FEDESME. Revista 4

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F D S M FEDESME (Fundación para el estudio y desarrollo de melilla) Revista número 4. Abril 2013. Serie: “Melilla y la cultura Amazigh

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Serie: "Melilla y la cultura Amazigh"

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F D S M

FEDESME (Fundación para el estudio y desarrollo de melilla)

Revista número 4. Abril 2013.

Serie: “Melilla y la cultura Amazigh”

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FOTOS ANTIGUAS DE QAMAYYU (La

Cañada), años sesenta.

Revista editada por FEDESME. (Fundación

para el estudio y desarrollo de Melilla).

Patrón: Ignacio Velázquez Rivera.

Serie: “MELILLA Y LA CULTURA AMAZIGH”

Número 4. Abril de 2013

…………………………………………………………

Redacción:

Luis carlos López Rueda

Mohamed el Kattabi Katab

Ziyyan Ahfid

Ali Mohamed

Maquetación:

Fernando Ayats Díaz

…………………………………………………………..

ÍNDICE

Editorial 3

La opinión de FEDESME 5

El reencuentro con nuestra cultura.

Por Ali Mohamed 8

Canción popular en el Rif. Recopi-

Lación, traducción y comentarios por

Ziyyan Ahfid 9

Masinissa y el gran reino Amazigh

De Numidia (210 a.C. a 25 a.C.), 2ª

Parte 15

Entrevista de Oteyza a AbdelKrim,

2ª parte, agosto de 1922 18

Melilla el origen del nombre 36

Repaso tus conocimientos sobre la

Cultura Amazigh 37

Anuncios 38

…………………………………………………………..

COLABORADORES:

Fedesme

Cepsa

Global Center y Global Park

Aluminios Faisal

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3

Algunas personas se nos acercan y nos

preguntan:

¿Qué hacéis ahí?

¿Cuándo pararéis?

Pues bien, sabed, que no

pararemos. Y eso nos diferenciará hasta

el infinito de Marruecos. Insistiremos y

no nos detendremos. Sabemos que no hay

mejor destino para esta ciudad.

Llegará el

día que al decir “somos melillenses”, se

nos identificará como que procedemos de

un lugar donde la cultura Amazigh esta

salvaguardada, ese será nuestro orgullo.

Porque ese día habremos conseguido ser

una ciudad integrada, “integración”,

entonces todos seremos hombres libres,

en una ciudad próspera donde impere la

justicia y la igualdad.

E D I T O R I A L. (revista núm. 4. Abril 2013)

SALVAGUARDEMOS LA CULTURA AMAZAZIGH

POR LA LIBERTAD Y JUSTICIA. Los déficits democráticos de la ciudad de Melilla. Pilares de la igualdad y prosperidad

no pararemos hasta que

consigamos que MELILLA

sea un referente, de

defensa de la cultura

"Amazigh", ese es nuestro

empeño

sabemos que es

fundamental defender la

“Cultura Amazigh”

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4

Y otros nos han dicho: dejad tranquila a

la cultura amazigh, no hace falta que la

defendáis se defiende sola. Llevamos

siglos de existencia y así seguiremos.

También se equivocan, los que así hablan

seguro que no conocen ni su historia ni su

cultura, mantendrán el idioma tamazigh,

en su modalidad de Tarifit o Chelja, pero

cada vez estarán más lejos de sus

costumbres. Se han olvidado de su

libertad, y de su democracia.

Abandonados sus ancestrales

conocimientos, alejados del ámbito rural,

se adentraron en la ciudad, su adaptación

al entorno urbano les hace olvidar

quienes son, la cultura amazigh se diluye,

al final ni serán libres ni serán prósperos.

Por eso estamos aquí, FEDESME,

conoce la importancia del momento.

Cuando Melilla se encuentra con altos

porcentajes de paro, pobreza, deficiente

educación, faltos de libertad, justicia y

democracia. Se hace más necesaria que

nunca la integración de todos los

melillenses en el empeño de una mejor

sociedad, sociedad donde los valores de

libertad, igualdad, justicia y prosperidad

lleguen a todos. Esa es nuestra

perseverancia, y en ese tesón no

cederemos. Sabemos que es fundamental

defender la “Cultura Amazigh” y

conseguir que Melilla sea conocida por

esa acción. Sin duda, ese será la mejor

acción social, tal vez el único posible,

porque es el único que nos hará libres y

prósperos, en una ciudad de democracia y

justicia.

una ciudad integrada,

“integración”, entonces todos

seremos hombres libres, en una

ciudad próspera

es fundamental defender la

cultura amazigh y conseguir

que Melilla sea conocida por

esa acción. Sin duda ese será el

mejor pacto social, tal vez el

único posible, porque es el

único que nos hará libres y

prósperos, en una ciudad de

democracia y justicia

es fundamental defender la

“Cultura Amazigh” y conseguir

que Melilla sea conocida por

esa acción. Sin duda, ese será el

mejor pacto social

Page 5: FEDESME. Revista 4

5

El artículo 5.2 del Estatuto de Autonomía de la Ciudad de Melilla, promulgado el 13 de

Marzo de 1.995, en el artículo 5.2 sobre los objetivos básicos dice:

“5.2. Las instituciones de la ciudad de Melilla, dentro del marco de sus competencias,

ejercerán sus poderes con los siguientes objetivos básicos:

a. La mejora de las condiciones de vida, elevación del nivel cultural y de trabajo de todos

los melillenses.

LA OPINIÓN DE FEDESME

PLAZA DE LAS CULTURAS. MELILLA

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b. Promover las condiciones adecuadas para que la libertad y la igualdad de los

melillenses sean reales y efectivas, facilitar la participación de los melillenses en la vida

política, económica, cultural y social de Melilla.

c. Adoptar las medidas que promuevan la inversión y fomenten el progreso económico y

social de Melilla, facilitando el empleo y la mejora de las condiciones de trabajo.

d. La superación de las condiciones económicas, sociales y culturales que

determinan el desarraigo de colectivos de población melillense.

e. El fomento de la calidad de vida, mediante la protección de la naturaleza y del medio

ambiente, el desarrollo de los equipamientos sociales y el acceso de todas las capas de

la población a los bienes de la cultura.

f. La protección y realce del paisaje y

del patrimonio histórico-artístico de

Melilla.

g. La realización de un eficaz sistema de

comunicaciones que potencie los

intercambios humanos, culturales y

económicos.

h. La promoción y estímulo de los

valores de comprensión, respeto y

aprecio de la pluralidad cultural y

lingüística de la población

melillense.”

Seis de ocho de los objetivos tratan

de la cultura y mencionan:

a) Elevación del nivel cultural de los

melillenses.

b) Participación de los melillenses en la

vida cultural.

d) Superación de las condiciones

culturales que determinan el

desarraigo.

e) Acceso a los bienes culturales.

g) Intercambios culturales.

Escultura del artista local ”Mustafa Arruf”. Crecimiento conjunto de las dos culturas: La Peninsular y la Amazigh (en realidad es una maternidad)

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7

Desde Fedesme nos

preguntamos: ¿Qué hemos

hecho desde 1995, 18 años, por

conseguir los objetivos

culturales de nuestro estatuto?

Los redactores de nuestro

Estatuto de Autonomía parece

que nos están diciendo, que hay

que hacer mucho más la cultura

melillense

h) Aprecio de la pluralidad cultural y

lingüística de la población melillense.

Los redactores de nuestro Estatuto

de Autonomía parece que nos están

diciendo, que hay que hacer mucho más la

cultura melillense: hay que elevarla, mas

participación, más acceso, más

intercambio, menos desarraigo y muy

importante aprecio a la pluralidad

cultural y lingüística.

Desde Fedesme nos preguntamos:

¿Qué hemos hecho desde 1995, 18 años,

por conseguir los objetivos culturales de

nuestro estatuto? Creemos que bien poco

hemos hecho y creemos que ha llegado el

momento de cambiar a mejor.

