E.m. bounds lo mejor de (729 p.- 9 libros en 1)

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  • COI1PILADO POR

    ANA MAGDALENA TRONCOSO

  • dward M. Bounds(1835-1913) es ampliamente conocidoyapreciadoportoda la comunidad cristiana comoel gran especialistaenlaoracin. Sus libros, de loscualessehanvendido cientos demiles deejemplaresen losprincipales idiomas,son lectura insuperable paralohora quieta, la meditacin cuidadosa y profunda; verdaderos oasis entiempos desequa espiritual, voces vivientes deconsuefev esperanza,quesiguen hablando aosdespus dequesuautor se hayaidode laTierra.

    Estevolumen incluye la prctica totalidad de losescritosdeestegran siervodeDios, compilados endospartes. La primeraagrupa lassieteobras queversan sobreeltemadelaoracin: LA REAL! DAD DE LAORACIN, EL PROPSITO DE LA ORACIN,LAS POSIBILIDADES DE LA ORACIN, LOS FUNDAMENTOS DE LAORACIN, LANECESIDAD DE LAORACIN, EL PREDICADOR YLAORACiN YHOMBRES DEORACiN. La segunda parte recoge losdos libros deBoundssobre lavida futura:LAREALIDAD DE LA RESURRECCiN YLA GLORIA DEL CIELO.

    la coleccin GRANDES AUTORES DE LA FE pone al alcance de los cristianosdel siglo XXI, en poco ms de 170 volmenes -uno para cada autor-, lo mejor de la herenciahistrica escrita del pensamiento cristiano desde mediados del siglo I hasta mediados delsiglo XX.

    Presenta los textos clsicos de manera innovadora para que, adems de resultar asequiblesal lenguaje actual, cumplan tres funciones prcticas:

    .

    lectura rpida. Dos columnas paralelas al texto completo hacen posible que todosaquellos que no disponen d tiempo suficiente puedan, cuanto menos, conocer al autor,hacerse una idea clara de SCl lnea de pensamiento y leer un resumen de sus mejoresfrases en pocos minutos.

    Textos completos. El cuerpo central del libro incluye una versin del texto completode cada autor, en un lenguaje actualizado, pero con absoluta fidelidad al original. Ello daacceso a la lectura seria y a la investigacin profunda.

    ndice de conceptos teolgicos. Un completo ndice temtico de conceptos teolgicospermite consultar con facilidad lo que cada autor opina sobre las principalescuestiones de la fe.

    ~~~===~

    editorial die CLA.SIFfaUESE: 2630 GRANDES AUTORES DE LA.FE

    POCA MODERNA CTC 06-36-2630- 01 REF 224337

    ISBN 8 4 -826 7- 195 -2

    9 788482 671956

  • POCA MODERNA

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  • POCA tlODERNA

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    COI1PILADO POR,

    ANA MAGDALENA TRONCOSO

  • EDITORIAL CLlEGalvani, 11308224 TERRASSA (Barcelona)E-mail: [email protected]: http://www.clie.es

    LO MEJOR DE EDWARD M. BOUNDSCompilado por: Ana Magdalena Troncoso

    2001 por Editorial CUE

    Depsito Legal: B-47761-01ISBN:84-8267-195-2

    Impreso en los Talleres Grficos de la M.C.E. HorebE.R. nO 2.910 SE- Polgono Industrial Can Trias 'C/Ramon Llull, 20- 08232 VILADECAVAUS ~arcelona)PrintedinSpain

    Clasifquese: 2630 GRANDES AUTORES DE LA FE CRISTIANA- Mc.tc. 06-36-2630-01 . poca adema

    Referencia: 22.43.37

    NDICE

    Prlogo a la Coleccin Grandes Autores de la Fe 11Prlogo a Lo mejor de E. M. Bounds 15

    INTRODUCCIN: LAS DOS REALIDADES DE EDWARD M. BOUNDS 191. Biografa de Edward M. Bounds 192. Opiniones acerda de Edward M. Bounds:

    su persona 203. Opiniones acerca de Edward M. Bounds:

    sus escritos.............................................................................................. 224. Desarrollo de sus manuscritos 24

    PRIMERA PARTE: LA REALIDAD DE LA ORACIN 29

    Introduccin Primera Parte: La oracin, un privilegio sagrado 31

    I LA REALIDAD DE LA ORACIN 371 La oracin colma la pobreza del hombre con la riqueza de Dios . 392 La oracin, la esencia absoluta 443 Dios est ntimamente ligado a la oracin 484 El Seor Jesucristo, el divino maestro de la oracin 555 El Seor Jesucristo, el divino maestro de la

    oracin (continuacin) 606 El Seor Jesucristo, un ejemplo de oracin 677 Incidentes de oracin en la vida de nuestro Seor 738 Incidentes de oracin en la vida de nuestro Seor (continuacin) 779 El modelo de oracin de nuestro Seor 82

    10 La oracin sacerdotal de nuestro Seor 8511 La oracin del Getseman 9012 El Espritu Santo y la oracin 9613 El Espritu Santo, nuestro ayudador en la oracin 10214 Los dos consoladores y los dos abogados 10815 La oracin y la dispensacin del Espritu Santo 111

    JI EL PROPSITO DE LA ORACIN 1171 Dios modela el mundo a travs de la oracin 1192 La oracin y los propsitos de Dios 122

    5

    AdministradorTexto escrito a mquinaEX LIBRIS ELTROPICAL

  • 63 Ms y mejor oracin, el secreto del xito 1274 Incidentes de la oracin poderosa 1335 No hay sustituto de la oracin 1416 La universalidad de la oracin 1467 La oracin es el remedio para todos los males 1518 "Pdeme " 1619 Dificultades en la vida de oracin 166

    10 La oracin puede hacer todo lo que Dios puede 17511 Los avivamientos como parte del plan divino 18812 La oracin y las misiones 195

    III LAS POSIBILIDADES DE LA ORACIN 2031 La oracin y sus promesas .. 2052 La oracin y sus promesas (continuacin) 2093 El propsito definido de la oracin 2154 La oracin, sus posibilidades 2225 La oracin y los asuntos temporales 2266 La oracin, su vasto alcance 2317 La oracin, hechos e historia........ 2358 La oracin intercesora 2409 La oracin concertada 245

    10 La oracin y el estudio bblico 25111 Oraciones contestadas :............................. 25412 La respuesta a la oracin 25813 La oracin contestada 26614 Los milagros de la oracin 26915 Maravillas de Dios por medio de la oracin 275

    IV Los FUNDAMENTOS DE LA ORACIN 2831 La oracin abarca al hombre entero 2852 La oracin y la humildad 2913 La oracin y la devocin 2964 La oracin, la alabanza y la gratitud 3015 La oracin y la tribulacin ......;...................................................................... 3066 La oracin y la tribulacin (continuacin) 3137 La oracin y la obra de Dios 3188 La oracin y la consagracin 3249 La oracin y las normas religiosas.. 33010 La oracin nacida de la compasin 33511 La oracin y la divina Providencia .. 34012 La oracin y la divina Providencia (continuacin) 347

    V LA NECESIDAD DE LA ORACIN .1 Oracin y fe ..2 Oracin y fe (continuacin) .3 Oracin y confianza .4 La oracin, la alabanza y la splica ..5 Oracin y deseo .6 Oracin y fervor .7 Importunidad, una caracterstica de la verdadera oracin .8 Oracin e importunidad .9 Oracin e importunidad (continuacin) ..

    10 Oracin, carcter y conducta ..11 Oracin y obediencia .12 Oracin y obediencia (continuacin) ..13 Oracin y vigilancia ..14 La oracin y la Palabra de Dios ..15 La oracin y la Palabra de Dios (continuacin) .

    VI EL PREDICADOR Y LA ORACIN .1 El carcter y la predicacin ..2 La casa de Dios ..3 La predicacin de la letra versus la predicacin

    crucificada , .4: La clave del xito del verdadero

    predicador .5 La clave del xito del verdadero predicador

    (continuacin) .6 Hombres de oracin .7 La oracin matutina .8 El predicador devoto .9 El gran ejemplo de David Brainerd ..

    10 La mente y el corazn del predicador .11 El arte de predicar, una uncin de Dios .12 La oracin intercesora del

    predicador por su iglesia .13 La oracin intercesora de la iglesia por su

    pastor .14 La importancia de la devocin personal ..15 Visin de futuro para los predicadores ..

    VII HOMBRES DE ORACIN ..1 Cantos de oracin en el Antiguo Testamento .2 Abraham, el patriarca de la oracin .

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    353355360367373378384387395398403409416420426431

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    489491499

  • 83 Moiss, el poderoso intercesor .4 Elas, el profeta que oraba ..5 Ezequas, el rey que oraba ..6 Esdras, el reformador que oraba ..7 Nehemas, el constructor que oraba .8 Samuel, el hijo de oracin .9 Daniel, el cautivo que oraba .

    10 Cantos de oracin en el Nuevo Testamento ..11 Pablo, el maestro de la oracin .12 Pablo, el maestro de la oracin (continuacin) ..

    502508514520523528533538546553

    13 La tribulacin, la paciencia y el Cielo ..14 La esperanza Y el Cielo .15 El gozo y el Cielo ..

    ndice de Conceptos Teolgicos .ndice de Citas de Autores ..ndice Escritural ..Volmenes de la Coleccin GRANDES AUTORES DE LA FE : .

    9

    694701706

    713717719731

    SEGUNDA PARTE: LA REALIDAD DE LA VIDA ETERNA 563

    Introduccin Segunda Parte: La vida eterna, nuestra garanta 565

    1 LA REALIDAD DE LA RESURRECCIN 5691 La inmortalidad y la resurreccin 5712 La muerte y la resurreccin 5743 Cristo y la resurreccin 5784 Cristo y la resurreccin (continuacin) 5825 Pablo y la resurreccin 5876 El juicio y la resurreccin 5927 La teologa y la resurreccin 5978 La teologa y la resurreccin (continuacin) 6009 La filosoa y la resurreccin 608

    10 Un sermn de Wesley sobre la resurreccin 61311 La glorificacin y la resurreccin 62512 La segunda venida de Cristo y la resurreccin 632

    II LA GLORIA DEL CIELO 6351 El Cielo, un hogar 6372 El Cielo, una ciudad 6443 El Cielo, una ciudad (continuacin) 6484 El Cielo, un reino ~ 6555 El Cielo, un paraso 6596 El Cielo y la vida eterna 6627 El Cielo y el Espritu Santo 6688 Gracias que hacen apto para el Cielo 6719 El conocimiento y el Cielo 678

    10 La templanza y el Cielo 68111 El amor y el Cielo 68512 El deseo y el Cielo 688

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    Prlogoa la Coleccin

    GRANDES AUTORES DE LA FE

    A la Iglesia del siglo XXI se le plantea un reto complejo y difcil:compaginar la inmutabilidad de su mensaje, sus races histricas ysu proyeccin de futuro con las tendencias contemporneas, lasnuevas tecnologas y el relativismo del pensamiento actual. El hom-bre postmoderno presenta unas carencias morales y espiritualesconcretas que a la Iglesia corresponde llenar. No es casualidad que,en los inicios del tercer milenio, uno de los mayores best-sellers a nivelmundial, escrito por el filsofo neoyorquino Lou Marinoff, tenga unttulo tan significativo como Ms Platn y menos Prozac; esto deberadecimos algo...

    Si queremos que nuestro mensaje cristiano impacte en el entornosocial del siglo XXI, necesitamos construir un puente entre los dosmilenios que la turbulenta historia del pensamiento cristiano abarca.Urge recuperar las races histricas de nuestra fe y exponerlas en elentorno actual como garanta de un futuro esperanzador.

