Europa y Los Nuevos Mundos (Scan)

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Y LOS NUEVOS MUNDOSSIGLOS XV-XVIII

Carlos Martnez Shaw Marina Alfonso Mola

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EDITORIAL

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Cartografia realizada por J. Lpez-Davalillo Larrea sobre originales elaborados por los autores. Reservados todos los derechos. Est prohibido, bajo las sanciones penales y el resarcimiento civil previstos en las leyes, reproducir, registrar o transmitir esta publicacin, ntegra o parcialmente por cualquier sistema de recuperacin y por cualquier medio, sea mecnico, electrnico, magntico, electroptico, por fotocopia o por cualquier otro, sn la autorizacin previa por escrito de Editorial Sntesis, S. A. Carlos Martnez Shaw Marna Alfonso Mola

EDITORIAL SNTESIS, S. A. Vallehermoso, 34. 28015 Madrid Telfono 91 593 20 98 http://www.sintesis.comISBN: 84-7738-675-7 Depsito Legal: M. 35.932-1999 Impreso en Espaa. Printed in Spain

A Miguel y Alicia, Fran, joaquin y Mara.

ndicePrlogo: Un solo mundo 1. Los viajeros de la Ed.ad Media 1.1. La revelacin de Extremo Oriente

11 17 17 19 19 21 21 22 24 27 27 31 33 37 37 42 42 51 52 57 57 59 62 64 7

1.2. Los vikingos en Amrica 1.3. Ms all de las columnas de Hrcules2. La primera expansin europea 2.1. La expansin interior 2.2. Las razones de la expansin exterior 2.3. La posibilidad de la expansin exterior3. La invencin de frica

3.1. Las islas del azcar 3.2. El contorno africano 3.3. El frica portuguesa4. El descubrimiento de Amrica 4.1. Los viajes colombinos 4.2. La primera vuelta al mundo 4.3. La conquista y colonizacin del Nuevo Mundo 4.4. El Pacfico espaol....................................................................... 4.5. La Carrera de Indias5. El imperio portugus en Asia

5.1. 5.2. 5.3. 5.4.

Los portugueses en el pas de Zanj Los portugueses en la India Los portugueses en Extremo Oriente El sistema comercial asitico

6. Los otros intercambios 6.1. La unificacin microbiana del mundo 6.2. La unificacin agrico1a del mundo agrcola 6.3. La exportacin de los modelos europeos 6.4. La evangelizacin de Asia 6.5. Otros intercambios intelectuales 6.6. De los otros mundos a Europa 6.7. La imagen de los nuevos mundos 6.8. Colonialismo y antico10nialismo anticolonialismo7. De la Amrica ibrica a la Amrica europea

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7.1. 7.2. 7.3. 7.4. 7.5. 7.6.

Los ensayos del siglo XVI De la Nouvelle France a las !les du sucre Del Caribe ingls a las Trece Colonias Los orgenes de las Antillas neerlandesas El Brasil de los engenhos y las bandeiras La Amrica espaola a la defensiva

93 93 97 98 100 ,........... 100 101 101 107 107 ,......... 108 111,..................... 115 115 118 126 129 130

8. frica y la trata de esclavos V 8.1. Los antecedentes del siglo XVI 8.2. La economa mercantil del esclavismo economia 8.3. Al margen de la trata 9. Del Asia portuguesa al Asia europea 9.1. Las compaas de las Indias orientales 9.2. Los nuevos imperios comerciales 9.3. Las capitales de los imperios "insulares" 9.4. Los desafios del comercio asitico 9.5. En los confines: Filipinas y Micronesia

10. El retorno de los exploradores 10.1. Los adelantos de la navegacin 10.2. La conquista de los mares 10.3. La conquista de las tierras 10.4. Las grandes expediciones cientficas continentales 10.5. Las grandes expediciones cientficas martimas 10.6. La conquista de los aires 11. La expansin mercantil del siglo xvm ,.............. 11.1. Las bases del crecimiento comercial ,.... 11.2. El comercio de Asia 11.3. El comercio de Amrica..... Amrica............................................................. 11.4. El comercio triangular

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12. Amrica en el camino de la independencia 12.1. El retroceso de la Amrica francesa 12.2. El Brasil del oro 12.3. El reformismo en la Amrica espaola..................................... 12.4. Otras Amricas europeas 12.5. El progreso de la Amrica inglesa 12.6. La independencia de las Trece Colonias 12.7. Hacia otras independencias13. Asia y frica antes del reparto 13.1. Los orgenes de la India britnica 13.2. frica en la encrucijada 14. La Ilustracin y los nuevos mundos 14.1. Una evangelizacin abortada 14.2. Los mitos y utopas de las luces 14.3. La utopa en la prctica: las reducciones del Paraguay 14.4. Heavens on Earth y teocracias americanas 14.5. La fIsonoma del mundo

