El Otoño de La Edad Media

8
El otoño de la Edad Media. Estudios sobre la forma de la vida y del espíritu durante los siglos XIV y XV en Francia y en los Países Bajos [1919] por Teoría de la historia “Así como un viajero que avanza poco a poco de las aisladas cadenas montañosas de la Europa meridional al gran macizo de los Alpes centrales, en donde yerguen sus cabezas el Monte Rosa, el Finsteraarhorn y los más altos picachos del grupo de las Berninas, y desde ahí desciende paulatinamente hasta la baja llanura del norte, así también quien sigue el desarrollo del arte y de la poesía de los pueblos europeos modernos, se encuentra en la frontera entre la evolución medieval y moderna de estas naciones con una gran elevación del arte y la poesía que todo lo domina y resume y hacia la cual levanta su mirada el hombre actual, formado en las disciplinas científicas”. Así pues, como en un viaje, nos lleva Huizinga de la mano, por el mundo mágico y cortesano del Occidente europeo en los momentos en los que el sol se pone sobre la cultura medieval. Y nos pinta los acontecimientos de los siglos XIV y XV en términos de luces y sombras, pues no cree en las periodizaciones históricas que todo lo separan. “Después de este día, mes y/o año vivimos una nueva época”, nos dice Episódico Periodizante Piejuntillas. Huizinga en cambio se pregunta: ¿qué es lo que acaba? ¿qué es lo que comienza? No acaba ni comienza nada. Todo fluye. La humanidad navega en un río infinito y borrascoso. La historia no se desarrolla bajo una sola unidad tonal. Y así nos muestra que el punto que separa la última Edad Media del primer Renacimiento es tan sutil que ni se nota. En otra obra suya, el pequeño ensayo sobre “La sensibilidad histórica”, Huizinga se pregunta: ¿qué es lo que domina en la actividad histórica del espíritu, el momento de la sensibilidad y la vivencia del pasado o el de la síntesis y la construcción? La respuesta a esta cuestión nos parece obvia en el libro que comentamos. Armado de su sensibilidad, Huizinga se sumerge en la vida intelectual, artística y espiritual, rastreando el ritmo, el estilo, los colores de esta época de inquietud y miedo. Al final de su

description

historia

Transcript of El Otoño de La Edad Media

  • El otoo de la Edad Media. Estudios

    sobre la forma de la vida y del espritu

    durante los siglos XIV y XV en Francia

    y en los Pases Bajos [1919] por Teora de la historia

    As como un viajero que avanza poco a poco de las aisladas cadenas montaosas de la Europa

    meridional al gran macizo de los Alpes centrales, en donde yerguen sus cabezas el Monte Rosa, el

    Finsteraarhorn y los ms altos picachos del grupo de las Berninas, y desde ah desciende

    paulatinamente hasta la baja llanura del norte, as tambin quien sigue el desarrollo del arte y de la

    poesa de los pueblos europeos modernos, se encuentra en la frontera entre la evolucin medieval y

    moderna de estas naciones con una gran elevacin del arte y la poesa que todo lo domina y resume y

    hacia la cual levanta su mirada el hombre actual, formado en las disciplinas cientficas. As pues,

    como en un viaje, nos lleva Huizinga de la mano, por el mundo mgico y cortesano del Occidente

    europeo en los momentos en los que el sol se pone sobre la cultura medieval. Y nos pinta los

    acontecimientos de los siglos XIV y XV en trminos de luces y sombras, pues no cree en las

    periodizaciones histricas que todo lo separan. Despus de este da, mes y/o ao vivimos una nueva

    poca, nos dice Episdico Periodizante Piejuntillas. Huizinga en cambio se pregunta: qu es lo que

    acaba? qu es lo que comienza? No acaba ni comienza nada. Todo fluye. La humanidad navega en un

    ro infinito y borrascoso. La historia no se desarrolla bajo una sola unidad tonal. Y as nos muestra que

    el punto que separa la ltima Edad Media del primer Renacimiento es tan sutil que ni se nota. En otra

    obra suya, el pequeo ensayo sobre La sensibilidad histrica, Huizinga se pregunta: qu es lo que

    domina en la actividad histrica del espritu, el momento de la sensibilidad y la vivencia del pasado o el

    de la sntesis y la construccin? La respuesta a esta cuestin nos parece obvia en el libro que

    comentamos. Armado de su sensibilidad, Huizinga se sumerge en la vida intelectual, artstica y

    espiritual, rastreando el ritmo, el estilo, los colores de esta poca de inquietud y miedo. Al final de su

  • aventura nos entrega 22 captulos de lectura mordaz, cmica, seria, satrica, cientfica y apasionada.

