En lucha contra el pulmon de la conspiracion fascista en America Latina

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    HISTORIA No48, vol. II, julio-diciembre 2015: 435-463ISSN 0073-2435

    JOAQUNFERNNDEZABARA*

    ENLUCHACONTRAELPULMNDELACONSPIRACINFASCISTAENAMRICALATINA. LOSCOMUNISTASCHILENOSANTEELPROCESOPOLTICOARGENTINOYELGOBIERNODELAREVOLUCINDEJUNIO

    (1943-1946)

    RESUMEN

    El artculo describe y analiza la interpretacin y posicin del Partido Comunista de Chilesobre el Gobierno de la Revolucin de Junio y el proceso poltico argentino entre 1943 y1946, basndose en la revisin de revistas informativas, prensa partidaria, publicacionesterico doctrinarias y discursos parlamentarios. El texto sostiene que la interpretacinque los comunistas chilenos hicieron de dicho fenmenoestuvo marcada por el antifas-cismo. En este sentido, consideraron al Gobierno de la Revolucin de Junio como unaexperiencia fascista y presionaron porque el gobierno chileno rompiera relaciones conste y lo aislara internacionalmente. Con dicho n, impulsaron una importante moviliza-cin social, en especial entre obreros e intelectuales. Dicha interpretacin inuy en la

    evaluacin que los comunistas chilenos hicieron del incipiente peronismo, generando un

    progresivo rechazo respecto de dicho rgimen.

    Palabras claves:Chile, siglo XX, Partido Comunista, Revolucin de Junio, Peronismo,Argentina, antifascismo.

    ABSTRACT

    This article describes and analyzes the Chilean Communist Partys position and interpreta-tion of the Gobierno de la Revolucin de Junio and the Argentinean political process from1943 to 1946 by utilizing general and partisan press, theoretical publications and legislati-ve speeches. The article argues that the Chilean communists interpretation of this pheno-

    menon was inuenced by their anti-fascism. In this manner, they deemed that the Gobiernode la Revolucin de Junio was a fascist experience and demanded that the Chilean govern-ment cancel diplomatic relations with Argentina and isolate it internationally. To reach theobjective, Chilean communists called for social mobilization, especially among urban wor-kers and intellectuals. Those interpretations and attitudes dened the Chilean communists

    opinion of incipient Peronism, leading to an increasing conict with the Peronist regime.

    Key Words: Chile, twentieth century, Communist party, Revolucin de Junio, Peronism,Argentina, Antifascism

    Recibido: Julio 2014.

    Aceptado: Diciembre 2014.*Profesor investigador CIDOC-Escuela de Historia, Universidad Finis Terrae, Chile. Ph.D. Leiden Uni-

    versity, Netherlands. Correo electrnico: [email protected]

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    INTRODUCCIN

    Al momento de analizar el modo en que la izquierda chilena ha interpretado a los movi-mientos nacional-populares latinoamericanos, podemos darnos cuenta que el repertorio

    bibliogrco existente es muy escaso. Casi la totalidad de la bibliografa sobre la iz-quierda chilena ha tendido a rescatar el ethosuniversalista presente en dicha corriente,y la fuerte y constante inuencia que en ella ejercieron experiencias extranjeras. Sin

    embargo, la mayor parte de los estudios han centrado su anlisis en la inuencia ejerci-da por el modelo sovitico y las experiencias de los comunismos occidentales a lo largodel siglo XXcorto. As, las polticas del tercer periodo, el antifascismo de la dcada de1930, la Segunda Guerra Mundial,los avatares de la Guerra Fra y la cada del Bloquedel Este, han concentrado la atencin de la mayor parte de los estudiosos de la izquier-da. Esta situacin se hace notoria en la historiografa referida al Partido Comunista, quecasi no se reere a otras experiencias latinoamericanas antes de la revolucin cubana1.Los estudios sobre las inuencias latinoamericanas se han concentrado en las expe-riencias insurreccionales que gravitaron en la radicalizacin poltica de los partidos deizquierda en la segunda mitad del siglo XX, como la recepcin de la revolucin cubanaen el Partido Socialista y su inujo en la formacin del MIR durante la dcada de 1960,

    y el ascendiente alcanzado por la experiencia sandinista nicaragense en el proceso demilitarizacin de las estrategias polticas del Partido Comunista bajo la dictadura de Au-gusto Pinochet2.

    Esta tnica solo ha sido desaada por algunos estudios, tanto politolgicos como

    historiogrcos referidos al Partido Socialista, en especial en sus aos formativos.

    Dichos estudios se han centrado en las caractersticas nacional-populares que habrapresentado el Partido Socialista en sus primeros aos, y la inuencia que en este con-texto ejercieron algunas experiencias nacional-populares latinoamericanas, en especialel aprismo, como se ve reejado en los estudios de Paul Drake, Ignacio Walker y Fabio

    Moraga3. En esta tnica, cabe tener en cuenta los aportes de Olga Ulianova, quien, en

    1Andrew Barnard, The Chilean Communist Party 1922-1947,Thesis Presented for the Degree of Doctor

    of Philosopphy, London, University of London, 1977; Carmelo Furci,El Partido Comunista de Chile y la vaal socialismo, Santiago, Ariadna Ediciones, 2008; Alfredo Riquelme Segovia, Rojo atardecer. El comunismochileno entre dictadura y democracia, Santiago, Ediciones de la Direccin de Bibliotecas, Archivos y Museos,Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, coleccin Sociedad y Cultura, 2009, vol. XLIXVanse tambinlos artculos de Mara Soledad Gmez Chamorro, Factores nacionales e internacionales de la poltica internadel Partido Comunista en Chile (1922-1952), Boris Yopo, Las relaciones internacionales del Partido Comu-nista y Olga Ulianova, El comunismo chileno a travs de los archivos soviticos, todos ellos en AugustoVaras, Alfredo Riquelme y Marcelo Casals (editores),El Partido Comunista en Chile. Una historia presente,Santiago, Catalonia-FLACSO-USACH, 2010.

    2Marcelo Casals Araya,El alba de una revolucin. La izquierda y el proceso de construccin estratgicade la va chilena al socialismo. 1956-1970, Santiago, LOM Ediciones, 2010; Rolando lvarez Vallejos,

    Arriba los pobres del mundo. Cultura e identidad poltica del Partido Comunista de Chile entre Democracia y

    Dictadura. 1965-1990, Santiago, LOMEdiciones, 2011 y Claudio Prez Silva, Historia oral e historia polti-

    ca.Izquierda y Lucha Armada en Amrica Latina, 1960-1990, Santiago, LOMEdiciones, 2012.3Paul Drake, Socialismo y populismo en Chile. 1936-1973, Valparaso, Universidad Catlica de Valpara-

    so, 1992; Ignacio Walker,Del populismo al leninismo y la inevitabilidad del conicto: el Partido Socialista de

    Chile. 1933-1973, Santiago, CIEPLAN, 1986; Fabio Moraga Valle, Un partido indoamericanista en Chile?,

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    un estudio sobre la insercin internacional del socialismo chileno, ha resaltado los lazosque unieron al Partido Socialista con el APRA peruano y con Accin Democrtica deVenezuela hasta nes de la dcada de 1950. Del mismo modo, deja en evidencia cmo,

    en 1950, los socialistas buscaban establecer contactos y alianzas con movimientos na-cionalistas del tercer mundo, llegando a apelar a lenguajes polticos similares a los utili-zados por el peronismo4.

    Con respecto a la inuencia especca que el peronismo ejerci en Chile y la manera

    en que las corrientes polticas chilenas leyeron dicha experiencia, las investigacionesse han centrado en la inuencia que habra ejercido en el ibaismo 5. Sin embargo, noexisten investigaciones monogrcas especcas destinadas a conocer el modo en que la

    izquierda chilena interpret al peronismo.A travs de este artculo pretendemos realizar un primer aporte con el n de con -

    tribuir a la superacin de dicho vaco historiogrco. Con este propsito, nos hemos

    puesto como objetivo describir y analizar la interpretacin y la posicin del PartidoComunista de Chile ante el Gobierno de la Revolucin de Junio, es decir, la sucesinde gobiernos militares que tuvo lugar en Argentina entre 1943, tras el golpe de Estadodel 4 de junio, y 1946, cuando Juan Domingo Pern asumi la presidencia de la nacin.Centrarse en el Gobierno de la Revolucin de Junio es fundamental, pues es el proceso

    poltico seminal desde donde emergi el liderazgo de Juan Domingo Pern, y el modoen que este fue entendido marc la forma en que fue interpretado el peronismo.

    Planteamos que la interpretacin que los comunistas chilenos hicieron de dichofenmeno se encuentra marcada por el antifascismo. En efecto, mostraremos cmo,

    para los comunistas, el Gobierno de la Revolucin de Junio fue considerado como unaexpresin latinoamericana del fascismo, en la que habran conuido los intereses de

    sectores oligrquicos, deseosos de contener la modernizacin asociada a la revolucindemocrtico burguesa y los intereses imperialistas de los pases del Eje. Sostendremosque dicha interpretacin se encontraba en anidad con la lnea estratgica de Unidad

    enHistrica,vol. XXXIII, N 2, Lima, 2009; y del mismo autor El Congreso de Estudiantes Latinoamericanosde Santiago: Antiimperialismo e indoamericanismo en el movimiento estudiantil chileno (1935-1940), en

    Historia Crtica, N 47, Bogot, 2012.4

    Olga Ulianova, Insercin internacional del socialismo chileno, en Olga Ulianova (editora), Redes po-lticas y militancias. La historia poltica est de vuelta, Santiago, Ariadna-USACH, 2009, pp. 245 y 259-263.En los ltimos aos han salido a la luz importantes aportes historiogrcos, los que, si bien no estn referidos

    directamente a la inuencia de los movimientos nacional-populares en la izquierda chilena, han tratado la rela-cin entre las dinmicas polticas latinoamericanas y chilenas. En este sentido, cabe destacar los textos de Tan-ya Harmer,Allendes Chile and the Inter-American Cold War, Chapel Hill, The University of North CarolinaPress, 2011 y Mark Hove, The Arbenz Factor: Salvador Allende, U.S. - Chilean Relations, and the 1954 U.S.Intervention in Guatemala, inDiplomatic History,vol. 31, N 4, Oxford, 2007, pp. 623-663.

    5Donald Bray, Peronism in Chile, in The Hispanic American Historical Review, vol. 47, N 1, Dur-ham, 1967, pp. 38-49; Joaqun Fernndez Abara, El Ibaismo. Un caso de populismo en la poltica chilena.1937-1952, Santiago, Instituto de Historia de la Ponticia Universidad Catlica de Chile, 2007, pp. 185-187;

    Joaqun Fernndez Abara, Nacionalistas, antiliberales y reformistas. Las identidades de la militancia ibaista

    y su trayectoria hacia el populismo (1937-1952), en Olga Ulianova (editora),Redes polticas y militancias.

    La historia poltica est de vuelta, Santiago, Ariadna-USACH, 2009,pp. 203-234 y Mara Elisa FernndezNavarro, Integracin de la mujer en poltica: La mujer chilena en las elecciones presidenciales y el gobiernode Carlos Ibez del Campo, 1952-1958, en Cuadernos de Historia,N 22, Santiago, diciembre 2002, pp.149-183.

