Energia y Mitos Economicos - Nicholas Georgescu

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ENERGÍA Y MITOS ECONÓMICOS Nichohs Georgescu-Roegen* (Distingiiishcd Professor of Economics de la Universidad de Vanderbilt) De modo que ahora todos ustedes pueden irse a sus casas y dormir tranquilamente en sus camas esta no- che, seguros de saber que en la serena y considerada opinión del último ocupante de la segunda cátedra más antigua de Economía Política en este país, aun- que la vida sobre la Tierra está lejos de ser perfec- ta, no hay razón para creer que el continuo creci- miento económico la hará peor. WlLFRED BECKERMAN I. INTRODUCCIóN Hay una apreciable pizca de verdad en una de las observaciones de Percy Bridgman de que la profesión de economista es la más oportunista de to- das. En efecto, la atención de los economistas ha cambiado continuamente de un problema a otro, los cuales, a menudo, ni siquiera están estrecha- mente relacionados. Observe todas las revistas de economía del mundo de habla inglesa anteriores a 1950, por ejemplo, y difícilmente encontra- mención alguna sobre el "desarrollo económico". Es curioso, por lo tanto, que los economistas, durante los últimos cien años, se hayan mante- nido obstinadamente adheridos a una idea particular: a la de la episte- mología mecanicista, que dominó la orientación de los fundadores de la escuela neoclásica. Como lo admiten con orgullo, la ambición más grande de estos precursores fue construir una ciencia económica que siguiera el modelo de la mecánica. En las palabras de W. Stanley Jevons, como la mecánica de la utilidad y del interés propio [48, p. 23]. Como casi cual- quier estudioso y filósofo de la primera mitad del siglo xix, estuvieron fascinados por los éxitos espectaculares de la ciencia de la mecánica en la astronomía y aceptaron la famosa apoteosis de Laplace sobre la mecá- nica [53, p. 4] como el evangelio final del conocimiento científico. Ellos * Este trabajo es un resumen de la conferencia sustentada el 8 de noviembre de 1972 en la Universidad de Yale, en la Escuela de Estudio de los Bosques y del Medio Ambiente, dentro de la serie Limites al Crecimiento: El Estado de Equilibrio y la Sociedad Humana, así como en otras diversas ocasiones y lugares. La presente traducción aparece aquí con el permiso expreso del autor y de The Southern Economic Journal, que publicó el oripinal en su volumen 41, número 3. de enero de 1975, Chapel Hill, Xortli Carolina. [Versión al castellano de Eduardo L. Suárez y Jorge Carrera B.l 779

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  • ENERGA Y MITOS ECONMICOS Nichohs Georgescu-Roegen*

    (Distingiiishcd Professor of Economics de la Universidad de Vanderbilt)

    De modo que ahora todos ustedes pueden irse a sus casas y dormir tranquilamente en sus camas esta no- che, seguros de saber que en la serena y considerada opinin del ltimo ocupante de la segunda ctedra ms antigua de Economa Poltica en este pas, aun- que la vida sobre la Tierra est lejos de ser perfec- ta, no hay razn para creer que el continuo creci- miento econmico la har peor.

    WlLFRED BECKERMAN

    I. INTRODUCCIN

    Hay una apreciable pizca de verdad en una de las observaciones de Percy Bridgman de que la profesin de economista es la ms oportunista de to- das. En efecto, la atencin de los economistas ha cambiado continuamente de un problema a otro, los cuales, a menudo, ni siquiera estn estrecha- mente relacionados. Observe todas las revistas de economa del mundo de habla inglesa anteriores a 1950, por ejemplo, y difcilmente encontra- r mencin alguna sobre el "desarrollo econmico". Es curioso, por lo tanto, que los economistas, durante los ltimos cien aos, se hayan mante- nido obstinadamente adheridos a una idea particular: a la de la episte- mologa mecanicista, que domin la orientacin de los fundadores de la escuela neoclsica. Como lo admiten con orgullo, la ambicin ms grande de estos precursores fue construir una ciencia econmica que siguiera el modelo de la mecnica. En las palabras de W. Stanley Jevons, como la mecnica de la utilidad y del inters propio [48, p. 23]. Como casi cual- quier estudioso y filsofo de la primera mitad del siglo xix, estuvieron fascinados por los xitos espectaculares de la ciencia de la mecnica en la astronoma y aceptaron la famosa apoteosis de Laplace sobre la mec- nica [53, p. 4] como el evangelio final del conocimiento cientfico. Ellos

    * Este trabajo es un resumen de la conferencia sustentada el 8 de noviembre de 1972 en la Universidad de Yale, en la Escuela de Estudio de los Bosques y del Medio Ambiente, dentro de la serie Limites al Crecimiento: El Estado de Equilibrio y la Sociedad Humana, as como en otras diversas ocasiones y lugares.

    La presente traduccin aparece aqu con el permiso expreso del autor y de The Southern Economic Journal, que public el oripinal en su volumen 41, nmero 3. de enero de 1975, Chapel Hill, Xortli Carolina. [Versin al castellano de Eduardo L. Surez y Jorge Carrera B.l

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    tuvieron, entonces, ciertas circunstancias atenuantes, las que, sin embar- go, no pueden invocarse por aquellos que concurrieron mucho despus de que el dogma mecanicista haba sido desterrado hasta de la fsica [23, pp. 69-122; 5]. Los economistas modernos, sin pensarlo dos veces, en apariencia han estado felices de desarrollar su disciplina sobre las hue- llas mecanicistas dejadas por sus antepasados, combatiendo ardientemen- te cualquier sugerencia de que la economa pudiera concebirse en forma diferente que como hermana de la ciencia de la mecnica. El atractivo de esta posicin es evidente; en el subconsciente de casi todo economista corriente** est la espectacular proeza de Leverrier y John Couch Adams, que descubrieron el planeta Neptuno "con la punta de un lpiz en un trozo de papel" sin observar el firmamento. Qu esplndido sueo el de poder predecir, con slo unas cuantas operaciones a lpiz, dnde se en- contrar maana una determinada reserva en el firmamento del mercado de valores, o an mejor, dentro de un ao!

    La consecuencia de esta adhesin indiscriminada al dogma mecani- cista, ya sea de manera explcita o tcita, es concebir el proceso econmico como una analoga mecnica consistente, como todas las analogas mec- nicas, en un principio de conservacin (transformacin) y una ley de maximizacin. La ciencia econmica misma se reduce entonces a una cinemtica sin tiempo. Este enfoque ha llevado a una proliferacin de ejercicios de lpiz y papel y a modelos cconomtricos cada vez ms com- plicados que a menudo slo sirven para ocultar los problemas econmi- cos ms fundamentales. Todo se convierte en un movimiento pendular. Un ciclo econmico sigue a otro. El fundamento de la teora del equilibrio es que, si algn acontecimiento altera las propensiones de la oferta y la demanda, el mundo econmico siempre regresa a su condicin previa tan pronto como el evento desaparece. La inflacin, una sequa catastrfica, o el desplome de la bolsa de valores, no dejan en absoluto huellas en la economa. La regla general, tal como en la mecnica, es la completa re- versibilidad.^

    Nada ilustra mejor la epistemologa bsica de la economa corriente ** Por economista y economa corriente se enlionde en este trabajo la economa de hoy en

    da, desarrollada a partir de la economa neoclsica (como contrapartida de la economa cl- sica ).

    1 Algunos economistas han insistido en que, al contrario, la irreversibilidad caracteriza al mundo econmico [e. g., 51, pp. 461, 808; 21], pero auiupie r^to nunca se ha negado, fue sim- plemente dejado de lado. Es en vano que algunos traten ahora de sostener que el anlisis del equilibrio corriente siempre consider la retroalimentacin negativa [3, p. 334]. Las nicas retroalimentaciones en la teora corriente son aquellas responsables de mantener el equilibrio no para cambios evolutivos.

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    como la grfica usual con la que casi todo manual introductorio expone el proceso econmico como una corriente circular, autosostenida, entre "produccin" y "consumo"/ Pero ni siquiera el dinero circula hacia atrs y Iiacia adelante dentro del proceso econmico; porque tanto los lingotes como el papel moneda, en ltima instancia, se agotan, y sus existencias deben ser reaprovisionadas de fuentes externas [31]. El punto decisivo es que el proceso econmico no es un proceso aislado, autosostenido. Este proceso no puede seguir en marcha sin un continuo intercambio que al- tera el medio en forma acumulativa y sin ser a su vez influido por estas alteraciones. Los economistas clsicos, Malthus en particular, insis- tan en la importancia econmica de este hecho. Sin embargo, tanto los economistas corrientes, como los marxistas, prefieren ignorar por comple- to el problema de los recursos naturales, hasta el grado de que un dis- tinguido y verstil economista confes recientemente que haba decidido que l "debe averiguar lo que la teora econmica tiene que decir" acerca de ese problema [75, pp. 1 ss.].

    Una idea fundamental domin la orientacin de ambas escuelas. A. C Pigou lo seal en forma por dems explcita: "En un estado estacio- nario los factores de la produccin son las existencias, invariables en can- tidad, de las cuales emerge una corriente continua, tambin invariable en cantidad, de ingreso real" [68, p. 19]. La misma idea de que una corriente constante puede surgir de una estructura invariable est en la base de los diagramas de Marx de la reproduccin simple [61, II, cap. xx]. En su diagrama de la reproduccin ampliada [61, II, cap. XXl], Marx realmente se anticip a los modelos modernos como aquel con el que W. N. Leontief barri la profesin desde su base, los cuales ignoran el problema de la fuente primaria de la corriente, aun en el caso de una economa en crecimiento. La nica diferencia es que Marx proclam abiertamente que la naturaleza nos ofrece todo gratuitamente, mientras que los economistas corrientes slo aceptaron tcitamente este principio. Por consiguiente, ambas escuelas de pensamiento compartieron el concepto pgouviano de un estado estacionario en el que la corriente material surge de una fuente invariable. En esta idea yace el germen de un mito econmico que, como veremos (secc. 8), difunden ahora muchos eclogos preocupados y algunos economistas despiertos. El mito es que un

    2 Para una muestra altamente sCTiificativa, ver G. L. Bach, Economics, 2* ed., Englewood Clif?, N. J.: Prentice-Hal], 1957, p. 60; Panl A. Satimelaon, Economics, 8* ed., Nueva York: MacGraw-Hill, 1970, p. 72; Robert L. Hoilijroner, The Economic Problem, 3* ed., Englewood Cliffs, N. J.: Prcntice-Hall, 1972, p. 177.

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    mundo estacionario y la poblacin con crecimiento cero pondrn fin al conflicto ecolgico de la humanidad. sta no tendr que preocuparse ms por la escasez de recursos o la contaminacin: otro programa-milagro para traer el Nuevo Jerusaln a la vida terrenal del hombre.

