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    El Mollete Literario

    Noviembre 15, 2015, Número 27, Tercera ÉpoDirector: Carlos Ramírez

    www.noticiastransicion.mx [email protected]

    Por El bolillo escéptico pág.16

    Las despedidasde Huberto Batis

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    Noviembre 2015

    ollete Literario

    Mtro. Carlos RamírezPresidente y Director [email protected]

    Lic. José Luis RojasCoordinador General Editorial

     [email protected]

    Monserrat Méndez Pérez Jefa de Edición

    [email protected]

    Consejo EditorialRené Avilés Fabila

    Wendy Coss y LeónCoordinadora de Relaciones Públicas

    Mathieu Domínguez PérezDiseño

    Raúl Urbina Asistente de la Dirección General

    El Mollete Literario es una publicación mensual editada por Grupo de Editores del Estado de México, S. A. y el Centro de

    tudios Políticos y de Seguridad Nacional, S. C. Editor responsaCarlos Javier Ramírez Hernández. Todos los artículos son de rponsabilidad de sus autores. Oficinas: Durango 223, Col. Rom

    Delegación Cuauhtémoc, C. P. 06700, México D.F. Reserva 15Certificación en trámite por la Asociación Interactiva para e

    Desarrollo Productivo, A. C.

    El Mollete LiterarioTexto Por Luy 

    ÍNDICE

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     We were the children

    Por Ene Riaño

    Letras Torcidas

    Por César Cañedo

    Cuento

    Por Marco Villavicencio, Samuel Encisy P.I.G.

    Lápida redonda

    Por Luis Flores Romero

    La inevitable costumbre de morirse,

    cuatro cuentos para seguir volando

    Por Paul Martínez

    Experimentos ilusorios

    para reconvertir las librerías

    Por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz

    Las despedidas de Huberto Batis

    Por El bolillo escéptico

    La mujer perfecta me ama

    Por René Avilés Fabila

    Comparsa de catrinas

    Por Canuto Roldán

    Priapismo

    Por Luis Villalón

    El Tlatoani del barrio

    se llamaba Mister Cat

    Por Ximena Cobos

    EDITORIALEl inaceptable ataque a la libertad y la cultura

    L os actos terroristas registrados el pasado viernes 13 enParís fueron el detonante de la indignación mundialante el fundamentalismo, sin embargo ¿qué tanto repro-ducimos las ideas de xenofobia y racismo?

    No sólo se atacó a un país, se golpeó a un indudable centromundial de cultura, donde la tolerancia y las libertades sonla clave. Se atentó al lugar donde desde el siglo XVIII, con laRevolución Francesa, se enarbolaron los principios de igualdady fraternidad.

    El papel que han jugado las redes sociales al transmitir oreproducir mensajes que llevan como estandarte la indiferenciao sojuzgan aquellos que expresan congoja son contrarios a lostiempos que vivimos, tiempos que necesitan de más mentesclaras que llenas de apatía ante la tragedia de los que solemosllamar “los otros”.

     Y no se trata de unirnos en una serie de actos para obtenerla venganza, pero si esta es la premisa el futuro no se presentaprometedor sino cada vez más insano.

    No lo olvidemos, el patriotismo y la religión, cuando se con-vierte en fanatismo, se con vierte en una intolerancia radical,que desencadena en violencia ciega, como este aberrante golpea una e las capitales de la cultura mundial. Reflexionemos.

    Bienvenido a mi morada. Entre libremente, por su propiavoluntad, y deje parte de la felicidad que trae.

    Bram Stoker

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    El Molle

    Por Ene Riaño

    We were 

    the childrenL os nacidos después de lo Cher-nobyl confiamos menos en laenergía nuclear, pese a ignorarqué es temer con repulsión auténticael latente estallido de una bomba de talcalaña. Aún así, hemos sido educados

    por una amarillezca familia nuclear nohecha en China que, en gran medida,ha forjado nuestra educación sentimen-tal plagada de pop.

    El gran terremoto es para nosotros,cual Big Bang, inmemorial. Tres décadas,la eternidad entera no vivida. Y la Gue-rra Fría, un hito que al venir al mundo,cual Tyrannosaurus Rex post meteorito,se creía extinto o en vías de... Mas resul-ta que el dinosaurio sigue allí y, aunquelos polos se derriten, cala gélido aire poraquellas llanuras circundantes al Bering.

     Alaska es el olvido, una cincuento-na que pudo habernos parido, y queahora ha perdido el fulgor de la rebo-sante juventud, aquella que declinarápronto también en nosotros, quienes,pese a vernos de lejos como niños, yade cerca se adivina no somos ni sere-mos Dorian Gray.

    Quién diría que listos-fuera dimosnuestras primeras ensusmarcas al caerel Muro, si después gustosos, con granesmero, pa´no extrañarlo, habríamos deedificar el propio. Muro expuesto y re-pleto, que sin ser agua al verlo de fijo senos figura reflejo nuestro.

    Nacimos con plomo en la sangre,camada epígono del caduco siglo, ¿quépodría sorprendernos? Poco, y todavíamenos si, libre de alucinaciones, nuestravista supo a temprana edad que es po-sible que un hombre cambie el color desu piel, así nada más, como ningún otroantes y tal vez como ningún otro jamás.

    Hijos de la época multisatelital. Sí,aunque tantas lunas como Neptuno no

    posemos en principio, ha un rato quecon naturalidad son tomadas esas mu-chas que han sido construidas para errarhasta impactarse. Artificios no creíblesni aún en los días de Baudelaire quien,por muy visionario que fue, no alcanza-

    ba a imaginar más que falsos paraísos.La profecía de el del Nopal, ese que

    llegó para legarse, estallaba y, por ende,imágenes proyectadas por alguna pan-talla omnipresente ensombrecen desdeentonces a las niñas de los ojos. En vivodesde Medio Oriente, alternadas entrela barra de caricaturas, contemplába-mos en lugar de parvadas migratorias,tormentas bélicas que, desprovistas delente infrarrojo, dejaban tanto a la ima-ginación. Cotidianidades on mute, fue-gos artificiales sin eco en la nada.

    También en directo, poco después,además de eclipses, impávidos vimos,al otro lado del mundo, en la oscuridaddel cono Sur, centenares de coetáneos,con vientres a reventar entre asediantesmosqueríos igual de moribundos queellos. ¡Hambruna!, ojos cadavéricos avi-vados por sepa cuál instinto de vital per-manencia en el globo, al cual un lustro

    atrás habíamos venido todos nosotrospara estar de sobra.

     Y mientras jugábamos con imitacio-nes de brutos celulares de erecta antena,aquel camaleónico sujeto, también ocu-pado en la emancipación de venturosas

    orcas, seguía cantando con sus amigosal unísono por los desnutridos que ne-cesitaban algo más que kilos de ayudaimposibles de tragar lanzados en para-caídas desde lo alto por cascos azules,indivisibles desde el rigor de la sabana.

    Que alguien pensando en los niñosles hubiera hecho un hit mundial no fuenunca tan necesario y obsoleto. Ahí es-taban mediatizados, todos ellos, los dedentro de la pantalla, parados de cuello,años después de haber levantado la vozpor primera vez, conscientes de que su

    himno inocuo relanzado no era más queparafernalia destinada a ser un oldie,pero recargados con nuevos bríos, encompañía de un mandatario fotogénicoque, además, tocaba el saxofón.

     Así, con dedos chasqueantes, mo-viéndonos de un lado a otro, al ritmo deaquel gospel encubierto, entre imáge-nes del monumento a Lincoln y Etiopía,playback hicimos de ese coro del cualpor momentos sentíamos no ser parte,porque nosotros no comíamos nuestramateria fecal, como contaba la leyendanegra esos hambreados lo hacían.

    Mayor valía que una andrógina es-trella del pop, desertora de su raza, hu-biese tenido un tirano-autoritario y sin-vergüenza que hubiera, como vicario deSileno o Herodes moderno, implantadocampañas de esterilización forzosa y noinmunodeficiencias matasanos. Pero¿qué quedaba en tales lejanos alboressino la Industria?

    Fuimos los niños de ese mundo queya se sabía irreparable.

     Autor: María BazanaTécnica Mixta

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    ollete Literario

    Por César Cañedo@[email protected]

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    Para Álex Trejo

    Te quiero porque eres hombre y tienes vulvay un olor aceituna de jardines,pelos de más, caricias rubicundas,un misterio en el sexo y en el nombre,y en la calle, coda a coda,digno volvemos lo trans.Te quiero porque querertees romper con esa inercia

    que defineniño con pene y nena con vaginaque acompasanel pensar regular de tantas masas.Te quiero porque haces pesas,porque sabes, que jugar al varónes sólo un trucoy si bailas me agarras la cinturay me quiebras y machas la figura,y en la calle, coda a coda,digno volvemos lo trans.Te quiero porque tu vozparece de adolescente

    esconde de los gallos femeninosese grito viril que ruge y quemacuando con fuerza dice:“¡soy un vatoy quiero fornicar con otro vato!” Y así asentado,por lo legal y lo feliz pactadohombre serás le pese a quien le pese,tierno viril decides por amantequererte así para salir avantey reclamar la “o” nominativa,y en la calle, coda a coda,transonriente varón inacabadoreta al mundo feliz desde su estado.

    Hombre EndecasílaboDicen que fácil hablo en once sílabasque cuento sin contar mi palabreroque soy versado en el bufar certeroy metro a metro encanto a puras rímadas.Nada más por costumbre no me exhiboen la posuda pasarela pöéticaporque desciendo de flojiza épicaque banaliza todo lo que escribo.

    Torticuleado el verso inventadísimootra estrofa preparo con retardopara hechizar de amor el pie de un bardoque el ojo ya me tiene apretadísimo(del culo) que se aclara con la clarapresencia transversal homorrimadablanquisca estela baba que no paradespués de ser perfecta mi mamada.

       sTo c   id   a    r   s L   et   ra

    “Las Tres Gracias, Jasper, Suzie yGill”,

    Del LaGrace Volcano. Londres.

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    El Molle

    Siempre nos jode lo mismo

    Siempre nos jode lo mismo,Se acaba el agua en la ducha,

    Se apaga el ordenador antes de salvar el archivoO nos quedamos sin cena

    Siempre nos jode lo mismoPero a veces nos joden también cosas nuevasEl universo no repara en crear nuevos átomos que viajan millones de kilómetrospara venir a jodernos los jueves o los martes

    Nunca desayuno,Nunca tiendo la cama,Trabajo todo el día frente a una máquina,Como otra máquina.

    Como lo que puedo Y ahora hasta cuento las caloríasO los gramos de azúcarO el sodio o el benzoato de potasioO las horas que faltan,Presiono dos minutos al microondas

     Vivo en un país grande y jodidoLleno de gente grande y jodiday algunos enanos y magnatescanallas,asesinos,agachados,

    lameculos,acomplejados inmundos,que se organizan y trabajan sin descanso para jodernos mássiempre.

    Hoy no estoy contento.Mi patria merece una mejor patria,mi mundo merece un mejor mundo,yo merezco ser un mejor yo mismo

     Y cada día, lo que fui ayer me alcanza y me repitey roe mis nubes arreboladas,se acaba mi cereal para la cena,se baña con el agua que me tocaba, jode cuanto puede ,sin descansoInsomne,carnívorosin hambre,como sombra,como siempre,diarioo cada jueves,no importa,siempre nos jode lo mismo.

