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— 145 — Recientemente la ciudad de Zamora, y en particular el Instituto Florián de Ocampo, ha recordado con una se- rie de actos la figura y obra del investigador Luis Cortés Vázquez.Cortés fue, durante décadas, un trabajador in- cansable en el terreno de la cultura tradicional, acercán- dose a ella primero desde la filología y después más abier- tamente desde la tradición oral y la artesanía. La activi- dad de Cortés se centró principalmente en las provincias de Zamora y Salamanca -la primera por ser la tierra de sus antepasados y la segunda por desarrollar la actividad académica en su universidad-, pero los resultados de su investigación, por la alta calidad y excelente método, son perfectamente válidos y aplicables para el estudio y obser- vación del folklore ibérico. Su humanismo y su alto senti- do del deber, de la justicia y de la amistad, le convierten además en una figura ejemplar cuya obra es comparable a la de otros grandes investigadores del siglo XX. i

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Recientemente la ciudad de Zamora, y en particularel Instituto Florián de Ocampo, ha recordado con una se-rie de actos la figura y obra del investigador Luis CortésVázquez.Cortés fue, durante décadas, un trabajador in-cansable en el terreno de la cultura tradicional, acercán-dose a ella primero desde la filología y después más abier-tamente desde la tradición oral y la artesanía. La activi-dad de Cortés se centró principalmente en las provinciasde Zamora y Salamanca -la primera por ser la tierra desus antepasados y la segunda por desarrollar la actividadacadémica en su universidad-, pero los resultados de suinvestigación, por la alta calidad y excelente método, sonperfectamente válidos y aplicables para el estudio y obser-vación del folklore ibérico. Su humanismo y su alto senti-do del deber, de la justicia y de la amistad, le conviertenademás en una figura ejemplar cuya obra es comparablea la de otros grandes investigadores del siglo XX.

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S U M A R I OPág.

El óbolo de Caronte: Etnografía y literatura.........147 José Manuel Pedrosa

El rostro del vino......................................................150Ángel Charro Gorgojo

Más referencias etnográficas en textos medieva-les:El capítulo 43 de los Casus Sancti Galli..........161

Lorenzo Martínez Ángel

Sepancuantos (Por la Sierrea de Aracena y Picosde Aroche).................................................................164

Manuel Garrido Palacios

Aquellas trenzas de pelo endrino...........................172José Manuel Fraile Gil

El parentesco, un impedimento para contraermatrimonio en el siglo XVIII. Vicarías de Al-ba y Aliste (Zamora) ..............................................178

Lorenzo Fernández Fernández

EDITA: Obra Social y Cultural de Caja España.Plaza Fuente Dorada, 6 y 7 - Valladolid, 2001.

DIRIGE la revista de Folklore: Joaquín Díaz.DEPOSITO LEGAL: VA. 338 - 1980 - ISSN 0211-1810.IMPRIME: Imprenta Casares, S. A. - Vázquez de Menchaca, 64 - 47008 Valladolid

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EL ÓBOLO DE CARONTE: ETNOGRAFÍA Y LITERATURA (UNA TRADICIÓN POPULAR Y SUS REFLEJOS EN BAU-DELAIRE, STEVENSON Y BORGES)

José Manuel Pedrosa

En una entrevista que publicó, el 12 de junio de1999, el diario ABC, Carmen de Carlos, la sirvientaque durante muchos años atendió y cuidó de JorgeLuis Borges y de su madre, doña Leonor de Aceve-do, describió de qué modo la anciana madre delescritor

murió a las 4:20 de la mañana. Él estaba dormi-do. Pensé que la señora roncaba y la incorporé.En ese momento sentí un ruido espantoso en sucuerpo. Los médicos dijeron luego que al morirse despegaba el organismo. Borges la agarrópor los tobillos para estirarla y empezó a sacu-dirla en la cama, pero ya estaba muerta. Esedía fue el de mayor sufrimiento para él. Iba y ve-nía llorando, se sujetaba a los barrotes de la ca-ma y decía: "Madre, ya volví, estoy acá". Entrelos dos la amortajamos y pusimos monedas enlos ojos para que no quedasen abiertos(1).

Aunque el acto de colocar monedas sobre losojos fuese interpretado por la sirvienta de Borgesdesde un punto de vista absolutamente práctico yfuncional (según ella, habrían sido colocadas conel simple objeto de "que no quedasen abiertos" losojos de doña Leonor), no se puede descartar que,en el código de valores y de hábitos rituales del es-critor argentino, este curioso comportamiento tuvie-se otro sentido de mayor alcance simbólico y, so-bre todo, de más profundas implicaciones y reso-nancias literarias que las que parecía tener presen-tes la criada.

Ciertamente, la posibilidad de que el acto de co-locar monedas sobre los ojos del cadáver maternofuera un ritual funerario tradicional, que Borges po-día conocer a través de las costumbres de sus con-temporáneos, y, al mismo tiempo, un motivo litera-rio que el escritor podía conocer a través de susamplísimas lecturas, está avalado por numerososdatos.

En primer lugar, por la descripción de una prác-tica similar en La isla del tesoro del británico RobertLouis Stevenson, obra y autor hacia los que JorgeLuis Borges profesó durante toda su vida devotaadmiración:

-Yo lo vi [a Flint] muerto con estos ojos -dijoMorgan-. Billy me hizo entrar con él. Allí estabacon dos monedas de un penique sobre susojos(2).

Otro autor que Borges conocía muy bien -aun-que no tuviese un lugar en su catálogo de preferen-cias comparable al de Stevenson- fue el francésCharles Baudelaire, que introducía Don Juan auxEnfers (Don Juan en los infiernos), uno de los poe-mas más célebres de sus celebérrimas Fleurs dumal (Las flores del mal), con los siguientes versos:

Cuando bajó Don Juan a la onda subterránea,y cuando le hubo dado su óbolo a Caronte,un sombrío mendigo, airado como Antístenes,tomó con brazo fuerte y vengador los remos(3).

En cualquier caso, el acto de colocar monedassobre los ojos, o sobre otras partes del cuerpo o dela indumentaria de un cadáver, no puede ser consi-derado como un simple y descontextualizado moti-vo literario exclusivo de Borges, de Stevenson o deBaudelaire, sino como una costumbre funeraria devieja y arraigadísima -casi universal- difusión, queninguno de los tres escritores tuvo necesidad deconocer a través de su reflejo en los libros -aunquesobre todo para Borges ello pudo constituir una in-fluencia más o menos consciente a la hora de supuesta en práctica-, sino de las costumbres y delas creencias más arraigadas dentro de las respec-tivas comunidades en cuyo seno vivieron ambosescritores.

Es sabido, en efecto, que en la moderna geo-grafía tradicional de Hispanoamerica se halla docu-mentada la costumbre de depositar monedas enlos féretros de los muertos. En la Argentina ruralquedan todavía ecos de la costumbre:

Yo sí he escuchado contar a veces de muer-tos enterrados con monedas que se colocan enel interior de sus cajas y que se entierran conellos(4).

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De este modo ha sido descrita la práctica delmismo ritual en Chile:

Dentro del ataúd, se coloca una varillita, unpañuelo y una moneda. La varilla es para defen-derse de los perros rabiosos; el pañuelo paralas escenas tristes; y la moneda para pagar lospecados(5).

En la misma tradición chilena se han podido do-cumentar creencias y prácticas tan curiosas e híbri-das -puesto que comparten ingredientes hispáni-cos e ingredientes indígenas mapuches- como lassiguientes:

Unas viejas antepasadas, Trempulcahue,transformadas en ballenas, llevan las almas delos muertos hacia la puesta del sol, cobrandootras ancianas el pasaje, pago que se efectúamediante llancas sepultadas con el cadáver. Elsitio de este recogimiento se llama ngullchen-maihue, lugar accidental de reunión para la gen-te, y se halla en la Isla Mocha.

Una vieja bruja, en forma de ballena, se llevaal difunto a mejor vida, no sin pagar un derechode peaje en unos trechos muy angostos queotra vieja bruja guarda celosamente, pronta asacarle un ojo al que no pague el precio fijado.Y al llegar al cielo, los maridos tienen el mismonúmero de mujeres que tenían en la tierra, perono procrean hijos porque todo allí es espiri-tual(6) .

Que este tipo de ritos funerarios hunden -al me-nos parcialmente- sus raíces en la tradición ibérica,lo demuestra el hecho de que se hayan documen-tado ampliamente en la España del siglo XX, comodemuestran los siguientes textos navarro y anda-luz, respectivamente:

En Artaza, un hombre llamado Abraan Gar-cía, que murió hace unos treinta años, pedíaque cuando muriera le pusieran un duro (unamoneda de cinco pesetas) en la mano (informaEmilio Redondo que en el cementerio de Artazahan aparecido algunas monedas) .

Un puñado de tierra echaban a la fosa losmás allegados. También un puñado de perras("para pagar el viaje"). Al sepulturero se le dabadinero(7).

Pero la antigüedad y la difusión de este rito fu-nerario van mucho más allá, sin duda, de la Hispa-noamérica o de la Europa que conocieron Borges,Baudelaire o Stevenson. Son abundantísimas, porejemplo, las fuentes literarias grecolatinas que des-criben cómo Caronte, el tenebroso barquero queconducía en su fúnebre barca las almas de losmuertos hasta el reino del más allá, solicitaba a ca-da pasajero este tipo de peaje monetario. Así escómo, en el siglo II d.C, describió el latino Apuleyo-no sin cierta carga de ironía y de escepticismo- laconveniencia de que los muertos fuesen enterra-dos con las monedas necesarias para costear el fú-nebre trayecto:

Llegarás al río de la muerte, a cuyo frenteestá Caronte; éste empieza por reclamar el im-porte del viaje, y, sin más requisitos, transportaa los viajeros a la orilla opuesta en su barca decuero cosido. Es decir, hasta entre los muertossigue en vida la avaricia, y Caronte, el poderosoy divino recaudador de Plutón, no hace nadagratis; el pobre, al morir, debe proveerse del im-porte de su viaje, y si casualmente no va por de-lante la moneda en la mano, no se le permiteexhalar el último suspiro. A ese viejo asquerosohas de darle, a título de peaje, una de tus dosmonedas(9).

Pero aunque sea Caronte el personaje mítico alque más se ha asociado, en la tradición occidentalheredera de la grecolatina, la costumbre de deposi-tar monedas sobre los cuerpos o en los féretros delos muertos, este ritual debe tener, sin duda, raícesmucho más antiguas y extendidas.

Lo ejemplifica, por ejemplo, la evidencia de queeste rito funerario no es exclusivo de la tradicióneuropea ni de la occidental, ya que sabemos que

una costumbre ampliamente difundida enChina y en el Japón es la de colocar monedaacuñada o papel moneda, o imitaciones de pa-pel moneda, en las tumbas. Estas monedas, de-nominadas "el derecho del pasaje", están desti-nadas a que el muerto pueda pagar al Carontede la creencia china(10).

En otra tradición tan alejada y exótica como lade Madagascar, han sobrevivido hasta hoy ritos ycreencias parecidos, lo que avala, una vez más, ladifusión prácticamente universal de esta prácticafuneraria:

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En nuestro pueblo, los familiares ponen mo-nedas entre las manos del difunto o en los bolsi-llos de sus vestidos, o directamente entre lospliegues de sus vestidos(11).

En la tradición de los chuetas (judeo-conversos)de Mallorca se halla también documentada unacostumbre similar:

Cuando tenía lugar una muerte entre ellos, po-nían el cadáver con la cara hacia la pared, lo lava-ban con agua caliente, lo vestían con un nuevo su-dario, metían monedas en su boca, y vaciaban to-do el agua que hubiese dentro de las jarras -todoello en observancia de la ley mosaica- .

También en la Alemania romántica, los herma-nos Jakob y Wilhelm Grimm -tan leídos y admira-dos, igualmente, por Borges- documentaron una le-yenda acerca de la mágica planta de la mandrágo-ra y su relación con los cadáveres que muestracoincidencias innegables con el resto de las creen-cias que estamos analizando:

Cuando muere el propietario de una mandrá-gora, la hereda el hijo más joven, pero tiene queponerle a su padre en el ataúd un trozo de pany una moneda, y hacer enterrar estas cosas conél. Si el heredero muere antes que su padre, lecorresponde al hijo mayor, pero entonces es elmás joven el que ha de se enterrado con el pany con la moneda .

De todos estos datos y de todos estos textospodemos deducir que, en un momento tan dramáti-co y tan determinante en la vida de Jorge Luis Bor-ges como fue el de la despedida final de su ancia-na madre, con la que a lo largo de tantos años con-vivió, el escritor se mantuvo fiel a determinados ri-tos consuetudinarios, bien conocidos seguramentepor él, de preparación de los cadáveres, y al in-menso caudal de conocimientos literarios y cultura-les -de su propia tradición y de muchas otras tradi-ciones- que su memoria atesoraba.

Las monedas que acompañaron a su madre alotro mundo fueron el último y más adecuado donque un hombre y un intelectual tan apegado a suspropias raíces y tan conocedor de las raíces cultu-rales de los demás como fue Jorge Luis Borges pu-do entregar, en el momento de la muerte, a la per-sona que muchos años antes le había dado la vida.

NOTAS:

(1). ABC CULTURAL, 12 de junio de 1999, p.10.

(2). ROBERT L. STEVENSON, La isla del Tesoro, ed. J. Ma Álva-

rez, Barcelona, Círculo de Lectores, 1994, p. 240.

(3). CHARLES BAUDELAIRE, Las Flores del Mal, ed, A. Verjat y

L. Martínez de Merlo (Madrid: Cátedra, reed. 2000) p. 125.

(4). El informante fue Pedro Zeinsteger, nacido en Resistencia

(Argentina) en 1971 y entrevistado por mí en Madrid el 24 de fe-

brero de 2002.

(5). ORESTE PLATH, Folclor religioso chileno, Santiago de

Chile, Grijalbo, reed. 1998, p.28.

(6). ORESTE PLATH, Geografía del mito y la leyenda chilenos,

Santiago, Nascimiento, 1973, pp. 332-333.

(7). LUCIANO LAPUENTE MARTÍNEZ, “Estudio etnográfico de

Améscoa (Tercera Parte)”, Cuadernos de Etnología y Etnografía de

Navarra IV/11 (1972) pp. 123-165, p. 137.

(8). JULIO CARO BAROJA, “Notas de viaje por Andalucía”, en

De etnología andaluza, ed. A. Carreira (Málaga: Diputación Pro-

vincial, 1993) pp. 21-232, p. 226.

(9). APULEYO, El asno de oro, ed. L. Rubio Fernández (Ma-

drid: Gredos, 1978) VI:18, p.182.

(10). ARTURO CASTIGLIONI, Encantamiento y Magia, trad.

G; Pérez Enciso (México: Fondo de Cultura Económica, reed.

1987) p. 127.

(11).HARINIRINJAHANA RABARIJAONA, “Los preparativos

para el entierro”, Narrativas orales malgache e hispánicas: con-

vergencias, divergencias y estudio comparativo, tesis doctoral (Al-

calá de Henares, Universidad, 2000) núm. 202.

(12). BARUCH BRAUNSTEIN, The Chuetas of Majorca: con-

versos and the Inquisition of Majorca (Scottdale, Pa., Mennonite

Publishing House, 1936) p. 57. Vease además SEYMOUR B. LIEB-

MAN, “Religión y costumbres judías entre los marranos del nuevo

mundo colonial”, Sefárdica 5 (mayo 1986) pp. 41-64, p.56.

(13). JAKOB Y WILHEM GRIMM, la mujer del musgo y otras

leyendas alemanas, ed. B. Almeida y J. M. Pedrosa (Oiartzun;

Sendoa, 2000) núm. 83.

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EL ROSTRO DEL VINOÁngel Charro Gorgojo

“Si una tabernera no quiere reci-bir grano como precio por una bebida y re-cibe plata por el peso grande y disminuye lacalidad de la bebida caso de que acepte co-mo pago el valor del grano, lo probaráncontra la tabernera y la arrojarán al agua”(Código de Hammurabi, Ley 108)

INRODUCCIÓN

Vamos a asomarnos a través de la atenta lec-tura de los textos sagrados y de la literatura clá-sica al vasto campo de la cultura vitivinícola parapoder reconstruir la cronología del cultivo primi-tivo, la relación con la medicina, los mitos y elsimbolismo en torno al vino.

Los grabados y pinturas murales elaboradaspor las grandes civilizaciones del pasado refierenel cultivo, el uso y hasta el abuso de la bebidadesde hace milenios en culturas como la egipcia,la griega y la romana, con registros que en mu-chos casos incluyen diversas listas de vinos, deviñedos e inclusive el nombre del viticultor. El vi-no, además de los poderes curativos, religiosos yde alegría que conlleva, constituye el centro de lavida social y es motivo de inspiración para los poetas.

ORIGEN

Los pueblos nómadas de hace más de 6000 ó7000 años ya elaboraban vino a partir de uvassilvestres. Cuando se volvieron sedentarios, lavid fue, junto con el olivo y la higuera, una de lasprimeras plantas en ser cultivadas y aprovecha-das por el hombre. Si bien no ha podido ser de-mostrada la existencia del cultivo de la vid enEgipto y en Mesopotamia antes del cuarto mile-nio a.C. y en el Egeo antes del 2500 a.C. hay indi-cios fiables de que 6000 años antes de nuestraera ya se practicaba, una viticultura rudimenta-ria en una región ubicada al sur del mar Negro,en las llanuras fértiles de Sumeria.

