Escuela de - Compassion · nar hacia la salvación, a partir de la instauración del Reino de Dios...

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Programa de formación de directivos en gestión de programas destinados a niños, niñas y adolescentes Escuela de C O M P A S S I O N INTERNATIONAL - E C U A D O R HCJB - DIVISIÓN DE EDUCAC IÓN

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Programa de formación de directivos en gestión de programas destinados a niños, niñas y adolescentes

Escuela de

C O M P A S S I O N I N T E R N AT I O N A L - E C UA D O R

H C J B - D I V I S I Ó N D E E D U C A C I Ó N

H C J B - D I V I S I Ó N D E E D U C A C I Ó N

© Compassion In ternational-EcuadorDepartamen to de P rogramas

© HCJB-División de Educación

Pr imera edición,enero 2004

Se permite la reproducción parcial de esta publicación con fines educativos no comerciales previa autorización por escritodel Área de Comunicaciones y Educación de Compassion International-Ecuador.

Todas las referencias bíblicas son de la Biblia Nueva Versión Internacional

Compassion In ternational-EcuadorCarlos Darwin 255 y BrasilTelefaxes (593-2) 2256-251 / 2257-685Casilla 17-17-005

Direc tor NacionalFERNANDO PUGA

Geren te de P rogramasCÉSAR PARRA

Especialista en ComunicacionesCECILIA YÉPEZ

HCJB-División de EducaciónDirec tor América L atinaCARLOS PINTO

Coordinación y edición: MIGUEL TOSCANOAsesoría técnica: CECAFECDiseño e ilustración: FABRIZIO MORENO SALASDiseño cubiertas: COMUNICARE Comunicación Visual

ISBN:Derecho de autor Nº Impreso en Ecuador

Escuela de

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Unidad 1LOS DESAFÍOS DE LA IGLESIA HOY . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

1.1 La situación ecuatoriana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91.2 Èsto se refleja en las iglesias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121.3 Las condiciones sociales inciden en unas formas

de ver y actuar entre la gente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141.4 Hacia la misión profética de la Iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161.5 Los desafíos en la hora presente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

Unidad 2DESDE JESÚS LÍDER HACIA EL LIDERAZGO EN LA IGLESIA LOCAL . . . . . . . 21

2.1 Una iglesia animada por un líder, al modo de Jesús . . . . . . . . . . . . . 232.2 La iglesia local y su liderago en la comunidad . . . . . . . . . . . . . . . . . 252.3 El líder eclesial y los desafíos de la comunidad . . . . . . . . . . . . . . . . . 28

Unidad 3HACIA UNA MISIÓN TRANSFORMADORA EN EL MINISTERIO HACIA LOS NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

3.1 Iglesia que convoca y acoge a los niños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363.2 Un ministerio que promueve cambios de paradigmas . . . . . . . . . . . . . 393.3 Abogacía por los niños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42

Unidad 4LOS PROYECTOS A FAVOR DEL DESARROLLO DE LOS NIÑOS: UNA FORMA DE VIVIR Y ASUMIR LOS CAMBIOS EN LA IGLESIA . . . . . . . . 45

4.1 Proyectos que tienen propósitos específicos en favor de los niños . . . . 484.2 Proyectos que requieren de capacidades directivas para la

gestión eficiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 514.3 Los líderes eclesiales como líderes sociales:

hacia la construcción de nuevos roles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54

BIBLIOGRAFIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58

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Guía de Lectura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59

LA NIÑEZ EN EXPLOTACION SEXUAL CAMPO BLANCO DE MISIÓNDr.Alvaro Sanabria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61

IV CONGRESO LATINOAMERICANO DE EVANGELIZACIÓNQuito, septiembre 2000 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65

BUSCANDO LAS CUALIDADES DEL LÍDER SIERVOCésar Parra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68

E l Programa de formación de directivos en gestión de Programas d

tinados a niños y niñas se ha concebido como una respuesta que

Compassion International-Ecuador ofrece a una demanda expresada

por directivos de las iglesias socias, desde años atrás, en procura de me -

jorar las condiciones de trabajo con los niños y niñas, a partir del fortale -

cimiento de las capacidades desplegadas en la ejecución de proyectos

que ayuden a poner condiciones favorecedoras en el desarrollo humano y

cristiano de aquellos.

El Programa de Formación se inscribe en el contexto de la Escuela de Ge -

rencia y Liderazgo y, por tanto, algunos de sus objetivos y lineamientos

centrales se plasman en una propuesta que se espera sea eficaz y útil pa -

ra mejorar las fortalezas de gestión de proyectos y así impactar positiva -

mente en la vida de los niños, niñas y sus familias. El Programa estará dis -

puesto en seis módulos y apoyará un proceso de reflexión-acción de los

participantes dentro del ámbito de su propio trabajo.

Se trata de emprender un proceso que nos permita cimentar o fortalecer

las bases del ministerio de la niñez y de la adolescencia en nuestras igle -

sias y emprender, conjuntamente, la proposición de mejores y mayores

opciones en favor de los niños y niñas. Con este propósito, iniciamos es -

te Módulo propiciando un conjunto de reflexiones y análisis sobre el sen -

tido y alcance de nuestros roles directivos sea como pastores o como

coordinadores de proyectos, ayudados por los enfoques de “liderazgo,

transformación y cambio”, sustentados en fundamentación bíblica.

