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MÓDULO (1): ELEMENTOS BÁSICOS DE FORMACIÓN DEMOCRÁTICA 1 I. Introducción: Este curso está orientado a desarrollar en los participantes la capacidad para diseñar estrategias que motiven la participación ciudadana durante los eventos electorales de los países de América. Tal objetivo se origina en el empeño por fortalecer la democracia, en el entendido que los mecanismos electorales son pieza clave de ella. Sin embargo, se observa con preocupación una baja participación y poco entusiasmo por parte de los ciudadanos y ciudadanas durante los procesos. Como lo veremos, la democracia es un sistema que, al reconocer la soberanía popular representada en cada uno de los ciudadanos, funda sobre este principio formas de gobierno legitimadas en el mandato ciudadano, el cual se manifiesta o materializa mediante el acto de votación en los eventos que para ello se programen en concordancia con un orden jurídico construido sobre esa misma base delegataria. Entender estos fundamentos en su sentido más profundo nos explica el por qué de la importancia de los eventos electorales en los que se conjuga el acto de votar y, a consecuencia de este, el acto de elegir y legitimar un mandato por un tiempo determinado a uno o varios ciudadanos para que en nombre del pueblo soberano conduzcan a la sociedad por los buenos caminos del progreso. Como se sabe, los organismos electorales son los encargados en el Estado de administrar y dirigir la organización de los eventos electorales. No obstante, la buena marcha de las elecciones no depende solamente de su organización sino también del comportamiento ciudadano; y es allí donde entran a jugar un papel muy importante otras entidades del Estado, del gobierno y de toda la sociedad. OEA – ELEC1001 1 Sabemos que el comportamiento ciudadano está influenciado por múltiples factores: la familia, la educación, los medios de comunicación, la acción u omisión de los partidos y movimientos políticos, los resultados de la acción gubernamental y, en esta larga lista que no pretende ser exhaustiva, no puede faltar la responsabilidad ciudadana y la ética política de cada individuo.

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MÓDULO (1): ELEMENTOS BÁSICOS DE FORMACIÓN DEMOCRÁTICA

1 I. Introducción: Este curso está orientado a desarrollar en los participantes la capacidad para diseñar estrategias que motiven la participación ciudadana durante los eventos electorales de los países de América. Tal objetivo se origina en el empeño por fortalecer la democracia, en el entendido que los mecanismos electorales son pieza clave de ella. Sin embargo, se observa con preocupación una baja participación y poco entusiasmo por parte de los ciudadanos y ciudadanas durante los procesos. Como lo veremos, la democracia es un sistema que, al reconocer la soberanía popular representada en cada uno de los ciudadanos, funda sobre este principio formas de gobierno legitimadas en el mandato ciudadano, el cual se manifiesta o materializa mediante el acto de votación en los eventos que para ello se programen en concordancia con un orden jurídico construido sobre esa misma base delegataria. Entender estos fundamentos en su sentido más profundo nos explica el por qué de la importancia de los eventos electorales en los que se conjuga el acto de votar y, a consecuencia de este, el acto de elegir y legitimar un mandato por un tiempo determinado a uno o varios ciudadanos para que en nombre del pueblo soberano conduzcan a la sociedad por los buenos caminos del progreso. Como se sabe, los organismos electorales son los encargados en el Estado de administrar y dirigir la organización de los eventos electorales. No obstante, la buena marcha de las elecciones no depende solamente de su organización sino también del comportamiento ciudadano; y es allí donde entran a jugar un papel muy importante otras entidades del Estado, del gobierno y de toda la sociedad.

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Sabemos que el comportamiento ciudadano está influenciado por múltiples factores: la familia, la educación, los medios de comunicación, la acción u omisión de los partidos y movimientos políticos, los resultados de la acción gubernamental y, en esta larga lista que no pretende ser exhaustiva, no puede faltar la responsabilidad ciudadana y la ética política de cada individuo.

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Pues bien, con todos estos elementos hemos configurado un recorrido de estudio y de reflexión que empieza en este módulo sobre los fundamentos de la democracia y nos lleva a reconocer los elementos más importantes para valorar las elecciones en el marco de la democracia y diseñar estrategias dirigidas a crear conciencia ciudadana sobre su importancia, y en consecuencia a dinamizar la participación electoral. II. Contenido 1. LA REALIDAD DE LA PARTICIPACIÓN ELECTORAL EN AMÉRICA LATINA 2. CONCEPTOS Y PRINCIPIOS DE LA DEMOCRACIA

2.1. Participación 2.2. Libertad 2.3. Igualdad 2.4. Otros principios

3. LECTURAS 1, 2 Y 3 4. DE LOS PRINCIPIOS A LOS DERECHOS: 5. LECTURAS 4 Y 5 6. MECANISMOS Y PROCEDIMIENTOS DE LA DEMOCRACIA 7. CÓMO ENTENDER LA PARTICIPACIÓN ELECTORAL EN EL CONTEXTO DE LA

DEMOCRACIA 8. LECTURA 6 9. EDUCACIÓN: UN FACTOR NECESARIO PARA LA DEMOCRACIA. 10. LECTURA 7 11. FORMACIÓN CIUDADANA 12. LECTURA 8 13. RESPONSABILIDAD INSTITUCIONAL Y SOCIAL DE LA FORMACIÓN CIUDADANA 14. PREGUNTAS PARA EL FORO 15. ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE

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16. EVALUACIÓN ANEXOS LECTURAS

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III. Desarrollo 1. LA REALIDAD DE LA PARTICIPACIÓN ELECTORAL EN AMÉRICA LATINA

Como lo muestran varios estudios y lo expone Irma Méndez de Hoyos1, existe una leve tendencia mundial hacia una menor participación electoral, que en el caso de América Latina no es generalizable, si bien en una buena cantidad de países se evidencia una disminución progresiva de la asistencia a las urnas. Sin embargo, lo que preocupa no es solo el aspecto de cantidad sino el de calidad o, en este caso, el de la falta de compromiso democrático. Asimismo, el Informe sobre la Democracia en América Latina publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo revela que: “Una primera mirada a las percepciones ciudadanas sobre la base de las anteriores encuestas del Latinobarómetro indica que hacia 1996 el 61 por ciento de los entrevistados a nivel de la región prefería la democracia respecto de cualquier otro régimen; hacia 2002 era el 57 por ciento. Esa preferencia por la democracia no implica necesariamente un firme apoyo. En efecto, muchas personas que dicen preferir la democracia frente a otros regímenes tienen actitudes poco democráticas en relación con diversas cuestiones sociales. En el año 2002, casi la mitad (48.1 por ciento) de los encuestados que decían que preferían la democracia a cualquier otro régimen, prefería igualmente el desarrollo económico a la democracia, y un porcentaje semejante (44.9 por ciento) que decía preferir la democracia estaba dispuesto a apoyar un gobierno autoritario si éste resolvía los problemas económicos de su país”.2 En la presentación del Informe, el Director del proyecto, Dante Caputo, expuso que uno de los objetivos de este informe es provocar una nueva discusión y afirma que: “Para este fin, el Informe contiene un análisis crítico de la situación de nuestras democracias hecho desde la democracia. Eso nos llevó necesariamente a señalar déficit y carencias. 1 FLACSO - México www.oas.org/.../15%20Part%20y%20Edu%20Civica%20MENDEZ%20DE%20HO.

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2 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, La Democracia en América Latina: hacia una democracia de ciudadanos y ciudadanas, 2da. Ed. Buenos Aires: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2004, pág. 132.

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Pero existe un peligro en el ejercicio de explorar lo que falta: olvidar lo que tenemos. Los déficit, las lagunas, las asechanzas que se ciernen sobre nuestras democracias no deberían llevarnos a olvidar que hemos dejado atrás la larga noche del autoritarismo”.3 Este informe, que reconoce a los procesos electorales como un componente fundamental de las democracias, también reafirma que esta forma de organización política no se agota en la celebración de elecciones periódicas, limpias y transparentes. Sobre las elecciones, el informe expone que: “Se avanzó en la cuestión de que las elecciones sean un medio de acceso a cargos públicos: el traspaso del mando presidencial se convirtió en una práctica común, aunque en algunos casos se haya dado en medio de complejas crisis constitucionales.