173 174 175 177 181 182 184 187 189 189 192 197 197 199 203 204 206

Epilogo: Tiepolo en Wrzburg

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Bibliografa

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la historia universal, sino que permitieron derribar unas barreras milenarias entre los mbitos separados, promover una serie de intercambios (humanos, econmicos, culturales) y establecer una comunicacin permanente entre los cinco continentes. Un fenmeno que funde a los distintos mundos en uno solo, un fenmeno que otorga carta de naturaleza y constituye el acta de nacimiento de un solo mundo. Este encuentro entre los distintos mundos gener otro acontecimiento de enorme trascendencia, la ruptura del equilibrio entre las grandes civilizaciones del pasado. Hasta ahora, la Europa cristiana, China, India y el mundo del islam haban mantenido una cierta situacin de equidistancia, del mismo modo que tambin podan presentar una importante cuota de altas realizaciones tanto las sociedades africanas ms evolucionadas (los Estados de Chana, Mali, Songhai o Benn) como los grandes imperios americanos (mayas, aztecas, incas). Sin embargo, la expansin europea de los siglos XV y XVI supone la alteracin de ese equilibrio. Por un lado, la propia extraversin de las naciones del viejo continente es fruto de una nueva potencialidad, basada en la aceleracin de su desarrollo demogrfico, econmico, cientfico y mental, que lo capacita para lanzarse a la exploracin y ocupacin de otros espacios fuera de sus lmites. Por otro, la expansin, a su vez, consolida, refuerza y multiplica esas virtualidades, mediante la conquista militar, la explotacin econmica y el dominio intelectual de los nuevos territorios alcanzados: la explotacin de los recursos y de la mano de obra indgena, los beneficios obtenidos de la actividad comercial y las bazas que le ofrece el mejor conocimiento del mundo generan un fenmeno nuevo, que puede ser denominado como el verdadero triunfo de Europa. La Edad Moderna significa tambin eso, el definitivo despegue de Europa sobre los otros continentes, el establecimiento de la hegemona de Europa sobre las restantes civilizaciones. Este dominio implic, finalmente, una serie de cambios de enorme importancia. Entre los ms significativos, hay que sealar la instalacin de los europeos en los restantes continentes, siguiendo la doble frmula de los asentamientos de colonos que asumen la direccin poltica y econmica de los espacios colonizados y de la fundacin de establecimientos comerciales destinados a controlar los intercambios voluntarios o impuestos con los distintos pases que entran en su rbita de accin. En segundo lugar, debe consignarse el decisivo impulso dado a la creacin de una verdadera economa mundial, que tiene su centro, su alfa y su omega, en las metrpolis europeas, que imponen una verdadera divisin internacional del trabajo que reserva a Amrica la produccin de materias primas (metales y productos de plantacin), a Asia la produccin de gneros de gran valor con la incorporacin de un trabajo artesanal altamente cualificado, y a frica el suministro de mano de obra destinada al trabajo forzado en las colonias americanas, a la espera de la insercin mucho ms tarda de los espacios de Oceana. En tercer lugar, esta eco12

noma planetaria genera unos circuitos que ponen en comunicacin a los cinco continentes, como pueden atestiguar tanto la organizacin del trfico triangular (que permite el traslado de esclavos africanos a las plantaciones americanas y el regreso a Europa con los beneficios obtenidos), como la circulacin de la plata, que se extrae en Amrica para tomar un doble camino que lleva por una parte directamente a Filipinas en el Extremo Oriente y por otra primero a Europa y luego en parte tambin a Extremo Oriente a travs del trfico de Asia. En cuarto lugar, el nuevo orden implica una mutacin esencial en el sistema de comunicaciones, que deja de ser el terrestre de las rutas caravaneras de la Edad Media para convertirse en el martimo de los tiempos modernos, con la derrota temprana del camello y la victoria sin paliativos del barco, el instrumento imprescindible para la nueva configuracin del mundo. Los beneficios comerciales no son, sin embargo, los nicos. Si los mercaderes estn interesados bsicamente en lucrarse con el azcar, la pimienta o el ail, los intercambios materiales desbordan con mucho el cuadro de los productos ms remuneradores. Los europeos aclimatan en Amrica cultivos y animales domsticos naturales de sus latitudes, pero al mismo tiempo trasplantan una serie de productos nuevos destinados en algunos casos a producir una verdadera revolucin agricola (como en el caso singular de la patata y el maz), mientras impulsan el cultivo in situ de otros destinados a alterar profundamente la dieta alimenticia (como en el caso del chocolate), otros hbitos de consumo (como en el caso del tabaco) o incluso la teraputica de los tiempos modernos (quina, jalapa, ipecacuana). Y algo parecido puede predicarse del Asia de las especias, de los perfumes o de los estimulantes, como el t o el caf. Elementos que pueden servir de contrapeso a otros intercambios de signo negativo, como los derivados del llamado "choque microbiano" que transporta las enfermedades a uno y otro lado del Atlntico. AlIado de los beneficios materiales existen tambin los de ndole intelectual. Por un lado, la transferencia de los europeos a otras tierras permite ampliar enormemente los conocimientos geogrficos mediante la exploracin llevada a cabo a travs de expediciones terrestres y maritimas, de tal modo que las fronteras del mundo se ensanchan considerablemente a lo largo de la Edad Moderna. Por otra parte, tambin se recogen infinidad de nuevos datos antropolgicos a partir de la observacin de sociedades que haban permanecido ignoradas (caso de algunos pueblos africanos y de la totalidad de los amerindios) o que conocidas desde antiguo por referencias escasas o inseguras son desveladas ahora en su enorme riqueza, como en el caso de los grandes reinos e imperios asiticos. Estos conocimientos, difundidos por la imprenta y almacenados en bibliotecas y archivos, pasarn a constituir otro de los factores de la supremaca europea asentada en los tiempos modernos. Finalmente, la ampliacin del mundo habitado por los europeos permite al mismo tiempo el incremento de los intercambios culturales. En un primer13

