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    A la mitad de tus vacaciones de verano, re-cibes un telegrama urgente de tus vecinos Petery Lucy, que dice:

    NECESITAMOS TU AYUDA PARA EN-CONTRAR LAS JOYAS DE NABOOTI. TOMAUN AVIÓN A BOSTON INMEDIATAMENTE.TRAE PASAPORTE. HAY PELIGRO, TEN

    CUIDADO.PETER Y LUCY

    Después de leer el telegrama varias veces,sigues confundido. Te acuerdas de las joyas,¿quién podría olvidarlas? Dos diamantes quebrillaban como el reflejo del sol en un glaciar,y dos rubíes como los ojos de una criatura de la

     jungla en la noche. El papá de Peter los habíaconseguido con un mercader de Marruecos ha-cía muchos años.

    Pasa a la página siguiente.

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    El mercader se había puesto nervioso duran-te la venta, pues quería deshacerse de las joyas.Dos días después, el papá de Peter regresó a lacasbah para saber más acerca de las joyas, peroel puesto estaba cerrado. Un pequeño anuncioinformaba sobre la triste y lamentable muertedel dueño del puesto, el señor Abdul Said. Esemismo día, recibió en su hotel una carta en la

    que se le pedía que regresara las joyas. La cartale advertía que su vida estaba en peligro si no lohacía. Ignoró la carta, pero siempre sospechóque las joyas tenían un poder extraño y miste-rioso.

    Peter y Lucy te dicen que las joyas fueron ro-badas de una exposición en un museo en París.¿Qué puedes hacer para ayudar a tus primos aencontrarlas? Haces tus maletas, dejas tu casaen Nueva Orléans y tomas un avión a Boston.Nervioso, miras hacia atrás por si alguien te si-gue.

    Peter y Lucy te reciben en el aeropuerto.

     —No tenemos mucho tiempo —dice Pe-ter—. Si aceptas ayudarnos, toma un avión aParís mañana en la tarde. De París volarás aMarruecos. Tienes que apurarte.

    Pasa a la página 4.

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     —Pero, Peter —protestas—, no entiendode qué se trata todo esto.

     —Lo sabrás cuando leas esta carta. Toma.Decía lo siguiente:

    Las joyas de Nabooti son cuatro lla-ves para la sabiduría y la riqueza ocul-tas de una tribu secreta de África. Los

    que tienen las llaves pueden disfrutarde salud y de fama, o pueden padecersufrimientos increíbles. Los actualesdueños de las joyas tienen que evitarque se pierdan o se las roben. Tienenque esperar para darlas a un mensajerodesignado por Nabooti. La pérdida delas joyas puede ocasionar la MUERTE.

    Estás confundido por la carta. Peter y Lucytratan de tranquilizarte. Pero lo cierto es que susvidas están amenazadas si siguen buscando las

     joyas. Te pidieron a ti que las buscaras porque

    los ladrones no te conocen. Estarás relativamen-te a salvo, tanto como puede estarlo quien estébuscando las joyas de Nabooti.

    Si aceptas tomar mañana el avión aParís, pasa a la página siguiente.

    Si quieres más tiempo o más informa-ción, y ayuda extra, pasa a la página 9.

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     —Abróchense los cinturones, enderecen suasiento y apaguen todos los aparatos electróni-cos. El vuelo 231 rumbo a París está listo paradespegar—. La azafata explica las medidas deemergencia, pero escuchas sólo a medias. Lue-go oyes el ruido de los motores a medida que elavión acelera en la pista y asciende en el aire.

    Te apartas de la pequeña ventana y te das

    cuenta de que la persona sentada junto a ti estágarabateando algo en una libreta. Sus dedoslargos y delgados aprietan con fuerza la plumadorada. Son blancos como el papel. Lo peor esque ¡no tienen uñas! Le das un rápido vistazoa su cara y ves unos ojos que no reflejan luz,una boca delgada sin arrugas a los lados y unamandíbula muy bien afeitada. Los bigotes ocul-tan una cicatriz que va de las aletas de la nariz ala orilla de la boca. Miras hacia abajo y ves quelos garabatos en la libreta tienen forma de dia-mante. Parecen deletrear la palabra NABOOTI.Un escalofrío de miedo te recorre. ¡No puede

    ser una coincidencia! La persona junto a ti sabequién eres. También él debe de estar buscandolas joyas perdidas.

    Pasa a la página 7.

