Emilio Casco Centeno1

Academia de Teoría

Documentos

13 de agosto de 2015

El plagio2

Introducción

Este documento tiene la función de reflexionar sobre el uso de aquellos textos y obras,

académicas y artísticas, que se emplean para fundamentar los trabajos de

investigación de los alumnos de la Licenciatura en Música de la BUAP. El instrumento

surge como una necesidad, después de haber detectado trabajos que emplean

información de otros autores sin citarlos debidamente, e indicando la procedencia

exacta de las fuentes usadas. Este uso se ha dado por desconocimiento, sin embargo,

es un deber ético dar el reconocimiento a la autoría intelectual de otros.

En virtud de que uno de los objetivos institucionales de la Benemérita

Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) es la formación de estudiantes y

profesionistas críticos, responsables y con rigor académico, surge este documento en

el cual se estipula cuándo un trabajo se considera “plagio”, y cómo debe evitarse. De

tal suerte, se considera que desde la paráfrasis de textos, pasando por un mal uso del

1 Agradezco las observaciones hechas a este documento por la Mtra. Linda Romero y la Mtra. Judith

Garrido. 2 Este texto estará preparado para publicarse en Musicalia, Revista del Colegio de Música, núm. 13,

publicación con la cual podrán contrastarse dos formatos estilísticos diferentes.

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aparato crítico, hasta la copia fiel de un texto deben citarse o referirse con oportunidad,

claridad y precisión.

Un documento importante para prevenir el plagio dentro de un trabajo académico

de la Licenciatura en Música es la Guía básica para el uso del formato MLA en trabajos

de investigación, preparado por la Mtra. Linda Romero Orduña. Dicha guía tiene la

finalidad de establecer los criterios básicos del formato MLA (Modern Language

Association) para citar correctamente las fuentes consultadas durante la elaboración de

trabajos de investigación y evitar el plagio de información. La Guía elaborada por la

Mtra. Romero tiene en sí mismo un sentido de reglamentación, por lo cual es

importante leerlo y estudiarlo con cuidado.

El plagio

Un plagio en principio se puede considerar como la copia “en lo sustancial [de] obras

ajenas, dándolas como propias” (Diccionario de la Real Academia Española, versión

web). Dicho de tal forma, el plagio puede parecer un acto inocente. Sin embargo, la Ley

Federal del Derecho de Autor estipula al plagio como un delito, como una falsificación

de la propiedad literaria. Esta ley entra en funcionamiento a través de la Instituto

Nacional de Derechos de Autor (INDAUTOR), y de cualquier otro mecanismo legal por

el cual se pueda proceder para castigar el plagio y el robo de información (de cualquier

naturaleza, formato y soporte) en México.

Dentro de la cultura occidental, el plagio se ha considerado ya desde la

antigüedad como una práctica desleal, sin rigor en el uso de aquello expresado por

otros, ni reconocimiento de la obra intelectual que se usa para fundamentar los

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pensamientos de quien los usa. El término “plagio” procede etimológicamente del latín

plagiarius, y que de acuerdo con Alexander Lindey se puede definir como “la afirmación

falsa de un autor; es decir, el acto incorrecto de tomar un producto de la mente de otra

persona, y presentarlo como propio” (Plagiarism and Originality 1952, en Gibaldi, 1998,

151-152). Esto quiere que quien haga uso de lo pensado, reflexionado y escrito en un

medio impreso, digital, grabado, o similar, sin decir de dónde se tomó prestado, comete

una violación a la ética profesional.

Tal como se dijo al inicio del párrafo anterior, la necesidad de reconocer los

pensamientos de otros se ha tomado como un valor ético y académico. Si bien es

posible que el sentido de plagio haya cambiado a través del tiempo, en diferentes

regiones geográficas y en diversas circunstancias, lo cierto es que también éste ha sido

penado o castigado de múltiples maneras. Así, por ejemplo, Cárdeno Shaadi dice que

Grecia y Roma:

Las civilizaciones más avanzadas antes y durante el inicio de la era

moderna (iniciada d. C. con el calendario Gregoriano), castigaban el

plagio de una obra y reconocían derechos de cita y de propiedad a los

individuos que escribían o pintaban sobre su papiro o esculpían sobre sus

propias piedras. (36)

