Etica y Politica

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Etica y Política María Teresa Uribe de H."" L a pregunta por la ética surge siempre en momentos de crisis, en tiempos oscuros, cuando las sociedades, al borde del abismo, sien- ten amenazada su supervivencia; los sujetos confrontados con ellos mismos, vuelven a preguntarse por sus raíces, por su devenir, por el sentido de sus vidas, en fin, por lo que podríamos llamar la condición humana. En esta coyuntura de la vida nacio- nal, cuando todo parece confundido y trastocado, no resulta extraño que los temas referidos ala ética vuelvan a estar en elprimer plano delas preocupaciones de los colombianos. Por ello, puede resultar de interés plantear algunas notas sobre la relación entre ética y política, no sólo como un ejercicio aca- démico sino también con el propósito de avanzar en lo que algunos han lla- mado la construcción de una nueva ética ciudadana y secularizada; es de- cir;deuna ética pública. Mi propósito esplantear una de las aristas de esa múltiple y compleja rela- ción entre ética y política: la que se .• Profesora del Instituto de Estudios Regio- nales. Universidad de Antioquia Institw(o de Esru- ;"5 Pe, í"r'~ Jefe Unidad de CoclJm,~: .'d, .011 expresa en la noción de lo público o, mejor aún, en la dicotomía público- privado. Una nueva mirada a estos conceptos puede contribuir a situar analíticamente la discusión sobre una ética ciudadana o civil y, a su vez, res- ponder por algunas de las facetas más criticas de la realidad colombiana actual. 1. Lo público, lo común y lo colectivo. El asunto de lo público ha tenido una suerte muy desigual en la ciencia política y tiene una innegable raíz en los griegos y en la filosofía tomista del medioevo, aunque bajo perspectivas analíticas esencialmente distintas. El advenimiento de la modernidad y del contractualismo produjo el reemplazo de la vieja dicotomía por otra, la de sociedad civil-estado, y dejó la primera circunscrita a la órbita del derecho: de- recho público y derecho privado. La preocupación por el Estado, su carác- ter, su naturaleza, sus formas de expre- sión y de dominación y consenso ocu- paron el panorama de la ciencia políti- ca, y la noción de lo público, de alguna manera, se subsumió en el concepto de 67

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Sobre la relación entre ética y política planteada por Maria teresa Uribe

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  • Etica y Poltica

    Mara Teresa Uribe de H.""

    La pregunta por la tica surgesiempre en momentos de crisis,en tiempos oscuros, cuando lassociedades, al borde del abismo, sien-ten amenazada su supervivencia; lossujetos confrontados con ellos mismos,vuelven a preguntarse por sus races,por su devenir, por el sentido de susvidas, en fin, por lo que podramosllamar la condicin humana.

    En esta coyuntura de la vida nacio-nal, cuando todo parece confundido ytrastocado, no resulta extrao que lostemas referidos ala tica vuelvan a estaren elprimer plano delas preocupacionesde los colombianos. Por ello, puederesultar de inters plantear algunasnotas sobre la relacin entre tica ypoltica, no slo como un ejercicio aca-dmico sino tambin con el propsitode avanzar en lo que algunos han lla-mado la construccin de una nuevatica ciudadana y secularizada; es de-cir;deuna tica pblica.

    Mi propsito esplantear una de lasaristas de esa mltiple y compleja rela-cin entre tica y poltica: la que se

    . Profesora del Instituto de Estudios Regio-nales. Universidad de Antioquia

    Institw(o de Esru- ;"5 Pe, "r'~Jefe Unidad de CoclJm,~: .'d, .011

    expresa en la nocin de lo pblico o,mejor an, en la dicotoma pblico-privado. Una nueva mirada a estosconceptos puede contribuir a situaranalticamente la discusin sobre unatica ciudadana o civil y, a su vez, res-ponder por algunas de las facetas mscriticas de la realidad colombiana actual.

