EL MESIAS

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Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?' (Mt 16, 15). 1. Al iniciar el ciclo de catequesis sobre Jesucristo, catequesis de fundamental importancia para la fe y la vida cristiana, nos sentimos interpelados por la misma pregunta que hace casi dos mil años el Maestro dirigió a Pedro y a los discípulos que estaban con El. En ese momento decisivo de su vida, como narra en su Evangelio Mateo, que fue testigo de ello, 'viniendo Jesús a la región de Cesárea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías u otro de los Profetas. Y El les dijo: y vosotros, ¿quién decís que soy ?' (Mt. 16, 13-15). Conocemos la respuesta escueta e impetuosa de Pedro: 'Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo' (Mt 16, 16). Para que nosotros podamos darla, no sólo en términos abstractos, sino como una expresión vital, fruto del don del Padre (Mt 16, 17), cada uno debe dejarse tocar personalmente por la pregunta: 'Y tú, ¿quién dices que soy? Tú, que oyes hablar de Mí, responde: ¿Qué soy yo de verdad para ti?. A Pedro la iluminación divina y la respuesta de la fe le llegaron después de un largo periodo de estar cerca de Jesús, de escuchar su palabra y de observar su vida y su ministerio (Cfr. Mt 16, 21-24). También nosotros, para llegar a una confesión más consciente de Jesucristo, hemos de recorrer como Pedro un camino de escucha atenta, diligente. Hemos de ir a la escuela de los primeros discípulos, que son sus testigos y nuestros maestros, y al mismo tiempo hemos de recibir la experiencia y el testimonio nada menos que de veinte siglos de historia surcados por la pregunta del Maestro y enriquecidos por el inmenso coro de las respuestas de fieles de todos los tiempos y lugares. Hoy, mientras el Espíritu, 'Señor y dador de vida', nos conduce al umbral del tercer milenio cristiano, estamos llamados a dar con renovada alegría la respuesta que Dios nos inspira y espera de nosotros, casi como para que se realice un nuevo nacimiento de Jesucristo en nuestra historia. 2. La pregunta de Jesús sobre su identidad muestra la finura pedagógica de quien no se fía de respuestas apresuradas, sino que quiere una respuesta madurada a través de un tiempo, a veces largo, de reflexión y de oración, en la escucha atenta e intensa de la verdad de la fe cristiana profesada y predicada por la Iglesia. Reconocemos, pues, que ante Jesucristo no podemos contentarnos de una simpatía simplemente humana por legítima y preciosa que sea, ni es suficiente considerarlo sólo como un personaje digno de interés histórico, teológico, espiritual, social o como fuente de inspiración artística. En torno a Cristo vemos muchas veces pulular, incluso entre los cristianos, las sombras de la ignorancia, o las aún más penosas de los malentendidos, y a veces también de la infidelidad. Siempre está presente el riesgo de recurrir al 'Evangelio de Jesús' sin conocer verdaderamente su grandeza y su radicalidad y sin vivir lo que se afirma con palabras. Cuántos hay que reducen el Evangelio a su medida y se hacen un

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  • Y vosotros, quin decs que soy yo?' (Mt 16, 15).

    1. Al iniciar el ciclo de catequesis sobre Jesucristo, catequesis de fundamental importanciapara la fe y la vida cristiana, nos sentimos interpelados por la misma pregunta que hacecasi dos mil aos el Maestro dirigi a Pedro y a los discpulos que estaban con El. En esemomento decisivo de su vida, como narra en su Evangelio Mateo, que fue testigo de ello,'viniendo Jess a la regin de Cesrea de Filipo, pregunt a sus discpulos: Quin dicenlos hombres que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: unos, que Juan el Bautista;otros, que Elas; otros, que Jeremas u otro de los Profetas. Y El les dijo: y vosotros,quin decs que soy ?' (Mt. 16, 13-15).

    Conocemos la respuesta escueta e impetuosa de Pedro: 'T eres el Mesas, el Hijo deDios vivo' (Mt 16, 16). Para que nosotros podamos darla, no slo en trminos abstractos,sino como una expresin vital, fruto del don del Padre (Mt 16, 17), cada uno debe dejarsetocar personalmente por la pregunta: 'Y t, quin dices que soy? T, que oyes hablar deM, responde: Qu soy yo de verdad para ti?. A Pedro la iluminacin divina y la respuestade la fe le llegaron despus de un largo periodo de estar cerca de Jess, de escuchar supalabra y de observar su vida y su ministerio (Cfr. Mt 16, 21-24).

    Tambin nosotros, para llegar a una confesin ms consciente de Jesucristo, hemos derecorrer como Pedro un camino de escucha atenta, diligente. Hemos de ir a la escuela delos primeros discpulos, que son sus testigos y nuestros maestros, y al mismo tiempohemos de recibir la experiencia y el testimonio nada menos que de veinte siglos de historiasurcados por la pregunta del Maestro y enriquecidos por el inmenso coro de las respuestasde fieles de todos los tiempos y lugares. Hoy, mientras el Espritu, 'Seor y dador de vida',nos conduce al umbral del tercer milenio cristiano, estamos llamados a dar con renovadaalegra la respuesta que Dios nos inspira y espera de nosotros, casi como para que serealice un nuevo nacimiento de Jesucristo en nuestra historia.

    2. La pregunta de Jess sobre su identidad muestra la finura pedaggica de quien no sefa de respuestas apresuradas, sino que quiere una respuesta madurada a travs de untiempo, a veces largo, de reflexin y de oracin, en la escucha atenta e intensa de laverdad de la fe cristiana profesada y predicada por la Iglesia.

    Reconocemos, pues, que ante Jesucristo no podemos contentarnos de una simpatasimplemente humana por legtima y preciosa que sea, ni es suficiente considerarlo slocomo un personaje digno de inters histrico, teolgico, espiritual, social o como fuente deinspiracin artstica. En torno a Cristo vemos muchas veces pulular, incluso entre loscristianos, las sombras de la ignorancia, o las an ms penosas de los malentendidos, y aveces tambin de la infidelidad. Siempre est presente el riesgo de recurrir al 'Evangelio deJess' sin conocer verdaderamente su grandeza y su radicalidad y sin vivir lo que seafirma con palabras. Cuntos hay que reducen el Evangelio a su medida y se hacen un

  • Jess ms cmodo, negando su divinidad trascendente, o diluyendo su real, histricahumanidad, e incluso manipulando la integridad de su mensaje especialmente si no setiene en cuenta ni el sacrificio de la cruz, que domina su vida y su doctrina, ni la Iglesia quel instituy como su 'sacramento' en la historia.

    Estas sombras tambin nos estimulan a la bsqueda de la verdad plena sobre Jess,sacando partido de las muchas luces que, como hizo una vez a Pedro, el Padre haencendido, en torno a Jess a lo largo de los siglos, en el corazn de tantos hombres conla fuerza del Espritu Santo: las luces de los testigos fieles hasta el martirio; las luces detantos estudiosos apasionados, empeados en escrutar el misterio de Jess con elinstrumento de la inteligencia apoyada en la fe; las luces que especialmente del Magisteriode la Iglesia, guiado por el carisma del Espritu Santo, ha encendido con las definicionesdogmticas sobre Jesucristo.

    Reconocemos que un estmulo para descubrir quin es verdaderamente Jess estpresente en la bsqueda incierta y trepidante de muchos contemporneos nuestros tansemejantes a Nicodemo, que fue 'de noche a encontrar a Jess' (Cfr. Jn 3, 2), o a Zaqueo,que se subi a un rbol para 'ver a Jess' (Cfr. Lc 19, 4). El deseo de ayudar a todos loshombres a descubrir a Jess, que ha venido como mdico para los enfermos y comosalvador para los pecadores (Cfr. Mc 2, 17), me lleva a asumir la tarea comprometida yapasionante de presentar la figura de Jess a los hijos de la Iglesia y a todos los hombresde buena voluntad.

    Quiz recordaris que al principio de mi pontificado lanc una invitacin a los hombres dehoy para 'abrir de par en par las puertas a Cristo'. Despus, en la Exhortacin 'Catechesitradendae', dedicad la catequesis, hacindome portavoz del pensamiento de los obisposreunidos en el IV Snodo, afirm que 'el objeto esencial y primordial de la catequesis es (...)el 'misterio de Cristo'. Catequizar es, en cierto modo llevar a uno a escrutar ese misterio entoda su dimensin...; descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios, que serealiza en l... Slo El puede conducirnos al amor del Padre en el Espritu y hacernospartcipes de la vida de la Santsima Trinidad' (Catechesi tradendae 5).

    Recorreremos juntos este itinerario catequstico ordenando nuestras consideraciones entorno a cuatro puntos:

    1 ) Jess en su realidad histrica y en su condicin mesinica trascendente, hijo deAbrahn, hijo del hombre, e hijo de Dios;

    2) Jess en su identidad de verdadero Dios y verdadero hombre, en profunda comunincon el Padre y animado por la fuerza del Espritu Santo, tal y como se nos presenta en elEvangelio;

  • 3) Jess a los ojos de la Iglesia que con a asistencia del Espritu Santo ha esclarecido yprofundizado los datos revelados, dndonos formulaciones precisas de la fe cristolgica,especialmente en los Concilios Ecumnicos;

    4) finalmente, Jess en su vida y en sus obras, Jess en su pasin redentora y en suglorificacin, Jess en medio de nosotros y dentro de nosotros, en la historia y en suIglesia hasta el fin del mundo (Cfr. Mt 28, 20).

    3. Es ciertamente verdad que en la Iglesia hay muchos modos de catequizar al Pueblo deDios sobre Jesucristo. Cada uno de ellos, sin embargo, para ser autntico ha de tomar sucontenido de la fuente perenne de la Sagrada Tradicin y de la Sagrada Escritura,interpretada a la luz de las enseanzas de los Padres y Doctores de la Iglesia, de laliturgia, de la fe y piedad popular, en una palabra, de la Tradicin viva y operante en laIglesia bajo a accin del Espritu Santo, que segn la promesa del Maestro 'os guiar haciala verdad completa, porque no hablar de S mismo, sino que hablar lo que oyere y oscomunicar las cosas venideras' (Jn 16, 13). Esta Tradicin la encontramos expresada ysintetizada especialmente en la doctrina de los Sacrosantos Concilios, recogida en losSmbolos de la Fe y profundizada mediante la reflexin teolgica fiel a la Revelacin y alMagisterio de la Iglesia.

    De qu servira una catequesis sobre Jess si no tuviese a autenticidad y la plenitud de lamirada con que la Iglesia contempla, reza y anuncia su misterio? Por una parte, serequiere una sabidura pedaggica que, al dirigirse a los destinatarios de la catequesis,sepa tener en cuenta sus condiciones y sus necesidades. Como he escrito en laExhortacin antes citada, 'Catechesi tradendae': 'La constante preocupacin de todocatequista, cualquiera que sea su responsabilidad en la Iglesia, debe ser la de comunicar,a travs de su enseanza y su comportamiento, la doctrina y la vida de Jess' (Catechesitradendae 6).

    4. Concluimos esta catequesis introductoria, recordando que Jess, en un momentoespecialmente difcil de la vida de los primeros discpulos, es decir, cuando la cruz seperfilaba cercana y lo abandonaban, hizo a los que se haban quedado con El otra deestas preguntas tan fuertes, penetrantes e ineludibles: 'Queris iros vosotros tambin?'.Fue de nuevo Pedro quien, como intrprete de sus hermanos, le respondi: 'Seor, aquin iramos? T tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos credo y sabemos queT eres el Santo de Dios' (Jn 6, 67-69). Que estos apuntes catequticos puedan hacernosms disponibles para dejarnos interrogar por Jess, capaces de dar la respuesta justa asus preguntas, dispuestos a compartir su Vida hasta el final.

    Jess, Hijo de Dios y Salvador (14.I.87)

  • 1. Con la catequesis de la semana pasada, siguiendo los Smbolos ms antiguos de la fecristiana, hemos iniciado un nuevo ciclo de reflexiones sobre Jesucristo. El SmboloApostlico proclama: 'Creo... en Jesucristo su nico Hijo (de Dios)'. El Smbolo Niceno)constantinopolitano, despus de haber definido con precisin an mayor el origen divinode Jesucristo como Hijo de Dios, contina declarando que este Hijo de Dios 'por nosotroslos hombres y por nuestra salvacin baj del cielo y se encarn'. Como vemos, el ncleocentral de la fe cristiana est constituido por la doble verdad de que Jesucristo es Hijo deDios e Hijo del hombre (la verdad cristolgica) y es la realizacin de la salvacin delhombre, que Dios Padre ha cumplido en El, Hijo suyo y Salvador del mundo (la verdadsotereolgica).