    Los mitos siempre han tenido un papel prominente en la vida del hombre. Sin duda, actuar de acuerdo con un mito es la caracterstica distintiva del hombre entre todos los seres vivientes. Muchos mitos reve- lan el desatino ms grande del hombre, su compulsin a creer que est por encima de cualquier cosa en el universo real y que su poder no tiene lmites. En el Gnesis, el hombre proclam que fue creado a imagen del propio Dios. En una poca sostuvo que el mundo entero giraba en torno a su pequea morada; despus, que slo lo haca el sol. Una vez el hombre crey que podra mover cosas sin consumir energa alguna, lo cual es el mito del movimiento continuo de primera especie, por cierto un mito esencialmente econmico. El mito del movimiento perpetuo de segunda especie, que es el de que podemos emplear la misma energa una y otra vez, an persiste en varias formas veladas. Otro mito econmico ha sido propuesto ahora por algunos cientficos, pero especialmente por los economistas, tanto los corrientes como los de conviccin marxista (secc. 6), El hombre siempre tendr xito en encontrar nuevas fuentes de energa y nuevos caminos para controlarlas en su provecho. Sea como sea, "inventaremos (siempre) algo" [4, p. 338]. La idea es que, si el individuo es mortal, por lo menos la especie humana es inmortal. Apa- rentemente es indigno del hombre aceptar el veredicto de una autoridad en biologa como J. B. S. Haldane, de que el destino ms cierto de la humanidad es el mismo que el de las otras especies, a saber, la extincin; solamente que no sabemos cundo y por qu vendr. Puede ser antes de lo que creen los optimistas, o mucho despus de lo que temen los pesi- mistas. Puede venir como consecuencia de la acumulacin del deterioro ambiental; pero tambin puede causarla algn persistente virus o un terrible gene que cause la esterilidad.

    La realidad es que sabemos muy poco acerca de por qu se extin- guieron especies en el pasado, ni siquiera acerca de por qu algunas parecen extinguirse ante nuestros ojos. Si podemos predecir aproximada- mente cunto vivir un perro, y tambin qu dar lugar al trmino de su vida, es slo porque en repetidas ocasiones hemos observado la vida de los perros desde su nacimiento hasta la muerte. El predicamento del bilogo evolucionista es que l nunca ha observado a otra especie humana nacer, crecer y morir [29, p. 91; 32, pp. 208, 210]. Sin embargo, una

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    especie llega al fin de su existencia.por un proceso anlogo al envejeci- miento de cualquier organismo individual. Y, aun cuando el envejecimien- to est todava rodeado de muchos misterios [26, p. 205], sabemos que las causas que llevan al trmino de una especie actan lenta, pero persis- tente y acumulativamente, desde el momento de su nacimiento. El punto es que cada uno de nosotros envejece a cada minuto; es ms, con cada parpadeo, aun cuando somos incapaces de percatarnos de la diferencia. Es definitivanmente intil argumentar, como algunos economistas lo ha- cen en forma implcita, que, como la humanidad no ha encontrado nin- guna dificultad ecolgica desde la era de Pericles, nunca la afrontar (secc. 6). Sin embargo, si mantenemos los ojos abiertos, percibiremos, conforme pasa el tiempo, suficientes sntomas aparentes que pueden ayu- darnos a llegar a alguna idea general sobre las probables causas de en- vejecimiento y, posiblemente, de la muerte. Es verdad, las necesidades del hombre y los tipos de recursos que requiere para su satisfaccin son mucho ms complejos que los de cualesquiera otras especies. A cambio de eso, nuestro conocimiento de estos factores y sus interrelaciones es, naturalmente, ms extenso. El quid es que aun un simple anlisis de los aspectos energticos de la existencia del hombre puede ayudarnos a lo- grar por lo menos un cuadro general de los problemas ecolgicos y a llegar a unas cuantas aunque significativas conclusiones. Esto, y nada m^s, es lo que he tratado de hacer en este ensayo.

    II. MECNICA VERSUS TERMODINMICA

    Ningn anlisis de un proceso material, bien sea en las ciencias naturales o en economa, puede ahondarse sin un claro y comprensivo cuadro ana- ltico de tal proceso. El cuadro debe incluir antes que nada un elemento abstracto y vaco que separe el proceso de su "medio ambiente", as como la duracin del proceso. Lo que necesita y hace el proceso se describe analticamente por medio del "horario" completo {time schedule) de todos los insumos y productos; es decir, los momentos precisos en que cada elemento considerado cruza la frontera desde fuera o desde dentro. Pero dntle trazamos la frontera abstracta, qu duracin consideramos y qu espectro cualitativo usamos para clasificar los elementos del pro- ceso, depende del propsito particular del estudioso en todos los aspectos de la ciencia en cuestin.^

    * Para un anlisis detallado de la reptesentacin analtica de un proceso, ver Gcorgescu- Tnegen [26, rap. ixl.

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    La mecnica distingue solamente masa, velocidad y posicin, sobre los que basa el concepto de energa cintica y energa potencial. El resul- tado es que la mecnica reduce cualquier proceso a la locomocin y a un cambio en la distribucin de la energa. La constancia de la energa mecnica (cintica ms potencial) y la constancia de la masa son los pri- meros principios de conservacin en ser reconocidos por la ciencia. Al- gunos economistas cuidadosos, como Marshall [60, p. 63], observaron que el hombre no puede crear ni materia ni energa. Pero al hacerlo, en apariencia tenan en mente slo los principios mecnicos de conservacin, ya que agregaron inmediatamente que el hombre puede, no obstante, pro- ducir "beneficios" moviendo y reordenando la materia. Este punto de vista ignora un aspecto "muy importante: cmo puede el hombre produ- cir el movimiento? Para cualquier persona que permanezca solamente al nivel de los fenmenos mecnicos, cada pizca de materia y cada porcin de energa mecnica que ingresa a un proceso debe resultar en exacta- mente la misma cantidad y calidad. La locomocin no puede alterar ni una ni otra.

    Igualar el proceso econmico con un anlogo mecnico implica, por lo tanto, el mito de que el proceso econmico es un "tiovivo" incapaz, posiblemente, de afectar el medio ambiente de materia y energa en for- ma alguna. La conclusin obvia es que no es necesario incorporar el me- dio ambiente al cuadro analtico de ese proceso.* El viejo principio de sir William Petty, ese estudioso sagaz de los problemas humanos, que insisti en que el trabajo es el padre y la naturaleza la madre de la riqueza, desde hace tiempo se ha relegado al status de una pieza de mu- seo [29, p. 96; 31, p. 280]. Los economistas modernos han permanecido indiferentes a las deslumbrantes pruebas del papel preponderante que desempean los recursos naturales en la historia de la humanidad. Se puede pensar en la gran migracin del primer milenio, que fue la respuesta al agotamiento del suelo del Asia Central, seguida por un lar- go periodo de creciente pastoreo. Notables civilizaciones la maya es un ejemplo se desmoronaron a lo largo de la historia porque sus pue- blos fueron incapaces de emigrar o de contrarrestar el deterioro del me- dio ambiente a travs del progreso tcnico. Por encima de todo, existe

    * Si ]a "tierra" aparece como una variable en ciertas funciones corrientes de produccin, esto es vlido slo para la tierra ricardiana, o sea para el espacio en s. La falta de inters por la verdadera naturaleza del proceso econmico es tambin responsable de la inadecuacin de la funcin corriente de produccin respecto a otros puntos de vista, igualmente decisivos. Ver Geor- gescu-Roegen [22; 24; 27].

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    el hecho indiscutible de que todas las luchas entre las grandes potencias no han girado ociosamente sobre las ideologas o el prestigio nacional, sino sobre el control de los recursos naturales. Y an es as.

    A causa de que la mecnica no reconoce cambios cualitativos, sino slo cambios de lugar, cualquier proceso mecnico puede ser revertido, preci- samente como puede serlo el movimiento de un pndulo, por ejemplo. Ninguna de las leyes de la mecnica hubiera sido violada si la Tierra se hubiera puesto en movimiento en la direccin opuesta. No hay forma, en absoluto, de que un espectador descubra si el movimiento puramente me- cnico de un pndulo se proyecta en la direccin en la cual se inici o en la inversa. Los fenmenos reales no estn de acuerdo con el famoso cuento de la rima de mam gansa, en la cual el aguerrido Duque de York man- tuvo marchando a su tropas subiendo y bajando la colina sin presentar batalla. Los fenmenos reales se mueven en una direccin definida y comprenden cambios cualitativos. sta es la leccin de la termodinmica, rama peculiar de la fsica, tan peculiar que los puristas prefieren no con- siderarla como parte de la fsica en virtud de su contextura antropomr- fica. Aun cuando es difcil ver cmo la contextura bsica de cualquier ciencia pudiera ser otra que la antropomrfica, el caso de la termodi- nmica es nico.

    La termodinmica se desarroll a partir del ensayo de un ingeniero francs, Nicols Sadi-Carnot, sobre la eficiencia de las mquinas trmicas (1824). Entre los primeros hechos que salieron a la luz se encontr que el liombre puede usar slo una forma particular de la energa; lleg en- tonces a dividirse sta en energa aprovechable o libre, la cual se puede transformar en trabajo, y energa no aprovechable o ligada, la cual no puede ser transformada.^ Claramente, la divisin de la energa de acuer- do con este criterio es una distincin antropomrfica como ninguna otra en la ciencia.

    Esta distincin se relaciona muy de cerca con otro concepto especfico de la termodinmica, la entropa. Este concepto es tan complejo que, a juicio de un especialista, "no se comprende fcilmente ni aun por los fsicos" [40, p. 37].* Pero para nuestros propsitos inmediatos podemos conformarnos con una sencilla definicin de la entropa como el ndice

    ^ La definicin tcnica de energa disponible (no disponible) no coincide con la de ener- ga libre (ligada). Pero la diferencia es tal que podemos ignorarla sin riesgo en esta discusin.

    ^ Este juicio es respaldado por el anlisis de la ley de la entropa en [38, p. 17]. Aun la nocin familiar de calor suscita algunos problemas delicados, con el resultado de q\ie algunos fsicos tambin pueden equivocar

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    de la cantidad de energa no disponible en un sistema termodinmico dado, en un momento dado de su evolucin.

    La energa, haciendo caso omiso de su calidad,' est sujeta a una es- tricta ley de conservacin, la primera ley de la termodinmica es formal- mente idntica a la de la conservacin de la energa mecnica menciona- da antes. Y dado que el trabajo es una de las mltiples formas de la ener- ga, esta ley desenmascara el mito del movimiento continuo de primera especie. Sin embargo, no toma en cuenta la distincin entre la energa disponible y la no disponible; por s misma dicha ley no excluye la po- sibilidad de que una cantidad de trabajo pueda transformarse en calor y este calor reconvertirse en la cantidad inicial de trabajo. La primera ley de la termodinmica, entonces, permite que cualquier proceso tenga lugar, ya sea hacia adelante o hacia atrs, de modo que todo permanezca otra vez exactamente como al comienzo, sin huellas de lo ocurrido. Con slo este principio todava estamos en la mecnica, no en el dominio de los fe- nmenos reales, que incluye por cierto al proceso econmico.

    La oposicin irreductible entre la mecnica y la termodinmica ra- dica en la segunda ley, la ley de la entropa. La ms antigua de sus ml- tiples formulaciones es tambin la ms clara para el no especialista, "el calor fluye por s mismo slo del cuerpo ms caliente al ms fro, nunca a la inversa". La formulacin ms compleja, aunque equivalente, es que la entropa de un sistema cerrado aumenta continua (e irrevocablemente) hacia un mximo; es decir, la energa disponible se transforma continua- mente en energa no disponible hasta desaparecer por completo.^ En lneas generales, el asunto es relativamente sencillo: Todas las clases de ener- ga se transforman gradualmente en calor, y el calor finalmente se disipa, de manera que el hombre ya no lo puede cjnplear. Un punto que nos re- gresa a Carnot es que ninguna mquina de vapor puede proveer trabajo si la misma temperatura, por alta que sea, prevalece en la caldera y en el enfriador. Para que sea aprovechable, la energa debe distribuirse en

    ^ Notemos tambin que ni la energa se presta a una definicin simple y formal. La familiar, de que la energa es la capacidad de un sistema para realizar un trabajo, se opone a la defi- nicin de energa no aprovecbable. Debemos explicar entonces que toda la energa, en principio, puede transformarse en trabajo, siempre que el correspondiente sistema se ponga en contacto con otro que est en cero absoluto de tcmporalurn. Esla exjilicacin tiene slo el valor de una pura extrapolacin porque, de acuerdo a la tercera ley de la termodinmica, esta temperatura nunca puede ser alcanzada.

