Fuga de Coati

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Alejandro Torrejón Martínez La fuga de Coati, una hazaña que no se debe olvidar Agosto de 2011 Sucre - Bolivia

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  • Alejandro Torrejn Martnez

    La fuga de Coati,

    una hazaa que

    no se debe olvidar

    Agosto de 2011

    Sucre - Bolivia

  • La fuga de Coati, una hazaa que no se debe olvidar

    Alejandro Torrejn Martnez

  • Dedicatoria:

    A mi hija Ivana

    y a mis nietas

    Daniela, Rebeca y Natalia

  • PRESENTACION

    Con la mayor satisfaccin presento a consideracin de

    las Vctimas de la Violencia Poltica, de la clase obrera,

    de los campesinos y pueblos originarios, del magisterio

    boliviano, de los jvenes universitarios, la presente

    obra pequea por cierto para hacer conocer las expe-

    riencias dolorosas que tuve en las prisiones y campos

    de concentracin de Achocalla y Coati.

    Al igual que el suscrito, muchos compaeros de infor-

    tunio fueron vctimas de la persecucin poltico-

    sindical, de detenciones arbitrarias, de crueles torturas

    y del exilio que nos alejaba de la patria querida y de la

    familia que quedaba abandonada sin poder contar con

    la presencia del padre o el esposo como factor impor-

    tante de sobrevivencia.

    Han pasado ms de 38 aos de la Fuga de Coati, y re-

    sulta difcil recordar todo lo que se dio en las tenebro-

    sas prisiones y campos de concentracin de la dictadu-

    5

  • ra fascista de Bnzer, por lo que solo hago mencin de

    aquellos hechos que calaron profundamente en nuestro

    ser que por su crueldad no se pueden borrar de la me-

    moria.

    Espero contribuir en algo al esclarecimiento de todo

    aquello que no se ha denunciado sobre la poltica re-

    presiva del banzerismo.

    Alejandro Torrejn M.

    6

  • INTRODUCCION

    Estas notas han sido escritas despus de que

    la Comisin Nacional de Resarcimiento a las

    Vctimas de la Violencia Poltica (CONREVIP),

    para canalizar nuestras solicitudes de un resarci-

    miento a los enormes daos y perjuicios ocasiona-

    dos por la poltica represiva de las dictaduras mili-

    tares desde el 4 de noviembre de 1964 al 10 de oc-

    tubre de 1982, pidi a todas las Vctimas de la Vio-

    lencia hagan una relacin sucinta de todo el proce-

    so represivo al que fueron sometidos como dirigen-

    tes sindicales y polticos de izquierda o simple-

    mente por pensar de diferente manera a quienes

    todava se aferran a ideas y conductas superadas

    por el tiempo y la historia.

    Y en este contexto de negacin de los dere-

    chos y libertades del pueblo, ms de dos centenas

    de compaeros perdieron la vida, algunos estuvie-

    7

  • ron perseguidos por causas poltico-sindicales,

    otros sufrieron la injusta e inhumana detencin en

    las crceles, campos de concentracin o casas de

    seguridad donde no falt la criminal y brutal tor-

    tura de los sayones de las dictaduras, o muchos

    tuvieron que escapar a otras latitudes abandonan-

    do a la familia y la amada y querida Patria recor-

    dada permanentemente en la lejana del exilio; por

    ltimo, otros se vieron obligados a solicitar asilo

    poltico en algunos pases.

    Todo esto haba que relatar y posteriormente

    presentar pruebas para que la comisin calificado-

    ra d su veredicto en sujecin a la ley y establecer

    si la persona que alega haber sido Vctima de la

    Violencia Poltica, merece ser tomada en cuenta en

    esa condicin para recibir el resarcimiento excep-

    cional correspondiente.

    Recordar las diversas circunstancias de la

    persecucin, detencin, vejaciones y maltratos, as

    como del exilio, constituy un gran esfuerzo para

    todas las Vctimas de la Violencia Poltica, sobre

    todo por el tiempo transcurrido y por las dificulta-

    8

  • des que implica la evocacin de fechas y tiempo de

    detencin o del exilio, cuyas rememoraciones deb-

    an estar revestidas de la precisin y el sello de la

    verdad y la evidencia.

    Despus de haber hecho conocer la resumida

    relacin histrica de las detenciones de que fui ob-

    jeto en las dictaduras de Barrientos, Bnzer y

    Garca Meza, de las torturas y ante todo de haber

    sido protagonista de la espectacular fuga de la isla

    de Coati, me puse a pensar en una posible narra-

    cin de todas mis desventuras, angustias, penas;

    en suma, todo lo que viv, sent, pens en las pri-

    siones del banzerismo. Pero, ante todo, me intere-

    saba de sobremanera hacer conocer mis propias

    vivencias de la fuga de Coati porque cada uno, y es

    natural, tiene sus propias percepciones y senti-

    mientos. Otra cosa es relatar con sus propias pala-

    bras que expresen la inequvoca vivencia de estar

    en el lugar de los hechos.

    Es cierto que algunos periodistas como Rubn

    Ardaya Salinas y Soria Galvarro dieron a conocer

    en sendos libros, en base a entrevistas a algunos

    9

  • compaeros que dirigieron y participaron en la

    fuga, todo el desarrollo de una de las odiseas que

    por su preparacin y ejecucin exitosas pocas veces

    se ha dado en nuestra historia, pero casi ninguno

    de los protagonistas (excepto el c. Paputsakis) has-

    ta el presente se anim, por su propia cuenta, a

    escribir de algo que no se ha borrado del todo de

    nuestra memoria porque est en lo ms profundo

    de nuestro ser, y Coati se lo recuerda con nostal-

    gia, con alegra y con la satisfaccin de haber lo-

    grado una victoria poltica y militar sobre nuestros

    enemigos de clase, sobre nuestros carceleros.

    Adems la fuga de Coati se la recuerda porque re-

    presenta un momento de la historia donde se pu-

    do forjar algo que no fue fcil ni antes ni ahora: un

    acuerdo entre partidos para lograr un objetivo

    comn, momento quizs slo logrado con la Uni-

    dad Democrtica y Popular (UDP) en cuanto a su

    constitucin y no en su ejercicio de gobierno (R.

    Ardaya S.).

    Coati es una parte de la historia de Bolivia,

    es un episodio de la negra noche de la dictadura

    banzerista, es una hazaa, al igual que la fuga de

    10

  • Alto Madidi, Coati no puede olvidarse y debe con-

    vertirse en un ejemplo para las nuevas generacio-

    nes que no pueden dejar de ponderar el valor, la

    audacia, la intrepidez de un grupo de patriotas

    que dieron el todo por el todo para lograr la liber-

    tad.

    Siendo la fuga de Coati un hecho trascenden-

    tal en la lucha del pueblo boliviano, hemos visto

    por conveniente remontarnos a las circunstancias

    histricas que la precedieron, como por ejemplo los

    antecedentes polticos y sociales del Golpe Militar

    de Bnzer y los mtodos que utiliz para acallar la

    rebelda del pueblo boliviano, que en ningn mo-

    mento dej de luchar por la democracia y la liber-

    tad, hasta que la huelga de hambre protagonizada

    por cinco valientes mujeres derrot a una de las

    dictaduras ms crueles y sangrientas que no tiene

    punto de comparacin con ningn gobierno autori-

    tario.

    El escritor boliviano Ral Ruiz Gonzlez de-

    ca que nuestra historia registra, ciertamente,

    una impresionante sucesin de golpes de estado,

    11

  • cuartelazos y pronunciamientos militares, como en

    ningn otro pas del continente; se encumbr ge-

    neralmente a determinados jefes militares en el

    Poder poltico del Estado. Esto es cierto, evidente.

    La historia boliviana est plagada de tales hechos

    que configuran a un pas con una tremenda ines-

    tabilidad poltica. Creemos, sin lugar a equivocar-

    nos, que por el nmero de golpes de Estado ocu-

    pamos el primer lugar, pues hasta la sangrienta

    asonada de Garca Meza se haban producido ms

    de 190 golpes. Todo un record en Amrica Latina.

    Hasta que, demostrada la inviabilidad de los

    golpes de Estado, el creciente y contundente re-

    chazo y repudio del pueblo a tales prcticas inno-

    bles y vergonzosas hace que se ingrese el ao

    1982 a un perodo democrtico que, aparte de

    hacer algunas limitadas concesiones en el ejercicio

    de ciertos derechos, favorece ms a la penetracin

    del imperialismo y al enriquecimiento ilcito de las

    clases dominantes.

    12

  • ANTECEDENTES DEL GOLPE DE BNZER

    Ahora bien, qu sucede antes del golpe de

    Bnzer? Para el caso sera tal vez conveniente re-

    ferirnos a la Insurreccin Popular del 9 de abril,

    considerada por muchos como el mayor aconteci-

    miento poltico-militar del siglo pasado en el pas.

    Hasta entonces era duea del poder la oligarqua

    minero-feudal que con mano dura, sin contempla-

    ciones de ninguna naturaleza, reprima al pueblo

    para aplicar una poltica econmica favorable a

    sus intereses y a las del imperialismo.

    Esta situacin no pudo ser tolerada por ms

    tiempo y oblig al pueblo boliviano a levantarse en

    armas; despus de sangrientos combates en las

    calles de La Paz el ejrcito de la rosca minero-

    feudal es derrotado. En esas circunstancias lo que

    corresponda era que el Poder poltico pasara a

    13

  • manos de obreros, mineros, fabriles y otros secto-

    res populares porque fueron ellos los que lucharon

    con denuedo, valor y coraje; pero no fue as debido

    a que la clase obrera no tena su vanguardia pol-

    tica, su partido poltico para que se hiciera cargo

    del gobierno. Esta circunstancia dio lugar a que se

    entregara el poder a un partido que responda a

    los intereses de la burguesa burocrtica, la que

    debido a sus limitaciones y a su naturaleza de cla-

    se conciliadora con los intereses del imperialismo

    no cumple con el programa sustentado por las ma-

    sas en las gloriosas jornadas de abril.

    Con el tiempo, el MNR, partido de la bur-

    guesa burocrtica, aplica una poltica contraria a

    los intereses nacionales y populares creando un

    clima de descontento generalizado que desemboca

    en un levantamiento popular, que en ltima ins-

    tancia es aprovechado por una casta de militares

    derechistas a la cabeza del general Barrientos Or-

    tuo, quien despliega una poltica represiva contra

    los trabajadores mineros que oponen una tenaz

    resistencia a sus designios.

    14

  • Este general, de ilimitadas ambiciones irra-

    cionales, como sucedi con Melgarejo, aspiraba a

    declararse dictador a como d lugar, pese a los

    consejos de su principal asesor. Barrientos viajaba

    constantemente por las zonas rurales para ganar-

    se el apoyo de los campesinos que, asombrados por

    sus actitudes amistosas, aceptaban sus mensajes

    cuando en el fondo el general tena propsitos con-

    trarios a los intereses de la clase obrera y el cam-

    pesinado, como el hecho mismo de declarase dicta-

    dor que se frustra por un accidente que sufre en

    Arque cuando el helicptero en que viajaba se in-

    cendia sin llegar a aclararse si fue en verdad un

    accidente o un atentado.

