ENTRADA: iglesia de san Pablo...

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ENTRADA: Ciudadanos del cielo, / moradores de la casa de Dios, Caminamos hacia el Padre, / En el Señor, por el Espíritu. Caminamos hacia las miríadas de ángeles, / a la patria universal, / Inscritos en el cielo. INTERLECCIONAL: Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor. OFERTORIO: Señor, ante tu altar tu pueblo ofrece vino y pan, Son frutos de amor, de la alegría y el dolor. Recibe, oh Señor, nuestro trabajo y oración / Y danos sin cesar tu bendición y tu amistad. COMUNIÓN: Cerca de Ti, Señor, yo quiero estar; / tu grande y tierno amor quiero gozar. Llena mi pobre ser, limpia mi corazón; / hazme tu rostro ver en la aflicción. Mi pobre corazón inquieto está, / por esta vida voy buscando paz. cerca de Ti, Señor, yo quiero estar. Pasos inciertos doy, el sol se va; / mas, si contigo estoy, no temo ya. Himnos de gratitud alegre cantaré, / y fiel a Ti, Señor, siempre seré. Día feliz veré creyendo en Ti, / en que yo habitaré cerca de Ti. Mi voz alabará tu santo Nombre allí, / y mi alma gozará cerca de ti. SALIDA: Laudate omnes gentes, / Láudate Dominum. Laudate omnes gentes, / Láudate dominum. Viene de la página primera: ... recibirán el consuelo, la visión de Dios, el reino, el ser reconocidos como Hijos de Dios, o el quedar saciados de su anhelo de felicidad y justicia Y quién no conoce personas así, con sus defectos y todo, pero cuya presencia en el pueblo, en la parroquia, en la asociación, en el colegio o en el lugar de trabajo, con humildad y sencillez, han transformado la vida de las personas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza. No forman parte del santoral, pero cuando acabó su peregrinación, los que los rodeaban los lloraron y los echaron de menos. Su huella había quedado grabada en la existencia de mucha más gente de la que creían. Santos y difuntos, Dios juzga con entraña misericordia porque, como felizmente escribió San Juan de la Cruz a la tarde te examinarán del amor” (Jesús Francisco Riaza. Ecclesia.-N. 3750. 25 octubre 2014. pp 45). iglesia de san Pablo Valladolid 1 de noviembre de 2014. Los santos y los difuntos La piedad popular ha identificado la solemnidad de Todos los Santos con la Conmemoración de Todos los fieles difuntos y es que, en realidad, son dos conmemoraciones profundamente unidas. Es ambas brilla la esperanza. San Pablo a esos cristianos preocupados, jóvenes e inquietos en la fe que había dejado en Tesalónica, les recuerda que han de vivir apoyados en la esperanza vinculados a la forma que tenemos de entender la muerte. No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los que no tienen esperanza”. Y el Papa Francisco, en un encuentro con familias de enfermos les habló de cómo la esperanza da sentido a la enfermedad y a la muerte. “Si se considera que es el final de todo, la muerte asusta, aterra; se transforma en una amenaza a todos nuestros sueños. Esta concepción es típica del pensamiento ateo que interpreta la existencia como un encontrarse casualmente en el mundo y un caminar hacia la nada”. Sin embargo, el cristiano ha de vivir su existencia apoyado en la cruz de Jesús y con la mirada levantada al resucitado. Así el Papa recordó que vivir sin Dios y sin esperanza no es solo negarlo explícitamente, sino vivir tan centrado en uno mismo que no se da cuenta de que está perdiendo la vida. Es lo que Jesús les dice a los discípulos tras el primer anuncio de la Pasión en Cesarea de Filipo y la desconcertante reacción de Pedro: “El que quiera salvar su vida la perderá y el que la pierda por mí y por el Evangelio se salvará”. El texto de las bienaventuranzas que leemos hoy insiste en realidad en esta propuesta de salvación que llega a todos. Los bienaventurados son todos aquellos a quienes la vida ha negado una oportunidad o han sido zarandeados por los acontecimientos. No se trata de una exaltación del sufrimiento sino del hombre que sufre. En todos los casos y en todas las circunstancias Jesús promete que ellos, cualquiera que sea la causa y el motivo de sus sufrimientos (Sigue en la página última)

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Page 1: ENTRADA: iglesia de san Pablo Valladolidsanpabloysangregorio.dominicos.es/kit_upload/PDF/valladolid/hoja... · COMUNIÓN: Cerca de Ti, Señor, yo quiero estar; / tu grande y tierno

ENTRADA: Ciudadanos del cielo, / moradores de la casa de Dios, Caminamos hacia el Padre, / En el Señor, por el Espíritu.

Caminamos hacia las miríadas de ángeles, / a la patria universal, / Inscritos en el cielo.

INTERLECCIONAL: Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor.

OFERTORIO: Señor, ante tu altar tu pueblo ofrece vino y pan,

Son frutos de amor, de la alegría y el dolor. Recibe, oh Señor, nuestro trabajo y oración / Y danos sin cesar tu bendición y tu amistad.

