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EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD CULTURAL COLOMBIANA EN LA ÉPOCA DE LA NORMALIZACIÓN JULIÁN FERNANDO MANTILLA PEÑA UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA FACULTAD DE FILOSOFÍA BOGOTÁ 2009

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EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD CULTURAL COLOMBIANA EN LA ÉPOCA DE LA NORMALIZACIÓN

JULIÁN FERNANDO MANTILLA PEÑA

UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA FACULTAD DE FILOSOFÍA

BOGOTÁ 2009

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EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD CULTURAL COLOMBIANA EN LA ÉPOCA DE LA NORMALIZACIÓN

JULIÁN FERNANDO MANTILLA PEÑA

Informe de investigación

Director: Franklin Giovanni Púa Mora

UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA FACULTAD DE FILOSOFÍA

BOGOTÁ 2009

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CONTENIDO

0. INTRODUCCIÓN…………………………………………………………… 4

1. ¿QUÉ ES LA NORMALIZACIÓN?........................................................ 5

1.1. La normalización en la historia de Colombia………………………….. 6

1.1.1 La República Liberal……………………………………………………. 9

1.1.2 El gobierno conservador……………………………………………….. 10

1.1.3 El gobierno de las Fuerzas Armadas…………………………………. 13

1.2. ¿Qué podemos decir del elemento histórico?.................................... 14

1.3. Surgimiento del movimiento normalizador: el Instituto de Filosofía… 16

2. EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD CULTURAL COLOMBIANA EN

DANILO CRUZ VÉLEZ……………………………………………………….. 17

3. EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD CULTURAL COLOMBIANA EN

RAFAEL CARRILLO…………………………………………………………... 20

4. EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD CULTURAL COLOMBIANA EN

CAYETANO BETANCUR CAMPUZANO…………………………………… 24

5. A MODO DE CONCLUSIÓN……………………………………………… 28

BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………… 29

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EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD CULTURAL COLOMBIANA EN LA ÉPOCA

DE LA NORMALIZACIÓN.

0. INTRODUCCIÓN

Si la filosofía es un constante preguntar, si se trata de encontrar alternativas sobre

el comprender y accionar, entonces la reflexión sobre lo que se es, constituye uno

de los temas más acuciantes como pregunta y como posibilidad. Lo anterior se

demuestra en la historia de la filosofía occidental, en especial desde la llamada

“teoría o filosofía de la cultura” y las diversas reflexiones que ella genera como

parte constitutiva de un marco referencial contemporáneo1. Desde el principio

lógico de identidad se presume que dicho concepto se refiere a la calidad de lo

“Ídem”, es decir de lo mismo, lo homogéneo, por ende se le considera como

opuesta a lo diferente y a lo diverso. Así, la historia de la filosofía occidental,

desde Parménides y su exclusión de la diferencia, hasta Hegel y Heidegger, es un

manantial de reflexión filosófica de una riqueza enorme. Así pues, el

planteamiento tradicional de identidad como homogeneidad encuentra un

complemento necesario y enriquecedor en la posibilidad de pensar lo identitario en

términos de diferencia. En este sentido vale la pena recordar una de las

acepciones del término “identidad” según el Diccionario de la Academia de la

Lengua Española: “[…] conciencia que tiene una persona de ser ella misma y

distinta a las demás”2. Esto es, la necesidad que tiene lo similar de lo diverso para

ser consiente de su uniformidad.

Lo anterior adquiere una relevancia trascendental cuando hacemos el necesario

salto desde la identidad como concepto filosófico a la representación simbólica de

1 Cf. SOBRERILLA, David. Idea e historia de la filosofía de la cultura. En: Filosofía de la cultura.

Valladolid: Editorial Trotta. 1998. 2 Real academia española de la lengua. [En línea] Diccionario de la lengua española-vigésima

segunda edición. Disponible en Internet: http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=identidad. Consultado el 16 de mayo de 2009.

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los pueblos, esto es la identidad cultural. El filósofo argentino Hugo Biagini

recuerda cómo se da ese proceso genealógico: “[…] el nuevo concepto de la

identidad cultural empieza a verificarse sintomáticamente con el proceso de

descolonización de Asia y África, aplicándoselo luego a la circunstancia

latinoamericana”3.

Aquello que constituye los resortes fundamentales de los elementos que cobijan el

sentido de los distintos pueblos se conforma a través de síntesis de determinantes

múltiples de muy variada raigambre, el profesor y filósofo cubano Miguel Rojas

hace un intento de categorización al decirnos: “La identidad cultural es la condición

del ser humano que caracteriza la manera común de vivir en el tiempo y en el

espacio, un quehacer concreto del hombre en el proceso de creación y re-

creación, objetivación y subjetivación, producción y reproducción de la cultura y la

sociedad misma. Ella constituye una síntesis de múltiples determinaciones de la

identidad en la diferencia que comporta un universal concreto situado”4. La

concepción de Rojas Gómez pretende dar una explicación de una forma de

entender la identidad en términos que no corresponden necesariamente a la forma

que tradicionalmente se han asumido, esto es la posibilidad de pensar la identidad

en términos de diferencia o diversidad.

Desde la postura del pensador cubano, podemos formular nuestra hipótesis: en

los discursos y aportes teóricos sobre la identidad presentes en el pensamiento

colombiano del período denominado normalización, no se ha visualizado una

concepción de identidad basada en la diversidad, o no se ha realizado una

propuesta concreta frente a este cuestionamiento, que a su vez debe ser el

cimiento del pensamiento filosófico sobre lo colombiano. La cual esta ligada a la

hipótesis general del proyecto de investigación del Grupo Calibán, que busca

analizar dichos discursos sobre la identidad cultural colombiana –si los hay- desde

3 BIAGINI, Hugo. Filosofía americana e identidad. Buenos Aires: Eudeba. 1989. p. 38.

4 ROJAS, Gómez Miguel. Para una teoría de la identidad cultural. Material inédito.

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la regeneración hasta la normalización. De este modo el objetivo principal del

presente escrito es establecer algunas de las ideas más recurrentes que sobre el

tema de la identidad colombiana han sido desarrolladas por los autores

representativos de la historia de nuestro pensamiento en el período de la

normalización, estableciendo prioridades investigativas.

De este modo surge una motivación importante para estudiar a aquellos

pensadores propios de la normalización, ya que es necesario comprender cuál es

su postura sobre dicho tema, si la tienen, y si no tienen postura alguna es

necesario indagar el por qué no. De ahí que sea necesario adentrarnos en sus

bibliografías, y escudriñar la existencia en sentido amplio o en sentido estricto de

la pregunta por la identidad cultural colombiana. ¿Por qué estudiar a los

normalizadores? Porque es uno de los períodos de la filosofía en Colombia en el

cual la actividad filosófica, sale de los anaqueles, monasterios y claustros, para

convertirse en un opción de vida, en un profesión en nuestro país; de ahí que sea

de suma importancia examinar si los pensadores de este periodo se preguntaron o

no por nuestra identidad.

De este modo desarrollaremos el presente escrito: en primer lugar definiendo en

qué consiste la normalización, y por qué es un periodo importante dentro de la

filosofía en Colombia (observaremos el ámbito histórico, académico y filosófico de

dicho periodo de la historia de las ideas colombianas); luego analizaremos el

problema de la identidad cultural colombiana en tres autores representativos de la

normalización: Danilo Cruz Vélez, Rafael Carrillo y Cayetano Betancur; y por

último daremos algunas conclusiones sobre nuestro estudio y análisis en cuestión.

1. ¿QUÉ ES LA NORMALIZACIÓN?

