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DEL MUNICIPIO A LA CORTE LA RENOVACIÓN DE LAS ELITES ROMANAS ANTONIO F. CABALLOS RUFINO (ed.)

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En la antigua Roma, que supuso un magno proceso de vertebración de los territorios circunmediterráneos, correspondía a las elites el

liderazgo y el monopolio del poder en todos sus ámbitos, en todas sus acepciones y expresiones; pero, además, fueron generados por aquéllas tanto los modelos de comportamiento y referentes a emular, como las pautas ideológicas de referencia. Las elites fueron así, tanto garantes de la conservación de las esencias más genuinas de Roma –las mores maiorum–, como uno de los principales instrumentos de homogeneización cultural y fermento de integración ideológica a todo lo largo y ancho del Imperio.

Las crecientes necesidades de gestión del Estado y, por ello, la continua demanda de renovación de los estratos dirigentes fueron

respondidas en Roma mediante la integración en las elites de nuevos miembros, ampliándose a la par espacialmente su reclutamiento, con la consiguiente fuerte circulación social que aquello implicó. Con la incorporación de los miembros más conspicuos de las elites provinciales en la aristocracia imperial se consiguió, reforzando los vínculos de las comunidades urbanas de las provincias con Roma, la plena integración de los diferentes territorios que llegaron a componer el Imperio y, con ello, la plena consolidación del dominio imperial. Pero, a la par, la formación e incorporación de una elite sociopolítica dirigente que tenía su origen en las ciudades se mostró como una de las respuestas más operativas, utilizando a los promovidos como gestores, a las crecientes exigencias de la cada vez más compleja administración imperial.

ISBN 978-84-472-1381-8

9 788447 213818

CONTRIBUCIONES DE

GIUSEPPE ZECCHINI SÉGOLÈNE DEMOUGIN WERNER ECK ROSARIO DE CASTRO CAMERO AARÓN A. REYES DOMÍNGUEZ ANTHONY ÁLVAREZ MELERO DONATO FASOLINI FRANCISCO JAVIER NAVARRO SANTANA MARÍA DÍAZ DE CERIO ANTONIO CABALLOS RUFINO

CARMEN CASTILLO GARCÍA

ISABEL SALCEDO DE PRADO

JUAN FRANCISCO RODRÍGUEZ NEILA

ENRIQUE MELCHOR GIL

ANTONIO D. PÉREZ ZURITA

MARIETTA HORSTER MARÍA VICTORIA ESCRIBANO PAÑO

LUIS GARCÍA MORENO

RAFAEL SÁNCHEZ SAUS

FERNANDO BETANCOURT SERNA

ROSARIO RODRÍGUEZ DÍAZ

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DEL MUNICIPIO A LA CORTELA RENOVACIÓN DE LAS ELITES ROMANAS

ANTONIO F. CABALLOS RUFINO

(ed.)

GOBIERNODE ESPAÑA

MINISTERIODE CIENCIAE INNOVACIÓN

FONDO SOCIAL EUROPEO

OT.

2031

515

CMYK

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DEL MUNICIPIO A LA CORTE. LA RENOVACIÓN DE LAS ELITES ROMANAS

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DEL MUNICIPIO A LA CORTE. LA RENOVACIÓN DE LAS ELITES

ROMANAS

Estudios reunidos y presentados porAntonio F. Caballos Rufino

Sevilla 2012

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Serie: Historia y GeografíaNúm.: 208

Motivo de cubierta: Lawrence Alma Tadema “A Roman Art Lover” (1868) Yale University Art Gallery

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedi-miento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, graba-ción magnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación, sin permiso escrito del Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla.

© SECRETARIADO DE PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA 2012 Porvenir, 27 - 41013 Sevilla. Tlfs.: 954 487 447; 954 487 451; Fax: 954 487 443 Correo electrónico: [email protected] Web: http://www.publius.us.es

© Antonio F. Caballos Rufino (ed.) 2012

© Por los textos, los Autores 2012Impreso en papel ecológico Impreso en España-Printed in Spain

ISBN: 978-84-472-1381-8 Depósito Legal: SE 3771-2012 Impresión: Imprenta Kadmos

El presente trabajo se ha llevado a cabo en el marco de los Proyectos Coordinados “Génesis y función de las elites en la Hispania Romana: de la aldea al trono (ORDO III)” (HAR2008-04820-C04-00), y “Topografía funcional de las elites: la expresión de la influencia y el poder de las elites en la pars occidentalis del Imperio Romano (ORDO IV)” (HAR2011-29108-C04-00), del VI Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica del Ministerio español de Ciencia e Innovación, cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional.

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Géza Alföldyin memoriam

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Omnia, patres conscripti, quae nunc vetustissima creduntur, nova fuere: plebeii magistratus post patricios, Latini post plebeios, cete-rarum Italiae gentium post Latinos. Inveterascet hoc quoque, et quod hodie exemplis tuemur, inter exempla erit.

“Todas las cosas, senadores, que ahora se consideran muy anti-guas, fueron nuevas: los magistrados plebeyos tras los patricios, los latinos tras los plebeyos, los de los restantes pueblos de Ita-lia tras los latinos. También esto se hará viejo, y lo que hoy apo-yamos en precedentes, entre los precedentes estará algún día”.

(Tácito, Anales XI, 24)

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Índice

PresentaciónAntonio Caballos Rufino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

L’evoluzione della élite popularis dai Gracchi a CesareGiuseppe Zecchini . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

Considérations sur les processus de promotion sociale dans les ordres supérieursSégolène Demougin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37

El consulado como elemento socialmente vertebrador de la sociedad aristocrática romana durante el Imperio

Werner Eck . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59

El reverso de las promociones: los procesos de maiestateRosario de Castro-Camero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77

La economía de circuito y la renovación de los grupos de influencia provinciales en la metrópoli

Aarón A. Reyes Domínguez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103

El papel de las matronae equestres en las alianzas matrimoniales del uterque ordoAnthony Álvarez Melero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119

La indicación de la tribu en el estudio prosopográficoDonato Fasolini . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135

Herencia y poder en Italia: el ascenso social de los Egrilii Plariani de OstiaFrancisco Javier Navarro Santana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147

Relaciones familiares y promoción: los Iulii del Conventus TarraconensisMaría Díaz de Cerio Erasun . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163

Fórmulas de promoción al amplissimus ordo de las elites béticasAntonio Caballos Rufino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183

Un rhetor hispano en la Roma de Marco Aurelio: Antonius IulianusCarmen Castillo García . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 21

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De la curia romana a la curia local: una mirada retrospectiva en el caso africano. Los Meuii-Aelii y los Pompeii-Meuii

Isabel Salcedo de Prado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227

Los Ordines Decurionum: procedimientos jurídicos de integración y de vinculación honorífica (con especial referencia a Hispania)

Juan Francisco Rodríguez Neila y Enrique Melchor Gil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243

Movilidad y categorías en los Ordines DecurionumAntonio D. Pérez Zurita . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271

Priestly hierarchies in cities of the Western Roman Empire?Marietta Horster . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289

Maternus Cynegius, un hispano en la corte teodosianaMaría Victoria Escribano Paño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 1 1

Nobleza goda bajo el Islam: ocaso de una eliteLuis A. García Moreno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 333

De élite funcional a nobleza de sangre. Las oligarquías urbanas en la Baja Edad Media

Rafael Sánchez Saus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363

Don Elio Antonio de Nebrija: jurista del Vtrumque IusFernando Betancourt-Serna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 373

Prosopografía de una minoría burguesa: negocios de familia con renombreMª del Rosario Rodríguez Díaz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 389

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 409

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FÓRMULAS DE PROMOCIÓN AL AMPLISSIMVS ORDO DE LAS ELITES BÉTICAS

Antonio Caballos Rufino(Universidad de Sevilla)*

Sed ne prouinciales quidem, si modo ornare curiam poterint,

reiciendos puto1

Este estudio tiene como objetivo presentar algunos casos de signifi-cación para contribuir a una caracterización de la promoción al ordo senatorius durante el Alto Imperio romano, ofreciendo sintéticamen-te algunas consideraciones generales sobre circunstancias, procesos y fórmulas de promoción de miembros de la elite oriunda de ciudades de la provincia romana de la Bética.

This paper aims to present some cases of significance to contribute to a characterization of the promotion to the ordo senatorius during the Roman Empire, and synthetically shows some general observations on circumstances, processes and ways of promotion for members of the elite of Baetican towns.

* Este estudio ha sido llevado a cabo en el marco del Proyecto de I+D+i “La implicación imperial de las elites oriundas de las provincias hispanas y norteafricanas”, del VI Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica (Referencia: HAR2011-29108-C04-01), cofinancia-do con fondos FEDER.

1. CIL XIII, 1668, col. II, ll. 7-8.

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184 Antonio Caballos Rufino

En 1983 defendí públicamente una tesis doctoral sobre Los senadores hispano-rromanos. De la República a la crisis del siglo III, de la que se publicó sólo su primera parte, conteniendo el catálogo prosopográfico2. Este trabajo se sumaba a los consagrados al estudio de los miembros del amplissimus ordo imperiales oriundos de las provincias hispanas llevados a cabo primero por A. Balil3, luego por R. Etienne4 y C. Castillo5. Desgraciadamente la tesis doctoral de R. Wiegels, dedicada al estudio de los senadores y caballeros de las provincias hispanas, no llegó a ser publicada6, lo que hubiera permitido disponer de un repertorio global con antelación a la edición de las actas del congreso sobre Epigrafia e Ordine senatorio7 o a nuestra catalogación. Con posterioridad yo mismo consagré otros trabajos a la misma temática8, explotando los resultados del catálogo, ámbito sobre el que redundó F. Des Boscs9.

2. A. Caballos Rufino, Los senadores hispanorromanos y la romanización de Hispania (Siglos I-III). I: Prosopografía, Écija (Sevilla) 1990.

3. A. Balil, “Sobre los miembros hispánicos en el Senado Romano durante el Imperio de Nerva”, Zephyrus 11, 1960, pp. 215-224; id., “Los Senadores hispánicos desde Septimio Severo a Diocleciano”, Saitabi 11, 1961, pp. 45-60; id., “Los Valeri Vegeti, una familia senatorial oriunda de Bética”, Oretania 3, 1961, pp. 96-98; id., “Los senadores hispanorromanos desde Trajano a Commodo”, Saitabi 17, 1967, pp. 3-24; e id., “Narbonenses e hispanos en el ambiente de Séneca”, Cuadernos de Historia 2, 1968, pp. 15-32.

4. R. Etienne, “Les sénateurs espagnols sous Trajan et Hadrien”, Les Empereurs Romains d’Espagne, París 1965, pp. 55-85.

5. C. Castillo García, Prosopographia Baetica, Pamplona 1965; ead., “Städte und Personen der Baetica”, ANRW II, 3, 1975, pp. 601-654.

6. R. Wiegels, Die römischen Senatoren und Ritter aus den hispanischen Provinzen bis Diokle-tian. Prosopographie und Herkunft, Friburgo 1971 (Tesis Doctoral inédita).

7. P. Le Roux, “Les sénateurs originaires de la province d’Hispania Citerior au Haut-Empire romain”, Tituli 5, Roma 1982, pp. 439-464 (completado y actualizado por el mismo autor en “Les sé-nateurs originaires d’Espagne citerieure (2): un bilan 1982-2006”, en M. L. Caldelli, G. L. Gregori y S. Orlandi, Epigrafia 2006. Atti Della XIVe Rencontre sur l’Epigraphie in onore di Silvio Panciera con altri allievi e collaboratori, Tituli 9, Roma 2008, pp. 1003-1028); C. Castillo García, “Los Senadores Béti-cos. Relaciones familiares y sociales”, Tituli 5, Roma 1982, pp. 465-519, quien completó el argumento en “Los senadores de la Bética: Onomástica y parentesco”, Gerión 2, 1984, pp. 239-250; y R. Etienne, “Sénateurs originaires de la province de Lusitanie”, Tituli 5, Roma 1981, pp. 521-529.

8. A. Caballos Rufino, “La romanización de las ciudades de la Bética y el surgimiento de senado-res provinciales”, Revista de Estudios Andaluces 6, 1986, pp. 13-26; id., “Introducción al estudio del ori-gen local de los senadores béticos en el Alto Imperio”, Actas del II Congreso Andaluz de Estudios Clási-cos, Málaga 1988, I, pp. 335-343; id., “Los miembros del Senado de época de Vespasiano originarios de la Provincia Hispania Ulterior Baetica”, Actas del I Coloquio de Historia Antigua en Andalucía (Córdoba 1988), Córdoba 1993, II, pp. 7-24; id., “Der Aufstieg localer Eliten Spaniens in die Reichselite”, en L. de Blois, ed., Administration, prosopography and appointment policies in the Roman Empire. Proceedings of the first workshop of the International Network Impact of Empire (Roman Empire, 27 B.C. - A.D. 406), Amsterdam 2001, pp. 255-271; id., entradas de voces correspondientes a los senadores oriundos de Hispania en J. M. Roldán Hervás, Diccionario Akal de la Antigüedad hispana, Madrid 2006, passim; e

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FÓRMULAS DE PROMOCIÓN AL AMPLISSIMVS ORDO DE LAS ELITES BÉTICAS 185

No creo que resulte necesario volver aquí sobre la significación y aportaciones para nuestra disciplina histórica del recurso al método prosopográfico10, cuya aplicación supuso en su momento un gran avance en nuestro conocimiento, per-mitiendo acceder e ilustrar comportamientos históricos conocidos hasta enton-ces sólo a través de la norma teórica o de la interpretación subjetiva de las fuentes literarias. No se encontrará por ello en mí una crítica al método en sí, aunque sí a su banalización derivada de una utilización mecanicista, considerándolo pana-cea universal, entendiendo su elaboración como objetivo finalista. Pues, si bien los catálogos son un útil instrumento, desde el punto de vista historiográfico constituyen sólo una herramienta de trabajo, que permite un posterior análisis, como complemento y primera explotación del repertorio documental11. Dos riesgos por un uso poco reflexivo se manifiestan palpablemente: la ocultación de dinámicas, asumiendo a la par como universales lo que son sólo actitudes promedio; o, en relación con el tema de las promociones, la tentación de en-tenderlas como resultado de la recopilación de criterios de excelencia, cuando éstos constituyen sólo las precondiciones, supeditadas para su fructificación a la voluntad del depositario del poder político.

Debe ser bien entendido, y así lo expongo desde el comienzo, que el término “hispanorromano”, que utilicé en su momento aplicado a senadores, no tiene otro sentido que servir de cómoda designación para aquellos clarissimi cuyas raí-ces recientes, sea cual fuese la procedencia última de las familias que en cada uno de ellos confluían, se encontraban en las más desarrolladas comunidades urba-nas de las provincias hispanas. El objetivo último de aquel trabajo nuestro antes citado no era otro que el de evidenciar, a través de las promociones al amplissimus

id., “La extracción de hispanos para formar parte de la aristocracia imperial: senadores y caballeros”, en J. Andreu Pintado, J. Cabrero Piquero e I. Rodà de Llanza, eds., Hispaniae. Las provincias hispanas en el mundo romano, Tarragona 2009, pp. 265-281.

