El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

812

Transcript of El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Page 1: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero
Page 2: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

EL INSTANTEEN QUE TE VI

María Laura GAMBERO

Page 3: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

PRIMERA

PARTE

Page 4: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 1Bleau era una de las más prestigiosas empresas debanquetes y servicios gastronómicos del mercado local. Pertenecía a Francis Le Bleaux, un reconocido gourmetfrancés que hacía más de veinte años que residía en BuenosAires, donde había alcanzado fama y notoriedad. Perodefinitivamente Lara Galantes, su joven discípula se habíaconvertido a lo largo de los años en el alma mater de laempresa; en su imagen y su motorcito conductor.Lara Galantes, contaba tan solo con 21 años cuando pasó aformar parte del plantel de colaboradores de Francis LeBleaux. Ingresó a la empresa como secretaria personal delfrancés, pero no pensaba estancarse en ese puesto; eramucho más que eso lo que podía aportar a la empresa,teniendo en cuenta que pronto concluía sus estudios enAdministración de Empresa.Ansiosa por desarrollarse profesionalmente, pasaba máshoras de las acordadas en la empresa. Ávida por acapararconocimientos, absorbía todo cuanto escuchaba y veía, yaprendía a pasos agigantados. No tardó mucho tiempo enadvertir que la falta de estructura, sumado a ladesorganización general de la empresa les, impedíacrecer y obtener un mejor posicionamiento en el mercado. Por aquel entonces, Le Bleaux se ocupaba solo de aquellassolicitudes gastronómicas que le agradaban y que él podía

Page 5: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

atender. Lo demás lo desestimaba aduciendo falta detiempo y estructura. Esto no puede ser, se decía Laracontrariada cada vez que debía rechazar un pedido depresupuesto.Cuanto más tiempo pasaba inmersa en las actividades de laempresa, Lara más se convencía de que Bleu necesitabaurgente un ajuste, un ordenamiento. Encontró laoportunidad de acercarle su comentario a su jefe, unamañana cuando luego de ponerlo al tanto de los llamadosque había recibido, Francis le preguntó cómo se sentía ensu trabajo. No sin dudas y hasta con algo de temor por loque su jefe podía pensar de ella, Lara le planteó susinquietudes.Francis la escuchó con atención, escondiendo su sorpresa ysu admiración. La había contratado porque le había caídobien durante la entrevista, y lo había embargado el deseo deayudarla, cuando ella mencionó que sus padres habíanmuerto cinco años atrás en un accidente automovilístico. Mientras analizaba su rostro, aniñado, de faccionesdelicadas y armónicas, la dejó hablar de cómo creía ellaque debían organizarse y de qué modo esa reestructuraciónlos beneficiaría. Cuando Lara concluyó su explicación, Francis se mantuvounos segundos en silencio observándola con mayordeterminación. Reparó en el castaño de sus ojos, que porla excitación, se habían tornado brillantes y luminosos;

Page 6: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

había inteligencia en esa mirada. Francis lo notó comotambién notó la férrea determinación que la impulsaba y ladefinida visión de futuro que la chica tenía. Finalmenteasintió y luego de agradecerle con una sonrisa, le prometióque lo pensaría.Tres meses debieron pasar hasta que una mañana Le Bleauxconvocó a todos a una reunión general. Desde un rincón,Lara observaba a los presentes preguntarse de qué podríatratarse la convocatoria. Orgullosa bajó la vista,mordiéndose los labios para contener la sonrisa queamenazaba con irrumpir en ellos, al escuchar sus palabrasen boca del francés.Luego de esa reunión, Francis la convocó a su despacho yle informó que a partir de ese día, ella se ocuparía de larecepción de las solicitudes y la distribución de losservicios. Ella tomó la medida como una suerte de ascensoy asumió la responsabilidad con orgullo y satisfacción. A raíz de los cambios y los nuevos lineamientos que Larafue incorporando, los inconvenientes no tardaron en llegar.A Lara le jugaban en contra sus 21 años de edad; su rostroinocente y su voz suave aunque contundente. Pero no seamedrentó y mantuvo su firmeza con tercadeterminación. No fue sencillo, en un principio, convencer a los clientesde que ahora debían discutir los servicios con ella y muchomenos lograr que depositaran su confianza en ella. Similar

Page 7: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

fue el problema que no tardó en surgir con el resto de losempleados, a quienes les costaba confiar en la joven queahora los dirigía. El tire y afloje entre las partes se prolongó varios meses yen ellos Lara se vio obligada a enfrentar situacionesincómodas, ríspidas y desgastantes. A pesar de ello, semantuvo en sus trece y lentamente los vientos comenzarona virar. Poco a poco, comenzó a notarse el incremento delas solicitudes y gracias al orden que ella habíaestablecido, nadie pareció afectado. Las malas carasfueron reemplazadas con sutiles sonrisas dereconocimiento y respeto. Al final todos terminaronaceptando las virtudes y los valores de la muchacha. A partir de ese momento el crecimiento y el incremento detrabajo fueron vertiginosos. Poco a poco Francis le fuedelegando más y más responsabilidades alentándola a tomardecisiones basadas en su buen juicio. Sin que ambospudieran precisar cómo o cuándo sucedió, Lara se encontrómanejando prácticamente la totalidad de los aspectoscomerciales y estructurales de la empresa, mientrasFrancis se abocaba a la elaboración de los banquetes. Ellasimplemente le informaba lo ya hecho. Al cabo de dos años de crecimiento constante y parejo,Lara comenzó a vislumbrar una nueva problemática queentorpecía el funcionamiento armónico de Bleu; el espaciofísico. Las instalaciones de Bleu, comenzaban a resultar

Page 8: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

chicas y si el incremento de la facturación continuaba seconvertía indefectiblemente en un factor negativo para elbuen desempeño general. La realidad era que hacía tiempoque este punto la inquietaba; algo le decía que debíaconsiderar con mayor seriedad la necesidad de unamudanza.Aprovechó la oportunidad para discutir el asunto con LeBleaux una tarde, mientras lo ponía al corriente de losnuevos eventos que debían atender. Como siempre, Francisla escuchó con atención, disimulando la admiración queella le generaba. Admiración y orgullo, eso era lo que Larale producía. Mientras Lara se esforzaba por convencerlode barajar la necesidad de una mudanza, Francis pensaba enotro asunto. -Veremos, - le dijo cuando Lara hizo una pausa. La decepción de la muchacha no le pasó inadvertida y loenterneció lo transparente que podía ser. Le sonrió con lamisma calidez de siempre y estiró su mano hasta alcanzarla de ella. Hacía un tiempo que lo pensaba y día a día estabamás convencido de hacerlo. Deseaba convertirla en susocia y se lo comunicó sin vueltas. Le habló de lo muchoque trabajaba y de lo bien que se desenvolvía en su puesto. Lara lo escuchaba atónita, emocionada, sacudida. Se pusode pie y caminó por el despacho tratando de digerir lanoticia, pues más allá de su amor y dedicación al trabajo, demomento no se le ocurría que más aportar a la sociedad.

Page 9: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

-Dejámelo pensar, - balbuceó todavía sobrecogida.-No tenés nada que pensar…-Dejame asimilar la idea…Fue durante la siguiente semana, mientras terminaba deaceptar la noticia cuando dio con la solución para lamudanza y para sentirse una socia real. Finalmente la empresa se instaló en la vieja casona queLara había heredado de su abuela materna. Era una casaantigua, alargada, de las llamadas chorizo. Ubicada en elviejo barrio de Palermo, las nuevas oficinas contarían condos despachos y una sala de reuniones en la parte delantera;a los fondos ubicarían el laboratorio, tal como a Francis ysus colaboradores les gustaba llamar al lugar donde seelaboraban los banquetes. Con el correr de los meses pocoa poco la fueron refaccionando y antes de lo pensado yaestaban asentados.Con el paso de los años fueron gestándose diferentesmodificaciones hasta llegar a la estructura que tanto Laracomo Francis pretendían. Bleu quedó conformada concinco divisiones o departamentos que atendían lasdiferentes especialidades que la empresa ofrecía. Larahabía logrado que el funcionamiento interno fuese tancordial y ameno, que aún en las épocas más abrumadoras detrabajo, sus colaboradores mantenían el buen humor y elánimo. Todos y cada uno de los responsables de los

Page 10: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

departamentos reportaban directamente a ella quien seocupaba de mantener bien informado a Francis.Los meses previos a las fiestas de fin de año siempre eranextenuantes. A partir de ese día en adelante la agenda deLara estaba tan colmada de actividades que no era difícildeducir que trabajaría los siete días de la semana durantedos largos meses y medio. El ritmo de trabajo no laagobiaba, en realidad le agradaba y cuanto mayor era lademanda, mayores eran sus ansias de continuar y lograr queBleu, se superara una vez más.Lo primero que Lara hizo al ingresar a su oficina fueservirse una taza de café bien negro y cargado. Por delantetenía una semana plagada de compromisos de distintaíndole. Todavía algo dormida se ubicó tras su escritorio. Mientras saboreaba a la humeante bebida, se concentró enla correspondencia que Mónica, su secretaria ya habíaacomodado en el extremo izquierdo del escritorio.Su día comenzaría bien temprano esa mañana, peroafortunadamente contaba con algunos minutos paraorganizarse.- Buen día, - dijo su secretaria desde el umbral de lapuerta. Ingresó y se acercó al escritorio. – Acaba de llamarLosada, que no va a poder venir, - le informó con celeridad-, dijo que te mandaría las especificaciones por mail.- Perfecto - respondió Lara enfrentando a Mónica. – Faltan

Page 11: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

cinco meses para ese evento. No hay apuro.- Si lo chequee. Tenemos reservado el salón de La Ruralpara el 5 de marzo - comentó Mónica mirando sus notas.- Bien, - respondió. Bostezó una vez más y se acomodó ensu sillón. - ¿Francis llegó?- Dejó un mensaje diciendo que hoy no va a venir por acá, -respondió Mónica con una mueca. – Viste que para él loslunes son algo complicados.- Para todos Moni, - comentó Lara con una sonrisa.- ¿Qué tal tu fin de semana? – preguntó la secretariaapurándose a rellenar la taza de Lara. - ¿Cómo la pasaron enla estancia?Lara le dedicó una mueca de resignación. Juan Martín,pensó rememorando la discusión de la noche anterior. Hacía más de cinco años que estaba de novia con JuanMartín Puentes Jaume. Se habían conocido en la casa deuna amiga en común, quien los presentó la noche de sucumpleaños. Lara en cuanto lo vio se sintió cautivada porsu encanto. Era alto de anchos y musculosos hombros. Sucabello negro azabache oscurecía sus ojos pardos y unapícara sonrisa infantil le iluminaba el rostro cada vez que laesbozaba. Más allá de ser un hombre increíblementeapuesto, su gran encanto radicaba en su agradable carácter,y su espontánea simpatía. La noche que se conocieron JuanMartín la invitó a cenar al día siguiente y ya no volvieron a

Page 12: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

separarse. Pero últimamente todo entre ellos era motivode discusión. Así como en un principio él se habíamostrado orgulloso de los logros que Lara estabaalcanzando en su profesión, con el correr del tiempo larelación comenzó a verse amenazada.Habían viajado a Neuquén a pasar el fin de semana largo enEl Paraíso, la estancia que los Puentes Jaume poseían en elsur argentino. No se trataba de un fin de semana románticoni de reconciliación ante las sucesivas discusiones queestaban afrontando, fue más bien una reunión familiarorganizada por Micaela, la madre de Juan Martín.La familia completa asistió a la cita. Juan Martín y Laraarribaron junto a Florencia, la hermana de Juan Martín y sunovio Fernando el jueves a última hora. En la estancia ya seencontraban los gemelos Andrés y Facundo y sus padresErnesto y Micaela. Eran una familia unida y agradable,donde Lara se sentía a gusto y sumamente querida. Enalgún punto los malos momentos que atravesaban con JuanMartín, le hacían pensar que de terminada la relaciónextrañaría todo cuanto compartía con los Puentes Jaume.En un principio el fin de semana se había presentado amenoy tranquilo, con cabalgatas por los vastos campos;caminatas por los amplios jardines y largas charlas junto alhogar. Pero como si el hechizo se hubiera desecho en unabrir y cerrar de ojos, la discusión comenzó abruptamentela tarde del domingo durante el último paseo que dieron

Page 13: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

por los hermosos jardines. - ¿Qué pasó?, - preguntó Mónica interrumpiendo elprolongado silencio de Lara. – ¿Porqué fue la discusiónahora?- Últimamente se la pasa buscando motivos para discutir, -agregó Lara y en su voz Mónica advirtió lo desgastada quela tenía la situación. – Se la pasa planteándome cosas queno puedo aceptar.- ¿Qué fue esta vez?- Quería que me quede con él en la estancia, - respondióLara con cierto cansancio.- ¿Entonces?- Lo de siempre. Él se quedó y yo me fui, - respondiósecamente. – Supongo que volveremos a hablar en dossemanas, cuando él vuelva.- ¿Qué vas a hacer?Con una mueca Lara le indicó que no había resuelto esepunto y que no tenía deseos de hacerlo todavía. El teléfonosonó en el escritorio de Mónica, quien corrió a atenderdando por terminada la conversación. Lara lo agradeció ybuscando sacar a Juan Martín de su mente, volcó toda suatención a las actividades agendadas para ese lunes.El día comenzó lentamente y fue cobrando velocidad amedida que las horas pasaban. Esa semana se llevarían acabo tres cenas en distintos puntos de la ciudad y dos

Page 14: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

eventos internacionales de jornada completa en dos de losmás reconocidos hoteles de Buenos Aires. Los equipos detrabajo hacía tiempo que estaban distribuidos, con lo cualLara solo debió chequear los detalles de último momento. Almorzó con directivos de la Cámara de la Construcción,quienes deseaban contratarla para organizar una cena conmotivo del aniversario de la entidad en el mes dediciembre. Más tarde se reunió en sus oficinas conejecutivos de varias empresas que participarían en laorganización de un desfile de caridad en la Estancia Abril. Ese evento en particular la tenía algo nerviosa. No era algohabitual para ella, pero no se atrevió a negarse a la peticiónde su amigo Tristán Carrillo quien le había acercado lapropuesta. De todas formas sabía que un evento de talenvergadura le abriría muchas más puertas. Asumió elriesgo.Procuraba mantener su agenda lo más organizada posible.La cantidad de cenas o banquetes por semana podían variarpero no alteraban el orden general de la Empresa. Comopremisa básica para mantener un orden, Lara se abocabasólo a un evento por semana, pero siempre tenía quecontemplar la posibilidad de conceder excepciones. Porestos días se hallaba frente a una de sus tan odiadasexcepciones. El desfile le estaba consumiendo mayortiempo del que deseaba. No te preocupes Lara, solíadecirle Francis, puede que sea un rubro diferente, pero en

Page 15: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

el fondo no deja de ser lo mismo de siempre; pero ella noestaba segura. Los organizadores que la habían contratadocambiaban de idea constantemente, modificando detallesmínimos que le demandaban un tiempo del que nodisponía. Consultó su reloj, solo para comprobar que era tarde ydebía estar en el Hilton en menos de media hora. De ungrito llamó a Mónica, quien se apersonó de inmediato.Tengo una reunión en el Alvear a última hora, - empezódiciendo mientras guardaba todas sus pertenencias en sumaletín y cartera. - Necesito que me alcances la carpetadonde están todos los detalles. Apropósito, decile aFrancis que me gustaría reunirme con él ahí.- Bien, - respondió Mónica. – Tenés que reunirte conCarrillo en su oficina. Hace un rato llamó para confirmarque ya tiene todos los lineamientos para el desfile.- Llamalo y preguntale si podemos almorzar mañana, -agregó mientras guardaba algunas carpetas en su maletín. –Decile que me disculpe, que más tarde lo llamo.Manteneme al tanto…- Bien, - repuso Mónica y una vez más bajó la vista hacia suanotador. - También llamó Eduardo Macero, te estánesperando en el Hilton.Dejó su oficina tan rápido como pudo y paró el primer taxique pasó frente al edificio.

Page 16: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Acababa de indicarle al conductor hacia donde se dirigíacuando el celular vibró en su cintura. Lo tomó y frunció elceño con concentración. Eduardo Macero le comunicabaque ya se encontraba en el lobby del hotel aguardándola. Bien, se dijo y por un segundo se relajó contra el asiento. Respiró hondo y desvió su mirada hacia la ventana. Teníaunos minutos para pensar en Juan Martín y losaprovecharía. No le había contado toda la verdad a Mónicasobre el fin de semana. Lo cierto era que Juan Martín lehabía mencionado que en poco tiempo concluiría susestudios y que ya nada se interpondría entre ellos;finalmente podía planear casarse e instalarse en El Paraíso.Lara había enmudecido al escuchar las palabras de él. Ellajamás en los años que llevaban juntos había contemplado laposibilidad de vivir con Juan Martín en un lugar que nofuera Buenos Aires. Siempre había creído que Juan Martín,al igual que su padre, se ocuparía de la administración de laestancia desde Buenos Aires viajando ocasionalmente a ElParaíso. Cuando finalmente Lara rompió el silencio, fuepara decir con total franqueza, que jamás había imaginadovivir en el campo. A Juan Martín la sonrisa se le borróautomáticamente del rostro. La palabra campo sonódespectiva a sus oídos. Lara notó de inmediato el efectode sus palabras sobre Juan Martín pero aunque hubieraquerido ya no podía desdecir lo dicho. En un arranquedesesperado por minimizar el dolor que acababa de

Page 17: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

causarle, Lara le dijo que lo pensaría, pero era demasiadotarde. Con la tristeza reflejada en el rostro, Juan Martínsacudió su cabeza y esbozó una débil sonrisa. No hay nadaque pensar Lara, fue lo único que dijo y sin esperar unarespuesta de ella, se marchó. Lara tampoco lo detuvo yante el triste recuerdo, se preguntó si había hecho locorrecto.Tenía que serenarse y pensar. Obligarse a ser racional. Despojó sus pensamientos de todo sentimiento posible. Era imperioso que pensara con frialdad cada uno de lospuntos a favor y en contra. No le resultó difícil descubrirque era lo que verdaderamente deseaba. Solo era cuestiónde aceptarlo y reunir el valor para comunicarlo sin repararen las amargas consecuencias. No sería nada sencillo.- Señorita, estamos en el Hilton – dijo el taxista conimpaciencia. Lara asintió con aire ausente y pagó por el viaje. Antes deingresar al hotel ya tenía en mente todo lo que debíaconversar con Eduardo Macero, Gerente Institucional de laAsociación de Empresarios Metalúrgicos. No tenía mástiempo para dedicarle a Juan Martín. La reunión en el hotel Hilton le consumió casi toda la tardey resultó tan innecesaria como improductiva. Cada uno delos temas abordados hacía semanas que se habían definidoy acordado. El único motivo por el cual había accedido areunirse con Macero era que era la primera vez que

Page 18: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

trabajaba para la Asociación de Empresarios Metalúrgicosy deseaba que tuvieran una buena impresión suya y de laempresa. La Asociación era un potencial cliente quedeseaba seducir e incorporar a su cartera. Ya pasadas lascinco de la tarde, vibró en su cintura su celular. Era unmensaje de Mónica, informándole que había hablado conTristán Carrillo. Se reunirían al día siguiente. Por su parte,Francis la aguardaba en el Alvear a la hora que ella habíaindicado.- Van a tener que disculparme, - dijo con una sonrisaponiéndose de pie. – Tengo otro compromiso.- Claro Lara, - respondió Eduardo Macero poniéndose depie también. – Entonces, mañana nos vemos aquítemprano. ¿A qué hora venís?- A las 9 de la mañana llegarán mis colaboradores, - le dijoella con tono tranquilizador. – Todo va a salir bien… vosdejá todo en mis manos.Salió del Hotel tan rápido como pudo. Solo cuando sesubió al primer taxi que encontró dejó que el fastidiofluyera y se reflejara en su rostro. Con todo lo que debíaresolver la fastidiaba sobremanera haber desperdiciadotanto tiempo tranquilizando a un cliente impaciente,dubitativo e inseguro. El tránsito de Buenos Aires estaba en su peor momento ytrasladarse desde la zona de Puerto Madero hasta Recoleta

Page 19: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

donde se encontraba el Hotel Alvear le llevó mucho mástiempo de lo que había calculado. Para peor, el malfuncionamiento del semáforo de la intersección de lasAvenidas del Libertador y Callao había ocasionado unacongestión tan grande que el amontonamiento de autosllegaba prácticamente hasta 9 de julio. Cansada de perdertiempo, se apuró a pagar el viaje y dejó el taxi. Caminó lasúltimas tres cuadras. Con paso ligero ingresó al Hotel Alvear quince minutospasadas las 18 horas. Le pesaba el maletín cargado con lascarpetas de los distintos clientes con los que se habíareunido durante el transcurso del día. Le hubiera gustadodisponer de varios minutos a solas antes de reunirse conFrancis, pero él ya se encontraba ubicado en la mesa másapartada del coqueto jardín de invierno. Lara sonrió al verloy aguardó unos segundos antes de interrumpirlo. Francisconversaba animadamente con dos mozos que seguramentelo habían reconocido. A los 65 años de edad Francis LeBleaux no había perdido ni la jovialidad ni el buen humor. Era un caballero distinguido y elegante. A pesar de residiren Buenos Aires por más de 20 años, su apariencia y susademanes reflejaban claramente su origen francés. Llevabael entre cano cabello corto y el cutis tostado a fuerza desesiones de cama solar. Al verlo ubicado en ese cálido yacogedor recinto, se le amplió la sonrisa y pensó queFrancis entonaba con todo cuanto lo rodeaba. Era parte de

Page 20: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

ese ambiente sofisticado y se lo notaba feliz como pez enel agua. Pero más allá de todos los aspectos positivos,Lara deseaba conversar con Francis porque estabapreocupada por él. Hacía meses que lo observaba sin queél lo notara. Lo veía cansado, algo que se advertía en susmodos y en su atención. Por momentos parecía distraído yausente.En cuanto la vio parada en la entrada, Francis le hizo unademán para que se acercara.- ¿Cómo estás mi amor? – la saludó poniéndose de pie. –Estás preciosa como siempre. Qué bien te sienta el negro.Ella agradeció el cumplido y se saludaron con un fuerteabrazo y un beso. Un mozo se acercó a ellos. Ordenaroncafé.- ¿Cuéntame cómo anda todo?Se conocían de años, pero Lara siempre se maravillaba porsu manera de preguntar por aquello que concernía a laempresa; porque si bien ella y Francis eran socios de lamisma empresa, él nunca registraba por más de 24 horaslas distintas obligaciones que contraían. Lara eraconsciente de que ese había sido uno de los motivos porlos que Francis había decidido asociarse con ella.Rápidamente lo puso al corriente de los distintos eventosque debían atender. Le proporcionó lujo de detalles, queprobablemente él olvidaría tan rápido como ella los había

Page 21: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

mencionado, pero para Lara era un proceder tan mecánicocomo natural. Aunque lo hubiera deseado no hubierapodido hacerlo de otra manera. Mientras tanto Francis laobservaba con expresión seria sintiéndose entre orgullosoy triste por su joven discípula. Ante su mirada Lara se habíaconvertido en una hermosa y atractiva mujer; con su metrosetenta y su femenino andar desplegaba un encantoexquisito que difícilmente pasaba inadvertido. La envolvíaun aura especial, mezcla de elegancia y vulnerabilidad, queatraía las miradas como un imán, y contrarrestaba con sufirmeza y determinación profesional. Esa mañana lucía su abundante cabello castaño apenasrecogido a los costados que enmarcaban el aniñado ysereno rostro de modo armónico. La sentía mucho másque a una discípula; para él Lara era la hija que nuncatendría. Tal vez había ocupado ese lugar dado que tras lamuerte de sus progenitores, se había quedado sin familia yél había sentido la necesidad, la obligación y el deseo deprotegerla y guiarla.Ella seguía hablando pero Francis ya había dejado deescucharla. Había algo que le llamaba mucho más laatención. La observó con mayor detenimiento. Detrás delos inquietos ojos miel, Francis notó un atisbo de turbacióny tristeza. Allí está de nuevo, se dijo luego de que Laraparpadeara y desviara la vista por un instante. Vaya, vaya,pensó con preocupación. El empuje y la determinación para

Page 22: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

llevar adelante su empresa la habían endurecido y Larahabía aprendido a esconder su costado más débil. Lecostaban las relaciones sentimentales y por algún motivo opor experiencias que Francis desconocía había aprendido apreservar su parte emocional. - Bien, - dijo Francis abruptamente. Se limpiódelicadamente la comisura de su boca con la servilletadispuesto a tomar la palabra. La miró unos segundos y ajuzgar por el rostro de ella advirtió que había interrumpidoalgún comentario. Pero no le importó. - ¿qué es lo queverdaderamente está sucediendo?... supongo que se trata deJuan Martín…Lara respiró hondo y buscó esconder su incomodidad trasla taza de café. Una vez más Francis la había tomado porsorpresa y le molestó su propio descuido. En algún punto,sin querer sentirse contradictoria, tenía que reconocer que tal vez inconscientemente había recurrido a Francis parahablar de ese asunto.- Veo que di en el clavo, - insistió Francis.Lara asintió y lo observó unos segundos sin saber cómoempezar.- Se quiere casar Francis, - dijo finalmente con vozquedada. En un abrir y cerrar de ojos había desaparecido desu rostro todo rastro de seguridad para mostrarse perdida yabrumada.

Page 23: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Se quiere casar pero vos no… - agregó simplemente élcon tono punzante. – Y lo peor de todo es que no sabescómo decirle que vas a terminar con él.- Ya se lo di a entender, - replicó ella incómoda, –…perolo quiero.- Pero no tanto como para sacrificar todo esto, - replicó ély con ambas manos señaló todo cuanto los rodeaba. Larahizo una mueca y estuvo a punto de decir algo pero él no selo permitió. – Escúchame… hace tiempo que quierodecirte varias cosas sobre tu relación con Juan Martín, –siguió diciendo con aplomo. Ella frunció el ceño. – No espara vos y vos no sos para él… no tienen nada que ver. –Hizo una nueva pausa y la observó advirtiendo el modo enque asimilaba sus palabras. - Tal vez en algún momentofueron el uno para el otro, pero ya no. Hace tiempo que no.Hoy por hoy pertenecen a mundos diferentes, mi querida. - Las palabras de Francis resultaron terriblemente duras paraLara, pero ella sabía que era así aunque le dolierareconocerlo. – Por lo poco que lo conozco y por lo quevos hablas de él, me imagino que debe soñar con instalarseen esa imponente estancia y llenarte de hijos… – Se llevouna mano a la frente y frunció la nariz con expresión dehorror. - Por Dios no logro imaginarte en esa vida.- Me cuesta pensar en no estar más con él, - dijo. Fue unmurmullo cargado de angustia. – Compartimos tantascosas… Hace más de cinco años que estamos juntos.

Page 24: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Lara apoyó un codo sobre la mesa y escondió brevementesu rostro tras la palma de su mano. Un gesto tan delicadoque logró disimular lo abrumada que estaba.- Es cierto, - comentó Francis. – Me imagino que no debeser nada sencillo. Es un muchacho sumamente encantador,- siguió diciendo con tono paternal, - y muy apuesto. –Hizo una pensativa pausa. – Muy apuesto, mi querida niña, -agregó con jovialidad.El tono empleado por Francis la sorprendió y no pudoevitar esbozar una sonrisa.- Que no te escuche Manuel, - comentó dejándose llevar. –Se va a poner muy celoso.- Por Dios, las cosas bellas están para ser admiradas, -aclaró con picardía. – Y ese chico es una belleza.- Dejémoslo ahí, - respondió Lara. Consultó su reloj condisimulo. – No tengo mucho tiempo y hay algo queverdaderamente quiero hablar con vos.Francis la miró con curiosidad, hubiera jurado que JuanMartín era el motivo de sus problemas. - ¿Qué sucede?, - preguntó preocupado. – Pensé quedeseabas hablar de Juan...Ella sacudió su cabeza negativamente. - ¿A vos qué te está pasando? – preguntó directamente. –Hace meses que te vengo observando y no te veo bien.

Page 25: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Francis respiró hondo y se dejó caer en el respaldo de susilla. Una mueca de incomodidad se alojó en su rostro yrecorrió el lugar con la mirada buscando las palabras pararesponder. - No sé cómo decirte esto, - empezó diciendo con ciertainseguridad. – Hace rato que lo estoy pensando…- ¿Qué cosa?- No tengo muchas ganas de continuar con la empresa, -dijo finalmente. – Estoy cansado y mi médico sugirió quedescansara.- ¿Médico?, ¿qué médico? – preguntó ella ahora alarmada.- El cardiólogo… yo estoy bien, - repuso restándoleimportancia a su propio comentario al notar el efecto desus palabras en la muchacha. – Pero él insiste con quetengo que descansar más y trabajar menos.- Basta, no te quiero escuchar más, - dijo ella condeterminación. – Te tomás licencia a partir de estemomento… - Francis intentó interrumpirla, pero Lara nose lo permitió. – No Francis… no se habla más delasunto… Porque no te vas a Paris con Manuel, - le sugiriócon voz cargada de preocupación. – Allí vas a poderdescansar y vas a disfrutar de tus amigos.- Puede ser…– respondió él con una sonrisa. - Ya veremos.- No hay nada que ver, - protestó ella entre preocupada ycontrariada.

Page 26: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Cayeron en un incómodo silencio y ambos ocultaron suspensamientos y preocupaciones tras la taza de café. Conaire ausente Lara consultó su reloj.- Me tengo que ir, – dijo ella con cierto pesar. Francis latomó de las manos con sumo cariño y le agradeció supreocupación con una sonrisa. - Vos sabes qué tenés quedescansar, no me generes una preocupación más nocuidándote.- Este no es momento para tomarse una licencia Lara, -agregó Francis con tranquilidad. – Tenemos mucho trabajo.- Es cierto pero…- Vamos a hacer lo siguiente, - agregó él interrumpiéndola.- De ahora en adelante me voy a ocupar de cotejar laelaboración de los banquetes, pero no voy a asistir a loseventos. – Hizo una pausa y esperó la reacción de ella. Laraasintió resignada y se puso de pie. – En enero empiezo unalicencia de 6 meses. ¿Te parece?Lara volvió a asentir ahora con una sonrisa. Se despidieroncon un abrazo fuerte cargado de significado. Volverían ahablar esa noche.

Page 27: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 2

Juan Martín Puentes Jaume, montó su caballo y se alejórápidamente del casco de la estancia. A los 23 años deedad y pronto a concluir su carrera universitaria, sentíaestar enfrentándose a una disyuntiva. Su vida se bifurcaba yera inminente, por su propio bien, que enfrentara laencrucijada para retomar el rumbo. Era hora de pensar enél y en su propio futuro. Debía poner punto final a tantavacilación. Había pasado toda una semana de la conversación que habíamantenido con Lara y si bien durante los primeros días sesintió agobiado y abatido por el desenlace, empezaba ahacerse a la idea de que todo había terminado y que estababien que así fuera. Durante tanto tiempo había soñado conestablecerse con ella en El Paraíso que había llegado acreer que esa era la única realidad posible para su felicidad;nunca contempló otras posibilidades, y lo que era peor aún,nunca había compartido con Lara sus sueños al respecto. Ese había sido su error.Corría el mes de octubre y afortunadamente todos losmiembros de la familia habían regresado a Buenos Aires aocuparse de sus obligaciones. Quería estar solo,necesitaba estarlo, para poder pensar en todo lo que leestaba sucediendo y en como seguiría su vida. A su mentellegaron todo tipo de interrogantes que no sabía cómo

Page 28: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

resolver y esperaba encontrar en la soledad de la estancialas respuestas que necesitaba.Cansado de sentirse mal y de estar pendiente de losvaivenes de una relación vacía e infructífera, se propusodisfrutar de todo lo que El Paraíso podía ofrecer. Todas lasmañanas salía a caballo a recorrer los campos de lafamilia. Uno a uno visitaba los cultivos y cotejaba elestado de la hacienda, para terminar su recorrido en algunode los parajes más hermosos del lugar. El murmullo de losárboles y los ruidos silvestres invadían la totalidad de sucuerpo despertándolo; el viento fresco le golpeaba elrostro devolviéndole la libertad que hacía mucho habíaperdido. No dejaba de sorprenderse, no sin tristeza, al nopoder precisar cuando había sido la última vez que se habíasentido tan feliz y libre de presiones. Caía la tarde y casi sin advertirlo llegó a su paraje favorito. Descendió del caballo y lo contempló como lo había hechotantas veces. La tupida vegetación del lugar dejabasemioculto un arroyo. Los pocos rayos que penetraban eltecho de ramas de abetos y eucaliptos penetraban con totalclaridad hasta alcanzar la cristalina corriente que corríadesenfrenada, chocando violentamente contra las piedras. Se dejó caer en la raíz de un viejo árbol y encendió uncigarrillo mientras contemplaba el lugar, dejándoseenvolver por sus pensamientos.Una vez más la imagen de Lara vino a su mente, pero ya no

Page 29: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

se resistía ni luchaba contra el dispar aluvión de emocionesque ella generaba. Volvió su mirada hacia el arroyo yrecordó la cantidad de veces que con ella había estado allí,amándose, riendo, soñando. Las buenas épocas, pensó concierta amargura. Sentía los recuerdos lejanos como si unsiglo hubiera pasado entre las risas y las palabras de amor yel frío y vacío presente. ¿Cómo pude haber creído que ellaaceptaría vivir aquí?, se preguntó sintiéndose estúpido. ¿Cómo pude haber necesitado llegar a esto para darmecuenta que lo nuestro murió hace mucho más que un par demeses? Después de la tácita respuesta de Lara ante supropuesta de casamiento, nada más podría pretenderse. Locierto era que aunque se sintiera dolido al pensarlo, JuanMartín empezaba a descubrir que en algún punto supropuesta, más que buscar una aceptación, había buscadodefinir una relación que hacía rato estaba definida. En eseinstante lo advirtió y la impresión de haberse expuestoinnecesariamente no le agradó. No, fue necesario, se dijocontradiciendo sus propios pensamientos, necesitabaconvencerme de una buena vez. Lo que verdaderamentesentía era una oleada de paz y serenidad ante la certeza dehaber hecho lo correcto. En su balanza interior se obligó a colocar todos sussentimientos. Para su sorpresa Juan Martín descubrió quemás allá del dolor que le causaba el inminente alejamientode Lara, no estaba dispuesto a sacrificar su futuro y su

Page 30: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

dicha por ella. Ese era su lugar en el mundo y se abrazaría aEl Paraíso con la convicción de que allí estaba su felicidad.La sensación fue abrumadora y tan clara como el agua quecorría por el arroyo. Por primera vez supo que no había ensu mente ni en su alma vacilación alguna. Era algo nuevopara él, nunca antes había contemplado sus deseos desdeesa óptica y le resultó ciertamente irónico. Una ráfaga de viento frío le arremolinó el cabello. Respiróhondo sintiendo como su interior se relajaba. Las piezasempezaban a ordenarse. Era un comienzo; el primer pasopara recobrar el camino que mucho tiempo atrás habíatrazado. Empezaba a oscurecer. Consultó su reloj y sepuso de pie dispuesto a marcharse.Como parte de su rutina diaria, al regresar de la recorridapor los campos, Juan Martín pasaba por Las Coloradas, elpueblo cercano al Paraíso. Se dirigía directamente a unrústico bar donde compartía un trago y conversaba conconocidos del lugar. Le gustaba mezclarse con loslugareños, lo hacían sentir integrado.Una mañana cuando estaba por emprender el camino deregreso al que ya consideraba su hogar, sintió que alguienlo llamaba. Al girar se encontró con Valeria Cabañas que lesonreía con una mirada traviesa. Desde muy pequeñaValeria había formado parte de las fantasías de JuanMartín. Era una hermosa muchacha, alta, delgada, deondulada cabellera rubia y profundos ojos verdes. Su

Page 31: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

belleza se acentuaba con su sonrisa amplia y contagiosa,una figura voluminosa figura acompañada de seductoresmovimientos. Ella y Juan Martín habían sido noviosdurante un tiempo cuando ambos eran todavía adolescentes.Se saludaron con un fuerte abrazo, hacía mucho tiempo queno se veían y ninguno se molestó en ocultar lo contentosque estaban de volver a verse. Decidieron almorzar juntos. Valeria no podía creer en su suerte. Luego de tanto soñarcon reencontrarse a solas con Juan, la oportunidad se lehabía presentado cuando menos lo esperaba. Seguía tanenamorada de él como el primer día y la alegría que mostróJuan al verla no hizo más que encender las esperanzas de lamuchacha. A Juan se le ocurrió que estarían más cómodos y tranquilosen El Paraíso y hacia allí se dirigieron. Se subió cada uno asu auto y corrieron carreras hasta la entrada de la estancia. Almorzaron en el jardín de invierno y allí pasaron toda latarde poniéndose al día con sus vidas. Valeria le contó queacababa de regresar de Buenos Aires. Se había recibido en Administración Hotelera, pero no estaba segura de desearejercer su profesión. Por el momento había viajado a laestancia en compañía de su hermano Pedro, que debíasupervisar unas refacciones que se estaban realizando en lacasa, también los había acompañado la novia de él.- En realidad, no sé quien acompañó a quien - dijo haciendouna mueca. Juan Martín al verla rompió a reír. - No te rías,

Page 32: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

no los veo nunca. Van juntos a recorrer los campos ydespués con la excusa de que están muertos de cansanciose encierran en el cuarto, - siguió diciendo con tonocómico, - me estoy aburriendo de lo lindo, pero no tengoganas de volver a Neuquén todavía.- Bueno, yo me quedo hasta fin de mes, - empezó diciendoJuan con una sonrisa. - Cómo verás no hay nadie más en lacasa, ¿porqué no me acompañas a recorrer los campos? …Así nos hacemos compañía.Juan Martín se arrepintió de haber hablado ni bien terminóde hacerlo. Los sentimientos de Valeria no les eranajenos, y no tenía intención de jugar con la muchacha, perointeriormente deseaba que ella se quedara junto a él,empezaba a sentirse solo. Durante las primeras semanas pasaron mucho tiemporecorriendo los campos. Ocasionalmente se detenían enalgún lugar para comer o para contemplar el paisaje. Regresando a la casa luego de terminada la recorrida paradescansar allí. Ambos eran conscientes de la atracción quese tenían. En varias ocasiones sus miradas se cruzaron y nose molestaron en desviarla, haciéndose cómplices de lasituación que compartían. Reían, conversaban y se seducíandisfrutando del juego que entre ellos había surgido. Unjuego excitante y estimulante, que los atraía, logrando quese concentraran el uno en el otro mientras estaban juntos.La cercanía de Valeria le proporcionó a Juan Martín otro

Page 33: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

punto en que pensar. Empezaba a desear estar con ella acada momento y por las noches despertaba recordandohaberla soñado. Cuando eso sucedía, se obligaba a pensaren Lara, pero el sentimiento era diferente. Por Valeria nosentía el amor que sentía por Lara, pero la atracción encambio era irresistible. Cada vez que la tenía cerca eldeseo de besarla y abrazarla le brotaba por los poros demanera desesperante y llegó un momento en el que creyóque no había sido muy buena idea pasar tanto tiempojuntos. Pero su cuerpo y su propia debilidad le decían locontrario. Valeria estaba tan pendiente de él, que Juan nopodía negarse a ella. ¿Cuánto hace que no me siento asícon alguien?, pensó, ¿cuánto hace que no siento que alguienvive pendiente de mí? Con Lara era todo tan diferente. Decidió vivir el momento y aceptar las consecuencias decaso.Al cabo de dos semanas de no separarse, Valeria propuso ,como cuando eran chicos, ir a almorzar al arroyo. JuanMartín aceptó encantado con la idea. Mientras Valeria seencargaba de acondicionar el lugar para poder comercómodos, Juan contempló los alrededores dejándoseenvolver por los recuerdos. Contempló a Valeria quesacaba unos vasos y una botella de vino de la canasta quehabía preparado, y esta vez le fue imposible contener susdeseos. Al sentir la proximidad de él, la muchacha levantósu rostro enfrentándolo. En su mirada Juan pudo ver que le

Page 34: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

pedía que la besara, sin dudarlo se arrodilló frente a ella yla besó. Fue un beso que dio paso a una cadena de largosbesos y caricias. La misma Valeria fue quien tomó lainiciativa y comenzó a desabrocharle la camisa. Al sentirlos dedos de ella moverse con destreza sobre su pecho,Juan Martín la imitó sin dejar de besarle el cuello, loslabios y toda parte de su cuerpo que empezaba a quedar aldescubierto. Con delicadeza la recostó sobre el cobertorque ella había estirado para comer. Allí con los árboles yel arroyo como testigos, hicieron el amor.Con la mirada clavada en el techo de frondosas ramas,cayeron en un incómodo silencio. Juan Martín empezaba aarrepentirse de lo sucedido. Era plenamente consciente queya nada sería lo mismo. Él había cambiado. Lo que nopodía perdonarse era haber llegado a ese extremo paracomprobar que nada quedaba del amor que durante tantotiempo había profesado por Lara. Sus pensamientos fueron interrumpidos por Valeria, quesin preámbulos confesó tener plena noción de la existenciade Lara. Al escuchar estas palabras Juan Martín seincorporó y la contempló con seriedad. Ella esbozó una sonrisa apenas desviando la vista hacia él. De algunamanera se sintió aliviado porque ella sacara el tema a laluz. Nuevamente sus pensamientos fueron interrumpidospor Valeria, que necesitaba dejar bien claro que pensabadisfrutar cada segundo que tuvieran juntos. Lo amaba y

Page 35: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

nada más le importaba. Se incorporó y apoyando sudesnudo busto sobre el pecho de Juan Martín, clavó sumirada en la de él.- Te amo… es tan simple como eso, – terminó diciendo.- Val.… por favor, me haces sentir mal diciéndome a cadarato que me amas. Sabes que no siento lo mismo, pero meencanta estar con vos… hacía mucho tiempo que no mesentía así…- Me conformo con eso… por el momento, - dijo ella conuna leve sonrisa. - Pero, ¿qué pasó con tu novia? …La franqueza de Valeria lo sorprendió considerablemente. No estaba seguro de desear hablar del tema con ella, perotal vez desahogarse le ayudase a sentirse mejor. Poco apoco le contó sobre Lara y su devoción por el trabajo, perono mencionó ni la propuesta, ni mucho menos la negativade ella. Simplemente finalizó diciendo que habíanterminado. Para Valeria esas últimas palabras fueronsuficientes. Se recostó sobre él y lo obligó a callarse conun beso. Con ambas manos tomó el rostro de Juan Martínacariciándolo, y mientras lo besaba, sus manosdescendieron lentamente por su cuerpo, acariciándolo. Juan la abrazó y giró recostándola sobre el pasto. Volvieron a hacer el amor, esta vez despacio, disfrutandocada roce.El cuerpo de Valeria lo volvía loco. Juan Martín no se

Page 36: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

reconocía; en tan solo una semana Valeria se habíaconvertido en una droga para él; se sentía libre yrevitalizado y gracias a Valeria había perdido lassensaciones de soledad y abandono que durante muchosmeses lo habían perseguido. Mientras Valeria se duchaba,él buscó una cerveza y pensó en ello. No sentía por Valerialo mismo que por Lara, pero tampoco sentía por Lara lanecesidad que le producía Valeria. Su mente volvió allenarse de dudas, pero no las podía disipar con Valeria tancerca y si de algo estaba seguro era que no deseaba que semarchara.Esa noche mientras cenaban, Juan Martín se atrevió apreguntar cuando el hermano de Valeria dejaba su estancia. La pregunta la divirtió y sin poder dejar de sonreír, ellapreguntó a razón de qué venía la pregunta. Juan Martín noestaba muy seguro de lo que estaba a punto de decir, peronecesitaba liberarse y dejarse llevar. Tomó una de lasmanos de Valeria y con una dulce sonrisa le propuso que sequedara un tiempo más con él.Valeria saltó de la silla y fue hacia él para besarlo yabrazarlo. Se sentía feliz y no lo ocultaría por nada en elmundo. Lentamente empezó a desabrocharle la camisa, altiempo que se sentaba sobre sus piernas enfrentándolo. Juan Martín la detuvo y le hizo una seña para que fuerandirectamente al cuarto de él. Entre risas subieron laescalera sin separarse.

Page 37: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

En varias ocasiones al regresar de sus largos paseos conValeria, María la cocinera de la estancia, lo llamaba a uncostado para decirle que Lara lo había llamado, pero nuncale devolvió el llamado. No estaba preparado paraenfrentarla. No podía decir que se había enamorado deValeria, pero la atracción que sentía por ella rompía todaslas barreras. No extrañaba a su antigua novia y empezaba acreer que en su vida se había producido un giro total.El mes que pasaron juntos resultó ser un sueño para ambos.Descubrió en Valeria a una compañera casi perfecta, conquien se divertía durante el día y disfrutaba las noches. Loque comenzaba a atormentarlo era el enfrentamiento conLara; había llegado el momento de cerrar definitivamenteese capítulo de su vida. Miró a Valeria que se peinabasonriente frente al espejo de la habitación que compartían.No deseaba separarse de ella y no lo haría. Definitivamente había sido una muy buena idea permaneceren el Paraíso y una vez más confirmó que su destino seencontraba allí.

Page 38: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 3

- No era eso lo convenido Armando, - chilló Lara confastidio. – Habíamos quedado que nos depositaban el 50 %quince días antes… - Hizo una pausa y se frotó las cejascon dos dedos procurando minimizar el insipiente dolor decabeza. – A ver Armando, faltan tres días para la cena ynecesito ese depósito…Hacía tan solo media hora que había arribado a su despachodespués de supervisar un almuerzo privado en el Colegio deEscribanos de la Ciudad de Buenos Aires. Estaba cansada,pero, aunque lo deseara, todavía no podía relajarse ydescansar. Mientras escuchaba las vacías excusas de sucliente, Lara cotejó los últimos mensajes que acababan deingresar a su casilla de correo electrónico. Diez mensajes:tres de ellos para solicitar presupuestos y bloquear fechaspara futuros eventos, se los redireccionó a Mónica para quese ocupara del tema; los restantes eran consultas yconfirmaciones de distinta índole. Del otro lado de lalínea, Armando Cáceres se esforzaba por minimizar el tonode la discusión. Lara no alcanzaba a comprender porquesiempre terminaba aceptando trabajar para él, cuando enrealidad no lo necesitaba. Era la tercera cena queorganizaba para ellos y en cada ocasión habían surgidoinconvenientes a la hora de cancelar el pago. Con ciertaimpaciencia recorrió el despacho con la mirada y consultó

Page 39: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

su reloj. Tenía demasiados asuntos que atender y no podíaseguir perdiendo tiempo con esa conversación.- Armando, vamos a cerrar este tema de una buena vez, - lointerrumpió al cabo de unos segundos. – Mañana mismoquiero ese depósito… lo necesito, quedó claro. – Terminódiciendo con tono tajante. – En cuanto me avisen que estáel dinero, me ocupo de solucionar lo pendiente.Sin siquiera despedirse dio por concluida la comunicación. Dejó el auricular en su sitio.- Lara, - la llamó Mónica desde el corredor donde seencontraba su escritorio. – Tengo a Jaime en la línea uno.¿Estás disponible para él?- Preguntale si es por el tema del menú para el sábado, -respondió Lara. – En caso de que así sea pasáselodirectamente a Francis. Si es por otro tema, decile que lollamo en un rato, tengo que hacer un llamado antes.Las actividades de la empresa se desarrollaban a un ritmovertiginoso, haciendo que las semanas comenzaran yconcluyeran sin que Lara lo notara. Los cambios de últimomomento y los imprevistos se sucedían unos a otros,acotando considerablemente los márgenes de error einyectando una dosis de adrenalina que ni ella ni suscolaboradores necesitaban. Ese año estaban desbordados.Por primera vez desde que la empresa abrió sus puertas,Lara se vio obligada a contratar personal externo.

Page 40: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Afortunadamente Francis se ocupaba de cotejar laelaboración del servicio gastronómico, tal como habíanacordado; pero hasta cuando, pensó haciendo un paréntesisen su actividad. La pausa se prolongó y el rostro de JuanMartín relampagueó en su mente por un instante; una vezmás Lara se forzó a suprimirlo. No es este el mejormomento para pensar en eso, se dijo obligándose aconcentrase una vez más en su trabajo. Pero no lo logró.Últimamente la acosaba el saber que debía ponerle puntofinal al asunto. Sorprendida cayó en la cuenta de que yahabían pasado cuatro semanas desde que había dejado ElParaíso. Juan no había llamado y esa ausencia de noticiasno hacía más que reflejar el fin. No era que ella no losupiera, pero no le parecía forma de concluir una relaciónde tantos años. No extrañaba nada de todo cuanto Juanhabía representado para ella y aunque era una sensaciónmezquina, agradecía el no tener que llamarlo o el no verseobligada a generar algún espacio en su abultada agenda parapoder estar con él. Sacudió su cabeza forzándose a volvera la realidad y a medida que lo lograba el rostro de JuanMartín se diluía tornándose difuso en las profundidades desu mente.De memoria marcó un número sin siquiera tomar elauricular. Aguardó apenas unos segundos hasta que una vozronca y pesada quebró el silencio del despacho. Rápidamente tomó el auricular.

Page 41: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Amadeo, habla Lara Galantes, - dijo Lara con voz seria. –Tengo una modificación para la cena en Palacio San Migueldel jueves. – Hizo una pausa y revoleó sus ojos confastidio. – Ya lo sé, pero tenemos que hacerlo. Amadeo, séque tenías pensado unos centros más creativos, pero vas atener que dejarlo para otro momento. La Sra. delPresidente exigió centros bajos para que no molesten lavisual y que todos los comensales puedan verse las caras alconversar. – Del otro lado de la línea Amadeo protestaba. Lara lo dejó, en algún punto a ella le hubiera gustado poderhacerlo también. – Estoy de acuerdo con vos Amadeo,pero lo cierto es que exigieron centros de ese tipo… ah yque sean flores blancas… si ya sé, pero le gustan las floresblancas… está bien… te llamo más tarde para coordinar. Dejó el auricular en su sitio y una vez más concentró suatención en los mensajes del correo electrónico. TristánCarrillo, le informaba que las modelos para el desfile de lasemana próxima, ya estaban contratadas; tanto ellas comotodo cuanto pasaría por las pasarelas, llegarían al lugar delevento aproximadamente dos horas antes del horario decomienzo. Lara respiró hondo. Además del dolor decabeza, una ola de fastidio se apoderó repentinamente deella. No veía la hora de concluir con ese desfile. Ya teníadefinido que era la primera y la última vez que aceptaríaocuparse de algo así. No era lo suyo, y le estabaconsumiendo demasiado tiempo, atención y energía.

Page 42: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Faltaba tan solo tres semanas, durante las cuales pensabadedicarse solo a eso.Una tarde luego de concluir una de las tantas reuniones consus abogados, Mónica ingresó abruptamente a su despacho. Lara miró a su secretaria con seriedad e incomprensión. La muchacha tenía la mirada brillante, cargada dedesesperación. Asustada se puso de pie y sin perdertiempo preguntó que sucedía advirtiendo que se trataba deuna mala noticia. Con la voz cargada de angustia Mónica leinformó que Manuel había llamado para avisarle queFrancis estaba internado. Había sufrido un ataque cardíaco,que casi acaba con su vida. Shockeada por la noticia Larase dejó caer en su sillón. Tardó unos minutos enreaccionar, un frío intenso corrió por sus venasinmovilizándola. Cuando finalmente reaccionó, tomórápidamente sus pertenencias y salió de su despacho. Mónica la corrió para gritarle el nombre de la clínicadonde Francis estaba internado.Francis Le Bleaux permaneció internado en el sector decuidados intensivos durante una semana. Lara pasaba por elhospital antes de dirigirse a su oficina y al marcharse deella. En ambas ocasiones procuraba reunirse con losmédicos que cuidaban de Francis, para escuchar las últimasnovedades. Luego le informaba todo a Manuel, que tanaturdido estaba que se mostraba incapaz de ocuparse delmás mínimo detalle. Fuera la hora que fuera, Lara lo

Page 43: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

encontraba con la mirada brillante y perdida, sentado frentea la puerta de terapia intensiva, donde Francis seencontraba.A la segunda semana de internación Francis fue pasado a uncuarto individual. La misma Lara fue quien se encargó deacondicionar la habitación, pues Manuel se mostró taninoperante como siempre. Siete días más tarde le dieron elalta médica, con muchas indicaciones a tener en cuenta. Loque definitivamente quedaba prohibido era el trabajo; debíaguardar reposo absoluto.Visitaba a Francis todos los días, ocupándose de cualquiercosa que pudiera necesitar. Durante esas visitasaprovechaban para conversar, Lara lo ponía al corriente detodo lo que sucedía en Bleu. Especialmente le comentabatodo sobre los avances del desfile y de lo bien que todos seestaban desempeñando en la Empresa. Francis la escuchabacon una sonrisa, sabiendo que no se había equivocado. Larase había convertido en una excelente profesional. Los añosde estudio y de convivencia laboral habían dejado la marcade su profesor en la muchacha. Pero Francis tenía queadmitir que su pequeña Lara lo había superado, pues ellatenía una visión comercial de la que él carecía. Ellasiempre tenía su mirada puesta en el futuro y se mostrabadispuesta en todo momento a embarcarse en nuevosproyectos para superarse.Acababa de concluir una conversación con un cliente

Page 44: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

cuando el celular vibró en su cintura. Pensando en lo quedebía discutir con Tristán Carrillo, sobre el buffet deldesfile, atendió la llamada. Del otro lado de la líneaapareció la voz de Juan Martín. Millones de imágenes delpasado se agolparon en su mente como si en ese instantehubiera recordado su existencia y lo que estaba porsuceder. Tan absorta estaba que por unos breves segundosno fue capaz de responder. - ¿Estás ahí Lara? – preguntó con un dejo de preocupación.- Si claro, - respondió entre nerviosa y tensa. - ¿Cómoestás?- Muy bien gracias, - respondió secamente. – Mucho mejorde lo esperado.El sarcástico comentario no pasó inadvertido para Lara queno encontró las palabras para responderle. - Escuchame, - siguió diciendo Juan Martín, su voz sonabasegura, firme. – Estoy de paso por Buenos Aires, en dosdías vuelvo a la estancia y, si no te robo mucho tiempo, megustaría que hablemos. - No Juan… no me robas nada, - repuso ella ahora algocontrariada ante su nueva ironía. De reojo consultó el relojubicado a un costado de su escritorio. – Porque no pasaspor casa a eso de las nueve, - dijo con más calma de la querealmente sentía. – Podemos cenar si te parece.- A las nueve está bien, - respondió. – Pero preferiría no

Page 45: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

alargar las cosas con una cena. Nos vemos a la noche. Hasta entonces.Lara cerró su celular lentamente. Una mezcla desentimientos se apoderó de su interior en tanto repasaba laconversación que acababa de mantener con Juan Martín. No había percibido en su voz, ni dolor, ni tristeza.; más bientodo lo contrario. Finalmente sucedería, se dijo entre aliviada y amargada. Entre las reuniones, el desfile y la internación de Francis,había estado demasiado ocupada para pensar en él. ¿Cuántotiempo había pasado desde el fin de semana quecompartieron? Se preguntó azorada por no estar seguro. Miró su calendario. Seis semanas, se dijo asombrada porel paso del tiempo. No había mucho más que pensar. Enese mes y medio tan solo había llamado a la estancia en dosoportunidades y en ambos casos lo había hecho alentadamás por la culpa que por la necesidad de escuchar su voz. Para sus adentros había agradecido que él no respondiese elllamado.Sería una conversación de despedida; cargada de reprocheso tal vez simplemente rememorarían los buenos momentospara luego decirse adiós para siempre. Ese pensamiento ladeprimió aún sabiendo que deseaba terminar con esarelación.Juan Martín fue puntual, más puntual de lo que había sidoen los cinco años de noviazgo. Lara lo interpretó como

Page 46: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

un firme deseo de empezar y terminar cuanto antes contodo aquello. Se saludaron de manera extraña. Un saludoreprimido, entre conocido y distante, como si fueran y nofueran los mismos. Algo en él se había modificado, no fuedifícil para Lara advertirlo. Llevaba una barba insipiente yel oscuro cabello más largo y desprolijo de lo habitual. Los aires del campo, supuso ella.- ¿Querés tomar algo? - preguntó buscando rellenar elvacío que entre ellos se había formado. – Café, té,cerveza…- Una cerveza está bien, - respondió él y se instaló comosiempre en el sillón.Antes de ingresar a la cocina en busca de las bebidas, Laralo observó unos segundos. Una ola de familiaridad laenvolvió llevándola a desear que nada cambiase entre ellos.Una vez más se sintió atraída por ese rostro cálido ymasculino. Pero fue un instante efímero, un relámpago quedestelló y desapareció en una décima de segundo, dejandoen ella una sensación amarga. Al regresar al living volvió a contemplarlo. Juan Martínseparaba un par de CD. Los que él había dejado en eldepartamento y deseaba recuperar. Ya nada era natural, nifamiliar; todo había cambiado. Le extendió la cerveza y ensilencio él la tomó para volver a ubicarse en el sillón. Encendió un cigarrillo evidentemente buscando lasmejores palabras para comenzar.

Page 47: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Mirá Lara, estuve pensado mucho, - empezó diciendo. Desvió momentáneamente la vista y le dio un sorbo a subebida. – En realidad nada, no creo que tengamos muchomás para decirnos. – Hizo una nueva pausa y desvió la vistaal pasar una de sus manos por el azabache cabello.Prosiguió al percibir que Lara iba a agregar algo. – Mi vidaestá en El Paraíso y más allá de lo que puedas sentir opuedas pensar, no creo que seas la persona para estar allíconmigo. Hace mucho que debimos darnos cuenta. - Pretendemos futuros diferentes Juan, - dijo Lara al cabode varios segundos de silencio. – Soñamos con mundosdistintos… me dolió mucho la última conversación quetuvimos, pero creo que en el fondo los dos sabíamos…- Puede ser, - repuso él poniéndose de pie. – Tal vez nuncadebimos llegar a eso.Lara lo imitó. Permanecieron un largo rato parados sinsaber qué decir. Luego de tantas discusiones, de tantasidas y venidas ya no tenían nada que agregar. Juan Martínrespiró hondo, lo único que deseaba era decirle adiós y deuna buena vez comenzar una nueva vida. Elevó el rostro yle dedicó una sonrisa tranquilizadora. Con suavidad letomó la mano y clavó su mirada en la de ella.- De todo corazón te deseo todo lo mejor, - dijo ella concalidez. – Te quiero mucho.El abrazo fue inevitable y Lara se obligó a contener las

Page 48: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

lágrimas que inundaron sus ojos. - También yo, - fue la escueta respuesta de él.Se separaron, pero todavía tomados de la mano llegaron a lapuerta. Volvieron a abrazarse.- Cuidate, - murmuró él al oído de ella antes de separase. Le acarició por última vez una mejilla y se separó. Antesde dejar el departamento se volvió a mirarla. – Nosestamos viendo.

Page 49: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 4

Finalmente el bendito día había llegado. El desfile yposterior cocktail se llevaría a cabo en el casco de unaestancia ubicada en la zona sur del Gran Buenos Aires. Elmotivo del evento era recaudar fondos para el HospitalMaterno Infantil de La Plata y no solo reunirá a lasmodelos más reconocidas y a los mejores modistosargentinos, sino también funcionarios del gobiernonacional, provincial, empresarios, deportistas y artistas. Elpúblico fue citado para las 20.30 hs., el desfile estabapautado para comenzar pasadas las 21.30 hs.Era cerca de la una de la tarde cuando Lara bajó delautomóvil que la llevó hasta allí. La noche anteriorprácticamente no había podido dormir repasando uno a unolos puntos que debía atender. Había pasado a primera horapor la empresa para cortejar unos asuntos menores y paracuando partió hacia el lugar del evento se sentía envuelta enun manto de ansiedad y tensión. Tal como sabía quesucedería el haber arribado a la estancia con tantaanticipación la serenó. A la distancia vio a Tristánrepartiendo indicaciones a los encargados de montar lapasarela. Por lo que podía apreciar, Tristán no estaba muycontento. Ya empezaron los problemas, pensó.Tristán Carrillo se había convertido en un muy buen amigode Lara. Era productor artístico y gozaba de una excelente

Page 50: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

reputación y posición entre sus pares. Se habían conocidodos años atrás en el cumpleaños del Embajador de losPaíses Bajos, donde ella había ofrecido el servicio. Tras elintercambio de tarjetas fueron muchas las veces que Lararecurrió a él solicitando sus servicios para diferentesagasajos y muchas veces fue él quien la incorporó a suequipo para algún evento de relevancia. A Tristán le debíael dolor de cabeza que el desfile le estaba ocasionando. Pero no podía enojarse con él, tenía que reconocer que,más allá de todo, trabajar a su lado era un verdadero placer. Tristán era tan profesional y tan cordial en el trato que dabagusto compartir el trabajo con él.Antes de acercarse a Tristán, Lara decidió recorrer lamansión. Había sido construida a principio del siglo XX,por una de las más pudientes familias del país de aquelmomento. La residencia principal fue escenario de muchasreuniones importantes y sus alcobas albergaron miembrosde la realeza mundial como así también destacadaspersonalidades del mundo artístico y empresarial. Ingresópor la entrada principal. El recibidor era soberbio. Contaba con seis amplios ventanales que inundaban de luzel recinto y desde los cuales podía apreciarse el bellopaisaje que proporcionaban los jardines. A un costadonacía la majestuosa escalera de brillante mármol rosadoque conducía al piso superior, el cual según Lara teníaentendido, contaba con diez habitaciones sumamente

Page 51: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

acogedoras. En el centro, sobre el hogar revestido enmármol negro, colgaba un amplio espejo de marco dorado. Elevó la vista al cielorraso para contemplar la bella arañade caireles y las molduras que lo decoraban. Cruzó elrecibidor e ingresó a la galería que conducía al cuerpoprincipal de la casona. La galería, delimitada en toda suextensión por amplias puertas de vidrio repartido, separabael espacioso comedor con la terraza. En el extremoopuesto se encontraba la entrada a la biblioteca. Uno a uno fue recorriendo los extensos y luminososambientes. Eran sencillamente magníficos. Cada detalleexquisito. Lara sonrió y por un instante se sintiótransportada en el tiempo. Ya habían definido que allímontarían los camarines para las modelos. Todavía nohabía nadie trabajando en el interior; los operadoresllegarían de un momento a otro.Atravesó una vez más la galería y salió a la terraza central.Se detuvo en el centro de la misma para contemplar losimponentes jardines que rodeaban la residencia. En mediodel parque frente a la terraza se lucía una fuente, larga yrectangular, que daba un toque distinguido y suntuoso a lamaravillosa vista. A ambos costados de esa fuente Laraubicaría las carpas donde se servirían las bebidas y losplatos fríos y calientes que se ofrecía a los invitados. Por una de las escaleras de piedra grisácea, descendió haciaa los jardines. Cinco camiones con todo lo necesario para

Page 52: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

el montaje acababan de llegar. Va a ser mejor que meponga a trabajar, pensó al ver a Tristán conversando contres empleados. Fue hacia él. - Qué bueno que llegaste, - dijo con voz cargada deansiedad. Consultó su reloj. – En este instante acaban dellegar las sillas, las carpas y todo lo que pediste paraacondicionar el lugar.Lara lo contempló divertida. Paradójicamente Tristánparecía estar mucho más nervioso que ella. Bueno, quebuena yunta de organizadores, pensó divertida.Durante las siguientes horas fueron atentos testigos de latransformación del lugar. Uno a uno los distintos rubroscontratados fueron llegando y se fueron desplegando porlos jardines. Se mezclaban e interactuaban de forma tanarmónica y organizada que parecían un todo más queunidades individuales. Para cuando todo estuvo montadofaltaban apenas tres horas para que el show comenzara.En el interior de la mansión el clima era completamentediferente. Por donde uno mirase había percheros vacíosdestinados a la ropa que se luciría en la pasarela, pero nadiesabía bien donde debían ser ubicados. La cantidad deoperadores, electricistas, peluqueros, maquilladores y demás que allí se aglomeraban se entorpecían unos a otros,generando discusiones y malos tratos. Todo empeorócuando la ropa comenzó a llegar.

Page 53: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Mientras Tristán se ocupaba de cotejar los detalles con lossonidistas y delinear las palabras que tendría a cargo elpresentador, Lara se ocupó de organizar el interior de lamansión. En el recibidor reunió al grupo de chicasencargadas de recibir a los invitados e indicarles elrecorrido hasta las ubicaciones junto a la pasarela. Lasenvió a tomar sus ubicaciones. Luego ingresó al cuerpoprincipal de la mansión. Con un megáfono en mano pidiósilencio y aunque tardaron unos minutos en cumplir laorden finalmente se callaron. - Vamos a organizarnos un poco por favor, - dijo conautoridad. - En este instante se están ubicando unosseñaladores altos donde podrá leerse el nombre de cada unade las veinte modelos. Detrás de cada señalador se deberáncolocar los percheros con la ropa. – Hizo una pausa yobservó que algunos empezaban a buscar sus ubicaciones. – Por favor a los representantes de las casas de ropanecesitaría se reúnan conmigo un segundo. Losmaquilladores y peinadores deberán permanecer en elsector izquierdo de la galería lateral. Faltan tan solo doshoras para que comencemos. Les pido encarecidamenteque tratemos de mantener la calma y el orden. Gracias. Bajó el megáfono. A su lado ya se encontraban losresponsables de la ropa que pasaría por la pasarela. Lesindicó el orden ya establecido para cada pasada. Las modelos no fueron tan puntuales. De las veinte

Page 54: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

contratadas, tan solo cinco llegaron al horario convenido,el resto lo fue haciendo durante los cuarenta minutossiguientes. Lara y Tristán estaban furiosos. Ambos habíansido más que claros respecto de la puntualidad y esos airesde importancia y divismo los irritó considerablemente. Faltaba tan solo una hora para comenzar y los asientosdispuestos en el jardín junto a la pasarela comenzaban aocuparse.- ¿Llegó Sabrina La Barca? – gritó Tristán por elintercomunicador. Su voz cargada de tensión. – Meescuchas Lara.- Te escucho. Estoy en la cocina dándole las últimasindicaciones a mis muchachos, Francis no pudo venir, -respondió y se arrepintió del comentario. – Ahora voy achequear si llegó.- Ok. Avisame.Con paso firme Lara fue hacia el sector de la casa dondeestaban las modelos. El lugar reservado para La Barcaestaba todavía vacío. Una ola de rabia se apoderó de ella ysintió un nudo que se le formaba en el estómago. Llevadapor la desesperación detuvo a la modelo Carolina Andradeque luego de ser maquillada se dirigía a su sector parapreparar su ropa. - ¿Sabes algo de Sabrina La Barca? – le preguntó.- Hace siempre lo mismo, se cree que es la diosa de lugar,

Page 55: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- respondió secamente. – Va a llegar a último momento.Lara creyó notar cierto fastidio en la voz de la muchacha yno pudo evitar preguntarse cuantas veces La Barca habríahecho algo así. En ese preciso instante hizo su entradatriunfal la modelo estrella del evento.Si hasta ese momento Lara había logrado controlar susemociones y su fastidio, ver la despreocupación reflejadaen el rostro de esa mujer fue demasiado para ella. Por elintercomunicador le informó a Tristán que Sabrina LaBarca acababa de llegar. La vio ingresar al sector que se lehabía designado y relajadamente dejarse caer en el sillónfrente al espejo. Cuando Lara llegó a su lado, Sabrina ledaba una segunda pitada a su cigarrillo.- Aquí no se puede fumar, - le dijo con tono tajante altiempo que le quitaba el cigarrillo y lo apagaba en un vasode agua. Irritada la modelo clavó su mirada en ella y estuvoa punto de protestar pero Lara no se lo permitió. – Llegasuna hora tarde… Creí que habíamos sido muy claros en esepunto…- Tenía otras obligaciones que atender, - se quejóponiéndose de pie enfrentando a Lara. - De todas formasel desfile todavía no comenzó.- A mí no me importa ni tus obligaciones, ni mucho menostus comentarios… - agregó con tono autoritario. – Trabajaspara nosotros hoy y nuestras reglas fueron muy claras

Page 56: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

desde un primer momento… Por tu culpa y por tu falta deprofesionalismo no vamos a poder comenzar a horario, -Lara hizo una pausa y con la mirada recorrió el lugar solopara comprobar que todos estaban escuchando la discusión.Le gustó. Volvió su atención a Sabrina y la contempló conaire superior. – Ahora te recomiendo que te dediques ahacer tu parte del trabajo que para eso se te paga. Sin decir más se alejó de la modelo y fue en busca deTristán que junto al encargado de conducir el eventoconversaban a un costado de la pasarela. No pienso volvera ocuparme de un evento así, se dijo enojada con ellamisma a esas alturas. No le fue posible precisar en qué momento la descubrió, osimplemente en que instante ella, sin desearlo acaparó todasu atención. La observaba moverse entre la gente; sonreír,conversar, fruncir el ceño con enojo o preocupación. Eracomo si fuera la primera vez que en realidad la veía y sinembargo hacía años que la conocía. Se sentía entre atraídoe intrigado por el magnetismo que su presencia irradiaba. Por sobre su hombro miró hacia donde se encontraban lasmodelos. Todo estaba dispuesto para comenzar. Por lomenos tenemos una hora y media de todo este circo, pensóaburrido. Volvió su atención a Lara. No la vio. Rápidamente recorrió el lugar con la mirada y se molestópor haberla perdido de vista. La ubicó entre los árboles

Page 57: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

apartada del bullicio y el ruido en general. Hablaba por elintercomunicador que llevaba colgado del negro vestido. Parecía contrariada como si le estuvieran planteando unproblema y esperaran que ella lo resolviera. ¿Como nuncame di cuenta de lo hermosa que es?, pensó sorprendido. Dedicó unos segundos a apreciar su apariencia enconjunto. Era elegantemente atractiva. El entalladovestido color negro le sentaba y realzaba su figura. Usaba elcabello suelto; una cascada castaña que le rozaba losdesnudos hombros. Se sentía cautivado.La ensordecedora música que irrumpió en la noche rompióel hechizo. Andrés Puentes Jaume se irguió como si deese modo buscara ocultar todo cuanto había experimentadodurante los últimos minutos. Giró hacia el escenario. Entre aplausos y flashes, Sabrina La Barca irrumpía en elescenario para dar comienzo al desfile.

Page 58: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 5

Una de las reglas que Francis Le Bleaux había decretadodesde que Bleu abrió sus puertas, era que la empresacerraría en su totalidad durante todo el mes de enero. Detodos los mandamientos del francés ese, definitivamente,era el más aplaudido y celebrado por todos sus empleados. De ese modo, luego de más de tres meses de exhaustivotrabajo, finalmente el momento de descansar había llegado.Tal como lo había convenido con Lara, Francis viajó a supaís natal antes de Fin de Año. Él y Manuel permaneceríanen Francia por seis largos meses. Se instalarían en París,donde Francis y Manuel poseían una cómoda y antigua casade dos plantas a las afueras de la ciudad. Adoraban estar enla capital francesa donde disfrutaban del ocio y la compañíade viejos amigos a quienes no veía tan seguido comoquisieran. Ese sería el mejor lugar para descansar yrestablecer su salud. Como era de esperar, Lara no tenía planes para susvacaciones y cuando recibió la invitación de Francis, laaceptó de buen grado. Pero así como el francés y sucompañero estaban sumamente entusiasmados concompartir un mes de vacaciones con Lara, ella estabademasiado agotada para disfrutarlo de antemano. Lara tenía sobrados motivos para desear poner distanciacon Buenos Aires. La falta de actividad laboral y las largas

Page 59: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

horas que sin trabajo no sabía cómo llenar, no hacían másque dejar al descubierto otras carencias. Necesitaba latranquilidad y el cariño que Francis y Manuel podíanofrecerle. Para ella el viaje representaba, además de unassemanas de descanso, la posibilidad de reflexionar sobre suvida. Sería más que productivo pasar unas semanas en París,donde podría poner su cerebro en remojo y bajar el ritmoque ella misma se había impuesto. Un invierno crudo azotaba gran parte de Europa. Vientoshelados y gran cantidad de nieve acosaban las ciudades yParis, con todo su encanto y esplendor, no logró doblegarla tristeza y la melancolía que caía como un manto desde elcielo.Durante la primera semana, Lara se dedicó a dormir todaslas horas que el cuerpo le demandara. Tenía que recuperarfuerzas; estaba agotada, tanto física, como mental yemocionalmente. Se levantaba casi al mediodía y si eltiempo lo permitía salía a caminar con Francis o conManuel, o con ambos; por las noches solían reunirse conun divertido grupo de amigos de Francis o simplemente lostres disfrutaban de largas charlas frente al ardiente hogarsaboreando un exquisito coñac francés. Mansamente ella se había entregado al aire de nostalgia quese respiraba en toda la ciudad. De tanto en tanto la imagende Juan Martín llegaba a su mente forzándola a recordaruna y otra vez la cantidad de veces que habían soñado con

Page 60: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

pasar juntos una semana en la encantadora capital francesa. Era ante esos recuerdos que Lara sentía el peso del vacíoque él había dejado; porque Juan Martín, después de todo,había dejado un vació que ella empezaba a reconocer. Hacía ya casi 2 meses que habían terminado y en todo esetiempo Lara creyó tener todo bajo control; pero en esemomento, recostada en un sillón viendo la lluvia caer traslos ventanales, extrañó su risa y su compañía. Sin que casi lo notara, los días fueron pasando; y en algúnpunto los grisáceos nubarrones que cubrían el cielo deParís parecían reflejar el verdadero sentir de su alma y esoempezó a deprimirla. Necesitaba cambiar de ambiente yBuenos Aires todavía no era una opción atractiva. Unanoche, ya con la decisión tomada, le propuso a Francis y aManuel viajar juntos a España. Siempre había deseadoconocer Barcelona y ese parecía un buen momento parahacerlo. A Francis la idea le resultó de lo más atractiva yahí, sin más demora, resolvieron hacer las averiguacionespertinentes a la mañana siguiente. Barcelona la sacudió y la sedujo desde un primer momento.La ciudad estaba llena de vida y Lara necesitaba justamenteeso; necesitaba ese movimiento constante, esemodernismo que contrastaba con su historia milenaria;necesitaba de esas calles atestadas de diversas culturas, que se mezclaban en cada rincón de modo no tan armónicopero si encantador. Por donde mirara encontraba rastros de

Page 61: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Gaudí conviviendo con destellos de un pasado cuidado yrespetado y de un presente que llegaba para quedarse. Durante los primeros días se entregó al encanto catalán. Ávida de conocer cada rincón de la ciudad, se levantabatemprano y salía a pasear sola por los alrededores delhotel, encontrándose luego con Manuel y Francis paraalmorzar y continuar recorriendo por la tarde. El marMediterráneo la llenó de energía y la famosa Rambla lamaravilló. Recorriéndola dio con la Boquiera, el mercadoestrella de Barcelona; se dejó cautivar por sus columnasjónicas, el techo a cinco alas y los exquisitos vitrales, algoimpensado para Lara en un lugar como ese.Sin embargo, lo que más le interesó a Lara fue la granvariedad de restaurantes existentes y puso especial interésen asistir o por lo menos visitar la mayor cantidad de losexclusivos locales. La oferta gastronómica era tan variadacomo visitantes albergaba la ciudad; había para todos losgustos y exigencias. Le agradó y pensó que Buenos Airestambién ofrecía un buen abanico de posibilidades.Como por arte de magia, una noche mientras cenaban, unpensamiento revoloteó por su mente. Al principio no leprestó demasiada atención, pero cuanto más recorría laciudad más forma cobraba, hasta convertirse en unainteresante idea. Casi sin darse cuenta su mente comenzó agestar un nuevo proyecto. El desafío la estimuló y larevitalizó a punto tal que llegó un momento en que no

Page 62: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

pensaba en otra cosa que no fuera regresar a Buenos Airespara poner manos a la obra.Francis fue testigo de la transformación que abruptamenteen ella se produjo y aunque se alegraba de volver a tener asu lado a la Lara de siempre, no podía evitar sentirseintrigado. En algún momento de la estadía en Barcelona, elrostro de Lara parecía haberse despejado depreocupaciones. La muchacha caía en pozos de silencio,como si tuviera la mente a kilómetros de distancia y detanto en tanto sonreía ante sus propios pensamientos. Concuriosidad, Francis quiso saber qué le sucedía. Lara rompióa reír divertida. Otra vez la risa fresca y despreocupada,pensó Francis agradecido.- Es un secreto Francis, – dijo con pícara sonrisa. – No tepreocupes, ya te vas a entera a su debido tiempo. Volver a estar tras su escritorio la llenó de excitación. Sibien había pasado un mes magnífico junto a Francis yManuel, durante la última semana había sentido laimperiosa necesidad de volver a la actividad. Su mente sehabía liberado de los oscuros pensamientos que la habíanacosado durante el último mes del año y ahora estaba encondiciones de afrontar el futuro con mayor convicción yentereza. Ante ella tenía la posibilidad de ordenar lasfichas a su antojo y así proyectarse una vez más. Uncosquilleo cargado de excitación le recorría el cuerpo cada

Page 63: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

vez que pensaba en su nuevo proyecto. El comenzar adelinearlo la ponía ansiosa, la inquietaba y la desesperabano poder poner en práctica la catarata de ideas que sedesprendían de él para darle verdadera forma. Podíavisualizarlo y eso daba rienda suelta a la necesidad deconcretarlo. Pero al mismo tiempo, sabía que debía tenerpaciencia. Antes de dar el primer paso, era imperiosoallanar el camino y reforzar la estructura de Bleu, para asígenerar el espacio que ella necesitaba para poder avocarsea su ambición.Se alegraba de que Francis haya aceptado tomarse seismeses de licencia y así poder descansar y disfrutar delverano europeo. Francis estaría mucho mejor en París queen Buenos Aires, por más que ella no esté a su lado paracuidarlo. Eso era algo por lo que no debía preocuparse demomento. El nuevo proyecto le propinó una inyección de optimismoy la envolvió en aires de cambio que no solo incluía su vidalaboral. Lo sabía. Eran muchos los aspectos que Larasentía que debía modificar en su vida y empezaría esemismo día. Acababa de trazar una meta; había logradoindividualizar un objetivo a alcanzar y para llegar a él debíaorganizarse. Se recostó contra el respaldo de su sillón y seentregó a sus pensamientos. Se conocía losuficientemente bien como para no engañarse. Se obligó apensar en aquellas cuestiones que la perturbaban y le

Page 64: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

quitaban energía. Lo primero que vino a su mente fue sudepartamento. Le costaba permanecer allí. Cada ambiente,cada rincón le recordaba distintas situaciones vividas conJuan Martín. Todos eran recuerdos de un pasado quedeseaba desterrar. No tardó en convencerse que necesitabamudarse cuanto antes. Sin detenerse en segundasconsideraciones, llamó a un amigo que trabajaba en elrubro bienes raíces. Rápidamente le comentó lo que teníaen mente. Esperaría el llamado para escuchar propuestas.Entre la cantidad de mensajes que se habían acumulado ensu correo electrónico durante su ausencia, Lara encontróuno de Tristán Carrillo. Fue uno de los primeros queabrió. Tristán le informaba que había aceptado unapropuesta laboral que lo llevaría a instalarse en Madridcomo mínimo por los siguientes seis meses. LaProductora permanecería operando como siempre y en sulugar quedaría Susana Esteras, quien trabajaba desde hacíaaños con Tristán y a quien Lara conocía. La partida deTristán la entristeció y remarcó una vez más las ausenciasque la rodeaban, y los tiempos de cambio que debíaafrontar. El mes de febrero pasó sin sobresaltos, pero ya a mediadosde marzo, la actividad se incrementó hasta llegar a losvolúmenes de siempre. Ante la ausencia de Francis, Larase sentía ante la obligación moral de convertir Bleu en lamejor empresa de su rubro; no le alcanzaba con que fuera

Page 65: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

una de las más reconocidas, quería convertirla en la número1. Encaró el desafío con ímpetu y energía y no tardó enconvencerse que lo lograría. Lentamente la demanda deservicios se fue incrementando y Lara deseando cumplircon todo cuanto se le presentaba pasaba casi todo el díaencerrada en su despacho analizando solicitudes yentrevistando gente. Al cabo de varios meses de mantenerel mismo ritmo laboral, empezó a sentir que la cantidad detrabajo la desbordaba y de alguna manera afectaba el buendesempeño de la empresa. Bleu había crecido mucho másrápido de lo que ella había previsto y una reestructuraciónera fundamental si deseaba seguir creciendo. Una noche,antes de regresar a su departamento comenzó a diagramarla nueva estructura y al hacerlo advirtió que muchas vecesera ella misma quien demoraba las resoluciones. Tanto omás importante que la reestructuración era que ellaaprendiera a delegar y a confiar en las decisiones que losencargados de los distintos departamentos tomaran.Le indicó entonces a Mónica que convocara a losencargados de los distintos departamentos y a su contador. Tres horas más tarde todos se hallaban sentados a la mesaubicada en la sala de reuniones. Estaban contrariados porhaber interrumpido sus actividades, pero ninguno lomanifestó. En cuanto todos estuvieron ubicados y luego dehaberse servido la ronda de café, Lara tomó la palabra. Empezó hablando del incremento de la demanda y de las

Page 66: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

dificultades que ella veía en cumplir con los servicioscorrectamente. Ante tal comentario los jefes dedepartamento se pusieron serios creyendo que el objeto dela reunión era darles una reprimenda. Lara hizo una pausa yal advertir el impacto de sus palabras prosiguió al tiempoque abría una carpeta. Les comunicó que ella creía quedebían discutir varios puntos, buscando entre todos lamanera más eficiente para continuar creciendo.- Necesitamos más personal, - se atrevió a decir uno de losencargados- Es cierto, el personal que tengo a cargo no da más, -agregó otro con mayor determinación. – Te juro queestamos haciendo malabares para cumplir con todo.- No se preocupen, eso ya lo sé, - respondió Lara con unasonrisa. – Acuérdense que hace unos meses nos vimosobligados a contratar gente, - acotó y bajó la vista hacia susnotas. - También creo que parte de la culpa es mía.Ante el comentario los hombres intercambiaron miradas dedesconcierto. Lara entonces respiró hondo y pasó aexplicarles que a su modo de ver las cosas losdepartamentos debían empezar a funcionar de modo másautónomo. Se perdía un tiempo precioso elaborandoinformes para que ella definiera qué hacer.- Conozco perfectamente bien cómo trabaja cada uno deustedes, - siguió diciendo, - y creo que está de más tanto ir

Page 67: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

y venir de papeles. Lo que podemos implementar es unsistema online para que todos podamos consultar. – Hizouna pausa y organizó mejor sus pensamientos. – Es decir, amedida que los pedidos llegan, una persona los carga y losredirecciona a quien corresponda. – Los miró a todos conconcentración. - ¿Están de acuerdo?Con una sonrisa los jefes de departamento asistieronagradecidos por el respaldo recibido. Pero el rostro deLara continuaba serio. Miró a Ricardo Zubiría, su contadory administrador, y directamente le preguntó si estaban encondiciones de tomar tres nuevas personas para cada unode los departamentos. El contador vaciló unos segundos,luego de lo cual dijo que no creía que hubierainconvenientes, siempre y cuando se mantuviera el nivel deingresos. Perfecto, pensó Lara para sí. Sin perder unsegundo volvió su atención a los encargados y les indicóque le enviasen los nombres de las personas que deseabanincorporar junto a la remuneración que cada uno pretendía. Los hombres asintieron nuevamente.Lara volvió a hacer una pausa. El último punto que deseabatocar era la incorporación de un gerente general. Alescucharla, se hizo un silencio mucho más profundo eincómodo, pero ella continuó con determinación. Necesitaba a alguien de confianza que maneje la empresa asu lado, encargándose que todo funcione armónicamente,dejando que ella sólo se dedicase a la atención de clientes,

Page 68: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

a la supervisión de los servicios y a los aspectoscomerciales.- ¿Las cosas no están bien ahora? – preguntó uno de losencargados.- Están bien, pero tengo que confesarles que me sientosuperada, - respondió Lara dejándose caer en el respaldo desu sillón. – No puedo hacerme cargo de los servicios, dechequear que se paguen las cuentas de la luz y losimpuestos, las vacaciones, etc. – Bebió un poco de agua. –No estoy segura que Francis vaya a volver pronto, además,creo que no podemos seguir manejando esta empresa comosi fuera un almacén. La subdivisión de los departamentosnos ayudó muchísimo en su momento. Pero el incrementode las actividades, del personal y de la facturación ameritaque volvamos a organizarnos y miremos para adelante. Deno hacerlo se nos va a ir todo de las manos.- En eso estoy de acuerdo, - sentenció Zubiría. – De noempezar a trabajar de esa manera, vamos a terminarperdiendo mucho tiempo y dinero.- ¿Tenés algún nombre Lara? – quiso saber el encarado deldepartamento de especialidades orientales.- Si. Carlos Dumas. Hace mucho que nos conocemos y esun profesional de primera línea.Carlos Dumas había sido colaborador de Francis Le Bleauxcuando este comenzó a trabajar en forma independiente. Al

Page 69: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

año de estar trabajando con él, Carlos recibió una ofertapara regentear los restaurantes de un importante hotel deSantiago de Chile. Hacía más de seis meses que habíaregresado a Buenos Aires y Lara al tomar la determinaciónde seleccionar a un gerente supo que nadie lo haría mejorque él.Pero no había nada que Lara decidiera sin consultarlopreviamente con Le Bleaux. Ante cualquier decisión quenecesitaba tomar, lo llamaba para ponerlo al tanto de susideas y escuchar su aprobación. No se atrevía a aplicarmodificaciones sustanciales, sin saber que Francis estabade acuerdo. Francis no tenía objeciones a nada que ellaplantease; a decir verdad a Lara le parecía que nada decuanto ella le contaba le interesaba verdaderamente. Perolo cierto era que Bleu continuaba perteneciendo a FrancisLe Bleaux.La incorporación de Carlos Dumas fue una de las mejoresdecisiones que Lara tomara en ese último tiempo. Seinsertó a la estructura de la empresa sin ocasionar ningúntipo de alteración. A su cargo estaría el manejo operacionalde Bleu; no se ocuparía de asistir ni a eventos, ni abanquetes; él solo debía velar porque la organizacióninterna marchara sobre rieles. Se ocupó personalmente deimplementar un sistema interno para que tanto Lara comoel resto de las cabezas de departamento pudieran consultartodos los servicios que debieran atender. Funcionó a la

Page 70: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

perfección.Sin tener la obligación de atender los detalles menores dela empresa, Lara se vio liberada para entrevistar a losclientes y atender todo lo relacionado con su actividad. Con el paso de los meses el ritmo de trabajo se mantuvo,pero ya nadie pareció afectado por la demanda. Pero loque nadie sospechaba era que Lara, por sobre todas lascosas, comenzar a preparar el terreno para poner en marchasu proyecto personal.Los seis meses de licencia de Francis se convirtieron endiez y en ningún momento, ni en conversacionestelefónicas ni mucho menos por correo electrónico,Francis mencionó la fecha de su retorno. Eso a Lara le dabamala espina y le generaba una sensación extraña. De untiempo a esta parte ella había percibido tanto desinteréscomo apatía por parte de él ante los comentariosrelacionados con la empresa. Lo extrañaba sobremanera yse le había hecho muy larga su ausencia. Algo le decía queFrancis no volvería. Antes de tomar una decisión, Lara mantuvo una largareunión con Carlos Dumas. Tenía intenciones de viajar aParis a visitar a Francis para averiguar qué era lo quepensaba hacer. Carlos estuvo de acuerdo y la alentó ahacerlo, recordándole que no eran muchos los eventos quedebían cubrir durante la semana que ella pensaba estar enFrancia.

Page 71: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 6

París en otoño era muy diferente al París de enero. Estavez si pudieron disfrutar de la magnífica ciudad, de suesplendor y encanto. Con Francis recorrían los camposElíseos, donde hacían algunas compras o caminaban juntoal Sena intercambiando confidencias. Era en esosmomentos cuando Lara intentaba abordar el tema delregreso a Buenos Aires, pero el francés siempre respondíacon evasivas. Buscando contagiarlo con su entusiasmo,Lara lo puso al corriente de todo cuanto sucedía en laempresa. Hizo especial hincapié en lo importante quehabía resultado la incorporación de Carlos Dumas y losexcelentes resultados que su incorporación había arrojado. Francis la escuchaba sin emitir opinión. Estaba encantadode que Carlos Dumas fuera parte de Bleu. Ese punto enparticular, lo había alentado a tomar finalmente la tanpostergada decisión. No se lo dijo a Lara, no todavía; nodeseaba que ese fuera solo un viaje de negocios para ella. Continuaba inquietándolo la obsesión que ella tenía por sutrabajo. Era un tema recurrente para él y no encontraba lamanera de lograr que por lo menos durante una tarde, ellano mencionara la empresa. Una noche luego de asistir a la Opera, Francis, Manuel yLara se dirigieron al Café de la Paix, uno de losrestaurantes más prestigiosos de París. Estaban a punto de

Page 72: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

ingresar cuando Lara escuchó que alguien la llamaba. Concierta sorpresa giró a ver de quien se trataba. TristánCarrillo la contemplaba sonriente.- No sabía que venias a Paris, - comentó Lara contenta porhaberlo encontrado. – No me mencionaste nada en elúltimo mail.- La semana pasada terminó mi contrato en Madrid, -respondió sonriente. – A último momento decidí pasarunos días en París, para luego seguir viaje a Buenos Aires. Acabo de llegar.- Viniste solo, - se atrevió a preguntar Lara. Tristán asintióy mencionó que en otro momento le contaría. Lara lededicó una mueca con expresión comprensiva. – Cena connosotros.Lara buscó a su alrededor a Manuel y Francis que habíandesaparecido. El maître al notar su desconcierto leinformó que el Monsieur Le Bleaux y su acompañantehabían pasado a saludar al chef. Les indicó la mesa quetenían reservada. Acababan de ubicarse cuando Francis y Manuel se unieron aellos. Extrañado, el francés miró al amigo de Lara concierta sorpresa. Si bien Francis deseaba más que nadie queLara encontrara un compañero, no podía evitar ponersetenso y a la defensiva cuando un hombre se le acercaba. Entusiasmada, Lara los presentó comentándole a Francis

Page 73: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

que Tristán era el productor con quien ellos muchas vecestrabajaron conjuntamente.- Encantado Monsieur Le Bleaux por fin tengo el gusto, -saludó Tristán con una sonrisa. – Es un verdadero placerconocerlo, Lara siempre me habló de usted.- Recuerdo también haber oído de usted.- Francis, le dije a Tristán que cenara con nosotros, -comentó ella encantada con el casual encuentro.- Perfecto, - repuso Francis con una sonrisa, al tiempo quele indicara a Carrillo que tomara asiento.La cena fue muy agradable y Lara se encontró riendo comohacía mucho tiempo no reía. Francis también lo advirtió. Carrillo le resultó un hombre apuesto, frontal yencantador. Sus conversaciones eran inteligentes yamenas, pero definitivamente lo que más le agradó fuedescubrir en él ese aire cálido y despreocupado que le dabaun toque divertido y relajado a todo lo que contaba o hacía. También advirtió en él cierto interés por Lara, el cual podíaverse sutilmente reflejado en su mirada, en las sonrisas quele dedicaba o en el modo en que, de tanto en tanto, rozabasu brazo para hablarle. Para cuando estaban retirándose delrestaurante, Francis tenía una opinión bien formada sobreTristán Carrillo, y en su interior deseó que Laradescubriera al hombre más allá del amigo. Estaban a punto de subir a un taxi, cuando Tristán se apuró a

Page 74: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

invitarla a almorzar al día siguiente. Lara aceptó gustosa ysin perder tiempo buscó un papel en su bolso donde anotóla dirección de la casa de Francis. A Francis el intercambio de palabras y de miradas locomplació. Tenían mucho en común y el francés seesperanzó con que su querida discípula haya encontrado a lapersona indicada.Al día siguiente, Tristán llegó a la casa de Le Bleaux unosminutos antes de la hora acordada. Estamos en París yvamos a disfrutar de este hermoso día, pensó con unasonrisa. Bajó del automóvil y tocó timbre. Cinco minutosmás tarde Lara estaba sentada a su lado. La contempló dereojo sólo para comprobar que no se había equivocado.Parecía mucho más joven de lo que aparentaba cuandoestaba en actividad. Su larga cabellera brillaba con losrayos del sol enmarcando su, todavía, aniñado rostro. Susojos chispeantes y juguetones eran la combinación perfectapara su amplia y contagiosa sonrisa. Llevaba puesto un parde jeans gastados y una camisa blanca sin mangas anudada ala cintura. Sus delicados pies vestidos por un par desandalias también blancas.Cuando Tristán le preguntó dónde deseaba ir, Lara propusoalmorzar en un restaurante cálido y acogedor ubicado en elbarrio latino. Sin decir más puso el auto en marcha ydejándose llevar por las indicaciones de ella, llegaron allugar. No tardaron en ordenar el almuerzo y en retomar la

Page 75: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

conversación. Lara se atrevió a preguntarle por susituación marital, a lo cual Tristán respondió con unamueca. Finalmente se habían separado después de más decuatro años de matrimonio y de esa unión lo único quequedaba era un hermoso varón de dos años y medio. A Larale produjo una gran tristeza, pero en cuanto lo expresó él seencargó de aclararle que hacía mucho que no estaban bien yluego de muchos meses de luchar por reflotar la relaciónfinalmente decidieron separarse de común acuerdo.Ante la primera pausa de Tristán, Lara se encargó decambiar abruptamente de tema y el almuerzo continuócomo si nunca hubieran hablado del asunto. Luego de unaextensa sobremesa, decidieron caminar un rato. Todavíaquedaban varias horas de sol y no había porquedesperdiciarlas.Tristán dejó a Lara en casa de Francis cuando ya habíaoscurecido. Había pasado un día increíble con ella yhubiera hecho cualquier cosa por qué no concluyera. Larasiempre le había parecido una mujer extraordinaria, peronunca se le había ocurrido que entre ellos podría generarsealgún tipo de relación fuera de la laboral. Sonrió ante esaposibilidad. París podía ser una ciudad mágica y esa magiaparecía estar alcanzándolo.Desde el umbral Lara lo saludó y esperó que se alejara. Sesentía invadida por una alegría inusual. Afortunadamenteno había nadie en la casa. Fue hasta la sala de estar y se

Page 76: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

dejó caer en el sofá. Allí permaneció largo rato meditandosobre un sin fin de cosas. Era la primera vez que salía conun hombre desde la ruptura con Juan Martín. El encuentrocon Tristán había sido más que significativo, y aunque él nolo supiera, había ayudado a Lara a darle un panorama detodo lo que se estaba perdiendo por no animarse a estar conotras personas; por no animarse a confiar en la posibilidadde ensamblar su vida laboral con la sentimental. En esemomento descubrió la necesidad que tenía de volver a vivir,experimentó lo bien que se sentía compartir su vida conalguien. Tenía tan solo 25 años y había pasado los últimos cuatro dedicándolos solo a la construcción de la empresa,por que tenía que reconocer que ni a Juan Martín le habíadedicado el tiempo debido. Compartieron los tres días que Tristán estuvo en París.Muchos de los lugares que antes había visitado con Francis,ahora lo hacía con él. Reían y disfrutaban de todo cuantoveían. Lara en ningún momento se detuvo a pensar qué lesucedía con él, simplemente se dejaba llevar. No supo muybien cómo llegaron a recorrer París tomados de la mano, yhasta abrazados muy cerca el uno del otro. Estar en brazosde Tristán le resultó natural y la llenaba de tranquilidad. La última noche que Tristán pasó en París, fueron a cenar aun restaurante apartado e íntimo. Se ubicaron en una de lasmesas del fondo, buscando no ser molestados. Allíconversaron con cierta nostalgia, pues ambos sabían que no

Page 77: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

volverían a disfrutar un fin de semana como ese.Estaban llegando a casa de Francis cuando Tristán lepropuso continuar con la relación en Buenos Aires. Lara alescucharlo sonrió. Habían sido tres días increíbles y nadaindicaba porque no podría ser igual en Buenos Aires.- Me encantaría, - expresó Lara emocionada, - pero no nospongamos rótulos. Tristán al escucharla sonrió y le acarició el rostro conternura.- No pienso apurarte, - dijo finalmente. – Prometeme queme llamas en cuanto llegues a Buenos Aires.- Te lo prometo, - terminó diciendo Lara con dulzura.Con una sonrisa Tristán lentamente se acercó a ella y labesó. Se contemplaron en silencio por algunos segundos,entonces ella volvió a besarlo, luego de lo cual bajó delauto. Desde la puerta Lara lo saludó y allí permaneciócontemplado el auto alejarse.Pero más allá de Tristán, en ningún momento Lara olvidó elmotivo principal de su viaje. La noche anterior a supartida, le exigió a Francis hablar de una vez por todassobre su regreso a Buenos Aires. El francés asintiócomprendiendo que el momento de abordar el tema habíallegado. Con delicadeza tomó las manos de la muchachaentre las suyas y sonrió con ternura. Lara sintió que unabrisa helada le recorría el cuerpo y pensó lo peor. Francis

Page 78: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

quebró el silencio con una carcajada y le dijo que notemiera, pues lo que tenía que decirle no era nada malo. Sumédico le había dicho que su corazón funcionaba muy bien,y que si bien debía controlarse periódicamente no habíapeligro. Lara asintió con alivio. Le comunicó entoncesque había estado pensando en permanecer en París y noestaba seguro de volver algún día a Buenos Aires. Por lotanto había tomado una importante decisión. Lara loobservaba expectante, ansiosa y tensa por lo que podíaescuchar. Al verle el rostro a la muchacha, sonrió y fuedirectamente al grano. Extrajo una carpeta de uno de loscajones del importante aparador de la sala. Se puso losanteojos y miró a Lara con seriedad. No permitió que elladijera nada, simplemente comenzó a hablar de la empresa yde la situación financiera de la misma. Luego mencionó lacondición de Lara dentro de la empresa y de los logros quehabía tenido. Lara lo escuchaba atónita; era la primera vezque veía a Francis teniendo conocimiento de cada aspectode Bleu.- Lara, ¿me estás escuchando?, – preguntó Francis ahoracon seriedad. La miró por sobre el marco de sus anteojos.- Sí, perdón.Lo que Francis quería decirle, era que no solo teníapensado permanecer en Francia. Además deseaba cederleuna gran parte de la empresa, quedándose él con unporcentaje apenas superior. Los ojos de Lara comenzaron

Page 79: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

a agrandarse cargados de desconcierto y sorpresa. Franciscontinuaba hablando de la parte legal de la transacción. Pero Lara lo interrumpió poniéndose de pie.- Esperá Francis, – dijo simplemente al tiempo quecaminaba por la sala con nerviosismo. Se detuvo junto alhogar y giró hacia su amigo- ¿Cómo se supone que voy acomprarte esa parte?- Eso ya lo pensé.Durante la siguiente hora Francis le comentó la forma enque Lara pasaría a ser dueña de un porcentaje mayor de laempresa. Lara lo escuchaba fascinada por lo fácil que todoparecía ser.- Confío en ti Lara, – dijo finalmente. – No lo hago por eldinero. No tengo ni ganas, ni ánimo de seguir en esto. Pero necesito el ingreso, si no fuera por eso te cederíamucho más. - Pero Francis porque no seguimos como hasta ahora, tevoy depositando las ganancias y… - En realidad es lo mismo, – la interrumpió Francis. – Laúnica diferencia es que en lugar de darme mi parte, me dasun poco más hasta cumplir con el pago total.- Tengo que pensarlo.- No tenés nada que pensar, – sentenció Francistajantemente. Extrajo una nueva carpeta del cajón y se laextendió. – Aquí están todos los papeles para que firmes.

Page 80: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Si querés llevarte todo a Buenos Aires. Mi abogado, CarlosEstrada ya está al tanto de todo y podemos manejar elasunto a través suyo… Él sabía que íbamos a tener estaconversación. - Hizo una pausa y la observó digerir la idea.– Le dije a Estrada que incluyera una cláusula especial. –Ella lo miró con seriedad. – Podes cambiar el nombre si lodeseas y así empezar a forjar tu propio camino. Tenés elpotencial necesario, no necesitas de mi nombre. Faltaban apenas unas horas para despedirse de Francis yLara sentía una revolución tanto en su mente como en sucorazón. Más allá de todo lo que estaba sucediendo con laempresa, Lara no podía controlar la angustia que le dabasepararse de su amigo. Llegaron al aeropuerto en silencioy durante todo el trayecto Lara debió reunir todas susfuerzas para controlar sus lágrimas. Pero cuando elmomento del abrazo de despedida llegó ya no las pudocontener y comenzaron a correr por sus mejillas.- No ma petite, no quiero verte llorar, – dijo abrazándola. –Cuando te quieras acordar vamos a estar organizando unasnuevas vacaciones.- Te voy a extrañar tanto Francis. Sos como un padre paramí, – terminó diciendo Lara y las lágrimas volvieron abrotar.- Vos sos la hija que no tengo. Te quiero preciosa.

Page 81: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 7Estar en Buenos Aires nuevamente la llenó de nostalgia. Hacía tan solo tres días que había arribado y todavía nolograba desembarazarse de lo mucho que el abrazo dedespedida de Francis había significado. Diez meses atráshabía regresado de Barcelona con la imperiosa necesidadde aplicar cambios a su vida, pero los cambios empezaban aser muchos más de los que ella había contemplado y podíamanejar. La decisión de Francis la había tomado por sorpresa yresultó un duro golpe que Lara todavía no terminaba deaceptar. Por momentos la abrumaba una desoladorasensación de desprotección y desamparo, como si hubieseperdido la estrella que durante tanto tiempo la habíaguiado. De pronto el futuro se le presentaba incierto ytemió no estar a la altura de las circunstancias. Como si llegara para brindarle un poco de aire y de luz, elrostro de Tristán relampagueó en su mente. Sonrió. Susorpresiva aparición la había arrancado de la suerte deletargo en la que había estado inmersa. Los díascompartidos en París fueron maravillosos y cuando él semarchó se sintió rara y extrañó su compañía. Se dejó caeren el respaldo de su sillón y pensó en Tristán con mayordetenimiento. Era el primer hombre que le interesabaverdaderamente desde que había terminado con Juan

Page 82: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Martín. Siempre lo había apreciado, siempre había sido unbuen amigo, alguien que la hacía reír y con quien podíaconversar por horas. Repasó todo lo que habíancompartido en París y para su satisfacción descubrióaspectos de Tristán que antes no había advertido. En ningúnmomento había reparado en los cálidos y brillantes ojospardos; ni en lo relajado y atractivo que se veía con elcabello claro desprolijo y algo más largo de loconvencional; mucho menos había pensado en su cautivantesonrisa o en la firmeza de sus brazos. Ante esepensamiento se entregó a una sensación de bienestar quehacía mucho no experimentaba. Lentamente, casi sin darsecuenta, comenzó a contemplar la posibilidad de abrirse yaceptar que podían tener un futuro con él. Envuelta en suspropios anhelos, Lara se permitió soñar. Con determinación levantó su teléfono y marcó el númerode celular de Tristán. Conversaron durante casi una hora,hasta que se vieron obligados a cortar pues Lara debíaasistir a una reunión. Pero antes de hacerlo acordaroncenar juntos esa misma noche. Todavía pensando en él y enla cena, comenzó a juntar las carpetas necesarias para lasiguiente reunión; ya la aguardaban en la Sala de Reuniones.El día terminó rápidamente y Lara si perder tiempo corrió asu departamento dispuesta a prepararse para reunirse conTristán.

Page 83: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Desde que volvieron a encontrarse solían verse todos losdías. Cada vez que Lara lo tenía frente a ella, la sonrisabrotaba inconscientemente en sus labios iluminándole elrostro. Con él se sentía querida, acompañada ycomprendida. Podrían conversar por horas sobre los másdiversos temas y reír sobre trivialidades. Iban al cine,salían a cenar y hasta asistieron al teatro en dosoportunidades. La seguridad que Tristán le daba habíalogrado que ella se relajara y se entregara sin barreras a loque él le propusiera. Esa noche asistirían a la Fiesta que la Televisora, para lacual Tristán había trabajado, ofrecía con motivo de sus diezaños de existencia.El evento se realizaba a las afueras de Pilar, en una antiguaresidencia, donde habían dispuesto una amplia carpa paramil invitados. A ambos lados de la entrada dos reflectoresfueron ubicados para iluminar la oscura y abierta noche deprimavera y un camino escoltado por antorchas guiaba a losinvitados desde el estacionamiento hasta el lugar donde sellevaría a cabo la fiesta. La carpa en su interior estaba atestada de mesas dejandolibre un sector para que más tarde los presentes bailaran. Para completar el festejo, un animador y dos conjuntosmusicales habían sido contratados para entretener a lospresentes. Los invitados eran en su mayoría empresarios,actores y artistas del ámbito nacional. Lara y Tristán

Page 84: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

llegaron al lugar en horario, al igual que muchos otrosinvitados. Se mezclaron entre la gente y rápidamenteencontraron un grupo con quienes conversar. Cuando llegó el momento de trasladarse para comenzar lacomida Tristán la ubicó a su lado en la mesa y se ocupó deincluirla en todas las conversaciones que mantenía. Hacíamucho que Lara no disfrutaba tanto de una fiesta; haciamucho que no asistía a una fiesta como invitada y nisiquiera le importó que no fuera su empresa la que ofrecíael banquete. Pero definitivamente quien más disfrutó de lavelada fue Tristán, que no se cansaba de mirarla. Él teníaojos solo para ella y nada lograba distraerlo. Estabahermosa en ese vestido rojo con delicado escote, dejandosu pecho al descubierto, donde podía lucirse un colgante dedelicados rubíes engarzados. Llevaba el brillante cabellosuelto, rozando suavemente los hombros. Era muyconsciente que se había enamorado de ella y esesentimiento era cada vez más fuerte y poderoso. Solorogaba que a ella le sucediera lo mismo.Después de la cena, Tristán la tomó de la manoconduciéndola hacia el sector donde un gran grupo bailabaal compás de la banda. Al mezclarse con los demás, larodeó por la cintura haciéndola mover suavemente entresus brazos. Consciente que Lara atraía las miradas demuchos de los hombres de la sala, Tristán acercó su rostroal de ella y suavemente rozó sus labios con los de Lara. Te

Page 85: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

quiero, le susurró al oído. Ella asintió dedicándole unasonrisa cargada de emoción; le devolvió el beso. Sentía estar viviendo un sueño. Hacía tanto tiempo que nose sentía tan feliz que le parecía increíble. Se sentíacompleta y todo se lo agradecía a Tristán. Mientras élconversaba con unos colegas, Lara se excusó y se dirigió altocador para retocar su maquillaje. Tardó apenas unosminutos y se disponía a regresar junto a Tristán cuandoescuchó una voz que creyó reconocer. Fue hacia la puertaque daba al corredor y se asomó para poder ver de quién setrataba. Pudo ver a un hombre conversando animadamentecon los gemelos Andrés y Facundo Puentes Jaume. Elempresario estaba preguntando sobre Florencia y JuanMartín. Andrés tomó la palabra y luego de comentar queFlorencia estaba programando su boda, mencionó elcasamiento de su hermano menor con Valeria Cabañas y lapequeña hija que habían tenido. Repentinamente millonesde recuerdos se agolparon en la mente de Lara causándoleun gran vacío. Qué rápido me olvidó, se dijo. No la habíaimpactado tanto el enterarse que Juan Martín se habíacasado como el que tuviera una hija. Prefirió no pensar masen lo que acababa de escuchar. Se obligó a recobrar lacompostura; bien por él, pensó. Con toda la determinaciónque fue capaz de reunir, respiró hondo y regresórápidamente junto a Tristán.Que hace con Carrillo, pensó Andrés Puentes Jaume

Page 86: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

irritado al verla salir del tocador y reunirse con elProductor. Frunció el ceño al ver que él pasaba uno de susbrazos por los hombros de ella. Que me está pasando conesta mujer, se preguntó al sentir que lo invadía una ola decelos. En el último año la había visto gran cantidad deveces y no hubo ocasión en la que Lara no tuviera el mismoefecto sobre él. Se adueñaba de toda su atención con tantafacilidad que lo terminaba molestando. Se sentía incómodoy hasta desconcertado porque hasta había llegado a sentirque la acechaba desde la sombras. Últimamente, cada vezque asistía a un evento, fuera de la índole que fuera,siempre anhelaba encontrarla. No podía seguir con esaestupidez de mirarla en silencio, a la distancia, como unadolescente tímido e inseguro. No podía seguirestudiándola como lo venía haciendo. Lo cierto era quehabía aprendido a descubrirla, a conocerla. Habíaaprendido que Lara ladeaba levemente la cabeza cuandoprestaba verdadera atención a una conversación, que cuandoempezaba a aburrirse su mirada comenzaba a vagar por ellugar; que cuando estaba nerviosa o concentrada en algo,deslizaba sus dedos suavemente entre sus cabellos ycuando estaba cansada se masajeaba la nuca. No sabía biensi divertirse o preocuparse con lo que había aprendido deella. Desde su ubicación la siguió con la mirada comotantas otras veces. En ese momento le pareció que estabamucho más hermosa que la vez anterior.

Page 87: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Al cabo de unas horas la gente comenzó a dispersarse yTristán murmuró al oído de ella, continuar la fiesta en otraparte. Ella le respondió con una tímida sonrisa; complacido, la rodeó con sus brazos y sin despedirse denadie, dejaron el lugar.

Page 88: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 8

Bleu crecía de manera arrolladora y tal como habíasucedido años atrás, los distintos departamentos seencontraban desbordados de trabajo. AfortunadamenteCarlos Dumas estaba allí para coordinar todo con Lara. Lassolicitudes comenzaban a apilarse e intentando ayudar a losjefes de departamento, Lara se encontró analizandosolicitudes como en sus primeras épocas. Le agradabahacerlo, para ella era como volver a estar en movimiento.Lara´s, ese sería el nombre de su flamante empresa, la cualquedó compuesta por dos amplios sectores biendelimitados. Uno sería gastronómico, y contaría con undepartamento de comida francesa, un departamento decomida italiana, otro de especialidades orientales, unsector especializado en pescados y mariscos, y un últimodepartamento de repostería. El otro sector estaríadestinado a la organización integral de eventos sociales yempresariales.Cuando todos los aspectos conformaron a Lara, Tristán seencargó de realizar una amplia difusión sobre elsurgimiento de Lara´s. Esta vez el nombre de LaraGalantes figuraba al frente de todo, Francis Le Bleaux notenía nada que ver. Al día siguiente, el rostro de Laraapareció en todos los medios gastronómicos y laexpectativa que despertó fue mucho más grande que la

Page 89: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

esperada. Ya estaba hecho. Lara´s era una realidad, surealidad.El cambio de dominio no afectó la demanda, todo locontrario. Así como Blue estaba directamente asociado algran gourmet Francis Le Bleaux, con el surgimiento deLara´s, su rostro se terminó de posicionar por completo. Recibió propuestas para dictar cursos; la convocaron paragran cantidad de entrevistas en distintas revistas del rubro yhasta le acercaron la posibilidad de grabar micros para latelevisión. Asesorada siempre por Tristán y CarlosDumas, Lara accedió a algunos requerimientos y descartóotros. Así los meses fueron pasando entre las actividadescotidianas de la empresa y nuevos desafíos. Al cabo de unaño de mucho trabajo y satisfacciones, Lara´s recibió el tanansiado premio a la mejor empresa de serviciosgastronómicos del mercado; algo que nunca habíaalcanzado con Blue. Hacia un tiempo ya que Lara no asistía a cuanto evento suempresa organícese. Para eso tenía un excelente equipo detrabajo en quienes había aprendido a delegar, pero esanoche decidió afrontar personalmente la organización deuna cena ofrecida por la Asociación de Empresarios eInversores. Siguiendo la sugerencia de Tristán, de tanto entanto, se dejaba ver en alguna comida o evento social, solopara que su rostro circulara y no cayera en el olvido.Esa noche se celebraba el aniversario de la institución,

Page 90: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

reuniendo a casi mil personas, dentro de las cuales seencontraban importantes empresarios y altos funcionariosdel gobierno. Hacía más de seis horas que Lara habíallegado al lugar donde se llevaría a cabo la cena. En todoese tiempo se había encargado de controlar los materiales,las mesas, la vajilla, los arreglos florales y de comprobarque todos los alimentos a utilizar estuvieran en buenestado. Cuando concluyó con ese que hacer, habían pasadoya dos horas y era el momento de reunir al personal, paradarles las directivas. Siempre hacía lo mismo, preferíatener a todos sus colaboradores un par de horas antes, deese modo prevenía cualquier imprevisto que pudierasurgir. Desde los chef, pasando por los mozos hasta lasasistentes que acompañarían a los invitados a la mesa,debían presentarse con tres horas de anticipación. Esa erauna de las reglas y ella, Lara Galantes, pagaba muy bien paraque fueran cumplidas. Por algo Lara Galantes era muyconocida y requerida en el mercado. Sus equipos detrabajo eran de primera línea y con ella en la organizacióncentral, cualquier cena o recepción era garantía de éxito.- Lara, los cinco chef esperan tus indicaciones, – le dijouno de sus colaboradores. – También llegaron lasasistentes de las mesas y la entrada.- Los mozos están terminando de cambiarse, – informóluego el encargado.Unos minutos antes que los invitados comenzaran a llegar,

Page 91: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Lara reunió a su personal tal como era su costumbre les diolas últimas directivas; luego de lo cual cada uno fueocupando su posición. Mientras las asistentes de la entradase ocupaban de indicar a los invitados el número de susrespectivas mesas, los mozos comenzaron a circular conbandejas cargadas de tragos y bocaditos fríos y calientes. Lara mientras tanto permanecía con los chef, quetrabajando a todo vapor terminaban de prepara los platospara la entrada. Todo estaba en su sitio. Todo estaba bajocontrol.

Andrés Puente Jaume pasó a buscar a Sabrina La Barca a lahora acordada. Antes de llamarla por el portero eléctrico,se arregló la corbata y acomodó su oscuro cabellocontemplándose en el reflejo del limpio vidrio de la puertade entrada. Sonrió satisfecho con su imagen. Sabía quetenía por delante una noche larga y productiva. Primerouna cena con los empresarios más importantes de BuenosAires, un círculo al cual ya había logrado entrar. Buenacompañía y la posibilidad de entablar excelentes relacionesy negocios. Por último pasaría la noche junto a Sabrina. Era consciente que tenía a su lado a una de las mujeres máscodiciadas de la ciudad y por qué no decirlo, también delmundo. La belleza de Sabrina había atravesado las mejorespasarelas de la moda internacional, pero estaba con él. Encendió un cigarrillo y tocó el portero eléctrico. Lo

Page 92: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

atendió la asistenta de la modelo quien no tardó en avisarleque la señorita estaba bajando.Era una clara noche de primavera. La brisa corríabrindando un fresco aroma. Andrés decidió esperar juntoal auto, a escasos metros de la entrada principal deledificio. Segundos más tarde, Sabrina apareció envuelta enun soberbio vestido color uva, con pronunciado escote enla espalda y engarces en piedras. Al verla, Andrés sonriócomplacido y fue hacia ella. La tomó de las manos y labesó en ambas mejillas.- Estas hermosa, - le dijo con tono galante. - Voy a ser laenvidia de la noche.- Muchas gracias mi amor.Sabrina La Barca estaba feliz con la vida que llevaba. Erauna modelo de fama internacional y contratosmultimillonarios. Amaba a Andrés Puente Jaume y eraplenamente consciente que juntos hacían una parejahermosa y exitosa. Eran la pareja del momento, todos losabían y lo decían, solo faltaba poner la fecha para la boda. Lamentablemente el único que parecía no darse cuenta deello era el propio Andrés, que se irritaba con la frivolidadde las revistas y los absurdos reportajes a los cuales losinvitaban. Ella generalmente debía asistir sola y excusarlodiciendo que tenía demasiado trabajo.En cuanto pusieron un pie en la recepción los flashes se

Page 93: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

posaron sobre ellos y eso a Sabrina le encantaba pues sabíaque al día siguiente estarían en las mejores revistas delpaís, donde comentarían lo hermosa que ella se veía enaquel vestido, y lo atractivo que él estaba con ese elegantetraje azul oscuro. Una vez que el tedio de los flashes cesó, Andrés lacondujo hacia el centro del salón donde divisó a un grupode empresarios con quienes deseaba conversar. Sabrinapodía advertir como las mujeres la observaban a medidaque avanzaban y no le pasó inadvertida la manera en quemuchas de ellas clavaban sus miradas en el atractivo rostrode Andrés. Claro, con los vejestorios que tienen al lado,pensó con desdén, tienen derecho a fantasear un poco. Leagradaba que la contemplaran, que la admiraran y hasta quela envidiaran. Ninguna de ellas tenía su andar felino yelegante, su esbelta figura y mucho menos un hombre así asu lado. Su propio pensamiento la hizo sonreír, con lo cualse veía más radiante e impactante.Los invitaron a pasar a la mesa para comenzar la cena, casisin que Sabrina lo notara. Tan absorta estaba analizando supropia felicidad que no había intercambiado palabrasprácticamente con nadie. Recién al encontrarse ubicados ala mesa, la esposa de un importante empresariometalúrgico le preguntó para qué desfile se estabapreparando. Adoraba que le hicieran ese tipo de preguntasy no lo ocultaba. Con cierta soberbia respondió, opacando

Page 94: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

a las mujeres que compartían su mesa y deslumbrando a loshombres con furtivas miradas cargadas de sensualidad.Andrés se unió a ella unos minutos más tarde. Se habíaatrasado conversando con un colega sobre las últimasdirectivas que evaluaba el gobierno. Se ubicó junto aSabrina, quien no paraba de hablar. Un segundo despuésalgo captó poderosamente su atención y ya no escuchónada más.Bajo el número de mesa, había un nombre, un nombre quesignificaba mucho para él. Un nombre que lo torturaba yque lo había llevado a poner distancia con Buenos Aires. Un nombre que se había convertido en su oculta obsesión yno podía creer que le volviera a suceder. Su mirada seperdió en la profundidad de la llama de la vela, que un mozoacababa de encender. Lara Galantes, gritó su mente cargadade ansiedad por verla una vez más. La última vez que lahabía observado un deseo desenfrenado por saber todo deella se había apoderado de él. Había averiguado que estabaen pareja con Tristán Carrillo y que estaba al frente de lareconocida empresa de banquetes y eventos. El cambio denombre de la empresa, lo sorprendió, no tenía idea de eso.Pero bueno, acababa de regresar de Nueva York donde sehabía instalado con Sabrina el último año. Apoyó un codosobre la mesa sin poder quitar los ojos de aquel nombre;hasta hacía un par de minutos hubiera jurado que ya era untema sepultado. Repentinamente se puso de pie de manera

Page 95: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

tan abrupta que casi hace caer al mozo que estaba a puntode servirle el primer plato.- Andrés. ¿Qué te pasa?, - chilló Sabrina sobresaltada ymolesta por la interrupción.- Perdóneme, – le dijo al mozo. El hombre asintió coneducada sonrisa. – No lo vi. – Luego se volvió hacia elresto de la mesa. – Disculpen, ya vengo.- Andrés, – dijo Sabrina molesta por su inapropiadoproceder.- Ya vuelvo, – murmuró Andrés enérgicamente, clavandosus fríos ojos en ella.Se alejó de la mesa rápidamente. Se sentía extraño eincómodo; recorrió el lugar con la mirada buscándola. Enun momento se había obligado a recordar que había sido lanovia de su hermano menor, pero ya no se forzaba en lucharcontra eso. Se dirigió directamente al baño de caballeros,donde se miró en el espejo solo para comprobar que elseguro y frío hombre de negocios que había entrado a lacena una hora atrás, había desaparecido por completo. Tenía frente a él al hombre infeliz e insatisfecho con lavida, frustrado y vacío por haberse obsesionado con unamujer a la que casi no conocía. La única mujer que nuncareparó en él más que como hermano de su novio. Frustración, rabia y desesperación se mezclaron en suinterior.

Page 96: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿Porqué no puedo sacármela de la cabeza?, – murmuró aregañadientes. – Tengo que terminar con todo esto.Un hombre interrumpió sus pensamientos, obligándolo avolver a su postura rígida de frío empresario exitoso.- ¿Todo bien Andresito? – le dijo palmeándole la espalda.- Sí, – mintió Andrés sin siquiera sonreír. Se contempló en el espejo siendo testigo de su propiatransformación. La mirada y el semblante oscuro, como siuna nube cubriera por completo los rayos del sol quefugazmente lo habían iluminado. Sin decir más salió delbaño dispuesto a regresar a la mesa donde Sabrina y losdemás aguardaban.Tomó el pasillo que lo llevaba a la recepción, para luegoacceder desde allí al salón principal. Se detuvo en seco encuanto la vio. Lara conversaba en medio de la recepcióncon dos muchachas de cortos veinte años. Aunque lohubiera deseado no logró contener la sonrisa. Una vez másuna sensación extraña y movilizante le recorrió el cuerpo. El corazón le latía con tanta fuerza que lo ensordecía. Talvez, pensó, si conversaba con ella, descubriría que todo setrataba de una fantasía tejida por su propia imaginación. ¿Será eso lo que necesito?, se preguntó; ¿necesito darmecuenta que ella no es lo que yo creo? De pronto su mentese llenó de dudas, bajó la vista y le dirigió una rápidamirada a las puertas que conducían al salón principal,

Page 97: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

escaparse de allí también era una opción.- ¿No me digas que vos sos el buen mozo que esta conSabrina La Barca? – preguntó Lara al voltear y verlo. –Tengo a tres empleadas totalmente desconcentradas por tuculpa.- No me pienso hacer cargo del calificativo o delcomportamiento de tus empleadas, - repuso él consimpatía. – El resto es cierto…Se saludaron con sumo agrado y él sintió que su alegría eragenuina. Empezamos bien, pensó. No podía dejar demirarla. Al tenerla frente a él, Andrés descubriórápidamente que el tiempo que se había alejado de BuenosAires se había desvanecido por completo. ¿Había sido unerror garrafal haberse acercado a ella?, se preguntóinquieto. No, no lo había sido se obligó a pensar. Elcorazón le latía desaforado y en un abrir y cerrar de ojos,olvidó donde y con quien estaba.- ¿Cómo estás tanto tiempo? – preguntó él tomando elcontrol de la conversación. - ¿Cuánto hace que no nosvemos?- Más de dos años fácil, - respondió ella con entusiasmo. –Además de Sabrina… que para ser sincera, es la máshermosa de las novias que te conocí… ¿qué es de tu vida?¿Estas viviendo en Buenos Aires?Andrés asintió sorprendido por el paso del tiempo. Evitó

Page 98: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

hablar de Sabrina, y rápidamente mencionó que acababa deregresar de Nueva York. Se había asociado a un amigo yjuntos poseían una consultora que brindaba asesoramientofinanciero a empresas de primer nivel instaladas enArgentina o a empresas internacionales con intensiones deinvertir en el mercado nacional.- Contame de vos ahora, - dijo él controlando su ansiedad. -¿Qué fue de vos estos últimos años?... Además de laempresa… ¿qué es de tu vida? ¿Estás con alguien?Se arrepintió de esta última pregunta en cuanto salió de suslabios, pero lo cierto era que necesitaba saberlo todo. Al escuchar la pregunta Lara rió entre nerviosa y contenta. Mencionó estar con alguien, pero no dio muchos másdetalles de su persona. Miró a Andrés con picardía y pasó acontarle desde el comienzo. Le habló de lo mucho quehabía trabajado durante los últimos años y los frutos queello había dado. Estaba orgullosa de ser el artífice delcrecimiento de la empresa, la cual estaba comprando aFrancis Le Bleaux.- Falta mucho por pagar, - siguió diciendo llena desatisfacción. – Pero ya voy a llegar a eso. Andrés la escuchaba maravillado por la metamorfosis quese había producido en ella. Había dejado de ser lamuchacha emprendedora que había conocido muchotiempo atrás para convertirse en una empresaria hecha y

Page 99: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

derecha. La sintió segura y determinante, y eso le gustómás todavía. En un momento de su discurso, sus miradasse cruzaron. Fue un instante, un segundo efímero eimperceptible para ella que continuaba hablando de laevolución de Lara´s. Para Andrés en cambio, fue un antes yun después. Fue un error garrafal haberme acercado, sedijo envuelto en un mezcla de terror y desconcierto; porDios, se dijo al sentir que Lara se había adueñado porcompleto de él.- Te perdiste el primer plato, - le dijo en una pausa ydelicadamente puso su mano sobre el brazo de él. – Mejorte dejo para que por lo menos puedas disfrutar el platoprincipal.- No hay problema, -alegó Andrés y se obligó a pensar enalgo para retenerla unos segundos más. – Estoy pensandoen ofrecer una cena para algunos clientes,- dijo y él mismose sorprendió por sus palabras. – Te ocupas también decenas cerradas.- Claro, - respondió ella dedicándole una amplia sonrisa.De un bolsillo extrajo una tarjeta. Se la extendió. –Llamame para hablar mejor del asunto.Se despidieron y Lara insistió con que esperaba sullamado. Él asintió y con los ojos clavados en la tarjeta sedirigió a la entrada del salón. Antes de ingresar, miró porsobre su hombro buscándola, pero Lara ya habíadesaparecido.

Page 100: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Al ubicarse nuevamente junto a Sabrina, agradeció quetodos se mostraran como si él nunca se hubiese levantado. Sabrina continuaba hablando de los desfiles y lo divertidosque estos podían ser. Sería una larga noche y aunqueintentase pensar que sería amena ya no lo creía. Queríasalir de allí, no escuchar ni a Sabrina, ni a nadie. Todocuanto lo rodeaba de pronto le resultó tan frívolo ehipócrita que le produjo rechazo. Alguien le habló, y Andrés tardó en advertir que la preguntaera dirigida a él. Volvió a ser el mismo de siempre. Respondió con amabilidad y con una encantadora sonrisaen sus labios. Se obligó a integrarse en la conversación dela mesa, era de muy mal gusto permanecer callado y nohacer comentarios inteligentes y acertados no le repararíaningún beneficio. Eso no era propio de él.Durante el resto de la cena mantuvo una actitud alerta. A sulado Sabrina conversaba entusiasmada, desplegando todo suencanto y hermosura, tenía cautivado a su auditorio. Estaban sirviendo el postre cuando Andrés la vio apareceren el salón. La siguió con la mirada, una vez más, absortopor su presencia, preguntándose cómo había terminadometido en tamaño lío. La contempló, mientras le daba unaindicación a un hombre; Andrés supuso que debía tratarsedel encargado del salón. Tenía el rostro serio, parecíaconcentrada en su trabajo. Al final sonrió. Que lindasonrisa, pensó y deseó que en algún momento fueran

Page 101: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

destinadas a él.Se distrajo un instante, cuando un mozo colocó el postrefrente a él. En ese momento, Sabrina le preguntó cómo sellamaba la bodega de Fernando, el esposo de su hermanaFlorencia. Andrés le respondió y volvió su atención aLara. La encontró junto a la mesa principal conversandocon Echenique, el Presidente de la Asociación que ofrecíala cena. En ese momento, Echenique la presentaba alMinistro de Economía de la Nación y su esposa. No podíadejar de mirarla y al hacerlo, un hormigueo desconcertantee inusual se apoderaba de sus entrañas. Tenía que pensar;organizar todo lo que tenía en su cabeza; convencerse queera una locura que atentaba absolutamente contra todo loque siempre había sostenido. Se sentía un imbécil. Muchos sentimientos y sensaciones se habían despertadodespués de años. ¿Cómo podía ser?, se dijo. En silencio, Sabrina lo observaba intrigada. Esa noche lonotaba extraño, distante y no podía entender el motivo. Siguió con la vista la línea de visión de Andrés y dio con elMinistro de Economía y su esposa que conversaban conuna mujer. Le resultó poco interesante y dedujo que elinterés de Andrés estaría relacionado con su trabajo; muypoco estimulante, pensó. Empezaba a aburrirse, deseabasalir de ese lugar y continuar la noche en el departamentode Andrés o en el de ella. El hechizo en el que Andrés había caído se rompió en el

Page 102: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

instante en que sintió la mano de Sabrina deslizarse entresus piernas; mientras conversaba con la esposa de un altofuncionario de la Gobernación de Buenos Aires. Andrés seenderezó en su asiento y carraspeó al sentir en modo enque los dedos de Sabrina jugaban con los pliegues de supantalón. Entonces lo miró, divertida e insinuante. Comouna gata mimosa, Sabrina se reclinó sobre su brazo yapoyando delicadamente el mentón sobre su hombro, lesusurró al oído que moría por hacerle el amor. Andrés la miró de soslayo y una sonrisa traviesa bailó ensus labios al sentir los dedos de ella jugar con su bragueta. Él también lo necesitaba, si pensaban en la carga emocionalque llevaba acumulada. Pasar la noche con Sabrina podíaser el bálsamo que estaba necesitando; después de todo, lasmejores noches de su vida las había pasado con ella.- ¿Vamos? – le preguntó con tono bajo y sensual.- Ya mismo.