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Desde el estudio que se realiza de la historia de las ideas en Colombia, es

necesario analizar el contexto de la Normalización, como el momento en el cual la

filosofía se desliga definitivamente del ambiente escolástico, dirigiéndose hacia un

ambiente más secular. Aquí personajes como Luis Eduardo Nieto Arteta (1913-

1956); Abel Naranjo Villegas (1910-1994); Rafael Carrillo (1909-1996); Cayetano

Betancur (1910-1982); Juan Vélez Sáenz (1913-1990); Danilo Cruz Vélez (1920-

2008 ), entre otros; luchan por una profesionalización de la filosofía dentro del

ambiente académico colombiano.

El proceso de la normalización, se puede ubicar dentro del ambiente de los años

cuarenta, cincuenta y parte de los sesenta, respectivamente. En cuanto a lo que

significa en sí la normalización, el profesor Leonardo Tovar Gonzáles lo expone de

la siguiente manera: “Con este término […], designa el momento en el cual la

filosofía académica se convierte en una función normal de la cultura”5. Este

suceso hace que en Colombia la filosofía como tal se profesionalice con un hecho

fundamental: “[…] se ha estimado que dicho acontecimiento sucede en Colombia

cuando se funda en 1946 el <<Instituto de filosofía>> de la Facultad de Derecho

de la Universidad Nacional por parte de una grupo de juristas cuyo verdadero

interés residía en el cultivo formal del filosofar”6.

Ante la pregunta por el origen del término de “normalización”, Joaquín Zabalza

Iriarte lo rastrea en el filósofo argentino, de origen español, Francisco Romero:

¿Qué significa “normalizar”? El 29 de diciembre de 1940 Francisco Romero

escribía en La Nación, de Buenos Aires: “Contra lo sucedido hasta hace

poco, cuando toda información debía buscarse fuera del aula, y el

interesado corría todos los peligros que acechaban al autodidacta, comienza

a ser posible hoy una adecuada formación escolar que provea de

instrumentos esenciales y garantice mediante ellos el rendimiento pleno del

5 TOVAR Gonzáles, Leonardo. Trayectoria y carácter de la filosofía en Colombia. En: Revista

pensamiento y vida. Bogotá. Año 3, No. 4 de 2000. p. 59. 6 Ídem.

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trabajo individual. De este modo se van dando las condiciones externas

favorables para la producción intensa y continuada, con la conciencia de

participar en un trabajo solidario y conexo; la filosofía deja de ser vista como

una propensión arbitraria y caprichosa…, en pocas palabras, se inicia una

etapa de normalidad filosófica”7.

De este modo la normalización, como momento filosófico en Colombia, es un

espacio en donde “la normalidad filosófica significa hacer de la práctica

filosófica una actividad normal al lado de otras actividades que se

desarrollaban habitual y diariamente en el interior de toda cultura no

defectiva”8.

Dentro del estudio que se ha de realizar en el campo de una idea de identidad

colombiana, es de suma importancia estudiar este momento histórico, ya que

desde una visión protosecular en la filosofía colombiana, este instante de la

historia de las ideas filosóficas colombianas, se empieza a configurar como una

forma de pensamiento que promueve a la filosofía como una profesión que antes

de ser antesala para los estudios jurídicos y eclesiales, se convierte en un

movimiento que quiere, ante todo, que la filosofía en nuestro ambiente colombiano

sea una opción de vida.

1.1. La normalización en la historia de Colombia

La normalización de la filosofía en Colombia coincidió con un proceso que estaba

viviendo la región latinoamericana: el proceso de modernización, que indicaba un

progreso en todos los ámbitos de las sociedades y países latinoamericanos: “[…]

hacia 1880 se inició en América Latina un período de modernización apoyado en

7 ZABALZA, Iriarte Joaquín. La normalización de la filosofía en Colombia y la bibliografía filosófica

colombiana del siglo XX. En: Cuadernos de filosofía Latinoamericana. IV Congreso Internacional de filosofía Latinoamericana. Universidad Santo Tomas, Facultad de Filosofía. Bogotá: 7-11 de julio de 1986. p. 9. 8 Ídem.

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una economía exportadora e importadora, en la difusión de la ideología del

progreso y en la continuidad del régimen social y político tradicional”9, y que

abarcó de los años treinta a los años sesenta del siglo XX . Muchos dirán que

dicho proceso de modernización favoreció a todas las clases sociales y que todos

quedaron conformes con ello. Totalmente falso. Ya que dicha modernización

favoreció, en gran medida, a las élites y clases “altas” de todo el continente. De

esta forma podemos identificar tres ámbitos en los cuales Latinoamérica tuvo

transformaciones significativas: el ámbito económico, el ámbito social y el ámbito

político.

Desde lo económico podemos decir que América Latina se encuentra en una

época de transformaciones fuertes; el proceso de “modernización”, hacia 1880,

tuvo su primer gran revés, en 1929 con la gran crisis económica que sumió al

mundo en una gran depresión, esto claro esta, por la excesiva confianza que

tuvieron las élites latinoamericanas hacia el modelo liberal “[…] que significó la

ausencia de restricciones estatales a las empresas y negocios del sector

privado”10. Esto provocó, que a partir de 1930, un retraimiento de las economías

latinoamericanas, convirtiéndolas en modelos de desarrollo ad intra de los países.

Lo que llevó a que los diversos estados buscaran la forma de impulsar con

recursos propios, ya que lo extranjeros eran escasos, procesos de

industrialización y urbanización que les permitiera superar el aletargamiento

económico.

Como se afirmó líneas arriba, muchos creerán que dicho proceso de

modernización-industrialización-urbanización, favoreció a todas las clases

sociales, pero esto no fue del todo cierto, ya que, aunque dichos procesos

ofrecieron grandes oportunidades a muchas personas, esto no dejó de ser trapo

de unas pocas manos. Es así que a partir de la década de los treinta se van

9 MURILLO, Posada Amparo. La modernización y las violencias. En: Historia de Colombia: todo lo

que hay que saber. Bogotá: Ed. Taurus. 2007. p. 265. 10

Ídem.

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gestando movimientos sociales que piden a gritos descentralizar los recursos para

que las regiones apartadas de los países también se vieran beneficiadas por las

políticas progresistas de los Estados. Otra cuestión que propició el florecimiento

de dichos movimientos sociales fue el hecho de que los recursos económicos y

ganancias, así como la participación en la vida política estatal, seguían quedando

en las élites, es decir, la situación de desigualdad social siguió siendo fuerte.

La política también estuvo muy convulsionada por aquel entonces en el territorio

latinoamericano. Gracias a los procesos de modernización iniciados por los

gobiernos, así como por los conflictos sociales de campesinos, obreros y clase

media surgidos en la región, que exigían mayor participación en el Estado se “[…]

hicieron posible el surgimiento de partidos nuevos, nacionalistas y populistas, que

llegaron al gobierno y, en algunos casos, lograron resquebrajar considerablemente

el exclusivo poder de los grupos oligárquicos tradicionales”11. Esto provocó que

personajes como Juan Domingo Perón (consumado golpista y líder de masas) en

Argentina; Getulio Vargas (líder con profundo espíritu social, tanto, que era

llamado "padre de los pobres") en Brasil; Lázaro Cárdenas (un hijo de la

Revolución mexicana) en México; entre otros, subieran al poder y marcaran

nuevos rumbos a la joven política latinoamericana. Del mismo modo, otro

personaje se imponía en la política global: Estados Unidos de Norteamérica; este

país fortalecido por la Primera Guerra Mundial logró acabar con los últimos

bastiones de la influencia directa europea en América Latina,

[…] e intensificaron sus incursiones expansionistas, llevando a las naciones

del área a seguir su visión económica y su estilo de vida. El

<<interamericanismo>> de principios de los años treinta, la <<buena

vecindad>> del presidente Roosevelt y, posteriormente, la doctrina de la

<<seguridad nacional>> fueron los argumentos estadounidenses para enfilar

a Latinoamérica contra el fascismo europeo primero y, después de la

11

Ibíd. p. 266.

