Ernest Hello - Palabras de Dios

5
Palabras de Dios. Reflexiones sobre algunos textos sagrados Ernesto Hello Editorial Difusión, Buenos Aires, 1946 “Las escrituras son un abismo. Imposible decir cuán profundas son, e imposible decir cuán sencillas son. Si una de esas dos cosas me asombrara, no sería la profundidad; sería la sencillez. Se puede esperar la profundidad, pero el hombre es tan complicado que no espera encontrar algo sencillo. Las palabras del Evangelio repetida a un niño, a un obrero, a un labrador, no lo asombran: no encuentra en ellas ninguna palabra efectista. Ninguna palabra intenta ser sorprendente. Apenas salen de la boca de Cristo más que palabras familiares. Los objetos que nombra más a menudo son los de la vida corriente. La vida del campo, los trabajos, las flores silvestres, desempeñan un gran papel en esas palabras, donde el elemento que en francés se llamaría “científico” no ocupa ningún lugar: jamás aparece la palabra abstracta; es lo contrario del lenguaje que esperaríamos, si, no conociendo el Evangelio, nos hiciéramos de antemano de él una cierta idea preconcebida y fundada en nuestros hábitos intelectuales”. Pág. 9 “Y cuanto más se las comprende, más se advierte que no se las comprende aún”. Pág. 10. “Los hombres corren el riesgo de ser aplastados por la corriente de lo múltiple. La duda es por excelencia la introducción de lo múltiple en el punto central donde debe reinar la unidad”. Pág. 10 “Frente a las cosas divinas, la actitud que da inteligencia es el arrodillarse; el que no empieza por arrodillarse, corre todos los riesgos”. Pág. 10. “Ahora bien, Sara había llegado a reír. Las promesas de Dios se refieren generalmente a las cosas más inverosímiles, y cuando han llevado la inverosimilitud hasta ciertas apariencias de locura, cuando no nos dignamos ya discutirlas seriamente, entonces se realizan”. Pág. 21.

Transcript of Ernest Hello - Palabras de Dios

Page 1: Ernest Hello - Palabras de Dios

Palabras de Dios.Reflexiones sobre algunos textos sagrados

Ernesto Hello

Editorial Difusión, Buenos Aires, 1946

“Las escrituras son un abismo. Imposible decir cuán profundas son, e imposible decir cuán sencillas son. Si una de esas dos cosas me asombrara, no sería la profundidad; sería la sencillez. Se puede esperar la profundidad, pero el hombre es tan complicado que no espera encontrar algo sencillo. Las palabras del Evangelio repetida a un niño, a un obrero, a un labrador, no lo asombran: no encuentra en ellas ninguna palabra efectista. Ninguna palabra intenta ser sorprendente. Apenas salen de la boca de Cristo más que palabras familiares. Los objetos que nombra más a menudo son los de la vida corriente. La vida del campo, los trabajos, las flores silvestres, desempeñan un gran papel en esas palabras, donde el elemento que en francés se llamaría “científico” no ocupa ningún lugar: jamás aparece la palabra abstracta; es lo contrario del lenguaje que esperaríamos, si, no conociendo el Evangelio, nos hiciéramos de antemano de él una cierta idea preconcebida y fundada en nuestros hábitos intelectuales”. Pág. 9

“Y cuanto más se las comprende, más se advierte que no se las comprende aún”. Pág. 10.

“Los hombres corren el riesgo de ser aplastados por la corriente de lo múltiple. La duda es por excelencia la introducción de lo múltiple en el punto central donde debe reinar la unidad”. Pág. 10

“Frente a las cosas divinas, la actitud que da inteligencia es el arrodillarse; el que no empieza por arrodillarse, corre todos los riesgos”. Pág. 10.

“Ahora bien, Sara había llegado a reír. Las promesas de Dios se refieren generalmente a las cosas más inverosímiles, y cuando han llevado la inverosimilitud hasta ciertas apariencias de locura, cuando no nos dignamos ya discutirlas seriamente, entonces se realizan”. Pág. 21.

