EN BUSCADE UN SUEÑO

ENIÑOS

Deseos

UNOS CREAN JOYAS Y OTROS TRABAJAN CON ELLAS. A TRAVÉS DE MARIE CLAIRE, CRISTIAN LAY Y LA FUNDACIÓN PEQUEÑO DESEO SE UNEN PARA AYUDAR A CUMPLIR LOS DESEOS DE LOS NIÑOS CON ENFERMEDADES DE MAL PRONÓSTICO.por Charo Lagares

s una espera que cambia la densidad del tiempo a la inversa. En Pequeño Deseo la anticipación aligera los minutos. En lugar de hinchar los días, los hace livianos, los drena. Cuando un niño atendido por la fundación descubre que se va a cumplir su deseo, la preocupación se diluye. En la ONG lo saben por experiencia. Llevan 17 años dedicados a hacer realidad los sue-ños de niños con enfermedades crónicas o de mal pronóstico. Desde su lema de-fienden que “a veces cumplir el deseo de un niño es su mejor medicina”. Según un estudio de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, no van desencaminados. Los autores entre-vistaron a un centenar de familias en las listas de la fundación antes y después de completar la experiencia. Confirmaron que la consecución del deseo funcionaba como un bálsamo emocional en los niños y sus familias. Tras lograrlos, se sentían optimistas, con las baterías cargadas. Las emociones negativas habían mitigado. “Cuando los niños se ilusionan con una meta así”, explica Covadonga Chávez, miembro del equipo de investigación, “todo lo demás pasa a un segundo plano”.

LO IMPOSIBLEQuienes les cuidan a diario ya percibían la evolución. Para Álvaro Lassaletta, mé-dico adjunto en el servicio de Hemato-oncología Pediátrica del Hospital del Niño Jesús de Madrid, “los resultados son clarísimos. Antes y después de haber cumplido su sueño cambian radicalmen-te”. En los días previos, cuenta, “la excita-ción mejora la atención y la capacidad de tolerar el tratamiento”. Después, cuando el deseo se ha realizado, “el cambio en la actitud dura días, semanas”. La alegría quiebra lo efímero y se estira en el tiem-

POR LOS AIRES Jorge quería volar y

vivir una aventura en el agua. Para cumplir

su sueño, Pequeño Deseo consiguió unir

cielo y tierra.

po. Chus asegura que su hijo Guillermo “cogió seguridad en sí mismo cuando se cumplió su deseo”. El pequeño quería viajar en avión. Lo logró. Hasta acabó sentado en el sillón del piloto. Desde en-tonces, detalla su madre, Guillermo es otro. “Cada día tiene que cumplir una meta que se pone él mismo. Cada día se acuesta habiendo hecho algo más, sin que nadie se lo diga. Y fue desde aquel día”. Pequeño Deseo ha obrado su magia en más de 4.000 ocasiones. El chico que es-trenó el último millar también quería vo-lar. Soñaba con volar y con vivir una aventura en el agua. La fundación consi-guió entonces unir tierra y aire. El día se-ñalado, Jorge se montó con sus padres en el coche sin saber adónde se dirigían. Un rato más tarde se encontró a sí mismo en una base aérea, rodeado de hombres en uniforme y máquinas de aviación. Allí le hicieron entrega de una varita, símbolo de Pequeño Deseo, unas gafas de aviador y una cazadora de cuero con su nombre. Con sus padres al lado, rasgó las nubes en avión. Sin salir del aeroplano, rozaron la superficie terrestre. Recogieron agua de un pantano. La máquina era un avión para la lucha contra incendios.

Cumplen deseos en el aire, en el agua, en galaxias muy muy lejanas y en el asfalto sobre calesas de color rosa. En Pequeño Deseo, los sueños se dividen en cinco ca-tegorías: deseos de ser (por ejemplo, di-rector de orquesta), de conocer (a su can-tante favorita), de ir (a la nieve o pasear en limusina, como hizo Laura), de tener (un cachorro, como logró Israel) y otros (como nadar con delfines o dar de comer a un mapache). Para activar la maquina-ria, la familia del niño, que tendrá una edad comprendida entre los 4 y los 18 años, o el centro médico (trabajan de for-ma continuada en más de 30 hospitales de toda España) deberá ponerse en con-tacto con la fundación, que analizará cada caso, contemplará la viabilidad de los de-seos y priorizará su cumplimiento según las circunstancias del niño. Un hada ma-drina se encargará de dar el golpe de ma-gia. Será ella la responsable de anunciar al pequeño que se va a cumplir su deseo y

