Fidelidad a Tu Pastor

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Fidelidad a tu Pastor 1 Samuel 26:6-12 Entonces David dijo a Ahimelec heteo y a Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab: ¿Quién descenderá conmigo a Saúl en el campamento? Y dijo Abisai: Yo descenderé contigo. David, pues, y Abisai fueron de noche al ejército; y he aquí que Saúl estaba tendido durmiendo en el campamento, y su lanza clavada en tierra a su cabecera; y Abner y el ejército estaban tendidos alrededor de él. Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no le daré segundo golpe. Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente? Dijo además David: Vive Jehová, que si Jehová no lo hiriere, o su día llegue para que muera, o descendiendo en batalla perezca, guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová. Pero toma ahora la lanza que está a su cabecera, y la vasija de agua, y vámonos. Se llevó, pues, David la lanza y la vasija de agua de la cabecera de Saúl, y se fueron; y no hubo nadie que viese, ni entendiese, ni velase, pues todos dormían; porque un profundo sueño enviado de Jehová había caído sobre ellos. Quiero hablarle de un asunto vital; un asunto que sin duda alguna es lo que detiene en gran parte las bendiciones en nuestras iglesias, y que también tiene y tendrá mucha influencia en nuestros hogares, en nuestros hijos, y aun en los hijos de los jóvenes que tendrán el día de mañana, y es precisamente el de levantar nuestras manos contra el ungido de Jehová. Quiero hablarle de la fidelidad que usted debe tener a su pastor. Todo lo que quiero hablarle a través de este mensaje es para que le sea de bendición, y para que usted pueda ser una bendición a su pastor. En este pasaje hay una historia que la mayoría conocemos. Tenemos a Saúl como primer rey de Israel. Tenemos a Saúl como un hombre que está gobernando a Israel; y también tenemos en ese tiempo a David. Saúl no ve con buenos ojos a David por causa de los comentarios de la gente, pues David había vencido a Goliat y se había ganado el aprecio del pueblo. Ahora David está huyendo con algunos hombres que se le han unido, y ha formado un ejército de aproximadamente cuatrocientos hombres, yendo de un lado a otro, escondiéndose de Saúl y su ejercito.

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Fidelidad a tu Pastor

1 Samuel 26:6-12 Entonces David dijo a Ahimelec heteo y a Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab: ¿Quién descenderá conmigo a Saúl en el campamento? Y dijo Abisai: Yo descenderé contigo. David, pues, y Abisai fueron de noche al ejército; y he aquí que Saúl estaba tendido durmiendo en el campamento, y su lanza clavada en tierra a su cabecera; y Abner y el ejército estaban tendidos alrededor de él. Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no le daré segundo golpe. Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente? Dijo además David: Vive Jehová, que si Jehová no lo hiriere, o su día llegue para que muera, o descendiendo en batalla perezca, guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová. Pero toma ahora la lanza que está a su cabecera, y la vasija de agua, y vámonos. Se llevó, pues, David la lanza y la vasija de agua de la cabecera de Saúl, y se fueron; y no hubo nadie que viese, ni entendiese, ni velase, pues todos dormían; porque un profundo sueño enviado de Jehová había caído sobre ellos.    Quiero hablarle de un asunto vital; un asunto que sin duda alguna es lo que detiene en gran parte las bendiciones en nuestras iglesias, y que también tiene y tendrá mucha influencia en nuestros hogares, en nuestros hijos, y aun en los hijos de los jóvenes que tendrán el día de mañana, y es precisamente el de levantar nuestras manos contra el ungido de Jehová.

Quiero hablarle de la fidelidad que usted debe tener a su pastor. Todo lo que quiero hablarle a través de este mensaje es para que le sea de bendición, y para que usted pueda ser una bendición a su pastor.