“El juego, la ambición, la sangre, son otras formas de la embriaguez, son puertas por las cuales el hombre se precipita para huir de sí mismo”. Pág. 22.

“Ahora bien, lo que los otros prometen sin dar y lo que el hombre busca con furor, hasta la sangre, hasta el delirio, el Espíritu Santo lo da. Da la embriaguez, la embriaguez sin arrepentimiento, la embriaguez que colma en lugar de vaciar, la embriaguez que enriquece en lugar de arruinar, que alimenta en lugar de matar; que abrasa en lugar de enfriar; que cura en lugar de destruir; que ilumina en lugar de mentir; la embriaguez que enternece en lugar de endurecer”. Pág. 23

“Os habéis creído una vez más al término del viaje, y no habíais partido aún. Y cuanto más os abisméis en el corazón del abismo, más advertiréis que estáis aún en la superficie”. Pág. 42

“Cuanto más lo estrechéis, más os escapará, y la rapidez de su huída no tendrá otra medida que la violencia de vuestra tracción”. Pág. 42.

Page 2: Ernest Hello - Palabras de Dios

“¿Cómo hará la lengua humana, ella que se compone de términos, para resistir a la tentación de terminar, a la tentación de circunscribir?”. Pág. 46

“La magnificencia se inclina por naturaleza a dar más de lo que se le pide. Va más allá; está más allá: su nombre es tal vez éste: más allá”. Pág. 49

“La sabiduría es demasiado grande para ser añadida”. Pág. 50

“El hombre, para hablar, tiene necesidad de creer. Habla, en la medida que cree: ni más ni menos. La fe es el principio, el centro y el fin de la palabra. La creencia humana es necesaria a la palabra humana, la fe divina a la palabra divina. La creencia da la necesidad de hablar, la palabra satisface a la necesidad de la creencia.

El que cree tiene hambre y sed de hablar. Hablar es cosa santa. Hablar no es mover los labios y hacer ruido. Hablar es manifestarse; en el siglo que vivimos, muchos mueven los labios, y aún con estrépito; casi nadie habla. Casi nadie manifiesta.

Pocos hombres hablan, y aún aquel que habla, habla rara vez. El hombre, al entrar en sí mismo y al interrogar a su alma, si siente disminuir en él la fe, dice: ‘yo hablaba, yo hablé. No hablo más’. Afirmar es el acto inicial de la palabra. Todo verbo contiene el verbo ser. Toda palabra tiene a Dios por sostén. El que es, es el fundamento del discurso. Por lo tanto, creer es la esencia de hablar. Creer es la fuente, hablar es el río, creer es el océano donde el río se precipita.

Las palabras pronunciadas fuera de la afirmación y contra ella se parecen a la palabra, como los ruidos de un tumulto se parecen a los acordes de la música.

Las palabras pronunciadas sin creencia y contra la creencia son los suicidas de la palabra, que vuelven sus armas contra ella misma.

Aquellas palabras están excomulgadas de la armonía universal.Están fuera de la bendición (bendecir, decir bien)”. Pág. 92.

“Procurad ahora, por favor, preguntar a esta palabra: Eternidad, qué significa.¿Queréis contar el transcurso de un siglo?: Mirad una I; es un siglo.Luego imaginad una serie de ceros: ¿Quién intentará contarlos multiplicando los ceros?La serie de ceros atraviesa el espacio, atraviesa la inmensidad. Se desboca como un caballo

al galope. Echa a volar como un águila.He aquí las estrellas cuya luz, después de 6.000 años no nos ha llegado aún, debido a la

distancia, y la serie de ceros cubre esta distancia; y los millares de millares de siglos pierden su nombre en el abismo, como los ahogados en el Océano, y las medidas han muerto, y la Eternidad no dijo aún ni la primera sílaba de su nombre:

¡Siempre!¡Nunca!”. Págs. 165-166.

“El miedo es el más desconocido, el menos estudiado de los sentimientos del hombre. Y sin embargo es característico, típico, es perfecto en su género.