En ejemplos como el anterior, sobre el plagio en épocas pasadas, abunda

Cárdeno y hace ver al lector la importancia de, no sólo reconocer sino además, dar

valor al trabajo intelectual de otras personas, que o bien antecedieron al usuario de

tales pensamientos, o incluso pueden ser sus contemporáneos. Esto conlleva incluso a

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medir el nivel cultural de un pueblo, en un tiempo determinado. A este respecto

Cárdeno afirma que

Desde que el ser humano plasmó su ingenio creativo en obras artísticas y

científicas, la humanidad ha avanzado paso a paso, hasta lograr el

presente que hoy conocemos. De hecho podemos afirmar que

dependiendo de la importancia que se le ha dado a la protección de las

creaciones del intelecto en cada momento histórico, es que se ha podido

medir el avance de la civilización que las protege. (36)

En el momento en que dentro de un trabajo se emplean las ideas o

pensamientos de otra persona, es indispensable acreditar tales palabras, conceptos,

entre otros. Así, tal como la afirma Joseph Gibaldi, la repetición de palabras, la

paráfrasis del argumento de otra persona, y la presentación de una línea de

pensamiento de otro, pueden constituir un plagio si no se citan, de suerte que “el

material prestado no debe aparecer como la propiedad o creación de uno” (Gibaldi,

1998, 151-152).

Documentación

Comúnmente, en todo trabajo reflexivo y escrito, desde resúmenes y artículos de

difusión, hasta ensayos y artículos de investigación, los autores emplean ideas,

afirmaciones o las conclusiones de otras personas. La cantidad de palabras, frases,

párrafos, libros y autores puede ir desde uno hasta decenas. Sin importar la cantidad

de citas ni la extensión de las mismas es un deber y una responsabilidad, de quien

hace uso de tales, dar el crédito correspondiente al autor original. La aplicación de lo

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expresado por otros autores puede usarse para: 1) fundamentar el trabajo propio, 2)

dar ejemplos concretos tomados de otra investigación, 3) mostrar el interés de otros en

el tema que se investiga o del que se habla, 4) refutar ideas, 5) comparar pensamientos

entre autores, 6) colocar epígrafes, o bien, 7) contrastar las reflexiones propias.

La necesidad e importancia de documentar las referencias o fuentes que se

usan en un trabajo escrito tiene dos funciones esenciales: a) la práctica del

pensamiento crítico y reflexivo, y b) el reconocimiento de que una buena parte de cómo

se piensa proviene de la influencia de otros. Así, cuando se habla de la generación del

conocimiento, principalmente desde un ámbito académico, se da crédito al influjo que

se ha recibido de otros y que a partir de tales pensamientos, asimilación y crítica de

ideas, se tiene la posibilidad de reflexionar. En este texto se considera que la reflexión

es una de las prácticas sustanciales del pensamiento humano, lo que diferencia al ser

humano del resto de los animales, y que alude a uno de los ejercicios más antiguos de

la humanidad: la escritura. Por lo tanto, para que en realidad se pueda dar una

generación o avance en el conocimiento se requiere de la reflexión basada en la

fundamentación documentada.

Reflexión ------------------------- = Generación del conocimiento (documento escrito) Fundamentación

Así, en la edición de 1998 del MLA, Gibaldi afirma que “se tiene que indicar la

fuente de cualquier material apropiado que los lectores puedan confundir con el propio”

(151-152); excepto por aquellas ideas que forman parte del vox populi, tales como

proverbios familiares, dichos, citas bien conocidas, o del conocimiento común. Aquí

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debe entrar en funcionamiento una herramienta muy importante: el sentido común, con

el cual se puede determinar lo que se documenta (Gibaldi, 1998, 152). En el medio

académico de las publicaciones, medios impresos o grabados o universidades, Gibaldi

afirma que:

Los autores académicos generalmente reconocen una deuda con sus

predecesores al acreditar cuidadosamente cada una de las fuentes.

