El Problema Pastoral de La Masturbacion John Harvey

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El problema pastoral de la masturbación - John Harvey miércoles, 24 de diciembre de 2008 11:58 - Actualizado miércoles, 24 diciembre 2008     Teniendo en cuenta que se han compuesto muchos libros sobre el problema de la masturbación, alguien puede preguntarse por qué otro teólogo más siente la necesidad de escribir sobre este tema. ¿Acaso no es presuntuoso creer que uno tiene algo nuevo que decir acerca de un problema tan antiguo que desde hace siglos afecta a hombres y mujeres?  Respondo que hay algo que aportar al tema; por ejemplo, la respuesta que uno puede dar a las nuevas concepciones sobre esta materia, y la contribución de la experiencia personal que he adquirido aconsejando a personas que luchan contra el hábito de la masturbación. He alcanzado actuales percepciones sobre la psicología de la masturbación, a partir del estudio de la adicción sexual, de la que la masturbación es el principal ejemplo. También he quedado impresionado al apoyar espiritualmente a grupos que consideran el hábito de la masturbación algo serio, como es el caso de “Sexólicos Anónimos” (Sexaholics Anonymous: S.A.[1]) y “Adictos Anónimos al Sexo y al Amor” (Sex and Love Addicts Anonymous: S.L.A.A.[2]), “Homosexuales Anónimos” (Homosexuals Anonymous: H.A.[3]) y “Courage” (Valentia[4]). Este es, sin duda, un feliz cambio respecto de la teología de Ann Landers quien consideraba la masturbación como una posible forma de terapia.            Otra razón por la cual intento escribir sobre esta materia es el hecho de que muchas personas que luchan con su debilidad no reciben ayuda espiritual adecuada o una apropiada guía moral. En algunos casos son mal guiados por personas que les han dicho que la masturbación ayuda a realizar el acto conyugal o que es parte en el proceso de recuperación de dificultades sexuales. Hoy día se sabe bien que el hábito de la masturbación puede verificarse en todas las etapas de la vida, desde la infancia hasta la vejez. Puede encontrárselo en niños, adolescentes, jóvenes, casados, ancianos, religiosos, seminaristas y sacerdotes.            Por favor, nótese que me refiero a “la tendencia” (más precisamente “la tendencia desordenada”). Muchas personas han conseguido, de diversas formas, controlar la tendencia a través de un plan de vida espiritual. Pero hay otros que luchan en la oscuridad; es para este último grupo para el que escribo.            Comenzaré con una definición de la masturbación y luego presentaré algunas consideraciones psicológicas. A continuación pasaré revista a la enseñanza del Magisterio y finalizaré con algunas sugerencias pastorales que incluyen elementos para un programa pastoral con el que se puede ayudar a quienes tratan de vencer un problema crónico. Consideraciones psicológicas en torno del hábito de la masturbación            La masturbación es llamada a veces “autoabuso” u “onanismo” y en manuales profanos “autoplacer”. Cuando la estimulación psíquica tiene lugar durante el sueño se habla de “polución nocturna”. El Padre Benedict Groeschel usa el término masturbación para referirse a las acciones que ocurren estando dormidos o semidormidos, o los actos de los niños y la conducta sexual de la primera adolescencia; en cambio, reserva el término autoerotismo para la actividad de los adolescentes más grandes y de los adultos “quienes, por diversas razones, se buscan a sí mismos y encuentran un sustituto de la vida real en esta conducta simbólica e intensamente frustrante”[5]. En el clásico artículo sobre la teología de la masturbación, el Padre J. Farraher, SJ, la describe como “la estimulación de los órganos sexuales externos hasta el punto de clímax u orgasmo realizado por uno mismo, mediante movimientos de la mano u otros contactos físicos, o bien por medio de fotografías provocativas o imaginaciones (masturbación psíquica), o bien por la combinación de estímulos físicos y psíquicos”[6]. En sentido amplio también incluye la masturbación mutua en la que varias personas se estimulan mutuamente los órganos genitales.            Pero tal vez la descripción más penetrante del hábito de la masturbación la encontramos en una carta de C.S. Lewis, citada por Leanne Payne en The Broken Image: “Para mí el verdadero mal de la masturbación consiste en que toma un apetito —que legítimamente usado hace salir al individuo de sí mismo para completar (y 1 / 21

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Teniendo en cuenta que se han compuesto muchos libros sobre el problema de la masturbación, alguien puedepreguntarse por qué otro teólogo más siente la necesidad de escribir sobre este tema. ¿Acaso no es presuntuosocreer que uno tiene algo nuevo que decir acerca de un problema tan antiguo que desde hace siglos afecta ahombres y mujeres?  

Respondo que hay algo que aportar al tema; por ejemplo, la respuesta que uno puede dar a las nuevasconcepciones sobre esta materia, y la contribución de la experiencia personal que he adquirido aconsejando apersonas que luchan contra el hábito de la masturbación. He alcanzado actuales percepciones sobre la psicologíade la masturbación, a partir del estudio de la adicción sexual, de la que la masturbación es el principal ejemplo.

También he quedado impresionado al apoyar espiritualmente a grupos que consideran el hábito de lamasturbación algo serio, como es el caso de “Sexólicos Anónimos” (Sexaholics Anonymous: S.A.[1]) y “AdictosAnónimos al Sexo y al Amor” (Sex and Love Addicts Anonymous: S.L.A.A.[2]), “Homosexuales Anónimos”(Homosexuals Anonymous: H.A.[3]) y “Courage” (Valentia[4]). Este es, sin duda, un feliz cambio respecto de lateología de Ann Landers quien consideraba la masturbación como una posible forma de terapia.

            Otra razón por la cual intento escribir sobre esta materia es el hecho de que muchas personas que luchancon su debilidad no reciben ayuda espiritual adecuada o una apropiada guía moral. En algunos casos son malguiados por personas que les han dicho que la masturbación ayuda a realizar el acto conyugal o que es parte enel proceso de recuperación de dificultades sexuales. Hoy día se sabe bien que el hábito de la masturbación puedeverificarse en todas las etapas de la vida, desde la infancia hasta la vejez. Puede encontrárselo en niños,adolescentes, jóvenes, casados, ancianos, religiosos, seminaristas y sacerdotes.

            Por favor, nótese que me refiero a “la tendencia” (más precisamente “la tendencia desordenada”). Muchaspersonas han conseguido, de diversas formas, controlar la tendencia a través de un plan de vida espiritual. Perohay otros que luchan en la oscuridad; es para este último grupo para el que escribo.

            Comenzaré con una definición de la masturbación y luego presentaré algunas consideracionespsicológicas. A continuación pasaré revista a la enseñanza del Magisterio y finalizaré con algunas sugerenciaspastorales que incluyen elementos para un programa pastoral con el que se puede ayudar a quienes tratan devencer un problema crónico.

Consideraciones psicológicas en torno del hábito de la masturbación

            La masturbación es llamada a veces “autoabuso” u “onanismo” y en manuales profanos “autoplacer”.Cuando la estimulación psíquica tiene lugar durante el sueño se habla de “polución nocturna”. El Padre BenedictGroeschel usa el término masturbación para referirse a las acciones que ocurren estando dormidos osemidormidos, o los actos de los niños y la conducta sexual de la primera adolescencia; en cambio, reserva eltérmino autoerotismo para la actividad de los adolescentes más grandes y de los adultos “quienes, por diversasrazones, se buscan a sí mismos y encuentran un sustituto de la vida real en esta conducta simbólica eintensamente frustrante”[5]. En el clásico artículo sobre la teología de la masturbación, el Padre J. Farraher, SJ, ladescribe como “la estimulación de los órganos sexuales externos hasta el punto de clímax u orgasmo realizadopor uno mismo, mediante movimientos de la mano u otros contactos físicos, o bien por medio de fotografíasprovocativas o imaginaciones (masturbación psíquica), o bien por la combinación de estímulos físicos ypsíquicos”[6]. En sentido amplio también incluye la masturbación mutua en la que varias personas se estimulanmutuamente los órganos genitales.

            Pero tal vez la descripción más penetrante del hábito de la masturbación la encontramos en una carta deC.S. Lewis, citada por Leanne Payne en The Broken Image: “Para mí el verdadero mal de la masturbaciónconsiste en que toma un apetito —que legítimamente usado hace salir al individuo de sí mismo para completar (y

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corregir) su propia personalidad en la de otra persona (y en último término en los hijos y nietos)— dirigiéndolo ensentido contrario, hacia la prisión interior de sí mismo, para crear un harén de novias imaginarias. Y este harén,una vez aceptado, se resiste a ser abandonado para salir y unirse verdaderamente con una mujer real. Porque talharén se encuentra siempre a mano, siempre dócil, no exige sacrificios ni renuncias y puede ser adornado conatracciones eróticas y psicológicas con las que ninguna mujer real puede competir”[7]. Esta cita puede aplicarsetanto a hombres como mujeres, y expresa la idea de la masturbación como una huida personal de la realidadhacia la prisión de la lujuria.

Factores que contribuyen al hábito de la masturbación

            La masturbación es un fenómeno complejo. La Congregación para la Educación Católica, en 1974, señalóque una de las causas de la masturbación es el desequilibrio sexual, y que en la educación “habría que dirigir másbien los esfuerzos hacia las causas en vez de centrarse en atacar el problema de forma directa”[8]. De hecho, haymuchos factores implicados en el término “desequilibrio sexual”, como veremos.

Esta es una sabia actitud. No comprenderemos por qué una persona está oprimida con este hábito a menos queconozcamos algo de su trasfondo histórico. Al escuchar a las personas nos damos cuenta que una de lasprincipales causas que lleva a alguien al aislamiento, a la fantasía y a la masturbación, es la soledad. Ygeneralmente, la soledad va unida a sentimientos de profundo odio y rencor contra sí mismo. Cuando el mundoreal es cruel y prohibitivo la persona se vuelca a la fantasía, y cuando emplea mucho tiempo en un mundo defantasía termina esclavizado con objetos sexuales (porque éste es el modo en que ve a las demás personas:como objetos).

            A partir de esto esa persona huirá hacia el irreal pero deleitable mundo de su imaginación. Tal es elcomienzo de la adicción sexual, tan bien descrita por Patrick Carnes[9].

            El hábito de la masturbación con frecuencia se hace compulsivo, es decir, la persona se vuelve incapaz decontrolar la actividad masturbatoria aunque lo intente con grandes esfuerzos. Generalmente tal persona no tieneplena conciencia de su situación y necesita tanto terapia como dirección espiritual.

            A veces, sin embargo, el hábito de la masturbación es temporal y circunstancial. Así, por ejemplo, ocurreque la tendencia a masturbarse desaparece ni bien una persona cambia de entorno. Tal es el caso de unareligiosa de veinticinco años que, en un momento dado, se encontró rodeada de religiosas más viejas con quienesno tenía verdadera comunicación, y más adelante pasó a trabajar con religiosas de su misma edad.Inmediatamente se dio cuenta de que en el primer grupo estuvo aislada y solitaria, mientras que en el segundohabía conseguido establecer amistades reales. Se podrían dar muchos ejemplos en los que la actividadmasturbatoria es síntoma de fuerzas subyacentes en la vida de la persona.

