EL SIGNO Y EL SELLO NOTARIAL Por: Lic. Bernardo...

EL SIGNO Y EL SELLO NOTARIAL

Por: Lic. Bernardo PÉREZ FERNANDEZ DEL CASTILLO.

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Revista de Derecho Notarial Mexicano, núm. 95, México, 1986. DR © Asociación Nacional del Notariado Mexicano, A. C.

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Portada del libro en donde se registraban los escribanos, su firma y su signo '




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N o m b k t o & -m (fiit) otorgado por Carlos IV a Esteban 'Joseph Pabia




El signo notarial es uno de los requisitos extrínsecos de la parte de- nominada autorización de un instrumento público.

La palabra 'signo', de la raíz sue, significa señalar, y por aplicación, se llama signo notarial a la señal manuscrita que con figura determinada e idéntica en todos los casos, ha de poner el Notario al pie de la escritura y antes de su firma.l

El signo en otras épocas poseía gran importari~iz y equivalía a la que actualmente es el séllo de autorizar, de tal manera que el instrumento que carecía de él, era nulo. Los tabeliones y escribanos, al igual que ahora los notarios, autorizaban los documentos por medio de su firma y signo, dándoles así pleno valor probatorio.

GARC~A PELAYO en el libro Del mito y la razón advierte que las orde- nanzas, privilegios, bulas, encíclicas, etc., expedidas por los papas o reyes que no tuvieran estampado el sello pontificio o real carecían de todo valor.

Al tiempo que los reyes de Castilla otorgaban una patente (Fiat), otorgaban también el signo que el escribano debía utilizar, con una frase casi sacramental, expresada de la siguiente forma:

Yo por el presente os doy poder y facultad para usarle y ejeí-cerle; y todas las cartas, ventas, poderes, obligaciones, testamentos, codicilios, y otras cualesquiera escrituras y autos judiciales y extrajudiciales que ante vos pasaren y se otorgaren, en que fuere puesto el día, mes y año, y lugar donde se hicieren con los testigos que a ello fueren presentes y vuestro signo tal como éste (se dibujaba el signo) que es el que os doy y de que quiero useis, mando que valgan, y hagan fe en juicio o fuera de él como cartas y escrituras firmadas y signadas de mano de escribano real y notario público de las Indias. . .

1 Diccionario de Derecho Privado, Edit. Labor, S . A., Barcelona-Madrid, 1950, p. 3626.

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Entre los signos notariales más antiguos que se conocen, se encuen- tran los italianos del siglo XI y los españoles y alemanes del siglo XII mismos que aparecen reproducidos en este trabajo.

En España, en el siglo XIII, Alfonso X el Sabio, en la 111 de las Siete Partidas, legisló sobre:

Cómo deben ser hechas las notas y las cartas de los escribanos públicos. En toda carta que sea hecha por mano de escribano público, deben

ser puestos los nombres de aquellos que la mandan hacer, y el pleito sobre que fue hecha, en la manera que las partes lo ponen entre si, y los testigos que se asentaron y, el día, y el mes, y la era, y el lugar en que fue hecha: y cuando todo esto hubiere escrito, debe dejar un poco de espacio en la carta, y donde hay uso hacer su signo, y escribir su nombre en esta manera. Yo Fulano, Escribano público de tal lugar estaba delante, cuando los que son escritos en esta carta, hicieron el pleito, o la postura, o la vendida, o el cambio, o el testamento, o otra cosa cualquiera, asi como dice en ella, y ruego, por mandado de ellos escribi esta carta pú- blica, y puso en ella mi signo, y escribí mi nombre. . . (T. XVIII, Ley LIV).

Más tarde en la Novísima Recopilación de las Leyes de España se establecía:

Mandamos a todos los escribanos del Número, y Escribanos y Notarios públicos de nuestros reynos, que signen los registros de las escrituras y contratos que hicieren y ante ellos pasaren, por excusar la dificultad que hay en averiguar la letra de los registros, después de fallecidos los Escribanos: y mandamos, que tengan en buen recaudo los dichos registros cosidos conforme a la ley (1. de este tit); y que sean obligados en fin de cada un año de signar los registros que hubieren hecho en aquel año; lo cual hagan y cumplan, so pena de diez mil maravedís para nues- tra Cámara, y suspensión del oficio por un año. (L. 4, T. XXV, Ley XII.)