El descubrimiento de semillas en una grancantidad de lugares, ciudades y asentamientos

prehistóricos, indica que los frutos de la viñaeran apreciados por los primeros grupos de culti-vadores neolíticos que se dedicaban plenamente ala caza y la recolección de frutos de distintos ti-pos para su alimentación.

Según investigaciones recientes, el nombre delvino, tuvo su origen en un término hoy desapare-cido de la lengua hablada en el antiguo Caúcaso,la palabra voino, que servía para designar el bre-baje embriagador fabricado a partir del racimo dela uva. Sin embargo, la mayor parte de los traba-jos coinciden en señalar que el nombre del vino– en griego oinos, en latín vinun, en hebreo yayin –proviene de la cuenca del Mediterráneo y penetraen Asia llevado por los prósperos comerciantesarmenios. Algunos eruditos insisten en que elnombre de Italia deriva de vit (eit), vitis y la raízal (alere, nutrir) de donde vitalia sería la regiónque produce la vid. La teoría no es descartablepuesto que se han encontrado inscripciones ante-riores al latín cuya grafía suena con la mismaraíz vid. Por otra parte, los antiguos llamaban ala península itálica, Oinotria o Enotria, país delvino.

El cultivo de la viña y la elaboración del vinoestá bien atestiguado en Mesopotamia, segúnconsta en las tablillas cuneiformes. Era la bebidafavorita de reyes y mercaderes, y se le considera-ba símbolo de fecundidad. Una escultura hititadel rey Warpalawas muestra al dios de la fertili-dad con ramos de uvas.

La cultura del vino emergió con las primerascivilizaciones como queda demostrado en tabli-llas, papiros y tumbas egipcias. En las tumbas delos grandes personajes, como los faraones y sa-cerdotes, se han hallado jarras para vino, quefueron colocadas para acompañar al difunto ensu viaje al más allá. Un ejemplo ilustrativo es eldel faraón Tutankamon en cuya tumba se encon-traron jarras de vino perfectamente selladas conla marca del cosechador, lo que demuestra que laprofesión de viticultor era una de las más apre-ciadas. Donde primero se mencionó por escrito lapalabra vino – arp – fue al estudiar los jeroglífi-cos egipcios por Champollion en 1822.

Las necrópolis de los gobernantes y oficialesdel Imperio Nuevo contienen pinturas donde sereflejan escenas del cultivo de la vid, su recolec-ción y el posterior proceso de elaboración del vi-no. En papiros del siglo XI a. C., de la época del

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faraón Ramsés III, se describe la elaboración delvino en Egipto, y hasta nombran la cepa preferi-da por el monarca llamada kankomet. Ateneo,Dión, Estrabón y otros escritores antiguos dierontestimonio en sus escritos de la existencia de vi-ñedos y de la elaboración del vino en Egipto. Laproducción vinícola egipcia no sólo sirvió para lascelebraciones religiosas –ocupaba una posicióndestacada en las listas de ofrendas funerarias-sino también para fines terapéuticos y, funda-mentalmente, para la vida social. El consumo devino estaba reservado para el faraón, su familia ylos altos dignatarios del país. Los sacerdotes po-seían el monopolio de su elaboración y con él ob-tenían cuantiosos beneficios, sirviéndoles a suvez, para aumentar su prestigio e influencia so-bre la población (Fig. 1 ).

El origen del vino es tan incierto como antiguoy, quizá por ello, el nacimiento de la vid fue argu-mento frecuente de mitos y leyendas y se vio ro-deado de un halo de misterio en las civilizacionesantiguas.

Hay referencias anteriores, como por ejemplolos babilonios, quienes no tenían una palabra es-pecífica para denominar a la bebida sagrada y lallamaban elixir de la vida. En cuanto al descubri-miento del vino el famoso relato de la epopeya deGilgamesh (1800 a.C.) narra las aventura de estehéroe babilónico, quien entró en el Reino del Soly encontró un viñedo mágico formado por piedraspreciosas, del que bebió el jugo que producían susuvas. Una de las más bellas leyendas, cuyo esce-nario es el reino de Dsemit, recrea el amargo de-sencanto del amor no correspondido de una con-

cubina que había perdido los favores del soberanopara explicar el descubrimiento del vino por fer-mentación espontánea. En el palacio real, una te-rrible noticia había conmovido a esclavos, sir-vientes y cortesanos: en los depósitos donde se al-macenaban los racimos de uvas, se desprendía ungas (CO2) resultante de la fermentación del mostoque había estado a punto de causar la muerte delos encargados del almacén. Al desconocer la cau-sa, Dsemit mandó clausurar los depósitos hastaque sus sabios consejeros aclararan el enigma, loque agrió aun más su carácter. La concubina sedirigió a los sótanos reales y bebió el líquido su-puestamente venenoso que manaba de las pilasde racimos, dispuesta a sacrificarse por el amorreal. El soberano, al enterarse, corre a los sóta-nos para salvarla y encuentra a la bella joven,que canta y danza, presa de una contagiosa ale-gría que incita al rey y a su séquito a probaraquella desconocida bebida. De esta fantásticamanera entra el vino a formar parte de la histo-ria.

El mundo clásico forjó gran número de mitosen relación con el cultivo de la vid y el descubri-miento de las propiedades de su fruto, atribuyén-dolo a distintas divinidades o personajes mitoló-gicos.

En Grecia fue Dionisos quien protagonizó lainvención del vino (Fig 2). En una cacería, el diosse sintió atraído por la belleza de Ampelos, un jo-ven frigio al que, en pugna con Apolo, logró sedu-cir. Algunas damas del Olimpo, celosas, consi-guieron que un toro matase a Ampelos. Para mi-tigar el profundo dolor de Dionisos, la terribleAtropos transformó el cadáver en un verde ar-busto: la vid. La sangre de Ampelos se convirtiómás tarde en el jugo del racimo y este divino néc-tar proporcionó al hombre la bebida bienhechoraque sana los males del cuerpo y del espíritu.

Los anales míticos refieren que el primerhombre que cultivó la vid fue Icario, un rey delPeloponeso, entre cuyos amigos se contaba el pro-pio Dionisos. El dios instruyó al monarca en elarte de la vinificación sin prever las funestas con-secuencias que seguirían a ese conocimiento. Unavez que los lagares rezumaban su denso olor,ofreció a los vendimiadores que bebiesen un pocodel líquido desconocido por ellos. Los inexpertostrabajadores se embriagaron, y creyendo que elrey los había envenenado mataron al anfitrión, yla hija de éste se suicidó al conocer la desventurade su padre. Como castigo, Dionisos provocó la lo-cura de las jóvenes familiares de los asesinos.

Según Diodoro de Sicilia fue Icario quien reci-bió de Baco el secreto de la viticultura. Aquél dis-tribuyó la nueva bebida entre unos labradores,parte de los cuales se embriagó y, creyendo los

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Fig 1 - Pintura egipcia que representa la mezcla de vinos ydonde se muestra el carácter esencial del vino en la vida de lanobleza (Tumba de Amanemhat, alrededor del 1400 a.C)

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otros que había intentado envenenarlos, le dieronmuerte. La misteriosa desaparición de Icario pre-ocupó a su hija que, guiada por su perra, llegóhasta el pozo y descubrió el cadáver de su padre.Desesperada por el dolor, la joven se ahorcó, y lafiel perra murió de hambre junto al pozo.

Otra leyenda semejante narra que un pastorde la región griega de Etolia, llamado Staphylos,criado de Oinos, observó que una de sus cabras seseparaba frecuentemente del rebaño y se recogíaal redil después que las otras. Deseando conocerla causa, la siguió y vio que comía el fruto de unaplanta que él desconocía. Tomó algunos racimos y

los llevó a Oinos, éste los exprimió y conservó al-gún tiempo el zumo, ofreciéndoselo a su huéspedLiber Pater, quien agradecido, le reveló la viticul-tura.

El descubrimiento del vino fue un hecho ca-sual. Pero podemos imaginar que un depósitodonde se almacenaron las uvas recogidas al finaldel verano fue olvidado en un rincón de una cue-va o cabaña. Durante el invierno se produjo lafermentación, y transcurridos unos meses elhombre probó el zumo fermentado, comprobandosus agradables aromas y efectos. De inmediato, elhombre incorpora el vino a sus hábitos alimenti-cios y costumbres sociales. Otra hipótesis sugiereque los hombres habrían observado que un jugode frutas azucarado expuesto al aire libre algu-nos días se convertía en un brebaje con propieda-des psicotrópicas. Tal vez, debido estas propieda-des, y a los misterios de la fermentación, se ten-dió a sacralizar la bebida y a usarla con finesmísticos o sagrados.

Pero ningún pueblo honró tanto al vino comoel griego, herencia que, sumada a la de Roma, es-tá en los orígenes mismos de nuestra civilización.Las tres comidas diarias de los griegos constabanbásicamente de pan, carne de cordero y abundan-te vino. Sólo se bebía vino puro antes del banque-te, en honor del dios. Ni siquiera dejaban de brin-dar durante los azarosos viajes en sus frágilesbarcos y la cantidad de ánforas encontradas en elfondo del Mediterráneo atestiguan el hecho. LaOdisea relata que Telémaco, para un viaje de sólodoce días, carga su ínfimo trirreme con doce ánfo-ras de vino tinto.

Si queremos saber lo que el vino representó enla vida cotidiana de los griegos, basta mencionarla práctica de un juego popular de salón: el kotta-bos (1).

Pero aunque es una sofisticada demostraciónde ocio, demuestra cuan importante llegó a ser elnéctar de los dioses en todos los ámbitos de la vi-da griega. El symposion era un banquete dondese libaba, cantaba poesía lírica, se practicabandiversos juegos y se intercambiaban ideas filosó-ficas. Los adolescentes estaban presentes oyendola conversación y aprendiendo el sistema de nor-mas y valores aristocráticos. El suministro de vi-no estaba claramente organizado y ritualizadopor el simposiarca, que tiene la función de deter-minar la proporción en que debe realizarse lamezcla del vino con el agua y de fijar el númerode copas que debía vaciar cada uno de los comen-sales en las distintas rondas, es decir, su misiónes la de regular la justa medida en el beber.

Las propiedades que los antiguos atribuían alvino era la razón de que no faltara nunca en la

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Fig 2 - La simbología mítica que el vino adoptó en la antiguaGrecia queda reflejada en la figura de Dionisos, dios protectorde la vid, el dispensador de la vida, el fructificador, el liberadordel espíritu y del instinto, quien enseña al hombre a elaborar el

vino.

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mesa de la hospitalidad, ya que esta bebida hacerecobrar al extraño la fuerza y valor, le hace olvi-dar el hambre, la sed, las fatigas y las preocupa-ciones, devolviéndole su alegría, y le suelta lalengua, de forma que dirá la verdad sobre suidentidad y lo que ha venido a hacer a tierra ex-traña cuando se le hagan las preguntas rituales.

En Roma, antes de ser consagrado a Baco, lamitología latina dice que el vino fue introducidopor Saturno, - el dios de los sembrados y de la vi-ña, representado por la hoz del segador- que llevóla vid a Creta e introdujo su cultivo en el Lacio.

Los descubrimientos arqueológicos de ánforasy de representaciones en tumbas en el Latium ar-caico indican que el vino ya era conocido a finalesdel siglo VIII a.C. Coincidiendo con el reinado deNuma las fuentes literarias comienzan a insistirsobre la importancia del vino. Así, Plinio noscuenta que Rómulo sustituyó la leche por el vinoen las libaciones a los dioses.

El consumo de vinos de calidad en los banque-tes romanos era considerado un símbolo de dis-tinción y de elegancia. Al mismo tiempo servíapara agasajar a invitados ilustres, tanto por me-ro placer como por la búsqueda de contrapartidasen forma de beneficios del tipo que fuesen.

DE LO PROFANO A LO RELIGIOSO

Los diversos efectos del vino, como la euforia,alegría, somnolencia y hasta la alucinación cuan-do se ingería en gran cantidad, pudo ser la causade que se le relacionara con las fiestas tanto reli-giosas como paganas, e incluso se le dedicaranplegarias y ceremonias a los dioses que lo habíanregalado al hombre.

En el libro sagrado se mencionan la viña, elvino y el viticultor en numerosas ocasiones conuna asombrosa aportación de metáforas y prover-bios que ilustran la trascendencia del preciadocaldo en la cultura judaica. Uno de los pasajes bí-blicos localiza con exactitud lo que pudo ser elmás antiguo centro de viticultura, cuando Noéplantó la primera viña en el lugar donde actual-mente se encuentra el monasterio de Etshmiad-sin. El libro del Génesis en un sorprendente rela-to nos dice: “ Noé, que era labrador, plantó la pri-mera viña, y habiendo bebido su vino, se embria-gó.” Otros textos llamados “Tárgum” nos infor-man también: “ Noé comenzó a ser un hombre cul-tivando la tierra, y encontró una cepa de vid queel río había arrastrado del jardín del Edén.”. Elvino fue una bebida muy conocida desde el tiem-

po de los patriarcas, y el cultivo de la vid estabamuy extendido por toda Palestina que se gloriabade ser muy rica en viñedos (Dt.8, 8). Eran famo-sas las uvas de Eskol, junto a Ebrón (Núm.13,23) y el vino del Líbano (Os. 14,8). La bendi-ción de Yahveh o su castigo sobre el pueblo elegi-do se podía traducir en una cosecha más o menosabundante (Dt. 7, 12-13).

Los hebreos, en la Biblia, tienen diez palabrasdiferentes para distinguir las clases de vinos.Uno de ellos, tirsoh, parecido al actual vino grie-go, se hacía con pasas de uva y era dulce. Otro,era aún más dulce y se llamaba miel de vino(debhash) obtenida haciendo hervir el mosto has-ta reducirlo a la cuarta parte. También tenían elvino añejado y el vino con especias, como la mirray la canela. Esto nos proporciona una idea de laperfección que alcanzó Israel en el arte de la ela-boración de los vinos. Tanta era su fama, que co-mo consta en el Libro de los Reyes, los invasoresbabilónicos tenían orden de arrasar todo, respe-tando los viñedos y sus trabajadores.

Un poema del profeta Isaías “ El canto de laviña” describe con sobriedad los trabajos relacio-nados con el cultivo del viñedo: “ Mi amigo teníauna viña en una loma feraz, la cavó, quito las pie-dras, plantó cepas selectas, en medio de ellasconstruyó una torre y excavó también un lagar; yesperaba que produciría uvas...” (5,1-2). La des-cripción es viva y rica en detalles, de la cual po-demos deducir que la práctica del cultivo en estostiempos es similar a la de nuestros días. Alrede-dor se construía una cerca, para protegerla de losanimales, especialmente del jabalí y de las pe-queñas raposas (Cant. 2,15).

Otros autores bíblicos evocan ciertas tareas demantenimiento: quitar todo sarmiento que no dafruto y limpiar el que da fruto (Jn. 15, 2), arran-car las hierbas, mantener los muros (Prov. 24, 30-31) y regar la viña (Is. 27,3). De la inversión re-querida para el cuidado de los viñedos, podemosaprender a través de su cotización en el mercadode esa época: “El lugar donde había mil cepas,por valor de mil siclos de plata...» (Is. 7, 23).

Los textos bíblicos no nos dan información so-bre la preparación del vino de orden enológico. Elvino era puesto en grandes tinajas donde fermen-taba; se le dejaba reposar sobre su poso para cla-rificarlo (Jer. 48, 11-129), luego era trasvasado aotras ánforas, cantaros y pellejos de piel.

La vendimia siempre ha sido motivo de feste-jos, en todas las latitudes, quizás porque el vinoes vehículo y símbolo de la alegría del cuerpo ydel espíritu (Is. 16, 10). Duraba desde mediadosde septiembre hasta mediados de octubre, cuandolos racimos se llevaban al lagar, excavado dentro

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de la misma viña donde los hombres descalzos pi-saban los racimos al ritmo de canciones y de gri-tos ( Jer. 25, 30 ; 48, 33), mientras que el mostofluía por un segundo canal en una segunda tinamás profunda. El viñedo servía también como si-tio de recreo no sólo para sus dueños, sino parasus paseantes. Es conocida la tradición de las hi-jas de Israel, que salían el día 15 de Av y en IomKipur a bailar en los viñedos, eran esos días con-siderados como grandes fiestas.

La vendimia daba ocasión para el regocijo po-pular. El Libro de Jueces nos relata que cuandola tribu de Benjamín fue casi aniquilada, los ben-jaminitas carecían de mujeres para perpetuar lasfamilias, las demás tribus, afligidas por sus her-manos de raza, les aconsejaron preparar una em-boscada en las viñas, y cuando las jóvenes de Silósalieran para danzar en corro, aparecer de im-proviso y raptarlas.

Los antiguos israelitas disponían de una legis-lación minuciosa que fijaba los límites sobre ladefensa de la vid, los viñedos y sus cultivadores.Por ejemplo, el que plantaba una viña no podíacomer de su fruto antes del quinto año, pues en elcuarto toda la cosecha debía ser ofrendada a Yah-veh (Lev. 19,23-25). El año sabático y el año deljubileo, los propietarios no podían aprovecharsede sus frutos, ya que éstos debían ser cedidos alos pobres, a los huérfanos y a los extranjeros.

