Esta novela está dedicada a todos aquellos hombres y...

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Estanovelaestádedicadaatodosaquelloshombresymujeresquearriesgaroneinclusoperdieronsuvida,bienporquecreyerontenerundebercomoalemanesoporlaobligaciónimpuesta,frutodeunrégimen

totalitario.Atodosellos…

Notadelautor

Aunque lahistorianarradaenestanovelay suspersonajes son ficticios, loshechosqueserelatan,asícomosusfechas,sonreales.Hechosrecogidosenloslibrosdehistoriayenelpropiotestimoniodelaspersonasquelosvivieron.

Lasopiniones vertidaspor lospersonajesdeben ser consideradasdentrodelcontextodelapropianovela,nopretendiéndoseenningúncasohacerapologíadeningunacorrienteoideologíapolítica.

PRÓLOGONi Carlos de la Fuente y Pérez-Villamil es alemán ni, claro, pudo estar

allí cuando se produjeron los hechos: la persona se siente llamada dondela sensibilidad, la inclinación, halla su sitio. Las voces, el carácter, loslugares, ¡los tiempos!, de los que algo te dice que son tuyos. Losespacios y modos a los que perteneces, aunque hayas nacido extraño aellos. El mundo de las ideas. ¡Tan real, sin embargo!

Desde muy niño Carlos de la Fuente, en sus propias palabras, «sinsaber ni cómo ni por qué» se sintió atraído por todo lo germano: elsonido, la estética, la fuerza. Romántico empedernido, encontró mástarde en el genio nacional teutón la imagen de sí mismo. Lo fascinó, porfin, el momento en el que, exacerbados, Romanticismo, estética, poder,estallaban en una ópera grandiosa: la Segunda Guerra Mundial. Unespectáculo digno de los dioses. Inhumano. Con un protagonista que secreyó escogido: Adolfo Hitler, Midas capaz de transformar en dolor cuantotocaba. Y el dolor fue, también, el de su pueblo.

Ciudades borradas por las bombas, el fósforo abrasando la piel, elhambre, el miedo. Consecuencias de un sueño.

Franz, Helmuth, Hildegard…Carlos escribe su novela para reivindicar a los millones de alemanes

que, ajenos y hasta contrarios a las doctrinas hitlerianas, combatieron porsentido del deber, por patriotismo o por imposición.

Cuando Franz abandona su casa en Landsberg am Lech lo hace solocon intención de prosperar. Y cuando se alista en el ejército es porque sesiente parte del esfuerzo alemán, del orgullo alemán, de la vergüenzaalemana que debe ser lavada.

«Hoy es un gran día —les dice herr[1] Wagner a los tres amigos, Franz,Rudolf, Helmuth—. Como sabéis, Austria ha sido anexionada a Alemania,formando así un gran imperio tras haber anexionado dos años atrás laregión del Sarre. Alemania, de manos de nuestro Führer,[2] que Diosguarde muchos años, se está convirtiendo en una gran potencia tanto

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industrial como militar que evitará en un futuro no muy lejano quenaciones como Francia o Inglaterra vuelvan a reírse de nosotros.» YFranz, un poco más adelante: «[…] creo que tengo el deber y laobligación de luchar por nuestra patria, aunque eso choque frontalmentecon mis principios. Antes que yo está Alemania».

Pero los designios de Hitler iban mucho más allá de un mero conflictoque situara a Alemania en su sitio. Que le devolviera el papelpreponderante que le correspondía por derecho. El derecho de la fuerza.«Yo soy la guerra», dice Hitler, que nunca se priva de expresar sudesprecio por quienes se avienen a pactar, por quienes tratan de eludirun enfrentamiento armado, y considera que en eso, justo en eso, está elgermen de su inevitable fracaso: «Garantizaré pactos, haré promesas, lasromperé y, cuando las rompa, vendrán a suplicarme y firmaré otrospactos y haré nuevas promesas, que volveré a romper».

Uno tras otro, todos se rendirán a Hitler. Por miedo, por prudencia, pordebilidad, taras de las que él, Hitler, y sus compatriotas alemanescarecen. «La guerra es el estado natural del hombre», afirma. ¿Y una vezaniquilada la voluntad de las naciones? Será el momento de crear elNuevo Hombre. De alumbrar la Nueva Sociedad. En sus conversacionescon el que fuera presidente del Senado de la Ciudad-Estado Libre deDanzig, Hermann Rauschning, entonces nacionalsocialista, Hitler expone(agosto de 1932) su modelo del mundo futuro, un mundo, naturalmente,regido por Alemania: «¿Qué aspecto tendrá el futuro orden social,camaradas? Os lo voy a decir. Habrá una clase de señores, procedentede los elementos más diversos, reclutada en el combate, que de esemodo encontrará su justificación histórica. Estará la muchedumbre de losdistintos miembros del partido, ordenada jerárquicamente. Estos serán losque conformen las nuevas clases medias. Habrá también una gran masade personas anónimas, la colectividad de los sirvientes, de los menoresde edad ad aeternum. Poco importa que en la precedente sociedadburguesa hayan sido propietarios agrícolas, trabajadores u obreros. Laposición económica y el papel social de antaño no tendrán el menorsignificado. Estas distinciones ridículas se fundirán en un solo y únicoproceso revolucionario. Más abajo todavía encontraremos la clase de losextranjeros conquistados, de los que, fríamente, llamaremos losmodernos esclavos. Y por encima de todo estará la nueva gran nobleza,

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compuesta por las personalidades dirigentes de más mérito y las másdignas de ejercer una responsabilidad. De esta forma, en la lucha por elpoder y por el dominio en el interior y en el exterior de la nación, se crearáun orden nuevo». Un orden nuevo forjado en el combate. Unameritocracia dura, inmisericorde. Así lo recoge Rauschning en su libroHitler me dijo, publicado en 1939, en el exilio. De que estos encuentros enBerchtesgaden tuvieron efectivamente lugar hay sobrada pruebadocumental. Como curiosidad, incluso una fotografía tomada por RudolfHess en la que, contra un fondo de tupidos bosques, tras la casa delanfitrión aparecen Hitler, Hermann Rauschning, el Gauleiter Forster y suotro acompañante desde Danzig: Linsmayer, Führer de las SA.

De que las palabras de Hitler hayan sido fielmente recogidas porRauschning parece haber poca duda, pese a los intentos de desmentidodesde círculos nazis o filonazis. Hasta ellos conceden veracidad al libroque refleja en gran parte el pensamiento y el modo de expresarse deHitler, y su objeción apunta más a aspectos concretos en los que creenver contradicciones y líneas de pensamiento confuso, que juzganimposibles en el superhombre llamado a regir los destinos del orbe:estamos hablando de fechas tan tempranas como 1940. Poco claro,seguramente, no era Hitler, que se ufanaba de su don para «simplificarlotodo» y afirmaba: «lo imposible es lo que siempre triunfa». Él estabadecidido a triunfar. Y, tras Hitler, una vez en el poder, millones dealemanes humillados por el Tratado de Versalles, impacientes portomarse la revancha sobre quienes los habían derrotado en la guerraanterior y les habían luego impuesto las más duras condiciones. Entreellos, hasta que sus diferencias profundas con el nazismo lo alejaron delpartido, Hermann Rauschning. Y entre ellos, con diferente nivel decompromiso, Franz, Rudolf, herr Wagner. Recuperar la dignidad perdida,la grandeza de Alemania. Y hacerles sentir esta grandeza a las demáspotencias. Para ello no había otro camino que la guerra. Y la guerra, queiba a llevar a Alemania al desastre, fue mayoritariamente querida por losalemanes. Deseaban recuperar Alemania a las órdenes del hombre queiba a destruirla para crear una Alemania nueva. Otro universo en el queesa Alemania no tendría sentido.

Franz, Helmuth, Hildegard… Arrojados a la corriente de la Historia quelos arrastra hacia su destino.

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Le duele al autor de esas criaturas, nacidas de su pluma y del pueblocon el que se identifica, lo cruel que este destino fue para los alemanes.

Carlos de la Fuente aporta datos ya conocidos:

Se calcula que unos dos millones de mujeres alemanas entre losdoce y los ochenta años fueron violadas por el ejército rusocuando sus tropas entraron en Alemania.A los prisioneros alemanes recluidos en los campos de prisionerosnorteamericanos a lo largo de la cuenca del Rhin, y a instancia deEisenhower, se les retiró la denominación de prisioneros deguerra para no tener que acogerse a la Convención de Ginebra ysaltarse las normas de custodia y trato que esta Convención lesobligaba a cumplir. Se les llamó fuerzas enemigas desarmadas(DEF). Por ese motivo murieron de hambre, sed y enfermedadescontagiosas miles de alemanes.No se permitió la entrada de la Cruz Roja a los campos paraatender a los alemanes hasta 1946, casi un año después de lafinalización del conflicto. Las raciones de comida entregadas porla Cruz Roja para los alemanes en muchas ocasiones no seentregaban y, en otras, se entregaba solo la mitad. Hay querecordar que hubo decenas de estos campos por toda Alemania yque no solo había soldados alemanes, sino mujeres y niños.Peor suerte corrieron los alemanes capturados por los soviéticos,ya que fueron conducidos a campos de prisioneros en Siberia,donde se calcula, según determinadas fuentes, que entre 750 000y 900 000 soldados germanos murieron de frío, hambre oenfermedades. Los rusos no liberaron a los alemanessupervivientes hasta el año 1955 (diez años después de terminarla guerra).