Estos síntomas, tan variados en términos de edad, circunstancias externas de vida y disposiciones interiores,serán descritos y evaluados en la sección pastoral de este ensayo. Basta decir, por ahora, que, el primer paso queel sacerdote o consejero debería dar es escuchar cuidadosamente la historia de la persona que solicita suconsejo. Obviamente esto debería hacerse siempre que no haya largas colas de penitentes fuera delconfesionario, y preferiblemente en un despacho parroquial, y sólo cuando el consejero perciba que la personaque solicita su consejo lo hace voluntariamente, necesitado de guía espiritual. Volveré sobre los factorespsicológicos cuando discutamos los casos particulares, después de considerar la moralidad del acto y del hábitomasturbatorio.

Moralidad de la actividad masturbatoria

            La Declaración sobre ciertas cuestiones concernientes a la moral sexual (Persona humana), afirma que“con frecuencia se pone hoy en duda, o se niega expresamente, la doctrina tradicional según la cual lamasturbación constituye un grave desorden moral”[10]. Así, por ejemplo, un popular manual escolar señala que laevidencia empírica ha cambiado las actitudes de muchos respecto de la masturbación, colocando a los moralistasen la complicada posición de sostener que “virtualmente todo varón es culpable de pecado mortal”[11]. Losautores obviamente han ignorado la distinción entre gravedad objetiva y culpa subjetiva. En su extensa revisión de

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opiniones sobre la gravedad de la masturbación los autores de Human sexuality hablan de un creciente consensoque ve la malicia moral de la masturbación como “una inversión sustancial de gran importancia”[12].

Añaden correctamente que a lo largo de la tradición cristiana, se ha considerado que cada acto de masturbaciónes grave e intrínsecamente malo, y, además, pecado mortal cuando es realizado con plena advertencia yconsentimiento. Dos recientes estudios ofrecen al lector el trasfondo de la tradición cristiana sobre la moralidad dela masturbación. El primero es un estudio histórico de Giovanni Cappelli sobre el problema de la masturbacióndurante el primer milenio.

            Entre sus conclusiones cabe destacar: 1) En ningún lugar del Antiguo o del Nuevo Testamento hay algunaexplícita confrontación con el tema de la masturbación; 2) Cappelli no encuentra en los escritos de los PadresApostólicos ninguna mención de la masturbación; 3) Las primeras referencias explícitas a la masturbación seencuentran en los libros penitenciales anglosajones y celtas del siglo VI, en donde el tema es tratado de modopráctico y jurídico; 4) Sin embargo, sería erróneo interpretar el silencio de los Padres sobre la masturbación comouna aprobación tácita de esta última o como una supuesta indiferencia. Los principios que ellos elaboraron sobrela ética sexual y sus actitudes generales podrían haberlos llevado fácilmente a condenar la masturbación.Ignoramos por qué no se hizo así; probablemente se debió al hecho de que los primeros escritores cristianosestaban principalmente preocupados con los pecados sexuales que, por naturaleza, eran interpersonales[13].

            El segundo estudio se refiere a las normas relativas y absolutas de la moral sexual en San Pablo.Analizando la interpretación de Silverio Zedda sobre cuerpo-persona en San Pablo, William E. May dice queZedda no encuentra una explícita referencia al vicio del autoerotismo. “Pero la condenación de dicho pecadopuede, aquí, deducirse indirectamente de la enseñanza de San Pablo, tomando como punto de partida aquellostextos en que éste condena la pasión malvada en general, en los cuales los teólogos encuentran condenadotambién el vicio solitario... De modo análogo puede considerarse que el autoerotismo es uno de los elementos dela condición de aquellos solteros a quienes San Pablo aconseja el matrimonio: ‘si no puedes contenerte, cásate;porque es mejor casarse que abrazarse’ (1Co 7,9)”[14]. Zedda también entiende como condenaciones implícitasde la masturbación Gal 5,23; 2Co 7,1 y 1Te 4,4.

            Sin embargo los autores de Human sexuality dicen que la extensión que ha tomado la prácticamasturbatoria, particularmente entre los varones, dificulta a los moralistas continuar sosteniendo la posicióntradicional. Esto parece estar en agudo conflicto con el sentido común. Estos moralistas infravaloran la cuestión dela gravedad objetiva del acto, amparándose en la opinión de que, en el plano pastoral, la falta de plenaadvertencia y la ausencia de completa libertad, frecuentemente impide que tales actos sean mortalmentepecaminosos. El P. Farraher, sin embargo, argumenta, de modo convincente, a partir de la constante enseñanzade la Iglesia, que la masturbación es una seria violación del orden moral cuando la persona es plenamenteconsciente de la malicia del acto y, a pesar de todo, lo realiza. Al no cumplir los fines unitivo y procreativo a losque se ordena el acto conyugal, constituye un acto pecaminoso y seriamente desordenado[15]. Farraher señala,también, que la estimulación sexual por parte de una pareja casada es moralmente lícita en la medida queconduzca al acto matrimonial a la unión sexual natural o completa[16]. Farraher es muy preciso acerca de lo queconstituye malicia grave en la masturbación al escribir: “para que una persona sea formalmente culpable de unpecado mortal de masturbación, su acto debe ser el fruto de una elección plenamente deliberada de algo queadvierte de modo perfecto como seriamente pecaminoso”[17]. Si tal acto se realiza sólo de modo parcial o conimperfecto consentimiento de la voluntad, será pecado venial; y “si no hubiera elección libre de la voluntadtampoco habría ninguna culpabilidad pecaminosa, incluso en el caso en que la persona fuera consciente de lo queestá haciendo”[18]. Farraher continúa señalando que no hay pecado aún cuando una persona prevea que laestimulación sexual y el orgasmo se van a seguir de alguna acción que ella está realizando libremente, mientrasno intente tal estimulación sino sólo la permita, teniendo razones suficientemente serias para obrar así (lo queviene a ser una aplicación del principio de doble efecto)[19].

            Farraher corrige el malentendido de muchos católicos que piensan que al experimentar una estimulaciónsexual, incluso contra su voluntad, cometen pecado mortal[20]. Entre la generación actual, sin embargo, no creoque sean muchos los que sufran de tal sentido de culpabilidad; por el contrario, es probable que a muchos lesorprenda oír que la masturbación es pecaminosa. Por eso, es necesario instruir a los fieles con las cuidadosasdistinciones de Farraher para evitar, por un lado, la ansiedad de conciencia, y, por otro, no se caiga en un laxismo

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irracional.

            Al igual que en el tema del control de natalidad, también en la cuestión de la masturbación se observa undistanciamiento de la enseñanza oficial de la Iglesia, desde el momento en que el P. Charles Curran argumentó,en 1966, que cada acto de masturbación no debe ser considerado en sí mismo como un desorden “siempre ynecesariamente grave”[21]. Los autores de Human sexuality comentan la posición de Curran como un significativoadelanto teológico. No se dice que la masturbación no sea pecado, o que no envuelva un serio pecado; sino que“no necesariamente cada uno de los actos de masturbación constituye la materia grave que se requiere para unpecado mortal”[22]. Sin embargo, la posición de Curran y de los autores de Human sexuality es directamenteimpugnada en la enseñanza de la Declaración vaticana sobre Ética Sexual (Persona humana) a la que ya me hereferido. La Congregación para la Doctrina de la Fe, reafirma, así, la enseñanza constante de la Iglesia sobre lagrave inmoralidad objetiva de la masturbación, refiriéndose a esta última como “un acto intrínseca y seriamentedesordenado”[23].

            Los argumentos a favor de la posición de la Iglesia y la respuesta de los moralistas católicos a lasprincipales objeciones contra esta enseñanza están resumidas en Catholic Sexual Ethics[24]. Querría seleccionaralgunos puntos de sus argumentos.

            1) Aún admitiendo que ciertos textos citados como condenatorios de la masturbación pueden tener otrainterpretación (Gn 38,8-10; 1Co 6,9; Ro 1,24), la Sagrada Escritura condena el uso irresponsable del sexo, lo queciertamente se aplicaría a la masturbación. La Declaración Persona humana dice que incluso si la Escritura nocondena este pecado por su nombre “la tradición de la Iglesia ha entendido rectamente que está condenado en elNuevo Testamento cuando éste habla de ‘impureza’, ‘falta de castidad’ y otros vicios contrarios a la castidad y a lacontinencia”[25].

            2) Los autores de Catholic Sexual Ethics responden bien a la objeción que dice que la condenación de lamasturbación es una forma de maniqueísmo y estoicismo. Por el contrario, son quienes aceptan la masturbaciónlos que no pueden mirar de modo consistente sus cuerpos y su actividad sexual como partes integrales de símismos, ya que los actos masturbatorios no realizan los bienes humanos básicos de la mutua donación yprocreación. La masturbación usa el cuerpo como instrumento de placer y es, en realidad, una forma de dualismo,ya que, en este contexto, convierte al cuerpo en un objeto para el placer del alma[26].

            Además la enseñanza [de la Iglesia] no se basa en la premisa estoica de que el único fin de la uniónsexual es la procreación. La enseñanza de la Gaudium et spes, nn. 47-52, así como la Humanae vitae[27],sostiene claramente que la unión sexual en el matrimonio tiene otros fines, incluía la expresión del amor mutuo.Por el contrario, la masturbación no ayuda a ninguno de los grandes bienes del matrimonio, permaneciendo unacto solitario.

Catholic Sexual Ethics también responde a la objeción de que la masturbación, en algunas circunstancias, noconstituye un grave desorden moral. Una de esas circunstancias sería la masturbación en la adolescencia. Larespuesta es que la Iglesia siempre ha reconocido que las circunstancias alteran algunos casos y que hay gradosde responsabilidad en las diferentes clases de masturbación. Pero la Iglesia también sostiene que el acto demasturbación permanece objetivamente una falta seria. La enseñanza de la Iglesia distingue, correctamente, entrela gravedad objetiva del acto masturbatorio y la responsabilidad subjetiva del que lo realiza. Esta importantedistinción, que elabora Farraher, nos permite sostener la posición tradicional al mismo tiempo que nos autoriza acomprender una variedad de factores mitigantes que disminuyen la culpa personal del masturbador, supuesto queél quiera poner de su parte todo lo necesario para vencer su mal hábito o, en ciertos casos, su compulsión.

            En mis cuarenta y siete años de experiencia pastoral todavía no he encontrado un penitente que no deseelibrarse del hábito de la masturbación o que continúe masturbándose deliberadamente. Es más probable que,quienes continúan con este hábito de forma deliberada, no se acerquen a la confesión, o bien no confiesen estepecado porque les han lavado el cerebro haciéndoles creer que la masturbación no es pecado o, al menos, quesólo es un pecado venial que no hay obligación de confesar.

