Especial San Valentín 2016

45

description

Las mejores propuestas para este San Valentín en nuestro número especial.

Transcript of Especial San Valentín 2016

Dirección Beatriz Ibán Diezhandino

Webmaster Julián Ibán Pérez

Redactores Mariona Rivas Vives (Oriental y Eventos Zona Barcelona), María José Díaz-Maroto (Cine), Laura Espasandín (Música), Beatriz Ibán Diezhandino (Ciencia, Literatura, Viajes), Lydia Alfaro (Terror y Fantasía, Deportes), María Jesús Diezhandino (Parapsicología, Recetas de cocina, Hogar y Belleza), Aitziber López (Actualidad).

Fotografía Elisabet de Loreto, Aurora Franquet, Beatriz Ibán Diezhandino, Juan Pablo Pérez-Padial, Alex Vázquez, Jero Romero.

Colaboradores habituales Fernando López Guisado, José Luis Morante, Adolfo Caparrós Gómez de Mercado, Dolores Leis Parra, Jero Romero, Juan Pablo Pérez-Padial, Antonio Garrido, Begoña Rodríguez, Fernando Morote, Verónica Ortego, Paco Garrido, Pol Llongueras, Nacho Lapuente, Carlos G. Gurpegui, Iván Heral, José Antonio García Santos, Ricard Millàs, Alejandro García Bolaños. Colaboradores del Especial San Valentín Federica Dionigi, Isabel Simal López e Idoia Saralegui San Sebastián. Contacto Pandora Magazine Apartado de correos 4015 León, 24010 (España) Teléfono: 676706126 www.pandora-magazine.com [email protected]

ISSN: 2254-2663

3

INDICE

Editorial………………………………………………………………………........................ 4

Cine

Seis propuestas para ver en pantalla grande este fin de semana…………………………….… 5

Cómo ser soltera en San Valentín……………………………………………………….……. 9

Matrimonio de conveniencia, de Peter Weir………………………………………………….. 13

Literatura

Dónde encontrar libros de romántica…………………………………………………….……. 15

Oriental

Propuestas de lecturas orientales ¡románticas! ............................................................................. 21

San Valentín y White Day, las dos fechas más románticas de Japón…………………………… 25

Relatos

Miedo al amor, deseo de una familia, de Federica Dionigi…………………………………….. 29 Nunca dejes de hacerme feliz, de Isabel Simal López………………………………………….. 35

Fantasías absurdas, de Idoia Saralegui San Sebastián…………………………………………. 41

4

¿Celebrar San Valentín? Siempre

o todo el mundo tiene pareja en San Valentín. Parece que necesitamos tenerla para poder sentirnos felices ese día pero estamos muy equivocados. En muchos lugares del mundo se celebra San

Valentín para festejar también la amistad y los amigos se hacen regalos por ello. ¿Por qué no hablar de amor en el amplio sentido de la palabra? ¿Por qué sólo ceñirnos al de la pareja?

Todos los solteros deberían celebrar también San Valentín con sus amigos. Y, ¿por qué no? Deberían celebrar también el Día del Soltero, un día antes de San Valentín. ¿Cuál es el motivo por el que la gente quiere dejar de celebrar cosas? ¿No está de moda? No hace falta gastar dinero para vivir el amor ese día. Puedes cogerte un buen libro, ver una película, preparar una cena en casa, declararte a esa persona que te tiene sin dormir desde hace tiempo. ¿Por qué no hacer una locura ese día? ¿Por qué no dejarse arrastrar por el romanticismo y vivir un día lleno de amor?

Nosotros en Pandora Magazine te proponemos hacerlo, sea cual sea tu estado civil. Un poco de cine, algún libro interesante, un relato de amor para dejarte sin aliento. Todo vale en un día como San Valentín.

Dejemos que el amor nos impregne por completo y sigamos disfrutando de un día como hoy. Echad un vistazo a las propuestas que desde Pandora Magazine os hacemos y ¡que viva el amor!

N

5

Seis propuestas para ver en pantalla grande este fin de semana de San Valentín

an Valentín es una de esas fechas a celebrar en pareja, y no siempre apetece ir a cenar o montar una noche/día detallado, ya que no están las cosas para gastar como si no hubiera un mañana, además San Valentín puede ser cualquier día si te

lo propones. Sin embargo, el detalle es el detalle y no está mal sacar a tu pareja para hacer algo juntos y ¿qué mejor que una película?

Aquí os propondré seis películas para ver este fin de semana, no todas son románticas, a veces lo mejor es la compañía y disfrutar.

“Zootrópolis” de Byron Howard, Rich Moore & Jared Bush

Película de animación de la factoría Disney, con un guión elaborado e ingenioso, donde la optimista Judy Hopps (voz original de Ginnifer Goodwin), al poner un pie en esta ciudad única, descubre que ser una conejita en un cuerpo de policía lleno de temibles animales no es nada fácil. Decidida a demostrar su valía, se lanza a resolver un caso, aunque ello implique trabajar con Nick Wilde, un zorro charlatán.

S

6

“Carol” de Todd Haynes

Drama de época ambientado en Nueva York, años 50. Una joven veinteañera, Therese (Rooney Mara), trabaja en una tienda y aspira a una vida plena, aunque acaba de empezar a vivir, cuando conoce a Carol (Cate Blanchett), una seductora mujer atrapada en un matrimonio adinerado, pero sin amor. A medida que la historia se desarrolla, ambas se complementan y despiertan cualidades en la otra, sin embargo la vida de Carol

se irá desmoronando y tendrá que tomar medidas y prioridades.

“El Renacido” de Alejandro G. Iñárritu

Una de las favoritas al Oscar protagonizada por Leonardo DiCaprio, ambientada en las profundidades de la América salvaje, en 1823 el explorador Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) participa junto a su hijo mestizo Hawk en una expedición de tramperos que recolecta pieles. Glass resulta gravemente herido y es abandonado a su suerte por un traicionero miembro de su equipo, John Fitzgerald (Tom Hardy). Con la fuerza de voluntad como su única arma, Glass deberá enfrentarse a un territorio hostil, a un invierno brutal y a la guerra constante entre las tribus de nativos americanos, en una búsqueda implacable para conseguir vengarse.

7

“Spotlight” de Thomas McCarthy

Basada en hechos reales, nos cuenta como en 2002 un equipo de reporteros de investigación del Boston Globe, destapó los escándalos de pederastia cometidos durante décadas por curas de Massachussets. La publicación de estos hechos, que la archidiócesis de Boston intentó ocultar, sacudió a la Iglesia Católica como institución. Un elenco brutal encabezado por Mark Ruffalo, Michael Keaton, Rachel McAdams o Liev Schreiber entre otros.

“Embarazados” de Juana Macías

Comedia romántica-simpática nacional, donde una pareja trata de concebir un bebé pese a algunos inconvenientes: él tiene un esperma pobre, vago y anormal, y ella se encuentra en etapa pre-menopáusica a pesar de tener sólo 37 años. A partir de aquí los gags y momentos entre Paco León y Alexandra Jiménez se sucederán para sacarnos la sonrisa.

8

“La chica danesa” de Tom Hooper

Drama basado en hechos reales, nos cuenta la vida de los artistas daneses Einar (Eddie Redmayne) y Gerda Wegener (Alicia Vikander) y el giro que dio cuando Einar sustituyó a la modelo femenina que su mujer tenía que pintar. Cuando los retratos resultan ser un éxito, ella anima a su marido a adoptar una apariencia femenina. Lo que comenzó como un juego llevó a Einar a replantearse su interior y a sucumbir en una metamorfosis inesperada.

Espero que disfrutéis con alguna, también tenéis la opción de ir a ver “Zoolander No.2” con Ben Stiller, Owen Wilson y Penélope Cruz, “Mejor… solteras” con Dakota Johnson y Rebel Wilson, el drama deportivo de Will Smith: “La verdad duele” o el drama familiar iraní “Nahid”, hay cartelera para todos los gustos.

María José Díaz-Maroto

9

Cómo ser soltera en San Valentín La nueva y divertidísima película de Dakota Johnson, ya en los cines españoles

Hay una forma correcta de ser soltero o soltera, una forma equivocada… y otra al estilo de Alice, Robin, Lucy, Meg, Tom y David. La ciudad de Nueva York está llena de corazones solitarios buscando a su media naranja, ya sea para compartir su amor, para ligar o para algo entre medias de las dos cosas. Y en algún lugar, entre las conversaciones sugerentes y los ligues de una noche, lo que estos solteros y solteras tienen en común es la necesidad de saber cómo ser solteros en un mundo lleno de definiciones del amor en continua evolución. Dormir por ahí en la ciudad que nunca duerme nunca fue tan divertido. (Filmaffinity)

Título original: How to Be Single

Año: 2016

Duración: 110 min.