Por otro lado nuestro himno nos

dice:

Un pedazo de España, Melilla,

que de tres religiones surgió:

musulmana, cristiana y judía…

Hubiésemos preferido que dijese

que de tres culturas surgió: la de los

Españoles de origen Amazigh, la de los

Españoles de origen Europeo, y, la de los

Españoles de origen Sefardí. Y también

hubiésemos preferido que en los

objetivos apareciese dentro de la riqueza

de la diversidad cultural, el de integración

cultural. Pues, si bien es cierto que en

Melilla hay tres culturas, también es

cierto que no hay integración. Existe algo

de convivencia y nos limitamos la

mayoría de las veces a una somera

coexistencia. FEDESME cree en la

integración cultural, respetando y

favoreciendo nuestra diversidad, en ello

estamos.

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8

En diciembre de 2012 salió a la luz

el primer ejemplar de una revista

melillense sobre la Cultura Amazigh. Ésta

es el 4º ejemplar que sale, es una gran

alegría para todos los melillenses que nos

identificamos con esta cultura.

Mis felicitaciones a todos los que

han participado en esta iniciativa de

hacer resurgir, de reencontrar la cultura

Amazigh, iniciativa a la cual me uno.

Por su gran capacidad de

integración, esta cultura milenaria, recibe

a los “otros” y aporta todos los

conocimientos de su realidad donde pone

de relieve de forma natural su

magnanimidad y su libertad.

Si bien es cierto que ha sufrido una

involución debido a una interpretación

errónea de ciertas influencias ajenas a su

identidad, resulta interesante su fuerza

de conservación su espíritu alegre y

latente, ante estas circunstancias

adversas. Cabe decir que se caracteriza

por su ausencia total de especulación y

por su riqueza de amplitud y diversidad

de valores.

La aparición, en la década de los 80,

de una generación valiente y con voluntad

firme, viene a contrarrestar los procesos

de decadencia que los intereses

individuales provocan. La conciencia de

mantener la responsabilidad de evitar el

proceso de decadencia, hará que la

cultura “Amazigh” sea un modelo de

equilibrio entre otras influencias y la

expresión más pura de sus realidades.

Con gran confianza esperamos que

los melillenses sepamos apreciar en su

justa medida la naturaleza y la

importancia que contienen sus

conocimientos.

Felicitar, en especial, a FEDESME

por su valor y voluntad colosal al

emprender tan digna tarea y abrirnos

las puertas de participación y

colaboración activa.

EL REENCUENTRO CON NUESTRA IDENTIDAD:

LA IDENTIDAD “AMAZIGH”. Por “Ali Mohamed”.

Con gran confianza esperamos que

los melillenses sepamos apreciar en

su justa medida la naturaleza y la

importancia que contienen sus

conocimientos

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9

Durante la guerra del 21 y acontecimientos anteriores como el del “Barranco del Lobo”, aparecieron en el cancionero español numerosas coplas populares en contra de la guerra de África. El pueblo español, ni entendía, ni quería esa guerra. Muy abundantes fueron estas coplas en el campo gaditano, y en próximas revistas entraremos en este tema. Si el impacto de la guerra en el bando español fue importante, lo mismo ocurrió en el lado de los rifeños. Hoy nuestro colaborador Ziyyan Ahfid, recopila de la tradición oral, una de estas canciones populares en el Rif de aquellos años, es una canción de admiración por los héroes y tristeza por el sufrimiento, lo mismo pasaba en España, se admiraba a los héroes y se lloraba a los muertos. --------------------------- Rqareb n ssekkur izeyyan s ufiru Fadma tawaryighetc cenna mara turu Cenna mara tebyes rehzam n seb3a duru Cenna mara tenna i mmuh hellararu El pilon de azúcar amarrado con hilos Fadma de ayt waryighel merece haber parido Merece ceñirse la faja de siete duros Merece haberle cantado a mmuh la canción de cuna. Versos dedicados a la madre de Abdelkrim que es comparada con el pilón de azúcar por su porte, dulzura y color, y, que, es amarrado con un fino y resistente hilo, siendo ella la madre de Abdelkrim, merece ceñirse esa faja que las mujeres rifeñas se ceñían a su talle, la faja es parecida a una mantilla con vivos colores de oro y terciopelo que en aquellas fechas costaban siete duros las más caras. Ella merece eso y haberle cantado a su bebé ahora convertido en líder de los rifeños la canción de cuna.

Casa de Abd-el-Krim. En Axdir (ayt waryighel) cerca de Alhucemas.

Hermano pequeño de

Abdelkrim

CANCIÓN POPULAR DEL RIF: recopilada de la tradición popular, traducida y comentada por Ziyyan Ahfid.

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Baba-tnegh ameqran umi yegga barreh War yeqqim umeysa war yeqqim ufedjah Ura d tterba semhen di rerwah Xelli 3ad tiwessura arzint iqudah Nuestro (padre mayor)* cuando hizo el llamamiento Acudieron pastores y también campesinos Hasta los (tterba)* abandonaron sus tablillas Y las ancianas rompieron sus cántaros. Cuando Abdelkrim (padre mayor) hizo el llamamiento a la población para participar en la defensa de su tierra, todos acudieron incluso los imames (tterba) y las viejas.

Abd-el-Krim con sus hermanos e hijos

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Xzar ghar wemjahed min-d yiwi zi resnah Rehdida teqde3 d ufucir afedjah Yemne3 rekrata yekkar ad iteyyeh Seb3a raf i tenga zi remgharb ar sbeh Mirad al resistente las armas que trajo Hierros afilados y fusiles de asalto Agarró la culata y a disparar comenzó Desde el ocaso al amanecer siete mil mató Mirad con asombro al resistente (Abdelkrim) las armas que ha conseguido, machetes

afilados y fusiles con los que empezaron a disparar dejando siete mil bajas desde el ocaso

hasta el amanecer.

Soldados de la república del Rif. Guerra de 1921 (1)

Campamento tropas del Rif. Guerra 1921

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Tengha yi Fatima s umendir acemcah Rami dayi tenna baba war-d yaregweh Baba-m awaryigher yisi di reqseh War dam qqaren yemmut war dam qqaren ijah Me mató Fatima cubierta con un manto claro Cuando me dijo, mi padre no ha regresado Tu padre awaryigher ahora es muy duro No te dirán que ha muerto ni que está herido. Me dio mucha pena Fatima cuando cubierta con un manto de color claro me dijo que su padre no había regresado de la batalla. Yo le dije que, tu padre se ha endurecido con la participación en la guerra y llegan pocas noticias.

Soldados de la república del Rif. Guerra de 1921 (2)

Abd-el-Krim en el Cairo, década

de los cincuenta.

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Isug-d urumi yettef A3arwi s ddre3 nnes Yiwed-d Driwec yettef it s imeddukar nnes Yiwed-d Tafarsit yessuyes adrim nnes Yiwed-d Tizi n 3ezza tzura n yexsan nnes El español con sus armas conquisto Aruit Llegó a Drius y se lo entregaron sus amigos Llegó a Tafarsit y soltó mucho dinero Llegó a Tizi Assa la ruina de sus huesos. El ejército español avanzó sobre monte Aruit y lo conquistó con su esfuerzo, luego sus amigos le entregaron Drius. En Tafarsit se valió del dinero para conquistarla, pero cuando llegaron a Tizi Assa, fue la ruina del ejército español. La resistencia allí fue feroz.

Foto de MHammad Abdelkrim Al

Khattabi, hermano de Abd-el– Krim.

Probablemente el ideólogo y

organizador de la República del Rif

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Baba t negh ameqran I yucin rmeftah Yenna wem tammurt nnegh cbar war day-s nsemmeh Nuestro padre mayor fue quien dio la llave Os dice de nuestra tierra ni un palmo cederemos. Nuestro padre mayor (Abdelkrim) es quien dio la orden de que hay que luchar hasta el fin sin abandonar un solo palmo de nuestra tierra. Traducción de Ziyyan Ahfid para FEDESME.

Abd-el-Krim 2º por la izquierda junto a soldados del Rif. Guerra de 1921

Abd-el-Krim Al Khattabi, durante

su estancia en el Cairo.

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MASINISSA Y EL GRAN REINO AMAZIGH DE

NUMIDIA (210 a.C. / 25 a.C.)