    2. Si en las catequesis precedentes hemos tratado del mal, y especialmente del pecado, lohemos hecho tambin para preparar el ciclo presente sobre Jesucristo Salvador. Salvacinsignifica, de hecho, liberacin del mal, especialmente del pecado. La Revelacin contenidaen la Sagrada Escritura, comenzando por el Proto-Evangelio (Gen 3,15), nos abre a laverdad de que slo Dios puede librar al hombre del pecado y de todo el mal presente en laexistencia humana. Dios, al revelarse a S mismo como Creador del mundo y suprovidente Ordenador, se revea al mismo tiempo como Salvador: como Quien libera delmal, especialmente del pecado cometido por la libre voluntad de la criatura. Este es elculmen del proyecto creador obrado por la Providencia de Dios, en el cual, mundo(cosmologa), hombre (antropologa) y Dios Salvador (sotereologa) estn ntimamenteunidos.

    Tal como recuerda el Concilio Vaticano II, los cristianos creen que el mundo est 'creado yconservado por el amor del Creador, esclavizado bajo la servidumbre del pecado, peroliberado por Cristo, crucificado y resucitado (Cfr. Gaudium et Spes 2).

    3. El nombre 'Jess', considerado en su significado etimolgico, quiere decir 'Yahvhlibera', salva, ayuda. Antes de la esclavitud de Babilonia se expresaba en la forma'Jehosua': nombre teofrico que contiene la raz del santsimo nombre de Yahvh.Despus de la esclavitud babilnica tom la forma abreviada 'Jeshua' que en la traduccinde los Setenta se transcribi como 'Jesous', de aqu 'Jess'.

    El nombre estaba bastante difundido, tanto en a antigua como en la Nueva Alianza. Es,pues, el nombre que tena Josu, que despus de la muerte de Moiss introdujo a losisraelitas en la tierra prometida: 'EI fue, segn su nombre, grande en la salud de loselegidos del Seor... para poner a Israel en posesin de su heredad' (Sir 46, 1-2). Jess,hijo de Sirah, fue el compilador del libro del Sircida (50, 27). En la genealoga delSalvador, relatada en el Evangelio segn Lucas, encontramos citado a 'Er, hijo de Jess'(Lc. 3, 28-29). Entre los colaboradores de San Pablo est tambin un tal Jess, 'llamadoJusto' (Cfr. Col 4, 11).

  • 4. El nombre de Jess, sin embargo, no tuvo nunca esa plenitud del significado que habratomado en el caso de Jess de Nazaret y que se le habra revelado por el ngel a Mara(Cfr. Lc 1, 31 ss.) y a Jos (Cfr. Mt 1, 21). Al comenzar el ministerio pblico de Jess, lagente entenda su nombre en el sentido comn de entonces.

    'Hemos hallado a aquel de quien escribi Moiss en la Ley y los Profetas, a Jess, hijo deJos de Nazaret'. As dice uno de los primeros discpulos, Felipe, a Natanael; el cualcontesta: 'De Nazaret puede salir algo bueno?' (Jn 1, 45-46). Esta pregunta indica queNazaret no era muy estimada por los hijos de Israel. A pesar de esto, Jess fue llamado'Nazareno' (Cfr. Mt 2, 23), o tambin 'Jess de Nazaret de Galilea' (Mt 21, 11), expresinque el mismo Pilato utiliz en la inscripcin que hizo colocar en la cruz: 'Jess Nazareno,Rey de los Judos' (Jn 19, 19).

    5. La gente llam a Jess 'el Nazareno' por el nombre del lugar en que residi con sufamilia hasta la edad de treinta aos. Sin embargo, sabemos que el lugar de nacimiento deJess no fue Nazaret, sino Beln, localidad de Judea, al sur de Jerusaln. Lo atestiguanlos Evangelistas Lucas y Mateo. El primero, especialmente, hace notar que a causa delcenso ordenado por las autoridades romanas, 'Jos subi de Galilea, de la ciudad deNazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Beln, por ser l de la casa y de lafamilia de David, para empadronarse con Mara, su esposa que estaba encinta. Estandoall se cumplieron los das de su parto' (Lc 2, 4-6).

    Tal como sucede con otros lugares bblicos, tambin Beln asume un valor proftico.Refirindose al Profeta Miqueas (5,1)3), Mateo recuerda que esta pequea ciudad fueelegida como lugar del nacimiento del Mesas: 'Y t, Beln, tierra de Jud, de ningunamanera eres la menor entre los clanes de Jud pues de ti saldr un caudillo, queapacentar a mi pueblo Israel' (Mt 2,6). El Profeta aade: 'Cuyos orgenes sern deantiguo, de das de muy remota antigedad (Miq 5, 1).

    A este texto se refieren los sacerdotes y los escribas que Herodes haba consultado paradar respuesta a los Magos, quienes, habiendo llegado de Oriente, preguntaban dndeestaba el lugar del nacimiento del Mesas.

    El texto del Evangelio de Mateo: 'Nacido, pues, Jess en Beln de Jud en los das del reyHerodes' (Mt 2, 1), hace referencia a la profeca de Miqueas, a la que se refiere tambin lapregunta que trae el IV Evangelio: 'No dice la Escritura que del linaje de David y de laaldea de Beln ha de venir el Mesas?' (Jn 7, 42).

    6. De estos detalles se deduce que Jess es el nombre de una persona histrica, que vivien Palestina. Si es justo dar credibilidad histrica figuras como Moiss y Josu, con msrazn hay que acoger la existencia histrica de Jess. Los Evangelios no nos refierendetalladamente su vida, porque no tienen finalidad primariamente historiogrfica. Sin

  • embargo, son precisamente los Evangelios los que, ledos con honestidad de crtica, nosllevan a concluir que Jess de Nazaret es una persona histrica que vivi en un espacio ytiempo determinados. Incluso desde un punto de vista puramente cientfico ha de suscitaradmiracin no el que afirma, sino el que niega la existencia de Jess, tal como han hecholas teoras mitolgicas del pasado y como an hoy hace algn estudioso.

    Respecto a la fecha precisa del nacimiento de Jess, las opiniones de los expertos no sonconcordes. Se admite comnmente que el monje Dionisio el Pequeo, cuando el ao 533propuso calcular los aos no desde la fundacin de Roma, sino desde el nacimiento deJesucristo, cometi un error. Hasta hace algn tiempo se consideraba que se trataba deuna equivocacin de unos cuatro aos, pero la cuestin no est ciertamente resuelta.

    7. En la tradicin del pueblo de Israel el nombre 'Jess' conserv su valor etimolgico:'Dios libera'. Por tradicin, eran siempre los padres quienes ponan el nombre a sus hijos.Sin embargo en el caso de Jess, Hijo de Mara, el nombre fue escogido y asignado desdelo alto, y antes de su nacimiento, segn la indicacin del ngel a Mara, en a anunciacin(Lc 1, 31 ) y a Jos en sueo (Mt 1, 21). 'Le dieron el nombre de Jess' )subraya elEvangelista Lucas, porque este nombre se le haba 'impuesto por el ngel antes de serconcebido en el seno de su Madre' (Lc 2, 21).

    8. En el plan dispuesto por la Providencia de Dios, Jess de Nazaret lleva un nombre quealude a la salvacin: 'Dios libera', porque El es en realidad lo que el nombre indica, esdecir, el Salvador. Lo atestiguan algunas frases que se encuentran en los llamadosEvangelios de la infancia, escritos por Lucas: '...nos ha nacido... un Salvador' (Lc 2, 11), ypor Mateo: 'Porque salvara al pueblo de sus pecados' (Mt 1, 21). Son expresiones quereflejan la verdad revelada y proclamada por todo el Nuevo Testamento. Escribe, porejemplo, el Apstol Pablo en la Carta a los Filipenses: 'Por lo cual Dios le exalt y le otorgun nombre, sobre todo nombre, para que al nombre de Jess se doble la rodilla y todalengua confiese que Jesucristo es Seor (Kyrios, Adonai) para gloria de Dios Padre' (Flp 2,9-11).

    La razn de la exaltacin de Jess la encontramos en el testimonio que dieron de El losApstoles, que proclamaron con coraje 'En ningn otro hay salvacin, pues ningn otronombre nos ha sido dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salvos'(Hech 4, 12).

    'Concebido por obra del Espritu Santo y nacido de Mara Virgen' (28.I.87)

    1. En el encuentro anterior centramos nuestra reflexin en el nombre 'Jess', que significa'Salvador'. Este mismo Jess, que vivi treinta aos en Nazaret, en Galilea, es el HijoEterno de Dios, 'concebido por obra del Espritu Santo y nacido de Mara Virgen'. Loproclaman los Smbolos de la Fe, el Smbolo de los Apstoles y el niceno-

  • constantinopolitano; lo han enseado los Padres de la Iglesia y los Concilios, segn loscuales, Jesucristo, Hijo eterno de Dios, es 'ex substantia matris in saeculo natus' (Cfr.Smbolo Quicumque). La Iglesia, pues, profesa y proclama que Jesucristo fue, concebido ynaci de una hija de Adn, descendiente de Abrahn y de David, la Virgen Mara. ElEvangelio segn Lucas precisa que Mara concibi al Hijo de Dios por obra del EsprituSanto, 'sin conocer varn' (Cfr. Lc 1, 34 y Mt 1, 18. 24-25). Mara era, pues, virgen antesdel nacimiento de Jess y permaneci virgen en el momento del parto y despus del parto.Es la verdad que presentan los textos del Nuevo Testamento y que expresaron tanto el VConcilio Ecumnico, celebrado en Constantinopla el ao 553, que habla de Mara 'siempreVirgen', como el Concilio Lateranense, el ao 649, que ensea que 'la Madre de Dios...Mara... concibi (a su Hijo) por obra del Espritu Santo sin intervencin de varn y que loengendr incorruptiblemente, permaneciendo inviolada su virginidad tambin despus delparto'.

    2. Esta fe esta presente en la enseanza de los Apstoles. Leemos por ejemplo en laCarta a de San Pablo a los Glatas: 'Al llegar la plenitud de los tiempos, envi Dios a suHijo, nacido de mujer... para que recibiramos la adopcin' (Gal. 4, 4-5). Losacontecimientos unidos a la concepcin y al nacimiento de Jess estn contenidos en losprimeros captulos de Mateo y de Lucas, llamados comnmente 'el Evangelio de lainfancia', y es sobre todo a ellos a los que hay que hacer referencia.

    3. Especialmente conocido es el texto de Lucas, porque se lee frecuentemente en laliturgia eucarstica, y se utiliza en la oracin del Angelus. El fragmento del Evangelio deLucas describe a anunciacin a Mara, que sucedi seis meses despus del anuncio delnacimiento de Juan Bautista (Cfr. Lc 1, 5-25). ' fue enviado el ngel Gabriel de parte deDios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varn denombre Jos, de la casa de David; el nombre de la virgen era Mara' (Lc 1, 26). El ngel lasalud con las palabras 'Ave Mara', que se han hecho oracin de la Iglesia (la 'salutatioanglica'). El saludo provoca turbacin en Mara: 'Ella se turb al or estas palabras ydiscurra qu podra significar aquella salutacin. El ngel le dijo: No temas, Mara, porquehas hallado gracia delante de Dios, y concebirs en tu seno y dars a luz un hijo, a quienpondrs por nombre Jess. El ser grande y llamado Hijo del Altsimo... Dijo Mara l ngel:Cmo podr ser esto, pues yo no conozco varn? El ngel le contest y dijo: El EsprituSanto vendr sobre ti, y la virtud del Altsimo te cubrir con su sombra, y por eso el hijoengendrado ser santo, ser llamado Hijo de Dios' (Lc 1, 29-35). El ngel anunciador,presentando como un 'signo' la inesperada maternidad de Isabel, pariente de Mara, queha concebido un hijo en su vejez, aade: 'Nada hay imposible para Dios'. Entonces dijoMara: 'He aqu a la sierva del Seor; hgase en m segn tu palabra' (Lc 1, 37-38).

    4. Este texto del Evangelio de Lucas constituye la base de la enseanza de la Iglesia sobrela maternidad y la virginidad de Mara, de la que naci Cristo, hecho hombre por obra delEspritu. El primer momento del misterio de la Encarnacin del Hijo de Dios se identifica

  • con la concepcin prodigiosa sucedida por obra del Espritu Santo en el instante en queMara pronunci su 's': 'Hgase en mi segn tu palabra' (Lc 1, 38).

