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Biblioteca Islámica «Fátimah Az-Zahra» www.islamelsalvador.com En el Nombre de Dios el Clemente y Misericordioso LA CIVILIZACIÓN DEL ISLAM Pequeña Enciclopedia de la cultura, las artes, las ciencias, el pensamiento y la fe de los pueblos musulmanes Ricardo Horacio Shamsuddín Elía Organización Islámica Argentina Primera Edición: Organización Islámica Argentina Presente Edición Electrónica: Biblioteca Islámica «Fátimah Az-Zahra» Sitio en Internet: www.islamelsalvador.com Correo Electrónico: [email protected]

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    En el Nombre de Dios el Clemente y Misericordioso

    LA CIVILIZACIN DEL ISLAM

    Pequea Enciclopedia de la cultura, las artes, las ciencias, el pensamiento y la fe de los

    pueblos musulmanes

    Ricardo Horacio Shamsuddn Ela

    Organizacin Islmica Argentina

    Primera Edicin: Organizacin Islmica Argentina

    Presente Edicin Electrnica: Biblioteca Islmica Ftimah Az-Zahra

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    NDICE

    IntroduccinLa Expansin de la Cultura del Islam 5El Renacimiento Empieza en Crdoba 18Al-ndalus I 24Al-ndalus II 45Al-ndalus III 56El Jardn en la tradicin islmica 81Introduccin a las cruzadas 95Los Mamelucos 125Las dinastas musulmanas del Asia central 138El impacto de los mongoles en Oriente y Occidente

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    Avempace e Ibn Tufail 153Ibn Hazm de Crdoba e Ibn Arabi de Murcia 171Averroes y El Averrosmo 179Ibn Jaldn: el primer socilogo de la historia 191Los judos del Occidente musulmn 196Los Otomanos 217Los Safaves del Irn 242Historia de la India islmica 250El Islam en frica 267Viajeros del Oriente y Occidente musulmn 275La navegacin en el Islam 287Islamlogos 295Ornamentos y Decoracin del Arte Islmico 326El Arte Mudjar en Europa y Amrica 338Los Aromas de Al-ndalus 360Alquimistas y Matemticos 369La Msica en el Islam 375Sufismo 388Poesa 395Peregrinacin 406La Medicina en el Islam 413Miniatura Islmica 426Dante y el Islam 430

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    En el Nombre de Dios el Graciabilsimo, el Misericordiosmo

    LA CIVILIZACIN DEL ISLAM

    Pequea enciclopedia de la cultura, las artes, las ciencias, el pensamiento y la fe de los pueblos musulmanes

    Cunto recreo aqu para los ojos!

    Ibn Zamrak (1333-1392), poeta andalus.

    El Islam es un ocano inabarcable que esconde extraordinarias y valiossimas joyas, que debemos aprender a descubrir y disfrutar de ellas. Los movimientos teolgicos, filosficos, literarios, cientficos y artsticos que ha legado a la historia son singulares, pero no menos singular es su vitalidad actual y su proyeccin al futuro.

    Nosotros creemos que el tercer milenio ser profundamente creyente y los hombres y mujeres de este mundo buscarn cada da ms la verdad, la justicia, el amor y la felicidad que slo Dios Todopoderoso puede otorgar a los humildes y sinceros de corazn. Como dijo el pensador francs Andr Malraux (1901-1976): El siglo XXI ser espiritual o no ser nada.

    El Islam, desde un principio, fue el gran reaseguro del monotesmo, tan caro a judos y cristianos, y un decidido patrocinador de las ciencias y las artes, sin discriminacin de raza, color o credo. Muchos intelectuales occidentales, desde el franciscano ingls Roger Bacon (1214-1294) al jesuita espaol

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    Miguel Asn Palacios (1871-1944), pasando por el poeta alemn Johann Wolfgang Goethe (1749-1832) y finalizando con dos sabios como el filsofo francs Henry Corbin (1903-1978) y el historiador inglsArnold Toynbee (1889-1975), han cado en la cuenta de ello, y slo una miope y grosera visin de la realidad hace que an haya algunos que consideran lo musulmn como algo retrgrado, incivilizado.

    Pero, adems, hablar hoy de civilizacin islmica en Espaa y Amrica, supone reencontrar una parte de nuestra tradicin cultural, es decir, descubrirnos un poco a nosotros mismos. Supone admirar el tardo y maravilloso legado, de la tcnica y el arte musulmn de construir, que es el Arte Mudjar, presente desde las Antillas a los Andes.

    Coincidimos totalmente con el islamlogo francs Claude Cahen en un punto insoslayable: ...el historiador debe prevenir al lector sobre el hecho de que, hoy por hoy, no puede darse una visin tan exacta de la historia musulmana como de la historia europea. De un lado, y salvo escasas excepciones, no disponemos para el Prximo Oriente de nada equivalente a los documentos de archivo sobre los que se basa la historia de la Edad Media europea sin que pueda suplir esta falta la abundancia de literatura. De otro lado, que se trate de "orientalistas" europeos, por fuerza lingistas antes que historiadores, y en cuyas preocupaciones inciden ms a menudo las condiciones polticas o la curiosidad intelectual "occidental" que la atencin a lo requerido por un estudio completo del Oriente; o que se trate de sabios "orientales" que tan slo hoy empiezan a ser conscientes de las exigencias de una investigacin histrica concebida con espritu moderno. El hecho es que, por ambos tipos de causas, los trabajos histricos sobre Oriente llevan un siglo de retraso respecto a los que se refieren a Occidente. Es preciso tratar de llenar el intervalo que separa los dos postigos de una historia donde no debera caber la distincin entre "orientalistas" y, si se me permite la expresin, "occidentalistas". Pero mientras esto no ocurra, debemos simplemente advertir al lector que la imagen del Islam que vamos a proporcionarle contina siendo incompleta y, sobre todo, provisional...Toda civilizacin, sin duda, es mortal, pero tambin todas ellas son una prueba para los pueblos que las crearon, de su aptitud para crearlas y, sin duda, tambin para recrearlas. Y sea lo que sea, el Occidente no puede olvidar que ha aprendido a pensar con Avicena y Averroes, y que incluso la catedral de Puy, en plena Francia, no sera lo que ahora es sin la mezquita de Crdoba (C. Cahen: El Islam I. Desde los orgenes hasta el comienzo del Imperio otomano, Siglo XXI, Madrid, 1995, pgs. 2 y 323).

    Por todo esto, y mucho ms, invitamos a los amables lectores de aqu y de all a apreciar en su autntica dimensin, el legado que el Islam dej como patrimonio de la humanidad y aprender a valorar una cultura que fue la de muchos de nuestros antepasados y que, en alguna medida, sigue siendo la nuestra.

    Esta serie de documentos son para lectores con escasos conocimientos sobre el Islam y su civilizacin. Para aquellos que quieran leer ms y mejor, los ttulos sobran y algunos de ellos pueden encontrarse en la bibliografa que recomendamos. Esperamos que esto sirva al menos para que se lean otros.

    R. H. Shamsuddn Ela

    Profesor del Instituto Argentino de Cultura Islmica

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    LA EXPANSIN DE LA CULTURA DEL ISLAM: DE LOS PIRINEOS A INDONESIA

    El Islam es, dicho sin alifafes y sin ambages, con rotundidad, una de las grandes civilizaciones de la humanidad... Insistir en este punto no es sino recordar una realidad histrica incontrovertible, inmediata y plenamente demostrable (El reto del Islam, pg. 123)

    Pedro Martnez Montvez, islamlogo espaol.

    La civilizacin del Islam afect profundamente a los estados y pueblos con los que tena fronteras comunes. A algunos les atrajeron los cinco pilares de la sabidura religiosa del Islam, a otros su ventana que miraba al mundo perdido del pensamiento helnico, a otros ms les atrajeron sus actitudes y costumbres, tan ricas y complejas como una alfombra persa para la oracin. La influencia del Islam tom muchas formas porque representaba muchas cosas: una religin, una cultura, un sistema poltico. Cada uno de sus vecinos absorbi lo que necesitaba o lo atraa. Segn las condiciones de su geografa o su carcter nacional.

    El Islam influy en Europa a travs de tres zonas principales de colisin o contacto; una fue Espaa, otra Sicilia y la tercera el Oriente Prximo, donde los Santos Lugares constituyeron por espacio de casi 200 aos los objetivos de las Cruzadas. Hacia el este, convirti a millones de tribeos de habla turca que vagaban entre el Cucaso y la Gran Muralla de China, y a travs de ellos acab por afectar el destino de tierras tan distantes entre s como la India y los Balcanes. En frica, las caravanas de musulmanes se adentraron lo bastante en el continente negro para establecer una universidad musulmana en la ciudad de Timbukt en el siglo XV. Mientras tanto, los musulmanes dedicados al comercio martimo llevaron las costumbres islmicas a travs del Ocano ndico hasta Java y Malasia y an las Filipinas.

    El hombre moderno, guiado por principios elevados, prefiere creer que la guerra nunca beneficia a sus vctimas, pero en realidad no siempre sucede as. La historia encierra muchos ejemplos de ejrcitos invasores que enriquecieron la cultura de aquellos a quienes atacaron. Un ejemplo concreto es el de Alejandro el Grande, que introdujo el arte helnico a los escultores budistas cuando invadi el valle del Indo y, de este modo, puso los cimientos para que se creara toda una nueva escuela de arte indio. La escultura de Ghandara se considera hoy como una de las realizaciones artsticas ms grandes de la India budista.

    El ejemplo de al-ndalus

    De manera semejante, los ejrcitos del Islam convirtieron una rpida incursin militar de auxilio a judos y cristianos arrianos en Espaa en una conquista cultural que transform la historia de ese pas. Al retirarse de Espaa, luego de ocho siglos de brillante civilizacin (711-1492), el Islam dej tras de s un legado de asombrosos palacios y mezquitas, y ciertos modos de pensar que habran de convertirse en posesiones definitivas del pueblo espaol.

    Para quienes no se mezclaron en las intrigas cortesanas ni en la contraofensiva catlica, la vida en al-ndalus nombre que dio el Islam a su posesin peninsular era sumamente agradable. En tanto Europa se debata allende los Pirineos en el embrutecimiento del oscurantismo, los ciudadanos de Crdoba gozaban de instalaciones pblicas de caeras y calles iluminadas. El casi milln de habitantes de la ciudad renda culto en 3000 mezquitas y celebraba todos los das de fiesta de los cristianos, de los judos y del Islam combinados. Crdoba, al igual que Granada y Sevilla, se enorgulleca de sus instituciones de cultura superior, donde se enseaba Filosofa, Derecho, Literatura, Matemticas, Medicina, Astronoma, Historia y Geografa, y el smbolo de un hombre rico era una biblioteca bien surtida.