    Muerto Barrientos se hace cargo de la presi-

    dencia Luis Adolfo Siles Salinas, que es derrocado

    por un golpe incruento cuyos motivos no son justi-

    ficables por ningn lado cuando el propsito de

    Siles Salinas era convocar a elecciones generales.

    So pretexto de que Siles Salinas era reaccio-

    nario, derechista y oligarca se consuma otro golpe

    15

  • ms que muestra al pas como siempre con una

    crnica inestabilidad poltica.

    Para ocultar la mana inveterada del golpe de

    Estado, se publica el documento de Mandato de las

    Fuerzas Armadas que, segn se sabe, fue redacta-

    do por un grupo de civiles sedientos de figurar co-

    mo protagonistas del nuevo cambio revolucionario.

    No se puede dejar de mencionar que dentro de este

    grupo de civiles figuraba un destacado poltico,

    como Marcelo Quiroga Santa Cruz, que por su con-

    secuencia a los principios de defensa de los recur-

    sos naturales, fue uno de los impulsores de la Na-

    cionalizacin de la Gulf Oil Company.

    Pero al frente de este grupo de civiles estaba

    el ala derecha del ejrcito que ejercitaba una pol-

    tica represiva contra las universidades y tena en-

    tre sus planes la eliminacin fsica de algunos di-

    rigentes de izquierda.

    Pensar que el gobierno de Ovando iba a dar

    un giro hacia la izquierda era toda una ilusin.

    Felizmente la clase obrera mantiene su indepen-

    16

  • dencia de clase y no se deja llevar por el torbellino

    de la demagogia ovandista.

    Y es en su IV Congreso donde la clase traba-

    jadora define claramente su posicin frente al go-

    bierno de Ovando, sealando con claridad meri-

    diana sus puntos de vista, sus concepciones y sus

    postulados.

    A diferencia de partidos y gobiernos de la

    burguesa as como de aquellos que dicen ser pro-

    gresistas, como el caso de Ovando, la clase obrera

    proclama que su misin es la lucha por el socia-

    lismo. En la parte ms saliente del documento

    aprobado en el IV Congreso de la COB, intuyendo

    el peligro de la contrarrevolucin, los trabajadores

    se preguntan: Dnde se encuentra la contrarre-

    volucin? En primer lugar, en el mismo gabinete y

    en el ejrcito. Hay ministros que representan los

    intereses del imperialismo y la contrarrevolucin

    nativa. En el gabinete unos cuantos civiles, siendo

    ajenos a la militancia orgnica revolucionaria y al

    movimiento real de masas, adoptan posiciones

    progresistas que no constituyen ninguna garanta

    17

  • para aplastar la contrarrevolucin que conspira a

    su lado. La suerte del gobierno depende, exclusi-

    vamente, de lo que diga y haga el alto mando mili-

    tar. Maana l puede disponer un cambio de

    orientacin del gobierno y reemplazar a tales y

    cuales ministros. La orientacin del gobierno no la

    define el pueblo ni el proletariado, sino el poder

    militar.

    Como se ve los trabajadores bolivianos no se

    dejan seducir por la prdica ovandista sino reite-

    ran, como siempre, su independencia de clase y

    ratifican sus objetivos histricos por los cuales lu-

    chan.

    Pero el IV Congreso no slo constituy la re-

    afirmacin ideolgica de la clase obrera sino fue el

    inicio de las movilizaciones populares. Al respecto,

    Ral Ruiz Gonzlez, en su libro MILITARISMO Y

    NEOCOLONIALISMO nos dice: La COB y la

    FSTMB insistan en la reposicin de los salarios a

    los mineros y la restitucin de trabajo a muchos de

    stos, cesantes desde mayo de 1965. Los estudian-

    tes arreciaron su lucha por locales, muebles y ma-

    18

  • terial escolar en todo el pas. Un fuerte movimien-

    to universitario destituy en La Paz a todas las

    autoridades universitarias, modificando la estruc-

    tura del gobierno universitario con la efectiva par-

    ticipacin paritaria docente-estudiantil e introdujo

    algunas reformas en los aspectos docente, acad-

    mico y administrativo, con el propsito de im-

    primir una nueva orientacin a la Universidad al

    servicio de las masas trabajadoras se trataba, cier-

    tamente, de un intento de romper la dependencia

    cultural del imperialismo de USA. Este movimien-

    to repercuti en todas las dems universidades

    autnomas del pas, que sucesivamente, fueron

    sumndose de acuerdo a las particularidades de

    cada distrito universitario.

    Frente a este innegable ascenso de masas, el

    gobierno intervino las universidades de La Paz y

    Santa Cruz, reprimi a los estudiantes y deport a

    algunos catedrticos de la Universidad Mayor de

    San Andrs, cuya intervencin cesa despus.

    El ascenso de la lucha popular no deja de

    preocupar a los militares ms reaccionarios que

    19

  • encabezados por el general Miranda, criticaban

    acremente al gobierno atribuyndole debilidad e

    incapacidad para meter en cintura a los extremis-

    tas. Ovando fue abandonado por sus colaboradores

    militares, en realidad traicionado por stos, y re-

    nuncia a la Presidencia (R. Gonzlez). El cuarte-

    lazo se haba producido organizndose el gobierno

    de un triunvirato militar que no dura ni 48 horas,

    pues Torres se atrincher en el Alto y la COB de-

    creta la huelga general e indefinida que obliga a

    los tres generales golpistas a renunciar y a Torres

    hacerse cargo del gobierno.

    Ahora bien, quin era Juan Jos Torres? No

    olvidemos que particip en la lucha contra la gue-

    rrilla del Che. Por lo tanto, no puede ser un iz-

    quierdista de lnea. Es ms un producto de las

    contradicciones dentro de las FF.AA. que estaba

    dividida en dos fracciones. Torres representa al

    sector progresista que busca ablandar a la clase

    obrera y crear un clima de equilibrio entre las

    fuerzas contendientes que pugnan la una por man-

    tenerse en el Poder y la otra que trata de rebasar

    el orden de cosas para constituir un gobierno de-

    20

  • mocrtico asequible con ciertas limitaciones a las

    peticiones de la clase obrera. Torres es institucio-

    nalista, se debe a las FF.AA. y mal se puede pen-

    sar que est de lleno con la causa popular. Es cier-

    to que, escuchando a la clase obrera, nacionaliza la

    mina Matilde, recupera las colas y desmontes es-

    taferos y a su vez, y esto es lo ms importante,

    permite el funcionamiento de la Asamblea Popular

    en el Palacio Legislativo.

    21

  • EL PCML CONVOCA A SU

    CONFERENCIA NACIONAL

    Estamos en el mes de junio del ao 1971. El

    ambiente poltico del pas est muy caldeado. Se

    anuncia la constitucin y la futura apertura de

    sesiones de la Asamblea Popular. El PCML debe

    asistir a ese cnclave.

    La Direccin Nacional del PCML instruye la

    realizacin de una Conferencia en Cochabamba

    para analizar y definir el carcter y alcance de ese

    organismo que debe convertirse en un frente de

    masas para llevar adelante el actual ascenso de-

    mocrtico de las amplias masas populares. Pocos

    comits regionales asisten. Con la presencia de los

    regionales de Chuquisaca, Santa Cruz, Cocha-

    bamba y algunos camaradas de la juventud se rea-

    liza la Conferencia del PCML.

    22

  • No hay una idea clara sobre la poltica de

    frentes, los ms de los presentes desahucian a la

    Asamblea Popular y creen innecesaria nuestra

    presencia por cuanto es mejor dedicarse slo a la

    construccin del Partido; pero, por otro lado, hay

    un grupo minoritario, concretamente el C.R. de

    Sucre, que con pocos pero slidos argumentos pre-

    coniza nuestra asistencia para de ese modo concre-

    tar un frente con todas aquellas fuerzas polticas y

    sociales que se mostrasen proclives a la unidad del

    campo popular.

    Surgen, por lo tanto, dos posiciones diferen-

    tes: la una por la urgencia y necesidad de asistir y

    la otra por desechar toda participacin en ese

    cnclave que poco o casi nada favorecer al forta-

    lecimiento del Partido.

    El debate se prolonga por muchas horas no

    sin faltar acusaciones como aquella de la falta de

    legitimidad de la representacin de Alejandro To-

    rrejn y Julio Uriona, de que no eran miembros

    del Comit Regional. La denuncia viene de Caye-

    tano Llobet y Roberto Cautin.

    23

  • Por ltimo se resuelve asistir a la Asamblea

    Popular y, como represalia por no haber logrado

    convencer a la mayora de los miembros de la Con-

    ferencia, no se nos reconoce los pasajes de ida y

    vuelta.

    24

  • ANTE LOS APRESTOS GOLPISTAS

    DE LA DERECHA, LA CENTRAL OBRERA

    BOLIVIANA DECRETA UN NUEVO

    ESTADO DE ALERTA

    En vsperas de la inauguracin de las sesio-

    nes de la Asamblea Popular, la Central Obrera

    Boliviana decret un nuevo estado de alerta.

    La Central Obrera Boliviana, frente a

    los interesados rumores propalados por

    la reaccin antinacional por la impor-

    tancia del momento, en vsperas de la

    reiniciacin de las labores de la ASAM-

    BLEA POPULAR, adopta las siguientes

    determinaciones:

    1. Alerta a toda la clase obrera, sobre

    los aprestos de la reaccin en su en-

    fermizo afn golpista y ratifica la

    movilizacin general y deben per-

    25

  • manecer en todos los lugares de su

    trabajo, atentos a las instrucciones

    que imparta la CENTRAL OBRE-

    RA BOLIVIANA.

    2. Para no dejarse sorprender, cual-

    quier llamado deber emanar im-

    prescindiblemente del COMIT

    EJECUTIVO NACIONAL y por

    medios acostumbrados, recomen-

    damos al mismo tiempo mantener

    toda la serenidad ante las provoca-

    ciones de los sirvientes del imperia-

    lismo.

    3. Advertimos a los golpistas que la

    clase trabajadora est dispuesta a

    destruir los resabios de la burgues-

    a fantica y traidora que por todos

    los medios trata de mantener sus

    privilegios

    (PRESENCIA - 23 de junio de 1971)

    26

  • LA ASAMBLEA POPULAR

    INICIA SUS DELIBERACIONES

    Ante la expectativa del continente, a las

    14.30 del da 22 de junio, la Asamblea Popular ini-

    cia sus deliberaciones como rgano de poder del

    proletariado boliviano por determinacin de los

    organismos laborales y de los partidos de izquier-

    da, conjuncionados en torno al Comando Poltico

    de la COB.

