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FRATERNIDAD DE LAICOS CISTERCIENSES Santa Maria de Sobrado 4,5 y 6 marzo 2011 Documentos del Retiro dado el P.Salvador Toro REFLEXIÓN INICIAL VIVO INSATISFECHO CON MIEDOS *a perder la salud *a la soledad * al futuro TENSIONADO * tensión corporal * tensión emocional * tensión mental DIVIDIDO *con el cuerpo aquí. *con la mente destraída en otro sitio. *con el corazón en otro lugar CON RUÍDO * exterior, ambiental *interior, preocupaciones, agobios, obsesiones ANGUSTIADO * cansado, sin interés ABURRIDO * cansado, sin interés AGRESIVO *rechazando a personas, situacionescosas. *atacando a personas, situaciones o cosas. DESORIENTADO *sin saber por donde ir * desquiciado AMARGADO DISPERSO ESCLAVIZADO *con dependencias, apegos. 1

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FRATERNIDAD DE LAICOS CISTERCIENSESSanta Maria de Sobrado 4,5 y 6 marzo 2011

Documentos del Retiro dado el P.Salvador Toro

REFLEXIÓN INICIAL

VIVO

INSATISFECHO

CON MIEDOS *a perder la salud *a la soledad * al futuro

TENSIONADO * tensión corporal * tensión emocional * tensión mental

DIVIDIDO *con el cuerpo aquí. *con la mente destraída en otro sitio. *con el corazón en otro lugar

CON RUÍDO * exterior, ambiental *interior, preocupaciones, agobios, obsesiones

ANGUSTIADO * cansado, sin interés

ABURRIDO * cansado, sin interés

AGRESIVO *rechazando a personas, situacionescosas. *atacando a personas, situaciones o cosas.

DESORIENTADO *sin saber por donde ir * desquiciado

AMARGADO

DISPERSO

ESCLAVIZADO *con dependencias, apegos. *interesado

PROGRAMADO *como una máquina o un robot

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FRATERNIDAD DE LAICOS CISTERCIENSESSanta Maria de Sobrado 4,5 y 6 marzo 2011

Documentos del Retiro dado el P.Salvador Toro

INTRODUCCION AL RETIRO: NOS ENCONTRAMOS....

Al iniciar nuestro Retiro será el relato de Lucas en su capítulo 24,13-36.el que debería acompañarnos durante la vida Los discípulos de Emaús. Es este relato un buen paradigma de reflexión, de interiorización, de encuentro consigo mismo, de purificación de la imagen de Dios, de conversión, de mirar con confianza y optimismo a un futuro que vivimos cada día.

1º.- Nos situamos en el primer día de la Semana. Después de la comida de medio día. El Sábado día de descanso legal no pudieron salir de casa; estuvieron obligatoriamente juntos. Pero el Primer día de la Semana... Casi el tiempo justo para preparar sus bártulos y emprender el regreso... ¿Dónde? Cada uno iría por un camino distinto. Todo ha terminado

2º.- Los acontecimientos de la semana anterior están demasiado vivos, no han tenido tiempo de hacer una lectura a la luz de todo lo dicho y expresado por Jesús. Sólo les queda lo último: EL FRACASO. Empieza la desbandada... Tomás tampoco estaba cuando entró Jesús. Su actitud esa la misma: “si no veo no creo”.

3º.- Dos emprende el camino hacía una aldea llamada Emaús. Su estado de ánimo está bien descrito en Lucas: Decepcionados, desesperanzados, incrédulos, fracasados, “engañados... Entran en lo que hoy llamamos “crisis de valores”. Todo ha caído por tierra. ¡Todo! Ni ellos mismo están de acuerdo entre sí. “...”Conversaban y discutían de todo lo que había sucedido...” Lo único que tienen claro es que todo ha terminado ¡y de qué modo!.

4º.- “Jesús en persona se puso a caminar con ellos, pero algo en sus ojos les impedía reconocerlo”. El acento hay que ponerlo no en la figura disimulada

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de Jesús sino en la ceguera de los discípulos. “Algo en sus ojos les impedía reconocerlo”. Aún así aceptan a este “desconocido como compañero de camino.

5º.- Este extraño se interesa por su preocupación. “¿Qué conversación es esa que traéis mientras camináis?”. Alguien ha entrado en el ámbito de su intimidad dolorosa. Alguien se está interesando por su situación.

6º.- “Se detuvieron cariacontecidos”: No oculta su situación. Piensan que todo el mundo está como ellos. ¿Eres tú el único en Jerusalén que no sabes lo ha pasado estos días?. Están en su mundo y desde ese mundo de fracaso piensa y juzgan todo lo demás. Y explican su situación: lo de Jesús...Fue... esperábamos....Ya, con hoy, hace tres días. Algunas mujeres del grupo (no hablan de la comunidad) nos han dado un susto: fueron muy de mañana al sepulcro y, no encontraron su cuerpo... Algunos de los nuestros...Pero al a él no le encontraron.

7º.- Decepcionados, angustiados, tensos, desorientados, desilusionados, en una palabra en una profunda crisis de valores, de opciones, de identidad. Su idea del mesías se ha derrumbado con la muerte de Jesús.

Reflexión: ¿Es extraña esta situación de los discípulos de Emaús en momentos concretos de nuestra vida? ¿Nos reconocemos en alguno de esos rasgos? ¿Me dice algo a mí en mi situación actual? Observa humildemente tus relaciones con Jesús, con la comunidad... Cómo vives los valores de tu vocación.

8º.- El desconocido compañero de camino se ha convertido en confidente y como tal les interpela, les ilumina, les toca en afectivo. Su corazón estaba en ascuas... Los elementos utilizados por el desconocido caminante han sido sencillos: hacerle leer su propia historia a la luz de la Palabra de Dios. Leer la misma historia desde una perspectiva salvadora, positiva y real.

9º.- El desconocido se convierte en confidente y termina por ser amigo. “Quédate con nosotros que el día va de caída...” Se han entablado unas relaciones fundadas en la verdad. Les ha hecho entrar dentro de sí para que reconocieran su situación. Ha sembrado un deseo: seguir escuchándole.

10.- “Entró para quedarse con ellos. Estando recostados con ellos a la mesa...” El desconocido actúa sin prisas, con la normalidad de un amigo, siguen hablando hasta la hora de la “CENA”. “Tomó el pan lo bendijo, lo partió

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y se lo ofreció” . La Eucaristía como lugar privilegiado de clarificaciones, de iluminaciones, de encuentros profundos y decisivos. El reconocimiento de su falsa realidad ha sido iluminado por la palabra del desconocido. La Palabra ha abierto su corazón al deseo. El deseo les han llevado a una amistad. La amistad a compartir. Y en el compartir el Pan. Se les han abierto los ojos.

11º.- Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén. Volvieron a la comunidad, lugar del que habían marchado decepcionados y tristes. En la comunidad vuelven a encontrar la confirmación ya anunciada antes de su partida: ¡El Señor ha resucitado!. Ellos contaron los que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido en el partir del pan.

12º.- El retorno al amor primero, pasa necesariamente por el reconocimiento de la propia oscuridad, de la propia falsedad, de las propias tinieblas.

13º.- La iluminación necesita una mediación, un acompañamiento, la humildad de reconocer la propia subjetividad, como elementos distorsionador de la realidad.

14º.- Exponer la propia situación para ser iluminada, no para defenderla como la única verdad sino para conocer la misma verdad desde otros ángulos, desde otras experiencias, desde otras personas.

