EL SITIO DE - esicilia.hol.es

5
46 HISTORIA Y VIDA HISTORIA Y VIDA 47 OSAKA EL SITIO DE OSAKA El poderoso Tokugawa Ieyasu, que ha logrado reunir en su persona todo el poder en el Japón que se asoma al siglo XVII , destruye en su ataque al castillo de Osaka a su último opositor. El liderazgo de su clan persistirá durante más de doscientos cincuenta años, hasta que se ponga fin al gobierno samurái en 1868. ENRIQUE F. SICILIA CARDONA, HISTORIADOR

Transcript of EL SITIO DE - esicilia.hol.es

Page 1: EL SITIO DE - esicilia.hol.es

46 H I S T O R I A Y V I D A H I S T O R I A Y V I D A 47

OSAKA

EL SITIO DE OSAKAEl poderoso Tokugawa Ieyasu, que ha logrado reunir en su persona todo el poder en el Japón que se asoma al siglo xvii, destruye en su ataque al castillo de Osaka a su último opositor. El liderazgo de su clan persistirá durante más de doscientos cincuenta años, hasta que se ponga fin al gobierno samurái en 1868.

ENRIQUE F. SICILIA CARDONA, HISTORIADOR

Page 2: EL SITIO DE - esicilia.hol.es

48 H I S T O R I A Y V I D A H I S T O R I A Y V I D A 49

OSAKA

Los conflictos entre los diferentes clanes samuráis se sucedían casi sin interrupción desde finales del siglo xv. Los señores feudales, o daimios, que los dirigían solían

basar su prestigio en la guerra. Estas luchas por la supremacía llegaron a su clímax en la gran batalla de Sekigahara, en 1600, donde Tokugawa Ieyasu y la alianza del Este derrotaron decisivamente a sus ene-migos del Oeste. Tras este violento cho-que, Tokugawa salió muy reforzado y se convirtió en el auténtico dueño de Japón. Pero aún le quedaba un último enemigo que vencer: Toyotomi Hideyori, el hijo de su anterior enemigo Toyotomi Hideyoshi, por entonces un niño de siete años refu-giado en el castillo de Osaka.

Una nueva dinastíaJustamente esa circunstancia, su no com-parecencia en la batalla a causa de su cor-ta edad, salvó a Hideyori del desquite del vencedor. Desde 1599 el pequeño estaba tutelado por un samurái llamado Katagiri Katsumoto. Gracias a él, Hideyori logró conservar su posición de privilegio y sus posesiones, cifradas en 657.000 koku (una unidad de medición para calcular la rique-za de la superficie que poseía un daimio). Eso era algo de lo que muchos de los sa-muráis que lucharon en las filas de su pa-dre no pudieron disfrutar. Tokugawa Ie-

yasu, en todo caso, reordenó a su antojo el mapa feudal. Con los más de 6.500.000 koku que confiscó, no solo extendió sus propiedades personales, sino que también premió a los vasallos que se habían distin-guido en Sekigahara. Con estos gestos aseguraba aún más el predominio político conseguido por la fuerza de las armas. Ese férreo gobierno lo estableció desde Edo, que con el tiempo se convertiría en la actual Tokio. El lugar era perfecto como nueva capital, con una gran bahía para resguardo de la flota y con la llanura de

A las celebraciones fue invitado Hideyori, por entonces de 12 años, pero su protec-tora madre declinó la convocatoria, pues desconfiaba de las intenciones de Toku-gawa. Ambos se quedaron protegidos tras los muros del hirashiro (castillo en un llano) de Osaka, prisioneros de su propio mundo acotado. Fuera de él, no tenían poder suficiente para hacer frente al nue-vo sogún. El diálogo personal entre Hide-yori y Tokugawa Ieyasu se pospuso seis años, hasta 1611. Antes, este último re-bajó la tensión ofreciendo temporalmen-

te a dos de sus hijos como rehenes, como garantía de sus intenciones pacíficas. Esta práctica era habitual entre los clanes samuráis, y con los Tokugawa se aplicó con una visión especialmente estratégica, para aplacar la hostilidad de los daimios, en los siglos venideros.La cita con Hideyori se celebró en el cas-tillo de Nijo y duró aproximadamente dos horas. Dicen las crónicas que el viejo To-kugawa –contaba 69 años de la época– quedó bastante impresionado por el com-portamiento y el aplomo del joven, sobre

TRAS MÁS DE UN SIGLO DE LUCHAS, EL ARCHIPIÉLAGO SE ACERCABA A UN PERÍODO DE ESTABILIDAD.