Horrible, el sufrimiento genera sufrimiento. En las mujeres violadas(«las mujeres soldado rusas jaleaban a sus camaradas», refieren víctimasde las violaciones) los bárbaros pretendían vengar la barbarie anteriorque no respetó, tampoco, nada. Del horror, el horror. Tuvo que ser paralos aliados un espectáculo insoportable el que encontraron en los camposde exterminio. Esa furia puede comprenderse. ¿Y prolongarla tantotiempo? Con certeza, al odio, que tal vez no acabara de mitigarse nunca,sucedió la ignominia del hábito, la norma establecida. La desidia. Sin

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embargo, señala Carlos de la Fuente, ese odio, esa pulsión justiciera, esanecesidad de vengar a los presos convertidos en esqueleto y piel, a losincinerados, a los millones de judíos cuya raza se había resueltoexterminar, no impidió a los norteamericanos rescatar a científicos nazis,igual de entre los más culpables, halagarlos, mimarlos y emplearlos en subeneficio. El animal humano.

El corazón de los lobos, una novela en la que el autor se ha dadoentero. Sincera. Tierna. Honesta. Pasajes que quedan en la memoria: lacena en el hotel Fürstenhof, con la costura de las medias pintada en laspiernas (nada sorprendente entonces y a lo largo de años). El tren de losjudíos. El refugio del granjero Josef y su madre. La noche pasada en untanque ruso. Personajes: Robert, el mecánico de la mano destrozada, lavecina prostituta, el cura, el alegre Klaus, frau[3] Klessinger y susenfermeras —el llanto por el Führer—, Franz, Helmuth, Rudolf, losWagner, la abuela Jutta, Hildegard. Es hora de encontrarse con ellos.

Federico Volpini

Madrid, 10 de agosto de 2012

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PRIMERAPARTE

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CAPÍTULOI

BERLIN

Abrilde1937

LandsbergamLechesunbonitopuebloalsurdeAlemania,conunapreciosaplazaadoquinadadondeseencuentraunatorredeplantacuadradaconunenormereloj,rodeadadenumerosascasasburguesasdedistintoscolores,unlugardondeaún se respiran ciertos aires del Medioevo, que también posee cantidad deejemplosdearquitecturabarroca.Estaciudadseríafamosaporsufortaleza,dondeAdolf Hitler estuvo preso en 1924 y escribió su Mein Kampf. Es un sitiotranquilo,congrantradicióntextilycomercial,dondetodoelmundoseconoce.Unlugarperfectoparavivir.EselsitiodondenacíydondevivíaconmiabuelaJuttaenunaviejacasacon

algode jardínyverjaspintadasenuntristeazulclaro, juntoa lacalleprincipaldel pueblo. Ella cuidó de mí desde que fallecieron mis padres en 1917 aconsecuencia del fuego de una ametralladora francesa. De mi padre apenasrecuerdoalgoydemimadre,aunqueyoeramuypequeño,noolvidarénuncaeserostroredondeado,dulce,yesehalodeternuraquelarodeabayquelaguerramearrebatóparasiempre,contansolotresañosdeedad.Hacía un bonito día de primavera, ideal para que comiésemos en el jardín

aprovechandoesostanansiadosrayosdesoltrasunlargoycrudoinvierno.Porlatarde, simi abuela no necesitaba que le ayudase en algo,me acercaría a ver aRudolf,miqueridoamigodelainfancia.Leconocíadesdequeteníausoderazón,sumadre y lamía eran compañeras en el taller de costura de frauWeissmann,dondetrabajabanhacemuchosañoshaciendopantalonesycamisasdecaballero.ElpadredeRudolfteníaunatabernaenLandsberg,únicafuentedeingresosdelafamilia.Leapreciabamucho,siemprehabíamossidocomouñaycarneyguardomuy

buenosrecuerdosdenuestrainfanciamientrasjugábamosenlaorilladelríoonos

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deslizábamoseninviernoconlostrineosporlasempinadascallesdelpueblo.Unavez hasta casi terminamos debajo de un carro de estiércol; años después deaquellotodavíanosechábamosareírcuandolorecordábamos.Eraunchicounpocoobesoyalgomásbajoqueyo,depelorojizoyondulado,

quesepeinabacontinuamenteconlamano,conmuchaspecasenlacara,deojosnegros,sinprofesiónconocida,aunquesolíaayudarasupadreenlataberna.Amijuicio solo tenía un defecto: era demasiado ambicioso, capaz incluso en unmomentodadodeperdersusprincipioscontaldeconseguirloquequería.Esosí,siempreaplicandolaleydelmínimoesfuerzo.Loquepodíallegaraserunserioproblema.EranlascincodelatardeymedirigíaalatabernadeRudolf.Algunasnubes

comenzabana aparecer enel cielo.Empezabaa levantarse algodeviento, cogíaireyapreciéeseinconfundibleoloratierramojadaquelehacesentirseaunotanllenodevida.Ibapaseandojuntoalrío,disfrutandodelasvistas,yalolejospudever encimadeun troncoque sobresalíadel aguaados cornejaspelearsepor loqueparecíaserunarana,bajolaatentamiradadeunaestafadagarzaquemirabaconimpotenciamientraspretendíancomerseelfrutodesuesfuerzo.Penséenlobienquemesentíayenlobelloquemeresultabaaquellugarparavivir.Unlugardondelatranquilidadylaarmoníaentresusvecinoseranlasnotaspredominantes.Entréenelhúmedoylúgubrelocal.Hacíamásfríoallídentroqueenlacalle.

Siemprehabíaconocidoeselugarigual,apenashabíacambiadodesdehacíaaños.Las viejas y destartaladasmesas demadera, las esquinas de los techos con lasmismas telarañas, y ese ligero olor a rancio, a viejo. Saludé a mis ancianosvecinos,herrBraunyherrSpitz,queseencontrabancomosiempre,tomandounascervezasenunadelassuciasmesasquesehallabanalaizquierdadelaentrada,junto a la ventana. Allí estaba Rudolf apoyado en la barra con una jarra decervezaamedioterminar.Cuandomevioentrarmehizounguiñoysonrió.—¿Quéhaces?—lepregunté.—¿Túquécrees?Trabajando,aunquenoloparezca.¿Quieresunacerveza?—Sí,gracias.—Nohacefaltaquemedescontinuamentelasgraciasportodo.—Losiento,eslacostumbre.—Otravez,¿noves?Lohasvueltoahacer—replicóRudolfmolesto.—¿Aquéterefieres?—A pedir disculpas también por todo. Se ve que la férrea educación de tu

abuela ha surtido efecto. Ya sé que eres un chico educado y refinado, todo lo

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contrario amí, pero somos amigos desde hace años y no sonnecesarios tantosformalismos.—Puedequetengasrazón,peronoconsigoevitarlo, lo tengointeriorizado.Y

además, si dejo de comportarme así, temo perder las buenas costumbres yconvertirmeenunserrepulsivoydespreciablecomotú.—Ambosnosechamosareír, yo golpeé a Rudolf en el hombro amistosamente—. ¿Sabes?, he estadopensandoacercadelfuturo.—¿Quéfuturo?—ElquenosesperaaquíenLandsberg.Tengoveintitrésañosytúunomásque

yo,deberíamosplantearnosseriamentequéhacerenlavida.¿Nocrees?—Sí,perodóndeyelqué.Tú todavía tienesalgunosestudios,peroyoestoy

todoeldíaaquímetido,mipadreseempeñaenqueheredeestaasquerosatabernaysirvacervezastodamividacomohahechoél.—Eso es una tontería, seguro que si le explicas a tu padre que quieres

progresar,quequieresconocermundoyprobarsuerteenotrositio,loentenderá.Martin, el buhonero, me comentó la semana pasada que desde los juegosolímpicosenBerlinexistenunmontóndeproyectosyobras:autopistas,edificiosoficialesydemás.Túhastrabajadoalgoenlaconstrucciónyyosoydelineante,seguro que, en una ciudad tan grande como Berlin y con el empuje que estáteniendotodoelpaísenestosúltimostiempos,conseguimosalgodetrabajo.Estoyanoesloquehaceunosaños,desdequeestáelNSDAP[4]enelpodertodohacambiado. Se respiran nuevos aires, se nota en el ambiente, en la gente, hayilusión…—La idea no me parece descabellada del todo, pero ¿qué pasa si no

encontramosnada?—preguntóRudolf.—Esa posibilidad existe, no te lo voy a negar. Pero al menos lo habremos

intentado. Nos volvemos y por lo menos habremos vivido nuestra pequeñaaventura.Enlavidaaveces tienesque tomardecisionesaunquesoloseaporelhechodenoarrepentirteenelfuturodenohaberlastomado.—Nosé,lotendríaquepensarmásdetenidamenteyvercómoselodigoamis

padres.—Piénsalo.Sitedecides,podríamospedirprestadoalgodedineroyhastaque

encontrásemos trabajo tendríamos para ir tirando.Y si no encontrásemos nada,siemprenosquedaríaalistarnosenlaWehrmacht.[5]Rudolfsonrióylosojosseleiluminaron.

