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Escuela de Graduados
Trabajo de Grado para Optar por el Título de:
Magíster en Derecho Penal y Derecho Procesal Penal
Efectividad de la Aplicación de Medidas Cautelares o de Coerción en el Proceso Penal
en la República Dominicana
Sustentante:
LICDA. CARMEN DÍAZ AMÉZQUITA 2005-2160
Asesor:
DR. JORGE LUIS NÚÑEZ
Santo Domingo, D. N., República Dominicana
Noviembre, 2013
ii
RESUMEN
La investigación lleva el título: Efectividad de la Aplicación de Medidas
Cautelares o de Coerción en el Proceso Penal en la República Dominicana. El
objetivo general de esta investigación es determinar si la aplicación de una
medida cautelar o de coerción a un imputado, señalado como presunto
responsable de la comisión de una infracción garantiza la finalización del
proceso penal. La presente investigación tiene un diseño no experimental, la
misma se realizó sin manipular deliberadamente las variables, bajo un enfoque
cualitativo. Para recolectar los datos de la investigación se procedió al análisis
documental sobre todo de la legislación penal vigente y las diferentes doctrinas
existentes al respecto. En base a los resultados obtenidos se concluyó que con
el establecimiento de medidas de coerción en el Sistema de justicia penal
dominicano, el legislador suministra a los actores del proceso, sobre todo al
Ministerio Público y querellantes, opciones que antes de la reforma procesal
penal no tenían. Con la Reforma penal, las medidas de coerción se han
ampliado y se presentan otras como sustituto de la prisión preventiva
considerada esta, como la más grave de todas las medidas cautelares.
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Efectividad de la Aplicación de Medidas Cautelares o de Coerción en el Proceso Penal
en la República Dominicana
iv
INDICE
RESUMEN.................................................................................................................1 INTRODUCCIÓN ......................................................................................................2 CAPÍTULO I ASPECTOS TEÓRICOS – METODOLÓGICO GENERALES 1.1 Planteamiento del problema ...........................................................................3 1.1.1 Orígenes del problema ........................................................................3 1.1.2 Descripción del problema ....................................................................6 1.1.3 Formulación ........................................................................................9 1.2 Antecedentes de la investigación ..................................................................9 1.3 Revisión de la literatura ............................................................................... 10 1.4 Justificación de la investigación ................................................................... 13 1.5 Tipo de Investigación .................................................................................... 13 1.6 Objetivos: ..................................................................................................... 14 1.6.1 General ............................................................................................. 14 1.6.2 Específico: ........................................................................................ 14 CAPÍTULO II DISEÑO TEÓRICO 2.1 Marco teórico ............................................................................................... 15 2.1.1 Medidas de Coerción y Debido Proceso ........................................... 16 2.2 Definición de conceptos ................................................................................ 25 2.3 Idea a defender. ........................................................................................... 26 CAPÍTULO III MEDIDAS DE COERCIÓN EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO DOMINICANO 3.1 Medidas de Coerción en el Código Procesal Penal ..................................... 27 3.2 Clasificación de Las Medidas de Coerción ................................................... 28 3.3 Solicitud de las Medidas Cautelares ............................................................ 32 3.4 Presupuesto y Tribunal Competente ........................................................... 32 3.5 Revisión de las Medidas de Coerción .......................................................... 33 3.6 Principios rectores de las medidas de Coerción ........................................... 33 CONCLUSIONES ................................................................................................... 36 BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................... 38 ANEXOS
1
INTRODUCCIÓN
La presente investigación se dirige a realizar un análisis de la efectividad
de la aplicación de medidas de Coerción en el Proceso Penal en la República
Dominicana. También llamadas por la doctrina medidas cautelares, estas las
cuales se definen como todas aquellas injerencias legítimas de la autoridad en
lo9s derechos fundamentales y son instauradas para lograr los fines del proceso.
Otros le llaman medidas de coerción, dando énfasis en la posibilidad de
utilizar la fuerza para llevarlas a cabo aun en contra de la voluntad del sometido
a ellas. Las mismas no persiguen un fin en sí mismas, sino son un medio para
lograr otros fines, los del proceso. Una característica fundamental de las
medidas coercitivas es su carácter cautelar, de modo que solo pueden
mantenerse mientras persistan las condiciones que les dieron origen, de tal
forma que estas figuras derecho no pueden extenderse mucho en el tiempo para
evitar que tengan el carácter de una pena anticipada.
Para nadie es desconocido, jurista o no, el fenómeno universal de la
lentitud con la cual los Tribunales fallan sus casos. Claro está, no debemos
desconocer que esto se debe en gran parte al volumen excesivo de expedientes
que tienen a su cargo nuestros jueces, lo cual provoca, en muchas ocasiones,
que el tiempo excesivo transcurrido para dictar la sentencia implique que dicha
sentencia no pueda cumplirse por quien resulta obligado a ello. Esto ocasiona
que la sentencia, que se supone que debe de ser la expresión de la tutela
judicial, produzca más frustración que justicia.
Es por esto que la tutela judicial efectiva de los derechos de los
ciudadanos no se satisface solamente dictando una sentencia que dé una
respuesta ajustada a Derecho a sus pretensiones, sino que es necesario que
esa respuesta pueda ser llevada a efecto en sus propios términos y para eso, en
ocasiones, es preciso adoptar medidas que garanticen el cumplimiento de esa
2
futura respuesta que será la sentencia. Con el propósito de realizar un análisis
sobre este reconocimiento a una tutela cautelar inmediata, esta investigación se
desarrollara entorno a sus elementos definitorios, su tipología, regímenes
legales vigentes, condiciones de procedencia, para así poder llegar a una firme
conclusión sobre su importancia, efectividad e indispensabilidad dentro de los
procesos penales en el ámbito nacional, y a la vez brindar una fuente
bibliográfica actual sobre este tan poco abordado tema dentro de nuestra
doctrina nacional.
El motivo principal para llevar a cabo la presente investigación, es debido
a la necesidad de lograr conseguir determinar el grado de efectividad de la
aplicación de una medida de coerción impuesta a una persona que ha infringido
la ley, y hasta qué punto garantizaría la finalización del proceso penal la
República Dominicana. además se busca que este documento sirva para ser
utilizado, tanto por los actores del sistema de justicia penal, jueces, fiscales,
abogados, defensores públicos y estudiantes; para ser utilizado como fuente de
consulta a la hora de solicitar una medida de coerción y para futuras
modificaciones.
Este trabajo está compuesto por tres (3) capítulos. El capítulo I, contiene
el planteamiento del problema, los antecedentes del problema los objetivos, la
justificación. El Capítulo II, contiene el desarrollo del marco teórico. El Capítulo
III, contiene lo referente al análisis de las medidas de coerción contempladas en
el Código Procesal Penal Dominicano. Después de analizar y evaluar los
resultados se exponen las conclusiones de este análisis.
3
CAPÍTULO I ASPECTOS TEÓRICOS
METODOLÓGICO GENERALES
1.1 Planteamiento del problema
El sistema de justicia Procesal Penal Dominicano, en el año 2004, el 27
de septiembre permite la entrada en vigencia de nuevo Código Procesal Penal.
Un código basado en principios rectores de dichos código del proceso,
permitiendo dar paso a un ejercicio de justicia penal apegado a la constitución,
tratados internacionales y leyes, por lo que las víctimas y personas en conflictos
con la ley penal, se le permita garantizar que se cumpla con el debido proceso
de ley.
En el nuevo Código Procesal Penal, surgen nuevas figuras o
disposiciones jurídicas, para garantizar la presencia de los imputados a los actos
de procedimientos entre esas figuras o disposiciones son las llamadas medidas
de coerción; personales reales y otras.
Después de este análisis del seguimiento de estas medidas cautelares o
de coerción, cabe preguntarse si las medidas de coerción o cautelares,
garantizan la finalización del proceso penal.
1.1.1 Orígenes del problema
Las reformas a los procesos penales, son un fenómeno común en los
últimos 10 años en 16 de los 19 países latinos miembros de la Organización de
Estados Americanos (OEA). Estas reformas son muy similares en cuanto a
forma, contenido y forma de implementación, porque todas persiguen el objetivo
común de favorecer la aparición de prácticas y herramientas normativas
modernas que estén en consonancia con las aspiraciones de sus ciudadanos de
contar con una justicia sistematizada, certera y eficaz.
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En este sentido, Agelan y Veras (2008, p. 53) expresan que” los de
reforma en materia procesal penal de la República Dominicana y de los demás
países latinoamericanos tienen un origen común, el Código Procesal Penal Tipo
o modelo para Iberoamérica”. “El ideólogo de esta normativa modelo fue el
eminente jurista Don Niceto Alcalá Zamora y Castillo- quien llegó a América
como exiliado de España en la época de Franco”.
“Alcalá Zamora, fue el primer presidente del Instituto Iberoamericano de
Derecho Procesal Penal, organización no gubernamental, formada por
procesalistas de Latinoamérica, España y Portugal, dedicados al estudio del
derecho procesal en diversas áreas, con el objetivo de fomentar la unificación
legislativa a nivel iberoamericano, cuyos estatutos fueron aprobados en las
primeras jornadas latinoamericanas de derecho procesal en el año 1957”.
