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resente asado P El del resente una publicación del observatorio de historia elpresentedelpasado.com número 64, 2 al 8 de diciembre, 2013 l Lunes 2 A un año de la restauración, un recuento A propósito del primer aniversario de la restauración priista, quienes integramos el Observatorio de Historia decidimos hacer un balance del lugar que ocupa el conoci- miento del pasado en la vida pública del país. En especial nos interesaba evaluar la manera en que la historia ha sido empleada en el de- bate político contemporáneo, el modo en que los diversos actores políticos recordaron el pa- sado canónicamente “histórico”, la forma en que el nuevo régimen entiende la enseñanza del pasado y concibe el patrimonio artístico, histórico y cultural, y también la actitud de la historia profesional ante estos fenómenos (así como su propio devenir). Con base en estos ejes temáticos, el Ob- servatorio de Historia ha preparado su primer reporte anual acerca de la vida social del co- nocimiento histórico —una suerte de recuen- to crítico del modo en que la historia ha sido empleada, o se ha manifestado, en el presen- te—, que será dado a conocer el miércoles 11 de diciembre por Pedro Salmerón, vocero que es del oh. Dado que el informe se ocupa de los doce primeros meses de la presidencia de Enrique Peña Nieto, nos ha parecido per- tinente compartir sus resultados desde ahora, al menos en una versión esquemática y resu- mida. Éstas son algunas de sus conclusiones: • Como se temía, el regreso del pri al go- bierno federal supuso un incremento en el uso instrumental del conocimiento histórico. La mentira historiográfica como argumento político alcanzó en 2013 niveles inauditos. El mejor ejemplo de esta actitud es por supuesto la invocación de la política petrolera de Lá- zaro Cárdenas para legitimar el proyecto de “reforma” energética del presidente de la re- pública. (Las comillas son porque de reforma no tiene nada: se trata más bien de subvertir desde lo más profundo el modelo estatista de adminisración de los hidrocarburos impulsado por el gobierno del general Cárdenas.) Pero está lejos de ser el único. De Emilio Chauyffet a Salvador Cienfuegos, la megalomanía histo- riográfica de la clase gobernante fue en 2013 tan lamentable como generalizada. • Combinado con el fortalecimiento de las tendencias mercantilistas que han ido minan- do el papel regulador del estado en materia patrimonial, el comportamiento del nuevo régimen está lejos de contribuir a la existencia de una historia crítica, socialmente responsa- ble y vinculada con la experiencia de las co- esta semana Observatorio de Historia Wilphen Vázquez Ruiz Alberto Betancourt Posada Israel Vargas Vázquez Marisa Hernández Ríos Marco Ornelas

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resente asadoP El

del resente

una publicación del observatorio de historia

elpresentedelpasado.comnúmero 64, 2 al 8 de diciembre, 2013

l Lunes 2A un año de la restauración, un recuento

A propósito del primer aniversario de la restauración priista, quienes integramos

el Observatorio de Historia decidimos hacer un balance del lugar que ocupa el conoci-miento del pasado en la vida pública del país. En especial nos interesaba evaluar la manera en que la historia ha sido empleada en el de-bate político contemporáneo, el modo en que los diversos actores políticos recordaron el pa-sado canónicamente “histórico”, la forma en que el nuevo régimen entiende la enseñanza del pasado y concibe el patrimonio artístico, histórico y cultural, y también la actitud de la historia profesional ante estos fenómenos (así como su propio devenir).

Con base en estos ejes temáticos, el Ob-servatorio de Historia ha preparado su primer reporte anual acerca de la vida social del co-nocimiento histórico —una suerte de recuen-to crítico del modo en que la historia ha sido empleada, o se ha manifestado, en el presen-te—, que será dado a conocer el miércoles 11 de diciembre por Pedro Salmerón, vocero que es del oh. Dado que el informe se ocupa de los doce primeros meses de la presidencia

de Enrique Peña Nieto, nos ha parecido per-tinente compartir sus resultados desde ahora, al menos en una versión esquemática y resu-mida. Éstas son algunas de sus conclusiones:

• Como se temía, el regreso del pri al go-bierno federal supuso un incremento en el uso instrumental del conocimiento histórico. La mentira historiográfica como argumento político alcanzó en 2013 niveles inauditos. El mejor ejemplo de esta actitud es por supuesto la invocación de la política petrolera de Lá-zaro Cárdenas para legitimar el proyecto de “reforma” energética del presidente de la re-pública. (Las comillas son porque de reforma no tiene nada: se trata más bien de subvertir desde lo más profundo el modelo estatista de adminisración de los hidrocarburos impulsado por el gobierno del general Cárdenas.) Pero está lejos de ser el único. De Emilio Chauyffet a Salvador Cienfuegos, la megalomanía histo-riográfica de la clase gobernante fue en 2013 tan lamentable como generalizada.

• Combinado con el fortalecimiento de las tendencias mercantilistas que han ido minan-do el papel regulador del estado en materia patrimonial, el comportamiento del nuevo régimen está lejos de contribuir a la existencia de una historia crítica, socialmente responsa-ble y vinculada con la experiencia de las co-

esta semanaObservatorio de Historia

Wilphen Vázquez RuizAlberto Betancourt Posada

Israel Vargas VázquezMarisa Hernández Ríos

Marco Ornelas

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munidades y los ciudadanos. Al subrayar el carácter turístico de las zonas arqueológicas y las culturas indígenas —como hizo el presi-dente a propósito del Festival Internacional de Cultura Maya—, pero también al ignorar el carácter patrimonial de predios, ecosistemas y prácticas culturales afectados por proyectos de “desarrollo” que sólo benefician a unos cuan-tos, el gobierno federal no hizo sino profun-dizar el proceso de privatización ecológica y cultural en curso desde los años ochenta.