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    Nacional, que el Partido Comunista de Chile haba adoptado, segn las directrices desu XII Congreso de enero de 1942, que j como objetivo estratgico, a largo plazo,

    la revolucin democrtico burguesa, y como objetivo tctico, a corto plazo, la uninde todos los partidos y clases sociales contra el fascismo y la cooperacin con la causaaliada6. Dicha situacin gener un desencuentro de la izquierda chilena, y en especial delos comunistas, con dicho rgimen, que marcara un distanciamiento y rechazo al pero-nismo emergente, el que llegara a ser llamado naziperonismo7.

    Siguiendo a Bruno Groppo, analizaremos al antifascismo como una sensibilidadpoltica8, en la que concurrieron corrientes polticas y culturales diversas, muchas ve-ces divergentes entre s y portadoras de interpretaciones distintas sobre el fenmeno fas-cista9. De este modo, reconocemos que coexistieron antifasicsmos de diverso tipo. Entreellos, comunistas ortodoxos, comunistas heterodoxos alejados de la lnea moscovita

    principal, anarquistas, socialistas y liberales, entre otros.En este caso, nos centraremos en el antifascismo comunista ocial, de raz komin-

    terniana, desarrollado en las polticas frentepopulistas de la segunda mitad de la dcadade 1930, y que adquiri nuevos bros con el ingreso de la Unin Sovitica a la SegundaGuerra Mundial. Como vimos al describir los lineamientos de la poltica de Unidad Na-cional, el antifascismo comunista del periodo que abordamos no puede ser consideradocomo una fuerza puramente negativa, denida de manera exclusiva por su oposicin

    a las potencias fascistas10. Si bien sus objetivos de corto plazo fueron la contencin delfascismo en el marco del conicto blico mundial, su despliegue implic la defensa de

    ciertos ideales, como la democracia, la libertad y el universalismo cultural, que fueronincorporados, y hasta cierto punto rehabilitados, en el ideal comunista, contribuyendo a

    6Gmez Chamorro, op. cit., 92. Sobre la lnea estratgica de Unidad Nacional tambin vase HernnVenegas Valdebenito, El Partido Comunista de Chile y sus polticas aliancistas: del Frente Popular a laUnin Nacional Antifascista, 1935-1943, en Revista de historia social y de las mentalidades, vol. 14, N 1,Santiago, 2010, pp. 85-111. Dichos artculos destacan la importancia que el antifascismo habra tenido comoelemento aglutinante, facilitador de alianzas entre centro e izquierda en Chile. Sobre el importante papel queen este sentido cumpli la guerra civil espaola vase el trabajo de Rodrigo Henrquez: Chile, Espaa y

    Francia frente a frente. Pueblo y fascismo en el espejo chileno a comienzos de 1936, en Alternativa,N 24,Santiago, diciembre 2006, pp. 140-156. Sobre la importancia del ejemplo espaol para la izquierda chilena

    vase Cristian Garay Vera y Cristin Medina Valverde, Chile y la Guerra Civil Espaola. Relaciones diplo-mticas y paradigmas polticos, Santiago, Fundacin Mario Gngora, Serie Avances N 2, 1994, pp. 50-51.La relevancia de la guerra civil espaola, como hito fundamental en la transmisin de los ecos de la disputa

    fascismo-antifascismo a Amrica latina ha sido tratada por Andrs Bisso en su artculo El antifascismolatinoamericano: usos locales y continentales de un discurso europeo, en Asian Journal of Latin AmericanStudies,vol. III, Sel, 2000, pp. 91-116. En el mismo artculo Andrs Bisso sostiene que tras el ataque a PearlHarbour el 7 de diciembre de 1941, y hasta el n de la Segunda Guerra Mundial, el antifascismo habra tenido

    un importante papel en reforzar un panamericanismo que aceptaba el liderazgo norteamericano. Sobre elantifascismo argentino tambin vase Andrs Bisso,Accin Nacional, un antifascismo nacional en tiempos de

    guerra mundial, Buenos Aires, Prometeo, 2005.7Humberto Abarca, Organicemos la lucha contra el golpe de Estado, enPrincipios,N 56-57, Santiago,

    febrero-marzo de 1946, p. 4.8Bruno Groppo, El antifascismo en la cultura poltica comunista, enAnuario IEHS,N 19, Tandil, 2004,

    p. 28.9Ricardo Pasolini, Intelectuales comunistas y antifascismo durante la dcada de 1930. Un recorrido po-

    sible: entre Buenos Aires y Tandil, enEstudios Sociales, N 26, Santa Fe, 2004, p. 85.10Groppo, El antifascismo..., op. cit., p. 39.

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    que este reformulara sus objetivos societales y su visin de la historia. As, el antifascis-mo no puede entenderse exclusivamente como un instrumento11. Matizando dicha visin,consideramos que la sensibilidad antifascista fue parte constitutiva de un contextocultural12, imperante en amplios sectores del espectro poltico e intelectual, que ofrecioportunidades al movimiento comunista para acrecentar su hegemona, pero al mismotiempo ejerci profundas transformaciones sobre l. Bruno Groppo seala que uno de los

    aspectos que se habra aadido a la cultura comunista gracias al antifascismo sera la de-fensa de la democracia13. A este elemento, y siguiendo a Ricardo Pasolini, creemos quees necesario aadir el rescate de importantes elementos de la tradicin liberal14.

    El proceso poltico argentino fue un tpico de suma importancia para el Partido Co-munista de Chile entre los aos 1943-1946, transformndose en un factor relevante en

    la formulacin de los anlisis que los comunistas chilenos hicieron sobre la poltica ex-terior chilena y la situacin internacional, especialmente en el mbito latinoamericano.Dicho tema apareci de manera regular en la prensa peridica y las publicaciones teri-co-doctrinarias del Partido Comunista, en las que ocup un espacio abundante15. Por lodems, la situacin poltica argentina gener importantes niveles de movilizacin socialen las bases comunistas y fue tratada con frecuencia por los parlamentarios comunistasen las sesiones de ambas cmaras del Congreso.

    La investigacin se ha basado en la revisin de fuentes primarias. En primer lugar,hemos acudido a fuentes de carcter hemerogrco, como la revista Principios y eldiarioEl Siglo. La primera era la revista terico-doctrinaria del Partido Comunista, y elsegundo, su diario de circulacin masiva. Las informaciones extradas de esos medioshan sido complementadas con otras aportadas por el semanarioErcilla. Tambin hemosconsultado los diarios de sesiones de ambas cmaras del Congreso. De dichas fuenteshemos tomado los discursos comunistas acerca del Gobierno de la Revolucin de Junioe informaciones referidas a movilizaciones generadas a raz de estas. Las fuentes recinmencionadas fueron revisadas para un periodo comprendido entre junio de 1943 y mar-zo de 1946, que abarca desde el golpe de Estado que dio inicio a dicho gobierno, hastael momento inmediatamente posterior a las elecciones del 24 de febrero de 1946, en lasque Juan Domingo Pern alcanz la presidencia.

    El texto ha sido estructurado en torno a cuatro apartados principales, de carcter te-mtico, ms un apartado de reexiones nales. En el primero, sealaremos el modo en

    que los comunistas chilenos conceptualizaron al Gobierno de la Revolucin de Junio yla interpretacin que hicieron sobre los orgenes del fascismo en Argentina. En el segun-do, mostraremos las interpretaciones comunistas sobre el papel del Gobierno de la Re-volucin de Junio en la Segunda Guerra Mundial y el orden internacional de posguerra.En el tercero, expondremos las exigencias levantadas desde el Partido Comunista a la

    11Franois Furet, Le pass dune illusion: Essai sur lide communiste au XXe sicle, Paris, Calmann-Levy-Robert Laffont, 1995, chapitres 7 et 8.

    12Anson Rabinbach, Legacies of antifascism, inNew German Critique, vol. 67, Ithaca, 1996, p. 3.13Groppo, El antifascismo..., op. cit., p. 43.14Pasolini, Intelectuales comunistas..., op. cit., p. 82.15Entre el segundo semestre de 1943 y el primer trimestre de 1946, la revista Principiospublic artculos

    sobre la situacin argentina en casi todos sus nmeros. Una situacin similar ocurri con el diarioEl Siglo.

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    poltica exterior chilena ante la dictadura argentina. En el cuarto apartado presentaremoslas formas de movilizacin generadas en Chile contra el rgimen argentino, en las queel Partido Comunista tuvo una activa participacin, con nfasis en los sectores en quedicha intervencin alcanz mayor presencia, como fueron obreros, intelectuales y estu-diantes. En las reexiones nales mostraremos de modo sucinto las reacciones comunis-tas ante las movilizaciones peronistas del 17 de octubre de 1945 y el triunfo electoral deJuan Domingo Pern en las elecciones de 1946.

    LAINTERPRETACINCOMUNISTASOBREELGOBIERNODELAREVOLUCINDEJUNIOYLOSORGENESDELFASCISMOENARGENTINA

    Al interpretar las caractersticas del Gobierno de la Revolucin de Junio, los comunistaschilenos privilegiaron exponer discursos y textos sobre dicho tema cuya autora corres-

    ponda a dirigentes del Partido Comunista argentino. Esta labor de difusin se realiza travs de diversas formas, ya fuese publicando colaboraciones directas de ellos o re-

    produciendo sus artculos y discursos en los principales medios de prensa con que con-taba el comunismo chileno, como eran el diarioEl Sigloy la revista terico-doctrinaria

    Principios. En algunos casos, intelectuales y dirigentes del Partido Comunista chilenoactuaron como comentaristas y divulgadores de sus pares argentinos, citndolos en susartculos y discursos o realizando reseas de sus textos polticos. Por lo dems, la llega-da o paso por Chile de exiliados argentinos permiti su participacin en actos polticosnacionales y la difusin de su mensaje a travs de la prensa16.

    Al momento de dar cuenta de la conceptualizacin que los comunistas chilenoshicieron del Gobierno de la Revolucin de Junio, podemos constatar que, de maneraunnime, fue llamado como fascista, neofascista y, en menor medida, nazi, y queestos ltimos trminos fueron utilizados casi indistintamente17. Dicha conceptualizacin

    16 Paulino Gonzlez A, periodista argentino lleg exiliado: que es el Gobierno Militar, en Ercilla,N 737, Santiago, 1 de septiembre de 1943, p. 5. Es necesario destacar las similitudes existentes entre lasposturas del Partido Comunista argentino y el chileno sobre el tema. Estas son un signo del alto grado de

    coordinacin que ambos partidos podran haber mantenido. Al respecto, se debe tener en cuenta que laInternacional Comunista recin se disolvi en mayo de 1943, das antes del golpe de Estado argentino, y queen su interior, tanto el Partido Comunista argentino como el chileno haban sido parte del Bur Sudamericano.Desde la dcada de 1920 haba existido una fuerte circulacin de dirigentes del Partido Comunista argentinoen Chile, algunos como agentes de la Internacional Comunista. Entre los cuales, destacaban varios de losarticulistas y oradores argentinos que opinaron en los medios chilenos sobre el Gobierno de la Revolucinde Junio como: Paulino Gonzlez Alberdi, Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi. Vase Olga Ulianova,Develando un mito. Emisarios de la Internacional Comunista en Chile, en Historia,N 41, vol. I, Santiago,

    junio 2008, pp. 99-164. En sus memorias, Gabriel Gonzlez Videla sostiene que, con miras a las eleccionesde 1946, habra sostenido una entrevista con Victorio Codovilla con el n de negociar los trminos del apoyo

    comunista a su candidatura presidencial. Adems, incurre en un anacronismo al calicarlo con el apelativo de

    jerarca comunista del Komintern, Sin embargo, su testimonio es una evidencia del ascendiente que VictorioCodovilla podra haber seguido teniendo en el Partido Comunista de Chile despus de la disolucin de la

    Internacional Comunista. Vase Gabriel Gonzlez Videla, Memorias, Santiago, Editora Nacional GabrielaMistral, 1975, tomo I, pp. 466-469.