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—Eso no me parece mala idea. ¿Has visto los nuevos uniformes? Sonimpresionantes.Ademásseríaunabuenaformadeganarnoslavidayhaceralgopornuestrocastigadopaís.Amíyasabesqueelejércitosiempremehallamadolaatención.ElhijomayordefrauErnst,Albert,estáconunamotocicletadeaquíparaallá,porlovistoesunaespeciedemensajerooenlace.¿Teimaginas?Túconunamotocicletaporahí,seríagenial.Pasamos más de una hora hablando del tema y dejando volar nuestra

imaginación con convertirnos en grandes caballeros con una dilatada carreramilitar,dignosderespetoyadmiraciónanteel restodemortalesdelpueblo.Laideadeformarpartedelejércitononosdisgustabaaningunodelosdos,aunquepreferíamos primero intentar encontrar otro trabajo. Considerábamos que eramejorveralgodemundoysaberalgomásdelavida,apartedeloquehabíamosvistoenLandsberg,antesdeformarpartedetanaltoydignocolectivo.—¡Bueno!,parecequesehaestropeadoeldía,yademásestáanocheciendo,me

voypara casa—ledije—.Piensa en lo que hemoshablado, yo estoy decidido,solodependedeti.Rudolfsonriólevementeylevantólamanoparadespedirsedemí,alavezque

yoapurabamijarra.

***

Aldíasiguiente,comotodoslosdomingos,acompañéamiabuelaJuttaamisa,dondenosencontramos,entreotraspersonas,afrauErnst,conlaquemiqueridaJuttamanteníaunaestrechaamistaddesdehacía años.A la salidade la iglesia,ambassequedaronhablandoyyomevolvíacasasolo,sabíadeotrasvecesquela conversación podría dilatarse durante alguna que otra hora. Ya a la hora decomer tenía la intención de contarle mis planes a mi abuela, antes incluso deconocerlarespuestadeRudolf.Temíaquealestartanunidaamísefueseallevarundisgusto,aunqueporotroladosimequería,comocreíaquelohacía,deberíaentenderquetardeotempranoesemomentoteníaquellegar,porloquemearmédevaloryledije:—Abuela,heestadopensandoqueyatengounaedadenlaquedeboencauzar

mi vida, ya sabes…, buscarme un buen trabajo, ver algo demundo, conocer aalgunachica…Nosé,todoesetipodecosas.Yaquíenelpueblolaverdadesquenohaymuchasoportunidadesparaunchicojoven,oporlomenoslasquehaynosondemiinterés.

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Mi abuela siempre había sido una mujer muy fuerte anímicamente, siemprependientedesuimagenfrentealosdemás,dura,muydura,dehechonorecuerdohaberlavistonuncallorar,nisiquieraalrecordarlamuertedemimadre,suhija.Pero cuando le dije estas palabras y levanté la vista para ver su reacción, pudeobservarcomodejódecomer.Susojoshabíancambiado,notélatristezaenellos.Entendíentoncesqueellasabíaperfectamentealoquemerefería.Tragandosalivaycogiendoalientomedijo:—Franz, hijo, sabía que esto llegaría, rezaba todas las noches para intentar

alargarenloposibleestemomento.Meaterrorizalaideadeperderte.—Abuela, no me vas a perder. Además, solo tengo la intención de probar

suerte, no quiere decir que no vaya a volver. E incluso si las cosasme fuesenbien,tepodríasveniravivirconmigo.—No,Franz,hijo,yoyanoestoyparatraslados,llevotodamividaenestacasa

yenestepueblo.Además,tútienestodounfuturopordelanteyyosoloseríaunestorbo para ti, un tronco en el camino. Debes volar al igual que vuelan losnuevospájarosalfinaldelverano.—Noquieroquetepreocupes,nomepasaránada.Soyconscientedelomucho

quehassufridoconlaguerra,conlamuertedemispadresydemás,peronotienepor qué seguir siendo así siempre, soplan nuevos aires en Alemania y todosdebemosponernuestrogranitodearenaparahacerdeestepaísalgodeloquelagentesesientaorgullosa,paraquesesientanorgullososdeseralemanes.—Esciertoquelohemospasadomal,lavidanosehaportadoespecialmente

bien con nuestra familia.Alguien dijo una vez que las guerras las declaran lospolíticos y las sufren los pueblos, siempre sufrimos los mismos. Aunqueegoístamentemegustaríaquetequedasesconmigo,laverdadesquenopuedonideboimpedírtelo.¿Yahaspensadodóndeir?¿Tevassolo?—HehabladoconRudolfyqueremosiraBerlin.—¿Rudolf?Esechico...,hayalgoenélquenomegusta,peronuncahesabido

quées.Esamaneraenquemira.—Esbuenchico.Algorudoyáspero,peroenelfondoesbuenapersona.—Supongoqueprefieroquetevayasconélantesquetemarchessolo,alfiny

al cabo compañía por lomenos te hará.YBerlin…Berlin es una ciudadmuygrande,yoestuvehacemuchosañosunavezcontuabuelo.Debéistenercuidado,seréis dos chicos de pueblo en una ciudad gigantesca.Me preocupa, no debéisfiarosdenadie…—Guardó silenciodurante algunos segundos—.¿Tehedichoalgunavezqueereselvivoretratodetuabuelo?Alto,morenoyconesosenormes

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ojos azules… Aunque las manos huesudas, con esos largos dedos, no son denuestrafamilia,separecenmásalasdetupadre.¡Québuenhombreeratupadre!Amímequeríamucho…yadorabaatumadre.Mientrashablaba, sequedó con lavista fija en la ventana, comoausente, tal

vezrecordandosupasado,amiabueloocómoibaasersuvidaapartirdeahoraquesequedabacompletamentesola.Alverlaasí,lepregunté:—¿Quétepreocupa?¿Hayalgomás,verdad?—Sí. Sabes que el hijo de frauErnst,Albert, está en el ejército. Ellame ha

dichoquehayrumoresdentrodelapropiaWehrmachtdeunaposibleguerra.—¿Guerra?—meechéareír—.Esoesridículo.Portodosesconocidoqueel

Führer pretende recuperar las zonas de losSudetes,[6]Pomerania ySilesia.Locualnomepareceamí,niamuchagentedeestepueblo,unamalaidea,yaqueesos territorios nos fueron arrebatados por nuestros «queridísimos» vecinospolacosychecos.Esoesunacosaeiralaguerraesotramuydistinta.¿Realmentecreesquelospolacosoloschecosseenfrentaríananosotros?Sonunosmuertosde hambre y tienen algo que es nuestro. Nuestro Führer quiere lo mejor paraAlemaniayademásélyahapasadounaguerra,sabeloqueesesoyconfíoenquetendrá la suficiente inteligencia como para recuperar esos territorios sin lanecesidaddeunenfrentamientobélico.—¿Deveraslecreestaninteligente?—sonrióirónicamente,comosiconociese

elfuturoquenosesperaba.—Por supuesto. Y además no conviene que hables así de él, alguien podría

malinterpretartuspalabrasybuscartealgúnproblema.—¿Amiedad?Yamedaigual.Aldíasiguiente,porlatardefuialatabernaconlaintencióndeveraRudolf.

Cuálseríamisorpresacuando,nadamásentrar,supadreseacercómalhumoradohaciamíymedijo:—¿Aquévienesaquí,Franz?¿Allenarleamihijolacabezacontusestúpidas

ideas de aventura? ¿Dónde se va a ganarmejor la vida que aquí, en su propionegocio?Losjóvenessoisincreíbles,siemprecreyendoquevaisadescubriralgoquenohemosvistolosdemás,siemprepensandoquesoismáslistosquenadie.Nosabéisloqueosesperaahífuera.Soiscomodoshojasamerceddelviento.—HerrKoenig,solofueunaideaysupusequeaRudolflepodríainteresar.Podría haberle dicho lo que pensaba, como por ejemplo que esa vieja y

apestosa taberna no era el futuro de nadie, excepto de su egoísmo, o queconsideraba a su hijo capaz de algo más aparte de servir cervezas, pero por

