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8/17/2019 El Quiebre Epistemológico y El Surgimiento Del Nuevo Sujeto de Conoci en La Historia General y Natural de Las In…

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EL QUIEBRE EPISTEMOLÓGICO Y EL SURGIMIENTODEL NUEVO SUJETO DE CONOCIMIENTO EN LA

HISTorIA GEnErAL y nATurAL DE LAS InDIAS DE

GONZALO FERNÁNDEZ DE OVIEDO Luz Ángela Martínez

Univer sidad de [email protected]

RESUMEN/ABSTRACT

La Conquista del Nuevo Mundo propició un cambio fundamental en la historia del conomiento y anticipó fenómenos que luego vemos aparecer como motores fundamentales drevol ció cie tí ca acaecida entre el siglo XVI y el XVII. El presente artículo busca demostrarque estos fenómenos ya pueden ser apreciados en la obra del cronista Gonzalo Fernándde Oviedo y que la aparición de ellos está íntimamente relacionada con la experiencia denaturaleza americana. De tal manera, se quiere asentar la importancia del nuevo mundo enconcepción de la ciencia moderna.

P ALABRAS CLAVE : Gonzalo Fernández de Oviedo. conocimiento y ciencia colonial. Conquisy cambio epistemológico.

The C q est f the new W ld was at the asis f a highl sig i ca t cha ge i the hist fknowledge and it anticipated several processes which we will later see as important motivat

fact s i the scie ti c ev l ti f the sixtee th a d seve tee th ce t ies. I this essa ,we intend to demonstrate that these processes may already be observed in the writing of Spanish chronicler Gonzalo Fernández de Oviedo; its presence is to be closely related to texperience of American nature. The importance of the New World is thus seen as a maevent in the conception of modern science.

K EY WORDS : G zal Fe á dez de ovied , k wledge, C l ial Scie ce, C q est,epistemological change.

REVISTA CHILENA DE LITERATURA Noviembre 2010, Número 77, 235 - 256



236 R EVISTA C HILENA DE L ITERATURA Nº 77, 2010

Como bien se sabe y declara el mismo Gonzalo Fernández de Oviedo en su Historia General y Natural de las Indias, la base epistemológica y categoría

de verdad en las que funda y valida su quehacer de historiador natural sefusionan en el criterio de “lo visto por los ojos” ó “lo visto y lo vivido”(Oviedo, Historia 11). Es es, en resumidas cuen as, l que el suje deconocimiento –el “testigo de vista”–,deseoso de indagar en los misteriosde la Naturaleza, experimenta de manera directa y registra luego en la órbitade un saber, ya sea el de la cosmografía, la naciente botánica, la zoología ocualquier r ámbi del c n cimien cien í c enmarcad p r la Fil s fía Natural. Después de “lo visto”, en segundo lugar Oviedo establece el criteriode “lo oído”; es decir, el relato que el historiador o cronista recogía de untestigo presencial y directo de un hecho natural, de un suceso histórico o deun fenómeno social. En último lugar ,Oviedo alude constante y negativamenteun tercer criterio procedente de la tradición escolástica y de la más cercanaesfera humanista. Se trata, como también se sabe, del criterio de “lo leído”,conformado por el conjunto de teorías y obras provenientes de la tradiciónque, en de ni iva, referían al “pres igi s saber de l s an igu s”, c n el cualel suje de c n cimien del sigl XV aun del XVI c ejaba, veri cabay validaba su propio saber.

En tanto la de Oviedo constituye una de las visiones más importantes dela naturaleza americana, los principios epistemológicos en que se basa, lacapacidad representativa de su lenguaje y los distintos grados de “invención”/objetividad que involucra, han sido revisados desde distintos puntos de vistay objeto de larga discusión crítica1. Sin perder de vista aquello, pero sin serel bje de es e rabaj , a d nde me in eresa rien ar la re exión es hacia el

1 Sin duda, la vida y obra de Oviedo han sido estudiadas desde distintos puntos devista y objeto de muy diferentes valoraciones. Desde la panegírica Introducción que hicieraJosé Amador de los Ríos a la edición de la Historia general y natural de las Indias, Madrid,1851, hasta la década de los 50, pervivió una imagen apologética de Oviedo que la críticacontemporánea se ha encargado de contradecir con profusa documentación y duros epítetos.Tal como reseña Juan Pérez de Tudela y Bueso en su “Estudio Preliminar” de la Historiade1959, de los 50 en adelante la semblanza espiritual y posición ideológica de Oviedo ha sidoduramen e deba ida p r la crí ica. El pun de in exión en re la imagen ap l gé ica de oviedy su revisión actual, lo marca José de la Peña y Cámara en “Contribuciones documentales ycríticas para una biografía de Gonzalo Fernández de Oviedo”, en Revista de Indias,núms.69-70. Madrid, 1957. En este trabajo fundamental de la Peña y Cámara aporta una serie ded t bi fí bj ti d l i t d i l d i lid d i l l



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sistema de contradicciones que subyace al sistema de conocimiento de nuesPrimer Cronista de Indias. Partamos entonces por advertir que en el momen

en que ovied mani es a su p sición respec del “saber de l s an igu s”, elcriterio de “lo leído” no era un principio del saber cuya validez se encontraexclusivamente en sí mismo. Su verdadera fortaleza se hallaba más bien el Argumento de Autoridad , que resumió la inexpugnable asociación y/oiden i cación esc lás ica de las Sagradas Escri uras la Fil s fía An igua,especialmente en lo que dice relación con el entendimiento de la naturale

el univers (Hull 171). N deja en nces de llamar la a ención que fren ea l s más acredi ad s principi s cien í c s de l s sigl s XV XVI – “loleído”– su supremacía e lógic - l só ca, el cris ian r d x cr nis ade la Corona tome tan decidida distancia y se muestre dispuesto a abandona su gran y único modelo, Plinio, y con él a Aristóteles, Ptolomeo, SanTomás de Aquino, San Jerónimo, entre otros de igual o mayor ascendenc

l só ca, cien í ca e lógica. Si seguim s la secuencia pr pues a p r eltexto, no sorprende menos que frente a esas Autoridades pertenecienteslas más al as jerarquías religi sas l só cas, ovied p nga un “ d s”vulgar c m suje c lec iv del saber que a rme que es e úl im es unhecho o suceso ordinario revelado directamente por la naturaleza, anulanc n d aquell la c ndición ex ra rdinaria “aurá ica” (Bejamin 15-57)del conocimiento2: “Mas, ¿para qué quiero traer autoridades de los antiguo

50 cierra, por así decirse, con la obra del mismo Tudela y Bueso, la que proporciona de ahíadelan e l s bi grá c s da s dedign s a l s cuales ha recurrid la crí ica p s eri r.