15º.- Dejarse afectar. Sólo lo que nos afecta nos convierte. Esta realidad está poco explotada en nuestros procesos de crecimiento en la vida religiosa. Si deseamos cambiar algo tenemos que empezar por dejar que toque nuestro corazón, no basta con que las cosas, los proyectos, toquen nuestra epidermis, hay que bajar al hondón más profundo de nuestro corazón y tocar las fibras del afecto...

16º.- Fidelidad en el Partir el Pan y retorno a la comunidad, como lugares privilegiados de reencuentro con las opciones hechas y que son las que dan sentido a nuestras pobres vidas.

También pueden servir como marco-ambiente de este retiro el relato de Juan sobre la incredulidad de Tomás. La Parábola del “Hijo Pródigo”. El precioso relato de Ezequiel en su Capítulo 16.... Lo importante es entrar en la propia realidad. Intentar conocer cómo vivo esa realidad mía. Ver si corresponde a lo que yo espero de mi mismo y de las opciones que he hecho. Cómo fortalecer, o enderezar, o cambiar, o convertir mi propia vida al amor primero.

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María, nuestra Madre, nos ayuda en esta tarea de retorno, de iluminación, de afianzamiento, de fortalecimiento, en el seguimiento ilusionado de su Hijo, por el Reino.

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Documentos del Retiro dado el P.Salvador Toro

CONTEMPLADLO Y QUEDARÉIS RADIANTES

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(Sal. 33)

Contemplar a Jesús de Nazareth, su persona, su mensaje, su obra, su proyecto, es la mejor manera de dejarse iluminar con esa luz que ahuyenta las tinieblas de la mente y del espíritu y que, de modo más o menos consciente, envuelven nuestra vida, o alguna área de ella. Contemplando su vida, nuestra vida puede quedar iluminada; si tenemos luz caminaremos como hijos de la luz y en nuestro entorno habrá luz, alegría y paz. Contempladlo y quedaréis radiantes, no para quedarnos extasiado e inactivos en una contemplación platónica y narcisista, separada del mundo, de las mujeres y de los hombres que lo habitan, sino para que desde una vida vivida en coherencia con la fe que profesamos, podamos encender una pequeña llama, que siempre será más positivo que pasarnos la vida maldiciendo las tinieblas. Todos los días intentamos escuchar la Palabra de Dios y, casi de modo inconsciente, vamos comprobando cómo fue la experiencia de tantos hombres y mujeres que en la historia del AT y NT. tuvieron experiencias concretas de la cercanía de Dios. El modo cómo ellas y ellos se situaron de cara a Dios, nos pueden iluminar a nosotros y ayudarnos en nuestro deseo de contemplarle para quedar radiantes. La vocación de Moisés, de Abraham, de Isaías, de Jeremías... El Libro de Jonás es una verdadera joya, el hombre que encuentra a Dios huyendo de él; Juan el Bautista... y tantos otros que, como también nosotros, tenemos nostalgia de Dios, de contemplar su rostro, de palparle, de verle, de servirle, de estar junto a él. Sabemos que no hay dicotomía posible entre Dios y la humanidad. Cuando hablamos de experiencias, de deseos, de nostalgias, de encuentros, de cercanía de Dios, somos consciente que sólo en nuestra realidad psico-somática pueden tener lugar esos acontecimientos experienciales de algo que siempre nos envuelve, pero que no siempre concienciamos. Tomar conciencia de ese algo, mejor, Alguien, es una de las oportunidades que siempre se nos ofrecen; depende de nosotros tomar conciencia del ofrecimiento y aceptarlo. Pero, y esto ya lo sabemos bien, no es cuestión de puños, de esfuerzos, de introspecciones, de análisis, síntesis; más bien es cuestión de una mirada serena, comprensiva, llena de misericordia para con nosotras/os mismos. Esa mirada puede ser curativa, puede, posiblemente, devolvernos la serenidad, la paz, la ilusión de seguir en la brecha, de comprender, desde nuestra propia realidad, que la vida, que sólo tenemos una, o se vive o se malvive. Las medias tintas, en este asunto, es la manera de estar en la vida de un modo ambiguo, caracterizado por la falta de compromiso, indecisión, cansancio, apatía por todo, molestos consigo misma/o y con los demás. Algo así como si no encontrásemos nuestro lugar en el entorno en que vivimos, sin saber bien hacia dónde queremos dirigir nuestros pasos, desorientados. ¿Cómo puede ser lugar de encuentro con Dios la vida, cuando la vida no es vida?

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Os propongo, como en otras ocasiones, nos preguntemos dónde estamos y cómo nos encontramos por dentro. Hay muchas maneras de hacer esto. Se me ocurre que algunas orientaciones os pueden ayudar. Empezamos un Tiempo fuerte central del año litúrgico, la Cuaresma. Tenemos la oportunidad de volver a los orígenes de nuestra opción cristiana. El peligro del largo periodo que se abre ante nosotros es el de la rutina, el cansancio… Pararnos y localizar dónde está anidando ese posible cansancio, rutina con apariencias de otros fenómenos, como puede ser la apatía, el aburrimiento, la desgana, las tensiones... Poniendo nombre a las cosas, identificándolas, tenemos ya un largo camino recorrido. Nuestra primera reflexión personal, (que tiene que ser, serena, tranquila, relajada), se centra sobre nosotras/os mismas/os. ¿Dónde me encuentro? ¿Cuál es mi propia verdad en estos momentos? ¿La celebración central del Año litúrgico cómo me dice algo? ¿Hay en mi vida situaciones estables de insatisfacción? No me siento valorada/o, no estoy en mi sitio, tengo un vacío interior que no sé cómo puedo llenarlo...? ¿Vivo de modo habitual sometida/o a tensiones internas o externas? Tensiones corporales, tensiones emocionales, mentales; tensiones en la familia, en el trabajo...?¿Me siento esclava/o, de modo más o menos frecuente, de personas, de cosas, de mi propia imagen, de mi propio rol allí donde realizo el trabajo, donde vivo? Las esclavitudes se confunden muchas veces con las obligaciones. ¿Manifiesto agresividad en mis actuaciones? ¿Que motivos tengo para actuar con agresividad?. Hay una agresividad externa y otra interna, por supuesto que la interna es la que más daño nos hace. El aburrimiento, la dispersión, la desorientación, son otras tantas situaciones o sentimientos en los que nos podemos encontrar. Como decía antes, es importante situarse en la vida, saber dónde estamos y cómo estamos, sólo así podremos saber si estamos viviendo nuestra propia vida o vivimos con una máscara. Lo importante de todo esto es que la experiencia de Dios, su cercanía, se realiza en cualquiera de las situaciones en las que podamos encontrarnos. Dios no está cerca de nosotros porque somos buenas/os, porque nos portamos bien, porque somos coherentes, porque cumplimos unas normas, porque hacemos oración... La presencia de Dios en nuestras vidas no está condicionada por nuestras actitudes más o menos buenas. La presencia de Dios en nuestra vida es anterior a todo eso, anterior a nuestros comportamientos. Nuestro buen obrar será más bien consecuencia de su presencia que la condición de esa presencia. Desde esta perspectiva, cualquier situación en la que podemos encontrarnos es una nueva oportunidad para escuchar una voz, la voz de Dios, que nos invita a algo nuevo, distinto y mejor. Como veis lo que intento es refrescar algunas ideas, volver a reavivar algunos pensamientos para que cada una/o se sitúe ante si misma/o, ante Dios y ante los demás. No es lo mío el daros respuestas, precisamente es lo contrario, plantear preguntas que os ayuden a entrar en lo real de vuestra existencia y encontréis allí, en ese hondón, la fuerza que el Espíritu ha depositado en lo más íntimo para que descubriéndolo lleguemos al gozo pleno de nuestra realización humana, la única manera de poder llegar a la experiencia verdadera de Dios.