    Por Marco Villavicencio@marx_ferdinand

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    ollete Literario

    Por Samuel Enciso

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    La del nombre extraño. Darcy. Jonathan la llamaba

    Darza, a veces simplemente Dar. Darlina, en lu-gar de Merlina, porque para él, ella siempre habíasido Merlina Adams. La de personalidad extraña. Le pa-rece recordar la primera vez que la vio, a ella, a su Dariapersonal, con sus lentes enormes y su cabello perfectoy su boca grande y sus labios deliciosos. Ojos cafés deltamaño de su puño. Su pantalón negro que marcaba sufigura de chica de 16 años que por aquél entonces leparecía gloriosa. Y le parece que algo negro también enla parte superior, adornada con aretes brillantes a juegocon su sencillo collar. Todo aquello envuelto en una ac-titud de no saber que era bella.

    La verdad es que le encantaba.

    ¿Por qué la dejó ir, entonces?Una niña llamada Darcy que tenía 13 y parecía de 16.

    Pero él, que por entonces tenía 17, supuso que ya queeran menores los dos, en realidad no tenía importancia.La verdad es que él siempre había sido un tonto.

    Pero la ingenuidad era el aroma del mundo y la vidaera bella.

    Recuerda que fue después de regalarle un disco de AFI el día de su cumpleaños que ella al fin le dijo que síquería ser su novia.

    Lo que no recuerda es a dónde iban.Recuerda un viaje en el metro, con muchos besos de

    por medio. También una tarde floja en la escuela, miran-

    do el atardecer, tomados de la mano. Ella dijo algo quea él no le gustó y él “la calló con un beso”, como habíavisto que hacían en la televisión. Simplemente porquehabía visto que lo hacían. Pero a ella pareció gustarle. Y él se sentía medio ridículo, medio tonto por no saberque decir. También recordaba su mano sudorosa. ¿Esta-ba igual la de ella?

    Recuerda una vez en el billar. Pero de ese día recuer-da más su partida y que la dejó ir sola. Y que su amigoMartín le dijo que no estaba bien que bebiera cerveza,estando ella ahí. Él ni se lo había planteado. Pero a ellano pareció importarle.

    ¡A ella le gustaba el rock! ¡Lo que es más, el rockclásico! ¡El de los 70’s y 60’s! Con su buena dosis de mú-sica adolescentil para cortarse las venas. Lacrimosa andsuch. Jonathan disfrutaba por aquellos tiempos de GunsN’ Roses, Nirvana y Metallica. Así que estaba encantadocon ella.

    Recuerda que su profesor de química, Hugo Arre-dondo Fregoso, una especie de hippie sabihondo, lehacía burla porque la había oído decir un montón deobscenidades en una sola frase. Pero a él no le importó.De hecho se prendió más de ella.

    Recuerda la vez que su padre fue por ella a la escuela.Él no quiso dar la cara, el muy cobarde.

    Las largas charlas sobre aquel programa adolescen-te de los noventas, Dawson’s Creek. Y las largas charlassobre música y Lacrimosa. Y la vez que él y un amigo,Ernesto, la sacaron de su salón con un mensaje que Er-nesto se encargó de llevarle, en medio de una clase, através de una ventana, con todo su salón observándolos.

    Recuerda cómo la miraba cada vez que podía. Cada

    vez más enamorado.Recuerda la carta que ella le dio después que él se “ledeclaró”. Después del disco de AFI. Cuando ella al finpensó que era cierto que él la quería. Desgraciadamentela ha perdido.

     Y la vez que él le pidió su teléfono. Eran sus pri-meros encuentros. La alcanzó, pues ella se dirigía a susalón. Quién sabe qué cosas le dijo, alguna trivialidadseguramente, o alguna broma tonta, y al final le pidiósu número. Entonces se dio cuenta que no traía nada enqué anotar, o con qué, y ella tuvo que sacar una pluma, yél la tomó, temblando, y como apresurado, para ocultarel miedo, empezó a anotarlo, sacudiéndose cada vez más

    fuerte, rogando que ella no se diera cuenta. Pero a ellano pareció importarle.

    O la vez que festejó como poseído él sólo, en medio dela sala de su casa, poniendo música a todo volumen. Y esque la había besado después de tanto tiempo de haber ter-minado su relación. Estuvieron charlando durante un ratosobre regresar o no. Ella se negaba rotundamente, al finalse despidieron y ella se dio la media vuelta, pero él en lu-gar de soltarla la apretó y la atrajo hacia sí. Igual que en laspelículas. Porque lo había visto en las películas. Pero nopor ello con menos intención u honestidad. Y la besó. Sesepararon como asustados, no dijeron más y cada quiénpartió por su lado. Él sonreía como idiota. Nunca supo

    qué había pensado ella. Pero aquella vez era un ganador.El más grande de todos. Llegó a su casa. No había nadie.¡Perfecto! Encendió el radio, puso uno de sus discos derock en formato MP3, de los que vendían en el metro, tannuevos entonces. Saltó y gritó y cantó de alegría.

    —Es embarazoso —me dijo Jonathan—, pero la únicacanción que recuerdo es I was made for loving you de KISS

    ¿Y luego qué?En términos técnicos: no hubo seguimiento. Ella no

    dijo nada después, él no dijo nada tampoco. No sabíaqué decir. El triunfo quedó reducido a triunfo vacío. Yel momento se perdió y se disipó en la distancia. Otropunto para la idiotez.

     Jonathan tenía la aprobación de la madre de Darcy.Una vez, después de que terminaran, estando en un

    elevador, ¿o eran unas escaleras?, le parece a Jonathanque es un día de inscripción a las clases de inglés deDarcy y él la acompañó... Bueno, estaban en el elevadory de pronto su madre, así de la nada, le dijo: “¡Ay Dar-cy!, ¿lo cambiaste a él por el ‘Salsas’?”. Ja, ja, ja. “Señora,podría besarla”, pensó Jonathan. A Darcy no le pareciónada gracioso.

    El “Salsas”. El apodo se lo había dado el viejo maestrode química, el mismo que se burlaba de Jonathan por sunovia grosera.

    Darcy 

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    Rememora y no cree que se haya aguantado la risa.Pero a Darcy no le pareció tan gracioso. Se apenó tantoque Jonathan dejó de reír.

    Recuerda el regalo que le hizo días después de sucumpleaños, que coincidió con el estreno de  Across theUniverse. Pretendía ser un disco con todo y su booklet,diseñado por él mismo. Un montón de canciones cursis

    e implorantes que incluían Sweet Child O’ Mine y I’m Stillloving you de los Scorpions.  A Message de Coldplay, fa-vorita de Jonathan, y por alguna extraña razón, Smile dePearl Jam y Letter to Hermione de David Bowie. Pero notuvo tiempo de terminarlo y le entregó muy burdamenteel disco en un estuche de esos en los que venían las pe-lículas pirata junto con el booklet impreso, cada páginadel mismo con el diseño temáticode la canción. Recuerda que ella ledijo que estaba muy padre. Perosólo porque él le preguntó.

    Claro que para entonces ella yaestaba un tanto harta de él. De tan-

    ta insistencia.Ese mismo día, luego de de-

     jarla lo más cerca de su casa quese atrevió, Jonathan le quiso de-cir que la amaba. Ella lo sabía.Él se dio cuenta, lo pudo ver ensu reacción, entonces decidió noponer ese peso en ella y terminódiciendo:

    —Quiero que estés en mi vida.¬¬¡No Mames! “#mejornipinchesnazco”, dirían ahora.

    ¿O sea qué pedo?

    Ella le dijo que ahí estaría. Y ha cumplido —dice Jo-nathan sonriendo—. Y se lo agradezco. El mundo seríamás oscuro sin ella.

    Recuerda entonces la vez que pensó que era un gordoque tal vez no se la merecía. Caminaban hacia la salida dela escuela, ellos dos y detrás un grupo de amigos del salónde ella. De pronto ellos los llamaron y Jonathan no queríair. Uno de ellos gritó: “¡Dile a tu galán que venga!”.

     Jonathan lo interpretó como una burla. Y se negóa ir con más vehemencia. Ni siquiera recuerda porquéquerían que fueran con ellos. Pero se sabía gordo y nadagalán. Es increíble y estúpido que recuerde eso, pero lorecuerda. Se sintió vejado, aunque no lo supo precisa-mente en ese momento. Sólo sabía que estaba muerto depena. ¿Ella era la culpable de que lo hubieran llamadoasí? Al contármelo, Jonathan tiene una mirada agria. “Es-taban celosos”, me dice. “Ella era en verdad muy linda. Yyo lo interpreté de la manera más pendeja”.

     Y recuerda la vez que la terminó. Porque sí. Porquecreía que casi no hablaban, porque creía que ella se abu-rriría pronto de él. Porque él no sabía qué hacer. Era unidiota nuevo en ese tipo de cuestiones. Simplemente nosabía qué hacer. A sus amigos les decía tonterías como:“siento que ella está muy chavita, yo quiero que me en-señen”. Sí. Era de ese tamaño su estupidez. Pero estaba

    más lleno de inseguridad que de grasa corporal y no losabía. No sabía tampoco cuánto lo quería Darcy. No sa-bía que iba a romperle su corazón de 14 años.

    Tiempo después se enteró por un amigo que ella lehabía llorado. Y por otro amigo se enteró que ella loquería lo suficiente como para que fuera el primero. Ellahubiera sido su primera también.

    —¿Alguna vez has pensado qué momento cambia-rías de toda tu vida si tuvieras la oportunidad? —mepregunta Jonathan.

    —Claro que sí. Todos lo hemos pensado —le res-pondo.

    —El mío es ese momento —me dice muy seguro—.Ningún otro.

     Y todos aquellos intentos de Jonathan por recuperarla. Y todala tristeza y toda la pena que fue-ron reales, pero tan patéticas y queencima le duraron años. Me pre-gunto si ya se lo habrá perdonado

    él mismo.Recuerda haberle prometido que

    el regalo del disco iba a ser la últimavez que la molestara. El último desus intentos, pero sabía que siemprehabitaría su memoria y su corazón.

    La perdió.Dice que hablan muy seguido,

    pero que nunca la ve. Dice que ellaparece ser feliz con su novio. Jonathan no ha encontradoa nadie. Quizás como castigo supremo.

    —Una vez —dice Jonathan— toqué con mi banda yla invité, Darcy y su amiga parecieron disfrutarlo mucho,

    no así su novio.Los amigos de Jonathan le dijeron que Darcy no lo

    dejaba mirar con algo más que admiración. Pero él nolo creyó. O más bien no quiso hacer nada al respecto.Hacía tantos años de todo. Era terreno peligroso para ély si ella estaba bien, qué mejor.

    Tiempo después la vio, fueron por una cerveza y élse dio cuenta con asombro y ternura que ella conservabacierta ingenuidad de su adolescencia. Quizá fuera el ecodel recuerdo, pero era verdad. Y esa manera de hablar,su voz tersa y su manera de pronunciar la “s”.