Según las citadas autoras, lo que motivó a este y otros juristas de
prestigio a la redacción de un código Procesal Penal tipo, fueron motivos
culturales y motivos de unidad política e integración económica. Uno de los
objetivos centrales de la reforma en América Latina ha sido el reemplazo total de
nuestros arcaicos sistemas inquisitivos por otros de corte acusatorio. Sin
embargo, esta no es una cuestión fácil. La experiencia de la reforma europea del
siglo XIX, es una buena muestra de ello. En esa oportunidad, tal como en los
esfuerzos actuales, uno de los objetivos centrales del Ministerio Público fue
lograr la abolición del modelo inquisitivo.
El 27 de septiembre del 2002 fue publicada en la gaceta oficial 10170 la
ley 76'02 que establece el Código Procesal Penal de la República Dominicana y
deroga el Código de Procedimiento Criminal vigente desde el 27 de junio de
1884.
5
Este novedoso instrumento jurídico, que se aplicará a los asuntos
iniciados a partir de su entrada en vigencia el 27 de septiembre del 2004,
pretende instaurar una nueva manera de acceder, procesar, proceder y
administrar el servicio de justicia penal, que es un derecho fundamental, en que
el humano exista como centro del proceso, el juicio oral sea la parte más
importante del mismo, la víctima recupere su rol, y el sistema sirva a la solución
del conflicto. Se trata de un modo distinto de investigar, enjuiciar, juzgar, ejecutar
e impartir justicia penal en nuestro país.
Según Mora García (2013, p.2), “la reforma procesal penal en la
República Dominicana fue concluyente y dio como resultado un instrumento
nuevo, que fue el Código Procesal Penal, denominado Ley 76-02 (27 de
septiembre del 2002).
En materia de la Ejecución Penal se inició un proceso que modificó la
metodología en cuanto al proceso penal”.
A partir del artículo 222, el Código Procesal Penal dispone lo relativo a los
principios generales que gobiernan las medidas de coerción que pudieren ser
impuestas a pedimento del ministerio público y la víctima constituida en parte
querellante y actor civil, en contra de las personas señaladas por la ley penal
como infractores, con la finalidad de asegurar su presencia a los actos del
procedimiento y los obligados a indemnizar a la víctima por el daño recibido.
En cuanto a las medidas de coerción personales, el artículo 227 consigna
los presupuestos indispensables que deben ser observados por el juzgador,
para determinar si procede o no su imposición; sin embargo en el mismo texto
legal se prescribe como exigencia el principio de presunción de inocencia
enarbolado por el artículo 14 del Código Procesal Penal.
6
Este principio implica que toda persona sometida a un proceso debe ser
considerada inocente hasta que una sentencia con autoridad de la cosa
irrevocablemente juzgada determine su culpabilidad. De otro lado, el legislador
no señaló de forma expresa lo relativo a los presupuestos necesarios para la
imposición de las medidas de coerción real, dejándolo a la posible aplicación de
la normativa de procedimiento civil.
1.1.2 Descripción del problema
Los Derechos Fundamentales constituyen en esencia, el conjunto de los
derechos inalienables de la persona humana, o sea aquellos derechos de los
cuales el ser humano es titular por el solo hecho de ser persona, y que por tanto,
no le pueden ser negados, ni arrebatados, ni perturbados. Los Derechos
Fundamentales son sinónimo de Derechos Humanos.
Tal y como expresa Ferrajoli (2001) son “derechos fundamentales todos
los derechos subjetivos que atañen universalmente a todos los seres humanos”1
. Nos inscribimos en el concepto de este autor por entenderlo muy atinado a los
derechos de marra.
Los derechos fundamentales son todos los derechos de los cuales es
titular el hombre por el hecho de serlo, es decir que le pertenecen al ser humano
sin distinción de raza, condición, sexo o religión. Se les ha dado diversas
designaciones como lo son derechos humanos, derechos del hombre, derechos
de la persona para luego definirlo como derechos fundamentales. Estos
derechos constituyen para los ciudadanos una garantía donde el sistema jurídico
y político orientará hacia el respeto y la promoción de la persona humana.
En nuestra Constitución Dominicana, se encuentran inmersos, en los
preceptos constitucionales del 37 al 49, en forma detallada, comenzando por el
derecho a la vida, así como también de todas las enunciaciones referentes al ser
1 www.paginaspersonales.unam.mx. En Línea. 2013
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humano, dentro de los que podemos resaltar: la dignidad humana, el derecho a
la igualdad, a la libertad y seguridad personal, a la integridad personal, al libre
desarrollo de la personalidad, a la intimidad y el honor personal, libertad de
tránsito, libertad de expresión e información; por lo que las garantías de estos
derechos no puede ser un supuesto, sino una obligación del Estado y de sus
órganos. Los derechos fundamentales, por contener una sustentación
axiológica sólida y derivar de un valor ético fundante de un orden constitucional
en pro de la dignidad humana, contiene un sin número de garantías para llevar a
cabo el poder de reclamación a que se tiene derecho cuando sean vulnerados.
La garantía del contenido esencial de los derechos fundamentales se
constitucionaliza por primera vez en el art. 19.2 de la Ley Fundamental de Bonn.
La introducción de dicha garantía fue una consecuencia de la transformación de
la función tradicional de la ley en el ámbito de los derechos fundamentales.
El principio del Estado de Derecho, tal como fue configurado en Alemania
a partir de la segunda mitad del siglo XIX, implicaba la protección de los
derechos fundamentales a través del respeto al principio de legalidad por parte
de la Administración, de forma que los derechos establecidos en las
Constituciones eran garantizados en la medida que existía una ley de desarrollo
o de concreción de los mismos, con la consecuencia de que su ejercicio o la
invocación ante los tribunales dependía de la existencia de dicha ley.
La afectación de derechos fundamentales, como son el de libre tránsito y
el de propiedad a través de la imposición de medidas de coerción, el primero
justificado por la imposición de la medida de coerción personal de prisión
preventiva y el segundo a través de la imposición de medidas de coerción real
de embargos, medidas conservatorias o la inscripción de hipotecas.
8
La medida de coerción de prisión preventiva constituye en sí mismo una
negación democrática y constitucional de la sociedad, convirtiéndose en sí
mismo en un sistema de pena anticipada contradiciendo el principio de
presunción de inocencia.
En cuanto a las medidas de coerción real, manifestadas con la imposición
de medidas conservatorias, embargos y la inscripción de hipotecas, constituyen
un límite no solo al derecho de propiedad en sí mismo, sino también al de
disposición de los bienes muebles e inmuebles aún en poder del afectado por el
proceso penal. La afectación de derechos fundamentales y libertades
individuales de las personas con la aplicación de la normativa procesal penal a
través de la imposición de medidas de coerción personales y reales constituye
en sí mismo una necesidad de capacitación especializada dirigida a los
funcionarios judiciales encargados de aplicarlas y/o de controlar la forma de su
ejecución.
Aplicando estas premisas en materia de derechos fundamentales, nos
encontramos que los jueces tienen encomendada la función de su protección,
pero sólo pueden garantizarlos en la medida que existe una ley de desarrollo de
dichos derechos. La consecuencia de este planteamiento es una ausencia de
reconocimiento práctico de la idea de vinculación del legislador al contenido
constitucional de los derechos fundamentales por la imposibilidad de su control
dada la inexistencia de un procedimiento jurisdiccional de control abstracto de
las leyes.
En consecuencia, la garantía del contenido esencial se interpreta como
garantía de los derechos fundamentales y de las libertades públicas frente a la
actividad legislativa de regulación, es decir, de limitación y configuración de los
mismos. En este sentido, la garantía del contenido esencial no puede
entenderse tan sólo como límite a la actividad limitadora de los derechos
fundamentales, es decir, el límite de los límites, salvo que por dicha expresión se
9
entienda el contenido constitucional que el legislador no puede traspasar ni
limitando, ni configurando, en definitiva, sería un límite a la regulación de los
derechos fundamentales.
1.1.3 Formulación
¿La aplicación de un medida cautelar o de coerción a un imputado,
señalado como presunto responsable de la comisión de una infracción garantiza
la finalización del proceso penal?
1.2 Antecedentes de la investigación
Las medidas cautelares surgen dentro del derecho civil: en donde los
términos pueden trasladarse, sin excepción, a los diversos escenarios
procesales del derecho. De manera concreta, la figura de las medidas cautelares
ha sido ampliamente desarrollada por los tratadistas italianos, españoles y
argentinos. Pero, sin duda, son los romanos quienes recopilan su concepto
inicial.
Resulta obvio que en ese entonces el concepto que se tenía de las
medias cautelares no es exactamente el mismo que el que conocemos hoy en
día, pero, sin embargo, existen diversas instituciones que se asemejan a sus
funciones actuales.
En un primer lugar, sobre el origen de este instituto, Elkin (2005), sostiene
que: “la tutela cautelar, como principio jurídico procesal moderno, tiene sus
orígenes o raíces en los interdictos de la ley romana.
El Derecho Romano preveía la emisión de interdictos, o sea una especie
de intervención judicial para la protección de intereses de propiedad y para
prevenir la violencia, dirigidos a lograr la suspensión del conflicto”.