• La historia promovida desde el estado si-gue siendo un relato teleológico, moralizante e incoherente. En el ámbito escolar, preocu-pa que no se haya hecho nada para corregir el pragmatismo improvisado del currículo calderonista, y preocupa también que la úni-ca iniciativa de reforma de los libros de tex-to haya provenido de Patricia Galeana, cuya práctica historiográfica no augura nada nue-vo ni, mucho menos, prometedor. Más allá de la escuela, la entronización simbólica del ejército mexicano —el centenario del ejército carrancista fue de lejos la efeméride más cele-brada, particularmente en los congresos esta-tales— implica que, como en el ámbito de la administración de justicia y en el tratamiento de la protesta política, el militarismo es una fuerza en ascenso. (En asenso y aterradora.)

• Aunque el nombramiento de Mercedes de Vega como directora del Archivo Gene-ral de la Nación es inobjetable, en general la actuación del gobierno en el ámbito institu-cional siguiere que el nuevo régimen no está interesado en producir o proteger la memoria colectiva sino más bien lo contrario. La con-tratación y el despido de Sergio Raúl Arroyo como director general del inah, pero sobre todo la marginación del instituto como agen-te regulador del estado en materia de patri-monio arqueológico y cultural —evidente en los casos los supermercados Dragon Mart en Quintana Roo y Soriana en Baja California, la carretera Silao-San Miguel Allende y la res-tauración del Caballito en la ciudad de Méxi-co—, pone de manifiesto que, cada vez más, el inah es una institución prescindible desde el punto de vista del estado mexicano.

• Advertir la marginalización de las insti-tuciones culturales no implica cohonestar la corrupción académica. Este año como en el pasado, tanto el inah como las universidades

públicas dieron muestras de que su ineficiencia como actrices sociales es también consecuen-cia de que su personal prefiere sumergirse en la mediocridad burocrática antes que asumir el papel crítico y activo que en teoría les co-rresponde. El despido de Boris Berenzon de unam —espectacular por inusitado— parece sin duda un buen augurio en este sentido, pero es claramente insuficiente: hasta que no se suprima el modo mafioso de constituir los claustros y validar las investigaciones, es poco lo que puede esperarse, en términos sociales, de la academia mexicana.

• Una decisión judicial ocurrida en 2013 es quizá el único acontecimiento que mueve al optimismo. Al impedir la diseminación de maíces trangénicos en el territorio nacional, se ha reconocido el valor ecológico y cultural, o sea histórico, de una de las mayores creacio-nes mesoamericanas de todos los tiempos. Ese gesto, aunque es indudablemente menor —y está todavía sujeto a controversia—, vale más que toda la palabrería historiográfica de pro-fesionales, aficionados y gobernantes. Porque, en efecto, el maíz es historia viva, concreta, suculenta, y no tiene (casi) nada que ver con el estado o las “identidades”. ❦

l Martes 3Corrupción, violencia, historia social, elecciones

Wilphen Vázquez Ruiz

Una de las corrientes teóricas que ha ofre-cido lineamientos para el entendimiento

de la sociedad es la historia social. Ésta tuvo un auge notorio en las décadas de 1960, 1970 y 1980. A partir de entonces fue perdiendo te-rreno ante la historia cultural. Esta última, a su vez, ha presentado en los últimos años un retraimiento ante reconsideraciones propias de la primera como lo son las cuestiones de clase, el estado y la economía, así como la relación que debe guardarse con disciplinas afines. An-tes que generar una discusión sobre las ventajas y limitantes que cada corriente ofrece, y que son resueltas por Joyce Patrick en su artículo “What is the Social in Social History?” —Past & Present, 206 (2010): 213-248—, este comen-tario se dirige a enfatizar la relación social en-tre corrupción y violencia a partir de algunos

2 El Presente del Pasado 64: 2-8 de diciembre, 2013

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indicadores que al respecto han sido presen-tados en los principales diarios de circulación nacional. (Para esta nota se revisaron artículos que El Universal, Reforma y La Jornada, cen-trándonos en los años 2010-2013. Otros datos se obtuvieron de la página del Inegi.)

Hablaremos de la corrupción. De acuerdo con el Programa para el Desarrollo de las Na-ciones Unidas, ésta puede ser marginal o estruc-tural. La primera se presenta donde las prácticas sociales y la cultura general respetan las reglas, por lo que los casos son más bien ocasionales. La segunda, en cambio, está arraigada de tal forma que segmentos importantes de la socie-dad la practican en formas y grados diversos. En 2010, 12 mil directivos empresariales en el mundo consideraron que la corrupción era el segundo factor más problemático para hacer negocios en México. Ese mismo, año los gas-tos de la corrupción igualaron al 9 por ciento del pib. En 2012, el problema fue equivalente a 1.5 billones de pesos, monto cercano ahora al 10 por ciento del pib.

Lo anterior, junto con los frenos burocrá-ticos y la impunidad, han tenido un impacto negativo en el índice de competitividad de nuestro país. En 2013, entre 148 economías, la nuestra se encontró en la posición 55, dos lugares más abajo con respecto a la que tenía en 2012. ¿Se relaciona esto con la violencia? Revisemos algunas cifras.

Según el Inegi, en 2012 más de 21 millo-nes de personas fueron víctimas de algún de-lito. Esto implicó, entre otras cosas, un costo nacional superior a los 215 mil millones de pesos (equivalente al 1.34 por ciento del pib). Ello implica una impunidad aberrante y un gasto para los hogares que buscaron contra-rrestar este problema de más de 55 mil millo-nes de pesos.