    Como sea, Jonathan dice que ya ha aceptado su des-tino funesto. Y que ahora sólo le quedan ganas de joder-se a la vida tanto como ella se lo ha jodido a él por serun idiota. “Bien merecido, me lo tengo”, dice y le da elúltimo trago a su cerveza en medio del ruido del RockCenter, el lugar donde lo encontré. “Durante muchotiempo todos mis amigos me dijeron que había sido unidiota por dejarla ir, pero que te lo digan no hace mella.Saberse un idiota es lo que hace mella. Saberse un idiotay no saber qué hacer para dejar de serlo”.

    —“Todo es parte del cambio. No se puede ser unidiota por siempre, ¿o sí?”

     Y yo que soy un cínico, enciendo un cigarro sin res-ponder, pero mi sonrisa no se le escapa.

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    Por P.I.G.@Espermatozombie

    En una alejada región del sur del continente,cerca del fin de nuestro mundo, se haya unapequeña comunidad, cuya principal particu-

    laridad, más allá de la complejidad de sus tierras ymás aún de sus pobladores, se centra principalmen-te en una tradición milenaria: el pan de muerto, quees estrictamente pan hecho a base de carne humanade los no vivos.

    El procedimiento para cocinar este típico platilloha sido el mismo desde un inicio: se acude a cual-quiera de las fosas comunes que existen en el pueblo(que no son otra cosa que simples orificios en la tie-rra donde son abandonados los cuerpos ya sin vida

    de personas desconocidas), para hacerse de algunoscuerpos cuasi frescos, previa selección de entre lasdecenas que en el lugar suelen haber.

    La gente opta por hurtar los cuerpos durante lanoche, ya que el robo en esta entidad es una ac-ción muy criticada por la población, no así el uso decuerpos para hacer alimentos, práctica que es muyhabitual. En fin.

    Una vez seleccionados, los cuerpos más aptosson llevados de inmediato a casa donde ya los esperala madre de familia, impaciente en la cocina para po-ner manos a la obra. El cuerpo es despojado de susropajes (si es que alguno ha sido abandonado con

    vestimenta), posteriormente es roseado con aceite yquemado lentamente con un soplete por encima dela piel para deshacerse de los bellos y de esta formatambién despegar la primera capa de carne.

    Posteriormente se procede a eliminar el excesode piel quemada con un cuchillo delgado; el pro-cedimiento es muy semejante a pelar zanahorias opapas, aunque mucho más delicado, ya que se debeestropear la menor cantidad de músculo posible sise quiere aprovechar lo más que se pueda la carnedel cuerpo.

    Mientras se lleva a cabo tan sigilosa tarea, las muje-res entonan las canciones creadas exclusivamente paralos muertos. Se cree que antiguamente los pobladores,al cocinar los cuerpos, les cantaban como muestra degratitud por permitir formar parte de los alimentos deuna familia entera, además de que tenían la creenciade que con el canto los músculos se destensaban y lacarne se volvía más dócil y fácil de manipular.

    Hoy en día se puede ver a toda la familia cantan-do en torno a la mesa de donde escurren líquidoshumanos, los cuales inmediatamente son removidospor los niños, que, en un intento por formar partede la tradición, cantan y cuentan chistes a los oídosde los muertos para inmediatamente salir corriendo

    con una sonrisa tímida dibujada en el rostro y reto-mar el juego en el patio de la casa.Mención aparte merece el ritual que envuelve el

    proceso de corte y selección de extremidades ya que,como es de esperarse, no todo el cuerpo sirve paraser cocinado dada la escases de carne en algunas zo-nas corpóreas, como las manos, los pies o la cabeza,razón por la cual son separados del resto del cuerpoy desechados sin el menor reparo.

    Una vez que han sido seleccionados los retazosque servirán como masa, se inicia el desprendimien-to de la carne del hueso, procurando no mezclar lacapa de grasa que los cubre con los músculos, pues

    tiende a amargar la carne, lo que convierte al panen un alimento incomible. Si ello llegase a ocurrir,es necesario comenzar desde cero y seleccionar denueva cuenta el cuerpo en fosas comunes, situaciónque se complica si se considera que en esta época delaño los cuerpos muertos escasean.

     Antes esta situación era un poco distinta. Según lashistorias que se cuentan, el pan sólo podía cocinarsecon la carne del familiar difunto, por ello era necesarioesperar a que el padre o el abuelo fallecieran por estosdías para poder disfrutar de su carne aún fresca. Si elfamiliar moría meses antes o meses después, la carneresultaba un desperdicio, ya que sólo y tan sólo en esta

    época del año era tradicional cocinar el pan. En esascircunstancias, la carne cumpliría el acelerado procesode putrefacción, y nadie es tan mentalmente enfermopara comer carne humana… podrida.

    Por ese y otros motivos, la gente comenzó aabandonar la tradición y optó por cocinar ya no sóloel cuerpo del consanguíneo difunto, sino también eldel extraño, el del muerto anónimo que tan frecuen-te es en este mundo. Algunos, incluso, se atrevierona experimentar con carne animal siguiendo la mismareceta, aunque no funcionó: el sabor no era el ade-cuado, la sangre coagulaba rápidamente y encima detodo tildaban de locos a aquellos que se atrevían acantarle al buey o al caballo muerto, pues nadie eneste mundo canta frente a un animal muerto.

    Retomando el punto central, ubicándonos justoen el momento del desmembramiento, de este largoproceso brotan infinidad de inmundicias del interiordel cuerpo mutilado, lo mismo orina, saliva, grasa,en ocasiones heces fecales, líquidos que cubren lasvísceras ahora inservibles, o hilos de sangre que pa-recen no tener fin.

    Esto último resulta un recurso muy bien apro-vechado por las cocineras, que tratan de no desper-diciar ni una gota de hemoglobina, ya que es pre-

    Pan de muerto

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    cisamente la sangre la que servirá como principalingrediente para el producto final, lo que permiteque la carne no se endurezca tan rápido, además deque, dicen los pobladores, es el líquido purpura elque le da el sabor característico e inigualable al pan.

     Ya con muslos, torsos y brazos perfectamentedespellejados, separados del hueso y delicadamente

    flagelados, la carne se deja reposar por espacio deuna hora en agua con sal y especias silvestres, lo quedota de un sabor característico a la carne. Duranteeste tiempo, la familia entierra los restos del cuerpoque no fueron utilizados (vísceras, piel y extremi-dades), a menos que el hueso de una pierna puedaservir para detener la silla rota o como espada con laque los niños suelen jugar.

    La carne comienza a desprender un olor fétido,lo que indica que es momento de proseguir con laparte final de la receta. Se saca la carne del agua consales, que para entonces se ha comprimido bastante(eso explica la extrema demanda de cuerpos muer-

    tos en el pueblo). Se seca con hojas silvestres y deinmediato comienza a amasarse, al tiempo que se leagrega la sangre a punto de coagulación y un pocode jugos gástricos.

    Las manos expertas de las mujeres serán el factordeterminante para el resultado final de la tarea; estaparte del proceso definirá si el pan de muerto realmen-te sabe a carne humana o tendrá el mismo final que elresto de los desechos humanos: el detestable entierro.

    Se preparan los moldes, se encienden las hoguerasdonde se horneará y tomará consistencia el pan. Lasmanos se agitan y se mezclan con la carne delicada-mente picada en trozos, de la que todavía destilan pe-

    queños chorros de sangre. Por un momento se vuelveimposible diferenciar entre la carne viva y la muerta. A la masa uniforme se le agrega una cantidad casi in-significante de harina para no restarle sabor.

    De inmediato se vierte en recipientes y se entre-ga a las llamas que comprimen aún más la carne.El aroma se desprende de inmediato y contaminala estancia. En estos días es muy común percibir elcaracterístico olor de la carne quemada en el pueblo;la gente lo conoce, lo disfruta, sabe que alguien porahí disfrutará del festín que ha deleitado paladarespor tantos años.

     Ahora es momento de descansar un poco y espe-rar a que el fuego haga su parte.

    Minutos más tarde, el pan está listo, la labor detantas horas se ve reflejado en un pequeño recipientecon un trozo considerable de pan, aunque apenassuficiente para una familia entera, pero ese es el ob- jetivo: alimentar sólo a la familia que se ocupó de larealización del platillo, porque, según la tradición yla costumbre del pueblo, sólo las manos dedicadasal cultivo y proceso creativo del pan de muerto me-recen comer de él.

    ¿Cultivo? En efecto, dada la carestía de cuerposmuertos muchos se han dado a la tarea de asesinar

    gente con el único propósito de tener materia prima justo en esta época del año, lo que desde luego noimplica una batalla intestina por conseguir víctimas,aunque si así fuese no sería en nada criticable por lospobladores de la región.

    Según se cuenta, el pan de muerto es una de-licia a la que todos tienen derecho alguna vez en

    su vida, pero a la que no todos acceden. Muchosla experimentan año con año, pero para ello es ne-cesario procurarse un poco de vida a sabiendas deque posiblemente, en un momento determinado, sepasará a formar parte del alimento de una familiadesconocida.

    ******

    Nadie fuera de ese círculo sabe a ciencia ciertaa qué sabe el pan de carne muerta. Muchos han in-tentado probarlo pero, como ya hemos mencionadoanteriormente, son sólo los pobladores quienes tie-

    nen derecho a disfrutar de este manjar.Una ocasión, un grupo de turistas se aventura-

    ron a averiguarlo y sólo uno de ellos pudo comer deél; quedó enmudecido de por vida al enterarse queaquel pan había sido cocinado con la carne de susacompañantes.

    De esta manera se incluyó un nuevo elementoa la tradición que año con año se ha venido reali-zando en este pueblo: cocinar turistas, hecho queconsideraron los pobladores como un regalo de susancestros muertos, a quienes, en señal de agradeci-miento, se ofreció por vez primera una ofrenda conpedazos de este platillo, acompañados de agua, sal,

    bebidas embriagantes, algunas frutas exóticas y crá-neos humanos como símbolo de inmortalidad, unabella tradición que se ha procurado vida a través deltiempo y vida después de la muerte.