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Para apoyar sus reflexiones, el módulo se divide en cuatro unidades. Ca -

da una de ellas contiene una serie de proposiciones y hacia el final se plan -

tea una convocatoria a trabajar en actividades, a partir de las específicas

prácticas y visiones de cada participante. Complementariamente, el Mó -

dulo le adjunta materiales de lectura que permiten actualizar tendencias y

contribuyen a retroalimentar sus aprendizajes.

Finalmente, el programa aspira a convertirse en una oportunidad de inter -

cambio y de aprendizaje personal y colectivo, que permita a los socios in -

tegrar nuevos elementos, visiones y prácticas, conducentes todos ellos a

optimizar los servicios esclesiales e influir en los entornos cotidianos de vi -

da de los niños y niñas.

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Unidad

1

Esta unidad se propone alcanzar los siguientes objetivos:

Actualizada la comprensión de la realidad social ecua-toriana y las condiciones en las que actualmente vivenlos miembros de la Iglesia, los participantes distinguenlos impactos que se producen entre los niños y niñasy reflexionan sobre las incidencias en los contextose c l e s i a l e s .

Desde la coyuntura actual y en función de la misión pro-fética de la Iglesia, se visionan desafíos concretos parapastores y coordinadores de proyectos, en los ámbitoslocal y cotidiano.

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Todas las épocas marcan desafíos para quienes actuamos en la socie-dad. Mucho más todavía, para quienes tenemos algún género deresponsabilidad sobre grupos humanos con quienes interactuamos a

diario. Las precarias condiciones de vida de la mayoría de la gente y lapermanente búsqueda de mejores días nos imponen nuevos y reiteradosdesafíos. Ésa es una historia que no solamente está escrita, sino que re-quiere ser construida.

Para los cristianos, la historia es el caminar del pueblo de Dios en búsque-da de la liberación de las condiciones de oprobio y miseria a las que le hasometido un sistema social y económico injusto, a la vez que es un cami-nar hacia la salvación, a partir de la instauración del Reino de Dios anun-ciada y asumida por Jesuscristo.

En la perspectiva de un pueblo que camina según el ejemplo de Jesús, pa-ra la iglesia, para pastores, educadores, voluntarios y demás responsableses importante dimensionar esos desafíos actuales, como una condición deposibilidad para asumir roles de liderazgo e incidencia en el trabajo con ypor los niños, niñas y adolescentes.

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1.1 La situación ecuatoriana

El inicio del siglo 21 tomó al pueblo ecuatoriano sumido en elmás grande desconcierto. A la alta volatilidad de los factoresde la política interna, se sumó un escenario de crisis económi-

ca y social, agravado particularmente por incrementos dramáticosen el costo de la vida, disminución de posibilidades de empleo, mi-gración de grupos significativos hacia otros países y la caída de laconfianza en los marcos institucionales administradores de justicia,de control y de gobierno.

La historia del Ecuador se sigue confirmando como la historia de unacrisis continua. Entre los varios rostros de esa crisis consta la ingo-bernalidad del Estado, el regionalismo, la corrupción generalizada, lainequidad social, la inseguridad en casi todos los órdenes, la frag-mentación de los grupos sociales. Un país con potencialidades hu-manas grandes y con riquezas naturales ha sido arrastrado por la cri-sis, a los límites de la sobrevivencia.

Quizá uno de los elementos centrales y más expresivos de esa crisissea la pobreza, entendida no sólo como una drástica reducción delos ingresos, sino como las restricciones hacia el acceso a educaciónde calidad, a la atención adecuada de la salud y a un empleo sufi-cientemente generador de los ingresos para una vida con dignidad.Como ha dicho Amartya Sen, el primer economista del tercer mun-do en recibir el premio Nobel, la pobreza significa “la restricción delas capacidades de realización que tienen las personas”, esto es, delas libertades que ellos o ellas valoran.

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La situación del Ecuador, en buena medida, está re flejada por esteconjunto de factores. Sin duda, usted podrá agregar o visualizar deotra manera este conjunto de factores. Los enfoques pueden ofre c e ralgunas variantes, pero coincidirán en que las condiciones de vida pa-ra la mayoría de los ecuatorianos se tornan precarias cada día más.

Condiciones precarias que golpean en forma dura a la gente y quees preciso hacer algo para revertir los impactos y las tendencias.

En medio de esta difícil situación, quienes salen más golpeados sonlos niños y las niñas. He aquí algunos de los indicadores expresa-dos en cifras (EMEDINHO:2000):

Hoy en día, 6 de cada 10 niños viven en la pobreza. Al finali-zar el año 2000, el 63% de los ecuatorianos menores de 18 añosvivía en hogares cuyos ingresos monetarios eran menores al va-lor de la línea o umbral de la pobreza. Es decir, más de 3’000.000de niños y niñas pertenecían a familias que sufrían privaciones oriesgos en la satisfacción de sus necesidades básicas de alimenta-ción, vivienda, educación y salud.