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Lo importante de todo esto que nuestra vida puede ser modificada, orientada hacia su propia verdad, con tal que nos reencontremos con nuestra propia vida. Se dice que hay encuentros que cambia la vida, son encuentros significativos y profundos, de hecho estos encuentros o reencuentros pueden modificar muchas cosas. Son encuentros que modifican establemente nuestras vidas, no para un día o dos, modifican establemente, es decir, nos convertimos. Es posible que este encuentro con nosotras/os mismas/os nos produzca un aparente sentimiento de pérdida de tiempo, de infidelidad, de desajuste; en el fondo esto puede actuar como una terapia de choque que nos ayuda a pararnos y a tomar las cosas en serio. El momento inicial de desconcierto cambia pronto en una sensación de alegría liberadora y de paz profunda. Es la señal de que hemos tocado el lugar sagrado que somos cada una/o. No es un punto de llegada, es un punto de partida, desde aquí se avanza por el camino de la libertad y de la paz. De vez en cuando, por ejemplo cada año, es bueno revisar cómo van las cosas en la vida, es bueno mirar con aprecio hacia la propia vida de vez en cuando y agradecer lo que tenemos y lo que somos.

FRATERNIDAD DE LAICOS CISTERCIENSESSanta Maria de Sobrado 4,5 y 6 marzo 2011

Documentos del Retiro dado el P.Salvador Toro

Dentro de unos días empezaremos la Cuaresma. Tiempo de gracia y de conversión. Estas dos realidades requieren, como condición, sin las cuales no se el proceso del Retorno, la oración y una calidad personal de vida, de honestidad personal, de coherencia entre los que pensamos decimos, deseamos y lo que realmente vivimos. La dicotomía interior es el el enemigo más peligroso para nuestro compromiso cristiano. La palabra es Conversión, o si queréis vuelta al Amor Primero, serán las dos ideas fuerza en las que nos moveremos estos dos días: “la vuelta al Amor Primero” o LA CONVERSIÓN DEL CORAZÓN. La oración y la calidad de vida, enmarcará las reflexione que iré proponiendo y que cada uno/a de vosotros/as iréis meditando, reflexionando, orando, interiorizando. El ambiente debería ser tranquilo, sin agobios, incluso en una actitud para descansar y relajarse de todas las preocupaciones, que normalmente nos ocupan cada día.

Vamos a reflexionar de una manera muy sencilla sobre esto del Amor Primero y de la Conversión del corazón. Reflexionar cómo vivo mi vida cristiana y cómo vivo en la vida cristiana, con las tentaciones, con los desafíos, con las ambivalencias, con los desaciertos y desencantos, con

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las dudas. Pero también con la ilusión, con la entrega, con la búsqueda, el servicio, la creatividad, la esperanza de que en definitiva es Él el que va guiando nuestros pasos por los camino de la opción hecha un día con ilusión y esperanza.

Hoy, la mayoría de los que estamos aquí, sabemos que nuestra vida como creyentes, en nuestro caso creyentes en Jesús de Nazaret, se percibe de una manera muy distinta a como se percibía hace sólo unos años. No sólo se percibe, nosotros mismos nos percibimos distintos... Los acentos están en otras vocales. Precisamente este modo nuevo de ser y de estar en el mundo nos exige resituarnos. Para un seguidor de Jesús, (Evangelio del Joven Rico) resituarse es convertirse, no hay otro camino. Sería ridículo pensar de otro modo desde el Evangelio. El Señor nos dice: A entre vosotros... el que quiera ser primero que se haga servidor.... Desde el Evangelio, resituarse es convertirse, volver al Amor primero. Desde aquí nuestra reflexión, encaminada a motivar cada día una nueva conversión, se fundamenta en la fe, sin derrotismos previos, pero también sin euforias ingenuas, sencillamente sabemos que desde Dios nuestro quehacer siempre será positivo y que nada se pierde desde Dios.

Propongo dos vías para ahondar en la reflexión. Cada uno/a de vosotros/as es libre de ir por otros caminos, lo importante es que nos planteemos el tema como uno de los que nos atañen más directa y personalmente. Es un tema vital para nuestra perseverancia feliz y dichosa en la cristiana. Pongo el acento en feliz y dichosa, desahogada y libre, no pongo el acento en perseverancia, si sólo hace alusión a la permanencia arrastrada, sin ilusión y resignada... Esta perseverancia física la veo también como una gracia; ya que es posible que algún día, rodeado de testigos, también entremos en el ámbito de una vida feliz, dichosa, desahogada, libre, humana y humanizante, como los evangelios nos cuentas que hizo Jesús: 2Pasó haciendo el bien…”

El primer camino es La Palabra de Dios, mejor, la interpretación que la Palabra de Dios hace de los cuarenta años que Israel peregrinó por el desierto

El segundo, son algunos datos que la sociología y la antropología nos dan y que entran de lleno en lo que es el cambio de mentalidad en nuestro modo de ser y de actuar. La Palabra de Dios, como siempre, es fuente de iluminación y de confianza; la denuncia profética que con frecuencia encierra, nos ayuda en nuestro proceso de conversión personal, y familiar. Es la persona la que dice sí, la que dice no o la que escoge el camino del no compromiso y anda de acá para allá, al sol que más calienta. La persona que hace el camino de la conversión, el camino de retorno al Amor Primero, es la que está abierta a decir sí al ofrecimiento que Dios, en Jesús nos hace. El don del retorno es una gracia ofrecida, nunca impuesta. Dios nunca está lejos de nosotros, somos nosotros los que intentamos alejarnos de Dios. Los aspectos sociológicos y antropológicos iluminan este mismo asunto desde otros ángulos, pero todos convergen en los mismos. Dios que es Amor, nos invita a vivir en el amor desde una coherencia que se convierte en alternativa de vida para otras personas, si la presentamos con ilusión, con entusiasmo, con esperanza, con credibilidad.

Antes de seguir sería bueno echar una ojeada a nuestra propia vida, a la vida de otros con los que convivimos, no con mirada negativamente crítica, sino más bien con mirada de una sana curiosidad para descubrir a modo de flash qué es lo que nos anima, lo que nos ilusiona, lo que nos estimula en nuestro camino y qué es lo que nos echa para atrás, lo que nos da pena de nosotros y de los demás. En definitiva lo que nos hace sufrir, lo que nos agobia y nos entristece.

Así situados/as nos hacemos una pregunta sencilla ¿Cómo me afecta a mí el Amor de Dios?. Puede pareceros una pregunta ingenua, pero intentar dar una respuesta coherentes y veréis que la cosa no es tan simple. Lo que realmente me AFECTA, me convierte. Si el Amor de Dios me está afectando, estoy convertido, soy un hombre/ mujer sano/a, comprometido/a con el proyecto de

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Jesús, en un modo concreto de expresarlo. La conversión es la consecuencia de la AFECCIÓN, yo estoy convertido a aquello que realmente amo, no a lo que digo que amo. De ahí que es importante entrar en lo hondo de las motivaciones para ver dónde me estoy moviendo, dónde está mi verdadera AFECCIÓN. Pronto descubriremos que nuestro amor a Dios no es tan limpio ni tan desinteresado, ni tan puro, como podemos creer.

