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671 EL RINCÓN DE RICARDO LORENZO Pellitero Rodríguez, Rubén Valladolid, España, [email protected] Resumen: Ricardo Lorenzo (1927 – 1989) forma parte de un colectivo de arquitectos que durante muchos años lucharon en contextos aislados e indiferentes en defensa de la renovación de la arquitectura y del enriquecimiento de la cultura local. Un largo camino en busca de la propia identidad, abnegado y en una cierta soledad casi artesanal, con escasas referencias y privado del confort de un ambiente cultural en el que apoyar una línea de investigación. Esta fue su mayor aportación al progreso de la arquitectura. Durante muchos años en España hubo sólo dos Escuelas de Arquitectura, Madrid y Barcelona, que representaron dos focos culturales muy marcados. Este hecho supuso que muchos arquitectos que se formaron ligados a uno de ellos luego exportaron experiencias e influencias a otros lugares. Ese fue el caso de Ricardo Lorenzo, que vivió trece años en Barcelona, polo anticentralizado del panorama cultural de la posguerra española. Paralelamente a la enseñanza académica en la Escuela de Arquitectura, las obras racionalistas de Jose Luis Sert, la renovación plástica de Le Corbusier, la figura de Coderch, la particular visión de la arquitectura moderna de la Escuela Italiana de Sartoris y Terragni, su vinculación al grupo artístico “Els Vuit”, el descubrimiento de Tàpies, constituyen de forma autodidacta un bagaje plástico que acompañará al arquitecto cuando en la década de 1950 decida cambiar la atmósfera cultural barcelonesa por el aislamiento de su Cantabria natal. En un Santander que respira un ambiente más bien poco innovador, marcado por una racionalización de los estilos históricos, pero sin perder su fidelidad a una ideología de la “clase” social, Ricardo Lorenzo descubre la oportunidad del lugar. Su condición de gran dibujante será una herramienta fundamental para conseguir el reconocimiento y conquistar la opinión pública, siendo sus dibujos a color y perspectivas elementos diferenciadores de su postura profesional de arquitecto-artista. La Cafetería Lago, proyectada en 1958, es su primera obra verdaderamente trascendente, ya que supone una clara referencia para posteriores intervenciones comerciales, y representa un punto de inflexión en la arquitectura de la ciudad. En un contexto social en que la economía española empieza a estabilizarse gracias al turismo, la trascendencia de estas arquitecturas comerciales y de ocio es muy importante. El proyecto se plantea desde una concepción global de expresión plástica, que abarca múltiples capas del lenguaje tanto arquitectónico como pictórico. Referencias a Le Corbusier, Van de Velde, la Bauhaus de Gropius, el organicismo de la arquitectura nórdica, al racionalismo italiano o las estampas japonesas se mezclan en un cóctel en el que el color y la pintura son protagonistas. Este pequeño proyecto condensa gran parte de las claves de su pensamiento y representa el punto de partida para la comprensión de su obra. Desde “su rincón”, amparado en el valor de lo íntimo, Ricardo Lorenzo plasmó en un “rincón” de Santander, en la Cafetería Lago, el manifiesto de una postura arquitectónica. Y en un “rincón” de la geografía española, su Cantabria Natal, escribió una brillante página de la arquitectura en la España del siglo XX. Palabras clave: Ricardo, Lorenzo, Santander, Cafetería, Lago

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EL RINCÓN DE RICARDO LORENZO Pellitero Rodríguez, Rubén Valladolid, España, [email protected] Resumen: Ricardo Lorenzo (1927 – 1989) forma parte de un colectivo de arquitectos que durante muchos años lucharon en contextos aislados e indiferentes en defensa de la renovación de la arquitectura y del enriquecimiento de la cultura local. Un largo camino en busca de la propia identidad, abnegado y en una cierta soledad casi artesanal, con escasas referencias y privado del confort de un ambiente cultural en el que apoyar una línea de investigación. Esta fue su mayor aportación al progreso de la arquitectura. Durante muchos años en España hubo sólo dos Escuelas de Arquitectura, Madrid y Barcelona, que representaron dos focos culturales muy marcados. Este hecho supuso que muchos arquitectos que se formaron ligados a uno de ellos luego exportaron experiencias e influencias a otros lugares. Ese fue el caso de Ricardo Lorenzo, que vivió trece años en Barcelona, polo anticentralizado del panorama cultural de la posguerra española. Paralelamente a la enseñanza académica en la Escuela de Arquitectura, las obras racionalistas de Jose Luis Sert, la renovación plástica de Le Corbusier, la figura de Coderch, la particular visión de la arquitectura moderna de la Escuela Italiana de Sartoris y Terragni, su vinculación al grupo artístico “Els Vuit”, el descubrimiento de Tàpies, �constituyen de forma autodidacta un bagaje plástico que acompañará al arquitecto cuando en la década de 1950 decida cambiar la atmósfera cultural barcelonesa por el aislamiento de su Cantabria natal. En un Santander que respira un ambiente más bien poco innovador, marcado por una racionalización de los estilos históricos, pero sin perder su fidelidad a una ideología de la “clase” social, Ricardo Lorenzo descubre la oportunidad del lugar. Su condición de gran dibujante será una herramienta fundamental para conseguir el reconocimiento y conquistar la opinión pública, siendo sus dibujos a color y perspectivas elementos diferenciadores de su postura profesional de arquitecto-artista. La Cafetería Lago, proyectada en 1958, es su primera obra verdaderamente trascendente, ya que supone una clara referencia para posteriores intervenciones comerciales, y representa un punto de inflexión en la arquitectura de la ciudad. En un contexto social en que la economía española empieza a estabilizarse gracias al turismo, la trascendencia de estas arquitecturas comerciales y de ocio es muy importante. El proyecto se plantea desde una concepción global de expresión plástica, que abarca múltiples capas del lenguaje tanto arquitectónico como pictórico. Referencias a Le Corbusier, Van de Velde, la Bauhaus de Gropius, el organicismo de la arquitectura nórdica, al racionalismo italiano o las estampas japonesas se mezclan en un cóctel en el que el color y la pintura son protagonistas. Este pequeño proyecto condensa gran parte de las claves de su pensamiento y representa el punto de partida para la comprensión de su obra. Desde “su rincón”, amparado en el valor de lo íntimo, Ricardo Lorenzo plasmó en un “rincón” de Santander, en la Cafetería Lago, el manifiesto de una postura arquitectónica. Y en un “rincón” de la geografía española, su Cantabria Natal, escribió una brillante página de la arquitectura en la España del siglo XX. Palabras clave: Ricardo, Lorenzo, Santander, Cafetería, Lago

