ELOGIO DE MAIRENA J Por Raimulldo LIDA ]0 · Pero ¿por qué, en Machado, ese bre ... de esos...
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ELOGIO DEUN1VERSlDAD DE MEX1CO
JUAN DE MAIRENA nació -como sumaestro, el metafísico Ahell\1artínen las páginas de prosa que acompa
ñan las Poesías cD1npletas de Antonio Machado. En libro aparte se reunieron después sus "sentencias, clonaires, apuntes yrecuerdes". Sentencias sobre lo hUl11ano ylo divino. Donaires a costa de las propiassentencias y de las ajenas. r~ecucrdos yapuntes de clase: sabido es que Maircnafue profesor (de gimnasia, aunque en susratos libres explicara filosofía, o, másexactamente, retórica y sofística como introducción a la filosofía).
En una de sus Nuevas canciones a('Ol1-sejaba Machado:
Da doble luz a tu verso:para leído de frenteJI al sesgo.
No sólo frente y sesgo tiene la pros:tde Mairena; no sólo siete reversos, comoel Gran Cero en la cosmogonía de AbelMartín. Es toda ella un juego de espejosenfrentados, deformadores v burlonesdonde se hace trizas la seriedad de tod¿lector que no sepa reirse a tiempo de supropia seriedad. Mairena si sabe hacerlo.
"Ayudadme a comprender lo que osdigo, y os 10 explicaré más despacio."y si alguna vez lo olvicla, si el enciclopédico profesor honorario de retórica \"sofística cae en la tentación de sofistica'ry retorizar gravemente, y la cátedra empieza a volvérsele pedestal, ya acuden susadmirables discípulos para impedirle quese convierta en su propia estatua; ya acuden también los recursos de la gimnásticaa hacer estallar en absurdos la pompa deun lugar común o destripar con un retruécano el párrafo más empenachado.
Entre el gimnasta y el filósofo, entrelos discípulos y el maestro, entre la sombra de Abel Martín y la de Jorge Meneses, criatura de Mairena y creador a suvez de una estupenda Máquina de Cantar.j qué red de afirmaciones, réplicas y dudas (dudas no menos fervorosas que lasafirmaciones y las réplicas)! Inútil pedirle al autor que nos las despeje. El autorno escribe para despejar incógnitas en elpapel, sino para expresar fielmente, dividiéndose en personajes contradictorios,la incógnita en su misma complejidad, elconflicto que le acosa y el diálogo sin finde su propia conciencia. Si aparece en elescenario, lo hace como un personaje más,como una máscara entre las otras. Si tomala palabra, no será para transmitir impersonalmente la doctrina de Mairena. Esun Eckermann irrespetuoso y arisco queno pierde ocasión de comentar zumbonamente al maestro ni de sorprenderlo enfalta; ejemplo, la deliciosa "Plancha" delcapítulo IV ("Yo no puedo imaginar, señores, una Rusia marxista, porque ...").Machado no nos dejará oir su propia voz.Mejor que pedirle claves simplificadoras,tratemos de ver qué cuestiones solicitanla atención de su personaje. Mejor queconsignar cada sí y cada no con que conteste a los problemas que se le llevenplanteados, será consignar los problemasque se plantea él mismo, aunque no conteste por sí y por no.
Preocupación central de Mairena es yaesa primaria alternativa del sí y el no. Leexaspera verla tri vializada en un mecanismo de respuestas automáticas: la fórmula diáfana e insustancial con que seorillan las nificultanes v se sacrifican los
MAIRENAPor Raimulldo LIDA
mil. pun.tos de \"ista posibles a uno soloarbItrariamente elegido' el "'1 claro cla-
'" .' , «ro.. con que ~l 1I1terIocutor que todo 10enttende paraltza y mata las ideas encuanto ,las .hace suyas; el vaivén perezosoentr.e tenmnos falsamente opuestos y exC.1USIVOS; el lugar común tomado por sentIdo común.