En este pasaje hay una historia que la mayoría conocemos. Tenemos a Saúl como primer rey de Israel. Tenemos a Saúl como un hombre que está gobernando a Israel; y también tenemos en ese tiempo a David. Saúl no ve con buenos ojos a David por causa de los comentarios de la gente, pues David había vencido a Goliat y se había ganado el aprecio del pueblo. Ahora David está huyendo con algunos hombres que se le han unido, y ha formado un ejército de aproximadamente cuatrocientos hombres, yendo de un lado a otro, escondiéndose de Saúl y su ejercito.

Exactamente en el pasaje que hemos leído, David se encuentra con la segunda oportunidad para poder levantar su mano contra el rey Saúl y acabarlo. Hay palabras y frases aquí que deberían impactar nuestros corazones, porque dice:

Dijo además David: Vive Jehová, que si Jehová no lo hiriere, o su día llegue para que muera, o descendiendo en batalla perezca, guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová. ¡Guárdeme Dios de que un día yo haga eso de levantar mi mano contra el siervo de Dios, contra aquel que Dios ha levantado como el ungido de Jehová!

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Luego dice en el versículo 12: Se llevó, pues, David la lanza y la vasija de agua de la cabecera de Saúl, y se fueron; y no hubo nadie que viese… ¿Sabe quién había creado esa oportunidad para probar la fidelidad de David hacia Saúl? La había creado Dios, porque había hecho caer en profundo sueño enviado de Jehová sobre todos ellos. ¡Guárdeme Dios de extender mi mano contra el ungido de Jehová!

Yo creo, hermanos, que cada uno de nosotros para poder tener la bendición de Dios tenemos que armarnos del mismo pensamiento. ¡Cuántas bendiciones en la iglesia no llegan o se pierden por causa de miembros que levantan su lengua contra el pastor! Miembros levantando la crítica contra la esposa del pastor, contra los hijos del pastor. Cuántas conversaciones hay en los hogares de muchos miembros que después de ir a la iglesia, su conversación en la mesa es para criticar al pastor, para hacer parecer al pastor como un tonto, como alguien que no tiene la razón, que solamente habló ahí en la iglesia para lastimarlos y herirlos, y no para ayudarlos como es el propósito de cada siervo de Dios.

Hay algunas cosas que tenemos que entender de toda esta historia, y de las que tenemos que estar ciertos, y que debemos meterlas en nuestra mente y en nuestro corazón:

1. Dios es quien escoge a sus siervos. No ha sido usted quien ha puesto al pastor, ha sido Dios quien lo ha hecho. En 1 Samuel 9 podemos ver una historia maravillosa, increíble, de cómo Dios escoge a Saúl; ahora, usted podrá decir, pero hermano, ¿por qué Dios escogió a Saúl, por qué no escogió a otro? Bueno, déjeme decírcelo: porque Dios es Soberano. Dios no le va a pedir permiso a usted para escoger a su pastor. Dios sigue siendo Soberano, y Él a quien quiere llama y a quien quiere escoge; y mire, Dios utilizó a unas asnas para escoger a este hombre.

Las asnas del padre de Saúl estaban perdidas, y dice la Biblia que él fue, y anduvo buscando y buscando estas burras, y de pronto le dice su siervo, v. 6: El le respondió: He aquí ahora hay en esta ciudad un varón de Dios, que es hombre insigne; todo lo que él dice acontece sin falta. Vamos, pues, allá; quizá nos dará algún indicio acerca del objeto por el cual emprendimos nuestro camino. Aquí tenemos a Saúl antes de que fuera rey. Saúl y su siervo andan buscando estas burras, y van de una tierra a otra, de un monte a otro monte, hasta que llegan a la tierra de Zuf; y se le ocurre al siervo decir que allí cerca había un siervo de Dios. El dijo: ¡Vamos! ¡Vamos a ver qué es lo que él nos dice! El es un varón insigne, él conoce todo. En el versículo 14 dice que ellos subieron a la ciudad y encontraron a Samuel.

