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El agua en África-STEFA
El reto de la inseguridad alimentaria en África es grave, a causa sobre todo del injusto y
creciente acaparamiento de tierras, de las guerras, pobreza, sequías etc., y supone que más
de diez millones de personas, según la FAO, necesiten ayuda urgentemente en Somalia,
Sudán, Etiopía, Kenia y Uganda (en el mundo subsisten 900 millones de hambrientos. Esta
es la esclavitud más radical).
Al mismo tiempo, el reto de la escasez de agua potable va alcanzando grados de
emergencia en numerosas regiones de África. La escasez de agua potable va camino de
convertirse en el problema más urgente para África, Europa y el mundo global.
Datos sorprendentes: Según El País (15 de noviembre del 2012), algunos hoteles consumen
en España entre 300 y 500 litros de agua por habitación en el día. El cambio climático hace
subir la temperatura (2 ºC) y provoca un fuerte aumento de evapotranspiración de las
plantas. Algunas industrias consumen cantidades ingentes de agua: un kilogramo de oro
necesita 716 mil litros de agua. La Unión Europea advierte que grandes zonas de España
reciben entre tres y diez veces menos agua que la demanda. ¿Es un estilo de vida
sostenible?
En África los problemas derivados de la gestión del agua son particularmente agudos. Unos
300 millones de africanos carecen de acceso al agua potable, y al menos 14 países del
continente sufren un déficit permanente de agua. De los 55 países cuyo consumo de agua
potable por persona y día está por debajo del mínimo de 50 litros establecidos por la
Organización Mundial de la Salud, 35 de ellos están en África.
Esta situación afecta muy negativamente al desarrollo educativo y a la salud de la
población, sobre todo de la población infantil.
El avance de la desertificación se suma al aumento poblacional y a la contaminación de los
ríos, lo que produce que el agua potable sea un bien escaso en África.
Tres de cada cuatro africanos utilizan agua subterránea como fuente básica de agua potable
a pesar de que esta no supone más de un 15 % del total de los recursos aprovechables.
El Banco Mundial asegura que un ser humano necesita entre 100 y 200 litros diarios, o
entre 36 y 73 metros cúbicos anuales, para beber y para la higiene. Pero además las
poblaciones gastan agua para la energía, la agricultura y la industria, lo cual lleva la cifra a
unos mil metros cúbicos por persona, por año.
Según la ONU, la lluvia que cae en África al año podría abastecer de agua potable a 13 mil
millones de personas, casi el doble de la población mundial actual. Pero, los africanos
mueren de sed, por las actividades industriales, los residuos tóxicos, la evaporación, la
transmisión de enfermedades como el cólera en arroyos inseguros, la pérdida del caudal de
los ríos, falta de estructuras para recoger el agua y el mal reparto. Por eso la ONU
recomienda la recolección de agua de lluvia en todo el continente, que solucionaría en gran
parte la escasez, dado que África aún conserva su potencial, aunque necesita estar mejor
repartido.
En el 2000, la ONU estableció los Objetivos del Desarrollo del Milenio que incluyen
también reducir a la mitad el número de personas sin acceso al agua potable y a unos
servicios básicos de saneamiento, pero su realización queda todavía lejos.
El agua en America del Sur-PERCY
“De las 210 naciones del planeta, 190 tienen escasez de agua y sólo 10 son abundantes en
este recurso”, dijo un experto.
Las imágenes de barcos pesqueros de alto tonelaje oxidándose para la eternidad en medio
de un inhóspito arenal, son un símbolo del fracaso de la planificación central. El mar de
Aral era el cuarto lago más grande del mundo en 1960, pero un ambicioso pro-grama de
irrigación de la era soviética terminó prácticamente por secarlo. Los ríos que lo alimentaban
fueron desviados para irrigar cultivos de algodón, la gran apuesta económica del régimen
para la república de Uzbekistán. Pero, aparte de la mala construcción de los canales de
regadío, había un pequeño problema: según estimaciones de la WaterFootprint Network
(WFN), una ONG con sede en Holanda, para obtener una tonelada de algodón se requieren
unos 3.644 m3 de agua.
Este tipo de cálculos son los que hoy tienen a los gobiernos, empresas y organismos
multilaterales de cabeza buscando soluciones para cuidar un recurso que durante
generaciones ha sido percibido como gratuito.
“De las 210 naciones del planeta, 190 tienen escasez de agua y sólo 10 son abundantes en
este recurso”, dijo el geógrafo británico Anthony Allan, una de las grandes autoridades
científicas en el tema, durante un seminario realizado en mayo en Santiago de Chile.
