Escritura y Alfabetización, Ramirez Garrido

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    Anuario de Psicologia2000 vol. 3 1 no4,59-77O 2000 Facultat de PsicologiaUniversitat de Barcelona

    Sobre escritura y alfabetizacin.Lugares de encuentro entre psicologa e historia

    Juan Daniel RamrezUniversidad de Sevilla

    a sicologa cultural debe su desarrollo al inten to de esclarecer laecuac in mente-cultura superando 10s modelos de caja negra caracte rs-ticos de 10s estud ios transculturales. Este articulo pretende ana lizar el pa-pel cum plido por la escritura y su dzfusin a travs de la alfabetizacin e nla compleja relacin entre mente y cultura desde una ptica histrico -cul-tural superadora de 10s tradicionales enfoques comparativos caractersti-cos de 10s modelos de caja negra. Para ello, el autorp rop one el estudio dela escritura y la alfabetizacin como lugar de en cuentro entre psicologae historia, 1 que e s posible a partir de 10s ltimos avances de la historialosfica, la historia de la cultura y ca mpo s anexo s (Gellne r, 1994 ; Char-

    tier, 1996; Cavallo y Chartier, 1998; Ong, 1982, Havelock, 1991 , 1996 ;LAH 1988 ; Luria, 1980; Scribner y Cole, 1981; Ramrez, 1995 ; Ramrezy Cubero, 1995; Ramrez y Wertsch, 1997). Una aproximacin de estascaractersticas permite abordar el estudio conjunt0 de las propiedadesque la escritura ofrece en tanto que tecnologia para la comunicacin y re -gistro del conocimiento,y 10s motivos y ac titudes que han condicionado sudzfusin a travs de la alfabetizacin en diversos momentos histricos.

    Palabras clave: psicologa cultural, teoria cultural, historia de lacultura, mente y cultura, escritura, lectura, alfabetizacin, comprensinlectora.

    The development of cultural psychology responds to an attempt toexplain the mind -culture equation in a way that goes beyond the black boxtheories which have characterized transcultural studies. This article aim sto analyse the role of writing and its diffusion through literacy in the com -plex relationshipbetween m ind and culture from a historical-culturalperspective. perspective of this kind may improve on the traditional

    Este articulo ha sido posible gracias al proyecto I+D, Gnesis y discurso histrico en la construccin de la identidad.Intervencin social y multiculturalismo SEC95-0252- 203.03).Correspondencia: Juan Daniel Ramrez. Universidad de Sevilla. Facultad de Psicologia. Avda. San Francisco Javier, s/n.41005 Sevilla. E-mail: [email protected]

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    comparative approaches of black box models. To this end, the au th or pr o-poses to study writing and literacy as a meeting point between psychologyand history, an endeavour made possible by recent advances in the his-

    tory ofph iloso phy , the history of culture and relatedfields Gellner, 1994;Chartier, 1996; ver Cavallo y Chart,ier,1998 ; Ong, 1982, Havelock, 1991,1996; LAH, 1988; Luria, 1980; Scribner y Cole, 1981; Ramrez, 1995;Ramrez Cubero, 1995; Ramirez Wertsch, 1997 ). An approach of thiskind allows the joint study of writing as a technique for communicationand the recording of knowledge, and the reasons and attitudes that haveinfluenced its dz fi si on via literacy ut key historical moments.

    ey words Cultural psychology, Cultural Theory, History of Cu l-ture, Mind and Culture, writing, reading , literacy, reading comprehension

    Una parte significativa de la actual psicologia cultural debe su desarrolloal intento de esclarecer la relacin entre mente y cultura ms all de 10s modeloscomparativos, experimentales y de caja negra que 10s estudios transculturalesproyectaron sobre ambos trminos de la ecuacin. El esquema general de laecuacin mente-cultura que estos modelos produjeron puede simplificarse en 10ssiguientes trminos: la mente era vista como la variable dependiente sujeta a lasoscilaciones mis o menos ciclicas de la cultura ver Lucariello, 1995). Obvia-mente, a esta ltima se le atribuia el papel de variable independiente en un es-quema que resultaba simplificado y rnecanicista en su interpretacin de unacuestin de evidente complejidad.

    De todos 10s problemas que atrajeron la atencin de 10s psiclogos cultu-rales, que resultaban inabordables desdle la lgica de 10s modelos de caja negra,uno de ellos destacaba por ser especialmente irreductible. Me refiero a la escri-tura y al conjunt0 de transformaciones sociohistricas a que ha dado lugar en elcurso de su desarrollo. La cuestin no era nueva para la psicologia, pues ya secontaba con hallazgos significativos en este tema desde la dcada de 10s veintecon motivo de la expedicin a Uzbekistan y Kirguiza de Alexander R. Luria y unnutrido equipo de colaboradores Luria, 1980). Tales hallazgos dieron lugar a unbuen nmero de investigaciones a partir de 10s aos sesenta, una vez que 10s tra-bajos de Luria y Vygotski fueron ampliamente difundidos en el mundo occiden-tal. En esta larga tradicin de estudios culturales cabe sealar el importante tra-bajo de Scribner y Cole realizado con la etnia Vai de Libera que vino a demostrarla vigencia de las hiptesis de las investigaciones soviticas de 10s aos veinteScriner y Cole, 1981). La puesta en marcha de prograrnas de alfabetizacin de

    adultos en el periodo de la transicin democrtica en nuestro pas permiti co-rroborar algunas de las tesis defendidas originariamente por Luria y Vygotki y,ms tarde, revalidadas por Scribner y Cole, adems de ampliar el nmero decuestiones que son cruciales para la comprensin de la ecuacin mente-culturaLAH, 1988; de la Mata, 1994, 1997; Ramrez y Cubero, 1995; Ramrez, Cala y

    Snchez-Medina, 1999).Resulta curioso destacar que las aportaciones clsicas, como las ya citadas

    de Luria o las mis modernas de Scribner y Cole, no han recibido demasiada

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    atencin por parte de 10s psiclogos de distintas orientaciones, todo 10 contrarioa 10 que ha ocurrido en otros mbitos de estudio, como la filosofia (Ong, 1982),la filologia clsica (Havelock, 1991, 1996) o la antropologia social (Goody,1977), en 10s que, especialmente, el trabajo de Luria es citado como una investi-gacin pionera en el estudio de la ecuacin mente y cultura. S610 ahora, con elauge de la psicologia cultural, la resolucin de este complejo puzzle ha hechonecesaria no s610 una recuperacin de 10s estudios que podriamos denominarclsicos en torno a la escritura y la alfabetizacin, y sus efectos sobre el desarro-110 cognitivo, sino una reactualizacin general del problema de la escritura desdemuy diversos ngulos, como a continuacin se ver.