País: Estados Unidos

Director: Christian Ditter

Guión: Abby Kohn, Marc Silverstein (Novela: Liz Tuccillo)

Música: Fil Eisler

Fotografía: Christian Rein

Reparto: Dakota Johnson, Rebel Wilson, Alison Brie, Leslie Mann, Damon Wayans Jr., Nicholas Braun, Jason Mantzoukas, Tuesday Knight, Wellington Barrientos, Charlotte Kirk, Marko Caka, Carla Quevedo, Derek Brantley, Judith Lightfoot Clarke, Stefanie Bloom.

Productora: WB / MGM / New Line Cinema / Flower Films

10

o es fácil ser soltera. Algunos dirán que es lo más divertido del mundo, que eres libre para hacer lo que quieras —como si teniendo pareja perdieras tu libertad, pero

ése es otro asunto…—, que las mejores fiestas que recuerdan es en la época en las que estaban solteros. Pero parece que todos olvidan qué es ser realmente soltero cuando hace tiempo que esa época ha pasado.

Dakota Johnson, Rebel Wilson, Alison Brie y Leslie Mann intentarán en esta película hacernos recordar los tiempos en los que éramos solteros o hacer que nos sintamos identificadas e

identificados con esos momentos en nuestras vidas en los que a falta de pareja, tenemos fiesta. ¿Cómo se conoce gente nueva? ¿Cómo hay que actuar a la mañana siguiente? ¿Qué se siente al estar soltera después de haber estado en una larga relación? ¿Qué pasa si sigues soltera y quieres ser madre? Estas cuatro amigas nos hacen reír hasta la carcajada en una película más que perfecta para este San Valentín, tanto si eres soltera y quieres ir con tus amigas a pasar un buen rato como si tienes pareja y te apetece ver lo que dejaste atrás. ¡Para bien y para mal!

Mordacidad, diversión, locura, amor, desamor, amistad, ganas de disfrutar de la vida, suceda lo que suceda. Escenas que te harán amar la vida de soltero o volver a recordarla con cariño. Estas cuatro amigas van a enamorarte si no las conocías antes de esta película. Y quién sabe si hacerte abrir los ojos sobre cosas que no te imaginas.

Dakota Johnson y sus padres Don Johnson y Melanie Griffith en la première de “How to be single” en Nueva York el pasado 3 de Febrero (credits to the owner)

N“Creo que esta película es inspiradora en ese sentido, creo que es del tipo que te potencia a ser, vivir y sentir que está bien estar solo y hacer lo que uno quiera, viajar y si tienes sueños e ideas, llevarlos a la práctica sin la presión de opiniones de otra persona sobre ti”

(Dakota Johnson sobre “How to be single”)

11

Pero dejemos hablar a la gente sobre por qué deberíais ver la película…

Fue increíble, ¡todo el cine riéndose a carcajadas! Dakota Johnson es muy dulce e ingenua pero Rebel Wilson la arrastra a cada fiesta que hay en la ciudad. En resumen, ¡ideal para las solteras!

Nancy, Argentina

¡Muy muy muy divertida! Cuatro chicas diferentes, cuatro historias distintas y cuatro formas de vivir la soltería. La vería una, dos, tres… ¡todas las veces que pudiera!

Mayra, Perú

Me gustaría ver la película porque, aparte de parecer divertida, me llama la atención cómo se lleva ser soltera hoy en día, dada la influencia de las redes sociales y de éstas en la interacción entre posibles parejas.

Fauz, Colombia

Porque es Dakota, porque es divertida. Porque es genial ser soltera y disfrutar de la vida.

@fiftyshadesEn

Porque Dakota está maravillosa en esta película, igual que Rebel. Es divertida y hace que aprecies mucho más tu libertad.

@la_petite_miette

Tiene el mensaje de que no necesitas a un hombre para definirte. Puedes usar ese tiempo (de soltería) para llegar a conocerte mejor, evolucionar, mejorar, ser valiente, fuerte e independiente. Y mientras tanto, seguir divirtiéndote.

@miricamilica

12

Dakota Johnson, Rebel Wilson, Alison Brie y Leslie Mann en la première de “How to be single” en Londres el pasado 9 de Febrero. (credits to the owner)

Una película en la que Dakota Johnson está como protagonista es sinónimo de éxito y

diversión, sea del género que sea. Personalmente debo reconocer que me tiene completa

y absolutamente a sus pies, como a los pies de todo aquel que la conoce aunque no sea

en persona. Con un simple vídeo, Dakota es capaz de ganarte el corazón. Gran actriz,

gran persona, que derrocha dulzura, sinceridad y una frescura que se agradece en

Hollywood.

Que no te quepa duda. Si vas a ver “How to be single”, tu día de San Valentín será

memorable.

Beatriz Ibán Diezhandino

13

Matrimonio de conveniencia, de Peter Weir

Una versión actual de La bella y la bestia

Clasificación: Cine / Comedia Romántica

n este especial de San Valentín he querido recordar que el amor puede llegar donde menos lo

espera uno o una, en un matrimonio por conveniencia, en una parada de bus un día tras otro, en una cafetería… Lo dicho, en un sitio o en una situación en la que no esperamos el flechazo. Es más, con una persona a la que no habríamos mirado, pero que por su trato, su originalidad, su buen hacer… consigue lo que otros más guapos, altos, atléticos no habrían logrado. Es el caso de dos grandes películas de Gerard Depardié, “Cyrano”, que todos conocerán y “Matrimonio de conveniencia”, de la versa esta crítica.

Hubo un tiempo, la película se estrenó en 1991, en el que el tema este de los refugiados no se hacía tan a las bravas. La gente ponía anuncios para matrimonio de conveniencia que es lo mismo que Green Card –la película se vio aquí bajo esa traducción, Matrimonio de conveniencia- Se casaba uno o una cobrando un dinerito, se divorciaba en un tiempo prudencial y ya tenía sus papeles.

Así empieza la película. Sin embargo, la situación fue a tal extremo que las autoridades empezaron a tomar cartas en el asunto y a investigar matrimonios sospechosos. Como el que protagoniza la película. Por un lado, Gérard Depardieu de origen francés pero nacido en África tiene problemas para regularizar su vida bohemia, sus tardes de música, café y cocina francesa en Estados Unidos; por otro, Andie Mac Dowell. Trabaja en un puesto de estos surgidos al amparo de las instituciones internacionales y tiene una conciencia y un conocimiento profundo de las necesidades, los problemas y las cuestiones que afectan a la nueva situación.

Cuando surge la oportunidad de alquilar la casa de sus sueños, un ático con invernadero en la comunidad de vecinos ideal, resulta que un requisito indispensable es estar casada,

E

14

con lo cual, tiene que hacerlo por la vía rápida. Solución, salvar a una buena persona de ser expulsada del país.

De haber visto la película, entenderán por qué digo que es una versión de La bella y la bestia ya que hacen una de esas parejas que no pegan ni con cola. Ella mucho más joven, ágil, atlética, preocupada por la salud, la comida sana… ¡acusada de comer alpiste por su marido! De él ya hemos hablado, un gigante a su lado, con sobrepeso imposible de calcular, es una de las gracias de la película, saber lo que pesa el bueno de Georges Faure, cocina todo con abundante mantequilla, un bohemio, sin un puesto claro de trabajo y con la oportunidad de conseguirlo, siempre de aquí para allá con sus amigotes. Evidentemente, era una pareja para ser investigada. Surge el examen y la necesidad de conocerse a fondo. Aficiones, edad, estatura, peso… Sí, al final algo se sabe.

Sin embargo, de esa convivencia surge algo más que un matrimonio de conveniencia, surge el amor real de alguien que se rinde a un ángel que le ha abierto las puertas del cielo. Ella se enamora de un hombre libre, sin complejos, sin boberías ni prejuicios. Como dicen en el mercado inmobiliario, mejor ver que la disfruten aunque no sea cine de estreno. Vale la pena.

Adolfo Caparrós Gómez de Mercado

15

Dónde encontrar libros de romántica

s fácil que durante estos días tengamos el romántico subido. Puede que estemos buscando lecturas de ese género, en cualquiera de los subgéneros que tiene, para pasar unas horas soñando e incluso inspirándose para la vida real, quién sabe.

Pero, ¿sabemos dónde buscar esas historias que nos atrapan y nos hace soñar despiertos? ¿Dónde podríamos encontrar nuevas lecturas de romántica entre las editoriales españolas?

E

16

Versátil

Comenzamos con una editorial que comenzó a publicar en el 2009 y ya lleva varios premios DAMA en su haber. Portadas preciosas, interiores de calidad, un elenco de escritores que todos podemos conocer: Olivia Ardey, Megan Maxwell, Olga Salar, Regina Román…

Os dejamos algunas de las novedades de romántica que tienen. ¿Por cuál os decidís en este San Valentín?