En cuanto a víctimas se refiere, de 590 mil defunciones en el país en 2011, más de 27 mil se debieron a agresiones. A ese respecto, el comportamiento de la tasa de homicidios, si bien decreció un 6 por ciento de 2000 a 2006 en promedio, de 2007 a 2011 el porcentaje fue superior al 35 por ciento con respecto a 2000. De todos los países de la ocde, el nues-tro es el más violento.

Si bien es cierto que la violencia no puede desaparecer por completo en ninguna socie-dad, sí puede ser aminorada a través de políti-

cas dirigidas a un crecimiento incluyente, así como al funcionamiento de instituciones de seguridad y justicia. Pero ellas no surgen solas. Lo anterior nos obliga una vez más a señalar que el papel que tenemos como sociedad y como individuos no ha sido el deseado ni el óptimo.

En la historia reciente presenciamos la al-ternancia en 2000, la cual —en términos de rendición de cuentas y combate a la corrup-ción— significó muy poco. En 2006 se re-frendó la administración panista y en 2012 el retorno de pri a la presidencia de la república —con la derrota del candidato de las izquier-das, Andrés Manuel López Obrador, en las dos últimas contiendas electorales—. Al mar-gen del manejo que se hiciera de los procesos electorales correspondientes, resulta induda-ble que millones de individuos otorgaron su voto a una candidata o candidato sin saber lo que esto representaba, sin conocer con sufi-ciencia cuáles eran sus propuestas en política económica, fiscal, cultural, educativa, de sa-lud y, por supuesto, combate a la corrupción.

En el camino nos enteramos de malos ma-nejos en el padrón electoral y de los sobornos que permitieron a Walmart abrir nuevas su-cursales para dominar el mercado de la ciudad de México. Conocimos el papel de Monex y Soriana en la compra de votos y supimos del rebase en los gastos de campaña, al tiem-po que vimos la práctica del soborno, la opa-cidad e impunidad como algo cotidiano. En todo esto, nuestro proceder como sociedad fue bastante pálido. Es cierto: la corrupción abre en mucho la puerta a la violencia que nos aqueja. Pero la sociedad no puede deslindarse de este resultado, ya sea por su participación, por su ignorancia o su desdén. Se dice que la historia es maestra para la vida, pero al parecer es poco lo que aprendemos de ella. ❦

l Miércoles 4Vivir bien

Alberto Betancourt Posada

Es medio día en el campus universitario. Investigadores de diversas disciplinas in-

teresados en la historia de la conservación de la biodiversidad acuden al edificio Adolfo Sánchez Vázquez a un acto de diálogo sur-

64: 2-8 de diciembre, 2013 El Presente del Pasado 3

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4 El Presente del Pasado 64: 2-8 de diciembre, 2013

sur. Las máquinas taladran inclementes los úl-timos remanentes del pedregal de San Ángel. El ruido es infernal. La unam destruye la re-serva de la biósfera que está bajo su custodia. Pero no todo está perdido. El doctor Freddy Delgado arriba a la sala de videoconferencias de la Facultad de Filosofía y Letras para hablar sobre el buen vivir y la importancia de los co-nocimientos indígenas, aymaras y quechuas, para prevenir, mitigar, adaptarse y revertir los efectos del cambio climático.

La Universidad Mayor de San Simón, en Cochabamba, ha puesto en práctica uno de los experimentos de descolonización epis-temológica más importantes del continente, pues se propone resolver los problemas am-bientales mediante el diálogo intercultural e intercientífico, aseguró el director de su Cen-tro de Agroecología. Durante su conferen-cia —organizada por el proyecto “Observar al g20 desde el sur”, el seminario “Globali-zación, ciencia y diversidad biocultural” y la Red de Etnoecología y Patrimonio Biocul-tural de Conacyt—, el prestigiado investiga-dor explicó que el reconocimiento de Bolivia como nación multicultural implicó el reto de reinventar la educación superior a partir de asumir la necesidad de una ciencia diferen-te, en la cual es indispensable la participación de los pueblos indígenas en la elaboración de estrategias nacionales e incluso globales de preservación de la biodiversidad, conserva-ción de ecosistemas y enriquecimiento de la diversidad agrobiológica. En Bolivia, señaló, tratamos de crear un sistema agrícola, agro-pecuario y ambiental alternativo al que pro-mueven las grandes empresas trasnacionales. En Bolivia, el proceso de liberación implica revalorar el saber local.

Vivir bien es un concepto que pretende generar una alternativa a las formas de pro-ducir y consumir. La “ley de la madre tierra” —aprobada por el congreso boliviano en 2012, cuyo texto completo puede verse aquí— forzó a la universidad a afrontar la compleja y placentera tarea de detectar, dia-logar y potenciar los saberes locales, y devol-verlos en formatos que recuperen y validen la sabiduría tradicional. Por eso ha iniciado diversos programas de formación en saberes tradicionales comúnmente co-impartidos en-tre académicos institucionales y expertos tra-

dicionales, en modalidades y niveles que van desde técnico, técnico medio, técnico supe-rior, licenciado, maestro y doctor, en temas como climatología tradicional (mitigación y adaptación al cambio climático), agroecología tradicional (usos sustentables e ingeniería de alimentos (basada en el paradigma de la sobe-ranía) y botánica tradicional, entre otros.

La Universidad Mayor de San Simón in-vestiga y promueve un concepto de innova-ción (técnica, tecnológica, productiva) basado en los valores originarios, holísticos, amiga-bles con la naturaleza, e inspirado en la solida-ridad y la cooperación; es —aseveró— un en-foque alternativo a la innovación secuestrada por la competencia comercial. En tono afable, Freddy afirmó que se trata de desarrollar una innovación tecnológica para el bien común, una renovación asentada en el diálogo inter-cultural, en el cual todas las culturas saben algo y tienen algo que aportar y que aprender, y que en vez de patentar o esconder lo que saben, lo quieren compartir. Es un diálogo intercientífico —a reserva de que existen mu-

Un yatiri en Tiwanaku. (Foto: Juan Karita, ap.)