10
En este mismo sentido, Aguiar (2007), plantea que: “las medidas
cautelares anudan con figuras equivalentes en el antiguo Derecho Romano,
como la pignoris capio, las estipulaciones aseguratorias (stipulationes pretoriae)
o la missio in possessionem; instituida esta última como “medida conservatoria…
en interés de los acreedores o de personas con derechos presuntos a una
sucesión, que autoriza la detentación material de todo o parte de los bienes del
causahabiente”
Con el paso del tiempo y los avances jurídicos el concepto de las medidas
cautelares ha ido evolucionando, finalmente adoptando una noción dentro de la
doctrina moderna. En la actualidad, por medida cautelar, debemos entender: “la
protección que los órganos jurisdiccionales otorgan, de forma provisional, al
derecho que se defiende en un proceso para evitar que, durante el tiempo que
tarde en tramitarse, ese derecho sufra un daño de tales características que
resulte imposible o muy difícil repararlo cuando, finalmente, se dicte la sentencia
que, en su caso, lo reconozca.”
De esta manera se establece que la tutela cautelar tiene como fin
principal, la justa garantía del proceso y de que la sentencia sea efectiva. En
efecto su único objetivo es evitar que en el lapso requerido para tramitar un
proceso, se le cause a una de las partes una lesión grave y de difícil reparación.
1.3 Revisión de la literatura
Con la finalidad de observar nuestro tema de investigación desde la óptica
de diversos doctrinarios, que nos sirvan de guía en la búsqueda de respuestas
que expliquen el problema de investigación propuesto:
Según López Olvera (2005), las medidas cautelares “son actos
procesales del órgano judicial adoptados en el curso de un proceso o
previamente a él, a pedido de un interesado o de oficio para asegurar bienes o
pruebas o mantener situaciones de hecho¨. En este sentido, siguiendo al autor
11
antes citado, se expresa que las medidas cautelares herramientas que puede
decretar el juzgador, a solicitud de las partes, para conservar la materia del
litigio, así como para evitar un grave e irreparable daño a las mismas partes o a
la sociedad, con motivo de la tramitación del proceso.
Los códigos procesales y así como las diversas legislaciones establecidas
regir los procesos contemplan enunciados a partir de los cuales se desarrollan,
las garantías o principios de tutela judicial efectiva, acceso a la justicia, entre
otras, que son parte esenciales de la tutela efectiva del derecho.
De igual manera se puede entender por medida cautelar: “(…) aquellas
resoluciones sumarias cuya función consiste en garantizar la eficacia o
efectividad práctica de la sentencia de mérito, caracterizadas por su
instrumentalidad en relación con el proceso principal y efectos provisionales,
adoptadas en virtud de una cognición sumaria urgente, los presupuestos de su
concesión son: el periculum in mora y el fumus boni iuris”
Y en igual sentido se expresa Martínez Botos (1986), al señalar “(…) que
la medida cautelar puede conceptuarse como aquella que tiende a impedir que
el derecho cuyo reconocimiento o actuación se pretende obtener a través del
proceso en el que se dicta la providencia cautelar, pierda su virtualidad o eficacia
durante el tiempo que transcurre entre la iniciación de ese proceso y el
pronunciamiento de la sentencia definitiva”.
Jurisprudencialmente la definición dada por la Sala Constitucional de Costa
Rica en su voto número 3929 del año 1995, resulta ser una de las más
acertadas y claras, cuando nos dice que: “(…)
Las medidas cautelares según la más calificada doctrina, surgen en el
proceso como una necesidad que permita garantizar una tutela jurisdiccional
efectiva y por ello pueden conceptualizarse como un conjunto de potestades
12
procesales del juez – sea justicia jurisdiccional o administrativa – para resolver
antes del fallo, con el específico fin de conservar las condiciones reales
indispensables para la emisión y ejecución del acto final (…)”.
De las definiciones anteriores, puede extraerse que las medidas
cautelares son actos procesales adoptados en el curso de un proceso, como
resultado del interés de las partes integrantes del mismo, o de una de ellas, con
el objetivo de asegurar bienes o pruebas y mantener una situación de hecho,
“como anticipo de una garantía judicial de la defensa de la persona y de los
bienes para no tornar ilusorias las sentencias judiciales”.
Como vemos es de consenso general el hecho de que las medidas
cautelares buscan garantizar los efectos de la futura sentencia; se obtienen
estos de una manera provisional, comprendiendo en muchas ocasiones, algunos
efectos futuros. Es así como, expresa Maques Battaglia (2013) que ha de
entenderse que “la decisión cautelar es una verdadera decisión jurisdiccional,
valorativa de las circunstancias de hecho y de derecho aparentes al momento de
su dictado, reclamada como reacción inmediata y provisional, tendiente a
superar el peligro de la pérdida o el perjuicio de pruebas, cosas, personas o
derechos, que pudiera resultar de la eventual o concreta desigualdad de las
partes en orden a la disposición de aquéllas desde el origen de un conflicto
sometido a decisión judicial y hasta el momento de su composición efectiva”.
Según plantea Maques Battaglia (2013), “La tutela cautelar constituye
una de las manifestaciones más importantes del derecho a la tutela judicial
efectiva, en el sentido que permite garantizar que el órgano jurisdiccional,
cuando llegue la ocasión, pueda hacer ejecutar lo juzgado. Siendo ello así, el
juez tiene la obligación de acordar una tutela cautelar adecuada y eficaz, pero
para ello debe basarse en los instrumentos procesales que el ordenamiento
jurídico consagra, de lo contrario corremos el riesgo de que un despliegue
desmesurado de los poderes cautelares del órgano jurisdiccional, trastoqué el
13
sistema procesal y que las deficiencias que en la actualidad”. Es así que la tutela
judicial efectiva permite que exista un régimen de control cautelar pleno, el cual
supone el reconocimiento del derecho de las partes a solicitar y la obligación del
órgano jurisdiccional de conceder las medidas aptas y apropiadas contra los
actos administrativos de efectos particulares.
Tal y como expresa López Olvera (2013) “los instrumentos cautelares
encuentran su razón de ser en la tutela judicial efectiva, ya que ésta difícilmente
puede concretarse sin medidas que aseguren el real cumplimiento de la
resolución definitiva que recaiga en el proceso principal, o incluso eviten un
dispendio jurisdiccional y eviten el proceso entero a través de la resolución
anticipada en audiencia convocada de oficio por el juez”.
1.4 Justificación de la investigación
Debido a la necesidad de lograr conseguir determinar el grado de
efectividad de la aplicación de una medida de coerción impuesta a una persona
que ha infringido la ley, y hasta qué punto garantizaría la finalización del proceso
penal en la República Dominicana. Que este documento sirva para ser utilizado,
tanto por los actores del sistema de justicia penal: jueces, fiscales, abogados,
defensores públicos y estudiantes; como fuente de consulta a la hora de
solicitar una medida de coerción y para futuras modificaciones.
En cuanto a la relevancia práctica, lo más importante será el análisis de
las fuentes de informaciones y las estadísticas de los órganos a investigar,
contrastadas con fuentes jurídicas y doctrinales, a fin de profundizar sobre el
tema y contribuir a solucionar debilidades existentes.
1.5 Tipo de Investigación
Esta investigación es documental con un enfoque descriptivo. Es
descriptiva porque en la misma fueron analizadas las legislaciones y diferentes
teorías que tratan el problema planteado. Es documental, porque se toma en
14
cuenta los planteamientos de los diferentes autores para ofrecer la información
del marco teórico. Dichas informaciones recogidas en libros, folletos, revistas e
Internet.
En la presente investigación se utiliza, el auxilio de jurisprudencia, se
analizan leyes entre las que se encuentran el Código Procesal Penal de la
República Dominicana, la Constitución de la República Dominicana, se utilizara
el recurso de la entrevista a juristas que conozcan la problemática, como los
jueces, fiscales entre otros.
1.6 Objetivos:
1.6.1 General
Determinar si la aplicación de un medida cautelar o de coerción a un
imputado, señalado como presunto responsable de la comisión de una infracción
garantiza la finalización del proceso penal.
1.6.2 Específico:
Analizar los artículos 40.9 de la Constitución de la República Dominicana,
los artículos 222,227,226,243,223,284,100,101,163,229,257 del Código Procesal
Penal; así como la Jurisprudencia y Doctrina.
15
CAPÍTULO II DISEÑO TEÓRICO
2.1 Marco teórico
La medida de coerción, su nacimiento en los países de la región
(Latinoamérica) se asocia al interés del ideólogo jurista Don NICETO ALCALA
ZAMORA Y CASTILLO, de origen español, quien llega a América e idealizó
fomentar la unificación legislativa del derecho procesal penal en el año 1957, a
nivel iberoamericano, creciendo así el interés en otros juristas como Jorge Claria
Olmedo, Alfredo Vélez Marisconde y Sebastián Soler.
Las medidas de coerción surgen, como búsqueda de un instrumento
jurídico que permita garantizar la presencia de personas señaladas como
presuntos autores o cómplices de una infracción en los actos de procedimiento,
la aplicación o imposición no tiene un carácter punitivo, ni definitivo.
La constitución de la República Dominicana, establece que las medidas
de coerción, restrictiva de libertad personal tienen un carácter excepcional y su
aplicación debe ser proporcional al peligro que tratan de reguardar.
Los orígenes de las medidas de coerción en la República Dominicana, se
remontan en el Código Procesal Penal Dominicano,(ley 176-02) del año 2002,
entrando en vigencia dos años más tarde, es decir en el año 2004. Las
medidas de coerción permiten la aplicación de modo efectivo de la ley Penal.
En los dos últimos siglos la prisión preventiva y el arresto se convertían
en días interminables en un destacamento, en una penitenciaria o cárcel, no
existía la imputación objetiva, el arresto y la prisión preventiva se convertían en
penas anticipadas, toda vez que su objetivo o finalidad no era asegurar la
presencia del procesado a los actos del procedimiento.