    Un sistema es cerrado si no intercambia materia ni energa con su "medio ambiente". Cla- ro que en tal sistema la cantidad de materia-energa es constante; sin embargo, la constancia de esta cantidad no garantiza por s nii'rna el aumento de entropa. La entropa puede aun de- crecer si hay intercambio.

    ^ No hay verdad, por lo tanto, en la idea de TToldren f3, p. 171 de que la temperatura mide

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    forma desigual; la energa completamente disipada ya no es aprovecha- ble. El ejemplo clsico es el inmenso calor disipado en el agua de los mares, que ningn barco puede emplear. A pesar de que los barcos na- vegan sobre l y necesitan de energa, la energa cintica est concentrada en el viento y la energa qumica o nuclear en algn combustible. Pode- mos ver por qu la entropa vino a ser considerada tambin como un ndice del desorden (de disipacin) no slo de la energa, sino tambin de la materia^ y por qu la ley de la entropa en su forma actual esta- blece que la materia^ asimismo^ est sujeta a una disipacin irrevocable. De acuerdo con esto, el destino ltimo del universo no es la muerte tr- mica (como se crea al comienzo), sino un estado ms horrendo el caos. Sin duda, desde el punto de vista intelectual, la idea es insatisfacto- ria.^^ Pero lo que interesa es que, de acuerdo con toda la evidencia, cuando menos nuestro medio ambiente inmediato, el sistema solar, tiende hacia una muerte termodinmica,^^ en lo que se refiere a las condiciones que sostienen la vida,

    IlL LA LEY DE LA ENTROPA Y LA ECONOMA

    Quiz ninguna otra ley ocupa una posicin tan singular en la ciencia como la ley de la entropa. Es la nica ley natural que reconoce que aun el mundo material est sujeto a un cambio cualitativo irreversible, a un proceso evolutivo.'^ Este hecho llev a algunos cientficos naturalistas y filsofos a suponer una afinidad entre dicha ley y los fenmenos de la vida. Por ahora, pocos negaran que la economa de cualquier proceso de la vida est gobernada, no por las leyes de la mecnica, sino por la ley de la entropa [32, pp. xiii, 191-194]. Este punto, como ahora veremos, es ms claro en el caso del proceso econmico.

    Los economistas han sostenido ocasionalmente que, dado que algunos

    "la utilidad" del calor; lo ms qxic podemos decir es qtie la diferencia de temperaturas es un tosco ndice de la utilidad del calor ms elevado.

    1 Una alternativa, apoyada por la termodinmica estadstica (secc. 6), es que la entropa puede decrecer en algunas partes del universo de modo que el universo pueda envejecer tanto como rejuvenecer, pero no existe evidencia suptancial para esta posibilidad. Otra hiptesis, dada a conocer por un grupo de astrnomos britnicos, es que el universo es un estado perpetiio y estable en el cual las galaxias individuales nacen y mueren continuamente; pero los hechos no se ajustan tampoco a esta hiptesis. El problema de la verdadera naturaleza del universo est lejos de resolverse [26, pp. 201 ss., 210].

    ^^ Para excluir ciertos errores, deberamos subrayar el punto de que una reversin de esta tendencia sera igualmente mala para la preser\'aciii de la vida en la tierra.

    ^- Rudolf Clausiu^ acu "entrfvpa" de una palabra irriega que significa "transformacin", "evolucin". Vca=e [26. p. 130].

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    cientficos invaden el campo de la economa sin saber mucho acerca de la materia, ellos tambin estn justificados al hablar sobre la ciencia a pesar de su ignorancia en ese campo [4, pp. 328 ss]. La idea refleja un error que lamentablemente es general en los economistas. Cualquiera que sea la preparacin econmica de otros cientficos, los economistas no po- drn desenvolverse bien en su propio campo sin disponer de algn cono- cimiento slido de la ley de la entropa y de sus consecuencias.^^ Como he argumentado algunos aos atrs, la termodinmica es en el fondo una fsica del valor econmico como Carnot inconscientemente lo asent- y la ley de la entropa es la ms realmente econmica de todas las leyes naturales [29, pp. 92-94; 32, pp. 276-283].

    El proceso econmico, como cualquier otro proceso de la vida, es irreversible (e irrevocable tambin) ; de ah que no pueda explicarse slo en trminos mecnicos. Es la termodinmica, a travs de la ley de la entropa, la que reconoce la distincin cualitativa que los economistas deben hacer desde el principio entre los insumos de recursos valiosos (entropa baja) y los productos finales de desechos sin valor (entropa alta). La paradoja sugerida por esta idea, a saber, que todo lo que el proceso econmico hace es transformar en desecho la materia y energa valiosa, se resuelve en forma fcil e instructiva. Nos obliga a reconocer que el verdadero producto del proceso econmico (o de cualquier proceso de la vida, para ese caso) no es el flujo material de desechos, sino el an misterioso flujo inmaterial del goce de la vida.^* Sin reconocer este hecho no podemos estar en el campo de los fenmenos de la vida.

    Las leyes actuales de la fsica y de la qumica no explican completa- mente la vida, pero la idea de que ella puede violar algunas leyes na- turales no tiene lugar en la ciencia. No obstante, como se ha observado tantas veces, ms recientemente en una admirable exposicin de Erwin Schrodinger [71, pp. 69-72], la vida parece esquivar la degradacin entrpica a la cual est sujeta la materia inerte. La verdad es que cual- quier organismo viviente simplemente lucha en todo momento por com- pensar su continua degradacin entrpica absorbiendo entropa baja (ne- gentropa) y expeliendo entropa alta. Claramente, este fenmeno no est

    13 Como veremos ms adelante, Harry G. Johnson [491 nos provee con algunos ejemplos al- tamente interesantes, lo que tambin har de segura y no ceremoniosa manera Robert A. So- lo [73]. Robert M. Solow, quien al principio no (juera desviarse en lo absoluto de la posicin corriente [61], recientemente juzg oportuno conceder que "concierne a la economa y a la ley de la entropa" el tratar el problema de los recursos [61a, p. 111; pero l permanece an atado a sus antiguas creencias.

    1* Parece ocioso, por lo tanto, pretruntarse como Boulding lo hace [8, p. 10} si el bienes- tar es una corriente o una existencia.

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    excluido por la ley de la enlropa, la cual requiere que la entropa de un sistema completo (el medio ambiente y el organismo) aumente. Todo est en orden mientras la entropa del medio ambiente se incremente ms que la entropa compensada del organismo.

    Es igualmente importante el hecho de que la ley de la entropa es la nica ley natural que no predice cuantitativamente. No especifica qu tan grande sera el incremento en un momento futuro o qu patrn entrpico particular resultar. A causa de este hecho, hay una indeterminacin en- trpica en el mundo real que permiti no slo a la vida adquirir un espectro interminable de formas, sino tambin a la mayora de las ac- ciones de un organismo viviente disfrutar de una cierta dosis de libertad [32, p. 12]. Sin esta libertad no seramos capaces de elegir comer frijoles o carne, comer ahora o despus. Ni podramos aspirar a poner en marcha planes econmicos (a ningn nivel) de nuestra propia eleccin.

    Es tambin a causa de la indeterminacin entrpica que la vida im- porta en el proceso entrpico. El punto no es el vitalismo mtico, sino un asunto de cruda realidad. Algunos organismos retardan la degrada- cin entrpica. Los vegetales verdes almacenan parte de la radiacin so- lar en cuya ausencia se disipara inmediatamente en calor, en entropa alta. Por ello es que podemos quemar ahora la energa solar librada de la degradacin desde hace millones de aos en la forma de carbn o desde hace algunos arios en la forma de rbol. Todos los otros organismos, por el contrario, aceleran la marcha de la entropa. El hombre ocupa la ms alta posicin en esta escala; esto es todo en lo que respecta a los temas del medio ambiente.

    Ms imi)ortante para el estudiante de economa es que la ley de la entropa es el meollo de la escasez econmica. Si no fuera por esta ley usaramos la energa de un pedazo de carbn una y otra vez, transfor- mndola en calor, el calor en trabajo, y el trabajo otra vez en calor. Tam- bin las mquinas, los hogares y aun los organismos vivientes (si pu- dieran existir) nunca se desgastaran. No habra diferencia econmica entre los bienes materiales y la tierra ricardiana. En ese mundo imagina- rio, puramente mecnico, no habra verdadera escasez de energa ni de materiales. Una poblacin tan grande como el espacio de nuestro planeta permitiera vivira eternamente. El aumento en el ingreso real per capita podra sostenerse en parte por la mayor velocidad de uso (exactamente como en el caso de la circulacin del dinero) y en parte por una explo- tacin minera adicional. Pero no habra razn para que surgiera ninguna lucha intraespecies o entre especies.

  • 790 EL TRIMESTRE ECONMICO

    Los economistas han estado insistiendo en que '*no hay comida gratis", con lo cual quieren decir que el precio de cualquier cosa debe ser igual al costo; de otra manera alguien podra obtener algo por nada. Creer que esta igualdad tambin prevalece en trminos de entropa constituye uno de los ms peligrosos mitos econmicos. En trminos de entropa, cada accin del hombre o de un organismo; ms an, cualquier proceso en la naturaleza, debe resultar en un dficit para el sistema total. No solamente se incrementa la entropa del medio ambiente por cada galn de gasolina del tanque de un auto, sino que una parte importante de la energa liberada que contiene esa gasolina, en vez de hacer avanzar el ve- hculo, se transformar directamente en un incrernento adicional de la entropa. Mientras haya recursos abundantes y de fcil acceso podra- mos no preocuparnos realmente de cuan grande es esa prdida adicional. Tambin, cuando producimos una lmina de cobre, a partir del mineral de cobre, disminuimos la entropa (el desorden) del mineral, pero slo a costa de un incremento mucho mayor de la entropa en el resto del universo. Si no hubiera este dficit entrpico seramos capaces de con- vertir trabajo en calor, revertir el proceso y recuperar ntegra la cantidad inicial de trabajo como en el mundo imaginario del prrafo anterior. En tal mundo la economa corriente sera reina suprema precisamente porque la ley de la entropa no funcionara.