    5. El Evangelio segn Mateo completa la narracin de Lucas describiendo algunascircunstancias que precedieron al nacimiento de Jess. Leemos: 'La concepcin deJesucristo fue as: Estando desposada Mara, su Madre con Jos, antes de queconviviesen se hall haber concebido Mara del Espritu Santo. Jos su esposo, siendojusto, no quiso denunciarla y resolvi repudiarla en secreto. Mientras reflexionaba sobreesto, he aqu que se le apareci en sueos un ngel del Seor y le dijo: Jos, hijo deDavid, no temas recibir en tu casa a Mara, tu esposa, pues lo concebido en ella es obradel Espritu Santo. Dar a luz un hijo a quien pondrs por nombre Jess, porque salvar asu pueblo de sus pecados' (Mt 1, 18-21 ).

    6. Como se ve, ambos textos del 'Evangelio de la infancia' concuerdan en la constatacinfundamental: Jess fue concebido por obra del Espritu Santo y naci de Mara Virgen; yson entre s complementarios en el esclarecimiento de las circunstancias de esteacontecimiento extraordinario: Lucas respecto a Mara, Mateo respecto a Jos.

    Para identificar la fuente de la que deriva el Evangelio de la infancia, hay que referirse a lafrase de San Lucas: 'Mara guardaba todo esto y lo meditaba en su corazn' (Lc 2, 19).Lucas lo dice dos veces: despus de marchar los pastores de Beln y despus delencuentro de Jess en el templo (Cfr. 2, 51). El Evangelista mismo nos ofrece loselementos para identificar en la Madre de Jess una de las fuentes de informacinutilizadas por l para escribir el 'Evangelio de la infancia'. Mara, que 'guard todo esto ensu corazn' (Cfr. Lc 2, 19), pudo dar testimonio, despus de la muerte y resurreccin deCristo, de lo que se refer la propia persona y a la funcin de Madre precisamente en elperodo apostlico, en el que nacieron los textos del Nuevo Testamento y tuvo origen laprimera tradicin cristiana.

    7. El testimonio evanglico de la concepcin virginal de Jess por parte de Mara es degran relevancia teolgica. Pues constituye un signo especial del origen divino del Hijo deMara. El que Jess no tenga un padre terreno porque ha sido engendrado 'sinintervencin de varn', pone de relieve la verdad de que El es el Hijo de Dios, de modo quecuando asume la naturaleza humana, su Padre contina siendo exclusivamente Dios.

    8. La revelacin de la intervencin del Espritu Santo en la concepcin de Jess, indica elcomienzo en la historia del hombre de la nueva generacin espiritual que tiene un carcterestrictamente sobrenatural (Cfr. 1 Cor 15, 45-49). De este modo Dios Uno y Trino 'secomunica' a la criatura mediante el Espritu Santo. Es el misterio al que se pueden aplicarlas palabras del Salmo: 'Enva tu Espritu, y sern creados, y renovars la faz de la tierra'(Sal 103/104, 30). En la economa de esa comunicacin de S mismo que Dios hace a lacriatura, la concepcin virginal de Jess, que sucedi por obra del Espritu Santo, es un

  • acontecimiento central y culminante. El inicia la 'nueva creacin' Dios entra as en un mododecisivo en la historia para actuar el destino sobrenatural del hombre, o sea, lapredestinacin de todas las cosas en Cristo. Es la expresin definitiva del Amor salvficode Dios al hombre, del que hemos hablado en las catequesis sobre la Providencia.

    9. En la actuacin del plan de la salvacin hay siempre una participacin de la criatura. Asen la concepcin de Jess por obra del Espritu Santo Mara participa de forma decisiva.Iluminada interiormente por el mensaje del ngel sobre su vocacin de Madre y sobre laconservacin de su virginidad, Mara expresa su voluntad y consentimiento y aceptahacerse el humilde instrumento de la 'virtud del Altsimo'. La accin del Espritu Santo haceque en Mara la maternidad y la virginidad estn presentes de un modo que, aunqueinaccesible a la mente humana, entre de lleno en el mbito de la predileccin de laomnipotencia de Dios. En Mara se cumple la gran profeca de Isaas: 'La virgen grvida daa luz' (7, 14. Cfr. Mt 1, 22)23); su virginidad, signo en el Antiguo Testamento de la pobrezay de disponibilidad total al plan de Dios, se convierte en el terreno de a accin excepcionalde Dios, que escoge a Mara para ser Madre del Mesas.

    10. La excepcionalidad de Mara se deduce tambin de las genealogas aducidas porMateo y Lucas.

    El Evangelio segn Mateo comienza, conforme a la costumbre hebrea, con la genealogade Jos (Mt 1, 2-17) y hace un elenco partiendo de Abrahn, de las generacionesmasculinas. A Mateo de hecho, le importa poner de relieve, mediante la paternidad legalde Jos, la descendencia de Jess de Abrahn y David y, por consiguiente, la legitimidadde su calificacin de Mesas. Sin embargo al final de la serie de los ascendientes leemos:'Y Jacob engendr a Jos esposo de Mara, de la cual naci Jess llamado Cristo' (Mt1,16). Poniendo el acento en la maternidad de Mara el Evangelista implcitamente subrayala verdad del nacimiento virginal: Jess como hombre, no tiene padre terreno.

    Segn el Evangelio de Lucas, la genealoga de Jess (Lc 3 23-38) es ascendente: desdeJess a travs de sus antepasados se remonta hasta Adn. El Evangelista ha queridomostrar la vinculacin de Jess con todo el gnero humano. Mara, como colaboradora deDios en dar a su Eterno Hijo la naturaleza humana ha sido el instrumento de la unin deJess con toda la humanidad.

    En Jess se cumplen las profecas (4.II.87)

    1. En la catequesis anterior hablamos de las dos genealogas de Jess: la del Evangeliosegn Mateo (Mt 1,1-17) tiene una estructura 'descendente', es decir, enumera losantepasados de Jess, Hijo de Mara, comenzando por Abrahn. La otra, que seencuentra en el Evangelio de Lucas (Lc 3, 23-38), tiene una estructura 'ascendente':partiendo de Jess llega hasta Adn.

  • Mientras que la genealoga de Lucas indica la conexin de Jess con toda la humanidad,la genealoga de Mateo hace ver su pertenencia la estirpe de Abrahn. Y en cuanto hijo deIsrael, pueblo elegido por Dios en a antigua Alianza, al que directamente pertenece, Jessde Nazaret es a pleno ttulo miembro de la gran familia humana.

    2. Jess nace en medio de este pueblo, crece en su religin y en su cultura. Es unverdadero israelita, que piensa y se expresa en arameo segn las categoras conceptualesy lingsticas de sus contemporneos y sigue las costumbres y los usos de su ambiente.Como israelita es heredero fiel de la Antigua Alianza.

    Es un hecho puesto de relieve por San Pablo cuando, en la Carta a los Romanos, escriberespecto a su pueblo: 'los israelitas, cuya es a adopcin, y la gloria, y las alianzas, y lalegislacin, y el culto y las promesas; cuyos son los patriarcas y de quienes segn la carneprocede Cristo' (Rom 9, 4-5). Y en la Carta a los Glatas recuerda que Cristo ha 'nacidobajo la ley' (Gal 4, 4).

    3. Como obsequio a la prescripcin de la ley de Moiss, poco despus del nacimientoJess fue circuncidado segn el rito, entrando as oficialmente a se r parte del pueblo de aalianza: 'Cuando se hubieron cumplido los ocho das para circuncidar al nio, le dieron elnombre de Jess' (Lc 2, 21).

    El Evangelio de la infancia, aunque es pobre en pormenores sobre el primer periodo de lavida de Jess, narra sin embargo que 'sus padres iban cada ao a Jerusaln en la fiestade la Pascua' (Lc 2, 41), expresin de su fidelidad a la ley y a la tradicin de Israel.'Cuando era ya de doce aos, al subir sus padres, segn el rito festivo' (Lc 2, 42), 'yvolverse ellos, acabados los das, el Nio Jess se qued en Jerusaln sin que sus padreslo echasen de ver' (Lc 2, 43). Despus de tres das de bsqueda 'le hallaron en el templo,sentado en medio de los doctores, oyndolos y preguntndoles' (Lc 2, 46). La alegra deMara y Jos se sobrepusieron sin duda sus palabras, que ellos no comprendieron: 'Porqu me buscabais? No sabais que es preciso que me ocupe de las cosas de mi Padre?'(Lc 2, 49).

    4. Fuera de este suceso, todo el periodo de la infancia y de a adolescencia de Jess en elEvangelio est cubierto de silencio. Es un perodo de 'vida oculta', resumido por Lucas endos simples frases: Jess 'baj con ellos (con Mara y Jos) y vino a Nazaret y les estabasujeto' (Lc 2, 51), y: 'creca en sabidura y edad y gracia ante Dios y ante los hombres' (Lc2, 52).

    5. Por el Evangelio sabemos que Jess vivi en una determinada familia, en la casa deJos, quien hizo las veces de padre del Hijo de Mara, asistindolo, protegindolo yadiestrndolo poco a poco en su mismo oficio de carpintero. A los ojos de los habitantesde Nazaret Jess apareca como 'el hijo del carpintero' (Cfr. Mt 13, 55). Cuando comenz

  • a ensear, sus paisanos se preguntaban sorprendidos: 'No es acaso el carpintero, hijo deMara?...' (Cfr. Mc 6, 2-3). Adems de la madre, mencionaban tambin a sus 'hermanos' ysus 'hermanas', es decir, aquellos miembros de su parentela ('primos'), que vivan enNazaret, aquellos mismos que, como recuerda el Evangelista Marcos, intentaron disuadir aJess de su actividad de Maestro (Cfr. Mc 3, 21).Evidentemente ellos no en encontrabanen El algn motivo que pudiera justificar el comienzo de una nueva actividad; considerabanque Jess era y deba seguir siendo un israelita ms.

    6. La actividad pblica de Jess comenz a los treinta aos cuando tuvo su primerdiscurso en Nazaret: '...segn su costumbre, entr el da de sbado en la sinagoga y selevant para hacer la lectura. Le entregaron un libro del Profeta Isaas...' (Lc. 4, 16-17).Jess ley el pasaje que comenzaba con las palabras: 'El Espritu del Seor est sobre mi,porque me ungi para evangelizar a los pobres ' (Lc 4, 18). Entonces Jess se dirigi a lospresentes y les anunci: 'Hoy se cumple esta escritura que acabis de or...'(Lc. 4, 21 )

    7. En su actividad de Maestro, que comienza en Nazaret y se extiende a Galilea y a Judeahasta la capital, Jerusaln, Jess sabe captar y valorar los frutos abundantes presentes enla tradicin religiosa de Israel. La penetra con inteligencia nueva, hace emerger susvalores vitales, pone a la luz sus perspectivas profticas. No duda en denunciar lasdesviaciones de los hombres en contraste con los designios del Dios de a alianza.

    De este modo realiza, en el mbito de la nica e idntica Revelacin divina, el paso de lo'viejo' a lo 'nuevo', sin abolir la ley, sino ms bien llevndola a su pleno cumplimiento (Cfr.Mt 5, 17). Este es el pensamiento con el que se abre la Carta a los Hebreos: 'Muchasveces y en muchas maneras habl Dios en otro tiempo a nuestros padres por ministerio delos Profetas; ltimamente, en estos das, nos habl por su Hijo..' (Heb 1, 1).

    8. Este paso de lo 'viejo' a lo 'nuevo' caracteriza toda la enseanza del 'Profeta' deNazaret. Un ejemplo especialmente claro es el sermn de la montaa, registrado en elEvangelio de Mateo Jess dice: 'Habis odo que se dijo a los antiguos: No matars... Peroyo os digo que todo el que se irrita contra su hermano ser reo de juicio' (Cfr. Mt 5, 21)22).'Habis odo que fue dicho: No adulterars: pero yo os digo que todo el que mira a unamujer desendola, ya adulter con ella en su corazn' (Mt 5, 27-28). 'Habis odo que fuedicho: amars a tu prjimo y aborrecers a tu enemigo; pero yo os digo: amad a vuestrosenemigos y orad por los que os persiguen' (Mt. 5, 43-44).

    Enseando de este modo, Jess declara al mismo tiempo: 'No pensis que yo he venido aabrogar la ley o los Profetas, no he venido a abrogarlas, sino a consumarlas' (Mt 5, 17).

