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El suicidio en Colombia, una lectura desde el Análisis Existencial y la Logoterapia José Arturo Luna Vargas Jorge E. Llanos Rivera Libardo Sarmiento Anzola Suicidio y contexto sociopolítico Entre los años 1991 y 2005, los suicidios aumentaron en Colombia 195 por ciento, al pasar de 605 a 1.786 casos. En el año 1999 las necropsias por suicidio alcanzaron un máximo crecimiento de 245 por ciento respecto al año base de referencia. En el período analizado el número de habitantes aumentó 28,3 por ciento, lo que significa que los suicidios crecieron nueve veces más rápido que el crecimiento poblacional (cuadro 1). Cuadro 1 Población y Suicidios en Colombia, 1991-2005 Año Población (miles) Suicidios (casos) Tasa x 100.000 hab. Índice 1991=100 1991 35.686 605 1,7 100 1992 36.406 754 2,1 125 1993 37.127 1.000 2,7 165 1994 37.849 1.501 4,0 248 1995 38.542 1.590 4,1 263 1996 39.281 1.613 4,1 267 1997 40.019 1.692 4,2 280 1998 40.773 2.046 5,0 338 1999 41.539 2.089 5,0 345 2000 42.299 2.070 4,9 342 2001 42.833 2.056 4,8 340 2002 43.511 2.045 4,7 338 2003 44.046 1.938 4,4 320 2004 45.425 1.817 4,0 300 2005 45.795 1.786 3,9 295 Fuente: cálculos propios con base en información del Instituto colombiano de Medicina Legal y proyecciones de población DANE. 1

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El suicidio en Colombia, una lectura desde el Análisis Existencial y la Logoterapia

José Arturo Luna VargasJorge E. Llanos Rivera

Libardo Sarmiento Anzola

Suicidio y contexto sociopolítico

Entre los años 1991 y 2005, los suicidios aumentaron en Colombia 195 por ciento, al pasar de 605 a 1.786 casos. En el año 1999 las necropsias por suicidio alcanzaron un máximo crecimiento de 245 por ciento respecto al año base de referencia. En el período analizado el número de habitantes aumentó 28,3 por ciento, lo que significa que los suicidios crecieron nueve veces más rápido que el crecimiento poblacional (cuadro 1).

Cuadro 1Población y Suicidios en Colombia, 1991-2005

Año Población (miles) Suicidios (casos) Tasa x 100.000 hab. Índice 1991=1001991 35.686 605 1,7 1001992 36.406 754 2,1 1251993 37.127 1.000 2,7 1651994 37.849 1.501 4,0 2481995 38.542 1.590 4,1 2631996 39.281 1.613 4,1 2671997 40.019 1.692 4,2 2801998 40.773 2.046 5,0 3381999 41.539 2.089 5,0 3452000 42.299 2.070 4,9 3422001 42.833 2.056 4,8 3402002 43.511 2.045 4,7 3382003 44.046 1.938 4,4 3202004 45.425 1.817 4,0 3002005 45.795 1.786 3,9 295

Fuente: cálculos propios con base en información del Instituto colombiano de Medicina Legal y proyecciones de población DANE.

La finalizar la década de 1990 la mayoría de los indicadores sociales y económicos presentaban un grave deterioro. En efecto, estos indicadores reflejaban el rápido crecimiento de la violencia, la recesión económica más aguda durante el siglo XX, el aumento en la población viviendo bajo condiciones de pobreza y un desempleo galopante. La pregunta a la cual debemos buscar una respuesta es ¿cuál es la relación entre el elevado crecimiento de los suicidios y el deterioro del contexto social, económico y político colombiano? A primera vista, el incremento de la tasa de suicidios se encuentra correlacionado con la evolución en las tasas de desempleo y violencia en Colombia. Más aun, cuando estas dos últimas tasas ceden en los últimos años, las cifras absolutas y relativas de suicidios presentan una tendencia descendente (ver gráfico1). No obstante, las cifras de suicidio

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reflejan un drástico cambio estructural en su tendencia, en el período 1991-1999, que no es suficientemente explicado por las variables sociopolíticas. Estas últimas explican una parte de la problemática, pero la respuesta a la pregunta de que ha sucedido con los suicidios en Colombia debe buscarse en otros factores relacionados con lo psicológico, lo espiritual, lo educativo, lo sociológico y lo cultural, tarea que se adelanta en las otras secciones de este artículo.

Más aun, cuando estas dos últimas tasas ceden en los últimos años, las cifras absolutas y relativas de suicidios presentan una tendencia descendente (ver gráfico 1).

Suicidios y contexto socioeconomicoColombia 1991-2005

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Tasa de homicidios Pobreza Tasa de desempleo Tasa de suicidios

Con el fin de explorar la relación entre los suicidios (variable dependiente) y los fenómenos sociopolíticos de pobreza, violencia y desempleo (variables independientes) se corrió un modelo de regresión múltiple encontrándose dos situaciones bien diferentes: i) entre los años 1991 y 1995, la capacidad predictiva del modelo es media, esto es, el cambio estructural que registro la tasa de suicidios (incremento de 141 por ciento) se explica sólo en parte por estas variables sociopolíticas, por tanto, el análisis debe orientarse también hacia otras dimensiones de la cultura, la persona, las familias y la vida cotidiana de estas; ii) entre 1996 y 2005, los cambios en las variables sociopolíticas predicen por encima de 80% los cambios en la tasa de suicidios, cuando esta última variable tiende a estabilizarse en un nivel bastante alto en relación con el principio de la década de 1990.

Para profundizar esta exploración se estableció una matriz de correlaciones, encontrándose una correlación alta y positiva entre la tasa de desempleo y la tasa de suicidios (0,71); al contrario, la correlación con la tasa de homicidios es

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baja (-0,48) y con la pobreza insignificante (-0,19). Obviamente esta es una primera exploración que requiere de mayor conceptualización, desarrollos metodológicos y análisis empírico para llegar a resultados más conclusivos.

Los problemas estructurales de Colombia

Colombia se caracteriza por una débil integración social, política y territorial. Esta situación es producto de la diversidad y conflictos de origen cultural, étnica1, clasista2 y regional. Durante la mayor parte de su historia, el país se desarrolló como una colección de regiones articuladas cada una alrededor de una ciudad, con muy pocos vínculos entre ellas. Hasta 1950 la historia cultural, económica y social transcurrió en cinco regiones semiautónomas, más o menos independientes3. Las influencias regionales se mantienen a pesar de los esfuerzos iniciados y sostenidos a lo largo del siglo XX para desarrollar el capitalismo, internalizar en la población una ideología patriótica y nacionalista, unificar las regiones, la creación de un mercado interno, la transformación de la sociedad rural en urbana4, la construcción de vías para vincular regiones y articularlas al mercado nacional e internacional.