    En esa civilizacin iluminada, verdadera Ilustracin en plena Edad Media, los cristianos imitaron a los musulmanes en sus costumbres y vestimentas, adoptando la literatura y la msica del Islam. Tan

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    extensa y profunda fue esta asimilacin cultural que un obispo llamado lvaro pronunci esta airada catilinaria: Mis correligionarios se complacen en leer las poesas y las novelas de los rabes: estudian los escritos de los filsofos y telogos musulmanes, no para refutarlos, sino para formarse una diccin arbiga correcta y elegante. Ay!, todos los jvenes cristianos que se distinguen por su talento, no conocen ms que la lengua y literatura de los rabes, renen con grandes desembolsos inmensas bibliotecas, y publican dondequiera que aquella literatura es admirable. Habladles por el contrario, de libros cristianos, y os respondern con menosprecio que son indignos de atencin. Qu dolor! Los cristianos han olvidado hasta su lengua, y apenas entre mil de nosotros se encontrara uno que sepa escribir como corresponde una carta latina a un amigo; pero si se trata de escribir rabe, encontrars multitud de personas que se expresan en esta lengua con la mayor elegancia, desde el punto de vista artstico, a los de los mismos rabes.

    Lejos de transigir con el Islam, lvaro y otros hombres de la iglesia como l consideraban que llegar a cualquier transaccin con los musulmanes sera una victoria para el Anticristo. Alentaban a sus partidarios a buscar el martirio blasfemando contra el Profeta y acogiendo con deleite el castigo que segua. A menudo los jueces musulmanes de estos frenticos pecadores se mostraban renuentes a concederles sus deseos, renuencia que no compartieron los jueces cristianos cuando, al cabo de cinco siglos de dominacin musulmana, se cambiaron los papeles. A partir del siglo XI, los prncipes cristianos espaoles reclamaron gradualmente, en una provincia tras otra, las tierras perdidas, proceso que lleg a su punto culminante en 1248, con la reconquista de Sevilla. Los resurgidos cristianos se volvieron sobre sus sbditos musulmanes y los persiguieron sin misericordia. Los obligaron a renegar de su fe, los arrojaron del pas y tomaron medidas radicales para desarraigar todo vestigio de cultura hispanomusulmana. En 1499, el cardenal Jimnez de Cisneros orden que se quemaran pblicamente en Granada 80.000 libros islmicos, y denunci el rabe como el lenguaje de una raza hertica y menospreciable.

    Al atacar a quienes consideraban sus archienemigos, la cristiandad no vacil en deformar la Historia. Un ejemplo clsico es la epopeya de la Cancin de Rolando. El verdadero Rolando, paladn de Carlomagno, fue muerto por una banda de merodeadores vascos al regresar Carlomagno a su pas de una expedicin que haba hecho al norte de Espaa. Pero el Rolando de la leyenda fue muerto por los musulmanes. Como hroe de la Chanson de Roland de los trovadores lleg a ser una de las figuras ms grandes de las Cruzadas. Siglos ms tarde, en el poema pico de Ariosto, Orlando Furioso, Rolando segua proporcionado material de propaganda para la actitud antimusulmana de la Iglesia durante el Renacimiento.

    Y sin embargo, a pesar de la actitud oficial de la Iglesia, los cristianos ordinarios de Espaa los que haban aceptado la cultura musulmana al mismo tiempo que conservaban su fe quedaron afectados permanentemente por su experiencia islmica. Cientos de palabras rabes pasaron a incorporarse a su manera diaria de expresarse, trminos que iban desde nombres de lugares hasta giros comunes. El ro ms largo de Espaa, el Guadalquivir, deriva su nombre del rabe uadi al-kabir, valle grande con agua, en tanto que el hasta de hasta maana proviene de la palabra rabe hatta. En docenas de ciudades espaolas la mezquita musulmana se convirti, con algunas modificaciones arquitectnicas, en la iglesia o catedral cristiana.

    De la misma manera, el misticismo musulmn pas directa o indirectamente a la fibra misma de la tradicin cristiana espaola. Tal vez santa Teresa de vila y san Juan de la Cruz no hubieran escrito nunca como lo hicieron de no haber conocido algunas doctrinas musulmanas, cual el concepto de Dios como el Amado y el Amigo, y la creencia de que slo se poda conocer a Dios mediante la renunciacin al mundo.

    Incluso el concepto espaol del hombre ideal debe algo al Islam. El hidalgo o caballero espaol, uno de los grandes modelos de perfeccin humana del mundo, posee muchas de las cualidades del sabio errabundo musulmn, el suf. Ambos consideran la nobleza como cuestin del espritu ms bien que de cuna y creen que el hombre cubierto con ropas humildes puede, a pesar de todo, tener el porte de un prncipe. Uno de los retratos supremos del hidalgo lleva la similitud an ms lejos. Don Quijote, el

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    trgico y risible caballero de Cervantes, anhela ser noble con tal intensidad que lo ciega la realidad. Su vida, al igual que los sufes, es completamente interior; el mundo real no existe.

    El hidalgo, como ideal, nunca se aventur mucho a salir de Espaa, pero en otros sentidos el contacto de este pas con el Islam afect profundamente a Europa. Los eruditos de las universidades situadas al norte de los Pirineos, como las de Pars, Montpellier, Oxford y Cambridge, luchaban por obtener manuscritos rabes de Espaa y concedan tanto valor a los originales como a los que haban sido traducidos del griego antiguo.

    Uno de los pensadores ms respetados de toda la Europa medieval fue un andalus llamado Ibn Rushd, ms conocido con el nombre de Averroes. Por medio de una serie de agudos comentarios sobre la filosofa de Aristteles, Averroes volvi a presentar a Europa la verdadera naturaleza de las ideas aristotlicas. En realidad, puso los cimientos para uno de los grandes triunfos intelectuales de la Edad Media: la Summa Theologica de santo Toms de Aquino.

    La Espaa musulmana tambin inspir a los poetas de allende los Pirineos. En Provenza y el Languedoc, los trovadores cantaban las loas a sus damas en una copla rimada que haban inventado los poetas musulmanes en Espaa, y hablaban del amor en los trminos platnicos a los que eran tan adictos los aristcratas cultos de al-ndalus.

    Es posible, en efecto, que la caballerosidad se originara en la Crdoba musulmana, donde las voces de los poetas cortesanos se elevaban constantemente en ditirambo de los deleites del amor espiritual. Uno de los tratados ms completos sobre este tema fue compuesto, lo cual resulta bastante extrao, por un riguroso telogo, de nombre Ibn Hazm, y su libro El collar de la paloma, fue un producto de su juventud. En l explora todos los matices del deseo y llega a la conclusin de que mediante la paciencia, la moderacin y la castidad se llega al ms noble de los amores. Tal amor, deca Ibn Hazm, era una unin de almas, una bienaventuranza sublime... un rango elevado... un gozo permanente y una gran merced de Dios, sentimientos que encontraran eco ms tarde en muchos romances medievales.

    Es muy posible que incluso en el poeta ms grande de la poca ejerciera influencia un hispanomusulmn. Si bien Dante Alighieri, cristiano ferviente como era, puso al Profeta Muhammad en el infierno junto con los cismticos religiosos, la trama de su Divina Comedia, una visita al mundo del ms all, tiene muchas afinidades con el viaje nocturno del profeta a travs de los siete cielos hasta llegar al trono de Dios. Asimismo, y de manera ms concreta, las descripciones que hace Dante de la ascensin del hombre por regiones infernales hacia la ventura celestial deben mucho a los escritos alegricos del mstico murciano Ibn Arabi, cuyo relato del trnsito espiritual del hombre de la ignorancia al conocimiento, los deleites del cielo y las torturas del infierno, tienen muchos de los atributos del cielo y el infierno de Dante, y hay incluso una etapa intermedia comparable al purgatorio.

    La Sicilia islamizada

    El segundo puente tendido entre el Islam y Europa era Sicilia, la que, a diferencia de Espaa, ofreci un paso ms fcil a las ideas islmicas. Es posible que debido a que estuvo gobernada por los musulmanes durante un perodo mucho ms breve y se reconquist con facilidad, no trat jams de borrar las huellas de la ocupacin musulmana. Antes al contrario, sus reyes normandos llegaron a ser ardientes arabfilos.

    Una dinasta de rabes tunecinos, los aglabes, se apoder de la isla para el Islam en 827. Volvi a la posesin de los cristianos dos siglos y medio ms tarde, cuando el joven Roger de Hauteville, de Normanda, la ocup y se convirti en su primer gobernante normando. Durante el rgimen islmico, su sistema administrativo obedeca al concepto rabe y Palermo, su capital, era un centro de arte y saber rabes. Se introdujo el cultivo de la caa de azcar, el lino y los olivos, y el palacio real de Palermo contena un establecimiento de tejidos de seda.

    A Roger, tosco caballero de los francos, le fascin e impresion muchsimo su nueva posesin. Permiti que sus sbditos musulmanes practicaran la religin que les era propia, reclut soldados musulmanes para su ejrcito y acogi con agrado en su corte a los sabios musulmanes. Roger II, su hijo, llev ms

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    lejos an su simpata por los sistemas musulmanes. Aunque tericamente era cristiano, a Roger II se le llam el Pagano. El manto para su coronacin fue decorado con una orla de inscripciones rabes y fechado de acuerdo con el calendario lunar musulmn. El miembro ms ilustre de su corte era un andalus, al-Idrisi, cartgrafo que realiz lo mejor de su obra bajo el patrocinio del rey siciliano. Ms de tres siglos antes de que Coln diera fama a la idea, al-Idrisi ya estaba sugiriendo que la Tierra era redonda y obsequi a su real protector un mapa circular grabado en plata.

    Cuando Federico II ascendi al trono de Sicilia en 1197 para gobernar como rey (y posteriormente como sacro emperador romano-germnico), la corte real de Palermo era ms oriental que occidental. Federico se ataviaba con ropas musulmanas y sostena las mejores relaciones con el sultn que reinaba en El Cairo. El squito real inclua un halconero, importado de Siria, y el propio Federico era autor de un tratado de cetrera que fue la primera historia natural publicada en Europa. Eruditos musulmanes honraban su mesa; musulmanes eran los administradores que dirigan su gobierno, y el rabe era uno de los cuatro idiomas oficiales del reino: las monedas y los documentos sicilianos aparecan en rabe, as como latn, hebreo y griego.

    En 1224, Federico fund la primera universidad que tuvo carta constitucional en Europa, la Universidad de Npoles, y le dio su coleccin de manuscritos islmicos; uno de los hombres que estudi all fue santo Toms de Aquino.

    Los beneficios de las Cruzadas

    A pesar de esta tolerancia y convivencia sicilianas, no cesaron las agresiones militares contra el Islam tanto en Espaa como en frica del Norte y el Oriente Prximo. Paradjicamente, las Cruzadas no slo no alcanzaron su objetivo, sino que tambin aceleraron la afluencia de ideas orientales hacia Occidente. Las Cruzadas fueron para Europa un acontecimiento que seal una poca. Para el Islam fueron como una rutina, al igual que las guerras fronterizas del imperio en las que empeaba sus fuerzas. Un erudito las ha descrito comparndolas con la garrapata del lomo de un camello, que se aloja all durante algn tiempo y despus se desprende... sin que apenas se d cuenta el camello.

    Las Cruzadas no fueron importantes por lo que intentaron, sino por los resultados que obtuvieron sin haberlo proyectado. Obligaron a Europa a salir del aislamiento del oscurantismo y abrieron nuevos horizontes a sus hijos. Los guerreros cristianos aprendieron nuevas tcnicas militares, algunas ideadas por ellos mismos, otras que copiaron de sus enemigos musulmanes. La necesidad hizo que se crearan rpidamente nuevas tcticas de sitio, y los musulmanes, hbiles para adiestrar pjaros, ensearon a los cristianos el empleo de palomas mensajeras. De manera semejante, los juegos marciales de los musulmanes y los escudos de armas habran de encontrar eco en los torneos y las figuras herldicas de la caballera.