    Este articulo pretende abordar el estudio de la escritura y la alfabetizacindentro de las unidades de anlisis de la psicologia cultural y de uno de 10s domi-nio epistmicos y metodolgicos propuestos por Vygotski, la historia cultural.Si en el pasado el encuentro entre psicologia e historia resultaba extremada-mente difcil por la enorme distancia epistemolgica entre ambas, con 10s actua-les desarrollos de la historia filosfica (Gellner, 1994) o de la historia de la cul-tura (Chartier, 1996) se abren nuevas vias de colaboracin que ya comienzan adar sus frutos. El lugar de encuentro elegido es el binomi0 formado por la escri-tura (techn para la comunicacin y la representacin) y la alfabetizacin (pai-deia para la difusin de la escritura), por consiguiente, no bastar con explicarlas bonanzas que, desde la doble vertiente cultural cognitiva, ofrece la nuevatcnica; ser necesario tambin analizar 10s motivos y actitudes dominantes encada sociedad y en diversos momentos histricos del devenir de Occidente. S610asi se comprender el grado de difusin que la escritura ha alcanzado y el con-trol cognitivo ejercido por las minoras dominantes a partir de ella.

    na vez ms el problema de la unidad de anlisis

    Desde el inicio de ese complejo debate terico en torno a la ecuacinmente-cultura que ha dado lugar al nacimiento o, mejor si cabe, al renacimientode la psicologia cultural, la importancia de la accin como problema y comounidad de anlisis no ha hecho mis que crecer. Desde 10s neovygotskianos conWertsch a la cabeza, hasta quienes desde diversas hadiciones psicolgicas y an-tropolgicas se hallan ms inclinados a la hermenutica (Boesch, 1977; Ec-kensberger, 1995, 1997, Santamm a, 1997; ver Sheweder y LeVine, 1984,Wertsch, 1993, 1998), conceptos como 10s de accin compartida o interaccin,accin simblica o accin mediada, han recibido en 10s ltimos aos una aten-cin creciente en libros y revistas especializadas. En casi todas estas reflexio-nes encontramos mencin expresa al carcter simblico ylo mediado de la ac-cin humana, al papel del lenguaje o a la consideracin pragmtica del discursoy, sin embargo, el anlisis de 10s elementos mediadores ha recibido una aten-cin menor (lanse ndices, signos, palabras, etc.) con la salvedad de Wertsch yalguna que otra excepcin (Wertsch, 1985a, ver 1985b; ver Mertz y Parmentier,1985).

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    Pero no es de mi inters debatir esta cuestin en la medida en que, a 10largo del articulo, pretendo profundizar en 10s aspectos tcnicos y procedimen-tales inherentes a las acciones mediadas. Tampoco profundizar aun mis si cabeen el problema de la accin como unidad de anlisis de la psicologia, aspectoste del que existe una abundante literatura producida a 10 largo de las dos lti-mas dcadas. Sin entrar en ningn tipo de controversia al respecto, me interesadestacar 10s factores caracteristicos de toda accin al modo en que fueron des-critos por Burke hace algunas dcadas (Burke, 1969) y retomados por conocidostericos de la actualidad (Bruner, 1988, 1991; Wertsch, 1998). Mi intencin escrear el marco en el cua1 poder explicar el papel jugado por la escritura y el pro-ceso de alfabetizacin en la transformacin de la propia accin (especialmentede las acciones orientadas comunicativamente), en el desarrollo de la mente y,sobre todo, en la constitucin de la identidad en ese difcil transito que va delmundo tradicional al mundo moderno.

    Pero hablemos primer0 de la accin al modo en que 10 hizo Burke algunasdcadas atrs.

    Los elementos que articulan la accin humana y, especialmente, 10s quehacen posible esa forma de accin particular a la que llamamos habla o discursoson, a juicio de Burke (1969), 10s contenidos en su concepto de quinteto drama-trgico (dramatistic pentad). A saber: el agente (quien lleva a cabo algo), el acto(ese algo que se lleva a cabo), la escena (el espacioltiempo en que el agente rea-liza tal acto), 10s medios o instrumentos de 10s que se vale el agente (agency) yel propsito que espera alcanzar. Ahora bien, el anlisis burkeano no se agota enla mera denominacin de 10s element~os el quinteto, por otra parte sobrada-mente conocidos por 10s expertos en lingstica semntica. Burke propone unsexto factor en juego, la razn o el motivo, que planea sobre todos 10s dems yes responsable de la activacin de dicho quinteto dramatrgico. Esto es asi tantopara el cumplimiento de la accin como para quienes desde fuera la contemplancon la suficiente competencia como para reconocer que el acontecirniento ob-servado es algo ms que un hecho fortuito.

    Una cosa ms. Si a la combinaciCin de estos elementos y las reglas que 10sarticulan Burke la denomin gramtica de 10s motivos, 10s psiclogos del desa-rrollo podran legtimamente modificar esta denominacin sustituirla por eltrmino de gramtica de la accin, por la similitud entre 10s componentes delquinteto dramatrgico y el concepto piagetiano de esquema o la olvidada gra-mtica de casos desarrollada en 10s sesenta por Fillmore, esencial para com-prender las oraciones que implican la presencia de verbos de accin. Pero estoseria tema para otro debate.

