El patrimonio cultural del exilio español en México. Blas Cabrera Felipe

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Introducción Blas Juan José Secundino Cabrera Felipe fue el fisicomatemático español más destacado del si- glo XX, y tuvo un papel relevante como científi- co durante los años de gobierno de la República Española. Entre sus muchos cargos, fue rector de la Universidad Central de Madrid en 1929 y de la Universidad Internacional de Verano (hoy Universidad Menéndez Pelayo) en 1934; puede considerarse un prototipo del intelectual y aca- démico comprometido con su trabajo y sus con- vicciones republicanas, mismas que lo llevaron al exilio en México en 1941. Para entender el desarrollo de tan rica y des- tacada personalidad, es indispensable revisar el contexto donde creció como una clave para la comprensión tanto de su individualidad como de los valores y la épica de la generación a la que perteneció. Nació el 20 de mayo de 1878 en Arrecife de Lanzarote, Islas Canarias, España, en el seno de una familia acomodada, culta y católica, y fue El patrimonio cultural del exilio republicano español en México VIDA Y OBRA DE BLAS CABRERA FELIPE (LANZAROTE, 1878 - MÉXICO, 1945) Valentina Cantón Arjona* educación PATRIMONIAL El patrimonio cultural del exilio español en México se concreta y repre- senta en sus hombres y mujeres. Muchos fueron los casos de quienes, siguiendo sus convicciones y comprometidos con su trabajo, tomaron el camino del exilio como úl- tima salida para la sobrevivencia. En este texto se ofrece, como prototipo de estos exi- liados, la vida y obra de uno de sus más altos representantes, el científico Blas Cabrera Felipe, físico de gran altura que encontró en México espacio para su último aliento. * Docente investigadora de tiempo completo de la Universidad Pedagógica Nacional y profesora de asignatura del Colegio de Pedagogía y el Posgrado de la UNAM. Responsable del pro- yecto “El derecho a la memoria: la educación patrimonial” en la UPN y del seminario sobre Educación patrimonial (maestría en Pedagogía, FFyL-UNAM). www.cienciasmc.es 37 CORREO del MAESTRO núm. 221 octubre 2014

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Introducción

Blas Juan José Secundino Cabrera Felipe fue el

fisicomatemático español más destacado del si-

glo XX, y tuvo un papel relevante como científi-

co durante los años de gobierno de la República

Española. Entre sus muchos cargos, fue rector

de la Universidad Central de Madrid en 1929 y

de la Universidad Internacional de Verano (hoy

Universidad Menéndez Pelayo) en 1934; puede

considerarse un prototipo del intelectual y aca-

démico comprometido con su trabajo y sus con-

vicciones republicanas, mismas que lo llevaron

al exilio en México en 1941.

Para entender el desarrollo de tan rica y des-

tacada personalidad, es indispensable revisar el

contexto donde creció como una clave para la

comprensión tanto de su individualidad como

de los valores y la épica de la generación a la

que perteneció.

Nació el 20 de mayo de 1878 en Arrecife de

Lanzarote, Islas Canarias, España, en el seno

de una familia acomodada, culta y católica, y fue

El patrimonio cultural del exilio republicano español en México

VIDA Y OBRA DE BLAS CABRERA FELIPE(LANZAROTE, 1878 - MÉXICO, 1945)

Valentina Cantón Arjona*

educación

PATRIMONIAL

El patrimonio cultural del exilio español en México se concreta y repre-

senta en sus hombres y mujeres. Muchos fueron los casos de quienes, siguiendo sus

convicciones y comprometidos con su trabajo, tomaron el camino del exilio como úl-

tima salida para la sobrevivencia. En este texto se ofrece, como prototipo de estos exi-

liados, la vida y obra de uno de sus más altos representantes, el científico Blas Cabrera

Felipe, físico de gran altura que encontró en México espacio para su último aliento.

* Docente investigadora de tiempo completo de la Universidad Pedagógica Nacional y profesora de asignatura del Colegio de Pedagogía y el Posgrado de la UNAM. Responsable del pro-yecto “El derecho a la memoria: la educación patrimonial” en la UPN y del seminario sobre Educación patrimonial (maestría en Pedagogía, FFyL-UNAM).

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Educación PATRIMONIAL

racionistas y carlistas; liberales, regeneracionis-

tas, republicanos y anarquistas, vivían con ex-

pectación los cambios europeos. Aunque los

momentos de consolidación, o en su caso, de

independencia de los estados nacionales de-

cían poco a los habitantes de aquellas islas que

apenas recibían las noticias de manera oportu-

na. No obstante, su crítica situación económica,

la conciencia de la gravedad y el fracaso de la

guerra con Cuba, así como la indiferencia con

que a menudo eran vistos sus problemas desde

el Madrid central, fueron elementos suficientes

para que brotara en sus habitantes un espíritu

de renovación, regeneración, y necesidad de

cambio. Canarias era, pues, el sur del sur, tanto

español como europeo, y en ella se condensa-

ban los problemas sociales del desarrollo capi-

talista europeo.