La pobreza afecta más a losniños y niñas del país. A liniciarse la nueva década –laprimera del siglo 21–, el47% de la población mayorde edad pertenecía a ho-g a res en situación de po-b reza, en comparacióncon el 63% de los meno-res de 18 años. Los niñosy niñas menores de 12años tienden a ser los másafectados. En las ciudades,por ejemplo, el 54% de losm e n o res de 12 años vivía enh o g a res pobres, en contrastecon el 48% de aquellos entre 12 y17 años.

La pobreza es considerablemente mayor en el campo y en laAmazonía. En el 2000, el 79% de los niños y niñas que vivía enlas áreas rurales era pobre, en comparación con el 52% de los re-sidentes en las ciudades. Por otro lado, la incidencia de la pobre-

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za entre los niños y niñas era mayor en la Amazonía (70%) que enlas provincias de la Costa (64%) y de la Sierra (60%).

La abrumadora mayoría de niños y niñas indios es pobre. Laproporción de niños y niñas indios y afroamericanos que vive enla pobreza es considerablemente mayor que la proporción de ni-ños blanco-mestizos. En el 2000, la pobreza afectaba al 61% delos niños y niñas de hogares hispanohablantes o blanco-mestizos,en comparación con el 79% de los niños y niñas que pertenecíana hogares en los cuales se habla una lengua indígena o sus miem-bros se identifican a sí mismos como indígenas y con el 68% deaquellos pertenecientes a hogares afroecuatorianos.

La estructura de los hogares afecta la probabilidad de ser po-bre. En el 2000, el 16% de los menores de 18 años vivía en ho-gares encabezados por mujeres. Los niños y niñas que pertene-cen a estos hogares tenían mayor probabilidad de ser pobres queaquellos que vivían en hogares con cabezas masculinas. El 66%de los menores de 18 años que vivían en hogares con jefas mu-jeres eran pobres, en contraste con el 62% de aquellos de hoga-res con jefes hombres.

La pobreza aumentó notablemente a partir de 1998. La pro-porción de niños pobres en las ciudades cambió a lo largo de ladécada y siguió las tendencias generales de la incidencia de la po-breza en el país. En 1990, cerca de 6 de cada 10 niños y niñasde las ciudades del país (58%) vivía en la pobreza. Entre 1991 a1997, la proporción de niños y niñas en esta situación disminuyóal 36% conforme mejoraba la situación económica de sus hoga-res, debido principalmente a la reducción del desempleo y de lainflación y al mejoramiento de los salarios. A partir de 1998, elaumento de la inflación y el desempleo y la caída de los salariosreales que siguieron a la crisis financiera socavaron la seguridadeconómica de un gran número de hogares del país. En 1999, lapobreza llegó a afectar a más de la mitad de la población menorde 18 años de las ciudades (55%); es decir, la pobreza regresó aniveles de la década de 1980.

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1.2 Ésto se refleja en las iglesias

E l conjunto de condiciones y factores que caracterizan a la si-tuación del pueblo ecuatoriano se refleja en las instituciones,o rganizaciones y grupos sociales de toda índole. La familia

es, quien sabe, la organización social que más fuertemente sientelos efectos del drama social, lo cual incide en su estabilidad, en lacrianza de los hijos y en las capacidades de satisfacción de sus re s-ponsabilidades. En realidad, todo el tiempo, sea las condicionesque fueren, la familia traduce de diversos modos los estados de lasociedad inmediata y de la comunidad en la que se halla inserta.P e ro, de manera más drástica, la familia se conmueve cuando lascrisis sociales la exponen a condiciones de vulnerabilidad y de se-rio riesgo.

Esta sensibilidad especial de las familias es recogida por las iglesias,quienes están atentas al clamor de ellas y de los pueblos, en sus in-dividualidades y en sus colectividades, en un recorrido marcado porlos sufrimientos y las limitaciones de todo orden.

Se trata de un quehacer eclesial que hace presente la acción re d e n-tora de la Palabra de Jesucristo y actualiza la misión de la Iglesia.

La Iglesia siente que la vida de su comunidad está amenazada cadavez con mayor fuerza, puesto que el modelo de sociedad se carac-teriza por una “cultura de muerte” (RICHARD:1994) y, por tanto, se

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halla en contraste con el mensaje evangé-lico y el Reino de Dios. Ante esta de-soladora realidad, la comunidadeclesial trata de comprometerseen proponer y defender la cultu-ra de la vida. En este sentido,promueve diversas respuestaspara afrontar solidariamentelas limitaciones de todo or-den.

La novedad de las situacio-nes, la emergencia con la quese presentan los retos y las de-mandas específicas de protec-ción social de grandes grupospoblacionales, obliga a la iglesia aplantear y, a veces, hasta replantearformas de relación y atención comuni-tarias. En ese contexto, el ministerio de laniñez va cobrando una fuerza importante y desafiando a instalar ac-ciones y programas creativos, para dar cuenta de una actuación ecle-sial coherente con su misión.

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1.3 Las condiciones sociales inciden en unas formas de ver y actuar entre la gente

La reiteración y permanencia de determinadas condiciones so-ciales, especialmente de aquellas signadas por la pobreza y lascorrespondientes estrategias de sobrevivencia, concluyen de-

terminando unas formas de hacer y de pensar en la esfera de la vi-da cotidiana. Las frustraciones no son, pues, eventos que apareceny desaparecen, sino que se instalan como actitudes expresadas enlas relaciones humanas.