Nuestro amor a Dios está muy condicionado por todo lo que ya hemos oído y visto, y detrás de ese amor de Dios, que decimos, está oculto, la mayoría de las veces, hay un sutil egoísmo que se mueve en el campo de las recompensas, de los castigos, de las dudas, de los miedos, de lo ambiguo... De todos modos, y como decía al principio, estas situaciones son las más propicias para hacer una lectura de cómo Dios, su amor, su benevolencia, van actuando en la vida. Cuando parece que los absolutos de antes han caído y la crisis toma posesión de nuestro vivir diario, como personas, es el momento de levantar la cabeza, se acerca la liberación. En la Sagrada Escritura las mutaciones culturales, los tiempos del paso de una situación a otra, los conflictos, las derrotas... aparecen como momentos privilegiados de la revelación del amor de Dios que rompe Él mismo sus propias imágenes en nosotros para que con los elemento del derribo, hagamos otra imagen, más real y verdadera, que también tendrá que ser renovada a su tiempo. No puede haber una imagen definitiva de Dios, sería negarle. Nos aferramos a un modo de ser de Dios, preconcebido y fosilizado. Dios, en su amor hacia nosotros, rompe ese ídolo y nos deja, aparentemente en el vacío.

El Pueblo de Dios, después de su salida de Egipto vive la experiencia purificadora, experiencia de unificación y de identidad en el desierto, lugar terrible. Su paso por el desierto pudo ser breve, incluso muy breve, pero se prolongó durante una generación, 40 años. El esquema de la purificación es paradigmático: Después del paso del Mar Rojo y del canto de liberación empieza la cruda realidad de todos los días.

Añoranza de la esclavitud perdida: El paso de la esclavitud a la libertad produce vértigo, da miedo. Ya sabemos cómo el miedo, sobre todo el que se oculta bajo aspectos de prudencia, sensatez, esperar momentos mejores..., es la maroma o la cuerdecilla que nos ata a nuestra propias defensas que tiemblan ante un posible cambio de situación, en el cual mi seguridad se vea amenazada por un posible proceso liberador. Dios sigue siendo fiel...

La murmuración contra Moisés: Hemos pasado el Mar Rojo, hemos cantado el canto de la libertad, quizás un poco prematuramente. Ahora, es el momento de la verdad, la hora de empezar nuestra tarea de autoconocimiento, de bajar a lo profundo de nuestro ser para conocer las motivaciones últimas que mueven nuestros extraños comportamientos. El jefe carismático se convierte en enemigo... Las motivaciones últimas son capaces de cambiar las relaciones más sagradas con una facilidad pasmosa. Dios sigue siendo fiel...

La idolatría: Se hacen un becerro de oro. (Este es tu Dios, Israel) De ese Moisés no sabemos qué le pueda haber pasado.... Quiero insistir sobre esto. Hay que afrontar con realismo la imagen que cada uno tenga de Dios. Seguro que hay mucho de idolátrico. Las falsas imágenes de Dios siguen poblando la existencia de hombres y mujeres sinceramente creyentes, creando unos sentimientos de frustración y angustia, de cansancio, de desencanto, a veces demasiado aparentes. Las dudas, las tensiones dentro de la Iglesia, en las familias, en las parroquias… Dios sigue siendo fiel...

Los exploradores: Miedo al futuro. Quedarse en la propia piel. El pueblo ha salido de Egipto camino del desierto hacia una tierra prometida... Los exploradores hablan de esa tierra como de un país idílico... Pero sus habitantes son tan grandes... El proceso liberado entra en crisis. El pueblo se repliega sobre sí mismo, hace de situaciones transitorias, realidades absolutas y determinantes: miedo, cansancio, hambre, envidias, celos... y Dios sigue salvando. Muchos siglos después un

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profeta leerá con admiración esta etapa del pueblo y escribirá: “La llevaré al desierto y le hablaré al corazón...”.

Saber atravesar el propio desierto, de desilusión, de cansancio como un nuevo modo de descubrir la presencia de Dios en nuestra propia historia es una señal más de la cercanía de Dios a nuestras vidas. La conversión tiene hoy el mismo contenido de siempre: retorno, pero expresado en otros contextos. La conversión pasa hoy por aceptar la propia realidad como lugar privilegiado del encuentro con Dios Amor, de ahí que la propia aceptación sea el primer paso de la conversión. Lo que soy, no lo que desearía ser o creo que puedo ser. La conversión es en el fondo una relación de amistad recuperada; la relación sólo es auténtica si las personas que se relacionan en este ámbito de amistad son ellas mismas, de lo contrario son relaciones falsas, basadas en la imagen que se dan la una a la otra pero que no son sus verdaderas realidades. Todos sabemos mucho sobre esto. Saber atravesar la desilusión con esperanza puede ser una manera de ser signos de que el amor de Dios es más fuerte que nuestros agobios y cansancios. Es bueno recordar que el amor de Dios lo hemos confundido muchas veces con el sentirnos bien, el estar a gusto con nosotros mismos, el que todos nos alaben, feliciten... no es malo recordar que el Calvario fue un lugar de gracia. El Amor de Dios hacia nosotros sigue situándose allí donde estamos: es en el abajamiento, en la condescendencia, en la humillación. Allí donde está el hombre está Dios. Descubrir esa realidad es ya un paso importante en nuestro cansino caminar. ¿No será este momento de desierto en que la vida empieza a florecer con una nueva forma de ver, de entender, de experimentar a Dios? ¿No habrá llegado el momento en el que hablemos de experiencia de Dios con la naturalidad del que habla de algo que vive y que es consciente de esa vivencia? Israel afrontó en el desierto los grandes desafíos de su futuro, incluso con los retrocesos, debilidades, idolatrías y todo el peso humano: herencia cultural, religiosa, en la que lo divino, lo humano, lo exotérico, la superstición, lo verdadero y lo falso se mezclaban en una amalgama difícil de clasificar. Dios, siempre cercano, con amor infinito, manifestado, en esta etapa, en una paciencia que invita a conversión, va siguiendo los pasos del corazón del aquel pueblo, el más pequeño de todos los pueblos. Hacer una lectura personal de este proceso nos ayuda a sentir cómo Dios sigue siendo el origen y la meta de nuestro proceso personal en libertad y en compromiso de fidelidad, desde lo que somos y de donde estamos.

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Documentos del Retiro dado el P.Salvador Toro

CALIDAD DE VIDA

-Según el Diccionario de la Real Academia Española Española: “Propiedad o conjunto de propiedades inherentes a u a cosa, que permiten apreciarla como igual, mejor o peor que las restantes de su especie”-Etimología: Qualitas = Aquello que convierte a una persona en lo que es.-Expresa lo que la hace individuo y diferente de los demás-Es un término abstracto, por sus mismas características, difícil de encuadrar en una definición- Nosotros vamos por otro camino.