    IV. ENERGA ACCESIBLE Y MATERIA ACCESIBLE

    Como hemos visto, se introdujo la distincin entre energa aprovechable y no aprovechable (generalizada por la de baja y alta entropa) con el fin de que la termodinmica pueda tomar en cuenta el hecho de que slo un estado particular de la energa puede ser usado por el hombre. Pero la distincin no significa que el hombre pueda realmente usar cualquier energa aprovechable sin tomar en cuenta el lugar y la forma en que se encuentre. Para que la energa aprovechable tenga algn valor para la humanidad debe tambin ser accesible. La energa solar y sus coproductos nos son accesibles prcticamente sin esfuerzo ni consumo de energa apro- vechable adicional. En todos los otros casos tenemos que gastar algn trabajo y materiales para llegar a un depsito de energa aprovechable. El punto es que aun cuando podamos aterrizar en Marte y encontrar algn depsito de gas, esa energa aprovechable no nos ser accesible si inver- timos ms de la energa equivalente a un pie cbico de gas accesible en la Tierra para traer un pie cbico de gas desde ese planeta. Seguramente

  • KNEIGA Y MITOS ECONMICOS 791

    hay mantos de petrleo de los cuales podramos extraer una tonelada de petrleo, pero slo si empleamos ms de una tonelada de petrleo accesi- ble. El petrleo en tal yacimiento todava representara energa aprovecha- ble, pero no accesible. Se nos ha recordado ad nauseam que las reservas reales de combustible fsil son ciertamente ms grandes que las conocidas o estimadas [e. g. 58, p. 331]. Pero es igualmente cierto que una parte sustancial de las reservas reales no constituye energa accesible.

    La distincin considera la eficiencia en trminos de energa, no la eficiencia econmica. La eficiencia econmica implica eficiencia energti- ca, pero lo inverso no es cierto. El uso del gas, por ejemplo, es energ- ticamente ms eficiente que el uso de la electricidad, pero sta es ahora ms barata en muchos casos [79, p. 152]. Tambin, aun cuando podemos hacer gas del carbn, es ms barato extraer gas de los depsitos naturales. Si los recursos naturales de gas se agotaran antes que los de carbn con seguridad recurriramos al mtodo que ahora es econmicamente inefi- ciente. La misma idea debera tenerse presente al discutir el futuro de los usos directos de la radiacin solar.

    Los economistas, sin embargo, insisten en que "propiamente, los re- cursos se miden en trminos econmicos, no fsicos" [51, p. 663; tambin en 3, p. 247]. Este consejo refleja uno de los ms funestos mitos de la profesin (compartido tambin por otros). Es el mito de que el mecanis- mo de los precios puede compensar cualquier dficit, ya sea de tierra, energa o materiales.^^ Este mito ser examinado ms tarde, en su debido momento, aqu slo necesitamos destacar que, desde una perspectiva a largo plazo, la eficiencia, en trminos de energa, es lo que cuenta al es- tablecer la accesibilidad.

    Sin duda, la eficiencia real depende en todo momento del estado de la tcnica. Pero, como sabemos desde Carnot, en cada situacin particular hay un lmite terico independiente del estado de la tcnica que nunca puede ser alcanzado en realidad. En efecto, generalmente permanecemos muy por debajo de l.

    La accesibilidad, como aqu se define, se apoya en el hecho de que, aunque la nave espacial de la humanidad flota en un fantstico almacn de energa aprovechable, slo una parte infinitesimal de sta es potencial- mente accesible al hombre. Aun si fusemos a viajar en el espacio a la ms alta velocidad, la de la luz, estaramos confinados a una motita del

    ^^ La evidencia es amplia [3, pp. 240, ss.; 4, pp. 337 s^.: 49. pp. 663. 665; 74, pp. 46 .ss.; 80; 69, pp. 9 ss., 14 ss.]. La atraccin del mito se ve en que inclusive muchos opositores lo comparten [58, 62, 65; 6, 10, 12; Frank rs'otestcin, citado en 62, p. 1301.

  • 792 EL TRIMESTRE ECONMICO

    cosmos. Un trayecto slo para explorar el sol ms prximo fuera del sis- tema solar buscando posibles, aunque inciertos satlites parecidos a la Tierra, nos tomara nueve aos! Si hemos aprendido algo del alunizaje es que no hay perspectivas econmicas de recursos en el viaje nterpla- netario, ya no digamos intersideral.

    Nuestra propia naturaleza biolgica impone lmites ms estrechos an a la energa accesible, de tal manera que no podemos sobrevivir a una temperatura demasiado alta o demasiado baja o cuando nos exponemos a ciertas radiaciones. Es por esta razn que la explotacin de combustible nuclear y su uso en gran escala ha planteado cuestiones que ahora divi- den tanto a los legos como a las autoridades en la materia (secc. 9). Tambin hay lmites impuestos por algunos obstculos meramente fsicos. Posiblemente no podremos extraer materiales del Sol ni por medio de un robot. De la inmensa energa radiante del sol, slo la pequea cantidad que llega a la tierra cuenta esencialmente (secc. 9). Tampoco podemos controlar la inmensa energa de los truenos terrestres. Obstculos fsicos especiales tambin se oponen sin esperanzas al uso pacfico de la energa termonuclear. La fusin del deuterio requiere la fantstica temperatura de 111 millones de grados centgrados, una magnitud de orden ms ele- vado que en el interior del sol. La dificultad consiste en el material del recipiente para esa reaccin. Como se ha explicado en trminos legos, la solucin que se busca es similar a retener agua dentro de una malla de bandas de hule. A propsito de esto recordamos que la energa qumica de la dinamita y de la plvora, aunque en uso por mucho tiempo, no puede controlarse en el manejo de una turbina o un motor. Quiz el uso de la energa termonocluear tambin permanecer relegado a una *'bomba".^ Sea como fuere, con o sin energa termonocluear, la cantidad de energa accesible de baja entropa es finita (secc. 4).

    Consideraciones similares nos llevan a la conclusin de que la canti- dad accesible de material de baja entropa tambin es finita. Pero aunque en ambos casos slo la cantidad de baja entropa es lo que interesa, es importante que los dos clculos se mantengan separados en cualquier dis- cusin sobre problemas del medio ambiente. Como todos sabemos, la ener- ga aprovechable y las estructuras materiales ordenadas cumplen dos pa- peles diferentes en la vida de la humanidad. Sin embargo, esta distincin antropomrfica no sera restrictiva por s misma.

    1^ Las actuales dificultades tcnicas se examinan en [63]. Por otra parte, deberamos recor- dar que en 1933 Ernest Rutherford dud mucho de que la energa atmica pudiese ser contro- lada [82, p. 27].

  • ENERGA Y MITOS ECONMICOS 793

    Est primero el hecho fsico de que, a pesar de la equivalencia eins- teniana de masa y energa, no hay razn para creer que podemos convertir energa en materia, excepto a escala atmica en un laboratorio y slo para ciertos elementos especiales/' Por ejemplo, no podemos producir una l- mina de cobre slo de energa. Todo el cobre de esa lmina debe existir de antemano como cobre (puro o en algn compuesto qumico).

    Por lo tanto, la afirmacin de que "la energa es convertible en la mayora de los otros requerimientos de la vida" [83, p. 412] es, en esta forma desautorizada, capaz de confundirnos. Segundo, ninguna macroes- tructura material (ya sea un clavo, o un jet) cuya entropa es menor que la de su medio ambiente puede permanecer inalterable en su forma origi- nal. Ni siquiera las organizaciones especiales que se caracterizan por su tendencia a evadir la degeneracin entrpica- las estructuras biolgi- cas lo consiguen. As pues, los artefactos que ahora son parte esencial de nuestra forma de vida deben ser renovados continuamente. Como punto final, la tierra es un sistema termodinmico abierto en lo referente a la energa; el incremento de sta proporcionado por la materia meterica, aunque no despreciable, llega ya muy disipado.

    El resultado es que podemos contar nicamente con nuestros recursos materiales, los cuales, sin embargo, son agotables e irremidazables. Mu- chos se han agotado en un pas tras otro [56, pp. 120 ss.],^^ Actualmen- te importantes minerales plomo, estao, zinc, mercurio, metales pre- ciosos son escasos en todo el mundo [17, pp. 72-77; 56]. El concepto ampliamente difundido de que los ocanos constituyen una fuente de mi- nerales casi inagotable y de que pueden inclusive llegar a ser eslabn de un sistema perpetuo de reciclaje natural [3, p. 239; 69, pp. 7 ss.] se ha denunciado como mera hiprbole por autoridades en geologa [17, pp. 85-87].^'

    La nica manera en que podemos sustituir energa por material de baja entropa es por medio de manipulaciones fsico-qumicas. Usando cantidades ms y ms grandes de energa aprovechable podemos obtener cobre de minerales ms y ms pobres, ubicados cada vez a mayor profun- didad, aunque el costo energtico del mineral, de contenido muy bajo, se

    ^'^ El asunto es que la formacin de un tomo de carbono a partir de tres tomo? de helio, por ejeinplo, requiere tan precisa sincronizacin que su probabilidad es astronmicamente pe- quea, y de ah que el hecho puede ocurrir en gran escala slo en masas astronmicamente descomunales.

    18 Vase la interesante historia del Ranjio de ^^esabi en [11. pp. 11 ss.]. 1 La difundida creencia de que los ocanos pueden convertirse en una inmensa fuente de

    alimento tambin es un gran engao [13, pp. 59 ss.].

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    incrementa con gran rapidez. [56, pp. 122 ss.]. Tambin podemos reci- clar la chatarra de cobre. Adems, liay algunos elementos que, por su naturaleza y la forma en que participan en los procesos naturales y hu- manos, tienen un alto grado de dispersin; el reciclaje, en este caso, di- fcilmente puede ayudar. La situacin es particularmente adversa para aquellos elementos que, adems, son escasos en el medio ambiente. El fsforo, un elemento muy crtico en los procesos biolgicos, pertenece a esta categora. Tambin el helio, otro elemento que desempea un papel estrictamente especfico [17, p. 81; 38].

    Que el reciclaje no puede ser completo^'* es un punto importante y aparentemente olvidado por los economistas [49, 8; 69, 16, 42]. Aunque podemos recoger del piso todas las cuentas de un collar roto y volverlo a armar, hoy en da no existe ningn proceso que permita reensablar todas las molculas de una moneda una vez que sta se ha gastado.

    Esta imposibilidad no es un corolario directo de la ley de la entropa como cree SOIOVIT [75, p. 2] ; ni es completamente exacto decir, como Boulding [8, p. 7], que **afortunadamente, no hay ninguna ley de incre- mento material de la entropa". La ley de la entropa no establece distin- cin entre materia y energa. Esta ley no excluye (al menos en teora) el completo reordenamiento de parte de una estructura material, siempre y cuando haya suficiente energa libre para realizar el trabajo. Y si tene- mos suficiente energa podemos inclusive separar las molculas ms fras de un vaso de agua y reensamblarlas como cubos de hielo. El hecho de que en la prctica, sin embargo, dichas operaciones sean irrealizables, es slo porque requieren de un lapso prcticamente infinito de tiempo.^^

    V. DESECHO DISPONIBLE

    Puesto que incluso Malthus no observ que los desechos tambin plan- tean ciertos problemas econmicos, fue normal que no se prestara atencin alguna a la generacin de desechos de parte de corrientes de pensamiento econmico que ignoraban el insumo de recursos naturales. Como resul- tado, los desechos, al igual que los recursos naturales, no han estado re- presentados de manera alguna en la funcin de produccin corriente. La nica referencia a la contaminacin fue el ejemplo ocasional del libro de

    2^ Los datos sobre el reciclaje son escasos e inadecuados; algunos pueden consultarse en [12, p. 205; 16, p. 14]. Vase tambin [14] para el caso del acero.

    21 Todo esto prueba que aun cuando la ley de la entropa pueda parecer muy sencilla, su interpretacin requiere especial cuidado.