17

Libros de Seda

Una editorial con un fondo de ya casi cincuenta libros de romántica y juvenil, con autoras que no habían sido traducidas en España. Gran cuidado tanto en las historias como en sus traducciones y su edición. Hope Tarr, Joanna Wylde, Sally MacKenzie…

Autoras que van a hacerte vibrar y de las que podrás encontrar todos sus libros y sagas en esta editorial. ¿Queréis ver las novedades que podréis encontrar en su web? Tomad nota…

18

Titania

No creo que haya duda de qué editorial estamos hablando. Se trata de uno de los sellos de la muy conocida Urano, en donde podemos encontrar libros

románticos, eróticos, época… con autoras de sobra conocidas: Alice Kellen, Jo Beverly, Elisabeth Boyle, Sylvia Day, Carol Higgins Clark, CL Parker y Lisa Reene Jones entre otras. Seguro que en nuestra revista ya has leído en alguna ocasión alguno de los libros que publica esta editorial, y es que no nos cansaremos de hacerlo.

¡Echad un vistazo a lo que tienen nuevo para ofrecernos!

19

Planeta

Innegable la labor que la editorial Planeta en sellos tales como Esencia, Click o Zafiro, hace por la novela romántica y erótica en España. Una gran editorial tiene grandes medios para apostar no solamente por reconocidas autoras sino por introducir en el mercado nuevas caras con gran talento que seguramente de otra forma se perdieran entre los millones de ellas que plagan páginas de autoedición como Amazon entre otras.

Podéis ver sus novedades en la web de cada sello editorial para elegir entre Noe Casado, Sylvia Day, Connie Jet, Isabel Keats o Megan Maxwell, autoras a las que estos sellos las publican sus libros.

20

Random House Mondadori

Otra de las grandes editoriales con un elenco de sellos que nada tiene que envidiar a Planeta. Grijalbo o Suma son dos de las que suelen publicar la temática concreta de este especial, aunque en Plaza y Janés también hay donde elegir.

Jojo Moyes, Elisabet Benavent, E.L. James… ¿Te suenan esos nombres? Por supuesto. Todos ellos y muchos más podrás encontrarlos en los sellos de RHM, una editorial de ámbito internacional en la que sin duda podremos encontrar una lectura perfecta para este San Valentín.

Echa un vistazo a algunas de sus novedades y déjate enamorar por ellos.

Beatriz Ibán Diezhandino

21

Propuestas de lecturas orientales ¡románticas!

l amor es uno de los grandes temas universales. Es el motor de un sinfín de historias empleadas tanto en el cine como en la literatura, en el manga y el anime, en la pintura y la fotografía. Hay para todos los gustos: historias

turbulentas, apasionadas, de amores imposibles o enfermizos, triángulos amorosos, personajes sacrificados y melancólicos, tragedias, pero también historias sencillas, simples, romanticonas y con finales felices. Todo un abanico de posibilidades para todo tipo de lectores. Por ello hemos hecho una pequeña selección de algunas de las mejores historias de amor que más nos han gustado para recomendároslas para este San Valentín.

Yukio Mishima, uno de los autores japoneses más conocidos y leídos, es quien encabeza esta lista. Amigo íntimo de Yasunari Kawabata, nominado varias veces al Premio Nobel de Literatura y famoso por haber cometido seppuku (el suicidio ritual) con cuarenta y cinco años, fue un escritor y dramaturgo muy prolífico considerado como uno de los más grandes escritores del país nipón. Una de sus novelas más hermosas es El rumor del oleaje, publicado por Alianza Editorial. Situada en la minúscula isla de Utajima durante la posguerra, un joven

E

22

pescador y una joven buceadora se enamoran perdidamente. Sin embargo, debido a las estrictas normas sociales de la época y en concreto de la pequeña comunidad donde viven, no se les permite estar juntos. Pese a todo, Shinji y Hatsue, los “Romeo y Julieta” japoneses, lucharán contra marea para poder casarse y estar finalmente juntos.

Una de las escritoras japonesas actuales más leídas es sin duda Hiromi Kawakami. Sus novelas sencillas con personajes que se mueven entre lo cotidiano y que buscan constantemente el encontrarse a sí mismos son cualidades que agradan a los lectores-fans de esta nipona. Y en Vidas frágiles, noches oscuras, su última novela publicada en nuestro país por Acantilado, reúne estas características tan típicas y agradables que se pueden encontrar en sus novelas. En este libro nos encontraremos con un tremendo lío amoroso: Lili ya no quiere a su marido Yukio, hasta que un día conoce a Akira y ambos inician una relación; por su parte Yukio engaña a Lili con Haruna, la mejor amiga de ésta. De este modo y a través de los puntos de vista de los cuatro personajes, sus historias, sus pasiones y sus sentimientos se entrelazan. Todos sufren a su manera, todos intentan ser honestos con sus sentimientos, todos quieren encontrar su felicidad. Los cuatro van evolucionando a la vez que sufren por el amor. Una novela sencilla y sutil sobre lo complicadas que pueden llegar a ser las relaciones humanas.

El último libro editado por Chidori Books ya lo recomendamos anteriormente, pero hemos querido volverlo a incluir en nuestras recomendaciones por las diferentes historias de amor que alberga. En El romance de la Vía Láctea, Lafcadio Hearn recopiló una serie de cuentos y leyendas ancestrales niponas, algunas de ellas famosamente conocidas por estos lares, como la preciosa leyenda de Tanabata, la historia de los amantes Orihime y Hikoboshi, que fueron tristemente separados por amarse demasiado. Lafcadio Hearn añadió las diferentes variantes así como también el origen chino de

la leyenda junto con otras historias de seres sobrenaturales, varias anotaciones y curiosidades para acercar al lector a un Japón sobrenatural plagado de yokais, esos demonios que forman parte del imaginario nipón. Acompañan a la edición las fantásticas ilustraciones de Javier Bolado intercaladas entre los relatos. Un pequeño recopilatorio de obras de Lafcadio Hearn inédito hasta la fecha en nuestro país.

23

A partir de un relato erótico, Misumi Kubo desarrolló Miro al cielo impotente, una novela con tintes eróticos y con la que debutó en nuestro país de la mano de Satori Ediciones. En ella nos cuenta cómo Satomi, una ama de casa que consigue huir de algún modo de su vida monótona a través del cosplay, termina acostándose con Saito, un joven estudiante de instituto. Sin embargo, y aunque parezca una simple relación extramatrimonial, ambos no pueden dejarlo estar, hasta que terminan por perder el control de la situación y acaban derrumbándose por culpa del marido de Satomi. A través de los puntos de vista de otros personajes que rodean a Satomi y a Saito, la autora nos va desvelando poco a poco el desenlace final de la historia, sumergiéndonos de lleno en las vidas de todos ellos contándonos sus penas, sus miserias y sus problemas diarios pero también a través del sexo, la búsqueda de identidad, la esperanza y ese afán de intentar superar los obstáculos que les impiden ser felices en la vida.

Uno de los grandes escritores de principios del siglo XX es Junichiro Tanizaki, un autor que ya conocemos desde hace tiempo por nuestro país y que casualmente este año se conmemora el cincuenta aniversario de su muerte. Por este motivo, Alfaguara ha publicado hace poquito la romántica antología Cuentos de amor, donde se reúnen once relatos de amor, deseo y erotismo que abarcan veintiséis años de la producción del escritor. Relatos como Tatuaje, La gata, el amo y sus mujeres o la inolvidable El segador de cañas son algunas de las historias más famosas de Tanizaki. Algunos de los relatos que componen la antología son inéditos en castellano, pero todos y cada uno de ellos han sido traducidos directamente del

japonés. Lo complementa una fantástica introducción a la vida y obra del autor escrita por Carlos Rubio.

También hemos querido añadir a la lista de recomendaciones unos cuantos títulos de mangas con preciosas historias de amor. Una de ellas lleva el poético título de El último vuelo de las mariposas, un tomo único publicado el pasado otoño por Ponent Mon. Kan Takahama, autora de esta obra, nos transporta a Maruyama, el barrio rojo de Nagasaki, en plena Época Meiji para contarnos la bonita pero triste historia de amor entre Kicho, una oiran (una prostituta de lujo) y su amor de juventud, un hombre que ahora se encuentra a las puertas de la muerte. Con un

24

argumento sencillo y un precioso dibujo la mangaka transporta al lector occidental a ese oscuro y difícil mundo de los placeres nocturnos, donde niñas pequeñas eran vendidas para convertirse en cortesanas y mujeres hermosas ofrecían sus servicios a cambio de dinero.