Los tratadistas de la época al comentar la importancia del signo expresaban: "AUTENTICO SELLO.'Es aquel signo que sirve como de instrumento para autorizar, y dar firmeza a las escrituras públicas, o cartas hechas por mano de Escribano público, a quien se le presta en- tero crédito." '

Por su parte ya en México Independiente Rodríguez de San Miguel," decía:

2 CORNEJO, Andrés D., Diccionario Histdrico, y Forense del Derecho Real de España. D. Joachin Ibarra, Impresor de Cámara de S. M.. Madrid, MDCCLXXIX, pág. 83.

El Nuevo Escribano Instruido, Ed. 4' Librería General de Eug. Maillefert y Cía.. París y México, 1859, págs. 18 y 45.




El signo del escribano no es otra cosa que una señal de la cruz trazada de diversos modos según el tipo o modelo estampado en el título que la nación le concede para que con él autorice los instrumentos. Este signo es el que da el carácter de auténticas y públicas a las escrituras, y lo que demuestra la autoridad del escribano, quien no puede ejercer SL.

oficio en lo concerniente al otorgamiento de escrituras si en el título se omitiese el seña!amiento del signo que debía usar en semejantes actos. Y como según lo que se acaba de exponer, la designación del signo per- tenece al gobierno, se sigue que sin expresa facultad de éste, no pueda el escribano variarle, ni tampoco mudar la firma que puso al tiempo de su aprobación, para evitar las dudas que estas variaciones podrían producir acerca de la autenticidad de los instrumentos, los cuales por tal defecto carecerían de fe, no podrían ser considerados sino como pri- vados, y el escribano se haría merecedor de una fuerte censura, y sería responsable del resarcimiento de daños que por ello se ocasionaren a los interesados.

Por otro lado, el mismo autor al hablar de la "Necesidad de la firma y signo del escribano" dice:

El instrumento no se considera autorizado por escribano con solo la presencia de éste en su otorgamiento, pues es también preciso que es- tampe en él su firma y signo, que es lo que le da el carácter de público, y que lo ponga y guarde en el libro de protocolos y registros; así es que mientras estas formalidades no estén cumplidas no puede darse copia signada del instrumento, bajo pena de nulidad de la copia, pérdida del oficio, inhabilidad para obtener otro y obligación de pagar a la parte los daños y perjuicios. El signo que el escribano pone al fin del libro de los protocolos, creen algunos autores que es suficiente p~r-a autorizar todas las escrituras que en él se contienen; pero nos parece más conforme a las disposiciones de las leyes citadas que se signe cada una de ellas, no sólo porque el signo o sello es el que las reviste del carácter de pu- blicas y les da fuerza y autoridad, sino también porque no signándose el protocolo sino al fin de cada año, resultarían graves inconvenientes bien fáciles de conocer, como le sería el de quedarse los documentos sin autorización en el caso de ocurrir el fallecimiento del escribano después de otorgada la escritura y antes de estar signado el libro, y el no menos pequeño de que todas las copias que antes de la conclusión del año se diesen, estarían sacadas contra la expresa prohibición de la ley, que no quiere se de copia alguna de escritura sin que su matriz esté anterior- mente signada.




En México, por Real Cédula de 19 de junio de 1792, se creó el Real Colegio de Escribanos. En ella para poder continuar en el desempeño del oficio de escribano, se exigía la colegiación obligatoria y el registro de todos los escribanos así como de sus signos. En febrero de 1793 se abrió un libro denominado "Libro en que constan matriculados los individuos del Real Colegio de Escribanos de esta Ciudad de México, Capital del reino de N.E. según las antigüedades de sus exámenes". En el libro se matriculaban los escribanos, imprimían su signo, la fecha de iniciación y la fecha en que dejaban de actuar por destitución, ven- ta del oficio o fallecimiento.

Este hermoso libro se encuentra en el Archivo Histórico del Colegio de Notarios del D. F. De 1793 a 1854 fecha en que se cerró, aparecen las actas de registro de 321 notarios, su firma y su signo.