Page 103: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 9

Durante más de tres años Andrés se convenció que toda suvida era la perfección hecha realidad. En las nuevasedificaciones de Puerto Madero había adquirido un pisocon una maravillosa vista al río. Los amplios ventanalesque daban a los diques dejaban que la luz inundara lashabitaciones por la mañana y por la tarde podía contemplarcomo el sol se escondía tras los edificios de Buenos Aires.Adoraba su nuevo hogar y se enorgullecía de tenerlosiempre en perfectas condiciones. También se encargó deconseguir ubicación para su oficina en el nuevo barrio deMadero Este. Todas las mañanas bajaba a desayunar a uncoqueto Pub, donde leía los matutinos y luego caminando ydisfrutando de la vista llegaba a su trabajo. Lo complacíahaber trasladado allí el centro de su vida.Su profesión siempre había sido una prioridad para él ycomenzar la semana laboral lo llenaba de energía. Desde elmomento en que había decidido estudiar en Estados Unidosse había comprometido concienzudamente a convertirse enun profesional de renombre, esa era su meta y la habíaconseguido. Sin embargo, a medida que avanzaba en pos desu objetivo, Andrés aprendió que para posicionarse en lacima, no bastaba con su capacidad profesional. La imagenera tan importante como todo lo demás y debía cuidarsecelosamente. Se construyó, consciente de lo que estaba

Page 104: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

buscando. Había elegido cada detalle minuciosamente,nada había sido librado al azar. Vivía en un pisoespectacular y era dueño de uno de los estudios másimportantes en su rubro; su cuenta bancaria crecía día a díay como si todo eso hubiese sido poco, a su lado tenía a unahermosa mujer, a la cual sus amigos y enemigos admirabany envidiaban. Pero por alguna extraña razón se sentíainsatisfecho, consciente que ese tipo de superficialidadespor momentos lo asfixiaban. Entró a su oficina dispuesto a comenzar la jornada. Beatriz, su secretaria lo siguió a escasos metros llevandocon ella una taza de café para él y un bloc donde estabananotados todos los llamados recibidos hasta el momentopara su jefe. Sabrina había llamado dos veces y en ambasocasiones dejó dicho que se comunicara urgente con ella. Una vez que Beatriz terminó de darle todas las novedadesque tenía para él, salió del despacho de Andrés.Con cierta renuencia, sabiendo que sería una conversaciónpesada y reiterativa, Andrés levantó el teléfono y marcó elnúmero de celular de Sabrina. Tenía una mañana tranquila yno tenía sentido postergar lo impostergable. Sabrinaatendió rápidamente y al escuchar la voz de Andrés no semolestó en ocultar su irritación, por no haber recibidonoticias de él en dos días.- Te fuiste de mi departamento en medio de la noche y nisiquiera me despertaste, - siguió chillando ella indignada. -

Page 105: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

¿Cómo me hiciste una cosa así?- Perdón… estabas profundamente dormida y yo no mesentía bien, - mintió él sin mucho convencimiento. - ¿Estas bien ahora?Le dijo que lo estaba y automáticamente ella pasó a temasque la preocupaban mucho más que la salud de Andrés. Eseera una de las características que más agradecía de Sabrina,pues ella solo se detenía en lo que a ella le interesaba ygeneralmente eso estaba relacionado con su carrera ypopularidad, el resto era relleno. Ahora hablabaincansablemente sobre sus próximos compromisos, y lasdistintas campañas para las cuales la habían contratado. Sehabía enterado esa misma mañana y estaba feliz con lasnoticias. Andrés se aburría de escucharla. Pero no lequedaba más remedio que hacerlo.- Me gustaría que vuelvas conmigo a Nueva York, – dijofinalmente. – Es más porqué no te convertís de una buenavez en mi representante. A casi todas mis amigas, susparejas le manejan la carrera. Dale Andrés, seríafantástico, no nos separaríamos nunca.La voz de Sabrina denotaba todo el entusiasmo que sentíaante tal posibilidad. Hacía mucho que había elaborado esaidea y cada tanto insistía. Pero él no estaba dispuesto adejar de lado su trabajo y su libertad para seguirla. Teníaotros planes en mente y Sabrina y su ascendente carrera, no

Page 106: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

entraban en ellos.- Acabamos de regresar de Nueva York, sabes muy bienque mi intensión era establecerme por un tiempo enBuenos Aires, – respondió enérgicamente Andrés. –Además no sabría que hacer manejando tu carrera… yahablamos de esto un millón de veces.- Llevada por la bronca y la indignación le dijo que estabaresuelta a viajar y necesitaba una respuesta cuanto antes.- No estoy dispuesta a seguir esperándote Andrés, –terminó diciendo y cortó la comunicación.Andrés dejó el teléfono en su sitio y giró su sillóncontemplando la vista desde la ventana ubicada tras suescritorio. Tenía la extraña sensación de haber perdido elfoco de las prioridades que durante mucho tiempo lo habíamantenido en la senda segura. En otro momento, la hubierainvitado a almorzar y luego hubiera pasado la tarde con ellaen su departamento; eso sumado a una buena cena en lacama a la luz de las velas, la hubiera convencido de todocuanto él le dijese. Pero no quería hacerlo, no estabadispuesto a hacerlo más. Sabrina era tan frívola comomuchas veces lo había sido él y si bien nunca le habíaimportado, en ese momento le resultó patético. En suinterior algo tambaleaba y eso lo tenía en completo estadode alerta. Creía saber cuál era el cambio que necesitaba o mejor

Page 107: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

dicho creía saber qué necesitaba, pero todavía lo sentíalejano y eso lo impacientaba. Sin embargo, era concienteque lo que más lo frenaba era el miedo; miedo a exponersey salir lastimado; miedo al rechazo y a la incomprensión desu familia. Encendió un cigarrillo y terminó de beber sucafé. Pensó en Juan Martín, en la hermosa familia que habíaformado y no pudo reprimir la envidia. Acababa de cumplir31 años y se sentía solo. Ese sentimiento lo intranquilizó,era algo nuevo para él. Nunca antes había pensado en todasesas cosas. Nunca se le ocurrió considerar que no teníarealmente con quien compartir su vida. Para él la vida erauna senda que se debía transcurrir según el camino que unose haya trazado. Los sentimientos lo único que lograbanera confundirlo, exponerlo y debilitarlo; las decisiones setomaban con la cabeza, el corazón nunca debía serconsultado. Valiéndose de esas premisas se había sentidosiempre seguro y había alcanzado todo cuanto habíadeseado de la vida. La imagen de Lara llenó por completo su mente. Lara habíadespertado en él muchos miedos que durante años habíacreído dominar. Toda su seguridad y sus convicciones sedesmoronaban y el poder que ella empezaba a tener sobreél lo llenaban de frustración.Los días fueron pasando y la insistencia de Sabrina crecía. Era una pesadilla tener que oír sus reclamos donde solo

Page 108: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

debía escucharla gritar y llorar por todo el tiempo queestuvieron juntos y lo poco que ella parecía importarle. Locierto era que Andrés no terminaba de definirse; perder aSabrina era como asumir que su mundo perfecto seresquebrajaba y se desmoronaba como una gran mentiraque quedaba al descubierto; el amor nada tenía que ver, sien cambio la seguridad. Tal fue su demora en enfrentar el problema, que una tardeSabrina se presentó en su oficina dispuesta a darle un corteal asunto. Permaneció tan solo unos minutos ysimplemente le dijo que se marchaba en tres horas. - Voy a estar varios meses fuera, – terminó diciendo. – Sillegas a viajar hacémelo saber.Andrés respiró hondo y bordeando su escritorio se acercóa ella. Intentó tomarla de las manos, pero Sabrina no se lopermitió. Estaba herida, dolida, Andrés lo notó deinmediato; no insistió.- Te amo muchísimo Andrés, - le dijo finalmente con vozcargada de amargura. - Soñé tanto formar una familia a tulado… me duele tanto perderte…- Sabri… por favor… no dramaticemos…- ¿Por qué no deseas pasar cada segundo del día conmigo,como a mi me pasa con vos?- Sabes que no sirvo para eso; esto es lo mío, – terminódiciendo él. Ella asintió con comprensión y cierta tristeza.

Page 109: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

– No puedo obligarte a que te quedes anclada a BuenosAires… eso no sería justo… pero tampoco puedo dejartodo cada vez que vos tengas que cumplir con unaobligación en el exterior. - Hizo una pausa y la tomó de lasmanos. - Tal vez tenga que viajar a Nueva York en unassemanas… te aviso... si no, nos vemos a tu regreso.Ella volvió a asentir y luego de besarle fugazmente loslabios, dejó el despacho de Andrés apurándose a esconderlas lágrimas tras los anteojos de sol.Andrés permaneció unos minutos contemplando la puertade su despacho. Por primera vez desde que estaban juntos,había visto en los ojos de ella el profundo amor que sentíapor él. Ese descubrimiento lo debilitó, haciéndolo sentirun verdadero cretino por no haber sentido nunca lo mismo.Sabrina era muy insistente con todo lo referente a sucarrera, pero Andrés nunca imaginó que él también fueratan importante para ella. La relación que manteníansiempre había sido lo suficientemente libre para no asfixiaro condicionar a ninguno de los dos. Pero evidentementepara ella las cosas habían cambiado y quería mucho másque la suerte de noviazgo que tenían. Se sintió terrible ymucho peor fue saber que la disparidad que siempre habíaexistido entre los sentimientos de ambos no semodificaría. Miró su reloj. Eran las seis de la tarde y no había nada querequiriera su presencia en la oficina. Las paredes de su

Page 110: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

despacho parecían haberse achicado, y necesitó salir de allípara respirar aire puro y despejar su mente. Tomó sunetbook del escritorio y dejó su oficina todavía con laconversación revoloteando en su cabeza. Recorrió las calles del Nuevo Puerto Maderorememorando mucho de lo compartido con Sabrina y unaextraña sensación de nostalgia lo envolvió. Se habíaacostumbrado a contar con ella, a saber que ella estaríadispuesta a acompañarlo a donde él quisiera y, también, sehabía acostumbrado a pertenecer al mundo que ella le habíaabierto. No la amaba eso era algo que siempre habíasabido, pero con Sabrina había alcanzado una relación queera lo más parecido al amor que Andrés había conocido. Se sentía desdoblado y terriblemente egoísta. Bordeó el Hotel Hilton y tomó por Pierina Dealessi. Erauna tarde agradable y decidió buscar una mesa al sol dondepodría tomar algún trago mientras respondía varios correoselectrónicos y algunos llamados. Todavía era temprano yen Asia de Cuba encontró varias mesas libres sobre laterraza exterior. Allí se ubicó. Una moza se acercó a él yle tomó el pedido.Colocó la netbook frente a él y la encendió. La tarde caíatras los edificios y por un instante se dejó cautivar por lavista. La moza le colocó el gin tonic con limón a uncostado y Andrés simplemente asintió. Le dio un sorbo ybajó la mirada hacia su ordenador al tiempo que sacaba su

Page 111: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Black Berry del bolsillo interior de su saco. Llamó aFacundo. Lo ubicó saliendo de una reunión. Tratando deesconder la frustración que sentía, se mostróexageradamente entusiasmado y Facundo no tardó enadvertir que algo no estaba del todo bien.- ¿Qué te pasa?, - le preguntó súbitamente. – Te escuchoraro.- Nada… discutí con Sabrina, - le dijo y se dejó caer contrael respaldo de una silla.- Nada nuevo últimamente, - retrucó Facundo.- Esta vez fue bastante definitivo, - agregó y encendió uncigarrillo. – Se fue para Nueva York y no tengo idea decuándo la vuelvo a ver. Nos tomamos un tiempo.- ¿Un tiempo… un tiempo se tomaron?... hace rato quedeberían haberse separado definitivamente… no entiendoporqué das tantas vueltas.- No me resulta fácil hacerlo…, - contestó conabatimiento, – aún sabiendo que no la quiero… quierodecir… la quiero… pero supongo que no como ella a mi….Cuatro años no pueden borrarse así como así. Sintió la presencia de alguien junto a su mesa y levantó lavista pensando que se trataba de la moza. Sorprendidosonrió y el rostro se le iluminó al verla parada junto a lamesa contigua. Llevaba un traje negro y una camisalavanda. El cabello castaño brillaba con los últimos rayos

Page 112: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

del sol y, desde donde Andrés se encontraba lo apreciócomo una cortina dorada que ocultaba su rostro. Facundole hablaba de una película que pensaba ir a ver esa noche ylo estaba invitando, pero Andrés no lo escuchaba. Sus ojosestaban clavados en el perfil de Lara que en ese momentoacomodaba unas carpetas en su maletín. Los anteojos desol se deslizaron por el puente de la nariz y molesta se losquitó y los dejó sobre la mesa. Todavía sin sentarse,levantó la vista un instante buscando a la moza y su miradase encontró con la de él. Sonrió y Andrés casi se derriteante la intensidad de su mirada.- ¿Venís entonces? – le preguntaba Facundo coninsistencia. – ¿Me escuchas Andrés?- Te tengo que dejar Facu, - le dijo con aire ausente. –Después te llamo.Se puso de pie, y sin dar más explicaciones a su hermanocortó la comunicación. - Hola, que sorpresa, - fue lo único que atinó a decir. Fuehacia ella y se saludaron con un beso. - ¡Qué increíbleencontrarte justo acá!- Tuve una reunión en el Hilton, - respondió ella consoltura. – Pensaba tomar un café para hacer tiempo… tengootra en una hora.- Que suerte la mía entonces, - dijo con cierto nerviosismoy una sonrisa bailó en su labios. – Venite a mi mesa.

Page 113: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Lara estiró su cuello delicadamente al notar que él estabatrabajando- No quiero interrumpirte, - repuso con algo deincomodidad. - No interrumpís nada, solo estaba chequeando el correo,mientras tomaba un trago, - dijo él apurándose a cerrar lanetbook. Tomó el maletín de Lara y lo colocó en una delas sillas de su mesa.Ella accedió con una sonrisa y luego de tomar su cartera ysus anteojos se ubicó a su lado. La moza se acercónuevamente y Lara le pidió un café doble mientrascolocaba sus lentes sobre su cabeza. Miró a Andrés conpicardía y le aclaró que para ella era muy temprano parabeber alcohol. Para llenar el espacio que había entre ambos, Andrés lepreguntó por la reunión que acababa de tener. No leinteresaba en lo más mínimo. Solo deseaba escucharla ydejar que su voz se apoderara de él. Entusiasmada Larapasó a contarle que había tenido dos reuniones por doseventos que estaba organizando. La dejo hablar ysimplemente se limitó a observarla, entre cautivado ytemeroso. Ella parecía ser una fuente de luz y al mismotiempo un caudal de frescura que lo envolvía y lo arrollaba,rompiendo esquemas y estructuras; derribando resistenciasy barreras. Con solo verla reír o contemplar la grancantidad de expresiones que su rostro generaba, Andrés

Page 114: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

sentía su cuerpo vibrar. No quedaba en él el más remotorecuerdo de Sabrina y la conversación que habían tenido. Todo lo que había sentido o todo lo que se había culpadohabía desaparecido por completo. Era a Lara a quienquería. Cuando no la veía, ella se convertía en una suerte defantasía, algo deseado pero inalcanzable; entonces podíaseguir con la tranquilidad y seguridad de su vida. Encambio, cuando la tenía cerca, como sucedía en esemomento, Andrés perdía la cabeza y temblor se apoderabade él.- Al final nunca me llamaste para organizar esa cena, - ledijo Lara antes de beber un poco de café. Andrés asintió y cruzando sus brazos sobre la mesa seacercó más a ella. Sin saber qué decir la miró directo a losojos y le sonrió. La cena había sido solo una excusa paraestirar la conversación, ni siquiera había vuelto a pensar enello. Pero si el tema le servía para continuar generandoencuentros con Lara, adelante con la cena. - Ni siquiera sé qué es lo que quiero hacer, - agregóacompañando sus palabras por una mueca. – Se me ocurrióhacer algo para fin de año… ¿Qué me sugerís que haga?- No sé… - respondió ella algo desconcertada. – ¿Decuántas personas hablamos?Andrés no tenia idea; le ofreció un número de invitadoselegido al azar. La conversación derivó en una pequeña

Page 115: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

reunión de trabajo, pero a él no le importó, era tan buenaexcusa como cualquier otra para estar con ella. De modoque una a una fue respondiendo las preguntas de Lara,dejando que la sonrisa brotara de sus labios con cadarespuesta que le daba y que sus ojos absorbieran cada gestoque saliera del rostro de ella. Ella le hablaba de todo lo que podrían hacer y sugiriéndolelo más conveniente para un agasajo de esas características. Lentamente comenzó a delinear una propuesta para Andrésy mientras ella hablaba, él se preguntó cómo podría hacerpara verla más seguido.- ¿Me estas escuchando Andrés? - le dijo ella divertida. - Claro, toda mi atención esta puesta en vos, - agregó conuna sonrisa cargada de intensidad.- Me tengo que ir, - dijo ella abruptamente luego de cotejarsu reloj. – Me esperan en Happening.- Mi departamento queda para ese lado, - repuso élapurándose a llamar a la moza. – Vamos juntos.Cruzaron el puente de la mujer conversando sobre locómodo que le había resultado a Andrés trasladar su vida aPuerto Madero. Ella lo escuchaba atenta y se interesaba porsaber donde estaba su oficina. Cuando estaban casillegando al restaurante donde la esperaban, Andrés seencargó de alargar un poco más la conversación para asídemorar la despedida. Retomó el tema de la cena

Page 116: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

preguntándole si tenía algún restaurante en mente parasugerirle.Ella asintió y le sugirió uno ubicado en Palermo. - Te va a gustar, es acogedor y tiene un sector que suelencerrar para almuerzos o cenas privadas, - le dijo con unasonrisa.- Es un patio antiguo reciclado. Muy lindo. Ademásla comida es excelente.- Almorcemos ahí mañana, - se apuró a sugerir él conímpetu. Lara lo contempló sorprendida y por primera vez desde quese habían visto sintió cómo la mirada de él le acariciaba elrostro; se sintió hipnotizada por un instante. Tardó unossegundos en reaccionar, pero en ningún momento sus ojosse apartaron del rostro de Andrés. No pudo resistirse aesos ojos de un gris intenso que la atravesaban con lamirada, ni a esa sonrisa que la encandilaba.- Porqué no, - le dijo ella entre nerviosa y divertida. – Nosencontramos mañana ahí.- Perfecto, - dijo él satisfecho. - Te llamo para que mepases la dirección. Tristán la observó conversar con Andrés Puentes Jaume, aquien conocía desde hacía años y por quien no tenía nada desimpatía. Siempre lo había considerado un hombresoberbio, cínico y engreído; demasiado seguro de

Page 117: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

conseguir lo que deseaba. No le gustaba nada verlo cercade su novia. Afortunadamente Lara le dedicó pocosminutos y rápidamente ingresó al restaurante junto a él. En cuanto Lara se ubicó a su lado, Tristán pasó su brazosobre los hombros de ella y sin rodeos le preguntó dedónde conocía a Andrés. Lara lo miró intuyendo los celosde Tristán. Sin responderle, tomó el rostro de él entre susmanos y lo besó con cariño.- No me respondiste, - insistió él con una tierna sonrisa.- Lo conozco desde hace años…, - comentó Lara – Es elhermano mayor de Juan Martín, un novio que tuve.- Mirá vos…El comentario lo llevó a ganarse otro beso, luego de lo cualse sumergieron en la carpeta donde estaban todos lospuntos que debían tratar en la reunión que tenían pordelante.Andrés la observó alejarse. A un lado habían quedadoSabrina y su pasado con ella, en ese momento lo único queocupaba su mente era el presente y el futuro inmediatorepresentado en el almuerzo del día siguiente. Pensando eneso emprendió el camino hacia su departamento. Era muyconsciente de lo mucho que iba a tener que trabajar paraconseguir la atención de Lara, pero lo lograría. Sabía cómohacerlo. Dándose ánimos se obligó a pensar con mayordetenimiento cuáles eran sus mejores opciones. Si había

Page 118: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

algo que lo acercaría a ella era definitivamente su trabajo. Lo meditó unos segundos más, analizando cadaposibilidad. Le resultó claro que no tenía sentido utilizarrecursos evidentes como invitarla al teatro o a comer. Ellalo rechazaría. Podía seguir contratándola para distintoseventos o banquetes o desayunos o cualquier evento socialque se le ocurriese. Eso ya lo estaba utilizando con la cenaque había inventado; había dado resultado. Pero tenía enclaro que si bien lo acercaría a Lara, no la seduciría. Debíaser más sutil; podía ser más sutil y lo sabía. Tenía quesorprenderla, sacudirla, lograr que ella se fije en él;acorralarla si era necesario. Pensando en eso ingresó a su departamento y se dejó caeren uno de los sillones. Decidió que lo mejor seríainvestigar a fondo todo sobre Lara´s y cada uno de susmovimientos. Por lo pronto al día siguiente almorzaríanen un restaurante de Palermo y de lo último que Andréstenía pensado hablar era de la cena que tal vez ofrecería. De pronto sonrió.- Vas a ser mía, - dijo con confianza. – De eso estoyseguro.

Page 119: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 10Andrés fue el primero en llegar al restaurante. Esa mismamañana Beatriz, su secretaria, se había puesto en contactocon la secretaria de Lara para pedirle la dirección delrestaurante donde se reunirían. En cuanto Andrés ingresósupo que ya había estado allí con Facundo, Sabrina y unaamiga de ella. Era un restaurante exclusivo y privado; contaba tan solo conveinte mesas muy separadas una de la otra. Paseó la miradapor el lugar y comprobó que tan solo la mitad estabanocupadas. Dejó que sus ojos recorrieran las paredesdesparejas de ladrillo a la vista, los cuadros de la ciudad deBuenos Aires, las luces tenues, las antiguas arañas y porúltimo la barra y el gran espejo que tenía detrás. Giró haciael fondo, desde donde los rayos de sol se filtraban por losvitrales multicolores contrastando con la tenue luzinterior. El patio interno, había sido remodelado yrestaurado sin perder las características de origen. A loscerramientos originales, se habían adosado nuevos sinalterar el conjunto en general; la medianera del fondoestaba cubierta por un jazmín del país y en una de lasparedes laterales se había respetado una fuente donde ahorapodían apreciarse distintas variedades de flores. Le gustó. Era el lugar indicado, tal vez no para una cena con amigos oclientes, pero si para un almuerzo de las características que

Page 120: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

él tenía en mente.Una empleada se le acercó y le preguntó si deseabaalmorzar. Él asintió y se apuró a comentarle que estabaesperando a alguien. La muchacha lo observaba expectantey estaba a punto de conducirlo a una mesa cuando Andrés lepreguntó si podían almorzar en el patio trasero. Lamuchacha asintió con una sonrisa, parecía contenta depoder complacerlo y hacía allí lo condujo. El recinto olía a jazmines y le agradó el clima íntimo yromántico que allí se respiraba. Antes de sentarsecontempló las paredes de ladrillo decoradas, al igual que elinterior, con fotos de la antigua ciudad. La chica no sehabía marchado y al retirar los dos cubiertos que sobrabanen la mesa escogida por Andrés, le ofreció algo para tomarmientras aguardaba. Pidió un agua mineral. Miró a lamuchacha alejarse y se ubicó en la mesa. Se sentía sumamente ansioso, nervioso y expectante. Esamañana se había vestido con esmero. Quería verse bien yque también Lara reparara en eso. Había escogido unelegante traje azul, con delicadas líneas blancas; unacamisa blanca y una corbata fucsia facetada. Sabía muybien que el azul le sentaba, lo hacía ver elegante ydistinguido; que el fucsia atraía la atención y resaltaba elgris de sus ojos. Había pasado las primeras horas en suoficina tratado de imaginar diversas maneras de abordarla,pero luego se convencía de que todo parecía ridículo.

Page 121: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Nunca una mujer le había demandado tanta atención previa;pero ella no era una mujer más y lo sabía. Había averiguadogran cantidad de cosas sobre la empresa de Lara, pero nadade lo aprendido le mostró un hueco de donde agarrarse. Vamos a ver cómo se va desenvolviendo la charla, se dijo. Lara llegó media hora más tarde. Apurada bajó de un taxidispuesta a no perder más tiempo. Había tenido unamañana movida y todavía quedaban varios asuntos de loscuales debía ocuparse por la tarde. Entró al restaurante conel celular en su oído y su maletín en la otra mano. Sedetuvo un instante en la recepción mientras terminaba laconversación. Mientras aguardaba, recorrió el lugar con lamirada buscándolo. Andrés la contemplaba esperando que ella advirtiera supresencia. Los treinta minutos que Lara había demorado leresultaron una eternidad; había pensado tantas cosasmientras aguardaba que tenía una revolución en el cuerpo yen la mente. Primero se le ocurrió que un contratiempo deúltimo momento le impediría asistir; luego se indignó alcontemplar la posibilidad de que ella lo dejara plantado aconsciencia; por último se dijo que tal vez Carrillo lahubiese raptado impidiéndole presentarse. Esa media horahabía sido una tortura que le dejó los nervios de punta;había pasado de la ansiedad a la preocupación, hasta que unanube de celos lo envolvió y lo dejó en un estado al que noestaba acostumbrado. Pero finalmente ella llegó, se dijo

Page 122: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

aplacando la inseguridad y los celos. Lo descubrió al cabo de unos segundos. Le hizo un gestopara avisarle que tenía que terminar la conversación. Elasintió con una sonrisa y la manera en que la miró, hizo queLara sintiera una suerte de temblor en su interior. Por unsegundo no escuchó lo que Mónica le decía y solo fuecapaz de contemplar lo peligrosamente atractivo que seveía. En ese instante atendía un llamado en su celular y ledirigió una furtiva mirada, que Lara tuvo que esquivar parano sentirse en evidencia. Le dijo a Mónica que la llamaríaen cuanto terminase el almuerzo, cerró su celular. Sevolvió hacia el interior. Se tomó un instante paracontemplarlo. Andrés seguía hablando por teléfono. Surostro se mostraba serio, concentrado en la conversación. En un momento se pasó la mano libre por el oscuro cabelloy se rió con ganas. La expresión que se reflejó en elrostro de Andrés le robó el aliento y la paralizó. Quéapuesto que es, se dijo cautivada, ¿Con quien estaráhablando? Al notar que Andrés finalizaba la conversación,se apuró a reunirse con él. Se saludaron con un beso y seubicó frente a él. Para romper el hielo comenzaron hablando del hermosorestaurante que ella le había sugerido y que él se encargóde alabar ocultando que ya lo conocía. Una moza, seacercó con una panera; seguida por otra moza que lesacercó los menús y una tercera que el extendió a Andrés la

Page 123: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

carta de vinos. Él le sonrió a las tres con simpatía y lasmuchachas permanecieron unos segundos revoloteandoentorno a la mesa. Lara les dirigió una mirada mezcla dedesaprobación y diversión. No le gustaban los mozos queinvadieran la privacidad del cliente y estas tres chicas,estaban decididas a llamar la atención de por lo menos unode los comensales de esa mesa. - ¿Vino? – le preguntó a Lara con delicadeza.- Una copa, - respondió ella y una vez más sintió como sumirada la atravesaba. – Vayamos pidiendo o se nos va ahacer tardísimoAndrés se volvió hacia una de las mozas y le indicó el vinoque había escogido. Luego les indicaron los platoselegidos. - ¿Estas apurada? - preguntó Andrés una vez que las tresmuchachas lo dejaran solos. - No, para nada… pero esas tres te van a querer retener todala tarde, - respondió ella con un dejo de ironía. – Ya vas aver lo que va a tardar la comida…Andrés la miró con perplejidad y Lara le devolvió elcomentario con una mueca.- No me mires así, si fueran empleadas mías ya las hubieselevantado en peso.- A mi no me molestan para nada, - repuso él insinuante.- Claro que no… decí que elegí el restaurante, sino hubiese

Page 124: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

pensado que te vestiste para ellas.A él el corazón le dio un salto por el solo hecho de haberescuchado su comentario. ¿Se había fijado?; ¿Le habíamolestado? Durante el almuerzo conversaron animadamente siendoAndrés quien conducía las conversaciones con fluidez ydespreocupación. Lara, por su parte, se encontró riendo ydisfrutando sus comentarios y ocurrencias. De él nacía unasuerte de hechizo que la envolvía y la transportaba como sino tuvieran a nadie a su alrededor. No tuvo consciencia desi las tres mozas, volvieron a aparecer. En un momentodescubrió su plato frente a ella y fue porque lo vio a élcomer, no porque haya advertido cuando lo colocaronsobre la mesa. Tampoco supo en que momento lo habíanretirado o habían rellenado su copa; mucho menosrecordaba haber pedido café. Él la tenía completamenteabstraída de todo cuanto la rodeaba. Cuando la hora de pedir la cuenta llegó, ambos advirtieronlo tarde que era. Habían pasado las últimas tres horasconversando sobre el pasado y el presente de ambos y eltiempo se les escapó sin que ninguno lo notara.- No puedo creer que se haya hecho tan tarde, - exclamóLara con una amplia sonrisa. – No hablamos nada de lacena, - dijo ella con cierta vergüenza. – ¿Te gustó elrestaurante?

Page 125: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Me encantó, - dijo él con entusiasmo. – Pero no creo quesirva para lo que tengo en mente…- Sería interesante que de una buena vez, me dijeras quétenés en mente, - le dijo ella cuando salían del restaurante yse dirigían al auto de Andrés. – Digo, así te puedo ayudar.Él se la quedó mirando sin saber qué decirle. La pregunta leresultaba de lo más tentadora. Frunció el ceño y presionósus labios procurando que las verdaderas intensiones nosalieran de su boca; pero que ganas tenía de compartirlascon ella. Lara lo miró expectante, aguardando unarespuesta.- Tengo dos opciones, - dijo él al cabo de varios segundosde meditación. – O me acompañas mañana a almorzar aotro restaurante o cancelo esa bendita cena.Ella lo miró con cierta desconfianza y se subió al auto. - ¿Por qué no vas a recorrer restaurantes con Sabrina? – lesugirió ella con tono desafiante.- Con Sabrina nos tomamos un tiempo, - respondiósecamente al poner en marcha el auto. - Ah… no sabía…- Se fue a Nueva York ayer…- ¿Por eso ayer estabas tomando un gin tonic a las seis de latarde?Él no respondió. No quería que ni Sabrina, ni nadie le

Page 126: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

opacara el momento que estaba viviendo. Cayeron en unpozo de silencio que duró los cinco minutos que tardaronen llegar del restaurante a la oficina de Lara.- Almorzamos mañana entonces, – propuso él repuesto.- No puedo, - le dijo Lara eludiendo la propuesta. - Pasado mañana entonces, – insistió él.- Hablamos, - respondió ella. Estiró su cuello para saludarlo y rápidamente se bajó delauto. Del restaurante Andrés se dirigió directamente a sudepartamento desde donde llamó a su secretaria parainformarle que estaba un poco demorado. No tenía deseosde ir a la oficina, necesitaba estar solo y serenarse. Se dejócaer en su sillón preferido y se entregó a sus sentimientos. Su interior era un torbellino de anhelos y temores; deseosy ansiedades. Por momentos su cuerpo se llenaba de unaenergía arrolladora que lo empujaba a intentar todo cuantoestaba a su alcance para conquistarla. Era la primera vez ensu vida que sintió su corazón libre de ataduras y prejuicios;desbordado de pasión. La primera vez que tuvo certeza delo que deseaba de su vida, sin dejar que la razón metiera lacuchara. Se sentía fuerte y poderoso, como un caballodesbocado que galopa desenfrenado hacia la tan deseadalibertad; como un tren sin freno que bregaba por llegar adestino. En ese momento no había en él ni culpa ni temor

Page 127: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

por lo que sentía. Cerró sus ojos dejando que su mente ysu alma se llenaran de la imagen de Lara, de su risa, de suvoz, de su entusiasmo. Era tarde para recapacitar ycontemplar los obstáculos que lo separaban de Lara; tardepara dejar que el miedo a exponerse volviera acondicionarlo. Mandó todos los pensamientos oscurosque cruzaron por su mente al diablo y le importó un rábanola relación que Lara había tenido con su hermano menor,porque en la soledad de su departamento asumió que estabaperdidamente enamorado de ella y que nada ni nadie podríacambiar eso. La quería con él y para él.Lara no lograba concentrarse en su trabajo. Se sentíainvadida por una extraña sensación que la acosó durantecada una de las reuniones que mantuvo esa tarde. Reiteradas veces se encontró pensando en la cautivantesonrisa de Andrés o en esa mirada penetrante y profunda,como si de esos ojos grises naciera un magnetismo que lamovilizaba. Una y otra vez, cayó en remembranzas dedistintos momentos del almuerzo compartido y en más deuna ocasión hasta sonrió ante el recuerdo de loscomentarios de Andrés. Para cuando el final del día llegó,Lara creyó comprender por qué las mujeres lo adorabancon tanta facilidad. Nunca antes lo había advertido, porquenunca antes lo había observado como lo había hecho esedía. Pero el tipo tenía algo que lo hacía diferente. Con muypoco esfuerzo de su parte, lograba que una se sintiera lo

Page 128: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

más importante del mundo y ante su irresistible encantouna terminaba sucumbiendo sin siquiera desearlo. Sus pensamientos fueron interrumpidos por Tristán queingresaba a su despacho acompañado por Mónica. Larasorprendida por la aparición de su novio le dio un rápidovistazo a su agenda primero y a su reloj después. Eran casilas ocho de la noche y había olvidado que cenarían juntos. Tristán la abrazó y se besaron.- Dame un segundo que acomodo esto y vamos, - le dijocon una sonrisa.- Perfecto. A propósito, ¿dónde estuviste hoy al mediodía?– preguntó súbitamente. – Te llamé para almorzar y Mónicame dijo que habías salido. Tenías el celular apagado.- Almorcé con un cliente, - respondió Lara esperando sonarconvincente. – Era una reunión muy importante y apagué elcelular.Tristán asintió sin darle demasiada importancia, ella encambio se sintió perturbada por su pequeña mentira y nosabía tampoco por qué lo había hecho. Las palabras habíanfluido de su boca sin siquiera pensarlas. Buscando aplacarsu propia confusión abrazó a Tristán y con una sonrisasugirió cenar y pasar juntos también la noche en eldepartamento de él.Tristán dormía a su lado, pero ella no lograba conciliar elsueño. Sentía haber generado una fisura en la excelente y

Page 129: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

hermosa relación que siempre había creído tener con él. No lograba encontrar el motivo que la había llevado aocultarle la verdad y se negaba a admitir que Andrés era elcausante de ello; pero mientras besaba y hacía el amor conTristán, el rostro de Andrés relampagueó en su mente. Durante los siguientes dos meses, la agenda de Lara secargó de actividades. A las responsabilidades de laempresa, se sumaron importantes propuestas que lallevaron a realizar viajes relámpago al interior para dictarcursos o disertar en algún seminario. Salía muy temprano ala mañana y regresaba a su casa pasadas las diez de lanoche. El ritmo era exhaustivo, pero los logros laempujaban a continuar. Tristán la esperaba en el aeropuertodespués de los viajes, para llevarla a cenar a sudepartamento, o la buscaba por la empresa si ella trabajabahasta tarde. Él la contenía y la cuidaba. Ocasionalmentediscutían sobre la imagen o la situación de la Lara´s. Ellaescuchaba atenta a cada una de sus palabras. Tristán era susostén, era a él a quien le confiaba sus miedos y sus dudas. Lo único que se guardaba para ella, era la secreta existenciade Andrés, con quien cada vez cruzaba más correoselectrónicos, y en quien muchas veces pensaba a pesar deno haberlo visto.Tenía una tarde de locos, y su humor estaba por el piso. Ala cena que debía atender esa noche, tenía que agregarle elfastidio que le ocasionaba la insistencia de Tristán para que

Page 130: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

colaborara una vez más en un desfile. Ya le había dicho queno estaba de acuerdo; que era algo que la malhumoraba yque no tenía nada de paciencia con las modelos. PeroTristán insistía y le había jurado y perjurado que él mismose ocuparía de ese tema; lo único que deseaba era que ellaestuviera en la coordinación general y fundamentalmenteque aportase el servicio gastronómico. Ni así estabaconvencida.Todavía le duraba el fastidio de la última discusión quehabían tenido. ¿Cómo podía él insistir con el tema cuandoella ni se molestaba en disimular su contrariedad? Pero asíera Tristán y en el fondo lo hacía porque sabía que ellaterminaría cediendo.Lara respiró hondo y exhaló con fuerza tratando dedespojarse del malhumor que tenía; pero no la ayudó ennada. Se sentía tan irritable que quería pelearse con alguienpara descargar la frustración. Se puso de pie y encendió uncigarrillo. Haber si nos tranquilizamos Lara, se ordenó.Tenés muchas cosas que resolver y esta disposición no teva a ayudar en nada. Buscó una gaseosa de la pequeñaheladera ubicada junto a la biblioteca y se forzó a no pensarmás en Tristán, que después de todo estaba en vuelo aCórdoba donde se quedaría un par de días. Regresó a suescritorio y abrió la carpeta de la cena de esa noche. Todoestaba en orden y las entregas de mercaderías deberíanestar arribando al lugar del evento. Indagó en el detalle del

Page 131: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

evento y cotejó que nada quedase librado al azar. Noencontró ninguna indicación sobre los centros de mesa yeso la incordió. Tomó bruscamente el teléfono y marcósin quitar la vista de la carpeta.-Amadeo, soy yo, - dijo en cuanto escuchó la voz delhombre. - ¿Qué tipo de centros te encargaron para la cenade esta noche en el Golf?-Hola Larita… Un placer escucharte, - la saludó el hombrecon una jovialidad que a ella le resultaron desubicadas. –No te acordás que habíamos quedado en unos centroscreativos, priorizando el blanco y el lila.Lara respiró y se dejó caer contra el respaldo de su sillónrelajándose. Lo había olvidado y lo que era peor, habíaolvidado dejarlo asentado. Ahora recordaba laconversación, había tenido lugar entre dos llamados, uno deTristán y otro sobre un casamiento. De pronto se sintióagotada, enojada y superada por todos los temas que debíaatender. -Es cierto, - terminó diciendo. – Perdoname, tuve un día delocos y Carlos esta enfermo.-Tranquila linda, - le dijo el florista con tono conciliador. –Los centros deberían estar llegando en una hora y media allugar de la cena.- Gracias Amadeo, como siempre un divino. Dejó el auricular en su sitio y se dejó caer contra el

Page 132: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

respaldo del sillón. Cerró los ojos un instante buscandoserenarse. Que día de mierda, se dijo para sí. Alguien golpeó el marco de la puerta de su despacho. Fastidiada por la interrupción, Lara levantó la vista y para susorpresa se encontró con Andrés Puentes Jaume que lesonreía y la saludaba desde el umbral. Sorprendida se pusode pie y bordeando su escritorio fue hacia él para saludarlo.- ¿Qué se supone que estás haciendo acá?, - le preguntótratando de controlar su contrariedad.- Veo que estas de un humor exquisito, - le respondióminimizando el tono de ella. – Tengo que decirte algo quepuede interesarte y preferí hacerlo en persona.Lara no se molestó en disimular su estado de ánimo y leindicó que pasara. Andrés atravesó el despacho y se dirigióa la mesa de reuniones que Lara le estaba señalando, seubicó en una de las sillas. Estaban por comenzar adialogar, cuando el teléfono sonó en el escritorio de Lara. Ella se disculpó unos segundos y fue a atender. Le tomósolo unos minutos. Se trataba de una modificación en loslistados del evento de esa noche. Mientras conversaba,por el rabillo de su ojo vio que Andrés se ponía de pie. Lovio deambular por su despacho y dirigirse al ventanal,corrió levemente la cortina y espió el fondo. Luego volviósu atención a la mesa de reuniones y detuvo sus ojos en elcenicero. Encendió un cigarrillo y se volvió a sentar. Clavó su mirada en ella que cotejaba algo en su

Page 133: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

computadora mientras continuaba su conversación.Cuando dejó el auricular en su sitio, se volvió hacia él.- ¿Café? Andrés asintió. Lara entonces se estiró y por elintercomunicador le pidió a Mónica que les trajera cafépara los dos. Volvió su atención a Andrés.- Me decías, - dijo con determinación.- Bueno, mejor voy al grano, - le dijo con voz neutra yapagó su cigarrillo.- Mejor, - respondió secamente.- Me enteré que estabas haciendo averiguaciones en PuertoMadero, - empezó diciendo. – Pero por algún motivodesististe de la operación.Al escucharlo ella frunció el ceño ocultando su sorpresa. Lo miró con cierta desconfianza. Con nadie había habladode sus intensiones de alquilar un amplio local en ese sectorde la ciudad y no le gustó demasiado que Andrés estuvieraal tanto de sus movimientos.- ¿Cómo lo supiste? – preguntó sin molestarse en ocultarsu contrariedad.- La persona con la que hablaste es de mi estudio, -respondió Andrés con seriedad. – Una de las actividades demi estudio es administrar las propiedades de PuertoMadero.

Page 134: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

El celular de Lara vibró en su cintura y lo atendió; fue másun movimiento mecánico que verdaderos deseos de atenderla llamada. Le hizo un gesto a Andrés con su manopidiéndole que aguardara un momento. Él asintió y sumirada se intensificó. En ese momento Mónica ingresóllevando una bandeja con dos cafés, leche y un plato demasas secas. - Hola Tris, - le dijo y con cansancio se pasó una mano porla frente. - ¿Qué tal el vuelo? – Hizo una pausa y tomó unsobre de azúcar que rápidamente echó en su café. – Mealegro… estoy en una reunión, - agregó. Le dedicó unarápida mirada a Andrés solo para demostrarle que eraconsciente que la estaba observando. – No, ya te dije queno pienso ocuparme de eso, - protestó. – No, no sé quiénes el representante de Sabrina La Barca, te ocupaste vos decontratarla la última vez. – Hizo una pausa y resopló por lobajo. – Pero creo que La Barca no está en el país, - le dijo ymiró a Andrés que sacudió su cabeza negativamente. – Loleí por ahí, - agregó eludiendo la mirada de Andrés. - Nocreo que puedas dar con ella, ni que este acá en dossemanas, - agregó. Andrés volvió a sacudir su cabeza y ledio un sorbo a su café ocultando la triunfante sonrisa. - Después hablamos… Estoy con gente… Si, si, está bien. Un beso. Si, también yo.Cerró su celular y bebió un poco de café. Clavó su miradaen Andrés y le pidió que le explicara a qué había venido.

Page 135: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Como te decía, mi estudio maneja esas operaciones;puntualmente tenemos personal que se ocupa decomercializar las propiedades bajo las directivas de misocio, - empezó diciendo. –Él me comentó que estabasinteresada y que habías hecho una primera oferta… peroque después te echaste atrás.- Que confiable tu socio, - protestó ella con fastidio. – Nodebería hablar de esas cosas, ¿no?- Un buen amigo, pero dejemos ese punto de lado, - repusoél. Se acomodó en su asiento y se reclinó hacia adelanteacercándose a ella. – Vengo a ofrecerte mi ayuda. - ¿Qué clase de ayuda?- Si tenés problemas financieros, - empezó diciendo, perohizo una pausa al ver cómo el rostro de ella se cubría porun manto de indignación. – No me mires así, no tiene nadade malo aceptar ayuda. - Terminó su café de un sorbo. -Estas pagando esta empresa y los alquileres de Madero sonbastante altos…- ¿Entonces? – lo interrumpió ella impaciente.- Entonces te debería recomendar que vayas paso a paso, -respondió Andrés con suavidad. – Cuando tengas todo pagocon Le Bleaux me llamas y yo te cierro la operación en unabrir y cerrar de ojos.Ella lo miró sin entender demasiado a qué había venido. Después de todo, lo que él le estaba planteando era

Page 136: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

justamente lo que ella pensaba hacer; puro sentido común. Se recostó contra el respaldo y lo estudió con mayordetenimiento. - Eso es lo que voy a hacer, - dijo ella insegura.- Muy razonable, pero tenés que saber que vas a tardar mástiempo del que crees en lograrlo, - respondió él y le dedicóuna amplia sonrisa. – Otra forma de ayudarte, esprestándote el dinero que necesitas. ¿Tenés en mente abrirun restaurante?Lara sacudió su cabeza inmediatamente. Bajo ningún puntode vista aceptaría algo así. Si debía aguardar un año, loharía, pero nada de aceptar favores. Terminó su café y fuehacia su escritorio en busca de sus cigarrillos. Lo que másle molestaba de toda la conversación, era que Andrésestuviera al tanto de sus deseos.- Nadie sabe lo del restaurante, -dijo finalmente. Encendióun cigarrillo. – Quiero que siga así…- ¿Ni siquiera Carrillo? – preguntó y Lara percibió un dejoextraño en su voz que no llegó a definir. Sacudió su cabezanegativamente. – Mejor así…Va a ser nuestro secreto, -repuso él con una sonrisa amplia y radiante. - ¿Te parece?Había algo en él que le producía un hormigueo inquietante. El modo en que la miraba, la facilidad con que la envolvía;así y todo el uso de la palabra nuestro, detonó una alarmaen su interior. No se sintió intimidada, tampoco acosada,

Page 137: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

simplemente se sintió ante una conversación extraña, comosi nada de lo dicho fuera cien por ciento real. - ¿Tristán quería contratar a Sabrina? – preguntó Andréscambiando abruptamente de tema.Lara asintió pero no agregó comentarios. En algún puntosentía estar resistiéndose a algo, aunque no pudieraprecisar qué. - Esta en Londres y se va a quedar allí por lo menos un mesmás, - siguió diciendo Andrés. – Esta con muchascampañas, no creo que pueda venir.- Ya le dije que no estaba en el país, así que no creo queTristán insista, - respondió Lara con aplomo. - ¿Vas a viajara visitarla?- Ya te dije que nos separamos, - respondió Andrésmirándola directo a los ojos. Le había gustado la pregunta.- Se estaban tomando un tiempo, - le recordó ella.- Exacto.- No es lo mismo…Silencio. Fue un momento extraño, donde ella se sintióarrollada por el modo en que él la miraba. Así había sidodesde que había ingresado a su despacho, pero al mismotiempo la magnitud de esa mirada se iba incrementando concada segundo que pasaba.- Bueno, me tengo que ir, - dijo Andrés rompiendo el

Page 138: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

hechizo. – Tengo una cena y no voy a llegar. Lara consultó su reloj y al ver lo tarde que era sesobresaltó. Sin reparar en la presencia de Andrés dejó lasilla de la mesa de reuniones y se dirigió a su escritorio. Tomó el celular y marcó rápidamente un número. Ubicó elcelular en su oído mientras buscaba frenéticamente lacarpeta que debía llevar. La encontró. - Hola Cris, - dijo mientras cerraba su agenda y la colocabaen su maletín. – Si se me hizo tarde… no… Todavía estoyen la oficina… en cinco minutos salgo para allá. – Hizouna pausa y terminó de guardar sus pertenencias en sucartera. - Esta bien… estoy en camino, si Susana no llegaen diez, me llamas y yo me encargo… nos vemos en unosminutos.Dejó su escritorio y miró a Andrés que parado junto a lapuerta del despacho la contemplaba. Él se mordió loslabios luchando por contener la sonrisa. Entonces lepreguntó a donde se dirigía. Buscando algo en su bolso demanos, ella le respondió que tenía una cena en el GolfClub.- ¡Qué casualidad!, - dijo Andrés derrochando entusiasmo.– Estoy yendo para allá.Lara lo miró con incredulidad. No supo bien como tomarlo que él le estaba diciendo. Pero en ese momento con locorta de tiempo que estaba le pareció una bendición tenerlo

Page 139: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

a mano.- Casualidad, - repitió ella y esta vez dejó escapar unasonrisa. – Supongo que no te va a molestar llevarme.- Va a ser un verdadero placer, - respondió él y tomando elmaletín de las manos de Lara, le hizo un ademán para quepasara primero.Durante el viaje, Andrés le contó todo sobre el Club delGolf del cual era miembro. El abuelo de su padre, OlegarioPuentes Lavallol había sido uno de los fundadores, y desdeentonces todos sus descendientes varones pasaron a sersocios del exclusivo club desde el momento en quenacieron. Lara seguía atenta sus palabras, entusiasmada porconocer el lugar que parecía tener tanta tradición. Mientras lo escuchaba, se preguntó porque Juan Martínnunca lo había mencionado. Sacudió su cabeza levementetratando de alejar esos pensamientos; eran una intromisióninnecesaria. Lo cierto era que ya había organizadoreuniones allí, pero a ninguna había asistido. Esta sería laprimera ya que los organizadores habían exigido supresencia. Andrés la sorprendió preguntándole por el restaurante quedeseaba abrir. En un principio, ella dudó en contarle, peroeran tantas las ganas que tenía de hablar con alguien sobresu proyecto que se encontró contándole todo con lujo dedetalles.

Page 140: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

A raíz de un restaurante, al cual había ido con Francis yManuel en Barcelona, Lara deseaba crear Lara´s restó, elcual contaría con varios restaurantes simultáneamente. Ensu mente podía ver el imponente local. La puerta deentrada conduciría a un hall oval, decorado con un granpiano de cola en el centro rodeado por pequeñas mesasredondas. En una de las paredes laterales colocaría unaamplia y surtida barra, todo en el más exquisito estiloinglés. En el hall la gente podría esperar hasta ingresar acenar. Desde allí nacerían cuatro arcadas con diferentesdecorados, cada uno acorde a la especialidad del sector alque se ingresaba. Por un lado el italiano, otro japonés, otrofrancés y por último el español. Podía ver en su mente loscolores de las paredes, las alfombras y hasta el parquet. Ese proyecto sería la cima para ella y sabía que la alcanzaría.- Es un proyecto ambicioso, - le dijo Andrés con seriedad. Se detuvo en un semáforo y la miró. – Vas a necesitarmucho dinero para eso.- Si, ya lo sé…, - respondió ella con aire abatido. – Teníatodo estudiado, pero la propuesta de Francis de comprar laempresa, me desbarajustó.- Lo de la empresa era una excelente oportunidad, -comentó él. Ella no pareció muy convencida. - ¿Querías tupropio proyecto?Asintió y sin saber bien cómo él lo había logrado, le

Page 141: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

confesó que había comprado la empresa más por nodefraudar a Francis que por propio interés. Estaba cansadade tanta actividad y hasta algo aburrida. - No todo es trabajo, Lara, - le dijo él simulando seriedad.– Tenés que encontrar tiempo para divertirte.Ella asintió y sin darse cuenta comenzó a hablarle de sufuturo viaje a Francia para visitar a Le Bleaux. - Cuando llegaron al Golf Club, Lara se despidió de él en elvestíbulo y corrió a la cocina donde sabía que debían estarsus colaboradores. Todos la aguardaban impacientes, puesen escasos minutos comenzarían a llegar los invitados yellos no tenían las especificaciones y las directivas quedebían cumplir. No era demasiado lo que debía decirles,pero siempre había algún comentario de último momento. En cinco minutos todos estaban en sus lugares; lasasistentes de la puerta con los listados que la secretaria dela institución les acababa de entregar; los mozos cotejandolas mesas y las bebidas; Cristian el coordinador general delevento ocupándose de supervisar absolutamente todo. Laraera la única que no sabía bien qué hacía ahí.La vieja casona del Golf Club, estaba iluminada en sutotalidad. Tal como Andrés le había comentado solo unreducido grupo de personas asistirían. La exclusividad delclub era muy severa y sus miembros no eran más de cientocincuenta. Cruzó el hall donde se llevaría a cabo larecepción y abrió los pesados cortinados que lo separaban

Page 142: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

del sector donde se llevaría a cabo la cena. Todo estabaperfecto. Volvió al hall de entrada y vio en un rincón aFacundo conversando con Florencia, Fernando y Andrés. Su mirada se cruzó brevemente con la de Andrés, que elsonrió con complicidad. Ella le respondió la sonrisa ysacudió su cabeza con resignación. Como todo evento que estaba perfectamente organizado yencaminado, las cosas marchaban sobre rieles. Laraempezó a fastidiarse al notar que no tenía nada que hacerallí; para eso estaba Cristian y si ella se metía en algo susocupaciones se superponían. Una vez que el primer platoestuvo servido, Lara tomó una copa de champagne y sedirigió a la puerta de entrada. Era una noche fresca pero no fría, ideal para una cena deese tipo. Encendió un cigarrillo y se apoyó contra labalaustrada de piedra de la escalera principal. Pensóentonces en la conversación mantenida con Andrés sobreLara´s Restó y se arrepintió de haberle contado tanto. Reconocía que tenía una necesidad imperiosa de compartirese sueño con alguien, pero no comprendía porque justocon él lo había hecho. Pero, le había hecho bien hablarlo.En algún punto fue como si al poner sus palabras en el aire,la idea no le resultase tan descabellada. Una sonrisa sedibujó en sus rostro al volver a imaginar cada uno de losambientes de Lara´s restó. - ¿Qué te tiene tan concentrada? – preguntó Andrés

Page 143: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

acercándose a ella. – ¿El restaurante?Ella se sobresaltó al oír su voz. No lo había escuchadoacercarse y la sorprendió. Lo miró y como si fuera laprimera vez que lo hacía, se sintió sacudida por sumasculinidad. Desvió la vista súbitamente incómoda yasintió. - No podes estar todo el tiempo pensando en trabajo, - ledijo con calidez. – Esperá un segundito…Intrigada por lo que estaría por hacer, Lara lo vio ingresar ala casona y volver segundos más tarde con una botella dechampagne. Lo miró todavía más intrigada y protestó porlo que estaba por hacer. Pero Andrés no se detuvo, llenóambas copas y dejó la botella en el suelo junto a la baranda.- Brindemos, - le dijo con una sonrisa tan seductora queella no logró reunir las fuerzas para resistirse. – Dale, noseas amarga…- Estoy trabajando, - protestó. – No me puedo poner abrindar con un invitado…- Por favor, no seas tan estructurada, - la retó Andrés contono burlón. – Además, estoy en el comité organizador quete contrató… en alguna medida trabajas para mi…Los ojos de Lara se abrieron sin poder dar crédito a lo queescuchaba. De pronto se sintió extraña ante la sensación deque él siempre se le adelantaba. Andrés chocó la copa deella y la alentó a beber un sorbo. Ella accedió a

Page 144: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

regañadientes y lo miró con desconfianza. Sus miradas seencontraron y así como ella no fue capaz de sonreír, lasonrisa de Andrés le iluminó el rostro. Lara volvió adesviar la vista con más incomodidad que antes.- Parece que estas metido en casi todo lo que concierne ami empresa, - dijo con aplomo. Bebió un poco más dechampagne. – ¿Porqué no me dijiste que estabas en elcomité organizador?Andrés se encogió de hombros y se recostó contra labaranda junto a ella. Permanecieron unos minutos ensilencio. Extrajo sus cigarrillos y le ofreció uno a Lara. Fumaron y terminaron sus copas sin emitir sonido.- ¿Vas a pasar las fiestas en Francia? – preguntó Andrés altiempo que rellenaba sus copas. Lara asintió sin agregarpalabra. - ¿Pero vas a estar todo el verano allí?- No, vuelvo a fines de enero, - respondió con cautela. – Enfebrero abre la empresa nuevamente.Esta vez fue él quien asintió. Siguieron conversando sobrelas vacaciones y sobre cómo serían sus días hasta que esemomento llegara. Lara lentamente se fue relajando y sinsaber bien como se había producido el cambio, se encontróriendo ante las ocurrencias de Andrés. Le preguntóentonces qué lo tendría tan atareado en esta última parte delaño. Él entonces, comenzó a explicarle detalladamente lainversión que sus clientes españoles pensaban realizar en la

Page 145: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

provincia de Córdoba. Si bien Lara hacía preguntasinteligentes y demostraba gran interés en lo que él contaba,Andrés no tardó en advertir que ella no entendía una palabrade lo que estaba escuchando.- Para qué me haces hablar tanto si no entendés nada, -protestó exagerando su enojo. – No tenés porque preguntarsi no te interesa…Al escuchar las palabras de Andrés, Lara lo miró fijamentey rompió a reír como una niña que acababa de serdescubierta en una travesura. Él tenía arte para hacerla reír,pero mucho más para disipar sus preocupaciones. Desde el interior, Facundo, Florencia y Fernando losobservaban sin saber qué pensar. Ninguno podíacomprender qué era lo que Andrés pretendía y cuál era eljuego al que Lara se estaba prestando. Los tres estabanperplejos y Facundo se ofreció a acercarse a averiguar dequé se trataba toda esa escena. - ¿Te parece Facu? - preguntó Florencia desconcertada.Frunció el ceño con incredulidad. - ¿Son ideas mías o laesta seduciendo?- Es lo que parece, - acotó Fernando.- Eso es lo que quiero averiguar, - dijo Facundo con aireausente. – Perdonen un segundo.Andrés y Lara reían y sus rostros se encontrabanpeligrosamente cerca el uno del otro. Desde la entrada de

Page 146: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

la casona, Facundo los contempló un instante antes deunirse a ellos. Lara le hablaba de Francis y Manuel y de lomucho que los extrañaba. Al notar la presencia deFacundo, ella se interrumpió y le sonrió encantada devolver a verlo. Se abrazaron e intercambiaron saludos, peroel rostro de Andrés no reflejaba la misma alegría. Cristian, el encargado del evento, se asomó por la puerta yllamó a Lara. Ella se excusó un momento y se reunió consu colaborador, dejando a los gemelos conversando.- ¿Qué se supone que estás haciendo? – preguntó Facundodirectamente. De su rostro se había borrado todo rastro de la sonrisa quelucía hacia escasos segundos.- Estamos grandes para que me controles, no te parece, -protestó Andrés con voz crispada.- La estas seduciendo…Se interrumpió al notar el cambio en el rostro de suhermano gemelo. Facundo frunció el ceño y no le agradólo que estaba intuyendo. El rostro de Andrés, por másimperturbable que pudiera mostrarse, siempre había sido unlibro abierto para él y en ese momento no lo agradó lo queestaba leyendo. Al notar el modo en que Facundo lomiraba, Andrés desvió la vista. Se sintió primeroincómodo, pero luego ese sentimiento fue convirtiéndoseen fastidio, por no poder expresar sus verdaderos

Page 147: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

sentimientos con libertad. - Vos te volviste loco, - lo retó Facundo con incredulidad.Sacudió su cabeza y tomó el vaso de champagne que Andréstenía en la mano. Bebió un largo trago. – No puede sercierto lo que estoy pensando…- No sé que estas pensando, - le respondió Andrés condureza. - Andrés…- Si ya sé…fue la novia de Juan Martín, - dijo conmalhumor. Giró dándole la espalda a su hermano y apoyóambas manos sobre la ancha balaustrada de piedra. Bajó lavista súbitamente cansado. – Lo recuerdo a cada instante. Facundo notó la impotencia que ese detalle habíadespertado en él y se preocupó más todavía. Apoyó susantebrazos sobre la baranda y se ubicó junto a su hermano.- Pero hay momentos en los que no me importa, es más nime acuerdo de eso, - dijo abruptamente Andrés, – y en esosmomentos estoy dispuesto a hacer todo lo que esté a mialcance para que se enamore de mí, - terminó diciendoahora con rabia.- ¿Qué se enamore? – preguntó Facundo totalmentepasmado. – Vos estás completamente desquiciado.Andrés no respondió. Simplemente tomó la copa dechampagne y la rellenó. Esquivó la mirada de su hermano ycontempló la puerta de ingreso.

Page 148: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Sabía que no lo ibas a entender.- No se trata de entender, - respondió Facundo tratando deencontrar algo lo suficientemente convincente para hacerloreaccionar. – No me gusta… no me gusta lo que estasdiciendo… cómo tampoco me gusta la idea de lo quepodría suceder si Juan Martín lo supiera…- No me hables de Juan Martín… él está casado y tiene unahija, - dijo amparándose en la realidad de su hermano. - Yaunque a vos no te parezca, sé muy bien donde estoyparado…Esta vez Facundo pudo ver con total claridad que Andrés noestaba bromeando; para él no era ningún juego. Laimpotencia se había acentuado en su rostro y ahora que lohabía compartido no sabía por cuánto tiempo Andréssoportaría el peso de su propio secreto. Acababa demanifestar sus sentimientos; sentimientos que Facundovislumbró que hacía mucho que Andrés llevaba en suinterior. Facundo estuvo a punto de agregar otro comentario, peroLara se acercó a ellos y se contuvo. Llevaba su bolsocolgado del hombro y su abrigo en una mano. De reojomiró a Andrés y sin dar crédito comprobó como el rostrode su hermano volvía a iluminarse con una sonrisa. Ningúnrastro quedó de lo que había generado el intercambio depalabras previas al regreso de Lara.

Page 149: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿Te vas? – le preguntó Andrés con soltura.- Si, no tengo nada que hacer acá, - respondió ella con unasonrisa. Paseó la mirada por el rostro de ambos hombres,para volver a detenerse en Andrés. – Como miembro delcomité organizador te informo que Cristian queda a cargode todo…, no hacía falta que yo viniera…- ¡Cómo que no! - repuso Andrés dedicándole su mejorsonrisa. – No hubiese sido lo mismo sin vos.- Me imagino, - respondió ella con cierto sarcasmo. Miróa Facundo con una mezcla de incredulidad e incomodidad. – Vos lo podes creer Facu, - le dijo. – Sabrina esta en elexterior y como el señor se aburre… - siguió diciendo contono socarrón, – no se le ocurre nada mejor que hacermevenir a un evento al divino botón…- Eso fue injusto, - se defendió Andrés intuyendo que habíarestado varios puntos. – No te traje al divino botón…- No… para nada, - respondió ella con ironía. Giró haciaFacundo y lo saludó con un beso y un abrazo. – Me encantóverte Facu, mandale saludos a Flor y Fernando que los vipor ahí. - Serán dados.Lara se volvió una vez más hacia Andrés, estaba porsaludarlo, cuando él se adelantó diciéndole que la llevaría asu casa.- Me tomo un taxi, - se quejó ella.

Page 150: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- No seas ridícula, - protestó él con mayor énfasis. – Dedónde vas a sacar un taxi en esta zona a esta hora. - Pasósuavemente un brazo sobre los hombros de ella y lacondujo hacia la escalera. – Además tu maletín quedó en miauto.Lara intentó protestar, había olvidado por completo sumaletín, pero Andrés no se lo permitió. Simplemente lerecordó que así como él la había traído, él se encargaría dellevarla a su casa.- Chau Facu, - lo saludó y mirándolo por sobre su hombrole guiñó un ojo con complicidad. – Seguro mañana nosvemos.Facundo permaneció parado en medio de la entradacontemplándolos alejarse. Recién cuando llegaron al auto,Andrés quitó su brazo de los hombros de ella. No podíacreer lo que acababa de presenciar. ¿En qué momento seprodujo todo esto?, se preguntó. Se volvió completamenteloco, se dijo con cierta preocupación. Era una locura y nose atrevía a aventurar un desenlace.Sintió que Fernando y Florencia se ubicaban a su lado.Como él tenían la mirada clavada en el Peugeot 807 azulnoche que lentamente salía del estacionamiento y se perdíaen el tránsito de Figueroa Alcorta.- ¿Y?, - preguntó Florencia con intriga. - ¿Qué pasó? - quiso saber Fernando.

Page 151: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Problemas, eso pasó.

Page 152: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 11Tal como Andrés suponía que sucedería, Facundo apareciópor su departamento cerca del mediodía. Su rostro todavíademostraba los resabios de lo descubierto la nocheanterior. Los hermanos apenas se saludaron y sabiendo loque debían conversar, Andrés se dirigió directamente a lacocina y extrajo dos botellas de cerveza de la heladera. - Vos dirás Facu, - dijo Andrés dándole un sorbo a subebida.- Vos dirás, - repuso su hermano con énfasis. – Por favor tepido que me expliques que fue lo que sucedió anoche…Andrés se encogió de hombros y se dejó caer contra elrespaldo de su asiento. Facundo lo observó con mayordetenimiento. La mirada de su hermano se había vueltoopaca, distante e inquieta. El semblante oscuro, la bocatensa. Facundo no tardó en darse cuenta que Andrés estabapeor de lo que había creído la noche anterior. Habíallegado aferrado a la esperanza de que todo se tratase de unjuego, algo peligroso por cierto pero no tanto como larealidad. Ahora estaba seguro, Andrés se había enamorado. Lo podía ver en su rostro, en su mirada y hasta en el tonode su voz. Ante el descubrimiento Facundo se asustóprimero y se preocupó al pensar en la reacción de JuanMartín al enterarse.Andrés, en silencio buscaba las mejores palabras para

Page 153: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

explicar qué le sucedía. De pronto, cansado de dar vueltassobre el mismo asunto dejó que sus sentimientos hablaranpor sí solos. Súbitamente quebró el silencio diciendodirectamente que no podía dejar de pensar en Lara. Ante laseria mirada de Facundo, se apuró a confesarle que era muyconsciente que ella era alguien importante para JuanMartín, pero no podía hacer nada contra eso. Volvió arespirar hondo buscando juntar la fuerza necesaria paraseguir, entonces le contó sobre Tristán Carrillo y larelación que tenía con Lara. Pero eso era algo que lo teníasin cuidado.- ¿Pero entonces tiene novio?Andrés volvió a asentir y retomó la palabra. Lo primeroque hizo fue hablarle de como había empezado a fijarse y asentir algo por Lara al verla en diferentes eventos a los quehabía asistido. Nunca antes había reparado en ella de esemodo. Su elegancia, su desenvoltura y las distintasexpresiones de su rostro lo fueron cautivando lentamentesin que él advirtiera lo hondo que todo aquello penetraba.Hasta que llegó un día en que se encontró yendo a eventossobre temas que ni le interesaban por el solo hecho decruzarse con ella. Andrés hizo una pausa y contempló aFacundo que lo miraba atónito. Sonrió con amargura y seencogió de hombros una vez más.- Te aseguro que la adoro, - terminó diciendo sintiéndoseun poco más aliviado. – Intenté sacármela de la cabeza pero

Page 154: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

no pude. Nos encontramos un par de veces por puracasualidad, juro que fue así, – dijo levantando sus manos. –Y fui a almorzar con ella en una ocasión. Me cambia el díacuando la veo.- No… no puede ser cierto Andrés, - murmuró Facundo sinsaber que otra cosa decir. – Vos te das cuenta de todo loque esto puede generar.No respondió. Se sentía golpeado por la reacción deFacundo; había tenido la esperanza de que su gemelo loescucharía o intentaría comprenderlo. Sacudió su cabezacon resignación y lamentó haber mencionado lossentimientos por años guardados celosamente en suinterior. Se reclinó sobre el respaldo de la silla y dejó caersu cabeza hacia atrás clavando la mirada en el cielo raso. Sintió que los ojos se le llenaron de lágrimas, pero nopermitiría que Facundo descubriera su debilidad. Se pusode pie y se alejó de la mesa. Se detuvo frente a la ventanade la cocina dándole la espalda a su hermano. - Intenté olvidarme de ella, minimizar lo que sentía… sihasta accedí a irme al exterior con Sabrina y durante el añoque estuvimos en Nueva York, creí haberlo logrado. –Respiró hondo y se volteó para enfrentarlo. - Pero cuandovolví a verla me di cuenta que todo había sido en vano. Cuando la tengo frente a mi… todo desaparece… es loúnico que me importa.- Qué poético, no te conocía esa faceta, - se atrevió a decir

Page 155: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Facundo ganándose así una dura mirada de su hermano. –Perdón.Abruptamente Andrés sacudió su cabeza y se dirigió alliving. Sentía que Facundo no lo entendía, y se convencióque había sido un error hablar con él. Facundo lo siguió ylo encontró recostado en uno de los sillones fumando uncigarrillo.- ¿Cuándo empezó todo esto?... pensé que era de ahora…- Hace años…, - respondió eludiendo la mirada deFacundo. Luego lo miró y una sonrisa asomó en sus labios.- Me voy a casar con ella, ya vas a ver.- Es una locura Andrés, - atinó a decir Facundo conseriedad, y pensando en Juan Martín agregó, – no teencapriches con Lara.- Porque ustedes siempre creen que lo mío son solocaprichos, – sentenció Andrés afectado por el comentario.Clavó su mirada en la de su hermano por unos segundos. –Tan insensible creen que soy…- Eso no es cierto, - protestó Facundo. – Nunca dije ni creítal cosa.- Siempre lo decís o lo dejas entrever, - dijo irritado. -Esta vez no voy a permitir que te metas Facundo.Dejó el living y se dirigió directamente a su habitación. Facundo lo escuchó cerrar la puerta de un portazo. Sacudiósu cabeza con resignación. Había llegado al departamento

Page 156: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

de su hermano convencido de que Andrés estaba porcomenzar una nueva aventura amorosa; su único objetivohabía sido hacerlo entrar en razón. Pero se habíaequivocado. No estaba acostumbrado a ver a su hermanotan perturbado, tan confundido, con los sentimientos tan aflor de piel. Ese aspecto de desprotección y abatimiento nohacía más que resaltar lo mucho que sus sentimientos lotorturaban.Facundo permaneció unos minutos en la cocina, intentandoencontrar una solución o por lo menos el modo deayudarlo. Lo había escuchado y lo había observado y si dealgo estaba plenamente convencido era que Andrés habíaperdido la cabeza. Su energía había desaparecido porcompleto. De pronto millones de imágenes de Juan Martíny Lara vinieron a su mente. ¿Qué sucedería si Juan Martínse entera lo que siente Andrés?; ¿le importaría a estasalturas? Claro que si, dijo Facundo en voz alta. Sería undesastre. A pesar de haberse casado con Valeria, Facundosabía, dicho por el propio Juan Martín, que el gran amor desu vida había sido Lara. Esto no va a terminar bien, pensóFacundo. Lara se sentía completamente desbordada y desdoblada. Hacía ya varias semanas que discutía con Tristán por laorganización del nuevo desfile. Se había hartado deexplicarle que no deseaba hacerlo, que tenía demasiados

Page 157: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

compromisos contraídos, pero él insistía y hasta le habíarogado que le diera una mano. Finalmente, muy a pesarsuyo, accedió a ocuparse del servicio gastronómico, peropor nada del mundo estaría en la trastienda lidiando con loshumores y los aires de las modelos. Eso fue suficientepara Tristán. El desfile se llevaría a cabo el día viernes a las 19 hs., enuno de los salones del Complejo de Costa Salguero. Laralo encaró como un evento más de los muchos quemanejaba, pero sabía que no sería así, pues ya podía preverque de alguna manera Tristán se las ingeniaría parainvolucrarla en alguna actividad que no era suespecialidad. Durante la semana del desfile, Lara llegó más temprano delo habitual a su oficina. Los eventos de los siguientesquince días ya estaban distribuidos y Lara convocó a unareunión a los encargados de los que se llevaban a cabo esamisma semana. Quería que se ocuparan de absolutamentetodo y como ella no podría estar para supervisarlos,decidió hacerlo de antemano. El más cercano era unareunión de la OEA que es realizaría en el Palacio SanMartín; habían solicitado catering para 100 personas,centros de mesa y cafetería durante toda la jornada. Laencargada era Marisa Suárez, quien le informó que todo yaestaba encargado. La misma respuesta obtuvo cuando hablócon Cristian Salomé, el encargado del supervisar un

Page 158: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

almuerzo solicitado por la Asociación de Bancos de laRepública Argentina. Claudio Torrente, se ocuparía decotejar el buffet que contrató Chevrolet para un torneo degolf ofrecido a importantes clientes de esa empresa; solofaltaba que el contacto de la empresa le indicase qué tipode carpa deseaban levantar. Por último, el mismo viernesen que se llevaría a cabo el desfile, Carlos Sebastiano yPatricio Soleado, serían los responsables de coordinar doscasamientos; uno en Parque Norte, el otro en Palacio SanMiguel. .- Todo en orden entonces, - dijo Lara al cabo de una hora ymedia de estar reunidos. – Esta semana voy a estardemasiado ocupada con el desfile. Así que les pido queante cualquier inconveniente me lo hagan saber. – Miró aSebastiano y a Soleado. – No creo que pueda estar enninguno de los dos casamientos… así que cualquier cosame llaman. Si era una noche agradable o no, Lara no lo notó. Estabademasiado contrariada con todo el movimiento que tenía asu alrededor y con la falta de coordinación entre lasdiferentes áreas. Desde que había puesto un pie en elinmenso salón de Costa Salguero, Tristán le entregó unintercomunicador para estar en contacto directo con ella. Eso la mal predispuso de entrada y cuando estuvo a puntode protestar, Tristán ya se encontraba dando directivas a losempleados que armaban la pasarela.

Page 159: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Paciencia, se dijo Lara y se dirigió al sector donde supersonal ya había montado la cocina y se prestaban adistribuir y vestir las mesas para las bebidas. Faltaba tansolo una hora, cuando escuchó que Tristán la llamaba a losgritos por el intercomunicador.- No me grites, - protestó molesta. - ¿Qué te pasa?- Por favor Lara, venite para acá.- ¿Dónde es acá?- Trastienda.Ya empezamos, se dijo. Recorrió el largo salónesquivando sillas y personas que se amontonaban sin hacernada en torno a la pasarela. Había empleados de laempresa de iluminación, responsables del audio y devideo. Todos conversando y sacando conclusiones vayauno a saber de qué, pero no estaban haciendo más queestorbar, pensó Lara enojada.Cuando cruzó el cortinado, comprobó aterrada el desordenque allí reinaba. Tristán discutía con dos personas. Encuanto la vio, le hizo una seña para que se acercara. Conresignación, Lara llegó a su lado, solo para comprobar quelos encargados de las distintas casas de indumentaria queesa noche desfilarían, estaban histéricos ante tantodesorden.- ¿Quién está coordinando todo esto? – le dijo Lara al oídoprocurando ser discreta.

Page 160: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- La persona designada, se acaba de pelear con estos tres ylos mandó al cuerno, - dijo Tristán llevando a Lara a uncostado. La miró con desesperación y ella fastidiadaesquivó la mirada dedicándole una mueca. – Por favor…,dame una mano en esta y no me vas a escuchar hablarte deun desfile nunca más…- Te tomo la palabra…- Sos un sol, - dijo Tristán y dio un beso en medio de laboca. – Te adoro… mil gracias.Sin decir más, se apartó de ella y fue en busca delmegáfono que había ocultado tras un parlante. Se loentregó y luego de darle otro beso aplaudió para llamar laatención de todos. Totalmente resignada a su suerte, Lara miró el megáfono yluego a las distintas personas que aguardaban susdirectivas. Sin ocultar el cansancio y la irritación quesentía, se subió a una silla y desde allí comenzó a hablar. Su tono era autoritario y rotundo y lentamente cada uno delos rubros que allí se agolpaban, comenzaron a encontrarsus posiciones. Recorrió todo el sector cotejando cada aspecto. Afortunadamente todas las modelos se encontraban allí ycada una de ellas había recibido la totalidad de las prendasque debían desfilar; también tenía a su alrededor a susmaquilladores y estilistas. Hubo quienes protestaron por

Page 161: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

las ubicaciones o por distintas estupideces propias delmomento, pero Lara no les llevó el apunte. Una vez más se subió a la silla y desde allí, les informó atodos los presentes que faltaban apenas treinta minutospara que comenzara la función. Todos la escucharon yasintieron. Bien, pensó y bajó de la silla. En ese instantesonó su celular. Lo tomó y atendió. Era Carlos Sebastianodesde Parque Norte. - ¿Pasa algo Carlos? – preguntó nerviosa.- Perdón que te moleste Lara, pero no me llegaron loscentros, - dijo con fastidio. - No me atiende Amadeo…tenés otro número donde pueda ubicarlo.- Dame un segundo, - respondió. Cruzó el cortinado y sedirigió al otro extremo del salón. – Ya te llamo.El salón estaba abarrotado de gente. Los invitados hacía yamás de cuarenta minutos que habían comenzado a ocuparsus ubicaciones. Debió hacer malabares para llegar hastadonde había dejado sus pertenencias. Cuando finalmentellegó, la música empezaba a inundar el recinto. De subolso sacó la agenda y tan rápido como pudo buscó elteléfono que Carlos necesitaba. Tomó su celular y lollamó. Se lo pasó y le pidió que la mantuviera informada. Respiró hondo y volvió su atención al cortinado, pensandosi debía ir hasta allí. Se dijo que no, que era hora deocuparse de lo suyo. Giró y se dirigió hacia la cocina.

Page 162: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Lara – la voz de Tristán brotó descontrolada por elintercomunicador. - ¿Dónde estás?Lo atendió y le respondió que estaba cotejando a susempleados. Tristán le pedía que cotejara si las cámarashabían sido dispuestas como él lo había indicado. Habíagente de la Prensa que estaba ubicándose donde nocorrespondía. Tomó el auricular y se negó rotundamente ahacerse cargo de eso. A la distancia la observó discutir por teléfono. Parecíafuera de sí y le agradó descubrir una nueva faceta de supersonalidad. Nunca antes la había visto tan enojada. Estáfuriosa, pensó y sonrió fantaseando con la idea de que talvez Carrillo fuese el destinatario de tanto enojo. Abruptamente, cortó la conversación que estabamanteniendo y tomó el celular de su cintura. Atendió. Sepasó una mano por la frente y asintió. Andrés vio el alivioque le cubría el rostro.Atraído una vez más por ella, Andrés dejó su ubicación y seacercó. Se cruzó con varios conocidos a quienes saludó;muchos preguntaron si Sabrina formaba parte del desfile,pero él no se molestó en responder. - Pero miren a quien tenemos acá, - dijo Lara con irritaciónal verlo acercarse.- Bueno… a eso llamo yo un buen recibimiento, - exclamóél.

Page 163: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Perdón… no tengo una buena tarde, - repuso ella concierta incomodidad.Por el intercomunicador la voz de Tristán gritó que eldesfile estaba por comenzar. Pero ella no lo atendió y parasorpresa de Andrés la vio dedicarle una mueca al aparato. Ocultó la sonrisa tras su mano y se volvió hacia ella.- Veo que finalmente te convenció de que participaras, - ledijo él.- Ni lo digas… cuando termine todo este circo, lo mato…,- respondió dejándose llevar por su enojo. – Tengo doscasamientos y de los dos me están llamando por diferentestemas… - Tranquila… - le dijo él con suavidad y se atrevió a ponersu mano sobre el hombro de Lara. - Gracias, - respondió y su mirada se perdió en esos ojosgrises que la devoraban. Le dedicó una sonrisa y apartó lavista. – Tengo que volver o Tristán me va a volver loca.- Un déspota…, - repuso él con voz profunda y miradaencendida. – Vuelvo a mi ubicación.Se despidieron y él permaneció unos segundosobservándola abrirse paso entre los presentes para luegodesaparecer tras el oscuro telón que separaba el caos delcosmos.Luego de la noche de la fiesta del Golf Club, Andrés sehabía cuidado de no aparecer; contuvo el deseo de llamarla

Page 164: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

o mandarle algún correo electrónico. De eso hacía más dedos semanas, y le pareció que ya había pasado un tiempoprudencial para dejarse ver nuevamente. Pero estaba altanto de cada uno de los distintos eventos que ellaorganizaba.Después de lo que ella le había contado sobre restauranteque deseaba abrir, él se concentró en buscar la manera deayudarla desde las sombras. Sabía cuál sería el local quemás le convenía según lo que ella deseaba y si bien estabaocupado de momento, el contrato terminaría en un par demeses y los locatarios no estaban interesados enrenovarlo. Le arrimaría la propuesta apenas unos mesesantes que el alquiler se venciera; y si Lara no estaba encondiciones de afrontar los costos, él se ocuparía demantener el local disponible, aún teniendo que pagar elalquiler de su propio bolsillo para lograrlo.

Page 165: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 12Los meses previos a las fiestas de fin de año siempre eranmortales para Lara. Las viejas épocas habían regresado yLara se encontró trabajando los siete días de la semanadurante dos largos meses y medio. El ritmo de trabajo nola agobiaba, en realidad le agradaba y cuanto mayor era lademanda, mayores eran sus ansias de continuar y lograr queLara’s siguiera siendo la mejor en su rubro.Eran muchas las cosas en que debía pensar y planificar parael año entrante. Había enviado por correspondenciatarjetas navideñas a cada uno de sus clientes yaprovechando el envío, adjuntó una carta informándoles acada uno de ellos que la empresa estaría cerrada durante elmes de enero, reanudándose las actividades el primer díalaboral de febrero. Había sido política de Francis pero elladeseaba comunicar que continuaría con esa postura.Tristán era quien más perjudicado se sentía. Cada vez queintentaba salir con Lara, ella siempre se excusaba con estarmuy cansada, o con tener un compromiso con algúncliente. Hacía más de dos meses que no pasaban una nochejuntos y empezaba a creer que el distanciamiento era unarealidad. Una tarde se lo comentó, pero ella lo convencióargumentando que solo era cansancio y que el trabajo latenía completamente absorbida. No podía ni quería

Page 166: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

declinar ninguna obligación ya contraía.- Esta bien Lara, – terminó diciendo él. – ¿Cenamos hoy?- No te enojes pero tengo que preparar la valija, –respondió Lara con incomodidad, pero lo cierto era que noquería verlo esa noche. Estaba cansada y deseaba acostarsetemprano. – Porqué no venís mañana temprano. Podemosdesayunar y almorzar juntos en mi departamento.- Está bien. Por lo menos te voy a tener unas horas para mí,– respondió resignado. – Después te llevo al aeropuerto.Lara dejó el auricular en su sitio. Tenía que tomar unadeterminación sobre Tristán y lo sabía. La amistad quedecía tener con Andrés hacía meses que la abrumabacuando no estaba con él y durante el tiempo que estabanjuntos nada más parecía importarle. Con el último aliento terminó de solucionar los temaspendientes que tenía, dejando muy pocas determinacionespara ser tomadas en febrero. Antes de marcharse a sudepartamento, llamó a Mónica y le dio las últimasinstrucciones.- No te preocupes Lara, tengo el teléfono de Francis, - dijola muchacha. - Ante cualquier inconveniente te llamo…ahora, apurate que estoy segura que no debes tener nadapreparado.Desde que Francis se había marchado a París, era laprimera vez que Lara dejaba pasar más de un año para volver

Page 167: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

a visitarlo. Tan ansiosa estaba por reencontrarse con él,que hacía casi un mes que tenía el pasaje en su poder.Permanecería en casa de Francis y Manuel durante 20 días,luego de los cuales los tres se trasladarían a Italia donderepartirían diez días entre Roma y Florencia.El vuelo que la llevaría a París salía apenas pasado elmediodía del día siguiente y Lara lo único que deseaba eracomenzar con sus tan bien ganadas vacaciones. El viajepara ella se había convertido en una necesidad y Mónicaestaba en lo cierto, todavía no tenía nada preparado.Al llegar a su departamento se puso cómoda. Sacó de unplacard un par de jeans gastados y una remera vieja,dispuesta a terminar con todo cuanto antes. Lo primeroque haría sería la valija. Se subió a una silla y la sacó de labaulera. La abrió sobre su cama y luego volteó nuevamentehacia el placard para decidir qué ropa llevaría.Estaba casi terminando cuando sonó el portero eléctrico. Por un momento estuvo tentada por no atender. Perodescartó enseguida la idea. Podía ser algo importante y ellano estaría al día siguiente para solucionarlo. Con desganofue a ver de quien se trataba. Para su sorpresa, era Andrésque venía a acercarle algo importante. ¿Qué puede ser tanimportante para que lo traiga a esta hora a mi casa?, pensómientras lo esperaba en la entrada principal.Al verlo aparecer en el palier, Lara sintió vergüenza de símisma. De reojo se contempló en el espejo de la entrada y

Page 168: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

solo vio un despojo de ropas viejas y arrugadas; tenía elcabello revuelto, los pies descalzos y el rostro pálido sinuna gota de maquillaje. Él, en cambio, le pareciósencillamente hermoso. Prolijo y elegante como siemprese mostraba, llevaba un pantalón azul y una camisa blanca yun sweater sobre los hombros, en sus manos llevaba unacarpeta de cartulina azul con la inscripción Puentes Jaume& Figueroa Altos Asesores Financieros en claras letrasplateadas. Por Dios, se dijo al sentir el pulso que se leaceleraba más y más con cada paso que él daba hacia ella. Permaneció absorta, contemplándolo como una estúpida ysolo atinó a reaccionar cuando él la saludó con un beso,demasiado cerca de la comisura de su boca. Tratando de disimular el efecto que él había causado enella, se hizo a un lado para dejarlo pasar. - Me hubieras dicho que venias, - lo regañó y azorada loobservó deambular por el ambiente como si hubiera estadoallí mil veces.- Me hubieras dicho que no viniera, - retrucó él con osadíay se ubicó en uno de los sillones.- Me hubiera arreglado un poco, - se excusó incómoda.- Para mí estás divina, - terminó diciendo él con voz roncay profunda. Los labios se le curvaron en una muecacautivante y certera que le aflojaron las piernas. Lara trató de disfrazar el impacto de esas palabras, pero no

Page 169: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

estaba segura de haberlo logrado. Se sentía una estúpidapor su proceder frente a la presencia de Andrés; pero él laabrumaba, la descolocaba y la llenaba de una incertidumbreque lejos de asustarla la atraía. Sin saber qué otra cosahacer se ubicó en el sillón opuesto enfrentándolo. Queríaponer distancia, necesitaba poner distancia, por lo menoshasta que su pulso recobrara el ritmo y las ganas de besarlose desvanecieran. - Tengo algo que te puede interesar, - comentó Andrésresuelta y despreocupadamente. Le sonrió y advertir queella no iba a agregar nada prosiguió. - Mañana viajo y tequería traer esto antes de mi partida.- Está bien, -respondió ella y se ubicó a su lado.Andrés estaba a punto de abrir la carpeta, pero se detuvocon aire pensativo. La miró y le preguntó si había cenado.Sorprendida por la pregunta, ella sacudió su cabezanegativamente, no alcanzaba articular palabra; aturdida porla catarata de sensaciones que él le generaba se sintióincapaz de articular palabra. - Te puedo explicar todo mientras cenamos, ¿te parece?- No puedo salir a cenar, - respondió casi con desilusión. -Me falta empacar y ordenar los accesorios y productos detocador, - dijo con tono desesperado. Andrés seguía sonriendo sin importarle lo que ella decía.Se puso de pie y se alejó de ella dirigiéndose a la cocina.

Page 170: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Sorprendida una vez más por su proceder, Lara lo siguióentre resignada e intrigada. Con suma concentración y sinreparar en ella, que a sus espaldas le preguntaba quebuscaba, Andrés comenzó a husmear la heladera primero ylas alacenas después. Unos minutos más tarde giró haciaella y con tono determinante le dijo que fuera a terminar deempacar.Lara intentó protestar, pero Andrés no se lo permitió. Resueltamente, pasó uno de sus brazos sobre los hombrosde ella y la guió hacia el pasillo que conducía a lashabitaciones. - De la cena me encargo yo, - terminó diciendo. – Noprometo ningún manjar, pero algo voy a inventar. Terminácon lo que estabas haciendo así después charlamos mástranquilos.No encontró argumentos para negarse. Ingresó a suhabitación con una revolución en la cabeza y en elestómago. Decidida a terminar con lo que habíaempezado, se arrodilló frente a las cajas de zapatos; pero lecostó enfocarse. A lo lejos podía escuchar a Andrésabriendo y cerrando alacenas y hasta silbando una canción. ¿Qué va a preparar?, se preguntó sabiendo que no habíamucho de donde escoger. De pronto se sintióentusiasmada, contenta y se dijo que lo mejor sería nopreguntarse el porqué. Dejó lo que estaba haciendo y sesentó al borde de la cama asumiendo que cada vez que él

Page 171: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

aparecía todo lo demás pasaba a segundo plano. ¿Qué meestá pasando con él?, se preguntó aplastada por lasdesconcertantes emociones que de solo evocar su rostroaparecían. Se obligó a pensar en Tristán y en lo injusta queestaba siendo con él. Recordó la vehemencia con que sehabía negado a pasar la noche con él y en lo agradecida quehabía estado por que el no insistiera. Se puso de pie,resuelta a hablar con Andrés y pedirle que se marchara. Sin embargo toda su determinación se evaporó cuandollegó al comedor. La voz de Rod Stewart flotabasuavemente por los ambientes, tiñendo la velada de un cariztan romántico que la llenó de nerviosismo y ansiedad. Conmuy poco Andrés había creado un clima encantador. Sehabía ocupado de apagar las luces dejando encendidas doslámparas ubicadas junto al amplio ventanal. También habíapreparado una magnífica mesa y las velas ubicadas en elcentro captaron toda la atención de Lara. Tardó enreaccionar ante lo que vio. Nunca nadie le había preparadouna mesa así. Sus ojos contemplaron los antiguoscandelabros de alpaca de su abuela y se sorprendió aladvertir que no recordaba que los tenía. Una sonrisacargada de emoción se dibujó en sus labios y dejó elcomedor rumbo a la cocina. Allí lo encontró con undelantal atado a la cintura terminando de cocinar. Antesque Andrés notara su presencia Lara lo contempló unossegundos. Sintió que algo en su interior vibraba de solo

Page 172: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

mirarlo; su atractivo y su encanto la envolvían y lo quecomenzaba a sentir por él la hacía dudar de todo. Depronto, sin saber de dónde había surgido esa idea, Lara seencontró deseando pasar el resto de su vida junto a él. Suspropios pensamientos la sacudieron y se asustó al ver lamanera en que Andrés la contemplaba.- ¿Qué pasa?, - preguntó Andrés con una sonrisa radiante. -¿Estoy muy ridículo con el delantal?- No, para nada, - respondió ella y le ofreció rápidamenteun trago para salir del paso.- Tinto, - respondió él sin dejar de mirarla. – Ahí está labotella que acabo de abrir. Pero dejalo en la barra, despuéssentate así te cuento lo que tenía que decirte.Lara sirvió dos copas y se ubicó en la mesa, desde allíconversaba con Andrés. Él se apuró a mencionar que en lacarpeta que le había traído estaban los nuevos valores de laspropiedades de Madero. Basándose en lo que ella le habíacontado sobre el restó que deseaba abrir, él había marcadola propiedad que más se ajustaba a sus pretensiones. Larahabía tomado la carpeta y seguía las palabras de Andrésreleyendo el detallado informe. Cerró la carpeta y lo mirócon aburrimiento. No deseaba pensar en eso; estabacansada de pensar en temas laborales.- Podemos dejarlo para la vuelta, - dijo repentinamenteLara. - No quiero hablar más de trabajo…

Page 173: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Le sonrió con emoción, agradecido que ella lo sugiriera.Asintió y se apuró a cambiar de tema. Aprovecho paracontarle sobre los viajes que debía realizar a mediados deenero y fines de febrero. En su agenda figurabanentrevistas en Estados Unidos y Londres. Ella entonces lehabló del viaje que realizaría con Francis y Manuel a Italia. Andrés tomó la bandeja y fue hacia el comedor, donde Laralo aguardaba. Al verlo se puso de pie y esta vez no cedióante su insistencia de servir la cena.Lara sirvió los platos advirtiendo que Andrés la observaba,pero por alguna razón no le molestó. Decidió dejarsellevar por la atractiva velada. Cuando se sentó sus miradasse cruzaron y por unos segundos ninguno se atrevió adesviarla. Andrés levantó la copa y brindó por el viaje deLara. Ella hizo lo propio por el exitoso viaje de él. - A propósito, ¿cuándo te vas?, - preguntó Lara y Andrés nosupo si le hablaba de Europa o de la estancia.- ¿A la estancia?, - preguntó de manera arriesgada. Laraasintió. – Mañana. No sabía que salías mañana para París,vine a traerte el informe porque yo me iba y temía noencontrarte a mi regreso.- ¿Cuándo volvés?- En unos diez días.La respuesta de Andrés fue seca y cortante. No deseabahablar del tema, no esa noche. Esa noche no quería

Page 174: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

escuchar hablar de nada que le recordara a su hermano.Hacía casi dos meses que habían hablado por última vez, yen todo ese tiempo Andrés había asistido a eventos de lamás variada naturaleza por el solo hecho de verla. Enalgunas ocasiones ella lo saludo a la distancia, en otras nisiquiera supo que había estado allí. Fueron dos largosmeses en los que se sabía sentido enloquecer al verla encompañía de Carrillo y como si sus celos no fuera pocos,su mente lo obligaba a relacionarla con Juan Martín, muchomás a medida que se acercaba su viaje a la estancia. Habíasoportado largos monólogos por parte de Florencia yFacundo, juntos y por separado, y lo tenía muy sin cuidadolo que sus hermanos podrían llegar a pensar. Pero no queríarememorar la tortura de los últimos meses cuando estabasentado junto a la mujer que amaba en la más absoluta delas intimidades. Facundo esta vez se había equivocado, noera una locura soñar con estar por siempre a su lado.Durante la cena sus miradas se cruzaron gran cantidad deveces. Al principio sus rostros permanecieron inmutables,pero poco a poco fueron esbozando tímidas sonrisas, susvoces se tornaron más suaves y hasta anhelantes. Lara sesentía flotar y no encontraba ni deseos ni argumentos pararesistirse. Nunca antes había experimentado esa sensaciónde paz y algarabía; de ansias y deseo. Resultó ser una velada extraña, llena de silencios y cargadade insinuaciones. Sus miradas revelaban gran parte de sus

Page 175: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

sentimientos, pero ninguno se atrevió a decir algo alrespecto. Ni bien terminaron de cenar, Lara le dijo que se trasladaranal living donde podrían beber champagne. Andrésautomáticamente se puso de pie y fue por la botella y lascopas que ya había preparado.- Aquí está el champagne, - susurró al salir de la cocina,pero las palabras se le atragantaron al verla. Lara se había sentado como indio y se masajeaba los pies. Los jeans gastados, sus pies desnudos y el delgado mechónde cabello que le cruzaba el rostro le habían quitado elaliento. Por un momento estuvo tentado en dejar caer labotella y las copas para arrojarse sobre ella. Entonces ellalo miró, intrigada por su demora. Sus miradas volvieron acruzarse acompañadas de tiernas y cómplices sonrisas. Lentamente fue hacia ella, se ubicó a su lado y sirvió laburbujeante bebida. Le extendió una copa y brindaron ensilencio. Andrés solo deseó que ella estuviera pensando lomismo que él.- No quiero viajar a la estancia, - balbuceó Andrés con vozaplomada quebrando el silencio que se había apoderado deellos. Hacía rato que la música se había acabado y ningunose había molestado en reponerla. – No quiero viajar…Lara lo miró de costado sorprendida por sus palabras, perono supo que decir. Qué podía decirle cuando ella, no

Page 176: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

deseaba que se marchara. Lo que le estaba sucediendo conAndrés, era algo con lo que nunca había lidiado. No teníarecuerdos de que su corazón podía desbocarse con tantafacilidad; que su piel se erizara cuando sus miradas seencontraban y que un ardor intenso y febril, le naciera desus entrañas y se esparciera por su cuerpo cuando lo teníacerca.Andrés la contemplaba de un modo extraño, sus ojos sehabían vuelto brillosos y lejanos, como si estuvieranmirando su interior. Se tensó al sentir la mano de élacariciándole la mejilla y se mantuvo quieta y expectante alverlo acercarse a ella. Con suavidad Andrés pasó su manosobre el sedoso cabello de Lara, reteniendo en su almacada sensación que le produjo tocarla. No podía y noquería detenerse; la quería con él y para él; se moría porbesarla, por acunarla en sus brazos y entregarse al dulcesentimiento que enardecía su espíritu. Pasó un brazo alrededor de ella y la atrajo contra su cuerpoabrazándola. Lara se aferró a él y sin desearlo las lágrimascomenzaron a correr por sus mejillas. Era la primera vezque sentían el cercano contacto de sus cuerpos y paraninguno de los dos fue difícil advertir lo que eso significó. Al separarse vio el rostro de Lara cubierto de lágrimas ycomo si hubiera leído la mente de ella, las secó con suslabios. Sus bocas finalmente se encontraron para fundirseen un beso tibio y temeroso, que duró hasta que Lara

Page 177: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

entreabrió sus labios para respirar. Ese pequeño avance fuepara Andrés como si las compuertas de una represa sehubiesen abierto para él y la pasión fluyó sin podercontenerla. Penetró la boca de Lara con una voracidad yuna desesperación que le arrancó un gemido gutural ydesgarrador. Perdió noción de todo y se regocijó aladvertir que no solo se estaba dejando besar; también loestaba besando, también se introducía en su boca sin pedirpermiso. La sintió gemir y temblar en sus brazos, yrecostándola contra el sillón se ubicó sobre ella. Losúltimos resquicios de control se desvanecieron cuandosintió la mano de Lara, cálida y temblorosa deslizarse entresu camisa y su cuello, apoderándose de su nuca,entrelazando sus dedos con su cabello. Los besos y las caricias aumentaron y por primera vez ensu vida, Lara se sintió completamente embriagada de deseoa tal punto que hasta su piel reclamaba su contacto. Ledolía la desesperación que él estaba despertando en ella; semoría porque él la tocara; por todos lados quería que latocara; deseaba de una manera inusitada que la amara, quesus labios la recorrieran. Quería todo de él; quería que lallenara, que la colmara con su presencia, que la hicierasentir viva y completa. Cuando por fin se separaron, se contemplaron agitados,enardecidos y ambos comprendieron que no había punto deretorno. Se estudiaron casi con pavura palpando el deseo

Page 178: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

que los alentaba a ir más allá. Andrés percibía la necesidadde Lara tanto como la suya. Sin embargo, no terminaban dedespojarse de las ataduras que los condicionaban. Lara fuela primera en reaccionar y los ojos volvieron a colmarse delágrimas. - No llores por favor, - dijo Andrés sintiéndose arrepentidopor lo sucedido y necesitó mucha fuerza de voluntad parano alzarla y llevarla a la cama. - Lara…- Estoy confundida… ¿cómo llegamos a esto?Presente y pasado se mezclaron en el interior de Lara,confundiéndolo todo. Pensó en Tristán y se sintiómiserable. También la imagen de Juan Martín cruzófugazmente por su mente, recordándole que Andrés era unreferente importante para él. Nunca antes había tomadoreal conciencia de eso y al hacerlo su cuerpo se llenó detemor por lo que creía sentir por Andrés.Andrés no supo que decir. Aunque Lara no lo dijera, élsabía que estaba pensando en su hermano. No lo toleró; nosoportaba enfrentarse a eso. Siempre va a ser así, se dijosiempre va a ser con culpa. El dolor fue excesivo y nodeseaba hacerle frente delante de ella. Era el momento demarcharse.- Me voy Lara, - murmuró con sequedad al separarse deella.- No te vayas, - dijo ella con la mirada clavada en la de él. –

Page 179: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Quedate…Las palabras de Lara lo tomaron por sorpresa y a Andrés lecostó dar con una respuesta adecuada. Sabía que era elmomento de esperar, de tomar distancia para que ellapudiera ordenar sus pensamientos y sus sentimientos. Laralo observaba esperando que él dijera algo más, pero Andrésno reaccionaba. Al cabo de unos segundos sonrió y leacarició la mejilla con la palma de su mano.- No… Mejor me voy,- le dijo.- Volvieron a besarse, ahora con mayor intensidad.- Te voy a extrañar, - balbuceó ella al separarse unoscentímetros de él.- También te voy a extrañar, - dijo con una sonrisa.- ¿Cuándo te vuelvo a ver?- No lo sé…Con suavidad levantó el mentón de Lara a la altura de surostro, y besó delicadamente su boca. El abrazo fueinevitable. Cuando se separaron, Andrés giró rápidamente. No volvió a mirarla, simplemente fue hacia la puerta y saliódejando a Lara llena de dudas.

Page 180: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 13Andrés no pegó un ojo en toda la noche. Lo sucedido conLara lo había movilizado demasiado y odió tener queesperar más de dos meses para volver a verla. Hacía ratoque había amanecido cuando dejó su cama y fue hasta lacocina para tomar un café. No podía dejar de recordar lafuerza que sintió en el beso que se dieron. Nunca antes unsimple beso había logrado estremecerlo. Tenía muchosueño y muy pocas ganas de viajar a la estancia. Se sentóen una de las banquetas y bebió su café. Sin pensarlo dosveces tomó el teléfono y llamó a la aerolínea. Canceló supasaje e hizo una reserva para el día siguiente. Cuantomenos estuviese en El Paraíso mejor.Llegó al aeropuerto sobre la hora de embarcar. El díaanterior su madre lo había llamado para preguntarle porquedemoraba tanto su llegada. Se excusó diciendo que lacantidad de trabajo que tenía lo retenía en la ciudad. Aprovechó para insinuar que tal vez no permanecería lasemana completa con ellos, pero Micaela volvió ainterrumpir a su hijo.- Andrés, es la única semana del año que estamos todosjuntos, – dijo ella con amargura. – No me hagas eso. Tuestudio no se va a venir abajo porque no estés la semana deNavidad.No supo como contrarrestar las palabras de su madre. No

Page 181: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

tenía ganas de permanecer bajo el mismo techo que suhermano menor, pero estaba atado de pies y manos. Sucuerpo era un volcán capaz de explotar en cualquiermomento. Se comprometió a intentar mostrarse sereno eigual que siempre ante toda su familia. Aunque no estabaseguro de poder lograrlo.Al llegar al Paraíso se encontró con su madre y su hermana,que terminaban de preparar la mesa donde la familiacompartiría la cena de Noche Buena. En cuanto lo vieronambas mujeres se acercaron a saludarlo. Con Andrés no sesabía que podía suceder y madre e hija habían estadodialogando sobre si verdaderamente llegaría para la cena. Andrés abrazó a ambas y por un momento se olvidó delfastidio que le causó tener que permanecer en la estancia.Hacía mucho que las Fiestas de Fin de Año ya no eran lomismo para la familia Puentes Jaume. Ernesto y Micaelahacían hasta lo imposible por mantener la tradición intactapero muy pocos sentían el entusiasmo de años anteriores. A la mesa de Noche Buena, se había agregado Valeria, laesposa de Juan Martín, junto a sus padres y su hermano;Fernando, el esposo de Florencia y por último la pequeñaMelisa, hija de Valeria y Juan Martín. La familia se habíaampliado considerablemente, como así también lasdiferencias entre ellos.Resultó una cena eterna para Andrés, que se sentía presopor toda la situación. Impotente, concentró toda su

Page 182: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

atención en su sobrina que comía a su lado y, por un buenrato, fue una buena medida para evitar entablarconversaciones con el resto de los presentes. Pero al cabode varios minutos, Fernando le preguntó a qué se debía sunotorio silencio. Andrés encogiéndose de hombros loatribuyó al cansancio. Hubiese deseado que nadiepreguntase, pero para su desgracia, Juan Martín se mostrómuy interesado en saber que lo tenía tan ocupado. Leshabló entonces de las entrevistas y reuniones que debíarealizar en Nueva York y en Londres.- ¿Cuánto tiempo vas a estar fuera del país?, – quiso sabersu madre.- Dos meses, – fue la escueta respuesta. – Tal vez tres.- Es mucho tiempo, – comentó entonces la madre deValeria.- Sabes Andrés, el otro día leí una entrevista que le hicierona Sabrina, – dijo Valeria con sonrisa divertida. – Estáviviendo el Londres, ¿la vas a ir a ver?- No sé…Andrés clavó su fría mirada en su cuñada, quien la sostuvocon actitud soberbia. No contenta con el comentario, giróhacia su madre y le hizo una breve reseña de la relación queAndrés y la modelo habían mantenido. No era secreto paranadie que Andrés odiaba que se metieran en su vida, comotampoco era secreto para nadie que él no soportaba a la

Page 183: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

esposa de su hermano y el sentimiento era mutuo. Lamadre de Valeria parecía entretenida con la historia ycontemplaba a Andrés como si hubiese sido dueño de ungran trofeo que luego dejó escapar. Si por algo soportó lasituación, fue por sus padres, de lo contrario le hubiesedicho un par de cosas a su cuñada.Para sorpresa de Andrés fue el propio Juan Martín quienhizo callar a su esposa. Miró a Andrés y luego dedisculparse con él por lo que iba a decir, mencionó que a élnunca le había gustado Sabrina. Andrés entonces lo miróextrañado.- Debes ser uno de los pocos, - exclamó con sarcasmo.- No me mal interpretes. Es una mujer hermosa, – siguiódiciendo Juan Martín. – Pero vos necesitas otro tipo demujer.- Mirá vos mi hermanito, – dijo Andrés sorprendido. – Voya tener en cuenta tu opinión la próxima vez que alguien meinterese.- Ya vas a ver que tengo razón, – siguió diciendo JuanMartín.Su mirada se cruzó con la de Facundo y no la pudosostener. Pero al desviarla vio que Florencia también lomiraba con seriedad. Contrariado y fastidioso clavóentonces su mirada en su plato y no volvió a conversar connadie.

Page 184: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

El hecho que Facundo, Florencia y evidentemente Fernandoconocieran su secreto lo perturbaba. Tenía la sensaciónque todos sus pensamientos y sentimientos eranconstantemente comentados por cada uno de ellos. Seríauna semana larga y tenía que encontrar la manera dedesembarazarse de ellos.Permanecer en la casa con tanta gente lo torturaba. Sesentía desnudo ante las inquisidoras miradas de sushermanos. Estaba irritable y de pésimo humor y noencontraba la manera de disimularlo. Sabía que su procederlo estaba convirtiendo en el centro de todas las miradas ylos comentarios y eso lo fastidiaba más todavía. Para no cruzarse con los miembros de su familia, salíatemprano por la mañana con la excusa de saludar a viejosamigos. Solía recorrer los campos hasta llegar a uno enparticular ubicado a unos 20 kilómetros de la estanciafamiliar. Era suyo y eso lo hacía más importante todavía. Lo había adquirido con sus primeras ganancias,representaba su primera inversión. En alguna medida ese pedazo de tierra, a tan corta distanciade El Paraíso era su orgullo. Contemplar la imponencia deesos solitarios campos lo despejaba dejando que su cuerpofuera invadido por una reparadora sensación de alivio ylibertad. Para Andrés esas hectáreas eran mucho más quetierra y montaña; allí había dado el primer paso hacia sussueños. Al contemplar la belleza del paraje, se permitía

Page 185: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

pensar en Lara con mayor libertad. No se cansaba derepasar la forma en que los hechos se habían sucedido; elmodo en que ella se había metido bajo su piel. Rememoraba sus besos con añoranza y al hacerlo su cuerpose estremecía. Bajó de su yegua y contempló la inmensidad del paisaje.No se cansaba de apreciarlo. Los vastos campos, verdeamarillentos, se extendían, hasta el pie del primer cordónde montañas, como una alfombra irregular salpicada porflores silvestres y arbustos enanos. Desde donde estabaadmiró los distintos matices de intensos verdes y unavariada gama de tonos tierra. Más atrás casi cayéndose enel horizonte, las altas cumbres de la cordillera con suspicos nevados que no se cansaban de acariciar ese cieloinfinito de un intenso azul celeste que solo allí podíaapreciarse en toda su magnitud. A un costado un añejobosque de majestuosas araucarias se alzaban, custodiandoel valle, bailando al ritmo que el viento les imponía. A suentender solo faltaba un hogar para completar laperfección.El paraje lo aguardaba, manso y paciente. Eso era lo quesiempre sentía al contemplar tanta belleza. Allí se sentíadiferente, casi en carne viva. Perdido en la inmensidad dellugar, no reconocía nada en él que tuviera que ver con suvida. Se sentía en paz; se sentía genuino sin poder contenersu verdadera naturaleza que afloraba como la imperiosa

Page 186: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

necesidad de respirar. Allí se permitía llorar si era eso loque necesitaba. Fue hacia un grupo de álamos que como una cortinareparadora brindaban sombra y serenidad, ató su yegua auna rama. Le acarició el cuello a su fiel amiga y buscó labotella de agua que llevaba en la mochila que colgaba de suespalda. A lo lejos sintió un sonido, rítmico y parejo, que alteró elsilencio natural. Miró sobre su hombro y contempló aFacundo que se acercaba al trote. No se molestó por laintromisión, siempre era reconfortante contar con lapresencia de su gemelo en momentos como ese. Loobservó desmontar y dejar su caballo junto a su yegua. - ¿Pasó algo?- No, - respondió Facundo y tomó la botella que Andréstenía en su mano. Bebió con ganas. – Tenía sed, no meacordaba que quedaba tan lejos.Andrés asintió con una sonrisa y se volvió una vez máshacia la cordillera.- Es realmente imponente, - dijo Facundo parándose junto asu hermano. - ¿Porqué nunca le dijiste a papá que lo habíascomprado?- No sé, - respondió Andrés encogiéndose de hombros. –Tal vez más adelante.Andrés volvió a encogerse de hombros y bebió un poco

Page 187: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

más de agua. Le ofreció la botella a Facundo que la aceptócon gusto.- Sabes, cuando lo compré lo hice con la idea de formaruna familia como lo hizo papá, - empezó diciendo con vozcargada de nostalgia. – Es un sueño que todavía tengo…- Y que todavía podes concretar…- Si, puede ser…Facundo lo miró y lo vio tan apagado y ensimismado que nole gustó.- ¿Qué te pasa?- A vos no te va a interesar escuchar lo que me pasa, -sentenció con dureza sin molestarse en mirarlo.- Claro que me importa, - protestó Facundo con malestar. –¿Porqué pensás que vine hasta acá?Andrés asintió y se corrigió.- Entonces a mi no me interesa escuchar tu opinión sobrelo que a mi me pasa…Facundo respiró hondo y dejó que su mirada paseara por lahermosa vista. Tenía bien ganada esa respuesta y lo sabía.- No quiero que sufras… eso es todo… y es el únicomotivo por el que me preocupo.Andrés se sentó en el terreno cubierto de pasto y sus dedoscomenzaron a jugar con un grupo de yuyos. Lentamente lopuso al corriente de lo acontecido entre él y Lara durante

Page 188: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

los últimos meses, hasta concluir con lo sucedido en eldepartamento de ella. Ahogó la risa que sus propiaspalabras le produjeron al mencionar los besos que sedieron. - Fue como si nunca en mi vida hubiese besado a otrapersona, - dijo con cierto pesar. – No sabes lo que fue…Hablar de ese momento le hizo revivir intensamente lo quehabía sentido. La mezcla de alegría y emoción, lo hizosonreír y por un momento se dejó abrazar por esasensación. Apoyó un codo sobre el terreno y estiró suspiernas cruzándolas a la altura del tobillo. Silencio. Sellevó el tallo de un fino yuyo a la boca y lo mordiópensativamente. Luego elevó la vista hacia su hermano.- No es un capricho Facu, - le dijo con aplomo. – Estuve apunto de quedarme a pasar la noche con ella, - agregó concierta amargura. – Pero preferí no hacerlo. Facundo frunció el ceño desconcertado, ese si que era unaspecto que no conocía de su hermano. El Andrés que élconocía se hubiese arrojado a esa cama sin segundasconsideraciones. - No lo hice justamente porque la amo demasiado… dehaberlo hecho, ella se hubiese llenado de dudas, de culpa yde reproches…no quiero tener con Lara una noche deamor, ni dos, ni tres… la quiero para toda la vida Facundo. -Hizo una pausa y bajó la vista con cierta tristeza. - La

Page 189: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

amo… más de lo que vos crees que puedo amar.- Me doy cuenta, - dijo Facundo con incomodidad por loque había sugerido un tiempo atrás. Se ubicó junto a suhermano. - ¿Quedaron en algo?Andrés sacudió su cabeza y dejó que su mirada se perdieraen la lejanía. Respiró hondo y mencionó el modo en queLara había reaccionado. Las oraciones que salían de laboca de Andrés parecían hilvanadas por pozos de silencioque duraban entre cinco y diez segundos. Le habló de laslágrimas y de la terrible pregunta que había salido de suslabios.- ¿Cómo llegamos a esto?, me preguntó, - le contófinalmente y miró a Facundo dedicándole una mueca. Seirguió y pasó sus brazos por sus rodillas. - Siempre va apensar en Juan Martín, siempre va a estar él en medio, -siguió diciendo. – Estuvieron juntos mucho tiempo… Laratiene millones de recuerdos con Juan. Ahí nunca voy apoder entrar.Del bolsillo de su camisa, Andrés tomó su paquete decigarrillos. Le ofreció a Facundo que tomó uno y luegoencendió el suyo. Fumaron en silencio. Facundo loobservaba sin saber que decir. Pocas veces Andrés se abríade ese modo y cuando lo hacía era porque el peso de loreprimido lo obligaba a enfrentarlo, a analizarlo y adepurarlo hasta llegar al fondo. No eran momentosagradables para él, pero si necesarios para poder continuar.

Page 190: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Su hermano podía ser muy distante, hasta frío pormomentos, pero Facundo también sabía que era mucho másprofundo de lo que la mayoría de la gente creía y en esasprofundidades Andrés guardaba celosamente su fuego, sussentimientos y sus miedos. Él mismo era tan conscientede ello, que había aprendido a manejarlo, a protegerse, aesconder su verdadero ser. Nunca antes Facundo había sidotestigo del momento en que Andrés se dejaba vencer por elsufrimiento, pero en ese instante lo sintió tocar fondo;luego, lentamente fue cubriendo todo aquello que sentíapor ella hasta levantar una gruesa muralla en torno a sucostado más débil.De todo lo que había escuchado, lo más significativo paraFacundo fue descubrir que Lara no solo lo habíarevolucionado, sino que también había alcanzado al Andréslegítimo de las profundidades del interior de su hermano. Cada vez que Andrés hablaba de ella lo hacía desde lo másprofundo de su corazón y eso era sumamenteextraordinario en él.- Como siempre Facu, tenías razón, me tengo que olvidarde ella aunque me duela, - dijo finalmente y su vozmanifestó la transformación. No había allí ni tristeza nidesolación, solo fría seguridad de lo que estaba por decir. – Realmente no estoy seguro de ser lo verdaderamentefuerte para soportar que sea ella quien me recuerde suvínculo con Juan. – Bajó la vista unos segundos para

Page 191: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

doblegar los últimos resabios de emoción. – Tal vez tesuene mezquino, pero ni siquiera lo digo pensando en JuanMartín, lo tengo que hacer por mí, porque eso medestruiría. Facundo puso su mano sobre el hombro de Andrésbrindándole su apoyo. Andrés lo miró primero conseriedad y luego dejó que una triste sonrisa apareciera ensus labios. Facundo lo interpretó como un gracias yasintió. - No puedo dejar de pensar que las lágrimas se debían a queen todo momento había anhelado estar besando a Juan, - seatrevió a confesarle a Facundo. – No lo soporto Facu…- Me parece que estas pensando pelotudeces, - sentencióFacundo con dureza. – Me parece que la realidad esbastante compleja, para que vos te enrosques en tuscelos…Andrés volvió a asentir y se puso de pie. Le dio un nuevovistazo al hermoso e imponente paisaje y dio unos pasoshacia adelante alejándose de su hermano. Con sus manosen la cintura, observó el lugar con mayor determinación. - Me gustaría hacer una casa ahí, en el centro, - dijocambiando abruptamente de tema. – Hace rato que lo tengoen mente. Es más le pasé la idea a Lucas Pueyrredón paraque se ocupe. – Se volvió hacia Facundo con una sonrisa. –Vení que te muestro y te cuento lo que me gustaría hacer.

Page 192: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Facundo se acercó sabiendo que la transformación eracompleta. Andrés ya había reprimido y suprimido aquelloque lo amenazaba y desestabilizaba para convertirse en loque era antes de descubrir el verdadero amor. En algúnpunto a Facundo le dio mucha pena comprobar con suspropios ojos lo mucho que los sentimientos condicionabana su hermano y el tremendo esfuerzo que representaba paraél mantenerse bajo estricto control para que nadie, nisiquiera él mismo, pudiera reconocerlo.

Page 193: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 14

Por más que Lara intentase ordenar sus emociones no lolograba. Una vez más rememoró los besos einconscientemente se llevó una mano a los labios. Intentórecordar cuándo empezó a sentir atracción por Andrés,pero no lo sabía. El interés había sido gradual einconsciente. Pensó en la cantidad de veces que seencontraron en distintos eventos o cenas, o todas las vecesque ella lo llamó para hacerle alguna consulta insustancialaprovechando la ausencia de Tristán. Se había dejado llevarpor el estimulante juego de seducción que él le proponía;por las sugestivas miradas y las insinuaciones a las que nohabía podido resistirse. Pero su costado racional, la forzaba a recordar que Andrésnunca había tomado a ninguna mujer con seriedad y ella notenía por qué ser la excepción. Así era él, así había sidosiempre, pensó sintiéndose ridícula y avergonzada. Notardó en caer en la cuenta que lo único que él debía desearera convertirla en su nueva conquista. La habíadeslumbrado rodeándola con su manto de magnetismo yencanto, y ella se había dejado envolver como una ingenua.Le resultó perverso. Cerró los ojos con resignación. Depronto, como un mecanismo de defensa para contrarrestarel aluvión de sensaciones, a su mente llegaron grancantidad de recuerdos de Juan Martín; los paseos por la

Page 194: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

estancia y las veces que hicieron el amor en los parajesmás hermosos. Se obligó a recordar, el modo en que larelación había terminado y el alivio que ella había sentido. Respiró hondo y volvió a contemplar la negrura del oscuroocéano que atravesaban. Faltaban pocas horas pararegresar a Buenos Aires. El viaje a Europa no la habíaayudado como ella había pensado. Haber puesto distanciacon Buenos Aires lo único que había logrado era acentuarsu presencia en su ausencia y aumentar la culpa por habertraicionado a Tristán. Todas las noches al encontrarseinmersa en la soledad de su habitación los fantasmasregresaban a ella; soñó con uno o con el otro en reiteradasocasiones, y en cada sueño se vio obligada a enfrentarreproches, enojos, reclamos por traiciones y hasta lamismísima soledad. Durante los primeros días en París, Francis había intentadoabordarla, sabiendo qué algo no estaba bien; la conocíademasiado para no darse cuenta, pero ella se escabullía conexcusas estúpidas. Lo cierto era que no se atrevía ahablarle a Francis de su confusión. Tal vez por miedo a queuna vez puestos sus sentimientos en palabras cobrasen viday fueran mucho más difíciles de contrarrestar. No estabaacostumbrada a ocultarle cosas a Francis, pero laavergonzaba hablarle de la extraña relación que manteníacon Tristán, y mucho más mencionar todo lo que en tanpoco tiempo Andrés le había hecho sentir.

Page 195: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Las relaciones sentimentales nunca son fáciles, había sidoel comentario que el francés deslizó una noche mientrastomaban coñac frente al ardiente hogar. Faltaban apenasuna horas para que se separaran y Francis se había sentidoen la obligación de por lo menos, si Lara no deseabahablarle del asunto, que lo escuchase. Con ese simplecomentario le dio a entender que estaba completamenteseguro de cuál era el problema que la aquejaba. Pero nisiquiera así, Lara se atrevió a hablar. Simplemente se habíaapartado de él y enfrentó el fuego como si en sus llamasencontrase la solución. No deseaba que él la viera tanconfundida, la abochornaba no ser capaz de manejar lasituación. Se acercó a ella y la tomó de las manosobligándola a mirarlo directo a los ojos. La estudió ycomprendió que el problema era mucho más profundo queuna disparidad de sentimientos. - Estás enamorada de otro hombre, – sentenció al cabo deunos segundos de silencio, – y como pasó con Juan Martín,supongo que no sabes cómo decirle a Tristán que lo deustedes se acabó.Su voz era cálida y tranquilizadora y alentó a Lara para quese abriera a él. Ella apenas lo miró y respiró hondo paracontener las lágrimas que amenazaban con asomarse. Semantuvo en silencio. - Lo positivo de todo esto, - había dicho Francis uniéndosea Lara junto al fuego, - es que por lo menos esta vez es otro

Page 196: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

hombre quien ocupa tu cabeza y no tu trabajo… y esoquerida mía, me alegra es un flor de progreso viniendo devos. – Pasó uno de sus brazos por los hombros de lamuchacha y le sonrió. – Nadie dijo que era fácilenamorarse, mi amor, lo que vale siempre cuesta. Ya mecontarás todo de él cuando estés lista para hacerlo.Justamente en esas palabras estaba pensando cuando elavión tocó suelo argentino. Estaba de regreso y si biensabía qué era lo que tenía que hacer, todavía no tenía unadecisión tomada. Pero lo cierto era que todos susproyectos con Tristán tambaleaban pues había algo que élno podía darle. Algo que Andrés tenía y en un descuido selo había robado.Descendió del avión convencida que debía ser sincera conTristán, pero en cuanto lo vio parado en el hall de salidas,con ese terrible ramo de flores se le fue el alma el suelo. Se dejó abrazar y besar por él y se sintió bien al hacerlo;porque más allá de sus dudas, más allá de la amenazantefigura de Andrés, ella quería a Tristán. De pronto supo queno se atrevía a pensar siquiera en no contar más con sucompañía. Junto a Tristán se sentía segura, acompañada yquerida. Se obligó a darse una nueva oportunidad. El mes de febrero se presentó tranquilo, y eso le dioespacio a Lara para acomodarse al ritmo de trabajo. Hartade tanto sentimentalismo, se forzó a no pensar más y aabocarse nuevamente al trabajo. También aprovechó para

Page 197: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

dedicarle más tiempo a Tristán y así tratar de reflotar larelación que tenían. Como no había mucho trabajo,aprovecharon para escaparse los fines de semana a la costaargentina y hasta se tomaron tres días para trasladarse aPunta del Este. Para ambos fue como había sido en loscomienzos; risas, charlas y noches de amor que seprolongaban hasta el amanecer. Con renovado entusiasmo y la convicción de haber tomadola decisión correcta respecto a Tristán, decidió que habíallegado el momento de abocarse a su nuevo proyecto parasentir que estaba de regreso. Antes de mantener unareunión con su contador, su abogado y por supuesto conCarlos Dumas, Lara necesitó hacer algunasaveriguaciones. Buscó la carpeta que Andrés le habíadejado y la contempló con detenimiento antes de abrirla. Con aire ausente pasó suavemente uno de sus dedos sobreel nombre de él, respiró hondo y solo permitió que unossegundos su fantasma se apoderara de ella; luego lodesterró y abrió la carpeta. Analizó una vez más sucontenido y tomó varias notas. Anotó fechas y estimócostos. Sentía la adrenalina que corría por su cuerporeviviéndola, empujándola hacia adelante, llenándola debríos para alcanzar su gran objetivo. Ya en el mes de marzo, la situación comenzó amodificarse, pues la actividad de la empresa rápidamentealcanzó los niveles de años anteriores. Ya tenían

Page 198: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

contratados varias presentaciones, congresos y dos cenascon fines benéficos, además de los casamientos que teníantodos los fines de semana en doble turno. Para eseentonces, Lara ya había reunido la información necesariapara afrontar su proyecto con mayor seguridad. Le pidióentonces a Mónica que se comunicara con su contadorRicardo Zubiría y con su abogado Carlos Estrada. Todoestaba listo para ponerse a trabajar en su nuevoemprendimiento. Esa misma tarde ambos hombres sepresentaron en el despacho de Lara. Luego de los saludosy los breves comentarios sobre las vacaciones, Lara lesinformó que necesitaba exponerles el nuevo proyecto quetenía en mente llevar a cabo.Estuvieron de acuerdo en que era un proyecto atractivo ycon muchas posibilidades, pero también requería de muchotiempo, trabajo y principalmente dinero. Uno de loshombres mencionó que debía tener en cuenta no descuidarla empresa. Pero Lara había pensado en eso. De un cajónextrajo dos carpetas con varios informes, presupuestos yfichas. Abrió la que poseía el rótulo de restaurante yentregó a sus dos colaboradores el material. Con seriedadlos hombres analizaron el contenido. El estilo del lugarestaba bien definido, como así también hacia dondeapuntaba su dueña. Cada detalle tenía el sello de Lara. Todoestaba allí, los nombres que Lara había escogido para elrestaurante, los encargados, los chef y hasta el servicio de

Page 199: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

mesa. Al ver que los hombres terminaban de leer los lineamientosles extendió cuatro presupuestos de los arquitectos aquienes había consultado. Eran los mejores de BuenosAires, y todos ellos se mostraron ansiosos por trabajar enel nuevo proyecto de Lara Galantes.Finalmente les comunicó que había mantenido una reunióncon quien tenía a cargo la comercialización de los docks dela zona de Puerto Madero. De la carpeta extrajo la tarjetade Eduardo Gerini y la colocó frente a sus colaboradores,para que tomaran nota del nombre y de los teléfonos. Elcontador y el administrador intercambiaron miradas deasombro, pues muy poco quedaba por hacer o por decir. Lamuchacha se había encargado de absolutamente todo.Con una sonrisa, Lara aguardó que alguno dijera algo. Sabía que reaccionaría tal cual lo estaban haciendo. Elproyecto estaba en marcha, ahora solo restaba acompañarlohasta que estuviera todo listo. Se sentía feliz y orgullosade haberlos dejado perplejos. Francis fue un buen maestro,se dijo llena de orgullo, tengo que llamarlo para contarlecual era el gran secreto. Uno de ellos, por lo menos, sedijo con pesar. Sacudió su cabeza para desterrarlo; nodeseaba pensar en él en ese momento.Tenía tantas obligaciones que atender que de no seguirestrictamente su agenda corría el riesgo de olvidarse algúncompromiso. Pasaba los días entre la empresa, los

Page 200: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

distintos eventos que debía organizar y las modificacionesque deseaba para el nuevo restaurante. Estaba sumamenteansiosa y nerviosa porque todo quedase como ella lodeseaba. Se reunía una o dos veces por semana con losarquitectos y decoradores y para su satisfacción, lostiempos se estaban respetando a la perfección.Le había hecho bien volver a concentrar toda su energía enla empresa. La gratificaba y la hacía sentir viva haberretomado el contacto con sus antiguos clientes o con losnuevos a quienes necesitaba seducir. La puesta a punto delrestaurante le estaba demandando mucho más dinero delque ella había calculado y necesitaba que sus ingresosaumentaran para no verse ahorcada por los gastos. Tardaron casi tres meses en concluir la obra, hasta que todoestuvo como Lara lo había dispuesto. Dos veces porsemana pasaba por el restaurante para cotejar que todo seestuviese desarrollando según sus especificaciones. Huboalgunas demoras por desinteligencias de los albañiles, peronada importante. Faltaban dos semanas para la apertura yLara estaba nerviosa porque ese día llegara.Los días previos a la apertura Lara pasó más de doce horasen el restaurante. Quería chequear cada detalle por símisma y controlar que todo esté dispuesto tal cual ella lohabía indicado. Pasó por el salón español, la alfombra rojacon dibujos en amarillo levantaba el ambiente. Las paredesblancas e irregulares habían sido decoradas con cuadros de

Page 201: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

pintores de esa nacionalidad. Dejó el salón y se dirigió alitaliano. Paredes lisas color manteca, pesados cortinadosblancos que llegaban hasta el piso de oscuro parquet. Era unsalón señorial e íntimo y el que más le agradaba a Lara. Giró sobre sus talones y fue hacia el salón francés. El másiluminado de todos. Las mesas y las sillas estilo Luis XVIhabían sido restauradas, las paredes blancas, apenasdecoradas con cuadros impresionistas y una alfombra azulcon vivos rojo. Rápidamente Lara se dirigió al últimosalón, el japonés. Este salón, poseía ocho amplias mesascon capacidad para ocho personas cada una. En el centrode cada una de las mesas sobre una gran plancha, la comidasería preparada frente a los comensales. La altura de estasmesas era media y los asientos habían sido ubicados unescalón por debajo del nivel del suelo. El piso estabacubierto por una alfombra color arena de pelo corto y lasparedes habían sido pintadas de color blanco y crema. Como sucediera en los otros salones, los cuadros elegidospara la decoración eran de artistas orientales.Para su inauguración, había previsto realizar una cena, paracien de sus mejores clientes y amigos. No solo queríapresentar en sociedad Lara´s restó, sino tambiénretribuirles, de alguna manera tantos años de confianza.Sería el restaurante más grande de todo el predio y seenorgullecía que así fuera. Su contador y su administrador,le indicaron que se estaba excediendo en los gastos pero

Page 202: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

ella no les llevó el apunte. Estaba convencida que sería unverdadero éxito.El día tan esperado por fin llegó y Lara se sentía tannerviosa como en su primer día de trabajo. Aunque no loadmitiese, era muy consciente que se estaba jugando suprestigio y casi todo su capital y de no ser un éxito corríael riesgo de perder todo por cuanto había luchado. Alrecordar ese detalle, pensó en Francis. De alguna manerael sueño de su amigo también estaba en juego. Sacudió sucabeza intentando alejar esos temores. Todo va a salir bien,se dijo dándose ánimo.Había designado como encargado a Carlos Dumas, quiendurante años fuera su mano derecha y junto a él repasó cadaplato que se serviría y cada botella que se abriría. Dejó elrestaurante pasadas las 19 horas. No tenía mucho tiempopara arreglarse y regresar.Nadie faltó a la cita. Uno a uno los empresarios, políticosy miembros de la farándula comenzaron a llegar. Tristán sepresentó en medio de la multitud, trayendo con él unenorme y colorido ramo que le entregó luego de abrazarlay besarla. Mientras Lara recibía a sus invitados, él semantuvo a su lado compartiendo su alegría. Se habíaesmerado en elegir su atuendo, quería verse muy bien esanoche, era un momento muy importante para Lara y él nodeseaba desentonar. Ella lo notó y se lo hizo saber.Lara por su parte se sentía superada por tanta alegría. La

Page 203: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

gran mayoría de sus clientes se encontraban allí y cada unode ellos la felicitó con palabras sinceras. Miró hacia elinterior con una sonrisa. El pianista tocaba sin cesar y a sualrededor muchos se habían congregado. Dirigió su miradahacia la barra, solo para corroborar que estaba llena. Porahora todo está perfecto, pensó.- Vamos Lara, tenés que inaugurar Lara´s Restó, – le dijoTristán con dulzura. – Todo está perfecto.Ayudada por Tristán y Carlos, Lara subió a la barra desdedonde daría un breve discurso. Los presentes al verlacomenzaron a hacer silencio y uno de los mozos se acercóal pianista para decirle que dejara de tocar por unosminutos. Por un instante el rostro de Andrés cruzó por sumente; casi tuvo la sensación de verlo entre los muchosrostros que la contemplaba. Pero él no estaba; hacía yavarios meses que nada sabía de él. Sacudió su cabezabuscando alejarlo, esa noche no podía verse triste. Con una sonrisa Lara enfrentó a los invitados, emocionadapor la concurrencia y los aplausos. Entonces comenzó ahablar y lo hizo sin reprimir lo que sentía. Las lágrimasbrotaron de sus ojos y Carlos al verla tan emocionada yfeliz, subió a la barra y pasó su brazo sobre los hombros deella.- Gracias a todos por venir. Esta noche es muy importantepara mí, - empezó diciendo con voz llena de emoción. – Esmi deseo presentarles formalmente al señor Carlos Dumas,

Page 204: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

el encargado de Lara´s Restó. – Lara hizo una pausa. –Como podrán observar no entran todos en un solo sector,de modo que en esta oportunidad se servirán todos losplatos en todos los sectores. Los mozos se encargarán deinformarles. Ahora los invito a pasar al sector que másdeseen.Un nuevo aplauso cerró el discurso y lentamente losinvitados comenzaron a desplazarse. Tristán ayudó a Lara abajar de la barra. Al tenerla cerca de él, la abrazó confuerza. Ella simplemente sonrió felizmente emocionada. Va ser un verdadero éxito, se dijo. Una vez más, Tristán fue el mayor damnificado por elincremento de actividades de Lara. Si bien se veían todoslos días, solían hacerlo por las noches luego de que ellaterminase con sus obligaciones. Durante las cenas quesolían compartir, Lara no hablaba de otra cosa que nofueran sus progresos laborales; las distintas problemáticasque surgían día a día y la acumulación de servicios. Comosi eso no hubiese sido suficiente ahora se sumaba elrestaurante. Pero el amor que sentía por ella lo obligaba apensar que llegaría el momento en que todo se organizaría.Sólo debía aguardar que las actividades se asentasen.Pero eso nunca sucedió. Las semanas fueron pasando unatras otra y Lara parecía estar cada vez más ensimismada ensu trabajo. Harto de escucharla hablar siempre de lomismo y de la incapacidad de Lara de advertir que la

Page 205: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

relación se moría, Tristán llegó al Restó dispuesto aterminar con lo que fuera que tuvieran. Lo habíadesgastado el insistir con pasar la noche juntos, algo querara vez sucedía. Ya no soportaba continuar con esa suertede noviazgo que tenía más de amistad y compañerismo quede relación amorosa. Esa noche, como las últimas noches de los últimos dosmeses estaban cenando en el restaurante. Lara ya le habíamencionado en dos ocasiones que la última había sido lamejor semana de recaudación de Lara´s Restó; que CarlosDumas estaba haciendo un trabajo supremo y que en laempresa no se lo extrañaba demasiado. A él todo lo queella le decía le entró por un oído y le salió por el otro,tenía otra cosa en mente. Estaba terminando el postrecuando abruptamente le dijo que tenían que hablar de algoimportante. Con seriedad Lara clavó su mirada en Tristán,intuyendo de que podía tratarse; hacía tiempo que esperabaque algo así sucediera, pero no se sentía con fuerzas paraasimilar el alejamiento. Tragó como si de ese modopudiera aliviar el nudo que empezaba a formarse en sugarganta. Sin esperar que ella hiciera el más levecomentario, Tristán empezó hablando de sus sentimientos,de lo mucho que la había extrañado durante el tiempo queella estuvo en Europa y de lo aliviado que se había sentidocuando regresó a él. Luego siguió hablando de su obsesiónpor el trabajo y de cómo Lara´s Restó había aumentado la

Page 206: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

brecha que hacía tiempo se había generado entre ambos. Esta vez Lara intentó interrumpirlo, pero él no se lopermitió.- Esperá, dejame terminar, – le dijo con determinación. –No me resulta nada sencillo tener que decirte esto, pero esnecesario hacerlo.El nudo de la garganta descendió a la boca de su estómagoy la culpa se apoderó de ella. Tristán notó lo mucho que suspalabras la afectaban y tomó su mano intentando calmarla,pero no cambió de parecer, la decisión estaba tomada yterminaría con lo que había empezado.- Vos no estás enamorada de mí, Lara – dijo finalmenteTristán con todo el dolor que sus propias palabras lecausaron.- Tristán… yo te quiero.- Lo sé, pero a mí no me alcanza. Me duele, – insistió él. –Cambiaste mucho, te siento fría. Ya ni te interesa pasar lanoche conmigo. - No me dejes ahora, te necesito, – respondió Lara conangustia.- Voy a estar para lo que necesites. Pero no me pidas quesigamos con esta relación que ya ni sé qué es. Me hacemuy mal y creo que no me lo merezco.Tristán se había marchado en cuanto terminó de decir loque tenía que decir y aunque Lara le suplicó que no la

Page 207: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

dejara, él se mantuvo firme. Se sentía agobiada por supropio procede. Tristán estaba en lo cierto, ella no loamaba y aún sabiéndolo le había rogado que no la dejara. Se había portado terriblemente cruel, miserable y egoístacon él. Lo había engañado desde el momento en que leocultó la existencia de Andrés; había alimentado eseengaño con cada encuentro que con Andrés mantuvo y si nose había acostado con Andrés había sido porque él la habíafrenado más que por no serle infiel a Tristán. No podíaevitar sentirse despreciablemente ruin. Pero así y todo, nosoportaba la idea de no contar con la compañía y lacontención de Tristán.Antes de medianoche dejó Lara´s Restó y se dirigiódirectamente a su departamento. Se dejó caer en su cama ylloró llena de desasosiego y agotamiento. Era la primeravez que se permitió liberar toda la angustia, la tristeza y elcansancio que llevaba acumulada en el alma. Finalmente,ahogada en su propio llanto se durmió sin siquiera habersequitado la ropa.