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Segunda Guerra Mundial, contra el comunismo, incentivando las tensiones

de la Guerra Fría12.

¿Qué pasaba con Colombia? ¿Qué sucedía en el país entre 1930 y 1960, período

en el cual se encuentra nuestro tema de reflexión, es decir, la normalización de la

actividad filosófica en Colombia (que tomamos desde 1946 hasta 1960)?

Ciertamente Colombia no fue ajena a estos nuevos aires en la región. Aquí

también se vivió un ambiente en el cual la economía llevó al país a un grado de

“modernización” que favoreció a la clase dirigente y acomodada, lo cual sirvió de

germen, para que como en otros lugares de Latinoamérica, creciera el

descontento popular ante dicha situación de desigualdad, lo que propició “[…] la

organización de los campesinos, los obreros y los sectores medios, nuevos

actores sociales que cuestionaron el poder de unas élites que, además de

someterlos a precarias condiciones de existencia, impedían su participación

política”13.

El común de los historiadores está de acuerdo e proponer una periodización para

esta época de la historia colombiana. Básicamente se proponen tres etapas

enmarcadas estas por dos hechos fundamentales: la alternación del poder por

parte de los partidos Liberal y conservador; y la instauración del Frente Nacional

en 1957. Así se hablará en una primera etapa denominada República Liberal, que

va de 1930 hasta 1946; luego la segunda etapa que denotará el paso de lo

conservadores al poder, que fue de 1946 a 1953, en este mismo periodo florece el

fenómeno de la Violencia, como una acción contestaría a los rumbos que el país

estaba llevando; así la ultima etapa de dicho periodo se podría denominar etapa

del gobierno de las Fuerzas Armadas14, que abarcó desde 1953 hasta 1957,

12

Ídem. 13

Ídem. 14

TIRADO, Mejía Álvaro. Nueva historia de Colombia: II Historia política 1946-1986. Bogotá: Ed. Planeta, 1989. p. 110.

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cuando se empieza a gestar el acuerdo interpartidista Liberal y Conservador

llamado Frente Nacional:

1.1.1 La República Liberal

Para el año de 1930 Colombia tenia un cierto grado de prosperidad en diversos

renglones de su economía e industria15, esto se dio por era necesario afrontar la

crisis mundial del capitalismo, de este modo

[…] durante la década de 1930, el mejoramiento de las condiciones de la

producción agraria y la consolidación de la industria como sector dinámico

de la economía. Para lograr los objetivos propuestos se amplio la incidencia

del Estado en el terreno económico, en algunos casos por vocación y en

otros […] por los requerimientos mismos que implicaba la creación de

nuevas plantas manufactureras16.

Quizás esta sea la principal característica de la República Liberal, que inicia en

1930 con un problema importantísimo: la búsqueda de la consolidación de una Ley

de Tierras, que quiera responder al levantamiento de líderes campesinos quienes

se quejaban por la mala disposición sobre la propiedad de la tierras y las claras

falencias de un régimen arrendatarios de las mismas: esto se dio por los

problemas que sucedieron en la región del Magdalena, en donde, por la

manutención de la tierra, las condiciones laborales desfavorables y abusos que

empresas como la United Fruit Company, que en el caso particular, desembocaron

en la llamada Masacra de las Bananeras de 192817. Después de este hecho, se

pueden identificar dos consecuencias: el debilitamiento del partido Conservador,

15

Este “progreso”, por llamarlo de alguna forma, se dio gracias al impulso que tubo el país en razón a las crecientes exportaciones de café, que lograron sobrevivir a la recesión económica mundial de 1929. Así como por el interés del gobierno por mejorar las redes de comunicaciones y de servicios públicos. 16

MURILLO. Op. Cit. p. 270. 17

Este fue un episodio que ocurrió en la población colombiana de Ciénaga el 6 de diciembre de 1928 cuando un regimiento de las fuerzas armadas de Colombia abrieron fuego contra un número indeterminado de manifestantes que protestaban por las pésimas condiciones de trabajo en la United Fruit Company (Cf. Revista Credencial Historia. Bogotá, Colombia. Edición 190. Octubre de 2005).

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quien ostentaba la presidencia por medio de Miguel Abadía Méndez –y sucedido

por Enrique Olaya Herrea-; y el establecimiento cada vez mayor del Partido Liberal

en la opinión popular para llevar los destinos del país, (el cual veía como una

buena parte de sus militantes recibían muchas influencias por parte del marxismo),

ven las urgencia de implementar estrategias que permitan un ambiente de justicia

social. En razón a esto podemos decir que: “La lucha social por la tierra en la

década de 1930, en efecto, puede ser vista como el telón de fondo del tímido

intento de reforma agraria que adelantó el primer gobierno de Alfonso López

Pumarejo”18 y su Revolución en Marcha19. Todos estos hechos fueron creando en

el país un ambiente en el cual lo social fue tomando un lugar importante, tanto así

que de “[…] 1930 a 1957, lo rural y lo urbano se ligaron más a causa de los

procesos de industrialización y urbanización”20.

1.1.2 El gobierno conservador

En esta etapa de la historia nacional, que va de 1946 a 1953, en la cual la política

nacional se vio convulsionada, ya que es cuando se acentuó la confrontación

interpartidista, lo que desembocó en el “fenómeno de la Violencia, con

mayúsculas, que desde entonces no ha dejado de caracterizar al país”21. En el

país había un descontento general por las promesas realizadas de López

Pumarejo y su ley 200 de 1936, la cual no logró su cometido de buscar una

“equidad” agraria, lo que propició la renuncia de este al poder y que los

conservadores lo retomaran con la elección de Mariano Ospina Pérez en 1946 lo

cual llevó, inicialmente, a un fenómeno de violencia rural similar al ocurrido cuando

18

MURILLO. Op. Cit. p. 267. 19

La Revolución en Marcha comprende el período que va desde 1934 a 1938, llamado así para establecer el contraste entre el gobierno de Alfonso López Pumarejo y el de la Concentración Nacional presidido por Enrique Olaya Herrera. El liberalismo y las fuerzas populares y sindicales que acompañaron la revolución en marcha se movían en un mundo de extrañas paradojas, el ascenso de las reformas populares y la presencia del fascismo italiano, el falangismo español y el nazismo alemán, fuerzas incidentes en nuestra vida por la propaganda desatada de los interesados, sus agencias de difusión ideológica y sus agentes en el país. (Cfr. ARDILA, Duarte Benjamín. Alfonso López Pumarejo y la Revolución en Marcha. En: Revista Credencial Historia. Bogotá. Edición 192. Diciembre de 2005). 20

MURILLO. Op. Cit. ídem. 21

Ibíd. p. 266.

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Enrique Olaya Herrera llegó a la presidencia. Por otro lado, gracias a los

levantamientos violentos de la población generados con el asesinato de Gaitán,

provoca un período de frecuentes persecuciones de bandas al servicio de los

partidos, entre los que figura la policía conservadora chulavita, este conflicto entre

los partidos se esparció rápidamente por todo el país.

Ciertamente los deseos liberales de imponer una modernización integral en el

país, esa Revolución en Marcha, quedaron solamente en eso: en una buena

intensión que se vio truncada por la falta de presencia del Estado en todos los

territorios nacionales, así como por la fragmentación política tan marcada en ese

momento y la falta de apoyo a las causas sociales que se empezaban a gestar en

la nación. Ahora bien que la renuncia al poder de Alfonso López Pumarejo, trajo

consecuencias, en todos los ámbitos de la vida nacional, un ejemplo es el del

sindicalismo quien tuvo que adaptarse a otra forma de gobernar22: el conservador.