El Japón reunificado

TIEMPO DE DESUNIÓNEn el último tercio del siglo xv, los efec-tos de hambrunas y terremotos se su-maron a las disputas en torno a una sucesión en el bakufu, el gobierno de ti-po militar instaurado en el país y regido por el sogún. Sus representantes, el clan Ashikaga, habían fracasado a la hora de ganarse la lealtad de todos los daimios de Japón. Una prolongada guerra estalló entre varios clanes aliados, y este con-flicto no remitiría hasta más de un siglo después, con un proceso de reunificación iniciado por el daimio Oda Nobunaga y continuado a su muerte por uno de sus generales, Toyotomi Hideyoshi.

CAMINO A LA GUERRAToyotomi se proclamó regente en 1585 y murió trece años después habiendo paci-ficado el país. El consejo de cinco ancia-nos que debían gobernar en nombre de su hijo Hideyori, apenas un niño, se rom-pió enseguida. Tokugawa Ieyasu, con la alianza del Este, se enfrentó a los otros cuatro regentes, de la alianza del Oeste, y se hizo con el poder tras vencer en Seki-gahara en 1600. El futuro del pequeño Hideyori quedaba comprometido.

IEYASU DELEGÓ SU PUESTO DE SOGÚN EN SU HIJO, INSTAURANDO CON ELLO UN PATRÓN DINÁSTICO FAMILIAR

CON LAS PROPIEDADES CONFISCADAS TRAS LA BATALLA, TOKUGAWA CONSOLIDÓ AÚN MÁS SU PREDOMINIO POLÍTICO

Edo

JAPÓN

COREA

Honshu

Hokkaido

Tanegashima

KyushuShikoku

Kioto

NaraOsaka

X Sekigahara

X Nagashino

Osaka

Kioto

Nara

Lago Biwa

Ibaraki

Mts. de Ikoma

X Domyoji

X Tennoji

Kanto en los alrededores, que aseguraba los necesarios cultivos y la subsistencia de sus habitantes. Además, estaba situada en la isla principal, Honshu, y desde allí par-tían las dos grandes rutas terrestres que comunicaban con Kioto y la zona histórica de Japón. Tokugawa tampoco descuidó el área de Osaka, donde residía su joven rival. Reconstruyó el estratégico castillo de Fushi-mi y erigió uno nuevo en la propia Kioto, el de Nijo, para registrar también las acti-vidades del Emperador –desprovisto de poder efectivo– y su corte. El siguiente paso de Tokugawa fue recibir en 1603 el reconocimiento del divino emperador, que le impuso el título de seii tai sogun, “generalísimo conquistador de los bárbaros”. Su autoridad se ligaba a su capacidad para mantener la paz, conse-guida tras décadas de luchas intestinas. No deja de sorprender que se entrara en esta nueva época de la mano de un firme defensor de los valores militares y de la propia casta samurái, de la que provenía. Dos años después, delegó inteligentemen-te su puesto de sogún en su hijo Hidetada. Este acto consiguió instaurar un patrón dinástico familiar, confiriendo un estatus de oficialidad y respetabilidad a un here-dero que, probablemente, no lo habría podido forjar por sí solo.

TOYOTOMI HIDEYOSHI. A la dcha., su hijo Hideyori. En la pág. anterior, el sitio de Osaka.

Page 3: EL SITIO DE - esicilia.hol.es

50 H I S T O R I A Y V I D A H I S T O R I A Y V I D A 51

OSAKA

todo porque circulaban historias desde hacía años acerca de una cierta debilidad afeminada en su figura. Esos chismes ha-bían sido propagados por Katsumoto por dos motivos: en primer lugar, como me-dida disuasoria para cualquier daimio partidario que quisiera enarbolar de nue-vo la causa de los Toyotomi; y, en segun-do lugar, para no despertar demasiado

la atención de Tokugawa Ieyasu. Juntos ahora los dos, la treta quedaba al descu-bierto, y su rival se percató de la amena-za latente que encarnaba Hideyori, ya que tenía la ascendencia y, por encima de todo, la personalidad suficiente para de-safiar algún día el régimen de los Toku-gawa. Desde ese momento, Hideyori se convirtió en un objetivo a eliminar.