Uno de los aciertos de Quaterni Editorial es la publicación de clásicos de la literatura japonesa adaptados al manga. La editorial ya tiene en su catálogo cuatro obras, entre las cuales figura País de nieve, la versión manga de una de las obras cumbre de Yasunari Kawabata. En ella se relata la historia de un amor imposible: Komako es una mujer hermosa que por circunstancias se convirtió en aprendiz de geisha. Gracias a su belleza, Shimamura, un hombre casado y que vive en Tokio, se queda prendado de ella. Su relación se va prolongando a lo largo de los meses pero ambos saben que es un amor imposible. Lo completa este fresco una segunda figura femenina, Yoko.

Una joven hermosa, de mirada fría y algo misteriosa que detesta a Komako. Este (trágico) triángulo amoroso se desarrolla en la región de Niigata, la zona más gélida de Japón, donde la nieve llega a ser tan densa que la zona queda completamente incomunicada.

Mariona Rivas Vives

25

San Valentín y White Day, las dos fechas más románticas de Japón

nivel mundial, San Valentín es una fecha muy conocida. Algunos se mueren de ganas de que llegue para hacer planes románticos con su pareja; otros la detestan por ser un día exageradamente edulcorado o por estar enfocada al

consumismo (como muchas cosas en esta vida); y a otros les da exactamente lo mismo que sea el día de los enamorados, es un día más en el calendario y punto.

Lo típico para esta fecha es una cena romántica, dedicar una canción o un poema, hacer algún regalito, una escapada romántica. Sin embargo en Japón tienen una manera un tanto peculiar de celebrarlo. Al igual que Halloween, Navidad y otras fiestas occidentales, San Valentín se introdujo en el país de los kami con fines comerciales. Una vez más el consumismo es en realidad el protagonista. Lleva celebrándose desde la mitad del siglo pasado, y todo gracias a una campaña que llevó a cabo la compañía chocolatera Morozoff en 1936. Pero no fue hasta los años sesenta que esta tradición occidental se consolidó del todo en el país.

Quitando la parte comercial, el San Valentín nipón es una fecha muy importante, especialmente para las chicas. Allí lo típico y tradicional es que ellas regalen chocolates a sus novios, maridos o esa persona especial. Es lo que se llama honmei choco o chocolate verdadero. Por este motivo muchas esperan a que llegue el 14 de febrero con mucha ilusión. Días antes están completamente nerviosas yendo de aquí para allá comprando y haciendo chocolates con los que poder expresar sus sentimientos. Y ellos,

A

26

obviamente, esperan ansiosos esos dulces hechos con amor, sobre todo si vienen de la chica de la que están enamorados.

Pero cuidado, que en San Valentín también se regalan otro tipo de chocolates… La familia y los amigos no se quedan con las ganas de recibir su paquetito de bombones. A ese tipo de chocolate se le llama giri choco o el chocolate de obligación. Quizás suene un poco “brusco” este término, pero este chocolate es el que se regala como símbolo de cordialidad y de amor a los amigos y familiares. Dentro del giri choco podemos encontrar el tomo choco, que es el chocolate de la amistad, y el sewa choco, que es el que se regala como agradecimiento a aquellas personas (profesores, compañeros de trabajo, etc.) que nos han hecho un favor o como gesto de cordialidad.

Aunque exista esta regla no escrita de que sean ellas las que regalen bombones, hay otro tipo de chocolate que se puso de moda hace algunos años y que muchos chicos lo hacen: el chocolate invertido, es decir, que son los chicos los que regalan el chocolate (ya sea casero o comprado en alguna tienda). No está nada mal… ¿Por qué nosotras no íbamos a recibir dulces también?

27

Sin embargo la cosa no acaba aquí, porque los hombres no son los únicos que se “benefician” de San Valentín. Un mes después, concretamente el 14 de marzo, se celebra lo que se llama el White Day o Día Blanco. Se trata de otra fecha importante en la que esta vez son ellos los que devuelven el gesto a las chicas. Aquellos afortunados que recibieron chocolate el 14 de febrero ahora deben hacer un regalo. Un regalo que, por cierto, suele ser más costoso que los bombones o el chocolate.

Esta costumbre empezó en 1965 cuando el dueño de una pastelería animó y convenció a los hombres a que devolvieran el gesto a las mujeres regalándoles los malvaviscos blancos (marshmallow) que él vendía en su establecimiento (de ahí viene su nombre). El resto de pastelerías y compañías de bombones pronto se hicieron eco de esta genial idea para hacer negocio y también se sumaron a hacer publicidad para la venta de sus productos. Pero fue en 1980 que el White Day se hizo oficial y se decidió hacerlo todos los años justamente un mes después de San Valentín. Obviamente, hoy en día no se regalan malvaviscos. Cuando devuelven su regalo para el White Day, los hombres acostumbran a regalar algo más personal a su pareja, como un bolso, una joya o un perfume.

A pesar de las feroces campañas de marketing para la venta de productos durante estos días románticos, no negaremos que es bonito que tu pareja o esa persona de la que estás enamorado te regale bombones caseros o te haga un pequeño detallito para devolverte el gesto. Porque en el fondo a todos nos gustan que nos hagan algún regalo. Pero a fin de cuentas da igual como lo expresemos, lo importante es que nuestros sentimientos lleguen a esa persona tan especial para nosotros. Aunque en Japón eso sea sinónimo de ruina…

¡Feliz San Valentín!

Mariona Rivas Vives

28

Relatos ganadores del II Certamen Literario San Valentín Pandora Magazine

s presentamos a continuación el ganador y los dos finalistas del certamen convocado este año por San Valentín. Nos llegaron relatos realmente bellos y elegir fue una verdadera tortura pero he aquí los que finalmente ganaron:

O

29

“Miedo al amor, deseo de una familia”, de Federica Dionigi

o amaba. Desde nuestro primer encuentro, desde el instante en el cual

nuestras miradas se habían encontrado en una plaza abarrotada por niños disfrutando con saltimbanquis y artistas de toda clase, lo amaba. Había mucha gente merodeando aquel lugar céntrico y parcialmente redondo, y aún así él se había percatado de mi presencia y me había observado durante un rato antes de pasar a la acción.

—Hola —me había dicho acercándose con un paso felino y sonriéndome con su mejor sonrisa.

—Hola —le respondí tímidamente, agachando la mirada tras un breve contacto. La chispa que había provocado aquel cruce de contemplaciones me espantaba.

—Me llamo Alberto —se presentó aquel hombre cuarentón justo cuando volví a subir la cabeza que había agachado por la vergüenza y por el miedo que sentía claramente en mi alma.

—Yo Andrea —le contesté antes de suspirar nerviosamente.

—¿Te apetece tomar un café?

Estaba en aquella plaza para pintar una de las muchas escenas que se desarrollaban en aquel entorno un domingo por la tarde. Lo hacía para ganarme un dinero extra, ya que mi trabajo no me daba lo suficiente para vivir. Además me encantaba reproducir los rostros de los niños que correteaban felices en un lugar seguro —por allí pasaba solo el coche de la policía— y sus padres que observaban los escaparates y se desentendían por un momento de sus pequeños.

Yo los envidiaba mientras trazaba líneas aproximadas sobre uno de mis lienzos —el óleo era mi técnica favorita— porque ellos tenían una familia y compartían entre ellos pequeñas intimidades mientras yo estaba sola en el mundo. No tenía hermanos ni hermanas porque había transcurrido mis primeros dieciocho años en un orfanato. Mis

L

30

padres me habían tirado a un contenedor de basura para deshacerse de mí pero yo había sobrevivido.

—Yo no tomo café —me defendí recordando lo que decía la madre superiora en una de las clases a las cuales asistíamos: los desconocidos se acercaban para hacernos daño, para aprovecharnos de nosotros. Naturalmente, era necesario casarse y perpetuar la especie pero con alguien de confianza.

—Puedes tomarte lo que quieras —insistió aquel hombre alto y delgado, alumbrando su cara con una sonrisa.

—Debo trabajar —me justifiqué yo sacando un lienzo, mis pinceles y los colores.

—Eres una artista —se sorprendió positivamente Alberto, y añadió—: Yo soy escritor. Por eso vengo mucho por aquí. Esta plaza inspira muchas historias.

—Esta plaza es un lugar peligroso —afirmé observando dos niños que jugaban con un balón colorado y otros que hacían volar una cometa.

—Representa la vida, y la vida es peligrosa. Pero hay que tomar riesgos si uno quiere ser feliz. ¿No crees?

—Hay que trabajar para sobrevivir —me quejé—. Aunque no te guste lo que tienes, te toca aguantarte.

La amargura de mis palabras llamó la atención de Alberto. Me miró por un instante clavando su mirada en la mía y haciéndome sentir muy incómoda.