Sin embargo, los datos también muestran que la participación electoral es irregular – en algunos países presenta niveles muy bajos – y que existen barreras de entrada para nuevos actores para la competencia electoral. Un logro importante es la apertura de espacios políticos para las mujeres a través de cupos o cuotas en las listas de los partidos. Empero, la representación de pueblos originarios y afro descendientes en el Parlamento es, en general, aún muy reducida. Asimismo, los partidos políticos como agentes de representación atraviesan una crisis severa, que se expresa en el hecho de que la gente desconfía de ellos porque los percibe como distantes, como un actor ajeno y profesionalizado que no encarna un proyecto de futuro compartido”.4 Para hacerse una idea sobre los problemas que representa la falta de participación electoral, traemos los datos del Latinobarómetro5 en su informe de 2004, en el que se presentan los resultados de una década de mediciones. Por su pertinencia respecto de la percepción de la ciudadanía sobre las votaciones, retomamos las siguientes notas:

3 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, La Democracia en América Latina: hacia una democracia de ciudadanos y ciudadanas, 2da. Ed. Buenos Aires: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2004, págs. 21-22. 4 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, La Democracia en América Latina: hacia una democracia de ciudadanos y ciudadanas, 2da. Ed. Buenos Aires: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2004, p. 27.

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5 http://www.latinobarometro.org/ consultado julio 19 de 2009.

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“EL PESO DEL VOTO - El peso del voto tiene relación con cuánto creen los ciudadanos que es posible cambiar las cosas por medio del acto de votación. Más o menos la mitad de la población cree que es posible cambiar las cosas; eso no ha cambiado en promedio en la región a lo largo de la década medida. Entre un 30% y un 40% de la población cree que el voto no tiene poder de cambio. La democracia se consolida en la medida en que el voto le da soberanía a los votantes; en la medida en que el voto pierde soberanía, se debilita la democracia”.

En cuanto a la importancia de votar, hay un rango de respuestas positivas entre 72% y 37% para la lista de países consultados. La pregunta se formuló así: “Algunas personas dicen que la manera como uno vota puede hacer que las cosas sean diferentes en el futuro. Otros dicen que independientemente de cómo vote, no hará que las cosas sean mejor en el futuro. ¿Cuál frase está más cerca de su manera de pensar?” (ver informe, pág. 28) La intención de traer a colación estas notas no es para pretender un diagnóstico exhaustivo de la situación electoral de la región, lo cual, dicho sea de paso, ha sido objeto de otros estudios que en su momento dieron lugar a iniciativas como la que propone este curso. Sin embargo, sí nos permite enfatizar en la importancia de la participación electoral en términos cuantitativos -y sobre todo cualitativos- para la consolidación de la democracia en la región. En efecto, el comportamiento electoral refleja la conciencia del ciudadano respecto del mandato soberano del que es portador. Dejar en manos de muy pocos las decisiones más importantes de la sociedad, o debilitar la legitimidad de los mandatos que se entregan a los gobernantes, pueden ser conductas perjudiciales para la democracia. Ante esta posibilidad, hay que optar por volcar toda la fuerza creadora de una sociedad dispuesta a salir adelante, en opciones electorales que den cauce ordenado a la voluntad de las mayorías, al mejor estilo democrático. Y esto solo se logra mediante una participación electoral responsable que, como sabemos, no siempre se da por generación espontánea sino que tiene que ser promovida por las fuerzas democráticas de la misma sociedad. He ahí el reto.

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2. CONCEPTOS Y PRINCIPIOS DE LA DEMOCRACIA

El concepto de democracia surgió en la Grecia Antigua con ciudades-Estado como Esparta y Atenas donde nacieron principios e instituciones y se practicaron mecanismos que lograron instaurar un gobierno del pueblo y para el pueblo, de manera que el pueblo no fuera solo objeto de gobierno sino el sujeto que gobierna.

Posteriormente fue adoptada por los estados nacionales modernos. La democracia como la conocemos hoy en día es el resultado de una larga evolución entre enfoques y concepciones diferentes y encontradas, pero que al intentar responder a viejos y nuevos problemas, terminan muchas veces estableciendo puentes y síntesis. La democracia ha sido y es una obra de arte en permanente construcción, en juego con las tradiciones políticas y a la luz de nuevos pensamientos. Esta forma de organización política reconoce la capacidad de todos los miembros de la sociedad para aportar al beneficio común y, en correspondencia, les concede el derecho a participar en la dirección y administración de los asuntos públicos o de interés común. Estos asuntos son encargados al Estado, organización especializada para dirigirlos y administrarlos. Pese a la diversidad de enfoques existentes hoy en día, se destacan una serie de principios y conceptos que caracterizan y diferencian a la democracia de otras opciones de organización política de una sociedad. En efecto, la democracia gravita sobre tres principios fundamentales, que cobran sentidos y alcances diversos según las variaciones que se dan en cada país o a lo largo de su historia. Ellos son: la libertad, la igualdad y la participación. En este mismo sentido Robert Dahl, en su texto La Poliarquía, fija -a la manera de unas coordenadas cartesianas- un referente conceptual para precisar principios deseables en toda forma democrática. Estos principios generales se mueven en tres dimensiones fundamentales de la existencia social, tan distintas como integrales o articuladas, para acercarse a la idea regulativa de la mejor vida posible para todos. Estas son: la participación o inclusión política, la liberalización o libertad y la igualación o igualdad.

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En ese orden de ideas, la mejor democracia sería, desde luego, aquella que desarrollara y desplegara las mayores realizaciones cuantitativas y cualitativas en cada una de las tres dimensiones citadas. Cada una de las dimensiones, que a su vez son principios o criterios regulativos generales, dará pie a principios y criterios más concretos de la democracia. Veamos por qué.

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2.1. Participación La participación se basa en el principio de la Soberanía Popular, según el cual el pueblo es el soberano, de donde emana la autoridad. Visto desde su proceso histórico, la democracia cristaliza la conquista política lograda por el gobernado de participar en el ejercicio del poder y particularmente en la designación de sus gobernantes, conquista que las sociedades han convertido en el derecho que tiene el pueblo de participar directa o indirectamente en el proceso de toma de decisiones, ejecución y control de las mismas. Para mayor ilustración, veamos la siguiente cita: “Cuando se dice entonces que el pueblo es soberano se quiere decir que la fuente última de todo poder o autoridad política es exclusivamente el pueblo; que no existe, por ende, ningún poder, ninguna autoridad por encima de él, y que la legalidad misma adquiere su legitimidad por ser expresión en definitiva de la voluntad popular. Nótese bien que lo decisivo para el principio democrático no es, como en ocasiones se pretende, que se gobierne para el pueblo, para su beneficio y bienestar: gobiernos autoritarios y dictatoriales pueden, de hecho, pretender hacerlo así; y gobiernos democráticamente configurados, en cambio, pueden desarrollar políticas que se revelan contrarias a esos supuestos beneficio y bienestar. No es, por lo tanto, el contenido político de un gobierno lo que determina su naturaleza democrática o autocrática, sino el modo en que este gobierno es constituido y legitimado. La democracia es, estrictamente, el gobierno que se sustenta en el principio de la soberanía popular, es decir, el gobierno del pueblo por el pueblo”. (Salazar, 1997) Relacionado con el concepto anterior, el pueblo soberano es el conjunto de ciudadanos, hombres y mujeres, que gozan de derechos políticos y que pueden participar en la construcción de la voluntad política colectiva. Como lo plantea Alicia Iriarte,6 “si bien existen diversos matices, según el tratamiento que de este tema hacen diferentes autores, podríamos decir que la concepción moderna de democracia, la democracia liberal, hace referencia a un sistema político basado en el poder popular en el sentido que la titularidad del poder pertenece al demos, mientras que el ejercicio es confiado a representantes periódicamente elegidos por el pueblo. Por consiguiente, el ejercicio del poder popular se resuelve en gran medida en el poder electoral” (subrayado fuera de texto).

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6 Iriarte, Alicia. (s.f.). Democracia y ciudadanía. Obtenido de Insumisos.com: http://www.insumisos.com/index.php?option=com_content&task=view&id=48&Itemid=14

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Como corolario de lo anterior, los ciudadanos, como representantes del pueblo soberano, adquieren -o mejor aún- portan el derecho y el deber de participar en la toma de decisiones, en el gobierno y en la elaboración de las leyes, a través de sus representantes y voceros, y en el control de la gestión estatal. Para esto el ordenamiento jurídico consagra los mecanismos y las instancias acordadas para tal fin. De acuerdo con esta dimensión, la fuente de todo poder político democrático debe ser la voluntad colectiva, la voluntad del pueblo. Esto da origen al principio de la soberanía popular absoluta, según el cual no debe existir poder político alguno por encima de la voluntad popular, ni un límite a la misma. Este principio es el que hace realidad el célebre enunciado de Abraham Lincoln: “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” que sintetiza esta forma de gobierno. Si la fuente del poder político democrático es el pueblo, todo lo que contribuya a la mayor participación del mayor número de personas, en términos de deliberación, toma de decisiones, ejecución y evaluación de las acciones acordadas, responderá a ese principio básico. De lo anterior se colige que, en virtud de la soberanía atribuida al pueblo, cada ciudadano que lo conforma adquiere una serie de derechos políticos que se convierten en calidades, dotaciones o titularidades jurídicas para ser ejercidas y exigidas en el ámbito de lo público, es decir en el ámbito de la política. De esta manera los derechos políticos se convierten en principios regulativos o consustanciales de la democracia. Ahora bien, en la medida en que el principio de soberanía recae sobre el pueblo en general, inmediatamente dota de derechos a todos los ciudadanos quienes, en cuanto tales, adquieren también el derecho a la igualdad, a que se les dé el mismo trato. Aunque históricamente no ocurrió así, el desarrollo de los principios de la democracia no podría ir en dirección distinta a la de garantizar la inclusión de todos los sectores que conforman la sociedad. Por eso la soberanía popular está ligada a la participación, y esta a su vez a la inclusión política de todos los sectores de la sociedad. Dicho al contrario: quien pueda ser gobernado, puede ser gobernante.