Acopio de armasEn honor a la verdad, Tokugawa nunca había descartado la posibilidad de un futuro desafío desde que resolviera a su favor la gran crisis de 1600. En los años que median desde su victoria en Sekiga-hara hasta el comienzo de las hostilida-des frente a Osaka en el invierno de 1614, Tokugawa se apropió de todos los cañones

pertenecientes a los clanes vencidos, or-denó fabricar otros y compró algunos a holandeses e ingleses. Las relaciones con estas nacionalidades europeas (con por-tugueses y españoles ya se comerciaba desde mediados del siglo xvi) comenza-ron tras la llegada accidental del navío holandés Liefde, arrastrado a las costas niponas en 1600. En sus bodegas trans-

portaba 18 cañones, 500 arcabuces y unas 5.000 balas de cañón. Tokugawa se adue-ñó de inmediato de este valioso carga-mento e decidió potenciar su interés por la artillería. De las armas de fuego por-tátiles ya conocía lo suficiente. Los arcabuces japoneses, o teppo, hacía tiempo que habían demostrado su utilidad en batalla. Copiados inicialmente de los lusos, su rápida difusión desde la isla de Tanegashima –donde aparecieron en 1543 con otro desembarco casual– hasta la de Kyushu los había hecho muy comunes en todo ejército samurái con aspiraciones de supremacía. En 1575, Tokugawa ya los utilizó, junto a Oda Nobunaga, impulsor de la reunificación del país, para derrotar sin paliativos al poderoso clan Takeda y su caballería en Nagashino. Los causantes de semejante humillación a los Takeda fueron, sobre todo, los ashigaru, los infantes, a los que se armó con estos arcabuces. Poco a poco, estas especializadas escuadras de

SE HABÍAN PROPAGADO RUMORES DE UN HIDEYORI DÉBIL PARA EVITAR LA ATENCIÓN DE LOS TOKUGAWA

PALACIO IMPERIAL de Kioto. A la dcha., Tokugawa Ieyasu en un grabado del siglo xix.

Page 4: EL SITIO DE - esicilia.hol.es

52 H I S T O R I A Y V I D A H I S T O R I A Y V I D A 53

OSAKA

tiradores fueron sustituyendo a los arque-ros, y en la campaña de 1600 ya demos-traron que eran las principales responsa-bles de heridas y muertes en batalla. Por encima de todo, la catana había sido su-plantada por el teppo.El detonante de la crisis final entre ambos personajes estaría guiado por el levan-tamiento, por parte de Hideyori, de un gigantesco buda en Kioto. Se da la cir-cunstancia de que su padre tuvo el mismo anhelo. En 1588 proclamó su “caza de espadas”, que prohibía a campesinos y

órdenes religiosas poseer esta o cualquier otro tipo de arma ofensiva. Uno de los ini-ciales fines publicitados era que se fun-dirían para contribuir a la forja de un gran buda en el monasterio de Asuka-dera, cercano a Nara. En realidad, el propósito oculto de esta medida era, por un lado, almacenar las espadas para el siguiente objetivo de conquista de Toyotomi, Corea; y, por otro, desmilitarizar al campesinado y a los monjes budistas rebeldes para que no tuvieran opción de descomponer la paz obtenida en aquella época.

El gran buda fue erigido, aunque lo des-truyó un terremoto menos de un decenio después. Hideyori quiso por ello volver a levantarlo, y para completar la nueva es-tatua utilizaría sus considerables reservas de oro, algo que agradaba sobremanera a Tokugawa, pues minaba parte de la for-tuna de su rival en potencia. Los trabajos sufrieron algunos contratiempos, y hasta 1612 no se pudo completar la figura. Para rematar e inaugurar el monumento solo quedaba fundir una campana de bronce. La tarea se inició en mayo de 1614, y el conflicto surgió a raíz de las inscripciones que decoraban el instrumento. Tokugawa afirmó que constituían un agravio velado hacia su persona, con algunas alusiones a un iluminado y superior oeste. En retrospectiva, la de Tokugawa fue una acusación endeble, pero le proporcionó la excusa necesaria para buscar el enfren-tamiento abierto. Se sucedieron discusio-nes acaloradas entre una y otra parte con Katsumoto como mediador, aunque, co-mo era de esperar, no se hicieron muchos avances. En septiembre, a Tokugawa le llegaron informes que indicaban que Hi-deyori estaba rearmándose e invitando a numerosos leales, ronin (samuráis sin señor al que servir) y otros descontentos a formar parte de la guarnición del cas-tillo de Osaka en caso de una agresión externa. Ese ataque solo podía venir de