     Autor: Brenda Olvera

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    ollete Literario

    Por Luis Flores Romero

    *Trasformación. Transformación y ceremonia. La vida tornaangustia; la angustia, noticia; la noticia, ruido seco; la sequía,silencio; el silencio, muerte. Morir: dejar el mundo para que elmundo siga funcionando. Morir: razón de ser de los gusanos.Razón de ser: transmigraciones de todos cuantos llegan, llega-ron, llegarán. Transformación: las puertas son bocas cerradas.Luego se abren: son manos. Entra el muerto: se cierran para

    siempre. Ceremonia: abrir puertas es morir:*

    ¿Abrir puertas? Y preguntas. Una pregunta abierta. Una historiacon final abierto. No te encuentras, no estás. En ninguna direc-ción del viento, no. En los domicilios del agua, tampoco. En losrestos de la desmemoria, nunca. Abrir puertas: no ver tu som-bra. Abrir puertas: preguntar si alguien supo de tus últimas pa-labras. Descubrir que nadie nunca nada sabe. Estás detrás de laninguna puerta, esperando, esperando en la antesala del olvido:

    *Olvido que tú única labor es olvidar. En la carne muertamueren los recuerdos. Dejar inerte el cuerpo es darle pasoal desagüe donde corren las memorias. Olvidar es asunto de

    los muertos. Olvidan ver. Olvidan regresar a casa. Olvidan elpan y tener hambre. Olvidan los zapatos, para qué sirven loszapatos, los pies y el camino. Olvidan sus tropiezos, dormir,despertar. Olvidan pertenecer, deshacerse de sus pertenen-cias, hacer un testamento, hacerse vivos, hacer:

    *Hacer la vida para hacer de cuenta que vivimos para hacer. Vi-vir para hacer la cama, la comida, la tarea, el ridículo, el amor,las paces, el intento, el trabajo, el tiempo. Vivir para concen-trarnos en hacer. Nacer y desperdiciarnos en hacer. Nacer parapensar que todo está por hacer. Hacernos más oscuros hasta noencontrarnos, hasta dar la vida por hacer, hasta creernos queeste mundo es un hacer continuo. Hacer hasta cansarnos y alfin cansados deshacernos del hacer y solamente ser:

    *Ser desde adentro. Cuando ya no hiciste nada, comenzaste aser. Vibras con tu ser. No vienes ni regresas, no te distraes, notraes pendiente alguno. Tu muerte nos quitó la falsa idea deque fuiste cuanto hiciste. En realidad no fuiste, sino eres. Tuser no tiene tiempo, está sin importar si haces o no haces. Tuser no se lo come el tiempo. Perdimos tus quehaceres, tu serno tiene pérdida.

    *¿Pérdida? Extravío. Eres atemporal porque eres el extraviado.El extravío no pasa: está afuera del tiempo. Tu silencio: un

    viaje más allá de todos los vivientes y murientes. No te pedimos nunca: existes más allá de tu retrato, en la tensión algún instante. Tu muerte no es la sucesión de eventos sinla elasticidad de uno solo. Aumentas con tu muerte. Fincaestás como una deuda:

    *¿Deuda? Deuda congelada. Todos tienen algo que deberte. D

    ben recordar lo mucho que te deben. ¿Cómo convertir la deua términos terrenos cuando ya te cimentaste en un lugar qestá afuera del reloj? Eres la otredad, el salto, el abandono demismo. Tú sólo quedaste en deuda contigo. Te quedaste a dber mucha vida. Encima de tu muerte sucede la transmigracide sensaciones, entornos, entidades. Abajo: sólo estás comosustrato anecdótico: prolongación de nuestros insomnios:

    *¿Insomnios? Pesadillas insidiosas en la duermevela. Vigiliabostezos que hablan en la lengua de tu distancia. Las historque nos inventamos son el dato fuerte de ignorar qué fue ti. La ausencia tuya se infla en cada respiración. El único dacierto: te localizas en nuestra incertidumbre. Tendido en

    abandono. Entendido en lo difuso. Desentendido del tiempNo por ello dejas de ser lenguaje y el lenguaje es tiempSubyacerás en cualquier discurso, mientras tengamos habl

    *¿Habla? ¿Alguien sabe si aún habla? ¿No? ¿Nunca? ¿

    una señal? ¿Se ha ido? ¿Irremediablemente? ¿A dónde? ¿Salt¿Hacia qué parte? ¿De la música del cuerpo a la música de lestrellas? ¿Es por eso que dicen que somos apenas una nota la sinfonía cósmica? ¿Estamos aquí para saltar a las estrella

    *¿Las estrellas saben dónde estás? Saltar del individuo a la Undad es todo cuanto hacemos. Sólo somos para el salto. Nsabemos ser sin salirnos de nosotros. Salirse: insertarse en

    polifonía de los astros. La existencia: caminar para el grsalto, para el canto con el Uno. El Uno canta con las muertsucesivas. El Uno vibra por nosotros. Es un encantamientoque nos lleva a querer escaparnos hacia el Uno. El miedo amuerte es el vértigo de ser uno con el Uno:

    *¿Uno? ¿Por qué canta uno? ¿A quién le canta uno? ¿Q

    hace uno en medio de tanto nomeacuerdo? En los movimientde la tierra hay alguno que me nombra. Está dictado mi últimlugar en una de estas ocultaciones. Uno sigue con la confusióde sus pasos. Uno está en veremos. Uno está cantando su sode tierra. Sólo la tierra al final sabe qué fue lo que cantamos

    *¿Cantamos? El canto de los vivos es un diverso grado

    fascinación. Su grado de absurdez idéntico a su fascinacióNo hay fijeza que pruebe el infinito. Sólo hay accidentes pguntados. La vida: interrogación cambiante. La vida: toaquello que no ha sido. La muerte: todo. El juego de cavivo es auténtico, pero todos se igualan por vivir en la geogrfía de lo indefinido. Los razonamientos son menos eficientque las piedras de una tumba. Piedras: nuestras reflexionReflexiones: el reflejo de nuestra involuntaria carrera de spolvo. Piedras: estado anterior del polvo. La vida: un caery transformarse sin saber cómo dónde cuándo. Después todo: esto. Ya no habrá transformación.

    Lápida

    redonda

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    Por Paul Martínez@[email protected]

    L a muerte como fenómeno naturalpuede ser sencilla de descifrar; agrandes rasgos significa el fin ab-soluto de un orden físico. La estructuraque permite la vida deja de ser funcionaly lo que era un ser vivo pierde la consti-tución mínima para sostener el nombre.Todo lo que alguna vez vive confluye eneste destino. Sin embargo, aunque re-

    sulta un elemento común para todos losseres vivos, no resulta tan sencillo deli-mitarla cuando comenzamos a situarnosdentro del plano cultural.

    Resultaría cuando menos ociosohablar aquí de la importancia que sele otorga a la muerte como elementoconstitutivo de la cultura. En el mis-mo sentido, la literatura se ha servidode la muerte como tema en multitud deocasiones, no en vano Rulfo llegó a afir-mar que, junto con el viaje y el amor,la muerte conforma la tríada de grandes

    temas sobre los que se construye todaliteratura.

    De la vasta tradición cuentísticasobre la muerte, me permitiré extraercuatro ejemplos que han llamado par-ticularmente mi atención, en principioporque me han causado una especialfascinación al encontrarlos y ademásporque en ellos he encontrado puntosde inflexión que permiten acercarnos aella de una manera no tan trágica y aveces incluso cómica.

    A cada cual su hora, a cada cualsu momento, a cada cual su lugar.El primer texto es una adaptación deGarcía Márquez que aparece original-mente dentro de la tradición oral deMedio Oriente, La muerte en Sama-rra.  En este pequeño relato GarcíaMárquez nos cuenta cómo uno de loscriados del Sultán acude a él con unaexpresión de terror en su rostro, —Hevisto a la muerte amenazarme en elmercado, cuenta el criado al Sultán. El

    Sultán, piadoso, otorga un caballo y di-nero a su criado, y lo envía a Samarra,un lugar lejano, donde la muerte no loalcanzará. Más tarde ese mismo día, elSultán se encuentra con la muerte, ala cual reclama el gesto que ha tenidocon su criado. Sorprendida, la muer-te responde al reclamo objetando quede ninguna manera había amenazadoal criado sino que por el contrario sehabía mostrado sorprendida por verlo

    ahí, pues había de recogerlo, para esamisma noche, en Samarra.La idea de lo inevitable de la muerte

    aparece en este relato suavizada por laironía. Todos tendremos una hora paramorir, sin embargo no hay nada quetemer sino hasta que esa hora llegue.Pensar en la muerte como un destinofinal debería otorgarnos la facilidad devivir mientras ese destino llega. Dos ges-tos aquí nos dan la clave, en principio,

    La inevitable costumbre de morirse,cuatro cuentos para seguir volando

     Autor: María BazanaTécnica mixta.

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    sólo aquel que sabe que su muerte estácerca, teme por su vida. El criado al verla muerte huye aterrorizado, sin saber-lo, hacia ella. El Sultán, sabedor de quesu hora todavía no llega, al encontrarla

    no duda en acercarse a ella, e inclusollega a increparla por molestar sus inte-reses, en este caso, por asustar a su cria-do. La ignorancia del momento exactoen que llegará la muerte parece ser laclave para una vida sin sobresaltos, encierto modo, la incertidumbre en quenos mantiene es también un oportunopasamano.

    Nada se acaba hasta que se acabaEl siguiente texto lo encontré por pri-mera vez en un libro de texto cuando

    cursaba la primaria, probablementemi primer acercamiento literario a lamuerte. El cuento se llama Francisca y la muerte, y ahora que vuelvo a él,encuentro algunas referencias que lositúan dentro de la tradición oral delpueblo cubano. Aunque el relato es cor-to, trataré aquí de ofrecer una versióntodavía más resumida.

    La muerte llega al pueblo a buscar aFrancisca, a quien le ha llegado la hora,es de mañana y sólo ha venido por ella. Al llegar a casa de Francisca la enteran

    de que ha salido a la faena, la muertepregunta a dónde podrá encontrarla yse lo indican, lleva sus huesos a don-de las señas le han dicho, pero al llegarsólo encuentra el trabajo de Franciscapero no a Francisca, esta escena se re-pite a lo largo de la jornada pues Fran-cisca no se detiene y va de una tarea aotra, dejando sólo la huella de su traba- jo. Al final del día, la muerte cansadade ir tras Francisca maldice su suertey regresa sin haber cumplido su tarea.Francisca afirma al final del cuento, queno es posible morirse porque siemprehay cosas por hacer.

    La idea de la muerte como algo in-evitable se pone aquí por primera vezen duda, ¿cómo hemos de morirnos sitodavía no terminamos los quehaceresde la vida? Vivir entonces se vuelve unaobligación, la tarea de vivir como algoque no podemos postergar y que inclusoes, en importancia, superior a la muerte,que en este caso, no es otra cosa sino laúltima tarea a realizar. Aunque segura-

    mente no pensaba en eso en mi primerencuentro con este cuento, recuerdo sinembargo el agradable sabor de saber quees posible engañar a la muerte a travésde la vida. Nuevamente aparece el ges-

    to de la ignorancia, disfrazado aquí deindiferencia. Francisca no muere, sen-cillamente porque ignora que la muer-te existe, es indiferente a ella pues dealguna manera conoce su único deber,vivir. ¿Qué es la muerte? La muerte es laúltima tarea de vivir.

    La eternidad y el instanteEl siguiente texto resulta ligeramenteperturbador, a recomendación de algu-na amiga leí a Cortázar, Una flor amari-lla, era el nombre del cuento. Cuando lo

    encontré, yo aún desconocía el mito deleterno retorno y la existencia de Nietzs-che, así que la lectura de este texto mesumió en reflexiones, hasta ese momen-to poco sospechadas, sobre las posibili-dades de la muerte y en mayor medidasobre las posibilidades de la vida.

    Parece broma, pero todos somos in-mortales, así comienza el relato deCortázar, luego nos cuenta cómo le hasido revelada tal verdad. La triste his-toria de un hombre que se ha encon-trado con su avatar y le ha visto morir.