    Me interesa que el lector tenga presente el quinteto desarrollado por Burkepor una razn (razn que, ironia aparte, desde el punto de vista burkeano anima-ria este articulo): para explicar el papel cumplido por la escritura a 10 largo de lahistoria se necesita tener presente que ella es a la vez instrumento para producir

    texto y escena o, si se prefiere, contexto. Esto ltimo en la medida en que cadasigno o cada prrafo del texto se articuda intralingisticamente con otra u otraspartes del texto que le preceden. Ni las lineas insertas en el papel, ni el enun-ciado, argumento, prrafo o capitulo reflejados en ellas, puede ser comprendido

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    sin relacin a esas otras partes que constituyen el fondo del que 10 escrit0 o leidose decanta como una figura transitoria. Transitoria en la medida en que ellamisma formar parte de ese fondo cuando nuevos signos, ineas o prrafos vuel-van a decantarse como figuras en un proceso continuo que termina cuando el au-tor o el lector alcanzan el punto final. como toda escena requiere su escenario,para la escritura ste no es otro que ese espacio que finaliza en el borde del pa-pel; espacio contenedor de un mundo que el autor construy en el curso de su es-critura y que el lector reconstruye en el discurrir de su lectura.

    Pero, con ser importante el juego gestltico entre figura y fondo en el cursode las incorporaciones sucesivas de unidades textuales (entradas lxicas, frases,argumentos, etc.) es an ms importante la propiedad recursiva del texto. El lec-tor puede volver atrs en su lectura tantas veces como quiera haciendo verdad 10que Ong ya seal en su libro Orality and Literacy: que toda cultura oralistapuede llegar a poseer una gran sabidura, pero s610 en las culturas alfabetizadas esposible eso que llamamos estudio (Ong, 1982, p. 82). El estudio es una actividadque pennite desarrollar sabiduria a travs de un conocimiento estrictamente se-mntico, para el cual no se precisa de proverbios, refranes y otras frmulas ver-bales que garanticen su transmisin de la manera mis exacta posible. En un me-dio exclusivamente oral, es decir, en un contexto en el que la escritura no tienepresencia alguna, reconocemos una palabra o el significado de una frase cuandosta ya ha dejado de existir. Si por alguna razn en el curso de mi conversacinprofiero la palabra ,i oyente registrar la ltima parte de ella(...encia) en una fraccin de tiempo en la que el sonido de las dos primeras sia-bas ya ha cesado como realidad fsica y s610 es un leve registro en la memoria detrabajo de mi interlocutor. Como la comunicacin oral no nos permite volveratrs, la nica manera de preservar la experiencia consiste en fijar s610 el conoci-miento relevante y, por consiguiente, memorable (Bruner, 1991) en forma poticay narrativa, proverbial, etc., pero siempre en una frmula textual que permita sutotal memorizacin, su reproduccin mas escrupulosa, o de 10 contrario, ese co-nocimiento, por muy memorable que sea, acabar6 perdindose (Ong, 1982).

    Pero volviendo al texto: si 10s signos se entrelazan unos con otros for-mando ese tejido semitico que llamamos texto, debo insistir ahora en el papelmediador o instrumental de 10s mismos tomando en consideracin algunas de lasideas centrales del pensamiento de Vygotski y de la tradicin hegeliana en la quese desenvolvi su trabajo terico.

    La razn -escribi Hegel- es tan astuta como poderosa. Su astucia con-siste principalmente en su actividad mediadora, que, haciendo actuar 10s objetosy reaccionar 10s unos con 10s otros de acuerdo con su naturaleza, lleva a cabo susintenciones (op. cit. en Vygotsky, 1979, p. 90)

    Aun cuando dejara el mbito de la razn abstracta para entrar en el de laactividad, el trabajo, etc., Marx no hacia sino reafirmar a Hegel al remarcar elhecho de que el hombre wtiliza las propiedades mecnicas, fsicas, qumicas delas cosas para hacerlas actuar sobre otras cosas como medios de poder y deacuerdo con sus fines>>Marx, 1976, p. 195; citado en Vygotsky, op. cit., p. 90).1 Este ejemp lo ha si o extrado del Walter Ong 982 Orality and Literacy p 32.

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    Asi, pues, Vygotski se sinti atraido por dos esferas de inters qupertenecer a la tradicin hegeliana, se encuentran en mutua relacin. Dxismo le atrae su inters por 10s procedimientos y mecanismos invent10s seres humanos que median su relacin con el entorno, del hegelianvericuetos de la razn, la vias indirectas que con frecuencia sta siguecanzar sus objetivos. Utilizando una expresin moderna ms al gusto deciencia cognitiva, Vygotski, como W itgenstein, parecia querer ligar la virtual, propia del reino de la abstraccin y de la lgica, con la maquinel reino de la accin y de 10s valores, a~signando l lenguaje el papel mentre ambos Frawley, 1997). Podria decirse que es genuinamente vygla relacin existente entre instrumentoy signo, la cua1 procede del paralelismoentre la actividad del trabajo y la actividad de la razn, 10s dos reinos alados que no parecen estar tan separados como en un principio puderse. Para establecer el nexo de unin que enlaza al instrumento y al siactividad prctica y la razn, superando asi 10 que otros han tratado csimple analogia,Vygotski propuso 10 que se considera la otra gran aportacisu teoria, el instrumento psquico, concepto dentro del cua1 se enmarcacin de signo Vygotski, 1991). Pero corno esto es ya cosa sabida, 10 querecordar aqu del signo en tanto que instrumento psiquico es su dinarnism is de prolongar las capacidades de si1 usuari0 habitual, cambia la emisma de la accin porque cambian las competencias que la hacen ptambin a quien 10 usa, el agente encargado de su realizacin. Para ilu

    idea, nada mejor que usar a la escritura, el tema de este articulo, como En el caso de la invencin de la escritura alfabtica, primero, y, ms tardifusin a travs de la alfabetizacin no1 s610 se modificaron nuestros mcomunicacin e incluso nuestras actividades laborales, educativas, etc.,tuvo tales efectos cognitivos que an hoy, despus de varias dcadas deestamos evaluando su alcance en las mentes de 10s individuos. Como tces ocurre, el inventor se transforma por el uso de su propio invento.

