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CRITICÓN, 54, 1992, pp. 127-144. El Tesoro de la Lengua Castellana o Española: Sebastián de Covarrubias en el laberinto emblemático de la definición por Christian BOUZY (Universidad de Metz) Como se considere bajo aspectos culturales, el Tesoro de la Lengua Castellana o Española de Sebastián de Covarrubias 1 es casi tanto la obra de un simbolótogo, un emblematista o un epistemólogo de «las artes y ciencias simbólicas» como de un lexicógrafo, un etimologista o un enciclopedista 2 . Demasiadas veces empleado exclusivamente como un mero diccionario debido al orden alfabético que lo regenta, el Tesoro de la Lengua es también una verdadera suma epistemológica, el trabajo de un erudito empeñado en puntualizar algunas de las principales preocupaciones de su época y más particularmente la simbólica, representada por el arte de los emblemas y empresas que el canónigo no deja de citar a lo largo de toda su obra. La asombrosa recurrencia de términos como símbolo, emblema, empresa, divisa, insignia, jeroglífico, etc., traduce de manera evidente el afán del autor por pintar un cuadro general que plantee la problemática particular de este asunto, sobre todo cuando se nota que dichos términos, tan frecuentemente empleados, tienen su propia definición en el debido sitio. Cabe añadir a estas 1 Sebastián de Covarrubias, TESORO! DE LA LENGUA/ CASTELLANA. O/ESPAÑOLA./ COMPVESTO POR EL LICENCIADO/Don Sebastián de Cobarruuias Orozco, Capellán de su Magestad,/ Mastrescuela [sic] y Canónigo de la Santa Yglesia de Cuenca,/ y Consultor del Santo Oficio de la Inquisición./ DIRIGIDO A LA MAGESTAD CATÓLICA/ del Rey Don Felipe III. nuestro señor./ [Blasón Real] CON PRIVILEGIO./ En Madrid, por Luis Sánchez, impressor del Rey N S./ —/ Año del Señor M.DC.XV. Excepto en los títulos, hemos modernizado deliberadamente la ortografía, la acentuación y la puntuación de todas las citas. Incluso modernizamos en los textos citados la palabra «hieroglyphico» en «jeroglífico». En el estudio guardamos el vocablo «hieroglyphico» (entre comillas) para diferenciarlo del verdadero jeroglífico de la egiptología. Por razones de lógica alfabética, los títulos de los artículos del Tesoro de la Lengua conservan su grafía original. 2 Véase la introducción de Martín de Riquer a su edición del Tesoro de la Lengua Castellana o Española, Barcelona, S.A. Horta, I, E, 1943, p. VIII: «Covarrubias muy a menudo da la impresión de redactar lo que modernamente se llama una enciclopedia [...]». Todos los lugares del Tesoro de la Lengua que citamos se han sacado de esta edición.

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CRITICÓN, 54, 1992, pp. 127-144.

El Tesoro de la Lengua Castellana o Española:Sebastián de Covarrubias

en el laberinto emblemático de la definición

por Christian BOUZY(Universidad de Metz)

Como se considere bajo aspectos culturales, el Tesoro de la Lengua Castellana o Española deSebastián de Covarrubias1 es casi tanto la obra de un simbolótogo, un emblematista o unepistemólogo de «las artes y ciencias simbólicas» como de un lexicógrafo, un etimologista o unenciclopedista2. Demasiadas veces empleado exclusivamente como un mero diccionario debido alorden alfabético que lo regenta, el Tesoro de la Lengua es también una verdadera sumaepistemológica, el trabajo de un erudito empeñado en puntualizar algunas de las principalespreocupaciones de su época y más particularmente la simbólica, representada por el arte de losemblemas y empresas que el canónigo no deja de citar a lo largo de toda su obra.

La asombrosa recurrencia de términos como símbolo, emblema, empresa, divisa, insignia,jeroglífico, etc., traduce de manera evidente el afán del autor por pintar un cuadro general queplantee la problemática particular de este asunto, sobre todo cuando se nota que dichos términos,tan frecuentemente empleados, tienen su propia definición en el debido sitio. Cabe añadir a estas

1 Sebastián de Covarrubias, TESORO! DE LA LENGUA/ CASTELLANA. O/ESPAÑOLA./ COMPVESTOPOR EL LICENCIADO/Don Sebastián de Cobarruuias Orozco, Capellán de su Magestad,/ Mastrescuela[sic] y Canónigo de la Santa Yglesia de Cuenca,/ y Consultor del Santo Oficio de la Inquisición./DIRIGIDO A LA MAGESTAD CATÓLICA/ del Rey Don Felipe III. nuestro señor./ [Blasón Real] CONPRIVILEGIO./ En Madrid, por Luis Sánchez, impressor del Rey N S./ —/ Año del Señor M.DC.XV.

Excepto en los títulos, hemos modernizado deliberadamente la ortografía, la acentuación y lapuntuación de todas las citas. Incluso modernizamos en los textos citados la palabra «hieroglyphico» en«jeroglífico». En el estudio guardamos el vocablo «hieroglyphico» (entre comillas) para diferenciarlodel verdadero jeroglífico de la egiptología. Por razones de lógica alfabética, los títulos de los artículosdel Tesoro de la Lengua conservan su grafía original.2 Véase la introducción de Martín de Riquer a su edición del Tesoro de la Lengua Castellana o Española,Barcelona, S.A. Horta, I, E, 1943, p. VIII: «Covarrubias muy a menudo da la impresión de redactar lo quemodernamente se llama una enciclopedia [...]». Todos los lugares del Tesoro de la Lengua que citamos sehan sacado de esta edición.

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definiciones las de algunos términos muy vinculados con lo simbólico, como lábaro y estandarte.El mayor interés del trabajo de Sebastián de Covarrubias es que va mucho más lejos que lasetimologías y definiciones lingüísticas; en efecto, cada artículo viene «ilustrado» por numerososejemplos sacados de la Biblia, de los autores clásicos o de los escritores coétanos y másprecisamente, en lo que se refiere a esta última categoría, de los emblematistas. Bastará conmencionar los nombres de autores emblemáticos citados para percatarse de la gran cultura delmaestrescuela en este ámbito: Andrea Alciato, Pierio Valeriano, Claudio Paradino, GabrieleSimeoni, Paolo Giovio y muchos más que desempeñaron un papel de primera importancia en latradicionalmente llamada literatura emblemática, de tan extraordinario éxito a principios del sigloXVII, tanto en España como en el resto de Europa.