Los racimos caídos no debía recogerlos el pro-pietario, pues eran para los pobres, las viudas ylos forasteros que pasaran por allí. Los viajerosque pasaran junto a su viñedo tenían libertad pa-ra comer uvas, pero no podían llevárselas comoda testimonio el versículo sagrado (Dt 23, 24):“Cuando entras en la viña de tu prójimo, podráscomer uvas hasta saciar tu apetito; pero no guar-darlas en tu zurrón”.

El Deuteronomio nos da a conocer la impor-tancia que se le concedía al cuidado del viñedo.Después de cuatro años de trabajo, cuando elagricultor estaba a punto de recoger los primerosracimos de su viñedo se le eximía de prestar ser-vicios en la guerra. También en uno de los pre-ceptos del Torá se recoge la exención del serviciomilitar por el mismo motivo.

Según el Libro del Eclesiástico (29,36), el vinoforma parte de las cosas indispensables para lavida del hombre. En otro fragmento del mismotexto bíblico añade: “¿ Qué vida es la del hombreque no tiene vino? El vino ha sido creado paraalegría del hombre”(Eclo.31, 27). El autor sagra-do ha debido constatar la tristeza de las gentesque no bebían vino lo que le habría inspiradoañadir “una jornada sin vino es una jornada sinsol”.

Esta bebida era de uso común entre los hebreos,utilizándose en las comidas cotidianas, festines ybanquetes fúnebres, estimándose además que erauna desgracia general las malas cosechas y poresto los falsos profetas se hacía escuchar prome-tiendo un buen año de vino. El Eclesiastés reco-noce la virtud del vino cuando dice: “ El vino to-mado con templanza es una segunda vida” y loconsidera uno de los elementos necesarios para lavida del hombre. Dios mandó a Moisés que, parala consagración de los sacerdotes, ofreciera unalibación de vino. El rey David expone que la tie-rra produce: “ el vino que alegra el corazón delhombre y hace más que el aceite resplandecer surostro”.

El viajero lo llevaba consigo y se almacenabapor las tropas (2 Crón. 11,11). Parece ser, por laexpresión “sangre de uvas” (Gén. 49,11), que losisraelitas bebían sobre todo, vino tinto. Tambiéndicha bebida se servía en los banquetes (Is. 5,12y Jn. 2, 1-10).

Desde el taoísmo hasta el cristianismo, el vinoaparece en un sinfín de ceremonias y ritos. El vi-no, que debía ser fermentado, se derramaba so-bre el altar de los holocaustos (Eclo. 50,17). Mástarde se le añadió un significado especial al vinoque acompañaba al cordero pascual. El destinomás elevado que recibe el vino en toda la Bibliatuvo lugar en la última Cena, cuando Jesús sesirvió del pan y del vino para instituir la Eucaris-tía.

La imagen literaria más antigua que encon-tramos en la Biblia con relación al vino, es la dela viña con la que Yahveh designa a su pueblo(Ez.19, 10-14; Is. 3, 14; Jer. 2,21). La vid es laimagen de la sabiduría: “Como vid eché hermosossarmientos, y mis flores son frutos de gloria y ri-queza”(Eclo.24,17). En el Nuevo Testamento, laviña aparece en la parábola de los obreros quevan a trabajarla (Mt. 20, 1-16), y en la alegoríade la vid y los sarmientos (Jn. 15, 1-17).

Pero el vino ha sido fuente de inspiración deotras metáforas bíblicas. Los sucesores de Noé enel patriarcado judaico nunca dejaron de reunir asus hijos, alrededor de su lecho de muerte, parabendecirlos con una deprecación que considera-ban sintética y suprema: “ Dios os conceda siem-pre, hijos míos, vino en abundancia”. De hecho,cuando quiere el Señor castigar a su pueblo, leanuncia:” Cultivarás tu viña, pero no la vendi-miarás porque será comida por los gusanos”. Porel contrario, cuando se trata de recompensarlo, ledeclara. “Porque me obedeces te enviaré lluvia enel tiempo propicio; apenas hayas batido tu trigo,irás a vendimiar y la vendimia será copiosa”. Conuna breve sentencia califica la Biblia de dichoso aun pueblo: “Es país de buen vino”

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En el Corán, el profeta Mahoma reservaba alos elegidos el Tasnîn, la fuente del vino paradisía-co, el río de vino del paraíso, donde los bienaven-turados podrán comer, beber y rodearse de hurí-es.

En la Historia de la Docta Simpatía (Las Mil yUna Noches, noche 280), a la pregunta del sabioacerca del vino, la ilustrada joven contesta: “¿Có-mo puedes interrogarme acerca del vino cuandoel libro es tan explícito sobre este particular? Apesar de sus numerosas virtudes, está prohibidoporque turba la razón y enardece los humores. Elvino y el juego de azar son dos cosas que debe evi-tar el creyente, bajo la pena de mayores calami-dades”.

La gran obra universal Las Mil y Una Nochesdemuestra el notorio uso y abuso que los devotosde Alá hacían del vino a lo largo del día. Uno desus manjares más preciados era la joroba aroma-tizada con vino, que se cocía con frutas y nuecesperfumadas.

REMEDIO DEL CUERPO Y DEL ALMA

Desde que el vino hizo acto de presencia en lavida cotidiana del hombre, éste supo valorar susvirtudes medicinales. Los antiguos egipcios, losgriegos y los romanos, lo convirtieron en elemen-to básico de su farmacopea, tradición que muchomás tarde fue recogida por los alquimistas me-dievales.

En la mayoría de las culturas, el vino servíapara distraer la fatiga y el aburrimiento de la vi-da diaria, al tiempo que aliviaba los dolores irre-mediables. Hoy disponemos de un sinfín de alter-nativas prácticas contra el dolor y el malestar.Hasta nuestro siglo, el único analgésico al alcan-ce de todos era el alcohol. Una de las prescripcio-nes médicas, refrendada por el mismo Dios, y re-cogida por el libro de los Proverbios, nos dice pro-cede esta prescripción médica:” Dad los licores alque va a perecer, el vino al corazón lleno de amar-gura. Que él beba y olvide su miseria y que no seacuerde más de sus penas”(31, 6-7).

En el Nuevo Testamento Jesús sancionó elconsumo de alcohol; hizo el milagro de la trans-formación del agua en vino, un acto en el que po-dría reconocerse la bondad sobre la naturalezacontaminada del agua. El gran viajero y geógrafogriego Pausanias, recogió en el siglo II a.C., unmilagro del vino, no muy distinto del que realizóJesús y quizá fuera empleado en la temprana ico-nografía cristiana. Sus discípulos dictaron medi-

das para procurar un equilibrio entre el uso y elabuso del vino, pero nunca apoyaron la prohibi-ción total. San Pablo y los Padres Apostólicos in-sistieron en su consumo con moderación. En vezde enquistarse en la censura del vino por susefectos sobre la compostura, lo consideraron unregalo de Dios, tanto por sus cualidades medici-nales como por el alivio que aportaba frente a laangustia de la vida diaria y el dolor. El uso del vi-no como curativo ya lo cita San Pablo, quien reco-mienda a Timoteo no beber agua, sino usar unpoco de vino por causa de su estómago y sus fre-cuentes enfermedades. Este consejo es conse-cuencia de que el agua en tiempos bíblicos estabacontaminada, pues no tenían formas moderniza-das de purificar el agua.

En las festividades religiosas judías, como elPesach o Pascua, está reglamentado que los judí-os han de beber cuatro copas de vino; dos en lasbodas y una en la ceremonia de circuncisión; entodos los demás casos, antes de beber vino, ha derealizarse una invocación. Por tanto, la tradiciónjudía usa el vino con moderación y como benefi-cioso para la salud, y además, lo introduce comoelemento ceremonial en los rituales religiosos

Los rabinos durante siglos redactaron los tra-tados talmúdicos, que eran recetarios empíricos,en los que se mezclaban conocimientos de farma-copea con creencias populares. Los textos rabíni-cos que contienen prescripciones curativas sonnumerosos y reseñaremos algunos de ellos. Unpasaje del Talmud ensalza las virtudes medicina-les del noble jugo de la uva y dice: “ A la cabezade todos los remedios estoy yo, el vino, que tomasu lugar; allí donde falta el vino es menester re-currir a la droga”. En otro se aconseja tomar vinoal que ha sufrido una hemorragia para recupe-rarse, ya que ocupará el lugar de la sangre au-sente. Aunque la medicación talmúdica es empí-rica, también participa de la magia homeopáticaal comparar el vino con la sangre.

Para prevenir los efectos de la borrachera, laMichna aconsejaba:”Tomad aceite y sal y frotaoscon ello la palma de las manos y la planta de lospies, exclamando: Así como es claro este aceite,que sea igual el vino...”, es decir, que no le pertur-be el espíritu.

Para el que deseaba evitar las enfermedadesde las vísceras, se recomendaba remojar el panen vinagre o en vino. La receta que se aconsejabapara curar el asma era tomar tres pasteles de tri-go candela, bañarlos con miel y luego de comer-los, beber vino puro.

El vino jamás dejó de ser la bebida favorita detodos los pueblos, y hasta su aparición en los sue-ños era un suceso auspicioso. Un texto talmúdico

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lo manifiesta elocuentemente:”Soñar con un lí-quido cualquiera es de mal augurio, con una ex-cepción: el vino”.

Existen otras supersticiones en el folklore ju-dío. Por ejemplo, se dice que un hombre no debecomer o beber en compañía de un número par depersonas; tampoco debe beber un número par devasos de vino, pues entonces su sangre subirá ala cabeza. Tampoco debe salir después de haberbebido un par de vasos; si se queda sentado, nohay problema.

Una creencia popular judía nos dice que cincoactos nos hacen recordar las cosas aprendidas: elpan tostado o cocido con carbón, los huevos pasa-dos por agua sin sal, el uso constante del aceitede oliva y como bebida, beber vino perfumado y elagua sobrante donde se ha amasado el pan.

Los comentarios rabínicos no se refieren sólo alas consecuencias morales de los excesos báqui-cos, sino que abundan en apreciaciones sobre susefectos sobre el cuerpo del individuo. El rabino,Abba Saúl, decía que, cuando se ocupaba deamortajar a los muertos, observaba sus huesos, yadvertía que los huesos de los que habían bebidolicores fuertes tenían el aspecto de estar quema-dos. Si había cometido excesos en el beber, sushuesos no contenían médula; pero si había bebidocon moderación, estaban llenos de esa sustanciavital.

El vino aparece en no pocas ocasiones comoelemento de placer espiritual, estímulo de la acti-vidad creativa hasta llegar a afirmar Plutarcoque Esquilo escribía sus obras bajo los efectos delvino. La frase in vino veritas, que conocemos des-de Teócrito hasta Tácito alaba las virtudes del vi-no en la conversación no sólo desde el punto devista de la franqueza sino también del ingenio.Se convierte, a su vez, en motivo de alabanza porparte de poetas como Tibulo, Ovidio y Horacio,llegando este último hasta a maldecir a los queno saben beber.

Las odas de Horacio constituyen un tipo poéti-co predominante de bendición y elogio a unos te-mas determinados entre los que resaltamos el vi-no y los placeres del banquete. Una de las virtu-des que Horacio atribuye al vino es la de alejarlos sinsabores y tristezas de la vida. Así, en laoda 1,7 el poeta aconseja al destinatario del poe-ma, Planco, poner fin con el vino a los males delánimo. En el mismo poema reitera este poder ex-traordinario del vino para dar ánimo en los mo-mentos difíciles de la vida, pero, en este caso,asociado al vigor guerrero que los soldados pue-den experimentar en su interior gracias a la bebi-da del licor de las uvas.

La misma idea se encuentra en el carmen2,12, una pieza amorosa que nos presenta a unamujer cautivada por un deportista. Ella sufreagobiada por las tribulaciones del amor y el poetale aconseja beber vino que, como remedio del al-ma, puede ayudarla a no sufrir.

Igualmente, en la oda 1,8 que constituye porcompleto una alabanza de la vid y el vino, la ca-racterística que más destaca es la de ser un buenreconstituyente contra los males espirituales, yno porque tenga propiedades curativas, sino por-que nos puede alejar temporalmente y distraerde nuestras angustias.

En el Epodo XIII, el poeta exhorta a sus ami-gos a aprovechar la ocasión para alegrarse con vi-no cuando con más fuerza se hace sentir el in-vierno.

También Ovidio en su poema elegíaco TristiaIII, 3.21-24 confiesa utilizar en varias ocasionesel vino para aliviar sus males, aunque su tristezaen el destierro es tan grande que no surte ningúnefecto. Incluso llega a aconsejar una borracherafingida para conseguir el favor o el perdón de laamada.

Para hacer olvidar la tristeza por la desapari-ción de los seres queridos, Helena echa en la cra-tera donde se saca la bebida un remedio ingenio-so proveniente de Egipto. Este pasaje de la Odi-sea que ofrece el primer testimonio contra el do-lor del alma es muy conocido en la literaturagriega. Pero si se abusa de ella el espíritu sevuelve jactancioso y soberbio, pudiendo llegar aperderse el valor, la fuerza y el autocontrol.

El efecto curativo del vino era bien conocidopor los antiguos griegos. Hipócrates llamó laatención sobre sus virtudes terapéuticas con laexplicación de que tanto la bebida como la comi-da, tanto el sueño como el amor deben ser mode-rados.

La lectura hecha por el médico griego Rufo deEfeso (Siglo I d.C) en una exposición sobre el vi-no, conservada por Oribaso, alaba el vino por sermás saludable que cualquier otra cosa porque elvino puede dar calor, entonar el cuerpo y digerirlos alimentos.

Que se encuentre al vino propiedades terapéu-ticas puede sorprender, pues la tendencia actualsería más bien acusar al alcohol de todos los ma-les. Sin embargo trabajos recientes sostienen queel consumo moderado de vino tinto en las comi-das es una precaución eficaz contra el colesterol.Los médicos griegos no conocían el colesterol perono dudaban que el uso del vino tenía un efectobenéfico sobre la salud. El tema de la justa medi-da en el empleo del vino era ya formulado por el

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poeta Théognis en el siglo VI a.C : “ El vino bebi-do en abundancia es un mal, pero si se bebe conmoderación no es un mal sino un bien”.

El objeto de los principales catálogos sobre lasvariedades de vinos no es solamente poner enguardia contra los peligros del vino sino sobre to-do precisar su acción benéfica y su utilización enel régimen de las enfermedades y también en lasgentes de buena salud. El vino es en primer lugarconsiderado por los médicos como un alimento co-mo lo refleja Hipócrates en sus Aforismos:” Be-ber vino puro disipa el hambre”. La facultad nu-tritiva del vino no es puesta en duda por ningúnmédico griego, incluso se emplea la palabra ali-mento aunque no es admitido por todos. Es un to-nificante, así cuando el tratado hipocrático de lasMujeres estériles da consejos se dirige al hombrepara la procreación, precisa que cuando va aunirse a la mujer no debe estar en estado de em-briaguez pero sin embargo debe haber bebido vi-no, se trata de vino negro cuya potencia garanti-zará la fuerza del feto. Soranos en las Enferme-dades de las mujeres desaconseja el vino si sequiere conservar el feto justo después de la con-cepción cuando la semilla no está todavía bien fi-jada porque el vino se extiende violentamente porel cuerpo haciendo que la semilla se desprenda;contrariamente aconseja el vino después de laconcepción cuando la mujer quiere abortar. Enotro tratado hipocrático Naturaleza de la mujerse prescribe beber vino cuando una mujer no leviene las reglas en el momento esperado.

La función homeopática del vino es menciona-da explícitamente por Galeno. Según él son losvinos tintos y espesos los más útiles para la for-mación de la sangre porque el cambio de vino ensangre es más fácil. Igualmente en el caso de losautores latinos como Plinio: “el vino conserva lasfuerzas, la sangre y el color del rostro”. Tampocoes extraño ver a médicos prescribir el vino enciertas enfermedades, aunque es particularmenterecomendado en las enfermedades cardíacas don-de es a veces el único medio de salud según Ari-teo.

Asclepíades, un profesor de elocuencia romanode comienzos del siglo I a.C. que cambió su profe-sión por la de médico, sostenía que las virtudesdel vino estaban por encima de las virtudes de losdioses. En el libro XXIII, 29 ss. de Plinio nos en-contramos con un listado completo de las caracte-rísticas de los vinos así como de sus aplicacionesmedicinales.

El tratado hipocrático del uso de los líquidosconsagra un capítulo entero a la exposición de losusos externos del vino para curar las heridas. Elvino es igualmente utilizado después de las inter-venciones quirúrgicas. El uso externo del vino en

el caso de las heridas continuará después de Hi-pócrates. “Los vinos viejos y dulces son buenospara las heridas y las inflamaciones aplicándolosen lana grasa” como dice Dioscórides en su Mate-ria médica. La eficacia del vino en las heridasconserva sus propiedades antisépticas que hansido confirmadas por la ciencia moderna.

El vino entra a formar parte en la composiciónde cataplasmas, tanto en cirugía como en gineco-logía, si faltan las plantas necesarias para apli-car sobre la herida; el autor hipocrático de lasAfecciones aconseja amasar harina con agua ocon vino y aplicarla.