—¿A qué te dedicas, Andrea? —me preguntó.

—Cuido a una señora mayor día y noche —le respondí con desprecio.

—Y no te gusta. ¿Por qué no lo dejas?

—No hay trabajo ¿no lo ves? —le dije con rabia.

—Si tienes talento podrías vender tus cuadros —me sugirió él—. Yo publiqué mis libros por casualidad y ahora gano mucho dinero por ello.

—¿En serio?

—Claro. Y no ha sido tan complicado como dicen… —me confesó él—. Y dicen que lo es…

No me lo creía. Los desconocidos se inventan muchas mentiras para impresionar a una chica. No hay que hacerle caso.

31

Por eso decidí que me buscaría otro lugar donde inspirarme en aquella capital europea. Era una ciudad cosmopolita y llena de personas. No me faltarían musas ni ocasiones. Recogí mi mochila y me marché.

Ocho días después, al salir del trabajo me fui a tomar un café en una cafetería que estaba justo enfrente del bloque en el que vivía la señora que cuidaba. Eran las cinco de la tarde y hacía un frío templado muy extraño por aquel mes de enero. Me senté en la barra y ni se me ocurrió mirar a los que me rodeaban. Estaba triste e inquieta sin una razón concreta y ojeaba sin ganas una revista de moda.

—Buenas tardes —dijo alguien detrás de mí, haciéndome sobresaltar.

Me di la vuelta y vi a aquel cuarentón que decía que se llamaba Alberto y era escritor. Levanté mi tacita de café del platillo para que notara que el café me gustaba pero él no.

—Veo que te gusta el café. Eres mentirosilla ¿verdad?

Sus ojos brillaban, y eso me hizo sentir todavía más incómoda.

—No me gusta que me acosen —le respondí yo sin mirarlo directamente a los ojos.

—No estoy acosando. Lo que quiero es que me des una oportunidad ¿De qué tienes miedo?

Había dado en el clavo, y eso me hizo sentir más molesta a su lado.

—No temo nada ni nadie- le mentí yo- es que no me gustan los tipos como tú.

—Bueno, si es eso lo que crees, te dejaré en paz —me dijo.

Yo no respondí nada. Pagué el café y me marché como si tuviera prisa.

Una semana después paseaba por las calles de un barrio que no conocía. Hacía un frío que pelaba y decidí entrar en una librería. Me encantaba leer toda clase de libros y tenía muchos en la pequeña habitación que compartía con la señora que cuidaba. Cotilleé los de historia y de novelas románticas cuando oí una voz que me resultaba familiar en una sala contigua. Movida por la curiosidad, me asomé y vi algo que me sorprendió sobremanera. Aquel hombre que me había acosado estaba allí dando una charla sobre uno de sus libros. Era una novela que se titulaba “El camino de uno mismo” y que trataba temas espirituales y se interrogaba sobre el sentido del amor y de la búsqueda de la felicidad. Eso era… maravilloso. Yo me había hecho las mismas preguntas una y otra vez y sus respuestas me satisficieron.

—Hola, Andrea —me saludó Alberto cuando entré, interrumpiendo su explicación—. ¿Por qué no te sientes a mi lado y escuchas lo que queda?

Me arrimé avergonzada y temerosa y me senté en un sillón vacío que estaba colocado al lado del suyo. Todo el mundo me miraba con interés, y eso me hizo sentir todavía peor.

32

—Veréis, amigos —dijo tras un momento de silencio a aquellas pocas decenas de personas que se habían reunido en aquella sala para escucharle—, os contaré un secreto porque tengo la ocasión de hacerlo. Esta chica me ha robado el corazón y hay muchas mujeres en el mundo ¿verdad?

Todos estuvieron de acuerdo con él.

—La vi en una plaza y me enamoré de ella. Fue un flechazo, la verdad. Y ella me dio calabazas desde el principio. Estaba recelosa y se negaba a tener una cita conmigo —les contó Alberto, mientras yo estaba tan nerviosa que movía mis dos piernas inquieta—. No la conozco de nada pero la amo.

Era una locura. No se podía amar a nadie sin conocerlo, aunque…

Mi corazón latía como un caballo encabritado, dejándome sin aliento.

Yo también lo amaba con todo mi corazón y toda mi alma. Era imposible pero era lo que estaba experimentando en aquel instante, pasmándome de mí misma y de la vida misma.

—La amo porque sus ojos brillan en la oscuridad y parecen unos luceros que alumbran una noche tenebrosa. Siento que es mi musa, mi espejo, mi mujer.

Una náusea repentina me cogió desprevenida. Tosí como para vomitar pero no fui capaz de echar lo que tenía en el estómago.

—Se ha emocionado porque ahora es consciente de lo que sentimos los dos- dijo Alberto viéndome palidecer y sacudirme.

Lo era. Claro que lo era. Pero no aceptaría conocer a aquel desconocido. Los ignotos te daban caramelos rellenos de drogas, te violaban tras ganarse tu confianza, te robaban todo lo que llevabas encima. Y no importaba si ella era adulta y acababa de cumplir los treinta. Le daba igual quedarse soltera y sola sin familia porque los desconocidos…

—Dime algo, Andrea. No te quedes callada, por favor —me animó Alberto mirándome con dulzura.

—Tengo que irme a trabajar —murmuré confusa, levantándome de la silla y huyendo de la librería como una ladrona.

Me sentía triste, culpable, avergonzada, nerviosa y cuando llegué al trabajo rompí una tacita de café mientras la limpiaba.

Café. Él era el culpable del amor que latía nerviosamente en mi corazón y de aquella sensación de náusea que no me abandonaba. Yo era solo una víctima que se podía liberar de aquel hechizo, bajo cuya influencia estaba yo.

33

—Creo que te has enamorado, querida —me dijo la señora que cuidaba con su vocecita suave cuando vio que recogía los añicos de la tacita—, pero tu corazón lucha entre el dolor del abandono de tus padres y la felicidad del amor.

—¿Eso cree? —le pregunté yo sorprendiéndome ante tanta agudeza.

—Es obvio, querida. Tienes heridas en tu alma y necesitas tiempo para que se te curen —me explicó ella con cariño.

—¿Qué debería hacer? —le pregunté yo tirando los cristales al cubo de la basura.

—Ve a decírselo ahora mismo. No me importa quedarme sola un rato—me dijo ella sentándose en un sillón—, me estaré quietecita y mi hija no se enterará.

—Gracias, señora.

—De nada, hija —me respondió, y añadió—: No son muchas las ocasiones de ser felices.

Corrí a la calle sin abrocharme el abrigo, a pesar del frío que hacía. Quería llegar a mi destino lo antes posible, antes de que él se marchase. Desafortunadamente, no tuve suerte. Cuando le pregunté a una dependienta si Alberto seguía allí, me dijo que acababa de irse. Le di las gracias de todas formas y tomé el camino del trabajo, decepcionada. Era probable que no lo volviese a ver nunca más porque escribía usando un nombre de pila, con lo cual no tenía pistas para llegar a él.

Sonreí para darme ánimos mientras unos pequeños copos de nieve caían de repente, alegrando un poco mi corazón. Me gustaba aquel fenómeno meteorológico. Me parecía un momento en el cual el romanticismo y el recuerdo de una niñez compartida con muchos niños se fundían en un cálido abrazo, fusionándose en el deseo suave de formar una familia algún día. No tenía mucho tiempo. Sentía que se me estaba pasando el arroz.

—Hola.

Una voz suave me llamó a la realidad. Me di la vuelta y lo vi.

—Hola —le contesté, refugiándome bajo su paraguas porque nevaba más intensamente—. Te he buscado en la librería.

—Lo sé —me contestó él antes de darme un beso suave en los labios.

—Ha sido la señora que cuido que… —intenté explicarle pero él me interrumpió.

Una capa blanca empezaba a cubrir las aceras, los tejados y los coches.

—Es mágico ¿no crees? —me preguntó antes de soltar el paraguas y de abrazarme.

Yo me reí por la sorpresa de aquel contacto y por la sensación de mojado que comencé a sentir poco después.

34

Ha pasado un año desde entonces. Os quiero confesar que han sido los doce meses más maravillosos de mi vida porque no solo he compartido cada momento libre con él, sino que me he atrevido a intentar nuevos caminos. Dejé mi trabajo de cuidadora y me fui a vivir con Alberto dos días más tarde. Sabía muy bien que las monjas opinarían que se trataba de una locura pero me daba igual. El amor que sentía y que siento en mi corazón me ha animado a distanciarme de mi pasado y a disfrutar del presente. Naturalmente no ha ocurrido de un día para otro. He necesitado mucho tiempo para perdonar a mis padres y para adquirir mis creencias. Sin embargo, emprender una nueva actividad ha sido sorprendente. No me esperaba tanto éxito desde el principio y hoy en día me sigo maravillando cuando me llaman museos para adquirir alguna de mis obras. Tengo una cuenta millonaria y todavía no me lo creo.