La organización social está caracterizada por una racionalidad pública bastante débil en comparación con la preponderancia de la racionalidad privada. Por un lado, esta situación ha favorecido la inagotable e individual creatividad, diversidad, imaginación, rebusque y tenacidad de los colombianos (para el bien como para el mal), pero de otro lado ha generado una grave dificultad para organizarse, para forjar proyectos colectivos y resolver problemas públicos esenciales5. En consecuencia, es una sociedad donde predomina la

1 Colombia es un país predominantemente mestizo (58% de la población), seguido de la población blanca (20%), los mulatos (14%), los negros (4%), los indígenas (1%) y otros (3%). La integración interétnica es mínima, comparada con otros países latinoamericanos (Brasil, por ejemplo), producto de mutuos prejuicios racistas. El poder económico y político tiende a concentrarse en la población blanca.2 Los sectores populares, la mayoría sumida en la pobreza y exclusión, representan dos terceras partes de la población; la clase media, en decadencia desde hace dos décadas, agrupa un 27%; los sectores de mayor poder económico y político suman 7%. 3 Cuatro etapas históricas se distinguen en la ocupación del territorio colombiano: i) el poblamiento indígena, iniciado con las primeras migraciones asiáticas y que llegó a su máxima expansión en la época de la conquista española; ii) el poblamiento español, iniciado con la invasión, prosiguió durante toda la colonia, tuvo lugar en las mismas tierras ocupadas por las sociedades aborígenes y se consolidó sobre su saqueo y destrucción; iii) el poblamiento de las vertientes andinas, iniciado a finales del siglo XIX y que abarcó tanto la colonización antioqueña del occidente como la colonización cundiboyacence y santandereana de las vertientes de la cordillera oriental; iv) el poblamiento de las tierras bajas de la Orinoquía y la Amazonía y de la Costa Pacífica, así como el sur de la Llanura Caribe y del Medio y Bajo Magdalena, iniciado desde el comienzo del siglo XX, con gran intensificación a partir de los años cincuenta.4 La población se acerca a los 46 millones de personas, 73% habita zonas urbanas. Hace medio siglo, la población rural representaba 65%. En cinco décadas el país se urbanizó, producto de la violencia, la pobreza y el desplazamiento forzado que han sido victimas la población campesina, indígena y afro descendiente. La ocupación de los centros urbanos ha sido caótica y con una situación de exclusión estructural frente a la población migrante.5 Gómez Buendía, H, (1999), ¿Para dónde va Colombia?, Bogotá, Tercer Mundo.

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racionalidad individual sobre la colectiva6. Cuando los individuos se agrupan es alrededor de intereses corporativistas, en total ausencia del “bien común”.

El Estado colombiano es patrimonialista, débil y falto de legitimidad y responsabilidad frente a la ciudadanía. Lo caracteriza el predominio del gobierno central, un control alto de la riqueza social producida (entre el 35 y el 40% al incluir la banca privada y las empresas sociales del Estado), sustentado sobre una base social y política clientelar7, corrupta y corporativista.

La principal preocupación de los grupos dominantes colombianos es el tema económico. Por ello desde el control del Estado han desarrollado notables instituciones para administrar la economía y formado eficientes tecnocracias para dirigirlas. En contraste con sus magníficas habilidades de formulación e implementación de políticas económicas, el Estado ha sido extremadamente débil con respecto a su función de generar equidad y justicia social a través de políticas sociales de redistribución del ingreso8 y superación de la pobreza9 y, menos aún, de garantizar las libertades fundamentales y los derechos humanos (en particular los sociales, económicos y culturales); al igual que incapaz de controlar el territorio nacional y proveer un sistema legal y judicial para proteger la vida, honra y bienes de los colombianos y resolver los conflictos, en particular para los sectores populares.

De acuerdo con la evaluación, realizada por el Banco Mundial en 2001, se concluye que Colombia no cuenta con una red de protección social efectiva capaz de enfrentar las consecuencias sociales de las crisis. Históricamente, los diversos gobiernos han confiado en el crecimiento económico como una red de protección social y han hecho énfasis en una expansión insostenible en la

6 El desmantelamiento del Estado y privatización de todos los bienes y servicios que este ofrecía (en negociaciones la mayor de las veces fraudulentas), iniciados desde principios de los años noventa en el siglo XX y que aun continua, ha profundizado esta cultura privada e individualista, quedando lo público, cada vez más, como un simple cascarón vacío.7 El clientelismo permite a la “clase política” mediar entre el Estado y la ciudadanía por la provisión de servicios estatales. En este sentido, los partidos dominantes reemplazan a las instituciones comunitarias, sustituyen y asumen las funciones del Estado y ganan la lealtad que los ciudadanos normalmente dan a la nación. 8 Colombia es un país de grandes contrastes: 68% de la población se encuentra en condiciones de pobreza, 23% en la indigencia y la mitad de los trabajadores desempleados o en actividades precarias. La otra cara de la moneda es la agresiva concentración de la riqueza: el 10% de los hogares se apropia de más de 40% del ingreso, 4 grupos financieros controlan más del 90% del sector; 50 grupos económicos, asociados a empresas multinacionales, dominan más del 60% de la industria, el comercio, los servicios, la agricultura y el transporte; 1,3% de los propietarios poseen el 48% de la tierra; y, el estado se apropia de una tercera parte de la riqueza generada anualmente, recursos que se pierden en medio de la burocracia, la corrupción, el gasto militar y el pago de la deuda pública externa e interna. 9 En la participación del PIB, desde una perspectiva de largo plazo, el comportamiento del gasto social en los últimos 25 años ha tenido tres etapas: de 1975 a 1990 creció lenta pero continuamente de 6% a 8%; se acelera con las nuevas responsabilidades consignadas en la Constitución de 1991 hasta rondar el 15% en 1996; en los siguientes años cae hasta representar sólo 10% en los años 2002 y 2003, producto de la crisis fiscal del Estado. Por enfoque, hasta finales de los ochenta predominaron las políticas sectoriales; de 1990 a 1998 estuvieron de moda las políticas poblacionales; de 1999 en adelante lo sectorial vuelve a dominar. En general, el gasto social se financia con créditos concedidos por los organismos multilaterales, en particular el Banco Mundial, por ello es la institución que define en última instancias las políticas sociales básicas: salud, educación y servicios domiciliares, los demás programas o proyectos de carácter social son residuales, de baja cobertura e impacto.