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Rincón Cuando en 1982 Ricardo Lorenzo (Fig. 1) fue entrevistado en su casa, en lo que él llamaba ”su rincón”, confesaba que lo que realmente vale es “lo que uno sabe y cree, lo íntimo”.1 Y es que este hombre forma parte de un colectivo de arquitectos que durante muchos años lucharon en contextos aislados e indiferentes en defensa de la renovación de la arquitectura y del enriquecimiento de la cultura local. Un largo camino en busca de la propia identidad, abnegado y en una cierta soledad, casi artesanal, con escasas referencias y privado del confort de un ambiente cultural en el que apoyar una línea de investigación. Podría decirse que ésta fue su mayor aportación al progreso de la arquitectura. En su trayectoria profesional se puede entrever la historia de la arquitectura española desde la década de los cincuenta hasta su muerte en 1989. Se pueden repasar los vaivenes, las dudas, las renuncias, en cada cambio progresivo de formas e intenciones, desde el racionalismo hasta el postmodernismo, pasando por el organicismo, de una figura cuya obra es reflejo de las oscilaciones que llegaban de los dos únicos polos de formación e información que durante muchos años fueron las Escuelas de Madrid y Barcelona.2 La Cafetería Lago, proyectada y construida en Santander en 1958, y hoy tristemente desaparecida, es trascendente en su obra, ya que está cargada del inmenso bagaje de principios arquitectónicos y artísticos acumulado en el periodo universitario de Barcelona, pero adaptado a un nuevo contexto geográfico y social, en el que se reencuentra con sus raíces. Este pequeño proyecto en un “rincón” de la ciudad se plantea como el manifiesto de una actitud comprometida y revolucionaria que pretende llevar los postulados del racionalismo ante una sociedad conservadora. A través del estudio y análisis de sus dibujos cargados de color,3 junto con fotografías de archivo en blanco y negro,4 trataremos de averiguar los ingredientes de este exquisito cóctel que condensa una buena parte de las claves de su pensamiento.

(Fig. 1) Ricardo Lorenzo. Archivo personal de Ricardo Lorenzo. Imagen publicada en Ricardo Lorenzo 1927-1989 Bagaje El artículo biográfico de Fernando Porras-Isla, publicado en el libro de la exposición antológica sobre la obra del arquitecto celebrada en agosto de 1990, nos permite obtener elementos clave para la comprensión del proyecto de la Cafetería Lago.5 Ricardo Lorenzo nace el 1 de Febrero de 1927 en Torrelavega como el segundo hijo de una familia en la que su padre, Pedro Lorenzo, cumple un papel fundamental como impulsor en su hijo de una actitud de constante compromiso artístico. Al margen de su comercio de carnicero, Pedro Lorenzo funda con Gabino Teira la Biblioteca Popular de Torrelavega, entabla amistades con intelectuales y artistas como Rafael Alberti, José María Cossío, Gerardo Diego, Joaquín Sunyer,...convirtiendo su casa en punto de encuentro obligado; y mantiene relaciones epistolares con personalidades de la talla de Valle-Inclán. Desde muy niño, Ricardo respirará la vanguardia intelectual de la época, lo que dejará un poso muy importante en algún rincón de su personalidad. Cuando se declara la Guerra Civil, Pedro Lorenzo es alcalde de Torrelavega con una ideología próxima a la figura de Manuel Azaña, lo que lo convierte en objetivo político para el movimiento sublevado. Tras pasar por prisión, emigra instalando primero una frutería en Madrid en 1943 y poco después se traslada a Barcelona, donde comenzará una nueva vida para el ya adolescente Ricardo.