Con más de la mitad de su población anal-

fabeta (situación agravada en los territorios del

sur y en los insulares y del norte de África), en

1878 España tenía una ley electoral que –a pe-

sar de la avanzada legislación de la Constitu-

ción de Cádiz de 1812– restringía el derecho al

voto a unos cuantos: los funcionarios públicos,

los profesionistas y los contribuyentes, es decir,

el conjunto de personas privilegiadas. No fue

entonces de extrañar que la nueva ley del voto

universal propuesta por Sagasta en 1879 tardara

más de un decenio en ser aceptada.2

Si esta ausencia de participación era propia

de la Península, la situación se agravaba en Te-

nerife, donde la transportación se hacía aún so-

bre animales de monta o en diligencia, y el silbi-

do (hoy reconocido como patrimonio cultural)

era utilizado en la escarpada geografía como la

estrategia privilegiada de comunicación. Aun

habiéndose aceptado el Sistema Métrico Deci-

mal cincuenta años antes, en el mercado al que

2 Idem.

bautizado el 30 de ese mes en la Parroquia de

San Ginés. Su padre fue el notario Blas Cabrera

Topham, y su madre, Antonia Felipe Cabrera.

Blas fue el mayor de los ocho hijos del matrimo-

nio. En 1881, teniendo apenas tres años de edad,

su familia se asentó en Tenerife, la isla más ex-

tensa del archipiélago canario, por lo que puede

considerársele su tierra de crianza.

Contexto histórico

Durante el último tercio del siglo XIX y parte del

siglo XX, por su ubicación norafricana, las islas

Canarias se consideraban un territorio lejano,

cuando no ajeno, a la metrópoli. Como efecto de

este alejamiento, no contaban con una adminis-

tración fluida ni recibían los apoyos y las venta-

jas que el reciente desarrollo científico y tecno-

lógico europeo generaba en el continente. Así, la

vida en Canarias era inestable y afectada por di-

ferencias y pleitos internos. Sin embargo, el mis-

mo desarrollo continental que no les favorecía,

sí trastocaba –cuando no desplazaba– sus recur-

sos y su cultura tradicionalmente agrícolas. Tal

era el caso de la cochinilla, una de sus fuentes

principales de recursos, que durante la segunda

mitad del siglo XIX fue sustituida por los colo-

rantes artificiales inventados por los químicos

alemanes Perkin y Bayer1 con el consiguiente

empobrecimiento económico de sus agriculto-

res y el creciente descontento social y político.

En Canarias se vivía, pues, un reflejo am-

pliado de la situación general de la Península.

Agotada por las luchas de independencia de sus

colonias, España se enfrentaba a una situación

de gran deterioro económico y desencuentro e

intranquilidad política. Conservadores, restau-

1 Nicolás Elórtegui et al., “EL magnetismo que estudió Blas Ca-brera”, ponencia, I Congreso sobre Blas Cabrera Felipe, Te-nerife, Canarias, noviembre de 1995.

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El patrimonio cultural del exilio REPUBLICANO ESPAÑOL EN MÉXICO…

cuyo pensamiento educativo abrió de una vez

y para siempre los horizontes de la educación

española a través de instituciones como la Junta

de Ampliación de Estudios, de cuyo Laborato-

rio de Investigaciones Físicas, Blas Cabrera, en

continuidad con su educación, llegaría, como

veremos más adelante, a ser director en 1911.

Hijo de padre ilustrado, Blas perteneció a la

muy pequeña parte de la población canaria con

acceso a la educación, pues dado el bajísimo

presupuesto que en la época se destinaba a ese

rubro, no se contaba más que con un instituto, al

que sólo podían acudir los hijos de las familias

con recursos; recursos necesarios, incluso, para

transportarse desde su lugar hasta el instituto.

Por otra parte, y a pesar de disponer de medios

acudía entonces la madre de Blas se seguían

vendiendo telas por varas y pesando gra-

nos en libras y quintales. ¡Qué parado-

ja que precisamente Blas, un hijo de

Canarias, haya ocupado en 1937,

un importante puesto en París

en el Comité Internacional

de Pesas y Medidas!

La infancia de Blas Ca-

brera corrió entonces para-

lela a las luchas ideológicas y

políticas entre la España conserva-

dora, protectora de los privilegios y en

el poder, y la España liberal, laica (no ne-

cesariamente atea), científica y con horizon-

te igualitario a la que aspiraba la oposición al

gobierno. Luchas y contradicciones de la época

agravadas por dos eventos: la guerra con Cuba,

cuyo alto costo económico y en vidas humanas

fue duramente criticado por la población de

visión avanzada; y el clima intelectual del mo-

mento que se gestaba liberal a través de obras

como Fortunata y Jacinta de Pérez Galdós (autor

liberal en apogeo) y exigía una recomposición

de la vida moral y social española.