momento, la preocupacin espiritual ms inmediata es la evangelizacin de unos pueblos que practican sus propias religiones y que deben por tanto ser atrados a la fe cristiana. Sin embargo, los misioneros se convierten enseguida en verdaderos agentes de un trfico cultural que transmite a los mundos lejanos no slo el dogma y las prcticas del cristianismo, sino muchos otros elementos de la civilizacin europea, aunque a veces se empiece por los ms indeseables como la fabricacin de caones y arcabuces. En contrapartida, son tambin los religiosos los primeros en dar cuenta en Europa de las tradiciones ms acrisoladas y de las realizaciones ms significativas en los campos de la literatura y el arte de aquellas sociedades, hasta el punto de generar una verdadera pasin por los mundos exticos entre un pblico que devora en el siglo XVI las noticias sobre las Indias o que en el siglo XVIII no quiere privarse del colorido de las indianas, del lujo de los platos de porcelana o del refmamiento decorativo de las chinoiseries. En cualquier caso, a lo largo de los tiempos modernos, hay que distinguir varios tipos de relaciones entre Europa y los distintos continentes. En Asia, los prstamos culturales europeos no pasaron de epidrmicos (algunas tcnicas o algunas influencias artsticas, mientras que la evangelizacin era abortada tanto por la persecucin de los soberanos como por la incomprensin de las autoridades de Roma), del mismo modo que si Europa acept de buen grado los prstamos materiales (el t, el sndalo o la canela), en cambio fue refractaria a las creaciones ms genuinas de la cultura oriental pese a la sofisticacin de las modas ilustradas. En Amrica, los europeos trasplantaron un modelo de sociedad y generaron un gigantesco proceso de aculturacin que ha hecho posible la realidad actual de un continente que se confiesa catlico y habla espaol (o portugus o francs) o que se confiesa protestante y habla ingls, aun contando con las importantes pervivencias de las comunidades indgenas y aun de las extensas minoras afroamericanas con sus culturas sincrticas. En medio, si frica (tanto la islamizada como la animista) se mantuvo en gran medida impermeable ms all de una delgada franja costera, la Oceana explorada recibi un impacto muy dbil hasta la colonizacin masiva de algunas reas ya en pleno siglo XIX. El cuadro de la expansin europea est trazado en sus lneas generales. Sus agentes fueron los soldados que conquistaron las tierras, protegieron a los colonos e impusieron sus condiciones comerciales sobre productores e intermediarios. Muchos de ellos fueron al mismo tiempo navegantes y exploradores, responsables de la ampliacin de las fronteras y de la preparacin del terreno para la llegada de los colonizadores. Unos y otros allanaron el carnina a los mercaderes, que se instalaron en todas las escalas posibles y camino drenaron metales preciosos, materias primas y artculos de consumo ordinario o suntuario que permitieron el crecimiento de la economa y el aumento del nivel de vida de las poblaciones y contribuyeron finalmente al naci14

miento de la revolucin industrial. Por su parte, los misioneros, que unas veces pudieron servir de coartada a los conquistadores, en otras se convirtieron en los interlocutores obligados entre europeos e indgenas y en los transmisores privilegiados de las noticias sobre las sociedades que se iban revelando ante su siempre atenta mirada. Por ltimo, los cientficos, que desde el primer momento pero sobre todo a lo largo de la centuria ilustrada organizaron las expediciones para reconocer los territorios y dar cuenta de la topografia, de la fauna y la flora y de las poblaciones que ocupaban el lugar, fueron agentes mixtos que hubieron de combinar su amor a la ciencia con el servicio a los intereses del imperio. Todos ellos protagonizaron uno de los acontecimientos ms trascendentales de la historia de la humanidad, todos ellos inventaron la historia universal del nico mundo que nace en el amanecer de la Edad Moderna.