    Toscamente, hemos dividido la lectura en cinco bloques de distinto tamao y hechura: el primero lo

    consideramos de introduccin, sirve para meternos en El tono de la vida. Los tres siguientes, nos

    hablan sobre lo que podemos considerar la trada esencial de la poca: la caballera, el amor corts y

    el espritu religioso. El quinto y ltimo lo consideramos de reflexin sobre el simbolismo: formas y

    decadencia de la sensibilidad esttica. Veamos cada uno de estos bloques.

    El tono de la vida. La vida en los siglos XIV y XV era de contraste universal y de

    extremos que se juntan alrededor del sonido unificador de las campanas. Es esta una poca ingenua en

    donde se vive entre los extremos de la negacin absoluta de toda alegra terrena y un afn insensato

    de riqueza y de goce, entre el odio sombro y la ms risuea bondad. En este primer momento del libro

    encontramos dos definiciones metodolgicas trascendentes para el estudio: la primera es la eleccin de

    la vida de la nobleza y de la corte como el entramado esencial de la estructura social de la poca; la

    segunda se refiere a la eleccin de las fuentes, en la que le resta importancia a los documentos oficiales

    y le da mayor trascendencia a la crnica, la poesa y la plstica emanada de la corte, para que le

    ayuden a encontrar el vehemente pathos de la vida medieval [] La historia de la cultura debe

    interesarse tanto por los sueos de la belleza y por la ilusin de una vida noble, como por las cifras de

    poblacin y tributacin. Sobre esta doble definicin volveremos al final del trabajo. Huizinga, pues,

    nos plantea el trasfondo vital de la epoca como un espectculo morboso y colorido, en donde hay slo

    un breve espacio entre la realidad y el sueo. La vida diaria ofreca de continuo ilimitado espacio

    para un ardoroso apasionamiento y una fantasa pueril.

    La caballera. La ms vigorosa unin de ese ardoroso apasionamiento y de esa

    fantasa pueril se daba en el ideal caballeresco. Ese complicado mecanismo ideolgico en el que se

    estilizaba el intenso cultivo de la vida en formas de un ideal heroico que reuna en uno solo,

    sentimientos de venganza, de pasin, de trampas, de honor, de lealtad, de compaerismo, de fidelidad

    El sentimiento formalista del honor es tan fuerte que una falta contra la etiqueta, se recibe como una

  • ofensa mortal. El ideal caballeresco converta todas las vivencias en un bello espectculo. Estilizaba

    toda actitud vital impera la tendencia a convertir las relaciones ntimas en una forma y en un

    espectculo para los dems. La seduccin por la caballera no la encontramos slo en la seriedad de

    la vida, sino tambin en los juegos. Hay dos formas en las cuales puede presentarse este juego: la

    representacin dramtica y el deporte. De esta forma, la cultura caballeresca prest al duelo forma

    social y una general obediencia. A tal grado se exagera en esta forma social o etiqueta

    caballeresca, que sobre el arte de la guerra ejerca un efecto ms pernicioso que favorable, pues

    sacrificaba las exigencias de la estrategia a las de la belleza de la vida. El poder cumpla as con la

    necesidad de ser reconocido manifestndose por medio de un gran derroche para alimentar el hecho de

    ser ms que otro hombre. Si al sentimiento caballeresco le agregamos el elemento de exaltacin

    religiosa que envolva a la vida, nos resulta una gran aspiracin poltica indisolublemente ligada al

    ideal caballeresco: las cruzadas, Jerusaln. La liberacin de Jerusaln no poda ser otra cosa que una

    santa y noble empresa de caballera. Sin embargo, con slo esta honorable belicosidad masculina, no

    hubiera bastado para elevar a la caballera, si el amor de las mujeres no hubiese sido el fuego ardiente

    que prestaba el calor de vida a aquel complejo sentimiento de ideas.