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chas posturas sobre cómo llamar a la sabiduría indígena: si ciencia de lo concreto, etno-cien-cia, saber empírico, o ciencia popular.

El vivir bien, remató, implica bailar bien, comer bien, tener trabajo digno, convivir con respeto y afecto, conocer bien, sentirse a gus-to, participar, relacionarse armoniosamente con la naturaleza. El concepto implica pro-mover una idea más integral del desarrollo. Esa es nuestra visión pachacéntrica —es decir, regida por la Pachamama—, en la que la es-pecie humana es parte y no reina de la natura-leza, dijo. Su aplicación nos llevó al concepto de desarrollo endógeno sustentable. La revolución boliviana ha implantado en la constitución el concepto de soberanía alimentaria, en com-plemento de y contrapunto a la definición de seguridad alimentaria promovida por la unesco. La ley de leyes de nuestro país, aseveró, ha planteado que el estado debe promover la producción y consumo de alimentos elabo-rados en el territorio boliviano y basados en las tradiciones andinas y amazónicas. No sólo se trata de que haya alimentos disponibles; se

trata de fortalecer la soberanía, la axiología, la epistemología y la ontología plurinacional e incluso de toda la región sur.

Bolivia, esa revolución en curso en pleno siglo xxi, representa, sin lugar a dudas, uno de los futuros posibles de América Latina. Es un gran experimento social en materia de expan-sión de los derechos indígenas y en el diálogo de saberes para resolver problemas ambien-tales complejos. Sus logros constituyen un capítulo muy interesante de la historia de la conservación de la biodiversidad. ❦

l Jueves 5El oro (negro) del Rin

Israel Vargas Vázquez

Imagine que compra los mejores asientos para ver una gran producción de ópera en

uno de los festivales más prestigiosos de Euro-pa. ¿Cuál fue su motivo? Admirar alguna par-te de la tetralogía que conforma El anillo del nibelungo, de Richard Wagner. A doscientos años del nacimiento de este gran compositor, usted tiene la expectativa de que ésta será una oportunidad única y mágica. Y de pronto, por sorpresa, nada es lo que usted esperaba.

Brunilda cantando su aria más famosa en la cima de un anticuado pozo petrolero gira-torio; Sigfrid halagando a su Balmung, legen-daria arma que esta vez es una ak-47, bajo un escenario inimaginable —los rostros de Marx, Lenin, Stalin y Mao Ze Dong tallados en roca montañosa (un simil del memorial na-cional del monte Rushmore)—; el camino al Walhalla no es otra que la famosa U.S. route 66 y su destino, la morada de los dioses y de los guerreros muertos en batalla, es un nue-vo edificio de la bolsa de Nueva York. Un sentimiento de decepción lo llena por com-pleto debido al anacronismo escenificado. Sin embargo, una febril satisfacción lo envuelve. ¿Por qué? Porque usted entendió esta singular representación.

Bajo las aguas del Rin se guarda el tesoro más preciado custodiado por las ninfas acuáti-cas, hasta que Alberich lo roba y se fábrica un anillo de oro, lo cual despierta la codicia de los dioses y semidioses. Nuestra historia pre-sente no es muy diferente a la de El oro del Rin ni del resto de la obra.

64: 2-8 de diciembre, 2013 El Presente del Pasado 5

Un yatiri en Tiwanaku. (Foto: Juan Karita, ap.)

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La tetralogía más famosa de Wagner, El anillo del nibelungo, fue presentada en el festi-val alemán de Bayreuth, donde sus obras son puestas en escena año con año. Desde su in-auguración en 1876, se han hecho solo cator-ce representaciones distintas de la tetralogía, pero ninguna con lo que le acabo de descri-bir. Esta vez toco al director Frank Castorf y la dirección musical de Kirill Petrenko llevar esta magna opus a otro nivel: al nivel de la ac-tualización artística que busca en el público la generación de conciencia y responsabilidad social. Las actualizaciones históricas del arte son lo de hoy. (Ya he hablado en este espacio de una anterior: Carmen, de Georges Bizet.)

Transformar a dioses nórdicos en mafiosos reunidos en un motel y a las ninfas del Rin en estrellas de reality show proyectadas en vivo en el auditorio durante la presentación nos re-trata mucho de lo que la producción deseaba trasmitir. No deseo relatar lo que representa este gran festival para los europeos ni la po-lémica que desató el atrevimiento de Castorf; eso lo dejo al(a) lector(a) interesad(a). Lo que en realidad deseo es exponer sus razones, las cuales son muy ad hoc para el momento que está viviendo el país con la cuestión de la re-forma energética, que avanza hacia la priva-tización del petróleo. Nos dice el director: “Esta es mi primera vez en Bayreuth. Cono-cer algo nuevo es especial, sobre todo si tene-mos en cuenta la historia de este teatro, y los sistemas políticos a los que ha sobrevivido. Las ideologías que subyacen a esos sistemas son aspectos interesantes por sí mismos.” El anillo de oro representa, en palabras del director, la economía basada en el petróleo.

Para el director berlinés, el petróleo es la principal fuente de poder y de riqueza de las naciones, pero también la causa de la pobreza y la sangre derramada en el mundo actual: “se pude ver el rastro de sangre que el capitalis-mo ha dejado tras la explotación del recurso en el mundo.” Su crítica al capitalismo pe-trolero nos habla de las naciones que viven beneficiadas de poseer este recurso, pero bajo la maldición de ser asediadas o robadas por las grandes empresas trasnacionales que manejan, producen y distribuyen hidrocarburos.