Ahora en el versículo 17 dice: Y luego que Samuel vio a Saúl, Jehová le dijo: —Primero tenemos que entender esto, ¿quién le dijo? Jehová— He aquí éste es el varón del cual te hablé; éste gobernará mi pueblo. Probablemente a su pastor también lo hayan llevado unas burras hasta la iglesia, o quienquiera que haya sido, pero cuando llegó a la iglesia y habló el siervo de Dios, probablemente ese día fue cuando Dios lo llamó para servirle.

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Aquí tenemos que unas burras estaban extraviadas, y Saúl andaba tras ellas. Llegaron hasta la ciudad, y cuando Samuel lo vio, Dios le dijo: Este es. No fue Samuel quien lo escogió, fue Dios directamente quien lo escogió, y en 1 Samuel 10:1 dice: Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, y lo besó, y le dijo: ¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel? Ahora te toca a ti entenderlo Saúl, ¡tú eres el ungido de Jehová! versículo 6: Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre.

Y al final del versículo 10 dice: y el Espíritu de Dios vino sobre él con poder, y profetizó entre ellos. ¿Por qué Dios escogió a Saúl? Porque a Él le complació así, y porque Dios escoge a lo vil y menospreciado de este mundo, y a lo que no es para avergonzar lo que es, para avergonzar a los sabios de este mundo. Y si usted tiene un pastor en su iglesia, tiene que entender y reconocer que ha sido Dios quien lo ha puesto allí, y en el momento en que Dios lo quiera, Dios lo va a quitar, no esté preocupado por eso.

Cuántas veces escuchamos de gente necia y rebelde que se reúnen para planear cómo destituir al pastor. Déjeme decirle que ese es trabajo de Dios, no de usted. Entonces no fue casualidad que Saúl fuera el ungido de Dios, como no es casualidad que tú tengas a ese pastor en tu iglesia. Dios escogió a Saúl de entre miles; de entre las doce tribus de Israel, Dios escogió una tribu, y de entre esa tribu, la tribu de Benjamín, Dios escogió a una familia, y de entre toda esa familia, Dios escogió a un solo hombre que fue Saúl. No es casualidad el pastor que tú tienes.

Debes entender que Dios lo escogió para realizar un trabajo especial. El es el representante de Dios ante su iglesia. De tal manera que si fue Dios quien lo escogió, debemos de controlar un poquito nuestra lengua para no estar hablando contra él. Mire hermano, normalmente al pastor le vemos hasta las arrugas más insignificantes, y nos disgusta; y que tragedia que tú no puedas dar gracias a Dios por tu pastor, y que en lugar de eso te levantes para criticarlo, para hablar contra él, para mirar todos sus defectos, en lugar de contar todas las bendiciones en las que Dios lo ha usado para cambiar tu vida.

La siguiente cosa que debemos de entender:

2. Los siervos de Dios también se equivocan. ¿Y sabes por qué? Porque ellos también son hombres como tú. Tal como tú no eres perfecto, el pastor que tú tienes tampoco es perfecto.

En la historia de Saúl, él tuvo una mala opinión acerca de David; puedes ver cómo Saúl estuvo celoso por los cantos que las mujeres empezaron a levantar después de que vinieron de haber enfrentado a los filisteos, en la cual David había cortado la cabeza de Goliat. Tú puedes ver cómo Saúl empezó a perseguir a David, y cómo Saúl se puso amargo por completo contra alguien que le hizo el bien. ¿Por qué hizo esto Saúl? Porque los pastores también se equivocan, los ungidos de Dios a veces se equivocan. Y es que en lugar de predisponernos contra el pastor, deberíamos entender que si hay alguien que

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necesita nuestras oraciones, nuestra ayuda, que si hay alguien que necesita nuestro apoyo es precisamente nuestro pastor.