Me parece también increíble lo que ocurrió el otro día. Acudí al ginecólogo para el chequeo anual y le dije que notaba unas molestias en el vientre desde hacía ocho meses. Además el período me duraba mucho y era muy escaso.

—¿No ha ganado peso en los últimos meses? —me preguntó el ginecólogo, que era un hombre joven pero muy competente.

—Un par de quilos —le respondí yo—. ¿Por qué me lo pregunta?

Como respuesta él me dio una prueba de embarazo y me dijo que volviera a entrar diez minutos después. Hice lo que me había mandado, aunque pensaba que no era posible. No había estado mareada ni con nausea y no había tenido ninguna falta. Era imposible que…

—Está usted embarazada —me respondió él cuando le llevé la prueba y me mandó más análisis.

Justo ayer di a luz a mi niño.

—Mira como nieva —me dijo Alberto en cuanto me recuperé del parto.

—Cuando sucede algo maravilloso, caen copos de nieve —le dije yo sujetando a mi pequeño Alberto en mis brazos y sintiendo que por fin tenía la familia que llevaba años esperando y el calor de un hogar.

35

“Nunca dejes de hacerme feliz”, de Isabel Simal López

odemos hablar un momento? ––me dijo tras

encontrarme intentando pedir otro cubata en la barra.

––No creo que sea buena idea ––dije sin inmutarme pues sabía de sobra que aquellas palabras procedían de la única persona que no quería ver esa noche.

––Por favor, escúchame ––me agarró del brazo para que me girara y pudiera ver esa mirada tan profunda. No pude resistirme a esos ojos color miel, eran mi debilidad y finalmente asentí con la cabeza. Le seguí con dificultad debido a la cantidad de gente que había en la discoteca. Odiaba esos días de Navidad en los que salía gente que no acostumbraba a hacerlo; me estorbaban, si no valían para salir durante todo el año, ¿por qué se animaban todos a la vez justamente el mismo día, el último del año? Se giró en un par de ocasiones para comprobar que iba tras él. Una vez en la calle continuó caminando más allá del límite del local, hasta un descampado cercano.

––Aquí no se escucha la música. ¿Qué tal te va? ––inició la conversación.

––Bastante bien ––dije de manera rotunda.

––Me alegro por ti ––aunque parecía sincero, no me lo creí.

––¿Qué quieres? ––no tenía ganas de alargar la conversación, quería volver a la fiesta, para eso había salido y no para escuchar a lo que fuera que haya sido mío tuviera que decirme.

––Quiero saber si me has olvidado ––no me esperaba que fuera tan directo.

––No te he olvidado, simplemente te he dejado de molestar ––había leído esa frase justo durante la semana y no vi mejor oportunidad para emplearla; si quería guerra, la iba a tener.

––No he tenido señales de ti en bastante tiempo.

––Imagino que te refieres a mis mensajes en un lenguaje ininteligible a las tantas de la madrugada provocados por el exceso de alcohol cada fin de semana.

––Imaginas bien. Supongo que ahora van dirigidos a otra persona. He visto como mirabas a ese chico en la discoteca. Le conozco, sabes que tiene novia, ¿no?

––¿P

36

––Sí, lo sé. ¿Y desde cuándo eso es un problema? ––dije mostrando una sonrisa maléfica.

––Vamos, Mónica. Tú no eres así, tú tienes respeto por todo el mundo, juegas limpio. No eres capaz de romper una relación por un capricho.

––Ya sabes lo que dicen, que en la guerra y en el amor todo vale. Me he cansado de ser la chica buena que todo el mundo toma por tonta. Ese chico me ha demostrado que su novia le importa una mierda, lo que haga con ella no es asunto mío. Conseguiré que la deje porque no me gusta compartir, me he vuelto muy egoísta ––puntualicé.

––No te reconozco. ¿Qué nos ha pasado? ¿Cómo hemos llegado a esto? ––sus ojos se abrieron más de los normal, como sorprendidos por escuchar de mi boca esas palabras. Entonces solté todo lo que tenía dentro.

––A veces con querer no es suficiente. No puedo esperarte eternamente, no me conformo con verte una vez cada tres meses. No voy a estar siempre disponible cuando a ti te apetezca. He perdido la esperanza de encontrarte entre la multitud, ya no te busco.

––Simplemente me he cansado de salir y beber sin motivo ––tardó en continuar hablando, como si le costara asimilar aquello––. ¿Que no salga es la excusa que tienes para querer olvidarme?

––Te vuelvo a repetir que no te he olvidado. Te he dejado de molestar, que es muy distinto. Me arrepentía tremendamente cada mañana por haber escrito esas palabras y haber dado a enviar. Que busque a otra persona significa que quiero olvidarte, pero no que vaya a poder hacerlo. Puedo pedirte perdón por molestarte, pero no por quererte––. No aguanté más ese choque frontal contra sus ojos y me derrumbé, bajé la mirada al suelo y él me levantó la cabeza tocando con sus dedos mi barbilla.

––Mírame, por favor. ¿Crees que no te he querido?

––No puedo exigirte que sientas por mí lo que yo siento por ti; no es tu culpa, el amor no se puede comprar. No te das cuenta, pero tú hablas en pasado mientras que yo sigo hablando en presente––. Se quedó sin palabras, como si le hubieran pillado en una mentira.

––Me duele que pienses que no tengo sentimientos por ti ––dijo al fin––. He venido a buscarte, te he sacado para poder hablar contigo… Necesito encontrar a esa chica que me hizo vibrar y que se esconde bajo ese fuerte caparazón que se ha creado y no me creo. La gente cambia, pero no tú; tú no eres la gente ––sus dedos seguían en mi barbilla y me aparté.

––No esperes cosas de alguien que apenas conoces.

––¿Cómo puedes decir eso? Hemos sido… lo que hayamos sido y claro que te conozco, más de lo que tú te crees. Nos hemos visto poco, pero lo suficiente para saber…

––Para mí no es suficiente ––le interrumpí––. No me conformo con verte poco ––alargué las dos últimas palabras para matizarlas y ahora sí me vi con fuerzas para mirarle fijamente a los ojos sin pestañear, manteniendo su mirada; sin embargo, fue él esta vez quien la desvió hasta el suelo.

37

––Sigo creyendo que te ocultas tras un personaje que te has creado para que no te hagan daño; no era mi intención hacértelo––. Se metió las manos en los bolsillos como dando por concluida la conversación.

––Hace daño quien puede, no quien quiere. Al principio esperaba verte aparecer, luego poder compartir contigo unos minutos, después estaba deseando que me esperaras en tu coche… ––me di cuenta de lo bien que había resumido nuestra relación de ¿cuánto, cuatro años? ––. Cuando le veía aparcado mi corazón ya empezaba a bombear a mil por hora ––demostraba la teoría del perro que babea al escuchar el sonido de la campana porque inmediatamente después encontraría comida––. De un tiempo a esta parte he olvidado tu matrícula, ahora ni siquiera recuerdo tu olor y mi corazón funciona con normalidad––. Me acerqué la mano al pecho izquierdo para comprobar que era cierto. Ahora yo di por concluida la conversación. Le miré a los ojos por última vez, quería que esa imagen se me quedara grabada en la mente para poder recordarla cuando todo esto hubiera pasado. Recordaría que yo era la única persona que se reflejaba en sus ojos, la única protagonista de sus pensamientos en ese instante.

Lo primero que me vino a la mente a la mañana siguiente cuando me desperté fue aquella conversación, o mejor dicho aquella discusión; era como si formara parte de un sueño, de un mal sueño, de una pesadilla. Había cosas que estaba deseando que él escuchara salir de mi propia boca, surgidas directamente desde mi corazón, desde mi alma. Había pensado todo lo que le diría cuando lo viera, cuando tuviera la oportunidad de enfrentarme a él sin que me temblaran las piernas, sin que mi voz tartamudeara; había memorizado cada palabra, cada coma, cada espacio en blanco que le dejaría para reflexionar; pero en ese momento me dio por improvisar, seguramente a causa del alcohol, y en vez de expresar mis verdaderos sentimientos lo acusé de abandonarme, pero ¿cómo no me iba a abandonar si yo misma lo había hecho? Había dejado escapar mis sueños de infancia, mis ilusiones juveniles, por perseguir un triunfo efímero que nunca llegaría a consagrarse.