Por eso no se asombre si logra reconocer algunas figuras en el escenario giratorio. Tan-to el arte como el público ha cambiado, y este

último espera que la puesta en escena le diga algo de si mismo, lo traslade a un lugar co-mún de emociones encontradas y genere una reflexión que vaya más allá de la crítica es-pecializada. Esto es lo que también debemos buscar los historiadores cuando se nos insta a hacer historia del presente: no complacer al lector o al educando hablándole de algo que él “conoce” bien o vivió por experiencia pro-pia, sino darle herramientas intelectuales, am-pliar sus perspectivas, recrear analogías como la de Castorf, moverlo a un espacio de debate y reflexión para que la historia paulatinamente se convierta en el escudo más fuerte y valioso para defender lo que es nuestro.

¿Acaso el gobierno no está utilizando la historia para convertirla en el arma ideológica que cambie la opinión de la gente hacia un si a la reforma? Si con la actualización de las obras artísticas se está proponiendo hablar del presente, ¿por qué la historia no lo hace? De-bemos cooperar desde nuestra disciplina, por-que pronto nos estaremos reflejando en algu-na ópera al haber perdido nuestros recursos, nuestras playas, nuestras tierras, nuestra gente. Pienso quizá que nos veremos cantando “Ay,

6 El Presente del Pasado 64: 2-8 de diciembre, 2013

Un yatiri en Tiwanaku. (Foto: Juan Karita, ap.)

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patria, / tan bella / y abandonada” como en Nabucco, de Giuseppe Verdi —quien también cumple doscientos años en 2013—, pero esta vez no siendo espectadores sino actores caí-dos, nostálgicos y tristes en el centro del esce-nario, y sin aplausos. ❦

l Viernes 6Contra el saqueo

Marisa Hernández Ríos

El mes de noviembre concluyó, en la va-riopinta prensa de todo el mundo, con

entradas que hacían referencia a un gran y no-velesco hallazgo: la recuperación de mil qui-nientas obras de arte desaparecidas en la Ale-mania del tercer reich. El semanario alemán Focus reveló como exclusiva la investigación policial sobre uno de los temas que aún colean en la historia de la primera mitad del siglo xx: la recuperación de piezas que conformaron el llamado “arte degenerado” —obras de artis-tas de vanguardia tan reconocidos y cotizados como Kandinsky, Klee, Dix, Kokoscha, Ma-tisse, Chagal, Nolde, Picasso—. Robo, venta

bajo coacción, ocultación… el de obras de arte fue y continúa en escena como un mal histórico al que hoy en día las instituciones museísticas están dispuestas a combatir con políticas de tutela y salvaguarda patrimonial.

En el caso que nos sitúa ahora se debaten muchas posturas encontradas, que en manos habilidosas y mentes sin freno podrán hacer surgir series televisivas, productos escritos en formato de novela o un sinfín de acciones y debates, tal como los que arroja la prensa es-crita y digital del momento. Como muchos de los temas importantes a reflexionar, éste en el que hoy enfocamos la atención surge de un suceso fortuito, un simple descuido que per-mitió a la policía de aduanas germana reabrir públicamente el tema del expolio relacionado con el arte degenerado alemán.

La policía no dio crédito al traspasar el um-bral cochambroso del apartamento de Cor-nelius Gurllit en Munich, en 2012, en busca de cuentas secretas o blanqueo de dinero. Lo que encontró en su lugar, junto a comidas en lata caducadas, fueron obras de arte valoradas en más de mil millones de euros. Un artículo publicado el 24 de noviembre de 2013 en El País ofrece una visión del referido Cornelius, hijo del coleccionista, marchante e historiador del arte Hildebrandt Gurllit, quien reunió las piezas referidas, como heredero que era de los cuadros confiscados… y quien en este caso se ve como víctima de expolio: dice “Sólo he querido vivir con mis cuadros”, dice según Ozlem Gezer.

Al llevarse a cabo la catalogación y valora-ción resultó que al menos 300 de estas obras de arte formaron parte de la exposición Arte degenerado, una muestra formada por obras de arte contemporáneo que, a juicio de las perversas mentes nazis, debían eliminarse por ser de las más arriesgadas manifestaciones es-téticas de la vanguardia europea, y también porque eran formas de expresión artística opuestas a lo institucionalizado por el régi-men. (Una relación de 25 obras investigadas ofrecidas por la fiscalía de Agsburgo puede consultarse aquí).

Esto nos brinda la posibilidad de reflexio-nar sobre la historia de un patrimonio que conforma, al margen de intereses económi-cos, sellos de identidad, y exige justicia histó-rica: para retornarlas a sus legítimos propieta-

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Un yatiri en Tiwanaku. (Foto: Juan Karita, ap.)

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8 El Presente del Pasado 64: 2-8 de diciembre, 2013

rios o cuestionar y propiciar la investigación de las adquisiciones por parte de instituciones museísticas o colecciones privadas. Iniciativas como la llevada a cabo desde la Asociación de Museos de Holanda y el gobierno holan-dés son dignas de destacar, pues se puso en marcha un proyecto de lucha contra el expo-lio artístico: una investigación que, tras cua-tro años y la participación de 162 museos, ha arrojado la cifra de 139 obras robadas a judíos entre 1933 y 1945 en territorio holandés. La iniciativa, que se denomina “catálogo digital-artístico de la vergüenza”, es una más de las acciones necesarias para contribuir a la resti-tución del patrimonio artístico a sus legítimos dueños (ver aquí; actualmente con informa-ción en lengua holandesa y a partir de 2014 con traducción inglesa). Gestiones semejan-tes ya han generado acciones en Alemania, como el sitio Lost Art, y en Estados Unidos, que pide transparencia en el tratamiento del asunto al mismo tiempo de la publicación de las obras que conforman lo que ya se conoce como el “tesoro oculto de Munich”.