El hijo de familia liberal

De talante culto y liberal, tanto Canarias como

la familia Cabrera se inclinaban hacia la forma

de vida republicana claramente comprometida

en esos tiempos con los principios de la Ilustra-

ción: libertad, igualdad, fraternidad y justicia,

ciencia y verdad. Estos fueron, pues, los valores

y principios, los cimientos de la educación de

Blas. Estos eran los mismos valores que –fieles

a la fallida Primera República, la llamada Re-

pública de los Docentes de 1873– orientaron a

instituciones como la Institución Libre de Ense-

ñanza, creada por Giner de los Ríos en 1876, y

Antonia Felipe Cabrera y Blas Cabrera Topham, padres de

Blas Cabrera Felipe

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Educación PATRIMONIAL

ahí la importancia, en los ámbitos rurales y se-

mirrurales, del ambiente cultural y la instruc-

ción dentro de la familia.

Buen estudiante de segunda enseñanza del

Instituto de Canarias de La Laguna4 (sus no-

tas, por ejemplo en Retórica y Poética, señalan

“Bueno”)5 entre 1890 y 1894, tuvo contacto hasta

1893 con lo que sería su vocación a lo largo de

la vida. Pues si bien, los cursos hasta entonces

parecían conducirlo a una formación orientada

hacia las humanidades (Latín y Castellano, Re-

tórica y Poética, Geografía, Historia Universal

e Historia de España, Psicología, Lógica y Éti-

ca), con el maestro don Francisco Javier Viedma

descubrió su interés por las ciencias, pues él fue

quien lo inició en los principios de la física y la

química y orientó sus primeros experimentos

en el laboratorio al que, gracias a las anotacio-

nes de sus profesores, sabemos que asistió. Fue

pues de puño y letra de Viedma (quien poste-

riormente tendría a su cargo la Estación Meteo-

rológica del Instituto de Canarias) como que-

daron registradas las primeras observaciones

acerca del alumno que, años más tarde, sería

uno de los más importantes físicos de su época.6

En junio de 1894, para obtener el título de

bachiller, Blas se examinó ante dos profeso-

res “venidos por mar desde la Universidad de

Sevilla”,7 de la que dependía el Instituto de Ca-

narias. Y, con apenas 16 años, en septiembre del

mismo año partió hacia la Península para estu-

diar Derecho –como su padre– en la Universi-

dad Central de Madrid.

4 Hoy Instituto Cabrera Pinto, situado en la calle de San Agus-tín, en La Laguna, Tenerife. (Véase: <www.grupoblascabrera.org/blascab/Laguna.htm>.)

5 J. F. Rodríguez et al., “Blas Cabrera Felipe, el estudiante de Se-gunda Enseñanza en La Laguna”, ponencia, I Congreso sobre Blas Cabrera Felipe, Tenerife, noviembre de 1995.

6 Idem.7 “Blas Cabrera en La Laguna”. Disponible en: <www.grupo-

blascabrera.org/web/blascab/Laguna.htm>.

económicos, la existencia de un único y lejano

plantel escolar dificultaba su asidua asistencia,

por lo que es de suponer que, siendo alumno de

enseñanza libre, sus estudios de segunda ense-

ñanza se hayan desarrollado siempre bajo la vi-

gilancia y con el apoyo de sus padres y, en gran

medida, en el seno familiar.

La instrucción como tarea familiar era una

práctica usual en los estratos educados de la

época. Debemos recordar, además, que en ese

tiempo los cursos dependían fundamentalmen-

te del saber del maestro, y que los libros de tex-

to, base de la enseñanza, eran –atendiendo a sus

tiempos de elaboración, publicación, autoriza-

ción y distribución– generalmente obsoletos, en

especial aquellos dedicados a las ciencias, como

la física, la química y la experimentación.3 De

3 Idem.

Retrato de Blas Cabrera Felipe en el siglo XIX

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El patrimonio cultural del exilio REPUBLICANO ESPAÑOL EN MÉXICO…

tenso y desinteresado los elementos disponibles

en el país”.9 Comunicación y agrupación de los

mejores elementos que dio frutos en científicos

como Cabrera.

El doctor Cabrera Felipe

Nuestro personaje continuó sus estudios en la

Universidad y, en 1901, obtuvo el doctorado en

ciencias físicas con la tesis “Sobre la variación

diurna de la componente horizontal del viento”,

que fue calificada por sus examinadores como

“sobresaliente” y a la que se otorgó un premio

extraordinario. En ese mismo año, a los 21 años

de edad, era ya profesor ayudante de Electrici-

dad en la Facultad de Ciencias.

