El miedo escénico a hablar en pùblico

Mario E. Zegarra

El miedo escénico de hablar en público es una de las fobias más comunes de las personas.

Generalmente conlleva el haber visualizado el fracaso anticipadamente. Todo esto genera

ansiedad y nerviosismo durante la exposición ante una audiencia específica. Estos signos

son muy diversos según cada individuo, y se expresan con dolores estomacales, de cabeza,

sudoración, calambres, etc. Todo esto imposibilita una comunicación efectiva. El origen del

miedo de hablar en público puede ser un esfuerzo negativo, cuando la audiencia no se

conecta contigo y está pegado al celular o a otras acciones, un poco desarrollo de

habilidades comunicativas y por último puede ser innato en la persona. Las personas por lo

general sienten temor de hablar en público desde su primera oportunidad. Según, J.

McCroskey (2002), el identificó a las personas con aprensión comunicativa. Behnke y

Carlile p.66 (1971), identificaron tres niveles o fases de reacción en los oradores; como

reacción de anticipación que se experimenta antes de dar un discurso, incluyendo el

nerviosismo que se siente mientras se prepara, reacción de confrontación que se manifiesta

en el aumento de ansiedad que se siente al iniciar en discurso y la reacción de adaptación

expresado en la declinación gradual del nivel de ansiedad que comienza aproximadamente

un minuto después de iniciada la presentación y llega a un nivel normal alrededor de los

cinco minutos. Ante ello tenemos que hacernos la pregunta; la práctica realmente nos ayuda

a vencer el miedo a hablar en público?

G. Phillips (1997, p. 37), concluyó, que el nerviosismo no es necesariamente negativo. El

advierte que “el aprendizaje ocurre de mejor manera cuando el organismo se encuentra en

un estado de tensión”.

Para ello hay tres técnicas; la primera es saber reconocer que se puede desarrollar la

totalidad de una exposición a pesar de sus miedos. La segunda es que la mayoría de

personas de la audiencia no van a verte agonizar de pánico, así que no se enfocan en tu

ansiedad o nerviosismo, sino en el tema que se va a exponer, y por último saber entender la

importancia de preparar y practicar anticipadamente ayuda a reducir la aprensión.

Durante muchos años desde la década de los setenta se han realizados muchos estudios de

la materia en mención y ello ha conllevado a desarrollar técnicas para reducir el miedo.

La visualización de cómo te verías dando un discurso. Al visualizar puedes observar

detalles, practicar diferentes técnicas, probabilidades o detalles.

J. Ayres y T. Hopf (1990, p. 77), descubrieron que si las personas pueden visualizarse

pasando por el proceso de preparación y presentación de un discurso, llegado el momento

tendrán más oportunidades de éxito.

La insensibilización sistemática de los momentos más estresantes que pudieran enfrentar,

mientras se tensa y relaja el cuerpo.

Entonces se entiende que esto es un método que reduce en forma gradual la aprensión

visualizando de manera creciente los eventos más atemorizantes, según R. Verderber y K.

Verderber.

El entrenamiento de las habilidades para hablar en público mediante el pensamiento que

somos exitosos nos ayudará a creer que realmente lo somos, y a la vez nos mejora nuestra

eficacia en el ejercicio de la oratoria.

G. Phillips y Keaen (1995, pp. 11-13), comentaban que si se aprendiera los procesos y las

conductas asociadas con la presentación de un discurso efectivo, entonces estaremos

menos ansiosos.

Así pues no debemos dejar de mencionar los elementos de la presentación y su papel

importante para que el discurso sea afectado de manera positiva.

Ellos son tres como la voz debiera tener un tono adecuado para auditorio ni muy bajo ni tan

alto, con un volumen según el tamaño del auditorio, una velocidad que permita ser

entendible y una calidad de forma clara y agradable al oyente.

Otro elemento es la articulación que no es más que el uso en conjunto de las diferentes

partes del sistema articular como la lengua, el paladar, los dientes, las mandíbulas y los

labios que nos va a permitir formar sonidos vocales que producen las palabras.

El último elemento es el lenguaje corporal y son las expresiones faciales, gestos con las

manos, la movilidad del locutor, la presencia, y la seguridad de actuar del orador.

Además de ello Tenemos que tomar en cuenta el estilo conversacional que muestre un

estilo no forzado, que exprese naturalidad e informalidad en su desarrollo para que al

momento de exponer las personas sientan que estas charlando con ellas.

Tiene que ser un estilo que muestre entusiasmo, lleno de energía para que las ideas

permanezcan en el recuerdo del auditorio; además se debe desarrollar una expresividad

vocal usando adecuadamente cada uno de los componentes de la voz, poseer naturalidad y

espontaneidad aprendiendo las ideas generales antes que memorizar palabras, expresándose

con fluidez, sin titubeos ni interacciones ni interferencias vocales, sin perder el contacto

visual con los oyentes, que sientan que tienes dominio del tema y capturar su confianza y

concentración.

El interlocutor puede y debería apoyarse de apoyos visuales durante el discurso cuidando

que no se cree un caos en la presentación.

Una buena ayuda o apoyo siempre es la preparación de notas de discurso, lo cual nos

permitirá tener un flujo de ideas constante,

Hay que considerar las necesidades del auditorio correctamente.

Conclusiones

Hablar en público, no es innato en la persona. Se puede aprender y mejorar, para ello se

necesita desarrollar cada uno de los elementos de la comunicación, desarrollar un estilo

conversacional con marca propia y practicar, sobre todo debemos desarrollar confianza que

todo irà bien, no ver al público como al enemigo; es decir confizar en nosotros. Ademàs

tener claro los objetivos que se quiere alcanzar.

No se trata de hacer algo perfecto, sino de sentirse comodo haciéndolo e involcrar al

auditorio.

Referencias

J. Anderson (1988), “Comunication competency in the small group”

J. Ayres (1991), “Using visual aids to reduce speech anxiety”

J. Ayres y T. Hopf (1990), “ The long-term effect of visualization in the classroom”

G. Phillips (1977), “ Rhetoritherapy versus the medical model: Dealing with reticence”

R. Verderber y K. Verderber (2012) “Comunicate!”