Este tipo de acciones indudablemente nos harán volver a plantear con intensidad mu-chos debates que incluyan todos los niveles de intervención en el ámbito institucional, ac-tuaciones y opiniones de historiadores, con-servadores, marchantes y, cómo no, de la ciu-dadanía. Todo ello con la idea de no perder la perspectiva histórica y poner en su lugar a cada quien en un juego macabro que pue-de llegar a afectar a los seres humanos y a sus producciones, a los derechos adquiridos, a los derechos perdidos...

Hay que festejar la recuperación de ese “tesoro degenerado” que produjo para el mundo nuevas maneras de expresión bajo un planteamiento de experimentación y manifes-tación estética que abriría nuevos cauces en la comunicación artística. Asimismo, nos alegra-remos de ver las obras de arte colgadas donde corresponde: en los espacios pertenecientes a los propietarios legítimos, sean particulares o sean institucionales, para continuar siendo testimonio vivo de tantos y tantos mensajes. Sirva, pues, esta aportación para no bajar la guardia y evitar, en un mundo como el que se vive en el presente, que se reiteren actitudes y comportamientos en los que la irreflexión, la incomprensión, la pérdida de valores, el ma-

niqueísmo, la corrupción, la intolerancia sean los protagonistas. Es necesaria la recuperación de una memoria histórica que nos ponga en alerta y nos haga pensar sobre lo innecesario de volver a vivir acontecimientos nefastos como los experimentados en la Europa del siglo xx —que hicieron peligrar un patrimo-nio que pertenece a sus propietarios legítimos y que en otros muchos casos nos incumbe a todos, siempre que sea adquirido ética y le-galmente. ❦

l Sábado 7 y domingo 8Observar a quien observa: Hardy en México

Marco Ornelas

i.

Robert William Hale Hardy fue un via-jero inglés que visitó México entre

1825 y 1828, como comisionado de la Ge-neral Pearl and Coral Fishery Association de Londres, con la finalidad de buscar bancos de perlas en el mar de Cortés y, de encontrarlos —que no fue el caso—, negociar los mejo-res términos para su explotación. El libro de Hardy fue publicado en 1829, ya de regreso a Inglaterra (existe una traducción española de Antoinette Hawayek: Viajes por el interior de México en 1825, 1826, 1827 y 1828 [México: Trillas, 1997]).

Pareciera que la literatura de viajes fue muy socorrida por los ingleses del siglo xix, según puede deducirse de la edición original (londinense) de Colburn & Bentley, donde al final del volumen se hace publicidad de rela-tos de viajes publicados por la misma casa edi-tora a los lugares más recónditos del planeta: México, Rusia, Turquía, Egipto, Palestina, Siam (hoy Tailandia), Estados Unidos, Cana-dá, Persia, Arabia, Perú, Sudáfrica y la India.

La literatura de viajes se desarrolló en

Esta newsletter es una publicación semanal del Observatorio de Historia, donde se recogen los textos aparecidos en elpresentedelpasado.comSus editores son Halina Gutiérrez Mariscal,

Fernando Pérez Montesinos y Luis Fernando Granados.

Toda correspondencia debe dirigirse a [email protected]

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paralelo con el Grand Tour practicado por aristócratas europeos y no tardó en ver el nacimiento y desarrollo de la antropología social inglesa. Treinta años después del viaje de Hardy a México, el considerado precur-sor de la antropología social, Edward Bur-nett Tylor —conocido por Primitive Culture (1871)— viajaría también a México y escribi-ría su primer libro: Anahuac: Or Mexico and the Mexicans, Ancient and Modern (1861). Con esto echaría a andar una larga tradición de pensa-miento social dependiente de la observación naturalista, influenciada por el pensamiento ilustrado: James George Frazer, La rama do-rada (1890); Bronislaw Malinowski, Los argo-nautas del Pacífico occidental (1922), y Edward Evans-Pritchard, Brujería, magia y oráculos entre los azande (1937).

Que si Hardy forma parte de la literatura de viajes tan en boga en el siglo xix, o que si esta literatura no tardó en presenciar el naci-miento y desarrollo de la antropología social, no es otra cosa que una observación “de se-gundo orden”, es decir, observar a quien observa (en este caso, a Hardy). Otras observaciones de segundo orden nos las proporcionan, por un lado, Alfredo Ávila, para quien Hardy es, entre otras cosas, un observador romántico y prejuiciado por el conflicto anglo-hispano que inicia en el siglo xvi y, por el otro, Manuel Ferrer, quien enfatiza los prejuicios antiespa-ñoles y anticatólicos entre extranjeros (ambas reflexiones, para mayor referencia, se encuen-tran en La imagen del México decimonónico de los visitantes extranjeros: ¿Un estado-nación o un mosaico plurinacional?, compilación de Manuel Ferrer[México: unam (Instituto de Investiga-ciones Jurídicas), 2001]).

¿Qué descripciones nos ofrece Hardy de México? Por motivo de su viaje, buena parte de las observaciones (de primer orden) que proporciona son sobre las ciudades, los per-sonajes, la sociedad y los indios del estado de Occidente (los actuales estados de Sinaloa y Sonora, con asiento de poderes en El Fuerte), aunque no solamente. Por ejemplo, al referir-se a la ciudad de México, observa:

Alguien que jamás ha estado en México no puede imaginar las mezquinas intrigas que diariamente inflaman las pasiones del que las fragua […]. Un puesto en el gobierno,

el que depongan a alguien de un cargo, la elección de un diputado, de un alcalde o de un comandante; una señora, la com-pra de un caballo, una mula o un coche, la contratación de un criado; un libro, una publicación, un vestido, o un confesor, son todos objeto de gran interés para las perso-nas que se dedican a intrigar en México. No hay nada ni demasiado importante ni de-masiado trivial que no sirva para alimentar esa pasión; lograr su satisfacción constituye el primum mobile, y ocupa el tiempo y el pensamiento de una gran parte de los habi-tantes de la famosísima Tenochtitlán [Viajes por el interior de México, 354].