    "La Iglesia cristiana -afirma el telogo Jos Grau en su prlogoal libro Historia, fe y Dios- siempre ha fomentado y protegido suherencia histrica; porque ha encontrado en ella su ms importantealiado, el apoyo cientfico a la autenticidad de su mensaje". Un solodocumento del siglo II que haga referencia a los orgenes del cris-tianismo tiene ms valor que cien mil pginas de apologtica escritasen el siglo XXI. Un fragmento del Evangelio de Mateo garabateadosobre un pedacito de papiro da ms credibilidad a la Escritura quetodos los comentarios publicados a lo largo de los ltimos cien aos.Nuestra herencia histrica es fundamental a la hora de apoyar lacredibilidad de la fe que predicamos y demostrar su impacto posi-tivo en la sociedad.

    Sucede, sin embargo, -y es muy de lamentar- que en algunoscrculos evanglicos parece como si el valioso patrimonio que laIglesia cristiana tiene en su historia haya quedado en el olvido oincluso sea visto con cierto rechazo. Y con este falso concepto enmente, algunos tienden a prescindir de la herencia histrica comn

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    y, dando un salto acrobtico, se obstinan en querer demostrar unvnculo directo entre su grupo, iglesia o denominacin y la Iglesiade los apstoles...

    Como si la actividad de Dios en este mundo, la obra del Espri-tu Santo, se hubiera paralizado tras la muerte del ltimo apstol,hubiera permanecido inactiva durante casi dos mil aos y regresaraahora con su grupo! Al contrario, el Espritu de Dios, que obrpoderosamente en el nacimiento de la Iglesia, ha continuado hacin-dolo desde entonces, ininterrumpidamente, a travs de grandeshombres de fe que mantuvieron siempre en alto, encendida y activa,la antorcha de la Luz verdadera.

    Quienes deliberadamente hacen caso omiso a todo lo acaecidoen la comunidad cristiana a lo largo de casi veinte siglos pasan poralto un hecho lgico y de sentido comn: que si la Iglesia parte deJesucristo como personaje histrico, ha de ser forzosamente, en smisma, un organismo histrico. Iglesia e Historia van, pues, juntas yson inseparables por su propio carcter.

    En definitiva, cualquier grupo religioso que se aferra a la ideade que entronca directamente con la Iglesia apostlica y no formaparte de la historia de la Iglesia, en vez de favorecer la imagen desu iglesia en particular ante la sociedad secular, y la imagen de laverdadera Iglesia en general, lo que hace es perjudicarla, pues todacolectividad que pierde sus races est en trance de perder su iden-tidad y de ser considerada como una secta.

    Nuestro deber como cristianos es, por tanto, asumir nuestraidentidad histrica consciente y responsablemente. .Slo en la me-dida en que seamos capaces de asumir y establecer nuestra identi-dad histrica comn, seremos capaces de progresar en el camino deuna mayor unidad y cooperacin entre las distintas iglesias, deno-minaciones y grupos de creyentes. Es preciso evitar la mutua des-calificacin de unos para con otros que tanto perjudica a la cohesindel Cuerpo de Cristo y el testimonio del Evangelio ante el mundo.Para ello, necesitamos conocer y valorar lo que fueron, hicieron yescribieron nuestros antepasados en la fe; descubrir la riqueza denuestras fuentes comunes y beber en ellas, tanto en lo que respectaa doctrina cristiana como en el seguimiento prctico de Cristo.

    La coleccin GRANDES AUTORES DE LA FE nace como unintento para suplir esta necesidad. Pone al alcance de los cristianosdel siglo XXI, en poco ms de 170 volmenes -uno para cada autor-,

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    lo mejor de la herencia histrica escrita del pensamiento cristianodesde mediados del siglo 1 hasta mediados del siglo XX.

    La tarea no ha sido sencilla. Una de las dificultades que hemosenfrentado al poner en marcha el proyecto es que la mayor parte delas obras escritas por los grandes autores cristianos son obras ex-tensas y densas, poco digeribles en el entorno actual del hombrepostmodemo, corto de tiempo, poco dado a la reflexin filosfica yacostumbrado a la asimilacin de conocimientos con un mnimoesfuerzo. Conscientes de esta realidad, hemos dispuesto los textosde manera innovadora para que, adems de resultar asequibles,cumplan tres funciones prcticas:

    1. Lectura rpida. Dos columnas paralelas al texto completohacen posible que todos aquellos que no disponen de tiempo sufi-ciente puedan, cuanto menos, conocer al autor, hacerse una ideaclara de su lnea de pensamiento y leer un resumen de sus mejoresfrases en pocos minutos.

    2. Textos completos. El cuerpo 'central del libro incluye unaversin del texto completo de cada autor, en un lenguaje actualizado,pero con absoluta fidelidad al original. Ello da acceso a la lecturaseria y a la investigacin profunda.

    3. ndice de conceptos teolgicos. Un completo ndice temticode conceptos teolgicos permite consultar con facilidad lo que cadaautor opinaba sobre las principales cuestiones de la fe.

    Nuestra oracin es que el arduo esfuerzo realizado en la reco-pilacin y publicacin de estos tesoros de nuestra herencia histrica,teolgica y espiritual se transforme, por la accin del Espritu Santo,en un alimento slido que contribuya a la madurez del discpulo deCristo; que la coleccin GRANDES AUTORES DE LA FE constituyaun instrumento til para la formacin teolgica, la pastoral y elcrecimiento de la Iglesia.

    Editorial CLlE

    ELISEO VILAPresidente

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    PRLOGO ALO MEJOR DE E. M. BOUNDS

    En este volumen, que recoge las mejores obras de Edward M.Bounds, es inevitable que algunas lneas de pensamiento se crucen unascon otras y que los mismos pasajes de la Escritura o ciertos incidentessean mencionados ms de una vez, simplemente porque un solo pasajepuede ensear ms de una verdad. ste es, precisamente, el caso cuandohablamos del vasto alcance de la oracin.

    As, M. Bounds dedic casi una decena de libros para hablarnos deun mismo tema, que son pozos inagotables para toda una vida de regadoespiritual y en los cuales no se limita a dar exhortaciones en pro de laoracin, sino que presenta las bases y condiciones de la oracin queprevalece con Dios, desde un punto de vista prctico y apoyado porinnumerables citas bblicas y de grandes hombres de oracin en la his-toria de la Iglesia de Cristo, tales como Martn Lutero, Charles HaddsonSpurgeon, David Brainerd, [ohn Wesley ... Todas ellas de tal significadoque, con razn, merecen el lema ilustrativo de cada uno de sus pensa-mientos.

    Nosotros hemos recopilado siete de sus libros en la Primera Partede este volumen, a la que hemos titulado La realidad de la oracin. Igual-mente hemos hecho con sus dos obras acerca de la resurreccin y el Cielo,recopilarlas en la Segunda Parte de este volumen, con el encabezado deLa realidad de la vida eterna -no nos extraemos, acaso, pues esta "sed deinmortalidad", como la llam Miguel de Unamuno, es uno de los sen-timientos que con mayor fuerza invade al hombre desde sus mismosorgenes, restndole paz y sosiego y enfrentndole a un futuro incierto-;y es que sta es, sin duda, la otra gran constante, la otra gran realidaddefendida por este hombre de Dios. De nuevo, aqu tambin, M. Boundsno parte de suposiciones o especulaciones, sino de la Roca firme de laPalabra de Dios.

    Una poderosa razn avala nuestra decisin de unificar dos temas,la oracin y la vida eterna, aparentemente distintos, en una sola obra. Asaber, el hecho de que los grandes incentivos para la oracin se encuen-tran en las Sagradas Escrituras y de que el Seor cierra sus enseanzasacerca de la oracin con la seguridad y la promesa del Cielo. Esto es, lapresencia de nuestro Seor Jesucristo en los Cielos, los preparativos queest haciendo all para sus santos y la seguridad de que l volver parallevarles Consigo constituyen una poderosa ayuda para una vida de

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    oracin. Ms an, estas cosas son la estrella de la maana de toda oraciny el suave perfume de los Cielos que disipa la amargura de nuestrosclamores.

    Realmente, el espritu de alguien que se siente peregrino facilitagrandemente la oracin; mientras que un espritu atado a la Tierra ysatisfecho con este mundo no puede orar, pues en su corazn la llamade los deseos espirituales se ha desvanecido o est a punto de extinguirse.Slo aquellos que esperan de rodillas en el Seor renuevan sus fuerzas,toman alas como de guilas y vuelan sin fatigarse ni desmayar hacia lasnubes ...

    He aqu el lazo intrnseco que une la oracin con la certeza de unaresurreccin literal y completa y de un hogar en el Cielo para vida eterna:lo uno no puede existir sin lo otro...YBounds lo saba muy bien; su propiavida atestigua de ello, como vemos en una de sus ltimas cartas, escritaen su ancianidad y avanzada convalecen- cia y dirigida a su amigoHomer W. Hodge:

    Washington, 1 de julio de 1912:Estoy pensando ms en el Cielo que en Nueva York. Es mucho

    mejor. Pero, si es la voluntad de Dios, tendr el placer de estar con usted.Dios parece haber abierto el camino. Tendr que esperar en Dios, seapara ir a Nue-va York o al Cielo, pues estoy muy dbil. Con amor yoracin

    M. Bounds

    S, sus sabios consejos sobre la oracin y la esperanza de la vidaeterna nacieron y fueron forjados en el poderoso yunque de su propiaexperiencia. sta es la razn por la que, a pesar de haber sido pronun-ciados hace ms de un siglo, conservan toda su fuerza y brillo, aventa-jando incluso a cualquiera que posteriormente se haya atrevido con elprofundo estudio de la oracin. Porque los pensamientos de M. Boundstienen una fragancia mstica y una enseanza espiritual innovadora,presentando matices inigualables en cada uno de sus escritos y de sumointers para el lector vido de alimentarse con este sustancioso alimentodel alma.

    Y para que el lector pueda todava extraer mayor valor nutritivo desu lectura, hemos creado un apartado de ndices al final del volumen:de Conceptos teol6gicos, para que el lector pueda indagar lo que Boundsdijo acerca de algunos de los temas pilares de la Teologa, de Citas deautores, escogidas por el propio Bounds para encabezar cada uno de loscaptulos, y un ndice escritural, til para la consulta de los versculosbblicos que apoyan los temas defendidos por el autor. De este modo, el

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    libro que tendr en sus manos, adems de ser una obra de edificacincristiana, se convertir en una potencial herramienta para preparar es-tudios bblicos, reuniones de oracin y sermones.

    Que Dios bendiga esta obra, homenaje a todo un clsico de la lite-ratura cristiana del siglo XIX y uno de los ms grandes hombres de lahistoria de la Iglesia y, sobre todas las cosas, hecha para honra y gloriade Jesucristo, Seor nuestro.

    Que as sea; amn.

    LA EDITORIAL

  • Biografa de Edward M. Bounds 19

    INTRODUCCiNlAs DOS REAUDADES DEEDWARD M. BOUNDS

    Biografa de Edward M. Bounds

    La Biblia de la familia Bounds muestra que el padredel reverendo Edward M. Bounds, Thomas [effersonBounds, naci en Maryland, el 5 de septiembre de 1801.Su madre, Hester Ann Purnell, naci en Maryland. Los dosse casaron el 12 de noviembre de 1823. Llegaron a Ken-tucky, vivieron all unos aos y luego se mudaron aCounty Marion, en Missouri. Tuvieron ocho hijos y treshijas.

    Edward M. Bounds naci en Shelbyville, Missouri, el15 de abril de 1835, y falleci el 24 de agosto de 1913,enWashington, Georgia.

    l y su hermano Charles fueron a California en 1849,atrados por el descubrimiento del oro. Bounds tenaentonces slo 14 aos. Se dice que l y su hermano fueronlos dos nicos muchachos que cruzaron las praderas yllevaron su religin con ellos.

    Edward recibi una educacin escolar comn en Shel-byville y fue admitido en el colegio de abogados y, pos-teriormente, se instal en Hannibal, Missouri; pero sintitan imperiosamente el impulso de predicar que abandonla profesin de la ley a la edad de 24 aos.