9. F. des Boscs-Plateaux, Un parti hispanique à Rome? Ascension des élites hispaniques et pouvoir politique d’Auguste à Hadrien (27 av. J.-C – 118 ap. J.-C.), Madrid 2005.

10. Sobre el tema traté en A. Caballos Rufino, “La técnica prosopográfica en la Historia Anti-gua. Ante la pérdida de Sir Ronald Syme”, Veleia 7, 1990, pp. 181-199; id., “Problemática y perspectivas de la Prosopografía de la provincia de la Bética”, en C. González Román, ed., La Sociedad de la Bética. Contribuciones para su estudio, Granada 1994, pp. 29-49; así como en mi introducción a la traducción de R. Syme, Élites Coloniales. Roma, España y las Américas, Málaga 1993.

11. Tras la elaboración de catálogos, lo que pasa por el previo establecimiento de criterios para la identificación del origen de quienes tuvieron sus raíces provinciales recientes en localidades de las pro-vincias hispanas, diferentes son los interrogantes en el análisis de los senadores provinciales, entre los que caben citar el estudio de las condiciones, requisitos y fórmulas de la promoción, la proyección pública, el grado de mantenimiento de los antiguos soportes y vínculos y la generación de nuevos referentes...

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186 Antonio Caballos Rufino

ordo de sus hijos más conspicuos, el logro del máximo grado de integración en la “romanidad” de las comunidades donde se asentaba la origo de los promovidos; estableciendo así una relación entre potencial de recursos, desarrollo institucio-nal, historia de las relaciones con Roma y categoría urbana y antigüedad de ésta y las posibilidades de promoción de su elite municipal. Nada, por lo tanto, más alejado de nuestra voluntad que el intento de establecer una caracterización di-ferenciada de las actitudes, actividad y comportamientos de los miembros de la elite imperial en función de su procedencia hispana, planteamiento por lo demás absolutamente rechazable por incongruente y ajeno a la sensibilidad y mentali-dad romanas12. Asimismo, la respuesta a la mayoría de los interrogantes plantea-dos no puede ser unívoca, debiendo contextualizarse en cada caso ambiental y cronológicamente la cuestión, incorporando necesariamente las matizaciones di-ferenciales, a veces harto significativas, fruto de la dinámica histórica; y esto, tan-to para analizar el problema de las procedencias, como de los soportes y fórmulas de la promoción, de la misma manera que la problemática del mantenimiento o la disolución de los lazos con la provincia. Con ello se parte de la consideración de la existencia, no sólo de plurales fórmulas de promoción de los provinciales, sino asimismo de los cambios operados con el tiempo en aquéllas.

Dado el objetivo genérico de la presente monografía colectiva, sin que de ningu-na manera pretendamos agotar el tema, por no considerarlo viable, mi concreta tarea aquí, como complemento y contrapunto de las clarificadoras consideracio-nes genéricas de S. Demougin sobre los procesos de promoción, sólo pretende, limitándome a época imperial13, contribuir a la caracterización de la identidad de los promovidos al ordo senatorius a partir de la presentación de algunos casos significativos, así como exponer de forma sucinta algunas consideraciones ge-nerales en relación con las circunstancias, procesos y fórmulas de promoción de miembros de la elite oriunda de las comunidades de la Bética.

No me ocuparé aquí de las relaciones interfamiliares extraprovinciales con quienes componían los círculos de poder en Roma, tema al que se ha prestado habitual y justificadamente amplia atención, tanto por disponerse de mayor in-formación, como en función de sus inmediatas implicaciones políticas, mientras

12. Cfr. las consideraciones generales de P. Le Roux, “Identités civiques, identités provinciales dans l’Empire romain” en A. Caballos Rufino y S. Lefebvre, eds., Roma generadora de identidades. La experiencia hispana, Madrid 2012, pp. 7-19; y de A. Caballos Rufino, “La Bética como referente iden-tificador en la documentación epigráfica”, en ibid., pp. 185 ss.

13. Sobre la etapa republicana A. Caballos Rufino, “Los senadores de origen hispano durante la Re-pública Romana”, en J. González, ed., Estudios sobre Urso Colonia Iulia Genetiva, Sevilla 1989, pp. 233-279.

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FÓRMULAS DE PROMOCIÓN AL AMPLISSIMVS ORDO DE LAS ELITES BÉTICAS 187

que, por el contrario, sí serán objeto de interés las circunstancias del ascenso al Senado, desgraciadamente en muchos caso arcanos por las carencias documen-tales y sobre las que la mayoría de las veces únicamente pueden plantearse su-posiciones a partir de meros indicios, así como el análisis de la significación de los vínculos familiares entablados en el entorno provincial. En estos ámbitos de intereses me ocuparé de ejemplificar modelos, deteniéndome en algunos casos en los que se pueden rastrear o intuir las circunstancias y fórmula por las que se operó la promoción.

Mucho se ha avanzado doctrinal y argumentalmente en los últimos años, de resultas de un progresivo mejor conocimiento de las complejos dinámicas his-tóricas seguidas por las comunidades cívicas paulatinamente vertebradas en sus respectivas provincias. Como resultado, la tradicional asunción de que los con-tingentes romanizados en la provincia, soporte básico de las posteriores promo-ciones, fueron generados durante el proceso de conquista a partir básicamente del sustrato poblacional previo14, debe dejar paso a una mayor consideración al respecto del movimiento colonizador y sus expresiones cívicas, colonias latinas, municipios y colonias romanas15.

No todos los personajes de rango senatorial de los que se presume hayan sido originarios de la Bética han sido tomados en consideración. Agrupándolos en es-tirpes familiares, para evitar viciar el análisis no serán tenidos en cuenta aquellos que no experimentaron personalmente la promoción desde estamentos inferio-res al más elevado de los ordines, bien por contar ya con antepasados clarissimi, bien porque su cursus excluye que curricularmente partan de otros niveles esta-tutarios. Quedarán así fuera de nuestro análisis tanto aquellas familias de las que el primero cronológicamente hablando que conocemos no era aquél por el que dicha familia se integró en el clarisimado, como, para evitar distorsiones analíti-cas, aquellas otras de las que carecemos absolutamente de información sobre las fórmulas de acceso al Senado. Así se ha excluido, e. g., a los Cornelii Anullini16, o a [D. ?] (Cutius) Balbinus17, padre de D. Cutius Balbinus M. Cornelius Potitus L.

14. Desde la clásica sistematización de A. J. N. Wilson, Emigration from Italy in the Republican Age of Rome, Nueva York 1966.

15. Últimamente E. García Fernández, “Movilidad, onomástica e integración en Hispania en época republicana: algunas observaciones metodológicas”, en J. M. Iglesias Gil y A. Ruiz Gutiérrez, eds., Viajes y cambios de residencia en el Mundo Romano, Santander 2011, pp. 47-66.

16. A. Caballos Rufino, Los senadores hispanorromanos y la romanización de Hispania (Siglos I-III). I: Prosopografía, Écija (Sevilla) 1990, nº 48 y 49.

17. Caballos, Senadores, nº 59.

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Attius Iunianus Romulus18, cuyos antecedentes nos interesaría sin embargo mu-cho conocer precisamente por los vínculos con los Messii. El que [D. (?)] (Cutius) Balbinus cumpliera el cargo de IIIIuir uiarum curandarum19, preparatorio para el ingreso en el Senado, no significaría que su padre no perteneciera al más elevado de los ordines. Incluso, aunque por supuesto sin constatación documental, quizás pudiera darse la vuelta a la argumentación y pensar que, de la no existencia de una adlección y de ser aquél el segundo cargo en importancia dentro del vigintivira-to20, se podría deducir el prestigio de la familia y su inclusión con anterioridad en el ordo senatorius. Pasando a otro caso, aunque es verosímil que Cn. Papirius Aelianus Aemil[ius] Tuscillus21 fuese originario de Iliberris y a pesar de que no conozcamos antecedentes familiares suyos, el inicio de su cursus como cuestor de Acaya, máxime dada la cronología del personaje, nos lleva a desechar la posibili-dad de que hubiese sido el primero de su familia en ingresar en el Senado.

Por otra parte, de entre los primeros personajes conocidos de sus respectivas fa-milias se tomarán en consideración únicamente aquellos de seguro y bien docu-mentado origen bético cuya concreta patria en la provincia esté suficientemente asegurada. Se ha excluido así, por ejemplo, el caso de M. Manilius Vopiscus22, de muy verosímil origen bético, sin que este extremo pueda certificarse documen-talmente, y menos aducir una localidad concreta de procedencia; o el de Pom-peius Aelianus23, certificado sólo como hispano por las fuentes. También quedan fuera de consideración por similares motivos los casos de Caelius Caluinus24, Ca]sius Agrippa25, P. Coelius Apollinaris26, Senecio Memmius Afer27, Mummius Secundinus28, P. Mummius Sisenna29, Pompeius Aelianus30 o Q. Sosius Senecio31.

18. Caballos, Senadores, nº 60.19. CIL II, 1172 y 1173.20. W. Eck, “Beförderungskriterien innerhalb der senatorischen Laufbahn, dargestellt an der

Zeit von 69 bis 138 n. Chr.”, ANRW II 1, 1974, p.174.21. Caballos, Senadores, nº 137.22. Caballos, Senadores nº 10923. Caballos, Senadores nº 140.24. Caballos, Senadores, nº 41.25. Caballos, Senadores, nº 44.26. Caballos, Senadores, nº I 10.27. Caballos, Senadores, nº 118.28. Caballos, Senadores, nº 130.29. Caballos, Senadores, nº 131.30. Caballos, Senadores, nº 140.31. Caballos, Senadores, nº 164.

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Personajes también excluidos por las anteriores o concomitantes consideracio-nes son:

• Los F(abii? /-lauii?), conocidos por marcas anfóricas32, debido a que su adscripción al ordo sólo puede inferirse de la posibilidad de desarrollar en las marcas que recogen sus siglas C V como C(larissimus) u(ir).

• Los Fabii senatoriales vinculados familiarmente con Fabia Q. f. H[adrianil- /-ispanil]la33, porque éstos no habrían sido los primeros de la familia en ingresar en el Senado.

• El magnífico L. Fabius M. f. Gal. Cilo Septiminus Catinius Acilianus Le-pidus Fulcinianus34, por haber nacido ya como clarissimus, sin que conoz-camos sus antecedentes familiares.

• Desgraciadamente nada nos han conservado las fuentes, ni de la fórmula de ascenso al Senado de Herennius Senecio35, ni de su verosímil vincula-ción con otros Herennii senatoriales de la Bética; lo que habría sido de interés para ilustrar su trayectoria, de la que conocemos su cuestura de la Bética, su actuación conjunta con su amigo Plinio como acusadores contra el procónsul de la Bética Baebius Massa, así como su trágico final, condenado a muerte por Domiciano.

• Plinio certifica en su epistula 3,9,3, sin mayor concreción, el origen bético de Marius Priscus36, pero nada indica acerca de la fórmula de ingreso en el Senado de este procónsul de África en los años 97-98, que habría tenido lugar en época de Vespasiano, no sabemos si por adlección, o ya como hijo de senador.

Exigen un tratamiento conjunto aquellos personajes incluidos desde el naci-miento en el clarisimado de los que se desconocen las concretas circunstancias y fórmulas de promoción familiar al ordo, aunque por homonimia con magistra-dos municipales de comunidades hispanas se ha supuesto identificar éstos como precedentes familiares y a la inclusión en la elite local como fundamento y vía de la promoción al primero de los ordines. Nos referimos a casos como los de:

32. Caballos, Senadores nº 63 A-F.33. Caballos, Senadores nº 65 A y B.34. Caballos, Senadores nº 66.35. Caballos, Senadores nº 83.36. Caballos, Senadores nº 113.

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• M. Fabius Iulianus Heracleo Optatianus37, frater Arualis documentado en 145 y 155, nacido en época flavia, tal vez vinculado con un Fabius Iu-lianus, IIuir y pontifex de Tucci (CIL II, 1677).

• L. Fabius L. f. Gal. Pollio38, al que se ha vinculado con Fabius Pollio, IIuir de Saepo (CIL II, 1340).

• L. Fabius Tuscus39, que ha sido relacionado con L. Fabius Tuscus, IIuir de Vlia (CIL II, 1537).

Si estas inferencias fuesen ciertas y no se tratase de meras coincidencias onomás-ticas, éstos serían ejemplos que se sumarían a los bien contrastados y habituales casos de otras familias promocionadas al Senado a partir de antepasados miem-bros de las elites urbanas en la provincia.

Circunstancias particulares y bien significativas, en las que aquí sin embargo no me detendré por haberlas tratado detenidamente con antelación40, son las de aquellas familias promocionadas al orden senatorial por los flavios, bien por concesión de la laticlave, o especialmente por adlección, como premio por el papel desempeñado durante la guerra civil a favor de la que sería nueva dinastía imperial. Son éstos los casos de P. Herennius Pollio y L. Antistius Rusticus, ambos probablemente adlecti inter praetorios el 73/74 por su actuación en la guerra ci-vil; P. Aelius Hadrianus Afer, que tal vez obtuviera la laticlave con Vespasiano; o Q. Valerius Vegetus41, también posiblemente ingresado en el Senado por decisión de Vespasiano, emperador que amplió los favores a Traianus pater y M. Annius Verus ascendiéndolos al patriciado42.

Expresadas las anteriores consideraciones y delimitado el ámbito de análisis, la temática permite un doble abordaje: el estudio de las dinámicas históricas de incorporación en el ordo senatorius a través del método deductivo prosopográ-fico y, por medio del método inductivo, la indagación acerca de las fórmulas

37. Caballos, Senadores nº 69.38. Caballos, Senadores nº 73.39. Caballos, Senadores nº 76.40. A. Caballos Rufino, “Los miembros del Senado de época de Vespasiano originarios de la

Provincia Hispania Ulterior Baetica”, Actas del I Coloquio de Historia Antigua en Andalucía, Córdoba 1993, Tomo II, pp. 7-24.

41. Caballos, Senadores nº 165.42. Por su parte M. Annius Messalla, a pesar de ser ya laticlave en época de Claudio, no siguió

una carrera senatorial.

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específicas por las que individuos concretos adscritos de antemano a ordines in-feriores fueron personalmente promocionados al ordo senatorius. Comencemos por aquí, estudiando algunos hitos significativos de la casuística, ordenados por estirpes familiares y sus entronques, lo que permitirá ir sumando consideracio-nes de carácter más genérico.

El primer personaje a considerar es L. Heluius Agrippa43, Procos. Sardiniae en 68/69 y Pontifex de Domiciano en el 83 p. C., el primero de su familia en in-gresar en el Senado, hecho que debe datarse en época de Nerón. Volvemos a encontrar asociados gentilicio y cognomen en los Heluii Agrippae de Hispalis, padre e hijo, al primero de los cuales el senado local decretó los máximos hono-res fúnebres44. De forma presunta, que no documentada, se ha hecho derivar de ello la existencia de posibles nexos familiares de estos próceres hispalenses con el procónsul. Si fuese así, este último habría formado parte antes de su promoción al Senado de la elite de la colonia. No sería de extrañar que a Séneca le hubiese tocado alguna responsabilidad en la promoción, como resulta también en otros casos, si estos Heluii Agrippae de Hispalis hubiesen estado vinculados con los Heluii de Vrgauo, de donde Heluia, la mujer del patriarca de los Annaei cordobe-ses, el filósofo Séneca (vide infra).