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    Tu cansancio es mayor que tu miedo, y caesen un sueño inquieto. Cuando despiertas, es-tás sobre el Canal Inglés, descendiendo sobreParís.

     —¿Te gustaría compartir un taxi a París,amigo mío? —Habla el hombre junto a ti. Suspalabras son como un cuchillo haciéndote cos-quillas en la nuca.

     —Bueno…, yo, yo… no sé. ¿A dónde vausted? —Es una manera muy tonta de no res-ponder, pero tienes que pensar rápido.

    El extraño te mira tan fijamente que asusta,y dice:

     —Estamos buscando lo mismo. Necesito tuayuda y tú necesitas la mía.

    Frente a ti, de pronto, está la imagen de unextraño invitándote a subir a su taxi.

    Si aceptas su oferta de llevarte en el taxi,

     pasa a la página 8.

    Si le das una excusa y no aceptas suayuda, pasa a la página 12.

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    Una fila de taxis te espera a la entrada del ae-ropuerto. Tú y tu extraño compañero se metenen uno y se dirigen hacia el centro de París.

    El recorrido es rápido y peligroso. El choferparece pensar que no existe el reglamento detráfico.

    Luego estás parado en la acera, frente a unapequeña cafetería. Tu compañero le hace una

    seña a un mesero en el interior y te dice: —Sólo un momento, todo está listo.El mesero se va corriendo pero regresa un

    minuto después con dos vasos y una nota dondese te pregunta si quieres conocer a un hombrellamado Molotawa, en una mesa en la parte tra-sera del restaurante.

     —Es nuestro contacto aquí en París. Escu-cha lo que tiene que decir. Pero ten cuidado.Fíjate en las puertas y en las ventanas. Nuestrosenemigos están cerca.

    Si te sientas a la izquierda, cerca de la puerta, pasa a la página 16.

    Si te sientas con la espalda hacia la pared, pasa a la página 18.

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     —Oye, ya no puedo subir a otro avión. Noentiendo para nada lo que está pasando.

    Peter te mira y se encoge de hombros. —No te culpo. Regresemos a mi casa.Toman un camino largo a su casa, para des-

    hacerse de posibles seguidores.Esa noche, después de cenar, surge la histo-

    ria de las joyas. Peter dice:

     —En los últimos años hemos recibido tresmensajes pidiendo su regreso a la tribu Nabooti.Pero nuestro padre no quiso que lo intimidarany se negó a devolverlas.

    Lucy añadió: —No era sólo por el hecho de que valían

    una pequeña fortuna. Papá creía en las leyendasacerca de las joyas. Sabía que tenían poderesextraños y mágicos.

     —Y, claro, luego murió en ese trágico acci-dente —te recuerda Peter.

    Te acuerdas de los detalles de ese terriblesuceso. Tu tío estaba abordando un velero en

    el muelle, en un día perfectamente soleado ytranquilo, cuando el barco de pronto se movió.Tu tío se resbaló entre el barco y el muelle, y fueaplastado. Sus últimas palabras a Peter y Lucyfueron: “Protejan las joyas a toda costa”.

    Pasa a la página 10.

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    Peter se asustó con las palabras de su padre.Poco tiempo después, recibió una nota donde ledecían que le diera las joyas a un vendedor de al-fombras en Tánger, una ciudad de Marruecos.

     —Antes de que pudiera hacerlo, tres hom-bres irrumpieron en la casa, me ataron de pies ymanos y se robaron las joyas —me contó.

    ¡CRASH! Mientras tú y tus primos platican,

    la ventana se estrella bajo el efecto de un dis-paro. Nadie resulta herido, pero los tres estánaterrorizados.

    El teléfono suena y Peter, temblando, levan-ta la bocina.

     —Qué raro, nadie más que mi familia cono-ce este número.

    Cuando contesta, una voz muy grave dice: —Ríndanse ahora o ya verán. Esto es una

    advertencia.Clic. El teléfono enmudece.El viento sopla entre los árboles afuera de la

    ventana rota. Ustedes tres se miran fijamente.

    Si ya no quieres seguir, pasa a la página 15.

    Si decides ir a buscar las joyas deNabooti, pasa a la página 14.

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    Una multitud te da la oportunidad perfectapara escapar. Decidido a evitar a tu compañero,te metes en una cabina telefónica. La multitudgira a tu alrededor y desaparece. Abres pocoa poco la puerta, miras con precaución haciafuera, y te diriges a la sala de espera del aero-puerto.

    Alguien toca tu hombro.