9 Idem.

El joven científico

Si bien la intervención docente de don Francisco

Javier Viedma introdujo en Blas la duda acerca

de su decisión de estudiar leyes tal como conve-

nía a su interés, al de su padre y al de la notaría

en Santa Cruz de Tenerife, en Madrid recibió el

segundo llamado a su vocación científica como

asistente a las tertulias de don Santiago Ramón

y Cajal en el Café Suizo. Fue el sabio Cajal quien

impulsó al joven estudiante, de apenas 17 años,

a abandonar los estudios de leyes y seguir su

propio interés. Atendiendo a los consejos de su

maestro y después amigo, en 1898 obtuvo la li-

cenciatura en Ciencias Físico-Matemáticas en la

Universidad Central de Madrid.

Por otra parte, su estancia en Madrid le abrió,

además de las puertas a la ciencia, la posibilidad

de una convivencia intelectual única con los

pensionados de la Residencia de Estudiantes de

Madrid, sitio que representaba en ese tiempo:

…la coherente vertebración interna de un proyec-

to residencial en el que nada se deja a la improvi-

sación, en el que la rigurosa fidelidad a una idea

liberal y corporativa de Universidad permitió

lograr un clima intelectual, cultural y social tan

brillante como infrecuente en los ambientes uni-

versitarios españoles de la época.8

En este contexto, la formación humanista y

científica del joven Blas encontrará amplio eco.

La Residencia de Estudiantes de Madrid, que

formaba parte del proyecto global de la Junta

de Ampliación, tenía –según relata Pérez-Villa-

nueva– el objetivo de “provocar una corriente

de comunicación científica y pedagógica con el

extranjero, y agrupar en núcleos de trabajo in-

8 José María López Sánchez, “La Junta para Ampliación de Es-tudios (1907-1936)”, Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, curso de doctorado 1998-1999.

Blas Cabrera Felipe entre 1901-1910

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Educación PATRIMONIAL

(físico y catedrático en la Universidad de Stan-

ford y de Madrid).11

El año de su consolidación como hombre de

ciencia fue 1910. El 17 de abril pronunció un dis-

curso de recepción titulado “El éter y sus rela-

ciones con la materia en reposo” como miembro

de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas

y Naturales.

En ese mismo año fue nombrado director de

la Junta de Ampliación de Estudios e Investi-

gaciones Científicas, creada apenas en 1907 y,

como hemos dicho, heredera de los principios

pedagógicos, científicos y republicanos de la

Institución Libre de Enseñanza.12

Y, tan sólo un

año después, en 1911 fue nombrado director del

Laboratorio de Investigaciones Físicas creado

por la propia Junta de Ampliación de Estudios e

Investigaciones Científicas.

Junto con Enrique Moles Ormella, su com-

pañero de trabajo, en mayo de 1912 fue pensio-

nado por la propia Junta para realizar un viaje

de estudios al laboratorio del físico Pierre Weiss

en el Politécnico en Zúrich para estudiar mag-

11 Doctorado en Física en París con Luis de Broglie, se exilió en los Estados Unidos de América, donde fue profesor de las uni-versidades de Bristol y Virginia. Sus investigaciones versan so-bre la estructura de los cristales. Regresa a España en los años setenta, como director del Departamento de Física Fundamen-tal de la recién creada Universidad Autónoma de Madrid.

12 Francisco J. Laporta, A. Ruiz Miguel, Virgilio Zapatero y Javier Solana afirman que a finales del siglo XIX y comienzos del XX, “una concepción del mundo desdeñosa de la ciencia y un sis-tema educativo débil, que se dirige a una exigua minoría del país y no es capaz de suministrar los rudimentos de una infor-mación apta para provocar un desenvolvimiento económico”. En este mismo sentido se pronuncia Julio Ruiz Berrio cuan-do sostiene que “junto a esas minorías de poder económico existían las minorías intelectuales, aunque en la mayor parte de las ocasiones coincidían”. Por tanto, según Laporta, sería ahora cuando “se va a transformar en tema central de nuestra literatura crítica el análisis de nuestra postración a la luz de loque acontece en las naciones más avanzadas. El origen de las ideas que darán posteriormente lugar al nacimiento de la Jun-ta para Ampliación de Estudios ha de encontrarse sin duda en este tema central” (José María López Sánchez, “La Junta para Ampliación de Estudios (1907-1936)”, op. cit., p. 3.

Tan sólo dos años después, en 1903, fue

miembro fundador de la Sociedad Española de

Física y Química y de su revista, Anales, un es-

pacio editorial científico en el que publicó sus

primeros y muy numerosos trabajos. En ascen-

dente carrera académica, en 1905 dejó la plaza

de profesor ayudante tras obtener la de catedrá-

tico de Electricidad y Magnetismo en la Univer-

sidad Central de Madrid. El tema del magnetis-

mo era ya su especialidad.