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Joaquín Sunyer,6 amigo de su padre y cicerone de la familia a su llegada a Barcelona, será el encargado de introducir al joven Ricardo en el ambiente artístico de la ciudad. Así, al tiempo que ingresa en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, y presenta su primera exposición en las galerías Pictoria, funda en 1946 el grupo artístico “Els Vuit” (Los Ocho), junto con los pintores Albert Ràfols Casamada, María Girona, Vicente Rosell, Joan Palá, el escultor Miguel Gusils, el poeta Jordi Sarsanedas y el músico Joan Comella. La integración de las artes, como postulado del grupo, y el contacto con múltiples movimientos que surgían en ese polo anticentral de la cultura que era la Barcelona de posguerra, queda patente en sus primeras manifestaciones y nos da una clave fundamental para entender su condición futura de arquitecto-artista. En la Escuela de Arquitectura se impartía una enseñanza académica anticuada y ajena a la vanguardia europea, muy alejada de los postulados del GATCPAC, que en los años treinta había asumido como compromiso el racionalismo europeo. En este contexto, el autodidactismo se impone como enseñanza alternativa por medio de las revistas que llegan a través de las fronteras, importando nuevos aires de renovación social y arquitectónica, que las nuevas promociones de arquitectos más comprometidos, entre los que se encuentra Lorenzo, asumen como nuevo modelo.7 La V Asamblea Nacional de Arquitectura, ciclo de conferencias organizado por el Colegio de Arquitectos de Cataluña en Mayo de 1949, considerado el punto de partida del triunfo del segundo racionalismo en España, supone otro elemento clave de su formación arquitectónica. Son invitados Gio Ponti, Bruno Zevi, Gabriel Alomar y Alberto Sartoris como representantes de la experiencia italiana y su particular visión de la arquitectura moderna. Es probable que Lorenzo tomase parte activa en la citada asamblea lo que se deduce de su amistad con Sartoris, quien repetidas veces en la década de los cincuenta le solicitaría conocer su trabajo. De entre todas las ponencias, la conferencia de Sartoris “Las Fuentes de la Nueva Arquitectura” marcó profundamente a Lorenzo, que a partir de entonces mantendría sus palabras celosamente: “...con nuestra actual renuncia a someternos a lo real, es decir, a la diversidad de las condiciones, tanto del ambiente geográfico como del ambiente humano, descartamos la posibilidad de respetar los derechos de la fantasía y de la creación, respeto que no representa más que una subordinación de nuestra natural manera de ser, de nuestra razón de ser (�) tened presente que las razones geográficas son primordiales, son el fundamento de la construcción nacional (�) Estoy convencido de que los arquitectos españoles contemporáneos son capaces de concretar una nueva arquitectura nacional y funcional enlazada con los términos de la eterna pujanza mediterránea”. 8 Federico Soriano plantea que junto con la apertura autodidacta a la experiencia italiana, la dimensión paradigmática que toma Coderch9 tras este congreso, representa otro de los pilares básicos de su aprendizaje. No es casual que uno de sus primeros trabajos, ya en Santander, es la dirección de obra de un proyecto del maestro, la Casa Olano en Comillas.2 En 1951 se funda en torno a Coderch el “Grupo R”, 10 movimiento arquitectónico que pretendía entroncar con la actividad desarrollada antes de la Guerra Cívil por el GATCPAC, 11 con el que compartía un especial entusiasmo por el carácter mediterráneo de la arquitectura popular catalana. Oriol Bohigas, quien perteneció al “Grupo R”, plantea que Ricardo vivió con gran profundidad aquellos años en que los arquitectos barceloneses rompieron con los falsos clasicismos impuestos por el régimen político, apoyándose a la vez en pequeños atisbos de influencias europeas y en una revisión de las raíces de nuestra arquitectura vernácula para volver al origen.12 A pesar de este intenso y prometedor clima cultural en que está inmerso Lorenzo, en 1953, al recibir su primer encargo en Torrelavega y poco después de acabar la carrera, inesperadamente decide abandonar Barcelona y trasladar su residencia a Santander, un lugar totalmente ajeno a lo que ha vivido los últimos años. Una ciudad que respira un ambiente poco innovador, marcado por la racionalización de los estilos históricos, pero sin perder su fidelidad a una ideología de la ”clase” social.7 En un acto de renuncia, difícil de entender a priori, pero que se puede interpretar como un descubrimiento de la oportunidad del lugar, decide abandonar la obra imaginada en favor de la construida, la integración con otros artistas en favor de la soledad del artesano, consciente de que en ese “desierto” sólo florecerá lo que él siembre.5 Su gran aportación consistirá en enmarcar los principios aprendidos en Barcelona en un nuevo contexto geográfico y social, comenzando una labor de investigación para identificar las posibles vías de renovación arquitectónica en un lugar en el que se reencuentra con sus propias raíces.12 Manifiesto En 1958, un año después de la realización de la sede para el Colegio de Arquitectos de Cantabria, recibe el encargo de proyectar un espacio comercial que aglutinase cafetería, restaurante y pastelería-heladería en pleno corazón de Santander. El local se ubica en las plantas baja y entreplanta de un edificio de 1930, de corte historicista que ocupa la mitad de una manzana vecina en su lado este a la famosa Plaza Porticada13, eje cultural de la región entre 1952 y 1990 por ser la sede del Festival Internacional de Música y Danza. Podemos ver representada en la arquitectura de esta plaza, tras el incendio que asoló la ciudad en 1941, la actitud de un estado y una sociedad ajenos a las corrientes europeas, y la oportunidad perdida de haber modelado la ciudad de un modo acorde a la arquitectura del momento; un contexto en el que sólo pequeñas intervenciones privadas, en las que el arquitecto pudiera seducir al cliente, podían romper el orden establecido. No es su primer contacto con proyectos de hostelería: en 1956 acomete la reforma del bar Cantábrico en la Calle Lealtad, también en Santander, y en 1957 la ampliación y reforma de la Cafetería Savoy en Laredo. En ambos proyectos tiene ocasión de ensayar algunos elementos formales que se repetirán en la Cafetería Lago. Ricardo Lorenzo ve la oportunidad en el encargo. La situación privilegiada donde se ubica así como el momento de creciente apertura de España tras la autarquía a través del incipiente turismo, hacen de este proyecto un auténtico escaparate de intenciones. El arquitecto ve la posibilidad de llevar a cabo una labor “didáctica” tanto sobre la sociedad santanderina como sobre los posibles visitantes. El riquísimo bagaje plástico acumulado en sus años de formación constituirá la técnica sobre la que asentará las bases de su creatividad, y sus ideas serán