Los grandes movimientos surgidos a partir de 1930 como la Federación Nacional

de Trabajadores del Transporte Fluvial, Marítimo, Portuario y Aéreo, FEDENAL,

principal brazo de la Confederación de Trabajadores de Colombia, CTC, creada en

1935, y que apoyaba el plan de reformas del entonces presidente López

Pumarejo, estuvo entre la espada y la pared, o apoyaba las nuevas reglas de un

gobierno conservador o simplemente estaba condenada a desaparecer: “A partir

de 1946, […] el sindicalismo colombiano se transformó. La CTC se vio obligada a

coexistir con la recién creada Unión de Trabajadores de Colombia, UTC,

promovida por la Iglesia, el conservaturismo y los empresarios antioqueños. La

UTC acogió la doctrina social católica23. También fue el caso de la recién nacida

Unión Femenina, fundada en 1944, o la Alianza Femenina, creada en 1945, y que

buscaban posicionar la idea –política y socialmente hablando- de López Pumarejo

22

Esto no quiere decir que hayan seguido bajo los parámetros de los ideales liberales, por ejemplo, sino que debían adecuarse al nuevo gobierno: el conservador, quien con su ideología, quería establecer una parte del poder que tuvo antes de 1930. 23

MURILLO. Op. Cit. p. 280. Esto rayó con la CTC, ya que mientras esta buscaba espacios políticos de confrontación y de cambio social; la UTC, se consideraba “apolítica” –aparentemente-, y pacifista.

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de otorgar la ciudadanía femenina a todas aquellas mujeres que cumplieran la

mayoría de edad, esto con su proyecto de reforma constitucional. Pero

nuevamente en razón a la subida al poder del partido conservador y más aun

Durante el gobierno de Laureano Gómez (1950-1952) se impuso sobre la

sociedad colombiana una mentalidad sacralizada que frenó el intento de

modernizar por la vía laica las prácticas sociales y culturales, lo que no fue

obstáculo para que bajo el régimen militar de Rojas Pinilla el debate se

reabriera, liderado esta vez por la Organización Femenina Nacional, creada

en 1954, para continuar la búsqueda del reconocimiento de los derechos

políticos y laborales de las mujeres24.

En este mismo periodo, las luchas campesinas no cesaron. Después de los

infructuosos esfuerzos de Pumarejo de buscar una mejor repartición de las tierra

por medio de su ley de tierra, las agrupaciones campesina reclamaban un cambio

real, pero en razón de los gamonales, latifundistas y la gran mayoría de los

conservadores dicha reforma no se llevó a cabo, lo que será uno de los

detonantes para que ciertos grupos se levanten en armas y busquen por medio de

la violencia una igualdad social y política.

De este modo, para finales de 1949 la violencia que azotaba al país era

recurrente. Se tornó aún más aguda cuando el líder conservador Laureano Gómez

asumió la presidencia en 1950. El nuevo mandatario implantó un régimen

dictatorial que condujo a una abierta persecución contra todo individuo que no

respaldara políticamente al gobierno conservador. Se estableció la ley marcial y el

toque de queda, y la violencia en el campo, orientada por adherencias partidistas,

tomo visos claros de guerra civil. Este ambiente violento, de descontrol y crisis,

provocó que sectores políticos y sociales impulsaran junto al militar el golpe militar

de 1953, cuando el General Gustavo Rojas Pinilla asume las riendas del país.

24

Ibíd. p. 282.

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1.1.3 El gobierno de las Fuerzas Armadas

El 13 de junio de 1953, el General Gustavo Rojas Pinilla, quien ya era conocido

por su labor en varios círculos sociales del país (el partido liberal, la fracción

ospinista del partido conservador y las Fuerzas Militares), llevaron a cabo un golpe

de Estado contra el entonces presidente Laureano Gómez Castro, quien con sus

políticas de opresión apoyadas por la policía chulavita25, que buscaban apaciguar

a un país convulsionado a raíz del asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán,

el nueve de abril de 1948, lo que provocaron fue la acentuación en todo el país un

ambiente de crisis política, social y económica.

Para que el régimen de Rojas fuera legitimado, los sectores del bipartidismo que

apoyaron el golpe, impusieron la creación de una Asamblea Nacional

Constituyente ANAC. Esta institución, debía garantizar la efectividad del régimen,

en lugar del Congreso, cerrado desde finales del gobierno de Ospina Pérez. La

Asamblea, proclamó que el general Gustavo Rojas Pinilla, asumiera las funciones

del poder ejecutivo por el resto del período presidencial, el cual debía finalizar en

1954.

El nuevo gobierno inició sus labores bajo dos objetivos fundamentales: dar

solución al conflicto bipartidista; y acabar con la violencia que agobiaba a varias

regiones del país. Rojas, cumpliendo con el segundo objetivo, consiguió, en el

transcurso de 1953, que miles de guerrilleros depusieran sus armas. De esta

forma, se logró un armisticio que se extendió por un año, aunque posteriormente

renaciera la violencia.

La desmovilización de las guerrillas, contribuyó para que el pueblo colombiano se

uniera al gobierno. Además, el inicio de obras como la construcción del aeropuerto

25

Aunque siempre se ha dicho que las medidas de opresión tomadas por Laureano Gómez, fueron en pro de la pacificación nacional; lo cierto es que el objetivo real era el establecimiento de un “orden social cristiano”, así como un régimen corporativo al estilo del franquismo español. (Cf. MURILLO. Op. Cit. p. 296).

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el Dorado, el Hospital Militar, el ferrocarril del Magdalena. El establecimiento de la

Televisora Nacional, la creación del Servicio Nacional de Aprendizaje SENA y el

decreto que aprobaba el voto femenino, aumentaron aún más su prestigio.

Rojas Pinilla asumió el poder por un periodo de cuatro años (1953-1957). Aquel

mismo año la ANAC, lo propuso como presidente para un nuevo periodo, de 1958

a 1962. Esto desencadenó una oposición todavía más agresiva contra su

gobierno. El cual ya era tildado de quererse perpetuar en el poder El caudillo

militar fue ahora convertido en un villano. De este modo, las clases políticas del

país idearon la forma para poder quitar a Rojas del poder y así retornar a una

república “democrática”: por un lado, los diálogos entre los conservadores,

inicialmente liderados por Laureano Gómez y seguido más tarde por Mariano

Ospina Pérez; y por otro los liberales, liderados por Alberto Lleras Camargo, para

calmar los odios y diferencias fue preparando el camino para lo que se llamaría el

Frente Nacional.

De este modo, la disposición de la Asamblea Nacional Constituyente de reelegir a

Rojas nunca se cumplió ya que la Junta Militar tomó posesión del poder el mes

siguiente (el 10 de mayo de 1957), disolviendo la Asamblea. Los partidos políticos,

la Iglesia, los estudiantes, y los sindicatos habían hecho una demostración cívica

en contra de su reelección que lo hizo cambiar de opinión. Así, Rojas aceptó

retirarse antes de que se agudizara la situación y degenerara en violencia; y de

esta forma acordó con los miembros de la Junta Militar su retiro y exilio ese mismo

mes de mayo.

1.2. ¿Qué podemos decir del elemento histórico?