    El amor corts. La estilizacin amorosa de la poca consideraba al dolor y al amor

    como sinnimos. El sentimiento de dolor no radica en la insatisfaccin ertica, sino en el trgico

    destino. Slo el amor corts ha convertido en lo principal la insatisfaccin misma [] EI noble culto

    de la mujer, sin esperanza de ser correspondido [convirti al amor en la bsqueda] de una perfeccin

    esttica y moral. Sobre la estilizacin del amor, Huizinga nos hace notar, que a diferencia del ideal

    caballeresco, sta no es slo un simple juego. Era la violencia de la pasin misma la que impulsaba a

    la sociedad de la ltima Edad Media a dar a su vida ertica la forma de un bello juego, sometido a

    nobles reglas, de esta forma se form con el ennoblecimiento de la ertica, un freno para el

    desenfreno. No obstante, para la sensibilidad del autor el freno para el desenfreno no funcion

    debidamente y frente a esta fiesta de los sentidos erticos se muestra moralista y mojigato, e incapaz, en

    este solo momento (ntese el subrayado), de llevar hasta las ltimas consecuencias la revivencia

    histrica que tan hermosamente nos plantean Dilthey y Marrou. Se queja as Huizinga: La expresin

    de las cosas sexuales en el lenguaje de los actos religiosos era empleada en la Edad Media con

    extraordinaria y profana libertad. Y se pregunta: Qu sino romanticismo es la cobarde omisin de

    todas las complicaciones naturales y sociales del amor, y el encubrimiento de todo lo que hay de falaz,

  • egosta y de trgico en la vida sexual, con la bella apariencia de un goce imperturbable?. Dentro de

    este ideal amoroso se introduce una imagen idlica de la vida donde se cantaba a la naturaleza, a la

    vida sencilla del campo, y se criticaba la vida tramposa, soez y peligrosa de la corte, retomando as un

    viejo ideal de la antigedad. A la aparicin de este ideal campestre nos nace una pregunta: No esta una

    reaccin villana (strictu sensu) contra la corte y la nobleza, al no poder compartir sus gustos y

    placeres, creando entonces sus propios ideales? Toda esta idea ertico-romntica debe ponerse en la

    misma lnea que el romanticismo de la caballera y que el romanticismo de la fe. Los tres responden a la

    misma necesidad: ver realizadas en una persona ciertas representaciones ideales de una determinada

    forma de vida o de una visin del mundo.

    El espritu religioso. Ya hemos dicho al principio que toda la diversidad y aparente

    contradiccin de los signos de la cosmogona de la poca, estn aglutinados alrededor del sonido de las

    campanas. Pues bien, en los captulos que conforman este bloque temtico, no podemos hacer otra cosa

    ms que convencernos de que los diversos aspectos de la vida de los siglos XIV y XV, no slo estn

    estrechamente enlazados, sino que lo estn exclusivamente en nombre y a causa de la religin, que

    relaciona y quiere regularlo todo, que comprende y pretende justificarlo todo; a tal grado, que hereja y

    fe logran concatenarse en un solo cuerpo religioso. La vida entera estaba tan empapada de religin que

    amenazaba borrarse a cada momento la distancia entre lo sagrado y lo profano. La evidente

    indistincin de la esfera religiosa y temporal, exprsase con la mayor viveza e el hecho por todos

    conocido de la posibilidad e utilizar la meloda profana para el canto en la iglesia y viceversa. La

    muerte no poda escapar a los misterios de la fe, y es mediante dos medios de expresin muy

    importantes en la poca, la predicacin y el grabado, como se tejen tres ideas fundamentales a su

    alrededor: la primera se refiere a la caducidad en breve trmino, la corrupcin del cadver; la

    segunda toma el motivo de la pavorosa consideracin de la corrupcin de cuanto haba sido un da

    belleza humana; los horrores de la descomposicin. Por ltimo, tenemos el motivo de la danza de la

    muerte; la muerte arrebatando a los hombres de cualquier edad y condicin. Es el motivo de la muerte,

    segn Huizinga, la parte ms desdichada de la tica medieval: el horror al hombre como cuerpo.