DIOS NOS ACOMPAÑA EN LA VIDA 11

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Esto que hemos oído infinidad de veces, puede parecernos pura metáfora, incluso una frase hecha que suena bien o que es un simple deseo. y ¡no! Por parte de Dios es la gran realidad de la que realmente podemos vivir como cristianos y como hombres y mujeres creyentes, coherentes con nuestra adhesión sincera y humilde al mensaje de Jesús de Nazaret.. Dios ha querido en su condescendencia, en su Kénosis, que nuestra vida concreta sea la gran realidad donde Él pueda tener el encuentro con nosotros. Por tanto, no consisten en algo externo, un barniz que cubre, pero que no . No consiste en que os confesemos cristianos, sino en que de verdad seamos cristianos de nombre, sino que eso lo vivamos hacia adentro. En esta gran realidad de condescendencia divina, Dios ha bajado hacia nosotros y aquí quiere entablar esta relación amorosa para que el hombre sea pacífico y pacificador, y pueda vivir en libertad. Esta es la gran realidad que Dios nos ofrece, cosa muy sencilla, pero tenemos que captarla. Mirad, el hecho mismo de nuestra existencia, es una palabra amorosa de Dios. Yo soy una palabra amorosa de Dios manifestada hacia afuera. Soy algo querido, mimado por Dios, el lugar donde Dios quiere hacer algo conmigo, si le dejo. Cuanto más sea yo palabra auténtica del Señor, esa palabra que Él quiso que yo fuera, tanto mejor para mí y para los demás. Las dificultades surgen cuando la palabra querida por Dios, no corresponde a la realización que voy haciendo de mi vida. María acepta la voluntad de Dios en su vida con una plenitud tal, que en Ella no hay un querer distinto del querer de Dios. Y ahí está la que nunca quiso nada que Dios no quisiese. Esta Mujer fue tan consciente de que era una Palabra de Dios, que en ningún momento de su vida, hubo una contradicción con este querer de Dios; esta es la grandeza de María desde esta perspectiva; en todo momento estuvo abierta a esta palabra de Dios. Nuestra vida es una palabra auténtica pronunciada por Dios, y pronunciada con amor. No somos seres que hemos salido a la existencia ¡porque si! somos palabras pronunciadas con amor por Dios, con una misión. Tenemos que tomar conciencia de esto, somos muy importantes para Dios. Si logramos entrar en esta dinámica, nuestra vida empieza a abrirse a un futuro de verdad. Si realmente no nos vemos como don de Dios, como palabra pronunciada por Dios, desde el realismo que nos da nuestra propia realidad, decidme que hacemos... Lo digo porque a veces podemos centrarnos tanto en una realidad personal, que nos olvidamos que tenemos una misión que cumplir en el mundo, ser palabras pronunciadas por el Señor, y nos cerramos tanto sobre nosotros mismos que creemos que el mundo se acabó. Esto empobrece a la persona; por eso, cuando la vida se concibe como palabra pronunciada por Dios con amor, es cuando puede abrirse a un futuro y a un presente. Esa palabra pronunciada por el Señor, que somos nosotros mismos, es la que tenemos que asumir e integrar, y con la que tenemos que vivir gozosamente para poderla trasmitir. Si vivimos en esta verdad somos libres. En la medida que no la aceptamos estamos viviendo en un error, en la mentira, teniendo que ocultar muchas cosas, vivimos en la falsedad. Cuanta más verdad pongamos en la vida, desde ese momento viviremos con más libertad. Y una persona que vive en libertad, vive en alegría y en paz. Somos una palabra pronunciada por el Señor con amor, y esta palabra nunca fallará por parte de Dios. Lo único que quiere Dios es que tú te realices como persona, las dificultades surgen por otros caminos, pero Dios nunca será impedimento para que tú puedas vivir en plenitud tu realidad. Y no solamente no va a ser, es que no puede ser impedimento. Tenemos metidas muy adentro las imágenes negativas de Dios. Entonces, si somos palabras pronunciadas por este amor de Dios, vamos a intentar adentrarnos en esta realidad.

-Lo esencial es lo invisible.-Reencuentro con uno mismo; porque es el lugar de encuentro con Dios.-Reencuentro con Dios que se manifiesta como hemos dicho.-Reencuentro con los la familia, con los hijos, con os amigos…et.

Vamos a cambiar las afecciones para que cambien nuestras motivaciones.Nosotros ahora tenemos que ir analizando nuestra propia existencia: por tanto, es

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cuestión de adentrarnos en nosotros.

CALIDAD Y VERDAD EN NUESTRA VIDA Para ello hemos de tener una calidad humana de vida. Vamos a ver lo que llamaríamos la calidad y verdad de mi vida. Una vida que no tiene calidad, no tiene verdad. La calidad de vida forma parte de una familia de conceptos que nos acercan al bienestar humano como un modo de vida: nivel de vida, condiciones de vida, satisfacción... alude a la mayor o menos satisfacción de una cosa. Desde el punto de viíta humano, cuando hablamos de calidad de vida estamos refiriéndonos a una persona que vive bien. Sin embargo, la calidad viene de una palabra latina "qualitas" que convierte a una persona en lo que es. Es lo que individualiza y diferencia de los demás. Esto es muy importante. Si resulta que yo no tengo una calidad en mi vida, yo no soy esa persona, porque la "qualitas" es aquello que convierte a una persona en lo realmente es, lo que la individualiza, de tal manera que, una persona que no tiene calidad de vida, es una persona que está viviendo una vida ajena, ficticia, una máscara, está viviendo de fachadas, carece de calidad, de "qualitas", no es ella. Esto es muy importante, porque a veces en la vida de comunidad, tenemos la impresión de que nos relacionamos unos con otros, y sin embargo nuestra relación nos deja insatisfechos, algo no va. Nosotros nos relacionamos siempre con lo que vemos. Si yo estoy dando una imagen falsa de mi mismo, el otro, la que percibe, no es la imagen falsa, sino la imagen que doy, y la que doy, la asume como verdadera, pero resulta que ninguno de los dos estamos dando la imagen verdadera, por lo tanto se están relacionando dos imágenes falsas, con lo cual se acaba mal, no llegamos a lo hondo. Esto es lo que muchas veces sucede en la relación. Cuando entablemos relación con una persona y nos quedamos insatisfechos, deberíamos preguntarnos, que está pasando aquí, porque puede ser signo de que el o yo, no hemos puesta nuestra verdad en la relación, con lo cual tenemos la impresión, además real, de que se han estado comunicando dos personas falsamente; desconocemos el porqué; pero tanto él como yo no hemos quedado gratificadas. Cuando esto se repite, llegamos a la conclusión de no querer relacionarnos y la soledad puede ser un escape. Si no soy yo mismo, si no tengo calidad de vida, me esta faltando algo. Por eso, la calidad de vida aplicada al hombre, consiste en el conjunto de propiedades que hacen apacible y mejor ese modo de vivir que tenemos., hacia nosotros mismos y hacia los demás. Cuatro son las áreas indicadoras de si realmente hay calidad o no calidad de vida en una persona.Una seguridad personal, ambiente físico tranquilo, ambiente social apacible ambiente psíquico equilibrado. Podríamos decir que los elementos fundamentales de la calidad de vida, están en lo que cada uno de nosotros tiene como elementos de sus componentes definitorios, dentro de su ser religioso y humano. En nosotros tiene mucha importancia lo físico, lo psíquico, lo institucional y lo carismático. De tal manera que si una de estas áreas no está en su sitio, la "qualitas" de vida se va a resentir. Es bastante clásico estar en contra de lo que es institución. Sin embargo, la institución es un medio y como tal hay que utilizarlo para bien de la persona. Un grupo de personas sin institución, no puede vivir. Tiene que haber un mínimo institucional para poder relacionarnos; no hay que poner en la institución lo esencial, pero tampoco podemos pensar que se puede vivir sin un mínimo de institución. La institución es necesaria. Si la