Sebastián de Covarrubias es, además, junto con su hermano Juan de Horozco3, uno de losprincipales representantes de este género literario en España, ya que mandó editar en 1610, apenasun año antes de sacar a luz la primera edición del Tesoro de la Lengua, tres centurias emblemáticasbajo el título de Emblemas Morales4. Partiendo de esta concordancia entre las fechas, se puedesuponer que existe un íntimo parentesco de escritura entre dos obras diseñadas durante la mismaépoca5. Algunos indices sintomáticos concuerdan para corroborar esta hipótesis; así es posible darcon varios lugares del Tesoro de la Lengua6 en los que Sebastián de Covarrubias no se olvida decitar tanto sus propios emblemas como los de su hermano. Las referencias a Juan de Horozco soncasi imprescindibles, ya que era, en aquella época, el único emblematista español en haberdesarrollado ampliamente, a continuación de los tratadistas italianos7, una teoría del emblema,dando definiciones bastante precisas de los diferentes términos ya citados; de tal manera queSebastián de Covarrubias tiende a opinar que es inútil repetir lo mismo que su hermano y, en suarticulo «Emblema», remite al Primer Libro de los Emblemas Morales de Juan de Horozcodiciendo:

Metafóricamente se llaman emblemas los versos que se subscriben a alguna pintura o talla, con quesignificamos algún concepto bélico, moral, amoroso o en otra manera, ayudando a declarar elintento del emblema y de su autor. Este nombre se suele confundir con el de símbolo, jeroglífico,pegma, empresa, insignia, enigma, etc. Verás al obispo de Guadix, mi hermano, en el primer librode sus Emblemas, a donde está todo muy a la larga dicho, con erudición y distinción. (P. 506 a)

3 Juan de Horozco, Emblemas Morales, Segovia, Juan de la Cuesta, 1589. Sebastián de Covarrubias yJuan de Horozco son los hijos de Sebastián de Horozco, autor del famoso Cancionero.4 Sebastián de Covarrubias, Emblemas Morales, Madrid, Luis Sánchez, 1610.5 El presente análisis es el inicio de un trabajo más completo, en el que se estudiarán los nexos entre elTesoro de la Lengua Castellana o Española y la literatura emblemática en general por una parte, y porotra parte entre el mismo diccionario y los Emblemas Morales de 1610.6 Sebastián de Covarrubias cita siete veces a su hermano (artículos: «Bívora», «Carmen», «Dado»,«Emblema», «Emprender», «Estandarte», «Lábaro») y se cita seis veces a sí mismo (artículos:«Alcancía», «Cocodrilo», «Conejo», «Ciprés», «Embidia», «Fuego»).7 Los tratadistas italianos citados por Sebastián de Covarrubias en el Tesoro de la Lengua son: GabrieleSimeoni, Le imprese heroiche et morali, Lyon, Guillaume Rouillé, 1559; Girolamo Ruscelli, Le impreseillustri con espositioni, et discorsi, Venetia, Francesco Rampazetto, 1566; Giulio Cesare Capaccio,Délie Impresse, Nascpoli, Giov. Giacomo Carlino et Antonio Pace, 1592; Paolo Giovio, Dialogodell'lmprese Militari et Amorose, Roma, Antonio Barre, 1555. Conviene añadir a esta lista otrosimportantes tratadistas: Luca Contile, Ragionamente sopra la proprieta delle imprese, Pavia, 1574;Scipione Ammirato, // Rota overro delle Imprese, Napoli, 1562; Fabricii da Teramo, Delle allusioni,imprese, et emblemi, Roma, 1588; Scipione Bargagli, Dell'lmprese, Venetia, Francesco de' Franceschi,1594; Giovani Andrea Palazzi, I Discorsi... sopra l'Imprese, Bologna, Alessandro Benacci, 1575.

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TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA O ESPAÑOLA 129

C U N T V K1 A I.

E M B L E M A , ji.MAñanA,e§Qtro}partire à mi CA[at

Diz¿e el entretenido Cortefano,Vn año j otr*,ert e/le mediop*Jf<*,Porque íalirde ailijioesen fu mano:T r i J a i t i "j i rLA f A ¿téd g AJÍ A, /A ba(¿fdA Abr/tja,Con pretejiode <vnpen¡Amient ovario,TelmAs prudente,y corte fano viejo,Pierde I A vida,j de xa AUÍ el pe li jo. tes

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Después de definir etimológicamente la palabra «emblema», Sebastián de Covarrubias precisaaquí el uso metafórico del vocablo, que entonces podía utilizarse tanto por los versos como por laimagen. Nuestro canónigo quiere significar, de manera algo confusa, que los versos («losemblemas») ayudan a declarar el intento de la figura («el emblema»). Sea lo que fuere, Sebastián deCovarrubias sólo menciona dos de los tres elementos del emblema, según la famosa definición quedio Alciato del emblema triplex. Estas tres partes son: 1) la figura (pictura, icón, imago osymbolon), 2) la sentencia (inscriptio, lemma, mote o título), 3) el texto (subscriptio o declaratioepigrama) bajo forma de epigrama, soneto, octava, rima, etc.8.

El otro punto oscuro de la definición de Sebastián de Covarrubias es la declaración según lacual emblema, símbolo y los demás términos suelen confundirse9. Sin embargo, a lo largo de laobra, los va empleando con bastante propiedad en la mayoría de los casos, pese a que las relacionesde contigüidad semántica entre ciertos términos impiden trazar una raya precisa, por ejemplo entreel emblema y la empresa. El mismo Juan de Horozco había necesitado varios capítulos, en elPrimer Libro de sus Emblemas Morales, para tratar de las diferencias y semejanzas entre estos dostipos de expresiones simbólicas10. Pero es éste problema tan complejo que no se puede resolver enel marco de este estudio; por eso, de momento, nos contentaremos con poner en paralelo lasdefiniciones dadas por los dos hermanos, careándolas a veces con las que aparecen en el Artepoética española de Juan Díaz Rengifo, más exactamente en la edición de la obra corregida yaumentada a principios del siglo XVm por Joseph Vicens11.

8 Véase Yves Giraud, «Propositions», en Yves Giraud (éd.), L'emblème à la Renaissance, Actes de lajournée d'études du 10 mai 1980, SDEES, Paris, 1980 (Société Française des Seizièmistes), p. 9.9 Para que el lector vea claramente los varios aspectos del problema debatido, reproducimos acontinuación todo el artículo «Emblema» del Tesoro de la Lengua y traducimos la cita alciatina:«Emblema. Es nombre griego, £/ipXt)(ia, significa entretejimiento o enlazamiento de diferentes pedrecitaso esmaltes de varios colores de que formaban flores, animales y varias figuras en los enlosados dediferentes mármoles, enlazados unos con otros, y en las mesas ricas de jaspes y pórfidos, en cuyoscompartimientos suelen engastar piedras preciosas; y éstos llaman embutidos, y los que se hacen en lamadera taracea, en los metales ataujía, obra de gusanillo, latine opus vermiculatum. Y estos emblemas sehacían en algunas piezas de oro redondas u ovadas, y después se injerían en los vasos de plata dorados,como hoydía se hace en fuentes, aguamaniles y salvillas y otras piezas. Díjose enPX.Ti|ia,, a verbo EIIPCXMUD,insero, eo quod ex segmentis, seu tesselis insiticiis constaret. Estos emblemas pusieron después en lasgorras y sombreros con figuras y motes, que comúnmente llamamos medallas, quasi metallas, nombregenérico que comprende la materia de oro, plata, cobre y los demás metales de que se hacen para diversosusos de gala e ingenio, como los camafeos historiados y las demás piezas de escultura en relieve ocincelado que sirven de brochas y botones o chapería. Alciato, en el principio de sus emblemas: Haecnos festiuis emblemata cudimus horis, I Artificum illustri signaque facta manu; I Vestibus ut torulos,petasis ut figere parmas I Et ualeat tacitis scibere quisque notis. [Estos emblemas los hemos acuñado enlas horas de ocio, / Con sus figuras hechas por la mano de conocidos artesanos; / Así como cada unopuede poner trencillas en sus vestidos, alhajas en sus sombreros, / es capaz de escribir por signosmudos]. Metafóricamente se llaman emblemas los versos que se subscriben a alguna pintura o talla, conque significamos algún concepto bélico, moral, amoroso o en otra manera, ayudando a declarar el intentodel emblema y de su autor. Este nombre se suele confundir con el de símbolo, jeroglífico, pegma,empresa, insignia, enigma, etc. Verás al obispo de Guadix, mi hermano, en el primer libro de susEmblemas, a donde está todo muy a la larga dicho, con erudición y distinción».10 Juan de Horozco, op. cit., tí. 17 r-20 v, ff. 55 v-67 r.n Juan Díaz Rengifo, ARTE/ POÉTICA/ ESPAÑOLA,/ CON VNA FERTILiSSIMA SILVA DEIConsonantes Comunes, Propios, Esdruxulos, y Reflexos,/ y vn Divino Estimulo del Amor de Dios./ SVAVTORIVAN Díaz Rengifo J natural de Avila/.../ AVMENTADA/EN ESTA VLTIMA IMPRESSION, CONDOS TRATA-/ dos; vno de Avisos, y Reglas/ . . . /En Barcelona: en la Imprenta de IOSEPH TEXIDO. Año