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actualidad de los servicios sociales, principalmente en salud, educación y pensiones. Los programas de asistencia social que debieran ser movilizados para suministrar una red de protección en épocas de crisis están limitados por restricciones estructurales, incluidos la falta de financiación, la inflexibilidad institucional, decretos desenfocados y una focalización deficiente10.

Si bien este sistema ha sido funcional a los grupos de poder por un largo período, en él mismo se encontraban las semillas del levantamiento político y social violento y la pérdida de legitimidad del Estado. La exclusión política y el fracaso del Estado en responder a las exigencias políticas de la sociedad han sido la causa principal de las actividades subversivas y paramilitares en Colombia, y no tanto la pobreza o la desigualdad. De otra parte, la despolitización de los partidos llevó a un sistema político depredador en el cual el Estado se convirtió en botín. El peso muerto del sistema político y la cada vez mayor incapacidad del gobierno para proteger los derechos humanos y la propiedad, aumentaron con el tiempo y se convirtió en una severa barrera para el crecimiento económico11. Esta situación ha conducido a que 10% de la población colombiana se encuentre viviendo actualmente en el extranjero, esto es, cerca de cinco millones de personas12.

La violencia es la consecuencia de todos estos desarreglos sociales, económicos, políticos, culturales, regionales e institucionales. De acuerdo con Thoumi, la violencia es un reflejo de la debilidad de los tipos de restricciones personales presentadas por el modelo: las débiles restricciones internas individuales y sociales y la incapacidad del Estado para hacer cumplir sus propias leyes13.

En un sentido comprensivo más global, la violencia ha operado como un mecanismo de regulación funcional a los diferentes regímenes de acumulación que han existido en la historia de la economía política colombiana y un medio «eficaz» para gestionar los cambios estructurales y construir poder político y económico. En general, las guerras, injusticias y exclusiones atraviesan la historia de Colombia: etnias indígenas entre sí; conquistadores contra aborígenes; españoles y criollos; oligarquía contra sectores populares; federalistas y centralistas; conservadores y liberales; lucha de clases, étnicas, ideológicas, religiosas, regionales y urbanas (todas de origen económico, político, social y cultural). Los costos humanos, sociales y políticos son bastante elocuentes (las victimas principales siempre han sido las mismas: indígenas, negros, campesinos, sectores populares urbanos, trabajadores sindicalizados y líderes comunitarios):

• Un millón de esclavos traídos de África

• 1781 a 1819 luchas por la independencia del dominio español

10 Laura B. Rawlings (team Leader), Colombia, Evaluación de la Red de Protección Social, Banco Mundial, 2002, p. 12.11 Thoumi, Francisco, 2002, El Imperio de la Droga, Editorial Planeta, Colombia, p. 32212 Una parte son jóvenes empresarios que han decidido instalarse con sus negocios en los Estados Unidos, Centroamérica o Europa; otros son migrantes (legales o ilegales) en búsqueda de trabajo; otros, huyen de la violencia o son perseguidos políticos. 13 Thoumi, op. cit., p. 324.

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• Genocidio de 3 millones de indígenas

• Entre 1824 y 1908 ocho guerras civiles generales, dos internacionales, tres cuartelazos. Derrota en 1854 del único gobierno popular que ha existido en la historia republicana de Colombia

• Guerra de los Mil Días (cambio de siglo XIX a XX): 180.000 muertos, desplazamiento forzado de la población campesina (la población del país apenas alcanzaba los 4,1 millones de habitantes a principios del siglo XX).

• Guerra civil de mediados del siglo XX: 300.000 asesinatos, dos millones de desplazados (11,5 millones de habitantes)

• Conflicto social y político de 1985 a 2005: 600 mil homicidios y 3,5 millones de desplazados forzosos (46 millones de habitantes)

El nuevo ciclo de la violencia

La turbulencia social y la violencia como mecanismo de regulación y gestión de los cambios estructurales y medio de conservar o construir poder político y económico volvió a apoderarse del país desde finales de los años setenta. Mientras durante la época de la «Gran Violencia» en los años cincuenta las tasas de homicidios alcanzaron 55 asesinatos por cada cien mil habitantes, en los años setenta disminuyeron a 18 (similar al promedio internacional), en los ochenta se elevaron hasta alcanzar 72 en 1989 y en los noventa llegaron al pico de 89 en 1993, para descender a 58 en 1998 y nuevamente iniciar su fatídico ascenso en los años siguientes, concluyendo en 69 homicidios por cada 100.000 habitantes en el año 2002. En los dos últimos años la tendencia creciente de la violencia ha mostrado síntomas de ceder: la cifra de homicidios en el año 2005 fue de 14.503 personas, según Medicina Legal, lo que representa una caída del índice de homicidios por cada cien mil personas de 41,7 a 31,5 entre 2004-2005, nivel que no se observaba desde principios de la década de 1980

La violencia tiene un mayor impacto negativo en lo social, político y cultural que en lo económico. Durante los últimos cincuenta años el producto interno bruto ha crecido de manera sostenida en el país por encima del aumento poblacional. En 1950 el ingreso por persona era de US $ 350, al finalizar la década de los setenta superó los mil dólares y en 1998 se alcanzó un ingreso promedio por persona de US $2.420. Producto de la recesión económica de los últimos años el ingreso por persona cae a US $1856 en 2.002. Con el mejoramiento en el desempeño de la economía, el crecimiento del Producto Interno Bruto –PIB-entre 2004 y 2005 fue de 4,5 por ciento, alcanzando el país un ingreso por persona de $ 1.912 dólares.

El empleo es un sector bisagra entre lo económico y lo social. A lo largo de la década de 1990 la tasa de desempleo abierto aumentó de manera continua hasta afectar a más del 20% de la fuerza laboral colombiana. En el año 2005 la tasa de desempleo bajó de 13,2% que se encontraba en enero a 10% a finales

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de año. Esta disminución se explica por la intensificación de la explotación de la fuerza laboral y porque muchos colombianos han dejado de buscar trabajo desanimados por la falta de oportunidades. El subempleo (por competencias, ingresos y tiempos de labor) aumentó de 28% a 33% a lo largo del año 2005. El deterioro en la calidad del empleo se observa igualmente en el problema estructural de la informalidad cuya tasa se mantiene en el 58,8%.

