Entre Pelotas

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Entre Pelotas: Un intento de análisis de los fenómenos futbolísticos desde las ciencias sociales Dr. Patricio Barrientos, Universidad Autónoma de Querétaro, Facultad de Filosofía Introducción: Uno de los fenómenos más llamativos de las últimas décadas en los escenarios sociales en América Latina, ha sido el virulento surgimiento de las denominadas porras o “barras bravas”. Estas podríamos tratar de definir primariamente como una especie de asociaciones más o menos espontáneas de hinchas que se aglutinan teóricamente y discursivamente como soportes emocionales y operativos – en términos de alentar- de sus equipos, pero que por variadas circunstancias, han comenzado a mutar hacia ser una especie de catalizador colectivo de las frustraciones y expectativas de amplios sectores populares urbanos. En otras palabras, estas se han convertido en cajas de resonancia de sujetos marginados, es decir, no en la clásica acepción de marginalidad vinculada a la pobreza, sino que estos se encuentran excluidos del orden sociopolítico y cultural vigente, presentándose al resto de la sociedad mediante sus bulliciosas presentaciones, en los cánticos y en las estéticas usadas y presentadas en los estadios y escenarios aledaños, como incluso en la vida cotidiana como son Página 1

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Análisis de las barras bravas como reflejo de la crisis de la modernidad latinoamericana. Presentación de casos y análisis teórico

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Entre Pelotas: Un intento de análisis de los fenómenos futbolísticos desde las ciencias socialesDr. Patricio Barrientos, Universidad Autónoma de Querétaro, Facultad de Filosofía

Introducción:

Uno de los fenómenos más llamativos de las últimas décadas en los escenarios sociales en

América Latina, ha sido el virulento surgimiento de las denominadas porras o “barras bravas”.

Estas podríamos tratar de definir primariamente como una especie de asociaciones más o

menos espontáneas de hinchas que se aglutinan teóricamente y discursivamente como

soportes emocionales y operativos –en términos de alentar- de sus equipos, pero que por

variadas circunstancias, han comenzado a mutar hacia ser una especie de catalizador colectivo

de las frustraciones y expectativas de amplios sectores populares urbanos. En otras palabras,

estas se han convertido en cajas de resonancia de sujetos marginados, es decir, no en la clásica

acepción de marginalidad vinculada a la pobreza, sino que estos se encuentran excluidos del

orden sociopolítico y cultural vigente, presentándose al resto de la sociedad mediante sus

bulliciosas presentaciones, en los cánticos y en las estéticas usadas y presentadas en los

estadios y escenarios aledaños, como incluso en la vida cotidiana como son el uso de playeras,

mochilas y bolsos que delatan su pertenencia a dicha porra, llegando incluso a la demarcación

territorial como es el caso de los murales pintados de la Garra Blanca (barra brava de Colo-Colo)

en la periferia del Gran Santiago o incluso en el futbol de barrio, como es el caso de la porra que

apoya al Oro del Retablo, en Querétaro, México .

A diferencia de lo que ha sucedido en Europa, donde en muchos casos ha sido la xenofobia

hacia el inmigrante el catalizador de tensiones en las gradas, en este caso, pensemos solamente

en los cánticos y acciones de los Tifosi de la Roma AC italianos cercanos al fascismo, los Ultras

del Real Madrid o del Atlético de Madrid, con canticos en contra de inmigrantes africanos

(pensemos solamente en Samuel Eto’o) o gritos en contra de jugadores como Zamorano en la

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década de 1990 o recientemente al mismo Samuel E’too), aunque también podemos en Europa

encontrar la reminiscencia de haber sido parte de un viejo poder imperial o de glorias guerreras

pasadas, como sería el caso de los Hooligans británicos y sus revanchismos principalmente de

carácter anti alemán. Por el contrario, en la diversidad latinoamericana podemos observar una

variada mezcolanza de fenómenos que fluyen de las gradas de los estadios, los cuales van desde

la reivindicación política, donde se encontrarían los orígenes de las principales barras chilenas

como la Garra Blanca (vinculada a Colo-Colo) y Los de Abajo (relacionada con Universidad de

Chile), las que surgen como barras diferenciadas de las clásicas porras existentes en ese

momento, ya que comienzan a destacarse con un discurso anti dictatorial en las postrimerías

del régimen militar del General Pinochet a finales de los años de 1980, pero tras la

normalización democrática de los gobiernos concertacionistas desde 1990, se desdibujan

políticamente, transformándose en el espacio de refugio de diversos “piños” (grupos) de

sujetos marginales: metaleros, punkies, anarquistas, neo fascistas (mejor dicho, remanentes del

pinochetismo), anarcos, defensores de la causa mapuche, villeros y lo que en una lectura

marxista llamaríamos lumpen proletariado, los cuales son sus principales contingentes en el día

de hoy.

