Él también-por Hernan Isnardi

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Él también Por Hernán A. Isnardi Querido Luis: Esta es una carta desordenada en la que te diré algunas cosas que aquella noche prometí contarte. Sabés —ahora— que hace tiempo tomo notas sobre poesía para una conferencia que nunca daré, en un país al que nunca llegaré. Todas las puertas no se abren. En los sueños no se ve el sol, dijo Nerval, abriendo una puerta que no sólo no se había abierto, sino que nadie había siquiera visto. Nerval, poeta, puro, dueño de la llave mayor: la poesía y los sueños. Esa es la diferencia no sé entre qué y qué, pero es esa. Vos lo sabés; tenés la misma llave. Duerme el sol dentro del sueño como una música sin púa, como aquel árbol de otoño. Duerme el sol su bola amarilla, no su luz. La luz sin cama, inquieta, sorda. A veces callo tanto por las noches que olvido cómo se camina de mañana. Esta es una carta desordenada porque la poesía es desorden. Mejor dicho, la poesía es lo que es, sin un orden lógico. Es como una bolsa gigante llena de ojos; una vez que la abrís podés ponerte los ojos que quieras como quieras el tiempo que quieras. Dos derechos, dos izquierdos, uno y uno invertidos. La poesía es así. La muerte me paraliza, sabés. Hay palabras como llaves sin puerta, como puertas sin llave. Uno las nombra y el viaje comienza, o el escalón sube, o la fiebre baja. Una palabra paraliza aunque no es la palabra sino lo que nombra, eso que activa qué se yo qué. 1

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Él tambiénPor Hernán A. Isnardi

Querido Luis:Esta es una carta desordenada en la que te diré algunas cosas que

aquella noche prometí contarte.Sabés —ahora— que hace tiempo tomo notas sobre poesía para una

conferencia que nunca daré, en un país al que nunca llegaré.

Todas las puertas no se abren.En los sueños no se ve el sol, dijo Nerval, abriendo una puerta que no

sólo no se había abierto, sino que nadie había siquiera visto. Nerval, poeta, puro, dueño de la llave mayor: la poesía y los sueños. Esa es la diferencia no sé entre qué y qué, pero es esa. Vos lo sabés; tenés la misma llave.

Duerme el sol dentro del sueño como una música sin púa, como aquel árbol de otoño. Duerme el sol su bola amarilla, no su luz. La luz sin cama, inquieta, sorda. A veces callo tanto por las noches que olvido cómo se camina de mañana.

Esta es una carta desordenada porque la poesía es desorden. Mejor dicho, la poesía es lo que es, sin un orden lógico. Es como una bolsa gigante llena de ojos; una vez que la abrís podés ponerte los ojos que quieras como quieras el tiempo que quieras. Dos derechos, dos izquierdos, uno y uno invertidos. La poesía es así.

La muerte me paraliza, sabés.Hay palabras como llaves sin puerta, como puertas sin llave. Uno las

nombra y el viaje comienza, o el escalón sube, o la fiebre baja.Una palabra paraliza aunque no es la palabra sino lo que nombra, eso

que activa qué se yo qué.

Es bueno, flaco, no poder definir ciertas cosas. La poesía es eso. Yo imagino todo el tiempo formas como si fueran ciertas… formas que a veces dependen de un fondo que no comprendo. Formas que en el mejor de los casos nunca serán como creo.

Si la poesía es un modo de ver, no se puede definir nada. La poesía es nuestras imposibilidades… la imposibilidad de poner en palabras lo que nunca debería decirse… pero por suerte lo decimos y no era… siempre es otra cosa, acaso más bella, pero nunca lo que quisimos decir.

En la última hoja de mis notas dice: Spinetta. (es el único nombre propio)“Que ves el cielo” fue el primer poema tuyo que leí. Después de esa

letra, todas. Y la poesía. Toda. Ahora todo es diferente. Y ahora, el habla me es casi imposible. Cada cosa que digo me estoy traduciendo. Si yo pienso o siento que un pétalo de tiempo cae sin prisa dentro de mí, sin esperanzas, ¿cómo lo traduzco al habla?

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Distancias.La distancia es tiempo, ese que no existe y anula el espacio y se devora

todo lo que pasa cerca y para lo que pasa lejos es cuestión de tiempo y como el tiempo no existía nada es relevante.

Nada es relevante.Por eso vengo respirando mal desde hace dos días. Porque a veces

para saber algo hace falta algo más que saberlo.Sé que hay un océano en el que jamás meto los pies. Pero existe para

mí cuando cada noche me ahogo en el aire, y mientras muero toco con las manos las olas y me voy enfriando… lentamente.

La garganta de Glenn Gould son sus manos, la mía tinta negra, y vos sabías qué es la poesía.

Todo esto es una desordenada y torpe excusa para decirte que el poema más hermoso que he leído en mi vida es “Ella también”, que aquella noche que prometí hablarte de poesía nunca existió, y que de vos aprendí que la poesía es, porque la vida no alcanza.

Cómo no voy a estar triste.Cómo no voy a estar feliz.

(las cartas no se corrigen)

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