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LUZ MERY GIRALDO FERNANDO VALLEJO: DEL LABERINTO ANECDOTICO AL VERTIGO DE LA PALABRA La profesora (U.N.) Luz Mery Giraldo viene dán- donos un panorama de la novela en Colombia, que comenzó con la publicación del ensayo sobre La Tejedora de Coronas de Germán Espinoza en el No. 23 (Enero-Marzo de 1990) Y que siguió en el No. 24 con su ensayo sobre la obra novelística de Rodrigo Parra Sandoval. "Uno no es lo que es, sino lo que los demás le permiten creer que es" dice la voz que narra en el último vo- lumen de la tetralogía El r{o del tiem- po (1), escrita por Fernando Vallejo (2), reforzando las afirmaciones de El fuego secreto cuando se comparan vi- da y literatura: "La literatura es así, e igual a la vida: uno no es, ni vive, ni escribe lo que quiere, sino lo que pue- de" (pg. 187). En Vallejo literatura y vida se aúnan en un proceso laberín- tico, vertiginoso y abismal desde el reino de la escritura, que, como fluir incesante, atrapa los recuerdos en las evocaciones anecdóticas, transitando por el río de Heráclito, recorriendo todas las edades y en ellas la cultura nacional con sus diversas formas de violencia, hasta entrar en contacto con la cultura europea y norteamericana, dejando consignado el flujo de la me- moria con su collar de anécdotas lite- raturizadas. El hombre y el tiempo son un in- terminable camino en el que se aven- turan tanto la búsqueda de sentido, como de reposo y la tendencia com- bativa, como de burla EÍ110sdiferen- tes y contrastivos comentarios que algunos lectores críticos hacen de la novelística colombiana posterior al garciamarquismo (3), se señala una especial actitud transgresora de los lu- gares normativos y convencionales, aprovechando la marginalidad con sus nuevas posibilidades, la conquista de los conflictos del hombreen la his- toria contemporánea y de los espacios citadinos, así como la explotación de la oralidad y de la escritura. La novela colombiana actual expresa ruptura con la tradición serena, didáctica, me- lodramática, delicada o normatizante vista en algunos de nuestros textos li- terarios, tele-radio-novelísticos o edu- cativos, y también la exploración de diversas formas de discurso que van desde la comunicación oral (como acontece en las novelas de Fernando Vallejo, R-H. Moreno Durán, Germán Espinosa, Oscar Collazos, Roberto Burgos Cantor, etc.), hasta la comu- nicación escrita hecha conciencia de lenguaje, palabra y escritura (como puede constatarse en éstos mismos es- critores, así como en Parra Sandoval, Cruz Kronly, Umberto Valverde y Jai- me Echeverri, entre otros). En térmi- nos de reflexión conceptual esta "autoconciencia" pertenece al territo- rio de la modernidad ya expresada en clásicos universales como Shakespea- re. Cervantes, Goethe, y se prolonga de manera sistemática y sintomática en lo hoy definido como posmoderni- dad, donde, en el abismo del ser, la palabra reclama su autonomía. Al hacer el recorrido por la nove- lística de Fernando Vallejo se logra, como son sus intenciones según el tí- tulo que la aglutina, armar las piezas de un rompecabezas en las que cada una es un fragmento de historia que mira en todas direcciones, constatan- do el paso del tiempo en la concepción tradicional de éste: vida-río. Durante el tránsito del medioevo al renaci- miento el poeta español Jorge Manri- que lo consignó en el movimiento de 81 sus famosas coplas: "nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir". Fernando Vallejo lo ex- presa en Los caminos a Roma en la afirmación "los ríos siendo no son. Pasan. Su ser es irse. Je m' en vais ou je m'en va..." (pg. 42), apoyada en el epígrafe de Heráclito que introduce Los dias azules: "no volveremos a ba- ñamos en las aguas del mismo río". Este juego río-tiempo- vida-literatura se sintoniza con el oficio de la escri- tura y se convierte en inagotable flujo de la memoria que "ensancha los re- cuerdos" y "consigna la posteridad". Con esta perspectiva y proyección el autor va soltando una catarata verbal que se acumula y pugna por salir para comunicar en un interminable enca- denamiento anecdótico, o conversa- ción ininterrumpida dirigida a un destinatario mudo (abuela, abuelo, Bruja, doctor, lector, usted, tú, tal cual nombre)- las contradicciones vitales, los errados procedimientos educati- vos, las diversas experiencias que cu- bren infancia, adolescencia, juventud, adultez, en un país violento y en pro- ceso de formación y desarrollo, o en un mundo que expone al hombre a la sobrevivencia existencial, social, la- boral o moral. Los d{os azules son los de la infan- cia y se verán sistemáticamente evo- cados en las novelas posteriores con las menciones de personajes o lugares que a su manera, intervinieron en el proceso de aprendizaje y educación del narrador: el abuelo, la abuela, Lía la madre, los tíos, los hermanos, es decir aquellos que en Antioquia, los pueblos, Medellín y los barrios cons- tituyen los afectos y las raíces; o la religión, la educación con los salesia- nos, los partidos políticos y la violen- cia, la ley y sus incongruencias, marcados por la violación, el despre- cio y el dolor. Con estas relaciones puede decirse que Vallejo crea en esta primera obra una novela de aprendi- zaje en la que, transgrediendo los pa- rámetros convencionales de este género, se aprende, no la adaptación a la realidad, sino la manera de cues- tionarla; no a vivir sino a sobrevivir o a sobrellevar el peso de unas nor- mas. Esto no significa que el autor elabore parodia burlesca, como Parra