Y la escasez no afecta sólo a los países desérticos. El suministro global de agua es
relativamente estático, pero diversos factores están creando desequilibrios regionales que se
complican por el hecho de tratarse de “un commodity difícil de transportar y que no se
transa fácilmente”, como recalca un informe de Merrill Lynch.
Los expertos en la materia han acuñado una serie de conceptos para medir la disponibilidad
y escasez de agua y orientar las decisiones futuras sobre cómo administrarla. El más
significativo es la “huella hídrica”: el contenido de agua de un producto medido por el
consumo del recurso en todas sus etapas de producción. El algodón, que virtualmente se
tragó el mar de Aral, no es ni de lejos el mayor consumidor. En general, los más onerosos
son las especias: vainilla, clavo de olor o nuez moscada. Pero su producción es limitada y
poco significativa en comparación con el arroz, el trigo, el maíz y la soja, que representan
en conjunto 53,3% del consumo hídrico de la agricultura mundial. La exportación de estos
cultivos dio lugar a otro concepto importante: “el agua virtual”, acuñado por Allan, que se
refiere al agua que viaja por el mundo a través de los productos exportados e importados.
Según el científico, 20% del agua utilizada por la agricultura mundial viaja por el planeta.
Es por esta razón que el rol de países como Estados Unidos y Brasil es clave. Son enormes
exportadores de agua virtual a través de sus alimentos, y sus decisiones políticas en
agricultura y subsidios agrícolas pueden tener un gran impacto.
El 97,5% del agua del planeta es salada. Del agua dulce restante, la mayor parte
corresponde a glaciares, nieve y hielos eternos, lo que va dejando poco más de un tercio
(reservas subterráneas o acuíferos, ríos, lagos, humedales y humedad del aire) para
consumo humano directo o su utilización agrícola o industrial.
El problema es que durante el siglo XX la población se ha triplicado y el consumo de agua
ha aumentado en cerca de seis veces. “Si proyectas las metas del milenio en términos de
reducción de la pobreza, tenemos que hacernos la pregunta acerca de dónde sacaremos el
agua para producir más carne, más leche, más verduras”, dice Rodrigo Acevedo, jefe de
proyectos agroindustriales de Fundación Chile, un organismo de investigación y desarrollo.
En América Latina hay grandes ríos como el Amazonas, el Orinoco o el Magdalena, pero
también reservas menos conocidas como el Acuífero Guaraní, que alberga más de 40.000
km3 de agua debajo de Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil. Si a esto se suman las
nieves eternas de las cordilleras y los glaciares del Cono Sur, América Latina dispone de
65% del agua dulce del mundo, según cálculos del Programa Ambiental de las Naciones
Unidas (UNEP).
Sin embargo, la relación entre oferta y demanda de agua da lugar a realidades muy distintas
por país. Sin contar el uso de agua potable para consumo humano, Brasil y Argentina
muestran los mayores saldos de exportación acuífera, básicamente por sus gigantescos
envíos de cereales y carne al resto del mundo. En el polo opuesto se ubica México, con un
enorme déficit (ver recuadro). Deficitarios son también Chile, Perú y Venezuela, mientras
que Colombia, Ecuador, Paraguay, Bolivia y el resto de Centroamérica tienen superávit.
“Los déficits no reflejan necesariamente una escasez de agua, sino también una matriz de
comercio en la que se importan muchos productos intensivos en agua”, dice Arjen Y.
Hoekstra, director científico de la WFN y uno de los creadores del concepto de huella de
agua. “El caso de México es definitivamente el de una escasez significativa, que se
compensa importando agua virtual de Estados Unidos y Canadá”. Otros países de la región,
teniendo agua abundante, importan, sin embargo, productos intensivos en agua como carne,
alimento para la ganadería o trigo.
Dada la creciente demanda, muchas fuentes de agua están sometidas a una fuerte presión y
algunas se encuentran al límite de sus capacidades.
El agua en Europa y America del Norte-SEGOVIA
En Europa y América del Norte la disponibilidad de agua por persona se ha reducido en los
últimos 60 años, siendo más acuciado en América del Norte.
Los recursos de agua dulce son de primordial importancia ambiental y económica para
América del Norte, pero su distribución es muy variable. Canadá posee cerca de 20 por
ciento de los recursos totales de agua dulce del planeta.