Si hay gente por la que debemos estar orando es obvio que es por nuestra familia, pero también alguien importante es nuestro pastor. ¿Por qué? Porque puede ser que cometa un error, que no actúe con sabiduría, que se amargue contra alguno de los miembros de la iglesia. La verdad es que necesitamos levantarle las manos al siervo de Dios, hermanos.

Cuánta bendición llegaría a tu iglesia si solamente tú empezaras a orar por tu pastor. Déjame preguntarte: ¿Oraste este día por tu pastor? ¿Oraste el día de ayer por tu pastor? ¿Oraste la semana pasada por tu pastor? Te voy a decir lo que hiciste, lo que hiciste fue criticar a tu pastor. Te has puesto como juez, ¿verdad?, con las manos cruzadas para determinar si el mensaje que él predicó el domingo pasado usó un buena hermenéutica, una buena homilética, si los puntos que él dio fueron precisos o no.

Y ese es el error que tenemos nosotros como miembros de iglesias, que en lugar de orar por nuestro pastor, siempre estamos criticándolos, sin pensar que también ellos son hombres, que también ellos se equivocan y que son imperfectos como nosotros; que así como nosotros estamos inclinados hacia el pecado, de la misma manera tu pastor tiene esa misma naturaleza, y si hay alguien por quien el diablo está detrás y tiene un plan para acabarlo es precisamente tu pastor; porque si el pastor puede caer, muchos pueden caer. Si el pastor le es infiel a Dios, muchos pueden ver su ejemplo y pueden también serle infieles a Dios.

3. Debemos ser fieles al siervo de Dios, aun a aquellos que hacen lo malo, mientras Dios no los quite del liderazgo debemos de respetarlos. Hermano, entonces ¿qué voy a hacer si mi pastor es adúltero? Bueno, en lugar de levantar tu lengua contra él, busca otra iglesia. No tenemos por qué nosotros levantar contienda en la iglesia, hermanos. ¿Que otros lo quieren matar?, bueno, pues que lo maten otros, yo no voy a levantar mi mano contra el ungido de Jehová.

Nunca hablen mal del pastor, sea fiel a su liderazgo; piense en aquellos que se desanimaron o se desanimarán por tus críticas, y algunos de ellos pueden ser tu propia familia, porque las primeras personas que van a escuchar tus malos conceptos en contra del pastor serán precisamente tus hijos, tus hermanos, tus padres que no son creyentes, y que cuando te oyen hablar de esa manera, ellos no quieren y no querrán escuchar.

Piensa en el día de mañana en el cual tus hijos necesitarán tal vez del consejo de tu pastor, y él no tendrá la figura de liderazgo que debiera de tener como pastor, porque tú lo has criticado tanto que lo has desacreditado en la mesa cuando tus hijos te están escuchando; de tal manera que cuando el día de mañana tu hijo o hija estén en rebeldía y tengas que venir delante del pastor para decir: Pastor, ¡ayúdeme! Y tú lo lleves delante de tu hijo, ¿sabes qué?, tu hijo no va a hacer caso, porque tú destruiste la figura de él, lo destruiste con tus palabras, levantaste tu lengua contra el ungido de Jehová.

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Piensa que un día tú y yo vamos a estar en el tribunal de Cristo, y ¿sabes qué? vamos a responder por todo lo que dijimos. Piense en el mal testimonio que usted tiene en su comunidad, y que es escuchado por causa de que lo has propagado criticándolo a él.

¿Sabes qué? Tú deberías preferir que tus hijos, en lugar de que tengan allí un póster de Valentín Elizalde o de algún conjunto musical como sus héroes, deberías de preferir que tus hijos tuvieran en alta estima a tu pastor, que él fuera su héroe, que si hay algo que debieran desear es seguir los pasos de su pastor.

Nunca hable mal de él. Piense que lo único que usted hace es incitar su carne a hacer lo incorrecto delante de Dios. Piense que si pelea usted contra su pastor en realidad usted se está oponiendo a la voluntad de Dios.