De los años sesenta hasta hoy, tres aspectos básicos han concitado el interés de los estudiEl primero, es el que viene ya desde los 50 y que tiene relación con el cuestionamiento

ovied c m “his riad r dedign ” su endenci sa denigran e visión de la na uraleza,la cultura indígena y el indio (Arrom 63-78;Miranda, “In r ducción” 7-74). El segund ,iene que ver c n la bi grafía de ovied c n la signi cación de la Historiay delSumario

en relación con la imagen y conocimiento de la naturaleza del “nuevo mundo” (Gerbi, Ladisputa25-27; Gerbi, La nat aleza 151, 306, 319, 321; B lañ s 15-33).

2 El “sujeto vulgar y colectivo del saber”, ciertamente debe ser relacionado con el “sujcolectivo de la hazaña” proclamado por Bernal Díaz del Castillo a lo largo de toda su Historiave dade a de la c q ista de la n eva España . La importancia de aquella “vulgaridad” enrelación con el tránsito del latín a la lengua vulgar en que se comienza a emitir el discurcien í c l só c c bra da su dimensión c n l inf rmad p r el his riad r de la ciencia

Hull, L.W. H. el lós f Erns Cassirer. El primer señala: “…la au ridad a n era capazde impedir el progreso de la ciencia, como lo había sido en siglos anteriores. Hombres coGalileo y Descartes escribían ya en sus lenguas romances maternas, en vez de en latín. Sus id




en las cosas que yo he visto, ni en las que Natura enseña atodos y se vencada día3” (Oviedo,Sumario 151).

Proyectada sobre el horizonte cultural de la primera mitad del siglo XVI,en el que el Argumento de Autoridad tenía la condición del dogma y elconocimiento era un ejercicio exclusivo de algunos círculos, la desobedienciay/o contradicción del historiador indiano sobrepasa sin duda la mera digresióny se erige como gesto revelador de la nueva y compleja actitud ante el sabercien í c que se es á ges and –mu a pesar de la r d xia reinan e– en el“nuevo mundo”. En esta situación, lo primero a notar es que la contradiccióna la Au ridad c m p s ura cien í ca, ensi na sincrónica diacrónicamen e

las bases del sistema de conocimiento desde la Antigüedad hasta el siglo XVI;agreguemos de una vez que esa “tensión”, lejos de resolverse, va a caracterizarde ahí en adelante el desarrollo de la cultura europea postdescubrimiento4. Enel sentido que va de lo general cultural a lo particular de una obra y viceversa,observemos que la “tirantez epistemológica” entre la posición de Oviedo ysu m del mani es se presen a casi simul áneamen e a la declaración deimitación realizada en el inicio mismo de la Historia. Advirtamos despuésque esa contradicción modélica básica jalona la refutación del “saber de losantiguos”, inestabilizando con este encadenamiento el sistema completo.

Veamos primero la declaración de imitación: “Escribió Plinio treinta esiete libros en su Natural Historia, e yo en aquesta mi obra e primera parte deella, veinte, en los cuales, como he dicho, en todo cuanto le pudiere imitar,entiendo hacerlo” (Oviedo,Sumario 13).

Desligarse del latín medieval y construir y desarrollar paulatinamente elvolgarec m f rma independien e de la expresión cien í ca eran c ndici nes previas dellibre desenv lvimien del pensamien cien í c de su ideal me d lógic (…)En el caso del latín escolástico y el italiano moderno, las diferencias que presentanambas lenguas no son por cierto meras disparidades de sonidos y signos; expresanrespectivamente unacosmovisión distinta. De suerte que aun en este caso la lengua nose limita a servir de mero receptáculo o continente de la nueva visión sino que ademásc n ribu e c n su pr pia f rmación es ruc ura a engendrarla (Cassirer 80).

3 De aquí en adelante todas las cursivas y negritas en el texto de Oviedo son mías.4 Utilizo el concepto de “tensión” en el sentido de “anomalía y emergencia de los

descubrimien s cien í c s” que le ha dad th mas S. Kuhn en sus bras ( La est ct a92 111




Inmediatamente viene la contradicción modélica, directamente referida lo leído p r Plini a las liaci nes p sibles c ncesi nes presen es en

su bra. La c n radicción n c ns i u e, sin embarg , el pun nal en ladiscusión de Oviedo, en tanto es a partir de ella que el cronista establece l principi s de su pr pi quehacer cien í c :

Yo no tengo necesidad de deso, pues no escribo de autoridad dealgún historiador o poeta, sino como testigo de vista, en la mayor parte, de cuanto aquí tratare; y lo que yo no hobiere visto, direlo porelación de pers nas dedignas, n dand en c sa alguna crédi aun solo testigo, sino a muchos, en aquellas cosas que por mi person

no hobiere experimentado. Y dirélas de la manera que las entendy de quién; por que tengo cédulas y mandamientos de la CesáreMajes ad para que d s sus g bernad res e jus icias e ciales detodas las Indias me den aviso e relación verdadera de todo lo qufuere dign de his ria, p r es im ni s au én ic s, rmad s de susnombres e signados de escribanos públicos, de manera que hagan f(Oviedo,Sumario 13-14).