Sin embargo, gran parte de ésta se encuentra en lugares remotos o retenida en lagos, mantos
acuíferos y glaciares. México, en cambio, es un país fundamentalmente árido y el agua
dulce abunda en apenas algunas zonas locales. No sólo es importante la cantidad de agua
dulce, también lo es la rapidez con la que ésta se repone por medio de lluvias y
escurrimiento. En muchas partes de América del Norte, las necesidades y los usos humanos
del agua compiten con la necesidad del líquido para sustentar la vida acuática.
Distribución de los recursos hídricos
Los recursos hídricos renovables internos de América del Norte se calculan sumando el
caudal promedio anual de los ríos y la recarga de aguas del subsuelo (mantos acuíferos) a
raíz de la precipitación al interior de las fronteras de cada país (véase el cuadro). Las aguas
superficiales producidas internamente representan el caudal anual promedio de los ríos
generado por la precipitación interna y el flujo base generado por los acuíferos, en tanto que
la recarga de las aguas freáticas se calcula midiendo la precipitación pluvial en zonas
áridas, donde se da por sentado que el agua de lluvia se infiltra a los mantos acuíferos; sin
embargo, estos cálculos revisten considerable incertidumbre. El total (la suma de ambos
volúmenes) se ajusta para tomar en cuenta cualquier superposición que podría ocurrir
cuando las aguas superficiales recargan los acuíferos, o cuando éstos liberan agua al flujo
superficial. Los flujos de entrada que se originan fuera de las fronteras de un país no se
incluyen en el total del recuadro.
Los recursos de agua dulce no están distribuidos de manera uniforme en América del
Norte (véase el mapa). En términos generales, las regiones del este de América del Norte se
consideran ricas en agua o dominadas por precipitaciones, aunque las sequías periódicas
pueden afectar considerablemente la disponibilidad del agua. Por lo general, los valores de
precipitación normales anuales de 800milímetros o mayores se relacionan con zonas ricas
en agua en Canadá, el este de Estados Unidos y el sureste de México. Los valores de
precipitación normales anuales inferiores a 600 milímetros se relacionan con regiones
áridas y semiáridas, incluidas la región de las Grandes Planicies de Canadá y Estados
Unidos y gran parte de México. Esta distribución determina el que las extracciones
provengan de aguas superficiales o de aguas freáticas.
El agua en Asia-RITA
En la actualidad, Asia consume más de la mitad del total de agua del mundo. La Figura 11
ilustra el consumo regional de agua durante el presente siglo. Los pronósticos para el año
2000 indican que Asia absorberá el 60 por ciento del total mundial, seguida de América del
Norte con un 15 por ciento, Europa con un 13 por ciento y Africa con menos del 7 por
ciento. La parte correspondiente a América Latina se pronostica en menos del 5 por ciento,
pese a que la cifra de esta región se ha casi cuadruplicado desde 1950.
De acuerdo con un informe del Banco Asiático de Desarrollo (BAD), un total de 37 países
en Asia-Pacífico sufren bajo nivel de seguridad de agua o apenas han mejorado las
infraestructuras que garanticen el suministro a la agricultura y la población. « Los países
deben con urgencia mejorar la gestión con liderazgo y políticas creativas », precisó
BinduLohani vicepresidente de Desarrollo Sostenible en el BAD, en un comunicado.
Algunos de los países con problemas más apremiantes de agua son los del centro y sur
asiático como Afganistán, Pakistán, Bangladesh e India y naciones del Pacífico como
Kiribati, Tuvalu o las Islas Marshal. En el centro y sur de Asia el problema radica en la
precariedad de los ríos, principal fuente de agua, mientras que en las islas del Pacífico
padecen falta de acceso a agua potable por la falta de infraestructuras y son muy
vulnerables a los desastres naturales y el cambio climático.
El agua en Oceanía- SHIRLEY
Australia es el continente más seco del mundo, produciéndose un gran extremismo
climático, con grandes periodos de sequía extrema junto a lluvias torrenciales que provoca
grandes catástrofes.
Ante la progresiva escasez de agua, el gobierno australiano está desarrollando desde 2006,
unos proyectos para controlar y administrar mejor sus recursos hídricos.
Esta iniciativa abarca tanto a científicos de centros estatales como privados, que trabajan en
colaboración para combatir el problema de la sequía y señalan al calentamiento global
como principal responsable de la situación hídrica en que vive el país.
Los agricultores y ganaderos son los principales perjudicados, ya que sus ganados y
cultivos sufren el impacto de la sequía que dura diez años seguidos.