En 1908 asistió al Primer Congreso de la Aso-

ciación Española para el Progreso de las Cien-

cias. En 1909 volvió a La Laguna, en Canarias,

pero ahora no se trataba de un viaje de estudios:

iba para casarse con María Sánchez Real, su ve-

cina y compañera de estudios en Tenerife. De

ese matrimonio, que se trasladó y estableció en

Madrid, nacieron sus hijos: Blas (médico fisió-

logo y catedrático),10

Luis (arquitecto) y Nicolás

10 Quien, siendo secretario particular del presidente de la Repú-blica, el Dr. Juan Negrín, también se exilió en México.

Blas Cabrera Felipe en su laboratorio, 1932

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El patrimonio cultural del exilio REPUBLICANO ESPAÑOL EN MÉXICO…

En ese mismo año, en el mes de agosto, dos

meses antes de la Revolución rusa, tuvo lugar

la llamada Huelga General Revolucionaria, con-

vocada por la Unión General de Trabajadores,

el Partido Socialista Obrero Español y la Confe-

deración Nacional del Trabajo, de filiación anar-

quista, que agudizaron la crisis del gobierno

del rey Alfonso XIII. El clima de agitación por

el descontento social antimonárquico había co-

menzado.

En 1919, Blas Cabrera recibió el doctorado

honoris causa de la Universidad de Estrasburgo;

en 1920, fue anfitrión de la inauguración del Ins-

tituto Nacional de Física y Química en Madrid

(evento conservado en una película); y en 1921,

fue nombrado miembro del Comité Internacio-

nal de Pesas y Medidas en París.

Un episodio único en la vida de Blas Cabrera

lo distinguió entre todos los científicos de su épo-

ca: el 4 de marzo de 1923 recibió, al lado del rey

Alfonso XIII, al más destacado hombre de ciencia

del momento: el físico Albert Einstein. Una fo-

tografía testimonió este encuentro. En ese mis-

mo año, Cabrera publicó –con el patrocinio de la

Residencia de Estudiantes de Madrid– su obra

Principio de relatividad, que lo convirtió en intro-

ductor de la teoría de la relatividad en España.

En 1926, Cabrera fue aceptado como miem-

bro de la Academia de Ciencias de Francia, y

fue gracias a sus gestiones que la Fundación

Rockefeller otorgó al gobierno español los cré-

ditos necesarios para la creación de un instituto

en el cual habrían de efectuarse las importantes

investigaciones que Cabrera desarrollaba en su

escasamente equipado Laboratorio de Investi-

gaciones Físicas. Él mismo adecuó las instala-

ciones que, más tarde, albergarían al Instituto

Nacional de Física y Química.

En 1927, terminó y dejó listo para publicación

el libro El átomo y sus propiedades electromagnéti-

cas. Al año siguiente, fue nombrado miembro del

Consejo Científico del Instituto Internacional de

netismo. Esta visita (a la que fue acompañado

por su familia), además de generar importantes

frutos científicos experimentales, fue el origen

de una gran amistad entre ambos científicos.

En ese año visita también los laboratorios de las

universidades de Ginebra y de Heidelberg, así

como la Oficina Internacional de Pesas y Medi-

das de París.

Como resultado de tales estancias de estu-

dios, volvió a España llevando nuevas técnicas

al Laboratorio de Investigaciones Físicas, donde

continuó sus trabajos de magnetismo, muchos

de ellos realizados en colaboración con Enrique

Moles Ormella, Arturo Duperier y otros investi-

gadores, y sobre los que escribiría diversas co-

laboraciones para la Revista de la Real Academia

de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid

que se publicaron en 1912.

Sus visitas y estancias académicas y científi-

cas se extendieron en 1915 incluso a Sudamé-

rica, a donde viajó como mensajero cultural de

España acompañado de Fernando de los Ríos

(quien años después, una vez reinstaurada la

Segunda República, ocuparía la titularidad de

distintos ministerios: Justicia, Estado y Educa-

ción). En estos viajes el doctor Cabrera fue ob-

jeto de múltiples reconocimientos: además de

ser invitado a dar conferencias científicas, fue

nombrado doctor honoris causa en varias univer-

sidades del sur del continente, y profesor espe-

cial y honorario en la Universidad de Buenos

Aires y la Universidad Nacional de México. En

1916, fue elegido presidente de la Sociedad Es-

pañola de Física y Química, e inauguró en Mé-

xico el Instituto Hispanoamericano, donde fue

nombrado profesor extraordinario. Era ya para

entonces un científico de talla mundial, plena-

mente consolidado, y un trabajador infatigable

pues a pesar de tantos viajes, en 1917 tuvo listos

los originales para la publicación del libro ¿Qué

es la electricidad?