    Su primer pastorado fue en Monticello, Missouri.Mientras estaba sirviendo al Seor como pastor en la ciu-dad de Brunswick, se declar la guerra y el joven ministrofue hecho prisionero de guerra por no prestar juramentoa la movilizacin del Gobierno Federal. As, fue enviadoa Sto Louis y ms tarde transferido a Memphis, Tennessee.Finalmente le soltaron, y viaj cerca de cien millas a piepara alistarse en el Ejrcito Confederado (o sea, el ejrcito delSur), con el batalln del general Pierce en Mississippi, encalidad de capelln castrense del Quinto Regimiento deMissouri, posicin que mantuvo casi hasta el final de la

    Edward M.Bounds naci

    en

    Shelbyville,Missouri,

    el 15 de abrilde 1835,

    y falleci el24 de agosto

    de 1913,en

    Washington,Georgia.

    Recibi unaeducacin

    escolarcomn en

    Shelbyville yfue admitidoen el colegiode abogados,

    pero sinti tanimperiosamente

    el impulsode predicar

    que abandonla profesin

    de la leya la edad

    de 24 aos.

  • 20 Introduccin. Las dos realidades de Edward M. Bounds Opiniones acerca de Edward M. Bounds: su persona 21

    Despus deservir envariasiglesiasimportantesen Sto Louis yotros puntosen el sur,pas a serredactor jefedel Sto LouisChristianAdvocate.Era unescritorbrillante,un profundopensadoryuninfatigableestudioso dela Biblia.La mayorparte de sutiempo laocupabaen leer,escribir yorar.

    guerra, cuando fue detenido de nuevo y enviado comoprisionero a Nashville, Tennessee.

    Tras la guerra, el reverendo Edward M. Bounds fuepastor de algunas iglesias en Tennessee y Alabama. En1875, fue asignado a la Iglesia Metodista San Pablo de SanLuis, y all sirvi durante cuatro aos. En 1876,se cas conEmmie Bamette, en Eufaula, Alabama, quien muri diezaos despus y con la que tuvo dos nias. En 1887,se cascon Hattie Bamette, quien le sobrevivi y con la que tuvocinco hijos: dos varones y tres mujeres.

    Despus de servir en varias iglesias importantes en StoLouis y otros puntos en el sur, pas a ser redactor jefe delSto Louis Christian Advocate, durante cinco aos, y luegoredactor del The Nashville Christian Advocate, durante cua-tro aos. Pero su obra principal la realiz en su casa, enWashington, Georgia, levantndose cada da a las 4 de lamadrugada y orando hasta las 7 de la maana. Era unescritor brillante, un profundo pensador y un infatigableestudioso de la Biblia. La mayor parte de su tiempo laocupaba en leer, escribir y orar.

    Durante sus 18 aos en esta localidad, sirvi ademsen varias ocasiones como evangelista, segn se le llamabapara predicar. Y sus escritos eran ledos por miles de per-

    . sonas y eran solicitados por las congregaciones de variasdenominaciones evanglicas. Edward M. Bounds ensela doctrina de la santificacin completa como una biendefinida segunda obra de Gracia.

    Opiniones acerca de Edward M. Bounds:su persona

    "Un amigo me regal este librito. Recib otro ejemplarpara las navidades de parte de otro amigo. Bueno...-pens-debe haber algo qerealmente valga lapena en este librito, puesde otro modo dos amigos mos no hubieran elegido este regalo.De manera que le la primera pgina, hasta que llegu alas'palabras: El hombre anda buscando mtodos mejores; Diosesta buscando hombres mejores: elhombre eselmtodo deDios.

    Es~ fue suficiente, y mis ansias crecieron a medida que lofui leyendo, hasta llegar a un final que me llen de gozocelestial" (reverendo A.c, Dixon, 1909).

    "El primer contacto que tuvimos con este gran santofue a finales de la Guerra Civil, cuando vino a nuestraaldea, en Tennessee, con su uniforme militar. Recuerdocmo mi mente infantil se entusiasm con su chaquetagris, abrochada con muchos botones brillantes de latn.All se hizo cargo de una pequea iglesia Metodista. Conqu fervor y emocin nos lea aquellos himnos clsicos,como La Majestad divina sentada en su trono, Cun dulce elnombre de Jess, Cristo est hablando esta noche aqu, ymuchos otros! A veces, cuando mis pies infantiles se acer-caban a la puerta de la iglesia pensaba en que quizs nosleera otra vez aquellos maravillosos himnos que noshaba ledo antes. Siempre nos emocionbamos cuando ensu manera angelical nos lea el himno de principio deculto, antes del sermn. Y el sermn, cmo describirlo?Simple, directo, lleno de alma, que pareca tocar invaria-blemente el corazn del oyente.

    La figura de este santo diminuto, con su cara llenade una sonrisa celeste, mientras cantaba y proclamabaalabanzas al Seor, en la humilde reunin de oracin dela aldea, es un cuadro dulce y familiar entre los recuerdosde mi niez. Su talento natural era notable, y grandetambin su penetracin espiritual, maravillosa la formaen que lea el Evangelio o los himnos, grande en supluma y ms an en su oracin poderosa a su Dios yPadre; grande como amigo, consejero, esposo y padre,grande en su fe simple, intrpido en su adherencia a laVerdad de Dios; grande en su humildad, en su sumisinsin quejas, en su intercesin...

    A pesar de todo ello, el doctor Bounds vivi sin quemuchos se dieran cuenta de que era todas estas cosas. Perosus obras le seguirn, y creemos que su fama ir creciendocon los aos; y an despus de muerto continuar hablan-do en trminos ms altos y potentes que durante su vida"(doctor B.F. Haynes, deNashuille, Tennessee, quien seconvirtibajo el ministerio de Edward M. Bounds).

    "Para E. M. Bounds, la oracin era una realidad tanpalpable como lo es para nosotros la respiracin. l tomel mandamiento orad sin cesar de forma tan literal casicomo la criatura animada toma la ley del sistema nerviosoque controla la respiracin" (Claudia L. Chilton, por muchosaos ministro de una iglesia Metodista Episcopal y compositor

    "Para E.M.Bounds,

    la oracinera una

    realidad tanpalpable

    como lo espara nosotros

    larespiracin.

    l tom elmandamiento

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    forma tanliteral casi

    como lacriatura

    animadatoma la leydel sistema

    nervioso quecontrola la

    respiracin"(Claudio L.

    Chilton).

  • 22 Introduccin. Las dos realidades de E. M. Bounds Opiniones acerca de Edward M. Bounds: sus escritos 23

    "Sus librosson

    verdaderosoasis en estostiempos desequaespiritual.Escondenverdaderostesoros,surgidos delsufrimiento,esfuerzo yexperienciapersonal,confirmadospor laaprobacindivina.Son vocesvivientesque siguenhablando,a pesar deque su autorse ha ido deesta Tierra"(Claudio L.Chilton),

    notable de msica religiosa, adems de un ardiente admiradorde Edward M. Bounds).

    "Edward McKendree Bounds no slo oraba bien deforma que pudiera escribir bien acerca de la oracin; ora-ba porque tena sobre sus espaldas las necesidades del mun-do. Or por largos aos sobre asuntos tan sencillos quemuchos cristianos apenas hubieran dedicado un pensa-miento, y por cosas que la fe de los hombres hubiera con-siderado imposibles. De sus vigilias solitarias, de ao trasao, se han levantado enseanzas muy raramente iguala-das por los hombres de la historia cristiana moderna. Pudoescribir en forma trascendental sobre la oracin, porque lmismo fue trascendental en su prctica" (dem).

    "Mientras yo estaba en Atlanta como pastor, en 1905,se me inform de un varn de Dios, un verdadero apstolen la oracin que viva en Georgia y que poda ayudamosen la iglesia, para alcanzar grandes beneficios espirituales.Le escrib a Mr. Bounds para que viniera a hablamos a unaconvencin, durante diez das. Cuando lleg, conoc a unode los mayores santos que han aparecido en los ltimoscien aos, un hombre de poca presencia fsica, bajito, peroun verdadero gigante en el Seor. Habl la primera nochesobre la oracin; a nadie le pareci que fuera algo excep-cional. Pero al da siguiente, a las 4 de la madrugada, nosquedamos asombrados al orle en una oracin maravillo-sa; nunca habamos odo cosa semejante: pareca abarcar.el Cielo y la Tierra. Todos sus sermones fueron sobre laoracin y el Cielo" (pastor Homer W. Hodge, primer editor delas obras de Edward M. Bounds, en 1920).

    Opiniones acerca de Edward M. Bounds:sus escritos

    "Sus libros son verdaderos oasis en estos tiempos desequa espiritual. Esconden verdaderos tesoros, surgidosdel sufrimiento, esfuerzo y experiencia personal, confirma-dos por la aprobacin divina. Son voces vivientes que si-guen hablando, a pesar de que su autor se ha ido de estaTierra" (Claudia 1. Chlton, por muchos aos ministro de unaiglesia Metodista Episcopal y compositor notable de msica reli-giosa, adems de un ardiente admirador deEdward M. Bounds).

    "He ledo recientemente dos libros del reverendoEdward M. Bounds. Las citas clsicas que encabezan loscaptulos valen ya en s lo que cuesta el libro. Bounds diceque la resurreccin de Jesucristo fue completa, literal,entera y absoluta; que la resurreccin de los cuerpos de losmuertos, cualquiera que sea la forma en que se dispongade ellos, enterrados en el mar, o reducidos a cenizas, serprecisamente anloga a la resurreccin del cuerpo de Je-sucristo" (Obispo W. F. Mallalieu, 1908).

    "Estoy contento de saber que ha aparecido otro librosobre la oracin del doctor Bounds. Cada da estoy mscontento de que Dios nos hiciera ver que tenemos quepublicar estos libros maravillosos, evitando as que elmundo cristiano se pierda la rica herencia de estos libros.Les felicito por haber sido el instrumento de Dios parallevar a cabo esta alta misin. No he dudado nunca, desdeel da en que muri Bounds, que Dios pondra en el co-razn de alguien la decisin de publicar estos libros. Nocre que Dios permitiera que sus santos se vieran defrau-dados de esta herencia rica y necesaria. Que el Seor ben-diga cada uno de los libros publicados y a cada lector decada libro del inmortal Bounds" (doctor B. F. Haynes, deNashville, Tennessee, quien se convirti bajo el ministerio deEdward M. Bounds).

    "Bounds era un especialista en la oracin y sus obrasson para la hora quieta, meditacin cuidadosa y profunda,y para todos los que buscan y escudrian los tesoros deDios" (The Sunday School Times).

    "Tuve el gran privilegio de conocer bien al autor(Edward M. Bounds), y tambin de saber que su intencin,en todo lo que escriba era para la salvacin de sus lecto-res" (pastor Homer W. Hodge, primer editor de las obras deEdward M. Bounds, en 1920).

    "Bounds fue un hombre que vivi envuelto en unaatmsfera de oracin. l andaba y hablaba con su Dios. Laoracin era el arma predilecta de su arsenal y su caminohacia el Trono de la Gracia. Cualquiera que lea sus escritospodr darse cuenta de que Edward McKendree Bounds

    "Boundsera un

    especialistaen la oracin

    y sus obrasson para la

    hora quieta,meditacin

    cuidadosa yprofunda,

    y para todoslos que

    buscan yescudrianlos tesoros

    de Dios"(The Sunday

    SchoolTimes).

  • 24 Introduccin. Las dos realidades de Edward M. Bounds Desarrollo de sus manuscritos 25

    Este hombrede Diossufripobreza,oscuridad,prdida deprestigio,y su victoriatotal no fueconocidasino hastadespus desu muerte...

    hablaba con Dios como un hombre habla con su amigo"(dem).

    "Despus de aos de estudio a fondo de los escritosque quedan de este gran cristiano, junto con la obra deotros msticos, estoy plenamente persuadido de que a po-cos hombres ha sido concedido tanto poder espiritualcomo a Edward McKendree Bounds. Era, en verdad, unaantorcha ardiente de radiante luz" (dem).