    istoria escalas temporales

    Todo anlisis del signo, en especial del signo escrito, que pretendadesde la ptica de la psicologia cultural debe considerar, de un modo uinsercin y evolucin en ese dominio histrico-cultural al que Vygotskespecial relevancia en su teoria, juntoa 10s restantes dominios biolgico, ontogentico y microgentico Vygotski, 1978, 1991; Wertsch, 1985). Domes m is citado por sus comentaristas que realmente explotado por sus seNo existen trabajos en 10s que el plano histrico del signo o de la acciconjunt0 sea atendido por 10s investigadores de la psicologia culturatuando 10s casos de David Olson y algunos otros Olson, 1991, 1998; 1991). Sin embargo, esto podria cambiar si se superan dos escollos: eltiene que ver con su dependencia inicial de la psicologia transcultural, cla psicologia cultural no debe confundirse; el segundo, con las dificult

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    todolgicas que hay que superar para encontrar un nexo con 10s estudios histri-COS

    En la medida en que la psicologia cultural se desarrolla va reduciendo sudependencia de la metodologia comparada tradicionalmente explotada por 10sestudios transculturales, hasta el punto de que estos ltimos comienzan a versecomo un campo especializado dentro de la psicologia cultural misma. No setrata de negar la importancia de 10s estudios comparados entre diversos gruposy etnias sino de evitar esa visin esttica tan frecuente en ellos, consecuencia deponer todo el nfasis en las diferencias entre grupos circunscribindose al mo-mento de la comparacin. Predomina, por tanto, el inters por el plano sincr-nico con el correspondiente olvido de 10s desarrollos histricos de 10s grupossujetos a comparacin. Igualmente, se presta una escasa o nula atencin a 10scambios y mutaciones que puedan sobrevenirles en el futuro debido, sobre todo,al encuentro y al choque entre ellos, en 10s que el propio psiclogo cultural tieneun papel y hasta una responsabilidad.

    En cuanto al segundo aspecto, la relacin entre psicologia e historia, cabedecir que las posibilidades de un mayor dialogo entre ambas se han ampliadodesde el desarrollo de la historia cultural con la que, si no comparte objeto de es-tudio, es posible al menos encontrar un conjunt0 de temas que interesan porigual a ambas ciencias. No hay ms que recurrir a 10s estudios histricos y filo-lgicos sobre oralidad y alfabetizacin iniciados por Gelb y continuados por Ha-velock y Ong, las aportaciones de Elizabeht Eisenstein y otros sobre la influen-cia de la imprenta en la gnesis del mundo modern0 o las aportaciones de laactual historia de la lectura desarrolladas por Chartier y sus seguidores, paracomprender que el psiclogo cultural no est solo en la indagacin de esta com-pleja temtica. El dominio histrico que postulaba Vygotski en la segunda d-cada de este siglo puede ser abordado por 10s psiclogos siempre y cuando sepanadoptar una perspectiva interdisciplinar.

    Pero veamos hacia dnde ha de dirigirse el inters del psiclogo. Y la res-puesta no tiene demora: la historia cultural. Historia alejada de esa otra ms omenos episdica que aborda sucesos emplazados en una escala temporal decorta duracin, Ricoeur, 1987 p. 186).Por el contrario, la historia cultural se situaria en 10s ciclos de larga duracin, ladel tiempo de las instituciones politicas y las mentalidades, en la que 10s orge-nes de un problema pueden encontrar su raiz en momentos muy alejados del he-cho que registra y analiza el historiador vase Ricoeur). No nos interesa el re-lato de un hroe concebido al estilo del romanticisrno, cuya accin cambia elcurso de 10s acontecimientos libera pueblos, crea estados, inventa naciones) niel de 10s grandes colectivos concebidos en abstracto como el pueblo, la nacin ola clase social, sino la historia de las instituciones y las mentalidades y muy es-pecialmente, la de 10s instrumentos, las tcnicas y las tecnologias. Esta ltima esla que deseo abordar aqu, la gnesis y desarrollo de una forma de techn, porusar el tnnino griego que nos transmite su acepcin ms primigenia; la de unatechn particular, la de una tecnologia para la comunicacin y la representacin:la escritura, en general, y, mis concretamente, la escritura alfabtica. E igual-

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    mente, su propagacin desde las lites dominantes hasta amplias capas de poblacin en el marco de las sociedades que componen el mundo occidental.

    No obstante, conviene aclarar varias cuestiones antes de analizar el papede la escritura en las transformaciones que han afectado, de un modo u otro, a todos 10s factores implicados en la ecuacin mente-cultura en su devenir histric

    En primer lugar hemos de dotarnos de un conjunt0 de etapas que definay den coherencia a esa escala temporal de larga duracin en la que se desenvuelve nuestra historia -jo cabria decir nuestro relato histrico? ese discurso eel que reflexivamente ordenamos 10s acontecimientos que interesan al psiclogcultural decidido a ejercer, aunque s610 sea temporalmente, de historiador (RosHuertas y Blanco, 1996)-. Pero el debate sobre las etapas es tan largo como lhistoriografia misma y como la filosofia de la historia, al menosdesde 10s tiem-pos de Giambattista Vico, quien podn a ser considerado el iniciador del pensamiento epocal en 10s tiempos modernos (Vico, 1995). Para eludir este engorrosproblema de gran inters pero innecesario para el objeto de este articulo me concentrar en una divisin en etapas que incluye mejor que otras el papel de la ecritura en el devenir de Occidente. Aumque con salvedades a las que ms tardme referir, estas etapas bien podrian ser las tres propuestas por el historiadorantroplogo Ernest Gellner, las cuales definen tres tipos de organizacin sociaa saber: las sociedades cazadoras-recolectoras, las sociedades agrarias y la sociedad industrial.

    juicio de Gellner, las primeras se definen por 10s siguientes rasgosa) poseen poc0 o ningn medio para producir, acumular o almacenar riquezab) son dependientes de10 que encuentt-an o matan; c) viven en grupos pequeosy, d por consiguiente, presentan un grado bajo de divisin del trabajo (Gellne1988a, p. 17).