Para Mairena el juego del sí y el node esa razón automática es apenas símbol~ de otra más escondida y profundar.azon .. Por un punto cualquiera. la intel~genC1a puede hacer pasar cuantos ejes(~esee, con el sí en un extremo y el no enel otro. Tarea tan fácil como baldía lade atender a uno solo de esos ejes yeleairentl:e sus dos polos. Lo difícil, ]0 que ~1Ohara .nl11~c~ la r~zón mecánica, poco amigade ~J~rclclOS vlOlentos ni de espectáculosverttgmosos, es atreverse -hazaña depoeta ~ gin~nasta-a abarcar los dos poloscomo Impltcados el uno en el otro, y acomprobar que la recta a que ambos
",'nlr,' ,,1 .r¡imnasla .\' ('1 filósofo"
pertenecen no es más que una entre tantas. N o sólo dualidad, pues, sino inefablepluralidad ele cada cosa. En muchas elelas parciales enseñanzas de Mairena lateesa convicción, figurada hasta en la estructura misma del libro, con su entrecruzamiento de planos y personajes, suestudiado desorden, sus monólogos errabundos, tantas veces interrumpidos por lapregunta sin respuesta o por la sospechade que "bien pudiera ser al revés".
Lo uno y lo otro, inseparables. N o nosextrañe que, con ese don de ver al mismotiempo la cara y la cruz de todo, Juande Mairena se complazca, como Valéry,en dirigir la mirada a los puntos en queel movimiento del espíritu se separa encorrientes opuestas y donde, por lo mismo,los opuestos aún con funden sus aguas; enprimer lugar, a esas zonas del alma dondetodavía "las empresas del conocimientoy las operaciones del arte son igualmenteposibles". Ya Abel Martín. el maestro,recordaba al morir:
Viví, dorm-í, SOlté, JI hasta he creadoun hombre que vigilael SUelta, algo mejor que lo Saltado.
A Mairena, el soñar y el vigilar los<;twños le preocupan por ígl1a 1. Poesía (v
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tamuién .Metafísica), Poética (yen general Filosofía). Para él, la filosofía delo poético es el mejor de los caminoshacia la Filosoiía, con mayúscula. Caminode ida y de Yllelta. "De lo uno a ]0 otro,en esto como en todo", dice el discípulode Abel Martín recordando su doctrinade la radical alteridad elel ser. Y en t1l10
ele sus memorables vaticinios anuncia eldía en que lo;; poetas cantarán Jo intemporal metafí;;il'o y los filósofos silogizarán sobre b huida angustiosa elel tiempoy el trágico desamparo y soledad delhombre al horde de la nada. Vago presentimiento -explica Machado-- de unpoeta a lo Valéry y un filósofo a loHeidegger; y anticipación fácil, porqueera inevitable que poesía y filosofía acabaran por extremar en tipos absolutos;;us habituales interferencias. "Los grandes poetas son meta físicos f rarasados; losgrandes filós':Jfos son poelas que creenen la realidad de sus poemas", hace decir el poeta Antonio Machado a su personaje, como el filósofo Jorg-e S;lI1t;¡yana alsuyo.
Pero ¿por qué, en Machado, ese bremondisí11o laico y vergonzante, esa arbitraria desvalorización del poeta, i del granpoeta!, frente al metafísico? Si triunfo yderrota se miden según la dignidad delos materiales que el metafísico y el poetahacen entra!- en sus respectivos mundos,o según sus modos de elaborarlos, ¿ porqué la construcción poética ha de ser fracaso de la construcción metafísica, queutiliza sus mismos materiales, sólo queenvolviéndolos con mayor o menor gradode lucidez y consecuencia en formas deexpresión análogas a las del saber objetivo y comprobable? No son metafísicafallida los admirables versos de Machado.Y para evitar que se precipitaran en loprosaico, no ha necesitado el poeta aligerar su carga de genuina metafísica. Para que las ideas alcen el vuelo poético.no es menester ahuecarlas: sólo se requiere una especial capacidad de orientación y gobierno, con que, por muy densasque sean, puedan atravesar el aire sinestorbo.