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En primer lugar, es de notar la diferencia entre las dos listas de términos considerados;Sebastián de Covarrubias menciona el «enigma», mientras que Juan de Horozco, en laenumeración que forma el título del primer capítulo de su obra, lo sustituye por la «divisa»:«Capítulo primero. En que se declara qué cosa son Emblemas, Empresas, Insignias, Divisas,Símbolos, Pegmas y Jeroglíficos.» (F. 17 r). En segundo lugar, cabe advertir que Juan de Horozcoda del emblema una definición algo diferente de la de su hermano:

Emblema es pintura que significa aviso debajo de alguna o muchas figuras, y tomó el nombre de laantigua labor, que así se decía, por ser hecha de muchas partes y encajadas, como es, con menudaspiedras de varios colores, la labor que llaman Mosaico; y tuvo este nombre, según dicen algunos, delautor que la renovó. (F. 17 v)

En esta definición Juan de Horozco parece privilegiar el aspecto pictórico del emblema más bienque el aspecto verbal. En su continuación al Arte poética española, Joseph Vicens volverá a tomaresta definición pero completándola con el fin de restituir al emblema su integridad de cuerpo (lafigura) y alma (el concepto)12:

Es el Emblema una pintura que significa aviso común, bajo de alguna o muchas figuras. A imitaciónde los Jeroglíficos se introdujeron los Emblemas, cuya invención han atribuido algunos a los godos.El Emblema se hace de figuras solas, si bien ordinariamente se declara con un Mote, con un Poema, ocon un Mote y Poema juntamente, pudiendo ser éste de cualquier género, y comúnmente de PoesíasItalianas. (P. 178)

En su intento de dar al emblema el estatuto de un verdadero género plástico-poético, Joseph Vicensrinde un gran homenaje a Juan de Horozco, ya que, además de inspirarse casi textualmente de él enlos capítulos CXII («Del Enigma»), CXIII («Del Jeroglífico») y CXV («De la Empresa, Insignia,Divisa y Símbolo») del Arte poética española por él aumentada, cita alguna que otra octava real delos Emblemas Morales de 1589.

Volviendo a la definición del emblema que nos da Juan de Horozco, podemos percatarnos de laespecial insistencia que pone tanto en la finalidad moral del género como en la etimología de lapalabra. No obstante, aunque alude al autor que dio su nuevo sentido al término «emblema», esdecir a Alciato, no lo nombra de manera explícita. En cambio, en el Tesoro de la Lengua,Sebastián de Covarrubias nombrará a Alciato unas sesenta veces, citando además el pasaje precisode los Emblemata13, en el cual el jurista milanos comenta, de manera convencional, lascircunstancias de la creación de su obra así como el uso del emblema como prenda decorativa en elvestido, antes de la metaforización poética:

1703. Las adiciones realizadas por el curator de la obra, Joseph Vicens, explican ciertas referenciasposteriores a la edición princeps de 1606, en la que no figuraban los 48 últimos capítulos que son deJoseph Vicens.!2 Referido a la emblemática, el concepto puede definirse como el hallazgo conceptual de un autor quelogra realizar una adecuación tripartita entre la agudeza de la sentencia, lo declarativo de la figura y loingenioso del epigrama. Las relaciones que se entablan entre los tres componentes del emblema tienenque converger hacia la finalidad propia del emblema: pintar por las palabras y hablar por las imágenes.13 Datos concordantes dan a pensar que Sebastián de Covarrubias conocía la obra de Alciato por unaedición de Lyon de 1550, reeditada en 1564: D. AND./ ALCIATI EMBLE-I MATA DENVO ABI ipsoAutore recognita, ac,l quae desiderabantwr, ima-l ginibus locupletata.í Accesserunt noua aliquot ablAutore Emblemata suis quoquel eiconibus insignata/ LVGDVNI7 APVD/ GVLIELMVM/ ROVILL./ M. D.Lxim.

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Alciato en el principio de sus emblemas:Haec nosfestiuis emblemata cudimus horisArtificum illustri signaque facta manu;Vestibus ut torulos, petasis ut figere parmasEt ualeat tacitis scribere quisque notis. (P. 506 a)

Muy apegado a la intertextualidad y al argumento de autoridad, Sebastián de Covarrubiasrecurrirá nuevamente a su hermano a la hora de definir la palabra «empresa», tarea que realiza en elartículo «Emprender»:

Emprender . Determinarse a tratar algún negocio arduo y dificultoso; del verbo latinoappréhendere, porque se le pone aquel intento en la cabeza y procura ejecutarlo. Y de allí se dijoempresa, el tal acometimiento. Y porque los caballeros andantes acostumbraban pintar en susescudos, recamar en sus sobrevestes, estos designios y sus particulares intentos, se llamaronempresas; y también los Capitanes en sus estandartes cuando iban a alguna conquista. De manera queempresa es cierto símbolo o figura enigmática hecha con particular fin, enderezada a conseguir lo quese va a pretender y conquistar o mostrar su valor y ánimo. La mejor empresa de cuantas ha habido yhabrá fue la de Constantino Magno, de la cruz con la letra: In hoc signo vincam. De esta materia tratalargamente mi hermano, el obispo de Guadix, en el primer libro de sus Emblemas, caps. 14 y 15.(P. 509 b)

Y será el mismo Sebastián de Covarrubias quien nos ayudará a pasar de la teoría a la práctica ynos dará a comprender lo que separa la empresa del emblema. Inspirándose en esta empresa delemperador Constantino, como lo hicieron anterior y posteriormente muchos emblematistas eimpresores14, el canónigo crea el emblema que reproducimos a continuación (véase la lámina II).Pictóricamente, este emblema nos propone en primer término una figura central sobre un fondo enel que se representa una escena de batalla con muchos motivos ¡cónicos (objetos, animales,hombres), rematados por una filacteria donde se inscribe el conocido lema In hoc signo vinces.Nuestro propósito no es disertar sobre la desviación semántico-histórica y la transformaciónestilizada de la cruz de Cristo de la primitiva empresa constantiniana en cruz-espada de la orden decaballería de Santiago, sino marcar la diferencia que separa la empresa del emblema. Aquí laempresa imperial (Le. con proyecto individual) se transforma en emblema moral (i.e. con proyectocolectivo) por la mera adjunción de figuras complementarias -y de una octava rima que aclara lasignificación de la imagen- al motivo único de la empresa primitiva, cuya representación figurada,según los preceptos definitorios admitidos en el siglo xvi, tiene que inscribirse obligatoriamenteen un fondo blanco, libre de cielos, nubes, suelo y decorado de cualquier tipo.