    La primera resolucin es de una advertencia

    seria a los golpistas, que a la letra dice: En caso

    de un golpe de estado, la Asamblea Popular de-

    termina que la primera respuesta de las masas

    trabajadoras ser la huelga general y la ocupacin

    inmediata de los lugares de trabajo.

    Las deliberaciones se prolongaran por ms

    de diez das. Temas como la coparticipacin obre-

    ra en la administracin de COMIBOL, la univer-

    27

  • sidad nica con hegemona obrera, la conforma-

    cin de los tribunales populares y las milicias sin-

    dicales fueron debatidos ampliamente, cuando lo

    pertinente era tratar los problemas cruciales de la

    toma del Poder y la defensa de la Asamblea Popu-

    lar.

    Posteriormente nos ocuparemos de analizar

    con sentido crtico sobre la actitud errnea de al-

    gunos dirigentes de los partidos de izquierda que

    no tomaron en cuenta la realidad concreta del

    pas, prefiriendo calcar experiencias de la Revolu-

    cin de Octubre.

    28

  • LA ASAMBLEA POPULAR INICIA

    SUS SESIONES EN SUCRE

    En la primera quincena de julio se rene la

    Asamblea Popular en Sucre. Estn presentes el

    PCB, PCML, POR, PRIN. No se lo toma en cuenta

    al MNR que para algunos era necesario convocarlo

    para as neutralizarlo y quizs comprometerlo en

    el desarrollo del proceso. Sin embargo, por la pol-

    tica desplegada en sus tres gestiones de gobierno,

    el MNR no era ms que un Partido de la burguesa

    burocrtica, una clase ambivalente, dual, con una

    clara poltica entreguista, antinacional y antisin-

    dical; en suma, de una abierta traicin a los postu-

    lados del 9 de abril. Los ms no estbamos equivo-

    cados. Su participacin en el golpe sangriento del

    21 de agosto de 1971 y sus posteriores gestiones lo

    mostraron como lo que es.

    29

  • Fuera de los partidos polticos de izquierda

    asistieron representantes de las distintas organi-

    zaciones sindicales y populares, con un discurso

    revolucionario de avanzar hacia la construccin de

    la sociedad socialista, para cuyo logro haba que

    desarrollar la lucha unitaria de todas las fuerzas

    populares, antiimperialistas y antifascistas contra

    la injusticia, el hambre, la miseria y la pobreza del

    pueblo. Al final de las deliberaciones se hizo cono-

    cer una Declaracin Poltica que en sus partes ms

    salientes establece la reorganizacin de los cua-

    dros sindicales y la organizacin de milicias sindi-

    cales con miras a su transformacin posterior en

    milicias populares.

    El documento comienza haciendo un anlisis

    de la situacin poltica del pas. El 7 de octubre de

    1970 dice, como resultado de la ofensiva impe-

    rialista y gorila, se oper un cambio de guardia

    rutinario en el Palacio Quemado, por la interven-

    cin de trabajadores, universitarios y estudiantes.

    Tal transformacin se convirti en una victoria

    popular.

    30

  • Califica al gobierno actual de vacilante y opor-

    tunista, cuya principal sustentacin son las Fuerzas

    Armadas. Indica ms adelante que ste debe soportar

    constantemente la conspiracin de los militares fas-

    cistas en connivencia con la derecha y la presin im-

    perialista a travs de sus organismos nacionales y

    extranjeros.

    El documento analiza ms adelante lo que sig-

    nific el Comando Poltico de la clase trabajadora y

    del pueblo y sus proyecciones en la Asamblea Popu-

    lar. A continuacin se tipifican los objetivos de la

    Asamblea Popular en un frente de lucha como ins-

    trumento de unidad y de movilizacin de las masas.

    Agrega que es el rgano del poder popular el que se

    constituye en el poder dual frente al poder del Estado

    burgus, hasta convertirse en el estado de los traba-

    jadores.

    Como tarea fundamental, se seala que la

    Asamblea debe ganar posiciones en la clase obrera,

    masas campesinas, pequea burguesa urbana e inte-

    lectuales progresistas, con el fin de avanzar en el

    proceso revolucionario (PRESENCIA 17/07/1971).

    31

  • REFLEXIONES Y CONCLUSIONES

    SOBRE LA ASAMBLEA POPULAR

    Conviene que a estas alturas hagamos algu-

    nas reflexiones sobre la Asamblea Popular.

    La clase obrera no ha dejado nunca de ejecu-

    tar las tcticas y estrategias pertinentes para as-

    cender al Poder porque solo as podr acabar con

    el hambre, la miseria y la pobreza que azota a sus

    hogares. Y cuando las condiciones son favorables

    se pone manos a la obra.

    El gobierno democrtico de Torres como

    hemos indicado lneas arriba accede a las peticio-

    nes de la clase obrera y sectores populares, consi-

    guientemente no haba que perder la oportunidad

    de avanzar por el camino revolucionario de crear y

    desarrollar la instancia del Poder Dual. Antece-

    dentes y experiencias ms o menos parecidas se

    dieron en el pasado.

    32

  • Poco antes del triunfo de la Gran Revolucin

    Socialista de Octubre en Rusia se dio el doble po-

    der que segn Lenin: se manifiesta en la existen-

    cia de dos gobiernos: uno es el gobierno principal,

    el verdadero, el real gobierno de la burguesa: el

    gobierno provisional de Lvov y Cia., que tiene en

    sus manos todos los resortes del poder; el otro es

    un gobierno suplementario y paralelo, de control,

    encarnado por el Soviet de diputados obreros y

    soldados de Petrogrado, que no tiene en sus manos

    ningn resorte del poder, pero que descansa direc-

    tamente en el apoyo de la mayora indiscutible y

    absoluta del pueblo, en los obreros y soldados ar-

    mados.

    Pero esta dualidad de poderes no poda durar

    mucho. Segn Lenin En un mismo Estado no

    pueden existir dos poderes. Tambin No puede

    ser estable. La sociedad reclama la concentracin

    del poder. Con el triunfo de la Gran Revolucin

    Socialista de Octubre desaparece la dualidad de

    poderes que, en ltima instancia, acaba con la li-

    quidacin del poder burgus y la instauracin de

    33

  • un gobierno revolucionario de obreros y campesi-

    nos.

    Tambin en nuestro pas, despus del triunfo

    de la insurreccin popular de abril de 1952, se da

    una situacin excepcional para la dualidad de po-

    deres. La derrota del ejrcito de la rosca minero

    feudal permite que la COB adquiera un poder inu-

    sitado e indito. Trabajadores fabriles hacen guar-

    dia en el Palacio Quemado, dirigentes de los sindi-

    catos obreros y campesinos toman en sus manos la

    solucin de los problemas econmicos y sociales

    que aquejaban a sus bases. El gobierno del MNR

    no tiene ms remedio que acatar y hacer cumplir

    las resoluciones adoptadas por las masas.

    Producto de la presin popular es que el Go-

    bierno de Paz Estenssoro se ve obligado a naciona-

    lizar las minas, dictar la Ley de Reforma Agraria,

    aceptar el control obrero, etc. Pero estas medidas

    como se sabe fueron distorsionadas con el tiempo.

    La ausencia del Partido de la clase obrera y la su-

    plantacin de su propia ideologa con la del nacio-

    nalismo pequeo burgus, hace que el MNR con-

    34

  • centre en sus manos todo el Poder, con lo que co-

    mienza una nueva etapa de conciliacin sistemti-

    ca con los intereses del imperialismo yanqui que

    constituye una abierta traicin a los postulados de

    la insurreccin popular del 9 de abril.

    Ahora bien, esas experiencias de la Revolu-

    cin Socialista de Octubre en Rusia y la Insurrec-

    cin Popular de abril del 1952 en nuestro pas,

    hacen pensar a los partidos de izquierda que era

    posible repetir dichas experiencias dada la coyun-

    tura favorable a los objetivos histricos de la clase

    obrera. Sin embargo no fue as.

    Lamentablemente, lo que pareca ser un pro-

    yecto tendiente posteriormente a la toma del Po-

    der con la conformacin del poder dual a travs de

    la instalacin y funcionamiento de la Asamblea

    Popular, result ser una frustracin para la clase

    obrera y dems sectores populares porque el golpe

    fascista derrot al gobierno de Torres y con ello

    acab con la Asamblea Popular.

    35

  • Los dirigentes de izquierda no tomaron en

    cuenta que el golpe fascista se haba gestado desde

    enero del ao 1971 y los partidos de derecha como

    el ejrcito haban decidido parar en seco todas las

    tentativas de la instauracin de un gobierno popu-

    lar y revolucionario. Es muy seguro que la Asam-

    blea Popular, considerada como el Soviet del Alti-

    plano, fue analizada profundamente y considerada

    por la derecha reaccionaria como una instancia

    ms para la toma del poder por la clase obrera.

    Por eso es que el fascismo no titubea en ningn

    momento en asestar un golpe contundente al mo-

    vimiento obrero y popular que no estaba prepara-

    do para responder a la accin contrarrevoluciona-

    ria de sus enemigos de clase.

    Siendo la Asamblea Popular el escenario de

    discusin de los problemas fundamentales de la

    revolucin como los caminos a seguir para acceder

    al Poder, las tcticas y estrategias a asumir en la

    lucha contra el fascismo como el enemigo principal

    de la clase obrera y dems fuerzas populares, el

    fortalecimiento y el mayor desarrollo del movi-

    miento obrero y popular y la preservacin y defen-

    36

  • sa no slo verbal sino militar de las conquistas

    polticas como la Asamblea Popular, los dirigentes

    de izquierda dieron mayor prioridad a la discusin

    de temas que no venan al caso.

    Por ejemplo, como dice Ral Ruiz Gonzlez:

    los mismos partidos: POR y PCB, sostenan en la

    Asamblea del Pueblo como el problema ms impor-

    tante de la revolucin boliviana, la coparticipa-

    cin obrera en la administracin de COMIBOL.

    Soaban controlar la principal fuente de la eco-

    noma estatal como si ya habra estado bajo su

    control el poder poltico del Estado. De esa manera

    se desviaba a la clase obrera de su objetivo es-

    tratgico y poltico: la toma del poder, y se diverta

    con asuntos de secundaria importancia

    Al respecto es conveniente escuchar el crite-

    rio del escritor Jorge Echaz: Por otro lado y ms

    o menos en la misma direccin, la totalidad de los

    llamados partidos de izquierda nacional, jugaron

    el papel ms deslucido y ridculo en los dos aos

    que duraron los regmenes ovandista y torrista.

    37

  • Si bien era correcto organizar a toda marcha

    el movimiento sindical, el movimiento democrtico

    y el movimiento estudiantil universitario, etc.,

    etc.; sin embargo fue completamente falso que se

    siguiera el camino del verbalismo subjetivista. En

    efecto, la llamada Asamblea Popular, cuya consti-

    tucin fue un autntico triunfo popular, se convir-

    ti en un torneo de capacidades retricas de los

    dirigentes izquierdistas.