Como ya lo hemos afirmado con anterioridad la normalización de la filosofía se dio

entre 1946 hasta 1960, y en este mismo periodo de tiempo, la historia del país se

vio convulsionada por múltiples hechos y movimientos, pero, ¿dónde o qué estaba

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haciendo la academia filosófica colombiana en aquellos momentos? Aunque

ciertamente, la educación y los movimientos intelectuales como el filosófico

estaban “despertándose” en nuestro país; la realidad es que dichos movimientos

académicos no tuvieron el mayor impacto en los acontecimientos colombianos de

1946 a 1960: “[…] la educación y la cultura laicas tuvieron pocos alcances y

continuó predominando una visión sacralizada del mundo que se apoyaba en el

repertorio educativo y cultural de la Iglesia católica, y concluyen que el modelo de

las relaciones entre la Iglesia y el Estado impidió a este liberarse de las

permanentes interferencias eclesiásticas”26. Esto se puede explicar ya que las

corrientes políticas del país eran claves para los espacios académicos y de

opinión: si observamos la historia colombiana, para 1946, el partido liberal

buscaba cumplir su proyecto político, pero gracias a que los conservadores,

retoman el poder en 1953, el país vuelve a un estadio en el cual todas las

instituciones se rigen bajo la batuta conservadora, y para completar la situación,

tenemos al gobierno militar, por naturaleza de derecha, que no buscaba ninguna

reforma educativa, ni mucho menos de instituciones. De este modo muchos

historiadores confluyen en decir que “[…] entre 1930 y 1957 no existió en

Colombia, en términos estrictos, una autentica modernidad”.

¿Fue la actividad filosófica victima de ese “aletargamiento confesional”? No. A

pesar de que pensadores de la talla de Danilo Cruz Vélez, no hicieron mayores

aportes a la construcción de soluciones políticas y sociales a los problemas que

afrontaba el país por aquel entonces, sí buscaron medios y formas para dejar de

profesar en el país aquella filosofía escolástica que venía desde la colonia.

Estudiosos del proceso de evolución de la filosofía en Colombia, tales como el

profesor Joaquín Zabalza Iriarte, el profesor Leonardo Tovar, el profesor Germán

Marquínez Argote, etc. proponen un punto clave para hablar de la normalización

del ejercicio filosófico en Colombia: la instauración del Instituto de Filosofía

adscrito a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia.

26

Ibíd. p. 269.

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19

1.3. Surgimiento del movimiento normalizador: el Instituto de Filosofía

Dentro del ambiente de la Colombia de la primera mitad del siglo veinte, una serie

de intelectuales, ven con suma urgencia la institucionalización de un estamento

encargado de brindar un ambiente propicio para el crecimiento de la filosofía; a

esto surge el interés de formar un instituto de filosofía adjunto a la Facultad de

Derecho de la Universidad Nacional. La expectativa por las posibilidades de

conocimiento e investigación filosófica, lleva a Colombia a la par de los demás

estamentos de estudios filosóficos universitarios en Latinoamérica. Un ejemplo de

la expectativa y emoción que inundó a los intelectuales y pensadores

colombianos, es el caso de Rafael Carrillo, quien afirma:

A la vista de todos esta el entusiasmo con que recibió la noticia de la posible

fundación de un departamento de filosofía, que iría a funcionar adyacente a

la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional. La prensa y los círculos

intelectuales expresaron en una u otra forma no solo su conformidad con

quienes elevaron a la Dirección de la Universidad la generosa petición para

que ésta instituyera dentro de su organización un instituto dedicado a la

enseñanza de la filosofía, sino su felicidad y regocijo por el alcance y

trascendencia de su idea27.

¿Qué se busca con la creación del Instituto de Filosofía? ¿Qué se persigue con

ese deseo de encontrar un punto secular de la enseñanza, el aprendizaje, la

vivencia y la investigación filosófica? Desde luego como ya se ha expuesto con

anterioridad, se quiere ver a la filosofía como un camino propicio para el

crecimiento integral del proyecto de nación colombiano, un proyecto que esta

inmerso en una cultura, un pueblo, un factum determinado; y a esto la filosofía

puede dar más luces que sombras, ya que como lo expresa el profesor Carrillo en

su artículo El instituto de filosofía – anteriormente citado-:

27

CARRILLO, Rafael. Escritos Filosóficos (Filosofía contemporánea). Bogotá: Biblioteca Colombiana de Filosofía USTA.1986. p. 219.

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[…] como la cultura es un sistema de ideas que el hombre posee o debe

poseer, una Facultad de Filosofía o un departamento dedicado a esta

disciplina tiene que suministrar este conjunto de ideas vigentes en cada

tiempo. Lo que implica que se suministre también el conjunto de ideas que

actuó sobre cada etapa del desarrollo total de la historia de la cultura28.

El papel de cenicienta que la filosofía tubo en sus inicios en Colombia, se

transmuta a una filosofía que quiere dejar huellas, al menos es la intención de los

normalizadores, quienes más que una escuela, son ante todo un movimiento

suscitado ante la inquietud del papel de la filosofía en la sociedad colombiana.

Aunque los miembros del movimiento normalizador son muchos –como lo vimos

ya páginas arriba-, solamente nos detendremos en la obra y reflexión de tres

pensadores, que a mi juicio, son los más representantes del dicho movimientos,

por sus aportes y su situación histórica.

2. EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD CULTURAL COLOMBIANA EN DANILO

CRUZ VÉLEZ

El problema que se ha de tratar a continuación, se configura como la búsqueda de

una concepción de identidad cultural colombiana en el pensador Danilo Cruz

Vélez29. Quien en su obra plasma un pensamiento que busca abrir caminos hacia

28

Ibíd. p. 220. 29

Danilo Cruz Vélez nació en Filadelfia, Caldas (Colombia), el 23 de diciembre de 1920. Estudio derecho en la Universidad nacional como la mayoría de los intelectuales de la década de los cuarenta. Posteriormente (1951), viajo a Friburgo (Alemania) en donde estudio filosofía. Uno de sus profesores fue Heidegger. Cruz Vélez fue decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional y de la misma facultad en la Universidad de Los Andes. Danilo Cruz ha sido considerado como el mayor exponente de la filosofía en Colombia. De aquí el nombre de “filósofo colombiano” que se le ha dado., aunque él considera demasiado prematuro el hablar de originalidad filosófica en Latinoamérica. Según él, primero se deben cumplir ciertas etapas, una de ella, la asimilación del pasado filosófico de Occidente, mediante un diálogo permanente con los representantes de ese pasado. La actividad filosófica de Danilo ha sido, precisamente, un diálogo ininterrumpido y sistemático con ese pasado. Dentro de este diálogo la obra más importante de Danilo Cruz es La filosofía sin supuestos: de Husserl a Heidegger; De Hegel a Marcuse. (MARQUÍNEZ, Argote Germán, Otros. La filosofía en Colombia: Historia de las Ideas. Bogotá: El Búho. 1988. p. 382.

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21

una filosofía colombiana. De allí que se inicie con su pensamiento, el rastreo de la

inquietud por la identidad, dentro del espacio Normalizador.

Desde la disertación entorno a la Identidad Cultural colombiana, dentro del

contexto de una visión de la Historia de las ideas filosóficas, en la figura del

pensador Cruz Vélez, se debe tener en cuenta ante todo su formación europea.

En su biografía es clave descubrir que su formación filosófica ha sido siempre

encaminada dentro de los marcos de la filosofía de lo europeo. De hecho, sus

estudios en Friburgo (Alemania) le dieron un amplio bagaje en el pensamiento de

Heidegger, Husserl, entre otros pensadores alemanes, pero sobre todo de estos

dos ya nombrados. Cruz Vélez, en su filosofía aborda los problemas entendidos

desde la Antropología filosófica, la Filosofía Cultural y la Metafísica, en los que

aborda autores como Friedrich Nietzsche, Friedrich Von Schiller y Martin

Heidegger. También introduce la Fenomenología moderna y analiza el pasado

filosófico de Colombia dentro del marco de la disciplina reflexiva, reinvindicando el

derecho de los pueblos americanos a ser deliberantes en el marco amplio del

pensamiento occidental, aproximándolo a Francisco Romero.