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persona en principio rechaza la institución, le está faltando algo en su "qualitas" de vida, porque es un elemento equilibrante. En el tema carismático ocurre lo mismo. Imaginaos que nos da lo mismo ser Carmelitas, Dominicos...etc. Vuestra "Qualitas" de laicos/as cristianos/a se resiente, porque entonces ¿qué sentido encontramos en los elementos que son característicos de la propia espiritualidad? Justamente nuestra "qualitas" necesita de alguna manera, que nosotros valoremos esta realidad carismática que hemos recibido. Evidentemente, lo físico tiene un papel importante en nuestra "qualitas" de vida y no digamos lo psíquico. Pienso que este tema es muy necesario planteárselo muy en serio, porque la vida cristiana está fuertemente golpeada por el vacío de contenido de vida. Pensad que las personas que llegan al matrimonio, a la vida religiosa, no llegan del cielo. Hay un gran vacío de contenido de vida. Si nuestra vida no tiene contenido, la persona que opten por ser cristianos y no encuentre personas coherentes, profundas y responsables, acogedoras y orantes… sino que lo que encuentra es justo lo que tenía fuera ¿qué va a pasar? Hoy día es muy fácil y como habitual, identificarse con las apariencias. ¿Cuáles son los ídolos de nuestra sociedad actual?, actores... la última moda. Estos son los modelos de identificación que tiene la gente actualmente. Si la persona no encuentra puntos referenciales, en la vida matrimonial, cristiana… no hay "qualitas ¿Con qué se identifica?Podemos llegar a creer ser lo que realmente no somos, porque nos estamos identificado con una imagen que no es, incluso llegará el momento en que no reconozcamos nuestra propia identidad, que es lo peor que nos puede pasar. Realmente ¿quién soy yo? Os decía al principio que yo soy una palabra pronunciada por Dios con amor, pero puede llegar el momento en que yo no sea consciente de nada. Somos extraños para nosotros mismos, nos hemos puesto un disfraz, una máscara. Inconscientemente esto puede entrar en nuestra vida, y no hay peor cosa en la vida religiosa, que vivir en una falsedad, olvidando que somos palabras pronunciadas por Dios con amor. Cuando sucede esto, es que realmente no hay vida por dentro, hay un vacío, se vive no para hacer el bien a los demás sino para la fachada. Lo que realmente nos preocupa son las puras apariencias: "que piensan, que dicen de mí". ¡No! ¿Quién soy? y esto a nivel de personas, de institución, de comunidades. Es curioso como esas personas, no pueden vivir solas consigo mismas, no se soportan, tienen que estar siempre procurando unas relaciones que no son auténticas, verdaderas; son ansiosas, lo contrario de lo que antes decía del sosiego. No son capaces de comprender su propia historia como lugar de encuentro con Dios. Su historia les molesta, no entienden esto de la condescendencia divina, carecen de ilusiones. Ante esta situación que de alguna manera se puede infiltrar en nuestros conventos, ¿cómo lograr la pasión por la verdad de Dios en nosotros?, ¿cómo recuperar ese dinamismo de la palabra pronunciada por Dios que es Amor?, ¿cómo tener el coraje de enfrentarse con uno mismo para vivir en verdad y libertad?, ¿cómo?

Los síntomas de una vida carente de calidad son los siguientes: Una especie de desencanto de la propia vida, de la institución, de la propia familia, amigos…Ese desencanto suele llevar a un hastío. "¡Me cansa ya la cosa!", lógicamente esto nos lleva a la rutina. Se hacen las cosas porque hay que hacerlas. Esto lleva buscar compensaciones, porque de lo contrario la vida se hace muy dura, también en los monasterios y conventos podemos encontrar compensaciones y dependencias. Y fundamentalmente vivimos bajo el signo de la irrealidad, vivimos una vida que no es auténtica, no es la palabra pronunciada por el Señor con amor. Al hablar de la Persona, hemos intentado decir como la Persona tiene que encuadrarse en unas connotaciones claras. Cuando no lo vive así, no se ve ella misma pronunciada como Palabra de amor por Dios, lógicamente tiene que buscar otro modo de realizarse falsamente, porque no se realiza la persona. Lo que intentamos es ver

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cómo esto nos puede suceder a nosotros también y reemprender la vida hacia un amor primero. El tema de la felicidad, como un elemento fundamental para poder vivir una vida auténticamente humano-cristiano-religiosa es algo que a veces se nos pasa por encima, y damos la impresión como que el sufrir, es de hecho en nuestra ascesis, en nuestra falsa espiritualidad anterior. El elemento de sufrimiento ocupaba un lugar bastante importante, y muchas personas que se han sacrificado en esta línea; pero tenemos que ser realistas y entrar en una dinámica de imagen nueva de Dios, y si cambiamos las imágenes, tendremos que cambiar nuestras relaciones con esas imágenes. Hay imágenes de Dios en la teología que todavía, por desgracia, se conservan en la liturgia, que no nos atreveríamos aplicarlas a ninguna persona humana. "Dios exigiendo la sangre de su Hijo para perdonar a otro hijo". Esto no se nos ocurre de ninguna persona humana y, sin embargo, esta imagen ha condicionado y condiciona todavía nuestra vida. Con esto, lo que quería deciros es que, cuando voy a hablar ahora de la calidad de vida, quiero indicar que en la vida cristiana tenemos que ser personas felices. Es la única manera de ser "productivos". Una persona feliz rinde a todos los niveles. A veces no caemos en la cuenta de que una vida de familia cristiana es una vida en la que la persona tiene que encontrar la felicidad, de tal manera, que si uno no es feliz, debe preguntarse seriamente: ¿Por qué no soy feliz en mi vida o que elementos hay en mí, que hacen que mi vida no sea realmente feliz y dichosa? Cuando os hablo de calidad de vida, lo que intento deciros, es que Dios se comunica a nosotros según la realidad concreta en la que estamos situados. Lo que contiene un vaso toma la forma del vaso. La Gracia en nuestra vida es exactamente lo mismo. La Gracia nunca nos falta, pero va tomar esa forma que nosotros somos. Sería una pena que no tuviéramos una vasija bien preparada para que la Gracia haga lo que tiene que hacer. Volviendo al tema que estamos tratando: Dios habla en la realidad concreta en que vivo. Nos habla por la Creación, por la historia personal, por la Palabra, por las personas nos hable comunitariamente y el lugar privilegiado del encuentro en nuestra propia vida; ahí tenemos que oír la voz del Señor, por tanto, hemos de preguntarnos que calidad tiene nuestra vida, porque nuestra vida es tal vida en la medida que tiene una calidad. Vamos a dar un paso más, intentando ver los síntomas. Cuando uno va al médico, normalmente desconoce la enfermedad que padece. Se descubre según los síntomas que indica el enfermo. Muchas veces estos síntomas pueden indicar al experto, cosas que a nosotros se nos ocultan. Por tanto, cuando digo síntomas de una carencia de calidad de vida, quiero indicar que cada uno de nosotros tiene que ser ahora el experto. A tales síntomas tal enfermedad. No hay efecto sin causa. Si existe, tiene que salir de alguna manera fura, y sale en nuestras relaciones con Dios, con la familia, con los amigos y con nosotros mismos. El síntoma en sí no es la enfermedad, pero la indica. En la vida, justamente por el modo como la vivimos, por este vivir siempre en una monotonía, tenemos el peligro de no dar importancia a los síntomas, de tal manera que nos parece como normal que una familia, una persona, tenga que vivir tensa o dividida. No le damos importancia a la sintomatología, de ahí las sorpresas que a veces nos llevamos.Quiero precisar lo que he indicado antes referente a la monotonía. Cuando digo monotonía, no quiero decir que la vida tenga que ser rutinaria. Fijaos, yo comparo siempre a nuestra vida como una línea es espiral. Nuestra vida todos los días es lo mismo, pero justamente nosotros debemos ponerle novedad. Por eso en la espiral la línea de arriba es igual que la de abajo, pero está en otro plano. Repetimos lo mismo, pero no lo repetimos igual. Es importante que nos demos cuenta de esto. La monotonía de la vida se produce porque es una línea espiral, pero no porque la monotonía sea un dato en sí, puesto que cada día es distinto, si no sería irresistible. Cuando la monotonía no está dinamizada por la novedad que cada uno de nosotros pone, y la novedad está en el amor, entonces la vida se vuelve plana, señal de

