Entrevista a Entomóloga Forense

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CADáVERES EXQUISITOS La entomología forense estudia cuándo murió una persona y, de ser posible, en qué circunstancias, a través del análisis de los insectos que acuden a los cadáveres para alimentarse y reproducirse. Una tarea muy difícil, excepto para la jefa del laboratorio en la especialidad, que funciona en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia. Por Lorena López / Fotos: Bruno Bertagna P asillo largo y penumbra. Altos muebles con cientos de cajoncitos. Frascos con insectos que flotan en líquidos ambarinos. Olor a ¿naftalina? Hay algo de onírico en la escena. La Dra. Adriana Oliva espera a El Federal al final de este pasillo silencioso y a contraluz, frente a un ventanal que deja entrar, apenas, el sol de la tarde. Estamos en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, de la Ciudad de Buenos Aires. Más específicamente en el laboratorio de entomología forense, ciencia que estudia la fauna cadavérica, que son los insectos y otros animales que acuden a los cadáveres para reproducirse o alimentarse. Esto permite, entre otras cosas, estimar en qué fecha ha muerto una persona. Por ejemplo, la doctora Oliva, jefa de este laboratorio, explica que en época de calor el primer insecto en llegar a los cadáveres es la mosca verde común; cuando está un poco más fresco, aparece la azul. La verde llega a los pocos minutos del fallecimiento e incluso, como todo un signo, EN éPOCA DE CALOR EL PRIMER INSECTO EN LLEGAR A LOS CADáVERES ES LA MOSCA VERDE COMúN; CUANDO ESTá UN POCO MáS FRESCO, APARECE LA AZUL. que las larvas recién nacidas se alimentan de exudados de las mucosas, primero eligen ojos y orificios nasales, y luego la boca y los oídos, o la región génitoanal cuando está expuesta. Los machos van a los cadáveres a buscar hembras y se distinguen entre sí por los ojos: ellas los tienen muy separados y ellos muy juntos. Luego de las moscas primarias llegan las secundarias. Y sólo cuando comienza la alte- ración de las proteínas del cadáver aparecen algunos coleópteros (escarabajos). Los últi- mos en llegar son los dermestes, cascarudos interesados en la carne muy descompuesta o momificada. En total, si el cadáver está al aire libre, habrán pasado unos 20 días desde el momento del deceso. La ley. A través de un convenio entre el Museo y el Poder Judicial de la Nación, el Laboratorio de Entomología Forense se ocupa de realizar las pericias de la fauna cadavérica encontrada en las autopsias. Cuando llegan las muestras lo primero que se hace es determinar a qué especie pertenecen los insectos y en qué etapa puede presentarse cuando la persona está en agonía. Aparentemente viene porque huele una alteración en el aliento, aunque esto no se encuentra totalmente elucidado. Las hembras llegan en busca de un sustrato apropiado para depositar sus huevos y dado 40 EL FEDERAL ADRIANA OLIVA

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Se trata de la doctora Oliva, especialista en fauna cadavérica (los bichitos que van apareciendo cuando la gente se muere). Realizada en el Museo de Ciencias Naturales de Parque Centenario. Todo un flash.

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CADáveresexquisitosLa entomología forense estudia cuándo murió una persona y, de ser posible, en qué circunstancias, a través del análisis de los insectos que acuden a los cadáveres para alimentarse y reproducirse. Una tarea muy difícil, excepto para la jefa del laboratorio en la especialidad, que funciona en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia. Por Lorena López / Fotos: Bruno Bertagna

Pasillo largo y penumbra. Altos muebles con cientos de cajoncitos. Frascos con insectos que flotan en líquidos ambarinos. Olor a ¿naftalina? Hay algo de onírico en la escena. La Dra. Adriana Oliva espera a El Federal al

final de este pasillo silencioso y a contraluz, frente a un ventanal que deja entrar, apenas, el sol de la tarde.