MAPA DE LOS REINOS NÚMIDAS Y RUSADIR (Melilla)

CONOCIMIENTOS PARA NO OLVIDAR.

El pueblo de los Númidas estaba constituido por dos grandes tribus: LOS MASILIOS

Y LOS MASESILOS, ambos nombres contienen la raíz “masi” que permanece en la palabra

“amazigh”.

Anteriormente al año 201 a.C. los Númidas constituían 2 reinos: El Reino de Gaia

padre de Masinissa “los Masilios”; y el Reino de Sifax “Los Masesilos”.

En la batalla de Zama que enfrentó a Romanos (Escipión “el Africano”) contra

Cartagineses (Aníbal) año 202 a.C. Masinissa es aliado de Escipión y Sifax de Aníbal. Tras

la batalla en la que fue decisiva la caballería de Masinissa, este se dedica a consolidar el

gran reino amazigh de los Númidas.

El Reino Amazigh de Masinissa abarcó desde el oeste de la actual Túnez hasta

el Río Moluya y desde luego su influencia llegó hasta la Ciudad de Rusadir (Melilla).

A la muerte de Masinissa (148 a. C.), éste dividió el reino entre de sus 3 hijos:

Micipsa, Manastebal y Gulussa. Esta división del reino a la larga sólo sirvió para provocar

guerras entre ellos, guerra de las que se aprovecharía Roma, que pocos años después

acabará con la independencia de la parte más rica y prospera de este poderoso pueblo

africano y Amazigh.

Tanto romanos como cartagineses, incluso los propios reyes Númidas, y posteriores

naciones que invadieron el norte de África (Tamazgha) ejercían el poder en las ciudades

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fortificadas, mientras que las tribus del campo mantuvieron una importante

independencia que perduró hasta el S. XX. La natural independencia del pueblo Amazigh y

su carácter tribal ha sido el gran inconveniente para que los intentos, como los Númidas,

de constituirse en un estado moderno, a la usanza de lo época, terminaran fracasando.

Tras la batalla de Zama (Masinissa tenía

ya 37 años) y

tras la derrota final de los

cartagineses Masinissa se convirtió en el

principal amigo y aliado del pueblo

romano, de estos recibió entonces la

soberanía, tanto de las antiguas tierras

del reino de los Masesilos, como de los

territorios que los romanos habían

confiscado a Sifax. Del lado cartaginés

también Masinissa fue autorizado a

anexionarse una cierta extensión de

territorio, sin embargo, los limites o bien

no eran del todo precisos o bien

permitían muchas interpretaciones, por

lo que el rey númida no dejo nunca de

reclamar a los cartagineses más y más

tierras en virtud de los derechos que le

confería el tratado con los romanos.

Durante el siglo II a.C. Masinissa litigo

con los cartagineses en varias ocasiones,

durante los años 195, 193, 182,

172, 162 y 153 a.C., fruto de estas

reclamaciones, como mínimo siempre

atendidas en Roma, fue la expansión

territorial del númida a costa del sufrido

estado cartaginés Todo acabo cuando

hartos ya de las agresiones de Masinissa

los cartagineses se lanzaron finalmente al

combate para defenderse de las continuas

agresiones del númida, quien contaba por

aquel entonces con más de 80 años,

Lo que nunca pudieron hacer los cartagineses con la guerra se

hizo con la paz, el comercio, el idioma y la cultura púnica se

extendió por la región, y tanto es así que hoy por hoy la

segunda necrópolis púnica más extensa que se conserva es la

de Cirta

SIFAX

MASINISSA

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17

consiguió enfrentarse con éxito al ejercito

cartaginés y le sirvió como excusa,

además, al senado de Roma para declarar

una guerra total contra Cartago, guerra

que acabaría con la existencia de este

pueblo pero que Masinissa no llegaría a

ver.

Al morir dejaba cerca de diez hijos, una

prolífica familia que pocos años después

se enfrentaría entre si y llevaría a la larga

a su pueblo a la perdición.

Lo que antaño era un pueblo de

nómadas, Masinissa lo había convertido

en un pueblo de agricultores, alentó y

promovió el asentamiento de las tribus y

fundo numerosas ciudades por su

territorio, y si bien parece exagerado

generalizar, si que parece cierto el salto

cualitativo que se llevo a cabo en este

pueblo antaño de tribus independientes.

Lo que nunca pudieron hacer los

cartagineses con la guerra se hizo con la

paz, el comercio, el idioma y la cultura

púnica se extendió por la región, y tanto

es así que hoy por hoy la segunda

necrópolis púnica mas extensa que se

conserva es la de Cirta, capital númida. Se

llega incluso a decir que Roma veía con

desconfianza el inmenso poder que

comenzaba a acumular el rey, no

olvidemos que los romanos no les

cederán ya tras la guerra con Cartago, ni

un ápice mas de territorio.

Tumba de Masinissa, en CIRTA.

Ruinas de

Cirta.

(Constantina.

Argelia)

Page 18: FEDESME. Revista 4

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LA MÍTICA ENTREVISTA DEL PERIODISTA LUIS DE OTEYZA (2 DE

AGOSTO DE 1922) A MUHAMMAD ABDELKRIN ALJATTABI. 2ª PARTE.

http://www.fronterad.com/?q=luis-oteyza-entrevista-a-abdelkrim-y-

su-hermano

MUHAMMAD ABEDLKRIM AL KHATTABI

Page 19: FEDESME. Revista 4

19

Con esta 3ª entrega de acercamiento a la mítica figura de ABDELKRIM AL

KHATTABI, en conmemoración del 50 aniversario de su fallecimiento el 6 de

febrero 1963, terminamos la mítica entrevista del periodista Luis de Oteyza (IARIO

“Libertad” de Agosto 1922. En la 1ª parte de la entrevista (revista anterior)

habíamos llegado hasta el desastre de de Anual, veamos la continuación.

“Oteyza está hablando con Mahomed hermano menor de Abdelkrim, más adelante

hablará con el mismo Abdelkrim Aljattabi, presidente de la república del RIF”

………………………

………………………

Las cabilas se alzaron todas, como

estaba convenido, al enterarse de la

toma de Annual. Esto no sorprendió a

los beniurriagueles. Pero sí les

sorprendió la rapidez con que cayeron

nuestras posiciones. Tanto no

esperaban. No podían esperar que su

victoria fuese tan pronta y tan

absoluta.

Interrogo a Mahomed:

—¿Qué pasó?

—Ya vio usted que no pasó nada –me

responde–: que no se asaltó Melilla,

aunque estuvo indefensa durante casi

tres días.

—¿Y esto lo sabían ustedes?

Los hermanos Al Khattabi: Muhammad Abdelkrim

sentado y, MHammad Abdelkrim de pie. (1922)

Page 20: FEDESME. Revista 4

20

—Tan lo sabíamos, que tuvimos que

trabajar mucho. Ben Siam, sobre todo.

Nosotros no queríamos pasar de la línea

del Kert, y establecer allí la frontera;

pero al ver que las cabilas sometidas se

excedían en acometividad y en furia,

temimos que asaltasen Melilla. Hubiera

sido horrible. La Humanidad entera se

hubiese horrorizado ante un saqueo así,

con los incendios, las violaciones y los

asesinatos consiguientes. Mi hermano

lo comprendió, y envió a éste con tres

caides y seiscientos hombres para

evitarlo. En el Gurugú estuvieron una

semana protegiendo a Melilla; hasta

que estableció Berenguer la línea

defensiva.

Calla Abd-el-Krim. Yo también callo.

¿Dicen verdad?..., ¿Es “fantasía”, según

ellos califican?... Me notan en el rostro

la duda.

—No cuente usted eso si no quiere –me

dice–. Yo lo he relatado porque éstos

me lo han pedido, y por contestar a la

pregunta de usted. Además

–añade–, no tiene ningún

mérito. Aspirábamos ya,

como aspiramos ahora, a

que se nos considere un

pueblo digno y no una tribu

de salvajes. Por eso

quisimos evitar ese acto,

que se consideraría feroz en

todo el mundo.