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LUZ MERY GIRALDO

FERNANDO VALLEJO:DEL LABERINTO ANECDOTICOAL VERTIGO DE LA PALABRA

La profesora (U.N.) Luz Mery Giraldo viene dán-donos un panorama de la novela en Colombia, quecomenzó con la publicación del ensayo sobre LaTejedora de Coronas de Germán Espinoza en elNo. 23 (Enero-Marzo de 1990) Y que siguió en elNo. 24 con su ensayo sobre la obra novelística de

Rodrigo Parra Sandoval.

"Uno no es lo que es, sino lo quelos demás le permiten creer que es"dice la voz que narra en el último vo-lumen de la tetralogía El r{o del tiem-po (1), escrita por Fernando Vallejo(2), reforzando las afirmaciones de Elfuego secreto cuando se comparan vi-da y literatura: "La literatura es así, eigual a la vida: uno no es, ni vive, niescribe lo que quiere, sino lo que pue-de" (pg. 187). En Vallejo literatura yvida se aúnan en un proceso laberín-tico, vertiginoso y abismal desde elreino de la escritura, que, como fluirincesante, atrapa los recuerdos en lasevocaciones anecdóticas, transitandopor el río de Heráclito, recorriendotodas las edades y en ellas la culturanacional con sus diversas formas deviolencia, hasta entrar en contacto conla cultura europea y norteamericana,dejando consignado el flujo de la me-moria con su collar de anécdotas lite-raturizadas.

El hombre y el tiempo son un in-terminable camino en el que se aven-turan tanto la búsqueda de sentido,como de reposo y la tendencia com-bativa, como de burla EÍ110sdiferen-tes y contrastivos comentarios quealgunos lectores críticos hacen de lanovelística colombiana posterior algarciamarquismo (3), se señala unaespecial actitud transgresora de los lu-gares normativos y convencionales,aprovechando la marginalidad consus nuevas posibilidades, la conquistade los conflictos del hombreen la his-toria contemporánea y de los espacioscitadinos, así como la explotación de

la oralidad y de la escritura. La novelacolombiana actual expresa rupturacon la tradición serena, didáctica, me-lodramática, delicada o normatizantevista en algunos de nuestros textos li-terarios, tele-radio-novelísticos o edu-cativos, y también la exploración dediversas formas de discurso que vandesde la comunicación oral (comoacontece en las novelas de FernandoVallejo, R-H. Moreno Durán, GermánEspinosa, Oscar Collazos, RobertoBurgos Cantor, etc.), hasta la comu-nicación escrita hecha conciencia delenguaje, palabra y escritura (comopuede constatarse en éstos mismos es-critores, así como en Parra Sandoval,Cruz Kronly, Umberto Valverde y Jai-me Echeverri, entre otros). En térmi-nos de reflexión conceptual esta"autoconciencia" pertenece al territo-rio de la modernidad ya expresada enclásicos universales como Shakespea-re. Cervantes, Goethe, y se prolongade manera sistemática y sintomáticaen lo hoy definido como posmoderni-dad, donde, en el abismo del ser, lapalabra reclama su autonomía.