    Desarrollo de sus manuscritos

    Como fruto de la perseverante e intensa experienciaespiritual de Edward McKendree Bounds y de su cotidia-no ejercicio en la oracin, surgieron maravillosos libros,verdaderos libros de texto. Mientras, este hombre de Diossufri pobreza, oscuridad, prdida de prestigio, y su vic-toria total no fue conocida sino hasta despus de sumuerte...

    En 1907, salie.ron a la luz sus dos primeras obras: ElPredicador y la oracin y Lagloria de la Resurreccin. Una deellas circul por toda Gran Bretaa. Al fin Dios hizo quese le concediera un prstamo bastante grande para pu-blicar estas dos pequeas ediciones! Los dos libros fue-ron escritos, prcticamente, con su sangre y saturados delgrimas.

    El hermano Bounds se llev la edicin de Lagloria dela Resurreccin consigo a su casa, en Washington, Georgia;y all permaneci guardada durante 12 aos. El 21 dediciembre de 1911, tena todos estos libros en su buhardi-lla guardados, y no tena manera de venderlos. En sucorrespondencia personal se encuentran infinidad de pe-didos al pastor Homer W. Hodge -quien conoci6 a Boundspersonalmente en 1905, en Atlanta, cuando Bounds tena70 aos de edad, y estuvo en contacto con l durante losltimos ocho aos de su vida: personalmente, sirviendomano a mano al Seor en el ministerio de la predicacinen reuniones callejeras por Brooklyn y, posteriormente,por correspondencia postal y oracn-, para que publicaraeste producto de su tan privilegiada pluma. As lo explic6el mismo Homer W. Hodge:

    "Cuando estaba en Brooklyn, Nueva York, en 1911,recib muchas de sus cartas, dicindome:

    Ore por m para que el Seor me renueve la visin y losnervios y pueda terminar los manuscritos satisfactoriamente.

    El 15 de diciembre de 1911, recib estas palabras:Estos libros que le envo como un obsequio son mis libros

    sobre la resurreccin y el Cielo. Son las grandes Verdades delSeor y le servirn a usted y a cualquiera que los lea comorecordatorio deesta Verdad vital r...}Leenvoveinticinco ejem-plares. Tienen quecircular para serpredicados. Escoja laocasiny las personas; reglelos en el Nombre de Dios. Me gustara queNueva York estuviera llena de ellos.

    Estaba dispuesto a enviarme ms y ms si poda dis-tribuirlos. Su alma anhelante saba cul es la gran esperan-za del cristiano y estaba intercediendo ante el Seor paraque su libro tan precioso pudiera tener lectores para lagloria de Dios. Un ao despus, el 13 de diciembre de 1912,recib la siguiente correspondencia:

    Ore mucho. Confo en usted y en Chilton. Uno de los dostendrn queayudarme en los manuscritos que quiero terminary publicar. Puedo ir a verle y as podra ayudarme en los ratoslibres conlaoracin y el trabajo. Podramos estarjuntosen tantoqueDios mepermita seguiren su granobra y terminar los librosconjuntamente; y usted podra guardarlos, aunque yo muera,hasta que Dios diga que ha llegado el momento de publicarlos.

    E16 de enero de 1913, me escribi6 tambin:Querido hermano en la fe, paso buenos ratos orando por

    usted; sea temprano o tarde. Que su mente viva en el espritudeoracin. La idea del Cielo es dulce. Me sientomuy dbil, peromeesforzar hasta que llegue el momento en que Dios diga quees la hora del Cielo.

    Iba debilitndose y ya estaba cerca de la otra orilla,cuando escribi esta carta, con fecha 21 de abril de 1913:

    Dios seencarga delonuestro si nosotros tenemos encuentalo suyo. Estoy procurando poner en orden mis manuscritos.Estoy muy dbil. Quiero vivir para Dios y luego partiry estarcon Cristo. Es imposible describir mi deseo de ver, gozar y estarall. Dios le bendiga.

    Su almaanhelante

    saba cul esla gran

    esperanzadel cristiano

    y estabaintercediendoante el Seor

    para que sulibro tanprecioso

    pudiera tenerlectores para

    la gloriade Dios.

  • 26 Introduccin. Las dos realidades de Edward M. Bounds Desarrollo de sus manuscritos 27

    Los aos quesiguieronhasta sumuerte,en 1913,estuvieronllenos deconstantelabor, yBoundsparti haciael HogarCelestialdejando unavastacoleccin demanuscri tos.Siete aosms tarde,empezaron aaparecer loslibros deldoctorBounds.

    Las cartas siguientes son ya mensajes de un moribun-do a una persona a quien amaba. He aqu unas lneasescritas el 10 de mayo de 1913:

    Con amor, anhelo y oracin; Dios le bendiga y le guardepara lavidaeterna. Entretribulaciones y lgrimas sigo adelante.Estoy dbil, pero durmiendo durante elda puedo segur. Cuandol disponga yo estoy dispuesto para estar con Cristo.

    Unos das despus, el 22 de mayo, volvi a escribir-me en estos trminos:

    Lleg su carta. Heestado orando temprano y durante el dasiempre quehepodido. Dios lebendiga hasta lavidaeterna. Vayapor los caminos y por las veredas y furcelos a entrar. Lleve atodos en oracin a laspuertas del Cielo. Estoyponiendo el libroa punto para enviarlo a Inglaterra. Ore a Dios para que le abracamino para su gloria; en amor y oracin ferviente.

    Finalmente, recib una postal con fecha del 26 de juniode 1913:

    En simpata y amor; mantngase firme en la Verdad.

    Luego, solamente recib informacin a travs de suesposa: perda ya la memoria ... Un da lleg un telegramade ella, comunicndome la llegada de su esposo al HogarCelestial:

    Washington, Georgia, 24 de agosto de 1913Mi esposo parti esta tarde; entierro maana tarde.Hattie Bounds

    Los aos que siguieron hasta su muerte, en 1913,estuvieron llenos de constante labor, y Bounds parti haciael Hogar Celestial dejando una vasta coleccin de manus-critos. Siete aos ms tarde, empezaron a aparecer los li-bros del doctor Bounds, La respuesta a sus oraciones paraque los manuscritos se conservaran hasta que llegara elmomento de su publicacin result milagrosa y provi-dencial, gracias a la buena preservacin en que fueronhallados".

    . S, Dios contest las oraciones de Edward M. Bounds,aunque varios aos ms tarde, de la mano del pastor

    Homer W. Hodge. quien, con esfuerzo y amor, preparlaboriosamente los manuscritos para la imprenta y lospublic en 1920, dentro de la coleccin Obras sobre la VidaEspiritual, de Edward M. Bounds.

    Por su parte, Clie fue la primera en traducir y editaren espaol las obras de Edward M. Bounds, durante losaos 1978 y 1982.

    Ahora, inauguramos el 2000 con una nueva edicinrevisada de todas sus obras, en otro formato y en un solovolumen. La ms gloriosa de todas las escrituras espiritua-les abierta y presentada de modo escritural a los lectoresque deseen leer todo lo que Edward M. Bounds escribi.Pues el mundo necesita conocer los pensamientos de todoun Clsico dentro de la literatura evanglica; pero, sobretodo, de un gran hombre de Dios que practic en su vidalo que tan ardientemente crea y predicaba.

    Dios contestlas oraciones

    de EdwardM. Boundsde la mano

    del pastorHomer W.

    Hodge,quien,

    con esfuerzoy amor,prepar

    laboriosamentelos

    manuscritospara la

    imprenta ylos public

    en 1920.Clie fue laprimera en

    traduciry editar

    en espaollas obras deEdward M.

    Bounds,durante los

    aos 1978y 1982.

  • PRIMERA PARTE

    LA REALIDAD DE LA ORACiN

  • Introduccin Primera Parte

    La oracin, un privilegio sagrado

    Sobre todas las cosas, tengo el ferviente deseo deaprender a orar. Deseamos encontrar la verdad encuanto a lafalta de oracin de nuestros das y despertara aquellos guerreros cristianos. Por qu hoy se dedicatan poco tiempo a la oracin cuando el Seor Jesucristodedic gran parte de su vida a la intercesin? Atenda-mos a las palabras de la Escritura: "Por lo cual, puedetambin salvar perpetuamente a los que por l se acer-can a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos"(He. 7:25). Pensamos que el deseo est en el corazn,pero la voluntad es indisciplinada; el motivo est pre-sente, pero los afectos no se han fundido bajo horas demeditacin celestial. El intelecto est vivo, vehemente,pero no tanto como para consumirlo buscando al Seor.y es que el intelecto y las emociones nunca han sidoligados por el bendito sellamiento del Espritu Santopara morir por la gloria de Dios en los lugares secretos,donde se cierran las puertas y las concupiscencias dela carne quedan crucificadas.

    HOMER W. HODGE

    La palabra "oracin" expresa el ms amplio y com-prensivo acercamiento a Dios. Da prominencia al elemen-to de la devocin; es una estrecha relacin y autnticacomunin con l, disfrutar de Dios y tener acceso a l.

    Por su parte, la "splica" es una forma ms estrictae intensa de oracin, acompaada por un sentido de ne-cesidad personal, limitada a buscar de una manera urgen-te una respuesta para la necesidad apremiante; la mismaalma de la oracin que ruega por alguna cosa muy nece-saria que pesa sobre el corazn.

    y la "intercesin" es una ampliacin en la oracin, unextenderse de s mismo hacia los dems. Se basa en laconfianza e influencia del alma que se acerca a Dios, ili-

    31

    La palabra"oracin"expresa el

    ms amplioy

    comprensivoacercamiento

    a Dios.Da

    prominenciaal elemento

    de ladevocin;

    es una

    estrecharelacin yautntica

    comunincon l,

    disfrutar deDios y teneracceso a l.

  • 32 Introduccin Primera Parte La oracin, un privilegio sagrado 33

    (I? ~Cmo pu:de decirse fue odo, sinofue librado delacruz?, diceel esceptIco. Fue odo porque Dios Padre dioa su Hijo, queen aquellosmomentos se hallaba autolimitado por la Kenosis (vase Fil. 2:6-8) y,poreso, era llamado Hijo del Hombre, fortaleza suficiente para decir seahecha tu voluntad. Y no es as acaso que somos odos algunas vecesnosotros?

    universal,modelo detodas las

    Lo que estclaro es quela oracin es

    hijos, oremos. El Seor Jesucristo dijo que los hombres Cmo s yodeban "orar siempre y no desmayar" (Lc. 18:1). que estoy

    Asimismo, Pablo escribi al joven TImoteo acerca de orando segnlas primeras cosas que el pueblo de Dios haba de hacer, la voluntady en primer trmino coloc la oracin: de Dios?

    "Exhorto, ante todo, a que se hagan ro Cada actitudnes, ~ticion~s y acciones de gracias, por verdadera de6f's" (1 Ti. 2:1). oracin es en

    En conexin con estas palabras, el mismo apstol respuesta adeclar que 1,'1 voluntad de Dios y la redencin y media- Vla voluntadcin del Seor"'Jesucristo para la salvacin de todos los de Dios.hombres estn involucradas de forma vital en la oracin. No es un

    y es que la oracin es un complemento que coopera asunto trivialcon la voluntad de Dios, cuya soberana corre paralela en y sin'Xtensiny poder con la expiacin del Seor Jesucristo. l importancia;a travs del Espritu Eterno, y por la gracia de Dios, "gusto no involucrala muerte por todos" (He. 2:9). Igualmente nosotros, a los interesestravs del Espritu Eterno, y por la gracia de Dios, debe- mezquinosmas orar por todos los hombres. de una

    Pero, cmo s yo Q.ue estoy orando seg.n la vohmtqp persona, sino-de Dios? Cada actitud verdadera de oracin es en respues- que la~ voluntad de Dios. Puede ser enseada por maestr~s oracinhumanos, pero es aceptable ante Dios porque se hace en verdaderaobediencia a su voluntad. A saber, si obedezco la gua del que surge de

    ...... .