  • ENERGA Y MITOS ECONMICOS 795

    texto acerca de la lavandera que sufre prdidas a causa de una chimenea vecina. En consecuencia, los economistas deben haberse sorprendido cuan- do la contaminacin empez a dejarse sentir en el nimo de cada uno de nosotros. Sin embargo, no haba nada de qu sorprenderse. Dada la na- turaleza entrpica del proceso econmico, los desechos son un producto tan inevitable como el insumo de los recursos naturales [27, pp. 514 ss.; 519, 523 ss.]. "Ms grandes y mejores" motocicletas, automviles, avio- nes de retroimpulso, refrigeradores, etctera, necesariamente causan no slo "mayor y mejor" agotamiento de los recursos naturales, sino tambin "ms y mejor" contaminacin [31; 32, pp. 19 ss.; 305 ss.]. Pero ahora los economistas no pueden continuar ignorando la existencia de la contami- nacin; aun ellos descubrieron repentinamente que "realmente tienen algo importante que decir al mundo": a saber, que si los precios son correctos no hay contaminacin [74, pp. 49 ss,; tambin 10, pp. 12, 17; 49, p. 11; 80, pp. 120 ss.],^^ lo cual es otra faceta del mito de los economistas respecto a los precios (seccs. 4 y 11).

    Los desechos son un fenmeno fsico generalmente nocivo para una u otra forma de vida y, directa o indirectamente, tambin para la vida humana. Deterioran constantemente el medio ambiente de muchas mane- ras; qumicamente, como en el caso de la contaminacin por mercurio o cidos; nuclearmente, como las cenizas radiactivas; fsicamente, como la explotacin minera exhaustiva o la acumulacin de bixido de carbono en la atmsfera. Hay unos pocos casos en los cuales una parte importante de ciertos elementos de desechoel bixido de carbono es el ejemplo ms relevante es reabsorbido por ciertos procesos "naturales" del me- dio ambiente. La mayor parte de los desechos ms desagradables, basura, cadveres y excrementos, es tambin gradualmente absorbida mediante procesos naturales; slo necesitan algn lugar en el cual permanecer ais- lados hasta completar su absorcin. Implican algunos problemas de hi- giene; pero lo importante es que tales desechos no causan dao permanente ni irreparable a nuestro medio ambiente.

    Otros desechos slo son controlables en el sentido de que pueden con- vertirse en menos perniciosos, como cuando parte del monxido de car- bono se transforma en bixido de carbono y en calor por medio de una combustin mejorada. Otro ejemplo: gran parte de la contaminacin por anhdrido sulfuroso puede evitarse con instalaciones especiales. No obs- tante, hay desechos que no pueden ser controlados; un ejemplo elocuente

    22 Adems, Harry Johnson finalmente descubri que la representacin completa del proceso de produccin debe incluir necesariamente el producto del desperdicio [49, 10].

  • 796 EL TRIMESTRE ECONMICO

    es el hecho de que no podemos reducir la peligrosa radiactividad de las cenizas atmicas [46, p. 233]. Esta actividad disminuye por s misma con el tiempo, pero muy lentamente. En el caso del plutonio 239 la re- duccin del 50 % toma 25 000 aos!, y mientras tanto el dao causado a la vida por la radiacin puede ser irreparable. En este caso, como al acumularse cualquier desecho, la dificultad proviene de la limitacin del espacio accesible. La humanidad es como una familia que consume las provisiones limitadas de una despensa y arroja los inevitables desper- dicios a un bote de basura finito el espacio que nos rodea. Inclusive la basura ordinaria es una amenaza: en tiempos pasados, cuando slo con grandes dificultades poda ser removida, algunas gloriosas ciudades fue- ron enterradas bajo los desperdicios acumulados. Nosotros tenemos me- jores formas de trasladarla, pero la continua produccin de desechos exige de ms y ms espacio. . . En los Estados Unidos la cantidad anual de basura es de casi 2 toneladas per capita y tiende a aumentar [14, p. 11 n]. Tambin debemos tener en cuenta que por cada barril de petrleo de esquistos hay ms de una tonelada de cenizas y para obtener 5 onzas de uranio debemos triturar un metro cbico de roca. Qu hacer con esos residuos "neutrales" es un problema vividamente ilustrado por las conse- cuencias de la minera exhaustiva. Enviar los desechos al espacio exterior no sera conveniente a la larga y a escala continua.^^

    Dentro de los lmites de nuestro espacio se retienen desechos ms peligrosos y persistentes, en especial algunos que son por completo irre- ductibles; tj)ica de estos ltimos es la contaminacin trmica, cuyos pe- ligros no han sido totalmente apreciados. El calor adicional en que acaba convirtindose toda la energa de origen terrestre al ser utilizada por el hombre^* es capaz de perturbar en dos formas el delicado equilibrio ter- modinmico del planeta. Primero, las islas de calor creadas por las plan- tas de energa no slo alteran, como es bien sabido, la flora y fauna locales de ros, lagos e inclusive las costas martimas, sino tambin pue- den alterar los patrones climticos. Una sola planta nuclear puede calen- tar el agua del ro Hudson hasta 3.89C. Dnde construir la prxima

    23 La fotografa de la portada de Science, 12 de abril de 1968, y las fotografas del National Geographic, diciembre de 1970, son sumamente instructivas al respecto. Puede ser verdad que como argumentaron Weinbert y Hammond [83, p. 415] si tuvisemos que suministrar energa para 20 mil millones de personas a un promedio anual de 151.2 millones de caloras per capita tendramos que triturar rocas al doble de la velocidad a la que abora se explota el carbn. Pero aun tendramos que encarar el problema de qu hacer con las rocas trituradas.

    2* La energa solar (en todas sus ramificaciones) constituye la nica y notable excepcin (secc. 9).

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    planta, y la siguiente, es un formidable problema. Segundo, el total del calor adicional de las diferentes plantas y de los lugares donde se emplee la energa puede llegar a aumentar la temperatura de la tierra al grado de derretir los casquetes polares un acontecimiento de proporciones ca- tastrficas. Como la ley de la entropa no prev formas de enfriar un planeta sometido a calentamiento continuo, la contaminacin trmica pue- de ser un obstculo de mayor importancia para nuestro desarrollo que la finitud de los recursos accesibles [79, p. 160].^^

    Aparentemente creemos que con hacer las cosas de otra manera po- dremos controlar la contaminacin, cuando la verdad es que, como el reciclaje, el control de la contaminacin es costoso en trminos energti- cos; es ms, conforme aumenta el porcentaje de reduccin de la contami- nacin, el costo del control aumenta todava ms de prisa que en el reciclaje [62, pp. 143 ss.]. Debemos tener la precaucin, por lo tanto, como algunos nos lo han advertido [8, 9], de no sustituir contaminacin local por contaminacin ms grande a largo plazo.

    Cuando menos en teora, un lago muerto puede ser revitalizado bom- bendole oxgeno, como Harry Johnson sugiere [49, pp. 8 ss.], pero es igual de cierto que las operaciones que implica este bombeo no solamente requieren enorme cantidad de energa de baja entropa, sino que tambin producen contaminacin adicional. En la prctica los esfuerzos por re- acondicionar tierras y corrientes de agua degradadas por la minera han sido poco afortunados [14, p. 12]. El pensamiento lineal para tomar prestado un trmino que usa Bormann [7, p. 706] puede estar de moda hoy en da, pero precisamente como economistas debemos atenernos a que lo que es cierto para un lago muerto no es cierto para todos los lagos muertos si su nmero se incrementa ms all de cierto lmite. Sugerir adems que el hombre puede, a algn costo, construir un nuevo medio ambiente^*' a la medida de sus deseos es ignorar por completo que el costo

    "^ La continua acumulacin de bixido de carbono en la atmsfera tiene un efecto de inver- nadero que puede agravar el calentamiento del planeta. Sin embargo, hay otros efectos divergen- tes del incremento de partculas esparcidas en la atmsfera, cambios de la vegetacin agrcola- mente orientados, interferencia con la distribucin normal de las aguas de superficie y subte- rrnea?, etc. [24: 37]. Aun cuando los expertos no pueden determinar la tendencia resultante de este complejo sistema en el cual una pequea perturbacin puede tener un enorme efecto, el problema no es "una vieja alarma", como dice Beckerman echndolo al olvido [4, p. 340].

    -** Tambin Solo [73, p. 517] afirma que gracias al desarrollo de la tecnologa la sociedad actual podra eliminar toda contaminacin "(con la posible excepcin de los desperdicios de radiacin)" a un costo accesible; es a causa de cierta desviacin y obstinacin en nuestros va- lores que no lo editamos haciendo. Que podemos dedicar mayores esfuerzos a combatir la con- taminacin est ms all de cualquier duda, pero creer que con valores no desviados podemos violar las leyes naturales implica una visin errada de la realidad.

  • 798 EL TRIMESTRE ECONAUCO

    consiste esencialmente de baja entropa, no de dinero, y que est sujeto a las limitaciones impuestas por las leyes naturales.

    Nuestros argumentos parten frecuentemente de la creencia en la ac- tividad industrial no contaminante; ste es un mito tan adormecedor como la creencia en la durabilidad perpetua. La verdad escueta es que, no obs- tante nuestros esfuerzos, la contaminacin acumulada en un medio am- biente finito podra, bajo ciertas circunstancias, desencadenar la primera crisis ecolgica [62, pp. 126 ss.]. Lo que hoy nos est pasando es sola- mente una clara premonicin de una tendencia que puede llegar a ser an ms conspicua en un futuro distante.

    VI. Los MITOS SOBRE EL PROBLEMA ENTRPICO DE LA HUMANIDAD

    Hoy en da difcilmente podra alguien profesar abiertamente una creen- cia en la inmortalidad de la humanidad. Empero, muchos de nosotros preferimos no excluir esta posibilidad; con este fin pretendemos impug- nar cualquier factor que pudiese limitar la vida. La idea ms ocurrente es que la dotacin entrpica de la humanidad es virtualmente inagotable, en principio a causa del poder inherente al hombre para vencer la ley de la entropa en una u otra forma.

    Por principio, existe el sencillo argumento de que, precisamente como ha ocurrido con muchas leyes naturales, las leyes en que basamos la finitud de los recursos accesibles sern, a su vez, refutadas. La debilidad de este argumento histrico es que la historia prueba con ms fuerza an, primero, que en un espacio finito solamente puede haber una cantidad finita de baja entropa y segundo, que la baja entropa continua e irrevo- cablemente va disminuyendo. La imposibilidad del movimiento continuo (de ambas especies) est tan firmemente anclada en la historia como la ley de gravedad.

    Se han forjado argumentos ms sofisticados para la interpretacin es- tadstica de los fenmenos termodinmicos un intento de restablecer la supremaca de la mecnica, afianzado esta vez por una nocin sui ge- neris de la probabilidad. De acuerdo con esta interpretacin, la reversibi- lidad de la alta hacia la baja entropa es slo un evento altamente im- probable, aunque no por completo imposible. Dado que el evento es posible, deberamos ser capaces, por medio de algn ingenioso disposi- tivo, de provocar que tal evento ocurra tan a menudo como queramos, precisamente como un hbil tahr puede desechar un seis casi a voluntad. El argumento slo saca a flote las irreductibles contradicciones y falacias

  • ENERGA Y MITOS ECONMICOS 799

    encerradas en los fundamentos de la interpretacin estadstica por los cultores de la mecnica [32, cap. vi]. Las esperanzas que surgieron por esta interpretacin fueron tan vigorosas en un tiempo que P. W. Bridg- man, una autoridad en termodinmica, consider necesario escribir un artculo precisamente para exponer la falacia de la idea de que uno puede llenarse los bolsillos con dinero a travs del "contrabando de en- tropa" [11].