    1. Lo pblico, lo comn y locolectivo.El asunto de lo pblico ha tenido

    una suerte muy desigual en la cienciapoltica y tiene una innegable raz en losgriegos y en la filosofa tomista delmedioevo, aunque bajo perspectivasanalticas esencialmente distintas. Eladvenimiento de la modernidad y delcontractualismo produjo el reemplazode la vieja dicotoma por otra, la desociedad civil-estado, y dej la primeracircunscrita a la rbita del derecho: de-recho pblico y derecho privado. Lapreocupacin por el Estado, su carc-ter, su naturaleza, sus formas de expre-sin y de dominacin y consenso ocu-paron el panorama de la ciencia polti-ca, y la nocin de lo pblico, de algunamanera, se subsumi en el concepto de

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  • Estado moderno.En la actualdad, corno resultado

    de lo que se ha llamado la posmoder-nidad, yquiz tambin corno expresinde la crisis de los grandes paradigrnas,ha vuelto al primer plano del inters delos tericos e investigadores la dicoto-ma pblico-privado, desde disciplinassociales distintas: desde la historia conG. Duby YP. Aris,' desde la ciencia .poltica con Hanna Arendt- y NorbertoBobbor' y desde el pensamiento crticoy La Escuela de Frank.furt con J. Ha-bermas.' En el contexto latinoamerica-no estereencuentro con lo pblico no hasido menos fructfero; baste citar lostrabajos de Juan Carlos Portantiero,"Rubn Mata" y O'Donelf y algunas delas investigaciones que se vienenhaciendo en el CINEpBen Colombia.

    No pretendemos hacer aqu unareconstruccin histrica del conceptosino ms bien, sealar algunos de lostemas que se debaten contempornea-mente a propsito de lo pblico.

    El referente terico de muchos delos analistas que se ocupan en dilucidarconceptualmente la.J.1Qcinde lo pbli-co, Hannah Arendt entre ellos, es elregreso a las races griegas y, ms espe-cficamente, al pensamiento aristotli-co; el rescate que esta autora hace delconcepto es muy rico en posibilidadesinterpretativas para volver a pensar losasuntos de una tica civil y ciudadana.

    Segn el pensamiento griego, lacapacidad del hombre para la organi-zacin poltica, no slo es diferente sinoque est en directa oposicin a la orga-nizacinnaturalcuyocentroeselhogar,la familia, el oikos. El nacimiento de lapolis signific 'que el hombre se cons-truyera otro espacio, otra vida diferente

    asucontexto natural,la biospolitikos, conlo cual se acentu la diferencia entre loque es suyo, lo que pertenece a la vidaprivada y lo que es colecti vo o comn atodos los ciudadanos.

    En este sentido, cualquier princi-pio de ciudadana est referido al accio-nar pblico del hombre.no en defensade lo propio -de sus intereses parti-culares-, sino en tanto que partcipe,con otros, en la defensa y preservacinde lo colectivo o comn a todos; lafundacin de lo pblico o de la bios po-liiika supone, pues, la superacin de loprepoltico, osea, de lasunidades socia-les organizadas con base en el parentes-co, el oikos, corno la gens o la patria.

    Para que exista realmente bios po-litikos y los hombres puedan participaren ella, es decir, para que exista ciuda-dana, se requieren dos actividadesfundamentales que hoy adquieren es-pecial significacin: ltl praxis)J la [eris. ]aaccin eld Esta percepcin dela poltica le define perfiles bien intere-santes a lo pblico ,los cuales slo sernaquenunciado~ _

    En primer lugar, el discurso, vistoen esta perspectiva, no es nicamentelenguaje, comunicacin, informacin.Es, adems, persuasin, argumenta dn,forma de contestar y de replicar, desopesar y, tambin, de reconocer al otro,alinterlocutor,comosercapazdeaa::iny de discurso. El discurso incluye elconsenso corno posibilidad para llegara acuerdos sobre aquellos aspectos quetienen que ver con lo poltico, con lopblico o con lo que les es comn atodos los ciudadanos.

    Ser polticos significa que todo sedice por medio de palabras, de discursoy no por la fuerza y la violencia. Esta

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  • ltima y la imposicin se corresponde-ran con lo domstico, con elmundo deloikos; all, el pater familias, el dmine,ejerceelpoder desptico sobre su familiay sobre sus esclavos; se trata de unpoder que no puede ser interpelado,locual quiere decir que carece de discur-so, y en el cual la accin est orientadaa la solucin de las necesidades, a lasubsistencia o al mbito de la necesidad.

    As, el mundo del oikos, de laeconoma domstica, es tambin elmundo de la necesidad; la polis, lo p-blico, por oposicin, es el mundo de lalibertad; la poltica es, ante todo, liber-tad de pensamiento y de discurso.