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1.Los viajeros de la Edad Media

El deseo europeo de ampliar las fronteras proviene de muy antiguo. Sin embargo, el mundo clsico situ los lmites de la exploracin de otros continentes en las columnas de Hrcules, en el desierto del Shara y en los con[mes del Asia Central y de la India alcanzados por Alejandro. Los escritores dieron cuenta de estos finisterres en algunas obras, no muchas, situadas entre la geografa y la fbula: son los textos de Herdoto, Ctesias, Estrabn, Pomponio Mela, Plinio el Viejo y Arriano, que sirvieron de fuente a los estudiosos y de estmulo a los literatos desde la Antigedad al Renacimiento.

1.1. La revelacin de Extremo Oriente

La Edad Media vivi de estos escritos, antes de que los viajeros rabes suministraran nuevos materiales y antes de que la oleada militar de los mongoles de Gengis Khan amenazara Europa e indujera a los principales mandatarios del viejo continente a ensayar la va diplomtica para contener el irrefrenable avance de los trtaros. En este sentido, la primera panormica ofrecida por un testigo presencial fue la Historia de Jos mongaJos a Jos que nosotros llamamos trtaros, del fraile franciscano Juan de Pian del Carpine, cuya embajada al Gran Khan le llevara hasta la corte de Karakorum (12451247). Le seguira la crnica del primer misionero franciscano en Mongolia, fray Guillermo Rubruck, cuya estancia (1252-1258) le permitira componer el mejor relato de viajes de toda la poca medieval hasta el xito de la obra de Marco Polo o la inteligente descripcin de Ibn Battuta, esta ltima dentro del mbito islmico. 17

En efecto, el ms conocido y ms influyente de todos los viajeros medievales fue sin duda el veneciano Marco Polo. Incorporado a la segunda expedicin comercial emprendida por su padre Niccol y por su to MafIeo (mercaderes venecianos instalados en Constantinopla que entre 1260 y 1269 haban seguido la ruta de caravanas de Asia Central alcanzando Pequn y regresando a San Juan de Acre), Marco Polo no slo anduvo durante veinte aos por las rutas del mundo dominado por los mongoles (entre 1271 y 1291), sino que permaneci durante mucho de este tiempo en la propia corte de Kubilai Khan en Cambalic (la actual Pequn, donde se haba trasladado la capitalidad desde Karakorum), antes de emprender el regreso y alcanzar Venecia en 1296. Su experiencia no slo fue importante por s misma, sino sobre todo porque la dej reflejada por escrito, dictando el relato de sus aventuras a su compaero de celda en las crceles genovesas, Rustichello de Pisa, y permitiendo as que el Livre des Merveilles du Monde (tambin conocido como Il Milione) fuera rpidamente difundido en su versin francesa por toda Europa y contribuyera a divulgar la imagen del fabuloso y lejano pas de Catay (la China del Norte para los mongoles) entre sus coetneos y entre muchas generaciones posteriores. Los contactos con Extremo Oriente prosiguieron durante los siglos siguientes. Los ms importantes fueron protagonizados por misioneros franciscanos, como fray Juan de Montecorvino (el primer evangelizador de la corte de Pekn, llegado a China hacia 1294 y autor de unas Cartas desde Cambah'c), fray Andrs de Perugia (obispo sufragneo de Cambalic-Pequn y obispo de Quanzhou, autor de otra Carta desde Chayt6n), fray Jordan Cataln de Sverac (obispo de Colombo en Ceiln y autor de una descripcin de las tierras de Asia titulada Maravillas), fray Odorico de Pordenone (que tambin relata las peripecias de su largo viaje que le llev hasta Pequn) y fray Pascual de Vitoria (autor de una Carta desde Almalik). Especial relieve adquiere, ya en otro clima muy diferente (el de la acometida militar de Tamerln), el relato de la embajada enviada por Enrique ID de Castilla al nuevo seor de Asia Central, llevada a cabo entre Clavija, los aos 1403 Y 1406 por Ruy Gonzlez de Clavijo, quien describe su viaje y y estancia en la capital timrida de Samarcanda en la clsica Embajada a Tamorln, que sin embargo no sera publicada hasta 1582. En suma, esta presencia europea en Extremo Oriente, pese a su carcter absolutamente minoritario, prefigura ya algunos rasgos del futuro: son misioneros y mercaderes que revelan un nuevo horizonte cultural a sus compatriotas. Sin embargo, no ser hasta el siglo XVI cuando pueda hablarse de una verdadera expansin europea por el continente asitico, cuando se produzca el salto a una instalacin si no masiva s por lo menos ms numerosa y ms continuada y cuando los soldados flanqueen a los religiosos y a los comerciantes para imponer una colonizacin territorial, poltica, econmica y espiritual de aquellos territorios. 18