El uso del signo fue sustituido por el sello: en virtud de la promul- gación de la Ley Orgánica del Notariado y del Oficio de Escribano de 30 de diciembre de 1865 expedida por Maximiliano de Habsburgo. En su artículo 58 establece:

Los Notarios que se recibieren después de la publicación de esta ley, usarán en vez del signo, un sello particular pero uniforme, que será real- zado en blanco con el escudo de armas del Imperio, y en la circunferencia esta inscripción: 'N.N. Notario público del Imperio Mexicano en (nombre de la ciudad o población)' El sello lo estamparán además al lado izquierdo de su rúbrica en todas las fojas y documentos que de- bieran llevarla.

Más tarde, el 29 de noviembre dz 1867, Benito Juárez expidió la Ley Orgánica de Notarios y Actuarios del Distrito Federal. Su artículo 21 dispone: "Los notarios usarán en lugar del signo, sellos uniformes, de tinta, que tendrán en el centro estas palabras: República Mexicana, y en la circunferencia el nombre y apellido del notario. Los actuarios seguirán usando el signo como hasta hoy lo han hecho".

Posteriormente la Ley del Notariado de! 1901 regula en forma más sistemática el sello y sus características. Por primera vez se establece que llevará el Escudo Nacional:

Art. 29. El sello de los Notarios debe representar el escudo nacional en el centro, e inscriptos, en derredor, el nombre, apellidos, número del Notario y lugar de su residencia.

4 SELLO: Cuño o impronta con el escudo del Estado, quc emplean los órganos del poder público, para marcar o caracterizar algunos documentos expedidos en el ejercicio de su función. Couture, E. J., Vocabulario jurídico, Edit. Depalna, Bs. Aires, 1976, pág. 535.




En caso de que se pierda o altere el sello, el Archivo General entre- gará otro a costa del Notario, en el cual se pondrá un signo especial que lo diferencie del anterior.

"Aunque aparezca el antiguo sello, no por esto usará de él el Notario, sino que lo entregará personalmente al Archivo General de Notarías, para que allí se destruya; levantándose de esta operación una acta por du. plicado. Un ejemplar de ella quedará depositado en dicho Archivo y el otro en poder del Notario. Lo mismo se practicará en el caso de altera- ción de un sello.

En la actualidad la Ley del Notariado para el Distrito Federal, esti- pula que el sello como también el protocolo son propiedad del Estado, aunque para su actuación el notario necesita proveerse de ellos a su costa. (Art. 28, frac. 11.) Éste debe registrarse al igual que su firma, rúbrica o media firma, en la Dirección General Jurídica y de Estudios Legislativos del Departamento del Distrito Federal, en el Registro Pú- blico de la Propiedad y del Comercio, y en el Colegio de Notarios. El artículo 39 determina las características que debe tener el sello:

El sello de cada notario tendrá forma circular, con un diámetro de cua- tro centímetros, en el centro el Escudo Nacional y al rededor de éste la inscripción 'México, Distrito Federal', el número de la notaría y nombre y apellidos del notario.

Con el sello, el notario autoriza las hojas e instrumentos asentados en su protocolo. Dicho sello debe imprimirse en el ángulo superior izquierdo del anverso de cada hoja del libro y en caso de protocolo abier- to, en cada folio que vaya a utilizarse. (Art. 4?.\ También debe aparecer el sello en los testimonios, copias simples y certificados y demás documentos que el notario expida en ejercicio o en relación con su función.

Si el sello se pierde o altera, debe darse aviso a la Dirección General Jurídica y de Estudios Legislativos del Departamento del Distrito Fe- deral, así como a la Dirección del Registr~ Público de la Propiedad; también debe levantarse un acta ante el Ministerio Público y proceder, con la copia certificada, de ésta, a solicitar uno nuevo a1 Departamento del Distrito Federal el cual autoriza su reposición. El nuevo sello tendrá un signo especial que lo distinga del anterior. (Art. 41.)

Cuando el sello se deteriore por el uso puede reemplazarse por uno nuevo con la sola autorización del Departamento del Distrito Federal previa depósito del anterior en el Archivo General de Notarías. Cuando




un notario deja de ejercer su función por muerte, renuncia o destitu- ción, el sello es recogido e inutilizado por el Archivo General de Notarías.