También, el vino se utiliza en la composiciónde ungüentos con diversos usos médicos; para losojos, miel y vino dulce viejo cocido conjuntamen-te; para la inflamación del recto se preconiza unungüento hecho de huevos cocidos en vino negroteniendo bouquet que se extiende sobre el ano ypara el tétanos se propone untar la parte dañadacon una preparación caliente hecha de hojas ma-ceradas en vino blanco con aceite.

PRESCRIPCIONES RELIGIOSAS Y MORA-LES

La Biblia advierte de los excesos de la bebida(Prov. 23, 31-35), y considera la embriaguez comouna de las obras de la carne que cierran al hom-bre la puerta al reino de Dios (Gal. 5, 21).

Los moralistas cristianos difunden cierta pre-vención contra el vino por haber sido fuente detodos los males para el alma y para el cuerpo co-mo da testimonio en algunas citas bíblicas:

”Amargura de espíritu produce el vino bebidoen exceso, acompañado de contiendas y desafíos.”(Eclo. 31, 37-38).

“Fornicación, vino y mosto quitan eljuicio”(Os. 4, 11)

“Echando suertes sobre mi pueblo, dando unmozo por una prostituta, y una doncella por el vi-no que se bebían”(Jl. 3, 3).

“No te vayas con los bebedores de vino, ni conlos que se atracan de carne”(Prov. 23, 20).

“No os embriaguéis con vino, pues en el está lalujuria; sino sed llenos del Espíritu” (Ef. 5, 18)

A pesar de que en los textos sagrados se orde-na el empleo del vino en los ritos como ya comen-té anteriormente; sin embargo, se prohíbe su con-sumo a Aarón y a sus descendientes, a los sacer-dotes, cuando hayan de entrar en el tabernáculo

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para que sepáis discernir entre lo sagrado y loprofano, lo puro y lo impuro y enseñar a los hijosde Israel todas las leyes...(Lev. 10, 10-11). Es de-cir, para que no actúen en el ministerio sagradobajo los efectos embriagantes del vino, y tampocodeberán consumir vino ni licores los reyes y lospríncipes para que no olviden las leyes y alterenel derecho de todos los afligidos (Prov. 31,4-5).

Una tradición rabínica cuenta que el árbol delcual Adán comió el fruto era la vid, ya que nin-gún otro aporta tanta desolación al hombre. Parano pecar, bastaba con abstenerse de llegar a laembriaguez porque el vino excita al hombre y a lamujer a librarse de la impureza.

El Talmud hace varias recomendaciones expli-citas sobre la conveniencia de evitar el licor y susefectos sobre la conducta. Lo mismo que la Biblia,exalta las virtudes del vino, pero advierte acercade los resultados del mucho beber:

“Cuando entra el vino, el buen sentido se va;cuando entra el vino, los secretos se escapan”. Es-te efecto universal del alcohol sobre la locuacidaddel hombre tiene una curiosa relación. Como sesabe la gema tría o ciencia hermetista del valornumérico de las palabras, otorga a la voz hebreayayin (vino) el número 70, que es el mismo núme-ro que se destina para la voz sod (secreto).

Muchos otros pasajes del Talmud aluden a losefectos del vino. Uno de ellos es especialmentesignificativo:”El vino a mediodía es una de las co-sas que hacen salir al hombre de este mundo”.

En el momento de la llegada del Islam a lapenínsula arábiga, las poblaciones locales con-sumían diferentes clases de bebidas alcohóli-cas extraídas del trigo, de la cebada, de los dá-tiles, racimos frescos o secos, miel y maíz. Pa-rece claro que no faltaba ocasión para que laembriaguez y la borrachera fueran permanen-tes, degenerando en escándalos frecuentes quecausaban en algunos consumidores conductasmarginales, incesto, pederastia y otrasviolencias sobre sí mismo y sobre el prójimo,así como entregarse a los juegos de azar. Inclu-so los neófitos convertidos al Islam y a la cabe-za los discípulos del profeta, las consumían duran-te las reuniones de los comentarios de los pri-meros textos revelados lo que provocaba algu-nas veces errores en las plegarias.

De las suras que abordan el vino, la primerarevelación (Sura XVI, 69), nos lleva a considerarque el consumo del vino y sus consecuencias so-ciales no preocupaban a ninguna autoridad reli-giosa del Islam. En este primer versículo, el vinoes mas bien celebrado como una señal del favordivino hacia la humanidad: “ Obtenéis bebidas

fermentadas y un buen alimento de los frutos dela palmera y de las viñas “.

Pero las consecuencias de la borrachera semanifiestan cada vez más y van en aumento enlos lugares sagrados, provocando un cambio depostura. La Sura II recoge este sentir, y particu-larmente, los versículos 216-219, anuncian:” Tepregunté sobre el vino y el juego de maysir (2).Responde: “En ambas cosas hay gran pecado yutilidad para los hombres, pero su pecado es ma-yor que su utilidad”.

En una tercera revelación, Alá interpela a loscreyentes (Sura IV, 43): “ ¡ Oh, los que creéis! Noos acerquéis a la oración ebrios, hasta que sepáislo que decís, ni en estado de impureza...“.

Pero esta recomendación coránica no ha sidosiempre observada como una prohibición del vinohasta la revelación de los versículos 90-91 de laSura V que considera el alcohol como una abomi-nación y conmina a abstenerse de él, sin prohibir-lo explícitamente: “¡Oh los que creéis! En verdad,el vino, el juego de maysir, los ídolos y las flechasson abominación de los hechos de Satán. ¡Evitad-los! Pues acaso seréis felices. Satanás querríasuscitar entre vosotros la enemistad y el odio me-diante el vino y el juego de maysir, y apartarosdel recuerdo de Alá y de la plegaria; pero voso-tros absteneos y obedeced a Alá y al Profeta, y es-tad sobre aviso..”.

Este versículo es el último de una serie quepasa de la franca aprobación de las bebidas em-briagantes a una restricción severa impuesta porla fuerza de las circunstancias. Aunque muchasde las sectas del islamismo prohíben totalmentea sus adeptos la ingestión de cualquier bebida al-cohólica, Mahoma murió sin fijar penas para lostransgresores, y fue Abu Bakr quien establecióen ochenta azotes para el borracho.

Estas son las cuatro únicas revelaciones rela-tivas alusivas al vino y sobre las cuales se apo-yan en parte los comentaristas del Corán, los di-ferentes legisladores de la normativa religiosa ylas gentes comunes cuando no confunden la reve-lación divina con la sentencia profética.

En la literatura clásica, el vino es criticado enprincipio porque hace perder al hombre su cordu-ra y su condición de hombre. Sin embargo, ese es-tado de embriaguez es la mejor medicina paraaliviar las penas producidas por el amor.

Homero advierte de su abuso en boca de Uli-ses: “... pues el vino es una cosa loca. Provoca queel más sabio entre los hombres cante y sonría co-mo una niña; lo atrae engañado a la danza y loempuja a decir bruscamente aquello que deberíapermanecer silenciado”(Odisea, Canto XIV, 464).

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También los troyanos pagaron en demasía su ex-cesivo amor al vino: “... durante la noche, cuandodormían derrotados por el deporte y por el vino,los aqueos franquearon la puerta del caballo quehabía sido abierta por Sinón, mataron a los guar-dias de los portones y a la señal convenida deja-ron entrar a sus amigos. Así fue como tomaronposesión de Troya” (Higinio, Fábulas, 108).

El peligro que supone para el hombre bebervino, sobre todo en cantidad excesiva, es destaca-do en la elegía griega por Teognis, quien, en el li-bro I, señala:

“Quien la medida del beber traspasa, éseno domina su lengua ni su mente,pronuncia incongruencias vergonzosas a oídos del sereno,él por nada se avergüenza en tal estadoconvertido en imbécil de sensato que era”

Otro poeta elegíaco latino, Propercio, en unade sus elegías (II,33b, 33-4), se suma a estas crí-ticas hacia el vino, destacando el carácter negati-vo del mismo y de la bebida excesiva, debido a losestragos que produce en el cuerpo humano.

Ese estado de embriaguez y de exaltación pro-vocado por el vino en el hombre es propicio tam-bién para contar los secretos, por lo cual, en va-rias ocasiones, los autores clásicos advierten so-bre el peligro de las indiscreciones que puedencometerse debido al exceso de bebida. Es el casodel parásito Enólalo que aparece en la carta deAlcifrón III, 21, al cual le suceden numerosasdesgracias debido a que no puede guardar ningúnsecreto por no tener control sobre su lengua.

El descubrimiento de los secretos más íntimosaparecen unidos al vino en numerosas composi-ciones literarias y en gran número de refranes yexpresiones populares encabezadas por el conoci-do in vino veritas.

El vino tiene una potencia y un ardor quecuando se consume en exceso o cuando se ha be-bido sin estar mezclado con agua puede entrañardesordenes fisiológicos. El primero de estos de-sordenes, según Hipócrates, es la embriaguez;sin embargo es llamativo resaltar que en los es-critos médicos de la Colección Hipocrática no sehace ninguna mención para condenar la embria-guez. Es necesario esperar al Banquete de Platónpara encontrar la desaprobación en boca del mé-dico Eriximaco: “Para mí, cuando se trata de de-terminar la cantidad de copas que deberán beberlos convidados, la medicina me ha permitido verque la embriaguez es mala para el hombre”

Durante la etapa imperial, la embriaguez fuealgo relativamente común entre los grupos diri-

gentes de la sociedad romana. Incluso se llegó aser considerada un mérito y algunos personajespúblicos debían su ascendencia social a sus cuali-dades como bebedores. Escribe Plinio que se be-bía muchas veces hasta la extenuación, provocan-do el vómito cuando interesaba para poder conti-nuar, inventando posturas en el triclinium paraprovocar la sed o buscando recetas para no embo-rrarse que pasaban desde la ingestión de col has-ta la de oleomiel. Los mismos emperadores, em-pezando por Tiberio son criticados por su excesi-va afición al vino, resaltando las virtudes de losno bebedores como al parecer fueron los casos deCésar o de Augusto.

El momento de la historia en que el hombrellegó a conocer el fruto de la vid pertenece almundo de la especulación. Pero de alguna forma,hemos tratado de penetrar en la realidad ocultaque evocan los mitos descubriendo en las narra-ciones las vivencias y creencias que han sentidolos hombres y las mujeres de todos los tiempos.

Los libros sagrados están plagados de referen-cias, simbologías y hermosas metáforas al vino.La Biblia nos presenta hermosas descripcionesdel vino, la vid y los viñedos, su misterio y sorti-legio. Rigurosas leyes regulaban su cultivo y or-denación. Las clases dirigentes de las tres gran-des religiones se muestran tolerantes con el vinoy alaban sus virtudes frente a los moralistas paralos cuales el vino es fuente de pecado.

Tanto en los textos religiosos como en la lite-ratura clásica, aunque se advierte sobre los peli-gros que acarrea beber en exceso, el vino es consi-derado como un elemento que ayuda al enamora-do en sus pretensiones no satisfechas, forma par-te de la fiesta y de la alegría que precede al goceamoroso. Se le atribuye el poder de alejar o ali-viar los sufrimientos y sinsabores de la vida coti-diana, sirviendo a la vez como alimento y medici-na, en la que con frecuencia se utilizaba mezcla-do con diversos ingredientes. Para conocer las ca-racterísticas más destacadas y los principalesefectos que produce el vino debemos recurrir alas obras más divulgadas de carácter médico enla Antigüedad que nos legaron Dioscórides y Ga-leno.

Las sociedades antiguas ya eran conscientesde los potenciales efectos perniciosos que sobre elcomportamiento tenía el vino. Las culturas he-brea, griega y romana apelaban a la templanza,llamamiento reiterado a lo largo de la historia. ElAntiguo Testamento desaprueba la embriaguez.El profeta Esdras y sus sucesores integraron elvino en el ritual hebreo cotidiano con la presumi-ble intención de moderar la costumbre de bebersin límite, creando así un tipo de prohibición ins-pirada y controlada por la religión.

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Con planteamientos aparentemente contradic-torios el vino se ha constituido en promotor de lasociabilidad, acompañante en la mesa, beneficio-so para la salud cardiovascular o factor de des-trucción del individuo. Sin embargo, a lo largo dela historia de nuestra civilización ha habido hom-bres de diversa condición que supieron reconocer,respetar y celebrar el vino como uno de los máspreciados dones de la naturaleza y de los dioses.

NOTAS

(1). Básicamente consistía en alcanzar un blanco (era un pla-tillo de bronce denominado Kottabeion) con unas cuantas gotasde vino que se lanzaban desde una cratera llena, sin derramar elresto del vino. Por encima del platillo había un pequeño busto deHermes, que el jugador debía tocar con las gotitas para que rebo-taran en el platillo haciéndole sonar.

(2). Era un juego preislámico que consistía en sacar flechasde un saco. La apuesta era un camello joven, al que el ganadorsacrificaba, repartiendo su carne entre los pobres. Por extensión,se han prohibido los juegos de azar.

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MÁS REFERENCIAS ETNOGRÁFICAS EN TEXTOS MEDIE-VALES: EL CAPÍTULO 43 DE LOS CASUS SANCTI GALLI

Lorenzo Martínez Ángel

"...la ley de Cristo ha barrido la ley de losDioses falsos y mentirosos"

Umberto Eco, Baudolino(1).

En el estudio de la etnohistoria tiene un lugardestacado el análisis de los orígenes y desarrollode las creencias populares, para cuyo conocimien-to, como es obvio, son de interés las noticias escri-tas de diversas épocas. Habiendo publicado ante-riormente en esta misma revista un artículo tituladoSobre referencias etnográficas en textos medieva-les(2), en el que recogemos y comentamos noticiasde interés sobre costumbres y creencias que semantienen en la cultura popular, seguimos traba-jando en este campo, fijándonos ahora en un pasa-je de los Casus Sancti Galli, concretamente el capí-tulo 43.

La parte que nos ocupa de esta crónica, dentrode la cual se encuentra el paraje en cuestión, delmonasterio suizo de San Galo, una de las más in-teresantes de la Edad Media, fue escrita por Ekkar-do IV a mediados del siglo XI(3), es una de las másinteresantes de la Edad Media, y muestra la vida,especialmente desde el punto de vista cultural, deuna de las abadías más importantes de Europa (4).

El episodio que nos interesa, recogido en el ca-pítulo 43, se fija en un monje rebelde e inquieto, deorigen aristocrático, llamado Wolo. Un día, al ama-necer, se apareció un diablo a otro monje, Notker,apodado “Balbulus” (tartamudo), maestro del mo-nasterio y famoso en la Historia de la Música, y ledijo:

“Mala noche voy a hacer para ti y tus compañe-ros. Mala ave suele mostrar mala noticia.” Al oir es-to, Wolo se mostró incrédulo, respondiendo:

“Los ancianos siempre sueñan cosas vanas.”

Pero el caso es que ese día murió por un acci-dente que, según creían los monjes fue promovidopor Satanás. Esto sucedió en el año 876.

El texto es interesante porque, además de ha-cer mención de un augurio, lo hace asociándolo aldiablo. Esto es normal teniendo en cuenta que elcristianismo identificó toda práctica de otras religio-

nes (lo que se suele denominar de modo generalcomo paganismo) al culto del diablo.

¿Por qué en este pasaje se hace referencia alos augurios? En el marco del pensamiento cristia-no de los monjes, la culpa del luctuoso suceso rela-tado se atribuye a Satanás, y en el discurso deldiablo aparecido a Notker éste hace referencia a loque el cristianismo de la época asocia con él, comolos augurios paganos, lo cual es lógico en la men-talidad de ese momento.

Hay que tener en cuenta que el paganismo de-bería seguir presente en el siglo IX al que hace re-ferencia el texto, e incluso en el siglo XI en el quese escribe, bien en sentido estricto, bien habiéndo-se convertido las creencias religiosas precristianasen prácticas populares. Recordemos al respectoque los comienzos del monasterio, a comienzos delsiglo VII, se deben a monjes que estaban predican-do el Evangelio entre poblaciones paganas(5), yque la cristianización de pueblos germánicos, comolos sajones, se había realizado por la fuerza a fina-les del siglo VIII por iniciativa de Carlomagno(6). Esdecir, que en el siglo IX los monjes, únicos lectoresde los Casus Sancti GalIi, conocerían la prácticadel paganismo, al menos en los años de su infan-cia anteriores a su entrada en la escuela monacal.Incluso, entre los servidores laicos del monasterio,¿se mantendrían algunas prácticas precristianas?

Es más, el texto dice que Wolo no tenía voca-ción por la estabilidad en la abadía propia de la vi-da monacal, y de hecho una de las causas de quesubiese a la altura de la que cayó (y que, como ve-remos, fue causa de su muerte) fue ver los montesy los espacios libres más allá de los límites del ce-nobio; además de ser muestra de su espíritu in-quieto: ¿no será esto indicio no ya sólo de una per-manencia forzada en San Galo, sino de una religio-sidad precristiana, tan impregnada de naturalismo?