            Los autores de Catholic Sexual Ethics también responden al argumento de Charles Curran de que un acto

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aislado de masturbación no puede ser gravemente pecaminoso, sino que solo sería pecado grave la prácticaconstante de tal actividad. La falacia en este argumento consiste en que pierde vista que el foco primario de laresponsabilidad es el acto libremente elegido y no la conducta, la cual brota de una serie de actos librementerealizados. Nuestra personalidad moral, o carácter, se forma mediante estos actos, y si una persona debeconvertirse, la conversión comienza con un acto libremente elegido. Así enseña San Agustín en susConfesiones[28].

            En la práctica, los autores que sostienen que la masturbación no es materia grave, han quedadoimpresionados por estudios estadísticos que muestran que la mayoría de los adolescentes y un gran porcentaje delas adolescentes se masturban. Pero tales estudios no describen la frecuencia de la masturbación ni el estado deconciencia del masturbador. Tampoco toman en consideración el fenómeno verdaderamente actual de los gruposde apoyo espiritual para vencer adicciones sexuales, como Sexólicos Anónimos[29] y Adictos Anónimos al Sexo yal Amor[30]. Ambos grupos tratan la masturbación compulsiva como una adicción sexual que hay que vencer através de la práctica de los Doce Pasos[31] adaptada a los problemas sexuales.

            También se puede argumentar, contra la tesis de Curran, desde un punto de vista pastoral. En la prácticano tratamos con personas implicadas en un acto masturbatorio aislado. Cualquiera que sea la edad de la personanos enfrentamos con actos reiterados, o con un hábito, o con una compulsión. La tesis de Curran tampoco tomaen cuenta que un acto deliberado de impureza tiende a repetirse conduciendo a la formación de un mal hábito, elcual, en algunos casos, se convertirá en una compulsión sexual, es decir, en un patrón de comportamiento sexualsobre el que la persona, a pesar de sus esfuerzos, no tiene verdadero control. La cuestión moral es si uno puedeser considerado responsable de dar conscientemente el primer paso que termina en la formación de un malhábito. ¿Acaso no estamos seriamente obligados a evitar el comienzo de tal hábito? Además, si un acto aislado ydeliberado de masturbación no fuese una violación grave del orden moral, ¿qué impedirá que una persona caigaen el hábito? Es probable que ésta no trate de evitar el acto y termine así cayendo fácilmente en un hábito que, endeterminadas circunstancias, puede convertirse en compulsivo. Estas son cuestiones pastorales que Curran noexamina.

Consideraciones sobre la responsabilidad moral del masturbador

            En el plano pastoral hay que distinguir entre el masturbador habitual y el compulsivo. Por definición elhabitual todavía tiene control sobre su conducta, dominándose por largos períodos de tiempo y recayendo porcortos períodos. Puede ser que use la masturbación como sustitutivo de la relación sexual ya sea porque no tieneninguna mujer a su disposición (como los prisioneros), o porque es divorciado, o porque nunca se ha casado, obien porque tiene miedo de contraer Sida. Sin embargo, es capaz de detener el hábito cuando esté motivado parahacerlo, por lo general por motivos religiosos. Muchas de las razones mencionadas también se aplican a la mujerque cae en este hábito de masturbación. La soledad y la depresión son factores poderosos tanto en hombrescomo en mujeres. En algunos casos, sin embargo, la persona cruza la línea del hábito para entrar en el campo dela compulsión, es decir, terminan masturbándose muy frecuentemente a pesar de recurrir a remedios ordinariospara evitarlo. Probablemente en este caso estamos ya tratando con un problema de adicción sexual.

La masturbación como una forma de adicción sexual

            Los consejeros pastorales y los confesores se encuentran con frecuencia con personas que se masturbandiariamente a pesar de querer librarse de esta compulsión. Tales individuos viven con culpa y vergüenza. No sesatisfacen cuando el consejero intenta consolarlos diciéndoles que no son culpables de pecado grave ya quecarecen de control sobre la masturbación. Quieren saber qué pueden hacer para recuperar el control de susimpulsos sexuales. La primera cosa que el consejero puede hacer es estudiar las adicciones sexuales y aprenderqué puede hacerse para ayudar a un masturbador compulsivo.

            La adicción sexual puede definirse como una pseudo relación con una experiencia sexual mentalmenteperturbadora con efectos destructivos sobre uno mismo y en algunos casos también sobre otras personas[32].Como Patrick Carnes explica: “el adicto sustituye una relación saludable con otras personas por una relaciónenfermiza con un evento o proceso. La relación del adicto con una ‘experiencia’ trastornante se convierte encentral para su vida”[33].

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            Carnes subraya que la gente tiende a confundir adicción sexual con actividad sexual frecuente oplacentera. La diferencia está en que la persona normal puede aprender a moderar su conducta sexual, mientrasque el adicto no puede hacerlo. Ha perdido la capacidad de decir “no” en razón de que su conducta forma parte deun ciclo de pensamientos, sentimientos y actividad que no puede controlar. En lugar de gozar del sexo como unafuente de autoafirmación y del placer en el matrimonio, el adicto sexual lo usa como un alivio del dolor o delstress, análogamente al alcohólico que depende del alcohol. A diferencia del amor, la enfermedad obsesivatransforma el sexo en una necesidad primaria ante la cual todo lo demás puede ser sacrificado, incluyendo lafamilia, los amigos, la salud, la seguridad y el trabajo[34].

            Sin desarrollar todas las fases de una adicción, lo cual Carnes y Anne Wilson Shaef hacen en sus libros,nos basta decir que el masturbador compulsivo tiene esperanza; y esto por varias razones. Ante todo, puedellegar a entender que él no es una mala persona sino alguien que sufre una enfermedad, la cual puede ser trataday vencida. En la medida en que se aborrece a sí mismo y se considera inútil (vergüenza) cree que no tieneesperanza (desesperación). En segundo lugar, con la ayuda de un director espiritual y de un médico, puede tomarconciencia de que es posible vencer su adicción. También necesitará practicar los Doce Pasos participando engrupos de apoyo. A este respecto encontrará una ayuda invalorable en las sesiones grupales de SexólicosAnónimos y Adictos Anónimos al Sexo y al Amor.

            Al afirmar que hay esperanza para el masturbador compulsivo, no me baso únicamente en lo que dicen loslibros, sino en mi experiencia de haber enviado a personas a Sexólicos Anónimos o a Adictos Anónimos al Sexo yal Amor, y también en el trabajo que he realizado con miembros de Courage en New York City (Courage es ungrupo de apoyo espiritual para personas católicas con tendencia homosexual que desean vivir una vida casta). Elcrecimiento en la práctica de la castidad no se alcanza de la noche a la mañana. Es un proceso gradual, a vecescon caídas penosas. Exige una entrevista periódica con un director espiritual, un sincero reconocimiento de laimpotencia personal, asistencia perseverante a las reuniones, plena honestidad al hablar de sí mismo y la prácticadiaria de la meditación u oración afectiva. Esto me lleva a establecer una importante distinción que el directorespiritual tiene que hacer cuando aconseja a un masturbador compulsivo, puesto que deberá ayudarlo a empezara amarse a sí mismo de modo adecuado.

Distinción entre conducta pasada y presente

            El adicto debe distinguir entre la responsabilidad de su conducta pasada y la responsabilidad por susacciones presentes y futuras. Es, sin embargo, prácticamente imposible evaluar detalladamente la conductapasada del adicto. No tenemos medios para clasificar las especies y grados de la conducta sexual compulsiva, nide cualquier tipo de conducta compulsiva. Cada masturbador compulsivo proviene de un conjunto diferente decircunstancias de vida, con diverso patrón de rasgos personales. Como Rudolf Allers escribió hace años, y otrossostendrían igualmente: “Nada podemos saber acerca de la naturaleza de los presuntos impulsos irresistibles amenos que sepamos todo cuanto sea posible sobre la personalidad total”[35].

            Como en otras formas de adicción, la masturbación compulsiva comienza en la fantasía, la cual llena lamente en tal medida que no deja lugar para que otros pensamientos y motivos, que pueden contrarrestar sufuerza, tengan la oportunidad real de distraer a la persona de las imágenes voluptuosas que empujan a lamasturbación. La conciencia se cierra sobre una sola idea, una sola imagen. Esto es compulsión en sentidopleno.

            Hay otra forma de compulsión en la que una persona termina sumergida en el objeto de su deseo,sintiendo que, para encontrar algún alivio físico, debe aceptar el impulso, o de lo contrario, sufrirá mucho. En estecaso la persona es consciente de que puede resistir, y de que hay otra opción. Hay una libertad mínima, peroapenas alcanza para constituir culpa grave. Se ve más claro en el caso de los que luchan contra este impulso altratar de dormirse por la noche, o cuando la tentación los sorprende en medio de la noche o en el momento dedespertarse. Farraher comenta extensamente las situaciones en las que la persona, que ha resistido la tentaciónde masturbarse estando despierto, a veces resulta abrumado por fantasías sexuales al tratar de dormirse o aldespertarse por la mañana. En la medida en que alguien realmente se esfuerce en desviar su atención, no cometepecado si llega a producirse el orgasmo. Cuando duda si hizo suficientes esfuerzos para tratar de librarse de esasfantasías, puede interpretar la duda a favor de su inocencia. De acuerdo a las normas tradicionales de la teología

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moral puede presumir que en el momento de las tentaciones nocturnas su intención es la misma que tienehabitualmente cuando está despierto. A quien tiene sentimiento de culpa, los confesores y directores espiritualesdebería asegurarles que no hubo pecado, en la medida en que pueda presumirse que la masturbación fueinvoluntaria. “Decirle que, si se esfuerza y usa los medios sobrenaturales, puede evitar incluso esas experienciasinvoluntarias, puede causar severa ansiedad e incluso desesperación, puesto que no es posible evitar lo que esrealmente involuntario”[36].

            Como confesor, a veces, uno trata con personas que son verdaderamente fieles a Dios, a su familia y a laIglesia, y que al mismo tiempo permanecen abiertos a situaciones eróticas en las que tienen grandes dificultadespara permanecer castos. De modo semejante encontramos sacerdotes, hermanos y religiosas obsesionados porfantasías sexuales, que se sienten compelidos a entregarse a ellas. Incluso se sienten empujados a masturbarsealgunos que no encuentran placer en la masturbación. En todas estas situaciones recomiendo dos pasos: 1ºbuscar un médico profesional que acepte las enseñanzas de la Iglesia; y 2º asistir regularmente a grupos de apoyoespiritual donde puedan comentar esos conflictos penosos y tendencias compulsivas. Hay también otra situaciónen la que puede encontrarse el masturbador compulsivo. La llamaré ‘el momento de la verdad’. También vale paralos masturbadores no compulsivos.