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El arresto y la prisión preventiva los veía el Código de Procedimiento
Criminal Dominicano, copia fiel del Código de Procedimiento Criminal del año
1884 Francés, que establecía que la policía judicial entregaba a los infractores a
los tribunales para su correspondiente castigo.
El Artículo 8 del Código de Procedimiento Criminal, dejando de modo
expreso, que toda medida tomada por un tribunal, su finalidad era el castigo y
que esas decisiones de arresto o prisión preventiva, tenían un fin en sí mismo, la
sanción penal anticipada. El juez no verificaba presupuestos, no escuchaba a
las partes si no a una parte.
En el pasado código de procedimiento criminal las infracciones que hoy
son de acción privada en nuestra normativa procesal penal, como la difamación
e injuria, propiedad intelectual, ley de cheques, violación de propiedad, se le
ordenaba prisión preventiva y arresto, lo que se veía como algo natural. La
ausencia de medidas de coerción efectivas para la garantía del proceso penal,
provocaba decenas de habeas corpus en ciudadanos que entraban en
conflictos con la ley penal. Luego a principios del siglo XX, el juez para ordenar
la captura y detención del acusado, debía esperar la comprobación del cuerpo
del delito ni la culpabilidad de aquel, pues ellas no podían obtenerse sino
practicadas las diligencias, cuyas actuación previa facilitaría la fuga del reo.
2.1.1 Medidas de Coerción y Debido Proceso
El primer indicio que hace referencia al debido proceso, según Valarezo
Tenorio (2009) lo encontramos en la Carta Magna, expedida por el Rey Juan de
Inglaterra en Runnymede en el año 1212. En ella se estableció que el poder del
Rey no era absoluto. Los Estados Unidos de Norte-América alcanzaron su
independencia en el año 1776, y para el año 1787 ya tenían estructurada su
Constitución, de hecho esta fue la primera nación en tener una Constitución
escrita.
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En 1791 se ratifican diez enmiendas a la Constitución, texto que se
conoce como The Bill of Rights. En la Quinta Enmienda de este documento, se
instituye el Due process of law (El debido proceso); posteriormente en la décimo
cuarta enmienda se incluyen más elementos sobre el mismo tema.
Si bien la noción de Debido Proceso, “se aplicara a toda clase de
actuaciones judiciales, en materia Procesal Penal constituye su fundamento
esencial y resulta a la vez una exigencia del ordenamiento de los Derechos
Humanos.
En los Tratados Internacionales de Derechos Humanos, se consagran los
requisitos del Debido Proceso, en el artículo 10 de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos dispone que “toda persona tiene Derecho en
condiciones de plena igualdad a ser oída públicamente y con justicia por un
tribunal independiente e imparcial para la determinación de sus Derechos y
obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia
Penal”.
La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, señala
en su artículo XXVI, Titulado “Derecho al Proceso Regular”, “Toda persona
acusada de delito tiene el derecho a ser oída en forma imparcial y pública, a ser
juzgada por Tribunales anteriores establecidos de acuerdo con leyes
preexistentes”.
La Convención Americana, también consagra el Debido Proceso, cuando
establece en su Artículo 8, Apartado 1, “que toda persona tiene Derecho a ser
oída con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable por un Juez o
tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por
la ley, en la sustentación de cualquier acusación penal formulada contra ella o
para la determinación de sus derechos y obligación de orden civil, laboral, fiscal
o de cualquier otro carácter”.
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El artículo 14 numeral 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos disponen, “toda persona tendrá derecho hacer oída públicamente con
las debidas garantías por un tribunal competente, independiente e imparcial
establecido por la ley en la sustanciación de cualquier acusación de carácter
penal formulada contra ella o por la determinación de sus derechos y
obligaciones de carácter civil”. Para los principales tratados sobre los Derechos
Humanos, el debido proceso es un requerimiento fundamental e ineludible al
momento en que el Estado decide perseguir y enjuiciar penalmente a cualquier
ciudadano.
La expresión debido proceso, tiene un amplio y claro significado. No sólo
expresa que el proceso esté ajustado a derecho (sujeción al principio de
legalidad), sino que además debe proyectar el ideal mismo de justicia y la
eficacia, para la solución de los conflictos jurídicos penales.
El término debido hace referencia a lo que debe ser el proceso según la
Constitución y las normas adjetivas, a fin de garantizar el respeto a la dignidad
del ser humano sometido a un proceso judicial. De conformidad con el criterio
generalizado, el debido proceso constituye una garantía general con rango
Constitucional, que a su vez recoge todas aquellas garantías específicas
consignadas en las legislaciones procesales y en los pactos internacionales
destinadas a asegurar un proceso justo y respetuoso de los derechos humanos.
El debido proceso es concebido como “un conjunto de derechos procesales
fundamentales, de garantías mínimas para que haya un juicio totalmente
imparcial y justo en sentido legal y no moral”.
El debido proceso al estar incluido en la Constitución de la República
Dominicana vigente, constituye importantes garantías constitucionales, que
también pueden ser entendidos como mecanismos que la Ley pone a
disposición de la persona para que pueda defender sus derechos, reclamar
cuando corren peligro de ser conculcados o indebidamente restringidos; y, por
19
último, obtener la reparación cuando son violados. Es así como en nuestra carta
magna se establece en el artículo 68, las garantías de los derechos
fundamentales, en este sentido la Constitución garantiza la efectividad de los
derechos fundamentales, a través de los mecanismos de tutela y protección, que
ofrecen a la persona la posibilidad de obtener la satisfacción de sus derechos,
frente a los sujetos obligados o deudores de los mismos.
Los derechos fundamentales vinculan a todos los poderes públicos, los
cuales deben garantizar su efectividad en los términos establecidos por la
presente Constitución y por la ley.
La Constitución garantiza la efectividad de los derechos fundamentales a
través de los mecanismos de tutela y protección que ofrecen a la persona la
posibilidad de obtener la satisfacción de sus derechos frente a los sujetos
obligados o deudores de los mismos.
Es por eso que en su artículo 69, la Carta Magna establece la tutela
judicial efectiva y debido proceso, estableciendo que toda persona, en el
ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, tiene derecho a obtener la tutela
judicial efectiva, con respeto del debido proceso que estará conformado por las
garantías mínimas que se establecen a continuación:
1) El derecho a una justicia accesible, oportuna y gratuita;
2) El derecho a ser oída, dentro de un plazo razonable y por una
jurisdicción competente, independiente e imparcial, establecida con
anterioridad por la ley; es decir, la facultad que tiene el justiciable de
ser escuchado por el órgano competente (autoridad judicial, fiscal,
policía).
20
3) El derecho a que se presuma su inocencia y a ser tratada como tal,
mientras no se haya declarado su culpabilidad por sentencia
irrevocable;
4) El derecho a un juicio público, oral y contradictorio, en plena igualdad y
con respeto al derecho de defensa;
5) Ninguna persona puede ser juzgada dos veces por una misma causa;
6) Nadie podrá ser obligado a declarar contra sí mismo;
7) Ninguna persona podrá ser juzgada sino conforme a leyes
preexistentes al acto que se le imputa, ante juez o tribunal competente
y con observancia de la plenitud de las formalidades propias de cada
juicio;
8) Es nula toda prueba obtenida en violación a la ley;
9) Toda sentencia puede ser recurrida de conformidad con la ley. El
tribunal superior no podrá agravar la sanción impuesta cuando sólo la
persona condenada recurra la sentencia;
10) Las normas del debido proceso se aplicarán a toda clase de
actuaciones judiciales y administrativas.
En todo Estado de Derecho como el nuestro, la aplicación de las normas
se deben hacer teniendo en cuenta dos cosas: en primer lugar el rango que
éstas tengan y de acuerdo a esto aplicarse y, en segundo lugar, que dichos
dispositivos se deben aplicar observando obligatoriamente la Constitución.
21
Previo a la entrada en vigencia de la Ley No.76-02, que establece el
Código Procesal Penal Dominicano, la Suprema Corte de Justicia, a través de la
Resolución No.1920-2003, que en procura de establecer medidas anticipadas a
la aplicación del Código Procesal Penal, consagró el "Debido Proceso de Ley"
de manera tal que por medio del carácter vinculante de los instrumentos
Internacionales que reconocen Derechos Fundamentales, se aplicarán de
manera directa en todos los Tribunales de la República.
El debido proceso debe entenderse como una manifestación del Estado
que busca proteger al individuo frente a las actuaciones de las autoridades
públicas, procurando en todo momento el respeto a las formas propias de cada
juicio. Así entonces, las situaciones de controversia que surjan de cualquier tipo
de proceso, requieren de una regulación jurídica previa que limite los poderes
del Estado y establezcan el respeto de los derechos y obligaciones de los
sujetos procesales, de manera que ninguna actuación de las autoridades
dependa de su propio arbitrio, sino que se encuentren sujetas a los
procedimientos señalados en la ley o los reglamentos.
El caso Dominicano reviste cierta complejidad con relación a la cantidad
de principios complementarios que conforman el debido proceso a la luz de la
Constitución de la República Dominicana, por lo que un proceso justo no es un
concepto contenido en un principio, sino en una serie de principios que la propia
constitución entrelaza con una finalidad eminente garantista.
Principio de legalidad: Este se refiere a que las personas no podrán ser
juzgadas sin observancia de los procedimientos que la ley establezca. Implica
que el proceso se desenvuelve desde el inicio al fin de forma ordenada fija, y
predeterminado por la ley procesal.