Al hacer el recorrido por la nove-lística de Fernando Vallejo se logra,como son sus intenciones según el tí-tulo que la aglutina, armar las piezasde un rompecabezas en las que cadauna es un fragmento de historia quemira en todas direcciones, constatan-do el paso del tiempo en la concepcióntradicional de éste: vida-río. Duranteel tránsito del medioevo al renaci-miento el poeta español Jorge Manri-que lo consignó en el movimiento de

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sus famosas coplas: "nuestras vidasson los ríos que van a dar a la mar quees el morir". Fernando Vallejo lo ex-presa en Los caminos a Roma en laafirmación "los ríos siendo no son.Pasan. Su ser es irse. Je m' en vais ouje m'en va..." (pg. 42), apoyada en elepígrafe de Heráclito que introduceLos dias azules: "no volveremos a ba-ñamos en las aguas del mismo río".Este juego río-tiempo- vida-literaturase sintoniza con el oficio de la escri-tura y se convierte en inagotable flujode la memoria que "ensancha los re-cuerdos" y "consigna la posteridad".Con esta perspectiva y proyección elautor va soltando una catarata verbalque se acumula y pugna por salir paracomunicar en un interminable enca-denamiento anecdótico, o conversa-ción ininterrumpida dirigida a undestinatario mudo (abuela, abuelo,Bruja, doctor, lector, usted, tú, tal cualnombre)- las contradicciones vitales,los errados procedimientos educati-vos, las diversas experiencias que cu-bren infancia, adolescencia, juventud,adultez, en un país violento y en pro-ceso de formación y desarrollo, o enun mundo que expone al hombre a lasobrevivencia existencial, social, la-boral o moral.

Los d{os azules son los de la infan-cia y se verán sistemáticamente evo-cados en las novelas posteriores conlas menciones de personajes o lugaresque a su manera, intervinieron en elproceso de aprendizaje y educacióndel narrador: el abuelo, la abuela, Líala madre, los tíos, los hermanos, esdecir aquellos que en Antioquia, lospueblos, Medellín y los barrios cons-tituyen los afectos y las raíces; o lareligión, la educación con los salesia-nos, los partidos políticos y la violen-cia, la ley y sus incongruencias,marcados por la violación, el despre-cio y el dolor. Con estas relacionespuede decirse que Vallejo crea en estaprimera obra una novela de aprendi-zaje en la que, transgrediendo los pa-rámetros convencionales de estegénero, se aprende, no la adaptacióna la realidad, sino la manera de cues-tionarla; no a vivir sino a sobreviviro a sobrellevar el peso de unas nor-mas. Esto no significa que el autorelabore parodia burlesca, como Parra

Sandoval enLa didáctica vida deAnl-bal Granadas (1990), sino cuestiona-miento crítico que apuntala las dudas,el fracaso de las convenciones, laopo-sici6n a la fé, la orfandad y el descrei-miento. Son frecuentes las frasesatrevidas como: "Dios es un cerdo yhoy me quiso atropellar" (pg. 117),"en el alma de cada niño hay un sui-cida" (pg. 112), "en este mundo todosvivimos arrimados" (pg. 126), "la ni-ñez, dicen, es la época más hermosade la vida. Quien lo dice no estudi6con los salesianos" (pg. 120), siendo,entre muchas afirmaciones, señalesque definen el tono crítico y escépticode la voz narradora.

La novela se inicia con una imagende violencia que alude a los golpes dela vida, que, sin temor a equivocarse,el lector puede asociar con uno de losfamosos poemas del peruano CésarVallejo: "Hay golpes en la vida, tanfuertes ... Yo no sé!/Golpes como delodio de Dios". El hombre contra elmundo y el mundo contra el hombreen todas y cada una de las edades,expresado en la novela con el juegodel pronombre posesivo que va de "lacabeza" a "mi cabeza", "mi niñez","mi juventud", precedido por el soni-do onomatopéyico del golpear:

lBum! lBum! IBum! La cabeza delniño, mi cabeza, rebotaba contra elembaldosado del patio duro y frío,contra la vasta tierra, el mundo, in-mensa caja de resonancia de mi furia¿Tenía tres años? ¿Cuatro? No logroprecisarlo. Lo que perdura en cambio,vívido en mi recuerdo, es el niño queera yo, mi vago yo, fugaz fantasmaque cruza de mi niñez a mi juventud,a mi vejez, camino de la muerte, y ladura frialdad del patio. Ah, y algomás: la criadita infame que a unos pa-sos se convulsionaba de risa (pg. 9).