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Educación PATRIMONIAL

Con la ayuda de la Fundación Rockefeller,

en 1932 inauguró el edificio Rockefeller (en la

calle de Serrano en Madrid, y que hoy es el Ins-

tituto de Química y Física Rocasolano), sede del

Instituto Nacional de Física y Química del que

Cabrera fue director (existen secuencia filmada

y vistas del edificio Rockefeller).13

Blas Cabrera fue el anfitrión del evento y

estuvo acompañado por Fernando de los Ríos,

ministro de Instrucción Pública del Gobierno de

la República, y por los científicos Weiss y Som-

merfeld (existe secuencia filmada el 6 de febrero

de 1932 de este encuentro).14

Un mes después, el 7 de marzo de 1932, el

presidente de la República, don Niceto Alcalá

13 Remitirse a: <www.grupoblascabrera.org/web/blascab/rockef1.htm>.14 Idem.

Física Solvay (Conferencia Solvay). Su candida-

tura había sido propuesta por Marie Curie y Al-

bert Einstein. Pertenecer a este comité represen-

tó la posibilidad de asistir a reuniones, cada tres

años, del más alto nivel científico, y relacionar-

se con los mejores físicos del mundo, como él.

Como corolario, en ese mismo año, fue elegido

académico de Ciencias de París a propuesta de

los físicos Paul Langevin y Maurice de Broglie.

En virtud de sus méritos, en 1929 fue nom-

brado rector de la Universidad Central de Ma-

drid. En 1930, participa en la VI Conferencia

Solvay sobre Magnetismo, en Bruselas, Bélgica,

con el trabajo “Las propiedades magnéticas de

la materia”, tema sobre el que hizo importantes

aportaciones experimentales. Una fotografía de

1930 testimonia su presencia entre el propio Al-

bert Einstein y Niehls Bohr.

Albert Einstein con Alfonso XIII y Blas Cabrera entre otras personalidades durante su visita a Madrid en 1923

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El patrimonio cultural del exilio REPUBLICANO ESPAÑOL EN MÉXICO…

sicos y lenguaje”. La sublevación militar contra

el gobierno de la República, del 18 de julio de

1936, lo sorprendió siendo rector de la Univer-

sidad Internacional de Santander. Cerrados los

caminos, o bien en poder de los sublevados, se

vio obligado a salir del país para pasar primero

por Francia y así poder volver a Madrid.

Como parte de su trabajo en el Comité In-

ternacional de Pesas y Medidas, comenzó con

la científica Mme. Cotton un Laboratorio de In-

vestigaciones Magnéticas; y en 1937 fue nom-

brado secretario del Comité por Pieter Zeeman,

hasta entonces su presidente. Este cargo tuvo

que desempeñarlo en París (entre 1937 y 1941)

donde, ya exiliado de la guerra de España, fue

nombrado Maitre de Recherches (maestro de in-

vestigación) del Centre National de la Recher-

che Scientifique.

Durante esos años en París, como sostienen

Francisco Martínez Navarro y Emigdia Repetto

Jiménez, asiste a las reuniones científicas de las

universidades de Estrasburgo y La Sorbona, a

pesar de los momentos que ya comienza a vivir

Europa. Participa también en la organización de

Zamora, visitó a Cabrera y a su equipo, integra-

do por Enrique Moles Ormella (que años más

tarde sería considerado el padre de la Química

española) y Miguel Catalán Sañudo (existe se-

cuencia filmada de esta visita).15

En el libro de J. H. van Vleck (1932) Theory

of Electric and Magnetic Susceptibilities, el texto

más importante de la especialidad, Cabrera fue

el físico experimental más citado. Su producti-

vidad, notable, superó los más de 100 trabajos

publicados entre 1910 y 1934. En 1934 fue ele-

gido presidente de la Academia de Ciencias de

Madrid. En ese mismo año se desempeñó como

rector de la Universidad Internacional de Vera-

no de Santander, institución de la que fuera fun-

dador en 1933, año en que fue secretario del Co-

mité Internacional de Pesas y Medidas en París.

El 26 de enero de 1936, tomó posesión como

miembro de la Academia Española de la Lengua

para ocupar el puesto que dejara su maestro y

amigo Santiago Ramón y Cajal; su discurso de

ingreso se tituló “Evolución de los conceptos fí-

15 Idem.

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Fotografía de los participantes de la VI Conferencia Solvay de 1930. Blas Cabrera aparece en pri-mera fila, el tercero por la derecha. Está sentado entre Owen Willans Richardson y Niehls Bohr

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Educación PATRIMONIAL

xico como asilado político con su hijo Blas, su

nuera y sus nietos, y se incorporó como profesor

de Física Atómica y de Historia de la Ciencia en

la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacio-

nal Autónoma de México, institución que años

atrás lo había nombrado profesor especial y ho-

norario. Fue también investigador del Instituto

de Física de la UNAM, y se incorporó como socio

honorario a la Sociedad Matemática Mexicana.