Con la misma frialdad con la que Hardy observa defectos es capaz de prodigar alaban-zas, como en el caso de José María Luis Mora, con quien coincide en la tertulia de la biblio-teca del señor Ackermann, que se celebraba diariamente de las 10 de la mañana a las tres de la tarde. Éste es el perfil y la opinión que le merece Mora:

[…] tiene unos 30 años de edad, y es pálido y lánguido como tantos hombres de mucho talento y conocimientos literarios. Escribe con mucha pureza, fuerza y elegancia, y su capacidad para la observación es mayor que para la conversación. Pero cuando dice algo, es siempre edificante y todo el mun-do lo escucha con interés. Es de naturaleza amable, pero su entusiasmo por la políti-ca quizá sea excesivo. Creo que el doctor Mora posee la mejor biblioteca de literatura en México [355].

A su llegada a México, a mediados de 1825, Hardy logra entrevistarse con Guadalu-pe Victoria, quien “es un hombre de regular estatura y no daba la impresión, no sé si de-bido a su mala salud o a la capa que llevaba, de poseer el desarrollado instinto militar y la energía que, en principio, debe tener el hom-bre que el sufragio popular de toda la nación ha llevado a ocupar tan alto puesto”. Poco después logra entrevistarse con Lucas Alamán, ministro de Relaciones Exteriores y direc-tor de una asociación minera, puestos que le parecen incompatibles (“Lo mismo pensó el presidente más tarde”). En su opinión, cuan-

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do Alamán conversa “da la impresión de que está pensando lo que va a decir, lo que en un ministro es una necesidad y no de las menos importantes” (48 y ss).

ii.

Después de conseguir los permisos para na-vegar el golfo de California, Hardy sale de la ciudad de México con rumbo a Guaymas el 5 de diciembre de 1825.

Llegamos a Guaymas el 8 de febrero [de 1826]. El puerto es, sin lugar a dudas, el me-jor de todo México: está rodeado de tierra por todos lados y las montañas lo protegen del viento. No es muy extendido, ni aun en el muelle; el agua tiene una profundidad de más de ocho metros; pero más lejos hay lugares de mayor profundidad. Defiende la entrada la Isla de Pájaros; en la época en que las gaviotas ponen sus huevos, la isla se encuentra totalmente cubierta de ellos, y la superficie cubierta de cascarones se ve tan blanca como la nieve[…]. Guaymas es un lugar miserable, por lo menos en lo que a las casas se refiere; están construidas de lodo, tienen el techo plano cubierto de moho, de modo que cuando cae un fuerte aguacero, los habitantes pueden darse una ducha sin salir de sus habitaciones [100 y ss].

Así, Hardy hace la primera mención de los yaquis:

Los únicos indios de Sonora que, desde que los blancos poblaron la provincia, han ayudado a descubrir y explotar las minas y criaderos de oro, a cultivar las tierras y criar ganado, son los yaquis... Más adelan-te expondré las causas y los males que han sobrevenido por haberse suscitado la ira de un pueblo útil, laborioso y pacífico por na-turaleza [102].

Días después, el 13 de febrero, Hardy llega a Hermosillo (Pitic):

Pitic tiene un comercio considerable, aquí residen los comerciantes más ricos del norte de Sonora. Se calcula que tiene una pobla-ción de cinco mil almas. Las casas son de

un piso, pequeñas e incómodas. Las calles están cubiertas de una arena fina; cuando hace viento es necesario cerrar puertas y ventanas para evitar que las casas se llenen literalmente de polvo […]. Hacia el oeste del pueblo hay una montaña de carbonato de cal cristalizado que, si se tritura, tiene la misma consistencia y el color del azúcar. Si se golpea con un martillo, produce un soni-do parecido al de una campana, de ahí que la montaña se llame ‘Sierra de la Campa-na’ [sic][…]. El cura tiende a la corpulencia, como todos los eclesiásticos que viven bien y llevan una vida fácil; se dice que especula con el dinero de entierros, casamientos y bautizos, pero fuera de esto no se habla mal de él [104 y ss.].

Toca el lugar a la descripción de Álamos, que, a decir de Hardy, se encuentra en una cañada con suelo arenoso y árido:

[…] su cercanía a la rica mina del Promon-torio […], así como a otras minas en los al-rededores de la Aduana, ha sido la causa de

El delta del río Colorado, observado por la Nasa.

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que tenga una población de unas seis mil almas y de que haya mucho comercio. El aspecto de las casas, todas con portal a lo largo de todo el frente, es la mejor prueba de la opulencia y el lujo en que viven sus habitantes […]. En el aspecto y la conducta de los habitantes de Álamos hay un toque repugnante de estiramiento y formalismo que sólo puede ser el resultado de un exceso de riqueza, de una ausencia general de edu-cación y de un arrogante desdén por todo aquel que supongan pobre. Practican todas las cortesías propias de las personas poco refinadas y su bon-ton está reñido no sólo con el buen gusto, sino también con una sensibilidad fina [150 y ss.].