Usted no solamente que ha oído, sino que ha vivido expresiones di-ferentes del sentir de la gente: la desesperanza, el desconsuelo fren-te al porvenir, la angustia frente a la partida del pariente hacia el ex-terior, la desconfianza frente a la política y a los políticos, la repulsaante la corrupción y ante las maquinaciones de los poderes.

Hay algunos que piensan que el país no tiene solución; otros mani-fiestan que es mejor irse a otra parte; otros tantos, no ven alternati-vas y van perdiendo la iniciativa frente al futuro. Algunos están pen-dientes de lo que sucede y esperan que algo positivo pase, para que

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cambie la situación. La fe, la familia y el tejido íntimo de los afectosson, a menudo, los espacios de retroalimentación humana que nosmantienen a flote, en medio de un escenario que tambalea.

En situaciones marcadas por la conflictividad social es verdadera-mente difícil apoyar la construcción de proyectos de vida personalesy propuestas de cambio institucional y social.

Hay que tener presente que estas formas dehacer y de pensar que se generan en lavida cotidiana construyen formas deconvivencia y formas de re l a c i o-narse entre grupos, como unaespecie de modelos que inscri-ben sus actuaciones, inclusiveal margen de las reglas socia-les. No en vano la pre o c u p a-ción social por las formas deo rganización juvenil en pan-dillas o el incremento inusita-do de la violencia o el avancedel maltrato hacia los niños ym u j e res, concluye en severasadvertencias sobre la importan-cia capital de revisar las conduc-tas y comportamientos socialesque esas condiciones de la econo-mía, de la política y de la convivenciavan cre a n d o .

Cuando la crisis social impacta en la cotidianidad de las comunida-des, de las familias y de las personas es cuando se enraiza y promue-ve formas nuevas de cultura, con dimensiones a veces negadoras dela vida misma, como la violencia y la exclusión social.

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1.4 Hacia la misión profética de la Iglesia

La actualidad del mensaje del Reino en las condiciones sociales,económicas y políticas, busca expresarse en la misión proféticade la Iglesia como un modo de ser, que busca enraizarse en la

comunidad, en una asociación, desde el anuncio de la Palabra comohecho Redentor de su acción salvífica.

La gente que sufre, la gente que se ha empobrecido, la gente queencuentra desvanecida su esperanza es la gente que llama y convo-ca a la Iglesia a ser sierva de otros por causa de Cristo. En la Iglesiay desde la Iglesia la Palabra de Cristo es la convocatoria a la esperan-za y a construir el Reino de Dios en medio de todas las circunstan-cias.

La dimensión profética de la Palabra de Dios no es solamente unalivio para las laceraciones físicas y espirituales de las familiase m p o b recidas, cuando es comunicada y vivida al interior de laIglesia, sino una proyección de esperanza y vida auténtica quedebe llegar a estadios de realización, si se intenciona transfor-maciones de las formas de convivencia social, desde los ámbi-tos de la vida cotidiana hacia los ámbitos más públicos de la so-c i e d a d .

En la cotidianidad, la Iglesia actualiza de mejor modo su misiónintegral “ayudar al pueblo de Dios a cumplir su papel en la his-

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toria concreta, a la luz de su compromiso con Jesucristo y de lascondiciones de América Latina” (...). En la cotidianidad se ha-cen presentes los niños, las niñas y adolescentes, porque es sumundo concreto y efectivo, aun cuando fuera un “mundo de li-mitaciones”. Como anota René Padilla (...) “la misión integral”de la Iglesia es la misión orientada a la satisfacción de las nece-sidades básicas del ser humano, incluyendo su necesidad deDios, pero también su necesidad de amor, alimento, techo,abrigo, salud física y mental, sentido de dignidad humana.

Los datos de la información empíricarevela que los niños, en nuestromedio, son los más pobres entrelos pobres. Esta constataciónseguramente actualiza la mi-sión profética de la Iglesia enun sentido de hacer visiblela situación de vida de losniños y las condiciones queestán impidiendo su ade-cuado desarrollo, al pro p i otiempo que instaurar form a sque recojan la participaciónde ellos en el proyecto queDios quiere para todos.

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M1.5 Los desafíos

en la hora presente

“Levántate y clama por las noches, cuan -do empiece la vigilancia nocturna. Dejacorrer el llanto de tu corazón comoofrenda derramada ante el Señor. Elevatus manos a Dios en oración por la vidade tus hijos, que desfallecen de hambrey quedan tendidos por las calles”.Lamentaciones 2:19 (NVI)

Las situaciones que viven las mayorías ecuatorianas y lascondiciones materiales, culturales, espirituales y económi-cas que han determinado esas situaciones se convierten no

sólo en el contexto de acción de las iglesias, desde el cual esp reciso perfilar una ubicación histórica, sino que contienen ver-d a d e ros desafíos para cumplir su misión.

En realidad, la historia no registra coyunturas en las cuales no se ha-yan producido desafíos. La historia de la Iglesia cristiana es, en bue-na medida, la historia de múltiples desafíos.