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Queda claro que la participación política democrática exige y presupone la igualdad de derechos políticos de todos los ciudadanos. Ello no obsta para que, en función de la igualdad, se reconozcan diferencias ante las cuales operen compensaciones, precisamente para restablecer la igualdad o, más exactamente, la equidad. Es el caso de la equidad de género, que al reconocer que hombres y mujeres no están en igualdad de condiciones para ejercer sus derechos, propone

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en consecuencia una serie de medidas especiales para que las mujeres accedan a ellos, de manera que la igualdad de oportunidades se haga realidad. La soberanía popular dota a los ciudadanos de derechos políticos que la misma sociedad se compromete a garantizar sobre el supuesto de que corresponden a deberes equivalentes. Estos se hacen efectivos en la esfera de lo público, con posibilidades como las siguientes:

El derecho a elegir y ser elegido plasmado desde la misma Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del ciudadano de 1.789, sin ningún criterio de distinción.

El sufragio universal. La igualdad en el voto: cada voto vale lo mismo. La elección de cargos de gobierno y representación. La votación libre. La postulación libre para cargos de gobierno y representación. La competencia electoral libre y equitativa. La libertad de organización y movilización política. Los escrutinios electorales limpios y transparentes. La existencia de instituciones y tribunales electorales independientes e

imparciales. El acatamiento de las decisiones tomadas por las mayorías. La existencia de derechos políticos para las minorías. La existencia de espacios e instancias participativas de deliberación,

decisión, ejecución y evaluación de decisiones políticas. El establecimiento de mecanismos constitucionales contra-mayoritarios:

por ejemplo, cortes y tribunales de revisión de constitucionalidad y legalidad.

La rendición pública de cuentas de las gestiones de gobierno. El cuestionamiento público de las gestiones de gobierno. En algunas sociedades se suelen adoptar principios para garantizar cuotas

determinadas de poder a sectores étnicos, religiosos, o de género; esto es lo que se conoce como democracia de pactos: en Canadá, entre angloparlantes y franco parlantes; en Bélgica, entre flamencos y valones; en Líbano, entre maronitas, musulmanes y drusos; en otros casos se pactan cuotas de representación para mujeres, grupos étnicos, etc.

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2.2. Libertad Se entiende como la facultad del ser humano para determinar el curso de acción de su vida en forma deliberada y consciente, sin depender para esto de la voluntad de otro. En un régimen democrático la libertad tiene como límite el respeto de los derechos de los demás. Se dice que la libertad llega hasta donde comienza la de los demás, de manera que no afecte o impida la libertad de otro. Estas libertades se traducen en derechos ciudadanos. En la medida en que las sociedades se han desarrollado, han tenido la capacidad para garantizar más derechos a todos sus miembros, como lo son la educación, la salud, la libre expresión y los derechos culturales, entre otros. También se entiende la libertad como el derecho a autogobernarse y a no estar sometido por otro; la única autoridad legítima es la que se deriva de la participación activa de todos los ciudadanos que forman el pueblo soberano. Solo se es libre cuando se participa en la formación de los gobiernos y autoridades, en la elaboración de las leyes que se van a obedecer; de esa manera se está obedeciendo a lo que uno mismo dispuso y no a un poder extraño (Rawls, 1988).

Este principio busca asegurar el mayor grado de libertad personal y colectiva posible en un orden político democrático. Además de las importantísimas libertades individuales, significa la apertura y el pluralismo en la discusión política y la ampliación de horizontes en todos los campos de la vida social, de la cultura y la política. En la deliberación, desde luego, tarde o temprano se van construyendo, perfilando o reagrupando diferentes posiciones: unas mayoritarias y otras minoritarias. La liberalización puede y debe conducir a consensos sobre aspectos fundamentales, pero también permitir el disenso. Los contenidos de los consensos y los disensos, así como el alcance de los mismos, dependerán de la correlación de las distintas fuerzas sociales y políticas en pugna al interior de cada sociedad. El ejercicio de estas libertades se concreta fundamentalmente en derechos como los siguientes:

Seguridad personal: respeto a la vida, a la integridad personal, a la dignidad personal y a la intimidad personal.

Deliberación pública y privada. Libertad de desplazamiento. Libertad de asociación.

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Libertad de propiedad.

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Libertad de consciencia. Libertad de pensamiento. Libertad de investigar. Libertad de expresión y publicación. Libertad de información. Pluralidad y diversidad de las fuentes y de los medios de expresión e

información. Como en el caso de la inclusión o participación política, no basta con establecer condiciones generales de libertad; también hay que tomar medidas para que los distintos sectores sociales, políticos y los propios ciudadanos puedan ejercer sus derechos. Por ejemplo, en cuestiones de deliberación en debates públicos que se adelantan a través de los medios de comunicación, es especialmente sensible la desventaja de ciertos grupos para expresarse públicamente, a diferencia de otros que cuentan con acceso directo a los medios más efectivos. Se hacen necesarias, en aras del pluralismo informativo, una serie de medidas especiales que corrijan los desequilibrios. Como se colige fácilmente, esta dimensión de la política democrática corresponde en lo fundamental a la esfera de los derechos civiles.

2.3. Igualdad En una democracia todos los hombres y mujeres nacen libres y se consideran iguales ante la ley. Todos tienen derechos y obligaciones. No hay grupos con privilegios especiales. (Diferente es el otorgamiento de tratamiento especial a grupos o sectores sociales para garantizar el ejercicio de sus derechos, cuando estos puedan estar amenazados por su condición de debilidad, discriminación, invalidez, etc. Por ejemplo: los derechos prevalentes de los niños y las niñas, las medidas de discriminación positiva para las mujeres o para grupos étnicos históricamente marginados). En cuanto al derecho a participar, todos tienen derecho a expresarse y a participar en las decisiones. El voto es personal y universal. Todos tienen derecho a un voto, y todos los votos tienen el mismo valor.

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Este principio busca hacer realidad y alcanzar el mayor nivel de igualdad y equidad en el reparto de los bienes materiales y espirituales de existencia. Implica, siguiendo a Nancy Fraser, la redistribución igualitaria y equitativa de los medios materiales de existencia. Esta dimensión de la política democrática se corresponde en lo fundamental con la esfera de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales.

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Aparte de la igualdad en los derechos políticos, que en la mayoría de las democracias está consagrada en la Carta Fundamental o Constitución Política, se asocian a este principio las políticas de gobierno que, en el marco de la libertad económica y social, propenden por la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos. Tendríamos que acotar que en este aspecto se impone un gran esfuerzo a las democracias de la región para superar las desigualdades que la caracterizan. Al respecto es común el impulso a políticas públicas y programas como los siguientes:

Distribución -y en algunos casos redistribución- de la propiedad territorial y de la producción agraria.

Fomento a la mediana y pequeña propiedad industrial y comercial. Democratización por la vía del mercado accionario o del aumento de la

participación los trabajadores en las ganancias. Tributación progresiva, diferenciada y directa: el que tiene más, paga

mucho más. Universalización de la seguridad social: empleo estable, salarios justos,

prestaciones sociales, cesantías y pensiones. Universalización de la salud, la educación, el acceso a vivienda digna y el

acceso a la cultura y la recreación. Eliminación del hambre, la pobreza y la indigencia. Desconcentración del ingreso y la renta; por ejemplo, usando como criterio

el coeficiente de Gini. La propuesta de renta básica. Inversión compensatoria de los recursos fiscales en poblaciones y regiones

pobres y relegadas. Políticas de equidad de género. Políticas de integración social con etnias y poblaciones minoritarias.

2.4. Otros principios

Pluralismo: Relacionado con la libertad y la participación, el pluralismo es el resultado de expresiones diversas en los distintos campos de la participación y del ejercicio de los derechos; por lo tanto, la diversidad es protegida y fomentada por el mismo sistema democrático.

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El principio de la mayoría: En ausencia de la unanimidad, en una democracia procede lo que decida la mayoría de sus miembros. Este principio incluye el derecho de las minorías a seguir participando y a tratar de convertirse en mayoría.