Ya el comienzo es preludio de losacontecimientos que atropellada-mente salen en la obra sin pretencio-nes de novela, según los términostradicionales, pues no tiene persona-jes caracterizados, ni trama argu-mental, ni transcurso vital definido,ni linealidades, sino procesi6n detiempos quebrados que provienendel pasado, así como personajes, lu-gares y acontecimientos enhebradospor una oralidad que parece narrar

en voz alta, o como mirándose en elespejo del tiempo a medida que re-cuerda con su memoria asociativa,trayendo sitios que ocupan un espacioevidentemente regionalista-costum-brista (Antioquia), con su lenguajepropio donde "llaman al arroyo que-brada" (pg. 11), hay leyendas de apa-recidos, un "g6tico antipqueño" consus tangos, poetas, fil6sofos, músicos,deportistas, gran -religiosidad popular,se celebran las navidades con enor-mes pesebres y globos multicolores,los valores políticos van del rojo alazul y viceversa, hasta convertirse enuna parodia caricaturesca de la iden-tidad nacional. Cada anécdota se abrecamino como la vida o el río, arras-trando otras anécdotas, ingresandoprocesualmente a una nueva que de lamisma manera vaaserdesplazada porotra, sin olvidarla, en unjuegode"ca-jitas chinas que salen unas de otras"(pg.63).

En esta novela, antinovela, biogra-fía novelada, autoconfesi6n, etc. -puesto que la nueva narrativa noresiste clasificaciones- de la mismamanera que el autor desmitifica y pro-fana, enaltece y rinde homenaje. ~ípor ejemplo, la voz memoriosa señalala devoci6n a José ~unci6n Silvaasociando uno de sus poemas a supropia infancia, afirmando que "Losmaderos de San Juan".

"son unos versos suyos que hoycomo siempre me duelen y me des-lumbran, imbuídos de ternura, imbuí-dos de dolor: la abuela arrulla a unniño: mi abuela me arrulla a mí". (pg.142).

Señalando de nuevo el movi-miento del pronombre posesivo queindica el desdoblamiento de ella aél, o del poema o la vida misma. Laabuela, Raquel Pizano, nombrada entodas sus obras, se entroniza en laevocaci6n: recordada, invocada, lla-mada en un grito de ubi sunt, es pre-sencia ausente, orfandad quereclama compañía con su "d6nde es-tás", "d6nde estarás". ~í mismo en"los múltiples giros de la vida", elpoeta Porfirio Barba Jacob sintetizasu conciencia de tránsito en la vidaen uno de sus versos: "yo no sabíaque el azul mañana es vago espectrodel brumoso ayer ..." (pg. 143); co-

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mo todo su pasado será buscado igualque a sí mismo:

"en la celada de sus versos empecéa vislumbrar que otro antes que yohabía vivido mis momentos y recorri-do mis caminos, y desandando mispasos 10empecé a buscar, me empecéa buscar, tras de su huella, volviendosobre la mía" (pg. 143).

En un desdoblamiento de la iden-tidad que no solamente evoca su es-tudio sobre el poeta sino, proyecta laliteratura, la vida, el hombre, el escri-tor, la poesía, de manera recíproca ysimultánea. Otros autores son aludi-dos: Eza de Queiroz, Verne, Salgarl,Conan Doyle, Epifanio Mejía, Dosto-wieski, a la par que el Talmud, la no-vela francesa, americana, rusa, lagramática de Nebrija, las pianistasBlanca Uribe y Teresita G6mez, oCarlos Arturo Rueda "el campe6n dela lengua" con su "chorro vertiginosode maravillas" (pg. 138). Rojas Pini-lla, los salesianos, el catecismo ~te-te, la ley o "gran ramera", el himnonacional "con sus versos ripiosos ydisparatados", la historia de la políticanacional y la consiguiente violenciadonde "el encono se había vuelto odioy el odio muerte" (pg. 67), etc., seconvierten en el territorio de la devas-taci6n no s610 por la crudeza con queel autor los relaciona, sino por la de-formaci6n grotesca que su totalidadconstituye.