El doblete onomástico vuelve a aparecer en otro senador documentado en una ins-cripción que se dice procedente de Alcalá de Guadaíra45, muy próxima a Hispalis, de nombre M. Accenna M. f. Gal. Heluius Agrippa, muerto como pretorio46. Por la inscripción dedicada por su hijo conocemos bien su cursus. Sin embargo se ha prestado poca atención al cargo de Curio minor, teniendo en cuenta que todos los que lo revestían pertenecerían por entonces al orden ecuestre, aunque la mayoría se promocionaron al orden senatorial, desempeñando inmediatamente la cuestura.

Tratándose muy posiblemente de un Heluius Agrippa adoptado por un M. Ac-cenna, para la identificación de este entronque se ha tomado en consideración a un M. Accenna Saturninus47, tanto por el hecho de estar documentado en Tibur,

43. Caballos, Senadores nº 79.44. CIL II, 1184 = CILA, Se 33.45. Alcalá de Guadaíra sería verosímilmente la antigua Irippo, mientras que, en sus proximida-

des, el yacimiento de El Gandul ha sido identificado como Lucurgentum. No obstante, la inscripción pudo haber sido llevada a Alcalá de Guadaíra desde una posible villa rústica de la familia.

46. CIL II, 1262, véase Caballos, Senadores nº 1 y 2; cfr. J. González, “M. Accenna M. f. Gal. Helvius Agrippa”, Kolaios: Publicaciones Ocasionales, Sevilla 1995, pp. 365-372.

47. CIL XIV, 3585; Caballos, Senadores nº 4.

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como por haber sido procónsul de la Bética en época de Trajano o Adriano, lo que induce a suponerlo descendiente de inmigrantes –de extracción etrusca por el gentilicio– radicados en Hispalis. Por la tribu Galeria a la que estaba adscrito puede suponerse que el asentamiento de la familia en aquella ciudad debió re-montar a alguno de los colonos en ella deducidos.

Los vínculos interfamiliares, el patrocinio de aristócratas consolidados en Roma y los nexos al menos sentimentales de éstos con la origo provincial se reproducen en muchísimos casos entre los promovidos al ordo senatorius enraizados, desde una emigración itálica, en sus patrias locales, donde lograron fortuna y llegaron a revestir los máximos honores locales, alcanzando la dignitas e idoneitas que propiciaban, de mediar las circunstancias y coyuntura propicias y contando con las imprescindibles aldabas, una posible aunque siempre excepcional promoción estamental hasta el más elevado de los ordines.

Miembro también de la elite local, en este caso italicense, fue P. Acilius Attia-nus48, cuyo perfil biográfico nos ofrece la Historia Augusta49, completado, caso de ser aceptada, por la identificación que propusimos de Atiano como uno de los personajes descritos crípticamente en la Apotelesmática de Hefestión de Tebas sin citar su nombre50. Sabemos así de la excepcionalidad de una promoción de la cima funcionarial del ordo equester, como prefecto del pretorio ya con Trajano, al senatorius por la vía de una extraordinaria adlectio inter consulares, fórmula política por la que Adriano, so ropaje de ennoblecimiento, privó de poder eje-cutivo a quien había pasado, de ser su soporte para el ascenso al poder imperial y consolidación en éste, a un incómodo y peligroso adlátere. Ya estudié en su mo-mento, tanto las circunstancias, como la motivación y la fórmula del ascenso al

48. A. Caballos Rufino, “P. Acilius Attianus”, Habis 15, 1984, pp. 237-251 y Caballos, Senado-res nº 5.

49. H. A., u. Hadr. 1,4; 4,2; 5,5 s.; 5,9; 8,7; 9,3-6 y 15,2; además de sendas citas en Casio Dion 69,1,2 y Zonaras 11,23 y algunas referencias epigráficas (CIL XI, 7248 = ILS 8999 = AE 1903,325; CIL XI, 2607 y CIL XIV, 3039).

50. Apotelesmatica 2, 18, 56-59, véase O. Neugebauer y H. B. van Hoesen, Greek Horoscopes, Philadelphia (Mem. Am. Philosophical Soc. 48) 1959, pp. 80, 91 y 136; A. Caballos Rufino, “Los ho-róscopos de la Apotelesmática de Hefestión de Tebas y los senadores hispanorromanos”, Memorias de Historia Antigua 7, 1986, pp. 121-128. Nuestra más reciente propuesta de identificación en Caballos, Senadores nº 5. Del personaje de referencia, nacido el 5 de Abril del 40 d. C. en el sur de Hispania, el críptico texto nos ofrece los siguientes rasgos: “Aquél que tiene los astros de esta manera será distin-guido de distinguidos, imperioso y castigador de algunos, abundante en riquezas... (Apot. 2,18,56) …injustamente no siendo acusado... (id.) …fue indiferente a las uniones con mujeres y sórdido con los varones... (Apot. 2,18,57) … y procuró para su patria muchas ofrendas y dones” (Apot. 2,18,59).

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clarisimado, por lo que no creo necesario insistir de nuevo en el argumento51. Sí que quiero, no obstante, aprovechar el caso para referirme a una cuestión, quizá puesta de relieve menos de lo conveniente: la de la discontinuidad agnática, que si habitualmente habría dado al traste en un máximo de tres o cuatro genera-ciones con la línea directa de sucesión de la mayoría de las familias adscritas al ordo, en este caso ni siquiera permite identificar la existencia de heredero directo, circunstancias que se repiten en los casos de los propios emperadores Trajano y Adriano. Muchas han sido las explicaciones reiteradamente aducidas52, que las fórmulas de la adopción, e incluso su pseudo remedo la conditio nominis ferendi por parte de las mujeres, permitían sólo en parte paliar. En el concreto caso de P. Acilius Attianus el desconocimiento de descendientes podría ponerse en rela-ción con los hábitos descritos por el texto de la Apotelesmática de Hefestión de Tebas: …”fue indiferente a las uniones con mujeres y sórdido con los varones”...53.

No hace falta saltar de ambiente para referirnos a los Aelii italicenses, no sólo al pretorio P. Aelius Serg. Hadrianus Afer54 y a su hijo P. Aelius P. f. Serg. Hadrianus, el futuro Imp. Caesar Traianus Hadrianus Aug.55, sino, yendo más atrás, también a los antepasados mencionados al comienzo de la vida de Adriano en la Historia Augusta: Origo imperatoris Hadriani uetustior a Picentibus, posterior ab Hispa-niensibus manat; si quidem Hadria ortos maiores suos apud Italicam Scipionum temporibus resedisse in libris uitae suae Hadrianus ipse commemorat. Hadriano pater Aelius Hadrianus cognomento Afer fuit, consobrinus Traiani imperatoris; mater Domitia Paulina Gadibus orta, soror Paulina nupta Seruiano, uxor Sabina, atauus Marullinus, qui primus in sua familia senator populi Romani fuit56. En múltiples ocasiones anteriores me he ocupado, al tratar de las figuras del empe-rador y su padre, de la promoción de esta familia57. Por ello aquí, remitiendo a

51. Supra, nota 48.52. Prácticas de contracepción para evitar la atomización patrimonial, usos matrimoniales, ries-

gos políticos, acentuados conforme se ascendía en la pirámide de poder, consecuencias de la compleja carrera de honores y el desempeño de funciones de gestión que obligaban a una continua movilidad, incluso envenenamiento por plomo debido a la utilización en sus exclusivas viviendas de canalizaciones con este metal…

53. Apot. 2,18,57.54. Caballos, Senadores nº 8.55. Caballos, Senadores nº 7.56. H. A., u. Hadr. 1, 1-2.57. Remitiendo especialmente a A. Caballos Rufino, “Los horóscopos de la Apotelesmática de

Hefestión de Tebas y los senadores hispanorromanos”, Memorias de Historia Antigua 7, 1986, pp. 121-128; A. Caballos y J. M. Rodríguez Hidalgo, “Hadrien et sa patrie d’Italica”, en J. Ch. Gaffiot y Henri Lavagne, eds., Hadrien. Trésors d’une villa imperiale, Milán 1999, pp. 16-25 = A. Caballos y J. M.

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estas referencias, me limitaré sólo a reiterar algunos argumentos en relación con quienes han sido registrados como antepasados suyos.

Es el texto de la biografía consagrada al emperador Adriano en la Historia Au-gusta que acabo de recoger la única referencia que explicita el origen familiar, remitiendo como fuente a la propia autobiografía desaparecida del emperador. Los problemas que plantea una exégesis del texto se derivan, por una parte, de la propia fiabilidad tanto de éste como fuente, como de la que se asigne a la imagen que de sí quiso propagar Adriano en su autobiografía y, por otra parte, de las inferencias interpretativas.

Sobre el origen último de la familia, la vinculación con el Piceno, si se piensa concretamente en la ciudad de Hadria, queda explicitada en el cognomen del padre del emperador, que éste hereda y debe entenderse como adjetivo derivado del topónimo58, con lo que resulta factible pensar que se generase como explici-tación del gentilicio y no por asimilación de la familia materna. Los procedentes de antiguo del Piceno y concretamente “hadrianeos” serían así los Aelii.

Resulta sin embargo más complicado aceptar, por interesada, la afirmación, to-mada del mismo Adriano por el autor de la Historia Augusta, de que sus ante-pasados familiares se hubieran asentado en Itálica ya en época de Escipión. Esta versión conviene plenamente a los intereses de Adriano, pero difícilmente se compadece con la dinámica histórica, por lo que, de nuevo, puede corresponder a un forzamiento literario hagiográfico, interesado en reforzar la gloria de los orígenes últimos de la familia imperial. En todo caso, si algún antepasado fami-liar del emperador Adriano formó parte de las tropas de Escipión en la campaña de Ilipa y hubiese quedado recuerdo cierto, que no mitificado, de ello –¡tras 250 años de los acontecimientos!–, no necesariamente esta afirmación tendría que interpretarse como un asentamiento indefinido en Itálica de aquel primer perso-naje, resultando históricamente incongruente la permanencia familiar desde en-tonces en aquel que no puede ser considerado sino como remotísimo –en todos los sentidos– enclave provincial.

Rodríguez Hidalgo, “Adriano e la sua patria di Italica”, Adriano. Architettura e Progetto, Milán 2000, pp. 23-30; A. Caballos Rufino, “Raíces hispanas de la familia imperial. De Trajano a Adriano”, en J. M. Cortés Copete y E. Muñiz Grijalvo, eds., Adriano Augusto, Sevilla 2004, pp. 35-55; e id., “Adriano, la Colonia Aelia Augusta Italicensium y una nueva inscripción del ‘Traianeum’ de Itálica”, en F. J. Navarro, ed., Pluralidad e integración en el mundo romano, Pamplona 2010, pp. 265-277.

58. Frente a la dualidad Traii/Traiani, no existe el mismo doblete en el caso de Hadrianus.

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Avanzando en el tiempo, refiriéndome ahora al atauus Marullinus de la Historia Augusta, si bien por atauus debemos pensar primero en el bisabuelo paterno, por lo tanto en un [Aelius] Marullinus, subsiste, por un posible uso más genérico, la posibilidad alternativa de una interpretación abierta, por lo que aquel personaje pudo incluso no haber correspondido a la línea agnática. Resulta muy verosímil que estos Aelii se hubiesen asentado en Itálica como parte de los contingentes llegados a la Hispania Vlterior –en este caso desde la localidad de Hadria en el Piceno– formando parte de las clientelas pompeyanas. Sea quien fuese este Marullinus, pudo haber buenamente entrado en el Senado en las turbulentas circunstancias de época cesariana o triunviral59. A continuación, de la carencia de mención de senadores en la familia cronológicamente situados entre este per-sonaje y el padre del emperador, así como de las circunstancias políticas del mo-mento y de las purgas experimentadas por la Asamblea como consecuencia de las reformas de época de Augusto, que pudieron haber afectado al propio Maru-llinus o a la generación inmediata, debe derivarse que sus descendientes habrían mantenido la categoría ecuestre. En caso contrario, si Marullinus hubiese sido antepasado directo del emperador, conservándose a la par la categoría senatorial de la familia, nos enfrentaríamos al imposible legal del mantenimiento de un asumido domicilium italicense para sus descendientes.

La familia de estos Aelii, como otras pocas familias prestigiosas y escogidas en la provincia, donde Italica como antes Corduba desempeñaron el papel de privile-giados trampolines, estuvo en condiciones de integrarse en el Senado en época flavia. El apoyo de M. Vlpius Traianus pater a su compatriota P. Aelius Hadria-nus, designado también con el cognomen Afer60, resultó a estos efectos precioso. Los argumentos que permitieron la promoción de los Aelii italicenses se funda-mentaron básicamente tanto en su riqueza, donde la vinculación con Munigua, municipio flavio en el corazón de la rica región minera del norte de la actual provincia de Sevilla, debe adquirir el significado que en trabajos anteriores le asignamos, como en sus relaciones, donde, además de las próximas con los Vlpii italicenses, deben destacarse especialmente las entabladas con los Curuii de la

59. A. Caballos Rufino, “Los senadores de origen hispano durante la República Romana”, en J. González, ed., Estudios sobre Urso Colonia Iulia Genetiva, Sevilla 1989, nº 4, pp. 250-252.

60. Según la propuesta identificativa de G. di Vita-Évrard, P. Aelius Hadrianus incorporó este nuevo cognomen de la familia materna de su mujer, Domitia Lucilla, hija del mayor de los Curuii fratres, Cn. Domitius Lucanus, y primera beneficiaria de la herencia de Cn. Domitius Afer (G. Di Vita-Évrard, “La famille de l’empereur: pour de nouveaux ‘Mémoires d’Hadrien’”, en J.-Ch. Gaffiot y H. Lavagne, Hadrien. Trésors d’une villa impériale, Milán 1999, pp. 27-36).

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Narbonense, entrados por adopción en la gens Domitia, cuyos contactos con la Bética y concretamente con la misma Munigua remontan en los comienzos del Imperio a la figura del cuestor provincial Sex. Curuius Silvinus61, y fructifican en los estrechos vínculos con el padre del emperador Adriano que testimonia la nueva interpretación del testamento de Cn. Domitius Tullus, antes inadecuada-mente conocido como de Dasumius62.

Siguiendo un orden alfabético por gentilicio, de los Aelii pasamos a los Annaei béticos, en los que confluyeron y tuvieron una especial significación para la promoción los entronques con Heluii, Iunii y Cornelii asentados en la provin-cia63. Éste de los Annaei cordubenses constituye un caso excepcional, en primer lugar por la amplia documentación disponible, especialmente la literaria, que incorpora matices valorativos e ilustra sobre motivaciones y relaciones interper-sonales e interfamiliares, pero también por tratarse de un ejemplo muy temprano de promoción.