    Al contrario que las cazadoras-recolectoras, las sociedades agrarias producen alimentos, 10s almacenan y adquieren diversas formas de riqueza acumulable. Esta riqueza, adems del alimento para pocas de escasez (cereales,sala-zn, etc.), incluye tanto a 10s instrumentos necesarios para producir malimentos (herramientas) como a 10sempleades para la guerra y la coercinar-mas). Son igualmente parte de esa riqueza acumulable 10s bienes de otros objetos que favorecen la calidad de vida e intensifican el prestgio social de sus lites. Estas sociedades, tan necesitadas de una extensa mano dobra y de la defensa personal, hacen de la procreacin un valor mximo hasta upunto que pone en peligro 10s recursos disponibles. Pero 10 que mis me intereresaltar aqu del anlisis de Gellner es que la divisin del trabajo a que dan luglas sociedades agrarias hace necesaria la emergencia de una clase gobernante ddicada al ejercicio del podery a la defensa, y de un clero especializado en

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    Industria precisa para su mantenimiento de la investigacin sistemtica de madreNaturaleza y, 10 que es ms importante, para su desar roll^.^ Como este desarro-110 es continuo y produce una tecnologia que tiende a cambiar, la sociedad in-dustrial, adems de precisar de una compleja divisin del trabajo, necesita deuna estructura ocupacional que cambia constantemente.

    Pero 10 realmente significativo en relacin al objeto de este articulo es elcontraste entre las sociedades agraria e industrial a propsito del conocimiento yel poder, y el modo en que stos se distribuyen. A juicio de Gellner, la sociedadagraria presenta la siguiente caracterstica: Gellner op. cit p. 24). Comoen su ensayo sobre naciones y nacionalismos el mismo Gellner nos dice:

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    les que pertenece en exclusiva a quienes deten tan el mxim o poder cognitivo, 10sadm inistradores de la palab ra divina. Para el10 se hace ver que la palabra de Diosjams fue proferida en una lengua verncula, sino en una lingua pefecta ante-rior Eco, 1996), supuestarnente no degradada, y trasladada a la escritura a tra-vs de la mano de l escriba y sacerdote cluien detenta el poder de transm itirla a 10slegos en forma abreviada y en contadas ocasiones para evitar su conupcin enlas lenguas vernculas. La separacin entre analfabetos y alfabetizados corriapareja a la separacin entre hablantes de lenguas vernculas y hablantes bilin-ges, estos ltimos capaces de expresarse en lengua verncula y alfabetizados, asu vez, en una lengua antigua, escrita y prcticam ente desconocida para 10s pri-meros. Walter Ong seala dos aspectos que demuestran an ms si cabe la rela-cin estrechisima entre escritura y poder en la antigedad y en la sociedad agra-ria: por un lado, idiomas com o el latn, el hebreo rabinico, el rabe clsico, elsnscrito o el chino clsico circunscribieron su uso en e l discurso oral a crculosacadmicos, religiosos, curiales, etc., con el fin de preservarlos para fines escri-turales; por otro, salvo raras excepciones, el uso de tales lenguas se restringi a10s hombres de las lites dominantes sin que las mujeres recibieran educacinescritural de ningun tipo Ong , 1982, p. 114)

    Pero 10 que vale para la sociedad agraria no tiene valor ni sentido en la so -ciedad industrial cuya organizacin parece em ular a un ejrcito modern0 y efi-ciente. Para su funcionamiento se necesita, a juicio de Gellner, adiestrar al re-cluta en el uso de armas cogn itiv a~ omo la alfabetizacin, el clculo y nuevoshbitos de trabajo reservado antes a las lites, hasta el punto de que Gellner, 1988b, op. cit., p. 45).

    Cm 0 explicar este carnbio de actitud? Cm 0 es posible que en unos po-cos siglos se pasara de una actitud profundamente aristocrtica en la que la es-critura se restringe a una exigua minora, a otra dem ocrtica y universalista en laque nadie puede quedar fuera de la alfabetizacin? Una cosa es cierta: no puedeexplicarse esta nueva tendencia a la universalizacin de la alfabetizacin en lasociedad industrial sin hacer referencia a un factor pocas veces tomado en con-sideracin por 10s psiclogos culturales: el proceso de civilizacin Elias, 1989,1990). Proceso muy complejo y difcil de definir dominado por un conjunt0 defuerzas sociales y cu lturales centrpetas constitutivas de un poder cen tral que secontraponen a fuerzas centrfugas generadoras de diversidad, pero, tambin y endeterminadas circunstancias, tendentes a la disgregacin del colectivo Bajtin,1987). El p roceso de civilizacin es promovido y dominado por las lites que de-tentan el poder cognitivo con el objeto de dar cohesin a 10s miembros del grupoentre s y reforzar 10s lazos entre grupos hasta trascenderlos, de tal modo quecada miembro se sienta ligado a una estructura mayor: la sociedad. Natural-mente, para lograr esto la civ ilizacin no s610 ha de operar sobre 10s com porta-mientos y 10s sistemas de representac iones que dan unidad al grupo o a 10s gru-pos sino que, para el caso de la historia del mundo occidental, pone en m archaprocesos de sociognesis tendentes a lograr el m ximo autocontrol por parte de10s miem bros de esa soc iedad hasta convertirlos en individuos Elias, 1989,1990; Lock, 2000).A mi juicio, el prolpsito inherente a la sociognesis impli-

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    cada en el proceso de civilizacin no es s610 la consecucin del autocontrol in-dividual como medio necesario para vivir socialmente, sino, en ocasiones, algomis: se trata de crear individuos relativamente desligados de su grupo de perte-

    nencia y a la vez capaces de vivir en estructuras sociales complejas. El problemaestriba en dos hechos complementarios: por una parte, se trata de desligar, deaflojar 10s lazos afectivos que unen a una persona con su grupo natural y, porotra, de religar, de crear nuevos lazos, ahora mis cognitivos que afectivos, quele transforman en un individuo en el sentido modern0 del trmino al unir10 aotros individuos semejantes a l o ella con quienes comparte algn motivo o in-ters de nacionalidad, de clase, profesional, etc.). E, igualmente, a vincular10 aese colectivo mayor y de limites borrosos que llamamos sociedad.