Con un narrador en primera y ter-cera persona, a veces omniciente,otras en proceso de conocimientopor la autoconciencia estructuradaen la revisi6n de la memoria, se di-rige a un destinatario múltiple quevaría de persona o de género, crean-do una obra total donde impera ellaberinto de la anécdota, que surge,sin lugar a dudas, de la tradici6n pai-sa marcada por la oralidad, que, Fer-nando Vallejo en la definici6n de suoficio memorioso, en el que la luzde la memoria "vuela alto y sin lí-mites", justifica que:

Este libro no tiene más objeto queel de narrar la historia del único globoque entre millares que palpitaban enel cielo agarre en mi vida, mi momen-to estelar, mi gran hazaña. (pg. 99).

Subrayando el regreso a la verbali-dad, que es la misma infancia recupe-

rada, o la vida revivida por la memoriaimperecedera de la escritura.

El camino de las otras novelas esel de la desilusi6n. El fuego secretoinicia de manera agresiva con la mis-ma palabra con que Garcfa Márqueztermina El coronel no tiene quien leescriba, como ya lo indicó el críticoEduardo Jaramillo:

"!Mierda!", dijo la Marquesa, po-niendo las tetas sobre la mesa, "Conquién peleo, si s610 maricas veo ..."Echó un mirada en tomo, por el cafe-tín abyecto, y sus ojos se detuvieronen mí. (pg. 7).

El tono ya está dado: agrede y des-mitifica. Lanza en ristre contra todo,golpea lo que tiene a mano; así se pro-pone desvirtuar a Tomás Carrasquillacon su obra, jugar con la música, im-poner los temas marginales (resaltan-do el homosexualismo a veces conexcesos de alcoba, sugerido en la obra

anterior y destacado en las siguien-tes), con la figura que el hombre, lavida y el homosexual encierran: "dedía contador público, de noche laMarquesa" (pg. 8). superpone alusio-nes de la historia literaria como el sui-cidio en el mar de Alfonsina Storniexperimentado por uno de los perso-najes que evoca; burla en todos susaspectos la tradici6n cultural porquesu propuesta es ir a contracorriente asíen la vida, como en la literatura, afir-mando que "a la zaga de los pensa-mientos, torpes, lentas, se arrastran enel humo las palabras" (pg. 23) porque"vamos a contracorriente del mundo:a dormir cuando los demás se despier-tan" (pg. 11).

Palabras que, como la vida, pasanpor el amor, el dolor, el poder, la ri-queza, las ambiciones, las pasiones,los vicios, las virtudes y la gloria,constituyendo el laberinto que el au-

tor, en su oficio retoma en la multitudy multiplicidad del recuerdo, no poréste, sino por el poder monumental dela palabra al invocarlo. De ahí que elautor no se apoya ni en la imagina-ci6n, ni en la fantasía, sino, en la po-sibilidad creadora y constituida de lapalabra. Si en la novela anterior la ora-lidad identifica y tipifica la tradici6npaisa, en ésta, la palabra se nutre delos modos trastocados de la voz em-briagada y delirante del mundo noc-turno en sus regiones oscuras hechasde soledad y marihuana, así como enAños de indulgencia, son los modosde la voz que parece provenir delaquelarre.

De Medellín a Bogotá, continúa elitinerario por el mundo dejando atrás laniñe~ para vivir en la noche y al margende lo permitido, el desarrollo de la ado-lescencia: sexo, droga, alcohol, mari-huana, es decir, hundirse en los

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escenarios de la novela naturalista, sindescubrir la bestia humana, sino altransgresor social expuesto a presen-cias o situaciones fanáticas que exal-ta: "la dulce Muerte agitaba las alasde su negro abrigo, de su negra capa,llamándome compasiva a su regasode sombras". (pg. 35).