    9. Este 'consumar' es una palabra clave que se refiere no slo a la enseanza de la verdadrevelada por Dios, sino tambin a toda la historia de Israel, o sea, del pueblo del que Jesses hijo. Esta historia extraordinaria, guiada desde el principio por la mano poderosa del

  • Dios de a alianza, encuentra en Jess su cumplimiento. El designio que el Dios de aalianza haba escrito desde el principio en esta historia, haciendo de ella la historia de lasalvacin, tenda a la 'plenitud de los tiempos' (Cfr. Gal 4, 4), que se realiza en Jesucristo.El Profeta de Nazaret no duda en hablar de ello desde el primer discurso pronunciado enla sinagoga de su ciudad.

    10. Especialmente elocuentes son las palabras de Jess referidas en el Evangelio de Juancuando dice a sus contrarios: 'Abrahn, vuestro padre, se regocij pensando en ver mi da'y ante su incredulidad: 'No tienes an cincuenta aos y has visto a Abrahn?', Jessconfirma an ms explcitamente: 'En verdad, en verdad os digo: antes que Abrahnnaciese, era yo' (Cfr. Jn 8, 56-58). Es evidente que Jess afirma no slo que El es elcumplimiento de los designios salvficos de Dios, inscritos en la historia de Israel desde lostiempos de Abrahn, sino que su existencia precede al tiempo de Abrahn, llegando aidentificarse como 'El que es' (Cfr. Ex 3, 14) Pero precisamente por esto, es El, Jesucristo,el cumplimiento de la historia De Israel, porque 'supera' esta historia con su Misterio. Peroaqu tocamos otra dimensin de la cristologa que afrontaremos ms adelante.

    11. Por ahora concluyamos con una ltima reflexin sobre las dos genealogas que narranlos dos Evangelistas Mateo y Lucas. De ellas resulta que Jess es verdadero hijo de Israely que, en cuanto tal, pertenece a toda la familia humana. Por eso, si en Jess,descendiente de Abrahn, vemos cumplidas las profecas del Antiguo Testamento, en El,como descendiente de Adn, vislumbramos, siguiendo la enseanza de San Pablo, elprincipio y el centro de la 'recapitulacin' de la humanidad entera (Cfr. Ef 1, 10).

    El Mesas Rey (11.II.87)

    1. Como hemos visto en las recientes catequesis, el Evangelista Mateo concluye sugenealoga de Jess, Hijo de Mara, colocad l comienzo de su Evangelio, con las palabras'Jess, llamado Cristo' (Mt 1, 16). El trmino 'Cristo' es el equivalente griego de la palabrahebrea 'Mesas' que quiere decir 'Ungido'. Israel, el pueblo elegido por Dios, vivi durantegeneraciones en la espera del cumplimiento de la promesa del Mesas, a cuya venida fuepreparado a travs de la historia de a alianza. El Mesas, es decir el 'Ungido' enviado porDios, haba de dar cumplimiento a la vocacin del pueblo de la

    Alianza, al cual, por medio de la Revelacin se le haba concedido el privilegio de conocerla verdad sobre el mismo Dios y su proyecto de salvacin.

    2. El atribuir el nombre 'Cristo' a Jess de Nazaret es el testimonio de que los Apstoles yla Iglesia primitiva reconocieron que en El se haban realizado los designios del Dios de aalianza y las expectativas de Israel. Es lo que proclam Pedro el da de Pentecostscuando, inspirado por el Espritu Santo, habl por la primera vez a los habitantes deJerusaln y a los peregrinos que haban llegado a las fiestas: 'Tenga pues por cierto toda

  • la casa de Israel que Dios le ha hecho Seor y Mesas a este Jess a quien vosotroshabis crucificado' (Hech 2, 36).

    3. El discurso de Pedro y la genealoga de Mateo vuelven a proponernos el rico contenidode la palabra 'Mesas)Cristo' que se encuentra en el Antiguo Testamento y sobre el quehablaremos en las prximas catequesis.

    La palabra 'Mesas' incluyendo la idea de uncin, slo puede comprenderse en conexincon la institucin religiosa de la uncin con el aceite, que era usual en Israel y que )comobien sabemos) pas de la antigua Alianza a la Nueva. En la historia de a antigua alianzarecibieron esta uncin personas llamadas por Dios al cargo y a la dignidad de rey, o desacerdote o de profeta.

    La verdad sobre el Cristo-Mesas hay que volver a leer, pues, en el contexto bblico deeste triple 'munus', que en la antigua alianza se confera a los que estaban destinados aguiar o a representar al Pueblo de Dios. En esta catequesis intentamos detenernos en eloficio y la dignidad de Cristo en cuanto Rey.

    4. Cuando el ngel Gabriel anuncia a la Virgen Mara que haba sido escogida para ser laMadre del Salvador, le habla de la realeza de su Hijo: '...le dar el Seor Dios el trono deDavid, su padre, y reinar en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendr fin' (Lc 1,32)33).

    Estas palabras parecen corresponder a la promesa hecha al rey David: 'Cuando secumplieren tus das... suscitar a tu linaje despus de ti... y afirmar su reino. El edificarcasa mi nombre y yo establecer su trono por siempre. Yo le ser a l padre, y el me sera mi hijo' (2 Sm 7, 12-14). Se puede decir que esta promesa se cumpli en cierta medidacon Salomn, hijo y directo sucesor de David. Pero el sentido pleno de la promesa iba msall de los confines de un reino terreno y se refera no slo a un futuro lejano, sinociertamente a una realidad, que iba ms all de la historia, del tiempo y del espacio: 'Yoestablecer su trono por siempre' (2 Sm 7, 13).

    5. En la anunciacin se presenta a Jess como Aquel en el que se cumple la antiguapromesa. De ese modo la verdad sobre el Cristo-Rey se sita en la tradicin bblica del'Rey mesinico' (del Mesas-Rey); as se la encuentra muchas veces en los Evangeliosque nos hablan de la misin de Jess de Nazaret y nos transmiten su enseanza.

    Es significativa a este respecto a actitud del mismo Jess, por ejemplo cuando Bartimeo, elmendigo ciego, para pedirle ayuda le grita: 'Hijo de David, Jess, ten piedad de m!' (Mc10, 47). Jess, que nunca se ha atribuido ese ttulo, acepta como dirigidas a El laspalabras pronunciadas por Bartimeo. En todo caso se preocupa de precisar suimportancia. En efecto, dirigindose a los fariseos, pregunta: 'Qu os parece de Cristo?De quin es hijo? Dijronle ellos: De David. Les replic: pues cmo David, en espritu le

  • llama Seor, diciendo: !Dijo el Seor a mi Seor: Sintate a mi diestra mientras pongo atus enemigos bajo tus pies?(Sal 109/110, 1). Si, pues, David le llama Seor, 'cmo es hijosuyo?' (Mt 22, 42-45) .

    6. Como vemos, Jess llama a atencin sobre el modo 'limitado' e insuficiente decomprender al Mesas teniendo slo como base la tradicin de Israel, unida a la herenciareal de David. Sin embargo, El no rechaza esta tradicin, sino que la cumple en el sentidopleno que ella contena, y que ya aparece en las palabras pronunciadas en a anunciaciny que se manifestar en su Pascua.

    7. Otro hecho significativo es que, al entrar en Jerusaln en vsperas de su pasin, Jesscumple, tal como destacan a los Evangelistas Mateo (21, 5) y Juan (12, 15), la profeca deZacaras, en la que se expresa la tradicin del 'Rey mesinico': 'Algrate sobremanera, hijade Sin. Grita exultante, hija de Jerusaln. He aqu que viene tu Rey, justo y victorioso,humilde, montado en un asno, en un pollino hijo de asna' (Zac 9, 9) 'Decid a la hija deSin: he aqu que tu rey viene a ti, manso y montado sobre un asno, sobre un pollino hijode una bestia de carga' (Mt 21, 5) Precisamente sobre un pollino cabalga Jess durante suentrada solemne en Jerusaln, acompaado por la turba entusiasta: 'Hosanna al Hijo deDavid' (Cfr. Mt 21, 1-10). A pesar de la indignacin de los fariseos, Jess acepta aaclamacin mesinica de los 'pequeos' (Cfr. Mt 21, 16; Lc 19, 40), sabiendo muy bien quetodo equvoco sobre el titulo de Mesas se disipara con su glorificacin a travs de lapasin .

    8. La comprensin de la realeza como un poder terreno entrar en crisis. La tradicin noquedar anulada por ello, sino clarificada. Los das siguientes a la entrada de Jess enJerusaln se ver cmo se han de entender las palabras del ngel en a anunciacin: 'Ledar el Seor Dios el trono de David, su padre... reinar en la casa de Jacob por los siglos,y su reino no tendr fin'. Jess mismo explicar en qu consiste su propia realeza, y por lotanto la verdad mesinica, y cmo hay que comprenderla.

    9. El momento decisivo de esta clarificacin se da en el dilogo de Jess con Pilato, quetrae el Evangelio de Juan. Puesto que Jess ha sido acusado ante el gobernador romanode 'considerarse rey' de los judos, Pilato le hace una pregunta sobre est acusacin queinteresa especialmente a la autoridad romana porque, si Jess realmente pretendiera ser'rey de los judos' y fuese reconocido como tal por sus seguidores, podra constituir unaamenaza para el imperio.

    Pilato, pues, pregunta a Jess: 'Eres t el rey de los judos? Responde Jess: Por tucuenta dices eso o te lo han dicho otros de mi?'; y despus explica: 'Mi reino no es de estemundo; si de este mundo fuera mi reino, mis ministros habran luchado para que no fueseentregado a los judos; pero mi reino no es de aqu' Ante la insistencia de Pilato: 'Luego,t eres rey?', Jess declara: 'T dices que soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he

  • venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad oye mi voz'(Cfr. Jn 18, 33-37) Estas palabras inequvocas de Jess contienen la afirmacin clara deque el carcter o munus real, unido a la misin del Cristo) Mesas enviado por Dios, no sepuede entender en sentido poltico como si se tratara de un poder terreno, ni tampoco enrelacin al 'pueblo elegido', Israel.

    10. La continuacin del proceso de Jess confirma la existencia del conflicto entre laconcepcin que Cristo tiene de S como 'Mesas)Rey' y la terrestre o poltica, comn entreel pueblo. Jess es condenado a muerte bajo a acusacin de que 'se ha considerado rey'.La inscripcin colocada en la cruz: 'Jess Nazareno, Rey de los judos', probar que para aautoridad romana ste es su delito. Precisamente los judos que, paradjicamente,aspiraban al restablecimiento del 'reino de David', en sentido terreno, al ver a Jessazotado y coronado de espinas, tal como se lo present Pilato con las palabras: 'Ah tenisa vuestro rey!', haban gritado: 'Crucifcale!... Nosotros no tenemos ms rey que al Cesar'(Jn 19, 15).

    En este marco podemos comprender mejor el significado de la inscripcin puesta en lacruz de Cristo, refirindonos por lo dems a la definicin que Jess haba dado de Smismo durante el interrogatorio ante el procurador romano. Slo en ese sentido elCristo)Mesas es 'el Rey'; slo en ese sentido El actualiza la tradicin del 'Rey mesinico',presente en el Antiguo Testamento e inscrita en la historia del pueblo de a antigua alianza.

    11. Finalmente, en el Calvario un ltimo episodio ilumina la condicin mesinico-real deJess. Uno de los dos malhechores crucificados junto con Jess manifiesta esta verdad deforma penetrante, cuando dice: 'Jess, acurdate de m cuando llegues a tu reino' (Lc 23,42). Jess le responde: 'En verdad te digo, hoy estars conmigo en el paraso' (Lc 23, 43)En este dilogo encontramos casi una confirmacin ltima de las palabras que el ngelhaba dirigido a Mara en a anunciacin: Jess 'reinar... y su reino no tendr fin' (Lc 1,33).

    Cristo, Mesas 'Sacerdote' (18.II.87)

    1. El nombre 'Cristo' que, como sabemos, es el equivalente griego de la palabra 'Mesas',es decir 'Ungido', adems del carcter 'real', del que hemos tratado en la catequesisprecedente, incluye tambin, segn la tradicin del Antiguo Testamento, el 'sacerdote'.Cual elementos pertenecientes a la misma misin mesinica, los dos aspectos, diversosentre s, son sin embargo complementarios. La figura del Mesas, dibujada en el AntiguoTestamento, los comprende a entrambos manifestando la profunda unidad de la misinreal y sacerdotal.

    2. Esta unidad tiene su primera expresin, como un prototipo y una anticipacin, enMelquisedec, rey de Salem, misterioso contemporneo de Abrahn. De l leemos en el

  • libro del Gnesis, que, saliendo al encuentro de Abrahn, 'sacando pan y vino, como erasacerdote del Dios Altsimo, bendijo a Abrahn diciendo: Bendito Abram del Dios Altsimo,el dueo de cielos y tierra'.(Gen 14, 18-19).