Según lo planteado anteriormente se deduce que todo acto procesal
deberá cumplir con los requisitos estructurales que determine la ley, esto es que
22
deberá ser compatible con el ordenamiento jurídico, en caso contrario será
irregular, y la categoría y característica de dicha irregularidad estará regulada
por la misma ley.
Derecho de Defensa: Este contiene:
A) Comunicación previa dentro de un plazo y método razonable la acción
del demandante o la acusación penal que pesa en contra de cualquier
particular.
B) Como contrapartida del derecho de petición del actor (Acción
Procesal) el demandado tiene la facultad de refutar las pretensiones y
de argumentar libremente lo que crea conveniente a sus pretensiones
y de argumentar libremente lo que crea conveniente a sus intereses
(derecho de defensa).
C) Ambas partes deben tener las mismas posibilidades en igualdad de
condiciones de probar los hechos que aleguen en su favor.
D) Principio de igualdad, que comporta igualdad de armas, definido como
la posibilidad razonable de exponer su causa en una situación no
desventajosa con respecto a la otra parte. Se debe aplicar en todos los
procesos y a todos los litigantes, incluyendo al Estado mismo. Exige
del mismo modo que las partes tengan las mismas posibilidades de
realizar sus pruebas.
Proceso contradictorio: El derecho a un proceso contradictorio establecido
implícitamente en la Constitución, es considerado por algunos autores como el
elemento fundamental del proceso justo e implica tomar conocimiento y discutir
las observaciones o piezas producidas por la otra parte. El litigante debe tener
facultad de discutir, consultar o criticar el expediente con el Juez, y ningún
asunto debe ser resuelto sin que las partes tengan cabal conocimiento de los
23
documentos que lo conforman. El procedimiento preparatorio no es público para
los terceros. Las actuaciones solo pueden ser examinadas por las partes,
directamente o por medio de sus representantes. Se encuentra como principio
orgánico de todos los procesos en varias disposiciones legales en nuestro país y
tiene su apreciación más directa en el derecho que tienen las partes de
comparecer a audiencia y de litigar su causa ante un Juez.
Motivación de las Sentencias: tiene su fundamento en que cuando un
Juez expresa las razones de su decisión, los litigantes tienen la oportunidad de
verificar que ha examinado sus pretensiones y medios alegados, permitiendo a
la parte interesada ejercer los recursos que considere pertinentes.
Ahora bien, este no es un derecho absoluto e irracional consagrado a los
actores del proceso, ya que el Juez solo debe responder los medios formulados
de manera clara y precisa, apoyados en medios de prueba y que no ostenten un
grado marcado de impertinencia. La motivación debe ser expresa, pero podría
ser implícita cuando se pueda desprender del contexto general de la misma, así
como sucede en los casos en que los Tribunales de Segundo grado hacen
suyas las motivaciones de la sentencia impugnada.
Derecho a un Proceso Público: Establecido expresamente en nuestra
constitución, en el artículo 69, inciso 4, así como en el artículo 8 del pacto de
San José de Costa Rica, el artículo 10 de la Declaración Universal de los
Derechos del Hombre, el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos
y la Convención Europea de los Derechos del Hombre.
Por la cantidad de instrumentos jurídicos que consagran este derecho
constituye otro de los elementos esenciales del debido proceso. Protege a los
justiciables de una Justicia secreta que escape al control del público, el cual
debe poder observar la impartición de la Justicia, creando así la confianza en las
24
cortes y tribunales para un mejor desenvolvimiento del Estado democrático y
transparencia del derecho.
Celeridad, y sus complementos del derecho a obtener una sentencia
sobre el fondo de la contestación en un plazo razonable, el concepto de
dilaciones indebidas y economía procesal.
Una Justicia Tardía es una Injusticia: dice la máxima. Persigue varios
aspectos:
1) La duración máxima de todo proceso es de tres años, contados a
partir del inicio de la investigación. Este plazo sólo se puede extender
por seis meses en caso de sentencia condenatoria, a los fines de
permitir la tramitación de los recursos. La fuga o rebeldía del imputado
interrumpe el plazo de duración del proceso, el cual se reinicia cuando
éste comparezca o sea arrestado. (Art. 148, CPP)
Art. 150.- Plazo para concluir la investigación. El ministerio público debe
concluir el procedimiento preparatorio y presentar el requerimiento respectivo o
disponer el archivo en un plazo máximo de tres meses si contra el imputado se
ha dictado prisión preventiva o arresto domiciliario, y de seis meses si ha sido
ordenada otra de las medidas de coerción previstas en el artículo 226. Estos
plazos se aplican aun cuando las medidas de coerción hayan sido revocadas.
Si no ha transcurrido el plazo máximo del procedimiento preparatorio y el
ministerio público justifica la necesidad de una prórroga para presentar la
acusación, puede solicitarla por única vez al juez, quien resuelve, después de
dar al imputado la oportunidad de manifestarse al respecto. La prórroga no
puede superar los dos meses, sin que ello signifique una ampliación del plazo
máximo de duración del proceso. (Art. 150, CPP)
25
2) Decisión de los asuntos en el más breve plazo posible, (moral Judicial)
3) Evitar gastos económicos y humanos innecesarios.
Derecho a no Declarar Contra sí Mismo: Podría pensarse inmediatamente
que dicho principio se refiere exclusivamente a la materia penal, pero si nos
detenemos en actitud reflexiva, nos percataremos que son aplicables
analógicamente a la materia civil, ya que un acusado en materia penal como un
demandado en lo civil tienen la prerrogativa de no perjudicarse por sus propias
declaraciones, así como contra ellos debe para lo penal probarse su
culpabilidad, y para lo civil, en principio corresponde al actor o demandante
establecer los hechos en que se funda su pretensión.
2.2 Definición de conceptos. Medidas de coerción
Las medidas de coerción y medidas cautelares penales, se pueden
definir como los actos procesales de coerción directa que recayendo sobre
personas y los bienes, se ordena posibilitar la efectividad de la sentencia que
ulteriormente haya de recaer.
De forma más detallada las medidas de coerción son aquellas que
pueden adoptarse motivadamente por el órgano jurisdiccional, u otra autoridad
competente en caso excepcionales, contra un presunto responsable de un
hecho delictivo al estimarse dos aspectos esenciales: por una parte, la
existencia de una imputación basada en la constatación objetiva de un hecho
típico y en la probabilidad razonable de quien sea su autor; y, otra en la
fundada posibilidad de ocultar acción personal o patrimonial del imputado en el
curso del procedimiento penal teniendo como finalidad única y legitima el
garantizar los efectos penales y civiles de una futura sentencia condenatoria.
26
Procedimiento Penal
Es aquel procedimiento que se inicia a partir de la comisión de una
infracción de la ley penal, con la investigación que puede derivar en la detención
del infractor, es el juicio que se realiza para afirmar su responsabilidad en el
hecho.
El Proceso Penal
Es el procedimiento de carácter jurídico que se lleva a cabo para que un
órgano estatal aplique una ley de tipo penal en un caso específico.
Debido Proceso
Se entiende como debido proceso aquel que encierra todas las garantías
necesarias para procesar justamente a una persona, éste se contempla en
nuestra Constitución, en donde se señalan las condiciones mínimas que debe
garantizárseles a aquellas personas que tengan en su contra una acusación
penal.
2.3 Idea a defender.
La aplicación de un medida cautelar o de coerción a un imputado,
señalado como presunto responsable de la comisión de una infracción garantiza
la finalización del proceso penal.
27
CAPÍTULO III MEDIDAS DE COERCIÓN EN EL ORDENAMIENTO
JURÍDICO DOMINICANO
3.1 Medidas de Coerción en el Código Procesal Penal
Las medidas de coerción se instituyen en el Código Procesal Penal
Dominicano atendiendo a la clasificación de medidas de coerción personales y
reales, estas medidas son cautelares porque tienden a impedir los peligros de
obstaculización del proceso y buscan asegurar el efectivo cumplimiento de la
posible condena. Si luego de evidenciada la culpabilidad del imputado en juicio,
éste pudiera sustraerse al cumplimiento de la sanción; la justicia se vería
ridiculizada y la sociedad perdería la confianza en el Sistema Judicial.
Según las doctrinarias dominicanas Agelan y Veras (2008) “la noción de
medidas cautelares, nacen en el ámbito del Derecho Procesal Civil, adoptado
por la doctrina italiana de principios de siglo XX, que luego fue adaptada al
proceso penal. Que la noción de medida de coerción, en cambio fue la adoptada
por Alemania, quien las denomina “medias coercitivas” o “medios de coerción
procesal”. (Derecho Procesal Penal en el Sistema Acusatorio Latinoamericano,
CARMJ, primera parte, 2008). Nuestro legislador optó al igual que el Código
Tipo para Iberoamérica, por la noción de medidas de coerción y las ha dividido
en personales y reales según el objeto de la cautela. Las medidas de coerción
tienen como propósito asegurar el conocimiento con la presencia del imputado/a,
así como para la ejecutabilidad de la decisión penal.
Este instituto jurídico de persecución tiene su base en la Constitución,
específicamente en el artículo 40, numerales 8 y 9; en los artículos 222, 226-
228,243 hasta el artículo 245, de la ley 76-02, que instituye el código procesal
penal dominicano; sumando también, las resoluciones No. 1731-2005, 1920-
2003, entre otras, que tienen que ver con la tramitación de documentos. La
finalidad de las medidas de coerción a la luz del Código Procesal Penal no es
28
otra que “asegurar la presencia del imputado en el procedimiento”, finalidad ésta
propiamente cautelar, que pudiera implicar formas de coerción rígidas sobre la
persona del imputado.