Aprovecho la coyuntura que

tan abiertamente se me

brinda para ir a asunto más

delicado:

—Ha habido, sin embargo, actos de

verdadera ferocidad –digo–; ¿no me lo

negará usted?

—¿Y en qué guerra no los hubo? –me

replica–. Las naciones más cultas de la

culta Europa han luchado

recientemente, y ya se vio –añade.

—De todos modos ... –empiezo a decir.

—De todos modos –me interrumpe–,

considere usted,

consideren ustedes todos

los españoles, dónde han

sucedido las cosas

reprobables. Los beni-

urriagueles no hemos

intervenido en ellas.

Hemos matado luchando

cara a cara, y nada más.

Nuestros prisioneros los

guardamos, y hasta

arrebatamos prisioneros a

otras cabilas para

salvarles la vida.

—Sí –insisto–; pero otras

MHammad Abdelkrim Al Khattabi,

hermano menor de Abdelkrim

temimos que asaltasen Melilla. Hubiera sido

horrible. La Humanidad entera se hubiese

horrorizado Mi herma-no lo comprendió, y envió a éste con tres caides y seiscientos

hombres para evitarlo. En el Gurugú estuvieron una semana protegiendo

a Melilla

Page 21: FEDESME. Revista 4

21

cabilas...

—Esas otras cabilas son las que habían

civilizado ustedes. Y hasta podríamos

disculparlas diciendo que ejercían

represalias.

—No hablemos de eso.

—Como usted quiera.

Se ha roto la conversación. Empezó

siendo una plática amistosa, y había

llegado a adquirir tonos de polémica.

Rompe, al fin, Mahomed el silencio,

diciéndome con exquisita cortesía:

—No hay que disgustarse pensando en

lo pasado. Lo

pasado pasó.

Y el porvenir,

que ha de

llegar, puede

ser más

dichoso. Sobre

esto

hablaremos

mañana

mientras

almorzamos,

por-que

almorzaremos

juntos.

Agradezco la invitación con las palabras

de ritual, y nos despedimos.

El almuerzo que en nuestro obsequio

dispuso Mahomed Abd-el-Krim ha

tenido honores de banquete oficial.

Hasta el café, el riquísimo café moro,

más aromático que otro ninguno y

espeso como chocolate, nos ha sido

servido por un negro, con arreglo a la

moda de los Palaces ultra chic.

¿Estamos en la capital de una nación

civilizada? De ello trata de

convencemos nuestro anfitrión.

—El Rif ha sido constituido en

Republica –me explica–, de la que mi

hermano ocupa la presidencia por voto

unánime de los jefes de las treinta y una

cabilas que la integran.

—¿Y cuáles son sus atribuciones? –

pregunto.

—Hasta ahora –me responde

Mahomed–, un poder absoluto y

exclusivo.

Viendo que

sonrío, ataja

mi pensa-

miento irónico

sobre lo repu-

blicano del sis-

tema diciendo:

—Al principio

no podía ser de

otra forma.

¡Compréndalo

usted! En un

levantamiento

militar, sólo la

dictadura gue-

rrera del caudillo puede asumir los

poderes. Por ello mi hermano es,

además, su propio ministro de la

Guerra.

—Hay un Consejo de ministros, pues.

—Sí –responde vacilando–; aunque,

verá usted, ninguno tenemos ministerio

concreto.

Abd-el-Krim y Luis de Oteyza

Page 22: FEDESME. Revista 4

22

—Ha dicho usted tenemos... ¿Es usted

ministro?

El joven Mahomed, con la petulancia de

sus veinticinco años, se engríe un poco.

—Lo soy, claro.

Pero enseguida añade con simpática

llaneza:

—Voy a explicarle a usted.

El joven ministro habla:

—Has-

ta el

pre-

sente,

los

minis-

tros

cons-

titui-

mos

una

junta

que,

bajo la

presi-

dencia

de mi

her-

mano, se reúne y acuerda lo que se ha

de hacer. Generalmente, mi hermano

designa al que le place para que realice

cada gestión. Uno cualquiera, el que

mejor puede llevar a cabo el asunto. Y

sin especialización determinada.

—No entiendo eso –interrumpo.

—Pues es bien sencillo. Vea usted... Nos

aprovecha a todos para todo. Yo, por

ejemplo, que poseo varios idiomas y

tengo relaciones en diversos países,

suelo llevar los asuntos de lo que

ustedes llaman ministerio de Estado;

pero si hace falta organizar una tribu y

está ocupado mi tío Abd-Salam, que es

quien suele encargarse de los asuntos

del Interior, voy, y la organizo.

También en Guerra actúa usted –

indico–, pues usted nos dio el golpe de

Magán.

—En Guerra actuamos todos. Y como

soldados rasos. Yo llevo siempre fusil; y

todos igual. Nos batimos para dar el

ejemplo. En el asalto al Peñón de

Gomara, crucé la Isleta y entré en el

cuartel. Matamos gente; pero nos

mataron también mucha. Yo tuve suerte

en no ser de éstos, pues hasta

bayonetazos hube de parar.

Un rato de –chau-chau- El Moal-lem, Mohamed Quijote, Abd-el-Krim, Ben Siam,

“Pajarito”. Mahomedi Ben Hah, el hemano de Abd-el-Krim y Luis de Oteyza

Page 23: FEDESME. Revista 4

23

Calla un momento, recordando el

apretado trance.

—Pero no voy a contarle mis hazañas

bélicas –dice al fin–. Pregunte usted

sobre cosas más interesantes.

—¿Quiénes forman con usted y con su

tío el Ministerio?

—Mohamedi Chenus, que es el

encargado de la Justicia. Y otros más...

Azarkan y El Maal-lem, también. Y

otros, ¿sabe usted?...

—¿Qué otras autoridades hay? –

pregunto.

—Las de los jefes de las cabilas. Algo así

como gobernadores. Estos dependen

del poder director.

Luego hay los cadis,

jueces, y caídes,

capitanes,

dependientes de los

jefes. De los primeros

tiene cada cabila los

que necesita, uno generalmente por

poblado importante, y de los segundos

hay uno al mando de cada doscientos

guerreros.

—¿Nada más?

—Nada más –responde, y enseguida

pregunta–: ¿Hace falta más?

Yo hago un signo negativo.

—Pronto –sigue diciendo Mahomed–

habrá Cámara de Diputados, escogidos

por cada cabila y en número

proporcionado al de habitantes.

—¿Hasta eso?

—Hasta eso, y más. Ya lo verá usted.

Juzgo llegado el momento de discutir en

serio. Y acercándome a mi interlocutor,

le hablo al alma, más aún, le hablo a la

inteligencia.

—Formalmente, Mahomed, dígame si

cree usted, usted que conoce las

naciones constituidas, en la posibilidad

de que el Rif llegue a serlo. Una nación

verdadera, ¿eh? Una nación donde estén

garantizadas la hacienda y la vida, no

sólo de los propios, sino también de los

extraños.

—Y hasta de los enemigos –responde–.

Y eso –añade– no es que pueda llegar a

ocurrir; es que ocurre ya. Usted tiene la

prueba.

—Sí –insiste–, usted la

tiene. Lleva usted tres

días en Aydir paseando

libremente por todas

partes, con sus ropas y

con sus maneras, que

revelan su condición de

español... ¡Y no le ha seguido un

chiquillo, no le ha gritado una mujer, no

ha dejado de saludarle un hombre!

Tengo que callar. Él habla aún:

—Formalmente también, señor De

Oteyza, dígame usted si cree que

ocurriría eso en Madrid con un

beniurriaguel.

No he levantado siquiera la vista para

que no vean en mis ojos la contestación,

que de ningún modo quiero dar. Dibujo

en mi carnet. Mahomed se inclina sobre

mi hombro y ve que estoy pintando una

paloma con un ramo de oliva en el pico.

Me habla en tono afectuoso:

El Rif ha vivido siempre

independiente, sin recono-

cer dominación ninguna. Y

así sigue, y así seguirá

Page 24: FEDESME. Revista 4

24

—La paz y la amistad... Con ellas

alcanzaría España todos los beneficios

que en el Rif pueden lograrse. Los

alcanzaría sin pérdida alguna...

—¿En qué condiciones? –pregunto.

