Fierro, todos sabíamos que ese gaucho no existió realmente, no vivió todas esas peripecias, sin embargo, damos crédito a sus palabras porque denunciaba la situación de muchos gauchos de ese momento que tomaron la palabra a través de ese personaje literario. Es decir, que podríamos hablar de una relación entre obra y grupo social, que por mediación de su creador, articula la estructura significativa de la obra con la estructura de la conciencia de un grupo, de una clase, cuyos sentimientos y aspiraciones son la respuesta global a una situación histórica dada. Mateo fue estrenado en 1923, época de desproporción entre realidad e ideales. Discépolo siente una gran atracción los personajes de inmigración y se adentra e sus problemas y frecuenta sus ámbitos específicos. Utiliza todo ello para simples juegos con máscaras burlescas y para reflejar las angustias, desazones y fracasos que conforman el “grotesco criollo”. En Mateo, esa visión del mundo fue capturada por Discépolo, la forjo en sus personajes. Entre sus obras contamos con El organito (1925), Stefano (1928), Relojero (1934), Cremona (1932). En todas está presente la disolución social, el fracaso, la frustración de las ambiciones y esfuerzos humanos que caracteriza al teatro discepoliano.

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