En el Tesoro de la Lengua, la definición de la empresa es más precisa que la del emblema; sinembargo, una vez más, Sebastián de Covarrubias, entre el elemento visual y el elemento textual,parece privilegiar sólo uno de ellos. En este caso, el que destaca de la definición es el elementoicónico: «cierto símbolo o figura enigmática hecha con particular fin», insistiendo más bien ellexicógrafo en el aspecto pictórico (repite la palabra «pintar») y dejando aparte la importancia del

14 La utilizó también Diego de Saavedra Fajardo, Idea de un príncipe Político Christiano representada encien Empresas, Monaco, Nicolao Enrico, 1640 (c/. empresa n° 26 «In hoc signo»). Esta sentencia con laimagen de la cruz constituía igualmente la marca del impresor Arnao Guillen de Brocar.

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TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA O ESPAÑOLA 133

C E N T V R J A I I I . 285

EMBLEMA 83.

EJJapurpurea injignia anunciadoraDe animo noble,y alma denodada,Que llamau Encornudaos defensoraDe la Chrijliana Fe, tajante e[padaDe Santiago Apofiol^ue en la MoraCite fe emplea, j[ale enfangretada:El q la trae en lo exterior del pecho,Deue imitar ¿fu patron de hecho.

Üo 3 L\

Lámina II. Sebastián de Covarrubias, Emblemas morales, Madrid, Luis Sánchez, 1610(CENTURIA Dj, Emblema 83)

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mote. El curator del Arte poética española, quien se inspira sea de Juan de Horozco sea deSebastián de Covarrubias, se vale de este pasaje del Tesoro de la Lengua para definir a su vez laempresa:

Empresa se dijo de emprender. Esta es cierta figura hecha confín particular, para conseguir lo que seemprende. La antigüedad de las Empresas es como la de los Emblemas. En las Empresas de Mote(cuyo oficio es determinar el concepto) se han de proporcionar el Mote y la Figura. Las figuras de lasEmpresas han de estar como figuras matemáticas en campo blanco sin otro más adorno a diferenciade los Jeroglíficos y Emblemas, que de suyo requieren otro ornato. (P. 179)

A pesar de la equivocación sobre la antigüedad de la empresa -la cual resulta ser en realidad másvieja que el emblema en la acepción metafórica de este último término15-, la ventaja de estadefinición reside primero en la clara precisión dada acerca de la principal diferencia que existe entrela empresa y el emblema y, luego, en la mención de la noción básica de «concepto», en la que sefundamenta la expresión emblemática. En efecto, es el concepto el que está encargado de enlazar lovisual con lo textual; es verdad que Sebastián de Covarrubias ya nos proponía esta noción de«concepto» en la definición del emblema (véase suprá), pero lo hacía de manera demasiadoimprecisa -hablaba de «algún concepto»- para que se pudiera determinar su exacta importancia.

A continuación, inspirándose esta vez de Juan de Horozco, Joseph Vicens insiste en laproporción que se debe guardar entre la sentencia y la figura, cuyo conjunto forma la empresa. Lostratadistas italianos solían decir que, en la empresa, la sentencia era el alma y la figura era elcuerpo, y habían enunciado estrictas normas que convenía acatar para realizar auténticas empresas.En la época barroca, dichos preceptos llegaron hasta el número de treinta y dos16, mientras que, enun principio, bajo la influencia de Paolo Giovio, obispo de Nocera y favorito del papa León X,sólo se habían declarado cinco reglas esenciales, expuestas en el tratado Dialogo deil'ImpreseMilitari et Amorose, obra en la cual tomó su inspiración Juan de Horozco para redactar su propiateoría, duplicando el número de preceptos. A decir verdad, las ideas del obispo español nocorrespondían exactamente con las del obispo italiano, ya que introducía algunos matices en estadicotomía muy maniquea entre el cuerpo y el alma, estipulando lo siguiente:

La primera regla es que sea con justa proporción de cuerpo y alma, entendiendo por cuerpo lainvención, y por alma el mote. Mas, porque en esto hay opiniones, es de advertir que unas veces éstaque decimos alma y es lo que se pretende dar a entender, está en la figura y el mote ayuda; y otrasveces está en el mote y ayuda la figura. (Ff. 55 v-56 r)

Parece bien claro en la opinión de Juan de Horozco que el concepto no tiene que ser tan sólo visualni tan sólo textual, sino que tiene que situarse en la encrucijada entre lo sensible y lo inteligible:los dos significantes, imagen y verbo, han de reunirse para dar un solo significado. De laadecuación lograda entre el cuerpo y el alma (icono-verbo o verbo-icono) brotarán a un tiempotanto la convicción moral como la emoción estética, fundada no sólo en lo pictórico sino tambiénen lo poético.

15 Sobre el problema del origen de las «imprese», véase Michel Pastoureau, Figures et couleurs, Paris, LeLéopard d'Or, 1986, pp. 125-137.16 Cf. Emanuele Tesauro, // Cannochiale Aristotélico, Venezia, Steffano Curti, 1678, pp. 403-411, pp.459-488.

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El tercer término que aparece de manera muy recurrente a lo largo de todo el Tesoro de laLengua procede del léxico guerrero, lo mismo que empresa, insignia y divisa; se trata de la palabra«símbolo», de la que Juan de Horozco daba anteriormente esta definición:

Símbolos se dicen también las señales [...]. q u e como en cifra dan a entender alguna cosa, y son en laguerra las que se llamaron entre los latinos Tesseras; y éstas servían de mostrar con silenciolevantadas en alto lo que había de hacer el ejército [...]. Y por la misma razón se decía tambiénsímbolo el nombre que da el Capitán a las guardas, y cualquiera otra seña que se pide [...]. Y de aquívino que, con mucha propiedad, la doctrina de los santos Apóstoles sumada en la profesión de la Fese llama símbolo, porque con ella se diferencia el católico del que no lo es. Los dichos de Pitágoraspor ser obscuros, y que debajo de figuras y semajanzas enseñaban, se llamaron símbolos, y asítambién por la misma razón las emblemas o empresas, que debajo de figuras tienen sentencias ypropósitos de ingenio, se llamaron Símbolos. (Ff. 19 v-20 r)

Por una parte, esta rúbrica nos permite darnos cuenta de cómo las definiciones van avanzandosegún un procedimiento iterativo que consiste en remitir de un término al otro: se llamansímbolos a la empresa y al emblema, el símbolo es lo mismo que señales, etc. Así, cada vez, traspasar por el filtro de la etimología, las palabras proponen una asombradora y rica polisemia quelos teóricos intentan resolver de manera paradójica, imponiendo una sinonimia semánticamentereductora.