    La Asamblea Popular fue una creacin de los

    trabajadores, un intento en las condiciones na-

    cionales de ensayar el acceso al poder aprove-

    chando una coyuntura favorable. A nadie, desde

    posiciones revolucionarias, se le ocurrira criticar

    la Asamblea misma, ni su composicin, ni siquiera

    los temarios que se plante para la discusin pol-

    tica e ideolgica. Nuestra crtica es clara y se diri-

    ge a la tctica utilizada por los dirigentes de la

    Asamblea Popular y su concepcin del momento

    histrico que viva el pas en el momento de las

    deliberaciones.

    38

  • Es as que, cuando los obreros de base, cual-

    quier ciudadano honesto y todos los revoluciona-

    rios sinceros vean venirse como una avalancha la

    contraofensiva reaccionaria, los lderes de la iz-

    quierda ms avanzada, que a la vez dirigan la

    Asamblea Popular, prefirieron ponerse a discutir,

    sin pausa ni trmino, los aspectos ms diversos,

    pintorescos y especiales de las posibilidades teri-

    cas del ascenso del pueblo al poder. La famosa

    cuestin del "poder dual" llev la discusin a un

    extremo: el tpico mtodo bizantino, discutir el

    sexo de los ngeles cuando el invasor ataca los

    muros de Bizancio.

    Nunca, en ninguna parte del mundo, la lla-

    mada izquierda jug un papel ms suicida. Nos

    referimos, claro est, a los dirigentes de la iz-

    quierda, pues las bases revolucionarias apreciaban

    correctamente y con ms lucidez la situacin y el

    momento poltico movilizando sus escasos recursos

    para preparar al pueblo militarmente a fin de

    combatir el prximo embate fascista.

    39

  • Esta es, precisamente, la caracterstica ms

    peculiar de la lucha de liberacin de nuestra pa-

    tria: es evidente que las dirigencias polticas no

    estn, ni mucho menos, a la altura de la prepara-

    cin y disposicin de lucha de las masas, las cuales

    con direcciones y dirigentes ms capaces, ms au-

    daces, en fin, ms revolucionarios, hubiesen triun-

    fado hace mucho tiempo atrs.

    La Asamblea Popular de BOLIVIA se consti-

    tuy en el escenario donde actuaban los "maestros"

    del proletariado. Da a da los delegados, entre

    ellos se contaban numerosos autnticos luchadores

    revolucionarios, tenan que escuchar "conferen-

    cias" presuntamente tericas de aquellos "grillos"

    de la revolucin.

    Las resoluciones de la Asamblea Popular

    fueron apareciendo, cada cual ms explosiva, no

    por su contenido que poda ser correcto, sino por la

    inconveniencia de la proclamacin pblica de to-

    das las intenciones revolucionarias.

    En tumultuosas y parlanchinas reuniones se

    aprob la constitucin de los "Tribunales Popula-

    40

  • res", las "Crceles del Pueblo", junto a muchas

    otras experiencias puestas en prctica por diferen-

    tes pueblos en rebelin. No se piense que estamos

    en desacuerdo con esos postulados; no, de lo que se

    trata es de saber en qu momento del proceso re-

    volucionario debe proclamarse tal o cual reivindi-

    cacin popular, democrtica o revolucionaria; lo

    contrario significa atraerse enemigos a destiempo

    y sectarizar la revolucin, en lugar de ampliar sus

    bases de sustentacin. El poner en el banquillo de

    los acusados a los criminales que oprimieron al

    pueblo es un problema que debe ser encarado

    cuando se HA CAPTURADO EL PODER POLITI-

    CO Y NO ANTES. Por lo menos ese es nuestro cri-

    terio.

    Otro problema diferente es que algunas or-

    ganizaciones clandestinas procesen y ejecuten a

    delincuentes reaccionarios por mtodos directos.

    Estas organizaciones cargan con todas las respon-

    sabilidades y cualquier reaccin derechista o de

    nivel oficial debe enfrentarse al movimiento clan-

    destino armado y alertado para su propia defensa.

    Tal no era el caso de la Asamblea Popular que era

    41

  • un organismo legal, que funcionaba en plena Plaza

    Murillo y no tena ni escobas para defender su

    propia vigencia.

    Ah est el problema capital: la no corres-

    pondencia entre el fenmeno (la apariencia) y el

    fondo (la esencia) que revela una enorme debilidad

    militar de los organismos de la Asamblea Popu-

    lar.

    Tenemos la opinin de que la Asamblea Po-

    pular debi discutir en primer lugar, y antes que

    nada, el enfrentamiento al golpe militar que se

    avecinaba coreado y proclamado por todos los me-

    dios. Qu hizo la Asamblea en ese sentido? Dis-

    puso la organizacin de una comisin militar y se

    olvid del asunto y de la comisin. Un enorme

    error tctico y tambin de concepcin. Toda la

    Asamblea no una comisin debi encarar inme-

    diatamente, con todos los medios a su alcance, los

    planes de la defensa del proceso. Ms que mil dis-

    cursos haca falta un destacamento de 20 hombres

    debidamente pertrechado, con mando militar ade-

    cuado y objetivos precisos de acuerdo a un plan

    42

  • concreto en la batalla. Nada de esto hubo porque

    sencillamente se sigui otro camino: el conocido

    del verbalismo suicida y reaccionario.

    As fue. Mientras en la Asamblea Popular se

    discutan ardorosamente los problemas de la co-

    gestin obrera, de los tribunales populares, etc., el

    grupo derechista del ejrcito, la empresa privada y

    los partidos polticos de FSB y el MNR preparaban

    afanosamente el golpe artero contra el movimiento

    obrero y popular que no se aperciba de tales

    propsitos.

    43

  • El GOLPE DE ESTADO DEL FASCISMO

    Crecen los rumores de un golpe militar. La

    clase obrera y otras fuerzas sociales del campo po-

    pular denuncian la existencia de aprestos golpis-

    tas con la clara intencin de derrocar al gobierno

    de Torres y por ende de aplastar al movimiento

    obrero y popular como factor de una mayor pro-

    fundizacin del proceso revolucionario que viva el

    pas. Ante esa situacin de extrema gravedad el

    Presidium de la Asamblea Popular lanza un Voto

    Resolutivo que dice textualmente:

    I.- Declarar en estado de EMERGEN-

    CIA a todas las fuerzas populares, a to-

    das las fuerzas laborales y populares.

    II.- En caso de producirse el estallido de

    un golpe de estado y reafirmando las re-

    soluciones de la Asamblea Popular se

    proceder de inmediato a:

    44

  • a) Declarar la HUELGA GENERAL e

    indefinida de todas las organizacio-

    nes que forman parte de la Asam-

    blea Popular.

    b) La inmediata ocupacin de las fuen-

    tes de trabajo, los centros universi-

    tarios y centros de informacin bajo

    la responsabilidad de sus respecti-

    vas organizaciones.

    c) La Comisin de Defensa y Seguri-

    dad en coordinacin con el Pres-

    dium y la Comisin Poltica de la

    Asamblea Popular, determinar las

    medidas anteriores en defensa de

    los intereses populares (PRESEN-

    CIA- 16 de julio de 1971).

    Por su parte, la Confederacin de Trabajado-

    res Campesinos de Bolivia deca: Los aprestos

    golpistas son claros Frente a esta situacin y al

    golpe anunciado los campesinos de Bolivia no

    hemos de dudar un instante de defender el proceso

    revolucionario que vivimos. De ah que instruye a

    45

  • sus organismos departamentales la adopcin de

    medidas para erradicar la provocacin y la contra-

    rrevolucin instrumentada por el imperialismo

    yanqui y sus sirvientes nacionales. A su turno, la

    Confederacin de Colonizadores de Bolivia decla-

    raba estado de alerta y movilizacin general con-

    tra todo intento golpista. Instrua a todos los colo-

    nizadores estar preparados para que, llegado el

    momento, salgan armados de valor revolucionario

    a defender el actual proceso revolucionario y de-

    rrotar a los fascistas lo que permitir profundizar

    el cauce revolucionario, hasta llegar a consolidar

    la base fundamental del nuevo proceso socialista.

    El epicentro sera Santa Cruz. Las unidades

    acantonadas en esa regin se habran alzado con-

    tra el gobierno de Torres. Hugo Bnzer y Ayoroa

    estaran a la cabeza del golpe fascista. Andrs Se-

    lich Chop un militar de origen balcnico, con una

    innegable tendencia fascista, al mando del Regi-

    miento Manchego se pliega a los golpistas. Ni

    duda cabe que la Falange, el MNR y otros elemen-

    tos conocidos por sus inclinaciones fascistas, como

    Carlos Valverde Barbery, estaban en la lnea de la

    46

  • conspiracin. Sin embargo de todo esto, sin duda

    alguna, fue la CIA quien instruy y asisti econ-

    micamente a los conspiradores.

    El golpe se extiende por todo el pas. En Su-

    cre, en el edificio de Caritas se rene el Comando

    Poltico de la clase obrera y decide con la COD y

    los universitarios realizar una manifestacin de

    rechazo al golpe fascista. La manifestacin es

    grandiosa y multitudinaria. Tanto el MIR como el

    PCML demuestran estar organizados y preparados

    para responder a las acechanzas de los fascistas.

    En la plaza 25 de Mayo, ante una concentracin de

    muchos miles de personas, se pronuncian discur-

    sos de condena y resistencia al golpe fascista. Ca-

    yetano Llobet, que habl en representacin del

    PCML, pronunci una frase que caus hilaridad:

    Este golpe de Estado tiene una virtud de juntar a

    dos simios, ahora el mono y el gorila comparten la

    misma jaula.

    Al da siguiente nos concentramos en el edifi-

    cio de CARITAS para seguir de cerca el curso de

    los acontecimientos de La Paz. Al principio las no-

    47

  • ticias son alentadoras. Las fuerzas revolucionarias

    que defendan a Torres se habran apoderado del

    cerro de Laikakota y el Alto Mando Militar que

    estaba en el cuartel de Miraflores ya se haba dado

    a la fuga, pero despus en la noche las noticias son

    un tanto difusas y confusas. Es muy posible que

    algunos ya supieran el desenlace fatal de los acon-

    tecimientos de La Paz y por no alarmar a los com-

    paeros de lucha no dijeron la verdad.

    Es entonces que nos aproximamos a la Uni-

    versidad para ver lo que estaba pasando all. Ante

    nuestra sorpresa los compaeros universitarios

    estaban poniendo a buen recaudo toda la docu-

    mentacin y otros enseres de la FUL para ser lle-

    vados a un lugar seguro. Fija que haban triunfado

    los golpistas. No haba ms que buscar algn refu-

    gio pero, en mi caso a dnde ir? Ante la imposibi-

    lidad de encontrar en ese momento un escondite

    regres a casa para estar quien sabe la ltima vez

    con los seres queridos.