Pero las barras no sólo son refugio de desvalidos sociales o marginados del nuevo orden

sociopolítico, como podría ser el caso chileno, sino que también encontramos una nueva

categoría, ser receptoras de tensiones político-étnicas, como puede ser lo que ha estado

ocurriendo en la actual coyuntura boliviana, donde hay un traspaso del escenario político y

social a la cancha y a las barras, transformando al partido de futbol en una extensión de la lucha

política. Esto se ejemplifica en la observación etnográfica del partido Real Potosí-The Strongest

de la 1ra división de futbol boliviano, en la ciudad de Potosí el 5 de abril del presente año. En

dicho partido, llamó la atención que los hinchas más radicales (lo más parecido a una barra

brava dada su extrema imitación del estilo de las barras argentinas) de The Strongest de La Paz,

el denominado Tigre, uno de los equipos clásicos bolivianos, tomasen posturas opositoras al

Gobierno de Evo Morales, gritándoles a los seguidores del Real Potosí con epítetos como “Indios

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de mierda”, “Evos de Mierda”, “Negros de Mierda”. Este tipo de gritos confirma el hecho que se

han llevado al tablón las contradicciones centrífugas que han significado el proceso de cambios

impulsados por el actual gobierno boliviano y que ha generado todo un reacomodo de clase y

como también de adscripción étnica en la sociedad. Lo más sorprendente de esto, es que los

hinchas de The Strongest (el Tigre) en su mayoría, eran de un biotipo tan mestizo o indígena

como los seguidores de Real Potosí, los cuales en su mayoría respaldaban con aplausos al

gobierno de Morales, generando la reacción furibunda de los hinchas del Tigre. En ese tipo de

fenómenos observados en la cancha, puedes inferir de buena manera, la profundidad de la

división que ha generado el Gobierno de Evo Morales en su intento de transformar el orden

social vigente en Bolivia, el cual, a simple vista ha llevado a los sectores más occidentalizados y

“supuestamente” pudientes de la sociedad a colocarse en posturas opositoras al gobierno,

mientras que los sectores populares de raíz indígena-campesina-minera a colocarse a favor del

gobierno de Morales, siendo una profunda división que se reflejaba tanto en los cánticos del

Tigre como en los botellazos o naranjazos de los hinchas de Real Potosí, a vista y paciencia de la

Policía Boliviana.

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Foto 2. Hinchas de “The Strongest”, Potosi, Bolivia, 5 de Abril de 2009 (fuente propia)

Otros discursos futboleros o mejor dicho, surgidos del tablón, no tienen la complejidad de un

conflicto sociocultural como el boliviano, sino que son simplemente raciales, como son los

cánticos argentinos contra migrantes bolivianos o paraguayos tanto en Buenos Aires como en

provincias, como plantea Juan Pablo Ferreiro con el caso de los ataque a los hinchas de Talleres

de Pericó:

“Qué feo es ser periqueño y bolivianoEn una villa tener que vivirTu hermana revolea la carteraTu vieja chupa pingo por ahí5Talleres,

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Talleres,Talleres,Talleres no lo pienses másAndáte a vivir a BoliviaToda tu familia está allá”

(Ferreiro en Alabarcés, 2003: 59)

Aunque también podemos ver incluso un intento de cuestionamiento al orden social vigente,

como se puede observar en los “piños” (agrupaciones) de la Garra Blanca que apoyan

reivindicaciones tanto de carácter sindical o inclusive étnicas, cuando marchan en conjunto con

dirigentes del pueblo mapuche, entre otros.