Otra cuestión que hemos de considerar es la ra-zón por la cual se da por acertado el augurio. Ennuestro artículo citado anteriormente ya analiza-mos cómo aparecen referencias a augurios en elCantar de mío Cid y en la Historia Compostela-na(7). Y también vimos cómo el culto Diego Gelmí-rez los despreciaba como algo vano, lo cual enlazaplenamente con el pensamiento cristiano oficial, ytambién, por cierto, con el del monje Wolo. ¿Acasosostiene Notker una opinión contraria a la Iglesia?

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No. Lo que sucede es que el luctuoso final de losacontecimientos constituye la prueba de que la vi-sión fue verdadera.

Además, esto hay que enmarcado en el contex-to de la personalidad de Notker, ya que la crónicarecoge noticias de varias visiones demoníacas quetuvo. Y al comentar su personalidad en la crónicaque nos ocupa, se dice que “se solía oponer au-dazmente a los demonios”(8) y que era “espiritual-mente fuerte”(9) contra ellos.

Para nuestra mentalidad actual esto es difícil decomprender y aceptar, y buscaríamos una explica-ción. Quizá para algunos la falta de sueño o la de-bilidad en la alimentación pudiesen ser la causa deestas visiones, pues de igual manera que se indi-can las características anteriores de Notker, tam-bién se añade que era “tierno y delicado” en cues-tiones relativas al cuerpo como los ayunos y las vi-gilias(10).

Sean debidas estas apariciones a su sensibleespiritualidad, o a un debilitamiento provocado porsus ejercicios ascéticos, lo cierto es que el pasajeque analizamos es muestra de la mentalidad de laépoca y su mensaje está inserto en el codigo lin-güístico y referencial de una época y unas circuns-tancias concretas, lo que provocaría que cualquie-re que leyese el texto lo entendería de un modo de-terminado.

Y tras estos comentarios adjuntamos, comoapéndice, nuestra traducción(11) del capítulo 43 delos Casus Sancti Galli.

CASUS SANCTI GALLI: CAPÍTULO 43.

Había, en ese tiempo, en el lugar, cierto jovenmonje, perfectamente instruido, hijo de un conde,llamado Wolo, inquieto y errante; puesto que ni elmismo decano ni don Notker u otros le hubiesenpodido dominar llamándole la atención y frecuente-mente hubiese sido corregido con palabras y gol-pes y nada mejorase, todos se dolían por un hom-bre de tal naturaleza. Pues, como nunca hubiesetenido San Galo un monje sino por vocación(12),incluso los más nobles se distraían con más fre-cuencia. Habían llegado al monasterio sus padresangustiados por él; haciendo progresos momentá-neamente por sus amonestaciones, de nuevo erael mismo después de su marcha. Pero un día undiablo(13) se apareció al amanecer a Notker: “Malanoche, dijo, voy a hacer para ti y tus hermanos.Mala ave, dijo, mala noticia suele mostrar”(14). Él,por su parte, anticipó las cosas que oyó a sus her-manos, para que aquel día se pusiesen en guardia.

Verdaderamente oyendo también esto el mismoWolo de los que lo comentaban, dijo: “los ancianossiempre sueñan cosas vanas”. Era ese mismo díaen el que todos sabían que le había sido ordenadopor el decano que no saliese, como solía, delclaustro a alguna parte. Sentándose a escribir, erasu última escritura: “Comenzaba a morir”. Y salien-do afuera precipitadamente, gritándole los otros:

"¿ a dónde ahora, Wolo, a dónde ahora?" co-menzó a ascender hacia el campanario por los es-calones preparados para nosotros con este fin, pa-ra satisfacer o a sus ojos, recorriendo con la vistalos montes y los campos, pues tenía el paso prohi-bido, o a su espíritu errante.

Ascendiendo, en verdad, al llegar sobre el altarde las vírgenes, por impulso de Satanás, como secree, cayó por la techumbre y se rompió el cuello.Corriendo muchos, que lo habían visto y oído, lle-vándole apresuradamente el viático, comulgó, trasdecir su confesión. Pero queriendo aquellos llevar-le y trasladarle a la enfermería , dijo: “dejadme in-vocar primero a las santas vírgenes. Ellas sabenque fui muy pecador de otra manera, pero no cono-cí mujer”. Mientras, gritando en alto, tras llegar co-rriendo Notker, le tendió la mano: “a ti, mi señor, di-jo, y a las santas vírgenes a las que siempre ama-bas, encomiendo mi alma pecadora”. Aquél, echán-dose junto a él, dijo: “santas vírgenes, confiado envosotras tomo sobre mí los pecados de este her-mano y os encomiendo a nosotros dos”. Diciendoesto lloraba y se lamentaba. Y dejándose llevar,delante de las puertas de la iglesia, apaciblementereclamada, apretando muy estrechamente en lamano a Notker, Wolo dejó salir su espíritu.

NOTAS

(1). Barcelona 2001, 32-34.

(2). Nº. 241 (2001) 32-34.

(3). Puede verse la nómina completa de autores de los CasusSancti Galli en WALTER BERSCHIN, Literatura latina en SanktGallen: La cultura de la abadía de Sankt Gallen, Madrid 1992,145-156, concretamente p.153.

(4). El P. García M. Colombás ha escrito con respecto a ella:“La famosa crónica titulada Casus Sancti Galli, pese a todas susimperfecciones, nos permite formarnos una idea de la vida exu-berante y polifacética de un gran monasterio carolingio en la se-gunda mitad del siglo IX.” (La tradidón benedictina. Ensayo his-tórico. Tomo tercero: Los siglos VIII-XI, Zamora 1991, 242).

(5). FRAY JUSTO PÉREZ DE URBEL, Las grandes abadías be-nedictinas, Madrid c.1928, 161-162.

(6). ANDRÉ MAUROIS, Historia de Alemania, Barcelona 1966,29-30.

(7). Queremos hacer un breve análisis sobre el comentario

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que hace el franco Giraldo en la Historia Compostelana sobre los

augurios.; escribe Emma Falque (Historia Compostelana, Madrid

1994, 158-159):

"Es interesante esa observación sobre la consulta de los augu-

rios (“según costumbres de la tierra”), escrita por Giraldo, un

francés al que le son ajenas muchas costumbres gallegas. La zona

de Galia conoció una cristianización mucho más temprana y pro-

funda que Germania, aunque como en general, la cristianización

fue un proceso, y prueba de ello es la obra, por ejemplo, de Ce-

sáreo de Arlés.

Cuando se lee que en el siglo XII un franco hace referencia a

los augurios como “costumbres de la tierra” podemos interpretar,

como la Profª. Falque, que en el lugar de origen de éste (Giraldo)

ya no había este tipo de costumbres, lo cual supondría que el

proceso cristianizador habría sido total, acabando con cualquier

reminiscencia pagana, lo cual es improbable. O, quizá, más exac-

tamente, que eran más abundantes o se hacían de modo más pú-

blico estas prácticas en Galicia que en la antigua Galia.

(8). “...demones...quibus quidem se audenter opponere sole-

bat” (Casus Sancti Galli; 33).

(9). “Notkerus autem spiritualiter, ut diximus, fortis quantum

Tuotilo in homines, tantum ipse valuit in demones...” (Casus

Sancti Galli, 41).

(10). “... alias autem corpore, ut ieiunans et vigilans, tener, ut

diximus, et macer.” (l. c.)

(11). No existe traducción castellana de esta crónica. El texto

latino ha sido editado varias veces en Alemania:

-Monumenta Germaniae histórica, SS 2.

-HANS F. HAEFELE (ed.), Casus Sancti Galli Darmstadt 1991.

(12). Literalmente “de libertad”.

(13). Como en latín no hay artículos, también podría enten-

derse “el Demonio”. Tenga el lector en cuenta esto también para

los comentarios.

(14). Las aves estaban tan relacionadas con los augurios que

incluso la palabra latina “avis” significa tanto ave como presagio o

augurio, con lo cual la frase también podría traducirse así: “Mal

augurio suele mostrar mala noticia”.

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SEPANCUANTOS (Por la Sierra de Aracena y Picos deAroche)

Manuel Garrido Palacios

Esta tal cosa, deviemos escrivilla,Los que son por venir, plazrális de oilla.

Gonzalo de BerceoMilagros de Nuestra Señora (215cd)

Febrero de 2002. Aldea de Castañuelo. Arace-na. Segundo Canterla tiene ochenta años. Al-guien que pasa deja caer

“...ochenta y cinco». El salta como un rayo:

-Ochenta todavía.

Le pregunto, por romper, si con una edad ocon otra conoció la presencia del lobo en la Sie-rra.

-Antiguamente había muchos. Yo he rodado lomío en el campo y me han comido algún que otroburro.

-He dicho lobo porque me contó Francisco, deValdelarco(1) lo del muchacho que fue a ver a lanovia...

-Era de Cortelazor y fue a Corterrangel. Aque-llo es un barranco muy hondo. La madre o el pa-dre, ahora no tengo yo seguridad de quién fue, es-taba soñando con el hijo en peligro, como un pre-sentimiento. Hasta que el uno movió al otro y sa-lieron al camino a ver. Sintieron a lo lejos una pe-lea de lobos y voces, pero claro, mientras bajaronpor una parte del barranco y subieron por la otra,cuando llegaron, el hijo estaba hecho polvo. Me locontaron mis padres. Ya ve si hace años. Lo he te-nido en el pensamiento siempre que he pasadopor allí, que han sido bastantes veces.

-Los lobos...

-Estando un día de lluvia en un cortijo atrave-saron el camino tres lobos. Le hablo del año 1948.Y poco más abajo de donde yo estaba se comieronuna burra. En el castañar de Pardo mataron unburro. El dueño era arriero. Se llamaba el mu-chacho Manuel Villa. Fue en 1950. El castañar dePardo era famoso:

Hablamos un poquitode lo que son las castañas,

a ver si los tiempos malosdesaparecen de España.

Las castañas en su tiemponos daban mucha ilusión

porque se hacían los tostonesen familia y reunión.

-Digo que los lobos han sido los fantasmas dela Sierra.

-En la finca las Tapias, de Manuel Ortiz, ma-taron los lobos en 1958 unos pocos de cochinos.Se metieron en la majá(2) y allí lo hicieron. A lafinca de Antonio González, junto a la ribera, vi-nieron dos arrieros, Angelillo y Antonio Realista,a por el rancho de carbón. Dormíamos todos en lapuerta del cortijo, a dos pasos de los burros. Loslobos mataron al de Antonio. Fíjese lo que eraperder un animal por aquella época:

En el camino Hinojalesen la Sierra Valle Cano,

allí salían los lobospor la mañana temprano.

-A usted le gusta escribir versos.

-Los hago a mi forma sobre lo que he visto.

Segundo Canterla,amigo de Villa Aldea,

va a escribir unas coplillas,el que quiera que las lea.

-¿Lo inició alguien en estas cosas?.

-Yo, mire usted, lo poquito que sé es porqueme gusta escuchar a todo el mundo, pero lo queescribo viene de iniciativa mía.

Cuando leo mis memoriasy pienso que todo es verdad,

en algunas ocasionesme dan ganas de llorar.

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-Cuando tenía que trabajar no me podía parara escribir, y siempre pensé si no me daría a mí lu-gar para hacer una poesía con las historias quesé. Lo he ido dejando en la memoria y...

Segundo es ya muy viejoy tiene ya muchos años,

y por razón naturaltiene muchos desengaños.

Le han pasado muchas cosas,muchas más malas que buenas,

como tiene buena memoria,casi todas las conserva.

Con lo que no está de acuerdoes con los lobos en el campo,porque en tiempos antiguos

ha tenido desengaños.

-Sierra de Aracena. Sierra lobera, jamonera,gurumelera...

-Por 1927 y 28, tendría yo 8 ó 9 años, ya ibacon mis hermanos mayores a buscar gurumelos.

-Estarían ustedes solos en el monte.

-No venía gente porque por aquellos tiemposno había carretera. Si nos alejábamos para loscampos de las Huelvas siempre encontrábamos.Traíamos los canastos llenos.

En los campos de las Huelvasde chiquillo me crié,

los patrones eran buenos,algunos malos también.

-Mucho andar.

-Llegábamos con los pies de pena...

...por los tiempos antiguoshabía muchos gurumelospero veníamos cansadosal llegar a Castañuelo.

Cuando yo salía al campotemprano por las mañanas

casi siempre me traíauna cesta llena de tanas(3).

-Ya en casa...

-Mi madre los limpiaba quitándole la cáscara;los ponía en una angarilla y cada pocos días losllevaba mi padre a vender a Aracena o a Alájar.

-A vender.

-A peseta el kilo. Por entonces era un buentrabajo; estábamos deseando que llegara la cose-cha para ver si venía buena.

Cuando íbamos al campoen busca de gurumelos,

tropezábamos con las liebresque están aplastadas en el suelo.

-Ya dice el refrán que la vejez es un mal queno tiene cura. Hoy no iría tan lejos, que quienmucha tierra cava poco ahonda, o lo que es lo

mismo, el que mucho abarca poco aprieta.

Eran los años de hambre yno los puedo olvidar,

comíamos nada más que tentullos(4),solos, solitos, sin pan.

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Retrato de Segundo Canterla por José María Franco

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-También se comían palomas.

-Muchas. Allá por 1930 había bandos de hasta12 kilómetros de largo por 4 ancho; de un tiro ca-ían 15 ó 20.

-Ya no hay.

-Han desaparecido; no sé los motivos; puedeque por la degradación del aire, los Insecticidas...la cosa es que la afluencia de palomas no se havisto más por aquí.

En los tiempos antiguos había muchas palomas,

traían los cazadorestodas las mochilas llenas.

Las palomas entre los pinos,allí buscan las quedás(5),

estando tan ignorantesque allí las van a matar.

-Todo lo que le pasó a uno de niño sale un día.

-Mire, cuando yo era pequeño había muchosperros rabiosos. Los chavales andábamos atemo-rizados, lo mismo que los pueblos, las aldeas o loscampos. En los Blanqueares uno mordió a dos va-cas y rabiaron las dos; tuvieron que matarlas. Metocó darles tierra. Al vaquero, Fernando, de Cas-tañuelo, casi lo matan también. En la finca la Co-ronada, un cabrero que se llamaba Juanillo tuvoque estar todo un día subido en una encina y elperro esperando abajo. Por el cortijo de RafaelBrenes pasaban muchos, era un sitio propio paraellos. En Aracena mataron uno a puñaladas; ata-có a un hombre y no teniendo otra defensa lo ma-tó con la navaja. La gente estaba aterrorizadaporque murieron personas de rabia; entonces nohabía vacunas.

-La vida de los cabreros ha sido dura.

-Todas las piaras tenían dos o tres mastinescon un collar de pinchos en el gañote para las pe-leas con los lobos. En los Blanqueares había uncabrero que se llamaba David que tenía dos pe-rros famosos; no dejaban que se arrimaran a lascabras ni las moscas. Antes las fincas grandes notenían paredes ni alambradas; el guarda de laspiaras era el ganadero, el de las cabras, el cabre-ro, el de las vacas, el vaquero, el de las ovejas, elpastor, el de los guarros, el porquero. Todos lleva-ban un palo con una porra y una honda...

Segundo Canterla esun viejo aldeano

y tiene por costumbrelevantarse bien temprano.

-Era el tiempo de los arrieros.

-Todo se transportaba en carros. Conozco unsitio que se llama Puerto de los Ladrones, que es-tá en el límite de las provincias de Sevilla conHuelva; siempre que se hablaba con la gente másmayor sonaba este sitio al que ellos le habíanpuesto nombre.

-¿Qué ladrones eran?.

-Los que se enfrentaban a los carros y a loshombres que llevaban las mercancías. Como tra-bajé en una finca por debajo del Puerto le tengo

hechos unos romancillos que dicen...

Un poquito más arribaestá el Puerto de los Ladrones,

donde robaban los carrosque transportaban jamones.

-El paso de la arriería sería un reguero.

-He conocido desde 1929 hasta 1960 una ja-rria(6) de mulos y burros arrimando carbón y ma-dera al puente de Castañuelo por el camino anti-guo, que era malísimo; daba pena ver a los ani-males con cargas tan brutas. Hablo de miles dearrobas.

-Usted hacía carbón.

-Aún puedo hacerlo. Es fácil. Se junta unabuena cantidad de leña gorda, mejor si es de en-cina; se amontona y se le da hechura de gurume-lo joven, dejándole huecos para matarle el fuego.Estos huecos sirven para la ventilación del hornoy evitar que se apague. Se encienden por el coro-no(7). Luego vino la costumbre de los hornosalargados que se encendían por el pico. Todo valesi vale. Y los llamados de gavia, que nunca utili-cé.

-Y una vez hecho, lo llevaba de un sitio a otro.

-Y tanto. Pero en la arriería se procuraba lle-var una carga de algo y se traía otra distinta pa-ra aprovechar el porte. En octubre de 1940 fui-mos cuatro arrieros a dar un porte con bestias aExtremadura. Éramos Agapito, Gabino, Rafael yyo, Segundo el del Cortijo. Salimos de Castañueloal alba, atravesamos la Sierra Valle Cano, pasa-mos por Hinojales y llegamos a dormir a la esta-ción de Cumbres Mayores. A la otra mañana cru-zamos el pueblo, cogimos un camino que iba a Hi-guera la Real, cargamos las bestias de altramu-

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ces dulces y volvimos por nuestros pasos a des-cargar a la finca de Cotino, de Fidel Rubio, antesde regresar a Castañuelo.