    48

  • COMIENZA LA REPRESION

    Despus de largo meditar vi por conveniente

    no salir de casa porque saba que algunos vecinos

    me iban a delatar, y decid hacerlo al anochecer.

    Justo cuando estaba preparado para abandonar mi

    hogar, escuchamos fuertes golpes en la puerta. Va

    mi hijo, un nio de dos aos, que corre presuroso a

    abrir la puerta donde aparecen los agentes del De-

    partamento de Orden Poltico (DOP) para decirme

    que les acompae a la Polica. Gritos del nio y

    llantos de su madre ante un hecho que era el inicio

    de una larga detencin y la separacin definitiva

    de mi esposa que por razones obvias no vale la pe-

    na de explicar.

    Conducido en una vagoneta hacia la polica

    me introducen a una celda donde desde la maana

    guardaban detencin los cc. Alberto Amusquivar,

    Manuel Nava y Albino Cuellar. Poco a poco el gru-

    49

  • po se iba engrosando con la llegada de un mayor

    nmero de apresados, principalmente estudiantes

    universitarios. El coronel Efran Iman, jefe de

    polica, con cierta tristeza me dice: Lo siento pro-

    fesor. A poco nos invita a escuchar noticias prove-

    nientes de La Paz. Son las ocho de la noche, la ra-

    dio del Estado transmite la constitucin de un

    triunvirato militar integrado por el general Flo-

    rentino Mendieta y los coroneles Hugo Bnzer

    Surez y Andrs Selich.

    La nacin dice el diario PRESENCIA

    vuelve a la marcha gobernada por una representa-

    cin de las Fuerzas Armadas y un binomio minis-

    terial integrado por Mario Gutirrez Gutirrez,

    jefe de FSB, y Ciro Humboltd Barrero, en repre-

    sentacin del MNR. A pocos das se conforma y

    posesiona el nuevo gabinete ministerial integrado

    por conocidos polticos de extrema derecha, unos

    falangistas y otros movimientistas, todos ellos

    unidos por una sola ideologa: el fascismo. Estn

    en ese Gabinete Mario Gutirrez, jefe de Falange,

    Carlos Valverde, un falangista de siempre y un

    rabioso anticomunista, Ciro Humboltd, ex militan-

    50

  • te de Falange y del Partido Liberal, posteriormen-

    te dirigente del MNR, Andrs Selich Chop, que

    estaba nada menos como Ministro de Gobierno,

    dispuesto a acabar con todos los focos de resisten-

    cia popular.

    La composicin de ese gabinete ministerial

    era la seal ms clara de la instauracin de un

    gobierno de corte fascista, cuyo objetivo inicial ser-

    a sembrar el terror en la poblacin a travs del

    despliegue y ejecucin de una poltica represiva

    con la persecucin y la detencin de dirigentes

    polticos de izquierda y dirigentes sindicales, para

    as descabezar el movimiento popular y obrero que

    pese a todo ello no abandona la lucha de resisten-

    cia.

    A los ocho das de detencin, despus de una

    cuidadosa seleccin de los detenidos, se anuncia

    nuestro viaje a La Paz. Estamos en esa lista de

    infortunados Manuel Nava Ros, ex dirigente sin-

    dical campesino, Nabor Rendn Gonzles, dirigen-

    te universitario, Wlter Palenque Calizaya, y Fer-

    nando Rocabado Quevedo, pero tambin est Flix

    51

  • Chavarra que nada tiene que ver con el movi-

    miento de resistencia al golpe fascista. Conocido

    como militante del MPC, agrupacin poltica orga-

    nizada por Barrientos, mal poda pensarse que

    fuera de izquierda; la verdad es que Chavarra era

    un buzo con la misin de dar informacin de nues-

    tras conversaciones y de realizar un trabajo de

    ablandamiento, especialmente sobre el suscrito

    que por razones estrictamente sentimentales de

    un cario sublime y tierno sobre mi hijo, estara

    dispuesto a renunciar a mis convicciones poltico-

    ideolgicas nacidas en la vivencia de una realidad

    socioeconmica donde impera la desigualdad, la

    pobreza, el hambre y la miseria.

    Felizmente no ocurri nada de eso. Pese a la

    enorme tristeza que me provocaba el abandonar a

    mi hijo, mantuve la firmeza necesaria de conti-

    nuar para siempre con las ideas del marxismo-

    leninismo porque fueron las que me liberaron de

    varios prejuicios y me permitieron adquirir una

    nueva concepcin del mundo y la vida, con una

    visin de un cambio revolucionario en la vida na-

    cional. Estas ideas en los peores momentos de la

    52

  • vida me daban valor y coraje para superar las fla-

    quezas, debilidades y sinsabores de la prisin que,

    cuando no se tiene, el enemigo de clase fcilmente

    doblega a quienes dudan de la verdad del pensa-

    miento marxista.

    Los cinco presos somos conducidos en una

    vagoneta que va delante de otra movilidad con po-

    licas y agentes con la misin de ahuyentar a la

    gente que quisiera liberarnos. Cuando ya no hay

    peligro de interferencias del pueblo, la movilidad

    que escoltaba a la vagoneta regresa a la ciudad. Es

    un viaje cansador por lo accidentado del camino;

    pasamos por Ravelo, Ocur y Pocoata, y por fin al

    amanecer llegamos a Unca donde a la movilidad

    se le aprovisiona de combustible y a las dos de la

    tarde arribamos al cuartel del Regimiento Bolvar,

    donde nos espera una escuadra de soldados que

    nos tratan como a terroristas, no sin dejar de lan-

    zar amenazas de hacernos volar la cabeza.

    Con las manos en la nuca nos conducen a

    unas celdas que por sus estructuras y caractersti-

    cas tienen algo de parecido a la de las famosas

    53

  • crceles de Alcatraz o de Sing Sing. Domina en el

    ambiente un silencio estremecedor, slo hay rugi-

    do de cadenas y de la principal puerta metlica

    que se abre y se cierra cuando los guardias entran

    y salen, quizs conduciendo a otros compaeros

    para encerrarlos en esas sombras celdas construi-

    das especficamente para los guerrilleros de Teo-

    ponte.

    En la noche, por una abertura de la parte ba-

    ja de la puerta, introducen unos platos de calami-

    na con una magra porcin de alimentos que nos

    servimos vidamente. Al da siguiente nos sacan

    al patio del cuartel. No vemos a compaeros cono-

    cidos, slo nos damos cuenta que estn los del

    ELN que presentan heridas en la cabeza y man-

    chas de sangre en sus trajes. Es indudable que

    fueron vctimas de brutales torturas, suerte que no

    los eliminaron como hicieron con otros compaeros

    del ELN que en ningn momento negaron su con-

    dicin de pertenecer al Partido que haba organi-

    zado el legendario comandante Che Guevara.

    54

  • A los pocos das fui trasladado al DOP de La

    Paz, y es aqu donde estn detenidos los colegas

    Maceda y Carlos Sotomayor, altos dirigentes del

    Magisterio Nacional que jams cedieron a las as-

    querosas proposiciones de lograr su libertad a

    cambio de una renuncia pblica de la direccin

    nacional de uno de los sectores ms golpeados por

    la represin fascista.

    Estn tambin en esta prisin conocidos inte-

    lectuales de izquierda como Felipe Iiguez,

    Hernn Melgar y otros destacados dirigentes sin-

    dicales y universitarios. El local es pequeo, frico

    y un mal olor, fuerte e insoportable sale del servi-

    cio higinico Los ambientes, convertidos en celdas,

    ya no alcanzan para encerrar a la gran cantidad

    de detenidos que tuvieron la desgracia de caer en

    las garras de la bestia fascista y por falta de espa-

    cio se vieron obligados a dormir en los corredores.

    55

  • NUEVAMENTE EN EL CUARTEL DEL

    REGIMIENTO BOLIVAR

    Los organismos de represin del fascismo,

    para asustar y amedrentar, en suma para sembrar

    la psicosis del miedo, solan cambiar a los deteni-

    dos de una prisin a otra, y eso lo hacan a altas

    horas de la noche. Uno de los encargados era un

    tal Quiroga que se deleitaba al pronunciar el nom-

    bre del compaero que iba a ser trasladado a otra

    prisin.

    Una de esas noches, junto con otros compae-

    ros, fui reconducido al cuartel del Regimiento

    Bolvar de Viacha, pero esta vez fui recluido, con

    otros compaeros, en una celda fra y hmeda a

    tal punto que los colchones de paja casi siempre

    estaban mojados. Estbamos encerrados la mayor

    parte del da y la noche, slo salamos para tomar

    el desayuno y almorzar. Se nos concedan dos es-

    56

  • casos minutos para hacer del cuerpo a una hora

    determinada. Muchos compaeros, por forzadas

    deposiciones, daaron sus estmagos quedando

    con serias y graves secuelas que fueron difciles de

    superar ms tarde.

    La cantidad de presos en el cuartel del Regi-

    miento Bolvar en Viacha es grande. No slo estn

    detenidos compaeros de La Paz, Oruro o Cocha-

    bamba sino tambin estn de los lugares ms ale-

    jados y recnditos del pas. Ello nos permite cono-

    cer a compaeros del Gran Chaco, de Pando, Tri-

    nidad, Riberalta, etc., etc. Es indudable que el fas-

    cismo tena una informacin de primera mano pa-

    ra ejecutar implacablemente su plan represivo de

    gran alcance con el objetivo de destruir la resis-

    tencia popular del modo ms brutal y salvaje.

    Estoy ya varios das detenido en el cuartel de

    Viacha. Comparto la misma celda con destacadas

    personalidades como el seor uflo Chvez, el

    destacado profesor Justiniano Mendoza, muy par-

    co en sus conversaciones quiz porque est enfer-

    mo del corazn. Tambin tengo la oportunidad de

    57

  • hablar con los profesores Roberto Alvarado y

    Csar Chvez Taborga con quin coment sobre la

    obra de Stefan Zweig, FOUCHE, un personaje

    traidor de nacimiento, miserable, intrigante, de

    naturaleza escurridiza de reptil, trnsfuga profe-

    sional, alma baja de esbirro, abyecto, amoral.

    Cuntos polticos o politiqueros de esta laya abun-

    dan en nuestro pas: traidores, trnsfugas, intri-

    gantes, abyectos, oportunistas.

    Dije lneas arriba que habl con el profesor

    Roberto Alvarado, pero no dije de qu habl. Y no

    pierdo la oportunidad para hacer conocer que ana-

    lizamos la represin criminal e inaudita del fas-

    cismo que no tiene parangn con ninguna poltica

    represiva de gobiernos anteriores. Segn R. Alva-

    rado, el gobierno de Bnzer haba elaborado un

    plan para detener, confinar, desterrar y matar a

    ms de 5.000 opositores. Por las investigaciones

    realizadas posteriormente, se sabe que esa canti-

    dad haba sido sobrepasada.

