¿El hombre nace o se hace?

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¿El hombre nace o se hace? 25/08/2014 Sofia Stranger

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¿El hombre nace o se hace?

25/08/2014

Sofia Stranger

¿El hombre nace o se hace?

¿Cuál es la verdadera naturaleza humana? Tras haber vivido la experiencia de la guerra,

Freud propone que el ser humano es guiado por las fuerzas pulsionales, Eros y Tanatos. No

obstante, agrega que nuestro Yo está en la constante lucha entre el placer y la ley del padre,

es decir, nuestro entorno social y su respectivo orden, la civilización. Mas ¿Es este orden un

sustitutivo del ser con instintos animales, o simplemente nos lleva a una patología social que

desenlaza en el mismo principio que las fuerzas eróticas-tanáticas?

Nuestra tesis propone que somos un equilibrio entre el placer y el deber, no obstante hemos

sido llevados y nos hemos dejado llevar, a una existencia meramente consumista

sumergiéndonos en una necesidad de hacernos parte de una sociedad intencionalmente

controladora, convirtiéndonos en seres conformistas que inconsciente o conscientemente

viven plenos siguiendo una práctica falsa de la libertad.

Sin embargo, ¿Cuál es el origen de la convicción del individuo por la praxis falsa? ¿El simple

descubrimiento de este sentimiento-pensamiento conformista o un germen inculcado a través

del tiempo que nos ha exigido la mimetización y el sentido de pertenencia con un entorno

competitivo en el que la otredad es innatamente inferior y nuestra identidad recae en lo que

poseemos?

Ahora bien, para responder a esta interrogante hay dos factores a considerar: en primera

instancia, el individuo y en segunda, su contexto, entendiéndose este como las influencias

sociales pertenecientes al periodo histórico, lugar de crianza, ambiente social y educación

recibida.

El individuo por su parte, como ya hemos mencionado antes, es un conjunto de fuerzas que

interactúan entre sí para crear una psiquis por la que la persona se guiará. De modo que si

planteamos que por propia decisión el sujeto decidió, aun teniendo la posibilidad de conocer

una realidad distinta y bajo su propia voluntad, actuar de acuerdo con un sistema ignorante y

represor, podemos concluir que eligió bajo la regla del conocimiento. Sin embargo, llevado

a términos realistas la situación planteada es utópica, al menos en el ambiente occidentalizado

en el que nosotros vivimos, donde la mayoría de las psquis individuales que en un inicio son

vírgenes y están dispuestas a transformar su actuar dependiendo del segundo factor, su

entorno; se desarrollan con ojos ciegos que no pueden percibir ni concebir una vida distinta

a la que en la que nacen. ¿Por qué? Porque nunca se les ha entregado algo diferente. Es decir,

sus padres, familiares, amigos o cualquier ente al que pueda acudir, ha recibido el mismo

ejemplo y como un círculo vicioso, al ser humano estar acondicionado para seguir conductas

aprendidas, no se atreverá a desenvolverse con un método distinto.

Por lo mismo, podemos afirmar que la educación es una parte fundamental para el desarrollo

de la conciencia del hombre, ya que quien la rige tiene la facultad de implantar ideas

específicas de una corriente de pensamiento en el sujeto que está siendo educado. Tal como

lo explica uno de los principios del filósofo Durkheim: “El hombre no nace, se hace, en

medida de que sus instintos animales son reprimidos y es moldeado por las leyes sociales y

culturales”. De modo que las influencias recibidas en el proceso educativo son muy

importantes tanto como peligrosas, debido a que en ellas reside gran parte de lo que

potencialmente podría llegar a ser la persona en un futuro.

Hoy en día se tiende a confundir el concepto de educación, es decir, la búsqueda de la

sabiduría, la responsabilidad y libertad, con un conductismo moralmente vacío y socialmente

somatizado que solo integra conocimientos teóricos de tipo práctico, sin necesariamente ser

útiles. Teniendo esto como consecuencia seres de voluntad débil e ideales ajenos que creen

fehacientemente estar insertos en el camino único del bien y mantenidos en la ignorancia y

el convencimiento de una civilización bárbara.