    Este incidente, producto, según nosdeja saber, de un error en el mecanis-mo que rige el universo, y que consisteen la aparición de un avatar simultá-neo en lugar de uno consecutivo, poneen tensión la propia definición de lavida y la muerte.

    Cortázar seguro conocía el mito deleterno retorno de Nietzsche y ofreceentonces una variación consecuentea su literatura de excepciones, imagi-na la posibilidad del intersticio. Si enNietzsche la idea de la muerte aparecepor negación, es decir, por el hastío o larepetición, Cortázar ajusta el mito a laexcepción y entonces la muerte aparececomo el único acto original.

    Este juego perturbador pone en en-tredicho la idea de la muerte como unelemento universal y parece decirnosque la vida en realidad es la muerte, yque la muerte resulta ser lo único dadoa vivir. El título del cuento nos da unapista del sentido del cuento, que másadelante se revelará con claridad, el

    personaje al darse cuenta de su motalidad, mira con atención hacia uflor amarilla, comprendiendo que emirada es un acto excepcional, pues será repetido por algún sucesivo avat

    La vida entonces es una lenta agoníacada segundo, cada acción, no es mque una pequeña muerte que se acmulará hasta completar la definitivSin saberlo, en Cortázar leía por esdías, como a través de un puente, dde las más representativas ideas sobla muerte, de Nietzsche a Heideggdel hastío de lo eterno a la angustia lo efímero.

    El último en salir ya no tienesalida

    El último de los cuentos que ahora prsentó, juega nuevamente con la posiblidad de la inmortalidad. Aprovechanla brevedad del texto, me permito reprducirlo completo.

    Después de la guerraEl último ser humano vivo lanzó

    última paletada de tierra sobre el úmo muerto. En ese instante mismo suque era inmortal, porque la muerte sexiste en la mirada del otro. Jodorowski, a su modo, nos

    también la inmortalidad. En un sen

    do estricto, la muerte es algo ajenolos muertos. Niega en absoluto la psibilidad de morir sin la existencia la cultura, es decir, sin la existencde los otros que puedan vivir nuestmuerte. Transformando así a la mueren un aspecto enteramente cultural,muerte física, nos dice Jodowoski, nexiste. Todo sencillamente se transfoma, la materia muta. La muerte resuser una costumbre que sólo tenemlos humanos.

    Nadie sale vivo de aquíLa concepción de la muerte varía de cutura a cultura y a menudo incluso de individuo a otro, cómo la experimetamos y de qué manera nos relacionmos con ella a lo largo de nuestra viresulta, sin embargo, determinante nuestras conductas cotidianas. Sea qla aceptemos como un fin definitivoindividual o como un elemento trantorio y cultural, la muerte siempre espresente en nuestras vidas.

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    do, muy del gusto de los coleccionistas. Supariente cercano es otra librería de lancecon una inolvidable y poética denomina-ción de “La Guarida de las Maravillas”, enla que atiende la enorme sapiencia de supropietario, Julián Lorenzo Pérez. Qué in-menso placer entrar en un lugar así y sen-tirse rodeado de lo más encomiable que el

    hombre ha producido. A veces resulta algo inaudito y afortu-

    nadamente surgen más refugios para esasmaravillas que son los libros. En Palma deMallorca, por ejemplo, la librera del Savoyha querido acoger a todos los que deseenhusmear, pulular, curiosear e indagar enese pozo literario, regentado por una mu- jer, María Riutort, que abrió su propio esta-blecimiento en el local donde antes estuvola inolvidable librería Bonaire.

    Pero el mérito por antonomasia a laperseverancia —pues han tenido que so-

    brevivir, desde 1968, a todo tipo de ava-tares— se lo llevan María Teresa Castellse Ignacio Latierro de la li-brería Lagun, en Donostia-San Sebastián. Su antiguolocal, situado en la Parte Vieja, fue objeto de innu-merables ataques y tuvoque cerrar tras el atentadoque sufrió el marido de unade sus dueñas, José RamónRecalde (Donostia, 1930)—luchador antifranquistaen su juventud y consejerosocialista del Gobierno Vas-co desde 1988 a 1995—, para trasladarse aun zona más tranquila, donde actualmentesobrevive, no sin alguna dificultad.

     Y hablando de permanencia, es todauna satisfacción comentar que, tras 165años, todavía está muy viva en Burgos lalibrería “Hijos de Santiago Rodríguez”, fun-dada en 1850 por un joven de 20 años lla-mado Santiago Rodríguez Alonso, conside-rada como la más antigua de España. En su

    Tras 165 años, todavíaestá muy viva en Burgosla librería “Hijos deSantiago Rodríguez”, fundada en 1850 por un joven de 20 años llamadoSantiago Rodríguez Alonso,considerada como la másantigua de España.

    Experimentos ilusoriospara reconvertir las libreríasPor Manu de Ordoñana,Ana Merino y Ane Mayoz

    C uántos y cuántos espacios queguardan, protegen y muestran li-bros permanecen en nuestra retinacomo lugares únicos, envolventes. Y es quequizá sea esta la razón por la que se han lle-nado tantas y tantas páginas en torno a estemismo tema. Por eso, un dato que ha sidonoticia en la prensa especializada merece

    una pequeña reflexión: el último año cerra-ron 912 librerías en España frente a las 226que se abrieron. Es muy difícil determinarel éxito o el fracaso. Se mantienen, se rea-bren, se reinventan, se cierran….

    En ocasiones, como ocurre en el casoque vamos a mencionar, el problema delcierre no viene por la renta que deben pa-gar ni porque la librería no esté especiali-zada —que lo está y además en un géneroque continúa en boga— ni porque no tengavisitas. Tras 13 fructuosos años, a primerosde octubre desapareció la librería Negra y

    Criminal, de Barcelona. Paco Camarasa yMontse Clavé anunciaron el cierre un mesantes mediante un sentido artículo en sublog, bajo el título “Gana el mercado, pier-den los lectores”. No cabe duda de que hancumplido con todos los requisitos, pero…las ventas se las llevan otros.

    Es posible que, en este caso, la ubica-ción de la librería haya tenido alguna in-fluencia. El barrio portuario de La Barce-loneta no es quizá el lugar más adecuadopara una librería especializada, ahora quehay que competir con los libros digitales ylas tiendas online. Así lo entendió Miguel Ángel Díaz que, sabiendo lo que atrae, seatrevió a crear hace dos años Somnegra,una librería online para vender exclusiva-mente novela negra… y parece que le nole va mal.

     Y el rótulo, ¿es importante para teneréxito? Parece que sí, aunque detrás tieneque haber algo más. Bajo el sugerente nom-bre de “El Asilo del Libro” se esconde en Valencia una tienda que te adentra en elmundo fascinante del libro antiguo y usa-

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    inicio fue además editorialgracias a una máquina im-presora que compró, la másmoderna del momento.

     Y es que las cifras can-tan. Según el informe “Ob-servatorio de la librería en

    España”, publicado por laConfederación Españolade Gremios y Asociacio-nes de Libreros (Cegal),en 2014 existían 3 mil 650librerías independientes,

    frente a las 5 mil 887 que había en 2012, y7 mil 074 en 2008. Aun así, España ocupael primer lugar en Europa por número delibrerías (muy por delante de países como Alemania, Italia y Francia) y el segundopor número de librerías por habitante, de-trás de Chipre, lo que confirma la escasa

    dimensión que afecta a la industria espa-ñola. Las 3 mil 650 librerías identificadasestán situadas en 807 municipios con unapoblación de 35 millones de habitantes.De lo que se desprende que la inmensamayoría de municipios (7 mil 310), en laque viven casi doce millones de personas,no tiene ninguna.

    Para intentar dar la vuelta a la situacióny a la vez mejorar y fortalecer la situaciónde las pequeñas librerías existentes, el Mi-nisterio de Educación y la Asociación deCámaras del Libro han puesto en marcha

    el Plan Integral del Fomento del Libro yla Lectura, cuya primera medida ha sidocrear el Sello de Calidad de las librerías,con el fin de proteger uno de los sectoresmás frágiles del sector, que se podrá ob-tener a partir del mes de diciembre. Losrequisitos para conseguir este sello tienen

    como mínimo las siguientes condiciones:el 60% de los ingresos económicos de di-cho espacio debe provenir de la venta delibros, debe estar abierto 10 meses al año,por lo menos, tener unas existencias mí-nimas de 6 mil referencias distintas en elcaso de librerías generalistas y 2 mil 500en las especializadas. Pero no está claroque esta iniciativa, por sí sola, vaya a so-lucionar el problema.

    Son varias las causas que explican eldeclive de la lectura en España. Una deellas es el cambio de hábitos del públi-

    co hacia otras formas de entretenimiento;otras son la competencia de las tiendasonline, el libro digital, la crisis económicay… el precio. Sí, posiblemente, el preciodel libro es uno de los motivos más po-derosos… un precio demasiado alto. Yeso, poco a poco, a lo largo de los últimosaños, ha inducido la indolencia del ciuda-dano y provocado la caída de las ventas.Cuando un libro está ilustrado o se ve quesu edición ha sido muy cuidada, se apre-cia su valor y no se rebate el precio. Perola mayoría de los libros que salen al mer-cado no posee esas propiedades y sí uncoste elevadísimo. Una experiencia quepromete es la que practica desde hace dosaños la librería Tuuu en Madrid con loslibros de segunda mano: el precio deja deser un obstáculo, ya que lo pone el propiocomprador. Habrá que esperar para ver elresultado.

    Pero no todo son desventuras. Existeuna librería cuyo éxito es incuestionable.Su puerta tiene todos los días unas colasinterminables. Los que esperan llegan in-

    Son varias las causas queexplican el declive de la

    lectura en España. Una deellas es el cambio de hábitos

    del público hacia otras formas de entretenimiento;

    otras son la competencia delas tiendas online, el libro

    digital, la crisis económica y… el precio.

    Librería Tu

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    El Molle

    Obtenido de: http://serescritor.com/experimentos-ilusorios-para-reconvertir-las-librerias/?utm_campaign=articulo-300&utm_medium=email&utm_source=acumbamail#sthash.puzRgNZe.dpuf 

    Publicado con la autorización de los autores

    cluso a pagar tres euros por entrar en ella yhacerse una foto en su célebre escalera, enla que se dice que se inspiró J. K. Rowlingpara escribir Harry Potter . Se trata de la his-tórica librería Lello e Irmao, situada en elcentro histórico de la ciudad de Oporto.Por su valor histórico y artístico, Enrique Vila-Matas la describió como “la libreríamás bonita del mundo”.

     Aun así, el futuro es incierto y no esimposible que un día lleguemos a viviren ciudades sin librerías. Ante esa ame-naza hay quien apunta hacia soluciones

    volantes como albergar las librerías enconstrucciones ligeras, cercanas y trans-portables, a modo de bibliotecas ambu-lantes, como son los puestos del Rastromadrileño o del Mercat de Sant Antoni.Es lo que hace Martín Murillo, de 42 años,con su Carreta Literaria, la única carretade Colombia que transporta libros. Nolos vende, los presta. Este nuevo Quijote,sensible y soñador, estaciona su carreta enel Parque Bolívar de Cartagena de Indiasy cumple su misión de divulgar la culturadurante 10 horas al día, los 7 días de lasemana, y los 365 días del año.