Foto 3. Afiche de una facción de la Garra Blanca movilizada políticamente (fuente Blog Quinto Infierno)

O un fenómeno que sería mucho más propio del futbol mexicano, que es el hecho de unirse a

las porras o grupos de animación por la motivación de participar en el desmadre, entendido

como joda, pasarla bien. Acá ocurre un fenómeno que marcaría una diferencia con Sudamérica,

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puesto que la existencia de la barra cumpliría más que nada con la función de ser un espacio de

socialización, un ágora de encuentro social de jóvenes, los cuales usan el espacio de la barra

para ampliar sus redes sociales. Ejemplos de esto serían las porras o grupos de animación del

Toluca (La Banda del Rojo) o la Resistencia Albiazul de los Gallos del Querétaro

Argumentación:

¿Por qué lo estamos planteando de esta manera? En primer lugar, ya que las motivaciones que

podemos ver en las barras o porras existentes desde Tijuana hasta el cono sur, cruzan desde la

reivindicación de identidades barriales)como es el caso del futbol de barrio en muchas ciudades

mexicanas), territoriales, nacionales (en el caso de las selecciones nacionales de fútbol),

culturales, ideológicas, de clase, étnica, religiosa, incluso de relación centro periferia, siendo en

más de una vez, excelentes barómetros del estado de la agitación social existente en ciertas

coyunturas y situaciones. Más allá de la publicidad mediática existente sobre estos fenómenos

que los considera como meros vándalos y/o delincuentes, no podemos soslayar el hecho de que

este fenómeno de las porras o barras bravas, largamente ha escapado de lo meramente

futbolero, incluso, en algunos espacios se ha visto potenciado por la crisis socioeconómica

“permanente” que se han visto envuelta varias sociedades latinoamericanas, fenómeno que en

la práctica, ha significado un estado de “permanente” exclusión de vastos sectores populares

urbanos, los cuales, por la falta de capital cultural y social, se han alejado de los meta relatos

tradicionales, por ende, de los mecanismos de inserción social tradicional como han sido la

lucha y participación política, el voto popular masivo, la ampliación de la cobertura educacional

o la sindicalización democratizadora, los cuales aparecen como espacios lejanos a su coyuntura.

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¿Foto 4. Violencia a la salida del equipo de The Strongest por parte de los seguidores de Real Potosí, 5 de abril de 2009 (fuente propia)

En otras palabras, los procesos que permiten la inclusión al orden social vigente, la cual tras la

crisis estructural del estado positivista latinoamericano (desde la década de 1980), dichos

mecanismos serían bastante ineficaces para reencantar o insertar en el orden social vigente a

las crecientes masas juveniles populares urbanas, las que estarían quedando fuera del orden

social vigente y de sus “beneficios colaterales” como es ser sujeto consumidor y funcional al

sistema imperante. Este fenómeno, de alguna manera, se podría explicar en términos de

Maffesoli (2004), el cual sostiene que estos tiempos son de una tribalización de la estructura

social, la cual respondería a la existencia de una anomia en la sociedad, la cual ha imperado

como consecuencia de la conformación de la dualidad neoliberalismo y sistema democrático

como bloque histórico o campo social imperante, la cual ha marginado a varios segmentos del

mundo popular de las “ventajas de la sociedad del consumo”, al no poder ser estos sujetos

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sociales poder reconocidos en este entorno competitivo exitista-materialista, siendo una

consecuencia de esta marginación estructural el fenómeno que se generaría en torno al fútbol,

sobre todo con la existencia de barras bravas o porras, uno de los productos sociales no

deseados (Giddens y Turner, 1998) los que surgirían como una respuesta inconsciente y

anómica a la marginación de no poder insertarse a este bloque histórico dominante y vigente. A

diferencia de los dominados de la clase dominante, que históricamente que han sido los

sectores que han cuestionado desde dentro las estructuras sociales vigentes, la existencia de

estas barras (en sus versiones más complejas) plantearía la existencia de una conformación

social alterna que convive paralelamente con el campo social vigente, en algún sentido, sería

inconscientemente plantear la existencia de un campo social paralelo, puesto que al ser sujetos

(pensemos solamente en las barras más complejas) que están muchas veces fuera de las

estructuras formales de la sociedad, generan esta nueva articulación que es la barra o la porra,

que posee su propia jerarquía y su propia cosmovisión, la cual coexiste con la vigente en el resto

de la sociedad y desafiándola empíricamente (choques con la justicia o con la fuerza policial de

turno) planteándose como una especie de rebelde primitivo de carácter claramente

lumpenesco.