El ser humano está establecido como un ser social dentro de una civilización. Sin embargo,

en los tiempos contemporáneos se le ha quitado el sentido etimológico a esta palabra, ya que

tras la propuesta capitalista se dejó de lado el término ciudadano, para sustituirlo por

consumidor. El desplazamiento e imposición de los antiguos por los nuevos conceptos, se

llevaron el sentido de la individualidad y racionalidad del hombre, trayendo consigo un

régimen de líderes o, en distinta forma, autoridades y un sistema de control simple basado

en el “premio/castigo”. Creándose así un círculo de la infinita búsqueda del placer tras sentir

el displacer. "La felicidad universal conserva los engranajes funcionando con regularidad;

la verdad y la belleza, no."- Un mundo Feliz, Aldous Huxley.

Sin embargo, hay que entender que este control social establecido actualmente no es producto

de una creación espontánea, es producto de un proceso sociológico que ha conllevado toda

la historia de la humanidad de una manera cíclica que en ciertos puntos específicos se ha

logrado romper, solo para volver a establecerse.

No obstante, el problema mayor es que aun vociferando el ser aquellos más desarrollados y

civilizados en la historia del universo, no nos hemos liberado de la constante serie de

represión. “La civilización no suprimió la barbarie; la perfeccionó e hizo más cruel y

bárbara”- Voltaire.

Ahora bien, la pregunta es ¿Debemos ser reprimidos? Freud defendió que sí. Siguiendo el

argumento de su libro “El malestar de la cultura”, la verdadera naturaleza del ser humano es

un sumo peligro si no es controlada, por tanto para sobrevivir se necesita una absoluta

dirección de esta, en otras palabras, se necesita de una civilización. Esta tesis nos lleva a

cuestionar el concepto concebido de democracia. En tanto que el potencial del individuo

arriesga la supervivencia del grupo, ¿Es seguro que se permitan las voces de muchos para

dirigir? Existen diversas posturas al respecto.

Hitler por su parte creó un totalitarismo, que acabó con la democracia, no obstante aprovechó

las ideas de Freud para mantener al pueblo unido. El político alemán en vez de reprimir las

fuerzas pulsionales, las alentó, mas no de manera individual sino de forma masiva. De este

modo, el poder del eros y tánatos sería entregado al líder y todo aquel que no se identificara

con el mismo pensamiento sería repudiado: “El Führer manda, nosotros seguiremos”. Él

invirtió la manera de controlar hasta ese momento, dejando que las fuerzas libidinosas se

manifestaran como tales.

Por otro lado, en Estados Unidos la idea de la democracia, se veía igualmente amenazada,

sin embargo Roosevelt contradiciendo las ideas freudianas estableció “The new deal”.

Basándose en la capacidad racional del hombre y en su objetividad de comprender como

individuo sus necesidades fortaleció la democracia. No obstante, estos intentos no perduraron

ya que pronto las grandes empresas privadas, a través de la aún existente “Asociación

Nacional de Fabricantes”, crearon un nuevo mecanismo de persuasión: identificar al

consumidor con el producto. Volviendo así al mismo sistema de control, que reprimía las

fuerzas pulsionales a través de las leyes sociales.

Actualmente, el conflicto entre estas tres posturas permanece ideológicamente irresoluto,

mas en el mundo domina la democracia y el libre mercado, como conceptos complementarios

así definidos por Bernays, el padre de la aplicación del psicoanálisis al control de masas a

través de la publicidad. De modo que la política y las “relaciones públicas”, siguen el mismo

camino, dirigiendo permanentemente a las masas.

Sin embargo, la pregunta continúa sin contestar: Todas las posiciones mantienen el mismo

fin, mas con diferentes medios, un control absoluto. De modo que necesariamente en algún

verdad es que el actuar del hombre es ambiguo, y es completamente dependiente de la

identidad del individuo como lo es de la situación del entorno. En consecuencia, es imposible

separar las facetas de cada cual, ya que tanto como las pasiones, independiente a la tesis de

que estas conformen la naturaleza humana, como la sociedad influyen en la creación

consciente e inconsciente del sujeto. Sin embargo, se puede afirmar que las fuerzas

pulsionales y la ley del padre, se relacionan en una constante lucha que conduce un ciclo

eterno, entre el placer y el displacer. No obstante, pueden llegar a ser confundidas cuando

una de ellas o las dos toman una posición extremista, ya que ambas tienen el mismo fin: guiar

al hombre por un camino. De modo que necesariamente en algún momento las fueras

eróticas-tanáticas, se funden con la patología social, convirtiéndose en lo mismo. El hombre

actualmente se guía por ellas, mientras a sus ojos cree que está siendo libre.