    En la misma Colombia, el maestroLuis Soriano lleva casi 10 años acercan-do la cultura a lugares apartados del de-partamento de Magdalena, a los que nollega ningún vehículo y sus habitantes notienen forma de acudir a las poblacionesque tienen bibliotecas. El domingo cargade libros las alforjas de sus biblioburros,

     Alfa y Beto, y sale al en-cuentro de los niños queviven en las montañas conla pretensión de despertarsu imaginación y poner unpoco de color en sus vidasgrises. Dice que esos niños“atravesados por la violen-cia”, necesitan asomarse alas maravillas que encie-rran los libros.

     Y en el Sahara, el pro-yecto Bubisher (en el desierto, el “bubis-

    her” es el pájaro que trae la buena suer-te) empezó a funcionar en 2009 con unbibliobús cargado de libros que recorríalos campamentos de refugiados saharauispara que los niños, los jóvenes y los adul-tos tuvieran acceso a ellos. Hoy ya son treslos bibliobuses rodantes y dos las biblio-tecas fijas, con el propósito de extendersea todos los campamentos para difundir lacultura y, al mismo tiempo, crear puestosde trabajo como bibliotecarios, animado-res a la lectura y maestros.

    ¿Es lícito cuestionar el modelo actualde negocio de una librería? ¿Y si en vez deser infinitas y monumentales, fueran livia-nas y portátiles? Si la novela no es más queuna etapa en la historia de la narración, ¿noson las librerías sedentarias una anomalíamoderna?, Librerías nómadas, bibliotecasambulantes, ¿por qué no? La reconversiónsiempre será mejor que la extinción. Al fi-nal, ¿no estamos hablando de libros?

    El Sahara, el proyectoBubisher (...) empezó a funcionar en 2009 conun bibliobús cargado delibros que recorría loscampamentos de refugiadossaharauis para que los niños,los jóvenes y los adultostuvieran acceso a ellos.

    Proyecto Bubisher 

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    La tercera fue la del pasado martes3 de noviembre en que se le rindió unhomenaje en la sala Manuel M. Poncedel Palacio de las Bellas Artes, en la queparticiparon los escritores MauricioMontiel Figueroa, Guillermo Fadanelli,Miguel Ángel Díaz, Julio Aguilar, Enri-que Serna, Jorge Ayala Blanco, EvodioEscalante, Alberto Ruy Sánchez; tam-bién excompañeros del desaparecidoUnomásUno como Christa Courie, Adriana Moncada, Federico Campbell,Humberto Río Navarrete, Salvador To-rres y Raúl Urbina, entre otros, y colabo-radores como Catalina Miranda, quiense ha encargado de imprimir toda laobras del maestro Batis.

    El viernes 8 de mayo fue la prime-ra despedida, el maestro Huberto Batis,puntual como siempre, llegó a su Facul-

    Por El bolillo escéptic

    Las despedidas deHuberto Batis

    tad de Filosofía y Letras de la UNAM enla que durante 57 años fue catedrático.Leopoldo Lezama, amigo y exalumno deBatis, realizó una crónica en exclusivaen la página del Facebook, en la querelató minuto a minuto las dos últimashoras de clase del maestro Batis que ini-cia así:

    8:30 amEs fin de semestre, los alumnos entranapresurados a la Facultad de Filosofía yLetras; muchos vienen a entregar traba- jos finales, otros a presentar sus exáme-nes profesionales.

    El maestro Huberto Batis cruza elestacionamiento empujando su silla deruedas. Aunque es temprano, el calorcomienza a caer sobre la UniversidadNacional. Nadie ayuda al maestro quien

     Ydice un dicho: “Mucho se despide el que no se quiereir”, así podríamos considerar las despedidas en que haestado involucrado el maestro Huberto Batis Martínez. Laprimera despedida fue el viernes 8 de mayo, fecha en la

    que maestro dio por terminadas sus clases en la Universidad Nacional

     Autónoma de México (UNAM), después de 57 años de docencia. Ypara variar otra despedida el sábado 9 de mayo, en la que se le otorgóla medalla docente por sus 50 años como catedrático de la Facultadde Filosofía y Letras.

    empuja con esfuerzo miguelangelezcoMe acerco y le digo:—Maestro, ¿cómo está empujan

    su propia silla de ruedas?—Pues me dijeron que llegarí

    temprano, pero ya ves, en esta facult

    todo mundo es muy puntual.—Oiga, esto no puede ser, déjem

    ayudarlo.—¿Me ayudas?—Claro maestro. Pues entonces

    lo llevaré.—Serás mi escudero en mi últim

    aventura por la facultad.—Sí maestro, y es mucho mejor s

    su escudero que de Don Quijote. A eseñor ni lo conocí.

    —Déjame me acomodo. Bájale patas a esta madre, es un relajo, me sieto como Robocop.

    —Súbase maestro. Ahora Huberto Batis Martínez t

    ne quien lo lleve a su aula y está mcontento.

    —Llévame a firmar. A estas alturtodavía tengo que firmar, ¿tú crees?

    —Vamos, maestro.—Méteme ahí, en el cuartito e

    pero nos vamos a saltar toda esa gete. Todavía me hacen firmar, pero ya haré colas jamás.

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    Oye, tengo que firmar allá en el sa-lón de maestros. Llévame. Una vez meiba a madrear ahí con Rubén Bonifaz. Alrato cuento eso. Mira, acá arriba estabala cafetería hace como 50 años; habíaun piano. Al primero que conocí fue a Jorge Ibargüengoitia. Me dijo: “Mejor

    regrésate a Guadalajara, aquí no la vasa hacer. ¿Tú crees? El güey. Y mírame,aquí ando. A ver, pásame esa cosa.

    8:45 amEl flujo de estudiantes empieza a crecer;Batis voltea de un lado a otro, observacon mucho detenimiento.

    —Oye, llévame por un café.—Su último café maestro....—Sí, el médico no me deja porque

    me dan vértigos.—Entonces...

    —Pues que sea un capuchino. Miraqué de la chingada dejaron el aeropuer-to. Ahora es un mercado espantoso don-de venden maíz y tortas de lechuga pordiez pesos.

    Llega Patricia, su novia. Los mucha-chos del café hablan con él. ¿Por quése va?, le preguntan. “Pues porque yaes hora”, contesta Batis. Los chicos delcafé toman una fotografía. Todos mirancon curiosidad. No saben que se va ungrande.

    —Oiga maestro, yo escribí de usted

    en la revista de la UAM.—Sí, pero René Avilés Fabila nunca

    me manda nada. ¿Fuiste a mi homenajeen la UAM?

    —Lo vi por internet, maestro.—Oye, ¿y no dije alguna barbaridad?—Sí maestro, muchas. A Cristina

    Pacheco le dijo que era una oportu-nista horrible en su programa del 11,y que a Miguel de la Madrid le decíanMickey Mouse. Que usted una vez se loencontró en el banco y le dijo “Quiúbu-le Mickey Mouse”, y que él le contestó:“No me llamo Mickey Mouse y ahorasoy Presidente de la República”. Y us-ted remató: “Pues para mí eres MickeyMouse”.

    9:00 amSalón 104. Aquí será el adiós. Batis lomira con nostalgia.

    —Ya pasaron muchos años. Yo to-davía me acuerdo que en esos tiemposlos viejitos eran Alfonso Reyes y DanielCosío Villegas. Y ahora soy yo.

    9:01 am.En el salón sólo estamos Patricia, Batis yyo. El maestro se sentará por última veza impartir cátedra. Algunos pasan y seasoman, no es su clase. Batis se levantade su silla de ruedas

    Toma asiento.

    —Pues ora sí, vamos a esperar.Pero antes otro sorbo al capuchino.

    9:10 am.—Oigan, como que ya se tardaron, ¿no?No va venir nadie. Siempre me ha ate-rrado su puntualidad. Ahora soy yo elque los tengo que esperar.

     Van llegando los alumnos, más exa-lumnos que los propios de la clase. Lle-ga una bonita chica, una fan, lo saluda,lo besa.

    —Lo vamos a extrañar, maestro.—Yo te voy a extrañar a ti.Llega Manuel Pérez, uno de sus adjun-

    tos, con su hijo, que es ahijado de Batis.—Oye, dijiste que ibas a llegar tem-

    prano, mira nada más qué chingón estátu poder de convocatoria.

    —Perdón Huberto, había muchotráfico.—Oye, qué gordo estás, yo te dejé

    más flaco. Antes pesabas 150 kilos, peroahora pesas 200. A ver (me dice), sáca-me una foto con mi ahijado.

    9:20 am.Llega otra fan. Se acerca, lo besa.

    —Lo quiero mucho maestro.—Yo también, pero, ¿qué te pasó en

    el pelo?

    9:30Siguen llegando. Batis considera que eshora de comenzar la última clase.

    9:32Comienza la última clase de HubertoBatis Martínez.

    —Bueno pues yo llevo 57 años dan-do clase en esta facultad, pero tambiéntrabajé siete años en la imprenta univer-sitaria. Yo entré a trabajar ahí porque eldirector era un viejito que siempre meconfundía. Me decía: “Oiga, venga para

    acá, no sea malo, por favor salúdeme asus tías”. Pero yo no sabía cuáles tías,entonces le daba el avión y él me queríamucho. Era Francisco Monterde.

    Bátis saca un ejemplar del Excélsior,lo extiende, muestra que en una solaplana han publicado las fotografías deOctavio Paz y Porfirio Díaz.

    —Miren nada más qué cosa. OctavioPaz en grande y Porfirio Díaz en chiqui-to. Los dos fueron caciques, pero DonPorfirio fue un cacique más chingón. Nohay derecho. Paz ni siquiera mató a na-die. Que yo sepa. Y miren, ¡Octavio Pazen grande y Don Porfirio en chiquito!¡Ya no hay respeto!

    ¡Paz Total!, dice aquí. Y don Porfiriochiquito. ¡Qué poca madre!

     A mí ese cabrón de Paz me odiabaporque yo era muy amigo de Elena Ga-rro, y Elena escribía cosas espantosassobre Octavio y yo las publicaba todas.

    Miren, el Rector Narro me va a ha-cer un homenaje. Va a estar la filarmó-nica de la UNAM y van a poner a unos

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    escuincles a cantarme. Luego hay unacomida en un antro que está por allápor el CCH Sur donde van a dar tacossudados y pulque.

    Es una maravilla lo que hace el Rectorcuando cumples casi 60 años de dar clase.

    Es con invitación, así que si quie-ren tacos sudados tienen que ir a veral Rector.

    Oigan, ya no puedo meter esta ma-dre en su sobre. El Rector la envió em-brujada.

    —Yo le ayudo profesor.

    —Gracias, tú eres mi musa…La tercera despedida se inició con

    una presentación de un video en elque el maestro Huberto Batis Martínezagradeció el homenaje que le rindieronel pasado martes 3 de noviembre, en lasala Manuel M. Ponce del Palacio de Be-llas Artes.

    Comentó parte de sus 45 años de sulabor académica en la UNAM y su pasopor los periódicos y suplementos cultu-rales que fundó, así como los años de1984 a 2000 en que dirigió el suplemen-to Sábado del periódico UnomásUno deManuel Becerra Acosta y Luis GutiérrezRodríguez.