Page 208: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

SEGUNDA

PARTE

Page 209: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 15Cansado de sentirse impotente y celoso, Andrés habíatomado una determinación con respecto a Lara; se haríadefinitivamente a un lado. Así como en un comienzo habíaestablecido que permanecería tres meses en Nueva York yotro tanto en Londres, a último momento decidió extendersu estadía en Estados Unidos por seis meses más. No creía tener demasiadas oportunidades con Lara y loscasi nueve meses que estaría fuera del país terminarían desepultar todas sus ilusiones. Ya no estaría a su alcanceintentar separarla de Carrillo, ni tampoco interponerseentre ella y los amenazantes recuerdos de su relación conJuan Martín. No estaba dispuesto a exponerse como lohabía hecho la última vez. Esa noche había descubierto ysentido en carne propia que su hermano estaría siempreentre ellos; no lo soportaba. Basta de todo esto que no conduce ni conducirá a nada, sedijo entonces. Estaba perdiendo mucho tiempo encabildeos insustanciales. La realidad era una sola y él laconocía de sobra. Era muy consciente de que debíarecomponerse y volver a ser el de antes. Durante el vueloque lo llevó a Nueva York, le dedicó los últimos minutos asu recuerdo y a todo lo que ella despertaba en él, paracuando el avión tocó suelo americano, Andrés habíasepultado en el fondo de su alma, todo pensamiento y todo

Page 210: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

sentimiento que guardara relación con Lara Galantes.Viajar al exterior se había convertido en una mala peronecesaria costumbre. Finalmente aconsejado por un excompañero de la universidad decidió rentar undepartamento en un apart hotel por los seis meses quepermanecería en Nueva York. En Londres en cambio, sealojaría en un coqueto hotel, al cual siempre iba cuandodebía permanecer por algún tiempo en la capital inglesa.En Manhattan lo esperaba un mes de negociaciones con unaempresa petrolera árabe. Su cliente era una corporaciónamericana, para quien trabajaba desde hacía más de tresaños. Durante todo ese tiempo, fueron muchas lasnegociaciones que cerraron y mucho el dinero encomisiones que Andrés percibió. El tiempo apremiaba, demodo que se dirigió rápidamente al apart hotel que habíacontratado. Se duchó, se cambió y sin perder tiempo sedirigió hacia el estudio donde lo esperaban.Las reuniones comenzaron a sucederse una tras otra. Primero debió contactarse con el representante de laempresa árabe y luego organizar las reuniones para laelaboración del proyecto y la propuesta. Resultó un mesexhaustivo. Había tomado la precaución de contemplarcada aspecto que podía influir en la conclusión final ycuando el trabajo estuvo concluido, Andrés estabaconvencido que nadie superaría su detallado informe y suminuciosa propuesta.

Page 211: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Había pasado más de un mes cuando tomó la decisión dellamar a Sabrina. No era que muriera por verla, pero teníadeseos de hablar con ella. Sabrina se mostró exultante devolver a escuchar su voz y mucho más al enterarse que seencontraba en Nueva York. Se encontraron esa mismatarde a tomar un trago y para sorpresa de Andrés, Sabrina lepropuso continuar con la relación sin ataduras; nada decompromisos serios de momento, fue lo que ella le dijo. A él le pareció bien. Durante el siguiente mes y medios, se vieron seguido yhasta llegaron a asistir juntos a distintos eventos culturales,desfiles y exposiciones. A él le estaba haciendo bienrecuperarse; se sentía lleno de energía como si hubiesevuelto a encontrar el rumbo que por un tiempo creyóperder. Sabrina le hacía bien, aunque ni sus hermanos nimuchos amigos lo creyeran, pero en ese momento le hacíabien estar con ella. En todo aquel tiempo, no hubo un solo instante en que sumente lo llevase a pensar en Lara. Sabrina lo entretenía ylo envolvía con sus conversaciones, sus deseos y susbesos. Él se había dejado arrastrar mansamente convencidode que esa era la única manera de volver a sentirse segurode sí mismo. Fue por esos días cuando Sabrina lecomunicó que debía trasladarse a Londres, donde debíaatender varios contratos. Acordaron encontrarse enInglaterra una vez que él estuviese allí.

Page 212: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Una vez que Sabrina se marchó, Andrés aprovechó parareencontrarse con viejos amigos y compañeros de launiversidad, muchos de los cuales eran potentadosmagnates, millonarios y empresarios de mucho poder. Eran esos amigos quienes le repetían una y otra vez quevivir en la República Argentina reducía considerablementesu posibilidad de alcanzar la cima. Pero Andrés no teníaapuro, sabía que el gran salto lo daría de un momento aotro. Estaba muy agradecido a esos mismos amigos, pueseran ellos quienes lo presentaban y recomendaban como unexcelente economista y un mucho mejor negociador. Fuejustamente en una reunión de amigos, dónde lemencionaron que un importante empresario americanohabía pedido su teléfono para conversar con él. Andrés seentusiasmó con la noticia y solo aclaró que estaría tan solodos días más en Nueva York.Al día siguiente el hombre lo llamó a media mañana. Luegode presentarse, le mencionó tener intenciones de conversarcon él sobre distintas inversiones que deseaba realizar enArgentina. Acordaron almorzar juntos. El empresariosugirió un restaurante y Andrés tomó rápidamente nota dela dirección.Andrés llegó quince minutos antes de la hora acordada. Elmaître se acercó a él y en cuanto escuchó mencionar lareserva hecha bajo el nombre de Mr. Cleveland lo condujohasta un rincón del restaurante. Mientras esperaba, le

Page 213: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

pidió que le llevara un whisky. Durante los minutos queestuvo solo, pensó en lo mucho que le faltaba para regresara Buenos Aires. Si bien disfrutaba su trabajo, cada vez lecostaba más estar lejos de su hogar y sus afectos. Tal vezLara tiene que ver con eso, se dijo al tiempo que daba unsorbo a su bebida. Se obligó a alejarla de su mente; nodeseaba pensar en ella. Cuando lo hacía, generalmente, sumente se llenaba de nostalgia y en ese momento lanecesitaba lúcida y despejada.Sus pensamientos fueron interrumpidos por la imagen deun hombre que conducido por el maître se acercaba a él. Era un hombre bajo, de voluminoso abdomen y cabezacalva. El rostro redondo y serio. No sabía qué podíaesperar de él. Lejos estaba de parecer uno de losempresarios con los que solía reunirse. En cuantoCleveland estuvo a escasos metros de la mesa, Andrés sepuso de pie y estiró su brazo para presentarse.Más allá de lo que Andrés imaginó a primera vista,Cleveland le pareció un hombre agradable y simpático. Ordenaron el almuerzo sin demora y se sumergierondirectamente en el tema en cuestión. El empresariomencionó que un amigo le había recomendado que hablaracon Andrés para expandir su empresa. Andrés asintió conseriedad, atento a las palabras del americano. Cleveland,era dueño de una amplia cadena de ropa y deseabafervientemente ingresar al mercado latinoamericano.

Page 214: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Primero Argentina, luego Chile o tal vez Brasil. Perohabía decidido que la muestra inicial sería la ciudad deBuenos Aires. A Andrés, la idea lo atrajo de inmediato, leagradaba formar parte de cualquier proyecto que llevasecapitales extranjeros a su país. Durante el almuerzo le diosu parecer al respecto e intercambiaron opiniones sobre lamejor manera de llevar adelante el proyecto.Antes de despedirse, Andrés le comentó que partía al díasiguiente hacia Londres. No estaba en sus planes regresarpor un mes y medio a Buenos Aires. El comentario pusotenso a Cleveland, quien clavó en él una dura mirada dedesconfianza. - No se preocupe, – dijo Andrés con su mejor sonrisa. – Yamismo envío todo lo que conversamos a mi socio y memantengo en contacto con usted.En cuanto llegó a su departamento, se ubicó tras sucomputadora portátil y elaboró un informe sobre todo loconversado con Cleveland. Una hora más tarde lo enviaba aJuan Carlos, indicándole que se pusiera a trabajar deinmediato en ello. Luego lo llamó por teléfono paraultimar los detalles necesarios. Acordaron volver a hablaruna vez que Andrés se estableciera en Londres. A los tres meses de la inauguración del restaurante, Lararecibió un llamado, procedente de Francia. Del otro lado

Page 215: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

de la línea un hombre que decía ser amigo de Francis sepresentó con el nombre de Jean Pierre y preguntó porLara. Al decirle que era ella quien hablaba, el francés leinformó que Francis y Manuel habían sufrido un accidenteautomovilístico. Manuel, era quien manejaba y habíaperdido la vida en el acto. Mientras que Francis luchabadesesperadamente por la suya ayudado por un respiradorartificial, sin demasiadas esperanzas de sobrevivir. Elhorror se apoderó de ella y debió taparse la boca para nogritar. Con voz entre cortada y el rostro arrasado por laslágrimas, preguntó cuándo había sucedido.- Hace unas diez horas, – respondió el hombre. – Todoscreímos que debías saberlo.- Si, muchas gracias por avisarme, – dijo ella conteniendolas lágrimas. – Voy para allá en cuanto consiga un pasaje.Colgó el teléfono en su lugar y se dejó caer en el respaldode su sillón asimilando la noticia. No podía ser cierto,pensó llena de angustia y desesperación. Consultó sureloj. Eran cerca de las siete de la tarde. Se puso de pie ycon desesperación reunió sus pertenencias. Quería llegar asu departamento para preparar el equipaje. Esa noche le costó conciliar el sueño y cuando por fin lologró fue para caer en una catarata de pesadillas, todasligadas a Francis. Se levantó temprano dispuesta aconseguir como sea un pasaje directo a París en lacategoría que fuese. Le resultó imposible conseguir lugar

Page 216: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

en un vuelo directo, finalmente compró un pasaje víaFrankfurt en primera clase. Con el pasaje en sus manos,corrió a su departamento para buscar el equipaje. Antes dedirigirse al aeropuerto, pasó por sus oficinas y le dio todaslas directivas a Mónica. Luego pasó por Lara´s Restó yhabló con Carlos, dejándolo a cargo de todo.En cuanto pisó tierra francesa, Lara fue en busca de JeanPierre. El francés estaba tan conmocionado que su relatopor momentos se tornó confuso y desordenado. Habíasido un accidente terrible, al que Francis había sobrevividode milagro, pero no en muy buenas condiciones. Hacíacasi tres días que estaba internado en la sala de cuidadosintensivos en estado de coma y los médicos no searriesgaban a dar ningún tipo de esperanza. Las lesioneseran muy serias. El día anterior a la llegada de Lara, lehabían amputado el brazo izquierdo, que comenzaba agangrenarse y los riñones por momentos empezaban afallar. Tampoco había certeza de que volviera a caminar,por distintas lesiones sufridas sobre su columna vertebral. Al escuchar el crudo relato, Lara rompió a llorar sin podercontenerse. El francés pasó su brazo sobre los hombros dela muchacha y la dejó desahogarse. Luego le ofreció unataza de té.Bebió el té con lentitud como si al hacerlo fueraasimilando todo lo que acababa de escuchar. Cuando sesintió con la fuerza suficiente para hacerlo, Lara pidió a

Page 217: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Jean Pierre, que la acompañase a la clínica donde Francisse hallaba internado. Tenía la extraña sensación que laagonía de su amigo se terminaría de un momento a otro yno se perdonaría nunca no haberse despedido de él. Elhombre intentó convencerla de que no lo hiciera, no eraagradable verlo en ese estado. Pero Lara deseaba ynecesitaba hacerlo; Francis sabría que ella estaba allí. Dealguna manera él se daría cuenta. El horario de visitas había concluido hacia horas, con locual Lara debió conformarse con contemplarlo a través deun grueso vidrio. Horrorizada se llevó ambas manos a laboca cuando lo divisó. El hombre que yacía en la cama decuidados intensivos nada tenía que ver con su amigo ymaestro. El rostro desfigurado por los golpes; las vendas;el brazo que ya no estaba; los tubos de su nariz; losdistintos aparatos que lo rodeaba. Era una imagenescalofriantemente desoladora. Las lágrimas volvieron acorrer por las mejillas de Lara que no alcanzaba acomprender cómo una persona que siempre estuvo tanllena de vida, podía hallarse en una posiciónaterradoramente pasiva.Lara giró y le dio la espalda. Rezó varios Padre Nuestrobuscando el consuelo y las fuerzas necesarias para afrontarlo inevitable. Jean Pierre, pasó su brazo por sobre loshombros de ella y la obligó a alejarse de la ventana. Antesde hacerlo, Lara volvió a mirarlo. Por última vez.

Page 218: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Adiós, amigo… que Dios te bendiga.Ayudada por Jean Pierre se alejó del sector de cuidadosintensivos. Antes de dejar la clínica, Lara pidió hablar conel médico que atendía a Francis. El médico fue muy clarocon ella, no creía que Francis pasara la noche.Esa noche Lara no logró descansar. En sus sueños sentíacomo Francis se despedía diciéndole que estaba cansado deluchar por su vida. En varias ocasiones despertósobresaltada y con frío por lo mucho que sudaba. Todavíano había amanecido cuando decidió dejar la cama. Estabasegura que Francis había muerto durante la noche. Podíasentir el vacío que su partida había dejado. Sin perdertiempo se cambió y dejó el cuarto del hotel para dirigirse ala clínica.Francis había muerto tan solo cuarenta y cinco minutosantes que Lara llegase a la clínica y el único consuelo quetuvo fue saber que de alguna manera su amigo más queridose había despedido de ella al dejar este mundo.

Page 219: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 16Todo un mes había pasado desde la muerte de Francis yLara no lograba desembarazarse de la sensación de pérdiday desprotección. Sabía que no era mucho el tiempotranscurrido, pero había momentos en los que creía quenunca lo superaría. Como si eso no fuera suficiente, lasnoticias procedentes de París no eran las mejores. Un supuesto sobrino de Le Bleaux, del que Lara nada sabía,se había presentado ante las autoridades parisinas parareclamar lo que por derecho le correspondía. Inmediatamente sus abogados franceses se habían puestoen contacto con Carlos Estrada, el abogado de Lara yFrancis, para llevar a cabo la investigación pertinente;deseaban un detalle pormenorizado de las propiedades queFrancis poseía en Buenos Aires, como así también de lasituación de la empresa. El panorama no era nada alentadory Lara debió empaparse de muchos temas que hasta esemomento desconocía. Carlos Dumas la observaba de cerca, preocupado. La veíantensa, perturbada y demacrada. Durante el último meshabía adelgazado demasiado y fumaba con nerviosismo.Tanto él como Mónica le insistían que comiera y que nopasase tantas horas en la empresa y el restaurante, pero ellano los escuchaba. Una única preocupación gobernaba sumente, y era la posibilidad de perder su empresa. Pero este

Page 220: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

secreto solo era conocido por su abogado y su contador.Respiró hondo al encontrarse ante la puerta de la sala dereuniones, donde Carlos Estrada y Ricardo Zubiría, laesperaban. La noche anterior el abogado la había llamadopara pedirle una reunión de urgencia. Estrada no habíaquerido adelantarle nada telefónicamente, simplemente ledijo que tenía varios puntos que era imperioso resolver. Encuanto ingresó y vio la seriedad reflejada en los rostros desus colaboradores, se le vino el alma a los pies. Esperandolo peor, miró a los dos hombres y se dejó caer en una delas sillas. Quería toda la verdad y se los dijo.Carlos Estrada fue el primero en asentir. El abogado abrióla gruesa carpeta que tenía frente a él y le extendió doscarillas a Lara para que ella siguiera sus palabras. Ellafrunció el ceño y releyó el informe donde figuraba lavaluación de la empresa. Nunca antes la había visto, peroallí figuraba que la empresa Blue, posteriormente Lara´s,pertenecía a Francis Le Bleaux. Saltó varias líneas hastadar con el monto en que la Empresa había sido valuada. Enel detalle solo tenía en cuenta el monto de la facturación, lacantidad de empleados con los que contaba y el valor de lasinstalaciones. Al terminar de leer, levantó la vista sincomprender. Carlos Estrada le extendió otras dos carillas. Era el contrato que Lara había firmado con Francis en elcual se estipulaba el modo en que ella debería pagar paraacceder al control mayoritario.

Page 221: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿Entonces? – preguntó Lara impaciente. – No entiendonada…- Hace apenas 25 meses que empezaste a pagar, - dijoCarlos Estrada y extrajo de la carpeta 25 papeles color rosaque ubicó frente a ella. – Aquí están todos loscomprobantes de los depósitos. – Hizo una pausa y ledirigió una furtiva mirada a Zubiría que seguía sin abrir laboca. – Legalmente esto te hace propietaria de un 40% dela Empresa. Como Francis no deseaba ahorcarte con lospagos, los montos no eran elevados.Lara asintió y clavó su mirada en los papeles que Estradahabía desplegado por la mesa. Paseó la vista sobre ellospreguntándose como el sueño de una vida podía terminarreflejado en eso. Sacudió su cabeza y encendió uncigarrillo con manos temblorosas.- ¿Qué quiere? – preguntó finalmente.- Quiere venderte el 60% de la empresa, - dijo esta vezZubiría con voz cargada de preocupación. – Es muchodinero… más del que podemos pagar.Lara se sintió marear. Las palabras de Zubiría habían sidotan directas que no se atrevió a aventurar el significado olas connotaciones de las mismas.- Lara´s Restó cubrió por completo nuestra capacidad deendeudamiento, - sentenció el contador con determinación.– No estamos en condiciones de contraer más deuda. Eso

Page 222: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

es definitivo.- ¿Entonces?, - preguntó sin poder contener ladesesperación que empezaba a apoderarse de ella. - ¿Meestán diciendo que puedo perder la empresa si no le pago?¿Me están diciendo que puede cerrar la empresa si lodesea?Ni Estrada, ni Zubiría se ocuparon de despejar el panoramapara no abrumarla más de lo que estaba. El abogado extrajouna nueva carpeta de su maletín y se la extendió a Lara. Con aire ausente ella la tomó.- Tenemos tres meses para dar una respuesta, - le dijo. – Enesta carpeta tenés copia de todo lo que te mostré. Si nocompras en ese lapso, va a exigir cobrar su parte y ahí nosabemos a qué nos enfrentamos.Lara dejó la sala de reuniones y se dirigió a su despachosintiéndose terriblemente abrumada. Le faltaba el aire yuna punzante puntada le atravesó la cabeza. Cerró sus ojosy se aferró al escritorio buscando superar la ola de mareoque la envolvió. De pronto todo su cuerpo empezó atemblar, cruzó sus brazos apretándolos contra su pechointentando detener el temblor, pero no lo logró. Sus ojosse llenaron de lágrimas y la visión se volvió nublosa. Intentó desesperadamente ponerse de pie. Súbitamentetodo a su alrededor comenzó a girar vertiginosamente. Quiso llamar a Mónica, pero en ese momento todo fueoscuridad.

Page 223: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Cuando abrió los ojos, se encontró en una camilla y anteella tenía a un desconocido que una y otra vez le repetía quetodo estaba bien y que se quedara tranquila. Llevada por unimpulso intentó erguirse pero ese mismo hombre ladetuvo. Lara miró a ambos lados, solo para comprobar quese hallaba en una ambulancia. Todo a su alrededor eraconfuso y ni siquiera podía recordar donde se encontrabacuando algo le sucedió. No lograba razonar, ni pensar conclaridad. Forzó su mente buscando algún indicio, algúnrecuerdo, pero cuanto más lo intentaba peor era.El cansancio se intensificó y no encontrando en ella nifuerzas ni motivos para luchar lentamente Lara se entregóal sueño. Pero el hombre a su lado no le permitió dormir yla obligó a conversar con él. Al llegar a la clínica fueconducida rápidamente a una sala. Poco a poco losrecuerdos volvieron a su mente. Alguien ingresó a la sala interrumpiendo suspensamientos. Al voltearse a ver de quien podía tratarseLara vio a Tristán acercarse a ella con rostro desencajado. Intentó erguirse pero todavía estaba algo mareada y el dolorde cabeza era excesivo. Tristán se acercó contemplándolacon una triste sonrisa. En silencio le acarició el rostro y letomó la mano con cariño. En ese instante un médico entróabruptamente a la sala apurando su paso hacia la camilladonde ella yacía.Luego de presentarse comenzó a llenar la planilla de

Page 224: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

ingreso con los datos de Lara. El médico quiso sabercómo habían sido los últimos días de Lara, como asítambién si había sufrido este tipo de desmayos conanterioridad. Lara sacudió su cabeza sin saber que decir. Entonces Tristán tomó la palabra. Sin omitir detalle,mencionó lo mucho que Lara había estado trabajandodurante los meses anteriores, lo poco que había descansadoy lo mal que se estaba alimentando. Lara lo miraba conseriedad y algo de vergüenza. Tristán hizo una pausacontemplando a Lara con preocupación. Finalmentemencionó la muerte de Francis y el viaje relámpago queacababa de hacer a París.El médico tomaba nota y asentía ante las palabras deCarrillo. Al concluir con sus notas miró a Lara conseriedad. Lo primero que hizo fue indicarle que debíasometerse a una serie de estudios para determinar cómo seencontraba de salud. También le prescribió cuarenta yocho horas de reposo absoluto.- Está haciendo todo lo posible para comprometer su salud,– dijo el médico con seriedad. – Le recomiendo que setome unas vacaciones y descanse como es debido.- No puedo. Tengo muchas responsabilidades, – respondióella con seriedad. – Unas vacaciones en este momentoserían mi fin.- Usted decide. Si le parece que su empresa está primero,no creo que le alcance su salud para disfrutarla, – terminó

Page 225: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

diciendo el médico de modo terminante. Luego se volvióhacia Tristán. – Necesito revisarla más a fondo.Tres horas más tarde, Tristán la conducía a sudepartamento. En el trayecto recalcó cada una de laspalabras del médico. Ella asentía con cierta incomodidad,pero era evidente que pensaba en otra cosa. Tristán lo notópero no dijo nada. Llegaron al departamento y él subió conella para cerciorarse que se fuera directamente a acostar.A raíz de ese episodio. Lara accedió, aunque no muyconvencida, tomarse una licencia de dos semanas. Corríael mes de octubre y eran demasiadas las actividades quedebían cubrir, pero al recordar los rostros de terror deTristán y Mónica creyó que no sería justo seguir dándolesmás preocupaciones. Carlos Dumas fue quien terminó deconvencerla diciéndole directamente que su presencia en laempresa lo único que haría sería intranquilizarlos. Lo másbeneficioso sería que ella comenzara unas vacaciones paradescansar y reponerse. Como siempre le sucedía en cuanto tocó suelo inglésAndrés se malhumoró. Al salir del aeropuerto en busca deun taxi, el frío lo rodeó haciéndolo temblar. Cómo odio elclima de esta ciudad, pensó con resignación añorando laprimavera de Buenos Aires. Consiguió el traslado hacia elhotel un par de minutos más tarde. Lo primero que hizoluego de registrarse, fue darse una ducha caliente. Un poco

Page 226: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

más relajado, anudó una toalla a su cintura, encendió eltelevisor y se dejó caer en la cama. Recién entonces tomóel teléfono y llamó a Buenos Aires. Habló primero conJuan Carlos y luego con Facundo, quien le contó lasnovedades de la familia. Hacía siete meses que había dejado el país, y le resultabauna eternidad. Dejó el auricular con aire pensativo;extrañaba a su familia, tanto padres como hermanos. Faltaba poco para volver a estar con ellos. Pero volver aBuenos Aires, también lo enfrentaba a otras problemáticas.Su mente se llenó del rostro de Lara; ¿qué estaría haciendoen ese momento? Más de diez meses habían pasado desdela última vez que se vieron y Andrés permitió por solocinco minutos que los sentimientos emergieran desde lasprofundidades de su ser. Al hacerlo, supo que por másesfuerzo que él hiciera nada había cambiado en su interior. Se detuvo. No pensaría más en ella. No lo haría. Peroesta vez no le resultó tan simple suprimirlos como enNueva York. Ella había ganado terreno y aunque logródominar sus sentimientos, no pudo contra los resabios desus besos que se negaban a abandonarlo. Llamó a Sabrina a los tres días de haberse instalado en lacapital inglesa. Se encontró con un mensaje en sucontestador informando que de momento no se encontrabaen el departamento. Le dejó un mensaje rápido. Sabrinallamó a los dos días. Se encontraba en Roma cumpliendo

Page 227: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

con desfiles y producciones fotográficas. Lo llamaría encuanto regresara a Londres. Así como en Nueva York Andrés se sentía como pez en elagua, Londres era muy diferente. En Nueva York teníamuchos amigos con quienes salía a cenar o a compartir unacopa al final del día. En Londres, en cambio, rara vez salíapues no tenía con quien compartir sus ratos libres. Nolograba entender la idiosincrasia de los ingleses, y porextraño que pareciera le costaba entablar relación conellos. Los días pasaban lentamente y para no aburrirseconcentró toda su energía en el trabajo. La idea depermanecer allí por lo menos dos semanas más le resultabaterrible, pero no tenía remedio; trabajo es trabajo, se decíauna y otra vez buscando darse ánimo, pero no siempre lebastaba concentrarse en el dinero que podía llegar a ganar. Afortunadamente los días pasaron prácticamente sin que lonotara. Así como durante la primera semana el relojparecía no avanzar, una vez que comenzaron las reuniones,todo cambió. El trabajo acaparó toda su atención, elobjetivo que lo había llevado a Londres se tornó nítido yperdió toda noción del tiempo. Andrés encaró la última semana en Londres con muchasganas de que llegara a su fin. Sabrina se comunicó con élcuando solo faltaban dos días para regresar a Buenos Aires,y no pudo haber encontrado un mejor momento. Estabaharto de almorzar solo en el Pub más cercano al estudio o

Page 228: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

en los restaurantes linderos al hotel. Era en esosmomentos cuando el recuerdo de Lara se hacía fuerte yavanzaba apoderándose de él. El informe que debía presentar estaba prácticamenteterminado, de manera que decidió dedicar una de las pocasmañanas que le quedaban a hacer algunas compras. Queríallevarle algunos regalos a su sobrina y comprar algunostrajes y corbatas. Podía no sentirse cómodo en Londres,pero adoraba la ropa inglesa. Recorrió varias tiendasdurante dos horas y encontró lo que buscaba. Pasado el mediodía luego de adquirir varias bolsas, sedirigió al restaurante donde debía reunirse con Sabrina. Como el día se había presentado extrañamente, soleado ycálido por ser mediados de octubre, se ubicó en una de lasmesas dispuestas al aire libre. Rápidamente el mozo sepresentó a su lado. Estaba terminando de pedir un tragocuando escuchó una voz familiar. Sabrina se encontraba parada junto a su mesa. Llevaba un vestido negro, con unsoberbio tapado gris con piel en el cuello. Estaba hermosay él al verla sonrió sinceramente contento de volver adisfrutar de su compañía. Ella sin perder tiempo le indicóal mozo su pedido al tiempo que se sentaba frente a él.- No puedo creer que finalmente estemos juntos enLondres, – dijo ella fascinada con la idea. – Lastima quetuve que viajar tanto… Decime que podes postergar turegreso mi amor.

Page 229: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- No puedo Sabri, - mintió él. - Lamento desilusionarte,pero salgo mañana para Buenos Aires, – agregóalimentando aún más la mentira. – Candidatos no te van afaltar.- Nadie como vos, darling, - repuso ella sonriente. –Dale…quedate una semana más… nos podemos escapar aEscocia el fin de semana… después volamos juntos aBuenos Aires. …- Enserio, no puedo tengo un compromiso al día siguientede mi llegada; imposible de modificar, – dijo Andrés conseriedad. – ¿Cómo te fue en Roma?Sabrina se apresuró a contarle que había sido contratadapor una agencia inglesa para quien trabajaría durante lastemporadas primavera – verano. Esa misma agencia la habíallevado a Roma a cubrir diversas producciones y dosdesfiles de alta costura. Era modelo exclusiva de una casade alta costura, una casa de pret a porte y la cara de unanueva fragancia que salía al mercado. Estaba muy contentay si bien corría de una sesión de fotos a otra, no podíaquejarse, pues había alcanzado lo que siempre habíadeseado. Dejaron el restaurante tomados del brazo conversandosobre temas irrelevantes pero divertidos. Al cabo decaminar varias cuadras Sabrina se adelantó parándose frentea él. Divertido Andrés le preguntó que pretendía y sinrodeos ella sugirió que pasaran el resto de la tarde en el

Page 230: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

hotel donde Andrés estaba alojado. En un principio élrompió a reír por la sugerencia, pero ella rodeó su cuellocon ambos brazos y lo besó con tanta pasión y deseo, queAndrés no pudo negarse. Sin perder un segundo másdetuvieron un taxi dirigiéndose directamente hacia elhotel. Hicieron el amor y disfrutaron el uno del otro durantevarias horas, al cabo de lo cual cayeron en un incómodo ydesconcertante silencio. Con aire pensativo, Andrés clavósu mirada en el techo de la habitación. Sabrina a su lado locontemplaba en silencio advirtiendo en él un cambiosustancial.- ¿Estas enamorado? – dijo ella al cabo de varios minutosde silencio. Las palabras de Sabrina lo sacudieron y consorpresa la miró. – No me mires así, estoy segura de lo quedigo. No sos el mismo… en Nueva York tuve la sensaciónpero no estaba segura, ahora lo estoy.- ¿La pasaste mal?, - se atrevió a preguntar.- No es eso, - repuso ella. – Digamos que sé que le estabahaciendo el amor a otra mujer.Sin decir más, Sabrina dejó la cama y comenzó a vestirse. Andrés simplemente la miraba con culpa y algo devergüenza.- Sabrina, no pienses mal, - dijo cuando ella ya estabavestida.

Page 231: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Ella lo contempló unos segundos y sonrió. Entonces fuehacia él y sentándose a su lado le acarició el rostro primeroy lo besó después.- No pienso mal. Solo espero que ella te ame más que yo,porque si no te juro que voy a lograr que vuelvas conmigo.- Lo siento, - fue lo único que alcanzó decir y se sintió unestúpido en cuanto sus palabras salieron de su boca.- También yo, - respondió ella sin dejar de sonreír. –Vamos cambiate así vamos a cenar.Decidieron cenar en el restaurante italiano al que solían ircuando estaban en Londres. Se ubicaron en una mesaprivada. Sabrina lo observaba con atención. Intrigada pusosu mano sobre la de él y con su mirada buscó la de Andrés. En ese momento y sin que ninguno lo advirtiera unfotógrafo se acercó a ellos y tomó varias fotografías. Loúnico que fue capaz de pensar Andrés fue en lasrepercusiones que esas fotos pudieran tener. Pero cuandoreaccionó el fotógrafo había desaparecido.Andrés entonces miró a Sabrina que con una sonrisa lomiraba divertida.- Bueno, quiero saberlo todo, - dijo ella condeterminación.- ¿Quién es la persona que te tiene en eseestado?- ¿Qué estado?- Vamos mi amor, te conozco bien, - siguió diciendo ella

Page 232: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

con mayor determinación. - ¿Quién fue capaz de lograr loque nunca pude?Andrés bajó la vista ocultando sus pensamientos. Nocontenta con la reacción de Andrés insistió, pero sólologró que él la mirase con dureza y frialdad. - Veo que esta difícil, - se atrevió a decir. Andrés seencogió de hombros. Ella lo estudió un momento conmayor profundidad. – Te conozco demasiado.- No lo tomes a mal… pero prefiero no hablar del tema. Ella lo respetó con cierto dolor. Durante años habíahilvanado gran cantidad de sueños con él y se sintiódevastadoramente derrotada aún sin luchar. Buscandodesplazar el tema por completo, desvió la conversaciónhacia el ámbito laboral donde se sentía más a gusto y porsobre todo una triunfadora.Estaban dejando el restaurante cuando Sabrina insistió conpasar la noche juntos, pero esta vez Andrés no cedió. Nopodía pasar la noche con ella luego de lo que Sabrina habíadescubierto. Bastante mal e incómodo ya se sentía. Decidieron despedirse allí mismo tomando taxisseparados. Todavía abrazados la acompañó a un taxi. Alsubir Sabrina bajó la ventanilla y le pidió que se acercara. Con una sonrisa, él fue hacia ella. Sabrina tomó el rostrode Andrés entre sus manos y besó delicadamente su boca.- Te amo, - dijo simplemente. – Solo espero que esa mujer

Page 233: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

se dé cuenta de lo que vales.- Sabrina… yo…..Era tanto lo que le hubiese gustado decirle, explicarle. Ellano se merecía todo lo que él sin darse cuenta le habíahecho.- No digas nada, - lo interrumpió Sabrina. – En una semanaviajo a Buenos Aires, prometeme que nos vemos…- Prometido. Sin decir más, le indicó al conductor que arrancara. Novolvió a mirarlo y Andrés permaneció en la veredacontemplando el auto alejarse hasta que dobló en unaesquina.

Page 234: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 17Las dos semanas de descanso, terminaron convirtiéndoseen un mes y no había estado del todo mal. Le había hechobien el descanso y si bien había disfrutado la experiencia,en cuanto estuvo tras su escritorio las preocupacionesvolvieron como si nunca hubieran dejado de estar presentesen ella. Durante el tiempo que estuvo alejada del trabajohabía pensado mucho en su situación general y particular. Tenía que cuidarse para que, en virtud de honrar la memoriade Francis, pudiera cuidar tanto la empresa como elrestaurante. Entendió y asumió que de nada serviríaentregarse al dolor que la muerte de su amigo le causaba ymucho menos dejar que la desesperación se apoderara deella; a él no le hubiese gustado.Durante las dos semanas que siguieron, Lara y CarlosDumas acordaron que ella solo se ocuparía de todo lorelativo a la empresa; esa era su gran preocupación y allídeseaba enfocar toda su energía. Mientras tanto, Carlosseguiría al mando de Lara´s Restó hasta que Lara estuvieralista para volver tiempo completo. La vuelta al trabajo laayudó a superar los fantasmas y los temores que el futurode Lara´s le generaba. Carlos Estrada la manteníainformada; no había noticias de París, solo restaba esperar.Llegaba a su despacho a media mañana y luego deempaparse de las actividades del día y la semana, mantenía

Page 235: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

entrevistas con distintos clientes. Dejaba la empresa entrelas 6 y las 7 de la tarde y se dirigía directamente a sudepartamento. Así sería hasta estar completamenterepuesta. Como todos los años, Lara recibió la invitación para asistira la fiesta que ofrecía una Fundación de Lucha contra laepilepsia infantil. El evento se organizaba para recaudarfondos para ayudar a los niños que sufrían dichaenfermedad. Siempre había declinado la invitación porfalta de tiempo, pero esta vez le resultó interesante asistir.Lo comentó con Carlos Dumas y este la alentó a hacerlo,le haría bien. Después de todo era muy gratificante dejarque otros se ocupasen de organizar todos los detalles y queella se dedicara a conversar y a disfrutar de la velada. El evento se llevaría a cabo en el Palacio Bencich uno delos palacetes más reconocidos de Buenos Aires. Elantiguo palacio contaba con varios ambientescompartimentados que daban un gran pasillo central queconducía a una importante terraza. En el sector exterior, laterraza había sido cubierta por una carpa para albergar atodos los invitados; desde allí se podría acceder a losjardines. Todos los ambientes habían sido acondicionadoscon sillones, sofás, puffs y bellísimos centros florales queperfumaban el ambiente. Era hermoso y entre esas paredesuno se sentía transportado en el tiempo. Lara había trabajado varias veces con los organizadores, y

Page 236: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

conocía tanto a su presidente como a su vice desde hacíaaños. Por ese motivo, Jorge Travini, el presidente,haciendo uso de esa amistad, se había puesto en contactocon ella esa misma tarde para pedirle asistencia. Afortunadamente Anabella Suárez, la encargada del evento,era conocida de Lara y no tuvo inconvenientes en compartirinformación con ella. Hacía mucho tiempo que ambasestaban en el medio y se habían cruzado gran cantidad deveces.- Solo porque sos vos Lara, - le dijo tajantemente. – Peroeste evento es mío…- No me voy a meter en tu terreno, Ana…Lara la tranquilizó y le recordó que estaba allí en calidad deinvitada, pero era más fuerte que ella. El salón estabaatestado de gente que sin perder tiempo armaban mesas,colgaban cortinados y preparaban una pequeña tarima en laterraza desde donde un grupo tocaría. Mientras lorecorrían, Anabella le iba informado a Lara como sedesarrollaría el evento. Lara asentía sin objetar nada ytomaba nota mental para poder tranquilizar al Presidente dela Fundación. - ¿Dónde puedo ubicar a Jorge Travini? – le preguntócuando ya no quedaba más por hablar.Anabella le indicó que lo encontraría en la biblioteca. Sealejó de ella y cruzó el majestuoso salón de paredes verde

Page 237: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

agua y molduras doradas, dirigiéndose hacia el recibidordesde donde se accedía a la biblioteca. Sonrió, era sumundo y lo extrañaba. Ubicó a Travini sumergido en unsillón de pana roja labrada. Tomaba un café mientras seconcentraba en la cantidad de papeles que teníadesparramados por la mesa frente a él. Tan absorto estabaque ni siquiera advirtió que Lara se acercaba. Lara le sonrió divertida al notar la tensión que se reflejabaen su rostro. Era un hombre apuesto de casi cincuenta añosde edad, que no los aparentaba a pesar su cabelloe n t r e c ano . Alto, elegante y solícito, poseía unaencantadora manera de dirigirse a la gente. Tenía miradacálida y serena, pero en ese momento parecía al borde deun ataque.- ¡Qué bueno que llegaste!, - le dijo en cuanto la vio. -María es quien suele encargarse de todo esto, - le explicócon desesperación y pasó una de sus manos por suentrecano cabello. – Podes creer que se engripó justo hoy. No sabes cómo te agradezco que hayas venido…- No te preocupes, acá estoy para darte una mano. En cuanto se sentó una moza se acercó para preguntarle sideseaba tomar algo. Pidió un café doble y volvió suatención a los listados que Travini le estaba ofreciendo. Los repasó rápidamente y no tardó mucho en descubrir queestaban bastante desorganizados. Le hizo tres preguntas aTravini y este casi se desmaya al no saber la respuesta.

Page 238: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Tranquilo Jorge, - le dijo poniendo una de sus manossobre la de él. – No es para tanto. Dedicaron la siguiente media hora a organizar los listados ya terminar de dar forma a distintos detalles del evento quetodavía no habían sido considerados.Le hubiera gustado poder deambular tranquila por el lugar,saboreando una copa de vino blanco antes de que llegara elresto de los invitados, pero le resultó imposible. Todavíale brindaba algunas sugerencias a Travini cuando losprimeros invitados comenzaron a llegar. Muy amablemente Anabella se le acercó discretamentepara ofrecerle una habitación del piso superior dondepodría cambiarse; no era un hotel cinco estrellas, peroestaría cómoda y dispondría de un baño y privacidad. Loagradeció.Se cambió rápido de ropa, pero demoró un poco más almaquillarse. Antes de dejar la habitación, se contempló enel espejo. Había optado por un vestido negro de gasalabrada con una importante faja de raso labrado negro queacentuaba su figura. Tenía delicadas mangas cortas y cuelloredondo, el largo de la falda apenas le cubría las rodillas. Aúltimo momento definió llevar el cabello suelto sobre loshombros y había tomado de un joyero los pendientes deoro que su abuela le había dejado de herencia; también unagruesa pulsera de oro y un anillo con un importante rubíengarzado. Se los colocó. Le dio el último vistazo al

Page 239: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

espejo, se deseó suerte y salió al corredor.Del piso principal llegaron las voces y risas de lospresentes que lentamente iban desparramándose por losdistintos ambientes. En el salón principal, una gran barraofrecía tragos multicolores y bebidas de distintascaracterísticas. Lara se dirigió hacia allí y pidió una copade vino blanco bien helada. Deambuló sin mucho interéspor los distintos ambientes y se detuvo a conversar convarios conocidos que hacía rato no veía. De pronto en la calle, los flashes de las cámaras de losfotógrafos se intensificaron. Frunció el ceño con intriga alnotar el amontonamiento de gente en torno a un vehículoque acababa de estacionar en la entrada. Estiró su cuellosobre las cabezas de los presentes procurando descubrir dequien se trataba. La modelo internacional Sabrina La Barcase abría paso entre la gente para ingresar al edificio. Alprincipio Lara no vio quien la acompañaba y una profundapuntada le cruzó el pecho cuando lo descubrió. Volvió con ella, pensó y el dolor que le causó fue terrible. Los observó un instante y tragó para tratar de deshacer elnudo que empezaba a formarse en su garganta. Se quedóparalizada contemplándolos como si se tratara de unapelícula. Lo vio terriblemente apuesto, atractivo y sexy;llevaba un traje de lino negro y la camisa blanca queresaltaba el color de sus ojos. Más allá de todo lo quesintió en ese momento, tuvo que reconocer que la modelo

Page 240: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

era una belleza. Llevaba el rubio cabello suelto,desparramado por los hombros, cubriéndole parcialmentela espalda descubierta. Tenía un vestido color lavanda degasa estampada que realzaba la luminosidad de su rostro. Ensi, el vestido no era nada del otro mundo, pero en ellaparecía un modelo digno de imitar. Era casi tan alta comoél y pensó que hacían una pareja estupenda. Su propiopensamiento fue como una puñalada y repentinamente sesintió minimizada y terriblemente insulsa. Se detuvieron aconversar con un grupo de personas y delicadamente lamodelo se colgó del brazo de Andrés como si quisieramarcar posesión. En ese instante, Lara comprendió lomucho que lo había extrañado.Andrés bajó la vista hacia su celular y se separó un instantede Sabrina. Marcó un número y se llevó el aparato al oído. Entonces su mirada se encontró con la de Lara y el rostrose le desfiguró. Dio un paso hacia ella como si quisieraacercarse, pero se detuvo al ver que llevada por unimpulso, Lara giraba y alejaba de la recepción. A Andrés le cambió el humor en el preciso instante en quela vio. No podía creer en su mala suerte. Expresamentehabía averiguado si Lara se ocuparía de esa fiesta puntual yla respuesta que obtuvo fue rotunda: La empresa EstrellaDorada donó el servicio para el evento. Por más que le daba vueltas al asunto no lograbadesembarazarse del fastidio que tenía. Durante toda la

Page 241: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

noche la vio de lejos, apareciendo y desapareciendo entrelos presentes. Era como una visión de alguien que podía noestar ahí verdaderamente. Lo peor de todo fue advertir queel tiempo se había reducido a cenizas. Se sintióexactamente igual de condicionado que esa noche dediciembre en que dejó el departamento de Lara con elcorazón en llamas y una revolución en su cabeza.Lara ya no se sentía cómoda en un evento jugando el rol deinvitada. Estaba cansada de tener tanta gente a su alrededor;la exasperaba tener que sostener conversacionesinsustanciales y repetitivas, pero sabía muy bien que ese noera el motivo de su irritación. Lo que no le gustaba erasentirse sola; no le agradaba estar sola cuando él estaba conuna mujer deslumbrante a su lado. Angustiada, sosa ydesabrida, así era realmente como se sentía. Fue hasta labarra en busca de una nueva copa de vino y se dirigió a laterraza rogando porque nadie la detuviera. Bajó laescalinata de piedra y contempló el hermoso jardín. Seubicó en uno de los sillones vacíos y encendió un cigarrillocontemplando la noche estrellada. La imagen de Andrés secoló en sus pensamientos y esta vez no lo reprimió. Desdeel momento en que lo vio ingresar a la recepción delpalacio supo que lo había extrañado demasiado y hasta elrincón más remoto de su cuerpo reclamó su presencia. Laaplastaron los recuerdos; rememoró cada vez que seencontraron, el primer almuerzo y la última cena. No era

Page 242: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

un buen momento para pensar en todo aquello, pues todo loque sintió al verlo, fue cubierto por un manto de desilusiónque aplacó todo deseo. Desde los ventanales que daban al jardín, Andrés laobservaba. La había seguido en un arranque de celos, paraver con quien podía estar conversando en esos momentos. Así lo había hecho durante toda la noche y se odió por nohaber tenido el coraje de acercarse a ella antes. Salió aljardín no muy seguro de estar haciendo lo correcto; pero lanecesidad era mucho más fuerte.- ¿Me puedo sentar?, – le preguntó acercándose concautela.Ella asintió con aire ausente sin siguiera mirarlo. Elcorazón se le había acelerado y sintió un temblor que nacióde su estómago y se propagó por su cuerpo. Era el efectoque él tenía sobre ella, ya debería poder anticiparlo. Bebióun poco de vino, temiendo que en su rostro se reflejara lonerviosa que la ponía. Se obligó a mostrarse segura y loenfrentó.- ¿Cómo has estado?, - le preguntó ella con una sonrisa queocultaba sus verdaderos sentimientos. - Se te ve muy bien.- A vos también se te ve muy bien, - murmuró él algotemeroso mientras sus ojos la recorrían con la mirada. - Lovi a Carrillo adentro... raro no verlo pegado a tu espalda.- Bueno, más o menos como Sabrina, ¿no? - fue la rápida

Page 243: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

respuesta de ella. Distraídamente se acomodó el cabello. –Con Tristán nos tomamos un tiempo, - agregó conseriedad. Lo miró desafiante. – Pero bueno, tal vez sitengo suerte en un par de meses volvemos... como fue tucaso. Aunque unos meses de libertad no le vienen mal anadie, supongo que te da la posibilidad de probar otrascosas.Andrés la contempló unos segundos antes de agregar algúncomentario. La filosa respuesta fue una estocada que nosupo como contrarrestar. Ella se aprovechó de su silencioy le sonrió con suficiencia.- Me alegro que hayas vuelto con ella, ya te había dicho quede todas las acompañantes que te conocía, es la más lindapor mucho, - le dijo dedicándole una tensa sonrisa y le dioun sorbo a su bebida. - Hacen una estupenda pareja.Esta vez la apreciación de Lara fue mucho más profunda ypunzante. Se acercó más a ella y le tomó una mano consuavidad. Su mano jugó con los largos y delgados dedos deella. Sentía su distancia y su resistencia para no dejarloavanzar. Más allá de la bronca que sentía, a Lara le gustó volver asentir el contacto, pero lo suprimió. Abruptamente retirósu mano de la de él y lo contempló con frialdad.- No volví con ella, - alcanzó decir con mayor precaución.Lara lo miró con desconfianza. Había notado ese tono

Page 244: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

aterciopelado y envolvente tan característico de su voz, quela rodeaba con su halo de seducción. Esta vez logróanticiparse a su efecto y se irguió con entereza.- Como sea…. mirá Andrés, tengo muchos problemas enestos momentos y no deseo agregar más a la lista, - alcanzóa decir sobre todo lo que él le estaba haciendo sentir en esemomento. - Solo por haberte besado, no significa queestoy disponible cada vez que estés aburrido o tengasproblemas con tu novia.Ella se sorprendió tanto como él por sus palabras, pero enel fondo eran ciertas. Tenía muy en claro qué era lo quesentía por él, pero bajo ningún punto de vista permitiría queél volviera a jugar con ella, para descartarla una vez que sudespampanante novia volviera a aparecer en escena.- No estoy acá sentado porque esté buscando diversión. Nofue así antes y no lo es ahora, - repuso él sintiendo lamezcla de fastidio e incomodidad. - Lamento habertebesado si eso es lo que te di a entender....- Vamos..., - repuso ella ahora con arrogancia. Le dio unsorbo a su copa y lo miró desafiante. - Somos adultos yfueron solo besos.- Si fuéramos tan adultos hubiésemos hablado de lo que nospasa y hubiésemos terminado en la cama, - replicó él conmás fastidio que antes.- ¿Qué nos pasa? - lo increpó ella con actitud punzante.

Page 245: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Aguardó una respuesta por parte de él que nunca llegó. –No nos pasa nada. - Súbitamente incómoda por lo directode su propio comentario desvió la vista. Respiró hondotratando de serenarse. - Tal vez hubiésemos terminado en lacama, supongo que nunca lo sabremos. Estuvo a punto de agregar que si no se había quedado conella esa noche, tal como Lara le había pedido, había sidosolo porque la respetaba y la quería, pero no le pareció quetuviera sentido aclararlo. Llevado por un impulso Andrés la tomó del mentón y laobligó a mirarlo. Sus miradas se perdieron una vez más unaen la otra y Lara la desvió preguntándose cuanto másresistiría. - No me mires así… Ya te dije que no deseo problemas.- Vos sos un verdadero problema para mí, - dijo sabiendoque se estaba exponiendo. – Almorcemos mañana asípodemos conversar con más tranquilidad.- No, - fue la rotunda respuesta de ella. – No tenemos nadade que hablar. No creo ser un problema para vos… y si losoy, te recomiendo evitarme.Fue una sentencia categórica que a él le pegó mucho máshondo de lo que ella hubiese creído. La había estadoevitando desde hacía meses y no había servido de nada. Pues en ese momento, al sentir su perfume, su resistenciay principalmente su presencia, Andrés se olvidó del mundo

Page 246: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

en su totalidad. La miró con desconcierto y hasta algo defrustración, pues ya no encontraba herramientas paraarrancársela de la cabeza y del corazón. Tampoco estabaseguro de desear hacerlo. Él que nunca había tenidoinconvenientes a la hora de seducir a la mujer que deseabatener; que nunca se había visto privado de la atenciónfemenina, allí estaba prácticamente mendigando por suatención.Lara se puso de pie y distraídamente acomodó la falda desu vestido. Él la imitó esforzándose por encontrar algo quedecir para poder retenerla un poco más. - Lara por favor, - insistió tratando de tomarla una vez másde las manos.- ¡Acá estas…! – dijo la modelo desde las puertas quedaban a la terraza. Se acercó a ellos y miró a Lara concuriosidad. – Hola… a vos te conozco… pero no meacuerdo de donde…- Lara Galantes, – dijo Lara con su mejor sonrisa. – Nosconocimos en un desfile…- Si, claro ahora lo recuerdo, fue en la estancia Abril, -respondió la modelo con una sonrisa; frunció el ceñopensativamente. – No tuvimos un buen encuentro en esemomento si mal no recuerdo.- Creo que no, - respondió Lara y no pudo evitar la sonrisaante el recuerdo de aquella noche.

Page 247: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Sabrina le dirigió una mirada a Andrés, que parecía tenso eincómodo. Volvió a mirar a Lara entusiasmada por algoque acababa de recordar.- Claro, ahora me doy cuenta…nunca lo había asociado…Facu me contó que vos habías sido novia de Juan Martín¿no?Fue un baldazo de agua fría para ambos. Eso era algo queambos sabían y no querían ver, ni recordar. Una mueca sereflejó en el rostro de Andrés que no supo que mas hacerque elevar sus ojos y lamentarse. - Si, - dijo Lara con cierta turbación. - Fui novia de Juan…por unos años, – repuso con voz cargada de tensión. Seirguió y le dedicó una rápida mirada a Andrés. – Eso fuehace mucho tiempo…- Una lástima que no se haya casado con vos… - agregóSabrina al pasar y rodeó el brazo de Andrés con los suyos.– Estoy segura que sos mucho más agradable que suesposa. Una moza se acercó a ellos y luego de disculparse por lainterrupción, le dijo a Lara que Anabella deseabapresentarle una persona. La aguardaban en la recepción. - Disculpen pero me están esperando.Sabrina la observó alejarse con curiosidad. Toda la escenale había parecido de lo más extraña. Desde que se habíaacercado a Andrés había percibido una suerte de tensión

Page 248: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

que pareció incrementarse hasta que Lara se marchó. Intrigada miró a Andrés, lo vio ausente y lejano. Se ubicódelante de él y lo estudió con mayor profundidad. - Es ella, - dijo abruptamente como si en un abrir y cerrarde ojos hubiese encontrado la respuesta que necesitabapara entender. – De ella es de quien te enamoraste.Andrés esquivó la mirada de Sabrina con incomodidad. Giró hacia los jardines sin atreverse a decir nada. Se sintióalarmado y expuesto y no le gustó.- En dos ocasiones, que yo recuerde, te comportaste demodo extraño, - siguió diciendo ella buscando la mirada deAndrés. – Una fue en una cena donde ella ofrecía elservicio… la otra fue esta fiesta… hace años que estasenamorado de esa mujer.El rostro de Andrés se había ensombrecido y por primeravez Sabrina descubrió en él un aspecto completamentedesconocido. Nunca lo había sentido vulnerable, muchomenos abatido e inseguro. Odió a Lara Galantes porhaberlo dejado en ese estado de debilidad, de confusión ydesencanto. Ella jamás había logrado ni el más leve cambioen él. La odió mucho más por el modo en que la habíaderrotado.- Escuchame Sabri, - dijo finalmente Andrés dejándosecaer en uno de los sillones.- No tengo nada que escuchar, - repuso ella con entereza. –

Page 249: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Me voy…- Te llevo…- Prefiero tomarme un taxi. Durante el resto de la noche, Andrés la observó sin siquieradisimularlo. Su interior agitado por el modo en que ella lohabía tratado y por las inoportunas palabras de Sabrina. Intentó volver a acercarse, pero Lara lo eludíaabiertamente. Abrumado por los celos, la observóconversar y reír con Carrillo y creyó que perdería lacompostura en cualquier momento. Después de tantosmeses de obligarse a olvidarla o de resignarse a amarla a ladistancia, tenerla tan cerca lo estremecía y lo hacía dudarde cada una de las conclusiones que había sacado durante eltiempo que no se vieron. Ya no podía resistirse a todo loque ella le estaba haciendo sentir; no quería hacerlo.Al verla dejar la recepción la siguió; quería volver a hablarcon ella, volver a entablar dialogo y tal vez algo más. Cuando salió del edificio, la vio subiendo a un taxi. Sequedó allí parado, con la copa vacía en su mano y un nudoen la garganta. Ella entonces lo miró y por un instante susmiradas se encontraron. Andrés entonces sonrió y levantósu mano saludándola. Ella lo imitó sin sonreír,preguntándose qué se proponía. El taxi arrancó y semezclo en el tráfico de Buenos Aires.

Page 250: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 18Al día siguiente Lara durmió toda la mañana. Se habíaacostado casi a las dos de la madrugada y se habíadesacostumbrado a ese ritmo. Se quedó todo el día en eldepartamento, ordenando placares y otros asuntos quetenían pendientes. Un cosquilleo interno la mantuvo alertatoda la tarde. Estaba ansiosa por volver al restaurante;ansiosa por reanudar sus actividades. El rostro de Andrésde tanto en tanto se filtraba en su mente, pero Lara loeludió en cada ocasión. Para borrarlo por completo de suspensamientos, se obligó a concentrarse en los problemasde su empresa; esa preocupación era mucho más terrible yangustiante que Andrés. Llegó a Lara´s Restó cerca de las ocho de la noche. Eso lelevantó el ánimo. La llenaba de vitalidad sentir que estabanuevamente al frente del restaurante y que todo lo que larodeaba era obra suya. Pasó las siguientes dos horasrecibiendo clientes y acompañando a viejos conocidoshasta el sector del restaurante donde deseaba cenar. Seencontraba corroborando algunos detalles con el encargadode la barra, cuando el maître del salón italiano se acercó aella para informarle que de una mesa querían saludarla.- ¿Los conozco?- No los vi nunca, - respondió el hombre encogiéndose dehombros. – No sabría decirte. Están en la mesa 22.

Page 251: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Está bien José, - dijo Lara con una sonrisa. – En unosminutos estoy por ahí.Cuando concluyó con lo que estaba haciendo, Lara sedirigió directamente al salón italiano. Al ingresar saludó avarios comensales que al verla se pusieron de pie paraintercambiar algunas palabras. Buscó la mesa 22 con lamirada y al percatarse de quienes se trataba, se detuvo enseco. Por un instante las sensaciones se le mezclaron ensu interior. Micaela y Ernesto Puentes Jaume cenabanjunto a Facundo, Juan Martín y una muchacha que Lara noconocía. Muchos años habían pasado desde la última vez que habíavisto a Juan Martín y el rostro que llevaba grabado en sumente nada tenía que ver con el hombre que ahora teníafrente a ella. Juan Martín tenía el rostro bronceado y algoajado por el sol y el viento del campo. Los músculos desus brazos mucho más desarrollados que años atrás y sufigura más esbelta. Lara contempló a la familia y fueronmuchos los recuerdos de años pasados que vinieron a sumente. Recuperada del impacto que verlos le produjo, Larasonrió y fue hacia ellos con mayor determinación. Ernestofue el primero en ponerse de pie para saludarla, seguidopor su esposa. Lara los abrazó a ambos y girando en tornoa la mesa, saludó a Facundo, quien le presentó a su noviaLorena. Por último fue el turno de Juan Martín.- ¿Cómo estás tanto tiempo? – le dijo Lara con genuino

Page 252: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

entusiasmo.- Muy bien…, - respondió él sonriente. – Esto esimpresionante. Te felicito.Conversaron durante algunos minutos, en los cuales ellapreguntó por la familia de él. Ni sorprendido, ni incómodopasó a contarle que Valeria estaba nuevamente embarazaday se encontraba bajo estricto reposo. Se había quedado enNeuquén junto a la pequeña Melisa.- Pero está todo bien… - dijo Lara con preocupación. -Quiero decir, está controlada.- Si, tiene que hacer reposo y un médico pasa por casa pararevisarla una vez por semana, - respondió él tratando desonar convincente. – Pero, ¿y vos? – preguntó cambiandoel ángulo de la conversación. – Además de este imperio,¿qué es de tu vida?Lara ahogó una risa y sacudió su cabeza. Hizo una mueca ymencionó que con el restaurante y la empresa eran su vida.- Ah Lara…, - dijo él con conocimiento de causa y ciertadesaprobación. – No podes dejar que la vida pase entreestas paredes…- Ya lo sé… pero no es tan fácil, y para conocer gente senecesita tiempo del que no dispongo.Con la mirada recorrió la mesa y comprobó que un platosobraba. Miró al maître, y le indicó que lo retirara. Uno delos mozos estaba a punto de hacerlo, pero Micaela se lo

Page 253: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

impidió al mencionar que Andrés estaba por llegar.Al escuchar las palabras de Micaela, Lara se sintiósúbitamente perturbada. Se enderezó y por unos segundosguardó silencio. Una punzada de excitación le recorrió elcuerpo ante la posibilidad de volverlo a ver, pero fuerápidamente suprimida por los recuerdos de la nocheanterior. No se atrevió a comprobarlo, pero creyó queFacundo la estaba observando. Los contempló un segundomás y excusándose con ellos les deseó una buena velada,prometiendo volver cuando terminaran el postre.Recorrió las cuadras que separaban su departamento delrestaurante con pasmosa lentitud. Estaba llegando tarde,muy tarde, pero la resistencia era mucho más fuerte que sureconocida puntualidad. Se había enterado esa mismamañana que la cena se realizaría nada más y nada menos queen Lara´s restó; no podía creerlo. No había encontrado lamanera de convencer a Facundo de disuadir a su madre decambiar de restaurante. Es el cumpleaños de mamá Andrés,le había dicho Facundo, ella quiere ir ahí, vas a tener quesoportarlo. Andrés había colgado el auricular concontrariedad, convenciéndose de que el destino le estabajugando una mala pasada. Ahora, había llegado el momento de enfrentarlo y descubrirverdaderamente donde estaba parado; no se atrevía aimaginar que podría surgir de lo que sucediera durante lacena. Diez largos minutos permaneció frente a la entrada

Page 254: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

del restaurante juntando el valor para entrar.Inconscientemente retuvo la respiración al verla salir deuna arcada y detenerse junto al piano a conversar con unapareja. Bajó la vista hacia la hermosa bolsa dorada quellevaba en su mano, solo para obligarse a recordar que erael cumpleaños de su madre y que lo estaban aguardando. Allevantar la vista, Lara había desaparecido. Vamos, tenésque entrar, se dijo sabiendo que la pesadilla estaba porcomenzar.Ingresó al restaurante y quedó maravillado con lo que vio. Todo cuanto veía era tal cual Lara le había contado quesería. Mientras observaba las arcadas que conducía a losdistintos sectores, la imponente barra del bar, el pianista,sonrió alegrándose por ella, pero se mortificó por no habersido invitado a la inauguración. Cruzó la recepción sin verrastros de Lara. Tampoco vio a la pareja con quienesconversaba. No supo si agradecerlo o maldecir. Espió enel sector español y no divisó a su familia. Entonces miróen el italiano. Los vio en un rincón, conversaban tranquilosy apostó a que se estarían preguntando dónde seencontraba. - Hola a todos, - saludó con una sonrisa. – Perdón por lademora… pero estoy con los horarios algo alteradostodavía. – Giró hacia su madre y luego de darle un cariñosobeso en la mejilla le entregó el regalo que le habíacomprado. – Feliz cumpleaños mamá.

Page 255: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Mientras Micaela abría su presente, el mozo se acercó paralevantar el pedido. Todos, hacía rato que habían elegido suplato y Andrés no necesitó de la carta para decidir el suyo. Con agrado Andrés descubrió que la presencia de JuanMartín no lo perturbaba, a decir verdad, estaba contento deencontrarse reunido con toda su familia. Los habíaextrañado y lo reconfortó el recibimiento. Ernesto quisosaber cómo le había ido en su viaje y Andrés pasó acontarles de las reuniones, los proyectos y las propuestas surgidas en Nueva York y Londres con lujo de detallescomo si todos comprendieran sus tecnicismos. - Dejalo ahí, - le dijo Facundo al cabo de un rato. – Nadieentendió nada…- ¿Pero qué no entendieron? – preguntó con incredulidad.- La pregunta iba dirigida a una respuesta más simple, “mefue muy bien, fue muy productivo”, - agregó Juan Martíncon tono burlón. – Con eso bastaba…Todos rieron y se mofaron del modo en que Andrés solíahablar de su trabajo. Fue el turno de él de preguntar. JuanMartín fue el primero en responder. Le habló de Valeria,de sus casi cuatro meses de embarazo y de lo delicada queestaba. Le habló de Melisa, que siempre preguntaba porsus tíos y de cuándo la irían a visitar. Pero Andrés escuchómuy por arriba, las novedades lo desarticularon. ¿No seestaban por separar?, se preguntó algo desconcertado. Laúltima vez que habían hablado, Juan Martín le había dicho

Page 256: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

que estaban atravesando una crisis importante. ¿Por quéFacundo no lo había mencionado? El imprevisto cambio depanorama lo desorientó un momento, se obligó a asentir,sin que el impacto se reflejara en su semblante. Esa noche todo parecía diferente para Lara. Se sentíaextraña, tensa e inquieta. Le costó concentrarse en otrosclientes. Tenía deseos de sentarse junto a los PuentesJaume y que le contaran todo lo que les había sucedidodurante los últimos años. Quería saber de Florencia yFernando, de cómo era la vida de Micaela y Ernesto, de laestancia y sus encantos. Estar con ellos, en alguna medidala transportaba a otra época; a una etapa de su vida donde sehabía sentido feliz, donde todo era sueños y proyectos deun futuro venturoso. Pero más allá de eso, deseabaacercarse por Andrés. Desde que lo había visto ingresar al salón italiano habíapreguntado en cuatro ocasiones si habían terminado decenar. Estaba impaciente por hablarle. Más allá de lafrustrante aparición de Sabrina, la noche anterior se habíaquedado con sabor a poco. Mucho de lo que había dichoera cierto, pero mucho era una gran mentira. Le quemaba eldeseo de pasar una noche con él y se estremecía de solopensarlo. En ese momento no le importó si él la tomaba enserio o si solo se trataba de una aventura de una noche; enese instante deseó estar en sus brazos, sentir el contacto desu cuerpo, de su boca y permitirse dejarse abrigar por su

Page 257: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

calor. Cuando finalmente uno de los mozos le indicó que estabanpor terminar el postre, Lara pidió que llevara una botella dechampagne y se dirigió hacia la mesa de los Puentes Jaume.Al ver a Lara acercarse a ellos, Ernesto tomó una silla dela mesa contigua y la acercó a su lado. Andrés entonces ledirigió una fugaz y cómplice mirada a Facundo quienadvirtió lo incomodo que su hermano se sentía.- ¿Cómo estas Andrés?, - lo saludó con toda la naturalidadque pudo reunir en ese momento. Sorprendido él la miró ysintió como el corazón se aceleraba. – No te vi entrar… ono nos vemos nunca o nos vemos todos los días…- Eso parece, ¿cómo estas Lara? - respondió dedicándoleuna sonrisa nerviosa. - Es realmente impresionante. -agregó dando un vistazo al salón. – Me alegro que lo hayasconcretado. Va a ser un éxito.- Esperemos que así sea, – respondió ella con una sonrisa.– Invertí demasiado.Por un instante sus miradas se encontraron y ninguno semolestó en desviarla. La patada de Facundo por debajo dela mesa hizo que Andrés reaccionara y ocultase susemociones tras la copa de vino.En cuanto Lara se ubicó entre Ernesto y Lorena, Micaela lepidió que les contara de ella. Lara fue respondiendo cadauna de las preguntas con una sonrisa, orgullosa de

Page 258: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

mostrarles el largo camino que había recorrido en los añosque no se habían visto. Primero les habló de Lara´s, delcrecimiento que había tenido y del incremento deservicios. Hizo una pausa y luchó por controlar lasemociones que el presente de la empresa le generaba. Nomencionó esa parte. Luego les contó cómo había surgidola idea de crear Lara´s Restó. Lorena, entonces quiso sabercómo repartía su tiempo, teniendo tantas obligaciones ylugares que atender. Antes de responder, Lara hizo unamueca y un par de segundos más tarde les comentó que noera nada sencillo. - A mediados de septiembre tuve un pico de stress, - dijofinalmente. – Me obligaron a tomarme unas vacaciones… aadelantar mis vacaciones, mejor dicho, - aclaró. – Me fuidiez días a la Costa y me aburrí como un hongo… hacíamucho que no leía tanto. Después me subí casi quince díasa un crucero. - Respiró hondo y recorrió sus rostros con lamirada. No se detuvo en Andrés temiendo que sussentimientos la traicionaran. – Estoy bien. Por unassemanas me avoqué solo a la empresa; a la parteadministrativa, nada de eventos. De Lara´s Resto seencargaba Carlos Dumas, mi gerente general. Esta es miprimera noche en el restaurante y estoy muy contenta deestar de vuelta. – Hizo una pausa y se irguió con actitudestoica y segura. – Me tengo que cuidar… pero no siemprees fácil tomarse las cosas con calma.

Page 259: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Juan Martín entonces quiso saber si Francis Le Bleauxseguía trabajando con ella. Lara al escuchar la pregunta nopudo evitar que de su rostro se borrara la sonrisa y sintiócómo se le endurecían las facciones. Bajó la vista tan soloun momento. Todavía le costaba pensar que Francis ya noestaba a su lado y ese detalle la empujó a enfrentar cuál erasu situación real. El silencio volvió a apoderarse de lamesa y Juan Martín no tardó en advertir que no había hechouna pregunta acertada. Finalmente Lara levantó la vista ycon voz neutra comenzó a contarles todo sobre elaccidente y la muerte de Francis y Manuel. A medida queavanzaba en su relato, un nudo se alojó en su garganta y sucuerpo fue invadido por una amarga y profunda sensaciónde angustia. Debió hacer un gran esfuerzo para contenerlas lágrimas, pero no logró evitar que la mirada se tornaranublosa y lejana. Ernesto al verla tan afectada puso sumano sobre la de ella y la contempló con cierta tristeza.- Perdón Lara, – atinó a decir Juan Martín apenado. –Nunca me imaginé…- No te preocupes Juan, no tenías forma de saberlo. Todavía duele y me tengo que acostumbrar a que mepregunten por él, todo el mundo quería a Francis, –respondió ella esbozando una triste sonrisa. – Fueterrible… fueron meses difíciles.Andrés levantó la vista implorando que ella lo mirase. Loque acababa de escuchar lo llenó de bronca. Se odió por no

Page 260: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

haber estado junto a ella durante un momento tan difícil ysintió celos al pensar que Carrillo había ocupado ese lugar.Estuvo a punto de decir algo, pero no se atrevió. Ella lohabía excluido de todas sus conversaciones, y lo habíamirado tan solo dos veces desde que se sentó. Tomó sucopa y bebió un poco procurando permanecer al margen. En ese instante el mozo apareció con la cuenta que Ernestoya había pedido. En cuanto Lara se percató, le hizo ungesto a su empleado para que le entregara la adición a ella. A pesar de las quejas de Ernesto, Lara firmó y devolvió lacuenta al mozo que se alejó rápidamente.- Ya está Ernesto, – dijo con una sonrisa. – Es mi regalo decumpleaños para Micaela, - agregó encantada. - Lo mínimoque puedo hacer por ustedes.Los acompañó hasta la entrada del restaurante, donde sedespidió del matrimonio y de Facundo y Lorena,prometiendo verse muy pronto. Juan Martín se detuvounos segundos más.- Me encantó verte, - le dijo Lara dejando que él tomasesus manos entre las suyas. – Ya te dije que la próxima vezme gustaría verte con tu esposa.- No sé si ella va a ser tan comprensiva, - respondió él conuna mueca. – Me gustaría enterarme que finalmenteencontraste a quien te quiera.- Es algo complicado… y yo no estoy para

Page 261: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

complicaciones…- Es de esperar, si el pobre tipo es consciente que tiene quecompetir contra una empresa y un restaurante, - dijo contono burlón. – No debe ser nada fácil… diría que es unacompetencia desleal.Ella rió y se saludaron con un fuerte abrazo y la promesa devolverse a ver en algún momento. Unos pasos detrás,Andrés los escuchaba y presenciaba la despedida. Elcariño que se tenían esta vez no lo apabulló como otrasveces, pero en cambio si tuvo la certeza de que Juan Martínnunca comprendería lo que a él le sucedía con ella.Juan Martín se volvió entonces hacia su hermano. - ¿Qué haces? – le pregunto ya con un pie fuera delestablecimiento.- Me voy por atrás, - respondió con seguridad. – Me gustamás ir por el malecón.Se saludaron y Andrés observó como Juan Martín seacercaba al valet que le entregaría el auto. Por sobre suhombro miró a Lara que se hallaba unos pasos detrás de él.Lara también los observaba con rostro pensativo y sereno. Andrés prefirió no imaginar que podría estar pensando. Volvió su atención a la vereda donde sus padres y hermanosintercambiaban unas últimas palabras antes de despedirse. Sintió que Lara se acercaba a él y le dirigió una furtivamirada solo para comprobar que seguía con la mirada

Page 262: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

clavada en la vereda. En silencio vieron a toda la familia subir a sus respectivosautomóviles. Primero Facundo y Lorena, luego Micaela yErnesto y por último Juan Martín. Entonces Lara loenfrentó con mayor determinación.- Te acompaño, - le dijo con suavidad.Andrés asintió y no pudo evitar la sonrisa. Luego de despedirse de sus padres, Juan Martín subió a suautomóvil. Puso en marcha el vehículo y estaba a punto dearrancar cuando cayó en la cuenta que había dejado sucelular sobre la mesa. Descendió del auto y le indicó alencargado del estacionamiento que debía regresar alrestaurante. Ingresó a la recepción con paso firme, pero loque vio lo detuvo. Andrés y Lara caminaban hacia la puertatrasera del restaurante. En un primer momento quiso creerno había nada extraño en lo que veía, pero, si bien suscuerpos ni siquiera se rozaban, percibió una suerte deintimidad y de tensión que lo inquietó.Los vio cruzar la doble puerta de madera lustrada yacercarse a la escalinata que conducía a la senda donde grancantidad de transeúntes paseaban bajo la luminosa luna deprincipio de noviembre. Convencido que no notarían supresencia se acercó aún más observándolos con mayorprecisión, tratando de comprender mejor lo que sucedía otal vez, tratando de cerciorarse que no era cierto lo que

Page 263: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

empezaba a sospechar.La iluminación de la galería trasera no era tan intensa comola del resto del restaurante. Allí seis juegos de living,ahora vacíos, acondicionaban el lugar, creando un ambienteromántico, íntimo y reservado. Al llegar al extremo de laescalinata Andrés se volvió hacia ella para despedirse. - Casi agrego un plato a la mesa, - le dijo ella con tonoseco. Él frunció el ceño al percibir un dejo filoso depunzante insinuación. – Pensé que ibas a veniracompañado…Se arrepintió de haberlo dicho en cuanto sus palabrasflotaron entre ellos. Se sintió ridícula y estúpida. Se habíaprometido que no le mostraría que lo sucedido la nocheanterior la había afectado. Pero lo había echado a perderponiéndose en evidencia. Andrés asintió y se mordió un labio escondiendo la tensasonrisa. Bajó la vista un instante tratando de decidir silevantaba el guante que ella sorpresivamente le habíaarrojado. - No tengo nada con Sabrina, - dijo entonces. Le hubieragustado acariciarle el rostro, volver a sentir el sedosocabello deslizándose por sus dedos, pero no se atrevió atocarla. – Ella simplemente me pidió que la acompañeayer… por un tema de contrato… nada más. Lara sacudió su cabeza y paseó la mirada por la vacía

Page 264: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

galería. Haberlo visto la noche anterior con la modelo lahabía llenado de celos y frustración; en ese momento sabíamuy bien que era eso lo que sintió. Pero esa noche, al verlosentado a la mesa junto a su familia, solo deseó que todosse marcharan para poder estar a solas con él; queríaescucharlo y dejar que su voz y su presencia se apoderarande ella. Su corazón se aceleraba con cada parpadeo que élle dedicaba y si no hubiera sido por el lugar donde seencontraba lo hubiera besado sin importarle lo que élpodría pensar de ella. La encargada del sector acomodaba algunas mesas aúnsabiendo que era tarde y que ya nadie las ocuparía. Lepareció que los observaba. Lara frunció el ceño yalejándose de Andrés se dirigió a la empleada. No queríatestigos de la conversación; no quería que al día siguientesus empleados cuchichearan a sus espaldas. Le dijo algo yluego de asentir, la chica dejó lo que estaba haciendo eingresó al restaurante. - Podemos hablar, - le dijo con tono suplicante cuando Lararegresó a su lado. - Ya te dije que no quiero problemas Andrés…- respondióconteniéndose.- Vos sos flor de problema para mí y necesito resolverlo, -le dijo. – Por favor Lara.No recordaba haber escuchado nunca ese tono suave y

Page 265: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

profundo en su voz. Percibió una mezcla de desesperacióny ruego en sus palabras, como si se le fuera la vida en loque estaba por decir. Lo sintió diferente. Su rostro parecíaencendido y a través de sus destellantes ojos grises pudover el volcán que escondía en su interior. Fue la primeravez que advirtió la fisura que se había generado en esacoraza de frío acero que parecía recubrirlo. En esemomento no encontró en él ni arrogancia, ni suficiencia,mucho menos deseos de seducirla o conquistarla. Sintió elfuego que lo alimentaba; que lo motivaba y se abandonóante una calidez y una emoción que nunca antes habíadescubierto en él. Palpó su vulnerabilidad y su temor; suinseguridad y su deseo. Y lo amó más todavía. Una vezmás se perdieron en el remolino de emociones que brotabade sus miradas. Llevado por un impulso, Andrés la tomó por la nuca y pegósus labios a los de ella. La besó primero con suavidad,saboreándola, pero lentamente el beso fue creciendo endesesperación y deseos. Lara respondió el beso con igualintensidad aferrándose a él como si fuera la únicaposibilidad de su vida. Se besaron febrilmente, sinimportarles las miradas de los transeúntes; se besaron convoracidad como si finalmente se hubiesen encontrado. Juan Martín no podía creer lo que estaba presenciando. Eratanto lo que sentía estar atravesando que no alcanzaba

Page 266: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

precisar qué era lo que verdaderamente sentía. Estabaindignado, enojado, furioso; se sentía humillado yridiculizado. Un mozo se le acercó a preguntarle sideseaba algo. Él se apuró a mencionar que había olvidadosu celular y que tenía intensiones de aguardar a Lara. - Ya busco su celular, - el dijo el empleado. – Creo queLara está conversando con otro cliente, - agregó el hombrecon idoneidad. - Mientras la aguarda, ¿desea beber algo?- Un whisky doble por favor, - dijo lleno de indignación.No se molestó en sentarse en las mesas dispuestas junto alpiano. En cambio se acercó a una de las ventanas que dabaa la galería desde donde podía escuchar la conversación opor lo menos parte de ella. - Te amo Lara, - dijo directamente él con voz entrecorta,profunda y ahogada. – Es complicado pero te amo… - hizouna pausa y le acarició delicadamente una mejilla. – Nosoporto pensar que compito con él.- No competís con absolutamente nadie… te lo puedoasegurar.Volvieron a sucumbir ante un beso largo que les fundió lasentrañas; un beso fuerte que arrasó con la incertidumbre deambos; un beso que desató el fuego que los hubieraconsumido de no haber sido por la interrupción de unamoza que al romper una copa quebró el hechizo.

Page 267: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿Querés algo más? – le preguntó suavemente al separarsede él.- A vos, - repuso él con recobrada picardía.Ella respondió la sonrisa. Luego le indicó que se ubicaradonde más le gustase. Andrés optó por el primer sofá quevio, y la siguió con la mirada. La vio acercarse a laencargada que hacía unos segundos que había regresado a laterraza. Se sentía expectante y ansioso.- Me hubiera gustado estar con vos cuando sucedió lo deFrancis, - dijo él abruptamenteLara se había ubicado a su lado y las palabras salieron de suboca como si hubieran nacido desde lo más profundo de sualma. Tal vez fue un comentario demasiado triste para esemomento, pero Andrés necesitaba que ella supiera cuantole pesaba. Aguardó que se retirara el mozo que se acercó con labotella y las dos copas. Sin emitir una palabra observócomo muy profesionalmente descorchó y sirvió. Se retirórápidamente sabiendo que sobraba.Lara levantó su copa y brindó con él. Unos segundos mástarde respiró hondo juntando fuerzas y comenzó a contarlesin que él se lo pidiera. Le hizo bien hacerlo; por primeravez sintió que estaba dejando que otra persona cargara consu tristeza. Lo había necesitado, le había hecho muchafalta, en ese momento lo supo. Se le llenaron los ojos de

Page 268: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

lágrimas y los ocultó tras su mano. Era fácil compartir sussentimientos con él, dejarse contener por la comprensiónde su mirada y la protección de sus brazos que ahora larodeaban; se recostó contra su pecho. Por unos minutos guardaron silencio. Andrés dejó que ellaabsorbiera una vez más su pena, pero esta vez estaba él parasostenerla. La sintió acomodarse levemente contra sucuerpo y eso lo reconfortó. La abrazó con fuerza.Al cabo de uno segundos, Lara se separó de él solo paracontemplarlo. Empujada por todo lo que sentía en aquelmomento le acarició el rostro con suavidad y buscó en susojos toda la ternura y la compasión que había visto en él tansolo unos minutos atrás. La reconfortó descubrir que allíestaba. Se atrevió a sonreírle emocionada.- ¿Cómo estás de salud? – quiso saber entonces.Ocultó el fastidio que la pregunta le causó tras una forzadasonrisa. Se separó de él y simplemente le dijo que estababien, que solo debía tomarse las cosas con más calma. Fueron muchas emociones juntas, terminó diciendoesquivando la mirada de Andrés. Estiró levemente unamano y tomó un cigarrillo del paquete que Andrés habíadejado sobre la mesa. Lo encendió.- Te pregunto por tu salud y te encendés un cigarrillo, - ledijo con cierto reproche.Ella se encogió de hombros y giró su rostro para no

Page 269: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

cruzarse con la mirada de Andrés. No muy convencido delo que Lara le decía, Andrés la estudió con mayordetenimiento. A primera impresión se la veía espléndidacomo siempre, pero ante una mirada más profunda no lefue difícil advertir que no era así. El semblante se habíatornado oscuro, la sonrisa tensa al igual que el resto delrostro. Sus ojos estaban opacos y tristes. No estaba bien,de pronto eso le resultó evidente, y pensó que tal vez Larahabía minimizado el comentario sobre su salud. Se alarmó.Se acercó más a ella y tomándola del mentón la obligó aenfrentarlo. - Hay algo que no me estas contando, - le dijo preocupado.– ¿Qué pasa?Ella asintió y desvió la vista unos segundos. Se puso de piey se alejó de él dirigiéndose a la baranda. Allí se detuvo. Contempló la senda peatonal primero y los diques despuéscon aire ausente, mientras decidía si le confiaba suproblema. Giró para enfrentarlo y paseó su mirada por lavacía galería. - Estoy por perder la empresa, - balbuceó con vozentrecortada y débil.Sorprendido por lo que acababa de escuchar, Andrés sepuso de pie y fue hacia ella. No sabía bien qué esperabaescuchar, pero definitivamente nada de ese tenor. - ¿Cómo?, - fue lo primero que logró decir. – Pero… ¿qué

Page 270: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

pasó?...Ella respiró hondo y delicadamente ocultó su rostro tras sumano. Lentamente comenzó a contarle, ahora con másdetalles, sobre la muerte de Francis y el heredero que habíaaparecido de la nada. Entonces le habló de las pretensionesde este heredero y de todo el dinero que debía desembolsarsi no deseaba perder Lara´s.- Zubiría, mi contador, dice que no me puedo endeudarmás, - siguió diciendo con aplomo. – El restaurante medejó hasta el techo de deudas… Estrada, mi abogado, medio una carpeta con todos los detalles y que se yo que otrascosas… pero no entiendo nada.La rodeó con sus brazos protectoramente y lo reconfortósentir los brazos de ella en torno a su cintura; la apretócontra su cuerpo y delicadamente le besó la frente.- Quiero ver esa carpeta, - le dijo con seriedad. - No tepreocupes que vamos a encontrar una solución, siempre lahay, - siguió diciendo con tono esperanzador. Le acaricióel rostro y le agradó la sonrisa que apareció en el rostro deella. – Así me gusta más… Sin responderle Lara tomó el rostro de Andrés entre susmanos y luego de sonreírle lo besó delicadamente. Así permanecieron largo rato, bebiendo, mirándose,besándose y conversando. Hablaron de los meses en queno se habían visto y ambos se confesaron lo mucho que se

Page 271: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

habían extrañado. En alguna medida, para ambos fue comoasumir y confesar en un mismo momento sus verdaderossentimientos. Fue como una necesidad de abrir suscorazones; una liberación después de mucho tiempo deresistirse y una felicidad tan grande que por unas horas seolvidaron del mundo. - No lo puedo creer – balbuceó con voz cargada de broncae indignación. Una vez más clavó su mirada en su hermanoy luego en Lara. - Son dos hipócritas, - siguió diciendo sinpoder convencerse.Le dio un sorbo a su whisky sin quitarles la vista. Su mentese llenó abruptamente de todas las veces que Andrés lohabía escuchado hablar de sus sentimientos. Habíaconfiado en Andrés y él había utilizado todo lo que lecontaba en su propio beneficio. Y ella, se dijo aumentandosu indignación: “es complicado y no estoy paracomplicaciones” le había dicho ella cuando él manifestóverla feliz. Pero no con mi hermano, pensó más indignadoque antes. Llegó a la conclusión que en su respuesta ella loúnico que había pretendido era que Andrés la escuchara. ¿Lo había usado? Que estúpido que había sido. Los dos sehabían estado enviando señales frente a sus propiasnarices. Deseaba marcharse, alejarse de ellos, pero almismo tiempo deseaba convencerse que era real lo quehabía descubierto. Juan Martín sacudió débilmente su

Page 272: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

cabeza. Una extraña mezcla de odio y celos fueintoxicando lentamente su reconocida nobleza. No les va aresultar tan sencillo, pensó sintiendo el puñal de la traiciónque le destrozaba el alma. Sin necesidad de seguirmirando, Juan Martín giró sobre sus talones y con pasorápido se dirigió a la salida, todavía sacudido yconmocionado con lo que acababa de descubrir.

Page 273: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 19Andrés fue el primero en despertar. El brazo de Laracruzaba su pecho y la imagen lo emocionó. Ella dormíaplácidamente a su lado, el cuerpo desnudo, los cabellosrevueltos desparramados sobre la almohada, la paz reflejadaen su rostro. Rememoró la noche que pasaron yprácticamente volvió a experimentar esa sensaciónarrolladoramente intensa que llenó cada rincón de su almay de su cuerpo. Esa piel suave como el terciopelo que no sehabía cansado de recorrer; esa boca de labios carnosamentesensuales, que había mordido y devorado con una necesidadque jamás había experimentado. Por momentos el temblorque ella le producía, lo había replegado enfundándole unterror descomunal; temor a que el hechizo se rompiera y élcayera al vacío; terror ante la intensidad de sus propiossentimientos. Era la primera vez que una mujer lodespojaba de su seguridad, de su entereza y de su dominio. Pero en los pocos momentos en los que eso ocurrió, Larahabía tomado las riendas guiándolo a la seguridad de susbesos. Haber hecho el amor con ella había sido elmomento más hermoso e increíble de su vida; un éxtasistan poderoso que lo colmó, distorsionando sus sentidos. Una explosión que hizo añicos su rigidez, su capacidadanalítica y toda la culpa y los sentimientos encontradosdesaparecieron con su magia. Se sintió pleno, extasiado yesa sensación todavía perduraba en él.

Page 274: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Dejó la cama procurando sorprenderla nuevamente. Fuehasta la cocina y buscó lo necesario para preparar un buendesayuno para ambos. Agradeció el hecho que fuera sábadoy sin siquiera consultárselo a Lara, decidió que pasaría eldía entero allí, amándose, y disfrutando el uno del otro. Tenían mucho que conversar, demasiado por compartir. Colocó todo sobre una gran bandeja y regresó al cuartodonde ella dormía. La encontró todavía dormida y desparramada por la cama. Volvió a contemplarla. En ese momento millones deimágenes y situaciones ocuparon su mente. La imagen desu hermano menor se hizo fuerte confundiéndolo yllenándolo de culpa. Desde el día que descubrió susverdaderos sentimientos por Lara esa imagen lo habíaperseguido, asfixiándolo y acosándolo. Pero ahora que lahabía sentido en sus brazos y que le había hecho el amor,ese sentimiento se volvió poderosamente fuerte. Su amorpor ella era grande y arrollador y lucharía contra todo ycontra todos, incluyendo a su hermano Juan Martín. Con delicadeza le corrió el cabello, dándole luego un besoen la mejilla. Ella ronroneó y se acomodó mejor en la grancama. Él sonrió tentado, con suavidad corrió la sábana quecubría la espalda desnuda y delicadamente recorrió sucolumna con un dedo. La contempló contorsionarse y unasonrisa tímida brotó en sus labios. Andrés entoncesmurmuró su nombre con dulzura. Finalmente ella abrió los

Page 275: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

ojos y sonrió. Todavía algo dormida estiró sus brazos hastaalcanzar su cuello y lo atrajo contra ella con picardía. El desayuno se había enfriado, pero a ninguno pareciómolestarle. No se movieron de la cama y allí conversaron,se amaron y se rieron. No deseaban alejarse de esascuatro paredes donde el tiempo parecía haberse detenido yno existían ni culpas, ni empresas por salvar, ni recuerdosescabrosos. Solo ellos dos y el amor y la atracción que losunía. Desde la puerta de entrada escucharon un ruido. Alguienintentaba ingresar al departamento. Con fastidio, Andrésfrunció el ceño y luego de besar a Lara le dijo que yavolvía. - No se te ocurra moverte de ahí, - le dijo con tono burlón.– Mucho menos vestirte… que aún no hemos terminado.Dejó su habitación maldiciendo a su hermano. Habíadejado la llave puesta; esa era la señal; siempre había sidola señal. La había dejado intencionalmente pues podíaapostar que Facundo pasaría por allí; para preguntarle, paraacosarlo con sus preguntas y sus planteos morales. Cuandoescuchó el timbre maldijo por lo bajo y se enfureció. Abrió la puerta sin siquiera fijarse de quien podía tratarse. - Estaba la llave puesta, - dijo sin molestarse en ocultar suira.Apenas abrió la puerta lo suficiente para enfrentar a su

Page 276: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

hermano, cerrándole el paso con su propio cuerpo. Facundo lo observaba con seriedad. Lo miró de arribaabajo sin disimulo. Menos mal que se puso calzoncillos,pensó de lo contrario hubiese sido bastante embarazoso.- Pensé que necesitarías hablar, - fue lo primero que se leocurrió decir. – Pero veo que vas bastante más adelantadode lo que creía.- La llave estaba puesta, - insistió Andrés con tono seco yfiloso.- ¿Pasa algo? – preguntó Lara con impaciencia. La voz llegaba del otro lado del pasillo y obligó a Andrés avoltear rogando que ella no apareciera. La sonrisa que irrumpió en sus labios, llenó de luz el rostrode Andrés. Volvió a mirar a su hermano y luego dededicarle una mueca pícara y traviesa, le cerró la puerta enla cara. Facundo permaneció unos segundos parado en medio delpalier. Las risas amortiguadas le llegaron desde el otro ladode la puerta, junto con ciertas palabras de Andrés que noalcanzó oír con claridad. Se mordió el labio procurandocontener la sonrisa aún cuando nadie sería testigo de sureacción. Se sentía dividido. Le aterraba pensar en lo quepodía suceder cuando todos se enterase de lossentimientos de Andrés, pero por otro lado, en esemomento una ráfaga de envidia le cruzó el cuerpo al pensar

Page 277: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

en lo feliz que su gemelo se veía. El primer mes que pasaron juntos fue como en un idiliopermanente para ambos. Durmieron dos noches en casa deLara y las otras dos en el departamento de Andrés yviceversa. No deseaban separarse. Durante el día hablabanincontables veces por teléfono, excitándose, seduciéndosepara amarse con premura y desesperación cuando volvían aencontrarse. Juan Martín era un fantasma que necesitaban erradicar desus mentes; era imperioso que lo sacaran del medio, y sibien hablaron más de una vez del tema ninguno sabía biencómo manejarlo. Ambos entendían que debían hablar conél, pero todavía no juntaban el valor para hacerlo. El asuntolos incomodaba y sin siquiera desearlo, poco a poco,fueron evitando mencionar el asunto hasta que comenzarona actuar como si no existiese.Por todo lo que estaba viviendo, a Andrés le costabaconcentrarse en el trabajo. Se dejó caer en el respaldo desu cómodo sillón y giró enfrentando el ventanal ubicando asus espaldas. Era un día claro y a cierta distancia podíaapreciarse el Río de la Plata. Pensó que sería una tardeincreíble para navegar; sonrió al pensar en lo maravillosoque sería hacer el amor con ella sobre la cubierta de unbarco. Le costó descartar la idea y estuvo a punto de llamara un amigo para pedirle prestado su barco para esa misma

Page 278: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

tarde. Le demandaba un gran esfuerzo no rememorar una yotra vez el hermoso rostro de Lara, ese cuerpo elástico, losbesos cálidos, la mirada serena y ansiosa. Se obligó apensar en ella vestida o de lo contrario, su día estaríacomplemente perdido y no tendría nada de productivo.Él no se había equivocado, era la mujer con quien deseabapasar el resto de su vida. Se sentía completamenteenamorado y si antes de Lara había creído estarlo, en esemomento supo que no había sido así. Suspiró y se lamentóde que todavía faltara mediodía para reencontrarse con ella.Tampoco podía llamarla, pues sabía que estaba conreuniones y no deseaba molestarla. Andrés era muy consciente de que el temor a perder Lara´sera lo que más la perturbaba. Muchas veces fue testigo decómo caía en prolongados pozos de silencio, volviéndosesu mirada lejana y cargada de tristeza. En varias ocasiones intentó convencerla de aceptar su dinero, pero ella senegaba rotunda y tercamente. Había hecho y dicho todopara que Lara comprendiese que no había muchas opcionespara salvar la empresa si no aceptaba el dinero que él leestaba ofreciendo. Ella había rechazado cada argumentocon tozuda e inconsciente determinación, pero así y todoAndrés no estaba dispuesto a ver cómo ella dejaba que subarco se hundiera sin siquiera dar pelea.Un pensamiento llevó a otro y así volvió a caer en una ideaque desde hacía ya varios días estaba dando vueltas por su

Page 279: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

mente. Creía tener la solución, solo debía ponerlo enmarcha; el problema era que Lara no debía enterarse de suintervención y para eso, debía ser extremadamentecuidadoso. Del cajón superior de su escritorio, tomó lacarpeta que Lara le había dado sobre la empresa. La abrió ycontempló el membrete del estudio de abogados de Lara. Lo que estaba por hacer la salvaría, de eso estaba seguro,pero no estaba seguro que ella comprendiese porqué lohabía hecho a sus espaldas. Se rascó pensativamente labarbilla y tomó la decisión. Aquí vamos, se alentó y tomó el auricular de su teléfono. Con firmeza marcó el número del Estudio de AbogadosEstrada. Una secretaria lo atendió muy amablemente y sinmuchos preámbulos Andrés pidió directamente con el Dr.Carlos Estrada. Como era de esperar, la eficienteempleada le informó que estaba en una reunión y que de noser cliente, debía primero concertar una entrevista. - Dígale al Dr. Carlos Estrada que tengo que hablar con élsobre la situación de uno de sus clientes, - le dijo Andréscon seriedad. – Dígale que la cliente en cuestión es LaraGalantes y que le va a interesar mucho la propuesta quedeseo acercarle.- Perfecto Sr…- Andrés Puentes Jaume, - repuso él con impaciencia. – Levoy a pedir que también le diga que no hable con Lara antesde hablar conmigo… de eso depende la importancia de mi

Page 280: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

propuesta.- Perfecto Sr. Puentes Jaume, - repuso la chica con elmismo tono monocorde. - Déjeme un teléfono por favor.Andrés se lo dio y cortó la comunicación. Ya estaba hechoy se deseó suerte. Si todo salía como él lo habíaprogramado, Lara terminaría de pagar la empresa sinsiquiera enterarse que él había metido su mano en elasunto. Carlos Estrada respondió el llamado tres horas más tarde. Lo primero que le dijo a Andrés cuando Beatriz locomunicó, fue que la situación le resultaba de lo másirregular, pero tenía que admitir que estaba intrigado. Andrés sabía que así sería y sin dar demasiadasexplicaciones le pidió una cita al abogado adelantándoleque tenía la solución al problema de Lara. - ¿De qué problema estamos hablando? – preguntó concierta desconfianza.- Del que usted y yo sabemos, - respondió con autoridad. –Que en dos semanas se vence el plazo y Lara puede perdersu empresa.Hubo un largo silencio del otro lado de la línea. Y antesque el abogado pueda preguntar algo más, Andrés le explicóla relación que tenía con Lara. - Ella no está al tanto de este llamado, - confesó muy apesar suyo. – Lo cierto es que no quiere saber nada de que

Page 281: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

interceda…- No le parece que debería respetar esa decisión, - dijo elabogado con cautela.- No, esta vez no… ella no tiene ni idea de lo terrible quepuede ser perder algo que tanto le costó, - dijo condeterminación. – Usted y yo sabemos que esta empresarepresenta mucho más que un medio de vida para ella,doctor, sabe del amor que tiene por esa empresa y todo loque significa para ella. De ninguna manera voy a permitirque una sanguijuela que solo quiere dinero la destruya.Otra vez el silencio por parte de Estrada. Andrés empezabaa impacientarse con los pozos pensativos del abogado, perotenía que respetar sus tiempos si deseaba hacerlo cómplicede su jugada. Porque de cerrar el trato, el abogado sería suprincipal cómplice en el asunto.- ¿Cuál es su idea?- Quiero comprar el 60% que ese tal sobrino de Le Bleauxquiere que Lara le compre, - respondió con la mismadeterminación con la que había dicho todo lo demás. –Conozco el monto, de hecho tengo frente a mí la carpetaque usted le entregó a Lara. - Es mucho dinero…- Si, es mucho dinero, pero ella me lo va a devolver talcomo pensaba pagarle a Le Bleaux, - siguió diciendoAndrés. – No es tan complicado…, le compro la parte a ese

Page 282: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

sobrino y ella me va devolviendo el dinero.- No era que Lara no lo deseaba inmiscuido en el asunto, -se atrevió a decir Estrada con cierto sarcasmo. - ¿Cómopiensa evitar que se entere?- Con un apoderado…, - repuso Andrés rápidamente. – Minombre no va a figurar en ningún lado… es más le puedoaplicar intereses, solo para no generar sospechas… nadiehace beneficencia después de todo.Otra vez el silencio y esta vez se alargó más de la cuenta. Andrés se frotó la sien obligándose a tener paciencia. Elhombre tenía que tomar una decisión; si accedía a lo que élle estaba ofreciendo tendría solucionado un problema quehasta unos segundos atrás le había parecido insalvable, peroestaría faltando a la confianza de su clienta si se enterabade lo que había pautado a sus espaldas.- Pongámoslo en otros términos, - le dijo Andrés una vezque se hartó de esperar que el abogado se resolviera. –Póngame en contacto con los abogados de este supuestosobrino que yo me encargo de los por menores… de esamanera usted no tiene porque enterarse quien compra el60% de Lara´s.- Déjemelo pensar, - le dijo al cabo de varios segundos. –Hagamos una cosa. – Hizo una pausa y agregó, - si leparece lo espero mañana en mi despacho… Le viene bien alas 10 de la mañana.

Page 283: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Andrés consultó su agenda y aceptó la cita. - Allí estaré a las 10, - le dijo ya más satisfecho. – Perodoctor ni una palabra a Lara por favor.- Le doy mi palabra.Esa misma tarde, cuando ya no quedaban reuniones poratender, Andrés marcó el interno del despacho de susocio. Entre tantos viajes, tantas obligaciones y sureciente relación con Lara, prácticamente no había podidohablar con su amigo y así como para Andrés la opinión deFacundo era importante, también lo era la de Juan Carlos. Juan Carlos Figueroa Altos, era colombiano. Se habíanconocido durante los años que ambos cursaron sus estudiosen la prestigiosa universidad de Harvard. Desde un primermomento, el hecho de ser los únicos dos alumnos de hablahispana, los había acercado y con los años esa amistad sefue convirtiendo en una suerte de hermandad. A diferenciade Andrés, Juan Carlos era mucho más relajado ydesestructurado. Si bien ambos buscaban el mismo éxito yel mismo posicionamiento económico, Figueroa Altos setomaba las cosas con más calma y naturalidad y era fieladepto al bajo perfil. Juan Carlos golpeó el marco de la puerta de Andrés y sinesperar respuesta ingresó. Se dejó caer en el sillón queenfrentaba el escritorio de su amigo y extendió sus brazoshacia delante estirándose.

Page 284: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿Vamos a tomar algo por ahí? – le preguntó Andrés.- Me encantaría, - le dijo Juan Carlos relajadamente. Miróa su amigo con picardía. – A mi me parece que me estasdejando fuera de muchas cosas últimamente…Andrés asintió con una sonrisa. Se puso de pie y luego detomar su saco le dijo que con un trago de por medio lecontaría todo lo que estaba sucediéndole por esos días.Juan Carlos fue quien propuso alejarse un poco de la zonade Madero. Paró un taxi y luego que ambos subieron, leindicó que lo llevara hasta Córdoba y Reconquista. Andrésno puso objeciones y se dejó llevar por los deseos de suamigo. Una vez en la calle Reconquista eligieron uno delos tantos pubs que se apreciaban a lo largo de la calle. Seubicaron en la barra y rápidamente pidieron sus respectivascervezas. Con las dos pintas frente a ellos, Juan Carlos loenfrentó expectante.- Bueno, aquí estamos, - le dijo con impaciencia. – Yatenemos las cervezas y estamos lejos de la posibilidad deque alguien aparezca para interrumpirnos… quiero saberlotodo ya.Juan Carlos lo escuchó hablar maravillado. Él más quenadie había sido testigo de cómo había empezado larelación con Sabrina La Barca y cómo su amigo se habíaentusiasmado con su belleza y el mundo que ella leofrecía. También lo había visto dejarse envolver en una

Page 285: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

suerte de enamoramiento con la hermosa modelo, peronunca lo había visto como lo veía en ese momento. Elcambio era tan asombroso que por un momento JuanCarlos envidió todo lo que Andrés estaba experimentando. Cada vez que mencionaba el nombre de Lara, la sonrisa quebrotaba de sus ojos le iluminaba el rostro de tal manera queirradiaba una felicidad descomunal. - ¿Por qué nunca me hablaste de ella? – le preguntó JuanCarlos y no había en su voz ningún tipo de reproche. Noestaba ofendido y eso lo dejó claro, simplemente estabasorprendido.- Supongo que durante mucho tiempo me avergonzaba loque sentía por ella, - respondió y bajó la vista con ciertaincomodidad. – Lara fue durante mucho tiempo la novia demi hermano menor…Los ojos de Juan Carlos se abrieron completamente encuanto escuchó estas últimas palabras. Antes que pudierahacer alguna pregunta, Andrés pasó a contarle cómo sehabía enamorado de ella y como había debido luchar contrasus propios celos por Juan Martín. - Mirá que si hay algo que podes encontrar en Buenos Airesson mujeres, - dijo el colombiano con sinceridad. – Habíanecesidad… – Juan Carlos advirtió que a su amigo elcomentario no le había gustado, pero no le importó. -¿Hablaste con Juan Martín? – preguntó entonces concautela.

Page 286: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Eso es lo que me pregunta Facu cada vez que nosvemos…- ¿Y?, a mi me parece fundamental que aclares las cosascon tu hermano, - se atrevió a decir aún sabiendo queAndrés no deseaba escucharlo. – Antes que…- …que se entere por otra persona… – dijo terminando lafrase de Juan Carlos. – Eso es justamente lo que Facu merepite una y otra vez.Bebieron en silencio, cada uno inmerso en sus propiospensamientos. Pero había otra cosa que Andrés deseabahablar con Juan Carlos. Quería comentarle su idea parasalvar la empresa de Lara y que él le diera su consejoprofesional. Si bien Andrés estaba decidido a hacerlo, eramuy consciente que tal vez sus sentimientos los estuvieranempujando a cometer un grave error; necesitaba que JuanCarlos le diera su objetiva opinión.Le habló entonces de la empresa que Lara poseía y de Lara´s Restó, el restaurante que Juan Carlos ya conocía. Ofreciéndole solo los detalles que a él le importaban,mencionó al heredero que había aparecido y laspretensiones de ese supuesto sobrino. Juan Carlos loescuchaba con atención sin comprender muy bien a dondedeseaba llegar con todo ese relato. No era mucho lo queestaba entendiendo, pues, si bien el relato de Andrés eraordenado, le estaba mencionando gente que no tenía idea dequienes eran o cómo influirían en él.

Page 287: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Dejate de dar vueltas con tanto detalle…, - protestó JuanCarlos con impaciencia. - ¿Qué pasa con esa empresa?Andrés respiró hondo y fue directo al grano. Le habló del60% de la empresa que Lara debía comprar para noperderla y en su idea de ayudarla. Por lo bajo mencionóque ella no deseaba que él se inmiscuyera en su problema,pero no le llevaría el apunte.A mí se me ocurrió, invertir en la empresa, - dijo ahora másanimado. – Pero no puedo hacerlo abiertamente. – Hizouna pausa y estudió el serio rostro de su amigo. – Se meocurrió entonces hablar con James para que se ocupe de laoperación. Lara conoce tu nombre, sabe que sos mi amigoy socio; así que estás descartado. En cambio, nuncaescuchó hablar de James. Juan Carlos clavó su mirada en su amigo sorprendido por elrumbo que la conversación había tomado. Andrés hizo unapausa y aguardó a que Juan Carlos asimilara sus palabras. Le sonrió con picardía y asintió dándole énfasis a supropuesta. - No es complicado, - insistió. – James simplementeaparece como el operador… el inversor… yo me encargode todo lo demás. - Esa parte ya la entendí, - dijo Juan Carlos conexasperación. - ¿Pero estas seguro de lo que vas a hacer?- Es la única manera.

Page 288: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Bebieron unos segundos en silencio. Andrés intranquilopor la reacción de Juan Carlos, Juan Carlosconvenciéndose de que debía decir lo que estaba pensando.- Sé que no vas a querer escuchar lo que te voy a decir, -dijo con cautela.- No lo digas entonces.- Esta relación puede durar como no, - empezó diciendocon seriedad y autoridad. – Recién está empezando y esmucho dinero Andy.- Lo voy a hacer, - respondió tozudamente. – Solo quierosaber si cuento con vos.

Page 289: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 20A la mañana siguiente, una vez que Lara dejó sudepartamento rumbo a su empresa, Andrés tomó un taxihacia la dirección donde se encontraba el estudio de CarlosEstrada. Después de hablar con Juan Carlos, se habíaconvencido de que era lo único que podía hacerse y másallá de los reparos de su amigo, él estaba convencido de loque estaba por hacer. Llegó con diez minutos de antelación. Descendió del taxiy contempló el exquisito edificio de principio de siglopasado donde se encontraban las oficinas de Estrada. Siempre le habían gustado los edificios de esascaracterísticas. Con un gestó mecánico, se acomodó lacorbata y el saco e ingresó.Las oficinas estaban ubicadas en el segundo nivel.Ocupaban todo el amplio piso y estaba repartida pordistintos ambientes que representaban distintasespecialidades. Una abogada pasó por la recepción y miróa Andrés sugestivamente. Él le devolvió la sonrisa y seacercó a la recepcionista. - Buenos días, tengo una reunión con el Dr. Carlos Estrada,- dijo.- Sr. Puentes Jaume, ¿verdad? – dijo la muchacha apenasmirándolo. - ¿Es Licenciado o Dr.?- Doctor…

Page 290: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

La muchacha le pidió que aguardara un segundo. Se pusode pie y tomó el corredor de la derecha. Menos de cincominutos tardó en aparecer nuevamente para indicarle que losiguiera. Lo condujo hasta el final de un largo pasillo quedesembocaba en una puerta de dos hojas de madera maciza. En la sala de reuniones lo aguardaban dos hombres. Uno deellos, de unos 60 años de edad y aspecto distinguido yconservador, se presentó como Carlos Estrada. Andréssonrió levemente y apretó su mano con decisión. Sevolvió al otro hombre, algo menor que el abogado. Teníacabello grisáceo y rostro bronceado. Su aspecto en generalera tan distinguido como el del abogado, pero sus ropaseran mucho más elegantes y caras. - Contador Ricardo Zubiría, supongo, - dijo Andrésestrechando la mano del hombre.- Encantado Dr. Puentes Jaume, - dijo con voz ronca ypotente.Los tres tomaron asiento en la mesa de reuniones, dondealguna asistente ya había preparado una bandeja con mazassecas, un termo con café, otro con agua para té y una jarracon jugo de naranja. Estrada se encargó de ofrecerle algopara beber. Andrés optó por café. Eran tres hombres con agendas muy ajustadas, de modo queninguno deseaba perder más tiempo que el necesario paracomenzar con el tema que los había reunido. Desde un

Page 291: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

primer momento, tanto Estrada como Zubiría se mostraronreacios con la propuesta de Andrés. Ambos entendían queestaban faltando a la confianza de su cliente al ocultarle elmodo en que la solución del problema se habíapresentando. Andrés los escuchó con atención y sininterrumpirlos tomó nota mental de las objeciones queambos le presentaban. Cuando fue el turno de Andrés de presentar sus argumentosse tomó unos segundos antes de comenzar con suexposición. Se puso de pie y deambuló por la salapensativamente. Necesitaba sentirse dueño de la situación,sentir que dominaba el entorno. Se detuvo detrás de lasilla en la que se había sentado y apoyando sus manos en elrespaldo los enfrentó. Empezó diciendo que comprendíamuy bien sus reparos y en algún punto estaba de acuerdocon ellos. Hizo una pausa y vio que los dos hombresintercambiaban miradas. Tomó la palabra nuevamente y lesofreció un preciso detalle de la situación real de Lara. - Parece que hizo sus deberes, - dijo Zubiría con seriedad.- Como ustedes bien saben es mucho dinero del quehablamos, - repuso Andrés con voz suave pero segura. – Nohay muchas formas de rescatar el 60% de Lara´s de lasmanos de ese cretino.Hizo una nueva pausa y se sentó nuevamente en su asiento. Tomó la carpeta que había llevado consigo y la abrió. Lesextendió dos juegos de tres hojas impresas con el

Page 292: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

membrete de su estudio y la firma de James Suburn al pie. Dejó que ambos le dieran un vistazo y pasó a explicarlesque la forma más segura era realizar la operación a travésde su socio. - Se está olvidando de un detalle jovencito, - dijo Estrada- No me diga jovencito doctor Estrada, - lo interrumpióAndrés con una frialdad que se había cuidado de no mostrarhasta ese momento. El abogado lo miró con cierto desafío.– Soy muy bueno en lo mío y no lo digo por falta demodestia. Ustedes dos pueden tener las mejoresintensiones, pero es en mi campo donde ahora se desarrollael juego.Zubiría captó la tensión que de la nada había surgido entorno a la mesa y se hizo cargo de disiparla.- Lo que el doctor Estrada intentó decirle es que paracualquier operación necesitamos la aprobación de Lara.- No necesariamente, - repuso Andrés ahora más sereno. –Ella no tiene nada que ver con ese 60%. No es de ellaaunque a todos nos pese. Justamente esta reunión es paraque termine siendo de Lara.- ¿Entonces?Andrés supo que se había adueñado por completo de lareunión. Sonrió maliciosamente y se irguió en su asiento. - En exactos catorce días vence ese bendito plazo, -sentenció ahora con tranquilidad, - James va a ponerse en

Page 293: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

contacto con ese cretino para ofrecerle un trato. Esevidente que este tipo lo único que desea es dinero,contante y sonante, y no le importa de donde venga. Entonces, le ofreceremos lo que él quiere. – Hizo unapausa y los observó estudiando el impacto de sus palabras. No vio nada y eso lo fastidió. – Una vez cerrada esaoperación, les haré llegar el acuerdo para que Lara firme.- ¿Y eso?- Nada… en ese acuerdo estarán las cláusulas donde quedereglamentado el modo en que Lara puede ir devolviendo eldinero, - terminó diciendo.- Seguramente allí estará incluido ese 10%, porque nadiehace beneficencia, ¿verdad doctor? - dijo Estrada con ciertaironía.- Mire doctor Estrada, a mi me importa una mierda lo queusted piense de mi, - sentenció Andrés con heladadeterminación y aire soberbio. – Lo único queverdaderamente me interesa es que ella no pierda suempresa.- El fin justifica los medios supongo…- ¿Qué medios?, no hay nada ilegal en esto, - se defendióAndrés con soltura. Se puso de pie dando por terminada lareunión. – O ustedes piensan que ese cretino no la iba avender al mejor postor… – siguió diciendo y una de suscejas se elevó con arrogancia. – Hubiese sido una

Page 294: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

ingenuidad creer eso.- ¿Por qué nos convocó? – preguntó entonces Zubiría. –Podría haberse puesto en contacto directamente con París.- Eso no hubiese estado bien, - respondió Andrés mientrasjuntaba su carpeta y colocaba dos tarjetas frente al abogadoy el contador. – Lara los estima y yo los respeto por eso. Tienen un par de horas para decidir.- Nosotros no tenemos nada que decidir, - repuso Estradaponiéndose de pie. – Usted ya tomó la decisión, solodebemos esperar que nos haga llegar el acuerdo de pago.Andrés asintió y les dedicó una sonrisa triunfante. Estirósu mano para despedirse de Estrada y Zubiría. Laoperación estaba cerrada. Estarían en contacto. Era pasado el mediodía cuando Juan Martín bajó del taxifrente a la entrada del edificio donde Andrés tenía suestudio. Había tenido una mañana terrible y se sentíaenojado con la vida por lo injusta que era con él. Esamisma mañana había acompañado a Valeria a la clínicadonde pensaban tener el bebe. Allí la habían sometido auna interminable seguidilla de estudios y luego de más decuatro horas de controles, los médicos le indicaron reposoabsoluto; no solo la vida del niño estaba en peligro, tambiénempezaba a verse amenazada la vida de la madre. Prohibido quedó el viaje de regreso a Neuquén y era

Page 295: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

obligatorio que Valeria se presentarse una vez por semanapara nuevos controles al bebe y a ella.No es justo que me este pasando esto, pensó con amarguray toda su bronca fue direccionada hacia su hermanomayor. Luego de haber descubierto lo que sucedía entreAndrés y Lara, cada uno de sus tropiezos o frustraciones selos adjudicaba a ellos dos, por el simple hecho de habervisto la felicidad reflejada en el rostro de Andrés cuando lovio con Lara. Ella siempre había sido suya; representaba laalegría que le brindaba el recuerdo de los años que habíanpasado juntos y Andrés se los había arrebatado.Había estado muchas veces en las oficinas que Andrés yJuan Carlos tenían en Puerto Madero, pero en ningunaocasión se había presentando con las intensiones de esedía. En algún punto deseaba que Andrés cargara con partede su angustia y tal vez así, lograr empañar su presentejunto a Lara, con quien él solo había tenido sueños truncos.A través de las paredes de vidrio que separaban el estudiodel palier, Beatriz lo vio descender de los ascensores. Loconocía desde hacía muchos años y hacía un largo tiempoque no lo veía. La mujer dejó su escritorio y fue a suencuentro. Se saludaron con un fuerte abrazo yrápidamente Juan Martín le dio una breve reseña del estadode Melisa y Valeria.- ¿Mi hermano esta?

Page 296: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Está en una reunión fuera de la oficina, - respondió lamujer. Consultó su reloj con ceño fruncido.- Debe estarpor llegar, hace más de tres horas que me llamó y tiene quevenir a firmar un par de documentos.- ¿Molesto si lo espero en su oficina?- Para nada, - dijo la mujer con seguridad. Lo condujohasta el amplio despacho de Andrés. – ¿Querés algo paratomar?- Café doble, ¿puede ser?Juan Martín contempló la vista mientras aguardaba queBeatriz le trajera el café; no se comparaba con las vistas delParaíso pero no era fea. Afortunadamente Beatriz tardóapenas unos minutos en volver a aparecer. Ubicó la bandejasobre el escritorio y se excusó con Juan Martín.- Tengo que hacer un par de llamados antes que Andrésregrese, - dijo justificándose.- Tranquila, - respondió él con su mejor sonrisa. – Voy allamar a Andrés desde acá.- Presiona el botón de arriba de todo para tomar línea.- Gracias.Una vez a solas le dio un sorbo al café y encendió uncigarrillo. Se sentó en el sillón del escritorio de suhermano y por un instante fantaseó con la idea de sentirsepoderoso. Con algo de desprecio recorrió el grandespacho con la mirada; todo cuanto veía denotaba éxito.

Page 297: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Allí estaban sus diplomas de Harvard, su maestría y sudoctorado. Las portadas de las distintas revistas dondehabía aparecido al recibir distinciones como joven promesaen materia económica o como uno de los destacadosjóvenes emprendedores. Se indignó frente a tantaopulencia de triunfos y conquistas. ¿Por qué siempreconsigue todo lo que quiere?, se preguntó cargando con elpeso de sus frustraciones. Con curiosidad miró loscajones del escritorio de su hermano. Abrió los dosprimeros, pero solo vio pilas de carpetas en uno y objetospersonales en otro. Abrió el ancho cajón central delescritorio y una carpeta captó en particular toda suatención. Era una carpeta de cartulina azul con el nombredel estudio y el nombre de su hermano en letras plateadas. En el centro alguien había colocado un rótulo que en letrasnegras y grandes decía Lara´s.- ¿Qué tenemos acá?, - pensó en voz alta.Le dio una rápida mirada a la puerta que permanecíacerrada. A través de las persianas americanas que cubríanlos paneles de vidrio del despacho, vio a Beatriz quehablaba por teléfono. Bajó la vista y tomó la carpeta. Rápidamente le dio una ojeada a los distintos informes. Frunció el ceño al enterarse que Lara había estado a puntode perder su empresa. Siguió leyendo, ahora con mayoratención. Entre los papeles encontró varias copias dedistintos correos electrónicos que su hermano había

Page 298: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

intercambiado con un tal Estrada, aparentemente elabogado de Lara. Si bien no comprendía los tecnicismosde la operación que estaba arreglándose entre el abogado yAndrés, algo si era claro; todo lo que había en esa carpetaera extremadamente confidencial. Una maliciosa sonrisase dibujó en los labios de Juan Martín que creyó entenderde qué se trataba todo ese secreto. Parece que estáshaciendo de las tuyas Andresito, pensó, me gustaría saberqué sabe Lara de todo esto. Que tipo hijo de puta, siguiópensando seguro de que lo único que su hermano deseabaera apoderarse de la empresa de Lara.Cerró la carpeta con mayor indignación y la regresó alcajón donde la había encontrado. Ya vería , llegado elmomento, cómo y cuándo usaría esa información. Se dejócaer en el respaldo del asiento y le dio un largo trago a sucafé. Ahora se sentía con más poder que antes sobre suhermano y se indignó más todavía. La sensación lo devastóy no supo bien qué era lo que hacía allí, cuando lo únicoque estaba consiguiendo era angustiarse más todavía.Tal como Beatriz le había indicado apretó el botón paratomar línea y rápidamente marcó en número de suhermano. Andrés acababa de subir a un taxi cuando su celular vibró enel bolsillo interno de su saco. Con desgano miró de quiense trataba y al ver que era de su oficina atendió. Fue unaverdadera sorpresa escuchar la voz de Juan Martín del otro

Page 299: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

lado de la línea; se tensó. Ante el silencio del Andrés,Juan Martín pasó a contarle que se encontraba en BuenosAires por la salud de Valeria. Necesitaba distraerse y habíapensado que tal vez podrían almorzar juntos.- ¿Hoy?- Si no podes lo dejamos para otro día.- Mejor, tengo que pasar por la oficina y más tarde tengouna reunión, - agregó. Andrés se pasó una mano por lafrente y se apretó el puente de la nariz procurando que elinsipiente dolor de cabeza no aumentara. – Si querés nosjuntamos más tarde y charlamos.- Si, charlamos, pensó Juan Martín y no se sintió de ánimospara escuchar una confesión por parte de su hermano.- No, dejá – le dijo simplemente. – Voy a almorzar a Lara´sRestó. Tal vez encuentre a Lara… Chau Andrés…hablamos.Las palabras de Juan Martín lo golpearon como si lehubiese propinado un puñetazo en la boca del estómago. No supo como responder, simplemente cerró su celularsintiendo los celos que lo carcomían. Mierda, se dijo conlos dientes apretados, mierda y mil veces mierda. Trató derecordar donde ese encontraba Lara ese mediodía, pero detan ofuscado que estaba no logró enfocar su mente. Tomónuevamente el celular y la llamó. Atendió al segundollamado.

Page 300: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Hola mi amor, - le dijo y el entusiasmo de su voz aplacósu irritación. - ¿Almorzamos juntos?- Que lindo, si – exclamó ella con entusiasmo. – Estoy enBelgrano, ¿dónde nos encontramos?Al cerrar el celular, Andrés sonrió y resopló por lo bajo. Se inclinó hacia delante y le dijo al taxista la nuevadirección a donde se dirigía. Luego se dejó caer contra elrespaldo del asiento y se permitió pensar en su hermanomenor. La sola idea de que Juan Martín se acercara a Larale nublaba el entendimiento y despertaba lo peor de él. Por un instante se dijo que tal vez hubiese sido una buenaidea almorzar con Juan Martín para tratar de sondearlo yhasta intentar plantearle sus sentimientos por Lara. Pero laoportunidad había pasado y él había reaccionado tarde. Sepreguntó entonces, si tendría otra chance de poder hablar asolas con él.

Page 301: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 21Después de mucho tiempo Lara finalmente se sentía en pazconsigo misma. La aparición de Andrés en su vida todo lohabía cambiado. Después de años de luchar contra supropia soledad y los miedos que esta despertaba; luego deconvencerse de que solo en su trabajo encontraría lasatisfacción que tanto necesitaba, Andrés le había enseñadoque podía ser posible ser feliz. Su trabajo la seguíagratificando, pero lo que más la entusiasmaba era terminarel día junto a él, ya sea en su departamento o en el de ella,pero juntos. Era una necesidad tan grande la de estar con él,que por momentos se sentía ridícula. ¿No estaba grandepara sentir ese calor interno cuando pensaba en él? ¿Cómohabía logrado él que ella se olvidara del mundo cuandoestaba en sus brazos? ¿Cuándo una boca la habíarevolucionado tanto? ¿Desde cuándo ella se había vueltotan sexo dependiente? Todas eran preguntas que seagolpaban en su mente y cuando eso sucedía podía jurar quese ruborizaba. Le resultaba excesivo, pero no había formade contrarrestarlo o de, por lo menos, aplacarlo. Pero queremedio, nunca se sintió tan feliz y satisfecha en su vida.Lo único que opacaba toda su alegría, eran las noticias quellegaban desde Francia. Faltaban tan solo veinticuatro horaspara que se venciera el plazo y a esas alturas solo unmilagro podía salvarla. Durante el tiempo comprendido

Page 302: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

entre la primera notificación enviada desde Francia y lafecha de plazo, se habían presentado gran cantidad depropuestas, pero ninguna pareció satisfacer las demandasde ese supuesto sobrino; por lo menos Estrada no habíarecibido notificación de que ese hombre aceptara lo queLara le proponía. Solo restaba esperar a que ese malnacido terminara con esa tortura.Todos los días llegaba a su despacho a media mañana y sesumergía en los expedientes tal como lo había hecho en suscomienzos; era necesario que así fuera, pues habíadescuidado mucho la empresa por sus problemaspersonales. Nunca más, se dijo, esto es mío y me costómucho levantarlo. Entre la muerte de Francis, susproblemas de salud y el terror a perderlo todo, habían sidoprácticamente seis meses de descuido, seis meses decompleto abandono. Carlos Dumas se había ocupado, perotambién él se había visto desbordado y superado por loscambios. Dado que Dumas estaba haciéndose cargo delRestó, Lara redobló el esfuerzo. Por lo menos dos veces ala semana se reunía con sus colaboradores para ajustar loslineamientos de los servicios y volvió a empaparse deabsolutamente todos los temas que atañían a laorganización de Lara´s. Eran cerca de las dos de la tarde cuando al salir de una desus reuniones semanales, Lara se dejó caer en un sillóndispuesta a tomarse un breve descanso. Sobre su agenda

Page 303: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Mónica había dejado una nota donde le informaba queCarlos Estrada había llamado; tenía novedades de París yque necesitaba reunirse urgente con ella. Un nudo se alojóen la boca de su estómago y cerró los ojos tratando deasimilarlo. Era el fin lo intuía. Los problemas deben serenfrentados, se dijo. Tomó el teléfono y mecánicamentemarcó el número del estudio Estrada. Clarisa, la secretariala atendió y le mencionó que su jefe estaba aguardando elllamado. La comunicó inmediatamente. - Hola Carlos, - le dijo con voz cargada de tensión. – Acabode recibir tu mensaje.- Tengo noticias para darte Lara, - le dijo.Lara no notó ni desasosiego, ni algarabía en su vos y eso latensó más todavía. - Aparentemente un grupo inversor está interesado encomprar el 60% de la empresa, - empezó diciendo concautela. No tenía mucha idea de cómo explicárselo, perotenía que hacerlo. – No tienen interés en la empresa en si,simplemente están interesados a modo de inversión.- ¿Entonces Carlos?... No entiendo nada… ¿Qué quieredecir todo eso?- Quiere decir, que están dispuestos a firmar un contratocon vos para que les vayas devolviendo el dinero, - dijor áp i dam e n t e . – De ese modo no tienen capitalinmovilizado. Obviamente aplicaron un diez por ciento de

Page 304: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

interés.Le pesaba mentirle de ese modo, pero, aunque no estabadispuesto a reconocerlo abiertamente, sabía que PuentesJaume había estado en lo cierto, era la única manera. Lehabía dado una explicación básica de cómo debía plantearleel asunto para que ella entendiera. También le habíanremarcado que no era necesario que entrara entecnicismos, ella no los entendería. Le dijo todo lo queAndrés le había explicado; lo iba leyendo en el informe quele había proporcionado, junto al contrato que Lara debíafirmar para establecer el acuerdo de devolución delimporte invertido.Lara no cabía en su asombro y tardó en asimilar las palabrasdel abogado. Le hizo muchas preguntas hasta que no quedónada más por hacer que reír de felicidad por el afortunadodesenlace. Tendría por delante meses, quizás años de estareconómicamente ajustada y quizás apremiada, pero valía lapena si así seguía siendo la cabeza de Lara´s. Extasiada, se dejó caer contra el respaldo de su asiento yuna vez más dejó que la noticia calara hondo y relajara cadafibra de su cuerpo. Tuvo ganas de gritar de felicidad paraliberar la tensión que venía acumulando desde hacía meses. No podía creer que se había terminado, no podía creer quemás allá de la deuda que pendía sobre su cabeza, seguía alfrente de la empresa. Elevó la vista y los ojos se lellenaron de lágrimas al pensar en su gran amigo y mentor.

Page 305: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

La voy a cuidar Francis, balbuceó emocionada, quiero quesepas que por nada del mundo voy a abandonar estaempresa. Empujada por la felicidad, buscó su celular y llamó aAndrés para darle la noticia. Frunció el ceño cuandoescuchó la voz mecánica del contestador automático. Entonces se le ocurrió decirle que lo esperaba a cenar ensu departamento; tenían algo que festejar. Se acomodó unavez más en su asiento disfrutando la cuasi victoria. Pensóen el festejo que tenía pensado con él y sus propiospensamientos la hicieron sonreír con picardía. Recordó lanoche que habían vuelto a verse y la forma en que sin darsecuenta se había enamorando de él. Con una simple sonrisa,él podía hasta cambiarle el humor y cada vez que lo teníafrente a ella, solo pensaba en hacerle el amor. Sacudió sucabeza, buscando alejar a Andrés por unos momentos,porque debía continuar con su trabajo. Se puso nuevamentesus anteojos y tomó el primero de los expedientes que sehallaban apilados en el costado izquierdo de su escritorio.Pero le costó concentrarse.Andrés estaba impaciente. Había hablado con James Suburncuatro veces desde que había llegado a su despacho y talcomo su amigo le informara todo caminaba sobre ruedas. Se sentía satisfecho, pero al mismo tiempo estabaintranquilo. Para no ser molestado había dejado su celularen vibración. De tanto en tanto lo cotejaba aguardando

Page 306: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

algún llamado o mensaje de Lara; sin embargo, no lapensaba atender. No quería escuchar la noticia porteléfono, quería estar frente a ella cuando Lara le contase. Ansiaba ver su rostro iluminado por la felicidad; deseabaser testigo de su alegría y compartir su dicha. Sus pensamientos fueron quebrados por un suave golpe denudillos contra el marco de la puerta de su despacho. Giróa ver de quien se trataba y se sorprendió al ver a Facundocontemplándolo con una mezcla de seriedad y diversión enel rostro. - Si Mahoma no va a la montaña, - le dijo al ingresar aldespacho. – Hace días que te busco y no te puedoencontrar…- Eso sonó a versito… pero Beatriz no me dijo que habíasllamado.- Eso es porque no llamé… - repuso Facundo ubicándoseen el asiento que enfrentaba el escritorio de su hermano. –Desde que me cerraste la puerta en la cara, pasé tres vecespor tu departamento… pero no te encontré nunca…- Si no fueras mi hermano, tomaría eso como un reclamogay…- Pero como soy tu hermano, no me voy a preocupar portus posibles nuevas inclinaciones sexuales...Si Andrés se sentía impaciente y nervioso antes de la visitade su hermano, en ese momento empezaba a exasperarse,

Page 307: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

pero lo disimuló. Sabía muy bien cuál era la opinión de suhermano respecto de los cambios que se estabandesarrollando en su vida, y no tenía ni ganas ni pacienciapara soportar una vez más sus sermones. - Antes que preguntes… no hablé con Juan Martíntodavía…- Lo imaginé… caso contrario me hubiera enterado, -respondió Facundo acomodando su corbata condisplicencia. Elevó la vista hacia Andrés y le dedicó unasonrisa cómplice. - Se te ve realmente bien. Me alegro…no recuerdo haberte visto así en mucho tiempo…- Eso es porque me siento muy bien, - respondió Andréssintiendo como la resistencia cedía.Lo miró con mayor detenimiento al sentir el impulso decontarle todo. Facundo generalmente tenía ese efecto enél.- Porqué no me hablas y me contás cómo estás en lugar detratarme como a un traidor, - dijo Facundo con un tono tanfirme y determinante que Andrés lo estudió un momento. –Vamos hombre… se que deseas hacerlo y yo te quieroescuchar.- Estoy pensando en proponerle a Lara que vivamos juntos,- dijo abruptamente como si hiciera rato que pensara enhacerlo – Yo sé que es muy pronto… pero…- Pero, sabes que hay algo que tenés que hacer antes, - lo

Page 308: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

apuró Facundo. - Ves como sos Facu, - protestó y se puso de pie. – No teinteresa escucharme… solo te interesa hacerme hablar paraque te dé el pie para decirme una y otra vez lo que ya sé desobra… – Trató de contener su voz que empezaba a subir detono cargada de exasperación.Andrés clavó su mirada en la de Facundo, quien sesorprendió por no ver en ella ni una pizca de frialdad; todolo contrario. Los ojos de Andrés eran como dos bolas defuego, avivadas por un torrente de emociones que norecordaba haber visto nunca allí. Eso lo sacudió y tuvo queasumir que no estaba bien pensar que Andrés debía alejarsede Lara. Todo ese fuego, toda esa pasión que ella habíadespertado en él, no era nueva, sino que era algo queAndrés nunca antes había liberado. - Estoy loco por ella Facundo, - dijo y la voz le tembló alhacerlo. – No sé cuando voy a hablar con Juan Martín… nosé cómo le voy a explicar o cómo voy a lograr queentienda… - respiró hondo y bajó un momento la vistatratando de serenarse. - No sé como mierda voy a hacer…lo único que sé es que la amo con locura y no sabría quehacer sin ella…Los envolvió el silencio y mientras Andrés se serenaba,Facundo se sintió incómodo. Siempre lo había apoyado y,más allá de lo que él creía respecto de esa relación,tampoco lo dejaría solo esta vez.