La importancia del sello es tan extrema que el artículo 103 al enu- merar las causas de nulidades de las actas y las escrituras dice:

VI. Si está autorizada con la firma y sello del notario cuando debiera tener la razón de "No pasó", o cuando la escritura o el acta no estén autorizadas con la firma y sello del notario;

La fracción 111 del artículo 104 haciéndose eco del 103 expresa como causa de nulidad de los testimonios la falta de sello: 'Cuando el testi- monio no tenga la firma y sello del notario".

Por último, cuando el notario carece de sello, ya sea porque se lo robaron o lo extravió, no puede autorizar ningún instrumento, ya que el sello representa la autoridad autenticadora que el Estado tiene y trans- mite al notario. Por medio del sello, un documento redactado por el notario se convierte en fidedigno con pleno valor probatorio ante un juez. Así, la firma es necesaria en cuanto que indica que el documento ha sido elaborado por un estudioso y experto de las leyes, calidad reco- nocida por su examen de oposicióri, y el sello lo es en cuanto que el notario ha recibido del Estado la capacidad de fidedignidad.

Art. 102. En tanto no se declare judicialmente la falsedad o nulidad de una escritura, las actas y testimonios serán prueba plena de que los otorgantes manifestaron su voluntad de celebrar el acto consignado en la escritura; que hicieron las declaraciones y se realizaron los hechos de los que el notario dió fe, y de que éste observó las formalidades correspondientes.

Respecto de la calidad y las características del documento público, la Ley Adjetiva Federal establece:

Art. 129. Son documentos públicos aquellos cuya formación está en- comendada por la ley, dentro de los límites de su competencia, a un funcionario público revestido de la fe pública, y los expedidos por fun- cionarios públicos, en el ejercicio de sus funciones.

L a calidad de públicos se demuestra por la existencia regular, sobre 10s documentos, de los sellos, firmas u otros signos exteriores que, en su caso, prevengan las leyes.

,documento público notarial tiene vaior probatorio pleno por la firma y el sello en cualquier juicio y procedimiento administrativo o




judicial y se ha convertido en el medio de prueba más importante, ya que su valor no puede ser desconocido por medio de excepción. Así lo dispone el artículo 403 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal:

Queda exceptuada de la disposición anterior (calificación de la prueba por el juez) la apreciación de los documentos públicos, los que tendrán valor probatorio pleno, y por tanto no se perjudicarán en cuanto a su validez por las excepcioi-ies que se aleguen para destruir la pretensión que en ellos se funde.




Muestra de signos utilizados en Italia en el siglo XII




Salvador de Naya, 1212

Raimundo de Aragón, 1231

-

Raimundo Sala, 1225

Berenguer Bardrina. 1232

Bernaido de Vallfogona. 1237 Pedro Rorneu. 1244

Muestra de signos utilizados en España en el siglo XIII




Theodoricus de Colonia, 1279 Gerardus de Ane, 1291

Herinannus de Colonia, 1293 Henricus de Colonia,

Muestra de signos utilizados en Alemania en el siglo XIII




Leirno, de Salcedo. 15%

@ Pedro Diaz Rodriguel. 1591

Andrér Moreno. 1594

Juan de Cárdenas, 1594

Juan Bautista de Salai. 1576 Franc~sco de la Cuenca. 159.5

Antonio Alonso. 1571

Melchor de los Reyes. 1551

Muestra de signos utilizados en México en el siglo XVI




Francis~o Carrasco. IM15 Jose de Anaya, 1698

Francircu Solis v Alcázar. lh82

Joíc de Caatru / . i i ~ ihr~ in< i , 16x3 Pid!u Come, dc Padro, 1684

Muestra de signos utilizados en México en el siglo XVII




José Rodriguez Collardo, 1798

Antonio Silva y Mrléndez. 1799

lsnacio los6 Montes de Oca. 1781

Mariano ConzAlez. 1799

Juan Serrano, 1738

Lucas Lozano y Prieto. 1755

Muestra de signos utilizados'en México en el siglo XVIII - -




JOSE María Alnida, 1138

Felipe Francisco Oton Paccille. 180.4

IR09 Manuel Rodriguez 1803

Muestra de signos utilizados en México en el siglo XIX




Francisco Ocla Torre y San Anes Lrnero. 1803

V~cente Hidalgo. 1804

Luir Calderón. 1803

José Mana Solano. 1805

José Marrano Crhallos. 1847

Muestra de signos utilizados en México en el siglo XIX




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