de entregarle la varita. Ejercerá de guía anímica hasta el día de la sorpresa. Aun-que, como le sucede a Tavi Diago, hada a tiempo parcial, la relación en ocasiones se ensortija en la vida real. “Vamos hablan-do por WhatsApp y, cuando acaba, les digo que podemos continuar haciéndolo, que son mis ahijados de por vida. Muchos niños me han explicado que después de cumplir el deseo se sienten capaces de conseguir cualquier cosa que se propon-gan”.

UN MISMO DESTINOSu voluntariado solo es una de las vías que existen para colaborar con la funda-ción. Quien no cuente con tiempo libre para dedicar a los pequeños de manera constante puede participar en las compe-

ticiones deportivas locales o visitar los mercadillos benéficos que Pequeño De-seo organiza cada cierto tiempo. A quien incluso mezclar la ayuda en su ocio se le escape de sus posibilidades le queda la al-ternativa de realizar donaciones puntua-les o hacerse socio por solo 30 euros al año. Gracias a este sistema, el 90 % de la financiación de Pequeño Deseo es de ori-gen privado. El modelo nace de una ONG que su presidente, Iñaki Orive, qui-so importar a España tras conocerla en Estados Unidos. Otra forma alterna de ayudar a la fundación es llevar su nombre sobre la piel.

Sin agujas ni tinta ni cremas anestésicas. Cristian Lay se ha encargado de ello. La mayor firma de bisutería de Europa ha di-

LÍDER DEL SECTOR Cristian Lay, líder en el sector de la venta

de joyas por catálogo, exporta sus

productos a 16 países, en los que

alcanza a más de 13 millones de clientes.

El diseño y la confección se

realizan en Jerez de los Caballeros,

Badajoz, el lugar de origen del fundador.

SUEÑO CUMPLIDODurante 11 años Samuel no había podido celebrar una fiesta. Pequeño Deseo reunió a su familia, amigos y a toda la tropa de Star Wars.

NIÑOSDeseos

señado una colección de pulseras cuyos beneficios se destinarán a Pequeño De-seo. El puente entre la institución y la fir-ma lo ha construido Marie Claire. Su di-rectora, María Pardo de Santayana, siente especial admiración por la labor de la Pe-queño Deseo. Y sabía que podía contar con Cristian Lay para ayudar a la funda-ción. Conoce de sobra su compromiso con la mejora de la sociedad. El año pasa-do la revista y la firma pacense celebraron en conjunto unas jornadas de emprendi-miento femenino en las que un centenar de mujeres recibió consejo y escuchó la experiencia de mentoras profesionales de reconocido prestigio empresarial. Se en-tiende su implicación en la profesionali-zación femenina: el 95 % de sus colabora-doras –y solo en España son 40.000- de

"ANTES Y DESPUÉS DE HABER CUMPLIDO SU

SUEÑO CAMBIAN RADICALMENTE"

La solidaridad en Cristian Lay, explican, “no es una cuestión de imagen. Es respon-sabilidad, como empresa y como perso-nas. Una parte esencial –y activa¬¬¬- de los valores de la compañía: cercanía, ho-nestidad, empatía y ayuda”. A la lista po-drían añadir tesón. Ese está tallado en la médula de ¬su fundador. Ricardo Leal nació en Jerez de los Caballeros, Badajoz, en el corazón de una familia en la que los

Cristian Lay son mujeres. Además, la fir-ma lleva a cabo todos los años una cam-paña de acción social. Con anterioridad se ha involucrado en iniciativas contra la violencia de género, en la reconstrucción de un orfanato haitiano destruido tras el terremoto de 2010 y ha colaborado en la investigación del cáncer de mama.

DESDE LA CAMA

NUEVA COMPAÑÍAAmigos y familiares de Israel asistieron, con motivo de su cumpleaños, a la entrega de Toffee, la perrita bulldog francesa con la siempre soñó.

NIÑOSDeseos

"EL 80% DE LA FACTURACIÓN DE

CRISTIAN LAY SE PRODUCE FUERA DE ESPAÑA"

A TODA MÁQUINA La fábrica de alta bisutería de Cristian Lay es la más grande de Europa. Junto a ella se encuentran los centros de producción de cosmética y envases en los que la firma ha invertido en los últimos años. La compañía genera unos 1.200 puestos de trabajo.