En el frente social, la pobreza medida por ingresos es otro de los problemas estructurales del país. A pesar de los ciclos de bonanza y penuria por los cuales ha atravesado el país durante el último siglo, la exclusión que genera la pobreza nunca ha sido inferior al 50 por ciento de la población. Dependiendo de las metodologías y los criterios utilizados para las mediciones, el nivel de la pobreza en Colombia se ubica en un rango que afecta al 49% de las personas, según las cifras optimistas del gobierno, y un 74% según analistas independientes.

Salud mental

Los factores estructurales descritos que caracterizan el desarrollo social, económico, político y cultural colombiano tienen un impacto directo en la salud mental. La percepción general sugiere que la situación ha empeorado por el impacto de la violencia, la pobreza, el desempleo, el consumo de alcohol y sustancias psicoactivas, y, en general, el deterioro de la calidad de vida y la convivencia de la población14.

En el año 2003 se llevó a cabo el Estudio Nacional de Salud Mental en Colombia. De los resultados es importante resaltar que cuatro de cada 10 colombianos presentan al menos un trastorno mental en algún momento de su vida. La etapa entre los 14 y 27 años es aquella en que aparecen por primera vez la mayoría de los trastornos, en especial los relacionados con la ansiedad, el abuso del alcohol y otras sustancias psicoactivas, y los trastornos afectivos.

Entre los hombres el abuso y la adicción al alcohol es el principal problema, íntimamente ligado a la violencia intrafamiliar y social. Las mujeres presentan una mayor tendencia a la depresión. En ambos sexos el intento de suicidio alguna vez en la vida es del 4,9%, una problemática preocupante que se presenta en edades cada vez más tempranas.

En general, los resultados del estudio son los siguientes: los trastornos de ansiedad son los más prevalentes y los más crónicos, los trastornos individuales más comunes fueron la fobia específica, la depresión mayor, el trastorno de ansiedad de separación del adulto y el abuso de alcohol. Entre los hombres el abuso de alcohol es un problema más común en tanto que entre las mujeres, la depresión mayor. El trastorno de atención (5 años) y la fobia específica (7 años) son los dos padecimientos más tempranos. La ansiedad de separación de la infancia (8 años) seguida por el trastorno de conducta y el trastorno oposicionista desafiante (10 años para ambos) aparecen después. Para los trastornos de la vida adulta, los trastornos de ansiedad se reportaron

14 DNP, Bases del Plan Nacional de Desarrollo, Capítulo III, p. 140.

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con edades de inicio más tempranas, seguidos por los trastornos afectivos y por los trastornos por uso de sustancias.

Bogotá D.C. es la que presenta la prevalencia más elevada de trastornos en la vida (46.7%) explicada por el elevado índice de trastornos afectivos. La región Pacífica muestra la prevalencia más elevada de trastornos afectivos en los últimos 30 días (2.7%), Bogotá D.C. y la región Pacífica muestran la prevalencia más elevada de trastornos de ansiedad (6.7%) y la región Pacífica para trastornos por uso de sustancias (1.8%).

La prevalencia de vida de intento de suicidio para la población colombiana estudiada fue de 4.9% y en los 12 últimos meses, 1.3%. La Prevalencia de vida para ideación suicida fue del 12,3%, y las de plan e intento del 4,1 y 4.9% respectivamente. Llama la atención que la Prevalencia de vida en los tres indicadores es un poco mayor en mujeres. Cuando se analiza en el último año, la Prevalencia es mayor en hombres para los tres indicadores.

Cuadro 2Prevalencias de vida de comportamientos suicidas y en los últimos 12

meses, según sexo. Estudio de Salud Mental Colombia 2003

Categorías% Masculino Femenino Total

Elegible % Es % Es % Es

Durante la vida

Ideación suicida 100.0 12.1 1.0 12.5 1.2 12.3 0.8

Plan suicida 100.0 3.8 0.5 4.9 0.4 4.6 0.4

Intento de suicidio 100.0 4.9 0.7 4.9 0.6 4.9 0.5

Prevalencia últimos 12 meses

Ideación suicida 100.0 4.0 0.7 3.1 0.5 3.5 0.4

Plan suicida 100.0 1.3 1.3 0.8 0.2 1.0 0.2

Intento de suicidio 100.0 1.7 1.7 0.9 0.2 1.3 0.2

Prevalencias de vida de comportamientos suicidas y en los últimos 12 meses, según edad. Estudio de Salud Mental Colombia 2003

Categorías % 18-29 30-44 45-64 + 65 TotalElegible % Es % Es % Es % Es % Es

Durante la vidaIdeación Suicida

100.0 12.4 1.2 13.4 1.7 11.3 1.2 9.1 2.6 12.3 0.8

Plan suicida 100.0 3.8 0.6 5.0 0.9 3.7 1.0 1.5 0.8 4.1 0.4Intento de suicidio

100.0 5.4 0.7 5.6 1.1 3.5 0.8 2.4 1.2 4.9 0.5

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Prevalencia últimos 12 meses

Ideación Suicida

100.0 4.7 0.9 3.7 0.7 2.0 0.6 0.2 0.2 3.5 0.4

Plan suicida 100.0 1.5 0.3 0.6 0.2 0.7 0.3 0.8 0.6 1.0 0.2Intento de Suicidio

100.0 1.8 0.5 1.0 0.4 1.0 0.5 0.1 0.1 1.3 0.2

Al discriminar por los grupos de edad, se evidenció que las mayores prevalencias de vida tanto de ideación como de plan e intento suicida, se encuentran en el grupo de 30-44 años y durante el último año la Prevalencia de estas variables es mayor en personas más jóvenes (18 a 29 años).

Sólo uno de cada 10 sujetos con un trastorno mental recibieron atención, sólo uno de cada cinco con dos o más trastornos recibieron atención, y sólo dos de cada 10 con tres o más trastornos obtuvieron atención. Los datos apoyan la necesidad de incrementar los esfuerzos orientados a hacer más disponibles los servicios y de acercar a la población a ellos. Al respecto, se recomienda considerar los trastornos mentales como enfermedades crónicas con derecho a tratamiento, mejorar los servicios de prevención y tratamiento en salud mental. Actualmente la normativa del sistema de salud colombiana es excluyente en la atención a la salud mental, no sólo por la dificultad en el acceso sino porque además restringe la consulta y tratamiento a menos de un mes cada año. Un contrasentido mayor, es el monopolio que tiene el Estado sobre la producción y venta de alcohol y el estimulo que a través de la publicidad realiza para aumentar su consumo, particularmente dirigida a la población joven.

No obstante, la problemática mayor sigue estando en el contexto social, político, económico y cultural colombiano que induce las patologías colectivas e individuales.