    La esfera de la poltica, as pensa:..da, excluye la violencia; sta es prepo-ltica y, por tanto, debe estarcircunscri-ta a la esfera domstico-privada; la vio-lencia es muda y carece de discurso,pues es su negacin.

    Del mismo modo, para que la ac-cin sea realmente poltica, debe estarorientada hacia lo comn y lo colectivoy debe ser ejercida en el espacio de lopblico, a la vista de todos y sujeta alescrutinio de los ciudadanos. Serequie-re, pues, lavisibilidad, la transparencia,la posibilidad de acceder a lo que seconstru ye para el pblico. Las tesis de J.Habermas sobre la accin comunica ti-va parten de este doble presupuesto, lapraxis y la lexis, la accin y el discurso;all est anclada su propuesta sobre latica y.sobre la legitimidad del Estado.

    , Finalmente, lo pblico se diferen-cia tambin del oikos o de la esferadomstica en que el primero es unasociedad de pares, de iguales, en tantoque la segunda es esencialmente des-igual. Ser libre significa, en la concep-cin griega, no estar sujeto a la necesi-

    dad, al sometimiento o la violencia; esdecir, no estar subyugado por nadie nimandar sobre nadie; ser libre significavivir y tratar slo entre iguales.

    Desde esta perspectiva, no se pue-de ser libre individual o privadamente,'se es libre si se vive en una sociedad delibres, de iguales; no en el sentido deuna igualdad jurdica o econmica, talcomo se la concibi despus, sino como.la posibilidad de vivir entre seres capa-ces de discurso y de accin, en unasociedad de interlocutores que se con-fronten en el espacio pblico, visible yconstatable por todos, y cuya accinrepresente intereses colectivos y co-munes.

    Esta mirada sobre lo pblico per-mite plantear una primera distincin;lo pblico no se agota en lo estatal, en loinstitucional, lo comprende pero lodesborda; esta nocin remite a lo colec-tivo, a aquello que nos es comn atodos, a lo que compartimos conjunta-mente en tanto patrimonio histricoproducto de una vida en comn.

    Lo pblico tendra, pues, dimen-siones materiales o fsicas: el espaciopblico de las ciudades, el territorio dela nacin, su soberana, los recursosnaturales,la 1::iodiversidad;aspectosqueel Estado, en su sentido restringido,solamente tutela y salvaguarda. Estanocin tiene tambin dimensiones in-tangibles como los referentes colecti-vos, los sentidos de pertenencia, lasrepresentaciones simblicas, los valo-res,las tradiciones y la cultura. La esferade lo pblico es tambin el espacio d~los proyectos polticos y culturales, enfin, el espacio privilegiado de la tica,como condicin de participacin en elcorpus social y en la vida poltica y

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  • ciudadana. As, la construccin de unatica ciudadana, civil y secularizada,slo es posible en tanto que lo pblicosea una realidad vivida por los sujetossociales: si no existe lo pblico oha sidoprivatizado y eclipsado, dicha ticatendr muy pocas posibilidades deconsolidarse.

    2. Lopblico como comunidadcristiana o como entidadestatal.La decadencia de la polis, de la

    vida poltica, fue tambin ladecadenciade lopblico. Eloscurantismo que se leatribuye al Medioevo fue ese replieguehada la vida domstica del oikos, haciala fragmentacin del poder y su confu-sin con lo privado en los mbitos feu-dales. En la Edad Media lo pblicocambi de emplazamiento y de signi-ficado; fu la Iglesia Catlica la queofreci a los hombres un referente co-lectivo representado en elbien comn yen la comunidad cristiana; de esta ma-nera la esfera pblica se impregn dereligiosidad, se universalizaron los va-lores morales y fu la comunidad enCristo la que sustent la igualdad entrelos hombres.

    Ese trnsito de lo comn y lo colec-tivo -propio de la polis- hacia lacomunidad cristiana, desdibuj lo p-blico, casi hasta desaparecerlo, y pusoen su lugar una comunin de bienesespirituales, de creencias ymeta-relatoscentrados en una divinidad extratem-poral. La moral catlica se centr, fun-damentalmente, en la reglamentacinde la vida privada, de la esfera doms-tica, orientada a hacer de los hombresbuenos cristianos y a salvar sus almas,

    pero dej en un plano muy secundariolas virtudes cvicas y ciudadanas.