El fundamento de estas medidas que afectan la libertad personal se
encuentra en la propia constitución cuando esta indica: "Nadie podrá ser juzgado
sin haber sido oído o debidamente citado ni sin observancia de los
procedimientos que establezca la ley para asegurar un juicio imparcial y el
ejercicio del derecho de defensa. Las audiencias serán públicas, con las
excepciones que establezca la ley, en los casos en que la publicidad resulte
perjudicial al orden público o a las buenas costumbres". Se dispone además en
la constitución las acciones de amparo y del habeas hábeas como garantía de la
libertad e integridad de una persona. Aspecto que hay que señalar es que las
medidas deben ser establecidas por ley y tienen un carácter excepcional.
3.2 Clasificación de Las Medidas de Coerción
A) Personales. Recaen sobre la persona del imputado, afectando a su
libertad, limitándola o condicionándola, a fin de impedir que se evada de la
acción de la justicia. Las medidas de coerción personales afectan directamente a
la persona del imputado, ya sea coartándolo provisionalmente de su libertad o
limitándola. Entre las medidas de coerción personales establecidas por el
Código Procesal Penal se destacan las siguientes:
Citación: Es una medida ordenada por el Ministerio Público o el Juez,
según corresponda, en virtud de la cual el imputado es citado a comparecer por
ante dichas autoridades por ser necesaria su presencia para la realización de un
acto.
Arresto: Para la ejecución de esta medida es necesaria una orden
judicial. Para realizar un arresto la policía no necesita de orden judicial en los
casos siguientes:
29
a) Cuando la persona es sorprendida en el momento de cometer el
hecho punible o inmediatamente después, o mientras es perseguido, o
cuando tiene objetos o presenta rastros que hacen presumir
razonablemente que acaba de participar en una infracción.
b) Cuando se ha evadido de un establecimiento penal o centro de
detención.
c) Cuando tiene en su poder objetos, armas, instrumentos, evidencias o
papeles que hacen presumir, razonablemente, que es autor o cómplice
de una infracción, y que puede ocultarse, fugarse o ausentarse del
lugar.
En ningún caso se puede practicar el arresto cuando se trate de
infracciones de acción privada o de aquellas en las que no está prevista la
aplicación de una pena privativa de libertad.
Orden de arresto: A solicitud del Ministerio Público, el juez puede
ordenar el arresto de una persona cuando:
a) Su presencia es necesaria y existen elementos suficientes para
sostener, razonablemente, que ha cometido o es cómplice de una
infracción, que puede ocultarse, fugarse o ausentarse del lugar.
b) Después de ser citada a comparecer, no lo hace y es necesaria su
presencia durante la investigación o conocimiento de una infracción.
Prolongación del arresto: El arresto no puede prolongarse más allá del
agotamiento de la diligencia o actuación que lo motiva.
30
Además de las medidas de coerción precedentemente indicadas, a
solicitud del Minis- terio Público o del querellante, y en la forma y condiciones
establecidas por el Código Proce- sal Penal, el juez puede imponer al imputado
las siguientes medidas de coerción:
a) La presentación de una garantía económica suficiente.
b) La prohibición de salir sin autorización del país, de la localidad en la
cual reside o del ámbito territorial que fije el juez.
c) La obligación de someterse al cuidado o vigilancia de una persona o
institución determinada, que informa regularmente al juez.
d) La obligación de presentarse periódicamente ante el juez o ante la
autoridad que él designe.
e) El empleo de localizadores electrónicos, sin que pueda intervenir
violencia o lesión a la dignidad o integridad física del imputado.
f) El arresto domiciliario, en su propio domicilio o en custodia de otra
persona, sin vigilancia alguna o con la que el juez disponga.
g) La prisión preventiva.
La prisión preventiva, además de las circunstancias generales exigibles
para la imposición de las medidas de coerción, sólo es aplicable cuando no
pueda evitarse razonablemente la fuga del imputado mediante la imposición de
una o varias de aquellas que resulten menos graves para su persona.
31
No puede ordenarse prisión preventiva de una persona mayor de setenta
(70) años, si se estima que, en caso de condena, no le es imponible una pena
mayor a cinco años de privación de libertad.
Tampoco procede ordenarla en perjuicio de mujeres embarazadas, de
madres durante la lactancia o de personas afectadas por una enfermedad grave
y terminal. Por medio de la Resolución No. 58-2010, de fecha once (11) del mes
de febrero del año dos mil diez (2010), emitida por la Suprema Corte de Justicia
Dominicana, se establecen los criterios que los jueces deben tomar en
consideración para la imposición o variación de la medida de coerción de prisión
preventiva.
Reales: Las medidas de coerción reales tiene como función garantizar la
reparación de los daños y perjuicios provocados por el hecho punible y el pago
de las costas del procedimiento, las partes pueden formular al juez la solicitud de
embargo, inscripción de hipoteca judicial u otras medidas conservatorias
previstas por la ley civil. Para todo lo concerniente al desarrollo del trámite y
ejecución de estas medidas reales, resultan supletorias las disposiciones del
Código de Procedimiento Civil y legislaciones especiales, siempre y cuando
sean aplicables al caso.
El Ministerio Público puede solicitar estas medidas para garantizar el pago
de las multas imponibles o de las costas o cuando la acción civil le haya sido
delegada.
Entre ellas tenemos:
1) Embargos;
2) Inscripción hipotecaria;
3) Medidas conservatorias señaladas por la ley.
32
3.3 Solicitud de las Medidas Cautelares
El Código Procesal Penal faculta al querellante a solicitar dicha medida,
otorgándole un poder real y participativo a la víctima que se ha querellado o
constituido, no siendo beneficiara de esta facultad aquella persona que solo
denuncian el hecho, es decir, una persona que denuncia no puede pedir al
tribunal medidas cautelares.
El código reserva las medidas de coerción personales solo para aquellos
delitos de acción pública y de acción pública a instancia privada, y en cuanto a
los delitos de acción privada no se pueden ordenar la prisión preventiva, el
arresto domiciliario ni el empleo de localizadores electrónicos, lo que parece
indicar que si se pueden aplicar las demás según el art. 226.
3.4 Presupuesto y Tribunal Competente
Las medidas de coerción deben tener como elementos constitutivos
generales y circunstancias especiales los numerales que indica el Art. 227, en tal
caso los tribunales proceden aplicar estas medidas cuando existan elementos de
pruebas suficientes que sostengan que el imputado es autor o cómplice de una
violación, o cuando el acusado a través de la fuga se presume que se va a
sustraer al procedimiento judicial, y que la violación conlleve una pena de
privación de libertad, estos son los presupuesto generales que exige el código.
El código no especifica si se puede aplicar algunas de las medidas
coercitivas solo con el concurso de uno o dos de los numerales, en razón de que
el código habla de que deben concurrir todas las circunstancias. Hasta ahora la
jurisprudencia no ha dicho que no.
El tribunal competente para la aplicación de las medidas cautelares es el
de los jueces de la instrucción en virtud de que las medidas coercitivas son
medidas que normalmente se solicitan en la fase preparatoria, que es la fase
donde se prepara y se recogen las evidencias necesarias para acusar, aunque
33
los jueces de paz y la jurisdicción de atención permanente en ciertas
circunstancias especiales tienen facultad para conocer medidas de coerción.
3.5 Revisión de las Medidas de Coerción
Salvo lo dispuesto para la prisión preventiva, el juez, en cualquier estado
del procedimiento, a solicitud de parte o de oficio en beneficio del imputado,
revisa, sustituye, modifica o hace cesar las medidas de coerción por resolución
motivada, cuando así lo determine la variación de las condiciones que en su
momento las justificaron.
Para la solicitud de revisión están facultados el encartado, el querellante,
también el fiscal en virtud del principio de objetividad y el juez de oficio en
beneficio del procesado, no pudiendo el juez provocarla para agravar la
situación del imputado. La revisión de una medida cautelar tendrá como
presupuesto necesario el que las circunstancias que dieron origen a su
imposición hayan cambiado, porque de lo contrario no se podría modificar o ser
sustituida.
Las decisiones judiciales relativas a las medidas de coerción previstas por
el artículo 410 son apelables. La apelación no suspende la ejecución de la
resolución. Este recurso debe ser interpuesto dentro de los cinco días siguientes
a la notificación de la decisión.
Resulta preciso indicar que, contrario a lo que sucede en la apelación de
las sentencias, este plazo para apelar se computa en días corridos, es decir,
tanto los días hábiles como los días feriados.
3.6 Principios rectores de las medidas de Coerción
Se reconoce como principios o garantías para la imposición de las
medidas cautelares los siguientes:
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Principio de Personalidad. El Código Procesal Penal, establece este
principio en su artículo 17, el cual tiene una base constitucional, ya que según el
artículo 40, numeral 8, de la Constitución “Nadie puede ser sometido a medidas
de coerción sino por su propio hecho”.
Principio de Legalidad. El mismo establece que la medida que límite o
restringa algún derecho fundamental debe estar prevista en la ley. Exigencia de
rango constitucional, establecido en el artículo 40, numerales 8 y 9, además de
los tratados sobre derechos humanos.