    Ocasionalmente y sotto voce alguien expresa la esperanza, alguna vez alentada por una autoridad cientfica como John von Neumann, de que el hombre eventualmente descubra cmo hacer de la energa un bien gra- tuito, ''precisamente como el aire inconmensurable" [3, p. 32]. Algunos imaginan un "catalizador" con el cual descomponer, por ejemplo, el agua de mar en oxgeno e hidrgeno, cuya combustin rendira tanta energa aprovechable como quisiramos. Pero la analoga con el pequeo rescoldo que enciende un leo intacto sobre el fuego es infructuosa. La entropa del leo y del oxgeno usado en la combustin es menor que la de las cenizas y el humo resultantes, mientras que la entropa del agua es mayor que la del oxgeno y del hidrgeno despus de la descomposicin. Por lo tanto, el catalizador milagroso tambin implica contrabando de entropa.^^

    Con el concepto, ahora propagado por la prensa, de que el reactor alimentador produce ms energa de la que consume, la falacia del con- trabando de la entropa parece haber alcanzado su mayor circulacin aun entre grandes crculos de literati, incluyendo a los economistas. Lamenta- blemente, la ilusin se alimenta de cierta publicidad errnea de algunos expertos nucleares, quienes alaban a los reactores que transforman ma- teria frtil pero no fisionable en combustible fisionable, como los alimen- tadores que "producen ms combustible que el que consumen" [81, p. 82]. La pura verdad es que el alimentador no es diferente en forma alguna de una planta que produzca martillos con la ayuda de algunos martillos. De acuerdo con el principio del dficit de la ley de la entropa (secc. 3), hasta una granja de poUuelos consume una mayor cantidad de baja entropa que la contenida en su productos. 28

    2^ Una sugerencia que implica contrabando de entropa es la de Harry Johnson: enfrenta la posibilidad de reconstruir las existencias de hulla y petrleo "ron suficiente inventiva" [49, p. 8]. Si l implica tambin con suficiente energa: por qu habra uno de querer perder una gran parte de esa energa en el proceso de la transinnacion?

    2 Cuan increblemente elstico es el mito de la creacin de energa lo evidencia la reciente afirmacin de Roger Revelle [70, p. 169] de cpje "la agricultura puede ser ideada como isna especie de reactor de creacin en el cual se produce mucha ms cnertna de la que se con- sume". La ignorancia de las principales leyes energticas est, en verdad, muy difundida.

  • 800 EL TRIMESTRE ECON\UCO

    Aparentemente en defensa de la visin corriente del proceso econmi- co, los economistas han sentado anticipadamente temas propios. Podemos mencionar, primero, el argumento de que "el concepto de un lmite ab- soluto de la disponibilidad de los recursos naturales es insostenible, pues- to que la definicin de los recursos cambia en forma drstica e imprede- cible con el tiempo. . . Puede existir un lmite, pero no puede ser defi- nido ni especificado en trminos econmicos" [3, pp. 7, 11]- Tambin leemos que no hay lmite superior ni para la tierra arable, porque "arable es infinitamente indefinible" [55, p. 22]. La falacia de estos ar- gumentos es flagrante; nadie negara que no podemos decir exactamente cunto carbn est accesible, por ejemplo. Las estimaciones de los recur- sos naturales han demostrado constantemente que son demasiado bajas. Tambin el hecho de que los metales contenidos en la parte superficial de la corteza terrestre pueden ser un milln de veces mayores que las reservas conocidas actualmente [4, p. 338; 58, p. 331], no prueba la inagotabilidad de los recursos. En forma caracterstica se ignora tanto el principio de la accesibilidad como el de la disponibilidad.^" Cualesquiera que sean las clases de recursos o de tierra arable que el hombre pueda requerir una u otra vez, consistirn en baja entropa accesible y tierra accesible. Y dado que todas las clases de recursos juntas representan una cantidad finita, ningn cambio taxonmico puede ir ms all de esa fi- nitud.

    La tesis favorita tanto de los economistas corrientes como de los mar- xistas es que el avance de la tecnologa es ilimitado [3, 4, 10, 49, 51, 74, 69], Siempre seremos capaces no slo de encontrar un sustituto para un recurso que escasee, sino tambin de incrementar la productividad de cualquier clase de energa o material. Si agotamos algunos recursos siem- pre pensaremos en algo, tal como hemos hecho desde tiempos de Fereles [4, pp. 332-334]. As pues, nada podr nunca interponerse en el camino de una vida cada da ms feliz para la especie humana. Con la misma lgica ningn joven saludable tendr reumatismo o algn otro achaque propio de la vejez, ni morir nunca. Los dinosauros, justo antes de des- aparecer de este mismo planeta, tenan tras ellos no menos de 150 millo- nes de aos de una existencia realmente prspera (y ellos no contami- naban el medio con basura industrial!). Pero la lgica que verdadera- mente podemos saborear es la de Solo [73, p. 516]. Si la degradacin entrpica va a poner alguna vez en el futuro de rodillas a la humanidad,

    2^ Los economistas marxi^tas tambin forman parte de este roro. Una revista rumana [32], por ejemplo, replic que apenas hemos rasguado la superficie de la tierra.

  • ENERGA Y MITOS ECONMICOS 801

    debi haberlo hecho en algn momento despus del ao 1000 d. c. El viejo apotegma de Seigneur de La Palice nunca haba sido puesto de ca- beza de manera tan deliciosa/"

    En apoyo de la misma tesis hay tambin argumentos concernientes directamente a su esencia. Primero, est la aseveracin de que slo unos pocos recursos son "tan resistentes al avance tecnolgico como para ser incapaces eventualmente de producir materiales de extraccin a costos constantes, o decrecientes" [3, p. 10].^^ Ms recientemente se ha propues- to una ley especfica que en cierta forma es contraria a la ley de Malthus respecto a los recursos. La idea es que la tecnologa mejora exponencial- mente [4, 236; 51, 664; 74, 45]. Su justificacin superficial es que un avance tecnolgico induce otro, lo que es cierto, pero no es una funcin acumulativa, como la del crecimiento de la poblacin. Y es completamente errneo argir, como hace Maddox [59, p. 21], que insistir en la exis- tencia de un lmite a la tecnologa significa negar el poder del hombre para influir en el progreso. Incluso si la tecnologa contina progresando no necesariamente exceder todo lmite; una funcin creciente puede te- ner un lmite superior. En el caso de la tecnologa este lmite est dado por el coeficiente terico de la eficiencia (secc. 4). Si el progreso fuera realmente exponencial entonces el insumo i por unidad de producto se- guira en el tiempo la ley i = i(l r)~* y se aproximara constantemen- a cero. La produccin llegara finalmente a ser incorprea y la tierra a ser un nuevo Jardn del Edn.

    Por ltimo, tenemos la tesis que podemos llamar la falacia de la sus- titucin sin fin: "pocos componentes de la corteza terrestre, incluyendo la tierra agrcola, son tan especficos como para desafiar la reposicin econmica; ... la naturaleza impone carencias particulares, no una caren- cia general ineludible" | 3, pp. 10 ss.].^^ No obstante la protesta de Bray

    ^^ Recordemos la vieja y famosa cuarteta francesa Seigneur de la Palisse est mor / Mort devant Pavie; / Un quart d'heure avant sa mort, / 11 tnit encor en vie. (El seor de la Palisse ha muerto / muerto frente a Pava: / un cuarto de hora antes de su muerte / l an estaba vivo.) Vase Grand Dictionnaire l'niversel du XIX-c .Siec/e, vol. X, p. 179).

    "1 Hasta algunos cientficos naturalitas e. g. [11. han tomado esta posicin. Curiosamente, el hecho histrico de que algunas civilizaciones fueron incapaces "de imaginar algo" se hizo bruscamente a un lado con la obsei-vacin de que estuvieron "relativamente aisladas" [3, p. 6], Pero, no es la humanidad, tambin, una comunidad completamente aislada de cualquier difu- sin cultural externa y tambin incapaz de migrar?

    -'^ Pueden encontrarse arpumentos similares en [4, pp. 3.38 ss.; 59, p. 102; 74, p. 45]. Es curioso que Kaysen TSl, p. 661] y Solow ([74, p. 43]), mientras que reconocen la finitud de la dotacin entrpica de la humanidad, niegan importancia al hecho porque no "nos lleva a con- clusiones verdaderamente interesantes". Los economistas entre todos los estudiosos, deberan sa- ber que lo finito y no lo infinito plantea cuestiones mucho muy interesantes. Este ensayo espera ser prueba de ello.

  • 802 EX TRIMESTRE ECONAUCO

    [10, p. 8], sta es "una tramoya conjurada de los economistas". En ver- dad, hay slo unos pocos elementos "vitamina" que desempean un pa- pel totalmente especfico, como el fsforo lo desempea en los organis- mos vivientes. El aluminio, por ejemplo, ha remplazado al hierro y al cobre en muchos, aunque no en todos los usos.*^ Sin embargo, la sustitu- cin dentro de una existencia finita de baja entropa accesible, cuya irre- vocable degradacin es acelerada por el uso, no puede posiblemente con- tinuar para siempre.

    En las manos de Solow la sustitucin se convierte en el factor clave de apoyo al progreso tecnolgico, incluso cuando los recursos llegan a ser ms y ms escasos. Habr primero sustitucin dentro del espectro de los bienes de consumo. Con la reaccin de los precios ante la creciente escasez, los consumidores comprarn *'menos bienes intensivos en recur- sos y ms de otras cosas" [74, p. 47].* Recientemente, Solow extendi la misma idea tambin a la produccin. Podemos, arguye, sustituir **re- cursos naturales por otros factores" [75, p. 11]. Hay que tener una vi- sin muy errada del proceso econmico como un todo para no ver que no hay otros factores materiales que los recursos naturales. Sostener, ade- ms, que "el mundo puede, en efecto, seguir adelante sin recursos natura- les" es ignorar la diferencia entre el mundo actual y el Jardn del Edn.

    Ms impresionantes son las estadsticas invocadas para apoyar algunas de las tesis precedentes. Los datos aducidos por Solow [74, pp. 44 ss.] muestran que en los Estados Unidos entre 1950 y 1970 el consumo de una serie de elementos minerales por unidad de PNB disminuy considerable- mente.

    Las excepciones se atribuyeron a la sustitucin, pero era esperado que se alinearan tarde o temprano. Estrictamente, las cifras no prueban que durante el mismo periodo la tecnologa progres necesariamente ha- cia una mayor economa de recursos. El PNB puede incrementarse ms que cualquier insumo de recursos minerales inclusive si la tecnologa se estanca o deteriora. Pero tambin sabemos que prcticamente en el mismo periodo (1947-1967) se increment el consumo per capita de materiales bsicos en los Estados Unidos. Y en el mundo, durante slo una dcada,

    ^3 Aun en este caso la sustitucin no ha sido tan fructuosa en todas direcciones como pe cree; recientemente se ha descubierto que los cables elctricos de aluminio estn sujetos al ries- go de incendio.

    3* Sin embargo, el meollo de este asunto es enfocado por Maddox [59, p. 104] : "Precisa- mente como la prosperidad en los pases ahora avanzados se ha acompaado de un decrecimiento real en el consumo de pan, as es de esperarse que esa afluencia har a las sociedades menos dependientes de metales como el acero."