    La constitucin de la Edad Moder-na y del mundo capitalista signific,tambin, la irrupcin de una esfera h-brida, la social, en la vieja dicotomapblico-privado, lo cual, tuvo un tripleefecto reestructurante.

    En primer lugar, descompuso lasviejas socabilidades parentales y do-msticas, as como las formas producti-vas propias de la sociedad tradicional,sustituyndolas por relaciones socialescapitalistas entre individuos, formal-mente iguales, portadores de mercan-cias diferentes, las cuales se intercarn-bian por sus valores en un mercadoindeterminado. La destruccin de laesfera domstica y la consolidacin delo social o el ascenso de la sociedad demasas, puso el acento no tanto en laaccin sino en el comportamiento, en laadministracin, ms que en la poltica,y en lo instrumental y procedimental,ms que en la razn; esta esfera lubridasocializ el mundo de la necesidad, elde la produccin y el del consumo,hacindolos pblicos y visibles; ensuma, se socializ lo privado.

    As mismo, se estatiz lo pblico;el avance ininterrumpido del aparatoestatal termin cooptando lo pblico,subsumindolo, inscribindolo en suslmites yensu extensa corporedad hastacasi confundirse con l. Lo comn y locolectivo pasaron a ser, entonces, repre-sentados por lo estatal formal y co~ocontrapartida se fortaleci al mismoritmo la individualizacin sustentadaen la propiedad privada, en la igualdadjurdica y en la libertad de los sujetossociales. De esta manera, el Estadoapareci como el nico referente p-

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  • blico visible; como el lugar privilegia-do de la accin y el discurso poltico=-conqusta y toma del poder o su con-servacin- en el cual, los referentesticos se confunden con los mandatoslegales y normativos.

    Y, por ltimo, se transit de unmundo centrado en los meta-relatosreligiosos y mticos a una sociedad re-gida por los meta-discursos de la razn,del derecho, de la ciencia y de la secu-larizacin.

    Las nuevas realidades de la mo-dernida desplazan, de alguna mane-ra, la dicotoma blico- rivado y, ensu lugar, se instaura la relacin Estado-socieda civil, desde la cual se explica bcomplejidad poltica de la vidamoderna.

    Elmundo de la desencantada pos-modernidad, que se revela contra laspromesas incumplidasde la ilustracin,unido a la crisis de los estados y alhundimiento de los grandes paradig-mas vuelve a interrogarse sobre los te-mas de siempre. La tica, la accin y eldiscurso vuelven al primer plano delinters de los tericos. Accin comuni-cativa, tica de consensos, Estado mni-mo, desmonte del Estado benefactor,son otros tantos de los temas que sedebaten contempornea mente y lo p-blico-privado reaparece con un nuevointers, no slo terico sino poltico, entanto que alternativa posible para lasolucin de las grandes crisis de fin desiglo.

    3~Ha existido lo pblico enColombia?En Colombia, lo pblico no ha sido

    un referente colectivo de identidad yensu lugar una supuesta comunidad cris-

    tiana mantuvo precariamente, por va-rios siglos, la cohesin social de unmundo tradicional y premoderno, im-poniendo, con la fuerza de lo extratemporal simblico, valores moralesuniversales centrados, ms que todo,en la esfera de lo privado parental. Lasrelaciones sexuales extramatrimonia-les, la desobediencia paterna, elalcoho-lismo, el juego y los delitos contra lapropiedad constituan el ideario moralde aquellos que, de alguna manera,estaban incluidos en el corpus social dela patria, pues, los excluidos respon-dan a referentes culturales forjados enla resistencia y la supervivencia y pocarelacin tenan con la comunidad cris-tiana y con los valores morales de lasociedad mayor.

    La Iglesia Catlica, a su vez, ledisput al Estado precariamente for-mado, el espacio de lo pblico; su rela-cin orgnica con uno de los partidostradicionales, el Partido Conservador,termin por involucrarla en las guerrasciviles declaradas y no declaradas queatraviesan de lado a lado la historiarepublicana, lo cual, le otorg a eseespacio pblico, representado en la co-munidad cristiana, rasgos devenidosde la lgica de la guerra. De all quenuestra esfera pblico-religiosa hayaestado tejida por los hilos del autorita-rismo, la ortodoxia, el dogmatismo, labsqueda de poder, la domnacin y laviolencia.