Como profesor de esa facultad, logró la ins-

talación de un laboratorio de medidas eléctricas,

y colaboró con el grupo de jóvenes mexicanos

del profesor Vallarta, que era reconocido por

sus trabajos sobre radiación cósmica. En 1944, la

Institución Cultural Española de Buenos Aires

le publicó su último libro: El magnetismo de la ma-

teria, y en ese mismo año, al morir el doctor Ig-

nacio Bolívar, Blas ocupó su cargo como director

de la revista Ciencia, que en 1940 habían funda-

la VIII Conferencias de Solvay “Las partículas

elementales y sus interacciones”, que fue retra-

sada primero por la muerte de Paul Langevin

y, finalmente, suspendida por el estallido de la

Segunda Guerra Mundial.16

El franquismo, el cese y el exilio

Con el triunfo del bando encabezado por el ge-

neral Francisco Franco, éste ordenó en 1941 el

cese de Cabrera a su cargo en el Comité de Pesas

y Medidas, pues no lo reconoció como represen-

tante de su gobierno. Cabrera dimitió. Ese mis-

mo año, un Cabrera desilusionado viajó a Mé-

16 Véase Francisco Martínez Navarro y Emigdia Repetto Jimé-nez, Biografías de científicos canarios, Las Palmas, Gobierno de Canarias, 2005, p. 59.

Inauguración del Instituto de Física y Química, 6 de febrero de 1932

Visita del presidente Niceto Alcalá Zamora al edifi-cio Rockerfeller en 1932

Captura de pantalla

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biqfr.blogspot.com

Edificio Rockefeller, sede del Instituto Nacional de Física y Química del que Cabrera fue director

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Page 11: El patrimonio cultural del exilio español en México. Blas Cabrera Felipe

El patrimonio cultural del exilio REPUBLICANO ESPAÑOL EN MÉXICO…

recuperan la necesidad de reivindicación de sus

creadores, citando una reflexión de su director

fundador, Ignacio Bolívar:

Convenía demostrar a los ojos del mundo, y es-

pecialmente a los científicos americanos que la

ciencia española no había desaparecido, ni se ha-

bía sometido a los designios de los dictadores, y

cómo, en su mayor parte, hubo de abandonar la

Península y se hallaba acogida entre sus colegas

europeos y americanos. Por ello surgió la revista

Ciencia.21

Sin embargo, esta aspiración política no les

hizo olvidar la finalidad científica y primor-

dial de la revista. Así, el mismo Ignacio Bolívar

anunció en el pequeño editorial fechado el 15 de

febrero de 1940:

21 Rafael Aleixandre Benavent, Juan Antonio Micó Navarro y Amparo Soler Sáiz, “La contribución científica del exilio a tra-vés de la revista Ciencia (1949-1975)”, en Josep Lluis Barona Vilar (comp.), Ciencia, salud pública y exilio, (España 1875-1939), Valencia, Seminari d’Estudis sobre la Ciència, 2003, pp. 75-76.

do Ignacio Bolívar Urrutia (entomólogo), su hijo

Ignacio Bolívar y Pieltan (también entomólogo)

y Francisco Giral (bioquímico), todos científicos

españoles republicanos exiliados en México.17

Ciencia fue publicada por la Editorial Atlan-

te, fundada por exiliados españoles y con el

apoyo de empresas como la Compañía Fundi-

dora de Fierro y Aceros de Monterrey, el Banco

de México, la Compañía Cerillera Mexicana, la

Cervecería Moctezuma y la Compañía Hulera

Euzkadi; y la colaboración de personajes como

el general Abelardo Rodríguez, ex presidente de

la República. Para 1943, a las antes mencionadas

empresas patrocinadoras se unirían El Colegio

de México, el Fondo de Cultura Económica, los

Laboratorios Andrómaco y Picot, y la Junta de

Auxilio a los Refugiados Españoles, así como

la Comisión Impulsora y Coordinadora de la

Investigación Científica, clave para la supervi-

vencia de la revista.18

Atlante se encargó de la

edición hasta 1946, fecha en que Ciencia que-

dó a cargo del llamado Patronato de la Revista

Ciencia,19

que facilitó su publicación hasta 1975

y que estaba constituido por personajes tales

como Evaristo Araiza, Eduardo Villaseñor, Car-

los Prieto, Santiago Galas y Francisco Giral.20

Los autores de “La contribución científica del

exilio a través de la revista Ciencia (1949-1975)”

17 Acerca del papel de los científicos españoles exiliados en Mé-xico, véase Agustín Sánchez Andrés y Silvia Figueroa Zamudio (coords.), De Madrid a México. El exilio español y su impacto sobre el pensamiento, la ciencia y el sistema educativo mexicano, México / Madrid, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo / Comunidad de Madrid, 2003.

