Fantasmagorías_dickens.docx
-
Upload
vanessagarcialeyva -
Category
Documents
-
view
5 -
download
0
Transcript of Fantasmagorías_dickens.docx
Fantasmagorías, horror y misterio en Dickens
Si revisamos a totalidad de sus libros publicados podría parecer que en la obra de
Charles Dickens, uno de los autores británicos más conocido de la literatura
realista, los fantasmas no tendrían razón de ser. No hay que olvidar, sin embargo,
que el autor de novelas como David Copperfield y Oliver Twist también se
encuentra Cuento de Navidad, uno de los textos más famosos de Dickens y una
historia en la que los fantasmas son fundamentales.
Por supuesto, las historias de miedo de Dickens se deben colocar en contexto: no
se trata del terror que puede inspirar a los libros de Stephen King o de Clive
Barker. Nos enfrentamos, sin embargo, a un miedo en estilo clásico, en una
encrucijada, en una notificación de lo imposible, algo que es maravilloso e
incomprensible y que plantea interrogantes acerca de los límites del mundo
fenomenológico. Más que el miedo, en los cuentos de fantasmas de Dickens sea
quizás más apropiado hablar de las situaciones sobrenaturales, en la que los
personajes de repente chocan con algo - un ser o un evento - de otra naturaleza.
¿Pero de donde vendrá toda está vena fantasmagórica de Dickens? Tendríamos
sin duda que remitirnos a su vida personal. Según sus biógrafos, durante su niñez,
ya se había sentado a escuchar los terroríficos relatos de su niñera, de la que
opinaba que disfrutaba haciéndole sentir miedo.
En los años que van de su infancia a su adolescencia Dickens leyó ávidamente las
revistas The Portfolio y The Terrific Register, sendos compendios de relatos de
terror y noticias de ejecuciones, juicios y desastres. Durante su juventud como
periodista, se interesa en un caso de robo de cadáveres y un debate sobre la
existencia de los fantasmas. Las palabras de su biógrafo y amigo John Forster son
definitivas cuando dice que era tal su interés por las cuestiones sobrenaturales,
que de no haber sido por la fortaleza de su sentido común habría sucumbido a la
locura del espiritismo.
Recordemos que a mediados del siglo XIX en el que vivió Dickens, nació y tuvo su
esplendor El espiritismo, doctrina originada en Francia que establecía que los
espíritus, seres sin cuerpo material, podían entrar en contacto con los seres
humanos. Está doctrina tuvo a muchos artistas seguidores y era imposible que
Dickens se haya sustraído por completo a este fenómeno.
Pero no solo el espiritismo influenció a Dickens a escribir sus historias
sobrenaturales, sino algunos pasajes personales nutrieron la imaginación del autor
inglés. Posiblemente el trauma de la muerte sea una de las cuestiones que más
llegaron a permear en su sensibilidad. Antes de cumplir los veinticinco años, había
visto morir personas cercanas como familiares y amigos. Apenas había tenido
tiempo para comenzar a formarse una idea clara del mundo y forjar su
personalidad cuando habían fallecido dos de sus hermanos y al tiempo su cuñada.
Su hermano Alfred murió de hidrocefalia solo seis meses después de nacido y su
hermana Harreit a la edad de diez años por culpa de la viruela. También lo afectó
el fallecimiento de Mary la hermana menor de su esposa Catherine, tal fue el
sentimiento de pérdida que desencadenó en Dickens algunas conductas
extrañas. Entre ellas que el autor inglés soñara con ella noche tras noche, sueños
a los que el escritor se refería como “visiones fantasmagóricas.
Pero revisemos algunas de las historias de fantasmas de Dickens. Uno de los
textos más significativos en este género es el relato El Guardavías. Se trata de un
texto publicado por primera vez en 1866 en el semanario All the Year Round
(fundada por Dickens) y luego publicado en una antología de cuentos de varios
autores bajo el título de Mugby Junction.