El hecho de que la presencia de estos diversos grupos marginales, paradojalmente de gran

impacto mediático, al cuestionar empíricamente el orden social vigente hace que se deba tratar

de hacer un intento serio desde la academia latinoamericana para entender este abierto

cuestionamiento a la modernidad, en el fondo se cuestionan los valores de la Ilustración casi en

un nuevo género de barbarie (Adorno y Horkheimer, 2006: 51). Viendo este escenario en un

plano analítico, la existencia de dichas barras y sus variopintos mensajes sobre todo, los de

intolerancia racial o clasista, cuestionan de una manera empírica las ideas eje del progreso e

igualdad del hombre planteadas por la Ilustración dieciochesca y con las que se casaron –en

teoría, las sociedades y los estados nacionales latinoamericanos, siendo una especie de

dialéctica anti ilustrada de carácter popular y hasta populista en algún sentido, ya que no hay en

dichos mensajes o cánticos un análisis o descripción compleja del orden social vigente, sino que

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se plantea la existencia de una propuesta de esquema social de carácter tribal, deshaciendo de

hecho en dicho análisis, la complejidad de las redes sociales, reduciéndolo a una especie de

esquema de “nosotros o ellos”, entre tipos virtuosos que somos nosotros y tipos de mierda que

son los otros en términos de generación y mantención de estigmatizaciones, las que sirven para

potenciar el discurso de reafirmación identitaria del grupo o persona a la cual se pertenece y a

que se está confrontando tanto en la cancha como en la vida cotidiana extrafutbolística

(Goffman, 2003).

Por lo tanto, si pensamos en los contenidos de dichos cánticos podríamos elucubrar, en algún

sentido, que estaríamos volviendo a instancias ideológicas y cosmovisionales propias del

absolutismo o del despotismo ilustrado, en otras palabras, si lo pensamos en términos

marxistas clásicos y gramscianos, tenemos tanto regresiones de comprensión empírica del

modo de producción como también de bloque histórico, ya que las alusiones racistas plantean

un mundo de amos y esclavos diferenciados racial o evolutivamente, unido a una especie de

propuesta discursiva (incluso inconsciente) de un esquema pre moderno de bloque histórico.

Pese a que algunos ven a la posmodernidad como una falta de proyecto social y con la

existencia de una destrucción de las diferencias como consecuencia de la globalización (Lyotard,

1991), podríamos afirmar que la situación es algo más compleja, ya que no sólo un vacio de

poder, sino que es una reacción incluso visceral a la existencia de un solo modelo de inserción

social, el cual surge como paradigma cuando el modelo tradicional positivista se está cayendo a

pedazos, siendo el Estado latinoamericano incapaz de asumir sus obligaciones sociales

heredadas del positivismo con herramientas neoliberales. Tal vez, ese es la condición de la

posmodernidad latinoamericana, la existencia de dos frecuencias sociales que conviven bajo

una camisa raída que es la liberal decimonónica y que está siendo parchada con soluciones

neoliberales que, en muchos casos, confirmarían la existencia de estas dos frecuencias sociales

(los que están insertos y no en el orden social dominante), siendo la principal conclusión de este

primer intento de acercamiento a la problemática de las barras bravas.

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Foto 5. Hinchas del Real Potosí, resguardados por la Policía Boliviana, Potosí, 5 de abril de 2009

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Bibliografía Citada:

Ferreiro, Juan Pablo “Ni la Muerte nos va a separar, desde el cielo te voy a alentar: Apuntes sobre identidad y fútbol en Jujuy” en Pablo Alabarcés (editor) “Futbologías. Futbol, Identidad y Violencia en América Latina”, Buenos Aires, Clacso, 2003

Goffman, Erving, “La Presentación de la Persona en Sociedad”, Buenos Aires, Amorrortu, 2003

Giddens, Anthony y Jonathan Turner, “La Teoría Social Hoy”, Madrid, Alianza Editorial, 1998

Horkheimer, Max y Theodor W. Adorno “Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos Filosóficos”, Madrid, Editorial Trotta, 2006

Lyotard, Francois, “La Condición posmoderna”, Buenos Aires, Editorial REI, 1991

Maffessoli, Michel “El tiempo de las tribus” México, Siglo XXI, 2004

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