    Los contactos de los cruzados con el mundo islmico trajeron a los mercaderes de Europa una demanda enormemente ampliada de mercancas orientales. Los soldados francos y normandos llevaron a sus tierras el gusto por las semillas de ajonjol, algarrobas, arroz, limones y melones, albaricoques y chalotes, alimentos que no tardaron en dar nueva vida a la dieta occidental. Las muselinas de Mosul, los baldaquinos de Bagdad y los damascos de Damasco hicieron a los europeos conocer toda una nueva variedad de telas para vestir, incluso la palabra algodn proviene del rabe (al-kutn).

    La vida occidental adquiri tambin nuevo colorido merced a las tapiceras y las alfombras persas, los artculos de tocador, como espejos y polvos faciales, y las tintas brillantes, como el lila y el carmn.

    Los cruzados, despus de probar el bao rabe, no quisieron renunciar a sus placeres, que los cristianos haban visto durante mucho tiempo con malos ojos por considerarlos paganos, y volvieron a introducir la limpieza en una Europa que la vea con duda.

    Incluso la Iglesia se benefici de su contacto con el Islam. El invento que del rosario hizo Santo Domingo se inspir en la cadena de cuentas que serva y sirve a los musulmanes para ir diciendo los nombres de Dios.

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    El aporte de los turcos

    Pero si Europa fue fascinada por sus contactos con el Islam, lo mismo aconteci con los vecinos de ste en el Oriente. En las inmensas y ridas llanuras del Asia Central, la fe del profeta encontr partidarios entusiastas entre una serie de tribus de idioma turco que estaban destinadas a restaurar la tradicin militar del Islam. Al principio, estos turcos fueron esclavos militares al servicio de los omeyas y abbases, pero ms tarde invadieron el Islam con sus propios ejrcitos. Dirigidos por caudillos como Ibn Tuln el esclavo turco que lleg a ser gobernador de Egipto y bajo dinastas como la de los selukes o selcidas, los otomanos y los mogoles, los musulmanes turcos habran de influir en vastas zonas del planeta.

    Los selukes, que se apoderaron del imperio abbas, lo extendieron hasta Bizancio, poniendo los cimientos del moderno Estado de Turqua. Los otomanos, que siguieron a los selukes, llevaron el Islam al interior de Europa pasando por el Bsforo. Ms hacia el oriente, los mogoles introdujeron el Islam hasta el interior de la India y dejaron tras de s una floreciente civilizacin musulmana que lleg a ser la base de las repblicas de Pakistn y Bangla Desh de nuestros das.

    Pero los turcos no slo eran grandes soldados, sino tambin grandes constructores, y robustecieron la arquitectura del Islam al combinarla con la de los pueblos que conquistaban. Ibn Tuln construy el primer hospital en Egipto y un palacio real cuyos muros estaban recubiertos de oro. Pero su mayor fama se debe a la Gran Mezquita de El Cairo que lleva su nombre, la cual fue diseada para l por un arquitecto cristiano.

    De manera similar, los selukes, que fundaron las primeras madrasas, o mezquitas-colegio, crearon una nueva planta en forma de jardn cuatripartito para estas edificaciones, que los artesanos persas construyeron para ellos. En cuanto a los otomanos, cuando se apoderaron de Bizancio tambin se hicieron de la famosa iglesia de Justiniano, Santa Sofa, que ms tarde usaron como modelo para sus mezquitas.

    Sin embargo, fueron los mogoles de la India quienes amalgamaron en forma ms efectiva el estilo de arquitectura musulmana con el de otra cultura. Al igual que los primeros constructores de mezquitas de El Cairo y Persia, que adaptaron las columnas de los templos griegos y de las iglesias coptas cristianas a los propsitos musulmanes, los constructores de mezquitas de la India incorporaron en sus edificios musulmanes algunos elementos de la arquitectura hind. Ms tarde, bajo los mogoles, los musulmanes de la India crearon una especie particular de construccin, llevndole a nuevas cumbres de gracia y refinamiento. Es posible que los conquistadores turcos de la India recordaran algn contacto con el culto chino a los antepasados, en el cual se renda homenaje a los muertos con graciosas construcciones en jardines encantadores. Sea cual fuese la razn, los mogoles llegaron a ser grandes constructores de tumbas.

    El mausoleo indomogol se concibi de suerte que reflejara los placeres de este mundo y sugiriera los del ms all. Se alzaba en jardines de complejo diseo embellecidos con flores y cascadas y sus dueos lo empleaban como lugar de diversin. Como seala el historiador de la arquitectura de la India, James Ferguson, los musulmanes indostanos construan sus sepulcros de una naturaleza tal que sirvieran de lugar de disfrute para ellos y sus amigos durante su vida, y slo cuando ya no podan gozarlos se convertan en moradas solemnes de descanso para sus despojos mortales. Esto sola ser literalmente cierto. Bajo la cpula central de la construccin, donde sera finalmente enterrado, el dueo celebraba decorosas meriendas. Uno de los edificios ms deliciosos del mundo, el Ta Mahal de Agra, fue construido con esta doble finalidad. Erigido entre 1630 y 1648 por el Shah ahn para su esposa favorita que muri en su juventud, el Ta Mahal fue levantado como tumba para Mumtaz Mahal y como jardn placentero para el emperador, que la amaba.

    Sultanas, marinos, comerciantes y maestros

    Los selukes, los otomanos y los mogoles extendieron el Islam sobre todo mediante la fuerza de la espada. Pero en el resto del mundo, y por medios pacficos, se obtuvieron victorias mucho ms

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    significativas para el Islam. Como comerciantes y maestros, los musulmanes eran an ms persuasivos que como soldados.

    El Islam tuvo su origen en un pas donde el comercio era una profesin honrosa: el propio Profeta Muhammad se haba dedicado al comercio antes de recibir la Revelacin. Y el Islam honr desde sus inicios a la pluma del sabio tanto como respetaba la espada del soldado. En dos regiones del mundo, frica e Indonesia, el Islam arraig en gran medida debido a los contactos establecidos por comerciantes y maestros musulmanes.

    En el Lejano Oriente se logr un resultado parecido por medios semejantes. Ya a principios del siglo XIII, los barcos mercantes musulmanes procedentes de Persia, Arabia y la India atracaban en los puertos de Java y las dems islas de Indonesia, llevando las semillas de la cultura islmica. Marco Polo, a su regreso de la corte de Kublai Jan, encontr un reino musulmn en Sumatra en 1292, y en 1345 un viajero marroqu llamado Ibn Battuta dio noticia de que el gobernante del reino malayo era un hombre que senta un profundo inters por la cultura islmica.

    Desde fines del siglo XIII el archipilago indonesio tambin conocido como Insulindia fue islamizado, no por las armas de conquistadores musulmanes persas o rabes sino por el atractivo de una fe igualitaria, simple y adaptable a las condiciones de la regin, introducida por comerciantes musulmanes llegados desde lugares tan lejanos como Egipto.

    La islamizacin es acompaada por una fragmentacin poltica del archipilago (sultanatos independientes) que con el tiempo favorecer la penetracin de los colonialistas europeos. Estos se lanzarn como fieras hambrientas sobre las bellas y pacficas islas buscando las preciadas especias que los propios mercaderes islmicos se han encargado de llevar a Europa.

    En 1345, Ibn Battuta lleg a Sumatra y qued deslumbrado con el panorama: Es una isla lozana y verdeante, llena de cocoteros, arecas, claveros, agcolos indios, sages, rboles del pan, mangos, yambos, naranjos dulces y alcanfores(Ibn Battuta: A travs del Islam, Alianza, Madrid, 1988, pgs. 709-719).

    En 1511, Albuquerque se apodera de la estratgica Malaca (nombre tomado de un rbol local). Y en una rpida sucesin, caen Borneo (1511), Timor (1520) y las Molucas (1521). Durante el siglo XVII, se suman los holandeses a la accin depredadora portuguesa y atacan los grandes sultanatos de Mataram, Banten y Acheh.

    El sultn de Acheh, Iskandar Muda (Alejandro el grande), que vivi entre 1590 y 1536 fue un soberano ejemplar que hizo de Acheh (en el extremo norte de la isla de Sumatra) un centro de estudios islmicos. Iskandar Muda enfrent decididamente la amenaza lusitana en Malaca, Johore y Patani (Cfr. H. J. De Graaf: De Regering von Sultan Agung vorst van Mataram 1613-1645, La Haya, 1958; D. Lombard: Le Sultanat dAtjh au temps dIskandar Muda, 1607-1636, Pars, 1967).

    En 1629 atac con todas sus fuerzas el enclave de Malaca. El sultn de Acheh diriga una fuerza sitiadora de 20.000 hombres, apoyada por 236 embarcaciones y artillera. Levantaron en torno a Malaca obras de sitio, tan bien hechas que, segn un relato portugus, ni siquiera los romanos hubieran hecho tales obras ms slidas o en menos tiempo. Pero esto no fue suficiente para lograr la victoria, el sultn acab perdiendo 19.000 hombres y sus dos principales generales, as como la mayor parte de sus barcos y caones. Ese mismo ao, el soberano de Mataram emprendi un asedio igualmente formidable contra el puerto fortificado holands de Batavia (hoy akarta, capital de Indonesia en la isla de Java), al quemuy correctamente el sultn consideraba la espina en el pie de Java que era preciso arrancar, para que todo el cuerpo no peligrase. Las fuerzas del sultn, como las tropas de Acheh, consiguieron abrir trincheras al modo europeo pero no pudieron hacer mella en el enorme foso, el muro o los bastiones de la nueva colonia holandesa (Geoffrey Parker: La revolucin militar. Las innovaciones militares y el apogeo de Occidente 1500-1800, Crtica, Barcelona, 1990, pgs. 168-169).

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    Un escritor, genealogista y periodista argentino de origen armenio, Narciso Binayn Carmona, nos ilustra sobre un aspecto casi desconocido de la historia de la Malasia musulmana: En el siglo XVII durante cincuenta aos, el sultanato de Acheh fue una curiosidad poltica dentro del mundo musulmn, ya que el trono fue ocupado sucesivamente por cuatro mujeres (1641-1699). Dentro del mundo musulmn, pero no de la regin, ya que en la misma poca al menos en otros cuatro sultanatos, entre ellos el de Pattani (hoy localizado al sur de Tailandia, sobre el mar del sur de China) de muy incierto destino aun hoy y el de Kelantan (al norte de la pennsula malaca fronterizo con Tailandia) que es uno de los Estados federados de Malasia, hubo mujeres en el trono. La primera de estas sultanas de Acheh fue Safiyyatuddn Ta al-Alam (1641-1655), muy bien recordada como gobernante sabia y justa(N. Binayn Carmona: La isla grande de las especias, Diario La Nacin, Buenos Aires. Lunes 3 de noviembre de 1997, pg. 4).