-Se ganaba...

-La fanega a seis pesetas. Como yo sólo teníaun mulo, transporté tres fanegas y gané diecio-cho pesetas; así todos. Da pena pensar esto, perofue cierto; recorrer cien kilómetros por ese dine-ro, teniendo en cuenta que el mulo se comió cua-tro kilos de cebada... Al final me quedaron diezpesetas de ganancia por dos días de trabajo y untrayecto tan largo.

Porque en los otros trabajosno quiero ni recordar

las penitas que pasamospara poderlos cobrar.

-¿El trato con los dueños?.

-No eran agradecidos. Bien se dice que quiénno agradece, al diablo se parece, y que para darseimportancia, dice que viene de Francia. Un buenmuchacho de Castañuelo, Vicente, trabajaba enlos Villares y por aquel tiempo había que estar enlos tajos bien temprano. Este amigo llegó tardeun día. A Daniel, el dueño de la finca, le sentótan malamente, que le dijo: «Ahora mismo teechas las mantas al hombro, encaras el caminitoy te vas para tu casa». Y mi buen Vicente le con-testó: «Ahora me llevo las mantas arrastrando,me salgo fuera del camino y me voy al sitio queme de la gana». Le demostró que con lo que teníale bastaba y disponía de ello. Como dice el refrán:rico es quien no debe y pasa como puede.

En las Sierras las Llanas,terreno de Valle Cano,allí hicimos sementeraunos pocos de aldeanos.

Para ir a la sementerahabía que cruzar riberas,

de mucha casualidadno nos ahogamos en ellas.

-Levantarse temprano, apurar el día...

-Antes cuando se sembraba había que madru-gar mucho. A las cinco de la mañana salía un lu-cero muy reluciente y esa era la señal que tenía-mos los gañanes sin reloj para poner a pajear(8)las bestias o las yuntas; era lo suyo alimentarlaspronto para que la salida del sol nos pillara a to-dos en la besana. Los gañanes más viejos hacían

migas para el desayuno. Conocí en el Esparragalhasta veinte cargas de mulos en la misma besa-na. Parece mentira, pero ha sido verdad.

En el campo de Camacho,de la finca de la Puente,

cuesta trabajo creerseque allí sembraba la gente.

-Todo no sería faena.

-No, claro. Había alguna fiesta. La primeravez en la historia que hubo Semana Santa enCastañuelo fue en 1961. La trajo el cura don JoséMaría Camacho, que trabajó el hombre en el ca-rreterín que se estaba abriendo para llegar mejora la aldea.

-Parece que en aquel tiempo todo era hambre,miseria; le pillaría la guerra...

-¿Hambre?. Una vez fue a dar misa a Casta-ñuelo un cura y al final le dio una broma a un ni-ño de cinco años, Paco se llamaba. Le dijo el niño:«Ahora me das bromas, pero antes te has comidolas galletas tú solo a cara perro».

-Los niños aprendían la vida directamente.

-Ya ve; en el Barranco de Castañuelo habíamuchos sapos, y cuando estaban en celo se forma-ban piñas de unos pocos juntos. Un niño llamadoBenjamín, de unos cuatro años, estaba en la ori-lla muy atento mirándolos. En esto pasó un hom-bre y le soltó el niño: «¿A que no sabe lo que estánhaciendo los sapos?». El hombre dijo: «¿Qué ha-cen?». Y el niño contestó: «Están follando».

En los tiempos bien antiguos,tiempos de la sementera,

cuando más a gusto estamosera en tiempo de las eras.

-La aldea de Castañuelo en aquel tiempo...

-Eran tres casas medio zahurdas, casuquinasde nada. Vivíamos mal de la agricultura, cuatrohuertos de muy poca cosa...

Qué bonitos están los campos,todos envueltos de hierba,pero mientras haya monte

todo será una mierda.

-La gente iba y venía.

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-La gente trabajaba en la ribera con los seño-ritos antiguos, en fin, el que tenía una finquita...pero ganando poco menos que nada. Casi por lacomida. Era una miseria.

Y lo más bonito eraque te cobraban por algoen un terreno tan malo

que no entraban ni los galgos.

-Dice que casi por la comida...

-Eso, cuando se ganaba, porque el paro y elhambre estaban amontonados. Hasta que vino eljaleo de la República, que se pensaba que iba amejorar todo, pero fue más pataleo, porque no sedejaban gobernar, hasta que reventó la cosa conel dictador y nos aplastó unos pocos de años.

Unos zagales que fueronLos que cogieron los higosy rompieron las ramillas

les costó cinco pesetas,sería pa comprar morcillas.

-¿Tiene hijos?.

-Cinco. De media vida en adelante se normali-zó todo un poco más. Pero entonces o ahora, elegoísta no conoce límites, no se harta con nada,no está conforme nunca.

Qué bonitos están los camposflorecidos en primaverano tienen comparación

con otra fecha cualquiera.

-Dice el refrán que...

-... la seca de enero hace al labrador caballero;en febrero busca la sombra el perro; en marzo elperro y el amo, que sabe que en junio la hoz en elpuño y en agosto resfría el rostro. Refranes haypara dar y tomar... quien da consejos no pedidospierde consejo y amigo, quien da primero da dosveces, el que se alegra del mal del vecino, el suyoviene de camino, y así hasta no acabar.

-Los pájaros también dan norte de cómo vieneel tiempo.

-Los pájaros y los vientos. Está el viento de lamar, agua segura. Si está un poquito alto, que esde Portugal arriba, ya hay frío y va a llover; si es-tá del norte, mucho frío.

Por los campos de la Sierracorren barrancos y riberas,todos van a los pantanos

para aumentar su reserva.

-Tiempos...

-Ni teníamos carretera, ni electricidad, ni telé-fono...

-¿Médico, maestro...?

-El médico venía una vez a la semana y el maes-tro daba clases de vez en cuando y de mala gana;yo fui a la escuela tres días, porque con diez añosestaba guardando chivos en la ribera.

-Alguien le diría las letras...

-Un maestro muy mayor nos enseñaba a losniños. Se llamaba Joaquín Tomillo. Era duroaprender así; hasta andar por la calle, del fangoque había; los retretes eran las callejas próximasa las aldeas; daba pena arrimarse a ellas...

-¿El agua...?.

-Agua había para el consumo gracias a los ma-nantiales; algunos se encontraban lejos. Un ejem-plo era el de los vecinos de Corterrangel, que te-nían que coger el agua del barranco que venía dela sierra de las Baqueras.

Tres Marías van por agua y ninguna lleva soga,

con las trenzas de su pelo,sacan agua de la noria.

-A la aldea se llegaba...

-Hasta los primeros años del siglo veinte nohabía coches y las carreteras eran caminos paralos carros. Se llegaba en el coche de San Fernan-do, un rato a pie y otro andando. Por eso habíamuchas ventas para descansar los carreros y lasbestias. Hacia Extremadura teníamos el Alto delRonquillo, la Fraila, la de la Leche, la Alisa, laPlata, la de San Rafael, Valdeflores, Higuera,Aracena, la Currofala...

-¡ !

-...es que el dueño se llamaba Curro Fal. Y ladel Ronquillo era por la ronquera del dueño; laventa le dio nombre al pueblo; hoy se llama ElRonquillo.

En término del RonquilloFinca la Currofala

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está el monte de los Pimientos,donde Segundo sembraba.

-Otras aldeas.

-Corterrangel se dice que fue una corte entiempos de... no me acuerdo, y luego ya pasaron aCortelazor, que por eso se llamaba así, porque co-gía Rangel y la Corte. Parece ser que había allíunas cortes del gobierno, no sé, de esta maneranos ha llegado.

-¿Siempre hubo tan pocos niños en la aldea?

-Hombre, Castañuelo llegó a tener ochocientoshabitantes; era un medio pueblo; todos amonto-nados, porque entonces en cada había siete uocho niños.

-Se contarían cuentos entre tanta gente menu-da.

-Pero no se me quedaron todos; sólo las histo-rias que pasaban, que eran los cuentos de ver-dad. La realidad era la propia fantasía; yo desdemuy chico tuve que ir a guardar ganado y no te-nía ese rato necesario en la casa con la abuela pa-ra escucharla.

-A qué jugaban los niños?

-Los juguetes eran unos palitos de adelfa; leliaban las madres un trapo en la punta como sifuera la cabecita y era la muñeca para la niña; enlos niños un palo con dos ruedas de corcho, era elcarro, el trompo, la bola... eso tenía todo su tem-porada, con la mutra, la maña...

-El butre en Huelva.

-Eso; la mano extendida haciendo una cuartaera la “jaba” y si alguno se adelantaba, era tram-pa: «Ha hecho jaba».

-Al trompo le dicen en Fuenteheridos champa.

-En Castañuelo pionza.

-Nola en Galaroza.

-Pirusa en Alájar.

-Carioca era un trompo achatado, más peque-ño.

-Pero eso era más para Huelva.

-En Fuenteheridos se jugaba al hilo negro.

-En Castañuelo se escondía una prenda y lue-go se buscaba.

-Ha soltado usted durante la charla un golpede refranes.

-Algunos he podido comprobar que dicen ver-dades. Mire, me habían dicho que las zorras

cuando se ven en apuros se hacen las muertas; yono lo creía, pero estando en la sementera en lafinca del Burro puse cepos para conejos y unamañana cayó una zorra. La vi que tiraba confuerza pero al acercarme se puso panza arriba yse quedó como muerta. Entonces le quité el cepo,la cogí por el rabo y la tiré lejos. Nada más llegaral suelo se levantó ¡y cualquiera la alcanzaba!.Ahí comprobé que era verdad lo que me habíandicho.

-Vino la guerra. Pasó la guerra. Ha podido ha-ber muchas guerras en España, pero la de 1936fue la guerra.

-Por entonces yo tenía tres hermanos, uno, sefue al bando de la República y dos no. Se canta-ban coplas. Precisamente Queipo fue republicanoy luego se puso en contra. Natural; le quitaronpoderes y él lo que quería era seguir mandando.

-Hablaba de coplas.

-Me acuerdo de las del Carnaval de 1930:

Viva Alcalá y Zamora,Roda y Domingo,

que aunque lo afusilensiempre será el mismo.

Por el carnaval todo pasa,que no os coja de espanto,

y si alguno se agravia,que baje al agua del barranco.

En el año treinta,mes de diciembre,

a Galán y Hernándezse afusiló.

En el castillo Monjuí,en el último rincón,

tenía que estar metidoel que estas muertes firmó.

Por tener ideas republicanas,que es la más sana de la Nación.

Francisco Ferrer fue hombrede gran talento,

consiguieron darle muertepor su buen comportamiento.

Hombre de buen idealnunca lo ha podido haber

porque los malos burgueseshan terminado con él.

- Carnaval, Navidad...

-Si le digo la verdad, en mis primeros años yoapenas estaba en las fiestas. Por 1930 la feria de

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septiembre de Aracena era la mayor que había enla Sierra. Gente de las aldeas y de los campos nosllevábamos todo el año ahorrando para esos días.Los chiquillos buscaban cagajones; valía un cestouna perra gorda; los mayores hacían un bolichede carbón, a peseta la arroba, todos con la ilusiónde juntar algún dinerillo para la feria; a pesar dela pobreza que había, se vivía aquello con entu-siasmo. En el mercado de ganado lo más impor-tante eran los cochinos, que los traían por maloscaminos desde pueblos extremeños... Barcarrota,Jerez de los Caballeros, Oliva, Fregenal... habíacorridas de toros, ruletas, cunitas, teatro, circo,fuegos artificiales...

Madre los quintos se vany yo no me quiero ir,

porque tengo en esta calleun capullo por abrir.

-Lo de buscar novia.

-Las parejas se conocían yendo los muchachosdonde estaban ellas, pero con la cara como un to-mate, lo mismo unos que otras. Pero, vaya, lo quees costumbre para todos no tiene que ser esfuerzopara uno. Estábamos en un baile en los cortijos,donde trabajaban cuadrillas de mujeres, y noscostaba mucho decirles lo que le teníamos que de-cir. Si acaso nos bebíamos unos cuencos de vinopara estar animados, y el cigarro, que, aunque nofumáramos, parecía que te quitaba la vergüenza.Al final se llevaba adelante lo que se pretendía,que a eso íbamos todos, a hacernos novios, a ca-sarnos, con la ventaja para nosotros de lo que di-ce el refrán, que el hombre y el oso mientras másfeo más hermoso.

Si queréis buscar noviasvenirse a Puerto Moral...

-La familia.

-Los padres de ellas nos causaban mucho res-peto. A la hora del casorio se buscaba la ocasiónde darse de cara con el padre:

«¡Mire, yo quiero esto». Y él te daba el permi-so. También existían casos de negarlo, de laberin-tos.

-Las bodas duraban...

-Depende. En la boda del pobre todo son voces.El día del casamiento se invitaba a la gente deCastañuelo, se hacía un guisote grande, se mata-ba una cabra o un borrego, todo en el mismo pla-

to; no había viajes ni nada: el baile un poco por lanoche y a acostar.

-A algún sitio se iría, aunque fuera...

-Poco y cerca. La abuela de uno fue a Calaba-cino, una aldea que está a ocho kilómetros deFuenteheridos. De Castañuelo íbamos en bestia ala iglesia principal, que estaba en Corterrangel.Aquel que lo tenía sacaba el caballo, el mulo, elburro. Era como una romería.

-Ayudarían los curas.

-¿Los curas...?. Han desfilado tantos en la vidade uno que... unos eran más saboríos(9), otrosmás tratables. Tuvimos a un tal José Luis Berna-bé que llevó el teléfono a la aldea, un teléfono decampaña; tiró un cable por los montes. Este asis-tía a los partos. Se arremangaba el hombre y...sabía más que Briján(10).

-Cierre los ojos y vea para usted aquel tiempo.

-Los cierro y veo durante la guerra un asalto aun coche de Damas. Son tres o cuatro personaslas que disparan. Uno, Antonillo, se hace elmuerto; es el chófer...

Aquello pasó a la historiay es mejor no pensarlo,

porque si lo pi ensasbien terminas bien desolado.

-Pasó.

-Pasó. Pienso que, si esto no tiene importanciaque se diga hoy, el paso de los años le dará surango.

-Es bueno que lo sepan cuantos...

... cuantos quieran saberlo.

Febrero de 2002. Aldea de Castañuelo. Segun-do Canterla; ochenta años todavía. Al fondo deltiempo narrado se quema el dolor.

NOTAS:

(1). En Voces de la Sierra, cap. II, p. 19. Libros de la Huebra.Fuenteheridos 2001.

(2). Majada donde el ganado duerme.

(3). Es el nombre común de la sabrosa Amanita caesarea, deláminas amarillas y sombrero rojo, abundante en la zona, consi-derada la reina de las setas.

(4). Nombre común de la Boletus aereus. Buena para comer,

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de carne compacta.

(5). La estancia, el dormidero, el refugio.

(6). Interpreta Manuel Moya que puede proceder de “arreo”,

“arrear”, “arriero” “arriería”. Me suena que viene a significar “fila

de bestias de carga”, “reata”. La “j” podría ser una simple aspira-

ción entre dos vocales “una [j] arria”.

(7). Lo que “corona”. El agujero en la cúspide que hace de

chimenea principal.

(8). Echarle paja para la comida.

(9). Soso de carácter. Desaborido.

(10). Sbarbi, en su Dic. de refranes, adagios, proverbios... dice

que este personaje -Briján o Burján-, fue un célebre facineroso,

el cual dio a su partida tanto nombre, que éste corrió por todas

partes [...] Modificada la palabra Briján según las tendencias de

los diversos idiomas, se aplicó en Francia e Italia (brigands y bri-

ganti), primero, a los que con astucia se ejercitaban en el pillaje,

y después a toda clase de bandoleros.

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AQUELLAS TRENZAS DE PELO ENDRINO...José Manuel Fraile Gil

Desde tiempos antañones la posesión de unalarga y abundosa cabellera fue signo y símbolo enel hombre de la fuerza física, y en el Sansón de laBiblia encontramos el más perfecto arquetipo parailustrar esta idea . Algún cura rural, con ribetes devate, compuso en el onubense Alosno toda una se-rie de cuadros bíblicos en seguidillas con estram-bote que hasta hoy se cantan por sevillanas a lapandereta y con el almirez en las vistosas crucesde mayo.

Cuando Sansón dormíaDalila infamelos hilos de la fuerzasupo cortarle.

Sirva de avisoque a mayor confianza mayor peligro.

Y así, intermitentemente lucieron crenchas yguedejas los monarcas del XVII, los Borbones delXVIII, aunque postizas y empolvadas, y los jaque-tones y jayanes de las clases populares que fueronlos últimos en presumir de coleta por la media es-palda hasta entrado el siglo XX .

Para la mujer fue el pelo un adorno precioso delos romanos a acá. Aunque a veces les dio a lasdamas de Corte por afeitarse la frente, una espesamata de pelo representó siempre el don más anhe-lado de cuantos la madre naturaleza desparramasobre los hijos de Eva. Así pues, lo que en el hom-bre debía sólo estar, en la hembra era objeto depresunción, de alarde y hasta de creación artística.