Lo segundo en lo que pensé fue en cómo llegué a casa. Intenté mirar alrededor en busca de pistas, pero al incorporarme la cabeza me dio un vuelco. Volví a acostarme, me froté la frente con la mano derecha para intentar calmar los zumbidos que se concentraban en esa parte del cerebro, la izquierda la utilicé para palpar la mesilla en busca del móvil. No sabía qué hora era, la persiana no estaba lo suficientemente elevada para darme algún indicio. El móvil estaba boca abajo, sin batería. Cogí fuerzas para volver a intentar levantarme. Esta vez la cabeza parecía más tranquila, pero trasladó sus quejas a los oídos en forma de silbidos. Prefería este sufrimiento al anterior. Tras dos segundos que dediqué en mantenerme inmóvil, para ver si ese molesto ruido desaparecía, y en pestañear, porque la vista se me nublaba, conseguí arrastrarme hasta el baño. En el camino encontré mi vestido hecho un churro y tirado en el suelo junto a las medias (rotas). No me entretuve en recogerlo. No sé quién era la persona que reflejaba el espejo, pero desde luego no era yo; tenía el maquillaje corrido por toda la cara, los párpados negros, los ojos hinchados (esperaba que no fuera a causa de desprender algunas lágrimas), el pelo hecho un ovillo y un chupetón en el cuello. Me dolía el costado izquierdo, me quité el jersey del pijama (el cual me di cuenta en ese instante que estaba al revés) y vi un tremendo moratón, después me quité los pantalones y en el mismo lado había otro cardenal del mismo color que el anterior, indicio de que habían sido causados recientemente y al mismo tiempo. Deduje que debí caerme hacia ese lado.

38

No es que tuviera ganas, pero según me encontraba lo mejor que podía hacer era meterme en la ducha y estar bajo el agua un buen rato.

Cuando volví a la habitación, todavía con la toalla cubriendo mi dolorido cuerpo, subí la persiana al máximo, era casi de noche. Me puse de nuevo el pijama y, ahora sí, recogí el vestido y las medias. El vestido le eché a lavar y las medias acabaron directamente en el cubo de la basura. El abrigo estaba colgando de uno de los brazos del sofá y el bolso se mantenía encima de la mesa a pesar de que la cuerda estaba suspendida en el aire sin llegar a tocar la alfombra. Miré por si me faltaba algo de valor, todo parecía correcto. Pensé que lo que más valor tenía era lo que había perdido, la dignidad. En la puerta de entrada estaban los zapatos, ninguno se sostenía en pie.

Mis tripas se quejaron, me llevé las manos al estómago pensando en otra posible mancha de otro posible golpe, pero esta vez rugían porque tenía hambre. Me hice un sándwich mixto, no tenía ganas de cocinar ni nada mejor en la nevera. Bebí más que comí, enseguida me empaché y dejé la mitad para más tarde. Me puse la tele por inercia, para que me hiciera compañía mientras me dejaba morir tirada en el sillón. Había estado alargando el momento, pero era hora de enfrentarme a lo que sea que ocurriese la noche anterior. Puse a cargar el móvil y lo encendí. Al principio no reaccionó, me extrañó; pero en el fondo era un alivio. Iba a volver a tumbarme cuando el timbre de “Acoustic Guitar” sonó como una infinidad de veces. Tenía cinco llamadas perdidas, todas de Claudia a las ocho de la mañana; tres WhatsApp: uno del grupo de las chicas, otro del grupo de “La Familia Feliz” (estos dos para felicitar el año nuevo, ni siquiera me acordaba de pertenecer a la tierra, podrían haberme dicho que estaba en Marte y hubiera asentido tan contenta) y un tercero de Claudia; y un mensaje en el buzón de voz. A diferencia de los que contestan los mensajes por orden de importancia y no por orden de llegada, yo decidí empezar por el primero de la lista. Deseé suerte, amor, trabajo y salud para amigos y familiares rápidamente, no me gustaba enrollarme con este tipo de deseos, siempre se pide lo mismo y no se cumple. Después leí el de Claudia. Me decía literalmente que dónde coño me había metido y lo acompañaba de una cara furiosa. Me llamó tiempo después de haberme escrito, seguramente impaciente al ver que no la respondía. No tenía intención de devolverle la llamada, más que nada porque yo tampoco sabía dónde coño me había metido. Resolví que era preferible contestarle a través de la aplicación. Le pedí perdón, le dije que sentía mucho no haberle cogido el teléfono; que lo tenía en silencio porque con tanta felicitación era imposible dejar de prestarle atención al móvil y me perdía la fiesta, a lo que lo acompañé de una cara de tristeza. No tardó ni cinco segundos en responderme.

Claudia: Ya era hora que dieses señales de vida. ¿Se puede saber dónde has estado? Te estuve buscando tres horas y ni rastro de tu culo, guapa. Desapareciste. Estaba preocupada por ti.

Mónica: Sorry again. Me he despertado hace rato y tenía el móvil sin batería.

Claudia: Fui al baño y cuando regresé no estabas. Me dijeron que fuiste a la calle a tomar el aire. Pero vamos, tomaste la atmósfera entera.

Mónica: Me encontré con Rafa, a ti no puedo mentirle. Discutimos, regresé a la discoteca y no consigo acordarme de más.

Claudia: Lo sé, le vi. Imaginé que querría hablar contigo. ¿Qué te dijo?

39

Mónica: Quería saber cómo estaba, si todavía lo echaba de menos, supongo.

Claudia: ¿Y?

Mónica: Creo que la cagué. Dice que he cambiado, me vio tonteando con Mario.

Claudia: ¿Tonteaste con Mario? ¿Sabes que tiene novia?

Mónica: Otra, que sí lo sé. Le dije que me daba igual. Y en ese momento realmente me daba igual. Sólo quería pasármelo bien y olvidar.

Claudia: Olvidarle, querrás decir.

Mónica: Sí y para poder hacerlo le dije cosas que lo alejaran de mí, muchas eran ciertas, pero no era lo que verdaderamente me hubiera gustado que escuchara.

Claudia: ¿Y por qué no quedas con él tranquilamente y se las dices?

Mónica: Porque después de lo de ayer no sé si querrá volver a dirigirme la palabra.

Claudia: ¿Para tanto fue? Te conozco lo suficiente para saber que no te alteras fácilmente. Seguro que te entiende. Pero no te puedes pillar esos colocones cada vez que las cosas no salen como tú esperabas.

Mónica: Ya he tenido bastante sermón por hoy. Mañana te invito a desayunar y me sigues echando la charla. El sillón reclama toda mi atención en este segundo.

Salí de la conversación y me fijé en que tenía un mensaje de Rafa con el símbolo del play en gris, ¡lo había leído y no me acordaba! Me lo envió al rato de terminar la charla que tuvimos. Me daba miedo abrirlo, pero lo hice.

Rafa: No sé ni esta conversación ha sido real. No creo ni una palabra de lo que me has dicho. Me gustaría retomar esto, volver a empezar desde el principio. Quizá deberíamos vernos en otro momento que no sea este, con tanta gente y alcohol rodeándonos. Solos tú y yo. Dime algo si te apetece.

Ahora lo recordaba claramente, una ráfaga del momento me vino a la memoria en forma de flash fotográfico. Cuando volví a la discoteca fui derecha a la barra, necesita un cubata urgentemente. Rafa me había convencido para hablar justo cuando estaba intentando pedir. Esta vez lo conseguí, pedí dos a la vez, tenía mucha sed aunque también podía ser del nudo en la garganta que se me había formado a modo de barrera para evitar ponerme a llorar. Uno lo despaché de un trago, el otro no me duró mucho más. Mario se acercó y me dijo algo al oído que no entendí, pero asentí con la cabeza. Le dije que tenía que ir al baño. La cola era muy larga, pero no esperé mi turno; sólo me mojé la cara, estaba un poco mareada. Saqué del bolso el pintalabios para retocarme, cuando noté el móvil vibrar. Debió ser entonces cuando leí el mensaje de Rafa. Salí corriendo del servicio topándome con alguien, no recuerdo quién era; pero la conocía. Pasé de largo por donde estaba Mario y empecé a buscarlo. Lo encontré con sus amigos, cerca de la columna, la que me serviría de apoyo. Me vio, su estampa resultaba seria, levanté mi mano para mostrarle el móvil y su figura se relajó, se aproximó a mi posición, me acerqué a la suya, imitó mi postura de colocar un brazo rodeando el cilindro y nuestros ojos volvieron a encontrarse como un momento antes lo hicieron. No

40

nos salían las palabras, sería difícil escucharlas de todas maneras por el número de decibelios; pero no hacía falta decir nada. La situación había cambiado, realmente no lo había hecho porque seguíamos rodeados de gente y alcohol, pero ahí estábamos los dos como si el resto no existiera, como si se hubieran quedado congelados, como si fuéramos transparentes, como si estuviéramos en un mundo paralelo, como dos enamorados.