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el género que habrá de mostrar, aplicando lo que años más tarde expondría en la lección inaugural a sus alumnos del curso de dibujo de la Escuela de Caminos de Santander: “Aprendan la técnica que aquí se enseña, y dejen volar la imaginación”.14 El resultado es un proyecto de carácter poliédrico, que quiere controlar todos los aspectos del diseño, desde el contexto urbano, el modelado del espacio, el diseño interior y de mobiliario, hasta los elementos decorativos y pictóricos, así como el diseño gráfico. La herencia de Henry Van de Velde como arquitecto-artista, precursor de la Bauhaus, será una gran inspiración. El local da a tres espacios públicos de similar pero diferente carácter. La fachada norte se sitúa frente a la Plaza del Príncipe (llamada en los planos plazuela), el espacio más abierto de los tres que comunica a través de un arco con la mencionada Plaza Porticada. La fachada sur da a la calle Ataúlfo Argenta15 (denominada en los planos General Mola), una calle estrecha y oscura hoy peatonalizada. Y la fachada oeste (referida en los planos como fachada principal) comunica con la calle Aduana, siendo a su vez la fachada posterior de la Porticada, y que en su día constituiría el deambulatorio del improvisado auditorio estival en que se convertía cada año la plaza. En la fotografía (Fig. 2) tomada desde la Plaza del Príncipe, probablemente a la altura del arco que comunica con la Plaza Porticada, podemos observar la imagen exterior de la cafetería. En la composición se aprecian una serie de características propias de la fase racionalista de Lorenzo que encierran intenciones y lecturas de gran riqueza.

(Fig. 2) Cafetería Lago. Archivo personal de Ángel de la Hoz. Imagen publicada en Ricardo Lorenzo 1927-1989 Como trama básica se resalta la estructura portante a través de grandes “pilares”, a modo de soportes verticales del edificio, en contraste con vanos muy acristalados. Esta idea se ve reforzada a través de la introducción del material con que se revisten estos pilares (ladrillo) en el interior del local. El aparejo con que está dispuesto es pseudoisódomo, con tres tipos de ladrillo, tradicionalmente utilizado en sillares de piedra. Parece que con este simple gesto el arquitecto quiere cualificar el entorno urbano, poco propicio para la estancia, convirtiendo la cafetería en un “soportal”, un espacio en el que se difuminan los límites entre exterior e interior, en claro diálogo con la mencionada Plaza Porticada. Pero este diálogo lo plantea desde una posición subordinada, al utilizar un material, el ladrillo, más humilde que los sillares neo-herrerianos. Hay que destacar que existe en esta primera idea del proyecto una búsqueda del origen recurriendo a lo que el arquitecto define como el elemento de construcción más natural, más simple, el “pilar”. 16 Además, en la elección del material se advierte una intención de desnudar la arquitectura, como si simplemente eliminara el revoco que cubre el edificio que tiene encima. El mismo tratamiento del pilar para el exterior y el interior refuerza esta idea. Los vanos entre pilares se resuelven mediante finas carpinterías de hierro formando grandes paños de vidrio. La esbeltez de las carpinterías busca la mayor levedad del cerramiento, maximizando la superficie acristalada. El despiece rompe la verticalidad en la planta baja buscando una composición en bandas horizontales. Una de esas bandas es el paso de forjado de la planta baja a la entreplanta que se resuelve con un paño de tablero de madera que se retranquea del ladrillo para reforzar la comprensión unitaria del hueco. Destaca que cada paño, en la intersección de los distintos materiales, mantiene su discontinuidad con el precedente generando un gradiente de densidad desde el ladrillo hasta el vidrio, pasando por la madera y el hierro, desde el exterior al interior. Esa discontinuidad entre paños es un recurso formal muy utilizado en la arquitectura racionalista italiana. Una marquesina con acabado de madera, también al modo italiano, hace de remate superior volando sobre el conjunto, densificando el local como basamento a través de su línea de sombra. Dicha línea subraya además una actitud crítica con la arquitectura que se venía haciendo hasta el momento, representada por el edificio que contiene el local, estableciendo un límite muy claro entre éste y la nueva propuesta. Los focos, simples cilindros metálicos colocados según el ritmo de los vanos, se integran en ella de modo que por la noche su luz dirigida

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enfatice el ritmo de llenos y vacíos, de luces y sombras que caracteriza un soportal. El acceso, uno de los tres que tiene, se remarca a través de una segunda marquesina a la altura de la planta baja, sobre la que se apoya un letrero luminoso con la palabra “lago”. Para remarcar la entrada une dos huecos mediante el hábil recurso formal de convertir el pilar intermedio en curvo y revestirlo de gresite, un material de moda en esos años. Asímismo la marquesina recoge ambos vanos. Los huecos resultantes se retranquean respecto del resto dramatizando aún más la línea de sombra. Uno de ellos, el de la izquierda, no corresponde al local sino que es el acceso al portal del edificio, pero Lorenzo le otorga el mismo tratamiento para mantener la unidad y claridad del proyecto. Se aprecia que tanto en los dos vanos superiores como en el inferior que corrresponde con la entrada, aparece vegetación, en un gesto que quiere convertir el acceso en un espacio intermedio, en un jardín-patio, remarcando esa mencionada desmaterialización del límite entre interior y exterior. En el plano de alzados del proyecto (Fig. 3) podemos completar la imagen volumétrica del local. Se aprecia en la llamada fachada principal el acceso general y la transición de material de revestimiento de los pilares del ladrillo al gresite, lo que se confirma en el alzado a la calle General Mola. Este cambio de material es debido al cambio de programa y la transición se produce en el punto del acceso principal, marcado por una doble altura. La cafetería y restaurante corresponden con los pilares de ladrillo y la heladería pastelería con los pilares de gresite. En la esquina entre ambas calles y recogiendo la fachada a General Mola, la marquesina se transforma en un panel de lamas volado que hace de parasol. En General Mola se transforma en cartel publicitario y después en mural opaco que protege de las vistas desde el exterior de estancias del programa como los aseos y la cocina, asegurando sin embargo la ventilación de las mismas. El mural se plantea como un cuadro en una composición pictórica que recuerda a la abstracción de Kandinsky. A pesar de que el alzado está delineado con tinta negra es fácil imaginar un cuadro lleno de colores vivos capaz de transformar el carácter de esta calle.