    Tambin la lengua y su sistematizacin a travs de la escritura tienen unimportante papel en el proceso de civilizacin. Con frecuencia la cuestin lin-gstica ha sido la clave para explicar determinados momentos de la historia en10s que el esfuerzo por dar cohesin a la sociedad prima sobre la diversidad cul-tural. Valgan como ejemplos extrados de la antigedad la unificacin lings-ti s y cultural a travs de la koine en tiempos de Alejandro de Macedonia o laimposicin de la lengua y la cultura latina en 10s dos grandes periodos de la his-toria de Roma, la repblica y el imperi0 Rebock, 1998). Este proceso puederastrearse igualmente en el espacio europeo en un difuso periodo que va desdeel renacirniento a la etapa de creacin de 10s estados nacionales. Como ejemplosmis representativos cabe resear 10s siguientes: el intento de creacin de la len-gua italiana volgare ilustre) a partir de la lingua volgare por parte de Dante,continuado ms tarde por el humanismo retrico florentino, o la unificacin lin-gstica alemana la cua1 se llev a cabo a partir de landers con dialectos muy di-ferenciados entre si pero que compartian una misma tradicin escrita. Paradji-carnente, hasta bien entrado el siglo XIX 10s alemanes procedentes de distintoslanders tenan grandes dificultades para entenderse entre ellos y, sin embargo,gozaban de una magnfica lengua escrita codificada y desarrollada a travs de suliteratura representada, sobre todo, por las figuras de Lutero y Goethe Hernn-dez-Pacheco, 1995). No es necesario remarcar el importante papel que estas len-guas han jugado en la creacin de 10s estados nacionales Crowley, 1989; Hobs-bawm, 1990). Todos 10s casos a 10s que me he referido, koin, latin y lenguasnacionales fueron desarrollados desde procedimientos artificiales, de sistemasescritos, como antes indiqu, expresin de las fuerzas centripetas que tienden aunificar una sociedad y a contrarrestar el posible impulso diferenciador y en al-gunos casos disgregador de las fuerzas centrfugas que operan en cada sociedady, que en el caso del lenguaje, se manifiesta en su dialectizacin.

    ambio tecnolgico cambio de actitud

    Segn 10s escasos datos de que disponemos, 10s historiadores sitan enGrecia las primeras mjmifestaciones de escritura alfabtica hacia 10s siglos VI1 yVI11 antes de Cristo. Esta procedia de la escritura silbica de origen semita, una

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    de las cuales, la fenicia, se extendi por todo el Mediterrneo bajo la intensa ac-tividad mercantil desarrollada por ese pueblo antes de que el Mediterrneo que-dara bajo la influencia, primero, de 10s griegos y, mis tarde, de 10s romanos. Asi,pues, 10s griegos tomaron las sflabas del mundo semita y, tal vez, inspirndoseen ciertos indicadores fonticos llamados madres de lectura Ronchi, 1996) in-corporados en ocasiones a 10s textos con el fin de garantizar una correcta inter-pretacin, comenzaron a desarrollar un sistema propio que presentaba como no-vedad la invencin de dos tipos de simbolos: vocales y consonantes. Con el10 serompia el ltimo nexo natural responsable de unir a la escritura con la oralidad.Mientras que 10s usuarios e inventores de la escritura silbica se esforzaban porlograr una transcripcin el habla, 10s griegos se alejaban de este su-puesto naturalismo y creaban un artifici0 que a la postre lograba 10s mejores re-sultados en cuanto a su transcripcin. Como tantas veces ocurre, esas vias indi-rectas que la razn explota se mostraban las mis eficientes para alcanzar unpropsito largamente esperado. Si el medio empleado era a todas luces poc0nada hay mis artificial que romper la slaba) el fin alcanzado podiacalificarse de ,ues de 10 que se trataba era de lograr el mejor re-flejo posible de un lenguaje cualquiera. :orno seala el filsofo Rocco Ronchi:

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    Sobre escn tura y alfabetizacin

    das por sus inventores y usuarios desde su aparicin hasta inicios de la Edad Me-dia. Estas actitudes tienen que ver, por un lado, con aspectos tcnicos y procedi-mentales, es decir, con el modo en que se escribia y lea un texto en aquellos

    tiempos, y, por otro, con 10s individuos y grupos a 10s cuales la escritura iba di-rigida. En cuanto a las actitudes hacia la tcnica empleada, deseo hacer ver queel motivo dominante en el uso de la escritura alfabtica parecia orientarse exclu-sivamente hacia la mejor transcripcin posible del habla, tal como sta es perci-bida por el oido del oyente, 10 que se refleja en el dominio de la escriptura con-tinua. En cuanto a las actitudes de sus usuarios sealar, de momento, la estrecharelacin que desde sus inicios se estableci entre la escritura alfabtica y la mi-noria formada por 10s ciudadanos de pleno derecho que, como ya indiqui ante-riormente, detentaban el poder cognitivo.

    Para proseguir en el anlisis de ambas cuestiones me guiar por el bri-llante trabajo de Pau1 Saenger, The separation of word and the phisiology of re-ading 1991), escasamente citado en la bibliografia especializada y, sin em-bargo, uno de 10s pocos que establecen una clara relacin entre la historiacultural de la escritura y la psicologia de la lectura.