1.2. Los vikingos en Amrica

Si todas las empresas anteriores tuvieron como meta las tierras de Extremo Oriente, hay que sealar tambin los comienzos de otra de las vertientes mayores de la expansin europea, la que lleva hasta el continente americano. Esta primera aparicin de los europeos en la otra orilla del Atlntico estuvo protagonizada por los vikingos, que desde la pennsula escandinava navegaron hasta el norte americano, estableciendo colonias de poblamiento en Groenlandia (tal vez ya en el siglo x) Yo ms tarde (ya en el siglo siguiente), en el rea que llamaron Vinland (o "Tierra de Vias"), que deba extenderse por la isla de Terranova y las islas de la futura Acadia o Nueva Escocia Yo ya en el continente, por la pennsula del Labrador en el actual Canad y por la zona que luego sera llamada Nueva Inglaterra, tal vez hasta el sur del actual estado norteamericano de Massachusetts. Este establecimiento escandinavo debi conocer un progresivo reflujo a partir del siglo xm y terminar con el abandono de los asentamientos a [males del siglo XN o principios del siglo xv, sin que se haya podido ofrecer otra explicacin que una profunda mutacin climtica que hara inhabitable por el fro e inaccesible por la deriva de los hielos el territorio de Groenlandia, que trocara definitivamente el color verde a que hace alusin su nombre por el blanco de las nieves. As, las noticias de esta instalacin llegaran incluso a perderse, de tal modo que el hecho no entrara en las conjeturas que llevaran a Cristbal Coln al descubrimiento de Amrica, es decir a inscribir la realidad del continente americano en la conciencia de los europeos y a anudar una relacin permanente y perdurable entre el Viejo y el Nuevo Mundo.

1.3. Ms all de las columnas de Hrcules

Si a lo largo de los siglos xm y XIV las misiones religiosas o diplomticas haban hecho retroceder los lmites de Asia hasta las costas de China (quedando tan slo por alcanzar una ltima frontera, la de Cipango, es decir Japn), tambin durante el mismo periodo los navegantes europeos haban conseguido rebasar las columnas de Hrcules, aunque sin llegar a explorar las costas africanas y sin lograr ningn establecimiento duradero en las islas del Atlntico. Estas expediciones atlnticas fueron protagonizadas por hombres procedentes del Mediterrneo. Entre las ms importantes debe contabilizarse, en primer lugar, la de los hermanos genoveses Ugolino y Guido Vivaldi (1291), que utilizando dos galeras (Allegranza y San Antom'o) intentaron buscar a travs del Ocano el camino de la India (" ad partes Indiae per mare oceanum' '), perdiendo la vida en una empresa precursora tal vez del proyecto de Coln o ms probablemente de los objetivos de Bartolomeu Dias y Vasco da Gama. 19

Ms xito cosecharon las dos siguientes, la del tambin genovs Lancelotto Malocello, que descubri Lanzarote en el archipilago de las Canarias (las islas Afortunadas de los clsicos) en la temprana fecha de 1312, Yla empresa mixta, portuguesa pero con barcos gobernados por un genovs y un florentino, que navegaron en torno a las Canarias, las Madeira y las .Azores, aunque sin poner el pie en ninguna de las islas (1341). Los mallorquines se incorporaron seguidamente a la aventura, por un lado con la expedicin de Jaume Ferrer, cuya galera Uxor zarp en 1346 con destino al "Riu de l' or" hasta alcanzar quizs las costas de Senegal antes de perderse, y por otro con las sucesivas licencias para expediciones comerciales otorgadas a Francesc Desvalers, Pere Margre y Bartomeu Giges (para dos viajes), a Bernat Desvalls y Guillem Safont y a Guillem Pere (todas en 1342) y para otras seis expediciones con fines evagelizadores otorgadas a diversos individuos (entre 1351 y 1386), entre las cuales la mejor documentada es sin duda la primera, llevada a cabo por Joan Doria y Jaume Segarra, siempre con destino a las islas Canarias. El desconocimiento de la navegacin atlntica, el empleo de barcos inapropiados (la galera mediterrnea a remo o el navo mercante redondo de alto bordo a vela) y el insuficiente apoyo de retaguardia ofrecido por unos organizadores privados se encuentran sin duda entre las causas del fracaso general de estas expediciones, que no tuvieron continuidad ni dejaron ninguna instalacin duradera tras de s. Sin embargo, sirvieron en algunos casos para familiarizar a los navegantes europeos con la geografa atlntica y para ofrecer noticias de los archipilagos fronteros a las costas africanas, as como para desterrar el temor reverencial al "mar tenebroso" situado al otro lado .de las columnas de Hrcules. Sirvieron, en suma, para que las naciones ibricas, Portugal y Espaa (fruto de la unin de Castilla con Aragn), tomaran el relevo de las poblaciones mediterrneas Yo recogiendo las sugerencias de aquellos pioneros, llegasen a las Indias occidentales y orientales por dos vas opuestas casi al mismo tiempo, a finales del siglo xv. De esta forma, si podemos considerar todo lo anterior como un simple prembulo, ser el cuatrocientos la centuria que asista a la verdadera primera expansin europea por los restantes continentes.