Page 309: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Lorena me está taladrando la cabeza con que quiere quesalgamos los cuatro, - dijo Facundo directamente. – Diceque esta intrigadísima con Lara… y quiere conocerlamejor…- Porque no van a cenar al restaurante, - replicó Andrés confilosa distancia. – Así te ahorras la incomodidad delmomento.Facundo frunció el ceño y lo miró con fastidio. Esta vezfue Andrés el primero en desviar la vista. - Aflojá querés…Andrés asintió sin mirarlo. Su celular zumbó, captandotoda su atención. Frunció el ceño con ansiedad yautomáticamente el gesto se relajó al ver que se trataba deLara. Se mordió los labios para suprimir la sonrisa desatisfacción que empezaba a filtrarse en sus labios. Elevóla vista hacia Facundo.- ¿Buenas noticias? – preguntó Facundo asombrado por lagama de emociones que había visto relampaguear en elrostro de su hermano.- Te parece bien el viernes, - propuso sin responder lapregunta. Facundo asintió. – Tengo que preguntarle aLara… no sé si tendrá algo para el viernes… después teaviso donde nos juntamos. Lara llegó a su departamento cerca de las ocho de la noche

Page 310: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

luego de cotejar un coctel en el Palacio San Miguel. Tanpronto como le fue posible, se apuró a ducharse yarreglarse para él. Para cuando Andrés llegó, ella estabalista, tenía la mesa servida y la comida en el horno. Ingresaron al living y al ver la mesa dispuesta para cenar,Andrés no pudo ocultar su sorpresa.- ¿Qué es lo que estamos festejando?, – preguntó fingiendosorpresa.Sin mucho detalle, Lara pasó a contarle sobre laconversación mantenida con Estrada y como Dios la habíailuminado para no perder su empresa. Las palabras salíande su boca amontonándose por la emoción y la excitaciónque sentía, y solo bajó unos puntos al contarle sobre elcontrato que debía firmar y la deuda que pendía sobre laempresa. Andrés la observaba maravillado y satisfecho por haberlaalegrado y aliviado de ese modo. No se sentía Dios nimucho menos, pero fue muy gratificante sentir que graciasa él, ella recuperaba la alegría. Hizo un par de preguntassimulando interés y le respondió un par de dudas queapenas opacaron la felicidad de Lara. Se encargó detranquilizarla, de asegurarle que todo saldría bien.- Aunque no lo creas, es una operación bastante frecuente, -le dijo mientras le acariciaba una mano. – Por un lado estáel grupo inversor que tiene dinero y necesita ponerlo atrabajar y por el otro, alguien que necesita ese dinero. Al

Page 311: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

final del camino, todos ganan algo. El grupo inversoraumentó su capital, y vos, mi amor, vas a ser dueña absolutade tu empresa.La tomó de la barbilla y acercó su boca a la de ella. Casocerrado, pensó al sentir la suavidad de sus labios contra lossuyos. Había hecho lo correcto y se sintió feliz por ella. Durante toda la cena, no volvieron a hablar del tema. Seconcentraron en planes futuro, en posibles lugares quepodrían visitar juntos y se dejaron llevar. Mientras comíanel postre, Andrés pasó a contarle que estaba trabajandomucho para cerrar una operación con un grupo deinversionistas chilenos.- En dos semanas tengo que viajar a Santiago de Chile, –decía mientras su cuchara luchaba por dominar una frutilla.Levantó la vista y la miró con picardía. – No te gustaría quenos escapemos juntos. Una luna de miel anticipada…- No me vas a convencer con una luna de miel de tres días, -repuso ella con fingida desaprobación.- Sos una interesada… eso es lo que sos.- Terriblemente interesada.Lara se puso de pie y fue hacia él. Lo obligó a correrse. Divertido Andrés arrastró la silla hacia atrás y observó aLara que se sentaba a horcajadas sobre él. Lo besó conpasión y deseo, para luego separarse y quitarse el vestidoquedando completamente desnuda ante él. Andrés se

Page 312: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

entregó a la propuesta y mientras se deleitaba con elcuerpo de ella, Lara lo fue despojando de su camisa. Luego de hacer el amor, permanecieron abrazados ensilencio durante algunos minutos. Andrés aprovechó paracontarle de la visita de Facundo y de la cena que habíanacordado para el viernes de esa semana. A Lara lapropuesta la emocionó; era absurdo que una salida de esaíndole le resultase tan movilizante, tan trascendental, sinembargo, sería la primera vez desde que habían comenzadola relación, que se mostrarían juntos. Lo abrazó con fuerzay estiró su rostro para que sus labios alcanzaran los de él. - ¿Dónde preferís cenar con ellos? – le preguntó Andréssin dejar de acariciarla. - ¿Lara´s Restó?- No, - le dijo frunciendo la nariz. – Me la pasaría yendo yviniendo. Nos podemos juntar acá, si te parece. Yo meocupo de todo. - Perfecto.Unos minutos más tarde, Andrés se incorporó dispuesto adejar la cama. Sorprendida, Lara le preguntó a dónde iba. - Me tengo que ir, -le dijo con pesar. – Tengo un desayunoa primera hora y no pude pasar por casa a buscar ropa.Lara no se molestó en ocultar su contrariedad y le insistiópara que se quedara; pero esa noche él no podía hacerlo. Sin molestarse en ocultar el sinsabor que su partida leproducía, lo observó vestirse. Le encantaba mirarlo,

Page 313: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

apreciar ese cuerpo firme y delgado y pensar que eracompletamente suyo. Se sentó en la cama y envolvió suspiernas con sus brazos; apesadumbrada pensó que todavíano se había marchado y ya lo extrañaba en su cama.- Si querés podemos almorzar mañana, - le propusoconmovido por su reacción mientras terminaba deabrocharse la camisa. - No puedo, y no es lo mismo, - se quejó ella.Andrés sonrió entre emocionado y divertido; le gustaba queella lo reclamara; que siempre lo quisiera retener; quemanifestara sin reparos su malestar ante su partida. Seacercó a Lara y la atrajo contra él. Ella se acurrucó contrasu cuerpo.- No me gusta que te vayas, - le dijo al oído. – No me gustavolver sola a la cama. Quiero que estés en mi cama o yo enla tuya; siempre, - agregó aferrada a su cuerpo. El fastidiohabía desaparecido por completo para ser reemplazado poruna suerte de desazón, que lo derritió. - ¿Estoy pidiendodemasiado?Andrés se separó unos centímetros para observarla mejor. El efecto de esa pregunta había penetrado hondo, tanto, quelo emocionó hasta humedecerle los ojos. Lo cierto eraque también él estaba harto de sentirse un nómade. Dormirdos noches en el departamento de Lara y dos noches en elsuyo le resultaba una incomodidad; un ir y venir de bolsos y

Page 314: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

porta trajes que lo fastidiaba. En una ocasión se habíaolvidado los zapatos y en otra, por el apuro de llegar ahorario, escogió una corbata que no combinara con el trajeseleccionado. Esa noche la estaba dejando a la una y mediade la mañana porque no había tenido tiempo de preparar suropa: le resultó insoportable, cuando Lara le rogaba con lamirada que se quedara. Esa fue una gota que derramó elvaso. Ya no lo asustaba la magnitud de los sentimientos que Larale producía, ya no lo desconcertaba ni luchaba porcomprender cómo ella se había apoderado de su alma y desu corazón. La amaba de un modo tan completo que podíaprescindir de todo lo demás; ella era todo lo que élnecesitaba para estar en paz con él mismo y con el mundoque lo rodeaba. Su propia dependencia lo hizo sonreír,pero así era. La necesitaba desesperadamente a su lado,necesitaba hacerle el amor cada noche antes de dormir yque sea el rostro de Lara lo primero en ver al despertar. Quería pasar la vida encadenado a esa mujer que con solomirarlo lo llenaba de vida.- ¿Tu cama o la mía? – le preguntó ansioso. – Eso es lo quetendríamos que definir.Lara se encogió de hombros aclarándole que si él veníaincluido con el colchón, le daba exactamente igual. Andrésdejó escapar una carcajada desbordante de alegría que leiluminó el rostro.

Page 315: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Sin embargo, confieso que el tuyo es mucho más cómodoy grande, además de estar cerca de Lara´s Restó y de tuoficina, - dijo finalmente Lara con firmeza. – No tengoningún problema en manejar todas las mañanas hastaPalermo.- Es un hecho entonces, - replicó Andrés con ojoscentellantes. Ella asintió irradiando felicidad. La envolvióen sus brazos para besarla con fuerza y emoción. – Te amoLara… no sabes cuanto te amo.

Page 316: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 22Lorena y Facundo llegaron pasadas las nueve de la noche. En cuanto las mujeres se saludaron se dirigierondirectamente a la cocina, donde Lara debía terminar depreparar el postre. Lorena era quien más entusiasmadaestaba con la cena. Desde que Facundo la pusiera al tantode la relación, se moría por saber todo lo referente a lamujer que había capturado finalmente a Andrés. Siempre lahabía visto como a la dueña de Lara´s restó, una mujersimpática, hermosa y sumamente agradable, pero deseabasaber cómo era verdaderamente. Facundo hablabamaravillas de ella y siempre le repetía que en cuanto laconociera mejor estaría de acuerdo con él.Andrés y Facundo se habían instalado en el living dondeAndrés le había servido un trago. Mientras preparaba elsuyo, Andrés miró con detenimiento a su hermano que enese momento contemplaba unas fotografías ubicadas sobreun aparador. Las palabras que habían cruzado la última vezque se habían visto flotaban entre ambos y los dos losabían. El aire se había enrarecido; por momento parecíatenso y por momentos todo parecía pura incomodidad. Con su copa en la mano, Andrés se dirigió hacia uno de lossillones. Allí se ubicó y estirándose tomó un cigarrillo dela cigarrera de plata ubicada sobre la mesa. Facundo loimitó.

Page 317: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Supongo que Lorena debe estar tratando de recabar toda lainformación posible, - dijo finalmente Andrés rompiendoel hielo que se había formado entre ellos. - ¿Te parece quese harán amigas?Facundo se encogió de hombros pensativamente y dirigióuna mirada al pasillo que conducía a la cocina al escucharlas risas de las muchachas.- Puede que si, - respondió ahora con una sonrisaentusiasmada. – Ambas son buena onda, ¿no?Andrés asintió y bebió un poco de su trago.- Eso facilitaría las cosas, - se apuró a decir Andrés. – Note sentirías tan incómodo… tan cómplice.- Cortala con eso… no me siento ni incómodo… ni muchomenos cómplice de nada…- A mi no me mientas Facu…- ¡Te das cuenta que sos vos el que siempre lleva el temahacia ese terreno! – protestó Facundo ahora si conincomodidad. – Primero me decís que no me meta, ok. Nome meto, - siguió diciendo Facundo con un dejo dereclamo. – ¿Querés volver a la discusión de ayer…?- No te hagas el ofendido ahora…- respondió Andrés conuna sonrisa traviesa. Siempre había sido así entre ellos. - No me hago, ni estoy ofendido, - dijo simplemente. – Yo

Page 318: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

ya te dije todo lo que tenía que decirte… vos sabes muybien qué es lo que pienso y no le encuentro el sentido aseguir repitiéndolo. Vos sabes qué tenés que hacer… Nome pienso meter, Andrés.Cayeron en un pozo de silencio y para disiparlo Andrés sepuso de pie y puso música. Mientras lo hacía trataba dedecidir si retomaba la conversación con Facundo osimplemente dejaba pasar el tema. Sin embargo, había algoque lo inquietaba y lo tenía tan preocupado comoincómodo se sentía al hablar de Juan Martín, peronecesitaba que Facundo le contara qué sabia al respecto. - El lunes me llamó Juan, - comentó de prontoapesadumbrado. - Me contó que esta en Buenos Airesporque Valeria no esta nada bien…Facundo lo observó un instante y de alguna manera le pesóverlo tan apenado.- Si, no esta nada bien, - comentó Facundo. – Estánesperando que aguante un poco más… por lo que me contóJuan ayer, van a programar una cesárea para dentro dequince días…- ¿De cuánto está?- En realidad esta de casi siete meses y los médicosquieren que por lo menos los complete- respondióFacundo acompañando sus palabras con una mueca. – Porahora el bebé esta bien… pero los preocupa la presión de

Page 319: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Valeria. - Lo llamé para preguntarle cómo seguía todo, - acotó, -pero entré siempre en el contestador.- No te preocupes que te mantengo al tanto, - le aseguróFacundo. Lorena apareció en el living para avisarles que la cenaestaba lista. Ambos se pusieron de pie y la siguieron. Novolvieron a mencionar a Juan Martín.Durante la cena Facundo los observaba juntos y porseparado advirtiendo el cambio que se había producido enambos. Andrés había vuelto a ser el hombre simpático,adulador, que derrochaba y contagiaba entusiasmo.Conversaba y conducía las conversaciones con la solturaque siempre lo había caracterizado. Le llamópoderosamente la atención el modo en que miraba y seguíaa Lara con la vista; estaba pendiente de cada uno de susmovimientos y no se molestaba en ocultarlo. Más allá delcambio positivo que vislumbraba en su hermano, tambiénadvirtió cierto tormento en su mirada. Estaba seguro quese debía a Juan Martín y a pesar de no mostrarse celosojunto a Lara, Facundo se preguntaba cuánto tiempo tardaríaen explotar.En dos ocasiones, Lara se apartó de la mesa para atenderllamados relacionados con distintos eventos que suempresa estaba atendiendo esa noche, y en todo momento

Page 320: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Andrés la siguió con la mirada mientras ella hablaba ycaminaba de un lado al otro del living. Facundo semaravilló ante esa mirada posesiva y alerta que parecíaechar fuego ante cualquier insignificancia que la alejaba deél. El gesto de tensión que se alojó en los músculos de surostro, no hacía más que acentuar lo encadenado que estabaa ella; lo exultante que se sentía por tenerla a su lado. Nosin pesar, Facundo recordó la mañana en que Andrés lehabía dicho que la amaba mucho más de lo que él lo creíacapaz de amar; su gemelo había estado en lo cierto. Nuncahabía sido testigo de la gran cantidad de emociones que ellale producía; nunca había apreciado la ferocidad de supasión, ni ese fuego que brotaba de sus ojos.Finalmente Lara regresó a su lado y como si hubieseintuido todo lo que Andrés había sufrido durante los casiquince minutos que duró su conversación telefónica, lepasó amorosamente su brazo por los hombros. Eso lorelajó automáticamente, los ojos se le tornaron brillososde emoción y solo atinó a sonreírle al tiempo que su pechose hinchaba colmado de plenitud.Plenitud, eso fue lo que pensó Facundo al verlo. Andrés semostraba pleno y completo cuando estaba con ella. Mientras Lara le contaba a Lorena sobre los últimoseventos en los que estaba trabajando, Andrés se puso de piey fue por la botella de champagne que había colocado en laheladera; la llevó a la mesa en una coqueta champañera de

Page 321: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

cuero y acero. Una a una fue llenando las copas que Laraya había ubicado en la mesa, y comentó que tenían unanoticia para compartir con ellos. - ¿De qué se trata? – quiso saber Lorena entusiasmada. - Vamos a vivir juntos, - dijo Andrés sonriente y feliz. Miró a Lara con emoción.- ¿Cuándo?, - preguntó Lorena más entusiasmada todavía.- Supongo que esta semana nos podemos encargar de eso –respondió Lara divertida.- Felicitaciones entonces, - se obligó a decir Facundo yponiéndose de pie. Chocó su copa con la de Lara primero yluego con la de su hermano evitando el contacto visual. –Les deseo toda la felicidad del mundo. Y así y todo, Facundo no podía evitar pensar en Juan Martíny en lo que sucedería cuando este se enterase. En esemomento se sintió tanto cómplice como incómodo. Tardeo temprano la bomba explotaría y él no estaba seguro decómo debía proceder o que posición tomar.

Page 322: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 23Durante el primer mes que compartieron bajo el mismotecho dedicaron todo el tiempo que pudieron a conocersecon mayor intimidad. Juntos sentían estar descubriendo unnuevo mundo, disfrutando y riendo con cada detallecompartido. Salvo el baño, que en menos de diez minutos,Lara abarrotó de perfumes, cremas y otros tarros queAndrés no sabía para qué servían, no fue mucho lo que ellamodificó del departamento; solo distribuyó un par deobjetos personales en los distintos ambientes que la hacíansentir en su hogar, pero nada más, le bastaba con saber queél siempre estaría allí compartiendo su vida. Más adelantepodrían elegir el lugar propio donde vivir, pero demomento el piso de Puerto Madero estaba bien.Andrés sentía estar tocando el cielo con las manos. Eramuy diferente para él dejar el departamento rumbo a suoficina sabiendo que al regresar Lara estaría allí esperandosu llegada o él esperándola a ella. De alguna manera sentíaestar formando lentamente una familia y ese sentimiento lotenía maravillado. Durante el poco tiempo que habíaconvivido con Sabrina, nunca había sentido algo así; es máslo había vivido como una experiencia provisoria, pasajera. En esta ocasión lo tomaba como una firme realidad, lo vivíacon la certeza de haber encontrado lo que necesitaba. Esaserenidad se contrarrestaba con el caudal de trabajo que día

Page 323: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

a día llegaba a su escritorio. Después de muchas idas yvueltas, Juan Carlos había decidido instalarse por un tiempoen Nueva York; necesitaba nuevos horizontes, según lehabía dicho. Pero también era cierto que si uno de ellosestaba arraigado en la gran manzana, les permitía mantenerabierta la puerta de las conexiones con las altas esferas. Fue el destino o la casualidad que un mediodía Lara seencontrase en Lara´s Restó en un almuerzo de negocioscon la encargada de Relaciones Públicas de IBM,ultimando detalles para la fiesta de fin de año que laempresa deseaba ofrecer a sus empleados. Siempre era unplacer para Lara trabajar para Roxana Cardumen. Se habíanconocido hacía ya muchos años y si bien no eranexactamente amigas, habían llegado a entablar una muybuena relación. De tanto en tanto se juntaban a cenar o acompartir un café y conversar sobre sus vidas más allá deltrabajo. Estaba terminando de disfrutar el postre, cuandoEsteban, uno de los maître, se acercó y le comentó que enla recepción se encontraba el hermano de Andrés. - En unos minutos estoy con él, - respondió Lara condelicadeza. – Que me espere en el despacho. Roxana Cardumen, se puso de pie al tiempo que le decía aLara que no la retendría más tiempo. Consultó su reloj ytomó su bolso de la silla y la agenda que descansaba junto asu plato.- También tengo muchas reuniones, - se apuró a aclarar

Page 324: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Roxana. – ¿Podemos considerar el tema cerrado?- Quedate tranquila, Rox - le dijo Lara mientras caminabanhacia la salida. – Ya mismo la llamo a Mónica para que tepase el presupuesto con las especificaciones queacordamos. Lo único que te pido es que me envíes tu ok.- Dalo por hecho.Se despidieron con un beso y acordaron volver a hablar enun par de semanas. Que necesitará Facundo, se preguntó Lara apurando el pasohacia su despacho. Abrió la puerta distraídamente y sesorprendió al escuchar que era Juan Martín quien hablabapor teléfono. Afortunadamente él no la vio, de modo queLara retrocedió y llamó rápidamente a Andrés antes deingresar. No sabía si estaba haciendo lo correcto, pero nodeseaba soportar más tarde sus celos. Tal como habíaanticipado, al escuchar lo que ella le decía, se puso furioso,y comenzó a maldecir a su hermano. Lara intentócalmarlo, pero al comentarle que deseaba conversar conJuan Martín, la reacción de Andrés fue peor. - ¿Para qué?, - gritó fuera de sí.- Para que escuche de mis propios labios que te amo, -siguió diciendo Lara sin perder la calma. - Por favor, miamor, confiá en mí.- Estoy empezando a no confiar en él, - respondió Andrésya más calmado. - Voy para allá.

Page 325: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Lara dejó el celular sin estar muy segura de haber hecho locorrecto, pero por lo menos no sentiría que le estabaocultando algo. Respiró hondo e ingresó al despacho; sesentía tensa y algo nerviosa. Siempre había sostenido quedebían hablar con Juan Martín sobre la relación que tenían,pero ¿sabía de la relación que ella y Andrés tenían? ¿EstabaJuan Martín allí para hablar de eso? No sabía que pensar.- ¿Cómo estás Lara?, - dijo con calidez, pero no sonrió. –Usé el teléfono… tenía que hacer un llamado.- Hola, - dijo ella con seriedad y con una ademán le indicóque no había problemas por el teléfono. - ¿Qué haces acá aesta hora? Me encontraste de casualidad. ¿Necesitas algo?Sin demasiados preámbulos, Juan Martín empezó diciendoque había perdido su celular. Se puso de pie y caminónerviosamente por el despacho. Lara lo siguió con la mirada y advirtió enseguida que notenía buen semblante. Su rostro lucía pálido y cansado. Bajo sus ojos dos manchas oscuras se mezclaban con laspequeñas arrugas que bordeaban sus antes vivos ojosnegros, ahora vacíos y opacos. Su cuerpo parecía algoconsumido, tal vez, por sus hombros caídos, que denotabancansancio y abatimiento. Volvió a sentarse y sus miradas seencontraron.- ¿Estás bien? – preguntó Lara que de momento lo únicoque había conseguido era que le dijera que había perdido el

Page 326: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

celular.En ese momento Andrés irrumpió en el despacho de Larasobresaltándolos. En cuanto lo vio Lara le dirigió una duramirada indicándole que no había motivos para generar unadiscusión. Juan Martín en cambio apenas lo miró. Connerviosismo encendió un cigarrillo, se puso de pie y fuehacia uno de los ventanales. Lara y Andrés intercambiaronmiradas de desconcierto, luego volvieron a mirar a Juan,que permanecía parado con la mirada perdida y el cuerporígido por la tensión. Al cabo de varios segundos JuanMartín quebró el silencio agradeciendo a Lara por haberllamado a Andrés. La voz de Juan Martín sonó sin fuerza,cansada y lejana. Lara y Andrés volvieron a mirarse sincomprender que se proponía. - ¿Qué estás haciendo acá Juan?, - preguntó Andrés ante elsilencio de su hermano.- Valeria tuvo un varón anoche. Se llama Santiago.Juan Martín se volvió hacia ellos y los contempló unossegundos en silencio. Sin saber cómo empezar con lo quetenía que decirles, apagó su cigarrillo. De pronto, Andréstubo la sensación que Juan Martín no se encontraba allí porLara. Algo no está bien, pensó empezando a preocuparsepor su hermano menor.- Me estas asustando Juan, - dijo acercándose él. - ¿Quépasó? ¿El bebé está bien?

Page 327: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Juan Martín asintió y casi en un murmullo les comentó queel embarazo se había complicado abruptamente y debieronhacerle una operación de urgencia a Valeria, que se habíadescompensado. La operación fue complicada por lapresión arterial de Valeria; luego una deficiencia cardíacaafectó el aparato respiratorio. Sus ojos se llenaron delágrimas, pero respiró hondo para no dejarlas caer. Entonces les dijo que el estado de salud de su esposa eracrítico, con muy pocas posibilidades de sobrevivir. - Facundo esta en Córdoba, - siguió diciendo con vozneutra. - Flor está en vuelo a Roma junto a Fernando,todavía no saben nada. – Hizo una pausa y se volvió hacia suhermano. - Se muere Andrés, - murmuró sin fuerzas. – Valese muere.- Cálmate, acá estoy, - dijo Andrés abrazando a su hermano.- ¿Dónde están papá y mamá?- En el hospital con Valeria.- Vamos para allá, - dijo Andrés separándose de Juan.- No, no lo soporto, - respondió dejándose caer en unsillón. - No me pidas que vuelva al hospital, el bebé es tanchiquito. – Clavó su mirada en los ojos de su hermano. -No se puede morir, Andrés, que voy a hacer sin ella.Lara se tapó la boca con una mano y sin poder contener laslágrimas se acercó a ellos. Andrés se había sentado junto asu hermano pasando su brazo sobre los hombros de Juan.

Page 328: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Pero Juan Martín no lloraba, ni hablaba. Su mirada se perdíaen algún punto de la pared.- ¿En qué podemos ayudarte?, - preguntó Lara con suavidad.- No sé si alguien puede ayudarme, pero me sentí tan soloque este fue el único lugar al que se me ocurrió venir. Sabía que llamarías a Andrés.A ninguno le pasó inadvertido el comentario, cuando elestudio de Andrés estaba apenas a dos cuadras de Lara´sRestó. Andrés dirigió una mirada a Lara, sin saber cómotomar las palabras de su hermano. Aún en un momento tandelicado la idea de que Juan Martín supiera lo que pasabaentre ellos hizo que una alarma sonara en las profundidadesde su alma; le resultó fuera de lugar. Lara en cambio pasópor alto el comentario y le ofreció algo fresco para beber.Los dejó un momento y Andrés aprovechó paracomunicarse con su padre. A Ernesto le sorprendióescuchar la voz de Andrés y se apuró en pedirle queconvenciera a Juan Martín de volver al hospital. Valeriahabía despertado y preguntaba por él. Ni Ernesto, niMicaela sabían que decirle. Andrés le dirigió una mirada asu hermano y preguntó por el bebé. Ernesto le confirmóque no corría peligro, pero en cambio si lo corría Valeria.Al cortar con su padre, giró hacia su hermano que lo mirabacon seriedad. Tomó una silla y la ubicó frente a él. Eraimprescindible convencerlo de volver junto a su esposa,

Page 329: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

pero Juan Martín parecía no querer escuchar. Su rostrohabía palidecido por completo.- Hablame Juan, - dijo Andrés al cabo de unos minutos desilencio. - Decime algo.- No quiero que se muera, - murmuró.- Valeria va a mejorar, pero te necesita con ella ahora, -insistió Andrés.- Tengo un odio, - murmuró con la mirada clavada enAndrés, quien se dejó caer contra el respaldo del asientosorprendido de sentir que esas palabras iban dirigidas a él.No fue capaz de decir nada. – No quiero que Vale se muera,no sabría qué hacer sin ella, - siguió diciendo. – Pensar enla cantidad de veces que discutí con ella por Lara.- Creo que va a ser mejor que vayamos para el hospital, -dijo Andrés desviando la vista hacia la puerta del despacho. Sentía la mirada de su hermano escudriñándolo como sibuscase algo. Trató de dejar a un lado todo lo que suhermano le estaba haciendo sentir y volvió a mirarlo. -Pueden tener novedades.- Se me viene el mundo encima - empezó diciendo conserenidad y rencor, -¿Porqué a vos todo te sale bien? Todote sale redondo, cuando mi vida es un espanto.- A mi no me sale todo redondo, - respondió mirándolofijamente.En ese momento Lara ingresó en el despacho y le acercó

Page 330: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

un vaso de gaseosa fría. Juan Martín lo agradeció y bebióun largo trago. Después se puso de pie y miró a Andrés.- Vamos, - dijo simplemente. Se volvió hacia Lara. –Perdón por la interrupción. - No tenés de que disculparte… podes venir cuandoquieras.- No creo que eso sea cierto, - dijo mirándola de modoextraño. - Pero gracias de todas formas. Las siguientes semanas fueron un calvario para Juan Martínque no lograba asimilar todo lo que sucedía a su alrededor. Sentía que el mundo había caído sobre sus hombros y noera capaz de comprender la magnitud de la tragedia que seavecinaba. Uno a uno revivía los mejores y los peoresmomentos que con Valeria había compartido. Si biendebieron superar situaciones duras y conflictivas, no podíaperdonarse haberle hablado en algún momento de divorcio.Pasaba la mayor parte del tiempo en la clínica, pegado a lacama de su esposa, hablándole del bebé que habían tenido. Hablar de su segundo hijo le causaba un dolor terrible, sinpoder sacarse de la cabeza que en parte había sido elcausante de la condición de su madre. Ese pensamiento loabrumaba tanto como la precaria salud de Valeria y no seatrevía a acercarse a él. Era un bebé demasiado pequeño,según lo que los médicos le habían informado, y requeriría

Page 331: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

muchos cuidados durante los primeros meses; pero leaseguraron que viviría.Micaela y Ernesto sufrían la impotencia de no poder ayudara su hijo. Veían como Juan Martín se consumía y se hundíaen un pozo cada vez más profundo. En más de una ocasiónMicaela le sugirió a su hijo que fuera a ver al pequeñorecién nacido, pero Juan Martín lo rechazaba. La única queparecía estar al margen de tanto horror era Melisa, que nocomprendía por qué nadie reparaba en ella. Con el paso delos días, la niña comenzó a hacer preguntas sobre laausencia de su madre. Las preguntas tomaron por sorpresaa Juan Martín, quien no estaba preparado para explicarle loque sucedía y lo que podría suceder.Decidió pasar por la cafetería para descansar un rato antesde volver al cuarto con su esposa. A la distancia vio a sussuegros acercarse a él. No deseaba verlos, necesitaba estarsolo por lo menos un par de minutos. Pero no habíaremedio. Los padres de Valeria estaban destrozados, tantocomo él, o tal vez más si, eso era posible. Intentó esbozaruna sonrisa y se puso de pie con la poca fuerza que lequedaba. Abrazó a la madre de Valeria primero y su suegrodespués. Los tres volvieron a tomar asiento en silencio. Ninguno tenía demasiadas ganas de hablar.Al cabo de unos minutos, Juan Martín divisó a sushermanos, Andrés y Facundo que atravesaban la puerta de lacafetería. Se excusó con sus suegros y fue hacia ellos. En

Page 332: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

cuanto los saludó, les pidió que lo sacaran de allí. Los trescaminaron hacia el jardín interno de la clínica, lo hicieronen silencio durante algunos minutos, hasta que Juan Martínse dejó caer en un banco. Facundo y Andrés se sentaron aambos lados esperando que dijera algo. Repentinamentecomenzó a hablar de Valeria, de Melisa y de su hijo reciénnacido. Hablaba de manera incoherente y desordenada,pero no importaba si Andrés o Facundo entendían suspalabras. Necesitaba hablar, dejar salir todo lo que sentía. Rompió a llorar cubriéndose el rostro con ambas manos,sin poder contener su desesperación. Andrés lo rodeó consu brazo en el más absoluto de los silencios. Juan Martínescondió su rostro entre el cuello y el hombro de suhermano. Necesitaba llorar, la condición de Valeriaempeoraba día a día y sabía que el desenlace estaba cerca.Andrés y Facundo intercambiaron miradas de desconsuelo,esperando que él se desahogara. Cuando se tranquilizó seseparó de su hermano. Los contempló con una tristesonrisa y se pasó la mano por el rostro. Le dio una palmadaa la pierna de Andrés y les dijo que deseaba ver a su hijo.Santiago dormía tranquilo en la impersonal cuna de laclínica. A los pies del niño, en una tarjeta con letra clara ydos ositos celestes, los tres pudieron leer “SantiagoPuentes Jaume”, era uno de ellos. Los ojos de Juan Martínse llenaron de lágrimas nuevamente, al preguntarse quéharía con una criatura tan chiquita. Se excusó con sus

Page 333: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

hermanos e ingresó a la enfermería. No supo por qué, peronecesitaba sentirlo cerca, tocarlo, sentir que había vida enese pequeño cuerpo. Andrés y Facundo lo contemplaroncon tristeza. Tal como le indicó una enfermera, JuanMartín se lavó bien las manos y luego tomó al niño en susbrazos. Se dirigió a un rincón donde se ubicó en un banco y a Andrés y a Facundo les resultó doloroso verloconversar con el niño. Las lágrimas habían vuelto a correrpor su rostro. Al cabo de diez minutos, Juan Martín sereunió con ellos.- Es lindo ¿no?, – preguntó al pasar. Andrés y Facundo soloatinaron a asentir. – Tengo que volver con Valeria.Estaban casi llegando, cuando vieron a un médicoconversando seriamente con la enfermera que cuidaba aValeria. A primera impresión no le llamó la atenciónverlos dialogando en el pasillo, pero al cabo de unossegundos Juan Martín tubo la sensación de que loobservaban con discreción. Apuró el paso y sintió que unaráfaga helada le recorrió la columna. Había algo que noestaba bien, podía percibirlo.Al llegar junto al médico, este lo enfrentó con pesar. Notenía buenas noticias para darle. El corazón de Valeriaestaba empezando a fallar. Juan Martín lo miraba tratandode asimilar lo que escuchaba, pero no quería saber lospormenores. Sin escuchar más entró al cuarto y se ubicójunto a su esposa.

Page 334: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Valeria se hallaba inconsciente desde hacía varias horas.Estaba conectada a varios equipos que marcaban lacondición de su corazón, de su respiración y otras cosasque Juan Martín no alcanzaba a comprender. Parecía otrapersona, alguien a quien él no podía asociar a la mujerrisueña y movediza con quien había compartido tanto. Sumente se llenó de la imagen de Valeria, sonriendo yamándolo como siempre lo había hecho. Cayó de rodillas,y sin despegar los ojos del rostro de su esposa suplicó quevolviera a sonreír. Comenzó a llorar nuevamente. Se pusode pie y la besó con ternura. Primero en la sien, luego enlos labios. No supo que pasó, pero de repente uno de losmonitores comenzó a chillar quebrando el silencio de lahabitación. Con desesperación se alejó de la cama,sacudiendo su cabeza. La enfermera tardó menos de dossegundos en ingresar seguida por dos médicos y con lamayor delicadeza que pudo reunir en ese momento, le pidióa Juan Martín que saliera. El estómago se le revolvió ysintió ganas de vomitar. Tan rápido como pudo salió de lahabitación.Presa del pánico, Juan Martín tomó el celular y llamó a suspadres. Micaela y Ernesto no tardaron más de media horaen llegar a la clínica, y cuando lo hicieron encontraron a suhijo, sentado en el piso del pasillo con sus codos apoyadossobre sus rodillas y el rostro escondido entre sus manos. Micaela corrió hacia él, y al advertir la presencia de su

Page 335: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

madre se abrazó a ella con desesperación.- No lo soporto, mamá, - balbuceó abatido por el dolor. –Se muere… se muere.Al levantar la vista divisó a sus tres hermanos conversandocon su padre. No recordaba haber visto llegar a Florencia. Los contempló durante unos segundos maravillado por lahermosa familia que sus padres habían formado. Uno a unolos observó y en cada uno solo vio preocupación y dolor.Era casi mediodía cuando Valeria dejó de respirar. Losmédicos hicieron lo que pudieron pero nada fue suficientepara mejorar su condición. Al escuchar el parte médico,flanqueado por sus padres y hermanos, Juan Martín semantuvo erguido y petrificado. A medida que fueasimilando la idea, se dejó caer contra una de las paredes yse deslizó hasta llegar al piso; escondió su cabeza entre suspiernas y rompió a llorar como un niño. Durante semanashabía soportado la agonía y el excesivo dolorconvenciéndose que todo terminaría y Valeria volvería conél a El Paraíso. Pero el desenlace había llegado, y el vacíoque lo invadió fue mucho peor.Levantó la vista un segundo, solo para dar con la imagen desus suegros, que lloraban sin consuelo la pérdida de suhija. Todo el pasillo comenzó a dar vueltasvertiginosamente. Sintió que alguien lo abrazaba e intentóconvencerlo de tomar un calmante, pero él no escuchaba. Juan Martín parecía estar en estado de trance. Todavía en

Page 336: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

cuclillas comenzó a temblar y rodeó su estómago conambos brazos intentando que el dolor se desvaneciera. Elolor de la clínica lo descomponía y no tardó en sentirnauseas.Ernesto y Andrés se encargaron de hacer los trámitescorrespondientes, mientras que Facundo y Florenciacuidaban de su hermano menor. Micaela permanecía juntoa su consuegra, conteniéndose mutuamente. A lo lejossintieron el llanto de un recién nacido. Al escucharlo JuanMartín se puso de pie rápidamente y los ojos volvieron acargarse de lágrimas.- Santiago, - balbuceó y comenzó a temblar. Facundo yFlorencia intentaron reanimarlo, pero fue imposible. JuanMartín se tapó los oídos con desesperación. – Cállenlo. Por favor, callen a ese chico.Repentinamente se separó de sus hermanos y enfrentó lapuerta de la habitación donde se encontraba Valeria. Necesitaba despedirse de ella, decirle tantas cosas. Regresó al pasillo unos minutos más tarde. El llanto deJuan Martín era desgarrador y sin poder evitarlo cayó enuna crisis nerviosa. Facundo lo contuvo durante algunosminutos, hasta que una enfermera se acercó a él y loasistió. Cuando se hubo tranquilizado lo convencieron deregresar a la casa, pero él no tenía idea de lo que a sualrededor sucedía.Dos días más tarde la familia Puentes Jaume a pleno viajó

Page 337: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

al Paraíso donde Valeria sería sepultada en el cementerioprivado que la familia poseía en la estancia. Afortunadamente, el pequeño Santiago había respondidosatisfactoriamente y fue dado de alta prácticamente en elmismo momento en que el cuerpo de Valeria fueentregado.

Page 338: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 24Hacía más de un año que Andrés y un reducido grupo decolaboradores estaban abocados a un importante proyecto. Luego su exitoso paso por las ciudades de Nueva York yLondres, Andrés se había encargado personalmente deelaborar los siete informes sobre las diferentes empresasArgentinas que deseaban ser incorporadas a dos de losGrupos Empresarios más importantes de Europa. Lascorporaciones facturaban millones y el porcentaje que elestudio de Andrés podía llegar a cobrar no solo loconvertiría en millonario, sino que además colocaría a suestudio entre los mejores del mercado.Juan Carlos ya se encontraba en Nueva York y desde allí lomantenía al tanto de las novedades. Las presentaciones sehabían realizado seis meses atrás y el haber quedado en unaexcelente posición les había dado bastante margen paramejorara la propuesta inicial.En cualquier otro momento, el proyecto en el que estabasumergido lo habría excitado como a un niño, pero en estaocasión, su entusiasmo se veía enturbiado por la realidad desu hermano menor. Desde que había regresado de ElParaíso, Andrés no lograba desembarazarse de la tristezaque lo había alcanzado ante la desolación de su hermano. No conseguía arrancar de su mente el desencajado rostrode Juan Martín; los gritos, la desesperación que lo envolvió

Page 339: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

cuando el cajón emprendió el descenso hacia el descansoeterno. Nunca se había puesto a pensar que el dolor podría llegar aser tanto. No recordaba haber visto nunca a un hombrellorar del modo en que su hermano lo había hecho, paraluego dejarse vencer por los calmantes, que solomenguaban la desesperación. Las ganas de vivir parecíanhaberlo abandonado y únicamente esbozaba una sonrisa,cuando la pequeña Melisa se acercaba a él. Por lo que sumadre le había mencionado, desde el día del entierro, JuanMartín prácticamente no cruzaba palabras con nadie,manteniéndose aislado de todos los demás. Vagueaba porlos jardines sin rumbo fijo, como un fantasma perdido ydesolado que no tenía paz. Todavía afectado por todo lo presenciado en el entierro desu cuñada, se dejó caer en el respaldo de su sillón y cerrólos ojos procurando descansar unos minutos. Se sentíacansado y agobiado; un poco por el trabajo, pero muchomás por las desconcertantes sensaciones que lo acosaban. Lo cierto era que se sentía culpable; culpable y canalla; nopodía evitarlo. Por más que se repitiera una y otra vez queél no tenía la culpa de nada, no terminaba de asumirlo. Laralo advertía y el hecho que ella lo mencionara, no hizo másque aumentar su pesar.Desde su regreso, había discutido varias veces con ella, porsu actitud frente a lo sucedido y eso tampoco ayudaba a

Page 340: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

desencadenarlo del peso de su consciencia. Con másvehemencia que enojo, Lara le recriminaba que él se estabadejando afectar demasiado por lo que a Juan Martín le habíasucedido; que no podía permitir que algo así locondicionara tanto; que estaba mezclando las aguas. La noche anterior, ante un nuevo reclamo de Lara por suapatía y frialdad para con ella, él se había defendidodiciéndole que no podía comprender su falta desensibilidad frente a la muerte de Valeria. Lara se habíaindignado, lo notó por el modo en que contuvo el aire, porla manera en que sus ojos se entornaros y la boca se letensó. No lo sigas poniendo entre nosotros, le había dichocon una contundencia que lo dejó pasmado. No quiero queJuan Martín este entre nosotros, ni por su existencia, ni porsu tristeza. No nos hagas esto Andrés, le había reclamado yla indignación se había convertido en una mezcla de rabia yde tristeza. La reacción de Andrés no había sido la mejor. Completamente descolocado por el planteo de ella, lerecriminó estar siendo egoísta al no tener en cuenta lapérdida que su hermano había sufrido. A Lara aquellas palabras la habían herido en lo másprofundo. Los ojos se le llenaron de lágrimas y ofuscadase había encerrado en la habitación sin deseos de escucharsus disculpas. En vano fue intentar hacer las paces o tratarde generar algún acercamiento. Con una fiereza que él no le

Page 341: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

conocía, rechazó las caricias y lo alejó tajantemente. Parasu sorpresa, el enojo le había durado hasta esa mañana, enla que ni siquiera le dirigió la palabra cuando desayunaron yse marchó sin molestarse en saludarlo. Sus pensamientos fueron interrumpidos, por el celular quecomenzó a vibrar en su cintura. Con desgano lo atendió. La voz de Lara lo hizo sonreír, y rogó porque se le hubiesepasado la bronca. A pesar de mostrarse amena y bienpredispuesta, a Andrés no la pasó inadvertido que eldisgusto no se había disipado del todo. Le propusoencontrarse en el departamento, pero Lara se apuró acontarle que tenía un importante banquete que debíaatender en el Palacio San Martín. - No era que no lo ibas a hacer más, - dijo Andrés sinmolestarse en disimular ni el fastidio, ni la impaciencia. -¿Porqué no le decís a alguien? Quería estar con vos…- No puedo Andrés, - le respondió ella categóricamente. -Es una cena en honor a los Reyes de España, va a estar elPresidente, y mucha gente importante. No quiero errores, –respondió finalmente Lara. – En cuanto termino voy parael departamento, – dijo con tranquilidad. – Tengo queseguir atendiendo gente. - Esta bien, – repuso él con parquedad y algo defrustración. – Lara…- ¿Qué? – preguntó ella con sequedad.

Page 342: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Te amo, te extraño y te necesito…- Yo estoy siempre, - fue la rotunda respuesta de ella. -Sos vos el que se esta alejando…Sentado en la cocina Andrés la aguardaba. No le importabacuanto debía esperar, mientras lo hacía su mente repasabatodo lo que debía resolver al día siguiente. La fecha decierre de las licitaciones estaba próxima y todavía debíanevaluar los informes de tres empresas antes de serpresentados. Sin embargo, como le había sucedido durantetoda la tarde, pensó en su hermano menor y se le estrujó elalma.Tan absorto estaba que no escuchó que Lara había llegado yque se acercaba a él. Advirtió su presencia, solo cuandoella posó su mano en su hombro. Al sentir el contacto,Andrés se sobresaltó enfrentándola con brusquedad. Laralo contempló con expresión ceñuda, pero la resistencia fuepoco a poco cediendo ante el efecto que la mirada deAndrés tenía sobre ella; se permitió sonreírle. Lo abrazócon fuerza, dejando descansar su frente sobre el hombro deél.- No quiero esto entre nosotros, - le confesó ella conamargura. – No quiero que haya nada entre nosotros. Nopuedo luchar contra algo que no existe… por favor… - Lavoz se le quebró de emoción y debió tragar para podercontinuar. - No somos culpables de nada por amarnos. Basta de condicionarte…basta Andrés por favor.

Page 343: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Ah mi amor.Las palabras de Andrés nacieron de lo más profundo de susentrañas y la angustia que lo mortificaba se filtró en suvoz. No se había detenido a pensar que con su actitud laestaba lastimando, y eso le dolió profundamente. Sinembargo, como podía él dejar de sentirse triste y apenadopor Juan Martín. Se aferró al cuerpo de Lara casi condesesperación. Necesitaba que ella lo entendiera y lemostrase el camino de vuelta; que lo guiase al calor de susbrazos, para aplacar su tormento; que le hiciera sentir quesi estaban juntos todo lo demás podía solucionarse. Lara se separó unos centímetros de él y clavando su miradaen los ojos grises de Andrés, le acarició las mejillas. Luego lo besó, liberando la agonía que había sufridodurante la última semana; siete largos días en los que fuetestigo de cómo los remordimientos lo acosaban y en losque temió que esos mismos remordimientos lodoblegaran. Con inusitada desesperación, lo instó aamarla, allí mismo, para que se olvidara de todo; lonecesitaba de vuelta, entero y completo; deseaba desesperadamente que le hiciera el amor como siempre yasí sentir que todo volvía a estar bien.

Page 344: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 25Micaela necesitaba desesperadamente hacer algo pararecuperar a su familia. Los últimos meses habían sidodesgastantes y no tenía sentido continuar sintiéndose tristeo intentar justificar lo sucedido. El momento de mirarhacia delante había llegado.Desde un principio Micaela se había hecho cargo deSantiago, dado que Juan Martín no estaba en condiciones deatender al recién nacido. Ella lo alimentaba y velaba por él;le hablaba de su hermosa hermana y de todas las personasque lo querían. Afortunadamente, Florencia se habíaocupado de Melisa a quien invitó a pasar una temporada enMendoza, allí se entretendría con sus tíos quienes lededicaban toda su atención. La niña preguntabaconstantemente por su madre, pero nadie parecía poderresponderle con precisión. Todos le hablaban de un viajelargo y mencionaban algo acerca del cielo, que ella a sucorta edad no alcanzaba a comprender. Habían pasado más de tres meses desde la muerte deValeria, y en todo ese tiempo Juan Martín no mostr ósignos de reacción o recuperación. Día a día cumplía conlas obligaciones de la estancia, pero ya nunca sonreía.Generalmente salía temprano por la mañana y regresabapasado el mediodía, almorzaba en silencio y volvía a dejarla casa. Por las noches, solía encerrarse en su cuarto y en

Page 345: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

más de una ocasión Ernesto lo vio extrayendo botellas delbar.Ernesto y Micaela eran tristes testigos de cómo su hijodejaba que su vida se destruyera lenta y dolorosamente. Araíz de ello, una noche antes de dormir Micaela le propusoa su marido organizar un fin de semana que reuniera a todala familia. Era imperioso que El Paraíso volviera a tener lavida de años anteriores. Tal vez porque nosotros somos losque necesitamos recobrar aquellos años perdidos, donde lafamilia estaba unida y éramos felices, le dijo con pesar. Élestuvo de acuerdo con ella y ambos coincidieron en que eramuy factible que también le hiciera bien a Juan Martín.Si bien Andrés y Facundo tenían mucho trabajo, estuvieronde acuerdo en que no podía dejar de asistir a la reuniónorganizada por sus padres. Ambos sabían lo mucho querepresentaría para Juan Martín, de quien últimamenterecibían noticias tristes sobre su estado. Facundo ya teníatodo arreglado. Viajaría con Lorena a la estancia y juntosdisfrutarían de un fin de semana lejos de la ciudad. Andréspor su parte lo haría solo. Lara se reuniría con él dos díasmás tarde para conocer Responso y pasar una semana allí.Todos habían llegado y desde la ventana de su cuartoMicaela los observaba. Facundo y Andrés conversaban consu padre y el esposo de Florencia, mientras que su hija lohacía con Lorena. En un extremo del jardín, pudo divisar aJuan Martín sumergido en su constante silencio y soledad,

Page 346: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Micaela vio que comenzaba a alejarse del resto de lafamilia, desapareciendo fugazmente en el interior de lacasa. Seguramente volvería a hacerse ver de un momento aotro, pensó, nunca se sabía.Sin poder dejar de mirarlos recordó cuando todos erantodavía pequeños y no pudo evitar que las lágrimascorrieran por sus mejillas al preguntarse porque nopudieron permanecer chicos. Ya no podía protegerlos delos sufrimientos o indicarles el camino a seguir. Suscuatro hijos eran adultos y Micaela se sentía al margen delo que podría sucederles. Respiró hondo, se limpió la caray salió del cuarto para reunirse con ellos.El celular de Andrés sonó insistentemente y luego deexcusarse con su padre, se separó de la familia para poderconversar con mayor tranquilidad. - ¿Cómo estas Juan?, - dijo simplemente. – ¿Cómo estáNueva York por estos días?- Inmejorable, - respondió su socio entusiasmado. - ¿Estássentado? - ¿Ganamos?Juan Carlos comenzó mencionando las empresas queAndrés había visitado durante su último viaje a Nueva Yorky Londres. En dichas reuniones había presentado sieteinformes sobre diferentes organizaciones que deseaban serincorporadas a dos de los grupos empresarios más

Page 347: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

importantes de Estados Unidos e Inglaterra. Durante másde medio año Andrés junto a un reducido grupo decolaboradores se habían abocado por completo a elaborarlos informes más detallados. Los pros y contras fuerontenidos en cuenta, la productividad calculada, como asítambién los beneficios que cada operación arrojaría. Laslicitaciones de las siete empresas se habían realizado cincomeses atrás y las respuestas empezaban a llegar.Un silencio se produjo en la línea, pero comenzaba acomprender el mensaje. Una sonrisa se fue dibujando en elrostro de Andrés y hasta dejó escapar una fuerte carcajadaque llamó la atención de toda la familia.- Quiero escucharte decir que ganamos… - le gritóexultante.Volvió a reír y gritó lleno de felicidad. Pero Juan Carloscontinuaba hablando sobre las licitaciones y eso era loúnico que importaba. Sin dejar de prestar atención a laspalabras de su socio, Andrés dejó que su mente volaratratando de imaginar el cambio que en su vida seproduciría. Gracias a sus detallados informes y a susacertadas proyecciones financieras, las siete licitacionesse habían conseguido. - Emborrachate tranquilo en mi honor entonces… piensohacer lo mismo desde acá, - le dijo lleno de satisfacción. Frunció el ceño prestándole atención a Juan Carlos. – Nohay problema…, el mes que viene puedo estar en Nueva

Page 348: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

York… tal vez antes, tendría que ver. – Hizo otra pausa. –Perfecto y felicitaciones socio.Cerró el celular y elevó sus brazos al cielo en signo devictoria. Tenía ganas de saltar, de correr de gritar con todasus fuerzas. Lo habían logrado y lleno de satisfaccióncomenzó a reír. Habían llegado a la cima y era mucho loque todavía les quedaba por recorrer. Andrés giró sin dejarde sonreír y bajó la vista hacia el celular dispuesto a llamara Lara, en ese momento vio a Juan Martín acercarse.- La vas a llamar para contarle, - le dijo fríamente.- ¿Perdón? – preguntó y cerró el celular.Lentamente lo guardó en el bolsillo del pantalón. Laalegría se había desvanecido de su rostro. - A Lara, digo la vas a llamar para contarle de tu rotundoéxito, - insistió Juan Martín desafiante.- Lo sabes, entonces, - murmuró con cautela. – EscuchameJuan…- Hace casi diez meses que lo sé pedazo de hijo de puta, -gritó Juan Martín furioso. Dio un paso hacia su hermano. Su respiración era pesada. – Y son muchas cosas más lasque sé…, - siguió diciendo con voz filosa y miradadesafiante.Andrés lo estudió un momento con confusión. Por sobreel hombro de su hermano, vio que Facundo y los demás losobservaban. Rogó por qué ninguno se acercara.

Page 349: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿Qué se supone que sabes?- Que te estás encamando con ella para chuparle laempresa, - sentenció.¿Lara´s?, se preguntó desconcertado. Se quedó petrificadoante la posibilidad de que tuviera conocimiento de esaoperación. De ser cierto, no tenía idea de cómo habíaconseguido esa información. Lo miró firme. Los ojos deJuan Martín estaban cargados de dolor y de bronca. - ¿De qué estás hablando?, - fue lo único que alcanzó decirAndrés sacudido por la afirmación de su hermano.- Hacete el pelotudo que te queda bárbaro, - explotó JuanMartín y dio un paso hacia Andrés. – Sos un hipócrita, unabasura sin códigos…Se acercó aún más a su hermano hasta quedar a escasoscentímetros de distancia. Entonces Juan Martín lo atacó, echándole en cara todas las veces que lo había escuchadohablar de lo importante que Lara era para él; refregándoleen su propia cara que a él lo único que le interesaba era laguita y que era capaz de pisar la cabeza de cualquier con talde sacar una tajada. Andrés lo empujó separándolo de él y retrocedió unospasos. - Sos un cagón, - le gritó en plena cara. – No tenías laspelotas de decirme lo que pasaba…Al ver el rostro de Andrés endureciéndose por la

Page 350: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

indignación supo que había dado en el blanco. Buscandoterminar de desestabilizarlo y sin miramientos le preguntósi Lara seguía siendo tan buena en la cama. Andrés dio unpaso al frente dispuesto a desfigurar el rostro de suhermano y lo hubiera hecho sin ningún remordimiento si enese momento su padre y Facundo no hubiesen intercedido.- ¿Qué demonios está sucediendo acá? – preguntó Ernestohaciendo uso de toda su autoridad.Facundo se acercó a Andrés y tomándolo del brazo loobligó a retroceder. Accedió pero su mirada continuabaclavada en Juan Martín.Ernesto se hallaba parado junto al menor de sus hijos ypaseando su mirada de uno al otro, exigió una respuesta a loque acababa de preguntar.- Nada papá, - dijo Andrés y poco a poco se fue relajando. –Solo un intercambio de opiniones.- ¿Intercambio de opiniones? – preguntó Juan Martín conironía. Se separó de su padre y sacudió su cabeza conincredulidad. – Sos un hipócrita.Sin decir más, Juan Martín se alejó de los tres y con pasorápido ingresó a la casa. Ernesto y Facundo se volvieronhacia Andrés. Con mirada inquisidora el padre lo forzó ahablar. Pero Andrés sacudió su cabeza sin decir nada y sealejó de ellos.Durante el almuerzo la tensión resultó tan palpable que

Page 351: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

requirió de un gran esfuerzo por parte de todos para que ladiscusión no volviera a surgir. Afortunadamente, sin quenadie lo dijera, ambos fueron lo suficientemente prudentespara ubicarse en extremos opuestos. Mientras Florencia yLorena comentaban una obra de teatro, Facundo y Fernandointentaban que Juan Martín les hablase de la condiciónactual del campo, no fue mucho lo que consiguieron de él,pero algo habló. Melisa cenaba en silencio, y Micaelasintió mucha pena por ella. El tenso clima que sus hijoshabían generado, alcanzaban a toda la familia y nadieparecía saber que había generado la discusión. ¿Qué es loque está sucediendo entre ellos?, se preguntó incapaz deimaginarlo.Ernesto se encargó de mantener a Andrés con la atenciónpuesta en él. Le preguntó entones por el llamado que habíarecibido de Juan Carlos. Andrés se obligó a sonreír y arepresentar el papel que siempre habían esperado de él. Con todo el poder de autocontrol que siempre lo habíacaracterizado, logró mantener sus emociones en línea. Leshabló de cada una de las operaciones que había ganado y notardó en apoderarse de la atención de todos que seguían suspalabras con concentración. Lo que Andrés no logróprecisar fue si estaban verdaderamente interesados o siestaban sorprendidos por su actitud luego de la discusiónmantenida con Juan Martín. - Debes haber ganado mucho dinero, - se atrevió a decir

Page 352: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Fernando asombrado.Andrés asintió pero no dio detalles sobre ese punto. Eldinero que ganaría en comisiones y honorarios eramuchísimo, pero ellos no tenían porqué saberlo. Desde laotra punta de la mesa, Juan Martín dejó escapar una risaahogada y con arrogancia sacudió su cabeza. Estaba apunto de responderle pero su padre se le anticipócolocando su mano sobre el brazo de su hijo para frenar suenojo. Lo miró y pasó a preguntarle qué opinión lemerecía la gran cantidad de empresarios extranjeros quedeseaban invertir en la Patagonia argentina. Andrés asintióy obligándose a omitir la interrupción de Juan Martín,comenzó a darle a su padre su opinión al respecto. - Qué opinión va a tener si él ya invirtió en varias hectáreas,- dijo Juan Martín interrumpiendo la conversación. Levantóla vista y sostuvo la feroz mirada que Andrés le dirigió. Con fingida incredulidad siguió hablando, – ¿no me digasque también eso era un secreto?...- Hagamos una cosa hermanito, - dijo Andrés con frialdad.Se limpió la boca con su servilleta y bebió un poco de vino.– Porque no vamos afuera así te puedo evacuar todas tusdudas.Juan Martín no esperaba que Andrés se atreviera a atacarlotan directamente frente al resto de la familia y eso lo tomódesprevenido. Fue un momento de lo más incómodo paratodos y nadie se atrevió a mover ni un cubierto. Andrés

Page 353: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

seguía perforándolo con la mirada y él le hizo frente.- Por favor, - gritó Ernesto con enojo. Fue una advertencia para ambos y todos lo sintieron así,menos las partes involucradas que seguían estudiándosecon furia. Andrés bajó la vista por un segundo. Sentía lamandíbula tensa, los dientes apretados. - ¿Compraste tierras? – preguntó entonces Ernestoprocurando parecer sereno y no tan desconcertado comoen realidad se sentía.Andrés asintió. - Compré hace años, - comentó con aspereza. – Es solo unainversión, en unos años va a valer una fortuna…- Es una caja de sorpresas, ¿no? – agregó Juan Martín concinismo. – Si hasta se construyó una mansión.Levantó la vista y esta vez lo miró con hartazgo. JuanMartín lo seguía desafiando, empujándolo a definirse. Vioque Facundo se cubría los ojos con una mano, queFlorencia estaba al borde del llano. No miró ni a Fernandoni a Lorena, les tenía muy sin cuidado lo que ellospensaran. Por último dejó que su mirada pasasefugazmente por sus padres que lo miraban con reparo.Micaela tenía la mirada brillosa y no le pasó inadvertido eltemblor de sus manos. Se odió por ser el causante de esatristeza y tomó la decisión. No tenía nada más que hacer enesa mesa.

Page 354: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Ya que todo esto es muy embarazoso para todos – dijofinalmente Juan Martín con voz neutra. – Porque no te vas atu nuevo castillo y nos evitas todos estos malos momentos.- Es la primera vez que te escucho decir algo razonable, - ledijo sintiéndose completamente fuera de lugar.Todavía no se levantaría, hacerlo sería como abandonar elcampo de batalla. Se concentró en el postre que le habíancolocado en reemplazo de la comida que nunca terminó. Jugó con las frutillas y la crema, sin deseos de comerlas.Pensó en Responso. Un año atrás había tomado la decisiónde levantar una cómoda y funcional casa en el campo queposeía cerca de El Paraíso. Había soñado tanto con entrarallí de la mano de Lara, que verse forzado a hacerlo solo lollenó de frustración. Pero más allá de eso, sabía que notenía alternativa. No podía permanecer un minuto más enEl Paraíso.El celular de Andrés sonó. Lo había dejado en la mesajunto a su plato y antes de atender, leyó en el visor que setrataba de Lara. Por un instante le pareció que también supadre había leído de quién era la llamada entrante. Lo tomócon apuro y disculpándose se puso de pie. Conversó con Lara durante algunos minutos esforzándoseporque no notara la tensión de su voz. No le hizo el másleve comentario del enfrentamiento con Juan Martín, notenía sentido preocuparla cuando evidentemente ladiscusión no había terminado. Ella estaba entusiasmada

Page 355: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

con el viaje al sur. Se moría por conocer la casa de la queAndrés le había hablado y se negaba a describir. Volveríana hablar esa misma noche antes de acostarse.- Te amo, - le dijo ella emocionada. – Mañana volvemos aestar juntos. - No veo la hora.Cuando regresó al comedor, la familia se habíadispersado. Solo Ernesto estaba allí y lo observaba entredesconcertado y preocupado. - ¿Qué es lo que está sucediendo Andrés? – le preguntódirectamente su padre.Andrés respiró hondo y se mordió el labio inferior conmalestar. No tenía deseos de hablar en ese momento, perono tenía forma de esquivar a su padre. Se acercó lentamentey apoyó ambas manos en el respaldo de una de las sillasdejando caer su cabeza entre sus estirados brazos. Al cabode unos segundos se obligó a erguirse y enfrentar lasituación.- Estoy viviendo con…- Lara…, ahora entiendo, - dijo Ernesto antes que Andrésterminara la frase. – Pero ¿cómo?- Ah papá, estoy grande para darte ese tipo deexplicaciones, ¿no te parece? – respondió Andréssuperando su propia carga. – Sucedió… debería haberlodicho antes… pero nunca parecía el momento adecuado…

Page 356: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

bueno… hace unos meses que estamos viviendo juntos…Juan Martín se enteró…- ¿Cómo no se iba a enterar? – protestó Ernesto negándosea creerlo, - Mira que hay mujeres…- ¿Por qué todos siempre me dicen lo mismo?, - chillóAndrés ahora enojado y miró a su padre con indignación.Ernesto elevó sus cejas sin saber cómo responder esegesto sin alterarlo más todavía. – A todo el mundo leimporta un cuerno lo que a mí me pasa… - Hizo una pausay trató de contenerse, pero estaba cansado de hacerlo ymandó a todos al demonio. – Mi única culpa fue habermeenamorado… y cuando supe que era con quien deseabapasar el resto de mi vida y que ella me amaba también, nolo dude papá, - siguió diciendo con determinación.Respiró hondo y deambuló por el comedor esforzándosepor recomponerse. Ernesto lo observaba conpreocupación, la voz de Andrés se había elevadoconsiderablemente y empezaba a llamar la atención detodos. Andrés también lo advirtió y vio a Facundo queapareció en el umbral de la puerta que conducía a la galeríaprincipal. Lo miró primero, luego contempló a Fernando,Florencia y Lorena que desde el exterior lo miraban condesaprobación, culpa e incomodidad.- Ahora todos ustedes, - siguió diciendo, incluyendo a sushermanos y cuñados a quienes señaló con el dedo para queno les queden dudas que estaban involucrados, - esperan

Page 357: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

que me aleje de ella para que Juan Martín no sufra más dela cuenta…, bueno, yo no tengo la culpa de lo que le pasó aValeria. – Hizo una nueva pausa y los miró a todos,deteniéndose en los rostros de cada uno de ellos. - ¿Quieren que me sacrifique por él?... ¿eso es lo quequieren?, pues sepan que si accedo a lo que ustedes mepiden, soy yo el que se destruye, - gritó fuera de sí. Todosdesviaron sus miradas sin poder sostener la de Andrés. Larespiración se le había acelerado. Bajó la vista paracontrolarse. – ¿Saben qué es lo realmente doloroso? – lapregunta quedó flotando en el ambiente, nadie se atrevió asumar comentarios. - Lo verdaderamente doloroso es saberque todos prefieren que sea él quien no sufra.Ernesto lo observaba atónito. No tenía recuerdos, nisiquiera hubiera imaginado, que Andrés fuera capaz dehablar con tanta fiereza, con su corazón en la boca. - Nadie te está pidiendo ningún sacrificio, - se atrevió adecir Ernesto no muy convencido que eso fuera cierto. –Nadie quiere que sufras… pero es una situación…- ¿Difícil?... ¿complicada? – chilló con más enojo queantes. – Me lo vas a decir a mi… - Hizo una pausa y seobligó a recobrar la compostura. – Dejemos esto… Juntomis cosas y me voy para Responso. Se alejó de todos. Sus propias palabras lo habíansorprendido; pero las reconoció. Estaba enojado y dolidopor lo que cada uno de los miembros de su familia le estaba

Page 358: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

exigiendo, aún sin decirlo. Nunca lo reconocerían peroAndrés podía apostar que todos estaban pensando que él leasestaría a su propio hermano el golpe de gracia que lodestruiría por completo. Se dirigió directo a su cuarto yreunió rápidamente las pocas pertenencias que habíallevado. El resto ya se encontraba prolijamente acomodadoen su habitación de Responso. Se sentó en la cama y ocultó momentáneamente su rostroentre sus manos. La reacción de Juan Martín, sin embargo,había sido previsible. Después de la muerte de Valeria sehabía mostrado enojado, furioso prácticamente todo eltiempo. Lo había visto esa misma mañana cuando loenfrentó y Andrés se preguntó si tal vez destilar todo eseveneno contra él lo aliviaría. Era una posibilidad. Tenía que pensar; ordenar su cabeza, no podía permitir queel enojo y la culpa lo dominaran; podría ser demasiadopeligroso. Pensó primero en las palabras de su hermano yseguía sin poder convencerse de que Juan Martín supiera lode la operación para la compra de Lara´s. ¿Cómo puedeser?, se preguntó y de pronto cayó en la cuenta de lo quepodría suceder si Lara se enterase. Estaba perdido. Tranquilo, se dijo obligándose a serenarse, pero si sucedíasería su fin y lo sabía. Tanto lo preocupó ese punto queprácticamente no reparó en nada más. La puerta de su habitación se abrió repentinamente ysobresaltado por la interrupción levantó la vista. Al ver a su

Page 359: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

madre parada allí sintió tanta vergüenza y culpa que no pudomirarla directo a los ojos. Micaela ingresó y cerró lapuerta tras ella. Sin decir nada fue hacia su hijo. Siemprehabía sido una persona tan correcta y controlada, que sucomportamiento en la mesa la había inquietado más que alos demás. Después de haber escuchado la conversaciónque su hijo había mantenido con Ernesto, comprendióperfectamente que lo había llevado a pelear con JuanMartín de manera tan escandalosa, pero no lo justificaba. Tampoco quería que él se marchara pensando que sufamilia le había dado la espalda.- Te debo una explicación, - dijo simplemente Andrés. -Siento mucho lo que pasó.- Me imaginaba que lo harías, pero no pude soportar laespera, - respondió Micaela acariciándole el rostro.Andrés asintió pero no dijo nada. Micaela tampoco sumócomentarios. Lo veía abatido y atormentado. - ¿Por qué no me contás qué te está pasando? Quiero quevos me cuentes, - dijo su madre con ternura. - Nunca memetí en tu vida, pero me parece que esta vez no te va a venirmal hablar con tu madre.Andrés sonrió al escuchar las palabras de Micaela. Sesentó mejor para enfrentarla. Como siempre ella teníarazón, necesitaba contárselo para que comprendiera.Micaela lo miraba con paciencia, entendía que no debería

Page 360: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

ser sencillo para él. Andrés entonces empezó por elprincipio. Mencionó todo lo referente a la cena donde sehabían encontrado con Lara hacía varios años tras. Micaelalo dejó expresarse como él quisiera. Ya estaba al corrientede la existencia de Lara en su vida, pero no lo interrumpió,simplemente respetó sus tiempos.- Nos seguimos viendo, - siguió diciendo Andrés. Encendió un cigarrillo con nerviosismo. – Me enamoré deella sin darme cuenta, pero bueno, estaba con alguien y yoestaba con Sabrina. – Hizo una nueva pausa dejando que elpasado lo envolviera. - Pasó un tiempo sin que la viera nisupiera nada de ella, y cuando nos volvimos a encontrarhacía un tiempo que había terminado con su novio. Tuve laoportunidad…y bueno… Fue el día de tu cumpleaños… enel restaurante.Andrés hizo una nueva pausa y miró a su madre. Micaelaasintió. No tenía idea de cómo continuar, empezaba aquedarse sin palabras y la imperiosa necesidad de decirtoda la verdad comenzaba a ahogarlo.- Estamos viviendo juntos desde hace ya varios meses, -confesó con una sonrisa. Micaela respondió la sonrisa y leacarició el rostro con cariño. – Nos queremos y no nosimporta las repercusiones que puedan llegar a generarnuestra relación.Micaela comprendió que era su turno de hablar e intentarayudar a su hijo. Con ternura lo miró sin lograr definir

Page 361: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

todavía que sentía ante lo que acababa de descubrir. Sinembargo, le dijo que jamás hubiera imaginado que setrataba de Lara y comenzaba a comprender algunas cosas. Andrés frunció el ceño y se tensó algo desconcertado. Micaela le sonrió y tiernamente le acarició la mejilla. Simplemente mencionó que durante la cena de sucumpleaños, ambos se habían comportado de manera muyextraña. Solo se dirigieron la palabra al saludarse, encambio cruzaron y esquivaron sus miradas durante todo elrato que Lara se sentó en la mesa.Micaela tenía mucho aprecio por Lara, todavía recordaba eldía que Juan Martín le había dado la noticia de sucasamiento con Valeria; ella, en lugar de pensar en su hijo,recordaba haber sentido mucha pena por Lara. Se guardóese comentario mientras elegía las siguientes palabras. Elproblema era más que claro y muy difícil de solucionar; sies que había una solución que conformase a todos. Micaela podía ver el amor que Andrés sentía, el cambio enél era indudable. Respiró hondo y contempló a su hijo quela observaba expectante.- Parece que es una situación difícil, ¿no?, - dijosimplemente. - No te voy a mentir, me preocupa Juan,después de lo de Valeria está muy irascible, muy enojado…herido.- Por favor mamá. No puedo creer que vos también mevengas con eso, - chilló Andrés poniéndose de pie. – Una

Page 362: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

cosa es lo que le pasó a Valeria y otra muy distinta es loque me sucede a mí.- Andrés, - murmuró Micaela advirtiendo la rabia que eltema despertaba en su hijo mayor. – Es tu hermano. Nocreas que no te comprendo, lo hago mi amor, pero Juanestá atravesando un momento terrible… Vos tenés a Lara,tenés tus proyectos con ellas, más allá de toda estadolorosa situación, se tienen el uno al otro… él, encambio, tiene que aprender a vivir de nuevo…- A mi me da mucha pena todo lo que le pasó, pero no voy apermitir que me arrastre en su desesperación, - sentenció. Micaela lo contempló unos segundos más. Por primera vezen su vida no supo que decir o que aconsejarle a uno de sushijos. De lo único que estaba segura era de lo mucho queAndrés amaba a Lara y del derecho que tenían a serfelices. - No es necesario que te vayas, - le dijo.- Es lo mejor para todos mamá, - dijo él. – Ya viste lo quepasó en la mesa…Micaela asintió y poniéndose de pie se dirigió hacia lapuerta. Antes de salir se volvió hacia su hijo.- Sabes Andrés, a pesar de todo me alegra que se trate deLara, - le dijo con una sonrisa sabiendo que para Andréssería importante escucharla. - Gracias mamá, - dijo él dedicándole una amplia sonrisa.

Page 363: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Con la mochila al hombro ingresó al jardín de invierno,donde sus hermanos y sus respectivas parejas seencontraban. Apenas los miró y fue directamente alaparador donde había dejado su computadora portátil. Ladesenchufó y guardó todo en su bolso. Queríadesaparecer. - ¿A dónde vas? – preguntó Facundo preocupado.- Para qué me preguntas si ya lo saben, - dijo.- No te vayas… no es necesario.Se volvió a mirarlos estoicamente. Dio un paso hacia ellosy se tragó todo lo que tenía para decirles. Estaba harto dedar explicaciones. Durante todo el día se la había pasadoescuchando críticas, soportando que destrozaran su imagen,su seguridad y dignidad. No tenía nada para decirles. Sesentía como un volcán en erupción capaz de arrollar todocuando se acercara a él. Lo habían dejado solo y una vezmás recordó lo que su familia pensaba y estaba dispuesta aempujarlo a hacer. Miró a Facundo y esta vez no pudoevitar que la tristeza se asomara en sus ojos. Les dio la espalda y en silencio salió rumbo a la galería. Tendría que ir a Responso a caballo, ya que había indicadoque entregaran su camioneta allí. Pero antes de dirigirse ala caballeriza en busca de su yegua buscó su celular y hablócon Lara. Conversaron durante más de veinte minutos yella prometió llamarlo más tarde.

Page 364: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Inmerso en sus propios pensamientos cruzó el jardínagradeciendo que no hubiera rastros de Juan Martín. Erahora de la siesta y ese era el motivo por el cual lacaballeriza estaba desolada. Era un lugar fresco,impregnado de olor a alfalfa y caballo sudado. No era unaroma que le agradara, pero si le traía millones derecuerdos y eso lo hacía tolerable. Fue directo al cubículode su yegua, la acarició mientras le mencionaba el cambiode hogar. Lentamente comenzó a preparar la montura,esforzándose por hacerlo correctamente, no era unquehacer al que estaba acostumbrado. Le demandó muchomás tiempo del que le hubiera demandado a cualquiera desus hermanos, pero eso lo tenía sin cuidado. Se tomaría sutiempo no era sencillo para él alejarse de esa forma de ElParaíso; en algún punto se sintió un desterrado y esepensamiento fue como un puñal que se le clavó en elpecho. Cuando terminó se apuró a ajustar la montura por últimavez. Entonces se encontró con Juan Martín parado enmedio de la caballeriza contemplándolo. Actuó como si noestuviera allí y siguió con lo que estaba haciendo. Le dio laespalda y comprobó que el bocado estuviera en posición;por último chequeó los estribos- Viniste a comprobar que verdaderamente me iba… - dijofinalmente con impaciencia.- Sabes, nadie me dijo nada, - lo provocó Juan Martín. Su

Page 365: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

voz y su mirada cargadas de rabia. – Los vi con mis propiosojos… escuché cada palabra, cada confesión que sehicieron esa noche… - Hizo una pausa y dejó escapar unesbozo de risa. – No soportó pensar que compito con él…- dijo socarronamente al recordar las palabras de Andrés. –Cinco segundos te duró… caradura.- Dejame en paz, - dijo listo para sacar su yegua delcubículo.La discusión a estas alturas parecía inevitable. Si bienAndrés intentó desembarazarse de él, todo lo que dijoparecía aumentar el enojo de Juan Martín, y por ende susentimiento de culpa. Andrés percibía el dolor de suhermano, pero ya no tenía sentido disimular la realidad.Nunca había pensado en lastimarlo. Se lo dijo, y suspalabras hicieron que Juan Martín se burlara de él. Segritaron muchas cosas, fue un golpe bajo tras otro,midiéndose, lastimando sus orgullos. - Supongo que Lara no sabe nada de tus chanchullos con suempresa, ¿no?, - insistió Juan Martín dando un paso haciasu hermano.- No son chanchullos, - protestó Andrés haciéndole frente.– Ella estaba por perder su empresa y yo la salvé…- Ahora sos su gran salvador, - dijo sarcásticamente y rióburlándose una vez más de él. Hizo una pausa y locontempló con la sonrisa todavía bailando en sus labios. –

Page 366: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Encajan a la perfección… son dos embusteros.Andrés frunció el ceño. No deseaba escuchar más, tiró delas riendas obligando al animal a moverse hacia la salida,pero Juan Martín siguió hablando y esta vez sus palabrasdieron en un blanco totalmente inesperado.- ¿Qué dijiste? – lo increpó.- Ah ¿eso no se te había ocurrido? – preguntó con fingidaincredulidad. – Es tan simple que resulta obvio…, te voy aexplicar, - agregó sarcásticamente. – Por un lado estas voscon todos tus millones y tus rotundos triunfos;desesperado por llevarla a la cama, dispuesto a pagarcualquier precio para comprar su amor. – Hizo una pausapara darle énfasis a sus palabras. Sabía que tenía toda laatención de su hermano y lo iba a aprovechar. - Por otrolado Lara, desahuciada ante la posibilidad de perderlo todo,desesperada por no saber de dónde sacar todo el dinero quenecesitaba, - hizo una nueva pausa y estudió a su hermanouna vez más sabiendo que el impacto era profundo. - Avos no se te ocurrió que caíste en tu propia trampa… - Elrostro de Andrés se empezaba a desfigurar. - Pobrehermano mío, siempre tan engreído, nunca advertiste quecuando ella aceptó ser llevada a la cama era justamentecuando más necesitaba de tus millones. ¿Casualidad ocausalidad?Fue demasiado para Andrés que si bien intentó digerir laspalabras de su hermano, le resultó imposible. Un nudo se

Page 367: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

la había formado en la boca del estómago. Lleno de odio yrencor, saltó sobre Juan Martín dándole un fuerte golpe enla mandíbula y tirándolo al suelo. Juan Martín se repusoinmediatamente y con el puño se limpió el labio queempezaba a sangrar. Se puso de pie y luego de sonreírlemaliciosamente se arrojó sobre él. Andrés cayó contra lapared de uno de los cubículos y con mucho esfuerzointentó enderezarse pero Juan Martín ya estaba sobre élnuevamente descargando varios golpes en la boca delestómago de su hermano. Andrés comenzaba a sangrar y aperder la estabilidad. Cegado por su propio dolor, JuanMartín volvió a golpear el rostro de su hermano y al verlocaer le propinó varias patadas en el cuerpo. A Andrés lecostaba respirar y como pudo se arrastró hasta ponerse depie. Un último golpe cruzó la mandíbula de Andrés y loarrojó contra su yegua que asustada lo pateó enviándolo alfondo del cubículo. Espantado el animal salió a todogalope de la caballeriza. Lorena y Florencia conversaban a la sombra de unosálamos. Después del terrible almuerzo que habían tenidodifícilmente se iba a encontrar otro tema de conversación.Ambas tenían sus opiniones respecto de la situación queenfrentaba a los hermanos y no era la misma. MientrasLorena le hablaba de lo feliz que había visto a Andrés conLara, Florencia le recordaba que antes de eso, ella habíasido testigo del amor que Lara había mostrado por Juan

Page 368: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Martín. - Se me revuelve el estómago de solo pensar en verlabesando a Andrés, - le había dicho. Se sobresaltaron al ver la yegua de Andrés salirdesenfrenada de la caballeriza. Llevaba la montura y lasriendas sueltas. Apenas unos minutos más tarde, JuanMartín salió a todo galope. Las muchachas intercambiaronmiradas de preocupación. Florencia fue la primera enponerse de pie y correr hacia la caballeriza.Por su parte, Facundo y Fernando leían tranquilamente en lagalería. De tanto en tanto intercambiaban opiniones sobreAndrés y Juan Martín. Así como Fernando sostenía que eralo mejor para todos que Andrés se instalase en Responso,Facundo no estaba seguro de que lo fuera. Finalmente loque durante tantos años había temido había sucedido y loentristecía pensar que ya no había punto de retorno. Habíasentido el peso de la angustia, la tristeza y el enojo que seconvulsionaba en el interior de su gemelo y también habíasentido la desilusión con la que lo había mirado. Dejaríapasar un par de días para acercarse, no aportaría nada bueno,si intentaba hacerlo hablar en ese momento.Fernando quebró sus pensamientos al ponerse de pie de unsalto, y le señaló a la yegua de Andrés que se alejabaespantada, a Juan Martín salir tras ella y a Florenciacorriendo hacia la caballeriza.

Page 369: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Florencia ingresó asustada a la caballeriza y la quietud dellugar la alarmó. Recorrió el pasillo lentamente hastaencontrar lo que buscaba. Al ver a su hermanoinconsciente, empapado en sangre completamentedesparramado en el cubículo de su yegua, a Florencia laenvolvió el horror. Llorando y llamándolo a los gritos,cayó de rodillas junto a Andrés e intentó que recuperara elsentido. Lo tocó y en el instante en que lo hizo sus manosse impregnaron de sangre. Desesperada le gritó a Lorenaque fuera por ayuda. La muchacha salió corriendo hacia lacasa tan rápido como sus piernas le respondieron. Estabacasi llegando cuando se topó con Facundo y Fernando quesalían del jardín de invierno. Lorena llorabadesconsoladamente y se aferró a Facundo intentandocontarle lo sucedido. Volvieron a la caballeriza y allí encontraron a Florencia que lloraba llamando a Andrés coninsistencia y desesperación.Facundo se dejó caer junto a su gemelo, gritando sunombre con un terror que jamás creyó sentir. La sangrebrotaba de la boca y de un profundo tajo producto del golperecibido en la cabeza. De su bolsillo Facundo extrajo supañuelo y comenzó a limpiarle la cara procurando contenerla hemorragia. Repentinamente Andrés comenzó a quejarsey a respirar con dificultad.No se atrevieron a moverlo por temor a causarle un dañomayor. Fernando entonces se ofreció a ir en busca de

Page 370: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Ernesto. Al salir de la caballeriza se cruzó con Juan Martínque regresaba trayendo a la yegua de Andrés. Apenas lomiró y siguió su camino hacia la casa.Juan Martín desmontó y se acercó; contempló la escenacomo si fuera la primera vez que la notara. Lorena yFlorencia ayudaban a Facundo a limpiar la cara de Andrés,que todavía no recobraba el conocimiento. La herida de lacabeza volvió a abrirse y el rostro rápidamente se cubrió desangre.Juan Martín permaneció parado frente a Andrés con aireausente. Parecía abstraído de los gritos y los llantos, de lasangre que brotaba de Andrés y de la quietud de su hermanomayor. Facundo lo miró sobre su hombro y por unmomento creyó que su hermano había perdido el juicio.- ¿Qué le hiciste? – gritó Florencia fuera de sí. Se arrojócontra Juan Martín y lo golpeó con violencia en el pecho. –Ustedes les parece que una mina vale tanto la pena… eranecesario esto… - Rompió a llorar y volvió a caer junto aAndrés. – No se mueve Facu… porque no se despierta…Facundo prefirió no sumar comentarios y ni se molestó entranquilizar a Florencia. En algún punto lo que ella acababade decir era lo que a le hubiese gustado expresar. Volviósu atención a Andrés que comenzaba a toser y escupirsangre. Una vez más lo limpió con su pañuelo pero fue envano y no tenía la menor idea de cómo podía contener lahemorragia.

Page 371: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

A medida que lo contemplaba, Juan Martín fue tomandoconsciencia de lo sucedido. Andrés no reaccionaba y surespiración se volvía, por momentos, lenta y entrecortada. El rostro de Juan Martín se desfiguró y bajó su miradahacia sus ensangrentadas manos. Volvió su atención aAndrés y cayó de rodillas frente a él. Intentó llamarlo,primero con suavidad pero lentamente su voz fue creciendoen volumen y desesperación.- Despertate, - le ordenó Juan Martín con un hilo de voz. –Despertate…No seas hijo de puta y abrí los ojos…Ernesto y Fernando irrumpieron en la concurridacaballeriza y se unieron a Facundo que trataba intensamentede detener la hemorragia.- Por Dios, - dijo aturdido con lo veía, y por un instante locontempló azorado.- No puedo detener la hemorragia, - dijo Facundo a supadre. – ¿Cómo lo vamos a mover papá?Ernesto reaccionó, se dirigió al último cubículo, y de allísacó un sucio tablón que dejó caer en el suelo.- Pongámoslo aquí, va a ser más fácil para él y paranosotros, - dijo Ernesto con seriedad, sin quitarle los ojosde encima a Andrés. - Voy a llamar al médico.- Papá… - empezó diciendo Juan Martín.- Después vamos a hablar los tres, - replicó Ernestointerrumpiéndolo - Primero un médico tiene que ver a tu

Page 372: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

hermano. Porque aunque parezca que ya lo olvidaronustedes dos son hermanos. - Gritó sin ocultar su furia. Luego se volvió hacia Facundo y Florencia. - Apúrense queMicaela no está y no quiero que lo vea en ese estado.Sin decir más Ernesto regresó a la casa. Con sumocuidado, Facundo y Fernando se ocuparon de colocar aAndrés sobre el tablón. Ante cada movimiento André s sequejaba y su rostro se contorsionaba en claro signo dedolor. Lentamente cruzaron el jardín y lo dejaron sobre lacama de la habitación de huéspedes ubicada en la plantabaja. Era mucho más sencillo que llevarlo a su habitación. Una vez acostado Florencia se encargó de quitarle la ropa yacomodarlo mejor. Habían pasado casi dos horas cuando Andrés comenzó aparpadear con dificultad y a moverse intranquilo. Cuandofinalmente entreabrió sus ojos no pudo definir ni dondeestaba, ni que había sucedido. Lo primero que vio fue lacara de un hombre a quien no lograba reconocer; le hablabapero él no alcanzaba a comprender que le decía. Se sentíaaturdido. La cabeza le dolía terriblemente, al igual que lamayoría de su cuerpo. Recorrió rápidamente la habitacióncon la vista y vio a su padre junto a Facundo y Florencia. Elmédico se presentó y comenzó a revisarle los golpes queAndrés presentaba en su rostro con mayor detenimiento. Retiró el vendaje que Florencia acababa de colocar ylimpió la herida.

Page 373: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿Cómo te sentís?, – preguntó Ernesto.- Dolorido, – respondió con un débil murmullo. Cerró susojos y tardó varios segundos en volverlos a abrir. - ¿Quépasó? La pregunta desconcertó a todos, menos al médico a quienErnesto le había dicho que a su hijo lo había pateado suyegua. Entonces el médico le recordó lo sucedido y aún ensu confusión, Andrés intuyó que algo faltaba en el relato. - La verdad es que cuanto te vi, pensé que te habíastrompeado con alguien, - dijo el médico sin dejar derevisarlo. – Pero – hizo una pausa y contempló las manosde Andrés. – Nadie se deja golpear de este modo sinresponder, y tus manos están intactas. Flashes sin demasiada coherencia relampaguearon en labrumosa mente de Andrés que no tenía ni fuerzas niintensiones de esforzarse en comprender. Cerró una vezmás sus ojos sin deseos de conversar con nadie; soloquería dormir, entregarse a la reparadora sensación deoscuridad.- ¿Cómo está Ricardo? – preguntó Ernesto conpreocupación. - ¿Está inconsciente?- No… se durmió, - respondió el médico que seguíarevisando a Andrés.Durante los siguientes minutos, los Puentes Jaume dejarontrabajar al médico sin interrupción. Abruptamente el

Page 374: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

silencio reinante fue quebrado por un estrepitoso grito deAndrés que abrió sus ojos y parpadeó. - Estaba seguro de que tenías algo por el estilo, - dijoorgulloso de haberlo advertido a simple vista. Lo examinócon mayor precisión y no tardó en asegurarse de sudiagnóstico. - Una radiografía lo va a corroborar, peromuchacho tenés seguro, dos costillas rotas yprobablemente otra astillada. ¿Te pateó de costado?Andrés frunció el ceño como pudo y no se molestó enresponder. Ni siquiera creyó comprender lo que el médicomencionaba. Nada en su mente era demasiado claro. Recordaba los golpes que había recibido tanto en la caracomo en el estómago. También recordaba, aunquevagamente, haber sentido un fuerte golpe en un costado delcuerpo y en la cabeza.El médico entonces miró a Ernesto y rápidamente lecomentó que no era preocupante pero si de cuidado.- Me preocupa el desmayo, - siguió diciendo dándole unúltimo vistazo a su paciente. - Va a estar mareado por unashoras, pero luego debería sentirse mejor. Cuiden que novomite; si lo hace me llaman urgente. Ahora que descanse.Sin decir más Ernesto y el doctor salieron de la habitacióndejando a Andrés descansar. Ricardo Fuñes era un viejoconocido de El Paraíso y de la mayoría de las estancias ycampos de los alrededores. Era un médico rural que se

Page 375: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

había ganado su buena fama entre los lugareños por supredisposición y seriedad. Al llegar a la entrada, miró aErnesto y viendo su preocupación le habló con sinceridad.- ¿Estás seguro Ernesto que lo pateó la yegua?, - se atrevióa preguntar el médico antes de subir a su camioneta. – Estamuy golpeado.- Lo encontramos en la caballeriza…, - respondió Ernestoesquivando la mirada de Ricardo. – No estoy seguro denada…Ricardo Fuñes asintió y aún sabiendo que a Andrés lehabían dado una paliza no sumó comentarios.- Nos vemos a la noche.Andrés no volvió a despertar por tres horas más. Cuando lohizo la habitación se hallaba en penumbras. Apenas pudoabrir los ojos, los sentía pesados e hinchados y su bocaestaba impregnada del metálico sabor de la sangre. Intentómoverse, pero se detuvo al sentir el dolor que abarcaba casitodo su cuerpo. Como pudo, miró a su alrededor y vio aFacundo parado junto a la ventana. Intentó llamarlo, pero su voz era apenas un murmullo. Lovolvió a intentar y esta vez su hermano lo escuchó. Facundo se apuró a acercarse al borde de la cama yapoyando su mano sobre el brazo de Andrés, le preguntócómo se sentía.- Como la mierda, - fue la tajante respuesta y sutilmente

Page 376: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

elevó un costado de su inflamado labio. – Tengo sed.Con suavidad, Facundo acercó un vaso a la boca de suhermano y lo ayudó a beber un poco de agua. Sin esperarningún tipo de respuesta, Facundo le recriminó por losucedido; no sabía si era un buen momento para esecomentario, pero se había asustado demasiado y de soloimaginar lo que Andrés debió haber soportado, el terrorvolvía a apoderarse de él.- ¿Por qué no te defendiste? – protestó. - Supongo que él ya había recibido demasiados golpes, -respondió Andrés con debilidad y se quejó al acomodarsemejor en la cama. – Espero que haya servido de algo.- Si cuando yo digo que sos un imbécil no me equivoco, –terminó diciendo Facundo. - ¿Qué ganaste con todo esto?Mirate, terminaste tirado en una cama, desfigurado y condos costillas rotas.Pero cuando terminó de hablar comprobó que Andrés sehabía dormido nuevamente. Facundo sacudió su cabeza conpreocupación y dejó el vaso sobre la mesa de noche. La primera discusión que sus hermanos habían tenido leresultó de lo más desagradable, pero había sido ínfimacomparada con lo que había sucedido esta vez. Comprobarel odio que había surgido entre ellos y verlo a Andrésmagullado y casi inmovilizado aumentaba su preocupación.Lo contempló afligido. La cabeza vendada y apoyada en la

Page 377: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

almohada, el rostro hinchado y desfigurado, el dorsoenvuelto en tensos vendajes que le impedían respirar confacilidad. Resignado se puso de pie y salió del cuartodejándolo solo.Llegó al living todavía conmocionado y por primera vezsintió verdaderos deseos de mandar a todos al diablo. Estaba cansado de ponerse siempre en medio de los dos yde sentirse mal por ellos, cuando en realidad ni Juan Martínni Andrés parecían advertir lo mucho que estabanlastimando al resto de la familia. En los sillones seencontró con Lorena y Fernando que intentaban consolar aFlorencia que no paraba de llorar.- ¿Alguien vio a Juan Martín?, - preguntó Facundorompiendo el tenso clima.- Creo que está afuera en los jardines, - respondióFernando.Facundo se acercó al ventanal y lo buscó. A lo lejos lo viosentado contra un árbol. Salió a la galería y comenzó acaminar hacia él. Necesitaba conversar con Juan Martín,saber cómo estaba. Las heridas de Andrés sanarían encuestión de días, pero su hermano menor tenía lastimada elalma y no estaba seguro de que se repusiera algún día.En el mayor de los silencios se sentó a su lado y locontempló. Sus ojos estaban vidriosos y sus mejillashúmedas. Con una mano se enjuagó los ojos y contrajo los

Page 378: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

labios procurando evitar el llanto. Facundo extrajo su atadode cigarrillo y encendió dos pasándole uno.Con amargura Juan Martín rompió el silencio y comenzó ahablar de Valeria. Una y otra vez repetía que no sabía queharía de su vida sin ella. Lentamente comenzó arememorar, como gracias a su embarazo, habían superadosus diferencias. Tanto él como Valeria habían estado muycontentos e ilusionados con el nacimiento del bebé. Hizouna pausa, se tapó la boca con ambas manos y miró al cielobuscando explicaciones que nunca llegarían.- No me animo a tener al bebé en brazos, – terminódiciendo. – La extraño… ¿porqué tuvo que pasar esto?- Deja eso de lado por ahora Juan, - le aconsejó Facundo. -Tenés que concentrarte en tu familia. La pobre Melisa noentiende porque su papá casi no habla con ella y Santiaguitonecesita a su papá. Tenés dos hijos Juan, y ellos tenecesitan. Perdieron a su mamá, no le quites la posibilidadde tener un padre.Juan Martín se puso de pie y se alejó de Facundo sinresponder. La conversación estaba terminada. Así como lehabía sucedido con Andrés, no había podido ayudar ennada. Por lo menos lo intenté, pensó con angustia. Se pusode pie y regresó a la casa. Pero de algo estaba seguro,Juan Martín no tenía registrada la pelea con Andrés. Sudolor era tan grande que no veía más allá de eso. Era laprimera vez que comprendía verdaderamente la magnitud

Page 379: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

del sufrimiento que su hermano menor atravesaba y era laprimera vez desde que Valeria murió que no había enojo ensu voz. Solo tristeza, infinita tristeza. Tal vez Andrés habíaestado en lo cierto y al dejarse golpear había ayudado asacar toda la angustia que tanto consumía a Juan Martín. Pero no era la forma de hacerlo. Había sido un clavo quesacó otro clavo; las secuelas de esta pelea durarían porsiempre.Cansado regresó al living y se dejó caer junto a Lorena. Uno a uno los miembros de la familia se fueron retirando asus cuartos dejándolos solos. Lorena lo abrazó con fuerzaintentando brindarle la contención que él necesitaba.Facundo se había asustado mucho al ver a Andrésinconsciente y todavía le duraba el miedo que sintió al nopoder despertarlo. - Estoy cansado de preocuparme siempre por ellos, - chillóy los ojos se le llenaron de lágrimas. – No se dan cuentacómo nos están lastimando con todo esto. Me asustémucho.Lorena lo abrazó dándole la oportunidad de desahogarse. Unos minutos más tarde, le propuso ir a acostarse. Facundo asintió. Había sido un día largo y difícil.

Page 380: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 26La siguiente vez que despertó la claridad de la mañanainundaba la habitación. Intentó respirar pero los fuertesvendajes que envolvían la totalidad de su torso se loimpidieron. Tosió y los espasmos le produjeron un dolorpunzante y agudo que casi le corta la respiración. Conlentitud, midiendo sus fuerzas y el dolor que cadamovimiento le producía, intentó erguirse. Se impacientó aladvertir que no le era sencillo moverse libremente. Sesintió atrapado y balbuceó una protesta. Cerró sus ojos confastidio.No pudo precisar de dónde había aparecido, pero cuandovolvió a abrir los ojos se encontró con Ernesto que estabasentado a los pies de su cama. - ¿Cómo estás?- Bien, - mintió esquivando la mirada de su padre.Los recuerdos habían regresado con claridad. Cada golpe,cada palabra y cada agresión que habían cruzado. De prontoa su mente llegaron las últimas palabras de Juan Martín. Loacababa de recordar y una vez más en su cuerpo se mezclóel dolor de los golpes con la aflicción de su alma. Suspensamientos se llenaron de la imagen de Lara; de su rostroel día que le contó sobre la empresa y de la desesperaciónque la acosaba. Entonces reparó en que en unas horas Laradebía arribar al Aeropuerto de Chapelco, y que no habían

Page 381: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

hablado la noche anterior. Imaginó lo que Lara debiópreocuparse y lo enojada que estaría cuando lo viera.- Papá, - murmuró con impaciencia. Ernesto se le acercómás todavía. – Tengo que ir a Responso.- Vos no te vas a mover de esa cama, - protestó su padrecon autoridad. – No estás en condiciones de moverte.- ¿Qué hora es?- Van a ser las nueve, - respondió luego de consultar sureloj. – Voy a avisarle a tu madre que estás despierto.Andrés asintió como pudo y aguardó a que su padre lodejara solo. Con lentitud logró sacar las piernas de la camay ayudado por sus brazos, soportando el excesivo dolor quele producían las costillas, se sentó. En más de una ocasiónse le cortó la respiración y tubo que descansar paracontinuar. Cuando se sintió lo suficientemente seguro, sepuso de pie. Buscó su ropa con la mirada, pero noencontró rastros de ella. Definitivamente eso no lodetendría. Llegó a la puerta ayudado primero por la cama,por los muebles después y por las paredes al final. Totalmente concentrado en sus movimientos abrió lapuerta y se deslizó en el corredor que llevaba al living. Caminó lenta y dificultosamente. Se detuvo a descansar, sesentía mareado, pero no se dejaría vencer.Ernesto salía de la cocina con dirección al comedor cuandose detuvo en seco al verlo parado en medio del pasillo.

Page 382: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Dejó caer la panera que llevaba en sus manos y fue haciaél. El aspecto de su hijo era mucho más terrible de lo quese lo apreciaba acostado. - ¿Qué demonios haces levantado? – lo retó como situviera diez años. – Andrés por favor, no quiero másdisgustos.- Tengo que irme, - respondió intentando sonreír. Respiró y una punzada atravesó su cabeza. Cerró sus ojosun instante y escuchó que su padre llamaba a Facundo de ungrito. El dolor de cabeza había aumentado y el mareo seintensificó. Sintió los brazos de su padre alrededor de sucuerpo y se recostó contra él.- Facundo, - gritó Ernesto preocupado. – Ayudame aregresarlo a la cama.Andrés abrió los ojos y vio a toda la familia contemplandola escena con horror. Se volvió a su hermano que ahoraestaba a su lado.- Facu… llevame a Responso, - balbuceó sobre la ola dedolor. Frunció el ceño buscando controlarlo. Necesitabaque su cuerpo y su mente soportasen un poco más elesfuerzo. Después podría descansar. – Lara va a llegar endos horas al aeropuerto… - su voz era entre cortada ypastosa.- Tranquilizate yo me ocupo de Lara, - le dijo Facundotratando de sostenerlo. Lo notaba agitado y eso hacía más

Page 383: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

difícil mantenerlo en pie. – Calmate…- Llevame a Responso Facundo, - insistió y aferró su brazoal de su hermano. – No quiero que venga para acá… Se va aponer como loca cuando me vea… Miró a Facundo y volvió a hacer una pausa. Detrás de losgolpes y de los párpados hinchados, Facundo vio losintranquilos ojos de Andrés rogándole que hiciera lo que leestaba pidiendo.Por momentos la mirada se le tornaba distante. Andrésparpadeó varias veces. Las imágenes se volvían cada vezmás borrosas y las voces lejanas. Con más fuerza se aferróa Facundo y siguió hablando con tono suplicante.- Sacame de acá Facu… por favor, - le rogó. – Te juro quees lo último que te pido.Facundo contempló un instante a su hermano, ese últimocomentario no le había agradado. Luego se volvió hacia supadre y sostuvo mejor a Andrés que por momentos parecíadeslizarse entre sus brazos. Entonces tomó la decisión. Buscó a su cuñado con la mirada y lo encontró conteniendoa Florencia que había empezado a llorar. Le preguntó aFernando si podía llevar a Andrés a Responso.- Lo llevamos nosotros, - se atrevió a decir Micaela. Miróa Facundo. – Facu, ayudalo a llegar a los sillones…Recostaron a Andrés en uno de los sillones y allí lo dejarondescansar un momento. El traslado no sería largo, pero si

Page 384: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

dificultoso para él. Mientras Micaela y Florencia seencargaba de vestirlo, Ernesto se acercó a Facundo quienya se encontraba buscando los documentos para salir haciael Aeropuerto. - Facu, ¿tiene comodidades en Responso?, - preguntóErnesto sorprendido. Facundo asintió. – No puedo creerque nunca me lo haya contado…- Así es Andrés, - comentó Facundo poniéndose de pie. –Lara llega en unas horas y cuando lo vea… no va a ser nadaagradable. Lo mejor para todos va a ser que ellos seinstalen en Responso. Después de todo no está lejos, sóloun par de kilómetros. Me voy. Facundo ingresó en el hall de arribos a paso acelerado. Silos vuelos estaban en horario, Lara debía haber aterrizadounos diez minutos atrás. Durante todo el trayecto habíatratado de decidir qué explicaciones le iba a dar. Contarletoda la verdad era lo que su conciencia le decía que debíahacer, pero no estaba seguro que Andrés compartiera suopinión. Decidió que lo mejor sería primero encontrarsecon ella y comprobar el estado en que se encontraba, luegoiría respondiendo las preguntas a medida que estas se lepresentaran.Con rostro desencajado por la preocupación y eldesconcierto, Lara apareció arrastrando su valija entre los

Page 385: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

pasajeros del vuelo que acababa de aterrizar. Salió al hall yal ver a Facundo aguardándola supo que algo terrible habíasucedido. Se detuvo un instante y su mirada se cruzó con lade Facundo que la contemplaba entre incómodo y fatigado. Lo notó preocupado y consternado y Lara se imaginó lopeor.- Hola Lara, - le dijo al acercarse a ella y tomar de su manola manija de la valija que arrastraba. - ¿Cómo fue el vuelo?- ¿Dónde está Andrés?, - preguntó ella sin siquierasaludarlo.- Vamos yendo que tenemos tiempo de hablar en el auto, -le dijo y sin esperar comenzó a caminar hacia la salida.Era un día despejado y brillante. La fresca brisa que bajabadesde las cumbres, amenizaba el calor del sol que a esahora empezaba a hacerse sentir. Se subieron a la camionetaen silencio y por un momento Lara se dejó envolver por labelleza de la naturaleza. Una vez que se pusieron enmovimiento, ella lo miró con determinación. Necesitabarespuestas. La noche anterior había llamado infinidad deveces al celular de Andrés, pero siempre entró alcontestador. No había podido dormir preguntándose qué leimpedía a él llamarla y cuando esa misma mañana dejó eldepartamento se convenció de que algo terrible debióhaberle sucedido para permanecer incomunicado. Sumente la había torturado con gran cantidad de imágenes,desde Andrés herido y perdido en medio de los desolados

Page 386: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

campos hasta en brazos de alguna mujer que había logradoseducirlo. - Me vas a decir qué sucedió o Andrés te prohibió que mecontaras, - protestó al cabo de más de veinte minutos desilencio. – Desde ayer a la tarde que no sé nada de él.Facundo todavía no lograba decidir qué decir. Sabía quealguna respuesta debía darle o de lo contrario, Lara seríacapaz de volverlo loco con preguntas presionándolo hastasacarle la verdad. - Tuvo un accidente, - dijo finalmente. La miró de reojo yvio como la confirmación de sus sospechas le helaba lasangre. – Ayer en la caballeriza, su yegua se asustó y lopateó con mucha fuerza. – Hizo una pausa. Ya estaba dichosolo tenía que seguir esa línea de información. – Esta muygolpeado, pero no corre peligro.Volvió a mirarla por el rabillo de su ojo. La vio taparse laboca con ambas manos y dejarse caer contra el asiento. Desvió la vista hacia la ventanilla y Facundo comprobócomo su mente la forzaba a imaginar lo que en una horavería. Llevada por la necesidad de comprender, Laracomenzó a aventurar lo qué podría haber sucedido para quela yegua lo atacase. Pero nada la convencía. Durante el resto del viaje Lara se mantuvo en silencio, conlos brazos cruzados, el ceño fruncido y la mirada perdidaen los campos que atravesaban.

Page 387: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿Adónde vamos Facu?, - preguntó al ver que Facundo sedesviaba del camino hacia El Paraíso. - ¿Está en la casa dela que me habló?- Ya vas a ver, - le dijo - Tiene una sorpresa preparada paravos.Lara lo miró desconcertada. Mencionó que no podíaimaginar qué otra sorpresa podría tener y Facundo notócierta exasperación en su voz. No se atrevió a decir nada,estaba más que contrariada y Facundo se preguntó si estaríaimaginando lo que en realidad había sucedido. Prefirió nopreguntar, se concentró en el camino y encendió la radio.Toda la situación le parecía extraña y la preocupaciónempezaba a fastidiarla. Facundo dobló finalmente por uncamino flanqueado por viejos pinos y eucaliptos y ellaadvirtió que era la entrada de un viejo casco, pero nuncaantes lo había visto. De pronto, protegida por almendros ypinos, rodeada de un frondoso jardín en el que se alternabanmagnolias y violetas de los Alpes, se alzaba una maravillosacasa de dos plantas. A la derecha, Lara pudo apreciar unatorre, que a juzgar por la edificación debía haber sidoincorporada posteriormente a la casa original. El caminode la izquierda, conducía a la terraza lateral y a la piscina. Facundo detuvo el auto y miró a Lara para ver su reacción. Lara descendió del auto y caminó hacia la casa maravillada.La fachada de la vivienda pintada de un tono amarillentoalgo anaranjado, contrastaba con el verde del hermoso

Page 388: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

jardín. Un camino empedrado, con grietas que dejabancrecer la hierba, conducía a la entrada principal. La puertade acceso en hierro y cristal, mostraban la calidez y el buengusto del interior.Sin saber que se esperaba que hiciera, Lara miró a Facundo,quien le indicó que se acercara a mirarla si lo deseaba. Tentada caminó sobre el empedrado hasta donde creyóprudente. Desde allí pudo apreciar tres juegos de sillonesenfrentados, separados por una mesa baja y rectangular demadera vieja. La misma estaba decorada por libros y por unpar de candelabros antiguos. Uno de los sillones cubiertopor pieles estaba escoltado por dos lámparas, una rústica depie y la otra de amplia pantalla apoyada sobre una antiguamesa de estilo colonial.Se detuvo fascinada con la belleza del ambiente. Deseabaseguir observando, pero la vergüenza se apoderó de ella. Algo divertido por la situación, Facundo se adelantó sinemitir opinión, y fue hasta la puerta de acceso. Sin golpearabrió la puerta dispuesto a ingresar. Giró hacia ella y laalentó a que lo siguiera. Lara protestó atónita y se quejódiciéndole que deseaba ver a Andrés cuanto antes, peroFacundo no le hizo caso y entró sin esperarla. Seducidapor el lugar lo siguió. Una vez dentro no pudo evitarsentirse cautivada por lo que veía. A un costado de los sillones, y fuera del alcance quepudiera tenerse desde el exterior, una reja renacentista

Page 389: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

enmarcaba una biblioteca, justo debajo de una escalera queconducía a la planta superior. Frente a los sillones, unaamplia chimenea mostraba el hogar donde seguramente eninvierno el vivo fuego mantendría cálido el ambiente.Le hubiera gustado seguir mirando, pero escuchó vocesprovenientes de uno de los pasillos. Se quedó parada juntoal vacío hogar esperando que Facundo regresase junto aldueño de casa. Estaba impaciente y no podía dejar depreguntarse por qué Facundo la estaba haciendo perdertanto tiempo. Se sorprendió al ver a Micaela aparecer poruno de los corredores. La sola presencia de ella lo únicoque hizo fue aumentar su preocupación a niveles quemomentos atrás le parecían impensados. - Hola Lara, - le dijo la madre de Andrés con cautela. - Hola Micaela, - la saludó con incomodidad. - ¿Dónde estáAndrés? – preguntó ella en un arranque de desesperación. Dio un paso hacia Micaela y la vio asentir. - Vení, que te llevo.En silencio Micaela la condujo hacia la habitaciónprincipal, donde Andrés descansaba custodiado por Ernestoy Facundo. Al verlo Lara se llevó ambas manos a la boca ysin reparar en los presentes bordeó lentamente la cama y seacercó a él. Solo cuando estuvo a escasos metros dedistancia, se atrevió a preguntar qué le había sucedido. Loprimero que atinó a hacer fue acariciarle el golpeado

Page 390: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

rostro, casi desfigurado por la hinchazón del pómulo y elderrame producido por un corte en la frente. Andréssonrió y estiró su mano para acariciarla.- ¿Qué te pasó mi amor? – le dijo casi al borde de laslágrimas.- La yegua se asustó, - respondió él esbozando una débilsonrisa. Cambió de tema. - ¿Te gustó la casa?- Si, es hermosa, - respondió sosteniendo la mano de él. Laacarició y estudió unos momentos más su golpeado rostro. – Un caballo no pudo hacerte esto.- Es lo que dijo el médico, deberías creerlo… - Ellasacudió la cabeza negativamente y lo miró con seriedad. –Vamos Lara, todo el mundo lo creyó.- Yo no lo creo.Lara continuaba demandando una explicación pero él nodeseaba discutir sobre lo sucedido, mucho menos frente asus padres. La conocía y sabía que su reacción podría serterrible. Andrés suspiró y se quejó. Puso delicadamenteuna mano sobre sus costillas y se acomodó mejor. Parpadeó y mencionó que estaba cansado. Previendo que la discusión estaba por explotar, Ernesto lesugirió a Lara dejarlo descansar; podrían conversar mejormás tarde. Lara asintió resignada. Contempló a Andrés conamargura y estiró su cuello para darle un beso. Luego sepuso de pie y enfrentó a Ernesto y a Micaela que la miraban

Page 391: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

de modo extraño. Salieron de la habitación y regresaron alliving. Lara tenía muchas más dudas que la noche anterior ynecesitaba evacuarlas de su mente. Se dejó caer en uno delos sillones y escondió su rostro entre sus manos. Nosabía que pensar o como actuar a continuación; a sualrededor sintió que Ernesto y Micaela también sesentaban. Se obligó a enfrentarlos. Junto coraje y lo hizo. - Fue con Juan Martín, ¿no?...se pelearon... – Levantó lavista y miró al matrimonio con incomodidad y tristeza. - Por favor, más allá de lo que me deben odiar en estemomento, necesito saber qué le sucedió.Ernesto fue quien tomó la palabra. Primero se encargó dedecirle que nadie la odiaba más allá de lo complicado detoda la situación. Además de eso, no era mucho lo quepodía agregar pues en realidad nadie había presenciadonada. A grandes rasgos le habló del enfrentamie nto verbalque habían tenido luego de que Andrés recibiera un llamadode Juan Carlos. Pero Lara no le estaba prestandodemasiada atención.- Le dije que teníamos que hablar con él…, - balbuceó unavez más al borde de las lágrimas, –pero él insistía que contodo lo sucedido con Valeria, no era momento de hacerlo. – Una vez más escondió su rostro; avergonzada por ser laculpable de toda la situación. – Se sentía tan culpable,como si fuera responsable de todo, - Hizo una pausa y

Page 392: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

recorrió el lugar con la mirada. - Nunca imaginé que podríasuceder algo así.Por unos momentos nadie sumó comentarios. No eramucho lo que se podía decir tampoco. Facundo se sentójunto a ella brindándole su apoyo, pero se mantuvo ensilencio. Cada tanto le dirigía una mirada a sus padres quela observaban si saber que conclusión sacar de laintromisión de Lara entre sus hijos.- ¿Y Juan Martín? – preguntó abruptamente. La preguntatomó a todos por sorpresa. - ¿Qué dijo?- Nada, - respondió Micaela con pesar.- ¿Cómo está él?- Apenas un golpe en el labio, - esta vez fue Facundo quienrespondió. – Parece ser que Andrés no intentó defenderse.Lara asintió como si hubiese esperado esa respuesta. Otravez el tenso silencio y esta vez duró demasiado. Facundomiró a sus padres y les sugirió que tal vez lo mejor seríadejarlos solos. Podrían regresar al día siguiente paracomprobar cómo evolucionaba Andrés, pero no teníasentido permanecer allí por más tiempo. Antes demarcharse, Micaela se ocupó de decirle a Lara que Andrésnecesitaba descansar todo lo posible y que el médico lehabía indicado tomar unas pastillas para hacerlo y unosanalgésicos para el dolor. De su cartera extrajo un papeldonde estaba anotado, el número de El Paraíso y el del

Page 393: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

médico. Lara asintió a cada indicación que la madre deAndrés le daba y los acompañó hasta la entrada principal. Los observó subir cada uno a su vehículo y lentamentealejarse por el sendero que llevaba a la ruta. Cuando quedó sola rodeada por el silencio de la casa, Larafue hacia la habitación donde Andrés descansaba. Seacostó a su lado y tomó su mano entre las suyas. Mientraslo contemplaba, las lágrimas comenzaron a correr por susmejillas.

Page 394: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 27Luego de cuatro días de prácticamente no moverse de sucama, Andrés decidió que ya era hora de ponerse de pie. Eldolor de las costillas le era bastante tolerable y gracias alhielo que Lara lo había obligado a ponerse en su rostro, lahinchazón había bajado considerablemente. Solo quedabanlos derrames, que día a día cambiaban de color. Micaela y Ernesto, pasaron por allí todos los días y setranquilizaron al ver el modo en que su hijo evolucionaba. En cada visita, conversaron con Lara y poco a poco latensión entre ellos se fue disipando. Ninguno podíaexpresar todavía qué era lo que verdaderamente sentían conrespecto a la relación que unía a Lara con Andrés, pero losreconfortó ser testigos del modo en que se querían; lacomplicidad con la que hablaban y el cariño con que secontemplaban. No encontraron en ella ningún indicio de lamuchacha que habían conocido tantos años atrás y muchomenos la mujer que se hallaba al frente del restaurante y laempresa. En ese ámbito, Lara solo representaba el papel deesposa enamorada y dedicada. Porque si bien no estabancasados, eso era lo que ellos transmitían. Eran una parejaafianzada y consolidada, tanto Micaela como Ernesto lodescubrieron maravillados de poder apreciar una parte de lavida de su hijo que jamás creyeron posible. Pero a medida que los días pasaban, el malestar de Lara

Page 395: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

también iba en aumento. Al principio, se cuidó de ocultaresos sentimientos, por el estado general de Andrés, peronecesitaba abordar el tema de una buena vez. Encontró laoportunidad una tarde luego de almorzar, mientras ellalavaba los platos y él leía una revista en la sala de estar.- ¿Cuándo me vas a contar qué sucedió verdaderamente? -dijo sin siquiera mirarlo. Terminó de enjuagar la cacerolaque había utilizado y de colocarla en el escurridor. – ¿Meestas escuchando?- Claro que te estoy escuchando, - respondió él que hastaese momento creía haber logrado desembarazarse delreclamo. Con dificultad se puso de pie y fue hacia ella. -Sabías que te amo.Lara sonrió y se dejó abrazar por él, quien se quejó por elpinchazo que sintió en sus costillas. Con una muecaAndrés se separó y mencionó que no estaba en condicionesde hacer ciertas cosas todavía. Lara sonrió divertida yaprovechando la oportunidad, Andrés le dijo que tenía algomuy importante para contarle. Ella lo miró; frunció elceño y se secó las manos con un repasador. Lo enfrentóprestándole toda su atención. Andrés empezó por mencionarle el llamado de Juan Carlosdesde Nueva York y el entusiasmo que ponía sorprendió aLara. Parecía un niño que por primera vez en su vida habíasubido a un tobogán y desde lo más alto contemplaba almundo, maravillado por haber alcanzado la cima. Hablaba

Page 396: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

sin cansarse de estadísticas y clientes, pero a Lara leinteresaba mucho más saber cómo se habían producido losgolpes y la rotura de las costillas. Al manifestarlo, Andrésle dedicó una mueca de fastidio y haciéndose eldesentendido, regresó lentamente al sillón. Se recostócontra el respaldo y con satisfacción contempló elambiente. Entonces, omitiendo el comentario de Lara, lepreguntó qué le parecía la casa. Lara simplemente le dijoque era muy linda, y estuvo a punto de exigirle que leresponda lo que había preguntado, pero él se le anticipó. Con aire soñador, Andrés pasó a contarle que habíaadquirido las diez hectáreas que conformaban Responsohacía muchos años; la casa era nueva, la había mandado alevantar pensando en la familia que juntos podrían formar.- Nunca me dijiste que tenías tierras en la Patagonia, –comentó sin ocultar su sorpresa y lo mucho que laemocionó ser parte de sus sueños. – Pensé que la casaestaba sobre tierras del El Paraíso.Andrés sonrió, satisfecho por haberla sorprendido. Por unmomento se entusiasmó con la idea de haber logrado alejarel tema de la pelea con Juan Martín. Pero se habíaequivocado. Lara se acercó a él y luego de rodearlocuidadosamente con sus brazos, lo besó con ternura. Alsepararse lo observó con complicidad y le pidió una vezmás que le hablara de lo que había sucedido en El Paraíso. - Quiero saber, ya mismo qué pasó, - exigió ella con

Page 397: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

tozudez. – Dejate de dar vueltas por favor…El tono enérgico y autoritario de Lara lo sacudió y supoque aunque intentase dar vuelta el asunto ella no lo dejaríasalirse con la suya. Antes de comenzar a hablar lacontempló unos segundos.- Juan ya sabía lo nuestro, – dijo finalmente. – Lo supodesde un principio.No tenía idea de cómo organizar su relato. Decidióempezar por contarle el estado en el que Juan Martín seencontraba, lo solo, distante y triste que lo había visto. Veren ese estado a su hermano menor, tan sin vida, tan perdidoy desolado lo llenó de malestar. Al principio todo habíaestado como siempre, pero luego de la llamada de JuanCarlos, Juan Martín había empezado a acosarlo y aatacarlo. Intentó resumir y minimizar lo sucedido, no teníasentido entrar en detalles.Lara al escucharlo frunció el ceño prestándole mayoratención. Lo observaba en silencio con el rostro serio ypreocupado. Lo escuchó hablar de la conversación quehabía tenido con Ernesto y del modo en que su familia lehabía dado la espalda. Eso le había dolido demasiado. - Fue como si todos me culparan de lo mal que está Juan, -siguió diciendo. - Como si yo tuviera la culpa de toda sudesdicha.- Eso no es cierto, - respondió ella con suavidad. – Te dije

Page 398: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

que no te sintieras culpable…- Sentí que me empujaban a dejarte, - agregó y se arrepintióde haber sido tan sincero con ella. – Como si lo nuestrofuera una suerte de golpe de gracia para Juan. - La miró yesbozó una débil sonrisa. - Entonces tomé la decisión demarcharme, era insostenible… - Hizo una pausa ypensativamente le corrió un mechón de cabello que le cayósobre el rostro. - Nos cruzamos en la caballeriza, - dijo ybajó la vista todavía perturbado. Rememoró por unossegundos el modo en que la pelea había comenzado. No ledijo a Lara cuáles habían sido las palabras de Juan Martín,solo mencionó que había soportado las insinuaciones hastaque llegó a un punto en que perdió los estribos. – Luegosucedió lo que sucedió.- Facundo me dijo que no te defendiste, - se atrevió a decirLara.- Eso no es verdad, - protestó él y esquivó la mirada deLara. - No tuve oportunidad de nada…La actitud de Andrés era esquiva. - ¿Te dejaste golpear así?, – preguntó Lara sintiendo elpeso de la culpa que Andrés acarreaba. - Por poco te mata,Andrés, cómo no se te ocurrió defenderte… - hizo unapausa y se ubicó en el sillón junto a él. - No te das cuentadel susto que nos diste a todos… no tenías porquéhacerlo…

Page 399: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Si no hubiese sido por la yegua que me pateó, no hubiesesido tan terrible.- Ahora la culpa la tiene la yegua, - chilló ella consarcasmo. Lo miró con mayor seriedad. - ¿Vos entendésque no hubo nada de noble en lo que hiciste?... fueestúpido…Con mucha dificultad Andrés se puso de pie y se alejó deella. No quería escucharla, él sabía que había hecho lo quetenía que hacer. Lara intentó detenerlo, pero esta vez él norespondió. Simplemente levantó su mano sin siquieravoltear a mirarla y le dijo que se iba a descansar. Lara se dejó caer contra el respaldo del sillón, no teníasentido seguir dando vueltas al asunto. No sacaría nada másde él. Sin darse cuenta su mirada comenzó a recorrer lasala. El gusto con que estaba decorada era sencillamenteexquisito y acorde con el paisaje que podía apreciarse porlos amplios ventanales. No había tenido oportunidad derecorrer los demás ambientes de modo que intrigada porcómo serían las demás habitaciones Lara se puso de pie ycomenzó a deambular por la casa. Había más cuartos de losque imaginó y cada uno la fascinó más que el anterior. Porúltimo llegó a la cálida biblioteca. El parquet oscuro, laestantería de libros, el antiguo escritorio de cedro oscuro yuna lámpara de vitrales de colores. Las paredes de un ocreclaro, solo estaban decoradas con dos cuadros floralesubicados a un costado del escritorio. Los ventanales apenas

Page 400: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

cubiertos por suaves cortinas de voile.De pronto la idea de vivir en esa increíble casa junto aAndrés le pareció maravillosa. Pensando en eso regresó alliving y se ubicó en el sofá. Dejándose llevar por esesentimiento y la perspectiva de una vida nueva junto alhombre que amaba, cerró sus ojos y se dejó soñar. Tal vezmás tarde volvería a pensar en lo sucedido entre Andrés y Juan Martín o tal vez dejaría el tema para más adelante si esque había algo más para decir.Cuando abrió los ojos, se incorporó y miró su reloj. Sehabía quedado dormida. Fue en busca de Andrés. Loencontró dormido en la cama que ambos compartían. Nolo molestó, todavía necesitaba del descanso. Fue hasta lacocina, preparó mate y llevó todo al jardín. Estabaatardeciendo y contemplar el sol escondiéndose tras lacordillera era una imagen de lo más reparadora.Un ruido extraño y agresivo la sobresaltó. Desconcertadarecorrió el entorno con la mirada primero y se puso de piedespués. El sonido se acercaba. De la nada una camionetaazul oscura levantaba polvo en su recorrida hacia la casa. Frenó de golpe a escasos metros de la entrada principal ysu conductor bajó de un salto. Lara lo observó a ladistancia y se inquietó al verlo allí. Automáticamente miróhacia el interior de la casa solo para constatar que Andrésno se encontraba por los alrededores. Juan Martín lo llamóa los gritos, parecía desesperado y se acercó a la entrada de

Page 401: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

la casa. Sorprendida por la presencia de Juan Martín, Lara lollamó. No supo si su voz sonó enojada o tensa, lo únicoque alcanzó pensar en ese momento fue en no permitir queAndrés lo viera. Juan Martín se volvió hacia ella y a Lara ledolió comprobar que Facundo no le había mentido; más alládel labio apenas hinchado, Juan no acusaba el menorindicio de haber participado de una pelea. - ¿Qué se supone que haces acá Juan Martín? – le dijoexagerando su enojo.- Lara, - dijo él sorprendido de verla. - ¿Dónde estáAndrés?- Descansando, - le respondió tajantemente. – Va a sermejor que te vayas…- Tengo que hablar con él, - insistió sin atreverse a mirarla. – Es muy importante.- ¿Por qué lo hiciste? – le preguntó entonces. Ni siquierahabía escuchado lo que él le había dicho. Su mente se habíallenado de preguntas y una rabia tan grande que no leimportó lo que podría decir. – ¿Porqué tuviste quegolpearlo de esa forma?… ¿era necesario tantoensañamiento Juan?… - Se le acercó más y lo increpó condureza. – Decime… ¿qué hubiera sucedido si lo matabas?- No sé que me pasó Lara…, - dijo y le dio la espaldaavergonzado. – Te juro que no sé que me pasó… pero ahora

Page 402: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

sucede algo mucho más urgente…Los gritos lo habían despertado. Creyó escuchar la voz desu hermano menor, pero le pareció impensado. Vocesamortiguadas pero estridentes provenían del exterior. Conlentitud dejó la cama, todavía le demandaba un granesfuerzo levantarse. Y emprendió el camino hacia la salaprincipal. Llamó a Lara, pero ella no respondió. Se detuvofrente a los amplios ventanales y giró hacia los jardines. Elfuego se desató en su interior al ver la escena. Primero seindignó por las agallas de su hermano, pero luego un nudose formó en su estómago al recordar que Juan Martínestaba al corriente de su proceder para salvar Lara´s. Nosoportó la idea de que le estuviera contando todo. Respiróhondo varias veces y tardó en reaccionar. Los observó unavez más. Juan Martín hablaba enérgicamente; se tomaba lacabeza con las manos y hasta la tomó a Lara por loshombros obligándola a escucharlo. Ella le respondía, loincrepada con el rostro cargado de enojo y de pronto éldijo algo que la hizo reaccionar. Lara se llevó ambasmanos a la boca y su rostro cambió; ¿desconcierto,preocupación?, Andrés no pudo precisar que fue lo que vioen ella. Los celos volvieron a apoderarse de él, y se dejóllenar de furia al sentir el vacío que la posibilidad deperderla le generaba. No soportó más y superando laimposibilidad que su cuerpo le imponía salió de la casa. Le gritó desde la terraza y se acercó furioso. Juan Martín

Page 403: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

al escucharlo, lo enfrentó. El rostro de Andrés era unamáscara de rencor y con cierto dolor apuró el paso hacia suhermano. Finalmente se detuvo a escasos dos metros. Tenía la mirada clavada en Juan Martín, la respiraciónagitada por el esfuerzo y la indignación. Tardó variossegundos en hablar y cuando lo hizo fue para exigirle quese marchara de su propiedad. Juan Martín respiró hondo pero no se movió; sosteniendola dura y penetrante mirada de su hermano mayor loenfrentó. Desde el momento en que había decididoacercarse a Responso, había sido consciente que no seríanada sencillo hablar con Andrés, pero tenía que hacerlo, erasumamente importante que lo escuchase. Andrés apretólos dientes soportando tanto el dolor físico como elemocional. El corazón le latía desaforado y descontrolado;se sentía completamente fuera de sí. Su engaño estaba apunto de ser descubierto y ese sería el fin de todos lossueños que por años había abrigado con Lara. No se atrevíaa mirarla por miedo a encontrarse con un sinfín dereproches y preguntas. No podía permitir que Juan Martíncomprobara tan fácilmente que lo había derrotado.- ¿No me escuchaste? – gritó furioso, empujado por supropia desesperación. – No te alcanzó con todo lo quedijiste… no fue suficiente… tuviste que venir a contarle…Las palabras de Andrés lo sacudieron. Juan Martín tardóvarios segundos en advertir que su hermano se estaba

Page 404: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

refiriendo al secreto que envolvía a la empresa de Lara. Élni siquiera se había acordado de eso y fue muy extrañodescubrir que tenía a Andrés en un puño.- Nada que ver, - respondió con voz áspera y seca. – No leconté nada a Lara… - agregó. Hizo una pausa aguardandoque Andrés le diera un poco de espacio para hablar; no fueasí. – Pasó algo… - se atrevió a decir. – Es importante queme escuches…- Me importa una mierda lo que te pase, - siguió diciendoAndrés con rabia. – No te quiero ver más por acá, volvé alParaíso y dejame en paz.- Andrés, por favor escuchalo, – dijo Lara con tonosuplicante.Andrés le dirigió una mirada tan fulminante que Lara nosupo como sostener. Luego se volvió hacia Juan Martín ypermaneció parado, rígido, aguardando que se marchara. Pero Juan, desesperado se abrazó la cabeza con ambasmanos y comenzó a moverse en círculos por el jardín. Sedetuvo frente a Andrés con la mirada encendida.- Se perdió Melisa, Andrés, - gritó empujado por ladesesperación. – No la vemos desde hoy a la mañana, -siguió diciendo Juan Martín. – Papá está buscando en otrasestancias y como te adora… solo pensé que tal vez… Soloquiero encontrar a mi hija.- Acá no está, - fue la rotunda y tajante respuesta. – Andate.

Page 405: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Andrés, - dijo Lara sin poder creerlo.Esta vez la miró con hastío. En cuanto Juan Martín vio cualdebía ser la única preocupación de su hermano, hizo ungesto de cansancio dispuesto a marcharse. Estabaperdiendo un tiempo precioso discutiendo con él. Lamirada de uno clavada en la del otro, hasta que Juan Martínno soportó más el desprecio que su hermano emanaba. Sinpensarlo, giró y emprendió el trayecto hacia su camioneta. Estaba casi llegando cuando Andrés le preguntó porqué sitanto lo detestaba, siempre buscaba su ayuda. Al escucharloJuan Martín se volvió hacia él. Sacudió su cabeza y porunos segundos contempló el golpeado rostro de Andrés. Se avergonzó de haberlo hecho, podía apostar a que no lealcanzaría la vida para perdonarse. Pero en ese momentoera de Melisa de quien se trataba. Se irguió estoicamente yuna vez más enfrentó a Andrés.- Siento muchísimo lo que pasó ayer, - dijo con toda latranquilidad que logró reunir en un momento de tantadesesperación. – Yo no te detesto…- No te creo, - lo interrumpió Andrés desafiante. – Creoque lo disfrutaste bastante…- Mirá Andrés, hace tres meses que murió mi esposa, -siguió diciendo y al hacerlo un nudo se alojó en sugarganta. – Estoy aprendiendo a vivir con eso y con un bebérecién nacido que no me deja dormir. Ahora no tengo ideade donde puede estar Melisa que es lo que más quiero en la

Page 406: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

vida, si le llega a pasar algo por mi culpa, soy capaz depegarme un tiro…- Por Dios Juan, - se atrevió a decir Lara asustada. Sabíaque sería muy capaz de hacerlo. – No digas eso… Melisava a aparecer…Los dos hombres la miraron como si hubiesen olvidado queestaba allí. Juan Martín volvió a caminar hacia sucamioneta. Estaba a punto de subir cuando girónuevamente hacia Andrés.- Solo quiero encontrar a mi hija, - sentenció con firmeza.– Me importa una mierda lo que pase entre ustedes…Pueden tener quince hijos si lo desean a mi no me importa.- Ayer no dijiste eso, - lo apuró Andrés sin ceder.- Ayer dije muchas cosas que no pienso volver a repetir enmi vida, - respondió. Su mirada se clavó en la de Andrésque la sostuvo comprendiendo el mensaje. – Ustedes meclavaron un puñal, que hasta ayer me dolía demasiado…pero hoy no… hoy Melisa me está dando una buena lecciónde que es verdaderamente importante en mi vida.Se subió a la camioneta, y se alejó a gran velocidad deellos. Andrés siguió la camioneta con la mirada hasta quedesapareció entre los árboles que delineaban el camino. Encuanto la perdió de vista, regresó a la casa en busca delteléfono. Lara permaneció parada en el medio del jardín. Por un

Page 407: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

breve instante sus ojos siguieron la camioneta de JuanMartín, para volver a clavarse en la espalda de Andrés. Loobservó regresar a la casa y tomar el teléfono; lo viointercambiar varias palabras y al cortar la comunicaciónpermaneció varios segundos con la mirada clavada en elaparato. Lara no comprendía bien de que se había tratadoel cruce de palabras, pero creyó intuir que esta vez nohabían sido los celos los que alteraron a Andrés. Latensión que existía entre los dos hermanos era tan grande,que Lara se avergonzó de ser la causante. Vio a Andréssalir de la casa y encender un cigarrillo en la galería. Lentamente regresó a él; lo notó intranquilo y perturbado. Su rostro se veía sombrío y rígido. Sus ojos, distantes yapagados. - ¿Qué está pasando Andrés? – le preguntó con firmezacuando llegó a su lado.- Hablé con Facundo, nos van a llamar cuando tengan algunanovedad, - respondió haciendo uso de todo el autocontrolque poseía. Se obligó a mostrarse seguro y la enfrentó condeterminación. – No saben nada… la última vez que lavieron, Meli estaba jugando cerca de las caballerizas esofue hoy a media mañana. Lara asintió y se ubicó en uno de los sillones de la galeríamencionando con voz seca, que no estaba hablando de eso.- Fue una crueldad lo que hiciste recién, - sentenció al cabode varios segundos de silencio. – Fue muy egoísta de tu

Page 408: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

parte seguir atacándolo cuando a él lo único que leimportaba era encontrar a su hija.- Pensé que venía a provocarme, - respondió incómodo.- ¿Pensaste que te venía a provocar o que me venía a contaralgo que no tengo porqué saber?La pregunta fue como un disparo certero que Andrés noesperaba. La miró con seriedad y rápidamente se justificósosteniendo la idea de una provocación. Sus miradas seencontraron y él percibió la bruma de la sospecha queempezaba a asomar en los ojos de ella. - No quería que te hable de lo sucedido, - agregó tratandode tranquilizarla. – No quería que te involucrara o sejustificara…- Bueno, no lo hizo, - repuso ella y el enojo relampagueóen sus ojos. Lo miró de manera extraña y se puso de pie.- ¿A dónde vas?- A preparar las valijas, - respondió secamente. Andrésfrunció el ceño desconcertado. – Tenemos pasajes paramañana, ¿lo olvidaste?- Esperá Lara… - protestó y la tomó de un brazo paradetenerla. - ¿Qué te pasa?- ¿Que qué me pasa? – dijo tan directamente que lodescolocó. – Pasa que me estas ocultando algo…- No te estoy ocultando nada, - protestó él con un dejo de

Page 409: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

abatimiento. – No quiero discutir con vos por JuanMartín…El alma se le estrujó al descubrir que Andrés era muy capazde mentirle como lo estaba haciendo. La voz le tembló ydebió tragar para intentar eliminar el nudo que empezaba aformarse en su garganta. - Esto no tiene que ver con Juan Martín, - replicóindignada. – Juan Martín lo único que deseaba era encontrara Melisa… y yo si quiero discutir… me estas ocultandoalgo…Andrés respiró hondo y resopló con hartazgo. Dio un pasohacia ella, pero no se acercó demasiado. Tardó variossegundos en ordenar sus pensamientos. Una parte de sumente lo forzaba a decirle la verdad; confesarle de una vezy por todas que había sido gracia a él que su empresa estabasegura. Pero descartó la posibilidad en cuanto la ideaterminó de formarse. Bajo ningún punto de vista podíadecirle eso; había simulado muchas veces no conocer nadade la operación y había sostenido más todavía que él nodeseaba tener nada que ver con ese asunto. Esodefinitivamente no podía ni mencionarlo. Se sentía entre laespada y la pared. Había soñado con esa semana desdehacía un tiempo. Había imaginado cada día y hasta se habíaanticipado a la felicidad que ese momento le produciría. Debió haber sido una semana para ellos dos, solos en eseparadisíaco lugar. Pero nada había salido según sus planes.