    La figura de Melquisedec, rey)sacerdote, entr en la tradicin mesinica, como atestigua elSalmo 109 -110): el Salmo mesinico por antonomasia. Efectivamente, en este Salmo,Dios-Yahvh se dirige 'a m i Seor' (es decir, al Mesas) con las palabras: 'Sintate a miderecha, y har de tus enemigos estrado de tus pies. !Desde Sin extender el Seor elpoder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos...!' (Sal 109/110, 1-2).

    A estas expresiones, que no pueden dejar ninguna duda sobre el carcter real de Aquel alque se dirige Yahvh, sigue el anuncio: 'El Seor lo ha jurado y no se arrepiente: T eressacerdote eterno segn el rito de Melquisedec' (Sal 109/110, 4). Como vemos, Aquel alque Dios-Yahvh se dirige, invitndolo a sentarse 'a su derecha', ser al mismo tiempo reyy sacerdote 'segn el rito de Melquisedec'.

    3. En la historia de Israel la institucin del sacerdocio de a antigua Alianza comienza en lapersona de Arn, hermano de Moiss, y se unir por herencia con una de las doce tribusde Israel, la de Lev .

    A este respecto, es significativo lo que leemos en el libro del Eclesistico: '(Dios) elev aArn... su hermano (es decir, hermano de Moiss), de la tribu de Lev. Y estableci con luna alianza eterna y le dio el sacerdocio del pueblo' (Sir 45, 78). 'Entre todos los vivientesle escogi el Seor para presentarle las ofrendas, los perfumes y el buen olor paramemoria y hacer la expiacin de su pueblo. Y le dio sus preceptos y poder para decidirsobre la ley y el derecho, para ensear sus mandamientos a Jacob e instruir en su ley aIsrael' (Sir 45, 20)21). De estos textos deducimos que la eleccin sacerdotal est enfuncin del culto, para la ofrenda de los sacrificios de adoracin y de expiacin y que a suvez el culto esta ligado a la enseanza sobre Dios y sobre su ley.

    4. Siempre en el mismo contexto son significativas tambin estas palabras del libro delEclesistico: 'Tambin hizo Dios alianza con David... La herencia del reino es para uno desus hijos, y la herencia de Arn para su descendencia' (Sir 45, 31).

    Segn esta tradicin, el sacerdocio se sita 'al lado' de la dignidad real. Ahora bien, Jessno procede de la estirpe sacerdotal, de la tribu de Lev, sino de la de Jud, por lo que noparece que le corresponda el carcter sacerdotal del Mesas. Sus contemporneosdescubren en El sobre todo al maestro, al profeta, algunos tambin a su 'rey', heredero deDavid. As, pues, podra decirse que en Jess la tradicin de Melquisedec, el Rey-sacerdote, est ausente.

    5. Sin embargo, es una ausencia aparente. Los acontecimientos pascuales manifestaron elverdadero sentido del 'Mesas-rey' y del 'rey-sacerdote segn el rito de Melquisedec' que,

  • presente en el Antiguo Testamento, encontr su cumplimiento en la misin de Jess deNazaret. Es significativo que en el proceso ante el Sanedrn, al sumo sacerdote que lepregunta: '...si eres t el Mesas, el Hijo de Dios', Jess responde: 'T lo has dicho... y yoos digo que a partir de ahora veris al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder...' (Mt26, 63-64). Es una clara referencia al Salmo mesinico (Sal 109/110), en el que se expresala tradicin del rey-sacerdote.

    6. Pero hay que decir que la manifestacin plena de esta verdad slo se encuentra en laCarta a los Hebreos, que afronta la relacin entre el sacerdocio levtico y el de Cristo.

    El autor de la Carta a los Hebreos toca el tema del sacerdocio de Melquisedec para decirque en Jesucristo se ha cumplido el anuncio mesinico ligado a esta figura que porpredestinacin superior ya desde los tiempos de Abrahn haba sido inscrita en la misindel Pueblo de Dios.

    Efectivamente, leemos de Cristo que ' al ser consumado, vino a ser para todos los que leobedecen causa de salud eterna, declarado por Dios Pontfice segn el orden deMelquisedec' (Heb 5, 9-10). Por eso, despus de haber recordado lo que escribe el librodel Gnesis sobre Melquisedec (Gen 14, 18), la Carta a los Hebreos contina: '... (sunombre) se interpreta primero rey de justicia, y luego tambin rey de Salem, es decir, reyde paz. Sin padre, sin madre, sin genealoga, sin principio de sus das, ni fin de su vida, seasemeja en eso al Hijo de Dios, que es sacerdote para siempre' (Heb 7, 2-3).

    7. Haciendo tambin analogas con el ritual del culto, con el arca y con los sacrificios de aantigua Alianza, el Autor de la Carta a los Hebreos presenta a Jesucristo como elcumplimiento de todas las figuras y las promesas del Antiguo Testamento, en orden 'aservir en un santuario que es imagen y sombra del celestial' (Heb 8, 5). Sin embargoCristo, Sumo Sacerdote misericordioso y fiel (Heb 2,17; cfr. 3, 2.5), lleva en Si mismo un'sacerdocio perpetuo' (Heb 7, 24), al haberse ofrecido 'a S mismo inmaculado a Dios'(Heb9, 14).

    8. Vale la pena citar en su totalidad algunos fragmentos especialmente elocuentes de estaCarta. Al entrar en el mundo, Jesucristo dice a Dios su Padre: 'No quisiste sacrificios nioblaciones, pero me has preparado un cuerpo. Los holocaustos y sacrificios por el pecadono los recibiste. Entonces yo dije: Heme aqu que vengo, en el volumen del libro estescrito de m, para hacer, oh Dios!, tu voluntad' (Heb 10, 5-7)

    'Y tal convena que fuese nuestro Sumo Sacerdote' (Heb 7, 26). 'Por esto hubo deasemejarse en todo a sus hermanos, a fin de hacerse Pontfice misericordioso y fiel en lascosas que tonan a . Dios, para expiar los pecados del pueblo' (Heb 2, 17). Tenemos pues,'un gran Pontfice... tentado en todo, a semejanza nuestra, menos en el pecado', un SumoSacerdote que sabe 'compadecerse de nuestras flaquezas' (Cfr. Heb 4, 15).

  • 9. Leemos ms adelante que ese Sumo Sacerdote 'no necesita, como los pontfices,ofrecer cada da vctimas, primero por sus propios pecados, luego por los del pueblo, puesesto lo hizo una sola vez ofrecindose a S mismo' (Heb 7, 27). Y tambin: 'Cristo,constituido Pontfice de los bienes futuros...entr una vez para siempre en el santuario...por su propia sangre, realizada la redencin eterna' (Heb 9, 11-12). De aqu nuestracerteza de que 'la sangre de Cristo, que por el Espritu eterno a S mismo se ofreciinmaculado a Dios, limpiar nuestra conciencia de las obras muertas para dar culto al Diosvivo'(Heb 9, 14).

    As se explica a atribucin de una perenne fuerza salvfica al sacerdocio de Cristo, por ella' su poder es perfecto para salvar a los que por El se acercan a Dios y siempre vive parainterceder por ellos' (Heb 7, 25).

    10. Finalmente podemos observar que en la Carta a los Hebreos se afirma, de forma claray convincente, que Jesucristo ha cumplido con toda su vida y sobre todo con el sacrificiode la cruz, lo que se ha inscrito en la tradicin mesinica de la Revelacin divina. Susacerdocio es puesto en referencia al servicio ritual de los sacerdotes de a antigua alianza,que sin embargo El sobrepasa, como Sacerdote y como Vctima. En Cristo, pues, secumple ele terno designio de Dios que dispuso la institucin del sacerdocio en la historiade la alianza.

    11. Segn la Carta a los Hebreos, el cumplimiento mesinico est simbolizado por la figurade Melquisedec. En efecto, en ella se lee que por voluntad de Dios: 'a semejanza deMelquisedec se levanta otro Sacerdote, instituido no en razn de una ley carnal (o sea, porinstitucin legal), sino de un poder de vida indestructible' (Heb 7,15)16). Se trata, pues, deun sacerdocio eterno (Cfr. Heb 7, 24).

    La Iglesia guardiana e intrprete de stos y de otros textos que hay en el NuevoTestamento, ha reafirmado repetidas veces la verdad del Mesas-Sacerdote, tal comoatestigua, por ejemplo, el Concilio Ecumnico de Efebo (431), el de Trento (1562) y, ennuestros das, el Concilio Vaticano II (1962-65).

    Un testimonio evidente de esta verdad lo encontramos en el sacrificio eucarstico que porinstitucin de Cristo ofrece la Iglesia cada da bajo las especies del pan y del vino, es decir,'segn el rito de Melquisedec'.

    Jesucristo, el Siervo de Yahvh (25.II.87)

    1. Durante el proceso ante Pilato, Jess, al ser interrogado si era rey, primero niega quesea rey en sentido terreno y poltico; despus, cuando Pilato se lo pregunta por segundavez, responde: 'T dices que soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido almundo, para dar testimonio de la verdad' (Jn 18, 37). Esta respuesta une la misin real ysacerdotal del Mesas con la caracterstica esencial de la misin proftica. En efecto, el

  • Profeta es llamado y enviado a dar testimonio de la verdad. Como testigo de la verdad lhabla en nombre de Dios. En cierto sentido es la voz de Dios. Tal fue la misin de losProfetas que Dios envi a lo largo de los siglos a Israel.

    En la figura de David, rey y profeta, es en quien especialmente la caracterstica profticase une a la vocacin real.

    2. La historia de los Profetas del Antiguo Testamento indica claramente que la tarea deproclamar la verdad, al hablar en nombre de Dios, es antes que nada un servicio, tanto enrelacin con Dios que enva, como en relacin con el pueblo al que el Profetas se presentacomo enviado de Dios. De ello se deduce que el servicio proftico no slo es eminente yhonorable, sino tambin difcil y fatigoso. Un ejemplo evidente de ello es lo que le ocurri alProfeta Jeremas, quien encuentra resistencia, rechazo y finalmente persecucin, en lamedida en que la verdad proclamada es incmoda. Jess mismo, que muchas veces serefiri a los sufrimientos que padecieron los Profetas, los experiment personalmente deforma plena.

    3. Estas primeras referencias al carcter ministerial de la misin proftica nos introducenen la figura del Siervo de Dios (Ebed Yahvh) que se encuentra en Isaas (y precisamenteen el llamado 'Deutero-Isaas'). En esta figura la tradicin mesinica de a antigua Alianzaencuentra una expresin especialmente rica, e importante, si consideramos que el Siervode Yahvh, en el que sobresalen sobre todo las caractersticas del Profeta, une en smismo, en cierto modo, tambin la cualidad del sacerdote y del rey. Los Cantos de Isaassobre el Siervo de Yahvh presentan una sntesis veterotestamentaria del Mesas, abiertaa ulteriores desarrollos. Si bien estn escritos muchos siglos antes de Cristo, sirven demodo sorprendente para la identificacin de su figura, especialmente en cuanto a ladescripcin del Siervo de Yahvh sufriente: un cuadro tan justo y fiel que se dira que esthecho teniendo delante los acontecimientos de la Pascua de Cristo.

    4. Hay que observar que el trmino 'Siervo, 'Siervo de Dios' se emplea abundantemente enel Antiguo Testamento. A muchos personajes eminentes seles llama o se les define'siervos de Dios'. As Abrahn (Gen 26, 24), Jacob (Gen 32, 11), Moiss, David y Salomn,los Profetas. La Sagrada Escritura tambin atribuye este trmino a algunos personajespaganos que cumplen su papel en la historia de Israel: as, por ejemplo, a Nabucodonosor(Jer 25, 8-9), y a Ciro (Is 44, 26). Finalmente, todo Israel como pueblo es llamado 'siervode Dios' (Cfr. Is 41, 8-9; 42, 19; 44, 21; 48, 20), segn un uso lingstico del que se haceeco el Canto de Mara que alaba a Dios porque 'auxilia a Israel, su siervo' (Lc 1, 54).

    5. En cuanto a los Cantos de Isaas sobre el Siervo de Yahvh constatamos ante todo losque se refieren no a una entidad colectiva, como puede ser un pueblo, sino a una personadeterminada a la que el Profeta distingue en cierto modo de Israel pecador: 'He aqu a misiervo, a quien sostengo yo (leemos en el primer Canto), mi elegido en quien se complace

  • mi alma. He puesto mi espritu sobre l; l dar el derecho a las naciones. No gritar, nohablar recio ni har or su voz en las plazas. No romper la caa cascada ni apagar lamecha que se extingue. . . sin cansarse ni desmayar, hasta que establezca el derecho enla tierra...' (Is 42, 1-4). 'Yo, Yahvh, te he formado y te he puesto por alianza del pueblo ypara luz de las gentes, para abrir los ojos de los ciegos, para sacar de la crcel a lospresos, del calabozo a los que moran en las tinieblas' (Is 42, 6-7).