La estirpe familiar parte del eques (L.?) Annaeus Seneca64 y su entronque con los Heluii, a partir del casamiento con Heluia, hija de un M. [Hel]uius Nouatus;

61. Sobre ello no creemos pertinente insistir de nuevo aquí, remitiendo sin más a A. Caballos Rufino, “Raices hispanas de la familia imperial. De Trajano a Adriano”, en J. M. Cortés Copete y E. Muniz Grijalvo, eds., Adriano Augusto, Sevilla 2004, pp. 35-55; id., “Genearcas en los procesos de integracion del Bajo valle del Baetis”, en A. Sartori y A. Valvo, eds., Hiberia Italia-Italia Hiberia, Milán 2006, pp. 407-431; id., “Implantación territorial, desarrollo y promoción de las elites de la Bética”, en A. Caballos Rufino y S. Demougin, eds., Migrare. La formation des élites dans l’Hispanie romaine, Bur-deos 2006, pp. 241-271; id., “Adriano, la Colonia Aelia Augusta Italicensium y una nueva inscripción del ‘Traianeum’ de Italica”, en F. J. Navarro, ed., Pluralidad e integración en el mundo romano, Pamplona 2010, pp. 265-277; y, por último, del mismo, “Hitos de la historia de Itálica”, en A. Caballos Rufino, ed., Itálica-Santiponce. Municipium y Colonia Aelia Augusta Italicensium, Roma 2010, pp. 6-10.

62. CIL VI, 10229 y AE 1976, 77.63. Vide infra.64. O. Rossbach, RE 1.2237.16 (1894); PIR2 A 616; A. Stein, Der römische Ritterstand. Ein

Beitrag zur Sozial- und Personengeschichte des römischen Reiches, Múnich 1927, pp. 307 y 390; C. Cas-tillo, Prosopographia Baetica, Pamplona 1965, nº 32; R. Wiegels, Die Römischen Senatoren und Ritter aus den hispanischen Provinzen bis Diokletian. Prosopographie und Herkunft, Friburgo 1971, nº 214; M.T. Griffin, “The Elder Seneca and Spain”, JRS 62, 1972, 1-19; id., Seneca. A Philosopher in Politics, Oxford 1976, passim; J. F. Rodríguez Neila, Sociedad y Administración local en la Bética Romana, Cór-doba 1981, nº 6; L. A. Sussmann, The Elder Seneca, Leiden 1978, passim; J. Fairweather, Seneca the Elder, Cambridge 1981, passim; S. Demougin, L’Ordre Équestre sous les Julio-Claudiens, Roma 1988 (Coll. de l’École Française de Rome 108), pp. 63, 139 n. 11, 831 nº 333; ead., Prosopographie des cheva-liers romains Julio-claudiens, Roma 1992 (Coll. de l’École française de Rome 153), pp. 282 s., nº 333; y A. Caballos Rufino, “Los caballeros romanos originarios de la Provincia Hispania Ulterior Bética. Catálogo prosopográfico”, en A. de Miguel Zabala, F. E. Alvarez Solano y J. San Bernardino Coronil,

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relaciones familiarmente ampliadas en la siguiente generación, tanto por la adopción por Iunius Gallio65 de L. Annaeus Nouatus –quien, como resultado, sería identificado a partir de entonces como L. Iunius Gallio Annaeanus66–, como por el matrimonio de M. Annaeus Mela con Acilia, la hija de Acilius Lu-canus, siendo éstos padres de M. Annaeus Lucanus67.

Con la siguiente generación familiar se operó la promoción al Senado de dos de sus miembros: el citado L. Annaeus Nouatus = L. Iunius Gallio Annaeanus y L. Annaeus Seneca68, mientras que el tercero de los hijos, M. Annaeus Mela, continuó adscrito al orden ecuestre; aunque el hijo de este último, M. Annaeus Lucanus, sí se alzó también hasta el rango senatorial. Capacitación intelectual, formación, riqueza, relaciones familiares y contactos políticos son los argumen-tos que explican el ascenso de los miembros de la familia promovidos al Senado, lo que exigió una previa radicación en Roma, requisito legal, máxime dado el temprano ascenso.

El que la patria reciente de los Annaei fuese la capital provincial, referente po-lítico-administrativo de la Bética, proporcionó el necesario trampolín para el trasvase a Roma y la posterior promoción. Sobre la concreta ocasión nada nos indican directamente las fuentes. No obstante, dado que la familia sobrevivió a la Guerra Civil, se puede derivar su posible filocesarismo. La significación para la provincia del gobernador Gayo Asinio Polión69 y el alto peso político del personaje en Roma hacen muy verosímil suponer a éste detrás de la mar-cha del patriarca de los Annaei a Roma y de su introducción en los círculos de poder capitalinos. Desde entonces no harían sino escalar posiciones hasta que el fracaso de la conjura de Pisón el 65 supuso un absoluto desastre para la familia. Sin embargo ya habían conseguido, en un espectacular salto, dejar una huella histórica indeleble, permitiendo a otros seguir a su rebufo una senda definitivamente abierta.

eds., Arqueólogos, historiadores y filólogos. Homenaje a Fernando Gascó. Kolaios, Publicaciones ocasiona-les 4, Sevilla 1995, Tomo 1, nº 4, pp. 295-297.

65. Caballos, Senadores nº 96.66. Caballos, Senadores nº 95.67. Caballos, Senadores nº 19.68. Caballos, Senadores nº 20.69. A. Caballos Rufino, El nuevo bronce de Osuna y la política colonizadora romana, Sevilla

2006, passim, especialmente pp. 338-362; G. Zecchini, “Asinio Pollione. Dall’attività politica alla ri-flessione storiografica”, ANRW 2, 30, 2, Berlín 1982, pp. 1265-1296; L. Amela Valverde, “C. Asinio Polión en Hispania”, Iberia 4, 2001, pp. 87-109.

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Los argumentos para la promoción familiar ya estuvieron sembrados por el pa-triarca familiar, L. (?) Annaeus Seneca, el retor. Nacido en Corduba entre el 58 y el 53 a. C. de una familia itálica, como el gentilicio evidencia, su niñez transcu-rrió en la capital provincial, debiendo haber experimentado los difíciles avatares de la Guerra Civil70. Marchó a Roma para completar su formación, adquiriendo fama gracias a sus dotes literarias y su capacidad oratoria71.

Las relaciones sociales y los vínculos familiares entablados en Roma se plasma-ron en su matrimonio con Heluia, hija de M. Heluius Nouatus de Vrgauo72. Su cuñada estuvo casada con un praefectus Aegypti, el auunculus de Séneca, al que éste se refiere en más de una ocasión73, que permaneció en Egipto durante dieci-séis años74 y murió durante el viaje de retorno a Roma. En la casa de éstos residió Séneca el filósofo, el segundo hijo de Helvia y Séneca el retor. Tradicionalmente se ha querido identificar a este auunculus con C. Galerius75. J. R. Rea76 propuso como alternativa a L. Seius Strabo77, el padre de Sejano78, lo que alumbraría de forma absolutamente extraordinaria la promoción de Séneca. Dos objeciones suficientemente convincentes expuso M. Corbier79. Aún rechazando la iden-tificación del auunculus de Séneca con el padre de Sejano, y creyendo que la identidad del personaje aún resulta oscura, no obstante mantiene a manera de hipótesis los vínculos de Séneca con Sejano por intermediación de Iunius Gallio, uno de los cuatro oradores más afamados de su tiempo, que acabó adoptando a

70. Séneca, Contr. 1, pr. 11.71. No es el único caso de un hispano llegado para su formación a Roma, pudiéndose citar el ejem-

plo de M. Porcius Latro, amigo y coetáneo de Séneca el viejo, aunque murió pronto, en el 4 d. C., maestro de oradores, que pasa por ser uno de los fundadores de la retórica escolástica (Séneca, Controu. 10, pr. 13).

72. CIL II, 2115 = C. González Román y J. Mangas Manjarrés, CILA, Ja 568 = CIL II2 7,78 (Vrgauo, Arjona, Jaén).

73. De esta forma en Ad Helu. de consolatione 19,4.74. Ad Helu. de consolatione 19,6. Para Corbier (M. Corbier, “Du nouveau su l’auunculus

de Sénèque?”, en N. Fick y J.-C. Carrière, eds., Mélanges Étienne Bernand, Annales Littéraires de l’Université de Besançon 444, París 1991, pp. 165-191) no es seguro que este personaje fuera prefecto de Egipto durante dieciséis años: o bien permaneció en Egipto todo ese tiempo, siendo la prefectura sólo el último cargo revestido, o bien el número de años de prefectura debió haber sido diferente, existiendo una corrupción en la transmisión documental.

75. P. Oxy. 294. PIR2 G 25; cf. S. Demougin, Prosopographie des chevaliers romains julio-claudiens (43 av. J.-C. - 70 ap. J.-C.), Roma 1992, p. 238, nº273. Por su probable parentesco con el cónsul del 68, P. Galerius Trachalus; E. Birley (Gnomon 26, 1951, p. 443) supuso que fuera originario de Ariminum.

76. The Oxyrhynchus Papyri, LV, Londres 1988, 177-187, nº 3807.77. PIR1 S 246.78. PIR2 A 255.79. M. Corbier, “Du nouveau su l’auunculus…”, cit. supra nota 74.

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Annaeus Nouatus, el primogénito de Séneca el retor. Iunius Gallio80, más joven que el patriarca de los Annaei, estaría relacionado con Q. Iunius Blaesus, herma-no de la presumible Iunia casada con L. Seius Strabo. Promocionado al rango se-natorial en época tiberiana, las relaciones con el círculo de Sejano pudieron estar en la base de esta promoción. Esta hipótesis le permite a M. Corbier aportar un nuevo stemma familiar y ampliar las vinculaciones de parentesco en la familia de los Annaei Senecae.

Séneca no perdió el contacto con su patria, la capital provincial, donde contaba con amplias clientelas y gozaba de significativas relaciones con miembros de las elites municipales, no debiendo haber sido ajeno a la transferencia y posterior promoción de algunas de las más conspicuas familias provinciales en la Urbe. Entre éstos debemos contar al rico caballero Cornelius Senecio81, que, a partir de orígenes modestos, obtuvo una enorme riqueza y consideración social por medio de sus actividades comerciales, el arrendamiento de impuestos de adua-nas y su habilidad como hombre de negocios, y con quien Séneca mantuvo una estrecha relación de amistad82, siendo muy probable que fuese antepasado del carteiense Q. Cornelius Senecio Annianus83.

La movilidad de Annaeus Seneca entre Roma y la capital provincial de la Bética debió ser fluida, como nos lo testimonia el que tengamos constancia de su vuelta hacia el 8 a. C. desde Roma a Corduba, donde nacieron sus hijos, teniéndolo de nuevo documentado en la Urbe antes del 5 p. C.

Su hijo primogénito, el antes nombrado Annaeus Nouatus84, que nació con an-terioridad al 1 a. C., fue el primero de su familia en ingresar en el Senado, lo que tuvo lugar en época de Claudio. Esta promoción sería precisamente conse-cuencia de las citadas estrechas relaciones de Annaeus Seneca y Iunius Gallio, que

80. Caballos, Senadores nº 96. A modo de hipótesis R. Syme (“Pliny’s less successful Friends”, Historia 9, 1960, p. 367) planteó la posibilidad de que Iunius Gallio pudiera haber sido de origen hispano, lo que ha sido asumido con posterioridad. Sin embargo esta hipótesis tiene como soportes sólo la amistad con Séneca y la referencia de Estacio, Siluae 2,7,24-35: Baetica... aut dulcem generasse Gallionem, que también muy idóneamente podría referirse, no a Iunius Gallio, sino precisamente al hijo adoptivo de éste, como dijimos oficialmente tras la adopción L. Iunius Gallio Annaeanus, pero ha-bitualmente conocido, por su nombre originario, como Annaeus Gallio y familiarmente como Gallio.

81. Séneca, Ep. 101, 1-4. A. Caballos Rufino, “Los caballeros romanos originarios de la Provin-cia Hispania Ulterior Bética. Catálogo prosopográfico”, cit., nº 7, p. 299.

82. Ep. 17,1,1-4.83. Caballos, Senadores nº 56.84. Caballos, Senadores nº 95.

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desembocaron en la adopción por parte de este último del hijo primogénito de Séneca, L. Anneus Nouatus, que de resultas transformó su nombre en el de L. Iunius Gallio Annaeanus.

El segundo hijo de Séneca el retor, L. Annaeus Seneca85, equestri et prouinciali loco ortus86, nacido también en Corduba verosímilmente entre el 4 y el 1 a. C.87, marchó muy pronto a Roma, donde se encontraba junto a su familia ya en el año 5 d. C., para completar su formación; hasta convertirse en figura literaria univer-sal, aclamado ya en su tiempo, formando muy pronto parte de los círculos pala-ciegos bajo Calígula y Claudio, aupándose a la cima por su amistad con Agripina y convirtiéndose, primero en preceptor, y luego en imprescindible adlátere de Nerón, hasta que, tras el fracaso de la conjura de Pisón, se vio abocado al suicidio. Resultaría superfluo insistir en una figura como la del filósofo Séneca, aunque no debemos dejar de tomar en consideración todo aquello que en su biografía nos permite conocer las relaciones, los comportamientos y el poder alcanzado en Roma por quien era un emigrante de primera hornada en la Urbe, eso sí tocado por la varita de la fortuna de gozar del favor imperial –como él mismo no dejara de evidenciar88–, hasta que aquélla irremisiblemente se quebró.

Si algunos miembros de la familia ascendieron al Senado, otros, por el contrario, como ya hemos visto, se mantuvieron en el ordo equester. Éste es el caso del terce-ro de los hijos de Séneca el retor, M. Annaeus Mela89, nacido ya en Roma y casa-do con Acilia, hija del orador Acilius Lucanus, de una familia también originaria de Corduba y que asimismo optó como los Annaei por la aventura romana. No me sustraigo, a los efectos que aquí nos interesan, a la reproducción de la precio-sa descripción que de Annaeus Mela hizo Suetonio90, ilustrando el espíritu y la imagen que llegó a labrarse un joven de extracción provincial con aspiraciones: M. Annaeus Lucanus patrem habuit M. Annaeum Melam ex prouincia Baetica Hispaniae interioris Cordubensem, equitem Romanum, inlustrem inter suos, na-tum Romae et propter Senecam fratrem clarum peromnes uirtutes uirum et propter studium uitate quietioris, quod sequens magis a turba recedebat, minus latebat.

85. Caballos, Senadores nº 20.86. Tác., Ann. 14.53.87. M. Griffin, “The Elder Seneca and Spain”, JRS 62, 1972, pp. 1-19.88. Basten las palabras que Tácito pone en boca del mismo Séneca: Sed uterque mensuram im-

pleuimus, ...et ego, quantum amicus a principe accipere (Tác., Ann. 14.54.1).89. A. Caballos Rufino, “Los caballeros romanos originarios de la Provincia Hispania Ulterior

Bética. Catálogo prosopográfico”, cit., nº 8, pp. 299-301.90. Suetonio, Vita Lucani, p.1 (Endt).

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Matrem habuit et regionis eiusdem et urbis Aciliam nomine, Acilii Lucani filiam. Los lazos con Roma no le hicieron perder el recuerdo de la patria familiar, hasta el punto que fue en Corduba donde nació su hijo M. Annaeus Lucanus91.