Tokugawa, y no tardaría demasiado en suceder. La guerra era inevitable.

La campaña definitivaMientras Hideyori se aprestaba a reforzar sus defensas, Tokugawa empezó a hacer planes para una campaña. La posesión del triángulo de castillos de Nijo, Otsu y Fushi-mi alrededor de Kioto le proporcionaba una excelente base avanzada para sus tropas, desde donde dirigirse luego a sitiar Osaka. Dos ejércitos comandados por él y su hijo Hidetada recorrerían la ruta coste-

ra para confluir en la zona, antes de que los rivales pudieran realizar movimiento alguno. Y desde allí tendrían dos caminos para poner a Osaka bajo asedio: uno di-recto y más corto que pasaba por Ibaraki y otro indirecto, rodeando la cadena de montañas de Ikoma, que pasaba antes por la ciudad de Nara. A finales de noviembre, las fuerzas del Este se dirigieron hacia esos objetivos marcados sin prácticamente en-contrar resistencia por el camino. Algunos generales de Hideyori, como Sa-nada Yukimura y Goto Mototsugu, habían aconsejado al joven señor moverse hacia las cercanías del lago Biwa y conquistar aquellos tres castillos del enemigo, para dificultar al máximo la previsible llegada de Tokugawa. La estrategia era posible en virtud del número de tropas que maneja-ban, alrededor de cien mil hombres. Sin embargo, Hideyori no tenía experiencia en batalla, y su inseguridad era palpable

en el bando que dirigía. Decidió que lo mejor sería esperar la acometida del rival y otorgarle la iniciativa. Quizás el mayor número de enemigos (los Tokugawa ma-nejaron unos 194.000 hombres en este primer acto) le disuadió de emprender operaciones ofensivas y fiarlo todo a la fortaleza que le protegía desde niño.

En la marcha de aproximación a esta, To-kugawa escogió el camino que cruzaba por Nara y tocaba las faldas de las monta-ñas de Ikoma, que le sirvieron de pantalla ante cualquier ataque inesperado del ene-migo. Sería mediados de diciembre cuan-do padre e hijo plantaron sus diferentes puestos de mando al sur del objetivo a conquistar. Las verdaderas hostilidades

comenzaron el 19 de ese mes, y en los diez días siguientes los atacantes se encargaron de tomar algunos fuertes auxiliares aleja-dos del castillo, asegurar sus posiciones y cerrar todas las vías de escape al enemigo. Pese a verse contraatacados por la nume-rosa guarnición en determinados puntos, las fuerzas de los Tokugawa salieron vic-

toriosas de estos primeros y sangrientos encuentros. Para principios del año si-guiente, el cerco se había completado. Solo quedaba esperar el momento ade-cuado para perforar las defensas. Se optó por el sector de la barbacana ad hoc que defendía Sanada, pero el asalto frontal acometido por los Tokugawa entre el 3 y el 4 de enero de 1615 fue un verdadero

Desde el siglo xvi, la infantería fue incorporando el uso de armas de fuego hasta poner en entredicho el papel de las espadas.

LOS VERSÁTILES ASHIGARU

DE “PIES LIGEROS”Eran la infantería habitual de los ejércitos samuráis del período Sengoku (clanes en guerra). De orígenes campesinos y muy abundantes, los ashigaru, “pies ligeros”, hicieron su verdadera aparición militar du-rante la guerra Onin (1467-77), cuando, armados con lanzas, repelieron algunos ataques de caballería samurái. Más tarde, al ser entrenados en el manejo especiali-zado del teppo, el arcabuz nipón, consi-guieron incrementar su importancia militar y se convirtieron en la colectividad

más letal en batallas o asedios (arriba, uso de armas en la batalla de Nagashino).