—La independencia absoluta desde el

Kert hasta Tetuán.

—¿Con nuestro protectorado?

—No; el protectorado, que un día

creímos aceptable, hoy sabemos que no

lo es. Ni una posición ni un soldado.

—Entonces...

—Una unión de intereses, en cambio, de

modo que España quedase en nuestro

territorio mejor que ninguna otra

nación. Es el pueblo que más

estimamos, pues sabemos que sus ideas

y sus sentimientos son análogos a los

nuestros. Os daríamos puntos de

mercado y la preferencia para explotar

las riquezas del país. Como hermanos

os tendríamos entre nosotros. El Rif no

ha combatido a los españoles, sino al

partido imperialista que quiso

avasallarle. A los trabajadores, a los

comerciantes, no es que los

rechacemos, ¡es que les pedimos que

vengan!

—Pero reconocer vuestra

independencia sería inútil. Otras

naciones intervendrían...

—¡Que lo hagan! Con quien sea

lucharemos hasta el exterminio... ¡Con

quien sea! El Rif ha vivido siempre

independiente, sin reconocer

dominación ninguna. Y así sigue, y así

seguirá.

—Usted conoce, Mahomed, los

verdaderos poderíos...

—Usted ha visto el nuestro. Aquí todo

hombre es un soldado, y un soldado al

que no hay que pagar ni mantener. Las

defensas naturales de nuestras

montañas están reforzadas. Hay

cuarenta cañones emplazados sobre la

bahía, y en la playa, doble línea de

trincheras. Podrán aplastarnos; pero la

mano que lo haga se desgarrará la carne

y se romperá los huesos.

—Sin embargo, los aplastados seríais

vosotros –digo, sin poder dominarme,

en un atávico sentimiento de orgullo

racial.

Mahomed pone su mano sobre mi

brazo, y dice pausadamente:

—No hablemos de guerra, que es de paz

de lo que interesa que hablemos.

Y sigue diciendo:

—Si reconociese España nuestra

independencia, llegaríamos hasta a una

alianza con ella, y no tendría amigos

más fieles ni más abnegados que

nosotros.

He encendido un cigarro para calmar mi

nerviosidad. Fumo un instante en

Tropas del Rif en acción de Guerra. 1922

Page 25: FEDESME. Revista 4

25

silencio. Al fin me recobro

enteramente.

—Lo primero que ha de hacerse –digo a

Mahomed– es el rescate de los cautivos.

—No están ya en España –me

responde– porque no han querido

vuestros gobernantes.

—No diga usted eso, Mahomed –le

advierto–; eso no es creíble.

—Oiga usted y juzgue –me contesta.

Y empieza así el relato de lo ocurrido en

este asunto:

—A poco del desastre, estorbándonos

los prisioneros, que habíamos hecho,

más que nada, para evitar que fuesen

muertos, comenzamos a devolver

algunos. El Maal-lem entregó catorce

que estaban enfermos, además de una

mujer, en la plaza de Alhucemas. Y,

naturalmente, solicitó que se le pagasen

los gastos que por ellos había hecho. No

le pagaron ni una peseta. Puede usted

preguntar al interesado. En esto –

continúa M’hammad– comenzó a caer

prisionera gente nuestra, y la

reclamamos ofreciendo el canje. Ni se

nos contestó.

—Pero ha habido negociaciones –digo.

—Sí –me responde–; al cabo, Berenguer

envió a Idris Ben Said, y se convinieron

las condiciones: la libertad de todos los

rifeños presos, y cuatro millones de

pesetas. Pero la gestión se rompió.

Parece que, no habiéndose ultimado

cuando el viaje que hizo el Sr. La Cierva

con los directores de los periódicos, ya

no se quiso seguir. Y pasó el tiempo sin

que nada más se hiciese. Después –

continúa– vino lo de Almeida. Este

señor, que estuvo en la plaza de

Alhucemas, inició otra negociación. Le

pedimos que lo primero de todo pusiera

en libertad a los beniurriagueles

pacíficos que están presos. Son éstos de

diez a quince. Y se les prendió cuando el

desastre, sólo por ser de Beniurriaguel.

Tres de ellos estaban en Melilla

estudiando en la Escuela Indígena, otro

tenía una tienda en el Malecón, y

algunos eran viajeros que volvían de

Argelia. El Sr. Almeida respondió que

nos daba cuarenta y ocho horas para

ponernos al habla con él, y que si nos

negábamos nos pesaría. A las cuarenta y

ocho horas se fue, y no nos ha pesado.

Abdelkrim a caballo en las montañas del Ayt

Waryighel (Rif). 1922

Page 26: FEDESME. Revista 4

26

—¿No ha habido más?

—Casi no... El padre Revilla se

entrevistó con mi hermano en Beni-

Ulicheck, y éste le dijo que no había

dificultad en el rescate; que viniera

alguien con facultades bastantes y se

haría. Revilla, que no quiso ni venir a

Aydir a ver los prisioneros, se fue y no

volvió.

—¿Y así estamos?

—No. Últimamente mi hermano tuvo

una carta escrita en Tánger por el

marqués de Cabra, a quien recomienda

Mohamed Ben Sadik El Hach, pidiendo

entrar en tratos. Le contesté que

viniera, y esperándole estamos.

Y Mahomed termina:

—Pues bien: si viene él, o si viene otro,

se llegará a un acuerdo. No hay

dificultad ninguna por nuestra parte.

Puede usted afirmarlo.

—Lo haré.

—Insistiendo en que si no están libres

los prisioneros es porque no viene

nadie a tratar de verdad el asunto.

—Lo haré –repito.

Y hecho queda

Amogar Ben Haddu, jefe de la guardia

personal de Abd-el-Krim, ha aparecido

en la puerta, que custodian dos

centinelas con el fusil terciado. Una

seña se cambia entre él y Pajarito, quien

nos dice:

—Pasad.

Cruzamos entre los centinelas que no

nos saludan por no cambiar de posición

el arma, y penetramos en una

habitación grande donde detrás de una

mesa, de pie y apoyado ligeramente en

el brazo de un sillón, hay un rifeño cuyo

parecido con Mohamed Abd-el-Krim

nos revela quién es. Estamos en

presencia del presidente de la

República del Rif.

Mientras éste nos indica con un

ademán que ocupemos tres butacas

puestas en fila ante la mesa y a unos

cuatro metros de distancia de ella,

examinamos el recinto y sus ocupantes.

No hay más muebles que los citados y

ningún otro accesorio, salvo un gran

tapiz rojo y blanco que cubre en parte el

suelo de ladrillo. Nada en los muros

encalados, y ni un farol siquiera

pendiente del techo de vigas cruzadas.

A más de Abd-el-Krim y de nosotros hay

otros seis hombres: cuatro soldados en

línea a la derecha, con los fusiles

Abdelkrim y el negociador español.

Page 27: FEDESME. Revista 4

27

terciados, como los centinelas del

exterior; Pajarito, que se apoya

indolente en la puerta de entrada, y

Amogar, colocado rígido tras de su

señor, con el puño puesto en la funda de

la pistola.

Abd-el-Krim recita pausadamente las

rituales preguntas de la cortesía

musulmana. Si estamos bien de salud, si

nuestras familias gozan de igual

beneficio, si nos ha cansado el viaje,

etc., etc. Después se detiene en una

pausa larga, que al cabo rompe súbito,

diciéndome:

—Habla tú.

Yo, empleando el tuteo también, le

digo:

—Sidi, aunque sé lo absolutamente

conforme que en ideas y en

sentimientos está contigo tu hermano, y

por más que de esto mismo que voy a

preguntarte he hablado con él

largamente, quiero para los lectores

de La Libertad las respuestas de tu

boca. En España ignoran la absoluta

identificación que existe entre tu

hermano y tú, y creerán más lo que tú

digas que lo que otro diga por ti. Así, te

ruego me digas si tú, representante

indiscutible del pueblo rifeño, haces la

guerra por tu voluntad.

—Nosotros no queremos la guerra –

dice Abd-el-Krim–, pero estamos

dispuestos a defender nuestro honor, es

decir, nuestra independencia, porque

yo juzgo, y todos los míos lo creen así,

que la independencia es el honor de los

pueblos, mientras sea preciso.