¿Dios podrá quitar a su pastor del liderazgo? ¿Si lo podrá hacer Dios? ¡Sí puede! ¿Dios podrá quitarle la vida a su pastor? Si Él quiere sí. Entonces, ¿por qué nosotros tenemos que levantar nuestra mano contra él?

Tenemos aquí que David tenía la oportunidad de enclavar a Saúl en la tierra, acabar con él de un solo golpe. Saúl estaba dormido; Saúl estaba en sus manos; ninguno de los guardias se habían dado cuenta que habían llegado hasta el mismo campamento; la lanza de él mismo estaba lista solo para moverla unos cuantos centímetros y enclavarla en su corazón. Un solo golpe hubiera bastado. Pero hubo alguien que dijo: ¡No, él es el ungido de Dios! ¡No levantes esa lanza!, ¡teme a Dios porque es el ungido de Jehová!

Y nosotros debemos armarnos de ese pensamiento. Hay que temer a Dios porque si nosotros estamos peleando contra el pastor, en realidad estamos peleando contra Dios.

Si él no tiene sabiduría en las decisiones que está tomando en la iglesia, vamos a calmar nuestra lengua, vamos mejor a orar a nuestro Soberano Dios para que le de sabiduría. Si él ha cometido muchos errores en su ministerio, vamos a orar por el pastor. Vamos a levantar sus manos, en lugar de estar crítica tras crítica.

Hermanos, nuestra lucha no es contra sangre y carne, no es contra el pastor, no es contra la esposa del pastor, contra los líderes en la iglesia; déjame decirte algo, y esto es aplicable para cualquier cosa: Si tú puedes mirar a tu enemigo, si puedes verlo, tú estás en la lucha y en la batalla incorrecta. ¿Por qué? Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, nuestra lucha no es contra personas, nuestra lucha es contra el diablo.

Hebreos 13:7, dice: Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe. Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.

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¿Qué tenemos que hacer entonces? Tenemos que obedecer al pastor. Ahora, obviamente nuestra obediencia no es una obediencia ciega; si el pastor trata de seducir a una de las señoritas de la iglesia, la señorita no va a decir: Bueno, es que yo tengo que obedecer al pastor; ¡no, no, no! Tenemos que ser sabios, y lo que tenemos que hacer es huir, pero no levantar nuestra mano contra él, hay alguien que puede juzgarlo, hay alguien que puede matarlo pronto, que puede quitarlo de ese lugar, pero yo estoy hablando de la obediencia que debemos de tener cuando el pastor está dirigiendo la iglesia, cuando el pastor nos está dando instrucciones que beneficiarán la iglesia: Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos. El versículo que leímos dice: Acordaos de vuestros pastores. ¿Cómo nos vamos acordar de ellos? En oración.

Debemos entonces honrar a los siervos de Dios; dice la Biblia que son dignos de doble honor. Hay que imitar su fe, hay que seguir sus pasos en la obra, hay que obedecerle, hay que cuidar al pastor y a su familia, hay que proveer para él y sus necesidades, hay que amar al pastor, hay que velar por él.

Mire cuánta bendición usted se acarrearía si solamente cambiara su actitud con el siervo de Dios. Cuánta bendición empezaría a llegar a su hogar si usted cambiara su actitud en contra de él. Una manera en que podemos mostrar nuestro aprecio con el pastor es orando por él.

Otra manera es escribirle una notita por ahí: ¡Ánimo, pastor! Estamos orando por usted, le amamos a usted y a su familia. Otra manera de apoyar a su pastor es que usted diezme; el pastor anda tronándose los dedos porque no sabe qué es lo que va a comer el día de hoy, por causa de que los diezmos no llegaron. Las deudas de la iglesia no se han podido cubrir por causa de que miembros dejaron de diezmar, se enojaron con el pastor por la predicación del domingo, y ahora no diezman.

