BIENVENIDOS/AS

POLÍTICAS EDUCATIVAS Y DE GESTIÓN

DOCTORADO EN EDUCACIÓN

UNIVERSIDAD NACIONAL SAN AGUSTÍN DE AREQUIPA

Phd. Silvia V. Valdivia

Una controversia: sobre los valores y la validez de la política educativa

La educación es un bien tanto público como privado.

La estructuración en educación, tanto de procesos de toma de decisiones como de asignación de recursos, plantea dilemas potenciales, no sólo entre los intereses del Estado y el individuo, sino también entre políticos y educadores, subsistemas económicos y culturales, etc.

Las aspiraciones personales en el ámbito privado podrían realizarse al máximo dentro de las limitaciones del acceso de una persona a los recursos económicos. Las decisiones públicas, sin embargo, se toman a través del proceso político, donde grupos contrapuestos pugnan por la supremacía de sus orientaciones de valor. El proceso político tiene lugar en diferentes ámbitos y niveles para proporcionar un servicio educativo que, en principio, es distribuido sobre una base descentralizada.

Estudios de la política educativa

Los estudios de política educativa se centran en el proceso político o en la sustancia, es decir, en las necesidades de inteligencia de la política. Se centran o bien en la base informativa sobre la que se construye la política (análisis para la política) o en el examen crítico de la política existente (análisis de la política). Eso ha significado que los procesos políticos se vean como parte de un ámbito científico (ciencia de la política), mientras que la sustancia de la política (es decir, el uso de la ciencia en la formulación de políticas concretas), va más allá de las fronteras de la ciencia social y de la psicología.

Aunque todavía cabría distinguir más entre defensa y análisis de la política, sería inútil argumentar a favor de un estudio científico, más o menos libre de valores, de cualquier dimensión de los estudios políticos. La información generada en el análisis político tiende a ser utilizada en una forma de defensa por los políticos, para enfrentarse a sus contrincantes y podría quedar cautiva de maniobras partidistas.Aunque los analistas políticos participan en actividades de investigación legítimas, debería entenderse que los políticos utilizarán esa investigación para promover posiciones que apoyen sus propios valores. Por tanto, que el análisis político divorciado del proceso democrático es antitético con los principios democráticos.La forma de mantener la efectividad política (¿valiosa?) y conservar, sin embargo, la objetividad (¿validez?) sigue produciendo una gran tensión, si no un dilema, en los estudios de política educativa.

Según, Hoy, algunos de los valores públicos duraderos en los estudios de política educativa han sido: equidad, calidad (o efectividad), eficiencia y libertad.

Dentro de las limitaciones del crecimiento demográfico y económico, de la distribución demográfica y el desarrollo económico, valores similares de equidad, eficiencia y libertad compiten por alcanzar el predominio en el modelo (paradigma político) de Guthrie y Koppich.

Swanson añade la fraternidad como valor intrínseco asociado con la naturaleza humana y los derechos humanos y únicamente señala la eficiencia y el crecimiento económico (que fueron valores prácticos o derivados que intensifican los valores intrínsecos) porque fueron objetivo fundamentales de la política pública durante el siglo XX. Sander y Wiggins utilizan un formato de matriz para yuxtaponer una dimensión intrínseca y otra extrínseca. Esta yuxtaposición produce una distinción entre un valor cultural de relevancia, un valor pedagógico de efectividad, un valor político de sensibilidad y un valor económico de eficiencia.Sergiovanni considera que la efectividad y la excelencia son valores que compiten y que subrayan la política orientada hacia la acción (que podría considerarse como orientada hacia la transmisión educativa), mientras que la justicia/legitimidad y otras dimensiones éticas subrayan la política dirigida hacia el control de valores (o gobernación).

La descentralización

La tendencia retórica hacia la descentralización a finales de la década de 1980 y principios de la década de 1990 se ha visto sometida cada vez más a argumentos económicos relacionados con el crecimiento y la filosofía del mercado. Eso ha tenido como consecuencia situar en un primer plano del discurso de la política educativa aquellos valores que están relacionados con el desarrollo económico ( principalmente la competitividad). Los argumentos relacionados con la privatización y descentralización de la educación se han propagado sobre la base de una mayor eficiencia de las fuerzas del mercado para transmitir una educación más efectiva.

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Este debate también ha tenido como resultado lo que Hogan describe como “las compulsiones silenciosas del mercado”, no tanto abriendo la educación pública a la lógica de las fuerzas competitivas del mercado, sino más bien a una mayor penetración del mercado en la educación.

Esta nueva ideología económica debe ser criticada, sin embargo, por su promoción exclusiva de tradiciones individualistas, competitivas y racionalistas.

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Vulnerabilidad de los estudiosAparte de la vulnerabilidad de los estudios de política educativa por lo que se refiere a los valores (especialmente a los valores futuros), lo que constituye la realidad en la investigación de la ciencia también debería formar parte del debate general.Si los valores no se ven primordialmente en términos de imperativos éticos, sino como “selectores para decidir estudiar un determinado objeto de la vida social”, eso implicaría que aquello que se estudia tiene una importancia cultural particular.

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Lo que Weber considera como “obligatorio” y Bourdieu como “habituación” (conocimiento proposicional) es lo que determina la elección del problema o centro de atención.Esto tiene la implicación de que “el análisis de la realidad se emprende siempre desde una posición ventajosa concreta que depende, en último término, de los valores (culturales) del investigador”.Los valores, sin embargo, también son aprendidos “como un resultado de una configuración casual de nuestras disposiciones iniciales (o teoría) a través de nuestras interacciones con el medio ambiente.