Crisis económica, suicidios y logoterapia

De acuerdo con el trabajo clínico de Viktor Frankl, hay una clara implicación y consecuencia en los problemas sociales y económicos sobre la psique15. La razón psicológica puede atribuirse, según Frankl, al sentimiento de impotencia que embarga a los desocupados que se encuentran con tener que afrontar las necesidades económicas. Amargados y enojados, los desocupados pasan el la mayor parte del día en casa, tienen suficientes motivos para estar de mal humor y encuentran tiempo suficiente para hacer pesar ese mal humor sobre quien está junto a ellos. En tales familias domina, en consecuencia, una atmósfera continua de nerviosismo e inquietud, con grave peligro para la salud psíquica de los jóvenes. Un agravante mayor es la angustia que se agrega porque estos jóvenes tampoco encuentran trabajo para contribuir al sostenimiento de la familia.

15 Frankl, Víctor, (1933), Crisis económica y vida psíquica. Desde el punto de vista de la consulta para jóvenes, pp. 91-94; en: Las Raíces de la Logoterapia, Escritos juveniles 1923-1942, Trabajo realizado por Eugenio Fizzotti, Fundación Argentina de Logoterapia, año 2001.

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En lo que se refiere a los casos de neurosis, el autor de la logoterapia aclara que la situación económica interfiere en la psique humana con un juego de alternancias. A veces es causa, a veces consecuencia, de disturbios psíquicos. En los casos en los que las dificultades económicas están en la base de los disturbios psíquicos se debe distinguir ulteriormente entre causas directas y causas indirectas. La dificultad económica en cuanto causa indirecta está presente en la mayor parte de los casos de neurosis. No obstante, la persona posee un cierto margen de maniobra dentro del cual moverse libremente. El efecto de la crisis económica sobre el neurótico no es directo, sino que atraviesa primero una especie de zona intermedia, en la cual interfiere con mecanismos psicopatológicos preconstituidos, o sea con una predisposición a la neurosis. Esto es, en algunos casos, la necesidad económica se transforma en un chivo expiatorio sobre el cual proyectar la culpa de una vida fracasada.

Además, la neurosis agudiza las dificultades económicas. Un desocupado desalentado, deprimido, tendrá menores posibilidades de encontrar trabajo respecto de otro, libre del inútil lastre de la neurosis. En tal modo, concluye Frankl, la necesidad económica puede ser también, en parte, consecuencia de una neurosis. Un fenómeno particular de esta situación es la neurosis de desocupación, cuya característica principal es con frecuencia una apatía general de grado muy elevado. El aspecto trágico de esta apatía está en el hecho que impide hacerse ayudar, aferrar y apretar la mano extendida en signo de ayuda.

No obstante, concluye el analista existencial de Viena, a la tipología de jóvenes definidos como apáticos, depresivos o neuróticos, les falta no tanto el trabajo en sí, la actividad en cuanto tal, como el sentimiento de hacer algo, la conciencia de vivir de manera significativa. El joven pide pan y trabajo al menos tanto como algo por lo cual vivir, una meta, un fin, un sentido para su existencia.

Frankl es optimista con las nuevas generaciones. Esta nace de una nueva realidad y anhela una nueva ética, o sea, realizar valores. Nada puede volver a una persona capaz de soportar dificultades subjetivas y objetivas más que el sentimiento de tener una tarea, una misión que llevar a término.

El trabajo retributivo no representa la única posibilidad de dar sentido a la vida. Esta identificación errada con la profesión es la que da origen al estado de apatía psíquica. Para los problemas asociados con la desocupación es necesario encontrar un contenido de vida; adecuarlo y buscarlo constituye la tarea concreta más inmediata. La vida personal del desocupado debe ser organizada y racionalizada y el tiempo ser aprovechado. La tarea del asesor o terapeuta, si bien no puede cambiar las condiciones económicas del desempleado, puede influir sobre su actitud ante ellas. Debe conducir a tal cambio en la persona en cuestión como para hacerla adquirir la capacidad de soportar las dificultades económicas cuando sea necesario y removerlas cuando sea posible.

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Varios hechos podrían sustentar esta hipótesis de la desocupación como factor relacionado con el suicidio. Una es la carta de una joven de 19 años del departamento de Boyacá, que deja a sus familiares (y a nosotros indirectamente) este mensaje expresado en su misiva de despedida, en ella plantea su esfuerzo por encontrar sentido (esfuerzo fallido), la observación en la preocupación inútil por lo material, que tal vez ella experimentó como vacío existencial, que hace suponer que lo material estaba sobre lo espiritual (texto anexo, reproducido con autorización de la familia, la identidad se guarda por respeto a la misma). Desde aquí también le agradecemos a la persona que escribió esta carta, que nos da una idea sobre sus motivaciones. En dicha carta se muestra esto que llama Frankl el balance de la vida. Veamos lo que nos dice la carta:

“Adiós:

No estén tristes, porque la verdad yo si estoy feliz, este siempre ha sido mi mayor sueño.Lo hago porque me nace, porque nunca nunca le he encontrado el sentido a esta vida.Quise disimularlo, pero nunca lo logré y no, porque me sienta derrotada.Si no que, pues ahora tengo esta oportunidad y ni boba para no aprovecharla.Ustedes que quizá si saben por qué están aquí, sigan adelante, cumplan sus sueños y no sean tan materialistas. Disfruten más esto sin pegarse tanto a lo material.

Hago esto porque en verdad los quiero y antes de hacerlo, los pensé mucho a todos y no quiero ser más una mancha oscurísima difícil de borrar y ser el ejemplo en todo.

(La firma)

Luego añade la siguiente posdata:

Me voy contenta porque todo lo que quise lo tuve… siempre voy a estar con ustedes nunca los abandonaré aunque mi presencia no sea en cuerpo en Alma sí… (Luego se dispara en la cabeza, con el arma que encontró en casa)

Interpretando esta carta observamos que expresa su falta de sentido, lo incómoda que se encuentra al vivir de la forma como está viviendo, el mensaje a su familia, el énfasis en otra cosa distinta a lo material, en el disfrute de lo que se tiene. En charla con la familia, encontramos que la joven de 19 años, había comentado de sus intenciones con anterioridad, de la situación de desempleo en la que estaba y de su carácter independiente.

Este es uno de tantos casos en Colombia que motivaron este artículo, hojeando los informes de Medicina Legal vamos encontrando cada año una alusión al suicidio que nos plantean diferentes relaciones. Entre el ciclo vital y

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la conducta suicida ¿influye la edad?, ¿influye el estado civil? Por que también se observa una menor incidencia en las personas casadas o con hijos. El hijo puede ser una motivación para vivir. Observamos con preocupación como se incrementa la tasa y la incidencia de suicidios en jóvenes, lo cual nos remite a preguntarnos qué está pasando con la juventud, qué se le está ofreciendo desde lo institucional.