Corresponde a la Iglesia y a sus líderes VISIONAR la hora presente,entender la situación del pueblo de Dios en todas sus dimensiones,

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hacer “las lecturas” de la realidad, especialmente, de los entornoscotidianos, para poder actuar y MINISTRAR a la comunidad con celoapostólico y eficacia, en orden a apoyar la expansión y construccióncolectiva del Reino de Dios, en unas condiciones de vida en las queprecisamente, las culturas de convivencia deben ser transformadas,para que se reviertan los factores de odio, egoísmo, corrupción, la-trocinio, exclusión social, discriminación ahora existentes.

S u rge el desafío de convertir en un auténtico ministerio eclesialla elaboración de propuestas para “levantar la voz del pobre ym e n e s t e roso” y promover la expresión de los sectores y grupose m p o b recidos, cuyas oportunidades y espacios de participaciónse encuentran mermados y hasta anulados. La fuerza de la pa-labra salvífica convoca a los creyentes a liberarse de las atadurasque han creado los hombres y trascender hacia nuevas form a sde convivencia.

En el contexto de estos desafíos ur-ge –como resultado del compro-miso de la Iglesia por los niños yniñas– levantar la voz tambiénen nombre de ellos, como unade las condiciones básicas queinician la liberación a los ni-ños de la pobreza en elnombre de Jesús.

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ActividadesPara trabajar usted individualmente o para ha-cerlo en equipo, en medio de la comunidad ecle-sial o bajo ambas formas, según convenga.

Trabaje usted con base en las siguientes preguntas:

1 . ¿Cuáles son los elementos básicos o caracterís-ticas que describen o definen la situación ac-tual de la comunidad eclesial en la que usted sehalla incluido? (indicadores más denotativos,rasgos situacionales, ejemplific a c i o n e s ) .

2. ¿De qué modos o maneras esas condicionesde vida de la comunidad eclesial son tambiénparte de la comunidad social más ampliada,en términos de la localidad?

3. ¿Cómo esas condiciones o situaciones impac-tan en el quehacer de su iglesia? (describa lomás detallado como sea posible).

4. ¿Qué desafíos o demandas le están haciendoa su iglesia esas situaciones que vive la gentey, de modo particular los niños, niñas y ado-lescentes?

Escuela de

Unidad

2

Esta unidad se propone alcanzar los siguientes objetivos:

Compartidos enfoques sobre liderazgo en el acontecereclesial, los participantes identifican tareas específicaspara ser realizadas en la coyuntura actual, en el trabajocon y entre la comunidad cristiana.

Abordados los desafíos de la comunidad como “desafíosde la salvación”, se establece un perfil del líder eclesial,en cuanto a sus roles fundamentales, en relación con losniños y niñas.

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MNos parece que la Historia de la Salvación es el mejor mostrador pa-

ra comprender el significado del liderazgo. Allí vemos a Dios dan-do el primer paso. Antes de que el hombre existiera e intentara

buscarlo, ya Dios había salido en su búsqueda. La Biblia no nos muestra alh o m b re “tanteando” por encontrar a Dios, sino a Dios saliendo de sí mis-mo para encontrar al hombre. Dios también tomó la iniciativa para salvaral hombre, porque “Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigomismo, Dios ... ha venido a nosotros y nos ha salvado” (Lucas 1:68)

El liderazgo consiste en tener y tomar la INICIAT I VA. Una iniciativa que en-cuentra su justificación no en quién la toma, sino en el propósito con queobra y desde quienes son sujetos de aquella. Una iniciativa que supone “unjugarse” aunque la intención de su propuesta no se cumpla. Iniciativa quees riesgo, asunción de responsabilidades y capacidad de orientación.

La Iglesia no podría ser tal si no se reconoce a Jesús como líder en el plande salvación. Y del mismo modo, no podría comprenderse si ese modelono se proyecta hacia quienes la dirigen, la animan y la proyectan. Pastore s ,d i re c t o res y coord i n a d o res de programas tienen la especial re s p o n s a b i l i d a dde liderar los procesos y actividades que ocurren dentro de la iglesia y ensus relaciones con otros colectivos. Líderes eclesiales cuya iniciativa no essuya propia, sino que es el re flejo de una iniciativa que viene de Dios, con-c retada en quien cuida y orienta a su pueblo.

En esta perspectiva, quienes tenemos funciones directivas podemos pre-guntarnos: ¿cómo concretar el liderazgo en función de las especificidadesde la situación que viven los miembros de la iglesia? ¿Es de veras nece-sario un liderazgo para cumplir con la misión directiva y un liderazgo quesupone tomar la iniciativa? ¿Tomar la iniciativa significa concentrar las de-cisiones y hacerse responsable por ellas?. O, por el contrario ¿significa te-ner presente las decisiones de los demás miembros, antes de concretarlas del directivo?

Escuela de

M

2.1 Una iglesia animada por un líder, al modo de Jesús

El Nuevo Testamento presenta al pueblo de Dios, a la Iglesiade Jesucristo, como una unidad de todos los creyentes en uncuerpo. La Iglesia –dice San Pablo- es el Cuerpo de Cristo.

Cada cristiano es un miembro de ese cuerpo, y Jesuscristo mismoes la Cabeza que orienta todas las actividades de ese org a n i s m o .La Iglesia es, entonces, la Comunidad del Espíritu.