Danilo Cruz Vélez se preocupa por descubrir al hombre como un Ser Cultural.

Vélez cree profundamente que “la cultura es humanización porque es el proceso

en que el hombre conquista su humanitas”30. La preocupación de Cruz Vélez es

de mostrar al hombre dentro de una marco cultural, el cual es el que le permite

definirse como humano, o como él mismo lo llama: humanitas. Este fragmento del

artículo ¿Para qué ha servido la Filosofía? En torno a una pregunta de Nietzsche,

escrito por Vélez para la Revista colombiana, en 1967 es aumentado y que fue

retomando por el autor en la segunda parte de su escrito editado en 1977

Aproximaciones a la filosofía, expone en ambos textos su preocupación porque la

filosofía deba ayudar a aclarar el concepción del hombre y de la cultura, así como

30

CRUZ Vélez, Danilo. ¿Para qué ha servido la Filosofía? En torno a una pregunta de Nietzsche. Bogota: Revista Colombiana. 1967. p.25.

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la interrelación que subyace entre ambos, ya que “Lo otro es la cultura. La

existencia humana es ser en la cultura”31.

De ésta manera la principal interrogante que plantea Vélez es: ¿Qué aporta la

filosofía en torno al problema del hombre y de la cultura? Alrededor de éste

interrogante, se verá en un primer momento, que la filosofía por medio de sus

múltiples métodos investigativos es la que ayuda a develar el mundo cultural en el

cual el hombre se halla inmerso. Y en segundo momento se estudia que es por

medio de la filosofía, que el ser humano se da cuenta de que su cultura es

manifestación de la evolución, y que la filosofía es la herramienta cognoscitiva que

ayuda a las diferentes culturas a madurar. Es por ello que “[…] del árbol de la

cultura, cuyas otras ramas son el estado, la sociedad, las religiones, la ciencia, el

arte, la técnica, etc. […]”32. Podemos anotar “[…] que la filosofía depende de la

cultura […]”33. Entonces el hombre como ser cultural es un ser integral, ya que en

la cognición filosófica, el hombre se ha de entender a sí mismo, desde su

autorreflexión como un ser inmerso en una cosmología, antropología y teología.

Después de haber hecho esta breve exposición del pensamiento de Cruz Vélez,

cabe preguntarnos: ¿en el sentido estricto, habla Danilo Cruz Vélez de la identidad

cultural colombiana? Ciertamente no, más bien hace una buena descripción de lo

que es la cultura y el papel que tiene ésta en el proceso de humanización del

hombre. De hecho en toda su obra este es un ítem fuerte. La reflexión de Vélez

parte de una fenomenología de la cultura, haciendo una filosofía cultural y una

antropología cultural. Pero en sus textos no hace una referencia explicita de lo que

significa el ser colombiano, es decir, no expone de manera tácita ni explicita el

problema de una identidad cultural en Colombia. Analizando detenidamente la

obra y el pensamiento de Danilo Cruz Vélez se puede decir con certeza que él no

31

CRUZ Vélez, Danilo. Aproximaciones a la filosofía.. Op Cit. P. 55. 32

CRUZ Vélez, Danilo. ¿Para qué ha servido la Filosofía? En torno a una pregunta de Nietzsche. p. 12. 33

Ídem.

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23

se preocupa por reflexionar sobre temas propios a u entorno, es decir filosofa

sobre otros pensadores y problemas filosóficos propios de su formación europea,

pero como tal no hace una aporte fuerte a lo que significa el ser latinoamericano.

Toma como punto de referencia siempre a Occidente y su Historia en donde

“desde sus orígenes entre los griegos”34 refiriéndose a la historia de la filosofía,

expone de manera eurocéntrica, que es en Europa, únicamente, en donde se han

dado los grandes sistemas filosóficos. Ya que según él, si se manejan y se

aprenden a la perfección los diversos sistemas filosóficos occidentales, estaremos

en “un camino que conduzca al dominio de la filosofía”35. Esto hace notar que en

Danilo Cruz Vélez se da una ausencia de reflexión de lo propio.

3. EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD CULTURAL COLOMBIANA EN RAFAEL

CARRILLO

El ambiente de la década de los años cuarenta y cincuenta, marca la pauta para

que pensadores se dediquen de manera plena al estudio filosófico, en éste caso

se quiere hacer un acercamiento a los planteamientos del pensador Rafael

Carrillo36. Quien es ante todo un jurista, pero con una perspectiva e inquietud

filosófica nacida desde sus años en el bachillerato del Liceo Celedón37; pero que

34

CRUZ, Vélez Danilo. Filosofía sin supuestos. Buenos Aires: Sudamericana. 1970. p.15. 35

Ibíd. p. 17. 36

Rafael Carrillo Lúquez, uno de los fundadores de la filosofía moderna y contemporánea en nuestro país. Hijo de padres guajiros, nació en la población cesarense de Atánquez, terminó sus estudios primarios en Valledupar; el bachillerato, en Santa Marta, y los estudios superiores, en Bogotá y Alemania. Fue cofundador del Instituto de Filosofía, adscrito a la Universidad Nacional, de la cual fue profesor y de la que era egresado en la rama del Derecho. Allí tuvo como alumnos a muchos futuros personajes de la vida nacional, entre ellos, al maestro Alfonso Fuenmayor, quien anecdóticamente contaba que él y sus compañeros de clase lo llamaban „Rafael de Atánquez‟, parodiando la manera de denominar a los antiguos filósofos griegos. Tras culminar sus estudios universitarios, desdeñó el título de abogado, pues, al privilegiar la Filosofía sobre el Derecho, entendió lúcidamente que para ser filósofo no se requiere título académico alguno, sino vocación, estudio y reflexión. 37

Cf. CARRILLO, Rafael. Op. Cit. p. 9.

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24

toma rumbo aun más marcado cuando se enrola al estudio del derecho en la

Universidad Nacional, en Bogotá.

El ambiente que encontró Rafael Carrillo en la Capital de la República era muy

complejo en cuanto a la formación intelectual filosófica respecta en este momento,

como el mismo Carrillo lo afirma: “[…] en los colegios de Bogotá, y en una facultad

privada de filosofía y letras, adscrita a un colegio, se veía sólo una filosofía

confesional, de una confesionalismo recalcitrante. Esto sucedía no solo en los

colegios de religiosos, sino en los oficiales”38. De hecho esto también hacía

metástasis en las universidades de Bogotá, un ejemplo era el caso de la Facultad

de Derecho de la Universidad Nacional, en donde su formación en torno a una

filosofía del derecho “era una filosofía del derecho de tipo escolástico. Además, se

enseñaba y se aprendía de memoria. No había reflexión, no existía análisis de

ninguna clase, no se daba la crítica ni la contradicción”39. Este era el ambiente

imperante y el cual se convierte a si mismo como el <<caldo de cultivo>> para que

los pensadores de la normalización y en este caso el de Rafael Carrillo se

desarrolle.

Carrillo ve que el encauce que se le da a la filosofía en el derecho no es la mejor,

de hecho no se gradúa como abogado, pese a que había finalizado los estudios

satisfactoriamente. Decide entonces encaminarse por las vías de la filosofía,

decide viajar a Alemania en donde pasa por la Universidad de Basilea, en donde

conoce a Karl Jaspers, luego, se dirige a la Universidad de Heidelberg, en la cual

permanecerá por seis años más40. Esta experiencia de Carrillo en Europa va a

marcar su pensamiento, su filosofar.

Algo a tener en cuenta en el pensamiento de Rafael Carrillo es, como ya se ha

dicho con anterioridad, la influencia de Europa en su pensamiento con autores

38

Ibíd. p. 11. 39

Ibíd. p. 12. 40

Cf. Ibíd. p. 23.