    17Dicha interpretacin es la misma que en ese momento sostenan y defendan los comunistas argentinos,los que segn Silvana Staltari, habran entendido el fenmeno poltico que estaba teniendo lugar bajo los con-

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    no sufri mayores transformaciones en el periodo comprendido entre el segundo semes-tre de 1943 e inicios de 1946. Segn la interpretacin comunista, el paso del tiempo solohabra evidenciado el carcter fascista del gobierno, y en especial de la organizacin quelo habra dirigido, el Grupo de Ociales Unidos (GOU), el que, en un principio, habra

    estado oculto y se habra acompaado de otros sectores polticos, para terminar por que-dar al descubierto, hegemonizando el gobierno18.

    Esta situacin queda evidenciada en el modo en queEl Siglotrat el golpe de Estadodel 4 de junio y la instalacin en el poder de los militares argentinos. Dicho peridicodio escasas y breves noticias del golpe de Estado y de los primeros das del rgimen.Hacia nes de junio, comenz a informar, publicando cada vez con mayor frecuencia,

    las noticias que resaltaban el carcter autoritario del nuevo gobierno y destacaban susrasgos fascistas19. De hecho, un punto en el que puso insistencia la prensa comunista esque el nacionalismo que defendan los militares en el poder, resumido en la idea deargentinidad, no era sino un caballo de Troya de los agentes nazis20.

    El uso de la categora fascismo fue acompaado de una explicacin sobre su gne-sis en Amrica Latina, y con nfasis en Argentina. Esta apuntaba a sindicar al fascismocomo una estrategia de los sectores ms reaccionarios de las oligarquas latinoame-ricanas, los que, en aras de contener las transformaciones asociadas a una revolucindemocrtico burguesa inminente, entraran en alianzas con los imperialismos alemn y

    japons. La adhesin a dicho discurso fue unnime entre los comunistas chilenos y ar-gentinos que se expresaron a travs de medios locales y, si bien en diferentes instancias

    podan poner nfasis en distintos aspectos de dicho discurso, este no perda su coheren-cia interna.

    ceptos de nazi-fascismo y nazi-peronismo, hasta el ao 1946. Vase Silvana Staltari, Recorriendo a tien-tas el camino de su propia experiencia poltica: el PCA y las polticas sociales del peronismo (1945-1955),

    ponencia presentada a lasXIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Mendoza, 2 al 5 de octubrede 2013. Vase tambin Carlos Altamirano, Peronismo y cultura de izquierda, Buenos Aires, Siglo XXI Edi-tores, 2001, pp. 25-29, quien muestra como hasta el ao 1946 los comunistas argentinos hicieron referencia al

    nazi-peronismo y con posterioridad, aunque moderaron dicho lenguaje, siguieron atribuyndole caractersti-cas fascistas a la gura de Juan Domingo Pern. Otro texto que aborda las posturas del Partido Comunista en

    el periodo es el de Samuel Amaral, quien sostiene que el Partido Comunista antes de la eleccin (de 1946),

    no admita la posibilidad de que la clase obrera diese la espalda al Frente Antifascista. Vase Samuel Amaral,La renuencia de las masas: El Partido Comunista ante el peronismo. 1945-1955, Buenos Aires, Universidaddel CEMA, 2008, p. 2. Ms recientemente, dichas tensiones han sido expresadas en Anbal Juregui, El

    peronismo en los debates del Partido Comunista Argentino: 1945-1953, en A contracorriente, vol. 9, N 3,Raleigh, North Carolina, Spring 2012, pp. 22-40. Un estudio ms reciente, desde un punto de vista local es elde Oscar Videla, Pablo Menotti y Diego Diz, Los comunistas en el sureste santafesino durante el peronismoa travs de unas fuentes policiales, en Izquierdas, N 17, Santiago, diciembre de 2013, pp. 146-169. Sobreotros partidos polticos antiperonistas en el periodo, como el Partido Socialista y la Unin Cvica Radical,vase Marcela Garca Sebastiani, Los antiperonistas en la Argentina peronista. Radicales y socialistas en la

    poltica argentina entre 1943 y 1951, Buenos Aires, Prometeo, 2005.18As, a un ao del golpe de Estado, un editorial del diario El Siglosostena: Los tres Golpes que se han

    dado en el ao, han llevado ms y ms al gobierno argentino por el cauce nazi, distancindolo del resto de

    Amrica y convirtiendo a la camarilla nazi en un peligro para todo el resto del continente. Un ao del pri-

    mer golpe fascista en Amrica, enEl Siglo, Santiago, 4 de junio de 1944.19Prohibidas reuniones polticas en Argentina, enEl Siglo, Santiago, 23 de junio de 1943 y No quere-

    mos que Argentina siga siendo el pulmn del Eje, enEl Siglo, Santiago, 14 de junio de 1943.20La argentinidad, enEl Siglo, Santiago, 18 de agosto de 1943.

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    Quiz uno de los documentos que explica de manera ms completa y sistemticadicha concepcin fue un artculo publicado en junio de 1945 en la revista Principios

    por el dirigente comunista argentino Paulino Gonzlez Alberdi. Siguiendo la clsicadenicin de Georgi Dimitrov, sostena que el fascismo constitua la expresin poltica

    de los sectores ms reaccionarios del capital imperialista. Al explicar la presencia dedicho fenmeno en los pases latinoamericanos, que no seran imperialistas, sinozonas explotadas por el capital imperialista, planteaba que el fascismo era una polticaextranjera dirigida hacia estos y llevada adelante por la Alemania nazi y el Japn im-

    perialista para conquistarlos y utilizarlos en su plan de dominacin mundial21.La explicacin de Paulino Gonzlez Alberdi no solo apuntaba a reconocer al fascis-

    mo como un agente externo operando sobre la poltica latinoamericana sino, tambin,a identicar cules seran los actores locales que le servan de soportes. Segn su an -lisis, los grupos sociales que habran sido proclives a la recepcin del fascismo seranlos sectores ms reaccionarios de las oligarquas latinoamericanas, tradicionalessostenedores de dictaduras patriarcales. En su argumentacin, estos sectores habranvisto en la dominacin del nazismo alemn sobre Amrica Latina un modo de detenerel movimiento democrtico de los pueblos latinoamericanos, que se encontrabanen una transicin a la revolucin democrtico-burguesa. En efecto, para l la posibleconcrecin de la revolucin democrtico-burguesa haca temer a dichas oligarquas quesu base econmica de poder se quebrase, permitiendo una reestructuracin de la eco-noma que apuntara a transformaciones como la reforma agraria, la industrializacin,el crecimiento de los mercados internos, el aumento de la poblacin y el mejoramientode sus niveles de vida y consumo. Del mismo modo, la bsqueda de una salida progre-sista a los efectos de la crisis econmica de 1929, habra llevado a que aumentasen las

    posibilidades de una transformacin econmica de este tipo, lo que habra radicalizadola postura de estos sectores oligrquicos reaccionarios. Por lo dems, en su anlisislos acercamientos de los sectores oligrquicos hacia las potencias del Eje se vieronfacilitados por los efectos econmicos de la crisis de 1929. Esto, pues la disminucinde las exportaciones de materias primas hacia los compradores tradicionales, EstadosUnidos o Gran Bretaa, se acentuaba an ms, mximo cuando Alemania, Japn e Italia

    acrecentaban la compra de algunas materias primas para formar su stock blico. As,con un tono dramtico, Paulino Gonzlez sostena que los oligarcas iban inclinndosea asumir el papel de Gauleiters de Hitler y de incorporar a sus pases al nuevo ordenhitleriano con tal de contener el movimiento popular e impedir cambios econmicos

    progresistas22.Volodia Teitelboim, en una recensin con nes de divulgacin realizada al folleto

    de Victorio CodovillaHay que derrotar a la camarilla del GOU, explicaba cmo esteproceso se habra dado en Argentina. Sealaba, tambin, que la llegada al poder de la

    Unin Cvica Radical en Argentina, en el ao 1916, habra sido un paso decisivo para

    21Paulino Gonzlez Alberdi, La postguerra y el peligro fascista en Amrica Latina, en Principios, N 48,Santiago, junio de 1945, p. 15.

    22Op. cit., pp. 15-16. Los Gauleiters eran las autoridades zonales del Partido Nacional Socialista de losTrabajadores Alemanes.

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    la concrecin de la revolucin democrtico-burguesa, el que se habra visto abortadopor el golpe de Estado de Jos Flix Uriburu en el ao 1930. Este habra tenido un claro

    carcter oligrquico y habra evidenciado la participacin de elementos fascistas. Enopinin de Teitelboim, dicho retroceso haba sido posible por la falta de unidad de losradicales con la clase obrera, y por la insuciente conciencia poltica y organizacin

    del proletariado. En este sentido, el golpe de Estado del 4 de junio de 1943 habra te-nido mviles similares, y su n habra sido evitar los avances y la unidad de las fuerzas

    democratizadoras que el gobierno del presidente Ramn Antonio Castillo se habramostrado impotente para contener. Por lo mismo, Teitelboim sostena que la realizacindel putsch nazi, que llev al poder a la Camarilla del GOU, y su xito pasajerofueron posibles por la accin de fuerzas feudales y fascistizantes del interior 23. Unelemento presente en el anlisis que los comunistas chilenos y argentinos hacan del

    proceso poltico argentino, era la continuidad existente entre las motivaciones polticasque subyacan entre el periodo que sigui al golpe de Estado de Jos F. Uriburu el quems tarde sera conocido como la dcada infame y el Gobierno de la Revolucin deJunio. En este sentido, sostenan que el segundo haba llevado adelante las polticas de-fensivas de carcter oligrquico que el primero fue incapaz de actualizar. En esta mismalgica, no es de extraar que Paulino Gonzlez Alberdi haya sealado, en un discurso

    como delegado fraternal del Partido Comunista argentino ante el XIV Pleno del ComitCentral del PCCH, que los militares pro-nazis dieron el Golpe de Estado del 4 de

    junio de 1943 para impedir la Unidad Nacional, que estaba siendo forjada por un movi-miento popular incontenible24.