    Para el siglo XV, debido en parte a los matrimonios entre marinos musulmanes y mujeres indonesias, y en parte tambin al ardor proselitista de los comerciantes musulmanes entre los prncipes y personas ms destacadas de las islas, todo el archipilago malayo, excepcin hecha de Bali, se haba convertido al Islam. Los eruditos indonesios, al igual que los dems pueblos absorbidos por el Islam turcos, bereberes, persas y sudaneses viajaban a las grandes universidades musulmanas como al-Azhar, en El Cairo, para estudiar el Corn y llevar a su patria las enseanzas islmicas.

    As, el Islam hizo buen uso de la religin monotesta para mantener unido un territorio muy extenso y complejo, en forma muy semejante a como haba tratado de hacerlo Alejandro el Grande muchos siglos antes. Mas en tanto que el mtodo de este ltimo haba consistido en hacer de s mismo la nica autoridad, el mtodo del Islam fue convertir a cada musulmn en un mensajero de lo que denomin la Casa de la Paz.

    Soldados, marinos, comerciantes y eruditos imprimieron modos de ser a hindes y africanos, espaoles y malayos. En un mundo cuyo destino final era el de ir empequeecindose y hacerse ms unido, el Islam, setecientos aos antes de que se acuara el concepto de globalizacin en Occidente logr acomodar numerosos pueblos distintos en un molde nico, honrando sus valores y principios en base a la convivencia y el respeto mutuo.

    El Don Quijote que arremeti contra los molinos de viento en Espaa, el cruzado que regres a Europa con nuevos estilos de atavo, el turco que combati a travs de la Europa oriental hasta las murallas de Viena, el paciente camellero que alojaba por la noche sus camellos en alguna caravanera africana, el Simbad que atracaba su nave en alguna playa de coral, todos y cada uno de ellos fueron afectados por una sociedad y un modo de vida que en su apogeo abarcaba casi todo el mundo conocido.

    Cuando las tribus rabes, gracias al Islam, se congregaron en un Estado nico, no tardaron en rebasar los lmites de Arabia y, al cabo de unas dcadas, se haban expandido por todo el Cercano Oriente y eran los herederos de la mitad del Imperio Romano y de la totalidad del Imperio Persa. En un principio, el Islam fue la ensea de los rabes en tanto dirigentes; pero los pueblos islamizados, antes seguidores de Zoroastro y Buda, abrazaron fervientemente el nuevo y dinmico credo aun a despecho, en ocasiones, de las objeciones de los rabes. Al-ndalus (Espaa y Portugal), por ejemplo, fue desde 711 a 1492 una civilizacin islmica fundamentalmente de raza y carcter bereber.

    La desaparicin de los Omeyas de Damasco y de su espritu tribalista y sectario hacia 750, signific una renovada promesa y el mejor de los incentivos para los no rabes que haban adoptado la nueva fe. El Islam los uni a todos en un solo pueblo y otorg a sus vidas una finalidad y nica direccin.

    Los rabes aportaron a esta unin el sentido elevado de la misin; los iranios su cultura y sentido de la historia, los siracos cristianos su versatilidad lingstica; los de Harrn su herencia helenstica, y los hindes su antiguo saber. Todos se mezclaron libremente, unindose en un fervoroso deseo de saber, experiencia que no volvera a repetirse luego de producida la decadencia de la civilizacin islmica, especialmente a partir de los finales del siglo XVII. Los iranios fueron particularmente favorecidos. Haban hecho mucho para establecer el Dar al-Islam; tenan una gran experiencia que ofrecer en el

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    campo de la administracin y de las finanzas de Estado; y consecuentemente ocuparon muchos de los puestos claves de gobierno.

    La uniformidad y cohesin de la Ley

    A partir de la cada del califato bagdad en 1258, a la civilizacin islmica le fue dada entonces su unidad social, ya no mediante un Estado nico y un solo idioma puesto que el persa no tard en convertirse en lengua cultural internacional (fue la lengua oficial de la India islmica desde el siglo XVI al XIX) que rivalizaba con el rabe, y otras varias lenguas adquirieron sucesivamente importancia local (como el suahili en el frica central y oriental), sino mediante un sistema nico de leyes sagradas (Shara). Estas leyes abarcaban todos los aspectos de la vida personal, desde la etiqueta, los rituales y creencias hasta las clusulas de contratos o testamentos. Aunque la Shara no se aplic por igual, en todos sus puntos, a cada uno de los pueblos musulmanes, produjo una suficiente uniformidad, en lo esencial, como para que un musulmn de cualquier pas pudiera gozar de los derechos de la ciudadana en toda la extensin del Dar al-Islam, el mbito o territorio bajo la gida musulmana.

    En la unidad sustancial de la shara, tanto unidad de normas concretas como unidad de espritu que la informa, est el secreto de esa "uniformidad musulmana" en que tanto han insistido los viajeros europeos desde los montes Atlas hasta el Ganges, preguntndose a menudo con asombro cmo es eso posible, en vista de la ausencia en el Islam de cualquier autoridad central docente del tipo del papado catlico (Alessandro Bausani: El Islam y su cultura, FCE, Mxico, 1988, pg. 211).

    Un letrado del Marruecos como Ibn Battuta, en viaje para ver el mundo en el siglo XIV, poda llegar a ser cad (juez islmico) en las remotas Islas Maldivas, en el Ocano Indico, durante su residencia all, con la misma facilidad que si se hallase en su Tnger natal, a miles de kilmetros de distancia.

    Un sabio judo como Benjamn de Tudela poda viajar de Espaa hasta la India atravesando todo el Mundo Islmico en el siglo XII, sin necesidad de pasaporte o salvoconducto y recibiendo la asistencia y proteccin de sus hermanos monotestas musulmanes.

    Los musulmanes de los pases ms alejados unos de otros, chinos, persas, malayos, egipcios, andaluses, turcos o nigerianos, durante su peregrinacin anual a La Meca, solan reunirse y podan compartir sus preocupaciones. La cultura islmica, aunque variaba de un pas a otro, mantena, con ese intercambio relativamente fcil, una herencia comn en todas formas. As, el Ta Mahal, con su gracia exquisita, refleja las tradiciones de la India que difieren considerablemente de las de al-ndalus o del frica del Norte; pero, como todo el mundo lo sabe, ese monumento fue construido por los musulmanes como cualquier santuario o mezquita de Estambul, Granada o Isfahn.

    El Islam es la vuelta a la ley natural, a la primitiva fe de los grandes profetas y patriarcas como Abraham y No, que fue abandonada paulatinamente tanto por los judos como por los cristianos. La ley islmica suprime las austeridades y numerosas prohibiciones y penitencias impuestas por juristas inescrupulosos y desautorizados y declara su voluntad de condescender con las necesidades prcticas de la vida: Facilita el camino, no lo hagas ms spero, Dios no pide a los humanos ms que lo que stos pueden hacer, tales eran las recomendaciones que habitualmente daba el Santo Profeta a sus compaeros y seguidores. La tendencia islmica va hacia el misticismo, pero no hacia el ascetismo. Desautoriza expresamente las exageraciones de austeridades que debilitan el cuerpo y anulan los instintos naturales del hombre. Exhorta al creyente a disfrutar de las cosas buenas que Dios ha creado, bien entendido que deber observar la debida moderacin y obedecer los preceptos de la revelacin cornica, que no son numerosos ni muy estrictos.

    La ley islmica favorece todas las actividades prcticas y tiene en gran estima a la agricultura, al comercio y toda clase de trabajos; censura a aquellos que viven a costa de los dems, requiere a todos los hombres y mujeres para que se mantengan con el producto de su propio esfuerzo y no menosprecia ninguna clase de labor por la cual los seres humanos puedan independizarse de sus semejantes.

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    Los jurisconsultos musulmanes ensean que el precepto fundamental de la ley es la libertad. El orador y poltico romano Marco Tulio Cicern (106-43 a.C.) deca: Sed esclavos de la ley para ser libres. La ley islmica aade nuevos conceptos a este pensamiento. Partiendo de la libertad, como base fundamental de la ley, los juristas islmicos llegaron a una doble conclusin:

    1. La libertad est limitada por su propia naturaleza, porque la libertad ilimitada significara la propia destruccin, y ese lmite es la norma legal o ley.

    2. Ningn lmite es arbitrario, puesto que est determinado por su propia utilidad, por el bien supremo del individuo o de la sociedad. La utilidad, que es el fundamento de la ley, tiene tambin su lmite y su extensin.

    La libertad significa poder disponer de uno mismo. El hombre libre no tiene por superior ms que a Dios, nico al cual es debida obediencia. De aqu que no puede usarse la libertad a capricho, e incluso el espontneo reconocimiento de esclavitud no est reconocido por la ley como vlido. Con idntico espritu, la ley prohbe y el Islam castiga el suicidio.

    Por otra parte, teniendo en cuenta la utilidad social, la ley islmica es esencialmente progresiva. Por ser producto del idioma y de la lgica, constituye una ciencia. No es inmutable ni depende nicamente de la tradicin. Las sociedades son organismos vivos y sufren incesantes mutaciones durante su existencia. Y las leyes se modifican y se amplan segn los tiempos y los cambios que se producen.

    Siguiendo el precepto del Sagrado Corn y de la tradicin proftica, la ley islmica ignora el jus utendi et abutendi (el derecho absoluto de propiedad: "de usar y abusar") de la ley romana, considera una forma de prodigalidad cualquier gasto de riqueza que no sea verdaderamente preciso y reputa el consumo intil como un pecado. En su concepto, la prodigalidad y el derroche es una clase de enfermedad mental como la ambicin y la avaricia que debe atajarse. El Islam insiste en la moderacin para que se haga uso discreto de la riqueza en consonancia con la ley y con el fin para el cual Dios ha dado los bienes al gnero humano.

    La ley islmica es igual para todos y consiste esencialmente en la buena fe. Los musulmanes han de cumplir sus promesas con todos, sean musulmanes o no, creyentes o ateos, amigos o enemigos. Se honrado con aquellos que tienen confianza en tu honradez; No traiciones a los que te hantraicionado. Estas tradiciones y otras muchas atribuidas al Santo Profeta, su Familia y descendencia purificada (BPD), se encuentran tambin entre las reglas de la ley musulmana. El Prncipe de los creyentes y cuarto califa del Islam, Al Ibn Abi Talib (P), exhorta a practicar el siguiente postulado: Da a tu enemigo tu justicia y tu imparcialidad.

    Pluralismo e integracin

    La cultura que foment tales instituciones, flexibles y eficaces, era merecedora de ella. La sociedad islmica, en expansin sobre todas las encrucijadas del mundo, se encontr en la posibilidad de recoger su inspiracin de las civilizaciones que haban florecido antes de su arribo. No fracas en su obra. Por el contrario, se adue de las enseanzas del pasado y las perfeccion generalmente. La gloria no le vena al Islam tan slo de su gran sencillez y tolerancia como religin en s misma sino tambin de su literatura, principalmente de su poesa. La creacin potica logr en el tiempo del Islam clsico su mayor florecimiento y variedad. La sutileza intraducible del verso arbigo y la delicadeza gil e ingeniosa de los poetas persas fomentaron la eclosin de las letras en todos los lugares por donde pas el Islam.