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No existen mayorías sin minorías. Por eso en la democracia las decisiones se pueden revisar periódicamente o a pedido de los ciudadanos, a través de mecanismos establecidos para ello (Asamblea constituyente, proyectos de Ley, iniciativas populares, etc.). Si las minorías se vieran excluidas totalmente, se retirarían y se perdería la unidad o consenso por el cual todos nos sometemos a las reglas establecidas. En la democracia, mayorías y minorías dirimen sus diferencias en forma pacífica, respetando el principio de la mayoría y el respeto a las minorías, respeto que se expresa en la forma de acuerdos y compromisos. Bien común: Objetivo último de una sociedad democrática. Interés de la mayoría que obliga a toda la sociedad. Conjunto dinámico, armónico y organizado de riquezas materiales o inmateriales, posibilidades, proyectos y planes que configuran la vida de una sociedad o grupo y representan la opción más aceptada por la sociedad. Legalidad: Sujeción de la acción política a las normas jurídicas vigentes. Es el principio básico del Estado de Derecho, que protege a los miembros de una sociedad de las arbitrariedades del poder y de los tratos discrecionales o discriminatorios. Representación: Cuando no sea posible la participación directa en la toma de decisiones, el pueblo puede elegir sus representantes, quienes serán los responsables directos de tomar la mayoría de las decisiones. La selección y elección de estos representantes se convierte en una decisión trascendental en la vida de una democracia.

Fraternidad: Aunque no muy reconocido en los últimos tiempos, el concepto de fraternidad tiene que ver con el reconocimiento de que todos los miembros de la sociedad aportan al bienestar colectivo y todos se benefician de los logros colectivos. Para que la sociedad funcione como un todo, los ciudadanos no solo tienen que recibir un trato igual de parte del Estado o del orden jurídico, sino un trato fraternal de sus congéneres. La cooperación no excluye los conflictos, pero los conflictos no excluyen la cooperación. La democracia ofrece una forma pacífica de resolver los conflictos y supone el interés de preservar la unidad y la convivencia pacífica. Una democracia consolidada supone que sus miembros tienen la capacidad y la convicción para aplicar valores como tolerancia, cooperación, diálogo, respeto, pluralidad, justicia, reconciliación, perdón, solución pacífica de conflictos, etc., todo ello en aras de una vida digna para todos.

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3. LECTURAS 1, 2 Y 3.

4. DE LOS PRINCIPIOS A LOS DERECHOS

Ahora, surge la pregunta: ¿Cómo se hacen efectivos los derechos en la realidad cotidiana del ciudadano? Tenemos que decir que si bien se trata de un sistema que debe consolidarse, con sus instituciones bien cimentadas, con mecanismos, reglas establecidas y derechos y deberes claramente definidos, su realización efectiva tiene que ser producto de un esfuerzo reiterado de instituciones y ciudadanos por plasmar los principios en sus acciones, cumplir sus deberes y ejercer y defender sus derechos en el transcurrir cotidiano.

Así lo expresa Dante Caputo, ex Secretario de Asuntos Políticos de la OEA en el estudio titulado “Más Allá de la Democracia Electoral: Construyendo la Democracia de Ciudadanía”.7 “En resumen, la democracia es el sistema político por excelencia para organizar el poder en la sociedad, para que los individuos puedan ejercer en la realidad todos aquellos derechos de los que son portadores; es decir, que a pesar de las asimetrías de poder puedan hacerse efectivos y transformarse de derechos nominales en derechos realmente ejercidos. Ese pasaje de una sociedad con derechos nominales a una sociedad con derechos efectivamente vividos cotidianamente es una sociedad que construye ciudadanía, que construye una democracia de ciudadanía”. En ese mismo sentido, José Miguel Insulza, Secretario General de la Organización de los Estados Americanos, señala:

“El concepto de democracia en el que coinciden, en el que creen y por el que luchan los Estados Americanos es, pues, exigente y amplio. Incluye requisitos de origen en la formación misma de un gobierno democrático, pero también un conjunto de valores que se proclaman “esenciales” o “fundamentales” a todo ejercicio democrático. Dicho de otra manera, para ser un gobierno democrático no basta, según la Carta Democrática Interamericana, con ser un gobierno de mayorías, electo en elecciones totalmente válidas. A la condición de origen (elecciones periódicas,

7 “EL CICLO ELECTORAL 2005 – 2006 EN LAS AMÉRICAS: UN BALANCE DE LA

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SECRETARIA GENERAL DE LA OEA”. www.oas.org

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libres y justas y voto secreto) se agregan aquellas condiciones esenciales que dicen relación con otras dos categorías políticas: la organización del Estado -esto es régimen constitucional de democracia representativa, estado de derecho, independencia de los poderes públicos, régimen plural de partidos, gobierno transparente y responsable y la subordinación a la autoridad legítima- y el respeto a los derechos fundamentales de la ciudadanía, es decir derechos humanos y sociales, libertad de expresión y prensa, y participación ciudadana. La misma Carta, tras señalar que democracia y desarrollo económico y social son interdependientes y se refuerzan mutuamente, señala cómo la pobreza y el analfabetismo, entre otros temas sociales (se mencionan también el medio ambiente y la educación) son factores negativos para el desarrollo de la democracia; en ese marco compromete a los gobiernos a promover y observar los derechos económicos y sociales, así como a respetar los derechos de los trabajadores. Condena decididamente, asimismo, toda forma de discriminación, señalando que su total eliminación fortalece la democracia y la participación ciudadana. El último artículo de la Carta Democrática Interamericana compromete a los Estados signatarios a promover la participación plena e igualitaria de la mujer en las estructuras políticas de la sociedad.” (José Miguel Insulza, discurso pronunciado el 2 de junio de 2007 en la ciudad de Panamá)8

Y a manera de corolario para la reflexión citamos a Bernardo Toro9 quien en un lenguaje más coloquial expresa los principios de la democracia así: “-La democracia es un orden que se caracteriza porque las Leyes y normas son construidas o transformadas por las mismas personas que las van a vivir, cumplir y proteger. - Aunque no existe un modelo ideal de democracia, todo orden democrático está orientado a hacer posibles los Derechos Humanos y a cuidar y proteger la vida. -El conflicto, la diversidad y la diferencia son constitutivos de la convivencia democrática. -La democracia es un proceso en construcción, un invento del ser humano y por esto mismo es mejorable y perfectible.”

5. LECTURAS 4 Y 5.

8 “EL CICLO ELECTORAL 2005 – 2006 EN LAS AMÉRICAS: UN BALANCE DE LA SECRETARIA GENERAL DE LA OEA” ”. www.oas.org

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9 Toro, Bernardo. 2000. Pág. 23.

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6. MECANISMOS Y PROCEDIMIENTOS DE LA DEMOCRACIA

Uno de los elementos que configuran el régimen democrático es la existencia de canales participativos, a través de los cuales los ciudadanos -en igualdad de condiciones- pueden expresar con libertad sus preferencias en relación con los asuntos de su interés y ejercer su soberanía. Entre los más utilizados se pueden citar los siguientes:

El voto o sufragio universal es un componente esencial de la democracia, que otorga a toda la población con capacidad de discernir libremente, sin ninguna distinción por razón de raza, sexo, ideología, condición social o nivel educativo, el derecho a expresar su preferencia con respecto a los asuntos que están en consideración. El derecho al voto universal o voto sin restricción ha sido objeto de sucesivas conquistas políticas, ya que en el curso de la historia, en distintos países se restringía en función del nivel de instrucción, de riqueza, de clase social o de sexo. Valga anotar que en muchos países de América Latina las mujeres accedieron a este derecho solo hasta el siglo XX. El voto o sufragio universal se considera un símbolo de la democracia. Ese acto político de votar de cada ciudadano, en forma consciente, libre e informada, que está en la base de toda democracia y que legitima las decisiones colectivas, tiene un enorme valor para la construcción y el fortalecimiento de la democracia, al tiempo que conlleva la responsabilidad de quien confiere el mandato y de quien lo recibe. La ciudadanía debe estar preparada en este doble sentido para otorgar y recibir estos mandatos. En cuanto a la toma de decisiones, la democracia tiene básicamente dos procedimientos para la expresión de la voluntad y la toma de decisiones, que muchas veces se combinan y complementan: la democracia directa y la democracia indirecta. A. Democracia Directa: A la democracia directa corresponden todas las formas

de ejercicio directo de deliberación y decisión por parte de los ciudadanos habilitados para ejercer este derecho, en las cuales no hay personas ni instancias intermediarias entre la voluntad popular y la decisión que se toma. A esta categoría corresponden mecanismos como los siguientes:

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Elecciones uninominales: se dan cuando se hace la elección de una persona a un cargo de gobierno.

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Elecciones plurinominales: se dan cuando se hace la elección de un

número determinado de personas, según diferentes fórmulas de representación electoral, a una instancia colegiada de gobierno.