No se trata aquí de presentar ni repensar siquiera el sentido Cristocén-trico de la Iglesia. Sino de re fle x i o n a r, en conjunto, sobre el sentidodel liderazgo y de sus atributos que confie re a los encargados de laiglesia local. Sentido que vemos asociado indefectiblemente al mo-delo de Jesús líder, tomando la iniciativa en el plan de salvación.

¿Qué puede significar un liderazgo asociado al modelo de Jesús lí-der? Permítanos que discurramos sobre algunos elementos en bús-queda de una respuesta, especialmente tomando en cuenta esascondiciones de vida que definen la época presente, en donde seidentifican algunos desafíos para la iglesia:

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• Que alguien toma la iniciativa para asumir la promoción de la es-peranza, en medio de las crisis más profundas, con propuestascargadas de fe y oportunidades de una mejor vida.

• Que alguien tiene la iniciativa para emprender la comprensión delas fuentes y resultados de las situaciones de empobrecimiento,en medio de una colectivización de visiones y también de proyec-ciones, como requisito que acompaña al plan de salvación.

• Que alguien hace suya la iniciativa de la salvación y lleva sus ac-tuaciones a mediar en la comunidad de creyentes, como espaciode construcción de proyectos de nueva convivencia, con exten-sión a la familia, a los entornos cotidianos, a la comunidad local ya la sociedad, en su conjunto.

• Que alguien toma la iniciativa de “levantar la voz de los pobres ymenesterosos” ante los actores sociales dentro y fuera de la igle-sia y ayuda a que esa voz sea tomada por los propios miembrosde la iglesia.

• Que alguien tiene la iniciativa para apoyar la identificación, cons-trucción y aplicación de propuestas transformadoras de las condi-ciones que niegan la vida y que conculcan los elementales dere-chos del ser humano, y que desde lo cotidiano de la comunidadeclesial se pone a la cabeza.

Apoyar la transformación de las con-diciones de vida que impiden o re-tardan la extensión del Reino deDios, en las claves queridas y re-veladas por Jesucristo, se con-vierte en un rol primordial dellíder de la iglesia local. Nue-vas condiciones de conviven-cia en la comunidad eclesial,en las familias y en comunida-des locales son los desafíos dela salvación para el líder.

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2.2 La iglesia local y su liderago en la comunidad

En medio del desconcierto social, cuando parece que ni siquie-ra existen re f e rentes que puedan iluminar sendas altern a t i v a sy ofrecer cierta esperanza a la gente, suele ser la iglesia local

una especie de abre v a d e ro para llenar el corazón de serenidad ydevolver un sentido a la vida. Los encuestadores sociales y losmedios señalan que organismos de nuestro medio tales como elC o n g reso, los Tribunales, el Gobierno tienen tal desprestigio quehan perdido su vigencia. Hay evidentemente una alta crisis de lasinstituciones públicas, sea porque se las evalúa como ineficaces ogeneradoras de corrupción. También, algunas instituciones parti-c u l a res han sufrido un marcado descrédito. La iglesia sigue sien-do la excepción.

“Ese levantar la voz de los pobres y menesterosos” se sitúa en uncontexto concreto y representa el tomar una opción a favor de quie-nes son excluidos y sufren las consecuencias de los factores de la cri-sis. En esto consiste buena parte del significado de abogacía, tal co-mo se verá más adelante.

Consideramos que la fuerza de la iglesia iglesia local consiste en es-ta posibilidad de liderazgo. En este tomar y tener la iniciativa paraactuar en la construcción del proyecto de Dios, en medio de condi-ciones –las más desfavorables- que confrontan una y otra vez la ac-tualidad de la salvación en Cristo.

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Como se reconoce en los estudios y orien-taciones de algunos líderes evangéli-cos, el eje y punto de partida para elliderazgo de la iglesia local consti-tuye el asumir las situaciones deconvivencia presentes, como“desafíos de salvación”.

Lo dicho anteriormente nospone en condición de refle-xionar sobre algunos elemen-tos que se proponen comocuestiones basales al interiorde algunas prácticas eclesiales,en su vinculación con las comu-nidades locales:

• La necesidad de iluminar la com-prensión de las situaciones socialeslocales y nacionales, y aun las mundiales,dada la tendencia hacia la globalización, a luz del Evangelio y encontextos donde los cristianos pueden actuar eficazmente paratambién tomar iniciativas, como personas y organizaciones fuerade la iglesia.

• La viabilidad de apoyar la articulación de las iniciativas y esfuer-zos que se generan al interior de las comunidades cristianas, conotras iniciativas y esfuerzos de la sociedad local o nacional, en suconjunto, en relación con las demandas de no discriminación, departicipación ciudadana, de solidaridad social, de resolución delos problemas estructurales que aquejan al pueblo de Dios.

• La urgencia de visibilizar las iniciativas y los esfuerzos para rever-tir las condiciones de vida de los niños, niñas y adolescentes, co-mo las personas más fuertemente impactadas por las actualescondiciones sociales, y, así mismo, articular las actuaciones en es-te ámbito con otras que apuntan hacia los mismos propósitos.