- ¿Para qué quieres el peloque te llega a la centura?.- De noche por almohada,de día por hermosura. -

Aquella espesura de trenzas, carnejas, clinos ysoguillas, eran patrimonio de toda mujer que sepreciase de honesta, y teníase por muy dichosa laque tocaba en pie con el cabello el suelo sobre elque andaba. Así nos describe Dumas a las gitanasdel Sacromonte por el otoño de 1846: De vez encuando nuestra mirada se sumergía en el interior

de alguna cavidad y en la penunbra distinguíamosa un hombre que tejía el mimbre, o a una joven depie peinándose su larga cabellera de reflejos azula-dos que le llegaba hasta el suelo . Este embelesopor el cabello propio había llevado a los jesuitas delParaguay a ordenar a las indias guaraníes habitan-tes de sus reducciones que motilaran su cabelleraa ras de la cintura, por considerar que el empeñoera mucho en cuidar aquellas espesas y tupidascabelleras . Privar de este adorno capilar a su pro-pietaria fue el peor castigo que podía infligirse enpúblico a las mujeres. Hoy, cuando el vaivén de lamoda lleva a muchas incluso a raparse el cráneo,no podemos tener cuenta cabal del sufrimiento queocasionó la última victoria en muchas campesinasrepublicanas que ostentaban todavía el airoso mo-ño como única corona de altanería.

Sólo por dos causas más que justificadas moti-laba antaño la hembra la mata de su cabello. Altraspasar la puerta de la clausura, cuando en reali-dad moría en vida para el siglo; y cuando, posee-dora de una magnífica cabellera, la muerte arreba-taba en sazón a aquel fruto, y consideraban enton-ces los allegados que no merecía la tierra aquelmanojo de hebras que tantas veces pasaron y re-pasaron escarpidores y peinas. Los pequeñuelosque arrebató la parca entregaron también a la tijerasus bucles y tirabuzones para dejar entre los vivosun pedazo de sí.

En el viejísimo tema folklórico de la niña que noquiere ser monja encontramos muy altas manifes-taciones poéticas del duelo por el pelo cortado. Elromance de la monja contra su voluntad (éo) re-crea con mayor o menor énfasis, según las versio-nes, el momento de tomar los hábitos, pero siem-pre aparece, eso sí, el planto de la novicia por elcabello perdido: ¡lo que más sentía yo era mi matade pelo!

No llora la niña-monja por pendientes ni por ani-llos, ni por los colores que eran su encanto y queno volverán ya a cubrirla; recae siempre la pesa-dumbre en el adorno de su cabeza que se fue conel chas-chas de las tijeras.

al revolver de una esquinaestaba un convento abiertoeran las puertas de broncey los umbrales de hierro

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salieron todas las monjastodas vestidas de negrocon las velas encendidascomo si fuera un entierrome cogieron de la manoy me metieron adentrome sientan en una sillay allí me cortan el pelome empiezan a desnudarmis sayas y mis aseosmis enaguas coloradasmi jugón de terciopelopendientes de mis orejasaderezos de mi cuellome empezaron a quitaranillitos de los dedos¡lo que más sentía yoera mi mata de pelo!

Arroyo de la Luz. (Cáceres)

Aquel pelo era la herencia que los padres recibí-an de quien, por voluntad propia o a viva fuerza,consumiría edad, belleza y ardores entre las tapiasmonásticas.

salieron a recibirmeseñoras de manto negrocon la velita encendidacomo si me hubiera muertoempezaron a quitarmel´aderezo de mi cuerpopurseras de mis muñecascadenitas de mi cuellosarcillos de mis orejasy anillitos de mis dedosme cogieron de la manome llevaron para dentrome sentaron en una sillay me cortaron el pelose lo mandan a mis padrespa´que lloren sobre ello

Jubrique (Málaga) .

me sientan en una sillay allí me cortan el pelose lo llevan a mi madrerevueltito en un pañuelopendientes de mis orejasanillitos de mis dedos¡lo que más sentía yoera mi mata de pelo!

Villarejo de Salvanés (Madrid) .

Si la profesión se hacía de buen agrado iba latrenza derecha a figurar entre los exvotos de laimagen madrina, del santo depositario de la devo-ción familiar, o de la advocación bajo cuyo hábitoviviría de por vida nuestra joven protagonista.

me cogieron de la manoy me metieron adentrome quitaron los anillosy me cortaron el pelo¡yo no siento los anillos sino mi mata de pelo!que se la tengo ofrecidaa la Virgen del Consuelo.

Ciudad Real .

Y es que todavía son muchos en nuestra geo-grafía los camarines y ermitas que guardan amon-tonados los exvotos que la piedad popular fue allídepositando. En ellos, como en los sedimentos queel río va dejando en su lecho, podríamos ir rastre-ando la evolución que desde la más remota anti-güedad pagana han ido experimentando este tipode ofrendas. Las trenzas, ofrecidas como supremarenuncia al adorno personal, no son ni con mucholos más escasos de entre estos presentes:

“Allí se ven largas trenzas de cabello que la hijaamante ofreció, como su más precioso tesoro eldía en que su madre fue arrancada a las garras dela muerte; niños de plata colgados de cintas de co-lor de rosa que una madre afligida, al ver a su hijomortalmente herido, consagró por obtener su alivioal Señor del Socorro; brazos, ojos, piernas de platao de cera, según las facultades del votante”.

Y tras esta descripción hecha por Fernán Caba-llero y traída desde la Andalucía baja, veamos estaotra de Gutierrez Solana tomada del natural cuan-do visitó Zamora en su viaje por la otra España acomienzos del siglo XX:

“En una trenza rubia y empolvada por los años,cuelga atado de su punta un papel que dice: Re-cuerdo al Santísimo Cristo en los últimos días devida de la joven Felisa Barbero Estévez a los 18años de edad. Zamora. Marzo de 1890”.

Y para despedirnos de aquella novicia que deja-mos tras la clausura, echaremos una ojeada por elcuriosísimo libro que se me viene a las manos, yque da cuenta de esta ceremonia, cuando todavíaen 1891 revestía carácter de muerte en vida paralas hijas del Cister :

“Primeramente estará prevenido el Hábito, Velo,Cordón, etc., en una fuente de plata, con sus florespor adorno, y en una bandejita se pondrá un Cruci-fijo y una vela rizada en la credencia al lado de la

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Epístola o sobre el Altar, en donde estarán dos al-mohadas, una para la Novicia y otra para la Madri-na; advirtiendo que la Novicia ha de estar a la ma-no derecha de la Madrina, quien para recibir el Há-bito, ha de venir vestida de gala, con los cabellossueltos, pero sin profanidad.

Llegado el momento será la abadesa quien cer-cene aquel pelo orgullo de su propietaria.

La religiosa más moderna tiene el Esposo conla Corona, y otra trae en una bandeja las tijerascon las que le ha de cortar el pelo la madre abade-sa, a quien corresponde esta ceremonia, y le ponela Corona, estando entretanto la Novicia arrodilladaen una almohada, que estará prevenida a este fin.

Mientras le corta el pelo le dice la madre abade-sa: Haec accipiet benditionem a Domino...”

Las trenzas fueron también auténticos cordelescon que anudar el lazo amoroso; así en el viejo ro-mance por la calle de su dama (áe) que ha tenidoentre Lope y la tradición una relación de toma y da-ca hasta casi nuestros días, encontramos el pre-sente amoroso convertido en joyel para la cabezadel moro:

- Mira que te encargo, Cidi,que no pases por mi calle,ni hables con mis criados,ni con mis cautivos trates,ni preguntes con quién duermo,ni quien viene a visitarme,ni qué fiestas me dan gusto,ni qué comidas me placen.La trenza de mi cabelloque te puse en tu turbante,no quiero que te la pongas ni tampoco que la guardes

Tetuán (Marruecos)

El pelo trenzado al modo de la soga utilizadapara las tareas domésticas, es una imagen cons-tante en la poesía tradicional y hasta para la viejacostumbre de amarrar las manos de los difuntoscon un hiladillo negro a cuyo extremo se daban treso siete nudos, encontramos réplica en el cancione-ro. Pues ya Valera cuenta en una de sus novelas...

“en todo era Respetilla jocoso, menos en estode cantar playeras; las cantaba con mucho senti-miento, era un gemido prolongado que aspiraba lle-gar al cielo, era un suspiro melodioso que traspa-saba los corazones. Así iba cantando entre otrascoplas:

Cuando yo me muera / dejaré encargado / quecon una trenza de tu pelo negro / me amarren lasmanos”.

Pero a veces hubo que vender aquella trenzaque tanto estimaba su poseedora para poder ganarunas pocas monedas de plata que remediaran enparte la miseria general. Las ricas demandaronsiempre postizos y añadidos para poder realizar loscomplicados peinados que las modas imponían.Otras veces, la enfermedad obligaba a buscar enlos postizos remedio contra la calvicie que, si en elhombre no causó mayor problema, resultaba parala hembra afrenta casi insoportable:

“En una droguería entró una mujer con un hom-bre de edad a comprar una trenza, pues había sali-do de una enfermedad y estaba casi calva, con lacara amarilla y la frente llena de arrugas como unavieja. Miraba al suelo como avergonzada y no ha-blaba sino para regatear y decir que eran muy ca-ras; mientras que el viejo, que la trataba de tú y de-bía ser su querido, iba colocando las trenzas depelo junto a la frente de esta criada para encontrarun pelo igual al suyo”.

Hasta ha bien poco fueron las gitanas quienes,empujando el carrito de mano repleto de barreños,se encargaron de cambiar su mercancía por lastrenzas que nuestras jóvenes cercenaron al aban-donar la infancia.

Pero cuando la muerte, siempre inoportuna, lla-mó a deshora en casa de alguna joven, se resistie-ron sus deudos a enterrar aquellas crenchas que,por espesas y lustrosas, o simplemente por queri-das, parecían enredarse en los barrotes de la ca-ma, resistiéndose a seguir el camino del cemente-rio. Conservadas aquellas trenzas entre alcanfor ypapeles de seda, surgió en derredor suyo una in-

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Figura 1

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dustria artística aunque macabra destinada a com-poner cuadros y dechados de muy diversa índole.Esta costumbre de conservar el cabello tras el cris-tal de un cuadro, debió pasar, como tantas otras,del ámbito burgués (fig. 1) al código tradicional;proceso de folklorización que podemos seguir tantoen las técnicas de factura como en los motivos queornamentaron estos trabajos de pelo. Situaría yoentre el romanticismo, que comenzó a invadir a Es-paña al declinar el reinado del monarca narizotas, yla época isabelina, el momento de esplendor paraesta moda que llenó los camafeos, retratos ovala-dos y en especial las lápidas que por entonces co-menzaron a poblar los nuevos cementerios del cin-turón urbano, con filigranas hechas a base del que-rido cabello que perteneció al ser perdido.

Pérez Galdós, dispuesto siempre a acudir ennuestro auxilio, cuando se trata de documentar elverdadero sentido de la tradición, nos proporcionaen su obra noticias para ilustrar las dos épocas quearriba hemos pergeñado. En La de Bringas, am-bientada en 1868, encontramos la semblanza deun antiguo palaciego dedicado en alma y vida acomponer uno de esos trabajos de pelo o empelocomo les llama su artífice, que más tenían de tara-cea preciosista que de simple recordatorio:

“Un año antes se había llevado de este mundo,para adornar con ella su Gloria, a la mayor de lashijas de Pez, interesante señorita de quince años.La desconsolada madre conservaba los hermososcabellos de Juanita y andaba buscando un habili-doso que hiciera con ellos una obra conmemorativay ornamental, de esas que ya sólo se ven marchi-tas y sucias en el escaparate de anticuados pelu-queros o en algunos nichos de camposanto . Loque la señora de Pez quería era algo como ponerun verso, una cosa poética quizá en prosa. No te-nía ella sin duda por bastante elocuentes las espe-sas guedejas olorosas aún entre cuya maraña cre-yerase escondida parte del alma de la pobre niña.Quería la madre que aquello fuera bonito y que ha-blara lenguaje semejante al que hablan los versoscomunes, la escayola, las flores de trapo, la purpu-rina y los nocturnos fáciles para piano”.

Y tras este exordio en que se enumeran tantoslugares comunes del mal gusto necrológico, entraen acción Don Benito presentándonos al futuro ha-cedor de la obra en jugoso diálogo con la Señorade Pez:

“Enterado Bringas de este antojo de Carolinalanzó con todo el vigor de su espiritu el grito de un¡eureka! porque él iba a ser el versificador.

-Yo, señora, yo... yo. Tartamudeó conteniendoa duras penas el fervor artístico que llenaba su al-ma.

- Es verdad, usted sabrá hacer eso como otrasmuchas cosas, ¡es usted tan hábil!”.

Acto seguido, comienzan nuestros dos interlo-cutores la búsqueda por cómodas cajas y paqueteshechos con blanco papel de seda, del material cro-mático que será paleta donde ir formando aqueltrabajo de pelo:

-“¿De qué color es el cabello?.

- Ahora mismo lo verá usted. Dijo la damaabriendo, no sin devoción, una cajita que había si-do de dulces y era ya depósito azul y rosa de fúne-bres memorias.

- Vea usted qué trenza, es de un castaño her-mosísimo.

- ¡Oh, sí, soberbio!, pero nos hacía falta un po-co de rubio.

- ¿Rubio?, yo tengo de todos colores, vea ustedestos rizos de mi Arturín que se me murió a los tresaños.

- Delicioso todo, es oro puro; ¿y este rubio cla-ro?.

-¡Ah, la cabellera de Joaquín!, se la cortamos alos diez años, ¡qué lástima, parecía una pintura!;fue un dolor meter la tijera en aquella cabeza in-comparable, pero el médico no quiso transigir. Joa-quín estaba convaleciente de un tabardillo y su ca-ra apenas se veía dentro de aquel sol de pelos.

- Bien, bien, tenemos castaño y dos tonos de ru-bi; para entonar no vendría mal un poco de negro.

-Utilizaremos el pelo de Rosa. Hija, traeme unode tus añadidos.

Don Francisco tomó, no ya entusiasmado sinoestático, la guedeja que se le ofreció.

- Ahora -dijo algo balbuciente- porque verá us-ted... Carolina, tengo una idea, la estoy viendo. Esun cenotafio en campo funeral con sauces, muchasflores, es de noche.

- ¿De noche?.

- Quiero decir que para dar melancolía al paisa-je de fondo conviene ponerlo todo en cierta penum-bra. Habrá agua allá, allá muy lejos una superficietranquila, un bruñido espejo. ¿Me comprende us-ted?.

- ¿Qué sé yo?... agua, cristal, ¡qué se yo!

- Un lago, señora, una especie de bahía. Fíjeseusted, los sauces extienden las ramas así, como si

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gotearan; pero entre el follaje se alcanza a ver eldisco de la luna, cuya luz pálida platea las cumbresde los cerros lejanos y produce un temblorcito,¿está usted?, un temblorcito sobre la superficie.

- ¡Oh, sí! del agua. Comprendido, comprendido,lo que a usted se le ocurre.

- Pues bien, señora, para este bonito efecto meharían falta algunas canas.

- ¡Jesús, canas!, me río tontamente del apurode usted por una cosa que tenemos tan de sobra.Vea usted mi cosecha, señor Don Francisco, noquiera yo proporcionar a usted en tanta abundanciaesos rayos de luna que le hacen falta. Con esteañadido -sacando uno largo y copioso- no lloraráusted por canas”.

Cuando las clases más populares adopten estetipo de composiciones, irán suprimiendo de ellas laestampa de los delicados cenotafios, las oracionesmortuorias, las delicadas labores en policromía yhasta la sutil técnica del bordado (fig. 2); y adopta-rán sin embargo el recargado barroquismo de lastrenzas aplastadas que semejan el trabajo del es-partero, salpicarán los dechados con flores de tra-po y cintas de seda multicolores y subrayarán, porúltimo, el aire personal de aquellos relicarios, indi-cando edades, nombres, fechas y lugares. Mien-tras que fueron establecimientos especializados losencargados de realizar aquellos empelos que en-cargara la burguesía , serán ahora peluqueros am-

bulantes o mañosas peinadoras de industria másartesana, los responsables de realizar estas verda-deras marañas de entrecruzadas trenzas inclusoen los más apartados lugares y lugarejos de nues-tra geografía.

Desde mi infancia contemplé en casa de misabuelos uno de aquellos cuadros, de dimensiones

más que regulares, que recogía en la parte supe-rior un abigarrado manojo de trenzas que se ibandesparramando entrecruzadas por toda su superfi-cie. Era el pelo de la tía Guadalupe que, según sushermanos ya muy ancianos entonces, fue la causade su muerte:

“Tenía mucho, mucho pelo, que la tenía que ha-cer las horquillas el herrero, y tenía siempre dolorde cabeza, pero como entonces estaba mal vistoque las mujeres se cortaran el pelo, pues decimosque si sería de aquello, la cosa es que se murió”.

Este afán por conservar y realzar la abundantemasa de cabello que poseía la difunta, hizo que es-te tipo de trabajos abandonase su primitivo aspecto

de lámina completamente plana para adoptar laforma de caja; de este modo, en un fondo de uno odos dedos, podían colocarse aquellas soguillas depelo formando arabescos y complicados dibujos eincluso resguardar en su interior el gallardo ochode un completo picaporte fruncido por una cinta deseda (fig. 3).