(Fig. 3) Cafetería Lago. Plano de alzados. Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria. El plano de plantas (Fig. 4) y la sección longitudinal (Fig. 5) nos permiten descubrir el interior del espacio proyectado. El programa se agrupa en tres paquetes: cafetería, restaurante, y heladeria-pastelería. La situación del local, con presencia en tres espacios urbanos contiguos pero diferenciados, es clave para definir la organización funcional. El acceso principal, llamado general en los planos, se produce desde la calle Aduana. Este acceso se diseña como un elemento intermedio y tiene el carácter de un jardín que amplifica y cualifica la calle. Es un espacio en doble altura que ocupa toda la esquina con la calle General Mola, seguramente pensando en el flujo de gente proviniente desde el Paseo de Pereda. El tipo de pavimento, las jardineras y la vegetación están dibujadas como si de un patio se tratase. Este jardín intermedio nos permite el acceso a tres bandas: en planta baja la cafetería si vamos hacia la izquierda o la heladería-pastelería si vamos hacia la derecha; una pared curva cuya expresividad nos recuerda a la plasticidad de Le Corbusier y Alvar Aalto articula el espacio obligándonos a decidir; como tercera opción, una escalera de carácter escultural nos lleva, alrededor de un árbol que refuerza la idea de patio, al restaurante en la planta primera. Para subrayar el carácter principal del acceso, el pavimento avanza bajo la huella de la marquesina y el pilar se deforma y se estira en un alarde expresionista que arrastra al exterior una de las jardineras. De este modo el vidrio, único límite ya entre interior y exterior, se desmaterializa entre la vegetación. Este recurso del espacio intermedio para el acceso a los edificios lo repetirá en próximos proyectos convirtiéndose en una seña de identidad de su periodo racionalista. Desde la Plaza del Príncipe, contigua a la Porticada y de carácter estancial, se produce el acceso a la cafetería. Desde la calle General Mola se produce el acceso a la heladería-pastelería, más cercano al Paseo de Pereda, y con un carácter más dinámico, estando ambos accesos enfrentados. Podemos observar que en la planta primera el paquete de aseos avanza sobre el plano de fachada para remarcar justo debajo este tercer acceso. El espacio interior es fluido para permitir recorrerlo casi como si se tratara de un espacio urbano. Los pilares interiores son finos cilindros y se independizan de la tabiquería tal como lo hacían Le Corbusier y Míes Van der Rohe. Las tabiquerías se entienden como planos que se deslizan unos sobre otros curvándose en algunos casos y cuyo cometido parece más la articulación del espacio que su compartimentación. La barra de la cafetería se deforma moldeando el espacio de un modo que nos recuerda a algunas piezas de Alvar Aalto. Los pilares de fachada se

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grafían como grandes masas negras enfatizando la idea de soportal. Las carpinterías se dibujan como finas líneas, casi con la intención de pasar desapercibidas. Y el juego de distintos pavimentos nos permite separar las zonas más privadas de las más públicas y nos guía en la articulación del espacio.

(Fig. 4) Cafetería Lago. Plano de plantas. Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria. En la planta primera volvemos a observar, al llegar desde la escalera exenta, como los planos de tabiquería se deslizan unos sobre otros y el pavimento nos muestra dos zonas bien diferenciadas (servicio y estancia). El despacho de gerencia se encuentra tras una mampara que se curva para articular el recorrido en el giro que produce la esquina, recurso visto en la planta baja que nos vuelve a recordar a los proyectos de Le Corbusier. Y una pared que se plantea como una jardinera sobre la que crecen los pilares nos separa del oficio.

(Fig. 5) Cafetería Lago. Plano de sección. Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria. En la fotografía nocturna (Fig. 6) hecha desde la entrada a la cafetería en la Plaza del Príncipe podemos percibir con mayor intensidad esa relación tan especial entre exterior e interior. Contar el interior del local desde el exterior nos puede dar una idea más nítida de las intenciones del arquitecto. El interior aparece enmarcado por dos masivos pilares, uno de ladrillo rectangular y otro curvo de gresite. La marquesina sobre la que flota el letrero de neón nos introduce en el local convirtiéndose en un techo de lamas luminoso que desciende como una gran hoja abstracta tras la barra para recoger el mobiliario de servicio, mientras que la finísima carpintería se desmaterializa tras la jardinera. La ondulante barra nos guía como si de una sucesión de ondas en el agua se tratara (estamos entrando en la atmósfera de un lago). Los pilares redondos, esbeltos y metálicos se mimetizan como tallos y el espacio aparece limitado por traslúcidos paneles que separan la zona de barra de la de mesas, pero que al no llegar al techo y apoyarse en ligeras patas en el suelo permiten mantener la continuidad del espacio. Al fondo, la pared que separa la zona de barra de la heladería-pastelería se quiebra invitándonos a acercarnos hasta allí, y su materialidad, ladrillo pintado de blanco, nos hace dudar si todavía estamos en la calle.