En Annaeus Lucanus se consuman asimismo los vínculos de los Curuii con la Bética, previamente a los que ya describimos con antelación en la biografía de Aelius Hadrianus Afer, a través de la hija del primogénito de los Curuii fratres adoptados por el cónsul del 39 Cn. Domitius Afer; dado que el padre de Lu-canus, Annaeus Mela, se casó con una Acilia, hija de Acilius Lucanus, cuñado del cuestor de la Bética Sex. Curuius Siluinus, al que asimismo hicimos referencia92.

La permanencia de Annaeus Mela en el orden ecuestre en esta época de comien-zos del Imperio no supuso, ni mucho menos, freno a sus aspiraciones. Baste la narración de Tácito, tratando de su muerte de resultas de la conjuración de Pisón, para confirmarlo93: ... Mela et Crispinus equites Romani dignitate senatoria... Mela, quibus Gallio et Seneca parentibus natus, petitione honorum abstinuerat per am-bitionem praeposteram ut eques Romanus consularibus potentia aequaretur; simul adquirendae pecuniae breuius iter credebat per procurationes administrandis princi-pis negotiis. Idem Annaeum Lucanum genuerat, grande adiumentum claritudinis...

También en el orden ecuestre se mantuvo otro miembro de la misma estirpe, Annaeus Serenus94, cuyas concretas relaciones familiares con los restantes Annaei sigue siendo sin embargo un misterio –¿tal vez primo del filósofo Séneca?– y cuya carrera, en la que llegó a ser praefectus uigilum, se labró con el apoyo de Nerón a la sombra del imprescindible Séneca.

Junto a los Vlpii y los Aelii, también familia de extracción reciente en la provincia de la Bética es la de los Annii, a la que el destino llevó a alcanzar el solio imperial en la figura de Marco Aurelio. Éste, originariamente M. Annius Verus95, también

91. El 32 d. C., Suetonio, De poetis, Vita Luc., ed. Usener 3-5 = Reiffersch 50-52.92. Véase, por ejemplo, también F. Chausson, “Amitiés, haines et testaments à Nîmes et en

Bétique: Cn. Domitius Afer, Sex. Curvius Tullus et leur descendence”, en F. Chausson, dir., Occidents Romains. Sénateurs, chevaliers, militaires, notables dans les provinces d’Occident (Espagnes, Gaules, Ger-manies, Bretagne), París 2009, pp. 191-216.

93. Tác., Ann. 16.17.94. A. Caballos Rufino, “Los caballeros romanos originarios de la Provincia Hispania Ulterior

Bética. Catálogo prosopográfico”, cit., nº 6, p. 298.95. Adoptado por su bisabuelo paterno, M. Annius Verus (cos. III y praef. Vrb.), a la muerte de su

padre. Tomó su nombre al recibir la toga uirilis el año 136. Sobre su biografía antes del ascenso al trono véase, por ejemplo, Caballos, Senadores nº 33.

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conocido como M. Annius Catilius Seuerus96, fue designado tras su adopción por el emperador como M. Aelius Aurelius Verus Caesar, llegando al trono a la muerte de Antonino Pío el 7 de marzo del 171 con el nombre de Imp. Caesar M. Aurelius Antoninus Aug.

La historia de este nombramiento comenzó muy atrás, siguiendo un patrón tan-tas veces repetido, pero que sólo en un par de extraordinarias ocasiones tuvo un desenlace tan excepcional: emigración colonial a la provincia, enriquecimiento y promoción municipal, absoluta sintonía ideológica, aprovechamiento de una coyuntura propicia, disponibilidad de idóneos padrinos; todo lo cual no hubiese fructificado al más nivel si no se hubiese contado con el beneficio imperial de una promoción uiritim97. Sin embargo, frente a los casos de Italica y Corduba, de más antigua identificación con Roma, la origo de referencia para los Annii Veri es la Colonia Claritas Iulia, deducida en Vcubi (la actual Espejo, en la provincia de Córdoba) siguiendo instrucciones de César tras la Guerra Civil98.

El primer personaje conocido de la familia es Annius Verus99. La Historia Augus-ta, con toda su complejidad valorativa, es también aquí de nuevo la única fuente que explicita el origen del personaje, cuando, al referirse al emperador Marco Aurelio, dice que: proauus paternus Annius Verus praetorius ex {S}uc{c}ubitano municipio ex Hispania factus senator...100. Como ya indiqué en su momento y en contra de lo que se había afirmado tradicionalmente, de esta referencia no tendría que colegirse como única posibilidad interpretativa que Annius Verus se

96. Su primer nombre, recibido de su bisabuelo materno.97. Un ejemplo similar de promoción es el estudiado de forma magistral recientemente por

M. Christol y T. Drew-Bear, “De la notabilité locale à l’ordre sénatorial. Les Flavonii d’Antioche de Pisidie”, en S. Demougin y J. Scheid, eds., Colons et colonies dans le monde romain, Roma 2012, pp. 179-218 . En su página 191 se lee: “Cette famille était bien enracinée dans le milieu des vétérans établis sur l’ordre d’Auguste. Puis elle s’est hissée progresivement dans le milieu des notables locaux, en resserrant ses liens avec d’autres familles de même origine sociale et géographique, et peut-être aussi en s’alliant à des familles d’origine indigène. Nous la saisissons lorsque l’exercice des magistratures les plus élevées apporte la consécration dans le milieu municipal. Lorsque l’inscription latine d’Antioche que nous publions fut gravée, les Flavonii étaient entrés dans le cercle des grandes familles de la cité. Mais à cette date, depuis longtemps déjà les Caristanii, les Sergii et les Calpurnii avaient dépassé l’horizon local pour s’intégrer dans l’ordre équestre et même, pour certains, dans l’ordre sénatorial”.

98. A. Caballos Rufino, “Colonia Claritas Iulia Ucubi”, Habis 9, 1978, pp. 273-291.99. Caballos, Senadores, nº 30. Sobre la familia también, más recientemente, F. Chausson, “Les

Annii Veri d’Vcubi”, en F. Chausson, dir., Occidents Romains. Sénateurs, chevaliers, militaires, notables dans les provinces d’Occident (Espagnes, Gaules, Germanies, Bretagne), París 2009, pp. 217-234.

100. H.A., u. Marci Ant. 1,4. W. Kubitschek (Imperium Romanum tributim discriptum, Viena 1889, p. 182) corrigió el nombre de la localidad, mencionada erróneamente en el texto.

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hubiera beneficiado de una adlectio inter praetorios, de suponerlo así experimen-tada durante la censura conjunta de Vespasiano y Tito. Por el contrario, pienso que habría que decantarse por una interpretación diferente: la de considerar que Annius Verus habría recibido la laticlave, verosímilmente en este caso mejor de Nerón que de Claudio, si tenemos en cuenta la probable cronología de su vida, derivada de la de su hijo101. El argumento que me lleva a decantarme por esta posibilidad interpretativa se deduce del hecho de que su hijo M. Annius Verus fue incluido en el patriciado en los mismos años 73/74102, lo que implica que este último ya con anterioridad pertenecería al ordo senatorius, posiblemente desde el nacimiento y como hijo de senador103. Habría así que distinguir, como hace el mismo texto de la Historia Augusta, separando en la frase “praetorius” de “factus senator”, que estamos ante dos argumentos diferentes: Annius Verus, que habría nacido hacia mediados del gobierno de Tiberio, ingresaría joven en el ordo sena-torius por la concesión de la laticlave, desarrollando a partir de entonces y desde sus inicios un cursus senatorial, en el que, tras el desempeño de la pretura, se ha-bría incorporado en el rango de los uiri praetorii. Cronológica y ambientalmente cuadra que hubiera jugado algún papel de significación en la crisis de los años 68/69, como partidario de Galba, o ya directamente de Vespasiano.

Sobre la extracción familiar de este personaje de origen ucubitano, el primero de su linaje en integrarse en el Senado romano, en en mi catálogo exponía dos posibilidades: o bien se trataría de una familia de remoto origen itálico, uno de cuyos miembros habría formado parte de los contingentes de colonos de la Colo-nia Claritas Iulia, deducida en Vcubi; o bien de una familia que habría obtenido la ciudadanía por concesión de algún magistrado republicano con el gentilicio Annius104. Lo extraordinariamente difundido del nombre impide decantarnos por una u otra de estas dos posibilidades, aunque no debo dejar de marcar la

101. Si M. Annius Verus ascendió al patriciado con ocasión del revestimiento de la toga viril, según la hipótesis de Syme (Tacitus, Oxford 1958, pp. 791 s.), lo que, aunque no certificado en las fuentes, puede ser posible, habría nacido en los años 55-56.

102. H.A., u. Marci Ant. 1,2.103. Cfr. A. Chastagnol, “Latus clavus et adlectio dans l’Histoire Auguste”, Bonner Historia-Au-

gusta Colloquium 1975-76, Bonn 1978, p. 111, y, según criterios algo diferentes, A. R. Birley, Marcus Aurelius, Londres 1966, pp. 23 s.

104. Se puede traer a colación, e. g., al procos. del 81 a. C. de nombre C. Annius, T. f., T. n., Luscus, enviado por Sila (T. R. S. Broughton, The Magistrates of the Roman Republic, Nueva York 1951, II, p. 77; O. Gil Farrés, La moneda hispánica en la Edad Antigua, Madrid 1966, nº 956, 963, y E. A. Syden-ham, The Coinage of the Roman Republic, Londres 1952, 748-748 g). Uno de los primeros Annii que se citan en nuestra Península fue Annius Scapula, que participó en la conjura contra Casio Longino en el año 48 a. C., y del que se dijo que era maximae dignitatis et gratiae prouincialis homo (Bell. Alex. 55,2).

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excepcionalidad de una concesión de ciudadanía a indígenas y la necesidad de que llevase emparejada una extensión jurídica para que de aquélla pudiese be-neficiarse la descendencia. Queda aún una tercera posibilidad, bien verosímil si apelamos a casos similares105: la de que se trate de un romano asentado de antemano en la provincia, formando parte del conuentus ciuium Romanorum de alguna comunidad, integrado luego entre los componentes de la Colonia Clari-tas Iulia deducidos para asentarse en Vcubi.

El pretorio Annius Verus, originario de la Colonia Claritas Iulia, fue bisabue-lo paterno del emperador Marco Aurelio. Fundamentos de esta extraordinaria escalada de la familia son el traslado a Gades, donde se documenta a la familia enseguida, entronque gaditano que también tenemos certificado en el caso de los Aelii italicenses106, siendo como era Gades trampolín por su potencial econó-mico de puerto comercial de referencia en el sur peninsular; y, por supuesto, las idóneas relaciones entabladas, desembocando en entronques familiares que se mostraron con el tiempo providenciales. Los más significativos de estos entron-ques fueron compartidos con los Vlpii y los Aelii. Por una parte Matidia, sobrina del emperador Trajano, casada con L. Scribonius Libo Rupilius Frugi, era madre de Rupilia Faustina, casada con M. Annius Verus, cos. III el año 126107, el hijo del praetorius de la Colonia Claritas Iulia. Por otra parte, la madre del emperador Adriano, al enviudar de P. Aelius Hadrianus Afer, se casó en segundas nupcias con el consular P. Caluisius Ruso. Fruto de este nuevo matrimonio fue Domi-tia Lucilla, que se casó con (M.) Annius Verus108, hijo de los acabados de citar

Véase también Bell. Hisp. 33,3,4; R. Syme, Tacitus, Oxford 1958, p. 785; y C. Castillo, Prosopographia Baetica, Pamplona 1965, nº 44.

105. El bronce de la Alcudia de Elche, conteniendo una sortitio de tierras entre los colonos de la colonia Iulia Augusta, deducida en Ilici, identifica a algunos de aquéllos, veteranos de las guerras civiles, de los que dos eran italianos, uno de Vibo Valentia en el Bruttium y otro de Praeneste, tres venían de Icosium, bien la ciudad de la Mauretania Caesariensis, bien de una localidad de este mismo nombre situada en territorio ilicitano o en sus proximidades, mientras que uno procedía de las Baleares y tres de la Ulterior, respectivamente de Vlia, Malaca y Carissa Aurelia ( J. J. Chao, J. F. Mesa y M. Serrano, “Un nuevo bronce hallado en la Alcudia”, en J. González, ed., Ciudades privilegiadas en el Occidente Roma-no, Sevilla 1999, pp. 417-423; M. Mayer y O. Olesti, “La sortitio de Ilici. Del documento epigráfico al paisaje histórico”, Dialogues d’Histoire ancienne 27/1, 2001, pp. 109-130; J. M. Gurt, A. de Lanuza y J. M. Palet, “Revisión del catastro romano de Ilici (Elche)”, Pyrenae 27, 1996, pp. 215-226; y E. Ariño, J. M. Gurt y J. M. Palet, “La inscripción catastral de Ilici. Ensayos de interpretación”, Pyrenae 31-32, 2000-2001, pp. 223-226).

106. Sabemos que la madre del emperador Adriano era gaditana (H. A., u. Hadr. 1).107. Caballos, Senadores nº 31.108. Caballos, Senadores nº 32.

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M. Annius Verus y Rupilia Faustina. Finalmente, hijo de este (M.) Annius Verus y de Domitia Lucilla fue el emperador Marco Aurelio.

A su vez los Annii Veri habrían sido referentes inexcusables en la promoción de otras familias senatoriales. Así, aunque nada sabemos en concreto de la promo-ción de la familia de M. Herennius M. f. Quir. Faustus Ti. Iulius Clemens Tadius Flaccus, cos. suff. el año 121109, su entronque con los Annii Veri quedaría eviden-ciado de identificársele con M. [Annius? Here?]nnius Faustus110. Otro Herennius que también habría entablado relaciones con los Annii Veri fue P. Herennius Po-llio111, cos. suff. el 85, cuyo hijo pudo buenamente haber sido adoptado por M. Annius Verus, cos. III el 126 (vide supra), tras lo que su nombre pasaría a ser M. Annius Herennius Pollio112. El que padre e hijo desempeñasen de forma llamativa el consulado conjuntamente el año 85 –lo que implicaría que el padre tendría por entonces una edad avanzada–, ha hecho suponer que su ingreso en el Senado se habría debido a una adlectio inter praetorios durante la censura conjunta de Vespasiano y Tito. Otro Annius de posible, aunque no documentado origen bé-tico, pero del que desgraciadamente no conocemos, ni la procedencia concreta en la provincia, ni los precedentes familiares, ni la forma precisa en que ingresó en el Senado, por lo que nada puede aportar con garantías a la cuestión que trae-mos entre manos, fue M. Annius Afrinus, cos. suff. circa 67113.

De familia también itálica y verosímilmente asentada en la Bética, si bien no tenemos certificación plena de este extremo, ni tampoco de la concreta loca-lidad de procedencia, es M. Aponius Saturninus, cuyo caso resulta interesante aducir a los efectos de la temática que nos ocupa, ya que este personaje ingresaría probablemente en el Senado en época de Tiberio, perteneciendo así a la misma promoción de Séneca, con quien podría, no sólo haber compartido patria cor-dobesa, sino incluso vinculaciones. En su momento ya traté exhaustivamente del personaje114, por lo que sólo sintetizaré ahora algunos de los argumentos que más nos puedan interesar aquí115.