            Según Allers el, así llamado, impulso irresistible, es tal antes de estar plenamente desarrollado. La personatiene el sentimiento intranquilo de que algo está por ocurrir. Se encuentra envuelto en cierta forma de fantasía, quea menudo incluye literatura o videos pornográficos. Se da cuenta de que debería librarse de la fantasía o de lapornografía pero no lo hace. Tal vez a nivel inconsciente hay un impulso a buscar el placer en la masturbación, loque no admitirá en el plano consciente. Así Allers sostiene que la persona es, de algún modo, responsable por noaprovechar el momento de la verdad, y por permitir ser esclavizado por el deseo[37]. “Está acción puede, portanto, estar exenta de responsabilidad, y sin embargo no ser excusable, porque, de hecho, la persona haconsentido a su desarrollo”[38].

            De hecho, cuando el masturbador compulsivo practica los Doce Pasos, reconoce la oculta insinceridad yel deseo de gozo sexual que estaban ya presentes en sus anteriores afirmaciones de que, en realidad, no queríahacerlo. Parte de la curación consiste en volverse más honesto respecto de las propias motivaciones. Como diceel siguiente poema:

Autobiografía en cinco pequeños capítulos por Portia Nelson

1. Camino calle abajo.

Hay un hoyo profundo en la vereda. Caigo en él.

Estoy perdido... No tengo ayuda. No es mi culpa.

Me tomará toda la vida encontrar una salida.

2. Camino por la misma calle.

Hay un hoyo profundo en la vereda.

Pretendo no verlo.

Caigo nuevamente en él.

No puedo creer que estoy en el mismo lugar. Pero no es mi culpa.

Todavía me lleva largo tiempo salir.

3. Camino por la misma calle.

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Hay un hoyo profundo en la vereda.

Nuevamente caigo en él... Es un hábito.

Mis ojos están abiertos.

Sé donde estoy.

Es mi culpa.

Salgo inmediatamente.

4. Camino por la misma calle.

Hay un hoyo profundo en la vereda.

Paso por el costado.

5. Camino por otra calle.

Aproximaciones pastorales a la masturbación

            En el plano pastoral es inútil especular sobre cuán responsable fue el masturbador compulsivo en elpasado; es mejor ayudar a forjar un programa espiritual. La cuestión es si el adicto usará los medios conocidospara controlar su conducta en el futuro. Ahora es el momento de considerar con más detalles las aproximacionespastorales al problema de la masturbación.

            Algunas falsas aproximaciones. La aproximación más descaradamente errónea consiste en pensar que losadolescentes terminarán por superar este problema de forma natural. Muchos no lo logran. Otro mito es pensarque si uno practica la masturbación tiene menos probabilidad de tener sexo con personas de su mismo sexo o delsexo opuesto. Esto puede ser así en algunos casos, pero la experiencia de muchas personas es que lamasturbación los preparó para tener sexo interpersonal. También, en ciertas situaciones, algunos hanrecomendado la masturbación como un medio para aliviar tensiones corporales, como una forma de terapiasexual. Otros terapeutas usan la masturbación como supuesta terapia para revivir experiencias traumáticassexuales ocurridas durante la niñez (aproximación que ya no es usada por médicos serios). Algunoshomosexuales han usado la masturbación mutua como “sexo seguro”. Ciertos consejeros incluso minimizan elproblema obviando cualquier advertencia fuera de “no preocuparse por el tema”. De hecho, muchos sacerdotes,seminaristas y profesores de religión en nuestras escuelas católicas todavía consideran el hábito de lamasturbación como un tema de poca importancia, o quizá como un problema puramente psicológico. Etc.

            Algunas aproximaciones útiles. La actitud correcta parece ser tratar la masturbación habitual y lacompulsiva como problemas que tienen solución, siempre y cuando se siga un programa de vida espiritual. Lapersona que tiene este problema debe hacerse responsable de su futuro. A medida que más se libere de sudesorden, también se volverá más responsable. Esto quedará más claro al presentar algunas situaciones típicasde las distintas condiciones de vida. Comenzaré con los adolescentes, y más adelante hablaré del tema de lamasturbación en la infancia.

Adolescentes

            Teniendo en cuenta que los adolescentes reciben un bombardeo de estímulos sexuales a través de losmedios de difusión, que de sus padres y maestros a menudo descuidan darles directrices morales, y que inclusolos sacerdotes y religiosos permanecen en silencio sobre este tema, no debería sorprendernos que los másjóvenes ignoren la moralidad de la masturbación. Puede ser que muchos hayan quedado esclavizados en la

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práctica de la masturbación antes de tener completa conciencia de que se trata de algo moralmente malo. Uso laexpresión “completa” porque a pesar del lavado de cerebro intentado por nuestra cultura, muchos jóvenes tienenla sensación incómoda de que la masturbación es algo malo[39].

            Al mismo tiempo se sienten incapaces de controlar un hábito que ya existe, y a causa de su vergüenza yculpa evitan por timidez hablar del tema con consejeros, y menos aún con sacerdotes, a quienes ven comopersonas de autoridad. Inciertos sobre sí mismos, confundidos sobre los valores propuestos por la cultura, y aveces por su propia familia, estos jóvenes se repliegan rápidamente dentro del mundo fantasioso del romance ydel placer sexual.

            A menudo temerosos de las relaciones reales con personas de otro sexo, se refugian en el país defantasía de la masturbación. Si a este caos moral se añade la enseñanza ambigua y errónea que en algunasescuelas católicas se imparte, en las clases de religión, sobre la masturbación, se podrá entender por quénuestros jóvenes, en el confesionario, no mencionan la masturbación como un problema moral. Esto da a lossacerdotes toda la razón para responder seriamente a los jóvenes que preguntan sobre este tema.

            Debemos darles una dirección espiritual adecuada, reconociendo su deseo de ser castos, y aconsejarlesespecíficamente sobre esta materia al modo que lo hace el P. Benedict Groeschel en El coraje de ser castos[40].

            Quizá no lleguemos a tomar conciencia del enorme sentimiento de culpa que padecen los adolescentesque cargan con el hábito de la masturbación. Sienten que hay algo equivocado en lo que hacen, a pesar que leshayan dicho “no te preocupes por esto” o “no puedes evitarlo” o “ya madurarás y lo superarás”. Necesitaninstrucción y guía, pero no la recibirán hasta que no se les informe sobre la moralidad de la masturbación, y sobrelos factores psicológicos que a menudo impiden el ejercicio del libre albedrío. Opino (y también otros confesores)que muchos adolescentes no se acercan a la comunión dominical porque creen que no pueden vencer estehábito.

Jóvenes solteros

            Según un mito muy extendido estos jóvenes deberían haber superado el hábito de la masturbación demodo natural. Pero, con la costumbre de retrasar el matrimonio hasta los 25-30 años, con noviazgos demasiadolargos, y con la estimulación constante de citas ocasionales, y las provocativas propagandas que aparecen en losmedios de comunicación, no sorprende que muchos hombres y mujeres caigan en la práctica de caricias fuertesque llegan al orgasmo. Realmente se trata de una masturbación mutua como el sexo oral. Quienes caen en estasprácticas se consideran vírgenes por no haber tenido contacto genital. Se los llama técnicamente “vírgenes”, peronecesitan recuperar la virtud de la pureza.

            Otros solteros viven fantaseando cuando están ociosos. Al no mantener ningún noviazgo serio pordiversas razones, inciertos sobre qué hacer de sus vidas, y sin estar atados a un cónyuge e hijos, a menudo serefugian en diversas formas de fantasía como novelas románticas, revistas pornográficas, películas eróticas,frecuentando bares nocturnos de viernes a domingos, y cosas por el estilo. Tienen muchos conocidos pero, enrealidad, son muy solitarios. Su tendencia a masturbarse a menudo traspasa la línea llegando, si se presenta laoportunidad, a las relaciones genitales con otras personas. Resumiendo: han hecho del sexo un ídolo. Si uno lesmenciona su soledad, la negarán señalando que tienen muchos “amigos”. Tienen los placeres de la actividadsexual sin responsabilidad.

            Es muy difícil acercarse a este grupo, que habitualmente viene a Misa para Navidad y Pascua porcomplacer a sus familias. Quizá cuando pasen de los treinta años y empiecen a darse cuenta que la vida tienemás riqueza que la que ofrece el sexo, buscarán dirección espiritual. En este caso, la actividad sexual no es elprincipal problema sino solo un síntoma del profundo vacío espiritual.

Solteros adultos

            Mi experiencia me ha enseñado que cuando los cristianos entran en la mitad de los treinta años sin haberelegido una vocación en la vida, como el matrimonio, la vida religiosa, el sacerdocio o la consagración laical al

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servicio de Cristo, comienzan a plantearse el sentido de su vida personal. A menudo se han enfrascado tanto ensus carreras que fácilmente pueden reprimir los pensamientos fastidiosos sobre sus obligaciones cristianas; sinembargo, los deseos sexuales permanecen tan fuertes como siempre; de hecho, más intensos; y las personaspueden emplear mucho tiempo en fantasías, convirtiéndose la imaginación en algo compulsivo que lleva a lamasturbación frecuente, cuando no diaria.

            Esto, a su vez, produce fuertes sentimientos de vergüenza y culpa. Si esta persona no busca ayudaespiritual para este problema, o si, buscándola, no la encuentra, continuará llevando su peso hasta la adultez o lavejez. Puede ser que alguien esté obrando muy bien en las demás áreas de la vida, y al mismo tiempo se sientadesesperado por su pecado secreto. Tal vez le parezca que nadie puede darle esperanza de resolver elproblema, puesto que los consejeros espirituales a los que ya ha recurrido, no han atinado con el modo adecuadode enfrentarlo. Es posible que le hayan aconsejado que al confesarse no mencione la masturbación, ya que notiene ningún control real sobre ella. ¿Qué posibles remedios puede sugerir en estos casos un director espiritual?

Algunas directivas espirituales

            Creo que las siguientes directivas son probadamente eficaces:

            1) Ayude a que la persona reflexione sobre del sentido de su vida, sus esperanzas, sus éxitos ydecepciones, sus frustraciones y su soledad. Hay que tratar de descubrir qué es lo que lo está abatiendo, porque amenudo la masturbación es un síntoma de intranquilidad del alma, y eso es lo primero que se debe atacar.

            2) Si esta persona está yendo a la deriva, hay que darle un plan de vida espiritual, como el que he escritopara personas homosexuales[41].

            3) Hágalo tomar conciencia de que muchos seres humanos tienen la tendencia a escaparse haciaplacenteros mundos de fantasía cuando la realidad se vuelve dura y árida, y la masturbación brota a menudo de lafantasía sexual. La estrategia espiritual consiste en aprender cómo volver de la fantasía sexual a la realidad nibien uno nota que ha quedado envuelto en tales imaginaciones. Una técnica que funciona con algunas personases hacer una breve oración y luego alguna actividad externa y física, como algún trabajo doméstico, salir acaminar y cosas por el estilo. ¿Ha tenido usted alguna vez imaginaciones de ira, celos o tentaciones sexuales y enese momento ha sonado el teléfono? ¿Acaso no desapareció la fantasía en el mismo momento en que respondióel teléfono? La clave es permanecer en la realidad.