Por otra parte, la referencia a Pitágoras parece algo fuera de propósito, ya que los llamados«Símbolos de Pitágoras» son sentencias que encierran reglas de vida y no símbolos propiamentedichos. A estas sentencias les dedica Juan de Horozco un capítulo entero del Primer Libro de susEmblemas Morales (ff. 90 v-93 v). Por eso, la asimilación demasiado rápida entre el símbolo -sobre todo en el sentido pitagórico de la palabra que no tiene nada que ver con el símbolo al que serefieren nuestros autores- y el emblema resulta ser un enredo inútil, que complica aún más ellaberinto de las definiciones. Porque si es verdad que lo simbólico es el principal motor expresivodel emblema, existen también otras figuras de pensamiento, como la alegoría, la apostrofe o laprosopopeya, que sirven muchas veces de soporte a la comunicación emblemática, cuando no lohacen, más sencillamente, figuras de sentido como la metáfora. No sólo en el símbolo se arraiga elemblema.

En su definición del símbolo, va a seguir Sebastián de Covarrubias el surco trazado por suhermano:

La señal que da un soldado a otro, para diferenciarse del enemigo, se dice símbolo [...]; con estasimilitud se llamó el Credo de los apóstoles Símbolo, que fue una cifra de lo que debemos tener ycreer los fieles, con que nos distinguimos de los pseudocristianos y judíos [...]. Locutionessymboücas se dicen aquéllas que tienen en sí oscuridad, hablando por semejanzas y metáforas, comolas sentencias de Pitágoras, que comúnmente llaman símbolos. (P. 939 a)

Pero había dado previamente algunas precisiones más adecuadas a propósito de lo que es verdaderay etimológicamente el símbolo:

Antiguamente cuando entre dos personas había de conferir negocio grave y secreto, para que ningunode los dos fuese después engañado por tercera persona, partían entre los dos una moneda o algunaotra cosa con ciertas muescas o dejas, que no pudiesen contrahacer; y al tomar a comunicarse sacabacada uno su pedazo y juntábanlos, de donde se colegía ser la persona cierta con quien se podíacomunicar el secreto. (P. 939 a)

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Y sobre todo, a continuación, nos da un ejemplo que resulta ser importantísimo, ya que se trata dela citación de una empresa sacada de una obra del francés Claude Paladin, titulada SymbolaHeroica11, lo que permite ilustrar nuevamente el discurso del lexicógrafo (véase la lámina III): «Deesto hace un símbolo Claudio Paradino, de dos manos con una moneda partida» (p. 939 a). Conesto, la confusión entre el símbolo y la empresa llega a los mayores extremos. Primero se ha dedestacar que symbolum era la traducción latina de la palabra «empresa"». Al escribir «De esto haceun símbolo Claudio Paradino», Sebastián de Covarrubias traduce literalmente el symbolum latinopor «símbolo», cuando tenía que traducirlo por «empresa».

En cuanto al cuarto término utilizado comúnmente para designar las empresas, los emblemas ylos demás símbolos -queremos hablar de los «hieroglyphicos»-, es el producto de una confusiónhistórica, literaria, lingüística e icónica que se debe a los pocos conocimientos científicos que teníael Renacimiento de la escritura de la civilización egipcia18. La afición de los humanistas a losllamados «hieroglyphicos» nació en gran parte tras el descubrimiento en 1419, en la isla de Androsen el mar Egeo, de un manuscrito griego que era en realidad la traducción de una obra escrita enlengua egipcia del siglo quinto después de Jesucristo por un tal Horapolo, llamado también OroApolo19. Al editar este manuscrito en griego se le dio el título de Hieroglyphica. Traducidos luegoal latín y a las principales lenguas vernáculas europeas, citados por los más famosos autores,ilustrados por primera vez en 154320, recopilados con otros símbolos por Pierio Valeriano en suspropios Hieroglyphica2^, los Hieroglyphica de Horapolo determinaron la deformación semántica deun término cuyo sentido era entonces muy diferente del que le concede ahora la egiptologíamoderna22, sin negar por eso los lazos de parentesco que existen entre el «hieroglyphico» deHorapolo, tal como lo conoció el Renacimiento, y el verdadero jeroglífico de la antiguacivilización egipcia, tal como lo descifró el francés Jean-François Champollion le Jeune.

Sea lo que fuere, este término se difundió por toda Europa con mucho éxito. En España secalificaba de «hieroglyphico» cuanto aparentaba tener una índole simbólica, desde los motivosdecorativos muy en boga en aquel entonces con ocasión de las Fiestas, Entradas, Bautizos, Bodas y

17 Claude Paradin, emblematista francés del siglo XVI, autor de las Devises Héroïques, Lyon, lean deTournes, et Guil. Gazeau, 1551, con grabados atribuidos a Petit Bernard. Sebastián de Covarrubias refierea la edición latina en la cual se añadieron empresas del italiano Gabriele Simeoni: SYMBOLAIHEROICA!M. CLAUDII PARA-/ DINI, BELLÏÏOCEN-/SIS CANONICI/ ET D. GABRIELIS SYMEONIS./Multo, quàm antea, fideliùs de Gallica/ lingua in Latinam conuersa./ [Marca de impresor, con sentencia]LABORE ET CONSTANTIA/ Ex Offícina Plantiniana/ APVD CHRISTOPHORVM RAPHELENCIVM,/Academia Lugduno-Bat. Typographum/ 1560.18 Sobre este tema, véase Erik Iversen, The Myth of Egypt and Us Hieroglyphs in European Tradition,Copenhagen, Gec Gad Publishers, 1961.19 Véanse Claude Françoise Brunon, «Signe, figure, langage: les Hieroglyphica d'Horapollon», en YvesGiraud (éd.), L'Emblème à la Renaissance, op. cit., pp. 29-47.2 0 Horapollo, Orus Apollo de Aegypte de la signification des notes Hiéroglyphiques des Aegyptiens...,Paris, Jacques Kerver, 1543.21 Ioannes Pierius Valerianus, Hieroglyphica sive de sacris Aegyptiorum aliarumque gentium literis...,Basilae, 1556.2 2 Champollion prefería designar este tipo de «hieroglyphicos» por la palabra «anáglifos»; véase Jean-François Champollion le Jeune, Précis du système hiéroglyphique des anciens Egyptiens, Paris, Treuttelet Wurtz, 1824, pp. 299-304; A. de Goulianof, Essai sur les hiéroglyphes d'Horapollon, Paris, Dufart,1827, pp. 5-10; Madeleine V.-David, Le débat sur les écritures et l'hiéroglyphe aux xvne et XVIIIe siècles,Paris, S.E.V.P.E.N., 1965.

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nouante.

Lámina ni. Symbola Heroica M. Claudii Paradini. Ex Officina Plantiniana.Academia Lugduno-Bat. Typographum, 1560, p. 17.