Page 410: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

A raíz de esos pensamientos, otra idea cobró fuerza en suinterior y supo que era la solución que necesitaba. Seresolvió y clavó sus ojos en los de Lara que aguardaba conimpaciencia. Por un instante el temor cruzó fugazmentepor sus ojos al saber que estaba alimentando la mentira,pero al mismo tiempo tenía la convicción de que suspróximas palabras serían tan ciertas como su amor por ella.- Era una sorpresa, - dijo con cautela. Ella lo miró conrenuencia y eso lo irritó. – Quería que esta semana fuera lamejor desde que estamos juntos, - siguió diciendo. Hizouna pausa al sentir que todo ese fastidio lentamente setornaba en frustración. – Quería crear el ambiente y elmomento perfecto para pedirte que fueras mi esposa… -Se acercó más a ella. La tomó de ambas manos. - Esbastante frustrante saber que no pude llevar a cabo misplanes y mucho más que no pude tocarte un pelo en todaesta semana…Lara asintió todavía sacudida. Los sentimientos semezclaban impidiéndole pensar con claridad. Hubieragustado gritar que si, que aceptaba, que no había nada en elmundo que deseara más que pasar la vida entera con él;pero esa felicidad era opacada por la convicción de queAndrés le estaba ocultando algo. ¿Cómo puedo decir quesi, si no esta siendo sincero conmigo?, pensó conamargura. La noche caía lenta y silenciosamente, cubriéndolos con su

Page 411: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

manto de sombras. Expectante Andrés esperaba que elladijera algo y por unos segundos se le heló la sangre alcontemplar la posibilidad de que ella no lo aceptara. Estabapor insistir cuando un sonido proveniente de unos arbustosacaparó la atención de ambos.- ¿Escuchaste eso? – preguntó Andrés poniéndose de pie yenfrentando la penumbra.- Si lo escuché, - respondió ella recorriendo el paisaje conla mirada. Dio con un grupo de arbustos que se movíanextrañamente. Puso su mano sobre la de Andrés y leindicó. – Mirá ahí… ¿vos crees?- Seguro que es ella…- Voy a encender las luces del jardín, - dijo y sin esperarrespuesta, Lara corrió hacia el interior de la casa. Andrés se apuró a llegar al grupo de arbustos, pero no eramucho lo que podía apreciar. Recién cuando las lucesiluminaron el parque, vio el rostro asustado de su sobrinaque se hallaba acurrucada entre las tupidas ramas. Melisalo miraba asustada, temerosa de recibir una reprimenda. Andrés abrió los brazos y le sonrió con ternura. Consuavidad le pidió que saliera de ahí para conversar con él. Con cierto temor la niña obedeció y corrió a los brazos desu tío. Andrés la alzó en cuanto la niña llegó a él. Laapretó con fuerza contra su pecho y la dejó llorar. Sentíalos brazos de Melisa apretando su cuello con angustia y le

Page 412: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

acarició la espalda buscando tranquilizarla. Con la niña en sus brazos, Andrés regresó a la galería dondese sentó. Llevar a Melisa en brazos le causaba un dolorterrible en las costillas, pero lo soportó sabiendo que laniña necesitaba de él. Lara se unió a ellos en ese momento. En su mano llevabael teléfono para que Andrés se comunicase con ElParaíso. Se lo extendió a Andrés quien rápidamente secomunicó con su hermano, mientras Lara trataba detranquilizar a Melisa ofreciéndole un poco de gaseosa. Melisa empezaba a serenarse, pero al escuchar el nombrede su padre, rompió a llorar nuevamente y volvió aesconder su rostro contra el pecho de su tío. - Esta bien, un poco asustada, nada más, - le dijoacariciando la cabeza de Melisa. – No te preocupes, no estalastimada. Deja que se quede a dormir acá esta noche,mañana después de desayunar la llevo al Paraíso. No tepreocupes Juan, dejame hablar con ella. Está bien…cualquier cosa te llamo… Chau.Cerró su celular y cruzó una rápida mirada con Lara. Apoyó el móvil sobre la mesa y abrazó con fuerza a susobrina. En silencio ambos esperaron que la niña secalmara. Poco a poco el llanto fue desapareciendo hastaconvertirse en espaciados suspiros acongojados. La separóde él y la ubicó en la mesa que enfrentaba al sillón. Lara leofreció un poco de gaseosa y Melisa aceptó el vaso. Bebió

Page 413: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

todo el contenido y sin siquiera mirar a Lara le devolvió elvaso vacío.- ¿Tenés hambre Meli? – le preguntó Lara con suavidad. Laniña la miró con extrañeza. No la conocía y Lara sintió quesu presencia la perturbaba. Melisa asintió con ciertotemor. – Mientras ustedes conversan, voy a preparar algopara cenar, ¿te parece?Melisa asintió y miró a su tío con angustia. Lara entoncesmiró a Andrés quien le dedicó una sonrisa agradeciéndoleque los dejara conversar a solas. Luego volvió su atencióna su sobrina.- Vamos princesa, no llores más, - le dijo mientras lesecaba las lágrimas del rostro. - ¿qué pasó Meli?... Papiesta muy preocupado… todos lo estábamos… ¿porqué tefuiste de casa?- Se pelearon tío, - balbuceó con voz entrecortada. Andrésal escucharla sintió pena por la niña, pero no se le ocurriónada para decir. – Papá ahora se peleó con el abuelo, que ledecía que tenía que cuidarnos más a Santi y a mí, - explicóla niña. La voz volvió a quebrársele y esta vez Andrés debiódesviar la vista para no flaquear frente a su sobrina. – Nuncalo va a ver a Santiago y siempre esta enojado. Me asusta, -balbuceó y las lágrimas volvieron a sus pequeños ojos. –No nos quiere más.- No, Meli… papá te adora, - respondió Andrés movilizado

Page 414: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

por el sufrimiento de la niña. Le acarició el rostro conternura y la contempló unos segundos. - ¿Porqué decís quete asusta?Con voz entrecortada y cargada de angustia, Melisa lecontó como los había visto pelearse varios días atrás. Ellaestaba jugando entre los árboles no muy lejos de lacaballeriza y al ver a su padre aparecer tan enojado habíadecidido esconderse. Ni Juan Martín, ni Andrés la habíanvisto y Melisa desde su escondite había presenciado tantola discusión como los golpes. Andrés no podía creer loque escuchaba. Escondió sus ojos tras una mano y semasajeó los párpados tratando de controlar sus propiasemociones. Nunca se perdonaría haberla hecho sufrir deese modo. Las lágrimas comenzaron a correr nuevamentepor las mejillas de Melisa.- ¿Por qué siempre grita? – murmuró entre lágrimas. –Desde que mamá no esta ya no se ríe más con nosotros.Andrés abrazó a Melisa con fuerza, como si de esa manerala ayudase a mitigar el dolor que le causaba haberpresenciado la manera en que los adultos se trataban. Seseparó de ella una vez más y volvió a limpiarle el rostrocon su mano. Melisa entonces mencionó que tenía hambrey frío. Andrés asintió y logró esbozar una sonrisa; le dio untierno beso en la mejilla. Entonces se puso de pie y lepropuso ir a ver qué estaba preparando Lara para cenar. Estiró una de sus manos para que Melisa la tomara y juntos

Page 415: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

se dirigieron al interior de la casa. Cenaron en silencio. Ninguno tenía deseos de conversar yen algún punto, la presencia de la niña los liberó de laobligación de continuar con la conversación que veníanmanteniendo. Todos los comentarios eran dirigidos aMelisa y la niña pareció estar disfrutando el tener laatención completa de los dos. Al cabo de un rato, Melisa bostezó y se frotó los ojos concansancio.- Vamos a dormir Meli, - le dijo Andrés con suavidad. –Hoy tuviste un día muy largo y ya deberías estar en la cama.Melisa asintió sin reparos y se volvió hacia su tío.- Me prestas una de tus remeras para dormir, - le pidióentusiasmada.- Si, claro, - respondió Andrés divertido. – Pero te va aquedar enorme.- A mami también le quedan enormes las remeras de papá, -repuso la niña con un entusiasmo que les dolió tanto a Laracomo a Andrés. La mención de Valeria en tiempo presenteen labios de la niña, fue un golpe para ambos queintercambiaron miradas de tristeza sin saber qué decir. –¿Tenés una remera rosa para prestarme?- No, rosa no tengo, - dijo Andrés dedicándole una mueca.– tengo varios colores para ofrecerte, pero rosa nada…- Yo tengo una rosa, - le dijo Lara con una sonrisa. - ¿La

Page 416: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

querés?Melisa asintió y le dedicó una sonrisa. La primera desdeque había visto a Lara en la galería. Lara se emocionó yrápidamente fue hasta su cuarto en busca de la remeraprometida. Se reunió con ellos en el cuarto contiguodonde Melisa dormiría y ayudó a Andrés a desvestirla y acolocarle la remera que usaría de pijama. Una vez queestuvo lista, Andrés la tomó en brazos y la condujo a lacama. Por sobre su hombro miró a Lara y le comentó quedormiría con su sobrina esa noche. Temía que la niñadespertara y al encontrarse en un lugar extraño se asustase. Con seriedad Lara asintió y salió de la habitación.Regresó al comedor y lentamente comenzó a recoger losplatos que habían utilizado. Sonrió al escucharlosconversar. La divertía comprobar como Andrés se desvivíapor complacer a su pequeña sobrina. No era capaz denegarle nada que ella le pidiera y en esa ocasión, ante lainsistencia de la niña, Andrés se vio obligado a contarle uncuento para que se durmiera.

Page 417: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 28A la mañana siguiente, cuando Lara despertó, lo primeroque vio al abrir sus ojos fue su equipaje correctamenteubicado junto a la ventana. No deseaba marcharse, pero leduraba el enojo con Andrés. Dejó la cama dispuesta apreparar el desayuno para todos. Antes de dirigirse a lacocina, decidió pasar por el cuarto contiguo y darles unvistazo a Melisa y Andrés que dormían. Los contemplódesde la puerta durante unos minutos. Andrés dormíatranquilo con la pequeña niña acurrucada contra su cuerpo. Era una hermosa niña, de cabello largo y oscuro y ojos deun verde pálido. Debe ser parecida a Valeria, pensó concierta tristeza. La escena le pareció terriblemente tierna ysin pensarlo dos veces corrió a su habitación en busca de sucámara fotográfica.Llegó a la cocina lidiando con los recuerdos de laconversación mantenida con Andrés la tarde anterior. Seacercó a una de las ventanas y contempló los imponentesjardines. Era un día brillante y despejado. Abrió la puertalateral que daba a la galería y salió. Dejándose invadir porla variedad de aromas y por el aire fresco y puro, Lararespiró hondo. Antes de comenzar a preparar el desayunose sentó en los sillones y se dejó envolver por susemociones. Si bien todo parecía verse mejor esa hermosamañana, ella todavía no lograba desembarazarse de su

Page 418: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

angustia. La certeza de que Andrés le estaba ocultando algoera tan grande como su amor por él. Lo había visto esquivarsu mirada en cada oportunidad en que ella le preguntó quele estaba ocultando, y, en algún punto, más allá de susgenuinos deseos de casarse con ella, Lara sintió que erauna excusa para alejarla del tema que deseaba mantener enreserva. Se sentía terriblemente decepcionada y triste. Desde la primera noche que pasaron juntos Lara habíasoñado con el momento en que él finalmente se lopropusiera, pero no así, no de esta manera, no con unengaño entre ellos. Estaba tratando de decidir qué le diría a Andrés cuando elteléfono sonó quebrando la calma. Preguntándose de quiénpodría tratarse siendo tan temprano atendió. En cuantoescuchó la voz de Juan Martín, no pudo evitar ponersetensa. Él llamaba solo para preguntar cuando su hijaregresaría al Paraíso. Lentamente Lara comenzó arelajarse y le dijo que Melisa estaba durmiendo, y queprobablemente durmiese por un rato más. Juan Martíntemió que Lara y Andrés le estuviesen ocultando algo, demodo que insistió en ir en ese instante a Responso a buscara Melisa.- Te digo que no es necesario, – siguió diciendo Lara. –Después de desayunar, Andrés la lleva al Paraíso. – Laraesperó unos segundos a qué él asimilara la idea. – DaleJuan, le voy a preparar bocaditos de chocolate, que le van a

Page 419: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

encantar, – terminó diciendo Lara. -¿Le gusta el chocolate?- Si, le encanta – repuso Juan Martín resignado. - No lamalcríen demasiado que después paso a ser el malo de lapelícula, – se atrevió a decir Juan Martín tratando de disiparla tensión. – Esta bien Lara. Gracias por todo. Dejó el teléfono en su lugar y terminó de arreglar la mesapara el desayuno. Consultó su reloj y comprobó quetodavía era temprano, tenía tiempo para ocuparse de losbocaditos. Preparó café y se sirvió una taza. Luego sesumergió por completo en la cocina, volcó toda suconcentración de los bocaditos para Melisa. Una vezterminada esa operación, limpió todos los utensiliosutilizados y buscó la vajilla para el desayuno. Mientrasesperaba que los bocaditos se cocinaran, preparó la mesaen la glorieta. Una hora más tarde tenía todo listo. La mesa vestida, elcafé caliente y los bocaditos de chocolate enfriándose enla galería. Fue en busca de ellos para colocarlos en unplato y ubicarlos en el centro de la mesa. Al regresar a lacocina se encontró con Andrés que aparecía con Melisatomada de su mano. - Buen día, – dijo Lara con su mejor sonrisa.- Bueno día, – saludó Melisa. - Sentí el olor y medesperté. Tengo hambre.- Bueno, vamos a desayunar entonces, - dijo con

Page 420: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

entusiasmo. Se acercó a Andrés y luego de saludarlo con unbeso, estiró sus brazos para alzar a Melisa. Andrés era totalmente consciente que Lara no le dirigía lapalabra directamente. Cuando necesitaba comunicarlealgo, lo hacía mirando a Melisa. Se había levantado con laesperanza que a Lara se le haya pasado el enojo de la nocheanterior. Pero a juzgar por su manera de actuar, nada habíacambiado. Sus pensamientos fueron interrumpidos porLara que mientras servía el café le comentaba que JuanMartín había llamado preguntando por Melisa. Andréslevantó la vista dedicándole mayor atención. Lara, con voztemplada, le dijo que había arreglado con Juan Martín queél llevaría a Melisa de regreso al Paraíso después dedesayunar. Hizo una pausa y contempló a Andrés. Surostro parecía sombrío y Lara comprendió lo mortificadoque se sentía.- Vamos yendo para casa Meli, - le dijo Andrés al ver quehabía terminado de desayunar.- Puedo buscar flores primero, - le dijo la niña consuavidad.- Claro… juntamos flores para llevarle a la abuela, ¿teparece?Desde la mesa Lara los vio alejarse, era una imagenhermosa y emotiva. Caminaban tomados de la mano y él lamiraba con cariño y devoción. Lara sonrió imaginándoselo

Page 421: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

como un excelente padre. Tanto ella como Andrés teníantodos sus sentidos puestos en la niña, procurando queMelisa se sintiese a gusto a cada momento. Lasdiscusiones que ellos podían tener, no guardaban relacióncon el calvario que Juan Martín debió soportar ante lamuerte de Valeria, y mucho menos para Melisa que a tancorta edad debía aprender a vivir con la ausencia de sumadre. En ese momento, nada era más importante quedarle a Melisa todo el amor que ella necesitaba, aunquenunca recuperaría el de su madre.Respiró hondo al sentir la fresca brisa golpeándole elrostro. A lo lejos vio a Melisa agachándose para buscaralgunas flores y luego buscar la mano de Andrés paracontinuar con su paseo. De cara al sol, encendió uncigarrillo y se sirvió más café.Con contrariedad pensó que tenía una reserva para volver aBuenos Aires esa misma tarde. No sabía qué hacer; nodeseaba irse. Le hubiera gustado poder permanecer allícon él y olvidarse de todo lo demás. Lo amaba demasiado,pero muchas veces su modo de actuar la sacaba de quicio. Pero, debía regresar a Buenos Aires; lo haría esa mismatarde o al día siguiente a más tardar, pues tenía muchosasuntos que atender allí. Terminó su cigarrillo yrápidamente comenzó a levantar la mesa, no quería pensarmás.Estaba juntando la vajilla cuando Melisa llegó corriendo a

Page 422: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

ella. La niña llevaba en su mano un manojo de floressilvestres y estaba fascinada, pues junto a Andrés habíandescubierto un nido que había caído de un árbol. Lospichones lloraban y ella los había salvado. Divertida con elrelato, Lara levantó la vista y miró a Andrés que se acercabacon lentitud. Entusiasmada la niña siguió contándole cómoAndrés la había ayudado a trepar al árbol para ubicar el nidoen una rama alta para que el papá de los pichones cuidara deellos.- El tío dijo que el papá siempre cuida de sus pollitos, –terminó diciendo la niña.- Claro que sí, mi amor, – dijo Lara alzando a la pequeña ydándole un fuerte beso. La ausencia de la palabra mamá lepartió el alma.Melisa asintió con picardía, para luego caer en un pozo desilencio. Tanto Lara como Andrés advirtieron que la niñase había puesto seria y jugaba con su ramo con airepensativo. Al cabo de unos minutos les dijo que quería vera su papá.- Qué te perece si vamos para El Paraíso, – le dijo Andrés. La niña asintió con una amplia sonrisa. – Vamos entonces. – Se pusieron de pie y Andrés con gran esfuerzo alzó aMelisa, sentándola sobre sus hombros. – Dale un beso aLara. – Andrés se agachó para que Melisa quedara a laaltura de Lara.

Page 423: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Chau mi amor, – dijo Lara dándole un ruidoso beso y unfuerte abrazo. Andrés entonces aprovechó para abrazarlatambién. La escena divirtió a Lara que rompió a reírcontagiando a Melisa. – Meli, parece que por aquí abajohay un celoso que también quiere un beso.- ¿Podrá ser?, – dijo él con una sonrisa suplicante. Lara lobesó delicadamente. – Lo necesitaba. Te amo.Ella asintió y lentamente se alejó de él sin dejar de sonreír.- Chau Lara, – saludó Melisa sacudiendo su mano.Llegaron al Paraíso en la camioneta de Andrés. Melisahabía insistido con que Andrés la llevara en su yegua, peroél, todavía, no se sentía en condiciones de montar. La niñano pareció estar de acuerdo, pero no puso objeción, puesAndrés le aseguró que en la camioneta llegarían más rápidojunto a su padre.Estacionaron en la entrada, junto al resto de los autos de lafamilia. Entraron a la casa tomados de la mano yconversando sobre los osos y muñecas que Melisa habíadejado sin comer la noche anterior. En un principio novieron a nadie en la casa, pero no tardaron en escuchar lasvoces provenientes del jardín de invierno. Allí encontrarona Ernesto y Micaela que bebían un café en compañía deFernando y Florencia. Al ver a Andrés y a Melisa todos sepusieron de pie y fueron hacia ellos. La niña les había dadoun gran susto el día anterior y la angustia todavía no se

Page 424: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

había disipado de sus rostros. Andrés preguntó por JuanMartín. Su padre lo miró con cierta desconfianza, pero lerestó importancia. Fue Florencia quien le indicó que sehallaba con Santiago junto al estanque.Melisa sonrió entusiasmada y tomó nuevamente la mano desu tío incitándolo a continuar hasta donde se encontraba supadre. Andrés con una sonrisa asintió y se dejó arrastrarpor la niña. Temiendo una nueva discusión se desataraentre sus hijos, Ernesto se pudo de pie, alerta. - Andrés…- No te preocupes papá, – dijo Andrés dirigiéndole unaseria y oscura mirada.- Andrés, por Dios, – murmuró su madre.- Vamos tío, – insistió Melisa tirando de la mano deAndrés. – Quiero ver a papá.- Vos vas a ser una malcriada, petisa, – dijo Andréshaciendo caso al pedido de su sobrina.Lentamente Andrés y Melisa comenzaron a caminar haciae l estanque ubicado al otro lado del jardín. Todos losmiembros de la familia Puentes Jaume, tenían sus ojosfijos en la espalda de Andrés, preguntándose qué resultaríade la nueva conversación. Micaela fue la primera enromper el silencio, y al hacerlo contempló a su esposoexpresando su temor. Pero rápidamente Florencia disipósus miedos remarcando que mientras Melisa se encontrase

Page 425: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

con ellos nada malo sucedería. Lentamente los rostros deErnesto y Micaela comenzaron a relajarse, esperando queasí fuera.Juan Martín se encontraba sentado en un banco con elpequeño bebe en sus brazos. Su mirada se hallaba perdidaen algún punto del verde campo que tenía frente a sus ojos. Siempre lo había maravillado la diversidad de verdes que elpaisaje podía ofrecer. Santiago dormía plácidamente ensus brazos. Desde la muerte de Val eria era la primera vezque pasaba horas enteras solo con su hijo. La experienciale resultaba tan maravillosa que desde hacía largo rato seencontraba en la misma posición. Melisa, sin siquierasaberlo, le había dado la tarde anterior la lección de su viday por fin comprendió que no existía en el mundo nada másimportante que sus dos pequeños. Levantó la vista al cieloy agradeció por tener a esos dos niños por quien vivir. Luego, le juró a Valeria que los defendería con su propiavida si fuera necesario.En cuanto vieron a Juan Martín, Melisa soltó la mano de sutío y llamando a su padre a los gritos, corrió hacia él. JuanMartín la abrazó con un brazo al tiempo que le indicaba quetuviera cuidado con el bebe. Con lentitud Andrés llegójunto a ellos y sin poder dejar de contemplar a Santiago,que dormía en brazos de Juan Martín, se arrodilló a sulado. Juan Martín al verlo, sonrió agradecido y puso sumano sobre el hombro de su hermano. Andrés

Page 426: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

simplemente le pidió que lo dejara cargar a su sobrino. Altener sus brazos libres, abrazó a Melisa con fuerza y desesperación, Andrés al contemplarlos, supo que JuanMartín recién entonces logró liberarse de la angustia deldía anterior.- Nunca más Meli te vayas sin avisarme, - la retóenérgicamente. Volvió a abrazarla. - ¿Sabes el susto queme diste?, – terminó diciendo Juan Martín. – Te adoro miamor.Melisa rodeó el cuello de su padre y le dio un fuerte yruidoso beso. Luego miró a su tío y separándose de JuanMartín fue hacia él. Apoyó sus pequeñas manos sobre elhombro de Andrés y le dio un beso en la mejilla. Andrés yJuan Martín intercambiaron miradas al tiempo que sonreíanderretidos por el gesto de la niña.- Lara dice que el tío es celoso y que también le gusta quele den besos, – dijo Melisa a modo de explicación para supadre.- ¡Qué horror! No puedo creer que haya dicho eso, – dijoAndrés avergonzado. Juan Martín al escuchar a su hijarompió a reír divertido y sus carcajadas contagiaron aAndrés, quien dejó escapar una risa nerviosa. – Se puedesaber de qué te reís.- Melisa tiene tan solo cinco años y le bastaron menos deveinticuatro horas para darse cuenta cual es el gran

Page 427: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

problema de tu vida.Cayeron en un incómodo silencio. Juan Martín sabía quetenían una conversación pendiente y tal vez nunca volveríana tener una oportunidad más adecuada. Miró a Melisa y lepidió que fuera a decirle a María que les preparase cafépara ambos. La niña asintió y corrió hacia la casa. - Ya te traje a Melisa, - dijo Andrés secamente. – Metengo que ir.Devolvió a Santiago a los brazos de su padre y se alejó unospasos de Juan Martín. No deseaba hablar, no podía ni mirara su hermano a la cara. A su espalda, escuchó que JuanMartín lo llamaba y le pedía que no se fuera.- No te parece que tenemos que hablar,- le dijodirectamente. En su voz, Andrés no notó ni rencor ni enojo, soloamargura y determinación. Se detuvo, pero no tuvo elvalor para enfrentarlo. - Nunca quise lastimarte, - alcanzó decir sobre la cantidadde pensamientos que se agolpaban en su mente. - Ya lo sé, - respondió Juan Martín expectante. Andrés se volvió a medias. Puso sus manos en losbolsillos de su pantalón y elevó la vista al cielo procurandoordenar sus pensamientos.- No me digas ya lo sé…, no es nada sencillo para que voslo resuelvas con un ya lo sé…

Page 428: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿Entonces?...Respiró hondo y dejó que las palabras brotaran de su bocacomo desearan hacerlo. Lo primero que le dijo fue que notenía idea de cómo le había sucedido; no lo había buscadoni se había fijado en ella durante el tiempo que había estadoen compañía de él. Le dirigió una rápida mirada a JuanMartín que lo escuchaba con atención. En sus brazosSantiago dormía plácido y sereno. Era una imagen tierna,que parecía no coincidir con el tema de la conversación- No sabía qué decirte, como tratar de explicarte lo que niyo entendía, - siguió diciendo con voz monocorde y neutra.– Una noche nos encontramos, fue en una cena… puracasualidad. – Hizo una pausa. Tenía un nudo tan grande enla garganta que temió que la voz se le quebrara. – Despuésde eso nos encontramos varias veces, algunas de casualidady otras no tanto… bueno…nos vimos… la terminébesando.Lo miró de reojo, estaba siendo tan difícil como habíacreído que sería. No notó ningún tipo de reacción en elrostro de su hermano. Bajó la vista entre incómodo eindefenso. Por un momento intentó replegarse, erademasiado lo que le estaba contando y no le agradaba. Perodebía hacerlo, tal vez si le hablara de ese modo, JuanMartín comprendiera la magnitud de sus sentimientos.– A estas alturas estas en todo tu derecho de reírte con loque te voy a decir, pero se me fue la vida en ese beso. Me

Page 429: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

asustó, nunca antes había sentido tanto…Me alejé de ella,no soportaba tenerla cerca y recordar todas las veces quelos había visto juntos; no soportaba pensar que te estabatraicionando y mucho menos saber que ibas a estar siempreen medio de los dos. – Entre sus palabras se filtró unatisbo de risa nerviosa. – Porque aunque te cueste creerlo,durante mucho tiempo estuve convencido de estartraicionándote.Hizo una pausa y sus pies jugaron con un par de yuyos delcésped. Juan Martín aguardó sin sumar comentarios.Deseaba escuchar todo de los labios de Andrés, aunque nole gustase, necesitaba oírlo todo. - Pero la amo Juan… la amo terriblemente….la amo másallá de absolutamente todo, - sentenció. – No te puedopedir ni que me entiendas, ni que lo aceptes… En realidadno quiero pedirte nada…- No me gustó enterarme de la forma en que hice, - dijoentonces Juan Martín con seriedad. – Me sentí humillado ydefraudado, no te lo voy a negar. Durante meses aguardé aque vinieras a hablarme…- ¿Qué te podía decir?, - protestó Andrés ahoraenfrentándolo. Le brillaban los ojos. – Mirá hermanito,tengo un problema… Me enamoré de tu queridísima exnovia… esa de la que siempre hablas cuando tu esposa note escucha, - chilló con sarcasmo, acompañando suspalabras con teatralidad. – Cómo podía decirte eso cuando

Page 430: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

me hablabas de tus intensiones de separarte o cuandoValeria estaba internada… Sencillamente no podía…Juan Martín lo observaba sorprendido. Nunca lo habíaescuchado hablar así y se preguntó como podía conocer tanpoco a su hermano. Andrés hablando de amor, era lo másextraño que le había tocado escuchar. Nunca lo habíatomado como un insensible, pero jamás creyó que fuera tanprofundo, tan visceral en lo que a sus sentimientos serefería. Por un momento intentó imaginar lo que para suhermano debió haber significado luchar entre el amor y lalealtad hacia él, pero descartó la idea, pues tenía bastantecon sus zapatos para tratar de pararse en los de Andrés.- No estamos enamorados de la misma mujer, Andrés, - fuelo único que se le ocurrió decir al cabo de varios segundosde tenso silencio. – Creo que eso tendrías que tenerlo encuenta… vos hablas como si yo muriera de amor porLara… cuando no es así. Aunque te cueste creerlo, amaba ami esposa. Lo único que me une a Lara son losrecuerdos… nada más… Me dolió que me arrebataras esosrecuerdos… Me dolió muchísimo que ella no losrespetara y que vos me los robaras…Andrés sacudió su cabeza entre incómodo y superado. Puso sus manos en los bolsillos traseros de su pantalón yle dio la espalda a Juan Martín por unos momentos. Quebrando el silencio una vez más, le pidió disculpas porsu comportamiento de la tarde anterior. Se volvió hacia

Page 431: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Juan Martín y estudió su rostro esperando alguna reacciónreflejada en el rostro de su hermano. Inusitadamente, JuanMartín se mostraba imperturbable. Entonces le contó lofuriosa que Lara se había puesto y como la encontrópreparando su valija para regresar a Buenos Aires.- Lara no va a ir a ningún lado…, - dijo permitiéndose unasonrisa socarrona.- No estaría tan seguro…- Ella te adora Andrés, - dijo Juan Martín con cautela. – Tequiere muchísimo más de lo que me quiso a mí en algúnmomento…- Esta muy enojada conmigo… por lo de Melisa y por loque le estoy ocultando…- Decíselo, - lo alentó Juan Martín. – Es una estupidez queno se lo digas…Andrés sacudió su cabeza negativamente. Levantó unamano para despedirse de su hermano y empezó a alejarsede él.Juan Martín entonces mencionó el día de la pelea y alescucharlo, Andrés se detuvo en seco. Sintió que suhermano se acercaba a él y con fastidio se preguntó cuandoterminaría todo aquello. Deseaba regresar a Responso yterminar la conversación que tenían pendiente con Lara. Juan Martín llegó a su lado y no tuvo más remedio quemirarlo.

Page 432: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Todavía no encontraba las palabras exactas para disculparse;ninguna le parecía suficiente. La imagen de Andréssangrando inconsciente permanecía grabada en su mente. Entonces se puso más serio y sincerándose con Andrés lehabló sobre lo mal que se había sentido, lo enojado que sesentía con al vida y con Dios por haberle arrebatado aValeria. Su cuerpo se había llenado de rabia; de un odiohelado y no soportó ver lo feliz que Andrés era con unapersona que él había querido y también había perdido.- Te juro que no sé, cómo fui capaz de hacerlo…- Supongo que te provoqué, - repuso Andrés. – Me sentíamuy culpable por el mal momento que estabas atravesando,cuando yo… – Hizo una pausa y miró a su hermano dereojo. – Necesitaba que me lastimes…- Supongo que quería lastimarte, - se atrevió a decir JuanMarín acompañando sus palabras por una tímida sonrisa.- Fuiste efectivo, - respondió Andrés devolviéndole lasonrisa. – Las costillas todavía duelen.Andrés lo miró un momento más con cierta emoción. Amplió la sonrisa y poniendo su mano sobre el hombro deJuan Martín lo apretó cariñosamente. Luego le palmeó laespalda y se alejó tranquilamente de él. Juan Martín lollamó en dos ocasiones, pero él ya no se detuvo. Simplemente elevó una mano y la sacudió a modo dedespedida.

Page 433: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

No pasó ni por la casa ni por la galería, donde el resto de lafamilia se encontraba congregada. Podía apostar que loestarían observando; observando y analizando cada uno desus movimientos. No deseaba cruzarse con ellos y que lovieran tan débil; porque así se sentía. A lo lejos escuchó lavoz de su padre llamándolo, pero ni siquiera se molestó enlevantar una mano para saludarlo. Simplemente siguiócaminando, poniendo distancia. Bordeó la casa y salió a laparte delantera de la propiedad por un costado. Al subir asu camioneta, su mente solo podía evocar la pregunta quele había hecho a Lara y ella todavía no le había respondidodirectamente.

Page 434: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

TERCERA

PARTE

Page 435: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 29Eran apenas pasadas las seis de la mañana cuando ingresó asu despacho. Últimamente no lograba dormir más allá delas cuatro. Encendió las luces y fue directo a su escritoriodonde apoyó su bolso. Puso en funcionamiento lacomputadora, como un acto mecánico y se dirigió a lapequeña biblioteca ubicada entre su escritorio y la mesa dereuniones donde se encontraba la cafetera. Preparó elcafé. Para Lara no era un día más. Ese día hacían exactos 6meses que había visto a Andrés por última vez. El vacío desu ausencia le pesaba, hundiéndola en un mar desensaciones que ni siquiera el trabajo lograbacontrarrestar. Apoyó sus codos sobre el escritorio yescondió su rostro tras sus manos. Se sentía cansada ytensa; su mente se negaba a relajarse. La relación conAndrés había sido tan intensa que sin desearlo él se habíaconvertido en el eje de su existencia, desplazando todo lodemás a un segundo plano. Desde que Andrés había entradoen su vida, Lara había abrigado y alimentado gran cantidadde deseos con los que por mucho tiempo no se habíapermitido soñar. Formar una familia había sido uno deellos y no se había dado cuenta de lo fundamental que sehabía vuelto hasta que Andrés ya no estuvo a su lado. Andrés Puentes Jaume fue el único por quien Lara hubiese

Page 436: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

dejado absolutamente todo lo que tanto sacrificio le habíacostado; el único que la había hecho vibrar con solomirarla; el único que logró llenarla de vida con su solapresencia y el que la envolvió en un torbellino quitándole elcompleto control de su ser. La ruptura fue un desenlace, frío y desolador, consecuenciade una seguidilla de desilusiones y sospechas, reproches yreclamos. A pesar de todo eso, Lara se había negado aperderlo, él en cambio, cansado de tantas discusiones, lahabía presionado para que se definiera. Empujada por latristeza que le producía el saber que Andrés no estabasiendo sincero con ella, la respuesta que brotó de suslabios fue rotunda. Todavía recordaba el desconcierto quese reflejó en el rostro de él al escucharla; el modo en quesus ojos se cerraron para ella. Andrés no había agregado elmás mínimo comentario, ni siquiera intentó hacerla entraren razón, simplemente giró sobre sus talones y se marchódefinitivamente de su vida. Aterrada ante la posibilidad deperderlo, Lara se tragó su orgullo y lo llamó hasta elcansancio; le mandó correos electrónicos y hasta se leapareció varias veces en su departamento, pero la únicarespuesta que obtuvo fue una fría indiferencia que se fueprolongando de día en día hasta convertirse en semanas. Después de eso, ya no hubo más respuestas a sus mensajesen la casilla de correo electrónico, ni mucho menosllamados a su celular o a su casa.

Page 437: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Al cabo de varias semanas de no saber nada de Andrés, Laraperdió el control y la serenidad, que la caracterizaba. En unarranque de desesperación llamó a Juan Martín. Necesitabasaber, necesitaba entender que les había sucedido. Él teníaque saber, él podría ayudarla. Juan Martín se mostrósorprendido e incómodo con el llamado. Fue unaconversación cargada de tensión y silencio. Los fantasmasno se habían disipado por completo entre ellos y ambos losabían. Luchando por controlar las emociones que seanudaban en su garganta, Lara le preguntó directamentedonde podía encontrar a Andrés. Juan Martín dudó enresponder y cuando lo hizo su respuesta fue un cachetazoque Lara no espera. Andrés se había marchado a NuevaYork con intensiones de instalarse allí por tiempoindeterminado; nadie sabía cuando iba a regresar. Casi alborde de las lágrimas le suplicó que le dijera qué era lo quehabía sucedido, qué era lo que Andrés le estaba ocultando. Esta vez la pausa de Juan Martín fue mucho más extensaque la anterior. Y cuando habló, fue para expresar sunegativa a hablar de ese asunto. No pienso involucrarmemás entre ustedes dos, Lara, fue lo único que dijo. Lara noencontró manera de contener las lágrimas; la desesperaciónle estaba ganando la batalla y dijo cosas que en otromomento no se hubiese permitido expresar en voz alta. Sesintió encolerizada, perdida y derrotada. En un arrebato,perdió el orgullo y le confesó sus sospechas. Una mujer;

Page 438: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

tenía que tratarse de una mujer. Sabrina La Barca, le dijo. El silencio del otro lado de la línea por unos segundos laconvenció de estar en lo cierto, pero Juan Martínfinalmente disipó sus dudas diciéndole que estabacompletamente equivocada. Ella no le creyó y se lo dijo. Fue un susurro tan cargado de dolor y de quebranto, queJuan Martín se atrevió a sumar un último comentario. No,Lara, te puedo asegurar que para mi hermano no hay otramujer más que vos, había agregado con vos seca ydeterminante. Recordar esa conversación la avergonzaba más de lo queella misma podía admitir. No alcanzaba a comprendercomo había sido capaz de exponerse de ese modo y, a lavez, cómo había expuesto a Juan Martín a tan embarazosasituación. Se puso de pie y se acercó a la cafetera. Sesirvió una buena taza de café caliente y oscuro y regresótras su escritorio. Cada vez estaba más segura de que JuanMartín no le había mentido y eso la llenaba de bronca ytristeza. Hubiera sido mucho más sencillo culpar a Andrésde haberla engañado, apuntar contra él todo elresentimiento que sentía, antes que asumir que había sidogracias a su estupidez que lo había perdido. El sol empezaba a asomarse tras los amplios ventanales quedaban al jardín trasero. Con una mano secó las lágrimasque sin que ella lo notara habían corrido por sus mejillas. Su mente seguía llena de Andrés, pero solo lo permitiría

Page 439: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

por un par de minutos más. Andrés le había robado muchomás que la ilusión de formar una familia; también la habíadespojado de su fuerza y su voluntad. No podía permitirque, aún ausente, él siguiera condicionándola. Lo ciertoera que desde que Andrés se había marchado, Lara nolograba interesarse por aquello que durante tanto tiempo sehabía convertido en su esencia; aquello que la habíamotivado y movilizado convirtiéndola en lo que siemprehabía sido: una mujer segura y resuelta. Como una suertede ejercicio, había aprendido a dedicarle los primerosminutos de cada día, luego, cuando el sol teñía la mañanacon sus rayos, suprimía todo recuerdo, toda necesidad. Respiró hondo una vez más y exhaló con fuerza, buscandodesprenderse del manto de abandono que la cubría. Había dedicado los últimos ocho años de su vida a levantarsu prospera empresa de banquetes. Desde sus comienzossu camino había estado signado por sacrificios, alegrías ytristezas. Había enfrentado su futuro con determinación ytenacidad, sabiendo que la soledad que de tanto en tanto laabrumaba, solo podía ser contrarrestada con mayor cargalaboral. Siempre había sido así y siempre, como una escenarecurrente en su vida, había descubierto con creces que suéxito profesional estaba por encima de todo lo demás. Aeso debía aferrarse una vez más. Con decisión, tomó de uncajón un block y una lapicera y se obligo a volcar allí lospuntos que debía resolver.

Page 440: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Lo primero que vino a su mente fue lo mucho que le pesabasentirse en la obligación de atender el restaurante. Asícomo durante los primeros años Lara´s Restó fue suorgullo y su mayor satisfacción, ya no lo era. De untiempo a esta parte, el lugar la entristecía; tal vez porqueestaba repleto de recuerdos, gratos y de los otros, que notoleraba encontrarse entre sus paredes. Continuaba siendotan concurrido como el primer día, pero ella necesitabadeshacerse de él.Otro tema que la abrumaba, era la sombra del grupoinversor que había adquirido un porcentaje importante deLara´s. Hacía poco menos de un año que mes a mes sucontador se ocupaba de realizar las transferenciascorrespondientes y todavía faltaba mucho por pagar. Esadeuda la ahogaba y la condicionaba. Ya encontraría lamanera de sacarse de encima ese peso; pero no era elmomento para buscar la solución.Repentinamente se sintió más segura y entusiasmada. Encendió un cigarrillo y fue en busca de una nueva taza decafé. Todas las mañanas era el mismo procedimiento, peroesa mañana en particular, sintió que una idea comenzaba acobrar forma en su mente. Dio rienda suelta a suspensamientos y se dejó llevar. La imagen de Carlos Dumascruzó por su mente. Dumas con el correr de los años sehabía afianzado en su posición de segundo a cargo de laempresa. Sin embargo, era mucho más que el Gerente

Page 441: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

General de Lara´s, era la mano derecha de Lara y un amigoincondicional que siempre había estado a su lado cuandoella lo necesitó. Entre los dos manejaban tanto la empresacomo el restaurante y Lara confiaba ciegamente en él, ensu capacidad y en sus buenas intensiones. Desde hacía ya un tiempo que Lara había delegado todas lasresponsabilidades del restó en Carlos. Dumas erasumamente expeditivo y con sus más de veinte años deexperiencia en el rubro era poco lo que pasaba por alto. Locierto era que Carlos adoraba su trabajo; manejaba ydefendía el restaurante como propio. Lara sonrió al sentirque empezaba a vislumbrar una solución para sus dospreocupaciones.Por último, escribió la palabra amigas. Las amigas tambiénhabían quedado relegadas por sus ambiciones profesionalesy ese punto tenía que modificarlo. Hacía varios meses quehabía recibido un mensaje en su correo electrónico deMariana San Martín, una compañera de colegio, quien lainvitaba a una cena de reencuentro que ella estabaorganizando. La idea le resultó tentadora y nunca másoportuna, pero a último momento no se sintió con ánimode entablar conversaciones y responder preguntas. Seexcusó escudándose una vez más en su trabajo. Marianarespondió inmediatamente con la misma cordialidad ycalidez de siempre, dejando la puerta abierta para que ellase uniera al grupo en futuras cenas.

Page 442: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

En total había declinado tres invitaciones de Mariana. Elgrupo solía reunirse el primer viernes de cada mes y hastaese momento Lara nunca había tenido voluntad de asistir. Sonrió dándose ánimo, tal vez sería interesante. Decidióque esta vez, ella se encargaría de invitarlas a cenar. Hacíaaños que no veía a sus compañeras de colegio yrepentinamente sintió deseos de saber todo de ellas. Nopodía precisar cuando había sido la última vez que disfrutóde un momento de charla y risas con amigas. Si, se dijo,las voy a invitar al restó. Eso la terminó de animar. Los meses siguientes los encaró con calma, tratando derecuperarse y de recobrar la energía de años anteriores. Surecurso favorito para alejar las preocupaciones siemprehabía sido zambullirse de lleno en el trabajo y dejar que laempresa se apoderara de su mente. Nunca antes le habíafallado, pero esta vez estaba tardando demasiado enrecuperar el equilibrio.Si bien le resultaba agotador, ese cansancio la motivaba yde algún modo le recordó sus comienzos. Tal como habíasido su costumbre, organizó reuniones semanales con losencargados de los distintos departamentos de banquetes yrepostería, al igual que con su contador y su abogado. También con el pequeño sector de ambientación; un nuevorubro que por indicación de Carlos Dumas se había creadopara ocuparse del acondicionamiento general de lossalones. Esta rutina duró apenas dos meses y le sirvió para

Page 443: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

volver a sentir que tenía el completo manejo de laempresa. Ella era la empresa, ella era el alma mater detodo lo que la rodeaba y no podía permitir que todo sederrumbara por un amor que le había roto el corazón. Redobló el esfuerzo. A un costado de su escritorio tenía la lista de los trespuntos que no debía olvidar. Todos los días loscontemplaba y aunque no había resuelto ninguno de ellos,los tres daban vueltas en su mente. Por lo pronto, el viernes de esa semana cenaría en Lara´sRestó con sus compañeras del colegio. Eso la teníaentusiasmada. Ya había pedido a Carlos que le reservaseuna mesa para seis personas en el salón japonés, ellapasaría por allí al salir de la oficina.Hacía tanto tiempo que no pasaba por el restaurante, quecuando la vieron entrar, fueron muchos los mozos y maîtreque se acercaron a saludarla. El recibimiento la gratificó yuna vez más comprobó todo lo que ese lugar significabapara ella. Por un breve instante recordó la inauguración ycon eso a Tristán. Lo extrañaba, siempre había sido un muybuen amigo, un sostén importante; pero Tristán vivía enMadrid. También recordó a Andrés y el instante en que porprimera vez le dijo que la amaba; se le ensombreció elrostro. Sacudió su cabeza buscando alejarlo de su mente. Recorrió el lugar con la mirada, dejando que la músicaproveniente del piano la envolviera. Las voces, los sonidos

Page 444: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

y los aromas la rodearon y fue como si nunca se hubieraausentado. Carlos Dumas fue a su encuentro en cuantosupo que ella ya estaba allí. Luego de un breve intercambiode palabras, le indicó que sus amigas ya se encontraban enel salón japonés.Desde la entrada las divisó riendo y conversando en elrincón más alejado. Las saludó a la distancia y con unasonrisa comenzó a cruzar el salón hacia ellas. - Nena, nos invitas a cenar y llegas tarde, - protestó GimenaRauch con una amplia sonrisa cargada de emoción. Abriósus brazos para recibir el abrazo de su amiga.Gimena Rauch había sido su compañera de banco durantelos cinco años que duró la secundaria. A diferencia de susaños en el colegio llevaba el oscuro cabello corto y algoenrulado. Contrarrestando con su imagen general que eradesalineada y extremadamente relajada, Gimena tenía finosy delicados rasgos; ojos pequeños y oscuros casi negros; lanariz también pequeña y algo respingada; unos delgadoslabios daban forma a una boca fina y ancha. Dueña de untalante alegre y desinhibido, Gimena era periodista, sededicaba principalmente a cubrir todos los eventosartísticos y culturales que se realizaran en la ciudad deBuenos Aires. - Mil perdones, - repuso Lara emocionada por tenerlas allí.– Que alegría verlas.

Page 445: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Junto a ella ya se encontraba Mariana San Martínaguardando su turno para saludarla. Mariana estabaexactamente igual que en su época de secundaria. El rubiocabello prolijamente planchado enmarcaba un rostroredondo de grandes ojos azul claro. Tenía una nariz recta yuna boca de igual proporción que le daba cierto carácter yatractivo. Estaba casada con Esteban Troncoso, quien fuerasu novio de la secundaria y tenían dos hijos, una nena enjardín y un varón de edad escolar. Su realidad era bastantediferente a las demás sentadas a la mesa. Mariana no solono era profesional, sino que no trabajaba y no tenía ningunaintensión de hacerlo. Su idea de futuro siempre había idode la mano de un esposo y una familia que atender. Siemprearreglada con ropa de las mejores casas de Buenos Aires,vivía en función de los programas de sus dos hijos y la cenaen horario para su marido. Su tiempo libre lo destinaba a lapeluquería, el gimnasio o el Shopping. - Caro, - dijo Lara al enfrentar a la tercera de sus amigas. –Tantos años…- Ya era hora que nos dedicaras una ratito de tu tiempo, -protestó Carola risueñamente.Carola Herrera, era definitivamente la más moderna. Noestaba ni de novia ni casada, pero siempre contaba conalgún amigo para salir al cine, a cenar o vaya uno a saberqué. De momento lo que más le agradaba era pasarla biensin demasiados compromisos. No tenía ninguna intensión

Page 446: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

de entablar una relación seria que coartara su libertad,mucho menos pensar en tener hijos. Defendíafervientemente la idea de que el exterior reflejaba elinterior y siempre tenía algún cruce con Gimena, a quientodo eso le parecía una ridiculez. Para Carola la imagenera lo principal y cuidaba la suya con celo. Tal vez por esemotivo llevaba su oscuro cabello castaño largo y rebajadocomo el noventa por ciento de las modelos que aparecíanen las revistas. Tenía ojos verdes, intensos y grandes. Surostro era agradable y sin llegar a ser una belleza, poseía unencanto particular. A diferencia de Gimena que eraextremadamente despreocupada a la hora de vestirse o deMariana sumamente conservadora; Carola llevaba ropa delas más modernas marcas del mercado. No había detalle entodo su atuendo que fuera dejado al azar. Era decoradorade interiores y para ella la combinación de matices era unarte. Viajaba constantemente al exterior en busca denuevas tendencias para ofrecer a su amplia cartera declientes. Las cuatro amigas se ubicaron en sus respectivos lugares,emocionadas por el reencuentro después de tantos años. Fue como si nunca se hubieran separado. Era un grupobastante dispar a la vista, pero todas tenían en común elcariño y el haber compartido una vasta gama deexperiencias durante el proceso de crecimiento. Secomplementaban.

Page 447: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

La cena pasó demasiado rápido porque era mucho lo quetodas deseaban saber principalmente de Lara de quienhabían escuchado gran cantidad de cosas por su empresa ysu restaurante. Las tres estaban encantadas con Lara´sRestó, y bromearon con que las próximas cenas se llevaríana cabo allí; un mes en un salón, al siguiente en otro y asíhasta degustar todos los platos. Lara simplemente asintiócon una sonrisa pero no hizo el más leve comentario sobrelo mucho que deseaba deshacerse del lugar. - Al final, ¿te casaste? – quiso saber Mariana conentusiasmo. - ¿Estas en pareja?- Contá que nos morimos de intriga, - agregó Gimena.- Estoy sola. Estuve por casarme el año pasado…, -respondió procurando mostrarse segura y aunque no loreconoció le dolieron sus propias palabras. – Pero no pudoser…- ¿Con Juan Martín Puentes Jaume? – preguntó Carola concuriosidad. – Que buen mozo que era… ¡Te acordás lo bienque la pasábamos cuando salíamos con Sergio!- No, no con Juan terminamos hace rato, - dijo algoincómoda. Pensó en mencionar como había seguido su historia, peroprefirió no hacerlo. Afortunadamente ninguna preguntómás y la conversación empezó a dar tumbos entre distintostemas y recuerdos de los años compartidos en el colegio.

Page 448: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Intentar recuperar a sus amigas fue una de las mejoresdecisiones que Lara había tomado en años. Se alegraba dehaberlo hecho y mucho más de estar allí sentada entreellas, como cuando eran chicas y ninguna tenía problemasdemasiado reales.Lentamente la vida de Lara se fue ordenando. No se habíaacostumbrado al insomnio pero había decidido que lamejor manear de combatirlo era poniéndose enmovimiento y no dejarse arrastrar por los melancólicospensamientos de la madrugada. Arrancó la semana con renovado ímpetu. Llegó comotodas las mañanas antes de las seis y se dispuso adesayunar mientras organizaba el día. El recuerdo de lacena compartida con Gimena, Mariana y Carola dabavueltas por su cabeza desde el viernes. En eso pensabacuando se ubicó tras su escritorio con la humeante taza decafé en su mano. Sonrió al recordar un comentario deGimena, y la sonrisa se le amplió al rememorar el modo enque Carola le había respondido. A ver que tenemos hoy,pensó al sacar la agenda de su portafolio. Tomó una hebillade nácar oscuro y mientras repasaba las anotaciones de suagenda personal se recogió el lacio cabello castaño. Lotenía demasiado largo. Hacía varias semanas que pensabadedicar una tarde a la peluquería. Consultó su agenda solopara comprobar que tendría una semana tranquila. Tan solodos eventos en los que sería importante asistir.

Page 449: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Todos los días repasaba los puntos que todavía no habíaresuelto pero que daban vueltas en su mente. Lara´s Restó,leyó, inversionistas. Ya se sentía lo suficientemente enterapara enfrentar la operación que tenía en mente. Sonrió alleer la palabra Amigas. Tomó un resaltador y remarcó lapalabra con amarillo fluorescente. Asintió conforme. Unomenos, pensó y repasó una vez más los dos puntospendientes.Era apenas pasado el mediodía cuando se resolvió y lepidió a Mónica que convocara a Zubiría y a Estrada para undesayuno de trabajo. Deseaba conversar con ellos sobre elestado de Lara´s y el monto que todavía se adeudaba alfondo de inversión que poseía la parte mayoritaria de laempresa. Eso la tranquilizó. Era momento de volver aempaparse de todos los temas de la empresa sin dejar quelas distracciones le turben la visión profesional. De prontose sintió nuevamente en carrera y ya más segura de lo quedeseaba volvió a proyectarse.En un primer momento, cuando el contador y el abogado seenteraron de la ruptura de la relación de Lara con AndrésPuentes Jaume, se inquietaron. No porque el muchacho lescayera en gracia, algo que no sucedía, sino porque temíanque al no haber una relación de por medio, las exigenciaspor parte del grupo inversor podrían variar acorde a loscambios que el mercado mostraba. El mayor temor deambos era que repentinamente exigieran intereses más

Page 450: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

elevados o lo que era peor, vendieran su parte vaya uno asaber a quién. No hicieron la más mínima mención delcaso, pero entre ellos alimentaban sus desconfianzas. Perolo cierto fue que había pasado más de diez meses desde queAndrés Puentes Jaume se había alejado de la vida de Lara ynunca recibieron notificaciones de cambios en el acuerdofirmado. Eso los tranquilizó, pero no se relajaron. Sobre eso conversaban cuando Lara ingresó a la sala dereuniones. Luego de los saludos, ella misma se ocupó dellenar sus tazas con café mientras intercambiaban palabrassobre la situación general del país. Una vez que todosestuvieron servidos, Lara se ubicó en la cabecera de lamesa y desde allí los enfrentó. Lo primero que les planteófue si habían averiguado si era factible cancelar la totalidadde la deuda que caía sobre la empresa. Zubiría fue quienrespondió y rápidamente le informó que había hablado conel responsable de la cuenta. No había inconvenientes, Larapodría cancelar la deuda al día siguiente si lo deseaba. - ¿De dónde pensás sacar el dinero? – le preguntó entoncesEstrada intrigado.Ella los miró con decisión. Les planteó la idea de venderel restaurante; pensaba ofrecérselo a Carlos Dumas, por sia él le interesaba. Tanto a Ricardo Zubiría como a CarlosEstrada, la idea les resultó descabellada y se cansaron deexplicarle que perdería mucho dinero. Tampoco estabanseguros que Dumas fuera capaz de pagar lo que en realidad

Page 451: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

el restaurante valía. - Veremos qué piensa Carlos de todo esto, - respondióresuelta.La reunión entre Lara y Carlos Dumas tuvo lugar tan solodos días más tarde de planteada la idea a su abogado y sucontador. Como siempre sucedía, ella tomó el control dela reunión y Carlos escuchó atento cada una de lasexplicaciones que Lara le brindaba. Al principio la idea lepareció una locura, pero Lara se encargó de despejar susdudas con soluciones a cada uno de los inconvenientes queél planteaba. - No tengo deseos de seguir con ese restaurante, lo quierovender y quería proponértelo a vos antes que a otro, –siguió diciendo. – No quiero que te sientas obligado,Carlos, el no también es una respuesta.- Hace años que sueño con ser el propietario de Lara´sRestó – le confesó con una sonrisa y un dejo deincomodidad. Se puso de pie y caminó por el despachoentre temeroso y excitado. - ¿Cuánto pedís?Lara deslizó un papel sobre la mesa. Dumas lo tomó y locontempló con seriedad. Frunció el ceño y la miró. Dejóel papel sobre la mesa nuevamente y la enfrentó.- Tengo la mitad de ese monto, - dijo con cautela. – Eso eslo que podría darte en este momento. - Está bien, - respondió ella luego de pensarlo unos

Page 452: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

segundos. Todavía no le alcanzaba para cancelar la deuda,pero era mucho más dinero del que había contado queDumas tendría. - ¿El resto lo podrías ir pagando en cuotaso preferís tener un plazo para la cancelación total?- Tendría que sacar números, – respondió no muy seguro. - Me gustaría pensarlo mejor… - Perfecto… tomate tu tiempo…Dos meses tardaron en llegar a un acuerdo que conformó alas dos partes. Finalmente Carlos Dumas accedió a pagarmensualmente el monto pendiente por la compra de Lara´sRestó. Zubiría y Estrada se hicieron cargo de lospormenores legales y contables, Lara simplemente fuecitada a firmar ante un escribano para que la compra ventadel restaurante quedara cerrada. Poco a poco, Dumas fueadquiriendo mayor participación en las ganancias delrestaurante y al cabo de seis meses más se convirtió en elnuevo y único propietario de Lara´s Restó y la deuda por elmismo estaba prácticamente saldada. Entretanto la situación de Lara´s Restó se definía, a Lara laapremiaba el desembarazarse de una buena vez de esadichosa deuda. El monto que Carlos Dumas había idodepositando con el correr de los meses representabaprácticamente todo el valor del restaurante, pero todavía noalcanzaba. Necesitaba contar con por lo menos trescientosmil dólares más. Si bien no parecía un monto exorbitantefrente a todo lo que había pagado hasta ese momento, si era

Page 453: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

un importe difícil de reunir. Estaba encaprichada conliberarse de ese grupo inversor y en un arranque impulsivobuscó su celular y llamó a un amigo que trabajaba en bienesraíces.Agustín Soler había sido quien le recomendara eldepartamento en el que vivía y luego de los saludos de rigorfue directo al tema que tenía en mente. Sin preámbulos lepreguntó cuánto podría valer su departamento. Elmuchacho se tomó uno segundos para pensar y le pidió aLara que le recordara las características generales. Rápidamente, Lara le informó la cantidad de ambientes quetenía y la disposición de los mismos. Por últimomencionó la cochera, la baulera y la cantidad de metroscuadrados.- Es un excelente semipiso Lara, - le dijo el muchacho conamabilidad. – La zona se está cotizando muy bien… yo tediría que podrías sacar unos cuatrocientos mil dólares…más o menos…- Perfecto Agus, - le dijo y una sonrisa se dibujó en suslabios. – Ponelo en venta y necesito que me busques algomás chico… tal vez un ph. antiguo… no sé… vos me dirás. Ah, no me importa cambiar de barrio si es necesario. –Hizo una pausa al ver que Mónica se asomaba. - Primerovende el departamento. Ya estaba hecho y se sentía satisfecha con lo que acababade resolver. Se dejó caer contra el respaldo de su asiento

Page 454: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

y giró hacia el ventanal que daba al jardín trasero de laempresa. La reconfortó volver a sentir los bríos y laseguridad que por casi un año había creído perder. Una vezmás se sintió dueña de sus acciones y se llenó desatisfacción, al saber que pronto eliminaría de sus espaldasel peso de esos accionistas. Si sus cálculos no fallaban, enun par de meses podría abocarse una vez más a expandir sushorizontes. Finalmente había logrado vender su cómodo semipiso a unvalor un poco menor al esperado, pero debió hacerlo si nodeseaba perder más tiempo. Tres meses tardó en lograrque la operación quedase cerrada, pero eso ya era historia. La libertad y la satisfacción que sintió cuando Zubiría leinformó de la cancelación total de la deuda fue mucho másgrande de lo que en su momento fue la inauguración deLara´s Restó. Fue la primera vez en su vida, que se sintiólibre de toda atadura. La empresa era solo suya; no ledebía ni a Francis, ni a los bancos por los créditos por elrestaurante, ni mucho menos al grupo inversor. Respiróaliviada al brindar con Estrada y Zubiría por haberlologrado. En total, habían pasado casi diez meses desde que Larahabía generado todo el movimiento financiero para volver aser la cabeza de su empresa. El futuro se le presentabadespejado de preocupaciones; el camino allanado para queella lo recorriera sintiéndose más libre que nunca. Lara

Page 455: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Galantes estaba de vuelta y esta vez se juró que nunca más,nada ni nadie le harían perder el enfoque de su vida.

Page 456: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 30Agustín Soler, le había conseguido un coqueto peropequeño PH en el barrio de Caballito. Era muy diferente alespacioso y luminoso semipiso que ella había vendido,pero el lugar tenía su encanto. Si bien a Lara, en unprincipio, le costó imaginar como alguien podía vivir en unlugar tan chico, lo aceptó, pues no estaba en condiciones demostrarse exigente. Afortunadamente el lugar había sidoreciclado no hacía mucho tiempo y contaba con una ventanaamplia con rejas coloniales que daba a la calle y un discretoliving comedor que había sido integrado a la cocina. Desde allí un ventanal conducía a un pequeño jardín, quepor su aspecto, hacía mucho que nadie se ocupaba demantenerlo. Tenía dos habitaciones, mucho más pequeñasque las del departamento, pero se le ocurrió que derribandola pared que las dividía, generaría un ambiente másespacioso donde podría ubicar su vestidor. A pesar de haberlo decorado y refaccionado a su gusto yestilo, desde un comienzo le costó sentirse a gusto entreesas paredes. Por momentos sentía que era un lugar depaso, el lugar donde vivía, pero no su hogar. Eranprácticamente el mismo mobiliario, y sin embargo, nada decuanto la rodeaba parecía tener que ver con ella. Lo máscomplicado de aceptar fue no contar más con la cocheracuando llegaba tarde por las noches y cada vez que pensaba

Page 457: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

en ello, se fastidiaba por su elección. Le gustaba pensar queeso se debía al modo en que había sido adquirido; más pornecesidad que por deseo. Era como morar en un lugarprestado. No sentía la conexión que había sentido con suanterior departamento. Pero cuando todos lospensamientos negativos la abrumaban, Lara solía obligarsea recordar que no había tenido más opciones y que elsacrificio había valido la pena. Todo era parte de una nuevavida que estaba por comenzar. Ya llegaría el momento debuscar algo mejor.Lo cierto era que el silencio y la falta de familiaridad contodo lo que la rodeaba la inquietaban. En cuanto ponía unpie dentro la melancolía la envolvía y no todas las nochestenía la fuerza de contrarrestarlo. Una noche luego de asistir a una cena, se sintió demasiadocansada para luchar contra esos fantasmas y de reojo miróla bandeja cargada de bebidas que hacía una semana habíaubicado junto a la salida al jardín. Entre las botellas, habíauna en particular que captó toda su atención. Todavía noentendía como no se había desprendido de ella; se negaba ahacerlo solo porque había pertenecido a Andrés. A él leagradaba tomar una copa antes de cenar y ese whisky era sufavorito. Dejó su bolso y el abrigo sobre uno de lossillones y se dirigió hacia la botella. La contempló unossegundos. Luego la tomó. Buscó un vaso en la cocina y sesirvió un trago por el solo hecho de sentir en su boca algo

Page 458: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

que le recordara a él. Tal vez fue a raíz de esos episodios que había vuelto aaparecer en los eventos. Necesitaba ocupar su tiempo ydemorar así el regreso a casa. Pero no tardó en descubrirque no era necesaria su presencia ni en los eventos, ni enlos servicios que ofrecían. Carlos Dumas había hecho untrabajo excelente en la organización integral de la empresay la estructura estaba tan bien aceitada, que cada empleadocumplía a la perfección con su parte. En cada uno de loseventos donde asistió, se sintió fuera de lugar; sobraba yaunque ninguno de sus empleados se atrevió a hacer el másmínimo comentario, ella sabía que los inquietaba. Peroalgo tenía que hacer, necesitaba desesperadamente ocuparsu tiempo. Una tarde, cuanto la mayoría de sus empleados ya se habíanmarchado a sus casas o a los distintos eventos que teníanque cubrir, Lara se encontró dando vueltas en su despachodemorando la partida. Se sentía contrariada e inquieta. Laaterraba el solo hecho de pensar en regresar a su casa parapermanecer encerrada aguardando a que las horas pasen yque el sueño llegase. No se había atrevido a compartirlocon nadie, y el whisky empezaba a tornarse como unaseductora salida de escape.Mónica se asomó al despacho de Lara para despedirse yLara simplemente le dijo hasta mañana evitando cualquiertipo de conversación. Su secretaria se había convertido en

Page 459: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

una amiga incondicional con el paso de los años; habíareído y llorado con ella; fue testigo de su entusiasmo y sudesmoronamiento. Sabía que Mónica la observaba conrecelo y preocupación. Súbitamente la envolvió la imperiosa necesidad de estaracompañada. Decidió llamar a Gimena.- Hola amiga, - gritó Gimena del otro lado de la línea.- ¿Cómo estas Gime?, - respondió Lara y se dejó caer en elrespaldo de su asiento. Se masajeó los ojos con ciertocansancio. – Quería saber si tenías planes para estanoche…- No para nada, - le dijo con entusiasmo. – ¿Qué teníaspensado?- No sé, - dijo Lara con aire ausente. – Porque no te veníspor casa y después vemos que hacemos. De pronto mevinieron ganas de charlar… como antes… como en lasviejas épocas. - Sonrió ante la efusiva respuesta deGimena. – Buenísimo te espero.Eran cerca de las ocho de la noche cuando el taxi en queLara viajaba estacionó frente a la entrada de su casa. Ladivirtió ver a Gimena esperándola junto a la puerta. Erantan distintas que parecía difícil de imaginar que tuvierantanto en común. Así como Lara llevaba un traje negro deseda con una camisa fucsia, su amiga lucía un gastado jeanazul celeste y una ajustada remera multicolor. En lugar de

Page 460: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

zapatos de taco alto como los de Lara, Gimena preferíacómodas zapatillas de lona roja. El cabello arremolinadoestaba apenas sujeto con una hebilla. Sumergida vaya asaber uno en qué tipo de pensamientos, Gimena fumabarecostada contra la pared de granito. En cuanto vio a Laraacercarse, tiró el cigarrillo y metió su mano en el morralque llevaba cruzado al cuerpo. Frunció el ceño y lacontempló con aire burlón.- ¿Cómo podes caminar con esos zapatos? – preguntó alverla bajar del taxi y cruzar la calle hasta donde ella seencontraba. – Nunca entendí cómo no se caen de ahíarriba.Lara rió por el comentario y saludó a su amiga con unabrazo.- Es cuestión de práctica, - le aclaró todavía riendo.Mientras Lara levantaba las persianas del living, Gimena sededicó a curiosear la acogedora casa de su amiga. Recorrió sin pudor los tres ambientes y regresó paraasomarse al pequeño jardín, donde Lara había ubicado unamesita de hierro y vidrio con dos sillas haciendo juego. - Quedó muy lindo, - dijo Gimena. – Si alguna vez te cansaso te mudas. Avisame. Esta divino.Me alegro que te guste, - le dijo al cabo de unos segundos.– Tengo sushi, ¿te gusta?- Me encanta, - respondió Gimena al dejarse caer en uno de

Page 461: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

los sillones. Entre las dos dispusieron la mesa ratona del living paracenar ahí. Lara abrió una botella de vino blanco y las dosamigas se ubicaron en los sillones. Brindaron por losviejos tiempos. Bebieron y rieron ante el recuerdo deviejas anécdotas del secundario. Todos los comentarioseran referidos a esa época. Recordaron profesores ychistes del colegio; fiestas y rateadas de clase.En cuanto comenzaron a comer, Lara quiso saber mássobre la vida de Gimena y ella no demoró en mencionar surelación con Claudio Viñas. Claudio también eraperiodista, pero se había especializado en el rubrodeportivo, principalmente deportes amateur. A Gimena legustaba decir que era algo serio lo que tenían, pero laverdad era que ni siquiera ella sabía bien como denominarla relación. Se veían cada tanto y el compromiso no erauna palabra que a Claudio le fuera bien. Pero era lo quetenía y de momento estaba bien. Luego fue el turno de Lara de responder. Se encargó dederivar la conversación hacia sus ocupacionesprofesionales. Le habló de cómo había levantado laempresa y como había conseguido adquirir el restaurante;mencionó lo mucho que le gustaba lo que hacía y logratificante que podía ser. - Todo eso ya lo sé…, - protestó Gimena restándoleimportancia a ese aspecto de la vida de Lara. - ¿En qué

Page 462: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

otras cosas andas además del trabajo? ¿Porqué no tecasaste?, siempre pensé que te ibas a casar con JuanMartín… era un bombón… me dio pena enterarme que nofuncionó. - Es algo gracioso descubrir después de tantos años que atodas le gustaba mi novio…- Y querida estaba para comérselo, - respondió Gimena yelevó su copa a modo de brindis. – Pero contame qué fuelo que pasó…Lara encendió un cigarrillo y se rascó la nucapensativamente. Con voz lejana mencionó que Juan Martíny ella habían proyectado sus vidas de modo muy diferente.Desde que comenzara sus estudios en la Facultad deAgronomía, Juan Martín había manifestado desearinstalarse en la estancia que la familia tenía en Neuquén;ella no podía ni contemplar la idea de alejarse de BuenosAires. - Se recibió y se fue a vivir ahí, - terminó diciendo.- ¿Lo seguís viendo? – preguntó Gimena intrigada. –… eraun dulce…- Lo veía, ahora hace mucho que no sé nada de él, -respondió Lara con algo de incomodidad. – Se casó haceseis años y enviudó hará unos dos años. Tiene dos hijos.- ¿Es viudo? – preguntó sorprendida. – Pobre…- Si fue muy feo, - agregó Lara con cierta pena. – Además

Page 463: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

los chicos eran chiquitos. La esposa de Juan falleciócuando nació Santiago…- Qué horror, pobre…– comentó Gimena y le dedicó unamirada indagadora. Estudió el rostro de Lara y notó que leesquivaba la mirada. -¿Cómo es que sabes tanto de la vidade Juan? Porque me parece que hay algo que no me estascontando…Lara se puso de pie e intentó separarse un poco deGimena. Fue hasta la cocina en busca de un poco de hielo. La cantidad que había tomado había suavizado sus temoresy la empujaban a hablar. El relato iba a ser desordenadopara Gimena y Lara podía anticipar la gran cantidad depreguntas que iba a tener que enfrentar. Lo que no sabía eracomo le resultaría a ella hablar del asunto.- Seguro te vas a sorprender de lo que te voy a contar, -empezó diciendo mientras fumaba buscando el valor parahablar. – Con el que estuve a punto de casarme es conAndrés… el hermano de Juan Martín.- ¿El gemelo buen mozote…? - dijo Gimena y los ojos sele agrandaron llenos de sorpresa. – Pero ese no andaba conuna modelo… Sabrina La Barca, ¿no?- Andaba… bueno, a lo mejor ahora anda de nuevo…Lentamente le contó cómo había sido todo. Ella nuncahabía podido explicarse como se había enamorado de él,pero así había sido y no recordaba haberse sentido con otro

Page 464: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

hombre como se sintió con Andrés. Poco a poco le hablóde él y muy por arriba mencionó el enfrentamiento conJuan Martín. A medida que avanzaba en su relato, Lara sefue relajando y acabó por sumergirse en los sentimientosque él seguía generando en ella. Le habló de Andrés, de larelación mantenida y fundamentalmente del amor que loshabía unido, y al hacerlo sintió que su interior seconvulsionaba. - ¿Porqué no me casé con él?, te preguntarás vos – siguiódiciendo Lara con voz cargada de nostalgia. Gimena asintióen silencio. – Porque soy una estúpida… por eso en lugarde aceptar cuando él me lo propuso empecé con un sinfínde peros…Mencionó entonces la discusión y la posterior ruptura,seguido de todo lo que ella intentó hacer para recuperarlo. En ese momento, rememorando los detalles, Lara lo sintiócercano y hubiera dado cualquier cosa por tenerlo conella. - Todavía lo querés ¿no? – preguntó Gimena con aplomo.- ¡Que si lo quiero!, - dijo y dejó escapar una risita cargadade amargura. – No sé si va a llegar el día en que me lopueda sacar de la cabeza o lo deje de extrañar, - agregó alcabo de varios minutos de silencio. – Pero ya no está…vive en Nueva York y no me responde ni los llamados ni losmails.

Page 465: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Cayeron en un pozo de silencio. Gimena advirtió que Larase había perdido en sus recuerdos y tal vez en anhelos de loque podría haber sido. Le hubiera gustado poder decir algopara reconfortarla, pero de momento no se le ocurrió nadaoportuno ni indicado. Estiró una mano y tomó uncigarrillo. Lo encendió y dejó el encendedor sobre la mesa. Algo tenía que decir.- Te haría bien hacer algo diferente, - dijo abruptamenteGimena. Lara la miró expectante y en los ojos almendra desu amiga, Gimena advirtió que estaba abierta a cualquiersugerencia. – Si te parece, - siguió diciendo. Hizo unapausa meditando lo que estaba por decir. – El sábadopodemos ir a pasar la tarde al club… tomamos sol…charlamos, descansamos y nos deleitamos con algunosmuchachos que andan sueltos por ahí…- Suena bien, - respondió entusiasmada.- Tenés que salir… ir a bailar… pasar por los bares demoda, y dejarte ver en todo evento que te inviten…, -siguió diciendo con entusiasmo.- No recuerdo haber hecho nada de eso en años, -respondió con cierta amargura. Gimena asintió sin comentarios y bebió un poco de vino. Desde la noche en que habían vuelto a ver a Lara, habíacreído que la vida de su amiga era sumamente interesante,llena de excitación y adrenalina. Pero en ese momento

Page 466: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

advirtió lo mucho que se había equivocado en suapreciación. - Tenés que alejarte un poco del trabajo, Lara, - le dijo alcabo de varios segundos de contemplación. – Tenés queconocer gente nueva, moverte en otros círculos. – Hizo unapausa, solo para comprobar que tenía toda la atención de suamiga. – Tenés que vivir momentos que te hagan olvidar eltrabajo y lo sucedido con Andrés.- No es tan fácil.- No dije que lo fuera, - repuso Gimena. Le dio una largapitada a su cigarrillo y lo apagó. – Vamos a empezar asalir… Basta de lamentarse, hay una cantidad infernal detipos ahí fuera y nos vamos a divertir. ¿Qué haces mañana ala noche?- Trabajo mañana a la noche, - respondió Lara con unamueca.- Entonces el sábado a la noche nos vamos de joda porahí…Lara dejó escapar una risita y la miró con extrañeza comosi estuviera frente a la posibilidad de hacer algo de lo másdescabellado. Hizo una mueca tentada por dejarse llevar. Entonces se entusiasmó y asintió.- Perfecto, - dijo Gimena. Llegaron al club apenas pasado el mediodía. El lugar estaba

Page 467: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

atestado de gente de todas las edades que iban y venían. Algunos con rumbo definido y otros simplementedeambulaban. La mayoría de los concurrentes llevabanremeras de mangas cortas o directamente sin mangas;bermudas o pantaloncitos cortos. Por más desubicadoque pareciera en otoño, hacía mucho calor.Lara y Gimena se dirigieron primero a un barcito ubicadoal aire libre en el centro del predio. El lugar estababastante concurrido, pero lograron encontrar una mesaalejada entre media sombra y rayos de sol. Se sentaronallí. Mientras Gimena buscaba un mozo para hacer elpedido, Lara se dejó envolver por el movimiento de gente,las voces y los olores del lugar. Vio chicos riendo ycorriendo despreocupadamente tras una pelota. Parejascon bolsos, con raquetas al hombro y grupos de mujeresque conversaban y reían distendidas. Sonrió complacida. Era muy agradable la sensación de libertad y esparcimientoque allí se respiraba. Cerró sus ojos y dejó que el sol leacariciara la cara. Gimena puso una mano sobre su brazo y la trajo a larealidad. El mozo aguardaba parado junto a la mesa a queellas le indicaran lo que deseaban almorzar. Rápidamentese resolvieron por dos hamburguesas y gaseosas. Gimenaencendió un cigarrillo y Lara la imitó. Mientras esperabanel pedido, Gimena le preguntó en que había estadopensando.

Page 468: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Lara se encogió de hombros y compartió con ella loextraño que le parecía estar sentada allí. Gimena rió y nopudo evitar preguntarle qué había estado haciendo durantelos últimos años. Se sintió algo avergonzada por elcomentario pero una mueca de no saber qué otra cosadecir, fue la única expresión de su rostro.- Trabajando, supongo…- No podes trabajar las 24 horas del día…, - le dijo y le diouna larga pitada a su cigarrillo. - ¿Qué hacías paradistraerte? ¿qué hacías cuando no trabajabas?No tuvo respuesta y eso fue lo más deprimente. No seacordaba cómo habían sido sus momentos deesparcimiento durante los últimos años. Cuando no trabajaestaba con Andrés, salían a comer o se quedaban en eldepartamento. Cuando salían a caminar, generalmente lohacían por la zona de Puerto Madero que era donde vivían.Al escucharla Gimena la enfrentó con una mueca dedesaprobación.- No me vas a decir que ese Andrés, finalmente resultó serun opa, - se atrevió a decir Gimena desconcertada como sihubiese arribado a una conclusión que nunca hubieraimaginado. – Tan lindo que es… que desilusión que seaembole…- No nena, Andrés no tiene nada de embole, - le respondióella a la defensiva. Por algún motivo le dolió la crítica. –

Page 469: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Hacíamos de todo… pero no esto… no nos tirábamos alsol en una plaza o en un club… - Hizo una pausa y fruncióel ceño al sentir la presencia de Andrés entre ellas. Noquería pensar en él, no en ese momento. Andrés nopertenecía a ese momento… él ya no estaba… - Nohablemos de Andrés…- Tenés razón…, pero esto es vida Lara,- siguió diciendoGimena y estiró sus brazos mostrándole todo lo que tenía asu alrededor. – Hace bien a la cabeza y al cuerpo. Estaban terminando sus hamburguesas cuando dos hombresse les acercaron. Al verlos Gimena les sonrióentusiasmada. Los dos la saludaron con un beso yenfrentaron a Lara. Gimena presentó a Julián y a Fernandoy sin demora los alentó a que las acompañaran. Julián, era primo hermano de Gimena. No era ni alto nibajo, y su contextura general era compacta sin llegar a sergordo aunque no tenía apariencia de delgado tampoco. Surostro alargado era atractivo más que nada por sus ojososcuros y algo rasgados que se escondían tras unaspestañas tupidas y espesas. Su amigo Fernando en cambioera alto y delgado; los anchos hombros le daban un porteelegante aun en ropa deportiva. Tenía ojos claros, celesteso grises, Lara no lo pudo definir y cabello castaño claro sinllegar a rubio. Los dos conversaban animadamente conGimena. Tenían pensado jugar tenis y habían reservado unacancha para las cuatro de la tarde.

Page 470: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- No se quieren prender, - sugirió Julián mirando a su primaprimero y a Lara después. – Íbamos a jugar con dos amigos,pero nos acaban de avisar que no pueden venir.- Estaría ¿no?, - dijo Gimena entusiasmada y miró a suamiga. – Vos antes jugabas Lari…- Hace años que no juego tenis, - protestó Lara súbitamenteincómoda.- Vamos… no es un Grand Slam…, - le dijo Fernandodistendido. – Simplemente vamos a tratar de pegarle a lapelotita y reírnos de cómo le erramos…- Ustedes se van a reír de cómo nosotras le erramos, - dijoLara sumándose a la broma. – Por lo menos de mi…- Prometemos que no va a haber risas…Aceptaron. Siguieron conversando durante la hora y mediaque faltaba para el horario de la cancha y Lara se encontródisfrutando gratamente. Se sentía a gusto con el entorno yla conversación ligera y divertida. Fue Fernando el que lepreguntó a Lara, si ella también era periodista. Lara sonrióy sacudió su cabeza negativamente. Quisieron saberentonces a que se dedicaba.- Tengo una empresa de banquetes, - dijo simplemente.- ¿Cómo es tu apellido? – quiso saber Fernandorepentinamente interesado.- Galantes.

Page 471: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Ah, mi hermana mayor contrató tu empresa para sucasamiento, - agregó Fernando acaparando su atención. –Estaban encantados con el servicio.- Me alegro…- No puedo creer que seas Lara Galantes – agregó Juliánsorprendido. Lara asintió y ahogó una risita divertida por elcomentario. – Trabajé en un montón de eventosorganizados por tu empresa... y siempre pensé que la dueñaera una vieja recalcitrante…- Lamento haberte desilusionado, - respondió y dejóescapar una carcajada. - ¿De qué trabajas?- Soy fotógrafo, - respondió y le dio un largo trago a subebida. – Ahora estoy en una agencia de noticias, pero cadatanto le doy una mano a algún amigo que necesita máscámaras. - El mundo es verdaderamente un pañuelo, - dijo ellasorprendida por que sus caminos se hayan cruzado antes. - ¿El restaurante de Madero también es tuyo? – preguntóJulián con interés.- Era, - respondió con aire ausente. - Lo vendí hace unosmeses.- Nunca me dijiste porqué lo vendiste, - comentó Gimenacon intriga. - Lara´s Restó es de lo mejor de Buenos Aires.- Fueron muchas cosas, - respondió con una sonrisa. Seencogió de hombros e hizo una mueca. – Estaba cansada y

Page 472: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

necesitaba un poco de aire. - ¿Tendrías otro? – quiso saber Julián.- ¿Restaurante? – preguntó intrigada. Julián asintió. Lara se tomó unos segundos para procesar la respuesta. Nunca había pensado en la posibilidad de abrir un nuevorestaurante. Por un breve instante jugó con la idea deencontrarse una vez más al frente de uno. Se dejó envolverpor la excitación que llenó su cuerpo. Por el modo en quelos tres la miraban advirtió que estaba tomándosedemasiado tiempo para responder una pregunta más quebásica. Entonces sonrió tentada por su propia torpeza ymiró a los tres amigos que aguardaban la respuesta.- Tal vez, - fue lo único que dijo. Ella misma se sorprendió de su respuesta. Pero en elfondo la idea no le resultó tan descabellada como lehubiese gustado creer. Se permitió jugar con la posibilidadpor unos segundos, luego reprimió el entusiasmo.Cuando llegó la hora de ir hacia el sector de las canchas,los cuatro recorrieron el sendero que comunicaba el barcon el sector de tenis haciendo bromas sobre lo que podríasuceder durante el partido. Se distribuyeron las parejas. Gimena se apuró a definir que ella jugaría con Fernando y Julián lo haría con Lara.Así como en un principio Lara se sentía algo nerviosa, conel juego se fue relajando y poco a poco se encontró

Page 473: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

disfrutando del partido. Tal como Fernando habíaanticipado, fueron más las veces que rieron por un errorque las que aplaudieron un buen punto. Ganaron Fernando yGimena, que mostraron tener más sintonía a la hora decoordinar sus movimientos. La tarde caía tras los edificios de Avenida Libertador y conla ausencia del sol, la temperatura fue descendiendorápidamente. Al concluir el partido buscaron refugio en elbar donde se habían encontrado unas horas atrás. El lugarestaba atestado de gente, que como ellos habían concluidosus actividades deportivas. Julián se ocupó de buscar lasbebidas, mientras Lara, Gimena y Fernando ubicaban unamesa donde sentarse.- La verdad es que me divertí muchísimo, - estaba diciendoLara cuando Julián apareció con las cervezas y los vasos. Ella lo miró y puso cara de culpa. – Vos sufriste mi falta depráctica…- Para nada… - respondió él con una sonrisa. – A medidaque vayas practicando te vas a poner a tono… - Se ubicó asu lado y la miró con picardía. – Porque el sábado queviene tenemos la revancha… no me vas a dejar solo…Lara estuvo a punto de protestar, pero Gimena y Fernandono se lo permitieron. Sin dar margen a ningún tipo deexcusa por parte de ella, ambos aceptaron el nuevo desafíoy acordaron encontrarse a la misma hora al sábadosiguiente. Sin saber qué mas hacer, Lara se encogió de

Page 474: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

hombros y asintió. Tenía que reconocer que lo habíadisfrutado y la entusiasmaba el solo hecho de pensar enrepetirlo.Durante la semana coordinó varias reuniones con distintosclientes y encargados de los distintos departamentos ycerró varias propuestas para los meses venideros. Por lasnoches asistió a tres cócteles y dos cenas benéficas yGimena la arrastró a bailar en dos ocasiones. Fuedivertido. No pasó un día sin que por su cabeza cruzase la posibilidadde poseer otro restaurante; la idea revoloteaba en su menterecurrentemente. Sin embargo, hacía tan solo tres mesesque se encontraba solamente abocada a las actividades de laempresa. Pero, como si una parte de su mente estuviese trabajandoen paralelo, cada vez que la idea del restauranterelampagueaba en su mente, Lara la notaba más depurada opulida. Primero pensó que de hacerlo cambiaría de zona;segundo que, de hacerlo, no se volcaría por un localestridente y llamativo; sería más pequeño e íntimo. Díasmás tarde, decidió que serían pocas mesas, nada de tantossectores ni opciones. Y así el proyecto se fue delineandosin que Lara se molestase en plantearse si era lo queverdaderamente deseaba.Al cabo de varios días se convenció de que valía la penaconsiderarlo con mayor seriedad. No sería sencillo

Page 475: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

deshacerse de todo lo que había estado pensando con tantafacilidad. Ese fin de semana no hubo tenis. Llovió copiosamentetanto el sábado como el domingo. La falta de actividad, nohizo más que ayudar a Lara a caer una y otra vez en distintospensamientos, todos relacionados con un nuevorestaurante. Se resistía a hacerlo, en realidad la aterrabadar el primer paso, más que nada por temor a caer en supropia trampa. Pero la idea la tentaba, la seducía. Abrió sunotebook y contempló la pantalla sin saber bien qué hacer. Entró en una página de propiedades y cargó lascaracterísticas que le interesaban. Tardó varios segundosen presionar el enter; pero finalmente lo hizo. Frente aella aparecieron cuatro propiedades; una en Palermo, dosen Belgrano y una última en San Telmo. Las miró a todassin mucho convencimiento. De tanto en tanto sepreguntaba si estaba segura de lo que hacía. Se puso de pie y se alejó de la notebook. De reojocontemplaba la imagen de la vieja casa de San Telmo,sintiendo la adrenalina mezclarse con una ráfaga deexcitación que rápidamente se esparció por su cuerpo. Supo, que ya no podría desembarazarse de ese proyecto. Regresó a la mesa y escribió un correo a la Inmobiliariaque cotizaba la casa; quería saber el valor que pedían y lascaracterísticas generales de la propiedad. Tranquila, sedijo satisfecha con lo que había hecho. Primero hay que

Page 476: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

esperar a ver cuánto piden, pensó y asintió con énfasis,luego sacaremos números. Eran pasadas las dos de la tarde cuando Gimena la llamó,para contarle que la Editorial donde ella trabajaba, ofrecíauna fiesta en un Pub porteño. No aceptaría un no comorespuesta y así se lo dijo sin darle tiempo a Lara a esbozarpalabra. Pasaría por ella alrededor de las diez, en el lugarse encontrarían con Julián y Fernando.Durante el resto de la tarde se dedicó a estudiar el estadode la empresa. Cotejó las cuentas bancarias y los ingresosque se habían sostenido durante los pasados dos meses. Por último analizó el informe elaborado por Estrada yZubiría.Despacio, se dijo al cabo de varias horas de analizar susituación financiera. No era imposible ni descabelladopensar en un nuevo restaurante, pero quería estar cien porciento segura. Eran cerca de las seis de la tarde cuando larespuesta de la inmobiliaria entró en la casilla de correos. La propiedad no estaba a la venta; se alquilaba y estabahabilitada como local gastronómico. Lara sonriócomplacida y continuó leyendo. Era un número interesanteel que pedían, pero no desorbitante. Bien, se dijo y tomónota de los aspectos más importantes. Buscó el teléfono yse comunicó directamente con la inmobiliaria. Les mostrósu interés por la propiedad y coordinó reunirse con ellos ellunes a mediodía.

Page 477: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Dejó el teléfono junto a la computadora y sonriócomplacida. Estaba haciendo lo correcto y lo sabía, sucuerpo se lo decía. Encendió un cigarrillo y dejó que laspiezas se ordenaran en su mente. Más allá de tenerprácticamente la decisión tomada, necesitaba discutir eltema con Carlos Dumas; no podía dejarlo fuera y él podríaasesorarla mejor. Fue en busca de su celular y rápidamentemarcó el número de su amigo.- Hola preciosa, - la saludó. – ¿Cómo esta todo por ahí?- Todo muy bien, - respondió ella y fue directo al grano. –Disculpame que te moleste, pero necesitaría discutir untema con vos…- Decime… - respondió él. - ¿De qué se trata?Respiró hondo y le mencionó su idea. Por el silencio delotro lado de la línea, Lara comprendió que lo habíasorprendido. Le preguntó si todavía estaba allí.- Claro, - le dijo Carlos con cautela. Hizo una pausa. –Hace menos de tres meses me vendiste Lara´s Restóporque ya no te interesaba estar al frente del restaurante…¿qué pasó ahora?... pensé que con la empresa ibas a tenercartón lleno.- La empresa esta tan bien organizada, que mas allá decoordinar todo y de pasar por algún que otro evento, no esmucho lo que puedo hacer, - reconoció Lara. – No sé, seme metió en la cabeza… me está tentando la idea de tener

Page 478: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

un restaurante más chicos... y bueno hice algunasaveriguaciones y encontré una casa en San Telmo. Rápidamente le dio los lineamientos del nuevo proyecto. Le habló de la propiedad que había visto en el barrio de SanTelmo, de lo que pedían de alquiler. Por último mencionóque el lunes iría a verla. - Parece que una vez más tenés todo resuelto, - le dijoCarlos ante una pausa de Lara. - ¿Qué te parece?- Me parece que es muy bueno tenerte de vuelta, - le dijocon calidez. – Hablamos en la semana Lara y quedatetranquila que tenés mi apoyo para lo que necesites.- Gracias Carlitos.

Page 479: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 31El club y los partidos de tenis de los sábados ya habíanpasado a formar parte de su rutina. Era su cable a tierra, sumomento de esparcimiento y había aprendido a disfrutarloy aprovecharlo en su totalidad. Cada fin de semana sedespertaba ansiosa porque Gimena pasara a buscarla.Durante las horas que compartían en el club no habíadecisiones que tomar, ni debía conducir una empresa, nimucho menos debía lidiar con los fantasmas que laatormentaran. Durante esas horas ella era simplemente unapersona que se juntaba con amigos para compartir un buenmomento.Mayo se presentó destemplado y lluvioso y en más de unaocasión, los encuentros en el club fueron substituidos porsalidas a almorzar o a cenar, idas al cine y hasta el teatro. Fernando y Gimena habían entablado algún tipo de relaciónque no terminaba de definirse. Hacía rato que Gimena nohablaba de Claudio, por el contrario, todos sus comentariosestaban siempre asociados a Fernando. Julián y Lara losacompañaban en cada salida. Entre ellos había surgido unareconfortante amistad y si bien a Lara más de una vez sintióque a él le hubiese gustado ir más lejos, se cuidaba de nohacerlo. Seguía llegando a su despacho cerca de las 7 de la mañana,pero ya no era el insomnio el que la empujaba a hacerlo. El

Page 480: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

nuevo proyecto, se había arraigado en su mente brindándolenuevas motivaciones y un empuje que por muchos meseshabía creído perdidos para siempre. La carpeta que habíaabierto destinada al restaurante se iba engrosando coninformación y anotaciones que ella iba acumulando; eso laestimulaba. Finalmente había alquilado la casa de la calle Balcarce yjunto a Carola la habían visitado para que su amiga laasesorara sobre todo lo que debía hacerse para dejar ellugar en condiciones.Después de esa visita, Lara delegó en Carola todo loreferente al acondicionamiento y decoración del local. Hacía ya cinco días que un arquitecto, sugerido por suamiga, y su equipo trabajaban en el lugar y si se respetabanlos plazos estipulados, deberían estar terminando en unasemana. Luego entrarían los pintores. Lara calculó quincedías más. Mentalmente estimó que en un mes todo deberíaestar terminado; tal vez un mes y medio.Estaba ansiosa. Cada vez más seguido la imagen del localinundaba su mente. Se dejó caer contra el respaldo de suasiento y se atrevió a soñar. Imaginó las paredes, el piso ylos techos. La barra y los sillones para la recepción. Elcuerpo entero se le llenó de emoción. Debía coordinar unareunión con Carola en algún momento de la semanasiguiente, para discutir distintos aspectos de laambientación del salón.

Page 481: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

El punto que más preocupada la tenía era el referente alpersonal. Debía hacer una selección de por lo menos tresmozos para atender los veinte cubiertos que el restaurantealbergaría; los seleccionaría de la planta de empleados queposeía en la empresa. Pero no estaba segura de poderencontrar entre su personal a un buen maître y unencargado general. Ese era un tema que debía conversarcon Carlos. Con todos esos pensamientos en la cabeza, se permitiósoñar y se entregó a la satisfacción que sus proyectos lebrindaba. Mónica entró en ese momento al despacho de su jefa y lacontempló divertida. La aliviaba enormemente verlasonreír nuevamente. Había estado muy preocupada porella. - Solo espero que estés rememorando lo bien que lapasaste este fin de semana, - dijo Mónica rompiendo elhechizo.- Buen día, - le dijo Lara con una sonrisa divertida.- ¿Qué hiciste al final?- Fuimos a una fiesta de unos amigos de Carola, - comentótratando de ocultar sus verdaderos pensamientos. – Lapasamos muy bien. Gente muy divertida. Todo muyfashion. Tendrías que haber visto al italiano que estaba conCarola.

Page 482: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Eso es lo que necesitas, - dijo.- Hasta tuve más de un interesado que me invitó a cenar, -comentó entre sorprendida y alagada.Mónica rió y se alejó del escritorio de Lara. Fue hacia elantedespacho donde estaba su escritorio y le preguntó sialguno valía la pena. Por sobre su hombro miró a su amigay dejó escapar una carcajada al ver la mueca reflejada en surostro. - Otra vez será, - le dijo burlonamente. - ¿Hubo tenis?- Si, por suerte si. Después de dos fines de semana conlluvia fue bueno poder volver a jugar, - respondióentusiasmada. - Lo mejor de todo es que esta vez ganamos.- Bien, veo que vamos progresando en varios aspectos, -repuso Mónica conforme de volverla ver bien. Lara asintió y bajó la vista hacia su agenda. Le pidió aMónica un café doble y las carpetas de los dos clientes conquienes se entrevistaría ese día. Por la noche ya habíadecidido pasar por la Embajada del Reino Unido donde sefestejaba el cumpleaños del Embajador.- Otra cosa Moni, - le dijo levantando la vista hacia ella conconcentración. – Llamá a Carlos y decile que necesitohablar con él.- Perfecto, - respondió Mónica. - Cuándo me comunique¿te lo paso o coordino una reunión con él?- Pasámelo si puede hablar.

Page 483: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Consultó su reloj. Eran las nueve de la mañana. Tenía treshoras para la primera entrevista. Tomó la carpeta rotulada“Acá te espero”. No sabía porque le había colocado esenombre, pero le gustó y lo escribió. Abrió la carpeta yanalizó el estado general del proyecto. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el teléfono. Tomó el auricular con un movimiento automático sin quitarla vista del plano del futuro restaurante. Mónica lecomunicaba que Carlos Dumas estaba en línea para hablarcon ella.- Gracias Moni. – Lara aguardó unos segundos a que Carlosapareciera en línea. – Hola Carlitos, ¿cómo estás?- Hola mi amor, - la saludó él con cariño. - ¿Cómo va lapuesta en marcha de ese restaurante?- Muy bien, - respondió con una sonrisa. – Pero necesitoque me ayudes con algo.- Vos dirás.- Necesitaría saber si me podes recomendar dos personasde confianza, - empezó diciendo. – Fundamentalmentenecesitaría alguien para la caja y un encargado del salón. –Hizo una pausa y buscó entre los papeles de la carpeta. –Los mozos los tengo prácticamente seleccionados… voy ahablar con dos chicas de banquetes y otros dos muchachosque trabajan acá. - Bien, para lo que me pedís tengo dos personas que te

Page 484: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

pueden servir, - respondió Carlos rápidamente. – Si queréslo voy hablando con ellos para ver qué les parece.- Bárbaro, - respondió y volvió su atención a sucomputadora. – ¿Nos podemos juntar el viernes?...perfecto… te espero entonces.El resto del día, fue transcurriendo sin demasiadossobresaltos. Lara atendió dos entrevistas para dos eventospautados para finales de agosto. Faltaban muchos mesestodavía, pero uno de esos dos eventos involucraba a grandespersonalidades de la farándula local y autoridadesgubernamentales. Era una cena con fines benéficos que serealizaba todos los años y Lara´s se había ocupado deorganizarla los últimos cuatro. Si bien era siempre más omenos lo mismo, generalmente había algunos puntos que alos organizadores les encantaba modificar. Dejó su oficina cerca de las cinco de la tarde. Tenía muchopor hacer. Primero se dirigió al Shopping más cercanodonde compró ropa. Luego pasó por su casa. Se duchó, secambió y antes de las siete de la tarde, se encontraba rumboa la Embajada del Reino Unido. Entre las actividades de la empresa y la evolución delrestaurante, las semanas pasaron sin que Lara lo notase. Faltaba muy poco para que el restaurante estuviera a puntoy deseaba abocarse a eso esa semana. Carola le habíaadelantado que tenía todo prácticamente encaminado. Lospintores había terminado con su parte del trabajo; había

Page 485: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

elegido un color arena pálido para la pared que enfrentaba ala de ladrillos y un color oscuro sin llegar a negro totalpara las aberturas resaltada por blancas moldura. Elmobiliario sería entregado cuando Carola lo indicase. Eran cerca de las diez cuando Carlos Dumas golpeó elmarco de la puerta del despacho de Lara. Al verlo ella sepuso de pie y bordeando el escritorio fue a su encuentro. Siempre se sorprendía por lo bien que lo veía. Para él losaños parecían no pasar nunca. Todavía tenía el cabellocastaño claro, apenas salpicado por delgadas hebrasblanquecinas, que más que avejentarlo le daban un brilloespecial. La tez de su rostro le brindaba un aire jovial y erala envidia de todas las mujeres de la empresa. Se abrazarony Lara lo condujo a la mesa de reuniones ubicada en laparte trasera del despacho. - Pero mirá que linda se te ve, - le dijo con una sonrisa. –Estamos en mayo y vos con color en el rostro… es de nocreer. Lara rió de buena gana y mientas servía dos tazas de café, lecomentó que había pasado toda la tarde del sábado en unclub. El domingo había ido a navegar con un grupo deamigos. Carlos aplaudió divertido y dejó escapar unacarcajada al escucharla mencionar el partido de tenis.- No te rías que jugué bastante bien, - protestó

Page 486: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

entregándole la taza a su amigo. Carlos le agradeció ysimplemente mencionó que muchas cosas había que verlaspara creerlas. – Estoy jugando todos los sábados, - le dijoella desafiante. – Podes venir a vernos cuando quieras…- Es demasiado para mi, - respondió el con tono burlónllevándose una mano al pecho.Carlos bebió un poco de su café y tomó la carpeta que Larahabía ubicado frente a él. Leyó el rótulo “Acá te espero”. No dijo nada y la abrió. En silencio observó el plano de lacasa primero y la distribución que Lara había diagramado. Pasó por alto los presupuestos y analizó los puntospendientes que Lara había anotado de su puño y letra enhoja aparte. Al final cerró la carpeta y terminó de un tragoa su café. - ¿Y?- En líneas generales veo que va todo viento en popa, -respondió con aire pensativo. – Los tiempos se ajustan a loque me habías mencionado el viernes.- ¿Qué no te gusto? – preguntó ella directamente con undejo de desilusión. – Decilo Carlos…Los ojos castaños de Carlos se tornaron lejanos mientrassu mente analizaba sus siguientes palabras. Entonces lamiró y simplemente dijo que el nombre no le agradaba. - Suena triste, melancólico. – Hizo una pausa y su manorevoloteó en el aire queriendo dar cierto énfasis a sus

Page 487: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

palabras. – Como el muelle de San Blas… ¿viste la canciónde Maná? o Penélope tejiendo…- ¿Qué?- Si… acá te espero me suena a que… – Hizo una nuevapausa y frunció la nariz dudando de decir lo que acababa deocurrírsele. El rostro de Lara de pronto se desdibujó. Había llegado ala misma conclusión.- Suena a que uno se fue y el otro espera pacientemente suregreso. - Lara terminó la frase que Carlos no se atrevía aterminar. – Suena a plantón o abandono.Guardaron silencio por unos segundos como si ambosesperasen que se desembarazara el momento y que elfantasma de Andrés se desvaneciera. Lara fue la primera enreaccionar y cuando lo hizo fue para enumerar los aspectosque deseaba que tuviera el lugar. Quería que fuera un lugarde encuentro; un ambiente cálido donde la gente pudieraconversar y sentirse atendida. Deseaba que fueran pocasmesas; tal vez solo diez; separadas, para que no se generenni amontonamiento ni ruidos bulliciosos que molesten alos comensales. La luz tenía que ser tenue sin llegar a seroscura, pero sí en cambio que generara un clima sereno ycálido, que transportara a sus comensales a otra época.Carlos la escuchaba con aire ausente y ojos entrecerrados. Lo imaginó y lo proyectó; un ambiente cálido y sutilmente

Page 488: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

abrazador; romántico.- ¿Qué te parece?- El lugar para una primera cita o para los primerosaniversarios de casado, - dijo con tono burlón. Hizo unapausa frunciendo su puntiaguda nariz con picardía. Ella lomiró con fastidio. – Ahora enserio… me gusta…- Lo que no se me ocurre es otro nombre, - agregódejándose caer en el respaldo de su asiento. Se tomó unossegundos para meditarlo, pero finalmente descartó la idea. - Dejemos eso… ya veremos cómo lo resuelvo…pasemos a otro punto. - Se irguió y apoyó los antebrazossobre la mesa de vidrio. - ¿Qué hay del encargado de la cajay el salón? – preguntó directamente. - ¿Conseguiste aalguien?Del bolsillo interno de su saco, Carlos Dumas sacó suPalm. Con el pequeño lápiz dio tres toques a su pantalla ysin demora le comentó a Lara que tenía dos personas pararecomendarle ciegamente. Uno era Horacio Zabala, quientrabajaba en Lara´s Restó desde el día de su inauguración yantes de eso, había trabajado con Carlos en la secciónbanquetes de un Hotel de primera línea. Confiabaplenamente en él y podía desempeñarse tanto en el cuidadode la caja como en movimiento del salón. Era un hombrede mediana edad. Casado con dos hijos mayores. Nuncamostró tener inconvenientes ni con los horarios ni con lademanda laboral. Octavio Paredes fue el segundo nombre

Page 489: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

que Carlos le brindó. Lo había reclutado hacía ya un año yen poco tiempo demostró ampliamente sus cualidades. Octavio tenía cortos cuarenta años y muy buena presencia. Era educado y cordial. Según Carlos, ideal para manejar elsalón, los mozos y los clientes. - Tiene cintura para resolver conflictos y tranquilizarclientes exasperados o mal educados.- Eso me gusta, - dijo Lara tomando nota de los nombres ylas cualidades de cada uno de ellos. – Horacio entonces a lacaja y Octavio al salón.- Definitivamente, - respondió Carlos guardando la Palm dedonde la había tomado. - Ambos son excelentes y si te losrecomiendo es porque merecen el aumento y el ascenso yen Lara´s Restó todavía no tienen posibilidades. - No me acordaba de ellos, - dijo con sorpresa. - A Octavio lo recluté cuando te compré el restaurante, nocreo que lo ubiques. – Hizo una pausa. – A Horacio loconoces… pero no sé cuantas veces lo habrás visto.Lo que también Carlos se apuró a comentarle eran laspretensiones económicas que ambos manifestaron tenerante el cambio de trabajo. Lara tomó también nota de ese punto y mientras lo hacía quiso saber la diferencia entre loque pretendía ganar y lo que cobraban en ese momento. Carlos se las dijo y Lara lo miró sorprendida. Elincremento salarial que pretendían era considerable, pero

Page 490: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

también lo serían las responsabilidades que caerían sobreambos.Carlos consultó su reloj y se excusó con ella por tener quemarcharse.- Tengo una reunión en el restaurante.- ¿Vas para Madero? – preguntó. Carlos asintió al ponersede pie. – ¿No me dejarías en el Museo de ArteDecorativo? Me junto ahí con mi amiga Carola, ladecoradora.- Vamos que te llevo.Sin demora, Lara juntó las carpetas con las que habíanestado trabajando y se dirigió a su escritorio. Buscó sucelular, sus anteojos y su bolso de mano. Del extremoizquierdo del escritorio tomó una carpeta rotulada “Carola”y se unió a Carlos que la aguardaba conversando conMónica. Al pasar le dio a su secretaria algunas directivas yse dirigieron al pasillo que conducía a la salida.- Si querés nos encontramos afuera en tu auto, - le dijo alllegar a la recepción. – Tengo que hablar con Julieta unsegundito… no voy a demorar.Julieta Solvi, era la encargada de atender a los novios y susfamiliares que se acercaban a la Lara´s para realizar lasdegustaciones previas a la fiesta de casamiento. Tenía suescritorio a un costado de la recepción. Allí los recibía ylos conducía a un coqueto salón donde probarían diferentes

Page 491: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

entradas, platos principales y postres, para luego definircuál servirían el día del evento. La encontró junto a la puerta del salón “Novios”,conversando con Ramón, el mozo que colaboraba con ella. Generalmente Julieta atendía de a dos o tres parejas por díay tenía muy buen manejo. Sabía atender a los clientes ybrindarles todo lo que necesitasen de manera amena. Eraexperta en manejar la ansiedad de sus comensales ysiempre lograba que al terminar la degustación los clientesse marcharan felices por la decisión tomada.- Juli, necesito hablarte un segundito, - dijo Lara alacercarse a ella y luego de saludar a Ramón, aguardó a queeste se alejara. - Decime Lara.- Esta semana hay que hacerle un lugar a Cecilia Coloma yMarcos Salonia, - empezó diciendo con determinación. –Es el hijo del Ministro de Relaciones Exteriores que secasa en un mes.- Estamos muy complicados, - repuso la chica con ciertaincomodidad mientras repasaba mentalmente su ajustadaagenda. No le gustaba negarle nada a su jefa, pero demomento no se le ocurría una solución inmediata. –Dejame que veo como lo puedo implementar…- Bien, pedile a Mónica el teléfono de Cecilia Coloma paracoordinar con ella, - dijo posando su mano sobre el brazo

Page 492: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

de la chica. – Estoy atrasada… tengo que irme. Cuandotengas todo arreglado avísame.- Quedate tranquila. El conocido Croque Madame, era el restaurante del MuseoNacional de Arte Decorativo y el elegido por Carola parareunirse con Lara. Era un lugar sumamente encantador. Elinterior era pequeño y acogedor, pero lo más atractivo eranlas distintas mesas desplegadas por el jardín externo entorno a una hermosa fuente. Desde allí se podía apreciar lamagnífica mansión de principio de siglo veinte. Lara cruzó los portones todavía acomodando el bolso queluchaba por caer de su hombro. El celular vibró en sucintura y debió detenerse para atender. Era Julieta que leinformaba que ya había solucionado el problema Coloma-Salonia. Había hablado con la novia y el futuromatrimonio pasaría a hacer la degustación el viernes cercade las tres de la tarde. Lara le recordó que tuviera a manoel catalogo de los centros de mesa para ofrecerles.Perfecto. Devolvió el celular a su sitio y desde el senderoempedrado estudió las mesas.Carola le había comentado que tal vez se demorara unosminutos y, que de conseguir, prefería que se ubicaran en eljardín. Afortunadamente todavía era temprano y quedabanlas suficientes mesas libres para elegir. Se decidió por unaa la sombra donde una fresca y reconfortante brisaamenizaba el calor. Tenía varias reuniones por la tarde y no

Page 493: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

deseaba transpirar bajo el sol. Qué raro tener quecontemplar algo así a finales de mayo, pensó. Pero el solcontinuaba siendo extrañamente fuerte para esa altura delaño. Generalmente mayo era un mes frío; un mescaracterístico en el cual el otoño moría para dar entrada alinvierno, pero este año se había presentado de manerainusual y la prolongación del verano estaba durandodemasiado.Un mozo se le acercó en cuanto se sentó y le preguntó sideseaba ordenar algo. Lara le informó que almorzaría conotra persona; aguardaría. Sentada allí, en el extremo másalejado, bajo las tupidas copas de los árboles se sintió unaespectadora de todo cuanto sucedía en el lugar. Las vocesse convertían en murmullo mezclándose con el tintinar delos cubiertos, el lejano sonido del tráfico y el roce de lashojas que se balanceaban con el suave viento. Contemplómaravillada la sobria e imponente mansión, imaginando elimpacto que debió causar en la sociedad porteña cuando laobra quedó concluida; pensó en las reuniones sociales, losbailes y hasta las tertulias políticas que allí se habríanllevado a cabo cuando era habitada por la familia ErrázurizAlvear. Lara no tenía mucha idea de arte, con lo cual nopodía precisar que estilo arquitectónico poseía pero sipodía apreciar su magnificencia y su esplendor. Por laentrada principal flanqueada por bellas columnas de piedratallada, la gente entraba y salía; por allí se ingresaba y

Page 494: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

subiendo la amplia escalinata del vestíbulo se accedía alhall principal, donde se estaba llevando a cabo la 5° BienalInternacional de Arte Textil, donde se encontraba Carola.Lara encendió un cigarrillo y le hizo señas al mozo parapedir una gaseosa. Tenía sed. Abrió la carpeta y buscandoaprovechar el tiempo, releyó los puntos que deseabadiscutir con su amiga. El mozo colocó la gaseosa sobre lamesa, en el momento en que Carola se acercaba ella. - Hola Lari, - le dijo y la saludó con un beso. – ¿Hacemucho que esperabas? – preguntó acomodando el blazerpúrpura de su traje en el respaldo de la silla. Tenía unablusa blanca entallada, que marcaba el contorno de sussenos y le daba un toque sensual. – Me engancharon doscolegas y no lograba deshacerme de ellos.- Hace apenas unos minutos que llegué, - respondió y seacomodó los anteojos. - ¿Qué tal la bienal?Carola se encogió de hombros y frunció el ceño condesgano. Con ambas manos se acomodó el brillosocabello, quitando de su rostro los mechones que la brisa lehabía desacomodado. Esa era una de sus característicasmás notorias. Para Carola, nada debía estar desacomodado,ni arrugado y mucho menos no combinar. Siempreespléndida, prolija y con aspecto reluciente, representabala imagen de lo estético y lo cuidaba con esmero. Se pusolos anteojos de sol y descansó el cuerpo contra elrespaldo.

Page 495: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

De la nada el mozo apareció trayendo en sus manos dosmenús. Los repartió y preguntó por las bebidas. Carolaagregó una gaseosa a la pedida por Lara y sin abrir el menú,le indicó la ensalada que deseaba ordenar. Para ganartiempo y antojándosele sabrosa, Lara pidió lo mismo.Mientras aguardaban, Carola le contó que había estado enNueva York la última semana. Había viajado para asistir auna exposición donde se presentaban diferentes tendencias;algo así como Casa FOA, le explicó. Lara la escuchaba consimulado interés. No era que no le interesara lo que Carolale contaba, simplemente que al escuchar mencionar NuevaYork, su mente se llenó de la imagen de Andrés. ¿Quésería de él?, se preguntó y las preguntas se encadenaronunas a otras. ¿Con quién estaría? ¿Dónde? ¿Lo volvería aver algún día? Se obligó a prestarle atención a su amiga, queahora mencionaba unas interesantes exposiciones de arte alas que había sido invitada.- Todo muy chic, muy fashion, - terminó diciendo. – Tejuro que hasta el tipo más feo, en Nueva York, con eseentorno termina siendo interesante.Mientras Carola enumeraba los distintos placeres que lamaravillosa ciudad ofrecía, el mozo se acercó con lasensaladas y la gaseosa para Carola. Ubicó los platos condiligencia y destapó la botella. Una vez solas, Carolaretomó la conversación.- Me olvidaba de contarte, - dijo con entusiasmo

Page 496: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

interrumpiendo su relato. Lara la contempló expectante. –Me pareció súper loco. El otro día recordábamos a JuanMartín y toda aquella época… y a los días de estar enNueva York, vi al hermano mayor… al gemelo buen mozo. ¿Cómo se llamaba? …el que andaba con la modelo.Sin advertir el impacto que sus palabras tuvieron en suamiga, Carola continuó hablando. Mencionó que en unprincipio lo había observado con cierto interés; luegoadvirtió cierta familiaridad en su rostro. Finalmente cayóen la cuenta de quién era. Siempre fueron parecidísimoslos dos, agregó.Empezaba a fastidiarse más que a apenarse. Desde elmomento que le comentó a Gimena lo sucedido conAndrés, parecía que su fantasma hubiera tomado posesiónde todo lo que la rodeaba. En el club, había surgido sunombre; en la reunión con Carlos, una par de horas atráshabía sucedido lo mismo. Ahora era Carola quien sinsiquiera imaginarlo, volvía a ponerlo en medio. ¿Por quétodos lo asociaban con Sabrina La Barca? Ella había sidomás importante que la impactante modelo. ¿Lo había sido?Cómo podía ella permitir que él siguiera afectándola de esemodo. Tenía que descartarlo de una buena vez. Pensó endecirle a Carola que se callara, que no hablara más, pero laspalabras se amontonaban en su mente mezclándose con sussentimientos.- Si no hubiera estado acompañado, te juro que hubiese

Page 497: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

intentado echarle el lazo, - dijo Carola acompañando suspalabras con una mueca. – Ese si que es flor de ejemplar…que pedazo de tipo.Las palabras de Carola se atragantaron en su garganta ytosió. - ¿Estás bien? – le preguntó al verla tomar un poco debebida. Lara asintió y buscando disipar la atención de su amiga, seconcentró en su ensalada. Carola percibió algo en laactitud de su amiga. Frunció el ceño preocupada.- ¿Qué te pasa?Lara elevó la vista hacia su amiga y la contempló unosmomentos. Carola la miraba con seriedad y por unossegundos dudó en contarle, pero no le encontró el sentido.- Te acordás que el otro día les conté que estuve porcasarme el año pasado, - empezó diciendo con ciertotitubeo. Carola asintió y frunció aun más le ceño. – Bueno,Andrés, es con quien me iba a casar. Bajó la mirada súbitamente incómoda y volvió una vez mássu atención a la ensalada. Empujó el plato alejándolo deella con malestar, ya no tenía deseos de seguir comiendo. Cuando la volvió a levantar se encontró con la mirada deCarola.El rostro de Carola había pasado abruptamente de laseriedad a la sorpresa. Como era de esperar, pensó Lara.

Page 498: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Lo que Carola acaba de escuchar era lo último que hubieraimaginado y eso era exactamente lo que su rostrotransmitía. Lara la observó dejarse caer en el respaldo desu silla con la boca semi abierta y los intensos ojos verdesa punto de atravesar los oscuros lentes, sin poder darcrédito a lo que había escuchado. Seguramente, se dijoLara mentalmente, ahora está pensando en todas las vecesque salimos con Juan Martín en los tiempos en que ella lohacía con Sergio Andrade.- ¿Y Juan Martín?, - escupió sin poder contenerse. Lara sacudió su cabeza con resignación; tal como Andréssiempre había dicho todo el mundo en primera instanciapensaba en Juan Martín. El enojo que se gestaba en suinterior se mezcló con la angustia que los recuerdos letraían. Se maldijo por haber elegido a Carola comodecoradora de su restaurante, como si esa fuera la causaque la había llevado a hablar de Andrés. Lara respiró hondo y alentada por la necesidad de terminarde una buena vez con ese tema, le contó que Juan Martín sehabía puesto furioso cuando se enteró. Le habló de la peleaentre los dos hermanos y cómo Andrés, había terminadomuy lastimado. La mirada de Carola de pronto laincomodó y sintió que sus mejillas ardían ruborizadas. Sepasó una mano por el rostro buscando minimizar lasensación, pero muy a pesar suyo, los ojos se le cargaronde lágrimas. Agradeció tener puestos los lentes oscuros.

Page 499: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- No quiero saber cómo esta o con quien estaba, - terminódiciendo con voz temblorosa pero cargada de enojo. – Noquiero escuchar de lo guapo que se veía ni de lo sexy quees, - se le quebró la voz. – Mucho menos escuchar que selo veía feliz.Sintiendo la amargura de su amiga, Carola se puso de pie yacercándose a Lara la abrazó. Se sentía terriblementeculpable, aunque en el fondo ella no tenía culpa de nada. Lara se recostó levemente contra ella por unos segundos,para luego erguirse y agradecerle.- Porque no me lo contaste, - dijo Carola sintiéndose másculpable que antes. Regresó a su asiento. – No lo hubieramencionado si lo hubiera sabido o mejor dicho, lo hubieramencionado sin tanto calificativo… - Hace más un año y medio que se fue, - respondió Lara yamas repuesta. – Todavía duele… además es muycomplicado de explicar… En la cena, todas preguntabanpor Juan…, - agregó con fastidio. – Hace años que Juanformó una familia… se casó y tenía una hija cuando lahistoria con Andrés empezó. - Hizo una pausa y ordenandosus pensamientos sus dedos jugaron con el borde de laservilleta. – Ahora tiene dos…Súbitamente tomó la carpeta con el material sobre el nuevorestaurante. Necesitaba terminar el tema. Pasar al asuntoque las había reunido. Basta de Andrés; basta de fantasmasy de viejas ataduras.

Page 500: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Pasemos al tema del restaurante mejor...Carola no puso objeciones y tampoco se atrevió a hacermás comentarios. Pero su mente evocó la imagen deAndrés acompañado por la exuberante pelirroja que no lodejaba ni a sol ni a sombra. Ahora era ella quien se sentíauna traidora, aunque Lara había sido muy clara: no deseabaescuchar nada de él. Se obligó a prestarle atención a suamiga, que ahora le hablaba con firmeza de lo que pretendíapara el nuevo local. Durante los siguientes veinte minutos, Lara habló casi sininterrupción desplegando toda su capacidad para comunicarlo que necesitaba y lo que deseaba del restaurante. Lehabló a Carola de lo que las paredes debían transmitir y delo que deseaba que sus clientes sintieran. Debía ofrecer elclima que se respiraba en las calles de San Telmo, unaespecie de viaje al pasado, a los orígenes de la ciudad.Carola la escuchó con atención durante los primeros diezminutos, el resto se dedicó a observarla. Nunca antes lahabía visto manejarse en el plano profesional y fue unaverdadera sorpresa. No porque no creyera en su capacidad,sino que la sorprendió el cambio que en ella se produjo enun abrir y cerrar de ojos. Lara, la que acababa de mostrarsetriste y herida por el abandono del hombre que amaba, habíadesaparecido por completo dando paso a una personadeterminante y hasta arrolladoramente firme y decidida. Mientras Lara hablaba de posibles texturas, de paredes de

Page 501: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

ladrillo desparejo y cuadros con fotos blanco y negro de laciudad, Carola la observó preguntándose cómo podíanegarse a saber absolutamente todo sobre el hombre queamaba. Abruptamente Lara se detuvo y al hacerlo consultó su relojcon cierta impaciencia. En un mismo movimiento, tomódos hojas de su carpeta y se las extendió a Carola. - Acá está todo Caro, - terminó diciendo. – ¿Cuánto tiempotardarás?- Tendría que hacer un par de llamadas para ver si cuentocon todo. Te aviso, - dijo Carola dándole una rápida miradaal detalle que Lara le había entregado. La dobló y colocósobre la mesa. Levantó la vista y su mirada dio con la deLara. – Del otro tema, ¿querés hablar un poco más…?- No hay nada más de que hablar Caro, - respondió concierta resignación. – Cuando me propuso matrimonio,acababa de tener esa terrible pelea con Juan. Yo estabamuy enojada y le respondí que no creía que fuera elmomento… se ofendió y se fue a Nueva York. – Hizo unapausa como si luchara por contener la oleada deemociones. Respiró hondo y se obligó a reponerse. - Como te dije hace un rato, terminamos hace un año ymedio… Nunca más supe de él hasta el día de hoy… y porlo que vos mencionas se lo veía muy bien… - hizo unanueva pausa, levantando levemente el mentón con airealtivo - Conozco a Andrés y me puedo imaginar

Page 502: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

perfectamente bien lo que viste… Punto final. No había nada más que agregar. Cayeron en unincómodo silencio, que Lara se encargó de disimularlevantando una mano para pedirle al mozo que les alcanzarala cuenta.- De esto despreocúpate, - le dijo Carola golpeando con sulargo y delgado dedo índice las hojas que Lara le habíaentregado. – Va a ser un desafío… siempre me ocupé dedecoraciones más modernas, contemporáneas…- Hizo unapausa y sonrió desafiante. – Ya se me están ocurriendoalgunas cositas… Te va a encantar. Durante el resto de la semana, no pasó ni un día sin que sumente cayera una y otra vez en las palabras de Carola. Seodió por eso y hasta, una noche envuelta en la soledad de sudepartamento, buscó la botella de whisky y bebió variosvasos buscando deshacerse de la sensación de dependenciaque tanto la fastidiaba. Dejame en paz, gritó empujada porla bebida, como si él pudiera escucharla y rompió a llorarllevada más por el agotamiento que por sus sentimientos. Afortunadamente para ella, entre reuniones, banquetes yesporádicas salidas a cenar con Gimena, los díasempezaron a correr sin que lo notara. Lentamente elrestaurante iba cobrando forma y a medida que los plazosse siguieran respetando, todo hacía pensar que en menos deun mes podría estar abriendo sus puertas. El únicoinconveniente era que Lara todavía no había encontrado un

Page 503: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

nombre adecuado. Finalmente se reunió, por separado, con Horacio Zapata yOctavio Paredes. Carlos no se había equivocado. Laraquedó muy conforme con ambos. A primera impresión leshabía parecido demasiado serios, hasta algo acartonados,pero con el correr de la entrevista Lara logró que se fueranrelajando y hablaran sin temores con ella. Tanto Paredescomo Zapata se mostraron muy complacidos con lapropuesta económica y la responsabilidad que iba aparejadacon ella. Acordaron volver a reunirse una semana antes dela inauguración para mostrarles las instalaciones yprofundizar las actividades de las que se ocuparían. Demomento, Mónica les indicaría los trámitesadministrativos que debían realizar para pasar a serempleados de Lara´s.También se ocupó de hablar con las tres personas quedeseaba destinar a su nuevo restaurante. Los elegidoshabían sido cuidadosamente escogidos del plantel que laempresa destinaba a los servicios de banquetes. Eran dosmuchachas de unos veinticinco años, que contaban concinco años de antigüedad en la empresa y un hombre decortos treinta. Los tres tenían muy buena presencia yconocimientos de idioma, detalle que movió la aguja afavor de cada uno de ellos. El trabajo sería el mismo y lapaga igual para los tres, pero bastante más elevada de lo quepercibían en la empresa.

Page 504: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Durante la primera reunión que mantuvo con ellos, Larasintió algo de pena por ellos cuando Mónica los hizoingresar. Se los notaba incómodos y nerviosos, máspensando en que estaban a punto de recibir un reto o serdespedidos, que en una propuesta beneficiosa para ellos. Rápidamente, les despejó sus dudas y fue muy grato paraella, ver el modo en que sus rostros se relajaban. Tambiéna ellos los entusiasmó la propuesta, tanto por la parteeconómica como por el cambio laboral. Dos semanas pasaron desde el almuerzo que Lara habíacompartido con Carola y luego de varios llamados y decoordinar los horarios de ambas, acordaron reunirse en elrestaurante un mediodía. Al llegar, Lara permaneció largorato en la vereda de enfrente contemplando su nuevorestaurante. Era una vivienda de mediados de siglo XIX. Deuna sola planta, techos de tejas rojas y el característicoaspecto colonial de la mayoría de las casas del barrio.Nada hacía pensar que tan solo un mes y medio atrás, esafachada que lucía impecablemente pintada de un colorarena oscuro, había estado sucia y su pintura agrietada. Lasrejas de la única ventana que daba a la calle, habían sidopintadas de negro y las molduras de blanco, tal comoCarola le había mencionado. Nada quedaba del antiguo ydescascarado frente que Lara había visto el día que seinclinó por esta propiedad. Subió los dos peldaños de piedra que conducía al interior y

Page 505: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

cruzó la puerta de doble hoja ahora pintada de negro opaco. Sonrió al contemplar el interior. Los antiguos dueñoshabían derribado una pared para incorporar el que en suscomienzos fuera un pequeño vestíbulo a la sala principal dela casa. La medianera de ladrillos que cubría todo el lateralde la pequeña vivienda, había sido tratada con distintosmateriales y parecía restaurada. A lo largo, diferentescuadros de Buenos Aires de principio de siglo vestían lapared sin llegar a recargarla. Frente a ella, estaba larecepción, un pequeño y antiguo atril, secundado por dossillones, de pálida pana color durazno. Al final de esecorredor, se apreciaba la salida al patio. Desde donde seencontraba parada, Lara pudo apreciar parte del aljibe y lasdesnudas ramas de una vieja glicina que en primavera -verano brindaría sombra y perfume.A su derecha, un amplio mostrador, con una antigua cajaregistradora acaparaba toda la atención. Las mesas yahabían sido dispuestas a lo largo del salón, que poseía undibujo en L. Tal como Lara le había indicado a su amiga,estaban separadas unas de otras. Todavía no se habíancolocado los manteles, pero Lara sabía que serían blancos,con un cubre mantel color arena, muy similar al de lasparedes. Sonrió complacida, encantada con lo que veía. No sabíaporque pero este lugar la llenaba de mucho más orgullo delo que había sido Lara´s Restó en su momento. Era cálido,

Page 506: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

íntimo y sumamente acogedor. Vio a Carola que ingresabadesde el patio y fue hacia ella con una amplia sonrisa en elrostro y los brazos abierto. - ¿Y?- No tengo palabras, esto es lo que yo deseaba...- le dijo yla abrazó emocionada. – En una semana abrimos…- Pedí que nos enfriaran un champagne para brindar, - ledijo y tomándola del brazo la condujo hacia la barra.A diferencia de la inauguración de Lara´s Resto, esta vezLara no deseaba una inauguración pomposa para RojoCarmesí; ese finalmente sería el nombre de su restaurantele guste o no Carlos Dumas. Invitaría a los amigos máscercanos y enviaría gacetillas de prensa a distintosmedios. Mónica tenía todas las especificaciones y seocuparía de cursar las invitaciones. Pero nada de modelos,ni de reconocidos empresarios. Simplemente convocaría aaquellos que habían estado a su lado durante la gestacióndel proyecto. Las puertas estarían abiertas al público quetal vez al ver el movimiento decidan entrar.

Page 507: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 32Por sus actividades en El Paraíso, sumado a su recienteviudez y a los dos pequeños hijos que tenía, eran pocas lasocasiones que Juan Martín Puentes Jaume tenía paratomarse un par de días de descanso. Había viajado a losEstados Unidos para visitar a diversos clientes y esa fue laexcusa perfecta para disfrutar de unos días libres deobligaciones. No se le presentaría mejor oportunidad paradespejar la mente y por primera vez en mucho tiempo,pensar un poco en sí mismo. Los motivos del viaje eranvarios. Desde hacía un tiempo que algo lo oprimía, loaplastaba, haciéndolo sentir incompleto. No era soledad loque sentía, eso lo sabía, era una suerte de vacío interior quelo ahogaba; la carencia de algo que lo tenía atrapado. Talvez Nueva York con su movimiento y sus atractivos loayudaran a revivirlo, como tal vez no, pero valía la penaintentarlo. También era muy importante para él visitar a su hermanomayor, a quien no veía desde hacía casi dos años. Despuésde los difíciles momentos que ambos habían atravesado, unpar de días juntos generaría un espacio donde podríanhablar y cerrar un tema que, por más que lo hayanconversado, para él continuaba abierto. Tenía varios asuntosque abordar con Andrés y aunque probablemente no fueranada sencillo intentar quebrar el encierro de su hermético

Page 508: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

hermano, no podía marcharse sin haberlo intentado. Hacía muchos años que Juan Martín no visitaba NuevaYork, y no podía dejar de imaginar los cambios queencontraría en esa increíble ciudad. De hecho, las torres yano están, pensó entre sorprendido y apenado. Faltabanpoco menos de veinte minutos para aterrizar y Juan Martínempezaba a experimentar la ansiedad que lo envolvíaproducto de una libertad que hacía mucho no sentía. Porunos días nada de trabajo, nada de atender los milquinientos requerimientos de Melisa y Santiago. Desde lamuerte de Valeria cada segundo del día lo dedicaba a sutrabajo y a sus hijos; no había quedado mucho margen paraél. Su mente se llenó de los rostros y las risas de suspequeños hijos, los extrañaba mucho, demasiado, pero almismo tiempo necesitaba de esos días de libertad. Volviósu mirada hacia la ventanilla ya se podían apreciar a ciertadistancia los asombrosos rascacielos de la ciudad. Tal como habían acordado, se alojaría en el departamentode su hermano, ubicado en la mismísima Manhattan, apocas cuadras del Central Park y eso lo alentaba a pensarque iban a tener mucho tiempo para recuperar la relaciónque siempre habían tenido. Andrés lo aguardaba en el hall de salidas. Lo divisóenseguida, parado en el centro del salón buscándolo conansiedad entre los recién llegados. Juan Martín sonrió alnotar cierto cambio en su hermano mayor. El color de su

Page 509: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

cabello ya no era tan oscuro como la última vez que sehabían visto, un mechón grisáceo ahora le enmarcaba lafrente. Tampoco recordaba haberlo visto alguna vez coninsipiente barba. Hasta él tenía que reconocer que lo hacíamucho más apuesto. Cuando sus miradas se encontraronambos sonrieron con mayor amplitud. Juan Martín apuró elpaso y al encontrarse se fundieron en un fraternal abrazo. Para Andrés era una verdadera alegría tener a su hermanocon él y se lo hizo saber con total espontaneidad. Vinieronentonces las preguntas de rigor mientras dejaban el edificiode la terminal de arribos en busca del automóvil. Andrés sehizo cargo del empujar el carro del equipaje dejando queJuan Martín le contara sobre el tranquilo vuelo que habíatenido y las distintas reuniones mantenidas en Nevada yCalifornia.- ¿Cómo están los chicos? – quiso saber Andrés conansiedad.- Muy bien, creciendo demasiado rápido, - comentó Juanconmovido. – Santiago esta casi dejando los pañales y nosabes lo que habla, - hizo una pausa pensando en él, - Meli,esta enorme, las vuelve locas a mamá y a Flor para que lecompren maquillaje…. de verdad nada de maquillaje deprincesas… – hizo una pausa y en su rostro se reflejó lomucho que el tema lo superaba. Miró a su hermano. – Note das una idea la ropa que quiere usar… Pantalonesajustados, botas, ¿Lo podes creer?