Además de la tajante “desautorización” apoyada en los “muchos testigo

equivalentes al “sujeto comunitario del saber” a que ya aludí, otros elemen presentes en esta cita ameritan que nos detengamos un momento más ella. Subrayemos primero que las bases y principios expuestos hacen d pensamiento de Oviedo un sistema tempranamente fundado en la nacienepistemología moderna: esto es, en una posición individual que desechenfáticamente la idea del conocimiento como una “experiencia de lectura”(sacra / pr fana) pr p ne simul áneamen e una nueva c ncepción valoración de la experiencia y de la comprobación directa en el ámbi

general del conocimiento5

. Afín a esta tendencia, ya en el primer libro dela Historia, Oviedo advierte al lector y destinatario (la Cesárea Majestada la c munidad in elec ual adscri a a la radición) s bre la aparición de “lacosmografía moderna y experimentada” y de su acción correctora de lerrores e ignorancias constitutivas de la Antigua. Esta advertencia adicionaelemen signi ca iv . P r p sición a la An igua c n da fuerza, oviedle atribuye la condición de “verdad”, de tal manera que no solo es modernael sentido de la “novedad” que entrega, sino que además, en el juego polar q




su discurso instaura, se presenta como radicalmente cierta (Oviedo,Sumario 7). En segund érmin des aquem s que las “cédulas cer i caci nes”

esgrimidas no solo muestran al cronista como un intelectual exaltado por lavaloración social y dimensión simbólica que esta condición implica; esosdocumentos además lo posicionan como un sujeto de saber con el poder político sobre las estructuras sociales y administrativas imperiales para ejercerla función de c n cer. La suma de las bases epis em lógicas a rmadas, elamor al conocimiento vehementemente expuesto y el poder político exhibidoy ejercido, sin duda invisten a Oviedo de la autoridad (poder-saber, en elsen id que Michael F ulcaul di a es a as ciación) más que su cien e en laque ampara la rmeza de su refu ación/“desau rización”. Ah ra bien, desdeel punto de vista de la historia de las ideas, lo que aquí interesa observar esla c n uencia de una serie de fac res (p lí ic s, adminis ra iv s, de p der,e c.) a par ir de l s cuales se c n gura una nueva Au ridad c gni ivaindis ciable de la nueva fr n era ge grá ca, cien í ca simbólica c ns i uida por las Indias Occidentales6. De tal manera que si focalizamos el contextode producción del pensamiento de Oviedo y, sobre todo, los factores que lodeterminan, bien podemos decir que en este particular momento asistimosal enfren amien en re un pensamien cien í c indian rev luci nari

un pensamien cien í c eur pe radici nal, del que saldrá riunfan e,como sabemos, la Autoridad Indiana7. Asimismo, podemos decir que Oviedorepresenta ejemplarmente ese sujeto europeo del siglo XVI escindido entresu r d xia ide lógica la evidencia de su pensamien cien í c .

6 Para el concepto de frontera cultural, véase: Elliot 71-101.7 Esta “autoridad indiana” y todo el proceso que involucra en directa relación con la

realidad y los fenómenos naturales, sin duda están relacionados con los albores de modernidadcien í ca c n la cual n se ha querid vincular. Un ejempl de es se encuen ra en la siguien eopinión, en la cual se concibe que la modernidad en América se dio solo a nivel de los sujetos ysus mes izajes, sin incluir en esa idea de m dernidad l s c n ic s que se es aban pr ducienden el ámbito de la ciencia y el conocimiento:

t d , paradójicamen e, pre guraba allí la m dernidad. N la de l s círcul s le rad sde Europa, la de los Galileo y de lo Descartes, sino la modernidad de un desencade-namiento brutal, provocado por el rechazo de los antepasados en la muerte eterna…La “proletarización” brutal de la mano de obra indígena, las desculturaciones y eldesarraig de l s au óc n s, el uj de l s seres que huían de las limi aci nesibéricas, ac uaban en el mism sen id (Bernard Gruzinski 333).

P t t i ió i li t lt d id d b i l




Si la condición y localización fronteriza de la producción intelectual Oviedo resultan por sí solas de todo interés, adicionan además un hech

singularísimo y quizás inédito en la historia del conocimiento hasta el sigXVI. Se trata de la incorporación de una dimensión plena y explícitamen jurídica a la actividad intelectual, que instituye en el “proceso” de conomiento los elementos y procedimientos básicos de la autenticación judicila presencia del testigo, del escribano público, el testimonio y/o relaci verdadera, las rmas el ac de fe.

Este marco jurídico suscita al menos tres interrogantes: ¿Por qué somete el conocimiento experimental directo de la realidad a la vigilanc

/ au en icación del escriban públic ? y en es a circuns ancia especí ca¿qué es aquí lo sometido a juicio, lo enjuiciado? Finalmente, ¿cuáles son partes en contienda?

Tratándose en este caso de “declaraciones” –en el sentido judicial– sobla na uraleza, l primer que p dem s pensar es que l que se a rma s brelos animales, plantas, ríos, frutos, sujetos, creencias, organizaciones socialetc., es de una condición tal, que debe ser respaldado con el acto de dar feimplica asumir las consecuencias judiciales, simbólicas y trascendentes qel hecho de testimoniar involucra8. En consecuencia, resulta que lo que sedice de la na uraleza, se a rma simul áneamen e an e el re la le , an eDios y los hombres. Sin embargo, en este caso especialísimo para la ley

para el c n cimien mism , sucede que la verdad a rmada n se limi a a“contradecir otra verdad”, sino que, en tantoverdad , despliega una accióncorrosiva a nivel profundo porque desfalca los pilares que sostienen la verdy lo cierto hasta el siglo XVI: Dios, en primerísimo lugar y, en segundo,saber de los antiguos. La razón de dicha desfalco fundamental radica en qudesde el pun de vis a cien í c / e lógic del sigl XVI, ni la Le raSacra ni las autoridades –católicas o paganas– registran la naturaleza que es s es im ni s se a rma. o, pe r aún, cuand sí realizan alguna alusión,sientan falsedades. Así las cosas, en este escenario judicial en el que ede ni iva quien c mparece es la na uraleza americana – extra ecuménica –,resulta que el discursoverdadero del testigo, deja sin fundamento a la ley yconocimiento europeos.