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Exequias de los Proceres y Príncipes, hasta los disfraces personales y decoración de los carros quedesfilaban por las calles en Carnestolendas u otras oportunidades. En resumidas cuentas, se puedeconsiderar la palabra «hieroglyphico» como un término genérico, una matriz de donde emanaba unacultura simbólica que reivindicaba la intimidad de sus lazos con la Antigüedad egipcia, entoncespoco conocida, o con culturas de carácter esotérico (harto conocidas son las relaciones entre laemblemática y la alquimia por una parte, entre la emblemática y la cabala por otra parte). Pero enEspaña, la ortodoxia católica no permitía apartarse ni un mínimo del buen camino, y todos lostipos de «hieroglyphicos» y emblemas se concibieron como la vía perfecta para llegar alConocimiento, como un medio para glorificar a Dios. La definición que da Juan de Horozco de los«hieroglyphicos» es muy reveladora de este estado de espíritu:

Jeroglíficos es otro nombre de los más propios que las Emblemas y empresas tienen, por haber sidoimitación de aquellas antiguas letras que los egipcios llamaron así, y quiere decir sagradas esculturas,de que hacen autor a Mercurio Trimegisto. Tertuliano llama estas letras caldeas, y tuvo razón porhaberla desprendido de los caldeos, y ellos de los antiguos hebreos a quien[es] se debe la verdaderainvención de las letras todas y de las ciencias, los cuales enseñados de Dios y de sus profetassupieron maravillosamente aprovecharse de las figuras y semejanzas, de que vemos estar llena lasagrada Escritura. Y conforme a esto la invención de éstas que llamamos Emblemas, Empresas, ySímbolos, y que en realidad son jeroglíficos y sagradas letras gran antigüedad tienen, y por esto sedebe tenerlas en mucho, y dar lugar a que de propósito se consideren. (Ff. 20 v- 21 r)

El «hieroglyphico», por su doble dimensión semiótica y hermenéutica (es a la vez signolingüístico y símbolo iconográfico), por sus nexos con lo oral y lo visual, constituía elargumento clave de una cultura simbólica que pretendía alcanzar, si no la piedra filosofal, por lomenos un alto nivel de conocimiento de la creación. Juan de Horozco, a expensas de la cronologíahistórica, acaba de demostrarlo en su definición: los «hieroglyphicos» son el camino que llevahacia Dios. En su definición del mismo término, parece tener Sebastián de Covarrubias un espíritumás científico, más preciso y sobre todo más erudito, ya que va salpicando el artículo«Hieroglyphico» con doctísimas referencias a Tácito, Estrabón y Plinio. Además, termina sudefinición citando una teoría de ejemplos por los cuales demuestra el perfecto conocimiento quetenía tanto de los Hieroglyphica de Horapolo como de los de Valeriano. A aquellas alturas se tratade la enumeración de un verdadero bestiario simbólico, del cual se desprende que el símbolo es lasustancia misma del «hieroglyphico»:

Hieroglyphico. Los egipcios tuvieron una manera de escritura esculpida, para significar susconceptos [...]; y estas figuras les servían de letras y las esculpían en las piedras, columnas ypirámides [...]. Y pondré aquí algunos ejemplos. Por el abeja que labra la miel significaban el rey[...]. Por el gavilán significaban la presteza y velocidad [...]. Por el ojo, la providencia, y así leesculpían sobre un cetro. Por la sierra y la lima, la detracción y murmuración. Por la hoz, el tiempoque todo lo siega, corta y destruye. Por el cuchillo, la crueldad, etc. De esto trata largo Horo Apolo,escritor antiguo, y en nuestros tiempos Pierio Valeriano. (Pp. 686 b- 687 a)

Aparecen aquí algunas divergencias entre los dos hermanos a propósito de la importanciaotorgada por el uno a la «legibilidad» y por el otro a la «visibilidad» del «hieroglyphico». Juan deHorozco habla preferentemente de «letras», mientras que Sebastián de Covarrubias utiliza eltérmino de «figuras» y recalca más bien el aspecto figurativo de los «hieroglyphicos», dandoejemplos antes visuales que textuales. El Arte poética española corregida intentará reconciliar los

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dos pareceres, aunando su autor, en su propia definición del «hieroglyphico», el cuerpo y el alma,la figura y la sentencia:

Es el Jeroglífico Figura significativa de otra cosa ordinariamente sagrada. Se declara con Lema, oLetra [...]. Fueron los hebreos los inventores [...], y Horozco trae haber sido Mercurio Trimegisto.Usan los Poetas de los jeroglíficos para exprimir alguna agudeza, o sentencia, y procuran que lasfiguras, o las propiedades de ellas convengan al objeto, a la que dirigen [...]. El Jeroglífico se puedeexplicar con cualquier género de Poema, pero ordinariamente con un Lema o Mote, que es unasentencia, dicho, o agudeza, que declare lo que representan las figuras; después con un Terceto, oRedondilla. (P. 177)

Imperceptiblemente hemos seguido un camino definitorio que parece girar sobre sí mismo, unlaberinto en forma de círculo vicioso, ya que nos encontramos aquí, de nuevo, con casi la mismadefinición que la del emblema. Sin embargo, nuevos elementos han salido de la oscuridad mientrasque otros han desaparecido por completo en unas definiciones más razonadas que dan fe de unaaprensión más retórica de todos los fenómenos considerados. Así, Joseph Vicens, autor de losúltimos capítulos del Arte poética española aumentada, elimina las pesadas citaciones eruditas yreferencias pseudohistóricas de los hermanos Horozco y Covarrubias para poner el acento en elanálisis del proceso expresivo del «hieroglyfico» Nota primero que las relaciones entre elsignificante y el significado son regidas por el procedimiento metafórico de substitución: «figurasignificativa de otra cosa»; a continuación, refiere que las relaciones entabladas por la imagen conel objeto al que va dirigida son regidas por el procedimiento de analogía; y termina poniendo derealce la agudeza declarativa de la representación figurada. Estas concepciones son el puro reflejodel espíritu conceptista que constituye el fundamento básico de la elaboración de la expresiónemblemática del barroco español, que se apoyará tanto en el símbolo como en el concepto.Transparenta en esto una visión retórico-pragmática del mundo que tiene más a clasificar según unametodología científica que a enumerar datos basados en el argumento de autoridad. Al fin, elcurator del Arte poética española enuncia con mucha sencillez el hecho de que esta alianza icónico-textual es asunto de los poetas, lo que ninguno de los dos hermanos había planteado.

En cuanto a los demás términos empleados -insignias2*, divisas™, lábaros25, estandartes26-, sepuede concebir cierto grado de sinonimia entre ellos con tal de que se agrupen por parejas:

2 3 Así las define Juan de Horozco, op. cit., f. 20 v: «Insignias dichas entre los romanos signa, eran lasseñales que los capitanes traían en sus estandartes, que primero fueron figuras levantadas en alto de queservía cualquier cosa que sobre un hasta se ponía, como el manojo de heno que después se vino a usar depropósito y se dijo manipulus, y de él manipularlos los que le seguían [...]». Sebastián de Covarrubias,Tesoro de la Lengua, op. cit., p. 738 b, lo hace de manera algo diferente: «Insignia. La señal que unolleva para ser diferenciado de los demás, como en las cofradías de sangre la insignia de las plagas, de laquinta angustia, de la soledad, etc. Insignias, el ornato y aparato que llevan los magistrados y otraspersonas para ir señaladas y conocidas, porque nadie ignore sus dignidades y oficios y sean respetados».2 4 Juan de Horozco, op. cit., ff. 20 v-21 r: «Divisas con señales con que se diferencian los que las traen, yéstas solían traer algunos escuadrones o legiones antiguas [...]. Y por otra parte se entiende que les dabana los soldados el escudo blanco, para que entendiesen que se había de pintar en él los hechos que hiciesen[...]. Llamáronse estas insignias, de que hablamos, divisas porque con ellas se diferencian y dividen losque las traen, y así propiamente se llaman de esta manera las bandas con que los españoles y franceses sediferencian, así en la color como en la postura de ellas [...]». Según Sebastián de Covarrubias, Tesoro dela Lengua, op. cit., pp. 478 b-479 a, la divisa es: «La señal que el caballero trae para ser conocido, por lacual se divide y se diferencia de los demás. Devisa, es el solariego y vehetría, etc. Y devisa tanto quieradecir como heredad que viene al hombre [...]. De aquí entiendo nacieron las armas de los escudos, porque