    La interpretacin comunista reconoca que las caractersticas iniciales del golpe deEstado de 1943 habran generado cierta confusin en los observadores, que habra lle-vado a algunos a ignorar o matizar el carcter fascista del rgimen. Esto se explicara

    por la diversidad de los grupos que en un principio prestaron su concurso al golpe deEstado, incluyendo la presencia de militares democrticos, y la laxitud de los plantea-mientos programticos expuestos por los militares al llegar al poder, los que incluan elanuncio de elecciones libres y cumplimiento de los Pactos de Rio. Dichas caracte-rsticas iniciales, segn Rodolfo Ghioldi, habran sido estratagemas destinadas a atraera los sectores democrticos del Ejrcito argentino y a desmovilizar a la oposicin. Dehecho, ya hacia octubre de 1943, el predominio del GOU y, por ende, de los sectoresfascistas, se habra consolidado y quedado al descubierto. Segn Paulino Gonzlez Al-

    berdi, junto con la consolidacin de la dictadura, se produjo el predominio dentro deella de los elementos nazis del GOU25. Este punto fue explicitado por Rodolfo Ghioldi,

    para quien:

    23Volodia Teitelboim, Una advertencia a Amrica: el anlisis de Codovilla sobre el peligro del GOU, enPrincipios, N 44, Santiago, febrero de 1945, pp. 47-48.

    24Paulino Gonzlez Alberdi, El gobierno de Ramrez: pulmn de la conspiracin nazi en Amrica Lati-na, enPrincipios, N 32, Santiago, febrero de 1944, p. 33.

    25Ibid. Tambin vase El GOU, la logia nazi que gobierna en la Argentina, enEl Siglo, Santiago, 18 dediciembre de 1943.

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    Las modalidades confusionistas de que hubo de rodearse el grupo pro-nazi explican la hete-rogeneidad original del Gobierno (despus del golpe del 4 de junio se produjeron dos golpes

    de palacio complementarios: el del 5 de junio que defenestr al presidente Rawson, y el del 5y el 13 de octubre, que previa eliminacin de los ministro rupturistas, dio denitivamente el

    sentido nazi al Gobierno)26.

    En este sentido, el ascenso de la gura de Juan Domingo Pern en el gobierno fue

    interpretado como la consumacin del carcter fascista del rgimen, el que ya hacia -nes de 1945 y con miras a la eleccin de 1946, era llamado como naziperonismo.

    La asimilacin del Gobierno de la Revolucin de Junio y del peronismo incipientecon el fascismo, y especcamente con la experiencia nazi, fue reforzada con las acusa-ciones de antisemitismo27. En este sentido, la prensa comunista chilena hizo eco de las

    denuncias de los comunistas argentinos sobre atentados y agresiones sufridas por la co-munidad juda argentina, y los sealaron como la tpica expresin del nazifascismo en-tronizado por el GOU28. Del mismo modo, las prcticas represivas del Gobierno de laRevolucin de Junio fueron calicadas de gestapistas, y se busc resaltar los elemen-tos de similitud y liacin entre el accionar policial argentino y el de la Alemania nazi29.

    Uno de los tpicos relevantes del Gobierno de la Revolucin de Junio, en particulardel ascenso de Juan D. Pern al interior de este, fueron los crecientes contactos del rgi-men con el movimiento obrero y la creacin de una institucionalidad proclive a incorpo-rar las demandas de dicho sector30. En este sentido, conocer la visin de los comunistassobre dichas transformaciones es interesante, pues se trata de un elemento que podra

    tensionar su interpretacin sobre el carcter oligrquico del rgimen. En el caso de loscomunistas, el reconocimiento de la profundidad de las transformaciones en las polticaslaborales que se encontraba implementando el Gobierno de la Revolucin de Junio fuemnimo. En el ya citado discurso al pleno del Comit Central del PCCH, Paulino Gon-zlez Alberdi calic las polticas laborales de la dictadura argentina como corporati-vismo fascista, y sostuvo que el neofascismo impuls la dictadura militar que se im-

    puso combinando las medidas demaggicas y las promesas falsas tendientes a paralizarla resistencia contra ellas, con las medidas de fuerza contra los sectores ms conscientesdel pueblo31. La frase de Paulino Gonzlez Alberdi resume los grandes lineamientoscon que los comunistas intentaron explicar la aparicin de sectores obreros favorables al

    26Rodolfo Ghioldi, Sobre el ritmo de la Unidad Argentina, en Principios,N 31, Santiago, enero de1944, p. 32.

    27Esto fue representado en la caricatura. As, los dibujantes deEl Siglomostraron a un ocial argentinosujetando un galn de pintura, mientras un manifestante, armado de una brocha, rayaba en una pared la con-signa mueran los judos. En Argentina, enEl Siglo, Santiago, 8 de enero de 1946,

    28Los comunistas argentinos repudian atentados peronistas contra judos, en El Siglo, Santiago, 2 deenero de 1943.

    29Esto se hace patente en el diarioEl Siglo, a lo largo del ao 1945 e inicios de 1946.30Esta situacin ha sido tratada por diversos autores. En este sentido, destacan los aporte de Juan Carlos

    Torre,Ensayos sobre movimiento obrero y peronismo, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2012, en especial la

    parte II:1943-1946. La gestacin del vnculo entre trabajadores, sindicatos y Pern, pp. 73-231 y Hugo delCampo, Sindicalismo y peronismo, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2005, sobre todo la segunda parte: Elmovimiento obrero y el coronel Pern, pp. 171-360.

    31Gonzlez Alberdi, El gobierno de Ramrez..., op. cit., p. 33.

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    Gobierno de la Revolucin de Junio. Estos se explicaran por la capacidad de movilizara sectores obreros con escasa conciencia de clase, a travs de medidas demaggicas yreformas de carcter parcial, y por la represin hacia el movimiento obrero organizadode carcter clasista. En dichas crticas no estuvieron ajenos los afanes de ridiculizacin,como cuando Paulino Gonzlez Alberdi sostuvo que el rgimen habra cado en actostan ridculos, tendientes a comprar algn apoyo obrero, como la circular enviada porPern a las empresas con motivo de navidad en la que reclamaba el regalo de un pandulce y vinos licorosos a los obreros32.

    Los comunistas chilenos mantuvieron un anlisis idntico al de sus pares argentinos.As, en octubre de 1945, Ricardo Fonseca acusaba al Gobierno de la Revolucin deJunio de haber montado una enorme burocracia nazi, especialmente en la secretaradel trabajo y en el aparato de propaganda. Pese a mostrar los esfuerzos de los militaresargentinos por cooptar a los sindicatos a travs del Estado, se mantuvo en la lnea desostener que los trabajadores movilizados por el peronismo eran aquellos con escasaconciencia de clase, y que la mayora del movimiento obrero argentino tenda a recha-zar. As, Ricardo Fonseca sostena que el Gobierno de la Revolucin de Junio disolvilos sindicatos libres y en los sindicatos amarillos, en la directiva de la CGT y de los em-

    pleados del comercio, coloc a elementos corrompidos, apatronados y serviles, hoy re-pudiados por obreros y empleados33. Paradjicamente, este anlisis de Ricardo Fonsecafue publicado el mismo mes en que la manifestacin callejera evidenci la fortaleza dela alianza entre Juan Domingo Pern y el movimiento obrero organizado.

    Esta situacin queda patente en el modo en que la prensa comunista chilena satiriza los sectores populares adherentes al peronismo. En las caricaturas deEl Siglo,referi-das a las manifestaciones peronistas, sus participantes eran mostrados como delincuen-tes de aspecto facineroso, muchos de ellos armados de garrotes, mientras otros portabancarteles vivando a Juan D. Pern, pero con faltas de ortografa. Se trata de una imagenque busca asociar al pueblo peronista al lumpen y a los sectores obreros sin concien-cia de clase, anttesis de la cultura obrera ilustrada y de la moralidad que esperaran enun militante comunista34. As, los sectores populares movilizados a favor del peronismofueron llamados bandas peronazis, y su actuacin fue asimilada a la de los camisas

    pardas del nacional socialismo alemn35.

    32Gonzlez Alberdi, El gobierno de Ramrez..., op. cit., p. 28.33Ricardo Fonseca, Los ltimos das del GOU, enPrincipios,N 52, Santiago, octubre de 1945, p. 21.34Manifestacin peronista, en El Siglo, Santiago, 20 de enero de 1946. Sobre la moral y el deber ser

    que se esperaba de los militantes comunistas chilenos vase lvarez Vallejos, op. cit.,pp. 49-58. Dicho tematambin ha sido estudiado para el caso de los orgenes del socialismo en el norte de Chile en Julio Pinto yVernica Valdivia, Revolucin proletaria o querida chusma? Socialismo y Alessandrismo en la pugna por la

    politizacin pampina (1911-1932), Santiago, LOM Ediciones, Santiago, 2001, p. 155. Al respecto tambin vase

    Marco Gonzlez M, Comunismo chileno y cultura Frente Popular. Las representaciones de los comunistaschilenos a travs de la revista Principios, 1935-1947, en Izquierdas, N 11, Santiago, diciembre de 2011, pp.63-65.

    35No puede haber elecciones con Estado de Sitio, enEl Siglo, Santiago, 28 de enero de 1946.

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    LASINTERPRETACIONESCOMUNISTASSOBREELPAPELDELGOBIERNODELAREVOLUCINDEJUNIOENLASEGUNDAGUERRAMUNDIALYELORDENINTERNACIONALDEPOSGUERRA

    Los comunistas sealaron que el Gobierno de la Revolucin de Junio y el peronismo ha-bran sido instrumentos de penetracin del Eje en Amrica Latina, destinados, en primerlugar, a ralentizar el esfuerzo de guerra aliado, generando un foco diversionista en elhemisferio occidental y, en segundo lugar, a amparar elementos del Eje que escapabande Europa. Tambin sealaron que la situacin de dicho gobierno era asimilable a la del

    rgimen de Francisco Franco, en cuanto se trataba de dictaduras fascistas que habranlogrado resistir a la masiva derrota de dichos regmenes que advino con el n de la Se-gunda Guerra Mundial, y que ambos estaban concertados con el n de dar continuidad

    en Amrica a las polticas del Eje. As lo sostuvo en enero de 1944, en la revistaPrinci-pios, el dirigente comunista argentino Rodolfo Ghioldi. En sus palabras, la Argentinade los coroneles nazistas constitua el mayor peligro para la solidaridad continental,

    pues no solo sera la mirilla del Eje en el hemisferio sino su campo de operaciones parala intriga, la disociacin, el espionaje y, eventualmente, para ensayar la creacin de unfoco diversionista36.

    La negativa del gobierno argentino a romper relaciones con el Eje fue mostrada porlos comunistas chilenos como una manifestacin patente de esta situacin. Estos juiciosse mantuvieron en el tiempo, incluso, con posterioridad a la ruptura de relaciones de Ar-gentina con el Eje. Segn la Comisin Poltica del Partido Comunista de Chile, la ruptu-ra, llevada adelante bajo la presidencia de Pedro Pablo Ramrez el 26 de enero de 1944,habra sido puramente formal y maniestamente insincera, lo que habra quedado en

    evidencia cuando, tras dicho rompimiento, el grupo militar Farrell-Pern desplaz algeneral Ramrez y elev al poder al sector que combati la ruptura, que se caracteriza

    por su hostilidad a las Naciones Unidas37.Elias Lafferte refrend dichas apreciaciones, y explic cmo Argentina podra ejer-

    cer esta funcin de foco diversionista en Amrica, sealando que el Gobierno de la

    Revolucin de Junio rompa la poltica de Unidad Americana en la lucha contra el Eje,generando situaciones conictivas entre los pases latinomericanos, las que podran lle-gar a incluir ataques a pases vecinos. Esta situacin distraera al continente del esfuer-zo blico y debilitara las posiciones de los sectores democrticos en toda Amrica38.