La poesía no es lo otro ele la metafísica.Hay, sí, quienes acaban por creer en lavalidez objetiva ele sus propios sueñoscuando los han entretejido de "ya hemosvisto" y "por 10 tanto". A la filosofíade esos filósofos opone Mairena la suy~.
epigramática y socarrona. Se moquer dela philosophie e'est vraiment philosopher;es por lo menos un modo bien españolde filosofar. Español, el de Mairena. ensus ardides de guerrillero. Español enla hostilidad a los sistemas, lío tanto porque sean versión infiel y ripiosa de unasaisladas experiencias personales, como porlo que tienen ele orden trabajosamente
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UNlvERSiDAb bE MEX1CÚ
VÍRGENES NECIAS
HET'ARTO y DISTANCIA
\lIRTUDES
",<1, "7P111 f'ln allfnriza pi nrin"
ha de jubilarse. A los cuarenta años ~l'
convierte en el marido modelo. j Soledadtodopoderosa! Aun los víajantes de comercio, villanos de opereta, no siempreescapan a tiempo. y caen en d cscotillóndel matrimonio.
El aburrimiento: vano y triste callejónsin salida. Es droga, pero ayuda a seguirtirando. ¿ Qué hacer para conjurarlo? Losque van a ver pasar trenes saben que lacosa no tiene remedio: unos rostros grisesse asoman un segundo al escaparate de laprovincia. Todas las caras son iguales;lueITo esperar el próximo tren qlle llegaráC01~ un cargamento de máscaras velocesc idénticas. ¿Aparecerá una gente quetenga rostro, y no una fotografía movidaenjugar de cabe~a ?, ¿alguien que. no~pueda decir: tú eXIstes, porque yo eXisto ~
MIEDO ANTIGUO
La noche en la provincia exuda terror.Cuando los rezagados vuelven a casa, sumisma sombra, tapete lleno de malas intenciones, se les enreda en los pies. Elcrímen se euela en todas partes. Los ladrones esperan bajo las camas y los asesinos brotan de las alcantarillas. El vientopone música de fondo a las novelas dt"misterio. Hasta los faroles tienen aspectotorvo y vicioso, como astros sedientos desangre. No hay faroles más fríos, durosy opacos, que los de la provincia; constituyen una descarada invitadón al suicidio.
y ¿ los árboles? Son vampiros que Sealimentan de sangre humana: la mayoríade los árboles provincianos son genealógicos. Arboles genealógicos para ejecuta l'
en las ramas a los oscuros antepasado:,.El olvido es la única arma defensiva delos vivientes. A veces se intenla encarcelar a los árboles verdaderos -paganjustos por pecadores- en ridículas jaujasenanas; pero más que presos parecen señoras encorsetadas. Otras ,"eces la justicia se contenta con uniformarlos, como alos presos, en falditas blancas. Y cuandose conocen bien los árboles gencalógicos.se puede sospechar que las raíces del micdo son muy profundas.
LADE
VICIOS Y
PROVINCIAPor Carlos VALDES
CALLEJÓN SIN SALTOA
La plática se eterniza inútilmente juntoa.1a taza de café y las colillas; el tediot ¡:Il1':l fa sobre la .barroca ~Iocuencia pro,"1\1Clana. Es terrible el OCIO: abismo queelevara a hijos pródigos y señoritos. Ellosmantienen la dignidad romántica con susfrentes pálidas de amores imposibles, yla ayuda no confesada del diccionario del;¡ rima. Pero está cAcrito ql1e don lllan
Las provincianas no se entregan porel escote del vestido; pero seducen lJ1ásque manzanas envueltas en papel de china.Manzanas del misterio, porque el misterioconstituye la máxima atracción. Provincianas tibias como plumeros y amablescomo esponjas, empeñadas en la ingenuaprovocación: la coquetería de las niñasbobas causa mayores estragos. Vírgenesnecias que dejan empañar sus lámparas(alumbrado ineficaz: luz justa para mirar sin ser visto). Vírgenes que sueñancon príncipes azules; pero si la oportunidad llama a sus puertas, no pierdenel tiempo, se transforman en matronas.j Cualquier cosa con tal de poblar la sokdad!