Page 510: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Andrés dejó escapar una sonora carcajada y agregó que no,no lo podía creer.- Están preciosos, los dos, - agregó sin dejar de transmitirla alegría que tenía. – Las últimas fotos que me mandastese los veía divinos. - Si lo están, - respondió Juan Martín orgulloso y el rostrose le ensombreció brevemente al sentir la falta que lehacían por momentos. Se recuperó. – Dicen que Santi esigualito a mí…- Si, me hace acordar a cuando eras chico, - repuso Andrésy lo miró con aire burlón. – También me comentó mamáque armas flor de revuelo cuando vas a buscar a los chicosa la escuela.- Ahhh, ni que lo digas… parece que tuviera un cartel delibre pegado en la frente. – Desvió la vista hacia laventanilla. – No te imaginas la de propuestas que tuve queescuchar… hasta de mujeres casadas… dejate de joder…Lo que debería ser una satisfacción, termina siendo unaincomodidad. Andrés volvió a reír y asintió. Llegaron a la impresionantecamioneta de Andrés quien se ocupó de colocar el equipajeen la parte trasera. Cinco minutos más tarde seencontraban en la autopista que los llevaría al centro de laciudad. Durante algunos minutos ninguno habló. Andrés lo observó

Page 511: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

brevemente por el rabillo de sus ojos, Juan Martíncontemplaba todo con expresión serena y mirada llena deentusiasmo. Se sentía feliz de tener a su hermano con él. No lograba recordar cuando había sido la última vez quehabían compartido unos días como los que tenían pordelante. Desde que había recibido el llamadocomunicándole su visita, Andrés se había sentido inquieto. Después de la terrible pelea que habían tenido nada hacíasuponer que la relación entre ellos podría recuperarse. Pero el llamado de Juan Martín había sido un gratoacercamiento que Andrés aceptó esperanzado. En algúnpunto compartir un par de días con Juan lo ayudaría, tal vezy solo tal vez, a recuperar parte de su familia. Losextrañaba, a la familia en su totalidad, pero no estabadispuesto a reconocerlo.Buscando retomar la conversación Andrés quiso saber delresto de la familia. Juan se acomodó en su asientodedicándole toda su atención y lentamente lo puso alcorriente de todo lo que sucedía en Buenos Aires. Lehabló de sus padres que cada vez pasaban más tiempo en laestancia acompañándolo y ayudándolo con los chicos. También mencionó que Facundo y Lorena luego desuperada la pérdida de su primer embarazo, habían vuelto aintentarlo y Lorena ya llevaba unos tres meses deembarazo. Finalmente le comentó que Florencia yFernando acababan de regresar de un viaje por medio

Page 512: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

oriente. Todos muy bien, siguiendo con sus vidas. Lo queno mencionó fue que toda la familia estaba sumamentepreocupada por Andrés y en algún punto su viaje tenía lamisión de descubrir cómo se encontraba verdaderamentedespués de la ruptura con Lara. Nadie sabía bien qué habíasucedido; tanto la separación como la partida de Andrés,habían sido tan abruptas como inesperadas y él nunca habíahecho la más mínima mención al caso.- Apropósito, Flor y Fer te mandan una foto de ellos conEvaristo, - mencionó al cabo de unos segundos. – Despuéste la doy está en la valija.- ¡Evaristo!!!!, pobre chico, - mencionó Andrés conincredulidad, - todavía no puedo entender cómo le pusieronese nombre…- Evaristo Fuentes Quiroga, – dijo Juan Martín con tonosolemne. – Suena a prócer.Ambos rompieron a reír y todavía lo hacían cuando Andrésingresó su camioneta a la cochera del edificio. El elegante edificio estaba ubicado en la Avenida Park y lacalle 71. Andrés ocupaba el décimo piso y el departamentoera todo lo que podía esperarse en un edificio de esacategoría. En cuanto ingresaron, Juan Martín quedócautivado por la impresionante vista del living. Se acercómás a los ventanales y la contempló impactado. Por unlado el parque, por el otro la bahía.

Page 513: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

De un extremo del living apareció una mujer, algo mayor,que se les acercó delicadamente. - Hola Estella, - la saludó Andrés con cordialidad. – Tepresento a mi hermano menor, se va a quedar con nosotrosuna semana.- Encantada Sr., - le dijo dedicándole una amble sonrisa. –Permítame decirle que tiene uno hijos preciosos.- Muchas gracias.- No dude en pedirme lo que necesite.Juan Martín le agradeció nuevamente y dejó que la mujer seencargara de llevar su equipaje a la habitación que élocuparía. Volvió su atención al living comedor que seextendía a lo ancho del departamento; cuatro sillones deexquisitos tapizados de cuatro cuerpos cada unoenfrentados y separados por una inmensa mesa baja de tapade cristal; en el otro extremo una elegante mesa de plumade caoba con asiento para diez personas. A un costado entreel living y el comedor, un aparador colmado deportarretratos. Juan se acercó intrigado y sonrió al verlos. - Los extraño, - dijo por lo bajo al tomar una de losportarretratos de sus hijos. Sintió que Andrés se le acercaba en silencio. Colocó elportarretrato en su sitio y le dio un vistazo al resto. Escondido entre la gran cantidad de retratos de sus hijos,Juan notó una fotografía que nunca había visto. Era un

Page 514: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

retrato de Andrés durmiendo con Melisa acurrucada a sulado. Frunció el ceño intrigado y la estudió un momento. Melisa llevaba una remera rosa y dormía aferrada al brazode su tío. En el rostro de su hermano se apreciaban rastrosde la pelea. Juan sospechaba que Lara debió haber tomadola fotografía y para Andrés era una forma de tener bienpresente lo sucedido. Que loco, pensó cada vez másconvencido de que había sido más que conveniente viajar aNueva York para echarle un vistazo a su hermano mayor. No dijo nada. No era el momento y lo sabía, pero el temalo abordaría. Giró y contempló una vez más los ventanales. El sol comenzaba a esconderse tras los edificios y bañabael ambiente de una luz naranja. - Porqué no me mostrás el resto del palacio, - propusoentusiasmado.- Vamos, después podemos salir a comer algo.Decidieron cenar algo rápido en un restaurante cercano,tenían varias noches para conocer los mejores restaurantesde la ciudad. Pero esa primera cena, ambos necesitabancontarse tantas cosas que no querían distraerse mientrascenaban. Esta vez fue el turno de Andrés de hablar, lecontó acerca de la oficina que había montado junto a susocio Juan Carlos y a James Suburn, también compañero deellos de Harvard. Juan Carlos hacía ya seis meses que sehabía instalado en San Francisco, donde había captadovarios nuevos clientes mayoritariamente pequeñas

Page 515: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

productoras. James por su parte hacia ya diez meses quehabía abierto una consultora en Chicago. Les estaba yendobien; tenía gran cantidad de clientes y una interesantefacturación. Andrés había montado su oficina no muy lejosdel barrio financiero, pero no pasaba mucho tiempo allí,pues generalmente visitaba a sus clientes en sus propiasoficinas. Su rutina era alterada cada dos o tres mesescuando viajaba a San Francisco para reunirse con JuanCarlos y otras tantas a Chicago donde se encontrabaJames. - Tengo varios grupos de amigos, gente con la que salgo yme divierto, - agregó cambiando un poco el ángulo. - Nome puedo aburrir; nadie se aburre en esta ciudad.- Me alegra mucho verte bien, - le dijo sin dejar de estudiarcada línea del rostro de Andrés. Como siempre unamáscara impenetrable. Se estiró en su silla procurandodisipar el cansancio. – Vamos volviendo, - agregó.Salieron a la calle y encendieron un cigarrillo. Caminaronde regreso al departamento comentando las actividades queJuan tenía pensadas para el día siguiente. Lamentablemente Andrés no iba a poder ser de la partidapues tenía varias reuniones que atender y no había logradoreprogramarlas. Juan Martín se encogió de hombros y ledijo que no se molestara. Había decidido visitar el MuseoMetropolitano como punto de partida, luego caminaría porla ciudad.

Page 516: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Perfecto, - dijo Andrés y arrojó su cigarrillo. – Una deestas noches tenemos invitaciones para la inauguración deuna muestra de arte…- ¿Desde cuándo te interesa el arte? – preguntó entresorprendido y divertido.Andrés simplemente se encogió de hombros y sonrió.El sol inundaba el amplio dormitorio cuando Juan Martíndespertó. Desde la cama lo contempló asombrado por suamplitud y recorrió el lugar con la mirada. Todos losambientes poseían dimensiones considerables y JuanMartín no pudo evitar preguntarse como hacia su hermanopara vivir solo en un lugar tan grande. Era hora delevantarse. Se desperezó y dejó la cama pensando en darseuna ducha. Encontró a Estella en la cocina, preparando el desayuno. La cocina era tan espaciosa como el resto de losambientes. Decorada en blancos y grises, daba un aire depulcritud y armonía. En un extremo se hallaba una mesacon cuatro sillas; sobre ella, Estella había colocado unabandeja donde ya había depositado un vaso con jugo denaranja, tostadas y una taza.- Buenos días, Estella - la saludó Juan Martín acercándose ala mujer.- Buenos días, señor, - le respondió ella. – Estabapreparándole el desayuno. Puede ubicarse en salón

Page 517: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

desayunador, junto a la cocina si lo desea, - hizo una pausay le indicó por donde debía ir. - Allí encontrará tambiénalgunos matutinos. Juan Martín lo agradeció y cruzó la cocina en dirección alsalón que Estella le había indicado. Con tantos ambientes,no es raro que tenga uno solo para desayunar, pensó JuanMartín divertido por las extravagancias de su hermano. Eraun recinto cálido y acogedor. La vista era tan magníficacomo lo era la del living y las habitaciones. Una mesaredonda con tapa de vidrio con cuatro sillas, ocupaban elcentro del ambiente; sobre ella, prolijamente presentados,se encontraban tres matutinos y una computadora portátil. Se ubicó en una de las sillas y se estiró para abrir lacomputadora. Rápidamente se conectó y busco los diariosargentinos que deseaba leer. Estella apareció unos segundos más tarde y en silenciocolocó la bandeja sobre la mesa.- ¿Mi hermano ya se levantó? - preguntó con cordialidadluego de agradecerle el desayuno.- Si señor, - respondió la mujer. – Se marchó hace unoscuarenta minutos. Dijo que lo llamaría mas tarde.Le volvió a agradecer y la observó marcharse. Terminó dedesayunar mientras se empapaba de todo cuanto acontecíaen su país. Nada agradable como de costumbre. Estoy devacaciones, se dijo y cerró la computadora. Se puso de pie

Page 518: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

y dándole un último trago a su café, se marchó. Quince minutos más tarde salió del edificio. El inviernocomenzaba lentamente a convertirse en primavera. Unabrisa fresca y reconfortante lo envolvió en cuanto puso unpie en la calle. Respiró hondo y dejó que el aire de esaciudad inundara sus pulmones. No era como el aire puro dela estancia, pero tenía que reconocer que se sentía muybien.Entusiasmado comenzó a caminar hacia el MuseoMetropolitano. Ya había decidido que esa sería su primeraparada. La última vez que había visitado Nueva York, habíahecho exactamente lo mismo y fue muy buen comienzo. Por algún motivo sus pensamientos cayeron entonces en suhermano mayor. Andrés podía ser muy reservado,extremadamente reservado si se lo proponía y Juan Martínpodía apostar que Lara no debía ser un tema sencillo paraél. Pero, necesitaba conversar con él sobre ella, lapregunta era ¿cómo abordar a su hermético hermano? Yaveré, se dijo al llegar a la puerta del Museo, ahora adisfrutar un poco.El Metropolitano había cambiado bastante desde la últimavez que lo había visitado. Tal vez no tanto en su estructura,pero si en cuanto a la disposición de las muestras. Se dejóllevar por la corriente de personas que deambulaban por loscorredores. Una a una fue pasando por las distintas salas,apreciando las exquisiteces que se presentaban ante sus

Page 519: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

ojos. Si bien, no era un experto o un fanático del arte, si legustaba descubrir el impacto que algunas obras tenían sobreél. Algunas le resultaban indiferentes, pero otras logolpeaban de manera penetrante y eso le era agradable.Siguiendo la corriente de visitantes, arribó a una salacontigua al ala de arte norteamericano que no recordaba;era lo que se denominaba una muestra itinerante, unamuestra de estación. Un imponente óleo ubicado en elcentro acaparó toda su atención. Como hipnotizado seacercó y se ubicó en un asiento enfrentándola. Unasonrisa de emoción y hasta algo de orgullo se apoderó desu rostro. Frente a él, tenía una de las vistas más hermosasy preciadas de El Paraíso. Las altas cumbres de lacordillera andina con sus picos nevados, los verdes vallessurcados por arroyos que convergían en un río azulado ytorrentoso, todo enmarcado por un perfecto cielo de unceleste tan intenso como infinito. Esa era su tierra, eseera su lugar en el mundo. Se dejó envolver por lamagnificencia de la imagen y respiró hondo hasta sentir losaromas de su hogar. Lo que tenía frente a sí, ya no era uncuadro, una obra de arte, era la imagen misma de suesencia. En esos valles podía ver fácilmente a Melisajuntando flores silvestres o a Santiago correteando entrelas piedras. Como los extrañaba. Volvió a sonreír y unalágrima de emoción se deslizó por una de sus mejillas.Con suavidad y cierto disimulo, se limpió la cara con una

Page 520: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

mano. Recién entonces reparó en la chica que se habíasentado a su lado. Era muy bonita. De larga cabelleraoscura y penetrantes ojos verdes. Se la veía jovial yrelajada, con sus jeans apretados y sus gastadas botas bajas. Llevaba una parca verde oliva y una bufanda floreadaenroscada descuidadamente a su cuello. Por un momento,Juan Martín se sintió avergonzado por su comportamiento. Volvió su atención a la pintura y sintió una vez más lafuerza de la naturaleza.- Es una belleza, ¿no? – dijo la muchacha con suavidad. Suvoz era profunda y suave.- ¿Perdón?, - dijo Juan Martín volviéndose hacia ella. Ella entonces lo miró y le sonrió amigablemente.- Digo que es una belleza, - repitió. – Vi el efecto que tecausó… a mí siempre me sucede lo mismo…- Imponente diría yo… - respondió él. – Los Andes causanesa sensación- ¿Los Andes?- Claro, - dijo él volviendo su atención a la pintura. – Lacordillera de los Andes, surcada por uno de sus ríos y losvalles de Neuquén…Ella se lo quedó mirando atónita y le preguntó si eraexperto en arte latinoamericano o en ese pintor enparticular. Juan Martín rompió a reír y tuvo que contenersepara no alterar el silencio reinante. Sacudió su cabeza

Page 521: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

divertido.- No, que voy a ser experto…, - dijo ahogando la risa. –Vivo allí… Y si te parece impresionante ver esta pintura…la real es mucho más increíble.En silencio los dos volvieron a caer en el magnetismo queemanaba de la obra. Permanecieron así durante largo rato yfue otra vez la muchacha la que rompió el hechizo.- Te veo cara conocida, - le dijo clavando su intensa miradaen el rostro de Juan Martín. Él sonrió divertido por elcomentario y la miró. – Pero no recuerdo haberte vistoantes por acá.- No soy de acá, - respondió él. – Estoy de vacacionesvisitando a un hermano. Llegué ayer.Ella asintió y no agregó comentarios. De pronto se pusode pie y consultó su reloj. Volvió una vez más su miradahacia la pintura como queriendo retener el momento odemorar su partida. Juan Martín la observó con curiosidad. Sus miradas se encontraron cuando ella lo enfrentó parahacerle un último comentario.- Espero poder algún día conocer ese magnífico lugar, - ledijo antes de marcharse. Estudió una vez más el rostro deJuan. – ¿Dónde es?- Sudamérica, Patagonia Argentina, te va a encantar…- Vivís lejos, - comentó sin disimular su desilusión. Juandejó escapar una risita divertida y asintió sin dejar de

Page 522: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

mirarla. Tan abruptamente como había llegado, se despidió de él yse alejó con paso acelerado. Cautivado por suespontaneidad, Juan la siguió con la mirada hasta verladesaparecer entre un contingente de alemanes queingresaban a la sala. Habían pasado poco más de dos horas cuando terminó elrecorrido. Había sido muy buena idea comenzar por elmuseo. Bajó lentamente la escalinata pensando en elsiguiente lugar a visitar. Consultó su reloj, ya era pasado elmediodía y tenía hambre. Decidió caminar por la 5°Avenida hasta South Park. Allí vería si se detenía a comeralgo o continuaba recorriendo. Estaba casi llegando alextremo del parque cuando su celular sonó en su mochila. Lo buscó y atendió. Era Andrés que se disculpaba porhaberse marchado tan temprano y por no poderacompañarlo ese día. - No te preocupes Andy, - le dijo simplemente. – Tengomucho por ver.- A la noche tenemos la inauguración de la muestra de artede una amiga, - le recordó Andrés. – En realidad esfotografía.- Perfecto, - respondió. – Prometo no quedarme dormido.Acordaron encontrarse en el departamento por la tarde. Sibien tenía algo de hambre, Juan no deseaba desperdiciar el

Page 523: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

día. Bajó por la 5° Avenida, donde compró varios regalospara sus hijos; recorrió el Rockefeller Center y al ver lapista de patinaje pensó en lo mucho que le divertiría aMelisa. Sacudió su cabeza obligándose a no pensar tantoen sus chicos. Pero ya habían pasado diez días desde quese había separado de ellos, y empezaba a parecerle mucho.Dejó el Rockefeller y giró a contemplar la magníficacatedral de St. Patrick. Imponente, pero otro día entraría avisitarla. Prefería seguir caminando bajo ese estupendocielo despejado. Preguntándose si todavía estabaorientado, decidió girar en la 34 en busca de Broadway. Nose equivocó y desde allí fue hacia la Zona Cero. Se detuvojunto a un grupo de personas al contemplar el descomunalagujero que había quedado donde antes se elevaran lastorres gemelas. No era mucho lo que había para ver, peroera palpable el espectro de lo que ya no estaba. Le dio unescalofrío y sintió frío. Si bien eran apenas pasadas lascuatro de la tarde, el sol se escondía tras los rascacielos yla temperatura descendió varios grados en pocos minutos. Sin darse cuenta había estado caminando todo el día y suspiernas empezaban a mostrar signos de cansancio. Decidió tomar el metro para regresar. En tan solo diezminutos se encontraba nuevamente en el Central Park, y enotro tanto en el departamento de su hermano.Cuando entró se encontró con Andrés bebiendo un trago enel living frente a la inmensa pantalla plana disfrutando un

Page 524: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

partido de la NBA.- Hola, - lo saludó al dejarse caer junto a su hermano.- ¿Cómo te fue?, - preguntó entusiasmado. – Parece que tecompraste la juguetería entera.- Más o menos, llamalo culpa por alejarme tanto tiempo…– respondió con una mueca. - Estoy muerto de hambre, -dijo mientras se pasaba ambas manos por la cara. - Cambiate que en un rato nos vamos a cenar… ¿te preparoalgo para tomar?- Dale, - respondió al dirigirse al corredor que llevaba alcuarto que estaba ocupando. – Tengo que llamar a loschicos antes de irnos.Esta vez Andrés escogió un restaurante mucho másrefinado. No era precisamente elegante, más bien podíadecirse que era moderno y caro. No había muchas mesas yse respiraba un ambiente sereno y fino. Apenas se oían lasvoces de los comensales tras la música de violines quecomo una cortina filtraba cualquier ruido que pudierasurgir.El encargado los recibió y le sonrió a Andrés alreconocerlo. Mientras los conducía al interior, el hombrele mencionó que estaba reservada su mesa preferida y seganó una buena propina por eso.Luego de decidir la bebida y los platos que comerían,Andrés quiso escuchar todo lo que había hecho durante el

Page 525: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

día. Rápidamente Juan Martín le contó y mientras lo hacía,analizaba cada línea del rostro de su hermano. A primeraimpresión lo vio tranquilo, relajado. Sus ojos grisesparecían apaciguados y cerrados. No compró lo que suhermano le estaba dejando ver. El grado de autocontrol deAndrés era tan alto, que Juan Martín no creyó ni en suserenidad, ni en su templanza.Conversaron durante la cena sobre las distintas bondades deNueva York. Andrés también estudió a su hermanomientras conversaban. La actitud de Juan Martín era tannatural y amigable, que lentamente él se fue relajando, perono demasiado, pues intuía que en cualquier momentointentaría abordarlo. Era lo único que lo incomodaba detener a Juan Martín de visita. Si tan solo pudiera hacer laspaces abiertamente sin tener que abordar el tema, pensócontrolando el malestar que eso le producía. Juan Martínahora hablaba sobre sus actividades en el Paraíso. Le hablóde lo difícil que había sido trasladar el ganado a los valles ymencionó los caballos que habían adquirido últimamente. Esta vez, Andrés si se permitió confesar que extrañaba elParaíso y Juan Martín no desperdició la oportunidad.- ¿Cuándo pensás venir entonces?, - preguntó Juan Martínuna vez que el mozo que le había entregado el postre sealejó.- No lo sé todavía…, - contestó maldiciendo por lo bajo.- ¿Cómo venís con ese tema? – insistió Juan Martín con la

Page 526: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

mirada clavada en su postre, como si hubiera hecho uncomentario al pasar.- ¿Qué tema? - preguntó Andrés jugando distraídamentecon su postre.- El tema de la señorita en cuestión, - aclaró Juan Martínelevando su mirada hacia su hermano, solo para comprobarsi fingía desinterés.- No hay ningún tema de ninguna señorita en cuestión, - fuela tajante respuesta de Andrés y se apuró a esconder suincomodidad tras su copa de vino penetrando a Juan Martíncon la mirada.Juan Martín lo contempló unos segundos preguntándosecomo lograría hacerlo hablar del asunto. Tal vez se habíaapurado a preguntar o tal vez sería mucho más difícil de loque él había creído. Pero no le pasó inadvertido queAndrés mantenía el tema en reserva, y eso era unaconfirmación de que todavía Lara era importante.Pensando en sus siguientes palabras, Juan Martín bebió unpoco de vino. Tenía que atacarlo si quería hacerlo hablar.- Es increíble, ¿no?, - dijo retomando el rumbo de laconversación. Andrés lo miró y elevó una de sus cejas congesto inquisidor. – Digo es increíble cómo los dos nosilusionamos y terminamos con las manos vacía… – hizouna nueva pausa y paseó su mirada por el restaurante hastadetenerla en Andrés que lo perforaba con la suya. - Porque

Page 527: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

querido hermano… a los dos nos pasó lo mismo conella… - A mi me parece bastante diferente la situación, - retrucóAndrés con fastidio al limpiarse la boca con su servilleta. –Yo me quería casar… vos simplemente terminaste conella… y al poco tiempo te casaste con Valeria.- Digamos que ella me empujó a eso, - siguió diciendo JuanMartín con naturalidad; se tomó unos segundos paraanalizar mejor sus próximas palabras. – Pero es cierto…tal vez en algún punto fue diferente… yo no estabadispuesto a sacrificar tanto como vos… - siguió diciendo. Tomó un poco más de vino y observó brevemente comoAndrés volvía su atención al postre. – Te lo vuelvo apreguntar, porque no me convencen tus respuestas…¿cómo estas con ese tema?Andrés respiró hondo y luego de desviarmomentáneamente la vista hacia un costado, bebió un pocomás de vino. Se sentía incómodo y no creía estar listopara abordar el tema. Mucho menos con Juan Martíndespués de todo lo que les había sucedido.- Te voy a decir algo Juan, - empezó diciendo con vos firmey mirada cargada de determinación. – Hasta hace no muchoestaba convencido de haber merecido cada una de tusagresiones… cada una de tus insinuaciones o tus golpes, -hizo una pausa y su mirada se tornó mucho más fría ypunzante que antes, - pero ya no; ya no tengo porqué. Ya

Page 528: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

pagué con creces esa deuda. - Fue más que claro y comosi eso no fuera suficiente, agregó enfáticamente. - No meinteresa hablar del tema.Juan Martín no se amedrentó. Sosteniendo la mirada deAndrés asintió, pero no estaba dispuesto a dejar pasar laoportunidad. Antes de hablar estudió brevemente el rostrode su hermano, era una máscara de autocontrol.- Yo no te estoy agrediendo, Andrés y aunque no te gustetenés que hablar con alguien de ese asunto. Tenés quehacerlo, - insistió. - Estoy seguro que nunca lo hablastecon nadie. – Andrés esquivó la mirada de su hermano. –Tenés que sacarte de encima toda esa mierda y dejarla ir…- ¿Qué parte no entendiste del “no me interesa hablar deltema”? – protestó enérgicamente Andrés.- Lo tendrías que hablar conmigo, más que con cualquierotro, - replicó Juan Martín como si Andrés nunca hubieraagregado comentario. Se recostó levemente sobre la mesabuscando acercarse a su hermano. – Yo pasé por lo mismo,se cómo se siente, se de la angustia y del dolor… tenés quelargarlo… No vas a poder seguir.- No me vengas con esa pelotudés de la angustia y el dolorpor ella, - protestó Andrés ahora enojado. – Vos te casastecon Valeria y al poco tiempo tenias una hija… no se te veíani angustiado, ni mucho menos con el corazóndestrozado…

Page 529: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- El rechazo y el distanciamiento de Lara fueron de muchoantes que Valeria entrara en escena, - respondió JuanMartín con naturalidad. – Lara no quería casarse conmigo yeso era claro… Me dolió y mucho… Y a vos también tetiene que doler y mucho, yo sé lo mucho que la amabas… ynadie sigue como si nada le hubiera sucedido si ledestrozaron el corazón…Hacía mucho que no escuchaba su nombre; solo su mentelo repetía. La sinceridad de su hermano lo desestabilizó,pero mucho más lo hizo el escuchar el verbo en pasado. Ella no era pasado, no todavía, y no sabía si desearía algúndía que Lara se convirtiera en pasado. Se acomodó en susilla incómodo con el bombardeo de imágenes ysensaciones que su mente lo obligaba a enfrentar. Habíamucho guardado en su interior y si bien Juan Martín teníarazón, todavía no estaba dispuesto a dejar fluir toda sutristeza. Pero cada vez le costaba más contenerse.- No pienso hablar con vos como si fuera una mujer encomún.- Creo que ya habíamos definido, que no estamosenamorados de la misma mujer, ¿no?- ¿Qué querés escuchar Juan? - preguntó con hartazgo alcabo de varios segundos de silencio -, qué la extrañohorrores… que me destrozó el alma… que no pasa un díasin que me pregunte cómo puedo seguir sin ella… - Hizouna pausa y se obligó a recomponerse,- y sin embargo acá

Page 530: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

estoy… - Cayeron en un pozo de silencio y Juan Martínpudo ver como su hermano luchaba para organizar sussentimientos. - Creo que si la tuviera parada frente a mí, legritaría tantas cosas que tal vez la ahuyentaría, y al mismotiempo me aferraría a ella para que no se me vuelva aescapar.Abruptamente se detuvo y la mirada se le tornó distante yopaca. Ofuscado por haberse dejado llevar, sacudió sucabeza tratando de desembarazarse de los recuerdos. Unavez más Juan Martín fue testigo de la transformación y lalucha que Andrés estaba librando en su interior. Al cabo decasi un minuto de silencio, Andrés logró recomponerse.- Dije que no quería hablar del tema y eso va a ser lo únicoque vas a sacar de mí. Así que te pido que no insistas…tengamos una semana en paz…Esta vez Juan Martín no agregó comentarios. Habíaatravesado algunas barreras y era más de lo que Andrésestaba dispuesto a permitir. Tal vez le sacara el tema en unpar de días, como tal vez, se tendría que conformar con loque había escuchado esa noche. Algo había descubierto, suhermano estaba muy herido como era de esperar, perotambién estaba muy enojado y en esos términos JuanMartín no pensaba exponerse. Dejaron el restaurante unos quince minutos más tarde. Entre ellos quedaban los resabios de la conversación. JuanMartín haciéndose cargo de haber generado la brecha,

Page 531: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

buscó intentar disiparla. Miró a Andrés pidiéndole que lecontara a donde se dirigían. Todavía luchando porrecomponerse, Andrés pasó a mencionar que un grupo deamigos que conocía de hacía años, le habían presentado avarios artistas que bregaban por triunfar en la ciudad. Muchos de ellos ya lo habían logrado, por lo menos habíanalcanzado cierta notoriedad en el medio local, lo cual noera poco tratándose de Nueva York. Uno de esos artistas,exponía hoy su tercera muestra fotográfica. - Tiene cosas buenísimas, - terminó diciendo ya masentusiasmado. – Te va a gustar… además el grupo de gentees muy agradable y distendida.Tomaron un taxi que los dejó en la entrada de la supuestagalería. A diferencia de las galerías de arte de BuenosAires, que Juan Martín conocía, esta no era ni llamativa, niestaba demasiado iluminada. Más bien parecía la entradatrasera de un edificio de lofts abandonado. Intrigado, Juansiguió a su hermano que con total naturalidad cruzó laentrada y subió por una antigua escalera. Estaban casillegando al segundo piso, cuando comenzaron a escucharlas voces amortiguadas de los presentes. Una puerta demetal de dos hojas se presentó ante ellos al llegar aldescanso y pudieron ver a los concurrentes, conversando ybebiendo tragos de diferentes colores. Ni bien entraron, dos personas se acercaron a saludar aAndrés, quien rápidamente presentó a Juan Martín. Todos

Page 532: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

parecían conocer a Andrés, todos parecían sentir altaestima por él, por lo menos eso fue lo que Juan Martínpercibía. Andrés entonces, le propuso saludar a la artistaque exponía esa noche. Juan Martín asintió y recorrió ellugar con la vista tratando de imaginar de quién podíatratarse. Siguió a su hermano que abriéndose paso entrelos presentes, se dirigió hacia una exuberante pelirroja decabellos ondulados, donde se detuvo. La mujer lucía unajustado traje negro que no hacía más que resaltar suscurvas y su escultural figura. Sin disimulo, Andrés lesusurró algo al oído. Ella lo miró sobre su hombro y lesonrió con chispeante travesura en sus profundos ojoscelestes. Sorprendido y algo incómodo, Juan Martíndesvió la vista cuando la mujer se aferró al cuello de suhermano y le propinó un fuerte beso en los labios.- Pensé que ya no ibas a venir, - le reprochó ella sinsepararse de Andrés. – Ya te estaba por llamar…- Vanessa como no iba a venir, - le respondió Andrés contono seductor. Se separó de ella unos centímetros. –Dejame que te presente a mi hermano… ¿te acordás que teconté que venía a visitarme…?- Claro que si, - dijo ella y giró a mirar a Juan Martín. –¿Cómo estas Juan Martín?... Soy Vanessa Weber, encantadade poder conocerte finalmente. Espero te guste lamuestra.- Estoy seguro que me va a encantar, - respondió con

Page 533: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

complicidad. – Un placer conocerte. Vanessa se excusó unos momentos para poder seguirsaludando gente. Antes de marcharse le dio un cálido besoa Andrés en la mejilla, con la promesa de volver a brindarcon él. Juan Martín observó divertido a su hermano alnotar el modo en que sus ojos seguían el cuerpo de lamuchacha.- ¿De esto tampoco querés hablar? – le preguntódivertido. – Supongo que esa delantera es el motivo de tusúbito interés por la fotografía.Andrés no le respondió, simplemente lo miró con seriedady una pizca de picardía en la mirada. Un mozo se lesacercó y ambos tomaron un trago. Decidieron recorrer lamuestra; una seguidilla de fotos blanco y negro dediferentes puntos panorámicos de la ciudad de NuevaYork. Eran muy buenas. Se detuvieron a contemplar unadel Río Hudson al atardecer. Era magistral. - No se compara a tu Patagonia Argentina, ¿no? - dijo unavoz detrás de ellos. Ambos giraron sorprendidos con elcomentario. La muchacha los saludó y para sorpresa deJuan Martín, Andrés lo hizo afectuosamente. Luego sevolvió hacia Juan Martín con cierta picardía. – Ahora ya séporque te veía cara conocida… son parecidísimos, - dijoella dedicándole una leve mirada para volver a Andrés, - …Supongo que es tu hermano, ¿no? – Andrés asintió y estabaa punto de agregar algo más, pero ella volvió su atención a

Page 534: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Juan Martín. – Soy Petra Valenti.- Juan Martín Puentes Jaume - respondió Juan Martíndevolviéndole la sonrisa.- Parece que ustedes ya se conocen, - respondió Andrésentre sorprendido y divertido.- Nos conocimos hoy a la mañana en el Metropolitano, -respondió ella. – Te quedaste mucho más…- Solo unos minutos… ya no tenía con quien comentar loque veía…Andrés sintió que sobraba y sabiendo que nadie lo iba aextrañar, giró dándoles la espalda. Volvió su atención a lamuestra fotográfica. Quien lo hubiera dicho hermanito,pensó y dejó escapar una risa ahogada. Recorriólentamente la muestra, conversando de tanto en tanto conalgún conocido. Se le acercó entonces una hermosa yelegante mujer de prolija cabellera rubia y andar señorial. Se detuvo a su lado, lo suficientemente cerca como paraque él sintiera el contacto de sus cuerpos. - ¿Cómo estas querido? – lo saludó Suzanne Willis conamplia y seductora sonrisa.- Hola Suzanne, - respondió la sonrisa sin molestarse enapartarse de ella. – Como siempre estas hermosa…Con el mayor disimulo que fue capaz de reunir, Andrés laenfrentó y repasó fugazmente la vista por el recinto. Vio aVanessa conversando con Jack Finelli, un reconocido

Page 535: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

plástico del medio local. Agradeció que estuvieraentretenida y volvió su atención a Suzanne. La sintióacercarse un poco más a él como una gata mimosa yAndrés la dejó gustoso. - Vi a tu hermano muy entretenido con Petra, porque no haydudas que es tu hermano, - comentó Suzanne divertida. Andrés asintió sin hacer comentarios. Clavó sus profundosojos verdes en los de él. - ¿Cuándo te dejará Vanesa repetirnuestra escapada a Cape Code?, - susurró comiéndoselocon la mirada.- Ese no es problema de Vanesa, - le respondió conpicardía entregándose al juego que Suzanne le proponía. –Esta semana imposible por mi hermano…- Lo podemos invitar con Petra, - respondió rápidamenteella. – Seguro que van a saber cómo divertirse,conociéndote no voy a subestimar a tu hermano menor. -Andrés dejó escapar una carcajada y frunció un poco sunariz mostrando su desacuerdo. - Está bien, entiendo,mejor lo dejamos para otra vez...Sin importarle que Vanessa la viera, Suzanne se inclinóbrevemente sobre él y lo besó fugazmente en los labios,prometiendo llamarlo en unos días. Andrés la observó alejarse y mezclarse entre lospresentes. Era muy atractiva y de tanto en tanto le agradabacompartir algún fin de semana con ella. Suzanne era una

Page 536: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

competente abogada de la oficina del fiscal de distrito deNueva York. Una mujer elegante y preparada que todocuanto hacía lo hacía con estilo. Eso le gustaba de ella,pero tenía que reconocer que también podía ponerse algoposesiva en lo que a él concernía y Andrés no estabadispuesto a dejarse atrapar nuevamente. Entre los presentes vio a Juan Martín y a Petra que reíandivertidos. La escena le arrancó una sonrisa, era muyagradable ver a su hermano reír de esa manera. Juanmerecía volver a ser feliz, volver a disfrutar en compañía deuna mujer. Se había convertido en un excelente padre peroera joven y necesitaba una compañera para seguir con suvida. Salvando las distancias como me sucede a mísupongo, pensó con cierta ironía. Le dio un largo trago asu bebida y fue en busca de Vanesa.Pasó el resto de la velada conversando con variosconocidos. Muchos artistas le comentaron sobre susnuevos proyectos, y hasta uno se ofreció a presentarlealgunos cuadros para reponer los que Andrés tenía en sudepartamento. Entre risas, tragos y conversacionesinteresantes la velada fue transcurriendo. Era pasada la medianoche cuando muchos de los presentescomenzaban a retirarse y Andrés decidió que era buenmomento de hacer lo mismo. Buscó a Juan con la mirada ylo encontró conversando con un grupo no lejos de laentrada. Tenía la intensión de ir a buscarlo, pero Vanesa lo

Page 537: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

detuvo rodeándolo con sus brazos y reclamando suatención. Cruzó brevemente su mirada con la de JuanMartín y le disparó una llamada de socorro. Juan interpretó en el acto el llamado de auxilio de suhermano, como también el fastidio y la contrariedad queempezaba a brotar de sus ojos; decidió interceder. Seguidode Petra, que no lo había dejado ni un segundo desde quevolvieron a encontrarse, se acercó a su hermano.- Vamos yendo, - dijo al pasar a su lado simulando haberestado buscándolo.- Si, ya mismo.Vanesa protestó y tomando a Andrés por ambas manosintentó retenerlo. Con su mejor sonrisa, esa que Andréssabía que tenía un impacto importante sobre ella, se excusóy prometió llamarla para salir juntos uno de estos días. Vanessa respondió como siempre respondía a sus encantos;accediendo a lo que él le pedía. Se estiró hasta alcanzar surostro y lo besó con suavidad.Una vez que se desembarazó de Vanesa, Andrés paseó lamirada por el lugar buscando a su hermano, lo vio conPetra; conversaban tomados de la mano en la puerta.- Entonces mañana nos vemos a las 12, en la entrada delzoológico del parque ¿te parece?, - le decía él cuandoAndrés llegó a su lado.- Ahí estaré, - respondía ella entusiasmada.

Page 538: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

De reojo ambos miraron a Andrés que se había detenidojunto a ellos.- Me tengo que ir, - le dijo él y le dio un tierno beso en lamejilla. – Papá ya me vino a buscar.Andrés le dedicó una mirada cargada de fingido enojo. Sedespidió de Petra y ambos bajaron raudamente hacia lacalle. Una fila de taxis aguardaba la salida de la gente. Tomaronrápidamente uno y luego que Andrés le indicara ladirección de su edificio, cayeron en un profundo silencio. Las calles estaban prácticamente vacías a esa hora de lanoche y ambos lo agradecieron. De reojo, Juan Martín viocomo Andrés se acomodaba contra el asiento y cruzandolos brazos sobre su pecho clavó la mirada en la ventanilla. Juan Martín lo imitó y rápidamente se hundió en suspensamientos rememorando lo agradable que había sidoestar en compañía de Petra. En un primer momento lecostó relacionar a la chica con la que había conversado enel museo, con la que tenía frente a él. Esa noche llevaba elcabello recogido en un prolijo rodete, el rostrodelicadamente maquillado. Lucía un vestido azul noche sinmangas bastante ceñido al cuerpo y una pequeña gargantillade piedras como único accesorio. Las altas sandalias laayudaban a estar a la altura de él. Era risueña y amena,divertida y llena de vida. Así como él mencionó cómo erasu vida en El Paraíso, ella le contó que había estudiado arte

Page 539: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

y trabajaba con un grupo de artistas. También pintaba, peroreconocía que veía muy lejana la posibilidad de poderrealizar una muestra. Para ganar un poco de dinero, sededicaba a organizar las presentaciones. Era interesanteescuchar enumerar todo lo que debía hacer para que losartistas pudieran disfrutar de una noche especial. En másde una ocasión, la dejó hablar por varios minutos sininterrupción y casi no la escuchaba, simplemente lacontemplaba. Le gustó el modo en que movía sus manos,con tanta naturalidad y encanto; sus ojos parecían bailar concada expresión que brotaba de su rostro. Poseía simpleza,frescura y alegría. Si bien su rostro era bonito y armónico,se sorprendió al descubrir su personalidad libre ydesenvuelta, era lo que más lo había cautivado. Tenía quereconocer que le agradaba la idea de pasar más tiempo conella. Por lo pronto almorzarían al día siguiente y tal vezmás tarde recorrerían el parque, después verían comoseguiría la historia. Todavía en silencio ingresaron al departamento. Andrés semostraba distante y ausente. Lo primero que hizo fueponer un poco de música soul, luego siguió hacia el bar. - ¿Qué te sirvo Juan? – dijo simplemente.Juan Martín lo miró con cierto desconcierto. No teníademasiadas ganas de seguir bebiendo; lo cierto era queestaba algo desacostumbrado al champagne. Ante lademora de una respuesta, Andrés levantó la mirada hacia

Page 540: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

él. Repitió la pregunta con insistencia.- ¿Tenés una cerveza? – dijo percibiendo un clima extraño. Andrés simplemente asintió. Se agachó y de la miniheladera ubicada bajo la barra del bar, extrajo una botellaindividual.Se ubicaron en los sillones. El ambiente estaba enpenumbras; apenas iluminado por dos lámparas ubicadasuna en cada extremo del living. La música suave losenvolvía. Extrañado, Juan Martín miró a su alrededor comosi algo faltara en toda la escena. Si tuviéramos compañíafemenina esto sería de lo más romántico, pensó algodesconcertado porque toda la escena le resultaba de lo másdeprimente, hasta patética. Observó a su hermano que conlos ojos cerrados se había acomodado en uno de lossillones. De tanto en tanto balanceaba su vaso de vodka alritmo de la suave música para luego llevarlo a sus labios.- ¿Te pasa algo? - se atrevió a preguntar Juan Martín alcabo de varios minutos.- Estoy cansado, - Fue la escueta y tajante respuesta. Depronto se incorporó y obligándose a conversar preguntó, -¿te gustó la muestra?Juan Martín se encogió de hombros y frunció el rostro sinsaber qué opinión tenía al respecto. Su reacción logróarrancar una sonrisa al serio rostro de su hermano. Simplemente le aclaró que no se había aburrido. Andrés

Page 541: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

asintió y le preguntó cómo había conocido a Petra.Rápidamente Juan Martín le contó de su visita alMetropolitano y de una obra en particular que lo habíacautivado. Mencionó su reacción y cómo ella habíadeslizado las primeras palabras y cómo él le habíamencionado que ese era su hogar. Su relato fuebruscamente interrumpido por la carcajada de Andrés.- ¿Qué?- Ese no es El Paraíso, - dijo todavía entre risas.- Para mí si lo es… - respondió Juan algo molesto.Andrés se disculpó al advertir que a su hermano no le habíagustado su comentario, pero Juan notó que escondía su risatras su trago. Estaba cansado y no tenía ganas deintercambiar opiniones con Andrés. Le dio un último tragoa su bebida y se puso de pie. Andrés lo miróinexpresivamente. - Me voy a dormir, - comentó mientras se estiraba. Fuehasta el bar y dejó la botella vacía junto a las bebidas.- ¿Te enojaste?- No me enojé… estoy cansado y me quiero acostar, -respondió. Hizo una pausa y miró a Andrés condetenimiento. - Vos deberías hacer lo mismo.Andrés asintió con aire ausente y lo saludó acunando suvaso de vodka.

Page 542: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero
Page 543: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 33Como había sucedido el día anterior, Andrés ya habíadejado el departamento cuando Juan Martín se sentó adesayunar. Junto a la bandeja del desayuno que Estelladejó frente a él había una nota de su hermanocomunicándole que tenía asuntos que atender en Boston. Regresaría al atardecer. Una pena, pensó. Le hubieragustado poder conversar un poco con Andrés sobre suestado de la noche anterior. Era difícil hacerse a la ideaque tal vez Andrés atravesaba una suerte de depresión queni él mismo se atrevía a reconocer, pero fue exactamenteeso lo que Juan Martín había percibido. Era bastante típicode su hermano, el mostrarse arrolladoramente seguro, peroJuan Martín sabía de sobra que por más reluciente quepareciera, no siempre la realidad era tal como Andrés lamostraba. Andrés tenía la facilidad de esconder, bajo capasy capas de hielo, sus verdaderos sentimientos; tenía lafacilidad de amurallarse y mantener a todos a distancia. Note estarás escapando de mí querido hermano, se preguntóJuan Martín pensando en que cada vez que había deseadoabordar algún tema importante Andrés lo esquivaba. Dejócaer la nota sobre la mesa con resignación. Antes de salirdecidió llamar a Melisa y Santiago, después podríadisfrutar el día.A diferencia del día anterior, la mañana se había presentado

Page 544: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

nublada y fresca. Los últimos resabios del invierno, pensóal acomodarse el cuello de la campera y apuró el paso. Llegó a la entrada del zoológico varios minutos antes de lahora que habían acordado con Petra. Sonrió al ver que ellaya se encontraba allí. Si, me gusta mucho más así, pensó alver el atuendo que llevaba. Sus miradas se encontraron yPetra sacudió levemente su mano saludándolo. - Llegaste temprano, - dijo él y le dio un beso en la mejilla.- Tenía miedo de llegar tarde, - respondió sonriente. –Vamos.Recorrieron el zoológico conversando entre risas ymiradas cargadas de sugestión. Se sentían a gusto juntos yninguno de los dos se molestaba en ocultarlo. La relaciónentre ellos fluía de un modo tan natural que ambossimplemente se dejaban llevar, sin planteos, niproyecciones de ningún tipo. Al cabo de una hora,compraron café y se sentaron en un banco a seguirconversando. Ella le contaba que estaba organizando otraexposición plástica para dentro de cuatro días, pero comotenía todo contemplado, disponía de bastante tiempo libre. Cayeron en un pozo de silencio, perdidos en la mirada delotro como si hubiesen deseado permanecer en ese estadopor una eternidad. Juan Martín estuvo a punto de besarla,pero abruptamente Petra se puso de pie y tomándolo de lamano lo arrastró al Acuario. Sus manos entrelazadas ya no volvieron a soltarse. Ni Petra ni Juan Martín parecían

Page 545: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

conscientes del modo en que sus dedos jugabanacariciándose, enroscándose hasta que llevado por unimpulso, Juan Martín elevó su mano junto a la de Petra parabesarla con delicadeza. Petra lo miró y le sonrió, perofue incapaz de emitir palabra.Ella se sentía completamente cautivada por Juan MartínPuentes Jaume. Si bien había visto gran cantidad de veces aAndrés y había descubierto lo peligrosamente atractivo queeste podía ser, en Juan Martín había encontrado a alguiencompletamente diferente. Había descubierto en él unapersonalidad afable y cálida; transparente y protectora. Legustaba la simpleza de sus palabras, el interés quedemostraba en cada una de las preguntas que le hacía. Desde su llegada a Nueva York, Petra no había tenido laoportunidad de conocer a alguien que se interesara en ellacomo Juan Martín Puentes Jaume parecía hacerlo y esehecho la llevaba a liberar un sinfín de anhelos olvidados.Dejaron el zoo y se sumergieron en las calles del granparque. No tenían rumbo fijo y no les importaba haciadonde caminaban. Tomados de la mano siguieronconversando o cayendo en silencios cargados designificado. Hicieron breves comentarios sobre el Lago osobre el castillo Belvedere, solo para retomar laconversación que venían manteniendo. En un puestocompraron unos bocaditos para almorzar y se ubicaron enun banco para hacerlo. Mientras almorzaban Juan Martín

Page 546: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

le pidió que le contara más sobre ella. Petra sonrió y lecontó que había nacido en Roma, donde vivió hasta lossiete años cuando sus padres se divorciaron. Su madreentonces decidió trasladarse a España, a la ciudad deValencia y con ella se llevó a sus dos hijas. Petra tenía losmejores recuerdos de Valencia, de su gente, de sus playas yde los amigos que allí había hecho. Allí permaneció cuatroaños, luego de los cuales se trasladó a Madrid, dondecomenzó sus estudios sobre arte. Más tarde surgió laposibilidad de ampliar sus conocimientos en Nueva York yno desperdició la oportunidad. - Vaya resumen, - dijo Juan Martín y dejó escapar unacarcajada.- No hay mucho más para contar, - respondió ellaavergonzada al notar que es ruborizaba. – Ya te conté queorganizo presentaciones para ganarme la vida.Continuaron recorriendo el parque y Juan Martín insistióque le contara más sobre cómo había sido esos años enValencia y en Madrid. Se le iluminó el rostro al evocaraquellos recuerdos y una tras otra fue compartiendo con éldistintas anécdotas de sus años de estudiantes. A él lehacía bien escucharla, lo envolvía una suerte de frescuraque le agradaba. Era como despertar de un largo sueño,como si de un día para el otro hubiera recordado cómo erareírse y disfrutar de la compañía de una mujer. No pasabainadvertido para él el hecho de que acababa de conocer a

Page 547: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Petra y que si bien habían pasado apenas cuarenta y ochohoras de la primera vez que se habían visto, él empezaba asentir que la conocía de toda la vida. ¿Qué le estarápasando a ella?, se preguntó dedicándole una furtivamirada. Ella continuaba hablando de cómo la habíanmaravillado los museos de Madrid la primera vez que losvisitó, pero el mayor impacto lo tuvo cuando regresó aRoma y contempló ya con ojo adiestrado las maravillas queesa antigua ciudad atesoraba. Uno a uno fueron visitando los puntos más atractivos delparque. Volvieron a detenerse cuando llegaron a la pista depatinaje. Estaba cerrada. Se miraron con complicidad yprotestaron, les hubiera gustado poder patinar un poco. Elsol se escondía tras las altas copas de los árboles ysúbitamente, Petra sintió frío. Al notarlo Juan Martín pasóun brazo sobre los hombros de ella abrazándola yatrayéndola contra él. No sabía muy bien porque se habíaatrevido a hacerlo y temió que ella pusiera ciertaresistencia, pero no fue así. Petra se acurrucó contra élbuscando su calor y elevó la vista hacia los ojos de él. Porunos instantes se perdieron el uno en el otro y llevado porun impulso, Juan Martín la besó. Fue un beso suave,delicado y hasta algo temeroso. Petra lo respondió deigual forma, como si también ella necesitara cerciorarse delo que le estaba sucediendo. Al separarse, se contemplaronunos segundos, hasta que él la atrajo contra él con más

Page 548: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

fuerza. Petra lo abrazó y él se estremeció al sentir losbrazos de ella rodeando su cuerpo. Hacía frío y buscaron reparo en un banco ubicado contrauna pared. Allí se sentaron. Todavía acurrucada contra elcuerpo de él, Petra le pidió a Juan Martín que le hablara dela Patagonia Argentina. Antes de comenzar él suspiró ytransportándose comenzó su detallado relato. Le habló dela magnificencia de la cordillera, las altas cumbres con susnieves eternas. Le describió los verdes valles y los pinaresque bailaban al son del viento; los ríos torrentosos y losarroyos cristalinos. En primavera y verano, podíanapreciarse una variedad de verdes que pocos podían soñar,mientras que en otoño el ocre se apoderaba del lugarconvirtiéndolo en un paisaje en una paleta de maticesdorados. Los inviernos no siempre eran blancos en suestancia, pero sí lo era en los alrededores. Juan Martínhizo una pausa conmovido por los recuerdos. Ya noreparaba en Petra que atenta seguía cada una de suspalabras, solo hablaba de aquello que tanto amaba. Luegole habló de la estancia familiar donde él vivía y su relato setornó más cautivante. Las palabras brotaban de su boca contanta emoción que Petra se conmovió y añoró poder algúndía conocer ese increíble lugar. El celular de Juan Martín sonó insistentemente quebrandoel hechizo. Consultó su reloj. Era tarde. Seguramente setrata de Andrés que lo buscaba. Miró a Petra que se

Page 549: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

encontraba acurrucada contra su pecho y le hizo una señacomo disculpándose por tener que atender.- Hola, - dijo sin cotejar de quien se trataba. Se puso tensoabruptamente. – Facu… que sorpresa… ¿pasó algo? –preguntó intranquilo. Se irguió y apoyó sus codos en susrodillas dándole la espalda a Petra. – No, no, hiciste bien enllamarme… claro… pasámela. –Hubo una pausa y unossegundos de espera. – Hola mi amor… ¿cómo esta miprincesa? – fue consciente del modo en que Petra seseparaba bruscamente de él. Pero no reparó en ella. – Enunos días estoy por ahí… no Meli… no… no llores… nosabes todos los regalos que te compré… si mi amor, claroque si… Bueno Melisa, eso va a ser un poco difícil… perono lo voy a poder subir al avión… Meli… vamos Meli… nollores mi amor… está bien, voy a tratar pero no puedoprometértelo… Vamos Meli, por favor… no falta muchopara que llegue… claro que si, pero prométeme que me vasa dar muchos besos cuando nos veamos…. Esa es michica… te amo… también yo. Pasame con el tío. - Hizouna pausa y escondió su rostro tras la palma de su mano. –Facu,… si, si… está bien no te preocupes. – comentóJuan Martín con tristeza. – Hiciste bien en llamarme. Estoy bien, pero me parte el alma cuando llora así… mehace sentir una mierda. Voy a ver si le consigo algoparecido a un muñeco para que baile con ella, – hizo unanueva pausa. – Si ya sé. A mí no me causa tanta gracia. –

Page 550: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Respiró hondo. - ¿Santiago?.. bueno, perfecto. Hablamosmañana. Chau.Juan Martín permaneció unos segundos luchando porrecomponerse. La vocecita de Melisa suplicándole quevuelva pronto había sido mucho más de lo que su corazónde padre podía soportar. Sintió los brazos de Petra que lorodeaban afectuosamente y se dejó envolver por sucalidez. Era eso lo que necesitaba.- Tengo dos hijos, - aclaró con vos aplomada. Todavía nose atrevía a mirarla. – Melisa de casi siete años y Santiagode dos.- Me dijiste que no estabas casado así que supongo que sosseparado, - aventuró Petra apoyando su rostro sobre elhombro de él.- Viudo, - aclaró él y giró enfrentándola – Soy viudo.Petra se lo quedó mirando unos segundos. Los ojos deJuan Martín se mostraban vidriosos producto de lo muchoque lo había movilizado la conversación con su hija. Enellos Petra descubrió una ternura que no había advertidoantes. No pudiendo resistirse lo besó y lo abrazó.- ¿Querés que vayamos a ver si conseguimos lo que tepidió? – propuso apoyando su frente sobre la de él. Juan Martín frunció la nariz y desvió momentáneamente lavista con cierta incomodidad. Volvió a mirarla como sihubiera descubierto algo más en ella.

Page 551: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿Hannah Montana o High School Musical?- ¿Cómo sabias que quería algo de eso?, - preguntó concierto asombro. Petra sacudió su cabeza con dulzura ytomando el rostro de él entre sus manos volvió a besarlo. - Porque es lo que les gusta a las niñas de siete… -respondió ella con una sonrisa.Eran cerca de las ocho de la noche cuando Juan Martínllegó al departamento de Andrés. Estaba cansado yhambriento, pero había sido uno de los días más increíblesque había disfrutado en mucho tiempo. Parecía mentiraque en poco más de cuarenta y ocho horas había encontradoa una persona como Petra. Pero una preocupaciónamenazaba en el horizonte y era el saber que en cuatro díasregresaría a Buenos Aires.Andrés lo sorprendió saliendo de su estudio y sonrió al verla cantidad de bolsas que cargaba. - ¿Asaltando jugueterías una vez más o tratando deminimizar la culpa? – preguntó Andrés con tono socarrón.- Supongo que cincuenta y cincuenta.- Eso parece, - respondió ahora con aplomo al notar elextraño humor de su hermano. Juan Martín no sumó comentarios simplemente fue hastasu cuarto para dejar lo que había comprado. Se dejó caeren la cama. Estaba terriblemente cansado, pero al mismotiempo sentía su cuerpo lleno de vida. No podía precisar

Page 552: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

qué sentía o que desea para los días que tenía por delante yaunque empezaba a vislumbrar problemas no queríaapartarse. Por un lado la compañía de Petra que ganabaterreno, afianzándose muy a pesar del poco tiempo quellevaban de conocerse. Por otro, la desesperación porvolver a estar en El Paraíso con sus hijos que pormomentos lo abrumaba. Difícil de resolver. Difícilporque él ya no era el mismo que había dejado BuenosAires quince días atrás.Andrés apareció en el umbral de la puerta y golpeando elmarco lo trajo a la realidad.- ¿Estás bien? – preguntó con cierta preocupación.- Cansado, - fue la escueta respuesta de Juan.Andrés asintió y mencionó que había pedido comidajaponesa. Juan Martín accedió de buena gana y seincorporó. Lo único que mencionó fue que no estaba deánimos para escuchar música soul. Andrés lo observó ensilencio; empezaba a imaginar qué podía estar sucediendo. Juntos volvieron al living. Desde el bar, le preguntó sideseaba tomar vino, Juan simplemente le dijo que cualquiercosa que decidiera estaría bien y se dejó caer en uno de lossillones. Se pasó una mano por el rostro y se sacudió eloscuro cabello, como si de esa forma pudiera alejaraquello que lo perturbaba. - ¿Qué hiciste hoy?, - preguntó Andrés buscando la manera

Page 553: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

de hacerlo hablar.Juan Martín le mencionó que habían visitado casi todo elCentral Park con Petra y luego habían caminado por laQuinta y Broadway.- Nos despedimos después de comparar algunas cosas paralos chicos, - comentó y le dio un sorbo a la copa queAndrés acababa de entregarle.- O sea que ya sabe lo de los chicos, - comentó al dejar unabandeja con la comida frente a su hermano. Juan Martínasintió y le comentó sobre el llamado de Facundo y elllanto de Melisa. - ¿No se ahuyentó?Juan Martín sonrió y sacudió su cabeza con aire soñador. Se dejó perder momentáneamente en sus pensamientos.Miró a su hermano con una mezcla de melancólicapicardía.- Hay algo que vos no sabes y no se si vas a entender, -empezó diciendo, - los viudos como yo, tenemos como unmanto especial… no sé bien porque sucede… pero lasmujeres nos ven con otros ojos... tal vez les damos pena, otal vez ternura al imaginarnos al cuidado de hijos pequeños.Si bien Juan Martín había hecho el comentario en tono debroma, Andrés no se rió. Cayeron en un pozo y ambosaprovecharon para comer un poco. Al cabo de unos minutos, Andrés mencionó que disponía detodo el día siguiente para compartir con él. Sin dejar que

Page 554: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Juan Martín sumara algún comentario propuso visitar laestatua de la Libertad y tal vez después de almorzar podríansobrevolar la ciudad en helicóptero. Al escucharlo JuanMartín levantó abruptamente la vista y Andrés comprendióal instante que su hermano tenía otros planes. Frunció elceño desconcertado y frontalmente le preguntó qué estabasucediendo con Petra. Juan Martín se encogió de hombrossin sumar comentarios. - ¿Qué está pasando Juan? – preguntó enérgicamente y loestudió con mayor detenimiento. De pronto la idea queJuan Martín se esté entusiasmando demasiado con Petra yano le resultó tan divertida. – Me parece perfecto quequieras divertirte un poco, pero esta situación estácambiando de color…- No me interesa hablar del tema, - fue la tajante respuesta.Había sido la misma respuesta que en el día anterior Andrésle había dado y no pasó inadvertido para ninguno de losdos. Como si ambos hubiesen caído en la mismaconclusión se contemplaron por unos momentos. Aunquelo cierto era que Juan Martín no deseaba hablar de Lara,tenía asuntos más importantes en que pensar. Andrés lonotó y no le gustó lo que percibió en el rostro de suhermano. - Escuchame, - dijo Andrés con seriedad intentandoencausar una vez más la conversación. – No te podesenamorar de Petra.

Page 555: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿Por qué no?... ¿Tuviste algo con ella?... ¿Te acostaste conella?- No, por Dios, - respondió con aspereza. - Es una locuraJuan… porque en cuatro días volvés a Buenos Aires, - lerecordó Andrés sin dar crédito a lo que escuchaba. – Enunos días Nueva York va a dejar de formar parte de tupresente y vas a volver al Paraíso… a tus hijos… a tuscaballos y a todo lo que forma parte de tu vida… NuevaYork es un instante… un paréntesis de descanso… sonvacaciones… no puedo entender que no entiendas ladiferencia.Juan Martín bebió un poco de vino con tanta serenidad queAndrés supo que una punzante pregunta estaba gestándoseen la mente de su hermano.- Vos decís que es una locura, - dijo al cabo de unossegundos. – También te pareció una locura cuando teenamoraste de Lara…A Andrés lo sacudió más lo directo de la pregunta, que lapregunta en sí. Hacía ya varios minutos que intuía que encualquier momento Juan Martín buscaría abordar ese temanuevamente. - Estábamos hablando de vos… – protestó sintiéndose algoexpuesto. – No me mires así y no vamos a volver a hablarde ella.- Es increíble, ni siquiera la podes nombrar, - comentó Juan

Page 556: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Martín con incredulidad. – Pero no te preocupes no tengoganas de hablar de Lara en este momento.No deseaba hablar ni de Lara ni de lo que había sucedidoentre ambos. No en ese momento. En los días que habíacompartido con él, Juan había descubierto que si bienAndrés estaba todavía dolido y herido por lo sucedido conLara, también había aprendido a manejar esa situación y asobrellevarla. Aunque también había advertido que con suaccionar, estaba aislándose demasiado y con ellolastimando a más gente de la que él creía. Andrés fue hacia el bar y buscó la botella de vino. Regresójunto a su hermano que se hallaba hundido en suspensamientos y sus temores. Mientras rellenaba las doscopas, insistió en la locura de todo el asunto. Juan Martínlo miró sin emitir palabra. - ¿Tenés miedo de volverte a enamorar Nes? – preguntóabruptamente Juan Martín como si la pregunta le hubieseestado quemando dentro y la dejó escapar sin pensarlo.Nes, cuánto hacía que no me llamaba de ese modo, pensóAndrés sorprendido, casi podía asegurar que había olvidadoque ese era el modo en que Juan lo llamaba de chico. Andrés se irguió y meditó sus próximas palabras. Podíadecirle que no, que no tenía miedo de volver a pasar por esaexperiencia, pero también podía decirle la verdad y laverdad era que no estaba en condiciones de enamorarseporque seguía tan enamorado como el primer día. Su

Page 557: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

tardanza en responder hizo que Juan Martín lo mirara condetenimiento y encontró la respuesta en el sombríosemblante de Andrés.- Fue una pregunta estúpida, - dijo al cabo de unos segundosde observar a su hermano mayor. – No debí preguntarteeso… perdón. Pero es que ella me gusta mucho… Esdiferente. Viste cuando estas con alguien y es como quetodo lo demás deja de ser importante… como si de prontotodo estuviera bien… todo estuviera en su sitio… No sé…me atrae… me equilibra.Una alarma sonó en algún punto remoto de la mente deAndrés. Bebió un poco de vino e insistió con que se tratabade una locura. - Yo no lo puedo creer, - balbuceó Andrés mientrasrellenaba las copas. – No quiero ni pensar cuando llegues aBuenos Aires… lo único que falta es que también de estome echen la culpa… - Juan Martín lo miró conincomprensión. – No me mires así. Te puedo asegurar quetus hermanos me van a echar la culpa a mí...- Son tus hermanos también y nadie te va a echar la culpa denada, Andrés - dijo con serenidad como si también élnecesitara comprender cómo se había metido en algo así. –Solo te puedo decir que me gusta estar con ella… que mehace sentir distinto… me revive… no sé...- Decime la verdad, ¿con cuántas mujeres estuviste desde

Page 558: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

que murió Valeria? – preguntó Andrés buscando una vezmás hacerlo entrar en razón. – No te hablo de una noche odos… te hablo de mantener una relación.Juan Martín desvió la vista sin poder responder. Andrésasintió al tiempo que le recordaba que ese era el punto quedeseaba marcar. Insistió en recordarle que en tan solocuatro días volvería a Buenos Aires y al Paraíso y que Petrase convertiría en pasado en el instante en que él sereencontrara con Melisa y Santiago.- Haceme caso, - dijo luego de dejar que Juan Martínasimilara sus palabras. – No te enganches.Juan Martín asintió sin mucho convencimiento. Una partede él le decía que Andrés estaba en lo cierto y que tenía queseguir su consejo; pero la otra parte, le sugería que searriesgara, que valía la pena hacerlo. En Petra habíadeterminadas características que la hacían distinta al restode las mujeres que había conocido últimamente. Se pusode pie y fue hacia el bar donde encendió un cigarrillo. Másallá de lo que él decidiera, una cosa era segura si deseabaque Andrés dejara de mirarlo con la desconfianza que lohacía, tenía que decirle que tomaría su consejo; despuésverían como deseaba seguir con la historia.- Me parece mejor si tomamos el helicóptero antes dealmorzar, - dijo finalmente Juan Martín con una sonrisa. Andrés lo estudió unos segundos, convencido de que suhermano trataba de sacárselo de encima. No tenía sentido

Page 559: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

seguir hablando de lo mismo. Finalmente asintió. –Perfecto.

Page 560: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 34Durante los siguientes dos días, Andrés prácticamente nole dio respiro ni oportunidad de pensar en Petra. El primerdía, después de un sustancioso desayuno, salieron arecorrer la ciudad. Tomaron el metro y se dirigieron alsector sur de Manhattan. En Battery Park consiguieron lostickets para el trasbordo que los conducía a la monumentalEstatua de la Libertad. Era imponente. Con sus casi 47metros de altura erguida sobre su pedestal custodiaba a laciudad y los buques que transitaban por el canal. Para JuanMartín, esta era una recorrida pendiente, ya que en suúltima visita a la ciudad, la misma se hallaba cerrada alpúblico por refacciones. Era una mañana fresca ydespejada y las vistas desde la cima de la estatua eran tanasombrosas como Juan Martín se las había imaginado. A Juan Martín le agradaba la compañía de su hermano,quien se mostraba particularmente entusiasta y espontáneo,y de todo tenía información para compartir con él. Desdela cumbre del monumento, le ofreció una breve reseña dela historia de la estatua, brindándole ricos detalles yanécdotas que la involucraban. Al cabo de dos horas decidieron volver en el trasbordador. Una vez que llegaron a Battery Park lo cruzaron admirandola gran cantidad de estatuas y monumentos que allí sehallaban emplazados. Andrés continuaba hablando y

Page 561: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

describiendo la zona como si se hubiera recibido de guíaturístico el día anterior y necesitara demostrar suconocimiento. En varias ocasiones Juan Martín debiómorderse los labios para no reír, pero como sabia de lasbuenas intensiones de su hermano se cuidó de no hacercomentarios. Pero tenía que reconocer, que Andrésconocía cada palmo de la ciudad y compartió con élmuchos detalles que Juan Martín jamás hubiera conocidode no estar en su compañía. Pasaron por Trinity Church yrecorrieron no con mucho interés la famosa zonafinanciera de Manhattan. Hacía varias horas que caminaba y ambos empezaron sentirhambre y deseos de detenerse a descansar. Sin perderoportunidad, Andrés lo arrastró hacia el Pier 17 dondepodrían almorzar y continuar programando el día. Cansados se arrojaron a la primera mesa que vieron vacía. Juan Martín dejó su mochila y su abrigo en la silla y sedirigió a los baños, dejando a Andrés unos momentoscotejando su celular. Cuando regresó, lo encontróhablando por teléfono y tardó unos minutos más enconcluir la comunicación, cuando lo hizo miró a suhermano entusiasmado.- Tenemos entradas para la NBA, - le dijo con fascinación.– Muy buenas ubicaciones para el partido de Nueva Yorkcontra Boston de hoy a la noche.- Bárbaro, - repuso Juan Martín lleno de entusiasmo – Eso

Page 562: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

era algo que no me quería perder.Durante el almuerzo volvieron a comentar lo visto durantela mañana y todo lo que podrían ver por la tarde. Contaríancon un par de horas antes del encuentro, lo cual no eramucho. Tal vez al día siguiente podrían continuar visitandootros atractivos que la ciudad ofrecía. Era más que agradable el momento que ambos hermanosestaban compartiendo. Tal como Juan Martín lo pensaraantes de arribar a Nueva York, hacía mucho que ambos notenían la oportunidad de compartir experiencias de esetipo. La complicidad entre ambos surgió como si nuncahubiera dejado de existir. Rieron y compartieronsituaciones vividas con la misma fluidez de siempre y fuemuy reconfortante para ambos. Estaban casi concluyendoel almuerzo, cuando el móvil de Andrés comenzó a sonar. Andrés atendió y simplemente dijo perfecto y gracias. - También tenemos invitaciones para volar en helicópteromañana, - le dijo con satisfacción. – Te va a encantar.- ¿Invitaciones?- Si los dueños son clientes míos y me deben varioscientos de miles de favores, lamentablemente no teníandisponibilidad para hoy, - respondió sin dar másexplicaciones. Se puso de pie y miró a su hermano conansiedad. – Vamos, que falta mucho por ver.Juan Martín estaba cansado. Era difícil seguirle el tren a su

Page 563: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

hermano que avanzaba por las calles sin dejar de comentarla historia de todo cuanto veían. Llegó un momento queJuan Martín le pidió por favor que aminorara la marcha ydejara de brindarle tanto detalle.- Pareces una guía de turismo…, - protestó sin dar crédito.– Me estas bombardeando ya ni me acuerdo quien le regalóla estatua a quien…Andrés asumió su parte y simplemente asintió con unasonrisa. Cruzaron el puente de Brooklyn más tranquilosintercambiando comentarios y apreciaciones sobre lo queveían. La tarde empezaba a morir tras los rascacielos. Andrés consultó su reloj, solo para advertir que era mástarde de lo que había supuesto. Se les había ido demasiadotiempo en cruzar el puente. Pronto volvieron a estar enBroadway y de allí llegaron a Time Square, donde JuanMartín quiso sacarse la foto de rigor. No se puede estar enNueva York y no sacarse una foto aquí, le dijo a su hermanoentusiasmado.Llegaron al Madison Square Garden con muy poco tiempo. Un empleado los aguardaba con los boletos y los hermanosentraron en el gran estadio. Sus ubicaciones no estabanmuy lejos de la cancha de juego y Juan Martín no pudoevitar preguntarse cuánto le habrían salido esas entradas aAndrés o quien las había pagado. Pero ese pensamientoocupó solo unos segundos de su tiempo, porque no tardóen dejarse envolver por el magnetismo de la afición local.

Page 564: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Tanto a Andrés como a Juan Martín les daba lo mismoquien ganara, pero de igual forma gritaron, aplaudieron yvibraron con cada jugada del partido. El tiempo que duró elencuentro fueron los minutos más intensos que JuanMartín recordaba haber vivido al presenciar un espectáculodeportivo. Eran casi las nueve de la noche cuando llegaron aldepartamento de Andrés. Todavía extasiado por lo quehabía vivido, Juan Martín no paraba de comentar tal o cualjugada y rememoraba los nombres de las estrellas que habíatenido ocasión de ver. Andrés al escucharlo sonriósatisfecho, conforme de haber logrado que Juan estuvieradisfrutando de la ciudad como debió haberlo hecho desdeun comienzo. Mañana va a ser mejor, se dijo Andrésmientras Juan Martín guardaba lo que había comprado en sucuarto. - ¿Estás muy cansado para salir a cenar? – le preguntóAndrés desde su habitación.- Estoy muerto de cansancio, - respondió Juan Martíntemeroso que su hermano lo arrastrara a la callenuevamente. – Quiero comer algo y tirarme en la cama aver televisión.- No te preocupes, - le dijo. – Me ducho y vemos que pudohaber dejado Estella preparado.El día siguiente no fue muy diferente. Mientras

Page 565: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

desayunaban, Andrés le comentó que los esperaban en elhelipuerto a las 10 de la mañana, luego podrían trasladarsea Filadelfia, si le parecería bien regresarían para cenar en elRiver Side Café. Juan Martín lo miró asombrado mientrasterminaba su desayuno, así como él todavía sentía losresabios de la extensa caminata del día anterior, Andrésperecía estar en perfecto estado para continuar recorriendoy visitando lugares. El vuelo en helicóptero era una experiencia nueva para JuanMartín y no se defraudó. Poder apreciar la ciudad desde elaire era algo que ni en sueños hubiese sido capaz deimaginar. Como había sucedido el día anterior, Andrés seencargó de mencionar de qué se trataba cada cosa que veíany divertido Juan lo dejó hablar consciente que su hermanono podía contenerse. Filadelfia lo sorprendió. No sabía con qué pensabaencontrarse, pero le agradó. Una vez más Andrés desplegótodos sus conocimientos y le acercó información de lo quellamó la cuna de la civilización americana; allí se habíagestado la independencia del país y se redactó la primeraConstitución. Contaba con la calle más antigua del país, ymuchos edificios reflejaban los tiempos independistas. Sus calles eran una mezcla de las gloriosas épocas pasadasy las comodidades del modernismo. - ¿Cómo puede ser que sepas tantos detalles de Filadelfia?,- le preguntó mientras almorzaban en la zona vieja de la

Page 566: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

ciudad. - Porque que sepas de Nueva York que es dondevivís, no me sorprende tanto…, pero Filadelfia…- Porque me gusta saber estas cosas, - le respondió contranquilidad. – Y cuando pregunto, presto atención a larespuesta…Fue un día muy agradable y cansador. Después de una duchareparadora Juan Martín se dejó caer en la cama. Tenía quesacarse el sombrero por el modo en que Andrés se habíaesmerado en mostrarle la ciudad. Aunque también intuíaque su verdadera intensión era entretenerlo para que él nopensara en Petra; en parte lo había logrado. Durante los dosdías que recorrieron los distintos puntos turísticos, JuanMartín se había dejado arroyar por el entusiasmo de Andrésy no tuvo mucho tiempo para pensar en nada que noguardara relación con los lugares que visitaban. Pero,cansados de tanto recorrer, habían regresado en silenciodesde Filadelfia y fue en esos momentos en los que sumente lo llevó a evocar el rostro y la risa de Petra. Hizouna mueca con conocimiento de causa. Petra había logradoromper esa sensación de inercia y le había enseñado queera justamente eso lo que extrañaba en su vida. Risas. Noera que Andrés lo aburriera, para nada, pero en más de unaocasión anheló que Petra estuviera con él. Le hubieragustado caminar con ella de la mano, sentir su calor y supresencia. Se había vuelto importante compartirlo conella. En algún punto empezaba a sentir que Petra había

Page 567: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

dejado en carne viva sus carencias más profundas y sinsiquiera proponérselo le había enseñado el camino parasentirse pleno.A su mente llegó una pregunta que Andrés le había hecho yél nunca respondió. ¿Con cuántas mujeres entablasterelación desde que Valeria murió? Había salido con un paro dos, pero ninguna había logrado demasiado de él. Muy apesar suyo, reconocía que Andrés podía estar en lo ciertorespecto al marco que Nueva York le daba a la situación,pero se negaba a justificarlo por ese lado. Respiró hondo yse obligó a pensar en cómo deseaba pasar sus últimas horasen Nueva York. Se resolvió y tomó una decisión.Eligió su vestuario con esmero, como hacía mucho que nolo hacía. Escogió un pantalón azul de lino con el sacocorrespondiente; luego tomó una camisa blanca. Se vistióy se contempló al espejo analizándose. Le gustó lo que vioy sonrió al pensar que hacía demasiado tiempo que no lepreocupaba tanto su atuendo. Me estará contagiandoAndrés, pensó divertido. Al llegar al living, lo encontró vacío. Buscó una cerveza yluego se ubicó en el salón desayunador donde estaba lanotebook. Tardó algunos minutos en dar con lainformación que necesitaba. Sonrió complacido sabiendoexactamente qué era lo que deseaba hacer.E l River Café era la muestra perfecta del glamour queenvolvía a Nueva York. Era un restaurante, coqueto y

Page 568: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

exclusivo, sumamente conservador y elegante. Esa noche,como todas las demás el lugar estaba completo. Solo unamesa ubicada junto a los amplios ventanales estabadesocupada. Era la mesa que Andrés se había encargado dereservar con varios días de anticipación. Un señorial yserio camarero se les acercó para indicarles el caminohacia el lugar reservado.Cautivado, Juan Martín recorrió el glamoroso salón con lamirada. Le resultó tan romántico que la idea de estar allícon Petra cruzó fugazmente por su mente. Se obligó a nodejarse caer en la tentación de pensar en ella, pero no lologró. Desvió la mirada hacia la increíble vista. Erasencillamente impresionante. Fascinado observó laimponente ciudad de Manhattan, salpicada por las luces delas ventanas de sus edificios. Una vez más suspensamientos se llenaron del rostro de Petra. Estabaresuelto a ir a buscarla. Un intenso cosquilleo se apoderóde su interior al preguntarse cuál sería la reacción de ella alverlo. Se arriesgaría, necesitaba verla una vez más, besarlauna vez más y deseó con todo su ser que pudieran pasar lanoche juntos. Por primera vez en años se sintió libre yosado por el solo hecho de pensar en sus planes.Andrés lo trajo a la realidad al preguntar si le gustaba elrestaurante. Juan Martín asintió con aire ausente sinsiquiera molestarse en mirar a su hermano. Andrés fruncióel ceño, lo observó con curiosidad y una mueca de

Page 569: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

preocupación fue cobrando lentamente forma en su rostro.Al cabo de unos segundos intentó rescatarlo de suasilamiento preguntándole si había disfrutado su estadía enNueva York. Entonces Juan Martín se volvió hacia suhermano con una sonrisa. En algún momento el mozohabía servido el vino, pero él no lo había notado. Sin emitirpalabra, tomó su copa y levantándola a modo de brindis, leagradeció a Andrés por la maravillosa semana que habíancompartido.Se concentraron en el menú que un camarero había dejado aun costado de la espaciosa mesa. Comentando las distintasdelicias que allí se ofrecían, hicieron sus elecciones. Encuanto cerraron las respectivas cartas, uno de los mozos yaestaba junto a ellos para levantar el pedido.Con aire distraído, Juan Martín tomó una tostada y la untócon queso saborizado. Era el momento de hablar de todoaquello que quedaba pendiente. Era el momento para hacerreaccionar a su hermano. No tenía más tiempo.- ¿Cuándo vas a venir por Buenos Aires? – preguntó JuanMartín disfrazando sus verdaderos pensamientos. Andréslo miró con renuencia y bebió un poco de vino. – Me van apreguntar en cuanto llegue.- Deciles que no sabes,- fue la tajante respuesta.- En unos meses es el cumpleaños de papá, - insistió JuanMartín; no se daría por vencido tan fácilmente. – Como son

Page 570: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

sus 65 años, Mamá le quiere organizar una fiesta… todavíano sabía si en la estancia o en Buenos Aires, - hizo unapausa y le dio énfasis a sus palabras. – Hace mucho que losviejos no nos tienen a todos juntos…- ¿Uno de los puntos que te encargaron era que meconvencieras de ir? - preguntó conociendo la respuesta. Juan Martín asintió. Andrés respiró hondo y se reclinócontra el respaldo de su silla, dejó que su mirada flotarapor el lugar por unos segundos como buscando tomar unadecisión. - ¿Qué otra cosa te encargaron?- Que te echara una mirada y viera como estabas realmente,- respondió directamente. Hizo una pausa y agregó conmayor sinceridad, - están preocupados y no te podesmolestar por eso…- ¿Y, qué tenés pensado decirles? – preguntó Andrésretomando la conversación.- Que te vi bien, - comentó Juan Martín con la mirada en lapanera. Se puso una tostada en la boca y levantó la vistahacia su hermano que lo observaba esperando uncomentario más amplio. – Que no te la pasas llorando porlos rincones, ni que ahogas tus penas en vodka; que no noténingún comportamiento suicida. – El comentario arrancóuna débil sonrisa de los labios de Andrés. Continuóhablando con tono más serio, - Pero la verdad es que no teveo nada bien. – Enderezó su espalda pensativamente. - Loúnico que no me queda claro es si realmente deseas

Page 571: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

olvidarte de Lara. – Lo meditó mejor y agregó. – Creo queno y eso si me preocupa. Te veo estancado hasta algodeprimido y no me gusta nada. Estoy convencido que enalgún momento ahogaste tus penas en vodka. Andrés simplemente asintió. Antes de agregar algúncomentario que pudiera generar más preguntas, concentrósu atención en una tostada. Reconocía que había sido élquien dejó que la conversación se dirigiera a ese terreno. Durante los últimos días había sentido la necesidad dehablar con Juan Martín sobre Lara. ¿Para qué?, no lo sabía,solo había sentido la necesidad de hacerlo. Pero en esemomento, ante la posibilidad real de poner suspensamientos en palabras, no creyó tener el valorsuficiente. El mozo se acercó con los platos que había elegido y loscolocó delante de cada uno de ellos. Antes de retirarserellenó las copas de vino y les deseó buen apetito.Comieron en silencio. Con disimulo Juan Martín loobservaba. Andrés se había cerrado por completo, JuanMartín lo sabía. Su rostro se había ensombrecido ymostraba claros signos de tensión; sus ojos, lejanos eimpenetrables, de tanto en tanto parecían posarse en algoque no estaba realmente allí. Andrés se mostrabaextrañamente dubitativo y Juan Martín respetó su tiempo ysu silencio, intuyendo que luchaba por decidirse a hablar.La mente de Andrés se había abarrotado de imágenes, que

Page 572: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

relampagueaban, bombardeándolo con recuerdos que habíacreído dominar. Respiró hondo y bebió un poco de vino,soportando una vez más las sensaciones que lo sucedidocasi dos años atrás le producían. En aquel entonces, alregresar de Responso, Lara había seguido tan molestacomo lo había estado en la estancia. Una vez másdiscutieron sobre lo que había sucedido y en esa ocasiónella se negó a escuchar los argumentos de Andrés. Inconscientemente sacudió su cabeza como si se negase aasimilar los hechos.- ¿Me vas a contar lo que sucedió? – preguntó finalmenteJuan Martín con voz serena. – Te va a hacer bien hablarlocon alguien en lugar de seguir conversando con vos mismo.Andrés clavó su mirada en Juan Martín. Fue la primera vezque lo hizo en muchos minutos. Sus ojos ya no se veían nifríos, ni duros, simplemente perdidos.- No hay mucho por contar, - respondió con voz seca ycontundente. – Le propuse matrimonio cuando volvimos deResponso. Mi idea era casarnos y luego pasar un mes enNueva York. – Hizo una pausa. Se reclinó contra elrespaldo de su silla y meditó sus siguientes palabras. –Nunca respondió, - dijo y en su voz se plasmó lo muchoque todavía lo desconcertaba la reacción de Lara. – Solodijo que cómo pensaba yo que iba a responder algo asícuando yo no estaba siendo sincero con ella. Cayó en un pozo de silencio que duró varios segundos. Se

Page 573: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

irguió en su silla; se mostró estoico haciendo frente unavez más a las palabras de Lara. Ya no encontraba la manerade contener los recuerdos que se agolpaban en su garganta. Por mucho tiempo había contenido y reprimido todo lo quehabía sentido esa noche, pero ya no podía hacerlo. JuanMartín había estado en lo cierto, necesitaba liberarlo.Juan Martín no sumó comentarios, de tanto en tanto lededicaba una mirada aguardando por sus siguientespalabras. Terminaron de cenar en silencio- Pero yo tenía que viajar, - agregó como si nunca hubiesedejado de hablar.- No le gustó que viajara solo. Me saliócon que cada vez que había viajado a Nueva York por un parde meses, había terminado retratado en alguna revista conla modelo de turno, - agregó con aspereza. – Dijo que sabíaque le estaba ocultando algo y que no estaba segura depoder confiar en mí. – Hizo una nueva pausa asimilando suspropias palabras. Sus ojos destellaron enojados y su vozsolo denotó una extraña mezcla de aplomo y amargura. –Eso fue todo.Volvió a sumergirse en sus pensamientos. Juan Martín semantuvo callado, sabiendo que al dejarlo hablar le estabapermitiendo liberar la bronca acumulada. Lo habíaobservado y como siempre se asombró del autocontrol queposeía, más allá de la gama de sensaciones quepaulatinamente relampagueaban en su rostro y en sus ojos. - ¿Por qué no le dijiste lo de su empresa? – insistió Juan

Page 574: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Martín. - Si lo hubiera sabido no hubiese pensado quevolvías con Sabrina…El comentario de Juan Martín lo descolocó por completo. Miró a su hermano con seriedad y determinación. En esemomento el mozo se acercó a retirar los platos. Preguntósi deseaban ordenar algo más; Andrés pidió coñac, JuanMartín un café. - ¿Sabrina? – preguntó Andrés intrigado en cuanto el mozose alejó. Entrecerró sus ojos y advirtió lo incómodo queJuan Martín repentinamente se había puesto. - ¿De quéestás hablando?- Me llamó, - dijo finalmente con cierta precaución. Se enderezó en su silla y enfrentó a Andrés que ahora lomiraba con desconfianza. Desde el día que había habladocon Lara que trataba de decidir si debía o no comunicárseloa su hermano. Se había convencido de que lo mejor eramantenerse callado y al margen de ese asunto, pero acababade meter la pata. - No pienses estupideses, - protestó incómodo. – Lo únicoque faltaría…Andrés se dejó caer contra el respaldo de su asiento yrespiró hondo. Una mezcla de sensaciones se convulsionóen su interior al tiempo que se le aceleraba el pulso.- ¿Cuándo te llamó?- Me llamó unas dos semanas después de tu partida.

Page 575: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿Por qué no me lo dijiste antes?- Porque imaginé que no te caería bien, - respondiótajantemente. Andrés le dedicó una mirada cargada dedesaprobación. – No me mires así. Si te pones así despuésde casi dos años, no me quiero imaginar que hubiera pasadoentonces, - protestó Juan Martín con mayor determinación.- ¿Qué quería?- Quería saber de vos, estaba entre desesperada y furiosadiría yo. Me dijo que no respondías ni sus mails ni susllamados telefónicos, - le dijo ya más tranquilo. Hizo unapausa y rellenó las copas con vino buscando evitar lamirada de su hermano. – Supongo que me llamó a miporque yo sabía que era lo que le estabas ocultando, -siguió diciendo. Andrés frunció el ceño intrigado y luegode cruzar sus brazos se inclinó hacia adelante atento a laspalabras de Juan Martín. – Se le metió en la cabeza que loque le estabas ocultando estaba relacionado con Sabrina.- ¿Sabrina? - volvió a preguntar todavía sin poder creerlo.- Si como oíste, - agregó. – Le dije que nada que ver, queno tenías nada que ver con Sabrina y que no había ningunatercera persona entre ustedes. No sé si me creyó. –Aguardó a que Andrés asimilara la información que acababade darle. – Trató de extorsionarme para que le contara dequé se trataba aquello que vos no querías contarle; dijo quese lo debía después del modo en que te había golpeado, - le

Page 576: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

dedicó una mueca a Andrés. – Pero le dije que de ningunamanera iba a hablar de ese asunto… ese tema lo tenía quehablar con vos. Estaba furiosa y hermano agradecí no estaren tus zapatos…- ¿De dónde sacó esa estupidez de Sabrina?- De tu currículum supongo, - fue la sarcástica respuesta.- Porque no te vas un poquito a la mierda, - dijo con voz tandura que Juan Martín comprendió que de no haber estadomesa de por medio en ese coqueto restaurante ya tendría lanariz rota. Juan Martín bajó la vista incómodo. Aunque se tratara deun recuerdo ríspido entre ellos, Juan Martín necesitabaenfrentarlo. Ese también había sido uno de los puntos quedebía tratar en su visita. No podía aventurar qué pensaríaAndrés al respecto, pero él sentía que debía abordar el temauna vez más.- Escuchame Andrés, - empezó diciendo con ciertacautela. Andrés frunció el ceño y lo observó con ciertohartazgo. – Dejame que te diga que a mi modo de ver lascosas, te estás equivocando o te equivocaste feo esta vez. -Hizo una pausa y tragó para alivianar el nudo de sugarganta. – Por lo que a mi me pareció cuando hablé conella, puedo asegurarte que te hubiera perdonado cualquiercosa, menos que la engañes con una mujer, - agregó. Seinclinó sobre la mesa acercándose más a su hermano. – Y

Page 577: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

lamentablemente eso es justamente lo que lograste que ellacreyera. – Dejó que sus palabras flotara entre los dos yaguardó algún tipo de reacción por parte de Andrés que loobservaba expectante. - ¿Cómo pudiste preferir perderla areconocer que habías manejado mal la situación?- ¿A dónde querés llegar Juan con todo este análisis? – lointerrumpió ya fastidiado.- A que tenés que hablar con ella, - sentenció condeterminación. Andrés desvió la vista, entre renuente yexasperado. – ¿Sabes qué pienso?- Aunque no quiera lo voy a tener que oír, ¿no?- protestóAndrés sarcásticamente.- Pienso que te dio de lleno en el orgullo… nuncacontemplaste que ella podía estar tan molesta y dolida parano seguirte, – dijo con determinación. Si bien Andrés nomodificó su semblante, Juan Martín notó como sus ojos sellenaron de ofuscación. – Te morís por ir a buscarla; peropienso que tenés tanto miedo a que te rechace que tomastedistancia de todo lo que te acerque a ella. - Hizo una nuevapausa y bebió un poco de café. - Estas muerto de miedo yeso no sirve para nada…Te estás aislando demasiado estavez, tanto que hasta nosotros quedamos afuera. Andrés bajó la vista y se refugió tras su copa coñac. Latensión era tan palpable que parecía difícil de disipar en lospróximos minutos. Andrés luchaba por recomponerse;

Page 578: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

había dejado que Juan Martín llegara demasiado lejos y loembargó una sensación de debilidad, tan grande comodesconocida en él. Lo estaba bombardeando con recuerdos,sacudiéndolo y obligándolo a enfrentar aspectos de su vida,de un modo al que no estaba acostumbrado. No deseabaenfrentar todo lo que Juan Martín había mencionado,porque sabía que mucho de lo que su hermano habíapuntualizado era cierto.Al cabo de varios minutos, Juan Martín se atrevió a intentarachicar la brecha que entre ellos se había vuelto a generar. Con voz cargada de aplomo y cautela, le aclaró que todo lohabía dicho por su bien; dijo también que era conscienteque no debió haber sido agradable para Andrés escucharlo,pero que tenía que decírselo. Continuó el silencio. Con disimulo le dedicó una rápidamirada a Andrés. Estaba igual que varios minutos atrás;ausente, distante y abstraído. Pero él no había terminado dehablar y era imperioso que dijera todo. Por unos segundoscreyó que sería inoportuno hacerlo en ese momento. Perocuándo entonces, se preguntó.- Con ese distanciamiento, estas lastimando a muchos queno se lo merecen, - dijo con más inseguridad de la que lehubiera deseado. La expresión de Andrés cambió abruptamente. En la voz deJuan Martín detectó un matiz que no había percibido antes. De su rostro se borró todo signo de enojo y se llenó de

Page 579: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

preocupación. Frunció el ceño y preguntó a qué se referíacon eso. Juan Martín bebió un poco de agua. Sentía la boca seca eintuía que si hablar de Lara lo había irritado cuando lecontara sobre su gemelo el impacto sería mucho másdifícil de digerir. Pero era necesario.- Facu por ejemplo, - agregó Juan Martín.- ¿Qué le pasa a Facundo? - protestó Andrés conimpaciencia.- Facu está muy enojado con vos, - empezó diciendo JuanMartín con determinación. – Más que enojado está dolido,muy dolido. Siente que lo abandonaste, que te distanciastede él,- agregó. Por un instante observó a Andrés. Asícomo al hablar de Lara el rostro de su hermano se mostróinescrutable y rígido. En ese momento no fue difícil paraJuan Martín comprobar el impacto que sus palabrastuvieron. Eso lo reconfortó, y lo alentó a continuar. – Laúltima vez que hablamos, me dijo que nunca lo llamas…que ni te enteraste de la pérdida de su bebe.- Eso no es verdad, claro que me enteré, - alcanzó a decircon extraña inseguridad. - Hablé con él el otro día.- Te llamó hace cuatro meses… y todavía está esperando elllamado que le prometiste, - respondió Juan Martín. Conmás desconcierto que antes Andrés lo contempló azorado.- Mira Andrés, si Facu se entera que te conté esto me

Page 580: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

mata… de hecho rompí mi promesa de no hacerlo… Conesto si tenés que hacer algo… ¿no te parece?La pregunta de Juan Martín quedó suspendida entre ambos. Pero la respuesta nunca llegó. Otra vez el silencio. JuanMartín pensó que lo mejor sería dejarlo solo. Tomó suservilleta y se limpió delicadamente la comisura de suboca. Deseaba marcharse y dejar a su hermano asimilartodo lo dicho; era mucho lo que debía confrontar. Yaestaba enterado de lo que pensaba de lo sucedido con Laray mucho más importante ya sabía lo de Facundo; punto yaparte de ahora en adelante era un tema que debía resolverAndrés. Él tenía otros planes para esa noche y no estabadispuesto a que los arruinara un intercambio de opinionescon su hermano mayor. - Me tengo que ir, - le dijo al dejar la servilleta junto a suplato. Andrés levantó la vista y lo miró con ciertodesconcierto. – Hay una exposición de arte a la que quieroasistir.Sorprendido una vez más por las palabras de su hermano,Andrés sacudió su cabeza con gesto desaprobador. Intentódecir algo, pero Juan Martín no se lo permitió. - Yo te agradezco tus consejos, - siguió diciendo condeterminación al tiempo que se ponía de pie. – Pero tengoque hacerlo, necesito hacerlo. Y si todo sale según misplanes… no me esperes a dormir.

Page 581: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Se despidió de Andrés con un rápido hasta luego y posómomentáneamente una mano sobre el hombro de él al pasara su lado. Salió del restaurante con paso acelerado. Andréslo observó preguntándose si había tenido algún sentidotratar de detenerlo o de interponerse entre lo queevidentemente había surgido entre él y Petra.Una vez que llegó a la calle, Juan Martín se apuró a subir altaxi que se detenía frente a la entrada del restaurante. Miróhacia atrás y agradeció no ver a Andrés acercarse. Le dio ladirección al conductor y se entregó a sus pensamientos. No podía dejar de pensar si con todo lo que le había dichoAndrés reaccionaría y regresaría a Buenos Aires. No habíasido nada grato, pero con cada segundo que pasaba, JuanMartín más se convencía de lo acertado de su análisis. Respiró hondo y solo deseó que sirviera para algo. Seacomodó en el asiento y se obligó a dejar de pensar enAndrés, concentrándose entonces en su propia vida. La exposición se realizaba en el otro extremo de la ciudady el trayecto, le ayudó a organizar mejor sus pensamientos. Más allá de los temores que podía tener por la reacción dePetra, su corazón latía cargado de excitación yentusiasmo. Cuando el taxista finalmente se detuvo, JuanMartín estaba convencido de estar haciendo lo correcto. A diferencia de la galería que había visitado unos días atrás,esta estaba bien iluminada. A través de los ventanales devidrio repartido, podía apreciarse como los presentes

Page 582: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

comentaban las obras al recorrer el lugar. Juan Martíntitubeó. Toda la determinación que había sentido unosminutos antes, parecía haberse evaporado. Buscando darseánimo, decidió fumar un cigarrillo antes de entrar. Variaspersonas ingresaron a la galería mientras fumaba nervioso,pero no reparó en ellas, como tampoco reparó en un primermomento en el taxi que se detenía a escasos metros de él. Frunció el ceño sorprendido al ver a Andrés descender delautomóvil y dedicarle una mirada cargada de fastidio.- ¿Qué haces acá? – protestó y arrojó la colilla de sucigarrillo a la calle.- Te traje la invitación, - respondió Andrés al aplastar elcartón contra el pecho de su hermano.Juan Martín sostuvo el tarjetón y luego de contemplarlavolvió su mirada a Andrés que ingresaba a la galería sinhaber agregado otro comentario. Respiró hondo y tomócoraje; uno a uno fue subiendo los peldaños que conducíana la entrada principal.Los distintos ambientes estaban tanto iluminados comoconcurridos y Juan Martín se zambulló en la marea degente que recorría la muestra. Entre los presentes divisó asu hermano que conversaba animadamente con un grupo. Mejor así, pensó y giró en dirección contraria. Al cabo deveinte minutos de deambular sin rumbo, y al no ver a Petrapor ningún lado, Juan Martín empezó a desilusionarse. Lamuestra no le atraía en lo más mínimo y salvo Andrés, con

Page 583: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

quien no deseaba conversar, no conocía a nadie. En dosocasiones se detuvo frente a oleos simulando interés en loque veía, pero sus pensamientos se encontraban muy lejosde allí.Una hora entera pasó, Juan Martín ya había visto la totalidadde la muestra y había bebido por lo menos cuatro copas dechampagne. Empezaba a sentirse estúpido y en algún puntose fastidió al imaginar las palabras de Andrés ante suaparente derrota. Tal vez lo mejor sería marcharse, por lomenos le quedaría el consuelo de haberlo intentando. ¿Pero le alcanzaría ese consuelo?; no, definitivamente nole iba a alcanzar. Recorrió una vez más el gran salón conla mirada y lo único que reconoció fue a Andrés que reíaabrazado a una hermosa morocha. Juan Martín sacudió sucabeza con resignación y se dirigió a la salida.En cuanto salió a la calle, se dejó envolver por el frescoaire y encendió un cigarrillo preguntándose de dóndesacaría un taxi.- Ya te vas, - le dijo Petra desde la cima de la escalera. Semiraron unos segundos. Petra entonces se envolvió en unchal color coral y delicadamente descendió hacia él. – Nopensaba verte aquí.Juan Martín no respondió inmediatamente. La voz de Petrale había parecido fría y distante y en sus ojos notó ciertoreparo.

Page 584: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Quería verte, - dijo él con total sinceridad. No teníaningún sentido fingir. No había tiempo para demostrar nadaque no fuera real. - ¿Para qué? – preguntó ella desconcertada.Incómodo, Juan Martín se rascó la nuca y paseó la vista porla calle vacía. La conversación había comenzado mal, perodespués de todo era la realidad la que los golpeaba aambos. Clavó su mirada en la de ella y suavemente leacarició la mejilla.- Mañana a la noche regreso a Argentina, - respondiósintiendo el peso de cada una de sus palabras. - Necesitabaverte, escucharte…, - agregó con voz cargada desentimientos. Sus dedos acariciaron suavemente el rostrode ella. – Te extrañé estos últimos dos días.Llevada por un impulso Petra se acercó y lo besó. Aferrándose a la cintura de ella, Juan la atrajo más aún yrespondió el beso con fuerza, sintiendo los brazos de ellaque le rodeaban el cuello. Petra se separó unoscentímetros y le acarició el rostro con ternura.- ¿A qué hora terminas acá? – preguntó él y volvió abesarla.- Cuando se vaya el último, - respondió ella con una muecay agregó con voz suplicante, - ¿me esperas?Juan asintió nuevamente y juntos regresaron a la galería. Durante el resto de la reunión Juan Martín se paseó entre

Page 585: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

los presentes con menos interés que antes. Impaciente ypalpitante, solo podía pensar en lo que tenía por delante. Un mozo pasó y de la bandeja tomó una nueva copa dechampagne. Divisó un sillón junto al vacío hogar de la salaprincipal y se dirigió hacia allí. Al sentarse tomó unfolleto de una mesa y se puso a leer tratando de matar eltiempo.- ¿Cómo te está yendo? – preguntó Andrés deteniéndose asu lado.- Me estaba preguntando cuánto tardarías en venir apreguntar, - respondió Juan Martín con tono burlón. – ¿Yala aburriste a la morocha?Andrés no respondió, simplemente levantó la copa a modode brindis y se alejó. Divertido Juan Martín sonrió al verloregresar con la morocha. A la distancia, Andrés lo s aludócon un guiño.De entre los presentes, Petra se abrió paso hacia él. Se leacercó y al oído le pidió que salieran unos minutos a tomaraire. Juan Martín lo agradeció en silencio y de la manodejaron la galería. Una vez en la calle, se sentaron en lospeldaños de la escalinata. Juan Martín pasó su brazo sobrelos hombros de ella y dejó que Petra se recostara contraél. - Pensé que ibas a llamarme, - se quejó ella con ciertatristeza. – Me dolió que no lo hicieras.

Page 586: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Juan Martín asintió y con cierto pesar le dijo que lo sabía;también a él le había pesado no hacerlo. A modo deexcusa, mencionó el modo en que su hermano lo habíaacaparado.- ¿Todo porque te vas mañana? – preguntó directamenteella.- Supongo, - fue la escueta respuesta de Juan Martín. Como si entendiera que había algo más, Petra se encogióde hombros y al pasar mencionó que su partida no era unproblema para ella. Sorprendido por sus palabras, JuanMartín se separó y la miró con incredulidad.- Podemos seguir en contacto por mail o por teléfono, -siguió diciendo Petra con tanta naturalidad que Juan Martíncreyó haberse perdido algo. – Nos podemos visitar, ¿no? –Él asintió dejándose convencer de lo fácil que podría ser. –Puedo viajar a verte si no te molesta o vos podes volver aNueva York, si lo deseas.Juan Martín finalmente sonrió maravillado, Petra tenía unaforma tan simple de enfrentar los problemas que por unmomento, él solo deseo poder convencerse. Otra vez elcosquilleo se apoderó de él y una vez más logró hacerlosentir vivo. Llevado por un arrebato, la besó con mayorfuerza que antes liberando el intenso deseo que elladespertaba en él.- Vayámonos de acá, - le suplicó él cuando sus bocas se

Page 587: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

separaron apenas unos centímetros. – Por favor,vayámonos ya…Ella asintió, y al ponerse de pie mencionó que iba en buscade su abrigo. Juan Martín la siguió con la mirada hastaverla desaparecer entre la gente. Por uno de los ventanalesvio a su hermano que lo miraba con seriedad. Juan lesonrió entusiasmado y lo saludó. Andrés simplementesacudió su cabeza con resignación y cierta desaprobacióndibujada en el rostro. La atención de Juan Martín volvió ala entrada de la galería y su sonrisa se amplió más todavía alver a Petra que bajaba por la escalinata. Sin detenerse,Petra pasó su mano por la cintura de él y lo arrastró endirección a la esquina. Juan Martín la rodeó con uno de susbrazos y miró sobre su hombro solo para comprobar queAndrés continuaba mirándolos. Le volvió a sonreír ysacudió levemente su mano despidiéndose.Consiguieron un taxi y antes que él dijera algo, Petra ya leestaba brindando al conductor una dirección que él noconocía. Juan Martín la contempló divertido y sus ojossonrieron con luminosidad. Petra se acurrucó contra él yrecostó su cabeza contra su pecho.Juan Martín no tenía noción hacia donde se dirigían pero nole importaba. Cruzaron un puente pero a esa hora de lanoche no podía precisar cuál. Todos sus sentidos estabanconcentrados en Petra y no se equivocaba al sentir que aella le sucedía lo mismo. Al cabo de un rato el taxi

Page 588: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

finalmente se detuvo frente a la entrada de un viejoedificio. Petra lo miró y en cuanto Juan Martín pagó latarifa lo empujó fuera del vehículo. Rápidamente locondujo hacia el interior y de allí hacia la escalera que losllevaría al segundo piso que era donde ella tenía su monoambiente. El ascenso se vio interrumpido en variasoportunidades por Juan Martín que llevado por el deseo laarrinconó contra las paredes. Luchando contra el cuerpo de Juan Martín que seabalanzaba sobre ella acariciándola o besándole el cuello,Petra se contorsionó para poder abrir la puerta de sudepartamento. En cuanto la puerta se abrió y se cerró trasellos no perdieron un segundo en desvestirse y liberar eldeseo que desde el primer momento habían reprimido. Seamaron con tal libertad que fue como si hubiesen estado enesa situación miles de veces; se amaron con locura ydesesperación como si ambos buscaran retener en cadacentímetro de su cuerpo el recuerdo de esa noche. En másde una ocasión de sus bocas salieron susurros cargados desentimientos y quedaron esclavos de promesas ymanifestaciones de amor.Petra fue la primera en despertar. Parpadeó varias veces yrecorrió rápidamente su pequeño mono ambiente con lavista. Afortunadamente estaba todo ordenado, pensó ysonrió al pensar que no había reparado en ello la nocheanterior. Giró para contemplar a Juan Martín que dormía

Page 589: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

plácidamente a su lado. Le acarició el cabello condelicadeza; dejando que sus dedos se mezclaran con lososcuros mechones, permitiéndose soñar con lomaravilloso que sería si todas sus mañanas fuesen comoesa. Juan Martín se acomodó y luego de un largo suspirosiguió durmiendo. Ella sonrió y se dejo envolver en un marde sensaciones; lo veía mucho más hermoso de lo que lehabía parecido la noche anterior, o los días anteriores. Para ella, Juan Martín Puentes Jaume era sencillamenteperfecto; en él había descubierto todo cuanto había soñadoencontrar en un hombre. Habían sido solo cuatroencuentros, y así y todo, no tenía dudas de lo que sentía porél. Se había enamorado de él, pero cuándo no lo sabía. Podría haber sucedido la primera vez que lo vio llorandofrente a la obra de arte o tal vez, cuando él le preguntó porsu pasado y riéndose le exigió que le contara más. Perocómo soportar que él se marchara, era algo que todavía nohabía enfrentado.Dejó la cama y se dirigió a la pequeña cocina ubicada en unextremo del ambiente. Decidió no pensar, no sacar niconclusiones ni hacer conjeturas; se concentró entonces enpreparar un desayuno. No era mucho lo que había en suheladera, frunció el ceño. Si bien le hubiera gustado poderofrecerle un copioso desayuno tendría que conformarsecon café y unas tostadas. Creyó que a él no le molestaría.Juan Martín abrió los ojos y lo primero que vio fue un

Page 590: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

conjunto de bastidores amontonados junto a un atril contrauna pared. Se frotó los ojos y se incorporó. El solinundaba el ambiente a través de las suaves cortinas delino. Le gustó lo que vio. El mono ambiente era cómodo ycálido. Sus paredes pintadas en un suave color ocre,contrastaban con el suelo castaño. No había mucho en lasparedes, tan solo un par de cuadros y una lámina de corchocolmada de fotografías. Un modulo dividía parcialmenteel sector de la cama con lo que a él le pareció un comedor. Vio a Petra de espaldas, concentrada en la cocina. Se pusode pie y fue hacia ella. Como si Petra hubiera sentido su presencia acercándose,giró y abriendo sus brazos lo recibió con un abrazo. Después de un beso, le indicó donde estaba el baño y lepropuso desayunar. Lo hicieron en la mesa, por algúnmotivo ninguno quiso volver a acercare a la cama. Tal vezporque el tiempo se acortaba o tal vez porque terminaríasiendo más doloroso que placentero. Conversaron sobretrivialidades y ninguno parecía tener el valor de mencionarla inminente partida. Lentamente, más allá de lossentimientos que la separación les producía, fueronintroduciendo el tema. Juan Martín mencionó todo lo quedebía preparar y Petra le preguntó si había comprado máscosas para los chicos. La conversación fue dando tumbos,hasta que finalmente Juan se puso de pie.- Aunque no quiera, tengo que irme, - le dijo y sintió sus

Page 591: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

ojos cargarse de angustia. Ella asintió y se abrazó a él confuerza. - Hay una parte de mí, que se quedaría encerrado eneste departamento. Pero otra…- Que extraña a sus hijos, - dijo ella con una triste sonrisa. Él asintió sin atreverse a decir más. Petra le acarició unamejilla con toda la palma de su mano, como si desearagrabar en su mente cada línea de ese atractivo rostro. –Prometeme que me vas a escribir… o llamar.- Claro que si, - respondió él. – Pero no sé qué más puedoprometerte…- Eso ya se verá…, - dijo ella simulando picardía. Se apartóde él y se obligó a mostrarse segura. – Mi hermana mayor,conoció a su esposo por una página de Internet. Estuvieronmás de un año, chateando, intercambiando mails y hablandopor teléfono. – Hizo una pausa y asintió con aireesperanzador. – Eso hasta que él le propuso matrimonio. Ahora viven muy felices en Australia. – Hizo una pausa yse encogió de hombros sintiéndose súbitamente incómodapor lo que acababa de sugerir. Juan Martín dejó escapar unacarcajada y no pudo evitar pensar que hasta en losmomentos tristes ella lograba hacerlo reír. – No digo coneso que pueda sucedernos lo mismo… pero bueno… ladistancia no me asusta.- Me encantaría que vengas al Paraíso, - se aventuró a decirél acercándose. La rodeó con sus brazos y tiernamente labesó. – Vendrías…

Page 592: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Me encantaría… - respondió ella sin dejar de sonreírle. –Pero más adelante… No nos apuremos a prometernosnada…No quiso esperar un taxi en la puerta del edificio. Decidiócaminar un par de cuadras luchando por minimizar el pesoque sentía en su corazón. Había sido mucho más difícil delo que él había pensado, aunque nunca había pensado en eldespués. Las cuadras pasaban una tras otra, sin que JuanMartín lo notara. No sentía deseos de llorar, era solo unasensación de vacío tan grande que le oprimía el alma; comosi luego de haber encontrado el camino que hacía muchobuscaba, lo hubiese perdido repentinamente. Una parte deél deseó olvidarse de todo y volver corriendo a los brazosde Petra, pero se obligó a pensar en Melisa y Santiago. Cerró los ojos ahora si obligando a las lágrimas, quebregaban por fluir, a retroceder. Tiempo al tiempo, se dijo,tal vez Petra estaba en lo cierto y solo era cuestión deaguardar que todo se acomodara. Pero, siempre parecíahaber un pero, pensó con amargura. No lograba imaginar aPetra en el Paraíso, tampoco él podía imaginarse viviendoallí. No; eso seguro que nunca va a suceder, se dijosabiendo que si alguno de los dos debía modificar su vida,tendría que ser ella. Sacudió su cabeza y por algún motivopensó en su hermano. ¿Era tan similar la situación?, no, nolo era. Un taxi que pasaba por la calle, aminoró la velocidad

Page 593: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

intuyendo que tal vez Juan Martín necesitaba de susservicios. Juan Martín se aproximó y se subió. Ingresó al departamento sintiéndose abatido yterriblemente agobiado. No había decidido que le diría aAndrés o si era necesario decir algo, tal vez bastara contodo lo dicho y hecho la noche anterior. El departamentoestaba en completo silencio y agradeció no cruzarse con suhermano. Miró su reloj, solo para constatar el pocotiempo que tenía antes de trasladarse al aeropuerto. Fuedirectamente al cuarto que ocupaba y se concentró en suequipaje. Muy despacio fue colocando la ropa en susvalijas y acomodó mejor los presentes para sus hijos. Habían pasado casi cuarenta minutos cuando Andrésapareció. Permaneció unos segundos bajo el umbral de lapuerta observándolo. Luego se acercó en silencio ysentándose en la cama, le preguntó cómo le había ido. JuanMartín se sobresaltó, tan inmerso estaba en suspensamientos que no había reparado en él.- No sé si puedo decir que bien, - dijo sin voltear amirarlo. – Y te pido por favor que no me digas te lo dije…- No pensaba decir nada, - respondió Andrés con serenidad.– Necesitas que te ayude en algo…- No, ya tengo todo listo, - respondió. Estaba seguro queAndrés no se había referido al equipaje, pero prefirió queallí quedara todo. - Convendría salir en dos horas para el

Page 594: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

aeropuerto, ¿no?Andrés le dijo que estaba de acuerdo y se puso de pie. Lepropuso a su hermano comer algo antes de salir. JuanMartín asintió y lo observó salir de la habitación. Llegaron al aeropuerto conversando sobre quienes estaríanesperando a Juan Martín en el aeropuerto. Según suspadres le habían dicho, ellos irían con Melisa y Santiago. Luego permanecerían unos días en Buenos Aires antes devolar al Paraíso. De tanto en tanto Andrés le dirigía furtivasmiradas procurando aventurar cómo se encontrabaverdaderamente. Juan Martín lo notaba, pero no dijo nada. Una vez hechos los trámites correspondientes, sedirigieron a una confitería para compartir un último café. Así como le había sucedido con Petra, no deseabasepararse de su hermano. Deseaba estirar la partida lo másposible y podía asegurar que a Andrés le sucedía lo mismo.- Voy a estar bien, - dijo finalmente Juan Martín, sabiendoque a Andrés le haría bien escucharlo. – No quise joderteanoche… tal vez me pasé de la raya… - hizo una pausa yAndrés puso cara de no desear escarbar más en ese asunto.- Dejame que diga lo que tengo que decir y te prometo queno volvemos a hablar del tema. – Andrés asintió conrenuencia. – Esto queda entre nosotros, no pienso decirlenada a mamá y a papá, pero no te veo bien… no estas bien ylo sabes. Tenés que tomar una decisión… o volvés por ellao la dejas ir… No creo que todo entre ustedes este

Page 595: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

perdido, Andrés. - Hizo una pausa y se relajó al ver queAndrés lo escuchaba con atención. – Con respecto aFacundo, me parece una estupidez y vos sabes qué tenésque hacer…Andrés asintió pero no agregó comentarios. En cambio lepreguntó por Petra. Esta vez Juan Martín se encogió dehombros. -¿Que le digo si me pregunta algo?- Nada, - respondió con pesar. – Ella ya tiene lasrespuestas…Ya veremos…Juan Martín se puso de pie y juntó sus pertenencias. Andrés lo imitó. Era hora de despedirse. Caminaronjuntos hasta la puerta de embarque. Se despidieron con unfuerte abrazo.- Supongo que nos vemos en unos meses, - aventuró conuna sonrisa cómplice. Andrés le devolvió la sonrisa yasintió. – Va a ser muy agradable para todos tenerte encasa nuevamente. - Me encantó tenerte acá – dijo y se dieron un últimoabrazo. - Gracias… Saludos para todos y nos vemospronto.

Page 596: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 35Nueva York siempre había sido la ciudad más maravillosade todas para él. En sus calles había descubierto todo loque necesitaba para sentirse pleno y satisfecho con la vida. Allí encontró la puerta al mundo que tanto había deseadoencontrar; el ámbito para desarrollarse profesionalmente yasí ganar todo el dinero que desde muy joven había deseadotener. Él era un hombre al que las cosas le salían tal ycomo él las había programado, siempre había sido así.Había alcanzado la cima, gracias a esfuerzos y sacrificios yde nada jamás se arrepintió. Pero todas esas convicciones,toda esa seguridad que tanto lo enorgullecían se habíandesmoronado en un abrir y cerrar de ojos en el momentoen que Lara lo había rechazado. La herida que Lara le habíapropinado había sido tan profunda que lo había llevado arefugiarse una vez más en la gran manzana del mundo y pormucho tiempo se había convencido de no desear volvernunca más a Buenos Aires. En Nueva York siempre se había sentido exitoso y eso eralo que necesitaba para salir a flote. Con determinación yhasta algo de obstinación Andrés Puentes Jaume habíavuelto a enfrentar la ardua tarea de reconstruirse. Uno auno fue ubicando los ladrillos que conformarían suintachable imagen, su excelencia profesional y su improntade hombre seguro de sí mismo. Lentamente había

Page 597: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

levantando una gruesa muralla que aislaba todo recuerdodoloroso, todo sentimiento que amenazara condoblegarlo. Con el paso de los meses lo fue logrando, nosin esfuerzo, y hasta llegó a creer que llegaría el momentoen que los tristes recuerdos fueran anulados porcompleto. Sin embargo todo lo que tanto esfuerzo le habíademandado, se fue lentamente resquebrajando con lareciente visita de Juan Martín. Ya con su sola presenci a suhermano menor hizo que el estatus quo en el que vivíatambaleara, obligándolo a enfrentar sus miedos y susfalencias. Con solo escucharlo reír u oírlo hablar de sushijos y hermanos, Andrés lo había envidiado con todo suser. Y como si con eso no bastase, lo había sorprendido lafacilidad con que Juan Martín se había entregado a laposibilidad de volverse enamorar. A pesar de todo lo que élle había insistido; a pesar de todos sus intentos de alejarlode Petra, Juan se había arriesgado por ella y sinresquemores había abierto su corazón a la posibilidad devolver a formar una familia. Pero tener que enfrentar todo cuanto Juan Martín le habíadicho, fue algo para lo que no se había preparado. Más alláde haber discutido respecto a Lara, y del acertado análisisde su hermano respecto a sus fantasmas, lo que más loperturbaba era lo que Juan Martín le había mencionadosobre Facundo. Eso si le había pegado hondo,

Page 598: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

avergonzándolo y haciéndolo sentir mucho más miserable.Desde la tarde en que despidió a Juan Martín en elaeropuerto, Andrés había dado cualquier cosa por tener a sugemelo a su lado. ¿Cómo no se había dado cuenta de lomucho que necesitaba a Facundo?, se preguntó una y otravez, y la respuesta vino a su mente con tanta fuerza que losacudió. Su inconsciente había suprimido la necesidad decontar con Facundo, porque Facundo siempre habíadespertado una parte de él que en ese momento le causabadolor. Facundo siempre lo había obligado a enfrentar elcostado de las cosas que a él no le gustaban; siempre lohabía obligado exteriorizar sus sentimientos y él no podíapermitirse eso. Andrés podía apostar sin margen de dudas,que Facundo hubiera conseguido retenerlo en BuenosAires. Pero Facundo también lo había lastimado y Andrésse encontraba ante la disyuntiva de perdonar y recuperar asu hermano o entregarse al resentimiento.Durante las siguientes semanas Andrés tuvo mucho en quepensar. Como una semilla que germinaba en su interior laidea de regresar a Buenos Aires cobraba cada día másfuerza y ya no le resultaba tan descabellado hacerlo; por elcontrario, empezaba a tornarse necesaria, casifundamental. Se sentía desdoblado y ambiguo. Por un ladono tenía el valor de volver a cruzarse con Lara y temía nosoportar la tentación de correr a buscarla; pero lo que máslo perturbaba era la imperiosa necesidad de comprobar con

Page 599: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

sus propios ojos que no había perdido el cariño y el respetode su hermano gemelo. Tenía mucho en que pensar ymucho que decidir. Por lo pronto, ya era un hecho que entres meses asistiría al cumpleaños de su padre. No estabadispuesto a reconocer ante nadie lo nervioso que enfrentara sus padres lo ponía, pero le haría bien sentir el cariño desu familia aún debiendo bajar la cabeza ante ciertosreproches. Había tratado de hablar con Facundo en variasoportunidades, pero no lo había logrado y la idea que suhermano no desease atender sus llamados empezó arelampaguear en su mente. Eso no lo soportaba. Con cadaintento fallido de hablar con él el vacío y la culpaaumentaba. De pronto le pareció que cada vez eran más lascosas de las que se arrepentía; no se perdonaba estarhaciendo sufrir a Facundo, como tampoco se perdonaba eldolor que les había propinado a sus padres a raíz de losenfrentamientos con Juan Martín y su repentinoalejamiento. Aunque las peleas con su hermano menor yahabían quedado en la historia para ellos, no era igual parasus padres y Andrés lo sabía.Afortunadamente tenía programada una visita a SanFrancisco donde debía reunirse con su viejo amigo JuanCarlos. Adoraba San Francisco y la perspectiva de pasarunos días con Juan Carlos y su esposa Swanie, loentusiasmaba.

Page 600: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Buscando aprovechar unos días libres, viajó un viernes porla mañana y se alojó en un hotel cercano a Fisherman´sWharf. Le gustaba la zona. En cuanto se hospedó, sinsiquiera desarmar la pequeña valija de viaje, tomó elteléfono y llamó a Juan Carlos, para avisarle que ya seencontraba allí. Acordaron encontrarse en una hora.Juan Carlos lo aguardaba en el lobby del hotel. Al salir delascensor, Andrés lo vio hablando por su celular. Sonrió alpensar que lo veía más gordo; la buena vida murmuró parasí. Lucía una camisa azul oscura con pantalones caqui conamplios bolsillos a los costados y gastadas zapatillas.Llevaba el cabello rubio un poco más largo y unas gafasoscuras ocultaban sus ojos cafés. Juan Carlos habíatomado una buena decisión al instalarse en San Francisco. Se lo veía más relajado, contento y satisfecho. Tenía todocuanto deseaba y hasta aquello que nunca pensó que lefuera importante. Junto a Swanie, habían recorridoCalifornia de norte a sur en su nueva camioneta Ford, algoque nunca antes se le había ocurrido hacer desde NuevaYork y descubrió lo mucho que le agradaba ese tipo deexperiencias. Se enamoró del aspecto natural de la costaoeste, con sus cambios de matices y sus atardeceres frenteal Pacífico. No pensaba volver a vivir en Nueva York; paraellos ese era un capítulo cerrado. Habían encontrado ellugar donde deseaban echar raíces para formar una familia,y así lo harían. Cuando sus miradas se encontraron, Juan

Page 601: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Carlos sonrió y abrió sus brazos para recibir a su amigo.Salieron del hotel rumbo al lugar escogido para almorzarconversando sobre todos los negocios que podríandesprenderse de la operación que Juan Carlos estabadesarrollando en la costa oeste y la gran cantidad dedetalles que debían contemplar para seguir avanzando. Eraun día maravilloso. El cielo despejado y fresco, ideal paracaminar por el muelle o para recorrer la bahía en barco. Laaromática brisa del mar los envolvió en cuanto atravesaronla calle que los llevaría a la zona del muelle donde estabanlos restaurantes. Mientras caminaban Juan Carlos lo fueponiendo al tanto de las negociaciones existentes y de lospuntos más escabrosos de tratar. La mente de Andrésfuncionaba a toda velocidad, tomando nota mental de todocuanto su amigo mencionaba. Ante la primera pausa deJuan Carlos, Andrés quiso saber en qué situación estabanlos demás clientes que él le había derivado desde BuenosAires. Siguieron hablando hasta llegar al Muelle, dondepodrían tomar un trago. - ¿Cómo esta James? – preguntó Juan Carlos al ubicarsetras en una mesa. – Hace rato que no hablo con él.- Muy bien. Muy contento, - respondió Andrés. – Hablécon él la semana pasada. Teóricamente tendría que estarvisitándolo en quince días. - ¿Consiguió clientes de esa zona?

Page 602: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Algunos, - fue la rápida respuesta. – Dice que se estágestando ciertas puntas de las cuales podríamos generanuevas entradas. – Hizo una pausa y bebió un poco de sucerveza. – Aparentemente corporaciones que tienen un pieen Nueva York y el otro en Chicago. - Dejemos un rato de hablar de trabajo, - dijo Juan Carlosentonces tratando de cambiar de tema. – ¿Cómo te fue contu hermano? – preguntó al cabo de unos segundos desilencio. Brevemente Andrés le comentó sobre Juan Martín y todolo que hicieron durante la semana. Mencionó lo feliz queJuan Martín se había mostrado de estar en Nueva York ypuso a Juan Carlos al corriente de todo cuanto sucedía enBuenos Aires. También le habló de sus sobrinos y de lohermosos que ambos estaban. Finalmente le contó losucedido con Petra. Al escuchar esa parte del relato, JuanCarlos rompió a reír contento y dijo que después de todolo que debió pasar tras de la muerte de Valeria lo alegrabasaber que Juan Martín estaba nuevamente en carrera.Andrés asintió y reconoció que así como en un principio lehabía parecido una locura, tal vez no lo fuera tanto. - Hoy en día las distancias ya no son un problema, - dijoJuan Carlos luego de darle un buen trago a su cerveza. –Solo es cuestión de tener claro cuánto uno está dispuesto asacrificar. Ojalá le vaya bien a Juan…- Ojalá, la verdad es que me hizo muy bien su visita,- dijo y

Page 603: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

le dio un mordisco a su sándwich. Cambió de tema. -¿Cómo está Swanie?- Esta muy bien, - respondió Juan Carlos con una sonrisa. –Tiene muchas ganas de verte. Hoy te venís a cenar a casa,Swanie quiso organizarte una suerte de bienvenida.Volvió al hotel varias horas más tarde luego de haberrecorrido los puntos que le resultaban más interesantes dela ciudad. Andrés estaba cansado, pero no tenía tiempopara recostarse y descansar. Juan Carlos lo aguardaba en ellobby mientras él se duchaba y cambiaba su ropa.Una hora más tarde cruzaban el Golden Gate hacia el hogarde Juan Carlos y Swanie. Juan Carlos había comprado unafinca a las afueras de Sausalito. En medio de la colina, sehallaba la hermosa y amplia casa rodeada de verdes árboles,desde donde podía apreciarse el inmenso océano. El lugarera tan sereno que hasta el aire producía un efectoreparador. Al ingresar a la entrada de la casa, Swanie salióa su encuentro. Swanie Ostland, era la pareja de Juan Carlos desde hacíamás de dos años. Era anglo india y se habían conocidodurante una temporada en la que Juan Carlos había trabajadoen la capital inglesa. Era muy agradable y sencilla; el poloopuesto a Juan Carlos en imagen e intereses, algo quesiempre le llamó la atención a Andrés. Swanie eradecoradora, y se hallaba mucho más a gusto entre artistas oen ámbitos más espirituales. Junto a una socia, habían

Page 604: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

abierto un local de decoración donde brindabanasesoramiento a empresas y particulares. Andrés laapreciaba mucho y el sentimiento era recíproco. Luego del recorrido por la hermosa casa, los tresregresaron a la terraza donde Swanie había dispuesto lamesa. Cenaron intercambiando comentarios de la vida deun lado y del otro del país. Sus realidades habían cambiadotanto, que así como Andrés se maravillaba de lodesestresado que los veía, Juan Carlos y Swanie no podíanentender como todavía no se había hartado del barullo deNueva York.Hacía ya una media hora que habían terminado de cenar. Lanoche caía en el horizonte y la fresca brisa proveniente delocéano, empezaba a tornarse fría. Esa fue una buena excusapara Swanie, que se apuró a levantar los platos e ingresó ala casa sabiendo que ellos necesitarían hablar a solas. JuanCarlos se puso de pie y fue en busca de una nueva botellade vino tinto. - Tengo algo que comentarte, - le dijo súbitamente JuanCarlos al regresar del interior de la casa. Andrés frunció elceño intrigado por el abrupto cambio de voz de su amigo. - Hace seis meses Lara terminó de comprar la empresa. –Hizo una pausa y le dedicó una furtiva mirada, pero norecogió nada del rostro de Andrés. – James me lo comentóhace unos meses, no pensaba decirte nada, porque vos ledijiste que no te hablara del asunto, - siguió diciendo

Page 605: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

mientras luchaba por abrir la botella. – Pero a mí meparece que tenés que saberlo. El dinero ya esta depositadoen la cuenta que le indicaste a James.Andrés asintió pensativamente. No logró precisar qué fuelo que esa información le produjo, pero se sorprendió porla rapidez con que ella había cancelado la deuda.- Me alegro por ella, - dijo finalmente tratando de parecerseguro. – Pensé que iba a tardar más tiempo en hacerlo.- El último pago fue fuerte, - comentó Juan Carlos condeterminación. – De hecho sus abogados consultaron aJames si era posible cancelar todo de una vez. – Hizo unapausa y estudió el modo en que su amigo reaccionaba. –Les dijo que si, no encontró motivo para negarse. – Andrésvolvió a asentir, pero no agregó comentarios. – Ahora,¿cómo estas vos? – preguntó entonces Juan Carlosmientras rellenaba las copas. – Me hablaste de trabajo, deJuan Martín y muy por arriba de tu familia… Pero teconozco y hay algo que no está bien…, estas raro.Andrés desvió la vista al sentir que su amigo lo analizaba yse encogió de hombros. Se tomó unos segundos pararesponder y tal vez buscando darse ánimos sacó uncigarrillo. Juan Carlos era un buen amigo, el mejor y aligual que con Facundo alguien con quien Andrés lograbaabrirse sin miedos ni miramientos, algo que necesitaba enese momento.

Page 606: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Tengo un problema y no sé qué hacer, - empezó diciendocon voz pausada y aplomada. - Me mandé una macanagrande como una casa y no tengo idea de cómo voy a hacerpara resolverlo.- Siempre que no hayas dejado embarazada a una mina… –comentó Juan Carlos tratando de poner algo de distensión ala tensión que su amigo evidentemente sentía. Andrésesbozó una leve sonrisa y sacudió su cabeza negativamente.– ¿Lara entonces?- No, no es ella esta vez… – respondió y desvió la vista alexhalar el humo del cigarrillo. Juan Carlos entoncesfrunció el ceño con cierta preocupación. - Se trata deFacundo… Su voz se tornó apesadumbrada al mencionar lo distanciadoque se encontraban de Facundo. Lo extrañabaterriblemente y así como se sentía lo suficientementefuerte para superar la pérdida de Lara, no estaba encondiciones de pensar en su vida sin la existencia de sugemelo. Lo había defraudado tan profundamente que notenía forma de acercarse a él. Mencionó la insistencia desus llamados, los que Facundo nunca respondía o devolvía;le habló de lo terrible que se sintió cuando Juan Martín lopuso al corriente de los sentimientos de su hermano por nohaberlo notado antes. Tan absorto había estado en suspropias preocupaciones que en ningún momento habíapensado en cómo su proceder podría repercutir en el resto

Page 607: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

de la familia, mucho menos en Facundo. Las palabras de Andrés fluían en bruto,descontroladamente, ningún tipo de cavilación se advertíaen ellas. Juan Carlos lo advertía, pero no lo interrumpiópara hacer alguna pregunta o comentario. Lo conocíademasiado bien para eso y sabiendo lo importante quesiempre habían sido el uno para el otro, no podía entendercómo los gemelos se habían distanciado de esa manera. Enrealidad si lo entendía, pero no podía permitir que Andrésno se esforzara en entenderlo por sus propios medios pararecuperar esa parte de él que se alejaba con Facundo.- Te juro Juan… que no me voy a perdonar en la vida, -terminó diciendo. – Tengo un dolor acá – siguió diciendoal golpearse el pecho. - Me cerró las puertas y no sé quémas hacer para que me atienda. - Cuando volviste a Nueva York, estabas enojadísimo conFacundo, - le recordó Juan Carlos. – Pensé que habíashablado con tu hermano sobre eso.Andrés sacudió su cabeza negativamente y le confesó quenunca creyó que las cosas llegaran tan lejos.- Sigo un poco resentido con él, pero siempre fui yo el quese enoja, y Facu el que terminaba generando elacercamiento, - agregó pensativamente. – Como unaespecie de código… pero esta vez soy yo el que tiene quedar el primer paso…

Page 608: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Porque no te vas para Buenos Aires, - le propuso JuanCarlos con determinación. – Hace mucho que no viajaspara allá y creo que te quedaron muchas cosas porresolver… principalmente con tu familia.Andrés asintió demostrando estar plenamente de acuerdocon él y le mencionó que pensaba hacerlo para elcumpleaños de su padre. - En unos dos meses, - dijo bebiendo un poco de su vino. –La verdad es que me siento tan miserable, hasta me davergüenza pensar en enfrentar a mis padres por todo lo quegeneré sin darme cuenta… Mis viejos viajaron a NuevaYork el año pasado y me inventé un viaje a Londres para nocruzármelos; con Florencia hice algo similar… ¿cómopude Juan… tanto me aislé…?- En cuanto volvés a Nueva York, hace las reservas paraviajar a Buenos Aires, - insistió Juan Carlos sin responderla pregunta de su amigo. No hacía falta, Andrés conocía larespuesta. – Arreglá todo lo que tengas que arreglar ahí…Después verás como sigue todo… Tal vez Andy es enBuenos Aires donde vos tenés que estar.Había regresado a Nueva York la noche del domingo. Sudepartamento le resultó más solitario que nunca. Buscandoquebrar el desolador silencio, puso música. Y se sirvió unvaso de whisky. Lo llevó a su habitación. Quería relajarse ycambiarse de ropa. Luego de una ducha y de ponerse ropamás cómoda fue hacia el bar y se sirvió otro trago,

Page 609: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

olvidándose del vaso que había dejado casi sin tocar en suhabitación. Se dejó caer en uno de los sillones del living ypermitió que los recuerdos lo abordaran. Cada tantonecesitaba entregarse y dejarse envolver por un manto demelancolía. Últimamente se sentía extrañamentenostálgico. Le dio un largo trago a su vodka ayudándose asía levantar varias barreras o tal vez ayudando a la propiasoledad que amenazaba con empujarlo hacia lo que entendíaera su abismo. Lo cierto fue que esa noche, no encontró lafuerza para resistirse. ¿Cómo es vivir sin vos?, fue lapregunta que relampagueó en su mente y la respuesta que loinvadió se tradujo en una sensación de felicidad que soloella había despertado en él. No se atrevía a pensar en Laralibremente, todavía no, pero la necesitaba; ella sabría quedecir para recuperar la confianza de Facundo, así comoFacundo hubiese sabido cómo ayudarlo a recupera laconfianza de Lara. Las palabras de Juan Martín dabanvueltas en su mente torturándolo y forzándolo a ser sincerocon él mismo. En esos momentos recordó la amplia ycontagiosa sonrisa de Lara; sus besos. Dejó que su mentese ahogara en vodka para mitigar el dolor. Se sentía solo yvacío; repentinamente triste y abandonado a su suerte. Depronto su refugio ya no le parecía tan seguro, y empezaba asentir el encierro; las paredes qué él mismo había levantadoa su alrededor se transformaban en una suerte de trampa. ¿Tan equivocado había estado?; ¿tan errado en sus

Page 610: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

decisiones? Perdió perspectiva y una parte de él, aquellaque con tanto esfuerzo se había esmerado en ocultar inundósu mente de hermosos y vividos recuerdos. Se vio en elParaíso con su familia: rememoró la manera en que sucorazón se regocijaba con una sonrisa de su sobrina; laeterna comprensión de su madre y la fuerte presencia de supadre. Los cuatro hermanos compartiendo una distendidacharla en el jardín de invierno de la casa familiar. La risacontundente y sincera de Facundo palmeando su espalda,frenando sus impulsivos arrebatos. Facundo siempre a sulado.- Mierda, - gritó lleno de furia y violentamente arrojó elvaso contra el bar. El pulso se le había acelerado y semordió el labio inferior con bronca. – Mierda…Súbitamente se puso de pie y buscando liberar su mente delos fantasmas que lo acosaban, decidió salir. Caminó unpar de cuadras por Park Avenue y de allí tomó un taxi. Fuehacia un bar del Soho, donde generalmente se encontrabaalguno de sus amigos. El lugar estaba prácticamente vacíoy lo lamentó. Se ubicó en la barra y pidió un vodka conlimón. Lo bebió tranquilo, preguntándose qué podría hacera continuación. El cantinero se le acercó y entabló dialogocon él. La conversación fue dando tumbos sin muchosentido, hasta que fue interrumpida por una persona que seubicaba junto a Andrés. Con disimulo él volteó a mirarla ysonrió al ver que se trataba de Suzanne Willis.