Cuando se usa la obra de otro autor, se tiene que especificar lo que se

tomado prestado, ya sean hechos, opiniones, o citas, y de dónde se

tomaron. Al usar las ideas o expresiones de otra persona en los escritos

propios sin reconocimiento de la fuente constituye un plagio. (1998, 151-

52)

Naturaleza de las fuentes de consulta

Las fuentes de consulta empleadas al desarrollar un trabajo de investigación, y por

consiguiente al redactar un texto, pueden variar en tipo y origen. De tal forma, se

pueden enumerar libros, revistas, enciclopedias, diccionarios, antologías, artículos,

ensayos, resúmenes, síntesis, tesis (publicadas o sin publicar), literatura, panfletos,

periódicos, páginas Web, blog post, entre otros. Los medios de publicación a través de

los cuales se puede consultar el contenido de cada tipo de texto pueden ser:

publicaciones impresas, Web, film, CD-ROM, DVD, Radio, TV, correo-e, performance,

fotografía, entrevista, nota de voz, PDF, Microsoft Word, JPEG, mp3, mp4 e imágenes

en línea (Romero Orduña).

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A la par de lo anterior, también muy importante considerar cuando un trabajo es

realizado por uno o más autores, o bien autores corporativos (Cfr. Romero Orduña).

Las decisiones tomadas por un autor, desde la elección de la bibliografía hasta la

forma, el sentido y propósito de redactar un texto, reflejan su forma de pensar, valores,

creencias y la ideología por la cual realizó una investigación y cómo lo prepara para

difundirlo a través de un medio escrito, u otro. Esto implica que una investigación y un

texto elaborado por dos o más autores lleguen a resultados diferentes al de un solo

autor. Pero no sólo eso, sino que el tipo de decisiones tomadas pueden cambiar

radicalmente, sobre todo si los autores que intervienen son de diferentes disciplinas. A

este respecto, por ejemplo, los autores deben llegar a un consenso sobre la pregunta y

la hipótesis de la que debe iniciar la investigación, el enfoque de la misma, las fuentes

de consulta, los resultados a los que se pretende llegar y la forma en que éstos se

quieren presentar. Al tratarse de autores corporativos, la directriz cambia, ya que aquí

es una institución la que determina las normas y criterios que deben seguirse para

reflejar el pensamiento, no de una persona o grupo de personas, sino del conjunto que

implica una institución (su visión y misión). Así pues, es común encontrarse en muchas

publicaciones leyendas que hacen referencia que los textos que se incluyen no

necesariamente reflejan o forman parte del pensamiento de quien edita, publica,

imprime y difunde.

Los dos párrafos anteriores forman elementos importantes que deben atender

tanto quien o quienes desarrollan una investigación como quien o quienes la requieren

o solicitan. Las personas que comúnmente solicitan o convocan a la realización de una

investigación y la presentación de sus resultados, son con frecuencia: profesores,

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investigadores, colegas académicos, editores, publicistas, impresores e instituciones

diversas.

Internet

El uso de las tecnologías de la información y la comunicación, mejor conocidas por TIC

(por sus siglas en español, o ICT en inglés), ya desde las décadas de 1980 y 1990,

ofrece diversas oportunidades y facilidades para acceder a una mayor cantidad de

información. En este sentido, la Internet se ha convertido en la herramienta idónea de

millones de usuarios para accesar a un sinfín de datos, que antaño resultaba más

compleja de conseguir –no imposible–. No obstante, el excesivo y mal uso que se ha

dado al mundo virtual ha conducido al plagio derivado de la Internet (conocido en inglés

como web scrapping).