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25

como Scheler, Hartmann, Husserl, Heidegger, Ortega y Gasset, que muestran en

cierta medida luces de su disertar filosófico. Su referencia a Europa es marca por

el hecho una concepción del pensamiento referenciada a figuras referenciales en

la filosofía, a lo cual dice Carrillo:

La lectura de los corifeos del pensamiento alemán contemporáneo influyó

especialmente en mis trabajos […]. Esas lecturas de filósofos alemanes

orientaron mis clases y mis seminarios en el Instituto de Filosofía, fundado

en 1946. Pero ya habían orientado, siete años antes, mis escritos filosóficos

aparecidos semanalmente durante el año de 1939 en un diario capitalino41.

Partiendo desde lo dicho hasta ahora, la pregunta que surge ahora es ¿reflexiona

Rafael Carrillo sobre el tema de la identidad cultural colombiana en sus escritos?

Carrillo en sus escritos no ofrece una inquietud por lo colombiano, es decir, no hay

una inquietud fuerte por reflexionar en temas en torno a problemas propios

formativos de una identidad cultural colombiana. De hecho, Rafael Carrillo es de la

línea de pensadores que creen que la cultura vigente para los pueblos es la de

occidente, y en concreto del eurocentro:

La opinión de los hombres de letras se encuentra dividida en dos grupos de

parecer opuesto sobre la cultura europea, de una lado los que piensan en

una caída del magisterio espiritual de Europa; de otro lado, los que

rechazan, a mi modo de ver con razón, el debilitamiento de aquella cultura y

con ella su magisterio para los demás pueblos42.

Según esta idea de Carrillo, se muestra a una Europa Maestra, o como él lo

expresa: el Magisterio espiritual de Europa. Sin duda es una expresión que denota

un eurocentrismo en el pensamiento de dicho autor. De hecho llega a poner a

Europa como la única depositaria de un <<espíritu>> la pregunta sería ¿Cuál?,

ese espíritu que llega desde el mal llamado descubrimiento a nuestras tierras

americanas y que sin duda nos inserta como la apéndice de un occidente ansioso

41

Ibíd. p. 18. 42

Ibíd. p. 31.

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26

de <<llevar>> su espíritu ad gentes. Refiriéndose a la apología del magisterio de

Europa, que hace Rafael Carrillo, dirá que: “[…] es penoso oír hablar de la caída

del magisterio espiritual de Europa, sobre todo cuando aún no vemos ni en

esperanza los albores de otro magisterio que lo reemplace, y cuando es muy difícil

que América logre vivir aún sin magisterio”43. Claramente se ha de observa una

creencia en las líneas de Carrillo de la imposibilidad de América de llegar a una

<<mayoría de edad>> según Europa, de hecho da a entender que, en América

sólo se dan buenas patatas. Carrillo ve la imposibilidad de una identidad,

autenticidad y originalidad de lo americano, ya que “en el momento mismo en que

América quedara cortada del mundo cultural europeo, se pondría a dar brazadas

de náufrago”44.

Así pues, lo Americano, y, por ende, lo colombiano esta supeditado al espíritu

omnisciente de Europa, según la visión de Carrillo, ya que como él mismo lo

expresa: “la condición de americano no debe desconocer su más estrecha

vinculación cultural”45. Carrillo no cree en la posibilidad si quiera una ciencia

especulativa en América, de ahí que no le interese ahondar en un pensamiento de

lo propio a la realidad americana y colombiana. Es mas en sus escritos, Carrillo

solo se dedica ha relacionar a América, no muestra mayor interés en tratar temas

propios de lo colombiano, de ahí que según él “[…] se trata de saber si para los

tiempos que vivimos se da ya la posibilidad si quiera de una ciencia especulativa

que deba rotularse con la denominación de filosofía americana”46. Desde esta

observación se observa que para Rafael Carrillo la única identidad cultural valida

para los pueblos americanos, y entre ellos el colombiano, es el hito de Europa.

“De este modo podemos referirnos a la filosofía griega, por una parte, y la

filosofía alemana, por otra. Son, sin lugar a duda, los dos únicos pueblos

donde se ha detenido el mundo entero el genio de la filosofía. Por

43

Ibíd. p. 32. 44

Ídem. 45

Ídem. 46

Ibíd. p. 43.

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27

consiguiente, es difícil que pueda darse una cultura en esta disciplina que no

signifique tan sólo una mayor aproximación a Grecia y Alemania47.

4. EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD CULTURAL COLOMBIANA EN

CAYETANO BETANCUR CAMPUZANO

Ahora veremos el pensamiento del filósofo colombiano Cayetano Betancur

Campuzano48. En dicho estudio trataremos de establecer cuál es su posición

frente al problema de la identidad cultural colombiana, desde sus estudios en torno

a la filosofía del derecho.

La obra de Betancur es muy amplia entre sus escritos más reconocidos tenemos:

Introducción a la filosofía del Derecho (1936); Sociología de la autenticidad y la

simulación (1955); Introducción a la ciencia del Derecho (1953); Bases para una

lógica del pensamiento imperativo (1968) y Filósofos y filosofías (1969) –que

recoge gran numero de escritos del pensador paisa-. Como podemos ver, dentro

de su nutrida obra, Betancur recoge gran número de problemática, todas ligadas al

estudio y análisis del derecho. Su pensamiento tiene como fundamento la obra de

Ortega y Gasset, aunque esto no significó que se circunscribiera a su filosofía de

manera acérrima: “Hay que reprocharle a Ortega, sostiene, el que haya hecho de

47

Ídem. 48

Nació en Copacabana (Antioquia) el 27 de abril de 1910. Se doctoró en Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Antioquia en 1936. Cofundador de la Universidad Pontificia Bolivariana. Decano dos veces de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional. Fundador de la revista Ideas y Valores (1951). Por su desacuerdo con las orientaciones que el nuevo régimen político, vigente en Colombia a partir de 1950, impuso en la Facultad de Filosofía y por su inconformidad con el retiro forzoso de algunos de sus profesores, fue separado de su cargo. El tiempo dedicado al ejercicio de la jurisprudencia y a la administración académica, no le permitió entregarse de lleno a la reflexión filosófica. El sentido de su obra lo resumió en los siguientes términos: “Mis grandes aspiraciones, dado lo que es Colombia y lo que hemos visto que ha sido en materia filosófica, son ceñidamente dos: poder divulgar con toda precisión y honestidad intelectuales ciertos grandes de la filosofía como Aristóteles, Santo Tomás, Kant, Hegel, Scheler, Heidegger; y escribir unas cuantas monografías con pensamiento propio, sobre puntos muy delimitados de la problemática que estos filósofos nos han dejado”. Betancur fue uno de los grandes promotores de la filosofía en Colombia durante las décadas de los años cuarenta y cincuenta. (MARQUÍNEZ, Op. Cit. p. 388).

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la razón vital una razón añadida a la vida, como una razón de que la vida se

hiciera menesterosa para resolver los problemas de cada instante. La vida del

hombre es problemática porque también es razón y el problema de la vida surge

precisamente de que la razón es la única capaz de formular problemas”49. Como

ya se ha mencionado, Betancur se preocupó por ser un precursor de la filosofía

europea en Colombia, dando a conocer, además de Ortega, la filosofía kantiana y

heideggeriana. A pesar de ser un luchador del proyecto de la propagación de las

ideas filosóficas en Colombia, no es muy optimista a la hora de afirmar que

tenemos un filosofía propia, ya que “Negó siempre la existencia de ésta [la filosofía

colombiana] en cuanto “cuerpo doctrinal peculiar a nuestra cultura y de origen

autónomo”. Prueba de ello es la imposibilidad de identificar temas y problemas

propios, que pertenezcan a nuestro mundo cultural”50.