    6. El segundo Canto desarrolla el mismo concepto: 'Odme, islas; atended, puebloslejanos: Yahvh me llam desde el seno materno, desde las entraas de mi madre mellam por mi nombre. Y puso mi boca como cortante espada, me ha guardado a la sombrade su mano, hizo de m aguda saeta y me guard en su aljaba' (Is 49, 6). 'Dijo: ligera cosaes para m que seas t mi siervo, para restablecer las tribus de Jacob Yo te he puesto paraluz de las gentes, para llevar mi salvacin hasta los confines de la tierra' (Is 49,6). 'ELSeor, Yahvh, me ha dado lengua de discpulo, para saber sostener con palabras alcansado' (Is 50, 4). Y tambin: 'As se admirarn muchos pueblos y los reyes cerrarn antel su boca' (Is 52, 15). 'El Justo, mi Siervo, justificar a muchos y cargar con lasiniquidades de ellos' (Is 53, 11).

    7. Estos ltimos textos, pertenecientes a los Cantos tercero y cuarto, nos introducen conrealismo impresionante en el cuadro del Siervo Sufriente al que deberemos volvernuevamente. Todo lo que dice Isaas parece anunciar de modo sorprendente lo que en elalba misma de la vida de Jess predecir el santo anciano Simen, cuando lo salud como'luz para iluminacin de las gentes' y al mismo tiempo como 'signo de contradiccin' (Cfr.Lc 2, 32. 34).Ya en el libro de Isaas la figura del Mesas emerge como Profeta, que vieneal mundo para dar testimonio de la verdad, y que precisamente a causa de esta verdadser rechazado por su pueblo, llegando a ser con su muerte motivo de justificacin para'muchos'.

    8. Los Cantos del Siervo de Yahvh encuentran amplia resonancia en el NuevoTestamento, desde el comienzo de a actividad mesinica de Jess. Ya la descripcin delbautismo en el Jordn permite establecer un paralelismo con los textos de Isaas. EscribeMateo: 'Bautizado Jess. .. he aqu que se abrieron los cielos, y vio al Espritu de Diosdescender como paloma y venir sobre El' (Mt 3 16); en Isaas se dice: 'He puesto miespritu sobre El' (Is 42, 1). El Evangelista aade: 'Mientras una voz del cielo deca: Estes mi Hijo amado, en quien tengo mis complacencias' (Mt 3, 17), y en Isaas Dios dice delSiervo: 'Mi elegido en quien se complace mi alma' (Is 42, 1 ). Juan Bautista seala a Jessque se acerca al Jordn, con las palabras: 'He aqu el Cordero de Dios, que quita elpecado del mundo' (Jn 1, 29), exclamacin que representa casi una sntesis del contenidodel Canto tercero y cuarto sobre el Siervo de Yahvh sufriente.

    9. Una relacin anloga se encuentra en el fragmento en que Lucas narra las primeraspalabras mesinicas pronunciadas por Jess en la sinagoga de Nazaret, cuando Jess lee

  • el texto de Isaas: 'EL Espritu del Seor est sobre mi, porque me ungi para evangelizara los pobres; me envi a predicar a los cautivos la libertad, a los ciegos la recuperacin dela vista: para poner en libertad a los oprimidos, par anunciar un ao de gracia del Seor'(Lc 4, 17-19). Son las palabras del primer Canto sobre el Siervo de Yahvh (Is 42, 1-7; cfr.tambin Is 61, 1-2).

    10. Si miramos tambin la vida y el ministerio de Jess. El se nos manifiesta como elSiervo de Dios, que trae la salvacin a los hombres, que los sana, que los libra de suiniquidad, que los quiere ganar para S no con la fuerza, sino con la bondad. El Evangelio,especialmente el de San Mateo, hace referencia muchas veces al libro de Isaas, cuyoanuncio proftico se realiza en Cristo: as cuando narra que 'y tardecido, le presentaronmuchos endemoniados, y arrojaba con una palabra los espritus, y a todos los que sesentan mal los curaba, para que se cumpliese lo dicho por el Profeta Isaas, que dice: Eltom nuestras enfermedades y carg con nuestras dolencias' (Mt 8, 16-17; cfr. Is 53, 4). Yen otro lugar: 'Muchos le siguieron, y los curaba a todos... para que se cumpliera elanuncio del Profeta Isaas: He aqu a mi siervo..' (Mt 12, 15-21), y aqu el Evangelista narraun largo fragmento del primer Canto sobre el Siervo de Yahvh.

    11. Como los Evangelios, tambin los Hechos de los Apstoles demuestran que la primerageneracin de los discpulos de Cristo, comenzando por los Apstoles, estprofundamente convencida de que en Jess se cumpli todo lo que el Profeta Isaas habaanunciado en sus Cantos inspirados: que Jess es el elegido Siervo de Dios (Cfr. porejemplo, Hech 3, 13; 3, 26; 4, 27; 4, 30; 1 Pe 2, 22-25), que cumple la misin del Siervo deYahvh y trae la nueva ley, es la luz y alianza para todas las naciones (Cfr. Hech 13, 46-47). Esta misma conviccin la volvemos a encontrar tambin en la 'didaj', en el 'Martiriode San Policarpo', y en la primera Carta de San Clemente Romano.

    12. Hay que aadir un dato de gran importancia: Jess mismo habla de S como de unsiervo, aludiendo claramente a Is 53, cuando dice: 'El Hijo del hombre no ha venido a serservido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos' (Mc 10, 45; Mt 20, 28) yexpresa el mismo concepto cuando lava los pies a los Apstoles (Jn 13, 3-4; 12-15).

    En el conjunto del Nuevo Testamento, junto a los textos y a las alusiones a al primer Cantodel Siervo de Yahvh (Is 42, 1-7), que subrayan la eleccin del Siervo y su misin profticade liberacin, de curacin y de alianza para todos los hombres, el mayor nmero de textoshace referencia al Canto tercero y cuarto (Is 50, 4-11; 52, 13-53, 12) sobre el SiervoSufriente. Es la misma idea expresada de modo sinttico por San Pablo en la Carta a losFilipenses, cuando hace un himno a Cristo: 'el cual, siendo de condicin divina, no retuvovidamente el ser igual a Dios. Sino que se despoj de S mismo tomando la condicin desiervo y apareciendo en su porte como hombre; y se humill a S mismo, obedeciendohasta la muerte' (Flp 2, 6-8).

  • En Cristo se cumplen las profecas (4.III.87)

    1. En las catequesis precedentes hemos intentado mostrar lo aspectos ms relevantes dela verdad sobre el Mesas tal como fue preanunciada en la Antigua alianza y tal como fueheredada por la generacin de los contemporneos de Jess de Nazaret, que entraron enla nueva etapa de la Revelacin divina. De esta generacin, los que siguieron a Jess lohicieron porque estaban convencidos de que en El se haba cumplido la verdad sobre elMesas que El es el Mesas, el Cristo. Son muy significativas las palabra con que Andrs,el primero de los Apstoles llamados por Jess anuncia a su hermano Simn: 'Hemosencontrado al Mesas (que significa el Cristo)' (Jn 1,41).

    Sin embargo, hay que reconocer que constataciones tan explcitas como sta son msbien raras en los Evangelios. Ello se debe tambin al hecho de que en la sociedad israelitade entonces se hallaba difundida una imagen de Mesas al que Jess no quiso adaptar sufigura y su obra, a pesar del asombro y a admiracin suscitados por todo lo que 'hizo yense' (Hech 1, 1).

    2. Es ms, sabemos incluso que el mismo Juan Bautista, que haba sealado a Jessjunto al Jordn como 'El que tena que venir' (Cfr. Jn 1, 15-30), pues, con espritu proftico,haba visto en El al 'Cordero de Dios' que vena para quitar los pecados del mundo; Juan,que haba anunciado el 'nuevo bautismo' que administrara Jess con la fuerza delEspritu, cuando se hallaba ya en la crcel, mand a sus discpulos a preguntar a Jess:'Eres T que ha de venir o esperamos a otro?' (Mt 11, 3).

    3. Jess no deja sin respuesta a Juan y a sus mensajeros: 'Id y comunicad a Juan lo quehabis visto y odo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, lossordos oyen, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados' (Lc 7, 22). Con estarespuesta Jess pretende confirmar su misin mesinica y recurre en concreto a laspalabras de Isaas (Cfr. Is 35, 4-5; 6, 1). Y concluye: 'Bienaventurado quien no seescandaliza de m' (Lc 7, 23). Estas palabras finales resuenan como una llamada dirigidadirectamente a Juan, su heroico precursor, que tena una idea distinta del Mesas.

    Efectivamente, en su predicacin, Juan haba delineado la figura del Mesas como la de unjuez severo. En este sentido haba hablado 'de la ira inminente', del 'hacha puesta y la razdel rbol' (Cfr. Lc 3, 7. 9), para cortar todas las plantas 'que no de buen fruto' (Lc 3, 9). Escierto que Jess no dudara en tratar con firmeza e incluso con aspereza, cuando fuenecesario, la obstinacin y la rebelin contra la Palabra de Dios; pero El iba a ser, sobretodo, el anunciador de la 'buena nueva a los pobres' y con sus obras y prodigios revelarala voluntad salvfica de Dios, Padre misericordioso

    4. La respuesta que Jess da a Juan presenta tambin otro el momento que es interesantesubrayar: Jess evita proclamarse Mesas abiertamente. De hecho, en el contexto social

  • de la poca es ttulo resultaba muy ambiguo: la gente lo interpretaba por lo general ensentido poltico. Por ello Jess prefiere referirse al testimonio ofrecido por sus obras,deseoso sobre todo de persuadir y de suscitar la fe.

    5. Ahora bien, en los Evangelios no faltan casos especiales, como el dilogo con lasamaritana, narrado en el Evangelio de Juan. A la mujer que le dice: 'Yo s que el Mesas,el que se llama Cristo est para venir y que cuando venga nos har saber todas las cosas',Jess le responde: 'Yo soy, el que habla contigo' (Jn 4, 25-26).

    Segn el contexto del dilogo, Jess convenci a la samaritana, cuya disponibilidad parala escucha haba intuido; de hecho cuando esta mujer volvi a su ciudad, se apresur adecir a la gente: 'Venid a ver un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. No serel Mesas?' (Jn 4, 28-29).Animados por su palabra muchos samaritanos salieron alencuentro de Jess, lo escucharon, y concluyeron a su vez: 'Este es verdaderamente elSalvador del mundo' (Jn 4, 22).

    6. Entre los habitantes de Jerusaln, por el contrario, las palabras y los milagros de Jesssuscitaron cuestiones en torno a su condicin mesinica. Algunos excluan que pudiera serel Mesas. 'De ste sabemos de dnde viene, mas del Mesas, cuando venga nadie sabrde dnde viene' (Jn 7, 27). Pero otros decan: 'El Mesas, cuando venga, podr hacersignos ms grandes de los que ha hecho ste' (Jn 7, 31). 'No ser ste el Hijo de David?'.(Mt 12,23). Incluso lleg a intervenir el Sanedrn, decretando que 'si alguno lo confesabaMesas fuera expulsado de la sinagoga' (Jn 9, 22).

    7. Con estos elementos podemos llegar a comprender el significado clave de laconversacin de Jess con los Apstoles cerca de Cesarea de Filipo. 'Jess les pregunt:Quin dicen los hombres que soy yo? Ellos le respondieron, diciendo: Unos, que JuanBautista; otros, que Elas y otros, que uno de los Profetas. Pero El les pregunt: Yvosotros, quin decs que soy yo? Respondiendo Pedro, le dijo: T eres el Cristo' (Mc 8,27-29; cfr. Adems Mt 16, 13-16 y Lc 9, 18-21), es decir, el Mesas.

    8. Segn el Evangelio de Mateo esta respuesta ofrece a Jess la ocasin para anunciar elprimado de Pedro en la futura Iglesia (Cfr. Mt 16, 18). Segn Marcos, tras la respuesta dePedro, Jess orden severamente a los Apstoles 'que no dijeran nada a nadie' (Mc 8 30).De lo cual se puede deducir que Jess no slo no proclamaba que El era el Mesas, sinoque tampoco quera que los Apstoles difundieran por el momento la verdad sobre suidentidad. Quera, en efecto, que sus contemporneos llegaran a tal convencimientocontemplando sus obras y escuchando su enseanza. Por otra parte, el mismo hecho deque los Apstoles estuvieran convencidos de lo que Pedro haba dicho en nombre detodos al proclamar: 'T eres el Cristo', demuestra que las obras y palabras de Jessconstituan una base suficiente sobre la que poda fundarse y desarrollarse la fe en que Elera el Mesas.