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2.La primera expansin europea

La primera expansin europea fuera de sus fronteras fue en buena medida el fruto de una expansin interna anterior en el tiempo. En efecto, a partir de los aos centrales del siglo xv todos los indicadores coinciden en sealar, espesealar. cialmente para la Europa occidental, el comienzo de un proceso de crecimiento que se mantendr constante a lo largo de ms de una centuria, el primer esbozo de una coyuntura favorable que la historiografia ha venido en denomihistoriografa nar "el largo siglo XVI" y llevar hasta los aos treinta del XVII, pese a las dificultades experimentadas en la segunda mitad del quinientos, en una poca de dificultades que seguirla a la primera parte, el "hermoso siglo XVI" por antonomasia. parte.

2.1. La expansin interior

El impulso provendra, en primer lugar, del aumento de la poblacin, que, provendra. olvidadas las terribles consecuencias de la peste negra y cerrado un periodo de guerras interminables como la de los Cien Aos entre Francia e Inglaterra, volverla a ocupar los territorios abandonados en lo ms profundo de la crisis y a protagonizar un vigoroso salto adelante que reconstruira el tejido constituido por la sucesin de los numerosos ncleos rurales y jalonado por la presencia de unas ciudades que tambin aumentan sus efectivos a la par que multiplican y diversifican sus funciones como dispensadoras de servidemografa cios econmicos, politicos, administrativos o culturales. La demografia se convierte as en el primer motor de la expansin. El crecimiento de la economa empieza en el campo, donde se produce un proceso de recuperacin de la superficie cultivada, un proceso de recon21

quista del suelo para una agricultura que garantiza la subsistencia de la misma poblacin que ha emprendido el esfuerzo de roturacin de los predios, araando parcelas a los bosques, landas y garrigas, desecando zonas pantanosas, ganando terrenos al mar. Del mismo modo, la ganadera viene en apoyo de la agricultura, con el auge de la cabaa vacuna para la alimentacin y el tiro y de la cabaa ovina para la provisin de lana, la materia prima de la principal de las industrias del Antiguo Rgimen. Por otra parte, las pesqueras recobran su dinamismo, tanto la de cabotaje para el consumo local del pescado en fresco, como la de altura, que busca el bacalao en el gran yacimiento proterco de Terranova frecuentado por los navegantes del mar del Norte que siguen las huellas de la antigua ocupacin normanda y que vierten sobre las costas atlnticas sus cargamentos de pesca en conserva (salada, seca, ahumada o escabechada), al tiempo que movilizan a sus vecinos en busca de la sal de la pernsula Ibrica y de la madera y los alquitranes del mar Bltico. La abundancia de las cosechas potencia el sector industrial, especialmente la manufactura textil, pero tambin toda otra serie de artesanas tradicionales, desde el vidrio al cuero, desde el papel a la cermica hasta llegar a la metalurgia del hierro y del cobre o tambin del oro y la plata. Los intercambios conocen un progreso extraordinario, que estimulan las innovaciones en el terreno de los transportes y de los instrumentos mercantiles (seguros, compaas, contabilidad, corresponsalas) y fmancieros (letras de cambio, instituciones bancarias), as como potencian nuevas rutas, como la que intercambia lana contra tejidos en el Atlntico o lana contra productos orientales en el Mediterrneo o la que atraviesa el Sund para verter trigo en los mercados de la Europa occidental. Finalmente, este auge del trfico mercantil exige para evitar su estrangulamiento la multiplicacin de los medios de pago, fomentando la minera de la plata, con la puesta en explotacin de nuevos yacimientos en el Tiro!, en Bohemia, en Sajonia. Yacimientos que no bastan, haciendo preciso el drenaje del oro africano, as como la bsqueda de nuevas fuentes de metal precioso. De este modo, la expansin interior crea as las necesidades que exigen la expansin exterior.

z. Z. 2.2.

Las razones de la expansin exterior

Efectivamente, las primeras motivaciones de los descubrimientos son de ndole econmica. Por un lado, el "hambre del oro" empuja a los europeos hacia las fuentes del metal dorado subsahariano, lo que exige bordear la costa occidental africana. Por otro lado, las necesidades alimenticias han aumentado tanto por el crecimiento de la poblacin como por la difusin de nuevos hbitos de consumo ms refmados que han hecho su aparicin por el Medi-