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Basándose en el argumento de Popper de que “siempre tiene que haber un punto de vista (como un sistema de expectativas, esperanzas, suposiciones o intereses) a1212ntes de que pueda haber cualquier repetición (punto de vista que, en consecuencia, no puede ser simplemente el producto de la repetición), Evers argumenta que no se puede establecer una distinción seria entre observación y teoría.No puede haber solo una observación lógica o empírica porque también hay “todo el paquete, o red, que afronta el tribunal de la experiencia y no una afirmación aislada”.O, como argumenta Boyd: “En la media en que somos cautivos de paradigmas concretos, somos prisioneros de su visión. La forma que tenemos de pensar sobre nuestros problemas es lo que determina tanto lo que vemos como lo que dejamos de ver”

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Esto no quiere decir que todos los estudios políticos deberían verse como parte de una implicación política partidista. La función crítica, combinada con el análisis del impacto constitutivo futuro de las políticas educativas, debería formar parte del imperativo de los estudios de política educativa. El análisis de la política tiene que estar comprometido con el análisis crítico de los valores en las políticas actuales, como parte del proceso de clarificación de los valores que el análisis cree que deberían informar tanto la política educativa como la pública.

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Basándose en la diferenciación que estable Lakomski de la “lógica de nuestro análisis como libre de valores, en lugar de los pasos cargados de valores que conducen a ella”, está claro que fueran cuales fuesen los valores públicos servidos por los estudios políticos, no pueden hallarse por encima del rigor de la metodología científica

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El proceso políticoEl proceso político, aunque intenta trazar la pauta del futuro de un modo determinado, se ve impugnado o afectado de tal multiplicidad de formas por diversas fuerzas, grupos y actores y en diversos momentos, que no podemos considerar que el poder se ejerza unidireccionalmente.Los análisis políticos no sólo deberían analizar e interpretar una política determinada en términos de su efecto educativo (según tenía la intención) o de las consecuencias, sino que también deberían ser autorreflexivos al cuestionar y analizar su propia participación en el proceso.Esto también refuerza la nec15esidad de clarificar la teoría sobre el sistema educativo.El impacto educativo de una política determinada podría ser interpretado demasiado fácilmente en términos de la redistribución manifiesta del poder político.

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El desarrollo interactivo de la política educativa

Las difíciles situaciones provocadas por la naturaleza controvertida y disputada del terreno confunden los esfuerzos analíticos que se hacen para delinear con claridad los límites entre dónde y cómo se crea la política educativa, cuándo y qué la afecta y dónde y cuándo empieza o termina el contexto.En el siguiente análisis de este proceso interactivo se trazará una distinción analítica entre la formulación de la política y su puesta en práctica, o entre lo que Raab describe como un “contexto de influencia” o “contexto de producción del texto político” y un “contexto de práctica”

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Influencia sobre el desarrollo de la política educativa

La política refleja la relación históricamente desarrollada entre el Estado y los ciudadanos (o las organizaciones de la sociedad civil). Como tal, se la puede conceptualizar como una multiplicidad de pautas a lo largo de un continuu17n entre un Estado absolutamente autocrático y un Estado absolutamente democrático.Esta tensión histórica entre Estado y ciudadano constituye la base del debate sobre la (des)centralización acerca de quién, en esta relación, tiene o debería tener el poder para configurar la política educativa.

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Basándose en un análisis del papel del Estado en la educación, Neave propone tres modelos típicos ideales indicativos de la forma en que esta relación se desarrolló históricamente.

El primer modelo, se denomina Estado Jacobeo, se caracteriza por un poder situado centralmente para asegurar y regular la igualdad de la educación.

Esto queda legitimado por el deber del Estado de garantizar al neutralidad ideológico-religiosa de la educación.

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En esta concepción son fundamentales las nociones de una nación unitaria, la igualdad judicial de todos los ciudadanos, la justicia y uniformidad de las estructuras administrativas y la igualdad centralmente controlada de la educación.

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El segundo modelo cuenta con un Estado centralizado que permite una variedad de iniciativas y que reconoce su propia responsabilidad en cuanto a la igualdad.

Al aceptar una pluralidad de argumentos ético-religiosos en la educación, el control del Estado aporta una subsidiación equitativa no sólo de las escuelas públicas, sino también de las privadas, que conforman condiciones democráticamente acordadas.

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El tercer modelo, el de un Estado poco interventor, ofrece un mínimo de regulación por parte del Estado central y un máximo de responsabilidad local.

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El poder del Estado para obligar a que se cumpla su voluntad (ya sea mediante la promulgación de legislación, de regulaciones burocráticas o de otros mecanismos o aparatos estatales que actúan en interés del capital), está siendo cada vez más considerado como fuertemente circunscrito por fuerzas contextuales (sociales, económicas, culturales e ideológicas), otras manifestaciones encubiertas del poder, esferas concretas de significado o pautas discursivas dominantes.

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De modo similar, se argumenta que la habilidad de los ciudadanos para influir sobre la política educativa se halla igualmente restringida, tanto si esto se adscribe al acceso limitado a los recursos, como a su exclusión o a las prácticas discursivas dominantes que establecen la agenda política u otras posibilidades.

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En una investigación de diferentes enfoques investigadores sobre los procesos políticos, Cibulka reúne una variedad de explicaciones acerca de qué influye en los procesos y los resultados políticos (incluidos los procesos políticos). En este contexto, analiza valores que compiten entre sí (tales como elección de centro, igualdad/equidad, eficiencia y calidad), el papel adaptativo de los profesionales, el papel de los políticos como actores unitarios y las relaciones de negociación entre intereses contrapuestos.