    Te das vuelta. Miras junto a ti a una mujeralta, de mirada intensa, acompañada por unenano musculoso en traje deportivo, que llevauna pequeña laptop.

     —Ven con nosotros. Vamos a ayudarte conlas joyas de Nabooti —dice la mujer.

    ¡No hay nada que hacer! No importa a dón-de vayas, ellos van tras de ti. ¿Será que no hayescapatoria?

     —Muy bien, muy bien, ¿de qué se trata esto?¿Qué saben ustedes?

    Ella te mira y dice: —Hay un jet en la terminal privada del aero-

    puerto, esperándote para llevarte a Marruecos.Aquí está tu identificación. —Te da una pequeñapieza de marfil, que tiene un grabado—. Cual-quiera que la vea, te ayudará. Buena suerte.

    El enano sonríe de manera malvada. Abre lalaptop para que puedas ver lo que hay dentro.

    No es una laptop. Adentro hay una daga afila-da. La daga te manda un mensaje diferente delos correos habituales que recibes por Internet.

    Un mensaje muy diferente.

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    Si te subes al jet, pasa a la página 19.

    Si les dices que todo es un error y te es-cabulles en la multitud, pasa a la página 20.

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    Miras a Peter y a Lucy por largo tiempo.Luego, como si alguien más hablara por ti, lesdices:

     —No puedo hacerlo. Nos van a matar a to-dos. Dense por vencidos. Llamemos a la policía.Que ellos lo arreglen.

    Silencio. Peter y Lucy miraban a otra parte.Por fin habla Peter:

     —¡Pero nos tienes que ayudar! Eres nuestraúnica esperanza.

     —¡Está bien! Pero esto es demasiado paranosotros. —No quieres abandonar a tus primos,que parecen desesperados—. Esperen un poco.A lo mejor puedo llamar a Beech Muzzwell paraque nos ayude. Beech es un aventurero, un de-tective privado, y alguien a quien es bueno recu-rrir en caso de una emergencia.

    Si te pones en contacto con Muzzwelly acepta ir, pasa a la página 24.

    Si no encuentras a Muzzwell enninguna parte, pasa a la página 28.

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    Te levantas del piso y te diriges hacia lapuerta de la casa, resbalándote con los perdigo-nes de escopeta esparcidos por el suelo pulido.Llegas a la puerta, pero ya no hay nadie ahí. Tusilueta se distingue en la entrada —es un muymal lugar para quedarte ahí—, pero no pasanada.

     —Peter, ellos hablan muy en serio. Si no

    consigues que te regresen las joyas, te matarán,y también a Lucy. Los voy a ayudar. Me iré aParís mañana.

    Peter y Lucy te rodean, dándote palmadasen la espalda y estrechando tu mano. Pareceque has olvidado el disparo de escopeta y lallamada telefónica, pero entonces, la alegría esinterrumpida por el timbre del teléfono.

    Cuando lo levantas oyes que una voz dice: —No estamos bromeando. La próxima vez

    no tendrán tanta suerte. —¡Clic! Y la conexiónse corta otra vez.

    Si decides irte sin pedir ayuda ala policía, pasa a la página 22.

    Si le hablas a la policía, pasa a la página 21.

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    Un hombre alto y de tez oscura, con unacamisa africana roja, verde y negra, entra ala habitación. Parece un atleta, y toma asien-to rápidamente junto a una mesa redonda. EsMolotawa. Empieza a limpiarse las uñas con uncuchillo largo y afilado, y ni siquiera levanta lavista cuando te sientas junto a él.

    Le echas un vistazo a la habitación. Cual-

    quiera de los clientes podría significar un proble-ma. Tienes que estar listo para escapar rápido.Tu amigo del avión ha desaparecido. ¿A dóndese fue?

    Molotawa habla: —Formo parte del grupo de Nabooti. Cree-

    mos en la paz mundial, en el conocimiento y lasabiduría, y en el fin de todas las guerras. Somosun grupo muy antiguo, y hemos luchado muchopara alcanzar nuestro objetivo de paz. Cuandolas joyas estaban en su lugar, nos daban un po-der especial para detener a los enemigos de lapaz. ¿Entiendes?

    Sus palabras te sorprenden. Pero precisa-mente cuando estás a punto de decir algo, al-guien, desde una mesa cercana, se arroja contraél y lo ataca. Hay un cuchillo en su mano.

    Si corres hacia la salida más cercana, pasa a la página 27.

    Si tomas una silla para defenderte, pasa a la página 29.