Queremos también mostrar de qué manera se viene explicando el fenómeno, los modelos que se utilizan, las recomendaciones para la prevención, el pleito de si es mejor dejarlos (suicidas) que hagan lo que quieran o es mejor obligarlos a seguir viviendo. También queremos conocer el punto de vista de Frankl acerca del suicidio y mostrar los perfiles de mayor riesgo.

En nuestro contexto colombiano están en riesgo los jóvenes entre 16 y 28 años, si están desempleados, han tenido conflictos de pareja, son mujeres, con historia de maltrato familiar y/o abuso. Están también en riesgo las personas mayores o de tercera edad, que se encuentren solos, marginados, sin empleo en actividades significativas, como también las personas con enfermedades difíciles de llevar como ciertos pacientes que sufren de esclerosis, cáncer, dolor crónico o algunos pacientes atormentados con pensamientos e ideas obsesivas y por no decir, todos aquellos que se encuentren deprimidos y que no hayan encontrado sentido a sus pérdidas o a su condición orgánica.

También nos llama la atención como en ciertas ciudades de Colombia existe una mayor incidencia y que los acompañan otras estadísticas violentas, como es el caso de la ciudad de Chocontá que en los últimos cinco años han estado entre las primeras cinco ciudades de Colombia en homicidios, violencia intrafamiliar, suicidios, accidente de tránsito: un problema de salud mental, un problema de enfermedad social o un problema estar tan cerca de Bogotá. Al parecer muchos suicidas bogotanos deciden ir a la represa del Sisga a suicidarse.

Los Modelos de explicación y la falta de modelos.

Los modelos que quieren explicar el fenómeno, varían en las variables que consideran, encontrándose los que privilegian lo biológico, lo psicológico, lo social o lo espiritual, también se encuentran modelos que entran a considerar el fenómeno en forma integral, multifactorial. Para un abordaje comprensivo del fenómeno nos llamó mucho la atención el modelo multidimensional cúbico de Schneidman (1987,1992) que se destaca en la revista Forensis del Instituto de Medicina Legal de Colombia del año 2000 y que incluye entre otros modelos el arquitectónico de Mack, el modelo basado en el estado de la mente, el modelo de sobre posición, el de trayectorias del suicidio y el de aculturación de Berry y U Kim (Forensis, 2000, pp. 119-125).

El modelo de Schneidman se representa gráficamente con un cubo de 125 cubiletes, 25 de ellos en cada plano, 5 en cada fila y columna. Cada una de las tres caras visibles del cubo corresponde a un componente del modelo: dolor, perturbación y presión. La cara anterior del cubo representa el dolor psicológico resultante de las necesidades psicológicas frustradas –desde

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inexistente hasta intolerable la cara lateral corresponde a la perturbación: estado alterado que incluye la constricción de la percepción y la impulsividad. Consta de una escala con cinco posibilidades, que van desde la mínima perturbación (mente abierta, pensamiento claro, y tolerabilidad elevada) hasta la máxima perturbación (estrechamiento del pensamiento e impulsividad). La cara superior del cubo representa la presión, entendida como los aspectos interiores y ambientales que mueven o afectan al individuo; presiones negativas como amenazas, alteraciones y daños. También está graduada desde lo positivo a lo negativo. El cubilete situado en la confluencia de máximo dolor, máxima perturbación y máxima presión negativa (5, 5,5) representaría a los sujetos suicidas. El resto de factores será periférico.

(Insertar gráfico del cubo)

Schneidman señala además diez características comunes a todo acto suicida, que son importantes a la hora de entender este comportamiento:

El propósito común del suicidio es buscar una solución. El objetivo común es el cese de la conciencia. El estimulo común es el dolor psicológico intolerable. El estresor común son las necesidades psicológicas frustradas (y

espirituales también decimos nosotros). La emoción común es la indefensión – desesperanza. El estado cognoscitivo común es la ambivalencia. El estado perceptual común es la constricción. La acción común es el escape. El acto interpersonal común es la comunicación de la intención. Es congruente con los patrones de afrontamiento a lo largo de la vida.

Aquí a esta altura nos preguntamos ¿Por qué se llega a estrecharse tanto el pensamiento?, ¿Qué lleva a, cuál podría ser la causa objetiva? La causa puede ser social, la exigencia materna o paterna, un súperyo demasiado rígido, por ejemplo, que pesa en el desempleado: “es que usted tiene que “o la forma como se ataca o se crítica a la persona (Auto estima) que está en esta condición, muchas veces ya deprimido pero no reconocido en su estado.

¿Qué hacer?

El punto de vista de Frankl sobre el suicidio lo expresa muy claramente en su libro Psicoanálisis y Existencialismo: “Prácticamente podemos afirmar… que el suicidio no tiene nunca una justificación moral. Ni siquiera el suicidio expiatorio. Pues del mismo modo que pone a la persona en la imposibilidad de fortalecerse y purificarse en el propio dolor –en el sentido de lo que llamamos valores de actitud- lo incapacita para reparar de una u otra manera el mal causado a otro” (pp. 96-97) En cierta forma es un acto irresponsable, en lo que toca a los efectos que causa en otros: el velorio, el desconcierto, la pena. Un suicido es siempre una afrenta, auque el suicida no lo quiera conscientemente.

La logoterapia en sí ya ha manifestado lo importante que es tener una razón o motivo para vivir y en este aspecto radicaría cualquier propuesta preventiva. El

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educador, el político, el padre de familia, el planeador gubernamental y todo aquel ser en relación con otros, tiene esa corresponsabilidad en el tema. ¿De qué manera?: cada que alguien no actúa a conciencia, honestamente, está poniendo en riesgo la vida de otro, incluso la suya. Y ¿qué es actuar a conciencia?: si mis actos respetan al otro en la verdad, en la justicia, en el bien común. Porque vivir es un acto solidario, así no se le quiera reconocer este atributo. Siempre que obtenemos algo, lo obtenemos de alguien, así creamos que son sólo los esfuerzos nuestros.El análisis existencial nos conduce entonces a confiar en que en cualquier circunstancia de la vida, el sentido puede ser hallado, no siempre de inmediato, a veces toca esperar y nos anima y nos reta a encontrarlo.