Estamos en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, de la Ciudad de Buenos Aires. Más específicamente en el laboratorio de entomología forense, ciencia que estudia la fauna cadavérica, que son los insectos y otros animales que acuden a los cadáveres para reproducirse o alimentarse. Esto permite, entre otras cosas, estimar en qué fecha ha muerto una persona. Por ejemplo, la doctora Oliva, jefa de este laboratorio, explica que en época de calor el primer insecto en llegar a los cadáveres es la mosca verde común; cuando está un poco más fresco, aparece la azul. La verde llega a los pocos minutos del fallecimiento e incluso, como todo un signo,

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la azul.

que las larvas recién nacidas se alimentan de exudados de las mucosas, primero eligen ojos y orificios nasales, y luego la boca y los oídos, o la región génitoanal cuando está expuesta. Los machos van a los cadáveres a buscar hembras y se distinguen entre sí por los ojos: ellas los tienen muy separados y ellos muy juntos.

Luego de las moscas primarias llegan las secundarias. Y sólo cuando comienza la alte-ración de las proteínas del cadáver aparecen algunos coleópteros (escarabajos). Los últi-mos en llegar son los dermestes, cascarudos interesados en la carne muy descompuesta o momificada. En total, si el cadáver está al aire libre, habrán pasado unos 20 días desde el momento del deceso.

la ley. A través de un convenio entre el Museo y el Poder Judicial de la Nación, el Laboratorio de Entomología Forense se ocupa de realizar las pericias de la fauna cadavérica encontrada en las autopsias. Cuando llegan las muestras lo primero que se hace es determinar a qué especie pertenecen los insectos y en qué etapa

puede presentarse cuando la persona está en agonía. Aparentemente viene porque huele una alteración en el aliento, aunque esto no se encuentra totalmente elucidado.

Las hembras llegan en busca de un sustrato apropiado para depositar sus huevos y dado

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de su desarrollo están, lo cual permite –según la época del año– estimar la fecha de deceso. Pero atención: según Oliva, “siempre se habla de “estimar” porque hay un cierto margen de error posible, sobre todo cuando se trata de cadáveres encerrados”.

-¿por qué?-Porque en un cadáver encerrado la sucesión

de fauna cadavérica suele estar alterada. Muchas veces las moscas primarias no pueden llegar o tardan, y ahí aparece una mosca autóctona (la verde y azul no son oriundas de América), la Cochliomyia macellaria o “mosca carnicera”, cuyo nombre proviene del latín macellum que originariamente significa tienda, pero que en este caso está usado en el sentido de carni-cería. Además, puede ocurrir lo que se llama descomposición en mosaicos, por ejemplo cuando alguien fallece y al mes –no más– es muy probable que la cabeza esté en reducción esquelética, los miembros momificados y el tronco en putrefacción activa. Esta es una de las cosas que complican la estimación de la sucesión cadavérica: se dan anomalías debido al encierro. Por el contrario, un cadáver al aire libre y hallado entre las 24 y 72 horas es más

“sencillo de leer” porque se desarrollan grandes masas de larvas de moscas que rápidamente consumen las partes blandas. Un ejemplo: en zonas como Buenos Aires, en otoño, un cuerpo puede convertirse en esqueleto en 20 días en casos de heridas con arma blanca o de balazos en la cabeza. Esto es así porque el sangrado profuso atrae grandes cantidades de la Chrysomya albiceps, una mosca muy

FACTOR ORCA

un caso particular

•Sucedió en 1995. Un día llaman a la Dra. Oliva desde el cuerpo forense de Entre Ríos diciendo que tenían un cadáver del cual sólo quedaban huesos. Le preguntan qué pueden hacer para obtener algún dato. Ella sugiere tamizar la tierra que está alrededor. Cuando le envían la muestra, ve que había puparios vacíos (estuches de pupas) atravesados por raíces tiernas de la caña de Castilla, que se usa para techar y que crece en primavera-verano. Esa fecha coincidía con la denuncia de la persona desaparecida. Y así pudo es-tablecerse la fecha del deceso.

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parecida a la verde común y que provino del norte de África.

Volviendo a la cuestión de los peritajes, la Dra. Oliva explica que las muestras de fauna cadavérica llegan porque se han realizado au-topsias, un procedimiento obligatorio en todo caso de fallecimiento por accidente o muerte natural en forma repentina.

-¿suelen ser casos controversiales o de situaciones sospechosas?