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recursos no abundaban. Cuando cumplió 14 años tuvo que comenzar a trabajar. Al principio, hizo de aprendiz en una reloje-ría del pueblo. Con los meses abandonó el taller y alcanzó el mostrador. Cuando hubo ahorrado lo suficiente, Leal, curtido entre metales y piedras, decidió montar su propio negocio. Pero pasado un tiem-po, la Joyería Ricardo se le quedó peque-ña. Leal comenzó a vender sus productos a las joyerías de los pueblos vecinos.

Incluso eso acabó por estrecharle el espí-ritu. Se propuso idear una manera de que el canal de distribución también formara parte de su trabajo. Quería ser él quien llegara de forma directa al consumidor fi-nal. Así ampliaría su público y, además, supondría la oportunidad de proporcio-nar a otros la posibilidad de sumar unos ingresos adicionales a final de mes. Con-trató a comerciales que ofrecían ojear muestrarios a los potenciales comprado-res. Pero algo no terminaba de encajar. Aunque el negocio crecía, la red comer-cial que aspiraba a tejer se frustraba por el elevado coste de los muestrarios. Enton-ces urdió el sistema con el que su nombre se casaría durante décadas: elaboraría y distribuiría catálogos con fotografías de sus productos. El negocio pegó el estirón. En 1981, con la nueva estrategia domina-da, Leal rebautizó su compañía. A partir de entonces se llamaría Cristian Lay. El sonido anglosajón era premonitorio y ne-cesario. Debía ser moldeable a la fonética extranjera. Más allá de las fronteras espa-ñolas debían poder pronunciarlo.

AL FIN DEL MUNDOY lo hacen. El nombre de Cristian Lay se menta hoy en 16 países. De hecho, en 2016 el 80 % de su facturación se produjo fuera de España. Entre Italia, Portugal, México, Puerto Rico, Túnez o Costa de Marfil se reparten sus más de 130.000 co-laboradores. El diseño y la producción si-guen, no obstante, enraizados en Jerez de los Caballeros. No solo los de sus pulse-ras, colgantes y anillos. El grupo empresa-rial Cristian Lay ha crecido. Ahora cuen-tan con presencia en el sector de las energías renovables y el de la belleza.

Ellos mismos fabrican los envases de sus productos de cosmética. Leal figura ac-tualmente en la lista de las doscientas ma-yores fortunas de España, pero el cerebro -y el corazón- de la compañía permanece ancorado en su pueblo. Leal ha subraya-do en el mapamundi a Jerez de los Caba-lleros. No ha sido el primero en hacerlo. Vasco Núñez de Balboa, explorador y primer europeo en avistar el Océano Pa-cífico, fue su predecesor.

Los hijos de Leal, especializados en dife-rentes aspectos de la tarea empresarial, forman ahora parte de la compañía. Tu-vieron que estudiar Ciencias empresaria-les. Era una obligación. Después podrían dedicarse a lo que desearan, pero antes debían comprender el trabajo que duran-te años había desarrollado su padre.

Cuando hubieron finalizado la universi-dad, los cinco optaron por quedarse junto a él. El localismo y la familiaridad desde la que se dirige la compañía internacio-nal, que el año pasado facturó 500 millo-nes de euros, ha obtenido reconocimien-to dentro y fuera de España. Cada galardón premia el ansia de superación del niño que tuvo que hacerse adulto cuando apenas contaba 14 años de edad. Por eso ahora ayuda a los que, como él, deben crecer rápido. Lo hace como mejor sabe, poniendo en práctica el oficio que perfeccionó gracias a décadas de dedica-ción. Lo hace a través de sus pulseras de plata, como mejor puede magnificar el impacto de su acción. Para que nosotros también podamos ayudar a cumplir los deseos de 4.000 pequeños más. ■

COMPROMISO A la izda., Miguel Ángel

Leal, diseñador de joyas e hijo del fundador de Cristian Lay, posa con la pulsera destinada a recaudar fondos para Pequeño Deseo. A la

dcha., Vanesa Romero, madrina de la campaña

y nueva bloguera de Marie Claire. Abajo,

algunas de las pulseras de Cristian Lay para

Pequeño Deseo.