    Los esplendores de sus artes plsticas fueron an ms accesibles para los profanos. En la pintura y en la arquitectura islmica se combinaron las tradiciones del Irn preislmico -contndose aun las de la poca remota de la antigua Mesopotamia- y las del mundo grecolatino. Las preciosas miniaturas de Persia y de la India deben mucho de su gracia a una ulterior influencia china, mientras la arquitectura mostraba, aqu y all, ejemplos de su herencia brahmnica o bizantina. Es en las obras arquitectnicas en donde destella la originalidad del arte islmico, en su fuerza y precisin, as como en su delicada armona combinada con un orden firmemente establecido.

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    Ante la Mezquita de Crdoba o la Alhambra de Granada, ante la filosofa de Averroes, la presociologa de Ibn Jaldn, el esplendor cientfico y tecnolgico de Al-Andalus (por citar slo ejemplos que pertenecen tambin al patrimonio hispnico con ellos compartido), cualquier rabe actual puede reaccionar de igual manera y experimentar pareja sensacin de identificacin. La memoria colectiva adquiere en este terreno protagonismo propio, es el vestido que cubre a todos de igual forma, con idntica gala (Pedro Martnez Montvez: El reto del islam. La larga crisis del mundo rabe contemporneo. Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 1997, pgs. 124-125).

    Las contribuciones a Occidente

    Los musulmanes demostraron ser eruditos ingeniosos y, particularmente, historiadores infatigables. No obstante, hay que mencionar de modo principal el florecimiento de sus ciencias naturales. La ciencia islmica hered un inmenso volumen de conocimientos de los griegos clsicos: filosofa y lgica de Platn y Aristteles; matemticas, astronoma y medicina de Euclides y Ptolomeo, Hipcrates y Galeno; msica de Pitgoras y Aristoxno de Tarento; botnica y farmacologa de Dioscrides, y muchos otros ms.

    A este patrimonio, los sabios del Islam sumaron gran parte de la herencia intelectual de los indios, con inclusin del empleo del cero. Acumularon luego una riqueza mltiple y nueva; observaciones astronmicas que les ayudaron a preparar el camino para la aceptacin de la teora de Coprnico, experimentos de alquimia que ensancharon el reino de la qumica, soluciones algebraicas, datos geogrficos, problemas filosficos, descubrimientos botnicos, tcnicas mdicas.

    La influencia del Islam en Occidente fue variada e inmensa. Del Islam la Europa cristiana recibi alimentos, bebidas, frmacos, medicamentos, armas, herldica, temas y gustos artsticos, artculos y tcnicas industriales y comerciales, costumbres y cdigos martimos y a menudo palabras para estas cosas: naranja, limn, azcar, jarabe, sorbete, julepe, elixir, jarra, azul, arabesco, sof, muselina, fustn, bazar, caravana, carmes, tarifa, aduana, almacn, almirante, almbar y mil ms.

    Durante algunos siglos Europa slo conoci el azcar en estado de jarabe. Fueron los musulmanes quienes inventaron la tcnica para cristalizarlo.

    El juego del ajedrez lleg a Europa procedente de la India (donde ya se jugaba hacia el siglo VI d.C) por la va del Islam, tomando palabras persas en el camino; jaque mate viene del persa shah mat, el rey ha muerto.

    Algunos de los instrumentos musicales llevan en su nombre la prueba de su origen rabe: lad, rabel, guitarra, tambor, adufe. La poesa y msica de los trovadores pas de al-ndalus al sur de Francia y de la Sicilia musulmana a Italia.

    Las descripciones islmicas de viajes al cielo y al infierno contribuyeron a la formacin de la Divina Comedia (cfr. Giorgio Levi Della Vida: Nuova luce sulle fonti islamiche de la"Divina Commmedia", al-Andalus, 14 (1949); Maxime Rodinson: Dante et lIslam daprs des travaux rcents, en Revue de lhistoire des Religions, octubre-diciembre 1951; E. Ceruli: Dante e lIslam, Academia Nazionale dei Lincei, 12 (1957); Miguel Asn Palacios: La escatologa musulmana en la Divina Comedia. Historia y crtica de una polmica, Hiperin, Madrid, 1984).

    La bveda con nervios es ms antigua en el Islam que en Europa, aunque no podemos sealar la ruta por la que lleg al arte gtico. La aguja y el campanario cristianos le deben mucho al alminar o minarete, y la tracera de la ventana gtica fue inspirada por los arcos apuntillados de la Giralda de Sevilla.

    Un arquitecto de la jerarqua del britnico Christopher Wren (1632-1723) utiliz parmetros islmicos en sus mltiples construcciones, incluso en su obra maestra, la Catedral de San Pablo en Londres (cfr. Sir Thomas Arnold y Alfred Guillaume: El Legado del Islam, Ediciones Pegaso, Madrid, 1944, pg. 229).

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    El rejuvenecimiento del arte cermico en Italia y Francia ha sido atribuido a la importacin de alfareros musulmanes en el siglo XII y a las visitas de alfareros italianos a la Espaa musulmana. Metalarios y vidrieros venecianos, encuadernadores italianos, armeros espaoles, aprendieron sus tcnicas de artesanos musulmanes; y casi en todas partes de Europa los tejedores esperaban obtener del Islam modelos y dibujos. Los venecianos descubrieron los secretos de la fabricacin del vidrio en el mundo musulmn y los llevaron a la prctica en sus talleres de la isla de Murano. As, Venecia mantuvo durante siglos un verdadero monopolio del vidrio de lujo.

    Las influencias del Islam hacia Occidente son innumerables: un millar de traducciones del rabe al latn; visitas de eruditos cristianos a al-ndalus, como los ingleses Alfredo de Sareshel, Adelardo de Bath (en 1130, luego de su regreso, tradujo en Inglaterra obras musulmanas), Roberto de Chester (vivi en Espaa entre 1135 y 1180); los italianos Gerardo de Cremona (1114-1187), Platn Tiburtino de Tvoli (vivi en Espaa entre 1134-1145) o Eugenio de Palermo (1130-1202); y otros cuyo nombre denuncia su procedencia, Miguel Escoto (1175-1236), Hermann von Krnten, llamado de Carintia y el Dlmata, o el arzobispo flamenco Wilhelm von Moerbeke (1215-1286); y el envo de jvenes cristianos por sus padres espaoles o italianos a las Cortes musulmanas para que recibieran educacin caballeresca.

    Cada avance de los cristianos en Espaa dejaba entrar una ola de literatura, ciencia, filosofa y arte islmicos en la Cristiandad. As la captura de Toledo en 1085 hizo adelantar inmensamente los conocimientos de los cristianos en astronoma y mantuvo viva la doctrina de la esfericidad de la tierra (cfr. Olga Prez Monzn y Enrique Rodrguez-Picavea, Toledo y las tres culturas, Akal, Madrid, 1995; Louis Cardaillac: Tolde XII-XIII. Musulmans, chrtiens et juifs: le savoir et la tolrance, Autrement, Pars, 1996.).

    Con todo lo dicho queremos enfatizar principalmente a travs de este trabajo, que el criterio amplio y pluralista y la personalidad talentosa e idnea de los polgrafos de la Edad de Oro del Islam puede ser un muy buen parmetro para aquellos musulmanes que tropiezan con el reto que significa para ellos la modernidad occidental y para los que en el Occidente tienen todava que encontrar el fundamento de la armona entre los valores cientficos y espirituales.

    Choque de civilizaciones o dilogo entre Oriente y Occidente?

    El convencimiento de que todo lo occidental es tambin universal permanece encastillado en muchas mentes. Los occidentales tienden con excesiva frecuencia a contemplarse como los portadores de la universalidad y superioridad de una civilizacin que consideran nica, y esta absurda visin de norteamericanos y europeos constituye una amenaza constante para todos los seres humanos, pues desde tal perspectiva son considerados irrelevantes y errneas las tradiciones culturales y sociales de otros pueblos.

    Dice el sinlogo ingls Joseph Needham (Londres, 1900): Muchas gentes de Europa occidental y Amrica europea sufren lo que podramos llamar orgullo espiritual. Estn firmemente convencidas de que su propia forma de civilizacin es la nica universal. Profundamente ignorantes de las concepciones y tradiciones intelectuales y sociales de otros pueblos, consideran muy natural imponerles sus ideas y costumbres, tanto sobre la ley como sobre la sociedad democrtica o las instituciones polticas. Sin embargo, propagan una cultura un tanto contradictoria, puesto que Europa no ha logrado nunca reconciliar lo material y lo espiritual, lo racional y lo romntico. Y su modo de vida tiende a corroer y destruir las peculiaridades de las culturas vecinas, algunas de las cuales pueden encarnar valores ms sanos... La civilizacin cristiana demuestra hoy tan poca humildad cristiana como en tiempos de las Cruzadas, cuando la civilizacin del Islam era, sin embargo, superior en su conjunto a la de Europa... Europa se vanagloria de los viajes de exploracin de Coln y otros navegantes. Europa no se preocupa tanto de investigar las invenciones que los posibilitaron; la brjula y el codaste de China, los mstiles mltiples de India e Indonesia, la vela latina de mesana de los marineros del Islam (Joseph Needham: Dentro de los cuatro mares. Dilogo entre oriente y Occidente, Siglo XXI, Madrid, 1975).

    En los umbrales del siglo XXI, personajes como el profesor de Harvard Samuel P. Huntington, defensor a ultranza del Nuevo Orden Mundial como Alvin Toffler ("La tercera ola") y Francis Fukuyama ("El fin de

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    la historia"), proclaman a los cuatro vientos la guerra que se viene y advierten a los desprevenidos sobre el peligro fundamentalista musulmn (cfr. S.P. Huntington: El choque de civilizaciones y la reconfiguracin del orden mundial, Paids, Buenos Aires, 1997) con un estilo que hace recordar al de Urbano II (1042-1099), cuando este pontfice franco en el concilio de Clermont (1095) arengaba as a los futuros cruzados: Emprended el camino a Jerusalem y arrebatad esa tierra a la raza perversa y estableced all vuestro dominio (cfr. F. Ogg: Source of Medieval History, Nueva York, 1907, pgs. 282-288). Vase el estudio de Jean Delumeau sobre la satanizacin de la amenaza musulmana: El miedo de Occidente, Madrid, 1989.

    En las antpodas de este pensamiento, el flamante presidente de la Repblica Islmica del Irn, Seied Muhammad Jatam, dijo: Las puertas deben estar abiertas al dilogo entre civilizaciones y culturas("Mensaje al pueblo norteamericano", entrevista de la CNN, 7/1/98).