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insignia/divisa, lábaro/estandarte, como se verá en las definiciones que damos en nota. Nosquedamos así, por un lado, con cuatro términos semánticamente conectados unos con otros yagrupados en dos parejas centradas alrededor de una sinonimia dual -hieroglíficol emblema,símbolo/empresa- y, por otro lado, con los mismos cuatro términos que se correlacionan entre síde la siguiente manera: hieroglíficol símbolo, emblema/empresa, es decir según el principio derelaciones semejanzas/diferencias. El mismo esquema se repite, a partir de un principio idéntico,con el otro grupo de cuatro términos : insignia! lábaro, divisai estandarte. Ahora bien, escapa unintruso de esta delicada construcción analógica, se trata del pegma del que sólo Juan de Horozco dauna definición:

Pegmas es otro nombre que se ha dado a las emblemas por la semejanza que tienen con aquéllas, lascuales eran una representación que se hacía con figuras mudas en una fábrica cuadrada de madera,mostrándose primero un suelo que a las orillas tenía estas figuras, y de enmedio de este suelo selevantaba otro cuadro menor con otras figuras diferentes, y luego el tercero y cuarto hasta disminuiren manera de torre [...]. (F. 20 r)

Poco empleado en la lengua española, el término de pegma procede del título de una obraemblemática del francés Pierre Coustau27, en la que se ha inspirado en parte Juan de Horozco parala elaboración de sus Emblemas Morales. Varias veces cita el emblematista español el nombre dePetrus Costalius en el «índice de los lugares imitados», con el que termina su obra. Junto con lositalianos Andrea Alciato, Aquiles Bochio y otro francés, Barthélémy Aneau28, Pierre Coustau es el

hasta tanto que hacían alguna hazaña en armas, lo traían blanco los soldados. Las naves y las galerasacostumbraron traer en lo alto de la popa alguna divisa, y ahora también se traen, y toman el nombre deella [...]. Muchas fábulas tuvieron principio de las insignias de las naves y galeras, y de las divisas delos estandartes [...]».2 5 Juan de Horozco, op. cit., f. 44 r-v: «Del Emperador Constantino nos muestran sus medallas habertraído por empresa el nombre de Cristo en cifra, poniendo las dos primeras letras del nombre griego de lamanera siguiente 5$c. Y así se ve en algunas medallas el mismo Lábaro, que era el guión con esta cifra,conforme a lo que dijo el cristiano poeta. Mas, según la historia y lo que cuentan los autores, la empresasuya fue la Cruz con la letra que suena: "en esta señal vence"; porque esto fue conforme a la estampa quevio en el cielo, donde realmente se le mostró la señal de la Cruz y el mote escrito alrededor de ella en lasmismas nubes, IN HOC SIGNO VINCES». Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la Lengua, op. cit., pp.745 ab-746a: «Mi hermano, don Juan Horozco de Covarrubias, obispo que fue de Guadix, lib. I de susEmblemas, cap. 10, lo trató con mucha curiosidad».2 6 Juan de Horozco, op. cit., f. 46 r, dice del estandarte: «El pueblo de Israel es justo [que] comencemospor su antigüedad, y porque las invenciones todas de las cosas precisas y más necesarias en el mundo sinduda se ha de entender [que] se les debe. Y pues los estandartes y señales de gobernar los ejércitos son tannecesarios, no puede haber duda en que los usaron, sino sólo de la manera que fueron, y de las insigniasque pusieron en ellos, pues la escritura las llama con el término (señales) [...] y significa el estandarte yla señal del ejército. Y cuanto a las figuras o insignias que traían se ofrece, lo primero que dividiéndosepor los doce tribus la gente toda venía bien que se conformasen con la profecía de Jacob, cuando a cadauno de sus hijos dijo su razón, y a algunos de ellos comparó con animales, que se usaron después traer enestandartes. Y fue posible haber sucedido de la imitación de los hebreos en esto, como en otras cosas».Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la Lengua, op. cit., p. 763 a, remite a este pasaje de su hermano asícomo a su propia definición del laboro: «[...] porque desde el emperador Constantino, usaron el traer losemperadores la santa Cruz en sus banderas, y de estaurarte se corrompió en estandarte. Es de saber que losemperadores romanos llevaban delante de sí un estandarte o insignia, que llamaban lábaro, tejido de oroy seda y sembrado de piedras preciosísimas».2 7 Pierre Coustau, Petri Costalii Pegma, cum narrationibus philosophicis, Lugduni, Apud MatthiamBonhomme, 1555.2 8 Barthélémy Aneau, Picta Poesis. Ut pictura poesis erit, Lugduni, Apud Matthiam Bonhomme, 1552.

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autor más citado por Juan de Horozco. Por su parte, Sebastián de Covarrubias menciona la palabra«pegma» sólo dos veces; la primera ocurrencia se sitúa en el artículo «Emblema» y la segunda enel artículo «Elefante»:

Escriben del elefante que, si llega a beber a fuente o río de agua clara, donde le represente su figura,toma espanto y rehusa bebería o pasarla; y por esta razón, cuando han de pasar ríos, esperan a que seade noche y que no haga luna. Dice Pierio ser jeroglífico del rey, que no quiere le digan sus faltas, ni selas pongan delante. A esto pienso que alude uno de los Pegmas de Pedro Costalio, con la figura delelefante y un hombre que va reluciente o con espejos, o con armas lúcidas en que pueda mirar elelefante su retrato, con el título: Non perdendum amicum ob bonum dictwn. (P. 498 a)

A modo de ilustración, hemos representado este pegma a continuación (véase la lámina IV), perodebemos notar que las figuras no vienen representadas tal como las describe Juan de Horozco.

IN MOREM ELEPHANTORUM.NON PERDENDUM AMICUM OB

BONUM DICTUM.

Lámina IV. Petri Costalii Pegma, cum narrationibus philosophicis,Apud Matthiam Bonhomme, Lugduni, 1551

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Por su parte, frente a este alud de términos, Joseph Vicens no guarda memoria de la palabra«pegma» y, en una síntesis algo precipitada, prefiere remitir a Juan de Horozco, tras inspirarse aveces textualmente de él:

Son también semejantes a las Empresas, las Insignias, dichas así del latín signa, señales, que sonunas figuras, o señales que traían los Capitanes en sus estandartes. Las Divisas son muy semejantes alas Insignias, y se llaman así de divisar. Son también señales, con que se diferencian los que lastraen [...]. El Símbolo dicho tal del verbo griego Symballo, Atribuir, es común en orden alJeroglífio, Emblema, Empresa, Insignia, y Divisa [...]. De aquí vino que con mucha propiedad laDoctrina de los Santos Apóstoles, sumada en la profesión de la Fe, se llama Símbolos porque en ellase diferencia el católico del que no lo es. De esto trata largamente Horozo en sus Emblemas, y encuanto a la práctica, Solórzano, Saavedra, Alciato, etc. (Pp. 179-180)

Ya estamos en el mismo punto y parece que nos hemos perdido definitivamente, con nuestrosautores, en el laberinto emblemático de las definiciones sinonímicas. Es evidente que estrechasrelaciones vinculan los términos considerados según una estructura que aparenta ser laberíntica, yaque, cuando creemos haber encontrado por fin la definición definitiva -es decir la salida-, nosencontramos en realidad delante de otro término, y hay que recurrir a otra definición -abrir otrapuerta-, que, a su vez, nos lleva a otro[s] término[s]. Las palabras se explican unas a otras,recalcando los autores las semajanzas (la sinonimia) y olvidándose de las diferencias. En fin decuentas, el hilo de Ariadna, que nos permita salir de esta maraña definitoria, consistirá en advertirque los eruditos, a fines del siglo XVI y principios del siglo XVII, para designar un nuevo modo deexpresión icónico-verbal esencialmente simbólico, tenían tendencia a utilizar una profusión detérminos, a los que consideraban sinónimos. En realidad, como hemos intentado ponerlo de realce,existen entre las expresiones simbólicas consideradas algunas diferencias a distintos niveles:histórico, creativo, funcional y retórico-pragmático.