Cuando Frankl plantea que el suicido es algo mas sentimental que argumentativo, nos pone en la tarea de investigar el grado de madurez con la que tal acto se presenta. Muy seguramente el que está claro en el valor de la vida, que comprende sus diferentes vicisitudes o que por lo menos tiene allí en su conciencia la clara importancia del error, tendría menos posibilidad de llegar a tal determinación. Esto explicaría un tanto, el que ha medida que se avanza en edad, disminuye el suicidio, especialmente en las mujeres. En los hombres se mantiene constante y se eleva en la tercera edad. Lo cual es muy interesante pues nos hace preguntarnos, sobre esta ventaja, que podría explicarse en razón a las tareas muy concretas que asumen las mujeres en la crianza de los hijos, por ejemplo.

Para Frankl suicidarse es cuestión de sentimientos y no de argumentos. El suicida es alguien pobre en su argumentación, no ha sido suficientemente capaz de auto distanciarse. La sin salida es más bien un fenómeno de orden valorativo, la logoterapia y el análisis existencial sobretodo está en condiciones de brindarle a este ser humano, la posibilidad de ayudarle a descubrir la misión inherente a su vida, que es obligación moral del ser humano encontrarla. Y es aquí donde el fenómeno suicida pone en jaque a la educación y a una sociedad entera, si les brinda a sus integrantes la posibilidad de encontrar sentido en sus vidas. Ya es hora de poner en tela de juicio el sentido mismo de la educación (la cual debería brindar alternativas de sentido), el sentido de perseguir casi obsesivamente una jubilación, el sentido de imponer un argumento aun a pesar de la razón misma. En tiempos de Juventud de Frankl observó el nihilismo reinante después de la primera guerra mundial. Cuál será para nosotros, la correspondencia, después de tanto años, más de 500 de violencia, ¿en qué estarían cifradas nuestras esperanzas? Bajo un régimen de opresión Frankl encontró su sentido, ¿en el desempleo, en la violencia política, en el maltrato intrafamiliar, en general en las situaciones absurdas de la vida, qué sentido podemos encontrar? Tal vez el desempleado nuestro encuentre en su situación el deber de moverse, de poner su inventiva a prueba, también puede ser la oportunidad de iniciar una lucha que se dirija a cambiar las condiciones básicas de su existencia. Tal vez el desempleado nuestro tenga que darse cuenta que hay que levantarse de la cama y romper con los esquemas; buscar en la solidaridad económica y social una respuesta. Siempre será para el logoterapeuta o el orientador la labor de ayudar en ver alternativas y de jugársela con el paciente, en el sentido de comprometerse todo él como ser humano, en el encuentro con otro ser humano que ha perdido de vista su

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horizonte o el rumbo de su vida. Esto requiere como el mismo Frankl lo dice, un compromiso con la vida como valor, como valor fundamental diríamos nosotros. ¡Sí a la vida a pesar de todo!

Ya se había dicho arriba, como vivimos en una sociedad que produce marginación, pobres que no le sirven al sistema para su subsistencia. Dicha marginación es caldo de cultivo para el suicida ¿qué podemos hacer por ellos?, ¿qué pueden hacer ellos por sí mismos?, ¿qué pueden hacer ellos por nosotros? (recordemos el “trueque del que habla Frankl en su artículo “Hambre de pan, hambre de sentido”, en el que conmina a que el primer mundo aporte pan y el tercer mundo la posibilidad de los primeros encuentren sentido en ayudar a los segundos)16.

Por otro lado si el suicida no quiere escuchar su conciencia, es claro para nosotros hacerle ver, que si su conciencia le habla es mucha veces porque esta interesada en su re-edificación.

También hay que considerar que el suicida se encuentra solo entre 6.000 millones de personas en el mundo. Hay que acogerlo por tanto, es uno que hay que acoger, es uno a quien hay que amar. Es alguien a quien hay que motivar a que asuma la vida sin ambages, es decir, consciente de lo dura que es.

El suicidio es el fin de una vida… y el comienzo de una desgracia. Es una bofetada, algunas veces, para los que quedan en este mundo. Puede ser una forma cruel de coerción, de amargarle la vida a otro, de decirle cuanto lo quiere.

Sobre el suicidio ha escrito mucho, desde casos curiosos, hasta tipologías de suicidas, perfiles de suicidas. Importante también tener algunos elementos para un diagnóstico a tiempo: ¿Cuándo se está en riesgo de suicidio por ejemplo?

Perfiles que resultan del análisis estadístico17:

En el caso del adulto mayor: la soledad, el aislamiento, la enfermedad somática y la depresión pueden desempeñar papeles protagónicos.

Perfil del anciano suicida:

Hombre Antecedentes de episodio depresivo después de los 40 años Vive solo Historia familiar de depresión y alcoholismo Padece una perdida reciente.

16 Frankl, V. Logoterapia y Análisis Existencial, Textos de cinco décadas, Herder, Barcelona, 2003.17 Se han tomado datos de la revista Forensis el Instituto de Medicina Legal de Colombia, de los últimos cinco años.

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Estos se pueden agravar si están presentes

Jubilación Imposibilidad de reponer lo perdido Deterioro económico Perdida de estatus y roles Carencia de soporte familiar e institucional Enfermedades somáticas invalidantes

Para adolescentes y jóvenes el tema se haya asociado a lo que Parra (1997), citado por Alejo, González y Hernández18, denomina “ausencia de futuro”, en general a la inexistencia de un proyecto de vida y a la falta de reconocimiento de un espacio dentro de la sociedad. El consumo de sustancias psicoactivas, incluyendo el alcohol y la violencia intrafamiliar están asociados.

Señales de advertencia sobre el riesgo de suicidio:

Comportamiento auto agresivo Comportamiento pasivo ante frecuentes agresiones del entorno Presencia frecuente de desvalorización Cambios súbitos del estado de ánimo Presencia de poco interés hacia la vida en general Perdida o ausencia de amigos Pérdidas afectivas o de estatus recientes Repartir objetos muy preciados Testamentos o cartas de despedida Proferir amenaza suicida a amigos o familiares Perdida de ilusión por el futuro Presencia de deseos o fantasías de muerte

Expresiones verbales como las siguientes hay que tenerlas muy en cuenta: “quiero mandar todo al carajo”, “no puedo seguir adelante”, “ya nada me importa”, “ah, me quisiera ir bien lejos”, “estoy pensando acabar con todo”, etc.