  • 9. Pero la continuacin de ese dilogo tal y como aparece en los dos textos paralelos deMarcos y Mateo es an ms significativa en relacin con la idea que tena Jess sobre sucondicin de Mesas (Cfr. Mc 8, 31-33; Mt 16, 21-23). Efectivamente; casi en conexinestrecha con la profesin de fe de los Apstoles, Jess 'comenz a ensearles como erapreciso que el Hijo del Hombre padeciese mucho, y que fuese rechazado por los ancianosy los prncipes de los sacerdotes y los escribas y que fuese muerto y resucitado al tercerda' (Mc 8, 31). El Evangelista Marcos hace notar: 'Les hablaba de esto abiertamente' (Mc8, 32). Marcos dice que 'Pedro, tomndole aparte, se puso a reprenderle' (Mc 8, 32).Segn Mateo, los trminos de la reprensin fueron stos: 'No quiera Dios, Seor, que estosuceda' (Mt 16, 22). Y esta fue la reaccin del Maestro: Jess 'reprendi a Pedrodicindole: Qutate all, Satn, pues tus pensamientos no son los de Dios, sino los de loshombres' (Mc 8, 33; Mt 16, 23).

    10. En esta reprensin del Maestro se puede percibir algo as como un eco lejano de latentacin de que fue objeto Jess en el desierto en los comienzos de su actividadmesinica (Cfr. Lc 4, 1-13), cuando Satans quera apartarlo del cumplimiento de lavoluntad del Padre hasta el final. Los Apstoles, y de un modo especial Pedro, a pesar quehaban profesado su fe en la misin mesinica de Jess afirmando 'T eres el Mesas', nolograban librarse completamente de aquella concepcin demasiado humana y terrena delMesas, y admitir la perspectiva de un Mesas que iba a padecer y a sufrir la muerte.Incluso en el momento de a ascensin, preguntaran a Jess: '...vas a reconstruir el reinode Israel' (Cfr. Hech 1, 6).

    11. Precisamente ante esta actitud Jess reacciona con tanta decisin y severidad. En El,la conciencia de la misin mesinica corresponda a los Cantos sobre el Siervo de Yahvhde Isaas y, de un modo especial, a lo que haba dicho el Profeta sobre el Siervo Sufriente:'Sube ante l como un retoo, como raz en tierra rida. No hay en l parecer, no hayhermosura...Despreciado y abandonado de los hombres, varn de dolores, y familiarizadocon el sufrimiento, y como uno ante el cual se oculta el rostro, menospreciado sin que letengamos en cuenta... Pero fue l ciertamente quien soport nuestros sufrimientos y cargcon nuestros dolores... Fue traspasado por nuestras iniquidades y molido por nuestrospecados' (Is 53, 2)5).

    Jess defiende con firmeza esta verdad sobre el Mesas, pretendiendo realizarla en Elhasta las ltimas consecuencias, ya que en ella se expresa la voluntad salvfica del Padre:'El Justo, mi siervo, justificar a muchos' (Is 53,11 ). As se prepara personalmente yprepara a los suyos para el acontecimiento en que el 'misterio mesinico' encontrar surealizacin plena: la Pascua de su muerte y de su resurreccin.

    Jesucristo inicia el Reino de Dios (18.III.87)

  • 1. 'Se ha cumplido el tiempo, est cerca el reino de Dios' (Mc 1, 15). Con estas palabrasJess de Nazaret comienza su predicacin mesinica. El reino de Dios, que en Jessirrumpe en la vida y en la historia del hombre, constituye el cumplimiento de las promesasde salvacin que Israel haba recibido del Seor.

    Jess se revela Mesas, no porque busque un dominio temporal y poltico segn laconcepcin de sus contemporneos, sino porque con sumisin se culmina en la pasin-muerte-resurreccin, 'todas las promesas de Dios son !s!' (2 Cor 1, 20).

    2. Para comprender plenamente la misin de Jess es necesario recordar el mensaje delAntiguo Testamento que proclama la realeza salvfica del Seor. En el cntico de Moiss(Ex 15, 1)18), el Seor es aclamado 'rey' porque ha liberado maravillosamente a su puebloy lo ha guiado, con potencia y amor, ala comunin con El y con los hermanos en el gozode la libertad. Tambin el antiqusimo Salmo 28/29 da testimonio de la misma fe: el Seores contemplado en la potencia de su realeza, que domina todo lo creado y comunica a supueblo fuerza, bendicin y paz (Sal 28/29, 10). Pero la fe en el Seor 'rey', se presentacompletamente penetrada por el tema de la salvacin, sobre todo en la vocacin de Isaas.El 'Rey' contemplado por el Profeta con los ojos de la fe 'sobre un trono alto y sublime' (Is6, 1 ) es Dios en el misterio de su santidad transcendente y de su bondad misericordiosa,con la que se hace presente a su pueblo como fuente de amor que purifica, perdona,salva: 'Santo, Santo, Santo, Yahvh de los ejrcitos. Est la tierra llena de tu gloria' (Is6,3).

    Esta fe en la realeza salvfica del Seor impidi que, en el pueblo de la alianza, lamonarqua se desarrollase de forma autnoma, como ocurra en el resto de las naciones:El rey es el elegido, el ungido del Seor y, como tal, es el instrumento mediante el cualDios mismo ejerce su soberana sobre Israel (Cfr. 1 Sm 12, 12-15). 'El Seor reina',proclaman continuamente los Salmos (Cfr. 5, 3; 9, 6; 28/29, 10; 92/93, 1; 96/97, 1)4;145/146, 10).

    3. Frente a la experiencia dolorosa de los lmites humanos y del pecado, los Profetasanuncian una nueva Alianza, en la que el Seor mismo ser el gua salvfico y real de supueblo renovado (Cfr. Jer 31, 31-34; Ez 34, 7-16; 36,24-28).

    En este contexto surge la expectacin de un nuevo David, que el Seor suscitar para quesea el instrumento del xodo, de la liberacin, de la salvacin (Ez 34, 23-25; cfr. Jer 23,5)6). Desde ese momento la figura del Mesas aparece en relacin ntima con lamanifestacin de la realeza plena de Dios.

    Tras el exilio, aun cuando la institucin de la monarqua decayera en Israel, se continuprofundizando la fe en la realeza que Dios ejerce sobre su pueblo y que se extender

  • hasta 'los confines de la tierra'. Los Salmos que cantan al Seor rey constituyen eltestimonio ms significativo de esta esperanza (Cfr Sal 95/96-98/99).

    Esta esperanza alcanza su grado mximo de intensidad cuando la mirada de la fe,dirigindose ms all del tiempo de la historia humana, llegar a comprender que slo enla eternidad futura se establecer el reino de Dios en todo su poder: entonces, mediante laresurreccin, los redimidos se encontrarn en la plena comunin de vida y de amor con elSeor (Cfr. Dan 7,9-10; 12, 2-3).

    4. Jess alude a esta esperanza del Antiguo Testamento y proclama su cumplimiento. Elreino de Dios constituye el tema central de su predicacin, como lo demuestran sobre todolas parbolas.

    La parbola del sembrador (Mt 13, 3)8) proclama que el reino de Dios est ya actuando enla predicacin de Jess; al mismo tiempo invita a contemplar a abundancia de frutos queconstituirn la riqueza sobreabundante del reino al final de los tiempos. La parbola de lasemilla que crece por s sola (Mc 4, 26-29) subraya que el reino no es obra humana, sinonicamente don del amor de Dios que acta en el corazn de los creyentes y gua lahistoria humana hacia su realizacin definitiva en la comunin eterna con el Seor. Laparbola de la cizaa en medio del trigo (Mt 13, 24-30) y la de la red para pescar (Mt 13,47-52) se refieren, sobre todo, a la presencia, ya operante, de la salvacin de Dios. Pero,junto a los 'hijos del reino', se hallan tambin los 'hijos del maligno', los que realizan lainiquidad: slo al final de la historia sern destruidas las potencias del mal, y quien haycogido el reino estar para siempre con el Seor. Finalmente, las parbolas del tesoroescondido y de la perla preciosa (Mt 13, 44-46), expresan el valor supremo y absoluto delreino de Dios: quien lo percibe, est dispuesto a afrontar cualquier sacrificio y renunciapara entrar en l.

    5. De la enseanza de Jess nace una riqueza muy iluminadora. El reino de Dios en suplena y total realizacin, es ciertamente futuro, 'debe venir' (Cfr. Mc 9, 1; Lc 22, 18); laoracin del Padrenuestro ensea a pedir su venida: 'Venga a nosotros tu reino' (Mt 6, 10).

    Pero al mismo tiempo, Jess afirma que el reino de Dios 'ya ha venido' (Mt 12, 28), 'estdentro de vosotros' (Lc 17, 21) mediante la predicacin y las obras, de Jess. Por otraparte, de todo el Nuevo Testamento se deduce que la Iglesia, fundada por Jess, es ellugar donde la realeza de Dios se hace presente, en Cristo, como don de salvacin en lafe, de vida nueva en el Espritu, de comunin en la caridad.

    Se ve as la relacin ntima entre el reino y Jess, una relacin tan estrecha que el reino deDios puede llamarse tambin 'reino de Jess' (Ef 5, 5;2 Pe 1, 11), como afirma, por lodems, el mismo Jess ante Pilato al decir que 'su' reino no es de este mundo (Cfr. 18,36).

  • 6. Desde esta perspectiva podemos comprender las condiciones indicadas por Jess paraentrar en el reino se pueden resumir en la palabra 'conversin'. Mediante la conversin elhombre se abre al don de Dios (Cfr. Lc 12, 32), que llama 'a su reino y a su gloria' (1 Tes 2,12); acoge como un nio el reino (Mc 10, 15) y est dispuesto a todo tipo de renunciaspara poder entrar en l (Cfr. Lc 18, 29; Mt 19, 29; Mc 10, 29)

    El reino de Dios exige una 'justicia' profunda o nueva (Mt 5, 20); requiere empeo en elcumplimiento de la 'voluntad de Dios' (Mt 7, 21), implica sencillez interior 'como los nios'(Mt 18, 3; Mc 10, 15); comporta la superacin del obstculo constituido por las riquezas(Cfr. Mc 10, 23-24).

    7. Las bienaventuranzas proclamadas por Jess (Cfr. Mt 5, 3-12) se presentan como la'Carta magna' del reino de los cielos, dado a los pobres de espritu, a los afligidos, a loshumildes, a quien tiene hambre y sed de justicia, a los misericordiosos, a los puros decorazn, a los artfices de paz, a los perseguidos por causa de la justicia. Lasbienaventuranzas no muestran slo las exigencias del reino; manifiestan ante todo la obraque Dios realiza en nosotros hacindonos semejantes a su Hijo (Rom 8, 29) y capaces detener sus sentimientos (Flp 2, 5 ss.) de amor y de perdn (Cfr. Jn 13, 34-35; Col 3, 13)

    8. La enseanza de Jess sobre el reino de Dios es testimoniada por la Iglesia del NuevoTestamento, que vivi esta enseanza con a alegra de su fe pascual. La Iglesia es lacomunidad de los 'pequeos' que el Padre 'ha liberado del poder de las tinieblas y hatrasladado al reino del Hijo de su amor' (Col 1,13); es la comunidad de los que viven 'enCristo', dejndose guiar por el Espritu en el camino de la paz (Lc 1, 79), y que luchan parano 'caer en la tentacin' y evitar la obras de la 'carne', sabiendo muy bien que 'quienestales cosas hacen no heredarn el reino de Dios' (Gal 5, 21). La Iglesia es la comunidad dequienes anuncian, con su vida y con sus palabras, el mismo mensaje de Jess: 'El reino deDio est cerca de vosotros' (Lc 10, 9).

    9. La Iglesia, que 'camina a travs de los siglos incesantemente a la plenitud de la verdaddivina hasta que se cumpla en ella las palabras de Dios' (Dei Verbum, 8), pide al Padre encada una de las celebraciones de la Eucarista que 'venga su reino'. Vive esperandoardientemente la venida gloriosa del Seor y Salvador Jess, que ofrecer a la MajestadDivina un reino eterno y universal: el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad yla gracia, el reino de la justicia, el amor la paz' (Prefacio de la solemnidad de Jesucristo,Rey del universo).