Aun cuando, bien sabemos, la intención declarada del autor es lagl ri cación de la religión civilización eur peas, es a in ención se uerce

en virtud del sistema de contradicciones que ella misma levanta. Revisemos paso a paso cómo y por qué los principios epistemológicos de laGeneral Hist ia de Las I dias traicionan su propósito ideológico esencial y abrenuna falla irreparable en el horizonte paradigmático del siglo XVI. Volvamosal libro primero de esta obra y recordemos la aclaración de la disciplina ymateria que va a tratar –la moderna cosmografía y las Indias Occidentales.Por sí solo este hecho pareciera no tener nada de extraordinario respecto delas prác icas ex uales de la ép ca, sin embarg , en es e cas , l signi ca ives que esa aclaración involucra un cambio sin precedente en la orientacióndel conocimiento. Concretamente, la fuerte asociación entre una y otradetermina que laverdadera ciencia y el “nuevo mundo” sean elementoscorrespondientes, en el sentido en que ese “nuevo mundo” esdecible, siy solo si, se cumple la contradicción de lanueva y verdadera ciencia. Dela manera en que se enuncian ciencia y objeto a conocer, a la mentalidadeuropea necesariamente se le impone una paradoja sin posible resolución enel m men . Es es que: la verdad cien í ca es la que pr viene del munddesc n cid ( ex ra ecuménic ) n del c n cid (ecuménic ); asimism ,que esa verdad está medularmente ligada a su autorrefutación y no a sussiglos de saber 9:

(…)Quier signi car dar a en ender p r verdadera cosmografía, queaquí n rac de aques as Indias ( rien ales) que he dich , sinode las Indias, islas e tierra rme del mar Océano , que agora estáactualmente debajo del imperio de la corona real de Castilla, dondeinnumerables e muy grandes reinos e provincias se incluyen…(Oviedo,Sumario 7).

Teniendo en cuenta el marco jurídico explícito en que se están desenvolviendol s cambi s epis em lógic s, la l calización ge grá ca fr n eriza en lacual se realizan y la dimensión simbólica que está siendo afectada, sin dudaque las aclaraciones y declaraciones de Oviedo se presentan como un hitoque marca un antes y un después en la cultura, y acarrean consecuencias

9 C á á d l t l i t d l i lid ió d l i i h




desestabilizadoras para la conciencia europea postdescubrimiento, com por ejemplo, que sea precisamente lo ignoto-nuevo, en el sentido de

teológicamente espurio y maligno –según el mismo Oviedo–, la fuente donde emanan los elementos que le vienen a entregar la verdadera imagde la tierra.

En el orden textual, las aclaraciones hechas tienen un lugar relevant puesto que con ellas el cronista inicia una obra cuya elaboración le ha tomasegún dice, da su vida. Más allá de l s nes c r esan s inv lucrad s enla presentación de la obra como “servicio”, lo que nos interesa es que coellas Oviedo establece los ejes de su situación intelectual en al menos d

órdenes igualmen e imp r an es causales: a) declara que, c m sujehistórico, pertenece al grupo de hombres de acción que, desde la perspectide la ciencia, está llevando a cabo un cambio paradigmático: la “RevoluciGe grá ca” 10; b) p r l an , c m in elec ual, en la bra que sigue, vaa proponer las bases de un nuevo saber –igualmente revolucionario– sautoridad previa y obediente solo al criterio de la experiencia –en primersegund grad – de un “y ”. Sin duda, para la his ria de las ideas cien í casy de las mentalidades la novedad que aquí se encuentra no es menor, pual negar la autoridad y descartar el conocimiento previo, en el cronisindiano –oc ista de la eva f te a cie tí ca si ólica– vemosdespuntar el “Yo moderno” delconocimiento sin antecedente, quien, desdesu individualidad, pre gura la rien ación car esiana que lueg dará lugaral pensamien l só c m dern .

Como resulta necesario a esta transformación del sujeto, en el párrasiguiente Oviedo enuncia una nueva actitud humana frente al conocimientan ajena a la condena platónica del saber experimental, como distante la revelación de la ortodoxia escolástica de la edad media y gran parte derenacimiento; es decir, ajena al paradigma de la Europa predescubrimient“(…) pues na uralmen e d h mbre desea saber, el en endimien raci nales lo que le hace más excelente que a otro ningún animal; y en esta excelenes semejante a Dios en aquella parte que Él dijo: “Hagamos al hombrenuestra imagen y semejanza” (Oviedo,Sumario7).

Al igual que cualquier hombre de su tiempo, inmerso en un quieb paradigmático del cual no vislumbra sus consecuencias más profundaOviedo intenta instalar la “moderna cosmografía” en relación con un niv




Des a causa (se re ere a la relación de semejanza c n Di s a ravésdel c n cimien ), n se c n en a nues ra v lun ad ni se sa isfacenuestro ánimo con entender ni especular pocas cosas, ni con velas ordinarias o próximas a la patria, ni dentro della misma. Ante por muy apartadas provincias peregrinando (los que más participades e lind dese ), p spues s much s vari s peligr s, n cesande inquirir en la tierra y en la mar las maravillosas e innumerableobras que el mismo Dios y Señor de todos nos enseña para que málores le demos, satisfaciendo la hermosa cobdicia desta peregrinaciónuestra (Oviedo,Sumario 7).