Me cogió de la mano libre y entrelazamos nuestros dedos. Me acercó hacia él y nos fundimos en un abrazo infinito. Le susurré que me dejara hacerle feliz. Esa era la frase con la que terminaba mi estudiado discurso, sólo pude recordar eso en ese instante de felicidad, menos mal que era lo más importante. En este momento me rodeó con una fuerza desmesurada en él, me puso la nariz tras mi oreja para aspirar mi aroma, único e inigualable, como me solía decir. Podría ser el final de un cuento, de mi cuento porque hasta ahí llegaban mis recuerdos.

Desperté de mi letargo notando que una sonrisa se dibujaba en mi cara. Nos habíamos reconciliado o eso creía. No conseguía que otro flash continuara con la historia, con mi historia. Me sentía como una espectadora de mi propia vida. Me sentía culpable por todo, por estropearlo y por intentar solucionarlo cuando debí haber previsto mi resaca del modo olvidadiza. Entonces me acordé de que tenía un mensaje de voz. Lo escuché, era Rafa:

Nunca dejes de hacerme feliz.

41

“Fantasías absurdas”, de Idoia Saralegui San Sebastián

e encantaría hacerte el amor”.

Hacía tanto frío en la calle que

les había preparado un chocolate caliente a mis hijos para no tener que salir de casa aquella tarde. Cuando leí el WhatsApp dejé el cazo en la encimera de la cocina y me apoyé en el borde de la fregadera para no caerme al suelo y ponerlo todo perdido.

Salvador me mandaba aquel mensaje y yo ni siquiera sabía qué contestar. Hubiera sido fácil hacerme la ofendida y decirle que eso no se le escribe a nadie; pero, si era sincera, tampoco lo estaba tanto. En tres días iba a cumplir cuarenta años y sabía que me estaba empezando a secar. Mi vida era todo lo ordenada que se puede esperar en alguien de mi edad. Si me lo preguntaba, incluso era feliz; pero había algo ahí, al fondo, que me desestabilizaba.

Había algo ahí.

Maldito Salvador.

“Me encantaría hacerte el amor”, me escribió. Menudo cabrón.

Empezamos juntos en el colegio a los cuatro años y, desde entonces, lo habíamos compartido todo. Estudios, secretos, ilusiones, aventuras, fracasos, amores, cumpleaños… El de los veinte años lo celebramos en una cantina mexicana. Queríamos tomar tequila y margaritas hasta que nos doliera. Soñábamos con perder la conciencia. Una fantasía absurda.

Hablamos mucho, todo, demasiado y, al menos yo bebí en la misma medida. Brindamos y cantamos, rodeados de nuestros diez mejores amigos y, justo cuando el bar iba a cerrar y todos empezaban a plantearse donde terminar la noche, él me cogió de la mano y, sin despedirse de nadie, me dijo:

─Vámonos.

Cómo si supiera dónde me llevaba.

Me puse el abrigo y le seguí, pensando que hacía tanto frío que ya ni lo sentía. Llovía un aguanieve espeso y desagradable y él sujetó el paraguas porque era el más alto.

“M

42

Caminamos lentamente por las calles vacías por culpa del mal tiempo. Éramos muy jóvenes y aún nos duraba la risa del tequila aunque supongo que los dos notábamos que estábamos empezando a languidecer.

Imaginé que me iba a besar. No sabía cómo reaccionar, porque no se mete la lengua en la boca de tu mejor amigo a no ser que quieras que la amistad termine por malinterpretarse. Pero él no me besó; y no poder elegir qué contestar me pesó tanto que me resbalé de la realidad y caí en plancha al suelo, en medio de la lluvia. No creo haberme caído nunca antes y espero no volver a hacerlo jamás; pero aquella noche llovía y yo terminé en el suelo y él aguanieve se llevó de golpe las ganas que tenía de que él me besara.

Nos sentamos en un banco que estaba empapado. En realidad, solo me senté yo porque él se quedó a mi lado, de pie; tapándome con el paraguas.

─¿Qué ha pasado?

Hasta aquel preciso momento siempre había pensado que podía hablarlo todo con él; pero no. Todo no.

─Hay conversaciones que es mejor no tener ─contesté, tratando de hilvanar los jirones de mi lastimada dignidad.

─Llevamos toda la vida buscando un motivo…

─El problema es que las cosas no siempre ocurren por un motivo ─le contesté, enfadada. Imaginaba que él habría notado mi mano apoyada toda la noche en su pecho, como si quisiera comprobar que continuaba a mi lado.

─Eso te parece a ti ─susurró ─; pero yo no solo te quiero mucho, como tú me quieres a mí. También te deseo. Y lo sabes. Y me callo.

Llovía tanto que notaba como empezaba a pesarme el abrigo, empapado por el agua.

─Creo que, por culpa de lo que nos queremos, a veces confundimos las cosas ─contesté, recordando aquel beso que pocos minutos antes estaba deseando que me diera. Era mejor así─. La confusión duele un poco.

Nos aterrorizaba complicar tanto las cosas que, al final, llegara un día en el que ni siquiera nos quisiéramos. No creo que lo hubiéramos podido soportar.

─No puedo hacerlo ─me dijo, con tristeza, después de quedarse pensativo durante un instante─. Al menos, no a cualquier precio.

─Lo sé.

No lo sabía.

43

─Te propongo algo ─dijo Salvador, después de casi un minuto en silencio, pensando cómo resolver aquella cuestión vital─: Ahora no vamos a complicar las cosas pero, si al cumplir los cuarenta sentimos que la vida se nos ha quedado estrecha, volveremos a quedar y haremos el amor. Será divertido que los dos esperemos para saber qué pasa.

Me devolvió el paraguas y ni siquiera me dio un abrazo de despedida. Yo me quedé en el banco, viendo cómo caminaba debajo de la lluvia con la cabeza ligeramente inclinada por culpa del peso de las cosas que no habían sucedido.

Esperé a que girara hacia la bocacalle de la derecha y, cuando dejé de verle, me levanté del banco y me marché a mi casa, a tratar de olvidar. Solo esperaba que, a la mañana siguiente no me avasallaran recuerdos que me hicieran taparme la cara para intentar ignorarlos.

Me escocía la sensación difusa de que acabábamos de perder la última oportunidad.

“Me encantaría hacerte el amor”, leí con el cazo de chocolate en las manos.

Faltaban tres días para que fuera mi cuarenta cumpleaños.

Doce días antes los había cumplido Salvador. Tengo que confesar que no lo había celebrado conmigo. Aunque también es cierto que ya no nos veíamos tanto como cuándo éramos jóvenes, así que posiblemente lo habría hecho junto a otra gente que yo no conocía. Teníamos los dos la vida llena de obligaciones y contratos, pero en sus cumpleaños y en Navidad nunca se me había olvidado llamarle.

─¿Has soplado ya las cuarenta velas? ─le pregunté en cuanto descolgó el teléfono.

Le hablé de los niños y él a mí de su novela. Nos reímos, comentamos chascarrillos de amigos en común y como no me dijo nada sobre nuestro viejo acuerdo, colgué el teléfono imaginando que, después de tanto tiempo, ya lo habría olvidado. Durante aquellos años él se había esforzado por ignorar lo que nos había ocurrido bajo el agua. Lo hacía tan bien que llegué a pensar que todo había sido culpa de mi desbocada imaginación. Eso, o que la vida todavía no se le había quedado estrecha. Me alegraba por él.

Pero entonces llegó su mensaje. Y quemaba; por toda la belleza y la verdad que reflejaban aquellas cinco palabras con las que ya no contaba. Una frase que, tal vez él había construido sin pensar, pero a mí me resultaba más perturbadora por la franca delicadeza que encerraba.

Serví el chocolate a los niños y me encerré en el baño, mirando hipnotizada la pantalla del teléfono.

En tres días iba a cumplir los cuarenta; era una sensación extraña… Como si, en el momento en el que estaba a punto de saltar por el balcón alguien hubiera sabido encontrar la manera de acariciarme el alma. Que exista una persona que siga

44

iluminándose con esa luz que sabes que aún llevas dentro, puede cambiarlo todo. Aunque no cambie nada. Esa caricia ni siquiera amortigua el temor al vacío; pero una se siente abrazada en el mismo ojo del huracán.

Siempre nos habíamos buscado. Incluso sabiendo que lo más probable era que nunca nos llegáramos a encontrar. Él volvería a aparecer en el instante menos pensado, seguramente para nada; y yo estaría esperando a que lo hiciera. Sin esa posibilidad mi vida dejaría de tener ningún sentido.

No había nada más que pensar. Cogí el teléfono y le contesté, deseando que él estuviera conectado y me leyera en ese mismo instante.

“Salvador, sabes que siempre lo has hecho”.

45