• La necesidad de fortalecer el vínculo iglesia – comunidad local co-mo oportunidad de aglutinar iniciativas, voluntades, responsabili-dades y solidaridades a favor de la búsqueda de propuestas anun-ciadoras del plan de Dios para los seres humanos, en las situacio-nes concretas que se vive; y desde allí potencializar formas denueva convivencia.

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• El reto de situar a la iglesia evangélica como actor social que tie-ne “algo que decir”, en medio de otras iglesias locales y que sin-tiéndose parte de un todo social, cumple un rol de abogacía por“los empobrecidos y menesterosos”.

Hablamos, entonces, no de un liderazgo propio y específico dequien es autoridad en la iglesia local o de sus directivos, sino deun liderazgo de la iglesia misma, como organización que es, co-mo tejido de voluntades y de compromisos cristianos que re p re-senta; de tal manera que se visibilice aún más el carácter de ac-toría social que tiene y sea reconocida como “una voz” importan-te y ojalá valorada como “infaltable”, en el conjunto social de laso rganizaciones solidarias y de vocación social.

Desde luego, que hemos de entender que este “liderazgo” de laiglesia como un colectivo de personas, re q u i e re a su vez de unlíder que dentro de la organización eclesial tome para sí ciertasresponsabilidades y traduzca ante otros actores los lenguajes quehabla ese colectivo, en términos de sus decisiones e iniciativas.

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2.3 El líder eclesial y los desafíos de la comunidad

Como habíamos anotado antes, empleamos aquí una compre n-sión de liderazgo en la iglesia, en la figura del pastor o de otraque pudiera tener un papel directivo, que tiene que ver con el

modelo de Jesucristo: “tomando la iniciativa en la salvación”. Comose podrá ver no se trata de una iniciativa cualquiera y peor aún de unainiciativa que implica un acto de voluntarismo vacío. Por el contrario,el líder que toma la iniciativa a favor de su comunidad no la justific asino por el propósito con que obra, es decir no en función de sus in-t e reses, como tampoco de sus proyectos personales, sino que actúaen pro de su comunidad y justificado desde ella, con quien interactúap e rmanentemente y hace suyas sus solicitudes y necesidades.

Conviene decir en esta parte que hay también otro elemento cen-tral en la figura del pastor de la iglesia, el que se re f i e re al “llama-do de Dios”, del cual no vamos a re f e r i rnos por ahora, pero vale lapena que lo tengamos presente para integrarlo en su debido mo-mento. También hay otros elementos fundamentales que debiéra-mos considerar a propósito del mismo actor eclesial. Sin embar-go, nos detenemos en el rasgo de pastor-líder o del dire c t i v o - l í d e rp o rque ésta es una dimensión sujeta a perfeccionamiento, a escla-recimiento, a formación permanente, en un contexto de interac-ción social en el que las organizaciones se dinamizan, crecen ycumplen sus objetivos, en la medida de la afirmación y expre s i ó nde los liderazgos.

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Quienes estudian las organizaciones sociales, aquellas formales o in-formales, cualesquiera sean sus características, anotan que el senti-do de crecimiento y fortalecimiento de las comunidades requiere defuerzas que les lleven más allá de los límites establecidos; es decir, asuperar los frecuentes estancamientos, las continuas comodidadesen las que se suele caer inintencionalmente, o las rutinas inmoviliza-doras con las que una organización hasta puede extinguirse. Dicenlos especialistas que “el traspasar los límites” es el terreno reserva-do para los líderes, quienes cumplen esa especialísima tarea de “vi-sionar el futuro”.

Existen numerosos ejemplos (se han escrito manuales para apoyarlos roles de la gerencia moderna de las organizaciones sociales) delliderazgo que asoma en los procesos de cam-bio y de transformación social. Especial-mente, en esos procesos sociales endonde se han realizado importantesconquistas o reinvindicaciones enel orden de los derechos huma-nos. Todos recordamos el lide-razgo de Martin Luther Kingen sus luchas por conseguir elreconocimiento pleno de laslibertades que les asistía a laspoblaciones negras. O el li-derazgo de Nelson Mandelapara conseguir la anulación delapartheid en Sudáfrica. O el li-derazgo de Gorbachev para pro-mover el tránsito de una sociedadcon prácticas e instituciones fatiga-das, deshonestas y serviles hacia for-mas de sociedad con transparencia decompromisos y responsabilidades ciudadanas.

Y más acá, en la esfera de nuestras transformaciones ecuatorianas, enlas que se destaca el aparecimiento de una nueva realidad social, de-nominada como la “diversidad” de culturas, de pueblos y de grupos,debemos reconocer que este resultado sólo ha sido posible al esfuer-zo de décadas de trabajo de líderes y de movimientos humanos.

El Estado Ecuatoriano por sí sólo no hubiera podido inscribir –porobra de los legisladores- en la nueva Constitución Política, la de1998, el reconocimiento del país como un “país diverso y único a la

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vez”, sino hubiera existido previamente el reconocimiento social aesos actores que encarnan la diversidad. A su vez, esos actores: losindios, las mujeres, los niños, los negros, los discapacitados, etcéte-ra, no hubiesen tenido la categoría de actores sociales sino incursio-naban de la mano de movimientos sociales y fuertes liderazgos.