La hermosa cobdicia de conocer no es otra cosa que la constante actualiza-ción humana de la relación de semejanza entre el hombre y Dios, y en esentido revierte lahorrorosa cobdicia de conocer bíblica que tan funestasconsecuencias trajo a la humanidad. No obstante el nuevo pacto de Ovieintroduce ese signo positivo, también se tropieza con la contradicción báca subyacente a todo su pensamiento, pues la realización conceta del pacaparece para el hombre europeo con el sino de una peregrinación peligrosa hacia lo desconocido y/o lejano de la patria, y bajo la condición del extrañmiento12. En qué consiste ese peligro asociado al –verdadero– conocimient

pr n va a ser clari cad p r ovied :

Conténtese el lector con lo que yo he visto y experimentado comuchos peligros, lo goza él y sabe sin ninguno; y que lo puede leesin que padezca tanta hambre y sed, calor e frío, con otros innumerables trabajos(…)… las cuales (la ma eria de sus libr s) n he sacad de d s milmillares de volúmenes que haya leído, como en lugar suso alegadPlini escribe (…) acumulé d l que aquí escrib , de d s milmillones de trabajos e necesidades e peligros en veinte e dos añoe más que ha que veo y experimento por mi persona… (OviedoSumario 11).

12 En el sistema cristiano ese extrañamiento puede leerse en las coordenadas de ul ió i l d l é di ibi l i i b i




Además del conocimiento como peligro y padecimiento físico, aparece unimpedimento que el nuevo sujeto de conocimiento no logrará sobrepasar

“ni c n d s mil mill nes de rabaj s” p r es c ns i u e en de ni iva el pathos de la nueva e dicea del saber: la in nidad sinfín del bje deconocimiento. La condición inabarcable –inconquistable– de la naturaleza,así c m c n radice ca egóricamen e la fe renacen is a en la su ciencia de larazón, doblega su idea de sujeto, en el sentido en que es lanueva naturaleza yno el Dios revelador quien pone el límite a la razón y dominio humanos. Esterasgo del pensamiento de Oviedo sin duda hace de él un intelectual muchomás cercano al pensamiento angustiado de Blais Pascal13, que al optimismo

l só c del renacimien , pues las dis ancias celes es in ni as que el h mbre barroco va a enfrentar con el advenimiento de la nueva astronomía, sonexperimentadas antes en la cosmografía bajo la forma de la inabarcabilidado inconmensurabilidad de lo natural.

Desestabilizada la balanza entre la capacidad de conocer y el objeto aconocer, la inabarcabilidad natural pronto se hace visible en los difundidosherbarios del s. XVI, en donde adquiere la forma del crecimiento exponencialy caótico de las especies. Así expresa Oviedo la limitación humana:

… sé que hay en este imperio de la Indias… tan grandes reinos e provincias , y de tan extrañas gentes e diversidades e costumbres yceremonias e idolatrías apartadas de cuanto estaba escrito, desdeabinitio hasta nuestro tiempo,que es muy corta la vida del hombrepara poder ver ni acabar de entender o conjecturar.¿Cuál ingenio mortal sabrá comprender tanta diversidad de len-guas… ¿Tanta variedad de animales… ¿Tanta multitud inenarrablede árboles…¿Cuántas plantas y hierbas útiles… ¿Tanta diversidadde aves… ¿Tantas montañas… ¿Cuántas vegas y campiñas… ¿Cuán-

s m n es… ¡Cuán s valles, e res, llan s… ¡Cuán as c s as…(Sumario 8).

Y así sucesivamente, en términos de lo innumerable e inabarcable, del in ni -imp sible al c n cimien del h mbre, siguen l s peces, l sminerales, l s rí s, e c. y más allá de l innumerable, c mienza ra in ni ud:

13 R d l i t d P l l h b t did t




l desc n cid : “Cuán as ras innumerables que a él (al h mbre) n s nc n cidas c n an as diferencias…” (8).

El control sobre la naturaleza solo aparece en el discurso de Oviedcuand re ere a las especies raídas p r el suje eur pe al “nuev mund ”y bajo la forma de naturaleza-producción, es decir, de lo útil controlable ycontable racionalmente, de tal modo que esas especies no son “multitudinenarrables” sino “ganados útiles al servicio de los hombres”, etc.

A partir de estos antecedentes, lo “desconocido natural” se presenen el discurso de Oviedo como una fuerza que afecta otras dimensiondel quehacer intelectual del sujeto. Una de ellas, como sabemos, es

desestabilización de su lenguaje civilizado por efecto de la resistencia dnuevo objeto a ser nombrado y/o traducido al logos europeo. Este “blindasilencioso” del objeto, que obliga a Oviedo a hablar en “el lenguaje d

r ” (del indi denigrad -dem nizad ) a c n aminar su bra c n el usde “barbarismos”, coloca al cronista de la corona en una situación muincómoda, en la cual se ve forzado a defender precisamente aquello queiden i ca: su c ndición de in elec ual su es a us de c r esan ; es decir, desujeto europeo civilizado esencialmente opuesto al bárbaro.

En defensa de su registro lingüístico, Oviedo recurre a la tradicionoposición entre la “artificiosidad poética” y “la verdad” del lenguacien í c , sin perca arse, al parecer, que en es e úl im ámbi se ubican sus barbarismos.

En cualquier caso, la autodefensa de Oviedo sobrepasa los territoriformales poéticos tradicionalmente asociados al tópico de “lo indecibly cobra gran interés epistemológico, porque forzado por “lo indecible” enuncian e iene que jus i car el us de “barbarism s” en una bra si uadaen el nacimiento de una nueva y verdadera ciencia de la naturaleza. Nobstante los –confusos– esfuerzos de Oviedo por por alejarse del regist poético, poesía y epistemología no dejan de enzarzarse en su discurso, tanto el objeto del que se quiere hablar opone la resistencia de “lo existeninnombrable”, o lo que solo adquiere existencia a través de complejas cadenmetafóricas. El asunto aquí es que lo “indecible” instalado en el campo deciencia imp ne al discurs cien í c la c ndición p é ica –me afórica–, delmismo modo que obliga al sujeto europeo a abandonar su logocentrismoes que quiere decirla verdad sobre lo real o siquiera aproximársele.