    Y, bueno, me dice don Roberto Alvarado,

    qu pas con ustedes, por qu cayeron como an-

    58

  • gelitos?. Es que le respond no tuvimos tiempo

    para ponernos a buen recaudo; quiz tambin

    hubo ingenuidad, indolencia y ms que todo au-

    sencia de una tipificacin clara y rotunda de un

    gobierno fascista que estaba dispuesto a acabar

    con la izquierda y morigerar al movimiento sindi-

    cal. Cuando le pregunt qu haba hecho para no

    caer preso en las primeras semanas de la dictadu-

    ra fascista, me respondi que cuando se produjo el

    golpe de Bnzer l estaba en La Paz y, contra toda

    lgica, vio por conveniente regresar a Sucre donde

    estuvo tranquilo porque los fascistas no podan ni

    imaginarse que estaba oculto en su casa, hasta

    que despus de unas semanas, ante la urgencia de

    recibir exmenes en la Escuela Normal, cae preso

    y luego es conducido a La Paz. Aqu dice don Ro-

    berto me hicieron una oferta para que saliera exi-

    liado al exterior, pero yo no acept, prefiero que-

    darme con mis compaeros de lucha.

    Un da, no recuerdo con precisin la fecha,

    recibo la visita de mi madre, mi esposa y el nio

    que no sabe la causa de mi detencin. Se nos con-

    cede apenas cinco minutos para conversar. Mi ma-

    59

  • dre al verme prorrumpe en un llanto interminable

    para decirme, no s qu podemos hacer para obte-

    ner tu libertad, y en su quechua habitual se expre-

    sa de la siguiente manera: Imatachus ruwasun-

    chis, mana yachanichu imatachus ruwanayta lloj-

    sinayquipaj kaymanta.

    Tambin mi esposa llora amargamente y an-

    tes de despedirse me dice: Me vas a dejar, y yo le

    pregunto por qu dice as, y ella me responde: En

    mis sueos te alejas de mi lado, siempre te escapas

    de mi lado.

    Despus de una triste despedida, no sin antes

    besar y abrazar al nio, me pongo a meditar sobre

    el significado de los sueos. Al margen de la teora

    de S. Freud sobre este tema, asiento que los sue-

    os, de alguna manera, se adelantan sobre lo que

    va a suceder o expresan nuestros deseos reprimi-

    dos. Todo depende de la capacidad de interpreta-

    cin de la persona que inquiere sobre su futuro. En

    el caso del sueo de mi esposa, apuntaba a un

    exilio o una fuga? Ni lo uno ni lo otro. El exilio es-

    taba negado y la fuga imposible pensar, al menos

    60

  • de prisiones como la de este cuartel militar o del

    DOP de La Paz. Por eso no le di mucha importan-

    cia.

    La situacin se torna insostenible e insopor-

    table. La detencin que se sufre es de todo punto

    de vista injustificada; no existen los menores ele-

    mentos jurdicos que avalen una detencin arbi-

    traria e irracional. En primer lugar la mayor parte

    de los detenidos no formaban parte del gobierno de

    Torres, no ocuparon algn cargo en la administra-

    cin pblica, y el nico delito que cometieron fue el

    de luchar por una Bolivia libre, independiente y

    soberana. Libre de la opresin y explotacin del

    imperialismo. Independiente de la dependencia del

    imperialismo que impone gobiernos sumisos al

    servicio de sus intereses, que obliga la adopcin de

    polticas econmicas que no permiten el desarrollo

    integral de nuestra industria y agricultura convir-

    tindonos en un pas de simple exportador de ma-

    terias primas, y por ltimo quien manda y decide

    en Bolivia es el imperialismo yanqui que a travs

    de su embajador instruye lo que se tiene que

    hacer.

    61

  • Ese fue el delito que cometimos para que con

    singular vehemencia, odio y venganza se desate

    una poltica represiva en abierta contradiccin con

    las leyes nacionales y la propia Constitucin Pol-

    tica del Estado. Mas el fascismo es difcil que pue-

    da reconocer derechos y garantas constituciona-

    les. Y si el fascismo se impone es por la ley de la

    fuerza, de la coercin, el chantaje y a veces por la

    mentira al querer mostrar que lo injusto es justo y

    lo falso es verdadero. Con semejantes mentiras y

    patraas, repetidas en forma machacona, siem-

    bran la duda y la desconfianza en el pueblo.

    Nuestra detencin no se justifica por ningn

    lado. Nada tenemos que ver con la pobreza, la mi-

    seria y el atraso del pas. Otros son los autores di-

    rectos o indirectos para que Bolivia sea uno de los

    pases ms atrasados de Amrica Latina y el

    mundo. Estamos muy lejos, en cuanto a desarrollo,

    de los pases europeos, de Norte Amrica y ahora

    ltimo de los pases asiticos.

    Primero una clase parasitaria, de latifundis-

    tas, y despus una burguesa que dilapid los re-

    62

  • cursos naturales a cambio de migajas llevaron al

    pas por el despeadero de la prdida de su digni-

    dad y soberana. Somos, ya ninguna duda cabe, un

    pas dependiente y atrasado. Nos separan ms de

    150 aos de los pases altamente desarrollados,

    naturalmente con la explotacin de los trabajado-

    res y por el comercio no equivalente con los pases

    pobres del Tercer Mundo. El ingreso per cpita del

    boliviano es apenas de 850 $us, (ahora, en el go-

    bierno del MAS, el ingreso per cpita, gracias a la

    elevacin de los precios de nuestros minerales y el

    gas, ha llegado a 1.700 $us), mientras que el de

    Noruega, Finlandia, Suiza sobrepasan los 35.000

    $us.

    Cules las causas para esta situacin por

    dems deplorable? Se indican muchas. Entre ellas

    se sealan la falta de una salida al mar, nuestra

    condicin de pueblo enfermo como dira falsamente

    Arguedas, negligente, irresponsable, indisciplina-

    do o la carencia de lderes, en fin se pueden indicar

    muchas causas, pero como quiera que hemos lle-

    gado a tocar un tema que cada da que pasa y mu-

    cho ms cuando la crisis econmica se agudiza o

    63

  • emergen por todas partes los problemas econmi-

    cos y sociales sin visos de solucin, entonces si nos

    ponemos a pensar con ms fuerza en la suerte y el

    futuro de nuestro pas llegamos a la conclusin

    que slo la lucha revolucionaria del pueblo, enca-

    bezado por la clase obrera y su partido, podr aca-

    bar con el dominio imperialista causante del atra-

    so, la pobreza y la miseria generalizada.

    Es indudable que la lucha ser larga, sacrifi-

    cada, y muchos de los combatientes dejarn sus

    huesos en los campos de batalla, o sern elimina-

    dos en los campos de concentracin, o quedarn

    inutilizados privados de poder contar con los me-

    dios de subsistencia que otrora les permiti capear

    las limitaciones de una sociedad mezquina y egos-

    ta donde reina la ley del ms fuerte.

    Convencidos que slo la revolucin podr dar

    fin a este orden de cosas es que muchos obreros,

    campesinos, gente de la clase media, se alistan en

    las filas de los partidos de izquierda que con la

    presencia de los sectores populares conformarn

    un gran frente popular, antiimperialista y anti

    64

  • oligrquico, con la perspectiva de instaurar la so-

    ciedad socialista liberada de las lacras, injusticias

    y calamidades de la sociedad capitalista, que debe

    y tiene que ser reemplazada por el socialismo.

    El imperialismo y sus esbirros en el pas sa-

    ben que la revolucin social acabar con sus privi-

    legios porque ella significa la destruccin del apa-

    rato burgus, de sus instituciones que los susten-

    tan como el ejrcito y la polica.

    Por eso se explica que, mayormente en pocas

    de dictaduras militares y civiles, la fuerza compul-

    siva de la represin est dirigida fundamental-

    mente contra los hombres de izquierda con la clara

    intencin de liquidarlos fsicamente o doblegarlos

    ideolgicamente, contando para ello de la coercin

    psicolgica que va de la simple amenaza a los

    hechos traumatizantes con serios desordenes en el

    diario vivir.

    Nuestra detencin va ms all de la privacin

    de libertad. Tienen varias alternativas: o nos li-

    quidan fsicamente o nos convierten en simples

    marionetas de sus apetitos y deseos personales.

    65

  • Estbamos conscientes de todo ello; por eso es que,

    en una carta dirigida a Bnzer en fecha 27 de ene-

    ro de 1972, los ms de 200 detenidos en el cuartel

    del Regimiento Bolvar de Viacha, le exigimos jus-

    ticia, por cuanto sin que pese sobre nosotros

    ningn cargo de culpabilidad se nos priv de liber-

    tad, todo lo cual va en contra del espritu y la letra

    de la Constitucin Poltica del Estado, que estable-

    ce en uno de sus artculos que bajo ninguna cir-

    cunstancia un ciudadano puede ser privado de su

    libertad por ms de 48 horas, trmino en el cual

    deber ser puesto en libertad o pasado a la juris-

    diccin de la Justicia Ordinaria, nico canal com-

    petente para conocer la comisin de delitos comu-

    nes o polticos.

    Hasta el presente, seor presidente, desea-

    mos poner en su conocimiento que entre los ciuda-

    danos detenidos habemos hombres y mujeres per-

    tenecientes a casi todos los sectores de la actividad

    nacional, inclusive menores de edad, postrando a

    nuestras familias en la indigencia y la desespera-

    cin, lo que, al margen de las motivaciones huma-

    66

  • nitarias no contribuyen en modo alguno a la paz

    social y menos an reencuentro de los bolivianos.

    No hubo respuesta alguna. Era de esperar

    que fuera as. Una dictadura sanguinaria y cruel

    como la de Bnzer jams iba a dar seales de

    humanitarismo ni mucho menos comprender nues-

    tra desesperacin y la perenne amargura de nues-

    tros familiares, por eso nos lanzamos a una huelga

    de hambre en todas las celdas. Inmediatamente

    nuestros carceleros nos cortaron la luz elctrica,

    nos impidieron ir al bao, nos amenazaron con

    castigarnos. La huelga de hambre se mantuvo fir-

    me el primer da, y luego a las doce de la noche

    comenzaron a descabezar los piquetes de huelga

    con el dislocamiento de los dirigentes de cada pi-

    quete para ser conducidos a otras prisiones.

    67

  • ACHOCALLA: EL NUEVO CAMPO

    DE CONCENTRACION

    Como responsable de un piquete de huelga

    juntamente con los compaeros Froiln Aguilar y

    Dionicio Fernndez fui conducido a la casa de

    Hacienda de Achocalla que, segn cuentan algu-

    nos compaeros de prisin, all habra sido rema-

    tado el compaero de armas del Che, Inti Peredo,

    quien despus de haber sido apresado en la ciudad

    de La Paz fue llevado a Achocalla donde fue

    brbaramente torturado y rematado personalmen-

    te por Tito Vargas.