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    1957-1967 el consumo per capita de acero creci en 44 % [12, pp. 198- 200]. Lo que importa finalmente es no slo el efecto del progreso tecno- lgico sobre el consumo de recursos por unidad de PNB, sino especial- mente el incremento en la tasa de agotamiento de los recursos, lo que es un efecto lateral de dicho progreso.

    Son an ms impresionantes ellos lo han demostrado las cifras usadas por Barnett y Morse para mostrar qpie, de 1870 a 1975, la razn costos de capital y de trabajo/produccin neta decreci en forma apre- ciable en la agricultura y la minera, ambos sectores crticos en lo con- cerniente al agotamiento de recursos [3, pp. 8 ss., 167-178], A pesar de ciertas incongruencias matemticas'" el panorama que resulta de estos datos no puede ser rechazado; slo debe corregirse su interpretacin.

    En cuanto al problema del medio ambiente es esencial entender las diversas formas en que puede darse el progreso tecnolgico. Un primer subconjunto incluye las innovaciones econmicas, que llevan adelante una economa neta de baja entropa por medio de una combustin ms completa, encontrando formas de disminuir la friccin, al obtener una luz ms intensa del gas o de la electricidad, al sustituir unos materiales por otros de menor costo energtico, etctera. En este apartado debemos incluir tambin los descubrimientos de cmo usar nuevas clases de baja entropa accesible. Un segundo subconjunto es el de las innovaciones sus- titutivas, que simplemente sustituyen energa humana por energa fsico- qumica, un buen ejemplo es la invencin de la plvora, que volvi ob- soleta la catapulta. Tales innovaciones generalmente nos capacitan no slo para hacer mejor las cosas, sino tambin (especialmente) para hacer algo que no se poda hacer antes volar en aviones, por ejemplo. Finalmente estn las innovaciones del espectro, que traen a nuestra existencia nuevos bienes de consumo, como sombreros, medias de niln, etctera. La mayo- ra de estas innovaciones son al mismo tiempo innovaciones sustitutivas. De hecho, la mayor parte de las innovaciones pertenecen a ms de un grupo, pero la clasificacin sirve para propsitos analticos.

    La historia econmica actual confirma como factor elemental el hecho de que los grandes avances en el progreso tcnico han sido generalmente delineados por el descubrimiento de cmo usar una nueva clase de ener- ga accesible. Por otro lado no podr materializarse un gran avance del progreso tecnolgico hasta que siga a la correspondiente innovacin una

    '^ El punto se refiere a la adicin de capital {medida en trminos monetarios) y trabajo (medida en trabajadores empleados) as como al clculo de la produccin neta (por sustrac- cin) respecto a la produccin fsica bruta [3, pp. 167 ss.].

  • 804 EL TRIMESTRE ECONMICO

    gran expansin mineralgica. Inclusive un incremento sustancial en la efi- ciencia de la gasolina como combustible palidecera ante un mltiple in- cremento de los ricos mantos petroleros conocidos.

    Este tipo de expansin es la que ha tenido lugar durante los ltimos 100 aos. Hemos encontrado petrleo y nuevos depsitos de gas y carbn en una proporcin mucho mayor de la que podramos emplear durante el mismo periodo (vase nota 38, ms adelante). Es ms importante an que una parte sustancial de todos los descubrimientos mineralgicos sea de recursos fcilmente accesibles. Esta excepcional bonanza ha sido en s misma capaz de reducir los costos reales de traer, in situ, los recursos minerales a la superficie. La energa de los recursos minerales se ha vuelto ms barata; las innovaciones sustitutivas han provocado que la ra- zn trabajo/produccin neta decrezca. El capital tambin ha evolucionado hacia formas de menor costo, pero que usan ms energa para llegar al mismo resultado. Lo que ha ocurrido durante este periodo es una modi- ficacin de la estructura de costos, los factores de flujo se incrementan y los de fondos disminuyen.^* As pues, si examinamos nicamente las variaciones relativas de los factores de fondo durante un periodo de ex- cepcional bonanza mineral no podemos probar ni que los costos unitarios totales seguirn siempre una tendencia decreciente ni que el progreso de la tecnologa rendir recursos accesibles casi inagotables, como alegan Barnett y Morse [3, p. 239].

    As, escasas dudas nos quedan de que las tesis examinadas en esta seccin se basan en la profunda creencia de la inmortalidad de la especie humana. Algunos de sus defensores nos han instado a tener fe en la es- pecie humana: tal fe triunfar sobre todas las limitaciones.'^ Pero ni la fe ni la certeza de algunos famosos catedrticos [4] podra alterar el hecho de que, de acuerdo con la ley bsica de la termodinmica, la do- tacin energtica de la humanidad es finita. Aun si se estuviera inclinado a creer en la posible refutacin de estos principios en el futuro, no se debe actuar con esa fe ahora. Debemos tomar en cuenta que la evolucin no consiste en una repeticin lineal, aunque a cortos intervalos pueda hacernos creer lo contrario.

    Prevalece gran confusin acerca de los problemas ambientales no slo entre los economistas (como lo confirman los numerosos casos ya cita-

    re Para estas distinciones vase [27, pp. 512-519; 30, p. 4; 26; 32, pp. 223-225]. 3'' Vase el dilogo entre Presten Cloud y Roger Revelle citado en [66, p. 416]. El mismo

    estribillo contiene la queja de Maddox contra aquellos qiie destacan las limitaciones de la hu- manidad [59, pp. vi, 138, 280]. En relacin al captulo de Maddox, Man made Men, vase [32, pp. 348-359].

  • ENERGA Y MITOS ECONMICOS 805

    dos), sino tambin entre las ms altas esferas de intelectuales, simplemen- te porque se ignora o malinterpreta la estricta naturaleza entrpica de todos los sucesos. Sir Macfarlane Burnet, Premio Nobel, consider impe- rativo en una disertacin especial "prevenir la destruccin progresiva de los recursos no renovables de la tierra" [citado en 15, p. !] Y una pres- tigiosa institucin como las Naciones Unidas, en su Declaracin sobre el Medio Ambiente Humano (Estocolmo 1972), inst repetidamente a cada uno *'a mejorar el medio ambiente". Ambos apremios reflejan la falacia de que el hombre puede revertir la marcha de la entropa. La verdad, no obstante ser desagradable, es que lo ms que podemos hacer es prevenir cualquier deterioro innecesario de los recursos y del medio ambiente, pero sin pretender que sabemos lo que significa exactamente "innecesario" en este contexto.

    VIL CRECIMIENTO: MITOS, POLMICAS Y FALACIAS

    Una gran confusin prevalece en las ardientes discusiones sobre "el creci- miento" por la sencilla razn de que el trmino se usa en mltiples senti- dos. Una confusin contra la cual J. Schumpeter insistentemente previno a los economistas es aquella entre crecimiento y desarrollo. Hay creci- miento cuando solamente aumenta la produccin per capita de los tipos corrientes de mercancas, lo que, en consecuencia, implica un creciente agotamiento de recursos accesibles. Desarrollo significa la introduccin de cualquiera de las innovaciones descritas en la seccin precedente. En el pasado el desarrollo por lo general ha inducido al crecimiento y el crecimiento ocurra slo en asociacin con el desarrollo. El resultado era una peculiar combinacin dialctica tambin conocida como "crecimien- to", pero para la cual podemos reservar otro rubro corriente, a saber, "crecimiento econmico". Los economistas miden su nivel por el PNB per capita a precios constantes.

    El crecimiento econmico, debe destacarse, es un estado dinmico, anlogo al de un automvil que viaja en una curva. A ese automvil no le es posible estar sobre la curva en un instante y fuera de ella en el ins- tante inmediato. Las enseanzas de la economa corriente de que el creci- miento econmico depende slo de la decisin, en un momento dado, de consumir una proporcin ms grande o ms pequea de la produccin [4, pp. 32 ss.; 74, p. 41] estn en gran medida fuera de lugar. A pesar de los esplndidos modelos matemticos con los cuales Arrow-Debreu-Hahn han deleitado a la profesin y de los modelos de Leontief orientados en

  • 806 EL TRIMESTRE ECONNUCO

    forma pragmtica, no todos los factores de la produccin (incluidos los bienes en proceso) pueden servir directamente como bienes de consumo. Slo en una sociedad agrcola primitiva, que no emplea equipo de capi- tal, sera cierto que la decisin de ahorrar ms maz de la cosecha actual aumentara la cosecha normal del siguiente ao. Otras economas estn creciendo ahora porque crecieron ayer y crecern maana porque es- tn creciendo hoy.

    Las races del crecimiento econmico yacen profundas en la natura- leza humana. Es a causa de los instintos veblenianos de trabajo y de ociosa curiosidad del hombre que una innovacin alienta a otra lo cual cons- tituye el desarrollo. Dado tambin el anhelo de confort y artefactos del hombre, cada descubrimiento nuevo conduce al crecimiento. Con certeza, el desarrollo no es un aspecto inevitable de la historia; depende de mu- chos factores as como de accidentes, lo cual explica por qu el pasado de la humanidad consiste principalmente en grandes intervalos de estados estacionarios y por qu la efervescente era actual es slo una pequea excepcin.^

    Sobre bases puramente lgicas, sin embargo, no hay una asociacin necesaria entre desarrollo y crecimiento; podra concebirse el desarrollo sin crecimiento. Por no tomar sistemticamente en cuenta esta diferencia fue posible acusar a los estudiosos del medio ambiente de estar en contra del desarrollo.^" Realmente, la posicin correcta del estudioso del medio ambiente debe enfocar la tasa total de agotamiento de los recursos (y la tasa de contaminacin consiguiente). Es slo a causa de que en el pasado el crecimiento econmico ha ocasionado, adems de una tasa ms alta de ago- tamiento un incremento del consumo per capita de los recursos, que la dis- cusin llev a trastocar el faro de los economistas: el PNB per capita. Como resultado, el problema real fue sepultado bajo los falaces argumentos mencionados en la seccin precedente. Aun cuando sobre bases puramente lgicas el crecimiento econmico podra ocurrir inclusive con un decreci- miento en la tasa de agotamiento de los recursos, el crecimiento material no puede exceder un cierto lmite, si bien no conocido, sin un aumento en

    3 8 Algunos que no entienden lo excepcional, y aun quiz lo anormal que es el actual inter- valo {Journal of Economic Literature, junio de 1972, pp. 459 ss.), ignoran el hecho de que la explotacin del carbn comenz hace ochocientos aos y que, por increble que pueda parecer, la mitad de la cantidad total extrada se obtuvo en los ltimos treinta aos. Adems, la mitad de la produccin total de petrleo crudo se ha obtenido slo en los ltimos diez aos! [46, pp. 166, 238; 56, pp. 119 ss.; tambin 32, p. 228].

    ^* Solow tambin declara que estar contra la contaminacin es estar contra el crecimiento econmico [74, p. 49]. Sin embargo, la contaminacin nociva puede mantenerse baja si se toman medidas apropiadas y se retarda el crecimiento puro.

  • ENERGA Y MITOS ECONMICOS 807

    esa tasa a menos que se observe un fenmeno de disminucin sustancial de la poblacin.