En las grandes ciudades australianas también hay una gran alarma, existiendo restricciones
en el consumo del agua: lavar un coche, regar un jardín y hasta ducharse son actividades
realizadas bajo control con la finalidEn el caso particular del estado de Queensland, en el
noroeste del país, el problema de la sequía ha llegado a tal extremo que se estima que antes
de un año sus pobladores deberán recurrir al agua reciclada como fuente de abastecimiento.
Así lo advirtió Meter Beattie, primer ministro de este estado, que añadió que no tiene
sentido convocar a referendo sobre este tema porque no hay alternativa. El agua reciclada
ya se bebe en Estados Unidos, el Reino Unido y Singapur, pero no es visto con buenos ojos
en Australia. Ello explicaría que líderes de otros estados australianos, como Gales del Sur,
se opongan a esta medida y apoyen el uso de agua reciclada sólo para irrigación.ad de
cuidar el agua.
Isabel
Principales contaminantes de las aguas
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) el agua está contaminada cuando su composición se haya alterado de modo que no reúna las condiciones necesarias para ser utilizada beneficiosamente en el consumo del hombre y de los animales. En los cursos de agua, los microorganismos descomponedores mantienen siempre igual el nivel de concentración de las diferentes sustancias que puedan estar disueltas en el medio. Este proceso se denomina auto depuración del agua. Cuando la cantidad de contaminantes es excesiva, la autodepuración resulta imposible.
Los principales contaminantes del agua son los siguientes:
• Basuras, desechos químicos de las fabricas, industrias, etc.
• Aguas residuales y otros residuos que demandan oxígeno (en su mayor parte materia orgánica, cuya descomposición produce la desoxigenación del agua).
• Agentes infecciosos.
• Nutrientes vegetales que pueden estimular el crecimiento de las plantas acuáticas. Éstas, a su vez, interfieren con los usos a los que se destina el agua y, al descomponerse, agotan el oxígeno disuelto y producen olores desagradables.
• Productos químicos, incluyendo los pesticidas, diversos productos industriales, las sustancias tensoactivas contenidas en los detergentes, y los productos de la descomposición de otros compuestos orgánicos.
• Petróleo, especialmente el procedente de los vertidos accidentales.
• Minerales inorgánicos y compuestos químicos.
• Sedimentos formados por partículas del suelo y minerales arrastrados por las tormentas y escorrentías desde las tierras de cultivo, los suelos sin protección, las explotaciones mineras, las carreteras y los derribos urbanos.
• Sustancias radioactivas procedentes de los residuos producidos por la minería y el refinado del uranio y el torio, las centrales nucleares y el uso industrial, médico y científico de materiales radiactivos.
• El calor también puede ser considerado un contaminante cuando el vertido del agua empleada para la refrigeración de las fábricas y las centrales energéticas hace subir la temperatura del agua de la que se abastecen.
• Vertimiento de aguas servidas. La mayor parte de los centros urbanos vierten directamente los desagües (aguas negras o servidas) a los ríos, a los lagos y al mar. Los desagües contienen excrementos, detergentes, residuos industriales, petróleo, aceites y otras sustancias que son tóxicas para las plantas y los animales acuáticos. Con el vertimiento de desagües, sin previo tratamiento, se dispersan agentes productores de enfermedades (bacterias, virus, hongos, huevos de parásitos, amebas, etc.).
• Vertimiento de basuras y desmontes en las aguas. Es costumbre generalizada en el país el vertimiento de basuras y desmontes en las orillas del mar, los ríos y los lagos, sin ningún cuidado y en forma absolutamente desordenada. Este problema se produce especialmente cerca de las ciudades e industrias. La basura contiene plásticos, vidrios, latas y restos orgánicos, que o no se descomponen o al descomponerse producen sustancias tóxicas (el fierro produce óxido de fierro), de impacto negativo.
• Vertimiento de relaves mineros. Esta forma de contaminación de las aguas es muy difundida y los responsables son los centros mineros y las concentradoras. Los relaves mineros contienen fierro, cobre, zinc, mercurio, plomo, arsénico y otras sustancias sumamente tóxicas para las plantas, los animales y el ser humano. Otro caso es el de los lavaderos de oro, por el vertimiento de mercurio en las aguas de ríos y quebradas.
• Vertimiento de productos químicos y desechos industriales. Consiste en la deposición de productos diversos (abonos, petróleo, aceites, ácidos, soda, aguas de formación o profundas, etc.) provenientes de las actividades industriales.
Estefany
El agua: Futuro de la sociedad
A día de hoy, cerca de 700 millones de personas procedentes de 43 países diferentes sufren escasez de agua.