Es más total, más completo, más perfecto que el mal. El mal, sea cual fuere, es limitado. El miedo no lo está, o si lo está, lo está solamente por los límites de la naturaleza sobre la cual se ejerce. El miedo quita al mal su límite real. Lo presenta como un ideal absolutamente pavoroso. No lo contempla en sí sino en el miedo mismo. Ve la imagen del mal aumentada sobre una nube, como los viajeros de las montañas ven a veces su imagen”. Pág. 173.

“El miedo obra como la noche. Quita a los objetos la precisión de sus contornos. Los reviste de inmensidad. Quita al alma los lugares de refugio y de resistencia. La desarma antes del

Page 3: Ernest Hello - Palabras de Dios

combate. La entrega sola y desnuda a enemigos que él vuelve todopoderosos, sin límite y sin lindes, a enemigos fortalecidos por toda la virtud de su desfallecimiento.

El miedo, es la nada que se convierte en ideal”. Pág. 173.

“Pero si vuestra grandeza excede los pensamientos, los conceptos, las esperanzas, los deseos de vuestra familia, entonces, esta misma familia, al no poder compartir esta grandeza, la detestará.

No se volverá sólo indiferente al considerarla extranjera. Se volverá hostil, porque verá en ella no sólo una excepción a las reglas por las que quiere regirse, sino un insulto a los límites en los cuales quiere encerrarse.

Verá en ella un ataque personal tanto más agudo puesto que parte de más cerca, tanto más cruel puesto que es más íntimo”. Pág. 186.

“El horror que tiene a este adjetivo domina al amor que tiene al sustantivo”. Pág. 186

“El enemigo es tanto más cruel cuanto más pequeño es, y cuando se trata de mortificar a la grandeza, los más pequeños son los más fuertes, los más hábiles y los más ingeniosos. Ni siquiera tienen necesidad de inventar. Su instinto les es útil; les sugiere todo, les inspira crueldades cuya pequeñez aumenta la calidad. Pues cuanto más pequeña es una crueldad, tanto más cruel se vuelve”. Pág. 187.

“Al estar Dios por encima de la sustancia y al ser incomprensible al pensamiento, la materia tiene como objeto, como fin, rendir testimonio a lo que se encuentra por encima del espíritu”. Pág. 198.

“Cuanto más por encima del espíritu se encuentra lo que se expresa, más material es el testimonio. Por esto el Cantar de los Cantares es tan material en sus imágenes: porque relata cosas más espirituales que las ideas. Al no poder alcanzar lo más alto, la palabra, desesperada, se refugia en la materia como un criminal que se escondiera en la sombra. (…)

Por esto el Verbo se hizo carne, para que se pudiera tocar lo que no se puede comprender”. Págs. 198-199

“¡Oh, utilidad y magnificencia de los testimonios sensibles! ¡Señor, que la materia tome al fin la palabra y glorifique por medio de mi voz!”. Pág. 199

“Las lágrimas son algo desconocido que tienen como característica el triunfar siempre. Ante las lágrimas, la fuerza se asombra y se doblega. Las lágrimas se cuentan entre las mejores armas que Dios da al hombre cuando quiere que el hombre triunfe sobre El. Pues la gloria de Dios consiste en ceder a la oración del hombre Las oraciones y las lágrimas son los instrumentos de combate que pone en nuestras manos, pues es El quien nos las da, es El quien nos prepara y nos arma para el combate que nos ordena librarle”. Pág. 214

“Casi todos los actos humanos se asemejan a los trabajos de los seis días. Las lágrimas se asemejan al reposo del séptimo.

Tienen apaciguamientos, bellezas, recogimientos, silencios. Dicen secretos que la palabra no puede decir”. Pág. 215

“El error y el hábito han envilecido las cosas y las palabras.Hay algo bajo en la manera de considerar a todas las majestades que les quitan su

esplendor. (…)

Page 4: Ernest Hello - Palabras de Dios

El hábito mella todas las espadas. Extingue sus resplandores, enfría sus filos.El hábito de hablar sin energía de lo fuerte, da a lo fuerte apariencias de debilidad.Es hora de vengar las lágrimas”. Pág. 218