    Encontramos tambin que en esta poca, existe una necesidad ilimitada de prestar forma pltica a

    todo lo santo, de dar contornos rotundos a toda representacin de ndole religiosa, de tal suerte que se

    grabe en el cerebro como una imagen netamente impresa [] La vida de la cristiandad medieval est

    penetrada y completamente saturada de representaciones religiosas en todos sus aspectos. La fe se

  • basa en una representacin plstica. Se llega a tal grado en este tipo de vivencias, que el contenido

    efectivo de la veneracin a los santos estaba apegado a los colores y a las formas de las imgenes. Esta

    teogona es compartida tanto por la cultura popular como por las lites. Aunque en proporciones

    distintas, todo el cuerpo social tiene la huella de la concepcin y la sensibilidad cristiana.

    Simbolismo y sensibilidad. Abusemos ahora de una cita, con el afn de respetar la

    claridad de la idea del autor, y de no contaminar su capacidad expresiva. El simbolismo era el rgano

    del pensamiento medieval. El hbito de ver todas las cosas slo en su conexin significativa y en su

    relacin con lo eterno, mantena vivo en la esfera del pensamiento el brillo de los colores cambiantes y

    la borrosidad de los lmites [] La exacerbada fe de aquel tiempo quera traducirse siempre y

    directamente en fogosas y plsticas imgenes sensibles. El espritu crea haber comprendido el milagro,

    tan pronto como lo vea ante sus ojos [] El exceso de representaciones a que haba reducido casi

    todas las cosas del pensamiento medieval ya en su otoo, habra sido simplemente una desatada

    fantasmagora, si cada figura, si cada imagen no hubiese tenido ms o menos su puesto en el gran

    sistema general del pensamiento simblico. El simbolismo pues no es para nada gratuito cuando

    notamos que est unido con la concepcin del mundo, a la que en la Edad Media se le llamaba realismo

    y que Huizinga bautiza realismo platnico. Al simbolismo adems nos lo muestra el autor como un

    reiterante antropomorfismo. As pues, estas tres modalidades de la visin del mundo, simbolismo,

    realismo y personificacin son las tres corrientes que van a desembocar en un solo lago llamado

    pensamiento medieval. Estos rasgos caractersticos del pensamiento medieval perseguan un objetivo

    comn: mostrar a diestra y siniestra el sentido de las cosas en su relacin con lo ms alto y universal.

    Se vive en un mundo fragmentado, unido por la nica instancia universal: la idea de Dios. Ungidos de

    esta idea y parafraseando al autor podemos llegar a la siguiente conclusin: toda la vida y todas las

    expresiones de la vida (la palabra y la imagen; alrededor de las cuales el autor desarrolla un hermoso

    alegato), tienen en la ms alta medida el carcter de un espectculo litrgico. La sensibilidad esttica

    es estar llenos de Dios, en alegra de vivir plenos de la Gracia Divina. Una obra de arte es solamente

    un reflejo de la suprema belleza. Hemos introducido el concepto obra de arte aunque ste no es

    conocido en la poca, ya que toda posibilidad expresiva persigue un fin concreto y til. Cuando se

    encarga una obra de arte, es casi siempre con un fin extraartstico, con un destino prctico para la vida

    Divina. A lo ms, algo se significaba obra de arte cuando el autor plasmaba cabalmente el asunto a

    que estaba dedicado. El autor y su obra de arte son las fuentes privilegiadas por Huizinga, de las que