    Los modos en que Argentina realizara esta funcin sera llevando adelante una po-ltica exterior agresiva, destinada a instalar regmenes dictatoriales que le sirvieran dealiados, poniendo n a su aislamiento en el concierto latinoamericano y rompiendo la

    unidad continental, lo que implicara un peligro para el panamericanismo39. As, Galo

    36Ghioldi, Sobre el ritmo..., op. cit., p. 32.37 Sobre el reconocimiento del Gobierno Argentino por el Gobierno Chileno, en Principios, N 34,

    Santiago, abril de 1944, p. 47. Esta apreciacin de la ruptura de los comunistas chilenos estaba en absolutaanidad con la visin sobre esta mostrada por los comunistas argentinos. De hecho la declaracin del Partido

    Comunista argentino sobre dicho tema, del 26 de enero de 1944, fue citada por Galo Gonzlez en su artculo50 aos de Vittorio Codovilla,Principios, N 33, Santiago, marzo de 1944, pp. 11-12.

    38Elas Lafferte, El GOU peligro para Amrica, enPrincipios, N 37, Santiago, julio de 1944, 20.39El GOU est en Guerra con el Panamericanismo, enEl Siglo, Santiago, 4 de julio de 1944.

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    Gonzlez sostena que el Gobierno de la Revolucin de Junio maniobraba febrilmen-te en los pases vecinos para colocar dictaduras militares pro-nazis que le sirvan derespaldo40. Segn dicha interpretacin, el gobierno de facto instalado en Bolivia tras elgolpe de Estado de diciembre de 1943, que llev al poder al mayor Gualberto Villarroel,habra tenido un claro signo pronazi. As, se tild de nazista al Movimiento Naciona-lista Revolucionario de Vctor Paz Estenssoro, que dio su apoyo a dicho gobierno, y seenfatiz en que la ayuda del Gobierno de la Revolucin de Junio habra sido el factordecisivo para la consumacin del golpe de Estado que lo llev al poder41. Una situacinsimilar habra tenido lugar en Paraguay, donde el gobierno de Higinio Mornigo se ha-

    bra tornado una dictadura lonazi que mantena estrechas relaciones con el gobierno ar-gentino42. Segn la interpretacin comunista, en el resto de los pases latinoamericanos,el Gobierno de la Revolucin de Junio habra alentado a sectores pronazis, calicados

    como quintacolumnistas que amenazaran las democracias. As, segn Galo Gonzlez,los integralistas en Brasil, los sinarquistas en Mxico, los conservadores en Colombia,los herreristas en Uruguay responden a las mismas directivas43.

    En el discurso comunista, el carcter agresivo del Gobierno de la Revolucin de Ju-nio no solo se habra evidenciado en el afn de instaurar dictaduras aliadas en los pasesvecinos sino, tambin, en el desarrollo de una poltica armamentista, caracterizada porla reorientacin de la industria nacional hacia nes blicos, y en el despliegue de un

    discurso pblico y una poltica educativa destinada a promover el expansionismo argen-tino44. Esta poltica se habra hecho notar en una actitud agresiva hacia Brasil45. SegnElias Lafferte:

    Millones de pesos argentinos han sido gastados en armamentos por el GOU. Toda la indus-tria est al servicio de la preparacin militar. En el primer aniversario del golpe de Estado serealiz una exposicin con aparatosidades nazis, en la que se exhibieron los tanques de 35toneladas, los aviones, los caones, ametralladoras, etc., que se construyen aebradamente en

    el pas. Ese mismo da, en todas las escuelas y colegios secundarios se dieron clases alusivasy se escribieron frases exaltadoras del papel dominante que la Argentina debe desempear en

    Amrica Latina46.

    Junto con denunciar la funcin diversionista que estara cumpliendo el Gobier-

    no de la Revolucin de Junio en el concierto americano, los comunistas chilenos seabocaron a evidenciar cmo Argentina se habra transformado en destino de agentes ycapitales del Eje en fuga desde Europa. Este discurso se hizo presente con el retrocesoalemn en ambos frentes, desde el segundo semestre del ao 1944 y se mantuvo en la

    posguerra. As, a poco de terminar la guerra, Juan Vargas Puebla sostuvo, en un folleto

    40Gonzlez, 50 aos...,op. cit., pp. 11-12.41Lafferte, El GOU..., op. cit., p. 22.42Gonzlez Alberdi, La postguerra...,op. cit., p. 15.43Galo Gonzlez, Un grave peligro para Chile,Principios, N 40, Santiago, octubre de 1944, p. 22.44El GOU ya habla de Guerra en el Continente!. Las confesiones del nazi Pern, enEl Siglo, Santiago,

    10 de junio de 1944.45El GOU provoca a Brasil y a los EEUU, enEl Siglo, Santiago, 14 de diciembre de 1943.46Lafferte, El GOU...,op. cit., p. 22.

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    de su autora titulado Buenos Aires, el Vichy de Amrica, que los nazis, derrotadosen Europa, se estaban refugiando con sus capitales, ayudados por Franco, en la Argen-tina, para tratar de rehacerse en nuestro continente47. Las denuncias sobre la llegada deespas y agentes alemanes a Amrica a travs de Argentina, que fueron publicadas por la

    prensa comunista durante la guerra, comenzaron a ser cambiadas por las que describanla llegada de criminales de guerra nazis y colaboracionistas prfugos desde el segundosemestre de 1944 en adelante.

    En esta misma tnica, el Gobierno de la Revolucin de Junio fue asimilado a losregmenes de Francisco Franco en Espaa y de Antnio de Oliveira Salazar en Portu-gal. Desde sus orgenes, a mediados de 1943, la dictadura argentina fue sealada como

    un elemento remanente del fascismo en el contexto internacional, en un momento deretroceso de las fuerzas del Eje. Dicho discurso tambin se reforz desde el segundosemestre de 1944 y se mantuvo vigente tras el n de la Segunda Guerra Mundial. As lo

    hizo el equipo editorial de la revistaPrincipioscuando sealaba, de manera dramtica,que el nuevo orden de posguerra acordado por los aliados en la conferencia de Yalta sevea empaado por la presencia de Argentina, bajo la frula sangrienta del GOU; Espa-a, bajo el rgimen torturador e ignominioso de Franco; Portugal, bajo los fascistas de

    Oliveira Salazar48. No es de extraar que en el diario El Siglo, las noticias referidas aEspaa y Argentina fueran publicadas de manera contigua.

    La asimilacin que los comunistas hacan entre el franquismo y el Gobierno de laRevolucin de Junio no se reduca a sacar a relucir las similitudes y coincidencias entreambos regmenes, sino, tambin, a evidenciar los vnculos que existiran entre ellos. Enefecto, las denuncias de dirigentes comunistas argentinos, expuestas y reproducidas porlos comunistas chilenos, sostenan que la poltica exterior del Gobierno de la Revolu-cin de Junio responda a lineamientos diseados en Alemania y difundidos de manera

    camuada por la Espaa franquista. As lo sostuvo Elias Lafferte, quien dijo: las emba-jadas argentinas, en complicidad con la Falange Espaola, bajo la direccin de los nazis,

    sirven como focos para la conspiracin antidemocrtica49. En este sentido, denunciaronlas instituciones a travs de las cuales el rgimen franquista pretenda reforzar sus lazoscon la Amrica y difundir el hispanismo. Esto fue expuesto por Rodolfo Ghioldi, quien

    plante:

    La poltica exterior del GOU no es accidental ni improvisada. Cumpliendo los dictados deHitler y Von Ribbentrop, el embajador Von Thermann la impuso con la ayuda de Franco y delConsejo de la Hispanidad, creado en 1941 con el propsito, como deca el Diario Espaol

    de Buenos Aires el 12 de Febrero de 1943, de cumplir su n en el logro de una expansin

    ultramarina. Expansin del fascismo espaol, movido a voluntad por el nazismo germano50.

    47Juan Vargas Puebla, La conferencia de Mxico bajo el signo de la derrota Nazi, enPrincipios, N 44,Santiago, febrero de 1945, p. 22.

    48Los resultados de la conferencia de Yalta, en Principios, N 44, Santiago, febrero de 1945, p. 13.49Alamiro Castillo, La semana poltica, enErcilla, N 454, Santiago, 12 de enero de 1944, p. 5.50 R. Ghioldi habla sobre Argentina. Conferencia pronunciada en el Ateneo de Montevideo, en

    Principios, N 43, Santiago, enero de 1945, p. 19.

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    Segn esta visin, hacia el nal del conicto blico y en la posguerra, el rgimen

    franquista y el Gobierno de la Revolucin de Junio habran actuado coordinados parapermitir la fuga de jerarcas nazis, criminales de guerra, colaboracionistas y capitales delEje hacia Amrica. Segn Galo Gonzlez, estos elementos se concentraran en Espaa

    y Portugal y desde all, con la ayuda de los gobiernos de Franco y Salazar, pasaran consus capitales a Argentina y a otros pases de Amrica, en un plan minuciosamente pre-

    parado, tendiente a reconstituir las las fascistas bajo cualquier nombre, tomando las

    formas ms camuadas, a objeto de crear dicultades en la postguerra51.

    LASEXIGENCIASCOMUNISTASALAPOLTICAEXTERIORCHILENAANTEELGOBIERNODELAREVOLUCINDEJUNIO

    Durante todo el periodo estudiado, los comunistas exigieron a la cancillera chilena elestablecimiento de una poltica exterior condenatoria hacia la dictadura argentina. Desdeun comienzo, en el ao 1943, los comunistas realizaron campaas para que el gobierno

    chileno realizara gestiones para la liberacin de los presos polticos en Argentina52. Almismo tiempo, y en cuanto los comunistas chilenos consideraron al rgimen argentinocomo una amenaza a la unidad continental y la causa de las Naciones Unidas, hicieronllamados a que la poltica exterior chilena apuntara a romper relaciones y aislar interna-cionalmente al gobierno argentino53. Dicha poltica se volvi ms tajante en enero delao 1944. El pleno del Comit Central del Partido Comunista de Chile, que tuvo lugar

    entre los das 9 y 12 de dicho mes, dej en claro dicha lnea. El informe central del ple-no, realizado por el senador Elas Lafferte sostuvo la necesidad de establecer un cordndemocrtico que asle la dictadura del GOU, y la realizacin de un llamado a los demsgobiernos de Amrica a romper relaciones diplomticas con el Gobierno de Ramrez54.

    La convocatoria a romper relaciones con el rgimen argentino llev a que prontolos comunistas entraran en conicto con las posiciones de la propia cancillera chilena.

    Estas se hicieron patentes cuando el gobierno chileno reconoci al gobierno del generalEdelmiro Farrell, quien asumi el poder de manera interina en febrero de 1944 y de-nitiva en marzo de ese mismo ao. En una resolucin fechada en marzo, la comisin

    poltica del Partido Comunista sostuvo que el reconocimiento favoreca al Eje y a los

    enemigos de la poltica de solidaridad del conjunto de las naciones americanas55.