Abd-el-Krim habla lentamente,

dictándome, al ver que yo escribo. Le he

dado con un gesto las gracias, y él me ha

saludado sonriente. Luego me

dijo Pajarito, hablando del carácter de

su jefe, que no le había visto sonreír

desde hacía mucho tiempo.

—Entonces, sidi –pregunté insinuante–,

¿estás dispuesto a aceptar la paz y la

amistad con España?

—Siempre que no haya cosa que se

relacione con ningún lazo de yugo.

—Pero el protectorado no es una

dominación, y...

—No –responde rápido–, de ninguna

manera. El protectorado es un nombre

que se ha dado al modo de avasallar

nuestros derechos. En tu Gobierno no

tiene la palabra otro sentido.

—¿Así, pues, no queréis más que la

independencia?

—Nada más.

—Sin embargo, sidi, no debe ocultarse a

tu buen juicio y a tu alto saber, que

aunque España accediese a concederos

la independencia hay otras naciones

que no la aceptarían.

—Pues pasaría con ellas lo mismo que

ha pasado con España. Pero no lo creo,

no lo creemos (Una pausa.) Y sobre ello

quiero hacerte una pregunta yo.

—Hazla, sidi.

—¿Por qué dices eso?... ¿ Es que sabes

tú algo respecto a eso?...

—Yo no sé nada. Juzgo, sin embargo,

que las potencias europeas no

Page 28: FEDESME. Revista 4

28

consentirán fácilmente que se forme un

nuevo Estado en la costa del

Mediterráneo, junto a ellas, casi entre

ellas. Por eso he apuntado la sospecha

de que tal vez, si España abandona su

intervención en África, otra nación

ocupe el puesto dejado.

Abd-el-Krim me mira a los ojos como si

quisiera adivinar en mí un pensamiento

oculto. Yo sostengo su mirada sin

pestañear, y él baja la vista, diciendo:

—Ya veremos... De todos modos,

lucharemos por nuestra independencia

como han luchado los demás.

—¿Es decir –le pregunto–, que sólo por

vuestro deseo de independencia lucháis

con nosotros, y que no tenéis otro

motivo para hacernos la guerra?

—Quisiéramos que no hubiese guerra –

responde, sin contestar directamente a

mi pregunta.

Y como volviendo a ella, añade:

—El Rif no odia al pueblo español, y no

le hubiese odiado nunca si no fuera por

la invasión militar. Hubo odio, porque el

Rif vio en el militar al español; pero ya

comprende que no es así. Ahí está la

cosa.

—Según eso, como me ha dicho

Mahomed, si se hiciese la paz darías a

España el trato de nación más

favorecida.

—Sí, está bien.

En estas palabras de Abd-el-Krim, y,

sobre todo, en el tono que las ha

pronunciado, hay una indiferencia

desdeñosa de la que me propongo

sacarle. “Ahora vas a ver”, pienso. Y de

pronto le digo:

—Y en ti, personalmente en ti, ¿no hay

nada contra los españoles?

En el brillo de sus ojos noto que he

logrado inquietarlo. Sin embargo, no ha

pestañeado siquiera ni ha hecho el

menor ademán. Y sin cambiar el tono de

voz me contesta:

—Personalmente yo, nada. No hay nada

más que esto: que los militares que

están encargados de gobernar no son

capaces de hacerlo y abusan mucho de

la dignidad. Nos hemos convencido, y

no hemos podido admitir esto.

Entonces decido irme a fondo:

—¿Y particularmente con Silvestre?

La parada es limpia y completa:

—A Silvestre le conocí en Melilla hace

muchos años, cuando no era más que

comandante, y fue muy amigo mío.

—Luego no es verdad –insisto

secundando el golpe– eso que cuentan

de que tú abandonaste Melilla porque

Silvestre te abofeteó.

Pausadamente mueve Abd-el-Krim la

cabeza, y con más calma aún que antes

dice:

—Cuando yo me vine de Melilla, no

estaba Silvestre. Estaba Aizpuru ... Y

tampoco he tenido nunca queja de

Aizpuru –termina.

Yo permanezco callado un momento, y

él entonces, como en soliloquio, dice:

—Tratamos de convencer a los

encargados del Gobierno... Les

Page 29: FEDESME. Revista 4

29

escribimos a Madrid. No nos

contestaron... ¡Se reían de nosotros!...

—¿Y entonces –interrogo rápido–

tomaste la determinación de romper

con España?

—No; la determinación la tomó mi

padre. Él nos mandó a mi hermano

venirse de Madrid y a mí de Melilla. Yo,

como M’hammad, le obedecí.

No hay modo de exaltarle. Los

pinchazos no le hacen efecto. ¿Tal vez el

cautiverio? Y preparo el hierro al rojo.

—Estuviste preso, ¿verdad, sidi?

Ha palidecido con la espantosa palidez

de los cobrizos, poniéndosele el rostro

de color ceniza. La mano, que tiene

pendiente del brazo del sillón, le

tiembla. Pepe Díaz me da un codazo, y

al alzar los ojos veo a Amogar haciendo

señas de que me calle. Abd-el-Krim no

dice, sin embargo, sino estas sencillas

palabras:

—En Cabrerizas. Once meses menos dos

días.

Pero ha dicho bastante. La cifra exacta,

en horas casi, del tiempo de su prisión,

demuestra cuán fijo está en su memoria

el recuerdo del trance fatal. Sin

embargo, no veo en su rostro, que

escudriño, señales de furor. Más bien un

velo de tristeza...

—Cuéntame eso, sidi –le ruego.

—El capitán Alemán, uno de la Guardia

civil, ¿sabes?, y Riquelme me llevaron a

presencia del

general Aizpuru y

me anunciaron

que estaba

detenido. El

general me dijo

que se veía

obligado a

detenerme, de

orden de Jordana,

porque mi padre

no había querido

ir al Peñón a

cumplimentarle.

Ahora soy yo el

que tengo que

dominarme para

que no se note mi emoción. ¡Es mi país

el que hace tales cosas! Por satisfacer el

orgullo de un funcionario, más o menos

encumbrado, se falta a la ley de gentes,

y –“es peor que un crimen: es una

torpeza”– se falta atacando a un hombre

cuyo poder debía conocerse, y que nos

estaba sirviendo, sosteniendo... Trato

Page 30: FEDESME. Revista 4

30

de disculpar lo que sé que no tiene

disculpa, diciendo:

—Eso no es posible. ¿Cómo se va a

encarcelar a un hijo por lo que haga o

deje de hacer su padre?... Además, que

el dejar de cumplimentar a la autoridad

no es un delito. ¡Ni al propio interesado

le podían hacer nada por eso! Alguna

otra cosa habría.

—No la había –responde–. Se me acusó

de errores y malicias en un trato que

tenía con el capitán de la Policía

indígena Sist. Un capitán que no me

quería bien... Pero el juez fue Sanz, uno

que hoy es general. Puedes preguntarle.

Y dijo que no tenía yo culpa, y me

absolvió. Ya ves… Y seguí en la cárcel.

—¿Seguiste en la cárcel después de

absuelto?

—Seis meses aún. Me dijeron que era

preso político.

Callo y medito. Presos políticos...

Detenidos gubernamentales... Son

resortes de gobierno que no hay

inconveniente en emplear; ¿verdad,

señores estadistas? Pero a veces el

tener seis meses en la cárcel a un

hombre ocasiona la pérdida de veinte

mil soldados y un gasto de varios miles

de millones, sin contar la vergüenza de

las derrotas, el horror de los

sacrificios...

—¿No quieres saber nada? –me

pregunta Abd-el-Krim al verme callado.

—Perdona, sidi –respondo–; es que

estaba pensando la forma de

rectificarte. Estás equivocado. Si te

prendieron fue a petición de Francia, y

por tus ideas y tus sentimientos

germanófilos.

—No es verdad –replica rápido.

Y enseguida añade, como arrepentido

de su precipitación en dar tan rotunda

negativa.

—Puede ser; pero a mí no me

comunicaron eso. Y no lo creo, además.