    En la trama de lo pblico religioso,as constituida, ~enutri la cultura y elquehacer poltico de los colombianos;de all la intolerancia, el total irrespetopor la vida humana, las prcticas exclu-_yentes y la incapacidad de ver en el otroun interlocutor y no un enemigo. En

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  • este contexto no hubo espacio para laaccin ni para el discurso, no existivida poltica en el estricto sentido deltrmino y los valores morales antes quepropiciar el surgimiento de una ticaciudadana, civil y secularizada, la obs-truyeron.

    Por eso resultan tan patticos losnostlgicos de un pasado que se fue,arrasando los valores tradicionales dela sociedad colombiana; a ellos habraque preguntarles a qu momento delpasado deberamos regresar para recu-perar esos supuestos valores, pues, enla trama de lo pblico-religioso searraigaron y se reprodujeron las menta-lidades autoritarias eintolerantes, inca-paces de construir colectiva y consen-sualmente un minimum tico que per-mita, siquiera, la supervivencia social.

    La irrupcin de la industrializa-cin, de los fenmenos asociados con laurbanizacin, la emergencia de lasmasas en la poltica y en el mercado, larevolucin educativa, la ampliacin delos sectores medios y la presencia de lamujer en la vida pblica, como ciuda-dana ycomo trabaja dora ,desintegraronlas tramas parentales, locales y pueble-rinas en las cuales se sustentaban losdispositivos de poder del bipartidismo,los referentes morales de la comunidadcristiana y los frgiles lazos de una na-cionalidad inacabada.

    El advenimiento de procesos mo-demizadores carentes de dimensionesde modernidad, termin por debilitarla esfera de lo pblico-religioso, agudi-zando fenmenos de privatizacin, enlos cuales, la seguridad, bien pblicopor excelencia, pas a manos de parti-culares que la ejercieron por cuentapropia. La presencia de actores sociales

    de violencia como el narcotrfico, lasorganizaciones guerrilleras y paramili-tares, as como las de la delincuencia.organizada, terminaron por precipitaruna crisis de amplias proporciones dela cual no logra salir todava la sociedadcolombiana.

    Algunos perfiles relievantesde esacrisis de legitimidad, adems de la ge-neralizacin de la violencia, son: laatomizacin del tejido social y la prdi-da de dimensiones tico culturales co-lectivas que provean un mnimo decohesin social: la prdida de sentido yde referentes simblicos que orienten elquehacer pblico y privado de los su-jetos y de los actores sociales, y, la pri-vatizacin de lo pblico y de lo estatalinstitucional, los cuales son apropiadosprivadamente por grupos de intersparticular para su propio beneficioeconmico opara lareproduccin de supoder. La corrupcin, la impunidad, laclientelizacin y las aberrantes formasde justicia privada seran facetas o di-mensiones del fenmeno al que veni-mos aludiendo.

    Dicha crisis se expresa, tambin,en la personalizacin del Estado y de lasinstituciones polticas y partidistas, lascuales, en lugar de ser percibidas comoentes abstractos y representativos de locolectivo, se ven a travs de la imagende los personajes que estn al frente deesas instituciones, y en la fragmentacindel poder, tanto institucional como te-rritorial, expresin de una sociedadsegmentada, disgregada ydispersa queno encuentra mnimos elementos deidentidad para reconocerse comocopartcipe de una misma realidad na-cional y de una misma historia.

    Del mismo modo, los procesos que

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  • disuelven la vida social, producidospor la generalizacin de la violencia, lapriva tizacin de lo pblico y la prdidade referentes tico culturales, posibili-tan el surgimiento de nuevas represen-taciones simblicas que pasan a legiti-mar la fuerza, la violencia, el uso de lasarmas y la intimidacin como mtodosvlidos para relacionarse con los otros.Estas se han convertido en prcticascorrientes y tcitamente aceptadas ycompartidas por ncleos ms o menosgrandes de la sociedad, otorgndolereconocimiento a los poderes autorita-rios y arbitrarios, provengan stos delas fuerzas de seguridad del Estado, delcontraestado, del para-estado o decualquier grupo delincuencial queofrezca algn tipo de proteccin, deseguridad o de orden.