Hay estudio s en los niños, que nos revelan ese interés por la muerte (Forensis 2003, pág. 111) y que nos muestran un perfil de niños:

Un niño que piensa más en la muerte que otros Viven los fracasos de forma más dramática de lo que realmente son. Viven el fracaso escolar como algo sin solución Visión de túnel

Motivaciones:

Deseos de venganza Dejar de ser una molestia

18 En “Conducta suicida según ciclo vital”. Revista Forensis, 2003. Bogotá.

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Abuso o maltrato Cualquier síntoma de perturbación familiar.

Marsellach (2002), plantea que la depresión infantil es un hecho que se caracteriza por síntomas que por lo menos deben durar un mes:

Afectación del humor: tristeza, llanto, incapacidad de disfrute de las cosas con que gozaba antes.

Cansancio sin motivo, desciende su actividad grandemente Pensamientos distorsionados, parece alterada la capacidad de

comprensión y capacidad de atención. Alteración del sueño, del comer, pérdida de apetito, cefaleas, vómitos,

enuresis y dolores abdominales.

El mayor porcentaje de hombres se suicida entre los 18 y 34 años de edad.

A partir de los 18 años el porcentaje de hombre se incrementa de 71% a 91% para el año de 2003.

Datos curiosos:

En el año 2002, la tasa más alta de suicidios fue en el Huila, seguido de Valle del Cauca y Nariño, como las tres más altas.

Los Hombres llevan la delantera, las mujeres lo intentan más, la tasa por edad va en aumento en el caso de la cohorte de 15 a 24 años, mas en aumento que la de mayores de 60 años.Hay meses críticos: Agosto, diciembre enero, junio y marzo.

Las mujeres prefieren métodos menos escandalosos: El riesgo de suicidio en mujeres decrece después de los 24 años, en los hombres sigue constante, e inclusive en adultos después de los 60 años.

Las adolescentes cometen más intentos que los adolescentes.

El boom de los suicidios se presentó en los años 1998 /99, de forma concomitante con la crisis del Upac, el desempleo y la coyuntura económica, vividas por el país en esa época (Forensis, 2002, pág. 119).

El suicido es un pecado mortal contra la esperanza: el suicida en evitación de una mal elige el peor.

Según la OMS el suicido puede ser causado por dos factores:

Predisposiciones internas de algunos individuos a quitarse la vida (factores biológicos como: decremento de la serotonina, predisposiciones genéticas asociadas a trastornos afectivos, alcoholismo

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y psicosis , especialmente la esquizofrenia y la presencia de familiares con dicha conducta)

Circunstancias externas que les llevan a actuar en un momento y lugar determinados (exógenos psicosociales: duelo reciente, el divorcio, la vida familiar crítica, la jubilación, viudez reciente, enfermedades como la epilepsia, el cáncer, la esclerosis múltiple y el SIDA) Es así como las condiciones sociales y de vida en que se halla el sujeto y la valoración que hace de las mismas, pueden dar cuenta del incremento de dicha conducta.

¿Cómo abrir un espacio preventivo desde la logoterapia y el análisis existencial?

El suicidio es siempre una opción, no existe tal predisposición genética, estudios hechos con gemelos lo han comprobado. Frankl cita un estudio de Kallmann19 al respecto (op. Citada)

El deber ser es un elemento preventivo. Se ha visto que cuando a un suicida se le propone que posponga el suicidio por un deber que cumplir, lo hace20.

Situaciones percibidas sin salida pueden llevar a considerar el suicidio.

Frankl señaló que a pesar de las condiciones adversas del campo, los suicidios fueron pocos. Estas condiciones adversas pudieron llevar a respuestas más primitivas para sobrevivir.

Es importante entonces preguntarnos ¿por qué es tan terrible para un colombiano promedio la crisis económica, qué significa para ellos?, respuestas posible serían: “no puedo responderle a mi esposa y a mis hijos”, ya hemos visto casos en la prensa nacional del padre que asesina a su esposa y a sus hijos y luego se suicida; “tendré que vivir como pobre”, ante las quiebras económicas, por ejemplo, no se tolera la frustración de la perdida; “perder todo por lo que hemos luchado, no se justifica”, el valor de lo luchado le da un sentido a la existencia, lo que se logra con esfuerzo es muy valorado por el colombiano.

En su articulo “Hambre de pan, hambre de sentido” de Frankl (p.275), plantea: “Pude probar que la depresión de la gente joven se tenía que atribuir al hecho de que ellos decían: estoy en paro, por tanto soy un inútil, por consiguiente mi vida carece de sentido”, es decir que en el fondo era un sentimiento de carencia de sentido, lo que había provocado la depresión. El entonces para qué vivir se hace más evidente durante el desempleo.

Proponer metas futuras fue un buen argumento para prevenir la conducta suicida.

19 Frankl, V. Logoterapia y Análisis Existencial. Herder, Barcelona, 2003.20 Ibidem.

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Conclusiones y Recomendaciones:

Proporcionar a los jóvenes oportunidades de tareas con sentido: entregarse a una causa, sea política, social, espiritual; dar la vida por los ancianos, la ecología, la transformación social, a Dios, etc.

¿Y usted por qué no se suicida?

Es mejor pensar y preguntarnos en lo que hace que se resista el intento suicida, que la causa del suicidio.

¿No será que hemos caído en una situación de dependencia malsana, de la cual todo el sistema es responsable (con el paternalismo estatal, en el maternalismo, con la creación de expectativas falsas, con el afán consumista), y ante el desempleo, no nos atrevemos a encontrar salidas?

¿No será más bien que el suicida le está dando la espalda a su problemática y recurre al suicidio o al suicidio crónico (alcoholismo, drogodependencia, fanatismo deportivo, fanatismo religioso, etc.?

La respuesta a nuestra pregunta inicial, estaría entonces además en la actitud asumida frente al desempleo y la violencia.

Una de las recomendaciones claves entonces es la de comprometernos en brindar a nuestros hermanos a través de nuestro trabajo, de nuestro esfuerzo, de nuestra vida, las oportunidades de hallar sentido. Más que centros de atención, estrategias de prevención, basadas en el discurso con sentido, más que clases de relleno, actividades que ayuden a encontrar sentido, más que consumo excesivo e inútil, encuentro con los demás, vida plena. La recreación por ejemplo es algo que ha venido perdiendo su verdadero sentido, pues se ha convertido en actividades estandarizadas, donde el hombre masa deambula, sin encontrar con quien cuestionarse.

Se pueden revisar una serie de recomendaciones que se hacen para prevenir y ver que podemos hacer nosotros desde el Instituto (Pág. 139 y 140 Forensis 2002).

Nota: incluir apunte de Misrahi (suicidios célebres). Carta de la chica suicida. Desintegración familiar.

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