Respecto a la factura, debió hacerse éste, comotantos otros trabajos de su género, en el mismopueblo, o encargarse a alguna localidad cercana,donde expertas manos adiestradas ya para ello de-bían ganar con este trabajo alguna que otra pesetablanca.

Cuando se murió, que se murió muy joven, qui-simos tener un recuerdo, porque entonces no ha-bía retratos en los pueblos y le hicieron el cuadro.Se desperdició mucho, mucho pelo, que sacaronun cesto lleno para hacer el cuadro, y eso que ledejaron un moño pequeño, para que no quedasepelona.

Galdós vuelve en nuestra ayuda, y si en La deBringas describió un artístico y multicolor trabajo,en su Fortunata y Jacinta nos menciona un sencillo

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Figura 3

Figura 2

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cuadro en la pobre vivienda que, situada en el ras-tro madrileño, visita Jacinta en pos de aquel pitusínque pensaba hijo espúreo de su marido:

“...no había allí más muebles que las dos sillas yel baúl, ni cómoda, ni cama, ni nada; en la oscuraalcoba debía de haber algún camastro. De la paredcolgaba una grande y hermosa lámina detrás decuyo cristal se veían dos trenzas negras de pelo,hermosísimas, enroscadas al modo de culebras yentre ellas una cinta con este letrero: Hija mía. ¿Dequién es ese pelo?, preguntó Jacinta vívamente, yla curiosidad le alivió por un instante el miedo. Dela hija de mi mujer, replicó Platón con gravedad,echando una mirada de desdén al cuadro de lastrenzas. Yo creí que era de... balbució la dama sinatreverse a acabar la frase. ¿Y la joven a quiénpertenecía ese pelo, dónde está?. En el cemente-rio”.

Estos cuadros llegaron a convertirse en tétricosmuestrarios que respondían a la patológica ansie-dad de sus propietarios por seguir teniendo algo dela persona desaparecida. Desprovistos de cual-quier asomo estético, reunían bajo el cristal, en abi-garrada confusión, cuantos restos orgánicos y per-sonales quedaban del finado. Don Eugenio Noel,aquel buen hombre que nació de una lavandera delManzanares recuerda en sus memorias:

“Muere mi hermano Julián, de meningitis. Mu-chacho singularmente hermoso e inteligente. Mimadre, a quien las desgracias y los trabajos parecí-an fortalecer, se rinde ante esta pérdida de tal mo-do que tiene como un amago de locura. Se haceun cuadro macabro con dientes, uñas, pelo y re-cuerdos de su hijo, y lo cuelga en la pared. Hastasu muerte vi en casa el cuadro, venerada la llaveci-ta del ataúd y sus zapatillas pequeñísimas” .

Y aunque sea esta ya harina de otro costal, dirésobre los dientes de leche que fueron muchos losquincalleros que en el momento engastaban aque-lla piececita blanca en el chatón de una sortija. EnArganda del Rey me contaron que:

- Por aquí venía la tía Tadea, era una mujer vie-ja que llevaba una anaquelería así, a la espalda, yvendía muchas quincallas y cosas de las que com-praban las mujeres. Y ponía en una sortija o enunos pendientes los dientes de leche que se lescaían a los muchachos.

Y hasta aquí un manojo de noticias que, trenza-das como el pelo nos hablan del sentimiento que lamuerte de un ser querido infringe al espíritu mássereno; y alguna forma de aliviar la pérdida de loque se amó tanto.

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EL PARENTESCO UN IMPEDIMENTO PARA CONTRAER MATRIMONIO EN EL SIGLO XVIII. VICARIAS DE ALBA Y ALISTE (ZAMORA)

Lorenzo Fernández Fernández

Con el presente estudio, breve por motivos de espa-cio, esbozo lo que en un próximo trabajo, dedicado a lasmentalidades y comportamientos del pueblo en el oestezamorano, se desarrollará más acertadamente: la actitudque el pueblo adoptaba ante las relaciones prematrimo-males, conocidas, las más de las veces, por la dispensaque debían solicitar para casarse, al ser parientes en ter-cer o cuarto grado los novios.

El territorio de estudio se corresponde con la comar-ca actual de Aliste, dependiente en esos años del Mar-quesado de Alcañices, en lo temporal, y en lo espiritual,y hasta 1.888, del Arzobispado de Santiago de Compos-tela. Las Vicarías se “gobernaban” por el Vicario Gene-ral, con sede en Zamora, auxiliándose para su labor pas-toral de las constituciones del Sínodo de las Vicarías, ce-lebrado en 1.612.

La documentación utilizada procede del Archivo His-tórico Diocesano de Zamora, sección Mitra. Matrimonia-les. Varios legajos y cajas.

1.- INTRODUCCION.

El matrimonio, según la doctrina cristiana, era uno delos siete sacramentos de la iglesia católica, cuya obraesencial era: “...fazer vida en uno marido e muger, e ha-zer hos e generacion que sirvan a Dios...” (Compilacio-nes sinodales, Burgos 1.503-1.511). En todos los sínodoscelebrados en los siglos XVI-XVII, será tratado con es-pecial atención, en un intento de acabar con los amance-bamientos de épocas precedentes y buscando su dignifi-cación, al obligar a celebrarlo en la iglesia parroquial, nocomo hasta entonces, en las casas particulares. En el sí-nodo de las Vicarías, de 1.612, se establece el periodo enel que no se pueden recibir las velaciones (desde el pri-mer día de Adviento, hasta el día de la Epifanía, y desdeel primer día de cuaresma hasta el llamado domingo deQuasimodo), coincidiendo ambos periodos con dos fe-chas muy señaladas de la Iglesia: la Navidad y la Cua-resma. Las condiciones que pone el sínodo para podercontraer matrimonio son varias: que los contrayentes se-an bautizados y con uso de razón (por ello se establececomo edad mínima para contraer matrimonio 14 años enlos varones y 12 en las mujeres), que ambos sean libres,además de conocer la doctrina cristiana: las cuatro ora-ciones, los mandamientos de la ley de Dios, los artículosde la fe, los sacramentos y mandamientos de la iglesia y,por último, que “...no tengan parentesco en los grados

prohibidos...” (Sínodo de 1.612. Libro 1. Titulo 1, capi-tulo 14, folio 23). Estos grados eran el primero y el se-gundo.

Esto último va a suponer un escollo importante, so-bre todo, como es el caso, en pequeñas aldeas con cortovecindario, en las que casi todos tenían cierto grado deparentesco, por la endogamia heredada de siglos y si-glos.

Cuando la pareja de novios conocía el parentesco queles unía, si querían contraer matrimonio debían solicitar,ante Su Santidad, la correspondiente dispensación, ini-ciándose en el Tribunal Eclesiástico de las Vicarías, consede en Zamora, el correspondiente proceso que durabavarios meses hasta el día de contraer matrimonio. Lascostas de este proceso las pagaban los propios solicitan-tes, intentando por todos los medios que fueran cortas,constando en la solicitud ser ambos “...pobres misera-bles, sin ttener bienes muebles ni rraices, rrenttas bincu-los ni mayorazgos conq se poder manttener...” (El Poyo1.739). La cuantía suponía, en muchos casos, fuertes su-mas de dinero, mayores que lo que se podía gastar la pa-reja en los gastos de la boda, siendo pagadas, frecuente-mente, por el padre del novio, hipotecando, en ocasio-nes, su propia hacienda. En otros casos, se prefería noseguir adelante con los pleitos, por ser “...largos y costo-sos...”, produciéndose el apartamiento, y quedando librespara contraer esponsales con quienes quisieran.

¿En qué momento del noviazgo conocen su parentes-co? Aunque la mayoría, cuando iniciaban su relación, lodesconocían, en otros casos eran perfectamente conoce-dores. Diego Ballesteros y María Domínguez, vecinos deGallegos del Campo, aun sabedores de su parentela“...llevados de la humana fraxilidad se ttrataron y cono-zieron carnalmente...” (1.738), al igual que Esteban Ga-to y Ana Pastor, de Carbajosa. Incluso, en Moldones, en1.738, se celebra un matrimonio, sin dispensa, siendo loscontrayentes parientes en tercer grado, hasta que, movi-dos por su conciencia, solicitan dicha dispensa.

En ocasiones, al goce carnal precede la palabra dematrimonio por parte del varón, consintiendo en ello lamujer, aun sabiendo el parentesco que les unía (él habíaquedado viudo por muerte de la tía carnal de la moza,siendo, por tanto, su tío, Santiago Calvo, viudo, e Isabelde Prada, Bermillo de Alba, 1.712).

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2. FASE PROCESAL.

Una vez solicitada la dispensación a Roma, el Juezordinario de las Vicarías inicia un pequeño expediente,con el fin de averiguar si es cierto ser parientes los soli-citantes, en qué grado, su situación económica y si teníaposibilidad, la mujer, de encontrar pretendiente en elmismo pueblo que no fuera pariente. El cura de cada lu-gar tomará testimonio a tres o cuatro testigos, bajo jura-mento, ante Dios y una cruz, contestando a un pequeñocuestionario de apenas cinco o seis preguntas:

Primeramte Siconocen alos dchos Antº ferz y Rosaferz y saven son nrales y VVos del dcho lugar de Poio, ysiconocen a los Padres y Abuelos Paternos y maternosde ambos dign como sellamaron y dedonde fueron vezosnrales y sitienen noticia de otros ascendientes den Ra-zon.

Sisaven que los dchos Antonio frez y Rosa ferz son-parientes entercero grado de Consangd por unaparte, yotro tercero grado tambien de consangd por otra, digancomo porque, y dedonde probienen dchos dos parentes-cos, expresando los nombres otrabez.

Sisaven que entre dchos contrayentes noay ni se lesconoce otro algun parentesco ni Ympedimto deafinidadConsanga espiritual nide otro genero mas que lo expre-sado en la pregta antecedente digan Vd.

Sisaven que los dchos Antonio ferz y Rosa ferz sa-viendo ser parientes enlos dchos grados de tercero poruna pte y tercero por otra ambos de Consangd llevadosde la humana fragilidad y no pordar motivo aque conmas facilidad les dispensare Su Santidad antes de Ocu-rrir a la Corte Romana, tubieron acceso y Copula Car-nal que fue y es publica en el dcho Lugar del Poyo si-guiendose enel mucha nota y escandalo detal modo queasino se efectuara el matrimonio tratado entre los dchosAntº y Rosa, ella quedara ynfamada y noallara Varon desu Calidad con quien poder Casarse digan y den razon ysisaven que del dcho Pecado opecados seallan arrepen-tidos y piden misericordia, y si despues aca anvivido se-parados sin nota niescandalo de cohabitacon nientradasnisalidas; Y si tienen por cierto que la susodicha acum-plido lapenita queleasido Ympuesta de rezar todos losdias ensucassa deRodillas un rosario anra Señora ade-mas de las Orazes que acostumbra portpo de Seis mesesdigan y den razon de todo.

Sisaven que los dchos Antº y Rosa son yseallavanquando ocurrieron por la dcha dispensazon pobres mise-rables que no tienen Vienes Juros rentas mayorazgosniotros efectos con que Sepoder mantener Yquesolo bi-ben y semantienen de susudor travajo personal laboreyndustria de sus manos.

Sisaven quepara benir aeste Matrimº ladcha Rosaferz noasido ynducida apremiada ni atemorizada por-persona alguna, y que loaze a su libre Voluntad sinfuer-za Rapto ni otro Ynduumdo.

(Proceso entre Antonio y Rosa Fernández, El Poyo1.740)

A través de las respuestas que dan los testigos, todasellas muy parecidas, pues las propias preguntas inducena ello, se aprecia la mentalidad de los propios conveci-nos ante un hecho habitual en la época, ateniéndonos a lacantidad de casos que se dan: las relaciones sexuales fue-ra del matrimonio. Todos los testigos coinciden en la“...nota y escandalo..” una vez que se supo de la cópula,sufriendo la mujer la difamación y pérdida de su honra yhonor, no sólo en su aldea, sino aun en las de los alrede-dores. Si a ello añadía haber sido preñada, su situaciónera harto dificil, como se pone en el caso, antes citado deIsabel de Prada: “...e que de este auto carnal e otros sub-sequentes Se hizo preñada como es publico y notorio...",solicitando licencia para casarse con su tío, ya que estásin crédito, honra y reputación en Samir, Bermillo yotros lugares “...en todos los quales no hallara Cassamtºpor ser pobre y deshonrrada...”.

Las respuestas al cuestionario se remitían al Juez co-mo probanza de ser ciertas todas las alegaciones hechaspor la pareja.

Una vez que llegara de Roma la dispensa, debíancumplir una penitencia, en algunos casos mandada por elpropio Papa (separación absoluta durante seis meses, an-tes de contraer matrimonio), y en otros por el Juez: obli-gación para el hombre de trabajar, durante un cierto pe-riodo de tiempo, en obras en la iglesia, o donde le man-dara el cura; la mujer atendería al decoro de los orna-mentos de la iglesia, lavando la ropa, además de rezar elrosario, en su casa, de rodillas. Junto a estos trabajos,hasta cierto punto, comunitarios, se les condenaba al es-carnio público, siempre que hubieran tenido cópula, puesdebían acudir en dos días de fiesta (a elección suya o delcura) a la misa mayor, él sin capa y ella sin mantilla, pa-ra estar más visibles ante el pueblo, poniéndose uno a ca-da lado del altar mayor “...zerca de la grada cada unocon su bela blanca de media libra que ofrezeran a la fá-brica...” (Moldones 1.738). En otros casos la vela eraverde o amarilla, manteniéndolas encendidas durante eltiempo que durara la misa, sin mirar el uno para el otro.Todo este acto estaba cargado de un fuerte simbolismo,mostrándole a los vecinos su culpa y sirviendo de escar-miento a la hora de ser tentados por la carne. Venía a serun acto público de arrepentimiento ante Dios y ante lacomunidad a trevés del cual, ambos, le otorgaban su per-dón.

Cumplidas las penitencias impuestas, el cura debíacertificar ser cierto, así como haber estado sin verse, ensitio público o privado, durante ese periodo, tras lo cualse le enviaba un Auto por parte del Juez, para que, a pe-sar del grado de parentesco “... se puedan desposar y Ve-lar segun orden de la Ygla.. y declaraba y declaro porlexma la prole y generacon que durante dcho Matrimohubieren y procrearen y la que Resultare o hubiere resul-tado de la dcha Copula...” (Sejas 1.740), dándole licen-cia al cura para poderlos casar, tras las tres amonestacio-nes correspondientes y siempre que no hubiera más im-pedimento, casándolos y velándolos en el tiempo debido.

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3. CONCLUSIONES.

A través del estudio de estos expedientes matrimo-niales, podemos hacer una serie de valoraciones de loscomportamientos populares ante la pareja, a saber:

A.- Las relaciones sexuales, antes de contraer matri-monio, fueron más frecuentes de lo que cabía suponer ensociedades tan tradicionales y en aldeas de tan corto ve-cindario, incluso siendo parientes y conociendo los im-pedimentos que la iglesia ponía a esa unión, aunque, elhaberlas mantenido, era argumento favorable para con-ceder la dispensa. Los vecinos comprendían, a pesar delescándalo, esas relaciones, en base a dos premisas: el sermozos y la fragilidad humana ante el deseo, "...comomozos y el vicio fragil de la naturaleza humana, llevadosdeel tuvieron tal accesso”.

B.- La mujer, una vez conocida su relación, queda ul-trajada ante su propia comunidad y las circunvecinas,siendo condenada por consentir en el ultraje que a su ho-nor causa el hombre: “...es verdad que dcho franco Sa-nabria por alguna entrada, y salida que hizo en Casa deMaria fernz, Y Comunicazon Causo nota y escandalo eneste lugr. Por cuya Causa quedo difamada y Perdido suonor, Credito Y buena Reputazon en que antes estaba...”.A pesar de ser el hombre el causante del escándalo, es lamujer la que sale malparada en uno de los valores funda-mentales de esa sociedad: el honor.

C.- Aun admitiendo la pobreza general que igualabaa todos los vecinos, “... eran y son muy pobres...”, se ad-vierten ciertas diferencias en el seno comunitario. Lostestigos contestan que, en algunos casos, ha tenido lachica más pretendientes en el mismo pueblo, e incluso,de otros vecinos, pero los ha rechazado por no ser deigual calidad a la suya, ni económica, ni de sangre:“...unos por ser pobres y otros de no tener buena opiniónen su origen y nadmto...”, “...y de menos lustre y estima-cion en la Comun opinion desste lugar...” (Figueruela deAbajo 1.738). En las respuestas de los testigos se alude alos oficios honoríficos desempeñados por los padres yabuelos (alcaldes, procuradores del concejo, mayordo-mos de cofradías), cargos que sólo podían obtener gentesde limpieza y honor probados. Aún en fechas tan tardías,la limpieza de sangre, el concepto del cristiano viejo, delhonor, pesaba como una losa en las mentes de estos alde-anos.

D.- Las continuas dispensas concedidas, siempre entercer y cuarto grado, posibilitaban matrimonios que em-pobrecían genéticamente a las comunidades en las que serealizaban, engendrando criaturas que dificilmente supe-raban las condiciones de los primeros meses de vida,muriendo, muchas de ellas, antes de cumplir su primeraño, incrementando, de esta manera, la ya de por sí altatasa de mortalidad infantil.

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