    Estos perfiles de la crisis, suscinta-mente expresados, estn mostrando re-laciones directas o indirectas con la faltade un real espacio pblico, del cual unatica ciudadana, civil y secularizadaest ausente. Por eso, hoy se plantea enColombia el problema de la construc-cin de lo pblico, visto como el espaciode la vida poltica -sustentada sobre eldiscurso y la accin- como un corpussocial diferenciado del aparato estatalpropiamente dicho, en el cual se con-fronten iguales, en tanto que actoresdiversos con capacidad de interlocu-cin, de reconocimiento y de accin,orientados hacia la construccin de unnuevo sentido enlasociedad colombiana .

    4. Laconstruccirrde 10pblico,una va para la instauracinde una tica ciudadana.De acuerdo con los ejes temticos,

    tericos e histricos que hemos venidoexponiendo, para reconstruir lo pbli-co sera preciso instaurar una nuevamanera de hacer y de pensar la poltica,cambindole la lgica y el sentido a lasprcticas tradicionales. Es necesario,entonces.la instauracin de la lgica dela poltica contrapuesta a la de la guerrapues sta ltima no reconoce adversa-riossino enemigos, no admite discursossino imposiciones, y no reconoce accio-nes sino prcticas asociadas con la vio-lencia y la exclusin de los contrarios.

    Se requiere, as mismo, la instau-racin de la lgica de la concertacincontraria a la lgica de la imposicin. Esnecesariosa ber que se impone media ntela fuerza, la represin y la violenciapero tambin desde la aplicacin denormas y leyes que, imaginariamente,se corresponden con intereses genera-les o con el bien comn; se imponeutilizando procedimientos de planifi-cacin tcnico-econmica que no con-sultan las realidades diversas de lospobladores a los cuales van dirigidas y,en fin, se impone cuando alguien searroga la representacin de otro parahablar por l, cuando se priva del dis-curso y de la accin a actores y a fuerzassociales que pueden ser interlocutoresautnomos.

    Se debe entender, adems, que laexistencia de lo pblico y la gestacinde nuevos referentes tico culturales nose garantiza desde la identidad y launanimidad sino desde la diferencia,desde los conflictos y las divergenciaspropias de cualquier sociedad comple-ja que se transforma. Lo comn y locolectivo no desdibujan los conflictos,por el contraro, los reconocen y los pnrveen de canales de trnsito y solucin.

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  • Y, finalmente, se debe admitir quelos referentes ticos se construyen con-sensualmente; es decir, no provienende losmeta-relatos y los meta-discursosreligiosos, mticos oracional-legales, noson eternos e inmodificables y no sloguan el. quehacer poltico sino queconstituyen su fundamento.

    Lo pblico es lo_que se hace enpresencia de otros, loque todos puedenor, rebatir, criticar; es lo visible, lo quese puede comunicar; por tanto, lo pbli-co hace parte tambin del mundo de losimblico, de lo representado, de laesfera de las mediaciones y contribuyea relacionar las distintas subjetivida-des. Lo ntimo, por el contrario, apela aaquello que no es comunicable, a lo queslo puede ser vivido por el sujeto demanera personal e intrasferible, comoel dolor fisico, que es una de las cosasms reales pero no puede comunicarse.

    Lo pblico, en tanto que simblico

    y representado, demanda la existenciade mediadores, de terceros, de referen-tes ticos y de reglas de procedimientopara establecer puntos de acuerdo so-bre intereses susceptibles de generali-zarse; es decir, si no existen referentesticos comunes, tampoco existe la di-mensinde lo pblico, as exista un enteesta tal e instituciones formalmenteconstituidas.

    As,la superacindela abmizacinsocial y de la fragmentacin del poder,la reconstruccin de las tramas de rela-ciones inscritas en un proyecto de mo-dernidad, la formacin de nuevas so-ciabilidades ms ajustadas a los proce-sos modernizantes de la economa, lareduccin de la violencia a umbralesms tolerables, el fortalecimiento de lavigencia de la ley y la posibilidad desuperar la crisis, son todos objetivoscuya referencia fundamental es lareconstruccin de lo pblico.

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    Lapluralidad humana, bsica condicin tanto de la accincomo del discurso, tiene el doble carcter de igualdad ydistincin. Si los hombres no fueran iguales, no podranentenderse ni planearyprever para El futuro las necesidadesde los que llegarn despus. Si los hombres no fuerandistintos, es decir, cada ser humano diferenciado decualquier otro que exista, no necesitaran el discurso y laaccin para entenderse. Signos y sonidos bastaran paracomunicar las necesidades inmedia tas e idnticas.Hannan Arendt

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