Yo fui miembro de una iglesia Bautista y recuerdo que las sesiones de negocios, eran solamente pleitos, en el Nombre de Dios peleándose. Peleándose por manejar las ofrendas, peleándose por gobernar la iglesia. ¿Sabe qué? La Biblia nos dice que el gobierno que Dios estableció era un gobierno teocrático, era Dios gobernando a través de su siervo. Usted que es diácono de la iglesia, que quiere gobernar al pastor, que quiere autorizar los mensajes del pastor, que quiere autorizar todo lo que el pastor hace como si usted fuera la cámara de diputados o de senadores, usted está mal hermano, usted debe orar por su pastor, que Dios le de sabiduría para dirigir la iglesia.

Yo recuerdo que en esa iglesia estábamos en esa sesión de negocios, y de pronto, una santa señora se levantó, y muy enojada dijo: ¡Pastor!, ¡Mi familia y yo hemos decidido dejar de diezmar si usted no cambia el tipo de mensajes! ¿Sabe qué? El pastor se puso pálido, se le fue el color, se le vino otro, no sabía qué decir. Ella era de las familias más influyentes de la iglesia, de los que diezmaban; la familia de esa mujer aportaba como el setenta por ciento de los ingresos de la iglesia; y la verdad es que esa mujer tuvo más agallas que muchos cristianos de ahora, pues expresó su malestar en público.

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Eso es exactamente lo que tú estás haciendo; tú te enojas contra el pastor, y la primera cosa que haces es que dejas de diezmar, dejas de apoyar los programas de la iglesia, dejas de dar ofrendas especiales en la iglesia. ¿Por qué? Porque dices: Es que no estoy de acuerdo con lo que el pastor está haciendo, no estoy de acuerdo en que el pastor tenga una campaña o un evento en donde nos vengan a regañar. No lo has expresado pero ya lo pensaste, ¿verdad? Mire, hermano, mire hermana, lo que usted tiene que hacer es apoyar a su pastor, y la manera de apoyarlo es que usted diezme.

La manera de apoyarlo es que usted esté orando constantemente por él. El se puede equivocar y puede tomar decisiones erróneas, pero una cosa sí le puedo decir, y es que si usted ora, Dios va a cambiarlo. Tenemos un Dios así, un Dios de milagros. Dios puede usar a su pastor, lo único que usted necesita es cambiar de actitud. ¿Acaso Dios no podrá usar a su pastor para hablarle a usted? Sí puede, todo es cuestión que usted tenga una buena actitud, porque de otra manera usted se está amargando contra el siervo de Dios.

Apoye a su pastor, sea fiel a su pastor, hable bien del siervo de Dios; tal vez esa es la razón por la usted cuando va a evangelizar, si es que lo hace, e invita gente a la iglesia, usted no está tan animado para decir: ¡Venga a iglesia! ¡Mire!, tenemos un pastor que nos habla la Palabra de Dios ¡Un pastor que nos anima! ¡Venga, venga! Pero cuando usted no tiene un buen concepto de su pastor, usted dice: ¿No quiere ir a la iglesia? Bueno, no vaya, yo tampoco quisiera ir a la iglesia pero tengo que ir.

Ah sí, pero cuando viene el hermano fulano de tal, a predicar a la iglesia, ¿verdad? Usted dice: ¡Venga, venga! ¡Va a estar fulano de tal! Como si su pastor no sirviera; porque usted no se anima de la misma manera cuando está su pastor predicando. ¿Y sabes por qué? Porque no apreciamos al siervo que Dios ha llamado para estar en nuestra iglesia.

Y así como yo creo, hermanos, que los países tenemos los gobernantes que merecemos, tal vez el tipo de pastor que usted tiene es el que usted merece también, porque usted es muy terco.

¡Oh Señor, ayúdanos a apreciar al siervo de Dios! Amén.