Sujetada la posibilidad de conocer por la cláusula de la contaminaciócon “el otro” y su saber en laHistoria Naturaly en elSumario de la Natural




imagen de mund el lenguaje plagad de barbarism s, c n guran en suconjunto unanovedad cul ural que en ra en irrec nciliable c n ic c n el

paradigma cien í c an eri r, c n la imagen de mund clásica / ecuménica c n el lenguaje “pur ”. Al nal de la c n agración en re l mix urad - bárbar (n vedad) l h m géne -civilizad (unidad), riunfará “la verdad” proveniente del primero de estos ordenes, y la correcta imagen de la tierra seráconstruida y enunciada por un lenguaje barbarizado. Esta circunstancia proveeun ma iz diferen e a la relación verdad (l g cén rica)-falsedad (bárbara) ala polaridad civilización-barbarie, que tan negativamente el logocentrismoeuropeo ha hecho pesar sobre nuestra cultura.

Escuchemos la autodefensa del cronista:… porque, éstos que aquí yo escribo no son de mucha industria oar i ci ni de calidad que requieran pr lija ración e rnamen de palabras, no han sido poco laboriosos, ni con la facilidad que otrasmaterias se pueden allegar e componer escriptos; pero es, a lo menos,muy apacible lección oír y entender tantos secretos de Natura.Si algunos vocablos extraños e bárbaros aquí se hallaren, la causa esla novedad; y no se ponga a la cuenta de mi romance, que en Madrid

nascí, y en la casa real me crié, y con gente noble he conversado,e algo he leído, para que se sospeche que he entendido mi lenguacastellana… l q e h ie e e este v l e q e c ella c - suene, serán nombres o palabras por mi voluntada puestas, parada a e te de las c sas q e p ellas q ie e l s i di s sig i ca (Sumario 30).

N deja de susci ar una s nrisa indulgen e la a rmación de la v lun ad hecha por Oviedo, cuando lo cierto es que su voluntad –renacentista y católica– ha

sido totalmente doblegada por la realidad natural y lingüística a la que seenfrenta, pues si no nombra con “vocablos extraños e barbaros” no podríaconstruir su nuevo saber, el que, como bien dice, proviene en gran medidade lo que el indio-bárbaro quiere sig i ca .

Pues bien, si respecto de la norma lingüística efectivamente Oviedo es,como él mismo se encarga de señalar, un intelectual que tiene que expresarseen un lenguaje “extraño” a la norma –cortesana, europea y letrada–, comoh mbre de ciencia presen a de ende un pensamien “desviad ” respec de

los dos conceptos con que se había enunciado la tierra hasta ese momento: elcosmos griego y el mundo latino. Cierto es que Oviedo no elabora con claridadt t l d d ll f b




y su pensamiento va y viene entre dos enunciados borrosos y de distiníndole: la Tierra Firme y el imperio de Sus Majestades. Precisamente por e

incertidumbre la Historia Naturalconstituye un esfuerzo por aproximarsea esa enigmática –y barroca– “composición visible” que es para el europen ese momento nuestro planeta:

(…) de la universal red ndez, a quien l s grieg s llaman cosmose loslatinosmundo.En la cual, mucho menos de la quinta parte algunoscosmógrafos quieren que sea habitada;de la cual opinión yo mehallo muy desviado, como hombre que, fuera de todo lo escrito porPtolomeo, sé que hay en este imperio de las Indias… tan grande

reinos e provincias, y de tan extrañas gentes e diversidades e costum bres y ceremonias e idolatríasapartadas de cuanto estaba escripto,desde ab initio hasta nuestro tiempo… (Oviedo, Historia 8).

En la cita anterior sobresale un hecho relacionado con esa nueva teodicdel conocimiento que advertimos en Oviedo. Como él dice, todo lo qusus ojos observan en la “composición visible” –¿traducible por“tierra”,“mundo”, “cosmos”?– se encuentraapartado, fuera, de lo escrito desdeabinitio14 has a sus días. En es ric rig r es signi ca que ha es ad fueradel regis r de l s escri s l só c s, de l s cien í c s de las SagradasEscrituras, de tal manera que la “composición visible” misma no tienregis r divin ( e lógic ) ni human (cul ural). En relación c n la e diceadel conocimiento que venimos señalando, lo que interesa es que tanto “composición visible” como la actividad intelectual de Oviedo se instalanun vacío: de letra, de lengua y de conocimiento, pero sobre todo, de cualqu principio trascendente creador, organizador y enunciador.

En virtud de ese vacío o ausencia inicial claramente advertidos, soblos cuales sin embargo levanta su sistema de conocimiento, es que Oviedeja de ser un intelectual europeo ejemplar –cortesano, católico, etc.– de época, para convertirse en un intelectual emblemático de la modernidacaracterizada principalmente por su vacío de centro rector, ya sea teológiccosmológico o de la representación.

No obstante ese vacío, el esfuerzo de nuestro cronista es establecer e“lugar otro” –fuera del cosmos, del mundo, de la escritura grecolatina, de

14 Ci t t b i iti h i t t b id d




esc lás ica de la sacra– desde d nde escribe del cual escribe que de ne p r exclusión: ese erri ri - bje de c n cimien , a rma ca egóricamen e,

no es ni Europa, ni Asia ni África; es decir, no pertenece a la ecúmene ni alcosmos grecorromano y sin embargo es habitable.Si bien lo que fue para Oviedo una forma de establecer el “lugar otro”

se convirtió en una marca de fundación del “nuevo mundo” y en una forma permanente de relación entre “los mundos”, el asuntoausencia ab initio-exclusión-habitabilidad nos permite abordar otro aspecto que vincula el

pensamien de ovied c n el surgimien de la m dernidad sus c n ic s básicos. Se trata tanto del desajuste de la obra respecto del plan modélico de

conocimiento, como de una peculiar insistencia en consumar el vaciamientodel modelo mismo. Sabemos que entre las –divinas– autoridades quea rmaban la inhabi abilidad de la z na órrida se encuen ra Plini , el M delque en virtud de las evidencias experimentales perdió su relación básica con laverdad. De esta manera, en la Historia se genera una dinámica singularísimaque, al a rmar el M del (Plini ) desmen ir sus c n enid s fundamen ales,

pr duce simul áneamen e su vaciamien . L signi ca iv de d es , esque a par ir de ese m vimien se c mienza a perar c n la “super cie” “apariencia m délica”: “(…) ign ran es del d l s an igu s, decían serinhabitable naturalmente la dicha tórrida zona y equinoccial línea.Todo estodep g a c testig de vista, se e p ede ej c ee q e a l sq e p c jet as, si l ve , te ía c t a ia pi ió ” (Sumario119).