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que uno se ha muerto. Esta imagen puede servir para la celebración de la Liturgia. Durante el año Litúrgico repetimos siempre lo mismo, pero no lo repetimos en igual nivel. La Navidad es distinta a la del año pasado y distinta a la del próximo. Algo se ha producido en nosotros que hace que sea distinta, incluso cuando decimos lo mismo. Son encuentros muy importantes que modifican establemente nuestras relaciones con Él. La Eucaristía de hoy no puede ser como la de mañana, algo se ha producido en nosotros que modifica establemente nuestra relación con Dios. Si nos falta esta calidad, no podemos decir: "¡es que mi vida... !"; no estás viviendo en plenitud lo que tienes. Tenemos una riqueza, un don, que depende de nosotros. La calidad es algo que cada uno de nosotros posee, pero uno puede vaciar esta vida de calidad porque se emplea en otras cosas. Entonces, los síntomas de que uno está vaciando su vida de calidad en más o menos grado, son los siguientes:

Una especie de cansancio y hastío. Hay algo dentro de nosotros que no va. Es un piloto, una alarma que avisa, por tanto lo que estoy definiendo como síntomas de carencia de vida, son en el fondo, Gracia de Dios. Incluso los aspectos que podemos ver como negativos, en el fondo son como una opción de Dios en la vida del hombre, para avisarle que algo no va.

Hay una especie de malestar difuso. Cuando el malestar está identificado y tiene nombre, el problema no es grande. Cuando el mal es difuso suele invadirlo todo. Uno no sabe a qué corresponde, si a lo espiritual, a lo material, a las relaciones... El malestar difuso entra en nuestros huesos, hasta a lo más profundo de nuestro ser, y lo corroe, sencillamente, porque al ser difuso, desconocemos la causa. Cuando hay un mal difuso que lo invade todo, hay un sentimiento de vacío interior, una percepción de la vida concreta, como un matiz de absurdo, carente de sentido, con incapacidad para vibrar, donde falta un verdadero calor humano de relación. Todas las relaciones son muy corteses, pero falta calor. vida, entusiasmo. Se nos hace insoportable vivir de esta manera, es como si la vida se quedase sin peso. A las personas que padecen este malestar difuso no les queda nada en la memoria. Memoria de Dios. "Memoria Dei" tan querida por nuestros Padres, el recuerdo de Dios. No relacionan nada de cuanto les acontece con Dios. Fijaos, vosotros estáis en familias de tradición cristiana buscando fundamentalmente lo mejor, intentando vivir un ambiente comprometido con las necesidades de los que nos rodean. Imaginaos lo que supone, cuando esta especie de malestar difuso puede invadir vuestra propia existencia, qué sentido tiene una vida cristiana. Inconscientemente, sin darnos cuenta, nos buscamos cada uno de nosotros nuestro pequeño mundo, porque el hombre necesita vivir; buscamos nuestras compensaciones. En el fondo, cuando este mal difuso invade la vida de una persona, hay como una especie de autodefensa, donde lo que se busca es estar cómodo, y por tanto procura quitar de en medio todo lo que le molesta. Y esto no sólo se refiere a las cosas sino también a las personas, a la vida familiar. Intenta quitar del medio todo lo que le molesta. Y hacer la propia vida, que no es justamente una vida de compromiso sino de evasión.Volvamos a la imagen anterior. ¿Cómo puede actuar la Gracia ahí? Recordad el símil del vaso. Si cerramos las entradas no digamos que Dios se ha alejado; será más bien que tú te has separado. Es importante esto en la vida de un cristiano/a coherente. Sucede también que, vamos tirando de la vida; la vida va siendo arrastrada. El desencanto y la melancolía son los frutos normales de este malestar. A veces se oye:" ¡bah, esto no cambia nunca, siempre igual!". Es un síntoma de que ahí hay algo. Está indicando que el malestar difuso empieza a entrar en la vida de una persona. Por tanto, hay una especie de apatía: "¡para que vamos a esforzarnos!, ya sabemos

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que las cosa son así..." A través de esto sólo quiero poner realismo.

Indiferencia por saturación. En la vida cristiana, tal como se vive en las familias, no tenemos que salirnos fuera, también dentro, en nuestro propio entorno, tenemos tantos estímulos y se nos ofrecen tantos cambios y tantos medios de formación y de información que llega un momento en que nos cansamos, ¡ya está bien!, y ante ese cansancio viene la indiferencia: que si una carta de la Conferencia Episcopal, un que si una Encíclica del Papa, que si un Decreto de la Congregación, un Retiro, una conferencia... etc. ¡ya está bien!. Indiferencia por saturación. Esta indiferencia es un síntoma de que algo está pasando en nuestra vida en cuanto a su calidad, porque cuando hay tantas cosas, el tema no está en rechazarlas, sino en escoger. En cambio, la indiferencia por saturación consiste en rechazarlas todas, porque como hay tantas... no quiero ninguna. Esta indiferencia es peligrosa, porque puede tener un "halo de libertad", lo cual es malo. Yo soy una persona ya formada y sé lo que tengo que hacer, por tanto a mí todas estas historias ¡vale! ¡bien!, que lo dice el Papa... pues ¡que lo diga!. Que el Obispo manda una carta...¡pues que la mande! Hay un halo aparente de libertad, con lo cual no se culpabiliza. Estas personas no se aferran a nada, pero tampoco se fundamentan en nada, solamente se fundamentan en sus propias voluntades, ¿os suena esto de propias voluntades? Equivale a Caprichos, si ningún fundamento éticoPodemos decir que nada les sorprende y todo les resbala. Esto produce en las personas un doble sentimiento. El creerse superiores a los demás diciendo "yo paso de eso". O también el sentimiento de decir: "¡déjame ya!, ¡con lo que tengo ya me basta!, ¡vamos a vivir de rentas! El peligro está en que ninguna palabra nueva: (la novedad que pueda tener una palabra) ya no hace mella en esa persona. Por saturación ha llegado a la indiferencia. No está abierta, es una persona que se anquilosa, es como la mujer de Lot, convertida en estatua de sal. Ya no hay nada que hacer. No hablamos de conversión ni de nada. La vida ya está hacha. Estas personas, cuando viven así en la familia, no ayudan y no colaboran con entusiasmo en una vivencia creativa. A pesar de que da la impresión de que esas personas viven en una gran libertad, en el fondo viven en un gran agobio, en una gran tensión. Por eso surge también en estas personas lo que llamamos el cansancio de la vida, del modo de vivir. Y no es que queramos otra novedad, porque si viene diremos que no, una actitud puramente crítica, destructiva por principio; pero en el fondo a la vez es un reclamo, lo que quieren es convertirse en el centro de algo, no se sienten valoradas, queridas, no se dan cuenta de que son ellas mismas quienes rechazan todo esto. Los síntomas más externos de esta indiferencia y cansancio son:

Activismo desmedido (hacer muchas cosas)Es una aparente contradicción. Estamos saturados por la indiferencia y, sin embargo tenemos que llenar la vida de muchas cosas. Falta tiempo para casi todo, principalmente para lo esencial. Existe una tensión acumulada que salta en el primer momento.