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terrneo de la mano de los mercaderes venecianos especializados en la distribucin de los productos arribados con las caravanas procedentes de las regiones extremoorientales. Es, en primer lugar, el caso del azcar, cuyo cultivo, desarrollado por los musulmanes en el mbito del mar interior, requiere ahora de nuevos espacios para aumentar una produccin por debajo de la demanda. Y es tambin el caso de las especias, convertidas en un elemento imprescindible de la gastronoma europea y amenazadas de caresta y rarefaccin tras la instalacin de los turcos otomanos en Constantinopla (ahora Caro, Istanbul) y en El Cairo, no slo dominando as las escalas de Levante, sino ocupando posiciones que les permiten mantener una sistemtica poltica de agresin contra las naciones cristianas que no se detiene ni siquiera tras la cada de la capital del Imperio bizantino en 1453. Es finalmente el caso de la pesca, que si ha empujado a las naciones del norte a la ruta de Terranova tambin impulsa a los meridionales hacia los bancos saharianos. En definitiva, los portugueses y los espaoles se lanzan a la empresa atlntica fundamentalmente para ampliar sus plantaciones de azcar y para acceder directamente a las reas productoras de oro y de especias. Otras motivaciones pueden aadirse a las econmicas. Por un lado, las de ndole poltica, o ms bien geopoltica. La nobleza lusitana y la nobleza castellana, que se han quedado sin funcin militar tras la expulsin de los musulmanes del suelo peninsular (significativamente para la Espaa unida el hecho se produce con la cada de la ciudad de Granada en el ao 1492), tratan de cruzar el estrecho de Gibraltar para proseguir una reconquista varias veces secular. Del mismo modo, los dirigentes de ambos Estados parecen decididos a establecer en el norte de frica una barrera defensiva, a construirse un rea de seguridad, que permita prever los movimientos de los tradicionales enemigos musulmanes en un momento en que los turcos estn reforzando la causa del islam en el Mediterrneo. Mantener posiciones fuera de las propias fronteras se revela como una exigencia irrenunciable para el propio afianzamiento de la cristiandad en un momento en que los musulmanes han invadido los Balcanes y han puesto un pie en Italia (Otranto, destruida en 1480), a la espera de avanzar por la vertiente sur del Mediterrneo y de llamar en Viena a las puertas del Imperio. Se han sealado tambin motivaciones religiosas. Unas procederan del proselitismo cristiano, empeado en extender el evangelio entre todos los pueblos del planeta, es decir seran una continuacin de las misiones establecidas en los pases extremoorientales desde finales del siglo XIII. Otras se combinaran con la geopoltica de los pases cristianos, que trataran de enlazar con los catlicos situados a la espalda del mundo musulmn, ya fuese con las comunidades nestorianas encontradas en las rutas asiticas por Marco Polo, ya fuese sobre todo con el reino del fabuloso Preste Juan, estratgicamente situado en un rincn del frica oriental, sin duda una deformacin de 23

la realidad de la existencia de un cristianismo capto y del Estado de Etiopa, que efectivamente en estas fechas tendra que hacer frente a la prueba de la embestida del islam. En cualquier caso, la evangelizacin se mostrara unas veces como una coartada justificativa de intenciones menos santas y otras veces como un factor independiente con un contenido exclusivo de proselitismo religioso. Finalmente, se han aducido razones de tipo mental para explicar el impulso que llev al descubrimiento de los nuevos mundos. Por una parte, los cientficos y los humanistas del cuatrocientos no slo han contribuido a desterrar los prejuicios heredados sobre el "mar tenebroso", sino que han puesto a disposicin de los navegantes una serie de textos clsicos y una serie de observaciones astronmicas que han fundamentado las expectativas de xito en la exploracin de nuevos espacios. Por otra parte, el deseo de conociuniversaie verficacin miento del uomo universaJe del Renacimiento ha inducido a la verificacin de las hiptesis y al desvelamiento de las realidades protegidas por la supersticin medieval. Finalmente, el sentimiento prometeico de unas sociedades empeadas en un proceso de secularizacin de la actividad del hombre sobre la tierra ha empujado tambin a la accin, a la ruptura de las barreras, a la superacin de los lmites, a la abolicin de las trabas mentales heredadas del pasado. De ese modo, la empresa de los descubrimientos fue tambin una aventura del espritu.

2.3. La posibilidad de la expansin exterior Necesidad econmica, exigencia geopoltica, vocacin evangelizadora, afn de aventura, una combinacin explosiva. Ahora bien, estas incitaciones se hicieron apremiantes precisamente en el momento en que fueron viables. La empresa de los descubrimientos fue posible gracias a la capacidad financiera de los mercaderes, gracias a la voluntad poltica de los Estados y gracias a las invenciones tcnicas puestas al servicio de los expertos en la navegacin. Si el armamento de las expediciones destinadas a la exploracin del Atlntico exigi la inversin y la capacidad de organizacin de las compaas comerciales, no fue menos importante el apoyo brindado por las monarquas ibricas a las grandes empresas que llevaron a los barcos de Vasco da Gama o de Cristbal Coln hasta las Indias orientales y occidentales. Sin embargo, tales hechos no fueron el producto de decisiones puntuales, sino el fruto de la aplicacin a estos objetivos de una serie de recursos tcnicos que procedan de un patrimonio experimental que haba aumentado sin cesar en los tiempos bajomedievales. ste fue el caso de la brjula que, conocida a travs de los rabes desde el siglo XITr, se perfecciona con el aadido de la rosa de los vientos y, sobre