Diversos autores reconocen que este tipo de plagio, al ser algo nuevo dentro de

la era digital toma diversas formas y usos. El mayor problema que representa Internet

es que todo lo que ahí se encuentra es de uso libre, prácticamente sin restricciones, y

para ser usado por cualquier persona de la forma que se considere pertinente. Sin

embargo, esto no quiere decir que cuando se hace referencia a un texto creado o

escrito por alguien más, sin citarlo debidamente, no constituya un plagio. En efecto –

valga la redundancia–, lo es desde el momento en que se usan las palabras de otro

autor sin citarlas ni referirlas oportunamente. Por ejemplo, en la revista Estrategias se

dice que:

La misma naturaleza de Internet propicia que no sea infrecuente el plagio

de la ‘propiedad intelectual electrónica’: puede muy bien ocurrir que una

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fórmula novedosa o unos textos ingeniosos, creados por una empresa

para su promoción on-line, sean objeto de apropiación indebida por parte

de terceros. (Estrategias)

Otro de los problemas a que puede conducir el uso de la Internet es un sentido

de confort o comodidad, donde como lo señala Miriam Redondo Escudero: “se dice que

la Red conduce a la pasividad, al sedentarismo y, sobre todo, al plagio,3 y estas tres

palabras se han convertido en etiquetas que parecen pegadas sin remedio al proceso

de navegación de los profesionales” (88). Esto, como lo señala la autora, incluye a

profesores, investigadores y estudiantes. La Internet es así una forma rápida de poder

encontrar información, sin moverse de un solo lugar. Por lo tanto, lo que debe

propiciarse al respecto de las búsquedas Web, como lo menciona Fernando Toller, es

que:

En los trabajos destinados a publicación o en todos aquellos no

realizados para ser publicados, pero donde se presume la originalidad y

autoría personal de las ideas de quien lo entrega –cual es el caso de los

trabajos académicos o escolares que realizan alumnos de grado y

posgrado–, debe dejarse constancia expresa y exacta de todas las

opiniones ajenas tomadas como base para su elaboración, cuidando

delicadamente no apropiarse de ninguna manera de la propiedad

intelectual de los autores utilizados para la elaboración del escrito que se

presenta.

A esto, Toller agrega una situación común, casi inconsciente, pero no por ello

justificable, y que tiene que ver con que “en ocasiones el autor se encuentra tan

3 Las cursivas son mías.

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consustanciado con lo que escribe que no distingue nítidamente los aportes de las

autoridades estudiadas de aquellos que él mismo ha hecho” (Toller 85). Y por ello

sugiere que la:

dificultad con respecto a la propiedad intelectual, provocada por la

negligencia o la impericia, conduce a valorar la trascendencia de un

primer consejo: el discurso debe contener, con cierta frecuencia,

expresiones que asistan al lector, situándolo en el contexto, por un lado, y

ofrezca con puntualidad y exactitud el origen de las ideas, indique las

fuentes e introduzca citas y notas. Al ayudar así al lector, el autor se

ayuda también a sí mismo. Por el contrario, un uso descuidado o

incorrecto del sistema de citas entorpece la necesaria distinción entre la

reflexión propia del autor y el aporte de las fuentes que ha utilizado. Si se

trata de un texto que puede ser utilizado por otros estudiosos, se borran

en mayor o menor grado los vestigios para ir “tras las huellas” de las

ideas en procura de sus vertientes originales, que es aquello en lo cual

consiste una parte de la tarea de investigación –ir in-vestigio– y de

elaboración científica. (Toller 85)

Lo que comenta Fernando Toller es precisamente lo que se puede hallar en

diversas publicaciones sobre plagio, y que se enfatiza en este texto propiamente. El

profesor y los editores principalmente se encuentran sobre todo ante la tarea de

detectar aquellos textos que, en parte o en su totalidad, constituyan un plagio. Para tal

efecto, dice nuevamente Toller:

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Esto, que ocurre en nuestro medio en América Latina y también en los

mejores centros de educación superior de los Estados Unidos y de

Europa, ha sido facilitado en su realización por las modernas tecnologías

de comunicación y edición, y en especial por las oportunidades que, en

estos aspectos, brinda Internet. No resulta entonces sorprendente que se

hayan desarrollado diversos programas de software para detectar el

plagio a partir de la red o de bases de datos (Toller 86).