Page 611: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Hola guapo, - le dijo ella con su mejor sonrisa. – Quesorpresa encontrarte acá.- Lo mismo digo, - repuso él y con un gesto le indicó quepidiera lo que deseara beber. Ella así lo hizo.- Brindo por este encuentro mi amor, - respondió Suzanney lo obligó a chocar su vaso contra el de ella. Andrés dejó escapar un dejo de una risa ahogada y brindócon ella. Se alegraba de que fuera Suzanne quien le hicieracompañía esa noche, porque esa noche en particularnecesitaba a alguien para conversar de igual a igual y no auna mujer que le dijera que si a todo como podía sucederlecon Vanessa. Le preguntó qué hacía allí y ella le comentóque se había reunido con una colega para delinear aspectosde un caso fuera del ámbito oficial. Él asintió pero no hizomás preguntas. Suzanne lo observó con detenimiento. - Tengo invitaciones para la inauguración de un centrocultural, - comentó ella seductoramente. – Pensaba ir paraallí…Él asintió pero no respondió. Bebió un poco de su trago ensilencio y se volteó para mirarla. Se encontró con lamirada de ella que lo contemplaba de modo extraño.- Sabes qué es lo que más me atrae de vos, - le dijo como sipensara en vos alta. Andrés le sonrió y la miró condetenimiento. – Tu secreto. – La respuesta lo sorprendió yfrunció el ceño descolocado. – Si… eso es lo que más me

Page 612: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

atrae… me intriga… – hizo una pausa y le acariciódelicadamente el rostro. El se dejó acariciar y lacontempló con cierta desconfianza. - Sos terriblementeatractivo. Ya descubrí que no te convertís en sapo por lasmañanas. - Andrés no pudo contener la carcajada. –Enserio lo dijo, sos un amante increíble.- Muchas gracias, me complace haberte complacido, -respondió con mayor seguridad y un dejo de egocentrismo.Suzanne no dijo nada, inmersa en sus pensamientos loestudiaba con detenimiento. El silencio de ella captó laatención de él, que volvió a mirarla extrañado.- ¿Qué es lo que te carcome? - dijo finalmente con unaseriedad y aplomo desconocido para Andrés. - ¿Cuál es esadebilidad que tan celosamente escondes?Andrés le dedicó una fulminante mirada que ella sostuvocon profesionalismo. Era una buena fiscal, las miradasferoces no la amilanaban. Él flaqueó primero, incómodo yfastidiado. Sintió la mano de ella masajearle un hombropara luego subir por su nuca hasta la base del cráneo; loreconfortó y se dejó mimar. Lo necesitaba. Ella apoyódelicadamente su mentón sobre el hombro de él y al oídole preguntó si deseaba hablar del asunto. Andrés sacudiósuavemente su cabeza y giró hacia ella que lo estudiaba.-Vos necesitas mimos, - le dijo con más ternura que deseo,y él simplemente asintió entregándose mansamente a ella.

Page 613: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

La mujer se reclinó sobre él y le besó delicadamente loslabios. Le preguntó si deseaba acompañarla a lainauguración de la galería. La galería estaba ubicada a tres cuadras del bar y lasrecorrieron tomados de la mano. Contra todo pronóstico,Suzanne lo hizo reír a carcajada limpia al contarle un hechode lo más insólito que esa mañana había tenido lugar en lacorte. Lentamente logró, por lo menos por un rato, dejarsus problemas de lado.

Page 614: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 36Hacía ya cuatro años que Petra vivía en Nueva York y sibien en varias ocasiones contempló la posibilidad detrasladarse a una ciudad menos estridente y vertiginosa,nunca acababa de convencerse de hacerlo. Siempreterminaba descartando la idea pues sabía que para crecer ensu profesión no había mejor lugar que la gran manzana. Losmejores estaban allí, tanto maestros como posibilidades. Reconocía que en un principio la ciudad la habíaobnubilado. Adoraba deambular por sus calles, tomar cafésentada en el banco de algún parque o simplemente cruzar aStaten Island por el solo hecho de pasear en el ferry. Cadaesquina se le antojaba conocida y reconocía cada punto dela ciudad como si los hubiese visto millones de veces. Había llegado a Nueva York gracias a una compañera deestudios en Madrid, quien le comentó que tenía un amigoque vivía en esa ciudad y que podía enseñarle mucho. Como no la entusiasmaba demasiado permanecer enMadrid, y mucho menos regresar a Valencia donde sumadre había formado pareja con un catalán, decidió probarsuerte del otro lado del océano. Fue así como se sumó aun grupo de artistas que luchaba por alcanzar el éxito o porlo menos cierta notoriedad en el medio local. Desde uncomienzo tomó clases de pintura y descubrió que leagradaba la posibilidad de plasmar sus sensaciones y

Page 615: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

emociones en una tela. Lentamente los meses fueronpasando hasta convertirse en años y ella, ya se habíaconvertido en una neoyorquina más. Todo un mes había pasado desde la partida de Juan Martín yaún tenía la mente llena de él. No había momento del díao, más aún, de la noche que no rememorara su masculinorostro, su contagiosa sonrisa o volviera a soñar conaquellos cálidos ojos pardos. Nunca imaginó que dolieratanto no tenerlo. Desde el primer día que sintió estarenamorándose de Juan Martín, se obligó a pensar que seríaalgo pasajero; que valdría la pena darse la oportunidad deconocer a alguien que no perteneciera a la ciudad. Lo habíavisto tan solo tres días, pero nunca nadie la habíamovilizado de esa manera. Tanto Vanessa Weber como suamiga June Clax, le habían aconsejado no involucrarsetanto. Pero ella no podía resistirse y aquello que en uncomienzo lo enfrentó con carácter de aventura, se fueprofundizando más y más, hasta que ya no hubo punto deretorno. Creía o intuía que a él le había sucedido lomismo, pero con el paso de las horas y luego los días desdesu partida, una sombra de amenaza comenzó a doblegar susconvicciones. Lamentablemente todo lo demás continuaba su ritmo y muya pesar suyo, Petra debió enfocarse en susresponsabilidades. Tenía mucho trabajo por delante. Eratemporada alta en lo que a presentaciones especiales se

Page 616: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

refería y su agenda estaba totalmente cubierta. En algúnpunto lo agradecía, porque no soportaba la inactividad queno hacía más que enfrentarla a sus pensamientos. Por lopronto, todas las semanas visitaba el Museo Metropolitanocomo si al hacerlo existiera la posibilidad de encontrar aJuan Martín sentado en la misma butaca admirando lamisma obra. Ella había aprendido a contemplarla con losojos de él. Podía imaginar el movimiento de la torrentosacorriente deslizándose desde la cima; podía oír el aguagolpear violentamente contra las rocas. El rugido delviento soplando desde las cumbres nevadas y el aroma delos pinares desparramándose hasta el último rincón delinfinito paisaje. Todo se le antojaba de una bellezadescomunal. Cuanto más la contemplaba más fácil leresultaba escuchar la voz de Juan Martín describiéndolecuanto veía o narrándole historias de los lugareños. Aunque en parte le doliera, era una forma de sentirlo cerca.Estaba cansada de tantas exposiciones. Entendía que eseera su trabajo, pero ya no tenía ánimos para soportar lasexcentricidades de muchos artistas, que en definitivatodavía no eran nadie. Tampoco toleraba tener tanta gentedando vueltas a su alrededor. Pero no tenía muchasopciones; la paga era muy buena y la necesitaba para elalquiler y subsistir en esa terrible ciudad. Esa noche se inauguraba un centro de exposiciones y allí seencontraba ultimando detalles primero y recibiendo a los

Page 617: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

invitados después. Era un viejo depósito remodelado. Elpiso de un gris cemento había sido prolijamente alisado ysus paredes pintadas de blanco. Cuatro pilares de hierrohacían las veces de columnas y percheros. La exposiciónorganizada para la inauguración era de lo más variada, unapequeña muestra de arte plástico; esculturas modernas yobjetos de arte; un poco de todo lo que se disfrutaría entreesas paredes, después de la inauguración.Andrés y Suzanne se mezclaron entre los presentes. Habíamucha gente en el lugar pero como era muy espacioso sepodía caminar con comodidad. En el centro de la salaconversando con un grupo de personas se encontraban losorganizadores y dueños de la casa de arte. Se acercaron aellos para saludar.Mientras Suzanne acaparaba la atención de los treshombres de la noche, Andrés recorrió el recinto con lamirada. En un extremo contemplando un enorme óleodivisó a Petra. No la veía desde la noche en que ella y JuanMartín se habían marchado juntos de otra galería. Seexcusó un momento y se dirigió hacia un rincón apartado. De su bolsillo tomó su celular y marcó el número de suhermano. Juan Martín atendió al tercer llamado. Se alegróde escuchar la voz de su hermano. Conversaron durantealgunos minutos sobre el Paraíso, Melisa y Santiago ydirectamente Juan Martín preguntó cuándo viajaba.- No me rompas Juan, - fue la tajante respuesta. Levantó la

Page 618: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

vista y vio que Petra se había movido al sector donde seencontraban varias esculturas de hierro. – Ya te vas aenterar.- ¿Hablaste con Facundo? - No me atiende, creo que pretende que hablemos cara acara… no lo sé, - respondió Andrés y rápidamente buscócambiar de tema. - Escuchame Juan… estoy en lainauguración de una galería… si… exacto. ¿Cómo están lascosas entre ustedes? No quiero quedar como un pelotudo.Juan Martín rió divertido y rápidamente pasó a contarle quedurante el último mes habían hablado varias veces; la últimasemana prácticamente a diario. Andrés se alegró alescuchar que el romance marchaba viento en popa y quehasta habían llegado al punto de programar un viaje de Petraa la Argentina.- Cuanto me alegro, de verdad lo digo, aunque tengo quereconocer que no hubiese apostado por ustedes, - dijoAndrés con sinceridad. - ¿Querés hablar con ella?La divisó conversando con una pareja a quien Andrés noconocía. Le indicó a su hermano que aguardara y seacercó. Petra no lo vio acercarse y Andrés debióinterrumpir la charla para indicarle que tenía un llamadopara ella. No supo qué decir de primer momento. No supo siexteriorizar toda su alegría o comportarse minimizando su

Page 619: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

excitación frente a él. Si bien Andrés podía ser uno de loshombres más apuestos y sexy que Petra conociera, tambiénera uno de los hombres que más incómoda la hacía sentir. Era cierto que siempre lo saludaba con una sonrisa y hastacon cierta efusividad, pero era parte del rol que debíarepresentar como organizadora; por lo menos eso se decíaPetra. Andrés la hacía sentir pequeña e insignificante, y talvez por ello, no podía evitar pensar que desde un primermomento debió desaprobar completamente lo que fueraque la uniera a Juan Martín. Al ver que Andrés aguardabasu respuesta, se obligó a sonreír y tomó el celular que él leofrecía. Mientras Petra conversaba y reía ante losevidentes comentarios de Juan Martín, Andrés la observóde reojo con cierto disimulo. Una punzada de envidia lerecorrió el cuerpo por todo lo que ambos tenían porrecorrer. Se los escuchaba tan jóvenes, tan vitales cuandoél empezaba a sentirse demasiado cansado. Por primeravez deseó fervientemente que esa relación llegara a buenpuerto. Su mirada se encontró con la de ella y sintiéndoseincómodo, giró dándole la espalda. Pasaron otros cinco minutos hasta que Petra se acercó y ledevolvió el celular. Con una sonrisa cargada de emoción,le agradeció el haberle sugerido a Juan Martín que hablaracon ella. Para Petra había sido un muy lindo detalle y loreconocía. Andrés asintió con una suave sonrisa.- Las cosas están muy bien entre ustedes por lo que veo, –

Page 620: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

comentó guardando el celular en su bolsillo.- Quiere que viaje a conocer el Paraíso… - repuso ella convos cargada de emoción. - Muero por hacerlo… pero… - ¿No estas convencida? - aventuró Andrés frunciendo elceño confundido.- Claro que lo estoy…, - respondió ella avergonzada por loque él podría estar pensando. – Pero me da miedo, loschicos son chiquitos y no me gustaría generarle problemasa Juan con ellos.- Ese es un tema… puede que sea complicado alprincipio… pero siempre se acomodan esas cosas, -respondió Andrés. Hizo una pausa y le sonrió concomplicidad. – Yo estoy viajando en dos meses… terecomiendo hacer lo mismo… no te vas a arrepentir.- Tengo muchas ganas de verlo, - dijo ella y Andrés notóque los ojos se le llenaban de lágrimas.- Viajá conmigo entonces, - dijo él con una sonrisa. Ellaasintió y chocando su copa contra la de Petra, agregó, -bienvenida al club…Petra asintió y una vez más el rostro se le iluminó con lasonrisa que brotó de sus labios. Fue muy grato para elladescubrir que él estaba de su lado, fue un alivio inmensosentir su reconocimiento. Llevada por un impulso estiró sucuello y le besó la mejilla. Le dio las gracias y sin decirmás se alejó de él. Sorprendido por la reacción de Petra,

Page 621: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Andrés la observó marcharse y pensó en lo vitalmentejoven que la veía cuando él ya había perdido esa energía. En el otro extremo del salón, uno de los dueños de lagalería aplaudía llamando la atención de los presentes, parainformar que darían unas palabras. Andrés vio a Suzanneque le hacia un gesto para que se acercara. Le sonrió y fuehacia ella.A partir de ese momento, los llamados entre Juan Martín yPetra se intensificaron. Así como él la llamaba por lamañana, ella lo hacía por la noche y las conversaciones seprolongaban más y más hasta que alguno de ellos debíacortar para atender alguna obligación. En algún punto Petrase dejaba envolver por las palabras promisorias de él,deseando con todo su ser que todo cuanto le escuchabadecir algún día se conviertan en realidad. No era muchomás que esperar lo que Petra podía hacer por esos días. Mientras lo hacía repartía su tiempo entre las clases depintura, el trabajo y las salidas con amigas. Pero siempreteniendo la mente puesta en sus sueños y anhelos, loscuales estaban llenos de Juan Martín Puentes Jaume.Tal vez gracias a que la decisión de viajar estaba tomada, lassiguientes semanas no fueron ni tan pesadas ni tanmelancólicas para Andrés. Diariamente llamaba al celularde Facundo primero y a su casa después y en cada unodejaba el correspondiente mensaje. Se había tornado unarutina; los llamados solía hacerlos cuando desayunaba unos

Page 622: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

minutos antes de partir rumbo a su oficina. Al principio lepedía que lo llamara pero con el paso de los días elmensaje se fue acortando hasta terminar en un rotundo “soyyo”.La falta de respuesta por parte de su hermano ya no loatormentaba, solo lo convencía más y más de lo enojadoque Facundo estaba con él. A esas alturas lo raro hubierasido que Facundo lo atendiera y eso era algo que tampocolo perturbaba. Ya había resuelto que aparecería por su casaen cuanto llegase a Buenos Aires. Hablarían frente a frentey resolverían todas las diferencias.

Page 623: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CUARTA

PARTE

Page 624: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 37Despegaron. Con cierta inquietud Andrés contempló lasluces de la ciudad que lentamente se alejaban de él como sial hacerlo le quitaran energía. Estaba nervioso, ansioso yhasta algo irritado por el tiempo que el vuelo leconsumiría. No era algo que le ocurriera a menudo, enrealidad rara vez se molestaba por los vuelos, pero este noera un viaje común. Se preguntó por qué no se sentíacontento con la decisión de viajar a Buenos Aires, aunquesabía muy bien la respuesta. No iba a ser nada sencillo paraél; las heridas seguían abiertas y era muy consciente que seenfrentaba a situaciones tan movilizantes como ásperas. A su lado Petra ojeaba en silencio una de las revistas quehabía comprado en el aeropuerto. Se la veía serena, peroAndrés podía apostar que no lo estaba. Para ambos, el viajea Buenos Aires representaba mucho más que unos días dedescanso. Ambos volaban al encuentro de algo; ¿deldestino?, ¿del futuro? No estaba seguro que esas fueran laspalabras adecuadas, pero si sabía que lo que sucediera en eltiempo que estuvieran en Argentina, repercutiría en elfuturo de ambos. Una gentil y delicada azafata se acercó para ofrecer unaperitivo. Ambos aceptaron. Petra pidió un Martini,Andrés un vodka con limón. Se los trajeron casiinmediatamente. Sin cruzar palabra brindaron, deseando que

Page 625: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

el viaje fuera fructífero para ambos. Andrés no tenía deseos de conversar, de manera que unavez más volcó su atención a la ventanilla. La oscuridad eratotal, apenas salpicada por destellos luminosos, como si lasestrellas hubieran cambiado de lugar y se encontraran bajoellos. Cerró los ojos mientras sus dedos jugaban con loscubitos de hielo de su vaso. Se sentía extraño. Decidióescuchar un poco de música. A sus oídos llegó la voz deBrian Adams rogando ser perdonado por el amor quesentía. Por Dios, pensó fastidiado por lo inoportuno delmensaje de la canción. Buscó otra señal, no estaba deánimo para el Pop. Música clásica. Voy a terminardeprimido. Se quitó los auriculares resignado. Tres asientos adelante, una mujer de unos sesenta años seponía de pie. Era femenina, elegante. Con delicadezalevantó la tapa del portaequipaje y buscó algo en un bolso. Llevaba el cabello grisáceo y fino, sujeto por dos hebillas alos costados. Le recordó a su madre y no pudo evitarpensar en el momento en que volviera a verla. Le hubieragustado que lo estuviera esperando en Ezeiza. Fue unasensación ridícula, y hasta él se sorprendió de su propianecesidad. Andrés había ido y venido tantas veces, quehacía muchos años que nadie se molestaba en esperarlo enel aeropuerto. Nunca había encontrado el sentido a quealguien manejara hasta el Aeropuerto de Ezeiza a horasincomodísimas, cuando él bien podía contratar cualquier

Page 626: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

medio que lo llevara hasta la ciudad. Pero en esemomento, en ese impersonal asiento de primera clase deUnited Airlines, extrañó la sonrisa y la templanza de sumadre; su abrazo cálido y contenedor. ¿Estaría ellatambién resentida o dolida con él por su comportamientode los últimos dos años? No lo creía, sabía que Micaela loentendía, tal vez más que nadie en el mundo. Una cosallevó a la otra y a su mente vino la imagen de su padre. Unamezcla de nerviosismo e incertidumbre le recorrió elcuerpo como una ráfaga helada. ¿Cómo sería el encuentrocon él?, pensó, seguramente nada que ver con mamá. Ernesto Puentes Jaume, podía asumir que sus hijosmayores tenían ya casi cuarenta años, pero no por eso losdejaría de tratar como si tuvieran diez. Había cosas que nocambiaban para él y una era que el padre era padre y loshijos, hijos; si eran adultos o no, era un mero detalle paraél. ¿Cómo lo mirarían esos ojos tiernos y severos capacesde atravesarlo y escudriñar en su interior? Hasta el día dehoy, Andrés todavía se preguntaba cómo hacía su padre paraleer su mente o sentir con su corazón. Sonrió ante losrecuerdos que su mente evocaba. Pero su rostro seensombreció al pensar en Facundo. Facundo era suproblema. En el fondo sabía que había sido su hermano elmotivo que lo llevó a programar el viaje con tantadeterminación. Ya había definido que iría a su casa, lo antesposible, si era factible lo haría el mismo día de su llegada.

Page 627: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

No sabía que esperar de ese encuentro.La rubia azafata quebró sus pensamientos al llamarlo. Él lamiró con aire ausente. Sonriente, con la mirada clavada enlos grises ojos de Andrés, la muchacha le ofrecía la cena. Devolviéndole la sonrisa, aceptó la bandeja. Se sorprendióal sentir el sutil roce del dedo de ella sobre su mano alentregarle la bandeja. Por el rabillo de ojos, vio que Petrase mordía los labios para no reír y bajaba la vista. Se habíadado cuenta, pero él se hizo el distraído. No tenía hambre,de hecho su estómago era un nudo, pero comió para ocuparel tiempo. Decidió entablar conversación con Petra. Hacía ya más deuna hora que volaban y en todo ese tiempo habíanintercambiado dos o tres palabras. Era una descortesía y losabía.- ¿Nerviosa? – le preguntó. Ella asintió. – ¿Hablaste conJuan Martín? - Si… tenía intensiones de esperarnos en el aeropuerto… -respondió Petra. – pero me comentó que por una tormentade nieve, los vuelos desde el sur estaban suspendidos… nocreía que le fuera posible llegar.- Bueno, lo llamamos cuando llegamos, - respondió Andrésy se llevó el tenedor a la boca. Masticó. – Si él no llega,venís para mi departamento. Después vemos… no tepreocupes…

Page 628: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Petra asintió una vez más. Comió un poco de su comida yvolvió a mirarlo. Le pidió a Andrés que le hablara de sufamilia y le aclaró que no habían hablado con Juan Martínde eso. No tuvieron tiempo, pensó Andrés divertido.- Debe ser muy lindo tener una familia así…- ¿Así cómo?- Numerosa y unida…Lo primero que pensó Andrés antes de responder fue en lapalabra unida. Si, eran una familia unida; una familia atadapor fuertes lazos de cariño. Sus tres hermanos vivían cercadel nido familiar y todos se veían y participaba de losacontecimientos familiares como si se tratara de algosacro. La familia en su totalidad decía presente para loscumpleaños, las Navidades y las Pascuas. En alguna medidaél era la oveja negra de esa unida familia. Se había apartadode todo aquello sin que le pesara ni la distancia ni laausencia de los afectos. Nunca lo había pensado en esostérminos y en ese momento lo sorprendió advertir que sí lepesaba. Todos sus hermanos se habían casado y habíanformado su familia; solo él continuaba a la deriva, sinresolver, por voluntad propia o designio del destino, comoseguiría su vida afectiva. Era consciente que tenía fama demujeriego; fama de estar siempre rodeado por bellasmujeres que tenían tanto de frívolas como de pasajeras. Nisiquiera los casi cuatro años que había compartido conSabrina, escapaban a ese rótulo. Ese era un estigma, con el

Page 629: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

que cargaba desde hacía años y que con el tiempo se habíaconvertido en una barrera que mantenía a todo el mundo adistancia, pues nadie le hacía grandes preguntas y todos sequedaban con lo que veían. No lo había planeado, así sehabía dado y a él le había venido como anillo al dedo. Hasta que se enamoró y ese aspecto que tanto lo habíaacompañado y beneficiado, resultó contraproducente.Nada de eso le mencionó a Petra. A ella simplemente lehabló de sus padres primero y de sus hermanos después. De lo encantadora y atenta que era Micaela; de lo cordial,ameno y severo que era su padre; de lo protectora ycariñosa que podía ser Florencia con sus tres hermanosvarones. Al hablar de Facundo, tuvo que esforzarse paraque sus verdaderos temores y emociones no se filtraran ensu voz. Le costaba controlar la catarata de característicasque en su mente se agolpaban al pensar en su hermanogemelo. Mencionó su deferencia, su calidez. Su carácterconciliador y suavidad de temperamento. - Facundo es sensible, organizado y detallista, - siguiódiciendo con sumo cariño. – Es sereno, generoso ydecidido. – Esbozó una débil sonrisa. – Perofundamentalmente tiene un corazón de oro y es sumamentequerible. – Hizo una nueva pausa perdido en sus propiasemociones. – Mi ángel de la guarda, - terminó diciendocasi sin darse cuenta, como si hubiera pensado en voz alta.– En líneas generales siempre me cuidó de no meter la

Page 630: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

pata…Petra lo observaba con detenimiento, entre asombrada ymaravillada. A medida que las descripciones avanzaban, loiba descubriendo más y más. La imagen que tenía deAndrés Puentes Jaume previa a la organización de ese viaje,se iba desdibujando y ante ella se presentaba un nuevohombre. Nunca antes lo había visto como una personacálida, de profundos sentimientos y valores. Siempre locreyó frívolo, altanero y algo presumido. Escucharlohablar de sus padres y hermanos con tanto sentimiento lacautivó y deseó el abrigo de esa encantadora familia.- Los extrañas mucho, - se atrevió a decir, y con expresióncomprensiva colocó su mano sobre el antebrazo de él. Andrés asintió algo avergonzado, desvió la vista hacia laventanilla primero y a su cena después. Comió un poco debudín. Volvió su mirada hacia Petra y se obligó asonreírle.- Qué dúo que hacemos…, - se atrevió a decir ella y dejóescapar una carcajada que atrajo las miradas de variospasajeros. Se tapó la boca con una mano y una expresiónaniñada se apoderó de su rostro.- Ya lo creo… - respondió Andrés divertido. – ¿Qué hay detu familia? Petra desvió la vista con cierta incomodidad. Su familia nole resultaba para nada atractiva. De hecho, no estaba segura

Page 631: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

de tener una. Mencionó que tenía una hermana mayor, quevivía en Australia desde hacía ya más de cinco años. Sumadre vivía en Valencia y su padre en Roma. Hizo unamueca y encogiéndose de hombros miró a Andrés. Al notarla falta de expresión del rostro de él, Petra se sintió en laobligación de ampliar su relato. Le contó entonces quedesde que sus padres se habían separado cuando ella teníaapenas 7 años, su mundo familiar cambió por completo. Supadre siguió viviendo en Roma y al cabo de varios añosvolvió a casarse. Fueron pocas las veces que lo visitaron,pues su padre no hizo mucho esfuerzo por fomentar larelación. Con los años el lazo se fue enfriando hasta quellegó un momento que ni siquiera recibían llamados para elcumpleaños o tarjetas para Navidad. La relación con sumadre no fue muy diferente; por supuesto que las cuidaba yles había brindado todo cuanto necesitaban para vivir ycrecer, pero también ella volvió a casarse. De la unión consu nuevo esposo llegó un nuevo hermano. Petraprácticamente no lo conocía, pues cuando el chico nació,ella ya estaba haciendo los trámites para estudiar enMadrid. De eso hacía ya más de seis años. No había mucho más que contar, pues desde entonces nohabía regresado a Valencia, mucho menos a Roma. Petrase encogió de hombros sintiéndose súbitamente pequeña ysola en el mundo.Andrés notó que se había puesto triste. Con calidez puso

Page 632: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

su mano sobre el brazo de ella y le dedicó una comprensivasonrisa.- Todos en alguna medida tenemos nuestros problemasfamiliares, - le dijo suavemente. – Estoy seguro que si enalgún momento los necesitas van a estar…- No lo creo, - le respondió ella y le devolvió una débilsonrisa. – Pero gracias por decirlo.La rubia azafata de sonrisa sugestiva interrumpió laconversación. Con la mirada clavada en Andrés le pidió labandeja. El se la entregó y le pidió otro vodka con limón. Como había sucedido antes, la chica se lo alcanzó en uninstante. Le dio un sorbo con lentitud, saboreándolo y seacomodó en el asiento. Las luces se apagaron. Petra se acomodó en el asiento y se concentró en lapequeña pantalla que tenía frente a ella. Andrés en cambiomiró por enésima vez a través de la ventanilla. Estabanatravesando una gran ciudad, lo sabía por la dimensión delamplio foco de luz. Sus dedos jugaban con los cubitos dehielo. Le dio otro trago al vodka, despacio, deseabahacerlo durar. A su lado, Petra no encontraba posición. Se recostaba, seerguía, se acomodaba en el asiento y volvía a recostarsepara empezar nuevamente con toda la secuencia. Andrés lamiró con impaciencia. Ella le sonrió débilmente y sedisculpó.

Page 633: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Afortunadamente Petra finalmente se dejó de mover y sedurmió. Andrés dormitó, cayendo en distintos sueños sinmucho sentido hasta que finalmente logró dormir un par dehoras de corrido. Cuando despertó, el sol ya se filtraba porlos protectores de las ventanillas. Faltaba muy poco parallegar.Mientras aguardaban por el equipaje, Petra habló con JuanMartín que entre molesto e impaciente, le comentó que elaeropuerto de Chapelco continuaba cerrado y no podríavolar a Neuquén hasta dentro de dos días como mínimo. Petra trató de disimular la desilusión y tal vez a Juan Martínlo convenció, pero no a Andrés que notó el temblor de sumano y vio como la mirada se tornaba vidriosa. Cuando fueel turno de Andrés de hablar con su hermano, simplementele dijo que no se preocupara, que Petra se alojaría en sudepartamento y allí aguardaría hasta poder viajar al sur.El Aeropuerto estaba abarrotado de gente. A los pasajerosde los tres aviones que acaban de arribar de distintas partesdel mundo, se sumaban aquellos que aguardaban pararecibirlos. Andrés se ocupó de contratar un auto que lostrasladaría a la ciudad. Luego sorteando los ansiososrostros de las personas que se agolpaban en el hall dearribos, siguieron al chofer hasta el estacionamiento.Era una mañana fría. Muy fría, demasiado y ni Andrés niPetra tenían el suficiente abrigo a mano para resguardarsedel helado viento. Lo único bueno fue que era un hermoso

Page 634: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

día. El cielo estaba completamente despejado; de un azulintenso y brillante. Andrés lo tomó como un buen augurio.Viajaron en silencio. Era jueves, 8.30 de la mañana y laautopista que conducía a la ciudad estaba cargada deautomóviles que se dirigían al centro de Buenos Aires. Andrés se resignó sabiendo que el viaje sería lento; no lomolestó. Con sus rostros orientados hacia sus respectivasventanillas, los dos estaban perdidos en sus propiospensamientos. Así como Petra no sabía cómo podríallenar los dos días que tenía por delante sin Juan Martín,Andrés decidía que hacer una vez instalado en sudepartamento. Ya no tenía dudas, su primera visita sería asu madre. Durante el vuelo la había extrañado demasiado;en ese instante ante el reconocido paisaje la sintió cerca yla necesidad de abrazarla aumentó. Luego decidiría cuandopasaría por lo de Facundo. Puerto Madero había cambiado mucho su fisonomía desdela última vez que Andrés lo había visto. Del otro lado delos diques, había edificios que antes no estaban y tenía unmovimiento que lo sorprendió gratamente. Con curiosidady disimulo observó a Petra que miraba todo obnubilada. Nosabía con que iba a encontrarse, no sabía que esperar deBuenos Aires, pero lo que vio la estaba impactando. Ytodavía no vio nada, pensó Andrés.Afortunadamente Beatriz, quien fuera por años susecretaria, se había encargado de mantener el departamento

Page 635: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

durante el tiempo que estuvo en Nueva York; con fondosque Andrés le había asignado, había contratado a unapersona que pasaba una vez por semana para limpiarlo.También había pasado por el departamento y lo habíaventilado para cuando Andrés llegara y había compradoalgunas cosas que sabía le vendrían bien a su llegada. Todoestaba como si Andrés lo hubiera acabado de dejar. Anteeste pensamiento Andrés sonrió, pensando que tal vezBeatriz también deseaba que él volviera. Tengo que ir avisitarla, se dijo. Petra deambuló por el departamento observándolo todocon asombro. - Es precioso, - le dijo. – Me encanta como esta decorado.- Gracias, - respondió Andrés con aire ausente. Tomó lavalija de ella y se dirigió al pasillo que llevaba a lashabitaciones y la cocina. – Vení que te muestro tu cuarto.Petra lo siguió sin dejar de mirar todo a su paso. En laprimera puerta de las cuatro que había en el pasillo, Andrésingresó y ubicó la valija junto a una cómoda de cuatrocajones. La habitación era bastante impersonal con elmobiliario justo y necesario. Le indicó que en el placardencontraría toallas y sábanas. No creía que la camaestuviera hecha. - Voy a hacer café, - dijo volviendo al corredor. - ¿Querésuno?

Page 636: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Me vendría muy bien, - respondió ella. – Después tal vezme duche y duerma un poco… estoy cansada.- Movete con toda la libertad del mundo, - respondió él concalidez. Ingresó a la cocina y fue directo a la cafeteraExpress. Petra lo siguió unos pasos detrás. – Me gustaríavisitar a mis padres…, - le dijo. – Si te parece, tomamos uncafé… me ducho y me voy. – Hizo una pausa mientrasbuscaba dos tazas y cargaba la cafetera. – Después te dejotranquila para que descanses.- No te quiero molestar, - le respondió ella dejándose caeren una de las sillas junto a la mesa de la cocina.- No me molestas para nada, - repuso él sabiendo que elladebía sentirse incómoda. Tomó dos tazas y las ubicó sobrela mesa. – Te voy a dejar una llave por si tenés ganas desalir a dar una vuelta… Manejate como si estuvieras en tucasa.

Cruzó el portal y lentamente tomó el sendero de piedra queconducía a la entrada principal de la casa. Condeterminación tocó el timbre y desde el porche giró acontemplar el jardín delantero de la casa de sus padres. Estaba igual que siempre; los rosales, ahora pelados por elfrío invierno, en dos meses darían flores rojas, amarillas yblancas; los agapantus verdes sin flor bordeaban elperímetro; la verde enredadera que cubría el cerco. El

Page 637: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

olor a tierra húmeda le inundó la nariz y lentamente semezcló con el olor de su hogar. Hacía ya muchos años queno vivía en la casa de sus padres, pero ese sería siempre suhogar. A su espalda escuchó primero una voz y luego elsonido de una llave moviéndose en la cerradura. Giró ysonrió.- Un día de estos me vas a matar de un susto, - protestóMicaela Puentes Jaume al verlo. Se cubrió la boca conambas manos primero y luego dejó que una de ellasdescansara sobre su pecho. – Andrés no lo puedo creer…- Hola mamá, - respondió y fue hacia su madre que loaguardaba con los brazos abiertos.Se fundieron en un fuerte y prolongado abrazo. Y allípermanecieron largo rato, hasta que Micaela se separó deél y contemplándolo con los ojos llenos de emoción, tomóel rostro de su hijo entre sus manos. Lo besó y lo alentó apasar. Andrés cerró la puerta y todavía abrazados, se dirigieron alinterior de la casa. A medida que cruzaban los ambientesAndrés les fue dando un rápido vistazo comprobando quetodo estuviera en su lugar. En algún punto, necesitabadescubrir que nada había cambiado, de pronto ese detalle sehabía tornado importante. Micaela lo condujo hasta el jardín de invierno donde ellahabía estado trabajando. En menos de cinco minutos le

Page 638: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

ofreció de todo para beber, desde café hasta mate, pasandopor la gaseosa, un vaso de agua o un té. Se la notaba tanfeliz que por momentos Andrés creyó que se iba a poner allorar. Andrés se ubicó en uno de los sillones y ya sentado leaceptó un café. Micaela asintió y lo contempló unosminutos más. Se excusó e ingresó a la casa en busca de laempleada a quien le encargaría el café. - ¿Y papá? – preguntó Andrés elevando el tono de voz.- Tiene que llegar de un momento a otro, - respondióMicaela desde el interior de la casa. – Descuento que tequedas a almorzar con nosotros, - siguió diciendo alaparecer en la entrada del jardín de invierno con la bandejade café en sus manos. – No te podes negar…- Claro que no me pienso negar,- respondió con unasonrisa.Micaela se ubicó a su lado y lo contempló emocionada. Todavía no podía creer tenerlo sentado allí, a su lado, porfin en casa. De un tiempo a esta parte, Andrés se habíaconvertido en su gran preocupación. Lo había hablado consu esposo, pero esta vez Ernesto se había quedado sinpalabras. Desde el día que recibieron el llamado telefónicode Andrés informándoles su decisión de regresar parasiempre a Nueva York, no había pasado un día sin queMicaela pensase en qué podría haberle sucedido.

Page 639: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Sin poder contener su ansiedad, Micaela quiso saber todode su hijo. ¿Cuándo había llegado?; ¿por cuánto tiempo sequedaba?; ¿estaría para el cumpleaños de su padre?; ¿quéplantes tenía? Al escucharla, Andrés rió divertido yabrazando a su madre, le dio un beso en la mejilla.Rápidamente le contó que había llegado esa mañana, hacíatan solo cuatro horas. Había viajado para el cumpleaños desu padre y no tenía idea de cuánto tiempo permanecería enBuenos Aires; esa respuesta dependía de varios asuntos quedebía tratar en la ciudad. - Contame de vos mamá, - dijo con voz casi suplicante. –Quiero saber de ustedes.Micaela se encogió de hombros y mencionó que estababastante atareada con la organización del cumpleaños de suesposo. Tenía todo organizado, pero, como siempre, losdetalles la estaban torturando. Se había demorado en la organización porque acababa deregresar de Mendoza, a donde había viajado para estar unasemana en casa de Florencia y Fernando. El viaje seextendió por quince días, pues una terrible tormenta denieve, había bloqueado la mayoría de los accesos, incluidolos aéreos. El pequeño Evaristo estaba precioso y ya habíaempezado a comer. Al final más allá de los contratiempospor la organización del cumpleaños había sido unabendición permanecer más tiempo en casa de su hija, pueshabía podido disfrutar mucho a su pequeño nieto.

Page 640: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Explicame ¡cómo pudieron ponerle ese nombre!, -comentó Andrés con desaprobación.- Ah! Era el abuelo de Fer, - respondió Micaelacompartiendo la opinión de su hijo. – El otro abuelo sellamaba Eusebio… así que no te quejes y festejemos elEvaristo…Andrés rompió a reír por el comentario de su madre yMicaela se unió a él, rogándole a Dios que Florencia, sibuscaba más hijos, tuviera niñas. Las risas aumentaron yfue un maravilloso momento para ambos.- Mica, ya llegué. La voz de Ernesto interrumpió las risas. Micaela sonrió ypuso una mano sobre el brazo de su hijo. Lo miró concomplicidad al tiempo que le informaba a su esposo queestaba en el jardín de invierno.- Me encontré con Ricardo en el banco, - estaba diciendoErnesto. Su voz se iba acercando lentamente. – Dice quevan a asistir al cumpleaños… Parece que Elsa ya arregló…- se le quebró la voz al ver a Andrés muy sonriente paradojunto a su madre. – Por Dios… Andrés… ¿cuándo llegaste?Apuró el paso y abriendo sus brazos, abrazó a su hijoconmovido. Andrés se aferró a su padre con alivio. Unasensación de paz, una que hacía demasiado tiempo no sentíalo invadió. Llevado por un impulso abrazó a sus dosprogenitores en un mismo abrazo.

Page 641: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Los extrañé mucho, - dijo. Ernesto y Micaela lo observaron también emocionados. Elgesto los había sorprendido a ambos. No era propio deAndrés expresar sus sentimientos tan abiertamente. Eseera un gran cambio que en silencio ambos festejaron. Durante el almuerzo, los tres conversaron sobre todo losucedido durante el tiempo que no se habían visto. Andrésles habló de su vida en Nueva York, de las exp osiciones dearte, de los viajes a San Francisco y a Chicago. Les mandómuchos saludos de Juan Carlos y mencionó que su amigovivía con su pareja en San Francisco. Hizo una pausa y enrealidad se dio cuenta que no era mucho lo que tenía paracontar, salvo que entrara en temas más escabrosos. No, nolo haría. No tenía ganas de hablar con sus padres de lasituación con Facundo, ni mucho menos del motivo que lollevó a refugiarse en Nueva York. Tal vez algún día, peroese no era el momento.- Juan vino muy contento del viaje, - dijo Ernesto concierta precaución. – Dijo que les había hecho muy bien aambos.- Si, la verdad es que nos vino bien…- dijo sintiendo que supadre intentaba llevar la conversación hacia ese punto. Nole molestó. – Los dos solos en esa gran ciudad, fuefantástico.Les habló de todo lo que juntos habían compartido durante

Page 642: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

los siete días que duró la estadía de Juan Martín en NuevaYork. También aquí omitió ciertos detalles, como ladiscusión que ambos mantuvieron sobre Lara; lainformación que Juan le había brindado sobre Facundo yfundamentalmente omitió hablar de la existencia de Petra. - Me alegro tanto que hayan podido hablar, - dijo Micaelauna vez más con los ojos congestionados del lágrimas.Puso su mano sobre el brazo de Andrés, como lo habíahecho cientos de veces desde que su hijo se presentara enla casa. – No sabes lo feliz que estoy de tenerte acá…- También yo estoy feliz de haber viajado, - respondióaunque tal vez sus palabras fueron algo exageradas.Pasaron a hablar de la organización del cumpleaños. AMicaela le hubiera gustado poder ofrecer una importantefiesta en el Paraíso, pero tanto Ernesto como Juan Martínhabían logrado hacerla desistir. No les parecía una buenaidea por la época del año. Haría mucho frío y siendotemporada alta de ski, sería muy complicado para losinvitados conseguir pasajes y alojamiento. FinalmenteMicaela había entrado en razón y la fiesta la llevarían acabo en el salón de fiestas del Yacht Club de PuertoMadero. Eran pasadas las cuatro de la tarde, cuando después devarias rondas de café, Andrés se puso de pie. Su madre lohubiera retenido todo el día, pero él se excusó diciendoque estaba muy cansado, y quería pasar por un lugar antes

Page 643: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

de volver al departamento.- Porqué no venís a cenar, - se apuró a decir Micaelatomándolo del brazo. No lo quería soltar, temiendo que silo hacía, el ya no estaría en Buenos Aires al día siguiente.- Tal vez mañana, mami, -le dijo y le dio un fuerte abrazo. –Te juro que hoy lo único que deseo hacer es dormir.- Te esperamos mañana entonces, - lo apuró Ernesto.Andrés los contempló unos segundos y asintió sin poderresistirse al cariño que sus padres emanaban. De prontocomo una ola que lo envolvía sintió lo mucho que losnecesitaba y no podía creer no haberse dado cuenta antes. No le pasó inadvertido que ni Ernesto ni Micaela habíanhecho la más mínima mención de Facundo. De ese extrañocomportamiento solo podía desprenderse que sus padresestaban muy al tanto de los sentimientos de su hermano. Facundo y Lorena vivían en una típica casa chorizo en elbarrio de Palermo Viejo. Al llegar al domicilio de sugemelo, consultó su reloj. Era las cinco menos cuarto deun jueves y lo más factible era que Facundo no hubieraregresado de su trabajo. Si así fuera, lo esperaría.Se acercó a la puerta gris topo y con decisión tocó eltimbre. Lorena atendió por el portero eléctrico y conpicardía Andrés le respondió que traía un sobre paraFacundo Puentes Jaume. No lo podía dejar en el buzón,necesitaba la firma de recepción.

Page 644: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Lorena abrió la puerta unos minutos más tarde. En cuantolo vio allí parado retrocedió un paso como si hubiera vistoun fantasma. Se abrazaron contentos de volver a verse yAndrés acarició fascinado la increíble panza de Lorena. Nunca había estado en la casa de Facundo y Lorena. Esaera otra de las cosas que no podía creer haberse perdido. Al cruzar la puerta de entrada, se encontró en una ampliagalería parcialmente techada. De un lado, unos enormescanteros de cemento cargados de flores decoraban lablanca pared medianera.; del otro una pared ocre viejo condos puertas ventana que conducían, una al escritorio deFacundo y la otra a un hall donde estaba ubicada la escaleraque llevaba a la planta alta. Por allí ingresaronconversando, Lorena lo condujo a través de una amplioliving comedor y cruzando una arcada llegaron a la cocina. Allí se sentaron.Las conversaciones fueron prácticamente las mismas quecon sus padres. Lorena estaba de lo más contenta de queAndrés se encuentre en Buenos Aires. Para él fue muyreconfortante tan grato recibimiento; lo relajó y lo alentó apensar que tal vez Facundo no estaría tan enojado despuésde todo. Se mostró ansioso por saber todo sobre el bebe yla salud de la futura madre. Con la frescura y la simpatía desiempre Lorena le contó que afortunadamente estabateniendo un excelente embarazo y que más allá de los kilosque había aumentado, se sentía feliz.

Page 645: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿Saben que va a ser?Lorena sacudió su cabeza negativamente. Queríanenterarse el día del nacimiento. Tampoco habían decididolos nombres. Andrés asintió conmovido.- Estas preciosa, - le dijo con sinceridad. – Se te veespléndida.- Me siento espléndida, eso es lo mejor de todo. – Se pusode pie algo sobresaltada. – Soy una desconsiderada. Qué tesirvo.- Nada, estuve en lo de los viejos y mamá me llenó de todo.- Contame vos… ¿qué es de tu vida?Le dio el mismo resumen que les había dado a sus padresun par de horas atrás y una vez más sintió que no habíahecho nada con su vida durante los últimos veinte meses. - Vaya vaya…, - la voz de Facundo los interrumpió. No lohabían escuchado entrar y apareció en la arcada de la cocinasin que Lorena y Andrés lo advirtieran. – Esto sí que no loesperaba.Por un instante Andrés se entusiasmo. Se puso de pie y conuna sonrisa se acercó a su hermano. Se saludaron y todo elentusiasmo que había sentido hasta hacía un instante sedesvaneció al chocar contra la frialdad de su hermano. Facundo se dirigió a Lorena. Le dio un beso en la mejilla yle acarició delicadamente la panza. Como si Andrés no seencontrara allí, siguió su camino hacia la sala de estar

Page 646: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

contigua a la cocina, en la parte trasera de la casa.La indiferencia de Facundo golpeó a Andrés como unabofetada en pleno rostro. Lo soportó estoicamente y sinamedrentarse siguió a su hermano hasta la sala de estar. Facundo se había ubicado en un sillón, escondiendo surostro tras un diario. Sin saber que otra cosa hacer, Andrésmiró a través de la ventana de vidrio repartido y contemplóla gran pileta ubicada en el centro del jardín. - Te estuve llamando, - le dijo Andrés al cabo de variossegundos de absoluto silencio.- Me enteré, - fue la escueta respuesta.Por unos momentos Andrés no supo qué hacer. Facundono le había dejado margen para ningún tipo de comentario.Se sentía incómodo y hasta agredido por la actitud de suhermano. Pero no se dejaría amedrentar tan fácilmente. Tomó una parte del periódico ubicada sobre la mesa yadoptó la misma expresión y comportamiento que suhermano. A una parte de él lo divirtió la escena, aunque notenía nada de divertido; pero por algún motivo la situaciónle trajo recuerdos de la niñez, cuando enojados por algunaestupidez, se sentaban a esperar que alguno de los doscediera. Generalmente era Facundo el primero en ceder,por no decir el noventa y nueve por ciento de las veces;pero esta vez sería bien diferente, eso estaba más que claropara ambos. Le dedicó una furtiva mirada a su hermano queestaba en la misma posición que cuando se sentó.

Page 647: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿Tus cosas bien? – se atrevió a preguntar Andrés sin bajarel diario que le cubría el rostro.- Si, todo bien.Nada más dijo.En la cocina, Lorena acomodaba la vajilla y los sonidos desus movimientos alentaron a Andrés a unirse a ella. Sepuso de pie, dobló el diario y lo colocó sobre la mesa. Regresó a la cocina.Al verlo aparecer, Lorena insistió con que tomara un café. Esta vez Andrés aceptó y se ubicó en una silla junto a lamesa. Lorena le dio la espalda por unos segundos con la excusade prepararlo. El clima se había enrarecido. No leagradaba la situación y si bien tenía que reconocer queFacundo tenía razones más que valederas para estarenojado, su comportamiento le resultaba excesivo. Habíanhablado mucho del tema y siempre la conversaciónconcluía con un “no te metas” por parte de él.Mientras servía los dos cafés, Lorena le dirigió una rápidamirada a su cuñado. Andrés había cruzado sus brazos sobrela mesa y había volcado levemente su peso hacia delante. Lo notó cansado; su rostro se notaba rígido y ausente. Tenía aspecto de desprotegido, indefenso. Una vez máspensó en lo increíblemente apuesto que era. Hasta en eseestado de agotamiento, el tipo tenía un “no sé qué”, que lo

Page 648: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

hacía diferente.Finalmente Lorena giró. Le extendió una de las tazas y seubicó en la mesa enfrentándolo. Miró hacia el estar solopara comprobar que su marido estaba en la misma posición,escudado tras el diario. Pero Lorena podía apostar queFacundo seguiría con suma atención cada palabra ymovimiento de su hermano. - Te veo cansado, - le dijo luego de beber un sorbo de café.- Lo estoy, - respondió él. – Llegué hoy a la mañana ynunca logro dormir mucho en los aviones. – Hizo unapausa y bebió un poco de café. – Almorcé con los viejos yde ahí me vine para acá.- Cuando llegues a tu departamento, te desmayas, -comentó Lorena con tono risueño. - ¿Te quedas muchotiempo?Andrés se encogió de hombros y comentó que dependeríade algunas cosas. Por lo pronto se quedaría hasta elcumpleaños de Ernesto.- ¿Vas a ir a ver a Lara? - preguntó Lorena directamente. A Andrés la pregunta lo sorprendió en un primer momento,pero ante una segunda consideración, tuvo que admitir quedebió haberlo previsto. Lorena era muy directa y tenían lasuficiente confianza para preguntar de ese modo.- No, - respondió con firmeza. Sacudió su cabezanegativamente. – ¿Para qué la voy a ir a ver?… Estoy

Page 649: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

seguro que Tristán Carrillo debe haber aprovechado miausencia y prefiero no enterarme de nada más. No estoy encondiciones de soportar encontrarla en tu estado. - Hizouna pausa y terminó su café de un largo sorbo. – Tengo otroproblema que solucionar antes de pensar en ella…Lorena asintió, sabiendo que se estaba refiriendo aFacundo. Lo miró y le dedicó una mueca cargada decomplicidad, pero no agregó comentarios.Abruptamente Andrés se puso de pie. Estaba terriblementecansado. Le dolían las piernas y la cabeza. Era hora demarcharse.- Me voy Lore, - le dijo a su cuñada. - Estoy muerto decansancio y todavía no desarmé la valija. – Se estiró yrespiró hondo. – Te diría que podríamos organizar parajuntarnos a cenar… pero lo veo complicado…- Podes venir a cenar cuando quieras, - le aclaró ella sindudarlo. – No necesitas invitación y lo sabes…- No me parece muy buena idea, pero te agradezco, -respondió Andrés. – Mañana ceno con los viejos. Te locomento para ahorrarles el mal momento. - Miró por sobresu hombro a Facundo que continuaba escondido tras eldiario. – Chau Facundo.- Chau.Lorena lo acompañó a la puerta de entrada y al regresar a lacocina se encontró con su esposo parado en medio del

Page 650: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

estar con la mirada perdida en el jardín. Lo observó unossegundos y sin agregar comentarios, tomó las tazas que ellay Andrés habían utilizado y las llevó a la pileta paralavarlas. Facundo se acercó a la cocina. La visita de Andrés lo habíaafectado y ahora llegaba el momento de exteriorizar todolo que había reprimido en presencia de su hermano. - Se lo veía bien, - fue lo primero que Facundo dijo. Esperó uno segundos como si creyese que Lorena iba aacotar algo, pero no fue así. – Me sorprendió que se hayadado por vencido con Lara… eso no es propio de él…Lorena giró para enfrentarlo. Estaba fastidiada conFacundo por el mal momento generado. Toda la situaciónera una verdadera porquería; Facundo había sufrido por eldistanciamiento y por la indiferencia de Andrés. PeroLorena intuía que había algo más. Facundo había trabajadoy moldeado todo ese dolor y esa desilusión hastaconvertirlo en otra cosa; y todavía no podía definir en quelo había transformado. - Creo que tiene otro problema en la cabeza, algo que lopreocupa un poquito más que Lara, - replicó molesta. Elfiloso dejo de ironía no pasó inadvertido para Facundo. - No lo vi nada bien. Estaba apenado… No podes no habertedado cuenta… - Lorena se sentó y su mirada se cruzó conla de su esposo. –La verdad es que ya me está cansandotoda esta situación. Podrías haberle dicho todo lo que me

Page 651: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

venís diciendo y hacer las paces con él.- No le va a venir nada mal un poco de su propia medicina, -protestó Facundo sin mucho convencimiento. Fue hasta laheladera y extrajo una botella de gaseosa. Tomó un vaso dela alacena y se sirvió. – Te voy a decir una cosa de mihermano.Los ojos de Facundo siempre cálidos y serenos semostraban tristes e inquietos. Súbitamente pareció sumidoen sus recuerdos. Con voz cargada de nostalgia le contó aLorena lo risueño y desfachatado que Andrés podía ser. Tenía chispa y conocía muy bien las herramientas con lasque contaba. Dueño de un encanto irresistible y un poderde seducción innato que maneja a la perfección, Andréssiempre lograba salirse con la suya; también gracias a esosatributos podía ser peligrosamente manipulador. Facundocayó una vez más en un mar de recuerdos y sensaciones.Le mencionó entonces que por aquella época Lara eranovia de Juan Martín. Lorena asintió. Conocía toda lahistoria y todavía no sabía bien a donde deseaba llegarFacundo con todo ese relato. Nada de lo que habíaescuchado era nuevo para ella, pero lo dejó hablar sabiendoque le haría bien a su esposo hacerlo. Había llegado a laparte en que Andrés comenzó a rodearse de modelos, adesesperarse por alcanzar el éxito profesional y elposicionamiento económico que siempre había buscado.- Empezó a mostrarse frívolo y los sentimientos quedaron

Page 652: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

relegados. No era tan importante lo que sentía como podíaser la imagen que la gente tuviera de él. Se recluyó enNueva York. Se amuralló y se construyó a sí mismo.Construyó concienzudamente la imagen del éxito que éldeseaba alcanzar. Compró su propio producto y Sabrina fueel broche perfecto para él. Eran una pareja rutilante enNueva York, en Buenos Aires o donde sea. - Se paró y sealejó de Lorena. Fue hacia la puerta que daba a la galería yla abrió. Encendió un cigarrillo. – Entonces se cruzó conLara, y ya no estaba Juan Martín en medio de ellos. Elcambio fue automático, - siguió diciendo. –No me dicuenta enseguida, fue demasiado sutil, pero con el tiempo yobservándolo pude unir cabos. – Hizo una nueva pausa. –Darse cuenta de lo que le sucedía con Lara lo descolocópor completo. Si hasta llegó a acceder al pedido de Sabrinade establecerse juntos en Nueva York. Ese autoengañoduró poco más de un año. Pero, en cuanto regresó aBuenos Aires y volvió a toparse con Lara, perdió la cabezapor ella. Lentamente volvió a mostrarse sensible, celoso alextremo; volvió a reírse y a manifestarse abiertamente. –Lorena volvió a asentir y vio como Facundo le daba unanerviosa pitada a su cigarrillo. – Ya no necesitabaprogramar cada detalle porque las piezas estaban en susitio… Le importó un rábano intentar seducirla en fiestasllena de conocidos de la familia y hasta enfrentó a JuanMartín aún sabiendo que los costos para él serían

Page 653: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

altísimos. – Apagó el cigarrillo en el cenicero de la galeríae ingresó nuevamente a la casa. – Más allá de Juan Martín,me alegró verlo nuevamente exteriorizar lo que sentía… lovi vivo… Entonces cuando inesperadamente Lara lo dejó,volvió corriendo a Nueva York que es donde más seguro sesiente. Otra vez el distanciamiento, la soberbia y ladesesperación por el millón de dólares. – Hizo una nuevapausa meditando sus palabras. Clavó su mirada en Lorena,pero ella no estaba segura de que la estuviese viendo. – Elprincipal problema de mi hermano es él mismo… Notolera sus propios sentimientos… se siente débildejándose llevar por ellos… y sufre…sufre mucho, porqueAndrés siempre sintió que era el elegido para el éxito yesta tan aferrado a eso que no soporta pensar que puedefracasar… - Ahora miró a su esposa con atención. –Porque aunque te cueste creerlo, Andrés necesita formaruna familia… necesita la paz de un hogar… necesita que locontengan. Si no tiene eso se convierte en alguien que élmismo inventó… pero no es él.- Entonces porque no lo ayudas en lugar de provocarlo, - seatrevió a decir Lorena. – ¿Vos te das cuenta que si hay algoque no soportaría perder es tu cariño? Parecía un chico,me partió el alma… Nunca antes lo vi tan retraído.- Ya lo sé… o vos te crees que a mí no me pasa lo mismo, -respondió Facundo ahora abrumado. – No me gusta tratarloasí… nunca lo traté así… me duele más de lo que vos

Page 654: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

crees, pero si no lo hago, va a terminar mal eso no me losaca nadie de la cabeza. – Respiró hondo dándose fuerzas.– Si hubiese hablado con él… si hubiese hecho las pacescon él como tantas otras veces, no hubiera servido de nada. Andrés hubiese conseguido una vez más lo que deseaba…-Sacudió su cabeza negativamente. – No Lore… no hubieraservido de nada. Hubiese regresado a Nueva Yorkconvencido de que todo está en orden y no es así. Él notiene la cabeza en orden; es él el que no está bien. –Meditó lo que acababa de decir. Asintió convencido deestar haciendo lo correcto. - Lo tengo que hacerreaccionar… quiero a mi hermano de vuelta… estoy hartode sus barreras y su ostracismo.Una vez en la calle, Andrés respiró hondo buscandocontrolar la mezcla de sensaciones que se arremolinaba ensu interior. La tarde ya había caído y la oscuridad avanzabapor las desoladas calles de Palermo. Hacía frío, muchofrío. Se subió el cierre de su campera y levantó el cuellopara cubrir mejor la nuca y parte de la garganta. Todavíasacudido encendió un cigarrillo y comenzó a caminar. Bajó por Soler y dobló en Borges hacia Santa Fe, sinreparar ni en los negocios ni en la poca gente que caminabaapurada por llegar al hogar.Caminó lento obligando a su mente a analizar el encuentrolo más fríamente posible. Pero estaba demasiado cansadopara forzarse a un análisis, era mucho más fácil liberar los

Page 655: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

sentimientos para que se explicasen por sí solos. Loprimero que reconoció fue un enojo descomunal y por sumente cruzó fugazmente la idea de tomar la valija, quetodavía no había desarmado, y regresar a Nueva York. Siempre es una opción, se dijo. Pero no era la correcta ylo sabía. Tenía que quedarse y afrontarlo por másincómodo y terrible que pareciera. Facundo no se la iba ahacer fácil, eso era claro. Lo estaba castigando, lo sabía ylo sentía. Pero algo le decía que era por mucho más quepor el comportamiento de los últimos años. Y lo pero eraque él se sentía culpable. Bajó la cabeza y escondió la bocay la nariz tras la solapa del cuello de su campera. Sintióque merecía cada gesto de indiferencia de su hermano. Elenojo se fue diluyendo a medida que las cuadras pasaban ysu mente se ponía en funcionamiento. Entonces lo embargóuna sensación de soledad y hasta de abandono. La avenida Santa Fe estaba casi vacía y la desolada avenidaresaltó la sensación de desamparo. Una vez más pensó enmandar todo a la mierda y regresar a la seguridad de sudepartamento de Manhattan. No seas cobarde, se dijo.Caminó y caminó, cuadra tras cuadra preguntándose cuantotiempo duraría. Pero había algo en el fondo de su menteque lo desconcertaba. Facundo no era una personavengativa, mucho menos rencorosa. La actitud de suhermano debía tener un propósito; pero cuál. No alcanzabaa imaginarlo. Si tan solo supiera hacia donde Facundo

Page 656: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

deseaba conducirlo.En la intersección de Santa Fe y Bulnes, se detuvo frente aun semáforo. De pronto sintió las piernas entumecidas porel cansancio y el frío. No lo pensó dos veces. Estiró lamano y se trepó al primer taxi que paró. Le pesaban losparpados y lo único que deseaba era llegar a sudepartamento y tomar una copa.Entró al edificio soñando con un trago que lo ayudaría atemplar el cuerpo y el espíritu. Cuando puso un pie en sudepartamento se sobresaltó al ver las lámparas encendidasy un exquisito aroma sobrevolando el ambiente. Frunció elceño súbitamente desorientado. - ¿Cómo te fue? – preguntó Petra al aparecer por elcorredor. Andrés se la quedó mirando entre perplejo y anonadado. Lavista se le nubló y por un instante creyó ver a Lara,sonriente, cálida y contenedora. Se frotó los ojos con unamano deseando con todo su ser poder apreciar la escena. Petra lo miraba aguardando una respuesta. Llevaba puestoun delantal, que Andrés ni siquiera sabía que existía. Se levino el alma a los pies. Se había olvidado por completo quePetra estaba allí aguardándolo. - ¿Estás bien? – insistió la chica ahora con seriedad. Seacercó a él dubitativamente. - Te ves terrible…- Así me siento, - fue lo único que alcanzó decir.

Page 657: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Se sacó lentamente la campera y la dejó sobre uno de lossillones. Fue hasta el pequeño bar y se sirvió un vaso dewhisky. Bebió un poco y cerró sus ojos dejando que labebida corriera por su cuerpo. Se volvió hacia Petra, queen silencio seguía contemplándolo.- Ahora me siento un poco mejor, - le dijo y se obligó asonreírle. - ¿Cómo te fue?- Bien… a la tarde salí a dar una vuelta y compré algunascosas, - comentó. De pronto pareció incómoda, como sise hubiese arrepentido de sus planes. – Paraentretenerme… pensé en cocina para cenar.- Muchas gracias, - le dijo él sabiendo que la chica estabaintentando agradecerle de alguna manera el haberlahospedado. - Tengo que reconocer que estoy muerto dehambre y de sueño…Petra asintió y sin decir más, volvió a la cocina. Andrés maldijo por lo bajo. No estaba de humor para unacena de ese tipo. Le dolía todo el cuerpo, principalmentelos pies de caminar con zapatos poco adecuados. Le dioun largo trago a su whisky y cerró los ojos al sentirlocorrer por su garganta. No tenía deseos ni de ser cortés, nide entablar conversaciones que no le interesaban. Bufófastidiado, sintiendo el terrible peso de la deuda que sentíatener con Juan Martín.El último esfuerzo del día, pensó, hoy estoy de remate.

Page 658: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Con el vaso en una mano y la botella en la otra, Andrés fuehasta la cocina. Se detuvo en el umbral de la puerta y desdeallí observó la escena. Petra trabajaba sobre la mesada. Había encontrado las copas, la vajilla y todo lo necesariopara vestir la mesa. La familiaridad de la escena le dio unescalofrío. Por unos segundos, cansado de resistirse, dejóque los recuerdos lo atropellaran. A Lara le encantabapreparar la cena para los dos; le encantaba la calidez y laintimidad de la cocina. Decía que allí se cocinaba la vidamisma. Se mordió el labio inferior y de un trago vació suvaso. Tengo que vender este departamento, pensó como sicon eso eliminara el problema.Ya había decidido que no se acercaría a Lara´s Restó, nivisitaría la zona donde Lara vivía y tenía la empresa. Nodeseaba cruzarse con ella y descubrir que había encaminadosu vida en compañía de otro hombre. No lo soportaría. Sirecorría Buenos Aires, lo haría por aquellos lugares quesabía ella no estaría. Qué día difícil, se dijo Andrés sintiéndose entregado a susuerte. Rellenó su vaso y se dejó caer en una de lassillas. Había algo en la escena que a Andrés le ponía lospelos de punta. Se sentía incómodo y representando unpapel que no era el que deseaba representar. Tenía terriblesdeseos de levantarse y tirarse a dormir, pero no tenía formade desembarazarse de Petra sin mostrarse brutalmentedescortés. El silencio, era solo interrumpido por la

Page 659: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

actividad de Petra y por un momento Andrés temióquedarse dormido. Se obligó a conversar, o por lo menos ahacerla hablar a Petra.- ¿Por dónde anduviste? – preguntó sin mucho interés.- Por esta zona… estuve dando vueltas por los diques, muylindo todo, - respondió dedicándole una mirada rápida. Abrió el horno y comprobó que todo estuviera en orden. –Hay unos restaurantes preciosos… Me encantó uno enparticular… pero no me acuerdo el nombre.Andrés se recostó contra el respaldo del asiento y laescuchó dándole pequeños sorbos a su bebida. El alcoholempezaba a hacer efecto y lo agradeció. El frío lentamenteabandonaba su cuerpo y su mente por momentos flotaba enla nebulosa. Petra le contaba que había hablado con JuanMartín en dos oportunidades y con voz cargada deexpectativa, mencionó que la tormenta empezaba adesvanecerse. Calculaba que el aeropuerto abriría al díasiguiente o a más tardar el sábado, y ella podría finalmentevolar hacia Neuquén. El maravilloso aroma que salía del horno le impregnó lasfosas nasales y su estómago rugió ante el repentino ataquede hambre. Se frotó el rostro con ambas manos y seirguió. Petra mencionaba que había comprado también vinotinto, el cual había sido elegido por el precio, más que porsu calidad. No entendía nada de vinos, y lo seleccionósobre la premisa de que caro siempre es mejor que barato.

Page 660: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Colocó la botella de vino frente a él y suavemente le pidiósi lo podía abrir. Él asintió y tomó la botella. - Muy buena elección, - le dijo al leer la etiqueta. – ¿cuántote salió?- Nada… es lo mínimo que puedo hacer, - le respondiódándole la espalda. Abrió el horno y extrajo la asadera. –Espero que esto te guste. Son costillas de cerdo con salsade mostaza y papas gratinadas para acompañar. - Ah bueno, - repuso él sorprendido. – Estuviste toda latarde cocinando…- No es tan difícil, - respondió ella alagada por elcomentario. – Espero te guste.Andrés llenó las copas y se ubicó en su sitio. Condelicadeza, Petra colocó un plato frente a Andrés y a él sele hizo agua la boca cuando el aroma le envolvió su rostro.Se llevó un bocado a la boca y cerró los ojos ante el placerque le produjo la comida. - ¿Te gustó? – preguntó ella tímidamente.- Mi hermano esta salvado, - comentó él todavía con laboca llena, - esta delicioso…Ella sonrió complacida y se sirvió su plato. Se ubicó frentea él. Comieron en silencio, lo cual lo único que hizo fueacentuar lo extraño de toda la situación. Necesitabadesesperadamente entablar cualquier tipo de conversacióno corría verdaderos riesgos de quedarse dormido.

Page 661: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿Cuántos años tenés Petra? – Fue una pregunta estúpida,pero en el fondo era tan buena como cualquier otra.- 25, – respondió ella con naturalidad. - ¿Vos?Andrés ahogó una risa divertido. Le causó mucha gracia larapidez de la pregunta, como si se tratara de un partido detenis y la pelota haya regresado demasiado rápido a sucampo.- 35, - respondió. Volvió el silencio y esta vez él seesforzó por encontrar alguna pregunta que la hicieraexplayarse un poco más. – ¿Cómo pensás que va a seguiresta historia?La pregunta la tomó por sorpresa; la golpeó. Se puso tensae irguió la espalda. Con la mirada recorrió la mesa, tal vezordenando sus pensamientos, tal vez pensando que todavíano se había hecho la pregunta a sí misma.- No lo sé, - dijo al cabo de varios segundos de profundosilencio. – Quiero ver a Juan; necesito hablar con él,necesito sentir que…, - se detuvo un segundo. No fue lavergüenza lo que le impidió seguir hablando, fue el temor alo que Andrés podría estar pensando. -… necesito sentirque seguimos en la misma sintonía…Él la estudió unos momentos y una idea extraña se fueformando en su mente. No lograba decidir si preguntar eralo correcto, pero tenía que hacerlo, de lo contrario siempretendría esa duda.

Page 662: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Quiero hacerte una pregunta, - dijo él luego de muchomeditarlo. Ella frunció el ceño pero asintió. – ¿Teenamoraste de Juan o de la idea de familia unida…?La pregunta la sorprendió. No la esperaba pero después detodo lo habían conversado, no le pareció fuera de lugar. - Quiero todo lo que representa… todo lo que me hacesoñar… - se detuvo y sacudió su cabeza negativamente. Nohabía comenzado bien. – No, no… quise decir que loquiero a él. – Se detuvo. Hizo una mueca con su boca yclavó sus lánguidos ojos verdes en los de Andrés. – Quierola vida con él… y no me importaría seguirlo si mañana medice que se va a Alaska. El concepto de familia unida vienecon él… sin él no hay ni familia, ni unidad. – Bajó la vistaun instante y cuando volvió a elevarla, la clavó en la deAndrés. - Responde eso a tu desconfianza.La sinceridad de la muchacha lo sorprendió gratamente. Era chica en edad, pero evidentemente madura, segura ydefinida. Andrés asintió y le dedicó una débil sonrisa.- Solo espero que a él le suceda lo mismo.- Te vas a dar cuenta en cuanto lo veas, - comentó Andrés. -¿Y después?...- Y después veremos… vivo proyectándome con él, -respondió con más sinceridad que antes. Tomó un poco devino y miró a Andrés con determinación. – Como ya tecomenté, no tengo lazos afectivos fuertes en ningún lado…

Page 663: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Si Juan sigue sintiendo lo mismo y si la propuesta dequedarme se materializa… no lo voy a dudar. Nada me haríamás feliz. – Hizo una pausa y meditó sus siguientespalabras. Se encogió de hombros. - Si no es así… siempreesta Nueva York…- Si… siempre esta Nueva York.Siempre estaba Nueva York para recibirlos en caso que lascosas no se resolvieran como ellos lo deseaban. Andrésbien lo sabía. Nueva York, con su impersonalidad, con susríos de gente; el lugar ideal donde poder perderse yahogarse sin testigos. El mejor refugio del mundo comole gustaba definirlo. Andrés sacudió su cabeza y trasladó sus pensamientos haciatemas un poco más estimulantes. Rellenó las copas con loúltimo que quedaba en la botella. Su mirada se encontróentonces con la de Petra que lo observaba condetenimiento. Se sintió extrañamente estudiado por ella yno le gustó. De primer momento se hizo el desentendido ybebió un poco de vino. Le dolía la cabeza y empezaban amolestarle los ojos. Petra lo seguía analizando e intuía loque estaba por venir.- No pienso responder ninguna pregunta, - le dijosecamente.Por la reacción de la chica supo que había dado en elblanco. Una vez más el silencio se apoderó de ella.

Page 664: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Acertadamente, Petra se puso de pie y comenzó a levantarla mesa. Ahora fastidiado, él la ayudó y al colocar su copasobre la mesada, mencionó que al día siguiente, si lodeseaba, podrían recorrer la ciudad. - A mí me encantaría, - respondió ella recobrando elentusiasmo. Bebió lo que quedaba de vino en su copa y laubicó junto a los platos que estaba por lavar. – Pero noquiero que te molestes por mí…- No es ninguna molestia… - respondió él. – Ahora si avos no te molesta, me voy a dormir. Me estoy durmiendoparado.

CAPITULO 38A la mañana siguiente, Andrés abrió sus ojos lentamente. Todavía desorientado, le costó recordar dónde seencontraba. En un primer momento el entorno le resultófamiliar, pero tardó en adecuar la mente al entorno. Sesentó en la cama y se cubrió el rostro con ambas manos. Todavía estaba cansado, pero sabía que no podría volver adormir. El aroma a café fresco lo terminó de despabilar yde pronto sintió hambre. Dejó la cama y todavía algoadormilado, se dirigió al cuarto de baño. Encontró a Petra sentada en la cocina. Se la vía fresca ydescansada. Su rostro juvenil destilaba vitalidad yentusiasmo. Veinticinco años, pensó Andrés con cierta

Page 665: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

envidia. Petra lo saludó y estaba a punto de pararse paraservirle un café, pero Andrés la detuvo con un ademán. Buscó su tasa preferida y sin demora se sirvió un café. Ledio un sorbo y se sentó junto a Petra. Tomó un folletín ylo contempló- ¿Ya decidiste? – le preguntó. - ¿Podemos empezar por la Plaza de Mayo? - preguntó ellaentusiasmada. Él asintió. – ¿San Telmo queda lejos de ahí? Porque me pareció muy interesante…- No para nada, - respondió él. Le dio un largo trago acafé. Consultó su reloj. – Te parece que salgamos enmedia hora… hacemos el centro y después podemosalmorzar por San Telmo. Era una mañana fría pero afortunadamente sin viento. Elsol bañaba de luz los edificios y las calles rebosaban debrillantes colores. Petra deseaba caminar hasta la Plaza deMayo, pero Andrés la convenció de que era mucho mejortomar un taxi. Le remarcó que eran muchas cuadras, peroprincipalmente Andrés lo había sugerido porque no deseabaacercarse a Lara´s Restó.Era viernes por la mañana y la Plaza de Mayo estabaatestada de gente. Lo primero que Petra contempló fue laCasa de Gobierno, recientemente restaurada y pintada de unrosa fuerte, era imponente. A título informativo, Andrés lecomentó que originalmente en ese lugar se levantó el

Page 666: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Fuerte de Buenos Aires, el cual según creía había sidodemolido alrededor del año 1850. También mencionó quedetrás de la casa de gobierno, se apreciaba una especie depozo y desde lo alto se podían contemplar las ruinas de lavieja aduana. Petra frunció el ceño sin comprender muybien la explicación, a lo que Andrés se apuró a explicarle,que antiguamente el río llegaba hasta lo que hoy se conocíacomo Plaza Colón, ubicada en la parte trasera de la CasaRosada. Era mucho lo que la plaza representaba. Muy a grandesrasgos, Andrés le habló de las contiendas políticas que allíse habían desatado; de las grandes manifestacionespopulares, tanto en apoyo como en rechazo del mandatariode turno; le habló de las madres que desesperadas por saberel paradero de sus hijos se habían congregado allí paraprotestar silenciosamente en torno a la pirámide central. Mirando hacia el extremo derecho, Andrés le señaló unedificio gubernamental, indicándole que antiguamente allíhabía estado el Congreso Nacional. Giraron hacia laizquierda y le indicó cual era el Banco Nación, donde en uncomienzo funcionó el reconocido Teatro Colón. Siguieron hacia el Cabildo y una vez más le brindó unadetallada reseña histórica del mismo. A medida queavanzaban por la plaza, Andrés le habló de los jesuitas y desu fuerte influencia en la organización de la nueva ciudad. Entraron en la Catedral. La admiraron y rezaron.

Page 667: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Tomaron avenida de Mayo y apreciaron su arquitectura. LaSede del Gobierno de la ciudad primero, seguido por laCasa de la Cultura, que anteriormente era conocida comoEditorial La Prensa. Petra no pudo evitar mencionar sussemejanzas con Madrid. Ella fotografiaba todo lo queAndrés le mostraba, absorbiendo la información que él lebrindaba. Calle tras calle siguieron avanzando en su recorrido y encada lugar Petra se detenía a admirar alguna moldura,alguna escultura o algún vitreaux. Estaba fascinada y alpasar comentó que le gustaba más esto que la zona dondeAndrés vivía.- Son opiniones, - le dijo él sin compartir la de ella. Sedetuvo un momento y la obligó a mirar hacia el interior deun Pasaje. – Este es el Pasaje Roverano. Es muy antiguo,de fines del siglo 19… se lo modificó cuando se creó laavenida. Admiraron lo que en algún momento fueron residenciasfamiliares, como el Palacio Urquiza Anchorena y elPalacio Vera. Finalmente llegaron al café Tortoni. Allíhicieron una parada.- Pero recién salimos, - dijo Petra ansiosa por continuar larecorrida.- Nadie que venga por primera vez a Buenos Aires, puededejar de tomarse un café en el Tortoni, - protestó él. – Esto

Page 668: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

es parte del recorrido.Petra asintió y se dejó empujar al interior de reconocidocafé. La primera impresión que tuvo fue habersetransportado en el tiempo. Las cuatro paredes encerrabanun encanto único; era envolvente, magnético y atrapante. Se ubicaron en una pequeña mesa de tapa de mármol ymientras Petra se dejaba hipnotizar por el ambiente, Andrésllamó a un mozo. Hizo el pedido por ambos y una vez queel mozo se retiró, pasó a explicarle que desde un comienzoel Tortoni se había convertido en el centro de reunión de laintelectualidad porteña. Sus paredes habían albergado agrandes personalidades del mundo y escuchadoconversaciones únicas e irrepetibles.Petra dejó escapar una carcajada y avergonzada se tapó laboca con ambas manos. - ¿Qué? – preguntó Andrés entre desconcertado y molesto.- Juan Martín me dijo que tu carrera frustrada debió habersido guía de turismo, - comentó todavía tentada. – Laverdad es que no le había creído… pero…Andrés guardó silencio y recostándose contra su asientocruzó los brazos sobre su pecho. Simuló enojo y aguardóque el mozo que traía el pedido lo entregara. - No te enojes, - comentó ella una vez que estuvieronsolos. – Me acordé y me causó gracia…- Dejémoslo ahí.

Page 669: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Una vez más en la calle continuaron recorriendo la granavenida hasta llegar a la plaza de los dos Congresos. Loscomentarios de Andrés se habían reducidoconsiderablemente y en más de una ocasión, Petra lo alentóa que le volviera a explicar. Le habló entonces del teatroLiceo, uno de los más antiguos de la ciudad y de lasgrandes manifestaciones que generalmente se congregabanen la plaza. Le señaló el congreso y la obligó a prestaratención a la hermosa esquina donde por mucho tiempohabía funcionado el emblemática Confitería EL Molino,hoy cerrada por falta de fondos y una disputa de partesbastante inentendible. - Tengo hambre, - dijo Petra de pronto. – Te parece quevayamos a almorzar.- Perfecto, - respondió Andrés. Consultó su reloj. - Yason casi las dos de la tarde. ¿Seguís con ganas de ir paraSan Telmo?- Si, me encantaría.Pararon un taxi y Andrés le indicó el barrio hacia donde sedirigían. Para hacer un poco más atractiva la recorrida, lepidió al taxista que bajara por Avenida Belgrano hastaBalcarce, allí doblarían hasta Independencia.Descendieron en esa intersección y caminaron porBalcarce, sumergiéndose en un mundo diferente al quehabían visitado. Las angostas calles de San Telmo estaban

Page 670: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

atestadas de autos modernos que se mezclaban con elpasado y los orígenes de la ciudad.Una vez más Andrés le brindó información. Le contó queoriginalmente muchas familias pudientes se habíanestablecido en esa zona, por eso se apreciaban grandesedificaciones con interesantes detalles arquitectónicos. Años más tarde una terrible epidemia los obligó a migrar aotros barrios y muchas de esas edificaciones fueronusurpadas por las clases bajas, generando lo que más tardese conoció como conventillos. Cruzaron el Pasaje SanLorenzo y esta vez Andrés la arrastro por el pasaje paramostrarle una curiosidad del Barrio. La casa mínima queera la más angosta de la ciudad. Volvieron a la calleBalcarce y retomaron la recorrida. Cruzaron el Bar Sur yestaban casi llegando a Carlos Calvo cuando un restauranteacaparó la atención de Petra.- ¡Qué lindo! - exclamó Petra y se asomó por la puerta paraobservar el interior. Le gustó lo que vio. - ¿Podemoscomer acá?- Donde vos quieras.Eran pocas mesas y afortunadamente quedaban algunasdespejadas. Una chica se les acercó y sin demora loscondujo hacia su ubicación. Mientras aguardaban lacomida, Petra aprovechó para llamar a Juan Martín. Conlujo de detalles le contó todo lo que había visto y se mofóde Andrés por las explicaciones y los interesantes detalles

Page 671: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

que le había brindado. Ella rió ante algún comentario deJuan Martín. Andrés lo intuyó y desvió la vista con unamueca dibujada en el rostro, pero no dijo nada. Teníahambre y se concentró en el pan y la manteca que habíandejado frente a él. - Mi vuelo sale mañana a las 3 de la tarde, - le dijo una vezconcluida la comunicación. – Me muero por verlo.Andrés simplemente asintió. También él deseabafervientemente que Petra se subiera a ese avión y que JuanMartín se ocupase de atenderla. No tenía nada contra lachica, le caía bien, pero estaba harto de sentirse en laobligación de conversar o de entretenerla y no poderdisponer de su tiempo con libertad. Falta poco, se dijocon resignación. Lara estaba atrasada. Había acordado reunirse en RojoCarmesí con un productor de arte, que deseaba realizar unapequeña muestra en el patio del restaurante. Ella no estabamuy convencida. De hecho todavía no había resuelto siincluiría el patio como sector de comida o lo convertiríaen un coqueto café durante la primavera o el verano. Elproductor la había llamado un mes y medio días atrás y lehabía hecho la propuesta de modo tan directo y entusiasta,que Lara no se atrevió a rehusarse. Pero lo cierto era queno sabía muy bien que responder; buscando ganar tiempo,le había dado una fecha lejana para la reunión y para su

Page 672: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

pesar el hombre la había registrado. La fecha del encuentrohabía llegado y todavía no tenía una decisión tomada. Afortunadamente Carola había aceptado ser de la partida ypresenciar la reunión. Ella siempre podría darle su opiniónprofesional. Mientras avanzaba con el taxi, hablaba por celular conMónica ultimando detalles para una importante cena quetendrían a la noche siguiente. Los organizadores noterminaban de definirles el menú y la cantidad de gente yese detalle le hacía perder la paciencia. Cortó con Mónicay el celular volvió a sonar. Era Carola que le avisaba queestaba en Rojo Carmesí y ya se había encontrado con elproductor. Estaban mirando el patio.Bajó del taxi con el celular en su oreja. Mónica necesitabaque le dijera si pensaba pasar por la empresa, tenía muchospapeles que necesitaba que Lara firmase. - Estoy por empezar la reunión acá, - le estaba comentandoLara cuando ingresó al restaurante. – Mandámelos con unamoto…Mónica le respondió algo, pero Lara ya no la escuchó. Susojos se clavaron en el hombre que se hallaba parado entrelos dos sillones contemplando las fotos que colgaban de lapared. Salvo por el cabello oscuro que ahora parecíasalpicado por destellos blancos, estaba exactamente igual ala última vez que lo había visto. El corazón se le aceleró ypor unos segundos no supo si ocultarse tras la barra o

Page 673: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

regresar a la calle. ¿Cómo llegó acá?, se preguntó entreemocionada y aterrada. El deseo de correr a abrazarlo lasobrecogió, pero no se movió; no podía moverse. Estabaluchando por decidir qué hacer cuando sus miradas seencontraron.A él el rostro se le desfiguró, como si estuviese frente auna aparición. Desvió la vista un instante y regresó a ella. Sin saber qué hacer, dio un paso hacia Lara, temeroso,aguardando a que ella hiciera lo mismo. - Hola, - dijo él con suavidad. Su voz sonó dubitativa, y ensus labios revoloteó una nerviosa sonrisa. Complacido laobservó acercarse a él y se acercó aún más a ella. – Quésorpresa… estaba justo pensando en aquel restaurante…las fotos supongo… aquel donde almorzamos la primeravez… ¿te acordás?...Ella asintió, cautivada por su presencia y por el recuerdoque él le ofrecía. Andrés dio otros dos pasos hacia Lara,cauteloso, lento. Al llegar a ella, se saludaron con un suavebeso en la mejilla. Su perfume era el de siempre y Laradejó que sus labios se impregnaran de ese aroma que tantasveces deseó volver a sentir. Se mordió los labios y por uninstante creyó que el tiempo no había pasado. - Vaya que es una sorpresa, - le dijo y no pudo contener lasonrisa que rompió en sus tensos labios. Llevada por unimpulso, con su mano rozó el brazo de él. Necesitabatocarlo, comprobar que estaba allí verdaderamente. -

Page 674: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

¿Cómo estás?- Bien, - respondió él procurando sonreír mientras sus ojosrecorrían cada línea de su rostro.Andrés tenía ganas de tomarle las manos, acariciarle elrostro y tantas otras cosas, que necesitó de toda sudeterminación para contenerse. Se generó un momento detensión que ninguno de los dos supo cómo manejar. - No sabía que estabas en Buenos Aires, - agregó Laraluchando por sonar segura, pero no lo logró. La voz letembló y se sintió ridícula.- Llegué ayer, - respondió y sus ojos se tornaronbrillantes. Ahora fue el turno de él de recorrer el lugar conla mirada. – No sé por cuánto tiempo me quedo…Ella asintió y volvieron a caer en un significativo silencio. Sus miradas volvieron a encontrarse y temerosos de revelarsentimientos que pudieran perjudicarlos, ambos ladesviaron. Lara estaba a punto de decir algo más ydesembarazarlos a ambos de la incómoda situación, cuandouna muchacha bastante más joven que ella, se les acercó. - Hola, - dijo con tanto entusiasmo que pareció desubicado.Ante su presencia, Lara la miró y se obligó a sonreír sobrela ola de desilusión que la cubrió.- Petra te presento a Lara, - se apuró a decir Andrés con lamirada clavada en Lara. Su voz sonó tan neutra que lasorprendió.

Page 675: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Las dos mujeres se saludaron con cordialidad. Laraluchaba por contenerse y que no se reflejara en su rostro elsufrimiento que toda esa escena le estaba produciendo. Por un momento tuvo miedo que el nudo que se le estabaformando en la garganta le impidiera seguir hablando.- Ese es el nombre del restaurante que te conté que mehabía gustado el otro día, - comentó Petra entusiasmadavolviéndose hacia Andrés. – Te acordás que te dije… ¿Loconoces?- Si, - respondió Andrés perturbado por la pregunta. Volviósu mirada hacia Lara una vez más y se encontró con susojos que lo observaban con expresión extraña. Los esquivóincómodo.- Me alegro haberte visto, - dijo fría y tajantemente Lara. - Saludos a tu familia.No fue capaz de aguardar respuesta de su parte, tal vez pormiedo a que él la besara nuevamente en la mejilla; tal vezpor miedo a descubrir en sus ojos que esa chica eraimportante. No le importó quedar mal o parecer desatenta. Solo quería alejarse de allí, desaparecer por completo. Seobligó a caminar lento, con la espalda erguida y andarseguro. Pero lo único que deseaba era alejarse corriendode los dos. Desafortunadamente oyó que Petra con tonoburlón le preguntaba si era una de sus conquistas. Noescuchó la respuesta de Andrés, pero las palabras se leclavaron en el pecho como un estilete filoso que destrozó

Page 676: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

toda la ilusión y todo recuerdo.Una parte de ella, lamentaba haberlo vuelto a ver. En algúnpunto se había acostumbrado a su ausencia; se habíaresignado a no tenerlo y a lidiar con la catarata derecuerdos que él dejó tras su partida. Era extraño, pero asíera; porque nada había cambiado. El solo hecho de tenerlocerca la había abrumado como el primer día. Solo habíasido un instante, pero fue suficiente para lograr arrebatarletoda su entereza. Bastó solo un parpadeo de sus ojos grisespara desmoronar aquello que a Lara tanto le había costadorestablecer.Estaba a punto de llegar a la puerta que conducía al patio,cuando se cruzó con Morena, una de las mozas y le pidió unté. A través de los vidrios de la puerta, vio a Carolaconversando con un hombre de mediana edad y aspectobohemio. No se sintió en condiciones de afrontar unareunión de trabajo; no en ese estado. Con cierto temormiró sobre su hombro y comprobó que Andrés ya se habíamarchado. Se ubicó en uno de los sillones y allí se quedótratando de serenarse.Después de tanto tiempo de preguntarse si alguna vezvolvería a verlo, finalmente había sucedido. Y ahora aenfrentar su regreso. Toda la emoción que sintió al verlo;toda la alegría que la envolvió al sentir el modo en que lamiraba, se había desvanecido cuando esa chica apareció enescena. No deseaba pensar en ella, pero la desilusión había

Page 677: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

sido más de lo que ella podía tolerar. La habían pescadocon la guardia baja y se sintió repentinamente atrapada ensu propia red. El fastidio y la irritación se apoderaron deLara y su mente se trasladó en el tiempo. A sus oídosvolvieron las últimas palabras de Andrés aquella terriblenoche en que todo terminó gracias a su falta deperspicacia. - Entonces lo lamento Lara, - había dicho con los ojosllenos de lágrimas. – si eso es lo que pensás de mi, notengo nada más para ofrecer.- No te vayas…, - le había dicho ella con voz cargada deenojo y desesperación. - ¿A dónde vas? Andrés te amo…pero…- Ese pero lo dice todo… – Sin decir más Andrés habíagirado sobre sus talones y salió de la habitación y de suvida. Lara había intentado detenerlo, pero no tuvo caso, él ya nola escuchaba. No quería escucharla. Qué más podíaexplicarle, que le daba terror pensar que la estabatraicionando, que no podía dejar de pensar que le estabaocultando algo; que tenía muchos compromisos queatender para viajar con él a Nueva York,; que estaba seguraque él terminaría del brazo de otra. Nada que dijera en esemomento podía reparar lo que ya había dicho. Rememoró el reencuentro, aunque no creía que esa palabra

Page 678: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

fuera la adecuada para describir lo sucedido. Andrés, elmismo de siempre, la había mirado de modo extraño. Susojos ya no reflejaban su interior para ella; sus ojos estabanfríos con una mezcla de ardor. Hielo por fuera, fuego pordentro, una composición extraña con la que solo él eracapaz de convivir. Otra vez los recuerdos. Otra vez el vacíoque su ausencia había dejado. Otra vez extrañar sus besos ysus caricias. Otra vez necesitarlo y desearlo condesesperación. Morena colocó el té frente a ella, pero Lara ni la miró. ¿Había sido una mala jugada del destino que él aparecieraen Rojo Carmesí o había sido ese mismo destino el que unavez más lo ponía en su camino? No lograba definir cuál delas dos opciones le atraía más. Llevada por un impulsomiró hacia la puerta de entrada buscándolo, pero no había nirastros de Andrés. En ese momento sintió lo mucho quequería que volviera; comprobó que una parte de ella,deseaba que él regresase a formar parte de su vida.Preguntándose qué podría haberle sucedido a su amiga,Carola ingresó al restaurante. Había estado conversandocon el productor artístico, pero no se podía avanzan en lapropuesta si Lara no estaba presente. Carola podía jurarque la había visto. La encontró sentada en los sillones conla mirada perdida y un par de lágrimas corriendo por susmejillas.- ¿Qué pasa Lara? – preguntó Carola asustada. - ¿Por qué

Page 679: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

lloras?- Por la bronca que tengo…, - respondió en un estado dealteración que sorprendió a Carola.Lara levantó la vista hacia su amiga. No se había dadocuenta que las lágrimas habían caído y corrían sin control. No tenía idea cuanto tiempo había estado ausente. Respiróhondo y la miró sin verla. Todavía conmocionada, le contólo sucedido. En su relato se mezclaban las descripcionesde la escena con las sensaciones que el verlo le produjeron.- Por supuesto que estaba acompañado, - protestó Lara convoz tensa y temblorosa. - Yo sabía que iba a ser así… peroverlo con otra… me mató…Carola asintió y una vez más recordó la noche que habíavisto a Andrés Puentes Jaume acompañado por aquellapelirroja. Que complicado enamorarse de un hombre así,pensó Carola, pero no dijo nada.- Te juro que por un instante nuestras miradas se cruzaron,sentí que nada había cambiado, que el tiempo no habíapasado. Te juro que sentí que me amaba como siempre, -se detuvo, no muy segura de lo que sentía o lo que pensaba.– Soy una estúpida…Sacudió su cabeza y se obligó a recomponerse. Respiróhondo y miró hacia el patio. Vio al productor artísticohablando por teléfono.- Caro, te puedo pedir un favor, - le dijo con cierta

Page 680: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

incomodidad. Carola asintió. - Yo sé que no tenés nadaque ver… pero no podrías atender al productor… no puedoahora.Carola asintió y sin decir más se puso de pie y se dirigió alpatio donde el hombre la aguardaba impaciente. Lara la observó unos minutos. Carola estaba de espaldas aella, y Lara pudo ver como el contrariado rostro delhombre rompía en una carcajada. Llevaba una boina negra yparecía rondar los cincuenta años de edad. Tenía aspectobohemio y el celular en su mano izquierda parecía fuera delugar. Qué le habrá dicho, pensó intrigada. Los vio retomarlas negociaciones y el dialogo. Eso la tranquilizó. El téque Morena le había dejado estaba frío, de todas formas notenía deseos de tomar nada. Se puso de pie y fue hacia labarra. Tenía que reponerse y recuperar la compostura. Al salir del restaurante, Petra cotejó su mapa y arrastró aAndrés hacia Plaza Dorrego. Después del descanso y delalmuerzo la chica parecía haber recobrado la energía y eramucho lo que deseaba seguir viendo. A su lado Andrés caminaba en silencio todavía sacudido porel encuentro con Lara. Nada lo había preparado para volvera verla y se sintió tan despiadadamente expuesto como felizpor haberla visto. Porque más allá de lo que le había dichoa Lorena o lo que se había dicho a si mismo millones deveces desde que pisó Buenos Aires, en el fondo de su sermoría de ganas por verla una vez más. Pero el encuentro lo

Page 681: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

dejó con sabor a poco, con sabor a una increíble necesidadde ella y había confirmado que sin Lara el vacío se tornabainconmensurable. Una vez más Lara había modificado todolo que él pensaba; tal como sucediera años atrás, haberlaencontrado tan azarosamente lo descolocó. No sería nadasencillo sacársela de la cabeza y lo sabía; ¿pero qué mierdahacía en ese restaurante?, se preguntó contrariado. Sabíaque desde ese momento en adelante, su estadía en BuenosAires se convertiría en un tormento. La había visto tanlinda como siempre; tan adorablemente hermosa comosiempre y de solo rememorar el momento su corazónvolvía a vibrar. Era su mujer, pensó, era la mujer de su vida;como podía él seguir viviendo sin ella a su lado. Sentíaestar avanzando hacia una bifurcación; si doblaba a laderecha su vida sería una, si lo hacía a la izquierda su vidasería otra; pero si no tomaba una decisión inexorablementechocaría contra una pared y se destruiría. No se sentíaemocionalmente fuerte para jugarse entero por ella una vezmás y su propia cobardía fue como una filosa puñalada quele atravesó el alma. Estas muerto de miedo, habíasentenciado Juan Martín; y nunca su hermano había estadomás en lo cierto.Bufó contrariado por el torrente de gente que se habíacongregado en Plaza Dorrego. Una pareja de tango ofrecíaun espectáculo y a su alrededor gran cantidad de público sehabía aglutinado para observarlos. La multitud aplaudió y

Page 682: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

generosamente dejó caer un par de billetes cuando losartistas pasaron la gorra. Petra observaba todo fascinada. La música la había cautivado al igual que el entorno. Loobligó a unirse al grupo que contemplaba a la pareja queahora había comenzado a bailar al ritmo de una libreinterpretación de El día que me quieras. La pareja terminó la pieza y todos los aplaudieronrabiosamente. En dos ocasiones Petra hizo comentarios envoz alta, esperando algún tipo de respuesta por parte deAndrés, pero estas nunca llegaron. Lo miró de reojo,tratando de comprender que había sucedido. Andrés estabaahí parado con la mirada perdida; parecía una autómatacomo si ni siquiera reparara en su presencia, o en la de lamultitud que los rodeaba. Desde que habían dejado elrestaurante que no había abierto la boca. Intrigada lepreguntó si le sucedía algo. El rostro de él pareció apenasincómodo y desvió la vista; sacudió su cabezanegativamente. Petra lo observó con mayor detenimiento. No era el mismo, no había que ser muy perspicaz paranotarlo. Uno más uno dos, se dijo Petra cada vez másintrigada. - ¿Quién era esa chica?, - preguntó al cabo de variossegundos de silencio. - No es asunto tuyo, - respondió secamente él sin siquieramirarla.Petra sabía que con su proceder lo estaba molestando, pero

Page 683: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

después de todo ella había respondido sin reparo suspunzantes preguntas, porque no podía exigir lo mismo.- Lara…, - dijo en voz alta. – Me encantó el restaurante conese nombre… le voy a decir a Juan si no quiere ir… - Nohubo respuesta. - ¿Juan la conoce?Andrés se detuvo en seco y la enfrentó. El fastidio brotabade sus ojos y Petra no estuvo muy segura de poder sostenersu mirada. Estuvo a punto de decir algo, pero se detuvo. Si lo hacía podría llegar a ser muy desagradable teniendo encuenta su predisposición actual.- Parece que es importante, - se atrevió a comentar. – Talvez deberías haber mencionado que nosotros no tenemosnada. - Sabía que se estaba extralimitando, pero no leimportó. Con sus palabras se ganó una dura mirada porparte de Andrés. – Esta bien… no te enojes…, lo dijeporque tal vez ella saca malas conjeturas.No lo dejó relucir, pero las palabras de Petra habíanimpactado en él. Petra le parecía tan poco atractiva comomujer, que jamás se le ocurrió pensar que otros podríanverlos como una pareja. No, Lara no podía pensar algoasí. Se obligó a descartar la idea, pero las palabras de Petramartillaron su cabeza, retumbando como si fuera unaalarma. No volvieron a hablar del tema. Una vez más él cayó en susilencio y sus pensamientos. De tanto en tanto Petra le

Page 684: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

dirigía una mirada. Pero ya no le resultaba tan agradable elpaseo. Andrés había dejado de compartir con ella todo loque sabía de esa magnífica ciudad y el recorrido se tornóaburrido y monótono.

Page 685: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 39

La noche había caído. Lara consultó su reloj. Eran apenaspasadas las ocho treinta. Gimena y Carola debían llegar encualquier momento. Había sido idea de Carola juntarse lastres para conversar sobre lo sucedido ese mediodía. Teníareservada una mesa para las tres; la última y la más alejadade la entrada. Fue una tarde complicada. Desde el pequeño despacho quehabía montado en el restaurante, Lara había coordinado losdos servicios que esa noche ofrecía su empresa. Losdetalles de último momento la habían obligado apermanecer largo rato hablando por teléfono. Finalmente,a último momento, se había reunido con Carola y GastónPorrates, el productor artístico, para presentarse ydisculparse. Pero más allá de eso, de tanto en tanto Lara dirigía sumirada hacia la entrada con la esperanza de ver entrar aAndrés. Pero nada sucedió. Las horas fueron pasando ylentamente ella se convenció de que sus esperanzas eran envano. Basta, se dijo contrariada por la situación y una vezmás se obligó a recordar que Andrés estaba acompañado. Se terminó, gritó su mente furiosa, no podía quedarseesperándolo. Cuando Carola y Gimena llegaron al restaurante, Laratodavía se encontraba ultimando los detalles del servicio

Page 686: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

que estaban ofreciendo en Parque Norte. Morena lasrecibió y les indicó la mesa reservada para ellas. Quinceminutos más tarde, Lara se liberó y fue hacia ellas. Laschicas conversaban animadamente sobre una exposición dearte que un amigo de Gimena estaba ofreciendo no muylejos de Rojo Carmesí. A Carola se le ocurrió que tal vezGimena conociera al productor con quien había estadoreunida esa tarde. Luego de saludarlas, Lara se ubicó frente a sus amigas. Gimena estaba justamente mencionando que conocía devista a Porrates y que si bien no era de lo mejor, tampocoera de lo peor. Tal vez, si a Lara le interesaba, cerrar untrato con Porrates podía abrirle puertas con artistas másexquisitos para más adelante.- Ya veremos, - repuso Lara. – Todavía no tomé unadecisión al respecto.Lara buscó un pedazo de pan y recorrió el salón con lamirada. Todo estaba en orden y en su lugar. Las mesas seiban ocupando lentamente; mayoritariamente porextranjeros, lo cuales dejaban buenas propinas para deliciade sus mozos. Su mirada se cruzó con la de Carolaprimero y la de Gimena después y advirtió que habíanestado hablando del asunto en cuestión. - ¿Le contaste Caro?- Obvio…, - respondió. - ¿Volvió?

Page 687: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- No… - dijo Lara y concentró su atención en la copa devino que acababan de servirle. – La verdad es que creo quefue una estupidez pensar que volvería.- Quiero saberlo todo, - dijo Gimena inclinándose hacia suamiga.- También yo, porque la verdad es que apenas hablamos delasunto.Lara se dejó caer contra el respaldo de su asiento y se llevóla copa de vino a los labios. La devolvió a la mesa y antesde hablar repasó el salón con la mirada. Ahora las mesasestaban ocupadas en su totalidad y sin embargo, elmovimiento y los ruidos del restaurante le parecieronlejanos. Sus ojos se llenaron de lágrimas pero no las dejócaer, simplemente se amontonaron volviéndole la vistavidriosa y nublada.Con total sinceridad, mencionó que Andrés la había hechosentir de todo en los dos minutos que duró el encuentro. Lo había visto tan increíblemente apuesto como siempre;tan peligrosamente atractivo como siempre. Ante susimple y perturbada mirada, Lara había sentido que elcuerpo entero le tembló y todo a su alrededor sedesvaneció. Fue un momento extraño para ambos, uninstante efímero que logró echar por la borda todo lo quedurante el último tiempo ella había creído real. Sus rostrosapenas se habían rozado al saludarse, pero Lara sintió quesu mirada por momentos la abrazaba.

Page 688: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- No sé chicas, - siguió diciendo. - Hasta llegué a sentirque a él le pasaba lo mismo… les juro que me siento unaestúpida.Apretó con fuerza los labios para contener las lágrimas quese agolpaban por caer. La indignación había vuelto aapoderase de ella y debió luchar para que la bronca no ladejara en evidencia. Levantó la vista al escuchar una sonoracarcajada proveniente de una de las mesas. Un grupo dechicas y chicos reían alegremente y brindaban. Se los veíafelices disfrutando un buen momento entre amigos. Una delas chicas apoyó su cabeza sobre el hombro de suacompañante y él le dedicó una dulce sonrisa. Volvió suatención a sus amigas.- Cuando lo vi se me vinieron tantas cosas a la cabeza…que me encontré soñando con él, recordando lo felices quehabíamos sido, - agregó con voz tensa. – Hasta queapareció esa chica y se me vino el mundo encima… mesentí una pelotuda…y ahora tengo una bronca… unaindignación…- ¿Le dijiste algo?, - quiso saber Gimena.- Nada… no pude. Ni siquiera lo saludé cuando me alejé, -respondió Lara. – Me sentí tan minimizada… tanridiculizada… Que le mandé saludos a sus padres, mepegué media vuelta y me fui.- No cabe dudas que sos una pelotuda…, por eso no pudiste

Page 689: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

decirle nada. – La dura sentencia vino de Gimena. – No memires así, - le dijo a Carola - No puedo entender cómo tepudiste quedarte callada…- Terminamos hace dos años, - respondió Lara sin ocultarel fastidio que le generaron las palabras de Gimena. - Y talcomo yo sabía que iba a suceder, estaba acompañado.- No se te ocurrió decirle… viste pelotudo de mierda queyo tenía razón…, viste que de Nueva York siempre volvésdel brazo de otra, - chilló Gimena enojada. Carola clavó sumirada llena de desaprobación en ella. – ¿No me vas a decirque no se te ocurrió decirle eso? … Además qué carajo teimportaba esa mina… si no sabes ni quien era…- Gimena, por favor, - la recriminó Carola y volvió suatención a Lara.- Si, fue lo primero que se me ocurrió decirle en cuanto via esa chica, - logró decir Lara. Se obligó a comportarse. –No sé de qué me amargo… sabía que iba a ser así… y nome equivoqué. – Hizo una pausa y bebió un poco de vino. Meditó sus siguientes palabras. - Pero la verdad es queestoy furiosa conmigo…- ¿Por qué? – quiso saber Carola.- Porque no puede ser que me domine así, - balbuceó. Sacudió su cabeza con resignación. – Con solo mirarme…se apodera de mi… con una facilidad pasmosa… - Hizo unapausa y contempló a sus amigas, ahora con rostro

Page 690: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

vulnerable. - Desde que lo vi… me pasé la tarde esperandoque vuelva… no me pude concentrar en nada… y lo extrañéhorrores. – Hizo una nueva pausa y se pasó la mano por lafrente. – Tengo una indignación… que si lo tuviera delantemío le daría una cachetada…No hablaron de otro tema durante el resto de la velada. Ycuanto más hablaban, Lara más se convencía de lo muchoque todavía lo amaba y de lo peligroso que podía resultarexponerse una vez más. Pero se moría por volverlo a ver.Andrés llegó mucho antes de la hora acordada con sumadre. La imperiosa necesidad de alejarse de las preguntasy las miradas inquisidoras de Petra lo obligaron a dejar eldepartamento y buscar refugio en casa de sus padres. Entres ocasiones estuvo a punto de llamar a la oficina de Laray en cada una cortó la comunicación después de habermarcado el número. Encontró a su madre trabajando sobre la lista de invitadosal cumpleaños. Debía organizar los distintos souvenirs quehabía comprado y esa era una tarea que le ponía los pelosde punta. Se sorprendió al ver a Andrés aparecer y en algúnpunto fue un alivio saber que podía contar con él paraayudarla con ese escollo. Ya se le había pasado la excitación por su regreso, yMicaela pudo analizarlo con mayor detenimiento. No tardóen advertir cierto cambio en su hijo. Sutil y solapado comosiempre, Andrés se esforzaba por mostrarse solícito y

Page 691: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

predispuesto, pero había algo más que a Micaela se leescapaba. Cuando la tarea estuvo terminada, tomó a su hijodel brazo y le ofreció algo para beber mientras esperabanpor Ernesto. Andrés asintió y se ofreció a hacer loshonores. Fue hacia el bar y preparó un Gancia con limónpara su madre y un vodka con hielo para él. Micaela se había ubicado en el sillón del jardín de invierno.Se encontraba contemplando la hoja de un helecho cuandoAndrés le entregó el trago.- Ahora contame qué te sucede, - le dijo directamente. Ledio un sorbo a su bebida sin quitar su mirada del rostro desu hijo. – Supongo que fuiste a ver a Facundo… ¿es por esoque tenés esa cara?Andrés estuvo tentado en decir que si, que ese era elmotivo de su desgano y su perturbación. Pero hubiera sidomentira, pues en ese momento no era en Facundo en quienpensaba. Pero no se atrevió a confesar el motivo de sutrastorno. Se dejó llevar por la conversación.- Fui a ver a Facu ayer, - mencionó con cierto cansancio. Hizo una pausa y bebió un poco de vodka. Se alejó de sumadre y fue hacia el ventanal desde donde se podía apreciarel jardín. - Digamos que conversé con Lorena…Todavía dándole la espalda a su madre, Andrés mencionó, agrandes rasgos, la actitud de Facundo y lo mal que se sentíapor ser el causante de eso. Estaba arrepentido de su

Page 692: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

proceder, pero su hermano no le daba el espacio para poderexpresarlo abiertamente. Cayeron en un incómodo silencio, que Micaela se ocupóde disipar mencionando que estaba al tanto de la situación,pero que no esperara que ella emitiera opinión. Elproblema debían resolverlo entre ellos dos.- Eso ya lo sé, mamá - dijo Andrés con suavidad.Micaela lo observaba con detenimiento. De todos sushijos Andrés siempre se había mostrado como el másdesenvuelto, el más capaz a la hora de analizar fríamente lassituaciones más complejas y humanizarlas. El que mayoréxito profesional había alcanzado y el que parecía tenertodo al alcance de su mano. Pero Andrés también era elmás afectivamente inseguro de los cuatro; el que másreparos tenía a la hora de entregar sus sentimientos y el quemás necesitaba de ella. Aunque a su hijo le costarareconocerlo, siempre había sido así. - Estas raro, - le dijo Micaela al cabo de unos segundos. –No es Facundo quien te tiene así.Andrés bajó la cabeza meditando qué hacer a continuación. Fue hasta uno de los sillones y se sentó suavemente. Así sesentía, raro, tal como su madre había puntualizado. Pormomentos le costaba reconocerse y no comprendía muybien qué era lo que pretendía. Se sentía demasiadogrande, demasiado crecido para tener dudas o planteos

Page 693: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

existenciales. Y sin embargo, desde que había llegado aBuenos Aires un manto de vulnerabilidad lo había cubierto. La ciudad con todos sus condimentos emocionales lo habíarevolucionado. Ya no se sentía ni tan seguro y ni tan fuerte.Por el contrario, todo le pesaba y repercutía con demasiadafuerza y profundidad. - Tan difícil es de decir, - insistió Micaela con calma ysuavidad. – Qué puede ser tan terrible… ¿por qué te cuestatanto?- Supongo que me da cierta vergüenza… - respondió conincomodidad. – Estoy grande para estas cosas…- Nunca vas a ser demasiado grande para hablar conmigo…- Hoy vi a Lara, - las palabras salieron de su boca casi sinque las notara. Y se sintió bien al escuchar su nombreflotando en el ambiente. – Nos cruzamos por casualidad…supongo que es eso lo que me tiene… raro…Micaela asintió y le dio un largo sorbo a su bebida. Entonces quiso saber cómo se sentía respecto a ella. Andrés se encogió de hombros primero y rápidamente seapuró a comentarle que ya no creía tener esperanzas deningún tipo con ella.- Por favor, - dijo Micaela con un dejo de incredulidad. –¿Vos sin esperanzas con Lara…? eso es lo más absurdo quehe escuchado…Ernesto entró en el jardín interrumpiendo la conversación.

Page 694: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Saludó a su hijo y se sirvió una bebida. Se había duchado yarreglado, y destilaba perfume. Se lo veía muyentusiasmado y enérgico, y su predisposición desbarató elinquietante clima que reinaba hasta hacía un instante.- Se me ocurrió que podríamos cenar afuera, - comentó yle dio un sorbo a su whisky. – Podemos ir al Mirasol o aPlaza Mayor.- Por mi no hay problema, - respondió Andrés recobrandoel entusiasmo. Micaela observaba a su hijo con cierta inquietud y maldijoa su esposo por su inoportuna aparición. Por lo menosalgo había averiguado, ahora Micaela sabía que uno de losproblemas volvía a ser Lara. Finalmente optaron por El Mirasol de la Recova. Dejaronel automóvil en la cochera y subieron conversando. Estaban a punto de entrar cuando una chica llamó a Andrésdesde la vereda de enfrente. Cruzó sin siquiera comprobarsi había tráfico y llegó a él desbordando alegría.- Hola guapo, - le dijo con una seductora sonrisa y lepropinó un ruidoso beso cerca de la comisura de la boca. - Siglos que no te veía… justo el otro día hablábamos de voscon Sabrina. ¿Estás de visita?- Juliana… - la saludó él con una sonrisa. – Si, de visita.¿Vos como andas?- Todo bien, - respondió al pasar. - Sabrina se muere

Page 695: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

cuando le diga que estas en Buenos Aires, - siguió diciendola muchacha con exacerbado entusiasmo. - Esta en BuenosAires por unas campañas…- No sabía, - respondió Andrés simplemente.- ¿Pero sabías que terminó con Johnny? –le preguntóincisivamente. Andrés asintió. – Tenemos que salir loscuatro… Me arreglé con Tomás…- Me alegro por eso, pero lamentablemente mañana estoyvolviendo a Nueva York, - mintió él con una seguridad queasombró a sus padres. - ¿Vos?- Nosotras lo haremos la semana que viene, - comentó ellaentusiasmada y puso su mano sobre el brazo de él. -¿Seguís viviendo en el departamento de siempre? – Élasintió. – Perfecto, te llamo y nos vemos. – Él volvió aasentir y le dedicó una fingida sonrisa. Juliana entonces,tomó la mano izquierda de Andrés y la examinó. - Unasuerte que Lara´s no haya podido atraparte. Sabrina te creíaperdido; pero yo le aseguré que esa chica no le llegaba ni alos tobillos.Le dio otro ruidoso beso y se despidió de él con lapromesa de llamarlo en cuanto pisase Nueva York.Andrés giró y su mirada se cruzó con la de sus padres quehabían seguido la escena a cierta distancia. Vio en elsemblante de su padre cierta picardía y hasta algo dediversión que se ocupó de disimular ante la desaprobación

Page 696: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

de su esposa.- ¡Qué horror de comentario! - protestó Micaela condisgusto.- Ya me acostumbré a escucharlo, - balbuceó él entreincómodo y fastidiado. Se encogió de hombros. –Entramos.- ¿Cómo que te acostumbraste?- Mica, no hagas más preguntas…El maître los condujo al piso superior y les indicó unaamplia y cómoda mesa ubicada en el centro del salón. Lasmesas restantes estaban prácticamente todas ocupadas, ensu mayoría por ruidosos extranjeros que se sacaban fotos yreían divertidos. Ernesto y Micaela se sentaron juntosenfrentando a Andrés. Segundos más tarde un mozo sepresentó y dándoles la bienvenida, les extendió los menús.Andrés se sintió frente a una mesa examinadora. Escudadotras el menú aguardaba inquieto, sabiendo que sus padresestaban estudiando cada uno de sus movimientos. ¿Pero nosabía que eso iba a suceder?; ¿no necesitaba justamente deellos? Ya no leía el menú. No podía leer nada. Fue comosi hubiese llegado a un punto de inflexión, como si ya noquedasen barreras que sortear. Hacía apenas cuarenta yocho horas que había llegado a Buenos Aires y en ese cortolapso de tiempo su vida entera parecía haberse puesto decabeza. Cada una de las situaciones que de un tiempo a esta

Page 697: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

parte se habían presentado no hacía más que demostrarle lomal que estaba manejando su vida. No sin pesar, reconoció que las punzantes palabras de JuanMartín habían hecho estragos en su rígida muralla interior;que haber sido testigo de la libertad de espíritu que tantocaracterizaba a su hermano menor, lo había debilitado yllenado de envidia. Tampoco podía olvidarse de loscomentarios de Petra, quien con sus falencias y sunecesidad de afecto no había hecho más que enfrentar aAndrés con todo lo que estaba desperdiciando ydesaprovechando de su propia vida. Facundo con suindiferencia y su frialdad, lo había abofeteado; lo habíadescolocado, quitándole el lugar de privilegio que Andréssiempre había ostentado. Y por último, la aparición de Larafue la gota que desbordó un vaso que desde hacía tiempovenía llenándose. - ¿Ya decidiste? – preguntó Ernesto con insistencia.Andrés levantó la vista preguntándose si su padre habíahecho la pregunta más de una vez. Asintió y dejó el menú aun costado. El mozo se acercó con el vino y las bebidas. Descorchó la botella y la sirvió. Los tres aguardaron a quetomara el pedido.- Nunca hablamos de lo sucedido en El Paraíso, - dijodirectamente Ernesto una vez que el mozo los dejó a solas.Andrés volvió a asentir y meditó sus siguientes palabras. Su

Page 698: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

padre había decidido comenzar con artillería pesada. Mejor así, se dijo. Bebió un poco de vino y con lentituddejó la copa en su sitio. Contempló a Ernesto que semostraba sereno, pero ambos sabían de su férreadeterminación para atacar directamente los asuntos quedeseaba abordar.- Nunca hablamos de lo que pasó en El Paraíso con Juan, -dijo Andrés con aplomo mientras sus dedos jugabannerviosamente con la base de la copa de vino. – Ni de loque sucedió con Lara… ni de mi repentina escapada aNueva York.Escuchar de sus labios la palabra escapada le llamópoderosamente la atención. Era la primera vez queasimilaba que de eso se había tratado. Se había escapado detodo lo que tanto lo había lastimado. Había dejado atrásaquello que le producía un dolor infinito y estaba pagandoel costo de su proceder. Ahora lo sabía. - No sé si tiene mucho sentido recordar lo sucedido en elParaíso, - empezó diciendo Andrés con firmeza. – Despuésde todo el tema lo hablamos con Juan Martín hasta que yano quedó punto por tocar.- Fue muy feo, - dijo su padre mirándolo condeterminación. – Fue muy doloroso para todos…- Ya lo sé papá, - dijo Andrés ahora incómodo. - Creéme site digo que, más allá de los golpes, el que más lo sufrió fui

Page 699: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

yo… no hace falta que me digas nada más… - Hizo unapausa y los miró con determinación. - Como le dije a JuanMartín, lo sucedido ese día no me lo voy a sacar nunca dela cabeza y como si eso no bastara, tengo cicatrices que melo recuerdan todos los días.Había empezado a hablar y los recuerdos se agolparon ensu mente. La discusión, los golpes, la patada de su yegua yel terrible dolor que le produjo ver el desencajado rostrode Juan Martín. Una vez más volvió a atravesar la escena yfue tan doloroso como cuando sucedió. - A mi me afectó mucho todo lo que dijiste después delalmuerzo, - dijo Ernesto con voz firme y contundente. –Sabes muy bien que ninguno de nosotros quería vertesufrir.Sorprendido por las palabras de su padre, Andrés clavó sumirada en él. Sacudió la cabeza negativamente y bajó lavista mientras una sonrisa de resignación brotaba en suslabios.- Vamos papá, - dijo con un dejo de sarcasmo. – Se muybien que tengo que asumir bastantes cosas, pero por lomenos háganse cargo de las suyas…Ernesto estuvo a punto de decir algo más, pero Andrés nose lo permitió. - Todos estaban de desacuerdo y así lo hicieron saber, -siguió diciendo ahora controlando el enojo. Miró a su

Page 700: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

madre y se corrigió. – Todos menos mamá.- No es cierto Andrés.- Si que lo es, - dijo con mayor determinación y sequedad. -En el momento de decidir, todos, optaron por Juan.- Era un momento muy particular, - se atrevió a decirMicaela.- No… no mamá, - repuso con mayor suavidad. - AunqueValeria no hubiese muerto, la reacción hubiese sido lamisma. Ninguno quería verme con Lara. Era demasiadoincómodo para todos. – Hizo una pausa y bebió un poco devino. Miró a sus padres que ahora parecían incómodos. –Cuando terminé con Lara, una de las primeras cosas quellegó a mi mente fueron las caras de satisfacción con lasque me mirarían. No lo hubiese podido soportar.- A mi no me produjo ninguna satisfacción enterarme, -dijo Ernesto con voz serena.- Hablaba de mis hermanos, - repuso acompañando suspalabras con una agria sonrisa. Se enderezó en su asientoobligándose a mostrarse entero. – Pero bueno, eso eshistoria… ahora que Lara no está supongo que serácuestión de que las cosas se acomoden.Por varios segundos cayeron en un profundo silencio. Latensión que se había generado en torno a la mesa parecíadifícil de disipar.- Y hoy la volviste a ver… - se atrevió a agregar Micaela,

Page 701: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

estirando el límite de la conversación antes que Andrésdecidiera dejar de compartir sus sentimientos con ellos.- ¿Cómo que la viste? – preguntó Ernesto desconcertado. Con ceño fruncido miró primero a su esposa y luego a suhijo. - Si, fui a almorzar a un restaurante a San Telmo y noscruzamos, - respondió él con un aplomo desconocido en él.– Apenas nos saludamos y cruzamos dos palabras. Lesmanda saludos.No quería hablar de eso con sus padres. Ellos podían estarmuy preocupados por lo sucedido con Juan Martín dosaños atrás, y por la situación actual con Facundo, pero eltema de Lara era un tema suyo; era parte de su intimidad yno estaba dispuesto a abrirse hasta ese punto.Tanto Ernesto como Micaela debieron intuir que ese era untema sobre el cual no debían preguntar, porque no hicieronmás comentarios. Dejaron que la imagen de Larasobrevolara unos instantes, para luego diluirse entre lasrisas de otros comensales.- Realmente nos sorprendió tu repentino regreso, - agregóErnesto volviendo a encauzar la conversación. – Podríashabernos llamado para avisar, ¿no te parece?Otra vez la artillería pesada, pensó Andrés convencido quesu padre deseaba llevarlo a otros terrenos. - Vine para tu cumpleaños, - respondió haciéndose el

Page 702: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

desentendido. – No entiendo el por qué de la sorpresa…Ernesto se limpió la comisura de sus labios con laservilleta y tomó un poco de vino. Miró a su hijo conseriedad.- Si hubieras venido solo a mi cumpleaños, hubierasllegado el día anterior a la reunión. Siempre fue así. Noquince días antes. – Ernesto hizo una pausa y lo observórecostarse contra el respaldo de su asiento, claramentereplegándose. - ¿Porqué no nos decís qué es lo que te estásucediendo, en lugar de tener que sacarte las cosas contirabuzón?- Es qué no sé qué me sucede, - respondió Andrés. Se lonotó perdido, a pesar de la sonrisa que les dirigió. – Mesiento estancado. Tengo treinta y cinco años y además detrabajar no sé qué hacer con mi vida. Estoy aburrido.Ni Ernesto, ni Micaela supieron cómo tomar estas últimaspalabras. La voz de Andrés sonaba tan extraña como lo erasu comportamiento general, lo cual no era muy alentador niesclarecedor.- Supongo que adelanté el viaje por Facundo, - agregósincerándose con sus padres. – No soporto que no mehable. Me saca de quicio que no responda mis llamados. –Hizo una nueva pausa, organizando todo lo que se agolpabaen su cabeza. Bufó y dejó que la mirada vagara por el lugar.– Es mucho lo que necesito resolver… estar en Buenos

Page 703: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Aires me abruma… y si bien sé con quienes tengo quearreglar cuentas, empiezo a creer que es demasiado tarde. –Los miró fijo. - Supongo que de todo eso se trata… - Hizouna nueva pausa. Tenía que asimilar el peso de sus propiaspalabras. - Los extrañé mucho… pero no es con ustedescon quien tengo que hablar de ciertos temas…Andrés permaneció sumido en sus pensamientos por un parde segundos. El mozo se acercó a retirar los platos y aofrecer el menú de postres. Andrés lo rechazó. SoloMicaela pidió un helado. - No sé, - dijo retomando la conversación. – De prontosiento que no soy ni de acá, ni de allá. Como si me hubieseperdido en algún punto entre las dos ciudades.Micaela lo observó con ceño fruncido y mucho másdetenimiento que antes. Andrés había hablado con unaseriedad y una frialdad que no había mostrado en toda lanoche. Lo llamativo del caso, para ella, fue que Andrés lohabía hecho justamente cuando hablaba de sussentimientos, de la vida que él había elegido llevar. Comomadre, le resultó sumamente doloroso comprobar una vezmás la lucha interior que su hijo libraba para controlar susemociones; emociones que Andrés había recubierto dehielo para evitar que la soledad y la tristeza que sentía, sedesparramara por todo su ser. – Acá está todo lo que quiero, todo lo que necesito… -seguía diciendo Andrés con voz neutra y monocorde, - pero

Page 704: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

siempre salgo lastimado. – Hizo una pausa para respirar. –Allá tengo tranquilidad.- Que difícil decisión, ¿no? – comentó Ernesto con tonopunzante. – La inerte tranquilidad de Nueva York, contralos vivos matices de Buenos Aires.Andrés asintió. Era tan básico como eso. Una vez más sesintió frente a una bifurcación. Pero cómo saber qué era loque verdaderamente necesitaba.- Hace lo que sientas que tengas que hacer, - dijo Micaelacon delicadeza y estiró su mano para posarla sobre la de suhijo. – Nadie dice que va a ser fácil… pero si necesitas queciertas cosas cambien, sos vos quien tiene que generar esecambio. – Lo miró con dulzura y le dedicó una sonrisacargada de amor. - Ya vas a ver como las cosas vuelven a susitio.Ernesto y Micaela lo dejaron en la entrada de su edificio yantes de ingresar Andrés permaneció unos minutos viendoel auto alejarse. Le había hecho bien hablar con suspadres, sincerarse con ellos y confirmar que no lereprochaban nada. Consultó su reloj. Faltaban quinceminutos para medianoche. Elevó la vista hacia su balcón,estaba oscuro. Petra ya debe estar durmiendo, pensó. Notenía deseos de volver a su departamento. Decidió caminarun poco. Si bien hacía frío, el aire fresco lo despabiló. No pensó

Page 705: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

demasiado, simplemente contempló los restaurantes,algunos con más gente que otros; algunos conocidos otrosnuevos. Le resultó agradable encontrarse allí y bufó por supropia contradicción. Siguió caminando, ahora sabiendocon exactitud hacia donde se dirigía. Contempló Lara´s Restó con vacilación. Lo encontró tanconcurrido como siempre, pero no la vio. Alentándose atomar una decisión, recordó las palabras de su madre y conpaso ya mas resuelto ingresó. Una vez dentro, dejó que lamirada recorriera el lugar. Fue como si hubiese regresadoen el tiempo. Los reconocidos sonidos y movimientos loenvolvieron al igual que los aromas y el murmullo de loscomensales. Junto al piano divisó a Carlos Dumas queconversaba con dos personas. Se acercó unos pasos y sedetuvo. Volvió a buscarla, pero no vio rastros de Lara. Entonces su mirada se cruzó con la de Dumas.- Que agradable sorpresa, - dijo el dueño del lugaracercándose a él. Le sonrió con amabilidad y estiró sumano para saludar a Andrés. – Cuánto tiempo sin verte…- Es cierto Carlos, - repuso Andrés sintiéndose a gusto porel recibimiento. - ¿Cómo esta todo por acá?- Todo muy bien, - respondió Dumas. - ¿Vas a cenar?Andrés sacudió su cabeza y una vez más su mirada la buscóentre los salones. Se impacientó al no dar con ella. Totalmente decidido, volvió a mirar a Dumas y preguntó

Page 706: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

por Lara. Carlos Dumas se puso tenso al escuchar lapregunta. Hacía tanto tiempo que ellos habían terminado,que no se le había ocurrido que él podría haberse acercadoa buscarla. - No, Lara no está, - le dijo con cautela. – Hace casi un añoque le compré el restaurante.Andrés arqueó las cejas y Dumas pudo jurar que vio ladesilusión que, por un instante cruzó por sus ojos. - Bueno, la llamo al departamento entonces, - dijo una vezsuperada la contrariedad.- Se mudó, Andrés - agregó Dumas con mesura y algo depesar por volver a desalentarlo. - Muchas cosas cambiaron.Andrés volvió a asentir con resignación, asimilando loscambios.- Supongo que no sabes donde la puedo encontrar…, - seatrevió a decir tanteando al hombre. – Tengo que hablar conella Carlos.Dumas se tomó unos minutos para responder, había notadocierta súplica en la voz de Andrés y eso lo hizo dudar.Podría haberle dicho que no, que no tenía idea y asípreservar la privacidad de su amiga, pero también podíadecirle que la buscara en Rojo Carmesí donde seguramenteLara se encontraba. Él sabía lo mucho que ella habíasufrido por Andrés Puentes Jaume y lo mucho que todavíalo quería. Pero también sabía que era mucho lo que había

Page 707: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

quedado pendiente entre ellos. Carlos estaba convencidoque ambos debían sentarse y hablar, gritar y pelearse si eranecesario, pero tenían que cerrar el capítulo para siempre ovolver a escribirlo juntos. Miró a Andrés con ciertadesconfianza y lo estudió unos segundos mientras tomabauna decisión. - Debe estar en Rojo Carmesí…, - dijo todavía no muyconvencido de lo que estaba haciendo.- ¿El restaurante de la calle Balcarce?, - preguntó Andréscon ansiedad. Dumas asintió con seriedad y no supo cómotomar el modo en que el rostro del muchacho se encendía.– Muchísimas gracias.Andrés le palmeó el brazo y se dirigió a la entrada principalen busca de un taxi. Dumas lo siguió con la mirada y antesde que Andrés saliera lo llamó.- Cuidado con lo que vas a hacer, - le dijo con seriedad. Andrés asintió agradecido. – No se te ocurra decirle que yote dije dónde podías encontrarla.- No pienso decir nada, - le respondió con una sonrisa deagradecimiento. – Te debo una grande Carlos.

Page 708: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 40Luego de haber insistido que fueran a tomar algo másfuerte en algún bar y no haber logrado convencerla, Gimenadejó a Lara en su casa pasadas la una de la madrugada.- Mañana tenemos tenis…, - le dijo Gimena cuando Lara yahabía bajado del auto. - ¿Venís no?- Si, claro… pasame a buscar como siempre, - lerespondió. Se reclinó contra la ventanilla. – Me voy atomar algo para descansar, - agregó. – Si no atiendo eltimbre, te pido que por favor me despiertes.- Tengo la llave que me diste la última vez, - le dijo Gimenadisfrazando su preocupación. – Entro y te arranco de lacama.Cruzó la calle hacia la puerta de entrada, buscandofrenéticamente la llave en su bolso. La cuadra estaba oscuray no le agradaba permanecer mucho tiempo sola allí fuera. Puso la llave en la puerta y abrió. Por sobre su hombro,saludó a Gimena que la aguardaba. Escuchó la bocina de suamiga y vio como el auto arrancaba y se alejaba. Se volvióhacia la puerta para ingresar, cuando sintió una sombra quesigilosamente se acercaba y estuvo a punto de gritar.- Hola – le dijo Andrés con cautela.- Por Dios, - gritó y retrocedió varios pasos sobresaltada. –Me asustaste –protestó ella llevándose una mano al pecho.