            4) También hay que decir que, además de comentar su dificultad con un director espiritual, debería tratarde encontrar un grupo de apoyo como Sexólicos Anónimos. Algunos masturbadores compulsivos descubrieron enestos encuentros, verdadera amistad. El cultivar amistades reales con personas reales reduce significativamenteel poder de la fantasía sexual, al mismo tiempo que da un sentido de autoestima.

La masturbación entre los casados

            En las prácticas masturbatorias de los casados encontramos diversos factores. Algunas personas lleganal matrimonio con el hábito previamente formado. Otros caen en estos actos solitarios al encontrarse lejos de suscónyuges o cuando no pueden tener relaciones sexuales a causa de alguna enfermedad o porque perciben quesus cónyuges no son plenamente receptivos a los actos conyugales. Hay veces que una pareja practican lamasturbación como forma de control de la natalidad. Algunos matrimonios usan el sexo oral, el sexo anal y lamutua excitación genital hasta producir el orgasmo en lugar de la relación propiamente sexual[42]. Ocurre tambiénque, a veces que un esposo cae en la masturbación porque teme ser incapaz del acto sexual. El enfoque pastoraldependerá de las distintas situaciones[43].

            En el caso en que uno de los dos cónyuges haya llegado al matrimonio con el hábito de la masturbación,es necesario forjarse una idea adecuada de su historia para poder ayudarlo/a a vencer el hábito. Pero si el hábitoestá relacionado con problemas entre los esposos, el director espiritual debería ayudar a los cónyuges a superarsus dificultades, mandándolos, si fuese necesario, a un consejero matrimonial profesional. A veces uno de loscónyuges cae en este hábito, por sentirse solitario, a causa de la completa desatención por parte del otro. Por

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difícil que sea esta situación, esa persona puede aprender a transformar su deseo sexual en virtuosos sacrificiospor los hijos y por el cónyuge desatento. Cuando sea posible uno debería tratar de acercarse él mismo al cónyugeindiferente. Suele ocurrir que algunos hombres de mediana edad se encierran tanto en su trabajo que no ignorancuánto descuidan a sus esposas, las cuales, en su soledad, se sienten tentadas de buscar la complacencia en lamasturbación o en el adulterio. Otras veces, el hombre que teme ser incapaz de satisfacer a su esposa en el actosexual, se aboca (como forma de evasión) a su trabajo o a otras actividades sociales. Además, en la vidacontemporánea, muchas mujeres casadas se comprometen tanto con sus carreras, que dedican muy poco tiempoa sus esposos e hijos, sentando las condiciones para que los primeros busquen gratificación sexual en el adulterioo en la masturbación.

La masturbación en los seminaristas

            Tiempo atrás, los directores espirituales de seminaristas, tanto religiosos como diocesanos, vigilabanmucho la idoneidad espiritual de quienes tenían a cargo. La masturbación se consideraba un problema serio quedebe superarse antes de hacer los votos perpetuos o de recibir el diaconado. Se indicaba, tentativamente, quetodo candidato debería estar libre del hábito de masturbación al menos un año antes de la profesión perpetua odel diaconado. Si la masturbación se hubiera vuelto involuntaria, dicha persona debería buscar terapiaprofesional, porque nadie debe entrar en el estado de celibato con el peso de culpa y vergüenza que engendra taldebilidad[44]. Se informaba a los seminaristas que estaban obligados a tener un director espiritual fijo, en lugar deir saltando de un confesor a otro. Hoy en día, con el abandono del sacramento de la reconciliación entre losreligiosos y sacerdotes, tenemos que reiterar la importancia del confesor fijo.

            Ahora bien, dudo que en la actualidad nadie sepa realmente qué aconsejan los directores espirituales a losseminaristas que tienen el hábito de la masturbación. Supondría, en base a los retiros que he predicado asacerdotes y hermanos por espacio de doce años, que tal consejo es acribillado por aquella línea de teologíamoral que considera que la masturbación no es un serio desorden moral. Por tanto, es necesario, en primer lugar,una instrucción básica tanto sobre la gravedad objetiva del acto como sobre la obligación personal de trabajar alrespecto. Además, puesto que la masturbación puede volverse compulsiva, en ocasiones se hace necesarioexplicar la dinámica de la compulsión sexual.

            Entre los que escribieron sobre la masturbación, sigue influyendo fuertemente en seminaristas yreligiosos, la perspectiva de Donald Goergen. Goergen sostiene que la masturbación no es “intrínsecamenteinmoral”[45]. Él cree que, para algunos, la masturbación puede ser madura e integrada, y para otros inmadura y nointegrada. La masturbación adolescente, como también muchas formas adultas de masturbación, según esteautor, puede ser saludable y no perjudicial. Goergen considera que la masturbación no es inmoral o pecaminosapara el célibe, aunque no le permita alcanzar su ideal. Dice asimismo: “la masturbación es un elemento de la vidapersonal de un célibe que refleja una necesidad genital, que espera superar con el crecimiento, no porque lagenitalidad sea totalmente inapropiada, sino porque no le sirve particularmente en su vida célibe”[46].

            A pesar de que las posiciones de Goergen contradicen la enseñanza de la Iglesia sobre la moralidad de lamasturbación y sobre el significado de la castidad consagrada, desde su publicación han influido en muchosseminaristas y religiosos. Más adelante volveré sobre Goergen. Ahora me abocaré al seminarista que quieresuperar el hábito de la masturbación.

            Al seminarista se aplican los mismos principios que he indicado al hablar de los solteros, con la diferenciade que el seminarista ha hecho un compromiso de vida célibe, mientras que el laico puede pensar en elmatrimonio. Tal vez el seminarista tema, a raíz de sus dificultades que experimenta, no ser capaz de vivir la vidacélibe, y considere, por tanto, la posibilidad de abandonar el seminario o la vida religiosa. Antes de tomar taldecisión, debería comprender que necesita el consejo tanto del psicólogo clínico como del sacerdote director[espiritual], a quienes debería permitir que se consulten mutuamente sobre su situación. Es imprudente que, tantoel sacerdote-director como el psicólogo, trabajen aisladamente, como ha sucedido con frecuencia en el pasadocon trágicos resultados.

            También es imprudente que los directores espirituales de un seminario, o el equipo de formadores de unacongregación religiosa, carezcan de una política clara sobre la necesidad de la castidad interior, incluyendo el

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estar libre del vicio de la masturbación como requisito para la ordenación o la profesión perpetua. El directorespiritual en el seminario debería considerar cuidadosamente la historia personal de aquellas personas turbadaspor tentaciones obsesivas de masturbación. Las tentaciones pueden indicar algo que va más allá de la lujuriaordinaria, y no hay manera de averiguarlo sin alguna forma de asesoramiento. Ocurre a veces que un candidatose siente atormentado por tentaciones eróticas cuando está inseguro de su vocación,. Quizá necesite dirigir laatención a la raíz de su vocación.

            Cada situación será diferente. Si el confesor o el psicólogo o el seminarista tienen dudas, quizá elausentarse del seminario, por un año, para hacer algún tipo de trabajo pastoral, pueda resultar beneficioso. Alfinal de ese período podrá reevaluarse la situación. Debe tenerse en cuenta que ningún programa de formación deseminario o de una congregación religiosa enfrenta el mundo real cotidiano. Se trata (el tiempo de formación) deuna vida en un ambiente relativamente protegido, en el que la imaginación trabaja horas extras, sesobredimensionan los reveses de la vida, y en el que las dificultades emocionales con los compañeros puedenvolverse obsesivas. No debe sorprendernos que en tales circunstancias la imaginación se descontrole,provocando fantasías sexuales y tentaciones de masturbación.

            Resumiendo mis reflexiones sobre seminaristas y religiosos varones en período formación, creo que hoytenemos a disposición mejores medios para superar la masturbación habitual y compulsiva. Se ha reconocido elvalor que tienen, en la lucha por la castidad, los sistemas de apoyo espiritual, y hemos aprendido a remontarnosmás allá de los actos de masturbación, buscando sus causas. Como directores espirituales miramos al hombre ensu totalidad. Si, por un lado, notamos que una persona, durante un período de tiempo, ha mostrado una notablemejoría, superando las tentaciones de masturbación, deberíamos animarlo a seguir intentándolo. Al decir“mejoría” incluyo más que el simple evitar masturbarse. Me refiero a un cambio de actitud hacia la propiasexualidad, una aceptación de la propia naturaleza corporal, y la integración de los deseos sexuales en lapercepción de su papel en el sacerdocio o en la vida religiosa; lo que William F. Lynch llama “la libre sublimaciónde los deseos sexuales”[47].

            Si, por otro lado, percibimos que, a pesar de darle asesoramiento psicológico, el esfuerzo de una personapor superar la práctica de masturbación no lleva a ningún progreso, parece que deberíamos aconsejarle que dejela vida religiosa o el seminario. La falta de progreso constituye un buen fundamento para dudar de la vocaciónreligiosa de esa persona, y tal duda debe resolverse a favor de la Iglesia con el alejamiento de esa persona.

La masturbación en sacerdotes y hermanos

            Hablando de modo general, las tentaciones de masturbación entre sacerdotes y hermanos se relacionancon problemas emocionales, como la soledad, el odio hacia sí mismo, la ira, e incidentes del pasado. Tal vezestas personas miren esas tentaciones con menos temor que quienes aún no han sido ordenados o quienestodavía no han hecho sus votos perpetuos, puesto que se sienten seguros. No obstante, sienten a menudo queviven una doble vida, considerados célibes por quienes trabajan diariamente con ellos, pero avergonzados por lapráctica de la masturbación, que a veces es compulsiva. Muchos están influenciados por el ambiente pansexualen que vivimos; por ejemplo, no es raro que un religioso o sacerdote, cansado de las arduas ocupaciones yreuniones diarias, antes de acostarse encienda la televisión, y termine viendo alguna película sexualmenteprovocativa. El efecto puede ser la masturbación y sueños perturbados.

            Esto vale también para muchos laicos que resbalan por el lujurioso mundo ficticio del cable televisivo. Senecesita rigurosa honestidad para evitar los estímulos sexuales innecesarios, y esforzarse por permanecer en elmundo real. Debería adoptarse la costumbre de confesarse semanal o quincenalmente. Algunos religiosos ysacerdotes, además, asisten periódicamente a reuniones de apoyo espiritual como Sexólicos Anónimos, paralibrarse de su conducta sexual.

La masturbación entre las religiosas

            Los factores que encaminan a una religiosa a una conducta masturbatoria no difieren mucho de los queafectan a otras mujeres solteras, casadas o divorciadas. Un elemento que comparte análogamente con el religiosovarón es la inmadurez emocional. Esto significa, en la práctica, que tales personas no han madurado

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emocionalmente en su relación con el sexo opuesto, y que, como los adolescentes, son proclives a gastarconsiderable tiempo fantaseando, sufriendo, como resultado, la tendencia a masturbarse. Como en el caso delreligioso varón, el sentido de culpa crece al percibir que viven una vida doble.