Principio de Indispensabilidad. Este principio viene dado por la
permanencia de los presupuestos que fundamentaron la imposición de la
medida.
Principio de Instrumentalidad. Establece que las medidas de coerción
sirven como instrumento para asegurar la presencia del imputado/a, no tienen
por si una finalidad, es decir, no pueden ser consideradas como una sanción
anticipada.
Principio de Proporcionalidad. Este principio establece el equilibrio que
debe existir entre el derecho lesionado con la intervención estatal y objeto del
delito. En este sentido el Ministerio Público o la parte querellante no debe
solicitar una medida de coerción que no sea proporcional con la necesidad de la
cautela.
Principio de necesidad. Implica que la limitación a un derecho
fundamental se produzca en la medida estrictamente necesaria para
salvaguardia del superior interés común, de forma que no produzca un sacrificio
excesivo o innecesario de aquel, es decir, que no exista otra medida análoga
pero menos lesiva del derecho que se trate.
35
Principio de adecuación. Es también llamado de idoneidad, implica que la
medida sea adecuada al fin u objetivo que con la misma se pretende lograr.
Proporcionalidad en sentido estricto. Con el mismo se precisa que el
perjuicio vinculado a la medida, se encuentre en una relación razonable o
proporcionada con la finalidad del bien jurídico protegido.
La temporalidad. Este principio estable que la duración de la restricción de
derechos debe estar limitada por un tiempo establecido en la ley. En República
Dominicana, el plazo máximo de la prisión preventiva es de doce meses,
además el tiempo de duración máxima de la investigación está regulado por un
tiempo de tres o seis meses, dependiendo si la medida de coerción impuesta es
la prisión preventiva o alguna otra diferente a la misma.
La Variabilidad. Las medidas pueden ser revisadas en cualquier estado
de causa del proceso penal. Esto garantiza que sean acogidas por el tribunal o
juez.
Principio de Subsidiaridad. Este principio estable que la prisión preventiva
solo debe imponerse cuando no exista otra medida cautelar que sea suficiente
para asegurar la comparecencia del imputado. Este principio tiene un rango
constitucional, ya que señala en su artículo 40, numeral 9, que “Las medidas de
coerción, restrictivas de la libertad personal, tienen carácter excepcional y su
aplicación debe ser proporcional al peligro que tratan de resguardar.
36
CONCLUSIONES
De manera general se puede expresar que con el establecimiento de
medidas de coerción en el Sistema de justicia penal dominicano, el legislador
suministra a los actores del proceso, sobre todo al Ministerio Público y
querellantes, opciones que antes de la reforma procesal penal no tenían. Con la
Reforma penal, las medidas de coerción se han ampliado y se presentan otras
como sustituto de la prisión preventiva considerada esta, como la más grave de
todas las medidas cautelares.
Es lógico que quien debe iniciar su discurso a los fines de solicitud de
medida de coerción es la parte acusadora –Ministerio Público o parte
querellante, según el caso, luego tocará defenderse tanto técnica como
materialmente al imputado o imputada, teniendo este/a la oportunidad de
presentar evidencias que demuestren su arraigo y consecuentemente,
desvirtúen el peligro de fuga. En todo caso, los derechos del imputado deben ser
garantizados por el juez, específicamente el derecho de mantenerse en silencio,
a no auto incriminarse o rendir una declaración efectiva en su defensa, pues
tales prerrogativas rigen para las demás etapas del proceso penal. Para esto la
comunidad debe de convertirse en centinela del debido proceso, especialmente
en esta fase del proceso penal.
El Código Procesal penal le brinda otras opciones cautelares a todos los
actores del proceso penal diferente a la prisión preventiva a los fines de evitar el
abuso de dicha medida. De ahí que resulta de vital importancia que los
operadores jurídicos asuman el perfeccionamiento del sistema cautelar, las
cuales constituyen la esperanza de que la formulación de las medidas cautelares
y su concesión por los órganos jurisdiccionales, constituyen la garantía de
alcanzar una auténtica Justicia en el proceso penal.
37
Es necesario apuntar que cuando se dictan medidas, deben dictarse en el
marco de un prudente y detenido análisis del interés público comprometido. Los
cimientos de nuestro modelo penal se encuentran edificados sobre la plataforma
que suponen los principios fundamentales del proceso penal; estos son
responsables de la sostenibilidad de un sistema garantista de derechos. Este
nuevo modelo acusatorio ha fungido como mecanismo de protección al debido
respeto de las garantías fundamentales de la persona humana.
Se ha puesto en evidencia que, el debido proceso exige de la
Administración Judicial el acatamiento pleno de la Constitución y ley en el
ejercicio de sus funciones, sin desconocer los principios que regulan la actividad
penal.
A la fecha de hoy se encuentra sometido ante el Congreso Dominicano un
Anteproyecto de Reforma a la Ley No. 76-02, Código Procesal Penal
Dominicano. Nuestros legisladores se encuentran particularmente interesados
en el perfeccionar la referida normativa, especialmente en cuanto a su
adecuación con realidad a la sociedad dominicana y los distintos actores que
forman parte del sistema de justicia penal, con el objetivo de que la normativa se
mantenga respondiendo a las necesidades contemporáneas para la solución de
los conflictos penales.
38
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Costa Rica. Sala Constitucional, Voto número 3929 del dieciocho de julio
de mil novecientos noventa y cinco.
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre aprobada
en la Novena
40
Conferencia Internacional Americana, en Bogotá, en el año 1948.
Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Año 1948.
Gonzalo Pérez, Jesús. El Derecho a la Tutela Jurisdiccional. Madrid.
Civitas, 2001.
Morales, Evelyn. Las Medidas Cautelares Innominadas en el Proceso
Civil Venezolano. En:
http://servicio.bc.uc.edu.ve/derecho/revista/4-2008/ art23. pdf.
Maques Battaglia, Natalia. Las medidas cautelares contra la
administración pública. En:
www.gordillo.com/pdf_unamirada/02sac.pdf
Marin Chincilla, (2012), Las Medidas Cautelares en el Proceso
Contencioso Administrativo en España. En: Memorias del Congreso
Internacional de Derecho Administrativo „Dr. Raymundo Amaro Guzmán‟
Marín González, (2012). Las medidas cautelares en el ordenamiento
jurídico chileno: su tratamiento en algunas leyes especiales. Revista de Estudios
de la Justicia – Nº 8 – Año 2006.
Monografía: Libertad del imputado y las Medidas de Coerción en el
Proceso Penal. Autor: Carlos A. Chiara Díaz.
Resolución núm. 58-2010, sobre criterios que los jueces deben tomar en
consideración para la imposición o variación de la medida de coerción prisión
preventiva.
41
Recopilación de la Escuela Nacional de la Judicatura Pág.184 hasta 185
Párrafo: 2 y 4
Las Medidas de Coerción III, especial referencia del Proceso Penal de la
República
Dominicana. Autor: MAX ANTONIO ESCALANTE QUIROS.
Legislaciones
República Dominicana. Código Penal de la República Dominicana.
República Dominicana. (2008). Código Procesal Penal Dominicano. Santo
Domingo: Taller. República Dominicana. (2010). Constitución de La República
Dominicana. Santo Domingo: Taller
ANEXOS
ESCUELA DE GRADUADOS
MAESTRIA EN DERECHO PENAL Y PROCESAL PENAL
PREGUNTAS A LOS FISCALES LITIGANTES
Estimados Colegas, tengo a bien solicitar su colaboración, contestando las
siguientes preguntas que tienen por objetivo, recolectar información acerca de la
EFECTIVIDAD DE LA APLICACIÓN DE MEDIDAS CAUTELARES O DE
COERCIÓN EN EL PROCESO PENAL EN LA REPÚBLICA DOMINICANA.
Agradeciendo de antemano su valiosa cooperación.
Pregunta realizada: ¿Garantizan las medidas de coerción la terminación del
proceso penal?
Si o No. . Justifique su respuesta:
REPUESTAS DE LOS FISCALES Newton Celado.
No necesariamente garantizan la terminación del proceso, hay muchos filtros
que impiden que la medida de coerción surta sus efectos, ya que va depender
de la voluntad de los actores y el hecho punible a imponer, solo tiene efecto en
los casos que son de orden público.
Nancy Abreu Mejía. SI
Sí, porque las medidas cautelares fueron creadas para garantizar la presencia
del imputado en el proceso penal, al tutelar los derechos de los imputados se
garantizan su presencia en el proceso, y por lo tanto podrá darle término al
proceso.
Elpidio Collado. No__
Por las razones de que en ocasiones cuando el procurador fiscal, solicita la
medida correspondiente el plazo de las 48 horas ha sido violado.
La consecuencia de eso es una libertad “Pura y Simple” sin imponer algunas
medidas; en este caso obliga al Ministerio Público a seguir instruyendo el caso e
investigando para su conclusión y presentación de acusación, en caso que
exista elementos de prueba que comprometan su responsabilidad penal.
Bernardo de Jesús Rodríguez No
Si partimos de que la citación es una medida de coerción personal, entonces
tendremos que decir que no termina el proceso penal, porque cada vez que te
requieran ahí está presente la coerción, ahora bien si partimos de la fase de la
investigación entonces tendríamos que concluir diciendo que sí, porque tanto la
fase de la investigación se termina una parte o la primera fase del proceso.