109. AE 1965, 131; CIL III, 52 y p. 968 y CIL VI, 2080, 56.110. Caballos, Senadores nº 80.111. Caballos, Senadores nº 81.112. Caballos, Senadores nº 82.113. Caballos, Senadores nº 22.114. Caballos, Senadores nº 36.115. No volveremos, por tanto, a la debatida cuestión de si este nombre oculta a uno sólo o a dos

personajes homónimos. A este respecto y recordando lo que escribimos en su momento, de no mediar una circunstancia excepcional como el aducido apoyo de Séneca, la existencia de dos generaciones, con

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En primer lugar el propio gentilicio, frecuente en Hispania, especialmente en la Lusitania y la Baetica116, y de clara raigambre etrusca117; de donde sin duda su portador habría emigrado a la Península Ibérica. En busca de posibles pre-cedentes, el primero de los Aponii que conocemos en la Península Ibérica fue el caballero Q. Aponius118, que luchó en el año 46 a. C. en el bando de Pompeyo en la guerra contra César119. Avanzando en el tiempo, Milns120 consideró a M. Apo-nius Saturninus hijo del eques L. Aponius, de la cohors amicorum de Druso en el año 14, del que conocemos una serie de esclavos y libertos, y al que tal vez haya que identificar con el oficial de C. Caesar121. Aunque en contra de esta hipótesis se puede aducir el diferente praenomen de ambos.

En la búsqueda de un concreto origen para M. Aponius Saturninus, al que te-nemos documentado como uir praetorius bajo Calígula122 y que, por ello, debió haber ingresado en el Senado en una época tan temprana como la de Tiberio123, si apuntásemos al mero número de las constataciones del gentilicio, habría que pensar en la Lusitania. No obstante, estas referencias son posteriores al personaje y corresponden a individuos de escasa relevancia. Si incorporamos un filtro cua-litativo, en función de la coherencia argumental de posibles nexos, es Corduba la ciudad que cuenta con más predicamento como posible origo. Entre los Aponii pertenecientes a las elites municipales de la Bética debe destacarse la familia de la rica astigitana Aponia Montana124, que fue sacerdos diuarum Augustarum de

el ingreso en el Senado y la pretura del padre, y el desempeño de las más altas magistraturas senatoriales, consulado, proconsulado y gobierno de Mesia por el hijo, sería más normal para una familia provincial de reciente llegada al Senado en época de Tiberio; máxime teniendo en cuenta que la pertenencia al prestigioso colegio de los Arvales era muy exclusiva.

116. Véase J. M. Abascal Palazón, Los nombres personales en las inscripciones latinas de Hispania, Murcia 1994, p. 83.

117. W. Schulze, Zur Geschichte lateinischer Eigennamen, Berlín 1904, p. 66.118. Klebs, RE 2.172.6; R. Syme, Tacitus, Oxford 1958, p. 785 y C. Castillo, Prosopographia

Baetica, Pamplona 1965, nº 58 a.119. Casio Dion 43,29,3.120. R. D. Milns, “The Career of M. Aponius Saturninus”, Historia 22, 1973, p. 292.121. Tácito, Ann. 1,29,2. Sobre el personaje PIR2 A 933 y 934; v. Rohden, RE 2.172.5 y C.

Castillo, Prosopographia Baetica, Pamplona 1965, nº 58.122. Suetonio, Calig. 38.4.123. Otro caso a aducir de una temprana incorporación al Senado, si efectivamente fuese de ori-

gen bético, es el del praetorius de época de Claudio o Nerón Domitius Balbus (Tác., Ann. 14,40.1; véase Caballos, Senadores I 17); aunque la prudencia por la inseguridad de su origen impide que vayamos más allá en la búsqueda de paralelismos.

124. CIL II, 1471. Sobre el personaje véase recientemente S. Ordóñez Agulla, “Inscripciones inéditas de Astigi”, Actas del I Congreso sobre Historia de Écija, Écija 1988, pp. 219 ss.

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la colonia Augusta Firma y mantuvo estrechos vínculos con la muy próxima ca-pital provincial. De aducido origen cordobés se supone al senador coetáneo C. Dillius Aponianus125 y, continuando en el terreno de las hipótesis, también se ha planteado una posible existencia de vínculos entre M. Aponius Saturninus y los Annaei cordobeses a partir de la constatación en Roma de un L. Aponius Annae-anus. Todo ello dio pie a R. Syme para aventurar que los posteriores avances en la carrera de Saturninus se debieron al apoyo de Séneca. En todo caso concatenada coherencia argumental, a falta de documentación probatoria126.

De un posible cordobés, a otro: L. Antistius Rusticus127, amigo de Marcial128, que habría nacido en la década de los 40, documentado como Xuir stl. iud. en época de Nerón, fue, como tantos otros hispanos, adlectus inter praetorios durante la censura conjunta de Vespasiano y Tito (vide supra), en este caso por el apoyo prestado a los flavios como Trib. mil leg. II Aug., y, por último, consul suffectus el año 90, muriendo en Capadocia el año 93 ó 94.

Los Antistii son abundantísimos en Hispania, documentados con mayor pro-fusión en la Bética129. En esta provincia, la ciudad en que deben recaer todas las miradas como posible patria de L. Antistius Rusticus es su capital provin-cial: la Colonia Patricia. Si bien no está directamente documentado este ori-gen cordubense, los indicios disponibles convierten en altamente verosímil la hipótesis. El que estuviese adscrito a la tribu Galeria, documentada para Corduba130, es ya un significativo preludio131. Entre los Antistii cordubenses es de destacar primero un IIuir llamado también L. Antistius Rusticus de una ins-cripción procedente de los alrededores de Córdoba, fechada hacia mediados

125. Caballos, Senadores nº 61.126. R. Syme, “Antistius Rusticus. A Consular from Corduba”, Historia 32, 1983, p. 372.127. Caballos, Senadores nº 34.128. Marcial 4.75; id., 9.30.129. Una ménsula votiva del denominado “Traianeum” de Itálica consagrada al Genius de la

colonia Aelia Augusta registra a un M. Antistius… junto a su hijo M. Antistius Luca[nus]. Tanto el que desconozcamos el cognomen del primer personaje, como que de la lectura de la piedra no se deriva la existencia de la presunta “P” transcrita por A. Blanco y restituida por él como P(atriciensis), alejan la posibilidad de documentar en ella a un pariente cercano de M. Antistius Rusticus (A. Blanco Freijeiro, “Hallazgos epigráficos. Dedicación de M. Antistius”, en P. León, Traianeum de Itálica, Sevilla 1988, pp. 113-114 y Lám. 105; AE 1988, 708; A. Mª Canto, HEp 2, 1990, nº 630; CILA, Se 344, fig. 181; J. Beltrán Fortes y A. Ventura Villanueva, Tabona VIII, II, 1992-1993, pp. 376-378).

130. R. Wiegels, Die Tribus-Inschriften des römischen Hispanien, Berlín 1984, pp. 30-33.131. Más del 85% de todas las ciudades del Imperio incluidas en la tribu Galeria se encuentran

en Hispania (W. Kubitschek, Imperium Romanum tributim discriptum, Viena 1889, p. 270).

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del siglo I132. Junto a él un veterano legionario estacionado en Britannia y na-tural de Corduba, certificado a través de una inscripción de Deva: L(ucius) Antisti/us L(uci filius) Serg(ia) / Sabinus / [C]ordub(a) / ...133. Es altamente probable que su mujer, Mummia Nigrina, la amiga de Marcial134, formara par-te de la misma familia a la que pertenecería el Mummius Niger entroncado con los Valeri Vegeti iliberritanos135.

Si la vinculación con Corduba cuenta con argumentos de peso, por el contrario nada sabemos de la forma y el momento en que la familia se asentó en la ciudad, abriéndosenos dos teóricas posibilidades, como ya se ha aducido para otros casos antes: bien que pudiera proceder de inmigrantes italianos, bien que fuera resul-tado de la concesión de la ciudadanía por parte de algún magistrado romano con ese gentilicio; v. l. un C. Antistius Vetus que fue gobernador de Hispania Vlterior en los años 69-68 a. C.136

Tampoco sabemos nada en concreto sobre los motivos de su promoción, a no ser la demostración de que cumplía plenamente los requisitos exigidos, formando parte del ambiente social más propicio a la promoción; a lo que podría haberse sumado, como catalizador, de nuevo, el papel de Séneca en el ingreso en el Senado, tantas veces aducido para otros casos. Una vez incorporado al Senado, ya sí conocemos en qué manera el papel jugado a favor de los Flavios en la Guerra Civil supuso un fuerte espaldarazo para una ulterior elevación a más altos cometidos en el orden.

Mayores interrogantes plantea aún el caso de P. Licinius Caecina137, del que nada concreto conocemos con certeza, a no ser su categoría de uir praetorius138 en

132. CIL II2 7, 349: CIL II, 2242. L(ucio) Valerio Poen[o] / L(ucio) Antistio Rustico / IIuir(is) / a(nte) d(iem) III K(alendas) Septembres / L(ucius) Valerius C(ai) f(ilius) Kapi/to aluari locum / occu-pauit. CIL II, 2242. Cfr. C. Castillo, Prosopographia Baetica, Pamplona 1965, nº 52. Este nomen sólo es frecuente fuera de Roma en Hispania, con 22 casos documentados en CIL II ( J. M. Abascal Pala-zón, Los nombres personales en las inscripciones latinas de Hispania, Murcia 1994, p. 79). El texto de la inscripción, que documenta la occupatio por un particular de terrenos del ager publicus para dedicarlo a la apicultura fue estudiado por A. D’Ors (“Pittacion-pittaciarum”, Aegyptus 31, 1951, pp. 339-343).

133. RIB 518, EE X 1075. Las diferentes tribus (Galeria para el cos. suff. del 90 y Sergia para el legionario) dificultan sin embargo una vinculación directa entre ambos. Lo mismo podemos decir de la nueva inscripción italicense a la que nos referiremos inmediatamente.

134. Marcial, ep. 4,75.135. C. Castillo, Prosopographia Baetica, Pamplona 1965, nº 251. Vide infra.136. Vell. Pat. 2,43,4; Plut., Caes. 5,3. Véase T. R. S. Broughton, The Magistrates of the Roman

Republic, Nueva York 1952, p. 133.137. Caballos, Senadores nº 98.138. Plinio, n. h. 20, 199.

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época de Vespasiano. Con ocasión de la descripción de una anécdota del año 69 d. C. que no viene al caso, Tácito lo describe como “...nouus adhuc et in senatum nuper adscitus...”139. De tan poco precisa cita no se puede deducir, ni a qué empe-rador debió Caecina el ascenso al Senado –probablemente Nerón, aunque no se puede descartar a Galba–, ni la fórmula –bien por el beneficio de una adlección, bien por la mera concesión de la laticlave, que permitía seguir un cursus senatorial desde el inicio–, ni menos la justificación de tal concesión imperial.

La transmisión literaria del texto pliniano afirma que su padre se suicidó en la hispana “Bauilum” (?) por una sobredosis de opio para no tener que seguir soportando una intolerable enfermedad. ¿Sería esta ciudad Baelo, municipio claudio del conuentus Gaditanus, como supuso J. F. Rodríguez Neila? ¿Hay que situar en este municipio la origo de Licinius Caecina, siendo así que hasta ahora no tenemos documentado a ningún Licinius en esta localidad?140. Inferencias so-bre inferencias, quedémonos, a los efectos que aquí nos interesan, con un nuevo promovido al Senado a fines de época julio-claudia.

Si bien poseemos mucha mayor información de las familias entroncadas entre sí de los Messii, Cutii y Aemilii Papi, tampoco sale mejor parada la información dis-ponible sobre las concretas circunstancias del ingreso en el Senado del primero de esta amplia saga, a la que podemos históricamente seguir durante, nada más y nada menos, que cuatro generaciones141.

A la primera generación conocida pertenece un Balbinus142 y su mujer Prisca, simplemente mencionados como dedicantes de sendas inscripciones hispalenses en homenaje a su difunto hijo D. Cutius Balbinus M. Cornelius Potitus L. Attius Iunianus Romulus143, descrito como IIIIuir uiarum curandarum144. Aunque sin confirmación documental directa en este caso, el desempeño de este cargo por el hijo prejuzga el rango senatorial del padre, del que desconocemos tanto cursus, como fórmula de acceso al Senado, bien haya sido personalmente promovido, bien hubiera nacido ya en el seno del clarisimado. Resulta plenamente adecuado

139. Tác., Hist. 2,53,5.140. Siendo como es el sexto gentilicio más documentado en Hispania ( J. M. Abascal Palazón,

Los nombres personales en las inscripciones latinas de Hispania, Murcia 1994, pp. 168-173).141. Caballos, Senadores, stemma nº 13, p. 528 y J. González Fernández y A. Caballos Rufino,

“Die Messii Rustici. Eine senatorische Familie aus der Baetica”, ZPE 52, 1983, pp. 157-171.142. Un Cutius Balbinus por el gentilicio del hijo, de praenomen Decimus, si el hijo hubiese

heredado el del padre. Caballos, Senadores nº 59.143. CIL II, 1172 y 1173. Caballos, Senadores nº 60.144. En CIL, II 1172.

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situar el discurso vital de este último en la segunda mitad del siglo I y comienzos de la segunda centuria. Lo único que podemos identificar de su pasado familiar es que en él se vertebraron las tres estirpes que recoge sucesivamente el poliónimo: la agnática, expresada en el primer sintagma (D. Cutius Balbinus), y las dos co-laterales incorporadas por adición, expresadas en el segundo (M. Cornelius Po-titus) y el tercer sintagma (L. Attius Iunianus Romulus), así como su verosímil origo en la colonia Iulia Romula, asentada en Hispalis, que incluso exhibe en el último de los cognomina. El ennoblecimiento y la concomitante acumulación patrimonial que expresa el poliónimo es un proceso ya consolidado en el siglo II. La extensión de los intereses y propiedades de las elites municipales más allá de la patria originaria estuvo, junto al aparato administrativo imperial y el desarrollo del culto imperial, en la base de la progresiva conformación de la provincia de la Bética como entidad supralocal, que se superpuso muy paulatinamente como nueva referencia de adscripción personal a la patria originaria y a la ciudadanía común, aunque sin sustituir a éstas145.

Proceso de vertebración familiar y de acumulación patrimonial que amplió sus-tancialmente su monto y extendió su implantación provincial en otras localida-des de los conuentus Hispalensis, Astigitanus y Gaditanus tras la incorporación, como evidencia la prosopografía, de las estirpes familiares de los Aemilii Papi y los Messii Rustici, evidenciados en las figuras de dos nuevos senadores.