En provincia sólo hay dos clases d~mujeres: gallinas cluecas y solteronas¡rredentas. ¿ Quién no teme a las tías--agrias y resecas como limones viejosque. ,se levantan a .la primera misa? y<qUien no se en~oclOna ante las torpes¡meas que anuncian el porvenir: niños,jardines, novios, madres y nodrizas?
LA T'ROVI!\ClA es la porción que nostoca en el reparto del pastel territorial; distribución de premios úni
ca, en la que ql.ledamos sati~fecho~ h~st;¡los golosos y eXigentes. ¿Que provmclanono está orgulloso de serlo?
La provincia, como los toros, se apreciade lejos mejor y con más seguridad. j\medida que aumenta la lejanía (potentelevadura, la nostalgia) se activa el proceso de embellecimiento. Distancia: salónde belleza que garantiza los resultados.Vista de cerca la provincia es sórdida ysorprendente como la encantadora desconocida que amanece con cara de esposa.La provincia: mujer contradictoria. Almismo tiempo generosa y mezquina, absorbente y cruel, embrutecedora y calmante, celosa y olvidadiza, lasciva y casta.Alguien nos ha jugado una broma: delsombrero mágico donde debería brotar unhermoso conejo (quizá el de Alicia en elPaís de las Maravillas), sólo aparece ungato común y corriente, un animalito hogareño, hábil en abrirse paso con susgarras hasta nuestro corazón sensiblero.Quien ha vivido o nacido en provincianunca pierde completamente el aire atemorizado; el recuerdo le duele como viejas heridas de la batalla familiar.
"//11(/ másrnm filtre las otro;r"
inerte, no son tierra. Machado es poetade alta y generosa inspiración. Cuandoen una de las zonas marginales de suamplia poesía la carga írónica y reflexivade sus versos crezca a tal punto que debaceder a la prosa parte de su riqueza,veremos nacer este diario travieso, tesorode alegría y de meditación. El Juan deM airl'na se ahonda y florece como nuncaen los años de la guerra civil. Y la edición final -póstuma- de este libre diccionario filosófico podrá ofrecernos así,envuelta en un humorismo grave e incitante, su cosecha sin par: admirables sentencias del profesor apócrifo sobre elpueblo y los señoritos, sobre Inglaterray Alemania, sobre guerra y paz, sobreideas y creencias, sobre cristianismo ycomunismo, sobre Bergson y Heidegger,sobre Cristo y los sacristanes, sobre laola de cil~is1l10 que amenaza a~ mundo,sobre la Vida y muerte de Espana, sobre"el maestro Unamuno", a quien se consagran los últimos renglones del libro.
En la amistad, en la poesia, y en la reflexión conmovic!fl se encontraron felizmente Unamuno y Machado. Tambiénla muerte los unió. Ambos se vieron desgarrados por el desgarramiento de España: apasionados y clarividentes cadacual lo sufrió a su modo. A ambos tendráque acudir, como a testigos supremos, elhistoriador de la conciencia española. Ytendrá que interrogar una y otra vezno sólo los versos de Antonio Machado'sino las prosas de Juan de Mairena, ge~nial invención de un poeta "luminoso yproftlnr!o".
illlpue~t() y t'xptlt'~to, Y ha~ta eso de que'e nos rcvele como auténtico y radicalfilosofar lo que a primera vista pareceejercicio de humorismo antiiilosófico, esotambién debe ser secreto de raza: de razaacostumbrada ;1 lanzarse en busca deoriente volviendo hacia occidente la proade sus carabeb~,
Así vio Rubén Dario al jO\'{'n ¡'\ntonioMachaoo ('n n rOlllo errollle:
1:'ra lmninuso y profal/doromo era hombre de ¡mena fl',
y a~i en Opiniones: "Ha escrito poco ymeditado mucho. Su vida es la de unfilósofo estoico. Sabe decir sus ensueñosen frases honda!'. Se interna en la existencia de las cosas, en 1;1 naturaleza. Talverso suyo sobre la tierr;1 habría encantado a Lucrecio·'.
Sólo que Mach;1do ha ~abiJo crecermaravillosamenté, Su buena fe no es ladel simple; las cosas en cuya existenci.lse ínterna su poe"ía no ~on naturaleza