La memoria en una Bogotá "fría ysucia que tiritaba en su mugre" (pg.88), se vuelve recuerdo licencioso conel que escandaliza en actos de exhibi-cionismo y constatando que la vidas610se hace de instantes fugaces que,como un Fúnes el memorioso, el au-tor, desdoblado en la voz que nana,debe consignar "para la posteridad. Ópara la historia de la zarzucla" (pg.122). Una vez más, el río de Heráclitorelacionado en la historia nacional co-mo prefiguraci6n de fatalidad y muer-te, narrada y vivida de manera tan realcomo hiperb6lica, acorde a la ficci6nliteraria, porque, según Vallejo, la re-alidad a veces aventaja la fantasía; poreso,

"En los ríos de Colombia no se ba-ña impunemente nadie. Si le contaraamigo Heráclito, cuántos de mis co-nocidos han terminado en uno de esosahogados ...

Paso de largo para que no vaya apensar que son exageraciones, hipér-boles, como diría usted. ¿Ríos pláci-dos? Jua, jua. Sepa no más que encuestiones demográficas, en Colom-bia constituyen la tercera fuente decontrol. La primera son los asesinos,la segunda los choferes. Pero unos yotros y los tres juntos son asesinos porigual. Como quien dice la SantísimaTrinidad de la escolástica: tres en unoy uno en tres" (pg. 143).

Ironía burlesca entrelazada al es-cepticismo y el dolor. Humor negro,como el que crea el imaginario co-lombiano ante la adversidad. La per-versidad transgresora y porconsiguiente agresiva, sale del enca-denamiento palabra-anécdota,creando o reproduciendo el vértigode lo abismal.

La novelística de Vallejo refleja latensi6n contemporánea del carpediem y la desesperanza, que lleg6 aser definitiva en el contexto de la es-tructura barroca, resaltados en el va-cío de la autoconfesi6n.

Un epígrafe de CavaflS inicia latercera novela, Los camioos a Roma,con el que se sintetiza la acumulaci6nde la historia personal y define el de-sarrollo de la existencia humana: "Adonde vayas irá contigo tu ciudad (...)Tu ciudad te seguirá, no esperes otra.No hay barco ni camino para ti". Estoentra en relaci6n directa con la fraseque da comienzo al relato: "todos loscaminos llevan aRoma", coincidien-do con la idea expresada por Moreno-Durán en Metropolitanas (1986) quedice "se viaje como se viaje, al finaltodos los caminos conducen a Roma".

Menos acelerada en anécdotas, eigualmente tragic6mica, "el tren delrecuerdo" de la escritura amplía latensi6n del espacio provinciano conel de las metr6polis, al concordar elrelato literario con el cinematográfi-co. Como una cámara, la voz narrativafocaliza el mundo desde adentro yafuera, yendo de narratario a evoca-ci6n. Yo, tú, ustedes, la Bruja, losabuelos, etc., reciben el foco de lasrealidades que reconstruyen o recapi-tulan fases de la historia, de la cultura,de la filosofía, de la literatura, del pen-samiento y la cotidianía. Con el ritmodel tren o de la cámara, la memoriaen primer plano, en panco, en profun-didad, en flash bade, se acerca o sealeja:

"!Tas! !Tas! !Tas! !Tas!Son postes,árboles pasando, bofetones del paisa-je. Tras los postes, tras los árboles,precediéndome, siguiéndome, expan-diéndose, la campiña ondulante. (...)¿yesos ritos como de sangre?" (pg.23).

De esta manera pasa por los labe-rintos del idioma y del lenguaje, re-cordando al estudioso gramático, losorígenes judáicos de la familia paisa,"el cine [que] dio al traste con la no-vela", el narrador contemporáneo"experto en ciudades" que, con su ojocrítico, se hunde en diversos recove-cos, no s610para escandalizar con lostemas vedados, sino, para escudriñary criticar el mundo de los hombres alcual pertenece Colombia con sus pa-trañas políticas, sus gobernantes, susmiedos, sus ladrones y mentiras que,en el libro de la vida, como en la no-vela, hace necesario no s610hablar debellezas, porque

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"el mundo se pregunta, se contesta,y roto el velo pudoroso de la mentiraque suavizaba las asperezas, nuestrasvergüenzas, la verdad reluce en pelo-ta, a la luz del día, sin taparrabos, sinpudor". (pg. 69).