Y, por tanto, ¿Cuál es la forma de dejar de lado estas posturas políticas que dicen defender

la libertad y comenzar a crear seres humanos de razonamiento propio? La abolición de un

sistema que incentive la patología y que enseñe en un ámbito humano. No podemos pedir

personas responsables y conscientes que ayuden al real desarrollo de la humanidad, sin

entregar las herramientas para hacerlo, y ocuparnos más de “numerificar” a los individuos

y clasificarlos de acuerdo a un puñado de habilidades intelectuales limitados, más que de

valores que permitan una sociedad sana.

Durante la historia, la sociedad se ha visto enfrentada a una innumerable cantidad de cambios,

tal como lo ha hecho el humano tomado de la mano con su realidad de ser civilizado. La

verdad es que el actuar del hombre es ambiguo, y es completamente dependiente de la

identidad del individuo como lo es de la situación del entorno. En consecuencia, es imposible

separar las facetas de cada cual, ya que tanto como las pasiones, independiente a la tesis de

que estas conformen la naturaleza humana, como la sociedad influyen en la creación

consciente e inconsciente del sujeto. Sin embargo, se puede afirmar que las fuerzas

pulsionales y la ley del padre, se relacionan en una constante lucha que conduce un ciclo

eterno, entre el placer y el displacer. No obstante, pueden llegar a ser confundidas cuando

una de ellas o las dos toman una posición extremista, ya que ambas tienen el mismo fin: guiar

al hombre por un camino.

Actualmente, la postura del hombre frente a la sociedad, o la postura de la sociedad frente al

hombre, es cuestionable. ¿Una consume a la otra? ¿Es ahora o ha sido siempre? Podemos

decir que un control de masas es existente, que el individuo es incentivado a participar de

esta “civilización”, mas surge la duda ¿El potente cambio está en el propio sujeto o en el

sistema completo? Y quizás la respuesta es que una surge de la otra, sin embargo se cumple

el mismo ciclo, muchos siempre van a seguir a unos cuantos. De modo, que tenemos

permitido preguntarnos cuál es nuestra verdadera naturaleza, no obstante siempre, a pesar de

nuestra respuesta, debemos tener en mente que contamos con la propia voluntad.

La verdad es que solucionar la predominancia de la fuerzas pulsionales no es fácil, hay

múltiples factores que hay que arreglar primero, la pobreza, el hambre y el prejuicio, pero si

partimos educando a un niño desde la base del respecto al prójimo, el ciclo libidinoso debería

ser roto, ya que nunca hay que perder de vista que el hombre es un ser libre, por el simple

hecho de tener voluntad.

Tenemos la capacidad y la obligación de decidir por nosotros mismos. Es real que tanto

biológica como psicológicamente necesitamos una unión, un lugar al que pertenecer, mas un

sentimiento de identificación que respete el individualismo, sin ser egoístas, y la posibilidad

de encontrarnos con nosotros mismos y definir quiénes somos.

"Madre, monogamia, romanticismo... La fuente brota muy alta; el chorro surge con furia,

espumante. La necesidad tiene una sola salida. Amor mío, hijo mío. No es extraño que

aquellos pobres pre-modernos estuviesen locos y fuesen desdichados y miserables. Su mundo

no les permitía tomar las cosas con calma, no les permitía ser juiciosos, virtuosos, felices.

Con madres y amantes, con prohibiciones para cuya obediencia no habían sido

condicionados, con las tentaciones y los remordimientos solitarios, con todas las

enfermedades y el dolor eternamente aislante, no es de extrañar que sintieran intensamente

las cosas y sintiéndolas así (y, peor aún, en soledad, en un aislamiento individual sin

esperanzas), ¿cómo podían ser estables?" – Un mundo feliz, Aldous Huxley.

Fuentes:

Documental “El siglo del yo” – Adams Curtis, 2007

Retorno a un mundo feliz – Aldous Huxley