Esto quiere decir que es necesario contar con los programas adecuados que

permitan descubrir textos plagiados, sobre todo cuando éstos están destinados para

publicarse. Los ejemplos de plagio académico a nivel profesional se han podido

denunciar con cierta frecuencia, y los nombres de tales “personajes” han resultado

publicados. María Isabel Domínguez menciona algunos paquetes de software que

pueden ayudar a localizar textos plagiados: “Las medidas más implementadas para

luchar contra el plagio son los programas informativos como Antiplagiarist,

Artilechecker, Compilati, Copionic, Copycatch, Copyscape, Crosscheck, iThentiate.com,

Plagium, Turniti.com, Viper, etc.” (Domínguez-Aroca, 500).

Otro problema detectado por el plagio en Internet es la llamada “literatura

transformacional”. Al respecto Wladimir Chávez Vaca dice:

Como ejemplo de ciberliteratura valdría profundizar en uno de los

fenómenos que Kevin Perromet denomina “literatura transformacional” y

que encuentra en la red un excelente caldo de cultivo. El pirateo de

software o la “la máquina de hacer poseía”, propuesta desarrollada por

José Manuel Gimeno entra en la apología del uso de Internet en la autoría

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colectiva. El mismo Gimeno define como una práctica de plagio a través

de la informática. (Chávez-Vaca 120)

La forma y ruta en que se puede dar el plagio, de acuerdo con Gimeno, autor

citado por Wladimir Chávez, son: 1) copiar la poseía en un traductor automático, 2)

traducir con dicho programa la poesía al inglés, 3) tomar la traducción obtenida e

introducirla nuevamente en el traductor, 4) traducir nuevamente el poema, esta vez del

inglés al español, 5) modificar el resultado obtenido hasta que quede ligeramente

comprensible (Chávez-Vaca 120). Aquí, Chávez Vaca pone un ejemplo con un poema

de Adolfo Bécquer, que ilustra tal proceso. Sin embargo, por otro lado, resultan

interesantes los resultados arrojados por un estudio realizado en la Universidad de

Mondragón (Barcelona, España) con 140 estudiantes de la Licenciatura en

comunicación, donde:

Para conocer mejor la dinámica real de los alumnos con respecto a la

bibliografía se integró una tarea en el cuestionario. El resultado fue que

más de la mitad de los alumnos no fueron capaces de interpretar una

referencia bibliografía adecuadamente. Es relevante el hecho de que los

profesores consideren que solo el 6,7% de sus estudiantes es capaz de

interpretar una referencia bibliografía. La capacidad de los alumnos ha

sido similar en todos los cursos, no se observa progresión a medida que

avanzan los estudios. No obstante, los resultados del segundo curso son

ligeramente mejores que otros cursos, y esto puede deberse a la

formación de tres horas sobre la realización de trabajos académicos y uso

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de la bibliografía que reciben los alumnos en el primer semestre del

segundo curso. (Egaña 22)

Esto quiere decir que resulta necesario que, además de un curso de redacción y

otro de metodología de la investigación, donde comúnmente se enseña y practica los

métodos de investigación y la presentación de resultados, en todas las materias o

asignaturas los profesores exijan y hagan cumplir tales determinaciones con respecto a

la entrega de un trabajo de investigación. Esto incide directamente en una mejoría de

los textos, y además en que se dé un trabajo colegiado e institucional. Ello conlleva a

un sistema de penalizaciones. Las ganancias se podrán observar en una elevación de

la calidad de los trabajos académicos, dignos de estudiantes y profesores de

licenciatura. Al respecto, Egaña dice que:

Los estudiantes de todos los cursos y los profesores afirman que la

principal razón para que los estudiantes no citen las fuentes es que los

profesores no les exigen hacerlo y que prima la ley del mínimo esfuerzo.4

4 En ocasiones, la realidad muestra que esto va más allá del mínimo esfuerzo, y se trata de la evasión

del estudio de ciertas materias, sobre todo las llamadas teóricas. En una licenciatura en música –y me refiero no a un programa específico, sino a nivel nacional– esto resulta muy evidente cuando se considera que una materia, la de instrumento, es la única y la más importante, y las demás se toman como un simple complemento. Nada más lejano de la realidad académica universitaria. Si se ha elegido estudiar en una universidad es por se ha decidido y se está consciente de que esto implica la adquisición y asimilación de una serie de herramientas críticas que sólo se puede dar a través de la relación entre todas las asignaturas propuestas en la currícula. En el momento en esto sea entendido por alumnos y profesores, el ambiente académico podrá mejorar y los avances serán palpables. Esto implica una exigencia bidireccional entre estudiantes y catedráticos. Sin embargo, si se considera que lo importante sigue siendo únicamente el estudio del instrumento musical (y al cual, de hecho, se le deben dedicar de 4 a 8 horas diarias los 365 días del año) entonces lo mejor será inscribirse en una academia, donde premia la importancia del instrumento y alguna otra materia como solfeo, entrenamiento musical o teoría, o bien, asistir a un conservatorio, donde la materias que se imparten se relacionan todas con la música. El estudio universitario implica la adición de otras materias que, como se ha mencionado, abran el panorama académico del estudiante, y le dejen diversos recursos propios para el pensamiento, la reflexión y la crítica. Sólo así podrá haber una mejor construcción de la realidad, una mejor calidad de vida, y un real ambiente cultural y artístico. A todo esto se debe agregar la posibilidad de un sentido de plagio en la interpretación de una obra musical a través de un instrumento musical, un ensamble de cámara o una orquesta. Si bien resulta necesario empaparse auditivamente de las interpretaciones de los llamados “grandes intérpretes”, también es fundamental distinguir cuando una interpretación es

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La actitud del profesorado en este sentido es ambigua, ya que por un lado

consideran fundamental que los alumnos aprendan a construir

conocimiento basándose en la información creada por otros, pero no lo

incentivan en sus clases ni en su práctica docente. Consideran que los

principales responsables de esta preocupante situación son ellos mismos

y la institución académica. (Egaña, 26-27)

En todo caso, quien investiga, sobre todo al redactar un texto, es importante que

siga las reglas o lineamientos estipulados sobre cualquier tipo y soporte de documento,

solicitados ya sea por una entidad editora e impresora, o por quien solicita un texto de

carácter académico.5 El manual MLA hace referencia a tal aspecto. Si bien el texto

citado es extenso, resulta primordial y reiterativo para este documento incluir la

observación que se hace en dicho manual, allende las analogías que se puedan

encontrar en otras partes de este texto:

Innumerables documentos almacenados por diversas personas son

enviados a la Web, aparentemente con el propósito de ser compartidos.

La disponibilidad de los materiales de investigación y la facilidad de poder

transmitirlos, modificarlos y usarlos ha influenciado fuertemente la cultura

de la Internet, donde el libre intercambio de información es un ideal. En

ese océano de materiales, algunos estudiantes pueden cuestionarse la

necesidad de reconocer la autoría de los documentos individuales. Sin

propia, resultado de una reflexión crítica sobre la manera estilística en que debe interpretarse y cuál es el significado estético que quiere compartirse. Y aquí es donde precisamente la historia de la música, el análisis y la teoría musical, y otras materias afines, son herramientas poderosas y esenciales. Lo contrario a esto, es decir, el querer adjudicarse las interpretaciones de otros músicos –que debido a una falta de técnica y comprensión musical ni siquiera se puede copiar literalmente– da por resultado un pastiche o collage de remiendos caricaturescos (la nota es mía). 5 Como este texto se basa en la Guía preparada por Linda Romero, será necesario consultar la guía

completa del manual MLA.

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embargo, los escritores profesionales no tienen duda sobre tal asunto.

Ellos reconocen la importancia de la documentación, ya sea para

fundamentar su investigación en publicaciones impresas o electrónicas.

De tal forma, continuamente citan sus fuentes y marcan los pasajes que

citan. En la medida en que la información se comparte con mayor

facilidad, así mismo se ha incrementado el plagio. Por ejemplo, en la

Internet es posible comprar y descargar publicaciones de investigaciones

completas. Algunos estudiantes están mal informados sobre la

adquisición y compra de tales materiales de investigación, ya sea en

Internet o dentro de las instalaciones de la universidad. Los estudiantes

creen que al comprar un documento o publicación electrónica éste les

pertenece y que por ello puede usar las ideas, hechos, frases y párrafos

que hay en él, estando libres de cualquier preocupación sobre plagio. No

obstante, comprar un documento electrónico es lo mismo que adquirir un

libro o una revista. La copia física del libro o de la revista es la única

pertenencia, [no así el contenido,6] que puede mantenerse dentro de su

caja, prestarse a un amigo, o venderse. (Gibaldi, 2009, 54)