    51Gonzlez, Un grave peligro...,op. cit., p. 19.52Que Su Excelencia interceda por los presos polticos de la Repblica Argentina, en El Siglo, Santia-

    go, 18 de septiembre de 1943.53Sobre la poltica exterior chilena en tiempos de la Segunda Guerra Mundial vase Joaqun Fermandois,

    Guerra y hegemona 1939-1943: Un aspecto de las relaciones chileno-norteamericanas, enHistoria, N 23,Santiago, 1988, pp. 5-51; Joaqun Fermandois,Mundo y n de mundo. Chile y la poltica mundial. 1990-2004,Santiago, Ediciones Universidad Catlica de Chile, 2005, pp. 145-172 y Rafaelle Nocera, Chile y la Guerra.1933-1943, Santiago, Ediciones de la Direccin de Bibliotecas, Archivos y Museos, Centro de InvestigacionesDiego Barros Arana, coleccin Sociedad y Cultura, 2006, vol. XLI. Tambin vase Michael J. Francis, The

    Limits of Hegemony. United States Relations with Argentina and Chile during World War II, Notre Dame/Lon-don, The University of Notre Dame Press, 1977.

    54Nota de presentacin al texto de Gonzlez Alberdi, El gobierno de Ramrez..., op. cit., p. 33.55Sobre el reconocimiento...,op. cit., p. 48.

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    Desde el Congreso, el senador comunista Carlos Contreras Labarca reforz estas in-vectivas:

    La clase obrera y el pueblo de Chile y las organizaciones polticas partidarias de la democra-cia, sin distincin de ninguna especie, estn alarmadas ante el giro que ha tomado la polticaexterior del gobierno, que estorba los esfuerzos de Roosevelt y de la democracia americana afavor de la unidad continental, y reclaman un cambio inmediato en el sentido de que Chile, envez de realizar una poltica de apaciguamiento que nos hace aparecer como cmplices de lospropsitos aventureros y agresivos del GOU, adopte una clara y rme actitud de cooperacin

    con todos los pases del continente para la defensa de la democracia y el aniquilamiento delfoco nazi surgido en el pas vecino56.

    Las acusaciones del Partido Comunista apuntaron con especial fuerza en contra deConrado Ros Gallardo, embajador en Argentina, quien fue acusado de dar a ese recono-cimiento el carcter de una ostensible manifestacin de cooperacin57. Con posterio-ridad, en octubre de 1944, se le acus de participar en un mitin de los nazis argentinoscontra las Naciones Unidas58. As, la exigencia de su renuncia se transformara en una

    bandera de lucha del Partido Comunista durante los meses siguientes.Durante el ao 1944, los parlamentarios comunistas cuestionaron las polticas del

    canciller Joaqun Fernndez, y lideraron en el Congreso una campaa destinada a exigir

    de parte de la Cancillera una clara poltica de aislamiento del gobierno argentino. Ensus acusaciones, los parlamentarios comunistas pusieron un particular nfasis en denun-

    ciar la accin de agentes de las potencias del Eje, espas y saboteadores, que se intro-duciran en Amrica Latina a travs de Argentina, y los peligros que representara paraChile la poltica exterior del Gobierno de la Revolucin de Junio59.

    Como parte de la crtica a la poltica exterior chilena, cuestionaron los afanes de laCancillera y de algunos sectores polticos por buscar un tratado aduanero con Argen-tina. Si bien reconocan que, en condiciones normales, la disminucin de las barrerasarancelarias entre ambos pases podra signicar la entrada de alimentos ms baratos,

    demanda que ya era una bandera de lucha tradicional en las corrientes obreristas y de laizquierda, sostuvieron que dicho intercambio armara la posicin de la dictadura argen-tina, adems de abastecer su industria blica con productos mineros chilenos60. En este

    sentido, y de manera drstica, Juan Vargas Puebla propuso el cese de todo intercambiocomercial con estos bandidos61.En medio de estos debates, los sectores de la opinin pblica chilena que se mostra-

    ron favorables al Gobierno de la Revolucin de Junio fueron tildados por los comunistas

    5616 Sesin ordinaria, 4 de julio de 1944, en Senado de Chile,Boletn de Sesiones, Santiago, 1944, p. 584.57Sobre el reconocimiento...,op. cit., p. 48.58Declaracin de la Comisin Chilena de Solidaridad con el Pueblo Argentino citada en Galo Gonzlez,

    Con ardides diplomticos el GOU pretende ocultar su agresividad, en Principios, N 42, Santiago, diciem-bre de 1944, p. 32.

    59Lafferte, El GOU..., op. cit.,p. 23.60La cordillera libre favorece al GOU no a nuestro pueblo, enEl Siglo, Santiago, 9 de julio de 1944.61Juan Vargas Puebla, Decisiones histricas del Congreso de la CTAL, en Principios, N 43, Santiago,

    enero de 1945, p. 16.

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    de nazistas, y de quinta columna nazi en Chile. Especial encono tuvieron las denun-cias contra aquellos parlamentarios que sostuvieron contactos con el gobierno argentino,ya fuese a travs de viajes o de reuniones en la embajada en Santiago. Fue el caso deEnrique Caas Flores, a quien se acus de pertenecer al sector pronazi del Partido Con-servador y Gustavo Vargas Molinare, a quien se le encar su militancia nacista. Astambin fueron llamados Juan Bautista Rossetti, Arturo Olavarra y el alcalde de San-tiago Galvarino Gallardo Nieto62. Del mismo modo, los sectores de la poltica chilena,reacios a la ruptura contra Argentina, fueron motejados de munichistas y apaciguado-res. Dicho trmino fue utilizado para caracterizar las polticas de la cancillera chilena63.

    En las fuentes comunistas cuando se mencionaba al munichismo, se haca alusinal sector presente en los pases aliados occidentales, vinculado a los sectores ms re-accionarios del capital imperialista, que, reviviendo la estrategia de apaciguamientodel periodo anteblico, buscaran una paz pactada con el Eje y romper pronto la alianzacon la Unin Sovitica. En la prensa comunista dicha postura era mostrada en oposicina las directrices tomadas en Tehern y Yalta. Por extensin, se utilizaba para aquellosdispuestos a mantener vnculos con los gobiernos argentino y espaol, por lo que sigui

    siendo utilizado tras el n de la Segunda Guerra Mundial64.As, el diputado Natalio Berman insista en que la postura de la Cancillera era una

    claudicacin contra el fascismo y que se opona a las resoluciones de los pases aliados,al mismo tiempo que defenda la Poltica de Unidad Nacional, sostenida por el PartidoComunista:

    De la Conferencia de Tehern, que constituye una alianza militar entre el mundo capitalista yel mundo socialista, surge la poltica de unin nacional que propicia el Partido Comunista. LaUnin Nacional agrupa a todos los sectores de la poblacin para luchar con responsabilidady rmeza contra el fascismo, por la armacin de la Democracia y por la industrializacin

    nacional del pas. La Unin Nacional no acepta ninguna concesin de tipo munichista al fas-cismo. Es por ello que este da repetimos que nuestra actitud frente al GOU corresponde a laque han adoptado las cancillera de Estados Unidos, Inglaterra, Mxico y Cuba al anunciar suresolucin de retirar sus misiones diplomticas de Argentina para defender al continente delos propsitos blicos del GOU, foco nazi de Buenos Aires65.

    Siguiendo estas directrices, hacia el n de la Segunda Guerra Mundial, la campaade los comunistas se orient a evitar la entrada del gobierno argentino en el nuevo ordeninternacional que surgira con la posguerra. Con este n, pugnaron para que la cancille-ra chilena mantuviese una postura contraria a la admisin del gobierno argentino en lasconferencias internacionales en que participaran los pases americanos y para que estasreforzaran las sanciones contra el Gobierno de la Revolucin de Junio.

    62Lafferte, El GOU..., op. cit.,p. 23.63Ibid.64La nocin de munichismo se encuentra desarrollada en numerosas publicaciones comunistas, en es-

    pecial en la revistaPrincipios, donde es tratada con mayor profundidad. Uno de los textos en que est mejorsintetizado es el de Vargas Puebla, Decisiones histricas...,op. cit., p. 14.

    65De la Conferencia de Tehern surge la Unidad Nacional que propicia el P.C., enEl Siglo, Santiago, 5de julio de 1944.

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    As, los comunistas chilenos mantuvieron una rme posicin de rechazo en las dis -cusiones que durante el ltimo trimestre de 1944 suscitaron las invitaciones realizadas

    por el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino para la realizacin de una Con-ferencia de Cancilleres Latinoamericanos. Dicha iniciativa, lanzada en octubre por elcanciller argentino Orlando Peluffo, apuntaba a generar presin desde pases latinoame-ricanos proclives a la integracin de Argentina en las conferencias internacionales queestaban por venir66. Si bien dicha tentativa no logr sus objetivos, s gener un ampliodebate en Chile. La postura de la cancillera chilena, aunque no mostr entusiasmo conla iniciativa, seal que esta se ajustaba nominalmente a los usos y derechos de estos

    tratados internacionales y que desde este punto de vista deba considerarse67. Dichaposicin fue rechazada por los comunistas. De este modo, Galo Gonzlez seal que

    el pedido de una conferencia de cancilleres que ha formulado el canciller argentino Pe-luffo, responda a la aspiracin de dividir el continente; realizar su vieja ambicin deaislar a los Estados Unidos y colocar a una parte de los gobiernos latinoamericanos bajola hegemona de los coroneles del GOU, en un bloque contrario a las Naciones Unidas68. Del mismo modo, los comunistas dieron publicidad a las declaraciones de la Comi-sin Chilena de Solidaridad con el Pueblo Argentino, presidida por Gabriel GonzlezVidela, la que consideraba:

    [...] inconveniente que se acceda al pedido de la dictadura fascista argentina, y solicitar, encambio, que se intensique el aislamiento internacional de ese foco nazi, al mismo tiempo que

    los ciudadanos y organizaciones libres de Amrica ayudan a luchar al pueblo argentino contrasu gobierno y reclaman la libertad de los presos polticos argentinos69.

    La campaa comunista continu con miras a la realizacin de la Conferencia Intera-mericana sobre Problemas de la Guerra y de la Paz, que tendra lugar en Chapultepec,Mxico, entre nes de febrero e inicios de marzo de 1945. Con anterioridad a la confe-rencia, los dirigentes comunistas chilenos sealaron que la cancillera chilena y sus pa-res latinoamericanas deban tomar medidas condenatorias contra el rgimen argentino,con el n de ayudar a la lucha interna de la oposicin argentina. As, Juan Vargas Puebla

    sostuvo que la Conferencia de Mxico no debera obstaculizar con medidas de conci-liacin la tarea de los patriotas argentinos, sino que deber facilitarla con medidas deaislamiento y sanciones contra el GOU70.