COMUNIÓN: Cerca de Ti, Señor, yo quiero estar; / tu grande y tierno amor quiero gozar.

Llena mi pobre ser, limpia mi corazón; / hazme tu rostro ver en la aflicción.

Mi pobre corazón inquieto está, / por esta vida voy buscando paz. cerca de Ti, Señor, yo quiero estar.

Pasos inciertos doy, el sol se va; / mas, si contigo estoy, no temo ya. Himnos de gratitud alegre cantaré, / y fiel a Ti, Señor, siempre seré.

Día feliz veré creyendo en Ti, / en que yo habitaré cerca de Ti.

Mi voz alabará tu santo Nombre allí, / y mi alma gozará cerca de ti.

SALIDA: Laudate omnes gentes, / Láudate Dominum. Laudate omnes gentes, / Láudate dominum.

Viene de la página primera: ... recibirán el consuelo, la visión de Dios, el

reino, el ser reconocidos como Hijos de Dios, o el quedar saciados de su anhelo de felicidad y justicia

Y quién no conoce personas así, con sus defectos y todo, pero cuya

presencia en el pueblo, en la parroquia, en la asociación, en el colegio o en el lugar de trabajo, con humildad y sencillez, han transformado la

vida de las personas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza. No forman parte del santoral, pero cuando acabó su peregrinación, los que los rodeaban los lloraron y los echaron de menos. Su huella había

quedado grabada en la existencia de mucha más gente de la que creían.

Santos y difuntos, Dios juzga con entraña misericordia porque, como felizmente escribió San Juan de la Cruz

“a la tarde te examinarán del amor” (Jesús Francisco Riaza. Ecclesia.-N. 3750. 25 octubre 2014. pp 45).

iglesia de san Pablo Valladolid

1 de noviembre de 2014.

Los santos y los difuntos

La piedad popular ha identificado la solemnidad de Todos los Santos con la Conmemoración de Todos los fieles difuntos y es que, en realidad,

son dos conmemoraciones profundamente unidas.

Es ambas brilla la esperanza. San Pablo a esos cristianos preocupados, jóvenes e inquietos en la fe que había dejado en Tesalónica,

les recuerda que han de vivir apoyados en la esperanza vinculados a la forma que tenemos de entender la muerte.

“No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los que no tienen esperanza”. Y el Papa Francisco, en un encuentro con familias de enfermos les habló de cómo la esperanza da sentido a la enfermedad y a la muerte. “Si se considera que es el final de todo, la muerte asusta, aterra; se transforma en una amenaza a

todos nuestros sueños. Esta concepción es típica del pensamiento ateo que interpreta la existencia como un encontrarse casualmente

en el mundo y un caminar hacia la nada”.

Sin embargo, el cristiano ha de vivir su existencia apoyado en la cruz de Jesús y con la mirada levantada al resucitado. Así el Papa recordó que vivir sin Dios y sin esperanza no es solo negarlo explícitamente,

sino vivir tan centrado en uno mismo que no se da cuenta de que está perdiendo la vida. Es lo que Jesús les dice a los discípulos tras el primer anuncio de la Pasión en Cesarea de Filipo y la desconcertante reacción de Pedro: “El que quiera salvar su vida la perderá y el que la pierda por

mí y por el Evangelio se salvará”.

El texto de las bienaventuranzas que leemos hoy insiste en realidad en esta propuesta de salvación que llega a todos. Los bienaventurados son todos aquellos a quienes la vida ha negado una oportunidad o han sido zarandeados por los acontecimientos. No se trata de una exaltación del

sufrimiento sino del hombre que sufre.

En todos los casos y en todas las circunstancias Jesús promete que ellos, cualquiera que sea la causa y el motivo de sus sufrimientos

(Sigue en la página última)

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Palabra de Dios Libro del Apocalipsis 7,2-4. 9-14. Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: “No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios”. Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Después de esto apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: -¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero! Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes, cayeron

rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo: -Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Y uno de los ancianos me dijo: -Esos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido? Yo le respondí: -Señor mío, tú lo sabrás. Él me respondió: -Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado y blanquea-do sus vestiduras en la sangre del cordero. Palabra de Dios.

Salmo responsorial. Sal. 23, 1-2

Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor

Del Señor es la tierra y cuanto la

llena, el orbe y todos sus habitantes; él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el

recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón,

que no confía en los ídolos..

Ése recibirá la bendición del Seño, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor,

que viene a tu presencia Dios de Jacob.

Primera carta del Apóstol San Juan 3, 1-3.

Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, ¡pues lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a Él! Queridos: Ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza se purifica a sí mismo en él, como él es puro. Palabra de Dios.

Santo Evangelio según San Mateo 5, 1-12 En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar enseñándolos: “Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los “Hijos de Dios”.

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”. Palabra del Señor.

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Triiduo a

San Martín de Porres Días 3 (fiesta), 4 y 5. -Lunes a miércoles Eucaristía homilía:

Hora.: 19:30

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