De lo que hemos intentado exponer, se pueden sacar diferentes conclusiones. Primero, cabenotar la deuda que tienen obras tan conocidas como el Tesoro de la Lengua y el Arte poéticaespañola, en su edición dieciochesca, hacia una obra tan olvidada como los Emblemas Morales deJuan de Horozco. Luego, de estas consideraciones, se desprende la importancia otorgada a ladefinición de los fenómenos simbólicos, ya no solamente en el ámbito literario sino también enlas manifestaciones icóncias y, de manera más amplia, figurativas. Asimismo, se advierte cómo,en poco más de un siglo, evolucionaron las definiciones de los términos simbólicos, desde larecopilación de citas eruditas hasta una visión más retórica de los fenómenos verbo-icónicos, entrelos cuales destacan el «hieroglyphico», la empresa y el emblema. Finalmente, es de notar el abusodel recurso a la sinonimia para definir los términos y la especial insistencia que los teóricos,olvidándose de mencionar los tropos de analogía o contigüidad, ponen en recalcar las convergenciasentre ests tres expresiones verbo-icónicas, fundamentadas en gran parte, por cierto, en el uso delsímbolo.

A partir de allí, se podría estudiar cómo dichas manifestaciones del espíritu simbólico, y másparticularmente el emblema, adquirieron rápidamente un valor universal pluridisciplinario quesobrepasa el mero marco literario para invadir no sólo el área artístico-cultural en su totalidad(pintura, arquitectura, escultura, música, etc.), consuetudinariamente reservada a las élitesintelectuales, sino también el área de la cultura popular2'. Aquél sería el reto de la cultura

29 Véase Julián Gallego, Vision et Symboles dans la Peinture Espagnole du Siècle d'Or, Paris,Klincksieck, 1968.

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simbólica a mediados del siglo XVII: pasar de un humanismo erudito, que cultivaba a laAntigüedad como un jardín privado, a un humanismo didáctico que tomase en cuenta lasaspiraciones de un nuevo estrato socio-cultural, ya librado de la obligación de conocer el latín paraacercarse a la cultura.

Deste esta perspectiva, y pese a que no deja de ser un erudito que se dirige a otros eruditos,Sebastián de Covarrubias puede aparecer también como un humanista que considera tener a cargouna tarea educativa. Bajo muchos aspectos, el Tesoro de la Lengua Castellana o Española, sinllegar a ser una obra vulgarizadora, es la traducción de un claro intento didáctico de clasificación delos conocimientos de aquella época en el ámbito de la expresión simbólica, profundamente marcadapor el ingente desarrollo de la literatura emblemática.

BOUZY, Christian, El «Tesoro de la Lengua Castellana o Española»: Sebastián de Covarrubias en ellaberinto emblemático de la definición. En Criticón (Toulouse), 54, 1992, pp. 127-144.

Resumen. En el Tesoro de la Lengua Castellana o Española, Sebastián de Covarrubias hace gala demucha erudición en lo que se refiere al símbolo. Con tal de que recordemos que este mismo autor fueemblematista {Emblemas Morales, Madrid, 1610), comprendemos mejor el afán que tiene por definircuantos términos pertenecen al ámbito simbólico: emblema, empresa, hieroglyfico, divisa, lábaro, etc.Inspirándose en los Emblemas Morales (Segovia, 1589) de su hermano Juan de Horozco, único tratadoteórico del siglo XVI sobre los emblemas, Sebastián de Covarrubias va desarrollando una imponenteterminología simbólica y termina declarando que todos estos términos son casi sinónimos. De una aotra, las definiciones van diciendo casi lo mismo y avanzan como por un laberinto sin salida. Otrostratadistas, como Joseph Vicens curator del Arte poética española (Barcelona, 1703) de Juan DíazRengifo, parecen tener una visión más retórica de la terminología simbólica y descubren las nociones demetaforización y analogía. Sin embargo, entre erudición y didactismo, Sebastián de Covarrubias no dejade tener el mérito de enseñar el camino, revelándonos las concepciones de su época acerca del símbolo.

Résumé. Dans le Tesoro de la Lengua Castellana o Española, Sebastián de Covarrubias fait montred'une belle érudition en matière de symbolique. Si nous nous rappelons qu'il fut lui-même emblémiste(Emblemas Morales, Madrid, 1610), nous comprenons mieux ce désir qu'il a de définir tous les termesgravitant autour de la sphère de l'emblème et du symbole: devise, hiéroglyphe, étendard, enseigne,insigne, etc. S'inspirant de son frère Juan de Horozco, auteur du seul traité théorique espagnol sur lesemblèmes au x v i è m e siècle (Emblemas Morales, Ségovie, 1589), il développe une imposanteterminologie symbolique pour finir par déclarer que ces termes sont plus ou moins synonymes entre eux.Les définitions se reprennent les unes les autres et donnent l'impression de tourner en rond dans unlabyrinthe sans issue. D'autres théoriciens, comme Joseph Vicens, continuateur de YArte poéticaespañola (Barcelona, 1703) de Juan Díaz Rengifo, semblent avoir une vision plus rhétorique de laterminologie symbolique et font apparaître les notions de déplacement de sens et d'analogie. Entreérudition et didactisme, Sebastián de Covarrubias garde néanmoins le mérite de montrer la voie et denous éclairer sur les conceptions de son époque dans le domaine du symbole.

Summary. In Tesoro de la Lengua Castellana o Española, Sebastián de Covarrubias discourseslearnedly on symbolics. Considering he was an emblem writer himself (Emblemas Morales, Madrid,1610), his wish to define all the terms referring to emblems and symbols ("device", "flag", "sign","badge", etc.) can be better understood. Inspired by his brother Juan de Horozco, who wrote the onlytheorical treatise in Spanish on emblems in the 16th century (Emblemas Morales, Segovia, 1589),Sebastián de Covarrubias develops an impressive vocabulary of symbolic interprétation -only to end upby declaring that these terms are more or less équivalent! The same définitions are used again and again,

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and give the impression that the endlessly meander in a labyrinth without exit. Other rhetoricians, suchas Joseph Vicens (Arte poética española, Barcelona, 1703), foliower of Juan Díaz Rengifo, appear tohave a more rhetorical approach of symbolic terminology, and demónstrate that meanings of metaphorand analogy are evidently présent. However, from scholarship to paedeutics, Sebastián de Covarrubiasshows the way to a better understanding of the conceptions about symbols of his own time.

Palabras clave. Símbolo. Emblema. Lexicografía. Concepto. Imagen. Sebastián de Covarrubias.Juan de Horozco. Juan Díaz Rengifo. Joseph Vicens.