Con la certeza de la desilusi6n elnarrador va de Roma a París, a Ma-drid, a Londres, a Hamburgo, para ter-minar su itinerario con el regreso acasa, como Ulises, para recuperar lanoci6n de raíz, en un plácido aterri-zaje en el que "de súbito, en plenocampo, sin suburbios, sin avisar, laciudad" (120), y la cercanía al lugarde los días azules de "azul celeste,azul risueño, azul de antes", indican-do, en la persistencia de la memoria,la nostalgia del paraíso perdido de lainfancia, del que, según diría a suabuela ausente, "fue una equivoca-ci6n haberme ido, [...], vuelvo paraquedarme" (pg. 123), en espera deltiempo y el final feliz.

Años de Indulgencia sería la nove-la de la redenci6n, si el lector se ajus-tara al título. Es el ingreso al abismofinal del laberinto sintonizado enNueva York o el infierno, capital delmundo y de las razas. De nuevo elobjeto es el libro y el objetivo la pa-labra, como representaci6n vital del"proyecto disparatado" en el que "lavida enciende las ilusiones y las apa-ga" (93).

La tetralogía se encierra con ironíasolemne. Ni risas, ni sonrisas. Sin elplacer lúdico de la paradoja tan gra-ciosamente expresada en Los d{asazules, sino, con la gravedad de quienahonda en el caos, en el vértigo apo-calíptico, en el juego verbal que con-verge en la noche de Walpurgisfáustica, con su aquelarre de brujas ydemonios entonando sus conjurosque, enfocando figuras culturales, he-rejías, apostasías, se desacraliza porenésima vez, porque, como un anti-cristo sin sombra, ni reflejo en los es-pejos, "va por el vasto mundo enbusca de la acci6n" (pg. 12). El espa-cio creado se encarna en la agresi6nmefistofélica con su espíritu de nega-ci6n ensañándose en lo religioso:"Ves lo que hago con tu Eternidad,Padre Eterno? La hago añicos. La ex-ploto en el milisegundo, microsegun-do, nanosegundo" (pg. 98).

Nuevamente el lector asocia conotra novela colombiana de brujos ydemonios Los Cortejos del Diablo(1971) de Germán Espinosa, cuandoVallejo da comienzo apelando: "le-vanten sus culos al aire, viejas delaquelarre: yo soy el diablo. Soy ysoy y soy y siempre he sido" (pg. 7),estableciendo la concepci6n y figuradel maligno con sus múltiples nom-bres y representaciones: Caín, Hit-ler, Judas, etc. que se involucran ala iconografía universal.

Novela de autoexilio: "me vineporque en Colombia no dejan vivir",dice el narrador cuestionando y año-rando. Viajero de la comarca al mun-do, aprende que Colombia, como elser individualizado, padece hambre,miseria, pobreza, muerte, cualidadesexplotadas por todas las cámaras ci-nematográficas del mundo, porquela miseria humana explora todos los

rincones sensacionalistas del dolor.Con paradojas grotescas, Vallejo fo-tografía o focaliza el desgarramientoen los atrios de las iglesias, semies-condidos en los peri6dicos nacionalese internacionales, poniéndole unatrampa a la ilusi6n. El exiliado auto-consciente, se define como un ojo decámara que suelta la realidad en pala-bras desempeñadas en "la noche enpos de aquel recuerdo al pasado con-taminado de presente, [... ] al espectá-culo de su desolaci6n, la mía, aenterrar mi esperanza" (pg. 64), que,desde el reino donde no queda másque la palabra, ésta "se mete pordonde quiere, va, viene, fluye, se es-cabulle, atraviesa paredes y ve sinque la vean, registra sin cambiar".(pg. 65). Desolación, desesperanza,desilusión, orfandad, agonía, seríanlos tópicos con que el autor cierracon esta novela su tetralogía.

Literatura de la reiteración, quese abre como espejo deformante yventana hacia el abismo, la novelís-tica de Fernando Vallejo enfatizaoralidad y escritura, desacralizacióny exhibicionismo, en un ir y venirdel regionalismo al universalismo,donde el lector, acosado, fatigado,busca al final recuperarse del anec-dotismo y la decadencia reproduci-dos en la palabra que se multiplicainfinitamente. Conocida la primeranovela, la ampliación espacial de lassiguientes corrobora el concepto delespejo roto que se sustenta en el len-guaje como gran acontecimiento.

Luz Mery Giraldo B.Departamento Literatura

Universidad Nacional

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