UN PASO EN EL ESCALAFÓNSus escuadras de tiradores , o teppo-tai, cambiaron las tácticas bélicas, puesto que sus disparos podían alcanzar un objetivo con cierta precisión a 50 m, y resultaban mortales si su bala de plomo hacía im-pacto a 30 m o menos. Por otra parte, es-te gradual avance armamentístico en sus manos les aupó a la categoría de samu-ráis de clase baja hacia finales del s. xvi.

UNAS INSCRIPCIONES SIRVIERON A TOKUGAWA DE EXCUSA PARA BUSCAR EL ENFRENTAMIENTO ABIERTO CON HIDEYORI

SIN EXPERIENCIA EN BATALLA, HIDEYORI DECIDIÓ QUE LO MEJOR SERÍA ESPERAR LA ACOMETIDA DEL RIVAL

TEMPLO BUDISTA de Asuka-dera, u Hoko-ji, cerca de Nara, uno de los más antiguos de Japón.

Page 5: EL SITIO DE - esicilia.hol.es

54 H I S T O R I A Y V I D A H I S T O R I A Y V I D A 55

OSAKA

ENSAYOCONLAN, Thomas D. Armas y técnicas béli-cas del samurái, 1200-1877. Madrid: Libsa, 2009.SICILIA CARDONA, Enrique F. La batalla de Sekigahara, 1600. Zaragoza: HRM, 2014.TURNBULL, Stephen. Osaka 1615. The last battle of the Samurai. Oxford: Osprey, 2006. En inglés.—Japanese castles, 1540-1640. Oxford: Os-prey, 2003. En inglés.

PARA SABER MÁS

fracaso. Como suponía el viejo guerrero, conquistar Osaka iba a ser complicado.

Estrategias y estratagemasEl chasco ante Sanada y sus defensas pro-visionales obligó a Tokugawa a variar su estrategia. Decidió iniciar un bombardeo artillero que ablandara a sus defensores y les facilitara el futuro ataque general. En paralelo, fiel a sus intrigas, intentó sobor-nar a algunos comandantes de la guarni-ción, pero no obtuvo resultado. En el bom-bardeo desencadenado entre el 8 y el 19 de enero se libró un duelo a distancia, en el que los cañones holandeses e ingleses de Tokugawa, más modernos y de mayor alcance que los furanki portugueses de Hideyori, llevaron la mejor parte. Pero los muros de piedra del castillo aguantaron. En el transcurso de la ofensiva, los atacan-tes comprendieron la imposibilidad de destruir aquellas defensas, y dirigieron sus cañones hacia las dependencias de made-ra del complejo palaciego. Fue allí donde casi alcanzan por dos veces a la aterrada madre de Hideyori, quien, el día 17 (ani-versario del fallecimiento de su marido), al presenciar la muerte de dos de sus sir-

vientas, pidió a su influenciable hijo que iniciara conversaciones de paz.A Tokugawa, la subsiguiente calma en pleno invierno le vino bien. Con las fuerzas de sus contrarios todavía sólidas y seguras tras sus muros, él ganaba algo de tiempo. Ofreció a Hideyori dos provincias a cambio del castillo de Osaka, pero tales provincias se hallaban en territorios que controlaba, e Hideyori no lo aceptó. Su joven antago-nista le propuso intercambiar el castillo por otras dos provincias, pero situadas en la isla de Shikoku, y fue Tokugawa quien rechazó la oferta. Por fin, el 21 de enero se firmó una engañosa paz entre ambos. Tokugawa respetaría a los ronin, recono-cería los ingresos de Hideyori y permitiría que él y su madre eligiesen libremente

dónde vivir. Por su parte, Hideyori juraba que no se rebelaría contra su rival y le con-sultaría cualquier asunto. Al día siguiente, miles de soldados del Es-te dejaron sus armas... para empuñar a cambio picos y palas. Con ellos comenza-ron a demoler por sorpresa el muro exte-rior del castillo, y con los escombros pro-ducidos cegaron parte del foso que había detenido los ataques anteriores. Cuando las quejas oficiales de Hideyori llegaron, semanas después, a oídos de Tokugawa, sus hombres casi habían completado ya ese crucial trabajo y le habían despejado el camino para el segundo acto. El embus-te había sido más efectivo que la fuerza bruta, y el castillo estaba debilitado. To-kugawa creía que lo tendría más fácil.