    La noche es fra y apenas disponemos de

    unas delgadas frazadas para cubrirnos, as y todo

    nos acurrucamos y arrugamos como podemos para

    que el abrigo que tengo sirva de colchn para

    Froiln y mi persona. Al da siguiente aparecieron

    algunos agentes con palos en la mano para obli-

    68

  • garnos a servirnos el desayuno. Nos mantuvimos

    firmes en nuestra decisin; nada, ni las amenazas

    de golpizas ni las engaosas noticias de que los

    dems piquetes haban levantado la huelga de

    hambre, nada en particular nos hizo vacilar para

    continuar con nuestra medida riesgosa y peligrosa

    por cierto, por cuanto estbamos a merced de

    nuestros carceleros.

    Por la noche, cerca de la medianoche, apare-

    cieron varios agentes encapuchados, todos ellos

    bien armados, lo que nos hizo pensar que venan

    con aviesas intenciones de masacrarnos o liqui-

    darnos de una sola vez. Uno de ellos grit en voz

    alta: Levntense, carajos! Y otro pregunt:

    Quieren ir a Madidi? Claro que s, respondimos.

    Entonces, alisten sus cosas, carajos.

    Inmediatamente nos hicieron formar en fila

    de a uno, y nos obligaron a subir hacia una cancha

    de ftbol donde nos ordenaron a correr segura-

    mente para aplicar la ley de fuga, pero felizmente

    el que encabezaba no desbord la cancha y comen-

    zamos a dar vueltas alrededor de la misma.

    69

  • Y aqu comenz la masacre. Nos golpeaban

    con la culata de los fusiles, nos disparaban a los

    pies mientras corramos y nos obligaban a caminar

    de cuclillas y hacer flexiones donde nos pisaban y

    nos pateaban con furia salvaje hasta que ya no

    podamos levantarnos.

    Uno de los presos comenz a gritar pidindo-

    les que ya no le maltraten, a lo que uno de los

    agentes le pregunt: No te acuerdas, movimien-

    tista de mierda, cmo masacraban ustedes?. Des-

    pus de semejante paliza apenas pudimos parar-

    nos y as, apoyndonos los unos a los otros, baja-

    mos a nuestras celdas. Como consecuencia de la

    brutal golpiza y por la forzada carrera, una toz

    aguda y persistente me atac toda la noche.

    Al da siguiente supimos que no ramos los

    nicos que estbamos en la vieja casa de hacienda.

    Tambin estaban detenidas las compaeras Hilda

    Saavedra y la cuada de Agustn Ameller, alto di-

    rigente del PCML. La primera, an muchacha

    adolescente, que tal vez por simples simpatas a la

    izquierda fue apresada y torturada brutalmente,

    70

  • mientras que la segunda por ser nada ms que

    cuada de A. Ameller tambin era vctima de la

    arrolladora represin del fascismo, que no slo

    abarcaba a los militantes y simpatizantes de los

    partidos de izquierda o a los dirigentes sindicales

    sino tambin llegaba a los familiares y amigos.

    Nunca en la historia nacional, que se sepa, se

    desat una poltica represiva con una magnitud y

    saa que no hay punto de comparacin con gobier-

    nos dictatoriales del pasado. El rgimen banzeris-

    ta, calificado por la COB como el gendarme ms

    despiadado de toda la historia de nuestro pas, se

    impuso de principio la tarea indigna y salvaje de

    aplastar la resistencia popular a travs de la per-

    secucin sistemtica y detencin de dirigentes

    polticos de izquierda, sindicales y de personalida-

    des que simpatizaban con la ideologa y lucha de la

    clase obrera

    Estuvimos por algunos das ms en esa casa

    de hacienda convertida por la dictadura en una

    sombra prisin, lugar de macabros asesinatos co-

    mo del c. Inti Peredo y Enrique Ortega, que siendo

    71

  • herido fue apresado y encerrado en una lbrega

    celda para ser torturado todos los das por Sardn

    y su grupo de esbirros, hasta que por ltimo fue

    rematado.

    Un da, cuando nos encontrbamos en la co-

    cina, apareci Tito Vargas acompaado por X Ro-

    mero; naturalmente estaba cumpliendo con sus

    habituales tareas de recorrido e inspeccin por to-

    das las celdas carcelarias. Debo manifestar que no

    era la primera vez que lo vea a Tito Vargas; ms

    antes, a pocos das de mi llegada al DIC de La Paz,

    apareci para conversar con los presos que le ped-

    an clamorosamente se les conceda el derecho de

    aclarar su situacin de detenidos, puesto que no

    haba ninguna justificacin para la adopcin de tal

    medida abusiva e injusta.

    Un dirigente sindical, con una ceguera avan-

    zada, le dijo: Cmo se imagina que un ciego co-

    mo yo pueda participar en actividades poltico-

    sindicales?. A lo que le respondi: Un casi ciego

    como usted puede intervenir en esas actividades si

    todava hace trabajar su cerebro. Un dirigente

    72

  • sindical para cumplir con su misin de agitador no

    es preciso que vea bien, sino que tenga la capaci-

    dad para dirigir a sus bases, y lo que usted ha

    hecho es eso. Ha soliviantado a los trabajadores

    contra los empresarios, y por eso usted est aqu.

    Cuando apareci en Achocalla pens para mis

    adentros que era la oportunidad para conversar

    con l, pero no fue as. Slo dijo: Profesor y me

    hizo un guio para que no le hablara. Bendita la

    hora que no le habl ni le ped nada a quien fue mi

    alumno en el Colegio Bernardo Monteagudo. Una

    paradoja de la vida, un alumno convertido en car-

    celero de su profesor.

    El fascismo arremete con furia salvaje contra

    todo lo que se oponga a sus designios. No interesa

    que al frente est quien est; puede ser la madre,

    el padre, los hermanos, amigos, el profesor que le

    abri los ojos a la cultura y la ciencia, pero si es

    contrario a su ideologa se procede igual en la eje-

    cucin de sus polticas represivas. El caso de Tito

    Vargas no es el nico, pues en la larga noche de

    las dictaduras militares los mismos amigos con-

    73

  • vertidos en sayones de los presos torturaban sin

    contemplacin y misericordia, con olvido total de

    los lazos de amistad que cultivaron antes.

    A los pocos das nos trasladaron a la antigua

    estacin del ferrocarril donde guardaban detencin

    varios compaeros como el Dr. Roberto Alvarado,

    Jorge Alderete, Jorge Soria, Pedro Paputsakis,

    Ivn Finot y la seora Rina Tapia, la nica mujer

    en medio de tantos hombres. La irreverencia y la

    irrespetuosidad de la dictadura ante la mujer boli-

    viana se mostraba en este hecho inslito y nico

    en el sistema penitenciario mundial; por lo que

    sabemos hay crcel slo para mujeres, pero no co-

    mo ocurri en nuestro pas que estaba bajo el peso

    de una dictadura que cometa actos inconcebibles

    en contra de la dignidad, el honor y el orgullo de la

    mujer.

    Estamos en un campo de concentracin sin

    ningn servicio bsico, no hay luz, agua potable ni

    servicios higinicos. Un silencio abrumador y una

    soledad absoluta reinan en el lugar donde ms an-

    74

  • tes el general Pando encontr la muerte cuando

    regresaba de su propiedad de Luribay.

    Al margen de todo esto, la prisin de Achoca-

    lla nos sirvi para conocer a algunos personajes de

    la poltica boliviana. El tiempo que nos quedaba en

    ese encierro sepulcral era utilizado para hablar

    sobre la poltica nacional. No nos quedaba otro

    camino que analizar los hechos subyacentes de la

    dictadura, las contradicciones en el Alto Mando

    Militar y las que se daban entre el propio Bnzer y

    sus compaeros de fechoras como Zenteno Anaya

    o Selich Chop. Por el momento el movimiento

    obrero y popular atravesaba una etapa de reflujo

    por los feroces golpes que recibi en la lucha de

    resistencia al golpe fascista. Pero s podan darse

    algunos cambios por las contradicciones sealadas

    lneas arriba.

    En efecto, quien se mandaba la parte en es-

    peculaciones y cbalas sobre posibles cambios en

    el gobierno era Jorge Alderete, antiguo militante

    del MNR, que dentro del contexto de la politique-

    ra boliviana con una abundancia de oportunismo,

    75

  • deslealtad, individualismo y ambiciones persona-

    les poda darse en cualquier momento un cambio

    en la estructura de la dictadura fascista, lo que

    supona un ablandamiento en su poltica represi-

    va. El tiempo nos demostr que no eran ms que

    simples ilusiones, pues la dictadura banzerista se

    remach y consolid por muchos aos hasta que

    slo la lucha de las masas populares encaus los

    cambios esperados.

    Achocalla, como campo de concentracin, era

    el lugar ideal para una dictadura obsesionada con

    la idea maquiavlica de doblegar moral y fsica-

    mente a sus enemigos de clase. Cada da Tito Var-

    gas y sus sicarios solan hacer prcticas de tiro al

    blanco en las efigies de Marx, Lenin, el Che Gue-

    vara y Fidel Castro, con lo que pretendan daar a

    la gloriosa causa del socialismo y a sus conspicuos

    representantes. Ilusiones de dementes con mentes

    enfermizas que la historia se encargar de conde-

    narlos como sanguinarios represores del pueblo.

    No hay preso ms desprotegido como el preso

    poltico. En primer lugar, su detencin es total-

    76

  • mente injusta e ilegal por cuanto no se sujeta a lo

    establecido por las leyes y la Constitucin Poltica

    del Estado. En segundo lugar, los enemigos de cla-

    se, para doblegar moral y psicolgicamente a sus

    opositores y para tener mayores informaciones

    sobre la resistencia popular, siempre han apelado

    al recurso brutal de la tortura; este procedimiento

    se ha dado en todos los regmenes dictatoriales,

    pero en la dictadura de Bnzer adquiere caracte-

    res inusitados.

    Escuchemos lo que dice Jorge Echaz en su

    libro EL MILITARISMO BOLIVIANO:

    Por primera vez en la historia nacional, el

    rgimen de Bnzer utiliz la tortura sistemtica

    como medio para lograr arrepentimientos, confe-

    siones o delaciones. Es cierto que en el pasado,

    como tenemos visto, muchos regmenes torturaron

    prisioneros polticos hasta la muerte, pero Bnzer

    y sus sucesivos ministros del interior son los pri-

    meros en hacerlo en escala masiva y con asesora-

    miento extranjero. Centenares o quizs millares

    de bolivianos de todas las condiciones fueron so-

    77

  • metidos a espantosas torturas por un nutrido gru-

    po de hienas humanas al mando de un lombrosia-

    no que responde al nombre de Rafael Loayza.