El vaciamiento de los modelos en el orden del conocimiento es un proceso coincidente con el que experimenta el ámbito estético de la primeramitad del siglo XVI y que reconocemos como Manierismo; movimientoartístico este severamente criticado y estigmatizado por retorcer el Modelode representación clásico en un “gesto vacío” p r su c n ic iva relacióncon la naturaleza. Un análisis comparado entre las transformaciones queexperimenta el arte de la primera mitad del siglo XVI y las del sistema delconocimiento del mismo periodo arroja interesantes similitudes, sin embargo, por el momento me limito a señalar que esta coincidencia entre plástica yepistemología expresa el “derrumbe modélico” que anuncian el inicio deuna nueva era.

Conviene notar además que Oviedo no se contenta con “deponer”todo el saber de los antiguos, también invalida las instituciones que lotransmiten: Salamanca, Bolonia, París, etc., y no solamente eso; en esteorden de cosas profundiza hasta lo irremediable uno de los elementos más




ruptura entre el saber sobre el mundo y la escritura que lo contenía;entre la palabra de conocimiento y la cosa a conocer . Con esta brecha, el universo

cultural simbólico que existió hasta el Renacimiento y que se sostuvo encoincidencia entre palabra y mundo, queda atrás: “…ni porque uno estudiela Cosmografía y la sepa muy mejor que el Tholomeo,no sabrá, concuantas palabras están escriptas, navegar hasta que lo use.Ni el que leeMedicina…” (Sumario 40).

La complejidad del pensamiento de Oviedo no se termina aquí. Adquiesu mayor grado de tensión cuando revela la condición vital e intelectucaracterística del sujeto moderno que, enfrentado a la realidad, no solo dero

el conocimiento que le precede, sino que además cuestiona las propias bassobre las cuales funda y valida su ejercicio de conocer.En la cita anterior ya tenemos un ejemplo de la fórmula lingüístic

utilizada por Oviedo para cuestionar los principios epistemológicos heredadde la Antigüedad y luego los suyos propios. Se trata de la forma negativa “nreferida inicialmente a la escritura y a la lectura. Esta negación que se repsin pausa a lo largo de la Historiay del Sumario,adquiere dimensiones dignasde mención cuando Oviedo aborda, por ejemplo, la cuestión de las marea

… no es cosa para dejar en el olvido,ni de pequeña admiración, loque ag ra diré que he vis de la Mar océana en el uj re uj desu crecer o menguar;porque hasta agora ningún cosmógrafo, niastrólogo, ni el hombre experto en las cosas de la mar, ni algundnatural, de muchos a quien lo he preguntado, me ha satisfecho ndado razón conveniente de la verdadera causa que pone en efectlo que mis ojos muchas veces han visto y es el misterio aquest(Sumario 40).

En elSumario de alla quiénes s n es s h mbres exper s: “ni pil (s) nimariner (s)”. Desc n ad s l s an igu s c smógraf s l s as ról g s, resul aademás que los sujetos de experiencia,los testigos de vista, quienes llevan acab la Rev lución C sm grá ca e ins auran las bases de la nueva cienciason igualmente incapaces de dar una explicación a este y otros fenómenna urales. De al manera: (a) el nuev suje de c n cimien (el es ig devis a); (b) la base epis em lógica (la experiencia misma) (c) la ca eg ría deverdad (l c n ras ad experimen almen e), que en su c njun c ns i uían

los fundamentos del sistema de conocimiento propuesto por Oviedo, a vez son invalidados por la fórmula negativa “ni”.




Este estado de profunda incertidumbre, en el que el sujeto no solo derogalas bases del saber anterior a él, sino que, además, experimenta la extrema

precariedad de las propias, alcanza sus niveles más críticos en elSumario cuando implica al mismo sujeto enunciante, a Oviedo mismo: “Pero éste niotro de los que yo he visto ni oído ni leído…” (Sumario 112).

Ni lo visto, ni oído ni leído, que en su forma positiva,lo visto, looído, lo leído, fueron propuestos en los proemios como las bases delnuevo saber verdadero, resul an a mu p c andar insu cien es paraaprehender y explicar la realidad. Esta circunstancia provocada –entreotros– por el mismo Oviedo, efectivamente anticipa el principio

de incertidumbre que caracteriza la situación intelectual y vital delhombre moderno: nos referimos a esa transformación en virtud dela cual el sujeto histórico de conocimiento se convierte en el testigode su propia precariedad y expresa la limitación de sus fundamentos:“Con algunas personas de grandes letras he todo aquesto platicado:no me ha satisfecho, o porque no lo alcanzan, o porque no selo he sabido dar a entender…Yo he puesto aquí esta quistióncomo testigo de vista; de la absolución della no he sido digno hastaagora…” (Oviedo, Historia41).

Respecto de lo que la relativización postdecubrimiento trajo y dejó comorasgo permanente de la modernidad, también vemos en Oviedo una reacción

una p s ura pr pias del suje pensamien cien í c m dern : la primerade ellas es un explícito y profundo estado de insatisfacción vital; la segundaes la renuncia de ni iva a c n cer “las causas úl imas”.

La frustración de Oviedo se vuelve, precisamente, contra lo que Pliniorepresenta y descarga en él lo que desde la actualidad podemos llamar “la

furia contra el modelo”. Veamos cómo se expresa esto en el texto: “Esto quedice Plinio… cosas son muy notables. Pero yo no tengo por cierto que… Ni tampoco me satisface que diga Plinio… Ni tampoco me satisface que éldiga… ni le concedo… no como él presume… lo que Della él escribe tambiénlo tengo por incomprensible al ingenio humano” ( Historia 42).