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(Fig. 6) Cafetería Lago. Archivo personal de Ángel de la Hoz. Imagen publicada en Ricardo Lorenzo 1927-1989 Existen además gran número de croquis de trabajo del arquitecto en los que podemos apreciar la naturaleza del proceso creativo. Documentos en los que se entremezclan vistas interiores con detalles constructivos y anotaciones mostrándonos un método de trabajo en el que el detalle se resuelve como consecuencia del espacio que se quiere crear y los materiales son elegidos casi como los colores en la paleta del pintor, mostrando esa condición de arquitecto-artista de Lorenzo. Entre los croquis encontrados, existe uno especialmente atractivo y revelador. Se trata de un estudio para el pavimento de la planta baja (Fig. 7), aunque a primera vista bien podría pasar por una obra pictórica.

(Fig. 7) Cafetería Lago. Estudio de pavimentos. Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria. El dibujo está lleno de expresividad y nos muestra el interés del arquitecto en el recorrido entre el acceso principal y el acceso desde la Plaza del Príncipe, siendo muy interesante la comprensión del acceso como un

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recorrido. Motivos geométricos en la zona de barra se conjugan con diagramas de peces en el vestíbulo a doble altura. Los pilares cilíndricos interiores son puntos negros, y la pared curva y la barra se representan como gruesos trazos que forman parte de la composición. Los pilares exteriores, tan potentes en las plantas, aquí simplemente se reducen a finos contornos a línea, mostrando que en este dibujo lo que importa no es la relación con la calle sino el universo interior que se quiere crear. Los taburetes se muestran como puntos azules y la representación de la vegetación en los accesos se integra en un dibujo en el que las masas de color y la abstracción son los grandes protagonistas. Se hace aquí evidente la influencia del espíritu de la Bauhaus, por la que Lorenzo sentía gran admiración.17 El uso del color como expresión de la naturaleza de Paul Klee y la abstracción lírica de Vasili Kandinsky se conjugan en una obra de arte muy personal y con una gran carga simbólica. Pero la condición de pintor de Lorenzo no se limita al plano de dibujo sino que se hace presente en la creación de los espacios arquitectónicos. La siguiente fotografía (Fig. 8), también nocturna y exterior, está realizada desde la calle Arenal hacia la zona de mesas de la cafetería.

(Fig. 8) Cafetería Lago. Archivo personal de Ángel de la Hoz. Imagen publicada en Ricardo Lorenzo 1927-1989 Los montantes de la carpintería, únicos representantes visibles del límite entre interior y exterior, se muestran como líneas verticales negras, que se confunden con las estructuras del mobiliario, los bastidores de los paneles separadores, y la estructura del falso techo de lamas. Casi como si de una composición pictórica se tratase, estas líneas se disponen en distintos planos de profundidad, jugando con elementos de madera o tela, como si de la abstracción de hierbas o plantas a gran escala se tratase. Una especie de representación abstracta del paisaje de un lago. En él se fundirán las personas con la naturalidad de los paisajes de Sunyer. Un cuadro en el espacio enmarcado por los pilares pétreos de fachada que convierten la ventana desde el exterior en obra pictórica. Al fondo, los paneles separadores cuyos peces y pájaros, también creados por el arquitecto, se integran como personajes de una composición en la que con inigualable maestría se fusionan arquitectura y pintura. Los paneles que separan la zona de barra de la de mesas constituyen otra demostración de comunión entre pintura y arquitectura. Como veíamos en la fotografía anterior (Fig. 8), sus dibujos están pensados para ser vistos desde la Calle Arenal por la noche o bien desde la zona de mesas como parte de la composición pictórica del espacio. Lo confirmamos al ver que en la cara del panel que da a la barra no hay estampado (Fig. 6). Hay muchos croquis catalogados de estudios de las formas de los distintos peces y pájaros, lo que nos da una idea de la importancia que le dio el arquitecto a estos elementos. Cada uno es un alarde de composición geométrica cargado de expresividad. En la imagen que mostramos a continuación (Fig. 9) podemos observar dos dibujos de paneles en los que la representación es básicamente un conjunto de peces o pájaros entre finas ramas. El primer elemento a destacar es el tratamiento equivalente para el dibujo del bastidor del panel y las ramas, entendiendo el primero como parte de esa estructura vegetal. En el panel de los pájaros contrasta el uso de la tinta y la abstracción geométrica de las formas, haciendo clara alusión en alguna de ellas al universo creativo de Joan Miró, con masas de color de fondo que recuerdan a algunos cuadros de Paul Klee. En el estudio para el panel de peces observamos que la tinta geométrica se ha transformado en masas de color que hacen un juego de llenos y vacios con el fondo para conseguir las formas deseadas, mientras que la comprensión de las ramas como una estructura natural se mantiene como sostén de la composición. Destacan las retículas de fondo efectuadas a lápiz para proporcionar

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los peces como huella del proceso de trabajo. Podemos entender esta curiosidad como una metáfora del pensamiento del arquitecto (“Busca una técnica infalible y deja volar tu imaginación”).18 En ambos paneles se percibe una influencia del arte japonés: desde la representación plana de la naturaleza que alude a las estampas japonesas, el uso de la tinta negra y los elementos vegetales que recuerdan el arte del sumi-e, o la elección de un material traslúcido como soporte que recuerda a la compartimentación con paneles móviles de papel de arroz de la arquitectura japonesa.