    Una de las aportaciones de la escritura silbica de origen semita fue, sinduda, la separacin entre palabras. Cada una de las palabras que componian unprrafo iba seguida de un espacio o un punto que la distanciaba ligeramente de lasiguiente, facilitando asi el reconocimiento adecuado entre ellas. Estos intersti-cios, con 10s que tan familiarizados nos encontramos en la actualidad, desapare-cieron muy pronto de la escritura fontica griega para dar origen a la escripturacontinua. Como seala Saenger, antes de la introduccin de las vocales en el si-labario fenicio todas las antiguas lenguas del mundo mediterrneo fueron escri-tas con separacin de palabras, separacin que podia hacerse mediante espacios,puntos o ambos a la vez. Lo que llama la atencin a 10s estudiosos del tema esque, despus de la divisin de las letras en vocales y consonantes en el modern0alfabeto, esos espacios dejaron de utilizarse, hasta el punto de que Saenger, 1991; p. 207 . En sus inicios, lasprimeras inscripciones griegas se escribieron con separacin de palabras me-diante el empleo de puntos intercalados, pero, desde muy pronto, Grecia se cons-tituy en la primera civilizacin antigua que emple la escriptura continua.

    este respecto resulta curiosa la actitud de 10s romanos quienes, a pesarde tomar prestadas las formas de las letras y las vocales de 10s griegos, mantu-vieron largo tiempo la primitiva tradicin mediterrnea de separar las palabrasmediante puntos. Sin embargo, despus de un periodo de seis siglos aproxima-darnente poc0 conocido an por 10s historiadores, 10s romanos eliminaron las se-paraciones mediante punto y adoptaron la escritura continua caracterstica de 10sgriegos.

    Asi pues, todo parece indicar que 10s hbitos lectores del mundo antiguofueron profundamente orales y retricos, y el10 no debe extraarnos si pensamosque, desde 10s inicios de la civilizacin griega, la fama de un hroe o de un per-sonaje cualquiera se media y an se mide porque .

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    Aquiles -dice Svenbro- era, pues, una gloria para el oido, una gloria asonora,, Svenbro, 1988, p. 59), y la escritura, inicialmente al servicio cultura profundamente oral Havelock, 1991, 96, Ong, 1982), serviria pproducir sonidos, para hacer que quien leyera la estelafuneraris o el poemapico repitiera las palabras que difunden la el hroe.Yparastos y otros textos en 10s que el lector y sus oyentes se deleitaban con ede la voz, quin necesitaba de la separac:in entre signos. La escritura cservia a la perfeccin a 10s motivos de la oralidad.

    La oralizacin era saboreada estticamente y nada m is ajeno a lasalfabetizadas del mundo antiguo que la idea de difundir el uso de la escritre amplias capas de poblacin.

    Para el alfabetizado la respuesta a las dificultades del acceso lxico propio de ltura continua no provocaba el deseo de hacer el texto escrit0 mis fcil de desino que daba como resultado la delegacin de la labor de la lecturay la escritura enesclavos entrenados a tal fin que actuaban como lectores profesionales. S610 entexto de una sociedad con una abundant~emano de obra esclava intelectualmente pre-parada puede explicarse la actitud antigua hacia la lecturay la aceptacin generalizadade la supresin de 10s espacios o puntos entre palabras en el imperi0 romano S1991 op. cit. p. 209 .

    Queda, pues, claro que estas minolrias que detentaban el poder o bdeleitaban con la lectura de 10s textos -por 10 que sabemos, las mis de len voz alta- o bien empleaban una mano de obra esclava especializada transfirieron el uso de la escritura sin el poder que sta otorga.

    Pero antes de proseguir con las actitudes de las lites alfabetizadaspsito de quines debian o no aprendera leer y escribir y por qu, me gustariaanalizar el problema de laescriptur continu a la luz de la moderna psicologiaexperimental de la lectura. En este caso me guiar tambin por el texto atado de Saenger.

    Es evidente que 10s lectores modernos considerarian a un texto entura continua excesivamente difcil de descifrar. La idea de leer lineas cosin interstici0 que permita distinguir una palabra de otra, al modo en qucian los griegos, es hoy inimaginable. Los experimentos realizados con ingleses confirrnan que la eliminacin de tales intersticios lentifica la lecvez que promueve actividad voclica y subvoclica Seange, 1991 Sokolov,1972). Esta lentitud en la lectura se debe, sobre todo, a una mayor reduccampo de visin visin en tnel). Aumenta, igualmente, el nmero dernientos oculares similares a 10s que pueclen observarse en 10s nios y otores poc0 diestros incapaces de realizar la exploracin rpida y silenctexto Fisher, 1976). Bajo estas condiciones, 10s lectores experimentan tuna reduccin radical del campo de visi6n perifrica, campo en el que preliminares de palabras o de letras pueden ser reconocidos Levin y

    1979 citado en Saenger, 1991).Los psiclogos experimentales especializados en este tema coincique un lector entrenado para leer habitualmente escritura continua pueda adaptarse e incluso mejorar su lectura; dle cualquier manera, todo hace

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    critura continua presentaba no es probable que San Ambrosio, maestro de SanAgustin, leyera a la manera de 10s lectores modernos por mucho que 10 hiciera

    en silencio. Lo que realmente hm a ste como otros lectores de entonces podracalificarse de un aleer-para-si>>, esaltando la privacidad de texto y, tal vez, ocul-tando a otros su contenido; pero, en tales condiciones, el incremento en la rapi-dez lectora seria inviable. Muy probablemente una actividad subvoclica refle-jada en sutiles movimientos de labios y susurros acompaara a la mirada dellector desplazndose sobre las lineas del papel.

    el elitismo a la democratizacin de la escritura

    Llegado a este punto, es difcil explicar la aparente incapacidad de 10s es-criba~ intelectuales de la antigedad para combinar las propiedades de la es-critura alfabtica con el mayor logro de la escritura silbica, la separacin entrepalabras, combinacin que no lleg a producirse hasta 10s comienzos de la EdadMedia.