Legalidad

Cada país tiene sus propias leyes y formas de penar o castigar el plagio o robo de

información. En el caso de México, la Ley Federal del Derecho de Autor y el Instituto

Nacional de Derechos de Autor (INDAUTOR) son los mecanismos encargados de

reglamentar el uso de la propiedad autoral, desde un punto de vista legal. Es

6 El texto insertado es mío.

Casco Centeno 16

importante considerar, como afirma Gibaldi, que el plagio antes de ser una ofensa legal

tiene un carácter inmoral y ético. De cualquier forma, “el plagio se considera una ofensa

incluso si la obra plagiada no está protegida por las leyes de los derechos de autor, o

bien, si la cantidad de material que se emplea y la naturaleza de su uso cae dentro de

la perspectiva de un empleo injusto” (Gibaldi, 1998, 152).

Las sanciones que se pueden enlistar por cometer plagio están las siguientes:

Pérdida del respeto

Anulación del grado académico

Anulación de un curso académico

Anulación de la carrera

Anulación de la cédula profesional

Pérdida del empleo

Pérdida de la libertad

Por lo tanto, tal como se ha enfatizado en cada página de este texto:

En todas las etapas de la investigación y la redacción es necesario

mantenerse en contra de la posibilidad de caer en un plagio inadvertido.

Es importante guardar notas que puedan distinguir entre el texto propio y

los pensamientos y el material que se obtiene de otros. (Gibaldi, 1998,

152)

Actualmente, en el siglo XXI, a los medios impresos se han agregado toda

cantidad y suerte de medio digitales, en donde también se puede caer en el plagio. En

este sentido, Rangel Ortiz acusa que “las reclamaciones formales que se han hecho no

se limitan al ámbito de los derechos patrimoniales, pues éstas se extienden al ámbito

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de los derechos morales, incluido el derecho a la paternidad (14). Para los actos

legales, es importante investigar, fundamentar y aclarar cuando, cómo y porqué se

puede acusar de plagio, e incluso hasta ampararse ante tal circunstancia. De tal forma,

cuando el texto sobre el que se acusa de plagio no cubre todas las características por

el que se puede argumentar en su contra, se puede recurrir al amparo, tal como se

puede observar en la siguiente cita:

No existe el plagio denunciado, si se trata de argumentos diferentes,

aunque el tema sea el mismo. Lo que la ley prohíbe es la reproducción de

una obra que está debidamente registrada, pero no que sobre el mismo

tema se ejecuten otros trabajos. Y si el tema ha entrado al dominio

público, el concepto de reproducción, a que se ha hecho referencia, debe

referirse a los matices, de manera fundamental, pues será en ellos donde

se encuentre si un argumento cualquiera se ha individualizado, o se ha

reproducido de otro que pueda existir. Si el tema otorga una común

inspiración, el desarrollo del mismo debe diferenciar, debe individualizar a

cada obra, pues el tema no es ideado por los autores, ya que antes de

ellos existía como un patrimonio común, por lo que, al registrar su

argumento uno de ellos, y al concederle el Estado ese registro, no se

cubrió el tema, sino la manera de desarrollar el argumento mismo, del

cual es propietario. Si pues hay una común inspiración, por ser el tema el

mismo, no existe delito si en el respectivo desarrollo, los matices que hay

en cada una de las obras o películas de que se trate, y entre éstas y el

argumento de los denunciantes, son de tal manera distintos, que no

Casco Centeno 18

permitan afirmar que existe el plagio denunciado, porque no hubo

reproducción del desarrollo del argumento que escribieron dichos

denunciantes, es correcta la determinación del Ministerio Público de

abstenerse de ejercitar la acción penal (García Gutiérrez).