En cuanto a la renuncia humana a conocer “las causas últimas”, Oviedose encuentra a medio camino entre la idea de un Dios antojadizo –que desdela perspectiva de un sujeto del s. XVItiene que seguir siendo el conocedordel funcionamiento de la naturaleza, aunque por misteriosos motivos no loc munique– la acep ación del lími e cien í c del c n cimien an e unanaturaleza que no se ofrece por sí sola ni por mandato divino a la racional




indagación del hombre. De manera curiosa pero con evidente temor, expresu propia renuncia atrayendo una falaz leyenda sobre Aristóteles, según

cual el gran lós f se en regó a la muer e persiguiend “la causa úl ima” queexplicaría el asunto de las mareas que tanto obsesiona al mismo Oviedo:

(…) e así me paresce a mi que de aquí nace la especial na ura queesto causa, o, mejor diciendo, si esto no es la razón dello, será aquelcausa de las causas que es el mismo Dios, que así le plugo ordenarlCuanto más que,para lo que yo ignoro en este caso me desculpaAristótiles con su muerte: en la cual yo no le pienso imitar inves-tigando en estos secretos…( Historia 43).

La negación presenta en Oviedo otros aspectos dignos de revisar. La Historia no solo muestra que cuatro años después de 1492 el fenómeno de la epidemalcanzó una escala gl bal; desde la misma fecha n i ca la insu cienciade la medicina europea para enfrentar la enfermedad. Este hecho decisivdesequilibra más aún la relación logocéntrica civilización-barbarie que revisé y lo hace en tal medida que obliga a Oviedo a reconocer y proponotra práctica curativa basada en conocimiento herbario de los indios, es decen “el conocimiento del otro”:

Primero está el relato de la “plaga”:

E desde a pocos meses, el año susodicho de mil cuatrocientos noveny seis, se comenzó a sentir esta dolencia entre algunos cortesano pero en aquellos principios era este mal entre personas bajas e de poauctoridad e así se creía que la cobraban allegándose a mujeres públcas, e de aquel mal tracto libidinoso; pero después extendióse entralgunos de los mayores e más principales (Oviedo, Historia 54).

Ahora lo que nos interesa: la incapacidad de la ciencia médica europea pahacerse cargo de un mal contagiosos proveniente del “otro mundo”: “Fgrande la admiración en cuantos lo vían, así por ser el mal contagioso y terricomo porque se morían muchos desta enfermedad.E como la dolencia eracosa nueva, no lo entendía ni sabían curar los médicos, ni otros, porexperiencia, consejar en tal trabajo” ( Historia 54).

El asunto que importa aquí es que respecto de la capacidad de conservla vida humana, el saber cien í c eur pe radici nal, al igual que el nuevfundamento epistemológico de la experiencia, quedan nulos. Inmediatamendespués de c ns a ar c n la muer e de much s la insu ciencia de la ciencia




herbaria capaz de sanar esa plaga y otras enfermedades15. La posibilidadcurativa esperanzadora pone en evidencia un hecho profundamente

perturbador para la conciencia europea precolombina logocéntrica de laépoca: el hecho es que el hombre europeo no solo se encuentra ante una plaga desconocida, sino que debe aceptar la existencia de “otro saber” noeur pe , n grec la in , n ca ólic , su cien e para salvarle la vida. Un saberdel cual desconoce sus fundamentos divinos y/o mágicos y las relacionesmicro-macrocósmicas que establece entre la naturaleza, el cuerpo humano yl s as r s. Así a rapad en re la muer e la acep ación del saber (dem níac )del “otro”, el sujeto europeo deja de ser el único sujeto de conocimiento, pues en no pocas ocasiones debe recurrir a este saber bárbaro-demoníaco ysometerse a sus métodos si quiere conservar la vida; más aún, debe reconocerla superi ridad de ese saber s bre el su : “(…) e sábense curar (l s indi s),e tienen muy excelentes hierbas e árboles e plantas apropiadas a esta y otrasenfermedades…” (Oviedo, Historia 54).

Otro asunto que aparece en la obra de Oviedo y que afecta a la culturade su época es la diferencia o el “desvío” que presenta el cielo del “nuevomundo”. Recordemos que para la ciencia medicinal basada en el sistemade la semejanza eran importantes las relaciones formales y las dinámicasde atracción entre las hierbas y las estrellas. En este punto Oviedo no sediferencia un ápice de la conciencia común de su tiempo y bien lo deja vercuand se re ere a las pr piedades medicinales del imán ( Historia 44). Sinembargo, este complejo sistema de atracciones y la idea de la correspondenciaque lo sustenta, van a perder pie cuando oímos decir al mismo cronista quede es a par e de la “c mp sición visible” las es rellas n s l n s n jas presentan un comportamiento desviado:

Por manera que, pues todas estasmudanzas e desvíos face laestrella, n es ella el p l ni es ja ni sería medida cier a para l snavegantes.(…)

15 Por poner solo un ejemplo, cito lo que dice Oviedo en elSumarioa propósito de loscocos: “…los que acostumbran a beber en aquellos vasos, y son dolientes de ijada, dicen quehallan maravilloso y conocido remedio contra tal enfermedad, y rómpeseles la piedra a los




Toqué esta particularidad de las estrellas, porque son muy notablgura en el ciel ; en el cual ha ras innumerables que se ven p c …

verán el cielo tan lleno de estrellas como está sobre España, endiferentes intervalos o guras que no se ven ninguna dellas desdeEspaña, ni desde parte de toda la Europa, ni en la mayor partede Asia ni África… ( Historia 45).

Como corolario tenemos un cielo mudable y desviado en el que les rellas c mp nen ras guras dis in as a las del ciel eur pe renacen is a,medieval y grecolatino. Se trata deun cielo fuera del cielo, exógeno delcielo europeo, asiático y africano –como la geografía–, extraño al de ecúmene, a través del cual el europeo no sabe navegar ni desplegar su made correspondencias. Un cielo que aparece como cifra del desvío del lenguadel pensamiento y de la ciencia.

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