    En tercer lugar, por lo general el preso polti-

    co, si es considerado peligroso, es aislado y ence-

    rrado en celdas oscuras y hmedas para que la

    oscuridad y la humedad lo consuman hasta con-

    vertirlo en una piltrafa humana. En la dictadura

    banzerista muchos compaeros de prisin corrie-

    ron esa triste suerte de no relacionarse con los

    dems presos ni podan recibir las visitas de sus

    familiares.

    En cuarto lugar, el preso poltico, a diferencia

    del delincuente comn, no sabe hasta cundo va a

    estar detenido y esto es lo que lo consume. Das y

    noches no deja de pensar en su libertad ni puede

    dejar de preocuparle la situacin de la familia que,

    sin la presencia del esposo o del padre, puede

    afrontar una situacin econmica que se le torna

    muy difcil. Esa constante y permanente divaga-

    cin poco a poco va destrozando sus nervios. Es

    comn que el preso poltico salga de la prisin con

    78

  • una serie de traumas psicolgicos que lo atormen-

    tarn hasta el ltimo da de su vida.

    Achocalla es una prisin enclavada en las

    faldas de una montaa que presenta algn resqui-

    cio vulnerable para un escape. Resulta que algu-

    nas tardes los tiras nos llevaban a la cancha para

    jugar ftbol. Una tarde, el argentino Gmez se

    queda en su celda pretextando encontrarse mal. A

    nuestro regreso Gmez, el tucumano, ya no estaba

    ms, se hizo gas, haba fugado con mucho xito

    trepando una zanja que le permita salir de la pri-

    sin. Poco tiempo despus el fabril Prez y un es-

    tudiante de la Universidad de Cochabamba des-

    aparecen, provocando la ira y las amenazas de los

    agentes que perciben en los presos la audacia y la

    determinacin de fugar si las condiciones se les

    presentasen.

    Es por eso que se piensa en la apertura de un

    campo de concentracin que ofrezca mayores segu-

    ridades en la detencin de aquellos compaeros

    que mostraban audacia y temeridad para salir del

    cautiverio.

    79

  • Pasan los das y pasan las noches sin mayores

    cambios en nuestra montona vida de reclusin. No

    se vislumbra alguna luz de esperanza para obtener

    la tan preciada y ansiada libertad; especialmente

    para quienes hemos sido identificados como mili-

    tantes de algunos partidos de izquierda no existe ni

    la ms remota posibilidad de salir libres, de ello

    estamos absolutamente seguros. Ni duda cabe que

    la bestia fascista trata de acabar con nuestras vidas

    y as tambin con nuestras ideas que, al decir del

    prefecto de Santa Cruz, estaba muy ocupado en la

    expulsin del marxismo de Bolivia.

    Semejante estupidez mueve a risa y compa-

    sin; es nada ms producto de una supina igno-

    rancia de quienes piensan que las ideas, al igual

    que las cosas o personas, pueden ser expulsadas.

    Las ideas o pensamientos son valores, no son y

    simplemente valen el ser verdaderos o falsos, no

    tienen la realidad o la corporeidad de las cosas. El

    pensamiento marxista, como pensamiento, es un

    valor y como tal no puede ser expulsado como una

    cosa real, pero vale porque es verdadero y es as

    porque es omnipotente, y cuando prende en las

    80

  • masas adquiere una fuerza que las mueve y las

    anima para la lucha contra la injusticia, la des-

    igualdad y la exclusin.

    El marxismo ha sido combatido en todos los

    lugares del planeta tierra; qu no se ha hecho para

    acabar con todas sus expresiones, pero han sido

    vanos todos los intentos con ese propsito porque

    simple y llanamente el marxismo, que es la snte-

    sis del pensamiento cientfico ms avanzado de la

    humanidad, se ha mantenido y se mantendr por

    los siglos y los siglos sin que ello quiera decir que

    se petrifique y se quede con los enunciados de

    Marx y Engels y los aportes de Lenin y Mao.

    Sin duda alguna el marxismo ser an ms

    enriquecido con la experiencia histrico-social de

    la humanidad y sus principios bsicos sern de-

    mostrados en el decurso de la historia; por eso

    mueven a risa los deseos de quienes, enceguecidos

    por un poder transitorio, emiten conceptos ahist-

    ricos.

    La situacin en Achocalla se pone muy tensa.

    La prudencia, la cautela y la discrecin de los pre-

    81

  • sos pueden derivar en actos de rebelda, si la pre-

    potencia y el maltrato de los tiras no cesan. Caso

    inslito en una prisin, cuando al menos se est en

    las garras del enemigo pero llega un momento en

    que ya no se puede soportar humillaciones que

    lindan en la cobarda y la prdida de la dignidad

    humana. Es as que cuando se nos encierra todo

    un da en nuestras celdas, sin posibilidades de

    hacer nuestras necesidades, reaccionamos como

    todo ser humano. Ese fue motivo para que en la

    noche nos conduzcan a la cancha de ftbol donde

    fuimos torturados salvajemente.

    Forzados a caminar en cuclillas, obligados a

    hacer flexiones hasta quedar exhaustos, no sin

    antes ser derribados a travs de planchonazos pa-

    ra tendernos en el suelo, nos patearon y azotaron

    con cadenas dejando heridas profundas en las es-

    paldas y nalgas. Al trmino de su sangrienta mi-

    sin nos advirtieron que la prxima ya no sera con

    palos o cadenas, sino que apelaran al fusil para

    acabar en forma definitiva con nuestra insoporta-

    ble rebelda.

    82

  • RUMBO AL TENEBROSO CAMPO

    DE CONCENTRACION DE COATI

    Una noche, 23 de mayo, nos despiertan para

    preguntarnos qu nos habamos soado. Pero, a

    qu vena esa pregunta? El gobernador y sus se-

    cuaces saban de antemano lo que nos esperaba.

    Algo malo se proyectaba contra determinados pre-

    sos indomables y rebeldes, difciles de doblegar en

    las prisiones de la ciudad de La Paz y Viacha o en

    las cercanas de estas ciudades. Era mejor recluir-

    los en lugares donde la prisin aniquile moral y

    materialmente a quienes tuvieron la osada de re-

    clamar y cuestionar a la dictadura fascista de

    Bnzer.

    Mientras estbamos auscultando las inten-

    ciones de tal pregunta, escuchamos la voz conocida

    del sdico y siniestro carcelero X Quiroga que or-

    denaba alistar nuestras cosas y subir de inmediato

    83

  • al carro. En la lista de los convocados estaban

    Froiln Aguilar, Pedro Paputsakis y el suscrito,

    todos del PCML. Al cabo de cinco meses de deten-

    cin en Achocalla, llegamos a la triste conclusin

    que era muy ilusorio pensar en un posible ablan-

    damiento de la dictadura banzerista, que da que

    pasaba se haca ms cruel y sanguinaria. Se escu-

    chan noticias de la eliminacin de algunos compa-

    eros del ELN y el asesinato de Daniel Arroyo en

    el Ministerio de Gobierno

    El vehculo que nos conduce llega a la puerta

    del DOP de La Paz. Suben muchos compaeros de

    infortunio que se incorporan al grupo de presos

    cuyo destino es an desconocido. Una vez que nos

    acomodamos como podemos, el carro remonta

    hacia el altiplano. En ese momento surgen muchas

    interrogantes: Hacia dnde nos llevan? Ser a

    Corocoro? O ser a Coati? Ambos nombres que-

    dan an en la triste memoria como temibles cam-

    pos de concentracin donde perdieron la vida mu-

    chos presos, unos rematados por el peso de las tor-

    turas y otros fondeados en las fras aguas del lago

    ms alto del mundo.

    84

  • El carro pasa el cruce del camino hacia Coro-

    coro y contina su marcha hacia el estrecho de Ti-

    quina. Entonces llegamos a la amarga conclusin

    de que nos estn llevando a Coati.

    Al amanecer ya estamos en el estrecho de Ti-

    quina, paso obligado al santuario de Copacabana.

    El carro se detiene y en esos instantes aparece una

    mujer del pueblo que nos mira y observa piadosa-

    mente; no puede hablarnos porque sera peligroso

    hacerlo as, pero en una muestra de solidaridad

    con nuestra desgracia derrama lgrimas de triste-

    za e impotencia.

    Al cabo de unos minutos nos embarcan en

    una lancha antigua y destartalada cuyo can est

    sujeto por medio de un alambre. Antes del medio

    da ya estamos en Coati, y por las primeras per-

    cepciones que tenemos se trata de un verdadero

    campo de concentracin con algunas caractersti-

    cas propias de la poca del nazismo. Pero Coati, al

    igual que las famosas prisiones de Alcatraz o la

    isla del Diablo, est rodeada de agua con la dife-

    85

  • rencia de que sta es fra, dificultando toda tenta-

    tiva de fuga al menos si se quisiera hacer a nado.

    Por estas condiciones naturales de Coati es

    que el tristemente clebre idelogo del regionalis-

    mo, racismo y separatismo de la media luna, Car-

    los Valverde, al ser informado de la fuga de este

    lugar, sencillamente dijo que era imposible porque

    Coati era inexpugnable.

    Cuando hacemos tierra se nos dice que esta-

    mos en la isla de Coati, y por si se les ocurriera

    escapar, les aconsejamos que ni lo intenten, y

    quien lo intente debe considerarse como hombre

    muerto. Se deduce que ello puede darse por la

    accin de las aguas fras del lago o por la aplica-

    cin de ley de fuga. Se nos conduce a unas celdas

    obscuras, el piso es de tierra apisonada, las pare-

    des ni siquiera estn revocadas; por el fro impe-

    rante no tendremos el problema de algunas sa-

    bandijas, chinches o pulgas que en otros lugares

    con climas tibios seran los que engorden con nues-

    tra sangre. Son celdas rsticas, absolutamente

    rsticas, construidas especialmente para malen-

    86

  • tretenidos o gente del lumpen proletariado acusa-

    dos de delitos graves, algunos de los cuales fueron

    colgados y otros fondeados. Tambin dirigentes

    polticos del MNR y del PIR fueron recluidos por

    ser opositores a gobiernos de la oligarqua minero-

    feudal.

    Coati era para la dictadura un lugar ideal pa-

    ra cometer cualquier abuso o arbitrariedad que

    puede lindar en el asesinato o la desaparicin del

    preso, con desconocimiento de los familiares muy

    apesadumbrados al no saber nada de la suerte del

    esposo, del padre o del hijo.

    Al cabo de unos minutos nos llaman para al-

    morzar. La comida es muy mala, se trata de una

    vulgar lagua con diminutas papas que muestran

    su pequeez en el fondo del plato y un pedazo de

    charque de llama que flota en el inspido caldo de

    harina. Este era el men de casi todos los das.

    Est probado que hicieron negociados con la ali-

    mentacin destinada a las prisiones. Los vveres

    adquiridos eran de muy baja calidad; as las papas

    eran tan pequeas que