—¿No?

—¡Claro que no! Todos los militares que

estaban en Melilla, y gran parte de los

paisanos, eran germanófilos. Si

hubiesen detenido también a los demás,

podría admitir eso. Pero se me detuvo a

mí sólo... Y otros eran mucho más

germanófilos que yo. ¡Mucho más!

Aplastado por su lógica, trato de

escalonar mi retirada para abandonar el

asunto:

Ejército español en las cercanías de Melilla, Beni Sicar.

De espaldas el Cte. Franco informa al Gral. Sanjurjo a

caballo, junto a Millán Astray.

Militares africanistas que en julio 1936 se levantaron

contra el gobierno de la república. La guerra de África,

condicionó toda la política española del S. XX.

Page 31: FEDESME. Revista 4

31

—Tú intentaste escaparte.

—Cuando me comunicaron que estaba

absuelto y vi que no me ponían en

libertad... Entonces me rompí la pierna

–termina, con un deje de amargura.

Yo hago un gesto de condolencia, y Abd-

el-Krim ataja las palabras que piensa

vaya pronunciar:

—Fue una fatalidad de la que nadie

tuvo la culpa. De nada tiene nadie la

culpa. Son cosas de conjunto que uno o

dos no hacen ni deshacen. Yo a nadie

guardo rencor. Al general Jordana

mismo no le tenía odio, aunque fue él

quien decretó mi encarcelamiento.

Aprovecho la ocasión para cambiar ya

el tema de los personalismos:

—La paz, pues, ¿es posible por tu

parte?

—Siempre que se conserve la

independencia nuestra. De otra manera

no habría paz. ¡Pasarían las mismas

cosas! Tú sabes que pasarían. Y como

ahora, como ahora, seguiría la lucha.

¡Con razón! Tú sabes que con razón.

—Bueno, sidi –digo sin asentir a su

indicación–; queda el asunto de los

prisioneros. Es lo que más interesa al

pueblo español y en lo que más

desorientados estamos. ¿Pueden

rescatarse?

—Pueden. Pero que vengan a tratar en

serio. Ya le habrá dicho mi hermano...

—Sí; mas hay algo en las condiciones

que imponéis injusto, evidentemente

injusto. Pides la libertad de todos los

rifeños presos.

—Claro.

—No tan claro, sidi. Hay entre ellos

ladrones y asesinos juzgados y

condenados. ¿Ésos también se han de

liberar? Los detenidos políticos y los

prisioneros de guerra no hay nadie que

no crea justo devolvértelos. Pero esos

otros, esos otros... ¡son criminales!

—Más criminales son los aviadores, que

matan mujeres y niños. A los aviadores

que hemos cogido también les hemos

formado causa y les hemos condenado.

Si los españoles os quedáis con los que

habéis condenado, nosotros nos

quedaremos con éstos.

—Mohamed, escucha –lo digo con el

más persuasivo acento que puedo

encontrar–: no muestres una

intransigencia que nadie, nadie, en

ninguna nación, admitiría. Los

aviadores emplean un arma terrible, tan

terrible como quieras. Para mí todas las

armas son igualmente brutales; pero

reconozco, si quieres, que esa lo es más

que las otras. Sin embargo, es un arma

admitida por todos los pueblos

civilizados. Y los militares que la usan

por mandato de su patria, en obligación

de una obediencia que juraron, no

pueden equipararse con asesinos.

—Para mí lo son más que nadie –dice

enérgico.

Y añade, exaltándose a medida que

habla:

—¡Las naciones civilizadas! Vienen a

civilizar con aviadores... Matan seres

indefensos, y los matan impunemente.

Page 32: FEDESME. Revista 4

32

Una unión de intereses, de modo

que España quedase en nuestro

territorio mejor que ninguna

otra nación. Es el pueblo que más

estimamos, pues sabemos que

sus ideas y sus sentimientos son

análogos a los nuestros

¡No hay, entre todos los asesinos de la

tierra, mayores asesinos!

—Entonces –le digo cortando su

peroración– para rescatar a los

prisioneros habría de ponerse en

libertad a todos, absolutamente a todos

los presos, ¿verdad?

—Sí.

—Bien. Y la otra

condición es que se os

entreguen cuatro

millones de pesetas.

—¿Cuatro millones de

pesetas? Eso es lo que

era antes. Ahora no es.

—¿Ahora es más?

Abd-el-Krim me mira

fijo. Yo le miro a él. Hay un silencio. Al

cabo me pregunta:

—¿Estás tú facultado por el Gobierno

para tratar?

—De ningún modo, sidi –replico–. Ni lo

estoy ni lo estaré nunca. No he tenido ni

tendré nada que ver con los

gobernantes de mi país. Mandé que te lo

dijeran. ¿No lo han hecho?

—Sí, sí; está bien. Pero si no tienes

facultades para tratar, ¿a qué vamos a

discutir?

Insisto con el natural empeño:

—No vamos a discutir condiciones,

claro está. Sin embargo, tú puedes

decirme a qué obedece el cambio. Esto

siquiera...

—Esto ya lo puedes tú comprender. Las

negociaciones han sido rotas por el

Gobierno español, y esto lo debemos

aprovechar nosotros. No hacerla sería

abandonar un derecho. Tú lo

comprendes. Claro que tú lo

comprendes.

Abd-el-Krim habla con deseo de

persuadirme. Yo callo, sin asentir ni

negar con un ademán ni un gesto. De

pronto, tras una

pausa, me dice:

—¿No serás como el

padre Revilla?

¿A qué viene tal

cosa? Hago un

movimiento de

asombro. Luego

digo:

—No sé cómo es el padre Revilla; pero

sospecho que no me parezco a él en

nada. ¿Por qué me preguntas eso?

—Porque el padre Revilla no dijo lo que

yo le dije. Dio a entender que yo no

quería soltar los prisioneros; que

deseamos tenerlos como rehenes.

Nosotros no necesitamos tener como

rehenes a los prisioneros. ¿Para qué

rehenes, si nosotros tenemos nuestro

armamento y nuestros hombres para

luchar? Dilo así, así mismo.

—Así mismo lo diré. Ya ves que, aun

causándote una molestia grande, estoy

escribiendo, palabra por palabra,

cuanto me dices. No tienes

inconveniente ninguno en liberar a los

prisioneros. ¿Lo escribo así?

—Escríbelo.

Page 33: FEDESME. Revista 4

33

—Ya está. Y digo que, por tu parte,

esperas a que se te acerque un

delegado del Gobierno. ¿No es eso?

—Eso es. Pero siempre que no sea un

militar. Con militares no trato. Y nada

más de esto.

Creo inútil insistir, y me dispongo a dar

por terminada la conferencia. Cierro

el carnet y guardo el lápiz. Al verlo,

Abd-el-Krim

me dice:

—¿No tienes

más que

preguntarme?

—No –

respondo–;

pero si tú

quieres

decirme algo,

estoy a tu

disposición.

Vacila

Mohamed, y al

cabo habla:

—Decirte yo...

¿Y qué

decirte? España sabe demasiado lo que

tiene que hacer.

Hace una pausa y continúa:

—Yo creo, sin embargo, aunque esto no

debiera decirlo, que a España no le

conviene una guerra que no tendrá fin.

Y cuando menos lo espere, de seguir así,

vendrá otro desastre. Le hubiera

convenido una alianza.

—¿Tú crees, sidi, seriamente en la

posibilidad de esto después de lo

pasado?

Me mira con extrañeza y me dice

tranquilamente:

—Ya lo creo. ¡Si no ha pasado nada!

Esto es siempre igual. Nosotros los

rifeños, que estamos unidos ahora,

estuvimos separados antes. Y también...

Se calla. Yo le

insto:

—¿Y

también... ?

—Nada. Ya no

tengo nada

más que

decirte. Y tú

me has dicho

que no tenías

nada más que

preguntar.

Creo que

hemos

terminado.

Se ha puesto

en pie. Yo le

hago seña de

que se detenga.