    La reflexin de Toynbee

    Los ms eminentes pensadores de Occidente que han investigado el Islam y se han familiarizado con su civilizacin y cultura nunca han optado por la va de la descalificacin, sino todo lo contrario. Un historiador de la talla del britnico Arnold Toynbee (1889-1975) emite el siguiente juicio: Ser prisionero de la poca y del medio es parte de las limitaciones humanas. El ser humano tiene races como los rboles, y aunque stas sean de tipo intelectual o emocional, lo traban. De cualquier modo, la naturaleza humana se rebela contra sus lmites e intenta sobrepasarlos... El oficio del historiador es el de moverse libremente en el tiempo y en el espacio. Cmo nos aburrimos con nuestra propia civilizacin!... Una mirada al compendio de Historia Moderna y Medieval de Oxford bastaba para hastiarme. Pero la historia del Islam, la del Budismo, me abra mundos fascinantes. La civilizacin occidental contempornea me aburre, no porque sea occidental sino porque es la ma y soy historiador... el Occidente contemporneo me hasta inevitablemente. Me aprisiona entre sus engranajes. Me impide regresar al tiempo anterior a la mquina e instalarme en Rusia, en Dar-el-Islam, en el mundo hind, en Asia Oriental. Mi ineluctable occidentalismo me impide aclimatarme culturalmente en cualquier otra civilizacin contempornea... De todos modos, tengo una razn ms trascendente que cualquiera de las mencionadas hasta aqu para detestar a Occidente. Ha producido a Hitler, Mussolini y McCarthy. Estas monstruosidades occidentales hacen que me sienta amenazado en tanto occidental... Adems de los crmenes del Occidente contemporneo, hay otras manchas en la vida occidental que me repugnan... Occidente no tiene piedad por los ancianos. Es, segn creo, la primera civilizacin en la cual los ancianos no han tenido automticamente un lugar en la casa de sus hijos adultos. Mirando esta insensibilidad occidental con ojos desoccidentalizados la encuentro profundamente ofensiva. Repruebo tambin la publicidad occidental. Ha convertido en un arte la explotacin de la tontera humana. Gracias a ella estmagos saciados embuchan bienes materiales que no necesitan mientras dos terceras partes de la humanidad carecen de los elementos imprescindibles para vivir. Es un aspecto horrible de la sociedad de la abundancia; y si se me dice que este es el precio de la abundancia contesto que es un precio demasiado alto (Arnold Toynbee: Me duele Occidente extrado de The Edge of Awareness, Nuevo Planeta, Sudamericana, Buenos Aires, Septiembre/Octubre, 1970, pgs. 33-37).

    Como hemos visto, a lo largo de cada una de las entradas del presente trabajo, el Islam, desde un primer momento, fue un agente universalizante, historizante y mediador entre todas las civilizaciones, culturas, religiones y pueblos, sumando y no restando, integrando a todos sin segregar o discriminar a ninguno.

    Pero, ...un buen da Occidente se despeg del pelotn de sus homlogos para echarse a correr, agotndose y agotando a sus compaeros. Pero, en esta carrera tan poco deportiva, la inslita regla del juego permite al que se escapa asfixiar a su adversario, que los rezagados sean aplastados. El retraso de los otros es el contrasentido de la loca carrera de un Occidente que ha elegido el ritmo, el terreno, el objetivo... El sufrimiento interior de Occidente proviene de que su modernidad ha devorado a su cultura... En Occidente, en un mundo de donde Dios fue expulsado, el conflicto entre cultura y modernidad ha alienado al hombre. Japn, que durante mucho tiempo intent preservar la parte ms ntima de su ser, asiste hoy al espectculo de su cultura saqueada. Hoy se habla ms que nunca de confrontacin de civilizaciones: en realidad las civilizaciones slo se enfrentan cuando coexisten, en una sociedad dada, grupos raciales heterogneos. En el plano de la violencia histrica, slo se enfrentan los

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    poderes y por el poder: la destructiva historia de una Europa unida por la civilizacin esta ah para demostrarlo. La dialctica del poder seguir existiendo, en cualquier parte, disfrazada o a cara descubierta. No obstante, en la esfera en que nos movemos, lo que se desprende no es la confrontacin de las civilizaciones entre s sino la de cada una de ellas con la modernidad. Y si hay una solidaridad en la que se pueda fundamentar una ambicin verdaderamente universal, esa es la de las culturas, comprendida la de Occidente, contra aquello que las niega a todas: una modernidad no controlada. En este contexto, el islam podr renovar su mensaje sublime (Hichem Djat: Europa y el Islam, Libertarias/al-Quibla, Madrid, 1990, pgs. 241 a 243).

    La tarea pendiente

    Una cantidad incalculable de verdaderos tesoros de la civilizacin islmica aguardan ser descubiertos. Slo en Estambul hay ms de ochenta bibliotecas-mezquitas que contienen decenas de millares de manuscritos. En El Cairo, Damasco, Mosul y Bagdad, as como en Irn, la India y Pakistn, se encuentran otras colecciones. Muy pocas han llegado a catalogarse, pero muchas menos han sido estudiadas o publicadas. Incluso el catlogo de manuscritos rabes de la Biblioteca de El Escorial, que contiene gran parte de la ciencia islmica de Occidente, no se halla todava completo, a pesar de los aos transcurridos y la gran cantidad y calidad de los islamlogos espaoles.

    Esta humilde relacin de portentos de la civilizacin del Islam nos muestra de alguna manera la gran tarea pendiente: intentar dar una nocin general de la obra artstica, cientfica y filosfica del Islam tanto al nefito como al intelectual, que erradique prejuicios y fantasas y nos acerque a todos a la verdad histrica y objetiva de una cultura que es patrimonio de toda la humanidad.

    Los que desconocan la temtica se sorprendern de la longitud de estos comentarios sobre la Civilizacin del Islam, y el erudito o el acadmico se lamentar de su brevedad y carencias. Slo nos resta evocar las palabras del poeta arabo-persa Abu Nuws (762-810):

    Di a quien pretenda una ciencia enciclopdica:

    Sabes algo, pero muchas cosas se te escapan.

    Nos refugiamos en Dios Todopoderoso, nico y Graciabilsimo, Fuente de toda Sabidura, Verdad y Justicia. Alabado sea el Seor de los Universos. No hay poder ni fuerza excepto la de Dios, el Altsimo, el Majestuoso.

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    EL RENACIMIENTO EMPIEZA EN CRDOBA

    En ningn momento, ni Roma ni Pars, las dos ciudades ms pobladas del Occidente cristiano, se acercaron al esplendor de Crdoba, el mayor ncleo urbano de la Europa rabe-islmica ("La vida cotidiana de los rabes en la Europa medieval").

    Charles-Emmanuel Dufourcq, medievalista francs.

    Dice el historiador musulmn argelino al-Maqqar (1591-1634) que la ciudad andalus de Crdoba, en el siglo X, era una ciudad civilizada no inferior a Bagdad y Constantinopla. En esa poca, en la urbe que se alzaba en la orilla sur del Guadalquivir, haba una poblacin de casi un milln de almas (hoy apenas alcanza las 300 mil y no es ni la sombra de lo que fue) encerrados en un permetro que meda doce kilmetros y en 21 arrabales; con 471 mezquitas, 600 baos pblicos, 213.077 casas de clase media y obrera, 60.300 residencias de oficiales y aristcratas, y 4.000 tiendas y comercios en una superficie de 2.690 Ha. Un artstico puente cruzaba el ro, que an lleva su nombre rabe (uadi al-kabir: "el ro grande"), y en ambos lados se extendan los barrios de la dominante poblacin musulmana: rabes y bereberes de frica, mulades (descendientes de los godos conversos al Islam), comunidades de judos sefarades, cristianos arrianos y catlicos (mozrabes), eslavos y bizantinos del este de Europa.

    Las calles estaban empedradas y alumbradas de noche. Se podan andar quince kilmetros a la luz de los faroles callejeros junto a una serie ininterrumpida de edificios. La Crdoba musulmana era famosa por sus jardines, alcantarillas, acueductos y paseos de recreo, cuando Londres y Pars eran aldeas toscas y nauseabundas.

    Durante su largo reinado, primero como emir y despus como califa, Abderrahmn III (891-961) elev a Crdoba a su cspide. Fue gran administrador, incansable constructor y mecenas del saber y de las artes. Su hijo al-Hakam II (m. 976) fue an ms entusiasta en coleccionar manuscritos y atraer hombres sabios a su corte. Su biblioteca tena fama de contener 400.000 volmenes. El islamlogo holands Dozy (1820-1883) dice: Slo el catlogo de su biblioteca se compona de 44 cuadernos, y no contena ms que el ttulo de los libros, y no su descripcin...Y al-Hakam los haba ledo todos, y lo que es ms, haba anotado la mayor parte... Hakam conoca mejor que nadie la historia literaria, as que sus notas han hecho siempre autoridad entre los sabios andaluces. Libros compuestos en Persia y en Siria le eran conocidos, muchas veces, antes que nadie los hubiera ledo en el Oriente. Y al-Hakam tena a un preceptor y consejero como al-Zubaid (m. 989) que acuaba pensamientos como ste: Todas las tierras, en su diversidad, son una. Y los hombres todos son vecinos y hermanos.

    Tan grande era el poder y el prestigio de Crdoba, que los gobernantes de los reinos cristianos del norte de Espaa se presentaran humildemente ante la corte del califa para solicitar ayuda en la solucin de sus problemas polticos o personales. Sancho el Craso, rey de Len viaj hasta Qurtuba (nombre rabe de Crdoba) en busca de ayuda para reconquistar su reino y curarse de su obesidad. Fruto de estas interrelaciones de musulmanes y cristianos, los monjes benedictinos estudiaron en la Crdoba califal, en ejemplo de la ms eficaz y bella convivencia. Al gran erudito cristiano del siglo X Gerbert d'Aurillac o d'Auvergne (938-1003), que fue Papa en 999 bajo el nombre de Silvestre II, se le consider que haba estado en tratos con el demonio durante su permanencia en Crdoba a causa de sus conocimientos astronmicos.

    El telogo Ibn Hazm (994-1064), autor de El collar de la paloma ese encantador manual de amor divino y profano, a la vez que documento social de la poca, nos dej un testimonio del elevado rango que tenan las mujeres musulmanas cordobesas: Yo mismo he observado a las mujeres y he llegado a conocer sus secretos hasta un punto casi incomparable, porque fui criado y crec entre ellas, sin conocer

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    otra sociedad. Nunca altern con hombres hasta que fui ya adolescente y me haba empezado a despuntar la barba. Fueron las mujeres las que me ensearon el Corn, me recitaron mucha poesa, me ensearon la caligrafa (cfr. Roger Arnaldez: Grammaire et thologie chez Ibn Hazm de Cordue, J. Vrin, Pars, 1981).

    El gobierno de Abu Amir al-Mansur (938-1002) regente del pusilnime Hisham II (965-1013), con sus excesos y despropsitos, provocara la guerra civil y la disolucin del califato. Pero el eclipse de Crdoba no signific el fin de la civilizacin islmica en Espaa que se prolongara durante otros 500 aos.

    Filosofa y humanismo

    De los numerosos sabios nacidos en al-ndalus con posterioridad, tres de ellos merecen mencin especial. Los tres eran admiradores de Aristteles y trataron de reconciliar la sabidura de los antiguos con las verdades del Islam. Al zaragozano Ibn Baa o Avempace (1070?-1138) se le recuerda principalmente por su obra El rgimen del solitario, crtica del materialismo y la mundanalidad de la sociedad musulmana de entonces. Sus ideas fueron ampliadas por el granadino Ibn Tufail (1110-1185), autor de una notable novela alegrica que lleg a conocerse en el resto de Europa a travs de las traducciones al latn y a otros idiomas. Su hroe, Hayy Ibn Yaqzn antepasado del Robinson Crusoe, de Defoe; del Emilio, de Rousseau, y del Mowgli, de Kipling es un nio abandonado al que amamanta una gacela. El nio va creciendo hasta alcanzar, mediante la observacin y el razonamiento, no slo la comprensin del mundo material, sino a travs de la contemplacin mstica, la comprensin del nico Hacedor. Finalmente, encuentra a su hombre Viernes en forma de ermitao musulmn, y se da cuenta de que las verdades que l haba descubierto con la luz de la razn eran las mismas que las enseadas por la religin revelada (cfr. Ibn Tufail: El Filsofo Autodidacto, Trotta, Madrid, 1995).