Quebranto y frustraciones: "Había puesto tanta esperanza en mi matrimonio, en mi vida como cristiano célibe y resulta que...". "Después de tantos años dónde estoy...".Esto conduce a la pérdida del valor de las propias opciones. Aplicado a la vida cristiana, lo llamaría el "virus del desencanto", que ataca fundamentalmente a nuestros proyectos como personas y como creyentes en Jesús Todo esto nos indica que deberíamos pensar: nuestros aparentes sufrimientos o seguridades, a veces vividas como pruebas de Dios ¿no serán algo nuestro?, nuestra

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opción por el Reino ¿es tan total y tan radical como decimos de palabra?, en algún momento esta carencia de vida nos pasará el recibo.

Virus del desencanto: Cuando toma posesión en la vida cristiana, suele tener distintas manifestaciones, depende mucho de las parroquia familias, grupos cristianos, se crean dependencias y adiciones. Así como hay enfermedades que producen vómitos, ésta crea adicciones y dependencias. Por ejemplo, la televisión. Esto que parece una tontería, está indicando que una persona está saturada por indiferencia, cansada de la vida, con el virus del desencanto y, además, con la manifestación de una dependencia seria. A lo mejor no es la televisión, pero puede ser el correo, el teléfono..., son adicciones. En todo esto hay una especie de huida, de no querer enfrentarse consigo mismo. La calidad de vida comienza cuando uno toma conciencia de toda esta realidad y dice: "realmente yo me puedo encontrar en esta situación". Fijaos la importancia que tiene. Cuando yo tomo conciencia del hecho y de mi realidad: "¡estoy metido en esto y no me estoy dando cuenta!, ¿qué está pasando en mi vida?", justo aquí comienza la calidad de vida. En el momento en que se es consciente y se da el primer paso para salir de ello, porque Dios está a mi lado y me mira con amor, no lo olvides. Por eso la calidad de vida empieza con la liberación de todas estas esclavitudes, ataduras y dependencias, también de las pequeñas dependencias de la vida diaria. Si son dependencias, atan y esclavizan. Normalmente en la vida no hay cosas grandes, son más bien pequeñas cosas, pero si nos tienen atados, nos impiden caminar. La liberación de esas pequeñas cosas hay que tenerla muy en cuenta. Desde aquí tenemos que redescubrir el sentido nuevo de la ascesis, que no consiste en rezar el rosario en cruz. La liberación y el dominio personal implican necesariamente un control sobre uno mismo, que es la ascesis más seria, "mis pensamientos, sentimientos, afecciones, ¿por dónde van? Puedo estar ayunando todos los días y mi corazón y mi cabeza volando hacia mil cosas. El nuevo sentido de las ascesis implica una pedagogía y supone un esfuerzo, esto es justamente las ascesis. Si no queremos que nuestra cabeza, sentimientos, nuestras imágenes corran por ahí, hemos de tener un control, esto supone un esfuerzo y una ascesis muy positiva. Sin ella, difícilmente podremos llegar al fondo de nuestra propia realidad. Fijaos, nos quejamos de que "la oración no nos dice nada, siempre se nos repite lo mismo. Que las instituciones sólo sirven para poner cargas sobre nuestros débiles hombros. Dios nos parece ausente, los Sacramentos nos parecen una rutina..." Quizás tengamos que empezar por preguntarnos no por la oración, ni por Dios, ni por los Sacramentos ni por las instituciones. Sino por nosotros mismos, por nuestra calidad de vida. No olvidéis que Dios está siempre a nuestro lado. Es más fácil preguntar sobre la oración que no me dice nada, sobre los Sacramentos... eso es mucho más fácil, pero entra dentro de ti y pregúntatelo… Oración, los Sacramentos..."no me dicen nada", las relaciones familiares y de amistad, me cansan, "no me dicen nada". A ver "¿qué pasa en mi vida?" Por eso es importante ser conscientes de que a veces, sin darnos cuenta, vivimos una vida irreal. Hemos entrado en un mundo en que lo real aburre. Lo real aburre y molesta. Vivimos de alguna manera de lo que es efímero, vacío. Esta es nuestra tentación. No se trata de una liberación de nuestra pobreza y miseria, sino de nuestra riqueza, de nuestro bienestar sobreabundante. No se trata de una liberación de nuestras insuficiencias, sino de nuestro consumo, en el que finalmente nos consumimos a nosotros mismos. No se trata de una liberación de nuestra impotencia, sino de nuestra prepotencia. No se trata de una liberación de nuestros sufrimientos, sino de nuestras apatías. Este tema normalmente no se puede tocar, pero yo considero importante hablar de

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él, porque sin darnos cuenta, como no ahondemos en esta realidad que estamos viviendo, lógicamente podemos ir por caminos que nos parecen rectos, pero en realidad nosotros mismos estamos creando nuestros sufrimientos.Desearía terminar así: "Sin embargo, mi encuentro con Dios se realiza ahí donde estoy". Fijaos en toda esta sintomatología que he indicado. Si nos colocamos en cualquiera de esas situaciones, ahí también está Dios, por tanto ahí yo puedo encontrar a Dios. Muchas veces pensamos y actuamos como si tuviéramos que ir a otro lugar, salir de nosotros mismos, buscar a otra persona, tener tiempo libre que me lleve de verdad y definitivamente a Dios. Siempre pensamos en que hay que salir, ¡no!, ¡hay que entrar! A ver si esto se nos queda bien grabado. No es cuestión de salir sino de entrar; y como no entremos allí donde Dios está, que es nuestra propia vida, todo lo demás es ridículo. Yo puedo pasarme la vida esperando que llegue algo que no tengo que esperar, porque ese Alguien nunca ha estado ausente de mi vida. Precisamente por eso pone en mí una inquietud, un desasosiego, para que busque, ¡es una gracia! Y porque está, no me deja tranquilo, me obliga a decir:"¡no estoy bien!, ¿qué está pasando aquí? Él me ayuda a plantearme todo esto. Pero ¿cómo descubrir que precisamente donde estoy, es desde donde tengo que descubrir su Presencia salvadora? Para dar un paso hacia adelante tengo que sentirme acogido, aceptado y valorado. Si espero realizar cosas para que me acojan, acepten y valoren, ya no estoy en al ámbito de la Gracia, de lo gratuito, sino en el ámbito del comercio: "tengo que ser buena para que me acojan", ¿ya lo hemos estropeado!. En el cristianismo todo es gratuidad, pura Gracia. Puro don. Tenemos gérmenes judíos cuando pensamos que tenemos que hacer muchas cosas para que Dios nos quiera, ¡no! Nos cuesta creerlo y a la hora de la verdad no somos capaces de asumirlo. Recordad la historia de Mateo, del hijo pródigo, de Magdalena, la adúltera. Realmente ¿qué hicieron para encontrar su camino? Su calidad de vida no era muy allá que digamos ¿qué hicieron? ¡Reconocerse pecadores, entraron dentro de sí!Por eso la reflexión última: en la medida en que soy yo mismo, en esa medida, soy para los demás; en esa medida mi vida empieza a ganar calidad. No es lo que hacemos, lo que constituye vuestra salvación, sino lo que somos. Lo pequeño, lo humilde, lo sencillo, fuente de nuestra misión en la Iglesia ¡cuándo nos convenceremos de ello! Podemos hacer del tema que acabo de exponer una reflexión seria, podemos hacer una información, podemos tomarlo como algo que hay que oír en los días de Retiro, puede ser que a alguna le parezca ingenuo, sin profundidad. Todo puede ser verdad, pero hay una cosa que es la única verdad: Si la calidad real de tu vida no es la que tiene que ser como mujer/hombre, ten por seguro que tu misión, tu trabajo, tus inquietudes -si es que te queda alguna- no sirven para nada.

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