Entonces, ¿qué significará o podrá significar visionar el futuro, paraasumir el papel de líder de la Iglesia, y llevar los límites más allá delos actuales encargos, de forma que se promueva activas transfor-maciones en el quehacer de la Iglesia, asumiendo los desafíos socia-les como “desafíos del plan de salvación”?

Es improbable disponer de respuestas cerradas y completas. Sinembargo los desafíos están allí. No existen pautas técnicas o de otrotipo para que un líder de la Iglesia visione el futuro; no obstante,existe la necesidad y la urgencia de hacerlo. Quizá, algunos elemen-tos a ser tomados en cuenta sean los siguientes, entre otros:

• El actuar en la cotidianidad y desde la cotidianidad. Significatrabajar en la base del sistema social. Es el trabajo en la comuni-dad local, desde una propuesta cristiana de la vida y del mundo.Quiere decir operar en lo concreto de las relaciones sociales quenutren los entornos cotidianos, en la familia, en las escuelas, enlas organizaciones de base, en los grupos juveniles, en los clubesy en las mismas iglesias. Como se ha dicho anteriormente, en laUnidad 1, la opción transformadora de la convivencia, a la luz delPlan de Dios, descansa en la comunidad local y desde ella se pro-yecta hacia la diversidad y unidad de la nación.

• Favorecer la articulación del tejido social en el nivel local. Res-petando los liderazgos locales y empoderando a la Iglesia comoactor social es menester plantear la posibilidad de promover la ar-ticulación del tejido social, de hecho fragmentado por la desunióny contradicción de varias de las organizaciones, instancias y per-sonas. Reconstituir las redes afectivas de la familia es una de lastareas emergentes, porque la crisis ha descargado sus inmensosimpactos sobre ella. De otra parte, establecer nexos entre los di-versos componentes comunitarios es una clave para visionar el fu-turo en conjunto. Está claro que un desafío así requiere que laIglesia “sea parte y se sienta parte” de la comunidad local.

• Enfrentar la pobreza en sus variadas dimensiones. El enfren-tamieto y afrontamiento de la pobreza requiere de una actuación

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colectiva en la que convergan el mayor número de organizacio-nes y conglomerados que tengan cierta capacidad de impacto.La Iglesia, sin duda, es una de esas organizaciones. La “iglesia delos pobres” requiere ubicarse en el punto de esa convergenciapara aunar esfuerzos de toda índole.

• Sensibilizar sobre la prioridad de atender a los niños y niñas.Para muchos una sociedad que no es sensible con los niños y ni-ñas no tiene futuro. Quizá no sea tan dramática la advertencia,sin embargo no es posible ignorar cómo la pobreza se cierne so-bre la mayoría de niños, niñas y adolescentes, arrebatándolesoportunidades en su vital desarrollo y excluyéndoles de las opcio-nes para una vida digna, como la que quiere Dios para todos.

• Modelar servicios alternativos de trabajo con la gente. Resul-ta imperioso “mostrar caminos”, estrategias, formas de trabajocon la gente, en las que se concrete la actuación social y solidariaa favor de los pobres. Quizá requerimos alternativas distintas a lasactuales y alcanzar grados de conocimiento sobre sus implicacio-nes socio-económicas y políticas. Hay demandas de empleo, deconcertación social, de protección ciudadana, de participación cí-vica, en las que cabe explorar modelos de trabajo, desde la Igle-sia local, y en afinidad de las distintas misiones. Sin duda, una delas formas de explorar modelos se consigue a través de la ejecu-ción de proyectos sociales, cuya intencionalidad no reposa en elproyecto mismo, sino en la procura de un servicio diferente y deuna propuesta de vida también diferente.

Liderazgo como iniciativa desde la gente, para apoyar la concrecióndel plan de salvación querido por Dios. Liderazgo en pastores y di-rectivos para tener y tomar la iniciativa a favor de los pobres, en loscontextos de su vida cotidiana y a través de proyectos en los que laIglesia es también parte importante. Liderazgo para tomar la voz delos que más sufren y promover sus propias voces para denunciar lasinjusticias. Todas estas orientaciones constituyen una propuesta aser considerada por usted, para criticarla, asumirla, revisarla o recon-siderarla.

El líder eclesial en la dimensión del profeta, del visionario y conduc-tor, maneja las claves del mundo a favor del Proyecto de Dios.

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ActividadesLe pedimos realizar un generoso esfuerzo de suparte concentrado en los siguientes puntos, a finde “ir construyendo un piso” en este procesoformativo, para intercambiar con otros nuestrosaprendizajes y puntos de vista, a fin de enrique-cer la mirada común sobre el quehacer de pasto-res y directivos, en función de nuestros niños,niñas y adolescentes.

1. En el punto 2.2 sugerimos algunos elementospara construir una agenda para lo que llama-ríamos un “plan de salvación”; por favor, conestos referentes concrete algunas actividadesprácticas que podrían llevarse a cabo (o queya se llevan a cabo) en su comunidad eclesial.

2. Del mismo modo, enriquezca con una visiónpropia (es decir suya) las proposiciones quese hacen en el punto 2.3 en relación a la nece-sidad de visionar el futuro, como una de lastareas del rol de directivo y/o de pastor quien“tiene y toma las iniciativas”. ¿Cómo visionausted su comunidad eclesial?

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