    No es posible aludir a una supuesta ignorancia de 10s escribas a propsitode 10s sistemas de escritura usados por 10s colegas de otras latitudes. La super-vivencia de numerosos fragmentos de papiros bilinges claramente sugiere queromanos, griegos y hebreos poseian un perfecto conocimiento de las diferentes

    tradiciones grficas incluyendo la separacin entre palabras (Wingo,1972). Larespuesta a nuestra pregunta nos devuelv~e l inicio de este articulo. Toda accintiene su motivo y, en el caso que nos ocupa, queda claro que las lites dominan-tes de las sociedades agrarias no estaban motivadas para emprender la costosatarea de difundir el uso de la escritura entre otros grupos de poblacin que nofueran 10s miembros de la propia lite. Un motivo de estas caractersticas surgi-ra y se desarrollaria hasta hacerse dominante con el advenimiento de la moder-nidad. Si aceptamos el punto de vista de Saenger, podra afirmarse 10 siguiente:

    [ I el mundo antiguo no poseia el deseocaracterstica de la civilizacin moderna d e

    hacer la lectura ms fcil y rpida. La s ventajas que el mundo m odern0 percibe com oalgo beneficioso en cuanto a la facilitaciOn de la lectura: la recuperacin rpida y efec-tiva de la informacin, la habilidad para leer con rapidez textos de gran dificultad re-lativos a ciencias, lgica, tcnicas, etc.,y la mayor difusin de la alfabetizacin entregrandes estratos sociales de poblacin riunca o en contadas ocasiones fueron vistoscom o hechos ventajosos por 10s antiguos Saenger,1991 op. cit. p. 208).

    Este cambio de actitud que refleja el trnsito hacia eso que difusamentellamamos modernidad culminaria con el desarrollo de un motivo dominantehasta nuestros dias: la universalizacin de: la alfabetizacin. Para que la alfabeti-zacin se percibiera como medio privilegiado en el proceso de creacin de la

    identidad moderna hubieron de ocurrir ac:ontecimientos que a veces no tenian ono parecian tener relacin entre si, a 10s que me gustara referirme esquemtica-mente. Sin embargo, vistos desde la perspectiva actual, estos acontecimientosparecen ensamblarse en un largo proceso histrico que nos conduce al presente.

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    De todos modos es a 10s historiadores a quienes corresponde arrojar nueva luzsobre el hecho que resear brevemente.

    a) Como hemos visto, un primer momento en el devenir histrico de acon-tecimientos relacionados con el desarrollo de la escritura y la alfabetizacin ven-dria representado por la ruptura con la escriptura continua al inicio de la EdadMedia. Sin duda, la incorporacin de espacios entre palabras elimin la traba misimportante que dificultaba el aprendizaje de la lectura, facilit el incremento dela velocidad lectora y, a mi juicio, 10 mis importante: hizo posible la aparicin yposterior desarrollo de la lectura silenciosa. Como ya es sabido, esta forma delecturajug un gran papel en la gnesis de la identidad moderna (Chartier, 1996).

    b Una segunda etapa de contornos difusos vendria representada por el in-tento de desarrollar lenguas nacionales capaces de unificar a las diversas comu-nidades hablantes existentes en Europa a finales de la Edad Media e impedir sufragmentacin dialectal. Esta nueva actitud lingstica, que 10s historiadores talvez pudieran calificar de mentalidad, tiene su origen en10s intentos de DanteAlighieri por desarrollar una lengua a la vez popular (volgare) e ilustrada para to-dos 10s italianos de su tiempo (Alighieri, 1982; Burke, 1996). No es.necesario re-cordar que esta nueva disposicin hacia las cuestiones lingsticas se prolongariahasta el Renacimiento. Un ejemplo cercano 10 encontramos en la Gramtica cas-tellana de Elio Antonio de Nebrija (1492), fiel reflejo de las inquietudes lings-ticas del humanismo gramtico y retrico de la poca.

    c) l otro gran suceso histrico estm a representado por la aparicin de laimprenta de tipos mviles inventada por Gutenberg hacia 1436. Con el abarata-miento del precio del libro y, 10 que no es menos importante, con las posibilida-des de manipulacin tipogrfica que este invento aportaba (incremento de la dis-tancia entre palabras, diversos anchos de letra, dilatacin del interlineado, etc.),el texto escrit0 quedaba a disposicin de sus potenciales compradores ms all de10s estrictos limites de las lites aristocrticas.

    d A un cambio tecnolgico como el representado por la invencin de laimprenta se le uni una nueva actitud religiosa que culmina con Lutero y el espi-ritu de la Reforma. Lo que Lutero propone a 10s cristianos de su tiempo es desli-garse de quienes detentan el poder cognitivo de administrar la trascendencia yreligarse a la divinidad mediante el conocimiento directo de las Sagradas Escri-turas. La palabra de Dios, adems de palabra escrita, es tambin a partir de ahorapalabra impresa. No creo que el mundo occidental haya conocido una campaade alfabetizacin como la que, tal vez sin quererlo, promovi Lutero.

    e) Si el ideal de la Reforma protestante se centra en la lectura de la palabrade dios, el ideal de la Ilustracin es el del conocimiento a travs de 10s textos ydel mtodo cientifico, ese instrumento que aporta una nueva hermenutica paraindagar en la otra gran obra literaria del creador: el libro de la naturaleza (Olson,1991, 1998). En cierto modo, podra decirse que el ideal del hombre ilustrado esla versin secularizada del creyente alfabetizado que la Reforma propone.

    i Y el ltimo gran hito es, sin duda, el desarrollo de la educacin formaly, con la emergencia de10s modernos estados nacionales, la invenciny desa-rrollo de la escuela pblica, en la que adquiere todo su sentido el proyecto deuniversalizacin de la alfabetizacin al que se aspiraba desde tiempos atrs.

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    Para indagar en 10s efectos sobre e l desarrollo psicolgico de estos y otrosacontecimientos que debo haber olvidado, el psiclogo cultural precisar, sinduda, la colaboracin del historiador de la cultura. Esta colaboracin no ha he-cho mis que empezar. Pero en el camino que se abre ante 10s estudiosos de lacultura (en este caso cabria decir mejor de la cultura escrita), tan importantecomo conocer las caractersticas del medio empleado (agency), de la nueva tec-nologia, es indagar en 10s motivos que impulsan a la accin. Para el investigadorde hoy, centrado como est6 en explicar la gnesis de esta techn y su influjo enel desarrollo humano, esos motivos podran quedar fuera de su mbito de estu-dios. La historia nos demuestra que la invencin de una nueva tcnica para la co-municacin y el registro del conocimiento por muy econrnica y funcional questa sea, s610 se difunde y desarrolla cuarndo se da la motivacin necesaria.

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