Sobre las referencias

La forma de citar o hacer referencia a las fuentes empleadas depende en gran medida

del estilo que se use, que puede ser el MLA, APA, Chicago, y otros de carácter muy

particular y especial, con plantillas específicas en cuanto a las características del

formato. En cualquiera de los casos, el acto más importante es el de citar la fuente, sin

importar tanto si a los textos empleados se les nombra en su conjunto como

“referencias”, “bibliografía”, “trabados citados”, “obras citadas”, “fuentes empleadas”,

entre otros términos. Es claro que dar crédito a las ideas de otros es la parte

fundamental.

En el caso de los trabajos solicitados por cualquier de los profesores de la

Licenciatura en Música de la BUAP, principalmente de los que integran la “Academia

de Teoría” es importante que tanto alumnos como profesores basen sus textos en la

Guía Básica para el uso del formato MLA en trabajos de investigación preparada por la

Mtra. Linda Romero Orduña, para usarse dentro de las actividades de dicha Academia.

Tal como se puede observar en la Guía y en otros documentos, las formas más

comunes de citar pueden ser las siguientes:

Ideas, pensamientos en general.

Paráfrasis.

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Cita textual entrecomillada, no mayor a cuatro renglones.

Cita textual mayor a cuatro renglones en un párrafo independiente.

De acuerdo con la Guía Editorial de la BUAP, preparada por José Luis Olazo

García (42-43), las citas tienen tres funciones esenciales:

1) Dar cuenta de los avances del conocimiento en un campo o tema.

a. Se acumulan pruebas en favor de la argumentación.

b. Se resguarda y respeta la propiedad intelectual.

2) Poner en relieve la originalidad de un escrito.

a. Se da valor a la originalidad sobre el aporte personal, aún cuando éste

pueda ser escaso.

b. Se da valor al uso apropiado, a la inteligencia y la creatividad para

usar y organizar las ideas de otros autores.

3) Facilitar al lector la posibilidad de recurrir a la fuente citada.

a. Permite ampliar el conocimiento.

b. Se puede verificar la veracidad de lo transcrito.

c. Se puede recurrir a la fuente primaria con fines inquisitorios.

Conclusiones

Así, a manera de conclusiones, se cita un pasaje del texto de Olazo García (42-43), en

el que se ofrece como ejemplo una práctica que comúnmente ocurre en los trabajos

académicos del nivel medio superior y superior:

Por una razón de honestidad intelectual las citas deben trasparentarse,

explicitarse. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si un estudiante pidiese presta su

Casco Centeno 20

trabajo a un compañero y copiara partes del mismo sin indicar de dónde

las sacó o quién es el autor de dichas partes? Es posible que el profesor

piense que fue una copia mutua y que, por lo tanto, corresponde

sancionar esa trasgresión con una nota baja para ambos estudiantes.

¿Qué pasa cuando el profesor lee diversos trabajos y todos presentan

como propias ideas que vienen de otros autores son mencionarlos

siquiera? Hay trabajos que aparecen calcados porque recurrieron a la

misma fuente bibliográfica, pero no la citan.

La honestidad de un trabajo de investigación y la posibilidad de generar

conocimiento consiste en que el autor adquiera la capacidad de reconocer que para

hacer uso de la reflexión es necesario dar crédito a los pensamientos de otros (ya sea

que éstos se tomen de soportes físicos o electrónicos), de los cuales se parte para

realizar un ejercicio crítico del pensamiento.

Trabajos citados

Cárdeno Shaadi, José Ramón. “El primer registro de derechos en materia autoral hasta

hoy conocido”, Revista mexicana del derecho de autor. 1/1 (semestre 2012-

2013): 36-42. PDF.

Chávez-Vaca, Wladimir. “El plagio literario postmoderno: tradición, ilegitimidad y

nuevas tecnologías”, Caracteres. Estudios culturales y críticos de la esfera

digital, 2(2) (noviembre de 2013): 109-127. PDF. 13 de agosto de 2015.

Casco Centeno 21

<http://revistacaracteres.net/revista/vol2n2noviembre2013/plagio-literario-

postmoderno>.

“Cómo proceder cuando se es víctima de plagio en Internet”, Estrategias. 1510 (29 de

septiembre de 2010). PDF. 13 de agosto de 2015.

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