    Esta espera del Seor es fuente incesante de confianza de energa. Estimula a losbautizados, hechos partcipes de la dignidad real de Cristo, a vivir da tras da 'en el reinodel Hijo de su amor', a testimoniar y anunciar la presencia del reino con las mismas obrasde Jess (Cfr. Jn 14, 12). En virtud de este testimonio de fe y de amor, ensea el Concilio,

  • el mundo se impregnar del Espritu de Cristo y alcanzar con mayor eficacia su fin en lajusticia, en la caridad y en la paz (Lumen Gentium , 36).

    Jesucristo, Sabidura de Dios (22.IV.87)

    1. En el Antiguo Testamento se desarroll y floreci una rica tradicin de doctrinasapiencial. En el plano humano, dicha tradicin manifiesta la sed del hombre de coordinarlos datos de sus experiencias y de sus conocimientos para orientar su vida del modo msprovechoso y sabio. Desde este punto de vista, Israel no se aparta de las formassapienciales presentes en otras culturas de la antigedad, y elabora una propia sabidurade vida, que abarca los diversos sectores de la existencia: individual, familiar, social,poltico.

    Ahora bien, esta misma bsqueda sapiencial no se desvincul nunca de la fe en el Seor,Dios del xodo; y ello se debi a la conviccin que se mantuvo siempre presente en lahistoria del pueblo elegido, de que slo en Dios resida la Sabidura perfecta. Por ello, el'temor del Seor', es decir, la orientacin religiosa y vital hacia El, fue considerado el'principio', el 'fundamento', la 'escuela' de la verdadera sabidura (Prov 7; 9, 10; 15, 33).

    2. Bajo el influjo de la tradicin litrgica y proftica, el tema de la sabidura se enriquececon una profundizacin singular, llegando a empapar toda la Revelacin. De hecho, tras elexilio se comprende con mayor claridad que la sabidura humana es un reflejo de laSabidura divina, que Dios 'derram sobre todas sus obras, y sobre toda carne, segn suliberalidad' (Sir 1, 9-10). El momento ms alto de la donacin de la Sabidura tiene lugarcon la revelacin al pueblo elegido, al que el Seor hace conocer su palabra (Dt 30, 14).Es ms, la Sabidura divina, conocida en la forma ms plena de que el hombre es capaz,es la Revelacin misma, la 'Tora', 'el libro de a alianza de Dios altsimo' (Sir 24, 32).

    3. La Sabidura divina aparece en este contexto como el designio misterioso de Dios queest en el origen de la creacin y de la salvacin. Es la luz que lo ilumina todo, la palabraque revela la fuerza del amor que une a Dios con su creacin y con su pueblo. LaSabidura divina no se considera una doctrina abstracta, sino una persona que procede deDios: est cerca de El 'desde el principio' (Prov 8, 23), es su delicia en el momento de lacreacin del mundo y del hombre, durante la cual se deleita ante l (Prov 8, 22-31).

    El texto de Ben Sir recoge este motivo y lo desarrolla, describiendo la Sabidura divinaque encuentra su lugar de 'descanso aso' en Israel y se establece en Sin (Sir 24, 3)12),indicando de ese modo que la fe del pueblo elegido constituye la va ms sublime paraentrar en comunin con el pensamiento y el designio de Dios. El ltimo fruto de estaprofundizacin en el Antiguo Testamento es el libro de la Sabidura, redactado poco antesdel nacimiento de Jess. En l se define a la Sabidura divina como 'hlito del poder de

  • Dios, resplandor de la luz eterna, espejo sin mancha del actuar de Dios, imagen de subondad, fuente de a amistad divina y de la misma profeca' (Sab 7, 25-27).

    4. A este nivel de smbolo personalizado del designio divino, la Sabidura es una figura conla que se presenta la intimidad de la comunin con Dios y la exigencia de una respuestapersonal de amor. La Sabidura aparece por ello como la esposa (Prov 4, 6-9), lacompaera de la vida (Prov 6, 22; 7, 4). Con las motivaciones profundas del amor, laSabidura invita al hombre a la comunin con ella y, en consecuencia, a la comunin con elDios vivo. Esta comunin se describe con la imagen litrgica del banquete: 'Venid y comedmi pan y bebed mi vino que he mezclado' (Prov 9, 5): una imagen que la apocalpticavolver a tomar para expresar la comunin eterna con Dios, cuando El mismo elimine lamuerte para siempre (Is 25, 6-7).

    5. A la luz de esta tradicin sapiencial podemos comprender mejor el misterio de JessMesas. Ya un texto proftico del libro de Isaas habla del espritu del Seor que se posarsobre el Rey)Mesas y caracteriza ese Espritu ante todo como 'Espritu de sabidura y deinteligencia' y luego como 'Espritu de entendimiento y de temor de Yahvh' (Is 11, 2).

    En el Nuevo Testamento son varios los textos que presentan a Jess lleno de la Sabiduradivina. El Evangelio de la infancia segn San Lucas insina el rico significado de lapresencia de Jess entre los doctores del templo, donde 'cuantos le oan quedabanestupefactos de su inteligencia' (Lc 2, 47), y resume la vida oculta en Nazaret con lasconocidas palabras: 'Jess creca en sabidura y edad y gracia ante Dios y ante loshombres' (Lc 2, 52).

    Durante los aos del ministerio de Jess, su doctrina suscitaba sorpresa y admiracin: 'Yla muchedumbre que le oa se maravillaba diciendo: !De dnde le viene a ste talescosas, y qu sabidura es sta que le ha sido dada?!' (Mc 6, 2).

    Esta Sabidura, que proceda de Dios, confer Jess un prestigio especial: 'Porque lesenseaba como quien tiene poder, y no como sus doctores' (Mt 7, 29); por ello se presentacomo quien es 'ms que Salomn' (Mt 12, 42). Puesto que Salomn es la figura ideal dequien ha recibido la Sabidura divina, se concluye que en esas palabras Jess apareceexplcitamente como la verdadera Sabidura revelada a los hombres.

    6. Esta identificacin de Jess con la Sabidura a afirma el Apstol Pablo con profundidadsingular. Cristo, escribe Pablo, 'ha venido a ser para nosotros, de parte de Dios, sabidura,justicia, santificacin y redencin' (1 Cor 1, 30). Es ms, Jess es la 'sabidura que no esde este siglo... predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria' (1 Cor 2, 6)7).La 'Sabidura de Dios' es identificada con el Seor de la gloria que ha sido crucificado. Enla cruz y en la resurreccin de Jess se revela, pues, en todo su esplendor, el designiomisericordioso de Dios, que ama y perdn l hombre hasta el punto de convertirlo en

  • criatura nueva. La Sagrada Escritura haba adems de otra sabidura que no viene de Dios,la 'sabidura de este siglo' la orientacin del hombre que se niega a abrirse al misterio deDios, que pretende ser el artfice de su propia salvacin. A sus ojos la cruz aparece comouna locura o una debilidad; pero quien tiene fe en Jess, Mesas y Seor, percibe con elApstol que 'la locura de Dios es ms sabia que los hombres, y la flaqueza de Dios, mspoderosa que los hombres' (1 Cor 1, 25).

    7. A Cristo se le contempla cada vez con mayor profundidad como la verdadera 'Sabidurade Dios'. As, refirindose claramente al lenguaje de los libros sapienciales, se le proclama'imagen del Dios invisible', 'primognito de toda criatura', Aquel por medio del cual fueroncreadas todas las cosas y en el cual subsisten todas las cosas (Cfr Col 1, 15-17); El, encuanto Hijo de Dios, es 'irradiacin de su gloria e impronta de su sustancia y el que con supoderosa palabra sustenta todas las cosas' (Heb 1, 3).

    La fe en Jess, Sabidura de Dios, conduce a un 'conocimiento pleno' de la voluntaddivina, 'con toda sabidura e inteligencia espiritual', y hace posible comportarse 'de unamanera digna del Seor, procurando serle gratos en todo, dando frutos de toda obra buenay creciendo en el comportamiento de Dios' (Col 1, 9)10).

    8. Por su parte, el Evangelista Juan, evocando la Sabidura descrita en su intimidad conDios, habla del Verbo que estaba en el principio, junto a Dios, y confiesa que 'el Verbo eraDios'(Jn 1, 1). La Sabidura, que el Antiguo Testamento haba llegado a equiparar a laPalabra de Dios, es identificada ahora con Jess, el Verbo que 'se hizo carne y habitentre nosotros' (Jn 1,14). Como la Sabidura, tambin Jess, Verbo de Dios, invita albanquete de su palabra y de su cuerpo, porque El es 'el pan de vida' (Jn 6, 48), da el aguaviva del Espritu (Jn 4,10; 7, 37-39), tiene 'palabras de vida eterna' (Jn 6, 68).En todo esto,Jess es verdaderamente 'ms que Salomn', porque no slo realiza de forma plena lamisin de la Sabidura, es decir, manifestar y comunicar el camino, la verdad y la vida, sinoque El mismo es 'el camino, la verdad y la vida' (Jn 14, 6), es la revelacin suprema deDios en el misterio de su paternidad (Jn 1, 18; 17, 6).

    9. Esta fe en Jess, revelador del Padre, constituye el aspecto ms sublime y consoladorde la Buena Nueva. Este es precisamente el testimonio que nos llega de las primerascomunidades cristianas, en las cuales continuaba resonando el himno de alabanza queJess haba elevado al Padre, bendicindolo porque en su beneplcito haba revelado'estas cosas' a los pequeos.

    La Iglesia ha crecido a travs de los siglos con esta fe: 'Nadie conoce al Hijo sino el Padre,y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar' (Mt 11, 27).En definitiva, revelndonos al Hijo mediante el Espritu, Dios nos manifiesta su designio, susabidura, la riqueza de su gracia 'que derram superabundantemente sobre nosotros contoda sabidura e inteligencia' (Ef 1, 8).

  • El Hijo del hombre (9.IV.87)

    1. Jesucristo, Hijo del hombre e Hijo de Dios: ste es el tema culminante de nuestrascatequesis sobre la identidad del Mesas. Es la verdad fundamental de la revelacincristiana y de la fe: la humanidad y la divinidad de Cristo, sobre la cual reflexionaremosms adelante con mayor amplitud. Por ahora nos urge completar el anlisis de los ttulosmesinicos presentes ya de algn modo en el Antiguo Testamento y ver en qu sentido selos atribuye Jess a S mismo.

    En relacin con el ttulo 'Hijo del hombre', resulta significativo que Jess lo usarafrecuentemente hablando de S, mientras que los dems lo llaman Hijo de Dios, comoveremos en la prxima catequesis. El se autodefine 'Hijo del hombre', mientras que nadiele daba este ttulo si exceptuamos al dicono Esteban antes de la lapidacin (Hech 7, 56) yal autor del Apocalipsis en dos textos (Ap 1, 13; 14, 14).

    2. El ttulo 'Hijo del hombre' procede del Antiguo Testamento, en concreto del libro delProfeta Daniel, de la visin que tuvo de noche el Profeta: 'Segua yo mirando en la visinnocturna, y vi venir sobre las nubes del cielo a uno como hijo de hombre, que se lleg alanciano de muchos das y fue presentado ante ste. Fuele dado el seoro, la gloria y elimperio, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron, y su dominio es dominioeterno que no acabar y su imperio, imperio que nunca desaparecer' (Dan 7, 13-14).

    Cuando el Profeta pide la explicacin de esta visin, obtiene la siguiente respuesta:'Despus recibirn el reino los santos del Altsimo y lo poseern por siglos, por los siglosde los siglos... Entonces le darn el reino, el dominio y la majestad de todos los reinos dedebajo del cielo al pueblo de los santos del Altsimo'. (Dan 7, 18 27) El texto de Danielcontempla a una persona individual y al pueblo. Sealemos ya ahora que lo que se refierea la persona del Hijo del hombre se vuelve a encontrar en las palabras del ngel en laanunciacin a Mara: 'Reinar... por los siglos y su reino no tendr fin' (Lc 1,33).

    3. Cuando Jess utiliza el ttulo 'Hijo del hombre' para hablar de S mismo, recurre a unaexpresin proveniente de la tradicin cannica del Antiguo Testamento presente tambinen los libros apcrifos del judasmo. Pero conviene notar, sin embargo, que la expresin'hijo de hombre' (ben-adam) se haba convertido en el arameo de la poca de Jess enuna expresin que indicaba simplemente 'hombre' (bar enas). Por eso, al referirse a Smismo como 'Hijo del hombre', Jess logr c