  • extrae claramente dos sistemas de referencia. 1) La vida del autor. El punto de vista que tiene el autor

    sobre su obra. En este sistema le da cabida a todo tipo de explicaciones de la obra a partir de la vida

    del creador, de su inconsciente. 2) El segundo sistema de referencia alude al sector de la sociedad cuya

    sensibilidad y visin del mundo se reconocen en la obra. Ante esto, tenemos que subrayar una obviedad,

    que por ser tal, se olvida comnmente. Toda experiencia humana expresada revela, aunque slo sea

    sutilmente, la estructura del mundo y la condicin humana. Dicho en palabras de Dilthey sobre la poca

    que trabaja Huizinga: Si destacamos el elemento decisivo veremos que todos estos artistas vivan en

    cabal armona con la sociedad aristocrtico-monrquica que los rodeaba. En ella encontraban sus

    ideales, este mundo llenaba sus fantasas, queran agradar a este mundo con sus obras.

    Toda realidad humana es significativa, todo acto humano (el espectculo de una

    ejecucin, por ejemplo) establece una relacin cargada de sentido con el mundo que lo rodea. Pero este

    acto, palabra, gesto, como todo signo, slo adquiere su total significacin si se le integra dentro de la

    totalidad a la que pertenece, a aquella totalidad que refleja y fuera de la cual dejara de existir como

    tal. Expliqumonos ms ampliamente. En el estudio de los hechos humanos en general y ms

    precisamente, como es el caso que nos ocupa, en el estudio de las obras de arte que nos hacen llegar a

    los hechos, como sabemos que es el caso de Huizinga, nos parece que es de gran importancia descubrir,

    tratar de establecer la finalidad interna de estos hechos, o lo que podemos llamar lgica esencial de los

    hechos que hemos de historiar. Las obras que podemos utilizar (convirtindolas de esta forma en

    fuentes histricas) tienen evidentemente una coherencia interna caracterizada por un conjunto de

    relaciones necesaria entre los diferentes elementos que la constituyen, de tal manera que es imposible

    estudiar de forma vlida ciertos elementos de la fuente, fuera del conjunto del que forma parte, que es

    en ltima instancia lo que determina la naturaleza de su significado ya que slo de esta forma podemos

    darnos cuenta de la necesidad de cada elemento respecto de lo que hemos llamado complejo

    esencial. Al entender el complejo esencial, este mismo nos debe servir de gua en la investigacin, ya

    que la interdependencia de los elementos constitutivos de una obra cualquiera expresa necesariamente

    en su interior la interdependencia, dentro de una misma visin del mundo, de las actitudes globales o

    respuestas a los diferentes problemas fundamentales planteados por las relaciones humanas de su

    tiempo. Pero, entender el entramado interior o esencial de la fuente nos puede ayudar a establecer su

    significado? Cmo estar seguros de que el hecho al que se refiere la fuente es significativo dentro de

    las caractersticas de la sociedad estudiada? Este problema se nos simplifica en mucho, desde el

  • momento en el que uno no se contenta, como hace muy bien Huizinga, con estudiar aisladamente las

    obras convertidas en fuentes, sino que aplica los mismos principios para establecer la lgica esencial de

    la obra dentro de totalidades ms amplias de las cuales constituye un elemento interno y parcial. La

    problemtica planteada hasta ahora, nos lleva necesariamente a pensar sobre el problema de la

    totalidad social historiada. Cuando empezamos un trabajo histrico cualquiera, nos saltan a la vista

    una serie de hechos o acciones sobre los cuales, concentramos nuestro anlisis. Si los consideramos

    (subjetivamente) valiosos, es porque emergen de un horizonte totalizador que percibimos

    nebulosamente, siendo precisamente este horizonte (que es en ltima instancia el que nos interesa

    aclarar), la luz que ilumina y revela la importancia del hecho observado, la que en ltima instancia le

    da sentido a la observacin. Esta relacin, como hemos dicho ya, slo nos puede quedar clara si

    establecemos la lgica esencial explicativa de cada una de sus combinaciones. Recordemos ahora a

    Marc Bloch cuando nos dice que la civilizacin no tiene nada de rompecabezas mecnicamente

    ajustado. Para descubrir el entramado esencial de este rompecabezas, debemos hacer uso de la

    herramienta que tan bien nos muestra el mismo autor en su archiconocido libro Introduccin a la

    Historia: la interpretacin crtica como primera va de anlisis histrico. Es por medio de esta

    primera interpretacin crtica como pasaremos de la primera visin nebulosa del horizonte, a la

    comprensin de la articulacin de ese horizonte y de las relaciones que hacen posible esa articulacin.