            A diferencia del religioso varón, es menos probable que la religiosa llegue a involucrarse genitalmente conotra persona. Tal vez esto se deba, en parte, al que los religiosos varones tienen su tiempo menos organizado ysu responsabilidades hacia la comunidad son menores que en el caso de las religiosas. Sin embargo, como hoyen día muchas religiosas visten como laicas, estudian carreras profanas, y viven en departamentos, puedenterminar involucradas emocionalmente con otras personas, de tal manera que se intensifique la fantasía sobre laexperiencia sexual, y, si se abandona la vida de oración, les resulte más difícil resistirse a la masturbación. Dadoel temor que les causa el terminar en actos sexuales con las personas con quienes se han involucradoemocionalmente, es posible que se limiten a imaginaciones y masturbación. Otras religiosas, a pesar de vivir enconventos de clausura o semi-clausura, y de vestir sus hábitos religiosos, quizá no tengan en quien confiar fuera,del sacerdote. Esta soledad es campo fértil para la fantasía sexual. Por supuesto también pueden influir otrosfactores, como experiencias sexuales traumáticas en la infancia, soledad, ira y baja autoestima.

Homosexualidad y masturbación

            Hay que establecer varios puntos. Ante todo, en la persona que cree ser homosexual, hay que examinarqué tipo de fantasía es la que lo empuja a la masturbación. ¿Se trata de fantasías con niños o adolescentes?¿Son imágenes sadomasoquistas, como ser golpeado por otra persona o hacer daño a otro? De ser así talpersona necesita terapia profesional. En segundo lugar, si el individuo se considera bisexual porque ha tenidoexperiencias sexuales con personas de ambos sexos, habría que ayudarlo a reflexionar sobre sus patrones defantasía. Si la fantasía es primariamente de naturaleza heterosexual, es probable que la persona sea deorientación predominantemente heterosexual; pero si la fantasía es de naturaleza predominantementehomosexual, entonces, es probable que, en este punto de su desarrollo, se haya asentado en una orientaciónhomosexual. Califico mi posición de este modo, porque los adolescentes que fantasean con personas del mismosexo pueden superar esta clase de imaginaciones durante el proceso de maduración, en particular con algunaayuda terapéutica[48].

            Considero que las personas homosexuales tienen más dificultades con la masturbación que lasheterosexuales. La persona homosexual a menudo no quiere admitir, ni ante sí mismo, que tiene esta orientación,encerrándose a veces en una vida de intensa fantasía con masturbación compulsiva[49]. Además, temereconocer esta orientación ante otras personas, pensando que la masturbación puede ser una alternativa segura,particularmente ahora con la crisis del Sida. Además, teniendo en cuenta que a estas personas les cuestaestablecer intimidad y amistad, mucho más que a las heterosexuales, no debería sorprendernos que tiendan alhábito de la masturbación. Sin embargo, este hábito a menudo las hace vulnerables a la promiscuidad. Secomienza primero con la fantasía y la masturbación; luego se termina vagabundeando por lugares frecuentados y,más tarde, encuentran algún compañero para pasar la noche. Así, en discusiones grupales, las personashomosexuales puntualizan la gravedad de este problema en sus propias vidas, mirando un desliz en esta prácticacomo un fracaso en su lucha por la castidad.

            En la actual epidemia de Sida la masturbación mutua se ha convertido en la forma principal del así llamado“sexo seguro”. Si bien puede ser médicamente seguro, al mismo tiempo destruye la relación personal con Dios, eimpide que la persona se vuelva sexualmente integrada en la relación consigo mismo. Incluso cuando el hábito dela masturbación es involuntario, manifiesta una falta de integración dentro de la persona. Ya sea voluntaria oinvoluntaria, la masturbación engendra profundos sentimientos de culpa y vergüenza en la persona. Debemos,por eso, explorar estos sentimientos.

Culpa y vergüenza en todas las formas de masturbación

            Hay que distinguir dos clases de culpa: la sana y la neurótica. Cuando hago libremente algo malo deberíasentir culpa por quebrantar la ley divina escrita en las tablas de carne del corazón humano (Ro 2,15). Pero, sirechazo dar a un alcohólico el dinero para un trago de whiskey y siento culpa por no atender su pedido, enrealidad estoy experimentando cierta culpa neurótica. Es la clase de culpa que experimentan los niños cuando ven

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que sus padres se separan o divorcian, sintiendo que ellos tienen la culpa. De la misma manera, en la cuestión dela masturbación, muchas personas se torturan a sí mismas innecesariamente. Me refiero ante todo a quienesviven bien y cuyo único “pecado” es la masturbación. El director espiritual o confesor que conoce las luchas quehan tenido estas personas, suele tratar de aclararles que no han consentido libremente al impulso demasturbarse.

            No hay pecado grave si una persona se masturba sin tener pleno conocimiento, como ocurre estandosemidormido o semidespierto, o cuando alguien es arrastrado por una pasión súbita y se halla a sí mismocometiendo el acto a pesar de la resistencia de la voluntad. Una de las consecuencias del pecado original es quelas pasiones humanas tienden a vencer los actos voluntarios (cf. Ro 7,1-20). Una persona puede aceptar esteprincipio y sin embargo sentir culpa en su corazón, por la masturbación, porque se dirá: “si hubiera luchado conmás firmeza, no habría tenido las fantasías y habría sido capaz de librarme de todos mis pensamientos impuros”.

            El problema con este sentimiento de culpa es que presupone que los seres humanos tenemos controlperfecto sobre nuestras pasiones, no sólo sobre la lujuria sino también sobre la avaricia, la ira y otras emocionesdesordenadas. Sabemos que no tenemos un control semejante. La persona que ha caído en masturbación, sinembargo, debe creer que, con la gracia de Dios, puede vencer el hábito de la masturbación. Pero eso exigecumplir fielmente un plan de vida espiritual. A veces también exige tratamiento psicológico, al que me referiré másadelante. Mi experiencia pastoral me ha enseñado que el sentido de culpa es compañero inseparable de lamasturbación. En muchas personas, sin embargo, existe también un sentimiento de vergüenza, distinto de laculpa.

Diferencia entre culpa y vergüenza

            La vergüenza va más allá de la culpa; esta última entraña solamente el sentimiento y el juicio de que unoha ido contra su conciencia y que, por tanto, deber arrepentirse de sus malos hechos; en cambio, la vergüenza esel sentimiento de que yo no soy bueno, no valgo nada y no puedo controlar mi conducta. Este odio intenso haciauno mismo está en la raíz de la masturbación compulsiva, así como en la raíz de otras formas de compulsión.Probablemente la masturbación compulsiva esté más extendida que toda otra adicción sexual, porque es másaccesible, y puede realizarse en un período de tiempo largo, en total secreto y aparentemente sin efectossociológicos dañinos. De hecho es desechado como algo no problemático. E. Michael Jones lo llama “el viciointroductorio y más accesible”[50].

Algunas ulteriores sugerencias para vencer la práctica de la masturbación

            Habiendo descrito algunas de las principales formas de la actividad masturbatoria y omitido laconsideración de otras especies más oscuras, paso a ofrecer algunas sugerencias pastorales que han sido útiles aalgunas personas. Al dar estas indicaciones soy consciente de que no existen recetas infalibles y que a veces, apesar del uso diligente que se haga de tales sugerencias, algunos pueden recaer ocasionalmente en unatendencia tan profundamente enraizada en sus personas. Al desarrollar un enfoque pastoral, debemoscomprender el fenómeno de la masturbación dentro del contexto de la vida de la persona porque allí se escondeel significado que tiene para esa persona. La masturbación en el niño es algo muy diferente de la masturbacióndel adolescente o del adulto, y entre los adultos hay diferentes clases de actividad masturbatoria, cada una de lascuales exige una diversa actitud pastoral.

            En la infancia: sea cual sea la razón de la masturbación infantil, es improbable que el director pueda tratardirectamente con el niño incapaz de maduro razonamiento moral. Los padres, sin embargo, tienen laresponsabilidad de asegurarse que un niño pequeño no se dañe a sí mismo con la masturbación frecuente. AndréGuindon cita expertos que consideran que la excesiva masturbación produce grandes exigencias sobre el corazóny el sistema nervioso. También nota este autor que el daño psicológico es similar al que se encuentra enadolescentes, concluyendo que el desentenderse de la “prolongada e intensiva (énfasis del autor) masturbación,particularmente en el período entre los seis años y la pubertad, sin pedir consejo a un especialista, es moralmenteirresponsable”[51].

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            Ordinariamente, la masturbación en un niño no exige dar consejos al niño sino más bien instruir a lospadres para que enfrenten la masturbación ocasional con tranquilidad tomando conciencia de que entre lascausas comunes de esta práctica suele contarse el anhelo de afecto por parte del niño o la inconsciente seducciónque realizan los padres que se bañan con sus hijos. Por último, habría que instruir adecuadamente a los niñosrespecto de la higiene física de sus órganos genitales.

Dirección pastoral de adolescentes

            Como ya he tratado el caso de los adolescentes añadiré sólo algunas reflexiones. Una hace relación a lafuerte vida que tiene la fantasía en el adolescente y el deseo de experimentar el orgasmo sexual. La presión quesuele ejercer el grupo de amigos para que alguien experimente la masturbación se encuentra más extendida entrelos varones que entre las chicas. Además, en la primera adolescencia los muchachos tienden a dedicar muchotiempo a la fantasía. Esto se puede contrarrestar ayudando a que los más jóvenes salgan del mundo de laimaginación y permanezcan en el de la realidad, en el que pueden formar amigos reales. Sin duda no es algo fácilteniendo en cuenta la música que alimenta a nuestros jóvenes. Quizá necesiten un círculo de estudio y juegosmás estructurado y exigente que los ayude a vivir en el mundo real.

Una educación sexual apropiada de parte de los padres o de sus delegados en lo que respecta a las polucionesnocturnas y la menstruación posibilitará que los jóvenes tomen conciencia de que tienen un problema común amuchas otras personas. En este terreno los más jóvenes pueden pensar que están completamente solos con suproblema. El joven debe comprender que no se peca accidentalmente. Para que haya pecado una persona debecomprometerse libre y conscientemente en esta actividad. Si una persona es cuidadosa y sincera en su vidaespiritual, en su esmero por amar a Dios, es probable que no consienta plenamente al acto de masturbación. Elacto aislado debe juzgarse en la perspectiva más amplia, examinando la relación total que la persona tiene conDios: “si el conjunto de la vida espiritual es generalmente bueno y sano, entonces puede presumirse conseguridad que no hay pleno consentimiento y no hay responsabilidad de pecado mortal aun a pesar de haberhecho algo que es materia grave”.

            Es necesario repetir los principios morales sobre la buena voluntad que no siempre resultan obvios no ya alos jóvenes, sino incluso a los adultos. He aquí algunos:

La erección espontánea no es pecado; el hecho de luchar contra las imaginaciones sexuales indica que uno no dasu pleno consentimiento, si es que hay algún tipo de consentimiento; y en caso de duda sobre el consentimientopuede presumirse que no fue pleno.