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educaciónmecallé.SemetiócorriendoenlacocinapegandounportazomientrasRudolfmemirabaalosojosconunalevísimasonrisa.Enesemomentoentendíque se había decidido. Una extraña sensación me recorrió el cuerpo, entre laalegría de comenzar una nueva vida y la nostalgia que me iba a suponerabandonarLandsbergyamiabuela.LedijeaRudolf:—Porlareaccióndetupadreentiendoqueyatehasdecidido.—Sí.Cuentaconmigo.Anochediscutíconél.Estoycansadodeestaestúpida

familia, siempre con sus normas… «No debes hacer esto» o «Debes hacer lootro»,«¿Dóndevas?»,«¿Vasavenirmuytarde?».Anochefuelagotaquecolmóel vaso y me di cuenta de que irnos de aquí es la única salida a toda estaporquería.Ahoraesmejorquetevayas,mipadreteconsideraresponsabledirectodemidecisiónyesconvenientequenocoincidasconélduranteunosdías,hastaqueselepaseunpocoelenfado.Luegoseguroqueloentenderá.—Deacuerdo,sinproblema.Vetepreparandoelterrenoparaquetedejenalgo

dedineroyhablamosafinalesdesemana.—Bien,amigo.Hastaentonces.Alvolveracasanotéamiabuelaextraña.Noeralamisma,estabatristeyeso

verdaderamenteeraloúnicoquemepreocupabadetodaesaaventura.Tras cenar los dos, le dije que Rudolf se había decidido y que sería mi

compañerodeviaje,aloqueasintióconlacabezasindecirnada.Ledilasbuenasnochesymefuiaacostar.PasaronseisdíassinveraRudolf,preferídejarpasaralgodetiempoantesde

volveraverlacaraasupadre.Trasesteparéntesismeacerquéalataberna.Enunpardedíasultimamoslosdetallesdenuestrapartidaydecidimossalirdeviajeelviernes, así tendríamos el domingo para acoplarnos, buscar alojamiento yambientarnosunpocoantesdeempezarabuscartrabajoellunesoelmartes.Era jueves por la noche, a lamañana siguiente partiríamos.HerrKoenig, el

padredeRudolf,elcualparecíahaberseresignadoanuestraandadura,accedióaacercarnosa laestacióndeferrocarrilensuOpelP4,unbonitoautomóvilcolorverde botella que había comprado hacía un año, tras ahorrar durante un lustro.Pasaríanarecogermealasseisdelamañana.Unavezenlacama,noconseguíaconciliarelsueñopensandoenelviaje,en

Berlin o en qué nos depararía el futuro. Sin duda alguna esto representaba uncruce de caminos en mi vida y yo ya había elegido qué sendero recorrer.Equivocadoono,esalgoquedebíaintentar.

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Al final y por cansancio, me terminé durmiendo, pero hacia las dos de lamadrugada me desperté. Oía una especie de sollozos, de leves lamentos queprocedían de la habitación de mi abuela. ¡Dios mío! Estaba llorando… Pobremujer…Penséquedebíairaconsolarla,despuésdetodoyoeraelresponsableocausantedequellorase,perotrassopesarlaideadecidíquedebíadejarlascosastalycomoestaban,yaquedadosucarácterdemujerférreayduramipresenciapara consolarla en su habitación podría ser más un golpe a su orgullo que unconsuelo.Por la ventana de mi habitación entraba una azulada luz procedente de una

enorme luna llena. Pensé: «¿Cuándo volveré a ver esa enorme luna desde micama?».Quizás en un par demeses pudiese estar de vuelta, o sime salían lascosas como yo esperaba, no volvería a verla nunca más a través de esa viejaventana.Llevabamásdeveinteañosdurmiendoenesahabitaciónynuncaantesmehabíafijadoenesaenormelunayensumágicayextrañaluzazulada.Eran las seis de lamañana. Estaba en la cocina conmi abuela desayunando

algocuandooíelclaxondelOpel.MeabracéamiqueridaJutta,ellatemblóysindecir nada nos despedimos. Ella, aunque con los ojos húmedos, no rompió allorar,peroyosabíaquenoeratanduracomoellacreía,ignorabaqueesanochelaoí.Teníaunafuertepresiónentrelanarizylafrente,creíquealfinalelqueibaallorarerayo,perocogíaire,lediunbesoysalídecasasinmásdilación.LlegaríamosaMünchenenalgomásdeunahora,dondecogeríamosun tren

hastaNürnbergyunavezallídirectosaBerlin.Unviajeverdaderamentelargoyagotador, de casi dos días, maldurmiendo y comiendo en las estaciones deferrocarril,comosifuésemosvagabundos.A nuestra llegada a Berlin, sobre las diez de la mañana, lo que más me

impresionófuelagrancantidaddeautomóvilesyelenormebullicio.Todoestabaformadoporgrandescallesconedificiosdevariasalturas,escaparatesyrótulosluminosos. Era verdaderamente impresionante, todo era gigantesco. Entre elhumodelosautomóviles,laschimeneasyalgunospuestosambulantesdecomida,elaireolíaatodomenosaaire;fueentoncescuandomevinoalamemoriaeloloratierramojadadelairedeLandsberg.Lagenteandabadeunladoparaotrocomosituvieseprisa.Estábamosdesorientados,connuestrasropasobsoletas,lasmaletasynuestros

ojosmirandohacia todos lados.Seveía a la leguaquenoéramosmásquedoschicosdepuebloenbuscadeoportunidades.

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***

Pasamostodalamañanasinparardeandar,deambulandoporlargasavenidasyangostas callejuelas,pero sin saber tampocodónde ir, intentandobuscar algunareferencia entre tanta cantidad de información, un sitio donde poder dejar lasmaletasylibrarnosdelostormentososzapatos,zapatosqueporotrapartellevabamásdetresañossinponerme,desdequefuialfuneraldemiabuelo.Quémalosrecuerdosmetraíancadavezquelosmiraba,peroeranlosúnicosquetenía.Mientrasíbamosporunacalledelaquenorecuerdoelnombre,peroquenos

permitíaveralolejoselReichstag,[7]aRudolfseleocurriólaideadebeberalgoyhacerundescansoenunataberna,loqueamímeparecióunaexcelenteidea.Alentrarnospedimosdoscervezas.Ellocalseencontraballenodegente,era

bastante amplio y tenía unas columnas de hierro forjado repartidas por todo elsalóndonde losclientescolgaban losabrigos.Seencontrabapintadoenunbeisoscuromuy bonito que le daba cierto aire bohemio.Rápidamente pensé en lasdiferenciasexistentesentreesenegocioyeldelpadredeRudolf,amí tampocomeimportaríaquemedejasenenherenciaunlocaldeesacategoríayqueademásparecíafuncionartanbien,peronolecomenténadaamicompañerodeaventuraspornoofenderle.Segúnterminédehacerestareflexión,Rudolfmedijo:—Estoesunatabernaynolaporqueríaquepretendedejarmemipadre.—Tampocoseastanduroconél,Rudolf.Tupadre,elhombre,nohavistootra

cosaydehechotedatodoloquetiene,pocoomucho,sucioolimpio,fructíferoono,estodoloqueposee.—Aversiahoravasadarlelarazónaél…Esunestúpidoypunto.—Noesdarlelarazón.Esqueélnohavistootracosaycreequelosuyoeslo

mejor.—Puesquehubiesetenidoelvalordevolarcomoestoyhaciendoyoahora.—Rudolf, las circunstancias y las épocas que a cada persona le toca vivir a

vecesnolepermitenmuchomargendemaniobra.Lascosasenlamayoríadelasocasionesnosontanfácilescomoparecen.Enunadelasparedesdel local, juntoalabarra,habíaunaespeciedetablón,

donde la gente colgaba con unas pequeñas tachuelas rojas diferentes anuncios.Unosanunciabanlareparacióndecalzado,otrosseofrecíanparapeinaraseñorasadomicilioyotrossimplementepretendíanvenderunabicicletaoropausada.Deentretodosaquellostrozosdepapel,muchosdeellosunosencimadeotros

por la faltadeespacioenel tablón,pudeverunomanuscritoconunacaligrafía

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perfectaquedecía:«Sealquilahabitación.Económica,muyluminosa.Preguntaralcamarero».Rápidamenteselodijeamiamigoy,comoindicabaenelanuncio,nosdirigimosalcamarero:—Disculpa,estaríamosinteresadosenalquilarunahabitación—ledijealavez

queleseñalabaconmidedoíndiceeltablón.Élnosmiródearribaabajo.Claroestabaqueestemuchachohacíadefiltroparanoalquilárselaacualquierpersona.—¿Dedóndesois?¿Aquéosdedicáis?—VenimosdeBavieraydemomentoestamosbuscandotrabajo.—Supongoquetendréisdineroparatirardurantealgúntiempo.—Sí,sí,porsupuesto.—Bien. Según salgáis del local, amano derecha sale una calle pequeña. La

cogéis,ytrasandarunoscientocincuentametrosveréisunaferretería;juntoaellahayunacasaconunapuertaazul,allípreguntáisporherrWagneryledecísquehabéisvistoelanuncioenlatabernayqueosmandaNikolas.—Deacuerdo,muchasgracias.Nosterminamoslascervezasynosdirigimosrápidamentealavivienda,lacual

encontramossinproblemas,talycomonoshabíaindicadoelcamarero.Eraunacasa grande y al parecer antigua, de tres plantas, con una fachada blancaperfectamenterestauradaydecuyasventanasdecolorazulcolgabanunasbonitasfloresrosasyblancasqueseencontrabanenunasjardineras.Llamamos a la puerta y una señora de unos sesenta años, rubia, muy bien

vestidayeducada,nosabriólapuerta,muysonriente,ysequedóseriaalvernos,comosiestuvieseesperandoaalguienyviesequenoeralapersonaqueesperaba.—Buenas tardes, señora —le dije—. Quisiéramos ver a herr Wagner. Nos

mandaNikolasdelataberna,esporlodelanuncio.—Sí,esperadunmomento,ahoraleaviso.Pasadsiqueréis,noosquedéisenla

puerta.—Sí,gracias.Ellasubiólasescalerasydesapareciómientrasnosotrosnosencontrábamosen

elrecibidormirándolotodo.Nuncahabíamosvistotantolujo,elsuelodelacasaestaba todoenmoquetadoy lasparedes teníanunpapelqueparecíaestarhechocomo de paja,muy bonito y en un sobrio color verde hoja. La escalera era demadera blancamuy antigua, y toda la casa, o al parecer hasta donde alcanzabanuestravista, seencontraba llenadecuadros,algunosdeellosmuybuenos,porcierto,otrossinembargoeranretratosdeantiguossoldados,soldadosqueparecíacomosinosobservasen.