La campaña de veranoHideyori, con las obras exteriores dañadas, sabía que su estatismo no era aconsejable. Si en la campaña de invierno se había ne-gado a que sus tropas salieran a enfrentar-se a Tokugawa, ahora cambiaba de parecer y pretendía hacer justamente eso. Pasaría, pues, de una guerra de asedio, posiciones y desgaste ante Osaka a otra de movimien-tos, golpes y rapidez en campo abierto. Iba a encarar esta nueva amenaza de Toku-gawa con entre 60.000 y 120.000 hombres, y es posible que sus generales tuvieran alguna oportunidad si atacaban primero, en vez de limitarse a defenderse.Tokugawa se preparó durante el mes de mayo para volver al asalto. Los pretextos sobraban para ambos adversarios, y todos

sabían que la violencia era la única mane-ra de terminar con este drama civil. Con lo que no contaba el antiguo sogún era con la acometividad de sus enemigos. En su siguiente aproximación a Osaka desde Kioto, dividió a su ejército en dos, con Da-te Masamune dirigiendo el secundario (38.000 hombres) y él y su hijo Hidetada comandando el principal (121.000). El 3 de junio hubo tres encuentros generales, en los que las tropas de Tokugawa obliga-ron a sus adversarios a retirarse. Por si fueran pocos los problemas para Hideyo-ri, perdió a su general Goto en Domyoji, intentando detener a los enemigos que se aproximaban por las Ikoma, y la situación empezaba a ser crítica para sus fuerzas. Esa misma noche celebró un consejo de

guerra con los restantes generales, y re-solvieron jugarse otra vez sus vidas en campo abierto frente a Tokugawa. Al día siguiente, en la llamada batalla de Tennoji, en las afueras del castillo, se de-cidió el ganador. La desventaja numérica de las tropas de Hideyori se hacía sentir, y, hora tras hora, el colapso de sus tropas estaba cercano. Con Sanada también muerto, los cañones incendiando el com-plejo y el enemigo penetrando por las puertas del castillo, a Hideyori, que esta-ba oculto, no le quedó más remedio que cometer seppuku (el mal llamado hara-quiri) un día después y desaparecer de escena junto con su madre. Tokugawa destruía definitivamente al clan Toyotomi y concentraba todo el poder en su linaje.

Con esta conquista, casi quince años des-pués de vencer en Sekigahara, ponía el punto final a los conflictos internos en la supremacía de los samuráis.

LA MINUCIOSA PUESTA A PUNTO

EL CASTILLO de Osaka (a la dcha.) tenía fama de ser el más poderoso de to­do Japón, desde que Toyotomi Hideyo­shi iniciara su construcción en 1583. Era un hirashiro, un castillo de llanura, y sus muros de piedra se asentaban sobre va­rios cauces y canales fluviales, que des­embocaban en un estuario natural. En 1614 poseía dos fosos anegados, uno ro­deando el recinto exterior y otro el inte­rior, o Hon maru, donde se ubicaba el complejo palaciego.

LA MAYORÍA de las tropas defenso­ras ante el ataque de los Tokugawa se resguardaron, sin embargo, tras un mu­ro construido para la ocasión, en forma de cuadrado y de unos dos kilómetros por cada lado, que circunvalaba el con­junto, con otro foso ante sí. Para rematar la defensa, sobre una pequeña elevación al sur, fuera del castillo, el general Sana­da construyó una barbacana de dos pi­sos, con muros, torres de madera y estacadas de bambú, que resguardaba mejor ese punto débil de la fortaleza. Por él atacaron con más fuerza los Tokugawa en la campaña de invierno, siendo recha­zados por Sanada en todos los casos. En la campaña de verano, sin embargo, los agresores lograrían penetrar en el casti­llo a través de varios puntos.

Una fortaleza prácticamente impenetrable ante el ataque

INCAPAZ DE DESTRUIR LOS MUROS, TOKUGAWA DIRIGIÓ LOS CAÑONES AL COMPLEJO PALACIEGO, HECHO DE MADERA