            Debería mostrarse a los dirigidos que existe una estrecha correlación entre estados depresivos, ira,soledad, fantasía sexual y la tentación de masturbarse, y que, en tales circunstancias, uno debería hacer unesfuerzo especial del alma y del corazón para dirigirse hacia el mundo real y, en particular, para concentrarse enlas necesidades del prójimo. Como ya he mencionado, cuando la fantasía tiende a vencernos, es muyrecomendable dedicarse a alguna actividad externa que rompa el encanto de la imaginación. En pocas palabras,necesitamos ejercitar autodisciplina sobre nuestra imaginación durante las horas en que estamos despiertos. Hedescubierto que, para quienes tratan de vencer el hábito de la masturbación, es muy útil, la sugerencia, yamencionada, de mantenerse en la realidad. Esto también es útil para el masturbador compulsivo, pero, como yahemos indicado, para vencer toda clase de compulsión se necesita practicar fielmente los Doce Pasos, y algunaforma de grupo de apoyo (como Sexólicos Anónimos).

            Hay que recordar a los jóvenes que la adquisición de la virtud es trabajo de toda la vida y que Dios nogarantiza curaciones instantáneas de la debilidad humana, a pesar de que, en materia de castidad, pensamos queÉl debería hacer todo instantáneamente. Parece que, en algunos casos, Dios continúa dándonos la gracia devolver a intentarlo una vez más, a pesar de las frecuentes caídas del pasado. “Debemos, en efecto, estar segurosque la castidad perfecta (como la caridad perfecta) no se alcanza mediante ningún esfuerzo meramente humano.Debes pedir la ayuda de Dios. Y aún cuando ya la hayas pedido, tal vez te parezca que no recibes ninguna ayudao que recibes menos de la que necesitas. No te preocupes. Después de cada caída pide perdón, levántate einténtalo nuevamente. A menudo lo primero que Dios nos concede no es la misma virtud sino el poder de volver aintentarlo”[52].

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            A la luz del conocimiento que tenemos de la masturbación masculina con su énfasis sobre el acto físico yel alivio de la tensión sexual, no nos sorprende que la masturbación esté más extendida entre los adolescentesvarones que entre las adolescentes mujeres. La naturaleza de la anatomía sexual femenina, la difusión de laszonas erógenas, la edad más tardía en que se alcanza el pico de potencia sexual en la mujer y su visión másromántica de la relación sexual, son algunas razones por las que la tentación de masturbarse no es tan fuerte parala joven como para el joven. Es probable que las jóvenes entiendan menos el sentido de sus respuestas físicasque los muchachos, y por consiguiente, pueden llegar a masturbarse de forma indirecta y oculta sin tenerconciencia de lo que erróneo de su acto[53]. A veces, algunos rituales de limpieza se convierten en modos demasturbación. Sin embargo, con la disponibilidad de materiales eróticos, los jóvenes de ambos sexos han tomadomás consciencia de las fuentes del orgasmo. Las músicas y letras de canciones abiertamente provocativasempapan los años más tempranos de la juventud.

            Así, en la dirección espiritual de chicas uno encuentra tanto aquellas que se formaron el hábito sincomprender su significado, cuanto las que saben ahora lo que están haciendo pero se sienten incapaces decontrolarlo. Este último grupo necesita la clase de ayuda que hemos indicado para el compulsivo. Para el primergrupo aprovechará una actitud más indirecta, ayudándoles a comprender sus vidas como un todo. En efecto, lamasturbación de una jovencita puede ser síntoma de disturbios en su familia y con sus pares, por más que seanproblemas superficiales. Sin dejar de lado los medios ya mencionados para evitar la masturbación, habría queaconsejar a la joven que armonice sus relaciones con quienes son importantes para ella y, quizá por vez primeraen su vida, enfrentarse con su propia autoimagen. Tal método indirecto lleva tiempo pero aporta más beneficios.

Avisos espirituales para adultos acosados por el problema de la masturbación

            Sería repetitivo elaborar la tesis según la cual, por lo general, los adultos que practican la masturbacióntienen una fuerte tendencia narcisista que deben enfrentar y vencer. A veces se hace necesaria cierta terapiaprofesional. Como ya hemos indicado, es necesario cambiar el patrón de vida, lo que puede lograrse másefectivamente con una seria dirección espiritual. Esto nos lleva a considerar los efectos espirituales de lamasturbación; aspecto raramente discutido. El Dr.William Kraft y el P. Bernard Tyrrell, sin embargo, han iluminadolos aspectos espirituales de la masturbación[54].

            Kraft sostiene que el principal mensaje encerrado en el acto masturbatorio es que la vida social, espiritual,emocional y física del masturbador todavía no está integrada. Su amplia experiencia clínica le ha permitidopercibir la seductiva naturaleza de la masturbación, ya que es un medio fácil y accesible para reducir las tensionesy para explorar las sensaciones genitales sin comprometerse en una relación interpersonal. La fantasía queprecede tales actos goza de la seguridad del secreto. Cuando este acto se convierte en la principal fuente deintimidad y satisfacción, perjudica el crecimiento espiritual. En ese momento se deja de vivir en el mundo real y sepasa a vivir en el mundo de las personas ficticias “en el que todo es posible y no hay límites”.

            Kraft sostiene también que la masturbación del adulto proviene con frecuencia de experiencias nogenitales, de modo tal que detrás de ella hay algo distinto del placer genital. Los adultos a menudo se masturbanpor “aburrimiento, ansiedad y soledad”[55]. Cuando un adulto busca intimidad con otros sólo en su imaginación, envez de hacerlo en la realidad, esto es signo de inmadurez. Se supone que la sexualidad humana se orienta haciaotra persona, expresando amor y ternura en comunión con el otro.

      Asimismo, Kraft considera como candidatos para la masturbación a quienes viven vidas “muy cerebrales, delcuello para arriba”, por su ansia de vivir “del cuello para abajo”. Su falta de encarnación en la vida diaria creatensiones que pueden buscar reducirse a través de la masturbación. Aunque tales personas (usualmentereligiosos o solteros) puedan encontrar cierto alivio temporal por esta vía, no crecen espiritualmente. Algunos,queriendo justificar la masturbación, van más allá, exagerando lo corporal a expensas de la verdad espiritual[56].En la historia personal de estos últimos se puede detectar un largo período de represión de los deseos afectivos.Una reacción similar se ve en los religiosos adictos al trabajo. El desafío es, por tanto, superar la masturbaciónreestructurando la vida personal en una vida integrada. Lo que no es poca cosa en nuestra cultura pansexual.

      Kraft recomienda un programa similar al de Alcohólicos Anónimos, en el que subraya la importancia de lamortificación: “A veces se necesita bastante mortificación para disminuir nuestro deseo físico de satisfacción

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genital... Semejante al alcohólico a quien su cuerpo le reclama un trago, el masturbador tiene que aprender adecir ‘no’ en bien de un sano fortalecimiento”[57]. Podemos añadir que Sexólicos Anónimos ha puesto un énfasissimilar en desarraigar la masturbación a través de los Doce Pasos.

            Al acercarnos al ideal de integrar nuestra sexualidad en nuestra personalidad, se corre el peligro deilusionarse pensando que “el solo hecho de tomar conciencia del problema nos permitirá cambiar nuestrossentimientos y nuestra conducta”. De este modo, estamos subestimando la fuerza que el hábito tiene en nuestrasvidas, ya que nuestros cuerpos pueden haber quedado condicionados a desear experiencias tranquilizantes. Lamasturbación puede llegar a convertirse en una parte tan importante de la conducta de alguna persona, que susupresión dejaría una experiencia de profundo vacío, que hay que llenar de alguna manera. Pienso que lo queayuda a llenar ese vacío, es la experiencia de verdadera relación con Dios que se da a través de la oración, y laexperiencia de amistad con otras personas.

            En los programas que siguen los Doce Pasos aplicados a la lucha contra las adicciones sexuales, seinsiste en que no basta con la buena intención y el poder de la voluntad. La mortificación y la libre sublimación delos deseos sexuales son vías positivas para integrar nuestra sexualidad, suprimir inmediatamente los deseossexuales. También el abandonarnos voluntariamente en las manos de Dios. Asimismo, la gracia redentora de Diosayudará a que la persona encuentre verdadera intimidad en vez de placeres carnales. Pero todo esto tomatiempo.

            De modo más inmediato hay que vigilar los propios estados anímicos, así como los patrones recurrentesde fantasía y masturbación. Uno suele advertir los sentimientos y estados anímicos que preceden habitualmente lamasturbación. Esto ayuda a que se evite caer en la masturbación. Ya que uno de los momentos difíciles tienelugar al irse a dormir, conviene buscar modos para evitar el trabajo de la fantasía. Relajarse más durante el restodel día, y ocupar el corazón con buenas lecturas antes de acostarse, reduce las tensiones que se experimentan enesos momentos. No es bueno intentar dormir estando tensionado; porque en esas condiciones, por lo general, lasfantasías sexuales atormentan.

En esta era de HBO y de los canales nocturnos de cable, la persona angustiada por tendencias de masturbacióndebería evitar como la peste la mayoría de los filmes que son ofrecidos en estos medios. Algunos caen en latentación de justificar mirar ese tipo de producciones en nombre de la cultura, pero el problema es la pornografíaque suele acompañarlas.

            Una de las áreas más inexploradas por la investigación sigue siendo la relación existente entre incestoabuso sexual infantil y la tendencia a masturbarse en la vida adulta. Tengo pocas dudas de que las víctimas deabuso sexual y/o incesto padecen diversos problemas sexuales, y creo que uno de ellos es la aparición tempranade la conducta masturbatoria. Un sacerdote católico puede ayudar mucho a estas personas.

            El artículo del P. Bernard Tyrrell, que básicamente es una crítica del libro Sexual Celibate del P. DonaldGoergen, ilumina también este problema. Muestra que Goergen yerra al intentar una explicación adecuada de losaspectos teológicos del celibato consagrado y afirma, en cambio, que la masturbación en los religiosos debe servista como algo contrario al celibato y a la vida de los votos. Sugiere que “...la principal culpa que el consagradocélibe experimenta al masturbarse es resultado de las fantasías que revuelve en la imaginación y los deseos queestas conllevan. Me parece obvio, desde un punto de vista de la psicología y del sentido común, que el célibeconsagrado que deliberadamente imagina fantasías de actos sexuales y cosas por el estilo, al masturbarse sehunde necesariamente en una experiencia existencial contradictoria entre el celibato libremente elegido y suconcreta realización”[58]

            Por esta razón, Tyrrell está en desacuerdo con la hipótesis de Goergen sobre la masturbación inculpablede los célibes consagrados. Es incompatible la aceptación cordial del celibato con la trivialización del problema dela masturbación en un religioso. Es materia grave aunque la persona tal vez no sea culpable de pecado grave porfalta de advertencia o por la existencia de aquellos impedimentos de la libertad que encontramos en losmasturbadores compulsivos. Pero tales personas están obligadas de dar los pasos necesarios para librarse de suhábito o compulsión. En esta empresa la gracia divina siempre es suficiente[59].