—Una pregunta aún, sidi, y ni siquiera

una nueva pregunta, sino una

ratificación de lo ya tratado. Me has

dicho que no sentís odio contra los

españoles; pero tu hermano ha ido más

allá. Ya sé que en todo estáis conformes;

sin embargo, conviene que tú me

repitas la declaración extensa de tu

hermano. ¿Estáis dispuestos a recibir

Entierro de Abdelkrim en el Cairo, en febrero de

1.963. Donde permanece enterrado.

Page 34: FEDESME. Revista 4

34

entre vosotros, para cooperar al

desenvolvimiento de vuestra

prosperidad, a los españoles?

—Ya lo creo. Lo repito.

—¿Quieres dármelo firmado?

Abd-el-Krim vuelve a sentarse. Toma

una pluma y escribe el autógrafo cuya

reproducción fotográfica es ésta:

[Las puertas del Rif están abiertas

para todos los paisanos españoles

como han estado para el director de

La Libertad / Mohamed Abd El Krim

/ Aydir 2 de agosto 1922]

Me lo alarga, y dice sonriendo:

—¿Quieres más todavía?

—Sí, sidi; quiero que permitas a mis

compañeros retratarte.

—No puedo, no; de veras que no puedo.

No es por prejuicio político ni religioso.

Es que... ¡Es otra cosa! Imposible,

imposible.

Alfonsito y Pepe Díaz, que han

permanecido tanto tiempo inmóviles y

callados, se levantan y quieren hablar.

Yo les hago seña de que no intervengan.

Y digo a Abd-el-Krim:

—Insisto porque es cosa que a ti y a mí

nos conviene. Yo tengo enemigos que,

acaso no sabiendo cómo combatirme,

negarán esta entrevista; y respecto a ti

ya sabes que nuestros gobernantes

propalan que estás herido. Desmiente

tu herida como Pajarito ha desmentido

su muerte. ¡Que te vea el pueblo

español a mi lado, bueno y sano, para

que sepa cómo se le engaña.

—Está bien. Ven aquí.

Pepe Díaz y Alfonsito van hacia la

puerta mientras yo arrastro mi butaca

junto al sillón de Abd-el-Krim.

Se tiran las pruebas sin ninguna

dificultad. Los fotógrafos dicen que

mientras nos retrataron yo tuve

apoyada en la nuca la pistola de

Amogar. No lo noté. Pero aunque lo

hubiese notado no me habría movido...

¡No era cosa de estropear un cliché tan

valioso por semejante pequeñez!

Autógrafo del joven Abd-el-Krim

El hermano del presidente de la

República rifeña, ministro de Estado de

la misma, horas después de la

conferencia celebrada por el autor con

Abd-el-Krim, le dirigió, reiterando las

palabras suyas a que hace referencia al

final de la interviú que antecede, la

carta presente:

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35

Sr. D. Luis de Oteyza.

Director de “La Libertad”

[Como le he manifestado de palabra

le reitero por escrito que el Rif no

combate a los Españoles ni siente

ningún odio hacia el Pueblo Español.

El Rif combate a ese imperialismo

invasor que quiere arrancarle su

libertad a fuerza de sacrificios

morales y materiales del noble

Pueblo Español.

Le ruego manifieste a su Pueblo que

los rifeños están dispuestos y en

condiciones de prolongar la lucha

contra el español armado que

pretenda quitarles sus derechos, y

sin embargo tienen sus puertas

abiertas para recibir al español sin

armas como técnico, comerciante,

industrial, agricultor y obrero.

Mad. Abd-el-Krim

Aydir, 2 agosto 1922]

Oteyza durante la 1ª parte de la entrevista con MHammad el hermano pequeño

de líder rifeño Muhammad Abdelkrim Al Khattabi. Se dice que MHammad

Abdelkrim Al Khattabi fue el organizador e ideólogo de la Republica del Rif.

Estudió ingeniería en Madrid.

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Melilla antiguamente conocida como Rusadir fue fundada por los fenicios.

Rusadir remonta su historia al establecimiento en el siglo VII a. C. de comerciantes

fenicios que aprovecharon su situación cercana al estrecho de Gibraltar y las rutas

comerciales del Mediterráneo occidental para prosperar, alcanzando su esplendor hacia el

siglo II a. C. Con la decadencia púnica, Rusadir formará parte la provincia romana de

Mauritania Tingitana en el año 42 d.C.

El nombre de Melilla tiene una etimología incierta. Probablemente tenga

origen Amazigh. El vocablo utilizado por los rifeños autóctonos de la zona es Mritch que

viene de la raíz etimológica tamazight "Tamlilt" que significa literalmente "La Blanca",

haciendo referencia a la piedra caliza de color blanco sobre la que se asienta Melilla. Es

muy probable que la arabización del Rif asumiera este nombre "Tamlilt" y lo convirtiera

en "Mliliat" cambiando la fórmula femenina del tamazight de la "t" inicial y final por la "ta

marbuta" árabe ("t" final gráfica no fonética que hace que la palabra termine en un sonido

"a"). Una vez que los castellano parlantes llegaron a "Mlilia" es probable que cambiaran la

arabización por un fonema más castellano como lo es la "ll", terminando por vocalizar la

unión consonántica "ml" con una "e" de apoyo (inexistente en el árabe también) con el fin

de "desarabizar" el nombre de la ciudad que ya era española. El resultado final de este

proceso sería "Melilla".

Una segunda teoría, bastante probable, es que el nombre de Melilla proviene de

Mellitus, ya que en la época del Imperio Romano, la zona donde se sitúa la ciudad, era rica

en miel y trabajaban la apicultura. Reflejo de esto es que aparecen plasmadas en monedas

de la época, abejas impresas en una de las caras de éstas.

MELILLA EL ORIGEN DEL NOMBRE

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Respuestas a las preguntas de la revista anterior:

[P1]. Di el nombre de al menos uno de los pueblos Imazighen que no fue sometido al poder del

imperio Romano.

R.1. Los Garamantes.

[P2]. Los Garamantes, se extendieron por lo que hoy es el desierto que ocupa desde Libia hasta el Atlántico. Las modernas tecnologías de fotografía por satélite está descubriendo las ciudades de este antiguo pueblo amazigh. En la actualidad se han descubierto. - entre 10 y 20 ciudades. - entre 30 y 40 ciudades. - más de 70 ciudades.

R.2. Entre 30 y 40. Hasta la fecha gracias a la investigación vía satélite se ha descubierto 32

ciudades, al menos 2 de las cuales pueden considerarse grandes ciudades.

[P3]. ¿Cómo sobrevivieron los Garamantes en las duras condiciones del Desierto? - En aquella época el desierto era un lugar fértil de abundantes lluvias. - Sabían localizar el agua del desierto. - Inventaron un sistema de irrigación de cultivos que llevaba el agua por canalizaciones

subterráneas.

R.3. Llevaban el agua por canalizaciones subterráneas, de esa forma su civilización perduró hasta

el S.IV d. C..

[P.4]. ¿Donde se encuentra enterrado “Muhammad Abdelkrin El Jattabi? - En Damasco. - En Rabat. - En El Cairo. - En Alhucemas.

R.4. En el Cairo.

[P.5]. En el presente año se conmemora el 50 aniversario del fallecimiento de Abdelkrim. Verdadero o falso.

R.5 Verdadero

[P.6]. ¿Conoces la fecha del fallecimiento de Abdelkrim

R.6. Abdelkrim falleció el 6 de febrero de 1963, siendo enterado por las autoridades egipcias con

honores de jefe de estado.

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P.1. El Estatuto de Autonomía de la ciudad de Melilla en el artículo 5 establece: - El respeto y promoción de la diversidad cultural y lingüística. - La superación de las condiciones económicas y culturales que determinan el desarraigo. ¿VERDADERO O FALSO?.

P.2. ¿Conoces el nombre del hermano menor del líder rifeño. ABDELKRIM?

P.3 ¿Conoces la ciudad donde está la tumba de MASINISSA, el gran rey del pueblo Amazigh de los Númidas?

p.4. La República del Rif fue el primer país de África en conseguir la independencia. ¿VERDADERO O FALSO?

P.5. La Re-pública del Rif duró de 1922 a 1926. ¿VERDADERO FALSO?

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