Miriam Cordones. Si
Hay factores que inciden que podrían variar mi respuesta afirmativa, como el
hecho de los casos sobreseídos hasta tanto estén dadas las condiciones para
culminar el proceso penal. Ej. Caso sobreseído hasta tanto el justiciable este en
rebeldía, no hay límite de tiempo de ese estado de rebeldía, por lo que el caso
caería en un cambio jurídico.
La medida tienen un único fin garantizar la presencia de los justiciables a los
actos del proceso, no es garantizar la culminación del mismo. Las medidas es un
reloj para advertir toda las partes el tiempo que tienen para llegar a un término o
acto.
Demetrio Ramírez.
El sistema del nuevo proceso penal establece varias Medidas que el Juez puede
imponer a un imputado para garantizar su presencia en todos los actos del
proceso. Pero creemos que la medida establecida en artículo 267-7, consistente
en prisión preventiva es lo única que garantiza.
Para saber o responder esto con más efectividad había que componer la
cantidad de justiciables declarado en rebeldía.
Ruth Ester Soto
Inmediatamente se solicita una medida de coerción en contra de un imputado los
plazos comienza a correr para presentar acusación, ya sea que el imputado
guarda prisión o quede en libertad, por lo que es una garantía para ambas
partes en el proceso. Debiendo el ministerio publico presentar acusación dentro
del plazo. Así mismo el hecho de que un imputado se le imponen medidas de
coerción este tiene la obligación de presentarse con el temor de que si no lo
hace se le puede variar la misma.
Conclusión: La medida de coerción garantiza que el proceso termina ya que los
plazos comienzan a corree a partir del momento en que es impuesta.
Awilda Balbuena Si_ .
No justifico su respuesta.
Ovidio Cárdenas. No .
Actualmente existen que los muchos casos pendientes con Medida de Coerción
de los ordinales del 1 al 6 que los procesos no han culminado, y que están en
rebeldía, e incluso ya ha sobrepasado el plazo de duración del plazo.
En cuanto a la Medida de Coerción del 226-7, que es la que más garantiza la
culminación del proceso.
TRIBUNAL
Años JUZGADO DE LA
INSTRUCCIÓN
TRIBUNAL DE FONDO
UNIPERSONAL
TRIBUNAL DE FONDO COLEGIADO
2010 994 98 298
2011 872 64 277
2012 725 80 256
TOTAL 2,591 242 831
* Las cifras contenidas en este cuadro/reporte, son de carácter preliminar sujetas a verificación y/o rectificación
Cantidad de Imputados Declarados e3n Rebeldía, segunTribunal, Distrito Judicial de Santo Domingo, Años 2010 al 2012.
Jurisdicción Penal: Primera Instancia
REPUBLICA DOMINICANA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA
Resolución núm. 58-2010, sobre criterios que los jueces deben tomar en
consideración para la imposición o variación de la medida de coerción prisión
preventiva.
Dios, Patria y Libertad
República Dominicana
En nombre de la República, la Suprema Corte de Justicia, dicta en Cámara de
Consejo la siguiente resolución:
Visto la Constitución de la República;
Visto la Convención Americana de los Derechos Humanos, del 10 de diciembre
de 1948;
Visto el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, del 16 de diciembre
de 1966, debidamente aprobado por el Congreso Nacional mediante Resolución
núm. 684, de fecha 27 de octubre de 1977 y publicado en la Gaceta Oficial núm.
9451, del 12 de noviembre de 1977;
Visto el Código Procesal Penal, instituido por la Ley Núm. 76-02;
Atendido, que el artículo 226 del Código Procesal Penal, con la finalidad de ser
aplicadas en la fase preparatoria de los procesos para que rijan durante el
tiempo de investigación de las infracciones, establece las siguientes medidas de
coerción:
1- La presentación de una garantía económica suficiente;
2- La prohibición de salir sin autorización del país, de la localidad en la cual
reside o del ámbito territorial que fije el juez;
3- La obligación de someterse al cuidado o vigilancia de una persona o
institución determinada, que informa regularmente al juez;
4- La obligación de presentarse periódicamente ante el juez o ante la
autoridad que él designe;
5- El empleo de Localizadores electrónicos, sin que pueda mediar violencia
o lesión a la dignidad o integridad física del imputado;
6- El arresto domiciliario, en su propio domicilio o en custodia de otra
persona, sin vigilancia alguna o con la que el juez disponga;
7- La prisión preventiva.
Atendido, que el artículo 227 del referido código dispone que procede aplicar
medidas de coerción cuando concurren las siguientes circunstancias:
1- Existen elementos de prueba suficientes para sostener, razonablemente,
que el imputado es, con probabilidad, autor o cómplice de una infracción;
2- Existe peligro de fuga basado en una presunción razonable, por
apreciación de las circunstancias del caso particular, acerca de que el
imputado podría no someterse al procedimiento;
3- La infracción que se le atribuya esté reprimida con pena privativa de
libertad.
Atendido, que el juez que ordenase una o varias de las medidas de coerción
establecidas en el Código Procesal Penal debe hacerlo siempre de manera
sopesada, adecuada, racional y cautelosa, toda vez que este mecanismo de
control debe garantizar de manera rigurosa, tanto la presentación del imputado o
de los imputados a todos los actos de procedimiento así como la efectiva
protección a la sociedad en general y a las víctimas de los crímenes y delitos en
particular;
Atendido, que de la combinación de los artículos 227 y 229 del mencionado
Código se deriva que la prisión preventiva, como medida de coerción, procede
cuando concurran las circunstancias expresadas en el referido artículo 227,
siendo necesario que el juez evalúe el peligro de fuga tomando en consideración
varios elementos como son: el arraigo del imputado probarse mediante
documentos; asimismo, facilidad del imputado para ocultarse o abandonar el
país y si ha ofrecido falsa información sobre su residencia; así como también el
grado de peligrosidad del hecho, reflejado en la escala de severidad de la pena
imponible al imputado en caso de ser condenado; la importancia o magnitud del
daño personal o social que deba ser resarcido y el comportamiento del reo
durante el procedimiento o con anterioridad al mismo;
Atendido, que en adición a los elementos anteriormente citados que sirven de
base para evaluar el peligro de fuga, los jueces deben tener en consideración el
hecho comprobado de que el imputado forma parte de manera asociada de un
grupo criminal, o si en caso de recibir su libertad se pondría en juego la
seguridad de la sociedad o la posible obstrucción a la investigación judicial, o si
existe la presunción de que el imputado se reintegre, una vez puesto en libertad,
a la organización delictiva a la cual se sospecha pertenece y utilice los medios
que ella le brinde para entorpecer la investigación o facilitar la fuga de otros
imputados, o que destruirá, modificará, ocultará o falsificará elementos de
prueba, o el hecho fundado de que el imputado podría atentar o ejecutar actos
de represalia en contra del acusador o denunciante;
Atendido, que las situaciones anteriores conceden un cuadro de aspectos que
deben constatarse de manera conjunta y armónica, y por ende no sólo debe
tomarse en cuenta uno de estos aspectos de manera aislada o independiente;
Atendido, que en cuanto al artículo 238 del Código Procesal Penal, el cual
dispone: “Salvo lo dispuesto especialmente para la prisión preventiva, el juez, en
cualquier estado del procedimiento, a solicitud de parte, o de oficio en beneficio
del imputado, revisa, sustituye, modifica o hace cesar las medidas de coerción
por resolución motivada, cuando así lo determine la variación de las condiciones
que en su momento las justificaron”, debe entenderse que el espíritu del mismo
es que en todo estado del procedimiento existe la posibilidad de variar las
medidas de coerción impuestas, pero esto es a condición de que surja, real y
concretamente, una variación de las condiciones y/o circunstancias que
originalmente se tomaron en cuenta al momento de dictarse la medida;
Por tales motivos,
RESUELVE:
Primero: Declara que el juez o corte que en virtud de las atribuciones que le
confiere la ley, imponga medida de coerción, debe evaluar de manera conjunta y
armónica los elementos y circunstancias que establecen los artículos 227 y 229
del Código Procesal Penal, así como las otras condiciones establecidas en la
presente resolución;
Segundo: Declara que el juez o la corte que revise la medida de coerción prisión
preventiva, para variarla está en el deber ineludible de motivar su decisión, lo
cual significa que queda obligado a explicar ampliamente en su resolución en
qué consiste la variación de las condiciones que en su momento justificaron la
prisión preventiva; asimismo debe exponer cuáles documentos o circunstancias
se presentan por primera vez el día de la variación de la medida de coerción que
no existían cuando se ordenó la prisión preventiva;
Tercero: Declara que el concepto variación de presupuesto debe entenderse
como la desaparición de la causa o el motivo que sirvió de fundamento para la
imposición de la prisión preventiva que se dictó originalmente;
Cuarto: Ordena que la presente resolución sea comunicada al Procurador
General de la República, a los jueces penales y publicada en el Boletín Judicial.
Así ha sido hecho y juzgado por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia, en
Cámara de Consejo, en la ciudad de Santo Domingo de Guzmán, Distrito
Nacional, Capital de la República, el once (11) de febrero del año dos mil diez
(2010), años 166° de la Independencia y 146° de la Restauración.
Jorge A. Subero Isa
Rafael Luciano Pichardo Eglys Margarita Esmurdoc
Hugo Álvarez Valencia Margarita A. Tavares Enilda Reyes Pérez Dulce Ma.
Rodríguez de Goris Julio Aníbal Suárez Víctor José Castellanos Estrella
Ana Rosa Bergés Dreyfous Edgar Hernández Mejía Pedro Romero
Confesor José E. Hernández Machado