    Espritu Santo, que me ordena orar, los detalles y las pe- la voluntadticiones de esa oracin estarn en armona con la voluntad de Dios'!.e Aquel que desea que yo ore. observa

    Vemos, pues, cmo la oracin no es un asunto trivial todos losy sin importancia; no involucra los intereses mezguinos de intereses,una persona, sino que la oracin verdadera qJle surge deV-- todo ella voluntad de Dios observa todos los intereses, todo ~l bienestarb~nestar del hombre y lo mejor para la gloria de Dios. del hombre

    y el Padre est tan interesado en que los hombres y lo mejororen que l mismo ha prometido respondemos de forma para la gloriadefinida. de Dios.

    La oracin, as como la ense el Seor Jess, penetraen todos los mbitos de la vida. Para el judo ela~el smbolo yellugar de la oracin; tena devocin por elaltar donde adoraba a Dios. Pero el Seor Jesucristo con-sagr el altar de la oracin, para que todo su pueblo lepueda adorar, y lo puso aparte de la esfera del mundo yde un mero hbito, para ensalzar el espritu de la oracinque acta en favor de todos los hombres. El espacio ocu-

    mitada en su acceso y sus peticiones. Y esta confianza einfluencia ha de ser usada en favor de los dems.

    Lo ~ue est ~laro es que la oracin es siempre unacercamIento a DIOS, el Padre. \En la oracin universalmodelo de todas las otras oraciones, las primeras palabrasson:

    "Padre nuestro, que ests en los Cielos" (M. 6:9; Le.11:2).

    Junto a la tumba de Lzaro, el Seor Jess levant susojos y dijo: "Padre" ano 11:41). En su oracin sacerdotalJess "levant tambin sus ojos al Cielo y llam al Padre';ano :::1). Porque la oracin de nuestro Seor era personal,~har y Eatemal. Adems, era definida, fuerte y Eode-r~a. Leed estas palabras del aut~Hebreos: -

    , "~ Cristo, en los das de su carne, ofreciendo ruegosXsuph~s con gran clamor y lgrimas al que le poda librarde la mu_erte, fue odo a causa de su temor reverente" (He5:7).r .. As, "pedir" y "recibir" para el Seor implicaba unammediata conexin con Dios. Esto es oracin!

    "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabidurapdal~ a Dios, el cual da a todos abundantemente y sinreproche, y le ser dada" (Stg. 1:5).

    En 1 Juan 5:14 y 15 tenemos la siguiente declaracinacerca de la oracin: .

    . "Y esta es la confianza que tenemos ante l, que si~~Imos alguna cosa conforme a su voluntad, l nos oye. YSI sabemos que l nos oye en cualquier cosa que pidamos,sabemos que tenemos las p.~ticiones que lehayamos~'.

    Y en Filipenses 4:6 encontrarnos estas palabras conrespecto a la oracin:

    "Por nada estis afanosos, sino sean conocidas vues-tras P!ticio~s.delante de Dios enh;da oracin y ,!.llego,con accin de graci~s". -

    '\. . Cul es, pues, la voluntad de Dios en cuanto a la'\J oracin? Primeramente, es su voluntad que nosotros, sus

    siempre unacercamientoa Dios,el Padre.En la oracin

    otrasoraciones,las primeraspalabras son:"Padrenuestro, queests en losCielos".

  • 34 Introduccin Primera Parte La oracin, un privilegio sagrado 35

    Lafaltade oracinsignificarebelin,discordia yanarqua.Porque laoracin,dentro delgobiernomoral,es tan fuertecomola leyde lagravedad enel mundomaterial,y tannecesariacomostapara sostenerlas cosasensu propiaesfera devida.

    pado por la oracin en el Sermn del Monte demuestracunta importancia daba Cristo a este santo ejercicio: elsermn contiene ciento once versculos, de los cuales die-ciocho tratan directamente de la oracin, y muchos otrosen forma indirecta.

    Sin embargo, la Escritura nos dice que antes de acer-carnos al Seor en oracin, los cristianos debemos, de serposible, estar en paz con todos los hombres, y mayormentecon los hermanos, ya que la reconciliacin con los hombreses recursora de la recondliacin con Dios:

    "Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y all te acuer-das de que tu hermano tiene algo contra ti, deja all tuofrenda delante del altar, y anda, reconcliate primero contu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda" (M.5:23 y 24).

    La oracin es, por consiguiente, uno de los principioscardinales de la piedad en cada dispensacin y para cadahijo de Dios. Yel propsito del Seor es reforzar, recuperary espiritualizar aquellos deberes que son cardinales e in-dispensables dentro de la conducta y actitud de cada unode sus hijos.

    De ah que la falta de oracin signifique rebelin, dis-cordia y anarqua. Porque la oracin, dentro del gobiernomorai, es tan fuerte como la ley de la gravedad en elmundo material, y t~ necesaria como sta para sostenerlas cosas en su propia esfera de vida.

    Las enseanzas bblicas en cuanto a la oracin nosalientan a aumentar nuestra fe y a asegurarnos de losfavores de Dios. Ms an, todo el Canon de la enseanzabblica ilustra la gran Verdad de que Q!.os oye y contestale.-0racin. En efecto, uno de los grandes propsitos deDios en su Santo Libro es imprimir en nuestras mentes,en forma indeleble, la gran importancia, valor y absoluta~d de acudir a l por aquellas cosas que necesi-tamos e iempo y eternidad. Entonces. l nos muestraa su ro- B'o Hijo, Quien desea nuestro mximo bien, yque no n- s a que Dio$ es nuestro Padre, completa-mente capaz de hacer todo por nosotros y darnos lo quenecesitamos mucho ms generosamente que nuestros pa-dres terrenales.

    Debemos, por lo tanto, dedicarnos a la oracin; nohacerlo sera abrirle la puerta a Satans, quien ha sao tanperjudicado a causa de la oracin, que est dispuesto a

    tender toda clase de trampas y estorbos para impedirla. La oracinSlo siendo cuidadosos y diligentes hasta en los ms pe- ennoblecequeos detalles podremos protegernos sabiamente contra el carcterel Maligno. del hombre

    El Seor dice que los hombres deben orar siempre. y hace questa es la condicin eterna q.ue hace ayanzar su causa. Su su raznfc;rt'iJeza, belleza y poder est basada en las oraciones de resplandezca,SUS hijos, de las cuales surgirn las bendiciones para el otorgndoleCuerpo de Cristo, aqu en la Tierra, y para todo el mundo. abundante

    Finalmente, ms que un deber o una obligacin im- sabidura;perativa para todo creyente, l~ oracin es un privilegioV"'es la mismasagrado. En otras palabras, no orar constituye perder el escuela de lagoce detan alto privilegio. sabidura y

    La oracin ennoblece el carcter del hombre y hace de la piedad.que su razn resplandezca, otorgndole abundante sabi- Todos estosdura; es la misma escuela de la sabidura y de la piedad. beneficios,Su inspiracin y meloda provienen del Cielo, pues per- que nostenece al Espritu, Quien hace surgir en nosotros prop- llegan por elsitos santos y elevados. Espritu Santo,

    El ministerio de la oracin ha sido, adems, la distin- se originan ycin peculiar de todos los santos de Dios. De hecho, ste resultan deha sido el secreto de su poder, la energa y el alma de su la oracin.obra: el aposento de oracin.

    No tendra que haber arreglos especiales en la vida oen el espritu para la hora quieta. El espritu de la hora deoracin debera ser la regla y regir en toda ocasin ymomento. Nuestras actividades y trabajo deberan serejecutadas en el mismo espritu que origina nuestra devo-cin y que hace nuestra hora quieta sagrada. Esto va msall de "perseverar". La oraCin ha de ser incesante, sininterrupcin, asidua, sin cese en el deseo o la accin, conlavicia siempre en actitud devocional -incluso cuandOiasrdillas no estn siempre dobladas o los labios no puedanestar repitiendo palabras en voz alta-, pues el espritu estsiempre dispuesto.

    Todos estos beneficios, que nos llegan por el EsprituSanto, se originan y resultan de la oracin. No cuando staes un proceso esmirriado o la mera ejecucin de un deber,

    ~ino cuando se convierte en un privilegio ardiente como unmcendio y tiene un deseo insaciable un sentido de nece-~ ,sidad que no puede ser aetenido, una decisin que no sueltay-$~,e no desmaya hasta que alcanza el sumo bien y la ben-

    d~onpermanente que Dios tiene preparada para nosotros.

  • I.JBRO ILA REAUDAD DE LA ORACiN

  • La oracin colma la pobreza del hombre con la riqueza de Dios 39

    1

    La oracin colma la pobreza del hombrecon la riqueza de Dios

    Durante dos horas estuve luchando, abandonadode Dios y de los hombres en una fra tarde. Cuando porltimo record las palabras de David -"Lvame, y serms blanco que la nieue'-, me di cuenta de que estabacon Dios, o, mejor dicho, de que Dios estaba conmigo.y me fui andando a mi casa con el corazn inflamadode amor.

    ALEXANDER WHITE, 0.0.

    Tenemos mucho dicho y escrito acerca de los benefi-cios subjetivos de la oracin y de la manera en que sereciben sus resultados. Tales maestros nos ensean quedebe haber un entrenamiento en la oracin, en el cual seaprenden la paciencia, la calma y la dependencia a Dios.El contenido bblico nos asegura que la oracin ha de seruna relacin establecida entre Padre e hijo. As, el Padrenos da las cosas que nosotros, sus hijos, necesitamos ypedimos. La mejor oracin es, por tanto, aquella que con-sigue respuesta.

    Las posibilidades y la necesidad de la oracin estngrabadas en los fundamentos eternos del Evangelio. La re-lacin que se establece entre Padre e hijo y el pacto decreta-do entre ambos tiene en la oracin la base de su existencia.La oracin es la condicin por la cual el Evangelio avanzavictorioso y todos los enemigos son vencidos de maneraque sea posible tomar posesin de la herencia legtima delos hijos de Dios.

    Estas son verdades axiomticas, aunque puedan pa-recer muy familiares y conocidas. Pero precisamente es-tos son los tiempos cuando los axiomas de la Biblia ne-cesitan ser enfatizados y reiterados. La misma atmsferade nuestro siglo est contaminada con prcticas y teorasfundadas en la falsedad, y las ms evidentes verdades yaxiomas se estn hundiendo por el efecto de ataquesinvisibles.

    Ms an, la tendencia de estos tiempos es la de hacerostentacin en cosas visibles, lo cual debilita la vida y di-

    La oracines una

    relacinestablecidaentre Padre

    e hijo.

  • 40 La realidad de la oracin La oracin colma la pobreza del hombre con la riqueza de Dios 41

    La oracinque provienedel coraznno es un

    hbito,sino unserviciosolemne deadoracin aDios.

    spa el espritu de la oracin. Puede haber mucha aparien-cia de oracin y muchas cabezas bajas dentro de las igle-sias, pero aun as hay una ausencia total de oracin autn-tica. La oracin es un trabajo real y vital. Podr existiruna exhibicin y pompa de aparente oracin, pero el con-tenido es hueco y vaco. Tambin pueden exhibirse acti-tudes, gesticulaciones y verborrea, no oracin verdadera.

    Quin puede acercarse a la presencia de Dios enoracin? Quin puede venir ante el gran Dios Hacedorde todo el universo y Padre de nuestro Seor Jesucristo?Quin mantiene en sus manos todo el bien y es poderosopara hacer todas las cosas? Qu pureza de corazn, quelimpieza de manos y qu sinceridad se requieren del hom-bre que desee allegarse a l!

    Es mucho ms importante y urgente que los hombresoren a que sean entrenados en la homiltica y didctica dela oracin. La oracin es algo del corazn, no de colegioso seminarios. Es ms que sentimientos y palabras: es lamejor escuela donde aprender a orar y el mejor diccionariopara definir el arte y la naturaleza de s misma.