18 Miguel Ángel Puig-Samper Mulero, “La revista Ciencia y las primeras actividades de los científicos españoles en el exilio”, en Agustín Sánchez Andrés y Silvia Figueroa Zamudio, op. cit., pp. 114-115.

19 Para mayor información acerca de la revista Ciencia, véase el espléndido trabajo de Jorge Quetzal Argueta Prado, La revista Ciencia (1940-1975). Contribuciones a la ciencia mexicana del siglo XX, tesis para obtener la licenciatura en Historia, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2008.

20 Miguel Ángel Puig-Samper Mubro, op. cit., p. 115.

cedros.residencia.csic.es

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Page 12: El patrimonio cultural del exilio español en México. Blas Cabrera Felipe

Educación PATRIMONIAL

después de haber ocupado los alemanes París, re-

cibieron una cariñosa indicación del Gobierno de

Franco por la que le hicieron dimitir su cargo.

Vino entonces a México, ya viejo y muy agotado,

más que por la edad por un trastorno del sistema

nervioso, que tenía desde 1918. Durante la epide-

mia mundial de gripe sufrió un ataque de ence-

falitis letárgica, del que quedaron lesiones que se

fueron agravando hasta producir su muerte.

A pesar de su estado tuvo aún bríos en México

para continuar trabajando, fue acogido con cariño

en el Instituto de Física de la Universidad Nacio-

nal, donde además recibió ayuda de la Fundación

Rockefeller para establecer un taller en el que pu-

diera construir los aparatos necesarios para sus in-

vestigaciones.

Deja D. Blas una labor física importante […].23

Blas Cabrera Felipe, como uno más de sus

compañeros exiliados científicos, representa

los valores originarios de la República. Forma-

do entre dos siglos, encarna los principios y las

aspiraciones intelectuales de la Ilustración y el

republicanismo: el hombre de ciencia que es

también un liberal republicano fraternal, con

convicción, sentido del trabajo en colectivo y

vocación de servicio al bien público y a su pa-

tria. La austeridad de su vida y la dedicación a

su trabajo científico, al crecimiento intelectual y

a la vida académica no le impidieron publicar

materiales de divulgación, historia de la ciencia

y culturales. Blas Cabrera Felipe fue un hombre

de su tiempo, científico y humanista, y uno de

los científicos y académicos del exilio republi-

cano español en México, cuya fuerza, y capaci-

dad de trabajo y de servicio ayudaron a crear y

engrandecer el patrimonio cultural, en este caso

científico, del país que le dio asilo.

23 Ciencia, vol. VI, núm. 7-9 (1945), pp. 241-242, citado en: Mi-guel Ángel Puig-Samper Mulero, op. cit., pp. 119-120.

La revista Ciencia, que hoy aparece en el estadio de

la prensa científica, tiene por finalidad primordial

difundir el conocimiento de las Ciencias físico-na-

turales y exactas y sus múltiples aplicaciones, por

considerarlas como una de las principales bases

de la cultura pública, para lo que procurará, por

todos los medios a su alcance, aumentar el interés

hacia su estudio en los países hispano-americanos.

[…] Es evidente que las Ciencias, hoy aún más

que en tiempos pasados, no pueden progresar sin

el concurso de cuantos a ellas se dedican. Como

en la colmena, cada uno aporta el producto de su

labor para contribuir a la obra común que dará

por resultado la riqueza del conjunto.22

Cansado y enfermo después de su corta pero

productiva estancia en México, Blas Cabrera Fe-

lipe murió en el exilio el 1 de agosto de 1945. La

revista Ciencia le sobrevivió 30 años más y su

obra es aún reconocida no sólo en México sino

también en España, donde gracias a un esfuer-

zo de recuperación de la memoria histórica los

grupos de científicos e intelectuales se reapro-

pian de su patrimonio cultural, científico, litera-

rio, humanista y político.

En 1945, la propia revista anunciaba su dece-

so, y como síntesis de sus últimos años de vida,

Antonio Medinaveitia, su colaborador desde el

Instituto Nacional de Física, describió:

Cuando estalló la sublevación fascista, D. Blas, ya

no joven, consideró que no podría continuar tra-

bajando en Madrid y se fue a París a ocuparse más

asiduamente de su cargo de Secretario del Bureau

internacional de pesas y medidas que desempeña-

ba ya hacía algunos años; sus trabajos de investi-

gación los prosiguió en los laboratorios de la Es-

cuela Normal de Sèvres. Terminada nuestra guerra

civil allí continuaba, pero vino la guerra europea y

22 Ciencia, vol. I (1940), p. 1, citado en Miguel Ángel Puig-Samper Mulero, op. cit., pp. 98-99.

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