El primero de ellos el Aemilius Papus, amigo del emperador Adriano146 y casado con una Cutia Prisca, que verosímilmente debe ser hermana del citado IIIIuir D. Cutius Balbinus, al que debe identificarse por su nombre completo como M. (Messius Rusticus) Aemilius Papus147. Planteo aquí como hipótesis, bien que se trate de un hijo de un Messius Rusticus y de una hija de un Aemilius Papus, bien, como alternativa –dado que era familiarmente conocido, según la referencia de la Historia Augusta, simplemente como Papus–, que fuese un Aemilius Papus de nacimiento adoptado por un Messius Rusticus de Siarum. Puede incluso, en función de su amistad con el emperador Adriano, que el referente nominal

145. A. Caballos Rufino, “La Bética como referente identificador en la documentación epigráfi-ca”, en A. Caballos Rufino y S. Lefebvre, eds., Roma generadora de identidades. La experiencia hispana, Madrid 2011, pp. 185-207.

146. H. A., u. Hadr. IV.2.147. Caballos, Senadores nº 123. Identificación que se hace palpable en la onomástica de su

hijo, cuyo nombre completo era M. Cutius M. f. Gal. Priscus Messius Rusticus Aemilius Papus Arrius Proculus Iulius Celsus = M. Messius Rusticus Aemilius Papus Arrius Proculus Iulius Celsus (Caballos, Senadores nº 125).

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Aemilius Papus tenga Itálica como origo. El segundo era L. Messius Rusticus, que habría ingresado en el Senado, bien con Domiciano, bien ya bajo Trajano, lle-gando a ser cos. suff. el 114 y curator aluei Tiberis, perteneciendo a una familia originaria de Siarum, como sus verosímiles parientes de la siguiente generación documentan148.

Una inscripción de Montellano que debe adscribirse a la antigua Callet, próxima a Siarum, en la campiña sevillana, es un homenaje que diferentes ciudades de la provincia dedicaron conjuntamente a quien fue sin lugar a dudas un miembro de la misma familia, como el nombre de su hijo evidencia: D(is) M(anibus) / Luciae P(ubli) f(iliae) / Auirciae / Acilianae / matri piissumae / huic ordo Italicens(is) et / Romulens(es) Hispalens(es) et / Caesarini Asidonens(es) et / Fortunales Siarenses et / Aeneanici Callenses / decreuerunt inpensam funeris / et statuas / M(arcus) Aemilius Afer Acilianus fil(ius) / honore usus inpensam / remisit149.

Aunque la documentación disponible no nos permite identificar las fórmulas concretas de ingreso en el orden senatorial de estas ramas familiares que acabarán vertebrándose entre sí, sí que nos permite conocer cómo, andando el tiempo y ya en el siglo II, se operaron dos transformaciones muy significativas. Por una parte, si a comienzos del Imperio se constata una progresiva desvinculación de los lazos de los senadores de extracción provincial con sus comunidades de origen en la provincia, o al menos la transformación de lazos operativos y de soporte de los fundamentos económicos de la excelencia en lazos afectivos y compartidos con otros nuevos vínculos, por supuesto con Roma, pero también con otras comu-nidades, preferentemente itálicas, con el tiempo las exigencias legales de desvin-culación se hicieron más laxas y los vínculos con la provincia no dejaron de ser operativos; siguiendo la senda marcada por los senadores que tenían su patria en las ciudades orientales, origo prestigiosa y como tal digna de relieve y no poster-gable. Por otra parte, si a comienzos del Imperio los senadores de extracción pro-vincial mantenían lazos por lo general exclusivamente con su patria municipal, las familias senatoriales fueron con el tiempo extendiendo progresivamente sus inte-reses a amplios territorios a lo largo de la provincia; hasta llegar en el siglo II y en el paradigmático caso de los Messii Rustici a incorporar en su ámbito de intereses y dependencia a las ciudades de Italica, Hispalis, Asido, Siarum, Callet, e incluso muy posiblemente añadiendo propiedades en el territorio de Astigi150.

148. Caballos, Senadores nº 120, 122, 124, 125 e I 26.149. EE VIII.2,306 y p. 527 = ILS 6920 = CILA, Se 1220.150. Véase J. González Fernández y A. Caballos Rufino, “Die Messii Rustici...”, cit., pp. 169 s.

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Amplias propiedades, tanto en Italia como dispersas por la Bética, poseían también las familias, asimismo vertebradas, de los Valerii Vegeti (Q. Valerius Vegetus151) y Mummii Nigri (caso de tratarse de dos personajes diferentes: Mum-mius Niger Valerius Vegetus152 y L. Mummius Niger Q. Valerius Vegetus Seuerinus Caucidius Tertullus153).

El primer personaje de todo este entramado familiar documentado es Q. Valerius Vegetus, cónsul en el 91154, del que desgraciadamente desconocemos, tanto la exis-tencia de antepasados, como nada de su cursus que no sea el desempeño del consu-lado; cuya datación nos lleva a entender que la integración en el Senado debió haber tenido lugar en época de Vespasiano. Resulta muy verosímil suponer que, como primero de su familia, habría sido integrado por aquél entonces en la Asamblea, de la misma manera que algunos otros personajes procedentes de municipalidades hispanas –en este caso el primero de Iliberris– que apoyaron la causa flavia.

Ante la carencia de fuentes explícitas, cualquier concreción de las evidentes rela-ciones familiares entre los Valerii Vegeti y los Mummii Nigri debe ser considerada hipotética, ya que sólo puede deducirse de los análisis onomásticos y la crono-logía de los personajes pertenecientes a estas sagas familiares documentados epigráficamente155. Como en el caso anterior de los Cutii/Messii/Aemili Papi, nos interesa recalcar también especialmente aquí ese proceso de concentración nobiliaria y de los recursos y relaciones de ello derivados que se manifiesta palpa-blemente en la onomástica del consular L. Mummius Niger Q. Valerius Vegetus Seuerinus Caucidius Tertullus156, con sus tres componentes nominales, identifi-cación de las tres estirpes familiares integradas en su persona:

A) L. Mummius Niger. Encontramos este grupo nominal en Mummia Ni-grina, amiga de Marcial157, miembro de una muy rica familia y mujer del senador hispano L. Antistius Rusticus, cónsul en el año 90 (vide supra).

151. Caballos, Senadores, nº 165 y 166.152. Caballos, Senadores, nº 129 A.153. Caballos, Senadores, nº 129 B.154. Caballos, Senadores, nº 165.155. Una reconstrucción de los posibles stemmata familiares en Caballos, Senadores, pp. 230 y

233. Entre las alternativas propuestas está, e. g., la de W. Eck, para quien el cónsul del 91 Q. Valerius Vegetus se habría casado dos veces, con Etrilia Afra y con una Mummia Nigrina. De este presunto segundo matrimonio habría sido fruto L. Mummius Niger Q. Valerius Vegetus Seuerinus Caucidius Tertullus (Caballos, Senadores, nº 129 B).

156. Caballos, Senadores, nº 129 B.157. Marcial 4,75.

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Es posible que el poliónimo hubiese sido adoptado precisamente por al-gún miembro de estos Mummi Nigri, pasando a propios los cuantiosos bienes que poseían aquéllos.

B) Q. Valerius Vegetus Seuerinus. Este segundo sintagma lo entroncaría di-rectamente con los Valerii Vegeti iliberritanos, mientras que el cognomen Seuerinus procedería del de su abuela Cornelia Seuerina, también como aquéllos natural de Iliberris158.

C) Caucidius Tertullus. El nomen Caucidius es excepcionalmente poco co-rriente y, junto con el cognomen Tertullus, forma un grupo común entre los cognomina de varios personajes de la segunda mitad del siglo II perte-necientes a la familia de Appia Annia Atilia Caucidia Tertulla, la mujer de Herodes Ático, cos. ord. el 143159.

Junto a la información sobre su familia que se deduce de la descripción del po-liónimo, sabemos que su madre fue Etrilia Afra; probablemente, como hija de Etrilius Afer y de Anicia Postuma, procedente de la Colonia Augusta Gemella deducida en Tucci (Martos, provincia de Jaén)160.

No debe caber duda del origen bético de los Valerii Vegeti, lo que ya podríamos sospechar por el cognomen161, y más concretamente iliberritano, tanto por la ar-gumentación desarrollada con antelación, como por el hecho de proceder de Ili-berris tres inscripciones mencionando al cónsul Valerius Vegetus162. Algo similar podemos decir de los Mummii Nigri, no sólo por la constancia de que el relativa-mente poco común gentilicio Mummius se documenta con una cierta frecuencia en Hispania163, lo que sólo nos sirve de indicio, sino por el aducido origen de otros Mummii de rango senatorial: no tanto Mummius Secundinus, de procedencia

158. Cuyos habitantes le dedicaron el epígrafe CIL II, 2074.159. PIR² A 557 y PIR² A 720. El cognomen Tertullus se repite en Iliberris en el caso de Manilia

P. f. Tertulla (CIL II, 2082).160. CIL II, 1674.161. El cognomen “Vegetus/a” se encuentra con mayor profusión en Hispania que en ninguna

otra región del Imperio: de los 67 casos que documenta Kajanto, 28 son hispanos (I. Kajanto, The Latin Cognomina, Helsinki 1965, p. 247).

162. CIL II, 2074: dedicación de los [Flo]rentini Iliberri[tani] a su madre Cornelia Seuerina. CIL II, 2076: inscripción muy fragmentaria (CAIO ?) procedente de la Alcazaba. Y CIL II, 2077: dedicada por los mismos Florentini Iliberritani a su esposa Etri[lia] Afra.

163. 22 casos documentados en CIL II. J. M. Abascal Palazón, Los nombres personales en las inscripciones latinas de Hispania, Murcia 1994, p. 187.

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imprecisa164, como los Mummii Sisennae –P. Mummius P. f. Gal. Sisenna165 y P. Mummius P. f. Gal. Sisenna Rutilianus166, posiblemente del municipio de Osset Iulia Constantia, si no de la próxima Colonia Iulia Romula (Hispalis), casi en el extremo de la Bética opuesto a Iliberris167.

L. Mummius Niger Q. Valerius Vegetus Seuerinus Caucidius Tertullus heredera-ría, no sólo el nombre, sino también gran parte de la fortuna de aquellas familias senatoriales que aparecen en su nomenclatura, algunas de las cuales conocemos concretamente. En la Bética las amplias propiedades familiares168 fueron expro-piadas, pasando al fisco hacia el año 160 p. C., ocupándose de su administración los procuratores Augusti per Baeticam ad Kalendarium Vegetianum nombrados al efecto169. Asimismo conocemos propiedades suyas en Viterbo170, posiblemente en Aecae, en la Apulia171, así como el domicilio familiar en Roma172.

También tenemos referencias del domicilio en Roma del siguiente personaje que traemos a colación: A. Platorius A. f. Serg. Nepos Aponius Italicus Manilianus C. Licinius Pollio173. Con él, en relación con los objetivos de este texto, se evidencia el valor de los pequeños indicios y la necesidad de acudir una vez más al método deductivo, tanto para analizar su origen, como su trayectoria.

El desempeño del cargo de IIIuir kapitalis174, el de menor rango del vigintivirato, lleva a considerar la posibilidad de que hubiera podido ser con él con quien la

164. Caballos, Senadores, nº 130.165. Caballos, Senadores, nº 131.166. Caballos, Senadores, nº 132.167. J. González Fernández, “Eine Inschrift des Mummius Sisenna Rutilianus”, ZPE 52, 1983,

pp. 172-173; AE 1983, 518.168. De las que las marcas anforarias K. V. (desarrolladas como Kalendarium Vegetianum), L.

M. VE. (desarrolladas como Luci Mummi Vegeti) y F. VEG. (desarrollada como Figlina Vegetiana, con control en Hispalis, harían referencia a un fundus familiar). Cfr. G. Chic García, Datos para un estudio socioeconómico de la Bética. Marcas de alfar sobre ánforas olearias, Écija (Sevilla) 2001, referencias en los índices, pp. 538 y 546.

169. CIL II, 1085 = ILS 1406; CIL II, 2029 = ILS 1405; AE 1956, 123 y AE 1978, 400.170. CIL XI, 3003; ILS 5771; Epigraphica 2002, 191 y 194; AE 2002, 471: Mummius Niger

/ Valerius Vegetus consular(is) / aquam suam Vegetianam quae / nascitur in fundo Antoniano / Maiore P(ubli) Tulli Varronis cum eo loco / in quo is fons est emancipatus duxi[t] / per millia passuum V(milia)DCCCCL in uil/lam suam Caluisianam quae est / ad aquas Passerianas suas...

171. CIL IX, 948.172. La domus romana se localiza a partir del hallazgo de una fistula plumbea del Quirinal con la

leyenda Q. Valeri Vegeti (CIL XV, 7558).173. Caballos, Senadores, nº 138; sobre propiedades, p. 251.174. CIL V, 877 = ILS 1052.

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familia ascendió al ordo senatorius175, lo que debió haber tenido lugar en época de Domiciano. Sería fruto de una mera suposición avanzar la posibilidad de al-gún contacto con Trajano antes del ascenso de éste al trono imperial, con oca-sión del desempeño por parte de Platorio Nepote del puesto de Trib. mil. leg. XXII Primigeniae Piae Fidelis en Moguntiacum en torno al año 97. Sin embargo cuenta con visos de verosimilitud que su integración en la Asamblea Senatorial tuviese lugar tras el desempeño del puesto de Quaest. prou. Macedoniae posible-mente como candidatus diui Traiani176. Con este emperador fue asimismo Leg. Aug. leg. I Adiutr. durante la guerra contra los partos. El favor imperial creció con Adriano, que le hizo su colega en el consulado el año 119177. Un verosímil origen italicense del personaje podía estar en la base de estos vínculos con los dos emperadores que tenían en aquella localidad provincial su patria. Platorio Nepo-te desempeñó dos legaciones provinciales tras el consulado, primero en Germa-nia Inferior y luego en Britannia, surgiendo por entonces una desafección con Adriano de la que se hacen eco las fuentes178. No sería el primer caso, bastando para ello recordar lo descrito al tratar de P. Acilio Atiano.

De asumirse los anteriores planteamientos, el de A. Platorius A. f. Serg. Nepos sería así uno de los pocos casos en que se proyecta el favor imperial hacia un personaje que, como italicense, compartía reciente origo familiar con sus bene-factores Trajano y Adriano.

Concluyo, precisamente con referencias a los Vlpii Traiani italicenses, este su-cinto recorrido descriptivo por las fórmulas documentadas de promoción al orden senatorial de quienes identificaron como patria algunas de las munici-palidades más conspicuas de la provincia romana de la Bética durante el Alto Imperio. Me he ocupado en múltiples ocasiones anteriores de la extracción fa-miliar del que llegó a ser Optimus Princeps179, por lo que no me repetiré aquí

175. W. Eck, “Beförderungskriterien innerhalb der senatorischen Laufbahn, dargestellt an der Zeit von 69 bis 138 n. Chr.”, ANRW II.1, 1974, p. 174.

176. Según la suposición de Mommsen (ad CIL V, 877) de que la referencia candidato diui Traiani se había incorporado en un lugar inadecuado del texto.