    El mismo tema, la Armona de la Religin y la Filosofa, constituye el pensamiento central del filsofo y mdico cordobs Ibn Rushd, ms conocido como Averroes (1126-1198). Este sostena que la filosofa y la religin eran dos caminos igualmente vlidos y complementarios para conocerse a s mismo y conocer a Dios, y se esforz en reconciliar ambas en sus escritos y comentarios. Como las obras de Averroes fueron denunciadas como impas por ciertos jurisperitos envidiosos y desubicados, hallaron escaso eco en el resto del mundo islmico. No obstante, llegaron a ser vidamente estudiadas, discutidas y, finalmente, exaltadas en los foros universitarios e intelectuales de la Europa medieval y renacentista, iluminando las obras de san Alberto Magno, santo Toms de Aquino, Roger Bacon y muchos otros, incluso los racionalistas de los siglos XVII y XVIII como Spinoza, Descartes y Kant. El pensamiento de estos sabios cristianos tambin recibi las influencias de otro cordobs y colega de Averroes, el mdico-filsofo judo en lengua rabe Maimnides (1135-1204) que tambin trat de sintetizar fe y razn.

    Gnosticismo e inspiracin mstica

    Al-ndalus tambin fue la cuna de la mstica islmica occidental, que en el siglo XVI inspirara la obra de santa Teresa de vila (1515-1582) y san Juan de la Cruz (1542-1591). El primer suf hispanomusulmn del que tengamos noticia es el filsofo cordobs Ibn Masarra (883-931) que vivi bajo la proteccin de Abderrahmn III. No se han conservado sus escritos, pero, al parecer, estuvo influido por el filsofo greco-siciliano Empdocles de Agrigento (490-430 a.C.). A finales del siglo XII, se hallaban sufes en todas las regiones de la Espaa musulmana. El murciano Ibn al-Arabi (1165-1240), llamado Sheij al-Akbar ("El Doctor mximo") e Ibn Aflatn ("El Hijo de Platn) dej descripciones de 55 de ellos. Ibn al-Arabi muri en Damasco despus de toda una vida empleada en el estudio y las experiencias msticas. De los 400 o ms libros que le atribuyen sus bigrafos, uno titulado en rabe Futuhat al-Makkiyya ("Revelaciones de La Meca") dej una profunda huella en la cultura occidental. Proporcion antecedentes a la ficcin potica de Dante Alighieri (1265-1321) de un viaje por los reinos de ultratumba, con su topografa geomtrica, sus vislumbres de la gloria de los elegidos y su beatfica visin del esplendor divino.

    Transvasamiento cientfico y cultural

    Mientras tanto, Toledo, otra urbe donde congeniaban las tres culturas monotestas, se haba convertido en un centro de erudicin. Muchos de los manuscritos de la gran biblioteca de al-Hakam fueron a parar

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    all y en ella resida un conjunto de eruditos competentes para traducirlos que conformaran la llamada escuela de traductores de Toledo bajo el ejemplar mecenazgo de Alfonso X el Sabio (1221-1284). La fama de Toledo atrajo enseguida estudiosos de todas partes de Europa: hacia 1200 Daniel de Morley llev desde all a Inglaterra una preciosa multitud de libros islmicos; otro tanto hicieron el italiano Gerardo de Cremona (1114-1187) y el arzobispo flamenco Guillermo de Moerbeke (1215-1286). Notable entre ellos fue Adelardo de Bath, cuya bsqueda del saber le llev tan lejos como el Norte de frica y el Asia Menor, cuya curiosidad intelectual abarcaba todo el campo de las ciencias, desde la astrologa a la trigonometra, desde la filosofa platnica a la cetrera (en 1130, luego de su regreso, tradujo en Inglaterra numerosas obras musulmanas). Adelardo fue el traductor del clebre tratado del matemtico persa al-Juarizm (m. 863), titulado en latn Algoritmi de numero indorum. En 1143, otro ingls, Roberto de Chester o de Ketton, por encargo del abad de Cluny Pedro el Venerable (1094-1156), colabor con Hermann de Carintia y doctos espaoles y francos en la primera traduccin del Corn a una lengua europea, el latn (una reedicin comentada por Lutero aparecera en Zurich en 1550). Hacia 1149, Roberto de Chester, al adaptar las tablas astronmicas de al-Battan (858-929) y de Azarquiel (1029-1087), llev la trigonometra islmica a Inglaterra e introdujo la palabra sinus (seno) en la nueva ciencia. El escocs Miguel Escoto (1175-1236), que lleg a ser astrlogo en la islamizada corte de Federico II de Sicilia (1194-1250), en 1217 tradujo en Toledo los comentarios de Averroes y la Esfrica de al-Bitru (m. 1204).

    A mediados del siglo XII, el prelado y erudito John de Salisbury (1115-1180) se lamentaba del desprecio predominante hacia las matemticas, la geometra y la lgica, excepto en la tierra de los moros de Espaa. En ese siglo y en el siguiente la corriente de filosofa y ciencia griega la metafsica y las ciencias fsico-naturales de Aristteles, los tratados mdicos de Hipcrates y Galeno, las obras de Claudio Ptolomeo, Euclides, Dioscrides y otros muchos pensadores, enriquecida con los comentarios y contribuciones originales de los musulmanes, comenz a vivificar la vida intelectual de Occidente, que hasta entonces slo haba conocido retazos de ella o nada.

    La mal llamada Reconquista espaola fue algo muy largo y complejo. Puede llamarse Reconquistadice el filsofo y escritor Jos Ortega y Gasset (1883-1955), a una cosa que dura ocho siglos?. Fue una marea de conquistas castellano-aragonesas con pleamares y bajamares que dejaban islas donde, por largos perodos, musulmanes, judos y cristianos vivan en ejemplar tolerancia, llegando sus culturas a influirse mutuamente.

    Granada, ltimo baluarte de la civilizacin andalus, fue tomada en 1492, y all, en la plaza de Bib Rambla, el cardenal inquisidor Jimnez de Cisneros presidi la quema de miles de manuscritos islmicos que se perdieron para siempre. Pero mucho antes que el espritu de convivencia e intercambio cultural se hubiera disipado con el humo del holocausto granadino, los sabios hispanomusulmanes haban colmado su misin como industriosos intermediarios de la cultura y transmitieron a la Europa medieval la olvidada sabidura del mundo antiguo, posibilitando el Renacimiento.

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    EL UNIVERSO MULTICULTURAL DE LA ESPAA RABE DEL SIGLO XII

    El Doctor en Filosofa y Filologa Semtica de la Universidad de Zaragoza, especializado en el pensamiento musulmn andalus, Joaqun Lomba Fuentes, dice en su reciente libro La raz semtica de lo europeo (Ediciones Akal, Madrid, 1997):

    Si se quiere entender en profundidad el ser de Europa, no basta con volver la mirada a Grecia y Roma para encontrar en ellas sus races. El mundo semita, en su vertiente musulmana y juda, constituye una de las bases fundamentales de nuestra historia y cultura. No en vano "Europa", en la mitologa griega, era de ascendencia fenicia.

    Esas races semticas de lo europeo se detectan especialmente en la Edad Media. Durante ese perodo el desnivel cultural entre Europa y el mundo rabe fue patente. Europa estaba sumida en los restos empobrecidos de una tarda latinidad mientras el Islam y el Judasmo recuperaban lo mejor del legado griego, lo asimilaban y lo perfeccionaban. Tanto, que empieza un ingente flujo de trasvase cultural hacia Europa, gracias al cual sta rejuvenece, adopta nuevas formas de hacer ciencia, filosofa y literatura, aprende estilos nuevos de comportarse, de vivir la religin, de sumirse en los abismos misteriosos de la mstica, de practicar la asctica, de amar, de disfrutar de la belleza.

    Reconocer esta deuda, agradecer a la Historia este regalo, es ser europeos autnticamente. (...)

    Ante todo, Europa pudo leer por primera vez la ciencia y filosofa griega no slo tal como en su da fue sino reinterpretada, elaborada y perfeccionada por musulmanes y judos. (...)

    Con ello y, como consecuencia, aparece emparejado el tema, de procedencia semita, rabe y juda, cual es el de las relaciones entre fe y filosofa, o razn, entre religin y fe, entre pensamiento humano y revelacin. (...)

    Para Averroes y Maimnides, la filosofa y la religin no se pueden contradecir a pesar de que son autnomas, porque apuntan y llevan a la misma Verdad.

    La Espaa rabe del siglo XII es un universo demasiado vasto, rico y complejo como para describirlo en los pocos minutos que tenemos, pero aun as podemos hacer ciertas evocaciones que son fundamentales. Adems de los dos grandes polmatas cordobeses que acabamos de citar y que son el tema central de esta reunin, no podemos olvidarnos del primer gran filsofo de al-ndalus que fue Ibn Baa, conocido por los escolsticos como Avempace (1070-1139). Este polgrafo zaragozano que fue tambin msico, botnico, poeta y astrnomo es el autor de la obra El rgimen del solitario (Tadbir al-mutawahhid), que es una analoga de la Ciudad Ideal (al-Madinat al-Fadila) de al-Farabi y la Repblica de Platn.

    El maestro y patrocinador de Averroes fue el mdico y filsofo granadino Ibn Tufail (1110-1185). Su clebre trabajo Risala Hayy Ibn Yaqzn fi asrar al-hkma al-mashriqiyya (Epstola o tratado de "El Vivo Hijo del Despierto" sobre los secretos de la filosofa oriental), se lo suele titular, sin embargo, El filsofo autodidacto, siguiendo el ttulo que le dio su primer traductor al ingls, el arabista Edward Pococke (1604-1691). Esta magnfica fbula moral inspir a Daniel Defoe (1660-1731) la historia de Robinsoe Crusoe (1719).

    El Siglo de Oro del Judasmo

    El llamado Siglo de Oro del Judasmo tiene su apogeo precisamente en la Espaa rabe del siglo XII con el mdico-filsofo y jurisprudente Maimnides (1135-1204). Pero existieron igualmente en ese perodo una multitud de brillantes pensadores y cientficos hebreos como el apologista tudelano Yehuda

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    ha-Lev (1075-1141) conocido por su obra El Cuzar traducida del rabe al hebreo por el mdico Yehuda Ibn Tibbon (1120-1190) en 1166, los poetas Moiss Ibn Ezr (1060-1139) y Yehuda al-Hariz 1170-1230), el matemtico-astrnomo y gran viajero Abraham Ibn Ezr (1089-1167), y el eminente filsofo e historiador Abraham Ibn Daud (1110-1180), llamado Avendaut Hispanus o Juan de Sevilla, traductor de numerosas obras cientficas y filosficas musulmanas del rabe al latn en Toledo.