    Otra vez reiterarnos: la oracin no es un mero hbito,refrescado por medio de la costumbre y la memoria. Noes solamente un deber que debe realizarse para desligarsede una obligacin y aquietar la conciencia. Tampoco es unmero privilegio, una indulgencia sagrada de la cual sacarventaja. Es un solemne servicio a Dios, una adoracin, unacerc.amiento al Padre para alguna splica, la presentacinde algn deseo, la expresin de alguna necesidad anteAquel que suple en abundancia y quien, corno nuestroPadre, halla su gran placer y regocijo en conceder laspeticiones de sus hijos. La oracin es el extenderse de losbrazos del hijo hacia la ayuda poderosa del Padre, el cla-mor que llega a sus odos y a su corazn, buscando sucapacidad y habilidad para contestar y resolver cualquierclase de asunto. Es, asimismo, la bsqueda de los bene-ficios de Dios, los cuales nos llegan canalizados nicamen-te a travs de la oracin.

    Orar es elevar un ardiente clamor a Dios por algunacosa especfica, juntamente con la cual vendrn muchosotros dones y gracias. Corno portadores de ellos llegarna nuestra vida la fortaleza, la paz, la quietud y la fe.

    Cuando afirmarnos que Dios contesta la oracin nohacemosms que asimilar el sencillo contenido y espritu

    de la Biblia. Dios nos da las mismas cosas que desearnos;cuando sus hijos piden pan, l les da pan.

    La revelacin bblica no trata con sutilezas filosficas,sino que declara principios y esfuerza deberes. Lo que hasido tan bien hecho por los profetas y patriarcas no necesi-ta volver a los diccionarios. Cristo es en s mismo la mejorilustracin y definicin de la oracin. l or corno ningnhombre jams lo ha hecho. l coloc la oracin sobre unabase elevada, con los resultados ms grandiosos que sehan conocido. l ense a Pablo cmo orar por medio dela revelacin de s mismo, lo cual constituye el primerllamado y la primera leccin en cuanto a la oracin.

    El trmino oracin describe el acto de orar; al deber,el espritu y el servicio al cual llamarnos oracin. Es ladeclaracin condensada de la adoracin. La adoracincelestial no tiene el elemento de la oracin en una formatan conspicua. La oracin es la esencia y el ingrediente msimportante de la adoracin, mientras que la alabanza esel elemento inspirador de la adoracin celestial; ya que, aligual que el amor, la oracin es demasiado etrea y celes-tial para ser encerrada en una simple definicin. Pertenecea los Cielos y al corazn y no solamente a ideas y palabras.No es invencin del hombre ni un remedio imaginariopara enfermedades imaginarias. Es el acto por el cual elalma torna contacto con Dios. En la oracin Dios se dis-pone a bendecir y ayudar al hombre en cada cosa que stepueda necesitar.

    S, la oracin llena el vaco del hombre con la plenitudde Dios. Suple la debilidad humana con la fortaleza deDios, hace desvanecer la pequeez del hombre con lagrandeza del Todopoderoso. La oracin es, en definitiva,el plan de Dios para suplir la ms grande y continuanecesidad del creyente.

    Pero, qu es esta oracin a la cual los hombres sonllamados? No es una mera frmula ni un juego de nios.Es un trabajo serio y difcil; la labor ms importante quelos hombres pueden realizar. Pues los eleva fuera de estemundo terreno y los transporta hacia las esferas celes-tiales. Nunca podremos estar ms cerca del Cielo, de Diosy en ms profunda simpata y comunin verdadera con elSeor Jesucristo que cuando oramos.

    Pueden considerarse, entonces, verdaderamente sal-vos aquellos hombres que no oran? No es acaso el don,

    La oracinnace del

    Cielo y nopuede

    definirsecon palabras

    humanas.

  • 42 La realidad de la oracin La oracin colma la pobreza del hombre con la riqueza de Dios 43

    La verdaderaoracin,como decaPablo,es aquellaque combinadistintostipos deoraciones.Orar es en smismo unestado devigilanciaconstantepara que nocaigamos enel peligro dela rutinaespiritual.

    la inclinacin y el hbito de la oracin, uno de los elemen-tos o caractersticas de la salvacin? Es posible estar enafinidad con el Seor Jesucristo y no ser un hombre o unamujer de oracin? Ser posible tener el Espritu Santo yno tener el espritu de oracin? Podr alguien tener elnuevo nacimiento y no ser nacido para orar? No estnacaso coordinadas la vida del Espritu y la vida de ora-cin? Es ms, puede alguien tener amor por sus herma-nos si su corazn no est verdaderamente entrenado en laescuela de la oracin?

    Tenemos dos clases de oracin que se mencionan enel Nuevo Testamento: la oracin y la splica. La oracines ms general, mientras que la splica es una forma msintensa y especial de oracin. Estas dos, oracin y splica,han de ser combinadas en la vida del creyente, de maneraque podamos tener devocin en su sentido ms amplio ysublime. En las instrucciones de Pablo a Timoteo acerca dela oracin tenemos una descripcin verbal de la oracinen sus diferentes partes o diversas manifestaciones:

    "Exhorto, ante todo, a que se hagan rogativas, oracio-nes, peticiones y acciones de gracias, por todos los hom-bres" (1 Ti. 2:1).

    Esto es, splicas, oraciones e intercesiones. Las mis-mas declaran una amplia diversidad y la necesidad de irms all de la simplicidad formal de una sola oracin,aadiendo oracin tras oracin, splica tras splica eintercesin sobre intercesin, hasta que la fuerza combi-nada de las oraciones en su modo ms superlativo unansu fuerza acumulativa.

    Pablo, en el captulo seis de su epstola a los efesios,nos ensea a permanecer en oracin, puesto que estamosexpuestos de continuo a una gran batalla. Y hemos debuscar al Espritu por medio de nuestras oraciones ysplicas, las cuales a su vez sern cargadas de vitalidadcon su energa y fuerza. Velar de continuo nos prepararpara esta intensa lucha en oracin. Tambin la perseveran-cia es un elemento esencial para la oracin victoriosa.

    Pero, sobre todo, slo aquellos que poseen una vi-sin profunda y verdadera pueden hacer buena adminis-tracin de la oracin. Estos seres vivientes se describen enApocalipsis 4:6 como llenos de ojos por delante y pordetrs. Los ojos sirven para ver. La claridad, intensidady perfeccin de la vista radica en ellos. As sucede en el

    rea de lo espiritual: la visin y la vigilancia abren lafacultad del conocimiento. Es por medio de la oracinque los ojos de nuestro corazn son abiertos. Los miste-rios profundos de la gracia son revelados por medio dela oracin. Estos seres vivientes estaban "llenos de ojospor delante y por detrs". La forma ms elevada de vidaes inteligente, mientras que la ignorancia es degradante,tanto en el reino de lo espiritual como en otras reas dela vida. Y la oracin nos da ojos para poder ver a Dios;es decir, la vida de oracin otorga conocimiento externoe interno, pues no puede haber oracin inteligente sinconocimiento interior: nuestra condicin y necesidadesinteriores han de ser conocidas.

    S, es necesario llevar la ms elevada norma de viday de oracin, puesto que sta es la ms elevada, eficaz,inteligente y gozosa de todas las vocaciones; una vidaradiante que lleva en s la eternidad. Dejmonos de h-bitos fros y ridos en la oracin! Ya no ms rutinas nicomportamientos protocolarios! Dispongmonos parauna tarea seria, para la principal actividad de los hijos deDios. Seamos tan devotos y ardientes en la oracin, quelos Cielos y la Tierra puedan estar perfumados con subendito aroma, y las naciones en la oscuridad puedan serbendecidas e iluminadas por nuestras oraciones. As habrmayor gozo en los Cielos, la Tierra estar mejor preparadapara esperar la llegada del Seor y el infierno se verdespojado de muchas de sus vctimas.

    No slo hay un triste y ruinoso abandono en la ora-cin, sino que adems hay una enorme prdida de tiempoy esfuerzo en el simulacro de oracin que se hace, comola oracin oficial, la oracin protocolar y la que se hace porhbito o costumbre, sin ni siquiera prestarle atencin. Loshombres estn manifestando una forma exterior mientrasque su mente y su corazn estn en otra parte.

    La declaracin de Ana ante la amonestacin de EHysu defensa contra el cargo de hipocresa fue:

    " '" he derramado mi alma delante de Jehov" (1 S.1:15).

    YDios haba prometido a su pueblo que "le hallarancuando le buscaren de todo corazn" (jer, 29:13).Hagamostambin que toda la oracin de nuestros das sea medidapor estas normas; a saber, derramar el alma ante Dios ybuscarle con todo el corazn...

    Dios quiereque nuestras

    oracionessean

    inteligentes;esto es,nacidas

    de unconocimiento

    internode lo que

    l es.

  • 44 La realidad de la oracin La oracin, la esencia absoluta 45

    2

    Dios esnuestro Padrey esto es loque debemosensear anuestroshijos,a encontrar asu PadreDios.

    La oracin, la esencia absoluta

    Ninguna evidencia puede ser competente o rele-vante a menos que sea espiritual. Solamente aquelloque est por encima de la lgica merece ser odo. Elcentro de toda respuesta y fuente de sabidura es laexistencia y personalidad de un Dios espiritual y so-brenatural. Slo el Espritu mismo da testimonio anuestro espritu. Esto se lleva a cabo en una formaespiritual y sobrenatural, pues no habra otra maneraposible de realizarlo.

    CLAUDIO L. CHILTON

    La ley juda y los profetas conocan algo de Dios comoPadre. Aunque no tan completa como la poseemos ahora,ellos tenan una visin de la gran verdad en cuanto a lapaternidad de Dios. Y Cristo puso el fundamento de laoracin precisamente basndose en este principio capital.La ley de la oracin y el derecho a orar descansa sobre estarelacin de hijo a Padre. La expresin Padre nuestro nostrae a una cercana relacin con Dios; a saber, la oracin esel derecho, la splica y el acercamiento por parte del hijo.Es la ley de la oracin que mira hacia arriba y elevanuestros ojos hacia nuestro Padre que est en los Cielos.As, la oracin es un llamado desde el vaco, la bajeza yla necesidad que hay en la Tierra hacia las alturas, laplenitud y la suficiencia de los Cielos. Vuelve los ojos yel corazn hacia el trono de Dios con la confianza yex-pectativa de los hijos, que somos nosotros. Mencionar suNombre, alabarle y hablarle ntimamente son hechos yactitudes que tambin pertenecen a la oracin...

    En conexin con esto, puede decirse que es necesarioensear a los nios desde pequeos la necesidad de laoracin para su propia salvacin. Lamentablemente mu-chos padres piensan que es suficiente decirles que hay unCielo y un infierno; y que deben de tratar de evitar esteltimo para ir al primero.

    Pero aun as, acaban sin conocer la manera ms fcilpara llegar a la salvacin. La nica forma de llegar al Cielo,que es por la ruta de la oracin, aquella salida del corazn

    ue no es fruto del estudio ni de la imaginacin, sino de~na sencilla fe y confianza de parte del hombre hacia Dios.En la verdadera oracin est involucrada la pobreza

    de espritu:"Bienaventurados los pobres en espritu, porque de

    ellos es el Reino de los Cielos" (Mt. 5:3).Los "pobres" son los mendigos, aquellos que viven

    rogando y pidiendo, tal y como el pueblo de Dios vivipidiendo a su Padre. La oracin es, pues, la respiracin delcristiano.

    Con su propio ejemplo, el Seor Jesucristo ilustratambin la naturaleza y necesidad de la oracin. En variasporciones de la Escritura, l declara que aquel que estcomisionado por Dios en este mundo debe orar y mucho.l es, adems, el mejor ejemplo de la devocin al Padreen la oracin. YaPedro declar que Jess nos dej ejemplopara que "sigamos sus pisadas" (1 P. 2:21). Por tanto, unhombre verdaderamente lleno del Espritu Santo tendruna vida llena de oracin. Y a su vez, cuanto ms ore, msrecibir del Padre, del Hijo y del Espritu.