De hecho, uno de sus temas centrales de reflexión es la cultura, y cómo esta

ayuda a los individuos a crear principios de autenticidad e identidad:

[…] la cultura humana en torno de las distintas maneras como el hombre ha

practicado los valores de su ser propio y de la ostentación que de ellos ha

hecho en la vida social”51. Betancur ve que la cultura es una, esto a

diferencia de Cruz Vélez, quien afirmaba que el hombre es un pastor de la

cultura, de tal manera que cada hombre es constructor de la cultura. El

filósofo de Copacabana, afirma que la cultura del mundo depende de las

huellas de aquellas culturas que trascienden el espacio, y se quedan en el

tiempo, a lo cual afirma el propio Betancur: “Hay culturas que discurren a

través de las edades en forman cada vez más perfectas, en afán de

superación cada día más intenso y que, para decaer, emplean espacios

incontables de tiempo a fin de que la disolución se cumpla y se complete en

su totalidad el proceso disgregatorio. Y al hablar de culturas me refiero a

todas las manifestaciones en que “la” cultura se ostenta: las religiones, las

49

Ibíd. p. 387. 50

Ibíd. p. 389. 51

BETANCUR, Campuzano Cayetano. Sociología de la autenticidad y la simulación. Bogotá: Biblioteca de Autores Contemporáneos. 1955. p. 11.

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29

lenguas, los estados, las comunidades filosóficas, las organizaciones

económicas, la familia, etc. La evanescencia, en cambio, de otras

creaciones culturales no es más que el efecto de un pobre vivir, de una

forma artificial de existencia que no arranca, no de profundas necesidades

humanas, ni de genuinas aspiraciones colectivas52.

Según lo anterior, Betancur considera que la cultura es fruto del predominio de

unas más fuertes53 sobre otras. En nuestro caso colombiano, según Betancur,

somos fruto de un proceso histórico que forjó nuestra cultura: somos resultado de

la mixtura entre la cultura europea, la aborigen y la afro; pero es cierto que la

cultura que predominó fue la europea, ya que la historia europea a universalmente

occidental: “El mundo pagano hace una cultura del logos impersonal; el

catolicismo crea una cultura del hombre como hijo de Dios”54. Podemos decir

entonces que para Betancur, la cultura gira entorno a los siguientes ítems:

a. La cultura es fruto del proceso histórico: en la historia se la interacción éntrelas

personas, lo que abre la puerta a la construcción de identidades culturales.

b. La cultura lucha contra otras culturas: dentro de dicho proceso histórico,

hechos, políticas e instituciones se van sobreponiendo sobre otras “más débiles”.

c. La cultura es universal: cuando hay una cultura hegemónica, las demás deben

supeditarse a esta.

En cuanto al tema que nos atañe, el problema de la identidad colombiana en

Cayetano Betancur, podemos decir que al pensador copacabanense, poco le

interesa el tema de la identidad cultural colombiana. Él profundiza sobre la cultura,

los elementos que la conforman, así como su proceso de formación, pero en el

sentido estricto del problema de la “identidad cultural colombiana” no hace mayor

mella. Betancur se preocupa por explicar a los europeos, y de cómo sus

52

Ibíd. p. 12. 53

El término “fuerte” hace referencia al hecho de que hay culturas que se yuxtaponen sobre otras, ya sea por vías de hecho como la guerra, o por vías ideológicas apoyadas en propagandas y publicidad. 54

BETANCUR. Nietzsche y el hombre como cultura. En: Cayetano Betancur una vida para la filosofía. Medellín: Ed. Universidad de Antioquia, Instituto de Filosofía, 2006. p. 4.

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planteamientos iluminan los problemas culturales:”Ojalá pudieran ostentar todos

los párrafos de este trabajo esa altura y nobleza de pensamiento que puso el

filosofo alemán para mirar lo pequeño”55.

De hecho, “El hombre tiene la misión en el mundo de objetivar la vida, de darle

expresión universal”, es decir la identidad cultural, es dada por la cultura

dominante. Claro esta que Betancur no afirma esto tácitamente, pero ante si dice:

“Para el colombiano, el conocimiento filosófico acerca a la realidad “como la liga al

pájaro”, según la expresión hegeliana. No vale por tanto, la pena de esforzarnos

mucho en asumir una actitud filosófica ante la vida. La aproximación a ella la

obtenemos por medios más directos, por vías más expeditas; a veces hasta

brutales”56. Nuestra forma de pensar es resultado de nuestra historia, que es

venida desde la madre Europa, mezclada con la historia aborigen: “En efecto, el

tema del origen del poder que para contrarrestar la doctrina regalista imperante en

las monarquías absolutas de Europa propugnara Suárez, haciéndolo radicar en el

pueblo, tenia grata resonancia en las mentes de los criollos, ya bastante

desvinculados de la España que había dejado en ellos, tras largas generaciones,

su sangre mezclada a la del aborigen americano”57. Pero aunque muchos quieran

deshacerse de su pasado, nosotros somos hijos de Europa y esta es nuestra

realidad cultural: “Por ello era necesario borrar hasta donde fiera posible todo

rasgo que denotara en América la grandeza de España, y cómo de muchos

ingredientes nítidamente hispanos estaba compuesta nuestra realidad cultural”58.

55

BETANCUR. El mundo circundante del hombre y de la mujer. En: Cayetano Betancur una vida para la filosofía. Medellín: Ed. Universidad de Antioquia, Instituto de Filosofía, 2006. p. 52. 56

BETANCUR. Expresión y formas de la filosofía en Colombia. En: Cayetano Betancur una vida para la filosofía. Medellín: Ed. Universidad de Antioquia, Instituto de Filosofía, 2006. p. 103. 57

Ibíd. p. 103. 58

Ibíd. p. 106.

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31

5. A MODO DE CONCLUSIÓN.

Finalmente, y de acuerdo a los lineamientos mostrados hasta aquí, se puede

afirmar que durante el movimiento de Normalización de la filosofía en Colombia,

no se presentó una inquietud fuerte por el tema de la identidad cultural colombiana

propia de la nación. En efecto, en este apartado se analizaron a personajes

insignes de este movimiento propio de los años cuarenta, pero que deja entrever

en estos filósofos por encontrar un reconocimiento de su pensamiento a lo que es

y a lo que significa occidente. Se debe pues buscar en el movimiento

normalizador, más que lo que dicen de identidad cultural colombiana, es lo que no

dicen sobre ella.

Un aspecto característico en los escritos de los pensadores propios del periodo de

la Normalización, es su afán por nutrir el cúmulo de comentarios a autores

imperantes en el momento histórico. Se observa ante todo una preferencia por

filosofías occidentales de tinte fenomenológico, analítico, existencialista y vitalista

–por nombrar tan solo las más imperantes-. Este ha de marcar un hecho en la

enseñanza de la misma filosofía en los centro educativos del país, esto significa el

salir de una etapa en donde la scholastĭcus dixit. Aunque es cierto que en esta

etapa no hay una inquietud por temas referentes a lo colombiano, si se da un paso

importante hacia un cultivo de nuevos campos del saber filosófico. Ciertamente la

obra de los Normalizadores, prepara el camino para que las futuras generaciones

de amantes de la sabiduría se vuelquen hacia un pensamiento cada día más

propio.

De este modo se puede afirmar que el querer último de los normalizadores era

darle un cuerpo y una cabida plena a la filosofía en el ámbito secular colombiano,

lo cual lleva a entender su desinterés por afrontar por el momento problemas

propios de lo colombiano, y en el caso que ahora compete, la identidad cultural

colombiana.

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32

BIBLIOGRAFÍA

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Marcha. En: Revista Credencial Historia. Bogotá. Edición 192. Diciembre de

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Instituto de Filosofía, 2006.

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