    Solamente despus de las operaciones de interpretacin crtica, podremos realizar interrelaciones y

    generalizaciones de los hechos (ya que en su esencia cada hecho refleja toda la realidad social) puesto

    que el significado objetivo de cada hecho (descubierto por la crtica) consiste en la esencialidad con

    que complementa y al mismo tiempo refleja la realidad social totalizada. Por esto es posible que unos

    hechos revelen ms y otros menos, de acuerdo con el mtodo crtico o actitud subjetiva con que los

    enfrente el historiador. O sea, en palabras de Collingwood, segn la capacidad del investigador para

    interrogar a los hechos y descubrir su contenido y significado. La distincin de los hechos, y de las

    fuentes que nos los muestran, segn su significado e importancia, es pues una valoracin subjetiva. Es

    as como creemos que Huizinga sita a las obras de arte que utiliza. Nacen en un acto de expresin de

    un individuo, son la objetivacin de una subjetividad. Regresemos al lugar comn para afirmar la

    estrecha relacin que existe entre la vida del creador, su subconsciente y la obra creada. Si afirmamos

    esto es que se olvida muy seguido que esa vida y que ese subconsciente son sociales. Que expresan

    desde un punto de vista particular y limitado, la totalidad de la sociedad. Obra de arte, artista,

    sociedad, (historiador) llevan el sello de un momento histrico y su gnesis es slo posible dentro de l.

    Nos ensea Huizinga adems, que toda obra trasciende su ancdota, su historia; ya que siempre esa

    historia se presenta como significativa, como simblica, como reveladora de una realidad mayor. Toda

    obra es pues una visin del mundo. La obra de arte realiza una sntesis del pensamiento de la sociedad,

    da forma, coherencia y unidad a una sensibilidad, a unas ideas que slo existan en forma desordenada

    y contradictoria en la sociedad. En este momento es hora ya de preguntarnos qu es lo que nos refleja

  • la esencialidad del mundo otoal de la Edad Media? Nos contesta Johan Huizinga: Cualquier muestra

    tomada al material que se quiera, no hace sino robustecer nuestras ms sombras imgenes. Es un

    mundo malo. El fuego del odio y la violencia se eleva en altas llamaradas. La injusticia es poderosa, el

    diablo cubre con sus negras alas una tierra lgubre, y la humanidad espera para en breve el trmino de

    todas las cosas. Pero esa misma humanidad no se convierte. La iglesia lucha, los predicadores y poetas

    claman y amonestan. Todo en vano. Bella y sospechosa, pomposa y pestilente, as era la sociedad

    europea al finalizar la Edad Media. En ella reina la decadencia. Hay sociedades que despus de un

    perodo de auge, de riqueza y grandeza, se apagan, y mueren para dejar paso a nuevas formas. Otras,

    al perder su fuerza y su podero, al acercarse al momento de su muerte, se aferran al pasado y a sus

    ilusiones, disfrazan su larga y morbosa agona de lujos y preciosismos. Es entonces cuando el espritu

    de la decadencia se aduea de ellas. Toda la vida aparece sumida en un profundo inmovilismo. De esta

    repeticin de viejas formas surge en el arte un preciosismo, una saturacin, de elementos. Por falta de

    innovaciones se recurre a un dudoso eclecticismo de mal gusto. Esta profunda decadencia surge de una

    obstinacin por negar la realidad. La sociedad designa a su poca como la ms santa y ordenada, y

    vive una paz armada, en la cual el expansionismo y el sistema de alianzas, conduce inevitablemente a la

    continua guerra. Sin embargo, detrs est ya ese largo desarrollo durante el cual los pueblos

    germnicos y latinos encadenaron su pensamiento, su imaginacin y su poesa a la religiosidad

    cristiana, a las quimeras metafsicas del pensamiento escolstico y a las rgidas y duras normas de vida

    del estado feudal.