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todo, de las tablas de declinacin magntica, permitiendo una mayor seguridad en el establecimiento de la derrota. Fue tambin el caso del astrolabio, instrumento utilizado igualmente por los rabes, que permita el clculo de la latitud, aunque todava no el de la longitud, que debi esperar hasta el siglo XVIII para ser incorporado a la navegacin martima. Y esto ocurri asimismo con la cartografia que, gracias a la tradicin de las escuelas mallorquina, genovesa o portuguesa en la produccin de portulanos, permiti la transmisin de los hallazgos realizados por el cabotaje lusitano a lo largo de las costas occidentales africanas durante todo el siglo xv. Finalmente, hizo falta la puesta a punto de un barco que superase las carencias de los utilizados en las exploraciones de los siglos anteriores (la galera o el barco redondo), cosa que ocurri cuando los portugueses, a travs de sucesivos tanteos, fueron perfIlando en torno a 1440 lo que habra de ser la carabela: una nave larga (con una proporcin de tres a uno entre la eslora y la manga), dotada de velas cuadradas motrices diseadas para aprovechar el viento de popa y de velas latinas triangulares capaces de barloventear (es decir, de navegar a la bolina, de servirse tambin en su avance del viento en contra), de porte reducido (entre 40 y 100 toneladas) pero capaz de ofrecer espacio al rancho, a la tripulacin y a un contingente de soldados. La carabela se convertira en el instrumento imprescindible de las primeras navegaciones ocenicas, en el fundamento material de los decisivos descubrimientos geogrficos del siglo xv. En cualquier caso, no conviene magnificar la apoyatura cientfica y tcnica de las primeras navegaciones. Seran precisamente las expediciones descubridoras las que a lo largo del siglo XVI iran aportando notables perfeccionamientos al arte de navegar. En este sentido, hay que sealar los progresos de la cartografa y de la navegacin astronmica, tal como puede comprobarse en las grandes obras publicadas a mediados de la centuria. As, si el matemtico portugus Pedro Nunes publica su Tratado de Sphera (1537) Y su De arte atque ratione navegandi (1546), las contribuciones ms influyentes son las de los espaoles Pedro de Medina (Arte de navegar, 1545) y Martn Corts (Breve compendio de la esfera y del arte de navegar, 1551), donde, como se ha dicho, aprendieron a pilotar todos los marinos europeos de la poca.

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3.La invencin de trica

3.1. Las islas del azcar

La aventura africana de Portugal se inici con la expedicin dirigida contra Ceuta, una operacin que participaba al mismo tiempo de la tradicin de la reconquista y del nuevo objetivo de emprender la exploracin sistemtica de las costas africanas hasta alcanzar las fuentes del oro primero y llegar a la India despus. La ciudad cay en 1415 en poder de los expedicionarios, que supieron retenerla pese a las acciones emprendidas para su recuperacin tanto por los nazares granadinos como por los saaclies marroques. A partir de ahora se convirti en una plaza de seguridad para vigilar los movimientos musulmanes, hasta 1640, cuando tras la ruptura de la unin ibrica sus habitantes quedaron bajo la soberana espaola, reconocida posteriormente por el Tratado de Lisboa de 1668, aunque ya su funcin se limitase simplemente a integrarse en el cinturn defensivo mantenido en el Magreb por la monarqua hispnica. En efecto, la reconquista penin,sular llevada a cabo por portugueses y espaoles tuvo una continuacin lgica en el establecimiento de una serie de plazas de seguridad en el norte de frica. Tambin en este aspecto los portugueses precedieron a los espaoles, ocupando a lo largo de un siglo una importante serie de posiciones en Marruecos: Alcazarceguer (1458), Arzila, Tnger y la isla Graciosa frente a Larache (1471), Mazagn (1514). Por su parte, los espaoles, si bien a lo largo de todo el siglo xv organizaron frecuentes "entradas" en Marruecos (protagonizadas sobre todo por una sociedad de aventureros y marinos andaluces especializados en este tipo de acciones), no consolidaron sus posiciones hasta que la empresa se hizo oficial y fue

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amparada por la corona, que organiz una serie de expediciones militares destinadas a construir un rosario de presidios (guarniciones fortificadas) en el norte de frica: Melilla (1497), Mazalquivir (1505), Pen de Vlez de la Gomera (1508), Orn (1509), Buga y Trpoli (1510). Si la toma de Ceuta fue la primera expresin de la vocacin africana de Portugal, el diseo sistemtico de la exploracin y ocupacin del litoral de aquel continente se debi en su mayor parte a la iniciativa del infante don Enrique, llamado el Navegante (1396-1460), gobernador del puerto de Lagos y gran maestre de la Orden de Cristo, que fund en el promontorio de Sagres, en la regin del Algarve, un centro de investigacin y de fomento de la navegacin ocenica, atendido por un selecto grupo de fisicos o astrnomos, cosmgrafos, cartgrafos y pilotos experimentados que mand reclutar por toda Europa. La llamada por analoga "Escuela de Sagres" fue en cualquier caso un punto de referencia obligado para esta primera fase de la poltica de expansin portuguesa. Si Ceuta fue una declaracin de intenciones, la primera fase del ciclo lusitano tuvo como objetivo el reconocimiento del Mediterrneo atlntico, es decir las islas fronteras a las costas africanas. As, la arribada de Joao Gon