    En la mesa de comentarios estuvie-ron los escritores y periodistas: MauricioMontiel ,Guillermo Fadanelli, Miguel Ángel Díaz y Julio Aguilar, quienes co-mentaron su paso por la redacción delSuplemento cultural Sábado, así comolas anécdotas vividas con el maestro Ba-tis Martínez, Su estudios con los jesui-tas, resaltaron las facetas desconocidas

    como boy scout y fotógrafo del maestroBatis, quien tiene un gran acervo foto-gráfico de personajes del mundo lite-rario de México, y propusieron que ladirectora Catalina Miranda de Editorial Ariadna, que está publicando las obrasliterarias del maestro Batis, produzca unlibro con este acervo fotográfico.

    Los escritores y periodistas dejaronen claro que al maestro Huberto BatisMartínez se le debe considerar un es-critor oral, por su gran conversación,y que fue parte de la formación de al-

    gunos grandes escritores hoy en día enMéxico. El maestro Batis Martínez noasistió a este homenaje por prescrip-ción médica, sin embargo pese a quegoza de buena salud y aún sigue traba- jando en su casa con un taller literariocon varias estudiantes —para variardamas—, en el video que se presentóen la Sala Manuel M. Ponce el maes-tro se despidió de quienes estaban enlas sala entre los que se encontrabanlos escritores Enrique Serna y AlbertoRuiz Sánchez, entre otros; además deexcompañeros del desaparecido pe-riódico UnomásUno: Christa Cowrie,Salvador torres, Raúl Urbina, FedericoCampbell y Adriana Moncada

     Ahí, entre el público, se encontrabael cronista Humberto Ríos Navarrete,que horas después subiría a su páginade Facebook un extracto de su crónicaen la que reseñó lo que cada uno delos que concurrimos logramos sentiren las palabras del maestro Batis a tra-vés del video:

    “Con voz carrasposa y pausada, dede su casa, donde convalece de una nemonía, Huberto Batis (1934), siempingenioso y agudo, envió un mensajetravés de un video, pues sus médicosprohibieron asistir al Palacio de Bel Artes, al que ingresó por primera vez su adolescencia y donde hoy, duranla tarde-noche, recibió un homena A Octavio Paz lo llamó “nuestro padamigo, enemigo muchas veces…”.

    “Ahí les encargo el mundo”, dijya casi al final, entre risas y aplausdel auditorio, pero enseguida se hiun silencio, pues empezó a sollozarentonces desaparecía su imagen reflejda en pantalla gigante, en una sala Mnuel M. Ponce oscura —con su figuiluminada—, de la que salían algunde sus últimas palabras: “…el arte,literatura y el amor”.

    “Ahí les encargo el mundo”,dijo, ya casi al final, entrerisas y aplausos del auditorio, pero enseguida se hizo unsilencio, pues empezó a sollozar y entonces desaparecía suimagen reflejada en pantalla gigante, en una sala ManuelM. Ponce oscura —con su figura iluminada—, de la

    que salían algunas de susúltimas palabras: “…el arte, laliteratura y el amor”.

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    L a mujer de perfecta hermosuraque ni el tiempo impiadoso hapodido matar o deteriorar, aun-que lo ha intentado, me ama. Ha perdi-

    do los brazos, pero sigue viva, orgullosa,sabiéndose admirada por millones depersonas en las magnas escalinatas deEl Louvre.

    Conocí a la Venus de Milo en 1960, yotenía menos de treinta años y ella pocomás de tres milenios. Sin importarme ladiferencia de edades, me enamoré per-didamente de esa mujer y en lo sucesivouna de mis ocupaciones más gozosas fueimaginarla sin túnica, me veía acariciandosu bella cabeza y besándole los labios, losmuslos y los senos mil veces para darles

    el calor que no tienen. Desde entonces,cada dos o tres años regreso a París y corroal museo a buscarla. A veces tengo celos:he podido observar entre la muchedum-bre a tipos, igual que yo, apasionadospor Venus, disfrutarla por horas y luego,lujuriosos, comprar tarjetas postales y ré-plicas suyas para ponerlas en la intimidadde sus alcobas. No me ha importado, por-que estoy seguro de algo: ella es mía, mecorresponde, cuando me acerco sus ojospierden frialdad y se iluminan, como enlos tiempos en que era una modelo y sucreador, su primer amante, esculpía sucuerpo con delicados golpes de cincel enlas maravillosas carnes de mármol.

    Regreso al hogar Apreciable lector, pongo dos opciones,seleccione por favor la de su agrado.

    1: No tenía prisa por regresar a casa,me esperaban una esposa insufrible, doshijos latosos y un perro que sólo al vermegruñía agresivo. Por ello decidí cederle elpaso al impetuoso ferrocarril. Fue una

    Por René Avilés Fabilawww.reneavilesfabila.com.mxLa mujer perfecta me ama

    decisión afortunada, se trataba de un treninfinito y en consecuencia me quedé delotro lado de la ciudad para siempre.

    2: Tenía prisa por regresar a casa,

    me esperaban una maravillosa esposa,dos hijos encantadores y un perro queme adoraba. A pesar de mis deseos, fuirespetuoso con el ferrocarril y no traté,también por precaución, de adelantár-mele cediéndole el escandaloso paso.Fue una decisión desafortunada, se tra-taba de un tren infinito y en consecuen-cia me quedé del otro lado de la ciudadpara siempre.

    Pero si usted ha quedado insatisfe-cho con ambas posibilidades, le brinda-mos una tercera:

    3: No quería regresar, tanto su espo-sa, hijos, como el perro y la casa, le erandetestables, pero, hombre afecto a la le-galidad y al orden, necesitaba recuperarsus documentos de identidad, creden-ciales, pasaporte, licencia para conducir,tarjetas de crédito y chequera, olvidadosen el escritorio. Se propuso, entonces, pa-sar rápidamente y sin consideraciones oformalidades, recogerlos. El problema esque todos los días, cuando intentaba el re-torno, un tren infinito le impedía el paso.

    Mal negocioEl acuerdo de venderle el alma al Diablo,no es más un buen negocio como anta-ño lo fue. Hoy resulta riesgoso: a cambiode riquezas o de la vida eterna que pue-de conceder el Demonio, entregas unabasura y ello es inequitativo para el Malque busca un mínimo de pureza.

    La masificación del pecado y su con-secuente globalización han abaratadoel espíritu, en nuestra época, es misé-rrimo. Cualquier día de estos veremos

    al Señor del Mal o a cualquiera de susrepresentantes cambiando sin éxito al-mas nuevas por viejas, en las calles delas grandes y nuevas babeles, donde al

    revés de la original, todos hablan unalengua común y nadie se entiende.

    ¿Qué es un fantasma para unfantasma?

    ¿Qué significa un fantasma para unfantasma? Justo lo contrario que paranosotros. Para la figura etérea las perso-nas de carne y hueso somos quienes leinspiramos terror. Tal es la explicaciónpor la cual apenas unos cuantos huma-nos hemos podido contemplar un fan-tasma: se ocultan en escondrijos impo-

    sibles de hallar, huyen en cuanto sientennuestra presencia: provocamos espantoen las almas en pena, en los espírituserrabundos, en esas sombras que cru-zan las paredes sin necesidad de puertasy que sufren o buscan venganza por al-guna razón enigmática para la mayoría.

    Los fantasmas suelen vivir en comple-ta soledad, habitan en grandes y antiguascasonas o castillos medievales, góticosde preferencia: son sus lugares favoritosporque tienen muchas habitaciones e in-finitos recovecos para ocultarse. Pero siuno se lo propone es posible encontrar-los y provocarles pánico. Muchos de elloshan muerto de espanto al toparse con unhombre. ¿Por qué?, podría preguntarseuno con dosis de ingenuidad. Porque so-mos terribles y monstruosos, destructivosy rencorosos. Pero ¿cómo es posible queun fantasma muera? Lo es, sólo que demanera distinta: ellos al fallecer de mie-do, resucitan y quedan condenados a vi-vir eternamente. Éste es un castigo peorque simplemente morir.

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    Por Canuto Roldán [email protected]

    POESIDA

    Estáis muertos. Pero¿En verdad estáis muertos,

    promiscuos homosexuales?MUERTOS SIEMPRE EN VIDA:

    Dice Vallejo,EL CÉSAR.

     Abigael Bohórquez

    1. Dieron las 5:30 am.

    Medio aturdido aun por diferentes sus-tancias subí al autobús. Este confundidorelator, hermanas, se encuentra dandovueltas constantemente en el mismo cír-culo. Viciosa o no, la espiral logra atraera otros, su gravedad nos hace subir ybajar, una y otra vez, en la misma esta-ción del tren; incluso cuando se va ensentido contrario.

    Sábado y la gente se apretuja den-tro del transporte. Un joven muchomás alto que yo, se coloca frente a míy los cuerpos no evitan rozarse. Si me

    preguntaran, hermanas, cómo hacemospara darle tanto vuelo a la hilacha fren-te a tantísima gente, yo no sabría decirmás que “Cuando una va al desierto, sevuelve desierto”. Somos el mismo tren,avanzando hacia la misma estación,repetidas e innumerables veces. Auncuando en verdad se trate de diferen-tes estaciones, éstas no dejarán de serlo que de por sí son: pausas, cambios,pedazos breves de muerte; pero a vecessomos el tren, a veces la estación.

    Dieron las 5:30 am. Subí al autobúspara buscar un lugar dónde calentarme.Más que el departamento de mi exno-vio, el autobús me recibió con las ma-nos abiertas, con los cierres abiertos. Laboca cerrada, sin palabras, sólo cariciasfurtivas. “¿Estáis muertos…?”. Pensé. Larespuesta la vi en los ojos de un Señora mi costado.

    2. Llegamos tarde.Habíamos tomado el mismo rumbodesde diferentes direcciones. Hice mal

    el cálculo de horas que nos tomaría lle-gar al aquelarre. Dos taxis destrozadosen la carretera, neblina, día de muertos,calaveras caminando por las calles, ca-laveras manejando, calaveras besándosesonrientes frente a la iglesia. Cuando seestá muerto todos somos muertas, cala-veras festivas, temerosas, recordadas undía por la multitud. Entre la multitud,todas somos las mismas, no importa eldulce nombre en nuestra frente.

    Periódicamente, fuimos bajandode los autobuses. Llegamos tarde a la

    comparsa pero todavía nos tomamosel tiempo suficiente para arreglarnos.Queríamos agradarle por entero a lamuerte, al menos toda una noche paraentretenerla. Nos travestimos comoella para divertirnos también, para bur-larla y que pensara encontrarse frentea un millar de espejos. Luego, si lamuerte nos encontraba y decidía dar-nos su eterna compañía, esa noche ellatambién tendría que fallecer. Así to-dos seríamos inmortales una sola vez,cantando, bailando, compartiendo los

    alimentos, hermanas, juntos. Solo unavez en la muerte se escucharía nuestravoz, listas al fin para callar por siempre.