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Oímoscomoalguienbajabaporlasescaleras.Setratabadelaseñoraquenosabriólapuerta,quedesdeeldescansillonoshizoungestoconlamanoparaquelaacompañásemos y nos condujo hasta un despacho con una enorme librería ysillonesdecueromarrón.Enunodeellosytrasunamesaseencontrabaunseñordeunossetentaañosmuyserio,grueso,conungranyblancobigote,elcualnosindicóconungestoquenossentásemos,ylaseñoraseretiró.—Buenas tardes. Ya me ha comentado mi esposa que venís por lo de la

habitación.¿Cómoosllamáis?—YosoyFranzSchneiderymiamigosellamaRudolfKoenig.—Tenéiscaradebuenosmuchachos.Enelpreciodelahabitacióniríaincluida

lacena.Lasnormasdeestacasason:nadadejuergas,nadadechicasynadadeborracheras.Osadviertoqueseréinflexibleconesto.¿Estáisdeacuerdo?—Sí,herrWagner,estamosdeacuerdo.Pero,porfavor,¿nospodríaantesde

nada decir cuál es el precio? Porque a lo mejor nos resulta algo elevado paranuestraeconomía.Tieneustedunacasamuybonitay lujosa.Andamosunpocojustosdedinero,yameentiende…—Yaveo,porlasmaletas,quenosoisdeporaquí.¿Dedóndesois?—De Baviera, concretamente de Landsberg am Lech, y queríamos buscar

trabajoaquí,enBerlin.Noscomentaronqueseestánrealizandogrannúmerodeinfraestructuras. En nuestro pueblo la verdad es que no hay muchasoportunidades.—Bien,bien,peronocreáisquevaaserfácil,haceañosquelagenteloestá

pasandomal.Ahoraqueempiezaahabertrabajoyfuturo,haymuchaspersonascon las mismas aspiraciones que vosotros. Me caéis bien, parecéis honrados.Vamosahacerunacosa:elpreciolovaisaponervosotros.Estaesmicasayyonomededicoaesto,estonoesunhotel,solopretendoquehayaalgodejuventudy de vida en este hogar. Nuestro único hijo era militar, al igual que yo, perofallecióenlaguerraymimujeryyoyasomosmayores,nosencontramossolos.Másquenada lohagoporella,seatormentacontinuamente,día trasdía,conlaideadequeenalgúnmomentonuestrohijollamaráalapuertaylaabrazará.Peroenelfondotantoellacomoyosabemosqueesonovaaocurrir.Seguramenteconvosotrosaquí,yconelhijodeunbuenamigoquellegaráenunpardesemanas,se distraerá un poco. Lo dicho, vosotros pagadme en función de lo queconsideréisjustoalosserviciosquerecibís.¿Osparecebien?—Sí,sí,porsupuesto.Nosepreocupe,noledefraudaremos.—Séqueno.Acompañadme,osenseñarévuestrahabitación.

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Tras subir una plantamás nos condujo por un largo pasillo donde había unbaño a la derechay dos habitaciones a la izquierda.Nosmetimos en la que seencontrabamásalfondo.Setratabadeunahabitaciónbastantegrandeyluminosaconunapequeñachimenea,sobrelaqueestabaelretratodeunchicomuyjovenvestidodemilitary,justodebajo,ungranjarróndeporcelanaconfloresfrescas.Había dos camas y una mesita con dos sillas bastante antiguas. Toda la casaestaba bastante desfasada y vieja en relación con lo que se suponía que era elBerlindeesosaños,perosindudaalgunaeramuylujosayaúnguardabaeseairedemajestuosidad.HerrWagnerseñalóelretratoydijo:—Eseeramihijo.FueabatidoporlosbritánicosenlabatalladelSomme,en

julio de 1916. ¡Dios mío, ya han pasado más de veinte años! ¡Jamás se loperdonaré, malditos malnacidos, me arrebataron lo que más quería en estemundo!BiensabeDiosquesialgúndíatengolaposibilidad,porremotaquesea,de hacérselo pagar, lo haré —mientras pronunció esas palabras no separó sumiradade aquel retrato—. ¿Osgusta?Esmuygrande, aquí tendréis espaciodesobrayademástienemuchaluz.—Sí,herrWagner,esperfectaparanosotros—respondí.—Poneoscómodos,aseaosydeshacedlasmaletas.Soncasilascuatro.Lahora

decenaresalassiete.Nosveremosenelsalón.Está,segúnbajáislaescalera,amanoderecha.Soisbienvenidos,chicos.—Muchasgracias—correspondí.Alsalirdelaestanciacerrólapuerta.EnesemomentoRudolfsedejócaeren

una de las camas, agotado sin duda por no haber dormidomucho en el tren, yexclamó:—¡La casa no está mal! ¿Pero no crees que estos dos viejos están un poco

locos?,¿noteparecenunpocoraros?—¡Puede! Pero no parecenmala gente y demomento es la única habitación

quehemosencontrado.Además,sinceramente,lodepagarleloquequeramosmepareceunaventaja.—Puesyono loveo tantaventaja. ¿Quéespara él unprecio justo? ¿Ypara

nosotros?¿Coincidiránuestraideadepreciojustoconlasuya?MientrasRudolfseempezabaaquedardormido,yomequedémirandoporla

ventanalaazoteadeledificiodeenfrente.Eraunagranterrazallenademacetascon plantas y flores, con una mesa de madera medio deshecha por lasinclemencias del tiempo y encima de ella un gato de angora gris que tenía uncollar con un cascabel. Estaba tumbado lamiéndose las patas al margen del

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bulliciodelacalle.Enesemomentosalióalaterrazaunamujerdeunoscuarentaañosmuyatractiva.Llevabaelpelorecogidoconunaespeciedepinza,conunabata roja y fumando un cigarro. Tenía un andar despreocupado, quizás algovulgar.Cogióalgatoentresusbrazos,apoyósucabezaenélamododealmohadayantesdevolveraentrarenlacasagirólacabeza,comosisupiesequelaestabamirando.Mesonrió,meguiñóunojoysemetió.Eneseinstanteyomeapartédelaventanarápidamente.¡Quévergüenza!Pensaríaquelaestabaobservando.Porotraparte,razónnolefaltaba,esprecisamenteloqueestabahaciendo.Rudolf se había quedado totalmente dormido.Yo tambiénme tumbé, estaba

roto,necesitabadescansar.Al cabodeun ratome levanté alarmado. ¿Quéhorasería?, la cena era a las siete.Miré el reloj y eran las seis,menosmal quemehabía despertado a tiempo. Pero…, un momento…, algunas flores del jarrónestaban algo marchitas. ¿Cómo podía ser que en apenas dos horas, desde queestuvoenlahabitaciónherrWagner,lasfloressehubiesenmarchitado?Entoncesmedicuentadequeeranlasseis,perodelamañanadeldíasiguiente.DespertérápidamenteaRudolf.Habíamosdormidomásdedocehoras. ¿Quépensaría elcasero? ¿Que éramos unos holgazanes, unos vagos? Yo estaba avergonzado,mientrasqueaRudolfparecíadarleigual.Tampocopodíamosiraesashorasdelamañanaadarleexplicacionesaldueñodelacasa,porloquedecidimoshaceralgo de tiempo colocando los armarios con la ropa que traíamos y aseándonostranquilamente.Unahoramástardellamaronalapuerta.ErafrauWagnerparadecirnosqueel

desayuno estaba preparado y que nos esperaban. Bajamos. Yo me encontrabatremendamente incómodo ante tal situación. Entramos en el majestuoso salón,unaestanciaampliaconunaenormemesademaderaoscuraenelcentroconseissillasajuego.Habíatambiénunaenormevitrinacondiversasbandejasyfuentesdeplatayalgunaspiezasdevajilla.Enunrincóndelahabitaciónhabíaungransofádevariasplazas,enelmismoverdehojaqueelpapeldelasparedes,elcualse encontraba adornado con unos antiquísimos y horribles cojines de colormarrón.Endosdelasparedeshabíacornamentasdeciervo,gamo,corzoyhastados cabezas enormes de jabalí disecadas.Al estar en la planta baja la estanciateníaluz,peronimuchomenostantacomonuestrahabitacióndeltercerpiso.Eraun sitio sobrio y suntuoso que inspiraba solemnidad y que no invitabaprecisamenteacomer,sinoadormir.Loscaserosyaestabansentadosalamesa.—HerryfrauWagner,sentimosenormementenohabernospresentadoanoche

acenar.Sabemosquenoesexcusa,peroelviajefue largoynodormimosbien

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durantetodoeltrayecto.Porloquelespedimosdisculpasylesprometemosquenovolveráapasar—comenté.—Tranquilos,chicos—contestóherrWagner—.Anochecuandofuiabuscaros