177. CIL V, 877 = ILS 1052 y CIL VI, 2078 = 32374.178. H.A., uita Hadr. 15,2 y 23,4.179. A. Caballos Rufino, “M. Trahius, C.f., magistrado de la Itálica tardorrepublicana”, Habis

18-19, 1987-88, pp. 299-317; id., “M. Vlpius Traianus pater”, Archivo Hispalense 219, 1989, pp. 9-28; id., Los senadores hispanorromanos y la romanización de Hispania (Siglos I-III). I: Prosopografía, Écija (Sevilla) 1990, nº 168 y 169; id., “Trajano emperador de Roma. A los 1900 años de una efemérides”, El Siglo que viene 35-36, Sevilla 1998, pp. 13-21; id., “Raíces hispanas de la familia imperial. De Trajano a Adriano”, en J. M. Cortés Copete y E. Muñiz Grijalvo, eds., Adriano Augusto, Sevilla 2004, pp. 35-55;

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desarrollando los mismos argumentos, limitándome por ello sólo a la mención de algunas conclusiones de la interpretación documental. Sobre los precedentes familiares contamos hoy en día, no únicamente con un análisis renovado de la información literaria y la ampliación del repertorio epigráfico, sino asimismo, a pesar de los interrogantes que aún subsisten, con un concomitante más ajustado conocimiento de los procesos migratorios y de la dinámica jurídica e institucio-nal experimentado por la ciudad de Itálica180.

El nombre del emperador, y antes el de su padre, junto a la documentación epigráfica italicense evidencian, tanto una vinculación onomástica entre Vlpii y Traii181, como, a partir de la reciente constatación de Traii en Itálica182, que estos nexos familiares fueron trabados en la propia patria bética. Por una parte los Vlpii, por otra los Traii. En ambos casos familias inmigrantes. Si debe asu-mirse preferentemente un origen umbro para el gentilicio183, los Traii procedían del corazón de la vecina región del Piceno184, en concreto de la ciudad de Trea, que les dio su nombre185. Sobre el patriarca familiar en la Hispania Vlterior, M. Traius C. f., al que le habría cabido un papel de significación en el proceso de constitución jurídica de Itálica, me he detenido recientemente186, lo mismo que

id., “Aportaciones epigráficas al estudio del papel de los precedentes familiares en la promoción de los Vlpii Traiani”, en S. Armani, B. Hurlet-Martineau y A. U. Stylow, eds., Epigrafía y sociedad en Hispania durante el Alto Imperio: estructuras y relaciones sociales, Alcalá de Henares 2003, pp. 241-267; e id., “Trajano: orígenes y formación de un emperador hispanorromano”, en M. Bendala Galán, dir., Historia de Andalucía. Tomo I: La Antigüedad: del poblamiento a la madurez de los tiempos antiguos, Sevilla 2006, I, pp. 333-341.

180. A. Caballos Rufino, ed., Itálica-Santiponce. Municipium y Colonia Aelia Augusta Italicen-sium, Roma 2010; y A. Caballos Rufino, “Colonización, integración y vertebración: El caso de Itálica”, en S. Demougin y J. Scheid, eds., Colons et colonies dans le monde romain, Roma (Collection de l’École Française de Rome 456) 2012, pp. 7-39.

181. En sentido diferente al caso de los Aelii Hadriani, cuyo cognomen es una directa adjetiva-ción toponímica de la primera patria en el Piceno (vide supra).

182. A. Caballos Rufino, “Aportaciones epigráficas…”, cit., pp. 249 ss.183. Véanse al respecto ya los planteamientos de J. Bonfante, “Le latin Ulpius et le nom osco-

ombrien du loup”, Latomus 3, 1939, pp. 79-83.184. Umbría y Piceno, regiones VI y V de Augusto.185. Adquiere así un especial valor, que no debe extrañar, la vinculación de la familia del empera-

dor Adriano con Hadria, aquella ciudad al sur del Piceno. Este planteamiento del origen de los Traii en Trea, expuesto ya en A. Caballos Rufino, Los senadores hispanorromanos y la romanización de Hispania (Siglos I-III). I: Prosopografía, Écija (Sevilla) 1990, vol. II, p. 313, nota 39; e id., “Trajano: orígenes y for-mación de un emperador hispanorromano”, en M. Bendala Galán, dir., Historia de Andalucía. Tomo I: La Antigüedad: del poblamiento a la madurez de los tiempos antiguos, Sevilla 2006, I, p. 337; fue retoma-do por M. Mayer en “Trea (Treia) y Trajano. Notas y Reflexions de lectura”, Picus 29, 2009, pp. 53-64.

186. A. Caballos Rufino, “Colonización, integración y vertebración…”, cit., pp. 28 ss.

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hice con antelación en relación con la inscripción de la orchestra del teatro de Itálica mencionado a L. Blattius L. f. Traianus Pollio y C. T[itiu]s Pollio, IIuir(i) desig(nati) iter(um) pontific(es) prim[i cr]eati Augusto187. A las consideraciones allí expuestas remito. Queda sin embargo para concluir presentar aquí un nuevo argumento que confirma, tanto la cronología asignada a este epígrafe, como, de resultas de la concesión por parte de Augusto del estatuto municipal a Itálica, la vinculación de los dos personajes mencionados en la inscripción con el proceso por el que se implementaron el régimen duoviral y las instituciones municipales, homogeneizando el funcionamiento interno de la ciudad provincial con el de las comunidades itálicas.

El hallazgo de una nueva tabla de la Lex coloniae Genetiuae Iuliae y el estudio que dediqué, tanto a su edición, como a una actualización del análisis del magno proceso de colonización llevado a cabo tras el desenlace del Bellum Hispaniense, me ha permitido evidenciar la altísima significación que en él le cupo a C. Asi-nius Pollio, cuyo protagonismo en este proceso sólo ahora adquiere el relieve que en justicia le corresponde188. Lo habíamos visto en el caso de las colonias a partir del ejemplo de la deducida en Vrso. Pero ahora quiero asimismo poner de relieve el similar protagonismo de Asinio Polión en la implementación de las mismas instituciones cívicas normalizadas en los municipios. Entre ambos, colonias y municipios, la diferencia no es funcional, sino sólo etiológica: deduciéndose las colonias y constituyéndose los municipios. Mientras que en las colonias tuvo lu-gar una sustitución revolucionaria del cuerpo cívico, en las comunidades urbanas promocionadas al rango de municipio se habría mantenido el colectivo ciuda-dano. Este colectivo ciudadano debería, no obstante, experimentar un proceso de transformación funcional para adaptar sus viejas instituciones a las fórmu-las del régimen duoviral, resultado de la recepción de un estatuto municipal

187. A. Caballos Rufino, “Aportaciones epigráficas…”, cit., pp. 252 s. Aquí vimos que, por el espacio disponible, resulta materialmente imposible restituir en la inscripción T[raiu]s, quedando la primera lectura propuesta como la más verosímil, para lo que podemos apelar como referencia a los duo Titii hispani adulescentes, tribuni legionis V, quorum patrem Caesar in senatum legerat (Bell. Afr. 28,2; véase A. Caballos Rufino, “Los senadores de origen hispano durante la República Romana”, en J. González, ed., Estudios sobre Urso Colonia Iulia Genetiva, Sevilla 1989, pp. 233-279, concretamente bajo el nº 9 del Catálogo).

188. A. Caballos Rufino, El nuevo bronce de Osuna y la política colonizadora romana, Sevilla 2006. Véase también, en torno a la misma argumentación, A. Caballos Rufino, “Genearcas en los pro-cesos de integración del Bajo valle del Baetis”, en A. Sartori y A. Valvo, eds., Hiberia Italia – Italia Hiberia, Milán 2006, pp. 407-431; e id., “Colonizzazione cesariana, legislazione municipale e inte-grazione provinciale: la Provincia Hispania Ulterior”, en G. Urso, ed., Cesare: precursore o visionario?, Pisa 2010, pp. 63-84.

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estandarizado siguiendo el patrón romano; tal como se había ensayado ya en la Península italiana hacía menos de media centuria de resultas de las iniciativas, tanto del padre del dictador César189, como de Gneo Pompeyo Estrabón190.

Las actuaciones colonizadoras de Julio César, discontinuadas por su muerte y re-tomadas por Marco Antonio, que desembocaron en la organización de un mag-no proceso municipalizador con Augusto, fueron conducidas en la práctica por el gobernador provincial, a la sazón Gayo Asinio Polión. Para su ejecución debió contar en cada comunidad con personas de confianza y prestigio que se responsa-bilizasen de la puesta en marcha de las complejas actuaciones necesarias para una transformación de tanto calado. Ya nos hemos referido en otra ocasión a estos ge-nearcas, que dejarían su impronta por generaciones, describiendo algunos de los indicios que permiten su identificación191. Añado ahora un argumento nuevo.

Había llamado la atención el poliónimo del primero de los dos personajes men-cionados en la precitada inscripción monumental del teatro de Itálica, perma-nente emblema del edificio, recordando la directa vinculación de la ciudad con el fundador del Imperio. No debemos ver de ninguna manera en ello un indicio que pueda justificar una datación más moderna para el epígrafe, cuya fecha es inapela-blemente augustea. Traianus, el primer cognomen de L. Blattius, adjetivación de Traius, expresa los correspondientes vínculos familiares. No sucede así con el se-gundo cognomen. En relación con éste debe prestarse además atención a algo que no había sido puesto suficientemente de relieve hasta ahora: que tanto L. Blattius como C. T[itiu]s comparten el mismo cognomen Pollio. No indicaría parentesco colateral entre ambos, ni se trataría de una casualidad accidental192, sino que con él sus portadores evidenciarían la voluntad de exhibir un cognomen prestigiado por ser la designación del procónsul provincial, como fórmula de asimilación de ese prestigio, expresando así a la par lealtad política y sintonía ideológica con los dueños del Estado. Solicitado o recibido directamente de Gayo Asinio Polión,

189. Con la lex Iulia del 90 a. C190. Con la Lex Pompeia del 89 a. C.191. A. Caballos Rufino, “Genearcas en los procesos de integración del Bajo valle del Baetis”, en

A. Sartori y A. Valvo, eds., Hiberia Italia – Italia Hiberia, Milán 2006, pp. 407-431.192. Son muchas las formas teóricamente posibles por las que podría recibirse tal cognomen,

las más habituales por transmisión familiar o por manumisión; sin embargo, tanto la cronología de inicios del Imperio, cuando comenzó a formalizarse la incorporación de cognomen en la designación onomástica y todavía éste, o identifica extracción liberta –lo que evidentemente no es el caso–, o de-nota elevación social, como el ser portado por magistrados superiores en la etapa constituyente de im-plementación de las instituciones municipales resultado de la concesión estatutaria, creo que soportan adecuadamente la interpretación que propongo.

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exhibirlo no suponía ninguna alteración en la adscripción ni gentilicia ni familiar, amén de que no conllevaba exigencia ni implicación jurídica alguna. No se trata de un ejemplo único193. Baste apelar a un caso similar, el de la implementación normativa del estatuto municipal de la vecina Carmo, responsabilidad que recayó en un –de nuevo el mismo cognomen– Lucius Seruilius Pollio194.

Retornando a M. Vlpius Traianus pater, la trayectoria de su familia constituye el paradigma por el que una estirpe provincial logró alcanzar la cima de la promo-ción social: un remoto origen itálico de la familia –por vía tanto paterna como materna descendiente de colonos verosímilmente llegados del Piceno formando parte de las clientelas de la familia de Pompeyo, originaria de la misma región–, los prestigiosos precedentes familiares inmediatos, formando parte de la elite municipal desde la constitución del municipio –como M. Trahius C. f. personi-fica–, la disponibilidad de recursos patrimoniales que ello significa y el soporte social de deudos y dependientes. Estos argumentos conforman los prerrequisitos de que M. Vlpius Traianus pater dispondría, como fundamento de su dignitas e idoneitas, exigencias de la promoción. Luego los vínculos familiares en círculos relativamente estrechos de fuerte endogamia, completados por relaciones presti-giosas, en las que muy verosímilmente cabría un papel de significación al círculo de los Annaei. Por último, la coyuntura propicia que ofreció la violenta extinción de la dinastía Julio-Claudia y el apoyo prestado a los Flavios, traducido en el nuevo papel asignado a los itálicos y la promoción al más elevado de los ordines de la que se vieron beneficiados los próceres provinciales de extracción itálica mejor situados195.

Con este inmejorable soporte M. Vlpius Traianus filius bien podría aspirar toda-vía a superiores destinos, haciéndose con él realidad el arcano de que no sólo en

193. Un listado de los personajes con cognomen Pollio documentados en Hispania en J. M. Abas-cal Palazón, Los nombres personales en las inscripciones latinas de Hispania, Murcia 1994, p. 462.

194. Conocido por CIL II, 5120, inscripción transmitida por el Anonymus Taurinensis: L(ucio) Seruilio, L(uci) f(ilio), Pol(l)ioni, IIIIuir(o) m(unicipii) bis, praefecto C(ai) Caesaris quat(t)uoruira-li [potestate], [pontif(ici)] sacrorum publicorum municipalium, pont(ifici) Diui Augusti, Postumia, Q(uinti) f(ilia), Prisca uxor d(edicauit). Sobre el personaje, su función y significado puede verse A. Caballos Rufino, “La paulatina integración de Carmo en la Romanidad”, en A. Caballos, ed., Carmona Romana. Actas del II Congreso de Historia de Carmona, Carmona (Sevilla) 2001, pp. 3-17 = 2ª ed., Carmona 2012, pp. 24 ss.; e id., “Carmona romana”, en A. Caballos Rufino, M. de los Á. Fernández Valle, V. Galera, M. González Jiménez et al., Carmona, Sevilla 2007, pp. 33-60, esp. pp. 50 ss.

195. Entre los que M. Vlpius Traianus pater constituye el mejor ejemplo, como manifiesta el hecho de llegar incluso a ser aupado al patriciado. Véanse las referencias de la nota 179, supra.

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las provincias podían hacerse emperadores196, sino que aquéllas podían incluso aportar un dueño a Roma. Repitiendo lo que escribí en su momento “lo revo-lucionario no era tanto que un personaje de origen provincial llegase a dominar el Imperio, como que esto pudiese ser así sin que Trajano fuese considerado ni un ápice menos romano por ello… A los ojos de los patres, lo mismo que a los de los caballeros, Trajano simbolizaba una nueva curia más abierta, representando a aquella nueva hornada de senadores, itálicos reclutados para la Asamblea en las regiones más romanizadas de las provincias occidentales, que habían alcanzado el poder operativo y se habían mostrado de una alta eficiencia en el desempeño de su papel como gestores provinciales y generales de las tropas. Trajano aparecía así también a la par como un representante del mundo municipal y los senadores y caballeros romanos habían comprendido que, sin el apoyo de este universo provincial en ascensión, no podría obtenerse el equilibrio universal que ellos deseaban y propiciaban. Además era el símbolo de una provincia, la provincia Hispania Ulterior Bética, que, por su capacidad económica, su grado de roma-nización, la extensión y el desarrollo de las instituciones municipales y el dina-mismo y sintonía ideológica de sus próceres, desde hacía mucho tiempo había estado preparando y con su lealtad se había ganado las mieles de la promoción al amplissimus ordo senatorial para lo más granado de sus elites”197.

196. Tac., Hist. I, 4.197. “Trajano: orígenes y formación de un emperador hispanorromano”, en M. Bendala Galán,

dir., Historia de Andalucía. Tomo I: La Antigüedad: del poblamiento a la madurez de los tiempos anti-guos, Sevilla 2006, I, pp. 333 y 336.