    3. Gritamos juntas en silencio.Coincidimos en un mismo lugar, her-manas, para preguntar al unísono ¿quié-nes somos y adónde vamos? Nuestra sedde soluciones es nuestra única respuestamomentánea. Hermanas, las preguntasson diferentes pero siempre son pregun-tas. Buscamos en diferentes sitios paracomprender qué carajos somos. ¿Quiénnos dio este nombre “promiscuos ho-mosexuales”, “jotos de arrabal”? Y ¿porqué si lo han hecho luego lo quierenarrumbar entre el silencio y permitirnosmorir injustamente?

    Gritamos juntas en silencio cuandonos encontramos en el último vagóndel metro y accedemos a compartir loscuerpos.

    Gritamos juntas en silencio cuandocoreamos la canción machista que noscondena día tras día, noche tras noche.

    Gritamos juntas en silencio cuannos escondemos en casa para besarncon algún familiar.

    Gritamos juntas en silencio cuandespués de muertas les pedimos a lvivos unos segundos para recordarnoMuertas estamos siempre en vida, cua

    do somos dos o tres o quince o másempuñamos la voz amanerada para hcer de este silencio un grito más poten

    Silencio.Silencio. Esta sitio hoy no es só

    más joto, esta sitio hoy no es sólo torante, esta sitio hoy es palabra en copara luego de tener una mejor muertener la vida que todos, hermanas, mrecemos. Porque morimos para soñtoda la vida, que es poca, nada más.

    4. Más que muerto, muerta.

    Hermanas, las preguntas son diferentpero siempre son preguntas.

    Hermanas, la muerte es igual patodos.

    Hermanas, la muerte no tiene invtación.

    Hermanas, matamos para alimentnos. Morimos para soñar toda la vidque es poca nada más.

    Hermanas, todos somos calaverasHermanas, somos un canto inmortHermanas, morimos porque nos i

    cendiamos. Nos olvidaron porque fu

    mos un gran fuego.Pero somos, hermanas, una estre

    que explotó y sigue iluminando aunqsu cuerpo sea un día, y a partir de etonces para siempre, ceniza pero cenza enamorada, promiscua, preguntonbailarina.

    Pocos pusieron nuestra ofrenda.Pocos acompañó nuestra voz hec

    de silencio con rezos.Nadie vino a decirnos te extrañ

    nadie. Por eso, como la muerte, a que nadie invitó, llegamos a armar toesta fiesta, toda esta ofrenda, este repor nosotras las pecadoras ahora y enhora de trabajar, ahora y en la hora dar clases, ahora y en la hora de abordel camión por las calles de las calles, plas casas de las casas, por los siglos los siglos. Esta invisible espiral hace qtoda palabra en mi boca sepa a muerHermanas, su humilde relator se ecuentra dando vueltas constantemenen el mismo sitio; mareado, hermanpero agradecido.

    Comparsa de catrinas

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    Por Luis Villalón

    É l no es una mala persona. Siem-pre se arrepiente de sus actos.Puedo comprenderlo, esos mal-ditos ataques de ira lo conducen a esosepisodios cargados de irracionalidad. Élnunca se propone hacerme sufrir, sóloes un daño colateral de toda su repre-sión. Su vida no es para nada fácil y creoque yo la hago un poco más complica-da. Quizá no me esfuerzo lo suficientepor ser la esposa que él merece, pero lo

    intento, lo intento con todo mi corazón,no es mi culpa ser tan torpe, ¡lo intento!,¡lo intento! Siento un odio inmenso alverme fracasar en mis labores. ¿Cómo

    felicidad para despabilar la mente de esehombre maravilloso. Él va a llegar lejos,sus metas y motivos puede que estén unpoco fuera de mi entendimiento, pero lodice con tanta confianza que es imposi-ble no creerle. Esos ojos repletos de se-guridad, sus ademanes exiliados de todo

    titubeo, su voz robusta , sólo triunfos leavecinan. Aún arrepentido conserva elmismo semblante, siempre me pide per-dón después de herirme, por más enoja-do que siga no pierde oportunidad paraofrecerme una apología extraída desdeel fondo de su corazón. Yo siempre loperdono, lo comprendo, el estar casadacon un hombre tan impulsivo tiene susaltas y bajas, después de todo es de esecarácter del que me enamoré y no locambiaría por nada, al fin y al cabo lasheridas físicas tarde o temprano sanan,

    el perderlo devastaría a tal grado mi sa-lud mental que el suicidio sería la únicaforma de acallar las lágrimas.

    En estos momentos me encuentromás preocupada que de costumbre,lo eché todo a perder, es lo peor quele he hecho, tendré que rogar eterna-mente su perdón, comprenderé si no lomerezco. Llevamos unas tres horas ha-ciendo el amor, su erección potente sesiente deliciosa dentro de mí, fría. Es-toy exhausta pero el detenerme deven-dría en aceptar mi culpa y mi castigo.

    No es la condena lo que me preocupa,mi cuerpo ya lo ha escarmentado todo,es el irremediable adiós. Lo prolongomientras recapitulo y busco las frasesexactas para exponer mi última excusa.¡Soy una torpe, una pendeja! Debe deentender que por una ocasión, por unaputa ocasión me dejé llevar por mi ins-tinto, por toda la furia que permanecía,y permanecerá desde este momento,arraigada en mi ser. Yo le he perdona-do la violencia cientos de veces, sólole pido una, una sola vez. Espero meentienda, necesito comprensión, yo nosoy así. ¡Yo no soy así! Mi cabeza seperdió en lo irracional cuando eyaculódentro de mí y yo todavía no alcanzabael orgasmo, tomé el revólver que guar-da bajo la almohada, disparé contra suhermoso rostro y seguimos haciendo elamor, como si fuera la primera vez, porsiempre, su mente rociada en mi cuer-po desnudo, su erección se prolongó,fría. No me sabía una mujer multior-gásmica.

    Priapismoes posible que no sea capaz de realizarlas tareas más sencillas que él me pide?¡Soy una torpe, una pendeja! Tal vez seexcede un poco en la forma de respon-der ante mi incompetencia, pero en elfondo sé que lo tengo merecido. Él menecesita, necesita a esta mujer compren-siva, necesita un montón de ternura, esun hombre con mucho estrés, un grantrabajador y excelente proveedor. Nece-sita desahogarse de una u otra forma,

    me enorgullezco en poder ayudarlo aeste propósito, es más, tácheseme depretensiosa, pero en el fondo me sientouna mártir. Sacrifico un poco mi insulsa

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    Por Ximena Cobos

    F ue una noche en que me lavabalos dientes y en la habitacióncontigua sonaba El tlatoani delbarrio que recordé muchas cosas. Vinoa mi la clara imagen de que bailaba cha-chachá, mambo y el nuevo ritmo del rock

    and roll y que mucho de mi gusto por eldanzón nació de sus pocas clases cuan-do era niña. Había muerto hacía tantotiempo que no recordaba la fecha exac-ta, pocas veces lo vi antes de que aquellopasara y jamás le di un nieto, si es quelo esperaba. Conocía tanto de boleroscomo él quiso enseñarme, aún conservouna gran colección de discos que no heterminado de escuchar, pero lo que másrecuerdo ahora que me río son los  pie-rrotasos y las hurracarranas. Cuando mishermanos y yo éramos niños solíamos

     jugar a las luchas en la cama grande.Una vez, cuando ya no vivía con mi

    madre pero rentaba un cuarto cerca dela casa, en esas visitas obligadas de do-mingo que pronto dejé de lado, estan-do un poco borracho, nos contó cómo,después de pasar un examen de llaveocontra llaveo, debutó contra Lizmark.Dio detalles de los vuelos desde la ter-cera cuerda y de cómo terminó por serderrotado. Su siguiente lucha dijo que laganó, pero con tristeza en los ojos narróque de haberle ganado a Lizmark se ha-bría ido de gira y luchado en la AAA yquizá hasta llegado a ser famoso. Pero loque le quedó de aquellos días en que nisiquiera había conocido a mi madre fueel gusto por las máscaras, sin embargo, jamás vi una de Míster Cat. Por la casaandaban las de Octagón y Mascara Sa-grada, una de El Santo y nuestras capasque dejábamos cuando había que contar1… 2… 3... fueraaaa!! Pero no imagi-naba cómo sería la que usara el hombreque fue mi padre.

     Aquella noche me acosté a dormircon una sonrisa y al día siguiente sa-qué un viejo disco de Gardel y lo pusea rodar en mi tornamesa, también habíaescuchado la voz de ese tanguero porprimera vez cuando era niña. En las ma-

    ñanas de navidad, cuando ya casi estabacayéndose de borracho, solía ponerlo ensu tocadiscos viejo y algo destartalado.Mientras se escurría la voz de Gardelpensé que allá, en esos tiempos en que élfue joven, cuando la lucha libre aún erade barrio y nada tenía que ver la WWE,el mundo en las calles de México era máspequeño. Tuve más ganas que nunca detener algo tangible de la juventud de unhombre que para mí siempre tuvo almade viejo. Ese luchador y futbolista quesale en las fotos con sus lentes grandes

    como los que llevo ahora, a modo de unabsurdo homenaje a un hombre que, aveces creo, jamás conocí. Ese que siem-pre fue el alma de la fiesta y que paramí sólo era el martirio de tener un padreborracho. Quise mirar algo entre mismanos de las hazañas que siempre con-taba, de esos días en que trabajaba en lacarnicería con su tío y comía hígado deres empanizado. Estaba dispuesta a des-entrañar el misterio que había sido mipadre porque yo fui mujer.

    Mientras me tomaba un café decidílo mejor que pude y salí a la calle, iría ala Arena México, al Consejo Mundial oalgo así, a dónde fuera pero andaría porfin entre rines y cuerdas esperando quealgún viejo conociera a mi padre, quetan si quiera lo hubiera visto luchar unavez y me contara cómo era en el ring,quizá hasta podría mirar su máscara ydesentrañar el enigma de por qué se lla-maba Míster Cat, el de los ojos verdesy algo corpulento que para mí terminóviéndose chiquito, cuando en mis años

    más tiernitos de camino a la escuesi lo miraba de soslayo, me parecíahombre más alto.

     Aquella primera tarde de esos den que decidí buscarlo, llegué a un gimnasio de una colonia populachera gu

    da por la intuición del barrio que traen mi corazón, mi padre y mi madhabían vivido en una colonia de cuycalles sólo recuerdo la voz de mamdiciendo sur 105, y por ahí anduve cminando tratando de reconocer la cadel tío de mi padre, que tenía una capintería y hablaba con un ligero acenespañol. Recorrí esos jardines en los cmellones que caminamos mi mamá y de camino a la casa de mi tía. Lleguéla iglesia donde se casó otra de sus hemanas y pasé enfrente de la casa don

    El Tlatoani del barrio

    se llamaba Mister Cat

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    Noviembr

    El Molle

    vivió su primer amor. Bajo jacarandasque tapizaban las calles encontré un si-tio y me metí. Al atravesar esa puertafue como si me transportara directo aun pasado que no fue en mi tiempo yquise que por lo menos, una vez en suvida, yo hubiera sido conducida al inte-

    rior de esa fachada de foto de los 70’s dela mano de mi padre.Después de un rato de mirarlos ahí

    azotarse repetidas veces