    Toledo y las tres Culturas

    En el siglo XII justamente, en esa ciudad a orillas del Tajo (bajo dominio cristiano desde 1085), comenz a funcionar la clebre escuela de traductores (fundada por el arzobispo don Raimundo de Toledo en 1130), que alcanzar su fama mayor con el mecenazgo de Alfonso X el Sabio, rey de Castilla y de Len (1252-1284). Por primera vez los cristianos, musulmanes y judos constituyeron un lugar destinado a las traducciones de los autores clsicos grecolatinos, que durante 600 aos se haban conservado en Oriente y fueron rescatadas y llevadas por los rabes a Espaa.

    Cabe mencionar que esta escuela de traducciones atrajo el peregrinaje de numerosos sabios y estudiosos del mundo cristiano altomedieval como el ingls Roberto de Chester, llamado el Ketenense, que por encargo del abad de Cluny Pedro el Venerable (1094-1156) hizo la primera traduccin del Corn al latn hacia 1143 con la ayuda de un erudito musulmn. Un ao despus, Platn Tiburtino de Tvoli (vivi en Espaa entre 1134-1145), tradujo del hebreo al latn el famoso tratado Hibbur ha-Meshihah del matemtico judo barcelons Abraham Bar Hiyya (m. 1136).

    El lombardo Gerardo de Cremona (1114-1187), miembro de la escuela de traductores a partir de 1134, tradujo el "Libro sobre el clculo, lgebra y reduccin" (Kitab al-muhtasar fi hisab al-abr ua-l-muqabala) del matemtico persa al-Juarizmi (m. 863). Hacia 1150, el ya citado Abraham Ibn Daud y el clrigo Domingo Gundisalvo tradujeron la obra principal del filsofo y poeta judo malagueo Salomn Ibn Gabirol (1021-1153/70) escrita en rabe, Yanbu al-hayat La fuente de la vida (en hebreo Mekor jim), traducida al latn con el ttulo de Fons vitae, que influenci en los cabalistas e inspir al filsofo holands descendiente de judos andaluses, Baruj Spinoza (1632-1677).

    Una globalizacin bien entendida

    Ahora bien, volviendo a la diferencia entre Oriente y Occidente, hoy tan obvia y, a veces, tan hostil y agresiva, hay que decir no exista en la Edad Media, al menos hasta el siglo XIII. Una unidad mediterrnea pona en contacto directo a Crdoba con El Cairo y Bagdad, a Venecia y Alejandra, a Europa entera con Oriente por mltiples caminos que hacan de "mass media" en aquellos momentos. El contacto con Oriente se daba, entre los musulmanes, por la peregrinacin ritual a la Meca, gracias a la cual el sur de Italia y al-ndalus estaban en continuo contacto con los ltimos movimientos cientficos y filosficos del momento (Joaqun Lomba Fuentes: O. cit., pg. 16).

    El trmino rabe Rihla significa viaje, partida, marcha, salida, emigracin, periplo, itinerario, relato de viaje, es justamente esta ltima acepcin la que se especializ para dar nombre a un gnero que ocupa un lugar destacado en la literatura islmica. Efectivamente, en el siglo XII aparece algo nuevo en las letras rabes, el gnero de la rihla. Dicho gnero tiene como caracterstica el que casi todos sus autores sean occidentales, andaluses o magrebes, y peregrinos hacia los lugares santos del Islam (cfr. Francesco Gabrieli: Viaggi e Viaggiatori arabi, Sansoni, Florencia, 1975).

    El primer gran viajero andalus fue Abu Hamid al Garnat (1080-1169), autor de la rihla llamada Tuhfat al-ahbab ua mujbat al-aab ("El Regalo de los corazones y eleccin de maravillas"), quien visit el norte de Africa, Siria, Irak, Persia, Jorasn, Transoxiana y centro y sur de Rusia, Hungra y pereciendo en el transcurso de uno de sus viajes, en Damasco cfr. Abu Hamid al-Garnati: Tuhfat al-Albab (El Regalo de los espritus), AECI, Madrid, 1990; Abu Hamid al-Garnati: Al-Mu'rib 'an ba'd aya'ib al-Magrib (Elogio de algunas maravillas del Magreb), AECI, Madrid, 1991.

    El segundo gran viajero hispanomusulmn fue Ibn ubair al-Balans ("el Valenciano"), nacido en Valencia en 1145 y muerto durante su tercera travesa, en Alejandra, Egipto, en 1217. Su famosa Rihla se refiere

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    a su primer viaje, el que realiz entre el 15 de febrero de 1183 y el 25 de abril de 1185, cruzando el Mediterrneo y visitando Egipto, La Meca, Siria, Irak, Palestina, Cerdea, Sicilia y Creta.

    La Rihla de Ibn ubair, uno de los textos narrativos ms fiables y documentados de fines del siglo XII (cfr. Ibn ubayr: A travs del Oriente. El siglo XII ante los ojos, traduccin y notas de Felipe Mallo Salgado, Ediciones del Serbal, Barcelona, 1988), es una de las fuentes ms importantes con que cuenta el historiador para saber como se encontraba el Mundo Islmico, la Sicilia normanda, la navegacin en el Mediterrneo y las relaciones entre musulmanes y cristianos en el siglo XII.

    Entre los pilares de la educacin que defini (aprender a vivir juntos, a conocer, a hacer y a ser), la Comisin de la Unesco sobre la educacin, presidida por Jacques Delors, considera el primero como el ms importante:

    Se trata de aprender a vivir juntos desarrollando el conocimiento de los otros, de su historia, sus tradiciones y su espiritualidad... que permita refundar una modernidad sobre la comunicacin de individuos y colectividades que son a la vez semejantes y diferentes (L'Education. Un tresor est cach dedans, Unesco, Pars, 1996, pg. 18; Alain Touraine: Podremos vivir juntos? La discusin pendiente; El destino del hombre en la aldea global, FCE, Buenos Aires, 1997).

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    AL-NDALUS I (711-1010)El califato de Crdoba

    CON UN APENDICE DE JUAN GOYTISOLO TITULADO

    LOS MITOS FUNDADORES DE LA NACION ESPAOLA

    Cuando se habla de Espaa y el Islam, se suele hacer referencia a un concepto con claro significado religioso y a otro con contenido muy directo, de carcter lingstico. Se habla as, de Espaa musulmana o de Espaa rabe. Sin embargo, en trminos populares, con significado antropolgico fsico en primer lugar, se habla de la Espaa mora. La palabra castellana moro viene, sin duda, del latn "maurus", y del griego "mvros", que significa "oscuro", "negro". Escritores latinos como Juvenal (60-140) y Lucano (39-65) mencionan a los mauros, tambin conocidos como nmidas, que constituan en tiempos de Iugurta (160-104), un pueblo caracterizado por su energa fsica y belicosidad. Recordemos a la famosa caballera nmida empleada por los cartagineses en las guerras pnicas. La designacin tnica en suma, es muy antigua y al principio no tuvo el carcter peyorativo, como lo adquiri despus.

    Parece que la palabra morisco se forma como berberisco, y es un diminutivo carioso, que ms tarde se emple para identificar a los hispanomusulmanes que permanecieron en la Pennsula luego de la cada de Granada. Otros sinnimos son moruno, morera, almoraima, etc. La acepcin de bereber, que es otra forma de llamar a los moros, est relacionada con la denominacin utilizada por griegos y romanos para designar a los pueblos extranjeros: brbaros. En la antigedad clsica el norte de frica era conocido como Berbera o pas de los bereberes. El pas de los mauros o mauritanos se conoca como Mauritania, que luego fue provincia romana y hoy es una repblica islmica.

    Los musulmanes de los siglos VII, VIII y IX aplicaron el nombre de al-ndalus a todas aquellas tierras que haban formado parte del reino visigodo: la Pennsula Ibrica, la Septimania francesa y las Islas Baleares. En un sentido ms estricto, al-ndalus comprender la parte de aquellos territorios administrados por el Islam. Conforme avanzaba la conquista cristiana, su extensin se iba reduciendo progresivamente y a partir del siglo XIII design exclusivamente al reino nazar de Granada. La prolongada resistencia musulmana granadina contra las incursiones castellano-aragonesas permitir que se fije el nombre de al-ndalus y se perpete en el actual de Andaluca.

    El islamlogo holands Reinhart Dozy (1820-1883), autor de la famosa obra Historia de los musulmanes de Espaa (4 vols., Turner, Madrid, 1994), impuls la teora que fue apoyada por muchos historiadores modernos segn la cual el nombre de al-ndalus est relacionado con los Vndalos, suponiendo sin ningn fundamento, que la Btica pudo llamarse en alguna ocasin Vandalicia o Vandaluca. Nosotros compartimos la opinin del eminente fillogo espaol don Joaqun Vallv Bermejo, vertida en su trabajo erudito La divisin territorial de la Espaa musulmana (CSIC, Madrid, 1986). Este dice que la expresin rabe azirat al-Andalus (isla de al-ndalus) () es una traduccin pura y simple de "isla del Atlntico" o "Atlntida"(). Los textos musulmanes que dan las primeras noticias de la isla de al-ndalus y del mar de al-ndalus, se clarifican extraordinariamente si sustituimos dichas expresiones por isla de los Atlantes o Atlntida y por mar Atlntico. Lo mismo podemos decir del tema de Hrcules y las Amazonas, cuya isla, segn los comentaristas musulmanes de estas leyendas grecolatinas, estaba situada en el auf al-Andalus, lo cual cabe interpretar como al norte o en el interior del Mar Atlntico.

    Diversos malentendidos, provocados muchas veces por los historiadores espaoles y los hispanistas, conducen al nefito a llamar espaoles tanto a Viriato en vez de lusitano, a Pelayo en vez de godo, a Averroes y Maimnides en vez de andaluses. Al respecto, dice el investigador e historiador espaol Amrico Castro:"La palabra Espaa era pronunciada en esa forma por el vulgo que hablaba latn en la pennsula hacia el ao 300 d. de C.; espaol, por el contrario, es vocablo venido del sur de Francia,

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    del Languedoc, en el siglo XIII, comenzado a usar en Provenza desde el siglo XII en la lengua escrita (...) Segn queda dicho, en 1948 el profesor suizo Paul Aebischer (Estudios de toponomia y lexicofra romnicas, CSIC, Barcelona, 1948) que espaol es voz originaria de Provenza (...) La palabra "espaol"ofrece la particularidad de ser el nico gentilicio de nuestra lengua terminado en ol. Ya en el siglo pasado, Friedrich Christian Dez (1794-1876), el fundador de la lingstica romance, seal la existencia de espan en el poema de Fernn Gonzlez, y apunt la hiptesis de que esta forma, paralela de borgonn, frisn, bretn, etc., hubiera pasado a espaol por disimulacin de la n final respecto de la otra nasal, la , que la preceda. La explicacin de Dez fue aceptada por otros lingstas, entre ellos mi venerado maestro don Ramn Menndez Pidal (1869-1968), que en su Manual de Gramtica Histrica Espaola (1904) propuso como timo un hipottico hispanione latino vulgar. Otros romanistas se preguntaron por qu haba disimilado la n final de espan para dar espaol, mientras permaneca inalterada en saban, can, pin, rin, etc. Pero hispanoilus hubiera tenido que dar en castellanoespauelo, igual que de aviolus sali abuelo y de filiolus proviene hijuelo (...) Todo ello enlaza con el desconcierto creado por confundir la Espaa de 1500 con la Espaa de milenios atrs; los espaoles de la misma poca, con quienes nada tenan de espaoles quince siglos antes.