En 2025, 1.800 millones de personas vivirán en países o regiones con escasez absoluta de agua y dos terceras partes de la población mundial podrían hacerlo en condiciones de estrés hídrico.
Bajo el contexto actual de cambio climático, en el 2030, casi la mitad de la población mundial vivirá en áreas de estrés hídrico, incluidos entre 75 y 250 millones de personas de África. Además,
la escasez de agua en áreas áridas o semiáridas provocará el desplazamiento de entre 24 y 700 millones de personas.
En el África Subsahariana se concentra el mayor número de países con estrés hídrico.
Dato 2
La escasez de agua afecta a todos los continentes y a cuatro de cada diez personas en el mundo. La situación está empeorando debido al crecimiento de la población, el desarrollo urbanístico y el aumento del uso del agua con fines industriales y domésticos.
Dato3
En 2025, cerca de 2000 millones de personas vivirán en países o en regiones donde la escasez de agua será absoluta y los recursos hídricos por persona estarán por debajo de los 500 metros cúbicos anuales recomendados, cantidad de agua que necesita una persona para llevar una vida sana e higiénica.
Dato 4
La escasez de agua obliga a la población a utilizar fuentes contaminadas de agua para beber. Ello también significa que no puedan lavarse, lavar la ropa y limpiar sus casas adecuadamente.
Dato 5
El agua de mala calidad puede aumentar el riesgo de enfermedades diarreicas, en particular, el cólera, la fiebre tifoidea, la salmonelosis, otras enfermedades víricas gastrointestinales y la disentería. La escasez de agua también puede dar lugar a enfermedades como el tracoma, la peste y el tifus. Así por ejemplo, el tracoma está muy relacionado con la falta de agua para lavarse la cara regularmente.
Dato 6
La escasez de agua induce a la población a almacenar agua en sus casas. Ello puede aumentar el riesgo de contaminación del agua domestica y ofrecer criaderos para los mosquitos, que son los vectores del dengue, el dengue hemorrágico, el paludismo y otras enfermedades.
Para la ecología el agua tiene un doble valor, por una parte es un elemento del ecosistema y es consecuentemente un activo social, por otra es generador de ecosistemas.
Con ser cuestiones muy importantes a considerar, cuando se trata de llevar a cabo aprovechamientos de agua, la conservación de las especies y de los ecosistemas afectados, no podemos olvidar la función que realiza el agua cuando fluye, de modo variable, desde las cabeceras de los ríos hasta el mar, puesto que moviliza y distribuye elementos químicos tan importantes para la vida como el fósforo o el anhídrido carbónico.
La función ecológica del agua en sus dos vertientes fundamentales:
a)mantenimiento de los ecosistemas que le son propios.
b)vehículo de transporte de nutrientes, sedimentos y vida, es un bien común cuyo respeto debe conciliarse con el desarrollo sostenible de las actividades humanas sobre la tierra.
Existen algunas zonas geográficas tradicionalmente afectadas por la escasez del recurso hídrico a las que no se puede dar una solución aceptable para sus problemas si no es la mayor y mejor disponibilidad de ese recurso, que no poseen, puesto que tanto las aguas subterráneas como la reutilización y, en su caso, la desalación se han aplicado hasta límites razonables sin resolver los problemas, y que, por tanto, debería ser suministrado por la aportación externa de agua o la modificación de sus estructuras productivas.
En ciertos casos, la desalación podrá resolver algunos problemas hidrológicos pero, además del alto coste que comporta, su utilización masiva supone una contradicción básica desde el punto de vista ecológica puesto que se sustituyen los recursos renovables por otros que demandan un elevado consumo energético -muchas veces de origen fósil.
Es conveniente introducir el volumen de agua realmente consumido como factor para distribuir los costes de la misma entre los usuarios, resolviendo lógicamente los problemas de control que se plantean, puesto que esta medida incentivaría el ahorro.
Es imprescindible revisar los criterios de asignación del agua, especialmente en lo que respecta a las actividades económicas. La incidencia negativa que los nuevos criterios pudieran tener sobre algunos regadíos (hay distintas agriculturas y distintos agricultores), debe ser corregida considerando la función social que es inherente a la mayor parte de esos regadíos. La subvención de los costes del agua es contraproducente con la asignación eficaz del propio recurso.
Cualquier demanda de nuevas disponibilidades de agua para usos económicos debe someterse a un riguroso análisis coste-beneficio, bien entendido que por la movilidad del recurso y la amplitud de sus funciones habrán de considerarse todos los costes y todos los beneficios.