El 6 de abril Hardy llega a la villa del Fuer-te, ubicada en la ribera sur del río del mismo nombre, ciudad que debe su importancia al “hecho de ser la residencia de los poderes del estado de Sonora y de Sinaloa”. Debido a que Hardy se hospedó en el mismo edificio donde sesionaba la cámara, el comisionado de la Ge-neral Pearl observa que:

Desde hace mucho existe un cisma entre los representantes de la Alta Sonora y los de Sinaloa. Se desprecian; la razón para ello no es fácil de determinar, pero la disputa en cuestión se debe, según los de Sinaloa, a que los diputados del norte desean controlar la cámara; mientras que los de Sonora dicen que los de Sinaloa son tan faltos de inteli-gencia e integridad que proponen y tratan de aprobar leyes nocivas e injustas para la Alta Sonora […]. Al principio, la novedad que suponía para mí este tipo de disputas en el seno de un congreso me incitaba a la risa, pero la frecuencia con que se repetían lle-gó a disgustarme. ¿Cómo es posible que un estado pueda prosperar si sus representantes, en vez de dedicarse con celo y con ardor a la consecución del bienestar de sus electo-res… parecen actuar movidos por otros in-tereses? Es imperdonable que todos se dejen arrastrar por sus pasiones y su único empe-ño sea humillar a un adversario igualmente violento y corrupto [155 y ss].

iii.

Hardy logró hacerse de dos barcos con los cuales llegó a la isla Tiburón y remontó el golfo de California en su afán por encontrar perlas. En la costa de California se topó con una misión y con un personaje que tomó por zapatero, por haberlo encontrado sentado en un taburete de tres patas:

Al acercarme a él se levantó de su asiento, vino a mi encuentro y me saludó diciendo “Que sea usted bienvenido”, y en seguida me invitó a bajar de mi caballo. Desmonté y lo seguí hasta un cuarto bastante grande, que tenía el piso de ladrillo; en él había una mesa, dos sillones, tres jovencitas, un niño como de 10 años y una cocinera india. Me pidió que me sentara, ¡no fue pequeño mi asombro cuando me enteré de que la per-sona que me ofrecía su hospitalidad era el fraile de la misión! Me pareció demasiado preguntón; en un instante me hizo mil pre-guntas que se contestó él mismo. Habló mucho de México y expresó serios temo-res de que el gran número de ingleses que vivían en el país (lo que no debía permitir

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El delta del río Colorado, observado por la Nasa.

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ni el gobierno ni la iglesia) pudiera acarrear grandes males, puesto que el mal ejemplo de tantos herejes podía afectar las convicciones de los habitantes y, quizá, llevar a que se introdujera el protestantismo, ¡que considera-ba una religión nueva, la cual se complacía en llamar paganismo judío, una invención del diablo para ganar prosélitos para su imperio de fuego! [208 y ss.].

La respuesta del fraile, como la suspicacia de Hardy, constituyen observaciones de pri-mer orden, descripciones comunes fundadas en el punto de vista de cada quien, como normal es la enemistad novohispana ante lo anglosajón (o viceversa). La observación de segundo orden asoma, cuando en el delta del río Colorado, el comisionado de la General Pearl ensaya enfáticamente un desplazamiento del punto de vista y presta su voz para exponer la perspectiva del indio axua. Al explicar las ra-zones de la negativa de los axuas, allá por 1750, para permitir un asentamiento cristiano en su territorio, lo que dificultaba las comunicacio-nes entre los jefes militares de California y de Sonora, Hardy observa al indio que observa:

Entre nosotros no existen las luchas ni los pleitos por la propiedad ajena. Vivimos contentos y satisfechos, nuestros vecinos, que saben que somos corteses en tiempos de paz e invencibles en la guerra, nos res-petan. Nuestras mujeres cuidan a nuestros niños. Las hemos enseñado a ser valientes, no vengativas, siempre y cuando el enemi-go no las provoque con insultos e injurias. ¡Qué diferencia con los cristianos! Estos beben fuego (así llaman al licor), le pegan a su familia y asesinan a sus amigos. Se ro-ban unos a otros y, escondidos tras la cruz, persiguen al débil y traicionan al fuerte.

Los viejos no son buenos consejeros pues el fuego que beben los hace insensatos; y en todas las tribus de indios que se establecen para hacerlos, según ellos, felices sólo logran crear la discordia entre esta apacible gente; y sus capitanes son crueles tiranos. ¿Cómo podemos permitir que los cristianos vengan a convivir con nosotros? Somos felices; y mientras seamos libres continuaremos sien-do felices. Nuestra nación está dispuesta a mantener la paz con el hombre blanco, pero nuestros guerreros han jurado no permitir que ustedes se establezcan entre ellos [246].

Esta observación de segundo orden es digna de un sociólogo o antropólogo social del siglo xx. Las preguntas que se antojan: ¿es más importante la observación de segun-do orden que la de primer orden?, ¿cuál es la importancia de la observación de segundo or-den? La respuesta a la primera pregunta es un terminante no. La importancia de la observa-ción de segundo orden estriba en que está más capacitada para describir la sociedad moderna, por el hecho de tratarse de una sociedad hete-rárquica que por fuerza enfrenta observacio-nes “cruzadas” (múltiples observaciones desde perspectivas distintas e inusitadas).

La perspectiva lineal nació en la Italia del siglo xiv y fue utilizada poco después en la pintura renacentista que, en casos extraordi-narios, sugirió una observación de segundo orden con el uso de espejos en sus composi-ciones (Jan van Eyck). Por lo demás, toda ob-servación —de primer o segundo orden— tie-ne su punto ciego, esto es, no puede observar y observarse observando a un mismo tiempo. El punto ciego sólo se “salva” ensayando una observación-descripción subsecuente que su-ponga un cambio de perspectiva, como logra hacer Hardy con la nación axua. ❦