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Conclusión

            El hábito/compulsión de la masturbación es un problema descuidado en el ministerio pastoral de la Iglesiaen Estados Unidos. La idea de que no se trata de un problema grave desconoce los datos de los directoresespirituales y consejeros juiciosos. Los consejeros de las áreas de adicción a las drogas y adicción sexual insistenen que sus pacientes quieren librarse del hábito/compulsión que alimenta su autocomplacencia. El Dr. Kraft loconsidera un serio impedimento para una verdadera integración sexual. Es tiempo de que los confesores ydirectores espirituales aprendamos de nuestros colegas profesionales laicos y que aportemos, de nuestra parte, lasabiduría de la enseñanza plurisecular de la Iglesia.

John Harvey OSFS, fundador de Courage International

Traducido por P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.

 

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[1] http://www.sa.org

[2] http://www.slaafws.org

[3] http://www.ha-fs.org

[4] En inglés: www.couragerc.org; en castellano: www.courage-latino.org.

[5] Benedict Groeschel, The Courage To Be Chaste, The Paulist Press, Mahwah, NJ., 64-65.

[6] Farraher, J., Masturbation, en: New Catholic Encyclopedia, vol. 9, 438-440; el texto está en 438.

[7] El texto completo se encuentra en: Letter to a Mr. Masson (March 6, 1956) Wade Collection, Wheaton College,Wheaton, Ill.

[8] Congregación para la Educación Católica, Orientaciones educativas para la formación en el celibato sacerdotal(11 de abril de 1974), n. 63.

[9] Cf. Patrick Carnes, Out of the Shadows, 1983; y Contrary To Love, 1989, Compcare Publ. 2415 AnnapolisLane, Minneapolis, MN, 55441.

[10] Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración “Persona humana”, sobre algunas cuestiones de éticasexual (29 de diciembre de 1975), n. 9.

[11] Herant A. Katchadourion and Donald T. Lunde, Fundamentals of Human Sexuality, Holt, Rinehart andWinston, Inc. New York, 1972, P. 473.

[12] Anthony Kosnik, et at, p. 219. La opinión citada es de Josef Fuchs, S.J.

[13] Autoerotisma. Un problema morale nei primi secoli cristiana? Conclusioni, 255-267. Centro EditorialeDehoniano Via Nosadella, 6, 40123 Bologna, 1986. Agradezco al Barnabita P. Gabriel Patil por traducir las partespertinentes de este libro.

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[14] William E. May, Summary of Silverio Zedda, SJ, Relative e Assolute nella morale de San Paolo, Brescia:Paideia Editrice, 1984, 393 pp. La cita es de p. 21 del resumen de May.

[15] Ibid., 438. Cf. también Persona humana 9.

[16] Ibid., 438.

[17] Ibid., 438.

[18] Ibid., 438.

[19] Ibid., 438. Farraher también sostiene que por una razón suficiente, como un sueño tranquilo o estudio uno noestá obligado a ofrecer resistencia positiva “por largo tiempo contra tales mociones y tentaciones involuntarias”(440).

[20] Ibid., 438.

[21] "Masturbation and Objectively Grave Matter"; en: A New Look at Christian Morality, Notre Dame, Ind. FidesPress, 1968, p. 214. Curran propuso inicialment esta opinión en la Sociedad Teológica Católica de América, en1966.

[22] Ibid p. 220.

[23] Declaración Persona humana, 9.

[24] Rev. Ronald Lawler, OFM, CAP, Jos. Boyle, Jr., and Wm. E. May, 187-195, Our Sunday Visitor, Inc.,Huntington, Indiana, 46750.

[25] Declaración Persona humana, 9.

[26] Catholic Sexual Ethics, 190-191.

[27] Humanae vitae, 12: “Salvaguardando ambos aspectos esenciales, unitivo y procreador, el acto conyugalconserva íntegro el sentido de amor mutuo y verdadero y su ordenación a la altísima vocación del hombre a lapaternidad”.

[28] Cf. San Agustín, Confesiones, Libro VIII, cc. 8-12.

[29] 1989 S.A. Literature, P.O. Box 300, Simi Valley, CA 93062.

[30] 1986 The Augustine Fellowship, P.O. Box 88, New Town Branch, Boston, MA, 02258.

[31] Nota del traductor (P. Miguel Ángel Fuentes, IVE): El autor hace referencia a los Doce Pasos del tratamientode recuperación de Alcohólicos Anónimos. En el artículo no los menciona, pues los supone conocidos. Lostranscribo para quienes no los hayan leído nunca: 1) Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, quenuestras vidas se habían vuelto ingobernables. 2) Llegamos a creer que un Poder Superior a nosotros mismospodría devolvernos el sano juicio. 3) Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios,como nosotros lo concebimos. 4) Sin miedo hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos. 5)Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos, y ante otro ser humano, la naturaleza exacta de nuestros defectos.6) Estuvimos enteramente dispuestos a dejar que Dios nos liberase de todos estos defectos de carácter. 7)Humildemente le pedimos que nos liberase de nuestros defectos. 8) Hicimos una lista de todas aquellas personasa quienes habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos. 9) Reparamosdirectamente a cuantos nos fue posible el daño causado, excepto cuando el hacerlo implicaba perjuicio para elloso para otros. 10) Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos equivocábamos lo admitíamosinmediatamente. 11) Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto consciente con

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Dios, como nosotros lo concebimos, pidiéndole solamente que nos dejase conocer su voluntad para con nosotrosy nos diese la fortaleza para cumplirla. 12) Habiendo obtenido un despertar espiritual como resultado de estospasos, tratamos de llevar este mensaje a otros alcohólicos y de practicar estos principios en todos nuestrosasuntos.

[32] Esta definición es la de John Bradshaw. Cf. John Bradshaw, Healing The Shame That Binds You, HealthCommunications Inc., Deerfield, FL, 33442.

[33] Out of the Shadows, Compcare Publications, 2415 Annapolis Lane, Minneapolis, MN 55441, 1984,4. See alsoAnne Wilson Schaef, Escape From Intimacy, Harper and Row, 1989,1-5.

[34] Contrary to Love, 1989, Compcare Publications, 2415 Annapolis Lane, Minneapolis, MN 55441, 4-7.

[35] Irresistible Impulses: A Question of Moral Psychology, American Ecclesiastic Review, 100, 1939, 219.

[36] Ibid, 440.

[37] Nota del traductor (P. Miguel Ángel Fuentes): el autor quiere decir aquí que hay un momento en que lapersona ya vislumbra la dirección que han de tomar sus impulsos si no interviene, y puede intervenir en esemomento, aunque no pueda hacerlo más adelante. En ese momento se juega su verdadera responsabilidad.

[38] Allers, Ibid, 216-217. Cf, también John Ford and Gerald Kelly, Contemporary Moral Theology, vol. I, Questionsin Fundamental Moral Theology (Westminster, MD, Newman Press, 1958), 230.

[39] Cf. Walter and Ingrid Trobisch, My Beautiful Feeling, Correspondence with Illona, Intervarsity Press, 1977,Downers Grove, Illinois, 60515. Una adolescente alemana revela sus sentimientos íntimos sobre la masturbaciónen oposición al profesor del colegio liberal.

[40] Groeschel, The Courage to be Chaste, Paulist Press, Mahwah, N.J., 07430, 64-69.

[41] John Harvey, OSFS, A Spiritual Plan to Redirect One's Life (Daughters of St. Paul publication). (Nota delTraductor: En este escrito el P. Harvey defiende la posibilidad real de vivir la castidad en forma gozosa siempre ycuando la persona con inclinaciones homosexuales lleve una vida espiritual ordenada; para esto traza las líneasde un plan de vida espiritual que debe incluir oración, meditación, Misa frecuente, examen de conciencia diario,confesión regular, devoción mariana y algún apostolado de obras de misericordia).

[42] John F. Harvey, OSFS, Expressing Marital Love during the Fertile Phase International Review of NaturalFamily Planning, vol. 5, no. 4 (Winter, 1981) 204-210. He escrito un artículo sobre la masturbación en elmatrimonio en la misma revista, vol. 3, 134-140.

[43] John F. Kippley en su reciente libro Sex and the Marriage Covenant, The Couple to Couple LeagueInternational, Inc. Cincinnati, Ohio, 1991, muestra la relación entre contracepción y masturbación. Si alguienargumenta a favor de la contracepción basándose en la historia completa del matrimonio (ya tienen al menoscuatro niños y han cumplido su deber), entonces el mismo argumento puede justificar la masturbación en elmatrimonio. Ambos argumentos son rotundamente erróneos  (292-293).

[44] John F. Harvey, OSFS, Homosexuality and Vocations, “American Ecclesiastical review”; vol. 164, no. 1, Jan.,1971, 42-55. Si bien en este artículo principalmente considero la cuestión de la homosexualidad y las vocaciones,también hablo del rol del director espiritual tanto en la cuestión de la homosexualidad como en la de lamasturbación.

[45] The Sexual Celibate New York, The Seabury Press, 1974, 201.

[46] Ibid 203-204.

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[47] Images of Hope, New York, 1966, 119-120.

[48] Cf. Leanne Payne, The Broken Image, Westchester, III., 1982. 46-47.

[49] Martin Buber escribió del "misterioso juego de esconderse y buscar en la oscuridad del alma, en el que elalma humana soltera se evade a sí misma, se evita a sí misma y se esconde de sí misma”. Citado por M. ScottPeck, The People of the Lie, Simon and Schuster, N.Y., 1983, 76.

[50] "The Solitary Vice Goes Public", Editorial, Fidelity, Notre Dame, IN, 1985,5. Jones continúa diciendo: "La luchacontra la tentación de masturbarse es el yunque en el que los adolescentes forjan su carácter. O ellos aprenden acontrolarse a sí mismos, con todo lo que esto implica, o no aprenden, con toda la disposición proyectada comoodio de la autoridad que esto implica. La masturbación es, en cierto sentido, la primera raíz del mal sexual desdeel punto de vista del desarrollo (es la introducción del niño en el pecado sexual), pero también porque todo otropecado sexual es el fondo algo masturbatorio” ( ibid).

[51] Wilhelm Stekel, Autoeroticism, Grove Press, N.Y., 1950.

[52] C. S. Lewis, Mere Christianity, citado en Bausch, Masturbation, 35.

[53] Wilhelm Stekel, op. cit.131-135. Stekel usa el término masturbación "críptica".

[54] William F. Kraft, A Psycho-Spiritual View of Masturbation, Human Development Summer, 1982, 39-45;Bernard J. Tyrrell, The Sexual Celibate and Masturbation, Review for Religious, vol. 35, 1976/3, 399-408.

[55] Kraft, op. cit. 41

[56] Ibid., 41.

[57] Ibid., 43.

[58] Tyrrell, ibid. 405.

[59] Tyrrell se refiere a su libro Christotherapy: Healing Through Enlightenment (New York, Seabury, 1975) parauna mayor comprensión de su tesis de que masturbación libre es posible no sólo para religiosos, sino tambiénpara los laicos. 

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