Page 709: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Resopló tratando de recuperar el aliento. – ¿Cómo se teocurre acercarte así?- Perdón, - repuso Andrés azorado y levantó sus manos ensigno de no estar haciendo nada amenazante. – Me parecióque me habías visto.- Cómo mierda te voy a ver con esta oscuridad, - chilló ellamolesta todavía con la mano en su pecho. Sacudiódelicadamente la cabeza y se acomodó el bolso en suhombro. - ¿Qué haces acá?... Es muy tarde… hace frío. - Te fui a buscar al restaurante, pero justo estabas saliendocon tus amigas, -le dijo. Su voz sonó suave y cautelosa. –Las seguí con el taxi. Necesito que hablemos.Ella simplemente asintió. Lo había esperado toda la tardeen el restaurante, pero no había contemplado que pudieraaparecer en su casa. Después de todo él no tenía la menoridea de donde vivía. Lo miró de reojo sin saber muy bienqué sentir. Tranquila, se dijo, tal vez fuera una buenaoportunidad para cantarle las cuarenta que tenía en mente. Por lo menos no la envolvió la necesidad de arrojarse a susbrazos, eso la hizo sentir más segura.Entraron a la casa, Lara primero, Andrés unos pasos detrásde ella. El departamento estaba en penumbras. La persianaque daban al pequeño jardín estaba levantada y Andrés loapreció con desconcierto. Cerró la puerta y permanecióparado en el recibidor. Desde allí dejó que su mirada

Page 710: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

recorriera el desconocido ambiente. Recordaba lossillones y la amplia mesa que los dividía, pero el juego decomedor había sido reemplazado por una mesa mucho máschica; en lugar de las ocho sillas, solo había cuatro. Si bienel ambiente era mucho más cálido y acogedor que elsemipiso que antes Lara habitaba, no le gustó el cambio. Se alejó de la entrada y lentamente se dirigió al living,donde se ubicó en uno de los sillones. La observó. Larahabía encendido una lámpara, que apenas brindaba una tenueluz al ambiente. El silencio, era apenas alterado por los ruidos de laspisadas de ella y algún sonido ahogado proveniente delexterior. Dándole la espalda en todo momento, Lara sequitó el tapado y lo dejó caer en una de las sillas delcomedor; colocó su bolso sobre la mesa. Sin detener sumarcha, fue hacia una pequeña mesita, ubicada entre uno delos sillones y el ventanal que daba al jardín, donde, dentrode una canasta, se encontraban varias bebidas. - ¿Querés tomar algo? – ofreció con voz tan firme quehasta ella se sorprendió. – Yo voy a necesitar un trago.- Lo que vos tomes, - dijo él con suavidad mientras laobservaba.Lara preparó los dos tragos y se acercó a él. Se lo extendióy se sentó en el sillón, enfrentándolo del otro lado de lamesa. Lo contempló con seriedad. Andrés se habíarecostado contra el sillón; parecía cansado, hasta algo

Page 711: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

agobiado; sus ojos, siempre chispeantes y vivaces,denotaban una mezcla de desesperación y amargura. Peroni siquiera eso logró menguar la indignación y el enojo deLara.- Viste que tenía razón, - empezó diciendo ella con bastanteagresividad luego de darle un largo sorbo a su bebida. – Nofalla, siempre volvés con otra… todas somos conquistaspara vos.Hizo una pausa y así como creyó que decirle eso laayudaría a sentirse mejor, se había equivocado. Se cruzó depiernas y lo enfrentó desafiante.- Que directa, – repuso él descolocado por como laconversación había comenzado. – Pero estas equivocada…- ¿Equivocada? – repitió ella con filoso sarcasmo. - Vosdebes creer que yo soy una imbécil l …Las últimas palabras sacudieron a Andrés mucho más que laafirmación en sí. No recordaba haberla escuchado hablarcon tan punzante agresividad. El enojo de Lara era tanpalpable que se sintió superado una vez más por lasituación. Aquí vamos de nuevo, pensó con amargura. Estaba cansado y abatido. Intentó protestar, pero Lara nose lo permitió. - La situación hablaba por si sola…, - siguió diciendo ella yle dio un largo trago a su whisky. Encendió un cigarrillocon cierto nerviosismo. Lo miró. – Recuerdo que cuando

Page 712: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

te conocí, me divertía verte siempre con una modelodistinta, - dijo con voz entrecortada y temblorosa. Laspalabras salieron de su boca tan espontáneamente queAndrés se sorprendió. – Después me fastidiaron loscomentarios que escuchaba por ahí… y que aún hoy cadatanto escucho. – Hizo una pausa y respiró hondo buscandoordenar sus pensamientos. Siguió hablando. – En todo estetiempo, hasta desde Nueva York me llegaron comentariossobre vos.- No tenés ningún derecho a reclamarme nada… - protestófastidiado por el rumbo de la conversación. - Hubiera dadocualquier cosa por haber estado con vos durante todo estetiempo. - Eso no es cierto…, - repuso ella ahora dejando que latristeza se filtrara en su voz. – No me mientas más… Tefuiste… y te importó un rábano lo nuestro…- ¿Qué? Vos no tenés memoria, - respondió Andréstajantemente y la exasperación elevó el tono de su voz. –Necesitas que te recuerde nuestra última conversación. Yo quería que nos casemos, ¿te olvidaste de eso también?,fuiste vos la que pusiste peros…- Te mandé muchísimos mails que nunca respondiste.- Vos no respondiste la única pregunta que valía la penaresponder, - replicó él con frialdad.- Claro, me olvidaba, - repuso irónicamente. – El señor ya

Page 713: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

había tomado una decisión… había ordenado lasprioridades a su antojo… ¡cómo se me iba a ocurrir a micontradecirlo!Lara se puso de pie y buscando poner cierta distancia entreellos se dirigió una vez más al improvisado bar. Rellenósu copa. Andrés la siguió con la mirada, luchando porcontrolar el enojo que había empezado a gestarse en susentrañas. No soportaba ni el modo en que lo trataba, ni eltono de voz que estaba empleando. Estaba allí paraentender qué les había sucedido, para decirle lo mucho quela necesitaba. Pero ahora viendo la actitud de ella,empezaba a sentir que no tenía sentido intentarlo.- Dijiste que necesitabas hablar, – dijo ella con filosafrialdad, volteándose a mirarlo. – Pero desde que llegasteno abriste la boca… me tiene harta tu juego. - Hizo unapausa. Encendió un nuevo cigarrillo y adoptó una posturasarcástica. – Me olvidaba… no tengo derecho a reclamarnada.- No estoy jugando a nada… – protestó Andrésdesorientado por el rumbo de la conversación.Otra vez el incómodo silencio y Lara debió desviar la vistatemerosa de flaquear. La tensión se respiraba en elambiente y se había intensificado con cada reclamo y cadareproche que salía de sus bocas. Una vez más Lara rellenósu copa, más por tener sus manos ocupadas que por falta debebida en su vaso. Sentía el efecto del whisky recorrer su

Page 714: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

cuerpo y lo agradecía; la bebida le daba bríos paraenfrentarlo y una sensación de aplomo que la sostenía parano amedrentarse. Buscando mantener cierta distancia, fuehacia el ventanal y dejó que su mirada paseara por el oscurojardín.- ¿A qué viniste?- Vine a hablar pero la verdad es que no sé si queda algo pordecir entre nosotros, - dijo Andrés devolviéndole el tonoque ella había utilizado.- Andate entonces…- Si… tal vez debería irme, - repuso él. Bebió un poco de su vaso y lo colocó en la mesa. Pero nose marchó; se negaba a hacerlo y perderla para siempre. Deseaba quedarse allí, a su lado, aunque siguieranechándose en cara todo lo sentían. Estaba seguro que no leagradaría nada de lo que escuchara, sin embargo siempreera mejor estar con ella, a no tenerla. Sin saber cómovolver la conversación a su favor, deambuló por eldepartamento. Observó las fotos dispuestas en una delgadabiblioteca y fue hasta la cocina de donde extrajo hielo de laheladera. Regresó al living y luego de tomar su vaso, fuehasta el bar. Con cierta indignación Lara lo observó moverse por eldepartamento. Aunque era la primera vez que Andrés seencontraba allí, le resultó una figura familiar en ese

Page 715: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

entorno; una pieza que había encontrado su ubicación ycompletaba el cuadro. Recordó que justamente eso habíapensado la primera vez que puso un pie en su departamentoanterior; la noche que supo que estaba perdidamenteenamorada de él. Se fastidió más todavía ante esepensamiento y de reojo lo observó rellenar su vaso ycolocar los hielos que había tomado de la heladera. Teníalos ojos clavados en ella y la observaba con punzantefrialdad. Estaba enojado, Lara lo percibía y también sabíaque estaba a punto de tomar las riendas de laconversación. Andrés volvía al sillón, pero antes de sentarse fue hacia elinterruptor y encendió las luces del living. - Ahora está mejor, - dijo con firmeza.- ¿Qué haces?, - protestó ella molesta por la luz.- Esto estaba demasiado oscuro y con lo que estastomando, mañana no ibas a saber si realmente estuve aquí…y quiero que lo recuerdes termine como tenga queterminar, quiero que recuerdes cada instante de estaconversación.Lara vació su vaso de un trago y se acercó al bar dondeestaba la botella; lo rellenó- Deja de tomar- la reprendió con furia.Le arrebató el vaso de su mano con tal violencia que lamitad de la bebida se desparramó. Con igual brusquedad

Page 716: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

dejó el vaso sobre la mesa.- Quien te crees que sos para decirme lo que tengo quehacer en mi propia casa, - chilló ella indignada. - Quiero entender qué mierda nos pasó, - dijo Andrésenérgicamente. - Ahora viéndote… me vienen a la cabezamillones de cosas que me quedaron pendientes dedecirte… - Yo te puedo decir ya mismo qué nos pasó, - le gritóempujada por el enojo y el dolor de los recuerdos. – Meengañaste y te marchaste. Eso fue lo que nos sucedió.Supongo que ahora que ya lo entendiste, podes irte, -terminó diciendo con impaciencia y determinación.- No me mires así, - protestó él ahora con hastío y laapuntó con un dedo severo y autoritario.El fuego se había apoderado de él de tal forma que no leimportó lo que fuera a suceder entre ellos. Todo lo quesentía le quemaba el pecho y el momento de liberarlo habíallegado. Dio un paso hacia Lara.– Me venís a echar en cara si estaba con tal o cual mujer…como si tuvieras derecho a reclamar algo... ¿quéesperabas?... ¿qué carajo esperabas?... Tenés alguna idea delo que hubiera sido capaz de dar por estar con vos cadasegundo de estos últimos dos años… ¿nunca lo pensaste?–, le gritó con más enojo del que había creído sentir. Hizouna pausa para controlar la respiración que se le había

Page 717: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

acelerado considerablemente. – Nunca pensaste en loterrible que fue para mí descubrir que después de todo, noestabas dispuesta a casarte conmigo. – Respiró hondo. Tenía que recuperar la compostura que estaba perdiendo. –Para vos fue mucho más fácil echarme toda la culpa;convencerte de que te estaba traicionando con Sabrina ocon cualquier otra. – La miró con frialdad y algo deindignación. – Me trataste como si finalmente hubierasconfirmado la sospecha de que en el momento menospensado yo te iba a clavar un puñal por la espalda.- Eso no es verdad, - protestó Lara interrumpiéndolo. - Si lo es, - le gritó furioso. – Fue terrible descubrir quedespués de todo nunca confiaste en mi amor. – Fue suturno de darle la espalda. Tal vez no había sido una buenaidea encender la luz, pensó, pero descartó el pensamientoautomáticamente; era mejor así. Quería que lo viera, queríaque se diera cuenta de cuánto lo había lastimado. – El otrodía Juan me decía que en algún punto fue la misma historiacon los dos… - hizo una pausa y vio que Lara estaba poragregar algo y no se lo permitió. – Al principio me parecióalgo impensado… pero finalmente tuve que reconocer quetenía razón… Aunque parezca mentira, con los dos hicistelo mismo… a los dos nos desplazaste cuando te sentistesobrepasada o simplemente tu vida parecía alterarse. - Hizouna nueva pausa. - ¿Fue lo mismo entonces… uno o elotro…? ¿Fuimos lo mismo para vos?

Page 718: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Lara lo contempló azorada por lo que acababa de escuchar. En los ojos de Andrés pudo ver el dolor que llevabaacumulado y eso la devastó.- No fue lo mismo y lo sabés… no te atrevas a compararlo,- logró protestar al borde de las lágrimas. Empezaba aperder el control y aunque lo sabía, ya no tenía forma decontrarrestarlo. Había tomado demasiado y ya no podíacontener sus emociones. – Es una crueldad que lo estaspreguntando…- ¿Crueldad?... ¿a vos te parece crueldad Lara?, - respondiócon cierta incredulidad. Dio un paso hacia ella y la observóabrazarse con ambos brazos. – Cuando vos tomaste ladecisión, no se te ocurrió pensar que estabas siendo cruelconmigo… - le gritó con tanta furia que la asustó. Andréssacudió su cabeza con incredulidad y enfrentó losventanales ocultando su tristeza. – Tenés una somera ideade lo que fue para mí enfrentarme con mi hermano como lohice; lo hice por vos, por nosotros. – Su corazón latíadesaforado y detestó que fuera necesario hablarle de esemodo. Pero aunque lo hubiese deseado no tenía manera dedetenerse. - No, no tenés idea de lo que fue para mí; a voslo único que te importó pensar fue que lo habíaprovocado… ni el margen de la duda me diste…pero fue élquien me provocó y ese detalle como tantas otras cosas lopasaste por alto. - Entonces la enfrentó resuelto. – ¿Tegustaría saber qué fue lo que me dijo Juan Martín el día de

Page 719: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

la pelea? – le preguntó directamente con voz cargada dedolor. Pero no aguardó la respuesta de ella. – Juan Martíndijo que te habías acercado a mi porque necesitabas de midinero para salvar la empresa… esa noche en el restóescuchó toda la conversación y entre todo lo que escuchódescubrió que estabas en problemas con la empresa. ¿Casualidad o causalidad?... me dijo y se rió.- Vos no pudiste pensar que eso era cierto, - protestó ellaaterrada de que él hubiese contemplado la posibilidad. –Decime que no creíste eso…- No lo creí en ese momento, ni en ningún otro, -respondió y por un instante la contempló. Desvió la vistasúbitamente avergonzado por lo que sabía que tenía quedecir a continuación. - ¿Te gustaría saber finalmente quéera lo que te oculté en aquel entonces?Lara lo miró con perplejidad sosteniéndole la mirada. Asintió levemente y un manto de desconfianza le opacó elsemblante.- De algún modo Juan Martín descubrió que me encarguéde toda la operación para que no perdieras Lara´s, - dijocon voz cargada de sentimiento. - Eso es lo que nunca tedije… lo que nunca quise que supieras. James Suburn esuno de mis mejores amigos. Nadie tenía porque saberlo,pero Juan Martín de algún modo se enteró y me amenazócon contarte todo.

Page 720: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

La sacudió descubrir que detrás del grupo inversor quetanto la había acosado siempre había estado la mano deAndrés. La indignación se apoderó de ella y furiosa loincrepó, aunque no sabía bien si esa indignación estabaalimentada por su participación en esa operación o por laseparación que por eso había surgido. - ¿Cómo fuiste capaz de hacer eso? – le recriminódesconcertada por el rumbo que había tomado laconversación. – No tenías derecho a hacer una cosa así… Te dije que no te metieras… Me juraste que no lo harías.- Perdías todo Lara…, - le respondió con aspereza. – Cómopuede ser que todavía no te hayas dado cuenta que si nointervenía, perdías el control de Lara´s… - Sacudió sucabeza con incredulidad. - Aunque te indignes por lo quehice, de no haber sido así hoy no estarías al frente de tupropia empresa.Finalmente Andrés había logrado escupir todo lo quedurante mucho tiempo se había acumulado en el fondo desu alma. Se sintió más liviano, pero no aliviado. Dio un parde vueltas por el diminuto living sintiéndose encerrado yagitado. Se detuvo junto al desayunador y allí se sentódurante algunos minutos. También él necesitaba asimilar loque había dicho, porque sus propias palabras salieron tanbrutalmente de su boca, que se sorprendió de su propioenojo. - Vendí el restaurante para cancelar la deuda… el

Page 721: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

restaurante y mi semipiso, - balbuceó enfrentándolo unavez más. - Esa nunca fue mi intensión, - repuso todavía incómodo. –No tenías porqué cancelar la deuda tan rápido… Nunca teapuré, ni siquiera seguí la operación. Lo hubieras podidohacer sin deshacerte del restaurante y del departamento. Realmente lamento que lo hayas hecho.- Ahora que ya dijiste todo lo que tenías que decir, - dijoella con autoridad, - Andate.Andrés levantó la vista hacia ella. La observó temblar ysupo que estaba a punto de llorar. Respiró hondo ycolocando sus manos en su cintura, se irguió obligándose adoblegar el enojo. - No me voy a ir…- respondió con determinación.Lentamente fue hacia ella, que lo seguía desafiando. –Todavía no hemos terminado.Su voz repentinamente se había suavizado, tornándoseenvolvente y profunda, pero seguía enojado y furioso conella. Se detuvo a escasos centímetros de distancia. Seobservaron uno segundos y fue demasiado para él. - Ya me quedó más que claro lo mucho que me detestas, -agregó sin apartar los ojos de ella. Se acercó un poco más.– Ahora sé que para vos no soy más que un tramposo que teobligó a vender todo lo que tanto querías… Un hijo de putaque te traicionó a la primera de cambio.

Page 722: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- No des vueltas mis palabras, - protestó dando un pasohacia atrás.- También espero te haya quedado claro lo enojado queestoy con vos…, lo mucho que me desilusionaste, - dijo alllegar a ella. – Lo profundo que me lastimaste.Lara intentó protestar, pero Andrés no se lo permitió.Abruptamente se abalanzó sobre ella tomándoladesprevenida. La rodeó con sus brazos y la empujó contrauna de las paredes. - No quiero hablar más… solo quiero hacer lo único quetengo en mente desde que te vi en ese restaurante.Quería tomarla en ese preciso instante, la necesitaba condemasiada desesperación. Sus manos se deslizaron pordebajo de su camisa en busca de su piel; necesitaba sentirla,acariciarla y recuperarla. Lara tembló entre sus brazos yeso lo alentó. Dejó que sus manos siguieran recorriendosu espalda devorándola con la mirada.- ¿Qué estas haciendo?, - balbuceó ella sobre la ola desensaciones que empezaban a envolverla. Quisodesembarazarse de los brazos de él, pero no pudo. –Soltame…- No te voy a soltar…, - agregó acompañando sus palabrascon una maliciosa sonrisa. – Te voy a demostrar lo sucioque puedo jugar.- Soltame…

Page 723: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- No… me vas a rogar pidiéndome más…Bajó su rostro hasta el de ella y detuvo sus labios a escasosmilímetros de los de ella. Lara entreabrió los de ella,deseosa de recibir la boca de él. Pero no la besó, notodavía. Dirigió sus labios hacia la mejilla y descendióhasta recorrer su cuello, lentamente absorbiendo su aromay suavidad. Lara tembló cuando el aliento de Andrés,pesado y espeso, se adueñó de su cuello y corrió por supiel como un manto febril que la erizó. Un gruñidoahogado escapó de su garganta en el mismo instante en queintentaba protestar. Se separó de ella uno centímetros,solo para contemplar ese rostro hermoso que ahora con losojos entrecerrados, abría su boca con urgencia. Acercó suboca a la de ella y mordisqueó su labio inferior, mientrassus dedos desabrochaban el corpiño con extremadiligencia. La apretó con su cadera, permitiéndole sentirlo.Esta vez el temblor de Lara fue mucho más intenso. Nodeseaba moverse, deseaba permanecer allí parada, sintiendosus manos recorrer cada centímetro de su espalda, mientrassu boca cubría su cuello y su rostro. El deseo que laenvolvía la hizo flotar y la totalidad de su cuerpo fueinvadida por un ardor tan intenso que tubo un orgasmo allímismo. Él lo sintió y la empujó a sumergirse en esa ola de placer;intensificó las caricias y le mordió el lóbulo de una de susorejas. Lara se estremeció entre sus brazos. Con una

Page 724: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

mano tomó su nuca y la obligó a tirar la cabeza hacia atrás,mientras su mano libre desabrochaba la camisa y su bocarecorría lentamente la totalidad de su cuello. Cuando suspecho quedaron libres, puso una de sus manos sobre uno deellos acariciándolo con delicadeza; con la otra la obligó aenderezar la cabeza. Lentamente le fue besando el cuellohasta que su boca se apoderó de uno de sus pechos. Locubrió con sus labios y su lengua jugó hábilmente con supezón, duro y erecto. - Mm, - balbuceó ella algo mareada. Se mordió el labioinferior abrumada y perdida. – Por Dios… te necesitoya…- Todavía no, - balbuceó él mientras su lengua recorría lacircunferencia del pezón y una de sus manos masajeabadeliciosamente el otro seno. Su mano libre descendióhacia sus piernas hasta filtrarse bajo su ropa interior pararozar con suavidad y delicadeza la zona púbica hastaapoderarse de la curvatura de su sexo. – No escuché queme rogaras …- Te odio…Subió hasta su boca. La besó con tanta fuerza que pudosentir sangre en su boca; la de él o la de ella; la de ambos. Se sumergió en un turbulento mar de sensaciones; unremolino que lo estremeció arrancándole gruñidosguturales. Se perdió en ella.

Page 725: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Lara respondió el beso con la misma intensidad y urgencia,sintiendo las manos de Andrés recorriéndole la espalda, sussenos, descendiendo con pasmosa lentitud hasta suscaderas. - Te necesito, - alcanzó a balbucear ella sin separar suslabios de los de él. – Te necesito… ya Andrés… No te voya rogar, - protestó aferrándose a su cuello y besándolo conmás deseo del que recordaba haber sentido nunca. - Es unaorden.- Eso supera ampliamente el ruego…Todo lo que vino después fue consecuencia del doloracumulado, la necesidad del cuerpo deseado, peroprincipalmente por el intenso amor que los unía.- ¿Cómo llegamos a mi cama? – preguntó Lara sobre loslabios de Andrés que continuaba mordisqueando los suyos.- Me rogaste que te trajera acá, - respondió él sin dejar debesarla.- Yo no te rogué, - protestó ella. - Aunque no lo reconozcas… lo hiciste…- Sos un tramposo…- Te había prevenido.Andrés seguía recostado prácticamente sobre ella y Lara loobligó a enfrentarla tomando el rostro de él en sus manos.- ¿Por qué no leíste mis mails? – murmuró ella

Page 726: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

temerosamente.- Porque yo necesitaba la respuesta de tus labios, -respondió con suavidad y recostándose a su lado, la atrajomás contra él. - No quería leer explicaciones que ya no meinteresaban… ni encontrarme con un si quiero vacío ylejano. – Hizo una pausa y dejó que su cuerpo se llenara dela cercanía de ella. - Necesito que me digas la verdad…, -se atrevió a decir y corrió un par de mechones que habíancaído sobre el rostro de ella. Lara se acurrucó en losbrazos de él. Cerró sus ojos y recostó su cabeza sobre elpecho de Andrés. Asintió lentamente. - ¿Tenemos otraoportunidad? ¿Es posible que volvamos a intentarlo?Ella no respondió, se separó de él unos centímetros y condelicadeza lo besó. Lo contempló una vez más y acariciósuavemente ese rostro hermoso, dejando que sus dedos semezclaran con su cabello y que bajaran hasta su barbilla.- Si no te hubieras ido, hubieras tenido la respuesta de mislabios, - le aseguró. - Cuando te tengo cerca, me pierdo. Siento que me dominas que dejo de existir; eso meaterra… Pero cuando no estas, ya no se quien soy…Andrés la rodeó con sus brazos y la contempló.- Nunca pensaste que me podría suceder lo mismo, -replicó él emocionado. Volvió a besarla. – Ese es uno delos motivos por los que no deseaba volver a Buenos Aires.Sabía que si pisaba esta ciudad, tarde o temprano iba a venir

Page 727: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

a buscarte. - Le acarició el rostro con delicadeza. – Memoría de solo pensar que podía encontrarte con Carrillo.- Tristán vive en Madrid. Se caso hace un año y tiene unbebe recién nacido, - le informó con una sonrisa y se dejóacariciar por las manos de él. – Soy la madrina.- Mirá vos que afortunado… - ahora fue su turno demostrarse sarcástico, - por lo menos él formó unafamilia… Por un instante volvió a perderse en la mirada de él. Suspalabras se oyeron amortiguadas. - Prometeme que nunca más te vas a ir… Que nunca másme vas a ocultar algo… lo que sea…, - demandó ella confirme vehemencia. – Quiero escucharte decirlo.- Nunca más, - respondió él con una sonrisa cargada deemoción. - Seguís sin responder mis preguntas…- A vos te parece que queda algo por responder, - dijo ellaahora con dulzura. Él frunció el ceño pero sonrió. - Claroque podemos intentarlo de nuevo; lo intentaría todas lasveces que fuera necesario… Te amo Andrés…- También te amo, - dijo él y se abalanzó sobre ella. – Teextrañé horrores.Andrés fue el primero en despertar. El sol se filtraba porlas rendijas de las ventanas inundando la habitación de unaclaridad suave y reparadora. Se desperezó y sonrió feliz alver a Lara durmiendo plácidamente a su lado. En ese

Page 728: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

instante le hubiera llenado el cuerpo entero de besos, perono quiso despertarla; simplemente se recostó contra subrazo y la observó en silencio durante algunos minutos. Enalguna medida, parecía que el tiempo nunca hubiese pasado,como si ambos nunca se hubieran separado. Respiró hondoy se estiró para mirar la hora. Eran cerca de las dos de latarde. Andrés no tenía apuro, pero si hambre, decidiódarse una ducha y preparar luego algo para comer. Le besósuavemente la mejilla y dejó la cama.Un ruido extraño despertó a Lara. Un sonido lejano ypunzante. Tenía un terrible dolor de cabeza y le costó mássegundos de los acostumbrados abrir los ojos. Alencontrarse sola en la habitación frunció el ceñopreguntándose si todo había sido un sueño maravilloso,pero entonces reparó en el sonido de la ducha. Está ahí, sedijo complacida. Dejó la cama dispuesta a unírsele, cuandoescuchó la llave en la puerta de entrada. Tardó enreaccionar. Gimena, pensó al recordar que su amiga pasaríapor ella para ir al club. Buscó rápidamente algo queponerse. Vio la camisa de Andrés en el suelo. La tomó yse la colocó mientras corría hacia la entrada deldepartamento.- Lara, - gritó Gimena al entrar al departamento. – Julián yFernando nos esperan en la cancha… Que olor que hay acádentro… estuviste tomando de nuevo... no tendría quehaberte dejado sola.

Page 729: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Shhh…. Gime… - chilló Lara al aparecer por el corredorque llevaba al dormitorio. - Callate….- Pero que haces… no te vestiste…. Te toqué tres vecestimbre, - agregó desconcertada. – Menos mal que me distela llave.- Te tenés que ir…- ¿Qué te pasa? – preguntaba Gimena cuando escucharonque alguien se acercaba por el pasillo.Con una toalla anudada a la cintura y secándose aun elcabello, Andrés apareció por el pasillo. Se lo veía divertidoy para nada incómodo. Las dos muchachas voltearon amirarlo. Así como Lara quería esconderse bajo el sillón,Gimena no podía quitarle los ojos de encima.- Buen día, - dijo él con amplia sonrisa y se recostóseductoramente contra la pared.- Qué tal, - saludó Gimena anonadada y algo cautivada porlo que veía. De reojo vio a Lara ocultar sus ojos tras sumano con incomodidad y en un susurro agregó, - ¿AndrésPuente Jaume?Lara asintió sin poder creer lo que sucedía.- Andrés, ella es mi amiga Gimena – dijo Lara a modo derápida presentación sin atreverse a mirarlos. – Éramoscompañeras del colegio.- Encantado, - saludó él con una sonrisa y sacudiódespreocupadamente una mano.

Page 730: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Lo mismo digo… bueno… supongo que hoy no haytenis….- No, - repuso Lara tajantemente. – Después te llamo.- Cancelo lo de hoy a la noche también, ¿no? – agregó sinmoverse, con la mirada clavada en Andrés que parecíadejarse contemplar.- Después te llamo, - insistió Lara empujando levemente asu amiga para que se marchara y dejara de mirarloembobada.- Sí, claro, yo me encargo de avisar a los demás, - dijo y sedejó empujar hacia la puerta. – Ya me voy…no meempujes. - Antes de marcharse le dedicó una última miradaa Andrés. - Fue un verdadero placer Andrés era hora que teconociera de cuerpo presente…- Chau Gime…. Lara la empujó al palier y cerró la puerta en cuanto Gimenasalió sin atreverse a mirar a Andrés. La llenó de vergüenzaescuchar la carcajada de su amiga al marcharse. Nunca lehabía sucedido algo así y si bien la situación había sidoincómoda, tenía que reconocer que algo de gracioso habíaen toda la escena. Divertido, Andrés se acercó a ella y larodeó con sus brazos.- Que fue toda esa exposición, - le dijo Lara directamente.Andrés se encogió de hombros.- Tu amiga se va a encargar de contarle a todo el que quiera

Page 731: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

oír que me encontró acá con vos…. – hizo una leve pausa. –y en el estado en que me encontró.- Por Dios… no quiero ni pensar el modo en que lo va acontar….- Me imagino como lo va a contar… va a haber muchosdetalles, - dijo y dejó escapar una risita cargada desoberbia. –… te vas a enfrentar a una catarata de preguntas. – Lara lo miró asombrada y sintió ruborizarse. – Es elefecto que causo…. – agregó con una mueca y rompió areír. – En la guerra hay que utilizar todos los atributos conlos que uno cuenta.- Por favor… ¿qué guerra?...sos un engreído…- Te amo, - le susurró al oído. Hizo una pausa y sin podercontenerse preguntó. - ¿quiénes son Julián y Fernando?Era el turno de Lara de divertirse. Se separó unoscentímetros para observarlo mejor.- Fernando se podría decir que es el novio de Gimena yJulián es el primo de Gimena.- Es decir que te tocaba Julián, - agregó Andrés aferrándolapor la cintura. - Se podría decir.- ¿Y qué planes se suponía que tenías para hoy?- Una cena, tal vez el cine… no sé….- Los cuatro tenistas supongo, - siguió diciendo Andrés

Page 732: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

mientras bajaba su boca hasta el cuello de Lara. Ellaasintió divertida. - Espero que Gimena se encargue desolucionar eso, - agregó Andrés desabrochándole la camisaa Lara.- No hay nada de que encargarse…Andrés asintió y se concentró en lo que estaba haciendo. Por un instante pareció meditar algo.- Ahora, además de que te mudaste, de que te gusta elwhisky, que jugás tenis y que existe un Julián, - siguiódiciendo Andrés mientras le besaba delicadamente elrostro. - ¿Qué otras modificaciones e incorporacionesexisten?... prefiero no encontrarme con más sorpresas.Ella rió y lo besó. Nada en el mundo podría volver asepararlos y esa certeza la colmó de dicha. El celular de Andrés quebró el clima. Lara se sobresaltó yse separó de él unos centímetros.- Tengo que atender, - dijo él tan sorprendido como ella. Le indicó que aguardara un segundo y fue en busca de suteléfono que había quedado tirado en uno de los sillones.- Hola, - dijo todavía sonriéndole a Lara. Pero la sonrisa sele borró del rostro al escuchar a Petra del otro lado de lalínea. – Petra, - dijo sacudido.Desvió la vista de Lara al notar el modo en que su rostro setornaba serio.

Page 733: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿Qué hora es? – preguntó. Sin perder tiempo fue hacia Lara que ahora se dirigía a sucuarto, evidentemente molesta. La rodeó con su brazolibre deteniéndola. - ¿A qué hora sale tu vuelo? – preguntó mientras lemurmuraba a Lara que no se marchara. Escuchó larespuesta de Petra y frunció la frente. – No imposible, nollego. - Elevó la vista al techo e hizo un gesto más queelocuente de fastidio. - Escuchame una cosita, Petra noempieces con tus preguntas porque no pienso responder, -le dijo demostrando su irritación. – No tenés nada quepreguntarle a nadie…está bien, está bien… Hagamos untrato, porque tus preguntas ya me están hartando. – Aguardóla respuesta. – Vos no le decís nada a Juan y yo te respondoesa pregunta. – Otra pausa. Miró a Lara que ahora lomiraba sin comprender. – Está bien… si es ella… -respondió tan tajantemente que Lara se sorprendió. – Temando un taxi para que te lleve al Aeropuerto, ¿te parece?Prefiero que no te tomes uno de la calle, - agregó. Lededicó una amplia sonrisa a Lara. – Perfecto. Yo meencargo de avisarle a Juan… Está bien… pero ni unapalabra a mi hermano, ¿entendido? Buen viaje y muchasuerte Petra.Andrés cerró su celular y lo dejó caer en el sillón. Larahabía cruzado sus brazos y aguardaba una explicación.- No… no te abroches la camisa, - dijo y le sonrió. Estiró

Page 734: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

su mano y tomándola del brazo la atrajo contra él. – Petraes la novia… bueno en realidad no sé si es la novia deJuan… pero bueno va camino de serlo… creo… enrealidad no me interesa.La rodeó con sus brazos y lentamente pasó a contarle sobreel viaje a Nueva York de Juan Martín, sobre cómo habíaconocido a Petra y como la relación había surgido entreellos. Lara lo escuchaba entre sorprendida y encantada. Era muy agradable saber que Juan Martín finalmente habíaencontrado con quien rehacer su vida, solo esperaba quePetra lo hiciera feliz.- Ahora que nos sacamos de encima a esos dos, -dijo conpicardía. Se dejó caer en el sillón luego de quitarse la toallay la obligó a sentarse a horcajadas sobre él. - ¿Cómo teparece que podemos disfrutar el día?

Page 735: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 41Desde bar del hall central, Juan Martín observó como elcielo se iba lentamente cubriendo de grises nubes. Seofuscó anticipando la nevada que podía caer esa noche. Volvió su atención a la pantalla. Se sentía ansioso;nervioso y expectante. Desde que Andrés lo llamó paraavisarle que el vuelo de Petra había despegado no habíadejado de imaginar el reencuentro. Desde el momento enque ella aceptó la invitación, se llenó de esperanzas ytemores Luego, al saber que ya estaba en Buenos Aires sesintió fuera de órbita. El momento de la verdad habíallegado y su ansiedad era tan grande que ya no se soportaba.Tenía todo organizado desde hacía meses. Petrapermanecería dos semanas con él. Durante los primerossiete días se instalarían en Responso, lo había decididoluego que Andrés se lo ofreciera; allí tendrían másprivacidad. Había acordado con Silvia, la niñera de loschicos, que ella permanecería en El Paraíso durante suausencia. Los pasajeros empezaban a salir y con impaciencia JuanMartín buscó su rostro. De pronto sus miradas seencontraron y ninguno pudo contener la sonrisa que sedibujó en sus rostros. Él fue hacia ella apurando el paso. Hubiese corrido, pero le resultó demasiado desesperado. Cuando llegó a ella, Petra se le colgó del cuello y lo besó,

Page 736: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

sin reparar en las miradas cómplices de las personas quepasaban junto a ellos.Abrazados salieron al frío del exterior. Un viento heladobajaba de la cordillera cortando todo a su paso. Seapuraron a ingresar a la camioneta de Juan Martínestacionada a escasos metros de la puerta de salida. Unavez dentro, se contemplaron y volvieron a besarse, ahoracon mayor libertad. Juan Martín puso en marcha elvehículo y emprendieron el camino hacia Responso.Petra observaba todo maravillada. El cielo cargado degrises nubes se extendía como un manto sobre lasmontañas y los campos. Los únicos matices que seapreciaban eran las ondulaciones del suelo cubiertos pordiferentes variaciones de blancos, más azulado en las altasmontañas tornándose lentamente en blanco brillanteconforme descendía, para terminar siendo un color tiza. Enotro momento podría haberle parecido triste ymelancólico, pero en ese momento, con Juan Martín a sulado todo cuanto veía se le antojó romántico. Conversaron sobre sus vidas durante los casi tres mesesque estuvieron separados, pero agotaron demasiado rápidoel tema; a ninguno le pareció interesante. Petra entoncesquiso saber de Melisa y Santiago. Juan Martín sonrió, leagradó que preguntara. Mencionó que estaban muy bien yque a ambos los había gustado los presentes que juntoshabían comprado en Nueva York. Se apuró a comentarle

Page 737: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

que se quedarían en El Paraíso al cuidado de la niñera. Leshabía dicho que estaría fuera por un par de días. Ellaasintió con cierta duda.- ¿A dónde vamos a ir nosotros? – le preguntó concuriosidad.- Andrés tiene un campo no lejos del Paraíso, - le comentócon entusiasmo. – Me sugirió que nos quedemos allí… hoyhablé con los caseros y me aseguraron que ya tenían todoacondicionado para cuando lleguemos.Petra sonrió y se volvió hacia la ventanilla. Suspensamientos cayeron por un instante en Andrés. - ¡Qué tipo increíble tu hermano!, - le dijo al cabo de unossegundos de silencio. Juan Martín le dedicó una miradarápida y le preguntó porqué decía eso. – Siempre me habíaparecido tan frío y altanero, que me sorprendió descubrirque no era así.- Un caso de análisis diría yo, - acotó simplemente JuanMartín. - ¿Pudiste recorrer algo de Buenos Aires?Petra asintió y rápidamente le comentó todos los lugaresque había visitado. Le había gustado y Andrés se habíaportado como un excelente guía y anfitrión. Ambos rieronal burlarse del modo en que Andrés le había brindado lainformación sobre cada lugar que visitaban. Sobre esoconversaban cuando tomaron la ruta 40 que los conduciríahacia el departamento donde se encontraba Responso.

Page 738: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Faltaba poco más de una hora para llegar. La entrada a Responso estaba parcialmente salpicada deblanco. Allí la nieve no había alcanzado a cubrir la totalidaddel terreno, solo se apreciaban manchones de nievedesparramados por el vasto terreno. Al ver la casaasomarse entre los árboles Petra quedó encantada. Lepareció un castillo de cuentos erigido en medio de unentorno natural sencillamente magnífico.Juan Martín llevó la camioneta hasta la cochera semicubierta ubicada a un costado de la entrada principal. Allídescendieron. Hacía mucho frío y el cielo se había tornadooscuro y amenazante. Rápidamente tomaron las valijas dela parte trasera del vehículo y una caja con comestibles queJuan Martín había preparado. El frío era insoportable y losdos corrieron hacia la casa. El interior era cálido y reconfortante. Juan Martín haciados años que no pisaba esa casa y se sorprendió alcomprobar que todo estaba tal cual lo habían dejado. Llevóla caja con comestibles hacia la cocina y al volverse haciala sala principal, encontró a Petra parada junto al ardientefuego contemplando los detalles del ambiente. Sonriótodavía le costaba creer que ella se hallaba allí. Fue haciaella. Pasaron el resto del día en la cama, donde hicieron el amorreencontrándose. Abrazados conversaron sobre ellos y lofelices que se sentían por estar nuevamente juntos. En el

Page 739: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

exterior había comenzado a nevar; suavemente los blancoscopos comenzaban a cubrirlo todo, mientras ellos solopensaban en recuperar el tiempo perdido.Con tranquilidad, sin atosigarla con paseos o recorridas,Juan Martín la llevó a conocer los parajes más hermosos delos alrededores del Paraíso. Visitaron algunos lagosdestacados, pero fue imposible recorrer la ruta de los sietelagos por lo intransitable. Al final de esa semana pasaronunos días esquiando en Chapelco. Petra estaba encantadacon todo cuanto veía y descubría, se dejó enamorar por elpaisaje. Todo lo contemplaba con fascinación,compartiendo con él las sensaciones que la envolvían. Con el paso de los días, Juan Martín comprobóemocionado que tanto sus sentimientos como los de Petrano habían cambiado durante los meses que habían estadoseparados. Para él daba lo mismo Nueva York o Neuquénporque sentía exactamente lo mismo que la primera nocheque pasaron juntos. Con mucho agrado, descubrió quePetra le había dado otro significado a su vida; sentía queella formaba parte de su vida desde siempre y le costóimaginar cómo seguiría su vida sin ella. Tal como era su costumbre, Juan Martín despertó variosminutos antes del amanecer. Miró a Petra que dormía a sulado y le acarició la cabeza. Habían compartido toda unasemana sin interrupciones de ningún tipo; descubriéndose,compartiendo cada segundo del día y haciendo el amor cada

Page 740: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

noche al regresar de los distintos paseos. Estaba ansiosopor presentarla a sus hijos y descubrir de una buena vez,cuál sería la reacción de Melisa y Santiago. Más Melisaque Santiago. La niña desde hacía un tiempo, habíaempezado a mostrarse celosa y posesiva con él. Lo habíadescubierto una mañana al llevarla al colegio, cuando ungrupo de madres se acercaron a él para conversar. Suspiró y miró por la ventana. Empezaba a amanecer, dejóla cama y se dirigió al cuarto de baño. Se duchó y alregresar al cuarto, se encontró con Petra que lo observabacon una sonrisa. Fue hacia ella y la besó. Petra salió de la cama y luego de ponerse una bata, sedirigieron a la cocina a preparar el desayuno. Mientrasservía el café, Petra lo observó jugar con su servilleta. Ella lo notó algo perturbado y le preguntó qué le sucedía. Juan Martín mencionó a sus hijos. - Me gustaría que los conozcas, - le dijo con una sonrisa ybebió un poco de su café con leche. – Hace una semana quellegaste y tengo que volver al Paraíso aunque sea para queme vean.Petra asintió. También ella había estado pensando en eseasunto. Ambos sabían que no sería sencillo, pero era unabarrera que debían enfrentar y tratar de sortear si deseabanque la relación continuara. A decir verdad, ella estabaconvencida que su relación con Juan Martín podríaprosperar o no según el modo en que sus hijos

Page 741: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

reaccionaran frente a su existencia.- Podemos ir hoy para allá, - le dijo ella resuelta. Comprendía perfectamente que él necesitaba que ella loayudara a resolver el asunto. – Es más, me podes presentarcomo una artista, - dijo con exageración. Él ahogó la risaal escucharla y ver el modo en que Petra revoloteaba losbrazos. – Una artista que desea pintar alguno de los paisajesde El Paraíso…- ¿Te parece? – preguntó él no muy convencido. – No tenésnada para pintar… ni siquiera un pincel…Ella sacudió su cabeza con descreimiento por su falta deimaginación. Pero entendía que no debía ser nada sencillopara él. Nunca lo habían conversado, pero Petra sabía queera la primera vez que llevaría a una mujer a su casa y esolo ponía tenso. Se puso de pie y acercándose a él lo rodeócon sus brazos.- Quedate tranquilo… todo va a salir bien…Recorrieron los veinte kilómetros que separaban Responsode El Paraíso en absoluto silencio. Petra notó que latensión que se había apoderado de él, aumentaba con cadakilómetro que pasaba. Había una parte de toda la situaciónen la que ella entendía que debía dejar que él lo resolvierasolo. El camino estaba lleno de pozos y demasiadoembarrado por lo cual les tomó más de la cuenta llegar. Cuando la gran casa del Paraíso apareció frente a ellos,

Page 742: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Petra quedó mucho más obnubilada que cuando conocióResponso. La casa era enorme, de ladrillos a la vista y moldurasblancas; contaba con una entrada para cuatro autos y unaarcada en la entrada principal. Tenía dos ventanales aambos costados de la entrada y gran cantidad de ventanas enel piso superior. Era sencillamente hermosa eimponente. - Aquí vivo, - dijo él con una sonrisa al notar la expresiónde la cara de ella. – Pero no es mía… es de mis padres…bueno de toda la familia.- Es hermosa, - respondió ella asombrada. Entraron en silencio. Petra unos pasos detrás de éldejándose sorprender por el enorme living comedor queabarcaba todo el ambiente. A lo lejos, a través de losventanales, pudo apreciar el magnífico jardín, en esemomento cubierto de blanco, pero Petra lo imaginó de unaincreíble variedad de verdes en primavera. Los gritos de Melisa y Santiago rompieron el hechizo.Petra se volvió hacia un extremó del living y desde uno delos corredores, vio a la niña de oscuro cabello negro queapareció corriendo; se acercó a su padre con los brazosestirados para abrazarlo. Era preciosa, sus rasgos notenían nada de Juan Martín y Petra supuso que debía serparecida a su madre. Unos pasos detrás llegó el pequeño

Page 743: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Santiago, que corriendo desordenadamente llegó hasta supadre. Se le aferró a las piernas y estirando sus brazos lepidió que lo alzara. Juan Martín lo hizo y le dio un fuerteabrazo y un beso. Para sorpresa de Petra, el niño era el vivoretrato del padre. Por unos segundos, ninguno pareció reparar en Petra quelos observaba a cierta distancia sin deseos de intervenir niinterrumpir el hermoso reencuentro. Por sobre lascabezas de sus hijos, Juan Martín le dedicó una cálidamirada que ella respondió con igual emociónLos niños habían notado la presencia de Petra, pero deprimer momento no dijeron nada. Todavía abrazados a supadre, la observaban entre sorprendidos y desconfiados. Petra les sonrió con calidez y le parecieron mucho máshermosos que en fotos. Entonces, Juan Martín lapresentó. Les dijo que Petra era una amiga que habíaconocido cuando había visitado al tío Andrés. - Como a ella le gusta mucho pintar, - siguió diciendo nomuy seguro de sus palabras, – la invité a que nos pintealgunos cuadros del El Paraíso.- ¿Sos amiga de mi tío Andrés? – preguntó Melisa concautela. Petra asintió. - ¿Pero sos la novia?Petra rió por la pregunta y sacudió su cabeza dirigiéndoleuna rápida mirada a Juan Martín.- No… Andrés solo es un amigo, - repuso ella.

Page 744: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

La niña asintió con rostro inescrutable y Petra no logródefinir si le había gustado o no su respuesta. Santiago encambio, la observaba con cierta timidez. Aferrado a laspiernas de su padre la miraba con desconfianza. En eseinstante, una mujer de unos treinta y pico apareció por elcorredor de donde habían salido los niños. - Hola Silvia, - la saludó Juan Martín con cordialidad. -¿Cómo estuvo todo por acá?- Hola Juan, - le respondió la muchacha y se volvió haciaPetra para saludarla.Silvia era la niñera de los niños y quien se había ocupado decuidarlos durante la semana que Juan Martín no habíaestado en El Paraíso. Mientras Petra intentaba entablarrelación con Melisa y Santiago, Silvia lo puso a JuanMartín al corriente de todo lo acontecido durante lasemana. No era mucho lo que había para contar, peromencionó que Melisa había tenido pesadillas y queSantiago se había hecho pis en la cama dos veces.- Te extrañaron, - le dijo la muchacha solícitamente. – Peromás allá de eso, todo en orden. - Está bien, - respondió Juan Martín dándole una rápidamirada a sus hijos que conversaban con Petra.- Estábamos por almorzar, - siguió diciendo Silvia. – Si teparece me los llevo para que lo hagan así ustedes se puedenacomodar.

Page 745: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Gracias.Silvia se volvió hacia Petra y los niños. Aplaudió y de muybuen modo les recordó que debían lavarse las manos parasentarse a la mesa. Ambos protestaron pero accedieron ala indicación. Silvia tomó a cada uno de la mano ylentamente se alejaron de Petra y Juan Martín conversandosobre los juegos que todavía tenían pendientes. Una vez solos, Juan Martín la miró aguardando sucomentario. - Supongo que para Meli era mucho más sencillo pensarque eras la novia de Andrés, - dijo Juan Martíncomprendiendo la situación. - Supongo, - repuso Petra divertida. – Pero estuvo bien,¿no?Recorrieron la casa y luego se dirigieron al cuarto que ellaocuparía. Algo avergonzado, Juan Martín se sintió en laobligación de mencionar que no se atrevía a compartir lahabitación estando sus hijos tan cerca. Ella lo entendió ylo tranquilizó. La semana resultó una experiencia definitivamente nuevapara Petra. Así como en un comienzo los niños semostraron fríos y distantes con ella, lentamente la fueronincorporando en sus juegos y en su cotidianeidad. AMelisa la fascinó la facilidad con que Petra con solo un parde trazos lograba dibujar todo lo que ella le pedía y

Page 746: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Santiago finalmente había encontrado a alguien que nuncatenía problemas de tirarse a jugar con él en el piso. Juan Martín los observaba emocionado por la facilidad deella para ganárselos. También advirtió, que por primera vezen mucho tiempo, en la casa se respiraba un clima dearmonía generado por la alegre presencia femenina de ella. Petra demostró tener una paciencia infinita para dejar queMelisa le hiciera extraños peinados o juntas jugaran atomar el té mientras conversaban sobre temas de mujeres. Además, Petra también sabía hacer galletitas caseras y másde una tarde, las dos se encerraron en la cocina paraprepararlas. Hubo días en los que Juan Martín casi ni se cruzó conPetra, pues tanto Melisa como Santiago la teníantotalmente acaparada. En ningún momento él vio en ella, nifastidio, ni cansancio ante la gran gama de requerimientos. Siempre se dirigía a ellos con una sonrisa, respondiendo yaccediendo. Emocionado descubrió que Petra no lo hacíasolo por él, le agradaba estar con los chicos y disfrutaba desus juegos y sus conversaciones. Los cuatro salieron de excursión en dos oportunidades. Fueron primero a Las Coloradas, el pequeño pobladoubicado a pocos kilómetros de la estancia, dondealmorzaron en una parrilla y recorrieron los alrededores. Otro día, cuando el clima fue propicio para hacerlo, JuanMartín los llevó hasta Junín de los Andes y de allí al Parque

Page 747: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Nacional Lanin. Tiraron piedras en el LagoHuechulaufquen y merendaron en un parador de la ruta. Los niños se mostraron felices y entusiasmados con ambospaseos y en más de una ocasión, uno o el otro, tomando lamano de Petra tiraban de ella para que los acompañara hastaalgún lugar.Juan Martín contemplaba cada una de las situaciones que sepresentaban entre Petra y sus hijos con emoción. No soloera la imagen de familia que brindaba cada escena, sino queverdaderamente se sentía así. Era algo con lo que habíasoñado muchas veces y ni siquiera al haberse enamorado dePetra creyó que alcanzaría de una manera tan natural.Melisa había empezado a incluir a Petra en sus proyectos yla facilidad con la que Petra había conseguido que esosucediera, lo tenía completamente cautivado. ConSantiago era diferente, pues todavía era demasiado pequeñopara expresar opiniones de ese tipo. Él se sentía a gusto silo trataban con cariño y como justamente de ese modoPetra lo trataba, la buscaba para que ella lo alce. Una noche, luego de que los niños se durmieran sesentaron a conversar frente al hogar. Cada uno con su copade vino en la mano contemplaron el fuego en silencio. Estaba llegando el día en que todos se trasladarían a BuenosAires para asistir al cumpleaños de Ernesto y todavía entreellos quedaban muchas cosas por conversar. Ambos sehabían cuidado de no hablar ni del futuro, ni de a dónde los

Page 748: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

llevarían las dos semanas que compartieron en la estancia. Era un tema latente que flotaba entre ellos con cada miradaque se dedicaban.- ¿Cómo la pasaste?, - preguntó Juan Martín con cautela. Petra se sobresaltó por la pregunta y separándose de él lomiró con seriedad.- Todavía no terminó, - dijo con tono de reproche. – ¿o paravos si?Juan Martín frunció el ceño y sacudió su cabezanegativamente. Se estiró hacia ella y tomándola por la nucala besó delicadamente.- No quiero que termine nunca, - le dijo con voz cargada desentimientos. – En unos días tenemos que volar a BuenosAires, - siguió diciendo ahora con prudencia. Ella loobservaba expectante. – Es el cumpleaños de mi padre ymamá le organizó una fiesta.- Sabia, Andrés me comentó que ese era uno de los motivosde su viaje, - respondió ella decidida y lo miró aguardandoque él continuara con lo que tenía para decir.- Me gustaría que me acompañes, - se atrevió a decirle. Hizo una mueca algo temeroso por la reacción de ella. Petra asintió y una sonrisa se asomó en sus labios, pero nodijo nada. – Y después… ¿cómo sigue después?- Vos dirás Juan…, - respondió ella con calidez y serecostó contra él.

Page 749: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Me gustaría que no te vayas nunca, - le dijo con la miradaclavada en el ardiente hogar. -¿Es muy pronto para pedireso?Ella no respondió y se aferró más fuerte al cuerpo de él. Al bajar la vista, Juan Martín vio que tenía los ojos llenosde lágrimas. Frunció el ceño y la miró con mayordeterminación. Ella se separó de él y se secó la cara conambas manos. Sonrió avergonzada.- Nada en el mundo me gustaría más que quedarme acá convos,- le dijo tan emocionada que la voz se le quebró. – Teamo Juan…Esa noche durmieron en la habitación de él. Al día siguiente comenzaron los preparativos para viajar aBuenos Aires. Tanto Melisa como Santiago estabanentusiasmadísimos con volver a ver a sus abuelos y tíos. No siempre los visitaban en invierno y la ausencia de losseres queridos se les hacía demasiado prolongada. Permanecerían en casa de Micaela y Ernesto por unasemana, en la cual Melisa sabía que tendría gran cantidad deprogramas y regalos de sus abuelos y tíos; siempre eraasí. La mañana antes de partir hacia el Aeropuerto, los cuatrodesayunaban repasando mentalmente el equipajeprocurando no olvidar nada. A Petra se le ocurriópreguntar si Melisa tenía un vestido para asistir al

Page 750: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

cumpleaños. La niña al escucharla la miró entusiasmada yse apuró a mirar a su padre para preguntarle si podían ir acomprar uno. Juan Martín puso cara de fastidio y miró aPetra con cierto reproche por el comentario. Petra lededicó una mueca.- Meli, - dijo luego de terminar su taza de café con leche. –Te gustaría que fuéramos juntas a elegirte un lindo vestido,- le sugirió con tanto entusiasmo que contagió a la niña. Melisa miró a Petra con complicidad y asintió. Luegomiró a su padre sabiendo que él daría la última palabra. Juan Martín miraba a Petra con ternura, entre agradecido yenamorado. Ella también le sonreía.- Papá, - gritó Melisa con ansiedad. - ¿Puedo ir con Petra acomprarlo?- Claro que si mi amor, - le dijo sin mover sus ojos dePetra.Cayeron en un prolongado silencio; cada uno inmerso ensus pensamientos. Esta vez fue Melisa quien lo quebró. Con seriedad miró a Petra y le recordó que no habíapintado ningún cuadro de la estancia. El súbito planteodescolocó a Juan Martín y a Petra, que intercambiaronmiradas de incomodidad. Ambos habían olvidado que paralos niños ese era el motivo por el cual Petra se encontraba en El Paraíso. - Vas a tener que volver – dijo la niña mientras comía una

Page 751: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

tostada.- Eso parece, - sostuvo Juan Martín con ciertonerviosismo. Miró a su hija con emoción. - ¿Te gustaríaque Petra vuelva con nosotros cuando regresemos delcumpleaños del Abuelo?La niña asintió con timidez y le dirigió una rápida mirada aPetra, quien ocultó su emoción tras su jugo de naranja.- Sabes qué se me ocurrió Meli, - se atrevió a agregarPetra. La niña la miró expectante. – Me podrías ayudar, ¿teparece? – Melisa asintió entusiasmada y una amplia sonrisase alojó en sus labios. – Entonces vamos a comparar todolo que necesitamos para que podamos pintar esas obras dearte.

Page 752: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 42Desde un primer momento habían acordado que los chicosse quedarían en casa de sus abuelos, mientras ellos sealojaban en un hotel céntrico. Pero estando su madre tannerviosa con la fiesta, a Juan Martín le pareció undespropósito pedirle que se ocupara de cambiar a sus hijos,de modo que decidió que la noche del cumpleaños secambiaría con ellos en casa de sus padres; luego pasaríanpor Petra que los aguardaba en el hotel.Micaela lo ayudó a bañarlos y cambiarlos, pero a últimomomento Melisa se empecinó en que fuera Petra quien leacomodara el vestido. Parecía ser que cuando se lo probó,Petra le había acomodado la faja de una manera que niMicaela ni mucho menos Juan Martín se daban cuentacómo. Cuando lograron convencerla, la niña planteó quedeseaba que Petra también la peinara. Finalmente, harto delidiar con los caprichos de su hija, Juan Martín llamó aPetra al hotel para pedirle que se ocupara de Melisa.E l yacht club de Puerto Madero estaba iluminado en sutotalidad. La edificación ubicada junto a los diquescontaba con tres pisos, los cuales se hallaban ocupados pordiferentes fiestas y eventos. En el primer nivel seencontraba el salón Norte donde se llevaría a cabo elcumpleaños. A Juan Martín todavía le duraba el fastidiopor los caprichos de Melisa, pero tenía que reconocer que

Page 753: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

su hija estaba preciosa con ese vestido blanco que lellegaba casi a los tobillos y la faja turquesa que Petra habíaacomodado en un distinguido moño. Como abrigo, Melisalucía un coqueto tapadito de terciopelo verde del que Petrase había enamorado en cuanto lo vio y compró para la niña. Petra la había peinado con dos hebillas y le habíaacomodado el cabello de forma tal que los rulos seenroscaban a los costados de su hermoso rostro. Tomadas de la mano, Melisa y Petra ingresaronconversando con suma complicidad. Juan Martín llevaba aSantiago en brazos. El niño, de pantalón azul, camisablanca y sweater a rombos, se había enroscado al cuello desu padre, recostando levemente su cabeza contra JuanMartín. En la recepción se encontraron con Micaela yErnesto que recibían a los invitados. Juan Martín se apuróa presentarles a Petra. Los saludos fueron con muchacordialidad y Micaela tuvo la delicadeza de felicitar a Petrapor cómo había arreglado a su nieta. Conversaron durantealgunos minutos hasta que llegaron más invitados a quienesMicaela y Ernesto debían recibir. Giraron hacia el amplio salón. Grupos de sillones, mesasbajas y butacas, se habían dispuesto a un costado delambiente, generando un gran living donde los presentespodían distribuirse. Enfrentándolo y separado por unamplio espacio donde más tarde se podría bailar, seencontraban varios grupos de mesas altas con sus

Page 754: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

correspondientes sillas. El lugar era moderno y elegante. Micaela había optado por ofrecer un buffet de platos fríosy calientes. Quería que fuera una reunión relajada yanimada, donde sus invitados se pudieran desplazarlibremente para conversar con quienes gustasen. En uno de los extremos, parado junto a un grupo depersonas, Melisa divisó a Andrés y al verlo, la niña se soltóabruptamente de la mano de Petra y corrió hacia su tíollamándolo a los gritos. Andrés al verla correr hacia élsonrió emocionado. No se atrevió a alzarla por miedo aarrugarle el hermoso vestido, en cambio apoyó una de susrodillas en el suelo y la esperó con los brazos abiertos. - ¿Cómo esta mi princesa?, - le dijo abrazándola confuerza. La contempló encantado de verla. - ¡Qué alta yhermosa que estas!... mirá que lindo vestido que tenés…La niña se separó de él y estirando su falda giró para que sutío pudiera admirarla un poco más. La escena lo divirtió yno pudo evitar que la sonrisa se le ampliara.- ¿Te gusta? – le preguntó Melisa dedicándole una pícaramirada. Andrés asintió. – Me lo compró Petra… tambiénme compró el tapado y me peinó.- Estas divina, - respondió él contento de descubrir que laniña la había aceptado. – Que bueno que Petra entiendatanto de estas cosas, ¿no?Melisa asintió emocionada y se contempló la pollera una

Page 755: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

vez más. Luego volvió su atención hacia el resto del salónJuan Martín había llegado junto a su hermano ycontemplaba la escena intercambiando miradas con Petra,que se sintió sumamente emocionada por las palabras de laniña.- ¿El tío Facu llegó? – preguntó Melisa mientras lo buscabaentre los presentes. – Le quiero mostrar el vestido.Andrés asintió y tomando a Melisa de la mano, le señaló ungrupo de sillones ubicado en el otro extremo del salón,donde Facundo y Lorena conversaban con Florencia yFernando. Con la mirada, Andrés la contempló dirigirsehacia sus otros tíos. En el camino, la pequeña recogió grancantidad de elogios y saludos de muchos de los presentes. - ¿Cómo están los tortolitos? – dijo Andrés y saludó aPetra con un beso. – Se los ve muy bien y eso me alegra…vengo a ser una suerte de celestino, ¿no?- Todo muy bien, la pasamos muy bien en la estancia, -respondió Juan Martín con una amplia sonrisa. - ¿Vos?...¿cómo te está tratando Buenos Aires?- Mejor de lo esperado, - respondió acariciando la espaldade su sobrino. Estiró sus brazos para tomar al pequeño,pero el niño no tenía intenciones de moverse de los brazosde su padre. Andrés no insistió. Le sonrió con cariño. –Qué grande que estas Santi….Sin entrar en demasiados detalles conversaron sobre las

Page 756: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

últimas semanas de ambos. Mayoritariamente fueron JuanMartín y Petra quienes más hablaron. Irradiando felicidad,entre risas y miradas cargadas de complicidad, le contaronlo bien que Petra se había llevado con los chicos y lomucho que el sur le había gustado.Lentamente Facundo y Lorena seguidos y de Florencia yFernando, se unieron a ellos. Mientras Andrés atendía sucelular, Juan Martín presentó a Petra al resto de sushermanos. Facundo y Florencia no se molestaron enocultar su sorpresa al enterarse que la relación habíancomenzado durante el viaje de Juan Martín a EstadosUnidos.- Es decir que tenés que agradecerle a Andrés, - dijoFlorencia divertida. Buscó a su hermano y no lo vio. -¿Dónde se metió? Estaba acá recién.Lo vieron hablando por celular junto a los ventanales quedaban a los diques. De tanto en tanto sonreía y asentía. Parecía contento y sumamente ensimismado con laconversación.- Esa es cara de estar hablando con una mujer, - dijoFlorencia convencida. - ¿Con quién estará hablando?, - sepreguntó intrigada. Miró a Petra con una sonrisa. - ¿Estabacon alguien en Nueva York?- Últimamente estaba mucho con Vanessa, - comentó Petradivertida.

Page 757: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿La fotógrafa? – le preguntó Juan Martín sorprendido alrecordar a la voluptuosa pelirroja. Petra asintió contrariadapor el tono despectivo de Juan Martín. – No puede estarhablando con ella.- ¿Por qué decís eso?, - protestó Petra exagerando sudesacuerdo. – Vanesa es muy buena persona... ella lo adoraa tu hermano y a él se lo veía muy a gusto con ella…Él sacudió su cabeza y le dedicó una mueca de desacuerdoa Facundo y a Fernando, al tiempo que con sus manosdibujaba el contorno de las curvas de la fotógrafa.- Les puedo asegurar que no se parece en nada a lasmujeres que nos tiene acostumbrados.- Bueno, ahora busca variedad, - dijo Facundosarcásticamente y elevó sus cejas. – Ya veremos con quesorpresa nos cae esta vez. - Estará explorando su veta artística una vez más, - agregóFernando sumándose a las bromas. – Solo espero que notenga los aires artísticos de Sabrina.- Por Dios, - protestó Florencia secamente. –Afortunadamente eso terminó. Nunca entendí como lasoportó tanto tiempo.- Para mi debe estar hablando con alguna amiga que teníaabandonada en Buenos Aires, - agregó risueño Juan Martín.– Tiene cara de estar en plena conquista.- Si sigue así, va a terminar solo como un hongo, - acotó

Page 758: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Florencia con tono desaprobador. - Mi amor, esa no es sonrisa de estar solo, - dijo Fernandodivertido. – Es sonrisa de estar muy bien acompañado. Además, ¿cuándo viste a tu hermano solo?- Pobre, déjenlo tranquilo - protestó Petra volviendo sumirada hacia Andrés.- ¿Pobre qué?, - dijo Juan Martín con incredulidad. – Loúnico que falta es que te de pena…- En estos últimos dos años, lo vi acompañado por muchasmujeres, - dijo Petra con firmeza. – Pero esta solo… sesiente solo…, - agregó pensando en los días que habíacompartido con él. - En realidad es como si estuvieratriste… - y por lo bajo agregó, - ahora entiendo porqué.Ninguno respondió. Fue una estocada para cada uno deellos y los cinco se encargaron de disimular el efecto delas palabras de Petra. En silencio observaron a Andrés queajeno a todo continuaba conversando y riendo. Lededicaron unos minutos más, pero lentamente fueronpasando a otros temas.Solo Facundo continuó con la mirada clavada en suhermano gemelo. No se habían dirigido directamente lapalabra en toda la noche y a ninguno pareció molestarle. En algún punto era como si ambos se hubieranacostumbrado a la distancia que se había generado entreellos. Pero en ese momento Facundo estaba intrigado y

Page 759: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

como si se tratara de un reto, se propuso descubrir en quéandaba Andrés. Se obligó a analizar a su hermano; leer eserostro como otras tantas veces lo había hecho y asícerciorarse que no todo estaba perdido entre ellos. Andrés se había sentado sobre el apoya brazos de un sillónvacío y cruzando sus piernas hablaba y escuchaba con aireemocionado; conversaba distendido, ensimismado y ajeno atodo lo que sucedía a su alrededor. Facundo frunció elceño con cierto desconcierto al intuir qué era lo podríaestar sucediéndole. No habían sido muchas las mujeresque habían logrado esa sonrisa en el rostro de su hermano;una sonrisa que parecía brotarle desde las entrañas yexplayarse por su cuerpo hasta regarle el rostro de luz. Enrealidad solo una persona lo había logrado, se dijo Facundocon pesar. No supo si alegrarse o alarmarse con laconclusión a la que había arribado. En eso estaba pensandocuando Andrés concluyó la comunicación y se puso de pie. Sus miradas se encontraron y ambos la sostuvieron unossegundos. Andrés fue el primero en desviarla, pero fuesuficiente para que Facundo supiera, ahora sin margen adudas, que no se había equivocado.Los invitados comenzaron a amontonarse frente a lasmesas donde se encontraban servidas distintas variedadesde comida y luego de llenar sus platos, buscaban un lugardonde ubicarse a comer tranquilos en compañía de amigos.Preguntándose qué podría estar pensando su hermano,

Page 760: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Andrés fue en busca de algo para comer. Desde elmomento en que se saludaron se había mostrado distante, ylo irritaba sentir que cada vez que volteaba tenía los ojos deFacundo clavados en su espalda. Deambuló por el salónintercambiando comentarios de diversas índoles con variosamigos de sus padres. Al cabo de un rato, regresó junto asus hermanos que ahora hablaban con Claudio Serrano yMatías Pelato, amigos de Ernesto y Micaela. Laconversación giraba en torno al nuevo vino que la bodegade Fernando estaba desarrollando, y especialmente sobrelos exquisitos vinos, también de su bodega, que estabansirviendo esa noche. Al vero unirse a la conversación,Claudio Serrano se volvió hacia Andrés.- Andy, ayer con Estella fuimos a Lara´s Restó, - dijo parasorpresa de todos. – Me sorprendió enterarme que tienenuevo dueño…- Si Lara lo vendió hace alrededor de un año, - respondióAndrés con naturalidad y bebió un poco de vino ocultado latensión que se generó en él ante lo que se avecinaba. – Nosé si hizo buen negocio, pero bueno la última palabra latenía ella.- Como toda mujer, - respondió el hombre y riendo lepalmeó el hombro. – Después nos vemos.Andrés giró hacia el salón con aire distraído. Una moza seacercó con bebidas, dejó su copa vacía y tomó una llena. Se volvió hacia sus hermanos sin saber qué esperar a

Page 761: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

continuación. Los semblantes eran de lo más variados. Así como Juan Martín parecía complacido y Lorenaencantada con la novedad, Florencia lo miraba ceñuda. Facundo, por su parte, no parecía sorprendido y eso loirritó. Por último cruzó su mirada con la de Petra que loobservaba con cómplice picardía. Andrés le guiñó un ojo yella comprendió el mensaje. - Menos mal que creías no tener chances con ella, - dijoLorena con entusiasmo. Andrés asintió y se encogió de hombros sin hacercomentarios.- Ahora ya sabemos con quien hablabas, - agregó JuanMartín con una amplia sonrisa. - ¿Porqué no vino?- No podía, tenía que trabajar, - respondió controlando laalegría. – Abrió un restaurante en San Telmo y tenía quesupervisar una cena no sé dónde… - ¿El restaurante donde la vimos? – preguntó Petra ahoraintrigada. Andrés asintió con una sonrisa. – Es precioso, -dijo la muchacha mirando a Juan Martín. – Se llama RojoCarmesí.Sin reparar en el efecto que la noticia había causado en elresto del grupo. Petra tomó la palabra y le describió a JuanMartín lo que recordaba de Rojo Carmesí, pero tambiénaprovechó para decirle que le gustaría ir a conocer Lara´sRestó. Lo había visto el primer día que había paseado por

Page 762: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Buenos Aires y desde entonces que tenía ganas deconocerlo. Mientras Petra hablaba, Andrés advirtió queLorena se esforzaba por seguir la conversación a ladistancia. Él sabía del aprecio que Lorena sentía por Lara yen ese momento la complicidad de su cuñada logró matizarel enojo que Florencia y Facundo le hacían sentir.- La frutilla que le faltaba al postre, - balbuceó Florenciacon un dejo de ironía. Todos la miraron sorprendidos porel filoso comentario. Ella se irguió y sin amedrentarse losenfrentó. – No me miren así, hubiera sido bastantedesubicado que apareciera en el cumpleaños de papá.- Algo así imaginé que sucedería, - deslizó Andrés conaparente serenidad. – Pero lamento informar que en un ratova a estar acá… van a tener que soportarlo.- No me vengas con indirectas, - le retrucó Florencia conenojo haciéndose cargo del comentario. – Claro que noestoy contenta… y no puedo entender que pretendas quenos mostremos felices por verla… disculpame… pero yono lo estoy porque no me olvido de lo sucedido…. No meolvido de cómo mamá lloró cuando ustedes dos seagarraron a trompadas en la caballeriza, - siguió diciendodejando que fluyera su enojo. Le dedicó una furtiva miradaa Juan Martín, quien bajó la vista súbitamente incómodopor la presencia de Petra. Volvió su atención a Andrés. –Vos te crees que papá y mamá se pueden olvidar comoquedaste después de eso… empapado en de sangre,

Page 763: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

inconsciente, con el rostro desfigurado…Cayeron en un incómodo silencio. En ese instante unamoza se acercó a retirar la vajilla que habían utilizado. Lorena, entonces encontró la oportunidad para pedirle aPetra que la acompañe a sentarse. La panza le pesaba yestaba cansada de haber estado tanto tiempo parada. Fueuna buena excusa, para alejar a la recién llegada delconflicto entre los hermanos.Con displicencia Andrés eludió las miradas de sushermanos. Paseó la vista por el salón y ubicó a sus padresriendo en uno de los livings rodeados de sus mejoresamigos. Tenía muchos deseos de responderle a Florencia,pero se obligó a hacer caso omiso de las palabras de suhermana; no era ni momento ni lugar para entablar unaconversación de ese tipo. Bajó la vista un segundo paravolver su atención a su hermana.- Me importa un rábano lo que pienses Florencia, - fue latajante respuesta y se alejó de ellos.Sintiendo el mal clima que abruptamente se había generado,Juan Martín se volvió hacia Andrés. Lo siguió con lamirada hasta verlo detenerse en un rincón frente a losventanales. Miró a sus hermanos con desaprobación. Ambos parecían estar incómodos, pero no estaba seguro deque fuera por lo mismo.- ¿Por qué no aflojas un poco Flor? Pasaron dos años, - se

Page 764: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

atrevió a decirle a su hermana al cabo de unos segundos demeditarlo. – Sabes muy bien que la quiere y lo que pasóentre nosotros, dejá que lo resolvamos nosotros.Sin decir más Juan Martín se dirigió hacia donde seencontraba Andrés que en ese momento cotejaba una vezmás su celular.Cuando Juan Martín llegó a su lado, Andrés apenas lomiró. Sumido en sus pensamientos tenía la mirada perdidaen la negrura de las aguas del dique. Juan Martínpermaneció unos segundos en silencio y cuando habló fuepara decirle que lo ponía muy contento saber que se habíareconciliado con Lara. Todavía sin mirarlo, Andrés asintióy permitió que una sonrisa asomara en sus labios. JuanMartín aguardó unos instantes más para preguntar si habíapodido conversar con ella sobre su intervención en laoperación de la empresa. Esta vez Andrés no asintióinmediatamente. - Si lo hice, - respondió con voz tensa.Giró hacia Juan Martín y le dedicó una mueca antes decontinuar.- Se enojó muchísimo, - agregó.Hizo una pausa al sentir que desde el otro extremo delsalón, Facundo lo atravesaba con la mirada. Lo poníanervioso, pero lo miró por el solo hecho de demostrar quesabía que lo estaba observando. Volvió su mirada hacia

Page 765: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Juan Martín y retomó la conversación.- Tenías razón Juan, - le dijo, - Lara terminó entendiendopor que lo hice y me aseguró que de haberlo sabido antes,estos últimos dos años hubiesen sido muy diferente paraambos.Juan Martín no se sorprendió de escucharlo, pero prefirióno agregar comentarios. Andrés había tomado la palabranuevamente y lo puso al corriente de la venta delrestaurante y del semipiso de Palermo para cancelar ladeuda. Abruptamente se interrumpió; por sobre el hombrode Juan Martín vio que Florencia y Facundo se dirigíanhacia ellos.- Ella dice que no le molestó el sacrificio, porque ahora esla única dueña de Lara´s, - agregó como si nunca hubiesedejado de hablar, – pero no estoy seguro de que no le hayamolestado descubrir que todo ese dinero me lo devolvió amí. - Supongo que ahora puede llegar a ser de los dos ¿no?Andrés asintió con una sonrisa triunfante. Vio queFlorencia y Facundo estaban casi llegando a ellos, y seapuró a mencionarle a Juan Martín que no deseaba quenadie supiese de la operación. -¿Cuándo nos pensabas decir que habías vuelto con Lara? –lo increpó Facundo sin reparar en la conversación queAndrés y Juan Martín mantenían. - Apuesto que nos tenés

Page 766: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

otras sorpresas reservadas… siempre las tenés.Las palabras de Facundo lo sacudieron y tardó en encontrarla respuesta adecuada. No le gustó el tono sarcástico con elque se estaba dirigiendo a él. Lo estaba retandoabiertamente, lo sabía, pero no podía entender porqué seestaba esforzando tanto en generar una discusión en unlugar tan inapropiado. Dio un paso hacia Facundo aceptandoel reto con entereza. Sus ojos se habían tornado oscuros yfríos y estaban clavados en el rostro de su hermanogemelo.- No tengo nada que compartir con ustedes, - replicó convos cargada de enojo. – Hace tres meses que no atendésmis llamados… ¿no entiendo a qué viene tu interés ahora?Facundo lo contempló con tanto aplomo y seguridad queAndrés creyó que explotaría en cualquier momento. Perono flaqueó ni se amedrentó. - Supongo que ahora podemos estar seguros de que no tevas a volver a escapar, – dijo directamente Facundo pasandopor alto el último comentario de su hermano. Imitando aAndrés adoptó la misma posición. – Supongo que elconsultor sentimental que tenés en Nueva York hizo unbuen trabajo esta vez.Andrés lo estudió unos segundos antes de responder y unasonrisa victoriosa amenazó con aparecer en sus labios. Pero se la tragó.

Page 767: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- ¿De eso se trata toda esta estupidez? – preguntó Andrésirguiéndose y colocando sus manos en su cadera. - ¿Estasceloso?- Por favor, - dijo Facundo con incredulidad y sacudió sucabeza. – Vos sos el celoso de los dos, eso no es secretopara nadie…Facundo hizo una pausa y lo estudió unos segundos. Por uninstante pareció que todos alrededor se hubiesendesvanecido y solo ellos dos se encontrasen frente a frentea punto de tener la tan postergada conversación. - Y seguís sin entender nada… Creí que dos años deencierro te habían servido para comprender lo que pasa a tualrededor, pero veo que seguís demasiado concentrado entu propio ombligo; como siempre.El rostro de Andrés se tornó más sombrío todavía. Estuvoa punto de agregar algo, pero Facundo no se lo permitió. Sabía que tenía que presionarlo un poco más, empujarlo aque se definiera y rompiera las ataduras que tanto locondicionaban.- No tuviste las pelotas para bancarte las consecuencias detus propios actos y como siempre metiste la cabeza en elagujero como el avestruz… Porque eso es Nueva York paravos, ¿no?... un agujero donde esconderte…Una máscara de furia recubrió las atractivas facciones deAndrés. Fue una afirmación tan filosa y punzante que se le

Page 768: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

clavó en el medio del corazón. Lo que más lo enfureció,no fue que lo estuviera enfrentando, sino que se estababurlando abiertamente de él y eso no lo toleró. Recorrió elsalón con la mirada y vio que sus padres reían yconversaban con sus amigos. Volvió su atención aFacundo. - No me tientes más Facundo, - le dijo. Su voz fue unpoderoso murmullo. - Te estás acercando demasiado allímite de mi tolerancia. Me estoy cansando, no tengo ideade que pretendes, pero no tengo ganas de discutir con vos.- Vos nunca querés discutir, para qué hacerlo si es muchomás sencillo darse media vuelta y mandarse a mudar, -respondió Facundo tan despreocupadamente que volvió aadelantarse. - Aunque supongo que ahora que volviste conLara, se solucionaron todos tus problemas… todo vuelve ala normalidad, ¿no? ¿Para qué discutir?Una vez más, tanto la rapidez como la dirección de larespuesta lo descolocaron. Andrés respiró hondo. Sintiósu pecho hincharse y su mandíbula contraerse, pero porenésima vez logro contenerse.- Eso es lo que ustedes piensan ¿verdad? – afirmótajantemente y dejó que su fulminante mirada pasara porlos rostros de sus hermanos. – Ustedes tres le echan laculpa a Lara de mi partida a Nueva York, - siguió diciendocon una serenidad que no hizo más que acentuar lo furiosoque estaba. – Ustedes tres están convencidos que ella es mi

Page 769: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

única variable de ajuste.- No te la agarres conmigo también, - protestó Juan Martína quien no le agradó salir salpicado en ese asunto. – Yo nodije nada.- Si Juan, vos también crees que me fui por Lara. Eso fue loque mencionaste en Nueva York, ¿no te acordás?Hizo una pausa y sintió como su interior se replegaba. Unmanto de frialdad controló el fuego que se agitaba en suinterior; reconoció el síntoma y se esforzó por mantenerloa raya. - Son ustedes los que no entienden nada… los que nuncaentendieron nada. Fueron ustedes y no ella los que máshicieron para que me fuera…, - agregó. - Nosotros no hicimos nada, - chilló Florenciadesconcertada por las palabras de su hermano. – Ahoraresulta que la culpa es nuestra porque ella no se quisocasar… o porque ustedes dos se agarraran a trompadas.Andrés respiró hondo y se irguió con aire imperturbable. Adoptó una postura sarcástica y filosa.- No, claro que no; a quien se le puede ocurrir pensar talcosa, - respondió llevándose teatralmente una mano alpecho. – Si fui yo el que les arruinó el fin de semana, conlas costillas rotas y el rostro desfigurado. – Cambiódrásticamente la actitud. - Pero definitivamente no fue loque más dolor me causó a mí.

Page 770: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

En algún momento, entre las últimas frases que arrojó a losrostros de sus hermanos, su corazón se había apoderado desu voz. Lo sentía latir desaforado, avivando el enojo y latristeza que había reprimido durante muchos meses. Lamuralla que lo sostenía tembló y ese temblor le aseguróque se estaba acercando peligrosamente al límite. Setomó unos segundos para respirar; tenía que serenarse. Yahabía dicho mucho de lo que llevaba dentro, pero no sesintió mejor. Miró a Juan Martín.- En Nueva York me dijiste que tenía que sacarme deencima toda la mierda para poder seguir… bueno, esjustamente eso lo que pienso hacer…, pero no todo tieneque ver con Lara…- ¿Con qué tiene que ver entonces? – lo interrumpióFacundo punzantemente. - Durante mucho tiempo me sentí mucho más defraudadopor ustedes que por ella… estaba seguro y ahora locompruebo que debieron estar felices con la ruptura…noimportaba demasiado si yo estaba destrozado, o me sentíamás solo que un perro, - agregó con vos tensa. - Lesimportó una mierda lo que a mí me pasaba. Me dieron laespalda lisa y llanamente y tomaron partido cuandodebieron haberse mantenido al margen. Fue clarísimo quelo eligieron a él, - terminó diciendo señalando a JuanMartín con el dedo índice de su mano izquierda. - Nisiquiera se molestaron en preguntar qué había sucedido o

Page 771: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

cómo me sentía; ni un solo llamado recibí de ustedes enese aspecto. Hizo una pausa controlándose. Un dejo de desesperaciónhabía alcanzado su garganta y aunque lo intentó no pudoreprimirlo y se filtró en su voz. No podía dejar que lossentimientos se apoderaran de él, pero sentía estarperdiendo la batalla.- Eso no es justo, - volvió a protestar Florencia.- Sucedió lo que sucedió porque vos manejaste mal lasituación desde el vamos, Andrés – sentenció Facundo conaparente serenidad, pero estaba sorprendido y descolocadopor lo que escuchaba. – Hacete cargo de tus cagadas…nosotros no hicimos nada…- Me hago cargo de mi parte, por eso estoy acá paradosoportando las caras de traste de ustedes dos, con sus milquinientos reproches y críticas, en lugar de mandarlos biena la mierda, - respondió sosteniendo la mirada de Facundo. – Siempre fue así… y lo sigue siendo; de parte de ustedessolo recojo críticas y desaprobaciones. A ustedes lo únicoque verdaderamente les interesa es poder seguir con susprolijas vidas sin sobresaltos; cuando fue la pelea con Juanse indignaron porque para ustedes les arruiné el fin desemana…. Y en este mismo instante, en lo único quepueden pensar es en que les voy a arruinar la fiesta. Lo másterrible es descubrir que no me equivoqué y ustedes comosiempre nunca se enteraron de lo que verdaderamente me

Page 772: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

pasa…- Será que no nos dejas, - lo interrumpió Florencia conarrogancia.- Será que no les interesa, Florencia - repuso Andrésfilosamente.Tenía tantas más cosas para decirles que por un momentose obligó a recordar donde estaban. Los rostros deFlorencia y Facundo se mostraban todavía contrariados. Pero de seguir haciéndolo terminaría exponiéndosedemasiado y no le resultaba recomendable. Lospensamientos se amontonaban en su mente causándoledemasiado dolor, no quería liberarlo, no se sentíapreparado. Cambió de parecer. - No me importa si aceptan a Lara. A esta altura me importamuy poco lo que piensen, - dijo con sequedad. – Tampocopretendo que se olviden de todo cuanto pasó. Yo no mevoy a olvidar nunca; de nada de lo sucedido durante esosdías; ni de la pelea con Juan, ni mucho menos de la actitudde ustedes. Solo les pido que respeten mi decisión y quecada uno siga con su vida como mejor pueda. Estuvimoscasi dos años sin cruzarnos y todos seguimos respirando,¿no? Nada más. Retrocedió y elevando sus manos hizo un gesto comoqueriendo dar por terminada la conversación. Giró ydándoles la espalda, se alejó de ellos unos pasos.

Page 773: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Abruptamente se detuvo y los miró por sobre su hombro. - Ah, me olvidaba. En unos días deberían recibir lasinvitaciones para nuestro casamiento, - dijo controlando lasemociones que se filtraban en su voz. – Tómenlo como unmero acto de cortesía y siéntanse más que excusados.- ¿Casamiento? - preguntó Juan Martín sorprendido unavez más por el modo en que los acontecimientos parecíansucederse.- Si casamiento, - respondió tajantemente. Respiró hondo yclavó su mirada en Facundo y el modo en que su gemelo locontemplaba desató un huracán de rabia contenida. – Teníasrazón Facundo, tenía algo que verdaderamente deseabacompartir con vos, más que con nadie, pero ya ves, ni esemargen me dejaste. – En ese instante, el fuego se apoderóde él; la mirada se le encendió de ira y no fue capaz dedominarse. - Y sabés algo más hermano, me hartó tu formade mirarme, de juzgarme y esa actitud de reproche ydesaprobación constante. Me hartó tu soberbia; vos no sosquien para decirme si manejo bien o mal mi vida. Nopienso sentirme culpable ni un segundo más por lo quepude haberte hecho. Si esta va a ser nuestra relación deahora en adelante, así será entonces. Siempre vamos a sergemelos, no se puede modificar, pero definitivamente esono quiere decir que nos debamos lealtad eterna. Podes irtebien a la mierda Facundo.Sin decir más, se alejó con dirección a la salida. Ninguno

Page 774: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

se atrevió a seguirlo, ni siquiera Juan Martín que era elúnico que parecía no estar enojado por un motivo u otrocon él. Cayeron en un incómodo silencio que duró hastaque se reunieron con Petra y Lorena que conversaban enuno de los sillones. Las dos muchachas al ver que Andréshabía desaparecido preguntaron por él a sus respectivasparejas. - Seguramente esta fumando afuera esperando que llegueLara, - dijo Juan Martín. Hizo una pausa y bebió un poco devino dejando que su mirada recorriera los rostros de sushermanos. – Supongo que ahora tienen un panorama unpoco más amplio de la situación.Lorena frunció el ceño y miró a Facundo con una mezclade comprensión y desaprobación. Tuvo el buen tino de noagregar comentarios, detalle que no le pasó inadvertido aJuan Martín convencido de que el tema estaba más quehablado entre ellos. A Florencia en cambio la notómortificada, incómoda y con deseos de desaparecer talcomo lo había hecho Andrés. - No puede pensar que nosotros lo empujamos a irse, - dijoFlorencia con cierta tristeza. Se ubicó junto a Lorena. –No es justo que ahora nos venga con que fuimos parte de sudesdicha. Nosotros no le dimos la espalda…- Si se la dieron. Tal vez ni siquiera fuiste consciente deeso Flor, pero te puedo garantizar que lo hicieron, -sentenció Juan Martín con firmeza. – Así como yo sentí

Page 775: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

que estaban de mi lado, él sintió lo contrario. – Hizo unapausa y le dedicó una mirada a Facundo. – Me vas a negarque le dijiste gran cantidad de veces que se aleje de ella. –Facundo desvió la vista un instante. - Definitivamente creoque nos apartó porque él sintió y tal vez siga sintiendo quesomos o fuimos parte de su desdicha, como vos decís.- No te sientas tan involucrado Juan, te estás poniendo endefensor de pobres y ausentes, - dijo Facundo con aplomo.- Me siento involucrado, porque desde el vamos que soyparte involucrada, - repuso con dureza. – No lo estoydefendiendo, simplemente no me gustó como lo encontréen Nueva York.- Por favor ¿no lo conoces?... está dando vueltas las cosaspara quedar victimizado, - se apuró a decir Facundofingiendo seguridad y convicción. – Insisto, ahora quevolvió con Lara, todo va a ser color de rosas para Andrés.- No te hagas el estúpido, - chilló Juan Martín de prontofastidiado. – Sabes muy bien que no es así. La verdadFacundo es que no entiendo qué mierda estas buscando. Andrés se está cansando… no sea cosa que la situación sete torne irreversible…- Lo que él generó tiene que ver con el modo en que élmanejó todo el tema de Lara, - siguió diciendo Facundo.Miró a Juan Martín directo a los ojos. – Es cierto que ledije que se aleje de Lara, lo hice más que nada porque

Page 776: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

intuía todo lo que podría desencadenarse de esa relación…No quería que sufrieran ni él ni vos.En su voz Juan Martín notó lo mucho que lo afectaba lasituación. Pero también sabía que en la relación entre sushermanos gemelos había muchos matices que ni Florenciani él conocían. Un mundo solo compartido por ellos dos.- No me voy a meter en lo que pasa entre ustedes dos, - seencargó de aclarar Juan Martín. – Eso no me incumbe. Perote aclaro, por si todavía no lo entendiste, que si por alguiense sintió abandonado y traicionado, ese sos vos; Lara notiene nada que ver con lo que está pasando entre ustedes. Juan Martín se alejó de ellos y se dirigió hacia la puerta desalida. Se cruzó con Andrés que ingresaba; ninguno sedetuvo. Andrés no regresó junto a sus hermanos en cambiorecorrió el lugar con la mirada y ubicó a Melisa que pintabatranquila en uno de los sillones. Fue hacia ella y se sentó asu lado. A un costado de ese grupo de sillones Santiagodormía. Su abuela le había armado una camita y lo habíatapado con un abrigo. Pasó largo rato conversando con susobrina.Desde el otro extremo, Petra lo observaba inquieta;desconcertada. Sentía especial aprecio por Andrés y estabamuy agradecida por todo lo que había hecho por ella. Durante los dos días que habían compartido en Buenos

Page 777: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Aires, había descubierto que era un tipo sensible y le dabacierta pena el modo en que sus hermanos lo estabantratando. Lo que acababa de presenciar distaba mucho delas descripciones que Andrés le había dado de sushermanos durante el vuelo que los trajo a Buenos Aires. Era mucho lo que Petra no entendía y no sabía; empezaba aadvertirlo y era justamente eso lo que la llenaba deincertidumbre. ¿Qué era lo que había sucedido entre Lara yel resto de la familia? ¿Por qué todos hacían referencia auna terrible pelea entre Juan Martín y Andrés cuando se losveía tan cercanos?En silencio, Petra se puso de pie y lentamente cruzó elsalón. Andrés le dedicó una sonrisa al verla y le indicó quese sentara. Se ubicó junto a la niña, quien se apuró apedirle que le hiciera un dibujo. Como sucedía ante lamayoría de los requerimientos de Melisa, Petra accedió. Tomó una hoja limpia y uno de los lápices y rápidamentedibujó lo que la niña le pedía. - ¿Seguís creyendo que somos una familia unida? –preguntó Andrés quebrando sus pensamientos.Ella lo miró y por el modo en que Andrés la contemplabasupo que intuía lo que estaba pensando. Petra asintió, perono agregó comentarios. Se sentía perturbada y laspreguntas se agolpaban en su mente. Era demasiado lo queno sabía de Juan Martín y eso le generó mucha inseguridad.Melisa le mostró a su tío el hermoso dibujo que Petra le

Page 778: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

había hecho. Andrés estuvo de acuerdo en que era unapreciosura y le sugirió a su sobrina que fuera a mostrárseloa su abuelo.- Se lo puedo regalar para el cumpleaños, - dijo la niñaentusiasmada. - ¿Puedo Petra?- Claro que sí.Aguardaron unos segundos a que la niña se alejara paraconversar con mayor libertad. - No saques conclusiones absurdas, - le murmuró Andrésacercándose a ella. Petra lo volvió a mirar y esta vez elrostro de Andrés se mostró amigable. – Gracias porguardar el secreto…- Era lo mínimo que podía hacer, - respondió ella y lededicó una sonrisa. – Pero es mucho lo que no sé…- Nada terrible, - se apuró a aclarar Andrés. Le dedicó unasonrisa tranquilizadora. – No hay ningún muerto en elropero.La observó un instante y le dedicó una sonrisa tantoalentadora como comprensiva. Sabía exactamente que eralo que estaba pensando; cuáles eran sus dudas y sustemores. Sintió algo de pena por ella.-Te voy a dar un consejo Petra, - le dijo finalmente. – Nocometas el mismo error que yo cometí… no busques cosasdonde no las hay. Juan Martín te quiere, mirá para adelantey sean felices. Te aseguro que no hay nada en todo lo que

Page 779: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

hoy escuchaste que pueda empañar tu felicidad.- ¿Qué están murmurando ustedes dos? – los interrumpióJuan Martín que se acercaba desde la entrada.- Nada,- respondió rápidamente Petra y estiró su mano paraque Juan la tomara. – Solo estábamos hablando de queninguno extraña Nueva York.El aroma de las cazuelas que empezaban a servirse losalentó a acercarse a las mesas donde las estaban sirviendo. Con sus platos en la mano y su copa de vino en la otra, lostres regresaron a los sillones y allí se ubicaron retomandolas conversaciones sobre El Paraíso y sobre Responso. Petra había quedado enamorada de los paisajes y delencanto de la cordillera. Divertidos le contaron a Andréssobre la ocurrencia de Petra de presentarse como unaartista que deseaba pintar alguno de los parajes de ElParaíso. A Melisa le había encantado la idea y ya habíanhecho planes para poder pintar juntas alguno de losmaravillosos paisajes que habían visitado.Al cabo de un rato, Petra y Juan Martín fueron en busca deotra variedad de cazuelas y dejaron a Andrés solo con suspensamientos. Volvió su atención a su plato. Laconversación con sus hermanos lo había movilizadodemasiado; especialmente la actitud de Facundo queúltimamente había desplegado un arte especial para sacarlode sus casillas. Aunque era de esperar, Facundo lo conocíademasiado bien y sabía que nervios tocar para alterarlo.

Page 780: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Sus comentarios eran sutiles, profundos y daban siempreen algún nervio. Sin embargo, lo que no terminaba decomprender era porqué se había mostrado tan empecinadoen generar una discusión; porque se había esforzado tantoen alterarlo; porque no le había permitido hablar sobre loque les sucedía abiertamente y así llegar a unacercamiento. Pero no era eso lo que su gemelo estababuscando; lo que había pretendido era acorralarlo, lo habíaempujado a exponerse. Sacudió su cabeza con frustración,sabiendo que Facundo había logrado su cometido y loirritaba sentir que lo dominaba como nunca antes lo habíahecho. En ese momento sabía que lo estaba observando,sentía su mirada clavada en su costado izquierdo. Se irguióy se volteó hacia él. Sus miradas se encontraron una vezmás y Andrés supo que estaba profundamente dolido por elcruce de palabras que habían tenido; tal como a él lesucedía. Permaneció un buen rato sentado solo jugando con sucomida, luchando por que el mal momento no le arruinarala noche. Lo distrajo su hermana Florencia que se acercabaa él con paso decidido.- Ahí llegó Lara, - le dijo con suavidad.Andrés dirigió la mirada hacia la entrada y vio a Laraconversando con el encargado del salón. Miró a suhermana que ahora lo contemplaba apenada. Se puso de piey le sonrió. Ella le devolvió la sonrisa y le dio un tierno

Page 781: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

beso en la mejilla, gesto más que suficiente para hacer laspaces. No hizo falta decir nada más. Desde el sector opuesto Juan Martín los observaba. Era laprimera vez que los veía juntos y si bien creía que era untema superado, no sabía cómo repercutiría en él ser testigodel amor que se tenían. Una cosa era hablar, escuchar aAndrés confesarle sus sentimientos y hasta saber que enpoco tiempo serían marido y mujer, pero otra muydiferente era verlos. Hasta hacía unos segundos habíacreído que no lo afectaría y eso era lo que estaba dispuestoa sostener, pero en el fondo, no sabía qué impresión podíacausarle. Vio a Andrés acercarse a Lara y saludarla con unbeso en los labios. Luego pasar su brazo sobre los hombrosde ella y Lara lo rodeó por la cintura. Los vio conversar uninstante, sonreírse mientras Lara le acomodaba la corbata;recién entonces giraron hacia el salón. Ahora Lararodeaba el brazo de Andrés con su brazo y entrelazando susdedos lo tomó de la mano. - Seguro que es un tema superado, ¿no? – dijo Facundo quese había acercado y lo observaba con cierta preocupación.Juan Martín asintió y se obligó a sonreír.- Solo pensaba en lo felices que se ven juntos, - dijo conaplomo. – Es la primera vez que los veo así… y tengo quereconocer que de todas las mujeres con las que lo vi, ellaes la única que encaja.

Page 782: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Sin decir más fue hacia Petra que conversaba con Lorena yFlorencia. Como no podía ser de otra manera, lasmuchachas no se perdían detalle de la llegada de Lara. Losvieron acercarse a Micaela y Ernesto. Lara le entregó aErnesto un pequeño paquete, que él abrió y le agradeciócon un beso. - No me parece que los viejos estén sorprendidos de verla,-se atrevió a comentar Juan Martín dirigiéndole una rápidamirada a sus hermanos. – Mucho menos parecencontrariados… – hizo una pausa dejando que sus palabrasllegaran hondo en sus hermanos - …Yo diría que estáncontentos de verlos juntos… parece que éramos los únicosque no estábamos enterados… - Porqué no te callas, Juan- sentenció Florencia. La música fue subiendo lentamente. La inconfundible vozde Frank Sinatra se apoderó del recinto. Ernesto y Micaelafueron los primeros en arrimarse al centro de la pista debaile, donde rápidamente fueron rodeados por sus amigos. Lara y Andrés se volvieron hacia el centro del salón y susmiradas se cruzaron con las del resto de la familia PuentesJaume. Ella les dedicó una sonrisa y dio un paso dispuestaa acercarse a saludar; pero Andrés la detuvo tirandosuavemente de uno de sus brazos. Se volvió hacia éldesconcertada y no le gustó el gesto sombrío que se habíaapoderado de su rostro.

Page 783: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Tengo que ir a saludar, - le dijo extrañada por su evidenterenuencia.Andrés simplemente sacudió su cabeza y con delicadezadeslizó uno de sus brazos por la cintura de Lara, paraatraerla contra su cuerpo.-Fly me to the moon and let me play among the stars, - lecanto al oído siguiendo la letra de la canción que sonaba enese momento. – Let me see how spring is like on Jupiterand Mars, - siguió cantando sin dejar de moverse al rítmode la canción. – In other words, hold my hand… in otherwords baby kiss me…-Andrés, - le dijo ella luego de acceder al beso que él lepidió. -No quiero acercarme a ellos, - le dijo ocultando tras unasonrisa todo lo que había atravesado después del ásperointercambio de palabras con sus hermanos. – Te quierosolo para mí.Lara respetó su hermetismo y se dejó llevar por los brazosde Andrés que la balanceaban al compás de la música,guiándola al centro de la pista. No le pasó inadvertido queeludía su mirada, lo notó tenso y escurridizo, al tiempo queuna extraña mezcla de emociones se reflejaban en suexpresión. Le acarició la mejilla buscando su mirada.- ¿Les contaste? – preguntó con suavidad- No del mejor modo, - respondió Andrés dedicándole una

Page 784: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

mueca. – Pero están enterados.- Me vas a contar qué sucedió.Andrés asintió y la atrajo más contra él sin dejar demoverse al ritmo de la música. Lentamente la puso alcorriente de la conversación que había mantenido con sushermanos y del modo en que tanto Facundo comoFlorencia lo habían enfrentado. Sin embargo, era la actitudde Facundo la que lo tenía mal y se lo dijo.Lara no sumó comentarios. Si bien le dolía lo que habíaescuchado, no podía pensar en sus sentimientos cuando élse veía tan afectado. Lo estudió en mayor profundidad. Estaba dolido; profundamente dolido. Como siempre lesucedía cuando sus miradas se encontraban, sintió suinterior como el propio. La tristeza era demasiado intensay lo estaba devastando palmo a palmo. Sintiéndose analizado, Andrés intentó desviar la vista, peroella no se lo permitió. Olvidándose de donde seencontraba, le rodeó el cuello con sus brazos atrayéndolohacia ella. Acercó su rostro al de él, hasta que sus frentesquedaron casi pegadas.-Te amo mi amor, - le dijo con tanta emoción que loemocionó. – Ya sé que te duele, y no esta mal queexteriorices que te duele.Andrés le dedicó una mueca de descontento. Desvió lavista un instante, para volver a Lara que lo seguía

Page 785: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

contemplando.-Me cuesta aceptarlo; no puedo resignarme a creer queFacundo no quiere que se recompongan las cosas entrenosotros, - le confesó. - Hace un rato me terminó sacandode quicio y lo mandé bien a la mierda… No puedo creerhaber llegado a eso.-Yo no creo que a Facundo no le interese recomponer lascosas, - le aseguró Lara tratando de mostrarse optimista. –Tampoco creo que sea indiferente a lo que vos le dijiste. Ya vas a ver que todo se va a arreglar entre ustedes… no tedesanimes.Andrés no respondió, simplemente ajustó sus brazos a lacintura de Lara y siguieron bailando en silencio por unossegundos. Entonces ella se separó de él y lo miródivertida. -No te diste cuenta que esta es la primera vez que bailamos,- le dijo entre emocionada y divertida. – Me encantadescubrir todo lo que nos falta por hacer.El comentario le arrancó una sonrisa tan magnifica queLara no pudo evitar pensar que ese hombre, apuesto,bellísimo, casi perfecto, era todo de ella. Juan Martín, Florencia y Facundo siguieron la escena a ladistancia. Cada uno lidiando con sus propios pensamientosy sentimientos. Florencia se sentía mortificada. Si bien

Page 786: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Andrés le había dado a entender que no había resquemoresentre ellos, para Florencia no había sido suficiente. Necesitaba demostrarle a su hermano que estaba a su lado yque nunca más volvería lastimarlo como lo había hecho. Miró a Andrés con detenimiento y en cada línea de surostro vio lo feliz que estaba de tener a Lara en sus brazos.En ese momento le sonreía y en esa sonrisa Florenciadescubrió mucho más amor del que alguna vez creyó que suhermano podía sentir. Era la primera vez que los veíajuntos, abrazados y la maravilló el modo en que con susmiradas parecían devorarse. Entonces miró a Lara, que reíaante algún comentario de Andrés. Se la apreciaba tanradiante como a él; tan felizmente enamorada como a él. Florencia respiró hondo y contuvo las lágrimas que seagolpaban en sus ojos al asumir lo mucho que se habíaequivocado con Andrés; lo prejuiciosa que había sido y loavergonzada que se sentía. Lo de Facundo era completamente distinto. Se sentíadesdoblado y en completo estado de tensión. Sus ojos, talcomo había sucedido durante la mayor parte de la noche,estaban clavados en el rostro de su gemelo. Más allá de lodolido que se sentía por todo lo que Andrés le había dicho,Facundo sabía que había logrado mucho. Por más queAndrés no quisiera compartirlo con él, en ese momentoapreciaba al Andrés genuino, tal como había sucedidodurante la discusión que entablaron. Sabía que tenía que

Page 787: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

empujarlo un poco más, ayudarlo a liberarse de sí mismopor completo. Pero en ese momento Facundo temió notener la fortaleza necesaria para soportar todo lo queAndrés podía echarle en cara. Los pensamientos de Juan Martín en cambio estabancentrados en Petra que en ese momento conversaba conLorena. Su cuñada le ofrecía una breve y, afortunadamente,censurada reseña de la relación de Lara y Andrés. Podíaapostar que esa noche, cuando finalmente llegaran al hotel,él se vería obligado a responder muchas preguntas;preguntas que hubiese dado cualquier cosa por no tener queresponder nunca. Con disimulo le dirigió una rápidamirada a Petra. Estaba confundida, tal vez aturdida; susemblante parecía cubierto por un manto de dudaalimentado por todo lo que había escuchado esa noche y lapoca luz que había podido arrojar sobre todo loescuchado. Si tan solo hubiera podido anticiparse yexplicarle. Lo único que rogaba era que ellacomprendiera. Estiró su mano y tomó la de Petra en lassuyas. Ella lo miró y si bien trató de sonreír, él supo queno estaba cómoda. Le sonrió y pasando un brazo por sobresus hombros la atrajo contra él. Le dio un cálido beso enla mejilla y al oído le susurró lo mucho que la quería. Lasonrisa de Petra se amplió y asintió emocionada.Era una fiesta magnífica, en la cual la mayoría de losinvitados disfrutaban cada momento sin reprimir sus

Page 788: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

impulsos. En el centro de la cómoda pista, Ernesto yMicaela bailaban al ritmo del jazz como si tuvieran treintaaños menos. Lo estaban pasando en grande, principalmenteErnesto que era el centro de la fiesta. Lentamente la música fue pasando a ritmos más popularesy con ello los mozos comenzaron a distribuir sombreros detodo tipo. En cuanto Andrés advirtió la intensión de ungrupo de armar un tren, tomó a Lara de la mano y huyó de lapista. La guió al rincón más apartado donde divisó unsillón vacío.- ¿Qué intensiones tiene usted que me trae a este sector tanoscuro? – le dijo Lara con tono risueño. Le rodeó el cuello con ambas manos y le dio un suave besoen los labios. Quería distraerlo, barrer de su mente losresabios la conversación que había mantenido con sushermanos y que todavía le opacaba la mirada. Necesitabaverlo sonreír, sentir que volvía a ser el de siempre;necesitaba saber que ella era capaz de desaparecer todo loque lo perturbaba. - No estarás coqueteando conmigo, - le dijo él con tonoinsinuante y atrayéndola más contra él le devolvió el beso.– No veo la hora de estar en casa, gracias a Dios son soloun par de cuadras. Volvieron a besarse y se separaron al notar que una moza seacercaba con una bandeja con champagne. Andrés le hizo

Page 789: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

un gesto y luego de tomar dos copas, le entregó una a Lara. Brindaron por ellos y Lara aprovechó para contarle que esemismo día había visitado al encargado del Palacio SanMiguel. También había presentado la documentaciónnecesaria en el Santísimo Sacramento, donde había dejadoindicada la música que habían elegido para la ceremonia.Andrés le sonrió y le acarició el rostro maravillado. Lollenaba de un gozo inusual escucharla hablar del casamientode ambos. Era una sensación nueva, maravillosa, donde elentusiasmo de Lara lo sobrecogía y lo contagiaba de unafelicidad tan rotunda que su alma se apaciguaba.-Señora Puentes Jaume, - dijo con voz profunda yanhelante. – Me haces el hombre más feliz y agradecido delmundo, pero el solo hecho de saber que estás a mi lado.- Estas practicando el modo en que te vas a dirigir a mi, -respondió ella entre risas.- No, hace rato que vos sos la única mujer de mi vida, nonecesito un papel para saber que te amo más allá de todo lodemás y que te voy a hacer el amor una y otra vez por elresto de nuestros días. La emoción que la envolvió fue tal que los ojos se lellenaron de lágrimas. Se contemplaron un instante, en elque el resto de los presentes parecieron habersedesvanecido. El hechizo ni siquiera se quebró cuando lasonrisa de Andrés irrumpió en su rostro llenándolo de luz y

Page 790: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

tomando la cara de Lara entre sus manos la besó convoracidad.- No están grandes para estos papelones, - dijo Juan Martíndivertido. – Bonito espectáculo están dando.Sobresaltados por el comentario, Lara y Andrés sesepararon. Juan Martín escoltado por Petra, Florencia yFernando le sonreía con picardía. Ambos se pusieron depie con cierta incomodidad y mientras Andrés tomaba unpoco de champagne, Lara se acercó a saludar.- No pensabas venir a saludar, - protestó Juan Martín confingido enojo. - ¿No me digas que este desgraciado ya teraptó?- Algo así, - dijo ella sumándose a la broma. - ¿Cómo estasJuan?Se dieron un fuerte abrazo y Juan Martín aprovechó parafelicitarla por la noticia del casamiento. Ella asintióemocionada y desvió la vista hacia Petra. Se miraron conuna sonrisa cómplice y fue Lara quien se ocupó derecordarle a Juan Martín que ya se conocían. Se saludarony Petra se disculpó por el malentendido que ella habíagenerado.- No te preocupes, - le respondió Lara con una sonrisa. Por sobre su hombro miró a Andrés que ya estaba a su lado.– Le encanta hacerme enojar.- Me estas difamando, - protestó él. Por detrás la rodeó

Page 791: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

con uno de sus brazos trayéndola contra su cuerpo. Miró aPetra. – Sin embargo, Petra, confieso que ese detalle, pusolas cosas mucho más interesantes.Florencia y Fernando se unieron a la conversación. Lara seseparó de Andrés y los saludó con cordialidad. Ambos lafelicitaron por el casamiento y Lara sintió que las palabrasde ambos eran sinceras. Les comentó entonces sobre laceremonia en el Santísimo Sacramento y la fiesta enPalacio San Miguel. - Va a ser fuerte verte parado frente al altar del Santísimo, -comentó Fernando mirando burlonamente a su cuñado. –No me pierdo ese espectáculo por nada del mundo.Se acercó más a Lara y al oído le murmuró lo contento quese sentía de volverla a ver junto a Andrés. Lara seemocionó con el comentario y le agradeció por lo bajo. Miró a Florencia que ahora hablaba con Andrés y seunieron a ellos. Conversaron durante varios minutos sobreel pequeño Evaristo y brindaron distendidos por el futurocasamiento.La conversación fue interrumpida por Facundo y Lorenaque pretendían saludar a Lara. En cuanto Lara vio a Lorena,se tapó la boca con ambas manos al comprobar elprominente embarazo. Se fundieron en un fuerte abrazo,se apreciaban mucho y ninguna lo ocultó. Saludó a Facundosin demasiada efusividad y rápidamente le indicó a Lorenaque se sentara. Quería saber todo lo referente al bebe.

Page 792: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Luego fue el turno de ella de responder. Todos quisieronsaber de la venta de Lara´s Restó y del nuevo restauranteque había inaugurado. Con las distintas conversaciones elclima entre ellos se fue relajando, pero Andrés en todomomento se mostró parco y distante y no le pasóinadvertido el silencio de Facundo que de tanto en tanto ledirigía miradas que él no pudo decodificar. Se sentía endesventaja respecto de su hermano.También Lara notó la tensión y el distanciamiento generadoentre los gemelos. Desde que Facundo se había acercado,Andrés había dejado de participar en las conversaciones.Por supuesto que estaba al tanto de la situación, perocomprobar, por sus propios medios, el modo en que ambosse trataban le dolió. En un momento un fotógrafo se acercó y Florenciapropuso una foto para sus padres. Se estaba acomodandocuando Lara advirtió quien era el fotógrafo y le dedicó unasonrisa divertida. Se ubicó entre Lorena y Petra y dejó queJulián hiciera su trabajo. - Ayudando a un amigo, - le dijo una vez que la foto fuetomada. Se acercó a Julián. - ¿Cómo estas Juli?- Bien, ¿vos? – se saludaron con un beso. - ¿Qué haces acá?Este no es un evento tuyo.- No… soy invitada. Es el cumpleaños de mi futuro suegro.Andrés al percatarse de cómo Lara lo saludaba, se acercó a

Page 793: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

ella. Detestaba que un hombre al quien él no conocía, se leacercase a conversar. Una parte de él le recordaba que sufutura esposa era una empresaria sumamente reconocida,pero él no lo aceptaba. Le bullía la sangre de solo verlasonreírle a otro hombre. Lara lo conocía de sobra para no intuir lo que debía estarpensando y sintiendo; se apuró a presentarlo.- ¿El tenista? – preguntó y en su voz se filtró sudescontento.Lara asintió y le dedicó una mirada para que no empezaracon sus ácidos comentarios. Volvió a mirar a Julián queobservaba a Andrés con ceño fruncido.- Yo te conozco, - le dijo el fotógrafo a Andrés con airepensativo. – Si, claro, fue una sesión de fotos en un barrioprivado de Pilar… pero eso fue hace varios años…El rostro de Andrés se desfiguró y miró a Julián de talmanera, que este se excusó diciendo que tenía que seguircon su trabajo. Al alejarse, le dedicó una pícara sonrisa aLara y le guiñó un ojo. Ella no dijo nada y se volvió haciaAndrés.- No me digas que te prestaste para una producción defotos en una de esas casas de campo de Pilar, - se atrevió adecir Florencia que había alcanzado a escuchar parte de laconversación. - No me saqué ningunas fotos, - protestó Andrés

Page 794: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

tajantemente.Florencia se acercó más a su hermano y miró a Lara.- Perdón Lara pero esto es muy fuerte, - le dijo juntandosus manos a modo de disculpas. – Me resultan divertidasesas fotos que la gente de la farándula se saca en losdistintos ambientes de su casa; siempre terminan eligiendoel baño, ¿por qué tienen que sacarse fotos en el baño? –Miró a Andrés a punto de dejar escapar una carcajada. – Nome digas que te sacaste fotos en el baño… ¿afeitándote?No puedo creer que esa tilinga logró arrastrarte a hacereso.La risa de Florencia contagió a todos, y hasta Facundo serió. - No me saqué ningunas fotos, - replicó Andrés ahoraenojándose. Miró a Lara con indignación. – Es un pelotudoese fotógrafo… y encima tengo que soportar que trate dereconquistarte en mis propias narices.- Nadie trató de reconquistarme, - le dijo dedicándole unamueca al tiempo que posaba sus manos suavemente en sucintura. Estiró su cuello y le dio un beso en la mejilla. –Yo vi esas fotos. Estas más lindo ahora, pero dejamedecirte algo más. – Andrés se separó un poco y lacontempló expectante. - No pienso ponerme celosapensando en todas las veces que apareciste en esas revistasde cuarta con una u otra modelo, porque vos ahora me

Page 795: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

perteneces completamente a mí.El rostro de Andrés se mostraba rígido, pero sus ojostransmitían una emoción tan grande que la conmovió. Laabrazó y hundió su rostro en el cabello de ella, hasta que suboca alcanzó su oído.- Eso es lo único que necesito para vivir… saber que tepertenezco y que vos me perteneces a mí. Te amo.La música bajo y abruptamente las primeras notas del FelizCumpleaños irrumpieron en el salón. Desde la cocina,apareció Micaela junto a Melisa empujando una enormetorta con exactas 65 velitas. De entre los presentesapareció Ernesto que luego de besar delicadamente a suesposa alzó a su nieta y le pidió que lo ayudara. Rodeadopor sus afectos, Ernesto elevó la vista y pidió sus tresdeseos. Luego miró a Melisa y a la cuenta de tres, ambossoplaron hasta que no quedó ninguna velita encendida.

Page 796: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

CAPITULO 43El mes previo a la boda fue tan vertiginoso y movilizanteque Lara se sentía por primera vez en su vida al borde delcolapso. Una y otra vez se repetía que no tenía motivopara estar tan tensa y nerviosa, después de todo habíaorganizado gran cantidad de bodas, pero esa no era unamás. Era su casamiento del que se estaba ocupando yquería que todo fuera perfecto. Lo que más tiempo yesfuerzo le demando, fue la selección de su vestido. Esepunto si era completamente nuevo para ella, pero cuando loresolvió supo que no habría mejor elección. En dos ocasiones se juntaron a cenar con Juan Martín yPetra. La primera cena había tenido lugar luego de que elmismo Juan Martín se lo pidiera a Andrés para que Petra nose hiciera falsas ideas, después de todo lo que habíaescuchado en el cumpleaños de Ernesto. Fue un momentomuy agradable, en el que los cuatro conversaron y rieronanimadamente. Juan Martín y Petra mencionaron quepensaban instalarse definitivamente en el Paraíso. Loschicos estaban contentos de estar con Petra y creían que notendrían problemas con la convivencia. A Lara le agradóPetra. Era muy espontánea y simpática. Hablaba con eldesparpajo propio de sus cortos veinte años y miraba a JuanMartín con ojos enamorados. En esos momentos Petradebía encontrarse en Nueva York, donde había ido a vaciar

Page 797: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

su departamento y recoger sus pocas pertenencias parainstalarse definitivamente en Argentina. Lorena también se había acercado un mediodía a almorzarcon Lara. En esa ocasión el tema central del almuerzo fueel distanciamiento de Andrés y Facundo, pero ninguna pudosacar nada más en limpio de lo que ya sabían. Lorena lehabía asegurado que había hablado del tema hasta agotarlo,pero Facundo se mostraba cada vez más hermético en loque a Andrés concernía. Sin embargo, le confesó queFacundo estaba muy entusiasmado con el casamiento. Noera que lo exteriorizara demasiado, se cuidaba de nohacerlo; pero ella lo conocía y había advertido que de tantoen tanto hacía referencia al día de la boda, ya sea porquetenía que rechazar otras invitaciones o porque deseabacomprarse un traje nuevo. Ese comentario fue muy gratopara Lara, pues sabía que a Andrés le gustaría saberlo. La noche de la boda se presentó fresca y amenazantesnubarrones cubrían el cielo. La Basílica del SantísimoSacramento estaba iluminada en su totalidad; irradiandotoda su belleza y majestuosidad, era el marco perfecto parael hermoso momento que tendría lugar en unos minutos. Ramos de azucenas y rosas blancas adornaban los bancosdel pasillo central; elegantes arreglos de las mismas floresrealzaban el imponente altar, donde La Gran Custodia atraíalas miradas de todos. Andrés aguardaba en la sacristía junto a su madre. Estaba

Page 798: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

nervioso y aunque el sacerdote se ocupó de entablarconversación sobre los temas más variados, a él nadaparecía relajarlo. Micaela lo observaba entre emocionada ydivertida. En dos ocasiones le acomodó la corbata deceremonia y contempló su atuendo en general. Su hijohabía optado por un jaquet de alpaca con faldón; pantalón deraya diplomática y chaleco gris. La camisa de un blancoinmaculado tenía cuello palomita con doble puño quedelicadamente se asomaba sobre la base de sus manos. Lacorbata era el detalle que más elegante lo hacía ver. Elconjunto de blancos, grises y negros, armonizaban con sucabello y el brillo de sus ojos. - Estas elegantísimo, - le dijo su madre una vez más. - Gracias mamá, - respondió él con una sonrisa. Consultósu reloj por décima vez. - ¿Faltará mucho?- No, - dijo el sacerdote aún sabiendo que la pregunta nohabía sido dirigida a él. – Vayamos saliendo que ya meavisaron que la novia esta por descender del auto.Los nervios de Andrés se intensificaron cuando salió de lasacristía e ingresó a la nave central de la Basílica. Recorrió el lugar con mirada ansiosa. Estaba lleno. Vio aJuan Martín y a Petra sentados junto a Ernesto en lasegunda fila. Su hermano le guiñó un ojo y Andrésrespondió con una sonrisa traviesa. Un banco detrás estabanFernando y Florencia, quien le sonreía con miradabrillante. Del otro lado del pasillo estaban las amigas de

Page 799: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Lara y Mónica su secretaria. Varios bancos detrás, Andrésdivisó a Carlos Estrada y a Ricardo Zubiría. Los doshombres lo miraban con complicidad y lo saludaron conuna leve inclinación de cabezas. Andrés respondió de igualforma. Un poco más lejos divisó a Juan Carlos y a Swaniejunto a James Suburn. Se sorprendió al descubrir entre losinvitados a Tristán Carrillo; frunció el ceño desconcertado. Carrillo le dedicó una amigable sonrisa que Andrésrespondió sin poder evitar que su rostro reflejara lasensación de victoria que lo embargó. ¿Dónde estáFacundo? Se preguntó intrigado e inquieto. Se volvió haciasu madre.- No está Facu, - le murmuró preocupado.- Ya va a llegar, - le dijo Micaela tranquilizándolo. – Nopienses en eso ahora… Lara ya está por entrar. Andrés asintió y se acercó a su ubicación. Respiró hondoy dejó que su mirada recorriera el imponente altar. Eramajestuoso con sus mayólicas venecianas, sus detalles degranito azul y la imponente Gran Custodia de oro y plata;esa noche a Andrés le pareció más hermoso que nunca. Volvió a girar enfrentando a los invitados. Saludó a un parde amigos que desde los asientos sacudían sus manos yluego se acercó a donde estaba Juan Martín.- ¿Qué buen mozo estas? – le dijo Petra divertida. – Si teviera Vanessa.

Page 800: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Petra, por favor, - respondió él con voz tensa. Miró a suhermano. - ¿No llegó Facundo?- No lo vi, pero hay mucha gente, - le respondió JuanMartín sabiendo que eso lo intranquilizaba. – No le echesla culpa a Facu por tus nervios…La conversación fue abruptamente interrumpida por untimbre que alertó a todos. Los acordes provenientes delpotente y antiguo órgano irrumpieron en la nave central dela basílica. Andrés se separó de Juan Martín y se irguiócon la mirada clavada en el portón de entrada. Lentamentelas puertas comenzaron a abrirse y Andrés respiró hondo yretuvo el aliento. Melisa fue la primera en aparecer. Llevaba un vestido deencaje blanco y una bincha con pequeños detalles florales. En una mano cargaba la pequeña canastita con las alianzas ycon la otra sostenía a Santiago, que no se mostraba muyentusiasmado con su participación en el casamiento de sutío. El niño parecía un enanito, con su diminuto traje deterciopelo negro y la camisa blanca que asomaba tras lasolapa. Le habían cortado el cabello y se lo veía másparecido que nunca a su padre. Lentamente los niñoscomenzaron el largo recorrido hacia el altar. De tanto entanto, Melisa saludaba a algún conocido sacudiendonerviosamente la mano y más de uno le recordó que nosacudiera la canasta. Unos pasos detrás, dejándosearrastrar mansamente por su hermana, Santiago caminaba

Page 801: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

mirando todo con desconcierto. Estaban casi a mitad decamino cuando sus ojos se cruzaron con los de Andrés yambos sonrieron orgullosos. Apuraron un poco el pasohasta llegar a su tío. Andrés se agachó y los abrazó aambos, indicándole a Melisa donde debía colocar lacanastita. La niña obedeció y se volvió a su tío con unasonrisa.- ¿Lo hice bien? – le preguntó en un murmullo.- Perfecto, - le respondió él con emoción y le dio un beso.Hubo un breve instante de silencio. Los acordes depompas y circunstancias irrumpieron en el lugar como unaseñal. A él se le aceleró el corazón y por unos minutos seolvidó de todos los que estaban allí para presenciar laceremonia. Lara apareció en el umbral del brazo de CarlosDumas, quien la observaba orgulloso y emocionado. Lara y su increíble vestido de tafetán y tul bordadoacapararon todas las miradas. Llevaba al descubierto sushombros; realzando su delgada figura, el vestido descendíaen una pechera de delicado drapeado para luego abrirse enun amplio tajo a la altura de cadera que permitía lucir laimpresionante falda de tul bordado. Llevaba el cabellorecogido en un flojo rodete sujeto por dos horquillas. Ensus manos sostenía un delicado ramo de orquídeas yazucenas. Tenía la mirada clavada en los irresistibles ojos grises de

Page 802: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Andrés y sintió que la abrazaba, aguardando su llegada conserenidad. Desde ese día en adelante, sus vidas se unirían yLara sabía que sería para siempre.Con cada paso que daba las imágenes se amontonaban en sumente, sucediéndose unas a otras como una película;imágenes del largo camino que ambos habían recorridos;imágenes de aquellos que habían quedado en el camino; vioa sus padres a quienes había perdido tantos años atrás, vio aFrancis y a Manuel y los ojos se le llenaron de lágrimas. Andrés la recibió estirando su mano. Dejó que Carlos labesara en la mejilla deseándoles lo mejor. Cuando susmiradas volvieron a encontrarse, Andrés le sonrióconmovido y la besó delicadamente. Emocionados giraronhacia el altar donde el sacerdote aguardaba para comenzarla ceremonia.

Page 803: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

EPILOGOLa quietud del cuarto contrarrestaba con la explosión deemociones que permanecían en su interior. Lorena dormíaplácidamente. Presenciar el nacimiento de su hijo habíasido un momento maravilloso, pero para su esposa habíasido una jornada complicada y agotadora. El trabajo departo, que luego derivó en cesárea, había durado variashoras y la dejó exhausta. Miró su reloj, las siete menoscuarto de la mañana, sabía que no podría volver a dormir. Se acercó a la pequeña cunita donde su hijo dormía. Era tanchiquito que parecía mentira que fuera capaz de despertaremociones tan inmensas e intensas. Todo había sucedido tan rápido que no le dio tiempo areaccionar. Estaban prácticamente listos para salir hacia laiglesia, cuando Lorena comenzó a sentirse mal. Primerohabían sido dolores aislados, que luego se fueronintensificando conforme a los minutos pasaban. Al cabo deuna hora, Lorena se comunicó con su partera, y esta leindicó que se dirigiera a la clínica. Ahora que todo había pasado, que el bebe estaba enperfectas condiciones al igual que su esposa yprincipalmente que el efecto del nacimiento de su primerhijo comenzó a aplacarse, Facundo se permitió pensar enAndrés. Por un momento creyó que el destino lo habíacastigado al no permitirle asistir al casamiento de su

Page 804: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

hermano, porque en definitiva no esperaban al bebe hastadentro de dos semana y ese fue el único motivo por el cualél no estuvo con Andrés en uno de los momentos másimportantes de su vida. Comprendía que no había sidoculpa suya, salvo por el hecho de haberse olvidado tanto sucelular como el de Lorena en su casa; detalle que los tuvoincomunicados por varias horas. Lo único que esperaba eraque Andrés comprendiera, sabía que lo haría, pero tambiénretumbaban en su mente las últimas palabras que Andrés lehabía echado en cara y las de Juan Martín diciéndole que lasituación podría revertirse. El zumbido de su celular quebró sus pensamientos. Seacercó a la pequeña mesa donde habían depositado suspertenencias. Tomó el celular y chequeó el mensaje.“¿Estas despierto?”, decía el mensaje de Andrés. Facundosonrió complacido. Si, respondió. Un segundo más tarde lapantalla volvió a encenderse y a zumbar ante la entrada deun nuevo mensaje. “Estoy abajo… no me dejan subir”. AFacundo se le llenaron los ojos de lágrimas y una punzadade culpa lo atravesó al pensar en lo mal que lo había tratadodurante los últimos meses. “Ya bajo”, fue su respuesta.Ansioso Andrés aguardaba el momento en que Facundoapareciera. Estaba nervioso, mucho más nervioso de lo quehabía estado esperando por Lara en el altar. Después delos saludos en el atrio, su padre le había comentado quetanto Juan Martín como él habían intentado comunicarse

Page 805: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

con Facundo y con Lorena, pero ninguno atendía. Eso loinquietó y la tristeza que la ausencia de Facundo le causabase evaporó; en cambio lo envolvió la preocupación por lafalta de noticias. Durante la fiesta intentó sacarse los malospensamientos de la cabeza, pero no le resultó posible. Talcomo se esperaba, solo por Lara, cumplió con todo loestablecido; participaron de la recepción; bailaron el vals ybrindaron gran cantidad de veces con los distintos amigosque allí se encontraban. Lara en ningún momento se quejópor su aparente apatía, pero si le insistió para que serelajara y disfrutara de la fiesta; pero a él no le resultabasencillo. En algún punto era como si una parte de él noestuviera presente. Recién cerca de la una de la madrugada,Juan Martín se acercó para informarle que Facundo habíallamado para avisarles que Lorena estaba internada y habíantenido un varón. Solo entonces Andrés pudo disfrutar lafiesta en plenitud. Luego, cuando todo terminó y losinvitados se marcharon, Lara lo alentó a que fuera a ver aFacundo a la clínica. En un primer momento a él le parecióexcesivo, pero ella se puso firme y lo obligó a ir a ver a suhermano.Era poco el movimiento que se apreciaba en el hall de laclínica. El tibio sol, empezaba a iluminar el recinto dondeun grupo de empleadas lo observaba con desconcierto; giródándole la espalda a la entrada del edificio, buscando evitarlas sonrisas que le dispensaban. El celular sonó en su

Page 806: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

bolsillo. Lo tomó y atendió. Era Lara que deseaba sabercómo estaba y se quedó en línea mientras Andrésaguardaba.Facundo no tardó nada en llegar a la planta baja. Salió delascensor y cruzó rápidamente el pasillo que conducía alhall principal. En cuanto vio a su hermano parado en lavereda, tuvo que reprimir el deseo de correr a abrazarlo. Andrés no se había cambiado y todavía luciendo el elegantejaquet, hablaba por celular mientras fumaba su cigarrillo. Hijo de puta, pensó asombrado, parece que va a una fiestaen lugar de venir de una; porque nunca se arruga ni sedespeina. Cruzó el pasillo y escuchó a un grupo de mujeresde limpieza que se deleitaban contemplándolo. Facundono pudo evitarlo y se trago la sonrisa, no era secreto paranadie que Andrés solía despertar el interés femenino; conesa apariencia mucho más, pensó. A su espalda escuchó que alguien golpeaba el vidrio. Sevolvió y con turbación contempló a Facundo que le hacíauna seña. Asintió y le dijo a Lara que Facundo ya habíabajado. Cortó la comunicación y siguió a su hermano conla mirada mientras regresaba el celular al bolsillo. Lo vioaparecer por la salida de guardia. Llevaba puestos lospantalones negros de traje algo arrugados, al igual que lablanca camisa con su característico monograma. Elcabello revuelto y el rostro con claros signos de cansancio.Andrés lo contempló acercarse en silencio y lentamente se

Page 807: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

animó a esbozar una débil sonrisa. Facundo la respondió ydio un paso más hacia él. - Estábamos saliendo para la iglesia cuando Lore empezócon contracciones, - dijo a modo de excusa. Su voz era lade siempre, la de antes, cálida, reconfortante y serena. –No te hubiera fallado por nada del mundo…Andrés asintió todavía algo temeroso de lo que podríasuceder a continuación. Se sentía demasiado movilizadopara soportar algún comentario frío y punzante por parte desu hermano. Lo felicitó por su paternidad con ciertacautela y se apuró a preguntar por Lorena y el bebé.- Muy bien, - respondió Facundo y la sonrisa brotó primerode sus ojos para luego alojarse en sus labios. – Fue cesárea.Lorenzo es precioso. – Hizo una pausa. - ¿Sabías que eseiba a ser su nombre? Andrés asintió aunque ambos sabían que era mentira. Habían sido demasiados meses en los que Andrés habíasabido poco y nada de la vida de su hermano, algo que lehabía hecho más daño que cualquier otra cosa en el mundo. El corazón le latía tan fuerte, que entre el cansancio y laemoción, hubo momentos que sus pensamientos seentorpecían. No sabía qué hacer, si abrazarlo, si pedirlemillones de disculpas o simplemente esperar a queFacundo le dijera abiertamente que el calvario habíaterminado.

Page 808: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Pero mirá que lindo que estás, - dijo Facundoburlonamente interrumpiendo los pensamientos deAndrés. – Dejá que te vea mejor.Andrés abrió sus brazos y giró para que lo apreciara. Yamás sonriente Facundo se acercó más a su hermano y lasonrisa se amplió aun más al ver a Andrés levantar la manoizquierda para que apreciara la brillante alianza.- No puedo creer que Lara haya logrado que usaras eseanillo. – siguió diciendo.- Te dije que me iba a casar con ella, - dijo Andrés ahora unpoco más animado.- Siempre dije que eras un caprichoso, - repuso Facundocon una sonrisa.- Si, siempre lo dijiste, - respondió Andrés devolviéndolela sonrisa.- ¿Dónde está tu esposa? – preguntó recorriendo la callecon la vista.- Me está esperando en el hotel, - respondió sin atreverse adecir más por miedo a que sus sentimientos lotraicionaran. Facundo frunció el ceño con gestodesaprobador. – Me sacó a patadas con la orden de queviniera para acá y no volviera sin haberme enterado comoestaban.- Primera regla del matrimonio, - comentó burlonamenteFacundo. – Siempre se acata la orden de una esposa.

Page 809: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- Siempre.Se miraron emocionados y una vez más fue Facundo quiendio el primer paso. Lo abrazó con fuerza y emoción. Sesorprendió por el modo en que Andrés se aferró a él. Alsepararse hasta pudo jurar que vio lágrimas en los grisesojos de su hermano. - Me hiciste mucha falta Facu.- También vos… todos esos llamados me estaban volviendoloco, - dijo con emoción. - Tengo que reconocer que losextrañé cuando dejaste de llamar.- ¿Qué buscabas Facu? – preguntó al separase de suhermano.- Hacerte perder los estribos, supongo, - respondió entreincómodo y resuelto. – Quería que una vez en tu vidadejaras de pensar cada palabra o cada movimiento y tedejaras llevar por lo que verdaderamente te pasaba; siestabas enojado quería que gritaras, si estabas triste que tepermitieras llorar. Alguien tenía que hacerte reaccionar.- Y siempre tenés que ser vos, ¿no?- Eso parece, - hizo una pausa y lo miró con seriedad. –Podrías haber hablado conmigo cuando todo sucedió…- Podría… pero en ese momento estaba demasiado enojadocon todos. Especialmente con vos. – Respiró hondo ydesvió la vista un instante. – Sabía que hubieras logradoretenerme en Buenos Aires y no podía aceptar eso.

Page 810: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

Facundo consultó su reloj y propuso ir a desayunar hastaque se hiciera la hora de visitas. Andrés asintió y dejó quesu hermano, posando uno de sus brazos sobre sus hombros,lo guiara hasta la entrada de la guardia. - ¿Tembló mucho el Santísimo cuando te apareciste frenteal altar? – preguntó divertido. – Debe haber sido flor deespectáculo…- Ja ja ja… Muy poco original de tu parte. Me pasé toda lanoche escuchando justamente ese comentario, - le dijo confingido fastidio. Se dirigieron a la confitería de la clínica. A sus costadoshabía algunas mesas ocupadas principalmente por médicosy familiares de personas internadas. Con su atuendoAndrés llamaba la atención, como algo fuera de lugar yFacundo se burló de él, diciéndole que todos debían pensarque se escapó de la iglesia.- ¿A quién se le va a ocurrir que en la noche de bodas dejaste a tu esposa esperando en el hotel?Fue curioso porque durante la hora que estuvieron sentadosdesayunando no mencionaron nada que guardara relacióncon el distanciamiento de los últimos meses. Tal vez porvergüenza o tal vez por el deseo de no mirar hacia atrás, nolo hicieron. Ese día todo hablaba de futuro y había quemirar para adelante.Facundo preguntó por la fiesta y Andrés le contó con lujo

Page 811: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

de detalles todo lo que había sucedido. Facundo loobservaba encantado de volver a escuchar esa verborragia,de volver a tener con él al Andrés arrollador, entusiasta ygenuino. Sin que Facundo preguntara nada, Andrés pasó acontarle del viaje a Londres y Nueva York que pensabanhacer con Lara. Saldrían en dos días y estarían fuera delpaís solo dos semanas, porque ella no podía descuidar laempresa durante los últimos meses del año. Luego, enenero, se instalarían en Responso donde pasarían el mes.Cuando fue el turno de Facundo de hablar, su relato fuemucho más conciso y ordenado que el de Andrés. Reviviendo todo lo que había sentido le contó delnacimiento de Lorenzo y de lo increíble que había sido vera su hijo nacer. Nada, pero nada en el mundo podíacompararse con ese segundo en el que el tiempo pareciódetenerse y solo se escuchó el estridente llanto de la vida. Había hablado con tanto sentimiento, con el corazón tan aflor de piel que por unos segundos ninguno agregócomentario, dejando que la emoción volviera aembargarlos. Se miraron con una sonrisa y los ojos llenosde lágrimas.- Vamos a conocer a tu ahijado, - propuso Facundo luegode comprobar que eran las 8 y media.- ¿Mi ahijado?- Claro. ¿Dudaste que ibas a ser el padrino?

Page 812: El Instante en Que Te Vi - Maria Laura Gambero

- No estaba seguro de nada Facu, - dijo Andrés consinceridad al ponerse de pie. Facundo le palmeó la espalda y con su mano todavía sobreel hombro de su hermano dejaron la confitería. Sedirigieron al corredor que los conduciría al sector dematernidad. - Esta bueno no estar siempre seguro de todo Andy, -respondió con una sonrisa. – Hace que vivir sea másinteresante. ¿No me vas a decir que no es hermoso que lavida te sorprenda?

FIN