(Fig. 9) Cafetería Lago. Estudios de estampación de paneles. Imagen publicada en Ricardo Lorenzo 1927-1989 Para terminar, el croquis siguiente (Fig. 10) representa de forma precisa el proceso de diseño del arquitecto. El papel se convierte en el soporte sobre el que plasmar y examinar las ideas desde distintos puntos de vista y escalas; desde la perspectiva al detalle y siempre con los lápices de colores a mano.

(Fig. 10) Cafetería Lago. Croquis de trabajo. Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria.

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El dibujo que preside el plano es una perspectiva interior de la planta primera mirando a la mampara que esconde el despacho de gerencia. En ella se percibe la preocupación del arquitecto por la materialidad de los distintos planos, la relación entre interior y exterior de la fachada a través de la introducción de la marquesina entre pilares, la integración del mobiliario y la iluminación y la composición de colores. En el diseño de la mampara se aprecia la influencia del neoplasticismo de Piet Mondrian que aplicaron con tanta maestría Le Corbusier y posteriormente Sartoris. Alrededor de este dibujo crecen perspectivas a línea junto con detalles de encuentros de carpintería interior y la mampara que se superponen en una secuencia que parece mostrar una sucesión de pensamientos. Mensaje Como hemos visto, la disección de esta obra nos muestra una actitud proyectual que lanza múltiples mensajes subliminales. Desde el lenguaje arquitectónico, pero con la lente del artista, su lectura supone una lección de indudable vigencia, marcada por la comprensión de la obra como una contribución didáctica al enriquecimiento cultural de la sociedad. Quizá “entusiasmo” es la cualidad que mejor resume este “manifiesto construido”, y la pasión de su arquitecto es quizá hoy el mejor mensaje: “El destino de ustedes está en sus propias manos. Avancen con la alegría de saber que es un extraordinario camino. En cada encrucijada hay la seguridad de una aventura increíble.”16 Memoria Desgraciadamente, este fantástico espacio hoy ya no existe. Desde 2008 ocupa su lugar una sucursal de una conocida marca de ropa. Cuenta Elena Valenzuela19 que Juan Calzada, director del Palacio de Festivales de Santander, en el año 2008 señalaba la importancia de los bares y cafés en la vida cultural de la ciudad, como complementos indispensables de los teatros en donde no sólo el público sino también los artistas hacían tertulias y proyectos. Esa fue la relación durante mucho tiempo entre la Cafetería Lago y la Plaza Porticada y el traslado de sus actuaciones al Palacio de Festivales20 pudo ser en parte el principio de su decadencia. Resulta interesante que esta obra no esté incluida en los registros Docomomo Ibérico ni ARCH XX SUDOE. Su identificación y reconocimiento supone la única protección frente a la dificultad para declarar Bienes de Interés Cultural muchas obras maestras de nuestra arquitectura del S.XX por parte de los Instrumentos de Ordenación Urbana. Esto representa para ellas la condena del olvido y para nuestras ciudades la pérdida de una riqueza cultural de gran valor. Sin embargo, gracias al gran trabajo de restauración, catalogación y digitalización del archivo profesional del arquitecto, realizado tras el convenio de cesión por parte de la familia con el Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, la Cafetería Lago y su memoria seguirán vivos a través de los dibujos de Ricardo Lorenzo.