    Tras la realizacin de la conferencia, la direccin del Partido Comunista de Chilerealiz un balance marcado por el desencanto, el que, si bien reconoca que se habamantenido el aislamiento del rgimen argentino, sostena que no se haban tomado me-didas drsticas contra este:

    66Ercilla, N 508, Santiago, 23 de enero de 1945, p. 7.67Ibid.68Gonzlez, Con ardides diplomticos...,op. cit.,p. 29.69Op. cit., p. 32. Profundizaremos en dicha organizacin en el cuarto apartado de este artculo.70Vargas Puebla, La Conferencia de Mxico..., op. cit.,p. 2.

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    [...] la resolucin de la conferencia de Mxico contra el GOU no fue lo sucientemente dura

    para condenarlo [...] resultado de las maniobras puestas en prctica por representantes de re-

    gmenes antidemocrticos, dictatoriales, que an subsisten en Amrica, y que teman que deMxico hubiesen salido sanciones que hubiesen constituido un valioso aporte en la lucha delpueblo argentino contra el GOU71.

    La actitud de los comunistas se torn abiertamente crtica ante los resultados de laConferencia de San Francisco, que tuvo lugar en abril de 194572. La admisin de Argen-tina en las Naciones Unidas, dictaminada en dicha conferencia, fue mostrada como untriunfo del fascismo. En palabras de Galo Gonzlez, la entrada de Argentina habrasido obra de sectores munichistas y poda ser interpretada como una derrota para las

    pocas delegaciones ms consecuentemente antifascistas, lideradas por la Unin Sovi-

    tica73. El mismo dirigente comunista, sostuvo:

    La admisin del Gobierno del GOU signic un duro golpe para la democracia, pues con

    l se permiti la entrada del caballo de Troya del fascismo. Esto ha sido tanto ms grave porcuanto se hizo bajo el pretexto de soldar la unidad de las naciones americanas74.

    71Galo Gonzlez, Tareas prcticas frente a la Conferencia de Mxico, en Principios, N 45-46, San-tiago, marzo-abril de 1945, p. 4.

    72El senador comunista Carlos Contreras Labarca fue parte de la delegacin chilena ante la Conferenciade San Francisco. En dicha delegacin, fueron incluidos altos funcionarios de CORFO, altos ociales de Fuer-zas Armadas y se dio presencia a miembros del Congreso Nacional, teniendo en cuenta la diversidad de parti-dos polticos que tenan representacin parlamentaria. Segn Enrique Bernstein, en la delegacin participaronlos senadores Miguel Cruchaga y Eduardo Cruz Coke (conservadores), Jos Maza (liberal), Gabriel GonzlezVidela (radical), Carlos Contreras Labarca (comunista) y los diputados Amilcar Chorrioni (radical), EnriqueAlcalde (conservador), Alfonso Campos (liberal) y Cesar Godoy Urrutia (comunista). Vase Enrique Berns-tein Carabantes,Recuerdos de un diplomtico, Santiago, Editorial Andrs Bello, 1984, p. 83. La participacinde Carlos Contreras, gener una importante controversia en el Partido Comunista, a quien se recrimin por nohaber tenido una postura enrgica en pblico ante la decisin del canciller Joaqun Fernndez de aprobar elingreso de Argentina a las Naciones Unidas y no haber hecho lo suciente para solidarizar con la delegacin

    sovitica, en la postura de dicho pas en relacin con el uso del derecho a veto en la organizacin. Esta situa-cin qued en evidencia en las crticas realizadas por Galo Gonzlez a Carlos Contreras Labarca en el XIII

    Congreso del Partido Comunista de Chile, realizado en Santiago entre el 8 y el 15 de diciembre de 1945 y, conposterioridad, en su salida de la secretara general del Partido para ser reemplazado por Ricardo Fonseca, enoctubre de 1946. Estas incidencias se enmarcan en las crticas ms profundas a la gestin de Carlos ContrerasLabarca, cuya conduccin fue acusada de Browderismo, y en la transicin del Partido Comunista hacia unalnea estratgica de Lucha de Masas. Al respecto, vase Carlos Contreras Labarca, La lucha del Pueblo porla reorganizacin de Chile. Informe presentado ante el XIII Congreso Nacional del Partido Comunista en su

    Sesin Inaugural, Celebrada en el Teatro Caupolicn el 8 de diciembre de 1945, y texto de las resoluciones

    aprobadas, Santiago, Ediciones Nueva Amrica, 1946; Luis Corvaln, Ricardo Fonseca. Combatiente ejem-plar, Santiago, Austral, 1971, pp. 160-169; Volodia Teitelboim, Un hombre de edad media, Santiago, Suda-mericana, 1999, pp. 179-180, Jorge Rojas Flores, Historia, historiadores y comunistas chilenos, en ManuelLoyola y Jorge Rojas (editores), Por un rojo amanecer. Hacia una historia de los comunistas chilenos, San-tiago, Impresora Valus S.A., 2000, p. 29; Damin Lo Chvez, Comunismo rupturista en Chile (1960-1970),tesis para optar al grado de licenciado en Historia, Santiago, Universidad de Chile, Departamento de Ciencias

    Histricas, 2012, pp. 17-19.73Galo Gonzlez, Las maniobras del fascismo para sobrevivir, en Principios, N 48, Santiago, junio de

    1945, p. 27.74Ibid.

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    Paulino Gonzlez Alberdi, adverta, en un artculo publicado en la revistaPrincipios,que la admisin a las Naciones Unidas de una Argentina gobernada por los militaresde la Revolucin de Junio era un triunfo de los elementos munichistas, compuestos

    por los sectores ms reaccionarios del capital nanciero de Estados Unidos y Gran

    Bretaa y las oligarquas latinoamericanas, que habran maniobrado para romper la

    unidad de accin entre esas dos potencias y la Unin Sovitica75. Teniendo en cuentala correlacin de fuerzas de los sectores que permitieron el ingreso de Argentina a las

    Naciones Unidas, Ricardo Fonseca refrend esta interpretacin, sosteniendo que laadmisin de Argentina habra sido producto de la accin del capital ingls, de ciertosector del capital yanqui y de la actitud conciliadora y seguidista de las cancilleraslatinoamericanas76.

    Segn Ricardo Fonseca, este hecho era un signo del agotamiento de la poltica deBuena Vecindad de Franklin Roosevelt, y del endurecimiento de la poltica exteriorestadounidense bajo la administracin Harry Truman. Para Ricardo Fonseca, los secto-res reaccionarios, pro nazis y enemigos de la poltica de Roosevelt, despus de la muertede ste, habran aumentado la presin en torno al gobierno del presidente Truman, convistas a cambiar la poltica exterior e interior, destruir la Unidad de los Tres Grandes ysabotear las decisiones de Crimea77.

    Para los comunistas, la admisin del gobierno argentino en las Naciones Unidas signi-caba un revs en su lnea estratgica de Unidad Nacional. A juicio de Paulino Gonzlez

    Alberdi, el camino trazado por Tehern y Yalta, en la Carta del Atlntico y en la Confe-rencia de Mxico, apuntaba a la creacin de gobiernos democrticos, de amplia unidadnacional, que comprendan desde conservadores progresistas a comunistas. En Latinoa-mrica, dichos gobiernos deberan acometer la tarea de llevar adelante una poltica eco-nmica progresista, que mejorara el desenvolvimiento econmico de los pases atrasa-dos y permitiera el mejoramiento del nivel de vida de las masas. Para ello requeriranla cooperacin internacional, en el marco de una situacin internacional basada en lacoexistencia durante un tiempo de una parte socialista del mundo con otra capitalista78.

    La actuacin de la Cancillera chilena fue severamente condenada desde el Congre-so. En el Senado, Carlos Contreras Labarca lider estas crticas sosteniendo:

    La clase obrera y el pueblo comprenden que nuestro pas ha perdido en San Francisco unanueva oportunidad de servir con delidad a la causa de las Naciones Unidas. Nuestro gobier-no, por su poltica exterior apaciguadora, vacilante, no est a la altura de sus grandes respon-sabilidades de esta etapa decisiva de la historia mundial [...] tampoco en la poltica internanuestro gobierno satisface las aspiraciones de progreso, democracia y bienestar que alientanlas fuerzas que lo eligieron y lo sostienen79.

    75Gonzlez Alberdi, La postguerra y el peligro..., op. cit.,p. 1676Ricardo Fonseca, Los ltimos das del GOU, enPrincipios, N 52, Santiago, octubre de 1945, p. 22.77Ricardo Fonseca, Objetivos y proyecciones de la guerra antihitleriana, enPrincipios,N 48, Santiago,

    junio de 1945, pp. 22-23.78Gonzlez Alberdi, La postguerra y el peligro..., op. cit.,p. 16.79Sesin 45 especial, 10 de septiembre de 1945, en Senado de Chile,Boletn de sesiones, Santiago, 1944,

    p. 1484.

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    LOSCOMUNISTASCHILENOSYLAMOVILIZACINSOCIALCONTRAELGOBIERNODELAREVOLUCINDEJUNIO

    Los comunistas promovieron una fuerte movilizacin social en contra del Gobierno dela Revolucin de Junio y en apoyo a la oposicin argentina. As, a menos de un mes dehaberse producido el golpe de Estado del ao 1943, comenzaron a desarrollar, a travs

    de la prensa, una labor de denuncia de los atropellos a las libertades pblicas. En estacampaa se dio un fuerte nfasis a la difusin de noticias referidas a las persecucio-nes vividas por las organizaciones ayudistas proaliadas en Argentina, en el que seaprovech de evidenciar el carcter fascista que se le achacaba al rgimen. Del mismomodo, tanto desde las pginas de sus publicaciones de prensa como desde la tribunadel Congreso, denunciaron la prisin poltica de los dirigentes comunistas argentinos,con especial nfasis en la gura de Victorio Codovilla. Su detencin y connamiento a

    la Patagonia fueron evidenciados porEl Siglo, levantndose una campaa favor de suliberacin80. En dicha campaa, los parlamentarios comunistas desarrollaron una notorialabor a travs de su tribuna en el Congreso81.

    En enero de 1944 se reforz el nfasis de dichas campaas. As, la Comisin Poltica

    del Partido Comunista hizo un llamado a la movilizacin con el n de intensicar la

    solidaridad de nuestro pueblo con el Argentino. Los objetivos deban ser luchar por lalibertad de presos polticos y torturados y por la suspensin de relaciones diplom-ticas con el gobierno de Farrell-Pern82.

    Como sostuvo el equipo editorial de la revistaPrincipios:

    Es imprescindible, para salvar a Chile del desprestigio internacional, para no entorpecer lasolucin de los problemas nacionales, para asegurar nuestra frontera y nuestra democracia,redoblar la agitacin por la ruptura de relaciones con el gobierno Farrell-Pern-Peluffo, talcomo lo ha establecido la reciente Sesin Plenaria del CC del Partido Comunista. Al mismotiempo, debe iniciarse una extraordinaria movilizacin por la libertad de los presos polticosde Argentina. En las circunstancias actuales, con un redoblamiento de la solidaridad interna-cional, puede obtenerse su libertad, que ya han conseguido algunos de entre ellos estos das,as como el cese de los malos tratos y las torturas. Comicios, manifestaciones, notas, telegra-mas, etc. Ningn esfuerzo debe ahorrarse hasta rescatar a los prisioneros del GOU y obtener

    una ruptura con ste83

    .