a la habitación os vi ahí tirados encima de las camas, vestidos hasta con loszapatos, y supuse que estaríais destrozados y que lo que necesitabaismás quecenareradormir.Nopasanada,perointentadquenoserepita.—Porsupuesto,herrWagner,novolveráasuceder—aseguré.—Tenéisintencióndebuscartrabajoenseguida,¿noesasí?—preguntó.—Sí, efectivamente. Para eso hemos venido aquí a Berlin y cuanto antes lo

consigamos,mejor—dijoRudolf.—Bien.Terminaddedesayunarysubidamidespacho.Allíosdaréunparde

direccionesdondeesprobablequeospuedanhacerunhueco.Terminamos de desayunar y subimos al despacho de herr Wagner que nos

estabaesperando.Nosindicóconunmovimientodecabezaquenossentásemos.Mientras esperábamosRudolf y yo en completo silencio, herrWagner escribíaunas direcciones en un trozo de papel, en la misma perfecta caligrafía que elanunciodelataberna.En ese tenso silencio solo escuchaba el roce de la pluma sobre el papel y la

respiración irregular y entrecortada de nuestro casero.Aveces parecía como sifuese a dejar de respirar, con interminables periodos sin coger aliento debidoseguramenteasuedady,sobretodo,alsobrepeso.Rudolfyyonosmirábamosdereojoy,disimuladamente,sonreíamosconciertoairedecomplicidad.Ademásdelasdirecciones,nospreparótambiénunascartasderecomendación,

lascualesdebíamosentregaralosencargadosdelasempresas.Nuncalleguéaentenderporquéesehombreconfiótantoennosotros.Nonos

conocíadenada,pero el hechoera esey además,por lomenosyo,no tenía lamenor intenciónde traicionarleodecepcionarle.Dequienno estaba tan seguroera de Rudolf, me daba miedo esa ambición, el querer correr demasiado paraconseguirsusobjetivos.TemíaquemefueseadejarmalantelosWagner.Esa misma mañana nos dirigimos a las afueras de Berlin, donde había una

especie de complejo de garajes o locales grandes donde cada uno de ellospertenecíaaunaempresa.NosotrosestábamosbuscandountallerdetornoyfresallamadoMahlwerk-Meyer,enelnúmeronuevedeElektrikerstrasse.UnavezallípreguntamosporGustav,quedebíaserelencargado,yledijimos

queveníamosde parte de herrWagner, a la vez que le hacíamos entrega de lacartaderecomendacióndenuestrocasero.Laleyó,yconcaradepreocupación,

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quizás por haberse encontrado de repente en un tremendo compromiso, noscomentó:—Solodispondríadealgode trabajoparaunodevosotros.Hay trabajo,pero

noelsuficientecomoparalosdos.Además,aquíyasomosdemasiados.DecidledemiparteaherrWagnerquelolamentomucho,perosolopuedodarostrabajoauno.¿Quéosparece?—¿En qué consistiría el trabajo? ¿Qué tendríamos que hacer? —preguntó

Rudolf.—El que se quedase empezaría de aprendiz para ayudar a algún operario a

limpiar piñones, desbastar piezas o preparar los pedidosde los clientes.Con eltiempoterminaríaaprendiendoamanejareltorno.ElsueldoseríadecienRM.[8]—Nos parece bien —respondió—, pero solo podremos darle una respuesta

definitivacuandolosdosencontremostrabajo.Vinimosdesdemuylejosjuntosyjuntosseguiremos.Quedamos en darle una respuesta en unos días, mientras buscábamos otro

puestodetrabajo.AquellacontestacióndeRudolfverdaderamentemesorprendió,mehabíademostradoserunamigo.Anoserquelohubiesehechoporelinterésdevercuálseríaelsalariodelsegundotrabajoquesupuestamenteencontraríamosypoderasíelegirelmásalto,oporqueeltrabajoenMahlwerk-Meyernolegustódemasiadoypreferíaverquésaldríadespués.Siempremantuveesaduda,porqueen la siguiente visita que teníamos, una empresa dedicada a la fabricación deuniformes para el ejército, el encargado tenía disponible una plaza demozo dealmacén para ayudar a rellenar cajas o cargar los camiones, y el sueldocuriosamenteresultóserelmismo.Al final del día decidimos que Rudolf entraría a trabajar en la fábrica de

uniformesyyoeneltallerdetornoyfresa,dadoquesiempresemehabíadadobien trabajar con las manos y prefería una actividad relacionada con cotas,medidas, figuras, antes que cargar un camión de uniformes. Rudolf, por elcontrario,preferíauntrabajomásfísicoynotenerquepensardemasiado,porloqueelpuestodelalmacénleparecióhechoasumedida.Sinmásdilacióncomenzamosatrabajaraldíasiguiente.Enmicaso,eltrabajo

megustabaysemepasabanlashorasrápidamente.Además,trasdossemanasenlaempresa,comencéaentablarciertaamistadconRobert,queeralapersonaalaque solía ayudar en el torno.Robert era unhombreyamayor conunadilatadaexperienciaprofesionalenlamecanizacióndepiezas.Muydelgadoyenjuto,conalgodejoroba,depelocasialboysiempreconuncigarrilloapagadoyconsumido

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enlacomisuradeloslabios.Ensumanoderechasoloalbergabalosdedospulgareíndice,elrestolosperdiócuandoseleenganchólamanoenunaprensayselosmachacóporcompleto,teniéndoselosqueamputar.Solomefastidiabadeélunacosa:cadavezquemesaludabaohacíabienalgúncometido,medespeinabaconsumediamano, agitándome el pelo cariñosamente.Daba igual lo bien peinadoque pudiese salir de casa, al final demi jornada siempre tenía el pelo como sihubiese estado colgado boca abajo. Con el tiempo, y cuando le conocí más afondo,mefueimportandomenosestegesto,yaquenohabíaningunamalicianininguna segunda intención en ello. Yo procuraba ser muy diligente yperfeccionistaenmitrabajo,pero,cuandoalgonoquedabadeltodobien,Robertmedecía:«Chico,chico.Siyolohagoperfectoconmanoymedia,túlodeberíasbordarcon lasdosmanos».Y razónno le faltaba, era increíbleverle trabajarymanejar esas máquinas con apenas dos dedos. Siempre bromeaba con laposibilidad de quedar un día para ir a bailar y que le buscase una novia. Peroaunque le apreciaba comopersona y profesional, no era el tipo de hombre quepudieseencontrarparejaenunasaladebaile.Además,suhalitosisconseguíaquetodoelmundo lehablasealmenosaunmetrodedistancia,exceptoyo,quenoteníamásremedioquetrabajarjuntoaél.Nuncalleguéaverlesinesecigarrilloconsumidoensuslabios,creoquehastasebañabaconél.La vida en la casa de los Wagner era algo monótona, triste y gris. Era un

matrimoniomuyencerradoen símismoy tantoRudolf comoyoprocurábamossaliradarunavueltaantesquequedarnosencasahablandodecosastriviales.Undomingopor lamañana,Rudolfyyonosencontrábamosen lahabitación

medio dormitando cuando de repente llamaron a la puerta. Se trataba de frauWagner,lacualnosindicóquehabíallegadoalguienalquedebíamosconoceryquenosvistiésemos.Nos aseamos y vestimos lo antes posible y bajamos al salón. Allí se

encontrabanlosWagnermuysonrientesencompañíadeunmenudoyjovenchicodeaspectofrágil,conunasgafasredondasdealambre,peloalgorizadoyoscuro,demanoshuesudasyconunciertoairebohemioe intelectualque recordabaalcompositorGustavMahler.Eramuycorrectoyafableeneltratoynodejabadesonreír.—¡Chicos!Ospresentoalhijodeunmuybuenamigomío, se llamaMüller,

HelmuthMüller.Yviviráconnosotrosduranteunlargoperiodo.—Hola, buenos días —saludó Helmuth—. ¿Qué tal estáis? Espero ser una

buenacompañíaparavosotros.

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—Igualmente.Estamosencantadosdeconocerte—respondí.—Helmuthocuparálahabitacióncontiguaalavuestra.¿Seríaistanamablesde

indicarledóndeesmientrasabroelcorreo?—Por supuesto, herr Wagner. Acompáñanos, Helmuth, te indicaremos tu

habitación—ledije.Mientras subíamos por las escaleras, Rudolf cogió la enorme maleta de

Helmuth,yaqueesteapenaspodíacargarconella,casieramásgrandeypesadaqueél.—¿QuétetraeporBerlin?¿Buscastrabajo?—pregunté.—EnrealidadvengoaestudiarDerechoenlaUniversitätunterdenLinden.—¡Vaya, vaya! Así que tenemos ante nosotros a un futuro abogaducho —

comentóRudolf.No me gustó el tono en que dijo estas palabras y mucho menos lo de

«abogaducho», parecía como si pretendiese ofender o provocar al pobre chico.Noté cierta envidia. Helmuth solo le contestó asintiendo con la cabeza ysonriendo. Me caía bien ese chico, tenía una mirada noble y era correcto ydiscreto.Intuíaquenosllevaríamosbien.Unavez en lahabitación, convenientemente acondicionadapor frauWagner,

Rudolf se sentó agotado enuna silla tras dejar la enormemaleta caer contra elsuelo.AloqueHelmuthexclamó:—¡Cuidado! Rudolf, por favor, llevo cosas delicadas dentro. Muchísimas

graciasporhabermeayudadoasubirla.—¿Ayudado?—preguntóRudolf—.¡Perosilahesubidoyosolo!Además,¿se

puedesaberquédiablosllevasqueseatanpesadoydelicado?—Sobretodoropa,queesloquepesa.Tambiénllevounacámaradefotosque

meregalómipadre,consutrípodeymaterialparaelrevelado.—¿Asíquetegustalafotografía?Esoesestupendo,siempremehallamadola

atención—comenté.—Sitenemosocasióntepodréenseñar.MicámaraesunaLeicaI.[9]Esalgo

antigua,peroesmuyfiableysencilladeutilizar.AtodoestoRudolfcomenzabaaquedarsedormido,nosésiparademostrarsu

rechazo y falta de interés hacia la afición de Helmuth o por no haber podidodormirhastalastresdelatarde,comosolíahacerlosdomingos.Nos quedamos conversando en la habitación durante algomás de una hora.