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Notas 1. Pindado, Jesús. “Ricardo Lorenzo: La arquitectura” (entrevista publicada en Hoja del Lunes el 26 de abril de 1982), en VV.AA., Ricardo Lorenzo 1927-1989. Santander, Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, Editorial Circus, 1990. pp. 130-131. 2. Soriano, Federico. “Una andadura coincidente”, en VV.AA., Ricardo Lorenzo 1927-1989. Santander, Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, Editorial Circus, 1990. pp. 9-10. 3. Los croquis y planos presentados en este artículo han sido proporcionados por el Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, gracias al trabajo de catalogación y digitalización realizado por un grupo de expertos a cargo del arquitecto Javier Romero Soto. 4. Las fotografías de archivo presentadas en este artículo provienen originalmente de los archivos personales de Ricardo Lorenzo y del fotógrafo Ángel de la Hoz, publicadas en VV.AA., Ricardo Lorenzo 1927-1989. Santander, Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, Editorial Circus, 1990. 5. Porras-Isla, Fernando. “Renuncias”, en VV.AA., Ricardo Lorenzo 1927-1989. Santander, Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, Editorial Circus, 1990. pp. 133-135. 6. El pintor Joaquín Sunyer es el máximo exponente del Noucentismo catalán, con un estilo basado en la sencillez compositiva, con formas puras, estructuras nítidas y de colores sobrios y transparentes. Con Cezanne y Matisse como referentes, cultivó el retrato, el paisaje, el bodegón, las escenas de la vida contidiana, las maternidades y el desnudo, colocando a sus figuras en ambientes intemporales y ofreciendo una visión poética en la que los personajes se funden con la naturaleza. Véase: “Joaquim Sunyer. Obra y biografía”. ArtEEspañA [web]. Disponible en: http://www.arteespana.com/joaquimsunyer.htm. 7. García, Constantino. “Con un lápiz de color en la mano”, en VV.AA., Ricardo Lorenzo 1927-1989. Santander, Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, Editorial Circus, 1990. p. 16. 8. Alberto Sartoris es considerado uno de los padres del racionalismo italiano. Además de arquitecto, estudió bellas artes, fue historiador del arte y teórico de la arquitectura. En 1928 participó con Le Corbusier en la primera reunión de los pioneros de la arquitectura moderna. Presidió los trabajos del I Congreso Internacional de Arquitectura Moderna y construyó en Turín el primer edificio racionalista italiano. Véase: Vázquez, Luis. “Alberto Sartoris, arquitecto”, en EL PAIS [periódico]. 11 de marzo de 1998. Disponible en: http://elpais.com/diario/1998/03/11/agenda/889570801_850215.html 9. José Antonio Coderch, junto con Manuel Valls, son descubiertos y exportados en esta asamblea a través de la casa Garriga-Nogués. 10. El “Grupo R” se nutre tanto del racionalismo y la vanguardia europea como del novecentismo y modernismo catalanes. Sienten admiración por el Neoliberty y el contextualismo italiano así como por el organicismo nórdico. Se consideran “postfuncionalistas” en su pretensión de entroncar con el funcionalismo racionalista. Es de destacar su relación con el grupo artístico “Dau al Set”, al que perteneció el pintor Antoni Tápies. Su mayor exponente, Coderch, aúna una arquitectura de carácter popular con una voluntad renovadora cercana al organicismo de Alvar Aalto. Véase: “Grupo R”. Diponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Grupo_R. 11. El GATCPAC fue un movimiento arquitectónico liderado por Jose Luis Sert, discípulo de Le Corbusier y principal representante del primer racionalismo en España. Fundado en 1929, tuvo como principal medio de difusión la revista AC (1931-1937). 12. Bohigas, Oriol. “Desde Barcelona”, en VV.AA., Ricardo Lorenzo 1927-1989. Santander, Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, Editorial Circus, 1990. pp. 141-143. 13. También conocida como Plaza de Velarde, surge tras el incendio que asola Santander en 1941. De estilo neo-herreriano, sigue los modelos que el régimen, tras la Guerra Civil, impone para los edificios públicos. Debido al mencionado festival, durante muchos años fue considerada “la plaza mayor de la música en España”, concentrando cada Agosto casi toda la oferta cultural de Cantabria. Véase: “Plaza Porticada (oficialmente Plaza de Velarde)”. Disponible en: http://www.rutasporcantabria.com/plaza-porticada.php. 14. Lorenzo, Ricardo. “Lección Inaugural. Curso de Dibujo. Escuela de Caminos. Santander”, en VV.AA., Ricardo Lorenzo 1927-1989. Santander, Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, Editorial Circus, 1990. pp. 126-129. 15. Ataúlfo Argenta fue uno de los más grandes pianistas españoles del S.XX, siendo director de las orquestas más importantes, tanto en España, como a nivel internacional. Fue el gran impulsor del Festival Internacional de Música y Danza de Santander desde su comienzo en 1952. Véase: “Director universal”. Disponible en: http://ataulfoargenta.com/biografia/director-universal/. 16. Lorenzo, Ricardo. “Lección Inaugural. Curso de Estética de la Ingeniería. Escuela de Caminos. Santander”, en VV.AA., Ricardo Lorenzo 1927-1989. Santander, Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, Editorial Circus, 1990. pp. 124-125. 17. García, Constantino. “Con un lápiz de color en la mano”, en VV.AA., Ricardo Lorenzo 1927-1989. Santander, Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, Editorial Circus, 1990. p. 17. 18. La cita es un postulado Zen del que Ricardo Lorenzo se hace eco al hablar de la figura de Eduardo Torroja y el planteamiento de la ingeniería como un arte, en la lección inaugural del curso de dibujo de la Escuela de Caminos de Santander. Plantea que la filosofía Zen influyó poderosamente en la arquitectura japonesa. Precisamente la arquitectura japonesa es una poderosa influencia en el proyecto de la cafetería. Véase: Lorenzo, Ricardo. “Lección Inaugural. Curso de Dibujo. Escuela de Caminos. Santander”, en VV.AA., Ricardo Lorenzo 1927-1989. Santander, Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, Editorial Circus, 1990. p. 126.

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19. Elena Valenzuela es arquitecto y formó parte del equipo que se ha encargado de la catalogación y digitalización del trabajo de Ricardo Lorenzo, que actualmente se encuentra disponible en el Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria. Véase: VV.AA., ARQ-vis. Arquitectua visada en cantabria, nº1, Santander, Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, 2010. p. 96. 20. El Palacio de Festivales fue proyectado por el gran arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oíza cuya obra finalizó en 1990. Bibliografía VV.AA., Ricardo Lorenzo 1927-1989. Santander, Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, Editorial Circus, 1990. VV.AA., ARQ-vis. Arquitectua visada en cantabria, nº1, Santander, Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, 2010. www.arteespana.com www.elpais.com www.wikipedia.org www.rutasporcantabria.com www.ataulfoargenta.com Biografía Rubén Pellitero (León, 1981) estudia arquitectura en la Facoltá d’Architettura de La Sapienza de Roma (Italia) y en la ETSA de Valladolid, donde obtiene el título de arquitecto (2006). En 2009 obtiene el título de suficiencia investigadora con la calificación de Sobresaliente en el programa de doctorado “Modernidad y Contemporaneidad en la Arquitectura” de la ETSA de Valladolid. El trabajo de investigación tutelado, dirigido por el profesor Miguel Ángel de la Iglesia Santa María, lleva por título TRES, en torno a la figura del arquitecto José Luis Sert. Ha colaborado en los estudios de Primitivo González (2006), Ilione (2006-2007), y Paredes y Rivas (2007-2014) en la realización de diversos proyectos de arquitectura y diseño. Desde 2007 forma equipo con Elena Macías a través del estudio re-creativos, donde desarrollan distintos proyectos creativos y concursos de arquitectura y diseño, algunos de los cuales han sido premiados, seleccionados, expuestos o publicados.