    Vemos, por ejemplo, cmo los grandes acontecimien-tos de la vida del Seor Jesucristo fueron coronados porla oracin: en el comienzo de su ministerio, en su bautis-mo, cuando el Espritu descendi sobre l, momentosantes de la transfiguracin y en el jardn del Getsemani.

    Hay un principio importante de la oracin que sehalla en algunos de los milagros de Cristo, y es la natu-raleza progresiva de la respuesta a la oracin... Dios nosiempre contesta la oracin en forma instantnea, sino quea veces lo hace progresivamente, paso a paso. La Bibliadescribe algunos casos que ilustran esta importante ver-dad, tan a menudo tenida en poco. As, tenemos trescuraciones de ceguera en el ministerio de nuestro Seor,las cuales ilustran la naturaleza de la obra de Dios alcontestar las oraciones y muestran la amplsima variedady omnipotencia en su manera de obrar.

    En el primer caso, Cristo se acerc incidentalmente aun hombre ciego en Jerusaln, el cual no pidi ser curado.Hizo lodo, humedecindolo con su propia saliva, y lo unten los ojos del ciego, mandndole luego a que fu~ra y selavara en el estanque de Silo, Los resultados se VIeron alfin de esta accin, en el lavado de aquellos ojos. De haberdesobedecido y no haberse lavado como el Seor le haba

    Algunosmilagrosde Jess

    muestrancmo,

    a veces,

    lasrespuestasde Dios a

    nuestrasoraciones

    no son

    instantneas,sino

    progresivas.

  • 46 La realidad de la oracin La oracin, la esencia absoluta 47

    A menudo,Dios empleamtodosdiferentespararespondernuestrasoraciones,pero losresultados,es decir,sus

    respuestas,siempre sonseguras.

    ordenado, los resultados podran haber sido fatales parasu curacin (vase [n. 9:1-41).

    En el segundo caso, los que traan al hombre ciego lesolicitaron a Cristo que simplemente le tocara. Pero elSeor tom al hombre de su mano y lo llev fuera delpueblo y aparte de la gente. All solos y en secreto se ibaa producir el milagro:

    "Llegan a Betsaida. Y le traen un ciego, suplicndoleque lo toque. Tomando de la mano al ciego, lo sac fuerade la aldea; y despus de escupirle en los ojos y de ponerlas manos sobre l, le pregunt: Ves algo? El alz los ojosy dijo: Veo a los hombres, pero los veo como rboles que estnandando. Entonces le puso otra vez las manos sobre losojos; l mir fijamente y qued restablecido, y comenz aver todas las cosas con claridad" (Mr. 8:22-25).

    Como a aquel ciego, muchas veces Cristo tiene quetomarnos y llevarnos aparte del ruido de este mundo,donde pueda tenernos completamente para l, y all ha-blar y tratar con nosotros.

    La sumisin y fe de aquel hombre al entregarse a lavoluntad del Seor y permitir ser llevado aparte fueronfactores prominentes en la cura, as como tambin la re-cepcin gradual de la vista y la necesidad de un segundotoque para culminar la obra perfecta.

    El tercer caso fue el del ciego Bartimeo (Mr. 10:46-52).El factor principal fue la urgencia de aquella fe que seexpresaba en desesperados llamados, reprendida poraquellos que seguan a Cristo, y a su vez intensificada yalentada por esta misma oposicin. Pero en este casoparticular, la cura no fue llevada a cabo con la interposi-cin de ningn agente. No se produjo por medio de untoque, ni por aplicacin de lodo, ni por enjuagarse conagua; slo bast la palabra del Maestro, y Bartimeo reco-br totalmente l vista.

    Ahora supongamos que estos tres ciegos se hubieranencontrado, y el primero de ellos narrara las peculiarida-des del proceso de su curacin -escupr, el barro, el baoen el estanque de Silo-, como las nicas credenciales deuna obra divina. Cun lejos de la verdad hubieran estado!Ciertamente, hubiera sido un concepto muy estrecho encuanto al poder y la manifestacin del Seor Jesucristo. Nolos mtodos, sino los resultados son la prueba autntica

    . de la obra divina.

    Cada uno de ellos podra decir: "Una cosa s, que yoera ciego, y ahora veo" (In. 9:25). Los resultados fueronresultados conscientes; ellos saban que era Cristo quienhaba efectuado la obra, y que la fe fue el instrumento. Perosu fe fue diferente en cada uno; como tambin lo fue elmtodo usado por Cristo y los varios pasos que les trajerona esos asombrosos resultados.

    Cules son, pues, las limitaciones de la oracin?Cul es el alcance de sus beneficios y posibilidades? Quparte o rea de los tratos de Dios con el hombre y con sumundo no podrn ser afectados por la oracin? Lasposibilidades de la oracin llegan a cubrir todo el bientemporal y espiritual? Las respuestas a estas preguntasson de una importancia trascendental y estn comple-tamente cubiertas por las palabras que el Espritu Santonos dej a travs de su siervo, el apstol Pablo, enFilipenses 4:6:

    "Por nada os inquietis, sino que sean presentadasvuestras peticiones delante de Dios mediante oracin yruego, con accin de gracias".

    Tambin lafe de cada

    uno es

    diferente,pero Dios

    la usaigualmente

    como

    instrumentopara llegar

    a un

    mismo fin.

  • 48 La realidad de la oracin Dios est ntimamente ligado a la oracin 49

    3

    Los hombres que pertenecen a Dios estn obligadosa orar. No tienen la obligacin de hacerse ricos, ni de tenerxito en los negocios, pues estas cosas son incidentales yocasionales. Los xitos materiales son inmateriales paraDios. Tampoco los hombres son mejores o peores con o sinestas cosas. Las mismas no son fuentes de reputacin nielementos de carcter ante las normas y estimacin celes-tiales. Pero orar, orar verdaderamente es la fuente de todarenovacin, las bases para una buena reputacin y el ele-mento de carcter ante la estimacin de Dios. Los hombresestn obligados a orar, pues la oracin es lealtad a Dios.No orar es rechazar a Cristo y abandonar los Cielos. Unavida de oracin es la nica vida que cuenta en los Cielos...

    y Dios est preocupado en que los hombres oren, yaque stos, as como todo el mundo, son grandemente be-neficiados por medio de la oracin. De hecho, Dios llevaa cabo su mejor obra en favor del mundo en su totalidada travs de la oracin.

    Es ms, las promesas de Dios estn esperando paraser apropiadas por los hombres y vivificadas por mediode la oracin eficaz. Una promesa es como una semilla sinsembrar: tiene el germen de la vida en su interior, pero el

    Laspromesasde Diosaguardan sucumplimientopor mediode nuestrasoraciones.

    Dios est ntimamenteligado a la oracin

    Cristo es nuestro Todo: en l estamos completos.l es la respuesta a cada necesidad, el perfecto Salvador.No necesita de ningn ornato para ensalzar su bellezani de ningn ensalzamiento humano para resaltar suestabilidad o perfeccionar su fuerza. Quin podrrefinar el oro ya refinado, blanquear la nieve, perfumaruna rosa o acentuar los colores de una puesta de sol?No se trata de Cristo ms filosofa, o de Cristo msdinero, civilizacin, diplomacia, ciencia u organizacin.Es Cristo solamente. l es quien trae salvacin. l escompletamente autosuficiente. Es el consuelo, la forta-leza, la sabidura, la justicia y la santificacin de todoslos hombres.

    CLAUDIO 1. CHILTON

    terreno de preparacin de la oracin es necesario parapoder hacer germinar y crecer esa semilla.

    Los propsitos de Dios se mueven a lo largo de lasenda trazada por la oracin para sus gloriosos desig-nios. El aliento de la oracin en el hombre procede deDios. Para aquel que ora, la hora de la oracin es sagrada,porque en ella el alma se acerca a la bsqueda del Todo-

    . poderoso. En efecto, la oracin mide el acercamiento aDios. Con lo cual, el que no ora no conoce a Dios, porquela morada de Dios est en lo secreto, all en la cmarantima de la oracin:

    "El que habita al abrigo del Altsimo y mora bajo lasombra del Omnipotente, dice a Jehov: Esperanza ma, ycastillo mo" (Sal. 91:1 y 2).

    El que no tiene su intelecto fortalecido, clarificado yelevado por medio de la oracin no puede decir que haestudiado verdaderamente la doctrina de Dios. El DiosTodopoderoso nos ordena orar, espera en la oracin paraordenar sus caminos, y se deleita en ella. Esto es, para elSeor la oracin es lo que era el incienso dentro del Templojudo: todo lo impregna, envuelve y perfuma.

    Las posibilidades de la oracin cubren todos los pro-psitos de Dios a travs de Cristo. Dios condiciona todoslos dones en todas las dispensaciones a su Hijo en oracin.

    "Pdeme -dice Dios el Padre a su Hijo, mientras iba haciala meta de su plan salvador- '" y te dar por herencia lasnaciones y, como posesin tuya, los confines de la Tierra"(Sal. 2:8).

    La respuesta a la oracin est asegurada no solamentepor las promesas de Dios, sino tambin por medio denuestra relacin con l como nuestro Padre:

    "Pero t, cuando ores, entra en tu aposento y, a puer-ta cerrada, ora a tu Padre que est en lo secreto; y tuPadre, que ve en lo secreto, te lo recompensar en pblico"(Mt. 6:6).

    Prestemos tambin atencin a las preciosas palabras:"Pues si vosotros, aun siendo malos, sabis dar bue-

    nas ddivas a vuestros hijos, cunto ms vuestro Padreque est en los Cielos dar cosas buenas a los que lepidan?" (Mt. 7:11).

    Dios nos alienta a orar no slo por medio de la segu-ridad de la respuesta, sino adems por la generosidad dela promesa y la abundancia del Dador. Qu promesa tan

    Lasrespuestas

    de Diosson seguras

    y suspromesas

    generosas.

  • 50 La realidad de la oracin Dios est ntimamente ligado a la oracin 51

    han de

    con l.

    oraciones no

    basarse enlas promesas

    yen lospropsitos

    de Dios, sinoen la

    relacin dehijo a Padre

    quemantenemos

    decreto de Dios y la poderosa oracin por parte del Pero nuestrashombre.

    Asimismo, en el salmo 72, tenemos una visin dentrode las poderosas fuerzas de la oracin:

    "Vivir, y se le dar el oro de Saba, y se orar por lcontinuamente; todo el da se le bendecir" (Sal. 72:15).

    En esta declaracin los movimientos de Cristo sonpuestos en manos de la oracin.

    y cuando Cristo, con un corazn triste y comprensi-vo, mir los campos maduros de la humanidad y vio lagran necesidad de obreros, pronunci las siguientespalabras:

    "Rogad, pues, al Seor de la mies que enve obrerosa su mies" (Mt. 9:38).

    Tambin, en Efesios 3, Pablo recuerda a los creyen-tes los propsitos eternos de Dios y la manera como lestaba doblando sus rodillas para que esos propsitospudieran llegar a un cumplimiento y para que ellos mis-mos pudieran ser "llenados hasta toda la plenitud deDios" (Ef. 3:19).

    Del mismo modo, en el libro de Job vemos cmo Dioscondicion sus propsitos para los tres amigos de Jobsegn la oracin de ste, y cmo tales propsitos de Diospara con Job fueron llevados a cabo por los mismosmedios.

    Finalmente, en Apocalipsis 8, la relacin y la necesi-dad de las oraciones para el resultado de los planes yoperaciones de Dios en cuanto a la salvacin de los hom-bres se presenta en un rico y expresivo smbolo, donde losngeles tienen que ver con las oraciones de los santos: losrepresentantes de la Iglesia y de toda la creacin ante elTrono de Dios en los Cielos tenan, cada uno, "una ctaray copas de oro llenas de incienso, que son las oracionesde los santos" (Ap. 5:8).