-No. Contrariamente a lo que se imagina, el mayor número de casos donde interviene la entomología forense no son homicidios ni suicidios, sino muertes naturales no asistidas. Esto significa que hay una persona, general-mente una señora de edad, que vive sola en un departamentito y un buen día sus vecinos o familiares se dan cuenta de que hace mucho que no la ven. Y para cuando se dan cuenta, es tarde. Esto ocurre mucho en Buenos Aires, pero cuando hablo de esto en una conferencia en una ciudad de provincia todos me miran con horror porque es algo impensable en lugares pequeños. Allí hay otros problemas, pero no el de la deshumanización y falta de comunicación de las grandes ciudades.

imagen. Si hay algo que a la doctora Oliva no le gusta, son las series que trabajan con entomología forense porque, argumenta, de-forman la realidad en beneficio de la imagen y la estética televisiva, lo cual genera confusión y desinformación en la gente. Para ilustrar esta afirmación menciona y describe con ironía un capítulo de la serie estadounidense “CSi” donde el actor debía tomar un insecto para que se viera bien en cámara y exclamar: “Oh, esto es un Anobium punctatum, por lo tanto las vigas de esta casa estaban carcomidas y por eso se produjo el derrumbe”. El caso es que el tal insecto mencionado tiene apenas 5 milímetros de longitud y es bastante arisco, por lo tanto el actor usó una zophoba que es un cascarudo tenebriónido que se cría para alimentar mascotas y que se encuentra en veterinarias que tienen comida viva.

Esto podría ser apenas una anécdota pero la doctora cuenta que estas series pusieron de moda a la entomología forense con ideas erróneas, así que muchas veces se ha visto en situación de tener que aclarar malos entendidos o explicar que no se trata de “un cursito” con el que uno se convierte en entomólogo forense, sino que primero hay que licenciarse en la carrera de Biodiversidad, luego doctorarse en entomología y finalmente adquirir pericia en

“bichos extraños”, que resultaron ser piojos. Termina la entrevista. La doctora Oliva co-

menta que en esta época comienza el trabajo fuerte, porque se encuentran los cuerpos de los que murieron silenciosamente en el invierno, mientras con gran amabilidad le muestra a El Federal una colección de moscas y otros seres, atravesados con alfileres. Cada uno posee un diminuto cartel descriptivo que ella misma ha escrito, algunos con mina de lápiz de 0,5 milímetros, y la mayoría con plumín y tinta china. “Hay gente rara a la que no le gusta las moscas, ni las cucarachas ni los ciempiés”, dice con una sonrisa, mientras vuelve a colocar las cajas entomológicas en la vitrina.•

una vida investigandoAdriana Oliva es doctora en Ciencias Biológicas, investigadora del Conicet y jefa del Laboratorio de Entomología Forense del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia (www.macn.secyt.gov.ar). Se ha especializado en el estudio de coleópteros acuáticos y tiene 50 especies descritas por ella misma. También hay un insecto que lleva, a modo de homenaje, su nombre: el Berosus olivae, un cascarudo de patas largas que funcionan como remos. Trabaja en entomología forense desde 1994 y su web es www.entomofauna.es.tl

los grupos de trabajo forenses. Lo cierto es que son sólo siete entomólogos

forenses en el país (más algunos estudiantes) y este número quizá tenga que ver, sostiene, con que en general a la gente no le interesa los insectos (mucho menos los cadavéricos) o que los estudiantes se vuelcan a los insec-tos relacionados al agro, donde hay muchas posibilidades de trabajo. En lo personal, la doctora cuenta que años atrás trabajaba (y lo sigue haciendo) con hidrofílidos, que son insectos acuáticos que están emparentados con los sílfidos, un grupo de coleópteros que aparece sobre cadáveres en el campo. “Así comencé a interesarme por la entomología forense”, recuerda.

Con relación al campo y a los animales, surge una pregunta: ¿llega la misma fauna cadavérica a un cadáver humano que a uno de animal? En principio la respuesta es que sí. Sin embargo, en el caso de las vacas se observa que muy pronto aparecen insectos de etapas más avanzadas de descomposición, aparentemente atraídos por el tipo de tubo digestivo que posee una flora intestinal especial. Es por eso que cuando se realizan experimentos el animal que se usa como modelo para simular un cuerpo humano es el cerdo, que tiene un tubo digestivo omnívoro muy parecido al del hombre.

Más allá de lo estrictamente forense, al La-boratorio llegan consultas diversas: desde una mujer que trae, asustada, “bichos” para saber qué son, pasando por alguien con problemas cutáneos que cree tener “algo” bajo la piel y hasta un hombre con un frasco con alcohol y

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