Asambleas populares y cabildos abiertos: representan el ejercicio del

poder soberano por su sujeto primario. Los ciudadanos reunidos discuten y toman decisiones directas e inmediatas sobre algún aspecto de interés común.

Plebiscitos: medio de expresión de la decisión del pueblo, mediante el voto

universal directo, que se convierte inmediatamente en hecho político positivo con los efectos jurídicos del caso.

Referendos: son un tipo de consulta mediante la cual el pueblo, a través

del voto universal directo, refrenda o deroga una norma ya existente o aprueba o desaprueba un proyecto de norma.

Consultas populares vinculantes: consiste en la consulta al pueblo a través

del voto universal directo para que opine sobre un asunto, sobre el cual posteriormente una instancia de poder de gobierno tomará una decisión respetando el parecer expresado por el pueblo.

Iniciativa popular legal o constitucional: se refiere a la facultad de presentar, a nombre del pueblo, con un número determinado de apoyos verificables, proyectos o iniciativas legislativas y constitucionales para que sean estudiadas y consideradas por la instancia legislativa pertinente a fin de que esta la apruebe como ley o como reforma constitucional.

Acción popular o individual de cumplimiento: se refiere a la facultad de demandar el cumplimiento inmediato de una norma ante una instancia competente.

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Acción de Tutela o Amparo: se refiere a la facultad personal de demandar por sí misma o por interpuesta persona, ante instancia competente, el cumplimiento de una tutela o amparo de un derecho violado o violable por una instancia de gobierno o por un particular.

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Acción popular de control de legalidad: representa el derecho del ciudadano de exigir el cumplimiento de la ley y de la Constitución por parte de los gobernantes.

Revocación del mandato conferido al elegido: Comprobada la falta o incumplimiento de un gobernante respecto de sus obligaciones, mediante este mecanismo los ciudadanos deciden si mantienen o revocan el mandato que le han conferido.

Demanda de control de legalidad y de constitucionalidad: Es la facultad de una persona o de una pluralidad de personas para demandar ante una instancia competente la legalidad o la inconstitucionalidad de una norma o de una decisión de gobierno.

B. Democracia indirecta o representativa: Muy utilizada en sociedades

numerosas o en temas complejos en los que la participación directa no resulta factible. Se procede a elegir representantes a un cuerpo colegiado que tiene a su cargo tomar decisiones a nombre de los ciudadanos.

Asambleas constituyentes: son las asambleas o cuerpos colegiados de

representantes elegidos por voto universal directo, con la facultad expresa, en tanto representantes de la voluntad popular, de actuar como constituyentes primarios elaborando o reformando los textos constitucionales.

Elecciones uninominales: se dan cuando se hace la elección de una persona a un escaño de un cuerpo de representación.

Elecciones plurinominales: se dan cuando se hace la elección de un número determinado de personas, según diferentes formulas de representación electoral, a una instancia colegiada de representación.

En la democracia indirecta los representantes pueden tener dos calidades y condiciones: i) son representantes de un determinado territorio, grupo o sector social y por lo tanto le deben responder específicamente a este, o ii) son representantes generales de toda la población y en tal sentido no le responden a nadie en particular y a todos en general.

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Una forma intermedia entre las formas de democracia directa e indirecta es la figura del mandato comisario, que consiste en que la persona representante o elegida para un cargo -en estricto sentido debe ser llamada comisaria o comisionada-, lo hace obedeciendo un mandato expreso del grupo elector que puede ser retirado o revocado en cualquier momento, a decisión del grupo. Muchas veces, las personas comisarias o comisionadas no pueden tomar decisiones hasta tanto estas decisiones no sean consultadas y aprobadas por el grupo base. C. Otros

Designación por sorteo: se refiere a la elección o designación aleatoria de representantes o de gobernantes. Consulta popular no vinculante: se trata de consultas al pueblo sobre algún tema, a través del voto universal y directo, cuyo resultado no constituye un mandato, por lo cual las instancias de gobierno pueden tomarlo en cuenta o no a la hora de adoptar decisiones. Partidos políticos: son agrupaciones de ciudadanos que comparten ideologías, opiniones, intereses, posiciones frente a ciertos temas y se organizan como fuerza política para desarrollar sus programas y puntos de vista en el ejercicio del poder. Los ciudadanos pueden conformar sus organizaciones políticas para participar a través de ellas en el manejo de los asuntos públicos.

7. CÓMO ENTENDER LA PARTICIPACIÓN ELECTORAL EN EL CONTEXTO DE LA DEMOCRACIA

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Llamamos participación electoral al acto político del ciudadano que, plenamente consciente, libre e informado, ejerce su derecho a participar en la toma de decisiones, expresando su preferencia entre las opciones que se le presenten, mediante el voto, ya sea para elegir sus gobernantes o para pronunciarse sobre un asunto de interés público cuando se trate de un referendo o una consulta. Al elegir sus representantes, el pueblo soberano entrega un mandato a quienes lo representan para que en su nombre, ejerzan ciertos cargos públicos o funciones de gobierno. Tradicionalmente se eligen representantes para conformar el cuerpo legislativo que se encarga de dictar las leyes que rigen el país. Igualmente, en la conformación de mesas electorales, los ciudadanos que las conforman, sean presidente, vocales, fiscales, veedores, testigos, etc., cumplen la función de vigilancia en representación de la ciudadanía.

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También es participación electoral la presentación de ciudadanos y ciudadanas como candidatos a gobernantes o a representar un mandato popular en las instancias del Estado. Ahora bien, el hecho de delegar en otro el derecho a gobernar que tiene cada ciudadano no debe significar claudicar a ese derecho; debe haber, por el contrario, absoluta comprensión de lo que se está delegando, hasta dónde llega esa delegación y cómo se obliga el delegatario a rendir cuentas de su gestión. Los electores deben estar vigilantes, pedir cuentas y ejercer control sobre la gestión delegada y sus resultados. Por eso es necesario tener suficientes conocimientos y claridad para escoger personas capaces de cumplir ese mandato. El voto es un acto de alta responsabilidad, basado en la confianza de que el ciudadano tiene capacidad de juicio para saber qué es lo que conviene a la sociedad. El voto no es un bien transable para obtener favores o recompensas; la única recompensa es la satisfacción de haber elegido buenos gobernantes o de haber tomado decisiones acertadas. Un mal gobernante o un mal representante llevará a lo sociedad por el camino equivocado y todo el cuerpo social sentirá las consecuencias. Por el contrario, una buena elección, un buen líder, sabrá aprovechar las capacidades de todos para resolver los problemas y generar desarrollo. En este sentido, A. Iriarte10 define la participación ciudadana como un derecho y un deber: “la integración activa de cada ciudadano en las distintas estructuras y en los diversos grados de decisión de la organización de la sociedad democrática, constituye un derecho y un deber del ciudadano. La participación en la actividad política permite a todo ciudadano:

- Participar como elector en todos los actos de elecciones de autoridades o en plebiscitos.

- Participar como candidatos a cargos de elección popular a nivel nacional, regional o local, cumpliendo los requisitos establecidos.

- Informarse u obtener los elementos que le permitan emitir su voto o sufragio con suficiente fundamento.

- Asumir los roles o funciones que la legislación electoral establece para los eventos electorales (miembros de mesa, presidente, secretario, vocal o fiscal de mesa representando a una organización política, veedores, testigos, etc.)”.

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10 Iriarte, Alicia. (s.f.). Democracia y ciudadanía. Obtenido de Insumisos.com: http://www.insumisos.com/index.php?option=com_content&task=view&id=48&Itemid=14

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En lo expresado por la autora encontramos la complejidad de la participación electoral por aquello de que no existen derechos sin deberes: las elecciones constituyen la oportunidad para que los ciudadanos titulares del derecho a elegir y a ser elegidos, a gobernar y a ser gobernados por quien ellos mismos elijan, hagan ejercicio de tal derecho. Pero de otra parte, en tanto garantes de la democracia, han de saber que ésta se consolida si los ciudadanos se ocupan de hacer efectivos sus derechos y de poner el mayor cuidado y juicio en elegir a los mejores y en vigilar que el mandato delegado se cumpla.