    Hasta mediados del ao 1944 se puso especial atencin a la campaa en favor de

    la liberacin del dirigente comunista argentino Victorio Codovilla84, la que moviliza la militancia comunista en sus diversos mbitos, pasando desde los discursos parla-

    80Codovilla embarcado en Argentina con rumbo al Sur, enEl Siglo, Santiago, 4 de julio de 1943, p. 1.81 Al respecto vanse los Boletines de sesiones, tanto del Senado como de la Cmara de Diputados,

    el primer semestre de 1944 y el segundo de 1945. Disponible en http://historiapolitica.bcn.cl/ [Fecha deconsulta: 15 de noviembre de 2013].

    82Sobre el reconocimiento...,op. cit., p. 48.83Nota de la Redaccin al artculo Se acerca el derrumbe del GOU, en Principios, N 39, Santiago,

    agosto-septiembre de 1944, p. 3384Sobre el reconocimiento...,op. cit., p. 48.

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    mentarios y los escritos de prensa a los actos de organizaciones estudiantiles y obreras.Su paso por Chile se transform en un acontecimiento de primera importancia para loscomunistas85. Su llegada a Chile, luego de un ao de cautiverio, fue celebrada con unaconcurrida recepcin, y su liberacin fue mostrada como el primer paso de una campaa

    ms amplia por el n de la prisin poltica en Argentina86.Un paso importante, en este sentido, fue la formacin en el ao 1944 de la Comisin

    Chilena de Solidaridad con el Pueblo Argentino, en cuya creacin y organizacin la ini-ciativa comunista represent un papel fundamental. Se trataba de un comit encargadode coordinar acciones de repudio al Gobierno de la Revolucin de Junio y organizar ac-ciones de solidaridad con la oposicin argentina. En dicho comit estaban representadosde manera ocial los principales partidos de centro e izquierda del pas, como eran el

    Comunista, Socialista de Chile, Socialista Autntico, Democrtico, Radical y la FalangeNacional. Tambin participaron en dicha comisin, a ttulo personal, algunas personali-dades de los partidos de derecha, Liberal y Conservador. Las organizaciones gremiales ysindicales tambin tuvieron presencia ocial en el comit, destacndose la participacin

    de la Central de Trabajadores de Chile y la Federacin de Educadores87. De este modo,la movilizacin contra el Gobierno de la Revolucin de Junio se transform en un factorque serva para reforzar los lazos y las identidades comunes entre los sectores con losque el Partido Comunista pretenda mantener alianzas en su poltica de Unidad Nacio-nal.

    La movilizacin generada en contra del Gobierno de la Revolucin de Junio no seredujo a la convocatoria a otros partidos polticos, sino que, tambin, tuvo una impor-tante insercin social. Esta se hizo notar fundamentalmente en dos actores: entre lossectores obreros, en especial donde los comunistas tenan mayor presencia, como eranla minera del carbn y del salitre, y entre el mundo acadmico-intelectual y estudiantil.

    A travs de sindicatos en los cuales tena presencia, el Partido Comunista realiz ac-ciones de solidaridad con la oposicin argentina y de repudio a la dictadura movilizandoa sectores obreros. Estas fueron desde notas de apoyo a la oposicin argentina y cartas ytelegramas a la Presidencia de la Repblica, solicitando cambiar las orientaciones de la

    poltica chilena hacia Argentina, hasta paralizaciones de actividades.Estas ltimas se hicieron notorias en las zonas salitreras y en particular en las car-

    bonferas, como fue el caso de Lota, donde grupos obreros y estibadores detuvieron losembarques de materias primas destinadas a Argentina, aduciendo que alimentaran laindustria blica de la dictadura argentina88.

    Estas iniciativas contaron con el apoyo de sindicatos socialistas y, en general, detodos los sectores agrupados bajo la Central de Trabajadores de Chile. Su presidente,

    85Codovilla, enEl Siglo, Santiago, 21 de mayo de 1944.86Bienvenida y saludo a Victorio Codovilla, enPrincipios, N 35, Santiago, junio de 1944.87Galo Gonzlez, Con ardides diplomticos..., op. cit., p. 29. Es interesante destacar la postura que

    manifest Salvador Allende, quien se opuso al reconocimiento del Gobierno de la Revolucin de Junio y ma-

    nifest que dicha posicin deba hacerse extensiva a todas las dictaduras en Amrica Latina. Vase AlamiroCastillo, El P.S. Saldr a la Calle a recuperar el triunfo del 25 de octubre para el pueblo, en Ercilla, N 442,Santiago, 20 de octubre de 1943, p. 3.

    88Fonseca, Los ltimos das...,op. cit., p. 24.

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    el socialista Bernardo Ibez, pese a que en ese entonces viva importantes conictos

    con el Partido Comunista que llevaran a la divisin de la Central Sindical, apoy lasmedidas de protesta y consider al reconocimiento de Farrell como un craso errorde Cancillera89. Juan Vargas Puebla, dirigente del Partido Comunista y miembro delComit Directivo de la Central de Trabajadores de Chile, se hizo parte en varias concen-traciones de denuncia contra el rgimen argentino, apelando a la solidaridad internacio-nalista obrera ante las persecuciones que estaran sufriendo los trabajadores argentinos.Como sostuvo una nota de la revista Ercilla, Juan Vargas calic al actual gobiernoargentino como nazi, se reri en especial a las persecuciones contra la clase obrera, y

    sus dirigentes, a la actitud de provocacin guerrera del GOU al peligro inmediato paranuestro pas y el Continente que representaba90.

    El Partido Comunista tambin adhiri e hizo una fuerte propaganda a la convoca-toria de la Confederacin de Trabajadores de Amrica Latina (CTAL) para realizar un

    paro continental de actividades, en solidaridad con la lucha del pueblo argentino, elda 25 de enero de 194591. Segn la prensa comunista, la paralizacin de actividades ha-

    bra sido un xito. A tono con la poltica de Unidad Nacional y la bsqueda de alianzasamplias, la prensa comunista sostuvo que este paro recibi el apoyo de algunos sectores

    patronales progresistas. Al mismo tiempo que reclam contra la falta de apoyo del go-bierno, destac cmo:

    Numerosas empresas, aqu, en Chile, algunas tan importantes como la Chilena de Electri-cidad y la del mineral de Sewell, llegaron a acuerdos con sus obreros para la realizacin delparo. Entre los industriales chilenos, inclusive entre los dueos y administradores de fundos

    trabajados en forma progresista, entre comerciantes, etc. Fueron numerosos los casos deacuerdo con los obreros para el paro antinazi92.

    Otro sector cuya presencia marc fuertemente las movilizaciones fue el de los aca-dmicos, intelectuales y estudiantes universitarios. Las redes y organizaciones de estesector social, que ya se venan movilizando contra el nazismo en el marco de la GuerraCivil espaola y la Segunda Guerra Mundial, desarrollaron actos y declaraciones de

    condena a la dictadura argentina. Fue el caso de la Alianza de Intelectuales, que parti-cip en la mayor parte de los actos contra el rgimen argentino93. En los actos contra

    el Gobierno de la Revolucin de Junio se movilizaron profesores universitarios, estu-

    89Ibez deende la CTCH, vino de Uruguay y se ir a Londres, en Ercilla, N 567, Santiago, 15 demarzo de 1946, p. 5.

    90Intelectuales y CTCH Condenaron al GOU en acto de homenaje al pueblo argentino ayer, enEl Siglo,Santiago, 10 de julio de 1944.

    91Vargas Puebla, Decisiones histricas..., op. cit., p. 14.92Vargas Puebla, La conferencia de Mxico...,op. cit., pp. 22-23.93La Alianza de Intelectuales en Defensa de la Cultura, usualmente llamada Alianza de Intelectuales, fue

    fundada el 7 de noviembre de 1937, instalando liales en Iquique, Antofagasta, Concepcin y Temuco. En di-

    cha agrupacin participaron personalidades del mundo artstico-intelectual como: Pablo Neruda, Pepita Turi-na, Oreste Plath, Juvencio Valle, Francisco Coloane, Andrs Sabella, Hernn del Solar, Julio Barrenechea, n-gel Cruchaga Santa Mara y Alberto Romero, entre otros. Vase Adrin Celentano, Ideas e intelectuales en laformacin de red sudamericana antifascista, enLiteratura y lingstica, N17, Santiago, 2006, pp. 195-218.

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    diantes organizados en la FECH, organizaciones femeninas e intelectuales destacados,tanto extranjeros como radicados en Chile. En un partido cuya dirigencia era an de unaextraccin predominantemente obrera, y que todava no contaba con una gran cantidadde cuadros intelectuales, el antifascismo, expresado en esta ocasin en la lucha contra elGobierno de la Revolucin de Junio, serva para acercar intelectuales a las causas parti-darias.

    Un ejemplo de esta situacin fue un acto de solidaridad con los profesores universi-tarios argentinos exonerados por la dictadura, realizado el 28 de octubre de 1943 en laUniversidad de Chile. En dicha ocasin actuaron como oradores Alejandro Lipschutz,acadmico y cientco comunista; Bernardo Leighton, poltico falangista; Ana Ugalde,

    estudiante radical; Luis Alberto Snchez, intelectual y poltico aprista peruano, y Car-los Diemer, presidente de la FECH, de liacin radical94. Como puede observarse, lacomposicin del acto reejaba la amplitud del arco de las fuerzas antifascistas que se

    pretenda movilizar.Tal como los discursos de los trabajadores apelaban a la represin que habra vivido

    el movimiento obrero en Argentina, los discursos intelectuales sealaban las violaciones

    a la autonoma universitaria y las arbitrariedades con los acadmicos y estudiantes opo-sitores en que dicho rgimen habra incurrido.

    As lo expuso Julio Arriagada, vicepresidente de la Alianza de Intelectuales, quienen un acto de homenaje al pueblo argentino, al pie de la estatua de Jos de San Martn:

    Se extendi en consideraciones sobre la situacin por la que actualmente atraviesa el pue-blo hermano, privado de la libertad por la que lucharon sus prceres, sintetiz los peligrosque signicaba para la cultura general la existencia de un gobierno que no respeta los ms

    elementales principios del derecho y que no tiene escrpulos en quemar libros, encarcelar aintelectuales, pensadores, en expulsar de sus ctedras a sus ms esclarecidos investigadores yprofesores95.

    No es de extraar que, siguiendo dicha tnica, la prensa comunista haya dado una

    amplia cobertura a las huelgas y movilizaciones universitarias96. En todo caso, y en cier-to modo a tono con las propias actitudes de importantes sectores de la oposicin argenti-na, el discurso de los comunistas tambin denunci el carcter antiintelectual que habra

    tenido el rgimen.En efecto, la asociacin entre fascismo y barbarie se hizo presente en la lectura

    que los comunistas chilenos hicieron del Gobierno de la Revolucin de Junio. As queden evidencia en el discurso que Alejandro Lipschutz realiz en el acto de la Universidadde Chile:

    94Dice Holt Maldonado: el ataque comunista no tiene base. No soy partidario de Ramrez, en Ercilla,N 444 Santiago, 3 de noviembre de 1943, p. 7.

    95Intelectuales y CTCH condenaron al GOU en acto de homenaje al p