Helmuthmecontóquesupadre,herrMüller,salvólavidadeherrWagnerenlaguerrayquearaízdeaquelloamboseranmuyamigos.Medijoqueveníadeuna

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familiahumilde,queteníaunapequeñagranjaalasafuerasdeunpueblollamadoMüncheberg,cercadeBerlin.Sumadrehabíafallecidoaldaraluzasuhermana,quevivíaconsupadreenlagranja.Losmesessiguientestranscurrieronentreeltrabajoeneltaller,lassalidasalas

tabernas y a algún cabaré, y mis largas conversaciones con Helmuth, que medemostró ser una persona extremadamentemadura y sensata para su edad, conuna claridad mental sin precedentes y que razonaba con una lógica inusual.Resultóserunbuencompañerodedilatadaseinteresantessobremesasdefindesemanaenlasqueamboscreíamostenertodaslasideasnecesariasparaarreglarelmundo.¡Quéignoranteeilusotehacelajuventudyquépocotardaunoendarsecuentadeello,cuandolarealidadmuestrasucaramásamarga!

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Marzode1938

Uno de aquellos días nos despertamos con una excelente noticia. NuestroFührerhabíaconseguidoelAnschluss.[10]Sindudaalgunaaquelloeraunhechohistórico.Yaerahora,pocoapocoíbamosrecuperandonuestroantiguoimperio.Enlacallenosehablabadeotracosa,lagenteestabacontentayeneltrabajo

brindamosconvinoportanemotivomomentohistórico.En casa de losWagner había cena especial para festejar ese día. El que no

demostrabahabersealegradoenexcesoeraHelmuth.Parecíacontento,perocomocon reservas. No sé qué le pasaba. Tampoco pretendía decirle nada, cada unosientelascosasdeunamaneradistinta.AunquenoestuviesesdeacuerdoconlapolíticadelNSDAP, laanexióndeAustriaal territorioalemánnodejabadeserunabuenanoticia,másaúnasabiendasdequeunagranmayoríadelosaustriacosestabaafavor.Eran las siete de la tarde y nos dispusimos a cenar. Herr Wagner estaba

eufóricoyfrauWagnerseguíaensumundo,ensumodestapresencia,sindecirunapalabramásaltaqueotra,viendopasarlavidaalasombradesumarido.Unamujer anulada por la fuerte y arrolladora personalidad de su marido. La mesaestabapuesta,habíansacadopartedelavajillaqueseencontrabaguardadaenlavitrinayhabíandescorchadounabotelladeunvinofrancés.HerrWagnersepusodepieysolemnementenosdijo:—Hoyesungrandía.Comosabéis,AustriahasidoanexionadaaAlemania,

formandoasíungranimperiotrashaberanexionadodosañosatráslaregióndelSarre.Alemania,demanosdenuestroFührer,queDiosguardemuchosaños,seestáconvirtiendoenunagranpotenciatantoindustrialcomomilitar,queevitaráen un futuro nomuy lejano que naciones como Francia o Inglaterra vuelvan areírsedenosotros.Estoyendisposicióndedecir,ylosédebuenatinta,queestoshechosnosonaisladosyquepocoapocoseiránrecuperandoaquellosterritoriosqueundíafueronnuestros.Tras aquel pequeño discurso se sentó y comenzamos a cenar. FrauWagner

habíahechounguisodepatatasconcarnedelicioso.Tras lacena, lacualhabíatranscurridosindemasiadaconversación,elcaserosedirigióaHelmuthyledijo:

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—Llevastodalacenacallado.¿Estástriste?¿Teocurrealgo?¿Acasoesquenotealegrasporelmomentohistóricoquetehatocadovivir?—Sí, por supuesto.Nome ocurre nada, simplemente no estoy totalmente de

acuerdoconlamaneraenquesehallevadoestetemadelAnschluss—respondió.—¿Aquéterefieres?—preguntóherrWagner.—MerefieroalasesinatodelcancilleraustriacoherrDollfussen1934,oalos

másdeochocientosasesinadosporelPartidoNacionalsocialistaAustriaco,oalapoblaciónaustriacaquenoestádeacuerdoconlaanexión.¿Quévaaserdeellos?¿Tambiénse losmatará?Adecirverdad,no,noestoydel todocontentoconelAnschluss,noporelhechoenconcreto,sinopor loquepuedavenirapartirdeahora.HerrWagner,conrabiaeindignacióncontenida,lecontestó:—¡Mira,Helmuth!,notomesamalmispalabras,yasabesquetequierocomo

aunhijoyquetevinacer,peronosabesloquedices.Notienesnilamásremotaideadeloquepasaatualrededor.Aunqueesoquecomentasseaverdad,entodoslos grandes logros de la historia de la humanidad se han producido bajasirremediables, gente que sobraba, gente que se oponía al normal curso de lahistoria y a la decisión de la mayoría. Tu padre no se alegraría al saber quepiensas así, aunque tú no eres el responsable, es esa universidad en la que tellenanlacabezacontonterías.Siestudiaseismáshistoria,osdaríaiscuentadeloquehemossidoycómociertospaísessehanestadoaprovechandoyburlandodenosotros desde que existe elmundo.Ha llegado la hora de hacérselo pagar, dehacer justicia.Porfin tenemosal timóndenuestropaísaunhombrevisionario,conlasideasclaras,valienteydecidido.¡Faltahacíaya!—Helmuth,herrWagner tiene toda la razón, todos esosmuertosno sonmás

queescoria,genteque sobrabaaloponersealdestino—dijoRudolf—.Cuandosacas de una fundición una pieza siempre haymaterial alrededor que sobra, yaunqueesmaterialigualqueeldelapieza,noesparteindispensabledeella,porlo que hay que eliminarlo para obtener el resultado final que pretendemos. Tepondréotroejemplo:cuandoquiereshaceruna tallademaderapartiendodeuntronco,lamaderaqueeliminasestanbuenacomolaquepretendesreservarparalatalla,sinembargohayqueeliminarlaparapoderobtenerlafiguradefinitiva,elresultadofinal.Esomismopasaconlagente.SielpreciodelaanexióndeAustriaa Alemania son esos ochocientos muertos y su canciller, bienvenido sea. Yodefiendolaideadeque«elfinjustificalosmedios».

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Yonodabacrédito,pocasveceshabíaoídoaRudolfhablar tantoycontantasolemnidad.Leveíaperfectamenteconvencidodelaspalabrasquepronunció.Dehecho,poruninstanteymientrashablaba,nomeparecióél.SabíaquelaposturadeRudolffrentealapolíticaerainfinitamentemásradicalyextremaquelamía,pero de ahí a pensar en losmuertos como escoria habíamucho trecho.Quizáspudiera estar sobreactuando para ganarse el reconocimiento de herrWagner, locualparecíahaberconseguidoajuzgarporlacaradesatisfaccióndelcasero.—¿Y tú, Franz? ¿Qué opinas al respecto? Eres el único que falta por

posicionarseacercadeestetema.—Yo,herrWagner,partiendodelabasedequemealegroenormementedela

anexión,porqueesoindicaqueseremosenelfuturomásfuertesyprósperos,miposición frente a este tema sería intermedia entre lo que opinan Rudolf yHelmuth.HerrWagnercomenzóareíracarcajadasmientraslimpiabasupipaydijo:—Eres un diplomático, Franz. Tú sí que sabes andar entre dos aguas. Eres

inteligente, chico, no te posicionas en los extremos, pero con el tiempo esaambigüedad no te servirá de nada y llegará unmomento en tu vida en el quedebas elegir entre norte o sur, izquierda o derecha, blanco o negro.No puedesvivireternamenteenelgris.—No veo por qué no, herr Wagner. Simplemente digo que aunque estoy a

favorde laanexión,hubiesepreferidoquenohubiesehabido tantasbajas.Sisepueden conseguir las cosas hablando y no disparando, mejor que mejor, ¿no?Antes de llegar a matar a nadie, seguro que hay soluciones alternativas paraconseguirlomismosinnecesidaddefusilaralagente.—¿Pero qué tonterías tenéis en la cabeza? ¿Acaso es normal que nos roben

territoriosdondeaúnhoyvivencompatriotasnuestrossindefenderlosconuñasydientes?¿Acasosenoshaescuchadoalosalemanes?¿ConsideráisquelahistoriadelahumanidadodeEuropasehaforjadosobrecharlasypalabrería?Deningunamanera, no, no, y rotundamente no. Europa se ha hecho a base de guerras, deluchas encarnizadas entre pueblos, de sangre. ¿Y vosotros sois la nuevaAlemania? ¿La Alemania en la que confía nuestro Führer para conseguir susobjetivos? ¡Menosmal que no haymuchos como vosotros! ¡Todo elmundo aacostarse,lacenahaterminado!HerrWagnerselevantóviolentamentedelamesa,loqueprovocóqueunacopa

devinosecayesesobreelblancomantelbordadoque rápidamentepusoenpiefrauWagner,conesamiradasumisa,másdeservidumbrequedeesposa.Todos