Basado en la experiencia del mismo Dickens, que sobrevivió a un accidente de
tren en 1865, la historia nos habla de las apariciones que un guardavías observa
en el boca de un túnel y que en dos ocasiones se produjeron antes de que
ocurriera un accidente. Pero ahora la aparición ha vuelto a producirse y repite una
frase que le advierte de un peligro. El personaje se encuentra obsesionado por
saber a qué peligro se refiere y vive impotente la dificultad de poder evitarlo
Dickens está proponiendo una historia fantasmal y, por tanto, eso exige un
escenario adecuado. No habría historias de fantasmas sin noche, niebla o
tormentas y eso es lo que como especie de decorado, nos presenta al principio de
El Guardavías. Pero después el espacio en el que aparecerá el fantasma tiene las
características de los elementos más cotidianos que conocemos. La zanja por
donde se abre el túnel del ferrocarril, la cálida habitación de una posada, la sala de
un tribunal, o un moderno hotel. Estos elementos se verán adjetivados de tal
manera que comenzará a producir en el lector una sensación de alerta, en
cualquier momento podría ocurrir algo extraordinario.
El otro tipo de narrador empleado es un personaje secundario que ha
observado lo ocurrido o escuchado lo narrado por boca de otros que también, a su
vez, han sido testigos de los hechos narrados. Este último tipo de narrador permite
entrar en la historia y observar su desarrollo con un posible “objetivismo” capaz de
ofrecer otras explicaciones más plausibles a los acontecimientos que se narran o
de afianzar con su presencia la veracidad de los hechos. Esto es lo que ocurre en
El guardavías. El narrador conocerá personalmente a la víctima del suceso y en
sus conversaciones intentará explicar racionalmente todo lo que ocurre incluso se
ofrecerá para que juntos visiten a un médico, aunque todo será inútil.
La historia del cuento tradicional se originó con la cultura oral y se ha desarrollado
a lo largo de los siglos en la tradición de todos los países y lenguas. Si se indaga
el origen y el desarrollo del cuento se halla que su historia es difícil de fechar, pues
ha pasado por el mito, la fábula, la parábola, la leyenda y además la epístola. Es
precisamente de esta última que se desprende una de las más antiguas historias
de fantasmas, la referida por Plinio el Joven en su Epístola a Licinio Sura, en ella
narra que el filosofo Atenodoro, en una visita a Atenas, alquiló por bajo precio una
casa, que le dijeron estaba encantada. Una vez allí se encontró con un espectro
que por las noches agitaba cadenas y gemía terriblemente. El fantasma condujo
al filósofo, tras hacerle una seña, al patio de la casa y al llegar a un punto
determinado desapareció. Atenodoro marcó el lugar en que se desvaneció el
espectro y a la mañana siguiente fue en busca de las autoridades, estas
excavaron en el sitio donde aparecieron los huesos de un hombre encadenado.
Una vez enterrados los huesos de manera adecuada la casa quedó libre del
fantasma. Al relatar la historia del espectro, la carta adopta la estructura de un
cuento, con el consiguiente reparto, entre tiempos que representan el estado de
cosas en el que se plantea la historia y la consiguiente irrupción de un héroe en
escena.
La cuarta característica que se aprecia en algunas historias de espectros
clásicos se presenta en la relación que existe entre los sueños premonitorios y las
apariciones espectrales. Una de las primeras referencias a ello es la historia de
Bruto ya descrita en el punto anterior. En ella el militar es visitado por un espectro
que le anuncia que se volverán a ver en la región de Filipo, la premonición se
vuelve realidad y tiene como desenlace la muerte de Bruto. También Putarco en la
vida de Dión narra cómo a este se le presentó un espectro en el pórtico de su
casa, se asusta y lo toma como un mal presagio que efectivamente se cumple
cuando unos días después de la fantasmagórica aparición, el hijo de Dión muere
trágicamente.
En este relato no sabemos quién es la figura que se aparece; en ningún momento
se llega a definir como fantasma. Es una premonición, un adelanto en el tiempo de
lo que va a ocurrir. Esa posibilidad era perfectamente creíble – y lo es todavía
ahora- en la época Dickens. Pero no podemos afirmar hasta qué punto nuestro
autor sintió simplemente interés externo por estos fenómenos o, por el contrario,
llegó a creer verdaderamente en ellos. El mundo científico e industrial que marca
la época del escritor inglés no le permite ingenuas creencias. Lo más frecuente es
que a lo largo del relato intente explicar de forma racional lo que ha ocurrido