    S, la oracin da eficiencia y utilidad a las promesas.No obstante, hemos dicho anteriormente, y volvemos

    a repetirlo, que la oracin no est basada sola y simplemen-te sobre una promesa, sino en una relacin... El pecadorpenitente ora sobre una promesa, pero el hijo de Dios orabasndose en su relacin de hijo. A saber, el hijo pide y elPadre otorga. La relacin existente es la de pediry respon-der, de dar y recibir. En otras palabras, el hijo depende delPadre, debe mirarle a l, pedirle a l y recibir de l.

    preciosa, que cubre todas las cosas sin calificacin, excep-cin o lmite! El desafo de Dios para nosotros es:

    "Clama a m, y Yo te responder y te ensear cosasgrandes y ocultas que t no conoces" (jer, 33:3).

    Esto incluye, como la respuesta a la oracin deSalomn, aquello que fue pedido en forma especfica; peroa su vez abarca mucho ms ...

    No obstante, para ello, el Dios Omnipotente deseaque pidamos sin mezquindad. l declara que es "Poderosopara hacer todas las cosas mucho ms abundantemente delo que pedimos o pensamos" (Ef. 3:20).S, Dios nos asom-bra dndonos "carta blanca":

    "Preguntadme de las cosas por venir, mandadmeacerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos" (Is.45:11).

    En Romanos 8:32, el Espritu nos dice claramente:"El que no eximi ni a su propio Hijo, sino que lo

    entreg por todos nosotros, cmo no nos dar tambincon l todas las cosas?".

    En definitiva, Dios nos ha dado todas las cosas enoracin por medio de su promesa porque ya nos ha dadotodo en su Hijo. Asombroso don, su propio Hijo! Losrecursos de la oracin son tan ilimitados como lo es supropio Hijo bendito!

    No hay nada en el Cielo o en la Tierra, en tiempo yeternidad, que el Hijo de Dios no pueda aseguramos. Pormedio de la oracin, Dios nos da la vasta y rica herencia,la cual nos pertenece por virtud de su Hijo, y nos invitaa "acercamos confiadamente al trono de la gracia" (He.4:16).

    Aquello que es cierto en cuanto a las promesas deDios es tambin verdadero en cuanto a sus propsitos.Podramos decir que Dios no obra sin la oracin. Sus mselevados propsitos estn condicionados por la oracin.Sus maravillosas promesas de Ezequiel 36 estn sujetas aesta calificacin y condicin:

    "An ser solicitado por la casa de Israel" (Ez. 36:37).En el salmo 2 los propsitos de Dios para su Hijo

    entronado son decretados sobre la oracin, como est ci-tado previamente. Aquel decreto, en el cual le prometepor herencia las naciones, radica en la oracin para ob-tener su total cumplimiento: "Pdeme" (Sal. 2:8). Paraque surjan resultados gloriosos es necesario el poderoso

    Igualmente,lospropsitosde Diosparanosotros sonelevados.

  • 52 La realidad de la oracin Dios est ntimamente ligado a la oracin 53

    Padre,Hijo YEsprituSanto,las tresPersonasintervienenactivamenteen laoracin.

    Sabemos cmo funciona esta relacin con respecto alos padres terrenales, y cmo en el mismo acto de pediry recibir la relacin paternal es asentada y enriquecida. Elpadre halla satisfaccin y placer en dar algo a un hijoobediente, y el hijo encuentra su bienestar en el amor y lascontinuas ddivas del padre.

    Del mismo modo, la voluntad y propsitos de Diosestn sujetos a variaciones cuando intervienen las pode-rosas fuerzas de la oracin. Si el Seor Jesucristo hubieraorado para que Dios el Padre le mandara las doce legionesde ngeles que destruyeran a sus enemigos, el plan desalvacin hubiera quedado frustrado o bloqueado.

    As tambin, las oraciones y ayunos de los ninivitascambiaron los propsitos de Dios en destruir aquella ciu-dad malvada, incluso despus de que [ons profetizaraque "de ah a cuarenta das, Nnive sera destruida" (Jan.3:4).

    El Dios Todopoderoso se preocupa por nuestras ora-ciones. l es quien las ordena y las inspira. Ms an, elSeor Jesucristo en los Cielos est orando siempre. Laoracin es su ley y su vida. Por su parte, el Espritu Santonos ensea cmo orar. l ora por nosotros "con gemidosindecibles" (Ro. 8:26). Todo esto nos muestra la tremendapreocupacin e inters de Dios en la oracin. La oracinforma el mismo centro de la voluntad de Dios concernien-te a los hombres:

    "Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad graciasen todo, porque sta es la voluntad de Dios para convosotros, en Cristo Jess" (1 Ts. 5:16-18).

    La oracin es la estrella polar alrededor de la cualgiran el gozo y la accin de gracias.

    El Nombre de Dios es glorificado por medio de laoracin y su Reino es establecido con un poder y fuerzaconquistadora. Es tambin por medio de la oracin querogamos al Padre que sea hecha su voluntad y que Satanssea derrotado. Es por eso que la oracin interesa tanto aDios como al hombre, porque sus beneficios abarcan unrea amplia e insospechada. y es que los recursos de laoracin son ilimitados...

    Tomemos como ejemplo el registro de la actitud delCielo contra Saulo de Tarso. Aquella actitud fue cambiadacuando se anunciaron las siguientes palabras: "He aqu,l ora".

    Otro ejemplo lo tenemos en [ons, el cual fue devuel-to vivo en tierra seca despus de que hubiera oradofervientemente:

    "Entonces or [ons a Jehov su Dios desde el vientredel pez, y dijo: Invoqu en mi angustia a Jehov, y lmeoy;desde el seno del Seol clam, y oste mi voz. Me echaste a loprofundo, en medio de los mares, y me rode la corriente; todastus ondas y tus olas pasaron sobre m. Entonces dije: Soy re-chazado de delante detus ojos; mas todava mirar hacia tu santotemplo. Las aguas merodearon hasta elalma, rodeme elabismo;las algas seenredaron a mi cabeza. Descend a los cimientos delos montes; la tierra ech suscerrojos sobre m para siempre; mast sacaste mi vida de lasepultura, ohJehov, Dios mo. Cuandomialma desfalleca enm,meacord deJehov, y mioracin lleghasta ti en tu santo templo. Los que siguen vanidades ilusoriasabandonan su misericordia. Mas yo te ofrecer sacrificios convozde alabanza, pagar loque promet. Lasalvacin es de Jehov.y dio orden Jehov al pez, y vomit a Jons en tierra" (Jan.2:1-10).

    La oracin encierra en s toda la fuerza y potencia deDios. Puede obtener cualquier cosa de Dios, pues eleva suvoz en el Nombre de Cristo, y no hay nada demasiadobueno ni demasiado grande para que Dios no pueda otor-gar en ese Nombre. Los hijos de Dios que oran descansanen l para todas las cosas. La fe del hijo depositada en elPadre se hace evidente por medio de su peticin. Es larespuesta a las oraciones la que convence a los hombresno solamente de que hay un Dios, sino de que es un Diosque se preocupa por los hombres y por los asuntos de estemundo. La oracin contestada es la credencial de nuestrarelacin como sus representantes aqu.

    Las posibilidades de la oracin se encuentran en laspromesas ilimitadas, en la voluntad y el poder de Diospara responder y suplir cualquier necesidad de sus hijos.Ningn ser est tan necesitado como el hombre, y nadiecomo Dios es tan poderoso y amoroso como para llenaresta pobreza y necesidad con su riqueza sin lmite.

    Laoracin es tambin importantsima para la salvacinde los impos, pues "Dios no quiere que ninguno perezca"(2 P. 3:9).

    l ha declarado esta verdad en la muerte de su Hijo,y todo lo que se haga en la TIerra para que los hombresconozcan esa salvacin tan grande le complace. La santa y

    No hay nadaque se

    resista a unaoracin

    hecha enel Nombrede Cristo.

  • 54 La realidad de la oracin El Seor Jesucristo, el divino maestro de la oracin 55

    4Yes queJesucristoes elMediadorentre Dios ylos hombres;tambin ennuestrasoraciones,para quelleguen alPadre.

    sublime inspiracin de agradar a Dios debera movemos,pues, an ms para orar por todos los hombres. Esta es laprueba de nuestra devocin y lealtad hacia la voluntad delCreador y Redentor.

    El Seor Jesucristo es el Mediador entre Dios y elhombre. Este Hombre Divino muri por todos los hom-bres. Su vida misma es una intercesin por todos los sereshumanos. Tanto en la Tierra como en el Cielo, el SeorJesucristo intercedi y sigue intercediendo continuamentepor los seres humanos. Cuando estuvo en la Tierra vivi,or y muri por la humanidad; su vida, su muerte y suexaltacin en los Cielos claman, s, por la salvacin de loshombres.

    Habr alguna tarea ms elevada para el discpuloque sta que consum su Maestro? Habr algn negocioo empleo ms honorable, ms divino, que el de dedicartiempo para orar por todos los hombres? No hay nada msglorioso que llevar ante su trono los pecados, ataduras ypeligros que rodean a la raza humana para que sea libe-rada de ellos y as todos pasen a la inmortalidad y a la vidaeterna.

    El Seor Jesucristo,el divino maestro de la oracin

    Estte seguro de ser cuidadoso con tus deberessecretos; sea lo que sea que hagas, mantenlos siempreactivos. El alma que es descuidada en lo que a ello serefiere no podr ser prosperada. La apostasa casisiem-pre comienza cuando la oracin es descuidada y olvi-dada. Dedica bastante tiempoa lacomunin secreta conDios. Ese es el secreto que enriquece al cristiano. Orasolo. Permite que la oracin sea la llave que abra tu dapor la maana y el cerrojo que cierre por la noche. Lamejormanera de lucharcontrael pecado es lucharsobrenuestras rodillas.

    PHILIP HENRY

    ElSeor Jesucristo fue el divino Maestro de la oracin:"Quin de vosotros que tenga un amigo, va a l a

    medianoche y le dice: Amigo, prstame tres panes, porque unamigo mo ha venido a m de viaje, y no tengo qu ponerledelante. Y aquel, respondiendo desde adentro, le dice: Nome molestes; la puerta ya est cerrada, y mis nios estn con-migo en cama; no puedo levantarme, y drtelos? Os digo queaunque no se levante a drselos por ser su amigo, sinembargo, por su importunidad se levantar y le dar todolo que necesite. Y Yo os digo: Pedid, y se os dar; buscad,y hallaris; llamad, y se os abrir" (Le. 11:5-9).

    Su poder y naturaleza han sido ilustrados por muchossantos y profetas en los tiempos antiguos, pero lamenta-blemente los maestros modernos de la oracin han perdi-do su inspiracin y su vida. Religiosamente muertos, losmaestros y lderes espirituales han olvidado lo que signi-fica orar. Hacen mucha oracin ostentosa y protocolar enpblico, pero no saben orar de verdad. Para ellos la ora-cin es casi una prctica perdida. En la multiplicidad derecitar oraciones han perdido el arte de orar.

    La historia de los discpulos durante la vida y minis-terio terrenal de nuestro Seor no estuvo marcada por sumucha devocin. Ellos estaban encantados por sus pala-bras, entusiasmados con sus milagros y entretenidos y

    Muchosolvidan

    que elverdaderodeber de

    todocristiano

    es hacer loque hizo

    Cristo:orar con

    devocin.

  • 56 La realidad de la oracin El Seor Jesucristo, el.divino maestro de la oracin 57

    Tambin losdiscpulos,a pesar deestar alIadodel Seor,olvidabansu deberde orar,por lo cual seprivaban degrandesbendiciones.

    preocupados por las esperanzas que un inters egostalevantaba en tomo a la Persona y la misin del Maestro.El abandono de sus deberes ms obligatorios era un rasgonotable en sus conductas. Tan evidentes y singulares eransus formas de conducirse que en ms de una ocasinfueron motivo de reprimendas y quejas entre ellos.

    "Y los discpulos d