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nosotros subimos a las habitacionesmientras la casera se quedó recogiendo lamesa. Una vez arriba, nosmetimos los tres en la habitación de Helmuth. Allícomentamos la violenta e incómoda situación que acabábamos de presenciar.Helmuth y yo coincidimos en que se había alterado en exceso cuando soloestábamos disfrutando de una charla y de nuestras diferentes opiniones en lasobremesa, y que el mismo respeto que mostrábamos nosotros por su opinióndebíaéltenerporlasnuestras.Porsuparte,RudolfnosemostrabaendesacuerdoconlareaccióndeherrWagner,sinoquemásbienlajustificabaylaaprobaba.Decualquierforma,nodebíamosdarlemayorimportanciaynosfuimosaacostar,yaquealdíasiguientetodosteníamosquemadrugar.Yo, una vez en la habitación, no conseguía dormirme. No dejaba de darle

vueltas a la reacción de herr Wagner. Rudolf, sin embargo, roncaba a piernasuelta,tantoqueparecíaquelasparedessepudiesenvenirabajodetalescándalo.Melevantéconlaintencióndeencendermeuncigarrilloydistraermeunpoco

mirando por la ventana mientras me llegaba el sueño. Corrí ligeramente lascortinas para mirar y allí estaba otra vez la chica del ático de enfrente. Seencontrabadentrodesucasa,alparecerconlaradiopuesta,bailandoencompañíade un hombre bastante mayor que ella. Esta vez no estaba en bata, sino quellevabapuestounbonitovestidoverde,muyescotado,conuncollardeperlas.Depronto, el hombre la cogió por la cintura y comenzó a besarla sin ningunadelicadeza,cosaqueaellanoparecióimportarledemasiado.Lachicamiróhaciamiventana,sonrióymeguiñóunojocomomesesantes,

peroestavezeraimposiblequesupiesequelaestabaobservando,yoestabaconlaluzapagada,nopodíaverme.¿Osí?Quéestúpido,claroquesabíaqueestabamirando, habría visto la luz del cigarro.Qué torpe fui, ¿cómo no caí en aqueldetalle? Si antes ella tenía dudas sobre si era unmirón o no, yomismo se lasacababadedespejar.Pero…¿cómoexplicarlequenopretendíaobservarla?,quesimplemente su casa estaba frente a mi ventana a escasos diez metros. ¡Quésituación!Ambosseabrazaronmuyefusivamenteydesaparecierondemivista.Supuse que sería su novio o marido, pero ¿un novio o marido besaría de esaformatangrotescaygroseraasucompañera?Lodudo.Al día siguiente, cuando volvía del trabajo, varié ligeramente mi recorrido

habitual,yaqueteníaquecomprarunossellosyunapostalparamiabuela.Yoibaa lo mío sin fijarme demasiado cuando, de repente, levanté la vista y la vi aescasosveintemetrosdemí.Eraella,lavecinadeenfrente.Nosabíaquéhacer,si

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seguiradelantefingiendonohaberlavistoodarmelavuelta.Mientrasmedecidía,ladistanciaseibaacortandoyellamevio.Pocasveceshepasadotantavergüenzacomoesedía.Seguíandandohaciendo

comosinolahubieravistocuando,alpasarjuntoaella,exclamóconciertamofa:—¡Buenastardes,vecinito!¿Dóndevastanrápido?Nomecomoanadie.Yseguíandandoincapazdearticularunapalabramás.Cuandomedilavuelta,

allíestabaella,esperandoaquelamirase,momentoqueaprovechóparalanzarmeunbeso,guiñarmeunojoyreírsedemí.Notécómoenesemomentomeardíalacara por el sonrojo. Entonces fue cuando caí en la cuenta de su provocativamaneradevestir,desudesparpajoconloshombres,pococomúnenunaseñoritaqueseconsiderase respetable,yen loquehacíaahíenmediode lacalle.Todoencajaba, se tratabadeunaprostituta,muyatractiva,porcierto.Ahoraentendíalasmiradas,lassonrisasyelbaileenelsalóndesucasalanocheanterior.HabíanpasadovariosmesesenlosquemiamistadconHelmuthcadavezera

más fuerte, a la vez que se iban deteriorando mis vínculos con Rudolf. TeníamuchospuntosencomúnconHelmuth,eraunagranpersona,unbuenamigo,ycomencé a darme cuenta de los defectos y errores deRudolf. ¿Cómono los viantes?Quizásalserunaamistaddelainfancianuncahabíaprestadoatenciónalcinismo,envidiayodioqueRudolferacapazdedesarrollar.Creo que era algomutuo, pues, aunque dormíamos en la misma habitación,

hacíamesesquelosdossabíamosquelascosashabíancambiado.Élúltimamentesolía salir a tomar algo con la gente de su empresa y venía a altas horas de lanoche,sinquehastaaquelmomentomehubieseinvitadoaacompañarlos,locualinequívocamenteeramuestradealgo,yaqueantesesohubiesesidoimpensable,éramoscomohermanos.Eralunes,7denoviembre,hacíamuchofríoyestabanublado.Eraundíagris

en el sentido más amplio de la palabra, sin nada relevante, un día como otrocualquiera. Al volver del trabajo,mi casero, bastante enojado,me dijo que unpolacohabíadisparadocontraundiplomáticoalemánenParís,herrVonRath,yque este se encontraba gravemente herido. Por lo visto, el agresor fue a laembajada a pedir ayuda tras saber que su familia se encontraba en loscampamentos de la frontera entreAlemania yPolonia por las deportaciones dejudíosdelpasadodía28,yelhechodequelaembajadanolehicieranicasoesloquehabíacausadolareaccióndelpolaco.Después de ver todos estos sucesos desde la perspectiva que solo el tiempo

transcurridoescapazdedar,puedoconsideraresasemanacomoelprincipiodela

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guerra,elpuntodenoretorno,porquearaízdeaquelloEuropanovolveríaaserlamisma.Dosdíasdespués,eldía9,VonRathfallecióaconsecuenciadelasheridas.Esa

mismanoche se desató lamayormuestra deodio expresadahasta elmomento.Fue terrible. Esa locura pasaría a la historia como «la noche de los cristalesrotos».Eseviernesdespuésdel trabajomequedécharlandoyfumandoconHelmuth

enmihabitación.—¿Hasvisto?—lepregunté—.LacalleestaballenadegentedelasSS[11]y

depolicía.—Esincreíble.LosnazishandestruidocasitodaslassinagogasdeAlemania,

loscomerciosdelosjudíos,susalmacenes…Estoesunalocura.YtodoporqueunpolacolocohaasesinadoaVonRath.¿Quéculpatienenlosjudíosdeaquídeloquehagaundescerebrado?—Tienes razón. Las cosas están tomando un rumbo que no me gusta. Me

preocupa esta violencia. Espero que todo se calme poco a poco. Robert, micompañerodetrabajo,mehadichoquevioaungrupodelNSDAPgolpearconpalos a un judío en plena calle hasta dejarle inmóvil en el suelo. Se habla devariosmuertos.¿Dóndenosllevaestasinrazón?—Yaveremosdóndedesemboca todoesto—contestóHelmuth—.Sí, loveo

muymal,yaunquetodaestasituaciónnovaconnosotros,nodescartodejarlosestudiosduranteuntiempoyvolveraMüncheberghastaquelascosassecalmenunpoco.—Ahora quemencionas tu pueblo, dijiste en una ocasión que podíamos ir a

pasarunfindesemanaatucasa,adistraernosunpocoentugranjayconoceratufamilia—comenté.—Sí, tengoganas,peroyadecaraa laprimavera,¿noteparece?Ahorahace

mucho frío y está todo nevado. Allí mi padre tiene muchos animales y es unbonitositioenmediodelcampodondepasarunosdíasagradables.Seguroquetegusta.—Cuandotúdigas.Seguimoshablandodurantealgúntiempohastaquesenosacabóeltabaco.Losmesesposteriorestranscurrieronconrelativatranquilidad.Comenzaronlos

llamamientos para alistarse en laWehrmacht y los tres sabíamos que, tarde otemprano,nostocaríacumplirconnuestrapatria.TraslaocupacióndePragael15

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demarzode1939,laspretensionesdelFührersehacíancadavezmásevidentesylostamboresdeunaposibleguerracadavezseoíanconmásfuerza.

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