8. LECTURA 6.

9. EDUCACIÓN: UN FACTOR NECESARIO PARA LA DEMOCRACIA. Se podría decir que la materia prima de una democracia es la existencia de ciudadanos en capacidad de ejercer sus derechos. No podría haber democracia sin ciudadanos capaces de gobernar y ser gobernados, de asumir las responsabilidades inherentes a la soberanía popular de la que son portadores. Así lo entiende Giovanni Sartori (1997) cuando expresa: “la democracia demanda que el número de personas informadas se incremente y que, al mismo tiempo, aumente su competencia, conocimiento y entendimiento. Si tomamos esta dirección, entonces el resultado es una democracia potenciada, capaz de actuar más y mejor que antes”. La democracia exige un sujeto individual y colectivo que esté a la altura del reto y del desafío de intentar ser la fuente y el fin de todo poder político. Dicho de una manera más clara, para que un sistema democrático se realice en sus principios, requiere de sujetos que se desempeñen como ciudadanos, que sean capaces de cuidar de sí mismos y cuidar de la ciudad o de la comunidad política. Sujetos que sean capaces de definir y formular sus preferencias e intereses, e incluso, recordado a Kant, que sean capaces de pensar por sí mismos y de actuar por sí mismos.11 También se requiere que los individuos sean capaces de articular sus intereses personales con los intereses de las otras personas, que se puedan organizar y constituir colectivos con base en la negociación y en consensos sobre intereses comunes más generales: de grupo, de clase, de nación. Se necesita que la democracia tenga como sustento a un pueblo constituido como un ser colectivo.

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11 Emmanuel Kant ¿Qué es la Ilustración? Fondo de Cultura Económica.

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En congruencia con ese requerimiento básico, en el que se juega la posibilidad de ser o no ser de la democracia, la Declaración Universal de la Democracia12 en su artículo 9, al mencionar las bases de la democracia manifiesta como una premisa la necesidad de que el conjunto de la sociedad democrática sea consciente de sus derechos y responsabilidades. Dice así el citado artículo: “La democracia se basa en la existencia de instituciones bien estructuradas y que funcionen correctamente, así como en un cuerpo de normas y reglas y en la voluntad de toda la sociedad, plenamente consciente de sus derechos y responsabilidades” (subrayado fuera de texto). Quiere decir esto que la sociedad, al tiempo que establece la democracia como su forma de organización básica, tiene que garantizar que todos los ciudadanos se conviertan en sujetos conscientes de sus derechos y responsabilidades, sujetos capaces de cuidar de sí mismos y cuidar de la sociedad, sujetos capaces de participar con conocimiento de causa y responsabilidad, capaces de organizarse, definir sus intereses y expresarlos; en fin, sujetos capaces de ejercer la ciudadanía. Esta función de formación política en el sentido de participación en la vida colectiva, en el gobierno de la sociedad, ha sido ejercida en parte por la familia, en la transmisión de valores de padres a hijos, así como por la escuela, la vida social y la misma actividad política; según el momento histórico, actúa con más fuerza una u otra. En este aparte examinaremos con más detalle las implicaciones de la educación para la democracia y la formación ciudadana, el nombre general que damos a todas las acciones que significan el aprendizaje de cómo desempeñarse como ciudadano. En lo que atañe a la responsabilidad del sistema educativo con el compromiso democrático, este debe ser el espacio por antonomasia de la formación ciudadana, sin que esto signifique minimizar la responsabilidad de las otras instancias. Desde el pre-kínder hasta los ciclos más avanzados, la educación formal debe concurrir a la formación del ciudadano; igualmente deben hacerlo la educación no formal y la educación informal. Todo proceso educativo que busque el desarrollo integral del individuo mediante conocimientos, habilidades y destrezas, ya sea orientado a la vida laboral o a cualquier otro fin, debe contemplar el desarrollo de la dimensión política en lo que se refiere a la responsabilidad de vivir en sociedad y de gobernarla.

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12 Ver Declaración Universal sobre la Democracia. Adoptada por el Consejo interparlamentario en su sesión 161. http://www.unesco.org/cpp/sp/declaraciones/democracia.htm

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La educación se ha considerado tradicionalmente el mecanismo mediante el cual una sociedad transmite sus conocimientos, valores y saberes a las nuevas generaciones. Además, por su especial potencial para estimular el pensamiento y la creatividad de los estudiantes, la educación ha sido el campo propicio para desarrollar el pensamiento crítico. A partir de reconocer y apropiar críticamente lo existente, comparar, suponer, imaginar, inventar y explorar, la educación se ha convertido también en el ámbito por excelencia de la investigación, la producción de nuevos saberes y la innovación, o al menos en la aliada de estos procesos. Es imperativo que el sistema educativo desarrolle y actualice permanentemente sus programas y métodos para cumplir esta función social. El fin y principio de la democracia es que sus miembros encuentren las mejores condiciones para la realización de sus facultades y las pongan al servicio de la sociedad. La educación ha de ser una palanca fundamental para lograr este propósito. El Resumen Ejecutivo del Informe “Fortalecimiento de la Democracia en las Américas a través de la Educación Cívica” (OEA, 2004) da cuenta de las políticas y el compromiso de los estados miembros con la formación ciudadana: “La II Reunión de Ministros de Educación en 2001 en Punta del Este pone el acento en una educación para la paz y contra la violencia, e insta a crear un Programa Interamericano de Formación de Valores. Para la III Reunión de Ministros de Educación en México en 2003, los Ministros reiteran su responsabilidad de consolidar un sistema educativo comprometido con la democracia como una forma de vivir, y reconocen ‘la importancia de formar conciencia, cultura y valores democráticos en las presentes y futuras generaciones ’. Igualmente se comprometen a hacer valer los principios de la Carta Democrática Interamericana, especialmente los referidos a la educación como un medio ‘clave para fortalecer las instituciones democráticas, promover el desarrollo del potencial humano, aliviar la pobreza y fomentar un mayor entendimiento entre los pueblos’ e instan a que se impulse la incorporación de dichos principios en los programas educativos” (subrayado fuera de texto). Los organismos e instituciones electorales tienen una responsabilidad en la formación ciudadana, desde luego en los temas de la formación de contenidos y de destrezas para el ejercicio electoral, pero mucho más allá de lo electoral, puesto que lo electoral, como se ha visto en este documento, es tan solo una parte de lo democrático.

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El compromiso con la formación ciudadana ese hace extensivo a las organizaciones políticas, a los partidos, a los movimientos políticos, a los movimientos sociales, a

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las organizaciones gremiales y profesionales, e incluso a las organizaciones religiosas y confesionales. El asunto es de tal importancia que una sociedad democrática debería mantener un debate constructivo permanente sobre los principios, métodos, experiencias y resultados de los procesos de formación ciudadana, con participación de todas las instancias involucradas, tanto de la sociedad civil como del Estado. Desde ya se puede señalar este tema como un punto obligado de una agenda estratégica para la participación electoral.

10. LECTURA 7

11. FORMACIÓN CIUDADANA En el contexto educativo hablamos de formación ciudadana para referirnos a los conocimientos, habilidades y destrezas, comprensión, conciencia y compromiso que adquiere un individuo para comportarse como ciudadano en una democracia y, en consecuencia, cumplir los deberes y ejercer sus derechos. Este objetivo es suficientemente amplio para abarcar muchas otras denominaciones como educación cívica, educación ciudadana, educación para los derechos, la mayoría de las cuales apuntan a preparar al individuo para ejercer como ciudadano. Atendiendo el sentido que los expertos y estudiosos de la democracia otorgan a la formación ciudadana, se debe hacer énfasis especial en que además de la adquisición de conocimientos, habilidades y destrezas, se trata de la comprensión y valoración crítica del sistema político en el cual vivimos, del conocimiento claro de los deberes y derechos que como ciudadanos tenemos, del convencimiento de la necesidad de vivir en armonía con todos los miembros de la sociedad, y de la disposición de actitud para entregar lo mejor y recibir lo mejor de la interacción, la cooperación y el trabajo conjunto.

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Ahora bien, todo objetivo educativo requiere de una pedagogía para ser enseñado. Si bien es cierto que en la actualidad el desarrollo de los sistemas educativos y la pedagogía ofrecen una amplísima gama de posibilidades para la formación ciudadana, el balance de distintas miradas de los autores citados muestra una preocupación por los resultados y se insiste en que la enseñanza de la democracia debe coincidir con ambientes educativos democráticos, indudablemente porque se enfrentan a tradiciones educativas de tipo autoritario. Veamos los planteamientos de algunos expertos en el tema:

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“El respeto a las leyes no es un efecto mecánico de que las leyes existan. Exige una educación democrática responsable y consistente que conduzca a los ciudadanos a asumir las leyes como algo propio. Pero como en este caso, menos que en ningún otro, los medios y los fines no pueden ser distintos, la educación democrática no puede ser autoritaria o vertical. Los valores democráticos, y la legalidad de manera destacada, no pueden ser impuestos mediante mecanismos que los nieguen. El gran reto educativo respecto de la democracia consiste en hacer congruente aquello que se enseña con los métodos con los cuales se enseña; de otro modo, toda enseñanza será vacía y toda defensa de la legalidad se convertirá en retórica” (Rodríguez Zepeda).13 Afirma F. Savater (Savater, 1992) que la construcción de la ciudadanía es esencialmente pedagógica, pues opera en el aprendizaje social y político para construir imaginarios, actitudes y prácticas ciudadanas. Igualmente, Adela Cortina (1997) señala que “la democracia moralmente deseable y legítima no se reduce a un mero mecanismo, sino que consiste en un modelo de organización social, basado en el reconocimiento de la autonomía de los individuos (...) y en el reconocimiento de que la dirección de la vida comunitaria debe ser el resultado de la igual participación de todos. El respeto por la autonomía individual y colectiva sólo se adquiere desde una forma de vida participativa...”. Pérez (Pérez, T., 2001), en su intención de orientar el quehacer pedagógico al servicio de la democracia, indica: “La cultura democrática no se enseña por medio de normas, principios, estructuras y actividades, sino que se aprende en la medida en que se hacen consientes las dinámicas, vivencias e interacciones que permiten generar acuerdos, instancias de diálogo y concertación, agregaciones o grupos. Por lo tanto, los ambientes de relación se convierten en una estrategia fundamental para generar cultura democrática, por cuanto es en la práctica donde se realiza la finalidad educativa”. La formación ciudadana también se expresa como cultura política, definida por Rozo (1993, pág.143) como: “…conjunto de actividades, creencias y sentimientos que ordenan y dan significado a un proceso político y que proporcionan los

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13 Rodríguez Zepeda, J. (s.f.). Estado de Derecho y Democracia. Recuperado en febrero de 2009, de Cuadernos de Divulgación de la Cultura Democrática No. 12: http://bibliotecadigital.conevyt.org.mx/colecciones/ciudadania/estado_de_derecho_y_democracia.htm; http://bibliotecadigital.conevyt.org.mx/colecciones/ciudadania/estado_de_derecho_y_democracia.htm#10

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supuestos y normas fundamentales que gobiernan el comportamiento en el sistema político”. Parte de la cultura política es la forma como vivimos la democracia en la familia, en la escuela, en la empresa, en el trabajo, en las organizaciones cívicas o en cualquier otro ámbito de la vida social. De esas vivencias vamos a derivar las emociones que nos pueden alentar a ser más o menos proactivos frente al régimen político, a creer o no creer en la democracia y en los líderes, a participar o votar, al punto que se puede afirmar que es por la vía de la práctica ciudadana o cultura ciudadana que mejor se aprende a ser ciudadano, en el sentido de participar de la vida pública, actuar como tal, hacer uso de los derechos y deberes, utilizar los mecanismos democráticos establecidos, exigir cumplimiento a las instituciones, ser honesto y exigir honestidad y cumplimiento a los funcionarios, y proponer la creación o modificación de leyes para dar salidas a nuevos problemas, entre otras cosas. Es posible que algunas prácticas que se han instalado en nuestros sistemas democráticos hayan generado escepticismo en algunos sectores y la gente haya optado por abstenerse, por no votar y no darle importancia a la política. Pero es muy importante rescatar la capacidad crítica y activa de los ciudadanos para enderezar los procesos y gozar de los beneficios de una democracia bien cimentada. Los problemas y los conflictos son parte de la vida, pero una de las adquisiciones más valiosas de la civilización es justamente recurrir a las vías democráticas para resolverlos. En resumen, tenemos que el espectro de la formación ciudadana es bien amplio, involucra instituciones, experiencias y espacios sociales que inciden en esta formación y nos confirman que la formación ciudadana es resultado de múltiples factores, entre los cuales se destacan: la experiencia misma del ejercicio ciudadano, los programas educativos, las pedagogías que promueven la democracia y la participación, la cultura democrática en las instituciones, en la sociedad y en la familia, los aprendizajes con los pares, y la influencia de los medios de comunicación, por citar las más destacadas. Es responsabilidad de los estados evaluar permanentemente los resultados y proponer políticas educativas dirigidas a este objetivo.

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12. LECTURA 8. 13. RESPONSABILIDAD INSTITUCIONAL Y SOCIAL DE LA FORMACIÓN

CIUDADANA De lo dicho anteriormente podemos deducir que el comportamiento activo, consciente y responsable del ciudadano frente al funcionamiento y los retos de la democracia es una tarea permanente. Influyen considerablemente la información y conocimiento que tengamos sobre el tema, el ejemplo que recibimos de la familia y del círculo próximo de amigos, la formación que recibimos en la escuela, el comportamiento de los pares, las ideas e imágenes que transmiten los medios de comunicación y nuestras propias experiencias, entre otros factores. Corresponde entonces al Estado y a la sociedad establecer los mecanismos para que los ciudadanos tengan la preparación necesaria para el ejercicio de sus derechos en y deberes con la sociedad.

Ordenamiento Constitucional. Generalmente existe desde el ordenamiento constitucional de los países democráticos una definición de la responsabilidad que compete al Estado frente a los derechos ciudadanos y que éste se compromete a garantizar. Siendo una condición fundamental para hacerlos efectivos el conocimiento que de ellos tengan los ciudadanos, con frecuencia se encarga de ello al sistema educativo, al tiempo que se asignan responsabilidades a las demás instancias del Estado y se establecen los deberes de los demás agentes de la sociedad.

El sistema educativo. Entendido como conjunto de normas, instituciones, agentes educativos, etc., que interactúan para asegurar a la sociedad la formación de los individuos, el sistema debe priorizar el compromiso con la democracia en cuanto a la formación de los ciudadanos. El Estado debe disponer la inclusión de este objetivo para que oriente la práctica educativa en las instituciones del sector.

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En algunos países también se ordena en la normatividad del sector que se implementen sistemas democráticos de participación en las entidades educativas para que se elijan representantes a los Consejos académicos, personero escolar, etc., por el sistema de votación. Este tipo de experiencias, como lo veremos más adelante, juegan un papel muy importante en el aprendizaje vivencial de la democracia.

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En un nivel más avanzado, las Universidades y centros de formación sirven de instrumentos al Estado y a la sociedad para asegurar la formación de los ciudadanos. Por extensión, los sistemas de educación no formal e informal también pueden participar de este empeño.

Las entidades de gobierno. De acuerdo con la estructura organizativa del

gobierno en cada país, la instancia responsable de la política, de las relaciones del Estado con los partidos políticos y las organizaciones civiles, tiene también la responsabilidad de promover la formación ciudadana y coordinar sus acciones con los otros agentes responsables.

Los organismos electorales. Para hacer posible la participación electoral,

las democracias han establecido los organismos electorales que tienen a cargo la organización y realización de las elecciones y los escrutinios en cada país. Estos tienen que estar involucrados en las acciones de formación ciudadana, entre otras razones porque son los responsables de organizar e implementar los eventos electorales; de acuerdo con las leyes y normas que rigen en cada país, establecen los procedimientos para las inscripciones, votaciones, conteos, reconteos, etc., para lo cual deben contar con la colaboración responsable de los funcionarios y de los ciudadanos.

Les corresponde informar y preparar a la ciudadanía para el manejo adecuado de los mecanismos electorales, buscando mayor participación ciudadana y cultura política, bien sea a través de campañas directamente agenciadas por ellos, encargadas a terceros, o en colaboración con otras instituciones o con la sociedad civil. De tiempo atrás se viene planteando la necesidad de que estos organismos conformen y fortalezcan sus áreas de capacitación.

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Otros organismos del Estado que ejercen funciones de promoción y defensa de los derechos ciudadanos. Defensoría del Pueblo, Personería, etc. (En cada región pueden tener nombres diferentes). Igualmente. las entidades que manejan y regulan los medios de comunicación –Ministerios, Consejos de Audiovisuales y similares, Secretarías- pueden establecer políticas y obligaciones de los medios para colaborar en las campañas de formación ciudadana. Es indispensable que las acciones del Estado, desde las distintas instancias, sean integradas y coordinadas con las iniciativas que surjan de la sociedad civil.

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Los partidos políticos. Por su naturaleza, están en contacto permanente con la ciudadanía y guían el comportamiento de sus seguidores.

Las organizaciones cívicas, sociales, comunitarias, sindicales, etc.,

generalmente agrupadas en torno a objetivos de beneficio colectivo. En razón de estos objetivos, deben estar involucradas en la formación ciudadana. Las organizaciones que buscan la protección de los derechos humanos, por ejemplo, adelantan con frecuencia procesos de capacitación que contribuyen a la formación ciudadana.

La familia, como organización básica de la sociedad y espacio de formación

por excelencia, debe ser tenida en cuenta como factor de educación ciudadana. Allí se forman los primeros conceptos y percepciones que el niño tiene sobre el ejercicio del poder, la convivencia, las reglas, la autoridad, etc.

Los medios de comunicación. Un elemento característico y preponderante

de la vida moderna es la comunicación a través de medios masivos: prensa, radio, televisión, internet. La participación de estos medios en las estrategias de formación ciudadana es fundamental por la influencia que tienen en los estilos de vida, en los patrones de comportamiento, y por la cobertura que logran, su credibilidad y la asiduidad de sus audiencias.

ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE 1. Analiza en tu país el ordenamiento jurídico y la forma como se desarrollan los

principios democráticos: En la Constitución política y en la legislación, ¿cómo están consagrados los principios democráticos de soberanía popular, igualdad, libertad, participación, representación? ¿Cómo están organizados el gobierno y los poderes públicos para garantizar estos derechos?

2. ¿Cuáles son las instancias de representación de la soberanía popular o cargos de elección popular? Además de los cargos de gobierno ¿qué otras instancias de representación popular existen y a través de qué mecanismos se surten?

3. ¿Cuándo y por qué se han realizado referendos y consultas populares?

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4. ¿Cuáles son los mecanismos de participación ciudadana que consagran la

constitución y las leyes? 5. Identifica los mecanismos democráticos existentes en el país, analiza cómo

funcionan y las condiciones para su ejercicio.

6. Con la información conseguida hasta aquí, diligencia el cuadro del Ejercicio 1, Anexo D.

7. ¿Cómo está organizado el sistema electoral?

8. ¿Cuáles son las condiciones para ejercer el derecho a elegir y ser elegido? 9. ¿Cuál es la tasa de participación electoral en elecciones presidenciales y en

elecciones parlamentarias? ¿En otras elecciones? ¿Las cifras son satisfactorias? ¿Cuáles pueden ser las razones de esas cifras? Formula hipótesis.

10. Haz un listado de sugerencias para el mejoramiento y desarrollo del sistema democrático en tu país teniendo en cuenta los principios de la democracia y su desarrollo histórico.

11. Investiga sobre los programas y acciones de formación ciudadana que

adelantan organismos públicos y privados en tu país; organiza la información en el cuadro del ejercicio No. 2, anexo D. Haz una reseña sobre los programas, su cobertura y sus resultados. Haz un inventario de los materiales y medios utilizados para divulgar, informar o capacitar para el cumplimiento de los deberes y el ejercicio de los derechos ciudadanos; organiza la información en el cuadro del ejercicio No. 3, anexo D.

12. Revisa la bibliografía propia de tu país y/o región; señala por lo menos diez

obras que traten sobre principios y valores de la democracia que pudieras recomendar a tus hijos, vecinos y compañeros de curso o de trabajo. Organiza la información en el cuadro del ejercicio No. 4, anexo D.

13. Haz una relación de la mejor bibliografía sobre la historia de las instituciones

democráticas en tu país y presenta una reseña de una de ellas (en promedio, 5 cuartillas).

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14. Formula cinco preguntas de tu interés que pudieran ser debatidas en el Foro (se pueden discutir en el foro, pero también mediante breves ensayos que se

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envíen al tutor y se socialicen con el grupo de compañeros del país en los encuentros que se programen o en foros locales).

EVALUACIÓN El tutor escogerá tres o cinco de estos puntos para la evaluación del módulo. Además, se deben realizar los siguientes ejercicios: (ver anexo E). ANEXOS

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A. OTRA BIBLIOGRAFÍA Heródoto. Nueve Libros de Historia. Editorial Jackson, Barcelona, 1980. ONU. Declaración Universal de los Derechos Humanos (ONU, 1948). ONU. Declaración Universal de la Democracia, Consejo Interparlamentario,

Sesión 161, El Cairo. PNUD. Informe sobre la Democracia en América Latina: Hacia una democracia

de ciudadanas y ciudadanos - El debate conceptual sobre la democracia. (PNUD, 2004).

OEA. El Ciclo Electoral 2004 – 2006 en las Américas. Un balance general de la OEA.

OEA. Jornada Interamericana Electoral. Documento de Trabajo. Noviembre 17 a 21 de 2008, México, DF.

Requejo Coll, Ferran. Las Democracias: democracia antigua, democracia liberal. Editorial Ariel, Barcelona, 1992.

Salazar, Luis y Woldenberg, José, 1997, Principios y Valores de la Democracia. Cuadernos de divulgación de la cultura democrática. Cuaderno 1. IFE. Quinta edición, diciembre de 2001.

OEA. Fortalecimiento de la Democracia en las Américas a través de la Educación Cívica.

Platón. Diálogos. Editorial Porrúa. México D.F., 1984. ENLACES SUGERIDOS Departamento para la Cooperación y Observación Electoral

http://www.oas.org/sap/espanol/cpo_cooperacion.asp RIPE - Proyecto ACE, red de conocimientos electorales. http://aceproject.org Proyecto de educación para la vida en democracia, ejecutado por el área de

sociedad civil del Instituto Interamericano de Derechos Humanos. Bibliografía anotada sobre educación para la democracia. Centro de documentación del

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IIDH. http://www.iidh.ed.cr/comunidades/redelectoral/docs/red_diccionario/sistemas%20electorales.htm

IDEA. Programas de fortalecimiento Democrático. www.fortalecimientodemocratico.org

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OEA – ELEC1001 34

Page 35: Electoral M1

ANEXO D. EJERCICIO 1.

ORDEN JURÍDICO

Con la información acopiada con la Actividad de aprendizaje No. 1, completar el siguiente cuadro que servirá de insumo para trabajos posteriores de este curso. (Se retomará en el módulo 7).

OEA – ELEC1001 35

País:

PRINCIPIOS Y MECANISMOS

DEMOCRÁTICOS

Normas constitucionales

y Principales

normas legales que lo

sustentan

Derechos y deberes

ciudadanos relativos a

este principio

Instituciones y

Mecanismos para el

ejercicio y la protección

de este derecho.

Observaciones

1 Libertad

2 Igualdad

3 Participación

4 Participación Voto 5 Representación Parlamento Asamblea

Page 36: Electoral M1

6 Pluralismo Libertad de

expresión

Libertada de prensa

Derecho a elegir

y ser elegido

Referendo Consulta

popular

Asambleas populares

Acción popular Revocatoria del

mandato

Otros Comentarios

OEA – ELEC1001 36

Page 37: Electoral M1

OEA – ELEC1001 37

EJERCICIO 2.

Page 38: Electoral M1

INVENTARIO DE PROGRAMAS Y ACCIONES SOBRE FORMACIÓN CIUDADANA

Cuadro resumen de la información recogida en la actividad No.4

OEA – ELEC1001 38

País:

PROGRAMAS Y ACCIONES DE FORMACIÓN CIUDADANA

Organismos o

entidades responsables*

Funciones del

organismo relacionadas

con formación o capacitación

Programas o acciones

Descripciones del programa

o acción

Ámbito de acción o cobertura del

programa Observaciones

Públicos

Privados

Page 39: Electoral M1

Internacionales

* Incluye organismos públicos y privados, desde oficinas de la Presidencia, ministerios, organismos locales, organismos electorales, universidades ONG.

OEA – ELEC1001 39

Page 40: Electoral M1

EJERCICIO 3.

INVENTARIO DE MEDIOS Y MATERIALES DE CAPACITACIÓN, INFORMACIÓN Y DIVULGACIÓN SOBRE DEMOCRACIA QUE EXISTEN O QUE PUEDEN SER UTILIZADOS EN

CAMPAÑAS DE PARTICIPACIÓN ELECTORAL Actividades: Diligenciar el cuadro con la información existente. Analizar la calidad de la información que aporta cada uno de los medios o recursos registrados de acuerdo con la producción del tema, veracidad, enfoque o perspectiva (institucional, crítica, otra). Señalar con colores estas categorías. Establecer qué información hace falta y cómo completarla.

OEA – ELEC1001 40

País:

INVENTARIO DE MEDIOS Y MATERIALES DE FORMACIÓN DIVULGACIÓN

Medios escritos: Periódicos, revistas, libros, cartillas, etc.

Medios Audio-visuales: Televisión, cine, videos, etc.

Medios Orales: Programas radiales, grabaciones, casetes, CD, Ipod, mensajes telefónicos, etc.

Internet: Sitios, enlaces, redes, blogs, etc.

Otros: Teatro, títeres, etc.

Nacionales

Page 41: Electoral M1

Regionales

Locales

Comentarios y observaciones

Ampliar el número de casillas según se requiera.

OEA – ELEC1001 41

Page 42: Electoral M1

EJERCICIO 4.

OEA – ELEC1001 42

BIBLIOGRAFÍA SOBRE DEMOCRACIA Actividades: 1. En el siguiente cuadro relaciona 15 publicaciones importantes de tu país que traten el tema de la democracia o la cuestión electoral. 2. Selecciona tres de los libros o publicaciones de mayor relevancia para el tema de la democracia y haz una reseña de 3 cuartillas para cada uno. Entre los tres libros o materiales seleccionados se debe incluir un libro o publicación sobre las instituciones políticas del país. Libro, publicación, sitio

web, otros Autor u organización Título Editorial, año, ciudad Observaciones

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14

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15 Comentarios:

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