    Fue natural para los economistas quienes resueltamente se adherie- ron a su marco mecanista permanecer completamente indiferentes cuan- do, varias veces, el Conservation Movement o algunos literati aislados, tales como Fairfield Osborn y Rachel Carson, llamaron la atencin sobre el perjuicio ecolgico que acarrea el crecimiento y la necesidad de fre- narlo. Pero hace unos pocos aos el movimiento de los estudiosos del medio ambiente gan mpetu respecto al problema de la poblacin The Population Bomb, como lo resumi Paul Ehrlich. Tambin unos cuan- tos economistas no ortodoxos giraron hacia una posicin fisiocrtica, si bien en formas muy modificadas, o hicieron un intento de incluir la eco- loga en la economa [e.g. 8; 9; 19; 29; 32]. Algunos se ocuparon de la vida verdadera en vez de la opulenta [8; 56], Es ms, una larga serie de incidentes prob, a satisfaccin de todos, que la contaminacin no es un juguete de los eclogos. Aunque el agotamiento de los recursos ha con- tinuado con creciente intensidad en todas las pocas, propiamente es un fenmeno masivo bajo la tierra, donde uno no puede verlo.

    La contaminacin, por otra parte, es un fenmeno de superficie cuya existencia no puede ignorarse y mucho menos negarse. Los econo- mistas que han reaccionado ante estos hechos han tratado generalmente de fortalecer ms la posicin de que la racionalidad econmica y los mecanismos correctos de precios pueden resolver todos los problemas eco- lgicos.

    Pero, curiosamente, la reciente publicacin de Los lmites del creci- miento [62], un informe del Club de Roma, caus una conmocin des- usada en la profesin econmica. En realidad, la crtica al informe pro- viene principalmente de los economistas. Una declaracin de similar te- nor, Blueprint for Survival [6], no ha logrado esta gloria, aparentemente no porque fuera apoyada por un numeroso grupo de eruditos muy respe- tados. La razn de esta diferencia es que Los lm^ites del crecimiento errr* ple modelos analticos del tipo usado en econometra o en trabajos de simulacin. De todo esto uno puede deducir que fue este hecho el que molest a los economistas hasta el punto de recurrir a los insultos directos o velados en sus ataques contra el caballo de Troya. Aun The Economist [55] pas por alto la proverbial cortesa britnica, y en un editorial, Limits to Misconception, tild al informe de "el colmo del disparate pa- sado de moda". Beckerman inclusive ignor la solemnidad de su lectura inaugural y calific el estudio como "un descarado e imprudente con-

  • 808 EL TRIMESTRE ECONMICO 40 junto de disparates (por) un equipo de 'genios' del MIT" [4, p, 327]

    Comencemos por recordar primero que los economistas, especialmente durante los ltimos treinta aos, han predicado a diestra y siniestra que slo los modelos matemticos pueden servir a los ms altos fines de su ciencia. Con el advenimiento de la computadora, el uso de los modelos economtricos y de la simulacin devino en una rutina muy difundida. La falacia de confiar en los modelos aritmomrficos para predecir la marcha de la historia ha sido desenmascarada ocasionalmente con argumentos tcnicos,*^ aunque en vano. Pero ahora los economistas culpan a Los l- mites del crecimiento por ese pecado y por buscar *'un aura de autoridad cientfica" por medio del uso de la computadora; algunos han ido tan lejos como hasta impugnar el uso de las matemticas [4, pp. 331- 334; 10, pp. 22 ss.; 51, p. 660; 52; 69, pp. 15-17]. Observemos, en se- gundo lugar, que la agregacin siempre se ha considerado como un pro- cedimiento inevitable, aunque mutilante, en la macroeconoma, la cual entonces pasa por alto en gran medida la estructura. Sin embargo, los economistas denuncian ahora el informe porque usa un modelo agregado [4, pp. 338 ss. 52; 69, pp. 61 55.; 74], Tercero, un artculo comn de fe econmica, conocido como el principio de aceleracin, es que la produc- cin es proporcional a las existencias de capital. No obstante, ciertos eco- nomistas han acusado a los autores de Los lmites del crccim,iento por suponer (implcitamente) que la misma proporcionalidad prevalece para la contaminacin la cual es un producto tambin! [4, pp. 399 55.; 52; 69, pp. 47 S5.].^^ Cuarto, el complejo de los precios no ha impedido que los economistas usen y desarrollen modelos en cuyos esquemas los precios no aparecen explcitamente los modelos esttico y dinmico de Leontief, el modelo Harrod-Domar, el modelo Solow, para citar solamente algunos de los ms famosos. A pesar de esto, algunos crticos (inclusive el mismo Solow) han refutado el valor de Los lmites por el solo hecho de que su modelo no incluye precios [4, 337; 51, 665; 74, 46 ss.; 69, 14].

    *** Y despus pregunt: "Qu tan necio tiene que ser usted para ser admitido (en el Club de Roma)?" [4, p. 339]. Kaysen [541 tambin es custico a veces. Solow [75, p. 1] simplemente dice que, como todos los dems, l fue "embaucado en la lectura de Los lmites del crecimiento"; mientras Johnson [49, p. 1] descalifica intelectualmente desde el principio a los eclogos que toman parte. Fuera del crculo de economistas, John Maddox, por su parte, se destaca tratan- do de impresionar al lector con "argumentos" similares.

    *i Vase en particular [26] y [28]: tambin [32, pp. 339-341]. Ms reciente y desde otro punto de vista W. Leontief tambin habl del asunto en su Presdential Address to the AEA [54]. Sintomticamente, el franco veredicto de Ragnar Frisch en su alocucin en el Primer Congreso Mundial de la Sociedad Economtrica (1965) an espera su publicacin.

    *2 Algunas de las objeciones anteriores fueron tambin expresadas \iera del crculo de los economistas [1; 59, pp. 284 ss.].

  • ENERGA Y MITOS ECONMICOS 809

    El punto final y ms importante es el que se refiere al hecho indiscu- tible de que, excepto por unas cuantas voces aisladas en los ltimos aos, los economistas siempre han padecido una mana de crecimiento [65, cap. 1]. Tanto los planes como los sistemas econmicos se han evaluado siempre slo en relacin con su habilidad para sostener una tasa elevada de crecimiento econmico. Los planes econmicos, sin excepcin, han sido enfocados para obtener la tasa ms alta posible de crecimiento. La teora del desarrollo econmico est firmemente basada en los modelos de creci- miento exponencial; pero cuando los autores de Los lmites usaron el su- puesto del crecimiento exponencial el coro de economistas grito: "tram- pa!" [4, 332 ss.; 10, 13; 51, 661; 52; 74, 42 ss.; 69, 58 ss.]. Esto es de lo ms curioso, puesto que algunos de los mismos crticos sostuvieron al mismo tiempo que la tecnologa crece exponencialmente (seccin 6). Al- gunos, aun admitiendo que el crecimiento econmico no puede continuar eternamente a la tasa actual, sugirieron, sin embargo, que podra conti- nuar a tasas menores [74, 666].

    A travs de este peculiar criticismo se tiene la impresin de que las crticas de los economistas proceden de acuerdo al adagio latino quod Ucee Jovi non Ucet bovi lo que le est permitido a Jpiter no le est permitido a un bovino. Sea como fuere, la economa corriente probable- mente nunca se recuperar de la exposicin de sus propias debilidades durante estos esfuerzos de defensa propia.

    Fuera de los crculos econmicos, el informe se ha recibido con sufi- ciente aprecio, y no con vituperio.*^ El juicio ms acertado es que a pesar de sus imperfecciones,"no es frivolo".** Es verdad que su presentacin es un tanto descuidada y revela urgencias de publicidad [34], Pero aun algunos economistas han reconocido su mrito de dirigir la atencin ha- cia las amplias consecuencias de la contaminacin [69, pp. 58 ss.]. El estudio tambin ha puesto de relieve la importancia de la duracin en el curso real de los sucesos [62, p. 183] un punto a menudo destacado por los cientficos naturalistas [43, p, 144; 56, p. 131], pero que general- mente pasan por alto los economistas [32, pp. 273 ss.]. Necesitamos un

    *^ Una notable excepcin es Madtlox [59]. Su enrprica remisin de Blueprint for Survival ("The Case Against Hysteria", Nature, 14 de enero de 1972, pp. (53-65) provoc numerosai pro- testa?: Nature, 21 de enero de 1972, p. 179, 18 de febrero de 1972, pp. 405 ss. Pero dada la posicin de los econoiiiitas en la controversia, es comprensilile qsie Beckerman [4, pp. 341 S5.1 no pueda concebir por qu los cientficos naturalistas no han atacado el informe y aun han aparentado aceptar sus tesis.

    ^* Financial Times, 3 de marzo de 1972, citado en [4, p. 337n]. Denis Gabor, premio Nobel, juzg que "cualesquiera que sean lo5 detalle-, las conclusiones principales; ?on incontroverti- bles" citado en [4, p. 342].

  • 810 EL TRIMESTRE ECONMICO

    buen tiempo no slo para alcanzar el nivel ms alto de crecimiento eco- nmico, sino tambin para descender a otro ms bajo.

    Pero la conclusin muy difundida de que cuando ms cien aos sepa- ran a la humanidad de una catstrofe ecolgica [62, pp. 23 y passim] carece de una base cientfica slida.

    Difcilmente hay lugar para discutir sobre el patrn general de rela- ciones, supuesto en las diversas simulaciones contenidas en el informe. Sin embargo, las formas cuantitativas de estas relaciones no han sido some- tidas a ninguna verificacin real. Adems, por su rgida naturaleza, los modelos aritmomrficos usados son incapaces de predecir los cambios evolutivos que estas relaciones puedan sufrir en el tiempo. La prediccin, que suena como el famoso temor de que el mundo se acabara en el ao 1000 d. C. se opone a todo lo que sabemos acerca de la evolucin biolgica. La especie humana, entre todas, no va probablemente a caer de pronto en un corto estado de coma. Su fin no se ve an en lontananza y cuando venga ser despus de una serie muy larga de crisis subrepti- cias y prolongadas. Pero, como destac Silk [72], sera una locura igno- rar las advertencias generales del estudio sobre el crecimiento de la po- blacin, la contaminacin y el agotamiento de los recursos. De hecho, cual- quiera de estos factores puede causar cierta asfixia a la economa mun- dial.

    Algunos crticos han menospreciado Los lmites por el mero uso de un instrumento analtico con el fin de destacar una tautologa carente de inters, a saber, que el crecimiento exponencial continuo es imposible en un medio ambiente finito [4, pp, 333 55.; 51, 661; 74, pp. 42 ss.; 69, p. 55], La acusacin es correcta, pero slo superficialmente, pues sta fue una de aquellas ocasiones en que se hizo necesario insistir en lo obvio, ya que haba sido ignorado mucho tiempo. Sin embargo, el mayor pecado de los autores de Los limites es que han encubierto la parte ms importante al enfocar su atencin, como hicieron Malthus y casi todos los partidarios del medio ambiente, exclusivamente sobre el crecimiento exponencial.

    VIII. EL ESTADO ESTACIONARIO: UN ESPEJISMO

    Malthus, como sabemos, fue criticado primordialmente porque supuso que la poblacin y los recursos crecan conforme a ciertas leyes matemticas simples. Pero esta crtica no toc el verdadero error de Malthus (el cual aparentemente permaneci inadvertido). Este error es el supuesto impl- cito de que la poblacin puede crecer ms all de cualquier lmite, tanto

  • ENERGA Y MITOS ECONMICOS 811

    en nmero como en el tiempo, siempre que no crezca con demasiada ra- pidez.^^ Un error similar ha sido cometido por los autores de Los lmites^ por los autores del enfoque no matemtico aunque ms ar